Diferencia Entre Cultura Litigiosa y Cultura de Entendimiento
Diferencia Entre Cultura Litigiosa y Cultura de Entendimiento
Diferencia Entre Cultura Litigiosa y Cultura de Entendimiento
a. Cultura Litigiosa
El sistema jurídico, especialmente en su faz judicial, tiene un objetivo abstracto como es el de "descubrir la
verdad"; con lo que no siempre se soluciona el problema, menos aún en forma rápida y económica, como le es
necesario al hombre común, al ciudadano, al hombre de negocios, quienes desean dejar el conflicto atrás, terminar
con el mismo para poder así continuar con su vida normal, con mayor razón si el litigio es con alguien a quien
deben continuar viendo o con quien debe o le convendría seguir manteniendo relación.
En consecuencia, es necesario pasar del sistema ineficaz o frustrante a un sistema efectivo. La ausencia de
mecanismos diversos y adecuados para resolver los conflictos hace que se recurra a los tribunales de justicia en
forma irracional. Hay una cultura de litigio enraizada en la sociedad actual, que debe ser revertida si deseamos una
justicia mejor; y lo que permite calificar a una cultura como litigiosa no es, propiamente, el numero de conflictos
que presenta, sino la tendencia a resolver esos conflictos bajo la forma adversarial del litigio.
Aunado a lo anterior, nos encontramos en el caso particular de Venezuela que la administración de justicia
"manifiesta una crisis estructural que lo hace cada vez menos eficiente, cada vez más oneroso, crecientemente
propenso a la corrupción e incapaz de dotarse, a través de su actuación de legitimidad".
Lamentablemente, nuestro sistema de resolución de conflictos es ineficaz ya que entran al tribunal más causas de
las que salen; la duración de los procesos excede el tiempo razonable, a los que debe sumarse otro tanto para lograr
la ejecución de las sentencias; y el costo de litigar es alto no sólo en términos económicos sino de energías,
ansiedades, esperas e incertidumbre.
Se colige de lo expuesto que esta situación exige que los abogados reformulen su función como profesionales
dentro de la sociedad de hoy, puesto que el sistema judicial cada vez es más adverso a los planteamientos del
derecho y las personas no desean acudir a la justicia formal. Por lo tanto, la cultura del litigio no es otra cosa que la
creencia errada de que solamente existe el proceso judicial como mecanismo legal de disminución de la
conflictividad entre las personas.
La optima directriz desde la cultura del litigio sería lograr el máximo posible de litigiosidad, de modo tal que la
correlación entre agravio a un sujeto de derecho en intervención jurisdiccional fuera uno a uno. Dicho de otra
manera, en este sencillo esquema, un sistema sería eficiente para cuando cada agravio proporcionara una
intervención jurisdiccional, o sea, cuando para cada conflicto hubiese un litigio ante la judicatura.
Frente a este problema de una cultura litigiosa que frecuentemente no resuelve las disputas a fondo, es necesario la
búsqueda de alternativas efectivas, en ese momento los juristas se encuentran con una cultura nueva, que favorece
el dialogo y el entendimiento entre las partes.
b. Cultura de Entendimiento
Es una apertura y un reconocimiento del “otro y lo ajeno”, con un conjunto de características muy elevadas como
pueblo; que términos generales, tiene la facultad de pensar y razonar para solucionar de manera pacífica y sin
traumas sus conflictos. Más concretamente, es la capacidad humana de penetrar en las cosas sensibles y abstraer de
ellas lo universalmente representando en forma inteligente a modo de luz que ilumina la verdad que está en las
cosas procedentes de las relaciones propias entre los seres humanos, para mantener una convivencia de forma
pacífica, que sirva de contención a los deseos egoístas y personalistas existente en cualquier individuo.
c. Diferencias
De acuerdo a los planteamientos anteriores, nuestra sociedad aún se encuentra enferma, y urge que encontremos el
remedio para su curación. Necesitamos cambiar la cultura litigiosa en que estamos inmersos, por una cultura de
entendimiento, para así vivir en paz y construir nuestro futuro y el de nuestros hijos en un ambiente de armonía y
prosperidad social.
Es bien sabido que la negociación o transacción, existió desde que el hombre apareció en la Tierra, también la
mediación y conciliación son bastante antiguos. Sin embargo, su estudio sistemático y su difusión es bastante
reciente, y se inicia en la década de los 70 en los Estados Unidos de Norteamérica con el propósito de que la
sociedad tenga nuevas formas que permitan, en primer lugar, su posibilidad de acceso a la justicia, y en segundo
lugar, que el servicio de justicia que obtenga la población sea más eficiente, es decir, más objetivo, más rápido,
menos costoso y más dignificante, permitiendo a las personas ejercer su derecho a definir sus propias soluciones,
mediante el empleo de una gama variada de procedimientos, reservando al proceso judicial, como último recurso,
cuando se agotan otras posibilidades que presentan los Medios Alternativos de Solución de Conflictos.
La diferencia más marcada entre la Cultura Litigiosa y la Cultura de Entendimiento está, que en la primera impera
la controversia, donde se subyuga el reparo solo en soluciones a través de una tradición socialmente vista en el
proceso judicial, como una forma natural a emplear las personas cuando enfrentan un conflicto. No obstante, la
capacidad de reacción de las instituciones, por falta de recursos principalmente, no siempre logra este objetivo, lo
que genera un déficit en la calidad del servicio que se brinda, como es el caso del Poder Judicial. Esta
circunstancia, obliga a ver nuevos modelos que garanticen que el problema de fondo (el acceso a la justicia) sea
atendido con formas más eficientes. Es por lo que en la segunda opción prevalece la satisfacción e interés entre las
partes para promover una Cultura de Paz, que aumente calidad del servicio que presta el Poder Judicial, que mejore
sustantivamente, la forma de abordar y solucionar cualquier contrariedad de fondo; con el objeto de que nuestra
sociedad cambie la “cultura litigiosa” por una “cultura de entendimiento”, a fin que permita su solución en forma
directa entre las partes; teniendo como alternativas la conciliación, el arbitraje y la equidad, delegando a la vía
judicial sólo los problemas de mayor envergadura.