Derecho Civil I Grado
Derecho Civil I Grado
Derecho Civil I Grado
Normas de Dº privado son aquellas que regulan las relaciones de los particulares entre sí y de éstos con el
Estado, cuando actúa como sujeto de Dº privado.
Cuando se tratan de normas de derecho privado, existe un plano de igualdad entre los sujetos de derecho.
Si el Estado es uno de estos sujetos, no actúa con imperio, sino como un particular en un plano de igualdad.
Son de orden público las normas que, para los supuestos que consideran, imponen necesariamente su
propia regulación, sin permitir a los particulares prescindir de ella y establecer otra prescripción diversa. La
situación o relación forzosamente debe ser regulada por esa norma (Son inderogables por la voluntad de las
partes y sus dºs irrenunciables).
Son de orden privado las normas que, para los supuestos que consideran, fijan una regulación sólo
aplicable si los particulares no toman la iniciativa de disponer diferentemente. Esto quiere decir que su
aplicación queda a merced de los interesados, no que no tengan imperatividad.
Dº Constitucional Es aquel que regula la organización fundamental y los poderes públicos del Eº y
determina sus respectivas atribuciones.
Dº Administrativo Es aquella rama del Dº público que regula el funcionamiento de diversos servicios
públicos, y las relaciones de éstos con los particulares.
Dº Penal Es el conjunto de normas jurídicas que determinan el delito y la pena aplicable al delincuente.
Dº Procesal Es el conjunto de normas jurídicas relativas a la función jurisdiccional del Eº, ha sido
conceptualizado como un Dº adjetivo que sigue la suerte del Dº sustantivo, y así distinguimos un Dº procesal
civil, un Dº procesal penal, un Dº procesal administrativo y un Dº procesal del trabajo.
El Dº internacional público Es aquel que regula las acciones entre los Estados, y establece sus derechos y
deberes recíprocos.
Las ramas del Dº privado nacional son las sgtes:
Dº civil
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Dº comercial o mercantil Se relaciona con las normas jurídicas en el comercio y de los comerciantes entre
sí.
Dº de minería Es el conjunto de normas jurídicas que regula la constitución, desenvolvimiento y caducidad
de la propiedad minera y las relaciones de los particulares entre sí relativas a esta actividad.
Dº del trabajo Es el conjunto de normas jurídicas que regulan las relaciones entre empleadores y
trabajadores y de éstos con el Eº, con motivo del cumplimiento del trabajo subordinado. Es un Dº privado de
orden público, por lo tanto, es inalterable por las partes y sus derechos son irrenunciables.
Dº agrario Es el conjunto de normas jurídicas que regula las actividades que dicen relación con la agricultura,
y comprende el régimen legal de la caza, pesca y aguas; las bases del Dº agrario se encuentran en el Dº civil.
El Dº internacional privado Es el conjunto de normas jurídicas que dirimen los conflictos de leyes de
distintos Estados, cuando una relación jurídica se desenvuelve bajo distintas soberanías.
Du pasquieu Dº civil es aquella rama del Dº privado que determina las consecuencias esenciales de los
principales hechos y actos de la vida humana (nacer, contraer matrimonio, morir) y las relaciones pecuniarias
del hombre con sus semejantes.
Rafael Rogina Villegas El Dº civil es aquella rama del Dº privado que regula los atributos de las personas
físicas y morales, y las relaciones de orden económico entre los particulares y entre éstos y el Eº , cuando el
Eº actúa como sujeto de Dº privado y que no tengan contenido mercantil, agrario u obrero.
Stichkin El Dº civil es el conjunto de normas generales y comunes que rigen las relaciones de los particulares
entre sí y de los particulares con personas jurídicas de Dº público, cuando éstas actúan como titulares de Dº
privado.
Alassandri El Dº Civil es el conjunto de principios y preceptos jurídicos sobre la personalidad, las relaciones
patrimoniales y de familia.
En términos más simples, El derecho civil se define como el derecho privado común, general y
supletorio.
Común y General: Rige las relaciones jurídicas ordinarias y más generales de las personas.
Es aplicable a la generalidad de las personas en contraposición a ciertos dºs especiales, que formando parte
del Dº privado, contienen reglas especiales establecidas en atención a ciertas actividades o a la naturaleza de
ciertos actos, como el Dº comercial, dº minero, Dº del trabajo, Dº agrario, etc.
Las otras ramas del derecho privado constituyen normas especiales, pues prevalecen por sobre las del derecho
civil. (Principio de especialidad, artículos 4 y 13 Código Civil).
Supletorio: Cuando el derecho especial carece de regulación propia, se aplica el derecho civil a falta de dicha
norma.
Artículo 2º Código de Comercio: “En los casos que no estén especialmente resueltos por este Código, se
aplicarán las disposiciones del Código Civil”
Artículo 96 Código de Comercio: “Las prescripciones del Código Civil relativas a las obligaciones y contratos en
general son aplicables a los negocios mercantiles, salvas las modificaciones que establece este Código”.
Las instituciones fundamentales del derecho civil son la personalidad, la familia y el patrimonio.
Contenido del Dº civil:
Dº de las personas Regula los atributos de las personas naturales y jurídicas.
Dº de familia Es el conjunto de normas jurídicas que regulan las relaciones personales y patrimoniales a que
da origen la familia. Es un Dº privado de orden público.
Dº patrimonial Es el conjunto de normas jurídicas que regulan las relaciones pecuniarias o económicas entre
los particulares, y comprende el Dº de los Dºs reales y el Dº de las obligaciones.
Dº sucesorio Es el conjunto de normas jurídicas que se ocupan de la suerte del patrimonio de una persona
después de su fallecimiento.
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2.- Código Civil
Un Código es toda ordenación sistemática, metódica y lógica de normas legales relativas a una determinada
rama del derecho o a una parte de ella.
El derecho civil chileno está contenido en el Código Civil, obra del destacado jurista Andrés Bello, el cual
comenzó a regir el 1º de enero de 1857.
En materia de bienes, obligaciones y contratos se basa en el Código Civil Francés, con la excepción de que
se necesita de la tradición para adquirir el dominio (Dº romano) 670CC.
En la tradición de bienes raíces y sus gravámenes se sigue al viejo Dº alemán (Código de Baviera).
En materia de sucesiones se sigue la tradición española, con la excepción de los mayorazgos, además a Bello
le gustaba la libertad de testar.
En materia de obligaciones y contratos se sigue al Código Civil Francés y el tratado de las obligaciones de
Pothier.
Entre los jurisconsultos estudiados encontramos a:
Pothier, Domat, Savigny, Los comentaristas del Código civil francés de Napoleón de 1804: Delvincourt,
Duranton, Tropolong y Marcadé.
MENSAJE
TITULO PRELIMINAR
LIBRO I DE LAS PERSONAS
LIBRO II DE LOS BIENES Y DE SU DOMINIO, POSESION, USO Y GOCE
LIBRO III DE LA SUCESION POR CAUSA DE MUERTE, Y DE LAS DONACIONES ENTRE VIVOS
LIBRO IV DE LAS OBLIGACIONES EN GENERAL Y DE LOS CONTRATOS
TITULO FINAL
Mensaje
En él se expone en una carta del ejecutivo al congreso, las fuentes de consulta del CC y materias que trata.
Título preliminar
Consta de 53 artículos, en ellos se trata de la ley, su concepto, su promulgación, obligatoriedad, efecto en el
tiempo y en el espacio, su duración e interpretación.
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Se definen las palabras de uso frecuente en las leyes; trata del parentesco y la representación legal; define el
dolo, la culpa, la fuerza mayor, la caución y las presunciones; señala la forma de computar los plazos.
Libro I Trata de las personas naturales y jurídicas, del matrimonio, de la filiación y de la protección a los
incapaces mediante las guardas. Trata de los sujetos de Dº, o sea, las persona, estudiando, TB, las relaciones
directa de persona a persona, o sea, los Dºs de familia.
Libro II Trata de los bienes y su dominio, posesión uso y goce. De los modos de adquirir el dominio, versa
sobre los Dºs patrimoniales, reales. Con los dºs reales se estudian TB las cosas, o sea; los objetos de Dº.
Libro III Trata de la sucesión por causa de muerte y de las donaciones entre vivos.
Libro IV Trata los dºs personales, la teoría gral de las obligaciones, los contratos, la prestación de créditos y
la prescripción.
Título Final Consta de un única artículo final que se refiere a la observancia del Código. Mantiene vigente las
leyes preexistentes sobre las pruebas de las obligaciones, sobre los procedimientos judiciales y deberes de los
ministros de fe, que sólo serán derogadas las disposiciones contrarias del CC.
Libertad de las partes para ejecutar los actos jurídicos que estimen convenientes y dejar sin
efecto, de común acuerdo, las obligaciones (art 1545, 1567).
Art. 1545. “Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado
sino por su consentimiento mutuo o por causas legales”.
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Art. 1567 Inciso 1. “Toda obligación puede extinguirse por una convención en que las partes interesadas,
siendo capaces de disponer libremente de lo suyo, consienten en darla por nula…”
Art. 12. “Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual
del renunciante, y que no esté prohibida su renuncia”.
Art. 706. “La buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos,
exentos de fraude y de todo otro vicio.
Así en los títulos translaticios de dominio la buena fe supone la persuasión de haberse recibido la cosa de
quien tenía la facultad de enajenarla, y de no haber habido fraude ni otro vicio en el acto o contrato.
Un justo error en materia de hecho no se opone a la buena fe.
Pero el error en materia de derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en
contrario”.
Buena fe en su acepción objetiva (Actuar de buena fe)= Tiene importancia en el ámbito contractual,
significa confianza, fidelidad a un acuerdo concluido, el mantener la conducta necesaria para darle
cumplimiento en la forma acordada.
Significa que en el contrato cada una de las partes se entrega a la conducta leal de la otra, fía y confía que su
contraparte no lo engañará (art 1546)
Art. 1546. “Los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo a lo que en ellos
se expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por la ley
o la costumbre pertenecen a ella”.
La legislación privada parte del concepto de que los particulares “están y actúan” de buena fe en sus
relaciones jurídicas. (art. 707)
Artículo 707: “La buena fe se presume, excepto en los casos en que la ley establece la presunción contraria.
En todos los otros la mala fe deberá probarse”.
Existe una presunción general de buena fe en todo el ámbito del derecho privado”
3) La omnipotencia de la ley En el mensaje se dice que es la ley la fuente fundamental del Dº, y la
costumbre sólo constituye Dº si la ley se remite a ella. (art 2 CC.)
Art. 2. “La costumbre no constituye derecho sino en los casos en que la ley se remite a ella”.
La igualdad ante la ley constituye una garantía constitucional. En Chile no hay persona ni grupo privilegiado,
no hay esclavo y el que pise este territorio quedará libre,
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Art. 55. “Son personas todos los individuos de la especie humana, cualquiera que sea su edad, sexo, estirpe
o condición. Divídense en chilenos y extranjeros”.
Art. 57. “La ley no reconoce diferencias entre el chileno y el extranjero en cuanto a la adquisición y goce de
los derechos civiles que regla este Código”.
5) Protección a la propiedad y libre circulación de los bienes (Art. 582 y 583 CC)
Art. 582. “El dominio (que se llama también propiedad) es el derecho real en una cosa corporal, para gozar y
disponer de ella arbitrariamente; no siendo contra la ley o contra derecho ajeno. La propiedad separada del
goce de la cosa, se llama mera o nuda Propiedad”.
Art. 583. “Sobre las cosas incorporales hay también una especie de propiedad. Así, el usufructuario tiene la
propiedad de su derecho de usufructo”.
Protección a la propiedad= Una persona puede hacer lo que quiera con su propiedad, excepto si sobrepasa la
ley y el Dº ajeno. Constituye una garantía constitucional, el art 19 nº 24 de la Constitución Política garantiza a
las personas la protección y su Dº de la propiedad, sobre toda clase de bienes corporales e incorporales.
Libre circulación de los bienes= El legislador postula que los bienes circulen libremente, es por ello que el
legislador mira con muy malos ojos el Eº de comunidad. El Eº de comunidad está establecido por la ley en
ciertos casos, como por ejemplo: cuando fallece una persona se forma una comunidad entre el cónyuge y los
herederos. Eº de comunidad es la situación en que 2 o más personas tiene dºs análogos sobre una cosa.
6) Enriquecimiento sin causa Para que efectivamente exista enriquecimiento sin causa se requiere:
Un patrimonio se enriquezca,
Un patrimonio se empobrezca y
Que no exista una relación de causalidad entre el enriquecimiento y el empobrecimiento recíproco (se
requiere que el enriquecimiento sea consecuencia directa e inmediata del empobrecimiento).
El enriquecimiento sin causa es aquel que no tiene motivo jurídico válido para haberse producido.
Ejemplo: en el pago de lo no debido (art 2295 inc 1º), si es que por error de hecho pago lo que no debe o
puede repetir lo pagado (obtener restitución de lo pagado).
Art. 2295. “Si el que por error ha hecho un pago, prueba que no lo debía, tiene derecho para repetir lo
pagado….”
7) La responsabilidad
Es un principio que influye todo el Dº.
En Dº público nos encontramos con responsabilidad del Eº, de los funcionarios públicos, con la responsabilidad
ministerial de los jueces y en materia penal la responsabilidad se traduce en una pena, la responsabilidad civil
es una respuesta económica, patrimonial (afecta el bolsillo, se retribuye con una indemnización).
La responsabilidad civil puede ser contractual y extracontractual, ésta última es delictual o cuasidelictual.
Es contractual cuando el deudor deja de cumplir dolosa o culposamente la obligación que le liga al acreedor.
La responsabilidad extracontractual emana de la comisión de un delito o de un cuasidelito civil y da origen a
una obligación nueva que es la de indemnizar perjuicios.
Delito civil es el hecho doloso que causa daño, Cuasidelito civil es el hecho culposo que causa daño.
No es más grave la figura del delito civil que la del cuasidelito civil, porque la medida de responsabilidad es la
extensión del daño.
Para entender adecuadamente los actos jurídicos es necesario referirse previamente a los hechos
y a la relevancia jurídica de los mismos.
“Un hecho es cualquier acontecimiento que sucede en el tiempo y en el espacio” (Jaime Williams
Benavente)
Los hechos que se generan en el mundo y tienen su origen en la naturaleza o en la acción del
hombre, pueden o no producir consecuencias jurídicas.
En el primer caso nos encontramos ante un hecho jurídico y en el segundo ante un hecho simple
o material.
1.1.- Definiciones:
Hecho Jurídico es todo suceso de la naturaleza o del hombre que produce efectos de derecho (efectos
jurídicos).
De acuerdo a la concepción clásica, la expresión “hechos jurídicos” alcanza las siguientes clases
de hechos:
Hechos jurídicos propiamente tales
Hechos jurídicos del hombre
Hecho jurídico propiamente tal es el hecho de la naturaleza que produce consecuencias de derecho.
Ejemplos:
Nacimiento: Señala el comienzo de la personalidad, es decir, de la aptitud para ser titular de derechos.
Muerte: Marca el fin de la personalidad y entraña la transmisión del patrimonio del difunto.
El transcurso del tiempo: Adquisición o pérdida de los derechos por prescripción adquisitiva o extintiva.
Mayoría de edad.
Demencia: Efecto, priva de la capacidad de ejercicio.
A) Voluntarios: Son los hechos voluntariamente realizados por el hombre con la intención de crear, modificar
o extinguir derechos subjetivos.
Son aquellos hechos realizados con la intención de producir efectos jurídicos (Acto jurídico). Ejemplos:
El contrato (venta, arrendamiento, sociedad).
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El testamento.
El reconocimiento de un hijo.
Algunas veces se requieren diversos hechos, Por ejemplo, la prescripción adquisitiva (2492CC) abarca un
supuesto complejo que abarca tres hechos: Posesión, inactividad o inercia del propietario y transcurso del
tiempo.
Son hechos voluntariamente realizados por el hombre sin la intención de crear, modificar o extinguir derechos
subjetivos. Es decir, sin la intención de producir efectos jurídicos.
Producen efectos jurídicos porque están predeterminados por el ordenamiento jurídico, como por ejemplo, los
delitos y los cuasidelitos.
En el mismo caso se encuentran los actos de los dementes e infantes (actividad humana sin voluntad
conciente) Art.. 723 y 2319 CC.
“El homicida mata voluntariamente, pero no ejecuta el hecho con la intención de recibir una pena
o de indemnizar a los parientes de la víctima, su voluntad sólo persigue la consumación del hecho
punible”.
Por ejemplo, el hecho que el deudor no pague la obligación que contrajo acarrea su constitución en mora y la
respectiva indemnización de perjuicios, La prescripción extintiva también supone dentro de sus hechos la
inacción por parte de quien tiene derecho a accionar.
Definición clásica:
“Acto jurídico es la declaración de voluntad destinada a crear, modificar o extinguir derechos y obligaciones”.
Definiciones doctrinales:
“Los Actos Jurídicos son Actos voluntarios del hombre realizados con la intención de producir ciertos efectos
jurídicos queridos por su autor y reconocidos por el ordenamiento jurídico”. (Williams Benavente)
“Acto Jurídico es aquella manifestación de voluntad que se hace con la intención de obtener un efecto jurídico,
que puede ser, crear, modificar, trasferir, transmitir o extinguir un derecho” (Alessandri, Somarriva,
Vodanovic)
“Acto Jurídico es una declaración de voluntad de una o más partes dirigida a un fin práctico reconocido y
protegido por el derecho objetivo”. (Alessandri, Somarriva, Vodanovic)
“Acto Jurídico es una manifestación de voluntad hecha con el propósito de crear, modificar o extinguir
derechos, y que produce efectos queridos por su autor o por las partes, porque el derecho sanciona dicha
manifestación de voluntad”. (Vial del Río)
1.- Es una manifestación de voluntad de una o más personas. Se diferencia de esta forma con los
hechos jurídicos propiamente tales, que son obra de la naturaleza.
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2.- La intención de producir efectos jurídicos, que es una singularidad que diferencia los hechos
materiales del hombre (paseo, saludo) y de los hechos jurídicos involuntarios, es decir, aquellos realizados sin
la intención de producir efectos jurídicos como el delito y el cuasidelito.
Otras características:
Las doctrinas alemanas e italianas (doctrinas modernas) distinguen entre acto jurídico, negocio jurídico y
hecho jurídico. La diferencia con nuestra doctrina (doctrina clásica) es sólo terminológica.
Para ellos acto jurídico es para lo que nosotros se denomina "hecho jurídico voluntario hecho por el hombre
sin la intención de producir efectos jurídicos". (acto jurídico del hombre, involuntario)
Para ellos hecho jurídico es para lo que nosotros es un hecho jurídico propiamente tal. (De la naturaleza)
Para ellos negocio jurídico es lo que para nosotros corresponde a acto jurídico.
El principio fundamental que rige en materia de acto jurídico es el denominado “principio de la autonomía de
la voluntad”, que significa que los particulares pueden celebrar todos los actos jurídicos que estimen
convenientes, fijar sus contenidos y determinar sus efectos libremente, teniendo en cuenta como única
limitación que esos actos jurídicos no sean contrarios a la ley, al orden público y a las buenas costumbres.
El código civil se ocupa del acto jurídico en el libro IV, que trata de las obligaciones en general y de los
contratos.
Especialmente trata del acto jurídico en el título II del mencionado libro, que lleva por epígrafe "De los actos y
declaraciones de voluntad".
En el libro IV, en realidad el código se ocupa de la teoría del contrato.
Es aquel que para nacer a la vida jurídica requiere de la manifestación de voluntad de una sola parte.
Son actos jurídicos unilaterales: El testamento (es un acto jurídico personalísimo), el reconocimiento voluntario
de un hijo, la renuncia de un derecho.
Son actos jurídicos bilaterales aquellos que para formarse necesitan del acuerdo de las
voluntades de una o más partes.
Es aquel para cuyo perfeccionamiento se requiere de dos voluntades concordantes, se requiere del acuerdo de
voluntades llamado consentimiento.
En el acto jurídico bilateral nos encontramos con voluntades divergentes (actúan en distinto sentido). EJ: la
compraventa.
Es importante destacar que para esta clasificación hablamos de “partes” y no de “personas”.
Una “parte” puede estar constituida por una o más personas (1438 CC).
Parte es la persona o las personas que constituyen un sólo centro de interés, o sea la voluntad es una . EJ: si
Pedro, Juan y Diego son titulares de un Dº de crédito, éstos forman una sola parte porque forman una
comunidad de intereses.
Cuando la parte se forma por una sola persona, el acto jurídico se denomina simple;
Cuando la parte se forma por más de una persona, el acto jurídico se denomina complejo.
Esta clasificación se refiere a las voluntades necesarias para la formación del acto y no al número de personas
que deben intervenir para que el acto produzca sus efectos.
Por ejemplo, el testamento es un acto jurídico unilateral, su existencia depende exclusivamente de la voluntad
de su otorgante, pero para que tenga efectos, el heredero debe aceptar la herencia. Son dos cosas distintas
que no se deben confundir.
En general, nuestro código civil se refiere a “partes” cuando hace referencia a los actos jurídicos bilaterales y a
“autor” cuando se refiere a quien otorga un acto jurídico unilateral.
Convención y Contrato:
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Art. 1438. Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no
hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o muchas personas.
Es importante destacar que nuestro Código civil confunde las expresiones “convención” y
“contrato”.
Se critica ya que las hace sinónimos, en circunstancia que la convención es el género y el contrato la
especie. (Art. 1437 y 1438)
Por ejemplo: Art. 1437 CC: Las obligaciones nacen, ya sea del concurso real de las voluntades de dos o más
personas, como en los contratos o convenciones”
Además se critica el artículo 1438 del código civil, porque en el fondo no define ni contrato ni convención,
sino que está definiendo la prestación que constituye el objeto de la obligación. (dar, hacer o no hacer)
Sin perjuicio de lo anterior, la crítica no tiene mayor importancia porque tanto el contrato como la convención
se rigen por las mismas reglas.
El contrato es siempre un acto jurídico "bilateral", porque para nacer a la vida del derecho requiere de un
acuerdo de voluntades o consentimiento.
Pero a su vez, “el contrato” puede ser unilateral o bilateral, atendiendo al número de partes que se
obligan.
Contrato unilateral: Es aquel en que una de las partes se obliga para con la otra que no contrae obligación
alguna.
Ejemplo: La donación, el único que resulta obligado es el donante.
El mutuo o préstamo de consumo es un contrato unilateral, las partes se denominan mutuante y mutuario, y
el único que resulta obligado es el mutuario, que resulta obligado a restituir al mutuante las cosas recibidas en
mutuo.
Contrato bilateral: También llamado sinalagmático. Es aquel en que ambas partes se obligan
recíprocamente.
Por ejemplo: El contrato de compraventa.
Esta clasificación está contenida en el ART 1439 CC.
Art. 1439. El contrato es unilateral cuando una de las partes se obliga para con otra que no contrae
obligación alguna; y bilateral, cuando las partes contratantes se obligan recíprocamente.
Es IMPORTANTE “no confundir”, ya que los “contratos” se clasifican en unilaterales y bilaterales de acuerdo
al número de partes que resultan obligadas, en cambio, los “actos jurídicos” se clasifican en unilaterales y
bilaterales de acuerdo al número de partes que deben concurrir con su voluntad para la formación del acto.
Esto es, los derechos y obligaciones que tienen contenido económico, son susceptibles de apreciación
pecuniaria, como por ejemplo: la compraventa, el arrendamiento, el pago, la tradición, el mandato, etc.
2.1.- Actos patrimoniales a “titulo gratuito” y “a título oneroso”. (Art. 1440 CC)
Desde el punto de vista de la reciprocidad de las prestaciones, los actos jurídicos patrimoniales pueden ser a
título gratuito u oneroso.
a) A Título Gratuito: Es aquel que tiene por objeto la utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el
gravamen.
En este caso una de las partes procura a la otra una ventaja sin percibir de ella ninguna equivalente.
Implica enriquecimiento para una de las partes y empobrecimiento para la otra. Ejemplo: La donación, porque
tiene por objeto la sola utilidad del donatario; el mutuo sin intereses, tiene por objeto la sola utilidad del
mutuario.
b) A Título Oneroso: Es aquel tiene por objeto la utilidad de ambas partes, gravándose una en beneficio de
la otra.
Cada Parte recibe una ventaja en cambio de la que procura a la otra parte. Implica enriquecimiento y
empobrecimiento recíproco para ambas partes
Por ejemplo: la compraventa, tiene utilidad para el vendedor y comprador; el mutuo con intereses, porque
tiene por objeto la utilidad del mutuante y del mutuario, el mutuante recibe los intereses y el mutuario va
aprovechar las cosas dadas en mutuo.
Art. 1440. El contrato es gratuito o de beneficencia cuando sólo tiene por objeto la utilidad de una de las
partes, sufriendo la otra el gravamen; y oneroso, cuando tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes,
gravándose cada uno a beneficio del otro.
Esta es una clasificación que se efectúa con un criterio económico atendiendo a la parte en cuyo objeto cede
la utilidad del contrato. Tiene importancia desde distintos puntos de vista, por ejemplo, Los contratos gratuitos
generalmente se celebran en consideración a la persona, por lo que son generalmente intuito persona, y en
ellos el error en una persona vicia el consentimiento, lo que acarrea la nulidad relativa del contrato.
En cambio, en los contratos onerosos no juega un rol preponderante la consideración de la persona, no son
"intuito persona"; por lo tanto en ellos el error de la persona el error en la persona no vicia el consentimiento,
no tiene ninguna relevancia.
B.1) Los actos o contratos onerosos se clasifican en conmutativos y aleatorios. (Art. 1441 CC)
Acto o Contrato oneroso conmutativo: es aquel en que las prestaciones se miran como equivalentes, aunque
no lo sean. EJ: la compraventa es por regla gral. un contrato conmutativo.
Acto o Contrato oneroso aleatorio: es aquel en que la equivalencia de las prestaciones consiste en una
contingencia incierta de ganancia o pérdida.
EJ: contrato de juego, la apuesta, contrato de seguros.
Art. 1441. El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una de las partes se obliga a dar o hacer una
cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar o hacer a su vez; y si el equivalente
consiste en una contingencia incierta de ganancia o pérdida, se llama aleatorio.
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Esta clasificación tiene mucha importancia, porque cuando la falta de equivalencia en las prestaciones es
considerable, podemos estar frente a la lesión, consistente en el perjuicio que experimenta una de las partes
con motivo de la desproporción en las prestaciones.
3.- Actos entre vivos y por causa de muerte. Según la época en que surten sus efectos, los actos
jurídicos también se clasifican en actos entre vivos y por causa de muerte (mortis causa).
A) Actos jurídicos por causa de muerte son aquellos que producen plenos efectos después de la muerte
de su autor.
Son aquellos en que la muerte del sujeto que los otorga es supuesto necesario para que ellos produzcan
efectos. EJ: el testamento. Art. 999 CC.
Art. 999. El testamento es un acto más o menos solemne, en que una persona dispone del todo o de una
parte de sus bienes para que tenga pleno efecto después de sus días, conservando la facultad de revocar las
disposiciones contenidas en él, mientras viva.
B) Actos jurídicos entre vivos son todos los demás actos en que la muerte no es necesaria para que
produzcan efectos.
1) Solemnes:
“Son aquellos actos jurídicos en que la ley, en consideración a la naturaleza del acto, exige
ciertas formalidades indispensables para su existencia”
Son aquellos actos jurídicos en que el consentimiento o la voluntad que da origen al acto debe manifestarse a
través de una determinada solemnidad.
Si se omite una solemnidad o formalidad que la ley exige con atención a la naturaleza del acto, adolece de
nulidad absoluta. (art. 1682 CC) EJ: la compraventa de bienes raíces, la solemnidad de ésta consiste en el
otorgamiento de una escritura pública. El contrato de promesa, la solemnidad de éste consiste en la
escrituración, bastando el instrumento privado. La hipoteca, y la solemnidad consiste en el otorgamiento de
una escritura pública. (Art. 1554 CC)
Art. 1554. “La promesa de celebrar un contrato no produce obligación alguna; salvo que concurran las
circunstancias siguientes:
1. Que la promesa conste por escrito;
2. Que el contrato prometido no sea de aquellos que las leyes declaran ineficaces;
3. Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de la celebración del contrato;
4. Que en ella se especifique de tal manera el contrato prometido, que sólo falten para que sea perfecto, la
tradición de la cosa, o las solemnidades que las leyes prescriban.
Concurriendo estas circunstancias habrá lugar a lo prevenido en el artículo precedente”.
Otro ejemplo es el testamento (art. 999 CC), el matrimonio (art. 102). (en los actos de familia la regla gral. es
la solemnidad).
2) No formales o Consensuales :
Son aquellos actos jurídicos en que la voluntad o el consentimiento puede manifestarse válidamente de
cualquier modo, sin sujeción a ninguna solemnidad.
“Son aquellos que se perfeccionan por la simple manifestación de voluntad dirigida a producir efectos
jurídicos”
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Para su perfeccionamiento requieren sólo de la manifestación de voluntad si el acto es unilateral; si es bilateral
se perfeccionan cuando se forma de cualquier modo el consentimiento.
EJ: la compraventa de cosas muebles, el contrato de arrendamiento.
La regla gral. es que los actos sean consensuales. No ocurría así en el Dº romano, porque la generalidad de
los actos jurídicos tenían el carácter de solemne. Los romanos no eran afectos a las abstracciones y eran
esclavos de la forma, con el desarrollo de la cultura, de la escritura y con la complejidad de la vida, los actos
dejaron de ser solemnes para pasar a ser consensuales.
“Es aquel que da inmediatamente nacimiento a un derecho, cuyo ejercicio puede ser inmediato y su duración
indefinida. Sus efectos no están sujetos a alteración por circunstancia alguna ni cláusula particular”.
En términos más sencillos, un acto puro y simple es aquel que no está sujeto a modalidades.
“Es aquel sujeto en sus efectos a circunstancias o cláusulas restrictivas, llámese plazo, condición
o modo”.
Las Modalidades son ciertas cláusulas particulares que pueden ser insertadas en los actos jurídicos para
modificar sus efectos, sea desde el punto de vista de la existencia, ejercicio o extinción de los derechos que de
ellos resultan.
El plazo: hecho futuro y cierto del cual depende la existencia o extinción de un derecho.
Puede ser suspensivo o resolutorio.
La condición: hecho futuro e incierto del cual depende la existencia o extinción de un derecho. También
puede ser suspensivo o extintivo.
El modo: es una carga establecida para los actos jurídicos a título gratuito con el fin de limitar el derecho del
acreedor o adquirente de la liberalidad.
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Ejemplo: te dono cien millones de pesos, con la obligación que anualmente dones medio millón de pesos al
hogar de cristo.
Te presto mi automóvil, pero sólo para que lo ocupes en la ciudad de Santiago.
6.- Actos principales y accesorios.
Atendiendo según puedan o no subsistir por sí mismos, los actos jurídicos se clasifican en principales y
accesorios. (1442 CC)
Es aquel que está ligado a otro acto jurídico, sin el cual no puede subsistir, porque existe en función o en
razón del acto principal.
Estas son cauciones o garantías: la prenda, la fianza, la hipoteca. Tienen por objeto garantizar el
cumplimiento de una obligación principal de manera que sin ella no pueden subsistir. EJ: Pedro me presta 10
millones de pesos, y yo para garantizar la obligación que tengo, “de restituir a Pedro los 10 millones de
pesos”, constituyo hipoteca sobre un inmueble de mi dominio. El mutuo que celebré con Pedro es un contrato
principal, pero la hipoteca es un contrato accesorio, porque tiene por objeto garantizar la obligación mía de
restituir a Pedro los 10 millones de pesos y sin ella no puede subsistir. Art. 2516 CC (prescripción de la acción
hipotecaria).
Prenda: 2384 CC; Hipoteca 2407 CC; Fianza: 2335 CC.
Esta clasificación tiene importancia para determinar la extinción de unos y otros de acuerdo al aforismo que
dice: “lo accesorio sigue la suerte de lo principal, pero no lo principal la suerte de lo accesorio”.
EJ: las capitulaciones matrimoniales que son dependientes del matrimonio, (en caracteres muy generales, son
estipulaciones de carácter patrimonial que celebran los esposos antes de contraer matrimonio o en el acto de
su celebración). Art. 1715, 1716 CC.
- Atendiendo según si el acto jurídico está o no reglamentado por la ley, se clasifica en típicos o atípicos.
“Son aquellos configurados y estructurados por la ley con caracteres propios y peculiares” .
EJ: la compraventa, el arrendamiento, la sociedad, el mutuo, el depósito.
2) Atípicos o innominados: son aquellos que no están reglamentados en la ley y son producto de la
autonomía de la voluntad.
15
Por el principio de la autonomía de la voluntad las partes son soberanas para ejecutar los actos jurídicos que
estimen convenientes, para determinar sus efectos o alterarlos de la manera que estimen conveniente,
siempre que no vayan contra la ley, el orden público y las buenas costumbres o moral.
Existe gran cantidad de actos jurídicos atípicos, EJ: el contrato de estacionamiento, el contrato de
arrendamiento de caja de seguridad.
“Son los que crean un derecho nuevo o una situación jurídica nueva”
EJ: ART 606, la ocupación, que se define como el modo de adquirir el dominio de las cosas que no
pertenecen a nadie, cuya adquisición no está prohibida por las leyes chilenas o por el derecho internacional y
que consiste en la aprehensión de las cosas con el ánimo de adquirirlas. La adquisición es un acto constitutivo
en materia posesoria.
Art. 606. Por la ocupación se adquiere el dominio de las cosas que no pertenecen a nadie, y cuya adquisición
no es prohibida por las leyes chilenas, o por el Derecho Internacional.
Otro ejemplo es el matrimonio, ya que crea el estado civil de casado.
También un contrato que hace nacer obligaciones y crea la calidad de acreedor y de deudor.
“Son los que no hacen nacer un derecho nuevo o una situación jurídica nueva, sino que se limitan a reconocer
el derecho o la situación anterior preexistente”.
EJ: la transacción, la adjudicación, la partición (pone fin a la comunidad)
16
Estos contratos suelen llevar una cláusula en cuya virtud sus efectos se van renovando por períodos similares,
salvo voluntad contraria de las partes. Cuando se verifica la renovación, se habla de “tácita reconducción”.
4.- Los actos jurídicos de duración indefinida, suponen que el contrato se celebra sin pactar un plazo
extintivo, y con la intención de que la relación jurídica permanezca en el tiempo.
Actos de administración son aquellos que tienden a la conservación e incremento del patrimonio (Art.. 391-
393, respecto de los guardadores).
Actos de disposición son aquellos que permiten al titular disminuir el patrimonio o el conjunto de bienes que
tiene a su cargo, mediante enajenaciones que escapan del giro ordinario de la administración (el administrador
de un predio agrícola podría por ejemplo enajenar lo frutos o productos, pero no una parte del predio).
Mediante la simulación absoluta, las partes fingen ejecutar o celebrar un acto o contrato, cuando en realidad
no pretenden materializar ninguno (por ejemplo, el deudor que para evitar el embargo de sus bienes, simula
vendérselos a un tercero).
Mediante la simulación relativa, las partes simulan ejecutar o celebrar un acto o contrato distinto al que
verdaderamente están ejecutando o celebrando (por ejemplo, las partes simulan celebrar un contrato de
compraventa, cuando en verdad hay una donación).
Art. 1444. Se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia, las que son de su naturaleza, y las
puramente accidentales. Son de la esencia de un contrato aquellas cosas sin las cuales o no produce efecto
alguno, o degenera en otro contrato diferente; son de la naturaleza de un contrato las que no siendo
esenciales en él, se entienden pertenecerle, sin necesidad de una cláusula especial; y son accidentales a un
contrato aquellas que ni esencial ni naturalmente le pertenecen, y que se le agregan por medio de cláusulas
especiales.
No obstante que este art. se ocupa de los elementos esenciales, de la naturaleza, y accidentales de los
contratos, esto se aplica en los actos jurídicos.
En consecuencia, en todo acto jurídico y en todo contrato podemos distinguir elementos que son de su
esencia, elementos que son de su naturaleza, y elementos puramente accidentales.
Son los que se denominan elementos especiales, son aquellos que tipifican el acto o contrato de que se trata y
aquellos que determinan la naturaleza del acto o contrato de que se trata.
EJ: los elementos esenciales que nos permiten distinguir entre compraventa y otro acto o contrato, son: el
precio y la cosa.
Es de la esencia del contrato de depósito la gratuidad.
Consecuencias:
Si falta un elemento de la esencia general. acarrea la nulidad absoluta del acto o contrato.
La ausencia de un elemento esencial especial acarrea la nulidad absoluta del acto o contrato o su
derivación en otro distinto con una calificación jurídica distinta de la que le han dado las partes.
Esto es lo que la doctrina denomina “conversión del acto nulo”.
Se critica también la hipótesis de la conversión, sino que estamos frente a una rectificación de la
calificación jurídica del acto o contrato. O sea, si falta el precio o la cosa en la compraventa, o no habrá
venta o la compraventa será nula de nulidad absoluta.
Por ejemplo, El depósito propiamente dicho es esencialmente gratuito, es un elemento de la esencia especial
del contrato de depósito y si se estipula remuneración para el depositario, degenera (que degenera significa
que ese contrato nunca fue depósito, sino que es un arrendamiento de servicios) en arrendamiento de
servicios, así lo establece el ART 2219.
Art. 2219. El depósito propiamente dicho es gratuito. Si se estipula remuneración por la simple custodia de
una cosa, el depósito degenera en arrendamiento de servicio, y el que presta el servicio es responsable hasta
de la culpa leve; pero bajo todo otro respecto está sujeto a las obligaciones del depositario y goza de los
derechos de tal.
Se explica en que “los contratos son lo que son” de acuerdo a su naturaleza, los contratos no son lo
que las partes dicen, porque las partes pueden errar.
Si las partes califican de depósito un contrato en que se entrega la custodia de una cosa, y se paga una
remuneración por esa custodia ese contrato nunca fue depósito, ese contrato es un arrendamiento de
servicios, o sea, cambia la calificación jurídica que le han dado las partes.
El comodato o préstamo de uso, es también esencialmente gratuito, si se estipula remuneración degenera en
arrendamiento de cosas, pero no es que se convierta en arrendamiento de cosas, lo que pasa es que nunca
fue comodato, fue siempre un arrendamiento de cosas, y las partes lo calificaron mal.
Ejemplo:
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La condición resolutoria tácita queda envuelta en todo contrato bilateral, en conformidad al ART 1489 CC. De
no cumplirse por las partes lo pactado, puede el otro contratante pedir a su arbitrio la resolución por
cumplimiento del contrato, en ambos casos con indemnización de perjuicios.
Art. 1489. En los contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria de no cumplirse por uno de los
contratantes lo pactado.
Pero en tal caso podrá el otro contratante pedir a su arbitrio o la resolución o el cumplimiento del contrato,
con indemnización de perjuicios.
Saneamiento de la evicción y de los vicios redhibitorios en el contrato de compraventa. Para que el vendedor
no esté obligado a sanear la evicción o responder de los vicios ocultos de la cosa (llamados vicios
redhibitorios), se requiere de una cláusula especial. Ejemplo: comprar un auto con motor malo).
Art. 733. Se llama propiedad fiduciaria la que está sujeta al gravamen de pasar a otra persona, por el hecho
de verificarse una condición.
La constitución de la propiedad fiduciaria se llama fideicomiso.
Este nombre se da también a la cosa constituida en propiedad fiduciaria.
La translación de la propiedad a la persona en cuyo favor se ha constituido el fideicomiso, se llama
restitución.
Son aquellos que necesariamente deben existir para que el acto jurídico nazca a la vida del Derecho.
Estos Elementos son:
a) Voluntad o consentimiento
b) Objeto
c) Causa
d) Solemnidades en los casos que la ley establece.
Son aquellos que deben concurrir para que el acto jurídico sea eficaz.
Estos son:
a) Voluntad o consentimiento exento de vicios
b) Capacidad del autor o de las partes
c) Objeto lícito
d) Causa lícita.
La omisión de un requisito de validez acarrea la nulidad absoluta o relativa del acto jurídico.
Esta distinción de requisitos de existencia y validez ha sido criticada por la doctrina por que se dice
que el CC no la contempla, ya que nuestro código civil sólo contempla los Requisitos de validez, porque el ART
1445 CC establece que para que una persona se obligue, por un acto o declaración de voluntad es necesario:
Art. 1445. Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario: 1.°
que sea legalmente capaz; 2.° que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de
vicio; 3.° que recaiga sobre un objeto lícito; 4.° que tenga una causa lícita.
La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o la
autorización de otra.
En realidad los Requisitos de validez llevan en sí los Requisitos de existencia, porque para que haya voluntad
exenta de vicios, se requiere previamente que exista voluntad. Sólo si existe voluntad puede existir voluntad
exenta de vicios.
Esta distinción entre requisitos de existencia y validez tiene importancia para los efectos de la
sanción, porque como ya dijimos anteriormente, ésta es distinta para los que creen o no en la doctrina de la
inexistencia.
LA VOLUNTAD:
1.- Concepto:
La voluntad en sentido genérico es la actitud o disposición moral para querer hacer algo.
Consentimiento: acuerdo de voluntades de dos o más personas dirigido a lograr un resultado jurídico.
Nota: Requisitos para que la voluntad sea eficaz: ( requisito de validez del acto jurídico)
a) Debe ser emitida por una persona capaz
b) Debe estar exenta de vicios.
Nuestro código acepta la voluntad tácita, así por ejemplo en el ART 1241 CC que nos dice: " La aceptación de
una herencia puede ser expresa o tácita. Es expresa cuando se toma el título de heredero; y es tácita cuando
el heredero ejecuta un acto que supone necesariamente su intención de aceptar, y que no hubiera tenido
derecho de ejecutar, sino en su calidad de heredero.“
La aceptación del mandato, puede ser expresa o tácita, así lo establece el ART 2124 CC que nos dice: "El
contrato de mandato se reputa perfecto por la aceptación del mandatario. La aceptación puede ser expresa o
tácita.
Jurídicamente la voluntad expresa y tácita tienen el mismo valor, es decir, para que la voluntad produzca sus
efectos, pueden manifestarse expresa o tácitamente. A menos que la ley exija una manifestación de
voluntad expresa, pero en principio y por regla general ambas tienen el mismo valor.
Hay ciertos casos en que la ley exige, excepcionalmente, una manifestación expresa de voluntad:
Art. 1511, 3º: la solidaridad debe ser expresamente declarada en todos los casos en que no la establece la
ley; no hay solidaridad tácita del deudor.
Art. 1946, contrato de arrendamiento: para ceder o subarrendar, se requiere una facultad expresa.
Nota: Inversa es la solución en el marco de la Ley número 18.101 sobre arrendamiento de predios urbanos, en
el caso de inmuebles destinados a la habitación con plazo fijo superior a un año: en ella, conforme al artículo
5º, el arrendatario siempre podrá subarrendar, salvo cláusula expresa que se lo prohíba; en este último caso,
el arrendatario podrá poner término anticipado al contrato sin la obligación de pagar la renta por el período
que falte.
Art. 1060, en lo relativo a la manifestación de voluntad del testador;
Art. 1023, relativo al testamento cerrado: se exige una declaración de viva voz del testador, para que todos
oigan, vean y entiendan que en la escritura presentada por el testador, se contiene su testamento.
Artículo 1635, para que opere novación por cambio de deudor, debe mediar voluntad expresa del acreedor.
(R.1628 CC)
Artículo 1642, para que opere la reserva de las cauciones, se requiere que así lo convengan expresamente
acreedor y deudor.
Artículo 2347, la constitución de la fianza supone una voluntad expresa. (R.2335 CC)
Artículo 1733, el ánimo de subrogar un inmueble por otro inmueble o un inmueble por valores, ha de ser
expreso.
Artículo 1547, para que el deudor tome a su cargo el caso fortuito o la fuerza mayor.
Artículo 1517, respecto de la renuncia de la solidaridad hecha por el acreedor, cuando se trata del pago de
pensiones periódicas futuras (en cambio, puede ser también tácita la renuncia, cuando se trata de pensiones
periódicas ya devengadas, o sea, que ya se hicieron exigibles pero aún no se han pagado).
Artículo 18 Ley de Matrimonio Civil: para contraer matrimonio ante el Oficial del Registro Civil, los contrayentes
deben declararlo expresamente.
Lo mismo acontece con aquél celebrado ante un ministro de culto de una entidad religiosa de derecho público.
El caso del ART 1465 CC que nos dice: "El pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada, no vale
en cuanto al dolo contenido en ella, si no se ha condonado expresamente. La condonación del dolo futuro no
vale.“
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Este caso nos explica que no puede renunciarse anticipadamente a los efectos del dolo, pero puede
renunciarse al dolo presente y pretérito, y esta renuncia debe ser expresa.
Nota: ART 44 CC, inc. final nos dice: "El dolo consiste en la intensión positiva de inferir injuria a la persona o
propiedad de otro.“
En los actos jurídicos solemnes, porque la voluntad debe manifestarse a través de las solemnidades que la ley
prescribe en atención a la naturaleza del acto.
Las “partes” pueden convenir también que para ciertos actos, se requiera una declaración explícita de
voluntad. (pp. Autonomía de la voluntad)
1° Art. 1767 (el no hacer nada, presume que la mujer no renuncia a los
gananciales);
2° Art. 1233 (en la sucesión por causa muerte, el asignatario constituido en mora de declarar si acepta o
repudia una herencia o legado, se entenderá que repudia);
3° Artículo 666 (en la accesión de mueble a inmueble, dispone el Código que el que haya tenido conocimiento
del uso que de una materia suya se hacía por otra persona, se presumirá haberlo consentido y sólo tendrá
derecho a su valor);
4° Artículo 1718, en la sociedad conyugal (a falta de pacto en contrario se entenderá, por el mero hecho del
matrimonio, contraída la sociedad conyugal).
5° Artículo 135, inciso 2°, respecto de quienes han contraído matrimonio en el extranjero, presumiéndose que
están separados totalmente de bienes, a menos que al inscribirlo en Chile, pacten sociedad conyugal o
régimen de participación en los gananciales.
Por regla general, el silencio NO constituye manifestación de voluntad, dado que no implica en sí afirmación o
negación. Lo único que se exterioriza es la voluntad de guardar silencio.
En el ámbito jurídico, el que guarda silencio "nada dice", sin embargo, esto es una regla general porque tiene
excepciones.
Art. 2125. Las personas que por su profesión u oficio se encargan de negocios ajenos, están obligadas a
declarar lo más pronto posible si aceptan o no el encargo que una persona ausente les hace; y transcurrido un
término razonable, su silencio se mirará como aceptación.
Aun cuando se excusen del encargo, deberán tomar las providencias conservativas urgentes que
requiera el negocio que se les encomienda.
Estas personas deben aceptar de pronunciarse acerca de si aceptan o repudian el encargo que una persona
ausente les hace; y si no lo hacen dentro de un término razonable, su silencio se mira como aceptación.
Para que se aplique el ART 2125 CC deben concurrir los siguientes requisitos:
Debe tratarse de personas que por su profesión u oficio, se encargan de gestionar negocios ajenos.
El que hace la oferta (el que encargó el negocio) debe encontrarse en un lugar distante y distinto de la
persona a quien se dirige la oferta, y en este caso transcurrido un término razonable su silencio se mira como
aceptación.
2) Cuando las partes, en virtud del principio de autonomía de la voluntad, atribuyen al silencio el
valor de manifestación de voluntad, siempre y cuando su contenido y efecto no atenten en contra de la
ley, el orden público y las buenas costumbres.
Ejemplo:
La cláusula de prórroga automática, en los contratos de sociedad y arrendamiento. (El contrato se celebra con
un determinado plazo, si ninguno manifiesta su voluntad de ponerle término, el contrato se entiende
tácitamente prorrogado por un período igual).
3) Los tribunales han resuelto que el silencio constituye una manifestación de voluntad cuando
se trata de un silencio circunstanciado.
Fuera de los casos contemplados en la ley, el silencio, según la opinión general, constituye una manifestación
de voluntad cuando va acompañado de otras circunstancias que permitan considerarlo, sin ambigüedades,
como la expresión de la voluntad de una persona. Esto es lo que se llama el silencio circunstanciado.
Así, la existencia entre las partes de relaciones o negocios anteriores o de un contrato que está en ejecución
es considerada por la jurisprudencia francesa como una circunstancia que autoriza para interpretar como
aceptación el silencio del destinatario hacia su cliente habitual que le pide o le envía mercaderías o le hace un
encargo comprendido en esas relaciones.
Existen otros efectos del silencio en materia jurídica:
El silencio puede constituir fuente de responsabilidad delictual o cuasidelictual .
Ejemplo: Caso del ART 2314 CC que nos dice: "El que ha cometido delito o cuasidelito que ha inferido daño a
otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o
cuasidelito". (El que debiendo hablar calla con dolo o con negligencia y causa daño a otro, comete un delito o
cuasidelito civil y debe indemnizar el daño causado, basado en el artículo anterior).
El silencio puede originar responsabilidad contractual, basado en el ART 1858 CC que nos habla de los vicios
ocultos o redhibitorios.
Art. 1858. Son vicios redbibitorios los que reúnen las calidades siguientes:
1.ª Haber existido al tiempo de la venta;
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2.ª Ser tales, que por ellos la cosa vendida no sirva para su uso natural, o sólo sirva imperfectamente,
de manera que sea de presumir que conociéndolos el comprador no la hubiera comprado o la hubiera
comprado a mucho menos precio;
3.ª No haberlos manifestado el vendedor, y ser tales que el comprador haya podido ignorarlos sin
negligencia grave de su parte, o tales que el comprador no haya podido fácilmente conocerlos en razón de su
profesión u oficio.
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1.1.- La reserva tácita o reserva mental.
Hay reserva tácita o mental cuando el declarante, a sabiendas de lo que ha declarado no responde a su
intención y reserva en secreto o en su mente su verdadera voluntad.
El acto jurídico es plenamente válido.
Para que la reserva mental vicie el acto, es preciso que el destinatario de la declaración sepa que la voluntad
verdadera no es la manifestada, por lo tanto, no se cumple con el requisito de seriedad.
La reserva tácita estaría reconocida en nuestra legislación por la aplicación del principio general de la
presunción de seriedad de los actos jurídicos unánimemente aceptado.
El CC Alemán lo reconoce de forma expresa.
La declaración iocandi causa.
En la declaración iocandi causa la falta de seriedad se manifiesta de forma evidente, de modo que no pasa
inadvertida por la otra parte.
Por ejemplo, una declaración hecha en broma, promesas con inconsistencias evidentes.
Al contrario que la reserva mental, la declaración iocandi causa impide la formación del acto jurídico y que
produzca derechos y obligaciones.
La simulación.
La simulación es la declaración de un contenido de voluntad que no es real, emitido concientemente y de
acuerdo entre las partes o entre el declarante y la persona a quien va dirigida la declaración, para producir con
fines de engaño la apariencia de un acto jurídico que no existe o es distinto del que realmente se ha llevado a
cabo.
Se diferencia con la reserva mental en que en la simulación existe acuerdo con la parte o persona a que se
dirige la declaración.
Como todos los actos se presumen verdaderos mientras no se rinda prueba en contrario, la simulación no es
causa de invalidez del acto jurídico.
Acción de simulación.Concepto. Es una acción personal y declarativa que permite a terceros hacer primar la
voluntad real de las partes por sobre el acto simulado.
Discusión en torno a la prescripción. El plazo se comienza a contar desde el momento en que se tiene
conocimiento del acto disimulado u oculto.
Parece existir consenso en que sí prescribe en el plazo de las acciones ordinaria (5 años).
Hay quienes señalan que es imprescriptible, sin embargo a ellos se opone el principio general que declara que
todas las acciones son prescriptibles, excepto las que expresamente el legislador establece como
imprescriptibles.
Disconcordancia inconciente:
Es aquella de que las partes no se dan cuenta. Se expresa una voluntad distinta a la que en realidad se tiene.
En este caso estamos en presencia de un error esencial, obstativo o impropio.
Ejemplo: Por ejemplo, si quiero comprar un candelabro de oro y por distracción le señalo al vendedor un
candelabro de bronce, hay error obstativo.
Nota: El error obstativo recae sobre la declaración de voluntad.
El error-vicio o error-nulidad, recae sobre la voluntad interna, es decir, es un conocimiento falso que influye
sobre la gestación de la voluntad interna.
En el caso del error esencial hay ausencia total de voluntad cuando la persona o las personas que celebran un
acto jurídico incurren en él.
Las personas incurren en un error de magnitud que impide la generación del acto jurídico.
De acuerdo al 1453 CC. El error obstáculo o esencial “vicia el consentimiento”, pero en realidad impide que se
produzca un acuerdo de voluntades, por lo tanto, impide la existencia del acto mismo.
3.- La voluntad en los actos jurídicos bilaterales
La formación del Consentimiento:
3.1.- El consentimiento.
El concepto de consentimiento viene del latín consentire (cum: compañía – sentire: sentir).
Entonces el consentimiento es sentir con otro, tener un mismo sentimiento .
Nos da la idea que dos o más personas quieren la misma cosa, que se ponen de acuerdo.
El acto jurídico bilateral sólo surge a la vida del Derecho mediante la concurrencia de dos actos jurídicos
unilaterales; a saber: la oferta y la aceptación.
3.2.- Reglamentación en la legislación chilena.
El CC. no se refiere a ella, aludiendo al consentimiento partiendo de la base de que está ya formado.
El C. de Comercio en cambio, en sus Art.. 97 a 108, regula detalladamente la materia.
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Dichas normas se aplican también al Derecho Civil, a pesar de estar contenidas en un Código especial, porque
son por su naturaleza generales y deben por tanto tener una aplicación general. Por lo demás, en el mismo
Mensaje con que el ejecutivo presentó el proyecto de C. de Comercio al Congreso, se dice que en lo relativo a
la formación del consentimiento, el C. de Comercio viene a llenar “un sensible vacío de nuestra legislación
comercial y civil”.
Además, no hay ningún inconveniente en aplicar por analogía las reglas especiales frente al silencio de una ley
general, y el juez al aplicar en materia civil las reglas sobre la formación del consentimiento, está aplicando el
ART 24 CC que nos dice que cuando no pueden aplicarse las reglas sobre interpretación precedente, se
interpretarán los pasajes oscuros de la ley del modo que es más conveniente que aparezca al espíritu general
de la legislación y a la equidad natural. Si este artículo se aplica cuando no se pueden aplicar las reglas de la
interpretación, con mayor razón se va a aplicar cuando existe una laguna legal.
3.3.- LA OFERTA:
La oferta es un acto jurídico unilateral por el cual el oferente propone la celebración de un contrato o de otra
convención.
“La oferta es un acto jurídico por el cual una persona propone a otra la celebración de un contrato en términos
tales que para éste quede perfecto , basta con que el destinatario de la oferta simplemente la acepte”.
(Alessandri-Somarriva)
La persona que hace la oferta, propuesta o policitación recibe el nombre de oferente, proponente o policitante.
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El ART 105 del código de comercio dice: "las ofertas indeterminadas contenidas en circulares, catálogos, notas
de precio corrientes, prospectos, o en cualquier otra especie de anuncios impresos, no son obligatorias para el
que las hace.“
Pero, en el caso de que estos catálogos se envíen a personas determinadas, no obligan al oferente a menos
que se cumplan las siguientes circunstancias:
Los elementos esenciales especiales del contrato de compraventa, que nos permite diferenciarlo de otro
contrato son el precio y la cosa. Del contrato de depósito es un elemento esencial especial la gratuidad. La
ausencia de un elemento esencial especial acarrea la nulidad absoluta o la inexistencia del acto o contrato o su
derivación en otro distinto, con una calificación jurídica distinta de la que le han dado las partes.
“Es un acto jurídico unilateral por el cual la persona a quien va dirigida la oferta manifiesta su conformidad con
ella. La persona que acepta la oferta se llama aceptante”
Verbal o escrita.
Expresa o tácita:
Es expresa cuando se efectúa en términos formales y explícitos (en forma verbal o escrita) y es tácita cuando
el destinatario de la oferta realiza un hecho que inequívocamente hace suponer su intensión de aceptar.
Será tácita, por ejemplo, cuando el aceptante realiza un acto relacionado con un encargo que se ha hecho, y
que importa aceptar el contrato de mandato (art. 2124, 2º); o cuando se recibe por parte del arrendador, con
posterioridad al término del contrato de arrendamiento, la renta correspondiente a cualquier período posterior
a dicho término, aceptando tácitamente con ello la renovación del contrato respectivo (tácita reconducción,
artículo 1956, inciso 3° del Código Civil).
La aceptación tácita produce los mismos efectos y está sujeta a las mismas reglas que la expresa (art. 103 del
C. de Comercio).
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El silencio no constituye aceptación, a menos que la ley lo establezca expresamente, como ocurre en los Casos
de el ART 2125 CC que ya analizamos al tratar del silencio como manifestación de voluntad.
30
ocasionado. De acuerdo con este mismo artículo, el proponente se exonera de toda responsabilidad,
cumpliendo con el contrato.
Para algunos, el fundamento de esta obligación del proponente emanaría del abuso del derecho (Alessandri).
En efecto, el proponente está facultado para retractarse, pero no puede originar daños al patrimonio ajeno; en
caso contrario, habría un abuso del derecho y procede indemnizar los perjuicios.
Para otros, se trataría de un caso de responsabilidad precontractual.
Hay en nuestra legislación casos excepcionales en que por una declaración unilateral de voluntad, una persona
resulta obligada.
En el ámbito de la formación del consentimiento, el proponente, por obra de su sola voluntad, no puede
retractarse de su oferta por cierto tiempo, aun cuando no haya sido aceptada.
La regla general es que el proponente pueda arrepentirse entre la formulación de la propuesta y la
aceptación.
Pero no puede hacerlo si al formular la oferta, se hubiere comprometido a esperar una contestación o a no
disponer de la cosa objeto del contrato propuesto, sino después de desechada la oferta por el destinatario o
de transcurrido un determinado plazo (art. 99 del C. de Comercio).
Este es un caso de declaración unilateral de voluntad.
El proponente queda obligado, por obra de su sola voluntad, ya que el destinatario nada ha manifestado
todavía.
Surgen en este caso las siguientes interrogantes:
¿Qué ocurre si el oferente muere o se incapacita legalmente?
¿Están obligados sus representantes o herederos a celebrar el contrato?
Para Alessandri, la respuesta es negativa, porque el art. 99 del C. de Comercio es de carácter excepcional y
por lo tanto su interpretación debe ser restrictiva.
Así, en los casos de muerte o incapacitación del proponente (que son los casos de caducidad de la oferta), el
contrato no se celebrará aunque la oferta hubiere sido formulada obligándose a esperar un plazo para la
aceptación.
Y en estas hipótesis, la no formación del consentimiento no trae responsabilidad alguna para el oferente
incapacitado o para sus herederos, pues el único caso contemplado por la ley en que el oferente responde de
los gastos o perjuicios causados al destinatario, es el del art. 100 del C. de Comercio.
Para otros, sin embargo, la obligación de no retractarse, como toda obligación que no es personalísima, pasa a
los herederos del oferente y subsiste mientras el plazo esté pendiente.
Los partidarios de esta segunda doctrina agregan en abono de la misma que la norma que establece la
caducidad de la oferta por muerte del proponente antes de la aceptación del destinatario (art. 101 del C. de
Comercio), debe interpretarse en armonía con la norma que reconoce el nacimiento de la obligación de no
retractarse cuando se ha fijado un plazo por el proponente para celebrar el contrato (artículo 99 del C de
Comercio).
VENCIDOS LOS PLAZOS, LA PROPUESTA SE TENDRÁ POR NO HECHA, AUN CUANDO HUBIERE SIDO
ACEPTADA (art. 98 del C. de Comercio).
Si la oferta, verbal o escrita, se ha formulado por un plazo, la aceptación es oportuna si se da dentro del
término señalado por el oferente.
Si la aceptación se da oportunamente, dentro de los plazos señalados, el contrato nace, aunque la
aceptación llegue a conocimiento del proponente después del vencimiento del plazo.
Los plazos que fija la ley no son para que el oferente tenga conocimiento de la aceptación, sino para que la
aceptación se exprese.
EL ART. 101 DEL C. DE COMERCIO SEÑALA QUE EL CONTRATO SE FORMA CUANDO SE DA LA ACEPTACIÓN Y
NO CUANDO ÉSTA LLEGA AL CONOCIMIENTO DEL PROPONENTE.
En el mismo sentido, los arts. 97 y 98 del C. de Comercio se refieren al otorgamiento de la aceptación y no al
conocimiento de ella por el proponente.
Nota:
En tal sentido, una sentencia ha establecido que corresponde al aceptante probar la EMISIÓN de la aceptación
y la LLEGADA de ésta a poder del oferente.
LA ACEPTACIÓN INOPORTUNA, extemporánea, ES INEFICAZ, no tiene la virtud de generar el contrato.
1.- De acuerdo a los que atienden al primer punto de vista, contratos entre presentes son los que se
celebran entre personas que se encuentran reunidas en un mismo lugar, que están una frente a la
otra; y Contratos entre ausentes son los que se celebran entre personas que se encuentran en distintos
lugares.
2.- Conforme al segundo criterio, contratos entre presentes son aquellos en que la aceptación puede ser
conocida por la otra parte inmediatamente, al tiempo de ser emitida, y
Contratos entre ausentes aquellos en que la aceptación puede ser conocida por el oferente sólo
después de cierto tiempo de ser formulada.
Prácticamente todos los contratos pueden celebrarse entre ausentes.
Excepcionalmente, el matrimonio exige que los contrayentes estén presentes ante el Oficial del Registro Civil,
sea personalmente, sea a través de mandatarios.
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A.- Momento en que se forma el consentimiento en los contratos entre presentes.
Para esta teoría, el consentimiento existe sólo cuando el proponente ha recibido la aceptación y ha
tomado conocimiento real y efectivo de ella.
DADA LA ACEPTACIÓN, EL ACTO QUEDA PERFECTO, AUNQUE AQUELLA SEA IGNORADA POR EL
PROPONENTE; así lo prueban varias disposiciones:
El art. 99 del C. de Comercio: dispone que el proponente puede arrepentirse en el tiempo que media entre el
envío de la propuesta y la aceptación
(No dice entre el envío de la oferta y el envío de la aceptación, como diría el artículo si se hubiera pronunciado
por la teoría de la expedición; ni tampoco dice entre el envío de la oferta y la recepción o conocimiento de la
aceptación, como diría si se hubiere inclinado por las teorías homónimas).
El art. 101 del C. de Comercio corrobora lo anterior:
Queda en claro que basta manifestar la voluntad de aceptar (“Dada la contestación...” ); asimismo, la
retractación y la caducidad deben concurrir antes de darse la aceptación (y no antes de enviarse ésta,
como se diría si se siguiese la teoría de la expedición).
El art. 104 del C. de Comercio:
Se entiende que en la residencia del que acepta, se dio la aceptación y perfeccionó el consentimiento.
33
1.- La norma del art. 101 del C. de comercio no es de orden público; por tanto, las partes pueden
convenir que el contrato se perfeccione en un momento distinto del señalado por la ley.
2.- También constituyen excepción los siguientes contratos, por expresa disposición de la ley:
3.- Tratándose de las donaciones irrevocables, el CC., en el art. 1412, sigue la teoría del conocimiento.
Las condiciones o requisitos de existencia y de validez del contrato, y especialmente la capacidad, deben
apreciarse al tiempo de la formación del consentimiento.
Conforme al art. 22 de la Ley sobre efecto retroactivo de las leyes, se entienden incorporadas al contrato
las leyes vigentes al tiempo de su celebración.
La formación del consentimiento PONE FIN AL DERECHO DE REVOCAR LA OFERTA.
Para algunos autores, determina si hubo o no objeto lícito. Así, en el contrato de compraventa, habría
objeto ilícito si el bien sobre el cual recayó el contrato había sido embargado previamente (art. 1464 Nº 3 del
CC). Siguiendo a Eugenio Velasco, no habría tal objeto ilícito, pues el art. 1464 se refiere a la “enajenación” y
no a la venta.
La formación del consentimiento fija el punto de partida de la prescripción o la caducidad de ciertas acciones:
por ejemplo, art. 1896 del CC, respecto de la acción originada por la lesión enorme; artículo 1880, respecto de
la acción resolutoria emanada del pacto comisorio; artículo 1885, acción que emana del pacto de retroventa;
artículo 2468, acción pauliana o revocatoria.
Las obligaciones de las partes contratantes, deben cumplirse inmediatamente después de perfeccionado el
contrato, a menos que estipularen otra cosa (así, por ejemplo, artículo 1826 del Código Civil, a propósito del
contrato de compraventa).
En todo caso, el C. de Comercio, en su art. 104, se inclina por la teoría de la declaración o aceptación.
Nuestro CC. no reglamenta los contratos de adhesión, pero cada día han ido cobrando mayor fuerza.
Por ejemplo: los contratos suscritos con Isapres, Administradoras de Fondos de Pensiones, compañías de
seguros, de cuenta corriente bancaria, de líneas de crédito bancarias o abiertas en casas comerciales, etc.
Responden estos contratos a la masificación de dichas relaciones jurídicas, a la exigencia de una rápida
conclusión y a la necesidad de unificar relaciones semejantes.
En parte como un modo de impedir o al menos morigerar la eventual inequidad que supone para una de las
partes el contrato de adhesión, se promulgó la Ley número 19.496, que establece normas sobre protección de
los derechos de los consumidores.
En el marco de esta ley, se define el contrato de adhesión como aquél cuyas cláusulas han sido
propuestas unilateralmente por el proveedor sin que el consumidor, para celebrarlo, pueda alterar su
contenido.-
4.1. EL ERROR.
a) Concepto.
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Se define como “el concepto equivocado o la ignorancia que se tiene de la ley, de un persona, de un hecho o
una cosa”.
Aún cuando no son lo mismo, nuestro Derecho equipara al ignorante con el que incurre en error.
En sentido estricto, el primero no conoce algo; el segundo, lo conoce mal.
b) Clasificación.
Se distingue en primer lugar entre ERROR DE DERECHO y ERROR DE HECHO.
El ERROR DE HECHO es la ignorancia o concepto equivocado que se tiene de una persona, de una cosa o de
un hecho.
El ERROR DE DERECHO es la ignorancia o el concepto equivocado que se tiene de una ley.
Dispone el art. 1452 del CC. que el error sobre un punto de derecho no vicia el consentimiento. Este precepto
debemos armonizarlo con los arts. 8º y 706, 4º.
El art. 1452 es una consecuencia del art. 8º. De tal forma, quien ha contratado teniendo un concepto
equivocado de la ley o ignorando una disposición legal, no puede alegar este error para excusarse de cumplir
sus obligaciones ni para pedir la nulidad del contrato.
A su vez, el inciso 4º del art. 706 dispone que el error en materia de derecho constituye una presunción de
mala fe, que no admite prueba en contrario (presunción de derecho en consecuencia, art. 47 último inciso).
Excepción: En algunos casos, sin embargo, el error de derecho vicia el consentimiento, como acontece por
ejemplo en los arts. 2297 y 2299, acerca del pago de lo no debido.
Nos remitimos en este punto a lo expuesto al tratar de la presunción o ficción de conocimiento de la ley
consagrada en el art. 8º.
Los dos primeros casos, contemplados en el art. 1453, suelen calificarse por algunos autores como CASOS DE
ERROR ESENCIAL O ERROR-OBSTÁCULO.
En tales casos, se afirma que más que un vicio de la voluntad, HABRÍA AUSENCIA DE VOLUNTAD,
puesto que las personas incurren en un error de tal magnitud que no pueden generar un acto jurídico.
Por ende, a juicio de algunos, el error esencial no produciría la nulidad relativa sino la INEXISTENCIA del
acto o contrato o al menos la NULIDAD ABSOLUTA.
Para otros, sin embargo, los casos de error esencial producen NULIDAD RELATIVA, al igual que tratándose de
los restantes casos de error (substancial, accidental y en las personas), puesto que el art. 1454 expresa que
“el error de hecho vicia asimismo el consentimiento...” , y se refiere a casos de error sustancial que, de
acuerdo al art. 1682, producen nulidad relativa.
La palabra “asimismo” evidenciaría que el error esencial del artículo 1453 vicia “de la misma manera” el acto o
contrato que el error substancial del artículo 1454.
36
Cuando la substancia o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato, es diversa de lo que se
cree.
El tercer caso de error de hecho se refiere al llamado ERROR SUBSTANCIAL (art. 1454, 1º).
Substancia es la materia de que se compone el objeto sobre el que recae la obligación.
Un ejemplo de error en la sustancia, sería el que proporciona el Código, al decir “...como si por alguna de las
partes se supone que el objeto es una barra de plata, y realmente es una masa de algún otro metal
semejante”;
Cualidades esenciales son las que dan al objeto una fisonomía propia que la distingue de los demás.
un ejemplo de error en una cualidad esencial del objeto, sería como si por alguna de las partes se supone
comprar un caballo de carrera, y el caballo es de tiro (en este caso, las partes no se equivocan en cuanto al
caballo, sino a una cualidad esencial del mismo), o como si por alguna de las partes se cree comprar un
vehículo “todo terreno”, o sea con tracción en las cuatro ruedas, y resulta que sólo tiene tracción delantera.
Cuando recae sobre una cualidad accidental de una cosa, y esa cualidad ha sido el principal motivo de una de
las partes para contratar y ha sido conocido de la otra parte.
El cuarto caso se refiere al ERROR SOBRE CUALIDADES ACCIDENTALES DE UNA COSA (ERROR ACCIDENTAL)
(art. 1454, 2º).
Son tales aquellas que ordinariamente son indiferentes para determinar la voluntad o el consentimiento de las
personas.
Un ejemplo, sería aquél en que se quiere comprar un automóvil de cierta marca y modelo del año 2005, pero
de color acero, y el vendedor proporciona uno de color rojo; o si una persona compra una espada de
comienzos del siglo XIX, en la creencia que perteneció al padre de la patria José Miguel Carrera, y ocurre que
dicha creencia estaba equivocada.
Un error accidental vicia el consentimiento cuando concurren dos requisitos:
Es el principal motivo de una de las partes para contratar;
Este motivo ha sido conocido de la otra parte.
“CUANDO UNA CALIDAD ACCIDENTAL HA SIDO ELEVADA A LA CATEGORÍA DE ESENCIAL Y HA SIDO
CONOCIDA DE LA OTRA PARTE”.
Cuando la consideración de la persona con quien se ha contratado, ha sido la causa principal del contrato, y
este motivo ha sido conocido de la otra parte.
El quinto y último caso de error de hecho, es aquél que RECAE EN LAS PERSONAS: art. 1455.
POR REGLA GENERAL, ESTA CLASE DE ERROR NO VICIA EL CONSENTIMIENTO.
Normalmente, la persona del otro contratante es indiferente para los fines que se pretenden al contratar.
No obstante, EXCEPCIONALMENTE hay actos o contratos que se ejecutan o celebran en consideración a la
persona, siendo ésta la causa principal y determinante del acto jurídico.
Son los llamados contratos “intuito personae”, aquellos en que el otro contratante no habría contratado si se
hubiere tratado de otra persona o el autor del acto jurídico unilateral no lo habría otorgado, si sus efectos se
hubieran radicado en otra persona.
En estos casos, EL ERROR EN LA PERSONA VICIARÁ EL CONSENTIMIENTO.
Pero en tales casos, la persona con quien erradamente se contrató, tendrá derecho a solicitar que se le
indemnicen los perjuicios en que de buena fe haya incurrido por la nulidad del contrato.
Son contratos "intuito personae", por ejemplo, el contrato de matrimonio; la transacción (art. 2456); mandato,
por regla general; sociedades de personas (colectivas y de responsabilidad limitada); donación. En el ámbito
de los actos jurídicos unilaterales, el testamento (art. 1057).
Cabe señalar que basta el error de una parte, para que se vicie el acto jurídico, como se desprende del
tenor literal de los arts. 1453 y 1454 ("Como si una de las partes..."; “como si por alguna de las partes...” ).
Para la doctrina, tres son los requisitos que deben reunirse para estar ante el error común:
Debe ser compartido por todas o la mayoría de las personas en el lugar en que el acto jurídico se realiza;
Debe ser un error excusable, descansar en un justo motivo; y
Debe haber buena fe en aquellos que incurren en el error.
En nuestra legislación, estarían inspirados en el error común, por ejemplo, los arts. 704 Nº 4 (el título
meramente putativo); 1576, 2º (en el pago); 1013 (en el testamento, habilidad putativa de un testigo); 2058
(contrato de sociedad); 51 de la ley de Matrimonio Civil (referido al matrimonio putativo).
4.2) LA FUERZA.
a) Concepto.
La fuerza es la presión física o moral ejercida sobre la voluntad de una persona para determinarla a
ejecutar o celebrar un acto o contrato.
Carlos Ducci prefiere definir la fuerza desde el punto de vista de aquel que la sufre.
Dice que la fuerza es el temor que experimenta una persona debido a una presión física o moral, y
que la obliga a manifestar su voluntad en un sentido determinado.
Enfatiza que la fuerza está constituida por el temor y no por el acto que la origina. Sigue en este enfoque a
Planiol y a Pescio.
b) Clases.
La fuerza puede ser FÍSICA O MORAL.
LA FUERZA FÍSICA consiste en el empleo de procedimientos violentos o materiales (vis actual);
LA FUERZA MORAL consiste en el empleo de amenazas (vis compulsiva).
Algunos autores consideran que la fuerza, como vicio de la voluntad, es la fuerza moral.
Tratándose de la fuerza material, hay supresión total de la voluntad de la víctima, se reduce a ésta a un
estado puramente pasivo.
En tal caso, HAY FALTA DE VOLUNTAD Y NO SIMPLEMENTE CONSENTIMIENTO viciado. Tal ocurre, por
ejemplo, si alguien con más fuerza sujeta la mano de otro y lo obliga a firmar. Para Pescio, el mismo criterio
debe aplicarse cuando la intimidación provoca el pánico o terror en la víctima.
La fuerza moral se traduce en amenazas dirigidas contra una persona, para hacer que en ella nazca un temor
insuperable.
c.3) Determinante.
La fuerza debe ser empleada con el fin de obtener la declaración de voluntad; ésta debe ser efecto
de aquella. El art. 1457 señala que la fuerza debe emplearse "con el objeto de obtener el consentimiento".
d) Prueba de la fuerza.
Corresponde a quien la alega. La fuerza puede probarse por cualesquiera de los medios de prueba, sin
limitaciones.
e) Quien ejerce la fuerza.
Puede ejercerse por cualquier persona y no sólo por el beneficiado por ella: art. 1457.
Surge aquí una diferencia respecto al dolo (Nota: intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad
de otro): tratándose del último, y tratándose de actos jurídicos bilaterales, debe ser necesariamente obra de
una de las partes para viciar el consentimiento.
f) El temor reverencial.
El art. 1456 se refiere a esta figura, definiéndola como el solo temor de desagradar a las personas a quienes
se debe sumisión y respeto.
Así, por ejemplo, el temor con que puede actuar el descendiente con respecto al ascendiente, dice Josserand,
es legítimo, no vicia la voluntad o el consentimiento si está inspirado sólo en el temor reverencial, no
mediando amenazas ni violencia física, casos en los cuales si viciaría la voluntad.
g) Efectos de la fuerza.
Acreditado que sea que el autor de un acto jurídico unilateral o uno de los contratantes, tratándose de un acto
jurídico bilateral, manifestó su voluntad o prestó su consentimiento movido por la fuerza, el acto jurídico será
susceptible de declararse nulo.
En este caso, se trata de NULIDAD RELATIVA.
4.3) EL DOLO.
a) Ámbito de aplicación y concepto.
El dolo puede presentarse en un triple ámbito en el derecho:
En el otorgamiento o celebración de los actos y contratos, es decir en el otorgamiento de un acto jurídico
unilateral o en la formación del consentimiento en los actos jurídicos bilaterales: el dolo es aquí un VICIO
DE LA VOLUNTAD (arts. 1451, 1458 y 1459).
En la ejecución de los contratos, es decir, en la fase de cumplimiento de las obligaciones objeto de los
mismos: el dolo es aquí un agravante de la responsabilidad contractual (art. 1558, de incurrir en dolo, se
responde de los perjuicios directos previstos e imprevistos; en cambio, si el incumplimiento obedece a culpa,
sólo se responde de los perjuicios directos previstos; de los indirectos, no responde ni siquiera aquél que
incurrió en dolo). En este ámbito, el dolo puede definirse como los actos u omisiones intencionales del deudor
para eludir el cumplimiento de su obligación.
En el ámbito de la responsabilidad extracontractual civil: aquí, el dolo es el elemento constitutivo del delito
civil.
La definición legal del dolo, consignada en el art. 44, se refiere a éste último rol del dolo. (intención positiva de
inferir injuria a la persona o propiedad de otro)
Como vicio de la voluntad, el dolo es aquella conducta que se ejercita para obtener una declaración de
voluntad o el consentimiento de la otra parte, o para que esa voluntad o consentimiento se manifieste o
preste, respectivamente, en una forma determinada.
El dolo entonces, es la maquinación fraudulenta empleada para engañar al autor o contraparte de
un acto o contrato, con el fin de arrancarle una declaración de voluntad o modificarla en los
términos deseados por el individuo que actúa dolosamente.
El CC. también se refiere al dolo en otros preceptos: por ejemplo, en el art. 2468, relativo a la acción pauliana
o revocatoria (aquella que tiene el acreedor para obtener que se revoque o “rescinda” un contrato celebrado
entre el deudor y un tercero en perjuicio del primero y mediando mala fe); en el art. 968 números 4 y 5
(causales de indignidades para suceder); en el art. 1208 Nº 3 (causales de desheredamiento).
La definición de dolo ha ido precisándose en la doctrina.
Así, Von Thur lo define como la “voluntad dirigida a obtener efectos contrarios al derecho ”;
Pescio como el “Empleo de medios engañosos, ilícitos e indebidos, destinados a perjudicar a otra persona”; y
Avelino León como los “Artificios o acechanzas, destinados a inducir o a mantener en el error, para determinar
a una persona a consentir en el acto jurídico”.
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LO ESENCIAL es que se trata de una maquinación o ardid realizados con una finalidad unívoca, la
de confundir a la víctima, de manera de obtener su declaración de voluntad o consentimiento, en
términos perjudiciales para ella, perjuicio que se traduce en un provecho que lo recibe quien
fraguó el dolo o un tercero.
b) Elementos del dolo. De las definiciones citadas, se desprende que el dolo tiene dos elementos:
Un elemento psicológico: la intención de engañar, defraudar a otro.
Un elemento material: la forma de realizar el engaño.
Este elemento material puede consistir en actos, es decir, en maniobras o maquinaciones que lleven al
engaño; puede consistir también en una falsedad o mentira que produzca el mismo efecto; puede por último
consistir en la reticencia, en el silencio de circunstancias que debería haber conocido la otra parte.
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Dolo incidental, es el que no determina a una persona a ejecutar o celebrar un acto o contrato, pero sí a
concluirlo en condiciones diversas, usualmente más onerosas.
Del art. 1458 se desprende que el dolo incidental NO vicia el consentimiento, pero sí da derecho a exigir
indemnización de perjuicios.
Se entiende que “ambos” requisitos deben concurrir en los actos jurídicos bilaterales.
En los actos jurídicos unilaterales, “basta que el dolo sea principal para viciar la voluntad”. arts.
968 número 4; 1234 y 1237; 1782, 2º, etc.
Cabe consignar que en el dolo debe haber intervenido “una sola de las partes”, si se trata de un acto jurídico
bilateral.
Si hubo dolo por parte de ambos contratantes no procede (por aplicación del principio en virtud del cual nadie
puede aprovecharse de su propio dolo).
A su vez, sostiene Ducci que el dolo cometido por el mandatario o representante de una de las
partes, actuando como tales, debe considerarse como dolo de la propia parte contratante y no dolo
de un tercero (art. 1448).
El dolo puede probarse por cualquier medio de prueba, no rigiendo a su respecto las limitaciones a la prueba
de testigos establecidas en los arts. 1708 y 1709.
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De aceptarse el perdón anticipado del dolo, se daría carta blanca a los contratantes para efectuar toda clase
de maquinaciones fraudulentas y contrarias a la moral, lo que equivaldría a eliminar el dolo como vicio de la
voluntad.
Sin embargo, si el dolo ya aconteció, los contratantes o el autor del acto jurídico unilateral, una vez conocido
el vicio, tienen libertad para perdonarlo, pues se trata de un vicio que mira al solo interés del renunciante
(artículo 12).
Dolo principal: ocasiona la NULIDAD RELATIVA del acto o contrato (arts. 1458 y 1682).
Dolo incidental: faculta para EXIGIR INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS, según lo ya expuesto.
h) El dolo de los incapaces.
El art. 1685 contempla una situación especial, concerniente al dolo de los incapaces relativos.
En el evento que el incapaz hubiere incurrido en el dolo para inducir al acto o contrato, la ley le impide, así
como también a sus herederos o cesionarios, reclamar la nulidad.
Con esto, la ley protege a la persona que contrató de buena fe con el incapaz relativo.
Excepción: Con todo, en un caso el incapaz relativo que incurrió en el dolo podrá acogerse a la regla general y
alegar la nulidad relativa:
Cuando simplemente aseveró ser mayor de edad, o no encontrarse bajo interdicción u otra causa de
incapacidad. En este caso, la ley castiga la excesiva credulidad de la persona que ha contratado con el incapaz
relativo, cuando era razonable suponer que éste no podía contratar por sí solo.
4.4) LA LESIÓN.
a) Concepto.
Se entiende por lesión el perjuicio que una parte experimenta en un contrato conmutativo, cuando
recibe de la otra parte un valor sustancialmente inferior al de la prestación que el primero a su vez suministra.
Por ejemplo, préstamos con intereses usurarios ante un estado de necesidad; o por influencia de un mal
cálculo que provoca un perjuicio, como sucede si una persona compra un terreno en el que cree hallará un
tesoro; o en general, por cualquiera causa que se traduce en una presión en la voluntad que no implique sin
embargo error, fuerza o dolo.
En todas las situaciones anteriores, una de las partes ha explotado intencionalmente la necesidad, los apuros,
la ligereza o la inexperiencia del otro contratante (códigos alemán, italiano, suizo y argentino, en tal posición).
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Se mira por ende la intencionalidad del beneficiado con la lesión. La misma tendencia se ha ido aceptando en
el derecho inglés, en salvaguarda de la equidad.
Derecho Comparado:
En los códigos modernos, como el CC alemán o italiano, la lesión constituye un vicio de la voluntad o del
consentimiento, porque tiene un carácter eminentemente subjetivo.
El CC alemán establece que si alguien explotando la desgracia, la ignorancia, o la ligereza de otro, obtiene una
prestación desproporcionada, puede pedirse la nulidad del acto.
El CC italiano también establece la lesión con un carácter subjetivo como vicio de la voluntad o del
consentimiento, y establece que puede anularse un contrato cuando las prestaciones de las partes son
notablemente desproporcionadas, porque una de ellas obtuvo la celebración del contrato en esas condiciones,
aprovechando el Eº de necesidad en que se encontraba la otra parte.
Establece el artículo 954 del Código Civil de la República Argentina:
“Podrán anularse los actos viciados de error, dolo, violencia, intimidación o simulación.
También podrá demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídicos cuando una de las partes
explotando la necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de ellos una ventaja
patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación.
Se presume, salvo prueba en caso contrario, que existe tal explotación en caso de notable desproporción de
las prestaciones.
Los cálculos deberán hacerse según valores al tiempo del acto y la desproporción deberá subsistir en el
momento de la demanda. Sólo el lesionado o sus herederos podrán ejercer la acción cuya prescripción se
operará a los cinco años de otorgado el acto.
El accionante tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste equitativo del convenio, pero la primera de
estas acciones se transformará en acción de reajuste si éste fuere ofrecido por el demandado al contestar la
demanda.”
2.- Otros autores sostienen que la lesión en nuestro Derecho, al igual que en el derecho francés, es un vicio
objetivo, predominando, por sobre elementos subjetivos, el elemento material del perjuicio
experimentado.
Siguiendo a Josserand, “la lesión funciona automáticamente, mecánicamente, desde el momento que las
condiciones requeridas por la ley se encuentran reunidas, y con abstracción de toda consideración derivada de
la mentalidad de los contratantes, del fin perseguido por ellos” .
NO INTERESA POR TANTO LA INTENCIÓN O LOS MÓVILES DE LOS CONTRATANTES. La lesión se reduce a
una pura cuestión de cifras.
En nuestro Derecho, se dan las siguientes razones para aseverar que la lesión es un vicio objetivo:
La historia de la ley: el proyecto de 1853 la enumeraba entre los vicios del consentimiento. Su posterior
supresión demostraría la intención del legislador de no considerarla como uno de tales vicios.
La naturaleza de la sanción: mientras que la sanción de los vicios del consentimiento es la nulidad relativa,
la sanción de la lesión es diversa, y tiende a evitar el perjuicio de la parte lesionada, a reestablecer la
equivalencia de las prestaciones.
La opinión mayoritaria de nuestra doctrina postula la lesión como un vicio objetivo, ya que para sancionarlo
basta con demostrar la desproporción de las prestaciones señaladas en la ley.
Apartándose del tratamiento general, Carlos Ducci trata de la lesión en el error, como un caso de error en la
magnitud de las prestaciones.
c) Casos en que la lesión tiene trascendencia jurídica y eventualmente vicia el acto jurídico.
Excepcionalmente, la ley otorga trascendencia jurídica a la lesión. Ello acontece cuando la lesión es
“ENORME”.
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Tiene cabida en los actos jurídicos unilaterales, en los contratos onerosos (aquellos contratos que tienen por
objeto la utilidad de las partes), dentro de los contratos onerosos se aplican única y exclusivamente a los
contratos onerosos conmutativos (aquellos en que las prestaciones de las partes se miran como equivalentes).
No se aplica la lesión a los contratos gratuitos que tienen por objeto la utilidad de las partes, ni en los
contratos aleatorios en que la equivalencia consiste en una contingencia incierta de ganancia o pérdida.
Los casos en que la ley establece que la lesión reviste el carácter de Enorme son:
No hay lugar a la acción rescisoria por lesión enorme en la compraventa de bienes muebles ni en la
compraventa forzada de bienes inmuebles, es decir, aquella hecha por intermedio de la justicia, en
subasta pública. Tampoco se admite en la venta de pertenencias mineras o de una parte alícuota de ellas.
1891 CC
El art. 1889 establece qué se entiende por lesión enorme.
EL VENDEDOR sufre lesión enorme, cuando EL PRECIO que recibe ES INFERIOR A LA MITAD DEL JUSTO
PRECIO de la cosa que vende.
EJEMPLO:VENDEDOR RECIBE UN PRECIO DE: $4.999.999 (VALOR MENOR A LA MITAD DEL JUSTO PRECIO
DE LA COSA QUE VENDE: $5.000.000) JUSTO PRECIO DE LA COSA QUE VENDE: $10.000.000.
EL COMPRADOR sufre lesión enorme cuando EL JUSTO PRECIO de la cosa que compra ES INFERIOR A LA
MITAD DEL PRECIO QUE PAGA POR ELLA.
EJEMPLO: COMPRADOR PAGA $2.000.000 (PRECIO) JUSTO PRECIO: $900.000 VALOR DEL JUSTO PRECIO ES
INFERIOR A LA MITAD DEL PRECIO PAGADO (MITAD DEL PRECIO PAGADO: $1.000.000 / JUSTO PRECIO DE
$900.000 ES INFERIOR A LA MITAD DEL PRECIO PAGADO)
El art. 1890 consagra las alternativas u opciones que da la ley a los contratantes contra los cuales se
pronuncia la rescisión.
Si se pronuncia en contra del Comprador (El vendedor sufrió de Lesión),
Puede EL COMPRADOR a su arbitrio:
EJEMPLO:
VENDEDOR RECIBE UN PRECIO DE: $4.999.999 (VALOR MENOR A LA MITAD DEL JUSTO PRECIO DE LA COSA
QUE VENDE: $5.000.000)
JUSTO PRECIO DE LA COSA QUE VENDE: $10.000.000
COMPLETA JUSTO PRECIO CON DEDUCCIÓN DE UNA DÉCIMA PARTE ($10.000.000 - $1.000.000 (10%) =
$9.000.000)
EJEMPLO:
COMPRADOR PAGA $2.000.000 (PRECIO)
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JUSTO PRECIO: $900.000
VALOR DEL JUSTO PRECIO ES INFERIOR A LA MITAD DEL PRECIO PAGADO (MITAD DEL PRECIO PAGADO:
$1.000.000 / JUSTO PRECIO DE $900.000 ES INFERIOR A LA MITAD DEL PRECIO PAGADO)
JUSTO PRECIO AUMENTADO EN UNA DÉCIMA PARTE ($900.000 + $90.000 (10%) JUSTO PRECIO) =
$990.000
RESTITUIR EL EXCESO DEL PRECIO RECIBIDO SOBRE EL JUSTO PRECIO AUMENTADO EN UNA DÉCIMA
PARTE:
PRECIO RECIBIDO $2.000.000
MENOS EXCESO SOBRE JUSTO PRECIO + 10% $ 990.000
VALOR POR RESTITUIR $1.010.000
El art. 1892 dispone que la acción rescisoria por lesión enorme es irrenunciable.
El art. 1896 establece que la acción para atacar la lesión enorme prescribirá en el plazo de cuatro años,
contados desde la fecha del contrato.
Conforme al Art. 1535 CC, la CLAUSULA PENAL es aquella en que una persona para garantizar el
cumplimiento de una obligación, SE OBLIGA A UNA PENA QUE CONSISTE EN DAR O HACER ALGO en caso de
no cumplir o retardar la obligación principal.
Cuando la cláusula penal tiene el carácter de ENORME, en los casos que señala el Art. 1544 CC, que rebaja
la prestación en los términos que este precepto señala.
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SE PUEDE PEDIR QUE SE REBAJE DE LA CLAUSULA PENAL ($3.000.000) TODO LO QUE EXCEDA AL
DUPLO DEL PACTO PRINCIPAL ($1.000.000)
DUPLO DEL PACTO PRINCIPAL ($2.000.000)
REBAJA DEL EXCESO DE LA PENA SOBRE EL DUPLO DEL PACTO PRINCIPAL ($1.000.000).
En el contrato de mutuo, si se estipula un interés superior al máximo que la ley permite estipular, y el máximo
de interés convencional es el 50 % del interés corriente, la sanción consiste en que se reduce el interés al
interés corriente, así lo establece el Art. 2206 CC.
Por ejemplo:
Interés corriente: 3%
Se pacta un interés convencional de 5.2%
Sanción: Se reduce al interés corriente (3%)
Límite al interés convencional es el Interés máximo legal que es el interés corriente aumentado
hasta en un 50%, por ejemplo, 4.5%.
La anticresis, que es un contrato en que se entrega al acreedor un inmueble para que se pague con sus
frutos. (2435 CC).
En la anticresis, la sanción es la misma que en el mutuo, en el sentido que el interés excesivo se rebaja al
interés corriente, así lo establece el Art. 2443 CC.
d) Sanción de la lesión.
A diferencia de lo que ocurre con la lesión enorme, que supone la desproporción de las prestaciones al
momento de contratar, cabe preguntarse qué ocurre cuando tal desproporción grave se origina con
posterioridad a la celebración del contrato: estamos aquí ante un caso de EXCESIVA ONEROSIDAD
SOBREVINIENTE.
El problema se encuentra resuelto en el Derecho Internacional Público, con la llamada “cláusula rebus sic
stantibus”, que se presume formar parte de todos los tratados internacionales permanentes, y según la cual
“una convención sólo sigue en vigencia mientras el estado de cosas existente al momento en que se suscribió
el tratado, no sufra modificaciones esenciales”.
Este principio viene a morigerar o atenuar el rígido principio “Pacta sunt servanda”.
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Cabe preguntarse entonces si puede aplicarse en el campo del derecho privado y específicamente del Derecho
Civil, el principio rebus sic stantibus.
El CC. italiano de 1942 lo consagró expresamente al admitir la resolución del contrato por excesiva onerosidad
sobreviniente.
Así, por ejemplo, si un comerciante se compromete a entregar en cierto plazo mercaderías por valor de $
10.000.000.-, pero estalla en el intertanto un conflicto bélico o se produce una grave crisis económica y el
valor de dichas mercaderías se triplica, de manera que resultaría manifiestamente inequitativo obligar al
proveedor a cumplir con su obligación ateniéndose estrictamente a los términos pactados, atendiendo a que
los acontecimientos sobrevinientes eran imprevisibles y no imputables a la culpa o el dolo del mencionado
contratante.
Para que se admita en el derecho italiano la resolución por excesiva onerosidad sobreviniente, se requiere la
concurrencia de tres condiciones:
LA CAPACIDAD.
a) aspectos generales.
Es el segundo requisito de validez de todo acto jurídico. Al tratar de la voluntad, decíamos que para ser
considerada por el Derecho, se requería que fuere seria, esto es, manifestada con la intención de obligarse,
por persona capaz. Tal principio fundamental, se recoge en el artículo 1445 del CC.
Hemos señalado que LA CAPACIDAD DE GOCE ES UN ATRIBUTO DE LA PERSONALIDAD y como tal, inherente
a todas las personas, desde el nacimiento, tratándose de las personas naturales (sin perjuicio de la protección
jurídica del que está por nacer, que implica, en el Derecho Civil, mantener en suspenso los derechos de la
criatura hasta adquirir la personalidad) o, tratándose de las personas jurídicas, desde que en conformidad a la
ley, obtienen su reconocimiento por el ordenamiento jurídico.
Analizaremos en los puntos siguientes lo concerniente a LA CAPACIDAD DE EJERCICIO y los CASOS DE
INCAPACIDAD, en el entendido que al referirse el Derecho a ésta, lo hace en el ámbito de la incapacidad de
ejercicio, porque NO EXISTE INCAPACIDAD DE GOCE GENERAL.
Consiste en poder obligarse una persona por sí misma, sin el ministerio o la autorización de otra.
Es la facultad para adquirir derechos y contraer obligaciones por sí mismo, de manera de ejercer los primeros
y cumplir las segundas sin la necesidad de que intervenga la voluntad de un tercero.
Las normas que regulan la capacidad son de ORDEN PÚBLICO, y en consecuencia, no cabe modificarlas ni
dejarlas de lado en un acto jurídico.
La capacidad debe existir al momento de perfeccionarse el acto jurídico.
“La incapacidad absoluta impide ejecutar por sí mismo acto jurídico alguno”.
LOS RELATIVAMENTE INCAPACES tienen voluntad, pero les falta experiencia o prudencia en el actuar.
Son tales:
Los menores adultos y
Los disipadores que se hallen bajo interdicción de administrar lo suyo.
La incapacidad relativa permite actuar por sí mismo, pero siempre que se cuente con la autorización previa del
representante del incapaz.
NOTA: Recordemos que junto a las incapacidades de ejercicio indicadas, existen ciertas incapacidades
especiales o particulares de goce: se trata de algunas prohibiciones que la ley ha impuesto a ciertas personas
para ejecutar determinados actos jurídicos.
1º Los dementes.
A.- Quiénes son dementes.
La Corte Suprema ha sostenido que debe entenderse por tales “a todos los que tengan DE UN MODO
PERMANENTE sus facultades mentales sustancialmente deterioradas, todos aquellos que se encuentran
privados de razón”.
La expresión “dementes” que utiliza la ley no debemos interpretarla en su sentido técnico, de acuerdo al
significado que le asigna la psiquiatría, SINO EN SU SENTIDO NATURAL Y OBVIO. Nos remitimos a lo expuesto
a propósito de la interpretación de la ley y específicamente al elemento gramatical.
Si son realizados por el demente por sí solo, SERÁN NULOS, excluyéndose la posibilidad de alegar que se
realizaron en un intervalo lúcido (art. 465, 1º).
Mediando decreto de interdicción, nos encontramos ante una presunción de derecho: no se admite probar que
la persona no estaba demente.
En cuanto a los actos realizados por el demente con anterioridad al decreto de interdicción:
SERÁN VÁLIDOS, a menos que se pruebe que al ejecutarlos o celebrarlos, ya estaba demente (art. 465, 2º).
No existiendo interdicción declarada, nos encontramos ante una presunción simplemente legal: puede
probarse que la persona, al celebrar el acto jurídico, estaba demente.
El art. 468 regula lo concerniente a la rehabilitación del demente. Deberá probarse que ha recobrado
permanentemente la razón.
2º Los impúberes.
El fundamento de esta incapacidad absoluta reside en la imposibilidad de conocer, con una mínima
certeza, la voluntad del individuo. De ahí que la ley los proteja.
Cabe consignar que hasta la publicación de la Ley número 19.904, del 3 de octubre de 2003, el Código
consideraba como absolutamente incapaz al sordomudo que no podía darse a entender por
escrito, lo que suponía una evidente discriminación que afectaba al sordomudo analfabeto. Hoy, la situación
es diferente, en dos sentidos:
Al respecto, el artículo 1019, que regula el otorgamiento del testamento abierto por parte del sordo o
sordomudo que puedan darse a entender claramente, establece que tratándose de estas personas, “la primera
y la segunda lectura deberá efectuarse, además, ante un perito o especialista en lengua de señas, quien
deberá, en forma simultánea, dar a conocer al otorgante el contenido de la misma.” .
A su vez, dispone el artículo 13 de la Ley de Matrimonio Civil, si “…uno o ambos contrayentes … fueren
sordomudos que no pudieren expresarse por escrito, la manifestación, información y celebración del
matrimonio se harán por medio de una persona habilitada para interpretar la lengua de el o los contrayentes o
que conozca el lenguaje de señas.
Finalmente, el artículo 382 del Código de Procedimiento Civil, dispone en sus incisos 3º y 4º: “Si el testigo
fuere sordo, las preguntas le serán dirigidas por escrito; y si fuere mudo, dará por escrito sus contestaciones.
Si no fuere posible proceder de esta manera, la declaración del testigo será recibida por intermedio de una o
más personas que puedan entenderse con él por medio de la lengua de señas, por signos, o que comprendan
a los sordos o sordomudos.”
Nunca pueden actuar por sí mismos en el mundo jurídico, sino que siempre representados (art. 43).
Si actúan por sí mismos, el acto jurídico adolece de nulidad absoluta: art. 1682. Para algunos autores, la
sanción no sería la nulidad sino la inexistencia jurídica, por falta de voluntad.
Los actos de los absolutamente incapaces no producen ni aun obligaciones naturales (art. 1470) y no admiten
caución (art. 46).
Sus actos no pueden ser ratificados (art. 1683).
Las obligaciones generadas por actos de los absolutamente incapaces no pueden ser novadas (art. 1630).
51
1º Los menores adultos (art. 26).
Normalmente, los menores están sometidos a la potestad del padre y la madre (quienes ejercen la potestad
parental, que incide en la persona del menor, y la patria potestad, que incide en los bienes del menor), o a la
curaduría o tutela, según sean púberes o impúberes.
Sin embargo, en ciertos casos la ley exige el cumplimiento de requisitos adicionales, EN RESGUARDO DE LOS
INTERESES DEL MENOR.
Generalmente, consistirán en la AUTORIZACIÓN JUDICIAL (por ejemplo, Art.. 254, 255, 393 y 397); la
aprobación judicial (por ejemplo, arts. 400, 1326, 1342); y la venta en pública subasta (art. 394).
La ley permite también que el menor actúe por sí solo, en el caso de ejercer cualquier empleo o profesión
liberal, industria u oficio (artículo 251).
En estos casos, los bienes adquiridos por el menor conforman su patrimonio profesional o industrial. Se
presume que si el menor es capaz de obtener emolumentos, también tiene el suficiente juicio y experiencia
para administrarlos por sí mismo. Con todo, para enajenar o hipotecar los bienes raíces y sus derechos
hereditarios, se requiere autorización judicial (art. 254).
Pueden actuar personalmente, previa autorización de sus representantes, o a través de éstos últimos.
Si actúan por sí mismos, sin estar previamente autorizados, sus actos adolecerán de NULIDAD RELATIVA (art.
1682).
Los actos de los MENORES ADULTOS producen OBLIGACIONES NATURALES (art. 1470 Nº 1); No así
tratándose de los actos de los disipadores, porque éstos últimos carecen del suficiente juicio y discernimiento.
Los actos de los relativamente incapaces admiten caución.
52
Los actos de los relativamente incapaces pueden ser ratificados (art. 1684).
Las obligaciones naturales producidas por los actos de los menores adultos, pueden ser novadas (art. 1630).
Se trata de PROHIBICIONES PARTICULARES que la ley ha impuesto a determinadas personas, para ejecutar o
celebrar ciertos actos jurídicos.
La infracción a dichas prohibiciones no acarrea una sanción uniforme, y para determinarla, debemos atender a
si SE TRATA DE NORMAS PROHIBITIVAS O IMPERATIVAS.
En el primer caso ( PROHIBITIVA), la infracción ocasionará NULIDAD ABSOLUTA POR OBJETO ILÍCITO (arts.
10 y 1466).
Ejemplos de normas prohibitivas: arts. 412, 2º; 1796 a 1798, nulidad absoluta.
En el segundo caso (IMPERATIVA), por regla general la sanción será la NULIDAD RELATIVA.
Ejemplo de norma imperativa: art. 412, 1º, nulidad relativa. En otros casos, la sanción puede ser distinta a la
nulidad, como acontece en el art. 114.
La doctrina se refiere a todas estas incapacidades particulares como “casos de ausencia de legitimación
para un negocio jurídico”, y resalta sus diferencias con la incapacidad propiamente tal.
La incapacidad propiamente tal dice relación con la “carencia de una aptitud intrínseca del individuo”.
La legitimación para el negocio es una relación entre el sujeto y el objeto del acto jurídico.
La capacidad depende de un modo de ser del sujeto en sí.
La legitimación resulta de un modo de ser frente a otra persona.
La capacidad de ejercicio revela la idoneidad del sujeto para actos jurídicos en general, idoneidad que
se mide en relación con un grado de desarrollo psíquico general.
La legitimación considera la idoneidad para un acto singular que se mide conforme a circunstancias
particulares.
En definitiva, “a las incapacidades particulares están expuestos accidentalmente sujetos con
capacidad plena”, es decir con capacidad de ejercicio.
Así las cosas, podemos concluir que las incapacidades particulares o prohibiciones, afectan la capacidad de
goce de un individuo, porque le impiden, en ciertas circunstancias y respecto de determinadas personas, la
adquisición de derechos y la asunción de obligaciones.
.
EL OBJETO.
a) En qué consiste.
En estricto derecho, el objeto inmediato del acto jurídico es la obligación que se genera por él.
Corrientemente, se suele entender por objeto el contenido de la prestación que nace de la obligación.
Tal pareciera ser el criterio del CC. en sus artículos 1438 y 1460, al señalar que “el objeto de la declaración
de voluntad es una o más cosas que se trata de dar, hacer o no hacer”.
De tal forma, el objeto del acto jurídico serían los derechos y obligaciones por él creados, mientras
que el objeto de las obligaciones son una o más cosas que se trata de dar, hacer o no hacer, es decir, la
prestación debida.
Planiol dice que el objeto es precisamente lo que debe el deudor.
El objeto de las obligaciones puede consistir en una cosa o en un hecho.
Puede tratarse de un contrato aleatorio: en este caso, las partes sujetan la prestación a una contingencia
incierta de ganancia o pérdida.
Dependerá del álea, que la cosa objeto del acto jurídico llegue o no a existir y en qué cantidad.
Por ejemplo, si se compra “en verde” la producción agrícola de 10 hectáreas de un predio, es decir, se compra
antes de conocer qué rendimiento tendrá dicho predio, estipulándose desde ya un precio a pagar en todo
evento. O si se paga una suma determinada, por todo lo que capture un buque pesquero de alta mar, durante
un mes de faenas. En estas hipótesis, aunque nada se obtenga, el contrato será válido y obligará al comprador
a pagar el precio, aunque nada reciba a cambio o lo que reciba sea mucho menos de lo esperado.
Puede tratarse de un contrato condicional: en este caso, el contrato se reputa celebrado bajo la
condición suspensiva de que la cosa llegue a existir.
De no acontecer lo anterior, la condición se entenderá fallida y en definitiva no habrá contrato.
De conformidad a lo dispuesto en el artículo 1813:
LA REGLA GENERAL, cuando se trata de una cosa que no existe pero se espera que exista, será entender que
el contrato es condicional,
LA EXCEPCIÓN, que se trata de un contrato aleatorio (aquí, estamos ante un caso en el cual,
excepcionalmente, la ley presume una condición, alterándose el principio en virtud del cual las modalidades
requieren de un pacto expreso).
Que la cosa sea comerciable, significa que puede ser objeto de una relación jurídica, que puede radicarse en
un patrimonio, que pueda ser susceptible de dominio.
NO DEBEMOS CONFUNDIR LAS COSAS COMERCIABLES CON LAS COSAS ENAJENABLES, aunque usualmente
las primeras son también de la segunda clase.
Así, UNA COSA PUEDE SER COMERCIABLE PERO INALIENABLE, como ocurre con el derecho de alimentos o el
derecho de uso o habitación. Se trata de derechos personalísimos, que se radican en un patrimonio, y que por
lo mismo son comerciables, pero no pueden transferirse. Para que la cosa sea comerciable entonces, basta
que pueda incorporarse al patrimonio de un individuo, sin que necesariamente pueda transferirse con
posterioridad.
Por regla general, las cosas son comerciables.
Excepcionalmente, algunas cosas están fuera del comercio humano, sea por su naturaleza (como las cosas
comunes a todos los hombres: la alta mar, el aire), sea por su destinación (como los bienes nacionales de uso
público: las playas, calles, puentes y plazas públicas, por ejemplo).
La incomerciabilidad puede ser absoluta o relativa, caso éste último en que el uso exclusivo de una cosa puede
entregarse, cumpliendo ciertos requisitos, a determinadas personas: por ejemplo, concesión de parte de un
bien nacional de uso público.
Las cosas deben estar determinadas a lo menos en cuanto a su género (art. 1461).
En otras palabras, debe tratarse de un género limitado.
Por ejemplo, un caballo -, dentro del género ilimitado de los animales. Tal es la determinación mínima
requerida por la ley. La determinación máxima, será cuando estamos ante una especie o cuerpo cierto.
54
Además, debe haber una determinación cuantitativa, pues de lo contrario tampoco estaríamos ante una
manifestación seria de voluntad.
No obstante, la cantidad puede ser inicialmente incierta, siempre y cuando en el propio acto jurídico se fijen
reglas o datos que permitan determinarla.
Lo anterior deja de manifiesto que el objeto también puede ser determinable, es decir, susceptible de una
determinación posterior.
En cuanto a la CALIDAD de la cosa debida, se entenderá, si nada han dicho las partes, que se debe una cosa
de calidad a lo menos mediana: art. 1509.
No es obligación de los contratantes, por ende, fijar la calidad de la cosa debida, a diferencia de
lo que ocurre con su género y con la cantidad, aunque ésta puede ser determinable.
c) Requisitos del objeto, cuando recae en un hecho: art. 1461, último inciso.
La prestación del deudor puede consistir también en la ejecución de un hecho o en obligarse a una
determinada abstención. Es decir, puede obligarse a un hecho positivo o negativo.
d) El objeto lícito.
De acuerdo a lo dispuesto en el art. 1445 número 3, EL OBJETO TAMBIÉN DEBE SER LÍCITO.
No hay acuerdo en la doctrina acerca de lo que debe entenderse por OBJETO LÍCITO.
Somarriva sostiene que objeto lícito es el que está de acuerdo con la ley, las buenas costumbres y el orden
público.
Claro Solar señala que es aquél que está conforme con la ley, es reconocido por ella.
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Para Eugenio Velasco, objeto lícito es aquél que cumple con todas las exigencias legales contenidas en el art.
1461:
De todas formas, la ley adopta un criterio casuístico, y SEÑALA LAS HIPÓTESIS DE OBJETO ILÍCITO en los
arts. 1462 a 1466, que analizaremos a continuación:
1462 CC. “Hay OBJETO ILÍCITO en todo lo que contraviene al Derecho Público Chileno. Así la promesa de
someterse en Chile a una jurisdicción no reconocida por las leyes chilenas, ES NULA por el vicio del objeto”.
Igual sanción se consagra a nivel constitucional, en el art. 7º de la Constitución Política, al establecer que:
“ninguna magistratura, persona o grupo de personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias
extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan conferido en virtud de la
Constitución o de las leyes”.
El caso señalado en el art. 1462, en cuanto a someter la decisión de un litigio a una jurisdicción no reconocida
por nuestras leyes, es sólo ejemplar.
A juicio de algunos, dicha estipulación sería ilícita, pues desconocería las normas de jurisdicción y
competencia establecidas en el Código Orgánico de Tribunales, infringiendo por ende, el derecho público
chileno.
Para otros, tal estipulación no estaría prohibida por el artículo 1462, porque las jurisdicciones extranjeras
estarían reconocidas por las leyes chilenas, desde el momento que el Código de Procedimiento Civil contiene
normas relativas al cumplimiento de resoluciones dictadas por tribunales extranjeros.
Cabe advertir que la estipulación en cuestión, es muy frecuente en la práctica y legítima en el Derecho
Internacional Privado (artículo 318 del Código de Bustamante).
En todo caso, es perfectamente válida la cláusula de un contrato en la que las partes acuerdan someter el
conocimiento y fallo de cualquiera dificultad que entre ellas se suscite a un JUEZ ÁRBITRO, pues tales jueces
son admitidos por la ley para resolver determinados asuntos.
“El derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva NO PUEDE SER OBJETO DE UNA DONACIÓN
O CONTRATO, aun cuando intervenga el consentimiento de la misma persona.
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Las convenciones entre la persona que debe una legítima y el legitimario, relativas a la misma legítima o
mejoras, están sujetas a reglas especiales contenidas en el título De las asignaciones forzosas”.
Se consagra en este precepto el principio siguiente:
“EL DERECHO DE SUCEDER POR CAUSA DE MUERTE A UNA PERSONA VIVA, NO PUEDE SER OBJETO DE UNA
DONACIÓN O CONTRATO, AUN CUANDO INTERVENGA EL CONSENTIMIENTO DE LA MISMA”.
Debemos tener presente que LAS ASIGNACIONES NO PUEDEN ACEPTARSE O REPUDIARSE “ANTES” DE
FALLECER EL CAUSANTE: arts. 956 y 1226.
Los términos del art. 1463 no son del todo precisos, puesto que alude a “una donación o contrato”, en
circunstancias de que la donación es también un contrato.
Por ello, se ha entendido que el legislador ha querido decir que EL DERECHO DE SUCEDER A UNA PERSONA
VIVA NO PUEDE SER OBJETO DE CONVENCIÓN ALGUNA, A TÍTULO GRATUITO U ONEROSO.
La prohibición se refiere tanto a los actos jurídicos unilaterales como bilaterales, sin perjuicio que
preferentemente alude a estos últimos.
La REGLA GENERAL del art. 1463 tiene una EXCEPCIÓN sin embargo, contemplada en el art. 1204, relativa a
la cuarta de mejoras:
La excepción consiste en prometer no donar ni asignar por testamento parte alguna de la cuarta de mejoras.
Es una obligación de abstención.
En otras palabras, (a contrario) la ley no permite obligarse a dejar la cuarta de mejoras a determinado
asignatario.
Según si las cosas pueden o no ser objeto de relaciones jurídicas por los particulares, se clasifican en
COMERCIABLES e INCOMERCIABLES.
Bienes comerciables son los que pueden ser objeto de relaciones jurídicas privadas, de manera que sobre ellos
puede recaer un derecho real o puede constituirse a su respecto un derecho personal.
Bienes incomerciables son los que no pueden ser objeto de relaciones jurídicas por los particulares.
No puede existir a su respecto un derecho real ni personal.
Los primeros (incomerciables) no pueden ser objeto de relaciones jurídicas de derecho privado;
Los segundos (inalienable), son cosas que están sujetas simplemente a una prohibición de ser enajenadas,
pero son comerciables, pues no obstante la limitación apuntada, constituyen el objeto de un derecho privado.
Son tales, aquellos que si bien pueden ser objeto de una relación jurídica, pueden radicarse en un patrimonio,
sólo pueden ser ejercidos por su titular, sin posibilidades de ser enajenados por acto entre vivos y
extinguiéndose con la muerte de éste.
LOS DERECHOS PERSONALÍSIMOS SE AGOTAN CON SU PRIMER Y ÚNICO TITULAR.
Los derechos personalísimos, en consecuencia, son comerciables pero inalienables e intransmisibles.
Por ejemplo, el derecho de uso o habitación (art. 819). Derecho de alimentos.
3.- ENAJENACIÓN DE LAS COSAS EMBARGADAS POR DECRETO JUDICIAL: art. 1464 número 3.
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El embargo es una institución, en estricto sentido, propia del juicio ejecutivo, y consiste en la aprehensión
compulsiva, hecha por mandamiento del juez que conoce la ejecución, de uno o más bienes determinados del
deudor y en su entrega a un depositario, que debe mantenerlos a disposición del tribunal, todo con el fin de
asegurar el pago de la deuda.
Pero para la mayoría de la doctrina, el término “embargo” está tomado en un sentido más amplio en el art.
1464, abarcando, además del embargo propiamente tal, otras instituciones que también tienen por objeto
asegurar el resultado del juicio, como acontece con:
Las medidas precautorias de prohibición de enajenar y gravar bienes, De secuestro, Retención y La prohibición
judicial de ejecutar y celebrar actos y contratos sobre bienes determinados.
En este punto (La prohibición judicial de ejecutar y celebrar actos y contratos sobre bienes determinados),
debemos tener presente los arts. 297 y 453 del CPC.
El art. 297 dispone que en el caso de que la prohibición recaiga sobre BIENES RAÍCES, deberá inscribirse en el
Registro del respectivo Conservador, y sin este requisito no producirá efecto respecto de terceros.
Cuando la prohibición recaiga sobre BIENES MUEBLES, sólo producirá efecto respecto de terceros que tengan
conocimiento de ella al tiempo del contrato que celebren con el propietario de la cosa y que tenga por objeto
la misma; pero no obstante lo anterior, el demandado será en todo caso responsable de fraude, si ha
procedido a sabiendas.
El art. 453 señala por su parte que si el embargo recae sobre BIENES RAÍCES o DERECHOS REALES
constituidos en ellos, no producirá efecto alguno respecto de terceros sino desde la fecha en que se inscriba
en el respectivo registro conservatorio en donde estén situados los inmuebles.
Como se observa, en ambos casos, tanto respecto de las prohibiciones de gravar y enajenar cuanto respecto a
los embargos, la ley exige, para su oponibilidad a terceros, cuando recaen en INMUEBLES, cumplir con los
requisitos de publicidad indicados.
1.- Aplicación tanto en las enajenaciones voluntarias como forzadas: el número 3 del art. 1464 SE APLICA
TANTO A LAS ENAJENACIONES VOLUNTARIAS COMO A LAS FORZADAS.
Este último caso se plantea cuando un bien ha sido embargado en dos o más juicios.
Para proceder a su remate en uno de los tribunales, deberá requerirse la autorización de los restantes jueces o
el consentimiento de los acreedores.
Con mayor razón será necesaria la autorización o el consentimiento cuando la enajenación sea voluntaria, es
decir, se realice fuera de juicio.
3.- Medios de enajenar válidamente las cosas embargadas o sobre las cuales se ha decretado una
prohibición judicial.
La ley señala dos medios para enajenar válidamente el bien que se encuentra en la situación descrita:
3.1.- Autorización del juez: debe ser el mismo juez que decretó la prohibición o embargo.
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Si varios jueces han decretado embargos o prohibiciones sobre una misma cosa, todos deben autorizar su
enajenación.
La autorización debe ser expresa y obviamente anterior a la enajenación.
4.- ENAJENACIÓN DE ESPECIES CUYA PROPIEDAD SE LITIGA, SIN PERMISO DEL JUEZ QUE
CONOCE DEL LITIGIO: art. 1464 número 4.
COSAS LITIGIOSAS son los bienes muebles e inmuebles sobre cuyo dominio discuten en un juicio las partes.
En esta materia, debemos tener presente lo dispuesto en los arts. 296 y 297 del CPC.
El inciso 2º del art. 296 dispone que para que los objetos que son materia del juicio se consideren
comprendidos en el número 4 del art. 1464, SERÁ NECESARIO QUE EL TRIBUNAL DECRETE PROHIBICIÓN
RESPECTO DE ELLOS.
La prohibición ha de ser la de celebrar actos y contratos sobre el bien en cuestión.
No basta entonces con la sola existencia del litigio.
Considerando a su vez que la jurisprudencia ha extendido el sentido de la expresión “embargadas” del número
3 del art. 1464 a las prohibiciones judiciales de gravar y enajenar, el número 4 del mismo precepto
estaría demás en realidad.
Inaplicabilidad de los números 3 y 4 del artículo 1464, en los juicios especiales de la Ley General
de Bancos:
Por expreso mandato del artículo 106 de la citada ley, en las enajenaciones que se efectúen en los aludidos
juicios especiales, no tendrá aplicación lo dispuesto en los números 3 y 4 del artículo 1464 y el juez decretará
sin más trámite la cancelación de los embargos u otras prohibiciones que afecten al predio enajenado, aun
cuando hubieren sido decretos por otros tribunales.
1465 CC: “El pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada, no vele en cuanto al dolo contenido en
ella, si no se ha condonado expresamente. LA CONDONACIÓN DEL DOLO FUTURO NO VALE”.
La condonación del dolo futuro es inaceptable para la ley, porque ello implicaría amparar una inmoralidad y
proteger la mala fe, así como destruir de paso la presunción general de buena fe.
Pero el dolo sí puede condonarse a posteriori, aunque dicha condonación ha de ser expresa.
Tal derecho corresponderá a la víctima del fraude.
1466 CC: “Hay asimismo objeto ilícito en las deudas contraídas en juegos de azar, en la venta de libros cuya
circulación es prohibida por la autoridad competente, de láminas o pinturas y estatuas obscenas, y de
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impresos condenados como abusivos a la libertad de la prensa; y generalmente en todo contrato prohibido por
las leyes”.
En esta prohibición, deben comprenderse también las apuestas, de acuerdo a lo indicado en el art. 2259.
2259 CC: “Sobre los juegos de azar se estará a lo dicho en el artículo 1466.
Los artículos que siguen son relativos a los juegos y apuestas lícitos”.
No obstante, hay diversos juegos de azar que leyes especiales permiten, fundamentalmente por razones de
beneficencia o interés general.
No debemos confundir los JUEGOS DE AZAR con los llamados JUEGOS DE DESTREZA.
Esos últimos, en los que no predomina la suerte, como en los primeros, pueden ser a su vez de destreza
corporal y de destreza intelectual, y son lícitos.
Los juegos de destreza corporal dan origen a acciones y excepciones civiles, es decir, originan obligaciones
civiles perfectas.
Los juegos de destreza intelectual originarían una obligación natural, esto es, una obligación que no produce
acción para exigir su cumplimiento, pero sí excepción, es decir, autorizan para retener lo que se ha dado o
pagado en razón de ellas (arts. 2263 y 2260, en relación con el art. 1470).
6º Venta de ciertos libros prohibidos cuya circulación es prohibida por autoridad competente, de
láminas, pinturas y estatuas obscenas, y de impresos condenados como abusivos de la libertad de
prensa: art. 1466. (segunda parte).
Aquí, hay obviamente una razón de ORDEN PÚBLICO y MORAL, para impedir su circulación.
El art. 374 del Código Penal. establece una figura delictual relacionada con esta materia.
“El que vendiere, distribuyere o exhibiere canciones, folletos u otros escritos, impresos o no, figuras o
estampas contrarios a las buenas costumbres, será condenado…”
En relación a las publicaciones, cabe tener presente las normas de la Ley 19.733, “Sobre libertades de opinión
e información y ejercicio del periodismo.”
LA CAUSA.
a) Legislación positiva.
De la lectura de los artículos que se refieren a la causa, no queda en claro si el requisito de la causa lícita debe
concurrir en todo acto jurídico, en la convención o contrato o en las obligaciones generadas por el acto
jurídico, pues el Código, después de referirse en el artículo 1467 al “acto”, se remite a la “obligación”.
Esta falta de precisión de la ley se advierte también en la doctrina.
Así, algunos autores (Alessandri Rodríguez, Alessandri Besa y Leopoldo Urrutia) estiman que LA CAUSA ES
REQUISITO DE LA DECLARACIÓN DE VOLUNTAD, DEL ACTO O CONTRATO, como se desprendería de la
ubicación del artículo 1467, en el título que trata de los requisitos internos de los actos o declaraciones de
voluntad.
LA CAUSA DEL CONTRATO sería el INTERÉS JURÍDICO QUE INDUCE A CADA UNA DE LAS PARTES A
CONTRATAR.
LA CAUSA DE LA OBLIGACIÓN sería la FUENTE DE DONDE ÉSTA EMANA, a saber, el propio contrato.
Claro Solar, estima que el asunto no tiene importancia práctica, “ya que afectando la causa esencialmente a la
manifestación de voluntad, al consentimiento, tiene que referirse al contrato o al acto jurídico, así como a la
obligación que en ellos se genera”.
Nuestros tribunales han empleado indistintamente los conceptos de causa del contrato y causa de la
obligación. Un fallo señala: “Nuestro Código Civil exige para que pueda haber obligación o contrato válido,
fuera de otras condiciones, la existencia de una causa lícita”.
Otros autores expresan con mayor precisión que la causa del contrato son los motivos que mueven a cada
contratante a celebrar el acto. Estos móviles concretos, personales de cada contratante, constituyen la causa
ocasional, que como veremos, no tiene influencia en la validez del contrato, a juicio de una parte de la
doctrina.
En cambio, la causa de la obligación sería la razón jurídica por la cual el contratante asume su obligación. Esta
causa final es idéntica en contratos de la misma especie y es ajena a la personalidad del contratante, es una
noción abstracta de técnica jurídica.
CABE INDICAR QUE LA CAUSA SE APLICA SÓLO A LAS OBLIGACIONES DE ORIGEN VOLUNTARIO Y
ESPECIALMENTE CONTRACTUALES.
Cuando se habla de causa en relación con la obligación, ésta debe tener su origen en la manifestación de
voluntad del deudor.
La ley se refiere a la causa en los “actos y contratos” (artículos 1445 y 1467).
En las obligaciones de otro origen (legales), no cabe referirse a la causa en el sentido expuesto.
Por eso, se ha fallado que no tratándose de una obligación emanada de un contrato, sino de una obligación
legal –de un acto de autoridad cuya fuente y causa está en la ley misma-, no es aplicable el artículo 1467.
Por tanto, no puede existir la infracción consistente en que la obligación carecería de causa real y lícita.
Doctrina de Domat.
La doctrina de la causa fue sistematizada por primera vez por el jurista francés Jean Domat (siglo 17), quien
clasifica los contratos en cuatro categorías:
Casos en que dos individuos se dan recíprocamente cosa por cosa, como sucede en la venta y en la permuta.
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Casos en que se prestan mutuamente algún servicio, como sucede al encargarse cada uno de los asuntos del
otro.
Casos en que se presta algún servicio por una remuneración, como en el arrendamiento de servicios; y
Casos en que sólo una de las partes de o haga, sin contraprestación alguna, como en las donaciones por pura
liberalidad.
Señala Domat que en las tres primeras especies de convención, la obligación de uno es el fundamento
de la del otro. La obligación de uno tiene su causa en la obligación del otro. Si el acto es gratuito, el solo
deseo de donar, de hacer el bien, toma el lugar de la causa.
De lo expuesto, aparece que Domat trata de explicar que la forma no tiene valor si no hay un contenido en el
contrato, una causa, que consiste en haber recibido, recibir o esperar recibir una contraprestación, o en el solo
propósito de hacer el bien.
Esta “causa” no viene a ser otra cosa entonces, que el contenido de cada contrato; este surge y es válido
cuando las obligaciones que crea tienen una justificación, UNA CAUSA, lo que aparece muy claro en los
contratos onerosos, por oposición a los gratuitos, en que la mera liberalidad toma el lugar de la causa.
Doctrina de Pothier.
Siguiendo a Domat, formula la doctrina de la siguiente manera:
En los contratos interesados (onerosos), la causa de la obligación que contrae una de las partes, es lo que la
otra le da o se compromete a darle, o el riesgo que tome de su cargo.
En los contratos de beneficencia (gratuitos), la liberalidad que una de las partes quiere hacer en favor de la
otra, es causa suficiente de la obligación que contrae en favor de ella.
Pero cuando una obligación NO TIENE CAUSA ALGUNA, o lo que es lo mismo, cuando la causa por la cual ha
sido contraída ES FALSA, LA OBLIGACIÓN ES NULA; y EL CONTRATO QUE LA CONTIENE ES NULO.
Agrega Pothier que si se cumple una obligación sin causa, hay acción de repetición; y esta acción se llama
conditio sine causa.
Esta es la fuente de donde los redactores del Código Civil francés tomaron la doctrina de la causa, y de ahí
pasó a nuestro Código. Surge de este modo la noción de causa final, que difiere sustancialmente de la causa
ocasional y de la causa eficiente.
e.1. Causa eficiente: corresponde al concepto lógico de la palabra; es causa eficiente el ELEMENTO
GENERADOR DEL ACTO, es el antecedente u origen de algo.
Por tanto, en esta acepción, la causa de las obligaciones es la fuente de donde éstas emanan: contrato,
cuasicontrato, delito, cuasidelito y la ley.
No es esta acepción la que nos interesa, pues si el legislador exige como condición de validez del acto o
contrato que éste tenga una causa lícita (artículo 1445), no se está refiriendo evidentemente a las fuentes de
las obligaciones, entre las que se encuentra el contrato, pues la causa sería requisito del contrato y a la vez el
contrato mismo, lo que es un absurdo.
e.2) Causa final: en esta acepción, la causa ES EL FIN O PROPÓSITO INMEDIATO E INVARIABLE DE UN
ACTO, es la razón o interés jurídico que induce a obligarse, es la finalidad típica y constante, cualquiera sea la
persona que contrate y cualesquiera que sean sus móviles particulares.
63
Es el fin que se propone lograr el deudor al obligarse y que es idéntico siempre en contratos de la misma
especie.
De tal forma, por ejemplo, en el contrato de compraventa, la causa final de cada contratante será siempre la
misma: para el vendedor, la obligación que contrae el comprador de pagar el precio; para el comprador, la
obligación del vendedor de entregar la cosa vendida. La causa final será por tanto común a ambos
contratantes e idéntica en contratos de la misma especie.
e.3) Causa ocasional: son los MOTIVOS INDIVIDUALES, PERSONALES DE CADA PARTE, diferentes de una a
otra persona, permaneciendo generalmente en el fuero interno de cada individuo, sin expresarse.
Así, por ejemplo, en una compraventa, los motivos de cada comprador serán distintos:
Uno puede comprar para usar el bien; otro, para donarlo; un tercero, para arrendarlo, etc.
Como dice la doctrina francesa, si bien la causa queda dentro del campo contractual, los motivos son ajenos
al acto jurídico.
Tal distinción también se ha recogido en nuestra jurisprudencia, al señalarse que “la causa de un contrato es
el interés jurídico que induce a las partes a contratar, interés que es distinto e independiente del móvil
utilitario o subjetivo que hayan podido tener en cuenta al momento de celebrar el contrato” (fallos de enero de
1923, de la Corte de Valparaíso; y de septiembre de 1924, de la Corte Suprema, Repertorio, Tomo V, pág.
121).
Expuesta por Henry Capitant, puede considerarse como un derivado de la causa final. Sostiene Capitant que
EL FIN QUE SE PERSIGUE AL CELEBRAR UN ACTO JURÍDICO ES DE CARÁCTER ECONÓMICO Y NO
PURAMENTE JURÍDICO.
La causa es un fin económico que las partes persiguen al contratar, lo que está más de acuerdo con la
voluntad real del que se obliga. Incluso en los actos a título gratuito, el fin perseguido es de carácter
económico: el donante desea hacer pasar una parte de sus bienes a otro sin contraprestación.
Conforme con esta doctrina, LA CAUSA SE IDENTIFICA CON EL FIN PRÁCTICO y por tanto, en un contrato
bilateral, la causa que determina a obligarse no es la obligación recíproca, sino el deseo de obtener la
ejecución de la prestación que se le ha prometido a cambio. No es la obligación (concepto jurídico) sino la
prestación (concepto económico) la causa.
En todo caso, la propia definición del artículo 1467 es poco feliz, pues parece confundir la causa con los
motivos.
Pero aún aceptando como válido el principio general que el Código se refiere a la causa final, Avelino León y
otros autores concluyen que es forzoso reconocer que cuando se plantea un problema de causa ilícita, debe
atenderse a la intención real de las partes, a los motivos individuales, es decir, a la causa ocasional.
Esta búsqueda es indispensable y está permitida por la ley, considerando la propia definición de causa lícita
del artículo 1467.
En síntesis:
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Cuando se trata de CAUSA LÍCITA: el legislador sólo se refiere a la causa final;
Cuando los motivos que inducen a contratar son ilícitos o contrarios a la moral, las buenas costumbres o al
orden público, o sea cuando estamos ante una CAUSA ILÍCITA, el juez debe investigar la causa ocasional.
Visualizamos por tanto en nuestro Código Civil, en opinión de la mayoría de la doctrina nacional, un sistema
dual y no una doctrina unitaria de la causa.
g) Requisitos de la causa.
De acuerdo al artículo 1467 del Código Civil, la causa debe reunir dos requisitos: ha de ser REAL y además
LÍCITA. No necesita expresarse sin embargo.
Cuando es inexistente.
Cuando es falsa, por incurrir las partes en un acto simulado: o sea, cuando sin existir, se hace
aparecer como existente el acto jurídico y la causa que motiva a las partes a celebrarlo.Si bien es cierto el acto
simulado tiene una causa, a saber el engaño a los terceros, no existe una causa real que induzca a las partes
a celebrar el acto simulado, éste es sólo una apariencia.
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Cuando erróneamente se cree que hay causa, sin haberla: el propio ejemplo que da el artículo 1467, inciso 3º,
confirma que en esta hipótesis no hay causa, porque no hay obligación que justifique la promesa y
normalmente habrá falsa causa porque el que hace la promesa sólo la formulará por creer de que existe una
obligación en tal sentido.
Será también el caso del heredero que basándose en un testamento se obliga a pagar un legado, en
circunstancias que el testamento había sido revocado por el testador.
De acuerdo con esta necesidad de existencia de una causa real, se ha fallado que carece de ella la transacción
sobre un pleito que había concluido:
“Es nula la transacción si las partes sabían que el pleito respecto del cual recae dicho contrato ya había
fenecido. En este caso faltan el objeto y la causa. Falta el objeto, porque no existiendo el derecho que
disputar ni incertidumbre de las partes sobre una relación de derecho que resolver, no ha podido obligarse
una de ellas para con la otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa, que es lo que constituye una convención o
contrato y lo que determina el objeto de toda declaración de voluntad según los artículos 1438 y 1460 del
Código Civil. Falta la causa, porque no existe motivo real ni aun aparente que haya inducido a las partes a la
celebración del contrato, esto es, a poner fin extrajudicialmente a un litigio terminado ya por los tribunales de
justicia”(
La exigencia de ilicitud de la causa, que formula el artículo 1467, permite a los tribunales mantener el control
de la moralidad de los contratos.
La autonomía de la voluntad, que posibilita a los particulares una absoluta libertad contractual, está
necesariamente limitada por el interés general que exige reprimir la inmoralidad.
Según nuestro Código, hay causa ilícita cuando el acto:
1º Está prohibido;
2º Es contrario a las buenas costumbres; y
3º Es contrario al orden público.
Nota: buenas costumbres. Se entiende por buenas costumbres todos los hábitos que se conforman con las
reglas morales de un estado social determinado.
Es un concepto esencialmente relativo, si se consideran distintos lugares dentro de un país o distintas épocas
y países.
Dentro de este concepto, se ha fallado que “Es abiertamente inmoral y contrario a las buenas costumbres, lo
que lo vicia de nulidad absoluta, por la ilicitud de su causa, el contrato celebrado entre el deudor ejecutado y
un tercero para alterar el verdadero precio de la subasta del bien embargado por medio de maniobras
extrañas y perjudiciales para el acreedor ejecutante convenidas y llevadas a cabo subrepticiamente” (sentencia
de la Corte Suprema de octubre de 1918, Repertorio, pág. 128).
h) Prueba de la causa.
Atendido lo dispuesto en los arts. 1467 y 1698 del CC., puede concluirse que LA CAUSA SE PRESUME, desde el
momento en que la ley no exige expresarla en el acto o contrato.
En síntesis, el que pretenda que el acto carece de causa, deberá probarlo, prueba muy difícil por cierto.
La falta de causa puede acreditarse por cualquier medio de prueba, excepto la testifical, si la causa se expresó
en el acto o contrato, de acuerdo al art. 1709 del CC.
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Pero si en el acto o contrato no se expresa la causa, su inexistencia podrá acreditarse por todos los medios,
incluso testigos, toda vez que no debe probarse contra el documento, dado que en este nada se dice respecto
de la causa.
SOLEMNIDADES Y FORMALIDADES
a) Concepto.
LAS FORMALIDADES son los requisitos externos con que deben ejecutarse o celebrarse algunos actos
jurídicos, por disposición de la ley.
Los actos a los cuales la ley no exige ninguna formalidad, se denominan consensuales o no formales.
A contrario sensu, nos encontraremos ante actos formales.
b) Clasificación.
Hay diversas clases de formalidades cuya infracción conlleva sanciones diferentes. Distinguimos al respecto
cuatro clases de formalidades:
1° Las solemnidades propiamente tales.
2° Las formalidades habilitantes.
3° Las formalidades de prueba o "ad probationem".
4° Las formalidades de publicidad.
A estas cuatro, podemos agregar las solemnidades voluntarias, que la ley no exige pero que los
contratantes acuerdan incorporar en sus contratos.
El GÉNERO es por tanto la FORMALIDAD y la SOLEMNIDAD es una ESPECIE DE FORMALIDAD.
c) LAS SOLEMNIDADES PROPIAMENTE TALES.
c1) Concepto.
Son los “requisitos externos” prescritos por la ley como INDISPENSABLES para la existencia misma del acto
jurídico, exigidos en atención a la naturaleza o especie del acto o contrato.
c.2) Clases de solemnidades propiamente tales y sanción por su omisión.
La doctrina distingue entre solemnidades exigidas por la ley para:
La existencia del acto jurídico y
Aquellas exigidas para la validez del acto o contrato.
Solemnidades propiamente tales requeridas para la existencia del acto jurídico.
Como señala Vial del Río, se trata de “los requisitos externos que exige la ley para la celebración de ciertos
actos jurídicos, pasando a ser la solemnidad el único medio a través del cual el autor o las partes que celebran
el acto pueden manifestar su voluntad.”
Como sabemos, “lo normal” es que los actos o contratos sean “consensuales”.
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Excepcionalmente, la ley exige para el perfeccionamiento del acto jurídico, el cumplimiento de una
solemnidad.
Si ésta falta, EL ACTO NO EXISTE, no produce efecto alguno.
Constituyen ejemplos de solemnidades exigidas para la existencia del acto o contrato, las siguientes:
En el contrato de promesa, que ésta conste por escrito (artículo 1554 número 1);
En el contrato de compraventa de inmuebles, que éste se convenga por escritura pública (artículo 1801 inciso
2°);
Igualmente, la compraventa de una servidumbre, del derecho de censo o del derecho de herencia (artículo
1801, inciso 2°);
En el contrato de hipoteca, que debe estipularse por escritura pública (artículo 2409);
El usufructo, cuando se constituye por acto entre vivos y recae en inmuebles, debe constar en una escritura
pública (artículo 767);
La presencia de un Oficial del registro Civil o de un Ministro de Culto de una entidad religiosa con personalidad
jurídica de derecho público, al contraer matrimonio (Ley de Matrimonio Civil);
Que el testamento conste por escrito (artículo 1011).
c.2.1) Solemnidades propiamente tales requeridas para la validez del acto jurídico.
En ciertos casos, la ley exige el cumplimiento de una solemnidad no como requisito de existencia, sino para la
validez del acto o contrato.
Aquí, la solemnidad no constituye el único medio a través del cual el autor o las partes deban manifestar su
voluntad.
Víctor Vial del Río menciona dos ejemplos de solemnidades propiamente tales exigidas para la validez del acto
jurídico:
El testamento, que exige la presencia de tres o cinco testigos, según los casos. Si se omite esta solemnidad,
habría nulidad y no inexistencia del testamento;
El contrato de donación, que exige de insinuación, o sea, de autorización judicial (artículo 1401). De omitirse,
la sanción sería la nulidad absoluta del contrato, el que existiría por ende;
La presencia de dos testigos, en la celebración del contrato de matrimonio (Ley de Matrimonio Civil).
De lo expuesto, se puede colegir qué sanciones operan, si se omiten solemnidades propiamente tales:
Si se omite una solemnidad propiamente tal exigida para la EXISTENCIA del acto jurídico, la sanción será,
entonces, LA INEXISTENCIA DEL MISMO (artículos 1443 y 1701);
En caso de infringirse una solemnidad propiamente tal exigida para la VALIDEZ del acto jurídico, el acto o
contrato adolecerá de NULIDAD ABSOLUTA (artículo 1682 del CC)
Instrumento público: el art. 1699, inciso 1° del CC., define al instrumento público, precepto que debemos
relacionar con los arts. 18 y 1701. Algunos casos en que la ley exige el otorgamiento de instrumento público
como solemnidad del acto jurídico: arts. 698; 735; 767; 812; 1400; 1716; 1801, 2°; 1898; 2409, etc.
Instrumento privado: arts. 1011; 1554 N°l; y;
Presencia de determinados funcionarios y/o testigos: arts. 1014; 1021 del CC; art. 17 de la Ley de
Matrimonio Civil;
Instrumento público o privado y presencia de testigos: artículo 5° del Decreto Ley 993, sobre
arrendamiento de predios rústicos.
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d) FORMALIDADES HABILITANTES.
d.1) Concepto.
Son los requisitos externos exigidos por la ley, en atención a la calidad o estado de las personas que ejecutan
o celebran el acto o contrato.
La ley, velando por los intereses de los relativamente incapaces, exige, para la validez o eficacia de ciertos
actos jurídicos, el cumplimiento de formalidades que tienden a integrar la voluntad de aquellos o el poder de
sus representantes legales.
Se denominan habilitantes, porque habilitan a los incapaces para actuar en la vida jurídica.
En ciertos casos, también protegen a personas capaces, como acontece con la mujer casada en sociedad
conyugal.
d.2) Clasificación.
Las formalidades habilitantes varían según el incapaz de que se trate.
En teoría se distinguen tres tipos de formalidades habilitantes:
Así, art. 1342 del Código Civil, la partición en que intervienen determinadas personas. El juez debe examinar si
se han respetado las exigencias legales que tienden a resguardar los intereses de las personas protegidas por
la ley.
Lo mismo ocurre en el caso del artículo 2451, que dispone que “La transacción sobre alimentos futuros de las
personas a quienes se deban por ley, no valdrá sin aprobación judicial” . Igualmente, la aprobación por el juez
de familia, en el caso de los acuerdos que se adopten ante el mediador (artículo 76, inciso 2º de la Ley de
Matrimonio Civil).
d.3) Sanción.
La omisión de las formalidades habilitantes produce, por regla general, la NULIDAD RELATIVA (art. 1682,
inciso final)
e) FORMALIDADES DE PRUEBA.
Están constituidas por diversas formas o requisitos externos que sirven como el principal medio de prueba del
acto.
Si se omiten, la ley priva al acto de determinado medio de prueba.
Por ejemplo: arts. 1708 y 1709 del Código Civil, que establecen en qué casos el acto jurídico debe constar por
escrito, so pena de no poder acreditarlo mediante la prueba de testigos. La omisión de las formalidades de
prueba, por ende, no acarrea la nulidad del acto jurídico, sino que restringe la forma de probarlo.
f) FORMALIDADES DE PUBLICIDAD.
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f.1) Concepto.
Son los requisitos externos exigidos por la ley, para poner en conocimiento de los terceros la ejecución de un
acto o contrato, y, en algunos casos, para que el acto o contrato sea eficaz ante terceros.
f.2) Clases de formalidades de publicidad y sanción en caso de omitirlas.
La doctrina las clasifica en:
1° Formalidades de simple noticia.
2° Formalidades sustanciales.
2° Formalidades sustanciales:
Tienen por objeto no sólo divulgar los actos jurídicos sino también precaver a los llamados terceros
interesados, que son los que están o estarán en relaciones jurídicas con las partes.
La falta de publicidad sustancial tiene como sanción la ineficacia del acto jurídico respecto de terceros, o sea,
la inoponibilidad.
Un ejemplo de esta clase de formalidad de publicidad es la publicación en el Diario Oficial, en los días 1 o 15 o
hábil siguiente, del extracto de la escritura de prenda sin desplazamiento de la Ley 18.112, dentro de 30 días
hábiles, contados desde la fecha de la escritura; o la exigencia del artículo 1902 del Código Civil, en orden a
notificar del deudor, cuando operó la cesión del crédito.
a) Concepto.
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Los “ACTOS JURÍDICOS” tienen por efecto CREAR, MODIFICAR, TRANSFERIR, TRANSMITIR O EXTINGUIR
DERECHOS Y OBLIGACIONES.
El efecto de un acto jurídico es entonces La Relación Jurídica que engendra. Por lo tanto, cada especie de
acto jurídico generará efectos diferentes.
Interesa por el momento determinar, en términos generales, A QUIÉN O A QUIÉNES alcanzan dichos efectos.
En principio, los actos jurídicos sólo producen efectos, o sea derechos y obligaciones, “ENTRE LAS
PARTES”, y no benefician o perjudican a quienes no los han celebrado.
Estos últimos se denominan “TERCEROS”, y mal pueden quedar ligados por el acto jurídico, considerando el
alcance relativo del mismo.
Sin embargo, es necesario hacer algunas precisiones.
b) Las partes.
Son aquellos que “personalmente o representados”, concurren a la formación del acto jurídico.
Respecto a ellos, el acto jurídico produce TODOS sus efectos: art. 1545 del CC.
Como se ha dicho, una parte puede estar conformada por una o más personas, que articulan un solo
centro de interés (artículo 1438 del Código Civil).
Generalmente, se llama autor a la persona que genera, al manifestar su voluntad, un acto jurídico unilateral,
mientras que se reserva la expresión “parte”, a los que concurren para que se perfeccione un acto jurídico
bilateral.
Precisando aún más los conceptos, se habla de partes o de autor para referirse a quienes “ generan con su
voluntad el acto jurídico”, siendo este el elemento decisivo para que tal hecho acontezca.
Distinta es la situación de aquellos que si bien también concurren a la ejecución o celebración del acto
jurídico, al otorgamiento del mismo, lo hacen cumpliendo otras finalidades, especialmente relativas a las
solemnidades o las formalidades: tal ocurre, por ejemplo, con el Notario, los testigos, etc., los que obviamente
no son “autores” ni “partes”.
c) Los terceros.
c.1) Concepto.
Siguiendo a Giovene, se dice que el concepto de tercero es negativo, dado por antítesis al de parte.
En general, se entiende por tercero toda persona, que “NO” ha participado ni ha sido válidamente
representada en la “generación del acto”.
Se trata de todos aquellos que aún habiendo participado físicamente en el acto jurídico, “su voluntad no ha
sido determinante” para la generación del mismo.
c.2) Clasificación.
Entre los terceros, debemos distinguir entre:
Los terceros absolutos y
Los terceros relativos.
1° Los terceros absolutos:
Son las personas extrañas a la formación del acto jurídico y que no están ni estarán en relaciones jurídicas con
las partes.
Es decir, son y continuarán siendo extraños al acto jurídico. Respecto a los terceros absolutos, el acto jurídico
NO PRODUCE EFECTOS, principio que constituye la contrapartida a la norma del art. 1545 del CC., respecto de
las partes del contrato.
2° Los terceros relativos:
También llamados “interesados”, son aquéllos que están o estarán en relaciones jurídicas con las partes, sea
por su propia voluntad o por disposición de la ley.
A su vez, entre los terceros relativos o interesados distinguimos dos categorías:
71
Los causahabientes y, a juicio de una parte de la doctrina, los acreedores comunes del deudor:
i) Los causa-habientes: se trata de una expresión genérica empleada para designar cualquiera persona que
deriva el todo o parte de sus derechos de otra persona que se llama su “autor” o “causante” y que, desde el
punto de vista de estos derechos, se encuentra en el lugar y situación de su autor.
Hay en la idea de causa-habiente dos nociones esenciales:
1.- Sucesión de una persona en los derechos de otra, y por ende, igual posición jurídica en cuanto a los
derechos transmitidos o transferidos. Los causa-habientes pueden serlo a título universal (cuando suceden a
una persona en todos sus bienes, derechos u obligaciones o en una cuota de ellos) o a título singular (cuando
suceden a una persona en una o más especies o cuerpos ciertos o en una o más especies indeterminadas de
cierto género).
2.- Asimismo, la sucesión puede operar por acto entre vivos (en cuyo caso hablamos de transferencia) o
por causa de muerte (en cuyo caso hablamos de transmisión).
En nuestro Derecho, esta ultima puede ser a título universal (herencia) o a titulo singular (legado), según el
art. 951 del CC.
La transferencia o sucesión por acto entre vivos sólo puede ser a título singular, por regla general
(excepcionalmente, lo será a título universal, tratándose de la tradición del derecho real de herencia).
En síntesis, quien transmite un derecho en alguna de las situaciones indicadas, se denomina causante, y
quien lo adquiere causa-habiente, siendo estos últimos, para considerarlos terceros relativos, los sucesores
o cesionarios de las partes.
Estos RECIBEN EL DERECHO DE SU CAUSANTE EN LAS MISMAS CONDICIONES EN QUE ÉSTE LO
TENÍA: EL DERECHO PASA DEL CAUSANTE AL SUCESOR CON TODAS SUS VENTAJAS Y CARGAS.
ii) Los acreedores comunes del deudor: el art. 2465 del Código Civil consagra el llamado derecho de
prenda general de los acreedores.
Ahora bien, siendo los acreedores de un deudor ajenos al acto jurídico que éste celebra, sufren sin embargo
los efectos del mismo, desde el momento que puede afectar o disminuir el conjunto de bienes del deudor con
los cuales responder al derecho de prenda general mencionado.
En todo caso, también pueden verse beneficiados, si a consecuencia de los actos o contratos celebrados por el
deudor, se incrementa su patrimonio.
En este contexto, también debemos tener presente que los acreedores comunes tienen ciertas acciones,
destinadas a proteger sus intereses, como son la acción pauliana o revocatoria (art. 2468 del CC) y la acción
oblicua o subrogatoria.
La tendencia de la doctrina moderna, es considerar a los acreedores de una de las partes contratantes como
terceros absolutos, y no como terceros relativos.
Supone un acto jurídico EXISTENTE Y VÁLIDO, pero que no produce efectos o queda privado de ellos, a
consecuencia de un hecho posterior a la ejecución o celebración del acto, ajeno al acto mismo, como por
ejemplo en el caso de la resolución, la revocación, la caducidad, la inoponibilidad, etc.
Se ha sostenido por algunos autores que si se omite una condición de existencia, EL ACTO ES INEXISTENTE
ante el Derecho.
En tal caso, se está ante una apariencia o malentendido, ante una “tentativa” de acto, más que ante un acto
jurídico; podría decirse, como afirma Josserand, que “el acto ha nacido muerto y desprovisto por lo
tanto de existencia legal” (a diferencia de la nulidad, donde el acto nace con vida, pero con
defectos que lo hacen susceptible de ser invalidado).
De tal forma, el acto será INEXISTENTE cuando falte la VOLUNTAD, el OBJETO, la CAUSA o las
SOLEMNIDADES.
En cambio, si un acto jurídico se ejecuta o celebra con prescindencia de una de las condiciones de validez,
ES NULO.
La nulidad a su vez puede ser de dos clases: ABSOLUTA, si se omite un requisito exigido en consideración al
acto en sí mismo, a su naturaleza; y RELATIVA, si se omite un requisito exigido en consideración al estado o
calidad de las personas que lo ejecutan o celebran.
LA NULIDAD DEBE SER DECLARADA POR LOS TRIBUNALES, NO ASÍ LA INEXISTENCIA: pero en
ambos casos debe recurrirse a los tribunales, aunque con un objetivo diferente. Así, por ejemplo, en un
contrato de compraventa que adolece de nulidad, la parte que pretenda la devolución de la cosa debe pedir
primero que se declare la nulidad del contrato. En cambio, tratándose de una venta inexistente (por ejemplo,
por falta de precio), se podría solicitar de inmediato la restitución de la cosa, interponiendo la acción
reivindicatoria (lo que supone, obviamente, que se desconoce el contrato) .
E1 ACTO INEXISTENTE NO PRODUCE EFECTO ALGUNO, MIENTRAS QUE EL NULO PRODUCE
TODOS SUS EFECTOS, mientras un tribunal no declare la nulidad.
MIENTRAS EL ACTO NULO PUEDE SANEARSE CON EL TRANSCURSO DEL TIEMPO, EL ACTO
INEXISTENTE NO.
LA INEXISTENCIA NO PUEDE RATIFICARSE (“la nada confirmada continúa siendo la nada” ); LA
NULIDAD RELATIVA PUEDE RATIFICARSE.
LA NULIDAD PUEDE ALEGARSE COMO ACCIÓN O EXCEPCIÓN, MIENTRAS QUE LA INEXISTENCIA
SÓLO COMO EXCEPCIÓN. En efecto, mientras se contempla la acción para obtener que se declare nulo un
acto jurídico, no hay acción para solicitar que se declare la inexistencia de un contrato. Por ello, ésta última
sólo podrá deducirse como excepción contra el demandante.
LA INEXISTENCIA PUEDE SER ALEGADA POR CUALQUIERA PERSONA. LA NULIDAD EN CAMBIO
PUEDE SER ALEGADA POR DETERMINADAS PERSONAS, en mayor o menor amplitud, según se trate de
la nulidad absoluta o nulidad relativa.
73
LA NULIDAD JUDICIALMENTE DECLARADA, PRODUCE EFECTOS SÓLO EN RELACIÓN A LAS
PARTES EN CUYO FAVOR SE HA DECRETADO. LA INEXISTENCIA, CONSTATADA JUDICIALMENTE,
PERMITE A TODO INTERESADO APROVECHARSE DE ELLA.
Entre los que niegan que el Código Civil contemple como sanción la inexistencia, están José Clemente Fabres y
Arturo Alessandri; entre los que están en la posición contraria, se encuentran Luís Claro Solar y Enrique
Rossel.
Señalan que los actos “inexistentes” quedan comprendidos entre los actos que adolecen de nulidad
absoluta, considerando:
El tenor del art. 1682 del CC., precepto que al definir la nulidad absoluta, engloba tanto los requisitos de
existencia como los de validez de los actos jurídicos. De tal forma, de faltar el objeto (art. 1460), la causa (art.
1467) o las solemnidades (art. 1701), la sanción será la nulidad absoluta.
E1 Código no reglamenta los efectos que produce la inexistencia del acto. El art. 1681 sólo se refiere
a la nulidad absoluta y a la rescisión o nulidad relativa.
Los actos de los absolutamente incapaces, de acuerdo al art. 1682, adolecen de nulidad absoluta.
Si se admitiera como sanción la inexistencia, sería éste un caso de la misma, habida cuenta que HAY
AUSENCIA DE VOLUNTAD. Como no es así, quedaría claramente demostrado que para el legislador, la nulidad
absoluta engloba a la inexistencia.
En el art. 1444, se expresa que el acto jurídico “no produce efecto alguno” y no que sea “nulo”;
En el art. 1681 se dice que “Es nulo.... para el valor”, en lugar de decir “para su existencia”; lo que
permite concluir que la nulidad sólo se refiere a la falta de requisitos de validez y no de existencia.
Tal distinción aparecería también de manifiesto, por ejemplo, en los arts. 1701, 1801, 1814, 2055, etc.
En el art. 1701, se interpreta como sanción de inexistencia la frase “... se mirarán como no ejecutados o
celebrados ”.
En el art. 1801, la frase “perfecta ante la ley”, se interpreta como “existente ante la ley”.
En el art. 1814, en la venta de una cosa que se supone existir al contratar pero en realidad no existe, la
expresión “no produce efecto alguno” aludiría a una venta inexistente .
En el art. 2055, al decir el precepto “No hay sociedad”, no se trataría simplemente de una sociedad nula,
sino de una inexistente.
2° Saliendo al paso de los que argumentan que el Código sólo reglamenta la nulidad, se indica que mal puede
quedar comprendida la inexistencia en la nulidad pues esta es un modo de extinguir las obligaciones (art.
1567 N° 8), lo que supone que EXISTA una obligación que adolezca de algún vicio, mientras que los actos
inexistentes NO PRODUCEN OBLIGACIÓN ALGUNA, razón por la cual el art. 1681 no se ocupa de la
inexistencia.
Al tratar de la nulidad, en cambio, la ley parte de la base de que el acto jurídico “existe”.
74
3° En cuanto al argumento postulado por quienes rechazan la inexistencia acerca de que los actos de los
absolutamente incapaces están sancionados con la nulidad absoluta y no con inexistencia, se contra-
argumenta que ello se debe a que “hay una apariencia de voluntad”, por lo que expresamente la ley declara
que sus actos adolecen de nulidad absoluta.
Este último argumento parece en verdad más débil que los dos anteriores.
CARLOS DUCCI, por su parte, considera que carece de lógica la oposición entre actos inexistentes y actos
nulos.
Señala que “no puede haber un acto inexistente”, es una contradicción de términos.
Si se ha emitido una declaración de voluntad en vista de producir un efecto jurídico, “EL ACTO EXISTE”; el
problema que se presenta es saber si ha cumplido los requisitos de forma y fondo para producir efectos.
Si no es así, el acto no es inexistente, es nulo.
Finalmente, cabe indicar que en el derecho comparado, la tendencia es incluir la inexistencia dentro de la
nulidad absoluta.
e) La nulidad.
e.1) Concepto.
Es la sanción civil establecida por la omisión de los requisitos y formalidades que se prescriben por la ley
para el valor de un acto jurídico, según su naturaleza o especie (nulidad absoluta) y la calidad o estado de las
partes (nulidad relativa). Se desprende esta definición del art. 1681.
NULIDAD ABSOLUTA es la sanción civil impuesta a los actos ejecutados o celebrados con omisión de un
requisito exigido por la ley para el valor de un acto jurídico, en consideración a su naturaleza o especie.
NULIDAD RELATIVA es la sanción civil impuesta a los actos ejecutados o celebrados con prescindencia de
un requisito exigido por la ley para el valor de un acto jurídico en atención a la calidad o estado de las partes
que lo ejecutan o celebran.
En la doctrina, se suele reservar la palabra “nulidad” para referirse a la nulidad absoluta, mientras que se
emplea la expresión “rescisión” para referirse a la nulidad relativa, denominaciones que sigue nuestro
Código en el art. 1682, aunque posteriormente alude indistintamente a la nulidad absoluta o relativa.
La regla general es la NULIDAD RELATIVA, ya que el art. 1682, después de señalar los casos de nulidad
absoluta, agrega que “cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa”.
Cabe advertir que el distingo entre la nulidad absoluta y la relativa, no se plantea tratándose de la nulidad del
contrato de matrimonio: aquí, es una sola.
La nulidad absoluta puede y debe ser declarada de oficio por el juez, aún sin petición de parte, cuando
aparece de manifiesto en el acto o contrato. La expresión “aparece de manifiesto” implica que de la sola
lectura del instrumento en que se contiene el acto o contrato puede apreciarse el vicio de que estos adolecen,
sin necesidad de otras pruebas.
Puede alegarse por todo el que tenga interés en ello, excepto el que ha ejecutado el acto o celebrado el
contrato, sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba. La nulidad absoluta puede solicitarse, por
ende, no sólo por una de las partes, sino también por un tercero, siempre que tenga interés en su declaración.
Debe tratarse de un interés pecuniario, evaluable en dinero, y no un interés puramente moral. El interés,
así entendido, exige además los siguientes requisitos:
Debe existir al tiempo de producirse la nulidad, es decir, al verificarse la infracción que acarrea la sanción, lo
que acontecerá al ejecutar o celebrar el acto o contrato.
Debe existir también al momento de pedir la declaración de nulidad;
El interés debe tener su causa jurídica y necesaria en la lesión o perjuicio producido por la infracción.
Cabe señalar que nuestra jurisprudencia permite pedir la declaración de nulidad a terceros, que tengan el
interés antes descrito.
En tal sentido, se afirma en un fallo de la Corte de Santiago, de agosto de 1939, que “Basta tener interés en
la declaración de nulidad absoluta; y no es necesario haber intervenido en el contrato cuya validez se
impugna”; criterio ratificado por una sentencia de la Corte Pedro Aguirre Cerda, de junio de 1989: “La nulidad
absoluta pueden solicitarla todos aquellos que de algún modo se vean afectados por las consecuencias
jurídicas que emanen del contrato viciado por dicha nulidad, aunque no hayan intervenido en la celebración de
éste y, por ende, no hayan consentido en el mismo” (Repertorio, Tomo VI, pág. 229).
Puede asimismo pedirse la declaración de nulidad absoluta por el ministerio público judicial, en el solo interés
de la moral o de la ley. Conforman el ministerio público judicial el fiscal de la Corte Suprema y los fiscales de
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las Cortes de Apelaciones (arts. 350 y siguientes del COT). No existen en los juzgados de letras (en 1927 se
suprimió el cargo de promotores fiscales). No debemos confundir el ministerio público judicial, con el
ministerio público de la reforma procesal penal. El Código Civil se refiere al primero de ellos. Cabe consignar
que el ministerio público judicial puede pedir la declaración de nulidad aunque ella no aparezca de manifiesto
en el acto o contrato.
La nulidad absoluta no puede sanearse por la ratificación de las partes. Ello obedece a que la nulidad absoluta
está establecida en el interés general y por ende no puede quedar supeditada a la voluntad de los
contratantes. (Excepcionalmente, la Ley N° 19.499, sobre saneamiento de vicios formales de sociedades,
permite subsanar la nulidad absoluta de que puede adolecer una sociedad, otorgando una escritura de
saneamiento, lo que en la práctica viene a ser un acto de ratificación).
La nulidad absoluta no puede sanearse por un lapso de tiempo que no pase de diez años. Al completarse el
período señalado, el acto se convalida o purifica del vicio que lo invalidaba, prescribiendo la acción para
solicitar la declaración de nulidad. El plazo se cuenta desde que se ejecutó o celebró el acto o contrato y
puede interrumpirse natural o civilmente, de acuerdo a las reglas generales, y no admite suspensión. (arts.
2518 y 2520).
La acción para solicitar la declaración de nulidad absoluta es irrenunciable, porque se trata de una institución
de orden público, establecida en el interés general y no particular. No cabe aplicar el art. 12 del CC., siendo
irrenunciable el derecho a solicitar la declaración de nulidad absoluta.
La acción de nulidad absoluta se concede sin distinguir si se ha cumplido o no el contrato nulo , según lo ha
declarado nuestra Corte Suprema.
La nulidad absoluta no se produce de pleno derecho, sino que debe ser declarada judicialmente. De tal
forma, el acto jurídico que adolece de un vicio de nulidad absoluta, cumple todos sus efectos, mientras esta no
sea declarada.
El art. 1682 del CC., tras enumerar los casos de nulidad absoluta, dispone que “Cualquiera otra especie de
vicio produce nulidad relativa y da derecho a la rescisión del acto o contrato”
e.4.2) Características.
A diferencia de la nulidad absoluta, la nulidad relativa no está establecida en el solo interés de la moral y la
ley, no está destinada a proteger los intereses de la colectividad, sino LOS DE CIERTAS Y DETERMINADAS
PERSONAS, en cuyo beneficio el legislador la estableció. Sus características son una consecuencia del
principio anterior:
1° Sólo puede alegarse por aquellos en cuyo favor o beneficio la han establecido las leyes o por
sus herederos o cesionarios (art. 1684).
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Por tanto, NO PUEDE DECLARARSE DE OFICIO POR EL JUEZ SINO A PETICIÓN DE PARTE, y
podemos agregar que de cierta parte solamente.
TAMPOCO PUEDE PEDIRSE SU DECLARACIÓN POR EL MINISTERIO PÚBLICO JUDICIAL EN EL
SOLO INTERÉS DE LA LEY.
De tal forma, por ejemplo, quien contrata con un relativamente incapaz (menor adulto o disipador
interdicto), no puede pedir la nulidad. Esta solo podrá ser invocada por el representante del propio incapaz,
en cuyo beneficio la ley la estableció.
Excepcionalmente, si de parte del incapaz hubo dolo para inducir a ejecutar o celebrar el acto o contrato,
quedará impedido, igual que sus herederos, para alegar la nulidad (art. 1685).
Sin embargo, el art. 1685 establece una contra excepción: la aserción (o sea, la afirmación) de mayor edad, o
de no existir la interdicción u otra causa de incapacidad, no inhabilitará al incapaz para obtener el
pronunciamiento de nulidad.
Como se observa, la ley castiga aquí al que contrató con el incapaz sin indagar con la debida diligencia si éste
era capaz.
Asimismo, pueden solicitar la declaración de nulidad las víctimas del error, la fuerza o del dolo, o
aquellas personas en cuyo favor se estableció por la ley la formalidad habilitante (por ejemplo, art.
1757, respecto de la mujer casada en sociedad conyugal).
2° La nulidad relativa puede sanearse por el transcurso del tiempo, lapso que es inferior al de la
nulidad absoluta.
Conforme al art. 1691, el plazo para pedir la rescisión o declaración de nulidad relativa SERÁ DE
CUATRO AÑOS, contados:
En todo caso, preceptos especiales del Código Civil pueden designar otros plazos, como acontece, por
ejemplo:
En el caso de infracción a lo dispuesto en el artículo 88 del Código Civil, a propósito de la muerte presunta.
En efecto, si se omite cualquiera de los requisitos indicados en el precepto al venderse y enajenarse un bien
mueble o inmueble del desaparecido, tal venta y enajenación (o hipoteca, en su caso) adolecerá de nulidad
relativa.
Será nulidad relativa, porque estando establecida en favor del ausente, para el caso de reaparecer, sólo él
puede alegarla.
La acción de nulidad prescribirá en 4 años, contados desde el reaparecimiento del desaparecido.
Si fueren mayores, debemos subdistinguir si el cuadrienio había empezado o no a regir el fallecimiento del
causante. Si había empezado a correr, los herederos sólo gozarán del residuo; si aun no había empezado,
gozarán del cuadrienio entero.
Si fueren menores, empieza a correr el cuadrienio completo o su residuo, según sea el caso, desde que
hubieren llegado a la mayor edad; la prescripción se suspende en favor de los herederos menores de edad.
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En cualesquiera de los casos de nulidad relativa, sin embargo, NO PODRÁ SOLICITARSE LA DECLARACIÓN DE
NULIDAD, PASADOS 10 AÑOS DESDE LA CELEBRACIÓN DEL ACTO O CONTRATO.
Al respecto, algunos han señalado que en el caso de incapacidad legal, podría invocarse la nulidad aún
después de transcurridos los 10 años, basándose en el aforismo de que “al impedido no le corre término o
plazo”.
Ducci no está de acuerdo, sosteniendo que nuestro Código está basado en el principio de que al cabo de 10
años, se consolidan las situaciones existentes, como se desprende de los arts. 2520, 1683 y 1692. La
responsabilidad recaerá entonces en los representantes de los incapaces, quienes deberán reaccionar dentro
del plazo de 10 años.
La ratificación consiste en la confirmación del acto o contrato e implica renunciar a pedir la declaración de
nulidad.
Ella se justifica, porque la nulidad relativa mira al interés particular de las personas y queda comprendida en la
norma contenida en el art. 12 del CC.
La ratificación es un acto jurídico unilateral e irrevocable y puede ser expresa o tácita (arts. 1693 a
1697).
Tanto una como otra, para ser válidas, deben emanar de la parte o partes que tienen derecho de
alegar la nulidad (art. 1696) y de quienes son capaces de contratar (art. 1697); además, deben hacerse
con las formalidades legales a que esté sujeto el acto o contrato que se ratifica.
Para que sea EFICAZ la confirmación, no debe estar afectada por el mismo vicio del acto o contrato
ratificado y debe hacerse con conocimiento de tal vicio y del correspondiente derecho a exigir la
declaración de nulidad, y con la intención de confirmarlo.
Para que produzca sus efectos, toda nulidad necesita ser judicialmente declarada.
Se requiere por tanto de una sentencia ejecutoriada o firme, es decir con autoridad de cosa juzgada,
acogiendo la acción o excepción deducida en un juicio ordinario o ejecutivo (en este último caso, conforme al
art. 464 N° 14 del CPC) para declarar la nulidad de un acto o contrato.
Cabe señalar que sin perjuicio de las diferencias apuntadas entre la nulidad absoluta y la relativa, EN NADA SE
DISTINGUEN EN LO CONCERNIENTE A SUS EFECTOS. Son idénticos, cualquiera sea la nulidad declarada.
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Corresponde sí distinguir en esta materia entre los efectos de la nulidad entre las partes y respecto de
terceros.
En primer lugar, debemos tener presente lo dispuesto en el art. 1690, consecuencia lógica del principio
general contenido en el art. 3, ambos del Código Civil, acerca del efecto relativo de las sentencias
judiciales:
Rige al respecto el art. 1689: la nulidad, judicialmente declarada, da acción reivindicatoria contra terceros
poseedores.
Observamos en consecuencia que los efectos de la nulidad no se limitan sólo a los contratantes, sino que
también afectan a terceros, cuyos derechos provienen de la persona que a su vez adquirió la cosa en
virtud del contrato nulo.
Aquí, debemos tener presente que “nadie puede transferir más derechos de los que tiene y tampoco adquirir
más derechos que aquellos que tenía su causante”. Lo anterior se extiende también a las obligaciones
accesorias, que sufren la misma suerte que la obligación principal: art. 2416.
Tratándose de la nulidad, no tiene importancia si el tercero poseedor está de buena o mala fe, a
diferencia de lo que acontece tratándose de la resolución, dado que esta última da sólo acción reivindicatoria
contra poseedores de mala fe (arts. 1490 y 1491). La nulidad en cambio tiene tal fuerza, que pasará aún por
sobre la buena fe que pueda invocar el tercero. Este disímil tratamiento responde al diverso origen de la
nulidad y la resolución. Mientras la primera se declara a consecuencia de infracción de ley, la segunda se
declara a consecuencia de infracción del contrato.
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Dos son las acciones que se pueden entablar, las que se dirigen contra sujetos distintos y tienen diferentes
finalidades:
Una acción personal, la acción de nulidad, destinada a solicitar la declaración de nulidad de un acto o
contrato. Si la demanda se interpone por uno de los contratantes, debe dirigirse contra el otro contratante. Si
la interpone un tercero, debe dirigirla contra ambos contratantes o contra el que ejecutó el acto jurídico.
Una acción real, la acción reivindicatoria, destinada a recuperar una cosa que se encuentra en poder de
otra persona, el actual poseedor.
Cabe tener presente, conforme al principio general del efecto relativo de las sentencias, que no puede
desposeerse a los terceros poseedores, si no han sido partes en el juicio.
En consecuencia, es conveniente interponer conjuntamente ambas acciones, en lugar de entablar primero la
de nulidad y una vez declarada ésta, entablar la acción reivindicatoria contra el poseedor de la cosa. La
interposición conjunta de acciones está contemplada en los arts. 17 y 18 del CPC.
Opera la conversión cuando un acto jurídico en el que no se cumplen todos los requisitos para
que surta efecto tal como las partes se lo propusieron, pero cumple los requisitos de otro tipo de
acto jurídico.
En lugar del acto nulo, SE ENTIENDE EJECUTADO O CELEBRADO OTRO ACTO O CONTRATO, si hay razones
para suponer que las partes, de haber sabido que el que ejecutaban o celebraban era nulo, habrían
encaminado su voluntad a éste.
En este punto, debemos tener presente el art. 1444, cuando alude a la posibilidad de que el acto
degenere en otro diferente.
En el mismo sentido, el art. 1701, 2°, cuando la ley establece que en algunos casos, el acto defectuoso en la
forma, valdrá como instrumento privado si estuviere firmado por las partes.
Para que opere la conversión, la jurisprudencia ha señalado que deben concurrir dos requisitos:
Que el acto jurídico nulo contenga todos los elementos constitutivos del nuevo acto válido; y
Que el nuevo acto produzca el mismo fin o beneficio económico que las partes perseguían con el
acto nulo.
Como señalamos, hay ineficacia en sentido estricto cuando el acto jurídico, por sí idóneo, no genera sus
efectos o deja de producirlos, POR UN HECHO EXTRÍNSECO, UNA CIRCUNSTANCIA SOBREVINIENTE Y
EXTRAÑA A SU ESTRUCTURA.
f.1) La suspensión.
Hay suspensión del acto jurídico cuando los efectos de éste, para tener lugar, están subordinados a la
ocurrencia de un hecho, el cual aún no se ha verificado.
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Tal hecho puede emanar de las partes o de la ley.
En el primer caso, mediante una condición suspensiva pactada por los contratantes; en el segundo
caso, mediante una condición legal (por ejemplo, tratándose del testamento, las disposiciones
testamentarias están supeditadas a la muerte del causante; o la celebración del matrimonio, tratándose de las
capitulaciones matrimoniales pactadas con anterioridad).
La suspensión es transitoria, pero puede tornarse definitiva en ciertos casos: por ejemplo, los esposos
celebran capitulaciones matrimoniales antes de casarse y uno de ellos muere con anterioridad al matrimonio; o
el testador revoca su testamento; o no se cumple el hecho convenido en el contrato, del cual dependía el
nacimiento del derecho y obligación correlativa.
f.2) La resolución.
Los efectos de un acto jurídico pueden cesar y eliminarse la eficacia de los ya producidos, si
sobreviene un hecho determinado. Por ejemplo, en el caso de la condición resolutoria tácita (art. 1489).
f.3) La revocación.
Se trata de una declaración unilateral de voluntad, que consiste en la retractación de un acto jurídico
precedente, incluso bilateral, cuando la ley así lo autoriza.
Hay actos esencialmente revocables, como en el caso del testamento (art. 999); pero también pueden
revocarse algunos actos jurídicos bilaterales, como ocurre en el mandato (art. 2163 N° 3) y con la donación
(artículo 1428).
Opera cuando una de las partes decide y comunica a la otra el término de la relación contractual.
Este es ciertamente un derecho excepcional y puede ejercitarse sólo cuando la ley lo establece o los
contratantes lo pactan.
Usualmente, opera en los contratos de plazo indeterminado, como por ejemplo el desahucio en el contrato de
arrendamiento pactado mes a mes y de duración indefinida (art. 3°, Ley N° 18.101 sobre arrendamiento de
predios urbanos y artículo 1951 del Código Civil).
f.5) La caducidad.
Significados diversos tiene esta expresión:
Pérdida de un derecho por no hacerlo valer en el plazo legal o contractual (por ejemplo, art. 1209,
2°, en relación a la acción para impugnar el desheredamiento; art. 212, impugnación de la paternidad);
Ineficacia de un acto jurídico, por el solo ministerio de la ley, a causa de hechos sobrevivientes :
por ejemplo, testamentos privilegiados, que caducan sin necesidad de revocarlos (art. 1212); las donaciones
revocables que caducan por el mero hecho de morir el donatario antes que el donante (art. 1143). Donación
por causa de muerte es lo mismo que donación revocable; donación entre vivos lo mismo que donación
irrevocable (art. 1136); respecto de la caducidad de la hipoteca de cuota (artículo 2417);
Exigibilidad anticipada de las obligaciones: caducidad del plazo estipulado para cumplir la obligación, en
los casos del art. 1496.
Extinción de usufructos sucesivos o alternativos o de fideicomisos sucesivos (artículos 745 y 769).
f.6) La resciliación.
La resciliación es aquella “convención” en virtud de la cual, las partes, de común acuerdo,
estipulan dejar sin efecto un contrato válidamente celebrado.
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Se trata del primero de los modos de extinguir las obligaciones, y aluden a él, aunque en forma más bien
indirecta y con un lenguaje no del todo exacto, los artículos 1545 y 1567 del Código Civil, donde se incurre en
el error de señalar que las partes “dan por nula” la convención, lo que obviamente constituye un error, pues
sólo la ley y el juez pueden declarar nulo un acto jurídico.
f.7) La inoponibilidad.
Concepto: es la ineficacia de un acto jurídico o la ineficacia de su nulidad, respecto de ciertos terceros, por
no haber cumplido las partes algún requisito externo, dirigido precisamente a proteger a los terceros.
Los efectos del acto jurídico sólo obligan a las partes, pero la realidad jurídica del mismo no
puede ser desconocida por terceros. No obstante, en determinadas circunstancias los TERCEROS pueden
alegar que el acto jurídico NO LES EMPECE.
La inoponibilidad, por ende, no implica un vicio del acto, NO AFECTA SU VALIDEZ.
La inoponibilidad no tiene un tratamiento homogéneo en la ley; dependiendo de los casos, puede tener su
origen en la omisión de ciertas inscripciones en registros públicos, o por no haber notificado a determinadas
personas o simplemente por la no-concurrencia o ratificación del titular de un derecho.
Se distingue en Doctrina entre Causales de Fondo y Forma.
La falta de concurrencia o consentimiento (arts. 1450; 1815; 1916, 2°; 2390; 2160; 2079).
El fraude (art. 2468, acción pauliana; art. 1578 N° 3).
La lesión de derechos adquiridos (art. 94 N° 4; arts. 1815 y 2517; respecto de la prescripción ya cumplida).
La lesión de las asignaciones forzosas en las sucesiones (arts.1216)
La buena fe en el caso de la resolución de un contrato (arts. l490, 1491 y 1492: sólo hay acción contra
terceros poseedores cuando éstos se encuentran de mala fe).
El tercero de buena fe podrá hacer valer la inoponibilidad ante aquel que intenta hacer valer en su contra
un derecho emanado de un acto jurídico que le es inoponible.
En opinión de Vodanovic, los terceros que pueden invocar la inoponibilidad son, en general, los llamados
“terceros interesados” o terceros relativos, es decir, aquellos que no participan ni personalmente ni
representados en el acto jurídico inoponible, pero que están o estarán en relaciones jurídicas con las partes
(causahabientes y a juicio de algunos los acreedores de las partes).
La inoponibilidad opera a petición de parte y el juez, no puede declararla de oficio.
La nulidad deriva de infracciones legales o vicios que se producen en el momento del nacimiento del
acto jurídico;
La inoponibilidad, en cambio, es independiente de la generación del acto jurídico; el contrato es
válido, pero otras circunstancias determinan su ineficacia frente a terceros. En otras palabras, las causas o
motivos de nulidad y de inoponibilidad, son distintos.
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La nulidad produce efectos tanto entre las partes que ejecutan o celebran el acto nulo, como respecto de
terceros;
La inoponibilidad dice relación, exclusivamente, con los terceros.
La nulidad es una sanción de orden público y por lo mismo, no puede renunciarse de antemano;
La inoponibilidad, establecida únicamente en beneficio de los terceros que pueden prevalerse de ella, es de
orden privado. Estos pueden renunciar a su derecho a invocarla.
Si la nulidad absoluta aparece de manifiesto en el acto o contrato, puede y debe ser declarada de oficio
por el juez;
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