La Sistematización de Experiencias Practica y Teroia para Otros Mundos Posibles Sistematización
La Sistematización de Experiencias Practica y Teroia para Otros Mundos Posibles Sistematización
La Sistematización de Experiencias Practica y Teroia para Otros Mundos Posibles Sistematización
EXPERIENCIAS
PRÁCTICA Y TEORÍA PARA
OTROS MUNDOS POSIBLES
Oscar Jara H.
costarricense.
LA SISTEMATIZACION DE
EXPERIENCIAS PRÁCTICA
Y TEORÍA PARA OTROS MUNDOS
POSIBLES
Oscar Jara H.
barro
Debes amar el tiempo de los intentos debes amar
Silvio Rodríguez
Presentación
5
palabra mágica que sintetizaba su innovadora propuesta era, pues, la “concientización”,
término que en ese tiempo nos decía tantas cosas que no nos preocupamos tanto por
definirlo, cuanto por ponerlo en práctica.1
1 En ese tiempo ya estaba circulando entre nosotros en castellano gracias a la enorme política de difusión
cultural del proceso chileno, algunos textos fundamentales de Freire como Acción Cultural para la liberación; La
Educación como práctica de la libertad y Extensión o comunicación, los cuales leíamos con avidez y pasión, sin
darnos cuenta que nos estaban abriendo la mente y el corazón a otra manera de pensar no sólo la educación, sino la
vida misma, y que ésta quedaría marcada para siempre desde el primer intento de poner en práctica con coherencia
estas propuestas.
6
el lenguaje, la manera de ver el mundo de las personas con las que íbamos a trabajar. (
Por eso, durante los cinco primeros meses de estar en la zona, nos dedicamos a
recorrer los poblados y vivíamos donde nos acogieran: en una casa o en una escuela,
estableciendo contacto con la gente y presentándonos como maestros que veníamos trabajar
en dicha región. Esta fase fue fundamental, sobre todo para las personas del equipo que no
éramos de allí, algunos incluso como yo, que era la primera vez que estaba en el norte del
país. Esos meses fueron nuestra escuela de geografía, de economía, de sociología:
aprendimos sobre el clima, la comida, la vivienda, las costumbres y, por supuesto, sobre la
manera de hablar de las personas, la cual reflejaba su manera de ver el mundo y la vida.
El desafío era apasionante, al igual que cada paso que realizábamos. Fue un período
de un intenso aprendizaje para nosotros, en el que — primero que nada- aprendimos a respetar
profundamente a las personas con quienes trabajábamos; aprendimos a valorar sus
conocimientos y saberes producto de su experiencia; aprendimos también a desarrollar la
sensibilidad para observar con atención, para escuchar, para percibir; se incentivó nuestra
curiosidad y una actitud indagatoria; aprendimos,
7
además, a describir detalladamente nuestras percepciones, a ordenar nuestras ideas, a
redactarlas, a comunicarlas lo más fielmente posible. La elaboración de la propuesta de
alfabetización significó que fuéramos nosotros las primeras personas “concientizadas”.
8
que hemos dicho sobre la palana tiene que ver con esta palabra que se escribe así: “pa-la-na”.
Las personas leían y luego escribían la palabra que tenía detrás todo el significado discutido.
9
ahora en forma escrita, luego de haber sido compartidas y socializadas. Era
devolverles de forma organizada su propia palabra a través del aprendizaje que nosotros
habíamos recogido.
Creo que se puede imaginar lo que significaba eso para nosotros como equipo: toda
la pasión que teníamos cuando compartíamos lo que cada quien traía de su grupo; socializar
las discusiones producidas, las reflexiones y conocimientos que cada quien estaba recogiendo
de las personas que se alfabetizaban, pero también nuestras propias reflexiones, nuestros
propios aprendizajes. Esa segunda parte, nuestras propias reacciones y comentarios, eran las
que nos servían de base para hacer nuestras evaluaciones. Con ellas descubríamos también
cuál había sido nuestro propio proceso de aprendizaje, pues cuando revisábamos lo que
habíamos escrito en las primeras sesiones de alfabetización y luego las confrontábamos con
lo redactado luego de 6 ó 9 meses, encontrábamos en nuestros propios registros, cosas que no
recordábamos; valorábamos a la distancia, de otra manera, lo que habíamos^scrito antes;
relacionábamos nuestras distintas ideas y descubríamos que había habido una trayectoria, un
camino en el aprendizaje de cada uno de nosotros y nos dábamos cuenta que ese camino
existía, sólo luego de recuperarlo y objetivarlo posteriormente. El proceso personal era la
base para la socialización, pues cada quien aportaba lo suyo y se producían discusiones y
reflexiones de una gran riqueza, siempre vinculadas a lo que la práctica nos estaba
enseñando... permitiéndonos aprender también en colectivo de los aprendizajes de las otras
personas del equipo. Tal vez entonces no nos dábamos cuenta que también estábamos siendo
educadores entre nosotros mismos; los educadores y educadoras nos educábamos entre
nosotros a partir de lo que aprendíamos con la gente con la que hacíamos educación. Y así lo
hicimos durante tres años. Yo creo que ahí fue donde se me empezó ^ meter en el alma, en la
sangre y en la carne esta especie de manía, esta pasión por la sistematización de las
experiencias.
Allí fue, quizás también, la primera vez que tuve la vivencia de que en el trabajo de
educación popular, quien más aprende, quien
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está en permanente desafío de aprendizaje, todos los días y a todas horas, es el educador o la
educadora. El problema, es que mucha.s veces no logramos darnos cuenta de esos
aprendizajes; tenemos muchos aprendizajes en nuestra práctica, pero no los reconocemos, se
nos van olvidando en el camino porque caemos en el activismo y perdemos la posibilidad de
parar un momento para recopilar, para recoger y para reflexionar en torno a todos esos
aprendizajes los cuales, por tanto, muchas veces se pierden para nosotros mismos y por tanto
no podemos compartirlos con otras personas.
11
para compartir lo que cada equipo había recogido. De esta manera nos fuimos acostumbrando
a recoger lo particular que hacíamos en las distintas áreas: la urbana, la de comunicación, la
de promoción cultural, la de documentación y lo colocábamos en el conjunto. Seguimos esa
dinámica de recoger y registrar nuestros aprendizajes, compartirlos y someterlos al debate; al
hacer esto nos dábamos cuenta que había otros aprendizajes que no habíamos percibido o que
incluso aquellos que pensamos habían sido adquiridos de una determinada manera, se
resignificaban al compartirlos con otras personas del equipo. Desde ahí, desde ese
intercambio de prácticas reflexionadas, comenzábamos a profundizar sobre qué concepción
de cultura, de educación, de metodología estábamos expresando en la práctica. Y, claro, eso
nos obligaba a buscar literatura, textos teóricos, otras experiencias con las cuales confrontar
nuestras prácticas y nuestras ideas, con el fin de producir un pensamiento compartido por el
equipo. Es decir, la mirada crítica sobre la práctica nos exigía entrar a reflexionarla
teóricamente.
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está en permanente desafío de aprendizaje, todos los días y a todas horas, es el educador o la
educadora. El problema, es que muchas veces no logramos darnos cuenta de esos
aprendizajes; tenemos muchos aprendizajes en nuestra práctica, pero no los reconocemos, se
nos van olvidando en el camino porque caemos en el activismo y perdemos la posibilidad de
parar un momento para recopilar, para recoger y para reflexionar en torno a todos esos
aprendizajes los cuales, por tanto, muchas veces se pierden para nosotros mismos y por tanto
no podemos compartirlos con otras personas.
De todo este intenso proceso nació la idea de crear una red que nos permitiera
coordinar de manera más permanente y organizada nuestros trabajos, ya no sólo para el
apoyo a Nicaragua, sino abierta a toda la región. Así nació en 1981 la Red ALFORJA, con la
participación de siete instituciones de Educación Popular de México y Centroamérica. Luego,
después de dos años de intensas actividades en varios países, nos dimos cuenta que era el
momento de compartir de manera más sistemática nuestros aprendizajes y reflexionar crítica
y teóricamente sobre lo que estábamos llevando a cabo en nuestras prácticas... así fue como
se nos ocurrió hacer el “Primer taller regional de Sistematización y Creatividad”, en el mes
de abril de 1982, en Costa Rica. Para este taller, cada uno de los centros trajo una descripción
de sus experiencias y formuló reflexiones alrededor de determinados temas que constituían la
agenda del evento. Fue muy impactante para nosotros compartir esos aprendizajes y
encontrar hilos comunes en medio de una diversidad grande de prácticas particulares.
También compartimos nuestras reflexiones y nos pusimos a ver cómo estábamos
conceptualizando esas prácticas. En muchos casos, tuvimos que crear algunas categorías que
pudieran expresar mejor lo innovador de algunas cosas que hacíamos. Así surgieron, por
ejemplo, las nociones de “eje temático”;
13
de “lógica metodológica”; de “apropiación” de conocimientos, la diferencia entre
“concepción metodológica”, “método”, “técnica” y “procedimiento”... conceptos que
orientarían luego el sentido de nuestra acción educativa y con losfque participamos en los
debates latinoamericanos de educación popular de toda esa década. También descubrimos
que aunque la diversidad de experiencias fuera muy grande en lo específico, el ordenamiento
y clasificación de sus elementos, su reconstrucción histórica, el análisis de sus aspectos
similares y diferentes, el debate sobre cómo se conceptualizan las actividades, podía permitir
un análisis crítico común, posibilitando una primera teorización a partir de explicitar los
aprendizajes que obtenemos de la práctica cotidiana. Asimismo, estas interpretaciones
críticas servirían para orientar con un sentido más preciso, las futuras prácticas. Así, sin
habérnoslo propuesto previamente, fuimos descubriendo lo que luego llamaríamos
“Sistematización de experiencias”.2
En 1994 salió a luz el texto “Para Sistematizar Experiencias, una propuesta teórica
y práctica”. Buscaba compartir lo que habíamos logrado avanzar en conjunto con muchos
otros compañeros y compañeras respecto a este tema. Sus múltiples ediciones confirman que
logró su objetivo y que pudo aportar algunas pistas para quienes están en la misma búsqueda.
Su utilización en procesos de
2 Ver en el capítulo sexto, un mayor detalle respecto a estos “talleres regionales de sistematización y creatividad”.
14
capacitación y formación mostró sus potencialidades y también sus límites, por lo que se
hacía necesaria una revisión y profundización 4e lo planteado entonces, incorporándole los
aprendizajes recientes. Por otra parte, han surgido en estos últimos años, nuevos aportes
teóricos, metodológicos y prácticos, que han enriquecido las perspectivas de la
sistematización y sus variantes posibles. Son aportes que vienen de personas que trabajan en
campos bastante diversos de la investigación, el trabajo social, la educación y la promoción
del desarrollo.
15
coherentes con su sentido de fondo: no se trata tanto de mirar hacia atrás, para
apropiarnos de lo ocurrido en pasado, sino, principalmente, recuperar de la experiencia
vivida los elementos críticos que nos permitan dirigir mejor nuestra acción para hacerla
transformadora, tanto de la realidad que nos rodea, como transformadora de nosotros mismos
como personas. Entender la actualidad del presente como acontecimiento inexplicable sin el
pasado y que a la vez, contiene las potencialidades de un futuro por construir. Es decir:
sistematizar las experiencias para construir nuevos saberes, sensibilidades y capacidades, que
nos permitan... apropiarnos del futuro.
16
i
Introducción
La aventura y el desafío de sistematizar nuestras experiencias
a) Su aparente complejidad:
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b) Falta de claridad en varios aspectos:
- En torno a qué puede ser “sistematizable”: Otro aspecto que no se suele tener claro
está relacionado con el qué es lo que se puede o se debe sistematizar: ¿Todo el
proceso desde el inicio hasta el fin? ¿Una parte relevante? ¿Las diversas
experiencias que realiza toda la institución u organización? ¿O es mejor
3 Un rápido recorrido por Internet, colocando en un motor de búsqueda la palabra sistematización, nos
llevará a encontrarnos con sitios de Internet que hablan de: “sistematización de los datos existentes sobre...”,
“sistematización de la enseñanza”, “sistematizar la médula espinal, las vías ascendentes y la materia gris...”,
“sistematizar el daño a la persona”, “sistematizar la bibliografía existente”, “sistematización de músicas populares”,
“sistematización del procedimiento de resolución de problemas en la física”, “sistematización vial”, “catalogación y
sistematización en museos”, “sistematizar la información de la calidad del agua”, etc.
18
restringirse a sistematizar un proyecto o programa? ¿Se deben sistematizar
principalmente las “buenas prácticas” o también las experiencias fallidas o débiles?
- Sobre cuándo sistematizar. ¿Hay que esperar a que termine la experiencia o puede
hacerse paralelo a los procesos? ¿Se puede diseñar desde antes que empiece la
experiencia o hay que esperar a que ésta ya esté en 'marcha?
19
excusa más recurrente de por qué no se puede sistematizar (aunque se quiere hacerlo)
es porque “no se tiene tiempo”. Es decir, es una tarea que parece importante, pero
que, en la práctica, no se le da prioridad (lo cual significaría asignarle tiempo y
recursos).
- Otro factor que dificulta la sistematización es que muchas veces quienes sienten
necesidad de hacerla son las personas que trabajan en terreno (promotores /
promotoras / educadores / educadoras) pero las instancias de dirección que son las
que asignan las prioridades, formulan proyectos y buscan garantizar su
cumplimiento- aunque piensen que sería importante y útil, no sienten esa misma
necesidad y por tanto la van postergando...
Así, entre estas dos tendencias encontradas: grandes expectativas y demandas, por
un lado y, por otro, pocas posibilidades de llevarla a cabo, progresivamente va ganando
terreno la búsqueda de formas útiles y viables de sistematización de experiencias, búsqueda
en la que nosotros nos inscribimos militantemente, tratando de encontrar en la práctica las
respuestas o alternativas ante tantas preguntas formuladas. Por eso, hemos apostado a la
importancia de promover formas diversas de puesta en práctica de ejercicios de
sistematización, que sin buscar llegar a la sistematización “ideal”, sí nos permitan descubrir
cuáles son las claves teóricas, metodológicas y operacionales más importantes que la hagan
posible.
. De eso trata este libro. Vamos a tratar de presentar, de la manera más clara que
podamos, algunas nociones, fundamentos y ejemplos, que nos permitan tomar una posición
sólida ante las dudas e inquietudes planteadas más arriba. Para ello, revisaremos rápidamente
en qué consisten los recorridos históricos más importantes que se han
20
hecho sobre el tema, para luego sustentar una propuesta conceptual y su
correspondiente propuesta metodológica. Esperamos que este esfuerzo anime a tantas
personas, que día a día realizan importantes experiencias con prácticas innovadoras y
creativas, para que se aventuren a procesarlas con rigurosidad, de tal modo que puedan
extraer sus aprendizajes, compartirlos y obtener de ellos orientaciones para el mejoramiento
y transformación de la propia experiencia.
21
25
En este marco, y vinculadas a todas estas dinámicas de cuestionamiento y
proposición alternativa, surgen las primeras referencias a la “sistematización” de dichas
prácticas.
4 Cáceres, L. (1991): Memoria del taller sobre la enseñanza de la sistematización de Trabajo Social, Seminario
Latinoamericano de Trabajo Social (ALAETS-CELATS), Lima, noviembre 1991, pp. 1- 3 en: Ayllón Viaña M.
(2002): Aprendiendo desde la práctica, una propuesta operativa para sistematizar, Asociación Kallpa, pp. 17-27. 5
Ver: Servicio Social busca respuestas (julio-setiembre 1970) . Trabajo Social, Revista de la Escuela de Trabajo
Social de la Universidad Católica de Chile, editorial del No. 1, del año 1 6 Se trata de todo un proceso teórico-
práctico de revisión y evolución de los propósitos,
26
un enfoque anclado ahora en la realidad latinoamericana y que surge en confrontación a la
pretendida neutralidad metodológica y a Ja influencia desde otros contextos, tal como
recalcan Vicente de Paula Faleiros y J.P. Netto:
“En los años sesenta, los movimientos y luchas sociales, el desarrollo de
funciones y métodos de trabajo de esta disciplina en las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX: ver al
respecto: Dupont Oliveira, R.(1971) Reconceptualización del Servicio Social, Bs.As: Humanitas,
27
aparecer como un factor fundamental para hacer la reconceptualización posible:
“Se persigue responder mejor a las exigencias que la realidad latinoamericana hace
(...) Creemos que la reconceptualización es imprescindible, pero debe cumplir
algunos requisitos para que realmente responda a América Latina y sus
necesidades de cambio. Entre ellos, énfasis en formación científica que permita
7 Servicio Social busca respuestas, ya citado, p. 4 (negrita añadida). 8 Idem, p. 20. 9 Para una mayor
profundización en los debates de este período ver: Dupont OliveiraR. (1971) De la Reconceptualización al Trabajo
Social Crítico, selección de documentos en: www.ts.ucr.ac.cr
28
En esta corriente podríamos ubicar los importantes aportes de Teresa Quiroz y
Diego Palma, de la Universidad Católica de Chile,, en sus trabajos: “Nueva etapa en Trabajo
Social” y “La praxis científica en el Trabajo Social” respectivamente, los cuales aparecen en
la mencionada revista de la Escuela de Trabajo Social, en sus números 2 y 3 del año 1971.
Quiroz menciona como referentes importantes de esta época los trabajos presentados en el
“Seminario de Escuelas de Trabajo Social” organizado en 1971 por él Instituto de Solidaridad
Latinoamericana en Ambato, Ecuador. El tema de este seminario es muy indicativo: “El
trabajo de campo como fuente de teoría”. Por ello, probablemente el primer documento
producido en América Latina que lleva en su título el término de “sistematización” utilizado
en el sentido que estamos señalando, es el llamado: “Sistematización de las prácticas como
fuente de teoría”, presentado por Ana María Quiroga y Leila Lima, de la Escuela de Servicio
Social de Belo Horizonte, Brasil, en dicho Seminario de Ambato.10
10 Citado por Quiroz T. (1971): Nueva etapa en Trabajo Social en Revista Trabajo Social # 2,
Universidad Católica de Chile, pp. 39-42. 11 Escuela deTrabajo Social de la Universidad Católica de Chile (dic
1970- marzo 1971).
29
antecedente de la influencia de Paulo Freire en la Escuela de Trabajo Social en los
tiempos de Frei (64-70): “una epistemología que ligaba el conocimiento corriente con el
conocimiento científico, que iba en contra del positivismo y del marxismo ortodoxo; que le
dio mucha importancia a la práctica e hizo un esfuerzo sistemático por ordenar lo que se iba
encontrando”. Así, la Escuela de Trabajo Social “estaba metida en las fábricas, en los
cordones industriales, en las zonas rurales, en los campamentos. El énfasis estaba en la
práctica (...) los alumnos y alumnas iban escribiendo todas las semanas el proceso que se
desarrollaba en la práctica... no terminaba en un informe de lo que habían hecho, sino un
ensayo de reflexión sobre la práctica.”12
Editorial. En Revista Trabajo Social No. 2, Chile: autor, p. 3. 12 Entrevista de Mariluz Morgan a Teresa Quiroz y
Diego Palma, Santiago de Chile, 8 de setiembre, 2010. 13 Ayllón Viaña M. (2002).p.20
30
total de las Escuelas de Educación Familiar y de Servicio Social por alumnos y
docentes, y que fuera aprobado por unanimidad el 27 de junio de 1971. Este proyecto incluye
la sistematización como uno de los componentes esenciales ya que se busca “pasar de una
práctica social espontánea a una praxis científica”14:
dinámica del proceso y elaborar las formas que nos lleven a registrar estos hechos
comprometidamente”(...)
14 Quiroz, T. (y otros), (marzo 1972). La nueva escuela de Trabajo Social en Valparaíso en: Trabajo
Social n.4-5, revista de la escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica de Chile, pp. 36-37; 38, 39.
31
contraposición, el proceso contrainsurgente que impulsó la posterior instauración de
dictaduras militares basadas en la doctrina de “seguridad nacional”) representó un período
convulso, pero enormemente fértil para el surgimiento del pensamiento crítico, el
cuestionamiento a los patrones conceptuales y metodológicos predominantemente
estadounidenses y la búsqueda de un pensamiento propio desde Latinoamérica. Todo ello se
expresa con mucha nitidez en el campo del Trabajo Social, en particular a lo largo de la
creación de la Asociación Latinoamericana de Escuelas de Servicio Social’ ALAESS, bajo la
influencia organizativa y conceptual del Servicio Social norteamericano, la OEA y los
organismos Panamericanos vinculados a esta disciplina, particularmente entre los años 1961
y 1965. Posteriormente, se inicia el proceso ya mencionado de la reconceptualización que se
liga a la creación del Centro Latinoamericano de Trabajo Social, CELATS en 1976. Este
proceso de redefiniciones lleva a que se cambie en 1977 el nombre de la Asociación por:
Asociación Latinoamericana de Escuelas de Trabajo Social, ALAETS, la cual contaba con
el CELATS como uno de los centros propulsores de esta nueva visión comprometida con las
nuevas realidades de nuestro continente: una nueva visión política, un nuevo enfoque
epistemológico y nuevas aproximaciones metodológicas, entre las que la “sistematización de
prácticas” es notoriamente relevante.15
15 Una muestra palpable de ello es lo profusamente documentado que ha sido este proceso, así como el
empeño puesto en reconstruir su historia e interpretarlo críticamente. Gracias a ello, contamos con importantes
esfuerzos “sistematizadores” de esta experiencia, realizados por sus mismas protagonistas, que apuntan a
fundamentar si¿s búsquedas hacia el futuro. Ver, en particular los interesantes aportes: Vega, Guzmán, M.C. (2004):
ALAETS y la universidad latinoamericana del siglo XXL y Molina, M. L. (2004). Contribuciones al debate sobre el
futuro de ALAETS- CELATS, en: La cuestión social y la formación profesional en Trabajo Social en el contexto de
las nuevas relaciones de poder y la diversidad latinoamericana, XVIII Seminario Latinoamericano de Escuelas de
Trabajo Social, julio, San José, Costa Rica. Buenos Aires. Espacio editorial.
32
científica y profesional. Estos abordajes tienen como base cinco afirmaciones: ,
a) la referencia a la particularidad del contexto latinoamericano y, por tanto, a la
influencia de las perspectivas de transformación social que pasan a ser
predominantes en el contexto teórico de ese período;
b) la negación de una metodología neutra, que era lo que sostenían las corrientes
norteamericanas dominantes en el período anterior;
c) la centralidad de la práctica cotidiana y del trabajo de campo profesional como
fuente de conocimiento;
Esta ruta abierta por el campo del Trabajo Social, fue cortada brutalmente por los
procesos dictatoriales en los países del Cono Sur, pero en los años que siguieron va a ser
ampliamente proyectada en otros países gracias a la influencia de trabajadoras y trabajadores
sociales que tuvieron que refugiarse en ellos. Es más, será profundizada por empeños como
los de Teresa Quiroz y María de la Luz Morgan, del área de modelos prácticos del Centro
Latinoamericano de Trabajo Social, CELATS, quienes impulsarán un replanteamiento de la
formación profesional de trabajadoras y trabajadores sociales en los años ochenta, y llegan,
incluso, a identificar la sistematización como el factor que serviría de base o materia prima
para elaborar un cuerpo técnico, conceptual y teórico propio de esta disciplina.16 Por su
parte,
16 CELATS (1983): Trabajo Social en América Latina, balance y perspectivas, Lima. Ver también:
Quiroz Martín T. y María de la Luz Morgan (1988): La sistematización, un
33
época de la independencia de España y Portugal- se convierte ahora en meta fundamental,
por lo que esas visiones, que tenían al pueblo como destinatario de la educación, se
consolidan fuertemente. En este marco, la UNESCO fomenta y difunde un nuevo concepto:
la Educación Fundamental y crea en varios países del llamado Tercer Mundo centros
dedicados a promoverla.18
Es en los años sesenta y setenta del siglo XX en los cuales la Educación no formal
de Adultos tiene en América Latina su desarrollo más importante y significativo, orientado
por la perspectiva del llamado Desarrollo de la Comunidad y otras corrientes de promoción
social existentes en ese período.19 Surgen así una gran diversidad y riqueza de experiencias,
lo que motiva a realizar esfuerzos de investigación del campo de la educación de adultos,
debido a la necesidad de identificación e intercambio de lo que ocurría con dichas
experiencias y sus innovaciones. Estos esfuerzos de investigación se centrarán en recopilar,
clasificar, catalogar y organizar repertorios de experiencias, tarea que recibirá el nombre de
“sistematización”.
En esta dirección, algunos de los esfuerzos más conocidos fueron, por ejemplo: la
recopilación de experiencias realizada con ocasión del Simposio Mundial de Cartagena,
Colombia, sobre Crítica y Política en las Ciencias Sociales, en 1977, promovido por
Orlando Fals Borda. El proyecto de consolidación metodológica, sistematización y apoyos a
la educación no-formal de adultos rurales, coordinado por el Centro de Estudios del Tercer
Mundo, CEESTEM, de México, dirigido por Félix Cadena, en 1979; la sistematización de
proyectos en varios
35
países centroamericanos realizados por el Instituto Latinoamericano de Pedagogía de la
Comunicación, ILPEC, de Costa Rica, coordinados por Francisco Gutiérrez y Edgar
Céspedes en 1981; la recopilación realizada por el proyecto de Investigacióny evaluación de
experiencias de innovación en educación de adultos, del Centro de Estudios Educativos,
CEE, de México en 1982, coordinado por Humberto Barquera; el importante trabajo de
recopilación y establecimiento de una tipología, hecho por Pablo Latapí en torno a las
principales tendencias de la Educación de Adultos en América Latina, publicado por el
CREFAL en 1984; asimismo, el trabajo pionero en el mapeo, identificación y análisis de
experiencias de Educación de Adultos (incorporando ya experiencias de Educación Popular),
de Patricio Carióla, Juan Eduardo García Huidobro y Sergio Martinic del Centro de
Investigación y Desarrollo de la Educación, CIDE, de Chile, entre 1980 y 1983.20
20 Ver: Latapí, P. (1984): Tendencias de la Educación de Adultos en América Latina. Pátzcuaro, CREFAL. Cadena,
F. (1987): La Sistematización como creación de saber de liberación, CEAAL. Barquera, H. (1982): Investigación y
evaluación de experiencias de inúovación en educación de adultos. México. CEE. García Huidobro, J.E. (1980):
Aportes para el análisis y la sistematización de experiencias no formales de educación de adultos, Santiago.
UNESCO-OREALC. 21 Brandáo, Carlos Rodrigues (1981): Los caminos cruzados: forma de pensar y realizar
educación en América Latina, (Rev. Educación de Adultos, INEA, México, vol 2, No 2, pp. 28-41), allí recorre esta
temática introduciendo la relación entre “Educación permanente”, “Educación de adultos” y “Educación Popular”.
36
Los orígenes de una nueva noción de educación popular22 se gestan en Brasil en
las experiencias del M ovimiento de Educación de Base y los Centros Populares de Cultura,
desde cuya práctica y propuesta, Paulo Freire formula una filosofía educativa que plantea
una renovadora forma de establecer las relaciones entre ser humano — sociedad - cultura y
educación; con el concepto de “concientización” como símbolo principal y en contra de una
“educación bancaria y domesticadora”, surge así la noción de una “pedagogía liberadora^23
22 A fines del S. XIX se extendió el uso del término “educación popular” para referirse a lo que hoy conocemos
como “instrucción pública”; a comienzos del S. XX se llamó “educación popular” a algunos programas de
formación política y proyección cultural dirigidos a las clases trabajadoras. 23 Las principales obras de este período
fundacional son: (1969) La Educación como Práctica de la Libertad, Montevideo. Tierra Nueva; (1968) Acción
Culturalpara la Libertad, Santiago, ICIRA. (1971) ¿Extensión o Comunicación? La concientización en el medio
rural, Tierra Nueva-Siglo XXI, Montevideo-Buenos Aires, y su obra más significativa: (1970) Pedagogía del
Oprimido, Montevideo, Tierra Nueva. 24 Lamentablemente, durante mucho tiempo se difundió más una
identificación del aporte de Paulo Freire con un método de alfabetización, que con toda su revolucionaria y profunda
filosofía educativa. 25 Kaplún, M.(1983): Hacia nuevas estrategias de comunicación en la educación de adultos,
37
la dramaturgia producida por el Teatro del Oprimido del brasileño Augusto Boal,
cuya propuesta tiene por objeto transformar las personas de espectadoras en protagonistas de
la acción teatral, lo que les prepara para actuar en la realidad que viven con una perspectiva
de liberación de las opresiones;26
UNESCO, Santiago y su obra principal: El Comunicador Popular, CIESPAL, Quito, 1985, así como programas
radiales que tuvieron en esa época gran difusión en toda Latinoamérica: El Padre Vicente —Diario de un cura de
barrio, y el famosísimo Jurado {No. 13.
26 La propuesta conceptual de Augusto Boal, y sus técnicas, tales como el teatro periódico, el teatro
legislativo, el teatro invisible, el teatro imagen y el más conocido, teatro foro, tienen influencia del Teatro Epico de
Brecht y de la Pedagogía del Oprimido de Freire. Entre sus textos se destaca: (1985) Teatro do Oprimido e Outras
Poéticas Políticas. Rio Civilizado Brasileira.
38
los que se realiza un ejercicio de recuperación de la memoria personal y colectiva, así
como la elaboración de narraciones testimoniales y análisis del contexto histórico. Muchas
de las técnicas y dinámicas utilizadas por las Comunidades de Base serán compartidas por
experiencias de educación popular realizada en otros ámbitos y muchas de ellas llegarán a
constituir herramientas afines a la sistematización de experiencias.27
2.8 Picón, C. (1983): Educación de adultos en América Latina, una visión situacional y estratégica, Pátzcuaro.
CREFAL; Paiva, V. (1973): Educando Popular e educagáo de Adultos, Sao Paulo. Loyola,; Gajardo, M. (1983):
Educación de adultos en América Latina. Problemas y Tendencias, Santiago. UNESCO; Wanderley, L.E. (1979):
Apontamientos sobre a Educagáo Popular, Cultura do Povo, Sao Paulo Cortez; Pinto, J. B. (1982): Siete visiones
sobre EducaciórT de adultos, Pátzcuaro. CREFAL.
39
García Huidobro, quien indica, refiriéndose a la Educación Popular, que:
se hace ver la realidad de un nuevo paradigma en la educación en la región,
emergente a través de una multiplicidad de experiencias entre las cuales, sin
de la relación con otros (...) Se tiende hacia una relación pedagógica horizontal
del término (...) Finalmente cabe hacer notar que la naturaleza participativa de
40
Precisamente, la sistematización de experiencias desde la educación popular, va a
significar uno de los instrumentos privilegiados d^ cuestionamiento y de búsqueda
alternativa a esos “métodos ortodoxos”, en general positivistas, que dominaban el campo de
la investigación y evaluación educativa.
41
con una búsqueda que viene del ámbito de las Ciencias Sociales en pos de un “nuevo
paradigma epistemológico” para la producción del conocimiento científico de la realidad. El
colombiano Orlando Fals Borda, es el pionero de esta nueva búsqueda, cuando con su texto
fundacional: Ciencia Propia y Colonialismo intelectual y otros documentos sucesivos31 dio
base desde la realidad latinoamericana al surgimiento de una nueva corriente en la
investigación social: la Investigación-Acción-Participativa, entendida como un enfoque
investigativo que busca la plena participación de las personas de los sectores populares en el
análisis de su propia realidad, con el objeto de promover la transformación social a favor de
estas personas: oprimidas, discriminadas, marginadas y explotadas. Con la IAP, se trata,
como dice Emma Rubín, de afirmar otra forma de hacer investigación científica “cuya
característica principal es que el pueblo se auto-investiga y cuyo objetivo central es el
cambio social a partir de la organización de las clases dominadas” 32
Esta nueva corriente circularía rápidamente al interior de varias disciplinas, entre
ellas la investigación educativa y se entrecruzaría con esfuerzos similares en varias partes del
mundo, todos interesados por superar la separación entre sujeto y objeto en la investigación,
por recuperar el saber de los sectores populares, por vincular la teoría con la acción, por
convertir la búsqueda de conocimiento en un proceso creador vinculado con una perspectiva
de transformación social y personal. Por ejemplo, el Consejo Internacional de Educación de
31 Ed. Nuestro Tiempo, México, 1970; y (1972) Ciencia Popular, Causa Popular- una metodología del
conocimiento científico a través de la acción, Bogotá. Ed. Fundación Rosca de Investigación y Acción Social, y su
memorable presentación en el Simposio Mundial de Cartagena 1977 titulada: Por la praxis: el problema de cómo
investigar la realidad para . transformarla, (ver Simposio Mundial “Crítica y política en Ciencias sociales- el debate
Teoría y Práctica” Tomo II, Bogotá, 1978) así como: (1980) La Ciencia y el Pueblo, ponencia presentada en la
Conferencia Internacional de Ljubljana. 32 Rubín de Celis, E. (1981): Investigación científica vs Investigación
Participativa, reflexiones en torno a una falsa disyuntiva, en: “Investigación Participativa y Praxis Rural”, Francisco
Vio Grossi, Vera Gianotten, Ton de Wit, (Eds). Lima. Mosca Azul.
42
Adultos (ICAE), con la animación de Budd Hall prom ueve activamente la discusión en torno
a la investigación participativa; organiza una( reunión clave en Toronto en julio de 1977, la
cual daría lugar a nuevas iniciativas y propuestas que llevaron, por un lado, a constituir el
Consejo Latinoamericano de Educación de Adultos (CEAAL) y por otro, promovería una
reflexión crítica que llegaría a un punto de maduración y proposición muy grande en nuestro
continente cuando se realiza el I Seminario Latinoamericano sobre Investigación
Participativa, en Ayacucho, Perú, 1980. Otros autores como Antón de Schutter, Paúl Oquist,
Guy Le Boterf, Gerrit Huizer, Joao Bosco Pinto, Marc Lammerink, Carlos Rodríguez
Brandao, Jodo Francisco de Souzay marcaron durante los años ochenta rutas fundamentales
por donde esta corriente ganó perspectiva y proyección en América Latina.
En esta dinámica de búsqueda, la IAP confluye con los intereses renovadores de las
otras corrientes latinoamericanas mencionadas anteriormente, llegando incluso a concebirse
como “una actividad educativa, de investigación y de acción social”.33 En esa confluencia,
durante los años ochenta algunas personas identifican ala sistematización como una
modalidad de IAP o, incluso, como un método o hasta un instrumento particular de la
misma. El debate sobre este aspecto será retomado más adelante en el capítulo cuarto.
43
convergen entre sí, al punto que muchas veces algunas se entrecruzan y hasta
confunden. Por ello, al ser la sistematización de experiencias un concepto y una propuesta
tan profundamente enraizada en nuestra historia, no podemos entenderla ni asumirla sino
dentro de este marco común y sus desafíos.
44
paradigmas conceptuales fue posible gracias a las rupturas producidas por los movimientos
sociales y políticos revolucionarios que abrieron) los cauces a la imaginación y a la conquista
de la posibilidad de lo nuevo. La Revolución Cubana en los años sesenta y el gobierno de la
Unidad Popular en Chile a comienzos de los setenta, fueron acontecimientos detonantes que
incentivaron en todos los rincones de nuestro continente el desarrollo de muchas nuevas
experiencias en el campo de la organización, educación, promoción y participación popular,
que requerían conocerse, compartirse y comprenderse. Dichas experiencias, en particular en
el Cono Sur, tuvieron que pasar en dos décadas por duros períodos de resistencia ante la
fuerza de la censura y la represión de las dictaduras, así como por fases de progresiva
conquista de espacios democráticos. Así, a mitades de los años ochenta todas estas corrientes
renovadoras se nutren, por una parte, del dinamismo de los nuevos espacios conquistados en
Sudamérica y por otra, de los profundos cambios que se gestan en Centroamérica, en
particular por el triunfo de la Insurrección Popular en Nicaragua. Todo ello generará nuevas
exigencias y propuestas de sistematización, tanto prácticas como teóricas y metodológicas.
34 Entre los primeros materiales de reflexión teórico-metodológica sobre Educación Popular, vinculados a la
sistematización y producidos a partir de lá experiencia sandinista y centroamericana, tenemos: Ministerio de
Educación de Nicaragua(1989): Elementos Fundamentales de la Concepción de Educación Popular Nicaragüense,
Ministerio de Educación, Nicaragua; Núñez, C, (1984): Educar para Transformar, Transformar para Educar,
Guadalajara. IMDEC; Leis, R. (1986): El Arco y la Flecha, San José. Alforja; Jara, Oscar (1981): Educación
Popular, la dimensión educativa de la acción política, Panamá. CEASPA — ALFORJA; (1984): Los desafíos de la
educación popular, San José. Alforja; (1986:) Aprender desde la práctica, San José. Alforja. Ver también: Fals
Borda, 0.(1982): Conocimiento y Poder, México. Siglo XXI; Brandáo, Carlos Rodrigues (1984): Linóes da
Nicaragua, Rio de Janeiro. Vozes; Torres, R.M (1982): Los Cep: Educación Popular y
45
surgimiento de la Red Mesoamericana ALFORJA35, la cual incorpora la sistematización de
experiencias como componente esencial de su propia constitución como red.
46
En esos años se consolida también el Consejo de Educación de Adultos de América
Latina, CEAAL, organización a la que en pocos años ^e afilian la mayoría de instituciones
que trabajaban en Educación Popular en el continente. Nunca antes se había generado tal
nivel de intercambio, reflexión y búsqueda de aprendizajes conjuntos como en este período
en el que se suceden importantes e inolvidables encuentros latinoamericanos que dan lugar
a la conformación de importantes redes de educadores y educadoras que trabajan en todos
los rincones de nuestra región.
Los movimientos de mujeres y las perspectivas feministas ya venían desde los años
setenta rompiendo esquemas tradicionales de organización (como las típicas “secretarías de
la mujer” de los sindicatos, cooperativas u organizaciones de productores rurales) e
irrumpiendo en la historia latinoamericana con un ímpetu irreversible, tal como ya lo habían
hecho en países del norte geopolítico. En el caso del CEAAL, la conformación de la
REPEM (Red de Educación Popular entre Mujeres), en 1984 reflejará la existencia de cada
vez mayor número de experiencias de educación popular entre mujeres y del crecimiento de
la reflexión, el debate y la generación de propuestas surgidas de ella. Es el caso de la Rede-
Mulher en Brasil, el CLPAE en República Dominicana, Flora Tristán y Manuela Ramos en
Perú;
47
GEM y CIDHAL en México; IFFI en Bolivia y muchas otras. La sistematización de
estas experiencias innovadoras permitió generar un mayor intercambio de aprendizajes entre
distintas organizaciones de mujeres del continente, posibilitó comenzar a identificar
perspectivas teóricas y metodológicas feministas que sustentaran el movimiento de mujeres
desde sus condiciones particulares en América Latina e inició un proceso de incidencia de
sus aportes en las organizaciones de educación popular y otros espacios. Crecientemente
fueron surgiendo sistematizaciones de experiencias de organizaciones de mujeres, de redes,
de proyectos con enfoque de género, de experiencias marcadas por orientaciones feministas
en muy distintos campos del trabajo, las cuales irían progresivamente construyendo
paradigmas de reflexión teórica y epistemológica desde otras miradas.
Los movimientos de defensa de los Derechos Humanos tuvieron en los años setenta y ochenta
su prueba de fuego y el desafío mayor para su surgimiento. Experiencias profundamente
innovadoras de educación y promoción de los Derechos Humanos, primero relacionadas con
los tradicionales derechos civiles y políticos, y luego de los derechos económicos, sociales y
culturales, así como de los ambientales, tienen en este período su principal desarrollo, como
es el caso de los Comités de Justicia y Paz de Brasil, la Vicaría de la Solidaridad en Chile,
CODEHUCA en Centroamérica, la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos de Ecuador,
el IPEDHEP en Perú, el Servicio Paz y Justicia y las Madres de la Plaza de Mayo en
Argentina, entre muchos otros. Sus experiencias de denuncia, defensa jurídica,
documentación de violaciones y acciones de presión nacional e internacional, se diversifican
y se llevan a cabo con enormes dificultades y riesgos en medio de amenazas y ataques. A
partir de todo ello surge la necesidad de sistematizar esas experiencias para fortalecer la
coordinación e ¿intercambio, por lo que de esa manera se pudo contribuir desde esos
aprendizajes a la realización de varios encuentros latinoamericanos, entre los que se destaca
el I Seminario Latinoamericano de Educación para la Paz y los Derechos Humanos,
realizado en Caracas en setiembre de 1984, en el que se buscaba partir de las distintas
experiencias de
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los movimientos de Derechos Humanos, referidas a muy diversos contextos, intercambiar
aprendizajes y construir una propuesta conceptual y metodológica de educación en este
campo, tarea que se desarrollaría con mucha fuerza los años siguientes.36
36 Ver CEAAL (1984): Programa de Educación para la Paz y los Derechos Humanos: I Seminario
Latinoamericano., Venezuela. En especial la ponencia: Los movimientos de derechos humanos en América Latina:
identidad, diversidad y estrategias de acción, presentada por Hugo Frühling de Chile. 37 La propuesta originada en
el CEESTEM y el Centro Latinoamericano de Apoyo al Saber Popular, CLASEP, de México, e impulsada por
Félix Cadena, se basaba en la aplicación de un Esquema Formal de Análisis, que estaba compuesto de diez
componentes (1.Caracterización y naturaleza del proyecto, 2. Ideología- principios y propósitos 3. Estrategia
metodológica, 4. Contexto histórico y social global, 5. Contexto local, 6. Historia y caracterización de los
miembros de la organización o grupo popular, 7. Caracterización del equipo promotor, 8. Contexto institucional, 9.
Instrumentación y desarrollo del proyecto, 10. Resultados e impactos). A su vez, cada componente se
sistematizaría por separado, pues se desglosaba en seis o más categorías particulares, con orientaciones específicas
para cada uno. Todo esto hacía muy difícil la operacionalización de esta propuesta, que quedaba, así, reservada
para ser llevada a cabo por especialistas o teniendo que suspender el trabajo cotidiano por un buen tiempo, lo que
motivó que muchas organizaciones del CEAAL buscaran otras propuestas metodológicamente más viables. Ver
Cadena, E (1987): La sistematización como creación de saber de liberación- Guía para la consolidación de
procesos de sistematización y auto evaluación, Guanajuato. CEAAL.
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la región, se ve la importancia de impulsar dos “consultas” para sistematizar y para
investigar de forma participativa la visión de los y las practicantes de la Educación Popular.
Dichas consultas marcaron un hito como procesos participativos de identificación de
temáticas, problemáticas y perspectivas, surgidas de la revisión de las propias experiencias.
38
Como respuesta a la inquietud creciente por identificar el rol que estaba jugando y
podría jugar la sistematización de experiencias de educación popular, el CEAAL encarga al
especialista chileno Diego Palma, un estudio que diera cuenta de lo que ocurría en este
campo, gracias al cual hemos podido contar con un claro panorama de cómo se abordaba esta
temática a inicios de los años noventa. Dicho trabajo titulado: “La sistematización como
estrategia de conocimiento en la educación popular. El estado de la cuestión en América
Latina”, es —desde entonces- una referencia obligada sobre este tema.39 Palma concluye en:
a) Que efectivamente existe una práctica específica que merece el nombre propio de
“sistematización” y que, por tanto, se puede distinguir de otros esfuerzos referidos al
conocimiento de los hechos sociales, tales como la investigación o la evaluación.
38 Estas consultas, impulsadas por el Comité Directivo y ejecutadas por un equipo ‘multidisciplinario
coordinado por Carlos Núñez Hurtado, devinieron en informes y sus conclusiones fueron publicadas: (1989) Desde
Adentro — la educación popular vista por sus practicantes, Santiago. CEAAL y (1993) Nuestras prácticas... perfil y
perspectiva de la formación de educadores populares en Latinoamérica, México. CEAAL.
39 Palma, D. (1992). Papeles de CEAAL, n.3, Santiago.
50
autores y autoras no existen acuerdos plenos con respecto a los contenidos que se le
adjudican. ¿
c) Que, entre las distintas propuestas, aun con distintos enfoques y énfasis
particulares (de concepción y de método) existen influencias mutuas y filiaciones
mestizas.
“... todas las propuestas de sistematización expresan una oposición flagrante con la
ciencias sociales (...) Todo esfuerzo por sistematizar, cualquiera que sea su
particular.
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y educadoras; la práctica de los grupos populares; la relación entre educadores/as y
educandos/as.
Por otra parte, es importante señalar que más allá del ámbito de la Educación
Popular, surgieron otras iniciativas teóricas, metodológicas y prácticas sobre la
sistematización de experiencias, las cuales abrieron aún más los campos de búsqueda y de
reflexión sobre este tema. Es el caso, por ejemplo, de la Escuela para el Desarrollo en
Perú, la cual lleva muchos años capacitando en el tema e impulsa concursos de
sistematizaciones, publicándolas.44 El CREFAL en Pátzcuaro, México que ha impulsado
educadoras.45 En el campo
53
quien apoyó la sistematización de experiencias latinoamericanas de estrategias
indígenas y campesinas frente al modelo dominante de industrias extractivas (minería y
petróleo).52 También la agencia de cooperantes canadienses CUSO quien promovió la
sistematización de las experiencias de sus cooperantes en varios países latinoamericanos,53 o
la agencia de cooperación Alboán del País Vasco, que promovió la sistematización de diez
experiencias de construcción de ciudadanía en el estado español, Colombia y Costa Rica,54 y
la agencia internacional Action Aid quien proyectó la sistematización de experiencias en
Brasil, Guatemala y Estados Unidos55, sólo por señalar algunas de las más relevantes.
52 Ver: América Latina: riqueza privada, pobreza pública en: http://www.cidse.org 53 Ver Caminos y
encuentros: experiencias de acción de la cooperación humana en América Latina y el Caribe, www.cuso.org 54
wwiu.alboan.org 55 Ver: Advocacy for change: lessons from Guatemala, Brazil and USA http://wivw. actionaid.
org 56 Ver: http://www.ubv.edu.ve, también: www.sistematizacion.infocentro.gob.ve y
54
Finalmente, queremos señalar que en la última década, a través de la Biblioteca
Virtual del Programa Latinoam.ericano de apoyo a Iq Sistematización del CEAAL
www.cepalforja.org/sistematizacion se ha generado un importante espacio de contacto,
intercambio y reflexión, que cuenta con una amplia participación de muchas personas y
entidades que trabajan la sistematización de experiencias en áreas rurales y urbanas, en muy
distintos campos como la educación y la salud, el enfoque de género, la protección del medio
ambiente, la innovación agrícola, la participación de las mujeres, la organización popular, la
economía solidaria, la gestión del riesgo y reconstrucción post-desastres, la participación
juvenil, la formación ciudadana, etc. En este espacio participan ONGs, organizaciones
sociales, universidades, centros de investigación, etc.
Felizmente, por todo lo señalado, podremos decir ahora a Diego Palma, que aunque
todavía el término de “sistematización” sigue siendo utilizado de manera ambigua, hay
mucho consenso alrededor de una noción más interpretativa y crítica y no en torno a una
noción utilitaria, descriptiva y de registro o documentación. Podríamos decirle que
efectivamente está confirmado que existe una práctica específica que merece llamarse así y
diferenciarse de otros esfuerzos similares o complementarios; que el marco epistemológico
predominante definitivamente no es positivista y sí más dialéctico, interpretativo, crítico e
histórico; que ya la metodología no es una debilidad insalvable, pues se han producido varias
propuestas viables, consistentes y efectivas que han dado resultados importantes, aunque
siguen en proceso de enriquecimiento y profundización permanente.
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pensamiento contemporáneo. También permitirá identificar pautas de interpretación desde
las nuevas prácticas sociales y políticas, que expresan nuevas lógicas y sentidos tal vez no
comprensibles por los esquemas analíticos y teóricos tradicionales. Que permita, finalmente,
hacer de este ejercicio una forma de aproximación al conocimiento y transformación de la
práctica, no restringida a especialistas, sino apropiada por una gran cantidad de educadores y
educadoras, promotores y promotoras, dirigentes sociales, etc., que desde los distintos
rincones de nuestro continente nos esforzamos cada día en conquistar nuevas capacidades
transformadoras y nuevos espacios de poder democrático y equitativo.
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