Principios Del Régimen Económico Peruano
Principios Del Régimen Económico Peruano
Principios Del Régimen Económico Peruano
En esa orientación, se puede afirmar que la iniciativa privada consiste en la actividad realizada
por una persona natural o jurídica, nacional o extranjera sobre adquisición de activos,
proyectos productivos, servicios, obras de infraestructura, entre otras actividades que puedan
ser ejecutados con la participación del sector privado. Siendo así, la iniciativa privada no puede
ser obstaculizada dentro de la actividad económica, siempre que actúe dentro del marco que
establece el Derecho y sea ejercida en una economía social de mercado.
Hayek (2012: 321) afirma que “la actividad económica proporciona los medios materiales
necesarios para alcanzar todos nuestros objetivos (…). Si somos libres para elegir nuestros
fines, es sólo porque también lo somos para elegir nuestros medios (…). La libertad
económica11, por tanto, es una condición indispensable para todas las demás libertades, y la
libertad de empresa es al mismo tiempo una condición necesaria y una consecuencia de la
libertad personal (…).”
De acuerdo con lo expresado por Hayek (2012: 328), la libre empresa ha desarrollado el único
tipo de sociedad que, al tiempo que nos proporciona abundantes medios materiales, si esto es
lo que principalmente se quiere, deja también al individuo libre de elegir entre recompensa
material y no material.
Una sociedad caracterizada por la libre empresa puede ser al menos una sociedad pluralista,
que conoce no una única jerarquía de fines, sino que tiene muchos principios diferentes en
que se basa la estima (Hayek 2012: 328).
En efecto, las libertades de todo individuo deben restringirse cuando causan perjuicio a los
demás. La libertad de contaminar de un individuo, priva a otro de su salud. La libertad de una
persona de conducir a toda velocidad priva a otra de su derecho a no resultar herida (…). Por
eso el poder político es tan importante. Si el poder económico de un país acaba repartiéndose
de una forma demasiado desigual, tendrá consecuencias políticas (…). Si determinados grupos
controlan el proceso político, lo utilizarán para diseñar un sistema económico que los
favorezca: mediante leyes y normativas que afectan específicamente una industria, o a través
de las normas que rigen las quiebras, la competencia, la propiedad intelectual o los impuestos,
o bien, indirectamente, a través de los costos de acceso al sistema judicial (Stiglitz 2012: 250).
Siendo así, el artículo 59 no dispone que la acción positiva del Estado se limite a las pequeñas
empresas. En realidad lo que establece es que el Estado brinde oportunidades de superación a
los sectores que sufran cualquier desigualdad, sin considerar limitación alguna.
Sin embargo, la igualdad no solo consiste en tratar a todos de la misma forma. Sobre el
particular, Hayek (2009: 67) argumenta que sólo porque los hombres son distintos podemos
tratarlos del mismo modo. Si todos los hombres fueran completamente iguales en sus dotes y
tendencias, deberíamos tratarlos de manera distinta para obtener algún tipo de organización
social. Por suerte, no son iguales y sólo gracias a ello la diferenciación de las funcione de las
funciones no debe estar determinada por una decisión arbitraria de una voluntad
organizadora, de esa manera, tras haber creado una igualdad formal, aplicando a todos las
reglas del mismo modo, es posible dejar que cada individuo encuentre su particular
realización.
Añade que hay una enorme diferencia entre tratar a las personas del mismo modo y tratar de
hacerlas iguales. Mientras lo primero es la condición de una sociedad libre, lo segundo indica,
como dice Tocqueville, una nueva forma de servidumbre (Hayek, 2009: 67).
4. Pluralismo económico
El pluralismo17 económico acepta, reconoce y permite la posibilidad de diversas formas de
propiedad y de empresa. Implica que pueden coexistir varios tipos de empresa
simultáneamente: privadas, públi-cas, nacionales, extranjeras, mixtas, autogestionarias,
cooperativas, etc. Cada una de ellas puede adoptar formas particulares de organizarse. Esto
significa que nuestra Constitución reconoce el principio de igual-dad entre las formas diversas
de propiedad y empresa.
El pluralismo empresarial es un elemento que complementa a la economía de libre mercado
en la medida que determina la posibilidad de existencia simultánea de diversas formas de
propiedad y de empresa (García 1998: 125).
Las formas de propiedad dan lugar a las formas de explotación económica. Por ello, el
pluralismo económico es la base para las formas de organización económica del Estado, entre
las cuales destacan la comunitaria, la estatal, la privada y la cooperativa.
Del mismo modo, se promueve la actividad em-presarial no pública donde la mayoría de las
acciones u otras formas de participación en el capital pertene-cen a particulares y son
controladas por estos, según el principal objetivo que es la obtención de utilidades al competir
en el mercado.
Así, de acuerdo con nuestra Constitución, no hay privilegios para la actividad empresarial
privada ni pública. Pueden coexistir varios tipos de empresa simultáneamente: privadas,
públicas, nacionales, ex-tranjeras, mixtas, autogestionarias, cooperativas, etc.
En esa orientación, para Marcial Rubio (2013: 233), el orden constitucional no es solamente
una estructura formal de contenidos, sino también un im-pulsor de determinadas políticas que
hagan realidad los derechos declarados, entre ellos el de igualdad. La Constitución no es
estática sino dinámica. En la promoción de la igualdad tiene un lugar preponde-rante la
protección de los sectores económicamente más débiles (…).
La Constitución chilena de 1980 (artículo 19, numeral 21) es el antecedente directo del
principio de subsidiariedad que consagra nuestra Constitución vigente, a cual dispone lo
siguiente: El Estado y sus organismos podrán desarrollar actividades empresariales o participar
en ellas sólo si una ley de quórum calificado los autoriza27. En tal caso, esas actividades
estarán sometidas a la legislación común aplicable a los particulares, sin perjuicio de las
excepciones que por motivos justificados establezca la ley, la que deberá ser, asimismo, de
quórum calificado.
Debe enfatizarse que la intervención de las autoridades públicas en el campo económico, por
dilatada y profunda que sea, no sólo no debe coartar la libre iniciativa de los particulares, sino
que, por el contrario, ha de garantizar la expansión de esa libre iniciativa, y la de los derechos
esenciales de la persona humana.
Por lo tanto, con la finalidad de hacer efectivo dicho principio se debe cumplir con los
requisitos siguientes:
1) Autorización por ley expresa, esto es, emitida por el Congreso de la República.
3) Las acciones del Estado deben estar vinculadas al fomento, estimulación, coordinación,
complementación, integración o sustitución, en vía supletoria, complementaria o de
reemplazo, de la libre iniciativa privada.
4) Ante la ausencia de actividad privada en el sector del cual se trata. La subsidiariedad se
manifiesta como el acto accesorio o de perfeccionamiento en materia económica, que se
justifica por la inacción o defección de la iniciativa privada.
En el EXP. N.º 0008-2003-AI/TC, F.J. 35, el Tribunal Constitucional sostiene que si bien el
principio de subsidiariedad, al que debe atenerse el accionar del Estado, y el respeto al
contenido esencial de las libertades económicas, constituyen, básicamente, límites al poder
estatal. La Constitución reserva al Estado, respecto del mercado, una función super-visora y
correctiva o reguladora (Estado vigilante, garantista y corrector).
Este principio es, en primer lugar, un límite al poder estatal: la autoridad pública no puede
participar libremente en la actividad económica. Solo lo puede hacer sujeta a la subsidiariedad,
que debe ser entendida como una función supervisora y correctiva o reguladora del mercado.
La regla general es, entonces, la libre actuación de las personas, pero al mismo tiempo el
Tribunal reconoce que hay ámbitos de la vida social que no pueden regularse exclusivamente a
partir del mercado. Por ello, la función de regulación y corrección debe pertenecer al Estado
(Rubio 2013: 293).
8. Libre competencia
“El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la limite y el abuso
de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede autorizar ni
establecer monopolios (artículo 61)”.
9. Libertad de contratar
La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar válidamente según las normas
vigentes al tiempo del contrato. Los términos contractuales no pueden ser modificados por
leyes u otras disposiciones de cualquier clase. Los conflictos derivados de la relación
contractual sólo se solucionan en la vía arbitral o en la judicial, según los mecanismos de
protección previstos en el contrato o contemplados en la ley (artículo 62).
Esto quiere decir que cualquiera puede contratar con fines lícitos, siempre que no se
contravengan leyes de orden público.
Para Posner (1998: 93) el derecho contractual tiene otra función, no obstante íntimamente
relacionada con impedir el comportamiento oportunista: completar el acuerdo de las partes
mediante una interpolación de las cláusulas faltantes. Esta función se relaciona también con el
carácter secuencial del cumplimiento contractual. Entre más prolongado sea el cumplimiento
contemplados en el contrato más difícil será para las partes prever las diversas contingencias
que podrían afectar el cumplimiento.
De acuerdo con Ayala (2004: 248), la trascendencia económica del contrato reside en la
libertad que otorga a los agentes para utilizar su propiedad como lo crean conveniente. A lo
largo de la evolución del capitalismo, la propiedad comunal fue desapareciendo como la forma
dominante, y en su lugar comenzó a desarrollarse la propiedad privada, definida por un
conjunto de derechos cada vez mejor especificados, que no sólo incluían el derecho de
disfrutar, sino el transferir y aun destruir la propiedad.
Los contratos-ley son acuerdos del Estado con inversionistas privados, nacionales o
extranjeros, a los que en el contrato se les otorgan determinadas seguridades, generalmente
de política económica o de naturaleza tributaria. Nuestra Constitución establece que estos
contratos ley tampoco pueden ser modificados legislativamente.
En definitiva, los contratos-ley constituyen una forma de dar estabilidad a los inversionistas ya
que son factores determinantes y preponderantes para atraer la inversión privada, para lo cual
resulta necesario que las reglas de juego de un país sean lo suficientemente claras, con la
finalidad de dar seguridad jurídica36 a los empresarios privados. Normalmente, los
empresarios no invierten o eligen otro país para hacerlo cuando las reglas de juego no son
claras o simplemente no hay estabilidad jurídica.
Sin embargo, el Tribunal Constitucional, a través del EXP N.º 0005-2003-AI/TC estableció lo
siguiente:
(…) sin perjuicio de que más adelante se precise mejor los contornos de la institución
denominado contrato-ley, este, constituyendo una figura sui generis de la institución del
contrato, no es una categoría normativa, una fuente formal del derecho constitucional, como
cualquiera de las enunciadas en el inciso 4 del artículo 200 de la Constitución. (F.J. 12).
(…) en criterio que este Tribunal comparte, el contra-to-ley es un acuerdo de voluntades entre
dos partes, que rige para un caso concreto, solo que está revestido de una protección especial
a fin de que no pueda ser modificado o dejado sin efecto unilateralmente por el Estado. El
blindaje del contrato-ley de manera alguna lo convierte en ley (…), únicamente obliga a las
partes que lo acordaron, en ejercicio de su libertad contractual, y dentro de su relación jurídico
patrimonial.
Ningún país puede mantener una economía cerrada o autárquica, esto es, sin tener relaciones
eco-nómicas con el resto del mundo. Un país cualquiera se encuentra relacionado con el resto
del mundo a través de dos grandes vías: el comercio (de bienes y servicios) y las finanzas.
La inversión económica puede ser: nacional o extranjera. La inversión nacional es el gasto que
realizan dentro del territorio nacional los agentes económicos del propio país. Esta a su vez,
puede ser pública (cuando el agente económico es el Estado) o privada (cuando el agente es
una empresa privada).
Ahora bien, la inversión en sentido económico, llamada también inversión productiva o real, es
la que supone un incremento del capital productivo del país (activos que son utilizados en el
proceso productivo de las empresas del país), la misma que tiene como consecuencia la
generación de empleo o expansión del mismo. Esta inversión es un factor determinante para el
crecimiento económico, por ello el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) depende
fundamentalmente del nivel de inversión productiva (I), esto es: PBI = f (I).
Para César Landa (2008: 63) es importante que la inversión extranjera se someta al principio
de igualdad de trato de la inversión nacional, lo que no obsta para que, excepcionalmente, el
Estado pueda otorgar a la inversión extranjera un trato especial, que no suponga
discriminación, sino diferenciación, lo que es constitucional. Así, cualquier diferenciación de
trato preferencial de la inversión extranjera, debe basarse en objetivos económicos razonables
y acordes con los principios y valores constitucionales. Debe ser racional, es decir, conforme
con los motivos que dan lugar a aceptar la inversión extranjera, y ser pro-porcional, no
desmedido.
En ese sentido, según lo expresado por el Tribunal Constitucional43: “De acuerdo con lo
establecido por el artículo 65 de la Constitución, el Estado mantiene con los consumidores o
usuarios dos obligaciones genéricas a saber:
CONCLUSIONES
1. Los principios generales de régimen económico de la Constitución Política del Perú
han contri-buido a la estabilidad y crecimiento económico debido a que tales
disposiciones no pueden ser modificadas por el procedimiento legislativo
ordinario, lo que permite la institucionalización de las normas constitucionales
principio con una visión de largo plazo.
2. La libre iniciativa privada constituye un principio esencial que orienta el modelo
económico del Perú, el mismo que se encuentra en línea con el principio de
actuación subsidiaria del Estado en la economía. En ese sentido, se debe legalizar
la libertad individual, no para restringirla, por el contrario, para promover el
emprendimiento y la creatividad de los empresarios, con autonomía plena y, de
esta manera, contribuir a elevar el nivel de bienestar a través del intercambio en el
mercado.
3. El principio de subsidiariedad es un límite al ejercicio del poder de los gobiernos de
turno. No obstante, para contribuir a fortalecer el orden constitucional en materia
económica es necesario disponer expresamente otros límites a la coacción
arbitraria del poder estatal, de tal forma que prevalezca la libertad individual.