Historia Del Perú
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Los primeros grupos humanos habrían llegado hacia fines de la glaciación wisconsiense hacia
el XI milenio a. C. como cazadores-recolectores, cuyos descendientes empezaron a desarrollar
la horticultura hacia el VIII milenio a. C. A partir de entonces se dio inicio un escalamiento en la
complejidad social y cultural de los pueblos de la región, que dio nacimiento al Antiguo Perú.
Hacia el IV milenio a. C., aparecieron en la costa central las primeras sociedades
con arquitectura monumental que tejieron una extensa red de comercio vinculando productos
de la Amazonía y las costas ecuatorianas. Conformaron la cultura Caral-Supe, desvanecida
hacia el 1800 a. C. mientras daba paso a nuevas poblaciones en la costa al norte y sur, albores
del surgimiento de Cupisnique y al posterior fenómeno de Chavín, un importante centro
cultural que articuló las sociedades agrícolasde su época hasta el 200 a. C.
Chavín fue sucedida por los primeros Estados militarizados de las culturas Moche al norte
y Nazca al sur, surgidos en paralelo al ascenso de Tiahuanaco en el Altiplano. Hacia el año 600,
surge en la zona de Ayacucho la cultura Huari, cimentada en desarrollo de la andenería para el
cultivo del maíz, la cual mostró un desarrollo urbanístico y una notable influencia Nazca y
Tiahuanaco. Huari se expandió progresivamente por los Andes al norte hasta Cajamarca. A
inicios del II milenio el poder político se fraccionó dando origen varios estados centralistas
como Lambayeque y Chimú en el norte y Chincha en el sur. Este último articuló una vasta red
de comercio desde el Ecuador hasta el Altiplano. En 1438, el Imperio incaico inicia su
expansión hasta dominar, hacia el siglo XVI, el territorio más extenso en el hemisferio
occidental.
eriodo Lítico[editar]
Pinturas rupestres de una de las cuevas de Toquepala, cuya antigüedad se ha calculado en
9000 años.
Los primeros peruanos, organizados en bandas y clanes, eran cazadores y recolectores. La caza
de camélidos sudamericanos en las zonas alto andinas (especialmente guanacos); y la pesca y
recolección de mariscos en la costa del océano Pacífico (aprovechando la riqueza biológica de
la Corriente de Humboldt) fueron sus principales actividades económicas. También elaboraban
herramientas de piedra tallada. Los vestigios más importantes de esa época han sido hallados
en los siguientes yacimientos:
El Guitarrero I
Chivateros
Jayhuamachay I
Toquepala
Paiján
Tres Ventanas
Lauricocha.
Periodo Arcaico[editar]
La primera parte del Arcaico, conocido como Arcaico Temprano, se extiende del 8.000 al 3500
a. C.
Luego del retiro progresivo de los glaciares, los cazadores de camélidos y cérvidos colonizaron
las punas y los valles alto-andinos. Las condiciones climáticas similares a las actuales
aceleraron el proceso de domesticación de las plantas y animales. Aparecen así los primeros
horticultores seminómadas, pero sin dejar de lado la caza y la recolección. En la costa, la
actividad predominante era la pesca y el marisqueo.
Santo Domingo de Paracas, en la península de Paracas, donde se hallaron los restos del
primer pescador con red de América, constructor de la aldea más antigua del Perú. Es
el primer horticultor de la costa andinoamericana.
Chilca (Pueblo 1), en el pampa de Chilca, en la costa central, sur de Lima, con restos de
una pequeña aldea con chozas y entierros.
Piquimachay (fase Jayhua y Chihua) , cerca de Ayacucho, sierra sur, con restos del
primer criador de cuyes de América; cultivo de quinua y calabaza.
Cerro Paloma, en el valle de Chilca, en la costa central, sur de Lima, donde se hallaron
restos de aldeas superpuestas, así como numerosos entierros humanos.
El Antiguo Perú[editar]
Precerámico Tardío[editar]
Pirámides en Caral.
El Altar del Fuego Sagrado en Caral.
En la segunda mitad del Arcaico, conocido como Arcaico Tardío y que se extiende de 3.000
a 1800 a. C. se caracteriza principalmente por la aparición la arquitectura monumental con los
primeros centros administrativos-ceremoniales o templos. Aparecen organizaciones más
complejas de tipo presuntamente teocrático. Los ciclos agrícolas, dominados por sacerdotes
astrónomos, debieron dotar a estos de mucho poder.
En Huaca Prieta, en el valle de Chicama, costa norte en La Libertad, se halló el primer textil
precerámico del Perú y de América, así como mates pirograbados.
Hacia el 3200 a. C. surge la civilización Caral en la costa central peruana. Una de sus ciudades
más antiguas, Caral, tenía pirámides de piedra, plazas ceremoniales y altares en torno a fuego
sagrado, diseños complejos que evidencian un dominio magistral en el uso del espacio. Sus
habitantes tocaban música con flautas de dos bocinas.
Desde entonces, a lo largo del territorio peruano se sucedieron una serie de tradiciones
culturales que originaron Confederaciones, Reinos e imperios durante casi cuarenta siglos.
Cabeza clava en su ubicación original, uno de los muros del Templo Nuevo de Chavín.
Las mayores expresiones monumentales que destacaron durante los inicios del Formativo,
algunos de los cuales se mantuvieron vigentes en la siguiente fase, fueron:
Sechín Alto, en Casma, es un complejo enorme, tal vez el más grande del Formativo,
con un templo piramidal de plataformas superpuestas como monumento principal.
Cerro Sechín, entre los ríos Sechín y Casma, cerca del anterior, célebre por sus
monolitos de sus fachadas, con representaciones en relieve de sacerdotes-guerreros y
cuerpos mutilados (hacia 1500 a. C.).
En el Formativo Medio, surge la cultura Cupisnique, en la costa norte, que lleva a la cerámica
andina a sus primeras cimas artísticas. De la misma área de influencia es el complejo
de Caballo Muerto, en el valle del Moche (La Libertad), siendo su principal monumento
la Huaca de los Reyes. También destacan Punkurí y Cerro Blanco, en el valle de Nepeña
(Áncash).
A partir del 900-800 a. C. se observa en el mundo andino integraciones religiosas y políticas sin
precedentes. Los templos locales fueron abandonados y se impuso Chavín de Huántar como
centro de culto de prestigio suprarregional. El llamado Templo o Castillo de Chavín se convirtió
en centro de peregrinación de todas las culturas andinas (hacia el 800 a. C.). Ha dado su
nombre a todo un horizonte cultural (Cultura Chavín) que es bien conocido por sus
representaciones artísticas de seres que mezclan atributos de jaguar, serpiente y ave en forma
humanizada, comúnmente conocido como el “dios felino”. Representaciones de dicho dios y
sus variantes se hallan en diversas esculturas o monolitos chavines: el Lanzón monolítico,
la Estela de Raimondi, el Obelisco Tello, la Estela de Yauya y las Cabezas clavas. La influencia de
dicho santuario fue tan acentuada a tal punto que el cronista español Vásquez de Espinoza
(1630), dos milenios después, escuchó que había sido este un antiguo "santuario de los más
famosos de los gentiles".
En el final de este período, hacia el 400 y 200 a. C., la presión de las poblaciones vecinas, que
se filtraron desde la periferia, provocó el abandono de los templos y de varios centros
regionales menores.
Culturas Regionales[editar]
Intermedio Temprano, entre los siglos II a. C. y VI d. C.
Hacia el 200 a.C. la civilización andina había evolucionado a formas políticas más complejas. La
agricultura se hizo extensiva, construyéndose grandes irrigaciones sobre los desiertos de la
costa norte y central e ingeniosos acueductos subterráneos en la costa sur. Las
sociedades Moche, Nazca, Recuay, Cajamarca, Vicus, Lima y Tiahuanaco (esta con capital en
un gran centro ceremonial del mismo nombre en el norte de Bolivia) son las más conocidas y
exitosas de este período. La mayoría de ellas parece haber estado regida por sofisticadas élites
guerreras que alentaban la producción de objetos de arte de gran calidad, que son
considerados algunas de las obras más importantes del arte
americano precolombino (especialmente la alfarería moche, nazca y recuay; el tejido nazca, la
joyería moche, el arte lítico tiahuanacota).
El Imperio Huari[editar]
Diversos trastornos climáticos (sequías del siglo VI y fenómenos del Niño fuertes en el siglo VII)
afectaron negativamente a las culturas costeñas. Parece ser que las culturas de la sierra se
adaptaron mejor a la nueva situación porque las de la costa iniciaron cierta decadencia. El
Estado Tiahuanaco alcanza una enorme influencia por todo el sur peruano, el norte chileno y
buena parte de Bolivia. En la sierra sur peruana, la cultura huarpa de Ayacucho se vio
fuertemente influenciada tanto por el esplendor de las creencias y rituales de Tiahuanaco
como por el intercambio comercial con los nazca de la costa, hasta generar un proceso cultural
original, desarrollando un tipo de urbanismo desconocido hasta entonces en los Andes. Pronto
los ayacuchanos hicieron de la ciudad de Huari su centro, dotándola de grandes templos, calles
ortogonales y sistemas de canales de agua dentro de la ciudad. Los huari, aprovechando las
laderas de los cerros, iniciaron un tipo de agricultura de bancales o andenes en las montañas a
una escala nunca antes vista. Así generaron los excedentes económicos suficientes para
emprender la expansión de sus dominios y cultura.
Hacia el 900 d.C. empezó la decadencia de Huari, por razones que nos son desconocidas. Las
diferentes regiones del imperio se fueron independizando del poder de la capital y finalmente
esta quedó abandonada y acabó siendo saqueada. Luego de desaparecer el poder imperial las
grandes ciudades fueron abandonadas y en muchas regiones se regresó a la vida basada en
aldeas poco desarrolladas. Otras regiones, sin embargo, se embarcaron en un nuevo
florecimiento regional fundándose de esta manera los reinos y señoríos del periodo
Intermedio Tardío tales como Lambayeque, Chimú, Chancay, el señorío Ichma, el
señorío chincha o el proto señorío Inca. Sin embargo, los enfrentamientos entre estos señoríos
no acabaron y la formación de ejércitos, batallas e intentos de conquista continuarían siglos
después.
La ciudad sagrada de Pachacámac, un gran centro de peregrinación de la costa central, que con
los huari había alcanzado gran esplendor, tras la decadencia de estos se alzó como centro del
señorío Ichma (Lima).
Tras la caída de Huari, el espacio político en el antiguo Perú se recompuso y surgieron una
serie de estados y señoríos independientes.
El altiplano del Titicaca, luego de la caída de Tiahuanaco (hacia 1100 d. C.), vio el surgimiento
de los reinos aymaras, como los collas y los lupaca, cuyas economías estaban dominadas por la
ganadería de camélidos sudamericanos. En la sierra nororiental, florecieron los chachapoyas.
En la sierra central y sur, el vacío creado por la desaparición de Huari fue llenado por una serie
de federaciones de ayllus o clanes macro familiares cuya economía, completamente agraria,
tenía fuertes tintes militares y estaba marcadas relaciones rituales. Entre estos pueblos
estaban los huancas, los pocras, los chancas y los quechuas del Cuzco. Estos últimos fundaron
el Curacazgo Inca.
El cultura ichma, tuvo su centro en los valles de Lurín y Rímac (Lima), siendo su
principal centro ceremonial Pachacámac, donde se elevaba un templo en honor a
la deidad del mismo nombre. Otros centros importantes de esta cultura
fueron Armatambo,9 Maranga (la ciudad de tapia)10 y Mateo Salado,11 todos en el valle
del Rímac, donde elevaron pirámides de tapiales, con rampas de acceso. 12
Continuadores de la cultura lima, los ichma aprovecharon y mejoraron la excelente red
de canales o acequias que heredaron.
El Imperio incaico: Tahuantinsuyo[editar]
Los incas extendieron su área de dominio en la región andina abarcando grandes porciones
territoriales de las actuales repúblicas de Perú, Bolivia y Ecuador, así como partes
de Argentina, Chile y Colombia. Tomaron de los diversos pueblos o naciones anexados (unos
200) muchas expresiones culturales y la adaptaron a su realidad estatal, difundiéndolos en
todo el territorio de su imperio y dándoles un sentido de unidad cultural. Todo ello pudieron
lograrlo gracias a una acertada organización política y administrativa.
La historia de la formación del Imperio Inca ha sido reconstruida con dificultad, ya que los
pueblos andinos carecían de una escritura propiamente dicha. Los cronistas españoles
recogieron noticias histórico-legendarias, de boca de algunos nobles incas.
Según una leyenda transmitida por el Inca Garcilaso de la Vega, el fundador de la dinastía inca
fue Manco Cápac, que, junto con su esposa Mama Ocllo, salió del lago Titicaca, enviado por su
padre el Sol para fundar una ciudad destinada a civilizar y unificar el mundo andino. La pareja
real llegó hasta la región del actual Cuzco, donde se hundió una varilla que llevaban consigo,
señal que el Sol les daba indicándoles el sitio donde debería realizarse la fundación. Otra
leyenda (posiblemente la que más se ajusta a la tradición inca), menciona a Manco Cápac
como integrante de un grupo de cuatro hermanos y sus esposas, también de origen solar, que
salieron de las ventanas o grutas del cerro Tamputoco, al sudeste del valle de Cuzco. Manco
eliminó primero a sus hermanos, tras lo cual se estableció con sus hermanas y algunos
parientes en el valle de Cuzco. Sus sucesores consolidaron el dominio inca en el valle
(Curacazgo Inca) y empezaron a enfrentarse a los pueblos vecinos: Sinchi Roca, que solo fue un
jefe militar o sinchi; Lloque Yupanqui, que llegó a concretar alianzas con distintos pueblos
circundantes, iniciando la llamada Confederación Inca; Mayta Cápac, que logró una victoria
sobre los alcahuizas; Cápac Yupanqui, que venció a los condesuyos; Inca Roca, que venció a
otros pueblos vecinos; y Yahuar Huaca, cuyo gobierno fue breve y sucumbió a manos de los
condesuyos; y Viracocha, que salvó al Estado inca logrando triunfar sobre los pueblos hostiles
y emprendiendo luego expediciones victoriosas.
La verdad histórica que se desentraña de estos relatos es que los incas habrían sido una etnia
(posiblemente quechua), que hacia el siglo XIII d.C. llegaron al valle de Cuzco, procedente de la
región adyacente al lago Titicaca (altiplano boliviano). Una teoría postula que los incas serían
herederos del antiguo imperio huari. En el valle del Cuzco se habrían mezclado con algunos
pueblos y expulsado a otros. En el siglo siguiente, lograron imponerse a las poblaciones más
cercanas al valle cusqueño y paulatinamente extendieron sus territorios, combatiendo a sus
enemigos collas (del altiplano, en la actual Bolivia) y chancas (de las actuales regiones de
Ayacucho y Apurímac), en unión con sus aliados quechuas.
Siguiendo con el relato legendario, con la muerte de Viracocha se iniciaron las disputas por el
trono. El sucesor legítimo fue depuesto por su hermano Cusi Yupanqui, que adoptó el nombre
de Pachacútec (el que transforma la tierra) y encabezó la defensa del Cuzco sitiado por los
chancas, logrando el triunfo. Este episodio, que ocurrió hacia el año 1438, marcó el inicio del
periodo imperial incaico, es decir, el de las grandes conquistas.
Los incas históricos[editar]
El Inca Pachacútec.
Civilización incaica[editar]
Machu Picchu.
La organización política incaica fue una de las más avanzadas de la América precolombina.
Tuvo una monarquía absoluta y teocrática. El Sapa Inca o simplemente, el Inca, era el máximo
gobernante, uniéndose en su persona el poder político y el poder religioso. El imperio adoptó
el nombre de Tahuantinsuyo, es decir, los cuatro suyos o regiones, concordantes con los
cuatro puntos cardinales.
La base de la organización social del Imperio incaico estuvo en el Ayllu, que puede definirse
como el conjunto de descendientes de un antepasado común, real o supuesto que trabajan la
tierra en forma colectiva y con un espíritu solidario. En el Imperio todo se hacía por ayllus: el
trabajo comunal de las tierras (tanto las del pueblo mismo como las del Estado); las grandes
obras públicas (caminos, puentes, templos); el servicio militar y otras actividades.
La sociedad estuvo organizada a base de clases sociales. Existían dos clases muy diferenciadas:
la Nobleza y el Pueblo. En cada una de estas clases había diversos niveles. La nobleza se dividía
en nobleza de sangre (la familia del inca, conformada por el auqui o el príncipe heredero,
la coya u esposa del Inca, entre otros) y nobleza de privilegio (integrada por gente
recompensada por sus meritorios servicios, ya fuesen militares o de otra índole). El pueblo
estaba integrado por los hatunrunas (la gran masa de campesinos), los mitmaqkunas o
mitimaes (grupos étnicos trasladados de un lugar a otro, según conveniencia del Estado) y
los yanacunas o yanaconas (personas asignadas a tareas especiales, como el servicio
doméstico).
La ciudadela de Machu Picchu, considerada una de las siete maravillas del mundo, fue
descubierta científicamente en 1911 por el estadounidense Hiram Bingham. Está ubicada a casi
2400 metros de altura, en la provincia de Urubamba, departamento del Cusco, en pleno Andes
Amazónicos. Se trata de un conjunto de palacios, torreones militares (sunturhuasis) y
miradores, que se elevan entre los picachos Machu Pichu (cumbre vieja) y Huayna Pichu
(cumbre joven). Es sin duda una de las realizaciones más impresionantes de la ingeniería a
nivel mundial. Pocas obras como esta muestran tanta armonía con el entorno natural. Fue
construido, según todas las probabilidades, en el reinado de Pachacútec, en el siglo XV.
Actualmente es uno de los sitios arqueológicos más importantes del mundo y el principal
destino turístico del Perú.16
Otro ejemplo notable de la ingeniería incaica es el Cápac Ñan o Camino Principal, de una
longitud estimada de 6.000 km y que servía de enlace a una red articulada de caminos e
infraestructuras construidas a lo largo de dos milenios de culturas andinas precedentes a los
incas. Todo este conjunto de caminos, de más de 20 000 km, vinculaba diversos centros
productivos, administrativos y ceremoniales, teniendo como centro a la ciudad del Cuzco,
donde, como la Roma antigua, todos los caminos confluían.
El arte textil incaico se caracteriza por sus tejidos con diseños geométricos o tocapus y por la
fineza de su técnica. Destacaron también sus tapices y sus mantos de plumas.
La cerámica incaica tiene dos formas típicas: el aríbalo (cántaro) y el quero (vaso), aunque este
último existió desde la época huari y era confeccionado también en madera y metal.
Virreinato[editar]
Los españoles, con ayuda de los grupos étnicos opuestos a la dominación cusqueña o
simplemente opuestos a que Atahualpa fuera el gobernante en lugar de Huáscar, se apostaron
de manera estratégica por toda la plaza de Cajamarca. Así, entró Atahualpa, llevado en andas,
seguido por el curaca de Chincha, también en andas debido a su importante condición como
aliado del imperio, con su enorme séquito y algunos guerreros, mientras que el grueso del
ejército se quedó en las afueras de la ciudad. El sacerdote dominico Vicente de Valverde fue el
portavoz de los españoles, que demandaron al Inca que se sometiera a la voluntad del Rey de
España y se convirtiera al cristianismo, siguiendo la fórmula del Requerimiento. El diálogo que
siguió ha sido narrado de forma diferente por los testigos. Según algunos cronistas, la reacción
del Inca fue de sorpresa, curiosidad, indignación y desdén. Atahualpa exigió más precisiones,
por lo que recibió de manos de Valverde un breviario, al que revisó minuciosamente. Al no
encontrarle significado alguno, el Inca lo tiró al suelo. A una señal, los españoles atacaron al
Inca y a su séquito, matando a centenares de indígenas. 19 Tras esta matanza de Cajamarca,
Atahualpa fue puesto en prisión, donde ofreció llenar una sala con objetos de oro y dos con
objetos de plata, a cambio de su libertad, lo que los españoles, codiciosos, aceptaron. 20
En 1533, los españoles, desconociendo la promesa de libertad que habían hecho a Atahualpa,
lo sometieron a juicio, acusándolo de idolatría, poligamia, incesto, de haber asesinado a su
hermano Huáscar y de tramar la muerte de los españoles. De la manera más arbitraria, el Inca
fue condenado a la pena de estrangulamiento, que se cumplió en la noche del 26 de julio de
1533, en la plaza de Cajamarca,21 hecho que constituyó un detestable crimen que la misma
corona española habría de condenar.
El saqueo de Coricancha(Templo del Sol del Cuzco), por parte de los conquistadores españoles.
Cuadro del pintor peruano Teófilo Castillo.
Los españoles y sus aliados indígenas recorrieron el imperio hacia el sur, utilizando los
magníficos caminos incaicos, siendo recibidos entusiastamente por los huancas en la ciudad de
Jatun Xauxa (Jauja). Tras enfrentarse con éxito a las tropas atahualpistas, arribaron al Cuzco el
14 de noviembre de 1533, ciudad a la que sometieron al pillaje. 22 Luego impusieron a Manco
Inca (hijo de Huayna Cápac y uno de los pocos sobrevivientes de la matanza perpetrada por los
atahualpistas) como nuevo gobernante de un imperio ya desmembrado. 23 Esta inicial alianza
de Manco Inca y otros nobles cusqueños con los españoles, se entiende debido a que,
probablemente, creyeron que estos eran un grupo étnico más llegado desde tierras lejanas y
que a la larga los podrían someter cuando ya no los necesitaran. Esta élite no tenía forma de
saber que a la larga el juego de favores con estos primeros invasores se les escaparía de las
manos con la llegada de más españoles, por la desconfianza que se originaría entre ellos y de
su falta de unión frente a una fuerza extranjera.
De todos modos, la rebelión de Manco Inca constituyó una verdadera guerra de reconquista
incaica, en la que perecieron unos dos mil españoles y muchos miles de indígenas de uno y
otro bando, lo que prueba fehacientemente que la conquista española no había finalizado en
Cajamarca en 1533. Hasta mediados del siglo XX, era tópico común sostener que los españoles,
pese a su inferioridad numérica, habían triunfado gracias a su superioridad técnica, al uso de
las armas de hierro y de los caballos o por el auxilio divino, pero este mito fue desmontado por
el historiador peruano Juan José Vega,25 quien resaltó el importante papel cumplido por las
etnias dominadas por los incas, como los huancas, los chachapoyas, los cañaris, quienes
apoyaron en masa a los conquistadores españoles, siendo en realidad los verdaderos artífices
de la victoria española.
Catástrofe demográfica[editar]
Por las Capitulaciones de Toledo, que Pizarro había firmado con la corona española en 1529 se
establecía que este podía gobernar en nombre del Rey todas las tierras al sur (hasta 250
leguas) de Tumbes. Posteriormente, el otro líder conquistador, Diego de Almagro, obtendría el
mismo estatus en los territorios al sur de la gobernación de Pizarro. Sin embargo, el límite
estaba cerca del Cuzco, lo que hizo que uno y otro bando reclamaran la posesión de la capital
del Imperio incaico. Ello fue el inicio en 1538 de una larga etapa de luchas intestinas entre los
conquistadores, donde no sólo se disputaron territorios sino derechos (encomiendas) y
privilegios, a veces sólo entre ellos, a veces contra la corona.
Las dos primeras fases se pueden resumir como una disputa entre los bandos de almagristas y
pizarristas, estos últimos alineados finalmente en torno al representante de la Corona, el
visitador Vaca de Castro. Mientras que las dos fases siguientes se definen claramente como la
rebelión de los encomenderos en contra de la Corona española, motivada por algunas leyes u
ordenanzas que iban contra sus intereses: en el caso de la rebelión de Gonzalo Pizarro, por la
supresión de las encomiendas hereditarias, y en el caso de la de Francisco Hernández Girón,
por la supresión del trabajo personal de los indios, entre otras razones.
El orden virreinal[editar]
Mapa «Perv. Mar del Zvr». Cartógrafo: Guiljelmus Blaeuw. (1635). Edición Príncipe. 300
ejemplares.
La sociedad virreinal era conservadora y clasista. Los hijos de españoles nacidos en América
(los criollos) tenían en un principio menor estatus que los propios españoles, y estaban
impedidos de acceder a los más altos cargos. Debajo de ellos, en la escala social, estaban los
indígenas y los mestizos. Sólo los curacas andinos conservaron parte de sus antiguos privilegios
y merecieron instituciones especiales como escuelas para hijos de nobles. Se importaron
esclavos de África ecuatorial y fueron colocados en el último escalón de la sociedad.
Desde los tiempos de los conquistadores se fundaron nuevas ciudades algunas de las cuales
alcanzaron un gran esplendor registrado en la riqueza de sus templos, como Arequipa,
Huamanga (Ayacucho), Huancavelica, Trujillo, Zaña y las refundadas ciudades incas
de Cuzco y Cajamarca.
El siglo XVIII[editar]
El cacique José Gabriel Condorcanqui, más conocido como Túpac Amaru II, que dirigió la gran
revolución indígena de 1780.
Como en tiempos de los incas, hubo diferentes insurrecciones contra el poder establecido. Las
grandes insurrecciones de Juan Santos Atahualpa en la selva central (1742-1756), la del curaca
José Gabriel Condorcanqui o Túpac Amaru II, en 1780 y la continuación de esta por Túpac
Katari en el Alto Perú desestabilizaron el orden colonial y determinaron severísimas
represiones de parte de las autoridades. Es entonces cuando el virreinato empieza a
militarizarse y los virreyes se preparan para afrontar los tiempos turbulentos de la
independencia.
De las Cortes de Cádiz a la Emancipación[editar]
En 1810 y tras la invasión y usurpación del trono de España por parte de Napoleón Bonaparte,
las colonias americanas establecieron juntas de gobierno, leales a la monarquía, que a la larga
no fueron sino el primer paso a la independencia, debido al cambio político al régimen liberal
en España. Sin embargo en el Perú, el poderoso virrey José Fernando de Abascal deshizo uno
por uno los intentos independentistas que iban surgiendo en el territorio de su virreinato:
Abascal también frenó las tres expediciones enviadas por la Junta de Gobierno de Buenos
Aires a través del Alto Perú. Pero hizo mucho más, pues desde Lima dirigió con éxito la
contrarrevolución sobre los movimientos juntistas surgidos en Chile y Quito. El Virreinato del
Perú se convirtió así en el bastión del poderío español en Sudamérica y fue necesario que
confluyeran allí las dos corrientes libertadoras surgidas en los extremos del continente, la del
Norte (encabezada por el venezolano Bolívar) y la del Sur (encabezada por el rioplatense José
de San Martín).
República[editar]
Tras permanecer en Pisco casi dos meses, San Martín ordenó el reembarque del Ejército
Libertador, que se inició el 24 de octubre de 1820. Días antes, el 21, dio un decreto
estableciendo la primera bandera del Perú y el primer escudo del Perú, que posteriormente
serían modificados por Bolívar, aunque la bandera conservó sus colores originales: el rojo y el
blanco.30
La expedición libertadora enrumbó hacia el norte, pasando frente al Callao, para finalmente
desembarcar en el puerto de Huacho, a 170 km al norte de Lima. El ejército libertador avanzó
hasta el poblado vecino de Huaura, donde estableció su cuartel general.31 Fue en Huaura
donde por primera vez San Martín proclamó la independencia del Perú, en noviembre de
1820, desde un balcón que hasta hoy se conserva como joya histórica. 32
Otro suceso importantísimo, fue la Independencia de todo el Norte del Perú, obra de los
patriotas locales, de manera pacífica. La primera ciudad norteña en jurar su independencia
fue Lambayeque, el 27 de diciembre de 1820.36 Luego, la ciudad de Trujillo (capital de
la Intendencia del mismo nombre), a instigación de su intendente, José Bernardo de Tagle,
marqués de Torre Tagle, lo hizo el 29 de diciembre de 1820. Sucesivamente hicieron lo
mismo Piura, Cajamarca, Chachapoyas, Jaén y Maynas.37 El mismo San Martín reconoció
posteriormente que si no hubiera sido por el apoyo masivo del norte peruano, se habría visto
en la necesidad de volver a Chile para reorganizar sus fuerzas, ya que estas eran inferiores a las
fuerzas virreinales. Queda así claro que el apoyo de los peruanos fue fundamental y decisivo
para lograr la Independencia Hispanoamericana. Posteriormente se difundiría el llamado “mito
de la independencia concedida”, según el cual la independencia peruana fue concedida por los
ejércitos libertadores argentino-chileno y grancolombiano, desconociéndose el aporte
peruano.38
Proclamación de la Independencia del Perú, por parte del general José de San Martín.
Lima, la capital virreinal, se vio amenazada por el avance del ejército libertador y el acoso de
las montoneras patriotas, estas mayormente conformadas por hombres andinos, y que, dicho
sea de paso, constituyen otro ejemplo del aporte valioso de los peruanos a la Independencia. 42
A comienzos de julio de 1821 se vivía en Lima una tremenda escasez de alimentos, debido
precisamente al asedio de las montoneras, que cortaron las vías de comunicación con el
exterior.43 Las tropas realistas no contaban con recursos y los patriotas ya habían conseguido
importantes victorias al interior del país, en tanto la población entera reclamaba la presencia
del Libertador.
Ante la situación adversa, La Serna abandonó Lima y se dirigió hacia la sierra. San Martín
ingresó a Lima en la noche del 12 de julio de 1821. El cabildo de Lima firmó entonces el Acta de
Independencia del Perú el día 15 de julio, independencia que San Martín proclamó en una
ceremonia pública el 28 de julio (fecha que desde entonces se celebra como Fiestas Patrias). 44
Sin embargo, la proclamación de la independencia fue meramente un acto formal, ya que las
fuerzas realistas continuaron dominando las regiones más extensas, más pobladas y más ricas
del país: la sierra central y todo el sur peruano (incluyendo el Alto Perú), teniendo como nueva
capital virreinal al Cuzco.45
Tras proclamar la independencia del Perú, San Martín asumió el mando político militar de los
departamentos libres del Perú, bajo el título de Protector, según el decreto del 3 de agosto de
1821. Su gobierno se llamó el Protectorado del Perú. Dio al estado peruano su primera
bandera y escudo, su himno nacional, su moneda, su administración primigenia y sus primeras
instituciones públicas. Asimismo, creó la Biblioteca Nacional del Perú, dio libertad a los hijos de
los esclavos negros y abolió el tributo indígena. Pero faltaba dar una Constitución Política y
mientras tanto, impuso un Reglamento provisorio, reemplazado después por un Estatuto. 46
El 27 de diciembre de 1821, San Martín convocó por primera vez a la ciudadanía con el fin de
que eligiera libremente un Congreso Constituyente, con la misión de establecer la forma de
gobierno que en adelante regiría al Perú, así como una Constitución Política adecuada. 47 En lo
personal, San Martín era partidario de la Monarquía Constitucional, aunque la mayoría de los
peruanos simpatizaban con la forma republicana de gobierno, al estilo de los Estados Unidos.
Pintura que representa la instalación del Primer Congreso Constituyente del Perú en la capilla
de la Universidad de San Marcos el 20 de septiembre de 1822.
El problema mayor para San Martín, era, indudablemente, la guerra contra los realistas. Hay
quienes le han reprochado el no emprender una ofensiva total sobre los realistas, como lo
había hecho en Chile, pero el Libertador tenía sus razones. En primer término, era consciente
de la inferioridad numérica de sus fuerzas, comparada con la de los virreinales. Estos
dominaban el interior del país, desde Jauja hasta el Alto Perú, y sumaban un total de 23.000
soldados, la mayoría hombres andinos. San Martín solo contaba con 4.000 efectivos. Un
importante triunfo para los patriotas fue la rendición de las fortalezas del Callao, el 19 de
septiembre de 1821, cuyo jefe, el mariscal peruano José de la Mar, se sumó a la causa
patriota.48 Mientras tanto, el virrey La Serna reorganizaba sus fuerzas en la sierra central y sur
del Perú y en el Alto Perú, desde donde realizó incursiones sobre la costa, destruyendo un
ejército independiente en la batalla de Ica o de La Macacona, el 7 de abril de 1822. 49
Producida así la confluencia de las dos grandes corrientes libertadoras de Sudamérica, San
Martín viajó a Guayaquil para entrevistarse con Bolívar. Durante esta entrevista, ambos
discutieron a puerta cerrada importantes cuestiones sobre la empresa libertadora, pero sin
llegar a ponerse de acuerdo. San Martín retornó al Perú, desilusionado y convencido de que
debía retirarse para dar pase al Libertador del Norte. 51
Los legisladores empezaron por entregar el poder ejecutivo a un grupo de tres diputados, que
conformaron un cuerpo colegiado denominado la Suprema Junta Gubernativa (presidida por el
general José de La Mar e integrada por Manuel Salazar y Baquíjano y Felipe Antonio Alvarado).
Esta Junta entró en funciones el día 21 de septiembre de 1822. 54
El nuevo gobierno afrontó la guerra contra los realistas que aún dominaban la sierra central y
sur del Perú, poniendo en práctica el plan esbozado por San Martín, llamado el de los “Puertos
Intermedios”. Consistía este en atacar a los realistas desde los puertos del sur peruano,
combinado con otro ataque desde la sierra central, junto con una eventual acometida desde
territorio rioplatense, para cercar así al enemigo. Esta primera Campaña de Intermedios acabó
en fracaso, al no ponerse en práctica el plan completo. Los patriotas sufrieron las derrotas
de Torata y Moquegua(19 y 21 de enero de 1823).55
Mientras que, Riva Agüero, tras ser destituido por el Congreso, marchó a Trujillo, donde en
rebeldía instaló su gobierno, con su propio Senado. En Lima, el Congreso nombró en
reemplazo de Riva Agüero al marqués de Torre Tagle, que se convirtió así en el segundo
Presidente del Perú. De ese modo, dos gobiernos se disputaban el poder en el Perú, asomando
la anarquía.59
Simón Bolívar.
El 5 de febrero de 1824, se produjo un motín en las fortalezas del Callao, de resultas del cual
los realistas recuperaron este importante bastión. Ante tal delicada situación, el Congreso dio
el 10 de febrero un memorable decreto entregando a Bolívar la plenitud de los poderes para
que hiciera frente al peligro, anulando la autoridad de Torre Tagle. Se instaló así la Dictadura. 61
Tras asumir así los poderes absolutos, Bolívar, con refuerzos llegados de la Gran Colombia, se
instaló en Trujillo, donde, contando con los recursos que a manos llenas le otorgaron los
lugareños, preparó la campaña final de la independencia del Perú y de Hispanoamérica. 62
Mientras tanto, en las filas realistas cundió la división, lo que se hizo evidente con la
sublevación del 22 de enero de 1824 del general Pedro Antonio de Olañeta en el Alto Perú.63
Bolívar abrió finalmente campaña, siendo su primera gran victoria fue la batalla de Junín,
librada el 6 de agosto de 1824, donde tuvieron una destacada y decisiva actuación los Húsares
del Perú, conocidos desde entonces como los Húsares de Junín, escuadrón compuesto por
aguerridos montoneros andinos.64 Más tarde, el lugarteniente de Bolívar, el general Sucre,
obtuvo la victoria de Ayacucho, donde también destacó la Legión Peruana, que se constituyó
en la base del ejército peruano (9 de diciembre de 1824). Esta victoria determinó el final de la
guerra en el Perú, que se concretó con la firma de la capitulación de Ayacucho.65 El último
resto de la resistencia realista sucumbió con la toma de las fortalezas del Callao en enero de
1826.66
Si bien Bolívar retornó a Colombia en septiembre de 1826, dejó todo encaminado para
imponer en el Perú la Constitución Vitalicia,69 tal como ya lo había hecho en Bolivia, república
cuya creación fomentó, teniendo como base el territorio del Alto Perú. 70 Pero los elementos
nacionalistas y liberales peruanos desataron los días 26 y 27 de enero de 1827 una rebelión en
Lima, que provocó la caída del régimen bolivariano o vitalicio. 71 Tras el gobierno de una Junta
presidida por Santa Cruz, asumió a la presidencia del Perú el mariscal José de la Mar. Al año
siguiente, se produjo la invasión peruana de Bolivia, que puso igualmente fin al régimen
bolivariano en Bolivia, cuya cabeza era el mariscal Sucre. 72
El año 1827 marcó pues el inicio de la República Peruana libre de toda dominación foránea,
pero significó también el inicio de las pugnas caudillistas. El Perú entró en una etapa marcada
por gobiernos militares, dirigidos por los caudillos de la independencia. El primer conflicto
internacional que debió enfrentar la joven república fue la guerra con la Gran Colombia (1828-
1829). El presidente de este país, Bolívar, ofuscado por el fin de su influencia en el Perú y
Bolivia, desató su ira sobre el gobierno peruano, acompañándolo de reclamos territoriales
(exigía la entrega de las provincias peruanas de Tumbes, Jaén y Maynas). La campaña marítima
fue favorable al Perú, cuya marina capturó el puerto de Guayaquil, pero no lo fue la campaña
terrestre, en la que el ejército peruano sufrió un revés en la batalla del Portete de Tarqui. No
obstante, ambas partes acordaron celebrar la paz, finalizando así la guerra, sin que hubiera un
vencedor. En el tratado de paz y amistad, firmado el 22 de septiembre de 1829, se mantuvo la
situación territorial previa al conflicto. Poco después falleció Bolívar y la Gran Colombia se
fraccionó en tres repúblicas: Venezuela, Nueva Granada (Colombia) y Ecuador. 73
Luis José de Orbegoso, presidente provisorio del Perú (1833-1836).
En 1835, el presidente boliviano Santa Cruz, contando con la aprobación del presidente
peruano Orbegoso, invadió el Perú con un ejército de 5.000 bolivianos. Se desató entonces
una sangrienta guerra. La resistencia peruana la encabezaron Gamarra y Salaverry. Gamarra
fue derrotado por Santa Cruz en la batalla de Yanacocha. Por su parte, Salaverry, tras ganar
la batalla de Uchumayo, acabó por ser derrotado en la batalla de Socabaya y fusilado en
Arequipa (18 de febrero de 1836).78
Ramón Castilla.
En las elecciones de 1845 triunfó Ramón Castilla, iniciando lo que sería su primer gobierno,
que se prolongó hasta 1851, siendo el primer gobierno republicano que pudo culminar su
periodo constitucional. Fue entonces cuando la República Peruana encontró una relativa paz
interior y pudo organizar su vida política y económica. Castilla estableció políticas de
promoción de extracción y exportación de fertilizantes naturales (guano de islas) que iniciaron
una era de prosperidad en el país. La venta del guano se realizó bajo el sistema de las
consignaciones. El historiador Basadre denominó a esta etapa como el de la Prosperidad Falaz,
pues la bonanza sería efímera.
Castilla fue sucedido en 1862 por el general puneño Miguel de San Román, quien solo gobernó
unos meses, pues falleció víctima de una enfermedad. Le sucedió el primer
vicepresidente, Juan Antonio Pezet (1863-1865).
Manuel Pardo se convirtio en el primer presidente civil del perú tras las Elecciones
presidenciales de Perú de 1872, el gobierno de Manuel Pardo y Lavalle (1872-1876)
implementó importantes reformas de tipo liberal en la organización del estado el Partido
Civil dirigio las principales reformas en el estado desde el Club Nacional (Lima), Ante la grave
crisis económica y hacendaría, frente a la imposibilidad de cumplir todos sus compromisos
Pardo disminuyó el presupuesto en defensa y se estatizó el salitre peruano provocando la
reacción hostil de empresas inglesas y chilenas las cuales explotaban y comercializaban el
salitre tarapaqueño.
La política exterior peruana opta por firmar el Tratado de Alianza Defensiva de 1873 con
Bolivia con el propósito de garantizar la integridad territorial de ambos países frente a
cualquier agresión externa se planteo la posibilidad de un acercamiento de Argentina a la
Alianza pero la estrategia diplomática chilena consigue la neutralidad argentina
El incidente que desató la llamada Guerra del Pacífico (mejor llamada Guerra del Guano y del
Salitre), fue un diferendo entre Chile y Bolivia por un problema de impuestos. El Perú se vio
obligado a ayudar a Bolivia, pues había firmado con esta nación el Tratado de Alianza
Defensiva de 1873. El 5 de abril de 1879, Chile declaró la guerra al Perú. Poco antes, Bolivia
había declarado la guerra a Chile. Si bien la causa inmediata para que el Perú se viera
arrastrado en este conflicto fue el Tratado con Bolivia de 1873, la historiografía peruana es
unánime al sostener que la causa profunda de esta guerra fue la ambición de Chile de
apoderarse de los territorios salitreros y guaneros del sur del Perú. 85 En una primera etapa de
la guerra, la campaña naval, la marina peruana repelió el ataque chileno hasta el 8 de octubre
de 1879, día en el que se libró el combate naval de Angamos, en donde la armada chilena
acorraló al monitor Huáscar, el principal buque de la marina peruana comandado por
el Almirante Miguel Grau Seminario, quien murió en la refriega y se convirtió desde entonces
en el mayor héroe del Perú.
Luego de vencer a la escuadra peruana, Chile dio inicio a la campaña terrestre de la guerra.
Esta se prolongaría por casi cuatro años. Comenzó con el desembarco de Pisagua. Luego se
libró la campaña de Tarapacá, marcada por la derrota peruana en San Francisco. Tras una
estéril victoria en Tarapacá, los restos del ejército peruano retrocedieron hacia Arica, dejando
en poder de Chile toda la provincia de Tarapacá. La siguiente campaña, la de Tacna y Arica,
significó otra derrota para los peruanos y sus aliados bolivianos, concretada en la batalla del
Alto de la Alianza. Luego se produjo la heroica resistencia peruana en la plaza de Arica, donde
el coronel Francisco Bolognesi, al mando de un reducido ejército, sucumbió ante el ataque
abrumador del enemigo, cumpliendo su promesa de “pelear hasta quemar el último cartucho”
(7 de junio de 1880).
La defensa de los peruanos en uno de los reductos de Miraflores. Óleo del pintor peruano Juan
Lepiani.
Fracasadas unas conferencias de paz, Chile abrió la campaña de Lima. El nuevo gobierno
peruano, encabezado por el dictador Nicolás de Piérola (que había asumido el poder tras el
viaje de Prado hacia el extranjero), organizó la defensa de la capital, construyendo reductos en
el sur de Lima. Los defensores peruanos, mayormente milicianos, se batieron tenazmente
en San Juan y Miraflores, el 13 y el 15 de enero de 1881, respectivamente. Victoriosos los
chilenos, ocuparon Lima. En La Magdalena se instaló el gobierno provisorio de Francisco
García Calderón, quien por su negativa a pactar una paz con cesión territorial, fue apresado y
confinado en Chile. A García Calderón le sucedió el contralmirante Lizardo Montero Flores,
que instaló su gobierno en Arequipa.
Retrato del general Andrés Avelino Cáceres. Obra del pintor Nicolás Palas.
Pese a los descalabros de los ejércitos peruanos, la guerra continuó gracias a la resistencia que
en la sierra peruana comandó el general Andrés Avelino Cáceres, quien obtuvo los triunfos de
Pucará, Marcavalle y Concepción (departamento de Junín, en la sierra central), entre el 9 y el
10 de julio de 1882. Sin embargo, el general Miguel Iglesias, impactado por las severas
represiones que los chilenos ejercían sobre las poblaciones civiles, dio el Grito de Montán (31
de agosto de 1882), reclamando la firma de una paz definitiva con Chile, para iniciar de una vez
la tarea de la Reconstrucción del país. Cáceres se opuso a este planteamiento y trasladó sus
fuerzas hacia el norte, pero tras su derrota en la batalla de Huamachuco (10 de julio de 1883),
Iglesias, ya en el poder, tuvo el camino libre para firmar con Chile el Tratado de Ancón que
puso fin a la guerra (20 de octubre de 1883). Mediante este Tratado, el Perú entregaba a Chile
a perpetuidad la provincia de Tarapacá, mientras que las provincias de Tacna y Arica quedaban
sujetas a la administración chilena por diez años, al cabo de los cuales se debía realizar un
plebiscito para decidir el destino final de ambos territorios.
La guerra con Chile fue la mayor catástrofe bélica que sufrió el Perú en su historia republicana.
Significó la pérdida de más de 10,000 vidas humanas así como la total destrucción de las
fuerzas productivas del país, sumado al sentimiento de humillación que marcaría durante
mucho tiempo al espíritu de la nación.
El gobierno de Iglesias, firmante de la paz con Chile, era enormemente impopular. Quien
gozaba de renombre era el general Cáceres, el héroe de la resistencia. El país quedó dividido
en dos bandos: los "azules", que seguían a Iglesias, y los "rojos", a Cáceres. Estalló la guerra
civil de 1884-1885. Cáceres logró “huaripampear” o poner fuera de juego al ejército principal
de Iglesias en la sierra central, en una brillante estrategia militar, luego de lo cual atacó Lima,
donde puso sitio al Palacio de Gobierno, en noviembre de 1885. Iglesias se vio obligado a
renunciar a la presidencia y el poder quedó provisoriamente en manos del Consejo de
Ministros presidido por Antonio Arenas. Este convocó a elecciones en las que ganó
abrumadoramente Cáceres.
Piérola y sus montoneros entran a Lima por la Puerta de Cocharcas (17 de marzo de 1895).
Nicolás de Piérola, presidente constitucional del Perú de 1895 a 1899. Años atrás, durante la
Guerra de Pacífico, había sido Dictador (1879-1881).
José Pardo y Barreda, del Partido Civil, fue presidente del Perú en dos ocasiones (1904-1908 y
1915-1919).
José Pardo y Barreda (primer gobierno, 1904-1908), hijo del fundador del Partido Civil,
Manuel Pardo, que encabezaba una nueva generación de civilistas con anhelos
renovadores. Reformó la educación pública, fomentó la cultura e inició la legislación
social. Se preocupó también por defensa nacional, repotenciando al Ejército y la
Marina. En el aspecto internacional enfrentó conflictos limítrofes con Colombia,
Ecuador y Bolivia. Pero el problema que más demandaba entonces la atención de la
Cancillería peruana era el enfrentado con Chile, país que retenía ilegalmente las
provincias peruanas de Tacna y Arica.
Los movimientos sociales se organizaron notablemente en estos años. La lucha por la jornada
de las ocho horas laborales (importante conquista social que fue aprobado por Pardo en 1919)
y las poco conocidas revueltas campesinas en la sierra sur del país (ocasionada por los abusos
de las grandes haciendas) generaron una activa vida política. Todo ello preparó el camino para
la interrupción de la democracia mediante un golpe de estado que promovió el expresidente
Augusto B. Leguía, el principal candidato en las elecciones de 1919, bajo la excusa que el
gobierno tramaba desconocer su triunfo.
Artículo principal: Oncenio
Augusto B. Leguia, presidente del Perú (1908-1909 y 1919-1930).
Este segundo gobierno de Leguía, autodenominado «Patria Nueva», se prolongaría por once
años, ya que, tras sendas reformas constitucionales, se reeligió en 1924 y en 1929. Por eso se
le conoce también como el Oncenio.
Fue una época en que se restringieron las libertades públicas. El diario opositor La Prensa, fue
asaltado y confiscado. Se barrió también con la oposición en el Congreso, que quedó sometido
al Ejecutivo. Los opositores políticos fueron perseguidos, presos, deportados y hasta fusilados.
La preocupación esencial de Leguía fue la modernización del país, lo que quiso imponer a paso
acelerado. Suceso notable de este período fue la celebración pomposa del Centenario de la
Independencia del Perú en 1921, cuyo acto central fue la inauguración de la Plaza San Martín,
en el centro de Lima. Un gigantesco programa de obras públicas fue financiado con
empréstitos obtenidos del exterior. Se arreglaron y pavimentaron muchas avenidas, calles y
plazas, y se abrieron varias avenidas, como la Avenida Progreso (hoy Venezuela) y la Avenida
Leguía (hoy Arequipa). Se fomentó la política colonizadora, se realizaron importantes obras de
irrigación en la costa y obras viales en toda la República, entre otras.
Medida impopular fue la Ley de Conscripción Vial (1920) que obligaba a todos los hombres de
18 a 60 años de edad a trabajar gratuitamente en la construcción y apertura de carreteras, por
espacio de 6 a 12 días al año, lo que en la práctica afectó mayormente a la población indígena.
El Tratado Rada Gamio-Figueroa Larraín, con Chile, el 3 de junio de 1929. Puso término
a la dilatada y espinosa cuestión limítrofe con el vecino país del sur. Ambas partes
renunciaron a la realización del tantas veces postergado plebiscito de Tacna y Arica, y
acordaron el siguiente arreglo: Tacna regresaría al seno de la patria peruana, y Arica
permanecería en Chile.
En el aspecto político se eclipsaron los viejos partidos y surgieron los primeros partidos
modernos que aglutinaron a los sectores medios y populares de tendencias reformistas o
revolucionarias: el Partido Aprista, fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido
Socialista Peruano, fundado por José Carlos Mariátegui.
José Carlos Mariátegui.
El fin del Oncenio trajo consigo la irrupción de los militares en la vida política, fenómeno que el
historiador Jorge Basadre ha denominado el Tercer Militarismo, el cual surgió a consecuencia
del vacío político (al estar los partidos tradicionales debilitados o en trance de extinción) y ante
los peligros que aparentemente, acechaban al Estado y a la nación como consecuencia de la
crisis mundial.
Tras la caída de Leguía, el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro constituyó una Junta Militar
de Gobierno bajo su presidencia. La situación del país era crítica; se produjeron disturbios
obreros, universitarios y militares. Para remediar la crisis económica, Sánchez Cerro contrató
una misión de expertos financistas estadounidenses, encabezado por el profesor Edwin W.
Kemmerer, que sugirieron la aplicación de una serie de medidas, de las que solo se acogerían
parcialmente unas cuantas.87
Luis Sánchez Cerro, presidente de la Junta de Gobierno de 1930-1931 y presidente
constitucional de 1931 a 1933.
Sánchez Cerro asumió como presidente constitucional el 8 de diciembre de 1931. Ese mismo
día se instaló también el Congreso Constituyente96 cuya misión primordial fue dar una
nueva Constitución Política, la misma que fue promulgada el 9 de abril de 1933. 97
El gobierno sanchecerrista contaba con mayoría parlamentaria, pero los diputados apristas
conformaron una combativa minoría opositora al gobierno. Esta oposición se tornó
exacerbada. Menudearon los atentados, las revueltas y los actos terroristas. El Congreso
aprobó leyes severas, entre ellas una llamada Ley de Emergencia, que dio al gobierno poderes
especiales para reprimir a los opositores, en especial a los apristas, aunque también a los
comunistas. Los diputados apristas fueron apresados y desterrados. 98
En 1932, conocido como el “año de la barbarie”, 99 ocurrieron una serie de sucesos sangrientos
provocados por los apristas: un atentado criminal contra la vida del mismo Sánchez Cerro, que
se salvó fortuitamente;100 una rebelión de la marinería de la escuadra del Callao, que fue
sofocada severamente, siendo fusilados ocho marineros; 101 y la llamada revolución aprista de
Trujillo (7 de julio), que fue reprimida sangrientamente por el gobierno. Trujillo, tras ser
bombardeada por la aviación, fue tomada por el ejército, que en represalia por la masacre de
los oficiales prisioneros en el cuartel O’Donovan, fusiló a un número no determinado de
ciudadanos, que desde entonces fueron considerados como los “mártires del aprismo”. 102
En el aspecto internacional, Sánchez Cerro, presionado por la opinión pública, se vio obligado a
respaldar a los patriotas peruanos de Leticia, que querían que su territorio, cedido a Colombia
por el Tratado Salomón-Lozano, volviera al seno del Perú. Ello que provocó un enfrentamiento
bélico con dicha nación,103 en la que perderían la vida de 200 a 250 militares. 104 Precisamente,
en medio de ese ambiente bélico, Sánchez Cerro fue víctima de otro atentado, que esta vez
resultó mortal. Tras pasar revista a un grupo de movilizables en el Hipódromo de Santa Beatriz
(hoy Campo de Marte, en Lima), Sánchez Cerro se retiraba a bordo de su carro descapotable,
cuando un individuo con una pistola se le acercó corriendo y, encaramándose en el auto, le
disparó varios tiros a quemarropa, uno de los cuales le impactó en el pecho. Llevado de
urgencia al Hospital Italiano (situado en la avenida Abancay), Sánchez Cerro falleció pocas
horas después (30 de abril de 1933). Se supo después que el magnicida, de nombre Abelardo
González Leiva (que fue victimado en el acto por la guardia presidencial), se había afiliado al
partido aprista años antes, pero no se ha determinado si actúo solo o formó parte de un
complot.105 Ese mismo día el Congreso, trasgrediendo la Constitución, nombró presidente de la
República al general Óscar Benavides, para que completara el período del difunto presidente,
o sea hasta 1936.106
Benavides asumió así, por segunda vez, la presidencia (la primera había sido en 1914-1915). Su
primera tarea fue buscar el fin del conflicto con Colombia, país con el que se llegó a un
acuerdo de paz en mayo de 1934, previo compromiso del Perú de respetar el Tratado
Salomón-Lozano.107 En el aspecto interno, Benavides dio la Ley de Amnistía General, que
favoreció a los apristas y a otros perseguidos políticos. Pero esta apertura duraría poco tiempo
y poco después se reinició la persecución contra los apristas. Estos respondieron con
atentados. El 15 de mayo de 1935 ocurrió el asesinato del director del diario El
Comercio, Antonio Miró Quesada de la Guerra, y el de su esposa, a manos de un militante
aprista. La represión recrudeció.108 Tanto el Partido Aprista como el Comunista fueron
proscritos por ley, por ser partidos “internacionales”, de acuerdo a una controvertida
interpretación de un artículo constitucional.
Como su período debía culminar en 1936, Benavides convocó a elecciones en las que el
candidato favorito era Luis Antonio Eguiguren; pero estas elecciones fueron anuladas por el
Jurado Nacional de Elecciones, con el argumento de que los votos de los apristas favorecían a
Eguiguren, y por tanto, eran ilegales por provenir de un partido proscrito. Consultado el
Congreso, este decidió que Benavides extendiera su mandato por tres años más, hasta 1939, y
por añadidura le cedió la facultad de legislar. Acto seguido, el Congreso se disolvió. 109
Bajo el lema de «orden, paz y progreso», Benavides gobernó apoyado por la alta finanza y las
Fuerzas Armadas. Logró superar la crisis económica, mejoró notablemente el aspecto
financiero, especialmente en lo relacionado con la banca y la captación de impuestos,
aplicándose algunos proyectos que había dejado la misión Kemmerer en 1931. El país comenzó
a entrar a un período de prosperidad debido a las exportaciones, especialmente agrícolas y
mineras. Se realizaron grandes obras de modernización en la capital, la inauguración de las
nuevas sedes de los tres poderes del Estado (Palacio de Gobierno, Congreso y Palacio de
Justicia), así como obras de saneamiento en diversas ciudades. Se culminaron varias obras de
irrigación iniciadas por Leguía, se construyeron barrios y comedores para los trabajadores y sus
familias, se instituyó el Seguro Social Obligatorio para Obreros, se inició la construcción del
Hospital Obrero (hoy Guillermo Almenara), entre otras obras de tipo social. 110
Sin embargo, en el último tramo del gobierno de Benavides se hizo notorio el hastío de la
población. El 19 de febrero de 1939, aprovechando que Benavides se hallaba ausente de Lima,
ocurrió la intentona golpista del general Antonio Rodríguez Ramírez, quien llegó a ocupar
Palacio de Gobierno, pero finalmente sucumbió ametrallado por la guardia de asalto. 111 Viendo
pues, que su popularidad empezaba a menguar, Benavides decidió convocar a elecciones. Pero
antes convocó a un plebiscito, que se realizó el 18 de junio de 1939, y por el cual se aprobaron
importantes reformas constitucionales para robustecer el Poder Ejecutivo en desmedro del
Legislativo.112
Manuel Prado Ugarteche, presidente constitucional del Perú en dos períodos: 1939-1945 y
1956-1962.
Manuel Prado asumió la presidencia el 8 de diciembre de 1939, iniciando lo que sería su
primer gobierno (1939-1945). Su gobierno fue de una relativa democracia. Mantuvo proscrito
al Partido Aprista y recibió el apoyo del Partido Comunista. Continuó en gran parte la obra
realizada por el general Benavides, manteniendo fuertes vínculos con la oligarquía.
Este primer gobierno de Prado coincidió con el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial en la
cual el Perú se alineó decididamente con el bando aliado, siendo el primer país de
Latinoamérica en romper relaciones con las potencias del Eje. Durante una reunión
extraordinaria de cancilleres realizada en Río de Janeiro, a principios de 1942, fue la actitud
peruana la que inclinó a los representantes de los demás países americanos a apoyar a Estados
Unidos. De otro lado, la guerra mundial tuvo repercusiones en la economía peruana. Las
importaciones bajaron notablemente pero los productos de exportación aumentaron. La
escasez de productos de importación para el consumo nacional hizo surgir nuevas industrias
que reemplazaron a los productos extranjeros con buen éxito.
Otro éxito internacional del gobierno de Prado fue la Guerra contra el Ecuador de 1941. En
junio de ese año, el ejército ecuatoriano agredió la zona de Zarumilla, en la frontera norte
peruana, lo que desató el conflicto armado. El Perú había formado una unidad de paracaidistas
en la zona e hizo uso de ella en el primer combate en el Hemisferio Sur donde intervinieron
tropas aerotransportadas, que produjo la toma de Puerto Bolívar el 31 de julio de 1941, mes
cuando cesaron las operaciones militares. Del lado peruano se recuerda la inmolación del
teniente CAP José Quiñones Gonzáles en la misión aérea contra las baterías ecuatorianas en
Quebrada Seca. El Ejército peruano ocupó parte de la provincia ecuatoriana de El Oro, junto al
Océano Pacífico, así como de partes de la provincia de Loja y reafirmó su control sobre los
territorios orientales amazónicos sobre los que el Ecuador reclamaba soberanía.
En el aspecto político, Bustamante perdió pronto el apoyo de los apristas, al negarse a ser un
simple instrumento manipulable de estos. El asesinato de Francisco Graña Garland, director
del diario La Prensa (de tendencia antiaprista), ocurrido el 7 de enero de 1947, 114 fue atribuido
al aprismo y marcó el inicio de la ruptura del gobierno con este partido. Los apristas pasaron a
ejercer una desaforada oposición y los más exaltados de sus miembros planearon una
revolución. Mientras que la oligarquía, que exigía mano dura contra los apristas, pasó también
a conspirar, entendiéndose con los militares. El 3 de octubre de 1948, el sector extremista del
aprismo fomentó la rebelión de la marinería en el Callao, que fue aplastada sangrientamente.
Bustamante puso fuera de la ley al partido aprista, pero sus días en el poder ya estaban
contados.
El período conocido como el ,Ochenio de Odría, se divide en dos fases: la Junta Militar de
Gobierno (1948-1950) y la Presidencia de la República (1950-1956). Algunos la definen como
una “dictadura de derecha”; para otros fue solo un gobierno autoritario y popular. Retornaban
así los militares al poder, tras ocho años de gobierno civil.
El voto aprista, por ser de un partido de masas, era decisivo en estas elecciones. Prado tuvo la
habilidad de ganarse el apoyo de los apristas, a quienes prometió levantarles la proscripción
desde el primer día de subir al poder. El gobierno también optó por apoyar a Prado, con quien
convino el llamado el Pacto de Monterrico, a cambio de una total impunidad en lo que
respecta a los casos de corrupción del Ochenio.
Doctor Manuel Prado Ugarteche, presidente del Perú por segunda vez, de 1956 a 1962.
Manuel Prado Ugarteche asumió el gobierno por segunda vez el 28 de julio de 1956, para
cumplir un periodo de seis años. Cumpliendo la promesa hecha a los apristas, derogó la Ley de
Seguridad Interior, comprendiendo en la amnistía subsiguiente a todos los presos políticos y a
los que se hallaban exiliados. Por ello esta nueva gestión fue llamada el «período de la
convivencia», ya que se produjo un entendimiento entre el pradismo y el aprismo. 115
Por esos años se desarrollaron mucho las migraciones de la sierra y se incrementaron las
barriadas en torno a Lima, al punto de hablarse del “cinturón de miseria” que empezaba a
rodear la capital. También por entonces empezó el despegue de la industria de la harina de
pescado, hasta convertir al Perú en la primera potencia pesquera del planeta, mérito que se
debió a un talentoso empresario peruano: Luis Banchero Rossi.117
Al aproximarse el final del gobierno de Prado, el descontento popular era innegable. En medio
de ese ambiente se convocaron las elecciones generales de 1962, siendo los principales
candidatos los siguientes: