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Didaskalía

En griego antiguo significa "enseñanza",


"instrucción". Encontramos ya la palabra
en la obra de Píndaro, poeta lírico tebano
del siglo sexto antes de Cristo.

Didaskalía
Es una serie de volúmenes didácticos que
se aboca a la presentación de resultados
de investigaciones en cualquier área
de las humanidades y de las ciencias sociales,
junto con una presentación de fuentes relevantes
para profundizar en la comprensión de dichos
resultados.

Each volume of this series of short introductory


works contains an original essay of about I 00
pages by an expert in sorne field of the
humanities, followed by an anthology of
relevan! but independently importan! texts.
Each passage of source material in the second
part is accompanied by a brief commentary.
Although the two parts are carefully interlinked
they can also be studied separately.

Objetivo
La serie ofrece al lector un estudio reciente
junto con la posibilidad de acceder
a las principales fuentes a las cuales el autor
hace referencia. De esta manera, el lector
dispone de una información de primera mano
tanto sobre el modo en que el investigador
contemporáneo se apropia de una determinada
tradición como sobre la tradición misma. De ahí
que esta serie combine el interés de un artículo
especializado con el de una antología
de fuentes primarias.

Nicole Ooms Renard


COORDINADORA DE LA SERIE
LA FILOSOFÍA POLÍTICA DE PLATÓN
A LA LUZ DE LAS LEYES
D I D A SKALÍA

CENTRO PENINSULAR EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS


CENTRO DE ESTUDIOS CLÁSICOS (
André Laks

La filosofía política de Platón


a la luz de las Leyes

Traducción del francés y del inglés británico:


Nicole Ooms

Primera edición: 2007

D. R. © 2007, Universidad Nacional Autónoma de México

CENTRO PENINSULAR EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES


Ex Sanatorio Rendón Peniche
Calle 43 s. n., col. Industrial

De
Mérida, Yucatán, C. P. 97150
Tels. 01 (999) 9 22 84 47 y 48
Fax: 01 (999) 9 22 84 46
Correo electrónico: [email protected]

UNIVERSIDAD NACIONAL AlYfÓNOMA DE MÉXICO Ilustración de portada:


Mérida, 2007 (Ps.-) Proclus, De Sphaera, Basil, 1561
(Bayerische Staatsbibliothek M ünchen)

ISBN 978-970-32-4937-4

Impreso y hecho en México


ÍNDICE

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

ESTUDIO

l. La desaparición de Sócrates 11
II. De la República a las Leyes 17
III. Polis y psuche . . . . 23
IV. Saber y consentimiento 35
V. Ley y preámbulo . . . 51
VI. Estructura y contenido de las Leyes 63
VII. Las dos Ciudades. El menor mal y sus vericuetos 73
VIII. La constitución mixta 89
IX. Lo posible . . . . 101

FUENTES

Lista de los pasajes 109


Gorgias 111
República .
( 118
Político . 139
Leyes . 145

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
8 André Laks

de la colección que se inicia con aquél. Llevó a cabo una admirable


labor de traducción y contribuyó en varias ocasiones a la mejora del
texto original. Por esto y mucho más, quisiera expresarle mi profun­
da gratitud. Nuestros agradecimientos comunes van a Abdiel Macias,
PRÓLOGO quien aceptó revisar una primera versión del texto en español y nos
hizo una serie de sugerencias muy útiles, y también a Roberto.Mantilla,
quien colaboró en la traducción del texto francés. En cuanto al finan­
Estas páginas constituyen una presentación de la filosofía política de ciamiento de la traducción, pudimos contar con el apoyo del Institut
Platón que no se centra en el más célebre de sus diálogos, a saber, la Re­ Universitaire de France y, de manera general, con la infraestructura
pública, sino en las Leyes y en la relación que éstas tienen con aquélla. administrativa del UMR 8163 de la Université Charles de Gaulle-Lille 111
El texto es el resultado de la revisión y de la fusión de otros ya apare­ ("Savoirs, Textes, Langage").
cidos anteriormente en inglés y francés. Se trata de algunas secciones Al final de este volumen, el lector encontrará una serie de pasajes
del capítulo "Platon" de la Histoire de la pensée politique, editada por provenientes del Gorgias, de la República, del Político y de las Leyes,
A. Renaut, vol. 1 (La liberté des Anciens), París, Calmann-Lévy, 1999, numerados desde Tl hasta T29. Dicha selección, antes que abarcar to­
pp. 57-125, y del capítulo "Plato's Laws" que se encuentra en The Cam­ dos los aspectos de la filosofía política platónica, tiene como propósito
bridge History of Greek and Roman Political Thought, editada por ofrecerle al lector una consulta de primera mano de algunos de los tex­
C. Rowe y M. Schofield, Cambridge, 2000, pp. 258-292. Aun antes de 1 tos a los que se ha recurrido en el cuerpo del ensayo. El lector deseoso
que esta nueva elaboración se presente al público de habla hispana, ya de profundizar en este tema consultará el contenido íntegro de estos
sirvió de base para la reciente edición francesa intitulada Médiation et diálogos, junto con el inicio del Timeo, el Critias, y la Carta séptima.
coercition: Pour une lecture des Lois de Platon (Presses Universitaires Las indicaciones bibliográficas que aparecen al final también podrán
du Septentrion, Villeneuve d'Ascq, 2005). guiar ulteriores investigaciones. Cuando alguno de estos textos o parte
Nicole Ooms, investigadora del Centro de Estudios Clásicos del de ellos se citan en notas en el cuerpo del trabajo, hemos hecho aparecer
Instituto de Investigaciones Filológicas, actualmente comisionada en el número de clasificación (T26, por ejemplo) que remite a estos pasa­
el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAM jes. La bibliografía que cierra este volumen solamente incluye títulos de
en Mérida, Yucatán, tuvo la iniciativa tanto de este proyecto como del obras específicamente consagradas al pensamiento político de Platón,
y en las notas a pie de página que remiten a éstas, aparecen citadas de
---------.--
' El capítulo primero, "La desaparición de Sócrates", es una versión revisada de la in­ manera abreviada (nombre del autor, año de publicación y número
troducción del capítulo en francés (PP o -57·61); el segundo, "De la República a las Leyes", de página). Cuando dichas notas hacen referencia a otro tipo de fuen­
es una versión modificada de la sección 5 del capítulo en francés (pp. 88-95); el tercer y
tes, las referencias bibliográficas aparecen en su versión completa.
cuarto capítulos, • Polis y psuche" y "Saber y consentimiento", son versiones revisadas de las
secciones 2 y 3 del capítulo francés (pp. 66-73 y 73-77); el quinto, "Ley y preámbulo", es una Todas las traducciones de los pasajes provienen de la edición de
versión modificada de la sección 6 del capítulo publicado en inglés (pp. 285-290); el séptimo, los Diálogos de Platón publicada por editorial Gredos, con la autori­
"Las dos Ciudades. El menor mal y sus vericuetos", es una versión revisada de la sección 3
del tel<lo inglés (pp. 267-275); el octavo, "La constitución mil<la", es una versión modificada
zación expresa de la misma. La traducción al español de Gorgias se
de la sección 5 del capítulo inglés (pp. 278-285); el noveno, "Lo posible", es una versión debe a J. Calonge (vol. 11, 1983); la de República, a Conrado Eggers
revisada de la sección 7 del capítulo francés (pp. 103-112). Para el listado de los capítulos del Lan (vol. IV, 1986); la de Político, a María Isabel Santa Cruz (vol. V,
presente libro, véase el índice.
Prólogo 9

1988), y la de las Leyes, a Francisco Lisi (vols. VIII y IX, 1999). Fuera
de algunas enmiendas que se deben al hecho de tener que editar el tex­
to, no hemos modificado ninguna de las traducciones, aun cuando la
versión que en éstas se ofrecía de algunos términos no correspondiera
al uso que de ellos hemos hecho en el presente ensayo. Es el caso, por
ejemplo, del término polis, que el traductor de la República traduce
por Estado y que hemos vertido como ciudad.
No se encontrará término griego alguno en esta obra, sino sola­
mente algunas transcripciones. Las vocales largas eta y omega apare­
cen anotadas como e y 6, y la upsilon como u. La transcripción de la
letraji es ch.

Lille-Ciudad de México,
febrero-diciembre de 2005
12 André Laks

la designación de las magistraturas se decidía por sorteo -cosa que se


oponía directamente a la exigencia característicamente socrática, la de
la competencia y la especialización de cualquiera que se dedican>. a una
actividad, incluida la actividad política-, sino que además su primo Cri­
tias era uno de los principales dirigentes de la mentada revolución, y su
LA DESAPARICIÓN DE SÓCRATES tío Cármides, uno de los 10 comisarios establecidos en el Pireo.2
El régimen pronto reveló su naturaleza criminal. Sócrates se negó a
contribuir al arresto ilegal de un rico demócrata llamado León, rechazo
No es posible hablar, de manera general, de la filosofía de Platón sin que pudo haberle costado la vida. 3 Platón también tomó su distancia con
hacer referencia a Sócrates. La obra platónica se construye tanto a partir respecto a la bestialidad de los oligarcas. Sin embargo, tampoco pudo
de los problemas que él planteó (destacado entre ellos el de qué es una satisfacerle la democracia restaurada. La condena oficial de Sócrates en
definición) y los principios que él defendió (así como el famoso "nadie el 399 a.c. por el tribunal democrático, por "corromper a los jóvenes y
hace el mal voluntariamente"), como de una reflexión sobre la mayéu­ reconocer a dioses distintos de los que tenía la ciudad"• -condena que
tica (el arte de hacer que las almas den a luz mediante la "refutación": en realidad se debía a una mezcla de oscurantismo, difamación y resen­
elenchos, en griego). Sócrates está presente en el trasfondo de las te­ timiento político-, acabó por convencer a Platón de la corrupción "ver­
sis platónicas, incluso cuando éstas ya no puedan atribuirse al Sócrates tiginosa" de los espíritus y de las instituciones.s Sin renunciar formal­
histórico, como ocurre con la teoría de las Formas inteligibles, o bien mente a la acción, se instala en la reflexión: "No me cansé de examinar
cuando llegan a cuestionar sus posiciones fundamentales, como la dis­ cómo podrían mejorarse las leyes y las conductas, así como naturalmente
tinción entre una instancia irracional y una racional en el alma, la cual el conjunto del régimen político, y tampoco dejé de estar al tanto de las
pone término a lo que se ha llamado el intelectualismo socrático (la idea distintas oportunidades de actuar". 6 Si se le da crédito a la reconstrucción
de que el conocimiento es la condición necesaria y suficiente de la vir­ autobiográfica, es de este examen del cual procede directamente la afir­
tud). Pero, al ocuparnos de la teoría política, la mención de Sócrates mación que constituye la piedra angular de la República: "Si no se logra o
es también imprescindible por una serie de razones más específicas. bien que los filósofos reinen en las ciudades, o bien que aquellos a quienes
En niveles muy diferentes, el propio Sócrates fue, antes de nada, un se ha nombrado reyes y hombres poderosos lleguen a filosofar de manera
fenómeno político y, al serlo, ocupó un lugar decisivo en lo que sería la auténtica y satisfactoria, y que coincidan en un solo individuo [el] poder
filosofía política de Platón. político y [la] filosofía [... ], no habrá [... ] un término a los males de las
En ese alegato pro vita sua que es la Carta séptima (escrita e 354- ciudades ni tampoco, me parece, a los del género humano".7 De esa exi-
353 a.C.), Platón relata cómo desde sus primeros años de juventud había
deseado participar en la vida política, pues sus orígenes aristocráticos ' Cánnides y Critias son los interlocutores de Sócrates en el Cármides, diálogo irónica­
mente consagrado a la gran virtud política de la templanza.
lo destinaban naturalmente a ella. En el 404 a.c. -tenía entonces 22 3 El episodio de León, al cual alude la Carta séptima (325c), es mencionado en la Apo-
años y frecuentaba con asiduidad el círculo de Sócrates- fue seducido logía de Sócrates (32c).
por razones intelectuales y familiares por la "revolución" oligárquica • Apología, 32c.
5 Carta séptima, 325e3.
de los Treinta; sabemos que este régimen acabó por un corto periodo '325e4-326a2.
(pues fue restaurada en el 403 a.C.) con la democracia. No sólo no le 'República, 473b-e (T10). Cf. Leyes, 711d-712a (Tt7), y Carta séptima, 32634-b2.

gustaba mucho la "democracia" ateniense, cuyo rasgo distintivo era que


La desaparición de Sócrates 13 14 André Laks

gencia de una coincidencia entre el poder y el saber (doctrina llamada hacer una defensa con relación a su condena -la acusación pedía la
del filósofo-rey)ª depende la realización de la ciudad justa o virtuosa: la pena de muerte-, solicita verse beneficiado con alimentos gratuitos
referida ciudad "ideal" cuyas instituciones se describen en la República en el prutaneion, a la manera de los vencedores en los Juegos Olímpi­
y se modifican en las Leyes. cos.'6 Acaso ese desafío haya sido el que, finalmente, le costó la vida.
Sócrates había combatido por Atenas y ejercido los cargos que la Es cierto que Sócrates, de entrada, se había mostrado intransigente,
ciudad imponía: fue miembro de la asamblea (la boule) y de la comisión pues al defenderse había dicho que si el precio de su vida debía ser la
encargada de la administración de los negocios (la prutaneia). 9 Pero se renuncia a sus conversaciones, desobedecería en nombre de la supe­
abstuvo deliberadamente de aspirar a las magistraturas (para la mayoría rioridad de la autoridad divina sobre la autoridad humana. '7
de las cuales se era voluntario por sorteo).'º Las razones mismas de esta Sin que pueda atribuirse a Sócrates una filosofía política en sentido
actitud son de orden político. En la Apología, señala que enrolarse en la cabal, está claro que su actitud obedecía a principios particulares y, asi­
vida pública era para él exponerse a la muerte." Y no es que la temiera, mismo, contenía los gérmenes de una teoría. En la Apología, defiende,
como lo atestigua el propio argumento de la Apología, sino que juzgaba de cara a la ciudad, la libertad fundamental de examinar las opiniones
de mayor utilidad discutir, en privado, con los ciudadanos. Por lo demás, recibidas hasta el punto de justificar, en una circunstancia precisa, una
cuando ejerció la pritanía proporcionó un ejemplo de sus convicciones forma de desobediencia civil.'8 Es aquí donde aparece la ambigüedad de
políticas al oponerse, en nombre de la legalidad, al proceso inicuo de los la relación política entre Sócrates y el más afamado de sus discípulos;
estrategas sobrevivientes de la batalla de las islas Arginusas, acusados de hecho, este espíritu de libre examen no es el principio rector de la
de deserción. 12 Pero su misión, que él calificaba de "divina",' 3 era otra: construcción de la ciudad platónica. En la República, el pensador pasa
se trataba de poner a prueba a las almas de cada uno. Con todo, y así sea por ser el vocero de una doctrina en la que el "socratismo" adquiere
de manera indirecta, la "refutación" es un servicio prestado a la ciudad, un carácter nuevo; de hecho, entre otras cosas, dicha doctrina se ca­
incluso el más grande que pueda imaginarse, ya que con él se procura racteriza por un programa de educación colectiva sumamente asertivo
defender la causa de una "excelencia" o virtud cuyos beneficios no son donde la mayéutica, que es un procedimiento esencialmente negativo y
menos colectivos que individuales.'• Sócrates quiso, según la célebre dirigido al individuo (la "refutación" es siempre ad hominem), casi no
imagen, ser el "tábano" de los atenienses. En este sentido, paradójica­ desempeña papel alguno, y donde el acento recae en el principio de la
mente, Sócrates, el apolítico, podía reivindicar ser el único verdadero sumisión del individuo al orden de la ciudad. Este rasgo, que puede
político. •s Es por ello que cuando, según el procedimiento en vigor, debe resumirse en la expresión "la desaparición de Sócrates", caracteriza
también las siguientes dos grandes obras políticas de Platón, Político y
• Hablar del filósofo-rey en la República no es del todo adecuado, en principio, porque las Leyes. Por cierto, no es casual que no sea Sócrates quien encabece
no resulta claro que según Platón las mujeres tengan tanto derecho de gobernar como lo
la discusión ni en el Político (donde, por razones que eseijcialmente
tienen los hombres, y también (y sobre todo) porque hay más de un filósofo que ejerce la ma­
gistratura suprema en la ciudad ideal (cf. infra, p. 51). tienen que ver con la historia de la ontología y la estrecha relación
' La hoja d¡e servicios de Sócrates y la pritanía de 406: Apologfa, 28e y 32e. de esta obra con el Sofista, el maestro del diálogo es un Extranjero
"'Apología'; 23e.
11 31d-e.
" 29d-3oc, 31b-32a.
13
28e. "Apología, 36d.
"3ob2. "29c-3oc.
'' Gorgias, 521d (T4). '' Cf. la nota precedente.
La desaparición de Sócrates 15 16 André Laks

venido de Elea),'9 ni en las Leyes (donde otro Extranjero, de quien se está históricamente vinculado al régimen democrático de la Atenas de la
precisa que viene de Atenas, la ciudad de la política por excelencia, con­ segunda mitad del siglo v a.c. Es un punto en el que Platón insistió, en
versa en Creta con dos ciudadanos de estirpe doria). 2º particular en el Político, donde se dedica a la reconstrucción ideal-típica
¿será que Platón "traiciona" a Sócrates, como se inclina a considerar del proceso que le fue encauzado.25 En tal sentido, la ciudad platónica,
la historiografía liberal inglesa? Se ha sostenido que, en la ciudad de construida contra la democracia que condenó a muerte a Sócrates, no
las Leyes, Sócrates también habría sido condenado, como el Cristo que podía hacer otra cosa que eliminarlo, ya fuese de un modo u otro.
vuelve a su iglesia en la parábola dostoyevskiana del Gran Inquisidor Indiscutiblemente, el precio de todo esto es muy alto. Nos es difícil
en Los hermanos Karamazov. 2 1 Con todo lo sugerente que pueda ser aceptar una ciudad así en la que Sócrates, o, más bien, lo que él encarna
este paralelismo, no es convincente. Por un lado, la posición política de (pues Sócrates es un fenómeno único en la historia de la Humanidad),
Sócrates es más compleja de lo que indica una lectura aislada de la Apo­ estuviera ausente. Pero hay que ver la razón de esto. En general, parti­
logía . El Critón justifica la decisión de Sócrates de permanecer en la mos de la convicción de que si la vida política debe moverse en el ho­
prisión -en espera de la muerte de la que podría haber escapado-, en rizonte de lo menos malo, éste lo será siempre en la medida suficiente
n_ombre de la autoridad incuestionable de las leyes bajo las cuales éste como para exigir ser cuestionado: cuestionamiento del que Sócrates si­
aceptó vivir. 22 Quizá no puedan conciliarse los puntos de vista de los gue siendo el emblema. En contraste, Platón se interesaba en lo "perfec­
dos diálogos.23 El respeto de la supremacía divina en la Apología es una to", así fuera en la forma de lo "mejor posible". Es comprensible que lo
cosa, y otra la fidelidad a la ciudad-madre en el Critón, aun cuando las perfecto no tenga lugar para un Sócrates irremediablemente vinculado
leyes, en esta obra, también hablen en nombre del dios. 24 Por otro lado, a la existencia de lo negativo que tanto combatió.
y éste es el factor decisivo, debe tenerse en cuenta el hecho de que la ley,
en la ciudad platónica, no es la ley de cualquier ciudad existente, sino la
expresión directa de una "divinidad", a saber: la razón.
Ahora bien, eso tiene consecuencias para la posibilidad misma de
encontrar a Sócrates en la ciudad ideal. Puede sostenerse que en una
ciudad virtuosa, como lo es por hipótesis la ciudad platónica, no habría
tenido lugar el proceso del pensador. De hecho, puede alegarse que nadie
lo habría intentado, pero también, y sobre todo, que no habría existido
ningún Sócrates que hubiese podido ser su víctima. Sin duda, el filósofo

'' Su interlocutor, no obstante, es un homónimo de Sócrates (Sócrates el Joven), lo


cual da lugar a efectos literarios interesantes, por ejemplo en el pasaje que evoca el proceso
del pensador (299d).
'º Desde este punto de vista es muy extraño que Aristóteles, al criticar las Leyes en
el segundo libro de su Polltica, atribuya a Sócrates lo que dice el Extranjero de Atenas.
Cf. Política, 11, 6, 1265a11.
" F. M. Cornford, 1950.
:i:i Critón , 51d-e.
" Una tentativa se da en R. Kraut, 1984.
24
54e. " Político, 299b-e.
18 André Laks

el despotismo que éstos simbolizaban. En las Historias de Heródoto,'ª el


famoso debate sobre los méritos respectivos de la monarquía, la oligar­
quía y la democracia es muestra de la presencia de una reflexión sobre
las diferentes constituciones, que también encontramos en los sofistas
11
(en particular en Protágoras quien, en el diálogo de Platón del mismo
nombre, desarrolla una versión del mito de Prometeo que da legitimi­
DE LA REPÚBLICA A LAS LEYES
dad a la democracia). 29 Dicha reflexión aparece asimismo en el relato
que hace Tucídides de la guerra del Peloponeso, y también en lo que se
puede saber de la política pitagórica, de la que hay rastros en Platón.3º
En la búsqueda de una constitución perfecta, Platón delineó los con­
No obstante, a Platón puede considerársele como el verdadero fun­
tornos de una nueva disciplina, la filosofta política. Desde luego que la
dador de la filosofía política, y esto no solamente porque -aun siendo
reflexión política databa de épocas anteriores. Ésta es indisociable de
heredero del pasado- proporcionó conceptos y definiciones, preguntas
la aparición progresiva, desde el siglo VII a.C., de una forma de organi­
y respuestas, temas y argumentos que habrían de seguir siendo consti­
zación política hasta entonces inédita en la historia de la Humanidad,
tutivos de la disciplina, sino también porque, al separar "lo político" (es
que se concentraba en un territorio relativamente limitado y era una
decir, la cuestión teórica y filosófica de la dimensión política del hom­
comunidad también relativamente poco numerosa, en la cual el conjun­
bre) de "la política" (esto es, la actividad política propiamente dicha), la
to de quienes gozaban de la condición de ciudadanos participaban en
ancló en una ontología y una antropología filosófica.
el ejercicio del poder. Dicha organización suele designarse con el tér­
Sin duda alguna, de las tres obras directamente consagradas a la
mino griego de polis, que a veces se traduce como "ciudad" (o "ciudad­
filosofía política -la República, el Político y las Leyes- la más cono­
Estado"). 26 La existencia de una nueva conciencia política se manifiesta
cida es la República, aunque desde hace alrededor de 20 años se ha
desde principios del siglo VI a.c., frente a la amenaza de una guerra civil
empezado a otorgar la debida importancia a las otras dos. En efecto,
a consecuencia de la opresión de los campesinos endeudados. Solón,
durante mucho tiempo las Leyes solamente fueron objeto de estudios
quien tenía plenos poderes en el 594 a.c., aboga, en unos poemas de­
históricos, a causa de su considerable valor documental; por su parte, el
clamados públicamente en el ágora, por establecer medidas enfocadas
Político, diálogo que constituye una mediación tanto cronológica como
a instaurar el equilibrio entre ricos y pobres, apelando al "buen orden"
conceptual entre los dos otros, se quedó a la sombra de la República.J•
(eunomia) de la comunidad política. Queda asentada la especificidad
Varias razones de índole filosófica, cultural y pedagógica explican, por
de la democracia ateniense con las reformas de Clístenes, basadas en
un lado, la atención prestada a la República, y, por el otro, el descuido
la "igualdad ante la ley" (isonomia), lo cual implica el derecho a par­
del que las Leyes -y el Político- fueron objeto. Aquella es, indudable-
ticipar en las decisiones políticas. 27 A la superioridad de este modelo
político se le atribuyó la victoria sobre los persas y, más en general, sobre
" Heródoto, Historias, 111, 80-82.
'' El respeto (aidos) y la justicia (dike), que son las dos virtudes políticas, no se reservan
"' Véase C. Meier, La Naissance de la po/itique, Gallimard, París, 1995. Para ofrecer a un puñado de técnicos, sino que se distribuyen al parejo entre todos los hombres (322b-
una idea del orden de magnitud, se sitúa en alrededor de 20 ooo el número de ciudadanos 323a).
atenienses en el siglo 1v a.c. Debió haber aumentado considerablemente a partir del siglo 30
Véase infra, p. 99 (sobre la igualdad geométrica), y A. Delatte, Essai sur la politique
Vl a.e En el caso de la ciudad platónica de las Leyes, con sus 5 040 propietarios, contaba pythagoricienne, Éditions Champion, Lieja-París, 1922.
:
aproxi madamente con la mitad. 3 ' Datación plausible: República, c 387 a.C., Político, c 366 a.c., Leyes, c 347 a.c.

" P. Lévéque y P. Vidal-Naquet, Clisthene l'Athénien, Les Belles Lettres, París, 1964.
De la República a las Leyes 19 20 André Laks

mente, fruto de la madurez intelectual de Platón. Se trata de una obra del bien común de la ciudad). Sin embargo, la exigencia de una coin­
maest ra, cuyo estilo y composición no pueden causar sino admiración. cidencia entre el poder y el saber, si bien pudo inspirar el modelo del
Por razones internas, debidas a la concepción misma que Platón se hace despotismo ilustrado, evoca más a menudo el peligro de la tiranía, así
de la política en este diálogo (la doctrina del filósofo-rey), la obra no sea la de quienes tienen el saber y la competencia: los expertos. La co­
solamente despliega una teoría política, sino también una epistemología munidad de bienes que Platón impone a los "guardianes" de la ciudad y
y una ontología. Es notable que sea en la República donde encontremos el control político de las producciones literarias tuvieron sus defensores
una de las exposiciones más detalladas que tenemos de la teoría de las e incluso sus aduladores; como también los tuvo, aunque con menos
Formas, y también el único pasaje del corpus en el que se da noticia de frecuencia, la comunidad de mujeres y de niños. Pero la mayor parte
la Forma suprema, a saber, la idea del Bien. En cambio, las Leyes, al ser de esas medidas, adoptadas en nombre de la "unidad" de la ciudad, 34
una obra de vejez, fácilmente pueden leerse como si fueran producto pronto fueron consideradas, independientemente de su valor intrínseco,
de cierto declive: extensas, de ardua lectura debido a la falta de clari­ como irrealizables (Cicerón dirá en su propia República que la ciudad de
dad de su estructura32 y al carácter elíptico y forzado de su escritura la platónica es "más objeto de deseo que de esperanza"). 35 Las institu­
-propio de lo que los teóricos de la estética llaman un "estilo tardío" ciones de la República llegarían a ser el símbolo de la quimera política,
(Spii.tsti[)-, también se caracterizan por el abandono de las propuestas la llamada utopía platónica ... : Ahora bien, el Platón de las Leyes fue el
36

radicales de la República, por no decir de la misma filosofía. De ahí la primero en subrayar el carácter poco realista de las propuestas políticas
preferencia natural por la República. de la República, y en actuar en consecuencia: en efecto, hasta cierto
Pero desde el punto de vista del devenir posterior de la filosofía punto las Leyes, al renunciar al filósofo-rey y a la comunidad de bienes,
política, la situación tiene algo de paradójico. En efecto, lo menos que mujeres y niños -aunque no a la censura-, fueron elaboradas sobre
puede decirse es que el valor de la herencia política de la República es los escombros de la República. Las instituciones de las Leyes ocupan el
ambiguo. Sin duda alguna, el diálogo desarrolla nociones y proposicio­ lugar dejado vacante por la imposibilidad, que en lo sucesivo reconoció
nes que influyeron de manera duradera en la teoría política. Así, por Platón, de imponer a los hombres las disposiciones que en la República
ejemplo, la concepción del poder en términos de cargo, una concepción se presentaban enfáticamente no sólo como "deseables" -por ser las
que está en la raíz de la construcción de la primera parte del diálogo, mejores-, sino también como "posibles". 37 La consecuencia es que en
puesto que la tesis, cuya demostración se concluye en el libro VII -se­ este diálogo se encuentran, por primera vez elaboradas filosóficamente,
gún la cual el verdadero político tendrá que gobernar contra su propia nociones tan determinantes para el futuro de la teoría política como las
voluntad-, constituye una respuesta a las afirmaciones de Trasímaco, de "reino de la ley" o de la "constitución mixta"; y ello sin hablar del pro­
quien defiende la idea de que el poder es el más deseable de todos los yecto, que por razones que veremos después no puede encontrarse en la
bienes. 33 Asimismo, la noción del "bien común", que habría de desem­ República, de una educación obligatoria para todos los ciudadanos. Pero
peñar un papel tan importante a partir de Aristóteles, por primera vez existen dos razones adicionales para valorar las Leyes.
se convierte en tema de gran escala mediante el análisis de la función
34 Véase infra, p. 39.
de los "guardianes" (los soldados y magistrados, que son responsables 35 Cicerón, República, II, 52 (optandam magis quam sperandam): cf. Marco Aurelio,
Pensamientos, IX, 28.
" Véase el capitulo 6. " En su Crítica de la razón pura (A:316=8372), Kant reacciona ante esta tradición la
33 VII, 519c-e y 52oe (Tu), que se refiere a J, 345e2s. Trasimaco es el orador-sofista, el cual, en el siglo xvm, estaba representada por Brucker, el gran historiador de la filosofia.
interlocutor principal de Sócrates en el libro primero de la República. " Es el tema del libro V de la República.
D e l a República a las Leyes 21

La primera es que éstas tienen la peculiaridad de combinar una


investigación de los fundamentos de la legislación con la elaboración
concreta y detallada de un aparato legislativo. Éste no es el caso ni de
la República ni del Político, que tienen en cambio un carácter mas bien
programático. 38 Desde esta perspectiva, las Leyes se puede considerar
co mo la primera obra de filosofía política de la tradición occidental en
sentido cabal.
La segunda razón tiene que ver con la distancia que toman las Leyes
con respecto a la República. Sin embargo, dicho distanciamiento no sig­
nifica que Platón, en un momento dado, haya renunciado a la ciudad de
la República para sustituirla con la de las Leyes. En realidad, la relación
entre ambas obras es de una complejidad extrema, y sería más exacto
decir que la filosofía política de Platón se ubica en la articulación de
una y otra obra. Incluso puede llegar a pensarse que dicha articulación
constituye el más importante legado de Platón en materia de filosofía
política. En este sentido, otorgar toda su importancia a las Leyes im­
plica también reconsiderar algunos de los elementos y presuposiciones
esenciales de la República y del Político. La selección de estos elementos
habrá de hacerse en función de la perspectiva aquí adoptada, es decir,
analizándolos no en sí mismos sino precisamente a la luz de las Leyes,
concentrándonos en el problema del consentimiento político.

38 De ahí el valor documental de las Leyes.


24 André Laks

tuye propiamente al hombre es su alma.•2 En este sentido, la política es,


en el ámbito del alma, el arte (techne) que corresponde a lo que es
la medicina con respecto al cuerpo. Si se Je puede llamar política a este
III arte, es porque la legislación -cuya función es la de enunciar ante todos
los ciudadanos cuáles son las virtudes del alma Oo que es justo e injusto,
POLIS Y PSUCHE bello o feo, piadoso e impío)-43 es la parte esencial y, por decirlo así,
positiva de la política; el arte judicial, en cambio, que se ocupa en san­
cionar la transgresión de las leyes, no es otra cosa que su complemento y
La palabra misma de "política" o "arte político" (politike, se. techne) su contraparte negativa.
der iva del término polis, 39 el cual a su vez se refiere, como vimos, a la Si puede decirse que esta interpretación de la relación privilegiada
manera en que los ciudadanos de una misma comunidad participan entre la política y el alma es relativamente débil, es porque es perfec­
de concierto en el ejercicio del poder y, más generalmente, en la vida de tamente compatible -una vez atenuado el efecto de la sorpresa- con
la ciudad. Ahora bien, Platón no piensa que el arte político esté simple­ la idea, bastante común, del carácter determinante de las instituciones
mente determinado por la idea de una comunidad de ese tipo. En lo que políticas de una ciudad para la formación del individuo y de su alma. Sin
puede considerarse como la primera exposición en forma de la filosofía embargo, al final del mismo Gorgias encontramos otra interpretación,
política platónica, en el Gorgias se anticipa una definición de la política mucho más fuerte y que nos lleva al umbral de la República. Según esta
cuya característica más sorprendente es que en ella no se menciona a la segunda lectura de la fórmula, la política es el arte cuyo objeto es el alma
ciudad sino al alma (psuche): "yo llamo política a la técnica que tiene al no sólo en el sentido de que hace al hombre, sino también y, sobre todo,
alma por objeto". 40 Es evidente que esta fórmula, en perfecta conformi­ en el sentido de que el alma misma constituye una ciudad. Ésta es la
dad con las ambiciones propiamente políticas de la refutación socrática transposición, metafórica si se quiere, que caracteriza verdaderamente
(entendida ésta como cuidado o terapia del alma),4' tiene el propósito de a la política platónica.
sorprender, pero también puede remontarse a concepciones anteriores. Uno de los momentos decisivos en la construcción de esta segunda
De hecho, se pueden distinguir dos interpretaciones de la fórmula: la interpretación es la universalización del concepto de "ley" que aparece
primera más débil, la segunda más fuerte. En efecto, en cierto sentido en el Gorgias: la inclusión de la política en el género de las producciones
los griegos solían decir que la ciudad hace al hombre. Protágoras, por artesanales (o, para calcar la palabra griega, "demiúrgicas"). El hombre
ejemplo, en el diálogo que lleva su nombre, argumenta que todos los -tanto su alma como su cuerpo- es considerado como una obra, de la
ciudadanos participan de las dos virtudes políticas, del respeto y la jus­ misma manera que el cuadro del pintor, la casa del arquitecto o el na­
ticia, por el hecho de que ambas virtudes les son transmitidas por la vío del carpintero. Todos los artesanos disponen y ajustan su material a
polis en su conjunto, y ello a través de sus costumbres y sus leyes. Aho­ fin de imponerle una forma44 que se trasluce en la disposición (táxis, el
ra bien, cuando Sócrates sostiene en el Gorgias que el objeto del arte
" Cf. A/cibíades 130c.
político es el alma, se puede pensar que no hace más que aplicar esta
" Uno de los pasajes más directos en ese aspecto se encuentra en las Leyes: el legislador
perspectiva a una antropología determinada, según la cual Jo que consti- debe enunciar "lo bello, lo justo y todas las grandes nociones" que tienden a la virtud y al
vicio (89ob7 = T29); cf. Aristóteles, Ética Nicomaquea, uSoas-14.
39 Véase supra, p. 17. " Eidos, 503a2 (T2). Se puede ver en este término ya sea una alusión a la teoría de las
Formas ya sea un indicio de su gestación.
'º 464b4 (Tt).
" Véase supra, p. 13.
polis y psuché 25 26 André Laks

orden) de las diferentes partes del prod ucto, y q ue constituye s u "ley ". riza por la coexistencia de elementos heterogéneos. Pero Platón va a ún
Si el médico tiene por atribución específica "hacer del cuerpo un bello más lejos al s uprimir progresivamente la distinción entre el dominio
arreglo (kosmos) y ahí establecer el orden ", la del político será modelar del alma y el de la ciudad, ya q ue dota a la primera de una "constitu­
el alma de los ciudadanos según su arreglo y orden propios. La universali­ ción ". Las consecuencias de esta decisión terminológica son m uy gran­
dad de los conceptos de kosmos, taxis y ley hace q ue estas determinacio­ des, tanto desde el punto de vista de la condición de la política co rno en
nes sean puramente formales, y que luego han de especificarse según s u el plano de la doctrina de las virtudes. En c uanto al primer aspecto, la
dominio d e aplicación. E n e l caso del c uerpo este orden lleva e l nombre politización del alma paradójicamente abre un espacio para una práctica
de "salud ", de donde se deriva una serie de excelencias específicas, por enteramente despolitizada de la política : si el alma es la verdadera ciu­
ejemplo la fuerza. A la sal ud corporal corresponde, del lado del alma, el dad, es evidente q ue la ci udad en el sentido usual del término se vuelve
orden y lo q ue Platón llama "norma " (nomimon), para distinguir entre menos importante. Al final de la República, el filósofo, por mucho q ue
este orden particular y el uso más general q ue hace aq uí del término siga esperando esa "oportunidad divina " q ue le permitiría gobernar, se
"ley ". Esta norma, o "ley ", en el sentido restringido de la palabra, se dedicará a una sola política, a saber la de "la ciudad q ue es él mis ­
convierte así en el nombre específico del orden psíquico, q ue la política mo "; se trata de la política que ordena su "constitución interna". 46 Esto
tiene que insta urar y prese rvar en cada uno de los ciudadanos. da lugar a una tensión característica de la "política " platónica -tensión
La noción de "ley " no recibe un tratamien to más elaborado en el mucho más radical que la que se daba en Sócrates- entre la prácti­
Gorgias; en c uanto al concepto de orden, q ue es una especificación de ca pri vada de la conversación y la participación en la vida p ública.
aq uella, no es objeto más q ue de indicaciones programáticas. Sócrates se Uno de los elementos esenciales de la "filoso fía política " de Platón,
refiere aq uí a una doctrina anónima -la "doctrina de los sabios "- q ue en e fecto, consiste en la radicalización del con flicto entre filosofía
describe el orden cósmico en términos de virtud. Aquello q ue mantiene y política -la primera forma de la oposición aristotélica entre "vida
al universo unido y hace del cielo y la tierra, de los dioses y los hombres, teórica " y "vida práctica "-. Precisamente debido a esta radicalización ,
una com unidad (koinónia) vinc ulada por la "amistad ", es esencialmente Platón puede sostener en la República que ning ún filósofo gobernará
la "templanza " y la "justicia ". •s Pero estas indicaciones siguen siendo por su propia voluntad.
vagas, ya que esas "virtudes " no parecen ser sino manifestaciones del En cuanto a la concepción de la virt ud, ésta se revela mediante el
orden universal. La naturaleza de la relación existente entre las virtudes "paralelo ", tan célebre como complejo, entre el alma y la ciudad, q ue
del alma y la ciudad no se explican antes de la República. En este texto, estr uctura gran parte de la República.47 En este p unto es importante
la posibilidad de un concepto de orden psíq uico, al cual hacía referencia recordar cómo introduce Platón ese paralelo.
el Gorgias, encuentra un fundamento en la distinción entre "partes " o El problema planteado por la República es el de saber q uién, si el
"especies " del alma. hombre per fectamente injusto (el tirano alabado por Trasímaco en el li­
Sin duda alguna esta división del alma en partes distintas constituye bro I) o bien el hombre per fectamente justo (q uien será identificad Ó, en
una de las grandes innovaciones platónicas, y su importancia no p ue­ el transcurso del argumento, con el filósofo platónico), es pe rfectamente
de ser minimizada ; tiene co rno primera consec uencia la posibilidad de feliz. Al final del pri mer libro, se hace manifiesto q ue responder a la
comparar el alma con una ci udad, p uesto q ue ésta también se caracte -
•• IX, 591e1, 592a5-9.
45 507e6-508a3 (T3). " 11, 357a-lV y VIII-IX, 569c.
Po lis y psu che 27 28 André Laks

pregu nta por el predi ca do ( "feliz ") supo ne que se haya definido previa ­ primera vez. Apare ce n después y su cesivamente, siguie ndo u n procedi ­
mente el sujeto de dicho predi ca do, e n este caso el hombre justo. Ahora mie nto regresivo, pastores y boyeros, que proveerá n a u nos las pieles,
bie n, el a nálisis de la justicia e n el hombre te ndr ía que verse fa cilitado si y a otros la capa ci dad de tracció n; e n seguida vie ne n los i ntermediarios
se co nsidera primero otra justicia, a saber, la de la ciudad. Ésta resu lta que importa n las materias y produ ctos que ha ce n falta e n el nivel local,
más visible que la primera porque está i ns crita, según la fórmula del li­ y luego los fabrica ntes que proporciona n lo que se desti na a la exporta ­
bro II, "e n caracteres más gra ndes ". 48 No es posible, si n embargo, tratar ció n. Esta nueva a ctividad supo ne, por su parte, la prese ncia de otros
de la justicia sin o cuparse de otras virtu des (la vale nt ía, la templa nza y campesi nos y artesa nos, as í como la de comercia ntes, navegantes, ba n­
la sabiduría), porque aquélla las presupo ne; e n otras palabras, la justi cia queros y cambistas. ss Pero como solame nte se trata de ha cer posible la
es u na virtud "de segu ndo orde n". 49 Eso resulta del a ná lisis de la estru c­ producció n del núcleo primitivo de los produ ctores, al último eleme nto
tura de la ciu da d p lató ni ca. de la primera ciu da d, co nstituido por los trabaja dores asalaria dos, se le
Para determi nar las partes co nstitutivas de u na ciu dad, el Plató n de pue de llamar su último comple me nto (pleróma), gracias al cual la ciu­
la República recurre a un relato que muestra por etapas la gé nesis pau ­ da d misma puede co nsi derarse " completa ". s6
latina de las tres funciones que cada ciu da d debe cumplir para ser u na Si n embar go, la limita ció n de las necesi da des parece arbitraria.
ciudad en sentido cabal . Los inicios de la ciuda d lleva n el sello de la ne ­ A pesar de haberse desarrolla do, la ciu da d aún no está civi liza da y
cesida d a la cual el hombre, como animal, se halla sometido. so El i ndivi­ si gue sie ndo, según la expresió n de Glau có n (el i nterlocutor de Só ­
duo no se basta por sí solo. Las fu ncio nes liga das al dese nvolvimiento de crates e n este pu nto del diálogo), u na ciu da d de "puercos". s7 Se limita
la producció n se multiplica n rápi dame nte a partir de u n núcleo de " cua ­ e n efe cto a satisfa cer las exi ge ncias de u n modo de vi da que, por muy
tro a ci nco hombres " impres ci ndibles que represe nta n a la ciu da d e n su id íli co que parez ca, no deja de ubi carse e n el terre no ex clusivo de la
mínima expresió n: s 1 u n campesi no, para pro du cir el alime nto -e l suyo supervive ncia.
y el de los demás-; u n albañil para e difi car; u n sastre para vestir, y u n Si el cre cimie nto de la primera ciu dad era un cre cimie nto co ntro ­
zapatero para calzar. Esta divisió n del trabajo s e basa e n u n pri ncipio la do, la multiplica ció n de refinamie ntos, siempre "superfluos ", fre nte a
llama do de "especializació n",s• que desempeña un papel fu ndame ntal las necesida des fu ndamentales, se presenta como la "hi nchazó n" - como
en Plató n: como ca da i ndividuo posee u na aptitu d difere nte, no pue de lo dice P lató n- artificial de u na ciu dad e nferma : la vi da l ujosa es u n
ejercer profesionalmente más que u na sola a ctivi da d. s3 Y a demás de esos exceso, explícitamente co ntrapuesto a l a vi da de l a ciu da d prece de nte,
oficios, otros resulta n impresci ndibles. Ca da produ ctor necesita i nstru­ califi cada de "sa na " y "auténtica ". ss Se abre as í u na segu nda espiral de
mentos que le será n proporcio nados por artesa nos, carpi nteros y herre­ necesi da des, que es fu ndamentalme nte vi ciosa . La deca de ncia se simbo­
ros. La ca nti da d de estos últimos ha ce cre cer la "pequeña ciu dad"54 por liza me dia nte la aparición, e ntre to das las fu ncio nes de u na civilizació n
ava nzada que cu ltiva el gusto ( culi nario y estético), de mé di cos que ha n
•• 11, 368C4-V 449 b2, y Vlll, 543 es-IX 592 b6.
" Uso la expresión "de segundo orden" en un sentido usual en la reflexión epistemoló- de reme diar las co nsecue ncias nefastas que resulta n del aba ndo no de
gica, el cual marca una diferencia de nivel del discurso. u na vi da salu dable. s9
'º 369c10.
5 ' 369d11.
55 368d8-371e7.
5' La expresión griega está sobredeterminada: "hacer lo suyo", esto es lo que le compete
56 371e10.
hacer, ta hautou prattein. " 372d4.
" 37oa-b. Véase Annas, 1981, 95-98. " 372e3-6.
" 37od6. 5 373d1.
9
Polis y psuche 29 30 André Laks

Sin embargo, ni el incremento en el número de artesanos ni la diver­ de hecho, la justicia platónica es una virtud de "segundo orden" que
sificación de sus funciones constituyen la marca distintiva de la segunda supone las otras virtudes y, por ende, una división que no tenía razón
ciudad. El hecho nuevo y capital es que la ciudad, para satisfacer su de ser en la primera ciudad. La lógica de la posición platónica impone
desmesura, debe acrecentar sus recursos y, por lo tanto, su territorio; de que una ciudad no puede volverse "justa" más que en el marco de un
ahí que entre en conflicto con otras ciudades. 60 La necesidad de la gue­ desorden previo, como si la justicia necesariamente fuera el fruto de
rra, según el principio de especialización, 61 requiere la función corres­ un restablecimiento. En este sentido, la justicia platónica tiene algo
pondiente: habrá combatientes, cuyo cometido será el de pelear, como el de esencialmente "correctivo". 67
oficio del zapatero, el de fabricar zapatos. La originalidad de esos "arte­ Con la aparición de los guardianes, la ciudad puede considerarse
sanos-guerreros" se debe a la naturaleza de su producto: la "salvaguarda como verdaderamente "completa", 68 a pesar de que los guardianes se­
de la ciudad". 62 Esta última, sin embargo, va a revelarse irreducible a las rán luego divididos69 entre "guardianes auxiliares" (la totalidad de los
exigencias de la conquista. La verdadera salvaguarda es ante todo de combatientes y los magistrados inferiores) y gobernantes en sentido
índole interior. 63 El largo desarrollo que concluye el libro VII nos hace cabal (los filósofos). Desde la perspectiva de su metamorfosis filosó­
asistir a la transformación paulatina del guerrero en magistrado, y a su fica, la atención especial en la educación de los guardianes tiene como
vez la de éste en filósofo, como por destilación de cualidades que están contraparte la ausencia casi total de indicaciones referentes a la diver­
ya en él. Así se explica que el animal de guardia por excelencia, que es sificación de sus tareas, y ello en el preciso momento en que la "preserva­
el perro y con el cual los guardianes son comparados en razón de su ción" interior de la ciudad, al tomar un sesgo propiamente político, se
capacidad de discriminar entre el amigo y el enemigo, recibe de entrada la despoja de sus origenes exclusivamente militares. Platón apenas men­
denominación de animal filosófico.64 ciona el papel que tendrán los sacerdotes en la ciudad justa, junto con
Al parecer en la primera ciudad, la de la necesidad, no hay más jus­ los jueces, cuyo número será restringido, como también lo será el de los
ticia que injusticia. 6s Esto puede resultar sorprendente si se toma en médicos.7° El resto de la población, a pesar de ser la parte cuantitati­
cuenta la definición ulterior de justicia, la cual se confunde exteriormen­ vamente más importante7' y de estar aún más diversificada que en la
te con el principio de especialización ("hacer lo suyo"). 66 La afirmación primera ciudad -pues incluye no sólo a los médicos, sino también a los
se comprende mejor si se recuerda -o mejor dicho, si se anticipa- que, poetas-educadores-, es objeto de una homogeneización análoga; quie­
nes la constituyen son designados como los que "aseguran la subsisten­
'° 373e2.
cia" ,72 una apelación tanto global como simplificadora. Obviamente, no
•• Explícitamente evocado en 374b6-d6.
"' Para esta concepción, véase también las Leyes, 921d4 ss. se trata aquí de analizar en detalle la organización de la ciudad, sino de
63 El Critias, que se presenta como una "continuación" de la República, muestra cómo
la ciudad justa (identificada con la Atenas de antaño) es la única que está en condiciones
de vencer militarmente a un agresor paradigmático, la ciudad de los Atlantes, o Atlántida '' Aristóteles distinguirá entre justicia correctiva, que enmienda un desorden, y justi­
(cf. Timeo, 2od6-27b6). Pero esta victoria depende, precisamente, de la virtud interior de cia distributiva, que otorga a cada cual lo que merece (Ética Nicomaquea, V, 5, 1130 b30-
la ciudad. 1131a1), donde ambas presuponen una cierta heterogeneidad. En Platón no opera esta divi­
"' 376a-b. La clasificación de las partes constituyentes de una ciudad debe compararse sión conceptual, lo cual no significa que no haga uso alguno de ella.
con la del Político, 287b-289c (cf. infra, p. 45s.). 68 427c6.
•s 372e. '° 412b8-414a7.
" La sugerencia, en J. Annas, 1981, p. 101, de que la primera ciudad conoce bien la '° 433e3 SS.
justicia, y no la injusticia, ya que sólo la ciudad enferma permitirá descubrir a ésta, es dificil '' 428e7-429a.
de defender pero significativa. " 463b3 (T9).
po l is y psuche 31 32 André Laks

poner de rel ieve su s tre s funcione s fundamentale s, siguiendo el parale­ del rég imen espartano- es guiada por el impul so del thumos que d a
lismo con el alma. 73 lugar al de seo d e lo s honores (time e n griego) ; el principio d e l a oligar­
La ju stici a no es la virtud de ningun a de la s tre s partes que compo­ quía es la codicia (una de la s numerosas forma s de epithumia); el de l a
nen la ciudad (productores, auxiliares y magistrados), sino la que re sul­ democracia es el placer y de la libertad individual, y el de l a tiranía est á
ta de la obtención de las virtudes específicas de cada componente cuan­ con stitu ido por lo s deseo s be stiales de l a humanidad.
do cada grupo "cumple la función que es la suya ".7• Si lo s gobernantes
gobiernan con sabiduría, si lo s auxiliare s combaten con valentía y si El par alelismo entre la ciud ad y el alm a, ju stificado por el par ad igma de
tanto lo s productore s como lo s m agi strado s h acen prueba de templan­ l as letr as pequeña s y grandes, se presenta explícitamente como recur so
za,75 entonces la ciud ad podrá ser deno minada ju st a. Mutatis mutandis, pedagógico. Platón subraya que el de scubrimiento de los componentes
la justicia ind ividual con si ste en cierta relación entre la s virtudes pro­ de l a ciudad, por un a parte, y el de lo s del alma, por la otra, son en
pias de cad a una de la s tre s parte s del alma, cuando cada una ejerce su principio independ iente s entre sí. 77 De hecho, exi sten do s diferencias
virtud e specífica : la sabiduría para la pa rte ra zonable, el valor para la esenciale s entre la comparación que puede hacerse entre do s in scrip­
parte ardiente (el thumos) y la templanza para el ámbito de lo s de seo s ciones, por un lado, y la que puede dar se entre dos tipo s de ju st icia,
inferiores. Esta concepción de la justicia como orden -concepción muy por el otro. En primer lugar , sean aquéllas gr andes o pequeñas, una s
singular en el contexto griego, por que parece concebir la justici a como letra s y otra s son fundamentalmente idéntica s: no a sí lo s componentes
una estructura antes que como una relación social - h alla una confirma­ del alma con re specto a lo s de un a ciudad. En efecto, lo que con stituye
ción en la única alusión a una "Forma " de la ju stic ia que encontramos a esta última son sere s humanos, co sa que no sucede en el ca so de la s
en la República: Platón e specifica que la s Forma s, objetos de contem­ pa rte s del alma.78 La otra diferencia con relación al paradigma de las le­
plación para el filósofo, están "ordenad as y siempre en el mi smo estado, tras proviene del hecho de que entre ju sticia política y justicia p sí quica
y no cometen injusticia la s una s contra la s otra s ni l a padecen ".76 Se haya una subordinación de orden ontoló gico (y, por ende, axiológico)
comprende entonce s que lo s libros VIII y IX (ha st a 580d), que con st i­ de la primera con re specto a la segunda . Cuando Sócrates, al final de la
tuyen la contraparte negat iva de lo s l ibro s 11-IV, analicen la injusticia digre sión que condujo de la justicia política a la justicia p síquica, afirma
al mostrar, por orden de alteración creciente, l as principales form as de que la ciudad no proporciona otra cosa que "cierta imagen (eidólon) de
injusticia (cuatro en total), tanto en la ciudad como en el alma. En una s la ju sticia ",79 re sulta claro que la relac ión "icónica " que mantienen la s
páginas tan re al ista s como profundas, de sde el punto de vi sta del aná ­ dos e species de justicia no es reducible a la relación de similitud exi s­
lisis psicológico, y en la s que se inspirará Montesquieu, Platón describe tente entre lo s caractere s de dos in scripciones. Tratándo se de la relación
la afinid ad pr ofunda que exi ste entre el carácter de lo s individuos y l a alma-c iud ad, el término "imagen " cobr a una sign ificación ontológica. De
car acteri zación de cada con stituc ión e n término s de c arencia de justi­ hecho, la ju sticia política, que descan sa en la repartición funcion al de
cia: la "timocr acia " ,-término cre ado para d ar cuenta de la especificidad labores, se a semeja a un "sueño " que concluye cuando se desc úbre la

73 La tripartición platónica no puede sino evocar la tripartición indoeuropea de las fun­ 77 Cf. 434d-435b y el conjunto del desarrollo que sigue.
ciones analizadas por G. Dumézil, L' Idéologie tripartite des Indos-Européens, Bruxelles, '' Esto es cierto a pesar de que Platón llegue a sugerir, en el libro IX, 588b10-e2, la
1958, aun cuando el sacerdote sea sustituido por el filósofo. autonomía de cada una de las partes del alma mediante la poderosa comparación entre
74 433b (T7). éstas y seres vivos (los deseos con una hidra, el ardor con un león y el intelecto con un ser
" Sobre la condición especial de la templanza, véase infra, p. 33s. humano).
76 sooc. "' 443C4S (T8).
Polis y psuche 33 34 André Laks

"verdadera " justicia que se encuentra en el alma misma. Así, la justi cia p olítica, en la que la triparti ción puramente fun ci onal ahora cede el pas o
política no es más que el instrumento heur ístico de la justicia ps íqui ca.ªº a una p olaridad simple entre g obernantes y s úbdit os. Para un ciudadano
Esta pri oridad ontológica de la justicia psíquica con respet o a la jus ­ g obernad o, "ha cer lo suy o" consiste en " obedecer "; para u n dirigente,
ti cia pol ítica está e n la raíz de la "despolitiza ción " de la p ol íti ca platóni ca "ha cer lo suy o" equivale a g obernar con miras al bie n de la ciudad en su
de la que hablé arriba. Asimism o, expli ca p or qué Platón no otorga al t otalidad. As í, una ciudad civilizada se juzga menos p or lo que "produce "
paralel o entre ciudad e individu o más que un valor pedagógi co. E n rea­ (trátese de bienes o de seguridad) que p or e l " consens o" (homonoia)
l idad , no es que el alma sea a la imagen de la ciudad, sino al revés, que que en ella impera. Ahora bien, en virtud de la homolog ía entre ciudad
la constru cción de la ciudad esté guiada p or una teor ía psi cológi ca. A la y alma, est o pla ntea la dificultad de saber cómo el intele ct o ra ci onal y
pri oridad ontológi ca del alma se añade as í u na pri oridad epistemológi ­ l os dese os irra cionales van a p oder, a su vez, supeditarse a una relación
ca, que el paralelism o con la es critura tiende a ocultar. En suma, la clave p ol ítica. He aquí el pr oble ma fundamental de la p ol ítica platónica.
de la política platónica es la psi cología, y no al contrario.
En la República, un ejempl o revelad or y p ol íticamente muy imp or ­
tante de l a prima cía d e l a psi col ogía s obre l a p ol ítica aparece e n el tra ­
tamient o de la templanza p ol íti ca, la cual, contrariamente al pr ocedi ­
mient o anu nciad o, se explica en fun ción de la templanza ps íqui ca y n o
al revés.ª' Platón, s i bien no comenta esta as ombr osa inversión, puede
explicarse p or la pe culiar naturaleza de la templanza. El conocimient o
y el val or solamente se apli can a una fracción de la ciudad: 82 el prime ­
ro es privativo del pequeño númer o de magistrad os que mere ce n este
nombre, y el segu nd o lo es del conjunt o de l os de fens ores. En cuant o
a la justicia, si bien atañe al conjunt o de la ciudad, vim os que es en
un sentid o pe culiar, en calidad de virtud de "segund o orden ", la cual
aut omáti camente apare ce cuand o se presentan las otras tres virtudes.
La templanza, en cambio, es la única virtud que implica u na verdadera
relación entre las diferentes partes de la ciudad. Ahora bien, resulta más
fácil aprehender esta rela ción en el alma, d onde se presenta primer o
corno un "a cuerdo" (sumphonia) y una "arm on ía " (harmonia) entre di­
ferentes fuerzas psíquicas, que en la ciudad. 83 Al mismo tiempo, la tem ­
planza ps íqui ca pr opor ci ona una nueva perspe ctiva de la ciudad y la

"' 443b7, 443c9 (T8).


'' 413a3-d2.
'' 431e10.
83 43oe3-6 (T6). Para la segunda descripción relacional de la templanza en términos de
equilibrio de fuerzas en presencia, véase infra, p. 38s.).
André Laks

Platón adopta en el Político, para dar cuenta de las constituciones exis­


tentes, completándolo con una distinción entre dos formas de democracia:
la mejor es la que acata las leyes establecidas y la peor es la que las infrin­
IV ge. 87 La clasificación de la República es diferente y también más original
porque, en consonancia con el paralelismo entre ciudad y alma y, más en
SABER Y CONSENTIMIENTO general, con la idea tradicional de que "la ciudad hace al hombre",88 aque­
lla se basa no tanto en el criterio del número cuanto en el de la diferencia
entre modos de vida y virtudes o, más bien, perversiones de la virtud,
El título griego de la obra a la cual la tradición latina, de Cicerón en ade­ características de cada uno de los regímenes: así vimos que la timocracia
lante, dio el nombre de República es Politeia, que significa "constitución". cultiva el honor; la oligarquía, la codicia; la democracia, la licencia, y la ti­
El neologismo politeia, derivado de polites ("ciudadano"), se volvió usual ranía, la bestialidad. Pero en ambos diálogos Platón distingue con nitidez,
en la época de Platón, y progresivamente se fue imponiendo a lo largo dentro de las constituciones existentes, entre las que él llama " falsas" en
del siglo v a.C. frente a otros términos en uso (katastasis, por ejemplo, el Político e "injustas" en la República, y la única "verdadera" o "justa", a
que en términos lingüísticos es más cercano a nuestro "constitución", o saber, la séptima del Político y la primera de la República, a la cual da el
bien taxis y nomos, que se refieren al "orden establecido"). Encontramos nombre de "aristocracia" (el gobierno de los mejores).
la palabra politeia por vez primera en Heródoto con el sentido de "ciu­ lQué es entonces lo que hace una constitución "verdadera" o "justa"?
dadanía" o de "derechos cívicos". 84 El sentido de "constitución" refleja Platón retomó parcialmente la idea tradicional según la cual una consti­
probablemente la toma de conciencia, favorecida por el advenimiento del tución se caracteriza por la naturaleza de su instancia dirigente; pero el
régimen democrático, del carácter políticamente crucial de la pertenencia número de éstos no desempeña aquí un papel determinante: lo primero
al cuerpo de los "ciudadanos", los únicos capaces de ejercer el poder de que se exige de los gobernantes es que tengan cierto tipo de conocimien­
manera legítima. 8s Sea como sea, una "constitución" se caracteriza prime­ to o, más precisamente, el conocimiento. En efecto, con los consabidos
ro por la naturaleza de la instancia dirigente. Siguiendo una clasificación presupuestos epistemológicos de Platón, no hay sino conocimiento de
ya tradicional en la época de Platón, la constitución será monárquica, oli­ aquello que es, el conocimiento. Los libros centrales de la República (V­
gárquica o democrática, dependiendo de que el poder esté en manos de VII) optan por dar las riendas del poder a los filósofos justamente por
un solo ciudadano (monos = "uno"), de un pequeño número de ciudada­ ser éstos los depositarios y garantes de un cierto tipo de saber que pode­
nos (oligoi = "pocos") o bien de todos ellos (demos = "el conjunto de los mos llamar ontológico. 89 En el mismo sentido, la constitución del Político
ciudadanos"). La distinción entre las dos primeras especies en función de recibe el calificativo de "sabia"90 y si bien este diálogo da una inflexión
criterios secundarios -según el poder se ejerza conforme a la ley o no, y
87
302d-e.
se base en la coacción o bien en el asentimiento- genera un esquema con 88
Cf. supra, p. 23.
cinco términos, donde la tiranía constituye la versión degenerada de la 89
Esto explica que la doctrina platónica de las Formas encuentre su exposición más
monarquía, y la oligarquía, la de la aristocracia. 86 Este es el esquema que completa en un diálogo político: la Formas, las únicas realidades en el pleno sentido del
término y los únicos objetos de conocimiento propiamente dichos, sirven de modelo para el
"' IX, 34. actuar del filósofo, quien produce una imagen de éstas en el seno del mundo sensible. Es lo
85
Es la hipótesis del historiador Ch. Meier, La Naissance de la politique, Gallimard, que más adelante llamaré "paradigmatismo" platónico (paradeigma : modelo).
París, 1995, pp. 57-67. "° 303c1. Dejo a un lado el problema de decidir si este saber es idéntico al de la Repú­
86 Los principales testigos de esta clasificación son Píndaro, Píticas, II, 86 ss. ; Heródo­ blica. La teoría de las Formas no aparece en el Político del mismo modo en que aparece en
to, lll, 80 ss.; Eurípides, Fenicias, 499 ss. ; Suplicantes, 403 ss.
Sab er y consentimiento 37 André Laks

monárquica a la teoría de los filósofos-reyes de la República (el hombre Ahora bien, la compatibilidad entre estos dos puntos de vista no está
político es ahí un rey, basileus), es sólo porque pocos hombres, más a garantizada de manera automática. Incluso podemos afirmar que la exis­
menudo uno que varios, son susceptibles de adquirir el saber requeri­ tencia de una doble normatividad es el problema fundamental de la po­
do. 9• Desde este punto de vista, el nombre más adecuado de semejante liteia platónica; si bien dicho problema está presente en diversos grados
constitución no es ni el de "aristocracia" (adoptado por la República) ni tanto en la República como en el Político, no se manifiesta del todo an­
el de "monarquía" (que es el lenguaje usual del Político), sino el de "no­ tes de la Leyes, cuando se aceptan las dos nociones complementarias de
ocracia" ("poder del intelecto"), término que las Leyes no emplean, pero "constitución despótica" y de "servidumbre voluntaria"; ambas nociones
sí sugieren sin lugar a dudas: "si nosotros debiéramos dar un nombre a son paradójicas frente a los mismos criterios que definen una constitu­
la ciudad que dependa de semejante poder, tendríamos que proferir el ción.9s Por supuesto, este despotismo no lo ejercen arbitrariamente unos
nombre del dios que reina sobre quienes tienen la inteligencia".92 Una hombres contra otros ni unas partes de la ciudad contra otras partes,
constitución platónica es una constitución donde el nous (intelecto o sino que es obra del intelectó divino con relación a los ciudadanos. Del
razón) reina de un modo u otro, ya sea gracias a los filósofos, a los reyes mismo modo, el término "esclavitud", en referencia a la subordinación
o bien a las leyes. de lo irracional a lo racional, se ve liberado de toda carga negativa. Aun
Pero la normatividad a la cual se refiere la "constitución" platónica así, el hecho de reintroducir el despotismo y la esclavitud en la defini­
no se agota con el criterio del saber. También se exige que una poli­ ción misma de la constitución exige aclaraciones. De entrada, y basán­
teia se base en el consentimiento de los ciudadanos: los ciudadanos han donos en el paralelismo entre alma y ciudad, podemos suponer que la
de ser persuadidos por las instrucciones y las leyes que emanan de sus razón de ello estriba en el hecho de que al cabo en toda alma subsiste
gobernantes, es decir, en última instancia, por el saber y la razón de una irracionalidad irreductible, y que, por ende, ha de ser reprimida.
la que son depositarios. En oposición al primero, se trata aquí de un Si la racionalidad recurre a la "coacción", es porque ella misma se ve
criterio ya tradicional, puesto que se usaba para distinguir, entre otras obligada a hacerlo. La coacción despótica es la proyección, en el centro
cosas, la realeza de la tiranía; pero Platón radicaliza su alcance y esto mismo de la racionalidad, de un modo de actuar propiamente irracio­
no tanto en la República, en la cual la idea permanece implícita, o en el nal. En toda ciudad, entonces, y por ende en toda constitución, habrá
Político, cuyas declaraciones al respecto son ambiguas,93 sino más bien algo no político. Pero eso mismo confirma que la metáfora de la "es­
en las Leyes. En este último diálogo, el consentimiento cobra tal fuerza clavitud", lejos de reflejar la esencia de la relación política entre sobe­
normativa que Platón llega a calificar de "no constituciones" (y no sólo rano y súbdito, más bien representa lo que en esta relación subsiste de
de constituciones "falsas" o "injustas") a todas las constituciones que no su límite, o incluso de su negación, a saber, la relación amo-esclavo.
satisfagan ese criterio. 94 La República no ignora el problema, sino que le da un tratamiento
que podemos llamar discreto. Aparece, por ejemplo, en la doble defini-
la República, y los intérpretes se preguntan si los objetos del conocimiento mencionados
por el Extranjero en 255e-286a se refieren o no a las Formas. El problema tiene que ver con
la cuestión, más general, de saber si Platón, a partir del Parménides, habria renunciado a la expresan con un mismo término (peithomai, peithó). La filosofía política platónica consti­
t eoría de las Formas en razón de las dificultades que plantea. tuye, en gran medida, un despliegue de esta ambivalencia.
95 Para las principales apariciones de la noción de ·constitución despótica", véase:
" 293a (T12).
" 713a2-4. 713a3 ss. (citado supra); 715d4-6 (TIS); 762e5; 839C4. Para la servidumbre voluntaria, véa­
93 Véase 292c por un lado, y 276d-e y 303b8-c2 por el otro. se 7ooa4 ss. La expresión, que en Platón evidentemente tiene un sentido positivo, reapa­
•• Leyes, 832b10 (T26). Es menester subrayar la estrecha relación en griego entre las rece en el siglo xvi con un sentido totalmente negativo en la obra del amigo de Montaigne,
nocio nes de consentimiento y persuasión, por un lado, y de obediencia, por el otro: se Étienne de la Boétie, Le Contr'un, cuyo subtítulo es Discours de la servitude volontaire.
Saber y consentimiento 39 40 André Laks

ción de la templa nza -la vi rtud política por excele ncia en este diálogo, ció n. Tambié n se da en la misma ciudad cua ndo los ciudadanos compar­
como ya vimos-, la cual se presenta de e ntrada no sólo como acuerdo te n las mismas alegrías y las mismas penas. En el nivel de los e nunciados,
y armo nía, si no tambié n como capacidad de opo ner resistencia (enkra­ la homopatía política se refleja e n el uso común de los térmi nos "mío"
teia).96 Más e n ge neral, el modo en q ue la República trata el problema y "ajeno".'ºº C uanto mayor sea el número de ciudadanos q ue usarán el
del ase ntimiento revela, asimism o, que disim ula la te nsió n e ntre los dos posesiv o e n las mismas ocasiones, mejor administrada estará la ciudad.'º'
rasgos definitorios de una co nstitución. Res ulta i nteresa nte q ue esta La seg unda secció n 1º2 se i nterroga s obre el as unto de saber en q ué
te nsió n cobre la forma de una pregunta relativa a la extensión misma de medida la ci udad j usta e ncarnará ese pri ncipio ge neral, y está estruc ­
la ciudad y de la co nstit ució n. Para resumirlo con una fórm ula, p uede t urada a la ma nera d e u n tríptico. E n e l ce ntro, e l arg ume nto más ela­
decirse que, para estar s usta ncialmente co nforme a su co ncepto, la po­ borad o e nuncia las condicio nes e n las c uales el pri ncipio s upremo de
liteia debe restringirse a una parte de la ciudad: no es coextensiva si no la unidad se co ncretará e n u na parte de la ci udad, a saber , e n el con ­
media nte un desliz semántico que rei ntroduce, e n el se no de la ciudad, junto de los g uardia nes. Los d os grupos exteriores, de lo ngitud des ­
la posibilidad de la dise nsió n, posibilidad co ntra la cual aq uélla había ig ual, 1 03 c oncier ne n al co nj unto de los compo nentes de la ci udad y, por
sid o co nstruida. ello, tambié n a la relación e ntre g uardia nes y pr od uctores.
El problema hace su aparición en el libro V en ocasió n del argume n­ Así disti nguidos, los dos mome ntos de la especificació n del pri ncipi o
to relativo a la unidad de la ci udad . El desarrollo se divide e n dos seccio­ ge neral presentan una difere ncia m uy importa nte e ntre sí. El consenso
nes. La primera de ellas,97 de nat uraleza p urame nte teórica, e nuncia y dentr o de la clase de los guardia nes correspo nde efectivamente al mode ­
explicita el principio ge neral que g uía el co nj unto del trabajo legislativo: lo de la "homopatía". El se ntido de las famosas medidas comunitarias,
no hay mayor bie n para una ciudad q ue aquel que pueda garantizar su o, como se les de nomina a veces, a costa de cierto equívoco, "c om unis ­
cohesió n ( "volverla una").98 El m odelo de la unidad p olítica es fisioló­ tas ", y sobre las c uales Plató n se extiende ampliame nte no sin s ubrayar
gico, si no es q ue orgá nico. Plató n compara la unidad política a la uni­ su carácter emi nentemente paradójico, radica precisamente en suprimir
dad del hombre c on respect o a los se ntimientos de placer y de dolor. El toda dise nsió n i nterna e ntre los guardia nes. Puesto que éstos viven bajo
placer y el dolor, a pesar de ser localizados (en un dedo, por ejemplo), el régime n de la comunidad de los bienes y de las familias, •04 no tendrá n
afecta n al i ndividuo e ntero porque el alma, que es la sede de aquellos, ninguna razó n -o al me nos así lo co nsidera Platón- para no sentirse
es también el pri ncipio de su unidad: el hombre s ufre cua ndo le d uele miembros de una misma familia y , por lo ta nto, de no hacer un uso co­
la ma no o, mejor dicho, "su" mano. En ese se ntido, las a feccio nes so n mún de los térmi nos "mío " y "no mío ".1°s
"comunes". A las difere ntes pa rtes del cuerpo, que represe nta n la diver ­
sidad de los ciudada nos, el individuo, el cual represe nta la totalidad uni­ '00
426C4 SS., 471d2.
ficada de aquellas,99 las co nsidera "suyas". Esta comunidad de afeccio nes '"' 462c6-8; cf. 462b5 (T9).
'º' 463a1-465b10 (T9).
u "homopatía " es, si n embargo, más q ue un simple térmi no de compara- 'º' 463a1-b7 y 465b8-10 (T9).
'"' La expresión "comunidad de mujeres y de niños" calca el griego, pero su connota­
96 431e7 (T6). ción es desafortunada. No es que los guardianes se repartan las mujeres (de su clase). Ellos
•1 462a2-e7 (T9). se juntan con ellas con el fin de procrear, según un procedimiento normado por los gober­
98 462a9-b2 (T9). nantes (es uno de los más célebres recursos de "engaño", 469c-47oa). Los niños que son el
99 En cierta forma, la analogía prolonga el paralelo psico-politico, pero sin confundirse resultado de esas uniones tanto furtivas como oficiales sí son, respecto a ellos, "comunes"
con éste, ya que el cuerpo está implicado aquí, y el alma, lejos de aparecer como dividida, en un sentido más inmediato del término.
es aquí principio de cohesión. '"' 464c5-e2 (T9).

\
Sab er y cons entimiento 41 42 André Laks

Aristóteles impugnará este razonamiento recurriendo a un argu­ de aquellos para quienes gobiernan; asimismo, los súbditos no son los
me nto tan breve como contundente: privados de toda posesión, y por "esclavos" de los gobernantes,'°9 sino los "indemnizadores" y "quienes
consi guie nte sin nada que defender, los guardianes llegarán a ser indi­ proporcionan los alimentos", mientras que, a los ojos del pueblo, los
feren te s al bien común en cuya defensa radicaba, sin embargo, su fun­ gobernantes no son ni déspotas ni tampoco simples "gobernantes",
ción. 'º6 Pero, recurriendo esta vez a la crítica interna, también podemos sino "salvadores" y "fuentes de apoyo". En el mismo orden de ideas,
preguntarnos hasta qué punto Platón es fiel a sus propios supuestos: el famoso mito fenicio del final del libro 111 ilustra la tesis de que todos
¿cómo es posible que disposiciones comunitarias que, por hipótesis, so­ los ciudadanos de una misma ciudad provienen de una misma madre,
lamente valen para los guardianes, también puedan implicar consecuen­ a saber, la Tierra, y esto a pesar de la variedad de sus funciones y del
cias unificadoras para el conjunto de la ciudad? Los productores, quie­ valor atribuido a éstas. Haciendo referencia al mito hesiódico de las
nes poseen bienes y son jefes de familia, no tienen en efecto las mismas razas, 1 1º Platón recurre al bronce, la plata y el oro para simbolizar el
razones que los guardianes para recurrir simultáneamente a las pala­ valor respectivo de los tres componentes de la ciudad (productores,
bras "mío" y "no mío", ni entre ellos, ni con relación a los guardianes. auxiliares o guardianes, filósofos). La puesta entre paréntesis de la
Es entonces legítimo preguntarse en qué se basa Sócrates cuando, en terminología política a favor del léxico de la familia o incluso de la fun­
un intercambio lapidario, hace admitir a Glaucón que la concordia en­ cionalidad ("trifuncionalidad" incluso, en este caso) 111 huele a misti­
tre los guardianes acarreará a fortiori no sólo la de los guardianes para ficación lingüística, aun cuando sea un error subestimar el esfuerzo
con la ciudad, sino también la de los productores entre sí. 1 07 Hay en la conceptual que hace Platón para integrar a los agentes de la actividad
República dos respuestas posibles a esta pregunta fundamental; ambas económica a la ciudad y a su constitución. En efecto, la ideología do­
ponen al intérprete frente a un dilema difícil de resolver, porque hacen minante en Grecia, una ideología por lo demás compartida por el Pla­
que Platón incurra en un reproche de incoherencia. tón de las Leyes, quería que las actividades artesanales fueran desvalo­
La primera respuesta puede extraerse de las reflexiones que apare­ rizadas.112 Pero el problema más grave que plantea esta explicación es
cen antes del análisis dedicado a la unidad de la clase de los guardia­ que no parece ser acorde al fundamento mismo del paralelismo entre
nes, y que dejan entrever un tipo de unidad que, sin ser materialmente alma y ciudad en el que se basa el conjunto de la República. En efecto,
idéntica a la de los guardianes por la razón evidente de que los pro­ el esquema analógico de la República pretende que la parte racional y
ductores son propietarios y los guardianes no, es, sin embargo, de al­ los guardianes en sentido cabal, apoyándose en el ardor (el thumos)
gún modo equivalente.'°ª Al empleo común del adjetivo posesivo, entre y en los auxiliares, respectivamente, gobiernen la parte apetitiva y a
los guardianes, corresponde una serie de apelaciones que traducen la
conciencia que los tres componentes de la ciudad tienen de su solida­ "'" La reducción a la esclavitud de ciudadanos interviene en la ciudad timocrática como
consecuencia de la privatización (547b2-C4). G. Vlastos, 1973, ha mostrado que no hay nin­
ridad mutua. Así, los dirigentes, al llamarse entre sí por el nombre de
guna razón para pensar que la ciudad platónica prescinda de esclavos. Si éstos �e hallan
"co-guardianes", o, mejor dicho, de "co-protectores" (sumphulakes), excluidos de ella por definición es por ser una comunidad política.
antes que por el de "co-gobernantes" (sunarchontes), subrayan que "º Hesíodo, Los trabajos y los días, 109 ss.
111
Véase supra, p. 31.
llevan a cabo su guardia en interés de la comunidad y, en particular, "' Cf. P. Vidal-Naquet, 1991. En las Leyes, los artesanos no son ciudadanos. Este paso
hacia atrás se debe al hecho de que, en esta última obra, la ciudadanía pasa a ser una pro­
'"6 Política, B3, 1261b32. fesión cabal, y esto en virtud del principio de especialización. Lo cual excluye la posibilidad
'"' 465b8-10 (T9). de que la ciudadanía sea compatible no sólo con el comercio y la artesanía, sino también
"'' 462a9-463b9 (T9). con el cultivo del suelo (846d4-e1).
sab er y cons entimi ento 43 44 André Laks

)os productores. Pero Platón admite en efecto que nuestros apeti­


11
3
tengan unidos. El problema con esta interpretación de la unidad de la
tos -esto es, la mayor parte de nuestra alma, como los productores, ciudad es que va, sin Jugar a dudas, en contra del segundo criterio de
esto es, la masa dentro de la ciudad- son insaciables por naturaleza. la constitución platónica, a saber, la necesidad del asentimiento. Cierto
Esta insaciabilidad es la expresión de su irracionalidad. Abandonados es que en principio la educación debería poder reducir la irracionalidad
a sí mismos, los deseos dominan el resto del alma; de ahí que deban natural que, se supone, es privativa de los productores. El problema es
ser contenidos, aun por la fuerza. lNo sucede acaso lo mismo en el
11• que la República no dice casi nada al respecto. Y es así como en este
caso de los productores? lCómo dar cuenta del acuerdo, dentro de la texto se esboza casi ex silentio el problema de la persuasión y de sus
ciudad, entre gobernantes y súbditos y, en el interior del alma, entre límites, que es el meollo de las Leyes, y de la crítica de la ley que cons­
deseo racional y deseo irracional? La República da escasas indicacio­ tituye su contraparte.
nes al respecto y, a decir verdad, parece oscilar entre dos modelos: el En ese sentido el Político es un diálogo de transición. Pregunta a la
del asentimiento y el de la represión, del mismo modo en que recurre vez por la naturaleza del saber político, cuya posesión basta para trans­
alternativamente a dos modelos para pensar la templanza, el de la ar­ formar al hombre político en el rey (basileus) que tiene que ser, y por
monía y el de la resistencia. el modo en que esta búsqueda ha de llevarse a cabo. Dos planos, el uno
Un pasaje de la República en el que aflora la amenaza de la repre­ sustancial y el otro metodológico, se hallan íntimamente entrelazados,
sión se encuentra en el famoso "mito fenicio", cuya finalidad primera, y se ven articulados mediante una reflexión en torno al arte de tejer.
sin embargo, es la de forjar en los guardianes la idea de que todos los En un plano metodológico, la búsqueda de una definición de esta ac­
ciudadanos son "hermanos". Se precisa de paso que se coloquen hom­ tividad sirve así para ilustrar, con un ejemplo presumiblemente más
bres armados en un lugar estratégico de la ciudad "desde donde podrán sencillo Oo que uno puede legítimamente esperar de una definición, a
contener mejor a los del interior, en el caso de que alguno no quisiera saber, la capacidad de discernir entre una determinada competencia y
obedecer las leyes, y rechazar a aquellos del exterior, si algún enemigo las competencias rivales o bien auxiliares), el arte del político, al lograr
los agrediera, como el lobo al rebaño" . s Si bien no es posible identificar
11 mostrar cuál es su característica distintiva. Si bien el arte de tejer es
a estos "enemigos interiores" de la ciudad, calificados de rebeldes, con 11
6
indiscutiblemente una parte importante del arte de fabricar ropa, no 11
7

los productores -después de todo, podría tratarse de guardianes mal puede proporcionar la definición de éste, porque el arte de fabricar ropa
educados-, resulta difícil no aplicar esta amenaza a dicha clase, cuya requiere otras técnicas, como el cardado, por medio del cual se separan
principal virtud es la "obediencia". De hecho, la misma idea ya evocada los materiales, la fabricación de la urdimbre y de la trama, el enfurtido y
de que la unidad de los guardianes a Jortiori garantiza la unidad de la el zurcido. Definir el arte de tejer es renunciar a identificarlo con el de la
ciudad entera es suficientemente ambigua como para que se haya po­ fabricación de ropa, demasiado general, a favor de la técnica específica
dido ver en ella una confesión implícita por parte de Platón de que los que consiste en "entrelazar la urdimbre y la trama". De modo si�ilar,
11
8

guardianes no tendrán dificultad alguna para mantener el orden de la una de las razones por las que el político no puede ser un "criador" ni
ciudad recurriendo a lafeerza, siempre y cuando ellos mismos se man- un "pastor" de hombres a los que nutre y de quienes cuida, según la
definición inicialmente propuesta en el diálogo, 9 es que muchas otras
11

\" 442a5.
"' 442b5, cf. Timeo, 7oa2-7, y para una imagen concreta, Fedro, 254e3-5. 111 28oe7.
"' 415e1-3 (T5). "8 283a3-b2.
'" 414b2 (T5). 119 267c2.
Saber y consentimiento 45 André Laks

artes, como por ejemplo la medicina y la pedagogía, también podrán heterogénea y, a veces, sorprendente: 1) El utensilio por excelencia es
pretender tener la misma función que el arte político. el material requerido por los artesanos (metales, maderas, cueros, etc.).
Teóricamente, Platón pudo haber recurrido a otra arte para ilus­ 2) El instrumento, en el sentido estricto del término (organon), que sirve
trar lo que podemos esperar de una definición, siempre y cuando di­ para trabajar los distintos materiales. 3) El recipiente. 4) Los medios
cha arte haya tenido un grado suficiente de complejidad. Sin embargo, de transporte. 5) Los medios para defenderse. 6) El divertimento y, fi­
el arte de tejer, en virtud de las operaciones que implica, tiene la ven­ nalmente: 7) El alimento. El conjunto de estos instrumentos hace apa­
taja de proporcionar de inmediato una imagen adecuada de la actividad recer una serie de profesiones que aseguran la producción de manera
política misma. 12º Y como el tejedor que, en lo que lo caracteriza, trenza individual o colectiva, la agricultura, por un lado, y las técnicas artesa­
en la unidad de una misma textura la trama y la urdimbre, así también nales, por el otro. Se citan por su nombre la carpintería, la alfarería, el
el hombre político tiene como función propia entrelazar, en la unidad arte del herrero, la arquitectura, el arte de tejer, la pintura y la música. 123
de una misma ciudad, los elementos constitutivos de ésta. 12 1 Dichos ele­ Un segundo grupo de actividades recibe la apelación de sirvientas, o
mentos, sin embargo, están aquí determinados de una manera muy di­ bien subordinadas (huperetai) al arte político. Se distinguen tres cate­
ferente de como lo están en la República. gorías: en el más bajo nivel, los esclavos, los mercaderes y los asalaria­
No es que el Político no haga, como ya lo hiciera la República, la lista dos, todos ellos perfectamente ajenos (allotria) al arte político, porque
de las actividades que se requieren en el marco de una ciudad. Lo hace, su función es incompatible con la menor participación de la función de
y ello incluso de un modo más detallado que en la República, ya no a la gobierno; 124 luego aparecen los heraldos, los adivinos y los sacerdotes,
manera de un relato genético, sino mediante una investigación dialéctica, cuya función no es propiamente ajena a la política, sino, simplemente,
en ocasión de la operación definitoria que consiste en separar el político diferente de ésta (hetera), en la medida en que no dan órdenes en nom­
de todo lo que no es él, con lo cual no podría confundirse. Es en la hue­ bre propio, sino en calidad de intermediarios; 12• finalmente, se mencio­
lla de esta eliminación como la ciudad luego se construye; por ende, está nan las tres artes nobles y afines (timia kai suggene) al arte de la políti­
hecha de todo lo que no es el político mismo. ca, aunque inconfundibles con ésta: el arte del estratega, el arte judicial
Platón distingue dos grandes categorías de actividades no políticas, y la retórica. 126
y esto en función de la relación que tienen con la que sí lo es. Hay, en A pesar de este esquema detallado, o quizá a causa de él, la cues­
primer lugar, un conjunto de técnicas que son consideradas como auxi­ tión de saber en qué descansa la unidad de la ciudad no pasa en el
liares (sunaitioi) del arte política, 122 en la medida en que, en un sentido Político, como en el caso de la República, por una perspectiva funcional.
muy peculiar del término, proporcionan el "material" de la organización Luego el Político desarrolla la tesis según la cual el político es un tejedor
social. Se distinguen así siete tipos de "utensilios" de naturaleza muy cuya tarea consiste en entrelazar ciertos rasgos de caracteres o "virtu­
i:m 306a.
des" . '27 Se trata, en este caso, del "vigor" o la "valentía" (andreia) y de
'" Esto no quiere decir que no exista, en el Político, tensión alguna entre una con­ la "reserva" (kosmiotes). Por antitéticas que sean estas dos virtudes, y
cepción más "generosa" y otra más estricta de pertenencia al cuerpo político. El Político,
al igual que la República, argumenta primero sobre una parte de la ciudad, para luego
exten1er el razonamiento a otra. El buen monarca, tras "tejer" el velo del consenso y de "3 Véase, por ejemplo, 288b7, 288d7, 288c2s.
la amistad (homonoia kai philia, 311b9) dentro de una primera categoría de ciudadanos, "' 289d6-29oa6.
cubre luego, con dicho velo, a los "otros" miembros de la ciudad, a fin de incluir no sólo al , :25 29oe8.
conjunto de los hombres libres, sino también a los esclavos (3uc3s.). "' 303e7-305c5.
, 21 306a-b.
'" 287c7-289c2.
Sab er y consentimiento 47 André Laks

Platón subraya que lo son, presentan una evidente ventaja con relación de sí misma, procurando que las virtudes disparatadas permanezcan
al binomio guardianes y productores, y una ventaja mayor aún con rela­ contenidas dentro del círculo de una oposición relativa. De hecho, es
ción a sus análogos psíquicos (las partes racional e irracional del alma): mediante la degeneración hacia los extremos que la oposición entre
la de exhibir de entrada una cierta forma de unidad. Se trata, en uno y las virtudes se transforma en disensión radical, cuya expresión más
otro caso, de "virtudes". Se ve la pertinencia del modelo proporcionado evidente y más peligrosa es el desacuerdo en torno a la conveniencia
por la urdimbre y la trama, cuyas cualidades opuestas (firmeza y flexibi­ de la guerra externa, en la cual la ciudad se expone como ciudad. (En
lidad) presuponen su homogeneidad (son sus hilos). ésta, existen sin lugar a dudas otras causas de disensión que la conve­
El interés de las virtudes de vigor y de reserva radica en el hecho de niencia de la guerra, pero ésta representa a todas las otras porque la
que se trata de categorías universales que se aplican a todas las formas relación con la ciudad es el tema mismo del conflicto.)
de acciones y actividades. De este modo, la emisión de un sonido puede Con todo y la analogía, existe una diferencia importante entre la ac­
ser contenida, dando lugar a un sonido unido y grave, o bien vigorosa, tividad del tejedor y la del político. Mientras que el arte, propiamente
produciendo uno estridente y agudo. 128 Así también, los gestos serán so­ dicho, del primero consiste en entrelazar hilos con cualidades opuestas
segados y flexibles. La lista puede alargarse hasta ser incluso más exten­ en la unidad del tejido, haciendo uso de la lanzadera, el segundo no pue­
sa que la de Platón. De ahí que el tejer político consista en "entrelazar" de unir a los caracteres opuestos para el bien del tejido político, sino por
la trama, más resistente, de aquellos de los ciudadanos que muestran recurso a una tercera entidad, que evidentemente no se reduce a una
tener un temperamento activo, y la urdimbre, más flexible, de los carac­ simple distribución espacial de los elementos en cuestión.
teres indolentes y caracterizados por cierta reserva. Platón, así, distingue entre dos formas de lazos políticos. El pri­
Si bien es evidente que, en razón de su universalidad, las categorías mero recibe el calificativo de "humano" y, simplemente, se refiere a la
de vigor y de reserva tienen que ver con el conjunto de las actividades unión mediante el matrimonio de dos tipos de caracteres antitéticos,13 1
indispensables para una ciudad, aquéllas llegan a ser cruciales cuando unión de la cual, es de esperarse, surgirá la homogeneización de los
se trata de la supervivencia misma de una ciudad, lo que Platón llama caracteres, si no en la pareja, al menos y más importantemente, en su
"la organización de conjunto de la vida". 1 29 La expresión no se refiere prole. Las Leyes harán mucho énfasis en la dificultad que representa
tanto a la subsistencia de una ciudad, como tampoco a las diversas hacer del matrimonio el lugar por excelencia de la mediación, el obje­
formas de actividades que ésta supone, cuanto a su defensa frente a to de una política: aquí, el interés individual choca de manera directa
la amenaza que representan las demás ciudades. Aquí, el exceso de contra el de la comunidad. 132 Ahora bien, el lazo más importante es el
reserva se traduce en una voluntad de paz a toda costa, que desemboca, "lazo divino", 133 el cual tiene que ver con cada individuo. Se trata nada
compromisos mediante, en un avasallamiento socarrón. Por otras vías, menos que de la "opinión verdadera sobre lo bello, lo justo, el bien",
la agresividad llega al mismo resultado, cuando no al aniquilamiento, 1 30 que el político tiene el cometido de producir en el alma de los ciuda­
porque, al formar parte de una liga, las ciudades agredidas finalmente danos, con el fin de moderar la fogosidad de las almas enérgicás y de
acaban con el agresor. Entonces, la tarea del tejedor político consistirá enardecer la de los moderados. 341

en asegurar la cohesión de la ciudad como representación que tiene


\ ''' 310a7-e4.
1 28
307a10. ,32 VI, 773a.
129 307e1. ,33 309c2.
134 309e 1 -8.
''º 3 08a1s. y 7s.
Sab er y consentimient o 49

Si bien los dos ámbitos en los que el arte del tejer político se apli­
ca de una manera privilegiada son igualmente importantes desde el
pu nto de vista de los resultados, el lazo divino tiene prioridad lógica
y cronológica. Una vez obtenida la "homodoxia" de las almas deseme­
j antes,•3s los lazos mortales llegan a conformarse sin dificultad. Todo el
quehacer político se reduce entonces a la producción de las opiniones
verdaderas que garantizan, dentro de un mismo individuo, la síntesis de
las dos virtudes potencialmente opuestas.
¿cómo logra el político generar la opinión verdadera en torno a lo
bello, lo justo y el bien? Platón escuetamente afirma que "por medio de
las leyes".'36 Y si retomamos la analogía del arte de tejer, la ley equivale
a la lanzadera del tejedor. Pero lqué es una ley? Para saberlo, es menes­
ter examinar otra sección del Político, la cual nos lleva de manera direc­
ta a un problema que para las Leyes es central, a saber, el problema de
la relación entre ley y persuasión.
52 André Laks

<litado a una doble limitación espacial y temporal. No puede pasarse la


vida prescribiendo en detalle a cada uno de sus súbditos lo que tiene
que hacer, y tampoco estará siempre presente: tendrá que ausentarse de
V modo temporal, o definitivo. De ahí la "necesidad" 14º de que se vea re­
presentado por la ley, la cual no se halla sujeta a las limitaciones huma­
LEY Y P REÁM BULO nas, ya que, al ser pública y puesta por escrito, está presente por doquier
y siempre. En segundo lugar, aunque el Político -al contrario de las Le­
yes- no descarte que un rey competente pueda evitar abusar del poder,
En la República, la noción de ley no da lugar a ningún argumento en sugiere, sin embargo, que incluso un buen rey no puede evitar parecer
particular. '37 Si bien el término no aparece ahí con frecuencia, se ad­ un tirano a los ojos de los ciudadanos en cuanto tome las medidas ne­
mite, como cosa obvia, que los filósofos-reyes gobiernan promulgando cesarias para la realización del bien.••• En otras palabras, el argumento
Ieyes.•38 Este aspecto "epitáctico" de la ley -como lo llamaremos refi­ subjetivo de la ceguera de los ciudadanos en el Político viene a reforzar
riéndonos así al término griego epitaxis, que significa "orden"- es fun­ el argumento de la finitud objetiva del gobernante, para dar paso a la
damental y se encuentra también en el Político.'39 Pero en este último idea de que quienes deben reinar no son los filósofos de la República, ni
diálogo la ley tiene también una función "sustitutiva": no es únicamente tampoco el monarca del Político, sino la ley.
la formulación de las órdenes del soberano, sino que también tiene la La función sustitutiva de la ley presupone su función epitáctica: si
misión de reemplazarlo. La importancia que se otorga a la función sus­ la ley no diera órdenes como lo hace el rey, no podría fungir como sus­
titutiva en el Político está vinculada con la figura del "rey" (basileus), tituto de éste. Pero la modalidad de sus prescripciones respectivas no
cuya unicidad, en contraste con la pluralidad de los filósofos-reyes de la es la misma. La ley es simple, es decir, siempre idéntica, mientras que
República, implica una evidente fragilidad. En cierta forma, el Político tanto el individuo al cual ella se dirige, como los casos que abarca, son
se ocupa sobre todo de la cuestión de saber qué hacer en caso de que el diversos y cambiantes. De ahí se sigue que, en virtud de su universali­
hombre político esté ausente. Esa pregunta anuncia la problemática de dad, la ley puede ser un paliativo de las limitaciones del rey, pero sólo
las Leyes, donde no hay ningún lugar para un buen rey. Sin embargo, en a costa de cierta deficiencia: la ley es intrínsecamente incapaz de tomar
su análisis del concepto de ley, éstas se distinguen del Político porque, si en cuenta las circunstancias particulares y, menos aún, las evoluciones.
bien conservan la función sustitutiva de la ley, también vuelven a otor­ Es por ello que se le puede comparar con "un hombre arrogante e igno­
gar a la función epitáctica un papel central, con consecuencias radicales rante que no le permitiría a nadie actuar en modo alguno en contra de la
en materia de política. orden que él haya dictado". ••• Desde este punto de vista, Platón opone
Si la ley llega a tomar el lugar del hombre político en el Político, la ley a la inteligencia (nous), la cual sí tiene poder de ajuste. La ventaja
es por dos razones distintas, aunque relacionadas entre sí. En primer que tiene un rey vivo y, por hipótesis sabio, sobre la ley es que si ésta es
lugar, por muy competente que sea un monarca (por hipótesis, es quien entre sus manos un instrumento de gobierno necesario, su libertad de
posee el "saber"), no es más que un ser humano y, como tal, está supe- actuar para lo mejor en una circunstancia determinada jamás será obs-

\,, Es lo que llevó W. Jaeger, 1960, a pensar, errónamente, que no hay leyes en la
"º 294c10 (T13).
1•1
301c7-e4.
República.
'" 294c1-4 (T13).
'" Cf. República, 415e1 (T5), asi como 502b7, 504e7, 519e1 (Tu), etcétera.
'"' Cf., por ejemplo, 26ob3 ss. , c3, 294b2, d8 (T13).
/
54 André Laks
Ley y preámbulo 53

r ecu r ri r a la vio lenci a co n t al de impon erlo. El fin justifica los m edios.


taculizada po r u na r egla vig ente. Es Jo que h ac e que el imperio de la ley El Político r ep roduc e est e argum ento c asi al pi e de la Jet r a,'47 p ero es ­
en el Político no pu ed a constitui r la m ejor elección , y ocupe el "segundo
p ecific ando si n ambig üed ad las div ers as m edid as qu e co r r espond en a
lugar ", después d el (buen) sober ano. '•3
la " amput ació n y c aut eriz ació n" qu e el Gorgias da como ejemplo de
Sob r e est e pu nto , las Leyes coi ncid en co n el Político: " no h ay ley
"violenci a" médic a: "Así t engan qu e m at ar o exili ar a algunos , pu rgan­
(nomos) ni o rd en (taxis) alguno qu e s ea superio r al s aber (episteme),
do así la ciud ad p ar a su bi en, así s ea qu e teng an, co n t al d e r educi rla,
y no es confo rm e a la justici a divi na (themis) el qu e el i nt electo d e
qu e enviar a co lo ni as ent er as co mo se enj amb r a a las ab ej as , o bien,
alguien esté som etido o [sea] esclavo , si no qu e J e comp ete di rigi r lo
co n t al de ag r and ar la, h ac er v eni r g ent e d el ext r anj ero y c r ear nu e­
todo si es qu e es auténtico y v erd aderam ent e lib r e en su natu r alez a". '..
vos ciud adanos , mi ent r as se ayud en co n la ci enci a y la justici a p a r a
Sin emb argo , en las Leyes la c rític a d e la ley s e b as a esenci alment e en
co ns ervar la y , d e m ala qu e e r a , h acer qu e s e t r ansfo rm e en la m ejo r
su asp ecto epitáctico , y no en el sustitutivo. En las Leyes, si la ley es
posib le, h ay qu e deci r qu e ést a es , en este mom ento y en co nfo r mid ad
defici ent e, no es sólo a c aus a d e su g ener alidad y d e su fijeza, como
co n estas d efi nicio nes , la únic a constitució n co r r ect a". 1•8 Es evident e
er a el c aso en el Político, si no sob r e todo po rque, al ser u n m and ato ,
qu e est a v ersió n del p ar alelo ent r e e l médico y e l político no h ac e d el
no persuade. E n ot r as p alab r as , si el análisis d e la ley en el Político
"co ns entimiento " un c rit erio p ar a la p r áctic a polític a, y explic a po r qué
se cent r ab a es encialm ente en la r elació n que exist e ent r e la o rden y su
el Político pued e d es ar rollar u na i nt erp r et ació n "subj etiva" de la impo­
fuent e, a s aber , el i nt electo d el bu en sob er ano , las Leyes c lar ament e
sibilid ad d el bu en mo narc a: a los ojos de los ciud ad anos qu e d ep end en
optan po r estudi ar l a r elació n que h ay ent r e l a o rd en y s u d esti nat ario ,
d e él, el bu en mo narc a s e v e neces ari am ent e como u n ti r ano. Aho r a
a saber , los ciud ad anos. El c ambio d e p ersp ectiv a obvi ament e tiene
bi en, las cos as s e p r es ent an d e manera muy disti nt a e n las Leyes; ahí ,
qu e ver co n la p eculi ar impo rt anci a qu e las Leyes oto rg an al c rit erio
el fu nd am ento de la analogí a d ej a de s er el simp le resultado d el arte
del cons entimi ento.
( a s aber , la s alud d el cu erpo o d el alm a) , p a r a i nclui r Jo qu e pod ría­
Sin est ar aus ent e d el Político, dicho c riterio ocup ab a en ést e u n Ju ­
mos llam ar la r elació n i ntersubj etiva d el médico co n su p aci ente, po r
gar muy disc r eto , y su estatuto s eguí a si endo muy p roblem ático frent e
un lado , y del legislado r co n sus s úbditos , po r el ot ro. En la m edid a en
a la p rim ací a d el s ab er. Esto s e h ac e p at ent e al mom ento de comp ar ar
qu e el médico tiene qu e dirigirse a su p acient e p ar a at end er su cu erpo
el uso qu e h ac e Plató n d e la analogí a médica en el Gorgias y en el Polí­
-t al es la est ructu r a de u na p r esc ripció n- , ya no pu ed e d eci rs e co n
tico , po r u n lado , y en las Leyes, po r el ot ro. E n el Gorgias la analogí a
verd ad qu e la m edici na só lo teng a qu e ver co n el cu erpo. A dife r en ­
ent r e la polític a, como art e d e cuid ar d el alm a, y la m edici na, como
ci a d el esqu em a qu e est ab a e n l a r aíz d el Gorgias y d el Político, es
arte de cuid ar d el cu erpo , 145 serví a p a r a est ablecer qu e el v erdad ero
p r eciso qu e la p ropi a p r áctic a médic a tom e en cu ent a la r eacción d el
político no tiene po r qué p ersu adi r a sus s úbditos m ás de Jo qu e el
paci ent e frent e a la p r esc ripció n. D e ahí se sigu e qu e las Leyes, quiz á
médico tiene qu� p ersu adi r a sus p aci ent es de acept ar p leg ars e a su
p resc ripció n. 146 Po r hipót esis , el médico s ab e en qué co nsist e el bi en d e ap rov ech ando el h echo d e qu e los médicos g ri egos d e la époc a c lásic a
r ecibí an la asist enci a de " ayud ant es" (huperetai), disti ng an ent r e dos
quien es est án b ajo s u r espo ns abilid ad , y p r ecis am ent e po r eso pu ed e
fo rm as de m edici na (y po r lo t anto de legislación) , d ep endiendo d e

�..3 300c.
'"' 875c6-d2 (T28). " ' 293a9-b8.
"' Cf. supra, p. 25. "8 293d4-9, cf. 308e8-309a3. Se recordará que la primera etapa que conducía a la
'" 521e6-522a3 (T4). realización de la ciudad justa en la República consistía en una "purificación" radical.
Ley y preámbulo 55 André Laks

que sus prácticas respectivas tomen o no en cuenta la persuasión y el siendo de la competencia del legislador, es distinta de la ley y tiene
consentimiento. '49 que ser anterior a ésta.
La diferencia entre estos dos tipos de médico ha de buscarse tanto En este punto, es necesario precisar que las Leyes usan el térmi­
en su competencia como en su práctica. Los ayudantes no conocen la no "ley" en un sentido más o menos laxo. Hablando en general, la ley
"naturaleza" de las cosas, y sólo poseen un saber meramente empí­ se presenta como una combinación de dos elementos: a una orden
rico; de ahí que no hagan otra cosa que ejecutar las órdenes de un (por ejemplo, "es necesario casarse antes de la edad de treinta y cinco
maestro, sin tener una comprensión cabal de lo que hacen. Esto, en la años")•s2 le corresponde una amenaza de determinadas penalidades, en
interpretación de Platón, hace de ellos unos médicos "esclavos". Y el caso de ser transgredida.•s3 Es probable que esta concepción de la ley
médico que -por su formación o, más bien, por su falta de formación haya sido la que hizo decir al sofista Hipias, antes de Platón -quien
puede ser comparado con un esclavo- tiene para con sus pacientes evidentemente se refiere a él-, que la ley era un "tirano":'54 y es que
una conducta despótica se comporta "como un tirano". 150 Dicha actitud la amenaza constituye una violencia, si no actual, al menos potencial.
despótica se pone de manifiesto en el hecho de que el médico- esclavo Pero detrás de esta crítica se asoma otra, mucho más radical, dirigida
formula sus prescripciones sin proporcionar ninguna explicación a su no contra el segundo elemento de la ley (la amenaza), sino contra el
paciente; y si no lo hace, es porque éste nunca pidió que se le diera primer elemento, a saber, la orden. En efecto, la amenaza, a pesar de ser
una explicación. En contraste, la terapia del médico libre comporta una violencia, por lo menos proporciona una razón para acatar la orden.
dos fases: en un primer momento, tiene conversaciones preparatorias En cambio una orden a secas, es decir, una orden que no va acompa­
tanto con el paciente como con su familia; en ellas se busca, por una ñada de una amenaza, es aún más tiránica que una amenaza, porque
parte, descubrir las causas de la enfermedad y, por la otra, explicar no proporciona ninguna razón para explicar por qué dicha orden ha
al paciente por qué es necesario que siga la prescripción. La segunda de ser obedecida. En este sentido, la ley puede ser identificada con la
fase es la de la prescripción misma, en la cual se indica al paciente orden misma. •ss Lo importante es que en ambos casos la ley se revela
qué medicina tendrá que tomar o a qué régimen alimenticio tendrá que incapaz de servir de fundamento a una constitución, si es que ésta ha
someterse. Mientras el médico-esclavo proporciona el modelo de una de suponer el consentimiento, y que este último sea vulnerable tanto
legislación "tiránica" (se comporta "como un tirano"), '5 ' la práctica del ante la amenaza legal como ante la orden sin más. De ahí que la primera
médico libre representa la idea de una legislación que tomaría en acción del legislador consista en disociar lo más posible su función del
cuenta el criterio del consentimiento que toda constitución necesaria­ nombre que es el suyo, y de elaborar un tipo de discurso que -a pesar
mente implica. Con base en la analogía médica, lo que Platón elabora de tener indudable afinidad con el contenido de la ley- se distinga ní­
aquí es la distinción entre una ley en sentido cabal -que es el análogo tidamente de éste desde el punto de vista de la forma: es lo que Platón,
de la prescripción médica- y una forma de discurso que, aunque siga aprovechando el hecho de que el término griego nomos designa no sólo
la "ley", sino también un genero musical, llama un "preludio" o "preám-
' 49 IV, 72oa6-e4 (T!9). En el Gorgias también aparecen tanto una falsa medicina como
una falsa política, pero es lógico que las falsificaciones se distingan de las originales no ''' Se trata de ia primera ley elaborada por la nueva legislación, en IV, 721b.
tanto en función de los métodos a los que una y otras recurren, sino dependiendo de su '" En la definición que da de la ley en su Ética Nicomaquea, 1181a21 ss., Aristóteles
fin alid�: el arte culinario y la sofistica procuran imitar a la medicina y la legislación, al también insiste en el aspecto de la coerción. El estoico Aristón de Quíos definirá la ley como
sustituir el bien por el placer: 464c3-465d6 (T1). una "recomendación mezclada con amenazas• (Séneca, Carta 94, 37).
'" 72oc6 ss (T19). •s. Cf. Platón, Protágoras, 337c.
151
Ibidem. ' 55 723a5 (T19).
Ley y preámbulo 57 58 André Laks

bulo" (p rooimion) a la ley.'5 Platón introduce explícitamente esta di­ El que, en principio, la persuasión política deba tener una natura­
6

ferencia como la gran innovación de su legislación. 1s1 La posteridad se leza racional aparece con más claridad en el libro IX que en el libro IV.
encargó de hacerla llegar hasta nosotros: de hecho, los preámbulos a Volviendo a la analogía entre el arte legislativo y la medicina, Platón
)a ley son una parte importante de nuestros aparatos constitucionales, pone en escena al médico-esclavo (el ayudante) que se burla del pro­
aun cuando, amén de ciertas similitudes, su función actual ya no sea la cedimiento médico seguido por su colega "libre". El esclavo se mofa de
misma. la idea de transformar las conversaciones preliminares entre médico y
En oposición a la ley, el principio de un preámbulo no es la coac­ paciente en una conversación casi dialéctica ("cercana a la filosofía"), 1 61
ción, sino la persuasión; de ahí que en las Leyes el factor específicamen­ que no se limitaría a recabar la información necesaria ni a proporcionar
te político no sea la ley, sino su preámbulo. las explicaciones requeridas, sino que buscaría remontarse de manera
Ahora bien, hay dos formas muy distintas de persuasión: la per­ casi filosófica hacia las causas iniciales de la enfermedad, e incluso a la
suasión racional y la persuasión irracional. 1s8 Si pretendemos carac­ "naturaleza de los cuerpos" .'62 Claro está que si la conversación entre
terizar el proyecto político de Platón, es muy importante saber a qué médico y paciente llegara a tomar semejante curso, no se ve bien cómo
tipo de persuasión se refiere. Sin embargo, a pesar de contar con un eludir la objeción, puesta por Platón en boca del esclavo, de que de lo
esbozo de teoría general del preámbulo (en los libros IV y IX) y con que se trata aquí es de enseñar, mas no de curar. Sin embargo, por muy
15 ejemplos de proemios que son preámbulos a distintas leyes, sigue legítimo que pueda parecer el sentimiento del esclavo en el contexto de
siendo difícil hablar de una respuesta a dicha interrogante. El proble­ la medicina, pierde mucho de su pertinencia cuando se trata de práctica
ma es que no hay convergencia entre ambas series de pasajes; en efec­ legislativa. En efecto, si la voluntad de instruir puede resultar ajena a
to, mientras que los pasajes teóricos apuntan con nitidez hacia una la medicina como práctica terapéutica, constituye sin lugar a dudas un
interpretación de la persuasión política en términos de persuasión ra­ aspecto esencial de una legislación, al menos en su versión platónica. La
cional, los preámbulos, en cambio, favorecen, sin lugar a dudas, una ciudad de las Leyes es una institución pedagógica, y ello todavía más
interpretación retórica. 1s9 De hecho, la solución consiste en distinguir de lo que lo era en la República, donde ésta se limitaba a la educación de
entre el nivel de los principios y el nivel de su aplicación, lo cual va en los guardianes.'63 Parece imponerse aquí el modelo del diálogo filosófico
concordancia con la problemática general de una obra que se ocupa que, a final de cuentas, se basa en la argumentación. En efecto, el legis­
-como veremos más adelante- en distinguir entre lo mejor y lo po­ lador y el filósofo hablan de lo mismo. '64 Se sigue de ahí que las "conver­
sible. 1 6º Contra estas dos interpretaciones parciales de la persuasión saciones preliminares", más que parecer "cercanas a la filosofía", como
platónica, conviene defender la idea de una graduación de la raciona­ en el caso de la entrevista con el médico, pueden confundirse con aqué­
li dad platónica, interpretación que resalta lo que cada una de aquéllas lla. Lejos de ser una simple repetición del libro IV, el libro IX proporcio­
tiene de justo. na una interpretación implícita de éste, que radicaliza su significación.
Si la tarea legislativa se consideraba primero como doble, al consistir en
'56 723a3 (T19). persuadir -el papel del preámbulo- y a la vez en prescribir -el papel
'57 722e2 (T19).
'5 La lengua alemana y hasta cierto punto la francesa permiten expresar con claridad
8
6
' ' 857d2 (T27).
esta d�tinción (Überzeugung vs. Überredung, convaincre vs. persuader). No así el español.
'" 857d3 ss. (T27). Cf. el modelo, esbozado al inicio del Cármides, de una filosofía
'" De ahi las recientes discrepancias interpretativas entre los intérpretes (véase, por un físicamente eficaz.
lado, C. Bobonich, 2002, 97-118, y por el otro R. F. Stalley, 1994 y L. Brisson, 2000.
•63 Véase supra, p. 44.
''° Véase infra, capítulo 9.
'" Véase supra, p. 24, n. 43.
Ley y preámbulo 59 60 André Laks

de la ley propiamente dicha-, se sugiere ahora -a pesar de la objeción El primero, el más cercano a la argumentación racional, aparece una
del médico-esclavo o, mejor dicho, gracias a dicha objeción- que habría sola vez: se trata de la famosa refutación del ateísmo, que ocupa la mayor
que abolir la ley a favor del argumento. parte del libro X. Dicho preámbulo tiene un conjunto de rasgos notables:
Es así como las Leyes apuntan hacia una posible coincidencia entre posee un carácter dialógico relativamente continuo, es largo y, en él, la
el preámbulo legislativo y el diálogo filosófico, que puede considerarse persuasión cobra la forma de una argumentación física sobre el origen del
como una utopía. Utopía específica de las Leyes, que se puede llamar movimiento, la última forma que adquiere la física platónica.
legislativa, para distinguirla de la utopía de la República. La origina­ El segundo grupo de preámbulos recurre sistemáticamente a las ca­
lidad y la audacia de esta perspectiva pueden explicar por qué ésta fue tegorías retóricas del halago y del vituperio, que frecuentemente apelan
rechazada por el pensamiento político y jurídico posterior, con la posi­ a opiniones o a actitudes que suele compartir la mayoría de los seres
ble excepción de algunos círculos neopitagóricos. 16s En efecto, tal pro­ humanos, como son ciertas ideas en torno a la divinidad, el amor a los
puesta equivale a integrar la legislación al ámbito no sólo de la retórica, padres, la piedad filial o el incesto. '67 Podríamos decir, echando mano del
sino también de la disputatio filosófica. Al respecto, la reacción del es­ léxico de los diálogos socráticos, que la "vergüenza" y el "pudor" constitu­
toico Posidonio -maestro de Cicerón y también gran admirador de las yen aquí el nervio de la persuasión, aunque Platón también le dé un lugar
Leyes- es muy significativa: "que la ley ordene, mas no argumente" a cierto tipo de halago menos "noble", cuyo resorte persuasivo se basa en
(jubeat /ex, non disputet).'66 la felicidad y en el placer que promete.
No obstante, las leyes de las Leyes no argumentan más que en teo­ El recurso del tercer grupo es esencialmente el "mito". Las más de
ría. En efecto, no se contentan con dejar un lugar muy reducido a la las veces se trata de relatos escatológicos que tienen que ver con las re­
actividad filosófica del simple ciudadano, sino que muestran que la ley compensas y los castigos que uno recibirá en el más allá, o de lo que le
misma -entendiéndose por ella cierta forma de tiranía- es, a final de tocará a la posteridad en este mismo mundo. Es ahí donde la amenaza,
cuentas, algo inevitable, precisamente a causa de la humanidad del que el preámbulo tenía como cometido eliminar, se reintroduce en una
hombre. Dicho de otro modo, las Leyes son las primeras en renunciar a forma modificada en el propio preámbulo: la ley divina, que preside so­
la utopía que ellas esbozan. bre los destinos de las almas, simple y llanamente toma el lugar de la ley
La primera renuncia a la utopía legislativa se traduce en el hecho de humana. '68 Pero, a final de cuentas, aquélla es ayudada por esta última
que un preámbulo persuasivo no necesariamente debe tener -y las más con un código penal que sigue siendo impositivo, a pesar de los progre­
de las veces no tiene- la forma de una argumentación racional. El tér­ sos que representa frente a los usos vigentes en las ciudades griegas.'69
mino platónico de "persuasión" tiene una variedad de significados que Pero sea cual sea su grado de racionalidad, la persuasión sola pue­
se dejan entrever al considerar la diferencia que hay entre los distintos de fracasar, y el placer, vencer; es entonces cuando la razón ha de re­
"preámbulos" de los que se nos dan 15 ejemplos concretos en el texto. currir a la fuerza para contenerlo. Y a pesar de la importancia que las
De manera esquemática, podemos ordenarlos en tres grupos. Leyes confieren al preámbulo persuasivo, en ellas resulta claro que el
legislador tendrá que apelar a la fuerza. Este sentido represivo es el que
' 65 Una tradición neopitagórica atribuye a los antiguos legisladores de la Magna Grecia,
Zale�cos y Carondas, lo que, según toda probabilidad, pertenece a Platón (cf. Cicerón, De '" Véase, en particular, el largo preámbulo general, IV, 715e7-71Sa7, y V, 726ai-
legibus, 11, 14; Diógenes, Laercio, VIII, 16; Jámblico, Vita de Pitágoro, 23, 104, 130, 172; 737d5.
Estobeo, XL, 20 ). ' 68 Véase, por ejemplo, IX, S7od5-871a1; 872d7-S73a6; 88oe6-8S1b3.
'66 Por el intermedio de Séneca, quien la cita en su Carta 94, 38. •'9 Véase al respecto T. J. Saunders, 1994.
Le y y preámbulo 61

tuvo el mayor efecto entre los intérpretes, y es algo comprensible: se


trata en efecto del aspecto que corresponde al concepto estricto de ley
desarrollado por las Leyes como orden tiránico. Para entender mejor la
relación entre utopía y realidad legislativa, característica de las Leyes,
hay que asomarse a la estructura general de la obra, lo cual implica el
análisis de su contenido.
André Laks

bertad en el que las obligaciones de la vida cotidiana pueden ponerse


de lado provisionalmente, como ocurre en el Fedro, al cual se aludirá
más adelante: la innovación más importante de la legislación que se
VI propone -a saber, la introducción de los preámbulos- tiene lugar
a mediodía, cuando los tres ancianos están descansando a la sombra
ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LAS LEYES de unos árboles, como lo hacen Sócrates y Fedro en el Fedro. '74 To­
marse su tiempo, hacer descansos, no estar forzado a tomar decisio­
nes, tales son las principales características de un paseo por el campo.
Las Leyes se presentan como una conversación que en torno de la le­ Esta libertad formal es relevante para el contenido del diálogo, porque
gislación sostienen tres ancianos: un Ateniense anónimo, apodado "el pronto aparecerá en éste la importancia de escapar de las urgencias de
Extranjero" -porque la conversación tiene lugar en Creta-, Megilo de estar legislando, aun cuando se esté hablando de la legislación. Y ello
Esparta y Clinias, un ciudadano de la colonia espartana de Cnosos. Es porque, por razones que no tardarán en aparecer, el estar actualmente
significativo que todos tengan una edad avanzada. En efecto, en las legislando es considerado en las Leyes como el efecto de una penosa
Leyes -texto que constituye una suerte de testamento-, conversar so­ "necesidad". •1s
bre "constituciones y leyes" se presenta como una temática pertinente En los tres primeros libros se plantean dos preguntas muy genera­
para ancianos.' 7º Igualmente significativo es el hecho de que sea un les en torno de los principios de una legislación: cuál es el propósito
ciudadano ateniense el que esté discutiendo, en un contexto dorio, con de las leyes (I-11), y cuáles son las condiciones de su autoridad (III).
representantes de ciudades dorias, porque Atenas y Esparta condensan Después de un breve desarrollo que coloca la tarea legislativa bajo la
en ellas las dos grandes orientaciones del pensamiento político grie­ custodia del dios, el resto de los libros I y II presenta un análisis crítico
go. '7' Los tres ancianos caminan desde Cnosos hacia una gruta sobre el de las instituciones dorias, en donde se argumenta que las leyes han de
monte Ida, es decir, el mismo trayecto que según la leyenda Minos, ser un instrumento de virtud completa, y no sólo el de la virtud militar
el famoso legislador de Creta, tomaba cada nueve años para ir a recibir de la valentía, como ocurre en las ciudades dorias. 1 16 En el libro 111
las enseñanzas de Zeus. 172 De ahí que pueda decirse que los tres inter­ hay un cambio en el modo de exposición: ahí, con relación al desti­
locutores están progresando hacia el primer principio de la legislación. no histórico de las tres ciudades de Argos, Mesene y Esparta -his­
De hecho, pronto se hará claro que el principio de una buena legisla­ toria tejida en la trama más densa del desarrollo de la civilización
ción ha de ser "dios" mismo ("dios" es la primera palabra del diálogo, humana-, 1 77 se establece la idea -central para el proyecto político
cosa que ya ha sido mencionada con frecuencia), aun cuando este dios de las Leyes- de que la autoridad de las leyes sólo se obtiene cuando
ha de identificarse con la razón o la inteligencia (Nous). ' 73 Pero de ma­ se basa en la división de poderes (o sea, una "constitución mixta",
nera más sutil, el paseo también simboliza un espacio de ocio y de li- noción que se explica más adelante), pero que implica que ninguna

"" Cf. 685a7 SS., y 769a1 SS. '74 Cf. con Fedro, 247c.
'" Creta y el Peloponeso fueron invadidos por los dorios a finales de la época micénica. "' Véase, a manera de ejemplo, 857e10-858c1 (T27); cf. 859b7-c2.
Compartían un dialecto y una cultura que en muchos aspectos los hadan ser diferentes de
'"' 624a-632d; cf. 963a.
los derrjás griegos, en especial de los jonios, con quienes Atenas estaba, a ojos de los griegos,
"' 677a. Se supone que tanto la historia de la Humanidad como la historia del mundo
vincul ada históricamente (véase Heródoto 1, 56).
son cíclicas.
"' 625b.
'" Éste es el sentido de 713a2-4, ya citado supra, p. 37.
Est ructura y contenido de las Leyes 65 66 André Laks

constitución -sea tradicional o ideal- constituye un candidato ade­ como la "ciudad de Magnesia". 181 A su modo de ver, es una suerte que
cuado. Mientras que Esparta fue capaz de evitar la tiranía al adoptar la conversación se haya centrado en el tema de la legislación, 182 y su
una constitución mixta, Mesene y Argos no lograron hacerlo. 178 La satisfacción la comparte el Ateniense. El proyecto de fundación de
historia de cómo Esparta venció a sus otrora aliados desempeña, en una colonia doria se presenta como una oportunidad natural de adap­
el libro 111, un papel análogo al que tiene la crítica a las instituciones tar los principios esbozados en los tres primeros libros. Además de
dorias en los dos libros primeros. Es por ello que, en contraste con el que las ciudades dorias no sólo cultivan la virtud (así sea parte de ella)
libro I, el libro III pone el énfasis en el valor relativo y en la adecua­ y tienen una tradición de constituciones mixtas, la fundación de una colo­
ción igualmente relativa de las instituciones espartanas, antes que en nia en Creta ofrece condiciones adecuadas (geográficas, entre otras)
sus múltiples debilidades. Este cambio de perspectiva es característi­ para adoptar un nuevo conjunto de leyes en el espíritu pregonado por
co de las Leyes, cuyo estilo oscila entre la alabanza y el vituperio de el Ateniense. 183 Uno de los mayores beneficios que conlleva el legislar
las instituciones dorias, en un delicado y atrevido ejercicio de equili­ para una nueva colonia es el hecho de que, al llegar al sitio en el que
brio político que aspira a una síntesis entre los dos modelos políticos se erige la nueva ciudad, el legislador tendrá que hablar con los nue­
representados por Atenas y Esparta. vos colonos. Este dirigirse a los colonos, de cuya condición retórica
La constitución espartana, a pesar de ser resultado de una "mez­ y política nada se dice en un principio, se interpretará luego como
cla", seguía siendo profundamente insuficiente. Así como las leyes de uno de esos "preámbulos" -el más importante, de hecho- que, por
Esparta buscaban promover la virtud de los ciudadanos sin miras a razones que analizamos en el capítulo anterior, son centrales para el
la multiplicidad de las virtudes y, por ende, a la verdadera naturaleza proyecto político de las Leyes. Dicho en pocas palabras, la propuesta
de la virtud, así también su división de poderes no hacía referencia al de la ciudad de Magnesia hace mucho más que proporcionar un caso
único "dios" que realmente importa, a saber, la "inteligencia" o "razón" particular que permita poner a prueba un modelo. También le da al
(Nous). Deber la estabilidad de sus instituciones a la previsión de un Ateniense la oportunidad única de desarrollar con detalle un pro­
dios -como se dice que era el caso de los espartanos-' 79 no basta para yecto legislativo acorde con sus ideas políticas. Desde ese punto de
transformar a Esparta en una teocracia y, mucho menos, en una "no­ vista es importante subrayar que, por muy concreta y detallada que
ocracia", como pretende ser el Estado platónico. Puede verse, cuando sea la descripción de sus leyes, y por muy importante que sea Magne­
mucho, como una promesa de la misma. sia como marco de referencia, ' 84 no es con miras a este caso particular
De hecho, del mismo modo en que el presente tiene un pasado, como se crean las Leyes. De hecho las propuestas del Ateniense son
el pasado apunta a un posible futuro. Precisamente por ser lo que meramente propuestas, y son los cretenses responsables de la colonia
son -esto es, en vía de ser buenas-, las instituciones dorias pueden quienes tendrán la posibilidad de operar una selección entre ellas o de
ser remodeladas, tomando en cuenta el criterio que les hace falta. Al adaptarlas. Así, esta situación ejemplifica un tema muy importante en
final del libro 111, Clinias revela que en un futuro próximo él y nueve las Leyes -a saber, el de la disociación entre el legislador y el poder.:_ ,
conciudadanos suyos serán convocados para redactar las leyes de una en nítido contraste con la doctrina del filósofo-rey de la República o
nueva colonia cretense,'ªº a la que varias veces la obra hará referencia
'8 'Con todo, el nombre no aparece antes de 848d3. Cf. 86oe6, 919d3, 946b6, 969a5 ss.
'" 682e-693d. '8 '702b4-6.
'"' 691d8-c1 (T15). ''' 708a-d.
1 8º ''' Cf., por ejemplo, 752d-e.
702c2-8.
E str uctu ra y contenido de las Leyes 67 68 André Laks

con la del monarca del Político. ' 85 La razón de esto es que, según las Los libros IV y V se dedican a enunciar estas "condiciones", las cuales
Leyes, no es el ser humano el que ha de gobernar, sino únicamente son bastante heterogéneas. Por un lado, versan sobre una serie de cues­
la ley, porque el hombre no es capaz de resistirse a la corrupción del tiones de orden práctico relacionadas con la geografía, la demografía y
poder. la economía. También tienen que ver con una serie de cuestiones teoré­
En cuanto a las articulaciones más importantes de los libros IV a ticas (o, si se quiere, metalegislativas), como son la naturaleza de la au­
XII -dedicados a elaborar las instituciones de la nueva colonia-, és­ toridad que caracteriza a la nueva constitución y a las nuevas leyes, la
tas son relativamente claras, aun cuando el lector tenga que enfrentar forma tanto de la constitución como de la ley, la teoría de los preámbu­
cierto número de oscuridades. Es importante trazar una distinción los entre ellas, y la definición misma de la legislación como conocimiento
entre las oscuridades que tienen un carácter contingente y las que técnico. 188 La primera mención de la "legislación" propiamente dicha,
pueden considerarse más esenciales. Algunos rasgos de las Leyes, en referida a la regulación de los matrimonios, aparece en ese contexto'89
especial el desorden de los dos últimos libros, sugieren que Platón con el único fin de ilustrar la diferencia entre una ley y un preámbulo.
murió antes de haber podido dar el toque final a la obra. 186 Algunas de Habrá que esperar el libro VIII para encontrar el resto de la legislación
dichas oscuridades, sin embargo, se deben al modo específico con que en el sentido estricto del término.
Platón considera la tarea de legislar. La estructura global del trabajo Lo que pasa entre el fin del libro IV y el libro VIII es un buen
legislativo tiende a desaparecer ante lo que me gustaría llamar una ejemplo de lo que he llamado la postergación de la ley. La explica­
constante y deliberada postergación de la legislación. Las razones que ción teorética de la naturaleza de un preámbulo, que constituye en
explican esta postergación son varias: algunas de ellas, de orden me­ principio la última de las condiciones previas al establecimiento de
ramente técnico, mientras que otras tienen que ver con la concepción las leyes, viene después de la primera parte del discurso que el legis­
peculiar de la ley que tiene aquí Platón. Si bien estas últimas, como lador está dirigiendo a los ciudadanos de la nueva colonia,'9º el cual
veremos, revisten mayor importancia filosófica, cabe advertir que ya pronto aparecerá, a consecuencia de esta explicación, como un ejem­
se hallan presentes y actúan detrás de los factores de orden aparen­ plo de preámbulo legislativo; éste es, en un sentido, el más importante
temente más técnico. de toda la legislación: no se trata del preámbulo de ninguna ley en
En primer lugar, la postergación de la labor legislativa es conse­ particular, sino el del conjunto de las leyes en general. La continua­
cuencia de una definición estricta de la legislación como un conoci­ ción de ese fragmento, que ocupa gran parte del libro V (hasta 734e),
miento especializado o arte (techne), porque existe gran número de contiene una exhortación con respecto a los deberes que tiene cada
cuestiones que requiere una discusión en términos legislativos, antes quien para con sus padres, amigos, conciudadanos y, sobre todo, con
de que incluso sea posible hablar de "leyes": es característico de cual­ el alma propia.
quier habilidad técnica el querer definir las condiciones en las cuales
puede ejercerse de la mejor manera, y la legislación es una habilidad '88
Las dos series se relacionan de un modo complejo. El orden en que aparecen es el
de esa índole. '87 siguiente: localización de la ciudad, 704a1-705b6; origen de la población, 707e1-d9; na­
turaleza del poder bajo cuya autoridad se han de colocar las nuevas leyes, 709d10-712a7
'85 702d, 739b (T22), 746c. (T17); forma general de la constitución, 712b1- 715e1 (T18); la forma de la legislación (el
,,/, Se suele suponer que el disclpulo de Platón, Filipo de Opus, editó el texto después preámbulo legislativo), 71Sd2-723d4 (T19), y regulaciones referidas a la propiedad y a la
de la muerte del maestro. Al respecto, véase L. Tarán, Academica: Plato, Phi/ip of Opus and posesión de los bienes, 735a7-747e11.
•'9 72oe10-721e3 (T19).
th e Pseudo-Platonic Epinomis, Filadelfia, 1975, 128 ss.
1 ª1 709a-e. 190
715e-718a.
Es tructura y contenido de las Leyes 69 70 André Laks

En el siguiente libro, tras haberse ocupado de algunas otras "condi­ que abarca la palabra "ley", apuntan hacia una concepción de la legisla­
ciones" a finales del libro V, se pasa al tratamiento de la "constitución" ción como algo mayormente negativo y resultante del constreñimiento
0 establecimiento de las magistraturas (katastasis archon). ' 9' Cierto es en la medida en que involucran de manera prominente la coerción pe­
que en algún sentido la constitución misma puede describirse como "le­ nal. El castigo es el último recurso cuando se han agotado las posibili­
yes" y, en esa ocasión, el Extranjero acuña la expresión "leyes constitu­ dades de la persuasión, sea ésta filosófica o no.
cionales" (nomoi politeias) ; '92 lo hace, sin embargo, con cierta cautela, Si el lector se basa en las indicaciones que se le han dado previamen­
como si se tratase de un neologismo. De hecho, el establecimiento de te, esperarla que en lo que sigue, las leyes, en el sentido restringido del
un sistema de magistraturas no es, sino en un sentido lato, una legisla­ término (el código legal), se presenten en conexión con las magistraturas
ción; las "leyes", en la acepción habitual del término, presuponen ya la de las que han de depender. Pero, en vez de ello, aparece un orden de ex­
existencia de los magistrados (a quienes éstas son "dadas" para que las posición bastante complicado, que va del libro VII al libro XII. El orden
impongan). Más aún, estas leyes constitucionales no son las penales se debe a la combinación de tres principios: 1) el principio cronológico
del tipo que se discutió a finales del libro IV, con relación a la defi­ del ciclo de la vida humana, con sus puntos nodales, a saber, el matri­
nición de "preámbulo". Es así como encontramos, a mitad de la obra, monio y la procreación, la educación, el servicio militar, la vida política,
un preámbulo sin ley (el preámbulo general de los libros IV y V), pre­ la muerte y las disposiciones que conciernen a los funerales; 2) un prin­
cedido por una cuasi ley (la constitución), que no tiene su preámbulo cipio de realidad que tiene que ver con la supervivencia y la actividad
correspondiente. El orden en que aparecen los factores, sin embargo, económica, básicamente la agricultura;'93 3) el principio de la regulación
es de gran importancia y le da a la condición de la legislación un sello penal, fundado en una clasificación de las transgresiones con relación
de "necesidad" o constreñimiento. En efecto, un ciudadano que acate a su grado de seriedad. 9• 1

las instrucciones persuasivas del preámbulo general, por lo mismo an­ La discusión sobre las fases del ciclo de la vida humana se realiza
ticiparía y respetaría el contenido de la legislación que aparece después a partir del final del libro VI hasta la primera parte del libro VIII, y se
del establecimiento de las magistraturas. retoma de manera intermitente en los libros XI y XII. Las regulaciones
Podría pensarse que la labor legislativa puede empezar después de correspondientes pueden identificarse con el conjunto de leyes que el
la aparición de las "leyes constitucionales". Y así sucede en cierta mes Ateniense había declarado como adecuadas, a finales del libro IX, para
dida en el libro VII, que tiene como principal cometido las leyes sobre la educación de los "hombres de bien" (chrestoi anthrópoi).'95 En defi­
la educación, y retoma las leyes para los matrimonios y la procreación nitivo contraste con dichas regulaciones, aparece en los libros IX y X,
mencionadas a finales del libro IV. Sin embargo, hay que subrayar que, y en parte del libro XI, un conjunto de leyes que se distinguen por la
en este caso, las leyes educativas toman la forma especifica de leyes no importancia de las amenazas y de los castigos correspondientes a trans­
escritas. Ahora bien, la oralidad y la tradición sin lugar a dudas cons­ gresiones "mayores".'96 Estas leyes son paradigmáticas por el hecho de
tituyen un equivalente funcional -incluso un sustituto posible y hasta
deseable- al preámbulo persuasivo y no coercitivo. Así, las sucesivas "3 842e3-5, cf. 842d1-6.
postergaciones de la legislación, y también los cambios implícitos en lo ,.. 884a1-885a7. Éstas son, en orden descendente de gravedad: las ofensas contra el bien
público, el homicidio, la agresión, la hubris (ofensas contra los dioses entre ellas), los crímenes
I contra la propiedad, los robos, las malversaciones relativas a los contratos y a las ventas, o bien
al proceso judicial.
'" 751a5 ; cf. 735a5 (T21). ' 95 88od8.
"" 734e5 (T21). ,,. 853a5.
Estr uctura y contenido de las Leyes 71 72 André Laks

que se imponen en razón de la "necesidad "; pero no se trata , como en el su reb uscamiento. 200 Esto es especialmente cierto con relación a los
caso de las leyes agrícolas , de una necesidad dictada por lo q ue requiere pasajes que s ubrayan las contradicciones y los límites de la empresa
el s er humano en un sentido básico. Antes bien , señalan una falla en legislativa; así s ucede con el famoso momento en q ue el Ateniense , al
materia de educación y es por ello que esta parte de la labor legislativa hablar d e las restricciones q ue se impondrán sobre las representacio­
se ve asociada con la "vergüenza ". 197 n es teatrales , asimila su propia constit ución a la "más verdadera d e
La disposición de los temas se complica aún más con la presencia todas las trag edias". 201
de los preámb ulos. En cierto sentido , estos textos simplement e antece­
den a una l ey (o bien a un gr upo de leyes); al menos esa es la función
que se les había asignado en el libro IV. Sin embargo , p uesto que equiva­
len a la suspensión de la ley , en un sentido temporal al menos , también
proporcionan un medio más para postergarla. Y sin duda es el efecto que
ti ene el preámbulo general del libro V. Los preámbulos , por otro lado ,
también pueden transformarse en discusiones de principios , como en el
caso de la ley contra la impiedad (asebeia) en el libro X. De ahí q ue , en
el meollo d e la tar ea l egislativa , Platón d eje l ugar para una refl exión
metal egislativa q ue pone en tela de j uicio la tarea legislativa en el sen­
tido de q ue no sólo la interr umpe , sino q ue también es susceptible de
ponerla en entredicho.
Así , en las Leyes encontramos digresiones -que varían desde unas
pocas frases hasta largas discusion es- q ue pos een cierto grado de au­
tonomía. 1 98 Esta característica invita a leer las Leyes como si fueran una
suerte de antología , cosa que parece recomendar de manera explícita
el propio texto en el pasaje en el q ue los maestros son invitados a leer
fragmentos del diálogo con sus est udiantes. • 99 Sin duda , los momentos
cumbre de la obra son los pasaj es en dond e la inm ensidad de la ta­
rea que se está llevando a cabo se ve repentinamente expuesta a la luz
de las preg untas últimas sobre el ser h umano y sobre el sentido de su
existencia. Estos destellos de s ublimidad dan brillo a una obra q ue , ya
desde la Antigüedad, ha sido calificada de "fría " por su extensión y por

"' 853b4.
,,. Véase, a manera de ejemplos: 644d7-645c6 (T14: la ·marioneta humana"); 719e7-
72 oed(T19: medicina y legislación); 739a1-e¡ (T22: las tres constituciones); 806c7-807d6
(T2 5: la "vida de ocio"); 857b3-864c11 ("castigo y responsabilidad").
'" 811a. Es difícil calibrar el grado de ironía aqui presente porque, aun transformadas 200 Luciano, Jcaromenipo, 27.
en antol ogía, las Leyes siguen representándose como una lectura árida. '°' 817b5.
74 André Laks

hay dos razones que explican ese relegar: en primer lugar , la teor ía po­
lítica de la República se ocupa casi exclusivamente de los magistra dos
más altos ; más importante aún , se les considera menos como a dminis­
VII tra dores de la ciu dad que como filósofos potenciales , esto es , como si
desarrollaran una habilidad que no es precisamente la de a dministrar
LAS DOS C I U DA D E S D E P LATÓ N : la ciuda d. En este sentido, el énfasis de la República se pone no tanto
E L M E N O R MAL Y S U S V E R I C U E T O S en la ciu da d como en cierta tensión entre ésta y la filosofía.
Esta tensión persiste en el Político, pero de un modo distinto. Por un
la do el conflicto , tan caracter ístico de la República, entre la aspiración
Las Leyes pueden caracterizarse como u n diálogo esencialmente relacio­ a una vida teorética y los deberes de quien gobierna se expresa sobre
nal , en el senti do de que su conteni do depende de manera crucial de la to do en el estatuto ambiguo de la búsqueda del verda dero hombre po­
relación que mantiene con los dos otros gran des diálogos pol íticos de lítico , una b úsque da que se presenta como un ejercicio puramente dia­
Platón: la República y el Político. Este vínculo es sumamente complejo, léctico que no tiene gran valor en sí mismo.2°4 Por otro la do , el Político,
por el hecho de que en las Leyes se llevan a cabo tres tareas diferentes a con más evidencia a ún que la República, pone el acento en una fuente
la vez. En primer lugar , complementan un programa que solamente se última de poder: la del "monarca ". Dicho "monarca " puede pretender ,
halla esboza do en las dos obras anteriores; en segun do lugar , someten a con más derecho a ún , el título de filósofo-rey que el de la República, ya
revisión el modelo o los mejores modelos de Estado ofreci dos por cada que su poder no está sujeto a ning ún principio de alternancia. Aunque
una de ellas; finalmente , plantean una realización práctica de dicho (s) el diálogo contenga ya algunos de los instrumentos conceptuales que
modelo(s). Si bien estas tres tareas reflejan el propósito esencial de las serán desarrolla dos en las Leyes -en particular las i deas de mezcla y
Leyes, lo cierto es que existe cierta tensión entre ellas , aun cuando esto de me di da , intr ínsecamente relaciona das con el para digma del tejer- ,
no amenace la coherencia del proyecto en su conjunto. Y es que las Leyes no hay sino un tratamiento marginal del contenido espec ífico de las
mismas preten den ar ticular una cier ta tensión , que refleja la polaridad leyes. 2°5
ra dical e irreductible entre lo divíno y lo humano, lo ideal y lo posible. En contraste con la República y el Político, las Leyes constituyen
una obra pol ítica de principio a fin , aun cuan do en ellas se subrayen
El complementar las dificulta des de la tarea legislativa y se llegue incluso a manifestar
cierta desesperación existencial cuando, por ejemplo, se afirma que los
La tarea de complementar es , en cierto modo , la más obvia de las tres. asuntos humanos , pese a la necesidad de interesarse en ellos , no son
La República y el Político son , más que na da , el esbozo de una filosofía dignos de mucha atención. 206 Dentro de estos límites , y a diferencia de la
política: presentan programas de un nivel de generalida d relat ivamen ­ República, se puede describir a las Leyes como una obra que marca una
te alto , con pocos detalles en lo que toca a los mecanismos pol íticos. La "politización " de la filosofía pol ítica platónica. 21"
República deja expl ícitamente de la do la mayor parte de su legislación
'°' Político, 285c-286b.
particular.2°2 Además del hecho de que en la República la ver da dera :ios Véase supra, p. 21.
pol ítica está en el alma , de la cual la ciu da d no es sino una "imagen ",2°3 ,,. 803b3-5.
'º' Sobre la despolitización de la política en el Platón de la República, véase supra,
pp. 26, 33.
'°' República, 426e4-427a7.
'"' Véase supra, p. 32.
Las dos ciudades de Platón 75 André Laks

De hecho, una de las características más sobresalientes de las Leyes El revisar


es que el diálogo recorre todo el espectro, desde la especificación de los
principios políticos fundamentales hasta su aplicación más detallada. Si bien las Leyes pueden verse como una manera de complementar los
Ahí se nos describen clases socioeconómicas y profesiones, sabemos del programas políticos delineados en la República y el Político, al mismo
programa diario de actividades de los ciudadanos -un programa tan tiempo este movimiento de cierre está acompañado de un significativo
apretado que el órgano de gobierno más importante tiene que reunirse deslinde respecto a dichas obras. De hecho, las Leyes están explícita­
antes del amanecer: el llamado "consejo nocturno"-, sabemos que parti­ mente caracterizadas por un patrón de "retirada" que Platón compara
cipan en asambleas y en festivales religiosos, que mandan a sus hijos a la con una movida en un tablero de ajedrez cuando un jugador, ya sea
escuela, que se enredan en procedimientos legales, que se ocupan del su­ forzado a hacerlo, o bien por razones tácticas, tiene que retirar sus pie­
ministro de agua y también de la redacción de sus testamentos. En fin, se zas detrás de una línea llamada "sagrada". 21 º En las Leyes, las distintas
ocupan de todo lo que implica una vida humana. Con base en las Leyes movidas políticas en las que consiste dicha retirada se caracterizan por
sería posible hacer un estudio de la "vida cotidiana en la ciudad platóni­ dos contrastes. Por un lado, la ciudad de las Leyes se presenta como
ca", proyecto que a todas luces no podría originarse ni en la República una ciudad de "segundo rango", en contraste con la "mejor", que ocupa
ni en el Político. De hecho, según una lectura antigua de las Leyes -que, el primer lugar. 21 1 Por otro lado, sus instituciones se presentan especí­
aunque incorrecta, no deja de ser reveladora-, la obra intitulada las Le­ ficamente como destinadas a los seres humanos, en contraste con otras
yes proporciona a la República la legislación que le corresponde. 2º8 que son adecuadas para los dioses.2 12 Los dos contrastes no siempre
Las instituciones de Magnesia son tan detalladas que es posible es­ aparecen juntos, pero son funcionalmente equivalentes. Así, ambas ciu­
tablecer una comparación específica con las instituciones de otras ciu­ dades: la "primera" o mejor, y la "menos buena", no se hallan ubicadas
dades griegas. De hecho, es fundamental para el intérprete entender en la esfera humana, sino que se refieren a dos órdenes en principio
la asombrosa correspondencia existente entre los principios de la fi­ radicalmente diferentes.
losofía platónica y ciertas instituciones históricas, en especial atenien­ Hay en las Leyes cuatro manifestaciones de "retirada" política que,
ses. 209 Desde una perspectiva hegeliana o marxista, podría decirse que en conjunto, constituyen el marco del trabajo legislativo; las tres pri­
esta construcción que combina diferencias y similitudes con respecto a meras indican con claridad que la "línea sagrada" de la cual se aparta
instituciones actuales es testimonio de los límites que las condiciones uno es precisamente la República, mientras que la cuarta hace refe­
socio-históricas imponen a la filosofía. De hecho, las Leyes nos lega una rencia explícita a la teoría de los preámbulos presentada en las propias
de las mejores imágenes filosóficas que conservamos de la ciudad griega. Leyes:
Con todo, igualmente asombroso es el hecho de que esa imagen puede
ponerse en relación, y de hecho debe ser así, con los conceptos básicos 1) Es menester permitir a todos los ciudadanos el tener propiedad
de la filosofía platónica. Es ahí donde entran en juego las otras dos pers­ privada para satisfacer el impulso egocéntrico que caracteriza al ser
pectivas, la de revisión y la de implementación. Son ellas las que nos im­ humano. 2 13
piden considerar las Leyes corno un mero complemento de la República.
/ 2IO 73 9 3 1 - 5 .
'" 739a4 SS. (T22); 739b3; 739e5 (T22); 875d3 (T28).
,.. El caso más claro es el de Cicerón, quien dice: Plato, qui prínceps de republica cons­
cripsit, idemque separatim de /egibus ejus (Cf. Aristóteles, Política, 11, 3, 1265a2-4). '" 732e (T20); 853c3-8; 874e-875d (T28). Cf. 691c-692a (T15) y 713e-714a (T18).
"' 739e6-74oa2 (T22); cf. 731d-e, 736e-737b.
,09 El estudio de G. Morrow, 1960, es, al respecto, fundamental.
Las dos ciudades de Platón 77 André Laks

2) Antes que a gobernantes individuales, es a la ley a la que hay paz de diseñar la ciudad ideal, la hipótesis fundamental de las Leyes
que otorgar el mando, y ello para evitar que los hombres abusen del es la de una nueva colonia, lo cual ciertamente constituye un punto
poder. 214 de partida menos radical, pero bastante común en el contexto de la
3) Hay que tener una constitución "mixta" prácticamente por las cultura política griega.
mismas razones. 2 15 Los cambios efectuados por las Leyes con relación a la República
4) Han de instituirse formas "humanas" de persuasión (en ese caso, son obvios y ocupan un lugar preponderante en ese diálogo: la distan­
de alabanza) que implican apelar al placer personal, en contraste con cia que en ellas se toma con respecto a la comunidad de bienes y con
otras formas de persuasión que apelan al "honor" o a la "fama" y que así respecto a la posibilidad misma de un filósofo-rey hace manifiesta la
merecen el calificativo de "divinas". 2 16 retirada. En cambio, evaluar el deslinde que se hace en las Leyes con
relación al Político no es tarea fácil, porque algunas de las ideas fun­
Un caso especial y particularmente interesante de "segundo rango" damentales en que se basan las Leyes -ideas tales como la distinción
tiene que ver con el problema de la implementación inicial de la nueva entre intelecto y ley- y la misma noción de "segunda categoría" ocupan
legislación. Claro que esta cuestión no es en sí misma institucional, un lugar central en el Político. Una vez más se ve que el Político es un
sino que más bien se relaciona con la posibilidad misma de las insti­ diálogo de transición.
tuciones. El problema ya estaba planteado en la República: lcómo es Sin embargo, hay que evitar tratar al Político como un texto que se
que el filósofo, quien, por hipótesis y milagro mediante, ha llegado a limita a anunciar las revisiones de las Leyes. Junto con claras alusiones
gobernar una ciudad injusta, puede obtener las mejores condiciones al Político, las Leyes también contienen una crítica precisamente rela­
para una transición de una ciudad injusta a la ciudad justa? La Repú­ cionada con lo que ambos textos parecen sostener, en contraste con la
blica supone que esto será posible si y sólo si el material con el que República, a saber, su común interés por el papel de las "leyes".
se trabaja es lo más maleable posible, y esto se obtendrá enviando al Primero, mientras que el Político, como vimos, considera a la ley ya
campo a todos los ciudadanos y a todos los niños mayores de 10 años, sea como un expediente útil al alcance del estadista experto, ya sea como
a modo de que el filósofo-rey sólo habrá de moldear almas jóvenes.2 1 7 algo de segunda categoría desprovisto de inteligencia y que constituye
Si bien sería un tanto extraño considerar este procedimiento como "di­ nuestra más deseable opción en caso de que no se pueda contar con un
vino", es difícil deshacerse de la impresión de que las Leyes adoptan verdadero estadista, las Leyes, en cambio, la presentan como la encar­
un punto de vista más "humano" que el de la República. En vez de la nación de la razón divina. En el libro IV, de manera decisiva Platón afir­
tabula rasa en la cual el filósofo-rey de la República tenía que ser ca- ma que "debemos obedecer a aquello que hay de inmortal en nosotros
[ ... ] y administrar nuestras moradas y ciudades en público y en privado,
"' 713e3-714a2 (T!8); 874c8-875d5 (T28). En este sentido, la constitución de las Leyes
es una ·nomocracia". Para la relación entre esta ·nomocracia" y la ·noocracia" que pretende
denominando ley a la distribución que realice el intelecto (nous)", una
ser, véase supra, p 36s. e infra p. 78. encarnación que explica la dificultad de determinar si la constitución
'" 691c-692a (T!5), y 756e8-757a5 (T23). de las Leyes es más una nomocracia que una noocracia, o viceversa. 218
'" 732e7-73334 (T20).
"' Es así como se termina el libro VII : La significación de la mudanza al campo ha
Segundo, tan importante como el primero, encontramos un nuevo
sido rnpy discutida entre los intérpretes. Se puede argumentar que Platón se refiere de énfasis en el elemento decisivo de la forma de la ley. Mientras que el
manera bastante realista a procedimientos que no eran desconocidos en el mundo griego.
Los ciudadanos de Mantinea fueron enviados a unos ·pueblos" después de haber sido
"' 713e8-714a2 (T18). La misma "etimología" al estilo de Cratilo y que relaciona nomos
ve ncidos por los espartanos en 386-385 a.C. (Jenofonte, Hellenica V, 2, 7).
con nous vuelve a aparecer en 957c5-7.
Las dos ciudades de Platón 79 80 André Laks

Político se interesa sobre todo en el aspecto "sustitutivo" de la ley -las -cuando se compara con la persuasión retórica de segunda del tipo que
leyes toman el lugar del monarca ausente-, las Leyes se concentran a menudo encontramos en las Leyes-222 no tiene ningún paralelo ni
en las implicaciones de la dimensión "epitáctica" de las leyes -son ór­ con la República, ni con el Político.
denes que se dan a alguien-. Este cambio de perspectiva provoca una Finalmente, la revisión, en algunos casos, es menor de lo que po­
toma de distancia mayor. Las Leyes acaban adoptando una posición en dría esperarse, y a veces es tan discreta que puede pasarnos inadver­
torno a la "persuasión" política, que es muy diferente de la posición tida. En este punto, la situación difiere en el caso de cada una de las
oficialmente defendida por el Político.2'9 Cierto es que la crítica que ha­ cuatro principales áreas de retractación arriba distinguidas. La primera
cen las Leyes del Político permanece esencialmente implícita, y que se revisión de la que tenemos noticia en las Leyes -a saber, la sustitución
trata de una crítica mucho menos provocativa que las rescisiones de la de un régimen de propiedad privada por una comunidad de bienes, o
República, a cuyas formulaciones, en algunos casos, se hace eco casi comunismo- es profunda. Es mucho menos claro, en cambio, determi­
palabra por palabra. Sin embargo, no puede subestimarse la signi­
220
nar en qué sentido el órgano supremo de gobierno -el Consejo Noctur­
ficación del abandono de la noción esencialmente "sustitutiva" de las no- difiere esencialmente de los filósofos-reyes de la República, a no
leyes que encontrábamos en el Político en una obra intitulada las Le­ ser por la ausencia de todo esquema de alternancia en el poder. Esta
yes. Es obvio que esto se relaciona, como si fuera su contraparte, con la ausencia ciertamente tiene que ver con el hecho de que en las Leyes la
renuncia oficial de las Leyes a la idea de que un buen monarca es algo aspiración a la vida teorética ya no constituye una garantía contra las
posible en principio. tentaciones del poder. 223
En las Leyes, la dinámica de deslinde no se da sólo con relación a la Por ende, las Leyes sí contienen una crítica a la República y al Polí­
República y el Político, sino también respecto a un modelo que, en cier­ tico, pero se trata de una crítica tan peculiar, que los ideales de ambos
ta medida, se encuentra dentro de las Leyes mismas. Un caso marginal diálogos se han integrado a una ciudad "ideal", reconstruida dentro de
pero interesante es el de las "instituciones comunitarias". Si bien es en las Leyes, y que coincide exactamente con el ideal anterior. El aspec­
cierto sentido obvio que la estructura constitucional y legislativa de las to "relacional" de las Leyes, que a primera vista tiene resonancias tan
Leyes toma su distancia con respecto a la República, también es verdad fuertes, llega así a complicarse. Con todo, dicha complejidad no cons­
que el modelo en cuestión parece rebasar todo lo que encontramos en tituye una objeción a la afirmación de que "retirada" y "deslinde" sean,
la República. En efecto, en la "primera ciudad" de las Leyes la comuni­ sin lugar a dudas, categorías fundamentales para la interpretación de las
dad de bienes se extiende a la "totalidad de la constitución", mientras Leyes. Más bien sucede todo lo contrario: el deslinde no es únicamente
que la República limitaba expresamente el comunismo a los guardianes la consecuencia de un apartarse de cualquier ideal, sino que también es
Y solamente a ellos. 22 1 En cualquier caso, lo que llamo deslinde interno una condición necesaria para implementar un nuevo modelo.
se hace evidente a la hora de abordar el tema de la "persuasión", porque
la utopía de una discusión racional entre el legislador y los ciudadanos El poner en ejecución

'" Véase supra, p. 53s. Desde cierto punto de vista, las dos perspectivas que se han conside­
"' ,S el caso en 739c (T22).
"' Véase 739c (T22). Hay que añadir, sin embargo, que las Leyes hablan de la comuni­
rado hasta ahora -la de complementar y la de revisar- no son opues-
dad de bienes en la primera ciudad como algo que ha de materializarse en el mayor grado
posible según el antiguo dicho, lo cual podría considerarse como una referencia a la Repú­ "' Véase supra, capitulo 6.
blica. Sin embargo, pienso que esta interpretación tiene algo de forzado. '" Véase infra, p. 84s.
Las dos ciudades de Platón 81 82 André Laks

tas, sino complementarias. Esto se aviene a la idea de que las Leyes, han de comportarse con "prudencia". En cuanto al material con el que ha
supuestamente, si no plasman la realización práctica de un modelo, de trabajar éste, lejos de tener la relativa simplicidad de la "materia" del
al menos constituyen la primera etapa (teorética aún) de dicha imple­ Timeo, consiste en el remanente complejo de una historia ya larga (de
me ntación. En efecto, si por implementación entendemos concretar un la que el libro III nos da una vívida descripción). Y, por encima de todo,
modelo en un material más o menos adecuado y que, por ende, será el mundo mismo es uno, mientras que existen numerosas ciudades en
más o menos resistente, ella implicará tanto la realización como la re­ la Tierra. En este contexto ha de entenderse la mención, además de las
visión. Esta perspectiva es recomendable al menos por dos razones. dos primeras ciudades (la de primera y la de segunda), de una "terce­
En términos generales, concuerda con el paradigmatismo platónico, ra ciudad",2 27 mención que causó gran asombro entre los intérpretes.
es decir, con la idea de que las Formas -o sea, las únicas entidades Existen buenas razones para pensar que esta tercera ciudad es idéntica
que existen en el sentido estricto del término- son los paradigmas de a la ciudad de Magnesia que habrá de establecer el cuerpo legislativo
todo lo que se halla sometido a la generación y al decaimiento, que no cretense, una vez concluida la discusión que encontramos en las Leyes.
puede sino reproducirlas de manera defectuosa; 224 más especificamen­ Pero, al mismo tiempo, esta tercera ciudad representa la serie abierta
te, esto permite considerar las Leyes como el análogo, en el ámbito de todas las ciudades que tengan la voluntad de comprometerse con
político, del lugar ocupado por el Timeo en el ámbito cósmico-fisioló­ una reforma de sí mismas, sean éstas colonias o no. Es claro que estas
gico. Ambos diálogos se basan en un patrón similar. 22s El "modelo" que ciudades diferirían mucho entre sí en función de una variedad de cir­
tiene ante sus ojos el demiurgo-artesano del Timeo (las Formas) tiene cunstancias que Platón no hace explícitas.
su análogo en las Leyes con el modelo político de la "primera ciudad"; Entonces, desde el ángulo de la implementación, se puede leer las
al "receptáculo material" (la chora) , del cual emergen los triángulos Leyes como si reflejaran las diferencias entre naturaleza e historia. En
elementales y los cuatro elementos que son la base constitutiva de todo comparación con el Timeo, el centro de interés de las Leyes se ha des­
cuanto existe en el mundo, corresponde el material humano al cual el plazado: ya no se trata tanto de implementar un modelo en condiciones
legislador ha de dar la forma de un cuerpo político. Y más sorprendente determinadas, como de reflexionar sobre las condiciones de su reali­
aún es el hecho de que la chora del Timeo (-en tanto chora es el "re­ zación.
ceptáculo material"-) sea identificada con la "necesidad", es decir, con En términos formales, este punto relaciona las Leyes con la Repú­
una fuerza de imposición que marca el límite de la acción intencional blica, por cuanto el rey-filósofo se introduce en primera instancia como
del demiurgo, fuerza con la cual el legislador de las Leyes también ha la condición de posibilidad de la realización de la ciudad justa. 228 En
de vérselas en su propio nivel demiúrgico. términos materiales, sin embargo, al prestar toda clase de atenciones a
Las diferencias entre las Leyes y el Timeo son tan interesantes como la concatenación entre los factores "humanos" -asunto frente al cual la
las analogías que pueden encontrarse entre ellos. En contraste con el República manifestó una negligencia deliberada-, las Leyes se apartan
demiurgo del Timeo, los legisladores de las Leyes son seres humanos de la República.
que no están provistos con la "bondad" insigne del demiurgo 226 y que Si bien la noción de implementación toma en cuenta factores im­
portantes de las Leyes y ofrece una manera consistente y elegante de
'"' Sobre la función paradigmática de las Formas, véase Timeo, 26 a6-b2 (cf. R epública comprender la relación entre éstas y la República, dicha noción tam-
472d4- 473b3: Tlo).
"' Sobre el paralelismo entre el Timeo y las Leyes, véase A. Laks, 1990. '" 739e5 (T22).
226 Timeo, 29a.
"' 473a-b (T10).
[..as dos ciudades de Platón André Laks

poco da cuenta cabal de la complejidad de aquella obra. Después de merece ser subrayado porque, en un sentido importante para el caso,
todo, las Leyes se presentan a sí mismas como un tipo distinto de mo­ da a las Leyes no el segundo lugar, sino el primero. También se subraya
delo, antes que como la implementación de un modelo. La índole de la importancia de comprender qué significa, según las Leyes, el ser un
su discusión sigue siendo teorética, y la verdadera legislación se dará ser humano y en qué sentido los humanos son distintos de los dioses.
después. 229 Si bien el comunismo en sentido estricto ha de descartarse, Encontrar una respuesta a esta última pregunta no es fácil, porque los
ello no significa que las Leyes renuncien al paradigma de la primera dioses, en este contexto, se describen como hombres de ciertas carac­
ciudad; más bien sucede todo lo contrario: la segunda ciudad se man­ terísticas, esto es, como hombres que se mostrarán capaces de vivir en
tendrá "lo más cercana posible" a la primera. 23° la primera ciudad. 23 2 De estos hombres parecidos a dioses las Leyes nos
Entonces, en algún sentido no hay ni "revisión" ni "realización" dicen poco y lo dicen de una manera negativa. Sin embargo, podemos
en la República ni en las Leyes, sino sólo un cambio de un nivel (lo hacernos una idea de lo que son mediante una comparación entre éstos
divino) a otro (lo humano). Para que las cosas sean distintas, la ciu­ y los ciudadanos ideales de la República.
dad de la República no tendría que ser vista como un modelo ideal, La naturaleza de la diferencia entre los hombres parecidos a los
sino como un programa político cuya realización sea "posible", tal y dioses que encontramos en la República y los seres humanos de las Le­
como es. Al respecto, la República es marcadamente ambigua: puede yes no radica en su estructura psicológica. Si bien las Leyes no repiten,
ser (y ha sido) leída como una utopía, y también como el programa después de la República, que el alma humana tiene "partes", en ambas
de una acción política. Si se opta por la última interpretación -y, de obras el hombre es una unidad compleja en la cual coexisten elemen­
no hacerlo, no habría manera de hablar de "retirada"-, las mismas tos racionales e irracionales. Si el elemento irracional es, él mismo, un
Leyes constituyen el primer intento por lograr el esclarecimiento del compuesto, se reduce, en última instancia, a lo que se dedica, a buscar
asunto. Lo cual es mucho mérito. Al estar decidido que ha de tomarse el placer y, en forma simétrica, a alejarse del dolor. En cuanto al ele­
en cuenta el factor humano, las Leyes, de una manera muy peculiar y mento racional, éste no se orienta hacia el placer, sino hacia el bien. 233
muy platónica aún, abren el camino a Aristóteles. Uno podría incluso Es por ello que si existe alguna diferencia entre los hombres parecidos
llegar a preguntarse si no hay ya, en las Leyes, algo verdaderamente a dioses y los seres humanos, y no cabe duda de que así sea, ella no ha
aristotélico. 23• de ubicarse en los componentes mismos, sino en la relación que se da
entre ellos.
El giro antropológico Dicha relación depende de la fuerza o intensidad respectiva de los
elementos constitutivos. Desde la postura de las Leyes, la República, al
Si las Leyes elaboran las instituciones de una ciudad de segundo rango dar el poder a los mejores de éstos (los filósofos) y al subordinar a los
-en la medida en que los seres humanos también son de segunda, si se guardianes al comunismo, pasó por alto algunos hechos básicos con­
les compara con los dioses-, habría que concluir que estas institucio­ cernientes a los seres humanos, pues sobrestimó el poder del elemento
nes son, en lo tocante a los seres humanos, las mejores posibles. Esto
'" 739d6-e3 (T22).
¡,. 702d. "' 644d7-645c6. A partir del hecho, indudable, de que las Leyes renuncian al discurso
' 3 º 739e (T22).
de las partes (sin embargo, cf. 863b2), C. Bobonich, 2002, llega a la conclusión de que el
"' En el último capítulo, volveremos al tratamiento de la posibilidad en los dos diá­ Platón de las Leyes elabora en éstas una concepción mucho más unitaria de la naturaleza
logos. del ser humano. A mi parecer, esta conclusión es insostenible.
Las dos ciudades de Platón 85 86 André Laks

racional y subestimó el poder del elemento irracional. La cuádruple hombre es, en fin, la de un animal domesticado, algo así como la forma
retirada de la segunda ciudad 234 refleja una nueva consideración de divina de la animalidad. ,39
la situación. Si la forma propiamente humana de alabanza radica en Esta naturaleza dual se ve con claridad en el pasaje "antropológico" del
persuadir prometiendo placeres, antes que recurriendo a valores in­ libro I, donde aparece conectado con un análisis de la motivación huma­
trínsecos, es porque, "por naturaleza, lo humano consiste sobre todo na. 240 Ahí el hombre es comparado con una "marioneta"24 1 conjuntamente
en placeres, dolores y deseos de los que, necesariamente, todo animal sujetada por el hilo de oro de la razón, que es precioso pero frágil, y los
mortal depende absolutamente y por los que está determinado en los fuertes hilos de hierro de los impulsos irracionales. La analogía es famosa,
asuntos de mayor seriedad". 235 Si el poder se ha de ver limitado por el pero no es tan fácil entenderla a cabalidad. La imagen de la "marioneta"
doble recurso al mando legal y la división de los poderes, es porque apunta a una interpretación pesimista e incluso trágica de la condición
"la naturaleza mortal -el hipotético monarca- Jo empujará siempre al humana, interpretación que el Ateniense podría parecer adoptar cuando
exceso y a la actuación en interés personal". 236 advierte, en el libro VII, que "el hombre ha sido creado como un jugue­
El mismo tipo de consideraciones se aplica al respaldo de la pro­ te para el dios".242 Con todo, la marioneta también es algo bastante ex­
piedad privada, el cual, al aparecer justo antes del inicio de la labor cepcional, un prodigio, un objeto de "asombro" (el primer sentido de la
legislativa propiamente dicha, representa emblemáticamente a todos palabra thauma). La marioneta humana es asombrosa por su capacidad
los demás cambios. En la medida en que placer y dolor conforman Jo de estar en armonía a pesar de los elementos heterogéneos que la compo­
que es propiamente el hombre, la propiedad es la fuente de placer por nen y del hecho de estar controlada por ellos, los cuales reflejan precisa­
excelencia. 237 "La retirada detrás de la línea sagrada" consiste, en la mente el conflicto entre elementos racionales e irracionales. El punto es
más general de sus formulaciones, en saber cómo lidiar con lo que es que el hilo de oro de la racionalidad y el hilo de hierro de la irracionali­
"propiamente" humano, aun a costa de ciertas concesiones. Importa dad pueden, en ciertas circunstancias, moverse en una misma dirección.
aquí entender cuál es la exacta naturaleza de dichas concesiones, ya El ejemplo por excelencia de dicha armonía es el placer de la dan­
que es el único criterio que permite medir el deslinde trazado entre la za,243 experimentado desde la más tierna infancia. Éste, con un entre­
ciudad "de segundo rango" de las Leyes y la primera. namiento adecuado, puede llegar a alcanzar las dimensiones de la ale­
La cuestión se complica en este caso y se vuelve todavía más inte­ gría de participar en las procesiones corales de los festivales religiosos.
resante por el hecho de que, si bien el hombre de las Leyes no es un Esta actividad, muy principal en la ciudad platónica, tiene Jugar du­
dios, tampoco es simplemente humano. El hombre es más bien lo que rante el tiempo que no se ocupa en la agricultura o la política.244 En la
es porque hay en él algo divino, y esto es verdad incluso en lo tocante danza, el conflicto entre tracciones opuestas se resuelve de una manera
a su placer. Sin este elemento divino, sería menos que un hombre, o pacífica, porque el placer de la danza es un placer de ordenamiento y,
sea, un animal salvaje.238 Sin embargo, siempre permanece inscrito en por ende, racional. 245 La danza representa entonces a todas las posi-
él una tendencia a ser bestial, de modo que la naturaleza esencial del
'·19 765e3-766a4 (T24).
,,. Véase supra, p. 76. "º 644c1-645c8 (T14).
"5 732e4-7. "' 644d7 (Tl4).
241 803c.
,,. 875b7-9 (T28). Cf. 713c6-8 (T18).
,<,Platón juega, a sabiendas, con el doble significado de la palabra idion: "posesión" "' 803e.
Y "rasgo distintivo". '" 664e-665e.
,,. 766a3 SS. (T24), cf. 87oa1 SS. '" Véase infra, capítulo 8.
Las dos ciudades de Platón 88 André Laks

bles mediacio nes e ntre los ele me ntos racio nales y los irracio nales . Los más i mpo rta ntes de los preá mbulos -los mitos y la opi nió n p ública- ,
placeres irracio nales que carece n de mediació n pue de n co nsi derarse e n especial e n lo tocante a los dioses,247 y fi nal me nte los i ntri ncados
co mo la pa rte propia me nte hu ma na del ho mbre o bie n y, desde otra meca nis mos políticos de Esparta y, a ún más , los de Ate nas . Al me nos a
perspectiva, co mo lo bestial que se co nse rva en éste, del mismo modo este respecto, la constitució n mixta de las Leyes co nstituye, justa me n­
en que se pue de i de ntificar u n dios y u nos ho mbres de ho nor co n su te, u n pro digio institucional.
propia razó n.
El pro digio hu mano no sería ta n prodigioso si se le e nco ntrara co n
más frecue ncia. Sie ndo lo que so n, los deseos irracio nales so n ta n per­
siste ntes que acaba n por no po der ser erra dicados . Ésta es la razó n por
la que es in dispe nsable elaborar u na ciu da d disti ntiva me nte hu ma na.
Hay dos maneras e n que la "segu nda" ciu da d e nfre nta el co nflicto
entre fuerzas racio nales y fuerzas irracio nales : media nte tra nsgresió n y
obligació n. E ntre los cuatro pri ncipios que se distinguiero n a nterior­
mente, al menos dos -el repa rto de la tierra y la i ndulge ncia hacia
argu me ntos "hu ma nos " basa dos en el placer- se ubica n clarame nte e n
el la do de las co ncesiones, y esto es hasta cie rto pu nto ver da dero de la
co nstitució n mixta, a pesar de que ésta ta mbié n pue de ser co nsi dera da
co mo la represe ntació n de u na for ma modera da de i mposició n. 246 El
gra do de co nstreñi mie nto varía en la for mulació n de las leyes pa rticu­
lares depe ndie ndo del gra do de irracio nali da d i nvolucrada . Y es que,
en se ntido estricto, el co ncepto de ley i ndica que ésta es u na for ma de
viole ncia que la razó n i mpo ne a la irracio nali da d de los deseos . Se­
ría excesivo llegar a decir que las Leyes ve n ele me ntos resi duales e n
la co ncesió n y el co nstreñi mie nto, pero no deja de ser ver da d que las
Leyes se i nteresa n más por la posibili da d de u na co nvergencia -que,
salvo en el caso de la da nza, es, las más de las veces, más a dquiri da que
espo ntánea- e ntre lo racio nal y lo irracio nal . Al respecto, el diálogo
pue de leerse como un i nte nto de exploració n siste mática de las posibles
ma nifestacio nes del "prodigio " hu ma no . De ahí el i nterés otorga do a
fe nó me nos co mo las e mocio nes racio nales -e ntre las cuales descue lla
la "vergüenza", aidos-, las for mas no argu me ntativas de discurso, en
particular la alaba nza y el reproche, que represe nta n los i ngredie ntes

"
"6 Cf. 886a y 887d. "'' Cf. 886a y 887d.
90 André Laks

ben al exceso de algún elemento -el poder en un c aso , la libertad en el


otro- , cuy a just a medid a se encuentr a en algún t ipo de "proporción ".
De l m ismo modo en que l a l icenci a debe contro larse r ac ion almente
VIII si es que ha de ser pos ible la l ibert ad genu in a, así t ambién el poder
h a lim it arse si es que ha de ejercerse l a autor id ad del rey . No h ay
LA CONSTITUCIÓN MIXTA verd adero esquem a polít ico s in med iac ión. ( En este sent ido , h abl ar
de "const ituc ión m ixt a" se prest a a ciert a confusión , porque l a ide a es
que d ich a const itución es un a suerte de térm ino medio , fruto de un a
La ide a de un a constitución mixt a se b as a en l a convicción de que med iación y no de un a mezcl a.) El l ibro 111 mencion a dos p ar adigm as
todos los regímenes políticos pueden reducirse a dos esquem as "com ­ histór icos de est a med iac ión : l a (buen a) mon arquí a, represent ad a por
plet amente" simétricos , los cu ales t ambién constituyen l as dos form as el pers a Ciro , y la buen a democr ac ia, represent ad a por l a Aten as re­
extrem as de l a irr acionalid ad polític a: e l despotismo autocrático , por gid a por l a viej a const ituc ión.2s2 Podrí a dec irse que ambos regímenes
un lado , y la democr aci a sin control, por el otro. De hecho , por muy son , en un a esc al a h istóric a o filogenétic a, el equiv alente de lo que es
opuestos que se an en el pl ano form al, el despotismo y la democr aci a l a d anz a en l a esc al a individu al u ontogenétic a. 2s3
son muy simil ares en términos de estructur a y efectos. El ejercicio des ­ L a constituc ión "mixt a", o , mejor d icho , "med ia" , de l as Leyes es to­
pótico del poder est imula l as inclin aciones irr acionales del mon arc a d aví a otr a form a de mediación polít ic a entre l a democracia y l a monar­
y su "deseo de tener más" . 2•8 Son estos mismos deseos a los que un quí a, pero , contr ariamente a sus ejempl ific aciones h istóric as , aún está
régimen democrático d a riend a suelt a en las alm as de todos los ciu­ por d arse , ya que represent a un gr ado super ior de medi ación. Podrí a
d ad anos , régimen que , al c ar acteriz arse esenci almente por la licenc ia dec irse que represent a la med iac ión de l as mediaciones porque , vueltos
y la b úsqued a de pl acer , puede recibir el nombre de "te atrocraci a"; se a interpret arse dentro del nuevo esquema, los· términos "democr ac ia"
tr at a de un a sorprendente denomin ación que reflej a l as implic ac iones y "mon arquí a" p ierden su sentido origin al -tod aví a vál ido en l as cons­
polític as de l as compet iciones de dr am aturgi a en la Aten as democrá ­ tituciones mixt as que se d ieron a lo l argo de la histor ia- p ar a adqu irir
tic a, y que se b as a en l a ide a de que el p úblico juzg a seg ún lo que le un s ignific ado complet amente nuevo. L as inst ituc iones "democrátic as"
agr ad a y no en función de lo que es mejor. 249 genu in as son ahor a l as que g ar ant iz an l a participación y l a represen­
L a afinid ad entre ambos regímenes y a se d aba por sent ad a en l a tación efectiv a de los ciud ad anos en la vid a polít ica; en c ambio , l as que
República, donde éstos ocup an los dos últimos renglones e n l a list a de son genu in amente monárquic as son l as que g ar antizan el ejercicio de l a
las const ituciones " injust as" ,2s0 pero en l as Leyes l a relación que h ay competencia.254 S i b ien ambas ex igenc ias s iguen siendo potenci almente
entre ellos es distint a. L a ide a no es que uno conduzc a n atur almente al opuest as , tienden , s in emb argo , a fundirse en un a sol a, result ado que ,
otro , s ino que ambos son las dos c ar as de la mism a moned a. De hecho , prec is amente , es lo que se esper a de una med iac ión logr ada.
est a oposición evoc a irremedi ablemente l a que se da entre dos vicios
'5' 693d SS.
opuestos en l a teorí a aristotél ic a de la virtud. 25 ' Ambos extremos se de-
"' Sobre la significación de la danza, véase supra, p. 87.
'54 Hago un uso deliberado del lenguaje de la teoría política moderna para subrayar
" 8 La lengua griega tiene una palabra para expresar esta idea: pleonexia, 875b6

(T28). el hecho de que, a pesar de muchas y muy obvias diferencias, hay un sentido en el cual
/ "' Leyes, 7ood-701b (T16). el republicanismo moderno, especialmente en la tradición de la Revolución francesa, es
"º República, VIII, 555b-563e, 563e-57oe. heredero de la filosofía política del Platón tardío. Véase al respecto A. Laks, 2002.
"' Aristóteles, Ética Nicomaquea, 1106b16-30.
La constitución mixta 91 92 André Laks

No es que la autoridad tolere la libertad de los ciudadanos; antes Sus instituciones políticas se parecen a las de una ciudad griega
bien, constituye su condición de posibilidad. Ésta es la verdadera li­ democrática.2ss Tienen dos tipos de órganos de gobierno. El primero es
bertad de la que depende la sumisión a un solo poder legítimo, el de la asamblea, de la que hay tres instancias: la Asamblea misma (eccle­
la Iey. 255 El magistrado de la constitución "media" de las Leyes no es un sia), el Consejo (boule) y el llamado Consejo Nocturno.259 El segundo
tirano cuyo poder ha de ser limitado, sino, más bien, un gobernante que es la magistratura. Los magistrados se definen por sus funciones, que
incorpora los límites necesarios para el ejercicio mismo de sus funcio­ son, por orden de aparición: el cuidado de la ley (37 guardianes de
nes. Esto no significa que no tenga que rendir cuentas sobre el modo en la ley o nomophulakes), la defensa (25 oficiales militares de varios
que cumpla con sus deberes, pues la posibilidad del abuso está inscrita rangos y funciones),260 la religión (sacerdotes, el texto no indica cuán­
en la naturaleza humana. Recíprocamente, la asamblea democrática no tos), la economía (60 agronomoi -cinco por tribu-, responsables de
es reducible a una asamblea ateniense a la cual se le hubiesen quitado la vida rural; tres astunomoi, responsables de los asuntos urbanos;
algunas de sus prerrogativas. En las Leyes, la libertad de la asamblea cinco agoranomoi, responsables de los mercados), la educación (un
democrática no es la libertad negativa de la licencia, sino la libertad solo oficiante; el único caso en que no hay un cuerpo colegiado), las
positiva de esforzarse por el bien. Esto, al menos en parte, explica por rendiciones de cuentas y las auditorías (los euthunoi, literalmente
qué la "libertad" se encuentra entre las tres finalidades explícitas de la "rectores" ,26 ' que son más de 12), y la justicia (jueces selectos de la
legislación, junto con la "sabiduría" y la "concordia". 2s6 máxima corte).262
La lógica de la mediación exige que la libertad no sea únicamente Los dos principios complementarios de competencia y represen­
la prerrogativa de los gobernados, como tampoco la sabiduría ha de tación pueden servirnos de hilo conductor para el análisis de estas
ser privativa de los magistrados. En otras palabras, la mediación no instituciones.
sólo requiere poner juntos los ingredientes (mezcla externa), sino que
también éstos han de combinarse (mezcla interna). El magistrado a) La representación. El principió de representación opera, por un
"monárquico" tiene una faceta democrática: se preocupa por los in­ lado, en la composición y en las funciones de la Asamblea y, por el otro,
tereses de la comunidad, cosa que no hacen los tiranos; en cuanto a en el método mediante el cual se eligen los magistrados y el Consejo.
la asamblea "democrática", ésta tiene una faceta monárquica, porque (1) A todas luces, la Asamblea (ecclesia) es una institución demo­
elige a la mayoría de los magistrados. En la ciudad de las Leyes, la crática por excelencia, porque la constituye el cuerpo entero de los
competencia de la asamblea es extensiva, y la libertad misma es de ciudadanos, incluidas, probablemente, las mujeres. Sus principales ta­
todos. Por ser un lugar de concordia y amistad, la ciudad de las Leyes reas consisten en repartir las magistraturas (a excepción de los "jueces
puede ser considerada como el único régimen genuinamente consti­ superiores" y del ministro de la educación) y en elegir a los miembros
tucional, en comparación con el cual los demás regímenes tienen "no
"' Este esbozo se basa en Morrow (1960), una obra que hay que consultar para una
constituciones" . 2s1 exposición más detallada del funcionamiento de las instituciones.
"' El calificativo de ·nocturno" viene de 962c10, pero, en realidad, el Consejo se reúne
antes del amanecer (951d y 961b).
'55 Esto constituye una prefiguración bastante clara de las ideas que veremos reapa­
•6o Tres generales, dos "hiparcontes" (comandantes de caballería), 10 "taxiarcas" (co­
recer en Rousseau, El contrato social, Libro 11, cap. 4.
mandantes de infantería) y 10 "filarcas" (comandantes de tribu).
/ ' 5 6 701d7 ss. El término "libertad" es sobredeterminado, ya que sin lugar a dudas
,., La palabra griega significa "quien pone bien las cosas" (euthunos).
también se refiere a la libertad "política", o bien a la independencia de la ciudad.
,., Para un resumen útil de la distribución y de las funciones de las distintas magis­
'57 832b10-c2.
traturas, véase R. F. Stalley, 1983, pp. 187-191.
La constitución mixta 93 94 André Laks

del Consejo. En consecuencia, se le otorga la autoridad de seleccionar El esquema es complejo porque combina una fase de "nominación"
a las autoridades de la ciudad. Sus demás atribuciones tienen que ver abierta a todos los ciudadanos, con una selección final por medio del
con el bien común. La Asamblea es la primera instancia a la hora de voto. Las precauciones con respecto a la precipitación son propor­
enjuiciar en materia de los crímenes públicos; 263 se ocupa de la regula­ cionales al grado de importancia de los funcionarios a quienes se les
ción de los festivales y los sacrificios que, por definición, son responsa­ confía el poder: los mecanismos de selección de los guardianes de la
bilidad de toda la comunidad; 264 decide si han de otorgárseles derechos ley (los 3 7 nomophulakes) y de los responsables de la auditoría de
a los extranjeros que han servido a la ciudad; 26s también decide sobre cuentas (los euthunoi, o "rectores") son los más notables. En el caso
las recompensas que se otorgan en nombre de la ciudad y que son sus de los primeros, cada ciudadano escribe en una tableta el nombre del
honores supremos.266 Por lo tanto, la ecclesia constituye la expresión candidato que juzga ser el más calificado para desempeñar el cargo
legítima de los ciudadanos constitutivos de la comunidad. (debe tener más de 50 años). Los nombres se ponen a consideración
(2) Se pueden distinguir tres tipos de representación: administra­ del público durante tres días. Se pueden plantear objeciones y también
tiva, económica y política. Si bien la representación administrativa quitar nombres de la lista, y los 300 nombres más pronunciados du­
por tribus, al verse limitada a las magistraturas rurales, solamente rante las discusiones son los que se eligen. En una segunda vuelta,
desempeña un papel secundario, en cambio la representación econó­ dicho número se reduce a 100 y, finalmente, al número de quienes
mica es más importante. Su ubicación privilegiada pertenece al Con­ se necesitan para el cargo . 268 La selección de los rectores es menos
sejo, el cual, en la institución ateniense correspondiente, era elegido complicada. Cada ciudadano propone el nombre de una persona (aquí
por las tribus. Y es que la desigualdad en materia de riquezas, por también la edad mínima es de 50 años); se selecciona a 50 por ciento
muy restringida que ésta sea en la ciudad platónica, constituye una de los candidatos cuyo nombre se pronuncia con más frecuencia, y el
fuente potencial de conflictos civiles. De ahí la importancia de que las mismo proceso se repite hasta quedarse con el número requerido de
distintas clases se vean reflejadas en la esfera de las instituciones. La rectores. 269
increíble complejidad del sistema de elecciones que se idea para ase­ Tales mecanismos institucionales hacen que la constitución de
gurar esto muestra la importancia que Platón da a este problema. 267 las Leyes se parezca a una democracia orientada hacia la selección
Pero es a la representación política a la que se presta mayor atención, de personas competentes para ejercer el poder. Sus procedimientos
y la que más interesa desde el punto de vista filosófico. El cuidado se antojan un tanto más democráticos que la fórmula usada en el
con el cual Platón trata el tema es evidente por el hecho de que todos Menéxeno para calificar a la constitución ancestral de Atenas ("aris­
los magistrados son escogidos mediante elecciones que involucran al tocracia con aprobación del pueblo"). 2 70 Es claro que no puede afir­
cuerpo entero de los ciudadanos. marse que en las Leyes el pueblo gobierne, ni que sea soberano, ya
que, en la teoría de las Leyes, el único elemento propiamente sobe­
"' 767e-768e. rano es la inteligencia o nous.27 ' Con todo, los ciudadanos escogen a
,.. 772c-d.
'" 85ob-c. "" 753b-d.
'06 921e, 943c. "' 945e-946c.
'" El hecho de que votar no es obligatorio para quien sea muy pobre puede explicarse 270 Menéxeno, 238d. Morrow, 1960, recurre a esta fórmula para caracterizar la cons­
J,mo una preocupación para evitar que las elecciones mismas estorben la actividad econó­ titución de las Leyes.
mica, antes que como una secreta intención oligárquica para otorgar más peso a los votan­ "' "La noocracia" es la constitución de las Leyes (véase supra, p. 36s.). Para la distin­
tes ricos. Esta última interpretación es la que ofrece Aristóteles en su Polírica (1266a14 ss.). ción entre soberanía y gobierno, véase Rousseau, El contrato social, libro III, capitulo 1.
La constitució n mixta 95 André Laks

sus magistrados, y esto, por supuesto, se aleja mucho del esquema crímenes cometidos en contra de la comunidad, es la de corregir las
de la República. fallas del sistema de educación.
Todos los magistrados, sean escogidos por la Asamblea o por sus
b) Competencia. Si el principio de representación se expresa esen­ pares, deben someterse a un examen preliminar de aptitud (dokimasia),
cia lmente en los procedimientos para seleccionar a las autoridades, organizado por el Consejo o bien por los "guardianes de la ley". Dicho
el principio complementario de competencia está garantizado de dos procedimiento era característico de la antigua Atenas, y Platón nos pro­
maneras distintas: primero, el que alguien sea elegible para magistra­ porciona algunos detalles del mismo, dando a entender que él acepta el
do depende de ciertos requisitos; en segundo lugar, y de mayor im­ modo tradicional de operar, que implicaba asegurarse de que el candi­
portancia, existen distintos niveles de magistraturas y de asambleas. dato llenaba los requisitos formales (edad y ciudadanía, por ejemplo),
A mayor comprensión de la ley requerida por un oficio, se exigirá a los además de tener buen carácter. Cuando se dan detalles de los procedi­
candidatos mayores conocimientos y educación. De ahí que el Consejo mientos, se pone el acento en la posesión de competencias específicas,
Nocturno sea el epítome del principio de competencia, ya que su papel lo cual marca, de algún modo, una distancia con respecto al modo ate­
es, precisamente, el de preservar y profundizar en la comprensión de niense de actuar.
la ley.272 El llamado Consejo Nocturno es la institución más importante de la
La mayoría de los magistrados son escogidos por la Asamblea sin otro ciudad de las Leyes: constituye su "alma" y "cabeza".276 Se trata tam­
requisito que el de la edad. Sin embargo, en dos casos, existe un segundo bién de la institución que más se aparta de las instituciones existen­
criterio para ser elegible y electo. Es el caso del ministro de la educación, tes, sean éstas atenienses o no. La interpretación del diálogo se ha
quien ha de escogerse por un periodo de cinco años entre los actuales enviciado por la creencia de que dicho consejo era un "apéndice" que
guardianes de la ley y mediante un voto secreto emitido por todos los ma­ se integraba bien a una constitución, la cual ya estaba completa sin
gistrados.2n También es el caso de la elección anual de los miembros él (no se menciona antes del libro XII). Algunos incluso han llegado
de la corte máxima, quienes son seleccionados por el cuerpo entero de a afirmar que el Consejo Nocturno era una autoridad humana "por
los magistrados (aparentemente, junto con los miembros del Conse­ encima" de la ley. Sin embargo, en ambos casos se trata de interpre­
jo).274 Tal contracción del electorado depende de la naturaleza de las taciones superficiales. Que un órgano como el Consejo Nocturno sea
responsabilidades que tales puestos implican. Al respecto, el ministro indispensable para la ciudad platónica, centrado como está en la edu­
de educación y la corte máxima ocupan posiciones que, en cierta for­ cación, parecería ser evidente,m y algunos pasajes de los libros ante­
ma, son simétricas. Aquel ocupa la magistratura más importante en la riores anuncian, o bien presuponen, una institución de esa índole.2711 El
ciudad, 21s porque la educación de los niños constituye la base de todo hecho de que no se discuta propiamente antes del último libro no sólo
lo demás, incluido, en particular, el acatamiento de la ley. A la inversa, es eficaz en términos de retórica (en el orden del discurso, la cabeza
la función de la corte suprema, último recurso de apelación para juzgar viene al final), sino que también es lógicamente apropiado: los mismos
sobre todos los crímenes y única instancia para dictaminar sobre los "rectores" no aparecen antes del libro XII, porque su magistratura

"' 951e-952a. '76 961d2 SS.


"' 766b (T24). "" Véase Morrow, 1960, p. 512.
'" 767c-e. "' Hablar de una "educación corta" (735a4= T21) presupone un programa de edu­
"5 765e1 SS. (T24). cación superior, y éste se anuncia en 818a1-3 como algo que aún no se ha desarrollado.
La constitución mixta 97 André Laks

presupone todas las demás: ellos son, dice Platón, "los magistrados la ciudad. 2"" A cada uno de los miembros de más edad le corresponde
de los magistrados". 279 En el mismo orden de ideas, los que estudian un miembro de menos edad, o sea, de entre 30 y 4 0 años. Además
la ley aparecen una vez que la ley está completa. De ahí que, de algún de la ayuda que los menores brindan a sus mayores -les prestan sus
modo, sea preciso que el Consejo Nocturno sea externo a las demás ojos y sus oídos, ya que éstos están en mejores condiciones-,285 esta
instituciones, porque es el instrumento de su preservación. disposición ilustra con claridad la vocación pedagógica del Consejo
La instauración del Consejo Nocturno satisface el requisito formu­ Nocturno. Además de dedicarse a estudios avanzados en las discipli­
lado en la República, a saber, que la ciudad ha de incluir en sí misma a nas científicas que se relacionan con la ley, los miembros del Consejo
"un elemento que tenga la misma concepción de la constitución que la también entrenan a sus sucesores.
que tenías tú, legislador, al formular sus leyes". 28º El Consejo Nocturno
es justamente esta institución cuasi filosófica, aun cuando sus preocu­ c) Control y compromiso. Las dos formas básicas de institución
paciones se orienten más inmediatamente hacia la política y la ley de política, la Asamblea y la magistratura, encarnan en diferentes niveles
lo que lo hacen las de los filósofos de la República. El estudio de la los dos principios fundamentales de representación y de competencia.
ley requiere muchos conocimientos. Las ciencias útiles para clarificar Sin embargo, el grado de mediación logrado por estas instituciones no
los problemas tocantes a las leyes 281 incluyen la cinética -en la cual debe hacer olvidar sus limitaciones, mismas que son reveladas por el
se funda la refutación del ateísmo en el libro X- y el conocimiento lugar que se le da a la imposición -la forma más tenue de la cual es
matemático, al cual este mismo libro hace alusión de una manera un el control- y al compromiso.
tanto críptica. 282 El ejercicio de los oficios está sujeto a una serie de controles forma­
Puesto que el Consejo Nocturno no gobierna -en el sentido de que les institucionalizados, que son una especie de sutil huella de la "ame­
no ejerce magistratura alguna-, no puede ponerse a sí mismo "por naza" que persiste dentro de un sistema mayormente dominado por los
encima de la ley". Su poder radica en su autoridad intelectual y moral. principios de representación y de competencia. Dichos controles preten­
Si bien constituye la cabeza de la ciudad, no es más que esto: el hilo de den sobre todo prevenir la corrupción, cuya posibilidad es Ínherente a
oro de la ciudad que necesita "ayuda" externa para imponer sus puntos la naturaleza humana. Así, por ejemplo, la tenencia de las magistraturas
de vista. 283 Con todo, sería un error pensar aquí en una separación de es limitada, y los individuos no son susceptibles de ser reelegidos. En
poderes. El Consejo Nocturno incluye a algunos de los magistrados el ámbito judicial, el control está asegurado mediante la existencia de
más importantes de la ciudad: los 10 guardianes de las leyes de más un mecanismo de apelación, tanto para los crímenes públicos (tal pa­
edad, cierto número de sacerdotes y de "rectores", que llegaron a ad­ rece) como para los crímenes privados, y también mediante garantías
quirir gran fama, y el ministro de la educación. Los demás miembros legales. Por ejemplo, sólo puede pronunciarse la sentencia de muerte en
pueden haber sido magistrados -incluidos todos los ex ministros de la circunstancias excepcionales y mediante una sesión extraordinaria de
educación-, o bien ciudadanos particularmente meritorios que hayan la corte máxima, junto con los guardianes de la ley.286 Pero el control
acumulado experiencias valiosas, sobre todo si han viajado fuera de más importante es el constituido por las auditorías de cuentas, a las
que han de someterse todos los magistrados, los rectores entre ellos.
,,. 945c1.
"º 497c8-d2.
/ 2e1
952a. "' 951d-e, 961a-b.
2a2 894a. "' 964e-965a.
286
"' Cf. 645a5 ss. (T14). 855c.
La constitución mixta 99 100 André Laks

Todos los magistrados, tanto los superiores como los inferiores, son cortes que ejercen la justicia popular, 29° y en la decisión con respecto
potencialmente susceptibles de caer en la corrupción, aun cuando esto a cuáles son los últimos pocos candidatos que siguen en pie durante
no deje de poder evitarse -en contraste con el caso del poder absolu­ una elección. 29 1
to-, y de hecho no deja de ser algo, se supone, excepcional. La introducción de un principio igualitario en el plano constitucio­
Del mismo modo en que han de dejar un lugar a la amenaza, así nal puede verse como la contraparte de la aceptación de la propiedad
sea de manera residual, las instituciones políticas también deben acep­ privada en el nivel económico. 292 Tanto la falta de entendimiento po­
tar un mínimo de avenencia, por la razón de que, mientras los proce­ pular, con respecto a la verdadera igualdad, como la imposibilidad de
dimientos que regulan la selección de los magistrados tienen que ser, un comunismo total trazan los límites del prodigio humano. Pero, a
en efecto, aceptada por los ciudadanos -ya que involucran la partici­ pesar de este paralelo, existe una diferencia importante. Ningún hom­
pación de todos ellos-, dicha aceptación no puede darse por supuesta. bre, en tanto que hombre, puede renunciar a la propiedad privada.
Esto se ve con toda claridad en el famoso pasaje del libro VI que trata De ahí el paso radical -la primera "retirada de la línea sagrada" que
de los dos tipos de "igualdad". se da en el libro V-, que permite que todos los ciudadanos tengan
Según un "proverbio antiguo" (pitagórico), la amistad se funda en posesiones personales. 293 En contraste con esto, parece del orden de
la "igualdad". 287 Lo que está en juego aquí no es la igualdad "aritmé­ lo posible que una mayoría de ciudadanos finalmente sea capaz de re­
tica", según la cual cada ciudadano vale lo mismo que cualquier otro, conocer la superioridad de la igualdad geométrica sobre la aritmética:
sino la igualdad geométrica o proporcional, esto es, una igualdad "más el programa educativo de las Leyes insiste en el adiestramiento en
verdadera y mejor", que Sócrates ya había recomendado a Calicles en las matemáticas elementales. 294 Esto bien podría explicar por qué la
el Gorgias y que consiste en otorgar a cada uno lo que corresponde a !!elección por sorteo solamente tiene un papel marginal y mayormente
su valor. 288 No puede uno, sin embargo, limitarse a sustituir una por simbólico en el procedimiento de asignación de las magistraturas.
la otra, porque la mayoría de la gente no es capaz de entender que la
igualdad proporcional, que implica la desigualdad en términos arit­
méticos, también es igualdad, y más aún que la igualdad aritmética.
Ésta es la razón por la cual la forma inferior de igualdad -la aritméti­
ca- ha de ser aceptada, así sea dentro de un marco limitado, mediante
la institucionalización de la elección democrática por voto, que es su
expresión política característica.
Si bien la elección democrática por suerte suele presentarse como
una concesión hecha a la naturaleza humana, también se interpreta, de
manera más positiva, como la expresión de una "suerte divina" (theia
tuche) . De ahí que se use para la asignación de los cargos religiosos
anuales. 289 Asimismo, desempeña un papel en la composición de las
'"' 758b.
''' 763d, a propósito de los astunomoi.
"' 75735 SS. (T23). 292 Véase supra, p. 76.
"' 757b5 ss. (T23). Cf. Gorgias, 508a4-8 (T3). 29J Véase supra, ibid.
_.,/ "' 759b-c. '" 818b-e.
102 André Laks

el abismo entre el ser y el devenir. lSería posible acaso que semejante


perspectiva no haya tenido repercusiones en la teoría política, que, en
la República, está indisolublemente ligada a la de las Formas?
IX La tentación de atribuir las diferencias existentes entre las Leyes y
la República a una reorientación del pensamiento de Platón crece aún
LO POSI BLE más cuando se toma en cuenta que entre Mi redacción de ambas obras
• tuvo lugar lo que podemos llamar la aventura siciliana. Dicho episodio
se narra en detalle en la Carta séptima y representa, en la historia de
A pesar de la relación paradigmática que une a la República con las la filosofía política, algo así como el relato emblemático de los avatares
Leyes, que hace de éstas la realización "más cercana posible" a las insti­ del filósofo comprometido con la acción política.
tuciones de la República, según lo que las Leyes mismas afirman -"no En el 388 a.c., cuando Platón trabajaba presumiblemente en la
hay que buscar otro modelo (paradeigma) de constitución"-,29s es redacción de la República, emprendió un viaje a Siracusa (Sicilia),
difícil resistirse a la impresión de que Platón cambió de parecer entre tal vez a instancias del "tirano" Dionisia I, quien buscaba de quien
la República y las Leyes. rodearse. Durante su estancia allí -que había de resultar decepcio­
Dicha impresión puede encontrar respaldo en una serie de argumen­ nante porque Dionisio no tenía ninguna predisposición para la filo­
tos a la vez cronológicos, biográficos y filosóficos. Si bien no se sabe la fe­ sofía-, se hizo amigo de Dión, cuñado de Dionisia l. En 367 a.c.,
cha de composición de la República, hay consenso para situar su publi­ muerto éste último, Platón se vio en la posición de influir en la polí­
cación alrededor del 387 a.c., o sea, poco después de la fundación de tica siciliana, ya que el poder recayó en el joven Dionisia, sobrino de
la Academia. En efecto, los libros centrales que describen de manera Dión -que entonces contaba con 30 años de edad-, por medio del
pormenorizada las etapas de la formación científica de los guardianes cual Platón podía esperar influir en Dionisia. Ciertamente, la conste­
filósofos pueden leerse como la elaboración del programa pedagógico lación no tenía nada que ver con la "coincidencia" entre poder y filo­
de esa revolucionaria institución de educación superior. En cuanto a sofía, de la cual la República había hecho depender, 20 años antes, la
las Leyes, éstas son, sin lugar a dudas, la última obra de Platón, obra posibilidad de la realización de la ciudad justa, pero apuntaba -por
en cuyo acabado él seguía trabajando en el momento de su muerte, aproximación, podría decirse, usando la terminología de Platón- hacia
ocurrida en 347 a.c. Entonces, median alrededor de 40 años entre una posible convergencia entre uno y otra . Era natural que Platón
la redacción de las dos obras. Mientras tanto, la metafísica platónica tratara de sacar el mejor partido posible de las circunstancias. Y es
había experimentado, si no una verdadera ruptura, al menos inflexio­ de resaltarse que haya permanecido fiel a este compromiso hasta el
nes de gran envergadura. Aun admitiendo que Platón haya mantenido último momento, a la vista y a pesar de que la situación se hubiera
hasta el final una doctrina de las Formas inteligibles -lo cual es objeto degradado con tanta rapidez. Después de unos inicios prometedo­
de debate-, la economía general de su filosofía sufrió modificaciones res, Dionisia acabó rebelándose contra las enseñanzas filosóficas que
profundas al orientarse, por un lado, al análisis lógico de la relación Platón había empezado a prodigarle durante su segunda estancia en
entre los universales y, por el otro, a una ontología de la medida y de la Sicilia (367 a.C.). Acusado de conspiración desde ese momento, Dión
"mezcla"; estos dos desarrollos tienden a reducir, en grados diversos, fue exiliado en el 36 1 a.c., para luego retomar Siracusa por la fuerza
en el 357 y, finalmente, ser asesinado por Calipio, quien se hizo del
'"" Leyes, 739e1-3 (T22).
Lo posible 103 104 André Laks

poder en 354-353 a.c. A partir de entonces, los únicos interlocutores Queda una objeción de peso, de naturaleza a la vez textual y filo­
que le quedaban a Platón eran los partidarios de Dión -a quienes va sófica. A la par que subraya la extrema improbabilidad de una "coin­
di rigida la Carta séptima-, con ayuda de los cuales todavía podía cidencia" entre el saber y el poder, la República también insiste, en
esperar salvar lo que podía serlo. igual medida, en su posibilidad de principio. De hecho, el conjunto
Ahora bien, lcuál es la relación entre la aventura siciliana, por un del argumento que va de V, 471e4, a VII, 54od3, está formalmente
lado, y la distancia que media entre la República y las Leyes, por el subordinado a la demostración de dicha posibilidad. Si es verdad que
otro? A menudo se admite que Platón, instruido por la experiencia, se esta posibilidad es la que se cuestiona en las Leyes, lno será preciso
"resignó", y que, precisamente, de esta resignación nació el proyecto decir que, a pesar de todo, de Platón incluso, las Leyes -lejos de
de una "segunda ciudad", más adaptada a las dimensiones de la Hu­ proporcionar la realización de la República, según el modelo paradig­
manidad. Pero estamos aquí ante un contrasentido. Lejos de que los mático- más bien le dan la espalda?
bemoles de la aventura siciliana aporten un desmentido a los argu­ No existe una respuesta sencilla a esta pregunta, pero los parámetros
mentos de la República, antes bien demuestran su pertinencia, siem­ que permitirían articularla de manera adecuada no han sido claramen­
pre y cuando sea cierto que el fracaso empírico del proyecto político te identificados en toda la tradición interpretativa. Lo cual es curioso,
está en ellos casi programado. La historia real, formada por luchas por porque el propio Platón de la República nos proporciona todos los ele­
el poder, por ambición, presiones, intrigas y traiciones -la materia mentos necesarios para hacerlo. La pregunta concierne a la vez a la
misma de la Carta séptima-, es la exacta contraparte de un proyecto extensión y el sentido del concepto de "posibilidad".
político cuya singularidad radica en asumir su propia "improbabilidad". En cuanto al sentido de este término nada es más iluminador,
La República insiste sin cesar en este punto cuando enuncia las múlti­ sin duda, que partir de la advertencia de Kant, según la cual nada
ples dificultades que, en el mundo tal y como es, se oponen a la coin­ distingue un objeto real de su concepto posible [los "famosos" táleros],
cidencia deseada entre poder y filosofía. Es por ello que la realización de no ser su existencia misma o "posición". 29 8 Lo que aquí se subraya
del proyecto político dependerá del "azar" y de la "divina suerte". 29 6 es la identidad esencial de lo posible y de lo real. Ahora bien, la me­
Si Dión llegó a convencer a Platón de que la "suerte" se fuera a pre­ tafísica platónica, al situar "la verdad" de las cosas fuera del devenir
sentar en la persona del joven Dionisio, 297 la ilusión no le duró mucho. "mundano", prohíbe semejante concepción. Cuando Glaucón pide a
De hecho, esta necesaria distancia entre proyecto y acción, entre espe­ Sócrates que deje de extenderse sobre los méritos de la ciudad justa
ranza y decepción, es el verdadero tema de la Carta séptima. Puesto para abordar al fin, tal y como se lo ha prometido desde hace rato,
que ésta complementa la República de una manera perfecta, no puede la cuestión de su posibilidad, Sócrates empieza por advertir que exis­
verse en los acontecimientos que aquélla relata el origen del reviraje te una diferencia ontológica radical entre un argumento discursivo
de las Leyes. Sería más correcto decir que estos acontecimientos ilus­ -que llega de lleno a la "verdad"- y el ámbito de la práctica -que
tran con mayor crudeza y realismo todo lo que implica una reflexión es el de lo posible-, de suerte que es conveniente volver a definir lo
exhaustiva sobre las condiciones de realización de la ciudad justa, cosa posible en términos de aproximación a la verdad. 299 Dicha definición
que está en el centro del paradigmatismo platónico. de "lo posible" es breve, por no decir críptica, pero no cabe duda de
que corresponde a una intuición platónica fundamental. En el Timeo,

'96 República, 5 92a8; cf. Carta séptima, 327e4 ss. ,,. Crítica de la razón pura, A599/B627.
_.- '97 Carta séptima, 328a6 ss. ,,. República, 473a (T10).
Lo posible 105 106 André Laks

la fórmula recurrente "en la medida de lo posible" se refiere a los lí­ años de edad para que los niños -los futuros ciudadanos de la nueva
mites impuestos a la actividad del demiurgo.300 En la República, el ciudad- puedan recibir la educación apropiada.3º' Lo demás se deja a
campo de aplicación -la extensión del concepto de "posibilidad"-, la imaginación del lector.
así comprendido, surge de la construcción misma del argumento que La definición de "lo posible" en términos de la "mayor aproxima­
sigue a ese preámbulo capital. Platón pasa tácitamente de una pre­ ción" que encontramos en la República corresponde casi exactamente
gunta que versa sobre la posibilidad de la ciudad justa en general a la a la relación que establecen las Leyes entre la "segunda ciudad" (la
cuestión mucho más específica de la posibilidad del filósofo-rey. Éste, de las Leyes) y la primera (la ciudad justa de la República), cuando
además de ser, él mismo, parte íntegra de la ciudad paradigmática, afirman que la primera ciudad ha de conservar su estatuto de modelo
constituye antes de nada la condición de su realización, es decir, del constitucional pese a ser una ciudad para dioses antes que para hom­
proceso de aproximación. Claro está, en la medida en que es la condi­ bres, o bien, más precisamente, porque es una ciudad de dioses: será
ción de aproximación a la ciudad paradigmática, la coincidencia entre necesario que la segunda ciudad se esfuerce por parecerse a ella "en
filósofo y rey ha de ser ella misma posible -en tanto que se supedita a toda la medida de lo posible",3°2 La intersección existente entre los
la distinción entre palabra y acción-. En este sentido, la demostración dos pasajes indica, sin lugar a dudas, que las Leyes procuran colmar
de la posibilidad de que coincidan el poder y el saber -a pesar de su la laguna que presenta la República.
improbabilidad- forma parte de la demostración de la posibilidad de Si tal es la comprensión que tienen las Leyes de su relación con la
la ciudad paradigmática. Pero la demostración permanece incompleta República, todavía no significa que ésta sea la manera en que tenga
porque se limita a establecer la posibilidad de lo que no es sino la con­ que leerse la República. La obra contiene lagunas, sin duda, pero quizá
dición de posibilidad de la ciudad justa, en otras palabras, de lo que la no en el sentido de que sean las Leyes las que vengan a llenarlas. El
precede. En cuanto a la posibilidad misma de las disposiciones consti­ problema radica en el sentido que se le dé al término "posible". Cuan­
tutivas de la ciudad justa, y en particular de las medidas comunitarias do las Leyes afirman que la segunda constitución se mantiene "lo más
que -mediante una sinécdoque muy comprensible- han de represen­ cerca posible" de la primera, ellas operan con una medida definida y
tar el conjunto de las instituciones de la ciudad, ésta, en contraste con particularmente fuerte de posibilidad: ahí, "posible" significa "posible
la posibilidad del filósofo-rey, no queda establecida en la República. para seres humanos". Pero si la medida de lo posible es de naturaleza
El diálogo tampoco describe lo que sería una aproximación a la ciudad antropológica, "lo más cercano posible" bien podría encontrarse muy
justa ni en qué se diferenciaría de esta última . En otras palabras, la alejado de su modelo, del mismo modo en que las Leyes lo están, de
República no aborda la cuestión práctica, sino que se limita a hacer hecho, de la República, y eso en muchos puntos esenciales: esto es
alusión a ella. La única excepción se encuentra en la última página del así porque ninguna aproximación, en la esfera de lo humanamente
libro VII, en la cual -al abordar esa zona, tan decisiva como fatal, en posible, puede suprimir la distancia que separa al hombre del dios.
donde argumento y realidad entran en contacto- se evoca la primera Un ejemplo particularmente impactante de la flexibilidad del concepto
medida que habría de tomar un soberano (en una ciudad real), en de "imitación" se encuentra en el Político: para los seres humanos, la
caso de que el proceso de aproximación a la ciudad justa pudiera ver­ mejor manera de imitar la mejor constitución -la del régimen mo­
se favorecido: relegar al campo a todos los pobladores mayores de 10 nárquico-noocrático, el cual, en virtud de la primacía de la inteligen-

30 1
Véase supra, p. ns .
...- 3 00
Véase, por ejemplo, Timeo 3oa3, 37d2, 3Sc1, etcétera. 30'
739e2 ss. (T22).
Lo posible 107 108 André Laks

cia sobre la ley, no tiene por qué depender de las leyes- consiste en las Leyes. Esto no es verosímil porque, pese a lo que se ha dicho sobre
renunciar a cambiar las leyes y contentarse con las que existen. 303 la complementariedad entre "constitución" y "ley", 3°s las Leyes se ba­
Vemos aquí cómo la imitación puede, paradójicamente, pasar por la san en una concepción de la ley que es ajena a la República. Con todo,
negación misma del elemento decisivo que instituye el modelo en su en razón de la doble característica del concepto de posibilidad con la
calidad de modelo. Ahora bien, la República no excluye semejante cual opera -concepción a la vez idiosincrásica y subdeterminada-,
interpretación, lo cual justifica la lectura retrospectiva que las Leyes la República es lo suficientemente ambigua como para autorizar la
hacen de ella. Pero tampoco hace que se imponga esta interpretación. lectura que las Leyes harán de ella. Cuando en las Leyes se afirma que
La República tiene lagunas no sólo en el sentido de que no pinta el las medidas juzgadas "posibles" en la República son "imposibles" para
cuadro de la ciudad realizada; las tiene, asimismo, porque no aporta el ser humano, se hará desaparecer esta ambigüedad. Al hacerlo, las
ninguna precisión sobre la medida de lo posible. La fórmula de "la Leyes señalan una dificultad de orden conceptual tan característica de
mayor proximidad", en el nivel de la República, puede tomarse en un la República, que esta última pudo ser leída, a lo largo de los siglos y
sentido mucho más débil que el sentido adoptado por las Leyes. Este sucesivamente, ya sea como una utopía o bien como un programa po­
último tiene que ver con circunstancias particulares relacionadas, por lítico. Es una o el otro, según se opere con un concepto fuerte o débil
ejemplo, con la localización, circunstancias cuyo detalle no cuestiona­ de posibilidad; estas dos opciones se dejan abiertas en la República,
ría el esquema fundamental de la República, a pesar de no confundirse ya que ésta presenta primero un concepto débil y luego opera sobre la
con éste. Hay en la obra de Platón descripciones de ciudades que cons­ base de un concepto fuerte.
tituyen aproximaciones en ese sentido débil: así, las instituciones de La identidad virtual de la ciudad aproximada y de su modelo po­
la Atenas primitiva, o bien las de Sais, en Egipto, como están descritas dría incluso dar razón del hecho de que la República no se toma la
en el Timeo, 304 tienen mucho más parecido con la primera ciudad de la molestia de ofrecer una descripción de dicha ciudad. Las Leyes, en
República que con la segunda ciudad de las Leyes, y son posibles por cambio, se edifican sobre una definición "fuerte" de lo posible, pero
definición porque tienen, al decir de su creador, una realidad históri­ echando mano de un criterio -antropológico- que no lo es menos.
ca. Semejante interpretación resulta aún más plausible si se toma en Desde este punto de vista, ellas son las primeras en denunciar la in­
cuenta el hecho de que, en el caso específico de la coincidencia entre terpretación de la República en términos de programa político y en
saber y poder, el Platón de la República no parece deseoso de hacer otorgarle -sin usar el término, desde luego- el estatuto de utopía,
intervenir el concepto "débil" de posibilidad. La definición de la posibi­ aun si en tal caso, importa subrayarlo, la utopía guarda su valor de
lidad en términos de "aproximación", enfáticamente ubicada al inicio de modelo. Es así como las Leyes arrojan una luz reveladora sobre las
la discusión en torno de la posibilidad de la ciudad justa, ya no se explota limitaciones de la política platónica.
más adelante, y la defensa apasionada de la "posibilidad" del filósofo-rey
no parece tener sentido, a menos de que se trate de una posibilidad
real, y no de una simple aproximación.
Por ello sería temerario afirmar que al momento de escribir la Re­
pública, su autor ya hubiera concebido lo que sería su continuación:

'º' Político, 300 e-e.


_,,.. 304 Timeo, 23e ss. 305 Véase supra, p. 69.
T 1 3 POLÍTICO, 2 9 3 E - 2 9 6A
L I S TA D E L O S PASAJ E S

LA C R Í T I CA A LA LEY
1. Gorgias 464b-465e: La polltica como terapia del alma.
2. Gorgias 503d-504e: Ley y orden.
La crítica que se le hace aquí a la ley, crítica a su rigidez pero, más
3. Gorgias 507e-508c: Justicia cósmica e igualdad geométrica.
aún, a su carácter "tiránico", junto con el reconocimiento del carácter
4. Gorgias 521c-522d: Sócrates, el único verdadero político en Atenas.
ineluctable de la misma, son centrales en el Político, y constituyen el
5. República III, 414b- 417b: El mito fenicio y el modo de vida de los guar- punto de partida tanto del proyecto legislativo desarrollado en las
dianes.
Leyes como de la justifiación de la "nomocracia" (ej. T18 y T28).
6. República IV, 43od-432b: La templanza. (Véase pp. 51, 52)
7. República IV, 432d- 434a: La justicia política.
8. República IV, 443b-444a: La justicia psíquica. JoVÉN SócRATES: -Sobre las demás cuestiones, Extranjero, me parece que
te has expresado con mesura; pero eso de que se deba gobernar sin leyes es
9. República V, 462a-465b: La unidad de la Ciudad.
una afirmación que resulta más dura al oído.
10. República V, 472d-474a: El filósofo-rey y la cuestión de la posibilidad. ExrRANJERO DE ELEA: -Tu pregunta se ha adelantado un poco a la [294a]
11. República VII, 519b-521b: La obligación de gobernar. mía, Sócrates; porque lo que iba a preguntarte es si aceptabas todo lo dicho o
12. Político 292d-293e: Monarquia, saber y violencia. bien si había en ello algo que te disgustara. Ahora ya está claro que tendremos
que exponer precisamente la cuestión sobre la rectitud de quienes gobiernan
13. Político 293e-296a: La crítica a la ley.
sin leyes.
14. Leyes I, 644d-645c: El ser humano es como una marioneta divina. -lY cómo no?
15. Leyes 111, 691a-692c: El poder debe ser limitado. -En cierto modo, es evidente que la función legislativa compete al arte
16. Leyes 111, 7ooa-701b: Del buen orden musical a la "teatrocracia". real; lo mejor, sin embargo, es que imperen, no las leyes, sino el hombre real
dotado de sensatez. lSabes por qué?
17. Leyes IV, 709c-712b: El buen tirano.
-lQué quieres decir?
18. Leyes IV, 713c-715e: El gobierno en la era de Cronos y el imperio de la ley. -Que la ley jamás podría abarcar con exactitud [294b] lo mejor y más
19. Leyes IV, 718a-723d: Persuasión y coacción. justo para todos a un tiempo y prescribir así lo más útil para todos. Porque las
20. Leyes V, 732d-733d: El placer y el dolor son connaturales al ser humano. desemejanzas que existen entre los hombres, así como entre sus acciones, y el
hecho de que jamás ningún asunto humano -podría decirse- se está quieto,
21. Leyes V, 734e-735a: La institución de los magistrados.
impiden que un arte, cualquiera que sea, revele en ningún asunto nada que
22. Leyes V, 739a-74ob: Las tres Ciudades. sea simple y valga en todos los casos y en todo tiempo. En esto estamos de
23. Leyes VI, 756e-758a: Igualdad aritmética e igualdad geométrica. acuerdo, lno es cierto?
24. Leyes VII, 765e-766c: La importancia de la educación. -Sí, por supuesto.
-Y la ley, en cambio -eso está claro-, prácticamente pretende lograr esa
simplicidad, como haría un [294c] hombre fatuo e ignorante que no dejara a
Pasajes 143 110 André Laks

nadie hacer nada contra el orden por él establecido, ni a nadie preguntar, ni 25. Leyes VIII, 806d-807d: El ocio es necesario para la virtud.
aun en el caso de que a alguna persona se Je ocurriese algo nuevo que fuera 26. Leyes VIII, 832a-d: Los falsos órdenes políticos.
mejor, ajeno a las disposiciones que él había tomado.
27. Leyes IX, 857b-858c: El legislador como educador.
-Es verdad. La ley, en efecto, procede con cada uno de nosotros exacta­
mente como acabas de decir. 28. Leyes IX, 874e-875d: No hay poder absoluto que no se corrompa.
-¿No es, entonces, imposible que se adapte bien a lo que jamás es simple 29. Leyes X, 89ob-d: Legislación y teología: la necesidad de refutar el ateísmo.
aquello que se mantiene constantemente simple?
-Es muy posible
-Pero, entonces, ¿por qué es necesario legislar, dado que la ley no es lo
más correcto? Tratemos de [294d) descubrir la causa de esta necesidad.
-GCómo no?
-Entre vosotros, como en otras ciudades, Gno hay ciertos ejercicios prac-
ticados por grupos de hombres que se preparan para la carrera o para alguna
otra actividad con el solo propósito de competir?
-Claro que sí, y muchos.
-Anda, pues; traigamos a la memoria las directivas de quienes enseñan
gimnasia con un arte y ejercen su gobierno sobre tales grupos.
-iQué tipo de directivas?
-Ellos consideran que no es posible ocuparse de cada caso en particular
y prescribir lo que conviene a cada cuerpo, sino que es preciso -creen ellos­
impartir las -órdenes de un modo más general, prestando atención [294e] a
Jo que es más ventajoso a los cuerpos en la mayoría de los casos y para la
mayoría de las personas.
-Muy bien.
-En consecuencia, al asignar a todo el conjunto iguales ejercicios, a todos
juntos los hacen iniciar el movimiento y a todos juntos también les hacen
cesar la carrera, la lucha y todos los ejercicios físicos.
-Así es.
-Así también debemos pensar que el legislador, que es quien comanda a
esos rebaños en Jo que a [295a] la justicia y los contratos recíprocos se refiere,
nunca será capaz, puesto que imparte sus órdenes en conjunto, de atribuir con
exactitud a cada uno en particular lo que Je conviene.
-Es, al menos, verosímil.
-Pero creo yo que es según lo que conviene a la mayoría de las per-
sonas y en la mayoría de los casos y, en cierto modo, en general, como
establecerá la ley para cada uno, tanto cuando la promulga en un código
escrito como cuando legisla sin escribir, pero siguiendo las costumbres tra­
dicionales.
-Es cierto.
112 André Lak s

y finge conocer los alimentos más convenientes para el cuerpo, de manera


que si, ante niños u hombres tan insensatos como niños, un cocinero y un
médico tuvieran [464e] que poner en juicio quién de los dos conoce mejor
los alimentos beneficiosos y nocivos, el médico moriría de hambre. A esto lo
T1 GOR GIAS, 464B-465E llamo adulación y afirmo que es feo. Polo -pues es a ti a quien me dirijo-,
porque pone su punto [465a] de mira en el placer sin el bien; digo que no es
L A P O L Í T I CA C O M O TERAPIA D E L ALMA arte, sino práctica, porque no tiene ningún fundamento por el que ofrecer las
cosas que ella ofrece ni sabe cuál es la naturaleza de ellas, de modo que no
puede decir la causa de cada una. Yo no llamo arte a lo que es irracional; si
tienes algo que objetar sobre lo que he dicho, estoy dispuesto a explicártelo.
Este pasaje del Gorgias forma parte de la discusión entre Sócrates
[465b] Así pues, según digo, la culinaria, como parte de la adulación, se oculta
y Polo y contiene, puesto en boca de aquél, lo que puede conside­ bajo la medicina; del mismo modo, bajo la gimnástica se oculta la cosmética,
rarse como la primera exposición positiva de la teoría política de que es perjudicial, falsa, innoble, servil, que engaña con apariencias, colores,
Platón. Es particularmente importante para las Leyes, porque éstas pulimentos y vestidos, hasta el punto de hacer que los que se procuran esta
retoman la analogía entre legislador y médico (véase T19 y T27), a belleza prestada descuiden la belleza natural que produce la gimnástica. Para
la par que modifica tanto su alcance como sus implicaciones, sobre no extenderme más, voy a hablarte como los geómetras, pues tal vez si me
comprendas: la cosmética es a la gimnástica lo que la culinaria [465c] es a
todo en lo tocante al estatuto de la retórica. Vale subrayar que al
la medicina; o, mejor: la cosmética es a la gimnástica lo que la sofística a la
final del Gorgias, Sócrates habla de "un buen orador" (cf T2 y T3),
legislación, y la culinaria es a la medicina lo que la retórica es a la justicia.
lo cual sugiere que tiene ya un concepto de retórica más positivo Como digo, son distintas por naturaleza, pero, como están muy próximas, se
que el que encontramos aquí. El buen orador habla no en función confunden, en el mismo campo y sobre los mismos objetos, sofistas y orado­
del solo placer, sino en función del bien. res, y ni ellos mismos saben cuál es su propia función ni los demás hombres
(Véase pp. 23, 55) cómo servirse de ellos. En efecto, si el alma no gobernara [465d) al cuerpo,
sino que éste se rigiera a sí mismo, y si ella no inspeccionara y distinguiera la
SóCRATES: -Veamos, pues; voy a aclararte, si puedo, lo que pienso con cocina de la medicina, sino que el cuerpo por sí mismo juzgara, conjeturando
una exposición seguida. Digo que, puesto que son dos los objetos, hay dos por sus propios placeres, se vería muy cumplida la frase de Anaxágoras que
artes, que corresponden una al cuerpo y otra al alma; llamo política a la que tú conoces bien, querido Polo, "todas las cosas juntas" estarían mezcladas
se refiere al alma, pero no puedo definir con un solo nombre la que se refiere en una sola, quedando sin distinguir las que pertenecen a la medicina, a la
al cuerpo, y aunque el cuidado del cuerpo es uno, lo divido en dos partes: la higiene y a la culinaria. Asi pues, ya has oído lo que es para mí la retórica:
gimnasia y la medicina; en la política, corresponden la legislación a la gimna­ es respecto al alma lo equivalente de lo que [466a] es la culinaria respecto
sia, y la justicia a la medicina. Tienen puntos en común entre sí, puesto [464c] al cuerpo. Quizá he obrado de modo inconsecuente prohibiéndote los largos
que su objeto es el mismo, la medicina con la gimnasia y la justicia con la discursos y habiendo alargado el mío demasiado. Sin embargo, tengo una dis­
legislación; sin embargo, hay entre ellas alguna diferencia. Siendo estas cuatro culpa, pues cuando hablaba brevemente no me comprendías ni eras capaz de
artes las que procuran siempre el mejor estado, del cuerpo las unas y del alma sacar provecho de mis respuestas, sino que necesitabas explicación. Por tanto,
las otras, la adulación, percibiéndolo así, sin conocimiento razonado, sino por si tampoco yo puedo servirme de las tuyas, alarga tus discursos [466b]; pero,
conjetura, se divide a sí misma en cuatro partes e introduce cada una de estas en caso contrario, déjame utilizarlas, pues es justo. Ahora, si puedes servirte en
partes en el arte correspondiente, fingiendo ser el arte en el que se introduce; algo de mi contestación, sírvete.
no se ocupa del bien, sino que, captándose [464d] a la insensatez por medio
de lo más agradable en cada ocasión, produce engaño, hasta el punto de pa­
r�r digna de gran valor. Así pues, la culinaria se introduce en la medicina
114 André Laks

-lY el alma? lSerá buena en el desorden o en cierto orden y concierto?


-Es preciso reconocer también esto, en virtud de lo dicho antes.
-lY qué nombre se da en el cuerpo a lo que resulta del orden y la pro-
porción?
T2 GOR GIAS, 5 0 3 D - 5 0 4 E -Quizá hablas de la salud y de la fortaleza.
-Precisamente. Pero ¿qué se produce en el alma [504c] a consecuencia
L E Y Y ORDEN del orden y de la proporción? Procura encontrar y decir el nombre, como lo
has hecho en el cuerpo.
-lY por qué no lo dices tú mismo, Sócrates?
-Pues, si te agrada más, lo diré yo. Por tu parte si te parece acertado
Sócrates contrapone su concepción del orden, de la medida y de la
lo que digo, dame tu asentimiento; en caso contrario, refútame y no cedas.
ley a la que tiene Calicles, el último y también el más temible de
Yo creo que al buen orden del cuerpo se Je da el nombre de "saludable", de
sus interlocutores en el Gorgias, quien apela a la "naturaleza" y al donde se originan en él la salud y las otras condiciones de bienestar en el
derecho del más fuerte. El texto prefigura una idea que encontramos cuerpo. lEs así o no?
desarrollada en la República, y en virtud de la cual existe algo así -Así es.
como una ley y una constitución del alma, en el sentido político del -Y al buen orden y concierto del alma se le da [504d] el nombre de
término. norma y ley, por las que los hombres se hacen justos y ordenados; en esto
consiste la justicia y la moderación. GLo aceptas o no?
(Véase p. 24)
-Sea.
-Así pues, ese orador de que hablábamos, el que es honrado y se ajusta
SócRATES: -Vamos, pues; el hombre bueno que dice lo que dice teniendo
al arte dirigirá a las almas los discursos que pronuncie y todas sus acciones,
en cuenta el mayor bien lno es verdad que no hablará al azar, sino poniendo
poniendo su intención en esto, y dará lo que dé y quitará lo que quite con
su intención en cierto fin? [503e] Es el caso de todos los demás artesanos;
el pensamiento puesto siempre en que la justicia nazca en las almas de sus
cada uno pone atención en su propia obra y va añadiendo lo que añade sin
conciudadanos y desaparezca la injusticia y en que se produzca la moderación
tomarlo al azar, sino procurando que tenga una forma determinada lo que está
y se aleje [504e] la intemperancia y en que se arraigue en ellas toda virtud y
ejecutando. Por ejemplo, si t� fijas en los pintores, arquitectos, constructores
salga el vicio. lEstás de acuerdo o no?
de naves y en todos los demás artesanos, cualesquiera que sean, observarás
-Estoy de acuerdo.
cómo cada uno coloca todo lo que coloca en un orden determinado y obliga a
cada parte a que se ajuste y adapte a las otras, [504a] hasta que la obra entera
resulta bien ordenada y proporcionada. Igualmente, los demás artesanos y
también los que hemos nombrado antes, los que cuidan del cuerpo, maestros
de gimnasia y médicos, ordenan y conciertan, en cierto modo, el cuerpo. lEs­
tamos de acuerdo en que esto es así o no?
CALICLES: -Sea así.
-Luego luna casa con orden y proporción es buena, pero sin orden es
mala?
-Sí.
-lNo sucede lo mismo con una nave? [504b]
-Sí.
-lY también con nuestros cuerpos?
__.,. -Desde luego.
T3 GOR GIA S , 5 0 7E - S 0 8 C T4 GOR GIA S , 5 2 1C - 5 2 2 D

J U S T I C I A C Ó S M I CA E I G U A L D A D G E O M É T R I CA S Ó C R A TE S , E L Ú N I C O V E R DA D E R O P O L Í T I C O
E N A T E NAS

Tenemos buenas razones para pensar que los "sabios" a los que Pla­
tón hace referencia en este texto, son pitagóricos. El concepto de En virtud de la postura que le es atribuida en el Gorgias (cf Tl),
igualdad geométrica, el cual se opone a la (mala) igualdad aritmé­ Sócrates puede legítimamente presentarse como el único en poner
tica, parece remontar a Arquitas de Tarento. Las Leyes retoman ese en práctica una verdadera política, si es que ésta se define como el
concepto de igualdad como el único que, en principio, es capaz de cuidado del alma. Esta paradoja inaugura lo que puede llamarse la
preservar la amistad en el seno del orden político (cf T23). "despolitización " de la política platónica (cf T23).
(Véase pp. 25, 99) (Véase pp. 13, 53)

SóCRATES: -Pues un hombre así no puede ser grato ni a otro hombre CALICLES: - i Qué impresión me cias, Sócrates, de tener una firme con­
ni a ningún dios, porque es incapaz de convivencia, y el que no es capaz de fianza en que no te ha de suceder nada de eso! i Como si vivieras fuera de
convivencia tampoco Jo es de amistad. Dicen los sabios, Calicles, que al cielo, aquí y no corrieras el riesgo de ser llevado a juicio por un hombre quizá muy
[508a] a la tierra, a los dioses y a los hombres los gobiernan la conviven­ malvado y despreciable!
cia, la amistad, el buen orden, la moderación y la justicia, y por esta razón, SócRATES: -Sería yo verdaderamente un insensato, Calicles, si no cre­
amigo, llaman a este conjunto "cosmos" (orden) y no desorden y desenfreno. yera que en esta ciudad a cualquiera puede sucederle lo que sea. Sin embar­
Me parece que tú no fijas la atención en estas cosas, aunque eres sabio. No go, estoy seguro de que, si comparezco ante un tribunal con el riesgo de ser
adviertes que la igualdad geométrica tiene mucha importancia entre los dioses condenado a algo de lo que tú dices, mi acusador será algún malvado [521d]
y entre los hombres; piensas, por el contrario, que es preciso fomentar la am­ -pues ningún hombre honrado acusaría a un inocente-; incluso no sería
bición, porque descuidas la geometría. Y bien, o tenemos que [508b] refutar nada increíble que se me condenara a muerte. lQuieres que te diga por qué
el razonamiento de que los felices son felices por la adquisición de la justicia tengo esta sospecha?
y de la moderación, y los desgraciados son desgraciados por la adquisición de -Desde luego.
la maldad, o, si esta opinión es verdadera, hay que considerar cuáles son las -Creo que soy uno de los pocos atenienses, por no decir el único, que se
consecuencias. Con ello convienen, Calicles, todas aquellas afirmaciones an­ dedica al verdadero arte de la política y el único que la practica en estos tiem­
teriores a propósito de las cuales me preguntabas si hablaba en serio cuando pos; pero como, en todo caso, lo que constantemente digo no es para agradar,
decía que es necesario acusarse uno a sí mismo, a un hijo o a un amigo, si se sino que busco el mayor bien y no el mayor placer, y como no quiero emplear
comete algún delito, y que para esto se debe usar la retórica. Por consiguien­ esas ingeniosidades que tú me aconsejas, no sabré qué decir ante un tribunal.
te, lo que tú creías que Polo había aceptado por vergüenza era verdadero, a Se me ocurre lo mismo que decía a Polo, que seré juzgado como lo sería,
saber, que cometer injusticia es tanto peor que sufrirla [508c] porque es más ante un tribunal de niños, un médico a quien acusara un cocinero. Piensa, en
deshonroso; y también que quien tiene el propósito de ser realmente orador efecto, de qué modo podría defenderse el médico puesto en tal situación, si
ha de ser justo y conocedor de lo justo; conclusión que, a su vez, decía Polo se le acusara con estas palabras: "Niños, este hombre os ha causado muchos
que Gorgias había aceptado por vergüenza. males a vosotros; a los más [522a] pequeños de vosotros los destroza cortando
/
Pasaj es 1 17

y quemando sus miembros, y os hace sufrir enflaqueciéndoos y sofocándoos;


os da las bebidas más amargas y os obliga a pasar hambre y sed; no corno
yo, que os hartaba con toda clase de manjares agradables." lQué crees que
podría decir el médico puesto en ese peligro? O bien, si dijera la verdad: "Yo
hacía todo eso, niños, por vuestra salud", lcuánto crees que protestarían tales T 5 REP ÚBLICA I I I , 4 1 4 B - 4 1 7 B
jueces? lNo gritarían con todas sus fuerzas?
-Quizá; al menos hay que suponerlo. E L M I T O F E N I C I O Y E L M O D O D E V I DA
-lNo piensas que se encontraría en un gran [522b] apuro sobre lo que D E L O S G UA R D I A N E S
debería decir?
-Sin duda.
-Pues yo sé que me sucederá algo semejante, si comparezco ante un tri-
Aun cuando pueda ser d e provecho para el resto d e los ciudadanos,
bunal. En efecto, no podré citar placeres que les haya proporcionado, place­
es a los guardianes, sobre todo, a los que va dirigido el relato mítico
res que ellos consideran beneficios y servicios útiles; pero yo no envidio ni
a los que los procuran ni a los que los disfrutan. Si alguien me acusara de con el que se inicia este pasaje. En efecto, la violencia potencial de los
corromper a los jóvenes porque les hago dudar, o de censurar a los mayores guardianes, quienes son .fu ndamentalmente guerreros, constituye una
con palabras ásperas en privado o en público, ni podré decir la verdad: [522c] amenaza para la unidad de la ciudad-Estado -siendo ésta la fina­
"Todo lo que digo es justo y obro en beneficio vuestro, oh, jueces", ni ninguna lidad de la política (cf T 9)-, una amenaza que no es menor que la
otra justificación, de manera que probablemente sufriré lo que me traiga la que constituyen los eventuales excesos de los productores. Junto con
suerte.
la critica a los poetas de los libros segundo y tercero, este relato qti e
-lY te parece bien, Sócrates, que un hombre se encuentre en esa situa­
ción en su ciudad y que no sea capaz de defenderse?
reescribe el mito hesiódico de las razas, proporciona un ejemplo del
-Sí, Calicles, con tal de que tenga aquel solo medio de defensa que tú has modo en que la ciudad platónica pretende hacer uso del legado cul­
reconocido repetidas veces, a saber, que se haya procurado a sí mismo la pro­ tural y de la tradición poética. La segunda parte del texto ofrece una
tección [522d] que consiste en no haber dicho ni hecho nada injusto contra los descripción de la muy peculiar vida de los guardianes, enteramente
dioses ni contra los hombres. Hemos convenido en varias ocasiones que este sometidos éstos a los princip ios comunitarios, una vida cuyajustifica­
modo de defenderse es el más eficaz.
ción se da en el libro V, a petición de los interlocutores asombrados.
(Véase pp. 43, 51)

SócRATEs: -Ahora bien, lcórno podríamos inventar, entre esas mentiras


que se hacen necesarias, a las que nos hemos referido antes, [414c] una men­
tira noble, con la que mejor persuadiríamos a los gobernantes mismos y, si
no, a los demás ciudadanos?
GLAUCÓN: -No sé cómo.
-No se trata de nada nuevo, sino de un relato fenicio que, según dicen
los poetas y han persuadido de él a la gente, antes de ahora ha acontecido en
muchas partes; pero entre nosotros no ha sucedido ni creo que suceda, pues
se necesita mucho poder de persuasión para llegar a convencer.
-Me parece que titubeas en contarlo.
-Después de que lo cuente, juzgarás si no tenía mis rawnes para titubear.
-Cuéntalo y no temas. [414d]
Pasajes 119 120 André Laks

-Bien, lo contaré; aunque no sé hasta dónde llegará mi audacia ni a qué armar a estos hijos-de-la-tierra, hagámoslos avanzar bajo la conducción de
palabras recurriré para expresarme y para intentar persuadir, primeramente a sus jefes, hasta llegar a la ciudad, para que miren dónde es más adecuado
los gobernantes y a los militares, y después a los demás ciudadanos, de modo acampar: un lugar desde el cual dominar mejor el territorio, [415e] si alguien
que crean que lo que les hemos enseñado y les hemos inculcado por medio de no quiere acatar las leyes, y desde el cual defenderse del exterior, si algún
la educación eran todas cosas que imaginaban y que les sucedían en sueños; enemigo atacara como un Jobo al rebaño. Una vez acampados y tras hacer los
pero que en realidad habían estado en el seno de la tierra, que los había cria­ sacrificios a quienes sea necesario, construirán sus refugios. lNo te parece?
do y moldeado, tanto a ellos mismos como a sus armas y a todos los demás -Sí.
enseres fabricados; y, una vez que estuvieron completamente [414e] formados, -Y éstos han de ser tales que los protejan en el invierno y les sirvan para
la tierra, por ser su madre, los dio a luz. Y por ello deben ahora preocuparse el verano.
por el territorio en el cual viven, como por una madre y nodriza, y defenderlo - iClaro! Pues creo que te refieres a sus moradas.
si alguien lo ataca, y considerar a los demás ciudadanos como hermanos y -Sí, pero moradas de soldados, no de comerciantes. [416a]
como hijos de la misma tierra. -lCómo diferencias entre unas y otras?
-No era en vano que tenías escrúpulo en contar la mentira. -Voy a tratar de explicártelo. La cosa más vergonzosa y terrible de todas,
-Y era muy natural. No obstante, escucha lo que resta [415a] por contar para un pastor, sería alimentar a perros guardianes de rebaño de modo tal
del mito. Cuando les narremos a sus destinatarios la leyenda, les diremos: que, por obra del desenfreno, del hambre o de malos hábitos, atacaran y da­
"Vosotros, todos cuantos habitáis en el Estado, sois hermanos. Pero el dios ñaran a las ovejas y se asemejaran a lobos en lugar de a perros.
que os modeló puso oro en la mezcla con que se generaron cuantos de vo­ -Ciertamente, sería terrible. [416b]
sotros son capaces de gobernar, por lo cual son los que más valen; plata, en - Pues entonces debemos vigilar por todos los medios que los guardias
cambio, en la de los guardias, y hierro y bronce en las de los labradores y no se comporten así frente a los ciudadanos, y que, por el hecho de ser más
demás artesanos. Puesto que todos sois congéneres, la mayoría de las veces fuertes que ellos, no vayan a parecerse a amos salvajes en vez de a asistentes
engendraréis hijos semejantes a vosotros mismos, pero puede darse el caso benefactores.
de que de un hombre de oro sea engendrado un hijo de plata, [415b] o de -Hay que vigilarlo.
uno de plata uno de oro, y de modo análogo entre los hombres diversos. En -En tal sentido estarán provistos de la manera más precavida si reciben
primer lugar y de manera principal, el dios ordena a los gobernantes que de realmente una buena educación.
nada sean tan buenos guardianes y nada vigilen tan intensamente como aquel -lY acaso no la poseen ya?
metal que se mezcla en la composición de las almas de sus hijos. E incluso -Eso no se puede afirmar con tanta confianza, mi querido Glaucón. Sólo
si sus propios hijos nacen con una mezcla de bronce o de hierro, de ningún podemos sostener lo que acabamos de decir, a saber, que es necesario que los
modo tendrán compasión, sino que, estimando el valor [415c] adecuado de sus guardianes cuenten con la educación correcta, cualquiera que [416c] ésta sea,
naturalezas, los arrojarán entre los artesanos o los labradores. Y si de éstos, si han de tener al máximo lo posible para ser amables entre sí y con aquellos
a su vez, nace alguno con mezcla de oro o plata, tras tasar su valor, los as­ que estén a su cuidado.
cenderán entre los guardianes o los guardias, respectivamente, con la idea de -Estás en lo cierto.
que existe un oráculo según el cual el Estado sucumbirá cuando lo custodie -Además de esa educación, un hombre con sentido común dirá que es
un guardián de hierro o bronce". Respecto de cómo persuadirlos de este mito necesario que estén provistos de moradas y de bienes tales que no les im­
lves algún procedimiento? [415d] pidan ser los mejores guardianes ni les inciten a causar daños a los demás
-Ninguno, mientras se trate de ellos mismos, pero sí cuando se trate de ciudadanos. [416d]
sus hijos, sus sucesores y demás hombres que vengan después. -Y hablará con verdad.
-Pues ya eso -dije- sería bueno para que se preocuparan más del Es­ -Mira entonces si, para que así sea, no les será forzoso el siguiente modo
tado y unos de otros; porque creo que entiendo lo que quieres decir. De to­ de vida y su vivienda. En primer lugar, nadie poseerá bienes en privado, sal­
dos modos, será como la creencia popular decida. En cuanto a nosotros, tras vo los de primera necesidad. En segundo lugar nadie tendrá una morada ni
Pa sajes 121

un depósito al que no pueda acceder todo el que quiera. Con respecto a las
vituallas, para todas las que necesitan hombres sobrios y valientes que se
entrenan para la guerra, se les asignará un pago por su vigilancia [416e], que
recibirán de los demás ciudadanos, de modo tal que durante el año tengan
como para que no les sobre ni les falte nada. Se sentarán juntos a la mesa, T6 REPÚBLICA I V , 4 3 0 D - 4 3 2 B
como soldados en campaña que viven en común. Les diremos que, gracias a
los dioses, cuentan siempre en el alma con oro y plata divina y que para nada LA TEM P LANZA
necesitan de la humana, y que sería sacrílego manchar la posesión de aquel
oro divino con la del oro mortal, mezclándolas, ya que muchos sacrilegios han
nacido en [417a] torno a la moneda corriente, mientras que el oro que hay en Los textos T6, T7 y TB ilustran el paralelismo entre alma y ciudad,
ellos es puro. En el Estado, por consiguiente, únicamente a ellos no les estará
el cual constituye la piedra angular de gran parte de la construcción
permitido manipular ni tocar oro ni plata, ni siquiera cobijarse bajo el mismo
de la República; lo hacen centrándose en los casos cruciales de la
techo que éstos, ni adornarse con ellos, ni beber en vasos de oro o plata. Y
de ese modo se salvarán ellos y salvarán al Estado. Si en cambio poseyeran templanza y de la justicia, esto es, de las dos virtudes que, al depen­
tierra propia, casas y dinero, en lugar de guardianes serán administradores der de la coexistencia de una pluralidad de elementos, son las más
y labradores, en lugar de asistentes serán déspotas y enemigos de los demás "políticas" de todas. El inicio de T6 subraya, de manera lúdica, la
ciudadanos, odiarán y serán odiados, conspirarán y se conspirará contra ellos, importancia del orden que se ha de seguir al tratar de las virtudes:
y así pasarán toda la vida, temiendo más bien y mucho más a los enemigos al suponer las tres otras virtudes (sabiduría, valentía y templanza),
de adentro que a los enemigos [417b] de afuera, con lo cual se aproximarán
la justicia ha de ocupar el último lugar.
rápidamente a la destrucción de ellos mismos y del Estado. Es en vista a todo
esto que hemos dicho cómo deben estar provistos los guardianes respecto de (Véase pp. 33, 39)
la vivienda y de todo lo demás. lLegislaremos así o no?
-Así, sin duda -respondió Glaucón. SócRATEs: -Pues bien, restan todavía dos cosas que debemos observar en
el Estado: una, la moderación, y la otra es aquella con vistas a la cual estamos
indagando todo, la justicia.
GLAUCÓN: -Muy verdad.
-lCómo podríamos hacer para descubrir la justicia primero, para no ocu­
parnos ya más de la moderación?
- Por lo que a mí toca, no lo sé, y no querría que se hiciera patente en
primer lugar la justicia, si en tal caso no hubiéramos ya de examinar la mo­
deración. Más bien, si quieres complacerme, examina antes ésta.
-Claro que quiero; quiero y debo hacerlo. [43oe]
-Haz pues el examen.
-He de hacerlo; desde nuestro punto de vista, la moderación se parece
a una concordancia y a una armonía más que las cualidades examinadas an­
teriormente.
-Explícate.
-La moderación es un tipo de ordenamiento y de control de los placeres
y apetitos, como cuando se dice que hay que ser "dueño de sí mismo" -no sé
de qué modo-, o bien otras frases del mismo cuño. lNo es así?
-Sí.
Pa sajes 123 124 André Laks

-Pero eso de ser "dueño de sí mismo" lno es ridículo? Porque quien es -Más que en cualquier otro caso.
dueño de sí mismo es también esclavo de sí mismo, por lo cual el que es escla­ -Y si en algún Estado se da el caso de que tanto los gobernantes como
vo es también dueño. Pues en todos estos casos se habla de la [431a] misma los gobernados coincidan en la opinión acerca de quiénes deben gobernar,
persona. también [431e] será en éste en el que suceda. lNo te parece?
-Sin duda. -Claro que sí.
-Sin embargo, a mí me parece que lo que quiere decir esta frase es que, _¿y en cuál de ambos sectores de ciudadanos dirás que, en una situación
dentro del mismo hombre, en lo que concierne al alma hay una parte mejor y de esa índole, está presente la moderación? ¿En el de los gobernantes o en
una peor, y que, cuando la que es mejor por naturaleza domina a la peor, se el de los gobernados?
dice que es "dueño de sí mismo", a modo de elogio; pero cuando, debido a la -En ambos, tal vez.
mala crianza o compañía, lo mejor, que es lo más pequeño, es dominado por -Te das cuenta ahora cómo presagiamos correctamente hace un momento
lo peor, que abunda, se le reprocha entonces [431b] como deshonroso y se cuando dijimos que la moderación se asemeja a una especie de armonía?
llama "esclavo de sí mismo" e "inmoderado" a quien se halla en esa situación. -lEn qué sentido?
-Así parece. -En el sentido de que tanto la valentía como la sabiduría, aun residien-
-Dirige ahora tu mirada hacia nuestro Estado, y encontrarás presente en do cada una de ellas en una parte del Estado, logran que éste sea valiente,
él una de esas dos situaciones, pues tendrás derecho a hablar de él calificán­ en un caso [432a], sabio en el otro; mientras que no sucede lo propio con la
dolo de "dueño de sí mismo", si es que debe usarse la calificación de "mode­ moderación, sino que ésta se extiende sobre la totalidad de la octava musical,
rado", y "dueño de si mismo" allí donde la parte mejor gobierna a la peor. produciendo un canto unísono de los más débiles, los más fuertes y los interme­
-Al mirarlo, veo que tienes razón. dios -en inteligencia o en fuerza o en cantidad o en fortuna, como te guste-,
-Claro que en él se puede hallar una multiplicidad [431c] de deseos de de manera que podríamos decir, con todo derecho, que la moderación es esta
toda índole, de placeres y de sufrimientos, sobre todo entre los niños, las concordia y esta armonía natural entre lo peor y lo mejor en cuanto a cuál de
mujeres y los sirvientes y en la multitud de gente mediocre, aunque sean los dos debe gobernar, tanto en el Estado como en cada individuo. [432b]
llamados "libres". -Estoy de acuerdo contigo.
-Muy cierto. -Bien; hemos observado ya tres cualidades en el Estado; al menos así
-En lo que hace a los deseos simples y mesurados, en cambio, que son creo. En cuanto a la especie que queda para que el Estado alcance la excelen­
guiados por la razón de acuerdo con la opinión recta y sensatamente, los ha­ cia, lcuál podría ser? La justicia, evidentemente.
llarás en unos pocos, los que son mejores por naturaleza y también por la -Evidentemente.
forma en que han sido educados.
-Es verdad.
-Pues bien -proseguí-, lno ves estas cosas también en el Estado, en el
cual, sobre los apetitos que [431d] habitan en la multitud de gente mediocre,
prevalecen los deseos y la prudencia de aquellos que son los menores en nú­
mero pero los más capaces?
-Sí, lo veo.
-En tal caso, si ha de decirse de algún Estado que es dueño tanto de
sus placeres y apetitos cuanto de sí mismo, debe ser dicho del que estamos
describiendo.
-Absolutamente cierto.
-Y de acuerdo con todos esos rasgos, lno corresponde decir que es "mo-
1erado"?
126 André L aks

-En efecto, lo hemos dicho y repetido.


-En tal caso, mi amigo, parece que la justicia ha de consistir en hacer lo
que corresponde a cada uno, del modo adecuado. lSabes de dónde lo deduzco?
-No, dímelo tú.
T 7 REPÚBLICA I V , 4 3 2 D - 4 3 4 A
-Opino que lo que resta en el Estado, tras haber examinado la modera-
ción, la valentía y la sabiduria, es lo que, con su presencia, confiere a todas
L A J U STICIA POLÍTICA esas cualidades la capacidad de nacer y -una vez nacidas- les permite su
conservación. Y ya dijimos que, después de que halláramos aquellas tres, la
justicia sería lo que restara [433c] de esas cuatro cualidades.
Aquí aparece la definición clásica de la justicia por lo tocante a la -Es forzoso, en efecto.
ciudad-Estado. Sobre la importancia del orden que se ha de seguir -Ahora, si fuera necesario decidir cuál de esas cuatro cualidades lo-
graría con su presencia hacer al Estado bueno al máximo, resultaría difícil
en el tratam iento de las virtudes, véase T6.
juzgar si es que consiste en una coincidencia de opinión entre gobernantes y
(Véase p. 31)
gobernados, o si es la que trae aparejada entre los militares la conservación de
una opinión pautada acerca de lo que debe temerse o no, o si la existencia
SócRATF.S: - iGlaucón! -exclamé, de pronto, al poner atención-. Me pare-
de una inteligencia vigilante en los gobernantes; o si lo [433d] que con su
ce que contamos con alguna pista, y ya no creo que la justicia se nos esfume.
presencia hace al Estado bueno al máximo consiste, tanto en el niño como
GI.AuCON: - iBuena noticia!
en la mujer, en el esclavo como en el libre y en el artesano, en el gobernante
-En realidad, hemos sido estúpidos.
como en el gobernado, en que cada uno haga sólo lo suyo, sin mezclarse en
-lPor qué?
los asuntos de los demás.
-Hace rato, y ya desde el principio, querido amigo, creo que ha estado
-Ciertamente, resultaría difícil de decidir.
rodando delante de nuestros pies, pero que no la hemos percibido, sino que
-Pues entonces, y con relación a la excelencia del Estado, el poder de que
nos hemos [432e] comportado ridículamente, como los que a veces se des­
en él cada individuo haga lo suyo puede rivalizar con la sabiduría del Estado,
esperan buscando algo que tienen en sus manos. Así nosotros no dirigimos
su moderación y su valentía.
nuestra vista hacia ella sino que la hemos mirado desde lejos, y por ello pro­
-Así es.
bablemente ha permanecido oculta para nosotros.
-Ahora bien, lo que puede rivalizar con éstas en [433e] relación con la
-lQué quieres decir?
excelencia del Estado, Gno es lo que denominarías "justicia"?
-Que me parece que todo el tiempo hemos estado hablando y conver-
-Exacto.
sando sobre la justicia, sin percatarnos de que estábamos mencionándola de
-Examina también esto y dame tu opinión: Gno les encomendarás a los
algún modo.
gobernantes la conducción de los procesos judiciales del Estado?
-Esto es ya un largo preámbulo a lo que estoy deseando que me cuentes.
-Sí, claro.
-Bueno, te lo contaré, para ver si lo que pienso [433a] tiene sentido. Lo
-Y cuando juzguen, ltendrán en vista otra cosa antes que ésta, a saber,
que desde un comienzo hemos establecido que debía hacerse en toda circuns­
que cada uno no se apodere de lo ajeno ni sea privado de lo propio?
tancia, cuando fundamos el Estado, fue la justicia o algo de su especie. Pues
-Ninguna otra cosa.
establecimos, si mal no recuerdo, y varias veces lo hemos repetido, que cada
-Porque eso es lo justo.
uno debía ocuparse de una sola cosa de cuantas conciernen al Estado, aquella
-Sí.
para la cual la naturaleza lo hubiera dotado mejor.
-Y en ese sentido habría que convenir que la justicia [434a] consiste
-Efectivamente, lo dijimos.
tanto en tener cada uno lo propio como en hacer lo suyo.
-Y que la justicia consistía en hacer lo que es propio de uno, sin disper-
-Así es.
sarse en muchas tareas, es también algo que hemos oído a muchos otros, y
que nosotros [433b] hemos dicho con frecuencia.
128 André Laks

preserve este estado de alma y coadyuve a su producción, y por sabia la cien­


cia que supervise dicha acción. Por el contrario, considerará injusta la acción
[444a] que disuelva dicho estado anímico y llamará "ignorante" a la opinión
que la haya presidido.
T 8 REPÚBLICA I V , 4 4 3 B - 4 4 4 A

L A J U S T I C I A P S Í Q U I CA

Se trata de un texto clave para la concepción específicamente pla­


tónica de la justicia como disposición interna, una disposición de la
cual la justicia política, en el sentido común del término, no es más
que un reflejo.
(Véase pp. 32, 33)

SóCRATES: -Por consiguiente, se ha cumplido perfectamente nuestro sue­


ño, por el cual, decíamos, presentíamos que, tan pronto como comenzáramos
a fundar el Estado, conforme a alguna divinidad, daríamos con un principio
y [443c] un molde de la justicia.
GLAucóN: -Completamente de acuerdo.
-Contábamos entonces, Glaucón, con una cierta imagen de la justicia,
que nos ha sido de provecho para tener por recto que quien es por naturaleza
fabricante de calzado no haga otra cosa que fabricar calzado, y que el carpin­
tero no haga otra cosa que obras de carpintería, y así con los demás de esa
índole.
-Es claro.
-Y la justicia era en realidad, según parece, algo [443d] de esa índole,
mas no respecto del quehacer exterior de lo suyo, sino respecto del quehacer
interno, que es el que verdaderamente concierne a sí mismo y a lo suyo, al
no permitir a las especies que hay dentro del alma hacer lo ajeno ni interfe­
rir una en las tareas de la otra. Tal hombre ha de disponer bien lo que es
suyo propio, en sentido estricto, y se autogobernará, poniéndose en orden a sí
mismo con amor y armonizando sus tres especies simplemente como los tres
términos de la escala musical: el más bajo, el más alto y el medio. [443e] Y si
llega a haber otros términos intermedios, los unirá a todos; y se generará así,
a partir de la multiplicidad, la unidad absoluta, moderada y armónica. Quien
obre en tales condiciones, ya sea en la adquisición de riquezas o en el cuidado
del cuerpo, ya en los asuntos del Estado o en las transacciones privadas, en
todos estos casos tendrá por justa y bella -y así la denominará- la acción que
130 André Laks

-lY no se produce esto porque no se pronuncian al unísono en el Es­


tado palabras tales como lo "mío" y lo "no mío", y lo mismo respecto de lo
"ajeno"?
-Así precisamente.
T9 REPÚBLICA V, 4 6 2A- 4 6 5 B -Por lo tanto, el Estado mejor gobernado es aquel en que más gente dice
lo "mío" y lo "no mío" referidas a las mismas cosas y del mismo modo.
-Y con mucho.
LA U N I D A D D E LA CIUDAD
-lY no será éste el que posea mayor similitud con el hombre individual?
Por ejemplo, cuando uno de nosotros se golpea un dedo, toda la comunidad
del cuerpo se vuelve hacia el alma en busca de la organización unitaria de
La unidad, meta de las nociones conexas d e armonía y de amistad, lo que manda en ella, y toda ella siente y (462d] sufre a un tiempo, aunque
y que encontramos a menudo en este contexto (véase, a manera de sea una parte la que padece, y es así como decimos que "al hombre le due­
ejemplo, T6 y T26), constituye el objetivo supremo de la ciudad, y le el dedo". Y el mismo argumento cabe respecto a cualquier otra parte del
las disposiciones comunitarias que regulan la vida de los guardia­ hombre, en cuanto al dolor por la parte que padece y el placer por el alivio
de su dolor.
nes se presentan como los medios apropiados para lograrla (véase
-El mismo, en efecto -repuso Glaucón-. En cuanto a lo que preguntas,
T5). En la medida en que la ciudad de las Leyes renuncia a estas
el Estado mejor organizado políticamente es el más similar a tal hombre.
principios comunitarios para tomar más en cuenta a la naturaleza -Si a uno solo de los ciudadanos, pues, le afecta algo bueno o malo,
humana, no puede, consiguientemente, ser otra cosa que "segunda pienso que semejante Estado dirá, (462e] con el máximo de intensidad, que es
en unidad" (véase T22). suyo lo que padece, y en su totalidad participará del regocijo o de la pena.
(Véase pp. 30, 39, 40, 41) -Es forzoso, si está bien legislado.
-Es hora -proseguí- de retornar a nuestro Estado para observar en él si
Sócrates: -GY no es acaso el principio del acuerdo el siguiente: pregun­ lo acordado en nuestro argumento lo contiene nuestro Estado más que cual­
tarnos a nosotros mismos cuál es el más grande bien que podemos mencio­ quier otro.
nar en cuanto a la organización del Estado, que el legislador tiene en vista al -Es necesario.
establecer sus leyes, y cuál es el más grande mal, y a continuación examinar -Bien; lexisten en los demás Estados gobernantes y [463a] pueblo, como
si las cosas que ahora he descrito se nos adecuan a la huella del bien, y no existen en éste?
se adecuan a la del mal? -Sí, existen.
Glaucón: -Más que cualquier otra cosa. -GY todos se llaman "ciudadanos" los unos a los otros?
-lY puede haber para un Estado un mal mayor que [462b] aquel que lo -lCómo podría ser de otra manera?
despedaza y lo convierte en múltiple en lugar de uno? -Pero además de "ciudadano", lcómo denomina el pueblo de otros Esta-
-No puede haber un mal mayor. dos a sus gobernantes?
0

-lNo es entonces la comunidad de placer y dolor lo que une, a saber, -En muchos de ellos "amos", pero en los Estados democráticos se les da
cuando todos los ciudadanos se regocijan o se entristecen por los mismos este mismo nombre de "gobernantes".
casos de ganancias o de pérdidas? -lY el pueblo del nuestro? Además de que son ciudadanos, lqué dirá d,!!
-Absolutamente de acuerdo. sus gobernantes? [463b]
-lY no es la particularización de estos estados de ánimo lo que disuelve, -Que son salvadores y auxiliares.
cuando, ante las mismas afecciones del Estado, o de los ciudadanos, unos se -Y éstos lqué dirán del pueblo?
ponen muy [462c] afligidos y otros muy contentos? -Que son quienes les dan su salario y su sustento.
-Sin duda.
Pasajes 131 132 André Laks

-lY cómo llaman a sus pueblos los gobernantes de otros Estados? -Sin duda.
-Siervos. -Y la causa de esto lno es, además del resto de la constitución, la comu-
-lY los gobernantes unos a otros? nidad de las mujeres y de los niños con los guardianes?
-Co-gobernantes. -Más que cualquier otra cosa.
-lY los nuestros? -[464b] Ahora bien, hemos convenido que éste es el bien supremo para
-Co-guardianes. el Estado, al comparar un Estado bien fundado con la actitud de un cuerpo
-lPuedes decirme si alguno de los gobernantes de otros Estados puede hacia una parte suya respecto de un dolor o de un placer.
dirigirse a uno de los co-gobernadores como familiar, a otro como extraño? -Y lo convenimos rectamente.
-Sí, en muchos casos. -Así, la causa del más grande bien en el Estado se nos aparece como la
-lY habla de un familiar como teniéndolo por suyo [463c], y de un ex- comunidad de mujeres y niños entre los auxiliares.
traño como no suyo? -Ciertamente.
-Así es. -Y también en esto concordamos con lo dicho anteriormente; pues diji-
_¿y en cuanto a tus guardianes? ¿Habrá alguno de ellos que se dirija a mos que los guardianes no debían [464c] tener privadamente casas ni tierra
sus co-guardianes teniéndolos por extraños? ni propiedad alguna; sino, tras recibir de los demás ciudadanos sustento como
-De ningún modo -respondió Glaucón-; pues sea quien sea con el que compensación de ser guardianes, hacer su gasto todos en común, si habían de
se encuentre, lo tendrá por su hermano o su hermana, por su padre o su ma­ ser realmente guardianes.
dre, por su hijo o su hija, por su descendiente o su ascendiente. -Y lo decíamos correctamente.
-Hablas perfectamente -asentí-. Pero dime aún esto: de esta familiaridad -lNo es, entonces, como digo, cuando las cosas antes dichas y las que
¿Jegislarás sólo los nombres, o también todas las acciones han de realizarse decimos ahora las realizan más aún como verdaderos guardianes y les impiden
conforme [463d] a tales nombres, y, respecto de los padres, cuanto la ley exige despedazar el Estado, al denominar "lo mío" no a la misma cosa sino a otra,
acerca del respeto a los padres y del cuidado y obediencia a los progenitores, arrastrando uno hacia su propia casa lo que ha podido adquirir separadamente
aunque no haya luego algo mejor para ellos de la parte de los dioses y de los de los demás, otro [464d) hacia una casa distinta, llamando "mío" a mujeres
hombres, ya que sería injusto y sacrílego que obraran de otro modo? ¿serán y niños distintos que, por ser privados, producen dolores y placeres privados?
éstas o distintas las voces oraculares que deben ser repetidas una y otra vez por ¿No tenderán, por el contrario, todos a un mismo fin, con una sola creencia
todos los ciudadanos en los oídos de los niños ya desde temprano, respecto de respecto de lo familiar, y serán similarmente afectados por el placer y la pena?
aquellos que se les presenta como padres, y respecto de los demás parientes? -Claro que sí.
-Éstas. Pues sería ridículo limitarse a pronunciar [463e] con la boca esos -Y los pleitos y acusaciones entre ellos, lno se esfumarán por así decirlo,
nombres de familiares, sin los actos correspondientes. entre los guardianes, en razón de no poseer nada privadamente excepto el cuer­
-Por consiguiente, en este Estado más que en cualquier otro, los ciuda­ po, y todo el resto en común? De allí que les corresponda [464e) estar exentos
danos coincidirán, cuando a un ciudadano le va bien o le va mal, en hablar de las disensiones que, por riquezas, hijos y parientes, separan a los hombres.
del modo que hace un momento mencionábamos: "lo mío va bien" o "lo -Es forzoso que se desembaracen de eso.
mío va mal". -Y tampoco por violencias o ultrajes habrá entre ellos razón para que
-Muy cierto. haya pleitos; pues diremos que es digno y justo que un camarada se defien-
-Y a esta convicción y a este modo de hablar lno [464a] dijimos que da de sus camaradas, imponiéndoles la obligación de mantener el cuerpo en
seguía la comunidad de placeres y dolores? buen estado.
-Y lo dijimos correctamente. -Correcto.
-¿Y nuestros ciudadanos no participarán más que en cualquier otro lado -También dicha ley aporta este otro aspecto correcto: [465a) si alguien
de algo en común que denominarán "mío"? Y por participar de esto, ¿no ten­ se enardeciera, una vez satisfecha su ira de semejante modo, menos probable
drán al máximo una comunidad del dolor y de la alegría? será que vaya a parar a querellas mayores.
Pasajes 133

-Sin duda.
- Por lo demás, al hombre más anciano se le prescribirá mandar y castigar
a todos los más jóvenes.
-Claro.
-Y a su vez el más joven, como es natural, no intentará hacer violencia T10 REPÚBLICA V, 472D-474A
al que es mayor, golpeándolo, salvo que se lo ordenen los gobernantes; ni lo
deshonrará, creo, de ningún otro modo; pues son suficientes para impedírselo E L F I L Ó S O FO - R EY Y LA C U E S T I Ó N D E LA P O S I B I L I DAD
dos guardianes, el temor y el respeto; el respeto, que lo aparta de poner la
mano sobre quienes pueden [465b] ser sus padres; y el temor de que vayan
otros en ayuda del afectado, unos como hijos, otros como hermanos, otros
Se trata de uno de los textos más famosos de todos los diálogos
como padres.
-Ha de ocurrir eso, en efecto.
platónicos, pero también es uno de los más difíciles, porque deja sin
-En cualquier caso, los hombres mantendrán la paz entre sí gracias a aclarar la relación entre el concepto platónico de "posibilidad" y la
las leyes. idea de un gobierno filosófico, mismo que se presenta como "condi­
-Una gran paz. ción de posibilidad" de la Ciudad justa.
-Y puesto que entre ellos no hay luchas intestinas, no hay peligro de que (Véase pp. 12, 81 , 82, 1 04)
alguna vez el resto del Estado entre en querella contra ellos o entre sí.
-No, no hay peligro. SócRATES: -¿Piensas, acaso, que un pintor que ha retratado como para­
digma al hombre más hermoso, habiendo traducido en el cuadro todos sus
rasgos adecuadamente, es menos bueno porque no puede demostrar que se­
mejante hombre pueda existir?
GLAucóN: - i Por Zeus que no!
-¿y no diremos que también nosotros hemos producido en palabras un
paradigma del buen Estado? [472e]
-Ciertamente.
-Pues entonces, ¿piensas que nuestras palabras sobre esto no están tan
bien dichas, si no podemos demostrar que es posible fundar un Estado tal
como el que decimos?
-Claro que no.
-Por consiguiente, eso es lo cierto; ahora, si, para complacerte, debo po-
ner celo en demostrar de qué modo y en qué sentido es posible al máximo,
respecto de tal demostración me has de conceder lo mismo.
-¿Qué?
-¿se puede poner en práctica algo tal como se dice? [473a] ¿o no es
acaso que la praxis, por naturaleza, alcanza la verdad menos que las palabras?
Podría parecer que no, pero tú ¿to concedes o no?
-Lo concedo.
-No me obligues, entonces, a que muestre cómo lo que describo con el
discurso debe realizarse en los hechos completamente; pero si llegamos a ser
capaces de descubrir cómo se podría fundar el Estado más próximo [473b] a
Pasajes 135

lo que hemos dicho, debes decir que hemos descubierto lo que demandas: que
tales cosas pueden llegar a existir. ¿No te contentarás si arribamos a eso? Por
mi parte me conformaría.
-Yo también -respondió Glaucón.
-Después de esto, me parece que hemos de intentar indagar y mostrar T l l REPÚBLICA VI I , 5 1 9 B - 5 2 1 B
qué es lo que actualmente se hace mal en los Estados, por lo cual no están
gobernados del modo que el nuestro, y con qué cambios -los mínimos posi­ L A O B LI GA C I Ó N D E G O B E RNAR
bles- llegaría un Estado a este modo de organización política: preferiblemen­
te con un solo cambio, si no con dos, y, si tampoco así, con el menor número
de cambios de menor significación. [473c] Los libros centrales de la República constituyen una respuesta a Tra­
-Completamente de acuerdo.
símaco, el interlocutor de Sócrates en el libro primero, porque esta­
-Con un solo cambio, creo, podría mostrarse que se produce la transfor-
blecen que quienes son los más competentes para gobernar, esto es,
mación, aunque no sea un cambio pequeño ni fácil, pero posible.
-¿Cuál es? los filósofos, son precisamente los que menos quieren hacerlo. Claro
-He arribado a lo que hemos comparado con la más grande ola. Sin em- está que se plantea la pregunta de saber lo que podría incitar a los
bargo, hablaré, aunque, como una ola de carcajadas, me sumerja sin más en filósofos a gobernar, y el texto ofrece una respuesta lógica, aunque
el ridículo y en el desprecio. Examina lo que voy a decir. no exenta de paradoja: tendrán ellos, de un modo u otro, que verse
-Habla. [473d] compelidos a hacerlo.
-A menos que los filósofos reinen en los Estados, o los que ahora son
(Véase pp. 1 9, 51)
llamados reyes y gobernantes filosofen de modo genuino y adecuado, y que
coincidan en una misma persona el poder político y la filosofía, y que se pro­
SócRATES: _¿y no es también probable, e incluso necesario a partir de lo
híba rigurosamente que marchen separadamente por cada uno de estos dos
ya dicho, que ni los hombres sin educación ni experiencia de la verdad puedan
caminos las múltiples naturalezas que actualmente hacen así, no habrá, que­
gobernar [519c] adecuadamente alguna vez el Estado, ni tampoco aquellos a
rido Glaucón, fin de los males para los Estados ni tampoco [473e] , creo, para
los que se permita pasar todo su tiempo en el estudio, los primeros por no
el género humano; tampoco antes de eso se producirá, en la medida de lo
tener a la vista en la vida la única meta a que es necesario apuntar al hacer
posible, ni verá la luz del sol, la organización política que ahora acabamos de
cuanto se hace privada o públicamente, los segundos por no querer actuar,
describir verbalmente. Esto es lo que desde hace rato titubeo en decir, porque
considerándose como si ya en vida estuviesen residiendo en la Isla de los
veía que era un modo de hablar paradójico; y es difícil advertir que no hay
Bienaventurados?
otra manera de ser feliz, tanto en la vida privada como en la pública.
GuucóN: -Verdad.
Glaucón exclamó: -iQué palabras, Sócrates, qué discurso has dejado es­
-Por cierto que es una tarea de nosotros, los fundadores de este Estado,
capar! Después de hablar así, tienes que pensar que se han de echar sobre ti
la de obligar a los hombres de naturaleza mejor dotada a emprender el estudio
muchos hombres nada insignificantes [474a], se quitarán sus mantos, por así
que hemos dicho antes que era el supremo, contemplar el Bien y llevar a cabo
decirlo, y, despojados de éstos, cogerán la primera arma que tengan a mano,
aquel ascenso y, tras haber ascendido [519d] y contemplado suficientemente,
dispuestos a hacer cualquier barbaridad; de modo que, si no te defiendes con
no permitirles lo que ahora se les permite.
tu argumento o esquivas los golpes, verdaderamente expiarás tu falta convir­
-¿A qué te refieres?
tiéndote en objeto de burla.
-Quedarse allí y no estar dispuestos a descender junto a aquellos prisio-
neros, ni participar en sus trabajos y recompensas, sean éstas insignificantes
o valiosas.
-Pero entonces -dijo Glaucón- ¿seremos injustos con ellos y les hare­
mos vivir mal cuando pueden hacerlo mejor?
Pasajes 137 138 André Laks

-Te olvidas nuevamente, amigo mío, que nuestra [519e] ley no atiende -Así es, amigo mío: si has hallado para los que van a gobernar un modo
a que una sola clase lo pase excepcionalmente bien en el Estado, sino que de vida mejor que el gobernar, [521a] podrás contar con un Estado bien go­
se las compone para que esto suceda en todo el Estado, armonizándose los bernado; pues sólo en él gobiernan los que son realmente ricos, no en oro,
ciudadanos por la persuasión o por la fuerza, haciendo que unos a otros se sino en la riqueza que hace la felicidad: una vida virtuosa y sabia. No, en
presten los beneficios que cada uno [520a] sea capaz de prestar a la comu­ cambio, donde los pordioseros y necesitados de bienes privados marchan so­
nidad. Porque si se forja a tales hombres en el Estado, no es para permitir bre los asuntos públicos, convencidos de que allí han de apoderarse del bien;
que cada uno se vuelva hacia donde le da la gana, sino para utilizarlos para pues cuando el gobierno se convierte en objeto de disputas, semejante guerra
la consolidación del Estado. doméstica e intestina acaba con ellos y con el resto del Estado.
-Es verdad; lo había olvidado, en efecto. -No hay cosa más cierta.
-Observa ahora, Glaucón, que no seremos injustos con los filósofos que _¿y sabes acaso de algún otro modo de vida, que [521b] el de la verda­
han surgido entre nosotros, sino que les hablaremos en justicia, al forzarlos dera filosofía, que lleve a despreciar el mando político?
a ocuparse [520b] y cuidar de los demás. Les diremos, en efecto, que es na­ -No, por Zeus.
tural que los que han llegado a ser filósofos en otros Estados no participen -Es necesario entonces que no tengan acceso al gobierno los que están
en los trabajos de éstos, porque se han criado por sí solos, al margen de la enamorados de éste; si no, habrá adversarios que los combatan.
voluntad del régimen político respectivo; y aquel que se ha criado solo y -Sin duda.
sin deber alimento a nadie, en buena justicia no tiene por qué poner celo -En tal caso, ¿impondrás la vigilancia del Estado a otros que a quienes,
en compensar su crianza a nadie. "Pero a vosotros os hemos formado tanto además de ser los más inteligentes en lo que concierne al gobierno del Estado,
para vosotros mismos como para el resto del Estado, para ser conductores y prefieren otros honores y un modo de vida mejor que el del gobernante del
reyes de los enjambres, os hemos educado mejor y más completamente que Estado?
a los otros, y más [520c] capaces de participar tanto en la filosofía como en -No, a ningún otro.
la política. Cada uno a su turno, por consiguiente, debéis descender hacia la
morada común de los demás y habituaros a contemplar las tinieblas; pues,
una vez habituados, veréis mil veces mejor las cosas de allí y conoceréis
cada una de las imágenes y de qué son imágenes, ya que vosotros habréis
visto antes la verdad en lo que concierne a las cosas bellas, justas y buenas.
Y así el Estado habitará en la vigilia para nosotros y para vosotros, no en el
sueño, como pasa actualmente en la mayoría de los Estados, donde compiten
entre sí como [520d] entre sombras y disputan en torno al gobierno, como
si fuera algo de gran valor. Pero lo cierto es que el Estado en el que menos
anhelan gobernar quienes han de hacerlo es forzosamente el mejor y el más
alejado de disensiones, y lo contrario cabe decir del que tenga los gobernan­
tes contrarios a esto.·
-Es muy cierto.
_¿y piensas que los que hemos formado, al oír esto, se negarán y no estarán
dispuestos a compartir los trabajos del Estado, cada uno en su turno, quedán­
dose a residir la mayor parte del tiempo unos con otros en el ámbito de lo puro?
-Imposible, pues estamos ordenando a los justos [52oe] cosas justas.
Pero además cada uno ha de gobernar por una imposición, al revés de lo que
sucede a los que gobiernan ahora en cada Estado.
140 André Laks

-Si así fuera, sería ella la más fácil de todas las artes. Porque sabemos
que de entre mil hombres jamás podría darse tal número de jugadores exi­
mios de tablas reales, comparados con los de otras partes de Grecia, y mucho
menos semejante cantidad de reyes. Así pues, a quien posee la ciencia real,
T l 2 POLÍTICO , 2 9 2 D - 2 9 3 E ejerza el gobierno o no lo [293a] ejerza, en todos los casos, conforme al ante­
rior argumento, debe llamársele "real".
MONARQUÍA, SABE R Y VIOLENCIA -Has hecho bien en recordarlo. Y, como consecuencia de esto, creo yo, el
recto gobierno debemos buscarlo en uno, en dos o en un número muy reduci­
do de personas, en el caso de que se realice un gobierno recto.
E n e l Político, quien conduce e l diálogo n o e s Sócrates sino, como -Así es.
-Estos hombres, gobiernen con la aceptación voluntaria de sus súbditos
es el caso en el Sofista, un diálogo que es la continuación de éste,
o sin ella, según códigos escritos o sin ellos, sean ricos o pobres, debemos
un Extranjero anónimo proveniente de Elea, y quien conversa con
considerar -tal como poco antes pensábamos- que ejercen su gobierno, cual­
otro Sócrates a quien se da el apodo de El Joven para distinguir del quiera que sea, conforme a un arte. Otro tanto ocurre [293b] en el caso de los
primero. El criterio para la capacidad de gobernar consiste en un médicos: que nos curen con nuestro asentimiento o sin él, cortando, queman­
cierto tipo de saber que solamente un número reducido de personas do o provocándonos algún otro sufrimiento, lo hagan según un código escrito
puede llegar a tener: desde este punto de vista, el Político no se o prescindiendo de él, sean pobres o ricos, en ningún caso vamos a dejar de
distingue de la República, y en aquél, el "monarca " desempeña un llamarlos "médicos", siempre que sus prescripciones respondan a un arte y,
al purgarnos o reducir de algún otro modo nuestro peso o bien aumentarlo,
papel análogo al que tenía el filósofo rey en este último diálogo. Sin
lo hagan para bien de nuestro cuerpo, mejoren su estado y salven con sus
embargo, el Político se diferencia de la República porque plantea tratamientos a los pacientes a su cuidado. De este modo, en mi opinión, y
explícitamente la cuestión de saber cómo las medidas dictadas por no de otro, podemos [293c] determinar que esta caracterización es la única
la competencia pueden llegar a ser aceptadas por los ciudadanos. recta de la medicina y de cualquier otro tipo de actividad rectora.
En éste y en otros puntos (véase T13, pero también, TJB y T21), le -Perfectamente.
abre el paso a la problemática de las Leyes. -Por necesidad, entonces, de entre los regímenes políticos, al parecer,
es recto por excelencia y el único régimen político que puede serlo aquel en
(Véase p. 37)
el cual sea posible descubrir que quienes gobiernan son en verdad dueños de
una ciencia y no sólo pasan por serlo; sea que gobiernen conforme a leyes o
EXTRANJERO DE ELEA: -Necesariamente, en efecto, lo que debemos exa­
sin leyes, con el consentimiento de los gobernados o por imposición forzada,
minar ahora es en cuál de estos regímenes políticos se halla la ciencia del
sean pobres [293d] o ricos, nada de esto ha de tenerse en cuenta para deter­
gobierno ejercido sobre los hombres, que es casi la más difícil y la más im­
minar ningún tipo de rectitud.
portante de adquirir. Porque es preciso tenerla a la vista para poder advertir a
-Muy bien.
quiénes se debe aislar del rey sensato: a gentes que presumen de ser políticos
y se lo hacen creer a muchos, pero que no lo son en absoluto. -Y si, tal vez, mandan a la muerte o destierran a algunos individuos
para purificar y sanear la ciudad, o si envían aquí o allá colonias como si
JovEN SócRATES: -Sí, es esto lo que debemos hacer, como lo indicó ya
fueran enjambres de abejas para reducir la ciudad o, por el contrario, traen
el argumento.
inmigrantes de algún otro lado para aumentar su volumen, mientras proce­
-GCrees acaso que la muchedumbre de una ciudad [292e] es capaz de
dan con ciencia y justicia para salvarla e introduzcan en lo posible mejoras,
procurarse esta ciencia?
debemos decir, ateniéndonos a tales rasgos, que es este régimen político el
-GCómo podría?
único [293e] recto. En cuanto a todos los demás de los que hablamos, debe
-GY es posible que, en una ciudad de mil hombres, unos cien -o, tal vez,
cincuenta- pudieran procurársela suficientemente?
Pasajes 141 144 André Laks

decirse que no son legítimos y que, en realidad, no son regímenes políticos, -Cierto, sin duda. Pues Gcómo, Sócrates, podría [295b] haber alguien
sino que imitan a éste; unos, aquellos que decimos que están regidos por capaz de pasarse la vida sentado j unto a cada individuo para poder así or­
buenas leyes, lo imitan del mejor modo; los otros, en cambio, de la peor denarle con exactitud lo que le conviene? Porque, si existiese alguien capaz
manera. de tal cosa -según creo-, uno cualquiera de los que poseen en verdad la
ciencia real, difícilmente se pondría trabas a sí mismo escribiendo eso que
llamamos leyes.
-Tal resulta al menos, de lo que ahora se dijo, Extranjero.
-Sí, pero más aún, querido mío, de lo que todavía está por decir.
-lDe qué?
-De lo siguiente: supongamos, por ejemplo, el [295c] caso de un médico,
o también de un maestro de gimnasia, que está por ausentarse y permanecerá
lejos de sus pacientes -o al menos eso piensa- por largo tiempo; si supone
que sus discípulos o pacientes no recordarán sus prescripciones, Gno querría
dejarles indicaciones por escrito? ¿o no lo crees?
-Así es.
-Pero ¿qué ocurriría si regresase al cabo de una ausencia más breve de
la prevista? lNo crees que se animaría a sustituir por otras aquellas indica­
ciones que había dejado por escrito, si se hubiera dado una condición más
favorable en los enfermos, causada por los vientos [295d] o por cualquier
otro fenómeno procedente de Zeus, que, contra toda expectativa, se hubie­
ra producido de un modo diferente del habitual? ¿o bien sostendría a pies
juntillas que no se deben transgredir las antiguas normas ni impartir otras
indicaciones y que el enfermo no puede atreverse a actuar contra la letra
escrita, todo ello en la convicción de que sólo eso es lo medicinal y saludable
y lo que se da, en cambio, de otro modo, es nocivo y ajeno al arte? ¿o bien
todo proceder semejante en el ámbito de la ciencia o del arte verdaderos no
acarrearía, en todos los casos, [295e] el más grande ridículo sobre tal modo
de legislar?
-Enteramente, por cierto.
-Tomemos ahora el caso de quien haya instituido leyes, por escrito o sin
escribir, sobre lo justo y lo injusto, lo bello y lo feo, lo bueno y lo malo, para
los rebaños humanos que, repartidos en ciudades, pacen según las leyes de
quienes las han escrito; si regresase quien las ha escrito con arte o algún otro
semejante, Gno le seria lícito sustituir esas normas por otras diferentes? (296a]
¿o tal prohibición no seria tan ridicula como aquella otra?
-lY cómo no?
André Laks

o de algún hombre divino que conoce estas cosas, tras hacerlo su ley, (645c]
debe tratar consigo misma y con las otras ciudades. Así también tendríamos
la virtud y el vicio más claramente distinguidos. Una vez aclarado esto, serán
quizá también más claras la educación y las otras instituciones y, en particu­
T14 LEYES I , 6440-645c lar, Jo concerniente a las prácticas con el vino, lo que hubiera parecido ser
una extensión inusualmente larga de discursos acerca de algo sin importancia,
E L S E R H UMANO podría ser que se mostrara no completamente indigno de la extensión.
E S COMO UNA M A R I O N ETA D IVINA CuNIAS: -Dices bien.

En las Leyes , un diálogo que supuestamente tiene lugar en Creta,


el Extra njero de Atenas conduce la conversación y explica el sen­
tido de la expresión "vencerse a sí m ismo", una manera común de
describir la virtud de la templanza (cf T6); lo hace recurriendo a
la famosa imagen de la marioneta, la cual resume la antropología
de las Leyes .
(Véase pp. 71, 86, 97)

EXTRANJERO DE ATENAS: -Acerca de esto pensemos de la siguiente mane­


ra. Pensemos que cada uno de nosotros, los seres vivientes, es una marioneta
divina, ya sea que haya sido construida como un juguete de los dioses o por
alguna razón seria. [644e] Pues esto, por cierto, no lo sabemos, pero sí sabe­
mos que estas pasiones interiores nos arrastran como si fueran unos tendones
o cuerdas y que, al ser contrarias unas a otras nos empujan a acciones con­
trarias, en las que quedan definidas la virtud y el vicio. El argumento afirma
que cada uno, asistiendo a uno de los impulsos siempre sin desertar de él en
absoluto, debe oponerse a los otros tendones, que ésta es la conducción áurea
y sagrada del razonamiento, llamada (645a] la ley común del Estado, que las
otras cuerdas son duras y de hierro, mientras que ésta es débil, puesto que es
de oro, en tanto que las otras poseen las más variadas formas. Afirma también
que debemos siempre ayudar a la bellísima conducción de la ley. Puesto que el
razonamiento es bello, suave y no violento, la conducción necesita asistentes
para él, para que se imponga en nosotros la raza áurea sobre las otras razas.
De esta manera, quedaría a salvo la leyenda (645b] de la virtud que habla
como si nosotros fuéramos marionetas y, en cierta medida, se haría más pa­
tente lo que significa ser mejor o peor que sí mismo y que, tanto en el caso
de la ciudad como en el del individuo, éste debe vivir adoptando en sí mismo
este razonamiento verdadero acerca de estos impulsos y obedeciéndolo, mien­
tras que la ciudad, ya sea que haya recibido el razonamiento de algún dios
André Laks

cia, la injusticia. ¿Qué queremos decir pues? GPor ventura, lo siguiente: que
no existe, queridos amigos, un alma de mortal que, joven y con poder ilimita­
do, vaya a poder detentar alguna vez la más alta autoridad entre los hombres
[691d] de modo tal que, sin colmar su propia inteligencia de la más grande
T15 L E YES I I I , 6 9 lA- 6 9 2 c enfermedad, la necedad, no se haga acreedora del odio de sus más cercanos
amigos, el que, una vez surgido, la destruye rápidamente y hace desaparecer
E L P O D E R D E B E S E R L I M ITADO todo su poder? Contra esto, pues, deben tomar precauciones aquellos grandes
legisladores que conozcan la justa medida.

En el libro III de las Leyes, Platón encuentra en acontecimientos que


han marcado la historia griega materia para lecciones de filosofia
política (véase también T1 6). En este pasaje, la decadencia de Es­
parta que tuvo lugar después de un periodo de gloria, se atribuye a
la pérdida del equilibrio de los poderes, a favor de un autoritarismo
despótico (cf T28).
(Véase pp. 65, 76, 77)

EXTRANJERO DE ATENAS: -iNo es evidente que los reyes de entonces fue­


ron los primeros que infringieron las leyes vigentes y no acordaron con ellos
mismos en lo que habían proclamado con la palabra y el juramento, sino que
la discordancia -que, como dijimos nosotros, es la mayor ignorancia, aunque
parezca sabiduria- destruyó todo, a causa del error y la profunda incultura?
MEGILO: -En todo caso lo parece.
-Ya. iCon qué medidas el legislador debería haber [691b] tomado en­
tonces precauciones contra el surgimiento de este fenómeno? Por los dioses,
no es de sabios reconocer esto ahora ni tampoco es difícil decirlo, pero si
hubiera sido posible preverlo en aquel momento, iel que lo hubiera previsto
no habría sido más sabio que nosotros?
-GA qué te refieres?
-Megilo, es posible que el que observe ahora lo que sucedió entre voso-
tros se dé cuenta y, una vez que uno ha reconocido la causa, es fácil decir lo
que tendría que haber pasado entonces.
-Sé todavía más claro.
-Lo más claro entonces sería lo siguiente.
-GQué?
-Siempre que, desatendiendo a la mesura, se dé [691c] una fuerza dema-
siado grande a los demasiado pequeños -velas a los navíos, alimento a los
cuerpos y autoridad a las almas- todo zowbra y, llenándose de insolencia,
unas cosas se precipitan en la enfermedad; otras, en el vástago de la insolen-
150 André Laks

tumulto. Más tarde, cuando pasó el tiempo, los poetas, aunque naturalmente
dotados para la poesía, se convirtieron en los iniciadores de la ilegalidad contra
el arte. Ignorantes de la justicia y la legalidad de la Musa, en éxtasis y presas
del placer más de lo debido, mezclaron trenos con himnos, [7ooe] peanes con
T 1 6 LEYES I I I , 7 0 0A-70 1 B ditirambos e imitaron las canciones para flautas con las que eran para cítara,
uniendo todo con todo, porque sin querer, por necedad musical, pretendieron
D E L B U E N O R D E N M U S I CA L A L A " T EA T RO C RA C I A " falsamente que la música no tiene ningún tipo de corrección, sino que la forma
más correcta de juzgar es el placer del que la goza, sea éste alguien mejor o
peor. Al hacer composiciones de ese jaez y proclamar al mismo tiempo teorías
por el estilo, instauraron en la plebe la ilegalidad respecto de la [701a] música
Contrariamente al caso de Esparta (cf T15), la decadencia de Ate­ y ia osadía de creerse capaces de juzgar. De donde los teatros de silenciosos se
nas se atribuye a un exceso de libertad, el cual, a los ojos de Platón, volvieron clamorosos, como si conocieran lo bello y lo que no lo es en las artes
empieza en el ámbito de la música y del teatro y se propaga al ám­ y una teatrocracia malvada suplantó en la música a la aristocracia. En efecto,
bito político, bajo la forma de una democracia anárquica. si hubiera surgido una democracia de hombres libres sólo en la música, lo su­
(Véase p. 89) cedido no habría sido en absoluto terrible, pero, entre nosotros, el que todos
se creyeran expertos en todo y la ilegalidad comenzaron en realidad a partir
de la música y siguió la libertad, pues perdieron el temor, como si supieran, y
MEGILO: -Dices bien. Intenta indicarnos de una manera todavía más cla­
la carencia de temor engendró la desvergüenza. Pues el no temer por osadía la
ra lo que acabas de decir.
opinión del mejor [701b] es prácticamente la desvergüenza malvada, producida
EXTRANJERO DE ATENAS: -Así será. En la época de las antiguas leyes,
por una cierta libertad demasiado osada.
amigos, nuestro pueblo, en algunos ámbitos, no era amo y señor, sino que era,
-Tienes toda la razón.
de una cierta forma, esclavo de las leyes por propia voluntad.
-A continuación de esta libertad surgiría la de no querer servir a los
-¿A qué leyes te refieres?
magistrados y, siguiendo a ésta, la de evitar el servicio y la amonestación del
-En primer lugar, a las que entonces regulaban la música, para que ex-
padre, la madre y los mayores, y cuando están cerca del final, la de intentar no
pongamos desde el comienzo el progreso excesivo de la forma de vida libre.
ser obedientes a las leyes. Ya en el final mismo, la de no [701c] preocuparse ni
En efecto, entre nosotros, la música se encontraba entonces dividida en [700b]
de los juramentos y garantías ni en absoluto de los dioses, cuando muestran e
ciertos géneros y estilos. Una clase de canciones eran las plegarias a los dioses
imitan la llamada antigua índole titánica. Una vez que retornan a ese estado,
que llevaban el nombre de himnos. Había otro tipo de cantos contrario a ésta
llevan una vida dura y jamás cesan sus males.
-se les hubiera podido dar muy bien el nombre de trenos, otra eran los peanes
y otra, alabanza de Dioniso, creo, llamada ditirambo-. Los "nomos", utiliza­
ban esa misma palabra, constituían como otra especie de clase. Y les agregaban
"acompañados de cítara". Como éstas y también algunas otras clases se encon­
traban así ordenadas y distinguidas, [700c] no era posible utilizar mal un tipo
de melodía para un género que no fuera el suyo. La autoridad spPrema en estos
asuntos era entendida y con su conocimiento juzgaba y también castigaba al
que no obedecía. No había siringa ni gritos incultos de la masa, como ahora,
ni aplausos para dar el apoyo, sino que estaba establecido que los que habían
completado su educación escucharan en silencio hasta el final, mientras que
los niños, sus ayos y la mayoría de la plebe tenían la admonición del bastón
que imponía orden. La [700d] multitud de los ciudadanos quería que se la
gobernara en estos asuntos con ese orden y no osaba juzgar por medio del
152 André Laks

-Lo siguiente: "Dadme la ciudad tiranizada -dirá-. Que sea un tirano


joven, memorioso, con facilidad para el aprendizaje, valiente y magnánimo
por naturaleza. Lo que anteriormente decíamos que debe seguir a todas las
partes [710a] de la virtud también tiene que acompañar ahora al alma del
T 1 7 LEYES IV, 7 0 9 C - 7 1 2 B tirano, si han de ser de algún provecho las restantes cualidades que posee."
-Me parece que el Extranjero dice que la templanza, Megilo, debe ser la
E L B U E N T I RANO que acompaña, ¿es cierto?
-La popular, al menos, Clinias, y no aquella a la que uno podría referirse
con loas, cuando obliga a la templanza a ser inteligencia, sino lo que sin más
florece naturalmente en los niños y los animales, que unos son desmesurados
La legislación constituye una suerte de saber técnico que requiere un
en sus placeres; otros, mesurados. Lo que decíamos [710b] que no es digno de
cierto número de condiciones para poder ejercerse correctamente. mención si se encuentra solo y aislado de los otros muchos bienes nombrados.
Una de ellas es que se trate de un poder capaz de imponerse. De Habéis captado lo que digo, pienso.
ahí la idea de una tiranía que estaría al servicio del bien, idea sin -Totalmente.
duda alguna paradójica, si se toma en cuenta la crítica platónica de -Por tanto, tenga el tirano esta índole junto a aquellas cualidades, si una
la tiranía que encontramos tanto en la República como en las Leyes ciudad va a alcanzar de la manera más rápida y mejor posible un sistema
político con el que, tras adoptarlo, vaya a vivir en la felicidad suma. No existe
(cf T23 y T28).
ni nunca podría llegar a existir una forma más rápida ni mejor que ésta de
(Véase pp. 12, 68)
establecer el régimen político.
-¿cómo y con qué argumento, Extranjero, si alguien [710c] sostuviera
EXTRANJERO DE ATENAS: -En consecuencia, también sucede así con el res­
esto, podría convencerse a sí mismo de que habla correctamente?
to, por la misma razón, y en especial debernos atribuirle eso mismo a la legisla­
-Fácil es comprender esto, Clinias, ya que es así por naturaleza.
ción, que, cuando se den todas las otras cosas de las que debe estar dotada una
-¿Cómo dices? ¿si surgiera un tirano, sostienes, joven, prudente, capaz
región por el azar, si alguna vez ha de ser habitada felizmente, también necesita
de aprender fácilmente, memorioso, valiente, magnánimo?
la tal ciudad que le sobrevenga un legislador que se guíe por la verdad.
-Afortunado, agrega, no en otro sentido, sino en que en su época llegue
CLINIAS: -Dices algo muy cierto.
a haber un legislador digno de alabanza y un azar que los reúna. Si se da
-Por tanto, ¿e) que poseyera el arte para cada una [709d] de las cosas
esto, dios ha hecho, [710d] me atrevería a decir, todo lo que concede cuando
mencionadas no sería también capaz de pedir correctamente a los dioses, qué
quiere que una ciudad se encuentre especialmente bien. Lo segundo se pro­
condiciones deben dársele para necesitar además sólo su arte?
duce, siempre que surgen, digamos, dos gobernantes con esas características
-Sin duda.
y, además, lo tercero es proporcionalmente tanto más difícil cuanto son más
-Y todos los otros recién mencionados, si se les pidiera que dijeran el
los que gobiernan, pero en la medida en que tiene lugar lo contrario, resulta
contenido de su plegaria, lo harían, ¿o no?
contrariamente.
-Efectivamente.
-De la tiranía, dices, podría surgir la mejor ciudad, así parece, con la
-Lo mismo haría también el legislador, creo.
colaboración, por cierto, de un legislador excelente y un tirano moderado,
-Yo, al menos, lo creo.
y que se · podría cambiar de la manera más fácil y rápida de ese sistema al
-"Vamos, legislador -digárnosle-, ¿qué debernos [709e] darte y cómo
otro; en segundo [710e] lugar, de la oligarquía -¿o a qué te refieres?- y, en
debe ser la ciudad para que la recibas y, de ahí en adelante, puedas adminis­
tercero, de la democracia.
trarla bien tú mismo?"
-En absoluto, sino primero de la tiranía, segundo, de la constitución rno·
-¿Qué es correcto decir después de esto?
nárquica, tercero de un cierto tipo de democracia. Lo cuarto, la oligarquía,
-¿Decirnos lo que corresponde al legislador, o no?
-Sí.
Pasajes 1 53 1 54 André Laks

sería lo que con más dificultad podría aceptar el nacimiento de un orden es más, llega a nacer un hombre semejante o lo es ahora alguno de nosotros,
semejante, pues en ella se da el mayor número de poderosos. Decimos que él vive feliz y felices son los que obedecen las palabras que salen de la boca
estas cosas suceden cuando surge providencialmente un auténtico legislador y del prudente. De la misma manera, también puede hacerse el mismo razona­
comparte el poder con los más poderosos en la ciudad. Donde este elemento miento [712a] acerca de todo tipo de poder: que cuando, en un ser humano, el
es más [711a] pequeño en número, pero más fuerte, como en la tiranía, en ese poder más alto coincide con la inteligencia y la prudencia, se produce enton­
momento y lugar, el cambio suele darse con rapidez y facilidad. ces el nacimiento del mejor orden de gobierno y de las leyes correspondientes,
-GCómo? Pues no entendemos. pero que no ocurre nunca de otra manera. Hagamos como si un oráculo nos
-Y, sin embargo, lo tenemos dicho no una vez sino muchas, creo. Pero hubiera contado una leyenda que demuestra que, en un sentido, es difícil que
vosotros quizá ni siquiera habéis visto una ciudad gobernada por un tirano. una ciudad llegue a tener un buen orden político y legal, pero que, en otro,
-Ni tampoco estoy deseoso del espectáculo, yo al menos. si realmente llegara a darse lo que decimos, sería por mucho lo más rápido y
-[711b] Y sin embargo, podrías ver en ella lo que acabo de decir. lo más fácil de todo.
-GQué? -tCómo?
-Un tirano, cuando quiere cambiar las costumbres de la ciudad, no ne- -Adecuemos la historia a tu ciudad y, como niños [712b] ancianos, haga-
cesita en absoluto esforzarse y ni siquiera le hace falta mucho tiempo, sino mos la prueba de plasmar sus leyes con la palabra.
que basta con que emprenda él primero el camino por donde quisiere que -Manos a la obra, pues, y no vacilemos más.
fueran los otros -ya sea que quiera volver a los ciudadanos a los usos de la
virtud o a lo contrario- y esboce en primer lugar con su conducta todo lo que
pretende, alabando y honrando unas conductas, mientras critica las otras y
hasta condena al deshonor [711c] al que no obedece según la importancia de
cada una de las acciones.
-GY qué nos hace pensar que los restantes ciudadanos seguirán rápida­
mente al que posee un poder de persuasión y, al mismo tiempo, una fuerza
de coacción semejantes?
-Que nadie os convenza, amigos, de que alguna vez podrían cambiar las
leyes una ciudad de una manera más rápida y más fácil que con la guía de
los poderosos, ni de que sucede eso ahora de otra manera o de que sucederá
nunca en el porvenir. En efectó, pues, en nuestra opinión, no [711d] es im­
posible ese cambio y ni siquiera sería difícil, en c¡i.so de que se diera. Mas lo
difícil es que suceda, y, sin duda, en mucho tiempo se ha dado raramente;
pero cuando eso ocurre, produce en la ciudad en la que pasa todos sus innu­
merables bienes.
-A qué te refieres?
-A cuando un amor divino de las prácticas prudentes y justas surge en
algunas grandes dinastías, ya sea cuando tienen el poder según el sistema
monárquico, o se [711e] distinguen por la superioridad de sus riquezas o de su
estirpe, o si alguno vuelve a producir acaso alguna vez la naturaleza de Néstor,
del que se dice que tenía una capacidad oratoria superior a todos los hombres,
pero que se distinguía aún más por su prudencia. Esto pasó, así dicen, en la
época de Troya, pero en la nuestra, en absoluto. Mas si ya nació realmente o,
156 André Laks

llamada de la época de Cronos y administrar nuestras moradas y ciudades en


público y [714a] en privado, denominando ley a la distribución que realice el
intelecto. Pero si un hombre solo -o podría tratarse también de una oligarquía
o incluso de una democracia- con un alma que busca los ansiados placeres y
T18 LEYES IV, 7 1 3 C - 7 1 5 E necesitada de llenarse de ellos y que no retiene nada sino que es mantenida
por una enfermedad infinita e inagotable, llega a gobernar la ciudad o a un
E L G O B I E RNO E N L A E RA D E C R O N O S individuo, pisoteando tal hombre las leyes, lo que decíamos hace un momen­
Y E L I M PERIO D E LA LEY to, no habrá manera de salvarse. Debemos analizar este relato, Clinias, si le
hemos de [714b] obedecer o qué haremos.
CuN1AS: -Quizá sea necesario obedecer.
-lSabes, pues, que algunos dicen que hay tantas clases de leyes como
Con l a finalidad d e definir d e manera más precisa l a naturaleza de
sistemas políticos? Ahora bien, acabamos de exponer todos los sistemas po­
la constitución propuesta por las Leyes , misma que no ha de con­
líticos que reconoce la mayoría. No creas que la discusión actual es acerca
fundirse con ninguna de las que existen, y de darle un nombre, el de un punto sin importancia, por el contrario, se trata de lo más impor­
Ateniense toma como referencia el mito, ya presente en el Político, tante. En efecto, tenemos aquí, puesto nuevamente en cuestión, a lo justo e
pero en otra versión (268d-274d), según el cual la historia de la injusto hacia lo que hay que apuntar. Pues dicen que las leyes no apuntan
Humanidad habría conocido un periodo de felicidad bajo el reino ni a la guerra ni a la [714c] virtud total, sino que el orden politico que está
de Cronos que los hombres de hoy, quienes uiuen bajo el reino de eventualmente instituido mira a lo que le conviene, con el fin de gobernar
siempre y que no lo destruyan, y que la mejor definición de lo j usto por
Zeus, han de imitar.
naturaleza se da así.
(Véase pp. 38, 68, 76, 77, 78, 85)
-lCómo?
-Lo que es útil al más fuerte.
EXTRANJERO DE ATENAS: -La tradición nos ha transmitido una leyenda
-Habla más claro.
de la vida feliz de los hombres de aquel entonces, que lo poseían todo en
-De la siguiente manera. No hay duda de que el que detenta el poder,
abundancia y de manera espontánea. Se dice que la causa de esto era que Cro­
dicen, promulga en cada caso las leyes en el Estado. lO no?
nos, conociendo, como ya lo tenemos expuesto, que el ser humano es incapaz
-Dices la verdad.
de no llenarse de insolencia e injusticia si administra todas sus cosas siendo
-[714d] lNo crees acaso, dicen, que si alguna vez se impone el pueblo o
su propio amo, colocó -cuando reflexionó sobre esto- como reyes y gober­
algún otro sistema, o incluso un tirano, de buen grado promulgará las leyes
nantes de [713d] nuestras ciudades, no a seres humanos, sino seres de una
poniendo en su punto de mira en primer lugar no otra cosa sino aquello que
estirpe más divina y mejor, espíritus, tal como hacemos ahora nosotros con
le sea útil para permanecer en el poder?
el ganado y todos aquellos animales de los que hay manadas domesticadas.
-lPues cómo podría actuar?
No hacemos que los bueyes gobiernen a los bueyes ni las cabras a las cabras,
-lY al que eventualmente infringiera la legislación, no lo castigará el que
sino que somos sus amos nosotros, una raza superior a ellos. De la misma
legisló como si hubiera cometido injusticia y llamará a sus normas justicia?
manera, el dios, como también amaba a los hombres, nos hizo presidir por
-Así parece, al menos.
una raza superior, la de los espíritus, la que con mucha facilidad para ellos
-Por tanto, esas normas contendrían siempre, así y de esa manera, lo
y mucha para nosotros, [713e] se ocupaba de nosotros y, al proporcionarnos
justo.
paz, pudor, obediencia y abundancia de justicia, hizo a las razas humanas ab­
-En todo caso es lo que sostiene este argumento. [714e]
solutamente libres de discordia y felices. Este relato también sostiene ahora,
-En efecto, éste es uno de aquellos títulos de mando.
con verdad, que las ciudades a las que no gobernare un dios, sino un mortal,
-lDe qué títulos?
no se librarán de los males ni de las penurias. Cree que debemos obedecer a
aquello que hay de inmortal en nosotros, imitar por todos los medios la vida
Pasajes 157

-De aquellos que antes considerábamos, quiénes deben regir a quiénes.


Y nos parecía que los progenitores debían mandar a la progenie, los más vie­
jos a los más jóvenes, los nobles a los villanos, y había muchos otros, si [715a]
recuerdas, y unos se oponían a otros. En particular, uno de ellos era éste y
decíamos, creo, que Píndaro reverencia a lo más violento, haciendo justicia T l 9 L E YES I V , 7 1 8 A - 7 2 3 D
según la naturaleza, como se nos cuenta que dice.
-Si, esto era lo que se dijo entonces. P E R S UA S I Ó N Y COAC C I Ó N
-Mira a cuál de las dos partes debemos entregar nuestra ciudad, pues
una cosa semejante sucedió ya innumerables veces en algunas ciudades.
-lQué?
-Cuando se lucha por el poder, los que vencen se apropian hasta tal pun-
E l Ateniense imaginó e l discurso que e l legislador d e la nueva co­
to de las cosas en la ciudad que no dejan participar en nada del gobierno a lonia cretense dirigiría a los nuevos ciudadanos. Al reflexionar so­
los vencidos, ni a ellos ni a sus descendientes, sino que viven vigilándose bre la naturaleza de las palabras que pronunciaría, el legislador
unos a otros, para que nunca llegue al gobierno alguien y subvierta el orden, formula su concepción de preámbulo legislativo, el cual desarrolla
recordando los males pasados. Nosotros decimos ahora que éstos, sin duda, mediante una analogía médica (cf Tl).
no son sistemas políticos, ni leyes correctas las que no se legislan por lo que (Véase pp. 55, 56, 57, 68, 71)
es común a toda la ciudad, sino que son leyes que se promulgan para favo­
recer a individuos particulares. Afirmamos que éstos son facciosos, pero no
EXTRANJERO DE ATENAS: -" ... Si cada uno de nosotros hiciera esto y viviera
ciudadanos, y que lo que ellos llaman justo en vano lleva tal nombre. Decimos
de acuerdo con estos principios, obtendríamos lo que merecemos de los dioses
esto para no conceder las magistraturas de tu ciudad porque alguien sea rico,
y de los más poderosos que nosotros, pasando la mayor parte de vuestra vida
ni porque posea ninguna otra cosa semejante, fuerza, grandeza corporal o
entre buenas esperanzas." En lo que atañe a los deberes para con los [718b]
pertenezca a alguna familia [715c] noble, sino que el que fuere más obediente
hijos, parientes, amigos y ciudadanos y en los servicios a los extranjeros por
a las leyes vigentes y obtuviere esta victoria en la ciudad, a éste decimos que
mandato divino y las relaciones con todos éstos, a través de cuyo cumplimien­
hay que darle en primer lugar el servicio a los dioses más importante. En
to debe el ciudadano alegrar y ordenar su vida según la ley, la exposición de
segundo lugar, al que alcance el segundo puesto y así proporcionalmente hay
las leyes, convenciendo en unos casos y, en otros, aplicando un castigo violen­
que darle cada una de las magistraturas que vienen después a los siguientes.
to a los caracteres que no se plieguen a la persuasión, hará bienaventurada
En absoluto llamé ahora a los denominados magistrados servidores de las
y feliz a nuestra ciudad, si los dioses también lo quieren. Me parece que
leyes por un afán de acuñar nombres nuevos, [715d] sino porque pienso que
un legislador, que piense como yo, debe ofrecerse a sí mismo y a aquellos
la conservación de la ciudad y lo contrario se encuentra en esto más que en
para los que ha de legislar una muestra de lo que es necesario y preciso que
cualquier otra cosa. En efecto, en la que la ley esté eventualmente dominada
diga, aunque no se adecue a ser dicho en forma de ley, después expondrá
y no tenga poder, veo su ya pronta destrucción. Pero en aquella en la que
todos los puntos restantes y, a [718c] continuación, tiene que comenzar con
la ley fuere amo de los gobernantes y los gobernantes esclavos de las leyes,
la promulgación de las leyes. iPero cuál es la mejor forma para dictar tales
contemplo la salvación y que llega a tener todos los bienes que los dioses
normas? No es nada fácil decirlo, comprendiéndolas en una idea general, pero
conceden a las ciudades.
abordémoslas de la siguiente manera, quizá podamos obtener algún resultado
-Sí, por Zeus, Extranjero; pues ves con agudeza, de acuerdo con tu edad.
firme acerca de ellas.
-En efecto, en la juventud es cuando un hombre ve [715e] todo eso más
-Di cuál.
borrosamente, mientras que la vejez es la edad en que lo distingue con la
-Quisiera que nuestros ciudadanos fueran los más obedientes en lo que a
máxima nitidez.
la virtud atañe y es evidente que en toda la legislación el legislador intentará
-Totalmente cierto.
llevar a cabo eso.
-GCómo no lo iba a hacer? [718d]
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-Me pareció que lo que acabamos de mencionar tiene alguna utilidad, si tú, tras elegir uno, el mesurado, ordenas y alabas a ése sin más. Pero yo, si
no . choca con un alma completamente salvaje, para que lo que el legislador en mi obra hubiera un personaje de una mujer que se distinguiera por su
pueda llegar a recomendar en cada caso se escuche con mayor mansedumbre riqueza y ordenara su entierro, alabaría la ceremonia fúnebre que sobrepasa
y mejor disposición. Por tanto, debemos darnos por muy contentos si al que la [719e] medida. Por el contrario, el personaje de un hombre que fuera avaro
oye lo que dice lo pone en buena disposición y lo hace no mucho más, sino o pobre ensalzaría la que no alcanza la medida, pero si poseyera una fortuna
un poco más capaz de aprender. Pues no se consiguen con facilidad ni son moderada y él mismo fuera moderado, debería elevar loas a los funerales que
abundantes los que estén dispuestos a convertirse en los [ 718e] mejores lo tuvieran las mismas características. Pero tú no debes hablar así como hablaste
más rápidamente posible. La mayoría declara que Hesíodo es un sabio porque ahora cuando dijiste mesurado, sino que tienes que decir qué es lo mesurado y
sostiene que el camino a la maldad es llano y se puede transitar sin sudor, cuánto o percátate de que una definición tuya de tales características todavía
porque es muy corto, pero de la virtud, dice: "enfrente los dioses inmortales no llega a ser una ley."
colocaron el sudor, largo y empinado es el camino a ella, [719a] y escarpado -Tienes toda la razón.
al principio. Pero cuando llegas a la cima, es fácil de soportar, aunque haya -iAcaso aquél al que hemos encargado las leyes no proclamará nada por
sido dificil." el estilo al comienzo de ellas, sino que directamente dirá lo que hay que hacer
-Y parece tener mucha razón. o no y, tras [720a] amenazar con un castigo, se ha de volver a otra ley, sin
-Totalmente. Pero quisiera poner sobre el tapete el efecto que me pro- añadir ninguna advertencia ni persuasión a las normas dictadas?, como un
dujo el argumento precedente. médico, uno acostumbra a tratarnos así, otro, de otro modo -recordemos
-Ponlo. cada manera para pedirle al legislador, como los niños le pedirían al médico
-Digamos lo siguiente al legislador, conversando [719b] con él: "Dinos, que los cure de la forma más suave-. iA qué nos referimos? Hay médicos,
legislador, si en realidad supieras lo que debemos hacer y decir, acaso no es decimos, y asistentes de médicos, aunque también llamamos médicos a és­
evidente que también nos lo dirías?" tos.
-Necesariamente. -[720b] Así es.
-"Sin embargo, ino te escuchamos por ventura hace un momento cuando -Pueden ser libres o también esclavos, estos últimos adquieren el arte
decías que el legislador no debe dejar que los poetas hagan las composiciones siguiendo las órdenes de los amos u observándolos o por experiencia, pero no
que les plazcan? Pues no sabrían qué cosa contraria a las leyes podrían decir sistemáticamente, como la han aprendido los libres y así se la enseñan a sus
y hacer así un daño a la ciudad." alumnos. iPodrías suponer estas dos clases de los llamados médicos?
-Dices de veras la verdad. -En efecto.
-iEstaría bien si le dijéramos lo siguiente en nombre de los poetas? -También tú sabes que, siendo en las ciudades los enfermos esclavos y
-iQué? personas libres, en casi la mayoría de [720c] las ocasiones, son los médicos
-Esto: "Existe, legislador, una antigua leyenda que [719c] nosotros mis- esclavos los que tratan a los esclavos, yendo de ronda casa por casa o perma­
mos siempre repetimos y que también todos los otros creen, que sostiene que neciendo en sus dispensarios. Ninguno de tales médicos da ni admite ninguna
un poeta, cuando se sienta en el trípode de la musa, no es dueño de sí, sino explicación sobre ninguna de las enfermedades de ninguno de los esclavos,
que, como una fuente, de buena gana deja fluir lo que le cae y, dado que su sino que ordena lo que le parece por experiencia, como si supiera exacta­
arte es imitación, se ve obligado a contradecirse muchas veces, porque crea mente, con obstinación, como un tirano, y se marcha, saltando a otro esclavo
en la ficción hombres que están dispuestos contrariamente unos a otros, pero enfermo. Así facilita a su amo el cuidado de sus enfermos. Por el contrario,
no sabe si de lo [719d] que dice es verdadero esto o lo otro. El legislador no el médico libre trata y vigila por lo general [720d] las enfermedades de los
puede hacer eso en la ley -realizar dos afirmaciones sobre un asunto-, sino libres, estudiándolas desde su surgimiento y de acuerdo con su naturaleza.
que su discurso siempre debe decir una única cosa acerca de un tema. Observa Mientras comparte el tratamiento con el enfermo y sus seres queridos, apren­
a partir de lo que acabas de decir. Dados tres funerales, uno que se excede de algo de los pacientes y también, en la medida de lo posible, lo instruye. No
de la medida, otro que no alcanza la medida y un tercero en su justa medida, prescribe nada sin haberlo convencido antes por algún medio y, sólo entonces,
Pasaj es André Laks

cuando lo ha tranquilizado [72oe] por medio de la persuasión lleva a cabo Una vez oído el contenido de esta ley junto al de aquella, puede pensarse
el restablecimiento de su salud. lEs mejor el médico que cura de esta o de en cada caso particular si es necesario [721e] que las leyes dupliquen así su
aquella manera o el entrenador que entrena, llevando a cabo su curación única extensión, como mínimo, por persuadir y amenazar al mismo tiempo, o si han
por medio de los dos procedimientos o realizándola de una sola manera, la de simplificar su extensión, usando sólo la amenaza.
peor y más ruda de las dos? Megilo: -El preferir siempre lo más breve es propio de la forma de ser
-Con mucha diferencia, Extranjero, el método doble. laconia. Sin embargo, si alguien me ordenara que me convirtiera en juez de
-lQuieres que observemos también el procedimiento doble y el simple estas leyes escritas y que determinara cuál de las dos clases querría que se
cuando se produce en los mismos cuerpos legales? me hubieran [722a] establecido por escrito en la ciudad, elegiría las más lar­
-lCómo no voy a querer? gas, y también en toda ley, según este modelo, si hubiera dos tipos, haría la
-Venga, por los dioses, lcuál sería la ley que el legislador dictaría pri- misma elección. Sin embargo, esto no basta, supongo, pues es necesario que
mero? lAcaso no es natural que lo [721a] primero que vaya a ordenar en las lo recién legislado le agrade también a Clinias aquí presente. En efecto, suya
ciudades con sus prescripciones sea el comienzo de la generación? es la ciudad que ahora piensa utilizar tales leyes.
-Pues sí. -Has hablado bien, Megilo.
-lNo es para toda ciudad, por ventura, la mezcla y comunidad de los -Hablar acerca de las muchas o pocas letras es [722b] demasiada simpli-
matrimonios el principio de la generación? cidad -pues, creo, hay que apreciar las mejores leyes, pero no las más breves
-lCómo no? ni su extensión-. En las leyes recién enunciadas la utilidad de un texto es
-Para toda ciudad, por tanto, unas leyes nupciales bien hechas al principio superior al otro no sólo en el doble, sino que, lo que dijimos hace un momento,
parecerían dar una buena base para un desarrollo correcto. la comparación con los dos tipos de médicos, viene muy al caso. Frente a esto,
-Totalmente. ningún legislador parece haber reflexionado nunca acerca de que para legislar
-Digamos primero la ley simple, que quizá podría ser más o menos así... pueden usar dos instrumentos, persuasión y coacción, en la medida [722c] en
[ 721b] Cásense entre los treinta y los treinta y cinco años, y si no, sean casti­ que sea posible aplicarlos a una multitud sin educación. Utilizan sólo uno de
gados con dinero y deshonra; con tanto y tanto dinero y con tal y tal deshonra. los dos. En efecto, legislan sin mezclar la pugna con la convicción, sino que
Que la simple acerca de los casamientos sea una ley de ese tipo y la doble, la usan sólo la coacción pura. Pero yo, queridos amigos, también veo que todavía
siguiente: Entre los treinta y los treinta y cinco años debe contraerse matrimo­ debe surgir una tercera clase de leyes, que ahora no existe en ningún lugar.
nio, pensando que es así como por un cierto instinto la raza humana participa -lA qué te refieres?
de la inmortalidad, la que naturalmente toda persona desea alcanzar por todos -A lo que por la voluntad de algún dios ha nacido de lo que estamos tra-
los medios. Pues el intentar llegar a ser famoso y no yacer [721c] anónimo tando ahora. En efecto, desde el momento en que por la mañana comenzamos
en la tumba después de la muerte es un deseo de algo semejante. La estirpe de a hablar de las leyes, se ha hecho casi el mediodía y nos encontramos en este
los hombres es algo que se desarrolla junto con la totalidad del tiempo, que sitio tan agradable para reposar. Aunque no hemos [722d] conversado sino de
marcha y marchará con él del principio al fin y logra la inmortalidad dejando leyes, me parece que sólo ahora comenzamos a decir leyes, todo lo anterior
tras de sí los hijos de sus hijos, y, siendo la misma y una siempre, participa de eran preámbulos de leyes. lPor qué he dicho esto? Porque quiero indicar que
la inmortalidad por medio de la generación. Quitársela uno mismo por propia de todos los discursos y también de todo de lo que la voz es partícipe hay
voluntad es siempre un acto de impiedad y se despoja premeditadamente el preámbulos y como unos movimientos previos que tienen como una especie
que se desentienda de hijos y de mujer. [721d] El que fuera convencido por de ataque según las reglas del arte útil para lo que se va a ejecutar. En espe­
la ley, se libraría del castigo, pero el que no obedece y, habiendo alcanzado cial, los preludios de los llamados aires en la canción acompañada de cítara y
los treinta y cinco años, no ha contraído matrimonio pague una multa anual de toda música preceden, admirablemente [722e] elaborados, a sus melodías.
de tanto y tanto, para que no parezca que el celibato le procura provecho y Pero nunca nadie enunció un preámbulo de las leyes auténticas, las que deci­
una existencia dulce y, además, no reciba los honores que, en toda ocasión, mos que son políticas, ni publicó uno, en caso de haberlo compuesto, como si
los más jóvenes dispensan en público a los mayores que ellos. eso no fuera natural. Pero la conversación que hemos tenido ahora, tal como
Pasajes André Laks

me parece, indica que lo es y, ciertamente, las leyes que acabo de mencionar -[724a) Por tanto, acerca de los dioses y de los seres que vienen después
que me parecieron dobles no son dobles simplemente de cualquier manera, de los dioses y acerca de los progenitores vivientes y de los ya muertos basta el
sino que son dos, la ley y el preámbulo de la ley. La orden tiránica, que en la preámbulo que hicimos en su momento, tal como decimos ahora. Ahora parece
exposición asemejamos a las órdenes de los médicos que denominamos servi­ que tú me pides que traiga a colación lo que todavía resta del preámbulo.
les, es la ley pura, (723a] mientras que lo dicho antes que ella, lo llamado por -Absolutamente.
el que habla elemento persuasivo, si bien realmente es para convencer, tiene -Bien, a continuación lo propio y lo de mayor interés común es que el
la función de la introducción en el caso de los discursos. Pues para que aquél que habla y los que escuchan, reflexionando sobre lo que los ciudadanos de­
al que el legislador dicta la ley reciba con buena disposición -y por la buena ben esforzarse o dejar de esforzarse en el cuidado de sus almas, cuerpos y
disposición sea más capaz de aprender- lo que de veras es la ley, la orden, me bienes materiales, lleguen, en lo posible, a tomar contacto con la educación
parece que se ha dicho todo ese discurso que el que habla dijo con la finalidad de éstos. Estas cosas, entonces, debemos decir y escuchar a continuación de
de convencer. Por ello, (723b] según mi argumento, se diría con razón que aquéllas.
es eso mismo, preámbulo, pero no cuerpo, de la ley. Una vez sentado esto, -Tienes toda la razón.
Gqué desearía que se dijera a continuación? Lo siguiente: que es necesario
que el legislador ponga a sus leyes un preámbulo, delante de todo el código y
también de cada una de ellas, de esa manera serán mejores que ellas mismas
tanto como se diferenciaron entre sí las dos que acabamos de mencionar.
-Yo, por mi parte, no pediría que el conocedor de estas cosas nos legis­
lara de una manera diferente.
-[723c] Ahora bien, Clinias, creo que tienes razón por lo menos en que hay
preámbulos para todo tipo de ley y que al comenzar todo acto legislativo
hay que colocar delante de cada norma el preámbulo adecuado al cuerpo de la
ley -pues no es de poca importancia lo que se va a decir a continuación y hay
no poca diferencia entre recordarlo clara o no claramente-. Sin embargo, no
tendríamos razón si prescribiéramos que se prologaran de la misma manera
las así llamadas leyes grandes y las pequeñas. En efecto, [723d] no toda can­
ción ni discurso necesita que se haga algo así -aunque es algo natural para
todos, no todos deben usarlo-, sino que hay que confiar siempre tal cosa al
orador, al músico y al legislador.
-Me parece que tienes toda la razón. Pero, Extranjero, no nos entre­
tengamos más en esta vacilación, retornemos al argumento y, si te apetece,
comencemos a partir de aquello que dijiste sin querer hacer un preámbulo.
De [723e] nuevo, entonces, repitamos desde el comienzo porque, como dicen
los jugadores, los segundos intentos son mejores, como si ejecutáramos un
preámbulo y no un discurso al azar, como hace un momento. Reiniciemos las
leyes y concedamos que hacemos un preámbulo. Lo que hemos dicho hace
un momento sobre el culto a los dioses y el cuidado de los progenitores es
suficiente. Intentemos referir lo que viene a continuación hasta que te parezca
que todo el preámbulo ha sido suficientemente desarrollado. Después de eso,
has de exponer en tu discurso las leyes propiamente dichas.
166 André Laks

en el que el dolor supera al placer. Sin embargo, no podríamos mostrar con


claridad que preferimos un estado a otro en el caso de que las cantidades de
dolor y placer en ambos sean iguales. Éstas son todas las posibilidades en
cantidad, magnitud, intensidad e igualdad y todo lo contrario a todas éstas;
T 2 0 LEYES V, 73 2 D - 73 3 D respecto de la voluntad, tanto lo importante como lo [733c] absolutamente
indiferente para la elección de cada uno. Dado que esto tiene por necesidad
E L P LA C E R Y E L D O L O R este orden, cuando en la vida hay grandes e intensas manifestaciones de cada
S O N CO NNAT U RA L E S A L S E R H U MANO uno, queremos aquella en la que los placeres prevalecen, mientras que no
queremos aquella en la que prevalece lo contrario. Además, cuando se dan
pocas manifestaciones pequeñas y poco intensas de cada uno, si priman los
dolores y molestias, no queremos esa vida, pero sí queremos aquella en la
Las Leyes sacan sistemáticamente las consecuencias que tiene el he­
que acontece lo contrario. En la vida en la que ambos factores se hallan en
cho de que la búsqueda de placer sea un elemento constitutivo del
equilibrio, debemos pensar como en lo anterior. [733d] La vida equilibrada
ser humano. El presente texto explica de manera más analítica la la queremos para nuestro amigo cuando prevalecen los unos, mas cuando
"atracción" que consiste en buscar el placer y evitar el dolor (cf T14), prevalecen los otros no la queremos para los enemigos. Debemos pensar que
y recuerda de manera vivida un argumento desarrollado por Sócra­ todas nuestras vidas están por naturaleza como atadas al placer y al dolor, y
tes en el Protágoras que a menudo se llama "el cálculo de placeres", es necesario considerar cuáles queremos por naturaleza. Por tanto, si decimos
un argumento que será retomado por Epicuro en la Carta a Meneceo. que queremos otra cosa además de esto, lo decimos por alguna ignorancia o
inexperiencia de las vidas existentes.
(Véase pp. 76, 77)

Ahora bien, acerca de qué costumbres hay que practicar, y cómo debe
ser cada uno, están expuestas casi todas las divinas, mas no hemos hablado
hasta ahora de las humanas; es necesario, sin embargo. En efecto, estamos
hablando con seres humanos, no con dioses. Por naturaleza, lo humano con­
siste sobre todo en placeres, dolores y deseos, de los que, necesariamente,
todo animal mortal depende absolutamente y por los que está determinado
en los asuntos de mayor seriedad. No cabe duda de que hay que alabar la
forma de vida más bella, no sólo porque, por su apariencia, [733a] se impone
en la buena fama, sino también porque incluso si alguien quiere disfrutar y
no desertó de ella durante su juventud, se impone también en lo que todos
buscamos, disfrutar más y sufrir menos durante toda la vida. Que, si alguien
disfruta correctamente, será así claramente, se hará completamente evidente
de inmediato. lEn qué consiste la corrección? Hay que considerarlo ya, procu­
rando comprenderlo a partir de esta argumentación. Es necesario analizar, a
través de la siguiente comparación de una vida con la otra, la más dolorosa y
la más placentera, si una vida así acuerda con nuestra naturaleza o, de la otra
forma, es contra nuestra naturaleza. Queremos tener placer, mientras que no
elegimos ni queremos el dolor. No queremos lo que no es [733b] ninguno de
los dos en lugar del placer, aunque deseamos librarnos del dolor. Queremos
un estado en el que el dolor sea menor que el placer, mas no deseamos aquel
T 2 2 LE YES V, 7 3 9 A - 74 0 B

LAS T R E S C I UDAD E S
T 2 1 LEYES V , 73 4 E - 73 5 A

L A I N ST I T U C I Ó N D E L O S M A G I S T R A D O S Este pasaje es fundamental para entender l a relación compleja que


existe entre el proyecto de las Leyes y el de la República. En cierta
forma, contesta la pregunta de saber qué es el hombre. No se trata
Este pequeño texto es importante para entender la estructura de las de darle el rango de un dios, sino que es, más bien, una marioneta,
Leyes en su conjunto. En efecto, aplica la distinción entre prooimion por muy divina que ésta sea (cf T14 y T2 0).
("preludia n) y nomos ("aire n, pero también "ley n), elaborada en el (Véase pp. 67, 71, 76, 79, 82, 83, 84, 1 01 , 106)
contexto de la discusión en torno a la ley en el libro IV (cf T1 9),
al conjunto de la obra intitulada las Leyes, cuyos cinco primeros El movimiento siguiente de la promulgación de las leyes, como el de las
libros, hasta el presente pasaje, constituyen entonces un "preludia n piedras desde la línea sagrada, al ser inusual, quizá produciría asombro en el
que lo escucha; pero no, por cierto, al que razona y tiene experiencia, al que
introductorio, previo a la exposición de "las leyes constitucionales n
le parecerá que una ciudad podría tener una organización que sólo ocupara el
o "constitución (politeia), y de las leyes propiamente dichas (no­
n
segundo lugar respecto de lo mejor. Puede ser que alguno no la admitiera por
mos). También hace eco a la imagen del "tejer n, en la cual el Político la falta de familiaridad con un legislador que no ejerza un poder absoluto. Sin
se basa para de.finir la tarea del hombre político. embargo, lo más correcto es exponer el mejor orden polftico, el segundo y el
(Véase pp. 69, 96) tercero y dar, una vez terminada la [739b] exposición, la elección al que tenga
el poder en la comunidad. Actuemos de acuerdo con este principio también
Aquí deben finalizar los argumentos del preámbulo de las leyes, después nosotros ahora, exponiendo el primer orden político, el segundo y el tercero
del preludio ha de seguir el aire; más precisamente, lo correcto es esbozar las en excelencia, pero dejemos la elección a Clinias ahora o a algún otro que
leyes del sistema político. Como en el caso de un tejido o incluso de un trenza­ quiera alguna vez, al hacer la selección de tales regímenes, tomar para sí lo
do cualquiera, no es posible hacer del mismo material la trama y la urdimbre, que le agrade de su patria según su propia forma de ser. Pues bien, la primera
pues el género de la urdimbre tiene, [735a] por fuerza, una calidad superior ciudad, el mejor sistema político y [739c] las mejores leyes se dan donde en
-ya que es más fuerte y alcanza una cierta seguridad en su carácter, mientras toda la ciudad llega a realizarse en el mayor grado posible el antiguo dicho. Se
que el otro es más débil y utiliza una cierta adaptabilidad justa-, por ello, de dice, en efecto, que las cosas de los amigos son realmente comunes, sea que
la misma manera, en las ciudades deben distinguirse siempre por su virtud esto se dé ahora en algún lugar o se vaya a dar alguna vez -que sean comunes
los que ocuparán las magistraturas y los que han superado la prueba de una las mujeres, comunes los hijos, comunes todas las cosas- y que por todos los
educación elemental, pues, en efecto, hay dos ámbitos del sistema político, medios se extirpe completamente de todos los ámbitos de la vida lo llamado
uno es la institución de. las magistraturas; el otro, las leyes que las regulan. particular y se forje un plan para que en lo posible también las cosas que son
propias por naturaleza se hagan de alguna manera comunes, como que ojos,
orejas y manos parezcan ver, oír y actuar en común, y todos alaben [739d]
y critiquen al unísono lo más que puedan, alegrándose y doliéndose de las
Pasajes

mismas cosas, y, por fin, las leyes que en lo posible hagan una ciudad unida
al máximo. Nunca nadie que defina de otra manera dará otra definición más
correcta ni mejor que ésta en excelencia para la virtud. Una ciudad tal, por
cierto, ya sea que dioses o hijos de dioses, más de uno, la habiten, si viven así,
moran en ella siendo felices. Por eso, no hay que mirar a otro lado en busca T 2 3 LEYES VI , 7 5 6 E - 75 8 A
de un modelo de orden político, sino que, ateniéndonos a este [739e] régimen,
debemos buscar uno que en lo posible tenga al máximo tales características.
I G UALDAD A R I T M É T I CA E I G UA L D A D G E O M É T R I CA
El que estamos intentando diagramar ahora podría ser, si tiene lugar, el que
más se aproxima al inmortal y sería el que es una unidad de una segunda ma­
nera. El tercero, si dios quiere, lo expondremos después de éste. Pero ahora,
¿qué estado decimos que es y cómo podría llegar a ser tal? En primer lugar, La Ciudad de las Leyes se basa en una constitución "media", que con­
deben repartirse la tierra y las casas, y no deben cultivar en común, puesto junta las virtudes de la autoridad monárquica con las de la igualdad
que queda establecido [740a] que tal cosa supera a la generación, crianza y democrática (cf TI4 y TI5). El equilibrio entre una y otra depende
educación actual. Deben hacer la distribución con la idea de que el que obten­
esencialmente de la noción de "igualdad geométrica ", ya presente,
ga esa parcela asignada por sorteo debe considerar que es propiedad común
hasta cierto punto, en el Gorgias (cf T3). El texto subraya las difi­
de toda la ciudad y que, puesto que la región es su patria, debe cuidarla más
que una madre a sus hijos, porque, al ser una diosa, es también ama y señora cultades de su realización en razón de la ambigüedad intrínseca al
de los mortales. También debe tener las mismas ideas acerca [740b] de los término "igualdad", el cual, de no precisarse, tiende a entenderse en
dioses y de los espíritus del lugar. el mal sentido, antes que en el bueno.
(Véase pp. 77, 99)

Una elección hecha de esta manera mantiene un punto equidistante del


orden político monárquico y el democrático, en eletnedio de los que debe estar
siempre el sistema político. [ 757a] En efecto, esclavos y amos nunca podrían
llegar a ser amigos, ni tampoco si se establecieran en las mismas dignidades
a los malos y a los probos -pues para desiguales las cosas iguales se conver­
tirían en desiguales si no alcanzaran la medida justa-; por estas dos causas,
los órdenes políticos están llenos de discordias. Un antiguo dicho verdadero,
que la igualdad produce la amistad, tiene mucha razón y es atinado. Sin
embargo, la igualdad que puede producir eso, por no ser sumamente clara,
nos sume en [757b] gran confusión. Pues al ser las igualdades dos, aunque
homónimas, en realidad son casi contrarias en muchas cosas. Una es capaz
de utilizarla para los cargos toda ciudad y todo legislador, la igual en medida,
peso y número, enderezándola por medio del sorteo en las distribuciones de
cargos y honores. Pero la igualdad más auténtica y mejor ya no es tan fácil
de ver para todo el mundo. Es una decisión de Zeus y aunque siempre da
poco a los hombres, todo aquello que provee a las ciudades y a los individuos
produce todo tipo de bienes. En efecto, al mayor le atribuye más; al menor,
[757c] cosas más pequeñas, otorgando a cada uno lo apropiado a su naturaleza
y, en especial, siempre da mayores honras a los más virtuosos, mientras que
Pasajes 171

otorga a los que tienen Jo contrario de la virtud y la educación lo conveniente


a cada uno de manera proporcional. Dado que para nosotros, lo político es
siempre, sin lugar a dudas, lo justo en sí, es aspirando a él y apuntando a esta
igualdad, Clinias, que debemos fundar la ciudad que está naciendo ahora. Y si
alguna [757d] vez alguien funda eventualmente otra, es menester que fragüe T24 L E YES VI I , 765E-766c
sus leyes apuntando a eso mismo, pero no a unos pocos tiranos o a uno o a
una cierta fuerza popular, sino siempre a Jo justo. Eso es lo recién dicho, lo
L A I M P O RTAN C I A D E L A E D UCAC I Ó N
igual natural dado en cada oportunidad a desiguales. Por cierto, es necesario
que toda ciudad utilice estas pequeñas desviaciones en el significado de las
palabras si no va a sufrir luchas consigo misma [757e] en alguna de sus partes.
Lo equitativo y lo indulgente respecto de lo perfecto y exacto son infracciones El proyecto legislativo de las Leyes l e otorga a l a educación u n pa­
contra la recta justicia, cuando suceden. Por eso, a causa del mal carácter de pel central. En este sen tido, no se distingue de lo que el Emilio de
la plebe, hay que utilizar además la igualdad del sorteo, invocando con plega­ Rousseau llamaba "el más bello tratado de educación ", a saber, la
rias a un dios y un buen golpe de suerte para que ellos corrijan el sorteo en República, negando de paso que este diálogo pueda ser interpretado
dirección a lo más justo. [758a] Así debemos necesariamente utilizar ambas como un tratado de política. Pero para Platón, la tarea fundamental
igualdades, pero lo menos posible la otra, la que necesita del azar.
del legislador es justamente la de educar (cf T27). Esta convicción se
desprende directamente del carácter virtualmente salvaje de la ma­
rioneta humana, la cual no sigue siendo divina sino en caso de que
la tendencia a buscar el placer y a huir del dolor esté regulada por la
razón (cf TI4).
(Véase pp. 85, 86, 95)

En efecto, el primer retoño de cualquier criatura, si comienza bien, será


el más capaz de contribuir a una culminación adecuada de la excelencia de
su propia naturaleza, tanto en el caso de las plantas como de los animales
domésticos y [766a] salvajes y también en el de los seres humanos. Mas el
hombre, así sostenemos, de por sí manso, a pesar de que si obtiene una
correcta educación y una naturaleza afortunada suele llegar a ser el animal
más divino y manso, si no se lo educa suficientemente o no se lo educa bien,
es el más salvaje de todos los que engendra la tierra. Por eso, el legislador
no debe dejar que la crianza de los niños se convierta en algo secundario o
subsidiario, sino que, siendo indispensable, en primer lugar, que comience
eligiendo bien al que va a ocuparse de los niños, en lo posible debe nom­
brarles y ordenarles como supervisor al que fuere el mejor en todos [766b)
los aspectos entre los que viven en la ciudad. Que todas las magistraturas,
excepto el consejo y sus presidentes, tras reunirse en el templo de Apolo,
determinen en votación secreta, quién de los guardianes de la ley piensa
cada uno que gobernarla del mejor modo la educación. El que obtuviere el
mayor número de votos, tras ser puesto a prueba por los otros magistrados
Pasajes 173

que lo eligieron, con exclusión de los [766c] guardianes de la ley, ejerza el


cargo durante cinco años, en el sexto, por el mismo procedimiento deben
elegir a otro para esa magistratura.

T 2 5 L E YES V I I I , 8 0 6 D - 8 0 7 D

EL O C I O ES N E C E S A R I O PARA LA V I RT U D

E l ciudadano de l a Ciudad de las Leyes está, ex hipótesis, liberado


de toda preocupación de índole económica (no era éste el caso de
los guardianes de la República), y es, por ende, dueño de su tiempo,
según el antiguo ideal de "ocio" (schole). Pero ese tiempo no está
esencialmente reservado a la contemplación teórica, sino, más bien,
al ejercicio de una "virtud", la cual consiste siempre en mantener
una frágil relación de equilibrio entre las "tracciones" racionales
e irracionales de la marioneta humana (cf T14). El presente texto
da una idea, por cierto no muy atractiva, de lo que es la vida coti­
diana de un ciudadano en una Ciudad administrada en función de
principios platónicos.
(Véase p. 71)

EXTRANJERO DE ATENAS: lQué forma de vida llegarían a tener hombres


que estarían provistos de lo necesario de forma apropiada, habrían [8o6e]
entregado a otros el ejercicio de la artesanía y encargado la agricultura a es­
clavos que les entregarían una retribución en productos de la tierra que es
suficiente para personas que viven ordenadamente, que tendrían comidas co­
munes -aparte la de los hombres, en las cercanías las de sus familiares, sus
hijas y las madres de ellas-, en las que magistrados y magistradas tendrían
encomendado dar fin cotidianamente a cada una de esas comidas comunes,
después de haber atendido y controlado la conducta de los comensales, y,
a continuación, deberían marcharse a casa en el debido orden tras hacer el
magistrado y los demás una libación a los dioses a los que estaban consagra­
dos esa noche y [807a] ese día? lNo les quedará a los que viven en un orden
semejante ninguna tarea necesaria y muy apropiada, sino que cada uno debe
vivir engordando a la manera del ganado? En todo caso, no decimos que eso
sea justo ni bello y que no es posible que el que vive así alcance lo que le
corresponde, y lo que corresponde [807b] a un animal perezoso y engordado
Pasajes 175

es ser destrozado por otro animal que se encuentre muy enjuto por los vigoro­
sos ejercicios que ha realizado. Pues por cierto, si esta política se tuviera que
aplicar en las condiciones actuales, nunca se realizaría quizás con suficiente
exactitud mientras las mujeres, los niños, las casas privadas y todo eso estu­
vieran organizados privadamente para cada uno de nosotros. Pero lo que viene
en segundo lugar después de aquello, lo que estamos exponiendo ahora, si lo T26 LEYES V I I I , 8 3 2A- 8 3 2 D
lográramos, [807c) se realizaría de una forma muy apropiada. Decimos que
no hay que dejar a los que viven así una tarea ni insignificante ni muy baja, LOS F A L S O S Ó R D EN E S P O L í T I C O S
sino la que la ley justa ordena que sea la más importante de todas. Pues la
vida de la que con total justeza se dice que está completamente abocada a
la victoria en la práctica de la virtud del cuerpo y del alma tiene el doble de
Al discutir u n a regulación relativa a l a educación milita r, e l Ex­
ocupaciones y aún mucho más del doble que la que no deja tiempo para nin­
guna de las otras tareas, la que aspira a vencer en Pitia y en Olimpia. [807d]
tranjero de Atenas subraya que la constitución media es la única
En efecto, es necesario que ninguna otra tarea secundaria se convierta en un que puede garantizar la amistad entre los ciudadanos, y, por ende,
impedimento para la entrega a los ejercicios y a la alimentación convenientes escapar al peligro de la discordia y, a corto plazo, de la guerra
al cuerpo ni a los conocimientos y costumbres adecuados al alma. Toda la civil, siempre estructuralmente presente en las "constituciones" tra­
noche y el día casi no son suficientes para obtener Jo perfecto y apropiado de dicionales.
ellos para el que intenta hacer eso mismo. Si ésta es la naturaleza de las cosas,
(Véase p. 37)
es necesario que todos los libres tengan un orden de actividades para todo el
tiempo, que comienza casi al alba sin interrupción hasta el alba siguiente y
EXTRANJERO DE ATENAS: -Yo afirmo que los falsos órdenes políticos que
la salida del sol.
[832c] mencioné a menudo en la conversación anterior son responsables de
eso, democracia, oligarquía y tiranía. En efecto, de éstos ninguno es un orden
político, sino que se los podría llamar con la máxima corrección dominio de
facciones, ya que ninguno gobierna voluntariamente a quienes voluntariamen­
te aceptan su gobierno, sino que gobierna siempre arbitrariamente a quienes
no aceptan su gobierno por medio de alguna forma de coacción. Como el que
gobierna teme, no dejará nunca voluntariamente que el gobernado llegue a
ser ni bueno ni rico, ni fuerte ni valiente ni mucho menos guerrero. Éstas
son, entonces, las dos causas casi principales de todos los males. En todo
caso, de éstos Jo son sin duda alguna. Por el [832d] contrario, nuestro orden
político actual, el que estamos refiriendo mientras legislamos, las ha evitado
a ambas. En efecto, tiene la mayor cantidad de tiempo libre, mientras que
sus ciudadanos son independientes unos de otros, y, a partir de estas leyes,
llegarían a ser muy poco amantes del dinero, creo, de modo que una organi­
zación semejante del orden político es probable y razonable que mera la única
de las actuales que pudiera admitir no sólo la educación guerrera expuesta,
sino conjuntamente el juego guerrero, que hemos referido correctamente en
nuestra conversación.
CuNIAS: -Muy bien.
André Laks

-Podría ser quizás, al menos si pensara, además, que el que discurre acer­
ca de las leyes como lo hacemos ahora nosotros, enseña a los ciudadanos, pero
no legisla. ¿Acaso no parecería que esa afirmación también es apropiada?
-Puede ser.
T 2 7 L E YES I X , 8 5 7B - 8 5 8 c -Fue una suerte que nos pasara esto ahora.
-¿Qué?
E L L E G I S LA D O R C O M O E D UCAD O R -Que no haya ninguna necesidad de legislar, sino que, una vez situados
en nuestra investigación sobre el sistema político en general por nuestra pro­
pia decisión, [858a] intentemos ver tanto lo mejor como lo más necesario de
qué manera se darían si se llegaran a dar. En especial, nos es posible ahora,
Este pasaje profundiza, radicalizándolo, e l análisis que e l libro IV
así parece, estudiar lo óptimo en las leyes si queremos, pero, si queremos,
hace de la función persuasiva del preludio legislativo (cf. T1 9). La
también lo más necesario. Elijamos, entonces, lo que os parezca.
persuasión deviene educación (cf. T24), una educación que se descri­ -Proponemos, Extranjero, una elección ridícula y como si [858b] fuéra­
be en términos de "enseñanza". Se trata de un texto sugerente, antes mos sin más semejantes a legisladores constreñidos por una gran necesidad
que analítico, pero es fundamental para comprender la naturaleza de legislar ya mismo, como si ya no fuera posible mañana. Sin embargo, no­
de la "utopía legislativa". sotros -si puedo afirmar tal cosa, como los albañiles o los que comienzan
(Véase pp. 58, 64) alguna otra construcción-, podemos desparramar confundidos a nuestro lado
los materiales de los que elegiremos lo conveniente para la construcción que
CLINIAS: -¿cómo es que decimos, Extranjero, que no hay ninguna di­ va a nacer, y, además, también seleccionar con tranquilidad. Supongamos,
entonces, que ahora somos no los que construyen una casa por necesidad,
ferencia para el ladrón si ha sustraído mucho o poco y si de templos o de
lugares profanos y en todos los demás robos, tan diferentes entre sí, a los sino los que, con tiempo todavía, ponen unas cosas a un lado y las tienen a
que, dado que son variados, el legislador debe adecuarse sin castigar ninguno disposición, mientras que las otras las utilizan en la construcción. Por tan­
con penas semejantes? to, es correcto [858c] formular unas leyes como ya establecidas, otras como
puestas a disposición.
EXTRANJERO DE ATENAS: - i Excelente, Clinias! Me has despertado de un
golpe tú, cuando estaba entrando casi en trance, y me recordaste que [857c]
también antes había pensado que la promulgación de leyes en ningún sentido
se hizo jamás con corrección, por lo menos si nos atenemos al ámbito que es­
tamos tratando en este momento. ¿Pero por qué hacemos otra vez esa misma
afirmación? No hicimos una mala similitud cuando comparamos a todos los
que actualmente viven en un orden legal a los esclavos cuando son curados
por esclavos. Pues hay que saber bien que, si algún médico de los que practi­
can la medicina empíricamente sin conocimiento teórico alguna vez se topara
con un médico que dialoga con un hombre libre enfermo, que hace discursos
que están cerca de la filosofía y que trata la [857d] enfermedad a partir de su
origen, disertando sobre toda la naturaleza de los cuerpos, al punto se dester­
nillaría de risa y no diría otras palabras que las que siempre tienen a mano en
tal tema la mayoría de los llamados médicos. En efecto, diría "Pero tonto, no
curas al enfermo sino que prácticamente lo educas como si necesitara hacerse
médico y no sanarse." [857e]
-¿Es que si dijera tal cosa, no tendría razón?
180 André Laks

busca de manera irracional evitar el dolor y perseguir el placer, y colocará


siempre a estos dos [875c] por delante de lo más justo y mejor y, al producir
en sí misma la oscuridad, se llenará a sí misma y a toda la ciudad de todos
los males hasta el final. Pero tened por seguro que, si alguna vez un hombre
T 2 8 L E YES I X , 8 74 E - 8 7 5 D engendrado con esa capacidad natural por un destino divino pudiera asumir
el poder, no necesitaría en absoluto de leyes que lo gobernaran. En efecto, ni
NO HAY P O D E R A B S O LUTO Q U E NO S E C O R RO M PA la ley ni ningún orden es mejor que la ciencia, ni es justo que la inteligencia
obedezca a nada ni sea esclava de nada, [875d] sino que debe gobernar todas
las cosas, si realmente es verdaderamente libre por naturaleza. Pero ahora no
existe en absoluto en ningún lado, sino en pequeña medida. Por eso, sin duda,
La Ciudad de las Leyes se basa en el reino de la ley, en oposición a
hay que elegir lo segundo, orden y ley, que mira y observan por un lado a lo
la figura del filósofo-rey propuesto por la Rep ública y también, en
general, pero son impotentes en el caso particular.
cierta forma, por el Político (véase T13): es porque el ser humano es
lo que es, a saber, una marioneta siempre movida por la atracción
hacia el placer (véase también T14), que resulta imposible confiarle
el poder absoluto a hombre alguno, por muy sabio que éste sea. Se
trata, sin duda alguna, del texto más pesimista de las Leyes.
(Véase pp. 53, 76, 77, 85, 89)

ExTRANJEllO DE ATENAS: -Incluso el más torpe de los que se dedican a


la legislación ordenaría las lesiones y las mutilaciones producto de las lesio­
nes en segundo lugar después de las muertes. Hay que distinguir las lesiones
como quedaron distinguidos los homicidios, las involuntarias, las que se pro­
ducen por ira, las que son resultado del miedo y cuantas ocurren de manera
intencional con premeditación. Acerca de todo esto hay que decir antes que
los hombres deben promulgarse leyes y vivir de acuerdo con ellas o no se
diferenciarán en nada de [875a] las fieras más salvajes. La causa de ello es que
no nace ninguna naturaleza humana capaz de conocer lo conveniente para
hombres en lo que atañe al orden político y, conociéndolo, no sólo poder
sino también querer hacer lo óptimo. En primer lugar, es difícil reconocer
que el verdadero arte político se ocupa necesariamente no de lo particular
sino de lo común -pues lo común une, mientras que lo particular desmem­
bra las ciudades- y que conviene tanto a lo público como a lo privado, a
ambos, si se coloca eventualmente a lo público por encima de lo privado.
En segundo lugar, [875b] aunque uno comprendiera suficientemente en su
arte el conocer que esto es así por naturaleza, si después llega a asumir el
gobierno ilimitado y absoluto de una ciudad, nunca podría permanecer fiel
a esta doctrina y vivir alimentando lo común en la ciudad como elemento
guía y lo particular siguiendo a lo común, sino que la naturaleza mortal lo
empujará siempre al exceso y a la actuación en interés personal, puesto que
182 André Laks

voz, debe convertirse en servidor de la antigua ley con la palabra, y proclamar


que hay dioses y todo lo que tú acabas de exponer; sobre todo debe ayudar
a la propia ley y al arte, explicando que ambas pertenecen al ámbito de la
naturaleza o son algo no inferior a la naturaleza, si realmente son progenie
T 2 9 LEYES X , 8 9 0 B - 8 9 0 D de la inteligencia según la definición correcta que tú me parece que dices y
yo ahora te creo. [89oe]
L E G I S LA C I Ó N Y T E O LO G Í A : -iOh, mi diligentisimo Clinias!, ¿qué hacer entonces? lEs que lo que es­
LA N E C E S I DA D D E R E F UTAR E L ATE Í S M O tamos diciendo a la multitud no es difícil de acompañar con argumentos y no
posee, además, una extensión inmensa?
-¿Pero qué pasa, Extranjero? ¿Es que mientras que nosotros hemos so­
E n este pasaje se aplica el principio del preámbulo legislativo (véa­ brellevado una conversación tan extensa sobre la embriaguez y la música, no
hemos de soportar la disertación sobre los dioses y asuntos semejantes? Ade­
se T1 9) a un caso particularmente difícil, a saber, el de los ateos,
más, es una ayuda muy grande para una legislación con inteligencia, porque
quienes no sólo se encuentran movidos por la atracción hacia el las órdenes de las leyes, una vez puestas por [891a] escrito, como si dieran
placer, sino que también desarrollan una argumentación racional una prueba para siempre, permanecen totalmente fijas, de modo que no hay
para defender su posición. La reacción a la que da lugar proporcio­ que amedrentarse si son difíciles de escuchar al principio, puesto que incluso
nal el único ejemplo concreto de preámbulo racional y plenamente el duro de entendederas podrá observarlas volviendo a ellas a menudo, ni si
filosófico que encontramos en las Leyes, más allá de su mención son extensas, pero útiles, por eso no tiene en absoluto razón ni me parece
ser pío el que todo varón no asista a esos argumentos en la medida de lo
como principio en T27.
posible.
(Véase p. 24)
-Extranjero, creo que Clinias tiene toda la razón.
-Y mucha, Megilo, y debemos hacer lo que dice.
CuNIAS: -Qué teoría has expuesto, Extranjero, y cuán grande [890b] es
-En efecto, si tales teorías no se hubieran encontrado sembradas en prác-
el daño que causan los hombres jóvenes tanto a las ciudades en su actuación
ticamente todos los hombres, no habríamos necesitado en absoluto los argu­
pública como a las casas en el ámbito privado.
mentos en defensa de la existencia de los dioses, pero en la situación actual
ExnlANJERO DE ATENAS: -No cabe duda de que tienes razón, Clinias. ¿Qué
es necesario. ¿A quién correspondería más ayudar a las leyes más importantes
crees, pues, que debe hacer el legislador, cuando esos asuntos están dipuestos
destruidas por hombres malvados que al legislador?
de esta manera desde hace mucho tiempo? lMeramente amenazar a todos los
-No hay otro.
habitantes poniéndose de pie en la ciudad y proclamar que si no llegan a decir
que hay dioses y no llegan a pensar que son tal cual determina la ley -y también
sobre las cosas bellas y justas y sobre todo lo más importante debe hacerse el
mismo [890c] razonamiento: que deben hacer cuanto se relaciona con la vir­
tud y el vicio pensando tal como el legislador eventualmente explicare en sus
escritos- y que de los que no obedecieren las leyes, uno debe morir, el otro ser
castigado con golpes y cadenas, el otro con pérdida de sus derechos ciudadanos,
otros con pobreza y exilio; pero sin unir a sus argumentos ninguna persuasión
para los hombres, al mismo tiempo que les da las leyes, para volverlos en lo
posible más mansos? [890d]
-Para nada, Extranjero, sino que si realmente es posible aunque sea una
pequeña dosis de persuasión en este punto, el legislador que valga algo no
debe desfallecer en absoluto, sino que, como se suele decir, elevando toda su
André Laks

-El lector deseoso de ahondar en el conocimiento de las Leyes de Platón


tendrá a bien consultar la siguiente guía:

SAUNDERS, Trevor J. y BRISSON, Luc, Bibliography on Plato's Laws, lnter­


national Plato Studies 12, Sankt Augustin, 2000.
B I B LI O G RA F Í A
-En cuanto al PoUtico, no podemos contar con publicaciones que puedan
compararse con las existentes en torno a la República y las Leyes. El lector se
1) Introducciones y comentarios remitirá al capítulo de C. Rowe en la Cambridge History arriba mencionada,
así como al volumen que se ha publicado sobre el diálogo, y del cual el mismo
-Para una introducción general al pensamiento político antiguo, véase: es el editor (véase infra, sección 2).

The Cambridge History of Greek and Roman Political Thought, ed. C. Rowe y 2) Selección de obras y artículos en torno
M. Schofield, Cambridge, 2000. Los capítulos consagrados a Platón se de la política platónica:
encuentran en las páginas 155-309.
BoeoNICH, C., Plato's Utopia Recast: His later Psychology and Ethics,
-Para un comentario muy rico sobre la República bajo la forma de ensayos Oxford, 2002.
temáticos que acompañan la traducción del diálogo, véase: BRISSON, L., "La Lettre VII de Platon: Une autobiographie?", en Lectures de
Platon, París, 2000, pp. 15-41.
PLATONE, La Repubblica, a cura di Mario Vegetti, Nápoles, 1998; hasta la fe­ "Les préambules dans les Lois", en Lectures de Platon , París, 2000,
cha, se han publicado 6 volúmenes: vol. I, Libro I (1998); vol. 11, Libros pp. 235-262.
11-111 (1999); vol. III, Libro IV (1999); vol. IV, Libro V (2000); vol. V, CoRNFORD, F. M., "Plato's Commonwealth" (1935), en The Unwritten Philo­
Libros VI-VII (2002); vol. VI, Libros VIII-IX (2005). sophy and other Essays, Cambridge, 1950, pp. 46-67.
GASTALDI, S., "Legge e retorica: 1 proemi delle Leggi di Platone", Quaderni di
-Para una introducción clásica a la República, consúltese: Storia, 20, 1984, pp. 69-109.
GoLDSCHMIDT, V., "La théorie platonicienne de la dénonciation" (1953), en
ANNAS, J., An Introduction to Plato's Republic, Oxford-Nueva York, 1981. Questions platoniciennes, París, 1970, pp. 173-201.
(Existe versión en francés, publicada en 1994 por les Presses Univer­ HARVEY, F. D., "Two Kinds of Equality", en Classica et Mediaevalia, 16, 1965,
sitaires de France.) pp. 101-146.
HAVLICEK, A. y Karfik, F. (eds.), The Republic and the Laws of Plato, Actas
-Un comentario muy útil y detallado de las Leyes, junto con la traducción de del First Symposium Platonicum Pragense, Praga, 1998.
las mismas también está en vía de publicación: HENTSCHKE, A. B., Politik und Phi/osophie bei Platon und Aristoteles: Die
Stellung der "Nomoi" im Platonischen Gesamtwerk und die Politische
Sq16PSDAU, K., Platon: Werke IX/2, Nomoi (Gesetze), Libros 1-III, Gottingen, Theorie des Aristoteles, Fráncfort del Meno, 1971.
1994; Werke IX/3, Nomoi (Gesetze), Libros IV-VII, Gottingen, 2003. JAEGER, W., "Praise of Law: The Origin of Legal Philosophy and the Greeks"
(1947), en Scripta Minora, vol. 11, Roma, 1960, pp. 319-352.
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La filosofía política de Platón
a la luz de las Leyes

editado por el Centro Peninsular en Humanida­


des y Ciencias Sociales, se terminó de impri­
mir el 20 de diciembre de 2007 en los talleres
de S. M. Servicios Gráficos, S. A. de C. V.,
Lago Tláhuac, núm. 4, col. Anáhuac, Miguel
Hidalgo, D. F. La composición fue realizada,
en tipos Georgia de 9:13.8, 8:12 y 7:10 puntos,
por NORMA B. CANo YEBRA y estuvo al cuidado
de DANIEi.A MALDONADO CANO, la traductora y el
autor; el diseño de portada lo realizó SAMUEL
FLORES OsoRJO. El tiraje consta de 750 ejem­
plares impresos en papel cultural de 90 g.
Número I F I L O S O F Í A
La filosofia política de Platón
a la luz de las Leyes
Último texto de Platón, las Leyes son una obra
maestra de la historia del pensamiento político.
Introducen, entre otras cosas, una serie
de principios y de conceptos que tuvieron
una larga vida hasta la época moderna. Didaskalía
Así, por ejemplo, en contraste con la República
y su afamada teoría del filósofo-rey, las Leyes
proporcionan un fundamento filosófico al
principio llamado "de Lord Acton"; según
el cual "el poder absoluto corrompe
absolutamente". En esta obra las nociones
de "reino de la ley", "constitución mixta" y
"preámbulo legislativo", se ven por vez primera
articuladas conceptualmente.
No es extraño que Rousseau haya leído este
texto con mucho detenimiento. Con todo, y a
pesar de su indudable importancia, las Leyes
siguen siendo una obra poco estudiada a causa
de su extensión y de las numerosas dificultades
que plantean en términos de lectura.
Además de proporcionar elementos que permiten
orientar la lectura de las Leyes, el presente libro
ofrece una interpretación original de la compleja
relación que tienen éstas con la República; a
juicio del autor, es en la intersección de ambas
obras donde se encuentra en gran medida la
filosofia política de Platón.

André Laks
Fue profesor de griego, y posteriormente
de filosofia antigua en la Universidad Charles
de Gaulle-Lille III hasta el 2007, cuando fue
nombrado catedrático en la Universidad de París
4- Sorbonne. Desde el año 2002 ha sido profesor
invitado en la Universidad Nacional Autónoma
de México. También fue miembro del
Wissenschaftskolleg de Berlín ( 1 999-2000),
y enseñó en la Universidad de Princeton
( 1 990- 1 994); actualmente forma parte del
Institut Universitaire de France.

IIFL
Además de sus trabajos sobre filosofía antigua
en general y filosofía presocrática en particular,
se interesa por problemas de hermenéutica y en FILOLÓGICAS

especial, por el alcance que tiene la filología CI.NTRO PO.:IML'LAJI. EN HUMANIDADES Y CIE...... ClAS SOClAUS

para la construcción del discurso interpretativo.

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