Tarea III - Word Infotecnologia UAPA

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Nombre: Ana W.

González Vidal.
Matrícula: 202000139.

Asignatura: 2020-1-CBC-104-Virtual205-1-
Infotecnología para el aprendizaje.

Carrera: Lenguas Modernas Mención Turismo.

Correo institucional:

[email protected].

Facilitador: Johan Manuel Carrasco Almánzar.

Tarea: Semana III-Word.

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Mi Primer Documento
Nasreddín y la lluvia

Adaptación del cuento popular de la India

Hace mucho, mucho tiempo, vivió en la India un muchacho llamado Nasreddín.


Aunque en apariencia era un chico como todos los demás, su inteligencia llamaba
la atención. Allá donde iba todo el mundo le reconocía y admiraba su sabiduría.
Por alguna razón, siempre vivía historias y situaciones muy curiosas, como la que
vamos a relatar.

Un día estaba Nasreddín en el jardín de su casa cuando un amigo fue a buscarle


para ir a cazar.

– ¡Hola, Nasreddín!  Me voy al campo a ver si atrapo alguna liebre. He traído dos
caballos porque pensé que a lo mejor, te apetecía acompañarme. Otros diez
amigos nos esperan a la salida del pueblo ¿Te vienes?

– ¡Claro, buena idea! En un par de minutos estaré listo.

Nasreddín entró en casa, se aseó un poco y volvió a salir al encuentro de su


amigo. Partió montado a caballo y enseguida se dio cuenta de que era un animal
viejo y que el pobre trotaba muy despacio, pero por educación, no dijo nada y se
conformó.

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Mi Primer Documento
Una vez reunido el grupo, los doce jinetes cabalgaron campo a través, pero el
pobre Nasreddín se quedó atrás porque su caballo caminaba tan lento como un
borrico. Sin poder hacer nada, vio cómo le adelantaban y se perdían en la lejanía.

De repente, estalló una tormenta y comenzó a llover con mucha fuerza. Todos los
cazadores azuzaron a sus animales para que corrieran a la velocidad del rayo y
consiguieron guarecerse en una posada que encontraron por el camino.  A pesar
de que fue una carrera de tres o cuatro minutos, llegaron totalmente empapados,
calados hasta los huesos. Tuvieron que quitarse las ropas y escurrirlas como si las
hubieran sacado del mismísimo océano.

A Nasreddín también le sorprendió la lluvia, pero en vez de correr como los


demás en busca de refugio, se quitó la ropa, la dobló, y desnudo, se sentó sobre
ella para protegerla del agua. Él, por supuesto, también se empapó, pero cuando
acabó la tormenta y su piel se secó bajo los  rayos de sol, se puso de nuevo la
ropa seca y retomó el camino. Un rato después, al pasar por la posada, vio los
once caballos atados junto a la puerta y se detuvo  para reencontrarse con sus
amigos.

Todos estaban sentados alrededor de una gran mesa bebiendo vino y saboreando
ricos caldos humeantes. Cuando apareció Nasreddín, no podían creer lo que
estaban viendo ¡Llegaba totalmente seco!

 El amigo que le había invitado a la cacería, se puso en pie y muy sorprendido, le
habló:

– ¿Cómo es posible que estés tan seco? A ti te ha pillado la tormenta igual que a
nosotros. Si a pesar de que nuestros caballos son veloces nos hemos mojado…
¿Cómo puede ser que tú, que has tardado mucho más, no lo estés?

Nasreddín le miró y muy tranquilamente, sólo le respondió:

– Todo se lo debo al caballo que me dejaste.

El amigo se quedó en silencio y pensó que allí había gato encerrado. Dispuesto a
descubrir el truco, tomó la decisión de que al día siguiente, para el camino de

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Mi Primer Documento
vuelta a casa, le daría a Nasreddín su joven y rápido caballo, y él se quedaría con
el caballo lento.

Después del amanecer, partieron hacia el pueblo  con los caballos


intercambiados. De nuevo, se repitió la historia: el cielo se oscureció y de unas
nubes negras como el carbón comenzaron a caer gotas de lluvia del tamaño de
avellanas.

El amigo de Nasreddín, que iba en el caballo lento, se mojó todavía más que el
día anterior porque tardó el doble de tiempo en llegar al pueblo. En cambio,
Nasreddín, repitió la operación: se bajó rápidamente de su caballo, dobló la ropa,
se sentó sobre ella, y desnudo, esperó a que cesara la lluvia. Soportó la tormenta
sobre su cabeza,  pero cuando cesó de llover y salió el sol, no tardó secarse y se
puso la ropa seca. Después, retomó el camino a casa.

Por casualidad, ambos se cruzaron en el camino justo a la entrada del pueblo. El


amigo chorreaba agua por todas partes y cuando vio a Nasreddín más seco que
una uva pasa, se enfadó muchísimo.

– ¡Mira cómo me he puesto! ¡Estoy tan mojado que tendré suerte si no pillo una
pulmonía! ¡La culpa es tuya por darme el caballo lento!

Nasreddín, como siempre, sacó una gran enseñanza de lo sucedido. Sin levantar
la voz, le contestó:

– Amigo… Dos veces te ha pillado la tormenta, a la ida en un caballo rápido, a la


vuelta en un caballo lento, y las dos veces te has mojado. En tus mismas
circunstancias, yo he acabado totalmente seco. Reflexiona: ¿No crees que la
culpa no es del caballo, sino de que tú no has hecho nada de nada por buscar una
solución?

Su amigo, avergonzado, calló.  Nasreddín, como siempre, tenía toda la razón.

Moraleja: Cuando algo nos sale mal, no podemos echar la culpa siempre a los
demás o a las circunstancias. Tenemos que aprender que muchas veces, el éxito o
el fracaso dependen  de nosotros y de nuestra actitud ante las cosas.

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Mi Primer Documento
 Si  un día estamos ante un problema, lo mejor es pensar en la mejor manera de
solucionarlo y actuar con decisión.

Nombres Edades
Carlos Peguero 12 años
Laura Gómez 28 años
Pedro Rojas 56 años
Luis Sánchez 67 años
Carmen Tapia 39 años
Dana Paola 14 años
Perla Duran 33 años
Sandra Félix 19 años
Mauricio Rodríguez 45 años
Amanda Pérez 37 años
Patricia García 44 años
Sonia Díaz 50 años
Héctor Gallardo 10 años
Teresa Jiménez 4 años
Fernando Santana 17 años

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Mi Primer Documento
Mi Primer Documento
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