Síntesis de Alain Touraine Sobre Modernidad y Multiculturalismo
Síntesis de Alain Touraine Sobre Modernidad y Multiculturalismo
Síntesis de Alain Touraine Sobre Modernidad y Multiculturalismo
Queridos estudiantes:
en una continuidad con el desarrollo de la Unidad nro. 1, corresponde ahora que
nos ocupemos de las ideas del sociólogo francés Alain Touraine, quien aborda también la relación entre
derecho y cultura, pero desde el contrapunto que se genera en el marco de la modernidad entre el
universalismo de los derechos fundamentales que todas las personas tienen (como por ejemplo el
derecho a la igualdad) y el particularismo de las normas de las mínorías culturales que habitan en los
Estados nacionales de la denominada cultura occidental. De esta forma, en el capítulo xv de su libro
“El fin de las sociedades”, el que se titula “Iguales y diferentes”, se ocupa del tema del
“multiculturalismo”. Mas para poder entender acabadamente lo que allí plantea el Autor, es
conveniente realizar una síntesis de las ideas que Touraine desarrollatanto en la introducción del libro,
cuanto en la tercera parte de dicho texto, la que justamente lleva el título de “La modernidad y las
modernizaciones”. A continuación, pues, se esboza tal resumen.
2 El resaltado en negrita tiene por finalidad llamar la atención sobre dos conceptos de la sociología clásica, con
significados precisos, pues hacen referencia a dos tipos distintos de relación social. Es importante conocer la
caracterización de los mismos que hizo el sociólogo alemán Ferdinand Töennies en su obra principal “Comunidad y
sociedad”, idea que presentó originalmente en su tesis de doctorado de 1881, pero que reelaboró y presentó en versión
defintiva en 1912. El postulado básico del Autor es que la oposición comunidad-sociedad tiene una base psicológica, ya
que se basa en dos tipos de voluntades: la voluntad orgánica o natural y la voluntad reflexiva, respectivamente. La
primera determina el pensamiento y expresa la espontaneidad y movimiento de la vida misma, manifestándose en el
placer, el hábito y la memoria. La segunda, es determinada por el pensamiento, es decir, es su producto y consecuencia.
Se trata de una voluntad calculadora y previsora, que expresa la capacidad del hombre para producir un mundo artificial
siguiendo las directivas del pensamiento. Según Töennies, esta distinción psicológica condiciona las maneras en las
cuales los seres humanos establecen relaciones mutuas. Mientras la comunidad está basada en el “estado pimitivo y
natural del individuo. Su fuente son los agrupamientos elementales de la vida social, a saber: la relación madre-hijo,
entre hombre y mujer, y entre hermanos. Estos agrupamientos determinan tres tipos de comunidad: la de sangre o
parentesco, la de localidad o vecindad y la de amistad. Desde el punto de vista jurídico, su base es la costumbre que, por
un lado, genera una comprensión mutua entre sus miembros, y por el otro, da origen a las funciones judicial y religiosa.
Es además el lugar de la intimidad y la confianza mutua. La sociedad, en cambio, es artificial por naturaleza, pues en
ella todos viven para sí mismosen un estado de tensión hacia los demás. Por eso es el lugar de lo anónimo y de lo
público. Las relaciones sociales se fundan en el cálculo y la especulación, y desde el punto de vista económico, los
bienes se negocian mediante el intercambio o transacción. Todo se convierte en mercancía y todos se vuelven
“mercaderes”, para citar a Adam Smith. Finalmente, desde el punto de vista político y jurídico, la sociedad se basa en el
contrato y es el reino de asociaciones que persiguen fines diferentes y hasta divergentes, y cuyas relaciones mutuas se
rigen por la ley. Por ello la sociedad disuelve en forma progresiva los lazos comunitarios. (Ver Freund, Julien: “La
sociología alemana en la época de Max Weber”, en Bottomore, Tom y Nisbet, Robert comp.: “Historia del análisis
sociológico”, Buenos Aires, 1988, editorial Amorrortu S.A., pp.181/186).
“LA MODERNIDAD Y LAS MODERNIZACIONES”
En este capítulo (nro. XII) del libro, El Autor proporciona una definición sociológica de la
modernidad, definición que va más allá de un período histórico y de una identificación o localización
geográfica concreta de la misma. La modernidad tiene que ver con un tipo de orientación de las
conductas caracterizado por la afirmación del universalismo de la razón, que se expresa tanto en el
pensamiento científico y sus aplicaciones, cuanto en el reconocimiento de derechos humanos
fundamentales. Se trata de “dos fuerzas universalistas y a la vez liberadoras de las formas tradicionales
de autoridad e identidad” (p. 279). La ambivalencia de la modernidad es un rasgo que fue puesto de
manifiesto por autores como G.Simmel, N. Elias y R. Merton, señalando que el progreso material podía
tener consecuencias negativas o bien producir el mejoramiento de las condiciones de vida de los
individuos y su emancipacion. Entre quienes plantearon las consecuencias negativas del progreso
material por reducir toda racionalidad a la racionalidad “instrumental” están los miembros de la escuela
de Frankfort (Adorno y Horkheimer). La naturaleza ambivalente de la modernidad lleva al rechazo de
las ideas de progreso, identidad y comunidad. Esta ambivalencia se expresa durante el siglo XX en el
enfrentamiento entre el espíritu democrático y el espíritu de dominación y de lucro, lo que ha traido
aparajedo el proceso de “humanización del sujeto”o de interiorización de la conciencia humana
reflexiva. Ahora bien, la modernidad es una, pero los procesos de modenización son múltiples. En
efecto, existe una pluralidad de vías de modernización, porque ésta es “la penetración de la modernidad
en una situación concreta que, sea cual fuere, nunca es totalmente moderna” (p. 283), ya que en todas
las sociedades, aún en las modernas, están presentes también elementos tradicionales e inclusive
antimodernos. En otras palabras: sólo existe una definición de “modernidad” y ésta se combina con una
diversidad de procesos históricos de modernización, cuyos factores o resortes son muchos y variados.
Se pregunta el Autor si debemos renunciar a tratar de entender los factores de la modernización por su
complejidad. A dicha pregunta responde con dos hipótesis, esto es, dos respuestas tentativas a dicho
problema (el de entender los múltiples y numerosos factores que llevan a la modernización de una
sociedad o de una institución, por ejemplo): 1) primera hipótesis: “la modernidad triunfa allí donde el
poder del Estado está sometido al control de la sociedad civil”. 2) Segunda hipótesis: “las
desigualdades son de carácter limitado y es posible reducirlas”. Enunciadas juntas, se pueden resumir
así: “menos desigualdades y más diversidad” Tales son las condiciones necesarias, pero no suficientes,
“que permiten abrir la vía al universalismo de la modernidad” (p. 284). O dicho en otros términos por
el Autor: “...la modernidad tiene las mayores oportunidades para desarrollarse allí donde el medio
escolar combate activamente las lógicas de reproducción social, económica y política...”. El Autor
reflexiona desde una perspectiva histórica y afirma que la modernidad no triunfa de una vez y para
siempre. Por el contrario, se observan avances y retrocesos, como por ejemplo ocurre en la actualidad
con el aumento de las desigualdades, por lo que en este contexto, el enunciado fundamental de la moral
social es: “los derechos más imprescriptibles son aquellos que atañen más directamente a las personas
individuales” (p. 286). Cabe aclarar que Touraine critica la idea de “posmodernidad”, de vertiente más
filosófica que sociológica, que planteó “el fin de los grandes relatos” 3, esto es, la desintegración de las
sociedades más modernizadas debido a la finalización de las interpretaciones globales a la vez
económicas, políticas, culturales y sociales de la historia. Si bien Touraine comparte este diagnóstico,
sostiene que el pensamiento posmoderno abarca al conjunto de concepciones posmarxistas que, si bien
representa una tendencia crítica renovadora, se sigue sosteniendo dentro de la misma lógica de la
ideología a la cual critica, por lo que propone salir de esa lógica de análisis. En tal sentido, él plantea
que más que de “sociedad posmoderna”, cabe hablar, como se dijo más arriba, de una situación
“postsocial y posthistórica”, la que posee una estructura global que se caracteriza por la oposición entre
una economía financiera globalizada, por un lado, y los derechos del sujeto humano por el otro. O lo
que es lo mismo, la oposición entre la lógica del poder y del lucro y la lógica del sujeto y sus derechos
(p. 287). El Autor aborda su análisis desde una sociología de la acción social, pero afirma haber ido
ampliando su perspectiva, incorporando la categoría de “sujeto” y de “proceso de subjetivación”,
porque un análisis renovador no puede tener como fundamento “conceptos propiamente sociológicos e
históricos porque tienen como finalidad aprehender situaciones postsociales y posthistóricas...” (p.
288). Es decir, el concepto de sujeto (como individuo o grupo) importa “la afirmación de los derechos
de uno mismo y de los otros” (p. 216), en tanto que “La subjetivacion es un ascenso a uno mismo como
portador de derechos” (p. 216). Ambos conceptos rompen con el marco categorial de lo social. “La idea
de sujeto se apoya en la confianza en el ser humano y al mismo tiempo en la oposición a todos los
obstáculos sociales y políticos a lo que llamamos libertad ... o la realización de sí.” (p. 216). Como
cierre de este capítulo, el Autor aborda críticamente la cuestión del etnocentrismo europeo, esto es, de
la superioridad con que Europa concibió su modo de modernización y el rol que ello jugó en la
colonización y dominación ejercida sobre el resto del mundo. Afirma que Europa fue “profundamente
moderna”, puesto que sostuvo y aplicó el discurso sobre “el universalismo de la razón de los derechos
humanos fundamentales” antes que otras partes del mundo (p. 294). Pero su vía de modernización fue
violenta en relación a los países y/o naciones conquistados y fue obra primero de los monarcas
absolutos, luego de las tropas de Napoleón, y en la actualidad de los adalides del capitalismo financiero
e industrial. Ese modo brutal de modernización “descansó en una concentración extrema de los
recursos en manos de una élite dominante movida por la voluntad de conquista y explotación de toda la
3 Esta frase corresponde al pensador francés Jean-Fracois Lyotard.
población” (p. 294). Si bien quienes han sido conquistados y colonizados por los Estados-nación
europeos prefieren la idea de “pluralidad de los modos de modernización”, a la de unidad de la
modernidad, lo inverso ocurre en los Estados-nación europeos, “debido, en parte, a su historia y al
recuerdo de su supremacía y en parte a su fidelidad a un universalismo cuya expresión política es la
democracia” (p. 296). ¿Cómo resuelve el Autor esta antinomia? Para Touraine no se puede negar la
diversidad de las vías de modernización en nombre de la unidad de la modernidad, ni tampoco el
universalismo de la modernidad en el nombre del particularismo de cada modo de modernización
(crítica de los regímenes fundamentalistas antioccidentales). En otras palabras: hay que evitar la
peligrosa confusión entre la modernidad y las modernizaciones. En el momento actual, el auge de la
globalización de la economía ya no suscita debates, y ello no tiene precisamente que ver con la
creación de una sociedad mundial. Sin embargo, la proliferación en todas las regiones del mundo “de
movimientos sociales de orientación democrática nos conduce a una conclusión muy diferente” (p.
297), que se contrapone a la tesis de S. Huntington sobre el “choque de civilizaciones”, y que implica
la posible formación de un sistema político y social mundial, a partir de que estos movimientos
democráticos que rompan cada vez más abiertamente con los regímenes antioccidentales (p. 298).
“IGUALES Y DIFERENTES”
En el capítulo XV de su libro, el Autor analiza el tema del multiculturalismo, o mejor dicho, de
la pluralidad de culturas y sus particularismos, junto al universalismo de la razón y de los derechos
fundamentales. El primer párrafo del capítulo ya plantea cómo está hilvanado el pensamiento de
Touraine, para quien una distinción clave entre las diversas vías o modos de “modernización” está dada
por “el lugar que se concede a las culturas minoritarias en la vida de la nación, sobre todo las que
resisten la asimilación y la integración” (p. 330). En primer lugar, hace hincapié en la complejidad que
presenta el tema, el cual, debido a sus muchos matices, impide cualquier generalización. Razón por la
cual, distingue tres tipos de situaciones, las que ejemplifica además. La idea clave o central del capítulo
subraya la tensión que venía señalando el Autor en los capítulos previos: el universalismo de la
modernidad que se traduce en la igualdad de derechos fundamentales y el particularismo de las diversas
de culturas que claman por reconocimiento. ¿Cuál es el límite a dicho reconocimiento? ¿Qué debe
primar en tal tensión? Estas son las preguntas alrededor de las cuales reflexiona el Autor en el capítulo
de su libro “El fin de las sociedades” que se ha incluido en esta Unidad nro. 1.
BIBLIOGRAFÍA
-) Cohen, Jean L. Y Andrew Arato (2000): “Sociedad civil y teoría política”, México D.F., Fondo de
Cultura Económica.
-) Freund, Julien (1988) : “La sociología alemana en la época de Max Weber”, en Bottomore, Tom y
Robert Nisbet comp., “Historia del análisis sociológico”, Buenos Aires, 1988,editorial Amorrortu S. A.
-) Touraine, Alain (2016): “El fin de las sociedades”, México, Fondo de Cultura Económica (primera
edición en español).
-) Zeitlin, Irving (1982): “Ideología y teoría sociológica”, Buenos Aires, editorial Amorrortu S.A.