Concesión Minera. Gordillo
Concesión Minera. Gordillo
Concesión Minera. Gordillo
(1980)
Sumario
1. Introducción........................................................................................... 861
2. La concesión administrativa de minería a gran escala....................... 861
3. La estabilidad de la concesión. El derecho del concesionario o pro-
pietario................................................................................................ 866
4. Adquisición de la concesión legal o propiedad minera por prescrip-
ción....................................................................................................... 867
5. Procedimiento administrativo para la declaración de caducidad....... 867
6. La exploración y explotación minera por entidades estatales............. 868
7. ¿Las minas integran el dominio privado o el dominio público del
Estado?................................................................................................ 869
CONTRATO ADMINISTRATIVO DE CONCESIÓN MINERA1
(1980)
1. Introducción
441.) Sólo en caso de no poder resolverse una cuestión por el Título XIX o por la
remisión al resto del Código, podrá recurrirse a la restante legislación adminis-
trativa en materia contractual, lo cual por ahora habrá de darse principalmente
en lo atinente al procedimiento de contratación, no así en cuanto a las causales
de extinción del contrato.
b) Normas generales de procedimiento. Delegación. De conformidad con el art.
412, para poder celebrarse tales contratos de concesión minera a gran escala es
necesario previamente que la Nación y la provincia titular del yacimiento con-
vengan en someterse a este régimen. El convenio se suscribe, según el art. 413,
por el gobernador de la provincia ad referendum de la legislatura provincial y la
autoridad nacional de aplicación, ad referendum del Poder Ejecutivo nacional; los
yacimientos existentes en jurisdicción nacional sólo requieren, para incluirse en
este sistema, el dictado de un decreto del Poder Ejecutivo nacional. (Art. 412.)
Una vez celebrado el convenio y aprobado por las respectivas autoridades, no
podrá ser denunciado unilateralmente. (Art. 413 in fine.)
En adelante, todo el procedimiento, que la ley regula parcialmente, queda en
manos de la autoridad nacional, concretamente del Poder Ejecutivo, que es el que
efectúa el llamado a licitación (“concurso” según la Sección II del Título XIX),
fija sus bases (art. 419), resuelve la adjudicación (art. 426), declara la rescisión
o caducidad del contrato (art. 441), etc.
Para todo el procedimiento administrativo corresponde, como es natural, apli-
car supletoriamente la legislación nacional de procedimiento administrativo;3 del
art. 3° de dicha ley, tal como ha sido interpretado,4 surge a su vez el principio de
que el Poder Ejecutivo puede delegar estas atribuciones, principio éste sumamente
importante en la práctica porque la modificación al Código de Minería se refiere
en todos los artículos en forma demasiado categórica al Poder Ejecutivo incluso
para actos de procedimiento como pedir mejoras de las propuestas, rechazar las
inadmisibles, etc. (Art. 426, por ejemplo.)
c) Competencia judicial. Las controversias judiciales que se suscitan con motivo
de la aplicación de este régimen corresponden al conocimiento de los “tribunales
nacionales” según el art. 447, específicamente a la justicia federal en materia
contenciosoadministrativa, en los conflictos de los concesionarios o contratistas
con el Estado Nacional.
d) Nacionalización virtual. Como se advierte, una vez celebrado el convenio
entre la provincia y la Nación, todas las facultades de decisión y todo el régimen
administrativo y jurisdiccional aplicables son el nacional, por lo cual bien puede
3
Ver al respecto Gordillo, Agustín A., Tratado de derecho administrativo, Buenos Aires, Macchi,
t. 4.1; Procedimiento y recursos administrativos, 3ª ed., Buenos Aires, 1980.
4
Ampliar en Gordillo, Tratado de derecho administrativo, Buenos Aires, 1974, t. 1, Parte ge-
neral, cap. IX, § 33 y t. 3; El acto administrativo, 3ª ed., Buenos Aires, 1979, cap. VIII, § 4.1, p. 27.
contrato administrativo de concesión minera (1980) 863
cen, por ejemplo en el art. 442, que será penado con multas que, de acuerdo con
la gravedad e incidencia de la infracción en el plan o proyecto de explotación,
oscilarán entre 20 y 200 veces el monto del canon. En caso de reincidencia en
incumplimientos que den lugar a la pena de multa, se puede disponer la rescisión
imputable al contratista.
Por otra parte, determinados incumplimientos indicados en el art. 441 pue-
den dar lugar, a criterio del Poder Ejecutivo, a aplicar la rescisión imputable al
contratista, o aplicar en su lugar, “por única vez,” la sanción pecuniaria antes
mencionada. Pensamos que la norma tiene un rigorismo excesivo al permitir
la multa una “única vez” antes de la rescisión, la cual puede llegar a tornarla
irrazonable en su aplicación a casos concretos, ya que bien podría resultar even-
tualmente justificable reiterar la pena de multa y no disponer la extinción lisa
y llana del contrato.
A su vez, el art. 442, al establecer que se puede rescindir el contrato en caso
de reincidencia en incumplimientos que den lugar a multa, tampoco aclara si se
requiere una o más reincidencias para poder aplicar la sanción máxima: En virtud
de lo que surge del art. 441, estimamos que la administración puede, pero no está
obligada a aplicar la sanción extintiva del contrato en caso de reiterarse sucesivos
incumplimientos. Todo es en definitiva cuestión de una razonable graduación
entre el incumplimiento de que se trate y la sanción que proporcionalmente sea
adecuada a él en el caso concreto.
3) Extinción de pleno derecho o por acto administrativo. Por lo expuesto, si
bien varias normas hablan de que el Poder Ejecutivo “podrá” declarar la rescisión
“de pleno derecho” en tales casos de incumplimiento, entendemos que se trata,
no de una extinción ope legis, sino que requiere el dictado del necesario acto
administrativo extintivo de la concesión.
h) Conclusiones. En suma, resulta claro que el actual Código de Minería
introduce por primera vez expresa y categóricamente en el derecho minero ar-
gentino la figura formal del contrato administrativo de concesión minera. Pero
su expresa introducción, en el caso comentado de la minería a gran escala, nos
induce a retomar la discusión de si la “concesión legal” que el Código legisla en el
resto de las concesiones para minerales de primera categoría, es o no, también,
un contrato administrativo de concesión.
Adelantamos que si bien los autores de la reforma se pronuncian en el sentido
de que en verdad el concesionario tiene una “propiedad” sobre el yacimiento, sólo
que no una “propiedad común,” sino una “propiedad minera,” que no sería un
“contrato de concesión,” pensamos que las palabras indicadas no se confirman
cuando se analiza el régimen concreto que el Código ahora tiene. En otras pa-
labras, por encima de los empleos y preferencias semánticos de los autores de la
866 marchas y contramarchas en economía y derecho administrativo
5
Sin pretender reivindicar para el derecho administrativo alguna inexistente “hegemonía” sobre
el derecho minero o de los recursos naturales, lo cual no tendría mucho sentido, sí queremos señalar
que cada vez existen mas notas del derecho administrativo v otras ramas del derecho público, como
el financiero, minero, etc., que forman una “parte general autónoma del derecho público.” Algo de
eso hemos intentado plantear en nuestro libro Principios gerais de direito publico (San Pablo, 1977)
y en el citado Tratado de derecho administrativo, t. 1, cap. VI, § 6, p. 10. La conclusión de esta ase-
veración es que el derecho de los recursos naturales no podrá buscar exclusivamente dentro de sus
propias normas la solución de los problemas no previstos en ellas, ni menos recurrir heroicamente
a antecedentes medievales en materia de relación del rey con los mineros, sino que debe recurrir
necesariamente a aquella “parte general del derecho público,” que integra junto con el derecho
administrativo; que éste tenga algunas nociones generales mas evolucionadas o analizadas que
otras ramas, no significa ni que deban otros derechos autónomos integrarse a él, ni tampoco que
puedan ignorarlos totalmente. La figura expresa de la concesión de minería a gran escala es la
mejor demostración practica de esto, pero su problemática comprende también, según pensamos,
la figura de la llamada “concesión legal.”
6
Comentario al art. 281; la bastardilla nos pertenece.
7
Comentario al art. 273.
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Tema aparte de debate es si cambia el derecho del concesionario y el procedimiento aplicable
cuando el concedente es una sociedad del Estado, a la cual la ley 20.705 excluye de la aplicación de
la ley de procedimiento administrativo. En este punto nos remitimos a nuestro artículo “Recurso
de alzada,” en la revista Control Público, Buenos Aires, 1980, n° 5, § 3, y que también incluimos en
nuestro Tratado de derecho administrativo, t. 4.2, Procedimiento y recursos administrativos, cap.
XI.
contrato administrativo de concesión minera (1980) 869
10
P igretti, Eduardo A., Código de Minería y legislación de hidrocarbonos, 2ª ed., Buenos Aires,
1969, p. 36.
11
Gordillo, Derecho administrativo de la economía, Buenos Aires, Macchi. 1967, p. 360.
12
Gordillo, Derecho administrativo de la economía, p. 361.
870 marchas y contramarchas en economía y derecho administrativo
las concesiones y de todas las caducidades de que la mina sea objeto con el correr
del tiempo.”13 ¿Es eso dominio privado del Estado? Pensamos que no.
La misma exposición de motivos reconoce que “el dominio originario del Estado
sobre la mina... (no es)... la misma cosa que la propiedad común legislada por
el Código Civil. No lo es el dominio originario del Estado, porque éste lo tiene
para ejercer las facultades reglamentarias que se impuso a sí mismo al dictar
el Código.”14
Parece inevitable concluir que si no estamos en presencia de un bien del do-
minio privado del Estado stricto sensu, porque debe por norma legal ponerlo a
disposición de la colectividad para usos especiales,15 entonces nos encontramos
ante un bien del dominio público. La afirmación, ahora reiterada y enfática, de
que las minas son bienes inalienables e imprescriptibles del Estado, implica de
algún modo una definición categórica, aunque vaya rodeada de frases ambiguas
y contradictorias como también se encuentran en la exposición de motivos.16
13
Comentario al art. 10. Este concepto aparece reiterado en distintos términos en la exposición de
motivos, por ejemplo en el siguiente párrafo del mismo comentario al art. 10: “El dominio originario
del Estado, sobre ese su bien privado que es la mina, existe antes, durante y despues de la concesión
mediante la cual el propio Estado establece sobre aquélla una propiedad particular a favor de un
tercero.” La confusión es manifiesta: Si “antes, durante y después” de la concesión el propietario es
el mismo Estado, insoslayable la conclusión de que “durante” esa propiedad “originaria” del Estado,
mal puede al mismo tiempo y sin incurrir en contradicción ser también “propietario” el minero.
14
Exposición de motivos, comentario al art. 10.
15
Por cierto, el dominio público puede estar a disposición de la comunidad mediante uso común
o uso especial; y las formas de ejercer un uso especial sobre el dominio público son el “permiso” y
la “concesión.”
16
Ese carácter de bienes privados del Estado es el que permite a éste establecer sobre las minas
una propiedad particular mediante un acto de concesión, efecto que no tienen las concesiones admi-
nistrativas que pueden otorgarse sobre los bienes públicos.” (Comentario al art. 10.) Sin embargo,
pensamos que ninguna diferencia sustancial existe entre el derecho del concesionario minero y el
del concesionario administrativo de un bien cualquiera del dominio público, salvo, claro está, que las
causales de extinción de la concesión están aquí expresamente regladas en la ley, como así también
el procedimiento aplicable. Pero nada en el texto del Código de Minería permite ya hablar de que
el minero tiene un derecho de propiedad sobre la “mina,” sin perjuicio de su derecho de propiedad
sobre el “derecho” que le asiste como concesionario. Ver también nota 12.