Guía Didáctica 1
Guía Didáctica 1
Guía Didáctica 1
PERIODO II
N° 1 SEMANA: 1
EDUCACIÓN
VIRTUAL
COMPETENCIA ESPECÍFICA
Se espera que con los temas abordados en la Guía Didáctica N° 1 del MÓDULO I:
INTRODUCCIÓN A LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA, el estudiante logre la
siguiente competencia específica:
Analizo el concepto de antropología filosófica y comprendo cuál es el
objeto, método y naturaleza de estudio de esta disciplina científica.
Resultados de aprendizaje:
Demuestro la aplicabilidad de esta disciplina filosófica en los ambientes
sociales, económicos, políticos y biológicos.
Interiorizo la importancia del concepto de hombre que ha construido
científicamente la filosofía como ciencia vertebral.
CONTENIDO TEMÁTICO
Tema 1
1. Introducción
Hay algunas preguntas que el ser humano se ha hecho repetidamente a lo
largo de la historia, y que cada uno se puede plantear en algún momento de su
vida. ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo y hacia dónde se dirige mi vida? ¿Por qué
razón existo? Desde el frontispicio del templo de Apolo en Delfos ya se invitaba al
ser humano a aplicarse a la tarea de conocerse a sí mismo, y el mismo Sócrates
afirmó que una vida no examinada no era digna del hombre.
Por último, hay una dimensión esencial de la vida humana a la que cada uno
tiene un acceso exclusivo: la propia intimidad. La capacidad de reflexión, de
examinar las propias acciones, intenciones, deseos, aspiraciones, frustraciones y
esperanzas más íntimas -la autoconciencia- constituye una fuente primordial de
conocimiento y experiencias humanas, que permiten también formular hipótesis
sobre el mundo interior de los demás.
La información sobre sí mismo que el ser humano obtiene a través de las tres
fuentes de conocimiento mencionadas, aun siendo abundante y necesaria para su
vida, no resulta completamente satisfactoria. Estos saberes proporcionan un tipo
de información que se circunscribe al ámbito de lo fáctico: de qué estamos
hechos, cómo estamos hechos, etc.; pero no pueden explicar por qué somos, por
qué somos como somos, ni tampoco para qué existimos. En definitiva, el
conocimiento espontáneo, las ciencias empíricas y las humanidades no pueden
responder a la pregunta por el sentido de lo humano que, de modo más sencillo,
podría formularse así: “¿Para qué existe alguien como yo en un sitio como éste?”.
Hay tres grandes tradiciones sapienciales que se han planteado la cuestión del
sentido de la existencia humana [Stevenson et al. 2013]:
— Los textos de los Upanishads, compuestos en la India entre los siglos VIII y
VII a. C., contienen reflexiones acerca de la naturaleza última del mundo y
señalan que la verdadera identidad de los humanos reside en su íntima
conexión con todos los demás seres que componen el universo.
Así, mientras que las explicaciones sobre el sentido de la vida humana que
proporcionan las tradiciones sapienciales no pueden considerarse “científicas” y
las ciencias particulares tratan de explicar al ser humano como un ser en el
cosmos (ciencias de la naturaleza) o como agente en la sociedad (ciencias
humanas), la filosofía se orienta al descubrimiento del sentido de la vida humana.
La filosofía no menosprecia la información que proporcionan las ciencias; pero no
pretende ofrecer otra explicación científica más. La ciencia se limita
a constatar y explicar los hechos; la filosofía busca interpretarlos teniendo en
cuenta todas las dimensiones que son significativas para el ser humano. No es
suficiente para el filósofo conocer cómo está constituido biológicamente el ser
humano: la biología describe la estructura material en la que transcurre la vida
humana, que es el locus en el que se diseñan las posibilidades de cada uno que,
a pesar de que están dadas biológicamente, no están constituidas humanamente;
es decir, asumidas como tales y puestas como principio de las realizaciones
personales [San Martín 1988: 187]. El filósofo busca precisamente esa
comprensión.
Siglos más tarde, en la ciudad de Atenas, Sócrates orientó por primera vez la
reflexión filosófica hacia los seres humanos, con la intención de resolver una
cuestión práctica: ¿cuál es el modo de vida digno del ser humano? Para responder
a esta pregunta se necesita tener una idea acerca del hombre, y aunque Sócrates
no desarrolló propiamente una teoría antropológica sino que su reflexión tuvo un
carácter fundamentalmente ético, a él se debe que la pregunta por el ser humano
haya estado presente en la tradición filosófica occidental hasta nuestros días,
hasta constituir posteriormente una rama de conocimiento específica dentro de la
Filosofía como disciplina académica.
¿Qué tenemos en común y en exclusiva “nosotros, los humanos”, que nos lleva
a considerar “uno de los nuestros” a cualquier nacido de mujer, aunque se
perciban entre “nosotros” grandes diferencias en el aspecto físico, capacidad
intelectual, habilidades técnicas, etc.? [Spaemann 2000] Las respuestas que se
han dado a esta pregunta han sido también muy variadas [Cfr. Apartado 3.3]; e
incluso, actualmente hay filósofos que sostienen que se trata de una pregunta sin
sentido. En cualquier caso, es un tema que no puede eludirse porque aunque
existen fenómenos humanos que tienen una determinación histórica y una
especificidad cultural muy concreta y no pueden generalizarse e incorporar a la
idea de lo que es “esencialmente humano; y se constatan también fenómenos que
no pertenecen en exclusiva a nuestra especie —como, por ejemplo, la nutrición—;
sin embargo es necesario admitir la existencia de ciertas estructuras básicas de la
realidad humana —como la plasticidad biológica, la creatividad, la producción
cultural, la capacidad lingüística, etc.—, que son características exclusivas de
nuestra especie. Esta común naturaleza no es un conjunto de factores mostrenco,
sino algo dinámico, y no contradice la posibilidad de que existan modos diferentes
de “ser humano” (de expresar o actualizar la naturaleza humana) y el hecho de
que cada persona pueda ser una instancia particular de “un modo de realizarse
una existencia humana plena”, que puede adoptar formas diversas [Schatcht
1990]. Aunque, lógicamente, no es posible vivir humanamente “de cualquier
manera”.
Finalmente, conviene recordar que toda idea sobre el ser humano se elabora
desde una cosmovisión asumida previamente por el sujeto [Beorlegui 1990]. El
hombre vive en un mundo ya comprendido, interpretado, y no tiene sentido tratar
de encontrar un presunto “estado humano inicial” que permita reconstruir una idea
de ser humano sin supuestos, “por debajo” o “por detrás” de esa comprensión
[Bollnow 1976]. Por lo tanto, si no es posible liberarse de supuestos, conviene
recordar con frecuencia que en cualquier intento de elaboración de una
Antropología Filosófica, hay ya una Antropología implícita, una cierta idea de qué
es el ser humano.
partida
Sin lugar a dudas, uno de los temas centrales de los que se ha ocupado la
Antropología Filosófica a lo largo de los siglos ha sido la cuestión de la “naturaleza
humana”; es decir, la indagación acerca de si existen algunas características que
son compartidas por todos los seres humanos y que son “esenciales” en el sentido
de que definen lo que es “ser humano” [Le Nezet et al. 2014]:
INFOGRAFÍA
http://www.philosophica.info/voces/antropologiafilosofica/AntropologiaFilosofica.
html