SL283 2020

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OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA

Magistrado ponente

SL283-2020
Radicación n.º 69692
Acta 003

Bogotá, DC, cuatro (4) de febrero de dos mil veinte


(2020).

Decide la sala el recurso de casación interpuesto por


ALEJANDRO SALCEDO ROA, contra la sentencia proferida
por la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bucaramanga, el 9 de julio de 2014, en el
proceso que instauró contra la EMPRESA DE
TELECOMUNICACIONES DE BUCARAMANGA SA ESP
TELEBUCARAMANGA.

I. ANTECEDENTES

Alejandro Salcedo Roa llamó a juicio a la Empresa de


Telecomunicaciones de Bucaramanga SA ESP
Telebucaramanga, con el fin de que se declarara que, al
momento de ser despedido, estaba cobijado por el fuero de
estabilidad reforzada, derivado del síndrome de túnel

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carpiano de origen profesional que le fue diagnosticado, y,


en consecuencia, se declarara que la terminación unilateral
decidida por la demandada fue ineficaz y se ordenara la
firmeza de la orden de reintegro que libró el juez de tutela el
22 de diciembre de 2011, confirmada el 9 de febrero de
2012.

Como corolario de esas declaraciones, deprecó el pago


con efectos retroactivos de los salarios, las prestaciones
sociales legales y convencionales y los demás emolumentos
adeudados entre el 24 de agosto y el 29 de diciembre de
2011, derivados del reintegro; la indemnización prevista en
el artículo 26 de la Ley 361 de 1997; los aportes de todos
los componentes de la seguridad social; la indexación y las
costas del proceso.

Fundamentó sus peticiones, básicamente, en que


luego de trabajar con Telebucaramanga a través de órdenes
de prestación de servicios, se vinculó el 1 de septiembre de
2009 mediante contrato de trabajo a término indefinido en
el cargo de abogado; que acudió a los servicios médicos
para consultar sobre dolores en sus manos y muñecas, lo
que dio lugar a una valoración por salud ocupacional y
evaluación del puesto de trabajo, que generó
recomendaciones dirigidas a la empresa.

Agregó que el 2 de agosto de 2011 le fue realizado un


«Estudio de Neuroconducción y Electromiografía de Miembros
Superiores», cuyo resultado fue: «Neuropatía focal, por
atrapamiento del nervio mediano a nivel del túnel del carpo,

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bilateral de carácter moderado derecho, leve o moderado


izquierdo»; que, con posterioridad, le fue diagnosticado
«Síndrome Túnel Carpiano Bilateral Enfermedad de Origen
Profesional Con relación de causalidad con ATEP […]».

Adujo que la empleadora, con conocimiento pleno de la


condición de salud y de las recomendaciones médicas, tomó
la decisión de despedirlo sin justa causa, la que le fue
notificada el 23 de agosto de 2011, con el pago de la
liquidación definitiva y de la indemnización, sin mediar
autorización de la oficina del trabajo; que tampoco se
solicitó a la ARP un concepto sobre reubicación laboral, ni
se reportó la existencia de la enfermedad con el fin de
proceder a la calificación del origen de la misma.

Continuó expresando que el examen ocupacional de


egreso fue «No satisfactorio»; que el 31 de agosto de 2011
interpuso acción de tutela, cuyo fallo de primera instancia
ordenó, en lo esencial, su reintegro laboral a un cargo con
igual o mejor remuneración respecto del que tenía, con la
advertencia de que el amparo era transitorio, hasta que se
decidiera la acción ordinaria laboral; que ese fallo fue
confirmado en segunda instancia; y, que la empresa lo
reintegró por virtud de la orden constitucional.

Luego reformó la demanda inicial, en el sentido de


modificar el texto de algunos hechos y ampliar la petición
de pruebas.

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Al dar respuesta a la demanda, la accionada se opuso


a las pretensiones; en cuanto a los hechos, dijo que no le
constaban, pero admitió la existencia del contrato de
trabajo, la determinación empresarial de darlo por
terminado, materializada a través de misiva del 23 de
agosto de 2011, respecto de la cual consideró que no estaba
obligada a pedir autorización gubernativa; dijo que fue
cierto que se formuló acción de tutela en su contra, y que
acogió la orden de tutela, al tiempo que estuvo de acuerdo
con la narración de los trámites procesales que se
desarrollaron a lo largo de esa acción.

Sobre la reforma a la demanda, contestó negando los


hechos modificados e indicó que no se oponía a la adición
de pruebas, en tanto se hubiese efectuado en tiempo hábil.

En su defensa propuso las excepciones de fondo que


denominó: prescripción, inexistencia de la obligación y del
derecho a reintegro, cobro de lo no debido, buena fe y
compensación.

Formuló demanda de reconvención, mediante la cual


pretendió que se declarara que la terminación del contrato
de trabajo del señor Salcedo Roa, el 23 de agosto de 2011,
se ajustó a la ley, pues el trabajador no era sujeto del
amparo consagrado en la Ley 361 de 1997; que a esa fecha
el reconvenido no se encontraba valorado, incapacitado, ni
discapacitado; que, en consecuencia, el laborante estaba
obligado a reintegrar a Telebucaramanga los valores
cubiertos por concepto de salario, prestaciones sociales e

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indemnización que se generaron por el reintegro que ordenó


el juez de tutela; por ende, suplicó que se le condenara a
pagar la suma indicada correspondiente a valores por
prestaciones económicas canceladas en virtud de la orden
del juez constitucional y las costas del proceso.

Expresó que el demandante inicial fue vinculado


mediante contrato de trabajo a término indefinido el 1 de
septiembre de 2009, para ejercer las funciones de abogado
interno; que el 23 de agosto de 2011 la empresa dio por
terminado ese vínculo, reconociéndole la indemnización
convencional por terminación sin justa causa y le pagó las
cesantías de lo corrido del año 2011, más sus intereses, la
prima de servicios proporcional a la fecha de despido y las
vacaciones de los años 2009 a 2011.

También dijo que el 13 de septiembre de 2011 el Juez


Veintitrés Penal Municipal de Depuración de Bucaramanga
ordenó el reintegro del trabajador y que esa orden fue
cumplida el 18 de octubre del mismo año, junto con el
reconocimiento de los salarios y una indemnización por
180 días, que fueron descontados de la liquidación inicial;
que luego de declararse la nulidad de lo actuado en sede
constitucional, el juzgado ya señalado emitió nueva orden
de tutela el 22 de diciembre de 2011, que dio lugar a un
nuevo reintegro que se materializó el 28 de diciembre de
aquel año; que el Juzgado Sexto Penal del Circuito de la
ciudad revocó la orden de su a quo, en lo relativo a los
derechos económicos reclamados en la tutela, lo que

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constituyó al señor Salcedo Roa como deudor de tales


dineros; los que se negó a devolver.

Al contestar la demanda de reconvención, el trabajador


se opuso a las pretensiones y, de cara al aspecto fáctico,
reafirmó la existencia del contrato de trabajo y su finiquito
unilateral e injusto por parte de la accionada, a sabiendas
de sus padecimientos de salud; aclaró que recibió los pagos
indicados por la entidad, pero dijo que lo único que se
revocó en el fallo de tutela de segunda instancia fue el de la
indemnización del artículo 26 de la Ley 361 de 1997;
aseguró que las demás sumas pagadas fueron
compensadas.

Planteó las excepciones de fondo de prescripción,


inexistencia de la obligación y del derecho a reintegro, cobro
de lo no debido, buena fe y compensación.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Sexto Laboral del Circuito de


Bucaramanga, mediante fallo del 26 de febrero de 2014,
resolvió:

PRIMERO: Declarar que entre ALEJANDRO SALCEDO ROA y la


EMPRESA DE TELECOMUNICACIONES DE BUCARAMANGA SA.
E.SP. -TELEBUCARAMANGA S.A ESP-, existió un contrato de
trabajo a término indefinido entre el 1 de Septiembre de 2009,
que temino (sic) el 23 de agosto de 2011, por decisión unilateral e
injusta de la demandada.

SEGUNDO: Absolver a TELEBUCARAMANGA SA ESP de todas


las pretensiones de la demanda instaurada en su contra por
ALEJANDRO SALCEDO ROA por las razones antes expuestas.

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TERCERO: Autorizar a TELEBUCARAMNGA SA ESP a descontar


de los valores a pagar al demandante ALEJANDRO SALCEDO
ROA, por indemnización por despido injusto y Prestaciones
sociales, los valores que le canceló por concepto de salarios y
prestaciones sociales, desde el 24 de agosto al 17 de octubre de
2011 y del 8 de diciembre al 27 de diciembre de 2011, así como
la indemnización de 180 días que trata el articulo (sic) 26 de la
ley 361 de 1997, ordenados por el Juez Constitucional.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Bucaramanga, mediante fallo del 9 de julio de
2014, al resolver la alzada interpuesta por el demandante,
confirmó la sentencia de primer grado y le impuso las
costas al apelante.

En lo que interesa al recurso extraordinario, el


tribunal consideró que los problemas jurídicos que debía
resolver, dentro de los límites establecidos por el recurso de
apelación, eran los siguientes:

«[…] si hay lugar al reintegro del demandante al cargo que venía


desempeñando, en razón a que este fue despedido en estado de
limitación física y en caso contrario, si el actor debe reintegrar a
esa empresa los conceptos que se le cancelaron por salarios y
prestaciones sociales con posteridad al 24 de agosto de 2011,
además de la indemnización del artículo 26 de la Ley 361 de
1997».

Expresó entonces que la tesis que iba a sostener daba


lugar a confirmar la sentencia de primera instancia, toda
vez que en el proceso no se acreditó que la disminución
física del demandante, para el momento de su despido,
superara el 15% de pérdida de la capacidad laboral;
además, que como consecuencia de la no procedencia del

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reintegro, el actor debía restituir a la empresa las sumas


recibidas por salarios, prestaciones sociales e
indemnización del artículo 26 de la Ley 361 de 1997, las
cuales fueron concedidas por el juez de tutela.

Agregó que la decisión de amparo constitucional que


originó el pago de esas sumas de dinero, fue revocada, por
lo que, de no ordenarse su devolución, se generaría un
enriquecimiento sin causa.

Los razonamientos de la sala fueron los siguientes:

La Ley 361 de 1997 en su artículo 26 contiene una protección


especial para personas con limitaciones, que para nuestro caso
implica que ninguna persona limitada podrá ser despedida, o su
contrato terminado por razón de su limitación, salvo que medie
autorización de la Oficina del Trabajo, disposición que en cuanto
a su alcance debe ser interpretada conforme a los lineamientos
trazados por la Corte Constitucional en la sentencia C-531 de
2000, [...] que lo declaró exequible bajo el entendido que el
despido del trabajador de su empleo, o terminación del contrato
de trabajo por razón de su limitación, sin la autorización de la
Oficina del Trabajo, no produce efectos y solo es eficaz en la
medida en que se obtenga la respectiva autorización; en caso de
que el empleador contravenga esa disposición, deberá asumir,
además de la ineficacia jurídica de la actuación, el pago de la
respectiva indemnización […].

De lo anterior es posible resaltar que dicha protección no ampara


a la totalidad de las personas que presentan una limitación física
o psicológica, sino únicamente a aquellas que presentan un
grado de invalidez igual o superior a la limitación moderada,
conforme a las tesis de la Corte Suprema de Justicia en su Sala
de Casación Laboral, que es la que sigue esta corporación, lo que
en términos del artículo 7º del Decreto 2463 de 2001, se produce
a partir de una pérdida de la capacidad laboral del 15%. Así lo
ha decantado la jurisprudencia […] especializada nacional, al
abordar el alcance del artículo 26 de la Ley 361 del año 97,
radicado número 32532 de 2008, reiterada por los números
radicaciones 35606 de 2009, 37514 de 2010 y más reciente, en
la sentencia 39207 de 2012 […], en donde se precisa que la
garantía de estabilidad laboral reforzada se extiende a aquellos
que pretenden (sic) una limitación moderada, es decir, una

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discapacidad del 15%, luego solo quienes clasifiquen en dichos


niveles son sujetos amparados por la ley en cuestión.

Ahora bien, es claro que el dictamen 15952011 del 28 de


noviembre de 2011, emitido por la Junta Regional de Calificación
de Invalidez de Santander, determinó el origen profesional de la
patología del túnel carpiano y determinó como fecha de
estructuración de dicha enfermedad el 4 de junio de 2013, por lo
que es posible para esta sala concluir que para la fecha del
despido, que ocurrió el 23 de agosto de 2011, el demandante no
padecía una limitación superior al 15%, pues a pesar de, como lo
sostuvo el recurrente, el actor para la fecha del despido padecía
una enfermedad profesional, y por ende, de un grado de
limitación, no se logró probar que la limitación para dicha fecha
alcanzara el 15% como sí se hizo el 4 de junio de 2013, fecha
posterior a la desvinculación del demandante de la empresa.

No desconoce la corporación la valoración efectuada por el doctor


Jorge Antonio Gaviria Bautista, quien señaló que el señor
Salcedo Roa presentaba un síndrome del túnel carpiano bilateral,
tampoco que dicha valoración haya sido comunicada a la
empresa el 22 de agosto de 2011, pues dicho documento fue
recibido por una funcionaria de la demandada, profesional de
salud ocupacional (folio 52), documento del que no fue posible
extraer el grado de limitación que padece el demandante para
esa fecha, lo que impide reconocer los beneficios de la Ley 361
de 1997.

En razón a que en cumplimiento del fallo de tutela emitido por el


Juzgado 23 Penal Municipal de Depuración de Bucaramanga, el
22 de diciembre de 2011, la accionada canceló al actor la suma
de dinero ordenada y en razón a que dicha decisión fue revocada
en segunda instancia, el demandante deberá reintegrar, tal como
lo sostuvo la juez de instancia, las sumas canceladas por la
demandada por concepto de salarios, prestaciones sociales e
indemnización especial de la Ley 361 del 97.

Es del caso hacer claridad que en el fallo de tutela emitido el 22


de diciembre de 2011 por el juez del Juzgado 23 Penal Municipal
de Depuración de Bucaramanga, ordenó de manera transitoria el
reintegro a un cargo igual o superior, el pago de la indemnización
especial de 180 días de salario y el pago de los aportes a la
seguridad social, pero el fallo proferido en segunda instancia el 9
de febrero de 2012 por el Juzgado Sexto Penal del Circuito de
Bucaramanga […], no solo revocó lo concerniente al pago de la
indemnización especial del artículo 26 de la Ley 361 del año 97,
como lo sostuvo el recurrente, sino también revocó lo concerniente
al pago de prestaciones y demás emolumentos derivados del
reintegro del actor, los cuales, indicó, pueden ser exigidos ante la
jurisdicción ordinaria, recordando que la tutela resulta
improcedente en este sentido.

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Respecto de la decisión de segunda instancia en materia de


tutela, el Decreto 306 del año 92, artículo 7º, dispone lo
siguiente: […]. Es una consecuencia que la ley misma prevé. Esa
decisión de la segunda instancia dispuso: […] A esto se aúna la
disposición acabada de leer del Decreto 306. Lo anterior es
suficiente para que se mantenga la decisión recurrida.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por el demandante, concedido por el


tribunal y admitido por la corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende el recurrente que la corte case la sentencia


impugnada, para que, en sede de instancia, revoque lo
decidido por el juzgado y, en su lugar, condene a la
sociedad demandada a la totalidad de pretensiones
impetradas en el escrito genitor.

Con tal propósito formuló un cargo, por la causal


primera de casación, que fue objeto de oposición.

VI. CARGO ÚNICO

Acusó la sentencia de violar, por la vía indirecta y en el


concepto de aplicación indebida, los artículos l, 2, 3, 4, 5,
22, 23, 24 del CST; los incisos primero parcial y segundo
del 26 de la Ley 361 de 1997; el 7 del Decreto 2463 de
2001, en relación con los artículos 55, 56 y 64 del CST; 13
y 29 de la CN.

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Según el recurrente, los errores manifiestos de hecho


en que incurrió el tribunal consistieron en lo siguiente:

1. No dar por demostrado, estándolo que la empresa demandada


conocía de la discapacidad física del demandante, antes de dar
por terminado unilateralmente sin justa causa el contrato de
trabajo.

2. No dar por demostrado, estándolo, que el demandante se


encontraba en circunstancia de debilidad manifiesta.

3. No dar demostrado, estándolo que el demandante fue


calificado con una limitación física de carácter moderada en su
miembro superior derecho y leve a moderado en el izquierdo,
antes del despido por parte de la empresa demandada.

4. No dar por demostrando, estándolo que la empresa


demandada despidió al actor por causa de limitación física del
demandante.

Adujo que la violación aconteció como consecuencia de


la apreciación errónea de la carta de terminación de folio 53
y del concepto médico de folios 51 y 52, emitido por Jorge
Aníbal Gaviria el 18 de agosto, y por la falta de apreciación
del informe de estudio de electro diagnóstico de
neuroconducción y electromiografía de miembros
superiores, de agosto 2 de 2011, visto a folios 49 y 50.

En la demostración del cargo adujo que, para


confirmar la decisión condenatoria del juez de primera
instancia el tribunal expuso que, para la fecha del despido,
él no logró demostrar que padecía una limitación superior
al 15%.

Sobre la valoración médica rendida por el doctor Jorge


Aníbal Gaviria Bautista, el 18 de agosto de 2011, la
corporación señaló que, conforme a esta pieza probatoria, el

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demandante presentaba un síndrome de túnel carpiano


bilateral, pero que el mismo fue notificado a la empresa un
día antes del despido, pues dicho documento lo recibió una
funcionaria de la demandada, profesional en salud
ocupacional, documento del que no fue posible extraer el
grado de limitación que padece el demandante para esa
data, lo que impedía reconocerle los beneficios de la Ley 361
de 1997.

Consideró que ese inadecuado análisis del tribunal, y


la falta de apreciación del estudio de «[…] electrodiagnóstico
de neuroconducción y electromiografía de miembros
superiores», llevaron al sentenciador de segundo grado a
estimar que de aquella valoración médica no se podía
extraer el grado de limitación que padecía para el 18 de
agosto de 2011.

Dijo que de apreciarse correctamente el documento de


folios 51 y 52, fechado en la última data indicada, surgiría
que el profesional de la medicina estableció que los estudios
de neuroconducción y electromiografía permitieron concluir
la presencia de una «[…] neuropatía focal por atrapamiento
mediano a nivel del túnel del carpo bilateral, de carácter
moderado el miembro superior derecho y leve a moderado el
izquierdo», de origen profesional. En igual sentido, dijo que
el estudio de folios 49 y 50 daba lugar a idénticos hallazgos,
pero no fue apreciado.

Estimó que, si el tribunal hubiera analizado


correctamente el concepto rendido por el médico

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ocupacional, de folios 51 y 52, emitido con base en el


estudio practicado al demandante el 2 de agosto de 2011,
«[…] habría llegado a la imperiosa conclusión que de la citada
valoración realizada al demandante antes del despido
acaecido por la empresa demandante (sic) […] se puede
extraer que el actor para la fecha del despido padecía una
limitación física», cuya gradación fue la indicada en
precedencia, para cada uno de los miembros superiores,
luego, era una persona que, por razón de su enfermedad,
merecía la protección especial en los términos de la Ley 361
de 1997.

En suma, concluyó que el error cometido por el juez de


apelaciones consistió en que tuvo por no acreditada su
limitación moderada al momento del despido, cuando los
documentos indicados la establecían con claridad, lo cual
permitía concluir que la empresa sabía de su estado de
salud.

VII. RÉPLICA

Expuso que la argumentación del recurrente


desvirtuaba las consideraciones del ad quem en torno a la
validez de la terminación del contrato de trabajo sin justa
causa por parte de Telebucaramanga, atendiendo a que el
concepto rendido por el médico tratante no hacía posible
inferir que el grado de limitación física superara el 26% de
la pérdida de capacidad laboral a la fecha de finalización del
nexo contractual, luego, en el fallo impugnado no se hizo
una indebida aplicación de las normas acusadas, de

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manera que, conforme a los diferentes precedentes de esta


corte que citó, consideró que no se quebraba la presunción
de legalidad y acierto que ostenta la decisión de segundo
grado.

VIII. CONSIDERACIONES

El recurrente orientó el cargo por la vía indirecta,


acusando la aplicación indebida de diversos artículos de la
Ley 361 de 1997, entre ellos el 26, que es el que desarrolló
al sustentar el embate; a su vez, acudió a la misma
modalidad respecto de las restantes normas indicadas en la
proposición jurídica, pero de las que no ofreció explicación
alguna acerca de cómo fue que el tribunal las vulneró.

A pesar de que la vía escogida fue la de los hechos,


quedaron fuera de la discusión algunos supuestos fácticos
que se dieron por sentados en las instancias: (i) que
Alejandro Salcedo Roa prestó sus servicios a
Telebucaramanga, a través de un contrato de trabajo a
término indefinido, desde el 1 de septiembre de 2009,
desempeñando el cargo de abogado; (ii) que en vigencia de
la relación laboral, aquel padeció una enfermedad
denominada «Síndrome del túnel carpiano bilateral»; (iii) que
la demandada le dio por terminado el contrato de trabajo a
partir del 23 de agosto de 2011, sin justa causa; (iv) que
para despedirlo no se pidió autorización de la Oficina de
Trabajo, y (v) que no se le realizó la valoración
correspondiente para determinar su porcentaje de pérdida
de capacidad laboral.

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El problema jurídico se orienta a determinar si se


equivocó el tribunal al confirmar la decisión de primer
grado consistente en declarar improcedente el reintegro del
demandante al cargo que venía desempeñando al momento
del despido o a uno de igual o superior categoría,
incurriendo así en la indebida aplicación del artículo 26 de
la Ley 361 de 1997.

El juez colegiado concluyó que el impugnante no era


sujeto de la protección especial consagrada en la norma
indicada para las personas con capacidad diferenciada y
para quienes se encontraran en estado de debilidad
manifiesta, porque no logró acreditar que padecía una
limitación superior al 15%, a pesar de que, para la fecha del
despido, estaba diagnosticado con una enfermedad
profesional que implicaba cierto grado de discapacidad, que
no se pudo evidenciar en la cuantía indicada.

Expuso el recurrente que esa apreciación resultó


equivocada, debido a que las pruebas señaladas en el cargo
daban lugar a establecer el carácter moderado –para el
miembro superior derecho– y leve a moderado –en el
izquierdo–, de la patología que padecía al momento de ser
despedido.

Establecido lo anterior, para la sala, el tribunal no


cometió los errores fácticos denunciados, dado que, las
pruebas señaladas en el cargo no son suficientes para
demostrar los razonamientos de ese embate.

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En efecto, en primer lugar, respecto de la carta de


finiquito del contrato de trabajo, visible a folio 53, la
apreciación del tribunal no podía dar lugar a determinar el
porcentaje de merma que esa corporación echó de menos,
por cuanto la misiva no incluyó ninguna manifestación en
torno a explicar las razones que dieron lugar a la
determinación empresarial, y mucho menos se adentró en
consideraciones sobre la eventual pérdida de capacidad
laboral o, en general, acerca de la situación de salud del
trabajador.

Aunado a lo anterior, al sustentar el cargo, el


recurrente omitió el cumplimiento de la carga
argumentativa que le correspondía, en relación con los
motivos por los cuales una impropia apreciación de esa
prueba daría pie a la comisión de cualquiera de los yerros
enrostrados, pues en la vía indirecta no basta hacer
referencia a las pruebas, sino que es necesario exponer lo
que, a juicio del censor, se concluye de ellas, tarea que este
no desarrolló en relación con ese instrumento probatorio.

Sobre el concepto suscrito por el facultativo tratante


del señor Salcedo Roa, denominado «Peritación Médico
Laboral», legajado a folios 51 y 52 y el «Informe de estudio
electrodiagnóstico» de folios 49 y 50, esta colegiatura debe
decir que no constituyen prueba hábil en casación, pues se
trata de documentos que provienen de terceros, cuyo
contenido debe apreciarse como si se tratase de
declaraciones testificales, lo que significa que no están

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dentro del taxativo listado de pruebas idóneas en el recurso


extraordinario, que está consignado en el inciso segundo del
numeral primero del artículo 87 del CPTSS, cuyo tenor
literal indica: «El error de hecho será motivo de casación
laboral solamente cuando provenga de falta de apreciación o
apreciación errónea de un documento auténtico, de una
confesión judicial o de una inspección ocular», esta última,
entendida hoy en día como inspección judicial.

Así lo ha dicho pacíficamente esta sala, a lo largo de


diferentes pronunciamientos, entre ellos, la sentencia CSJ
SL505-2019, que, al referirse a elementos probatorios
similares a los aquí observados, dijo:

[…] la historia clínica obrante a folios 26 a 52 […] tampoco es una


prueba apta para desarrollar un cargo en casación, como lo
destacó la Corporación en sentencia CSJ SL11171-2017:

[…]

Los documentos (historia clínica y certificado de un centro


médico) provienen de terceros y tienen carácter declarativo, de
modo que conforme con el C. de P. C. art. 277, se aprecian como
testimonios que no son pruebas hábiles en casación laboral (Ley
16 de 1969, art. 7º). De ahí que no proceda examinarlos para
constatar los errores que dice la impugnación se derivan de ellos.

Del mismo modo, en la sentencia CSJ SL3369-2019 se


recordó ese criterio, en punto de piezas extraídas de una
historia clínica.

A más de lo dicho, si en gracia de discusión se pudiera


estudiar el contenido de esos documentos, resultaría que el
entendimiento que les dio el tribunal no fue inadecuado,
porque el informe del examen diagnóstico y la valoración del

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doctor Gaviria Bautista, que no constituyen un dictamen de


pérdida de capacidad laboral, no ofrecen información acerca
del grado de limitación que afectaba al ahora recurrente,
pues a lo que se refirió el especialista en salud ocupacional
no fue al concepto de discapacidad, sino a que el
«ATRAPAMIENTO DEL NERVIO MEDIANO A NIVEL DEL
TUNEL (sic) DEL CARPO, BILATERAL» era «DE CARÁCTER
MODERADO» en el miembro superior derecho, en tanto que
en el izquierdo era «LEVE A MODERADO».

De esa suerte, con ellos no es que se haya demostrado


que la condición física del trabajador Salcedo Roa fue
moderada –que es la conclusión a la que quiere arribar el
embate–, pues esas pruebas solo dan cuenta de un hallazgo
derivado de un examen médico, esto es, que el
«atrapamiento» de un nervio tenía la condición de
«MODERADO», en una extremidad, y «LEVE A MODERADO»
en la otra, situación que apenas podría considerarse un
elemento de juicio que permitiría establecer, eventualmente,
el nivel de limitación que el síndrome de túnel carpiano
bilateral le representaba al laborante, en los términos del
artículo 7 del Decreto 2463 de 2001, reglamento que aplicó
el tribunal al caso bajo examen, por estar vigente a la fecha
de los hechos, y cuyo texto señalaba:

En los términos del artículo 5º de la Ley 361 de 1997, las


entidades promotoras de salud y administradoras del régimen
subsidiado, deberán clasificar el grado de severidad de la
limitación, así: Limitación moderada, aquella en la cual la
persona tenga entre el 15% y el 25% de pérdida de la capacidad
laboral; limitación severa aquella que sea mayor al 25% pero
inferior al 50% de pérdida de la capacidad laboral y limitación

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profunda, cuando la pérdida de la capacidad laboral sea igual o


mayor al 50%.

Además, el tribunal ni siquiera cometió el primero de


los errores que le achacó la censura, porque explícitamente
dio cuenta de que Telebucaramanga estaba al tanto de la
situación de salud del recurrente, antes del despido, en
cuanto advirtió:

No desconoce la corporación la valoración efectuada por el doctor


Jorge Antonio Gaviria Bautista, quien señaló que el señor
Salcedo Roa presentaba un síndrome del túnel carpiano bilateral,
tampoco que dicha valoración haya sido comunicada a la
empresa el 22 de agosto de 2011, pues dicho documento fue
recibido por una funcionaria de la demandada, profesional de
salud ocupacional (folio 52) […].

Finalmente, como la censura no se encargó de


desmantelar los restantes argumentos fácticos y jurídicos
del fallo gravado, como, por vía de ejemplo, lo que dedujo el
tribunal del dictamen 15952011 del 28 de noviembre de
2011, sobre lo cual el impugnante guardó silencio, al
quedar incólumes estas conclusiones de hecho y las de
derecho, la sentencia se mantiene intacta, conservando las
presunciones de acierto y legalidad que la caracterizan, con
independencia de lo atinada que pudiera o no ser. Al
respecto, en la sentencia CSJ SL3326-2019, que reiteró lo
dicho en la providencia CSJ SL16794-2015, esta sala
indicó:

Teniendo en cuenta la presunción de acierto y legalidad de que


está revestida la sentencia de segunda instancia, al recurrente le
corresponde derruir todos y cada uno de los fundamentos en que
se soporta la decisión, so pena de que ésta permanezca
incólume. Al respecto, la Corte ha sostenido que «no son
suficientes las acusaciones parciales, de tal suerte que es carga

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Radicación n.° 69692

del recurrente en casación destruir todos los soportes del fallo


impugnado, pues aquél que se deje libre de cuestionamiento será
suficiente para mantener en pie la decisión que se impugna, que
bien se sabe, llega al estrado casacional amparada con las
presunciones de legalidad y de acierto, que deben ser derruidas
por el impugnante.» (CSJ SL, 3 feb. 2009, rad. 31284).

En los anteriores términos, resulta insuficiente el


ataque para lograr el derrumbamiento del pronunciamiento
criticado.

Las costas en el recurso extraordinario serán a cargo


de la parte recurrente, por cuanto la acusación no tuvo
éxito y hubo réplica. Se fija como agencias en derecho la
suma de cuatro millones doscientos cuarenta mil pesos
($4.240.000), que se incluirán en la liquidación que realice
el juez de primera instancia, con arreglo a lo dispuesto en el
artículo 366 del CGP.

IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República de Colombia y por autoridad de
la ley, NO CASA la sentencia dictada el nueve (9) de julio de
dos mil catorce (2014) por la Sala Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bucaramanga, dentro del
proceso ordinario laboral seguido por ALEJANDRO
SALCEDO ROA contra la EMPRESA DE
TELECOMUNICACIONES DE BUCARAMANGA SA ESP
TELEBUCARAMANGA.

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Costas, como se dijo en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

ANA MARÍA MUÑOZ SEGURA

OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA

GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ

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