La Antropología Platónica y Aristotelica

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En primer lugar, Platón al igual que en su

comprensión de la realidad, en la antropología


defendió un dualismo, es decir, para él, el hombre está
compuesto de cuerpo (lo negativo) y alma (lo
positivo).
Piensa que el alma ha existido siempre y su lugar
de origen era el mundo de las ideas, donde vivía. Pero
el alma, cometió un pecado, por el que se convirtió el
cuerpo en castigo y cárcel para el alma y, además, fue
condenada al mundo sensible. Al alma se le da la
posibilidad de volver a su lugar propio (el mundo de
las ideas) si se purifica de aquel pecado que cometió y
por el que fue castigada a la materia (el mundo sensible). De esta manera, Platón habla de la
reencarnación, en la que después de ella el alma es juzgada si no ha conseguido purificarse y por lo
tanto, tiene que seguir y seguir reencarnándose hasta que por fin lo logre.
Además de que la unión entre alma y cuerpo sea pasajera, transitoria y totalmente accidental, es
violenta, ya que el alma no desea estar en el mundo material (es inmaterial), si no en su mundo, en el
mundo de las ideas (es supraterrenal). Por ello, el filósofo dice que el alma a parte de ser supraterrenal
e inmaterial, es inmortal, puesto que nunca muere. La inmortalidad del alma es explicada por el
filósofo a través de la teoría de la reminiscencia, en la que para él, conocer es recordar lo que el
alma había conocido en el mundo de las ideas, pero que olvidó al reencarnarse en el cuerpo, por lo
que si el alma ha existido antes que el cuerpo, esto explicaría que sobrevivan después de la muerte.
Esto lo podemos observar en "El alma, siendo inmortal, no hay nada que no haya aprendido; de modo
que no hay de qué asombrarse si es posible que recuerde" y en "el buscar y el aprender no son otra
cosa que una reminiscencia”. Además, el alma es simple, es decir, es imposible que se descomponga.
Platón añade que si el alma no fuera inmortal, el comportamiento ético de las personas quedaría sin
recibir premio o castigo y como esto no es posible, las personas deben recibir su merecido después
de la muerte del cuerpo.

“El alma, pues, siendo inmortal y habiendo nacido muchas veces, y visto efectivamente todas
las cosas, tanto las de aquí como las del Hades, no hay nada que no haya aprendido; de modo que
no hay de qué asombrarse si es posible que recuerde, no sólo la virtud, sino el resto de las cosas
que, por cierto, antes también conocía. Estando, pues, la naturaleza toda emparentada consigo
misma, y habiendo el alma aprendido todo, nada impide que quien recuerde una sola cosa ―eso
que los hombres llaman aprender―, encuentre él mismo todas las demás, si es valeroso e
infatigable en la búsqueda. Pues, en efecto, el buscar y el aprender no son otra cosa, en suma, que
una reminiscencia”.

Platón, Menón, 81 d.; en Diálogos, tomo II.


Aristóteles va a aplicar su teoría hilemórfica a la concepción del
hombre, intentando recuperar la unidad que Platón rompió al considerar
nuestro ser como compuesto de dos substancias distintas dificilmente
reconciliables. Sin embargo esto no implica que Aristóteles prescinda por
completo de una visión dualista sobre el hombre. En el Tratado del
Alma llega el filósofo a una concepción unitaria que considera al alma
como la forma del cuerpo, indisolublemente ligada a él, pero, aún así,
el dualismo alma y cuerpo se mantiene ya que no desaparece la concepción bipolar de los dos
coelementos que componen la unidad hombre. Veámoslo.
Cuando hablamos del alma humana, y del alma en el resto de los seres vivos, nos referimos con ello
a las múltiples acciones, operaciones y funciones que realizan estos seres: sentir, nutrirse, pensar...
Estas actividades no pueden, desde luego, realizarse sin el cuerpo, porque precisamente no son más
que su propia operatividad y funcionalidad.
Por ello, y aquí se separa de Platón, no es lícito considerar al alma como algo separado o separable
del cuerpo. El alma es al cuerpo lo que la función es al órgano : "si el ojo fuera un animal, la vista
sería su alma"
Como consecuencia, el alma no es un ser subsistente por sí mismo,, ni tampoco una substancia. Lo
que es sustancia es el hombre, que es un compuesto de alma y cuerpo: "Todo cuerpo natural, pues,
que posee la vida, debe ser substancia, y substancia de tipo compuesto." (Del Alma, 412, a.)

HILEMORFISMO ANTROPOLÓGICO
Los seres vivos son también substancias compuestas de materia y forma (hilemorfismo):
- El cuerpo (soma) de los seres vivos constituye su substrato o materia.
- El alma (psyché) es la forma (morphé) que determina a ese cuerpo a ser lo que es y a
comportarse y realizar naturalmente las funciones que le son propias.

Este hilemorfismo permite concebir al ser viviente como un compuesto unitario, regido por un alma
que no representa sinó su principio vital, el fundamento de toda su funcionalidad y operatividad.
Por lo tanto el hilemorfismo en el terreno antropológico supone el rechazo de la inmortalidad del
alma que afirmó Platón (y los pitagóricos).
El alma no sobreviene la muerte, no es eterna ni inmortal ni se reencarna en ningún otro ser.
El alma no puede existir sin el cuerpo, aunque ella misma no sea un cuerpo. Al igual que no puede
haber vista sin ojo que la realice, no puede existir separadamente un alma de un cuerpo, puesto que
ésta no es más que su forma, su funcionalidad.

LAS FUNCIONES DEL ALMA


Aristóteles criticará a Platón su concepción tripartita del alma y la fisicalización de ésta. El alma no
tiene partes, ni hay tres almas distintas. El alma es única, ilocalizable porque no es un cuerpo ni una
parte del cuerpo, sino su función. El ser vivo, y el hombre, es un compuesto unitario, y su alma está
presente en todo el cuerpo como lo están todas las formas en todas las substancias. Sin embargo, sí
acepta Aristóteles una jerarquía en los seres vivientes producida por la heterogeneidad de las
funciones vitales que realizan: no todos los seres vivos tienen las mismas capacidades, ni realizan las
mismas funciones. Hay diferentes niveles de operatividad y funcionalidad que permiten establecer
una distinción de las funciones del alma en relación con los seres que la poseen:

1. Función nutritiva (o vegetativa)


Es la única función que es común a todos los seres vivos, y consiste en la alimentación y la
reproducción. Sin ellas no habría seres vivos.
2. Función sensitiva
Abarca dentro de ella dos funciones distintas pero relacionadas entre sí:
- La función apetitiva: sentir (dolor, placer, etc.), desear, apetecer, etc.
- La función motriz: la capacidad de moverse y trasladarse en el espacio.
3. Función pensante
Se trata de la capacidad, solo humana, de entender y pensar. Es la función superior y más elevada
que puede poseer un ser vivo.
Los seres vivos están organizados en una jerarquía que se corresponde con susu funciones anímicas:
1. El reino vegetal posee sólo la función nuritiva.
2. El reino animal (excpto el hombre) posee las funciones nutritivas y sensitivas.
3. El hombre posee las tres funciones: nutritiva, sensitiva y pensante. Es ésta última la que
le caracteriza esencialmente como hombre.
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