El Acto Psicoanalitico Clase 6 (Traducción RRP)

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Jacques Lacan

Seminario 15
1967-1968

EL ACTO PSICOANALITICO

(Versión Crítica)

17 de ENERO de 19681

Hablando del acto psicoanalítico tengo, si puedo decir, dos ambicio-


nes, una larga y otra corta, y forzosamente la corta es la mejor.

- La larga, que no puede ser descartada, es esclarecer lo que con-


cierne al acto.
- La corta, es saber en qué hay el psicoanalista.

1
FUENTES:
 Jacques LACAN, L’acte psychanalytique, http://staferla.free.fr/
 Jacques LACAN, L’acte psychanalytique,
http://www.ecole-lacanienne.net/bibliotheque.php?id=13
Seminario 15: El acto psicoanalítico — 6: 17 de Enero de 1968

Ya en algún escrito pasado, hablé du psychanalyste,2 no du {del}, a


descomponer de le {de el} psicoanalista, dije que no partía más que de
esto:
que hay psicoanalista {qu’il y a “du” psychanalyste}.3

La cuestión de saber si hay “el” psicoanalista no es tampoco en abso-


luto para dejar en suspenso, es la de saber cómo hay “un” psicoanalis-
ta, que es una cuestión que se plantea más o menos bajo los mismos
términos que lo que se llama en lógica la cuestión de la existencia.

El acto psicoanalítico, si es un acto…


es precisamente de ahí que partimos, desde el año pasado
…es algo que nos plantea la cuestión de articularlo, de decirlo, lo que
es legítimo e incluso, yendo más lejos, lo que implica de las conse-
cuencias de acto en tanto que el acto mismo es él mismo, por su pro-
pia dimensión, un decir: El acto dice algo, es de ahí que hemos parti-
do.

Esta dimensión es percibida desde siempre, está presente en el hecho,


en la experiencia. Basta evocar incluso un instante algunas fórmulas, y
fórmulas pregnantes, fórmulas que han actuado como la de “actuar se-
gún su conciencia”, para captar de qué se trata.

“Actuar según su conciencia”, es precisamente ahí una especie de pun-


to medio alrededor del cual se puede decir que ha girado la historia del
acto, o que se podría tomar también como punto de partida para cen-
trarlo.

2
Lacan emplea aquí el artículo partitivo (éstos no existen en castellano) du, que
da al sustantivo que le sigue el matiz de constituir una parte de un todo o de una
especie. Así, “il y a du psychanalyste”, o “il y a du pain”, se traducen como “hay
psicoanalista” y “hay pan”. Lacan precisa entonces que no se trata de su empleo
contractivo (du = de le {del = de el}) para descartar la fórmula que mediante el ar-
tículo definido llevaría a hablar de “el psicoanalista”.
3
Jacques LACAN, «Du sujet enfin en question», en Écrits, Seuil, Paris, p. 236, úl-
timo párrafo. Lo que indica Lacan no pasa suficientemente en la versión castella-
na, «Del sujeto por fin cuestionado», en Escritos 1, p. 229: el “il y aura du psycha-
nalyste” pasa como “habrá psicoanalista”, y el “si les qualifier de l’article défini”
pasa como “si es que calificarlos con el artículo definido”.

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Seminario 15: El acto psicoanalítico — 6: 17 de Enero de 1968

“Actuar según su conciencia”, ¿por qué? ¿y ante quién?


La dimensión del Otro en tanto que el acto viene allí a testimoniar al-
go ya no es eliminable. ¿Eso quiere decir, desde luego, que esté ahí la
verdadera encrucijada, el centro de gravedad?

¿Podemos siquiera por un instante sostenerlo desde donde estamos, es


decir desde donde la conciencia como tal es puesta en cuestión? Pues-
ta en cuestión de la medida que puede dar ¿a qué?

Seguramente no al saber, a la verdad tampoco.


Es de ahí que volvemos a partir tomando la medida de esto:
- de que todavía no está para nada todavía definido,
- de que no está para nada todavía verdaderamente ceñido,
- de que está solamente aquí introducido, ni siquiera supuesto: el
acto psicoanalítico, para reinterrogar ese punto de equilibrio al-
rededor del cual se plantea la cuestión de lo que es el acto.

En el horizonte, desde luego, lo sabemos, un vasto rumor, un rumor


que viene de lejos, que nos llega desde las épocas que llamamos clási-
cas, o de lo que se llama todavía nuestra Antigüedad, donde segura-
mente sabemos que todo lo que se ha dicho sobre el tema del acto
ejemplar, del acto meritorio, del plutarquismo si ustedes quieren,4 se-
guramente sentimos ya que hay un poco demasiado de estima de sí al
entrar en el juego y sin embargo, ¿estamos tan distanciados de eso?

Si pensamos que hoy es alrededor de un discurso, de un discurso so-


bre el sujeto, que retomamos el acto y que nuestra ventaja no podría
sostenerse en ninguna otra cosa que en esto que nos hace estrechar el
punto de apoyo de ese sujeto imponiéndonos la más ruda disciplina, al
no querer tener por segura más que esa dimensión por la cual él es el
sujeto gramatical, entendamos bien que esto no es ahí nuevo, que el
año pasado en nuestra exposición de La lógica del fantasma marca-
mos en su lugar, en el lugar del “yo no pienso”, esa forma del sujeto
que aparecía como desmochada del campo a él reservado, esa dimen-
sión propiamente de la gramática, que hacía que el fantasma pudiera
ser dominado literalmente por una frase y una frase que no se sostiene,

4
Plutarco en sus Obras morales define cómo actuar positivamente en la concien-
cia.

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que no se concibe más que de la dimensión gramatical, Ein Kind wird


geschlagen, On bat un enfant, la conocemos.5

Ahí está el punto de dato más seguro alrededor del cual…


en nombre de esto que postulamos también a título disciplina-
rio, que no hay metalenguaje, que la lógica misma debe ser ex-
traída de este dato que es el lenguaje
…es alrededor de esta lógica, por el contrario, que hemos hecho girar
esta triple operación a la cual, por una especie de tentativa, de intento
de adivinación, de riesgo, hemos dado la forma del grupo de Klein,
operación que comenzamos por puntualizar en el camino de origen
por donde la hemos abordado, por medio de los términos:
de alienación, de verdad y de transferencia.6

Seguramente, no son ahí más que abrochamientos y, al ser recorridos


en ciertos sentidos, al menos para volver a encontrarnos allí, para so-
portar lo que estas operaciones pueden representar para nosotros, esta-
mos forzados a darles otro nombre pero, desde luego, a condición de
percatarnos de que se trata del mismo trayecto.

Por lo tanto, es a partir de la subversión del sujeto…7


que hemos ya, desde hace unos diez años, articulado suficiente-
mente para para que se conciba cuál es el sentido que toma este
término en el momento en que decimos que es a partir de la sub-
versión del sujeto…

5
Sigmund FREUD, «Pegan a un niño». Contribución al conocimiento de la géne-
sis de las perversiones sexuales (1919), en Obras Completas, Volumen 17, Amo-
rrortu editores, Buenos Aires, 1979.
6
En todo este párrafo, Lacan nos remite a su seminario del año anterior, La lógica
del fantasma (1966-67). Introdujo el grupo de Klein a partir de la sesión del 14 de
diciembre de 1966, y a propósito del sujeto gramatical, hace referencia al fantas-
ma Ein Kind wird geschlagen, en la sesión del 11 de enero de 1967.
7
Jacques LACAN, «Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente
freudiano», en Escritos 2, p. 777. El grafo producido en ese texto fue elaborado en
el curso de las primeras sesiones del seminario Las formaciones del inconsciente
(el primer trimestre de 1957). En este mismo artículo, Lacan hace referencia a La
fenomenología del espíritu de Hegel, de la que va a ser cuestión en lo que sigue de
esta sesión.

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…que vamos a retomar la función del acto, para que veamos que es
entre ese sujeto gramatical, el que está ahí inscrito, se puede decir, en
la noción misma de acto, en la manera por la cual nos es presentifica-
do, el yo {je} de la acción, y ese sujeto articulado en esos términos
deslizantes, siempre listo para escapársenos por un desplazamiento,
por un salto a uno de los vértices de este “tetraedro” que, ya la última
vez, había aquí reproducido, recordándoles estas funciones y estos tér-
minos.8

- aquí, la posición del “o - o” de donde parte la alienación origi-


nal, la que desemboca en el “yo no pienso”, para que pueda in-
cluso ser elegido — ¿y qué quiere decir esa elección?

- ahí, el “yo no soy”, que articula su otro término. Estos vectores,


más exactamente estas direcciones en las cuales están tomadas
las operaciones fundamentales, siendo aquellas que recordé re-
cién bajo los términos de alienación, de verdad y de transfe-
rencia, ¿qué quiere decir esto, a dónde nos conduce?

El acto psicoanalítico, lo planteamos como consistiendo en esto: so-


portar la transferencia…
no decimos quién soporta: aquel que hace el acto, el psicoana-
lista por lo tanto, implícitamente

8
Las figuras que reproduzco en el cuerpo de esta traducción provienen de la ver-
sión STF. En este punto, la versión ELP remite a su figura I, que con las demás
reproduzco al final de la sesión.

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…esa transferencia que sería una pura y simple obscenidad, diré, redo-
blada de cháchara, si nosotros no le volviéramos a dar su verdadero
nudo en la función del sujeto supuesto saber.

Aquí lo hemos hecho desde hace un tiempo, demostrando que todo lo


que se articula de su diversidad como efecto de transferencia no podría
ordenarse más que al ser remitido a esta función verdaderamente fun-
damental, presente por doquier en todo lo que atañe a algún progreso
de saber, y que toma aquí su valor justamente en cuanto que la exis-
tencia del inconsciente la pone en cuestión, una cuestión nunca plan-
teada por que se tenga siempre la respuesta…
si se puede decir, implícitamente, la respuesta incluso desaper-
cibida
…que desde el momento que hay saber hay sujeto, y que son necesa-
rios algunos desfasajes, algunas fisuras, algunas sacudidas, algunos
momentos de juego en ese saber para que de golpe uno se dé cuenta,
para que así se renueve ese saber. ¿Quién lo sabía de antes?

Esto apenas se advierte en el momento en que sucede, pero es el cam-


po del psicoanálisis el que lo vuelve inevitable.

¿Qué es del sujeto supuesto saber puesto que nos las vemos con esa
suerte de impensable, que en el inconsciente nos sitúa un saber sin su-
jeto?

Seguramente, hay ahí algo también de lo que no podemos no advertir-


nos: continuar considerando que el sujeto está implicado en ese saber,
es simplemente dejar escapar todo lo que concierne a la eficiencia de
la represión, y que no es concebible de otro modo más que en esto,
que el significante presente en el inconsciente y susceptible de retorno
está precisamente reprimido en cuanto que:
- que no implica sujeto,
- que no es más lo que representa un sujeto para otro significan-
te,
- que es éste el que se articula con otro significante sin por eso re-
presentar allí un sujeto,
- que no hay otra definición posible de lo que concierne verdade-
ramente a la función del inconsciente, en tanto que el incons-
ciente freudiano no es simplemente ese implícito o ese oscure-

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cido, o ese arcaico o ese primitivo, que el inconsciente es siem-


pre de un registro muy diferente.

En el movimiento instaurado como hacer en este acto de soportar o de


aceptar — como ustedes quieran — la transferencia, la cuestión es:
¿qué deviene el sujeto supuesto saber?

Voy a decirles que el psicoanalista en principio lo sabe, lo que él de-


viene: seguramente, cae. Lo que está implicado teóricamente — acabo
de decírselos — en esta suspensión del sujeto supuesto saber, ese trazo
de supresión, esa barra sobre el  que la simboliza en el devenir del
analista en el análisis, se manifiesta en que alguna cosa se produce y
en un lugar ciertamente no indiferente al psicoanalista, puesto que es
en su propio lugar que esta cosa surge.

Esta cosa se llama el objeto (a).

El objeto (a) minúscula es la realización de esta especie de deser que


golpea al sujeto supuesto saber.

Que sea el analista — y como tal — quien venga a este lugar no es du-
doso y se marca en todas las inferencias, si puedo decir, donde se ha
sentido implicado al punto de no poder hacer más que desviar el pen-
samiento de su práctica en ese sentido de la dialéctica de la frustra-
ción, como ustedes saben, ligada alrededor de que él mismo se presen-
ta como la sustancia de lo que está en juego y manipulación en el ha-
cer analítico.

Y es justamente al desconocer lo que hay de distinto entre ese hacer y


el acto que lo permite, el acto, si puedo decir, que lo instituye, aquel
del que partí recién definiéndolo como esa aceptación, ese soporte da-
do al sujeto supuesto saber, a aquello de lo cual sin embargo el psicoa-
nalista sabe que está prometido al deser, y que por lo tanto constituye,
si puedo decir, un acto ambigüo {en porte-à-faux}, puesto que él no es
sujeto supuesto saber, puesto que no puede serlo, que si hay alguien
para saberlo, es el psicoanalista entre todos.

¿Es preciso que sea ahora o simplemente un poquito más tarde…


pero por qué no ahora, por qué no en seguida, dejando la posibi-
lidad de volver después sobre lo que está en cuestión. Todo es-

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to, espero volvérselos más familiar recordándoles las coordena-


das en otros registros, en otros enunciados
…es preciso recordarles que la tarea psicoanalítica en tanto que se di-
buja desde este punto, si puedo decir, del sujeto ya alienado y en cier-
to sentido ingenuo en su alienación, aquel que el psicoanalista sabe
que está definido por el “yo no pienso”, que aquello a lo que él lo pone
a la tarea, es un “yo pienso”, que toma justamente todo su acento de
que el sepa el “yo no pienso” inherente al estatuto del sujeto:9

Lo pone a la tarea de un pensamiento que se presenta de alguna mane-


ra en su enunciado mismo, en la regla que le da al respecto, como ad-
mitiendo esta verdad básica del “yo no pienso”:
- que asocie y libremente,
- que no busque saber si está o no allí entero como sujeto, si allí
se afirma.

La tarea a la cual el acto psicoanalítico da su estatuto es una tarea que


implica ya en sí misma esta destitución del sujeto.

¿Y a dónde nos conduce esto?

Hay que acordarse…


no hay que pasarse el tiempo olvidando lo que en Freud se arti-
cula expresamente
…del resultado.

9
Aquí la versión ELP remite a su figura II, que reproduzco al final de la sesión.

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Eso tiene un nombre y Freud nos lo dijo crudamente…


esto es algo que, a fé mía, debe valorarse tanto más cuanto que
como experiencia subjetiva nunca se hizo antes del psicoanálisis
…eso se llama la castración, que debe ser tomada en su dimensión de
experiencia subjetiva en tanto que en ninguna parte, sino por esta vía,
el sujeto no se realiza exactamente más que en tanto que falta, lo que
quiere decir que la experiencia subjetiva desemboca a esto que simbo-
lizamos menos phi (-).

Pero, si todo empleo de la letra se justifica por demostrar que es sufi-


ciente el recurso a su manipulación para no engañarse…
a condición de que se sepa servirse de ella, desde luego
…no es menos cierto que tenemos derecho al menos a intentar poner
allí un “existe” que yo evocaba recién a propósito del psicoanalista al
comienzo de este discurso de hoy, y que este “existe” en cuestión, este
“existe” de una falta, tenemos que encarnarlo en lo que le da efectiva-
mente su nombre: la castración, a saber que el sujeto realiza allí que
no tiene el órgano de lo que yo llamaría…
puesto que hay que elegir precisamente un término
…el goce único, unario, unificante.

Se trata propiamente de lo que hace uno el goce en la conjunción de


los sujetos de sexo opuesto, es decir aquello sobre lo cual insistí el año
pasado destacando que no hay realización subjetiva posible del sujeto
como elemento, como partenaire sexuado en lo que él se imagina co-
mo unificación en el acto sexual.

Esta inconmensurabilidad que he tratado de ceñir ante ustedes el año


pasado valiéndome del número de oro10 en tanto que es el símbolo que
deja jugar en lo más amplio…
hay allí algo sobre lo cual no puedo insistir por el hecho de que
es del registro matemático

10
Lacan introduce el número de oro durante la sesión del 1º de marzo de 1967 del
seminario La lógica del fantasma. Empleará este número, modelo de la división
anarmónica, como metáfora de que no hay acto sexual, en las sesiones de los días
8 de marzo, 12 de abril, 26 de abril y 10 de mayo. Sobre esta cuestión de la divi-
sión anarmónica, uno podrá referirse al estudio que ha hecho de ella Erik Porge,
Se compter trois, Paris, Érès, 1989, pp. 129-135.

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…esa inconmensurabilidad, esa relación del (a) minúscula, del (a) mi-
núscula con el 1, puesto que es el (a) minúscula que retomé no sin in-
tención para simbolizarlo, ese número de oro, he ahí dónde se juega lo
que aparece como realización subjetiva al cabo de la tarea psicoanalí-
tica, a saber esa falta, ese no tiene el órgano.

Esto desde luego no carece de trasfondo si pensamos que el órgano y


la función son dos cosas diferentes y tan diferentes que se puede de-
cir…
vuelvo a esto cada tanto
…que el problema es saber cual función es preciso dar a cada órgano.

Ese es el verdadero problema de la adaptación del viviente.


Cuantos más órganos hay, más trabado está por ellos. Pero suspenda-
mos.

Se trata por lo tanto de una experiencia aquí limitada, de una experien-


cia lógica y después de todo por qué no, puesto que por un momento
hemos saltado al otro plano, al plano de las relaciones del viviente
consigo mismo, y que no abordamos más que por el esquema de esta
aventura subjetiva.

Nos es preciso justamente recordar aquí que, desde el punto de vista


del viviente, todo esto, después de todo, puede ser considerado como
un artefacto, y que la lógica sea el lugar de la verdad no cambia allí
nada, puesto que la cuestión, la cuestión que hay al cabo, es justamen-
te aquella a la cual podremos dar todo su acento en su momento: ¿qué
es la verdad?

Pero entonces, nos importa ver que de estas dos líneas, la que designé
como la tarea, el camino recorrido por el psicoanalizante en tanto que
va del sujeto ingenuo, que es igualmente el sujeto alienado, a esa reali-
zación de la falta en tanto que…
se los hice observar la última vez
- no es, esa falta, lo que sabemos que está en el lugar del “yo no
soy”, esa falta, estaba allí desde el comienzo,
- que desde siempre sabemos que esa falta es la esencia misma
de ese sujeto que llamamos “hombre” a veces,
- que del hombre es el deseo, ya se lo ha dicho, que es la esencia
y, simplemente, esa falta ha hecho un progreso en la articula-

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ción, en su función de οργανον {organon}, progreso lógico


esencialmente en esa realización como tal de la falta fálica.

Pero comporta que la pérdida…


en tanto que estaba ahí de entrada, en ese mismo punto, antes de
que el trayecto sea recorrido y simplemente para nosotros, que
sabemos
…la pérdida del objeto que está en el origen del estatuto del incons-
ciente…
y esto ha sido siempre siempre expresamente formulado por
Freud
…sea realizada en otra parte.

Ella lo es precisamente…
es de ahí que he partido
en el nivel del deser del sujeto supuesto-saber.

Es en tanto que aquel que da el soporte a la transferencia…


que está ahí bajo la línea negra
…que, él, sabe de dónde parte, no que sea allí…
él sabe demasiado bien que no es allí, que no es el sujeto su-
puesto saber
…sino que es alcanzado por el deser que sufre el sujeto supuesto sa-
ber, que al final es él, el analista, quien da cuerpo a lo que ese sujeto
deviene, bajo la forma del objeto (a) minúscula.11

11
En este punto, ELP vuelve a remitir a su figura II.

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Así, como es de esperar, es conforme a toda noción de estructura, la


función de la alienación, que estaba en el punto de partida y que hacía
que no partiéramos más que del vértice — arriba a la izquierda — de
un sujeto alienado, se encuentra al fin igual a sí misma, si puedo decir,
en el sentido de que el sujeto, que se ha realizado en su castración por
la vía de una operación lógica, ve alienar, remitir al otro, descargarse
si puedo decir…
y ésa es la función del analista
…de ese objeto perdido donde en la génesis podemos concebir que se
origina toda la estructura.

De dónde distinción: la alienación del (a) minúscula, cuando viene


aquí, se separa del menos fi (-), que al fin del análisis, idealmente, es
la realización del sujeto. He aquí el proceso del que se trata.

Hay un segundo tiempo en esta enunciación que hoy prosigo ante us-
tedes.
Abro allí un paréntesis para alojar aquello ante lo cual recién me detu-
ve.
Lo que hubiera podido hacer con ello — una introducción — haré con
ello ahora un recuerdo, éste: no es azar…
juego escolar, idea de tomar un punto familiar en aquello con lo
que se nos ha cosquilleado el cerebro con fin de enseñanza se-
cundaria
…me refiero al cogito de Descartes, es que comporta en él ese ele-
mento particularmente favorable para volver a alojar allí el rodeo freu-
diano — no ciertamente para demostrar allí no sé qué coherencia his-
tórica, como si todo eso debiera encajarse de siglo en siglo a manera
de progreso, cuando no es más que demasiado evidente que si hay al-
go que evoca eso, es más vale la idea del laberinto.
Pero qué importa, dejemos…

Al mirar de cerca el cogito de Descartes, observen bien que el sujeto


que allí es supuesto como ser, bien puede ser el del pensamiento, ¿pe-
ro de qué pensamiento en suma?
De ese pensamiento que acaba rechazar todo saber.

No se trata de lo que hacen después de Descartes aquellos que…


meditando sobre la inmediatez del “yo soy” al “yo pienso”
…fundan una evidencia que a su gusto hacen consistente o huidiza.

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Se trata del acto cartesiano mismo en tanto que es un acto. Lo que nos
es informado y dicho de él, es precisamente al decirlo que es acto, es
ese punto donde se acaba una puesta en suspenso de todo saber posi-
ble. Que esté ahí lo que asegura el “yo soy”, ¿es por ser pensamiento
del cogito o es por el desecho del saber?

Vale la pena plantear la cuestión si se piensa en lo que se llama en los


manuales de filosofía los sucesores, la posteridad de un pensamiento
filosófico, como si se tratara simplemente de retoma de trozos de me-
laza para hacer con eso otra mezcla, mientras que se trata en cada oca-
sión de una renovación, de un acto que no es forzosamente el mismo,
y que si aprehendemos Hegel, seguramente ahí todavía, como en todas
partes además, volvemos a encontrar la puesta en suspenso del sujeto
supuesto saber, excepto que no es por nada que ese sujeto está desti-
nado a darnos, al término de la aventura, el saber absoluto.

Pero para ver lo que esto quiere decir, es preciso mirar allí un poco
más atentamente ¿y por qué no mirar allí en el punto de partida?

Si La fenomenología del espíritu se instituye expresamente por engen-


drarse de su función de acto, ¿acaso no es visible en la mitología de la
lucha a muerte de puro prestigio, que ese saber de origen…
al deber trazar su camino hasta devenir ese impensable saber
absoluto donde uno puede preguntarse incluso, puesto que He-
gel lo formula, lo que podrá allí tener lugar — siquiera un sólo
instante — de sujeto
…que ese saber de partida, que nos es presentado como tal, es el saber
de la muerte, es decir otra forma extrema, radical, de puesta en sus-
penso como fundamento de ese sujeto del saber?

¿Acaso no tenemos que encontrar notable, al reinterrogar desde el


punto de vista de las consecuencias, esto, de lo que nos es desde en-
tonces fácil darnos cuenta, que lo que la experiencia analítica propone
como objeto (a) minúscula…
en la vía de mi discurso, en tanto que no hace más que resumir,
que puntualizar, que dar su signo y su sentido a que esta expe-
riencia se articula en todas partes, hasta en el desorden y la con-
fusión que engendra

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…ese objeto (a) minúscula, no vemos que viene al mismo lugar donde
está, a nivel de Descartes, ese desecho del saber, a nivel de Hegel ese
saber como “saber de la muerte”, del que sabemos que seguramente
está ahí su función?

Y que ese “saber de la muerte”, articulado precisamente en esta “lucha


a muerte de puro prestigio” en tanto que funda el estatuto del amo, es
de ella que procede esa Aufhebung12 del goce, que es vuelta su razón,
que es como renunciando — en un acto decisivo — al goce para ha-
cerse sujeto de la muerte que el amo se instituye, y que es igualmente
ahí para nosotros…
lo subrayé en su momento
…que se promueve la objeción que podemos hacer a esto, por una sin-
gular paradoja, una paradoja inexplicada en Hegel, es al amo que el
goce retornaría de esa Aufhebung.

Muchas veces hemos preguntado: ¿y por qué?

- ¿Por qué, si es para no renunciar al goce que el esclavo se vuel-


ve esclavo, por qué, por qué no lo conservaría?
- ¿Por qué volvería al amo, cuyo estatuto es precisamente haber
renunciado a él, sino bajo una forma de la que quizá podemos
exigir un poco más que el pase de manos de la maestría hege-
liana para darnos cuenta de eso?

No es un pequeño test si podemos palpar en la dialéctica freudiana un


manejo más riguroso, más exacto y más conforme a la experiencia de
lo que concierne al devenir del goce después de la primera alienación.

Ya lo indiqué suficientemente a propósito del masoquismo para que se


sepa aquí lo que quiero decir y que no indico más que una vía a reto-
mar. Seguramente no podemos demorarnos hoy allí, pero era preciso
que el esbozo fuese indicado en su lugar.

12
Aufhebung: levantamiento, supresión, abolición, anulación, relevo, ¿sublima-
ción? A propósito de la dificultad para traducir este término, que quiere decir a la
vez suprimir y conservar, uno puede remitirse al «Comentario hablado sobre la
Verneinung de Freud», de Jean Hyppolite, primer apéndice de los Escritos 2, de
Jacques Lacan. De este término, que se encuentra igualmente en Freud, Jean Hyp-
polite ha hecho la “palabra dialéctica de Hegel”, y la traduce por “levantamiento”.

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Para continuar nuestro camino y proseguirlo en función de lo que con-


cierne al acto analítico, no hemos hecho nada hasta aquí…
quiero decir en lo que he dicho recién
…más que demostrar lo que él engendra por su hacer.

Para dar un paso más, vayamos al único punto donde el acto puede ser
interrogado: en su punto de origen. ¿Qué es lo que se nos dice?

La última vez ya lo evoqué, es que es al término de un psicoanálisis


supuestamente acabado que el psicoanalizante puede devenir psicoa-
nalista.

No se trata aquí de ningún modo de justificar aquí la posibilidad de es-


ta juntura. Se trata de plantearla como articulada y ponerla a la prueba
de nuestro esquema tetraédrico.13

Como pueden observar, es el sujeto quien ha cumplido la tarea al cabo


de la cual se realizó como sujeto en la castración en tanto que falta
producida al goce de la unión sexual, es aquel que debemos ver…

13
En este punto, la versión ELP remite a su figura III.

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por una rotación, si ustedes quieren, o una báscula, de cierto nú-


mero de grados, aquí, tal como está dibujada esta figura, de 180
grados
…que debemos ver pasar, volver a la posición de partida, cuando se
ha aquí realizado, excepto, como ya lo he subrayado, que el sujeto que
viene aquí {arriba a la izquierda} sabe lo que concierne a la experiencia
subjetiva y que esa experiencia implica también, si puedo decir, que a
su izquierda quede lo que ha advenido de aquel cuyo acto resulta res-
ponsable del camino recorrido, en otros términos, que para el analista
tal como lo vemos surgir ahora a nivel de su acto, hay ya saber del de-
ser del sujeto supuesto saber en tanto que es, por toda esta lógica, la
posición necesaria de partida.

Es precisamente por eso, lo dijimos la última vez, que hay cuestión de


lo que pasa para él con ese acto que definimos hace un momento co-
mo acto ambiguo.

¿Cuál es, si ustedes quieren, la medida del esclarecimiento de su acto,


puesto que de este acto, en tanto que él ha recorrido el camino que
permite este acto, él mismo es en adelante la verdad?

Es la cuestión que formulé la última vez diciendo de que una verdad


conquistada “no sin saberlo” {pas sans le savoir}, es una verdad que
califiqué de incurable, si puedo expresarme así.

Pues si seguimos lo que resulta de esta báscula de toda la figura, que


es la única donde pueda explicarse el pasaje de la conquista, fruto de
la tarea, a la posición de aquel que franquea el acto desde donde esta
tarea puede repetirse, es aquí que llega el , que estaba ahí en el punto
de partida en el “o – o” del: “o yo no pienso o yo no soy”, y efectiva-
mente, en tanto que hay acto, que se mezcla a la tarea, que la sostiene,
de lo que se trata es propiamente de una intervención significante.

Aquello en lo cual el psicoanalista actúa, por poco que sea, pero donde
actúa propiamente en el curso de la tarea, es por ser capaz de esta in-
mixión significante que, propiamente hablando, no es susceptible de
ninguna generalización que pueda llamarse saber.

Lo que engendra la interpretación analítica, es algo que, de lo univer-


sal, no puede ser evocado más que bajo la forma de la que les ruego

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Seminario 15: El acto psicoanalítico — 6: 17 de Enero de 1968

observar cuánto es, a todo lo que hasta aquí se ha calificado como tal,
cuánto le es contraria: es, si se puede decir, esa suerte de particular
que se llama “llave universal”, la llave que abre todas las cajas.

¿Cómo diablos concebirla?

¿Qué es ofrecerse como aquel que dispone de lo que ante todo no pue-
de definirse más que como algo particular?

Esta es la cuestión que dejo también aquí solamente esbozada de lo


que es del estatuto de aquel que, en el punto de ese sujeto , puede ha-
cer que exista algo que responda en la tarea…
y no en el acto fundador
…que responda en la tarea al sujeto supuesto saber.

Ahí tienen completamente precisamente lo que esboza la cuestión:


¿qué es preciso que sea posible para que haya un analista?

Lo repito (en el rincón de arriba a la izquierda del esquema), de lo que


hemos partido, es que para que toda la esquematización sea posible,
para que la lógica del psicoanálisis exista, era preciso que haya allí
psicoanalista {du psychanalyste}.

Cuando él se pone ahí…


tras haber él mismo recorrido el camino psicoanalítico
…sabe ya a dónde lo conducirá entonces como analista el camino a re-
correr: al deser del sujeto supuesto saber, a no ser más que el soporte
de ese objeto que se llama el objeto (a).

¿Qué es lo que nos dibuja este acto psicoanalítico del que es preciso
justamente recordar que una de las coordenadas es precisamente ex-
cluir de la experiencia psicoanalítica todo acto, toda intimación de ac-
to?

Se recomienda a lo que se llama el paciente…


el psicoanalizante para nombrarlo, tanto como sea posible
…se le recomienda esperar par actuar, y si algo caracteriza la posición
del psicoanalista, es muy precisamente que no actúa más que en el
campo de intervención significante que acabo de delimitar.

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¿Pero acaso no hay ahí también, para nosotros, ocasión de percatarnos


de que de ello resulta completamente renovado el estatuto de todo ac-
to, pues el lugar del acto, cualquiera que sea…
y nos corresponderá percatarnos en la huella de lo que queremos
decir cuando hablamos del estatuto del acto sin poder siquiera
permitirnos añadir a ello, el acto humano
…es que si hay alguna parte donde el psicoanalista a la vez no se co-
noce, que es también el punto donde existe, es en tanto que segura-
mente es sujeto dividido y hasta en su acto, y que el fin donde es espe-
rado, a saber ese objeto (a), en tanto que no es el suyo, sino aquel que,
de él como Otro, requiere el psicoanalizante para que con él sea de él
rechazado.

¿Acaso no hay ahí figura para abrirnos lo que es del destino de todo
acto y esto bajo diversas figuras?

Desde el héroe donde la Antigüedad, siempre trató de situar en toda su


amplitud, en toda su dramática, lo que concierne al acto, no ciertamen-
te que en esa misma época el saber no se haya orientado hacia otras
huellas pues es también…
y no es desdeñable recordarlo
…la época en la que, en lo que atañe al acto sabio, se le buscó…
y en verdad no hay nada ahí que sea para desdeñar
…su razón en un “Bien”: el fruto del acto, he ahí lo que parecía dar su
primera medida a la Etica, lo retomé en su momento comentando la de
Aristóteles.14

La Etica a Nicómaco parte de esto, que ante todo está el Bien en el ni-
vel del placer y que una regla justa seguida en ese registro del placer
nos llevará a la concepción del Soberano Bien. Está claro que había
ahí, a su manera, suerte de acto, y que tiene su lugar en el camino de
acto llamado filosófico. La manera con la cual podemos juzgarlo no
tiene aquí ninguna importancia. Es una época.

Sabemos que se aparejaba a ello una interrogación muy diferente, la


interrogación trágica de lo que concernía al acto, pero que si ésta se
remitía a un obscuro divino, si hay una dimensión, una fuerza, que no
era supuesto saber, es precisamente la de la αναγκη {ananké} antigua,

14
1959-1960.

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en tanto que estaba encarnada por esa especie de locos furiosos que
eran los dioses.

¡Midan la distancia recorrida desde esta perspectiva del acto a la de


Kant!

Si hay algo que de otra manera vuelve necesario nuestro enunciado


del acto como un decir, es precisamente la medida que da de él Kant
de lo que debe ser reglado por una máxima que pueda tener alcance
universal.

¿Acaso no está ahí también…


espero que algunos de ustedes se acuerden de eso
…lo que tuve verdaderamente el gusto de caricaturizar, al reunir con
tal regla, tal como es enunciada en la fantasmagoría de Sade?

¿No es cierto, por otra parte, que entre esos dos extremos, hablo de
Aristóteles y de Kant, la referencia al Otro tomada como tal es aque-
lla, ella también muy graciosa, que fue dada por medio de una forma
al menos clásica de la dirección religiosa?
La medida del acto a los ojos de Dios estaría dada por lo que se llama
“la recta intención”.
¿Acaso es posible esbozar una vía de engaño más instalada que la de
poner esta medida en el principio del valor de acto?
¿Acaso en lo que sea “la recta intención”, en un acto, puede por un
solo instante levantar para nosotros la cuestión lo que concierne a su
fruto?

Es seguro que Freud no fue el primero en permitirnos salir de esos


anillos cerrados, que para poner en suspenso el valor de la buena in-
tención tenemos una crítica completamente eficaz, explícita y maneja-
ble en lo que Hegel nos articula de la ley del corazón o del delirio de
la presunción:
que no basta alzarse contra el desorden del mundo para no hacerse por
ello el más permanente soporte de esta protesta misma.

De esto, el pensamiento, justamente el que ha sucedido al acto del co-


gito, nos ha dado muchos modelos.

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Cuando el orden surgido de la “ley del corazón” es destruido por la


crítica de La fenomenología del espíritu, ¿qué vemos, sino el retorno
que no puedo hacer más que calificar de ofensiva de la astucia de la
razón?

Es ahí que tenemos que percatarnos de que esa meditación desembocó


muy especialmente sobre algo que se llama el acto político y que se-
guramente no es vano, que lo que se engendró no solamente de medi-
tación politica sino de acto político, en lo cual yo no distingo de nin-
gún modo la especulación de Marx de la manera con la cual fue…
en tal o cual recodo de la revolución
…puesta en acto, ¿acaso no es posible que podamos situar toda una lí-
nea de reflexiones sobre el acto político en tanto que seguramente son
actos en el sentido en que estos actos eran un decir…
y precisamente, un decir en nombre de Fulano
…que aportaron allí cierto número de cambios decisivos?

¿Acaso no es posible volver a interrogarlos en ese mismo registro, que


es aquel en el cual desembocaría hoy lo que se dibuja del acto psicoa-
nalítico ahí donde, a la vez, está y no está, lo que puede expresarse así
en virtud de la consigna que da Freud al análisis del inconsciente?

Wo Es war — nos dice — soll Ich werden.

Y yo les enseñé a releerlo la última vez: Wo  tat, y ustedes me permi-


tirán — este Es — escribirlo con la letra aquí barrada, ahí donde el
significante actuaba, en el doble sentido en que acaba de cesar y en
que iba justo a actuar, no soll Ich werden sino muss Ich, yo {moi} que
actúo, yo que — como lo decía el otro día — lanzo al mundo esa cosa
a la cual uno podrá dirigirse como a una razón, muss Ich (a) minúscu-
la, muss Ich (a) werden, yo {moi} — de lo que introduzco como nue-
vo orden en el mundo — debo devenir el desecho.

Tal es la nueva forma bajo la cual les propongo formular una nueva
manera de interrogar lo que, en nuestra época, concierne al estatuto
del acto.

En tanto que este acto…

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Seminario 15: El acto psicoanalítico — 6: 17 de Enero de 1968

tan singularmente pariente de cierto número de introducciones


originales, en la primera fila de las cuales está el cogito cartesia-
no
…en tanto que el acto psicoanalítico permite volver a plantear su
cuestión.

establecimiento del texto,


traducción y notas:
RICARDO E. RODRÍGUEZ PONTE

para circulación interna


de la
ESCUELA FREUDIANA DE BUENOS AIRES

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