La Periodizacion en El Entrenamiento de La Fuerza
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Recopilación y revisión:
MD TRAINING
La periodización en el
entrenamiento de la fuerza
*Doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Profesor de Actividad Física y Salud
Director del Departamento de Fundamentos de la Motricidad Dr. Alfonso Jiménez Gutiérrez*
y del Entrenamiento Deportivo [email protected]
Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Universidad Europea de Madrid
Dr. José Antonio De Paz Fernández**
[email protected]
**Doctor en Medicina. Profesor Titular de Fisiología
(España)
del Ejercicio en el INCAFD de León
Departamento de Fisiología. Universidad de León
Resumen
El término periodización hace referencia a la variación entre la intensidad y el volumen de
entrenamiento, y según los datos disponibles en la actualidad es extremadamente importante
para obtener ganancias óptimas en el entrenamiento de la fuerza muscular. En este artículo
recogemos parte de las principales conclusiones de estudios específicos desarrollados sobre
diferentes modelos de periodización aplicados al entrenamiento de fuerza, así como de
importantes trabajos de revisión publicados en los últimos años, con la intención de
identificar si realmente este sistema es más efectivo que otros modelos de organización del
entrenamiento de la fuerza.
Palabras clave: Periodización. Variación. Modelos de organización. Entrenamiento de
fuerza.
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Introducción
Según Fleck y Kraemer (1997), el término periodización hace referencia a la
variación entre la intensidad y el volumen de entrenamiento, y es extremadamente
importante para obtener ganancias óptimas en la fuerza (Matveyev 1981; O'Bryant et
al., 1988; Stone et al., 1981; Willoughby, 1993). Para el ACSM (Kraemer et al., 2002),
la periodización utiliza la variación en el diseño del programa de entrenamiento.
Por su parte, para el profesor Bompa (1999), sin duda alguna uno de los
especialistas más destacados en el campo de la Teoría y la Planificación del
Entrenamiento Deportivo, que ha desarrollado diferentes modelos de periodización
desde 1963, este término se deriva del de periodo. Para él éste es una porción o
división del tiempo más pequeña, con segmentos más fáciles de manejar, y que
denominamos fases de entrenamiento. Ahora bien, este concepto no es nuevo. La
periodización existe en una forma poco refinada desde tiempos remotos. Es difícil
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determinar quien fue el primero en utilizarla, pero en las antiguas Olimpiadas Griegas
ya era aplicada de forma simple. De hecho, Filóstrato ha sido considerado como un
vanguardista de la planificación del entrenamiento (Bompa, 1999).
La variación sistemática de las diferentes variables del entrenamiento de la fuerza
(volumen e intensidad) ha sido utilizada para optimizar tanto el rendimiento como la
recuperación (Hakkinen et al., 1987; Matveyev, 1981; Potteiger et al., 1995). No
obstante, el uso del concepto de la periodización no está limitado a los atletas de
élite o sujetos experimentados en entrenamiento de fuerza, y ha sido utilizado
también con éxito en sujetos de diferentes niveles de aptitud física y con diferentes
experiencias previas. Así, este tipo de entrenamiento se ha mostrado efectivo tanto
en el entrenamiento específicamente deportivo (Hakkinen et al., 1988; Kibler,
Chandler, 1994; Kraemer, 1997; Kraemer et al., 2000), como en el de objetivo
recreativo (Dolezal, Potteiger, 1998; Herrick, Stone, 1996; Stone et al., 1981) o de
rehabilitación (Fees et al., 1998).
Este sistema fue desarrollado entre los levantadores de peso de la Europa del
Este como una forma de modificar sus entrenamientos a lo largo del tiempo para
mejorar su recuperación y obtener además mayores ganancias de fuerza (Matveyev
1981; Vorobyev 1978). Los entrenadores de estos deportistas y los investigadores
observaron que el volumen de entrenamiento y la intensidad del mismo seguían un
patrón determinado a lo largo del año en aquellos que obtenían mejores resultados.
Así, al comenzar el año de entrenamiento, el volumen era alto y la intensidad baja. A
medida que avanzaba la temporada el volumen se reducía y la intensidad
aumentaba. Antes de una competición importante, el volumen era el menor del año
mientras que la intensidad era la más alta posible. Debido a la necesidad de
recuperación previa a la competición, justo antes de la misma la intensidad también
era reducida brusca y rápidamente.
Todos los programas de periodización tradicional seguían este modelo para la
relación entre volumen e intensidad. El concepto sobre el cual se asienta este
modelo tradicional es el del Síndrome General de Adaptación de Seyle (1976).
Recordemos que esta teoría plantea que la adaptación del organismo a un esfuerzo
(en este caso el entrenamiento de la fuerza) pasa por tres fases. La primera fase es
la denominada de choque, en donde el cuerpo se enfrenta a un nuevo estímulo de
entrenamiento, se produce un choque puntual y una reducción de su capacidad de
rendimiento. En la segunda fase, el organismo del sujeto se adapta a este nuevo
estímulo y la capacidad de rendimiento se recupera. La tercera y última fase es la
denominada estable, el organismo ya está adaptado al nuevo estímulo y las
adaptaciones no tardan en manifestarse.
Muchos programas que no facilitan variaciones entre el ejercicio y la recuperación
producen un clásico patrón de "dientes de sierra" en los cambios de fuerza (esto es,
poca estabilidad). Estos cambios constantes arriba y abajo pueden producir
ganancias en el nivel de aptitud física y de rendimiento, pero estas ganancias ni son
máximas ni podrán ser mantenidas. Eliminar este patrón de "dientes de sierra" en
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que debe producirse para producir esas ganancias de fuerza máxima y potencia
máxima. Por último, la "fase de descanso activo" consiste en un periodo de baja
intensidad y volumen y/o la realización de otras actividades físicas ligeras. El objetivo
en este caso es garantizar una adecuada recuperación del entrenamiento previo,
tanto a nivel físico como psicológico.
El objetivo global de esta propuesta de entrenamiento por ciclos es alcanzar el
máximo nivel de fuerza y potencia posible en un tiempo concreto, y determinado por
una competición importante. Veamos a continuación un ejemplo de este modelo en la
tabla 1., según la adaptación realizada por Fleck y Kraemer (1997):
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Para él, existiría una fase inicial, denominada de adaptación anatómica (8-12
repeticiones, 40-60% de 1-RM, 2 ó 3 series, 60 a 90 segundos de recuperación,
durante 4 a 6 semanas en entrenados, y hasta 9 a 12 en jóvenes o principiantes).
Seguida de una fase hipertrófica, de unas 6 semanas, en aquellos deportes o
actividades en donde la masa muscular influya en el rendimiento. A continuación,
una fase de fuerza máxima, trabajando con cargas pesadas, superiores al 85% de 1-
RM (Schmidtbleicher, 1992), entre 1 y 3 meses. Tras esta, entraríamos en la
denominada fase de transferencia o conversión, en donde convertimos la fuerza
máxima en potencia, o resistencia muscular, o ambas, de acuerdo a las necesidades
del deporte practicado.
La duración estaría entre 1 y 2 meses1 . Y entrando ya en el periodo competitivo, una
fase de mantenimiento, para evitar el sobreentrenamiento y las pérdidas derivadas
del abandono del entrenamiento de esta cualidad, seguida de la denominada fase de
cesación, que consiste en dejar de entrenar la fuerza de 5 a 7 días antes de la
competición para que se produzcan los procesos de supercompensación. Por último,
Bompa (1993), también considera una fase de compensación para completar el ciclo
anual de preparación, con ejercicios y actividades que no realice el sujeto
habitualmente (antagonistas, estabilizadores, etc.).
Para Stone, O'Bryant y Garhammer (1981), las variables del entrenamiento deben
y pueden ser manipuladas de cualquier forma hasta conseguir que el plan de
entrenamiento atienda las necesidades y cumpla las expectativas del sujeto. En el
caso de sujetos experimentados, largos periodos de entrenamiento (superiores a tres
meses) pueden ser necesarios para obtener ganancias de fuerza a partir de un
programa periodizado, a pesar de que el potencial de mejora de la fuerza y la
potencia en estos sujetos es pequeño (Baker et al., 1994).
Fleck (1999) en un interesante artículo de revisión crítica señala al respecto: "A
medida que el entrenamiento avanza, se reduce el volumen y aumenta la intensidad
con el objetivo de aumentar la fuerza, la potencia o ambas". En este caso, el autor
efectúa comparaciones entre este modelo clásico de periodización y programas no
periodizados, y muestra que, en diferentes estudios publicados, el primero es
superior para aumentar la fuerza máxima (por ejemplo 1RM en una sentadilla), la
potencia, el rendimiento motor, y la habilidad de salto (O'Bryant et al., 1988; Stone et
al., 1981; Stone et al., 2000; Willoughby, 1992, 1993).
No obstante, un estudio a corto plazo ha mostrado similares resultados en
rendimiento entre el modelo clásico periodizado y modelos no-periodizados de series
múltiples (Baker et al., 1994). Se ha demostrado igualmente que son necesarios
largos periodos de entrenamiento (más de 4 semanas) para mostrar los beneficios
del entrenamiento periodizado comparado con el no-periodizado (Willoughby, 1993).
Los resultados de estos estudios demuestran que ambos tipos de entrenamiento
son efectivos durante cortos periodos de entrenamiento, mientras que la variación es
necesaria para entrenamiento de larga duración (ACSM, 2002).
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No obstante, son necesarios más estudios para examinar las razones por las cuales
este entrenamiento periodizado es más beneficioso que el no periodizado. Son
necesarios también nuevos estudios que examinen la respuesta de las mujeres, los
niños y los ancianos a programas periodizados de entrenamiento de la fuerza. Es
igualmente interesante examinar la respuesta de estos grupos de población a
entrenamientos periodizados diferentes del modelo de periodización tradicional para
el desarrollo de la fuerza y la potencia muscular".
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Nota
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