Llamado Al Arrepentimiento

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LLAMAMIENTO AL
ARREPENTIMIENTO
“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará;
hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el
tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. Y
conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba
está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como
la lluvia tardía y temprana a la tierra.”
Oseas 6:1-3

“Y habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo,


diciendo: Jehová me envió a profetizar contra esta casa y contra
esta ciudad, todas las palabras que habéis oído. Mejorad ahora
vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro
Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra
vosotros.”
Jeremías 26:12-13

La palabra arrepentimiento significa: arrepentirse, sentir, lamentar. Se refiere a la


traducción de una familia de palabras que indican un regreso, un cambio de parecer o un
repudio por el pecado para volver a Dios.

En el antiguo testamento se conocía que solo por medio del arrepentimiento se podía
reestablecer la relación con Dios luego de haber caído y haber despertado el juicio de
Dios, ya que el pueblo de Israel debía a Dios obediencia absoluta.

Por otro lado, en el nuevo testamento, ya existía un hombre que se vestía con piel
de camello y solo comía langostas silvestres con miel, llamado Juan, conocido como el
bautista, quien preparo el camino al Salvador dando el mensaje de arrepentimiento,
Mateo 3:11 “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento” luego aparece el
Mesías, quien hace más énfasis en el arrepentimiento, Lucas 3:8 “Haced, pues, frutos
dignos de arrepentimiento” vemos como el Mesías le añade algo adicional, enseña o
demanda que el verdadero arrepentimiento debe hacerse desde el interior, exigiendo una
limpieza interior.

Es evidente que este llamamiento vino por medio de los labios del profeta. Y por
todo lo que sigue, evidentemente no se arrepintieron, pero llegará el tiempo en que
como nación estas palabras les serán cumplidas de manera literal (Jer. 30:17). Pensemos
en estas maravillosas palabras a la luz de la enseñanza del Nuevo Testamento.

I. La necesidad de arrepentimiento. Estaban desgarrados y heridos (v.1).


Desgarrados y torturados por su propia miseria, y heridos con derrota y
fracaso, y todo ello como resultado de su incredulidad. Hay necesidad para
arrepentimiento por nuestra parte cuando estamos atormentados con
ansiedades y heridos con vergonzosas derrotas en nuestra obra para el Señor.
Él sabe cuánto hay en nosotros que tiene que ser desgarrado y herido. Cosas
como egoísmo y soberbia.

Algunos ejemplos de hombres que tuvieron la necesidad de arrepentirse de su mal


camino y mal proceder, los encontramos en las escrituras, Jonás tuvo que estar en el
interior del estomago de una ballena, para poder sentir el dolor en carne viva como
consecuencia de su desobediencia, imagínese por un instante que a usted lo este
quemando en su cuerpo un ácido, como sería su dolor, algo similar estaba viviendo este
hombre ya que los jugos gástricos de la ballena lo estaban pudriendo vivo, ese dolor
ocasiono el verdadero arrepentimiento de Jonás.

Saulo de Tarso, cuando se encontraba ciego, luego de su encuentro con el Señor, se


encontraba padeciendo el dolor en carne viva de su enfermedad en los ojos, la biblia
habla de escamas, fue necesario para este hombre padecer un dolor para que se
produjera un verdadero arrepentimiento.

Marcos, el autor del evangelio que lleva su nombre tuvo que arrepentirse, en hechos
13:13 “Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de
Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén.”

II. La manera de este arrepentimiento. «Volvamos a Jehová». Volver implica


una condición de recaída. El arrepentimiento que no nos lleva justo de vuelta
al Señor es un arrepentimiento del que debemos arrepentirnos. La prueba del
arrepentimiento del pródigo fue el hecho de que se levantó y fue a su padre.
El arrepentimiento es «una gracia salvadora» solo cuando nos trae a Dios en
humildad de corazón, y, puede ser, con una confianza llena de temblor. Los
brazos divinos están siempre abiertos en bienvenida amante para el alma
verdaderamente arrepentida. Es con Él con quien tenemos que ver en tal
momento, y no con ningún sacerdote terrenal.

III. Los resultados de tal arrepentimiento.

1. ÉL «CURARÁ Y VENDARÁ». «Él nos curará; … él nos vendará» (v. 1).


Nuestros corazones enfermos y nuestros desgarrados horizontes serán sanados y
vendados. «Él sana todas nuestras dolencias» y «venda a los quebrantados de
corazón». Profundamente se han arrepentido los que viven en el gozo de esta
salud e integridad espiritual.

2. Habrá AVIVAMIENTO. «Nos dará vida» (v. 2). Después de «curar» y «vendar»
vienen los poderes energizadores de una nueva vida. Cuando el pecador ha sido
perdonado y reconciliado con Dios habrá, o debería haber, una revitalización del
alma por el Espíritu Santo. «Es el Espíritu el que da vida». Él puede hacer todas
las cosas nuevas en nuestras vidas diarias.

3. Habrá el «VIVIR DELANTE DE SU PRESENCIA» (v. 2, V.M.). El hombre del


mundo puede que esté vivo a la luz de sus compañeros, pero es algo muy
diferente estar realmente vivo a la luz de la presencia de Dios. No meramente
viviendo bajo su mirada, como todos, sino tener la vida que es verdaderamente
vida para Dios. «Yo he venido», dijo Jesucristo, «para que tengan vida». «El que
tiene al Hijo tiene la vida», y le es dada en abundancia. Ésta es la verdadera vida
tal como Dios la ve. La estimación del mundo es muy diferente; pero, ¿qué
importa en tanto que estemos viviendo en presencia de Dios aquella vida que es
eterna?

4. Habrá una EXPERIENCIA CRECIENTE. «Y conoceremos y proseguiremos en


conocer a Jehová» (v. 3). Está en la naturaleza de toda cosa viviente el crecer.
La nueva vida espiritual no debe ser como un estanque de aguas muertas, sino
como una corriente que se va ensanchando y ahondando. Tenemos que «crecer
en la gracia y en el conocimiento» de Aquel que es la fuente y fuerza de la
nueva vida. Esto lo haremos si persistimos con fidelidad. «Hijo mío, si recibes
mis palabras, y guardas mis mandamientos dentro de ti, … entonces entenderás
justicia, juicio y equidad, y todo buen camino» (Pr. 2:1, 9).

5. Habrá TIEMPOS DE REFRIGERIO. «Como el alba está fijada su salida, …


como la lluvia de primavera» (v. 3). ¡Qué brillante y alegre experiencia, tener su
presencia alentando sobre nosotros como el amanecer del día, y tener nuestros
corazones abatidos y desfallecidos refrescados como la lluvia sobre la hierba
segada! La Presencia de Dios, por su Espíritu, siempre trae tiempos de
refrigerio. Se nos enseña a que oremos: «Danos hoy nuestro pan de cada día».
¿Acaso no podemos orar: «Danos este día un lozano amanecer de Tu gloriosa
presencia sobre todo el paisaje de nuestras vidas?».

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