LA OTRA CARA DE Barrabas
LA OTRA CARA DE Barrabas
LA OTRA CARA DE Barrabas
Pero si analizamos con más cuidado los datos del Nuevo Testamento
quizás podamos encontrar otra respuesta menos pesimista a este
problema. Ante todo, llama la atención que Marcos, el primer
evangelista en escribir, cuando habla del incidente por el que
arrestaron a Barrabás, se refiere a él como “el motín” (en griego, stásis)
(15,7). Resulta curioso que a un motín (o alzamiento político) se lo
llame “el” motín, con artículo determinado, sin que en ninguna otra
parte se aclare a cuál motín se refiere. Lo único que sabemos es que
sucedió en el contexto de la Pascua. Pero, ¿cuál es este motín, ocurrido
en tiempo de Pascua, y tan conocido, que no hacía falta más
aclaraciones para recordarlo?
En griego, la palabra stásis significa, en efecto, enfrentamiento, pelea,
lucha, disputa, pero no siempre alude a un enfrentamiento subversivo o
político. Por ejemplo, en Hch 15,2 stásis significa “enfrentamiento o
debate doctrinal”, es decir, de ideas, sobre el tema de la circuncisión.
En Hch 23,7.10 es un enfrentamiento sobre la resurrección de los
muertos. En Hch 24,5 es la lucha entre judíos por las diferentes
interpretaciones de la Ley. Por lo tanto, “el” stásis de Marcos (con
artículo determinado) podría traducirse también por “el
enfrentamiento”, “la disputa”, o “la lucha” de carácter intelectual,
incluso artística, o un certamen o concurso lúdico, que coincidiese con
las fiestas de Pascua.
3
No cualquiera es un ladrón
Para San Juan, pues, Jesús es el Pastor de las ovejas. Y todo aquél que
no entra por la puerta, es decir, quien no cree en Jesús, viene a quitar
la vida a las ovejas y en consecuencia, es un ladrón. Entre estos
ladrones, según el agudo lenguaje de Juan, está Barrabás. Porque este
gimnasta, más o menos brillante, que seducía y fascinaba al pueblo con
sus proezas, embotó las mentes de la multitud al hacer que pidieran la
muerte de un inocente. Cuando el pueblo clamó por la libertad del hábil
deportista, olvidándose de Jesús, desconoció al verdadero Pastor,
desoyó su voz, y se fue tras un ladrón.
La dramática confrontación, pues, que había tenido lugar ante Pilato
entre Jesús y Barrabás, llevó genialmente al evangelista a representar,
en ambas figuras, a los personajes de la parábola contada por Jesús.
Que Juan da al término “ladrón” un sentido especial, y no el de un
ladrón común, se ve más claro en su relato de la crucifixión. Allí,
cuando habla de los dos malhechores crucificados con Jesús, no dice
que eran “ladrones”, como lo hacen Mateo (27,38) y Marcos (15,27).
Juan dice solamente: “Y crucificaron con Él a otros dos, uno a cada
lado” (19,18). No emplea la palabra “ladrones”, a pesar de que lo eran,
porque Juan quiso reservar esta palabra, que había empleado sólo con
Barrabás, para aquél sentido especial y sutil, tomado del discurso del
buen Pastor.
¿Qué quiso decir Lucas? Para entenderlo, hay que tener presente que se
trata de una manera de hablar muy común entre los judíos, y muy
empleada en la Biblia. Es un juego de palabras llamado “quiasmo”, y
consiste en cruzar conceptos y contraponer palabras para resaltar mejor
la idea que se quiere expresar. Es decir, Lucas aprovechó que en la
historia de Barrabás se mencionaba un homicidio (no cometido por
Barrabás sino por sus partidarios), para emplearlo en comparación con
el homicidio contra Jesús. Y así, cruzando las frases, formó la idea:
“Han dado la vida / a un asesino, / y han asesinado / al que da la Vida”.
En esta expresión, el único asesinato que realmente interesa es el
cometido contra Jesús. Y sólo para resaltar al máximo la injusticia
perpetrada contra Él, se alude a que el liberado era un asesino.
Barrabás, pues, ha quedado “convertido” en homicida sólo por una
necesidad literaria, pero no porque se trate de un episodio histórico.
Ésa es la razón por la que Lucas cambió la versión que había dado antes
en su Evangelio.
El centauro extranjero