La Nona
La Nona
La Nona
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PERSONAJES
NONA
MARÍA
CARMELO
ANYULA
MARÍA
MARTA
DON FRANCISCO
ACTO PRIMERO
La obra se inica un día de semana, aproximadamente a las ocho de la noche. Están en la
cocina MARÍA, que pela arvejas frente a una enorme olla, ANYULA, que ceba mate, y la
NONA. Esta última está sentada en una silla y come pochoclo en forma continuada.
Finalmente CHICHO, en su pieza, está tirado en la cama leyendo el diario del día.
ANYULA le tiende un mate a MARÍA.
MARÍA –No quiero más.
ANYULA -Le voy a llevar a Chicho. (Se dirige a la pieza de CHICHO.)
CHICHO –Dígale que es el último.
ANYULA golpea suavemente la puerta de la pieza de CHICHO. Este rápidamente, deja
el diario y comienza una especie de tarareo, simulando cantar un tango. ANYULA entra en
puntas de pie, le tiende el mate y se sienta en la cama. CHICHO da dos o tres sorbos.
CHICHO –Está medio frío, tía.
ANYULA -Caliento el agua. ¿Vas a tomar más?
CHICHO –Eh… estoy componiendo. Y cuando compongo…
ANYULA le acaricia la cabeza.
ANYULA -¿Algo nuevo?
CHICHO –Hoy empecé otro tango. (Pierde la mirada y balbucea un tarareo impreciso.)
“De mi pobre corazón…” (Marca los típicos compases finales del tango.) ¿Le gusta?
ANYULA -Mucho. Sacaste el oído de papá. De toda la familia sos el único que
salió músico. ¡Y a él que le gustaba tanto! Si pudiera escucharte…
CHICHO –Me escucha, tía, me escucha… A veces siento aquí… (Se señala al
pecho.) Es el Nono, desde el cielo, que me dice: “Bien, Chicho, bien” (ANYULA queda con
la mirada fija y el mate en la mano, emocionada. CHICHO la mira de reojo.) Cébese otro,
tía. Pero calientito, ¿eh?
ANYULA -Sí, querido, sí.
ANYULA sale hacia la cocina. CHICHO toma el diario. A lo largo de la escena siguiente
se irá quedando dormido. ANYULA, en la cocina, toma la pava y la coloca sobre el fuego.
MARÍA –¿Qué? ¿Va a seguir tomando?
ANYULA -Está componiendo. Un tango muy lindo.
MARÍA –Usted es muy buena, Anyula.
ANYULA -¿Qué querés? Es mi sobrino preferido. Carmelo es muy bueno, también,
muy trabajador. Ya sabés cómo lo quiero. Pero Chicho… ¡qué se yo! Es un artísta.
1
Roberto Cossa: Nació en 1934. En 1956 debutó como actor en el Teatro Independiente de San Isidro. Actual
presidente de Argentores (Sociedad de autores teatrales argentinos) por el período 2007-2010. Algunas de sus
últimas obras son “Los compadritos” (1985); “El Sur y después” (1987); “Yepeto” (1987) y “Angelito” (1990); “Los
años difíciles” (1997) y “De cirujas, putas y suicidas” 2005.
2
Bulín: en el lunfardo porteño, pequeña vivienda bien amueblada, especialmente para hombres solos.
1
La NONA 2Roberto Cossa
MARÍA –(Irónica.) Sé… Un artista.
ANYULA -Como papá.
La NONA agita la bolsita de pochoclo3 vacía.)
NONA -Má pochoclo.
MARÍA –¡Qué pochoclo! Ahora vamos a cenar.
La NONA agita la bolsita vacía cerca de la cara de ANYULA.
NONA -Má pochoclo, nena.
ANYULA -No quedó más, mamá. (A MARÍA.) ¿Le voy a comprar?
MARÍA –¡Pero no! No tiene que comer porquerías.
NONA -(A MARÍA.) ¿No tené salamín?
MARÍA –¡Qué salamín! Espere la cena, le dije.
Sin que nadie lo advierta, la NONA agarra un pan y se lo mete en el bolsillo.
NONA -¿Un po de formayo4?
MARÍA –¡Nada, le he dicho! Aguántese hasta la cena. Vaya a su pieza, vamos.
Cuando esté la cena, yo la llamo. (La toma y la encamina hacia la pieza. En ese momento
MARÍA descubre el bulto que hace el pan en el bolsillo de la NONA.) ¿Qué tiene en el
bolsillo? (Le saca el pan.) ¡Pero qué cosa! (Introduce a la NONA en la pieza y se vuelve.
La NONA sale rezongando.) No tiene que comprarle todo lo que pida, Anyula.
ANYULA comprueba si el agua está caliente y cambia la yerba del mate. Del interior de
la casa sale MARTA, una chica de veinte años.
MARTA -¿Todavía no está la cena?
ANYULA -Falta todavía.
MARÍA –¿Vas a salir?
MARTA -Estoy de turno.
MARÍA –¿Otra vez? Esta semana ya van tres veces. ¿No es una vez por semana?
MARTA -Sí… pero esta semana es así. ¿Me prestás tu reloj?
MARÍA sale hacia el interior. ANYULA termina de cebar un mate y se dirige a la pieza
de CHICHO. Golpea y espera, y al fin entra. Mira cariñosamente a CHICHO, que está
dormido; le saca el diario de las manos, apaga la luz y sale. MARTA se pasea impaciente.
Mientras transcurre esta escena, la NONA sale sigilosamente, roba un pan y vuelve a su
habitación. ANYULA, entretando, ya ha vuelto a la cocina y se pone a trabajar en la cena.
MARÍA sale del interior con un reloj, que entrega a MARTA.
MARÍA –¿No vas a comer nada, entonces?
MARTA -Como algo cerca de la farmacia.
MARÍA –¡Nena…! Te vas a enfermar.
MARTA -La farmacia es un trabajo sacrificado. Ya lo sabés.
MARÍA –Sí, pero vos vendés perfume. ¿Por qué tenés que quedar toda la noche?
MARTA -¡Ay, mamá…! Querés que te lo explique todo. (De la calle llega el
sonido de varios bocinazos.) Ahí está el farmaceútico. Chau. (Besa a MARÍA.) Chau, tía.
Al salir tropieza en la puerta con CARMELO, su padre, que ingresa desde la calle con un
paquete debajo del brazo.
CARMELO –¿Te vas?
MARTA -Estoy apurada. Chau, papá.
Besa a CARMELO rápidamente y sale. CARMELO la mira salir y se va hacia MARÍA.
CARMELO –Está de turno otra vez. Pobre nena. Lo que es el farmaceútico ese debe
ganar bien. Dos por tres cambia de auto. Hoy se vino con un Falcón. (Tiende el paquete a
MARÍA.) Tomá. Todo lo que quedó.
MARÍA -(Abre el paquete y saca unas verduras.) No me trajiste perejil.
CARMELO –Lo vendí todo.
MARÍA -¡Justo hoy que hice guiso!
CARMELO –(Mientras saca un cuadernito del cajón del aparador.) Un perejil lindo,
crespito. Me lo sacaron de las manos.
MARÍA -(Con un gesto que significa “no es extraño”.) ¿Y…?
CARMELO –Si traigo todo lo que me pedís… Para eso cierro el puesto. Le digo al
mayorista que traiga el pedido a casa. (Se hace una pausa.)
3
Pochoclo: palomitas de maíz.
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Formayo: queso.
2
La NONA 3Roberto Cossa
ANYULA -Yo casi ni comí zapallitos ayer.
CARMELO –¡Bah, Anyula…! Si no lo digo por usted.
ANYULA -Es que yo soy una carga.
CARMELO –¡Vamos, tía!
MARÍA -Anyula… hágame el favor. Crúcese hasta lo de Vicente y traiga dos
kilos de zapallitos y un poco de perejil. (Le tiende el dinero y ANYULA sale.)
CARMELO –¡Mirá vos…! ¡En mi casa hay que ir a comprarle al chorro ése! (Anota
las ventas del día en el cuadernito.)
MARÍA -¿Cómo anduvo?
CARMELO –Bien… Viste lo que quedó. En ese barrio se vende muy bien. (Pausa.)
¡Eh… si nosotros podríamos vivir sin problemas! (Sigue haciendo cuentas mientras MARÍA
llena la olla con cantidades impresionantes de verdura. CARMELO termina de hacer las
cuentas y se queda pensando, con la cabeza entre las manos.) ¡Qué lo parió!
MARÍA -¿Qué pasa?
CARMELO –¿Qué va a pasar? Que no llegamos a fin de mes. ¡Eso pasa! ¿Vos
anotaste todos los gastos?
MARÍA -Falta lo de hoy.
CARMELO –Y bue… (Le muestra.) Y todavía falta lo de hoy. (Cierra el cuaderno
con fastsidio y lo guarda en el aparador.) No sé… No pagamos alquiler… no nos damos
lujos… Yo, ni ropa me compro.
MARÍA -Yo tampoco.
CARMELO –Esto no puede seguir así. La idea de ahorrar para poner el mercadito,
bueno… Mejor que me la olvide. Pero si esto sigue así, voy a tener que vender el puesto de
la feria. (Se hace una pausa.)
MARÍA -Si tu hermano trabajara…
CARMELO –¿Otra vez con eso? Eh… Chicho es un artista.
MARÍA -¡Un artista! Pero come y vive a costa tuya.
CARMELO –Uno de estos días la pega y nos vamos todos para arriba. (MARÍA lo
mira significativamente.) Digo yo… Con eso puede ganar mucha plata.
MARÍA -¿Componiendo tangos? ¿Me querés decir quién gana plata hoy
componiendo tangos?
CARMELO –Según él, los puede vender al Japón.
MARÍA -Por favor, hace veinte años que está componiendo y nunca terminó nada.
CARMELO –Si… la verdad que… Pero a Chicho lo podemos aguantar. En lo que más
gasta es en yerba. Anyula, pobrecita… La Martita aporta lo suyo. (En ese momento sale la
NONA de la pieza y cruza una mirada con CARMELO.) El problema en esta casa es otro.
NONA -(Imperativa.) ¡E cuándo si manya!5
MARÍA -Le dije que le iba a avisar.
NONA -(Se sienta a la mesa.) La picadita.6
MARÍA llena un plato con fiambres, aceitunas, queso, etcétera, y se lo tiende a la
NONA, que comienza a comer vorazmente. Simultáneamente, ingresa ANYULA con un
paquete de zapallitos y un ramo de perejil. Se lo entrega a MARÍA.
MARÍA -Gracias, Anyula. Dígale a Chicho que venga a cenar.
ANYULA se dirige hacia la pieza de Chicho. Lo observa dormido.
ANYULA -Chicho… a comer. (CHICHO emite un gruñido.) A comer, querido.
CHICHO –(Semidormido.) Cébese unos mates, tía.
ANYULA -Está la cena servida. Después te hago los matecitos, ¿eh? Vamos.
ANYULA sale hacia la cocina y se pone a ayudar a MARÍA. A partir de ese momento,
mientras la NONA mastica sin cesar, las dos mujeres y CARMELO despliegan una
actividad permanente. MARÍA sirve un plato de sopa y lo coloca frente a la NONA.
NONA -U pane.
MARÍA -(A CARMELO.) Sacá pan del aparador. (CARMELO saca una panera y
la coloca sobre la mesa. La NONA, entretanto, echa en el plato de sopa todas las sobras
de la “picada”.) Vos, sentate. Carmelo, Anyula, sírvale la sopa a Carmelo.
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¡Y cuándo se come!
6
La picadita: lo que nosotros llamamos el “picoteo”: alguna cosita previa a la comida.
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La NONA 4Roberto Cossa
En el momento en que CARMELO se siente. La NONA -sin dejar de comer- golpea con
el tenedor el borde del vaso, reclamando vino. CARMELO se levanta y saca una botella del
aparador.
CARMELO –El destapador, María. (MARÍA saca un destapador del cajón de la
mesada y se lo tiende a CARMELO mientras la NONA sigue golpeando.) ¡Ya va, Nona! No
sea impaciente!
CARMELO comienza a destapar la botella, mientras la NONA sigue golpeando.
ANYULA coloca un plato de sopa en la mesa, frente al lugar que ocupa CARMELO.
NONA -¿No hay escabeche?
MARÍA busca un frasco de escabeche y se lo tiende a la NONA, que lo vacía en un
plato. CARMELO termina de destapar la botella y MARÍA sirve los platos de sopa para
ANYULA y para ella.
CARMELO –(Por el tenedor.) Saque eso, Nona.
CARMELO sirve vino. Finalmente, todos se sientan a la mesa y se disponen a tomar la
sopa.
NONA -Termené.
ANYULA se levanta.
MARÍA -Déjeme a mí. (ANYULA y MARÍA se dirigen a las hornallas para servir
el guiso a la NONA.) Tráigame un plato hondo, Anyula.
Las dos mujeres se ponen a trabajar activamente.
NONA -Formayo. (CARMELO se levanta, saca un pedazo de queso de la
heladera y, se lo pone delante a la NONA. La NONA vuelve a reclamar vino. CARMELO le
sirve. MARÍA coloca frente a la NONA un plato de guiso cubierto hasta los bordes.)
Formayo.
CARMELO –¡Y ahí tiene, Nona!
NONA -(Enojada.) ¡Ma no! ¡Formayo de rayar! (CARMELO toma el queso
fresco y se dispone a llevarlo nuevamente a la heladera. La NONA se lo saca d ela mano.)
Ma no, ya que está decalo. (Se lo come.) (ANYULA se dirige al aparador.
ANYULA -Creo que hay rallado.
(Vuelve con una quesera y la coloca frente a la Nona, que echa en el plato. Al mismo
tiempo observa la comida.
NONA -¿Y el perequil? (MARÍA toma el ramo de perejil y lo corta con las
manos.) ¡El perequil, María!
CARMELO –¡Ya va, Nona!
MARÍA echa el perejil en el plato de la NONA. Ésta le agrega pan cortado, queso y
atodo lo que encuentra a mano. Los demás comienzan a comer después. Aparece
CHICHO. Al verlo, ANYULA se pone de pie y le deja su lugar. CHICHO, que trae el diario
bajo el brazo, se sienta a la mesa.
CHICHO -¿Quda algo?
ANYULA -Hay quiso calientito.
CHICHO -Si no hay, no importa.
ANYULA -Comé el mío. Te llamé, pero estabas dormido. No te quise despertar.
CHICHO -No dormía, tía. Escuchaba mi música.
MARÍA -(Irónica.) ¡Hmmmmm!
CHICHO -Me gusta cerrar los ojos y escuchar mi música.
NONA -Má guiso.
MARÍA -No hay más. (CHICHO le cede una chucharada de guiso a la NONA.)
CHICHO -Tome, Nonita.
CARMELO –No le des más, que ya comió.
CHICHO -Un poquito. ¿Cómo le vas a negar un poco de comida a la Notita? (Le
acaricia la cabeza.) Nonita… la cabeza blanca como paredón iluminado por la luna. Y esas
arrugas que son los surcos que traza el arado del tiempo.
ANYULA -(Embelesada.) ¡Qué cosas lindas decís!
CHICHO -Nonita… ¿Se acuerda cuando me llevaba a pasear a la plaza? (La
NONA, que ya terminó con la porción que le dio CHICHO, mira fijamente el plato de su
nieto.) Un niño que descubría el mundo agarrado a la pollera de una abuela. (Le agarra la
mano en el preciso momento en que la NONA ha tomado un pedazo de pan e intenta
mojar en la salsa del plato de CHICHO.) Nonita… el niño aquel se hizo hombre y la abuela
es un rostro dulce que lo mira desde el marco de una pañoleta negra.
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La NONA 5Roberto Cossa
Durante esta última tirada se ha producido un forcejeo de la NONA por tratar de untar
el pan en el plato de CHICHO. Finalmente, lo logra y come. Busca más pan, pero no hay.
NONA -U pane.
CARMELO –¿Qué pan, Nona? Ya comió.
NONA -¿Galleta marinera no tené?
CARMELO –¡Qué galleta marinera! ¡Vamos! Váyase a dormir.
NONA -El postre.
CARMELO –María, dale dos manzanas. Y que se vaya a la pieza, ¡Vamos!
MARÍA saca dos manzanas de la frutera y se las entrega a la NONA, que se las coloca
en el bolsillo.
CHICHO -Déjala un rato más. Es casi el único momento que tengo para estar con
ella.
MARÍA -¡Claro…! ¡Como usted está tan ocupado…!
CARMELO –Que se vaya a la cama. (A CHICHO.) Tenemos que hablar. Vamos. Nona.
La NONA se levanta pesadamente. Al pasar, roba una banana que hay sobre la mesa y
se dirige a su pieza.
NONA -A domani.
Todos saludan. Se hace un silencio. CHICHO come, mientras CARMELO espera que la
NONA ingrese a su pieza.
CARMELO –Ustes también puede irse a la cama, tía.
ANYULA -Tengo que ayudarle a María a lavar los platos.
CARMELO –Deje. Hoy la ayudo yo. Váyase a dormir.
Se crea una pausa. ANYULA mira a MARÍA y comprende que debe irse. CHICHO
advierte también el clima y comienza a ponerse nervioso. Simula interesarse en la lectura
del diario.
ANYULA -Hasta mañana, entonces.
Todos saludan. ANYULA sale y se produce una pausa tensa. CARMELO busca la
manera de empezar el diálogo. MARÍA, que se ha puesto a lavar los platos, está
evidentemente, expectante. CHICHO comienza a ponerse a la defensiva. CARMELO saca
una botella de grapa7 y se sirve.
CARMELO –Oíme, Chicho… Yo sé que vos sos muy sensible a esas cosas.
CHICHO le aprieta la muñeca a CARMELO y hace un gesto de dolor.
CHICHO -¿Le pasa algo a Nonita? ¿Está en yanta?
CARMELO –¿Cómo?
CHICHO -¿Está chacabuca? (CARMELO lo mira.) ¿Enferma?
CARMELO –¿Quién?
CHICHO -La Nonita.
CARMELO –Está mejor que nunca. ¿No la viste?
CHICHO -Mi Nonita… Si le pasara algo, no podría soportarlo.
(Señala con la mano hacia la puerta de la pieza de la NONA, como los escolares cuando
dicen un verso.) La abuela, en cuyo regazo alguna vez…
CARMELO –¡Pará! ¡Pará! (Pausa.) Oíme, Chicho… Esta casa no puede seguir así.
(CHICHO lo mira con desconfianza.) Este mes no llegamos.
CHICHO -¿Adónde?
CARMELO –¡Con la guita8! No llegamos. (CHICHO se toma la frente y se queda
con la mirada baja.) Oíme… ya sé que estas cosas te hacen mal, pero tenés que hacerles
frente de una vez por todas. Vos sos un artista, lo sé… (CHICHO asiente con la cabeza.)
Nunca te hablé de los problemas de la casa.
CHICHO -Ya no voy a poder componer. ¡No voy a poder componer!
CARMELO –¡Pero tenés que entenderlo! El puesto de la feria no da para más,
¿entendés? ¡No da para más! (Señala hacia la pieza de la NONA.) Me lo está morfando9.
MARÍA -Bajá la voz que te puede oír.
CARMELO –(Cuchichea.) ¡Me lo está morfando! ¿Me oís? Es como mantener a diez
leones juntos.
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Grapa: aguardiente.
8
Guita: plata.
9
Morfar: comer.
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La NONA 6Roberto Cossa
CHICHO -(Lamentoso.) Nonita…
CARMELO –¡Nonita, Nonita, pero nadie hace nada!
CHICHO -Serví una copita, Carmelo.
CARMELO de mala gana, le sirve grapa.
CARMELO –Yo no sé… O esto se soluciona, o … tiene que haber otro ingreso.
CHICHO -(Detiene la mano en el momento que lleva la copita a la boca y pone
cara de susto.) ¿Otro ingreso?
CARMELO –Y claro.
Se hace una pausa prolongada. CHICHO bebe un largo trago.
CHICHO -¿Y vos podrás tener otro trabajo?
CARMELO –¿Otro trabajo? ¿Pero vos estás loco?
MARÍA -Carmelo se levanta a las cuatro de la mañana y vuelve a las ocho de la
noche.
CARMELO –Pará, María.
CHICHO -¿Y la Martita?
CARMELO –Marta trabaja. Algo aporta.
CHICHO -Entonces, no sé… No se me ocurre nada.
Se hace una pausa. CARMELO y MARÍA se miran.
MARÍA -¿El pescadero no te dijo que precisaba un ayudante?
Pausa tensa.
CARMELO –Sí… Un ayudante.
CHICHO -Ahora, digo yo… La Nona está muy viejita, ¿no?
CARMELO –Sí, ¿Y?
CHICHO -Y bue… ¿Cuántos má puede…? (Lloroso.) ¡Dios le dé larga vida! Uno…
dos añitos… Pasan volando.
CARMELO –Cuando cumplió ochenta y ocho, me dijiste lo mismo, y tuve que
vender el taxi.
CHICHO -¡Y bueno! Pasaron doce años. Se la ve avejentada.
CARMELO –¿Y qué querés? ¿Qué ahora tenga que vender el puesto de la feria?
CHICHO -No, eso no.
CARMELO –Entonces voy a tener que hablarle al pescadero.
CHICHO -¡Pará… pará! Estas cosas hay que pensarlas bien. No hay que
apurarse. (Toma el diario y se pone a leer los avisos clasificados.) Algún laburo tranquilo
tiene que haber. (CARMELO mira a MARÍA y le hace un gesto de satisfacción.) ¿Ves?
Aquí hay uno. (Lee.) “Persona adulta se necesita para todo tipo de cobranza”.
CARMELO –Bueno… Si lo del pescadero no te gusta y las cobranzas te dejan… Para
mí es lo mismo. (A MARÍA) ¿No?
CHICHO -(Sin dejar de leer.) No es para mí. Pensaba en la Nona.
CARMELO y MARÍA –¿En la Nona?
CHICHO -Y claro. ¿No dijiste que el problema de esta casa es la Nona? Y bueno…
hay que resolverlo con la Nona.
CARMELO –¿Pero cómo vas a mandar a la Nona a hacer cobranzas?
CHICHO -Se las puede rebuscar por el barrio. Le ayudamos a cruzar la avenida y
puede agarrar todo el sector comercial.
CARMELO –¡Pero no, Chicho! Además, se va a hacer un lío con la plata.
CHICHO -Le anotamos en un papelito…
CARMELO –¡No va, Chicho!
MARÍA -(Que ha terminado de lavar los platos, escandalizada.) Yo me voy a
dormir. ¿Vamos, Carmelo?
CARMELO –Sí, vamos. (MARÍA sale, CARMELO se pone de pie.) Y ya sabés,
mañana le hablo al pescadero.
CHICHO -¡Pará un poquito! (Obliga a CARMELO a sentarse.) Lo de las cobranzas
no va. Está bien. Pero tiene que haber otra cosa.
CARMELO –Oíme, dejate de líos.
CHICHO -(Que sigue recorriendo los avisos.) ¡Es increíble la falta de
oportunidades que hay en este país!
6
La NONA 7Roberto Cossa
CARMELO –Pero escuchame, Chicho… ¡tiene cien años! ¿Dónde va a conseguir laburo?
CHICHO -¿Y por qué no? La gente, cuando no trabaja, se muere. Además, acá se
aburre todo el día. ¿Y en lo del pescadero? Según vos, es un trabajo tranquilo.
CARMELO –Pero tenés que levantarte a las cuatro de la mañana.
CHICHO -¡Ah, y me lo querés encajar a mí!
CARMELO –Pero escuchame… Para vos es un laburo ideal. Hacés el turno de la
mañana. De cinco a una.
CHICHO -¡Ocho horas!
CARMELO –Tenés toda la tarde libre.
CHICHO -Yo a la tarde no puedo componer, Carmelo.
CARMELO –Bueno… ¡qué se yo! Por ahí te puedo conseguir el turno de tarde. (Se
pone de pie.) Y me voy a dormir.
CHICHO -¡Pará un cacho! (Con gesto de descubrimiento.) ¡Ya está! ¿Pero cómo
no se nos ocurrió? (CARMELO lo mira.) La jubilamos.
CARMELO –¿A la Nona?
CHICHO -Y claro. ¿Cómo se llamaba aquel amigo tuyo que era gestor?
CARMELO –¿Y jubilarla de qué? Si la Nona nunca laburó.
CHICHO -Qué se yo… (Piensa rápidamente.) Profesora de italiano.
CARMELO –¡Pero vos estás loco!
CHICHO -Bueno… eso se piensa. Hablale a tu amigo.
CARMELO –¡Pero no! Además, la jubilación es una miseria. ¡No, Chicho, no! Y me
voy a la cama.
(CARMELO se encamina hacia la habitación. CHICHO, alterado, va detrás de él.)
CHICHO -Pará… pará… (Lo toma antes de que llegue a la puerta.) Tomemos otra
copita, ¿eh? (CARMELO, desganado, vuelve hacia la mesa.) ¡Dale, serví! (CARMELO llena
las copitas.) Escúchame… ¿Por qué no la hacemos ver por un médico?
CARMELO –Desde que tengo uso de razón, jamás vio a un médico.
CHICHO -Qué querés que te diga… Yo no la veo nada bien.
CARMELO –Si el hambre es salud…
CHICHO -No te engañés, Carmelo. Está comiendo menos. Hoy al mediodía no almorzó.
CARMELO –(Con asombro.) ¿No almorzó?
CHICHO -Bueno, casi… Y a la tarde… estábamos solos, le ofrecí café con leche y
no quiso.
CARMELO –¿No quiso? ¿Seguro?
CHICHO -Como lo oís. Y me dijo que iba a empezar a hacer régimen.
CARMELO hace un gesto y bebe un trago de grapa. En ese momento ingresa la NONA,
vestida como cuando se acostó.
NONA -Bonyiorno.
CARMELO –¡Nona! ¿Qué hace levantada?
NONA -Vengo a manyare el desachuno.
CARMELO –¿Qué desayuno?
NONA -El desachuno. E la matina.
CARMELO –¿Qué matina? Son las diez de la noche.
NONA -(Enojada.) Ma, ¿Y la luche?
CARMELO –(Mira a CHICHO.) La luche… ¿Qué luche?
NONA -(Más enojada.) ¡La luche! ¡Il giorno10!
CARMELO –Es la luz eléctrica. Nona. Mire… (Levanta la cortina que da al patio.)
¿No ve que es de noche?
NONA -Ma… tengo fame11.
CARMELO –Hace quince minutos que terminó de comer.
NONA -¿Quince minutos? Con razón. ¿No tené un cacho de mortadela?
CARMELO –Es hora de dormir, no de comer. ¡Va…! Vamos a la cama.
NONA -(Se sienta a la mesa.) Ma… ya que estamo. El desachuno.
CARMELO –(Fastidiado.) ¡Qué desayuno ni desayuno! ¡Vamos!
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Giorno: día.
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Fame: hambre.
7
La NONA 8Roberto Cossa
La toma como para levantarla.
CHICHO -Pará, Carmelo… (Acaricia la cabeza de la NONA.) Nonita…
NONA -(Le guiña un ojo a CHICHO.) Dame un cacho de mortadela.
CHICHO -Sí, Nonita, sí… Carmelo, hacele un sánguche a la Nona. Y después se
va a la cama ¿eh? (La NONA dice que sí con la cabeza y CARMELO comienza a preparar el
sándwiche. CHICHO, entretanto, mira fijo a la NONA tratando de descubrir algo.) Usted,
Nonita… ¿Nunca le duele nada? (Le toca donde supone que está el hígado.) ¿Aquí? ¿Duele?
(La NONA le saca la mano. CHICHO ansioso, insiste.) ¿Duele?
NONA -(Ríe.) Me fa cosquiya. (A CARMELO.) Bien cargadito, Carmelo.
CHICHO -¿Y el pulsito? ¿A ver? (Le toma el pulso y le observa la muñeca.) ¿Y ese
sarpullido? No me gusta nada.
En ese momento llega CARMELO con el sándwiche. La NONA se desprende de CHICHO
y toma el sándwiche ansiosamente.
CARMELO –Y ahora a la cama. Vamos. (La NONA sale masticando. Ambos la
miran salir.) Así que régimen, ¿eh?
CHICHO -Yo no la veo nada bien.
CARMELO –(Se encamina hacia la pieza.) ¡Dejate de joder!
CHICHO -Éscuchame… Hagámosla ver por un médico. No se pierde nada.
Además… tiene cien años. Ponele que te diga un año, ¿viste? Para qué te vas a andar
haciendo mala sangre con el laburo, ¿no?
CARMELO –(Luego de una pausa.) Está bien. Vamos a ver qué dice el médico.
CHICHO -Fenómeno, Carmelo.
CARMELO sale. CHICHO, alegre, bebe el resto de la grapa. CARMELO reaparece.
CARMELO –(Le apunta con el índice.) Pero si, como pienso, no tiene nada, mañana
mismo le hablo al pescadero.
CARMELO sale. Las luces se apagan sobre el rostro preocupado de CHICHO.
La mañana del día siguiente. CHICHO se pasea por la cocina de un lado para otro,
nervioso. ANYULA, sentada en un costado, reza el rosario.
CHICHO -(Para sí.) Ya deberían estar de vuelta, ¿no? (Pausa.) Y… se veía que la
Nonita no estaba nada bien. Seguramente tuvieron que dejarla internada. (Se detiene y
observa a ANYULA.) ¿Qué hace, tía? (ANYULA no lo escucha.) ¡Tía, ¿qué hace?
ANYULA –Rezo por la salud de mamá.
CHICHO -¡No haga nada! Pare. Cébese unos mates, mejor.
ANYULA se levanta y se pone a apreparar el mate.
ANYULA –Dios quiera que mamá esté bien.
CHICHO -Y… pero por algo tardan tanto.
ANYULA –Los hospitales… ya sabés como son. En las clínicas privadas te
atienden más rápido, pero… Todo es cuestión de suerte, querido. Mirá lo que pasó con tu
tío Pancho en una clínica privada. Lo mataron, pobrecito. ¡Lo mataron!
CHICHO -¿Qué clínica era?
ANYULA –No sé… Ahí por Constitución.
CHICHO -(Para sí.) Por Constitución… (Pausa.) Por ahí tuvieron que dejarla
internada. En fin… hizo su vida.
En ese instante ingresa la NONA desde la calle, caminando rápidamente, ante la mirada
atónita de CHICHO. Detrás llegan MARÍA y CARMELO.
NONA -Buonyiorno… La picadita.
La NONA se sienta frente a la mesa. MARÍA sale hacia su pieza. ANYULA va detrás de
ella.
ANYULA –María… ¿Qué dijo el médico?
Ambas mujers salen. CHICHO, ansioso. Se enfrenta a CARMELO.
CHICHO -¿Cómo? ¿La trajeron?
CARMELO –(Duro.) ¿A quién? (CHICHO señala con un cabeceo a la NONA.) ¿Y
dónd ese iba a quedar?
CHICHO -En el… (CHICHO hace otro cabeceo, como señalando el hospital.
CARMELO lo mira sin entender.) Nona… ¿Por qué no se va a su pieza.
NONA –Ma no. Estoy bien acá.
CHICHO -Tiene que descansar un rato. Vaya.
8
La NONA 9Roberto Cossa
NONA -La picadita.
CARMELO –¿Qué picadita? Son las once de la mañana.
CHICHO se dirige al armario, saca una bolsa de papas fritas y se la entrega a la NONA.
CHICHO -Tome. Pero se va a su pieza, ¿eh? (La NONA toma la bolsa y se dirige
a su habitación. CHICHO espera que la NONA salta.) Bueno, ¿y?
CARMELO –Está fenómena.
CHICHO -¿Cómo fenómena?
CARMELO –¡Fenómena! No tiene nada.
CHICHO -¿Cómo no va a tener nada?
CARMELO –Nada. ¿Sabés lo que dijo el médico? “Tienen abuela por muchos años”.
CHICHO -¿Por cuántos?
CARMELO –¡Qué sé yo, Chicho! Quiso decir que está muy bien.
CHICHO -¡Pero vos debiste haberle preguntado!
CARMELO –¿Pero no te digo que está perfecta?
CHICHO -Bueno… pero vos sabés cómo son los médicos, Carmelo. ¡Unos años…!
(Lo mira y levanta dos dedos.) ¿Dos años?
CARMELO –Oíme, Chicho. “Muchos años”, dijo, ¿Entendés? ¡Muchos años! Así que
esta tarde le hablo al pescadero.
CHICHO -¡Pero, pará! Vamos por partes. ¿La revisaron bien?
CARMELO –¡Y claro!
CHICHO -¿A ver? ¿Qué le hicieron?
CARMELO –De todo. Revisación completa, hasta un electrocardioagrama.
CHICHO -¿Y?
CARMELO –Perfecto.
CHICHO -¿Con esfuerzo también? (CARMELO lo mira.) Eso que te hacen
pedalear para ver si el corazón… (Hace un gesto como de reventar.)
CARMELO –No, eso no.
CHICHO -¿No ves? (Enojado.) ¡No es serio, Carmelo! Dejame de joder.
CARMELO –Escuchame Chicho… Vos querías que la viera un médico, ¿no? Bueno,
la vio. Y más de uno. Y está bien, ¿oís? ¡Perfectamente bien, ¿oís? ¡Perfectamente bien! Y
me voy a la feria.
Hace un ademán de ponerse de pie.
CHICHO -(Ansioso.) ¿Y régimen de comidas?
CARMELO –Que coma lo que quiera. Que ella misma se va a poner sus propios límites.
CHICHO -¿Qué límites?
CARMELO –Eso digo yo. ¡Qué límites!
CARMELO se pasa la mano por la cara. ANYULA aparece y comprueba si el agua del
mate está caliente. Carga el mate con yerba.
ANYULA -Qué suerte que mamá esté bien, ¿no?
CHICHO -¿Y la presión?
CARMELO –¡Ocho y trece!
CHICHO -¡Veintiuno! Es una enormidad.
CARMELO –No, animal. Ocho de mínima y trece de máxima. Y me voy. (Nuevo
ademán de salir.)
CHICHO -Y del sarpullido, ¿qué dijo?
CARMELO –¿Qué sarpullido?
CHICHO -¡Cómo! (Exagera.) Tiene todo el brazo tomado.
CARMELO –Nada.
CHICHO -¡Escúchame! Eso puede ser lepra.
CARMELO –¡Pero, por favor, Chicho! (Se pone de pie.)
CHICHO -Yo creo que habría que hacer una consulta.
CARMELO –¿Pero para qué?
CHICHO -Parece que hay una clínica muy buena por Constitución. Yo te voy a
averiguar.
CARMELO –¡Basta., Chicho! Quedamos en que la viera un médico, ¿no? Bueno… la
vio, y más de uno.
9
La NONA Roberto Cossa
10
ANYULA se acerca y le tiende un mate a CHICHO mientras le acaricia la cabeza.
ANYULA -¡Cómo le preocupa la salud de mamá…!
CHICHO -¿Le miraron la dentadura?
CARMELO –Perfecta. Dijo que tiene los dientes como un muchacho de veinte años.
CHICHO -¡Dios mío!
Aparece MARÍA con dos changuitos12 y varias bolsas de compras.
MARÍA –Vamos, Anyula.
ANYULA y MARÍA salen hacia la calle ante la mirada de desesperación de CHICHO y
de resignación de CARMELO.
CHICHO -Escuchame, Carmelo… En el café hay un pibe que estudia para
dentista. Anda en la mala. Por cincuenta lucas le saca todos los dientes.
CARMELO se pone de pie.
CARMELO –¿Qué turno preferís? ¿El de la mañana o el de la tarde?
CHICHO -(Alarmado.) ¡Pará… pará! (Observa que nadie escucha. Crea una pausa
expectante.) Escuchame bien, ¿eh? (Se acerca como para una confidencia.) ¿Y si la
hacemos yirar13?
CARMELO –¿Hacerla qué?
CHICHO -(Carraspea y hace un gesto cómplice.) Yirar… Hacer la calle.
(CARMELO lo mira.) A la Nonita…
CARMELO agarra a CHICHO por el cuello.
CARMELO –¿Qué decís?
CHICHO -¡Pará… soltá!
CARMELO –Nuestra familia fue siempre decente. Pobre, pero decente.
CHICHO -¡Pará! (logra soltarse.) No te pongás moralista, Carmelo. Hoy en día
nadie vería mal una cosa así.
CARMELO –¿Pero cómo vamos a hacer yirar a la Nona?
CHICHO -Escuchame… Puede andar un vagón.
CARMELO –¿Pero quién va a querer? (Señala hacia la pieza de la NONA.)
CHICHO -¿Quién va a querer? Está lleno de degenerados, Carmelo. Los tiempos
cambiaron. En Suecia andan con los perros, ¿sabías?
CARMELO –(Con un gesto de sorpresa.) ¿Con los perrros?
CHICHO -¡Como lo oís! ¡Con los perros! Y bueno… Entre un perro y… (Señala la
pieza de la NONA.) ¿Por qué no? Y ella se puede divertir.
CARMELO –¡Pero no, Chicho! ¡Estamos todos locos! ¿Cómo nosotros… de qué
manera…?
CHICHO -¿De qué manera? Como se hacen esas cosas. La parás en el cruce a
las tres de la mañana… Escuchame: los que vienen en banda y medio mamados agarran
cualquier cosa.
CARMELO –(Luego de analizar la posibilidad.) ¡Pero no, Chicho, terminala! Hoy
mismo le hablo al pescadero.
CARMELO sale a la calle. CHICHO queda con la cabeza entre las manos. Un instante
después entra la NONA agitando la bolsita de papas fritas vacía.
NONA -Papa frita. (CHICHO la mira.) Papa frita, Chicho.
CHICHO la sigue mirando mientras la NONA agita la bolsa vacía. De pronto, va
irguiéndose en la misma medida que la cara se le ilumina. Se pone de pie y observa que no
hay nadie cerca. Luego se acerca a la NONA y le acaricia la cabeza.
CHICHO -Nona… Nonita… ¿No quiere que salgamos a dar un paseo?
NONA -¿Paseyata?
CHICHO -Eso. Una paseyata, ¿eh? (La NONA niega con la cabeza.) A tomar un
poquito de sol… (La toma como para levantarla.) A la placita, ¿eh? (La NONA niega con la
cabeza.) Vamos… le va a hacer bien. Necesita caminar un poco. (Hace más presión para
levantarla.)
NONA -¡Ma va fangulo! Dame papa frita.
CHICHO -(La suelta.) Bueno, Nona, bue… Está bien. (Se pasea pensativo.) Me
voy solo. Me siento a tomar sol… me compro una bolsa grande de pochoclo… (La mira de
reojo.)
12
Changuitos: carritos para hacer las compras.
13
Yirar: ejercer la prostitución.
10
La NONA 11Roberto Cossa
NONA -(Se le ilumina el rostro.) ¿Pochoclo?
CHICHO -Una bolsa bien grande. Y me la voy a comer sola.
NONA -¿Me va a traer pochoclo?
CHICHO -¡Ah… no! Ahora… si quiere venir conmigo, la convido. (La NONA se
pone.) Muy bien, Nonita. Un lindo paseíto. ¿eh?
NONA - (Se detiene.) ¿Y el pochoclo?
CHICHO -El pochoclo, claro.
NONA -¿Una bolsa bien grande?
CHICHO -Grande. Bien grande.
NONA -Y quiero lupines14, también.
CHICHO -No existen más los lupines, Nona.
NONA -¡Quiero lupines!
CHICHO -Esta bien. Vamos a ver si conseguimos.
CHICHO arrastra a la NONA hacia la calle. Apagón.
14
Lupines: variedad del pistacho, un tipo de semilla parecido al maní.
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La NONA Roberto Cossa
12
NONA -¡Bonasera!
Apagón rápido.
Las luces iluminan la cocina vacía. Un instante después ingresa desde la calle
CARMELO, evidentemente alterado.
CARMELO –¡Chicho! (Se dirige a la habitación de Chicho. Abre la puerta y
comprueba que está vacía. Vuelve a la cocina.) ¡Chicho! (Aparece MARÍA desde el interior
de la casa.) ¿Dónde está Chicho?
MARÍA -Salió. ¿No fue a la feria?
CARMELO –¿Cuánto hace que salió?
MARÍA -Más de una hora. Yo creí que iba a la feria.
CARMELO –Le dije que el pescadero lo esperaba a las diez. Ah, pero me quedo
aquí a esperarlo y me lo llevo a patadas a la feria. Conmigo no va a joder.
Abre el armario, saca una botella de grapa y una copita, y bebe. Del interior aparece
MARTA vestida para salir.
MARTA -Hola, papá. ¿Qué hacés a esta hora. (MARÍA le hace un gesto y
MARTA advierte el estado de ánimo de su padre.) Bueno, me voy.
MARÍA –Supongo que hoy no estarás de turno otra vez.
MARTA -Y… sí. Pero hasta las dos o tres de la mañana, nada más. Como anoche.
MARÍA –¡Ay, nena! Ese trabajo tuyo cada vez lo entiendo menos.
MARTA -¡Ya te expliqué! Los turnos son rotativos. Chau.
MARTA sale. Se hace una pausa.
MARÍA –¿Qué quiere decir eso de turnos rotativos?
CARMELO –(Que no ha escuchado nada de lo que se habló.) ¡Conmigo no va a
joder! (Mira la hora.) Encima me estoy perdiendo la mejor hora de venta.
MARÍA –Todas las noches hasta las tres, cuatro de la mañana… Yo no sé…
En ese momento ingresa CHICHO, alegre y alzando los brazos con un gesto de victoria.
CHICHO -¡Todo arreglado! ¡Todo arreglado!
CARMELO –¡Oíme, atorrante…!
CHICHO -¿Qué te pasa?
CARMELO –¿Cómo qué me pasa? ¿No tenías que estar a las diez en la feria?
MARÍA -Calmate, Carmelo.
CHICHO -¿Pero no te digo que está todo arreglado? Carmelo… ¡Todo arreglado!
La solución para todos. Serví una copita. (CARMELO le sirve y lo mira expectante, al igual
que MARÍA. CHICHO bebe. Triunfal.) ¡La casamos!
CARMELO –¿A quién?
CHICHO -A la Nona. ¿A quién va a ser? ¡Cómo no se nos ocurrió antes!
CARMELO –¿Pero vos estás mamado?
CHICHO -¿Por qué? Ya tengo el candidato y todo. (Ambos lo miran. Pausa.) Don
Francisco, el del quiosco.
MARÍA –Es muy joven para ella.
CHICHO -Tiene como ochenta años.
MARÍA –El hombre tiene que ser mayor.
CHICHO -Pero, ¿y qué quieren? ¿Que consiga uno de ciento cuatro?
Se hace una pausa. CARMELO se sirve y bebe, mientras piensa en el proyecto.
CARMELO –¿Hablaste con él?
CHICHO -Por supuesto. Vengo de eso.
CARMELO –¿Y?
CHICHO -Está de acuerdo.
MARÍA –¿Se quiere casar con la Nona?
CARMELO –(A MARÍA.) ¡Pará! (A CHICHO.) ¿Qué le dijiste?
CHICHO –Bueno… que precisaba una mujer. Me dijo que sí, que se sentía solo. Y
yo le dije que tenía una candidata. De la familia.
CARMELO –La Nona.
CHICHO –Bueno… Prácticamente se lo di a entender. (CARMELO lo mira
significativamente.) Carmelo, estas cosas se hablan así. Esta noche tenemos que
12
La NONA Roberto Cossa
13
concretar. (CARMELO se queda pensativo. CHICHO dice tímidamente.) Yo creo que es la
solución ideal.
CARMELO –No sé… Don Francisco es una buena persona: tiene plata. Bah, eso se
dice. (Bebe un trago.) Está bien. Hablá con él. Pero es tu última oportunidad. Si fallás, a la
feria. ¡Y doble turno!
CHICHO –Otra ventaja que vamos a tener son los fasos15 gratis.
CARMELO –Eso no me interesa. A mí, con tal de que le dé de morfar a la Nona me
basta.
CHICHO –Bueno, pero tampoco se las va a llevar todas de arriba.
CARMELO –¡Oíme, Chicho! No me vengas con tus teorías raras. La cosa es casar a
la Nona, nada más. Con el Francisco.
CHICHO –Y sí… Con el Francisco.
CARMELO –Pobre Anyula.
CHICHO –¿Qué pasa con Anyula?
MARÍA -Anyula lo quiso siempre al Francisco. Y en una época parecía que él… Bueno…
CARMELO -Esa es otra historia.
MARÍA –Digo, nomás. Parece ser que la Nona se opuso.
CARMELO –Bueno, hay que ver…
MARÍA -¡Eso es cierto! Anyula me lo contó una vez. Aparte, la Nona hizo
siempre lo posible para que Anyula no se case. Desde chica le corrió los candidatos.
CARMELO –Esa historia a nosotros no nos interesa. Es cuestión del Francisco; él elige,
y elige a Nona. Esto queda entre nosotros, ¿estamos? Hay que engancharlo al Francisco.
CHICHO –Vos dejalo por mi cuenta.
CARMELO –Pero, oíme… ¡Eso sí! Yo quiero la cosa legal, ¿eh?
CHICHO –(Ofendido.) No tenés que decírmelo, Carmelo. Se trata de la Nonita.
CARMELO –Con libreta y con todo. Y vamos a hacer una gran fiesta.
CHICHO –(Lagrimeando.) Se nos casa la Nona. Se nos casa la Nonita.
Apagón.
CHICHO –¿Ya cerró?
FRANCISCO –Eh… a esta hora, para vender dos paquetes de cigarrillos…
CHICHO –Pero las cosas van bien, ¿eh?
FRANCISCO –Eh… apenas para comer. Siéntese. (FRANCISCO se sienta frente a
CHICHO.) Estuve pensando lo que me dijo… La verdad es que estoy muy solo.
CHICHO –En mi familia va a encontrar un hogar, don Francisco.
FRANCISCO –Además… bueno, para qué se lo voy a negar. Ella me gusta mucho. Se
entiende, ¿no?
CHICHO –Bueno, más o menos. Pero en gustos, don Francisco…
FRANCISCO –No le voy a decir que yo le gusto, pero. (Lo mira.) Supongo que habrá
que ablandarla un poco.
CHICHO –No, ya está decidida.
FRANCISCO –Sí, pero la diferencia de edad…
CHICHO –¡Vamos! No se va a fijar en eso. Lo importante es el compañerismo.
FRANCISCO –No crea, que yo todavía… (Se golpea el pecho y ríe.)
CHICHO –Sí, pero ella…
FRANCISCO –Ella es un manjar. (CHICHO hace un gesto.) ¡Vamos! Está bien que es
parienta suya, pero tiene que entenderlo. Usted es hombre, también. Pero no crea… La
diferencia de edad me preocupa. La verdad es que yo necesito una mujer de mi edad.
CHICHO –Bueno… de su edad… la de ella… Añitos más, añitos menos, ¿eh?
Además, la mujer madura tiene más experiencia… Es un poco mujer y un poco madre.
¡Bue! Ya está decidido. Habrá que fijar la fecha y… Eso sí, precisaríamos algún adelanto,
¿me entiende?
FRANCISCO –Un momento… Las cosas hay que hacerlas bien. Antes quiero hablar
con la madre.
CHICHO –Con la hija, dice usted.
FRANCISCO –Con doña María.
CHICHO –La nieta.
15
Fasos: cigarrillos.
13
La NONA Roberto Cossa
14
FRANCISCO –No hagamos líos. Yo quiero hablar con doña María y don Carmelo. Lo
que diga la chica no me importa. Lo que importa es lo que dicen los padres. Así se usaba
en mi pueblo.
CHICHO –Ah… usted dice… Claro. Usted quiere pedir la mano de Martita.
FRANCISCO –¡Eh! ¿Y de quién estuvimos hablando todo este tiempo? ¿De su abuela?
CHICHO –No, claro, claro… (Hace tiempo mientras piensa.) Sí, eso de la
diferencia de edad es grave. Yo no lo había pensado. Martita tiene veinte años… No le
gusta el trabajo… Bah, lógico. Quiere divertirse.
FRANCISCO –Conmigo va a marchar derecho.
CHICHO –Usted dice, pero después… Una chica así le va a hacer la vida
imposible. No, don Francisco… tiene razón. Lo que usted precisa es una mujer mayor, que
lo ayude en el quiosco, callada… Que lo escuche cuando usted habla…
FRANCISCO –¿Anyula?
CHICHO –Bueno… Anyula es un poco chiquilina. Lo ideal sería más madura.
FRANCISCO –¿Sabe que Anyula me gustaba cuando éramos jóvenes?
CHICHO –No, pero ahora está insoportable.
FRANCISCO –La madre… Esa tuvo la culpa. Discúlpeme… es su abuela, pero ésa nos
arruinó.
CHICHO –Celos.
FRANCISCO –¿Cómo?
CHICHO –Fueron celos. Ella estaba enamorada de usted.
FRANCISCO –¿La Nona?
CHICHO –(Asiente ceremonioso.) Me lo dijo a mí.
FRANCISCO –(Lanza una carcajada.) ¡Mire usted! La vieja…
CHICHO –Y todavía lo está. (FRANCISCO lo mira.) Es el drama de nuestra
familia. “Francisco… Francisco”… de la oye por las noches.
FRANCISCO –(Hace los cuernos.) ¡Cruz diablo!
CHICHO –Es una historia de amor, don Francisco. (Le toma las manos y le habla
lastimeramente.) Cásese con ella.
FRANCISCO –¿Con la vieja? ¡Ma vos está loco! Yo quiero a la chica.
CHICHO –Escúcheme… La Nona está muy enferma.
FRANCISCO –Es el veneno que tragó.
CHICHO –Los médicos han dicho: “Un mes, cuando mucho”. Ha sufrido, don
Francisco. Ha hecho sufrir, pero ha sufrido, como el ave Fénix. ¡Démosle un poco de
felicidad en sus últimos días!
FRANCISCO –¡Ma vos estás loco! Es como ir un mes a la cárcel. ¿Por qué lo voy a
hacer? ¿Qué gano con eso?
CHICHO –¿Qué gana? (Hace tiempo mientras piensa.) ¿Qué gana…? Está bien,
se lo voy a decir. (FRANCISCO lo mira expectante.) La herencia.
FRANCISCO –(Se le ilumina el rostro.) ¿Herencia?
CHICHO –(Asiente en silencio.) Media Catanzaro es de ella.
FRANCISCO –¿De la Nona? (CHICHO asiente.) ¿Media Catanzaro?
CHICHO –Bueno… Catanzaro es chica, ¿vio? Pero es una fotuna.
FRANCISCO –(Desconfiado.) Nunca se dijo.
CHICHO –Ella lo ocultó siempre.
FRANCISCO –¿Por qué?
CHICHO –Bueno… como la plata no se podía traer…
FRANCISCO –¿Y por qué?
CHICHO –Hay una ley. Ella tenía que ir a cobrarla allá.
FRANCISCO –¿Y por qué no fue?
CHICHO –¿Por qué? (Pausa.) La guerra.
FRANCISCO –¿Qué guerra?
CHICHO –¿Cómo qué guerra? ¿Le parece que no hubo guerra?
FRANCISCO –Hace treinta años que se acabó la guerra.
CHICHO –Bueno… Pero nunca hay paz entre los hombres, don Francisco.
(FRANCISCO hace un gesto para hablar.) Pero no se preocupe. En cuanto ella se muera…
14
La NONA Roberto Cossa
15
FRANCISCO –Cobran la plata.
CHICHO –Al día siguiente. Está todo arreglado. La cosa se hace de ejército a
ejército. Garantía absoluta. Piénselo, don Francisco: en un mes, y después… lo que usted
quiera. A Martita la va tener que echar de la pieza. Bue… (Hace un ademán de salir.)
FRANCISCO –Pare… No se vaya. Ahora, digo yo… (Astuto.) Si yo me caso… ustedes
pierden la herencia. No le conviene.
CHICHO –(Algo desconcertado.) Eh, don Francisco… don Francisco… (Lo pamea
mientras piensa.) Usted quiere que le cuente todo hoy.
FRANCISCO –Explíqueme.
CHICHO –Bueno, si la nona se muriera… (Lloroso.) ¡Dios no lo permita, mi Nonita!
FRANCISCO –¿Pero no me dijo que tiene para un mes?
CHICHO –Si se muriera hoy, quiero decir. ¿A manos de quién iría a parar la herencia?
FRANCISCO –De ustedes.
CHICHO –(Niega con la cabeza.) De Anyula. Es la hija.
FRANCISCO –Y bueno…
CHICHO –Y Anyula… ¿hace mucho que no la ve?
FRANCISCO –Años… Al quiosco no viene nunca.
CHICHO –¡Eh, Anyula…! Se patina la herencia en dos meses. Copas, farras…
(Gesto de fumar.) ¡Yerba! ¡Terrible!
FRANCISCO –¿Anyula? Pero antes…
CHICHO –¡Antes! Cuando fracadó lo de ustedes, quedó muy mal y…
(FRANCISCO hace un gesto de consternación.) Usted ha hecho estrados en nuestra
familia, don Francisco. En cambio, sabemos que cuando usted cobre la herencia, bueno…
No se va a olvidar de nosotros.
FRANCISCO –(No muy convencido.) Supongo que no.
CHICHO –Bueno… Entonces ya está decidido.
FRANCISCO –Está bien.
CHICHO –Eso sí, va a tener que ser cuanto antes.
FRANCISCO –Cuando ustedes digan.
CHICHO –Entre paréntesis… Va a hacer falta algo de plata. Hay unos gastos
administrativos.
FRANCISCO –Después del casamiento.
CHICHO –(Resignado.) Bue… (Toma un cartón de cigarrillos que hay sobre un
estante.) Huy… justo los que fumo yo.
FRANCISCO –(Le saca el cartón.) Después de la herencia. (CHICHO inicia el mutis.)
¿Un mes me dijo? (CHICHO lo mira sin entender.) La Nona…
CHICHO –¡Ah sí! Y por ahí es cuestión de días.
FRANCISCO –Entonces conviene hacerlo rápido. Si está tan mal…
CHICHO –(Lastimero.) Si ya casi no come, don Francisco.
(Apagón rápido.)
Se ilumina la cocina. CARMELO llega desde el fondo al mismo tiempo que la NONA
ingresa desde su habitación.
NONA -¿Si manya ya?
Nadie le contesta. CARMELO abre la heladera y saca una fuente cubierta por una
servilleta. La NONA roba un pan y es sorprendida por CARMELO, que se lo saca de la
mano y lo devuelve a la panera.
CARMELO –¡Largue, Nona! Ya va a comer asado.
NONA -Ma… de acá a la hora de manyare. No está fato el fuoco ancora.
CARMELO –El fuego ya está. Dentro de un rato comemos. (Ingresa MARÍA
trayendo una mantilla y un par de zapatos. CARMELO le dice.) Andá preparándola. (Sale
hacia el fondo.)
MARÍA -Venga, Nona. Tiene que ponerse linda.
La NONA niega con la cabeza.
NONA -Pochoclo.
MARÍA -No hay pochoclo. ¡Vamos!
La NONA niega con la cabeza.
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La NONA Roberto Cossa
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NONA -Papa frita.
MARÍA -Tampoco. Ahora vamos a comer.
NONA -Dulce de leche.
MARÍA suspira con un gesto de cansancio. Abre la heladera y se fija.
MARÍA -No hay dulce de leche. (La mira.) ¿Mayonesa?
NONA –¿Mayonesa?
MARÍA saca un frasco de mayonesa y una cuchara, y se los entrega a la NONA. Luego
se sienta en una silla y le cambia la mantilla y los zapatos, mientras la NONA devora el
frasco de mayonesa.
MARÍA -Tiene que ponerse linda, Nona. Se va a cambiar la mantilla, ¿eh? Y se
va a poner los zapatos.
NONA –¿E mi cumpleaño oyi?
MARÍA -No, falta todavía. Pero estamos de fiesta.
NONA –(Alegre.) ¡Festa, festa!
Aparece CHICHO vestido con lo mejor que tiene.
CHICHO –(Alegremente.) Ah, Nonita… qué pinta. Parece diez años más joven.
(Se da cuenta que no es mucho.) ¿Qué? Veinte… o treinta. No le das ni setenta años.
NONA –¡Festa, festa, Chicho!
CHICHO –Fiesta, sí. (MARÍA sale hacia el interior llevando la mantilla y las
zapatillas. Al mismo tiempo aparece CARMELO.) Che, Carmelo, mirá a la Nonita.
CARMELO –(Lleva a CHICHO hacia un costado.) Francisco no fallará, ¿no?
CHICHO –¡Cómo va a fallar!
CARMELO –Si a las dos tenemos que estar en el civil, hay que comer temprano.
(Pausa. Mira a la NONA.) ¿No será mejor decirle algo?
CHICHO –¿Te parece?
CARMELO –Y… digo… A ver si mete la pata en el civil.
CHICHO –Está bien, yo me ocupo. Andá a tender el asado.
CARMELO sale hacia el fondo.
CARMELO –Carmelo… la moyequita cortala ben finita.
CHICHO –(Acaricia a la NONA.) Nonita…
NONA –Vamo al fondo. Cerca del fuoco. (Se encamina hacia el fondo.)
CHICHO –Ahora van a traer la picadita. (La NONA se detiene. CHICHO la sienta
y se ubica frente a ella.) Nonita… La de la mirada dulce. Esos ojos que han visto nacer
árboles y morirse para volver a nacer.
NONA –¿Van a traer la picadita?
CARMELO –Ya va… ya va… ¿Le dijeron quién va a venir hoy? (La NONA niega con
la cabeza.) El Francisco, ¿se acuerda?
NONA –Ese mascalzone.16
CHICHO –Es un buen muchacho, Nona. Y a usted la quiere mucho. (La NONA lo
mira. Falsamente pícaro.) Y me parece que a usted le gusta también.
NONA –La picadita, Chicho.
CHICHO –Le decía, Nona… usted tendría que pensar en el futuro…asegurarse un
porvenir. Algún día podemos faltarle y … (Mira a la NONA esperando una reacción.)
NONA –(Algo enojada.) ¿Y la picadita?
CHICHO –¡La puta que lo parió con la picadita. (Le da un pan mientras le acaricia
la cabeza para calmarla.) Vaya masticando. (Se hace una pausa. La NONA mastica y
CHICHO sigue acariciándola mientras piensa.) Pero ese Francisco es un gran muchacho,
¿eh? (Mira a la NONA y espera.) Es italiano. (Igual.) Y está muy bien. Tiene un quiosco
cerca de la estación. Si lo viera… Lleno de chocolates… caramelos…
Los ojos de la NONA se ilumina.
NONA –¿Chocolata?
CHICHO –Uf. Tiene una pieza llena. Del blanco… del esponjoso… relleno de dulce
de leche… caramelos de naranja… pastillas de menta… maní con chocolate…
NONA –¿Va a venir el Franchesco?
16
Del italiano: sinvergüenza.
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La NONA Roberto Cossa
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CHICHO –Debe estar por llegar. Va a comer un asadito con nosotros… Después
vamos a ir todos a ver un señor a una oficina y… (Cauteloso.) Esta noche se la lleva al
quiosco. Usted se va con él.
NONA –¿Me va a dare la chocolata?
CHICHO –Lo que usted le pida. (La acaricia la cabeza.) ¿Eh, Nonita? (La NONA
dice que sí con un rápido movimiento de cabeza. CARMELO se asoma desde el fondo y
mira a CHICHO.) Todo arreglado… Todo arreglado. (Suena el timbre de la calle. MARÍA
va a atender.) El “sorello”, llegó el “sorello”.
CARMELO –¡Qué decís, animal! El fidanzato.
CHICHO –El fidanzato… el fidanzato…
Ingresa FRANCISCO, vestido de traje azul marino y con un ramo de flores en una mano
y una caja de bombones en la otra. Del interior aparece MARTA.
CARMELO –Adelante, don Francisco.
FRANCISCO –¿Cómo le va, Carmelo? (Lo saluda.) Hola, Chicho. (Mira a ambos
lados.) ¿Y Martita? (En ese momento la ve aparecer.) Martita…
MARTA –¿Cómo está, don Francisco? (Le da la mano.)
FRANCISCO –Supongo que ahora que voy a ser tu… (Mira a los demás.)
CARMELO –Bisabuelo.
FRANCISCO –Bueno… bisabuelo. Te puedo dar un besito, ¿no?
La besa algo cargosamente. CHICHO lo toma del brazo y lo separa de MARTA.
CHICHO –Bueno, don Francisco. Ahora tiene que saludar a la novia.
FRANCISCO –Sí… sí, por supuesto.
(Francisco, rodeado por los demás, se va acercando a la NONA, que permaneció ajena
ala escena y sigue masticndo. FRANCISCO se planta frente a ella y le hace una
reverencia.)
CARMELO –¿Vio quién vino, Nona?
NONA –El Francesco. (FRANCISCO le tiende el ramo de rosas. Pero la NONA
dice, enojada.) ¿Cosa e? ¿Y la chocolata?
(CHICHO, rápidamente, toma el ramo de rosas de la mano de FRANCISCO, le saca la
caja de bombones y la coloca sobre el regazo de la NONA.)
CHICHO –Aquí tiene, Nona. (A FRANCISCO.) Las rosas le traen malos
recuerdos. Siéntese, don Francisco.
Lo sienta al lado de la NONA, quien ya ha abierto la caja de bombones y se ponen a
comer.
CARMELO –Permiso, don Francisco. Voy a atender el asado. Traé pan para los
chorizos, María. Vos, Chicho, servile un poco de vino a don Francisco.
CARMELO y MARÍA salen hacia el fondo.
FRANCISCO –(Señala una silla junto a él.) Vení acá, Martita. A mi lado.
MARTA –Tengo que terminar de arreglarme.
MARTA sale hacia el interior. CHICHO le tiende un vaso de vino a FRANCISCO. Se
queda un instante mirando a FRANCISCO y a la NONA.
CHICHO -Y bue… Díganse sus cosas.
FRANCISCO –No sé qué decirle.
CHICHO –Háblele de sus cosas. Del quiosco, por ejemplo. De la cosas que tiene en su
quiosco. Eso le va a interesar mucho. (Lo palmea.) Háblele de su mundo, don Francisco.
FRANCISCO –Y de Catanzaro, ¿no podemos hablar?
CHICHO –¡Ni se lo nombre! Va a pensar que se casa por interés, ¿me entinede?
Ella no sabe que usted sabe. Una vez que se casen… (Ahora levanta la voz.) Bue… Ustedes
tienen mucho que hablar.
CHICHO sale hacia el fondo. FRANCISCO se queda un instante mirando a la NONA,
que mastica, con la mirada fija en el suelo. Toma el vaso de vino y finalmente se sienta
junto a ella. Se hace una larga pausa, durante la cual FRANCISCO piensa cómo iniciar la
conversación.
FRANCISCO –¿Están ricos los bombones? (La NONA asiente con la cabeza.) Son de
mi negocio.
NONA –¿Trasuiste má?
FRANCISCO –No… Pero mi negocio está lleno.
NONA –¿Me va a llevar cuesta sera?
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La NONA Roberto Cossa
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FRANCISCO –Sí… sí… claro.
Tímidamente, le pasa el brazo a la NONA por el hombro.
NONA –¿E qué me vas a dar?
FRANCISCO –(Más confundido.) Lo que usted me pida.
NONA –¡Chocolata!
FRANCISCO –Ah, sí… sí… (Se hace una larga pausa, durante la cual FRANCISCO
queda con el brazo sobre el hombro de la NONA y ésta sigue masticando. Finalmente,
FRANCISCO mira hacia ambos lados para comprobar si están solos. Repentinamente.)
Catanzaro. (La NONA gira la cabeza y lo mira sin dejar de masticar. FRANCISCO la mira
a ella esperando la reacción.) ¿Se acuerda de Catanzaro? (La NONA dice que sí con la
cabeza.) ¿Y qué tiene en Catanzaro? (La NONA lo mira y mastica.) ¿De qué se acuerda?
NONA –Catanzaro… Bon vin.
FRANCISCO –Vino. ¿Tiene viñedos?
NONA –La pasta.
FRANCISCO –Fábrica de pasta.
NONA –Cuesta cosa… (Hace un gesto de algo pequeño.)
FRANCISCO –Oro… ¡Pepitas de oro!
NONA –(Niega con la cabeza.) Marisco.
FRANCISCO –Fábrica de pescado… Agarran pescado… Tienen barcos…
NONA –Se agarra e se manya. (Ríe.)
FRANCISCO –(Aprieta con alegría a la NONA.) Nonita.
En ese momento ingresa CHICHO trayendo una fuente con sandwishes de chorizo.
CHICHO –¡Bueno, bueno! Perdón si interrumpo, pero los chorizos ya están.
(La NONA se mete rápidamente en el bolsillo los bombones que aún quedan en la caja.
Toma un sandwich y se pone a comer. CARMELO y MARÍA ingresan detrás.
FRANCISCOabraza a CHICHO y lo besa.)
FRANCISCO –Chicho querido… (CHICHO lo mira sin entender y le sirve vino a
FRANCISCO. ANYULA llega con unv aso de vino en la mano y se cruza con FRANCISCO.
Éste le saca el vaso de la mano.) No tome más, Anyula. Con eso no va a arregalar nada.
ANYULA –(Recupera el vaso.) Es de Carmelo.
CHICHO –Meta, don Francisco.
Éste lo toma y se lo cede a MARTA, que acaba de entrar.
FRANCISCO –Tomá, Martita.
MARTA –Gracias, don Francisco.
FRANCISCO –No me digas don.
MARTA –Y… usted ahora es mi bisabuelo.
FRANCISCO –(Por lo bajo.) Ahora sí, pero después de Catanzro vas a ver.
Desde la calle llega el sonido de varios bocinazos. MARTA se encamina hacia la salida.
MARTA –Bueno… chau.
FRANCISCO –(Desilusionado.) ¿Te vas?
MARTA –Me tengo que ir, don Francisco.
FRANCISCO –¡Qué lástima!
MARTA –Ya va a haber otra oportunidad. (Sale.)
FRANCISCO –(A CHICHO) Se fue.
CHICHO –Sí, ¿pero qué le dijo.(FRANCISCO lo mira.) Está esperando la oportunidad.
FRANCISCO –(Ríe y besa a CHICHO.) ¡Chicho querido! La fábrica de pasta es para
vos.
CHICHO –(Desconcertado.) ¿No será mejor que pare de chupar, don Francisco?
Mire que a las dos tenemos que estar en el civil.
FRANCISCO observa a la NONA, que toma otro sandwich, y deja de reír.
FRANCISCO –Escuche… La salud de la Nona…
CHICHO –¿Qué tiene?
FRANCISCO –Usted me dijo que está muy mal.
CHICHO –Anoche casi se nos queda. Tuvimos que hacerle respiración boca a boca.
FRANCISCO –(Mira a la NONA, que come vorazmente.) Ma… come bien.
CHICHO –La mejoría de la muerte.
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La NONA Roberto Cossa
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FRANCISCO –A ver si se nos queda ahora.
CHICHO –No… hasta esta noche aguanta seguro, pero ya… (Hace un gesto
fatídico.)
NONA –¡Chimichurri!
CHICHO –(Para distraer la atención de FRANCISCO, toma la bandeja.) Meta
otro sánguche, don Francisco. (CARMELO, MARÍA y ANYULA han llegado desde el fondo
trayendo diversas cosas y rodean la mesa.) Un brindis… ¿A ver? (Todos levantan los vasos,
menos la NONA, que sigue comiendo ajena a todo, y ANYULA, que se aparta con un
gesto de tristeza.) ¡Por los novios! (Todos dicen “por los novios”. ANYULA se toma la cara
y sale llorando hacia el interior. FRANCISCO la mira irse.) Déjela… Ahora se mete en la
pieza y empieza a chupar… ¡Un desastre!
FRANCISCO –¡Qué barbaridad!
CHICHO –Bueno, bueno… (Levanta la copa.) ¡Otro brindis!
MARÍA -A ver el novio…
FRANCISCO –(Levanta la copa.) ¡Por Catanzaro! (Nadie, salvo CHICHO entiende
mucho, pero todos dlevantan el vaso. FRANCISCO estira el vaso hacia la NONA.) Nona…
Por Catanzaro.
CARMELO –Brinde, Nona. (La NONA mira ahora a CARMELO y mastica.) Brinde,
don Francisco.
FRANCISCO queda con el vaso extendido. Se hace una pausa. FRANCISCO mira a
CHICHO reclamando una explicación.
CHICHO –Y… es un día muy especial para ella.
MARÍA -(Toma el vaso de la NONA y se lo entrega.) ¿Vamos, Nona!
(La NONA toma el vaso y lo levanta. Todos aplauden y dicen “muy bien”, etcétera.
Cuando las voces se callan, se escucha a la NONA.)
NONA -¡Felice año nuovo!
Apagón rápido.
ACTO SEGUNDO
Se enciende el kiosco de don Francisco. Los estantes están despoblados, el piso lleno de
cajas de cartón vacías y la mesa cubierta de papel plateado. La NONA, sentada frente a la
mesa, mastica. FRANCISCO está sentado en la cama, con la mirada perdida: la imagen de
la derrota.
NONA –Chocolata.
FRANCISCO –(Ido.) No hay más.
NONA –Caramelo.
FRANCISCO –Tampoco.
NONA –Tengo fame. ¿Qué tené?
FRANCISCO –Doscientas cajas de chicle.
NONA –E buono…
FRANCISCO, sorprendido, toma una caja de chicle y se la entrega a la NONA, que la
abre y comienza a masticar. FRANCISCO la mira un instante.
FRANCISCO –¿Se siente bien? (La NONA asiente con la cabeza.) Ma… no puede ser.
Pasó un mes y medio. ¿No le duele nada? (La NONA niega. Pausa.) Nona… Escúcheme: ya
es hora que hablemos en serio. Yo sé todo lo de la herencia. (La NONA lo mira mientras
mastica.) Sí… la herencia… Catanzaro…
NONA –Uh…Catanzaro.
FRANCISCO –Catanzaro, sí. ¿Sabe de qué le hablo? (La NONA asiente con la
cabeza.) Los viñedos… la fábrica de pasta.
NONA –¿Vas a hacer pasta?
FRANCISCO –No, la herencia. Los mariscos…
NONA –(Contenta.) ¡Fideo al vóngole!
FRANCISCO–(Exasperado.)¡Ma, no… la herencia! (Grita.) ¡La herencia, vieja de mierda!
(FRANCISCO intenta golpearla, pero jadea, se toma la cabeza y cae pesadamente,
balbuceando. “Catanzaro”. La NONA, impasible, sigue masticando. Apagón.
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Lentamente se enciende la cocina. CARMELO está sentado, con la cabeza entre las
manos; MARÍA y ANYULA trabajan intensamente. MARTA está poniendo la mesa. En la
pieza de CHICHO está FRANCISCO, hemipléjico, sentado en un sillón.
MARÍA -¡A comer!
La NONA sale como un rayo desde su pieza y se sienta a la mesa. MARÍA le pone
delante un gran plato de comida. La NONA comienza a comer vorazmente.
NONA –U pane. (MARTA le alcanza pan.) Formayo. (ANYULA le sirve queso.
La NONA golpea el borde del vaso, indicando que quiere vino. MARTA le sirve.)
Escabeche. (MARTA saca un frasco del armario y lo coloca en la mesa. MARÍA coloca un
plato frente a CARMELO.)
MARÍA -Vamos, Carmelo. (CARMELO, que sigue con la cabeza entre las
manos, hace un gesto de negación.) ¿No vas a comer? (CARMELO niega con la cabeza.
MARÍA le entrega el plato a MARTA.) Tomá. Llevale.
MARTA toma el plato y se dirige a la pieza de CHICHO. DON FRANCISCO, al ver a
MARTA, sonríe.
FRANCISCO –(Balbucea.) Catanzaro… Catanzaro… (MARTA le ata la servilleta
alrededor del cuello y comienza a darle de comer con la cuchara.)
MARTA –Cuidado… no se vaya a volcar. (FRANCISCO come mecánicamente.)
NONA –Formayo de rayar. (MARÍA saca queso de rallar del aparador y le da a
la NONA. La NONA vuelve a golpear el vaso, pero al ver que nadie la observa, habla.) U
vino. (ANYULA le sirve vino a NONA.) La sale. (MARÍA saca sal del aparador y le da a la
NONA.) Vinagre. (MARÍA le acerca una alcuza con vinagre.)
MARÍA –(A CARMELO.) ¿No vas a comer, entonces?
CARMELO niega con la cabeza. En la pieza, MARTA le tiende una cuchara a
FRANCISCO, y éste niega con la cabeza. MARTA le limpia la boca, le saca la servilleta y
le pone una campanita en la mano.
FRANCISCO –Catanzaro… Catanzaro… (MARTA vuelve a la cocina.)
MARTA –Dejó la mitad.
MARÍA toma las sobras del plato de DON FRANCISCO y las echa en el de la NONA,
que sigue comiendo. MARTA se sienta y todos, menos CARMELO, comen un rato en
silencio. Un instante después ingresa CHICHO trayendo un bolso de mano. Simula un
estado de gran cansancio. Deja el bolso en un costado y se sienta en una silla.
CHICHO –¡Ay, Dios mío… dios mío…!
ANYULA se levanta y le cede el lugar. CARMELO, por primera vez en la escena, ha
levantado la cabeza y tiene la mirada fija en su hermano.
CARMELO –¿Y? (CHICHO hace un gesto de negación con la cabeza.) ¿Qué quiere
decir? (CHICHO repite el gesto.) ¿Nada?
CHICHO -Y mirá que anduve, ¿eh?
CARMELO –¿A qué hora saliste?
CHICHO –Temprano.
MARÍA -A las siete de la tarde.
CARMELO –¿A las siete?
CHICHO –Es la mejor hora… La de más concentración.
CARMELO –Todavía no son las nueve. Menos de dos horas.
CHICHO –Y bueno. Es el primer día.
CARMELO –¿Y qué saliste a vender?
CHICHO –(Luego de una pausa, solemne.) Biblias.
CARMELO –¿Cómo biblias?
CHICHO –Biblias… (CARMELO lo mira.) ¿Y qué querés? Me dio biblias. Dos
horas pateando y… nada. Me recorrí todos los bares de la avenida.
ANYULA –Es que está lleno de ateos.
CHICHO –¡Eso, tía! ¡Ateos! (A CARMELO.) Si hasta me paré un rato en la puerta
de la iglesia… Nadie, ¿me querés creer? Y a las ocho y media de la noche. Buena hora.
CARMELO –(Conteniéndose.) Mañana vas a salir a las siete de la mañana.
CHICHO –Mañana no. Ahora hasta el miércoles que viene…
CARMELO –¿Cómo hasta el miércoles que viene?
CHICHO –Y, es así. Una vez por semana. Por contrato. (CARMELO, irritado, se
levanta y se dirige a su habitación.) ¿Qué le pasa a éste?
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MARÍA -Tuvo que vender el puesto. Eso pasa. ¿Le parece poco?
CHICHO –¿Vendió el puesto?
MARÍA -Toda una vida de trabajo.
FRANCISCO, en la pieza, hace sonar la campanilla.
ANYULA -Quiere ir a dormir.
MARTA –¡Uh, que espere! Ahora estamos comiendo.
La campanita sigue sonando un rato.
MARÍA -¿No oyen que está llamando?
ANYULA se pone de pie.
MARTA –Terminemos de comer.
MARÍA -Usted quédese, Anyula. Carmelo quiere que se ocupe Chicho. Vos
también, Marta. ¡Vamos esa campanita no la soporto más!
MARTA y CHICHO se ponen de pie y se encaminan hacia la pieza.
ANYULA -Yo lo puedo hacer.
MARÍA -¡Por favor, Anyula! Siéntese y termine de comer.
NONA -Termené.
ANYULA le sirve otro plato. CHICHO y MARTA ingresan a la pieza. Al encenderse la
luz, FRANCISCO sonríe, pero sigue tocando la campanita.
FRANCISCO -Catanzaro… Catanzaro…
MARTA le saca la campanita de la mano y lo toma por los hombros.
MARTA –Y ya sabe. Si precisa algo, haga sonar la campanita.
CHICHO -Especialmente si quiere ir al baño. ¿Me oyó, don Francisco? ¿Me oyó?
FRANCISCO -(Molesto.) Catanzaro… Catanzaro…
MARTA sale hacia la calle. CHICHO se sienta a comer. ANYULA levanta el plato suyo y
el de MARTA. MARÍA se pone de pie también y la ayuda. La NONA, durante todo ese
tiempo ha seguido comiendo. CARMELO aparece desde el interior con el saco puesto. Está
evidentemente nervioso.
CARMELO –(A CHICHO.) ¡Levantate y vamos!
CHICHO -¿Adónde?
CARMELO –Al Abasto.
CHICHO -(Mira a los demás.) ¿Al Abasto? ¿A qué?
CARMELO –¿Cómo a qué? A trabajar. A descargar camiones.
CHICHO -¿A esta hora?
CARMELO –¡A esta hora, sí! Dentro de un rato empiezan a llegar los camiones.
CHICHO -¡Pero, pará! Dejame comer.
CARMELO –¡Pará, nada! ¡Esto se terminó! ¿Me oíste? ¡Se terminó!
NONA -U pane.
CARMELO, mecánicamente y con violencia, saca un pan del aparador y lo pone cerca
del alcance de la NONA. A partir de ese momento responderá a cada pedido de la NONA.
CARMELO –¡Ahora vas a saber lo que es trabajar en serio!
NONA -Formayo.
CARMELO abre la heladera, saca queso y se lo alcanza a la NONA. Entretanto, sigue
hablando.
CARMELO –¡Se terminó! Tuve que vender el puesto.
CHICHO -Me dijo María…
CARMELO –Toda una vida de trabajo… (La NONA golpea el borde del vaso y
CARMELO le sirve vino.) ¡Una vida!, ¿me oís? Levantándome a las cuatro de la mañana…
Dieciséis horas por día de trabajo, ¿para qué? ¿Eh! ¡Para qué? ¡Para esto!
NONA -Salamín.
CARMELO, siempre violentamente y sin dejar de hablar corta un salamín de una tira, lo
tajea y luego se lo sirve a la NONA.
CARMELO –Todo este esfuerzo, ¿para qué? Decime. Para tener que empezar de
nuevo de ayudante del pescadero.
CHICHO -(Con cierto alivio.) Ah… conseguiste algo.
NONA -Ajise.
CARMELO saca un ají de la bolsa de la verdura y se lo tiende a la NONA.
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La NONA Roberto Cossa
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CARMELO –Ayudante de un mocoso que no sabe ni limpiarse los mocos.
La NONA le tiende al ají a CARMELO.
NONA -Ponele aco picadito, Carmelo.
CARMELO toma el ajo, lo corta y luego le echa encima ajo picado.
CARMELO -¡De un mocoso! ¡Yo, Carmelo Spadone! Respetado por todos los
puesteros del mercado. ¡Me admiraban, ¿me oís? ¡me admiraban! Me consultaban… ¡A mí!
¡Un maestro! Así me dijeron una vez: “Sos un maestro, Carmelo”. (Le tiende el plato a la
NONA. Luego, recordando.) “Carmelo… ¿qué te parece este tomate?”
NONA –Ah… ponele tomate, también.
CARMELO agarra el plato de la NONA, corta un tomate y se lo agrega.
CARMELO –Y lo que yo decía era santa palabra. ¡Se pagaba lo que decía Carmelo
Spadone! Un maestro. (Recordando.) “Carmelo… ¿este apio no está pasado?”
NONA –No importa, ponele igual.
CARMELO –(Natural.) No es la época, Nona. ¡Un maestro…! Mirá cuando me vean
mañana… Ayudante del pescadero. Yo, ayudante de un mocoso.
CARMELO cae sentado en una silla y se pone a llorar. Se hace un silencio espeso.
NONA –La sale.
CARMELO, siempre llorando, toma un salero y echa sal en el plato de la NONA.
ANYULA se echa a llorar.
ANYULA -Dios santo… Dios santo… (MARÍA la toma.)
MARÍA -Venga, Anyula. Venga a acostarse.
CARMELO llora en silencio. CHICHO está con la cabeza baja.
NONA –Vinagre.
CARMELO le sirve.
MARÍA -¡Es increíble! Un hombre como él… ¡Mírelo cómo está! ¡Destruído!
CHICHO -Pero, ¿y yo qué tengo que ver…?
MARÍA -¡Sí que tiene que ver! Si usted hubiera trabajado, no estaría como está.
CHICHO -Y bueno… Hoy empecé.
MARÍA -¡Cállese, por favor! ¡Un parásito, viviendo a costillas del hermano!
La NONA golpea el vaso. CHICHO le sirve vino.
CHICHO -Pero ahora resulta que yo soy el culpable de todo… Yo no pido nada.
¿Cuándo te pedí algo, Carmelo? Yo sólo tengo mi música.
MARÍA -¡Su música! ¡Qué música! Nunca compuso nada. Usted es un
fracasado, eso es lo que es. ¡Un fracasado!
CHICHO -(Dolorido.) Eso no, María… un fracasado, n o.
MARÍA -¡Sí, un fracasado!
NONA –U pane.
CHICHO -Un fracasado… Yo, un fracasado…
Ahora es CHICHO el que se toma la cabeza y se pone a llorar. Al mismo tiempo le
alcanza un pan a la NONA. CARMELO hace un gesto de rabia, se pone de pie y se
encamina hacia la salida.
MARÍA -¿Dónde vas?
CARMELO –No sé… Por ahí. Necesito pensar un poco.
MARÍA –(Alarmada.) ¡Carmelo! (Se acerca y lo toma.)Carmelo…Por favor, ¿dónde vas?
CARMELO –Necesito estar solo, María. ¡Dejame, por favor!
MARÍA –¡No vas a hacer una locura!
CARMELO –¡No! (Se desprende de MARÍA.) Necesito estar solo, nada más. No va
a pasar nada.
CARMELO sale. MARÍA lo mira salir y se queda inmóvil un instante. Luego se vuelve y
sale llorando hacia su habitación. Se hace una pausa. CHICHO, tras la salida de MARÍA,
deja de llorar y lee el diario.
NONA –Termené. (Pausa.) Chicho, termené. (CHICHO levanta la cabeza.) El
postre. (CHICHO se levanta, mira a su alrededor, toma una manzana y la pone frente a la
NONA) Dolche de batata, ¿no hay?
CHICHO –No sé… no sé… Coma eso. (CHICHO se dirige lentamente hacia su
habitación. Se desnuda y se acuesta junto a FRANCISCO. Apaga la luz. La NONA,
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entretando, come en silencio. Se hace una pausa prolongada.) ¡La puta que lo parió, don
Francisco! ¡Le dije que tocara la campanita!
La campanita comienza a sonar incesantemente. La NONA sigue comiendo. Apagón.
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CHICHO -Ya sé… Patié una hora seguida. Dejame descansar un rato.
CARMELO –Te aviso, nada más. (Mira la hora.) Quince minutos y después te vas.
CHICHO -Está bien. (Lanza un quejido de cansancio.)
CARMELO –¿Cuánto vendiste?
CHICHO -Poco.
CARMELO –(Agresivo.) ¿Cuánto?
CHICHO -Y bueno… a ver… (Carraspea.) Unos tres, más o menos.
CARMELO –Tres termos, no está mal.
CHICHO -¡Tres cafés!
CARMELO –¿Tres cafés, nada más?
CHICHO -¿Y qué querés? (Como si fuera una hazaña.) En una hora. Me quedan
cinco todavía. (CARMELO se agarra la cabeza con las manos. Vuelve a servirse grapa. SE
hace una pausa. A CARMELO.) ¿Querés un café? (CARMELO niega con la cabeza.) A vos
no te voy a cobrar.
CARMELO –¡Andá a la mierda! (Pausa.)
CHICHO -¿Cómo anduvo?
CARMELO –No llegamos… no llegamos…
CHICHO -¿Contaste lo de Francisco?
CARMELO –Ah, no. (Se pone de pie.) Ayúdame a traerlo.
CHICHO y CARMELO salen hacia la calle y vuelven un instante después trayendo a
FRANCISCO, que está sentado en el sillón hamaca y con una gorra en la mano.
FRANCISCO -(Con tono de cansancio.) Catanzaro… Catanzaro…
Dejan a FRANCISCO a un costado. CHICHO le saca la gorra de la mano y la vacía
sobre la mesa. Caen monedas, algún billete y otros elementos.
CARMELO –Y no… ¡Moneditas!
CHICHO -Pará. Aquí hay un billete de a mil… Dos de quinientos… (Comienza a
contar las monedas.)
CARMELO –No va, Chicho… No va.
CHICHO -¿A qué hora lo sacaron?
CARMELO –Y… según me dijo María, a las diez de la mañana.
CHICHO -¡Y bueno! ¿Por qué no lo sacaron a las seis? Se perdieron el cambio de
turno de la fábrica.
CARMELO –No, Chicho, no… ¡Esas ideas tuyas!
CHICHO -Pero, pará… Aquí hay por lo menos diez lucas. (Toma algo.) Una
chapita de cerveza. ¡Mirá que hay que ser hijo de puta! Lo que pasa es que éste es un
barrio de mierda.
CARMELO –No va, Chicho, no va.
CHICHO -La idea no es mala, Carmelo. Ahí te equivocás. Pero aquí en la puerta…
¿Qué querés? Esta es una calle muerta. Estuve pensando, justamente… ¿Por qué no lo
llevamos a la estación?
CARMELO –¿Y cuánto más puede sacar?
CHICHO -¡Qué te parece! Está la iglesia enfrente, el mercado…la parada de
colectivos. Como ubicación, es excepcional. (CARMELO piensa.) Y, además, bien
tempranito… (Breve pausa.) Y de noche, al café. (CARMELO lo mira.) Hablé con el
gallego… el dueño… No hay problema. Hay un rinconcito al lado de los billares… Ahí no
molesta. (Se hace una pausa.) Probemos esta noche.
CARMELO –En ese café de atorrantes…
CHICHO -Son buenos muchachos. Algunos mangos le van a tirar. Además, a las
doce y media está la salida del cine… Se llena. Y a esa hora lo pasamos al salón de
familias. En erio, Carmelo, puede andar. Pensalo.
CARMELO se queda un instante pensativo, mirando a FRANCISCO. Finalmente, se
pone de pie.
CARMELO –Vamos a probar.
CHICHO también se levanta. Ambos toman el sillón. CHICHO le pone la gorra en la
mano a FRANCISCO.
Se encaminan hacia la salida.
CARMELO –¿Y para traerlo de vuelta?
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CHICHO -No hay problema. El café está abierto toda la noche.
FRANCISCO -(Al advertir que lo llevan hacia la calle, se queja.) ¡Catanzaro,
Catanzaro… Catanzaro! (Sale agitando las piernas.)
Apagón.
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CHICHO -Y ahora a dormir. Vamos. (La NONA sale rezongando. CARMELO se
sirve otro trago de grapa y lo bebe de un tirón. Se hace una pausa prolongada.) Está
haciendo frío, ¿no?
Lo miran extrañados.
MARÍA -¿Frío?
CHICHO -(Tiembla y se refriega los brazos.) No sé… Siento frío.
CARMELO –Será por la grapita, pero yo tengo más bien calor.
CHICHO -Y pienso en la Nonita, en esta pieza que es una heladera… ¡Pobre
Nonita! No sea cosa que se agarre un frío y… (Breve pausa. CARMELO y MARÍA miran a
CHICHO cada vez más extrañados.) Pensaba… ¿Si le ponemos un braserito? (Mira a
CARMELO.) Digo… Para que le dé calorcito.
CARMELO –Y… fresquito está.
MARÍA -Sí, refrescó.
CARMELO –¿Quedan brasitas del asado?
MARÍA sale hacia el fondo. CHICHO advierte que ANYULA se ha quedado
ensimismada. Le hace una seña a CARMELO, quien mira a ANYULA y hace un gesto como
diciendo: “¡Qué macana!”. MARÍA regresa trayendo carbón en una pala.
MARÍA -¿Y el brasero) (CARMELO le chista y le señala a ANYULA. Ésta se levanta
y sale hacia el interior. MARÍA hace un gesto de sorpresa. CHICHO y CARMELO se
quedan frustrados. Esta situación dura hasta que ANYULA reaparece trayendo el brasero,
que coloca sobre la mesa. MARÍA echa las brasas en el brasero.) ¿Será suficiente?
CARMELO –Y… sí. Para que le entibie un poco la pieza.
CARMELO y CHICHO se hacen mutuas señas para ver quién pone el brasero.
CARMELO lo toma y se lo tiende a CHICHO. Éste toma el brasero y lo coloca en la
entrada de la pieza de la NONA.)
CHICHO -Bueno… ahora nosotros podemos salir a dar una vueltita, ¿no?
MARÍA –Sí, tengo ganas de tomar un poco de fresco. ¿Vamos, Anyula?
ANYULA sale rápidamente hacia la calle, seguida por los demás. Pausa prolongada.
Luego se ve aparecer a la NONA. Mira el brasero, saca una sartén, una lata de aceite y
dos huevos. Mientras se prepara dos huevos fritos se produce el apagón.
Las luces se encienden sobre la cocina vacía. Falta la heladera. Un instante después
llega MARÍA de la calle con evidente cansancio y un paquete bajo el brazo.
MARÍA -¡Marta! ¡Marta!
Ingresa a la pieza para dejar el paquete y sigue llamando a MARTA. Ésta aparece,
finalmente. Lleva puesto un batón descolorido. Está muy maquillada y camina
desganadamente.
MARTA -¿Qué pasa, mamá? Estoy atendiendo un cliente. (Se deja caer en una silla.)
MARÍA -Perdoname, nena. No sabía que estabas trabajando.
MARTA -Hoy tengo mucha gente. (Hace un gesto de malestar.)
MARÍA -¿Tomaste el remedio? (MARTA se encoge de hombros.) Tenés que
tomarlo, nena. (Saca un frasquito del aparador y sirve un vaso de agua.) El tío del
panadero me preguntó si podía venir.
MARTA -Hoy no va a poder ser. Tengo todas las horas ocupadas.
MARÍA -(Le tiende la pastilla y el vaso de agua.) Le dije que sí. Hacele un lugarcito.
MARTA -¡Mamá… estoy muerta! Hoy empecé a las ocho de la mañana.
MARÍA -(Le acaricia la cabeza.) Es un buen cliente. Dice que en el barrio no hay
una manicura como vos.
MARTA -(Se pone de pie y sale pesadamente.) No voy a terminar ni a la una de
la mañana.
MARÍA -Y bueno… nena. Pero por lo menos no tenés que salir de n oche.
MARTA ya salió. MARÍA se pone el delantal y comienza a trabajar. Desde la calle llega
CARMELO, quien camina lentamente y trae un paquetito en la mano.
CARMELO -¿Vino Chicho?
MARÍA -Creo que no. Recién llegué. (CARMELO deja el paquete sobre la mesa,
saca la botella de grapa y bebe un largo trago. Por la bebida.) ¡Ay, Carmelo, pará!
CARMELO -(Grita.) ¡Por favor, María! ¡Por favor!
MARÍA -Shhh… Que la nena está trabajando.
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CARMELO se mete la mano en el bolsillo y arroja unos billetes sobre la mesa.
CARMELO -Lo de la heladera.
MARÍA -(Cuenta los billetes.) ¿Esto, nada más?
CARMELO –Pagué la cuenta del almacén. (Desde la calle ingresa CHICHO.
CARMELO y MARÍA lo miran.) ¿Conseguiste? (CHICHO saca un frasquito del bolsillo y se
lo tiende a CARMELO. Éste se niega a agarrarlo y CHICHO lo coloca sobre la mesa. Los
tres miran el frasquito y se lanzan furtivas miradas. CARMELO bebe grapa y, finalmente,
se decide. Sirve agua y vuelca parte del contenido del frasquito en el vaso.) ¿Seguro que
no es doloroso?
CHICHO -Seguro. Y rápido. Con eso basta.
CARMELO deja el vaso sobre la mesa. Los tres se quedan inmóviles mirando el vaso.
CARMELO vuelve a beber grapa.
CARMELO –(A CHICHO.) Dale. Llamala.
CHICHO -¡Nona! (No hay respuesta. Más fuerte.) ¡Nona!
CARMELO –Decile que hay algo para picar.
CHICHO -¡Nona! ¡La picadita!
La NONA sale como un rayo de su pieza y va a sentarse a la mesa. Todos tratan de
eludir su mirada.
NONA -La picadita… La picadita… ¿Qué me traquiste? (Se abalanza sobre el paquete.)
CHICHO -Pare, Nona. (Le tiende el vaso.) Tómese esto antes.
NONA -¿Cosa e?
Los tres se miran. MARÍA no soporta más la situación y sale hacia su pieza.
CARMELO –Un aperitivo.
NONA -¿Vermú?
CHICHO -(Mira a CARMELO.) No… pero es rico lo mismo. Pruebe.
La NONA bebe un trago y lo saborea.
NONA –E buono. (Otro trago. ) Amarguito… Como el Chinar. Dame más.
CHICHO toma el vaso y lo llena de agua. Le echa el resto del contenido del frasquito,
mientras la NONA comienza a comer. CARMELO le saca de la mano el vaso a CHICHO.
CARMELO -¡Basta, Chicho! ¡Nona, váyase a su pieza, vamos!
NONA –Ma… La picadita.
CARMELO, con violencia, toma el paquette y se lo tira a la NONA.
CARMELO -¡A su pieza! ¡Vamos! ¡Y acuéstese!
NONA –Nos habiamo manyato ancora.
CARMELO -(Violento.) ¡A su pieza, le dije!
La NONA se pone de pie y se encamina hacia su pieza rezongando. CARMELO se toma
la cara y sale hacia su habitación. CHICHO se queda un instante pensativo. Luego se
dirige a su pieza y se acuesta. La escena queda vacía un momento. Luego se ve aparecer a
ANYULA desde la calle, con el monedero en la mano. Su cansancio es evidente. Suspira y
cae sentada en una de las sillas. Mira a su alrededor. Se va recomponiendo. Toma el vaso
que dejó la NONA y bebe su contenido de un trago. Muere en forma instantánea. Apagón.
Las luces se encienden en la cocina. Solo queda el aparador, la mesa y cuatro sillas.
CARMELO ingresa desde los dormitorios. Su destrucción es más notoria.
CARMELO –Chicho… (Se dirige a la pieza de CHICHO y lo sacude.) ¡Vamos, che!
CHICHO -(Entre sueños.) Está bien. Voy después.
CARMELO –¿Qué después? ¡Vamos!
CHICHO -Está bien… está bien…
CARMELO vuelve a la cocina. CHICHO se levanta pesadamente y comienza a vestirse.
CARMELO va al fondo y vuelve con un canasto de flores. MARÍA llega desde el interior
con una pava y un mate. CARMELO saca la botella de grapa y bebe un largo trago.
MARÍA -Carmelo… ¿Ya empezás? (CARMELO se encoge de hombros.) Son las
cinco de la mañana.
CARMELO –Bueno… María.
MARÍA -¡Bueno, nada! Tenés presión, no tenés que tomar.
CARMELO –¿Vos vas directo al hospital a ver a la Martita? (María asiente.)
Pasamos por lo de don Simón antes. Hay que llevar los muebles.
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La NONA Roberto Cossa
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MARÍA -Está bien. ¿Vos vas a ir?
CARMELO –¿Al hospital? Depende de la hora que termine de vender las flores. (La
mira.) Explicale a la Martita.
MARÍA -Martita ya lo sabe.
CARMELO –Hoy el doctor te va a decir qué es lo que tiene, ¿no?
MARÍA -Sí, pobre Martita. Yo no la veo nada bien.
CARMELO –Y bueno… Decile al doctor que le hagan algo.
MARÍA -Ya sé, Carmelo. Sé lo que tengo que decir.
CHICHO -(Apareciendo semidormido.) ¿Qué hora es?
CARMELO –Cinco y cuarto.
CHICHO -¡Cinco y cuarto! Che, Carmelo, el cementerio abre a las ocho.
CARMELO –Hay que estar temprano para agarrar un buen lugar. Y antes tenemos
que pasar por lo de don Simón.
CHICHO -Pará que tome un mate. (CHICHO toma un mate mientras CARMELO
comienza a sacar las sillas hacia la salida.) ¿No hay nada para comer? (MARÍA niega con
la cabeza.) Aunque sea un cacho de pan, para la languidez.
CARMELO –En cuanto vendamos unas flores te tomás un café con leche. Vamos,
llevá esa silla, María.
Mientras MARÍA sale llevando una silla.
MARÍA -No te olvidés de ponerle unas flores a la tumba de Anyula.
CARMELO –(A CHICHO.) Vamos, che, largá el mate que tenemos que pasar por lo
de don Simón.
CHICHO -¿Y va a estar a esta hora?
CARMELO –Le dije que íbamos a pasar temprano. (CARMELO toma una punta d
ela mesa.) Ayudame, vamos.
CHICHO -¡Qué!, ¿la mesa también la vas a vender?
CARMELO –La mesa también.
CHICHO y CARMELO salen llevando la mesa. En el escenario semivacío, queda el
canasto de flores. Un instante después aparece la NONA.
NONA –¡Bonyiorno! (Mira a uno y otro lado.) ¡María! (Pausa.) ¡Carmelo!
(Advierte que no hay nadie y comienza a revisar para ver si hay comida. Primero lo hace
normalmente, pero luego se va desesperando. Revuelve todo, con creciente violencia,
hasta que descubre las flores. Las mira. Arranca un pétalo, lo prueba, hace un gesto de
agrado y luego busca una ensaladera, sal, aceite y vinagre. Se sienta en un banquito que
quedó y comienza a prepararse una ensalada con las flores. Cuando ha comenzado a
comer regresa CARMELO. Al verla, se detiene espantado.)
CARMELO –¡No… Nona! ¡Las flores no… las flores no…!
Toma el canasto como para protegerlo. Luego lo alza e inicia el gesto para golpear a la
NONA. Jadea, trastabilla y cae muerto. La NONA sin inmutarse, sigue comiendo las flores.
Apagón.
Las luces se encienden lentamente. La cocina está despoblada, salvo dos cajones vacíos
de fruta que se usan como sillas. En la pieza de CHICHO sólo queda la cama. Sobre ella
está tirado CHICHO, mirando fijo el techo. Un instante después aparece MARÍA desde los
dormitorios. Lleva una valija en la mano.
MARÍA -Chicho… (Recorre con la mirada el ambiente destruído. Aparece
CHICHO.) Me voy.
CHICHO -¿Se va, nomás? Y bue…
MARÍA -Don Simón va a venir mañana a buscar los muebles que quedan.
(Señala su pieza.) La cama y el ropero. Lo que sea es para usted.
CHICHO -Gracias, María. (Pausa.) ¿A qué hora sale el ómnibus.)
MARÍA -A las siete.
CHICHO -Dicen que Mendoza es muy linda.
MARÍA -Por lo menos voy a estar con mis hermanas. (Breve pausa.) La semana que
viene puede cobrar el seguro de Carmelo. Con esa plata puede pagar parte de la hipoteca.
CHICHO -Pero esa plata es para usted.
MARÍA -No la voy a precisar. Mis hermanas están bien. (Se echa a llorar.) ¡Dios Santo!
CHICHO se acerca y la abraza. Ella se estrecha a él y llora convulsivamente.
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La NONA Roberto Cossa
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CHICHO -Cálmese, María. Cálmese.
MARÍA-Bueno…me voy.(Sale caminando pesadamente hacia la calle.Se detiene.) Chau.
CHICHO -Chau.
CHICHO la mira salir. Luego se recompone algo y va a sentarse en uno de los cajones.
Un momento después aparece la NONA.
NONA -Bonyiorno. (Mira a uno y otro lado, hasta que va a sentarse junto a
CHICHO. Se hace una pausa prolongada.) ¿E Carmelo?
CHICHO -Murió, Nona.
NONA -¿E Anyula?
CHICHO -Murió.
NONA -¿E María?
CHICHO -Se fue. (Se hace una pausa prolongada.)
NONA -¿E la chica?
CHICHO -¿Qué chica?
NONA -Cuesta chica…que iba e venía… (Hace un gesto con la mano de ir y
venir.) Buuuu… Buu…
CHICHO -¿Marta?
NONA -¡Eco!
CHICHO -Murió también. (Pausa prolongada.)
NONA -¿Qué yiorno e oyi?
CHICHO -Viernes.
NONA –Viernes… ¡Pucherito! Ponele bastante garbanzo, ¿eh? ¿Compraste
mostaza? Tenés que hacer el escabeche, que se acabó… E dopo un postrecito… Flan casero
con dolce de leche… (A medida que NONA habla CHICHO se levanta y, como un zombie,
retrocede hacia su pieza y se tira en la cama.) Domani podé hacer un asadito… Con
bastante moyequita… Y la doménica, la pasta. (CHICHO en la penumbra de su pieza, se
tapa los oídos con las manos.) Ma… primo una picadita… un po de salamín… formayo…
aceituna… aquise picadito… mortadela… e un po de vin…
Desde la habitación de CHICHO llega el sonido de un balazo. La NONA no se inmuta. Saca
un pan del bolsillo del vestido y se pone a masticar. Las luces se van cerrando sobre la
cara de la NONA, que sigue masticando.
TELÓN.
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