Articulo Sobre Los Vikingos

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LAS SUPUESTAS EVIDENCIAS

DEL DESCUBRIMIENTO
DE AMÉRICA POR LOS VIKINGOS
(NORSEMEN)

Augusto CONTE DE LOS RÍOS


Magíster en Historia y Patrimonio Naval (UM)

Introducción

E sigue dudando sobre quiénes fueron los prime-


ros europeos que llegaron a América y la ten-
dencia es aceptar la hipótesis de que fueron los
vikingos. Este tema es apasionante, y no es fácil
imaginarse a estos navegantes o a Cristóbal Colón
atravesando a ciegas el Atlántico. Soy un firme
defensor de la hazaña lograda por Colón y creo
que fue el primero en dar el salto a la navegación
oceánica de altura, comprometiendo su vida y
confiándola tan solo al binomio de un astrolabio
y unas tablas astronómicas.
Los portugueses nos llevaban la delantera en
los albores del Descubrimiento; ellos apostaron
por la ruta africana a través del cabo de las Tormentas, también conocido
como el de Buena Esperanza, pero eso no dejaba de ser cabotaje. Además, el
océano Índico nos era conocido, teníamos información muy fiable de cartó-
grafos y navegantes árabes: Al-Idrisi, Ibn Yubair, Ibn Battuta o Ahmad Ibn
Mājid (Tibbetts, 1961).
Cristóbal Colón había navegado con los portugueses e incluso se había
casado con una lusa (1). ¿Qué hizo que Colón se ofreciera a España? Sincera-
mente nadie lo sabe con seguridad, aunque la hipótesis más plausible es que

(1) En 1478 contrae matrimonio con Felipa Perestrello e Moniz, hija de Bartolomé Peres-
trello, oriundo de Piacenza, gobernador de la isla de Porto Santo (Madeira).

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Juan II de Portugal rechazara su sencillo plan de «Ir a Oriente por Occidente».


Esto hace que Colón viaje a España y ofrezca su proyecto a los Reyes Cató-
licos.
Este artículo pretende explicar cómo hacía Colón la navegación de altura y
comentar las pruebas que tenemos sobre esa posible llegada precolombina a
América de los vikingos, también conocidos como norsemen (2) (Marcus,
1953).

El astrolabio y la navegación de altura

En realidad, no se sabe bien quién fue el inventor del astrolabio; algunos


autores hablan de Ptolomeo, otros de Hipatia de Alejandría, que mejoró los
cálculos de este, y algunos de Hiparco de Nicea, que ya conocía antes la
manera de construirlo. El más antiguo que se conserva en la actualidad fue
creado por el astrónomo persa Nastulus hacia el año 927 y se conserva en el
Museo Nacional de Kuwait.
El astrolabio llega a Europa traído por los árabes, como casi todo el cono-
cimiento de la astronomía griega que se había perdido tras la caída del Impe-
rio Romano. La presencia árabe en la península Ibérica permitió recopilar
todo ese conocimiento y aprovecharlo para el avance de la construcción naval.
El diseño de unos barcos más grandes y robustos permitió avanzar en la nave-
gación astronómica y dar el salto hacia Occidente, terra incognita en esa
época.
En España destacó el famoso astrónomo andalusí Abu Ibrahim Ibn Yahia
al-Naqqás, el Grabador, llamado entre sus contemporáneos Al-Zarqalluh o
más conocido en su forma latina como Azarquiel. Nacido en Córdoba hacia
1029, muere en Toledo en el 1087; realizó importantes observaciones astronó-
micas y fue también el inventor de la azafea (3), astrolabio universal que
simplificaba el manejo del tradicional, lo que permitía a los profanos realizar
cálculos astronómicos (Millás Vallicrosa, 1944), podía ser utilizado en todas
las latitudes y estaba basado en la proyección de la esfera sobre un plano que
pasa por los polos.
En tierra, no había problemas de espacios y se podían utilizar enormes
instrumentos, como los que vemos en la imagen del códice de Henri Suso y su
L’Horloge de Sapience. Se puede observar un gran astrolabio, uno de los

(2) Canadá ha recreado un poblado vikingo en el sitio arqueológico de L’Anse aux


Meadows. Recuperado de http://www.canadianmysteries.ca/sites/vinland/lanseauxmea-
dows/indexen.html (consultado el 30 de diciembre de 2016).
(3) La azafea, denominada también como al-Safîha o açafeha (plato de al-Zarqâlî) es un
instrumento de observación astronómica, además de un computador analógico útil para la reso-
lución de problemas de Astronomía Esférica y Astrología.

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Henri Suso, L’Horloge de Sapience. (Bibliothèque Royale de Belgique).

primeros relojes y, sobre todo, la estabilidad que no teníamos en los pequeños


barcos de esa época. Los navegantes aprovechaban sus escalas en tierra para
obtener con exactitud su posición (solo podían calcular su latitud y se estima-
ba la longitud). Diego Gomes de Sintra y Martin Behaim fueron los primeros
que utilizaron el cuadrante y el astrolabio (4) en sus viajes a lo largo de la
costa africana (Pereira Malhã o 1994).
Rápidamente se hizo necesario medir las alturas de los astros en navega-
ción y, siguiendo los consejos de los astrónomos, empieza a extenderse el
uso del cuadrante y de un astrolabio simplificado, pero todavía de difícil
manejo.
El astrolabio náutico nace de una simplificación del terrestre. Fundamen-
talmente era un círculo de bronce o latón atravesado por cuatro radios situados
a 90 grados uno del otro, con la parte inferior rellena para darle más peso,

(4) La primera cita que se hace del astrolabio naval aparece en Libros del saber de Astro-
nomía, de Alfonso X el Sabio. En ellos se trata, además, del astrolabio redondo, que hizo el
sabio Rabigag de Toledo, y del astrolabio llano. También se define en Arte de Navegar, de
Raimundo Lulio (1295).

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Astrolabio de Ibrahim ibn Said al-Sahli de 1067 y Astrolabio «Valentia» de 1588.


(Museo Arqueológico Nacional, MAN-50762 y Museo Marítimo de Greenwich, NAV-022).

consiguiendo el efecto plomada y así disminuir la oscilación que tuviera por el


movimiento del buque. La línea diametral vertical representaba la cenit-nadir,
y la horizontal, la del horizonte. En esta se situaba el cero y en la parte supe-
rior el cenit o 90º.
Superpuesto al círculo del astrolabio iba una alidada que quedaba unida al
resto por un eje que le atravesaba por el centro. Para las observaciones noctur-
nas de la Polar se enfilaba dicho astro, manteniendo el astrolabio colgado del
gancho que a tal efecto tenía a través de los dos pequeños orificios de cada
una de las placas, que se soldaban perpendicularmente a la alidada, una a ca-
da lado del centro.
Para las observaciones del Sol se mantenía el astrolabio colgado a la altura
de la cintura y se intentaba hacer pasar un rayo de este a través de los mencio-
nados orificios girando la alidada. La altura se medía leyendo la marca de la
graduación angular, donde quedaba enfilada la alidada. Esta operación reque-
ría incluso de tres hombres: uno para sostener el instrumento, el segundo para
apuntar al astro y el tercero para leer la graduación. Daba una precisión
bastante baja, del orden de dos a cuatro grados de arco. En torno a la hora
esperada para la meridiana, el Sol culminaba, alcanzando la altura máxima
del día.

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Astrolabio náutico y figura extraída del tratado de Instrucción náutica para navegar, de Diego
García de Palacio, 1595. (Museo Naval Madrid, MNM- 290).

La operación en tierra era


más sencilla, pero en la mar se
complicaba (5). El movimien-
to del barco impedía determi-
nar con exactitud el momento
de la meridiana y la altura del
Sol. Por la noche se hacía lo
mismo con la Polar, pero en
este caso se solía preferir el
cuadrante. Descripción de las tareas del piloto, por Francisco
«El que quiera tomar el Sol Falero. (Universidad de Salamanca).
con el astrolabio en la mar, se
asentará y pondrá cerca del mástil mayor, que es donde la nave da menos
vaivenes y está más quieta, y colgando el dedo segundo de la mano derecha
de su anillo, pondrá el rostro y el astrolabio frontero del Sol derechamente y
conocerá que está por la sombrea que el sol, y alzará o bajará el penicidio
[alidada] hasta que entre el Sol por los dos agujeros de las pínulas y estando

(5) Los primeros navegantes, como Vasco de Gama, utilizaron mucho esta técnica, bajar a
tierra y tomar una buena altura del astro: «... saltó Gama a Tierra para hacer aguada, y tomó la
altura del Sol, porque los navíos eran pequeños y nadie confiaba en tomarla a bordo por los
balances».

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Astrolabio español del siglo XV y uso según el Regimiento de Navegación, de Pedro de


Medina, 1545. (Biblioteca Nacional de España y Museo Greenwich, NAV-022).

así tomará del astrolabio los grados que muestre la punta del penicidio y hará
por ellos las cuentas según las reglas.» (García de Palacio) (6).

Distancia cenital (z) = 90º - altura verdadera.


Latitud = distancia cenital (z) + declinación.

Una vez que el astrolabio estaba vertical, se orientaba, según el meri-


diano valiéndose de la línea de sombra de una verga, por ejemplo, y se
medía la altura observando el astro por las pínulas. Si esta medición se
efectuaba al mediodía y se anotaba la máxima altura del Sol obtenida en el
momento del paso por el meridiano del lugar, se hallaba fácilmente la lati-
tud, procedimiento que se sigue realizando en la actualidad, pero con el
sextante.
Si se conocía la altura del puerto o punto al que se quería llegar y solo
había que mantener esa latitud, se hablaba de la altura de los puertos: «... del
cabo de la Vela hay cuarenta leguas hasta Coquibacoa, que es otro cabo de su
misma altura». Nosotros lo conocemos como navegación astronómica o de

(6) Instrucción náutica para el buen uso y regimiento de las naos, su traza y gobierno
conforme a la altura de México, de Diego García de Palacio. Recuperado de
http://iump.ucm.es/DialogycaBDDH/entrar/73/ (consultado el 30 de diciembre de 2016).

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Cuadrante del siglo xv. (Museo Naval Madrid, MNM-1571).

altura, y los ingleses como ocean navigation (7). El cuadrante tenía un funcio-
namiento muy similar; se trataba de una pieza de madera con forma de un
arco de 90º; por un lado, había dos pínulas, y en el vértice un hilo del que
colgaba un peso que caía hacia la parte del arco, el limbo, que se encontraba
marcado de 0 a 90º con sus señales correspondientes.
La forma de calcular era enrasar el astro con las dos pínulas y medir la
marca del ángulo coincidente con el hilo de la plomada. El cuadrante era más
sencillo de manejar, pero también se veía más afectado que el astrolabio por
los balances del barco. Hoy en día se sigue utilizando este método como
medio de seguridad más sencillo para hallar nuestra latitud con el cálculo de
la meridiana del Sol.

Las tablas astronómicas

Las Tablas Toledanas son uno de los ejemplares más relevantes de tablas
astronómicas. Su fecha de realización se establece a partir de 1061, año en el
que comienzan las observaciones y el trabajo de un conjunto de astrónomos
de Toledo, entre los que destacó Azarquiel.

(7) Ya lo dicen los ingleses, que saben mucho de esto: Open-seas navigation used the
astrolabe and the compass started during the Age of Discovery in the 15.th century.

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Libros del Saber de Astronomía, de Alfonso X el Sabio. (Biblioteca Nacional de España).

Esta obra servirá de base para la confección de las llamadas Tablas Alfon-
síes (8), realizadas bajo el reinado de Alfonso X el Sabio (1221-1284). Se
trata de un conjunto de tablas astronómicas que siguen la herencia de las de
Azarquiel, corrigiendo sus errores y adaptadas a las coordenadas de la ciudad
de Toledo y el año 1252, el lugar de nacimiento del rey y la fecha de su coro-
nación (Fernández Fernández, 2005).
Posteriormente las Tablas Alfonsíes serían actualizadas por otro español, el
hispano-judío Abraham Ben Samuel Zacuto (9), que haría una nueva versión
de las mismas aprovechando su colaboración con otro gran astrónomo, Nico-
lás Polonio, de origen polaco. Zacuto, natural de Salamanca y profesor de
Astronomía en Zaragoza, fue de gran importancia para el desarrollo posterior
de la astronomía en España.

(8) Las tablas fueron compuestas por Isaac ben Sid y Judah ben Moses entre 1263 y 1272,
cuando imperaba el sistema ptolemaico y aún faltaban dos siglos para el planetario heliocéntri-
co establecido por Copérnico, quien estudió y anotó personalmente unas Tablas Alfonsíes.
(9) Abû Ibrâhîm ibn Yahyâ al-Zarqâlî (c. 1029-c. 1087), astrónomo andalusí que vivió en
la ciudad de Toledo en el siglo XI.

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Tablas de Zacuto. (Universidad de Sevilla).

Su obra Almanach perpetuum (10) fue editada en Venecia en 1505 y rápi-


damente pasó a formar parte del material de navegación imprescindible que
llevaban todos los pilotos, especialmente entre los marinos españoles y portu-
gueses, que lo utilizaron en los primeros viajes del Descubrimiento.
Cuando los judíos fueron expulsados de España en 1492, Zacuto emigró a
Portugal, entrando al servicio del rey luso en la Escuela de Sagres, y ayudó
a Vasco de Gama en la expedición a la India. Instruyó a los portugueses en el
manejo de los instrumentos de navegación y les facilitó unas tablas astronómi-
cas para obtener la altura de los astros y necesarias para el cálculo de la latitud
(Pereira Malhã o,1994).

¿Qué hacían los vikingos?

Pasemos a los hombres del norte (11), los vikingos, cuyo dominio de los
mares lo podemos establecer entre los siglos VIII y X y que fueron protagonis-
tas de la primera expansión marítima europea en el Atlántico Norte y coloni-
zaron Islandia en el año 874 (Marcus, 1953). Solo nos han llegado noticias de
la exploración y repoblación de nuevas tierras en el Atlántico Occidental
gracias a las Sagas (12), transmitidas de forma oral durante generaciones y

(10) Esta obra se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca, junto al texto


de la primera traducción latina que fue realizada, en 1496, por su discípulo portugués Joseph
Vizinho, a partir de la cual la obra de Zacuto se denominó Almanach perpetuum.
(11) Hombres del norte o nórdicos es un concepto historiográfico que identifica en su
conjunto al grupo humano escandinavo que habla lenguas nórdicas como idioma nativo.
(12) Las Sagas nórdicas son narraciones en prosa producidas principalmente en Islandia,
anónimas casi en su totalidad, aunque con notables excepciones. Según señala Borges: «Este

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Reconstrucción del poblado vikingo de L’Anse aux Meadows. (Vincent Ko Hon Chiu).

finalmente recogidas por escrito durante los siglos XIII y XIV. En el 982, Erik
el Rojo alcanza el sur de Groenlandia con un grupo de compañeros y funda la
primera colonia vikinga. Existía la posibilidad de que alcanzaran la costa
atlántica de Canadá, pero la realidad es que después de las expediciones de
Erik el Rojo los viajes a las costas del Atlántico Occidental fueron interrumpi-
das, dedicando todos los esfuerzos a la expansión de Islandia (Godfrey, 1955;
Marcus, 1953; Nansen, 1911).
En 1960 el arqueólogo danés Jørgen Meldgaard y los noruegos Helge Ings-
tad y su esposa Anne Stine Ingstad estaban buscando evidencias arqueológicas
de presencia vikinga en Terranova y Labrador en un pequeño pueblo llamado
L’Anse aux Meadows, cuando encontraron deformaciones en la tierra que se
podían asemejar a casas vikingas (McGovern, 1990). Los restos de material
de construcción y los artefactos encontrados podrían hacernos pensar que se
trataba de una edificación de estilo islandés parecida a las primeras de Groen-
landia del siglo XI, pero no hay restos humanos ni enterramientos. Estos
hallazgos, de ser ciertos, confirmarían a L’Anse aux Meadows como el primer
asentamiento europeo más antiguo conocido de América.

arte empezó siendo oral, oír cuentos era uno de los pasatiempos de las largas veladas de Is-
landia».

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Cinco objetos descubiertos en el asentamiento de L’Anse aux Meadows (BBC).

Fueron siete años de excavación por parte de los noruegos Ingstads, a los
que siguieron otros cuatro de trabajo intensivo adicional por un equipo del
Canadian Parks Service, dirigido por Birgitta Wallace. El resultado fue un
conjunto muy pequeño de piezas que fue datado por la prueba del carbono 14
aproximadamente sobre el año 1010, pero se trata de una evidencia demasiado
pequeña para asegurar la presencia de vikingos en América del Norte.
Además de este asentamiento en Terranova, se han descubierto artefactos
nórdicos dispersos en diferentes sitios arqueológicos de la cultura esquimal
inuit (13) en Canadá y Maine. Por ejemplo, en Goddard (Maine) se encontró
un penique nórdico, moneda que sólo se había visto en el oeste de Islandia. La
teoría que se baraja es que procedería del comercio costero y para nada impli-
caría una llegada de vikingos hasta Maine (McKusick, 1980).
La mayor concentración de restos vikingos presentes en asentamientos
esquimales, fuera de Groenlandia, se encuentran en Ellesmere, próximo a
Thule en Montreal. Las excavaciones realizadas por Peter Schledermann y
Karen McCullough han localizado piezas tales como paños y restos de una
armadura de malla. Un artículo reciente de McGhee revisa estas pruebas y

(13) Nombre con el que los esquimales de Groenlandia y el nordeste de Canadá se desig-
nan a sí mismos.

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concluye que «es probable que todos estos objetos procedan del intercambio
comercial entre los inuit y los vikingos en Groenlandia» (McGhee, 1984).

¿Cómo se orientaban los vikingos?

Para cruzar el Atlántico, los


nórdicos se guiaban por las
experiencias acumuladas y
transmitidas de forma oral por
los viajeros que les precedie-
ron. Realizaban navegación de
cabotaje y deducían su posi-
ción por los accidentes geo-
gráficos: «... pasaréis tan cerca
Disco de Uunartoq. (Søren Thirslund). de las islas Shetland que
quizás podáis verlas en días
despejados».
Las Sagas no mencionaban instrumento alguno para mantener la latitud.
Hace setenta años, un equipo de arqueólogos descubrió una pieza enterrada
bajo un convento medieval en el fiordo de Uunartoq (Groenlandia). Le llama-
ron el «disco de Uunartoq». Al principio creyeron que se trataba solo de un
adorno vikingo roto. Investi-
gaciones posteriores trabaja-
ron sobre la hipótesis de que
pudiera ser parte de una brúju-
la rudimentaria, pero las prue-
bas no fueron concluyentes.
El disco de Uunartoq po-
dría ser un solskuggerfjol,
plancha de sombra solar,
instrumento utilizado por los
marinos de las islas Feroe en
el siglo XVII y XVIII. El sols-
kuggerfjol era un disco de
madera con un gnomon ajus-
table en el centro que se podía
elevar/bajar según el momen-
to del año. En la superficie,
unos círculos concéntricos de
diámetro cada vez mayor indi-
Solskuggerfjol o brújula solar de las islas Feroe. caban la altitud del Sol en una
(Internet). latitud particular.

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Los feroeses sabían si estaban al norte o al sur de esta latitud según la posi-
ción de la sombra del gnomon a mediodía. El disco flotaba en un recipiente
lleno de agua para que permaneciera horizontal y no proporcionara resultados
erróneos.
La búsqueda de los asentamientos vikingos en Vinland, mencionados en las
sagas de Erik el Rojo y Groenlandeses ha generado mucha literatura barata,
llena de falsificaciones que solo han tratado de desacreditar la grandeza de
Colón.

Conclusiones

La prueba arqueológica de una presencia nórdica en América del Norte que


salió a la luz en 1961 con el descubrimiento de un asentamiento de casas de
césped y talleres en L’Anse aux Meadows es muy endeble. Este tipo de
vivienda, aun siendo la típica nórdica, es muy parecida a las que son construi-
das por los esquimales y otros pueblos nativos de América.
El matrimonio noruego Ingstad, muy comprometido con la historia de los
pueblos nórdicos, estaba convencido de que lo que había encontrado era
Vinland (14). Otros no estaban tan seguros. Téngase en cuenta que solo han
aparecido unos pocos restos y estos pueden haber llegado a través del comer-
cio. La descripción de Vinland en las Sagas tampoco coincide, pues parece
que está demasiado al norte para ser el paraíso de la «Tierra del Vino».
La búsqueda de los asentamientos vikingos en América está llena de falsos
rumores y de pruebas arqueológicas inconsistentes. Nos llegan continuamente
noticias de falsos hallazgos arqueológicos de restos de esta civilización por
toda América (15), restando protagonismo a la hazaña de Cristóbal Colón. Lo
triste es ver cómo la prensa nacional publica estas noticias sin plantearse la
más mínima duda, haciendo creer a los españoles cualquier cosa que vaya en
contra de Colón y de nuestra historia.
Vemos un ejemplo de falsificación en 1898: en plena crisis de Estados
Unidos con España, el emigrante sueco Olof Öhman dijo haber hecho un
descubrimiento sensacional en su granja cerca de Kensington, Minnesota. Se
trataba de una piedra plana con una inscripción rúnica realizada supuestamen-

(14) Las Sagas que nos hablan de las regiones exploradas al sureste de Groenlandia, de
donde partieron los navegantes, mencionan especialmente tres zonas geográficas: Helluland,
zona montañosa rocosa, sin árboles y con muchos zorros árticos; Markland, un país menos
montañoso y con bosques, y por último, la mítica Vinland, que se suponía al sur de Markland.
(15) Los restos que se encuentran suelen ser objetos aislados y pueden proceder del comer-
cio. Véase por ejemplo la noticia del ABC sobre otro artefacto descubierto después de 50 años
en la isla Baffin. Recuperado de http://www.abc.es/cultura/20141226/abci-vikingos-america-
descubren-evidencias-201412261319.html (consultado 30 de diciembre de 2016).

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TEMAS GENERALES

Olof Öhman con su piedra rúnica falsa que «descubrió» en Minnesota en 1898. (Star Tribune).

te por el propio Öhman (16): «Ocho godos y 22 noruegos en un viaje de


exploración de Vinlandia al oeste... año1362».
La astronomía permitió dar el salto a la navegación de altura, y es entonces
cuando perdemos de vista la costa y empezamos a situarnos auxiliados por las
estrellas y el Sol. Para ello era necesario conocer la altura de los astros y tener
una buena estima, lo que fue posible gracias a la aguja, la ampolleta, el
cuadrante y el astrolabio, aparte de una buena dosis de enseñanza y tratados
astronómicos, en los que destacan los autores españoles (Torres López, 2007).
Ya en España en el siglo X se sabía calcular la altura de los astros y contá-
bamos con unas tablas para calcular la latitud; este sistema y el astrolabio
náutico serían ampliamente utilizados en el siglo XV. En la época de los
Descubrimientos, y más concretamente con Colón, arranca lo que conocemos
como navegación de altura, no hay duda de ello. Colón fue el primero en dar
el salto al Atlántico, y tenemos numerosas pruebas de ello, no necesitamos
inventarnos nada.

(16) La inscripción pretende ser un registro definitivo de las exploraciones nórdicas. Hubo
un debate interminable sobre la autenticidad de la piedra, pero el consenso de expertos e inves-
tigadores lo clasificaron literalmente como uno de los más clamorosos engaños del siglo XIX,
responsabilizando a Öhman como autor de una falsa y burda falsificación.

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TEMAS GENERALES

Se sabe que los vikingos conocían el movimiento de las estrellas, pero no


se ha encontrado ninguna evidencia de que pudieran medir la altura de los
astros, como hizo Colón. El disco de Uunartoq sería la única prueba, pero en
las Sagas no se hace referencia a este instrumento y, recordemos, son la fuente
principal sobre las exploraciones vikingas.
Por tanto, podemos concluir que las pruebas científicas sobre el descubri-
miento de América por los vikingos son muy pobres para darlas como ciertas.
Los restos que se encuentran suelen ser objetos aislados y pueden haber llega-
do por el intercambio comercial de los vikingos con los pueblos esquimales
del Norte de América (McGovern, 1990).

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