Khenpo Tsultrim Gyamtso Meditacion en Vacudiad
Khenpo Tsultrim Gyamtso Meditacion en Vacudiad
Khenpo Tsultrim Gyamtso Meditacion en Vacudiad
SOBRE LA VACUIDAD
INDICE
INTRODUCCION..............................................................................................6
GENERALIDADES.........................................................................................10
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
Prólogo a la
edición española
Así pues, si por un lado esta exposición puede satisfacer al erudito y al estudioso de
temas tradicionales, mostrando con claridad los diversos enfoques de que es objeto este
tema fundamental de la Vacuidad por parte de las escuelas tradicionales, por otro lado,
y para todos aquellos que quieran profundizar en la cuestión, este texto aporta
instrucciones prácticas para poder meditar y realizar progresivamente cada una de las
enseñanzas dadas por las diferentes escuelas, permitiendo así la realización de la
unidad esencial que las configura funcionalmente en un mismo proceso de enseñanzas,
que nunca en sectas o ramas divergentes como erróneamente interpretan tantos
eruditos occidentales.
Por demás y a fuer de insistir en el particular interés de este texto, es imposible
comprender ni esotérica ni exotéricamente al buddishmo sin haber esclarecido este
aspecto que le distingue, y del que emana el Amor y la Compasión Mahyna que, lejos
de constituir una justificación doctrinal, se manifiestan espontáneamente como una
consecuencia activa de la comprensión misma de la Vacuidad. El Amor y la Compasión
que caracterizan a la Escuela Mahyna Tibetana hasta el punto de instar a sus Lamas
a que regresen al mundo en lugar de permanecer en él más allá del sufrimiento, en el
Nirvana, constituyen el Bodhisattva-yana y alumbran el fenómeno de los «tulkus» que
vuelven a tomar cuerpo con el único y exclusivo propósito de beneficiar y liberar a
todos los seres que permanecen encadenados a los ciclos de las existencias, en los que
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
Introducción
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
Estas tres prácticas dependen unas de otras, debiendo ser hábilmente ejercida cada
una de ellas a fin de aumentar la eficacia de las otras dos. Disipan progresivamente la
oscuridad de la ignorancia y permiten que resplandezca la luz de la sabiduría y del
conocimiento.
En primer lugar, hay que escuchar y estudiar la significación del Dharma, contenido
en los Sutras y los otros textos, siguiendo las explicaciones de un Lama cualificado
capaz de responder a las preguntas y disipar las dudas.
Después de este estudio del Dharma, es necesario reflexionar en su sentido. Si
surgen nuevas incertidumbres en el espíritu, a fin de disiparlas, hay que recurrir a un
Lama, o referirse a los textos. Este procedimiento ha de repetirse hasta que nazca una
confianza real en las enseñanzas.
En último lugar, hay que meditar en las instrucciones recibidas a fin de que aparezca
una experiencia directa, significativa, en nuestro espíritu. Es posible que se presenten
dudas durante la meditación. Entonces, es necesario escuchar y reflexionar de nuevo
hasta que se pueda meditar sin ninguna duda ni vacilación.
Aunque no necesariamente en la misma medida, cada estudiante precisa desarrollar
estas tres fases de la práctica. En efecto, aquel que medita en las enseñanzas no puede
hacerlo sin haber captado antes su sentido por medio de la palabra y el razonamiento.
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
El Dagpo Targyen expone el conjunto de las vías y niveles del Mahyna según los
Sutras. Su estudio es importante para comprender los diversos aspectos de la verdad
relativa, como el karma, la impermanencia, el amor y la compasión, etc.
El Gyu Lama, trata de la naturaleza del espíritu y de la doctrina de la Clara Luz. Este
texto es primordial para los meditadores, pues les da las bases teóricas que permiten
comprender el Mahmudr. Prepara así para las técnicas del Vajrayna, que son los
medios para realizar el Mahmudr en esta vida misma.
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
Generalidades
El Dharma está constituido por el conjunto de prácticas que Buddha expuso para
purificar los velos que cubren la naturaleza del espíritu. Estas prácticas se encuentran en
los diferentes vehículos (yna), pues fueron establecidas para responder a las
aspiraciones y las capacidades de los diferentes seres, e introducirlos en la Vía Unica.
Se las puede clasificar según cuatro enfoques principales:
1. Enfoque realista.
2. Enfoque idealista.
3. Enfoque de la Vacuidad.
4. Enfoque de la Pureza adamantina.
1. Enfoque realista
Según el enfoque realista, los fenómenos exteriores tienen por sí mismos cierto nivel
de existencia y realidad fuera de la mente que los percibe. Así, las formas, los sonidos,
los olores, etc., existen con independencia de aquel que los percibe.
El punto de vista realista lo enseñan dos escuelas del Hnayna: la de los
Vaibhsika y la de los Sautrntika. Para los Vaibhsika, todos los fenómenos naturales
susceptibles de ser destruidos o de transformarse, constituyen la verdad relativa. Sin
embargo, estos compuestos están hechos de partículas indestructibles e indivisibles que
constituyen su verdad última.
Así, cuando el Universo es destruido por las aguas, el fuego o el viento, estas
partículas permanecen en suspensión. Después, por la conjunción del viento y del karma
de los seres, vuelven a reunirse y forman un nuevo universo. Los universos se hacen y
deshacen, son contingentes, pero las partículas que los constituyen son permanentes.
Igualmente, el cuerpo grosero hecho de carne y de huesos, y el espíritu mismo
agitado por los pensamientos errantes, cambian continuamente de estado según ciertas
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
condiciones: son transitorios. Pero más allá de esta impermanencia, existe en cada
instante una «conciencia primordial» que constituye el nivel último del espíritu.
Cabe comparar estas partículas con los átomos de la ciencia occidental, antigua o
moderna, pero lo específico del punto de vista buddhista consiste en la concepción del
karma de los actos y sus frutos, como factores que determinan la organización de estas
partículas elementales.
La segunda escuela de este enfoque realista es la de los Sautrntika (los que siguen
los Sutras). Aquí, la verdad última se define como el modo de existencia que un
fenómeno posee por sí mismo. Así, la verdad que implica la simple aparición de un
objeto a la conciencia, antes de su captación por un concepto, o su inclusión como
sujeto en un juicio: «esto es una flor», es considerada como la verdad última por los
Sautrantika, mientras que el aspecto conceptual del objeto es considerado como relativo.
En este ejemplo, la flor tiene la capacidad de hacer aparecer una imagen a la
«conciencia que capta la forma», y esta primera impresión los Sautrntika la consideran
como real, mientras que la flor incluida en el concepto «flor» y en el juicio «esto es una
flor», es considerada como algo falso, engañoso o relativo.
Estas dos escuelas reconocen alguna existencia real a los fenómenos, sea por el
juego de las partículas elementales, sea por cierto nivel de existencia propia: por esto se
considera a estas escuelas como «realistas».
Las meditaciones sobre la estructura defectuosa del Samsra y sobre la
impermanencia de los compuestos están vinculadas a este enfoque. La meditación sobre
la Vacuidad se expone en la Vía de los ravka (capítulo 1).
2. Enfoque idealista
Este enfoque se basa en las palabras de Buddha: «Oh Bodhisattva, los tres mundos
no son distintos del espíritu».
Aquí, la realidad de los fenómenos no es más que una apariencia, pues a nivel
último, están desprovistos de existencia propia. Aunque los objetos exteriores y la
mente interior que los percibe parecen existir como dos entidades distintas, en realidad,
objeto y sujeto son vacuidad, y no son distintos del espíritu, el cual está libre de tal
dualidad.
Estos dos aspectos, dualidad aparente y no-dualidad última, se ilustran con el
ejemplo del sueño. Durante el estado onírico, aparecen sujetos y objetos: nosotros,
nuestro cuerpo, el fuego que arde y el enemigo que lo amenaza, se manifiestan a nuestra
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3. Enfoque de la Vacuidad
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encontrar ninguna entidad que sea tal enemigo, y se concluye que este es vacuidad, es
decir, que está desprovisto de existencia propia.
El mismo razonamiento vale para la búsqueda del «yo», del ego o del «sí». No se
encuentra ninguna entidad que responda exactamente a la apelación «yo», «uno», etc.
Se concluye pues que el «yo» o el «sí» es Vacuidad, es decir, que está desprovisto o
vacío de existencia propia. Pero si no hay «yo», ¿qué es lo que alcanza el estado de
Buddha? Es el espíritu que purificado de las impurezas pasajeras que lo recubren
despierta a su verdadera naturaleza, la naturaleza de Buddha.
Así, afirmar la Vacuidad de existencia propia de los fenómenos no significa que
estos sean inexistentes, como el cuerno de la liebre o las flores del cielo. Tampoco
significa que no sean «nada» o la nada. Afirmar la Vacuidad de los fenómenos es
reconocer que, en el nivel último, están desprovistos de realidad propia, aún cuando en
el nivel relativo aparecen bajo diferentes formas.
Meditando sobre esta naturaleza última de la mente y de los fenómenos, desaparecen
espontáneamente las emociones como la ira, el deseo, el odio, etc., y el espíritu
permanece en paz, abierto y sereno, en su estado natural.
Este enfoque de la Vacuidad se llama Mdhyamaka, la Vía del Medio, pues se
encuentra más allá de todas las concepciones parciales, realistas o nihilistas.
El Mdhyamaka se divide en dos escuelas: la de los Mdhyamika Rang Tong, que
establece la Vacuidad de todos los fenómenos, y la de los Mdhyamika Shen Tong, que
considera que el espíritu es Vacuidad, pero también claridad y lucidez (Capítulo III, IV
y V).
Gracias a esta claridad del espíritu, el Yogui puede transformar las apariencias
impuras en la pureza original, lo que constituye el cuarto enfoque, la pureza adamantina.
Según este enfoque, que comprende principalmente las enseñanzas del Vajryna, el
Ciclo de las existencias condicionadas, los sufrimientos del samsara y todas las
apariencias impuras, no son más que los productos del espíritu bajo la impronta de la
confusión y de las apariencias ilusorias. En el nivel último, cuando el espíritu se ha
liberado de los velos de la ignorancia, libre de los velos mentales, el mundo aparece en
su pureza original.
Asimismo, los campos de experiencia de las seis clases de seres se le aparecen a la
conciencia por la fuerza de los actos nocivos del pasado y las tendencias fundamentales
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
Observación
Los mejores especialistas europeos del Mahyna advierten con toda razón que sería
mejor emplear el adjetivo «vacío de» que el sustantivo «Vacuidad»; pero como el
adjetivo «vacío» puede sustantivarse (el vacío), no se adelanta nada. «Vacuidad» parece
preferible, pues «el vacío» evoca demasiado «la nada» e incluso «el nihilismo» que
tantas mentes bien intencionadas atribuyen sistemáticamente al buddhismo.
Puede proponerse la cautela de utilizar las palabras «vacío» y «Vacuidad» solamente
como predicados y nunca como sujetos de una proposición: se indica el vacío de, pero
no se enuncia el vacío. Ser sunyavadin no es enunciar la «naturaleza del vacío» (que
supuestamente es esto o aquello), sino profesar el «vacío de naturaleza propia»,
svabhavasunya, lo que traduce exactamente el tibetano Rang Tong. Interrogarse sobre la
naturaleza del vacío no tiene sentido, puesto que está vacío…
En el enfoque Rang Tong, se insiste en la Vacuidad de naturaleza propia (o de
esencia propia) de todos los fenómenos (dharmas con «d» minúscula), mientras que en
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el enfoque Shen Tong se dice que la naturaleza del espíritu está vacía de las
imperfecciones (o impurezas) contingentes, pero no vacía de cualidades; la naturaleza
del espíritu, pues, ya no se concibe como sólo vacuidad.
Conforme a lo dicho antes, sería mejor escribir «Vacuidad de sí», pero la expresión
es ambigua en español, como la de «ausencia de sí». En todo este texto «Vacuidad de
sí» ha de entenderse como «Vacuidad de un sí supuestamente dotado de naturaleza
propia».
En castellano, generalmente, es preferible utilizar «Vacuidad del yo» o «ausencia de
sí», en el sentido de ausencia de naturaleza propia del yo, lo que no es decir que el «yo»
es nada o que no hay nada, sino decir que en el «yo» no hay nada fijo o permanente a lo
que atribuir una entidad propia, de ahí su calidad de vacuo pues se hace y deshace, se
configura y disuelve, surge y desaparece de acuerdo con causas y condiciones
interdependientes; lo que excluye la posibilidad de un sí-mismo o quid esencial e
independiente al que referirse como núcleo central de un yo autoexistente. El «yo», lo
mismo que sus constituyentes (la forma, las sensaciones, las percepciones, las
voliciones y la conciencia), es existente a nivel relativo, pero nunca autoexistente, pues
careciendo de entidad propia depende siempre de un conjunto de circunstancias o
componentes, como los cinco enumerados, que lo configuran como un compuesto
dependiente de sus partes que, a su vez, dependen cada una de ellas del conjunto al que
denominamos «yo». Esta rigurosa interdependencia se resuelve siempre, en última
instancia, en la Vacuidad, en el «estado naturalmente abierto y sereno del espíritu» no-
dual.
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Vía de los ravka
2. Método de investigación
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atentamente el proceso de la aprehensión del «sí». Por ejemplo, cuando se tiene dolor de
cabeza se puede decir: «estoy enfermo». Uno se identifica entonces con la cabeza como
si fuese el «yo». Pero igualmente podría decir: «la cabeza me duele», como si la cabeza
perteneciese al «yo». Este parece ser entonces una cosa, y la cabeza o el cuerpo otra.
Ello muestra que la idea general del «yo» es bastante confusa e imprecisa. Por
consiguiente, hay que hacerse la pregunta estudiando sistemáticamente todas las partes
del cuerpo: «¿es esto el «yo», o pertenece al «yo»?». Si no lo son, entonces ¿qué es el
«yo»?. Finalmente se llega a la conclusión que no es más que una simple idea, un
concepto vago.
Uno puede observarse la mano y decir: «esto es una mano». Pero examinándola más
de cerca, no se puede hallar mano alguna: los dedos no son la mano, la palma no es la
mano, y el dorso tampoco. Lo mismo ocurre con la piel, los huesos, la sangre o los
átomos que la componen. Si se piensa que la mano es el conjunto de todos estos
elementos, ello equivale a decir que no hay cosa o entidad separada que sea la mano; no
es sino un concepto de conjunto. De igual manera hay que asegurarse de que al «yo» no
se le puede identificar ni con una parte del cuerpo ni con el conjunto de las partes.
Pero es evidente que la aprehensión del «yo» es algo más que la simple
identificación con el cuerpo, puesto que a este se lo concibe como «perteneciente» al
«yo». De hecho, identificamos fácilmente el «yo» con la mente, como prácticamente
hizo Descartes cuando dijo: «Piense, luego existo».
Si sufrimos mentalmente es porque nos apegamos a la idea de que hay una entidad
«yo», que sufre. Pero si tal entidad existiese, tendría que existir necesariamente en el
tiempo. Habría entonces algo permanente a lo que le sobrevendría el sufrir. Así pues, es
necesario que examinemos si este «yo» que está sufriendo y al que constantemente
tratamos de proteger del sufrimiento existe en cada uno de los tres tiempos. No puede
existir en el pasado pues este ya ha desaparecido. No puede existir en el futuro pues este
no existe todavía. En cuanto al presente, es tan momentáneo que estaría desprovisto de
sentido querer encontrar en él un «yo».
El «yo», como entidad existente, no está ni en el cuerpo ni en la mente. Si por esta
introspección se llega a la conclusión de que el «yo» existe como una especie de flujo o
continuidad, o de que es un nombre o un concepto convencional, ello es aceptable a
condición de que se adquiera la convicción de que el «yo» no existe en el plano último.
En el nivel de la verdad relativa, puede decirse por ejemplo: la llama de la vela ha
estado ardiendo todo el día. Sin embargo, en el nivel de la verdad absoluta no hay nada
que haya estado ardiendo todo el día, pues la llama nunca es la misma de un segundo a
otro, lo que equivale a decir que, en verdad absoluta, no hay llama.
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Hay tres clases de sensación: agradable, desagradable e indiferente. Se dice que uno
se siente feliz o que su espíritu está feliz, como si las sensaciones fuesen el «yo» o
pertenecieran al «yo». Pero, como en el caso de la identificación con el cuerpo, este
pensamiento es más bien confuso.
¿Puede el «yo» ser las sensaciones? No puede ser ninguna de las tres por separado,
pues en tal caso habría que aceptar que siendo el «yo» la sensación agradable, este
tendría continuamente por naturaleza la sensación agradable, lo que manifiestamente no
es el caso.
Tampoco es las tres a la vez, puesto que las tres sensaciones nunca aparecen
simultáneamente.
Así, las sensaciones están desprovistas de existencia propia, son vacuidad.
Este agregado abarca todos los acontecimientos mentales que no son ni sensaciones
ni percepciones, los acontecimientos nocivos como la ira, el deseo, la envidia, etc., los
acontecimientos benéficos como la fe, la energía, el conocimiento, etc.
Si un impulso como la ira fuera el «yo», este tendría que estar permanentemente
dominado por la ira. En realidad, nuestro ánimo cambia continuamente de estado y estos
impulsos se contradicen unos a otros, lo que prueba que no pueden ser el «yo».
Analizando cada uno de estos acontecimientos mentales, se llega a la conclusión de que
no son realmente existentes, son vacuidad y por consiguiente no puede encontrarse en
ellos una entidad que se pueda llamar «yo». No obstante, bajo la influencia del apego a
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un «yo», se podría decir «mis pensamientos han cambiado» como si ese «yo» fuese algo
situado fuera de esos impulsos mentales.
Hay una conciencia para cada uno de los cinco sentidos y una sexta para la mente.
Tales conciencias perciben o reconocen la naturaleza de los objetos de los sentidos, y la
sexta los objetos mentales.
No hay ningún motivo para pensar que un «yo» pudiera estar contenido en una de
esas conciencias más bien que en otra, pues si, por ejemplo, tuviese que estar contenido
en la conciencia de la forma, dicho «yo» tendría que percibir la forma
permanentemente. Cuando se analizan en detalle estas conciencias uno se da cuenta de
que no funcionan simultáneamente, lo cual prueba que no hay «yo» en las conciencias
sensoriales ni en la conciencia de la mente.
En efecto, para que un «yo» exista en la conciencia de la mente sería necesario que
ésta existiera en los tres tiempos. Pero, la conciencia de la mente pretérita no puede ser
el «yo» pues ya está pasada. La conciencia de la mente futura tampoco puede serlo pues
todavía no ha nacido. En cuanto a la conciencia mental del presente se destruye de un
instante a otro, lo cual interrumpe la continuidad de un «yo».
Así, los cinco skandhas no tienen existencias reales, y puesto que fuera de estos
agregados no hay nada que la mente pueda percibir como un «yo», hemos de concluir
que el «yo» no puede tener existencia real.
Este medio de introspección prueba la no existencia de un «yo» a nivel absoluto,
como en el ejemplo de la no-existencia de la llama de la vela.
El punto importante, en el enfoque de los ravka, es que el apego al «yo», causa de
todo sufrimiento, ha de ser abandonado. El fin de los ravka es el Nirvna o cesación
del sufrimiento. Los propios ravka no afirman que su método de meditación lleve a la
perfecta realización de la naturaleza de Buddha, y no reivindican la posibilidad de
realizar la verdad última y suprema.
Sin embargo, los Arhant tienen una profundísima realización de la vacuidad que
equivale a la de los Bodhisattvas de los seis primeros niveles. La experiencia de la
vacuidad que nace de la meditación en el no-yo es un medio eficacísimo para eliminar el
sufrimiento y desarrollar la visión penetrante. Aparta los velos creados por la percepción
de un «yo» y por las emociones perturbadoras. Una vez realizada la ausencia de sí, es
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más fácil comprender los aspectos sutiles de la vacuidad, tales como se enseñan en los
demás enfoques.
¿Cómo puede suprimirse el sufrimiento por la realización de la ausencia de sí? La
respuesta es: así como las tinieblas se dispersan en presencia de la luz, asimismo no
puede subsistir el sufrimiento en presencia del «conocimiento que realiza la no-
existencia del «yo»:
— si hay sufrimiento es que hay percepción de un «yo»;
— si hay percepción de un «yo», es que se ignora la ausencia de sí.
El remedio del sufrimiento, pues, es siempre idéntico: la meditación en la ausencia
de «sí». Tan pronto como se realiza la comprensión profunda de que el ego al que uno
se apega es vacuidad, la percepción desaparece por sí misma con todos los sufrimientos
que implicaba. El sufrimiento creado por la percepción de un «sí» se debe a la
concepción dualista de un «yo» y de un «otro», de donde surgen todas las emociones
perturbadoras o klesha.
La palabra klesha significa emoción, aflicción, sufrimiento; son todos los venenos
mentales que afectan al espíritu y crean la confusión.
Aunque existente en gran número, se los puede clasificar no obstante en tres
categorías principales:
1. Deseo y apego.
2. Ira y aversión.
3. Ignorancia y estupidez.
Estos klesha son lo que da origen a las acciones kármicas, cuyo resultado es siempre
el sufrimiento.
El origen de todo el proceso del sufrimiento es la percepción de un «yo» que
proviene de la ignorancia fundamental de la no-existencia del «yo». Dado que el método
de meditación de los ravka se funda en el «conocimiento que realiza la ausencia de
sí», este constituye la enseñanza básica de la cesación del sufrimiento en todas las
escuelas. Luego, los métodos de meditación del Maháyna enseñan los medios de
mejorar la propia realización, a fin de poder suprimir igualmente el sufrimiento de los
demás.
4. Práctica de la meditación
El mejor medio de obtener provecho de este Gom Rim es practicarlo etapa por etapa.
Hay que meditar en cada una de las etapas hasta que la experiencia confirme la
enseñanza recibida. Es importante mantener un empleo de tiempo regular para la
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
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Vía de los Cittamtra
Aunque las escuelas del Mahyna no niegan la validez del método de los ravka
en cuanto medio de suprimir las emociones, consideran sin embargo que las prácticas y
el camino seguido no llevan al fin último. El fin último de los ravkas es la mera
pacificación de las emociones y la paz del Nirvna. Esta paz es considerada como una
especie de extinción, semejante a la extinción de la llama de una vela: cuando la cera se
ha consumido no subsiste ningún resto de llama.
El fin de la vía del Mahyna es el Supremo Estado de Buddha, es decir, no
solamente la supresión de los velos de la ignorancia y de las emociones, sino también de
aquellos más sutiles que ocultan el conocimiento de todos los fenómenos. Tan pronto
como estos velos se disipan, la capacidad de obrar para el despertar de todos los seres se
manifiesta espontáneamente.
Así, la etapa siguiente es el desarrollo de la disposición del espíritu de la
Iluminación, que es la motivación de obrar para bien de todos los seres, y ello hasta que
todos estén liberados del sufrimiento de las existencias condicionadas. Para el
Bodhisattva que engendra tal motivación, sólo el supremo estado de Buddha puede darle
esta capacidad, y por consiguiente, tras haber realizado la no-existencia del «yo», le es
necesario realizar la no-existencia de todos los fenómenos.
Esta segunda etapa corresponde al enfoque de los Cittamtra (el mero pensamiento o
puro y simple pensamiento), que se basa en las palabras de Buddha: «Todos los
fenómenos no son sino espíritu», en el sentido general del término. Esta doctrina acepta
8 conciencias: las 6 conciencias de los sentidos y mente, el espíritu bajo el dominio de
las emociones, y la Conciencia Fundamental que transmite las tendencias kármicas del
pasado. Los actos anteriores imprimieron en esta Conciencia Fundamental tendencias
que engendran ahora los modos de percepciones erróneas. Así, la captación de un
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espíritu interior que percibe y de objetos exteriores percibidos, es sólo el fruto de tales
tendencias llegadas a su madurez.
Estas impresiones permanecen en la Conciencia Fundamental un poco como los
sonidos grabados permanecen en una cinta magnética: cuando se reúnen todas las
condiciones, la impresión dejada en la cinta se convierte de nuevo en un sonido audible.
La Conciencia Fundamental se compara al océano, mientras que las 6 conciencias
sensoriales son semejantes a las olas que agita el viento del espíritu, bajo la influencia
de las aflicciones negativas y las tendencias kármicas del pasado. Aunque las olas
emergen a merced de los humores cambiantes del viento, no afectan al océano ni son
diferentes de él.
Así, todas las apariencias del samsara se manifiestan por las 6 conciencias
sensoriales, teniendo como base la Conciencia Fundamental que es el continuum que
liga entre sí todos los estados del ser: el sueño profundo, la conciencia de la vigilia o el
samadhi del Yogui.
En el sistema de los Cittamtra todos los fenómenos se clasifican según tres
características:
— naturaleza imaginaria
— naturaleza dependiente
— naturaleza finalmente existente
Los nombres y conceptos, que no tienen otra realidad que el pensamiento mismo, se
denominan «imaginarios». Son los fenómenos que, desprovistos de existencia propia, al
igual que las apariencias oníricas no son más que simples concepciones: «este es un
enemigo», «este es un amigo», «esto es fuego», etc. Pero, incluso antes de que la
conciencia reconozca este fenómeno por un nombre o concepto, este produce una
primera imagen en la conciencia. Esta simple aparición se denomina «dependiente»,
pues depende de causas y condiciones. «Dependiente» es aquí sinónimo de real, pues la
conciencia aún no le ha sobreañadido juicio ni concepto.
Sin embargo, como en el estado de sueño, aunque los fenómenos exteriores tales
como el amigo o el fuego aparecen como diferentes del espíritu, de hecho, el objeto
percibido y la conciencia que lo percibe no son de substancia distinta: ambos son
indiferenciados en la Vacuidad y desprovistos de existencia propia. Esta Vacuidad,
según el punto de vista de los Cittampatra, es la Verdad Última o «finalmente
existente».
Así, la mera aparición de un fenómeno, producto de causas y condiciones, es
dependiente, mientras que su reconocimiento por conceptos es imaginario. Estas dos
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
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naturaleza entre ellos. Esta es la razón por la cual los adeptos de esta escuela son
llamados Cittamtra que significa «mero pensamiento» o «solamente espíritu».
A veces se dice que este enfoque se dirige a discípulos de capacidad inferior que no
pueden comprender inmediatamente la Vacuidad y la naturaleza de Clara Luz del
espíritu. Este modo de enseñanza conviene de hecho a todos aquellos que tienen una
buena comprensión de la no-existencia del «yo».
La expresión: «la Conciencia que se conoce y se ilumina a sí misma» de la vía de los
Cittamtra es «la Sabiduría aperceptiva» o «nacida de ella misma» desde el punto de
vista ShenTong. Pero en el enfoque de los Cittamtra, la sabiduría no es verdaderamente
realizada. La Conciencia que se conoce y se ilumina a sí misma se supone que es otra
conciencia que mira al interior, hacia sí misma.
Los Cittamtra se aplican principalmente a refutar el punto de vista rudimentario de
los ravkas sobre la «vacuidad del yo», y su práctica es útil durante los estadios
preliminares de la meditación sobre la naturaleza del espíritu, pues se refiere a la Clara
Luz que está libre de la dualidad sujeto-objeto.
Observación
Yeu pa significa «existir» en el sentido más general del término. Desde el punto
de vista del sueño, se puede decir que el fuego que aparece en el sueño «existe».
Den par drub pa también significa «existir», pero en el sentido de existir en cuanto
entidad real. En este sentido, no se puede decir que el fuego del sueño existe, pues
carece de existencia real.
2. El espíritu interno que percibe es la conciencia vuelta hacia objetos que le parecen
exteriores a sí misma; mientras que el yo parece situado en el interior como la
conciencia onírica, que percibe el fuego como algo exterior a sí misma.
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3. Método de investigación
El ejemplo del sueño muestra claramente que según la verdad absoluta no hay
dualidad sujeto-objeto aunque, según la verdad relativa, se manifiestan sujetos y objetos
varios. El espíritu que aprehende sujetos y objetos, en cuanto manifestación de sí
mismo, es «la Conciencia que se conoce e ilumina a sí-misma».
Cuando se medita así en la Vacuidad, los objetos exteriores y el sujeto interior que
los percibe cesan de manifestarse y se deja reposar al espíritu en la Vacuidad. Sin
embargo, no se medita en esta conciencia como vacía. Se la tiene por existente, pero
como es un continuo que sin embargo cambia de un instante a otro, es impermanente y
no se la puede denominar verdad última.
Después de haber reflexionado sobre el ejemplo del sueño, se observa como el
espíritu percibe las cosas en la experiencia del estado de vigilia. Si en última instancia
los objetos existiesen independientemente del espíritu, deberían ser entonces capaces de
manifestarse antes o después de que el espíritu fuese consciente de ellos. Decir que los
objetos existen cuando nosotros no los percibimos es una inferencia.
Esta es la razón por la cual no se puede afirmar que los objetos existen como verdad
última. Solamente se puede avanzar que existen como verdad relativa.
Se podría pensar entonces que, puesto que los otros perciben los objetos, estos han
de existir incluso cuando ya no se es consciente de ellos. Pero esto tampoco prueba que
existan como algo distinto de la mente ajena. No hay pues ningún medio para
determinar si los objetos y los sujetos que los perciben son otra cosa que el espíritu
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4. Práctica de la meditación
Como anteriormente, se empieza por tomar Refugio, y puesto que se trata de una
práctica del Mahyna, se desarrolla la Bodhichitta. Es necesario reflexionar
atentamente sobre las instrucciones que explican la manera de examinar el carácter de
Vacuidad de la mente interna que percibe y de los objetos externos percibidos. A partir
del momento en que se está seguro de que su naturaleza no es diferente, se deja que el
espíritu permanezca en la Vacuidad, en el espacio completamente vacío.
Entre las sesiones de meditación, se medita en toda cosa como si tuviese la
naturaleza del sueño: el mundo que nos rodea y el que lo percibe son idénticos y
desprovistos de naturaleza propia, pues no son más que el espíritu.
Puede plantearse la pregunta de cómo saber que la realización de la ausencia de
diferencia entre sujeto y objeto puede eliminar el sufrimiento. La respuesta es que, lo
mismo que la oscuridad no puede existir en presencia de la luz, el sufrimiento no puede
existir a la claridad de la Sabiduría que realiza la Vacuidad sujeto-objeto.
Hay que acordarse de que la raíz de la ignorancia es la creencia en un «yo», allí
donde no hay «yo». A partir de esta creencia se concibe a otro, diferente de sí, que es la
causa de todas las emociones. Estas crecen y aumentan por el apego a lo que es querido,
y por la aversión hacia lo que no lo es, y así sucesivamente.
El espíritu liberado de esta concepción de sujeto y objeto separados, ya no está
sometido al sufrimiento. Si se sigue este razonamiento hasta su última conclusión, el
espíritu debe liberarse de toda dualidad. A fin de realizar esto, es necesario ir más allá
de todas las formaciones mentales, las aserciones, las refutaciones, y de todo punto de
referencia.
No obstante, es bastante difícil alcanzar este estadio directamente. Al principio, es
necesario tener una cierta idea conceptual que se depura progresivamente gracias a la
meditación. Los velos creados por las concepciones erróneas son gradualmente
abandonados, y puede surgir de manera natural la luz de la sabiduría. Por la luz de la
sabiduría sin velo, el apego sutil a toda concepción se disuelve y la verdadera naturaleza
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
del espíritu se revela directamente. De hecho, entender a aquel que percibe y al objeto
percibido como entidades separadas y reales, es precisamente la causa de todo
sufrimiento.
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Las Vías del Mdhyamaka
KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
Vía de los
Mdhyamika-Svtantrika
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
Finalmente, sea cual sea el punto de vista adoptado, lo esencial es adquirir una
visión minuciosa del aspecto Vacuidad de la verdad última. A este efecto, la escuela de
los Svtantrika de la vía Mdhyamaka es particularmente apropiada.
2. Métodos de investigación
a) Los seis objetos de la conciencia: forma, sonido, olor, sabor, tacto y fenómenos
mentales.
b) Las seis facultades de los sentidos: ojo, oído, nariz, lengua, cuerpo y mente.
c) Las seis conciencias: la visual, la auditiva, la olfativa, la gustativa, la táctil y la
mental.
Para comprender la Vacuidad hemos de seguir con el ejemplo del sueño. La forma
que aparece durante el estado onírico no tiene ninguna realidad propia, al no estar
compuesta de ninguna partícula. La facultad del ojo está desprovista de existencia
propia, así como la conciencia visual que da base a esta forma. Aplicando el mismo
razonamiento a todos los elementos de la existencia, se comprueba que todos ellos están
desprovistos de existencia real.
De igual modo, durante la vigilia, todos estos elementos están desprovistos de
característica propia a nivel de la verdad última.
Así, todos los fenómenos son semejantes a apariciones mágicas, a sueños o a
espejismos. Aunque parece que nacen, están desprovistos de nacimiento; aunque parece
que permanecen, están desprovistos de presencia; y aunque parece que desaparecen,
están desprovistos de cesación.
Tomemos el ejemplo del fuego en un sueño. Ese fuego no lo produce un montón de
madera. Simplemente aparece; y puesto que nunca ha existido verdaderamente, a no ser
como un fuego de la mente, no puede extinguirse. Parecía que existía, pero su existencia
era pura convención, una denominación, un término. Los sueños no existen, pero,
mientras uno no se ha despertado, parecen reales. De modo similar, durante la
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
3. Práctica de la meditación
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Vía de los
Mdhyamika Prsanguika
Las prácticas meditativas de las escuelas Svtantrika y Prsanguika Rang Tong son
más o menos idénticas. Sin embargo, su enfoque de la Vacuidad es sensiblemente
diferente.
Mientras que los Cittamtra afirman la existencia del espíritu, y los Svtantrika
niegan tal existencia, los Prsanguika demuestran que ninguna aserción o negación
concerniente al espíritu resiste un examen lógico sistemático.
Todas las afirmaciones y refutaciones del espíritu son tal vez muy sutiles, no
obstante, para los Prsanguika, en tanto que haya interpretación supone un velo que
impide la realización directa de la Verdad Última: afirmar que la Verdad Última es
Vacuidad o afirmar que el espíritu es existente, son, en ambos casos, construcciones de
la mente. Es asimismo una producción mental afirmar que la Verdad relativa es una
cosa y la Verdad absoluta otra.
La Verdad Última no puede ser interpretada, dividida, afirmada, negada o
conceptualizada de manera alguna, pues por naturaleza está libre de toda creación. Sus
argumentos refutan por el absurdo todas las aserciones y negaciones enunciadas por las
demás escuelas, sin añadir no obstante una visión particular. Sea cual sea la opinión que
se sostenga, se cae en un extremo o en otro. Mientras quede una idea sobre la Verdad
Última, eso no puede ser, por definición, la Verdad Última misma.
Volvamos al ejemplo del sueño. El enfoque de los Svtantrika establece las
manifestaciones del sueño como vacías. Los Prsanguika sostienen que incluso esta idea
de Vacuidad es un concepto. A fin de realizar verdaderamente su naturaleza vacía hay
que ir más allá de los extremos de «vacío» y de «no-vacío».
KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
4. Método de investigación
Los Prsanguika no afirman que la apariencia de los fenómenos sea Verdad relativa,
ni que su Vacuidad sea Verdad absoluta, pues estas dos verdades no son más que
creaciones mentales.
Aunque es muy difícil meditar sin el soporte de alguna idea conceptual, las
explicaciones de los Prsanguika sobre la Vacuidad son muy útiles para eliminar la
tendencia a separar la Verdad relativa, la apariencia de los fenómenos, de la Verdad
absoluta, su naturaleza última, lo que tendría el peligro de privilegiar el apego al
concepto de Vacuidad en detrimento del reconocimiento de las manifestaciones
relativas como naturalmente vacías.
A partir del momento en que se reconoce sin artificio la Vacuidad natural de las
cosas, se advierte que Verdad relativa y Verdad última son únicamente denominaciones
de dos aspectos de la misma cosa. Los términos «relativo» y «último» no son más que
creaciones mentales, y a nivel de la Verdad Última tales distinciones no existen.
En la experiencia del sueño se manifiestan numerosas apariencias. Son relativas y no
tienen ninguna existencia propia. No siendo reales ¿cómo podría serlo la Vacuidad de su
esencia, que es la Verdad absoluta?
Así, el enemigo que aparece en sueño es la unión indiferenciada de apariencia y
vacuidad. El fuego que nos quema o nuestro cuerpo onírico son también la unión de
apariencia y Vacuidad.
La única manera de percibir la realidad es abandonar toda elaboración conceptual, y
es necesario dejar al espíritu en meditación sin punto de referencia, en la Vacuidad que
también está desprovista de punto de referencia. Esta no puede ser conceptualizada, sea
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
como existente, sea como no existente, sea como cualquier otra combinación de ambas
proposiciones. En tanto que no se ha experimentado directamente la verdadera
naturaleza de la Vacuidad, no se puede prescindir de las formaciones mentales, puesto
que subsiste aún cierta interpretación de la Vacuidad.
Ahondando continuamente en la Vacuidad, incluso en la Vacuidad de los conceptos
sutilísimos de ésta o de las dos verdades, la mente se purifica progresivamente de sus
hábitos de conceptualizar y de interpretar, y la esencia naturalmente vacía del espíritu se
revela cada vez más claramente.
Cuando la meditación, hay que estar relajado: hay que dejar al espíritu tan vasto,
infinito y vacío como un cielo claro. Si se encuentra tenso a causa de un sobreesfuerzo
debido al estudio o al trabajo, hay que dejarlo reposar naturalmente, sin artificio, en la
Vacuidad. Este es el medio de apaciguar la mente. Cuando se tiene una buena
comprensión de ese estado natural, todas las tensiones y emociones se disipan por sí
mismas, al igual que las olas desaparecen en el océano apaciguado. En el momento en
que surgen cólera, deseo, celos y demás tendencias negativas, si se permanece en
meditación sobre la Vacuidad en un estado no imaginario y sin ningún punto de
referencia, todas estas pasiones se desvanecen espontáneamente. Así ocurre con el
sufrimiento, pues si se reconoce que es Vacuidad en esencia, todas las penas y
aflicciones se diluyen en el infinito sin límites.
Es igualmente importante meditar de esta manera cuando se experimenta felicidad.
Las experiencias felices no duran eternamente, y el apego a la felicidad se transforma
siempre en sufrimiento. Sea cual sea el estado de ánimo en el que uno se encuentre, feliz
o desgraciado, positivo o negativo, la práctica de la meditación es dejar al espíritu en la
Vacuidad, sin ningún punto de referencia.
3. Práctica de la meditación
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
a) Base
b) Camino
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
Vacuidad del espíritu no significa que sea inexistente como el «cuerno de una liebre»: la
inexistencia no es más que la negación de un concepto, es decir, otro concepto.
Tampoco hay que meditar sobra la Vacuidad del espacio vacío que también es una idea
conceptual. Dejar que el espíritu permanezca en la Vacuidad es comprender su
verdadera naturaleza, sin que sea necesario imaginar, interpretar, elaborar o tener un
punto de referencia. Al contrario, se deja reposar el espíritu en su estado natural, sereno
y abierto, en la extensión de la Vacuidad.
c) Fruto
El Fruto está constituido por los dos Cuerpos de los Buddhas, el Dharmakya o
Cuerpo de Vacuidad y los Cuerpos Formales, ambos vacíos de toda existencia real.
Dharmakya, según el punto de vista Prsanguika Rang Tong, es la Vacuidad sin
punto de referencia. Los Cuerpos Formales son el Cuerpo de Beatitud y el Cuerpo de
Emanación de los Buddhas. Aparecen según las conciencias sensorias de los seres que
los perciben, pero no tienen más existencia real que las apariencias oníricas.
En definitiva, Base, Camino y Fruto, son Vacuidad sin artificio.
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Vía de los
Mdhyamika-Shentong
«Aunque (la Naturaleza del espíritu) está vacía de las impurezas, pues le son ajenas,
no está desprovista de cualidades». Esta frase se resume por las dos palabras
subrayadas: «Shen Tong», que se pueden traducir literalmente por «Vacuidad de
KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
Para esta escuela, cuando todas las impurezas que recubren la naturaleza de Buddha
están perfectamente purificadas, el espíritu despierta a su verdadera naturaleza, que no
es distinta de la Buddheidad misma.
Bajo el dominio de la ignorancia, los seres se aferran a un «yo», lo que entraña la
captación de un «otro», y de esta dualidad nacen todas las emociones, aflicciones y
concepciones erróneas que les atormentan sin cesar. Pero estas impurezas son
adventicias y no participan de la naturaleza del espíritu; esconden solamente su
verdadera naturaleza.
Esta naturaleza de Buddha se designa por tres aspectos idénticos en esencia, que
corresponden a las diferentes fases de su purificación.
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
proceso de refinado, ni de la del oro puro que aparece finalmente. Estas impurezas no
participan de la naturaleza del oro, si no que le son contingentes y adventicias, y el oro
puro producido por el refinado aparece espontáneamente dotado de todas las cualidades
del oro. Si el oro puro no fuese lo mismo que el oro recubierto por las impurezas
groseras, ¿de dónde provendría?
Asimismo, la Clara Luz del espíritu, presente desde el principio, se manifiesta por la
mera purificación de las manchas contingentes que la recubren, y el espíritu así liberado
de las impurezas se manifiesta en toda su pureza; y despierta a su verdadera naturaleza
que es la Buddheidad. Si la purificación de las manchas no liberase espontáneamente el
espíritu iluminado, dotado de todas las cualidades de los Buddhas, se habría de concluir
que la Buddheidad podría ser algo nuevamente adquirido, lo que equivaldría a decir que
es compuesta y, por ello mismo, sometida a nacimiento y muerte. Además, si los seres
todos no poseyesen desde un principio la naturaleza de Buddha, la purificación de las
impurezas sería semejante al agua que se evapora y de la que no queda nada.
En el «Tratado de la Naturaleza Inmutable» de Asanga (Gyu Lama), esta presencia
de la naturaleza de Buddha en todos los seres se expone apoyándose en tres razones:
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KHENPO TSULTRIM GYAMTSO, MEDITACIÓN SOBRE LA VACUIDAD
un «yo» sutil. En este sentido, la Clara Luz del espíritu no es un objeto de meditación;
es la experiencia directa de la unión de Claridad y Vacuidad que realiza el yogui absorto
en la contemplación de la naturaleza de su espíritu, sin dualidad sujeto-objeto. Es la
razón por la que la Vía de la Vacuidad Cualificada no puede ser objeto de enseñanza
pues la naturaleza del espíritu, más allá de las palabras, es inaprensible por el
pensamiento: no puede ser realizada más que gracias a la transmisión directa de la
influencia espiritual de un Lama a su discípulo animado de confianza y devoción.
Reconociendo todos los fenómenos como manifestación de la Clara Luz del espíritu,
el yogui reconoce que Samsara y Nirvana no están separados en esencia: no son más
que la distancia que separa al espíritu, bajo la impresión de las apariencias impuras, del
espíritu que despierta perfectamente a su verdadera naturaleza.
En tanto que el soñador se apega e identifica a la realidad de su sueño, sufre. Cuando
sabe que sueña, su sufrimiento desaparece instantáneamente y entra en la gran
serenidad, la gran abertura. Finalmente, consciente de su sueño, adquiere la capacidad
de transformar las apariencias oníricas impuras en las distintas Tierras puras, los
paraísos de los Buddhas o los campos de felicidad de las divinidades. Permanece así en
la experiencia del sabor único de Mahamudra, y penetra en el Mandala del juego
inobstruido de la manifestación, en la gran Beatitud del Palacio de la Dinividad.
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