Sacerdotes y Científicos. de Copérnico A Lemaître - FronterasCTR

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

23/1/2020 Sacerdotes y científicos.

De Copérnico a Lemaître - FronterasCTR

Sacerdotes y científicos. De Copérnico a Lemaître


Twittear

0 comparticiones

 0   0  0

(Por Leandro Sequeiros) Un libro sugerente del Doctor Ingeniero Aeronáutico Ignacio del Villar
(2019: Sacerdotes y científicos, de Nicolás Copérnico a Georges Lemaître, Madrid, Digital Reasons.
Colección Argumentos para el siglo XXI. 203 páginas. https://www.digitalreasons.es/index.php?
do=tuEspacio ISBN: 978-84-120888-5-4) vuelve a traer a primer plano un tema fronterizo: el de las
relaciones entre la cosmovisión científica y la cosmovisión religiosa. Pero en este caso profundiza en un
aspecto menos tratado: el de la presencia de los sacerdotes católicos en las fronteras entre ciencia y
religión. El testimonio de cinco sacerdotes científicos que vivieron desde el siglo XVI al siglo XX (Nicolás
Copérnico, Nicolás Steno, Lazzaro Spallanzani, Gregor Mendel y Georges Lemaître) lleva al gran público el
estado de la cuestión.

En una ponencia a un selecto grupo de jesuitas reunidos en Versalles en 1947 en un Simposio sobre el valor
religioso de la investigación científica, el padre Pierre Teilhard de Chardin decía: “Nosotros, los sacerdotes jesuitas,
no solo debemos interesarnos. Debemos creer en la investigación científica. Ya que en ella se elabora la sola
mística humano-cristiana que puede hacer en el futuro una unanimidad humana”. Este texto está publicado en el
tomo “Ciencia y Cristo” de las Obras de Teilhard.

Este punto de vista está presente de forma implícita en muchos sacerdotes católicos que han compartido su
vocación científica con el ministerio sacerdotal. Mística, espiritualidad y conocimiento científico de la realidad
natural. El autor del volumen Sacerdotes y científicos, de Nicolás Copérnico a Georges Lemaître, el doctor
ingeniero Ignacio del Villar, ha indagado en la historia de las ciencias. Y ha podido acercarse en su indagación a
muchos hombres que siendo brillantes científicos compartían su tarea investigadora con su condición de
sacerdotes católicos.

Un extenso listado de sacerdotes científicos


Como el propio autor reconoce en el prólogo, “confeccionar esta lista no fue una tarea fácil. Me vi obligado a dejar
en el banquillo a insignes figuras. Por un lado, se encuentran los clérigos pertenecientes a la orden de los jesuitas:
Ruđer Bošković, que con su teoría atómica inspiró a numerosos físicos que posteriormente trataron de comprender
la organización de la materia; Christophorus Clavius, el astrónomo alemán que hizo posible que bajo el papado de
Gregorio XIII se reformara el calendario juliano para convertirlo en el que aún se usa hoy; Francesco Maria
Grimaldi, descubridor de la difracción de la luz y, junto con su compañero jesuita Giovanni Battista Riccioli, el
primero en medir la aceleración de los cuerpos en caída libre; Athanasius Kircher, considerado como uno de los
precursores de la egiptología y al mismo tiempo de la microbiología, al hallar la presencia de animalículos en la
sangre de los infectados por peste y concluir que la enfermedad estaba causada por microorganismos; o
Pierre Teilhard de Chardin, paleontólogo que participó en el descubrimiento del hombre de Pekín y desarrolló una
original visión de la evolución en la que acuñó el término «punto omega», referido al nivel más alto de evolución de
la consciencia”.

Y prosigue: “Evidentemente ha habido también célebres sacerdotes científicos no jesuitas como Marin Mersenne,
que estableció las leyes que describen la frecuencia de oscilación de una cuerda tensada y así se convirtió en el
padre de la acústica; Jean Antoine Nollet, descubridor de la ósmosis y un referente en el campo de la electricidad;
Giovanni Battista Venturi, descubridor del efecto Venturi, esencial en dinámica de fluidos; Andrew Gordon, que
fabricó el primer motor eléctrico; Pierre Gassendi, pionero en la medición de la velocidad del sonido; René Just
Haüy fundador de la cristalografía; o Francesco Zantedeschi, que se anticipó en el electromagnetismo a Michael
Faraday al comprobar que se podía generar corriente eléctrica en un circuito cerrado mediante el movimiento de
un imán”.

Y concluye: “Estos ejemplos son solo relativos a los siglos XVI al XX. Si retrocediéramos más en el tiempo nos
encontraríamos a Roger Bacon, San Alberto Magno, Robert Grosseteste, Jean Buridan, Nicolás Oresme y muchos
más que no mencionaré por no aburrir. A continuación, disfrutaremos de un quinteto estelar, cuyas aportaciones
han cambiado la forma de entender el mundo, lo que sirve para desmontar el tópico de que la ciencia se opone a la
religión y viceversa. No me queda más que desearte, querido lector, que disfrutes conociendo la vida de estos
cinco genios”.
https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/2020/01/15/sacerdotes-y-cientificos-de-copernico-a-lemaitre/ 1/7
23/1/2020 Sacerdotes y científicos. De Copérnico a Lemaître - FronterasCTR

El conflicto entre ciencia y religión, una constante en la historia de las


ciencias
Pero será necesario situar estos sacerdotes científicos dentro de un contexto más amplio. En 1875, el químico e
historiador John William Draper publicó un libro que sembró la polémica tanto en Europa como en América: History
of the conflicts between Religion and Science. Traducido al castellano en 1876 como Historia de los conflictos entre
religión y ciencia, con un prólogo de Nicolás Salmerón fue publicado en Madrid y tuvo mucho éxito entre los
antirreligiosos de la época. Esta premura muestra que en España los debates políticos e intelectuales generaron
una polarización apasionada entre dos concepciones del mundo. Para Draper, el conflicto se establecía entre dos
poderes: la fuerza expansiva del saber humano, centrada en la Ciencia, por un lado, y la fe tradicional religiosa que
percibía transida de intereses ideológicos y políticos humanos, por otro.

Unos años más tarde, en 1895, vio la luz A history of the warfare of science with theology in Christendom, de A. D.
White. Fue traducido al castellano como Historia de la lucha entre la ciencia y la teología judeocristiana en Madrid
en 1910, relata apologéticamente el “antagonismo entre la visión teológica y la científica del universo y de la
enseñanza sobre el tema”, plagado de “comentarios necios de sacerdotes ignorantes” (sic en el original).

Esta perspectiva de que la Iglesia (y en particular los sacerdotes) ataca a la ciencia desde la ignorancia y el
fanatismo, estuvo muy presente en muchos pensadores del siglo XIX. Y en la actualidad, de forma más o menos
larvada, este conflicto persiste en muchos ambientes.

Nuevas perspectivas en la visión del conflicto entre Ciencia y Religión


La teología clásica defiende que el mundo ha sido creado por Dios y que de sus manos amorosas surgió la vida
animal y humana y que este acto creador conserva la armonía del universo. En muy pocos años, el paradigma
racional y científico de nuestro mundo ha cambiado. Emerge un nuevo paradigma: el de la complejidad. Este hace
que los científicos y los filósofos interpreten la realidad de otro modo: nuestro universo es enigmático. Las
aportaciones de Einstein, de la física cuántica, de la biología evolucionista, entre otras, han cambiado el paradigma
del universo.

Nos encontramos ante un nuevo paradigma científico. Y los mismos hombres de ciencia se hacen preguntas que
van más allá de sus disciplinas. Y, con frecuencia, demandan respuestas a cuestiones que hacen a los teólogos.
Nos encontramos en las puertas de una nueva época.

Las ciencias de la Vida y de la Tierra defienden que el universo pudo surgir de un Big-Bang inicial a partir del cual
la materia y energía fueron expandiéndose y evolucionando durante miles de millones de años dando lugar a la
emergencia de las galaxias, los sistemas planetarios, la vida vegetal y animal y también lo que llamamos la vida
inteligente.

El interés de la Iglesia católica por el debate ciencia y teología


La Iglesia católica ha mostrado estos últimos cuarenta años mucho interés por estas cuestiones. La Santa Sede, a
través del Observatorio Vaticano, lleva muchos años organizando encuentros y Congresos que reúnen en plano de
igualdad a teólogos y científicos. La experiencia de colaboración entre el Observatorio Vaticano y el CTNS de
Berkeley fue tan positiva que desde entonces han mantenido cordiales relaciones y como fruto del proyecto han
visto la luz cinco volúmenes de 400 páginas cada uno en los que se contienen, con libertad de criterio, las
aportaciones de unos y otros a diversos temas científicos con incidencia en la Teología: Cosmología cuántica y
leyes de la naturaleza(1993), Caos y complejidad (1995), Biología evolutiva y molecular(1995), Neurociencia y la
persona(1999), Mecánica cuántica (2001).

El último de los encuentros entre teólogos y científicos celebrados tuvo lugar en mayo de 2017, y tuvo como temas
de fondo las implicaciones para la Teología de losagujeros negros, las ondas gravitacionales y la peculiaridad del
espacio-tiempo.

Entre los científicos invitados al encuentro en el Observatorio Astronómico Vaticano de Castelgandolfo estaba el
Nobel de Física Gerard ‘t Hooft o el físico británico Roger Penrose. El Papa Francisco recibió en audiencia a los 35
participantes. Con este Congreso, el Vaticano quiere homenajear al sacerdote belga y astrofísico Georges
Lemaître(1894-1966), que está considerado uno de los precursores de la teoría del Big Bang. En su intervención,
el Papa declaró que “nunca hay que tener miedo de la verdad ni enrocarse en posiciones cerradas sino aceptar las
novedades de los descubrimientos científicos con actitud de total humildad”, dijo a los participantes en un foro
sobre el universo organizado por el Observatorio. El pontífice señaló que los temas abordados durante la
conferencia -agujeros negros, ondas gravitacionales o el espacio-tiempo- “son de particular interés para la

https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/2020/01/15/sacerdotes-y-cientificos-de-copernico-a-lemaitre/ 2/7
23/1/2020 Sacerdotes y científicos. De Copérnico a Lemaître - FronterasCTR

Iglesia”porque aluden a cuestiones que “interpelan profundamente su conciencia” como el origen del universo o su
evolución y estructura.

Ciencia y Teología: una doble dimensión importante en la investigación


teológica mundial
En muchos países del mundo, y especialmente de Europa y de América, se ha desarrollado en estos cuarenta
años un interés creciente por las relaciones entre la Teología y lo que de modo general se puede identificar con la
ciencia. Aunque intentamos aclarar los conceptos, entendemos aquí como “ciencia” el conjunto de saberes que
intentan construir modelos y cosmovisiones que interpretan mediante el método hipotético deductivo el
funcionamiento del mundo natural.

Aunque la palabra “ciencia” en la moderna epistemología tiene un ámbito más amplio en el que caben todas
aquellas disciplinas que utilizan el método científico (ciencias sociales, ciencias humanas, lingüística, ciencias
jurídicas…) y se separan de la pura reflexión filosófica, aquí nos referiremos solo a lo que de un modo amplio
incluimos en ciencias de la naturaleza (física, química, ciencias de la vida, ciencias del espacio, ciencias de la
tierra, ciencias de la salud…).

En el siglo XX han tenido lugar una serie de transformaciones intelectuales que, en opinión de quien esto escribe,
han facilitado el diálogo y el encuentro entre las Ciencias de la naturaleza (primero de la Física y luego de las
Ciencias de la Vida y de la Tierra) y la Teología católica.

Teología y ciencia en el mundo: una perspectiva general


En los últimos años se han puesto en marcha, tanto en Universidades como en espacios de reflexión y debate
sobre las interacciones y de investigación interdisciplinar entre la fe y la cultura. En estos espacios, que convocan
a científicos, filósofos y teólogos, como John Polkinghorne, se intenta la recopilación de documentación, impartir
numerosos cursos sobre ciencia y teología, razón y fe, ciencia y religión, cultura y creencias y otras
denominaciones. Estas actividades, muy seguidas en algunos países y regiones, con frecuencia están financiadas
por algunas instituciones sin ánimo de lucro, como la John Templeton Foundation.

En algunos ambientes del pensamiento interdisciplinar que tiende puentes entre ciencia y teología en España está
surgiendo un concepto nuevo: el de teología de la Ciencia. En los últimos cuarenta años se ha publicado en esta
área de estudios académicos una gran cantidad de obras especializadas sobre aspectos generales y también
específicos de las relaciones entre las Ciencias de la Naturaleza y la Teología.

Somos conscientes de que la humanidad se está abriendo a lo que se ha llamado “la era de la Ciencia”.
Para Javier Monserrat, este paradigma “es el entendimiento o interpretación global (hermenéutica) del cristianismo
desde la experiencia de nuestra época: o sea, desde la Voz del Dios de la Creación iluminada por los
conocimientos alcanzados en la Era de la Ciencia y en la Cultura Moderna. El paradigma tiene muchos matices y
contenidos que expongo en el libro. Pero me refiero aquí sólo a lo fundamental. El paradigma antiguo daba una
descripción del hombre teocéntrica, abierto a Dios por una patencia absoluta de la verdad. No era posible un
“humanismo sin Dios”. Dios se imponía por la estructura natural objetiva que guiaba la razón humana y por la
revelación cristiana. Pero el hombre que entiende su existencia a la luz de la razón moderna se sabe en el interior
de un universo enigmático en que se plantea del drama personal y de la historia. El “enigma” del universo y el
“drama” de la existencia pesan sobre la conciencia del hombre moderno. Dios ha creado el mundo con una
borrosidad que permite una hipótesis puramente mundana que pueda dar sentido a la vida de quienes se colocan
libremente al margen de Dios; pero es una borrosidad que permite también la hipótesis teísta que funda la religión
universal. Pero esta borrosidad metafísica instala a todo hombre (teístas, ateos y agnósticos) ante un esencial
problematismo natural que acompaña siempre sus vidas. Se expresa en dos preguntas que sintetizan la condición
metafísica de todo hombre: ¿existe realmente un Dios oculto y en silencio que crea el “enigma” del universo y el
“drama” de la historia? Este Dios oculto, ¿tiene una voluntad final de desvelarse y de liberar al hombre y a la
historia? Es la gran inquietud ante el posible Dios oculto y liberador”.

La Era de la Ciencia
Nuestra existencia diaria está atravesada por los resultados prácticos de la Ciencia que ha construido una cultura
que nos impregna. Cada vez que utilizamos un teléfono móvil o un ordenador estamos haciendo uso de unas
prestaciones que le debemos al avance de la Ciencia. Miles de personas expertas han contribuido a que yo pueda
conectarme a internet o pueda hablar por teléfono. Muchos de nosotros estamos hoy vivos gracias a
descubrimientos biomédicos y farmacológicos que nos han permitido recuperarnos de enfermedades que en otros
tiempos solían ser mortales. Las cifras de venta de un libro como El Gran Diseño de Stephen Hawking, muestran
https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/2020/01/15/sacerdotes-y-cientificos-de-copernico-a-lemaitre/ 3/7
23/1/2020 Sacerdotes y científicos. De Copérnico a Lemaître - FronterasCTR

que existe un anhelo generalizado de comprender lo que la Ciencia nos dice acerca de la historia y la estructura de
nuestro universo. Puede decirse que la “ciencia” lo impregna todo y construye imaginarios culturales que
atraviesan toda la sociedad. Por ello se habla de “la Era de la Ciencia” en el sentido del profesor Javier Monserrat.

Sin embargo, hay otras muchas preguntas que nos acosan. Preguntas que parecen llenas de sentido e ineludibles,
pero ante las que una Ciencia que quiera ser honesta consigo misma ha de permanecer en silencio. Los quince mil
millones de años a lo largo de los cuales se extiende la historia cósmica ¿esconde tras de sí alguna finalidad, o
todo sucede sin más en un universo desprovisto de sentido último? ¿Está la realidad, como si dijéramos, “de
nuestra parte” o vivimos más bien en un universo frío y hostil? ¿Es la muerte el final de todo o cabe esperar un
destino que la trascienda?

Son preguntas estas a las que tradicionalmente han dado respuesta las religiones y que han sido racionalizadas
por la Teología. Pero hemos de preguntarnos si tales respuestas teológicas siguen hoy teniendo vigencia para
nosotros. En una época atravesada por una cultura científica, práctica, utilitarista, ¿podemos tomarnos
sinceramente a la religión con la máxima seriedad? ¿Interesan las respuestas de los teólogos a las inquietudes
que van más allá de la Ciencia?

Es más: la Ciencia y la religión, la cultura científica y la Teología ¿son cosmovisiones que se hallan en conflicto?
¿Es posible un diálogo entre ellas? ¿Pueden tener respuestas complementarias a las grandes preguntas del ser
humano? ¿Es la Teología un cuerpo de conocimientos que responde a preguntas que hoy no interesan a nadie?
¿Son campos del saber que no tienen ninguna conexión existencial? Como se pregunta el filósofo de la
ciencia, Ian G. Barbour,¿son rivales, desconocidas o compañeras de viaje?

Como ha escrito John H. Brooke (Ciencia y Religión. Perspectivas históricas. Sal Terrae-Universidad Comillas,
Colección Ciencia y Religión, 2016, pág. 445 y ss), “Las explicaciones positivistas de la teoría científica han sido
cuestionadas [en el siglo XX] con éxito por la investigación de la historia, de la filosofía y de la sociología de la
ciencia. Ya no es posible considerar las teorías científicas como sistemas deductivos independientes, en los que
cada proposición adquiere su sentido por infusión, por así decirlo, a partir de los hechos verificables con los que
conecta aparentemente. Se ha demostrado que los constructos teóricos, que aparecen en diferentes ramas de la
ciencia, son interdependientes y también infradeterminados por los datos que pretenden explicar. Ha sido
necesario adaptarse a la idea de que los conceptos de la ciencia teórica están vinculados entre sí en redes
complejas, donde unos elementos están más abiertos a la modificación que otros. De hecho, se han establecido
nuevos paralelismos entre las creencias científicas y las religiosas, en el sentido de que encontramos a menudo en
unas y otras un núcleo protegido formado por la sabiduría recibida y rodeado por cinturones de un cuerpo doctrinal
más negociable”.

Como ha escrito John Polkinghorne, uno de los expertos en este tema, la ciencia forma parte de la cultura humana,
a la vez que influye en ella: pero su factor de control es su encuentro con la realidad del mundo físico. También la
teología forma parte de la cultura humana: también ella se ve influida por la cultura general y también ejerce una
sensible influencia sobre ella. Pero su factor de control es su encuentro con la realidad de Dios.

Lo que ambas disciplinas tienen en común es el esfuerzo por alcanzar el conocimiento a partir de una creencia
fundada. Pero entre ellas también hay diferencias. Una de estas diferencias radica en la naturaleza de sus
respectivos factores de control. Los seres humanos somos capaces de trascender el mundo físico y podemos
someterlo a prueba experimental. Dios trasciende al ser humano, y ninguna criatura puede someterlo a prueba
experimental.

Teología de la naturaleza
En estos años emergen nuevos conceptos-puente para hacer posible una síntesis integradora entre la ciencia, la
metafísica y la teología. Se suele hablar de la llamada “teología de la naturaleza”(que no debe confundirse con la
teología natural, en la que el protagonismo corresponde al saber científico).

Los anglicanos Polkinghorne y Peacocke son teólogos de la naturaleza, el primero más o menos fiel a las ideas
teológicas tradicionales, el segundo convencido de la necesidad de revisarlas en la línea del naturalismo teísta.
Teólogos de la naturaleza son también algunos autores católicos vertidos al español, como el difunto Karl Schmitz-
Moormann y, de una generación posterior, Denis Edwards y John Haught: todos ellos se esfuerzan, inspirados en
parte por Pierre Teilhard de Chardin, en pensar a Dios y pensar la creación en un mundo en evolución. A pesar de
que algunas de sus propuestas son muy controvertidas, el luterano W. Pannenberg nos ofrece un ejemplo magno
de teología de la naturaleza en el cap. VII de su Teología sistemática II(UPCO, 1996).

De lo que no hay nada reciente traducido es de la abarcadora metafísica que ensaya la teología del proceso. Sería
enriquecedor, asimismo, prestar mayor atención a lo que se escribe en Alemania, ya que allí el debate transcurre
en una clave algo distinta de la habitual en el ámbito anglosajón. Solo H. Küng (El principio de todas las cosas,
Trotta, 2007) y H.-D. Mutschler (autor del capítulo sobre “Fe en la creación y ciencias de la naturaleza”, en M.
https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/2020/01/15/sacerdotes-y-cientificos-de-copernico-a-lemaitre/ 4/7
23/1/2020 Sacerdotes y científicos. De Copérnico a Lemaître - FronterasCTR

Kehl, Contempló Dios toda su obra y vio que estaba muy bien, Herder, 2009; el propio Kehl compendia las ideas de
Mutschler en La creación, Sal Terrae, 2011, pp. 125-135) flanquean a Pannenberg. Algo análogo podría decirse en
relación con el mundo francófono, del que únicamente nos ha llegado una obra del teilhardiano belga É. Boné (¿Es
Dios una hipótesis inútil?, Sal Terrae, 2000).

Este interés por tender puentes entre Teología y Ciencia remite necesariamente a algunas preguntas previas: ¿son
posturas antagónicas las de las ciencias y las de la teología? ¿Nos encontramos ante un conflicto irresoluble?
¿Está el pensamiento científico y el pensamiento teológico condenados a la enemistad y al enfrentamiento? De
hecho, la historia de las ciencias muestra los muchos conflictos que las ciencias y el pensamiento religioso ha
tenido en todas las culturas. Se percibe un enfrentamiento de ortodoxias, un conflicto de paradigmas,
cosmovisiones aparentemente contrapuestas. Defendemos en estas páginas que, hoy más que nunca, es
necesario tender puentes.

Las condiciones para que ello sea posible es la aceptación de que los resultados de la reflexión teológica deben
ser entendidos como formulaciones de una épica religiosa que da razón para los creyentes de un programa de
investigación..

Y la condición para los científicos es la aceptación de que los resultados de la investigación científica no son
dogmas eternos y universales sino construcciones sociales que nos acercan al conocimiento de la realidad natural
a los que denominamos teorías (en el sentido actual de la palabra) y que construyen la épica de la ciencia.

Sacerdotes y científicos, de Nicolás Copérnico a Georges Lemaître de


Ignacio del Villar
Este planteamiento subyace al ensayo de Ignacio del Villar que estamos comentando. Escribe el autor en el
prólogo: “Uno puede pensar que la teología es una disciplina menor si la comparamos con ciencias sublimes como
la física, la química o las matemáticas. Así lo pensaba yo hasta que hice una incursión por el Catecismo y traté de
comprenderlo todo. De este modo descubrí que, si bien lo básico se asimila sin dificultades, entender
perfectamente todo lo relativo a la fe no es tan sencillo. Así como en la física resulta fácil de concebir que espacio
es igual a velocidad por tiempo, pero no tanto comprender la teoría de la relatividad; en la teología existe un gran
salto entre saber que no hay que robar y vislumbrar el misterio de la Trinidad en toda su profundidad”.

Los avances en el conocimiento del mundo natural hunden sus raíces en la Edad Media. “El secreto para lograr
este éxito fue la asociación del saber griego y del árabe con el cristianismo – escribe el profesor Villar-. Así se
sentaron unas sólidas bases con las que dominar el arte de razonar. De manera que en la alta Edad Media el ser
https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/2020/01/15/sacerdotes-y-cientificos-de-copernico-a-lemaitre/ 5/7
23/1/2020 Sacerdotes y científicos. De Copérnico a Lemaître - FronterasCTR

humano estaba en condiciones para comprender el mundo que le rodeaba y poder desarrollar maquinaria
avanzada. A esto contribuyeron en gran medida las universidades y monasterios, gracias a los que se fue
generando un tejido intelectual que convirtió a Europa y al cristianismo en la punta de lanza del progreso de la
humanidad”.

Y concluye: “Para entender el importante papel que jugaron en este logro los monjes y los sacerdotes, decidí elegir
cinco personajes estelares de los siglos XVI al XX: Nicolás Copérnico, Nicolás Steno, Lazzaro Spallanzani, Gregor
Mendel y Georges Lemaître, que respectivamente fueron responsables del nacimiento del heliocentrismo, la
geología, la inseminación artificial, la genética y la teoría del Big Bang”.

El autor divide el libro en cinco capítulos, utilizando una estructura clara, que facilita la lectura. Cada capítulo se
dedica a presentar la trayectoria vital y científica de un sacerdote especialmente ilustre en el campo de las
ciencias. Así, el libro comienza con un repaso biográfico de la vida del matemático y astrónomo polaco Nicolás
Copérnico, creador del sistema heliocéntrico. Se narran su infancia, su madurez y su vejez, se describe su
trayectoria intelectual, se presentan sus grandes maestros y discípulos y, finalmente, se introducen sus
revolucionarias ideas sobre el universo.

El mismo esquema se sigue en la descripción de la vida y las ideas de los otros cuatro sacerdotes: Nicolás Steno,
anatomista danés, converso al catolicismo y que estableció los principios básicos de una nueva ciencia: la
Geología. Le sigue Lazzaro Spallanzani, primer científico que, entre otras cosas, practicó la fecundación in vitro.
Otro capítulo se dedica al monje agustino, Gregor Mendel, creador de las leyes de la genética. Y cierra este grupo
de científicos y sacerdotes, el físico belga Georges Lemaître, al que se considera el padre de la teoría del Big
Bang.

Mediante la presentación de estas cinco increíbles personalidades, el autor demuestra como la ciencia y la fe son
perfectamente compatibles. Nos encontramos, en definitiva, frente a una obra destinada a desmontar los grandes
prejuicios de la sociedad moderna en torno a la ciencia, la religión y la Iglesia. Se trata por tanto de un libro muy
recomendable para todos aquellos que quieran adentrarse en el estudio de las relaciones entre ciencia y fe.

Conclusión
Concluimos este artículo con las mismas palabras del profesor Ignacio del Villar: tras haber conocido estas cinco
asombrosas historias cabe formularse la siguiente cuestión: ¿Quién será el gran sacerdote científico del siglo XXI?
¿Y del XXII? Probablemente ya no lleguemos a encontrar a alguien del nivel de los personajes perfilados en este
manuscrito. La Iglesia católica siempre ha intentado apoyar aquellos ámbitos en los que se requiere más ayuda. La
figura del sacerdote-científico fue especialmente significativa hasta el siglo XVIII, pues el mundo necesitaba del
progreso de la ciencia para hacer frente a muchas carencias que existían.

Ya en el siglo XIX y el XX, aunque todavía hubo dos insignes personalidades como Mendel y Lemaître, su
presencia en este ámbito se fue reduciendo paulatinamente. Al mismo tiempo la sociedad en general se fue
implicando de lleno en el campo de la investigación, hasta convertir la ciencia en una profesión.

«Nosotros tratamos de atender aquellas cosas que el estado no es capaz de cubrir», escuché decir una vez a un
cura que lideraba una asociación caritativa. Y continuó: «Nuestro reto es paliar esas necesidades, que la sociedad
vea cómo hacerlo y sienta la importancia de tomar el relevo».

Así creo que ha sucedido en el caso de la ciencia. Los sacerdotes ya han cedido el testigo y están enfocados en
otras prioridades. La primera es, como siempre, la evangelización y asistencia espiritual de las personas. Pero por
supuesto existen otras muchas como son la visita a los enfermos y presos, el cuidado de los pobres, la atención de
mujeres con dificultades para dar a luz un hijo; en definitiva, los olvidados de la sociedad.

Sin embargo, resultando evidente que los tiempos han cambiado, conviene recordar y reconocer esa gran labor
que los clérigos han llevado a cabo en siglos anteriores. Este libro ha sido un homenaje a todos esos sacerdotes
que se dedicaron en cuerpo y alma por construir una sociedad mejor, y que nos demostraron a través de su legado
que ciencia y fe son compatibles. El que mejor fue capaz de hacerlo fue probablemente Nicolás Steno, que nos
regaló esta preciosa frase que se puede entender tanto desde el punto de vista material como del espiritual: Bello
es lo que vemos, más bello es lo que sabemos, pero lo más bello es lo que todavía no sabemos.

Y es que conjugar ciencia y fe ni resta ni suma, multiplica; porque quien estudia la Creación en clave de fe
descubre que el amor del Padre se hace presente en cada detalle: «Entonces vio Dios todo lo que había hecho; y
he aquí que era muy bueno» (Gn 1,31)

Estas conclusiones del autor de Sacerdotes y científicos reabre un debate que se sitúa en las fronteras de lo que
pretende la Cátedra Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión.

https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/2020/01/15/sacerdotes-y-cientificos-de-copernico-a-lemaitre/ 6/7
23/1/2020 Sacerdotes y científicos. De Copérnico a Lemaître - FronterasCTR

Leandro Sequeiros, Doctor en Ciencias Geológicas y Colaborador de la Cátedra Ciencia, Tecnología y


Religión.

Related posts:

El falso dilema entre Hacia una filosofía de la Dios, ante la nueva imagen
"ciencias" y "letras": la astrobiología de un universo holístico
"tercera cultura" y sus
implicaciones

0 comparticiones

 0   0  0

sssss
Rating: 5.0/5. From 1 vote.

Twittear

https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/2020/01/15/sacerdotes-y-cientificos-de-copernico-a-lemaitre/ 7/7

También podría gustarte