El Carnaval de Oruro

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Carnaval de Oruro, patrimonio del mundo

Desde el año 2001, el Carnaval de Oruro es Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible
de la Humanidad. Desde el día que el documento, de 30 por 40 centímetros, fue firmado
por el Director General de la UNESCO, el japonés Koichiro Matsuura, la fama del carnaval
creció tanto, que llegó a situarse como uno de los más importantes del mundo. Ese 18 de
mayo de 2001, el jurado internacional, reunido en París, entregó la declaración a la
representante boliviana, la artista Zulma Yúgar. La declaración fue a parar a los pies de la
mismísima Virgen del Socavón, donde una misa y varias chinasupay le dieron la
bienvenida.

Colonialismo y tradición

Según Eddy Paravicini, cuando se funda la Real Villa de San Felipe de Austria, en 1606,
sobre un antiguo centro ceremonial Uru, muchas tradiciones empiezan un proceso de
sincretismo, que incluso en nuestros días, no ha terminado. La antigua festividad Uru de
ITO (fiesta que a su vez resulta de la unión de otras dos fiestas: la TIW Uru y la colla que
venera la pachamama ), es la base de lo que hoy se conoce como Carnaval de Oruro. En la
celebración andina, se sacrificaban llamas; en la recién llegada celebración católica, se
realizaba la misa.

Entre los vaivenes de la explotación colonial, aparece un joven: el Chiru Chiru o Nina
Nina, una especie de Robeen Hood con la piel color bronce, que robaba o ricos para repartir
a pobres. Una vez muerto, se descubre en su guarida, que sería el Socavón, la imagen de
una mujer que, dicen, le habría ayudado antes de su muerte. Para los católicos “no es otra
que la Virgen María”, asegura Paravicini. Sin embargo esta versión varía, si tomamos en
cuenta que Emeterio Villarroel, en la novena de la Virgen del Socavón (Dassain:1908 2 al
6), dice que Carlos Borromeo, Párroco de Oruro en 1789, recibió “la confesión de un joven
paciente”, que en momentos de agonía, dijo ser Anselomo Belarmino, el Nina Nina, y que
había sido auxiliado por la misma Virgen María para su confesión. El punto es que la
aparición de la mujer –la Virgen – llegó a muchos oídos, y no tardó en convertirse en una
festividad de gran importancia en la región. Pronto, aimaras y quechuas fortificaron con sus
danzas y músicas la celebración. Los indígenas también tomaron parte de la cultura
invasora, pero entendida a su modo. Así, según Paravicini, los “danzas como el Waka
Waka, tienen una influencia de un baile español”.

Religiosidad y agricultura

Los pueblos que allí habitaron, tuvieron - y aún tienen - un calendario agrícola que se
movía de acuerdo las temporadas del año. Así, el tiempo de la siembra, merecía un ritual, y
el de la cosecha, otro. Los españoles, al llegar, aprovecharon las coincidencias de fechas de
las celebraciones indígenas con las católicas y los usos de los dioses paganos, como el Inti.
De esta manera, la luna y el sol, idolatrados en las culturas andinas por su relación con la
pachamana, son cambiadas por las vírgenes, estrellas, santos, etc.

En tiempos de república, la tragedia del país minero cambió al español por el criollo y
mantuvo la estructura colonial casi intacta. Gracias a la fuerza del pueblo, el carnaval
mantuvo su fuerza; así, las primeras máscaras de morenada datan de los primeros años de la
naciente república de Bolivia, pues antes de 1830 no se usaban. El problema de la tierra
mantenía una paz poco duradera, lo que amplió cada vez más la brecha entre criollos y
clases populares. Las deidades indígenas ya habían sobrevivido 300 años de explotación
ibérica camufladas en las danzas en honor a la Virgen, ¿cuánto más podría la cultura
popular sobrevivir?.

Características únicas.

La fiesta carnavalera, es la más grande en la zona andina. A pesar de que no es el único


carnaval que lleva el título de Obra Maestra otorgado por la UNESCO (comparte el título
con el Carnaval de Barranquilla, Venecia, Brasil, de Binche y Aalst en Bélgica y de
Mohács, en Hungría), tiene características que lo hacen único.
Se realiza a 3700 msnm, en una población que lleva su identidad “a flor de piel”. Sus ritos y
ceremonias se realizan prácticamente todo el año y se repiten en diversos lugares del país e,
incluso, del mundo. Los “convites”, se realizan con meses de anticipación, y la veneración
a la Virgen tiene cónsules ad referéndum en miles de familias migrantes en España, Estados
Unidos, Italia, Brasil, Chile e incluso Australia, donde se realizan entradas con bailes y
vestimenta propias del carnaval, en honor a la misteriosa mujer que salvó del infierno al
Chiru Chiru.

Se combinan el hombre, la naturaleza y la religiosidad occidental, en un sincretismo único.


Según el documento presentado a la UNESCO, “el hombre andino asume su pasado, y
reconstruye su futuro basándose en su identidad cultural”. ¿Cómo, en el mundo moderno,
pueden mezclarse las visiones indígenas -pachamama, sumaq kawsay- con la adoración a
una virgen católica, que era símbolo de opresión en determinado momento, y la historia
trágica de un pueblo que pisaba un suelo tan rico, pero sin poder comer de él?. Tal vez el
Carnaval nos dé una respuesta cada año. Algunos dicen que “sólo si bailas los tres años,
cumpliendo con la promesa a la Virgen, entenderás”.

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