Aspectos Formales y Sustanciales de Una Sentencia
Aspectos Formales y Sustanciales de Una Sentencia
Aspectos Formales y Sustanciales de Una Sentencia
FORMALES:
Escritura
No obstante lo dispuesto en el art. 245.2 LOPJ ("las sentencias podrán dictarse de
viva voz cuando lo autorice la Ley"), y a diferencia del proceso penal o el laboral,
en el que caben las sentencias in voce, en el proceso civil de conformidad con lo
dispuesto en el art. 210.3 LEC, las sentencias han de ser siempre escritas, lo que
resulta del todo punto correcto, pues, al margen de que el proceso civil sea hoy
oral, la necesidad de otorgar fehaciencia y seguridad a las partes y a la sociedad
aconseja esta forma escrita de la sentencia. En segundo lugar, las sentencias, tal
y como dispone el art. 218.1, han de ser claras y precisas. Finalmente, han de ser
firmadas por todos y cada uno de los magistrados, registradas en el Libro de
Sentencias y custodiadas por el LAJ, quien podrá expedir las oportunas
certificaciones (arts. 212 y 213).
Cumplido este trámite, el LAJ notificará a las partes (y correrá, a partir de ese
momento, el dies a quo para la interposición de los recursos), debiendo, en
ocasiones, publicarse en los Diarios oportunos (arts. 212.1) y en el caso de las
constitutivas, podrían inscribirse en los pertinentes Registros públicos (art. 521.2).
Estructura
De conformidad con lo dispuesto en los arts. 248.3 y 209 LOPJ, la sentencia
consta de las siguientes partes: encabezamiento, antecedentes de hecho y
hechos probados, FD y fallo.
A. El encabezamiento: "En el encabezamiento deberán expresarse los nombres
de las partes y, cuando sea necesario, la legitimación y representación en virtud
de las cuales actúe, así como los nombres de los abogados y procuradores y el
objeto del juicio" (art. 209.1).
Con anterioridad a él, y a los efectos de identificación informática, suele recogerse,
con carácter general para todas las resoluciones, el número de autos o de rollo, la
determinación del tribunal con expresión de la designación de los magistrados que
lo componen e identificación del ponente (art. 208.3), el lugar y la fecha de la
publicación de la sentencia.
B. Antecedentes de hecho y Hechos probados: En segundo lugar y a
continuación, en epígrafe separado, "En los antecedentes de hecho se
consignarán, con la claridad y la concisión posibles y en párrafos separados y
numerados, las pretensiones de las partes o interesados, los hechos en que las
funden, que hubieren sido alegados oportunamente y tengan relación con las
cuestiones que hayan de resolverse, las pruebas que se hubiesen propuesto y
practicado y los hechos probados, en su caso" (art. 209.2).
Todo proceso en el que existan hechos controvertidos ha de culminar con una
sentencia con dicha declaración de hechos probados, pues sólo cuando exista
conformidad con los hechos puede el tribunal dictar una "sentencia inmediata" (art.
428.3) que podrá obviar dicha declaración. En las demás, y aunque tampoco se
haya practicado la Audiencia Principal por no haber propuesto parte alguna ningún
medio probatorio, habrá de contener dicha declaración, si bien, en este último
caso, circunscrita al examen de la prueba documental.
La declaración de hechos probados reviste una singular importancia, desde el
punto de vista de la motivación de la sentencia, y del éxito de los recursos por
error de hecho en la apreciación de la prueba, ya que la inexistencia de dicha
declaración o su ausencia de motivación pueden erigirse en un supuesto de
sentencia "manipulativa".
C. Los FD: "En los FD se expresarán, en párrafos separados y numerados, los
puntos de hecho y de derecho fijados por las partes y los que ofrezcan las
cuestiones controvertidas, dando las razones y fundamentos legales del fallo que
haya de dictarse, con expresión concreta de las normas jurídicas aplicables al
caso" (art. 209.3).
En dichos fundamentos hay que reflejar, por tanto, de un lado, "los puntos de
hecho y de Derecho", y de otro, el Derecho objetivo aplicable, incluida la
jurisprudencia reclamable a cada uno de los puntos de hecho que fundan la
pretensión y su resistencia. Dentro de tales FD reviste también esencial
importancia la ratio decidendi o argumentos jurídicos esenciales que justifican el
fallo.
La Fundamentación jurídica no tiene necesariamente que basarse en las
alegaciones de las partes, porque iura novit curia.
D. El fallo: "El fallo, que se acomodará a lo previsto en los arts. 216 y ss,
contendrá numerados los pronunciamientos correspondientes a las pretensiones
de las partes, aunque la estimación o desestimación de todas o algunas de dichas
pretensiones pudiera deducirse de los FD, así como el pronunciamiento sobre las
costas. También determinará, en su caso, la cantidad objeto de la condena, sin
que pueda reservarse su determinación para la ejecución de la sentencia, sin
perjuicio de lo dispuesto en el art. 219 de esta Ley" (art. 209.4).
En el fallo se determinan las consecuencias jurídicas del silogismo judicial, que
encierra una sentencia, en cuya premisa menor se determinan los hechos, en la
mayor, el Derecho aplicable y, en el fallo, los efectos o consecuencias jurídicas
que las normas asocian al cumplimiento de su presupuesto fáctico. El fallo
determina también los límites objetivos de la cosa juzgada y sus efectos, tanto el
positivo, en la medida en que lo que se ejecuta es lo que en el fallo se determina,
como los negativos o excluyentes de cualquier proceso posterior sobre el mismo
objeto.
En el fallo o parte dispositiva de la sentencia se inadmite, estima (total o
parcialmente) o desestima la pretensión, debiendo ser congruente con la misma,
sin perjuicio de que pudiera existir una congruencia implícita en los FD. Han de
pronunciarse tantos fallos cuantas pretensiones se hayan deducido en el
proceso (tanto en la demanda, cuanto en la reconvención), debiéndose reflejar en
párrafos separados y numerados cada uno de ellos (art. 218.3), incluido el
pronunciamiento en costas y, en su caso, la irrogación de una multa por infracción
de la buena fe procesal (art. 247).
También el fallo ha de ser claro, sin que encierre contenidos contradictorios.
SUSTANCIALES:
La obligación judicial de motivación.
La motivación constituye una exigencia constitucional derivada del derecho
fundamental a la tutela judicial efectiva; la obligación de motivación es necesaria
tanto en la determinación de los hechos probados y su valoración, cuanto en la
aplicación del Derecho, "... pues tanto si la aplicación de la legalidad es fruto de un
error patente, como si fuere arbitraria, manifiestamente irrazonada o irrazonable
no podría considerarse fundada en Derecho, dado que la aplicación de la legalidad
sería tan sólo una mera apariencia" (STC 23/1987).
El art. 218.2 LEC dispone que "las sentencias se motivarán expresando los
razonamientos fácticos y jurídicos que conducen a la apreciación y valoración de
las pruebas, así como a la aplicación e interpretación del derecho. La motivación
deberá incidir en los distintos elementos fácticos y jurídicos del pleito,
considerados individualmente y en conjunto, ajustándose siempre a las reglas de
la lógica y de la razón".
Así, la sentencia, en primer lugar, debiera razonar la prueba, lo que implica, no
sólo desterrar una afirmación apodíctica de los hechos probados, sino la
obligación de plasmar en ella el iter formativo de la convicción, determinando los
resultados probatorios y medios de prueba a partir de los cuales pueden
entenderse determinados hechos como probados con expresión del razonamiento
lógico que lleva a la convicción. Y en segundo, y en el caso de las presunciones,
ha de evidenciarse la prueba del hecho indiciario y el razonamiento lógico que
permite al tribunal inferir la conclusión (art. 386.1). A lo anterior se opone, sin
embargo, Ia doctrina sobre la valoración de la prueba "en su conjunto", que ha
llevado que el Tribunal Supremo proclame que no sea necesaria "una
detalladísima labor de investigación de las pruebas".
Junto al razonamiento de la prueba también la sentencia ha de motivar o razonar
la aplicación del Derecho, pues si la argumentación es irrazonable, arbitraria o
incurre en patente error, la parte gravada podrá impugnarla, en último término,
mediante el recurso constitucional de amparo.
La motivación puede ser escueta, siempre y cuando "las partes puedan conocer el
motivo de la decisión a efectos de su posible impugnación ante los órganos
jurisdiccionales superiores. Incluso, aunque la fundamentación jurídica pueda
estimarse discutible o respecto de ella puedan formularse reparos". Tampoco es
necesario que se de respuesta a todos y cada uno de los argumentos jurídicos de
las partes ni plasmar las citas jurisprudenciales sino exclusivamente reflejar
la ratio decidendi por lo que, si viene a faltar, ha de estimarse infringido el
precepto. El Tribunal Supremo permite la motivación por remisión de la sentencia
de segunda instancia a los FD efectuados en la primera. Sin embargo, la STC
341/2007 exige una contestación individualizada a la motivación del recurso o de
la pretensión.
La congruencia
A. Concepto y fundamento: La congruencia es una obligación constitucional,
surgida del ejercicio del derecho fundamental a la tutela y fundada en el
principio dispositivo, conforme a la cual la sentencia ha de adecuarse a las
pretensiones de las partes, sin que pueda el tribunal otorgar más de lo
pedido por el actor, menos de lo resistido por el demandante, ni fundar la
sentencia en causas de pedir distintas a las que se han erigido en el objeto del
proceso.
La primera nota que se infiere es la de que la congruencia es una obligación
constitucional que surge como consecuencia del ejercicio del derecho a la tutela
judicial efectiva del art. 24.1 CE, una de cuyas principales exigencias consiste en
que la sentencia ha de efectuar una respuesta adecuada a todas las pretensiones
y resistencias de las partes. El incumplimiento de dicha obligación dejará expedita
a la parte perjudicada el oportuno medio de impugnación ordinario contra la
sentencia y, en última instancia, el recurso de amparo, pues el Tribunal
Constitucional tiene declarado que el derecho a obtener del órgano jurisdiccional
una sentencia congruente forma parte del contenido del derecho a la tutela.
La congruencia también encuentra su fundamento en la manifestación del principio
dispositivo. En un proceso regido por el principio dispositivo las partes, no son sólo
dueñas de acudir o no al proceso para dirimir su litigio, sino que también, y si así
lo hicieran, les asiste el derecho a recibir, en la sentencia, una respuesta
congruente con sus pretensiones.
Alguna manifestación de la congruencia, como es el caso de la "omisiva", también
se encuentra estrechamente relacionada con el derecho de defensa, en la
medida en que la entrada de oficio de nuevas causas de pedir, sin que pueda
nada alegar sobre ellas la parte a la que le perjudica dicha ampliación le genera
indefensión material.
B. Clases: Tal y como establece la jurisprudencia del Tribunal Supremo "no puede
la sentencia otorgar más de lo que se hubiera pedido en la demanda, ni menos de
lo que hubiera sido admitido por el demandado, ni otorgar otra cosa diferente que
no hubiera sido pretendido" de lo que se infiere que la congruencia puede ser ultra
petitum, infra o citra petitum y extra petitum, a cuya relación todavía cabe
incorporar una modalidad (impropia), cual es la "incongruencia omisiva".
a) Ultra petitum: La incongruencia ultra petita partium surge cuando la
sentencia otorga más de lo pedido por el actor o por el demandado reconviniente.
La incongruencia ultra petita partium sucede cuando el fallo de la sentencia
excede cuantitativamente a lo solicitado en el "suplico" de la demanda.
b) Infra o citra petitum: a incongruencia infra petita ocurre cuando la
sentencia otorga menos de lo resistido por el demandado.
No se produce, incongruencia cuando el demandado niega la totalidad de la
pretensión y el tribunal otorga menos de lo solicitado por el actor (incluso en el
supuesto de que no hubiera comparecido el demandado).
c) Extra petitum: Existe incongruencia extra petita partium (fuera de lo
pedido) cuando el tribunal otorga cosa distinta a la solicitada por las partes, es
decir, resuelve algo que no se corresponde con las pretensiones deducidas por las
partes.
C. La incongruencia omisiva y la obligación de exhaustividad de las
sentencias: En estrecha relación con la incongruencia extra petitum ha surgido,
por obra de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, la incongruencia
omisiva, la cual puede ocurrir cuando la sentencia omita alguna petición o algún
elemento esencial de la pretensión.
En realidad, no integra éste un supuesto de incongruencia, sino de incumplimiento
de la obligación de exhaustividad de la sentencia, requisito también exigido por el
art. 218 números 1 ("decidiendo todos los puntos litigiosos que hayan sido objeto
del debate") y 3 ("Cuando los puntos objeto del litigio hayan sido varios, el Tribunal
hará con la debida separación el pronunciamiento correspondiente a cada uno de
ellos").
Pero, tanto el Tribunal Constitucional, como el Tribunal Supremo califican a este
vicio procesal como "incongruencia omisiva". De este modo, es una doctrina
consolidada del Tribunal Constitucional la de la prohibición de la incongruencia
omisiva, también llamada ex silentio, "que se producirá cuando el órgano judicial
deje sin contestar alguna de las pretensiones sometidas a su consideración por las
partes", por lo que también se infringe el derecho a la tutela cuando la resolución
impugnada "guarda silencio o no se pronuncia sobre alguna de las pretensiones
de las partes, dejando imprejuzgada o sin respuesta la cuestión planteada a la
consideración del órgano judicial, aun estando motivada", debiéndose distinguir,
en esta materia de incongruencia omisiva, "las alegaciones aducidas por las
partes para argumentar sus pretensiones y las pretensiones en sí mismas
consideradas, pues, si con respecto a las primeras puede no ser necesaria una
respuesta explícita y pormenorizada a todas ellas, respecto de las segundas la
exigencia de réplica congruente se muestra con todo rigor, sin más posible
excepción que la apreciación de que ha existido una desestimación tácita. Para
considerar, pues, que ha tenido lugar una respuesta tácita a las pretensiones
deducidas en juicio, y no una omisión contraria al art. 24.1 CE, es necesario que
del conjunto de los razonamientos contenidos en la resolución judicial quepa
deducir razonablemente no sólo que el órgano jurisdiccional ha valorado la
pretensión formulada, sino también la ratio decidendi o la razón que se erige en
causa de la respuesta tácita" (STC 212/2000).
Para que exista incongruencia omisiva es necesario que concurran los siguientes
requisitos:
1. en primer lugar, que no se pronuncie la sentencia sobre una
determinada pretensión o acto de disposición del proceso o sobre
su causa petendi;
2. en segundo, que no haya sucedido una contestación implícita
o desestimación tácita de la pretensión o de su causa de pedir;
3. en tercero, que tampoco haya sucedido una contestación por remisión a la
sentencia de instancia o a la fundamentación de la pretensión; y
4. finalmente que, como consecuencia de dicha omisión, se haya
ocasionado indefensión material a alguna de las partes, pues si de haber
tomado en consideración el tribunal la pretensión o su causa de pedir, el
fallo de la sentencia hubiera sido el mismo, tampoco habría infracción del
derecho a la tutela.
D. Requisitos: Los requisitos de congruencia pueden sistematizarse en subjetivos
y objetivos.
a) Subjetivos: Para que prospere la alegación de la incongruencia en casación
es necesario que el recurrente ostente legitimación, y además, que haya dado
ocasión, mediante la oportuna protesta, al órgano judicial de instancia a
restablecer dicho vicio de la sentencia.
Afirma el Tribunal Supremo que "no está legitimado el recurrente para recurrir
cualquier hipotética incongruencia omisiva de la demanda reconvencional, ya que
no es él el que la formuló sino la reconviniente" y que dicha legitimación asiste tan
sólo "a la parte que hubiera solicitado en su momento el pronunciamiento que se
diga indebidamente omitido". El fundamento de esta doctrina hay que encontrarlo
en los arts. 459 y 469 LEC, así como en el art. 44.1 LOTC que establecen la carga
procesal del recurrente de denunciar en la instancia tan pronto como sea posible
la infracción de los vicios in procedendo.
b) Objetivos: Como regla general, tan sólo ocasionan la obligación de
congruencia las sentencias estimatorias y no las desestimatorias ni las
absolutorias de la parte demandada, excepción hecha de que estas últimas alteren
la causa de pedir o aprecien una excepción no alegada por el demandado, toda
vez que resuelven explícita o implícitamente todas las cuestiones propuestas y
debatidas.
No toda omisión de respuesta a las alegaciones de las partes ocasiona el vicio de
incongruencia, sino tan sólo, y como regla general, a las peticiones contenidas en
el "suplico" de la demanda y la contestación, pues la congruencia ha de
entenderse como correlación, de un lado, entre el petitum de la pretensión y, de
otro, el fallo. Así lo declara la STS 475/2007: "La congruencia es la correcta
relación entre el suplico de la demanda y el fallo de la sentencia".
Ahora bien, de esta regla de "correlación o armonía entre las pretensiones de las
partes oportunamente deducidas en el pleito y la parte dispositiva de la sentencia"
cabe exceptuar la doctrina sobre la incongruencia omisiva, en la que la correlación
ha de existir también con la causa petendi. Así pues, la correlación del fallo ha de
suceder, tanto con el petitum, como con la causa petendi de la pretensión.
A este respecto, conviene recordar la redacción del art. 218.1. 2 ("El tribunal, sin
apartarse de la causa de pedir acudiendo a fundamentos de hecho o de Derecho
distintos de los que las partes hayan querido hacer valer, resolverá conforme a las
normas aplicables al caso, aunque no hayan sido acertadamente citadas o
alegadas por los litigantes"), la cual no implica que el tribunal esté vinculado por
las alegaciones jurídicas de las partes, pues, en la aplicación del Derecho, iura
novit curia, sino en las causas de pedir de la pretensión, entendiendo por tales
motivos los hechos jurídicamente relevantes para fundar la pretensión o, como
indica el Tribunal Supremo "el componente fáctico esencial de la acción
ejercitada", es decir, los títulos jurídicos fundados en hechos expresamente
alegados por las partes, cuya modificación ocasionaría una mutación esencial del
objeto procesal (así, si el demandante ha solicitado la rescisión de una
compraventa por impago del precio, incurriría el tribunal en incongruencia si
declarara la nulidad de dicha compraventa o, si, como indica la STS de 10 de
octubre de 2002, se ejercita una pretensión resarcitoria extracontractual, no puede
el tribunal otorgar una indemnización ex contractu).