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Jurar o Prometer

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¿JURAR O PROMETER?

(EN EL RITUAL MASÓNICO)


Por Rubén Legidos

I. INTRODUCCIÓN

En la actualidad jurar y prometer a nivel práctico y jurídico no se diferencian e


implican lo mismo, pues tanto una promesa como un juramento significa que se asume
la responsabilidad y el compromiso ético de estar diciendo la verdad. La RAE indica
que una promesa equivale a un juramento, sin fórmula religiosa de por medio. En otras
palabras podríamos decir que jurar para el hombre de hoy es asegurar el cumplimiento
de un compromiso y una verdad, poniendo de testigo a un poder divino, humano o
institucional, mientras que prometer implica adquirir un compromiso personal, desde
uno mismo y sin poner a nada, ni nadie de testigo.

En cierto sentido podríamos afirmar que la promesa es la “secularización” del


juramento, aunque en ciertas ocasiones el juramento indica la afirmación decidida de
una promesa. Esto último nos desvela que ambos términos, en ocasiones, son realidades
que no están tan delimitas como a priori se pudiera pensar.

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II. EN BUSCA DE UNA DEFINICIÓN

Jurar o juramentar proviene del latín jurare, de jus “derecho, jurisdicción”.


Cicerón dice que jurar es una afirmación religiosa, es decir, una afirmación con sanción
religiosa (De Officcis, 3,29). A su vez, este término deviene del término griego horkhos,
equivalente a herkos, que significa “valla, cercado”, lo que constriñe a una persona, de
ahí “juramento”.

El juramento en el mundo cristiano era una solemne apelación a Dios como


testigo de un pacto o para confirmar la verdad de un dicho y su violación era una gran
ofensa a Dios mismo. Esta concepción era la misma que tenían en las civilizaciones del
Antiguo Oriente; leyes y documentos mesopotámicos indican que el juramento se
prestaba a menudo tanto en los actos públicos como en los privados. A los oficiales
reales se les exigía un juramento de fidelidad, en los procesos judiciales se exigía el
juramento no solo a los testigos, sino también a las partes en causa. Era un acto sagrado,
que se pronunciaba habitualmente ante una imagen divina, y en el caso de los hebreos
ante ciertos objetos sagrados levantando la mano a Dios, lo que constituía una apelación
al Dios que habitaba en el cielo. Era un acto sagrado y el perjurio es considerado lo
sumo del sacrilegio y de la blasfemia y se castigaba severamente (McKenzie).

En el Catolicismo, el juramento es entendido como:1

2150 El segundo mandamiento prohíbe el juramento en falso. Hacer juramento o


jurar es tomar a Dios por testigo de lo que se afirma. Es invocar la veracidad divina
como garantía de la propia veracidad. El juramento compromete el nombre del Señor.
“Al Señor tu Dios temerás, a él le servirás, por su nombre jurarás” (Dt 6, 13).

2151 La reprobación del juramento en falso es un deber para con Dios. Como
Creador y Señor, Dios es la norma de toda verdad. La palabra humana está de acuerdo o
en oposición con Dios que es la Verdad misma. El juramento, cuando es veraz y

1 Catecismo de la Iglesia Católica.

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legítimo, pone de relieve la relación de la palabra humana con la verdad de Dios. El
falso juramento invoca a Dios como testigo de una mentira.

2152 Es perjuro quien, bajo juramento, hace una promesa que no tiene intención
de cumplir, o que, después de haber prometido bajo juramento, no mantiene. El perjurio
constituye una grave falta de respeto hacia el Señor que es dueño de toda palabra.
Comprometerse mediante juramento a hacer una obra mala es contrario a la santidad del
Nombre divino.

2153 Jesús expuso el segundo mandamiento en el Sermón de la Montaña:


«Habéis oído que se dijo a los antepasados: “no perjurarás, sino que cumplirás al Señor
tus juramentos”. Pues yo os digo que no juréis en modo alguno… sea vuestro lenguaje:
“sí, sí”; “no, no”: que lo que pasa de aquí viene del Maligno» (Mt 5, 33-34.37; cf St 5,
12). Jesús enseña que todo juramento implica una referencia a Dios y que la presencia
de Dios y de su verdad debe ser honrada en toda palabra. La discreción del recurso a
Dios al hablar va unida a la atención respetuosa a su presencia, reconocida o
menospreciada en cada una de nuestras afirmaciones.

2154 Siguiendo a san Pablo (cf 2 Co 1, 23; Ga 1, 20), la Tradición de la Iglesia


ha comprendido las palabras de Jesús en el sentido de que no se oponen al juramento
cuando éste se hace por una causa grave y justa (por ejemplo, ante el tribunal). “El
juramento, es decir, la invocación del Nombre de Dios como testigo de la verdad, sólo
puede prestarse con verdad, con sensatez y con justicia” (CIC can. 1199, §1).

2155 La santidad del nombre divino exige no recurrir a él por motivos fútiles, y
no prestar juramento en circunstancias que pudieran hacerlo interpretar como una
aprobación de una autoridad que lo exigiese injustamente. Cuando el juramento es
exigido por autoridades civiles ilegítimas, puede ser rehusado. Debe serlo, cuando es
impuesto con fines contrarios a la dignidad de las personas o a la comunión de la
Iglesia.

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En cambio a lo expuesto, promesa en hebreo es Omer (dicho, promesa) y dabar
(palabra, promesa) y en griego epangelía, el cual es un término legal que denota una
citación, de epa, “sobre” y Angello “proclamar, anunciar”, significaba también un
compromiso de hacer o dar algo, una promesa. Por lo tanto, prometer significaba
comprometerse a dar más tarde. Se trata de una institución importante para la
convivencia humana, por ser un “modo fundamental de asumir empeños y obligaciones
respecto a una o más personas que son conscientes de ello” (Kramer).

III. UNA PRIMERA CONCLUSIÓN


Puede decirse que en la promesa y el juramento el hombre se proyecta a sí
mismo, sus propósitos y su actividad en el ámbito del tiempo futuro. El valor moral en
el que obviamente apoya tal proyección y construcción de sí y de los otros es
indudablemente la fidelidad, es decir, la capacidad del hombre de ser fiel a cuanto
promete y jura.

IV. JURAMENTO O PROMESA, UNA PROBLEMÁTICA RELIGIOSA

Una de las primeras problemáticas que afrontamos ante el uso del juramento es
la secularización. En una sociedad secularizada no se acepta a Dios como instancia
trascendente, que vigila con su venganza el mantenimiento de la obligación aceptada o
la veracidad de la cuestión en sí. Esto ha relativizado el valor del juramento en sí.

Otra cuestión sería de índole teológico/religiosa y nació con la llamada reforma


radical. De ahí posteriormente pasó al calvinismo y al puritanismo. Según los cristianos
reformados entendieron de las palabras de Jesús, Cristo prohibió el juramento (cf. Mat.
5, 33-37). Para ellos, era difícilmente aceptable que se mezclara tan a la ligera a Dios en
los asuntos, a menudo bastantes banales, de los hombres y a su vez, les parecía que
incluso el uso del juramento podía, por un lado, ser motivó de que se desarrolle una
cierta superstición en la sociedad y, por otro, ocasión de muchos perjurios, dada la
ligereza con que podría usarse. Para ellos, el Maestro Jesús prohibió de manera absoluta
el uso del juramento. Para comprender de manera adecuada esto, es importante entender

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lo que significaba para un judío el juramento. Aquel que juraba en falso o deshacía un
juramento ya hecho, quebrantaba la fe jurada y esto era tipificado como delito de falso
testimonio. El perjurio estaba estrictamente prohibido en la Ley Mosaica como uno de
los pecados más odioso contra Dios y contra el prójimo.

(Este autor, podría aclarar desde otra perspectiva e interpretaciones diferentes


dentro del protestantismo esta cuestión, pero no es el asunto que hoy nos ocupa).

V. EL JURAMENTO MASÓNICO

Es evidente que en masonería no hay unidad de ritos, pero en general, todos han
tenido y tienen juramentos. Esta tradición deviene ya de los Antiguos Deberes de la
masonería operativa. En estos documentos se recogían normas que regulaban el
exclusivo arte de la construcción en unos tiempos en los que la transmisión de los
conocimientos no era fácil. Por regla general estos documentos están escritos en clave
de religiosidad cristiana medieval, comenzando frecuentemente con una invocación
religiosa, e incluso plegaria, de obligada recitación a veces para los masones dentro de
las Logias. En cuanto a su temática de la parte histórica de los manuscritos, aunque
variada, existe cierta preferencia, constatada en varios documentos, por la construcción
del Templo de Salmón. Aunque no faltan tampoco alusiones a otras construcciones tales
como la Torre de Babel, o relacionadas con personajes del mundo gnóstico, como
Hermes Trimegisto. A la vez, la sociedad gremial de los constructores tenía santos que
la protegían, por ello, la referencia al santoral es una constante en esta documentación.
Por último, los documentos constan de un juramento ineludible en la preservación del
secreto. Esto dotaba a estos documentos de un envoltorio histórico, místico e iniciático,
que aspiraba a convertirse en una regla de vida o código para aquel que se adentraba en
el gremio de la construcción. En definitiva eran sus responsabilidades, deberes y
principios de carácter ético-moral por los que los miembros del gremio se regían.

René Désaguliers precisa que puede encontrarse en las antiguas constituciones


de 1722 y que publicó J. Roberts, un juramento de origen operativo de 1663. Este

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juramento se pronuncia sobre la Biblia, en nombre de Dios y de San Juan, pero
igualmente sobre las herramientas de la Francmasonería. Si lo traicionara, el ingresante
deberá responder ante Dios, el día del juicio final. El juramento determina la condición
preliminar indispensable para la comunicación de los secretos. En efecto, nada será
revelado bajo cualquier forma que sea, bajo la pena de castigos corporales abominables.
De tal forma, ese secreto no podrá ser compartido mas que con otros masones
ingresados.

En su momento, algunos masones consideraron crueles y excesivos los términos


del juramento de secreto exigido a quien era recibido en la Orden pues, en efecto, la
fórmula amenazaba con castigos atroces. Pero sorprendentemente, tal fórmula no fue
mitigada sino que se propagó por todas las logias del continente europeo y americano. 
Tales expresiones se prolongaban también en los juramentos exigidos en grados
superiores. Tales penalidades físicas eran herencia del derecho penal medieval inglés y
concretamente, del castigo aplicado a los reos de alta traición o atentado al rey (laesa
maiestatis) que consistía en colgar, abrir el vientre y eviscerar al condenado mientras
seguía vivo. Las ordenanzas de la marina inglesa establecían que “el culpable sería
mantenido en el límite de la bajamar, por tres veces, con las manos y pies atados, la
garganta tronchada, la lengua arrancada y el cuerpo será echado a la mar”.

El asunto de las penas en los juramentos, fue visto por algunos masones con
cierto recelo. Esto provocó cierta problemática en el seno de la UGLE, hasta el punto
que el 11 de junio de 1986, la Gran Logia Unida de Inglaterra votó la moción de
modificar el ritual, la penalidades fueron retiradas del juramento y asignadas a otra parte
del ritual.

A su vez, en el seno de la Iglesia Católica el juramento masónico efectuados


sobre la Biblia y bajo amenaza de padecer castigos en caso de perjurio, es advertido
con cierta sospecha. La encíclica “Providas” de mayo de 1751 signada por Benedicto
XIV y la encíclica “ecclesiam” de Pío VII de septiembre de 1821 denuncia los términos
del “juramento tan severo”. Más explícitamente, la constitución apostólica “Quo
Graviora” de León XII fechada en marzo de 1826 declara que;

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“Nosotros condenamos singularmente y declaramos nulos los juramentos impíos y
culpables por los cuales aquéllos que ingresando en esas sociedades, se obligan a no
revelar a ninguna persona lo que ellos tratan en las sectas y a condenar a muerte los
miembros de la sociedad que llegan a revelarlo a los superiores eclesiásticos o laicos
¿Acaso no es, en efecto, un crimen el tener como un lazo obligatorio un juramento, es
decir un acto debido en estricta justicia, que lleva a cometer un asesinato, y a
despreciar la autoridad de aquellos que, teniéndola carga del poder eclesiástico o civil,
deben conocer todo lo que importa a la religión o a la sociedad, y aquello que puede
significar un atentado a la tranquilidad?”.

VI. EVOLUCIÓN EN EL JURAMENTO MASÓNICO.

Tanto la ceremonia como los juramentos que en ella se realizan han ido
cambiando. En el Régulateur, por ejemplo, hay un punto de ruptura con el sistema
operativo, pero se mantiene aún este tono esa herencia de los modos macabros. Promesa
que hace el recipiendario en el grado de Aprendiz en el Régulateur:
"Juro y prometo, sobre los Estatutos Generales de la Orden, y sobre esta espada
símbolo del honor, ante el Gran Arquitecto del Universo, guardar inviolablemente todos
los secretos que me serán confiados por esta Respetable Logia, así como todo lo que
habré visto hacer o escuchado decir; nunca escribirlos, grabarlos, ni burilarlos, si no he
recibido el permiso expreso, y de la manera que podrá serme indicada. Prometo amar a
mis Hermanos, socorrerles según mis facultades; prometo además atenerme conforme a
los estatutos y Reglamentos de esta Respetable Logia. Consiento, si fuera perjuro, a
tener la garganta cortada, el corazón y las entrañas arrancadas, el cuerpo quemado y
reducido a cenizas, y mis cenizas lanzadas al viento y que mi memoria sea en
execración a todos los Masones! ¡Que el G.·.A.·.D.·.U.·. me ayude"

En Francia, observamos que se produce una significativa transformación del


juramento al hacer: "la promesa ante Dios como testigo" por una promesa más de
carácter más ciudadano: "sobre la fe de gentilhombre con la ayuda y en nombre del
Gran Arquitecto del Universo que es Dios" lo cual se constata además, en otras

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referencias masónica tales como “Le Sceau Rompu” de 1745, o Le Macon Demasqué de
1751 o aún en algún otro ritual de 1758 como “Element de la maconnerie”.

Willermoz dará un paso más en 1765 con respecto a esta frase de "prometo ante
el Gran Arquitecto del Universo" lo cual tendrá cierta fecundidad dentro del Régimen
Rectificado, y será recogido, como nos indica Rene Guilly, por el Gran Oriente de
Francia, en la edición de su primer ritual el Régulateur du Maçon.

VII. CONCLUSIONES

La evolución y cambios rituales no ha tenido como criterio el capricho de sus


practicantes, sino que en su esencia han influido tanto el espíritu secular que en cada
latitud geográfica invadía a la masonería, como las concepciones teológico/religiosas
que los mantenían.

Detrás de las concepciones religiosas, en el seno de la masonería, se han


centrado polémicas tales como la cuestión entre el teísmo o deísmo del ritual masónico.
Algo que hoy, podría parecernos un asunto menor, fue de vital importancia entre los
Antiguos y los Modernos. A su vez, la idea de juramentar en la ceremonia masónica, no
hubiera supuesto nunca un problema para un anglicano inglés, pero sí para un escocés
presbiteriano. Por esta tema, la masonería si deseaba ser el centro de unión y el medio
de conciliar en verdadera fraternidad a las personas que de otro modo hubieran
permanecido perpetuamente distanciadas (tal y como proclama el I Landmark), era
necesario ofrecer una alternativa entre jurar y prometer. Ofrecer la posibilidad de una
elección no era una cuestión entre ateísmo/gnosticismo y fe (como algunos
erróneamente pueden creer), sino que esta disyuntiva se encuadraba dentro del ámbito
de la fe y la interpretación teológica.

El jurar o no jurar en masonería era una problemática esencial entre los masones.
Si no hubiera habido una flexibilización del juramento, muchos candidatos a la
iniciación no hubieran podido conciliar su fe con la francmasonería. Por esta razón, esta

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cuestión planteo una diatriba en la antigüedad que desafió a los miembros de la Orden a
buscar vías que fueran motivos de unión y no de desencuentro.

Esa actitud de nuestros hermanos mayores es una lección histórica que nos
legaron y que tiene plena vigencia y actualidad para nosotros.

BIBLIOGRAFÍA

- ALVARADO PLANAS, J. Monarcas masones y otros príncipes de la Acacia. Ed.


Dykinson, Madrid, 2017, vol. II.
- DIOCESIS DE CANARIAS. Jurar o prometer, ¿cuál es la diferencia?. Art. Web.
Disponible en: https://diocesisdecanarias.net/jurar-o-prometer/
- LACOSTE, J.Y. Diccionario crítico de Teología. Ed. Akal. Madrid, 2007.
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wiki. Disponible en: https://freimaurer-wiki.de/index.php/
Es:El_Juramento_en_el_Grado_de_Aprendiz
- MENDEZ TRELLES, I. Antiguos deberes. Ed. masónica. Oviedo, 2013.
- ROPERO BERZOSA, A. Gran Diccionario enciclopédico de la Biblia. Ed. Clie.
Barcelona, 2017.

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