EL PASO DEL MITO AL LOGOS. Darío Stajzsrajber

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EL PASO DEL MITO AL LOGOS

DARÍO SZTAJNSZRAJBER
¿Para qué sirve la filosofía? Capítulo 11. La filosofía como pasaje del mito al
logos
Se dice que la filosofía nació en Grecia cuando una serie de pensadores se
preguntaron por primera vez por el origen de todas las cosas. Esos pensadores
vivían en Mileto, costa asiática del Mediterráneo, alrededor del siglo VI a. C. Se
discute mucho la cuestión del comienzo, esa manía nuestra de querer priorizar
momentos fijos con héroes que transformaron de raíz la escena vigente. A veces
se suele presentar a Tales como una especie de héroe, que en medio de una
cultura mitológica, se iluminó e inventó la filosofía.
Es cierto que según los registros históricos y sobre todo de acuerdo al
relato que hace Aristóteles de los primeros filósofos previos a él, Tales fue quien
pronunció por vez primera una respuesta racional, natural y conceptual sobre
la cuestión del origen. ¿Cuál fue el principio de todas las cosas? ¿Cuál fue el
arché? Arché en griego significa «principio rector» y está asociado tanto a un
elemento material a partir del cual todo proviene, como a la idea de rey o
señorío. Lo que rige todo, pero no es regido; lo que no necesita de nada para
subsistir.
Tales no trajo a colación ninguna deidad ni efecto sobrenatural, sino que
justamente se lo reivindica como primer filósofo debido a su respuesta: el
origen de todas las cosas es el agua. De algún modo es claramente justificable la
dependencia última de cualquier entidad con respecto al agua. Y en última
instancia, convenza más o menos, el intento por responder desde un dispositivo
de saber encuadrado en la tensión entre filosofía y ciencia, lo coloca en otro
lugar al usual de sus tiempos.
Sin embargo, lo interesante es vislumbrar el modo en que se fue
instalando un tipo de abstracción, obsesionada por encontrar la unidad en la
diversidad, lo común a la multiplicidad de entes que pululan por doquier. Lo
interesante es entender que hubo un acontecimiento o acontecimientos que
fueron llevando a la necesidad de sintetizar, de reducir, de simplificar, de
economizar, de administrar las diferencias a partir de estructuras comunes que
en su simplicidad nos proveyeran de explicaciones satisfactorias y
tranquilizantes. Nos anestesiaran un poco. Quiero decir; ¿por qué tanta
obsesión por encontrar un principio que unifique, que mancomune, que
desdiferencie, que agrupe? ¿Por qué el camino no fue otro? ¿Por qué en
realidad el camino no fue múltiples caminos? ¿Qué se gana y qué se pierde al
economizar lo múltiple y reducir lo real a principios firmes y definitivos? (…)
La pregunta por el por qué parece que
sólo puede contestarse con respuestas
últimas y únicas. No es casualidad que el
Dios que ha triunfado haya venido de la
mano y con la mano del monoteísmo: un
único Dios, una única verdad. ¿Pero por
qué? ¿Por qué la pregunta por el por qué
solo parece poder responderse con
respuestas últimas y únicas? ¿Qué tipo de
orden se esconde detrás de la unidad de lo
diverso? O más bien, ¿por qué la unidad
tiene mejor prensa que la diversidad? O
mejor, ¿por qué cuánto más hallamos lo
común entre los entes nos sentimos más
cerca de la verdad y cuánto más nos
perdemos en las diferencias, nos sentimos
a la deriva? Hay como una economía del
pensamiento que en la racionalización,
medición y cuantificación de ideas, se
ordena mejor. ¿Pero qué es el orden? ¿Qué se gana y qué se pierde con el
orden? ¿Y con cuál orden? ¿Hay un orden natural de las cosas?
Ya el mundo de la mitología griega tenía sus complejidades. Pero una de
las formas oficiales de narrar el origen de la filosofía es con el relato del pasaje
del mito al logos. La idea de pasaje supone dos estados diferenciados y un
momento de transición concreto que suele cristalizar ambos estados como si no
hubiera procesos, sino cambios radicales y terminantes. (…) No es cierto que
hasta Tales toda la cultura griega estaba escudriñada por la mitología y en el
medio de tanta «oscuridad», Tales se dio cuenta y empezó a pensar. ¿No se
pensaba antes? ¿Los mitos no tienen nada de pensamiento? Y al revés, ¿no hay
algo de mito en la razón?
Los mitos son cuentos, relatos, pero que no aspiran a una explicación
racional de lo real, o incluso podríamos decir que no aspiran a una explicación
sino a una praxis, a la conformación de una costumbre. Los mitos nos brindan
el horizonte dentro del cual ciertas costumbres se ven legitimadas, cobran
sentido. Pero no intentan construir una justificación racional donde todo lo
afirmado se encuentre debidamente justificado y demostrado con argumentos
lógicos o empíricos, sino que al contrario apelan más a la emoción, a la
sensibilidad, a la memoria, a las fantasías, a todos aquellos aspectos más bien
irracionales de lo humano y que en cuanto tales impulsan a la acción. Tampoco
la historia de la mitología griega es lineal. Los mitos mutan todo el tiempo de
acuerdo a la zona, a la época, a los protagonistas. Y su narración por parte de
los poetas también va transformándose, adquiriendo con el paso de los siglos
cada vez mayor racionalidad.

Mito y logos son dos términos que se nos presentan confrontados y sin
embargo se ven unidos por más de una variable. En principio se puede
reconocer en Tales tanto a un mitólogo como a un filósofo. De acuerdo a las
fuentes textuales, lo que a lo sumo se puede saber que escribió auténticamente
Tales fue algo así como que «la Tierra flota sobre el agua como un leño». De allí
que ligar más esta idea con la noción científica de agua que con los mitos
adjudicados al dios Poseidón, tiene más que ver con la necesidad de Aristóteles
de fundar su propia historia como sucesor de una cadena de filósofos que con
alguna prueba concreta. Todos los pensadores presocráticos se encuentran
siempre en el límite entre el mito y el logos, y también al revés, se puede
encontrar en los relatos mitológicos de Hesíodo y el nacimiento de todas las
deidades narrado en la Teogonía, una disposición racional de vínculos entre los
dioses y los objetos del mundo que lo hace tener más que ver con la lógica del
logos que con el mito. (…)
Es cierto que algo fue surgiendo en la Grecia arcaica que se fue
convirtiendo en lo que llamamos filosofía, cada vez más alineada con los
discursos racionales, y menos conectada con los discursos míticos. Ya en la
Grecia clásica ateniense, la divisoria es clara, aunque a los ojos del racionalismo
moderno, la filosofía de Platón se encuentre en el límite. Son estas dicotomías
las que de alguna forma se van instalando como ordenatorias de todo saber y
que terminan agudizando los extremos: mito «o» logos, y no mito «y» logos. De
hecho en la etimología de la palabra logos está la idea de cuento, el contar, el
enumerar, donde el cuento sigue siendo la narración del mito, pero ahora
siguiendo pasos, adaptándose a cierto orden, a cierta ley. El mito y el logos
pueden tratarse de lo mismo: formas de conectarnos con lo real a través de un
sentido, a través de un relato. Cuentos…
Cuentos. ¿Cómo se creó todo? ¿Cómo se creó aquello que creó todo?
¿Cómo se creó lo que creó que se creó todo? Cuentos para niños: apasionados,
terapéuticos, tranquilizantes. Todo en definitiva es discurso y además, todo es
cuento. ¡Tiene que haber sentido! Todos los eventos se cuelgan de un cuento
que hace de hechos aislados una historia. No importa si es lógica o no, la lógica
viene después. Primero el cuento: algunos son lógicos y otros no, pero todos
funcionan. El conocimiento científico moderno, con sus criterios de prueba y
sus criterios de verdad, también es un cuento que, cuando se instala, se vuelve
evidencia. Se vuelve normalidad de una época. Se vuelve garantía de
funcionamiento. (…) Filosóficamente hablando, puede ser cualquier cosa.
Poseemos la disposición a cuestionarlo todo y en ese sentido, las pruebas
cumplen un papel posterior. Lo importante es el cuento. Y en todo caso la
prueba empírica ya supone un cuento previo que hace de nuestro acceso a los
hechos, una acción transparente.
La fuerza de los cuentos… Hesíodo cuenta en la Teogonía que en el
principio era Caos y de Caos fueron naciendo varios dioses, los principales Gea
y Eros, la tierra y el amor. De Gea se engendró Urano, el cielo, y entre Gea y
Urano y gracias a Eros, se fue poblando el mundo con cientos de dioses que
corresponden a la mayoría de las entidades existentes. Hay una lógica en el
planteo, hay logos aunque esté escondido en un relato mítico. Los límites entre
el mito y el logos son difusos. La coherencia lógica y la causalidad en el
ordenamiento de los dioses explican con una gran cuota de racionalidad el
origen de todas las cosas. Por eso hablar del origen de la filosofía es como
hablar de cualquier origen: es hablar de aquello que desde el presente, desde
cada presente, se configura como encadenamiento de sentido. Podría nacer la
filosofía con Hesíodo, pero Aristóteles puso el acento en Tales y el tipo de
filosofía que luego se fue instalando con su propia naturaleza filosófica fue
haciendo de Tales el iniciador de esta forma de pensar. En realidad, si
tomásemos muchas de las más importantes filosofías de los últimos siglos, casi
ninguna engancharía con lo que hace de Tales el primer filósofo. ¿Pero hay algo
en común entre todos aquellos que sostienen estar haciendo filosofía?
12. Los primeros filósofos
¿Tendría algún sentido seguir buscando el origen si concluimos que no
hay origen o que el origen es un punto puesto desde el presente con el fin de
calmar ciertas angustias existenciales?
Tales sostuvo que el origen de todo se hallaba en el agua. Anaxímenes
sostenía sin embargo que como el agua está hecha de aire, éste era en realidad el
elemento último. Los primeros filósofos explicaban el origen desde la categoría
de causa material, es decir que, para la historia oficial de la filosofía, hay en sus
principios un entrelazamiento esencial entre hacer filosofía y buscar lo común,
lo que subyace, la materia que emparenta a todos los entes. El ejercicio de
abstracción supone la búsqueda de unidad. La filosofía nace con este estigma y
así va abandonando toda diferencia, toda singularidad. Lo que importa es
hallar ese elemento que no se genera y que no se corrompe, una especie de
sustancia común y por ello universal a todos los entes.
Las diferentes posiciones entre los presocráticos van a estar delimitadas
muchas veces en el pasaje del carácter más bien material hacia otro cada vez
más ideal, más abstracto de este o estos elementos últimos. Ya Anaximandro de
Mileto —siglo VI a. C.— propuso pensar al principio como lo indefinido, lo
ilimitado —to apeiron—, un concepto más hermanado con el caos mítico, pero
según consta en sus fragmentos, con una explicación que la desplaza desde la
cosmogonía hacia la cosmología. Pasar a hablar de lo ilimitado ya supone un
salto conceptual importante con respecto al agua o al aire. Anaximandro nos
está proponiendo un ciclo metafísico, o más bien, nos está adentrando en la
metafísica.
El término cosmogonía hace referencia al nacimiento de los dioses, mientras
que el término cosmología se refiere más bien al origen de las cosas. En ambas
palabras está presente el término cosmos que refiere a la idea del universo como
un todo ordenado. Elpasaje del mito al logos es de alguna manera pasaje de la
cosmogonía a la cosmología, donde ese logos cada vez más se va a ir
independizando de lo mítico y acercándose a lo racional en estado puro. Una
racionalidad que a diferencia de la razón moderna no es tanto un aspecto
diferencial del ser humano, sino la estructura misma del acaecer de lo real.
¿Qué significa que algo sea racional, o para usar una derivación del término
griego, que algo sea lógico, que se dé con cierta lógica? ¿Dónde está la lógica: en
las cosas o en la mente? El pensamiento moderno en su variante ilustrada, va a
ir cada vez más confinando la lógica a una operación del sujeto, pero en el
mundo antiguo se pensaba con una fuerte asunción del carácter realista de las
cosas. O sea, la lógica, la racionalidad es una característica —sino la
característica esencial— de la realidad. Y por eso el mundo es un cosmos, una
realidad ordenada: porque es racional, lógico, está ordenado por un logos, del
cual el ser humano participa o refleja. (…)
Está claro que en el mundo griego se va instalando una filosofía netamente
objetivista, donde no hay dudas de la existencia de un orden natural de las
cosas. De hecho, la misma idea de naturaleza, la physis, supone una especie de
armonía general y lógica donde el ser humano solo juega una parte. El logos, la
physis, figuras antiguas de la metafísica griega. ¿Pero qué es la metafísica?
Para Anaximandro y de acuerdo a cierta interpretación de sus fragmentos,
se puede pensar un ciclo de las cosas que comienza en ese caos ilimitado que es
to apeiron o el lugar o no-lugar donde todo se encuentra mezclado,
desconformado (sin todavía tener forma), confuso, ilimitado. Algo así como esa
figura bíblica del origen en el Génesis donde se dice que en el principio Dios
creó al mundo y el mundo estaba tohu vabohu: sin forma y sin orden. La tarea
posterior de Dios fue comenzar a conformar las cosas, a conformarlas como
cosas. ¿Pero cómo entender este mismo esquema sin los supuestos de un
creador o de un demiurgo que como un escultor va brindando forma a las
entidades del mundo?
Según cuenta Simplicio: Entre los que dicen que es uno, en movimiento e
infinito, Anaximandro de Mileto, hijo de Praxíades, que fue sucesor y discípulo
de Tales, dijo que el principio y elemento de todas las cosas existentes era el
ápeiron [indefinido o infinito], y que el primero que introdujo este nombre de
«principio». Afirma que este no es agua ni ningún otro de los denominados
elementos, sino alguna otra naturaleza ápeiron, a partir de la cual se generan
todos los cielos y los mundos que hay en ellos. Ahora bien, a partir de donde
hay generación para las cosas, hacia allí también se produce la destrucción,
«según la necesidad; en efecto, se pagan mutuamente culpa y retribución por su
injusticia, de acuerdo con la disposición del tiempo», hablando así de estas
cosas en términos más bien poéticos.
Y así como Dios según la Biblia, de ese caos originario le fue dando
entidad a las cosas, del mismo modo según Anaximandro, los entes «caen»,
vienen al ser, o sea, se vuelven cosas reconocibles, ordenadas, conformadas
(recordemos siempre que tiene que haber un orden lógico en la naturaleza,
independiente del ser humano), solo en la medida en que se vuelven
contradictorias. ¿Qué quiere decir esto? Solo en la medida en que de cualquier
cosa, se pueda reconocer al mismo tiempo qué es lo que es como también que es
lo que no es, podemos entonces reconocerla en su singularidad. O sea que para
delimitar claramente a cualquier entidad, para que se vuelva algo delimitado y
por ello diríamos, algo independiente (en una primera percepción), resulta
necesario que haya contradicción en el sentido de que la cosa en cuestión tiene
que al mismo tiempo ser y no ser. Está claro que el ser y el no ser se juegan en
planos diferentes, pero muestran de algún modo la contingencia de cualquier
ente: su finitud. Nada es nunca de modo definitivo ni de modo único. Nada es
completamente independiente.
Del caos primero se fueron conformando las cosas, pero claramente lo
primero que se conformó fue el hecho «cosa», la posibilidad de que algo sea
cosa. Este asiento, esa ventana, (…), antes de ser cada uno lo que son, «antes» en
un sentido ontológico, son cosas. Y son cosas porque son. Ser es la primera
entidad que todostenemos. Es lo que nos da entidad. Pero para ser algo, tenemos que
poder al mismo tiempo no ser otra cosa, ya que de lo contrario no podríamos
delimitarnos de nada o de nadie. (…)

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