La Poesia de Jose Luis Tejada - Ana-Sofía Pérez-Bustamante Mourier
La Poesia de Jose Luis Tejada - Ana-Sofía Pérez-Bustamante Mourier
La Poesia de Jose Luis Tejada - Ana-Sofía Pérez-Bustamante Mourier
Dentro de la rama andaluza de la generación del medio siglo, fue José Luis
Tejada (El Puerto de Santa María (Cádiz), 1927 - Cádiz, 1988) una voz poética
representativa de la trayectoria de la lírica meridional de la posguerra pero también
desconcertante y singular. Esta singularidad tiene mucho que ver, de un lado, con la
pluralidad de sus registros: fue la suya una voz plural en temas (el amor, Dios, la poesía,
la tierra y las gentes andaluzas, la existencia y la convivencia social), plural en estilos
(el culto barroco, el culto más prosaico y realista, el puramente popular y el
estilizadamente neopopularista) y plural en las influencias que asimiló. En sus propias
palabras, extraídas de una entrevista que le hizo Antonio Gracia Mainé en 1984:
[he tenido] influencias muchas y fuertes al principio y a todos los niveles. Unas, las
comunes de mi generación: Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, nuestros clásicos,
el modernismo, algunos del 27, algunos franceses... Y entre ellas, otras que yo estimo
más particularmente mías: los Cancioneros, el Romancero, el Cante Flamenco, Dámaso
Alonso, Manuel Machado, Miguel Hernández, César Vallejo, un último y mal conocido
Amado Ñervo, Quevedo, Lope y San Juan de la Cruz1.
no me tengo por muy “representativo”. En la poesía que se hizo en Cádiz y, ¿por qué
no?, en España en los años 50 creo que (...) signifiqué una voz propia, original y bien
timbrada, clara y profunda al mismo tiempo, sencilla y barroca a la vez, como por
entonces alguien dijo: una cierta sorpresa y una esperanza, en parte, luego, defraudada;
un verso asequible y bien dicho, personal, que entusiasmó un poco a muchos y mucho a
muy pocos. Se llegó, me consta, a rezar con mis sonetos y a cantar con mis soleares
incluso muy lejos de Cádiz. Luego, creo que algunos poetas más jóvenes aprendieron
algo de mi reconocido dominio formal, de un sentido lúdico y musical del verso, de la
gracia gaditana, de una espiritualidad no exenta de sensualidad y osadía... Después la
vida me fue alejando de los escenarios literarios y hoy por hoy pienso sinceramente que
mi poesía no significa nada o casi nada para los jóvenes poetas gaditanos, entre otras
razones porque, en su mayor parte, no la conocen.
Los últimos años de Tejada como poeta se vieron ensombrecidos por cierto
escepticismo melancólico, como testimonia esta entrevista, pero la desconexión de
Tejada con respecto a la poesía más vigente venía en realidad de antes.
1
GRACIA MAINÉ, Antonio: “José Luis Tejada: poesía en la bahía”, en Patio abierto (I.C.E. de la
Universidad de Cádiz), n° 10-11, abril-julio de 1984, págs. 26-38. La entrevista, en págs. 27-28.
4
Breve historia de un largo desencuentro
No sólo se trata de que José Luis, a diferencia por ejemplo de José Manuel
Caballero Bonald o Fernando Quiñones, se quedase en el área gaditana, voluntariamente
recluido en un circuito periférico: se trata de que su poesía pareció permanecer en gran
medida anclada, de un lado, en una poética entre formalista y (neo)popularista muy
típica de los ambientes andaluces de posguerra, y, de otro, en una poética entre
existencial y cívica característica de la generación del 36. Estos rasgos lo alejan de lo
que aportó a la poesía contemporánea la promoción del 50, a saber: la concepción de la
poesía no ya como dramática forma de comunicación de un mensaje predeterminado
entre el existencialismo y la circunstancia social (algo propio de la generación del 36 en
su momento histórico) sino como “modo” (o quizá mejor “acto”) de conocimiento de
una realidad compleja, íntima y externa, que emana de la experiencia pero no pre- existe
sino que se va produciendo a lo largo del proceso de creación en el poema mismo, y que
precisa de manera determinante de la colaboración del lector para alcanzar un
significado2. Tejada rozó en ocasiones esta actitud creadora, pero en última instancia,
como iremos viendo de forma pormenorizada, su fidelidad a sus convicciones éticas y
estéticas le impidió avanzar por esta vía. En este sentido es significativo el hecho de que
José Manuel Caballero Bonald, en sus memorias, no recuerde apenas a José Luis sino
para definirlo de pasada como “un poeta portuense de prolífica cuerda neoclásica”3. Y
en este sentido es igualmente significativo que Fernando Quiñones (que evolucionó algo
más lentamente que otros compañeros del 50), estableciese “dos épocas” en su propia
poesía y sólo concediese valor a la segunda, a la que inauguraron Las Crónicas de mar y
tierra (1968): lo que quedó atrás es lo que Quiñones llamaba en privado “poesía de la
Bahía”, es decir, poesía sonora y formalista dependiente de una poética moderna, y no
pos- moderna, de la creación.
2
Para mejor entender esta actitud es fundamental remitirse a las poéticas de la promoción del 50. Véase a
este respecto el estudio y antología que de las mismas efectuó Pedro Provencio (Poéticas españolas
contemporáneas. La generación del 50, Madrid, Hiperión, 1996 -2a ed.: la primera es de 1988—), así
como los estudios de Andrew P. Debicki (Poesía del conocimiento. La generación española de 1956-
1971, Madrid, Júcar, 1987; Historia de la poesía española del siglo XX, Madrid, Gredos, 1997) y la
antología prologada de Luis García Jambrina (La promoción poética de los 50, Madrid, Espasa Calpe,
2000, Col. Austral n° 496), que contienen a su vez extensas bibliografías.
3
José Manuel Caballero Bonald: La costumbre de vivir (segunda entrega de La novela de la memoria),
Madrid, Alfaguara, 2001, pág. 169.
5
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
4
Para andar conmigo (Homenaje a Lope de Vega, 1562-1962), prólogo del autor, Madrid, Rialp, 1962,
Colección “Adonais” n° 206.
5
Villancicos de los oficios, Cádiz, Torre Tavira, 1965. Carta para Aquilino en Inglaterra, Málaga,
Librería Anticuaría “El Guadalhorce”, 1966.
6
Hoy por hoy, edición de Ángel Caffarena, Málaga, Librería Anticuaría “El Guadalhorce”, 1966. Es de
notar que este libro se publicó por iniciativa de Angel Caffarena, más que por la de J. L. Tejada.
7
Razón de ser, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1967, Colección poética “Leopoldo Panero”. Hay
una segunda edición, abreviada, en Málaga, Diputación, 1976.
8
El cadáver del alba, prólogo del autor, Madrid, Ed. Oriens, 1968, Colección “Arbolé”, n° 1.
9
Cfr. Luis Suárez: “José Luis Tejada, Premio Nacional de Poesía”, en José Luis Tejada (1927-1988). Un
poeta andaluz de la generación del medio siglo, El Puerto de Santa María, Ayuntamiento, 2000, págs.
6
Breve historia de un largo desencuentro
años más tarde, con Prosa española (1977)10, recaída en una poesía social en conjunto
obsoleta. Lo que vino después fue una autoantología entre neopopularista y formalista
de poemas en gran medida tempranos, editados bajo el título Del río de mi olvido
(1978)11, que pese a sus logros no rebasó el ámbito provincial en que se publicó. Y, tras
la autoantología Poemía (1985)12 la obra poética de Tejada se cerró con Aprendiz de
amante (1986)13, un libro que, pese a recibir en 1985 el I Premio de Poesía Rafael
Alberti, pasó bastante desapercibido.
POÉTICA14
La poesía para mí, y en esto espero coincidir con casi todos mis contemporáneos, es
algo tan importante que bien merece se le consagre toda una vida sin bohemia, sin
exhibicionismos y sin necesidad de incurrir, como para justificarse, en otros géneros
literarios.
Hoy se predica en el más grave de los tonos la necesidad de una especie de “Misiones
Poéticas” frente a la indigencia espiritual de la mayoría, al mismo tiempo que se
oscurece, ensordece y alambica, con qué sarcasmo, una prosa cada vez menos lírica,
menos hermosa y menos asequible. Las masas, se pregona ya, carecen, necesitan de
poesía. Pues bien, desde mis veinticinco años sin paz en una procura incesante por
transmitir la emoción de la hermosura, ya venía yo creyendo y practicando esta herejía
frente a los dogmas del arte puro por el puro arte y de las inocuas, estrictas minorías.
Hoy, sentado a la puerta de mi casa, veo pasar, y me alegro, el cadáver de una “moda”
enemiga. Pero no es por la gente por ni para quien escribo. Me acuso de egoísmo. Creo
que no escribiría si no me lo exigiera mi manera más íntima de ser. Así es que vivo por
y para el verso casi exclusivamente y desde siempre: fui poeta precocísimo. Y qué. Lo
declaro aquí ahora y sin rubores porque si bien no me añade mayores méritos, y hoy
menos que nunca, explica en buena parte, por insistencia y por veteranía, ese “dominio
formal” que algunos me han colgado casi como un insulto. Creo en las buenas formas y
en la Forma. La pretendo, la rondo y la respeto, pues no faltaba más, y alguna que otra
vez creo haberla abrazado fugazmente.
No sé qué otros valores constituyen el quid diferencial de la poesía. No desde luego los
éticos ni mucho menos los políticos. ¿Compromisos? Con qué, con quiénes... Con la
201- 203. Este artículo fue escrito con información facilitada por María Asunción Romero, la esposa de
José Luis Tejada.
10
Prosa española, Conil de la Frontera -Cádiz-, Imprenta “La Cañaílla”, 1977, Colección “Del río del
olvido” n° I.
11
Del río de mi olvido (Primeros versos gaditanos), prólogo de Pilar Paz Pasamar, El Puerto de Santa
María -Cádiz-, Fundación Municipal de Cultura, 1978.
12
Poemía (Antología de los primeros libros), edición del autor, prólogo de Leopoldo de Luis, Cádiz,
Universidad, 1985.
13
Aprendiz de amante, Cádiz, Caja de Ahorros de Cádiz, 1986, Colección “Poesía” nº 2.
14
José Luis Tejada: “Poética”, en Antología de la poesía amorosa, Ed. de Jacinto López Gorgé, Madrid,
Alfaguara, 1966, págs. 379-383.
7
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
propia fidelidad, con las creencias, con esa patria inmensa que es el prójimo urgido... y
pare usted de contar. Nunca con las consignas circunstanciadas, tornadizas, de un
partidismo estrecho y excluyente. Si alguien debe defender a cualquier costa la
independencia, amplitud y libertad de sus criterios, éste es el poeta.
Sigo aún absorbido por los temas eternos: el pueblo, la hermosura y el amor; Dios, la
muerte y el misterio, se reparten no muy desigualmente el asunto de mis versos y apenas
si me quedan palabras para más. Yo no tengo la culpa si hoy me obsesiona un pájaro,
luego el paso del tiempo, mañana una mujer.
Persigo la claridad aunque nunca rehuyo, cuando ellas me atacan, las tinieblas. Pero eso
sí, puedo dar cuenta de hasta la última coma que suscribo. Sirvo a lo popular, modelo
claro, inagotable fuente. Digo el verso en voz alta, media o baja según el auditorio, pero
siempre apoyándolo, si puedo, en las consolaciones del oído y del color. (No creo que
“verso libre” quiera decir prosaísmo ni anarquía, en todo caso lo contrario). Todo lo que
concurra a menguar las distancias entre el verso y la gente sin incurrir en el cliché
sentimentaloide o pornográfico, sin renegar en algún modo de las conquistas de la
época, me parece legítimo y servando. Claro que esto es lo difícil, aclarar sin diluirse,
descender sin mancharse, abarcar más y más y seguir siempre apretando; por eso no
existe hoy el poeta popular que sea ambas cosas digna y bastantemente, o si es que
existe no le conocemos.
Como tampoco hay una crítica, salvo muy raras excepciones, que analice poemas y
poetas, según criterios estilísticos, valorando una técnica, desentrañando imágenes,
aquilatando modos de decir15. Se prejuzga casi siempre el verso por la firma y no al
contrario. Se censuran propósitos, no fracasos ni logros. Se consideran los temas, no los
aciertos. Y sobre todo se ignoran despectivamente, y esta crítica del silencio me parece
además vil y cobarde, a todos aquellos poetas que no encajan en los cánones ideológicos
de la propia camarilla.
Dije mi devoción por la poesía y debo ahora aclarar que me refiero de un modo casi
exclusivo a la poesía lírica, hoy que estamos en plena boga de lo épico. Creo que este
15
El tipo de critica que practicará Tejada (analizado por Gregorio Torres Nebrera en José Luis Tejada
(1927-1988): un poeta andaluz de la generación del medio siglo, págs. 245-264)), mezcla la praxis
filológica tradicional (evidente en sus análisis, bien sean de un poema -como en el caso de Antonio
Machado-, bien de un libro de poemas -como en el caso de los libros neopopularistas de Rafael Alberti-)
con la estilística damasiana. De Dámaso no sólo toma Tejada muchas ideas (por ejemplo en torno a Lope
de Vega), sino ese afán de “explicar” o “revivir” un poema intentando rescatar su emoción, resucitar el
espíritu ajeno a través de la propia sensibilidad. Hay, pues, una veta en el Tejada crítico de visión en
simpatía que, más allá de Dámaso, nos remite a la crítica impresionista. De hecho, su conferencia sobre
Pemán se nutre muy esencialmente de las ideas de Manuel Machado.
8
Breve historia de un largo desencuentro
último género sólo se salva, cuando se salva, gracias a los destellos de una sustancia
lírica, paladina o subyacente, sin la que es mera prosa narrativa.
Por otra parte, ¿qué poesía más social que la amorosa, la recitable, la sentenciosamente
popular? Cuando el verso ascendió, ya he dicho en otra parte, de los caminos a las
bibliotecas, de la voz alta y pública a la lectura solitaria y muda, perdió en arraigo,
comunicabilidad y resonancia lo que ganó en hondura y sutileza. ¿No está hoy claro que
se pasó de largo y se ha perdido de tanto andar y andar por la escondida senda de una
poesía sólo para poetas?
¿No es hora ya de abrir ventanas, descender de las torres marfileñas, aupar la voz y
acompasar el canto a tanta oreja hambrienta como hoy circunda nuestras estériles,
exquisitas Ínsularidades?
Pero más allá de lo dicho, de este texto se pueden extraer algunas de las claves
tejadianas. En primer lugar Tejada se define exclusivamente como poeta lírico: ésa fue
su vocación vital. En segundo lugar, defiende una poesía esencialmente formalista,
apoyada “en las consolaciones del oído y del color”, “recitable”, regida por la “claridad”
y volcada en “los temas eternos”, que en su enumeración son básicamente las “tres
heridas” de Miguel Hernández (el amor, la muerte, la vida) con tres particularidades
específicas: Dios, el pueblo y “la emoción de la hermosura”. La suma de formalismo y
temas atemporales sitúa a Tejada claramente del lado de la poesía “moderna”: la que
hunde sus raíces en la Antigüedad clásica y culmina en el Modernismo, la que aspira a
la formulación definitiva y bella de las emociones humanas. Tal como Tejada la define,
esta poesía ideal surge del misterio de la inspiración aunque participa del “arte” y el
oficio, tiene límites impuestos por el “decoro poético” -y todo lo que el decoro lleva
implícito de restricción en términos morales y cognoscitivos: “pornografía”, “descender
sin mancharse”-, y es anterior a toda escisión ideológica: surge del poeta y se destina al
“pueblo”, no a las minorías selectas. Esta indistinción social e ideológica del público
receptor nos remite precisamente a la situación literaria de poeta y público hasta el siglo
XVII inclusive, antes de la fractura sociocultural que trajo la Ilustración, y, como luego
veremos, se relaciona con el hecho de que los modelos literarios de Tejada sean preci-
samente Lope de Vega y la poesía popular. En conjunto, la adhesión a temas eternos,
actitudes atemporales y formas clásicas sitúa a Tejada del lado de la modernidad que
llega hasta el Modernismo, una actitud que después de la guerra sólo mantuvieron los
9
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
poetas formalistas en la época del garcilasismo, y que a partir de 1944 quedó obsoleta
aunque siguiera teniendo cultivadores, muy particularmente en Andalucía.
El Tejada que, con treinta años largos, escribe esta poética, se siente víctima de
la exclusión ideológica de una crítica y unos círculos poéticos parciales, partidistas, que
10
Breve historia de un largo desencuentro
le excluyen del parnaso ante todo por no ser de izquierdas y por no escribir poesía
social. Evidentemente tenía razón al denunciar la politización de la poesía y de la crítica
quien, como él, a la altura de 1965 ofrecía el perfil ideológico de un hombre
profundamente religioso y también en muchos aspectos muy conservador, aunque no
fanático ni partidista, como muestra su insobornable admiración tanto por José María
Pemán como por Rafael Alberti y, en otro orden de cosas, la diversidad de sus
amistades personales, en las que siempre primó el factor humano por encima de
diferencias ideológicas y religiosas: así en su relación con Dámaso Alonso, o con
Leopoldo de Luis, o, ya al final de sus días, con Carlos Luis Aladro, que fueron y son
aún testigos del talante respetuoso y también afectuoso de José Luis. Que los ambientes
culturales españoles vivieron en un prolongado clima de guerra civil es evidente, como
también lo es que ésa fue la expresa voluntad del general Franco, que quienes ganaron
la guerra de España perdieron la historia de la literatura y que ese ambiente de
enfrentamiento ha durado hasta casi anteayer. Ahora bien, más allá y aparte de la
ideología, José Luis Tejada no supo ver que eran otros elementos, elementos puramente
literarios, los que le separaban de la sensibilidad dominante en la poesía española desde
mediados de los años 40.
11
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Los años fueron pasando sin que al parecer Tejada, alejado como vivía de los
centros de emanación cultural (Madrid y Barcelona), y también de los aires de renova-
ción que se estaban viviendo justo entonces en Cádiz, se percatase de cómo se iba
16
Cf. Guillermo Carnero (Ed.): El grupo "Cántico" de Córdoba, Madrid, Editora Nacional, 1976.
17
Otros integrantes del grupo “Marejada” fueron Francisco Lorenzo Muñoz, Serafín Martínez Gutiérrez,
Juan Javier Moreno Rueda, Manuel Fernández Bago, Rafael Damián Lobatón, Epifanio de Serdio
Romero, Armando Ruiz Riera, Jesús del Río Cumbrera, Pedro Rivera Parra, Francisco Sánchez Macías,
Luis Miguel Pino y Alfonso Sánchez Campos.
12
Breve historia de un largo desencuentro
haciendo abismal la frontera que le separaba de los jóvenes, e ignorado por una
juventud que iba accediendo a su propio espacio socio- cultural en una España muy
distinta de la de posguerra. Hubo un momento en que, con Razón de ser y El cadáver
del alba, Tejada acarició un sueño y estuvo a punto de traspasar la frontera que va de un
poeta de ámbito local a un poeta sin fronteras, pero aquel momento pasó sin ser
corroborado. La entrevista de Antonio Gracia Mainé en 1984 deja constancia, como
vimos, de una resignada melancolía. Grande fue la alegría que le produjo a José Luis
recibir en 1985 el I Premio de Poesía “Rafael Alberti” por Aprendiz de amante, pero
esta satisfacción se trocó en sufrimiento cuando tres años después, en 1987, pudo leer
en Diario de Cádiz una serie de artículos que trazaban un panorama de la literatura
gaditana en la posguerra, firmados por tres jovencísimos autores: José Manuel Benítez
Ariza, Rafael Ramírez Escoto y José Antonio Bablé. La segunda entrega de aquella
serie (“La literatura gaditana de la posguerra. II. Los años cincuenta: Platero y su
entorno”, Diario de Cádiz, 19 de julio de 1987, pág. 10), contenía en un solo párrafo
una crítica bastante inmisericorde de la obra tejadiana:
José Luis Tejada (...) acredita su familiaridad con los clásicos y su dominio de la forma
poética, pero (...) disipó sus dotes iniciales en textos donde su variado registro -que
abarca desde la religiosidad al erotismo, pasando por la poesía cívica y el juego
humorístico- se desborda a menudo en excesos patéticos, altisonantes, prosaicos o
francamente vulgares. La facilidad tienta con demasiada frecuencia a J. L. Tejada y el
lector, ante la escasa huella que el despliegue técnico del poeta deja en su conciencia,
llega a lamentar el excesivo interés de éste en no aburrirlo. Su amplia producción, que
se inicia con Para andar conmigo (1962) y abarca, entre otros títulos como Razón de
ser (1967), El cadáver del alba (1968), Prosa española (1977), etc., se encuentra
recogida en Poemía (1985), autoantología en la que se echa de menos rigor suficiente
como para destacar ese puñado de aciertos que sería justo atribuirle a su autor.
13
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
José Luis Tejada (...) es un poeta no muy valorado, pero autor de una interesante aunque
irregular obra que toca los más variados registros y que destaca por la búsqueda de la
emoción y por su dominio formal (en el prólogo a la antología Poemía, de 1985,
estampa Leopoldo de Luis un atrevido juicio, diciendo que Tejada “acaso sea el poeta
español mejor dotado retóricamente de Otero para acá”). Tras su primer libro, Para
andar conmigo (1962), un virtuoso homenaje a Lope de Vega, publica sus dos mejores
poemarios, Razón de ser (1967) y El cadáver del alba (1968), donde alterna la reflexión
existencial sobre el destino humano, siempre desde una visión trascendente, con un
canto de celebración de la cotidianidad, utilizando un lenguaje que busca la
expresividad emotiva y utiliza el humor y el desenfado verbal como procedimientos
estilísticos. Poeta de sobrados recursos retóricos, brillante sonetista, estupendo recreador
de poesía popular, toca también la veta amorosa con fortuna, como el siguiente poema
de Razón de ser [Y a continuación se reproduce “Consolación por la carne”, el más
celebrado poema de JLT].
18
Para las direcciones de la poesía española desde los años 80 en adelante, son útiles, entre otros, los
estudios preliminares que encabezan las antologías de Miguel García Posada (La nueva poesía (1975-
1992), Barcelona, Crítica, 1992) y de José Luis García Martín (Treinta años de poesía española (1965-
1995), Sevilla/Granada, Renacimiento/La Veleta. 1996).
19
Abel Feu: Panorama de la poesía andaluza desde la postguerra a la actualidad, Sevilla, Consejería de
Educación y Cultura de la Junta de Andalucía, 1999, Col. Educación XXI, n° 7. Sobre José Luis Tejada,
págs. 63-66.
14
Breve historia de un largo desencuentro
externas sino también las internas, su propia forma de ser, el peso de sus límites por
encima de sus posibilidades, pero autor también, y por eso hoy sigue interesándonos, de
poemas y versos memorables. La selección que opera el tiempo (piénsese en que José
Luis García Martín ha contabilizado al menos “unos trescientos poetas” nacidos entre
1924 y 1938)20, no suele ser arbitraria sino fruto de la evidencia y la necesidad. Esto no
quita que se puede explorar al otro lado de lo que el tiempo constituye en “canon” y
encontrar allí belleza, emoción, hondura, en sus aciertos, y abundante materia para la
reflexión en sus errores.
20
José Luis García Martín: La segunda generación poética de posguerra, Badajoz, Diputación, 1986,
pág. 14.
15
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
no cruzar el río, es un ejercicio apasionante que acaso nos sitúe muy cerca de algunos de
los grandes problemas de la creación, y no sólo en un ámbito estético sino en un ámbito
humano. Desde luego estas reconstrucciones son en gran medida hipotéticas y estamos
lejos de pretender con ellas sentar cátedra, pero asumiendo el riesgo del ejercicio
tenemos la impresión de que ayudan a situar a José Luis Tejada, con sus aciertos y
errores, sus posibilidades y límites, en una dimensión mucho más justa que lo que puede
ser una crítica despiadada o un piadoso panegírico. En fin, estas páginas constituyen una
pequeña tentativa de intrahistoria poética, un intento de comprender la “razón (o las
razones) de ser” de José Luis Tejada, a quien tuve como profesor, y buen profesor, de
Literatura Española en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cádiz.
16
II. RAÍCES DE UNA SENSIBILIDAD (1927-1948): ENTRE LOPE DE VEGA Y
LA POESÍA POPULAR
José Luis Tejada empezó a escribir muy pronto, a finales de los años 30, “en
plena infancia. Fui en eso repelentemente precoz. Escribí mis primeros versos a los X
diez, a los once años. Poesía, lo que se dice poesía, eso, tardé bastante más”, como él
mismo declaraba a Antonio Gracia Mainé21. Desde niño se granjeó cierta fama en su
ciudad natal, donde, más allá del pequeño círculo escolar, se le empezaba a conocer
como “el poeta”.
INMACULADA
21
A su precocidad aludía también en la ya citada “Poética” que adjuntó a sus versos en la Antología de la
poesía amorosa editada por Jacinto López Gorgé (Madrid, Alfaguara, 1966, págs. 379-383), así como a la
poesía asumida como dedicación vital: “vivo por y para el verso casi exclusivamente y desde siempre: fui
poeta precocísimo”.
17
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
¿Y EL DIÁVOLO...?
Hoy...
¿Por qué no juegan las niñas
al diávolo?
***
18
Raíces de una sensibilidad
¡Bruja buena!
¿Se te embarcó tu juguete
en el pico de una estrella?
¿Por qué no juegas tu juego?
¿Por qué no acuerdas tu cuerda?
¿Por qué no flechas ya el cielo
con tus flechas?
Yo te vi cómo llegabas,
más alto que las palmeras
de la plaza.
Cuando Antonio Gracia le preguntó a José Luis qué fue lo que le llevó a la
creación poética, su respuesta fue la siguiente:
19
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Llegados aquí no estará de más preguntarnos quién era aquel quinceañero que
escribía versos en su pueblo natal.
José Luis nació el 4 de agosto de 1927 en la casa que tenían entonces sus padres
en El Puerto de Santa María en la calle Ganado, esquina Nevería. Fue el quinto y último
hijo, y el único varón, del matrimonio formado por Félix Tejada Mayo y Milagros
Peluffo Delgado. Antes de él habían nacido sus hermanas Milagros, Antonia, María
Josefa y Felisa, que le han sobrevivido.
El pequeño José Luis creció a cargo de una criada, Ángela “la tonta”, de quien
aprendería, entre otras cosas, muchos romances tradicionales23. También estuvo muy
22
Cfr. Juan José Iglesias Rodríguez: Los pueblos de la provincia de Cádiz. El Puerto de Santa María,
Cádiz, Diputación Provincial de Cádiz, 1985, págs. 119-120.
23
Véase a este respecto el interesante artículo de Flor Salazar Lacayo, “José Luis Tejada, creador literario
y recreador tradicional” (en José Luis Tejada (1927-1988): un poeta andaluz de la generación del medio
20
Raíces de una sensibilidad
unido a sus hermanas, aunque a lo largo del curso no las viera demasiado porque
estudiaban internas en un colegio. Félix Tejada, que no volvió a casarse tras enviudar
pero cuya vida sentimental dio que hablar en un sitio pequeño y cerrado como El Puerto
de Santa María, confió al menor de sus hijos a una prima suya, Carmen Selma, casada
con un músico. Con este matrimonio vivió José Luis en la portuense calle Luna, donée
aprendió de su tío muchas coplas y letras de zarzuela, de manera que desde muy pronto
su memoria y su afición a los versos le granjearon el apodo de “el poeta” entre quienes
le trataron, muy singularmente en el ámbito de los colegios donde estudió: el de las
Carmelitas en El Puerto primero (desde 1933), el de D. Alfonso Cárdenas después
(desde 1936, ya cursando el Bachillerato), y durante tres años el de San Felipe Neri en
Cádiz, donde cursó como alumno interno 3o, 4o y 5o de Bachiller. Los informes
escolares de esta época lo describen como alumno aplicado y excelente compañero, con
calificaciones desiguales en ciencias (algún suspenso en matemáticas) y letras
(sobresalientes en latín y griego). Añadía asimismo su tutor en el colegio marianista que
podría dar mucho de sí si no estuviera tan a menudo en Babia. Fue en estos años cuando
lo conoció Fernando Quiñones, que era tres años menor que él y lo recordaba vestido
con su babi verde, en funciones de campanero del colegio y designado por los demás
como “el poeta”. El internado en Cádiz terminó por motivos de salud: aunque de
constitución recia y aficiones deportivas, Tejada era un niño delicado y su padre,
viéndolo desmejorar, decidió que siguiese los tres últimos cursos del Bachillerato en El
Puerto, donde entre otros profesores fue alumno de Eligió Pastor Nimo e Hipólito
Sancho.
siglo, ed. cit., págs. 265-290), donde se transcribe la entrevista que la autora le grabó a José Luis en el
verano de 1986, cuando él se prestó a cantar los romances que conocía para el archivo de la Fundación
Menéndez Pidal.
21
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Cruzados, especialmente en los números de Navidad. Para Tejada sin embargo Lope
fue, antes que moda o consigna de escuela literaria, una vivencia personal ya desde la
mocedad, y sin duda el mejor de los modelos. Es sobre todo el Lope emocionado y
tierno el que se puede rastrear detrás de muchos poemas del jovencísimo José Luis,
como es el caso de este soneto, que no carece de emoción más allá de algún tropezón
retórico evidente en los tercetos:
Por ello no nos puede extrañar que, cuando muchos años después publica Para
andar conmigo (Homenaje a Lope de Vega), Tejada canta a Lope en términos de
“padre”, pues realmente Lope fue, en gran medida y desde el principio, el padre, el
modelo de su poesía, así como la advocación de su primer poemario. Lo vemos en el
poema que cierra Para andar conmigo, “Evocación final”:
22
Raíces de una sensibilidad
(...)
De otro lado, en relación parcial con Lope (con el Lope popular), el otro gran
modelo poético que se instala en el imaginario de Tejada desde niño es la poesía
popular, de larga tradición en sus múltiples variantes y muy viva en el Sur: la poesía de
los romances de tradición oral y las coplas que cantaba, como otras muchas mujeres, la
criada Ángela; la poesía tradicional (romances, retahilas, canciones de corro, etc.) que
acompañaba los juegos de las niñas: de las hermanas de José Luis y sus amigas; y el
flamenco, esa otra vena honda de lo popular. Si Lope es el “padre” poético de José Luis,
esta otra poesía, genuinamente popular y ligada al espacio sociocultural y vivencial del
poeta, va a ser cantada por él en términos de “madre”, como vemos en el poema que
lleva el significativo título de “Consolación por la estirpe”, incluido en Razón de ser
(1967):
24
Anselmo González Climent: “Prólogo” a su Antología de poesía flamenca, Madrid, Eseelicer, 1961,
donde se recogen poemas de JLT.
23
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
neopopularista, que renueva los viejos moldes con la savia culta de la tradición
cancioneril, barroca y contemporánea. Del neopopularismo hablaremos un poco más
adelante. Ahora nos interesa destacar que de la poesía genuinamente popular manan
muchos rasgos que Tejada aplica tanto a lo popular como a lo culto. Así, el concepto de
poesía como oficio de celebración, juego y consolación vital, es algo que
documentamos muy tempranamente en un poema publicado en 1945, “Certamen de
amor”, romance descriptivo del ambiente popular en una procesión mariana donde se
perciben tal vez, junto al cañamazo sencillamente popular, ecos de Rubén Darío (“Era
un aire suave de pausados giros”) y Lope de Vega (el rosicler, “la gala de Medina”):
Después de la Procesión
los bronces enmudecieron;
las gentes endomingadas
en un derroche de estrenos,
gavillas de cien colores,
calle abajo se perdieron
cada cual por su camino
como se esparce un reguero,
como puñados de trigo
desparramados al viento.
Cada cual a su manera
¡cuántas cosas le dijeron!
Aún las llevan en el alma
como en rumia de recuerdos:
labios viriles... piropos,
bocas femeninas... rezos.
¡Qué inefable mescolanza
de oraciones y requiebros!
•
24
Raíces de una sensibilidad
En un alivio de afanes
se ha quedado mudo el pueblo,
como el niño que descansa
de sus juegos un momento
para enjugar sus sudores
y volver de nuevo al juego.
(...)
(Cruzados, n° 544,
8 de septiembre de 1945)
Años más tarde Tejada sabrá también captar lo que la poesía popular tiene no
sólo de celebración y consolación sino también de queja, sublimación y rebeldía, como
se echa de ver en “Cuidemos este son”, que empieza y termina así:
(...)
25
Este poema es el que ha dado título a la antología tejadiana Cuidemos este son (Poesía flamenca)
(Sevilla, Renacimiento, 1997, Ed. de Maruja Romero). También Fernando Quiñones, gran aficionado al
flamenco, publicó tiempo después un poema que ciertamente hace familia con éste de Tejada: nos
referimos a “Oda al cante”, incluido en Los poemas flamencos y un relato de lo mismo, Cádiz, Col. Torre
Tavira, 1983. “Oda al cante” puede verse reproducido dentro del artículo de Manuel Ríos Ruiz, “La obra
flamenca de Femando Quiñones”, incluido en Fernando Quiñones. Crónicas del cristal y la llama, Ed.
25
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
“Si bien es verdad que en general no coinciden poesía popular y cante flamenco, en
Cádiz, al menos, ese mal denominado cante chico, tan nuestro, coincide plenamente con
la poesía popular andaluza, o apenas se distingue. Es quizás la única región donde se
confunde lo popular con lo flamenco, y esto por una razón: porque Cádiz es, como decía
Anselmo González Climent, la cuna de la guasa y la guasa es una modalidad de humor
popular”.
“Desde mi infancia estuve rodeado de personas que cantaban toda clase de coplas y
cantares, pero lo que más despertaba mi interés, lo que más me gustaba eran las letras,
que me las aprendía de memoria. Después, en mi juventud, quien más me influyó fue
Manuel Machado”.
“Es dificilísimo para un poeta moderno, culto, llegar a calar en ese sentido popular.
Basta un vocablo, una figura poética, un giro demasiado literario, una imagen barroca o
rebuscada, para que se rompa el duende. Hay letras que no son cantables, no entran. Yo
he sometido muchas letras mías a la prueba de fuego, preguntando si entraban por uno u
otro cante, y al decirme que no, las he roto”.
Ana- Sofía Pérez-Bustamante Mourier, Chiclana de la Fra. (Cádiz), Fundación Femando Quiñones, 2002,
págs. 75-77.
26
José Luis Tejada: “La influencia del flamenco en mi propia poesía”, en Revista de Flamencología
(Jerez de la Fra., Cátedra de Flamencología de Jerez), n° 6, 1998, págs. 46-48. Este artículo está
confeccionado a base de fragmentos de conferencias de Tejada. La transcripción y selección se debe a
Alfredo Arrebola. He suprimido los párrafos primero y último, que se deben a Arrebola y no a Tejada.
26
Raíces de una sensibilidad
“A lo largo de mi vida he escrito toda clase de letras, como polos, tientos, soleares, con
su trascendencia temática y con su hondura. Un ejemplo de ello son estas letras:
“El mundo de la bulería con su intención primaria, simplista, pero por bajo ella un
fondo picaresco intencionado de chufla, me parece perfecto. José María Pemán la
describió así: “como si una ventolera se hubiese llevado la veleta”, que es una estupenda
definición. Como muestra, escojo estas tres de mi repertorio:
“Es importante la analogía que se da entre la temática del flamenco y la poesía mística
española. Esto, que puede escandalizar a primera vista, tiene su justificación. Ni que
decir tiene que al igual que Góngora, Lope, o Calderón, glosaban “a lo divino” cantares
del pueblo, hoy día al no tener cancioneros hemos de recurrir al único auténtico, al cante
27
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
flamenco. Esta analogía entre el lenguaje místico y el flamenco es clarísima, porque esa
ascética es una preparación, como en la vida espiritual, para desembocar en la mística, y
no hay diferencia poética entre el “muero porque no muero” de San Juan de la Cruz, y
aquella soleá tan conocida:
Vemos cómo tanto el amor místico como el amor tema del flamenco son amores
llevados a un mismo extremo de exageración, de desinterés, de entrega, de generosidad
insuperables, y, a la vez, de una concisión formal extraordinaria. Claro que, en el caso
de la poesía mística, es Dios el Ser amado, y en el flamenco una mujer, pero la
coincidencia de extremación y concisión formal es grande. Esto me ha llevado a hacer
unas letras que las titulo humanas, donde se puede encontrar el doble sentido, religioso
o humano, que dicen así:
O este fandango:
A un arbolé me subí
por verte venir, hermano.
Se me clavaron las manos
y sigo esperando así,
por verte venir, hermano”.
27
Cf. Carlos Bousoño: Poesía postcontemporánea, Madrid, Júcar, 1984.
28
Raíces de una sensibilidad
legítimo orgullo cómo algunas de sus letras flamencas habían pasado al repertorio
anónimo de los cantaores, y en ello cifraba, lo mismo que Manuel Machado, la mayor
aspiración de un poeta en lo que a esta veta lírica se refiere: en ser asumido por la voz
del pueblo. Recordemos a este respecto cómo, en la poética que reprodujimos en el pri-
mer capítulo, Tejada decía que sus poemas también les habían servido a sus lectores
para rezar. Ambas manifestaciones son solidarias de su concepción de la poesía como
“comunión” y ejercicio “mediúmnico”.
Hasta aquí nos hemos referido a la influencia en José Luis Tejada de la poesía
estrictamente popular, que es la que quizá dejase en él más huella, reforzada por los
ejemplos de Lope de Vega y de Manuel Machado. Ahora bien, por los años en que
Tejada comienza a escribir el legado popular no se circunscribía a la tradición oral:
vivía también, de otra manera, en la corriente neopopularista, en esa renovación
espiritual de los viejos cauces poéticos que iniciara el posromanticismo español (con
Bécquer y Rosalía de Castro) y prosiguieran los poetas de la generación del 98
(singularmente los hermanos Antonio y Manuel Machado, no en balde hijos del gran
folclorista Antonio Machado Álvarez, alias Demófilo, “el amigo del pueblo”), para
luego venir a parar en las más estilizadoras manos de Juan Ramón Jiménez (a caballo
entre el modernismo y la poesía novecentista) y finalmente en las de los grandes poetas
neopopularistas del 27, singularmente Federico García Lorca, Rafael Alberti y Gerardo
Diego. El neopopularismo, en palabras de María del Carmen García Tejera que glosan a
Anselmo González Climent28, conoce dos vertientes: “una, de signo más directamente
popular que, partiendo del Romancero y continuando en las colecciones de coplas,
alcanza a Salvador Rueda, Manuel Machado y recoge García Lorca. La otra, de carácter
más culto (tradición culta de lo popular, podríamos llamarla) tiene su origen en los
Cancioneros de los siglos XV y XVI, y, a través de Gil Vicente, Lope de Vega,
Góngora, Juan Ramón y Antonio Machado llega hasta Alberti”.
28
María del Carmen García Tejera: Poesía flamenca. Análisis de los rasgos populares y flamencos en la
obra poética de Antonio Murciano,Cádiz, Universidad, 1986, pág. 35.
29
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
doble fuente popular y lopesca, pienso que el neopopularismo albertiano le vino a José
Luis en primera instancia no de Alberti sino de un poeta que asimiló el neopopularismo
albertiano llevándolo hacia una postura más ortodoxa: me refiero a José María Pemán,
quien, tras unos inicios poéticos entre José María Gabriel y Galán (“El Viático”) y el
modernismo rubendariano (“Nocturno a Margarita”), se fue empapando del espíritu
neopopularista de Juan Ramón Jiménez (A la rueda, rueda, 1929) y finalmente asimiló
mucho de Alberti, tanto en Barrio de Santa Cruz (Itinerario lírico) (1931, algo más
simbolista y manuelmachadiano) como, sobre todo, en Señorita del mar (Itinerario
lírico de Cádiz) (1931 )29.
A José María Pemán, emblema del tradicionalismo literario español y más aún
gaditano, y ex-alumno famoso del colegio de San Felipe Neri en Cádiz, sí que pudo
tener libre acceso, entre finales de los años 30 y comienzos de los 40, un joven aprendiz
de poeta perteneciente a una familia conservadora. La afinidad lírica de Tejada con
Alberti y con Pemán salta a la vista en el romance que se titula “El niño del marinero” y
figura en Del río de mi olvido con fecha de 1941:
29
La rápida apropiación del neopopularismo que efectuaron los poetas tradicionales o tradicionalistas del
sur fue uno de los factores que desencadenó la repulsa del neopopularismo por parte de los jóvenes van-
guardistas más beligerantes: recuérdense las fricciones de Salvador Dalí y Luis Buñuel con su amigo
(hasta entonces) Federico García Lorca, cuando salió el Romancero gitano (1928), y cómo, dentro de la
película Un perro andaluz (1929) hay un pasaje en que de repente un personaje pregunta: “¿Y Pemán?”.
30
Raíces de una sensibilidad
Algo más tarde, la huella pemaniana es más evidente aún en los poemas
tejadianos que se acogen bajo el título común “De un itinerario lírico del Puerto” (publi-
cado primero en 1951), que remite expresamente a los dos “Itinerarios líricos” de
30
“El niño del marinero” se inspira, según testimonio de María Asunción Romero, la mujer de José Luis,
en un suceso real: la muerte de un niño que al tirarse al río Guadalete desde un puente se golpeó en la
cabeza y se ahogó. He intentado sin éxito localizar este poema en prensa, porque me extraña que JLT no
lo diese en principio a alguna publicación de carácter escolar o local.
31
“Elegía del niño mariscador”: “Él se sabía un camino/ que le enseñó una sirena;/ caminito de la arena/
hacia un jardín submarino./ (...)/ Desnudo de pierna y pie,/ en la paz de una alborada/ por su camino se
fue;/ se fue diciendo cantares/ con su esportilla dorada,/ igual que un dios de los mares,/ desnudo de
pierna y pie./ (...)/ Igual que pasa una vela/ llena de sol sobre el mar,/ pasó dejando una estela/ de gracia y
luz al pasar:/ un aire de su cantar,/ una huella de su pie,/ un dejo de su cariño/ y esta leyenda del niño/
mariscador que se fue..”. (Tanto este poema como el de la próxima nota se citan a partir de las Obras
completas de J. Ma Pemán, vol. I, Poesía, Madrid, Escelicer, 1947).
32
“Los niños del agua”: “Como un cinturón de vidas/ a medio abrir, a la vera/ del morir de las espumas,/
juegan los niños del agua.../ (...)/ Pecho de Alta Mar, hinchado/ con tu peto azul de lobo/ marino, con
rayas blancas:/ menos aire de gigante,/ menos aire de amenaza;/ que yo me sé que te están/ cosquilleando
las plantas/ allá en las arenas dulces,/ de la Victoria, desnudos,/ los niños, dioses del agua...”.
31
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Pemán: el de Sevilla (El barrio de Santa Cruz, 1931) y el de Cádiz (Señorita del mar,
1931). Manuel Martínez Alfonso33 ha dejado constancia de que la idea de escribir un
“Itinerario lírico del Puerto” al estilo de los de Pemán fue un proyecto que
emprendieron al alimón José Luis Tejada y el también portuense Felipe Sordo Lamadrid
(poeta del grupo de Platero cuya trayectoria se parece a la de Tejada no sólo en lo que
se refiere en su evolución de lo intimista a lo solidario y social sino también en lo que
afecta a su tardía elaboración de un poemario). El itinerario de Tejada se publicó
primero parcialmente, con el título “Siete cosas del Puerto”, en la revista Fiestas
Veraniegas (El Puerto de Santa María) en 1951, y mucho más tarde, en su versión
definitiva (la que pasaría a Del río de mi olvido), con el título “Siete apuntes (Para un
itinerario del Puerto de Santa María)”, en Caracola (Málaga), n° 113, marzo de 1962,
págs. 16-18. El itinerario lírico de Felipe Sordo apareció en Platero (2a época, n° 24,
1954, [pág. 11]) con el título de “Ronda del amor perdido”, y luego pasó a su primer
libro de poemas, Canción elemental (Arcos de la Fra., Cádiz, Alcaraván, 1963, Col.
Alcaraván n° 19), con adiciones y redistribuciones y con el título de “Ronda del amor
desilusionado”34.
33
Cf. Manuel Martínez Alfonso: El Puerto de Santa María en la Literatura Española. Ensayo de una
geografía literaria, El Puerto de Santa María, Medusa, 1962, pág. 461, nota 2.
34
Transcribo aquí, tomados de Platero, dos apartados del poema de F. Sordo para que se aprecie la
afinidad entre su itinerario y el de JLT. “Ribera del río”: “Adonde estos ojos míos,/ callecita azul y verde/
de la ribera del río”. “La calle de la Luna”: “No puedes vivir tú aquí/ que es la calle de la Luna/ mucha
calle para ti”. Otra similitud entre ambos poetas apreciamos, por ejemplo, entre “Campanas” de F. Sordo
(Platero, 2a época, n° 20, 1953, [pág. 7]), y “Reconciliaciones” (recogido en Hoy por hoy, y con el título
de “Letanía de las reconciliaciones” en Prosa española) de JLT, ya que en ambos casos se trata de leta-
nías de alabanza encabezadas anafóricamente por “bendita/bendito”.
32
Raíces de una sensibilidad
reprodujimos antes). La nota no lleva fecha, pero como orientación valga el dato de que
“Certamen de amor” se publicó en Cruzados en 1945 (n° 544, 8 de septiembre).
Si la relación con Pemán fue temprana (desde mediados de los 40, como
mínimo), en cambio el contacto con Alberti fue más tardío y le vino a Tejada a través de
la revista Platero. La primera carta de Rafael a José Luis data de diciembre de 1953, y
en ella le anuncia el envío, por correo aéreo desde Buenos Aires, de su último libro, Ora
marítima, personal homenaje al trimilenario de Cádiz. También le decía que por barco
le iría mandando otros libros suyos. En las páginas de la gaditana Platero,
efectivamente, aparecerían entre 1952 y 1953 varios poemas de Alberti cuando aquello
parecía impensable en España35. La admiración de Tejada por Alberti fraguaría muchos
años después en su tesis doctoral, elaborada bajo la dirección de D. Francisco López
Estrada, leída en la Universidad de Sevilla en 1973 y publicada con el título de Rafael
Alberti, entre la tradición y la vanguardia años más tarde (Madrid, Gredos, 1977).
Pese a lo dicho hasta aquí, sigue sin constarnos cuándo leyó Tejada por primera
vez a Alberti. A José Antonio Hernández Guerrero le contó que creía recordar que fue
su paisano, el poeta Juan Ignacio Varela Gilabert (1924- 1997), el que le “descubrió” a
Lorca y Alberti, aunque no especifica cuándo36. En una reciente monografía sobre Julio
Mariscal, Juan de Dios Ruiz Copete señala que también fue Varela Gilabert, que se
sabía de memoria Marinero en tierra, el que se lo dio a conocer a Julio Mariscal cuando
ambos hacían la mili en Vejer de la Frontera, en el verano de 1945 37. Hay un dato
significativo: el hecho de que en los primeros poemas de Cruzados José Luis, que no
era dado a encabezar sus poemas con lemas prestados, nunca utilice versos de Pemán y
sí, en una ocasión, dos versos del poema “La Virgen de los Milagros” de Alberti (“La
35
Platero publicó, en su segunda época, tres poemas reunidos bajo el título de Verso y canción del Sur
(“Huele a sangre”, “Bailecito de bodas” y “Por ir al norte”, n° 14, 1952, pág. 11), y cinco poemas, de Ora
marítima (“Hoy las nubes me trajeron”, “Por encima del mar, desde la orilla americana del Atlántico”,
“La huida del poeta Jonás a Tartesso”, “Bahía del ritmo y de la gracia: A Thelethusa, bailarina de Gades”
y “Canción de los pescadores de Cádiz”, n° 22, 1953, págs. 1-6).
36
Cfr. J. A. Hernández Guerrero: Platero (1948-1954). Historia, antología e índices de una revista
literaria gaditana, Cádiz, Fundación Municipal de Cultura-Cátedra Adolfo de Castro, 1984, pág. 6, nota
3.
37
Juan de Dios Ruiz Copete: Julio Mariscal. El poeta y su obra, Cádiz, Diputación, 2001, págs. 33-34.
33
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Virgen de los Milagros/ no baja nunca a las playas”, de Marinero en tierra): esto sucede
en “María de la Mar” (Cruzados, 8 de septiembre de 1949), aunque la fecha del poema,
relativamente tardía dados los precoces comienzos de Tejada, tampoco invalide nuestra
hipótesis anterior de que primero fue Pemán y después, vía Varela Gilabert, Alberti.
34
Raíces de una sensibilidad
“Y es verdad:
¡Que se lo llevan cautivo”.
(Cautivo de la sombra
el lirio).
(...)
Y de la Pescadería,
entre un olor a mariscos,
una saeta en porfía
con la de un balcón vecino.
(“Cautivo”, en Cruzados,
n° 809, 25 de marzo de 1948)
35
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Hasta aquí hemos resumido las direcciones de la primera poesía tejadiana, las
fuentes primeras de su sensibilidad, entre el formalismo neoclasicista y el
neopopularismo, dando cuenta de una situación de orfandad que podría explicar hasta
cierto punto la particular propensión a la soledad y la tristeza de aquel muchacho, casi
un niño, que era a los quince años José Luis Tejada. Pero sólo hasta cierto punto, porque
la adolescencia es de por sí una edad crítica que no precisa de grandes justificaciones
externas para caer en la tristeza y la melancolía, más aún en el caso de muchachos
tímidos e introvertidos, pues tímido e introvertido fue (y siguió siendo siempre) José
Luis Tejada. Algo menos genérico y más sustantivo fue lo que vino después.
36
III. EN LA ARDIENTE OSCURIDAD (1948-1961): MADURACIÓN DE UNA
VOZ POÉTICA
38
De este cuaderno habla Guillermo Portillo Scharfhausen, poeta aledaño del grupo “Platero”, en su
semblanza “José Luis Tejada”, en José Luis Tejada (1927-1988). Un poeta andaluz de la generación del
medio siglo, ed. cit., págs. 223-229.
39
Don Quijote no es figura recurrente en la poesía tejadiana, aunque hemos encontrado un poema,
“Letanías del más antiguo amor (Fragmentos)” (en Cruzados (El Puerto de Santa María), año XVIII, n°
1688, 8 de septiembre de 1956), donde el poeta llama a la Virgen “Quijotesa de Adán, Madre y Madrina”.
37
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
(...)
¡No es ésa la manera de enderezar entuertos!
No es asi como debes combatir a los malos.
No basta un alma noble como la tuya, no,
para vencer al monstruo de las siete cabezas,
si lucha noblemente con los ojos cerrados,
de la sola manera que tú sabes luchar.
No basta dar el pecho generoso a la lanza;
hacen falta rodeos, astucias, estrategia;
tener algo de Sancho tu escudero; ver claro
quiénes son los rivales que te impiden la senda;
cuándo son gigantones, cuándo molinos son.
38
Maduración de una voz poética
Ignoro si José Luis volvió al Puerto por estas fechas (abril del 48), pero me
parece que este poema tiene bastante de proyección autobiográfica (incluido el forzoso
regreso al “hogar olvidado”) y que, además, la crisis personal que informa el contenido
tiene su equivalente en la forma versal: Tejada prescinde aquí por primera vez de la
armonía y consuelo de la música rimada y construye su poema a manera de silva blanca,
en endecasílabos y sobre todo en alejandrinos. Más adelante, como veremos, su poesía
desarraigada irá asociada al uso del verso libre (aunque siempre rítmico). Creo que en
este poema asistimos al primer testimonio de un poeta que siente el dolor de un mundo
mal hecho y una humanidad insolidaria. Es todavía un dolor personal, ligado a
desengaños personales, pero a partir de 1953, y de manera creciente entre finales de esta
década y la siguiente, el poeta se hará eco del dolor ajeno, del mundo mal hecho no sólo
para él sino para los demás40.
En fechas algo posteriores al desolado “¡Suelta tu viejo yelmo...!” aparece,
también en Cruzados, un soneto dedicado a la Virgen de los Milagros (patrona de El
Puerto de Santa María), que, más allá de la poesía convencionalmente devota, ofrece
acentos conmovedores y una clara tendencia a mezclar el amor religioso con el humano,
algo muy característico de José Luis. En este poema tal vez se vea la búsqueda de una
salida positiva, afirmativa, a aquella crisis:
SONETO
Luz de mis luces, flor de mis auroras;
palmera de cristal, espuma y nieve.
Espiga grácil, armoniosa y leve
florecida en el campo de mis horas.
40
En este camino que va de la percepción del dolor propio a la solidaridad con el dolor colectivo
encontramos, por ejemplo, la “Oración a la Virgen por un poeta preso”, dedicada “A Cristóbal Vega en el
Penal del Puerto de la Virgen” (Cruzados (El Puerto de Santa María), año XX, n° 1999, 5 de septiembre
de 1959), dos sonetos donde el poeta encomienda a la Virgen a un amigo acaso no literalmente
encarcelado sino preso del dolor por la muerte de un ser querido.
39
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Fue por esta época cuando Felipe Sordo Lamadrid puso a José Luis Tejada en
contacto con el círculo literario que se formó en Cádiz en torno a Fernando Quiñones,
Serafín Pro Hesles, Francisco Pleguezuelo y el propio Felipe Sordo, además del pintor
Lorenzo Cherbuy, a quienes pronto se sumó el arcense Julio Mariscal y un poco más
tarde se añadieron otros escritores gaditanos radicados o no en esta zona (Pilar Paz
Pasamar, José Manuel Caballero Bonald, Carlos Edmundo de Ory, José Luis Acquaroni,
etc.). De este núcleo salió la revista El Parnaso, de la que se publicaron treinta números
en modesto formato mecanografiado entre 1948 y 1950. La consolidación del círculo de
jóvenes poetas les animó a emprender una empresa más ambiciosa. En marzo de El
Parnaso cambió de formato y nombre dando, lugar a Platero, que nacía bajo la advocación
juanramoniana como “segunda época” de El Parnaso. Platero se inició continuando la
numeración de ésta y conoció nueve números de periodicidad mensual (del 31 al 39) en 1950.
Seguían siendo ejemplares mecanografiados, aunque más extensos (quince páginas).
Gracias a la mediación de José María Pemán la revista obtuvo una subvención del
gobernador civil, el falangista Carlos María Rodríguez de Valcárcel, que permitió una
edición impresa. En enero de
III. salía la “segunda época” de Platero, que sacó veinticuatro números (numerados
a partir del uno) entre 1951 y 1954 con una proyección insólita, pues sus páginas aco-
gieron, entre otras, colaboraciones de Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Vicente
Aleixandre, Pedro Salinas, Gerardo Diego, Luis Rosales, Camilo José Cela, José Hierro,
Carlos Bousoño, Juan Eduardo Cirlot, Miguel Labordeta, Blas de Otero, Gabriel
Celaya, Eugenio G. de Nora, Carmen Conde, Ángel Crespo, Luis Felipe Vivanco, José
Antonio Muñoz Rojas, Pablo García Baena...: un extraordinario lujo de firmas
consagradas y por consagrar hermanadas en una empresa casi inconcebible en una ciu-
dad como era Cádiz41. El resumen de lo que significó Platero para Tejada se lo dejamos
a él mismo:
41
Recientemente ha aparecido una espléndida edición facsímil de Platero, al cuidado de Pedro Bazán
(Sevilla, Fundación El Monte, 2000), en dos volúmenes: I. Platero. Revista literaria gaditana I ª época-, y
II. Platero. Revista literaria gaditana -2a época—, con prólogo de Manuel J. Ramos Ortega.
40
Maduración de una voz poética
42
Apud José Antonio Hernández Guerrero: Platero (1948-1954). Historia, antología e índices de una
revista literaria gaditana, Cádiz, Fundación Municipal de Cultura-Cátedra “Adolfo de Castro”, 1984,
pág. 6, nota 3.
43
Para los poemas que publicó JLT en revistas de poesía remitimos al lector a la sección bibliográfica que
consta al final de este volumen.
44
Fany Rubio: Las revistas poéticas españolas (1939-1975), Madrid, Tumer, 1976, págs. 347-352. César
Antonio Molina: Medio siglo de Prensa literaria española, Madrid, 1990. José Antonio Hernández
Guerrero: Cádiz y las generaciones poéticas del 27 y del 36. La revista “Isla”, Cádiz, Universidad, 1983.
José Antonio Hernández Guerrero: "Platero " (1948-1954). Historia, antología e índices de una revista
literaria gaditana, Cádiz, Fundación Municipal de Cultura, Cátedra “Adolfo de Castro”, 1984. Manuel
Ramos Ortega: La poesía del 50: “Platero ”, una revista gaditana del medio siglo (1951-1954), Cádiz,
Universidad, 1994. Sobre la primera época de Platero contiene información más detallada la tesis
doctoral de María del Rosario Moya Ramírez: La concepción poética de Fernando Quiñones. Situación e
interpretación de "La canción del pirata’’, publicada en microfichas por la Universidad de Cádiz en 1996
(cf. págs. 99-101, especialmente).
41
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
de lo que fue Alcaraván45, a la que también Manuel Ramos Ortega dedica un capítulo de
su reciente monografía Las revistas literarias en España entre la “edad de plata ” y el
medio siglo. Una aproximación histórica (Madrid, Ediciones de la Torre, 2001). De
todas formas conviene matizar que, aunque eclécticas, la mayor parte de las pequeñas
revistas de Andalucía, que fueron las que Tejada más frecuentó, se orientaron con
preferencia hacia el formalismo y se nutrieron de poesía local. La apertura de Platero a
otras corrientes y nombres es precisamente lo que convierte a esta publicación en el
mirlo blanco de su entorno geográfico.
Pero veamos ahora qué es lo que Tejada fue publicando en las tres revistas que
más frecuentó: Platero (primera y segunda época), Alcaraván y Caracola46. Ofrecemos
45
Blanca Flores Cueto: “La poesía del 50: Alcaraván, una revista gaditana del medio siglo (1949-1956)”,
tesina de licenciatura inédita leída en la Universidad de Cádiz en 1997 y dirigida por Manuel J. Ramos
Ortega.
46
En la solapa de Para andar conmigo (1962) se indica que Tejada participó en Platero, donde publicó
sus primeros versos, y en Caracola, “y muy rara vez en alguna otra revista poética”. Ya vimos antes
poemas de Tejada anteriores a Platero, si bien el poeta tal vez no tuviera en cuenta sus primicias
publicadas en Cruzados o en Abril, obras al fin y al cabo de un aprendiz adolescente.
42
Maduración de una voz poética
43
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
1950 Platero, 1a 31 Soneto (A un árbol que tenía...)” Con el título “A un árbol que
(Amor-soneto) tenía, descortezado, un
corazón”, en Aprendiz de
amante, 1986.
47
“Mambrú” sé parece a “¿Y el diávolo?” porque desarrolla el tema de los juegos de niñas que se
abandonan cuando éstas crecen, aunque el motivo del juego sea en este caso la célebre canción de la
guerra de la Independencia, que pasó al romancero tradicional y al romancero infantil utilizado en los
juegos de corro. Cf. Ana Pelegrín: “Romancero infantil”, en El Romancero. Tradición y pervivencia a
fines del siglo XX, Ed. Pedro Piñero, Virtudes Atero et al., Cádiz, Universidad, 1989, págs. 355-369.
44
Maduración de una voz poética
45
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
48
Este soneto inauguró la selección de poesía contemporánea de autores vivos de la sección “Antología
caprichosa. Los versos que no se olvidan”, de la revista Caracola.
46
Maduración de una voz poética
“Juego limpio”
(Dios-soneto) El cadáver del alba, 1968.
“Vaya por ti” Para andar conmigo, 1962.
(Dios-soneto) Poemía, 1985.
1957 Caracola 56 “Cantinela amarilla” Razón de ser, 1967. Poemía, 1985.
(Hijo-serventesios polisílabos)
1958 Caracola 70 “Baladilla del medio beso” Para andar conmigo, 1962.
(Amor-canción)
47
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Este esquema resulta de una doble utilidad, pues sirve tanto para ver qué publicó
Tejada en las revistas como para analizar la configuración de sus futuros libros. De
momento nos quedaremos en el ámbito de las revistas para ver cuáles eran los temas y
las formas que fue desarrollando el autor. Hemos de mencionar, sin embargo, un hecho
peculiar: según el testimonio de Pilar Paz Pasamar, Tejada acudía a la redacción de
Platero cargado de papeles con poemas, y parece que eran más bien los compañeros del
grupo quienes se encargaban de elegir los que figurarían en la revista:
49
Pilar Paz Pasamar: “José Luis Tejada y el grupo generacional “Platero””, en José Luis Tejada (1927-
1988): un poeta andaluz de la generación deI medio siglo, ed. cit., pág. 16.
48
Maduración de una voz poética
Tejada escribía por aquellos años sino sólo para lo que sus amigos le seleccionaban. De
otro lado, dada la costumbre que tenía José Luis de almacenar y ofrecer poemas escritos
en muy distintas fechas, tampoco podemos estar seguros de la secuencia cronológica de
escritura de los que le fueron publicados. De todos modos, es el único material del que
hemos podido disponer.
AHORA
49
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Otros poemas muestran una factura algo más libre, como “Es...(Poema en tres
páginas)” (Platero, Ia época, n° 34, 1950), que reproducimos entero y donde se puede
apreciar un cierto franciscanismo (nada insólito en el Tejada posterior) y tal vez alguna
reminiscencia de Gerardo Diego (en el requiebro de la palmera):
Primera página:
Es como una gran playa, Señor, este silencio.
Es como una gran playa.
Segunda página:
Señor: este pecado, mi pecado,
es como un viento loco.
50
Maduración de una voz poética
Tercera página:
Es... como un gorrioncillo, Señor. Este cariño
es... como un gorrioncillo...
Es de notar también cómo, pese a las rimas asonantes y el ritmo versal, este
poema intimista, con sus estrofilias partidas y su fluctuación métrica imparisílaba
(versos de 14, 7, 11 y a veces 9 sílabas), resulta menos tradicional (y tradicionalista) que
aquellos devotos a los que nos tenía acostumbrados Tejada. En conjunto, se advierte ya
tempranamente una diferencia entre “poesía devota” y “poesía religiosa” que el poeta
explicó meridianamente en un texto muy posterior, de 1969:
En cuanto a mi propia poesía religiosa (...) Algunos buenos críticos de dentro y de fuera,
han coincidido en encontrarle un peregrino tono de familiaridad filial que suaviza, al
menos en parte, el amargor de ciertas imprecaciones.
Desde luego es la parte que más me interesa de toda mi obra porque la tengo por la más
profundamente mía.
50
José Luis Tejada: “Poética. Poesía y religión”, en la Antología de poesía religiosa (1939-1964) de
Leopoldo de Luis, Madrid, Alfaguara, 1969, págs. 411-415.
51
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Una primera confesión sincera, en el mismo dintel del libro, nos habla ya de un hondo
subjetivismo:
Hay momentos de un olvido sereno, sedante, en que el poeta se traslada a otro mundo,
como que se alivia de este paso ya en ciernes, y alborean aquellos versos juveniles del
“Niño del marinero”, y “El diávolo”, etc. Pero es innegable que estos “poemas chicos”
encubren algo más íntimo, más propio del alma. Hay un problema vital que se cierne
sobre toda la poesía de José Luis Tejada hasta llegar a penetrarla profundamente.
52
Maduración de una voz poética
Las agujas inquietantes de las interrogaciones repetidas, nos hacen ya presentir todo el
peso que va a tener para el poeta el problema de la vida, ese dolor y esa angustia que es
lo más humano del hombre, según el existencialismo.
(...) José Luis Tejada, que es un poeta tan humano, al sentir sobre su espalda ese fardo
del dolor del tiempo, ha cantado su poema íntimamente lírico, hecho a retazos de su
propia vida:
Tiemblo
cuando pienso
en lo que “no es” el Tiempo...
Que el momento no existe, prisionero
entre el Ante y el Luego...
Que cuando digo: “ahora”, estoy mintiendo
porque ese “ahora” ya se ha muerto...
Que un día dejaremos todo esto
sin llevarnos siquiera ni el recuerdo.
Lucha viva que se entabla en lo interior del alma del poeta, que es un enigma y una
interrogación híspida. Porque:
53
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Fugitivamente eternos...
Tenemos la constancia del cambiar... Somos ríos,
futuramente, secos;
recientemente, no nacidos.
Hoy solamente, llenos.
(...) hay luces nuevas que pugnan por romper la tiniebla. Y es que es el mismo dolor el
que produce la paz luminosa del alma cuando empieza a adivinarse la esperanza. Ya os
lo dijo otro poeta también, Gerardo Diego:
Y desde aquí empezamos ya a subir esa vereda empinada hacia la Luz. Porque ante el
problema del dolor existencialista del tiempo hay dos soluciones: o la atea y
nauseabunda de Sartre, que tiene halos inequívocos de paganismo, o la que se ha
llamado “existencialismo cristiano” de Gabriel Marcel, que en medio del agobio del
tiempo doloroso, levanta el alma a Dios como única esperanza real en lontananza. Esta
es la conjunción maravillosa de la duda y la esperanza, que en el poema “Reloj” cincela
nuestro poeta:
(...) El tono lírico ha ido elevándose a medida que avanzábamos por los poemas de
“Silencio herido”. Hemos llegado a una cumbre (...). “Versos desde dentro, llama el
poeta a esta última parte” de su libro. (...) José Luis Tejada ha buceado en las tinieblas
de su angustia, hasta desembocar en Dios, ese silencio entero de playa, como en sus
versos:
54
Maduración de una voz poética
Otro de los poemas que Fernando García Gutiérrez cita entre los últimos del
libro recuerda en cierto modo a la conclusión de Hijos de la ira, en cuanto que es una
invocación a la Virgen como mediadora entre lo humano y lo divino, como madre de
amparo y de consuelo:
51
“Salmo de las rosas” pertenece al libro de José María Valverde Hombre de Dios (1945).
55
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Estimo que esta reseña de García Gutiérrez, significativamente titulada “Al bien
por la belleza”, es importante en muchos sentidos. Para empezar, advertimos que el
poema que apareció suelto en Platero, “Es... (Poema en tres páginas)”, pertenecía a un
conjunto que el comentario del reseñista permite, si no reconstruir, sí adivinar. Tal
como el propio crítico indica, esta poesía se inscribe dentro del existencialismo
arraigado, cristiano, como la de Panero y Valverde. Aunque no sabemos hasta qué
punto intervino José Luis en la selección y ordenación de los poemas que García
Gutiérrez estima como “libro”, lo que sí está claro es que el poeta escogió para sus
recitales poemas juveniles (“El niño del marinero”, “El diávolo”) y poemas recientes
(tal vez del cuaderno de “Conversaciones con Dios”), una costumbre que siguió
manteniendo hasta el final de sus días. En esos poemas el jesuíta advierte una historia
personal que permite leerlos como un “diario íntimo” con tres fases: lo que podríamos
llamar un paraíso perdido, aunque no exento de dolor; luego, una época de crisis que
ahora podemos entrever como crisis existencial con aspectos específicamente religiosos
(la duda o pérdida de la fe, algo tan característico de tantos escritores españoles en el
momento de ingresar en la vida universitaria), y una última fase de superación de la
crisis, que en el caso de Tejada supone una reafirmación en la fe junto a una asunción
del dolor que no se ha extinguido y en el que desempeña un papel predominante la
angustia temporal. La concepción del poemario como diario íntimo es algo
absolutamente contemporáneo que expresamente inauguró Juan Ramón Jiménez y luego
continuaron Alberti (Sobre los ángeles) y Lorca (Poeta en Nueva York), y más tarde
Dámaso Alonso con Hijos de la ira, subtitulado precisamente así, “Diario íntimo”. No
sabemos si Tejada supo percibirlo o si la estructura de aquel libro facticio fue obra de
García Gutiérrez, pero lo que sí podemos advertir es que Tejada dejó pasar la oportuni-
dad de publicar un libro con una estructura interna significativa.
56
Maduración de una voz poética
poeta: en lírica, particularmente, hay un momento en que el que escribe debe atreverse a
cruzar su propio Rubicón en busca de la sustancia más íntima: primero, a la hora de
escribir sin autocensura, después, a la hora de publicar. No se trata exactamente de
romper con el pudor, puesto que la literatura provee artificios para que el sujeto
histórico que es el poeta aborde la creación sin tener que traicionar literalmente su
intimidad. Así, pensemos en el artificio de la máscara simbólica, de la ficción poética,
que le permitió al Alberti de Sobre los ángeles (1929) bucear en sus aspectos más
turbios sin “contar su vida” de manera impúdica o anecdótica. Pensemos también en las
voces de Dámaso Alonso, dentro de Hijos de la ira (1944). En ambos casos el artificio
de la voz ficticia se une al del símbolo para expresar los contenidos más dolorosos e
inconfesables de la conciencia (y del subconsciente también) sin asumir una actitud
directa de “confidencialidad” autobiográfica. A este respecto da la impresión de que
Tejada no se atrevió a publicar lo que escribía, tal vez ni siquiera a expresar algunas de
las cosas que le marcaron, quizá porque, en el fondo, como Lope de Vega y a diferencia
de lo que descubrió cierto simbolismo (en concreto el Rimbaud que afirmaba “moi, c'est
un autre”), asumía la identidad entre el escritor y la voz que enuncia el poema, o, dicho
de otro modo, entre el “yo” histórico y el “yo” poético52, y de ahí el pudor.
Luego, hay que tener en cuenta que Tejada casi nunca separó su identidad de
creyente de su identidad de escritor, y de ahí que su condición de hombre religioso le
supusiera (como a muchos otros, pero no a todos) un freno a la hora de escribir. Es
cierto que con el tiempo determinadas vivencias llevaron a Tejada a una poesía más
imprecatoria, más tensa en su diálogo con Dios, pero también es cierto lo que él mismo
señalaba y ya citamos antes: que la amargura se halla suavizada por el tono filial de
quien sigue siendo y sabiéndose un creyente en su conversación con el Padre. Visto
desde otra perspectiva, un creyente ortodoxo, como lo fue Tejada, nunca osaría publicar
lo que en su fuero interno considerase real y francamente heterodoxo, pues ello supon-
dría una traición a su fe, a su Dios, e incluso un pecado de escándalo con respecto a la
comunidad de los fieles. Así, la poesía que Tejada se permitió publicar, por mucho que
su religiosidad evolucionase hasta concebir -pero sin asumir- cauces fuera del dogma
católico, es siempre ortodoxa desde el punto de vista religioso, y, más aún, ejemplar y
aun ejemplarizante, como vemos en algunos poemas que aparecieron en las revistas que
analizamos: no sólo en los que son expresamente religiosos porque dialogan con Dios e
incluso están formulados desde el título como “Oraciones”, sino también en los que son
de tema existencial y afirman la fe del cristiano, aunque no apostrofen a Dios
directamente. Un ejemplo podría ser este soneto, publicado en Caracola en 1961, que
pasaría a El cadáver del alba (1968) como parte del conjunto “Meditación de la
muerte”:
52
Sin embargo, y paradójicamente, recuerdo que en sus recitales Tejada introducía sus poemas marcando
las distancias: hablaba casi siempre en términos de “el poeta”, y no de “yo”. Claro que esto podría ser una
estrategia de tímido en un contexto escénico.
57
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Hagamos aquí un pequeño inciso biográfico. José Luis Tejada conoció a María
Asunción (Maruja) Romero en julio de 1951 y ambos se casaron en 1953. El
matrimonio tuvo tres hijos: José Félix, “Chepeli” (n. 1954), Pablo Luis (n. 1957) y Jesús
Osvaldo (n. 1962). Entre ellos se sitúa un aborto de Maruja cuando estaba en avanzado
estado de gestación, en 1955, y un varón que murió a las veinte horas de nacer, a finales
de 1959. El dolor de ambos cónyuges por estos niños malogrados fue muy grande. Si
leemos el desgarrado poema “Hijo de la muerte”, amarga elegía al hijo que nació
muerto y que se hubiera llamado Pablo -integrada en Razón de ser (1967)-, llegamos a
considerar que quizá, aunque se sobrepusiera, ésta fue la única vez que su fe religiosa
llegó a vacilar seriamente:
(...)
58
Maduración de una voz poética
…………………………………………………
(…)
(...)
59
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
(...)
60
Maduración de una voz poética
social de los poetas de izquierdas. Sirva de prueba este extracto de la ya antes citada
“Poesía y religión”, la poética que escribió en 1969 para la antología de poesía religiosa
de Leopoldo de Luis:
Poesía y religión acaban por converger necesariamente para quien, como yo, cree, de
una parte, en la religiosidad natural del hombre y de otra, en el trascendentalismo,
también connatural, de la poesía.
La religiosidad como actitud vital puede, debe, reflejarse en la obra, lo mismo que el
compromiso político o los criterios ideológicos. Pero una religiosidad que no tiene por
qué ser ortodoxa con respecto a ningún credo en concreto, que ni tiene siquiera que ser
creyente (nadie está obligado a una fe que parece consistir más en un don que en un
mérito), pero que debe ser, al menos, sinceramente preocupada y problemática. Esto es,
que se plantee, más tarde o más temprano, la cuestión sobrenatural y trate de darle una
solución de acuerdo con su conciencia.
(...) Pero a Dios se le puede alabar y amar también en sus criaturas; en este sentido, la
mera poesía paisajística y, desde luego la amorosa o la social, pueden ser consideradas
como simples preámbulos para una futura poesía religiosa... mientras se afina el
instrumento, el verso.
Leopoldo de Luis, buen poeta y fiel amigo de Tejada (en vida y más allá de la
muerte de José Luis), ha defendido, creo que con acierto, la vinculación ética entre las
posturas del cristianismo y del marxismo que permite leer a Tejada como poeta
“humanitario”:
61
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
cabo Proudhon decía que escribir un poema es una forma de proyectarse en la vida
social53.
Creo que puede ser interesante relacionar el giro de Tejada hacia la religiosidad
practicante precisamente con el giro que da la Iglesia con el Concilio Vaticano II (1962-
1965), que supuso un aldabonazo en las conciencias de muchos creyentes españoles, por
ejemplo, sin ir más lejos, de José María Pemán54. Ahora bien, lo más curioso es que, si
en Pemán la evolución depende del Concilio, en Tejada es anterior, dado que los
primeros poemas humanitariamente comprometidos de José Luis aparecen antes de
1962: me refiero a “Oración por los habitantes de la noche” y “Oración por los
condenados”, que vieron la luz en la revista madrileña Punta Europa en 1961 y que
acaso fueron escritos antes. Pero dejemos esta pequeña digresión aquí (más adelante,
cuando indaguemos en los primeros vestigios de poesía comprometida en Tejada, la
retomaremos).
Volviendo a lo que fue nuestro punto de partida, insistiremos en cómo esa poesía
religiosa (no ya piadosa) vinculada a su primera crisis vital apenas apareció en las
revistas, y en cómo Tejada dejó pasar la oportunidad de publicar a principios de los
años 50 un poemario que le hubiera situado con claridad en la línea del existen-
cialismo cristiano de carácter arraigado55, como se desprende de la reseña de Fernando
García Gutiérrez. Un libro como aquel “Silencio herido” (de título tan parecido
semánticamente a El silbo vulnerado -publicado en 1949- de Miguel Hernández) habría
hecho familia coherente no ya con Para andar conmigo (1962) sino con Razón de ser
(1967): de uno a otro habría habido acaso la misma relación que se da, en Blas de Otero,
entre el facticio Cántico espiritual (1942) y el personal Ángel fieramente humano
(1950), o quizá mejor en Luis Rosales, entre Abril (1935) y Rimas (publicado en 1951
aunque escrito desde 1937). Pero no fue así, y “Silencio herido” no llegó a traspasar la
frontera del seminario portuense.
No fue ésta la única vez que Tejada arrumbó un proyecto de libro, pues tenemos
noticias de otros que corrieron igual suerte. En efecto, en dos de los libros de Tejada se
da noticia de futuros poemarios que nunca vieron la luz. Así, en Para andar conmigo se
anuncia la próxima aparición de “El cadáver del alba” y “Razón de ser”, que sí se
publicaron, pero se menciona también un libro titulado “Israel” del que nada sabemos56,
53
Leopoldo de Luis: “La poesía social de JLT”, en José Luis Tejada (1927-1988): Un poeta andaluz de
¡a generación del medio siglo, ed. cit., pág. 159.
54
Véanse, a este respecto, los estudios de Gonzalo Álvarez Chillida (José María Pemán. Pensamiento y
trayectoria de un monárquico (1897-1941), Cádiz, Universidad, 1996) y de G. Álvarez Chillida y Javier
Tusell (Pemán. Un trayecto intelectual desde la extrema derecha hasta la democracia, Barcelona,
Planeta, 1998).
55
La distinción procede del artículo de Dámaso Alonso “Poesía arraigada y poesía desarraigada”,
recogido en el volumen Poetas españoles contemporáneos (1952) (Madrid, Gredos, 1965, 3 a ed., págs.
345-358).
56
Es posible que “Israel” fuese en la línea de la poesía cívica, si nos atenemos a unos versos que figuran
en el poema “La cadena”, de Prosa española (1977), donde a una reflexión sobre los bandos en la guerra
civil le sigue una mención a Israel: “...Y lo bueno del caso es que tenían/ razones, no razón; porque
primero/ los otros, los hoy víctimas,/ apenas anteayer verdugos fueron.// Pero antes de anteayer, si hacéis
memoria/ cambiados los papeles y los puestos,/ fue ya el verdugo el esta vez verdugo;/ de esta víctima,
62
Maduración de una voz poética
y en Del río de mi olvido se anuncia una “Primera antología poética” (que sería Poemía)
y un libro, “Milasterio (Nueva poesía)”, que no se publicó pero cuyo original se
conserva en la casa del poeta, junto a otros poemas inéditos, y que, según testimonio de
Maruja Romero, va en la línea de la poesía basada en los juegos de palabras.
Por aquel entonces era un muchacho robusto, atezado, de músculos prietos por el
deporte y una sonrisa fenomenal que descubría dentadura de perfección agresiva. Sabía
como ninguno recitar sus versos, que cobraban en su voz la calidad áurea y fonética de
lo exacto. A mí me conmovieron, no obstante, y siempre, sus gestos de niño perdido en
el bosque, los ademanes de una ternura encerrada en un macizo envase varonil. (...)
Recuerdo que por aquel entonces (...) él nos sorprendía con su perfecto “crawl” de buen
nadador tanto como con sus sonetos. Estuvo enamorado de una buena amiga mía,
Angelita Revuelta, quizás porque era, entre otras muchas cualidades, campeona de
natación, la Esther Williams del grupo. A esta Angelita, musa de José Luis, Afrodita de
las aguas de Puntales donde solíamos bañarnos hasta de noche con luna llena, Fernando
Quiñones le dedica el soneto “Para Angelita Revuelta, amiga de poetas, con un sentido
¡viva!”57.
La “musa Angelita” (inspiradora acaso del poema “Tu pueblo”, que pasaría a
Aprendiz de amante58) debe ser anterior a julio de 1951, que es cuando Tejada conoció a
Maruja Romero, su futura esposa. Y entre otros amores de la primera juventud, tal vez
en los años universitarios de Sevilla o de Madrid, pudo haber al menos una mujer
extranjera que parece inspirar al menos dos poemas: “Natural” y “Alma rubia de
Europa”, como luego veremos.
víctima el abuelo.// Y antes de antier... Y el primer día,/ al vagido inicial del niño-tiempo.../Y se pierden
la vista y la memoria/ en la rebusca del primer veneno.// Israel, Ismael, Abel, Caínes.../ ¿Qué más da ya
quién fue el primero?/ Lo urgente es cercenar esta cadena,/ esta sarta suicida y sin remedio”.
57
Pilar Paz Pasamar: “José Luis Tejada y el grupo generacional “Platero””, en José Luis Tejada (1927-
1988): un poeta andaluz de la generación del medio siglo, ed. cit., pág. 16.
58
“El nombre de tu pueblo se me ha ido,/ Ángeles, con la cinta de tu pelo,/ a ese cajón sin fondo del
olvido/ que limita al noreste con el cielo”...
63
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
64
Maduración de una voz poética
El lector se pregunta, llegados aquí, qué le hubiera costado a José Luis escribir
“de esta”, en vez “desta”, o “difunto”, en vez de “defunto”: cambios sencillos que no
suponían alterar ni la métrica ni la rima. Dicho de otro modo, no es fácil comprender
por qué Tejada se obstina en remedar a Lope cuando poco costaba cantar como un
desengañado amante de su tiempo histórico: en lengua poética pero actual. Cabe pensar
que, de una manera irónica, las “cartas viejas” propagan sobre el poema un lenguaje
igualmente viejo, anacrónico, pero quizá hubieran hecho falta más pistas en el seno del
poema para leerlo como parodia autoirónica, a la manera en que, por ejemplo, lo hacía
por similares fechas un Carlos Edmundo de Ory, que aprovechó su aprendizaje
posmodernista para ejecutar luego impecables parodias dentro del postismo.
65
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Quien supo captar bien los tics poéticos de este Tejada fue José María Pemán.
Pemán escribió en 1951, como homenaje y broma a los jóvenes de la revista que él
mismo protegía, un número apócrifo de Platero con imitaciones de varios poetas, entre
ellos José Luis. Reproduzco aquí el apócrifo pemaniano, que extraigo del estudio que a
Platero dedicó el Prof. Ramos Ortega59:
AUSENCIA
Junto a los sonetos neobarrocos y otros poemas neo- clasicistas (como las liras
de “Pájaros de reclamo”, que pasarían a Razón de ser, 1967), hay en el corpus tejadiano
que investigamos poemas amorosos de factura neopopularista. Particularmente
interesante resulta un pequeño díptico que en su título, “Olvidos de Rafael” (Alberti),
indica una clara conciencia, por parte del poeta, del pastiche literario. Efectivamente, los
dos poemitas bien podrían pertenecer a la primera trilogía albertiana, como muestra uno
de ellos, “Rapto”, que tiene asimismo resonancias lorquianas:
59
Manuel Ramos Ortega: op. cit., sección de apéndices documentales, sin numeración [pág. 190].
66
Maduración de una voz poética
Lo curioso es que estos dos “Olvidos de Rafael”, que aparecen por primera vez
en 1950 (Platero, Ia época, n° 38) y van a parar mucho más tarde a Del río de mi olvido
(1978), no prosperan en forma de poemario-pastiche, a la manera de lo que sucedió con
los poemas lopescos que fueron a parar a Para andar conmigo (Homenaje a Lope de
Vega). De nuevo vemos un ejemplo de interesantes “virtualidades” poéticas que Tejada
poseía pero que no llegó a aprovechar, que no supo engranar a las búsquedas de la lírica
contemporánea más vigorosa entre finales de los 40 y finales de los 80. Sin embargo,
algunos de sus últimos y más jóvenes lectores sí han percibido las virtualidades lúdicas
y paródicas de sus versos, en un contexto posmoderno que valora positivamente estos
ejercicios y que ha recuperado, con la métrica tradicional, el arte del soneto. Quizá en
ello tenga algo que ver el hecho de que un Enrique García Máiquez o un Abel Feu sean
andaluces, puesto que otro andaluz, Aquilino Duque, ofrece en una de sus semblanzas
de Tejada lo que estimo una clave importante para entender el talante del poeta: esta
clave no es otra que el humor y el ingenio en sus variantes y modelos gaditanos:
Tejada tiene, junto a la ocurrencia de Alberti, la sonrisa de Pemán. A esto hay que
añadir la risa de Muñoz Seca. Muñoz Seca, Pemán y Alberti son los puntos de
referencia de Tejada: la risa, la sonrisa, la ocurrencia60.
Aquilino Duque, muy lúcido aunque a veces su discurso crítico se vea empañado
por la visceralidad subjetiva, estima que estas cualidades “no las perdona la seriedad del
burro”. En cuanto a que el humor no fuese apreciado en los años en que escribe Tejada,
creo que habría que matizar: no se cotizaba entre los años 40 y los 50, cuando dominaba
el panorama poético la generación del 36 con la estética realista y la poética de la
comunicación, y esto excluyó de los parnasos oficiales no sólo a Tejada sino también a
otros poetas más raros de veleidades vanguardistas o postistas, como Miguel Labordeta,
Carlos Edmundo de Ory o Gloria Fuertes. Sin embargo, la ironía, la autoironía y la
parodia sí empezaron a cotizarse, en la segunda mitad de los 60, con la generación o
60
Aquilino Duque: “La risa periférica de José Luis Tejada”, recogido en Grandes faenas (Cádiz,
Universidad, 1996, págs. 203-207) y luego en el volumen José Luis Tejada (1927-1988): Un poeta
andaluz de la generación del medio siglo, ed. cit., págs. 87-89).
67
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
promoción del 50, siempre y cuando ese humor, intencionado, estuviese vinculado a la
poesía que, conservando su dimensión crítica de orientación progresista, se inscribiera
en la poética del conocimiento, lo que no era el caso de Tejada. En otro orden de cosas,
pero al respecto del humor, hay que decir que antes y después de finales de los años 60
fueron muchos los escritores (andaluces o no, y de varias generaciones literarias: desde
Dámaso Alonso, pasando por José Hierro, hasta Ángel González) que escribieron poesía
humorística y poesía humorística de circunstancias, pero optaron o bien por no
publicarla o bien por no incluirla en sus poemarios más ambiciosos. La única excepción
notable, a este respecto, es la del gaditano Rafael Alberti. Hoy en día el humor, en su
modalidad irónica, es uno de los puntales de la poesía “expresiva”61, tanto en la
modalidad de la experiencia como en la modalidad más subversiva, pero aún así tal vez
no esté de más observar que el humor de Tejada tiende a deslizarse hacia las esferas del
ingenio gratuito de filiación popular, algo particularmente característico de la
idiosincrasia bajoandaluza pero poco estimado fuera de ella, sobre todo cuando ese
ingenio carece de los matices críticos de la ironía comprometida y del aura libertaria que
aportó la vanguardia histórica. No es Tejada, ni mucho menos, el único poeta andaluz
que sucumbe a la tentación de las piruetas ingeniosas: por poner un solo ejemplo que a
nadie puede ofender, es lo mismo que le sucede con excesiva frecuencia a Rafael
Alberti en sus libros menores. En general, más allá del ámbito andaluz, es también el
caso de Ramón Gómez de la Serna. La única conclusión que me aventuro a formular es
que, como analiza el filósofo José Antonio Marina en su lúcido ensayo Elogio y
refutación del ingenio (Barcelona, Anagrama, 1992), la actitud ingeniosa es en el arte
un arma de doble filo: aspira a la constante sorpresa, pero es muy difícil mantener la
agudeza mental en un nivel de sostenida excelencia, pues los mecanismos de la sorpresa
se desgastan muy pronto, y, de otro lado, se tiñen casi siempre de trivialidad. Es cierto
que hoy en día hay una tendencia muy posmodema a lo que podríamos llamar “elogio
de la trivialidad”, pero, salvo excepciones, no creo que esto lo sea lo que, de lo que hoy
se escribe, consiga sobrepasar nuestro tiempo.
61
Tomo el término de Andrew P. Debicki (Historia de la poesía española del siglo XX desde la
modernidad hasta el presente, Madrid, Gredos, 1997).
62
Cfr. el utilísimo estudio de Isabel Paraíso de Leal: El verso libre hispánico. Orígenes y corrientes,
Madrid, Gredos, 1985, que utilizamos como base de nuestro análisis del verso libre tejadiano.
63
Correcta, aunque de uso muy infrecuente, encontramos esta misma palabra, “varona”, en uno de los
sonetos patrióticos que escribió Antonio Machado durante la guerra, el que se titula “A otro conde don
Julián”: “Mas tú, varona fuerte, madre santa,/ sientes tuya la tierra en que se muere,/ en ella afincas la
desnuda planta,/ y a tu Señor suplicas: ¡Miserere!” (editado por primera vez por Aurora de Albornoz,
68
Maduración de una voz poética
(...)
Poesías de guerra de Antonio Machado, San Juan de Puerto Rico, Asomante, 1961). Pero es mucho más
probable que Tejada absorbiera este léxico en Unamuno, un poeta que le gustaba particularmente.
69
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Como se ve, Tejada acierta aquí con una expresión poética intensa. Más allá de
su tendencia natural a la amplificación, las estrofas van añadiendo elementos semánticos
al apostrofe amoroso en ausencia, y, mucho más allá de Lope de Vega, percibimos en el
conjunto su afinidad con uno de los grandes temas de la primera poesía de posguerra: la
nostalgia del paraíso perdido, de las aleixandrinas “criaturas en la aurora”, puras,
amorosas e inocentes. Como rasgo singular, salta a la vista la implícita asociación de lo
femenino amoroso a lo femenino materno (“corola, vientre, nido”), en sintonía con un
poderoso sentimiento de orfandad, que anticipamos antes, y en sintonía, no casual, con
otros poetas huérfanos, singularmente Miguel de Unamuno, Dámaso Alonso y, a mayor
distancia, Blas de Otero.
Mira:
Nos vamos a embriagar de paz de otoño.
Se apetece esta paz, hacia una nieve esperanzada
e infalible.
70
Maduración de una voz poética
(...)
64
Sobre la condición antiurbana de la poesía de Tejada puede consultarse el trabajo de Juan José López
Cabrales, “La ciudad en la poesía de José Luis Tejada”, incluido en José Luis Tejada (1927-1988). Un
poeta andaluz de la generación del medio siglo, ed. cit., págs. 189-197.
71
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
***
Yo supe amarte en extranjero, parsimoniosamente.
Mi “u” francesa se aguzaba en escorzo-afán de beso
y tu trenzado blondo, prieto, amplísimo,
acordonaba mis arterias a tu serenidad.
(...)
72
Maduración de una voz poética
73
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
[pechos,
yo diría que exigiéndome la nada de su boca que aún
[no acabó de concederme.
Diría yo que desbesándome.
poema amoroso de José Luis, “Consolación por la carne”, que también se incluyó, como
éste, en Razón de ser. Vale la pena citar algunos de sus versos, a menudo antologados:
(...)
podrá no ser de veras
nuestra promesa para tantas horas...
pero esto sí es verdad:
este tenemos de hoy es nuestro todo,
este cuerpo oscurísimo que abrazas,
esos pechos fluidos que rebosan mis manos,
este labio que obligo entre los míos,
esta batalla del placer sin tregua
es nuestra y la ganamos al par que sucumbimos,
a un tiempo vencedores y vencidos los dos.
75
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
“Consolación por la carne”, como “La amada del poeta”, son poemas excelentes
donde en ningún momento se rompe la coherencia interna del lenguaje adoptado, donde
Tejada halla la voz y el tono adecuados a la expresión de su experiencia con una libertad
expresiva que no roza nunca la vulgaridad y que además mantiene en todo momento el
ritmo fluido de los versos blancos imparisílabos.
(...)
Alma rubia de Europa, walquiria apaciguada,
Goethe con cien mil años te amaría de nuevo.
Yo te mando a Gustavo Bécquer con mi embajada
porque directamente, la verdad, no me atrevo.
(...)
Si no entiendes su acento te andaluz, te diría
76
Maduración de una voz poética
(...)
Sé que llevas escritos por las ingles sonoras
los diez mejores versos de un futuro lenguaje
y sé que habrás de abrírmelos cuando duerman las horas
o se haga un cerco místico de dolor el paisaje.
(...)
En este punto cabe recordar las palabras de Tejada a Antonio Gracia Mainé, su
honesta admisión de que su mejor momento poético se sitúa en los años 50, y cabe
recordar también sus declaraciones a José Antonio Hernández Guerrero, en el sentido de
que Platero le hizo mucho bien porque le dio a conocer nuevos modos de poesía. Para
la maduración poética de José Luis Tejada fue un auténtico contratiempo la extinción,
en 1954, de Platero, por falta de apoyo económico y sobre todo porque sus jóvenes
impulsores, empezando por Fernando Quiñones, se fueron a Madrid y la empresa de
apertura y renovación que supuso su revista no tuvo sucesora en la provincia. Tejada se
quedó pues, mucho más solo desde el punto de vista literario, y, lo que es peor, aislado
en un ambiente cultural muy mediocre y tradicionalista, incapaz de apreciar lo que no
fueran sonetos, canciones y coplas. En fin, no es cuestión de especular en vano, pero lo
que resulta evidente es que si Tejada perseveró como sonetista no es porque no pudiera
77
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Claro que no seríamos justos si omitiésemos mencionar que por aquellos años la
vida de Tejada debió adaptarse a sus particulares circunstancias, pues a la muerte de su
padre, en 1951, recayó sobre él el peso de la herencia familiar. A diferencia de D. Félix
Tejada Mayo, su vástago no sintió ninguna atracción por los negocios ni tuvo cualidad
alguna para el mundo empresarial ni para nada que requiriese trámites burocráticos (ni
siquiera técnicos: por ejemplo, jamás se sacó el carnet de conducir). Con el tiempo fue
su mujer la que se hizo cargo de estas cuestiones y la que fue orientando a Tejada en la
vida práctica, facilitándole además las circunstancias propicias para la escritura. Dentro
de los menesteres empresariales cabe mencionar que José Luis obtuvo el título de
Óptico en 1956 y abrió en 1955 y 1960 los dos primeros establecimientos de óptica en
El Puerto de Santa María, con lo que se completa la peregrina ficha biográfica que de él
ofrecía Para andar conmigo: “óptico y avicultor”.
Con el tiempo tanto Tejada como su mujer debieron ser muy conscientes de que
José Luis debía buscar un desempeño profesional acorde con sus gustos y aptitudes, y
de ahí que retomase los estudios de Filología para orientarse definitivamente hacia la
carrera docente en el seno de la Universidad: una manera también de volver a tomar
contacto profesional con la literatura y con el “mundo exterior”. Así, entre 1965 y 1970
se matriculó como alumno libre en la Universidad de Sevilla, donde obtuvo el título de
Licenciado en Filosofía y Letras. Ya antes de licenciarse accedió a la docencia, según
consta en su expediente académico: entre 1966 y 1967 estuvo un curso como lector de
español en la Universidad francesa de Nantes, entre 1968 y 1970 ejerció durante dos
cursos como Ayudante de clases prácticas del catedrático D. Francisco López Estrada, y
asimismo impartió clases de español para extranjeros en la Universidad de Sevilla en el
curso 1969/70. Luego, ya como licenciado, su vida académica se vinculó a Cádiz desde
1970 hasta su muerte, en 1988, primero en el Colegio Universitario y, desde 1980, en la
78
Maduración de una voz poética
Universidad gaditana, donde desde 1975 fue Profesor Adjunto Numerario (lo que en
términos actuales equivale a Profesor Titular) de Literatura Española, y ejerció como
encargado de Cátedra y director del Departamento y del Aula de Poesía. También
simultaneó la docencia en la Universidad normal con la docencia en el centro asociado
de la UNED en Cádiz de 1973 a 1986. En fin, cabe mencionar su adscripción a diversas
iniciativas y entidades culturales privadas e institucionales65. Valga como retrato del
profesor que fue Tejada esta pequeña semblanza efectuada por Manuel J. Ramos
Ortega, que fue primero alumno suyo en las clases prácticas de la Universidad de
Sevilla y luego colega en Cádiz:
José Luis era un hombre, por encima de todo, bondadoso. Era raro verlo irritado o
enfadado por algo. Bastante flemático e incluso socarrón a veces. Tenía, eso sí, una rara
habilidad para pasar olímpicamente por encima de todo lo que fuera burocracia
agobiante.
Sus alumnos lo respetaban y admiraban. José Luis transmitía el gusto por la literatura
porque era un convencido de lo que explicaba. Era frecuente verlo reír recitando un
poema que memorizaba, sin ningún esfuerzo, en clase.
Como alumna que fui de José Luis, suscribo estas impresiones. Era Tejada un
profesor a la antigua usanza, distante sin pretender avasallar, cortés, respetuoso y exi-
gente. Venía a clase con sus carpetas de apuntes, algunos francamente quebradizos y
amarillos, con toda puntualidad. Nunca el perdía el tiempo (una costumbre loable). Con
relativa frecuencia le notábamos aburrirse: nuestra promoción, en las aulas, pasado el
primer ciclo de la carrera y perdido con él un grupo de compañeros fantasiosos,
imaginativos, radicales, fue con escasas excepciones un colectivo reticente, apático y
anodino. Solíamos replegarnos en la misma estoica indiferencia ante los buenos y los
malos profesores. Pero es rigurosamente cierto que Tejada se encendía y se reía y se le
veía extasiado cuando recitaba versos que amaba. No era dado a intimar con los
alumnos, pero nos observaba desde su distancia discreta y solía adjudicarle a cada cual
el trabajo que más le convenía, bien para mejor aprovechar sus aptitudes, bien para
enmendar sus carencias. No transigía con la falta de seriedad, con la ignorancia
65
En 1961 JLT cofundó y presidió en El Puerto de Santa María la Agrupación Cultural “Medusa”, que
promovía lecturas de poesía, proyecciones cinematográficas, representaciones de teatro, debates, etc. Más
tarde Tejada se integraría en la Cátedra de Flamencología y Estudios Folclóricos de Jerez, en la Asamblea
Amistosa Literaria “Jorge Juan” de Cádiz, en el Instituto de Estudios Gaditanos de la Diputación
provincial, en la Cátedra Municipal de Cultura “Adolfo de Castro” de Cádiz, y fue asimismo miembro de
numerosas academias (correspondiente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras y numerario de
las de San Romualdo de San Fernando, San Dionisio de Jerez, San Telmo de Málaga y Santa Cecilia de
El Puerto de Santa María).
66
Manuel J. Ramos Ortega: “Poeta de mar y tierra”, en El Periódico del Guadalete (Jerez de la Fra.), 13
de mayo de 1989, pág. 26.
79
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
escudada en el desparpajo vulgar. Recuerdo algún día en que se permitió a sí mismo ser,
sobre la marcha, gracioso y ocurrente. “Señorita, ¿quiere usted dar [a] luz sin contacto
de varón?”. Silencio estupefacto de la señorita, que era una casta diva en versión
castiza, racial. “Haga usted el favor de pulsar ese interruptor” (el aula era una cueva).
“Melchor, usted que es un hombre de talla...” (Melchor se erguía, ufano en su
manifiesta inteligencia) “... haga el favor de ver si alcanza a cerrar esa ventana” (hacía
un frío inhumano en las aulas de la vieja Facultad). Lo recuerdo como algo insólito: no
era Tejada ni mucho menos un andaluz oficiando de gracioso (más bien todo lo
contrario). Y a veces entraba en la clase radiante, muy bien trajeado y repeinado, con
una sonrisa inmensa: ese día iba a dar un recital y estaba ya en trance de metamorfosis.
Sí. En la distancia le teníamos respeto y también gratitud: sin alharacas, sin pedantería,
sin autosuficiencia, era un buen profesor todoterreno (lo tuvimos en medieval, Siglo de
Oro y literatura contemporánea), y aunque no trasluciésemos ningún tipo de empatía, lo
cierto es que nos interesaban sus clases, sobre todo cuando se iba arrimando al ascua de
la lírica y la frialdad profesional se transformaba en encendido disfrute, desde la poesía
medieval hasta la generación del 27 sobre todo67. Lo mismo le sucedía en los trabajos
críticos, como bien ha advertido Gregorio Torres Nebrera en su análisis del Tejada
estudioso de la literatura68. Virtudes Atero, colega de José Luis, conserva los graciosos
versos que le improvisó en una ocasión (“Virtudes:/ qué nombre tan bien mal puesto,/
que todas te las sacudes”...), y la profesora Rosario Martínez Galán todavía lo recuerda,
impresionada, como un hombre temeroso de todo, angustiado, al que ella también vio
“transfigurarse” en un recital de poesía en la sierra de Cádiz: con su chorro cálido y
seguro de voz, sí, y también con un desvalido temblor en las manos.
No cabe duda de que para Tejada debió ser un alivio intelectual sustituir sus
compromisos empresariales por los docentes e investigadores, pero a este respecto cabe
recordar el aviso que recibió de Dámaso Alonso69, en el sentido de que la vida
académica podía llegar a “secarle” como poeta. Ésta debía ser la personal experiencia de
Dámaso y acaso fuera la de José Luis. Pero dejemos ya esta digresión.
Hasta aquí hemos repasado los poemas de tema religioso y amoroso que
aparecen en Platero, Alcaraván y Caracola. Otro tema presente en estas revistas es el
de la propia poesía, que se abre en 1950 en la primera época de Platero (“Mensaje”, en
67
La poeta Mercedes Escolano, alumna de Tejada dos años después, recuerda en cambio, en su calidad
de escritora en ciernes, la falta de sintonía de Tejada con el lenguaje que interesaba a los jóvenes poetas
de mediados de los 80, lo que no obstó para que les organizase lecturas en el Aula de Poesía de la
Facultad. Otra compañera, Beatriz Carrero Blanco, conserva, de los últimos años docentes de Tejada, la
imagen de un hombre dolido que se sentía a veces atrapado en su circunstancia vital.
68
Gregorio Torres Nebrera: “La obra crítica de JLT”, en JLT (1927-1988): Un poeta andaluz de la
generación del medio siglo, ed. cit., págs. 245-264.
69
JLT tuvo amistad personal y sostuvo correspondencia con Dámaso Alonso a partir de 1953, a raíz de
los Cursos de Verano que la Universidad de Sevilla, por iniciativa de José María Pemán, celebraba en
Cádiz. También fue amigo, entre otros, del matrimonio formado por María Victoria Atencia y Ricardo
León, ligados a la malagueña Caracola, y de Leopoldo de Luis y Aquilino Duque.
80
Maduración de una voz poética
70
Esto lo vemos ya en el segundo poema que publicó JLT en Cruzados (año y n° 336, 8 de septiembre de
1943), “Mi canto”: “Me dicen que te cante, Reina mía.../ No saben que mi lira/ enmudece en su pobre
sinfonía/ cuando en tu amor se inspira.// No saben que al filtrarse por mi pluma/ la luz de tus canciones,/
se obscurecen en pardos nubarrones/ tras una densa bruma.// No he de ser yo quien llegue a la osadía/ de
mancillar tu nombre,/ en el grotesco verbo que los hombres/ disfrazan de poesía.// Habrá de remontarse
en una nube,/ en alas de los vientos,/ y tu nombre escuchar de algún querube/ en divinal aliento.//Y
aunque en lengua celestial supiera/ el nombre que te advoca,/ puede ser que tampoco me atreviera/ a man-
charlo en mi boca”. La misma fusión se advierte en “Piropos” (Cruzados, n° 439, 8/IX/1944): “¡Basta ya
de sonetos rebuscados/ que me traban la lengua!/ Hoy con mis toscos versos desiguales/ quiero decirte
todo lo que sienta.// Y te lo diré en nombre de ese pueblo/ que por ser Tú su Virgen Marinera/ en Ti cree
y a Ti ama,/ que por su madre Te aclama.../ Te llama su esperanza, y en Ti espera”. En “Ante la
Inmaculada Concepción. Oración” (Cruzados, n° 675, ll/XII/1946) encontramos una petición de
inspiración a la Virgen: “Igual que muere en el viento/ lo más leve de la espuma/ se va muriendo en mi
pluma/ lo mejor de lo que siento./ Se me muere este lamento/ que va a brotar y no brota,/ como se muere
una gota/ sin resbalar, y presiento/ por la gracia de tu aliento/ que en mí tu amor se agiganta./Y mi voz,
que ya no canta/ va perdiéndose en rumores.../ ¡Y, son tan pobres mis flores/ para dosel de tu planta!”.
81
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
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82
Maduración de una voz poética
inicia al amor en los bancos de los parques, asegurando que ya es tarde para amar
“porque está ya acabando el Mundo”, porque otros muchos jóvenes han muerto sobre
los campos de batalla, pero descubrimos al final que el poeta está solo y nadie le
escucha:
(...)
83
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
(...)
El poema no pasa de recomendar a los enamorados que miren más allá de sí mismos
hacia el mundo que “está ya acabando” “porque Dios ha soplado contra la luz que se deshace”.
Si tenemos en cuenta que hasta la fecha la poesía de Tejada ha sido, aparte de religiosa,
eminentemente amorosa, y que hemos visto antes, en “Fuga de Octubre”, un poema donde el
poeta llama a su amada a disfrutar del amor tranquilo en un parque, resulta que, en el fondo, lo
que hace Tejada, más que llamar a los otros a aterrizar en la realidad del mundo, es llamarse a sí
mismo a abandonar la actitud descomprometida, sin duda presionado moralmente por la poesía
y la conciencia que se va imponiendo en la España de los 50 y que además se va plasmando en
la segunda época de Platero. Esta llamada, sin embargo, no tiene ninguna continuidad en los
poemas publicados por él en revistas por estas fechas, y el poema (muy patético y gesticulante,
al estilo “generación del 36”) tampoco debió dejarle satisfecho porque no lo incluyó en ninguno
de sus libros.
El otro poema, dentro de nuestro pequeño corpus de revistas, donde se advierten acentos
sociales es el que se titula “La Macarena en el monte” (Caracola, n° 101, 1961), que pasaría a
Del río de mi olvido (1978), donde se fecha en 1955. Contra lo que su título pudiera hacer espe-
rar, es un monólogo puesto en boca de la Virgen que podemos relacionar técnicamente con el ya
comentado en “La amada del poeta”, y su forma es la de la silva impar, sin rima. Su desarrollo
se aparta tanto del previsible folclorismo como de la poesía devota. Se trata de una reflexión
sobre la humanidad dividida, escrita con claro afán de invitar a solidaridad y al amor y no
exenta de ingenuidad, aunque con algunos momentos sobria y realistamente tiernos:
84
Maduración de una voz poética
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LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
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Para cuando Tejada se embarca en una poesía cívica, tres van a ser sus mayores
riesgos. De un lado, un tono propenso al énfasis, y en los peores casos tremendista a
deshora, que no encubre la mala conciencia del poeta por haberse “desentendido” de la
poesía comprometida tanto tiempo. Enfático, pero sin caer en los aspavientos excesivos,
es por ejemplo “Lo peor”, integrado en el librito Hoy por hoy (1966):
(...)
(...)
86
Maduración de una voz poética
(...)
(...)
87
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
(...)
¿Y si al verso se le echara
una mijita de sal
y un chorrito de agua clara?
¿Eh?... ¿Qué tal?
A lo mejor resultaba
que no resultaba mal
y a la gente le gustaba.
Y al final,
tal poesía
¿no sería
más social?
(...)
Tejada, de una manera un tanto ingenua, no supo advertir que este tipo de rimas
se le habrían “perdonado” a un auténtico poeta social y revolucionario, caso de Alberti,
pero no a un poeta como él, que más parecía estar defendiendo sus propias trincheras
poéticas e ideológicas. En el caso de textos como éste, pesa sobre el lector y condiciona
la lectura la “figura moral” que el poeta ha ido construyendo previamente a lo largo de
su obra, y el balance no es positivo: baste recordar las burlas de la poesía social que
contenía Para andar conmigo, aunque puestas en boca de Lope de Vega (“Vino y
vuélvome al limbo más que aprisa.../Y es que hay que ver, qué versos los de ahora./ Ya
nadie canta. Todo el mundo llora/ con una angustia tal que mueve a risa./ (...)/ Lo dicho:
que me parto con mis muertos/ y aquí quedad con vuesas agonías” -“De mi retorno en
mala hora”-).
Claro que, con las salvedades que hemos apuntado, también tiene Tejada en la
línea cívica poemas convincentes, como se aprecia en la “Oración por los españoles sin
España”, publicada por primera vez en ínsula (n° 223, junio de 1965). Aunque a
aquellas alturas la “madre común España” con que se inicia el texto podría sonar
excesivamente oteriana, el poema va ganando en expresividad a medida que se desnuda
de efectismos y se percibe al fondo su diálogo subterráneo con Rafael Alberti y con la
imaginería de “Retorno de un día de retornos” (de Retornos de lo vivo lejano, 1952):
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Maduración de una voz poética
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Es verdad que el diálogo de los poetas con los exiliados había empezado mucho
antes. Fernando Quiñones tiene en Platero, sin ir más lejos, un poema en alejandrinos
blancos titulado “Rafael Alberti” que apareció en 1950: “En los finos cristales de
cualquier alba crema/ volverás, caballero de un viento conmovido,/ con todo el peso
enorme de tus ojos del fondo/ y dos verdes maletas de versos y pescado”... Incluso José
María Pemán tiene una composición dedicada a Alberti (y otra a Cernuda), muy lejos ya
del espíritu del Poema de la Bestia y el Ángel (1938). La existencia de precedentes no
anula el valor del poema tejadiano que acabamos de citar (más larga aún es la cadena de
homenajes a Antonio Machado y Federico García Lorca en la posguerra), pero hay algo
que se echa de ver: el retraso de Tejada, no ya en la fecha de la primera publicación del
poema (1965) sino en la del libro en que se recogió, Prosa española: 1977, a casi dos
años de la muerte de Franco, resulta, para este poema, una fecha desfasada.
Tomemos la granada.
Dura, mojada y fría, no es lo suyo rasgarla por ahora
pero arranquémosla con todo.
71
“No tienen vino” se publicó primero en 1963, con motivo de haber sido premiado en el certamen
nacional de la Vendimia de Jerez.
90
Maduración de una voz poética
Sin duda es interesante constatar esta rara veta en José Luis Tejada, pero de otro
lado hay que decir que en ocasiones nos sorprende con unos filones de humor verbal
sumamente imaginativo que le hermanan subterráneamente con un Carlos Edmundo de
Ory. A este respecto encontramos en Aprendiz de amante un curioso poema lleno de
juegos de este tipo que desgraciadamente resulta malogrado por la insistente intromisión
de un discurso demasiado vulgar. Me refiero al poema “No contestas o estás
comunicanda”:
91
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Sí: hubiera hecho falta saber separar los hallazgos lingüísticos del cabreado
usuario del teléfono del lenguaje lisa y llanamente malsonante, o medir con mucho
cuidado la zafiedad como hiciera C.E. de Ory en su gracioso soneto “Satán al aparato”
(1956), por ejemplo. O hubiera hecho falta reconvertir el ingenio hacia el más hondo
lirismo, como hace José Hierro en el magnífico “Don Antonio Machado tacha en su
agenda un número de teléfono” (Agenda, 1991), o como hiciera antes Luis García
Montero en “Me persiguen/ los teléfonos rotos de Granada” (Diario cómplice, 1987)72.
En este sentido recuerdo que una vez comentaba Maruja Romero que algún poeta le
había dicho que de los hallazgos de José Luis se habían aprovechado otros. Quizá lo
más ecuánime sería sospechar que, al margen de la azarosa vida que llevan las ideas en
el campo de la creación, siempre sometidas a un constante trasvase, a una constante
apropiación y reelaboración, lo cierto es que en algunos casos Tejada no pudo sacar el
mayor ni el mejor partido de sus potencialidades, que, como vamos viendo, no fueron
escasas.
72
Sin embargo, conviene matizar que, en el ámbito de la poesía, y de la recepción crítica de la poesía, no
hay axiomas estéticos. En otras palabras, a menudo se aceptan licencias y vulgaridades en función de
quién sea el escritor que las propone. Pensemos en el “realismo sucio “ de los jóvenes de la “generación
X” (por ejemplo, Roger Wolfe), o en el éxito popular del último libro de Joaquín Sabina, Ciento votando
de catorce (2002), un libro de sonetos. Claro que tanto al fondo de un Roger Wolfe como de Joaquín
Sabina hay un fondo de crítica social que no es gratuito y que no se halla en Tejada.
92
Maduración de una voz poética
abrió la revista gaditana se cerrase tan pronto, sin que nadie recogiese en el Cádiz de
entonces su testigo.
Si hasta aquí hemos mencionado la perniciosa influencia del ambiente local
gaditano, con todas sus limitaciones, en la evolución de Tejada, debemos también
considerar la cuestión en un contexto más amplio. En efecto, aunque José Luis no
publicó libros de poesía hasta los años 60, sus poemas no habían pasado desapercibidos,
pues fue incluido en varias antologías de los años 50 a partir de sus colaboraciones en
revistas: lo demuestran las ediciones de la Antología de la poesía española de Aguilar
que preparó primero Rafael Millán y que luego tomó a su cargo Luis Jiménez Martos73.
La temprana inclusión de Tejada en antologías no se debió a motivos ajenos a la propia
calidad de sus versos y al gusto particular de los antológos: así lo testimonia Luis
Jiménez Martos, que no conoció personalmente al poeta hasta muchos años después74.
Más adelante, a partir de los años 60, comprobamos que es bastante frecuente que se
antologasen poemas de José Luis mezclando los que ya habían aparecido en libros con
otros que, publicados en revistas, irían a parar a poemarios posteriores. Ahora bien, con
algunas excepciones, los antólogos que se fijaron en los poemas de José Luis solían ser
de gustos netamente clasicistas y tradicionalistas, con lo cual la natural desorientación
que afectó a nuestro poeta se multiplicó por la de bastantes críticos que, conociendo o
no el resto de su producción, y aunque con la mejor voluntad, lo cierto es que le
alentaron por la vía que debiera haber dejado atrás.
No cabe duda de que, más allá de los amplios campos de divergencia que han de
concederse a los gustos, la vigencia de estas vías literarias obsoletas sólo se explica en
el contexto involutivo de la España de aquellos largos años en que desde las instancias
oficiales se pretendió anular el curso de la historia para entroncar con el Siglo de Oro,
anulando así el descubrimiento fundamental del Romanticismo: el hecho de que el arte
occidental, desde la crisis del racionalismo universalista ilustrado, se ha concebido
desde entonces como un fenómeno espaciotemporal, emanado de la historia y en
constante proceso evolutivo. No se trata de que José Luis Tejada fuese un poeta
militante de derechas, que jamás lo fue de manera consciente. Con el respeto y la
cautela que impone la especulación en cuestiones tan delicadas, me atrevería a afirmar
que a Tejada debemos contemplarlo como integrante de lo que el historiador Fernando
García de Cortázar denomina la “tercera España”:
73
Así, figura en la Antología de Ia poesía española de Rafael Millán (vol. I, 1954-1955; vol. II, 1955-
1956; vol. III, 1956-1957), Madrid, Aguilar, 1955, 1956 y 1957. También en la Antología de la poesía
española de Luis Jiménez Martos (vol. IV, 1957-1958), Madrid, Aguilar, 1958, por no mencionar más
que antologías de los años 50. Para ver qué poemas le fueron antologados, así como otras antologías
donde fue incluido, remitimos a la bibliografía que cierra este volumen. Un estudio sobre este particular
es el que ofrece María del Carmen Olmedo Sánchez en su trabajo “José Luis Tejada en las antologías
poéticas”, en José Luis Tejada (1927-1988). Un poeta andaluz de la generación del medio siglo, ed. cit.,
págs. 205-216.
74
Cf. el artículo de Luis Jiménez Martos: “El Sur en la poesía de José Luis Tejada”, en José Luis Tejada
(1927-1988). Un poeta andaluz de la generación del medio siglo, ed. cit., págs. 31-39.
93
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
pertenecían a la tercera España, ese imaginario colectivo poblado por gente refugiada en
el cascarón de sus hogares a la espera de conocer el ganador, exiliada en Europa o
anclada en sus puestos de responsabilidad con la mirada poblándose día a día de
cenizas. Aquella era la España desbordada de Alcalá Zamora, Julián Besteiro, Miguel
Maura, Casares Quiroga, Ortega y Gasset, Luis Companys... y cientos, miles de
personas que se vieron involucradas en la guerra civil con horror, víctimas de
bombardeos y represalias, de secretas ambiciones y ajustes de cuentas, reclutas a la
fuerza de la España del crimen y el desvelo, proscritos del odio, soldados de
reemplazo... Todos ellos perdedores de algo: de la vida, la infancia, la libertad, la
ilusión, la esperanza, la decencia75.
Creo que, más allá de juicios ideológicos que resultan muy fáciles para quienes
no vivieron (no vivimos) aquella coyuntura de la guerra y la posguerra, hay que reco-
nocer que también hace falta honestidad y valor, para retratarse como en estos cuatro
versos se retrata Tejada.
75
F. García de Cortázar: Historia de España. De Atapuerca al euro, Barcelona, Planeta, 2002, pág. 261.
94
Maduración de una voz poética
Concienzudamente, voluntariosamente,
pierdo todo mi tiempo cada día.
(...)
(...)
Así tras de no haberme
95
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
POÉTICA
II
No vi girar las formas hasta desvanecerse.
96
IV. LOS POEMARIOS DE TEJADA (1962-1986)
La serie de poemas que irán a parar a Para andar conmigo cubre en estas tres
revistas un lapso que va de 1950 a 1962, pero el “germen” inicial del libro parece estar
no en Platero ni Alcaraván sino en Caracola, que es donde por primera vez aparecen en
1955 dos sonetos sin título bajo el marbete común de “Homenaje a Lope de Vega”. La
idea de escribir un libro total o parcialmente apócrifo es en cambio posterior: es en
enero de 1962 cuando el soneto “A un billete en que su amada le aconsejaba discreción
y paciencia” aparece con la coda de “Nuevas rimas de Tomé Burguillos”. En ese mismo
año de 1962 ganó Tejada el “Premio Alcaraván de poesía” con los “Sonetos apócrifos
de Lope de Vega”76. Pese a esta larga historia el libro tiene, como veremos luego, una
trabada y sorprendente estructura.
Los materiales que se integrarán en Razón de ser (1967) van de 1951 en Platero
a 1957 ya en Caracola, y en todos los casos los poemas rescatados (“Primitiva”, “La
amada del poeta”, “Pájaros de reclamo”, “Cantinela amarilla” y “Alma rubia de
Europa”) pasarán a integrarse en la última sección, “Otros poemas”, donde están los
textos de carácter más personal y autobiográfico y menos dependientes de la idea
central del libro, que acaso hubiera ganado si Tejada no separase su postura existencial
de sus más íntimas vivencias, las que precisamente explican su posición ante el mundo.
Esta concepción de su obra en “compartimentos temáticos” no tiene nada que ver con la
poética coetánea de la poesía como acto de conocimiento.
76
Los “Sonetos apócrifos de Lope de Vega” eran cuatro: “Justificación”, “Declinación de Dios”,
“Descubre por los celos de Marfisa, su amor” y “De un cierto andaluz”, como se recoge Premios
“Alcaraván” de Poesía, Ed. Carlos y Antonio Murciano, Arcos de la Frontera, Ayuntamiento, 1997.
97
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Sigo absorbido por los temas eternos: el pueblo, la hermosura y el amor; Dios, la muerte
y el misterio, se reparten no muy desigualmente el asunto de mis versos y apenas si me
quedan palabras para más. Yo no tengo la culpa si hoy me obsesiona un pájaro, luego el
paso del tiempo, mañana una mujer.
Creo que lo soy. Esa unión no puede faltar nunca. La poesía no se inventa ni se falsifica.
O se vive o no se puede crear. Veo muy clara esta unión a través de los temas: el tema
del paisaje, escaso en mi poesía, y el de la naturaleza, nacido de mi pasión por el mar y
por el campo, por esta incomparable tierra nuestra. El amoroso, más cultivado,
naturalmente, en las épocas de los mayores enamoramientos. El tema popular, fruto de
un estrechísimo contacto con el pueblo andaluz, campesino y urbano. El mal llamado
“filosófico” (la poesía de pensamiento) tratado cada vez más, paralelamente con una
maduración reflexiva. Y finalmente, a través del tema inagotable y fascinante del
misterio, el religioso, como culminación natural de un proceso dialéctico de fe y de
dudas, de una creciente necesidad de vivir la trascendencia, de un olfateo de la muerte...
98
Los poemarios de Tejada
Tal vez esta tardía asunción de la poesía como compromiso con una
circunstancia histórica concreta, que en Tejada se da desde principios de los 60, se
pueda relacionar -pero sólo hasta cierto punto- con una circunstancia biográfica: el
hecho de que es a mediados de los 60 cuando, retomando los estudios que abandonó en
su juventud, cursa la carrera de Filosofía y Letras en Sevilla. No creo que sea mera
casualidad la coincidencia que se da en la biografía de Tejada entre su reincorporación a
la Universidad y la dinamización de su trayectoria poética, y es posible que en la
desazón existencial que muestra Razón de ser influyera no ya sólo el contacto -aunque
fuera de lejos- con la levantisca juventud estudiantil de aquellos años sino también la
experiencia como lector de español en Nantes, donde el poeta se sintió especialmente
desarraigado e infeliz. Curiosamente, la primera crisis del poeta le sobrevino igualmente
lejos de su casa, cuando estudiaba la carrera en Madrid, lo que avala la impresión que
77
Integraron el jurado Gregorio Marañón, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, José Antonio Muñoz Rojas,
Luis Felipe Vivanco y José Ruméu de Armas. Ganó la convocatoria José Luis Prado Nogueira con La
carta, y obtuvieron un segundo y tercer accésit, respectivamente, la argentina Emma de Cartosio con
Criaturas sin muerte, y el argentino Víctor García Robles con Pan y paz.
78
Hay que dejar constancia, sin embargo, de que la inclinación social de la poesía tejadiana cuenta con
algún valedor destacado, caso de Leopoldo de Luis (Cfr. “La poesía social de José Luis Tejada”, en José
Luis Tejada (1927-1988). Un poeta andaluz de la generación del medio siglo, ed. cit., págs. 153-167).
99
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
tuvieron prácticamente todos sus allegados de que José Luis no era capaz de valerse
solo y lejos.
En fin, parece claro que Tejada concibe sus libros como compendios temáticos y
también que, a juzgar por sus resultados líricos, acertó sobre todo cuando decidió ser
fiel a la poesía que le brotó desde siempre, la de los grandes temas universales, que
además fueron creciendo con él y ganando con los años en hondura existencial. De entre
todos los libros de Tejada, el que más valoró la crítica (hasta el punto de que de hecho le
fue concedido el Premio Nacional de Poesía 1967)79 fue Razón de ser, que era el que,
con ciertas restricciones, más sintonizaba formal y conceptualmente con la poesía del
momento, y que es el que ofrece una estructura más trabada, aparte de contener poemas
antológicos. De todas formas, es oportuno revisar cada poemario de José Luis para
buscar sus claves, que no tienen por qué coincidir con las usuales o evidentes y que
siempre hay que explorar desde dentro, buceando en una construcción -formal y
cosmovisional- ajena que requiere del crítico un espíritu de disponibilidad frente a la
aventura. Esto es lo que hemos intentado hacer con su primer libro de poemas, de cuya
laboriosa gestación ya hemos dado cuenta.
El libro se abre con un breve prólogo titulado “Intención” donde el poeta expone
brevemente su afán de homenajear a Lope y, con él, a todo el Siglo de Oro español,
convencido de que es lícito que la poesía mire no sólo al presente y al futuro sino
también al pasado:
Entre el esfuerzo, no tan supremo como se dice, por estar al día, y la ambición, mucho
mayor, de rastrear los signos del futuro -cómo y por dónde han de soplar los vientos de
la nueva poesía-, existe para el poeta, naturalmente, una tercera posición, cómoda y
79
Véase el trabajo de Luis Suárez Ávila, “José Luis Tejada, Premio Nacional de Poesía”, en José Luis
Tejada (1927-1988): un poeta andaluz de la generación del medio siglo (ed. cit., págs. 201-203).
100
Los poemarios de Tejada
Fiel al modelo lopesco (y más en general al modelo barroco que pasa por Lope,
Góngora y Quevedo), Tejada cultiva aquí tanto la poesía de inspiración culta como la de
inspiración popular. Aunque algunos reseñistas estimaron que los tres temas que
articulaban el libro eran Dios, el amor y la muerte, creo que da mejor idea de lo que es
el libro distinguir en él dos ejes temáticos medulares: uno es desde luego el amor, ya sea
humano o divino, con su correlato, que aquí no es tanto la muerte como el desamor, la
carencia y el olvido; y el otro gran tema, complementario del primero, es la propia
poesía, lo que da al libro, como señaló Leopoldo de Luis, una dimensión polémica. Este
segundo tema da lugar a menos poemas, pero es tan importante como el tema amoroso
porque lo encontramos en las composiciones que sirven para justificar y explicar la
índole del homenaje a Lope, que son las que hacen de marco del libro. Resumidos así
80
Leopoldo de Luis: “La poesía de José Luis Tejada”, prólogo a la antología Poemía, de José Luis
Tejada, Cádiz, Universidad, 1985, págs. 13- 31. Sobre Para andar conmigo, véanse las páginas 13-16.
101
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
temas y formas, el esquema del libro, cotejando lo que se atribuye a Lope con lo que se
atribuye a Tejada, es el que sigue:
(amor profano)
I. 2.2. “A lo divino” II.2.2. “Palma y corona”
(amor divino)
“Nace de ella el mismo Dios” “Anunciación”, I, II y III.
“Letrilla del quién a quién” “Tríptico de la Medianera”,
“Letrilla de la Virgen parida y perpleja” I, II y III.
(a la Virgen María)
102
Los poemarios de Tejada
Para andar conmigo es un libro con un dinamismo interno que tiene sentido,
significación. El significado básico emana de la relación entre Lope y Tejada, o, dicho
103
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
de otro modo, entre la identidad lopesca y la identidad tejadiana de Tejada. Nadie hasta
la fecha ha reparado en un hecho muy sintomático: el de que Tejada pone en boca de
Lope los dos sonetos que reflejan una mayor plenitud vital tanto en el amor humano
como en el amor divino. Así, no puede ser casualidad que el poeta haya dispuesto abrir
la sección de sonetos apócrifos amorosos con el que se titula “Quien lo probó lo sabe”,
que es una celebración del goce amoroso en términos directamente extraídos del
lenguaje místico sanjuanesco y mezclados con el amoroso de Lope, dentro de la tópica
petrarquista de los contrastes:
Ningún otro poema del libro refleja esta eufórica plenitud que efectúa la
reconciliación de todos los opuestos: tumbar y elevar, traer y llevar, dejar y tomar, añeja
y retoñar, milagro y gleba, vieja y nueva, viejo y niño, naciendo y muriendo, ignora y
sabe, virgen y amor. Tras este soneto, perfecto en la imitación, los que se atribuyen a
Lope son de motivos amorosos variados y parecen dedicados a diversas mujeres, quizá
para mejor respetar la adecuación a la biografía de Lope y quizá porque proceden de la
época de primeros amoríos del poeta: un soneto sobre el olvido de la amada (“A un
antiguo amor que pretendía olvidarle”), otro sobre la impaciencia del amante espoleada
por la amada (“A un billete en que su amada le aconsejaba discreción y paciencia”,
dedicado a Belisa), uno a los celos (“Descubre, por los celos de Marfisa, su amor”), otro
a la ausencia femenina (“Increpa a la amada ausente y pondera el propio
desvalimiento”), y, por último, un piropo malicioso a las “Tres prendas secretas de la
amada” Lucinda. En cambio, los sonetos amorosos de la parte que Tejada se atribuye a
sí mismo muestran, frente a los lopescos, varias características: no hay ninguno
equiparable a la plenitud armónica de “Quien lo probó lo sabe”, cantan
fundamentalmente al deseo que la amada produce, espolea aun sin querer y colma aun
sin colmar (dato éste que los aproxima a los sonetos amorosos de Miguel Hernández a
la “casta y sencilla” Josefina), van dedicados a un tú femenino sin nombre que produce
impresión de unicidad frente a la pluralidad de las mujeres de Lope (Belinda, Lucinda,
104
Los poemarios de Tejada
yo te vi perpetrar la despedida.
La despedida es una bienvenida
cabeza abajo, en cruz y maniatada
(“Partida”)
Resumiendo, tenemos que los sonetos amorosos empiezan con uno que canta a
la plenitud en lenguaje gozosamente místico que se atribuye a Lope, pasan, en Lope, por
las sutilezas de varios lances de amor y terminan en Lope con el piropo malicioso, para
hacerse en la parte de Tejada dramáticamente apasionados y terminar con la muerte y la
amargura de la humana incompletud:
(...)
Una carta el vivir nunca acabada,
entinta, veniazul, desaforada...
que data y firma Dios y pone punto
Vistos en esta secuencia, los poemas amorosos evidencian que de Lope a Tejada
lo que se ha perdido en plenitud y gracia se ha ganado en dramatismo humano, en
conciencia trágica de la temporalidad, y la euforia alada se ha hecho apasionada
gravidez. Pero esto no era así originalmente, si seguimos la secuencia de publicación en
105
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
revistas: esto es un invento posterior, una reinvención posterior que Tejada hace de sí
mismo y de su poesía.
Algo semejante ocurre con los sonetos religiosos. El que evidencia mayor
sentimiento de religación con lo divino vuelve a ser el primero de los que se atribuyen a
Lope, “Declinación de Dios”, lleno de un humor “gramatical” que explotaron
abundantemente los poetas del 27:
La parte de sonetos sacros de Lope sigue con una queja dulce (“Suelta mi
manso”) cuyo sentido religioso no está muy claro, luego con una ponderación de la
fuerza amorosa de Cristo (“Tres veces fuerte”), después con una llamada a Dios en
medio del desaliento (el hermoso soneto “Ahora”), una queja por los talentos
desperdiciados, que no son sino el desgaste del tiempo (“Mala paga”), y al fin termina
con otra llamada a Dios (“Insta al niño Dios a nacerle en sus dentros”), con ansia alegre
de ternura (“Matracas de mis huesos repicando/ gloria a ti, corazón o caramillo:/ Yo tu
Belén y Tú mi noche buena”). Los subtemas y tonos de los “sonetos sacros” lopescos
(religación gozosa, confianza en Dios a quien se llama, triste y dulce cansancio, ternura)
se transforman en las “Meditaciones” de la parte tejadiana, donde se incorporan nuevos
acentos. Lo más destacado es que los tres primeros sonetos constatan de diversas formas
que la vida es dolor: el amor divino y creador es dolor divino desde la creación misma
(“En el principio”), la condición humana no es sino dolor general a duras penas
sostenido por el amor (“Si no será el dolor lo nuestro”), el dolor es de todos (“Prohibida
la sonrisa”). Se advierte cómo la queja privada de los sonetos apócrifos se va
transformando en queja colectiva y solidaria en los tejadianos. Y los tres últimos
poemas adquieren un tono distinto de acusación a Dios: en “El enfermo” Dios parece un
ser arbitrario que dispone del hombre en medio de un mundo que ha perdido la fe y es
solo miedo; en “Plante” el poeta se rebela contra la vida y contra Dios (aunque el final
está abierto irónicamente a la esperanza), y en “Vaya por ti” el tono se remansa pero el
106
Los poemarios de Tejada
poema vuelve a ser una recriminación a ese Dios que se escapa del hombre. Todos estos
planteamientos apuntan ya a Razón de ser, libro que se preveía en la solapa de Para
andar conmigo.
107
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Una relación similar se advierte entre los “Sonetos burlescos” y “La voz en
primavera”, aunque a primera vista su conexión sea mucho menos clara. Los “sonetos
burlescos” que se atribuyen a Lope tratan todos claramente de la poesía. En boca de
Lope se atreve Tejada a poner versos contra la poesía social que se cultiva en los años
50 y aun a principios de los 60:
(...)
¡Mala prosa en renglones cojituertos!
Lo dicho: que me parto con mis muertos
y aquí quedad con vuesas agonías.
El segundo soneto, “Receta para rellenar sonetos”, es una burla contra los poetas
del formalismo inane, que no cuesta identificar con los garcilasistas y sus herederos. El
tercero, “De un cierto andaluz”, es acorde en cambio con el contexto lopesco, pues se
trata de una burla de Góngora. El cuarto, “Pide el poeta perdón por tanta rima”, es una
burla de Tejada a sí mismo, acusándose también de formalismo sin fondo, de sonetista
vacío. En fin, todos estos sonetos burlescos que se ponen del lado de Lope de Vega, el
maestro admirado, hacen tabla rasa no sólo del contexto poético que rodea o ha rodeado
a Tejada (la poesía social, el formalismo -tan vivo en tantos poetas andaluces, más allá
del garcilasismo stricto sensu-) sino de Tejada mismo en lo que es y en lo que ama (el
cierto andaluz, aparte de Góngora, puede ser él mismo). El modelo del pasado desprecia
el presente. Frente a estos sonetos burlescos, tenemos en la segunda parte del libro los
de “La voz en primavera”, que hay que leer a partir de aquéllos. Los cuatro sonetos de
“La voz en primavera” dibujan una alegoría: la rosa que florece desamparada en pleno
enero, ofreciendo contra el frío su rara y desvalida belleza, creo que no es otra cosa que
la voz poética ideal de Tejada, como indica el título de la serie y como se establecía ya
en uno de los sonetos religiosos, donde el Verbo divino, el Verbo amor, era el de “la
primera conjugación por boca de las rosas” (“En el principio”). Los dos primeros
sonetos (“Primera rosa” y “La batalla de la primavera”) tratan de la victoria pírrica de la
rosa solitaria en el medio hostil, y los dos últimos (“El retroceso de la primavera” y
“Sequero”) reflejan en cambio la involución: primero es la adversidad del ambiente y
luego, cuando al fin llega la primavera deseada, es el propio poeta el que ya está
agotado y seco:
108
Los poemarios de Tejada
(“Sequero”)
Hasta aquí hemos ido analizando la parte culta de Para andar conmigo, tanto la
que se da como apócrifa como la que no. La parte popular es en cambio distinta, no sólo
por la hechura y tono de los versos sino también porque aquí no percibimos tanta
diferencia de contenido y tono entre lo que se atribuye a Lope y lo que se atribuye a
Tejada. Con la excepción de los poemillas picarescos de amor que abren ambas
secciones, lo que predomina es la poesía de tema religioso doctrinal (“devoto”) sobre la
Virgen y sus misterios, el niño Jesús y Cristo y el alma, asuntos que se inscriben todos
en el ámbito ortodoxo de la fe. Algunas diferencias sí hay, y todas consisten en
tratamientos más personales, humanos o cultos que se dan en la sección “Cante chico”
de la segunda parte del libro: así, hay un poema (“Tríptico de la Medianera”) 81 que
consta de tres sonetos (que desdicen estróficamente la índole popular), y otra diferencia
puede estribar en que el tríptico “Anunciación” introduce en sus partes segunda y
tercera un diálogo entre la Virgen y José que supone una visión más humana de la
Sagrada Familia; por último, la “Saetilla y glosa del “cómo no”” introduce un tema, el
de la duda religiosa, que resulta más moderno. En cuanto a la última sección de “Cante
chico”, la que no tiene correspondencia con “Arte menor”, se advierte cómo los
“fandangos” son de tema religioso, mientras que las “Bulerías” y las “Seguiriyas” se
inclinan al tema de amor humano y vuelven a introducir acentos pasionales, si bien
atemperados por el humor o por la concisión sapiencial. En conjunto los poemas de la
esfera popular muestran una distensión en lo que a dramatismo amoroso y religioso se
refiere, y una cohesión, por encima del cambio de los tiempos, que es afín a la cultura
tradicional andaluza. La esfera culta, y la parte culta del libro, en cambio, es mucho más
problemática y dinámica. En cierto modo creo que Tejada hallaba en la esfera popular
un remanso a sus conflictos de hombre y poeta culto.
81
Este “Tríptico de la Medianera” lo hemos encontrado en Cruzados (n° 1584, 8 de septiembre de 1955).
109
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
La inclusión de estas dos secciones de arte popular en Para andar conmigo fue
lo que más criticaron los reseñistas, considerando que el libro habría estado más trabado
sin ellas. Aunque soy también de esta opinión, creo que Tejada las incluyó porque no
desdecían de un homenaje a Lope, e incluso en un verso de Lope dedicado a Cádiz
cuando en Cádiz estuvo (“Del mar de Cádiz, conchas...”) se apoya lo más sobrante del
libro, la sección de fandangos, bulerías y seguiriyas.
“Evocación final” retoma esta imagen del lodo convirtiéndola en “aguas turbias”
y aplicándola al contexto social de la España presente:
110
Los poemarios de Tejada
En fin, creo que hemos probado la originalidad de este libro que a partir de
materiales muy anteriores y de una asumida imitación logra vertebrar una peripecia per-
sonal y vibrante: la de un poeta que desde la euforia juvenil ha llegado en la madurez a
una conciencia dramática y reflexiva de su soledad humana y poética, como Lope en el
romance de La Dorotea que da título a este libro. Si la factura de los versos tejadianos
es en su origen respetuosamente mimética y clásica, neoformalista, a la altura de 1962
esos poemas se remozan con una perspectiva (la del pastiche) y una estructura (la del
contraste) que resultan dinámicos y suponen una puesta al día de un antiguo material.
111
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Más allá de la imagen que proyectaba José Luis, cuando se encontraba a gusto,
de hombre cordial, sociable y bienhumorado, bon vivant para alguno de sus colegas,
“nacido para ser feliz” según Félix Grande, irradiante para quienes tuvieron la
oportunidad de escucharle en los recitales poéticos, que todo esto lo era más allá de su
también evidente timidez, los que conocen su poesía pueden percibir en ella una actitud
constante: el hondo sentimiento de orfandad literal y figurada, que da pie a un léxico
característico (la palabra “huérfano” y sus derivados, la soledad y la solitud la ausencia,
el vacío, el dolor y la “lástima”), y, paralelamente, la necesidad imperiosísima de
sentirse arraigado y arropado, protegido, mimado (otra palabra clave), lo que explica la
omnipresencia de las imágenes de contenido y significado maternal, paternal, filial y
fraternal vinculadas a la más estricta intimidad (centro, corazón, pecho, casa, concha,
cuna, lecho, nido, ala que arropa). Gran parte de los poemas tejadianos se construye
sobre la dialéctica entre la ausencia y la presencia, la soledad y la compañía, la plenitud
y el vacío, y gran parte de ellos suele estar construida a partir del apostrofe, o, lo que es
lo mismo, de una vocación de diálogo.
EN EL PRINCIPIO
112
Los poemarios de Tejada
Son varios los poemas de Tejada que asumen la forma de oración y que llevan la
palabra en el mismo título. Más aún, instará a los demás poetas a hacer de la poesía voz
de Dios, como vemos en “El padrenuestro de los poetas”:
(...)
Padre Nuestro que estás en los secanos
y en los vergeles, danos cada hora
113
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
82
Maruja Romero me indicó en su día que escribió José Luis dos poemas dedicados a s# madre. En la
obra publicada la encontramos mencionada en el posma “Desahogo”, que de Platero (1952) pasó a
Aprendiz de ámame (1986): “Pero por el reposo de mi gloriosa madre yo te juro,/ de mi madre, a la que tú
no podrías jamás mirar sin lágrimas,/ te juro, y óyeme bien, que has, alguna vez, de amarme/ o morirte o
morirme”.
114
Los poemarios de Tejada
(...)
115
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
En Del río de mi olvido tenemos las “Nanas” para Pablillo, siete seguidillas
deliciosas de las que son buen exponente estas dos:
III
A la panarria vieja
de mi tejao
se le cayó una teja,
la ha escalabrao.
Ea la ea,
a mi murcielaguito
¿quién lo menea?
IV
Tengo un oso de pana
que come y bebe
y me moja la cama
de siete a nueve.
Todos los días me despierta su cante
por alegrías.83
116
Los poemarios de Tejada
En fin, en El cadáver del alba hay un poema, “Abre el día”, dedicado “a mis
cuatro hermanas”, aunque no trata de ellas sino que es un diálogo con Dios.
84
En La Voz de la Bahía (El Puerto de Santa Mana, año 1, n° 18, 30 de noviembre de 1965, pág. 1), se da
noticia de una charla de JLT con motivo de la celebración del día del maestro y se reproduce el poema
con que cerró su intervención, “A un maestro”, muy revelador de la personalidad del poeta: “Óyeme tú,
dichoso pan de esfuerzo/ siempre cortado y tierno para la fresca vida./ (...) // Mira que he puesto entre tus
manos todo/ cuanto amo más que a mi cabeza misma./ Yo que apenas si soy por ser para ellos/ que harán
justa y cumplida, perdonable,/ suficiente y honrada mi existencia...// Ellos sin los que yo no cuento casi/
para mí mismo, hijos de mi cuerpo./ Te los encargo, óyeme bien, te cedo/ sus infinitas posibilidades/ (...)/
Unos labran vestidos, otros mesas,/ otros pan, carreteras, casas otros;/ otros, los menos, hacen con
palabras/ puentes de amor entre uno y otro hermano./ Tú haces -da risa casi concebirlo-,/ tú tan pequeño y
tan sin mimbres, haces/ nada menos que hombres... Sí, qué pronto/ se dice y se amortigua esa palabra,/
pero cuán siempremente tiembla su eco/ en el pecho del mundo... Nada menos/ que infinitas conciencias
inmortales,/ vivas maquetas de, por, para Cristo:/ Vasos eternos, sin fisuras, aptos/ para tener y contener a
Dios”.
117
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Apiádate de mi torpeza,
Dios por los siglos de los siglos,
y, pues me faltan luz y fuerza,
85
Cfr. Femando Quiñones: “Un singular homenaje a Lope", en Cuadernos Hispanoamericanos (Madrid),
n° 161-162, mayo-junio de 1963, págs. 3-7.
86
En “Charlando con la Madre. Confidencias” (Cruzados, n° 1480, 7 de septiembre de 1954), Tejada se
dirige a la Virgen, al final del poema, no ya como madre sino en términos mucho más afectivos y
familiares como “mamá”. Algunos años más tarde volvemos a encontrar esta invocación en el segundo de
los “Tres sonetos para la siempre Madre” (Cruzados (El Puerto de Santa María), año XXII, n° 2259, 6 de
septiembre de 1961), mientras que el tercero termina afirmando “que quiero/ estarme enfermo porque más
me mimes”.
118
Los poemarios de Tejada
Aparte del padre y la madre reales, y del padre y de la madre divinos, hay otros
progenitores figurados y muy significativos en los versos de José Luis, como ya vimos
antes: me refiero a Lope de Vega (invocado como “padre” en el último poema de Para
andar conmigo)87 y a la poesía popular (invocada como madre nutricia en “Consolación
por la estirpe”, de Razón de ser). Lope y la poesía popular fueron sus progenitores
literarios, guías de sus primeros pasos y fuentes constantes para él de belleza, emoción y
consolación. Es interesante anotar el talante de Tejada, que si por una parte nunca
renegó de su condición de hombre de fe, por otra parte nunca se desprendió de su
fidelidad a lo clásico y a lo popular, indisolublemente unidos en él a lo creencial y
religioso.
87
Juan José Pastor Comín (en su artículo “Para andar conmigo (1962), homenaje a Lope”, José Luis
Tejada (1927-1988): un poeta andaluz de la generación del medio siglo, ed. cit., págs. 63-71), observó
asimismo el cruce entre el lenguaje religioso y el profano en esta mención a Lope de Vega como padre.
119
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
otros modelos cultos, como Antonio Machado y el Alberti de las Coplas de Juan
Panadero (1949), la poesía más directamente crítica de Tejada se acerca a las coplas
satíricas de Carnaval, que no son sino otra dimensión de lo popular88. En Del río de mi
olvido hay precisamente unos “Tanguillos de Carnaval” titulados “¡A la luna!” que se
incluyen en la sección “Cantes propios” (págs. 91-92) y evidencian la combinación de
forma popular y contenido crítico:
Y yo me pregunto
qué se me ha perdido en
semejante queso.
(...)
y gastar millones
en expediciones
a la gran puñeta.
(...)
88
No será ocioso recordar que quien inició la dignificación literaria de la poesía carnavalesca fue José
María Pemán, que incluyó un coro de Carnaval en La viudita naviera (1960).
120
Los poemarios de Tejada
Siendo esto así, no puede extrañar que se dirija a los españoles como hermanos.
Lo dicho hasta aquí muestra cómo José Luis Tejada va colonizando distintos
temas y formas a partir de un sentimiento de orfandad o soledad que le lleva a buscar la
re-ligación con el mundo formulada en diversas relaciones “familiares”, y que le lleva
también a una serie de fidelidades conceptuales y estéticas: a la divinidad “masculina” y
“femenina” representada por Dios padre y la Virgen madre, a los modelos literarios
entrañados en la propia sensibilidad y vivencia -el “padre” Lope de Vega, cifra de la
poesía del Siglo de Oro, híbrida de alta cultura y popularismo, y la “madre” que es la
poesía popular y en concreto la del “cante”, cobijo del “varón dolido y pobre”-, a la
madre patria, tierra propia y nutricia, y a los propios amores que sustentan al poeta (la
amada-esposa, los hijos y los padres). El modelo de relación paternofilial que se
proyecta sobre todas las relaciones emana del ámbito religioso, que es donde primero se
constata, aunque siempre combinando la humanización de lo divino con la
trascendentalización de lo humano.
En fin, es evidente que este conjunto de fidelidades actuó en el poeta a menudo
más como límite que como posibilidad, en cuanto que le impidió con demasiada fre-
cuencia traspasar el límite de su asumida ortodoxia (formal y moral) en dirección a una
auténtica poesía del conocimiento, pero también es evidente que este conjunto de
fidelidades dibuja una cosmovisión que unifica y explica las disparidades estéticas. Al
fondo de todo esto nos parece percibir en José Luis Tejada, en su insobornable fidelidad
a su centro cálido primero, una gran ingenuidad de eterno niño grande. Y es curioso que
precisamente a este Tejada, perito en versos y tan ligado a un mundo de carencias y
consuelos infantiles, recurriesen una serie de personas inquietas para que les confec-
cionase los versos destinados a una obra televisiva dirigida a niños, sobre todo a niños
121
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
disminuidos. A veces hay una oscura lógica en el azar que, vista en la distancia, nos
sorprende. Recuerdo, por ejemplo, el día en que murió Tejada (o quizá justo el día
siguiente). Diluviaba. Me acerqué al tanatorio. Le llevé una única rosa roja. Maruja, su
mujer, se emocionó profundamente. Yo no pude saber hasta mucho tiempo después qué
era lo que para José Luis (y los que le querían) significaba la rosa, ni tampoco adivinar
que ahora, en este pequeño ensayo, me encontraría discutiéndole la poética moderna que
en la rosa se cifra, aunque sea con el propósito de desbrozar el campo para sacar a la luz
sus flores del tiempo, aquellos poemas y versos que a mi juicio merecen un lugar en la
memoria. El azar tiene su paradójica.
122
V. CRÓNICA DEL ÚLTIMO JOSÉ LUIS TEJADA: POESÍA PARA UN
ESPECTÁCULO INFANTIL
Más allá de los poemas publicados en revistas y de los libros de poemas, pocos
son los que tienen noticia de que José Luis Tejada colaboró en un proyecto televisivo de
teatro para niños, y ésta es una historia que merece contarse.
89
Para redactar estas notas he podido contar con el testimonio directo de Mauricio Gil Cano y de Carlos
Luis Aladro.
90
Cfr. Carlos Luis Aladro: “’’Kikirigay de un Gallo Azul”: Programa de T.V dramático diseñado para
una experiencia de integración de sujetos de Educación Especial”, en EDU.CA (Cádiz, Delegación
Provincial de la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía), año V, n° 19, marzo de
1989, págs. 15-20. El artículo de C. L. Aladro, en págs. 15-16. El texto de “Sortilegios”, en págs. 17-20.
123
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
a través de Luis Alberto de Cuenca, que con vistas a un montaje (que no llegó a
realizarse) de La pájara pinta de Rafael Alberti le aconsejó ponerse en contacto con
José Luis, “el hombre que más sabía de Alberti en España” y además “un buen poeta”91.
El proyecto de “El Gallo Azul” se fraguó entre Madrid y El Puerto de Santa María. La
idea de Aladro era “una estructura para imágenes, donde la lógica formal del juego, a
través de espejos, esboza al azar una aventura incontrolada. Los Animales Fantásticos e
inmemoriales comparten con la infancia plena -niños enfermos y niños pletóricos de
vida- el decurso de unas acciones, elementales y primarias, alimentadas desde lo
fortuito, la risa...92. Se trataba de
De las múltiples charlas de Aladro con unos y con otros surgieron, sin que a
estas alturas sea posible atribuir paternidades específicas a las ideas, los elementos
básicos de la serie de programas. El Gallo Azul, personaje, escenario y símbolo que
daba título al proyecto, era
91
Con José Luis Tejada y Rafael Esteban Poullet constituyó Aladro en El Puerto una tertulia abierta y
deliberadamente informal, no institucionalizada, que llevó el nombre de “El Ermitaño” y que perdura aún;
si bien con otras personas y otros planteamientos. En la tertulia primitiva, a la que concurrían gentes muy
diversas, se decidió hablar de todo menos de religión, estimando que este punto, tan delicado y personal,
podía distanciar más que unir a los concurrentes. También se decidió excluir el tema erótico, por los
mismos motivos.
92
Cfr. C. L. Aladro: art. cit., pág. 16. De aquí también procede lo que citaremos a continuación.
124
Poesía para un espectáculo infantil
Junto al Gallo Azul los personajes conductores de esta serie de programas iban a
ser Juan de las Viñas y Macandé. Juan de las Viñas, de quien mucho hablaron Aladro y
Tejada, procede de los cuentos de tradición oral94 y ha quedado en el habla andaluza
como modismo que designa a un muñeco articulado de madera95, lo que nos remite
expresamente al teatro de títeres. El nombre del muñeco se asocia también de alguna
manera al arquetipo del rústico primordial, a la quintaesencia del pueblo, al estilo de
“Juan Español”, “personaje legendario o proverbial, representativo del pueblo español,
al cual se hace referencia en no pocas obras literarias”96. “Juan Español” aparece entre
los recuerdos de canciones infantiles que le cantó Tejada a Flor Salazar, recolectora y
estudiosa de romances97, y resulta interesante constatar la proximidad cronológica entre
esta entrevista, efectuada en agosto de 1986, y el proyecto televisivo de 1987, pues
ambos se relacionan en lo que respecta a la reviviscencia del folclore infantil de
tradición oral.
93
Véase por ejemplo esta retahila: “Pipirigaña, mata la araña,/ un cochinito bien peladito,/ ¿quién lo
peló?/ La picara vieja que está en el rincón./ Alza la mano que te pica un gallo,/ uno azul y otro canario./
La gallina del castillo/ pone huevos amarillos,/ pone uno, pone dos, pone...” (Cfr. Ana Pelegrín: Cada
cual atienda su juego. De tradición oral y literatura, Madrid, Cincel, 1984, pág. 78, n" 43). En la pieza
que a continuación reproduciremos aparece un gallo azul, un castillo y un huevo del que saldrá Menesteo.
94
Carlos Aladro menciona expresamente la colección de Aurelio M. Espinosa titulada Cuentos populares
españoles recogidos de la tradición oral de España, Madrid, CSIC, 1946-1947, 3 vols.
95
Cfr. Antonio Alcalá Venceslada (Vocabulario andaluz, Madrid, Credos, 1980), que define “Juan de las
Viñas” como “muñeco de madera que mueve brazos y piernas”, aunque sin indicar el origen de la
denominación (en el área gaditana está mucho más generalizado, con este significado, el término
“Nicanor”). Manuel Barrios (Modismos y coplas de ida y vuelta, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica,
1982) documenta este modismo en las coplas andaluzas y añade que tal designación “se emplea como
símil del hombre pusilánime”.
96
Cfr. José Antonio Pérez-Rioja: Diccionario de personajes y escenarios de la literatura española,
Barcelona, Península, 1997. Cabe recordar a un personaje hasta cierto punto afín, el “Juan Labrador” que
protagoniza la comedia en verso El villano en su rincón (1617) de Lope de Vega, prototipo del villano de
bien que vive tranquilo alejado de la corte.
97
Cfr. Flor Salazar Lacayo: “JLT, creador literario y recreador tradicional”, en José Luis Tejada (1927-
1988): Un poeta andaluz de la generación del medio siglo, ed. cit., págs. 265-290.
125
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
De las leyendas celtas procede la figura del navegante San Barandán, Brandán o
Brandano (aquí Brandam), en principio un personaje histórico, un monje misionero
irlandés del siglo VI, abad obispo de Clonfert, que fundó monasterios en Irlanda e
Inglaterra, y uno de cuyos viajes (tal vez a Escocia) dio lugar a la leyenda que se cuenta
en la Navegación de San Brandán, una de las novelas de aventuras más sorprendentes
de la Edad Media. Según esta tradición los monjes que acompañaban a San Brandán
desembarcaron cierto día en una isla, donde hicieron fuego para cocinar la cena. Al cabo
de un rato la isla empezó a moverse: ellos huyeron a la nave, donde San Barandán les
98
Tomo parte de lo que sigue de De Cádiz y sus cantes, de Fernando Quiñones (Madrid, Ediciones del
Centro, 1974, 2a ed. muy aumentada y corregida), en concreto del capítulo “Macandé, vida, pasión y
muerte” (págs. 214-215). Quiñones, a su vez, extrae su información de Eugenio Cobo Guzmán, que algo
más tarde publicaría su monografía Pasión y muerte de Gabriel Macandé, Madrid, Ed. Demófilo, 1977.
99
Cfr. Ángel Álvarez Caballero: Historia del cante flamenco, Madrid, Alianza, 1981, LB n° 836, págs.
212-214. Femando Quiñones cierra su semblanza con las siguientes palabras: “Desvalida, ilógica y
genialoide, reacia al análisis crítico, la figura del pobre caramelero loco encierra, sin duda, una dotadísima
y sugestiva personalidad flamenca”, que no en vano inspiró a Manolo Caracol.
100
Pedro Payán Sotomayor: El habla de Cádiz, Cádiz, Quorum Libros Editores, 1997, 6a ed. revisada, 2a
reimpr., págs. 126-127.
101
Apud Ángel Álvarez Caballero: op. cit., págs. 212-213.
102
Cfr. Fernando Carmona: Narrativa románica medieval, Murcia, Universidad, 1983, pág. 304.
103
Cfr. Carmen Bravo-Villasante: Historia de la literatura infantil española, Madrid, Ed. Escuela
Española, 1979.
126
Poesía para un espectáculo infantil
explicó que aquélla no era isla sino un gran pez llamado Jasconye que día y noche trata
de morderse la cola, aunque como es tan largo nunca lo consigue. Mauricio Gil Cano
me contó que para escribir los guiones del “Kikirigay...” Aladro y él utilizaban como
fuente de inspiración El libro de los seres imaginarios de Jorge Luis Borges, donde
figura, en el epígrafe “El Zaratán”, la historia de San Brandán y la ballena104. Puede que
del bestiario de Borges deriven igualmente otros personajes de “Sortilegios”: el Ave
Fénix (mito de origen egipcio pero elaborado por griegos y romanos), y el gato de
Cheshire (famoso desde que lo introdujera Lewis Carrol en Alicia en el País de las
Maravillas (1865)).
104
Cfr. Jorge Luis Borges: El libro de los seres imaginarios (1967), con la colaboración de Margarita
Guerrero, Barcelona, Bruguera, 1985, págs. 207-209.
105
Menesteo, hijo de Peteo y descendiente de Erecteo, es uno de los héroes del ciclo troyano, pretendiente
de Helena y el preferido por los Dióscuros. Bajo el mando de Agamenón condujo a las fuerzas atenienses
a luchar en la guerra de Troya (h. 1200 a.C.), donde adquirió gran fama como estratega, según consta en
la Ilíada (canto II, hex. 546-556). A partir de aquí la historia del héroe conoce tres versiones: según una
de ellas murió en batalla en Troya; según otra, tras la guerra no reanudó su reinado en Atenas pero aceptó
el reino vacante de Melos, hasta el final de sus días; la tercera, que es la que hace aquí al caso, lo presenta
como uno de los guerreros que vagaron por el Mediterráneo hasta llegar a la Península Ibérica. El
geógrafo griego Estrabón consigna en su Geografía (III, I, 9), escrita en los primeros años de la era
cristiana, “que en la bahía de Cádiz existía un santuario oracular de Menesteo, así como un puerto que
llevaba su nombre, los cuales hemos de situar en las proximidades del Castillo de Doña Blanca, a orillas
del Guadalete y en el término municipal del Puerto de Santa María” (Cfr. Francisco Javier Lomas
Salmonte & Rafael Sánchez Saus: Historia de Cádiz, I. Entre la leyenda y el olvido. Épocas antigua y
media, Madrid, Sílex, 1991, pág. 16). El ateniense Filóstrato (c. 175-C.249 d.C.) afirmaba en su Vida de
Apolonio de Tiana (V 4) que en Gadira (Cádiz) celebraban sacrificios en honor de Menesteo. También da
cuenta del “Portus Menesthei” el latino Marciano Heracleota en su Periplus (Cfr. Adolfo de Castro:
Historia de Cádiz y su provincia desde los remotos tiempos hasta 1814 (1858), Cádiz, Diputación, 1982
(Ed. facsímil con notas de Ramón Corzo), págs. 11-13). Independientemente de la veracidad histórica de
esta fundación, el mito de Menesteo se inscribe en el contexto de las colonizaciones griegas, que
comenzaron a partir del siglo VIII a.C. y en la Península Ibérica en el VI a.C. En concreto Cádiz y su
entorno adquirieron gran relieve a partir del período helenístico (finales del siglo IV a.C.), y la fábula de
Menesteo, al igual que otras, responde al interés de los colonizadores por prestigiar los orígenes de sus
colonias. Este proceso de mitificación va más allá de la época helenística, como demuestra el nombre y la
supuesta historia del río que atraviesa El Puerto y que desemboca allí en la bahía de Cádiz: el Guadalete.
En efecto, Adolfo de Castro consigna en la Historia de Cádiz y su provincia (1858) que no hay autor
griego o latino que llame “Lethe” (Letes o Leteo) a un río de esta zona, y que los árabes denominaron al
que hoy se conoce como Guadalete con el nombre de “Led”, “Leque” o “Guadaleque”. En cambio Fray
Esteban Rallón, en su Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron
desde su primera fundación (de mediados del siglo XVII, cfr. Ed. de Ángel Marín y Emilio Martín,
Cádiz, Universidad, 1997, vol. I, págs. 39-42), cuenta que tras una larga etapa de guerra entre los griegos
de la colonia de Menesteo y sus vecinos cartagineses, se firmó una paz por la que los menesteos pudieron
fundar, con el consentimiento de sus hasta entonces enemigos, un barrio al otro lado del río al que
pusieron en nombre de “Amnistría” (“olvido de agravios”). Al río se le impuso entonces el nombre de
“Letes”: “agua de olvido” de los enfrentamientos pasados. Aparte de esta anécdota, el Guadalete tiende a
asociarse al río (eso significa la raíz árabe “Guada”) de la frontera infernal, el Leteo, en los confines del
mundo antiguo conocido. En este sentido titularía JLT Del río de mi olvido (1978) la colección de poemas
inspirados en su Puerto de Santa María natal, y, antes, cantaría, en el soneto “Renunciación” (El cadáver
del alba, 1968): “Hay que no ser. Llevadme junto al río/ Jordán de remembranzas veniales./ Guad-el-
Leteo nevará sus sales/ sobre este pobre satinar baldío”.
127
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
época en que puso en marcha este proyecto Menesteo era tema que estaba de actualidad
a raíz de las excavaciones de Diego Ruiz Mata en el poblado de Doña Blanca (muy
próximo al Puerto de Santa María), que parece haber sido el emplazamiento geográfico
donde se ubicaba el Oráculo de Menesteo.
Como se deduce de todo lo que hemos ido viendo, hay al fondo de “Kikirigay de
un Gallo Azul” un deliberado afán de mezclar elementos de la literatura infantil oral y
escrita, popular y culta, y también de hibridar mitologías de todo tiempo y lugar, aunque
sobre este esquema se advierte que varios de los elementos apuntan expresamente al sur,
a Andalucía: así Juan de las Viñas, Macandé, Menesteo y el bosque de los pinsapos (el
pinsapo es una conifera muy rara en la flora penÍnsular que crece especialmente en la
sierra gaditana de Grazalema). Luego cabe añadir algo que en el guión no figura: el
hecho de que el vestuario del “coro de pajes” que acompañan al Gallo Azul iba a estar
inspirado en el de los “Seises” de la catedral de Sevilla107. De alguna manera da la
impresión de que “Sortilegios”, con sus ingredientes mitológicos, populares y
andaluces, sintetiza en cierto modo la historia de nuestra zarzuela108.
106
Cfr. Rafael Alberti: Retornos de lo vivo lejano. Ora marítima, Ed. de Gregorio Torres Nebrera,
Madrid, Cátedra, 1999, Letras Hispánicas n° 463.
107
La coral infantil, en cambio, iba a ser la escolanía de El Escorial.
108
El término “zarzuela” file utilizado por primera vez por Pedro Calderón de la Barca para designar una
pieza teatral musicada inspirada en la Odisea, El golfo de las sirenas (1657), con la que inauguró un
teatro lírico palaciego de tema mitológico e histórico y puesta en escena lujosa y sofisticada. El nombre
proviene del palacete de la Zarzuela, que construyó en las afueras de Madrid el infante don Femando, her-
mano de Felipe IV, y el género así bautizado por Calderón se mantuvo a todo lo largo del siglo XVII. A
partir del siglo XVIII la zarzuela se alejó de lo mitológico y palaciego para asociarse a lo popular y cos-
tumbrista. Sobre la historia de la zarzuela pueden consultarse las monografías de J. Subirá: Historia de la
música teatral en España (Madrid, Labor, 1945); A. Deleito y Piñuela: Origen y apogeo del género chico
(Madrid, Revista de Occidente, 1949); A. Peña y Goñi: España desde la ópera a la zarzuela (Madrid,
Alianza, 1967); A. Fernández Cid: Cien años de teatro musical en España (1875-1975) (Madrid, Real
128
Poesía para un espectáculo infantil
Musical, 1975); R. Allier: La zarzuela (Madrid, Daimón, 1984); y AAVV: La zarzuela de cerca (Madrid,
Espasa-Calpe, 1987).
109
Cfr. Ana Pelegrín: “Poesía infantil” (1995), reproducido en Diccionario de literatura popular
española, ed. de Joaquín Álvarez Barrientos y María José Rodríguez Sánchez de León, Salamanca,
Ediciones Colegio de España, 1997, págs. 252-254. Cfr. Ana Pelegrín: La flor de la maravilla. Juegos,
recreos, retahilas, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1996.
110
Ana Pelegrín (art. cit.) define la retahila así: “textos líricos que sin ser adivinanzas, canciones ni
romances, acompañan los juegos infantiles. La retahila (palabra-gesto-sonido) de escasos o múltiples
elementos irracionales, de difícil interpretación lógica, se considera como el decir poético de los niños, en
cuanto la palabra acompaña el juego convirtiéndose ella misma en juego, y es tratada como un juguete
rítmico oral-gestual, dando paso a libres asociaciones fónicas. La retahila hispana tiene su equivalencia
con la poesía oral infantil de tradición europea, de las inglesas nursery rhymes, comptines francesas, e
italianas filastroche. En situación escénica, a menudo los personajes de la retahila sostienen un diálogo de
pregunta y respuesta (“Recotín, recotán”); de encadenamiento (“¿De dónde viene el ganso?”);
enumerativo (“A la una nací yo”); de aglomeración fónica festiva (“Pez pecigaña”, “Meliquituna la
malática”). En algunos poemas orales la aparente cobertura de disparate, al relacionarlo con el entramado
cultural tradicional, adquiere el sentido de lo cómico popular como en “Pez pecigaña”, que atribuyo al
personaje carnavalesco del Pez, en escenas de cuestaciones infantiles de petición de vino, sal, pidiendo
para el Obispillo, de raigambre medieval, ruidos descompuestos “trapala tan” y motivos del mundo al
revés. Si las retahilas se dicen y juegan con un ritmo escanciado, en salmodia, las canciones con estrofas y
estribillos son entonadas con melodía, en juegos de saltar a la comba, en juegos danzados de corro, por
ejemplo “El cocherito Leré”, en el primer caso, y, en el segundo, “Conde Cabra”, “La pájara pinta”,
“Doncella perseguida””.
111
Cfr. Carlos Luis Aladro: La “Tía Norica ” de Cádiz, Madrid, Editora Nacional, 1976.
112
La pájara pinta fue publicada primero en Lope de Vega y la poesía contemporánea, seguido de "La
pájara pinta ”, de Rafael Alberti, Ed. y prólogo de Robert Marrast, París, Centre de Recherches de
l'Institut d'Etudes Hispaniques, 1964, págs. 37-87. Luego apareció una versión distinta y más completa,
editada por Carlos Ruiz Silva, en La Pluma (Madrid), 2a época, n° 8, 1982, págs. 45-107.
129
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
A este modelo albertiano, conocido tanto por Aladro (a quien se propuso llevarlo
a escena) como por Tejada (especialista en Alberti), se ha de sumar la experiencia
profesional con niños y con niños deficientes de Aladro, que se traduce, por ejemplo, en
el hecho de que unos mismos personajes sean interpretados, alternativamente, por títeres
y por niños, pues según Aladro al niño le gusta tener la posibilidad de manejar al
muñeco desde fuera o de proyectarse, trasfundirse en él, interiorizarlo. El cine y la
televisión ofrecen a este respecto la posibilidad de jugar con los fundidos de imágenes,
de manera que la transformación del muñeco en niño o viceversa se opera con “mágica”
naturalidad.
130
Poesía para un espectáculo infantil
José Luis Tejada. Me refiero a un pasaje de la retahíla de Juan de las Viñas que
encontramos tanto en el texto tejadiano como en “Sortilegios”, y que, más allá de
constituir un augurio feliz, remite a la cosmovisión cristiana, al significado del
nacimiento del Niño Jesús. El pasaje en cuestión es éste: “Pase lo que pase,/ pronto
pasará./Triunfará la vida,/ reinará la paz/ en la tierra, el cielo/ y en medio del mar”,
pronóstico éste de lo que significa el nacimiento de Menesteo.
NARRADORA MACANDÉ
EL GALLO AZUL NODRIZA
JUAN DE LAS VIÑAS BLANCA FLOR
EL GATO DE CHESHIRE EL AVE FÉNIX
BRANDAM BALLENA
KITRIKY UNA MUJER DE CINTA
CON CARACOLA
131
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Espacios de representación
Sala de psicomotricidad
El misterioso bosque de los pinsapos
Jardín del Conde Cabra en el pueblo de Nadie
La profundidad marina
CABECERA DE PROGRAMA
Los niños del grupo piloto ejecutan unos ejercicios coordinados por la narradora-
profesora. Ejercicios (material: aros y remos).
Voltear
Reptar
Voltear y reptar pasando por aros Pequeño grupo: remar.
La narradora finaliza la sesión.
Tiempo: Minuto o minuto y medio.
NARRADORA: -Formad en torno a mí dos círculos, uno pequeño y otro más grande.
Vosotros tres, con el juguete, y construís la profundidad marina. Vamos a formar un
barco grande, para que se suba el Gallo Azul cuando venga desde el espejo.
Juego pantomímico.
132
Poesía para un espectáculo infantil
Los niños que juegan la imagen del barco se acercan hacia el Gallo, abriéndose y
encerrando físicamente al Gallo. Los pajes se integran con los niños en el juego
pantomímico, configurando una gran nave con velas.
Actor: Canta.
NIÑOS: -(Algarabía. Rompen mímicamente la figura del barco). Vente con nosotros,
Juan de las Viñas... Súbete con nosotros... Tenemos al Gallo Azul encrespado en un
velero,.. Nos vamos al mar...
JUAN DE LAS VIÑAS: -A los gallos no les gusta el mar, son unos gallinas, de
miedicos que tienen.
BLOQUE II
133
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
VOCES: -¡Brandam! ¡Brandam! ¡Brandam! ¡Ji, ji, ji! ¡Brandam! ¡Ji, ji, ji! ¡Brandam!
¡Brandam!
BRANDAM: -¿Ves lo que te decía, Gato de Cheshire? ¡Has despertado a mis niños!
KITRIKY: -¡No!
BRANDAM: -(Tomándola) ¡Mira cómo te has puesto! Te curaré con hierbas frescas del
arroyo.
134
Poesía para un espectáculo infantil
BRANDAM: -A los gatos les duelen mucho los oídos. Seguro que le hiciste daño.
BRANDAM: -¡Todo lo haces jugando, pero acabas por lastimarlo! ¡No te regalará
quesitos el Gato de Cheshire! ¡Anda, bebe un poco de leche en la marmita!
los gatos y beben en la marmita con Kitriky. DIABLO: —¡ Ji, ji, ji!
BRANDAM: -(Abre la jaula) ¡Anda, sal y come! DIABLO: -¡Ji, ji, ji!
BRANDAM: -¡Kitriky! ¿Cuántas veces te diré que no le tires del rabo al diablillo?
135
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
KITRIKY: -Quiero un barco para irme ahora mismo. BRANDAM: -¡Qué caprichoso
eres!
DIABLO: -(Llora)
BRANDAM: -Mi barco no tiene timón y surca los mares sin rumbo. ¡Te perderás! ¡Eres
muy pequeño!
BRANDAM: -¿Otra vez te has hecho pipí en la cama? Gritos de Kitriky y gatos.
DIABLO: -(Llora).
136
Poesía para un espectáculo infantil
KITRIKY: -¡Con la minina tan pequeña que tiene y lo meón que es!
BRANDAM: -¡Kitriky!
DIABLO: -(Llora).
KITRIKY: -¡Qué cosas dice Brandam! Anda, dile a la ballena que venga.
BRANDAM: -¿Quieres llevarte a los gatitos y a Kitriky al mar? Dile a la ballena que
los acompañe y que ice la vela grande, la de anidar gaviotas.
DIABLO: -(Llora).
137
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
DIABLO: -(Llora).
KITRIKY: -¡Vente!
Kitriky y los gatitos entran en las ramas del árbol donde se oculta el gato de Cheshire.
El diablillo da volteretas.
MACANDÉ:
-Yo pregono marracucas,
pirulas y tentempiés,
churriflautas con maquecas
y runflas del girolés.
138
Poesía para un espectáculo infantil
MACANDÉ: (Canta)
-Yo pregono marracucas,
pirulas y tentempiés,
churriflautas con maquecas
y runflas del girolés.
139
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
El actor Juan de las Viñas se sienta en el tingladillo. Saca del zurrón piedras de cristal
que muestra a Blanca Flor. Construye con ellas un barco.
Macandé saca de su zurrón las imágenes que propone en el diálogo Blanca Flor.
Juan de las Viñas introduce en el barco al títere Blanca Flor y simula olas con
pañuelos de colores.
NODRIZA: -¡Enséñamelas!
140
Poesía para un espectáculo infantil
NODRIZA: (Canta)
-¿Qué va a pasar hoy
que las piedras están
bailando en el aire?
CORAL DE PAJES:
-ALGO-de alga verde,
ALGO-dón de sal,
ALGO-lindo y grande tiene que pasar.
NODRIZA: (Canta)
-¿Se abrirán las rosas
en medio del mar?
MACANDÉ:
-¿Bajará una estrella?
¿Nacerá un cantar?
El Ave Fénix sobrevuela el espacio. Posa sobre la escena un huevo. Juan de las Viñas
introduce en el huevo un objeto. Vuela hacia el espacio vacío el ave con el huevo.
BLOQUE III
Espacio de juegos.
El juguete-retablo con escenografía de la profundidad marina.
141
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
BALLENA; -(Sonidos. Lanza una tromba de agua que emerge sobre la superficie,
como una gran fuente).
NARRADORA: -Y la ballena los llevó muy lejos, muy lejos, donde saltaban sobre las
olas los delfines. Una mujer de Cinta tocó su caracola.
NIÑA: -¡Kitriky!
NIÑA: -¡Kitriky!
KITRIKY: -¡Eres tú! ¡Súbete a la ballena! ¡Anda, qué barco tan raro! ¿Quién te lo ha
dado?
El barco de niños se funde en barco de títeres. Vemos cómo el paje que la manipula
hace navegar la embarcación hasta pasarla sobre el lomo de la ballena.
La ballena despliega un lienzo de redes que oculta las dos embarcaciones. Los títeres
Kitriky y Blanca Flor se funden en niños que juegan la pantomima.
Juego pantomímico de los niños descendiendo por la red a la profundidad del mar.
142
Poesía para un espectáculo infantil
Juan de las Viñas busca. Encuentra un ánfora. Llama a Macandé. Macandá y Juan de
las Viñas lanzan al espacio el ánfora. El Gallo Azul la rompe con su pico y se abre el
ánfora en un rompecabezas manipulado por niños y pajes.
Juego pantomímico.
El niño construye sobre el ánfora un palacio. Entran en él. Juegan sin saber que han
quedado encerrados. Llaman. No pueden salir.
Juan de las Viñas, Macandá y pajes forman el rompecabezas. Es una figura de león con
rosetas de ocho pétalos.
CORAL:
-Esta chica y esta grande,
al derecho y al revés,
mira lo que están formando:
el cuerpo de un león es
y en su frente hay una rosa
de ocho pétalos al bies.
MACANDÉ:
143
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
CORAL:
-¿Encontrar un elefante
en un grano de café?
¡Macandé!
CORAL:
-¡Dale la vuelta al planeta
cojeando sobre un pie!
CORAL:
-No son piedras cualesquiera,
son piedrecillas de Aubet,
tan mágicas que ellas saben
qué es lo que tienen que hacer.
CORAL:
144
Poesía para un espectáculo infantil
MACANDÉ:
-Son tan raras que se ensamblan
unas con otras, ¿lo ves?
CORAL:
-Esta chica y esta grande,
al derecho y al revés,
mira lo que están formando:
el cuerpo de un león es,
y en su frente hay una rosa
de ocho pétalos al bies.
Formado el rompecabezas con rosetas. La actriz narra sobre el fondo musical de este
cantable.
NARRADORA: -Cuando se graba en una piedra la figura de un león y en su frente una
flor con ocho pétalos, es beneficioso para los hombres que navegan por la mar y los
niños que se enfrentan a peligros, dicen los viejos.
CORAL:
-No lo sé.
MACANDÉ:
-¿Qué palacio será éste
que entre coral se ve?
CORAL:
-No lo sé.
MACANDÉ:
-¿Y qué hay dentro del palacio?
¿Son personas?
CORAL:
-No lo sé.
145
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
MACANDÉ:
-¡Parece gente menuda!
¿Un hombre y una mujer?
CORAL:
-Son un niño y una infanta
que no se pueden valer,
que está el palacio encantado
y ellos presos dentro de él.
CORAL:
-No lo sé.
Blanca Flor y Kitriky suben a lomos del animal fantástico. Niños, pajes y actores sobre
el Gallo Azul.
BLOQUE IV
Ventana blanca.
146
Poesía para un espectáculo infantil
La narradora cubre el espejo con la cortina y los niños y pajes realizarán el ejercicio
de distensión hasta dormir.
El ojo del Gallo Azul se transforma en una cámara de TV. En su interior un cantante
canta.
CANTAUTOR: (Nana)
Cuando mi niña vela vela
la luna.
Pero cuando se duerme
no hay luz ninguna.
Que todo el cielo
se apaga cuando cierra
sus ojos negros.
147
VI. EPÍLOGO
La pervivencia de los poetas depende de muchos factores, pero entre todos ellos
uno de los más decisivos es la huella que pueden dejar en otros poetas. En el caso de un
lírico que, como Tejada, murió sin dejar en aquel momento jóvenes herederos poéticos,
se hace especialmente necesaria una antología de sus mejores poemas que se ofrezca en
una edición accesible.
Como un libro puede terminar con el sueño de otro libro, podemos cerrar el
nuestro imaginando una antología de Tejada. Un buen punto de partida podría ser la
113
Es de interés señalar que esta edición contiene tanto poemas publicados como algún inédito, así como
el hecho de que en cierto modo es una antología consultada, pues partiendo de sus preferencias la editora
se asesoró cuidadosamente para la selección recurriendo a amigos y familiares. Para la disposición de los
poemas por “palos” del cante fue crucial la ayuda del cantaor y flamencólogo Alfredo Arrebola.
114
Aquilino Duque expuso este proyecto en el Simposio “José Luis Tejada, poeta (1927-1988), celebrado
en El Puerto de Santa María en enero de 1998, y queda constancia de él en su artículo “Una antología
secreta de Tejada”, publicado en El Correo de Andalucía, suplemento “La Revista”, 8 de mayo de 1998,
pág. 23.
148
Epílogo
selección que efectuó Abel Feu en El Correo de Andalucía en 1998115, que contiene
“Consolación por la carne” (de Razón de ser, 1967), “Febrero” y “Hoy por hoy” (de El
cadáver del alba, 1968), “¡Ese fluido...!” (De Aprendiz de amante, 1986), “Rapto” (de
Del río de mi olvido, 1978) y “Encuentro” (de Para andar conmigo, 1962). Yo añadiría
a esta base “A un antiguo amor que pretendía olvidarle”, “De tres prendas secretas de la
amada”, “Declinación de Dios”, “Ahora”, “Credenciales”, “Baladilla del medio beso”
(de Para andar conmigo), Carta para Aquilino en Inglaterra (que del opúsculo de 1966
pasó a Poemía), “Oración por los españoles sin España”, “Consolación por la ironía”,
“Consolación por la estirpe”, “La amada del poeta”, “Primitiva”, “Alma rubia de
Europa” (de Razón de ser), “Renunciación”, “Hijo”, “Desgana” (de El cadáver del
alba), “Cuidemos este son” (de Prosa española), “Costumbre íntima”, “Asunta mía”
(de Aprendiz de amante), “Despojos del palacio de Purullena”, “Puerto de qué futuro” y
“Nanas (para Pablillo”) (de Del río de mi olvido). Acaso conviniera hacer lo que Tejada
nunca hizo: darle al conjunto un único hilo cohesivo en tomo al “diario íntimo”, más
allá de las diferencias temáticas y formales. Y quizá sería hermoso despedir un sueño, o
un libro, con el poema “Puerto de qué futuro”, titulado “Pueblo futuro” en Poemía:
115
FEU, Abel: “Antología poética” de J.L.T., en AAVV: Homenaje a José Luis Tejada en El Correo de
Andalucía, suplemento “La Revista”, Sección “La mirada”, 8 de mayo de 1998, págs. 24 y 41.
149
BIBLIOGRAFÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA
POESÍA
1. Libros publicados
Para andar conmigo (Homenaje a Lope de Vega), Madrid, Rialp, 1962. Col.
Adonais”, n° CCVI. 91 págs.
No tienen vino/They have no wine (poema. Edición bilingüe. La traducción al
inglés es de José Antonio Campuzano), Jerez, Ed. Jerez Industrial, 1963.
Políptico de 12 págs. (Poesía premiada con la Flor Natural en los Juegos
Florales de la XVI Fiesta de la Vendimia de Jerez, 1963). Se publicó también
este poema en Cruzados (El Puerto de Santa María), año XXIV n° 2474, 2 de
octubre de 1963, con la especificación: “Poesía premiada con la Flor Natural en
los Juegos Florales de la XVI Fiesta de la Vendimia Jerezana”. “No tienen vino”
se integró finalmente en Del río de mi olvido, 1978.
Carta para Aquilino en Inglaterra, Málaga, El Guadalhorce, 1966. (Poema que
luego se recogió en Poemia, 1985).
Hoy por hoy, Ed. Ángel Caffarena, Málaga, Publicaciones de la Librería
Anticuaría “El Guadalhorce”, 1966. (Cuatro poemas que pasaron luego a Prosa
española, 1977).
Razón de ser, Madrid, Instituto de Cultura Hispánica, 1967. 114 págs. Finalista
Leopoldo Panero” 1966. Segunda edición (abreviada), en Málaga, Diputación,
1976.
El cadáver del alba, Madrid, Editorial Oriens, 1968, Col. “Arbolé”, n° 1. 109 págs.
Dedicatoria: “A Maruja” (Maruja Romero, su mujer).
Prosa española, Conil (Cádiz), 1977. Col. “Del río de mi olvido”, n° 75 págs.
Dedicatoria: “A todos los españoles de buena voluntad”.
Del río de mi olvido (Primeros versos gaditanos), El Puerto de Santa María (Cádiz),
Fundación Municipal de Cultura, 1978. 121 págs. Prólogo de Pilar Paz Pasamar, págs.
7-11.
Poemía (antología poética), Cádiz, Universidad, 1985. 192 págs. Prólogo de Leopoldo
de Luis: “La poesía de José Luis Tejada”, págs. 13-31.
Aprendiz de amante. Cádiz, Caja de Ahorros, 1986. Primer premio de poesía “Rafael
Alberti”, 1985. 100 págs. Dedicatoria: “A José Félix, a Pablo Luis, a Jesús Oswaldo,
hijos del amor mío”.
Cuidemos este son (Poesía flamenca), Edición de Maruja Romero, Sevilla,
Renacimiento, 1997. 131 págs.
Lagar fecundo (Antología poética sobre la vid y el vino), El Puerto de Santa María
(Cádiz), Ayuntamiento, 2001. Ed. bilingüe con traducciones al inglés a cargo de Juan
Antonio Campuzano y Manuel Pérez Casaux, editada con motivo de la celebración de la
Feria Internacional de la Cultura del Vino en El Puerto.
150
Bibliografía de José Luis Tejada
Abril (Colegio San Juan Bautista de Jerez de la Fra. (Cádiz), Asociación de Antiguos
Alumnos).
“¿Y el diávolo?”, Guión de Primavera (¿abril?), 1947.
Arquero de Poesía (Madrid. 1952-1955. Directores: Julio Mariscal Montes, Rafael Mir
Jordano, Antonio Gala Velasco y Gloria Fuertes).
“Leyendo unas cartas viejas”, n° 1, diciembre de 1952.
Arrecife (Mensaje de poesía). (Cádiz. 1958-1960. Director: Leonardo Rosa Hita).
“Desgana” e “Hijo en forma de mar”, n° 10, julio-agosto de 1959, pág. 2.
151
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Azor. Revista literaria trimestral (Barcelona. 3a época: desde 1961. Directores: Luys
Santamarina, José Jurado Morales y Antonio Pascual Ferrández.).
Calandria (Alas de poesía) (Jerez de la Fra. (Cádiz). 1960-1961. Director: Manuel Ríos
Ruiz).
n° 3, 1951. (Citado por Fany Rubio: Las revistas poéticas españolas (1939-
1975), Madrid, Turner, 1976, sin mencionar de qué poema(s) se trata).
Caleta (Cádiz. 1953-1976, sin periodicidad establecida. Director: José Manuel García
Gómez).
“Facistol”, n° 3, febrero de 1954.
“Presagio”, n” 10, dedicado a la Navidad. (¿Año?).
“Primera rosa”, n° Extraordinario I Feria del Libro en Cádiz, “Antología de
poetas gaditanos contemporáneos”, verano de 1956.
“La octava trompeta”, 20 de noviembre de 1956.
116
Ignoramos el motivo por el que este poema se publicó, sin cambio alguno, en tres números diferentes
de la revista barcelonesa Azor.
152
Bibliografía de José Luis Tejada
Caracola (Málaga. 1952-1975. Director: José Luis Estrada Segalerba). “Romanza en “i”
del cazador de pájaros”, n° 13, noviembre de 1953.
“Sazón”, n° 15, enero de 1954.
“El retroceso de la primavera”, n° 18, 1954 (antes, en Platero). “Pájaros de
reclamo”, n° 32, mayo de 1955, págs. 2-3. (Fechado en 1953).
“De un homenaje a Lope de Vega”: consta de dos sonetos: “Cuando con Lope
encuéntreme en el cielo” y “Vuélveme el temeruelo, pastor malo”, n° 36, octubre
de 1955.
“De tres prendas secretas de la amada” y “Vida”, n° 39, enero de 1956.
“Alma rubia de Europa”, n" 43, mayo de 1956. .
“Tres sonetos en torno al Dios escondido”: son “A Dios rogando”, “Juego
limpio” (>£/ cadáver del alba, 1968) y “Vaya por ti”, n° 50, diciembre de 1956.
“Cantinela amarilla”, n° 56, junio de 1957.
“Baladilla del medio beso”, n° 70, agosto de 1958.
“La Macarena en el monte”, n° 101, 1961.
“La alberca”, n° 102, 1961117.
“El poeta no cree en su muerte”, “Tratan de convencerle”, “Sigue el poeta sin
temer” y “De inmortalitate animae mortalium”, n° 108-110, 1961.
“A un billete en que su amada le aconsejaba discreción y paciencia”, n° 111,
1962.
“Siete apuntes (Para un itinerario del Puerto de Santa María)”, n° 113, marzo de
1962, págs. 16-18. Los siete apuntes se titulan: “Calle larga”, “Calle de San
Juan”, “Entrepuentes”, “Puerta de la aurora”, “Pregón”, “Tu casa” y “Penal”.
“Hoy por hoy”, n° 146, 1964.
“Formalidad”, n° 183-184, enero-febrero 1968, págs. 34-35. “Viendo volver las
aguas y las rosas”, n° 200-204, 1969, pág. 142 (“Homenaje a J. Ma Pemán”).
“La ronda del misterio (A Roberto Plá)”, n° 219, enero 1971, págs. 23-24.
“Predestinación”, n° 227, septiembre de 1971, pág. 27.
“Impares”, n° 231-232, enero-febrero 1972, pág. 37 (< El cadáver de! alba,
1968).
“No tienen vino”, n° 274-275-276-277, agosto-septiembre- octubre-noviembre
de 1975.
Cruzados (El Puerto de Santa María, Cádiz. Periódico por regla general bisemanal
(aunque hasta 1941 tuvo menor periodicidad, y mayor periodicidad a partir de 1954) de
carácter local, y órgano en El Puerto de Acción Católica. Dirigido por Domingo L.
Renedo, se publicó desde el final de la guerra civil, 1939, hasta 1969. Habitualmente no
incluía creaciones literarias, pero desde el primer año sacó el día 8 de septiembre
117
Este poema está inspirado en “La fuente”, de Romano Bilenchi, que también inspiró a Jorge Guillén
para un pequeño tríptico.
153
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
“Al Cristo del Amor, camino de Cristo muerto”, año IX, n° 707, 2 de abril de
1947. Ed. Semana Santa.
“Plegaria a la Virgen de los Dolores”, año IX, n° 707, 2 de abril de 1947. Ed.
Semana Santa.
“Porque no te veré”, año IX, n° 752, 7 de septiembre de 1947. Ed. Virgen de los
Milagros. Fechado en “Campamento de Ronda, 1 de septiembre de 1947”.
“¡Ya!” (villancico), año IX, n° 783, 24 de diciembre de 1947. Fechado: “Madrid
diciembre de 1947”.
“El Belén de mis cinco sentidos”, año IX, n° 785, 1 de enero de 1948.
“Cautivo”, año X, n° 809, 25 de marzo de 1948. Ed. Semana Santa.
“¡Suelta tu viejo yelmo...!”, año X, n° 814, 10 de abril de
1948.
“Soneto” (a la Virgen de los Milagros), año X, n° 857, 8 de septiembre de 1948.
Ed. dedicada a la Virgen de los Milagros. “¿Y el diávolo?”, año X, n° 863, 29 de
septiembre de 1948. “Elegía risueña por Manolín (Ya para siempre en el
estanque grande de la alameda)”, año X, n° 869,20 de octubre de 1948. “A la
118
De este periódico hemos consultado los números de los años que van de 1939 a 1963, en el Archivo
Histórico Municipal del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María. Los restantes, que van de 1964 a
1969, figuran en los fondos de la Biblioteca Provincial de la Diputación de Cádiz.
154
Bibliografía de José Luis Tejada
155
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Fiestas del Carmen y del Mar (El Puerto de Santa María, Cádiz).
156
Bibliografía de José Luis Tejada
“El niño del marinero”, “Las cuatro marineritas”, “Tres sonetos al Puerto de
Santa María”, 1980.
Gánigo (Santa Cruz de Tenerife. Revista del Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de
Tenerife. 1953-1968. Director: Emeterio Gutiérrez Albelo).
“Alaba el pecho de la amada”, n° 46-47, 1964.
Ínsula (Madrid. Fundada en 1946. Director: Enrique Canito. Secretario: José Luis Cano,
que luego sería su director. Actualmente, y desde 1987, la dirige Víctor García de la
Concha).
“Conclusión”, n° 195, febrero de 1963.
“Oración por los españoles sin España”, n° 223, junio de 1965.
“Desde mi punto muerto”, n° 258, mayo de 1968.
Ketama (Suplemento Literario de Tamuda. Tetuán. 1953-1959. Director: Jacinto López
Gorgé).
157
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Litoral (3a época. Málaga. Desde 1968. Directores: Manuel Gallego Morell y José
María Amado).
“Dos páginas apócrifas de Marinero en tierra”, n° 3, agosto- septiembre de 1968
(contiene dos poemas: “Jaque” y “Rapto”).
“Aforismos”, “Receta para rellenar sonetos”, n° 11, diciem- bre-enero 1970.
“Coplas de la mala racha”, n° 13-14, julio de 1970.
Madrigal (2a época. Puerto Real, Cádiz. 1996 en adelante. Directora: Paula Contreras).
“Miedo”, “Balada del superviviente”, “Poema en defensa de los juguetes rotos”,
“Coplas de la mala racha”, “A Rafael Alberti, paisano”, “De un rapto de la
amada por el sueño”, “Sanluqueñas”, “Consolación por la ironía”, “A mi paso
(Homenaje a Julio Mariscal)”, n° 5, abril de 1997.
Papeles de Son Armadans (Palma de Mallorca. 1956-1979. Director: Camilo José Cela).
158
Bibliografía de José Luis Tejada
“A Rafael Alberti, por su libro A la pintura” (dos sonetos), n° 88, julio de 1963,
págs. 163-164. Son los que empiezan: “De los claros Albertos de la Italia” y “No
hay más que una cordura, tu locura”.
119
De El Parnaso, al que hemos accedido gracias a la amabilidad de Felipe Sordo Lamadrid, nos faltan
los números 9, 23, 25 y 26, que no se hallaban en poder de F. Sordo.
159
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
“Tres sonetos de amor”, n° 22, 1953, pág. 16. Son los que comienzan: “Oh tú,
imposible amor de última hora”, “Ay corazón que juegas a tus cosas” y “Porque
no puede ser, va siendo todo”.
Poesía Española (Madrid. Fundada en 1952. Director: José García Nieto. Desde el n°
217 (1971) pasó a llamarse Poesía Española e Hispanoamericana·, desde el n° 221
(1971) pasó a llamarse Poesía Hispánica. Vinculada al Ateneo de Madrid).
“Memorial en diez sílabas”, n° 85, enero de 1960.
“En el principio”, “Plante”, “Prohibida la sonrisa” y “Si no será el dolor lo
nuestro”, n° 121, enero de 1963.
Poesía 70 (Granada. Tres números entre 1968-1970. Director: Juan García Pérez -“Juan
de Loxa”-, que llevaba en Radio Popular un programa literario con el mismo nombre de
la revista).
“Puñeto”, n° 1, 1968.
Ponent (Palma de Mallorca. 1957-1975. Director: Llorenç Vidal. Hubo luego una 2a
época).
“Formalidad”, n° 15-16, diciembre de 1978.
Puerto de Santa María. Fiestas Veraniegas (El Puerto de Santa María (Cádiz),
Comisión de Fiestas del Excmo. Ayuntamiento. Revista de publicación anual que
incluía, junto al programa de fiestas veraniegas, artículos y textos literarios relacionados
con la ciudad121).
“Desde mi caballo”, n° de 1949.
“Cinco apuntes, al paso”, n° de 1951. Al pie, se lee: “De un itinerario lírico del
Puerto. Inédito”. Los cinco apuntes son: I. “Calle larga”, II. “Calle de San Juan”,
III. “Puerta de la Aurora”, IV. “Plaza del polvorista” y V. “Pescador”.
“Tres canciones”, n° de 1952. Las tres canciones son: I. “Rapto”, II. “Descalzo
me iría... (Canción)” y III. “Copla del carrero (A Manolo Rizo, carrero)”.
120
Este poema estaba integrado en el libro inédito “Milasterio”.
121
Aparte de lo que reseñamos abajo, hemos podido ver que no hay nada de JLT en los números
correspondientes a 1948, 1950, 1953, 1954, 1955, 1956, 1957, 1959. El de 1958 falta en el Archivo
Histórico Municipal de El Puerto de Santa María, y allí no hay números anteriores a 1948 ni de 1960 en
adelante.
160
Bibliografía de José Luis Tejada
Punta Europa (Madrid. Fundada en 1956. Director: Vicente Marrero) “Oración por los
habitantes de la noche”, n° 64, abril de1961. “Oración por los condenados”, n° 68-69,
agosto-septiembre de1961.
“Sonetos apócrifos de Lope de Vega”: tres sonetos: “Declinación de Dios”,
“Descubre por los celos de Marfisa su amor”, “De un cierto andaluz”, n° 78,
octubre de 1962. “Justificación”, “Presencia ausente” y “Tú, recuérdamelo”, n°
88-89, agosto-septiembre de 1963.
Santa María (El Puerto de Santa María, Cádiz. Director: Manuel Martínez Alfonso. Sin
periodicidad determinada. Se publicaron nueve números, el primero correspondiente a
la Navidad de 1954 y el último al verano de 1959. Tras el primer número, hubo dos
años sin que apareciera (1955, 1956), y desde 1957 solía sacar tres números anuales
hasta su desaparición)122.
“La inenarrable (soneto heterodoxo)”, n° 1, diciembre de 1954, pág. 9. (Tema
mariano).
“Plegaria a la Virgen de los Dolores”, n° 2, abril de 1957, pág. 11.
“Dísticos de la Bahía de Cádiz”, n° 3, verano 1957, pág. 14 (> “Circuito
apasionado por la bahía gaditana”, en Del río de mi olvido, 1978 (fechado allí en
1952)).
“Las cuatro marineritas”, n° 7, Fin de año de 1958. Reproducido por Manuel
Martínez Alfonso en El Puerto de Santa María en la Literatura Española.
Ensayo de una geografía literaria, El Puerto de Santa María (Cádiz), Medusa
(Agrupación Cultural Portuense), 1962, págs. 460-461.
“Cómo no”, n° 8, Semana Santa de 1959.
122
Hemos podido consultar esta revista gracias a que Manuel Martínez Alfonso conserva en su casa los
nueve números que salieron.
161
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
Torre Tavira (Suplementos de). (Cádiz. Desde 1968. Director: Ignacio Rivera Podestá).
“Villancicos de los oficios (De las glorias del heno)”, n° 19, 1965.
Tránsito (Murcia).
“Con los años”, noviembre de 1982.
Venencia, La (Jerez de la Fra., Cádiz. 1963. Director: Miguel Ríos Ruiz. Grupo
“Atalaya” de poesía).
“Azar”, n° 2, septiembre de 1963.
Voz de la Bahía, La (El Puerto de Santa María, Cádiz. Director: Manuel Martínez
Alfonso. Periódico bisemanal de carácter local que publicó 87 números en total, del 25
de agosto de 1965 hasta el 30 de julio de 1966)123.
“De “Tres sonetos al Puerto””, año I, n° 2, 5 de octubre de 1965, pág. 6. El que
se publica aquí es el segundo soneto del tríptico, el que comienza “Este tu
encanto canto, Puerto mío”, leídos todos ellos en las Primeras Fiestas de la
Hispanidad, en 1958.
123
Se conserva completo en el Archivo Histórico Municipal del Ayuntamiento de El Puerto de Santa
María (Cádiz).
162
Bibliografía de José Luis Tejada
124
De este semanario se han consultado los números editados en Cádiz del 23 de enero de 1949 (n° 1) al
29 de junio de 1952 (n° 180), conservados en la Biblioteca Municipal gaditana “Celestino Mutis”. A
partir de esta fecha el periódico se trasladó a Jerez, en cuya Biblioteca Municipal figuran los números de
1970 en adelante.
163
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
AAVV: 200 poetas de hoy en España y América. Selección consultada, Parte primera,
Madrid, Taller Prometeo de Poesía Nueva, 1982. Contiene un poema: “Febrero” (de El
cadáver del alba, 1968).
AAVV: Poetas del mar, Santiago de Chile, Hugo Montes Ed., 1985. (Citado por Ángel
Raimundo Fernández González en “La poesía religiosa de José Luis Tejada”, en José
Luis Tejada (1927-1988): Un poeta andaluz de la generación del medio siglo, El Puerto
de Santa María, Ayuntamiento, 2000).
CELA, Camilo José: Enciclopedia del erotismo, Madrid, Sedmay, 1976 (aparte de
mencionar a JLT, reproduce su soneto “De tres prendas secretas de la amada”, de Para
andar conmigo, 1962).
164
Bibliografía de José Luis Tejada
FEU, Abel: “Antología poética” de J.L.T., en AAVV: Homenaje a José Luis Tejada en
El Correo de Andalucía, suplemento “La Revista”, Sección “La mirada”, 8 de mayo de
1998, págs. 24 y 41. Contiene: “Consolación por la carne” (de Razón de ser, 1967),
“Febrero” y “Hoy por hoy” (de El cadáver del alba, 1968), “¡Ese fluido...!” (De
Aprendiz de amante, 1986), “Rapto” (de Del río de mi olvido, 1978) y “Encuentro” (de
Para andar conmigo, 1962).
165
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
JIMÉNEZ MARTOS, Luis (Ed.): Antología de la poesía española (1957-1958), vol. IV,
Madrid, Aguilar, 1958. Contiene un poema: “Baladilla del medio beso”.
JIMÉNEZ MARTOS, Luis (Ed.): Antología de la poesía española (1959-1960), vol. VI,
Madrid, Aguilar, 1960. Contiene un poema: “Memorial en diez palabras”.
JIMÉNEZ MARTOS, Luis (Ed.): Antología de la poesía española (1962-1963), vol. IX,
Madrid, Aguilar, 1963. Contiene dos poemas: “A un antiguo amor que pretendía
olvidarle”, “Evocación final” (de Para andar conmigo, 1962).
JIMÉNEZ MARTOS, Luis (Ed.): Poetas del sur, Arcos de la Frontera (Cádiz),
Alcaraván, 1963. Contiene cuatro poemas: “Baladilla del medio beso”, “El retroceso de
la primavera”, “Letrilla del quién a quién”, “Evocación final” (de Para andar conmigo,
1962).
JIMÉNEZ MARTOS, Luis (Ed.): Poesía hispánica, Madrid, Aguilar, 1967. Contiene
dos poemas: “Consolación por la carne” y “Oración por los españoles sin España” (de
Razón de ser, 1967).
JIMÉNEZ MARTOS, Luis (Ed.): Antología general de Adonais, Madrid, Rialp, 1969.
Contiene un poema: “Si no será el dolor lo nuestro” (de Para andar conmigo, 1962).
JIMÉNEZ MARTOS, Luis & José María CARRASCAL (Eds.): Tercera antología de
“Adonais”, Madrid, Rialp, 1973. Contiene dos poemas: “Leyendo unas cartas viejas”,
“Prohibida la sonrisa” (de Para andar conmigo, 1962).
166
Bibliografía de José Luis Tejada
(de El cadáver del alba, 1968) y, aparte, la “Receta para rellenar sonetos” (de Para
andar conmigo, 1962).
LÓPEZ ANGLADA, Luis (Ed.): Antología de los poetas gaditanos del siglo XX,
Madrid, Editorial Oriens & Instituto de Estudios Gaditanos, 1972. Colección “Arbolé”
n° 11, págs. 68-71. Contiene tres poemas: De Para andar conmigo (1962): “Leyendo
unas cartas viejas”, “Primera rosa”; de Razón de ser (1967): “Consolación por la carne”.
LÓPEZ GORGÉ, Jacinto & F. SALGUE1RO (Eds.): Poesía erótica en la España del
siglo XX, Madrid Ed. Vox, 1978, págs. 134-136. Contiene cuatro poemas. De Para
andar conmigo (1962): “De tres prendas secretas de la amada”; de El cadáver del alba
(1968): “Canta aquel punto donde nacen los pechos de la amada”, “¡Esa piedra!”.
Inédito entonces en libro: “De un rapto de la ausente por el sueño”.
MARTÍNEZ ALFONSO, Manuel: “La voz de sus hijos”, en Cruzados (El Puerto de
Santa María), año XXI, n° 2114, 7 de septiembre de 1960. Ed. dedicada a la Virgen de
los Milagros. Se trata de una pequeña antología de poetas que han cantado a la Virgen
de los Milagros, donde se reproducen, entre otros, unos versos de JLT procedentes de su
poema “María de la Mar” (publicado por primera vez en Cruzados, año XI, n° 961, 8 de
septiembre de 1949).
167
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
en Del rio de mi olvido (1978): “Las cuatro marineritas”, “Siete cosas del Puerto” (>
“De un itinerario lírico del Puerto”), “Tres sonetos al Puerto” (“De cómo y de dónde
nació el Puerto”, “De cuál sea su mayor encanto”, “De cuáles son sus prendas y sus
amores”).
MILLÁN, Rafael (Ed.): Antología de la poesía española (1955-1956), vol. II, Madrid,
Aguilar, 1956. Contiene dos poemas: “De tres prendas secretas de la amada”, “Vida”.
MILLÁN, Rafael (Ed.): Antología de la poesía española (1956-1957), vol. 111, Madrid,
Aguilar, 1957. Contiene dos poemas: “Cantinela amarilla”, “Rapto”.
ORTIZ DE LANZAGORTA, José Luis (Ed.): El dios del mediodía (antología de poesía
religiosa), Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1997, págs. 486, 562, 629, 675,
696-697 y 749. Contiene nueve poemas: “Declinación de Dios” (de Para andar
conmigo), “La peste a bordo” (de Razón de ser), “El poeta no cree en su muerte”, “De
inmortalitate animae mortalium”, “El Padre Nuestro de los poetas” y “Hambre y sed
tengo” (de El cadáver del alba), “Cargos”, “La soga” y “La cadena” (de Prosa
española).
ROLDÁN, Mariano (Ed.): Poesía hispánica del toro (Antología de los siglos XIII al
XX), Madrid, Escelicer, 1970. Contiene tres poemas: “Tríptico en defensa de los toros
bravos andaluces”: “I. Al piquero que teme derrengarlos”, “II. A los torerillos que
pretenden con ellos adornarse” y “III. Colofón” (todo procedente de El cadáver del
alba, 1968).
RUIZ DE TORRES, Juan (Ed.): Antología Homenaje a Juan Ramón Jiménez, Madrid,
Taller Prometeo de Poesía Nueva, 1981. Col. “Poesía Nueva”. Contiene un poema:
“Pueblo futuro” (de Del río de mi olvido, 1978).
168
Bibliografía de José Luis Tejada
cadáver del alba (1968): “Canta aquel punto donde nacen los pechos de la amada”,
“Esto del tiempo”; de Prosa española (1977): “Cargos”; de Del rio de mi olvido (1978):
“Polos, cañas y otras coplas”.
5. Discografía
Doce poetas en sus voces (2a serie). Madrid, Aguilar, colección “La palabra”, 1970.
Contiene “El retroceso de la primavera”, “¿También me añoras tú?” y “Vaya por Dios”,
tres poemas grabados con su propia voz y junto a otros de Pedro Salinas, Jorge Guillen,
León Felipe, Rafael Alberti.
PROSAS VARIAS
“El ruiseñor sin voz” (cuento), en La Voz del Sur (Cádiz), año II, n° 94, 5 de noviembre
de 1950, pág. 2.
“La serena molicie”, en Cruzados (El Puerto de Santa María), año XXI, n° 2112, 1 de
septiembre de 1960. Artículo sobre los encantos de El Puerto como lugar de descanso
veraniego.
CRÍTICA Y AUTOCRÍTICA
“Carta cerrada a R. León por sus sonetos”, prólogo a Primavera en la frente, de Rafael
de León, Málaga, Meridiano, 1955.
169
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
“La poesía de D. José María Pemán”, en AAW: En torno a Pemán, Cádiz, Diputación
Provincial, 1974, pags. 115-139. (Texto de la conferencia pronunciada en los Cursos de
Verano de la Universidad de Sevilla, en Cádiz, en agosto de 1974).
“Una visión del mar o del poeta en el Diario... de Juan Ramón Jifnénez”, en Juan
Ramón Jiménez. Actas del Congreso Internacional celebrado en La Rábida, 1981,
Huelva, Diputación Provincial e Instituto de Estudios Onubenses, 1983, págs. 559-567.
Un ramo de versos míos. Estudio y antología de la poesía de Miguel Martínez del Cerro,
por José Luis Tejada. Cádiz, Fundación Municipal de Cultura, Cátedra “Adolfo de
Castro”, 1983.
“Una entrevista con Rafael Alberti”, en Gades (Diputación Provincial de Cádiz), n° 12,
1984, págs. 5-28.
170
Bibliografía de José Luis Tejada
El “Libro del Amor”. Antología de la obra poética de Ángel María Dacarrete. Prólogo
biográfico y crítico de José Luis Tejada y Francisco María Arniz, Sevilla, Editoriales
Andaluzas Unidas (EUNSA), 1986. (El prólogo, en págs. 9-24).
“Hacia una estimación del teatro de Muñoz Seca”, en Gades (Diputación Provincial de
Cádiz), n° 17, 1988, págs. 133-147.
171
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
GRACIA MAINÉ, Antonio: “José Luis Tejada: poesía en la Bahía”, en Patio abierto
(I.C.E. de la Universidad de Cádiz), n° 10-11, 1984, págs. 26-38. Contiene entrevista a
JLT en págs. 27-28.
172
BIBLIOGRAFÍA SOBRE JOSÉ LUIS TEJADA
AAVV: Homenaje a José Luis Tejada coordinado por Mauricio Gil Cano en El
periódico del Guadalete (Jerez de la Fra., Cádiz), suplemento “Azul. Cuaderno de
Cultura”, n” 25, 13 de mayo de 1989, págs. 21-26. Contiene las siguientes
colaboraciones: Aquilino Duque: “La lección de José Luis Tejada”; Carlos Luis Aladro:
“Sí al poeta”; José Antonio Muñoz Rojas: “El poeta en la Casería del Conde”; Pilar Paz
Pasamar: “Poeta del pueblo”; Leopoldo de Luis: “José Luis y España”; Francisco
Toledano: “Una imagen emerge del rostro que perdiste”; Francisco Toledano: “Pequeña
antología”; Manuel Ramos Ortega: “Poeta de mar y tierra”.
AAVV: Homenaje a José Luis Tejada coordinado por Enrique Baltanás en El Correo de
Andalucía (Sevilla), suplemento “La Revista”, Sección “La mirada”, 8 de mayo de
1998, págs. 21-24 y 41-44. Contiene los siguientes trabajos: Inmaculada Moreno: “El
profesor poeta”; Angel Mendoza: “Dos o tres cosas que sé de él”; Fernando Ortiz: “José
Luis Tejada, poeta de El Puerto”; Aquilino Duque: “Una antología secreta de Tejada”;
Abel Feu: “Antología poética”; Ana-Sofía Pérez-Bustamante: “José Luis Tejada:
memoria contra olvido”; Enrique García-Máiquez: “Maestros”; Enrique Baltanás: "La
última palabra sobre José Luis Tejada”; Abel Feu: “Bibliografía poética de José Luis
Tejada”; José María Pemán: “Libros ex-céntricos” (artículo de 1963).
ALADRO, Carlos Luis: “Sí al poeta”, en El periódico del Guadalete (Jerez de la Fra.,
Cádiz), suplemento “Azul. Cuaderno de Cultura”, n° 25, 13 de mayo de 1989, pág. 21.
ALBI, José: “José Luis Tejada”, en “Los poetas, uno a uno (Período 1964-65)”, en
Anupe (Anuario de la poesía española), n° 1, Valencia, 1967, pág. 97 (breve reseña
bibliográfica).
ALVAR, Manuel: “Marinero en tierra” (reseña ed. crítica de J.L.T.), Blanco y Negro
(Madrid), domingo 15 de mayo de 1988, pág. 14.
ÁLVAREZ, Carlos Luis: “Crítica literaria. Para andar conmigo, por José Luis Tejada”,
en Blanco y Negro (Madrid), 16 de noviembre de 1963.
173
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
ARREBOLA, Alfredo: “Poesía y cante en Cuidemos este son de José Luis Tejada”, en
Revista de Flamencología (Cátedra de Flamencología de Jerez de la Fra.), n° 6, 1998,
págs. 38-44.
BALAGNA, Xavier: “José Luis Tejada: Poete contre le temps”, Mémoire de DEA,
Université de Perpignan, Faculté des Sciences Humaines, Juridiques, Economiques et
Sociales, Centre de Recherches Ibériques et Latinoaméricaines, 1995. Directeur:
Jacques Issorel.
BALTANÁS, Enrique R(odríguez): “La última palabra sobre José Luis Tejada”, en
AAVV: Homenaje a José Luis Tejada en El Correo de Andalucía, suplemento “La
Revista”, Sección “La mirada”, 8 de mayo de 1998, pág. 43.
BARCO, Pablo del: “Nostalgia del mar del marinero en tierra”, en El País (Madrid), 15
de mayo de 1977.
BARRIOS, Aníbal C.: “Una exploración crítica de José Luis Tejada entre la tradición y
la vanguardia”, en Informaciones (Madrid), 28 de abril de 1977.
BELMAR HIP, Cecilia: “Trazas de amor y vida en la poesía de Tejada”, en José Luis
Tejada (1927-1988): un poeta andaluz de la generación del medio siglo, Ed. Ana-Sofía
Pérez-Bustamante Mourier, El Puerto de Santa María (Cádiz), Ayuntamiento de El
Puerto de Santa María, 2000, págs. 139-149.
BENJUMEDA, Carlos: “Presentada una obra póstuma del poeta José Luis Tejada”, en
Diario de Cádiz, 2 de noviembre de 1997. (Sobre Cuidemos este son).
174
Bibliografía sobre José Luis Tejada
CAMPUZANO, Juan Antonio: “Razón de ser, un libro de José Luis Tejada”, en La Voz
del Sur (diario de Jerez), 11 de febrero de 1968.
CAMPUZANO, Juan Antonio: “El cadáver del alba por José Luis Tejada”, en La Voz
del Sur (Jerez), 9 de marzo de 1969.
CARO ROMERO, Joaquín: “José Luis Tejada: Para andar conmigo", en Agora
(Sevilla), n° 83-84, septiembre-octubre de 1963.
CARRETERO, Joaquín María, S.I.: “José Luis Tejada, poeta sin tiempo”, en diario
Córdoba, n° 6420, 1 de mayo de 1963. (Sobre Para andar conmigo. Menciona lectura
en Córdoba de poemas de tipo social).
CARRIÓN, M.: “Para andar conmigo. José Luis Tejada”, en Rocamador (Palencia), 2a
época, n° 30, verano de 1963.
CASTAÑÓN, Luciano: “Otros dos poetas” (sobre Razón de ser), en Región (Oviedo),
30 de julio de 1967.
CUEVAS, José de las: “La ciudad de los cien palacios”, en ABC (Sevilla), reproducido
en Manuel Martínez Alfonso: El Puerto de Santa María en la literatura española, El
Puerto de Santa María (Cádiz), Medusa (Agrupación Cultural Portuense), 1962, págs.
174- 176. (Mención a JLT).
DELGADO, Jaime: “Razón de ser, de José Luis Tejada”, en el programa de TVE “Los
libros”, lunes 12 de febrero de 1967.
DELGADO, Jaime: “El cadáver del alba, de José Luis Tejada”, en el programa de TVE
“Los libros”, 23 de octubre de 1968.
DÍAZ-PLAJA, Guillermo: “Razón de ser, por José Luis Tejada”, en ABC (Madrid), 5 de
octubre de 1967.
175
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
DIEZ BORQUE, José María: “José Luis Tejada, Rafael Alberti, entre la tradición y la
vanguardia”, en La Estafeta Literaria (Madrid), n° 612, mayo de 1977.
DOVAL, Cristián: “Cartas a troche y moche. A José Luis Tejada”, en Don Bosco en
España, abril de 1965. (Sobre Para andar conmigo).
DUQUE, Aquilino: “Poesía religiosa, poesía social”, en ínsula, 1963, págs. 6 y 10.
DUQUE, Aquilino: “La lección de José Luis Tejada”, en El periódico del Guadalete
(Jerez de la Fra., Cádiz), suplemento “Azul. Cuaderno de Cultura”, n° 25, 13 de mayo
de 1989, pág. 21.
DUQUE, Aquilino: “La risa periférica de José Luis Tejada” , en Grandes faenas, Cádiz,
Universidad, 1996, págs. 203-207. Reproducido en José Luis Tejada (1927-1988): un
poeta andaluz de la generación del medio siglo, El Puerto de Santa María (Cádiz),
Ayuntamiento, 2000, págs. 87-89.
176
Bibliografía sobre José Luis Tejada
FERNÁNDEZ ALMAGRO, Melchor: “Para andar conmigo, por José Luis Tejada”, en
ABC (Madrid), 8 de diciembre de 1963; en ABC (Sevilla), 11 de diciembre de 1963.
FERNÁNDEZ NIETO, José María: “Para andar conmigo. José Luis Tejada”, en
Rocamador (Palencia), 2a época, n° 30, verano de 1963.
FLORES CUETO, Blanca: “La poesía del 50: Alcaraván, una revista gaditana del
medio siglo (1949-1956)”, tesis de licenciatura inédita, dirigida por el Prof. Dr. D.
Manuel Ramos Ortega, leída en la Universidad de Cádiz en 1997.
FLORES CUETO, Blanca: “Presencia de José Luis Tejada en Alcaraván", en José Luis
Tejada (1927-1988): un poeta andaluz de la generación del medio siglo, Ed. Ana-Sofía
Pérez-Bustamante Mourier, El Puerto de Santa María (Cádiz), Ayuntamiento de El
Puerto de Santa María, 2000, págs. 19-28.
FRANCO CARRILERO, Ma Francisca: “La expresión poética de José Luis Tejada: Del
vario stile...”, en José Luis Tejada (1927-1988): un poeta andaluz de la generación del
medio siglo, Ed. Ana-Sofía Pérez- Bustamante Mourier, El Puerto de Santa María
(Cádiz), Ayuntamiento de El Puerto de Santa María, 2000, págs. 81-86.
GARCÍA GÓMEZ, José Manuel: “La corriente poética de José Luis Tejada”, en Diario
de Cádiz, 21 de julio de 1963.
GARCÍA GUTIÉRREZ, Fernando, S.J.: “Al bien por la belleza. Estudio de la poesía de
José Luis Tejada”, en Orientación (Sevilla), n° 88, abril de 1952, págs. 15-18.
177
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
GARCÍA TEJERA, María del Carmen: Poesía flamenca (Análisis de los rasgos
populares y flamencos en la obra poética de Antonio Murciano), Cádiz, Universidad,
1986.
GRACIA MAINE, Antonio: “José Luis Tejada: poesía en la Bahía”, en Patio abierto
(I.C.E. de la Universidad de Cádiz), n° 10-11,1984, págs. 26-38. Contiene: 1) Reseña
bibliográfica y resumen antológico de críticas (págs. 26-27). 2) Entrevista a J. L. Tejada
(págs. 27-28). 3) Pequeña antología de poemas procedentes de libros publicados, más
dos poemas inéditos (págs. 28-37). 4) Orientaciones de trabajo (págs. 37-38).
HERNÁNDEZ GUERRERO, José Antonio: Cádiz y las generaciones poéticas del 27y
del 36. La revista “Isla”, Cádiz, Universidad, 1983.
JIMÉNEZ MARTOS, Luis: “Para andar conmigo, de José Luis Tejada”, en La Estafeta
Literaria (Madrid), n° 262, 3 de marzo de 1963.
JIMÉNEZ MARTOS, Luis: “José Luis Tejada: Razón de ser”, en La Estafeta Literaria
(Madrid), n° 369, 6 de mayo de 1967.
178
Bibliografía sobre José Luis Tejada
JIMÉNEZ MARTOS, Luis: “José Luis Tejada. El cadáver del alba", en La Estafeta
Literaria (Madrid), 15 de enero de 1969.
JIMÉNEZ MARTOS, Luis: Informe sobre poesía española (siglo XX), Madrid,
Magisterio Español & Prensa Española, 1976, Col. “Biblioteca Cultural RTVE”, n° 77,
pág. 144.
JIMÉNEZ MARTOS, Luis: “El Sur en la poesía de José Luis Tejada”, en José Luis
Tejada (1927-1988): un poeta andaluz de la generación del medio siglo, Ed. Ana-Sofía
Pérez-Bustamante Mourier, El Puerto de Santa María (Cádiz), Ayuntamiento de El
Puerto de Santa María, 2000, págs.31-39.
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JURADO MORALES, José: “El cadáver del alba, de José Luis Tejada”, en Azor
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LAFFÓN, Rafael: “Razón de ser, por José Luis Tejada”, en ABC (Sevilla), 14 de junio
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Luis Tejada en pág. 296, dentro del trabajo “Marejada de fondo”, de Juan José Téllez
Rubio).
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18 de mayo de 1963.
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(Madrid, CSIC), tomo XXIV
180
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MARTÍNEZ ALFONSO, Manuel: “Carta a José Luis Tejada desde esta orilla”, en José
Luis Tejada (1927-1988): un poeta andaluz de la generación del medio siglo, Ed. Ana-
Sofía Pérez-Bustamante Mourier, El Puerto de Santa María (Cádiz), Ayuntamiento de
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MARTÍNEZ RUIZ, Florencio: “Vuelve José Luis Tejada: con Prosa Española”, ABC
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MENA, Juan: “Feliz aprendizaje. Notas a un nuevo libro de José Luis Tejada” (reseña
de Aprendiz de amante), en Diario de Cádiz, 12 de abril de 1987.
181
LA POESÍA DE JOSÉ LUIS TEJADA (1927-1988):
CRÓNICA DE UNA RAREZA Y PERFIL DE UNA RAZÓN
MENA CANTERO, Francisco: “El Puerto de Santa María” (sobre Poemía), en ABC
(Sevilla), 5 de diciembre de 1985, pág. 18.
MENDOZA, Ángel: “Dos o tres cosas que sé de él”, en AAVV: Homenaje a José Luis
Tejada en El Correo de Andalucía, suplemento “La Revista”, Sección “La mirada”, 8 de
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MIRÓ, Emilio: “Tejada, José Luis: El cadáver del alba", en Ínsula (Madrid), n° 269,
abril 1969, pág. 6.
MIRÓ, Emilio: “Tres poetas andaluces” (sobre Prosa española de J.L.T.), en Ínsula
(Madrid), n° 382, IX-1978, pág. 6.
MIRÓ, Emilio: “La poesía amorosa de José Luis Tejada”, en José Luis Tejada (1927-
1988): un poeta andaluz de la generación del medio siglo, Ed. Ana-Sofía Pérez-
Bustamante Mourier, El Puerto de Santa María (Cádiz), Ayuntamiento de El Puerto de
Santa María, 2000, págs. 113-130.
MORALES, José Luis: “José Luis Tejada, o la supervivencia del barroco”, en Arriba
(diario de Madrid), 1969. (Sobre El cadáver del alba).
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Bibliografía sobre José Luis Tejada
MORALES, Rafael: “José Luis Tejada, poeta auténtico” (sobre Razón de ser), en
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MORALES LOMAS, Francisco: “El amor desde todas las perspectivas y sensaciones”,
en La Estafeta Literaria (Madrid), VII época, n° 3- 4, 1998, págs. 54-55. (Reseña de
Cuidemos este son).
MORENO, Inmaculada: “El profesor poeta”, en AAVV: Homenaje a José Luis Tejada
en El Correo de Andalucía, suplemento “La Revista”, Sección “La mirada”, 8 de mayo
de 1998, pág. 21.
MUÑOZ ROJAS, José Antonio: “El poeta en la Casería del conde”, en El periódico del
Guadalete (Jerez de la Fra., Cádiz), suplemento “Azul. Cuaderno de Cultura”, n° 25, 13
de mayo de 1989, pág. 22.
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indica que el artículo está tomado de Destino (Barcelona).
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