Luis XIII de Francia

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Luis XIII de Francia, llamado el Justo (Fontainebleau, 27 de septiembre de 1601 – Saint-

Germain-en-Laye, 14 de mayo de 1643), fue rey de Francia y de Navarra1 (1610–1643)


y copríncipe de Andorra (1610-1643). Era hijo de Enrique IV de Francia y III de Navarra y
de María de Médici y fue el padre de Luis XIV, el llamado «Rey Sol».

Índice

 1Infancia
 2Conflictos del reino
 3Obra política
 4Personalidad
 5La sucesión del rey
 6Muerte
 7Ancestros
 8Títulos
 9Cine y televisión
o 9.1Películas
o 9.2Serie de televisión
 10Bibliografía
 11Notas y referencias
 12Enlaces externos

Infancia[editar]

Retrato de Luis XIII en 1611 por Frans Pourbus el Joven, (Palacio Pitti).

La infancia de Luis XIII es conocida gracias al protocolo dejado por su médico personal, el
cual anotaba no sólo los detalles de la salud de su paciente, sino que también llegó a escribir
apartes sobre su vida íntima.
Luis XIII creció con sus hermanos en el castillo de Saint-Germain-en-Laye. Fue criado al lado
de los hijos bastardos de su padre, en una atmósfera que según parece era algo disoluta. Un
diplomático italiano, escribiría en 1608 no haber visto un desorden más grande que el de la
corte de Francia. El futuro rey concibió una gran aversión por el desorden y la depravación.
El delfín no salió de Saint-Germain hasta 1609, cuando partió para vivir en el Louvre al lado de
su padre para aprender sobre su futuro cargo como rey.
El joven rey recibe una educación superficial por parte de su preceptor, Gilles de Souvré. Poco
interesado en el latín y las letras, el joven rey se interesa más que nada en la caza y la
música. Luis XIII es también un buen dibujante y un buen caballero, gracias a las enseñanzas
de su sub-gobernante, Antoine de Pluvinel, pero como confiesa su tartamudez, es tímido y no
tiene confianza en sí mismo. Muchos de sus biógrafos le atribuyen un carácter violento,
nervioso, inquieto, agresivo. Algunos testimonios hacen referencia a los maltratos a los que
fue sometido el delfín por su padre Enrique IV para modelar su personalidad y dotarla de la
virilidad que creía le faltaba.
En 1610, cuando muere asesinado Enrique IV, Luis XIII accede al trono con tan solo nueve
años. El poder es entonces asegurado por su madre María de Médici, quien asume
la regencia en el reino. La mayoría de edad del rey es proclamada en 1614, pero María
declara que Luis es demasiado débil de cuerpo y alma para asumir los deberes de su cargo, lo
aparta del consejo y deja que gobiernen sus favoritos Concino Concini y Leonora Dori,
quienes acaparan los cargos más altos e importantes del reino.
Traumatizado por la muerte brutal de su padre, el pequeño rey no tuvo una infancia muy
alegre. Primero, no pudo encontrar ningún sustituto al amor paternal al lado de su madre que
no lo consideraba para nada y siempre mostró especial trato por su hijo pequeño, Gastón.
Luis se encierra rápidamente en sí mismo. Además, el odio hacia los favoritos italianos de su
madre hace agrandar su tristeza. A medida que Luis crece, se convierte en una persona
taciturna y desconfiada.
Al lado de todos sus defectos, Luis tenía los instintos de un rey digno como su padre. Se
indignaba de ver a Concino Concini, un extranjero incapaz, según él, de usurpar el gobierno
de su reino, mientras que a él lo dejaban en un rincón del Louvre. El rey sufría también de
celos por su hermano Gastón, quien había sido nombrado duque de Anjou y de Orleans, y
quien fuera el favorito de la Regente.
La regencia de María de Médicis fue catastrófica. La terrible gestión de los asuntos por parte
de la reina hace que se creen problemas en el reino, y genera en el pequeño rey un gran
sentimiento de amargura. En 1615, María casa a su hijo con Ana de Austria, infanta
de España el 21 de noviembre en la ciudad de Burdeos. Para Luis no es más que otra
humillación, pues según el recuerdo de su padre, Luis ve en Ana una simple española y por lo
tanto una enemiga. El rey, que sólo tenía 14 años, no consuma su matrimonio, y hay que
esperar cuatro años para que el rey, empujado por el duque de Luynes, comparta sus
aposentos con la reina.

Conflictos del reino[editar]

Escudo de plata con la efigie de Luis XIII.


Gracias a un golpe de fuerza, el 24 de abril de 1617 Luis XIII accede al poder, ordenando la
muerte del favorito de su madre, Concino Concini. Hace exiliar a su madre a Blois con el fin de
poder ocupar el trono. En realidad, Luis XIII reemplaza a Concini por su propio favorito, el
duque de Luynes. Luynes acumula títulos y fortuna, lo que crea un sentimiento de discordia
entre algunos, ya que el favorito del rey es además un pésimo hombre de estado.

Estatua de Luis XIII en la plaza de los Vosgos, en el barrio de Le Marais de París.

Las campañas de Luis contra los hugonotes (1621-1622).

En 1619 la reina-madre se escapa del castillo de Blois y levanta un ejército contra su hijo,


quien decide reconciliarse con ella firmando el tratado de Angulema, en el que Luis le cede las
ciudades de Angers y Chinon, pero le prohíbe que vuelva al consejo. En 1620, María provoca
una guerra civil que concluyó con su derrota total en la batalla de Ponts-de-Cé en agosto de
1620. Temeroso de que su madre siguiera maquinando para derrocarlo, el rey decide aceptar
su retorno a la corte de Francia.
Poco después de que se diera la paz, el rey viaja a Pau en Navarra, lugar en donde también
es soberano, para restablecer el culto católico, prohibido por los protestantes desde hacía ya
más de medio siglo. Desde entonces Luis XIII quiso poner fin a los privilegios políticos de los
cuales se beneficiaban los protestantes desde las guerras religiosas. Desde ahí comienzan
interrumpidamente las Rebeliones hugonotes desde 1621 hasta 1629.
En 1621 lleva a cabo una primera campaña contra los protestantes, lo que permite la toma
de Saint-Jean-d'Angély, pero pierde ante Montauban en gran parte gracias a la incompetencia
de Luynes. Este último muere de escarlatina durante el sitio de Monheurt.
Luis XIII decide participar activamente en los negocios del estado y de vincularse a un solo
ministro, gobierna con Brûlant de Sillery y su hijo, el marqués de Puisieux, así como con La
Vieuville que perdieron rápidamente el favor por su incompetencia.

Luis XIII y el cardenal Richelieu victoriosos en el asedio de La Rochelle.

En 1624, María de Médicis logra hacer entrar al cardenal Richelieu en el consejo del rey,
prelado que había sido representante del clero en los estados generales de 1614 y ministro
del gobernador Concini. La mayor parte de historiadores resaltan la cercanía de las relaciones
entre Luis XIII y el cardenal Richelieu, que escribió: «Je soumets cette pensée comme toutes
les autres à votre majesté» («Someto este pensamiento como todos los otros a su majestad»),
para decir al rey que no intentaría gobernar jamás en su lugar.
Los dos hombres comparten una misma concepción de la grandeza de Francia y de las
prioridades que se imponen en el dominio político. El programa político de Richelieu se
manifiesta de varias maneras: la racionalización del sistema administrativo, la lucha contra
la casa de Habsburgo en el exterior y la sumisión de los grandes señores feudales.
Frecuentemente se ha dicho que Richelieu había combatido a los protestantes en el interior,
de una forma planificada. Esta afirmación resulta errónea, ya que todas las guerras contra
los Hugonotes fueron provocadas por las sublevaciones de uno de sus jefes: el duque de
Rohan y príncipe de Soubise. Incluso el sitio de La Rochelle no se inició hasta que Rohan
comenzó las hostilidades.
La rendición de esta última ciudad, luego de un largo sitio que terminó en 1628, es seguido
por la promulgación del edicto de gracia de Alès (28 de junio de 1629), que prohibía las
asambleas políticas y suprimía las plazas fuertes protestantes, pero mantenía la libertad de
culto en todo el reino, salvo en París.
Luis XIII debe plantar cara a la hostilidad de una parte de la familia real hacia Richelieu. La
jornada de las Dupes (10 de noviembre de 1630), durante la cual la corte hace caso al
cardenal (quien había sido despedido) luego de un violento altercado entre el rey y la reina
madre, que termina con el exilio de la reina en Moulins (el rey no la vería nunca más), la
prisión del canciller Michel de Marillac y la ejecución del hermano de éste, el mariscal de
Marillac, por motivos falaces.
Queriendo humillar el orgullo de los grandes del reino, el rey se muestra inflexible en varias
ocasiones después de la ejecución del conde François de Montmorency-Bouteville por haber
violado la prohibición de duelos y luego de la ejecución del duque de Montmorency por
rebelión. La leyenda que hizo de Luis un fantoche sometido a Richelieu tiene origen en el
rechazo de numerosos contemporáneos que no aceptan que el rey estuviese de conforme con
las numerosas ejecuciones que tuvieron lugar bajo su reinado.
Luis XIII debe someter varias revueltas organizadas por Gastón de Orleans y hacer encerrar a
varios de sus medio hermanos, como el duque de Vendôme. Consciente de los dilemas que
agitaban al rey, Pierre Corneille le dedica varias réplicas del Cid. La atención del rey es a partir
de 1631 obnubilada por la guerra de los Treinta Años. Después de la muerte de su padre, la
guerra contra España había sido en cada ocasión aplazada. El enderezamiento de Francia
hecho por Richelieu llevó al crecimiento de las tensiones franco-españolas. Durante varios
años, los dos países viven una pequeña guerra fría (pasaje del paso de Susa y la liberación
de Mantua). El año 1635 marca un verdadero cambio: Francia declara la guerra abierta a
España. En adelante, hasta el final de su reinado, el rey se compromete en una terrible guerra
durante la cual, en varias ocasiones, manda personalmente su ejército (sitio de Corbie). Tras
algunos años difíciles, el ejército francés logra poco a poco la derrota del ejército español.

Obra política[editar]

Luis XIII por Philippe de Champaigne.

Luis XIII fue un rey que se preocupó por el bienestar de su pueblo, fue él quien impuso la
obligación de los obispos a dar una remuneración a los oficiales del culto. También ayudó
a San Vicente de Paul a fundar una congregación religiosa en la que se buscaba ayudar a los
más pobres y le confiere el título de Limosnero Real. Terminó la construcción del puente
Neuf (nuevo), hizo cavar el canal de Briare y creó la primera oficina de censo de
desempleados e inválidos.
Permite también el retorno de las escuelas de los jesuitas de Clermont en París, escuelas que
fueron abiertas a los hijos de los burgueses. Es Luis XIII quien crea el cuerpo de Intendentes,
quienes reemplazaron a los bailios y senescales en la administración del territorio; también
bajo su reino se acuña el primer luis de oro.
Las dificultades encontradas en 1638, así como su temperamento piadoso, lo llevaron a poner
a Francia bajo la protección de la Virgen María. También redacta con su confesor, el
padre Nicolás Caussin, un libro de rezos.
Sobre el plan territorial, Francia se extiende considerablemente bajo su reino. El Reino de
Navarra (Baja Navarra; Ultrapuertos) (englobando al Bearn) fue incorporado a la corona,
mientras que los protestantes dejaron de reivindicar un estado dentro del estado. Cataluña, la
cual se encontraba en revueltas contra el resto de España, es anexionada temporalmente a
Francia (1640-1652), así como Saboya y el Piamonte. La ciudad de Casale
Monferrato en Lombardía corre la misma suerte. Perpiñán y el condado del Rosellón fueron
definitivamente anexionados a Francia, en la Paz de los Pirineos, reinando ya su hijo Luis XIV.
Al norte, una gran parte de Hainaut fue conquistada con la toma de Arras. Al este, Lorena es
íntegramente ocupada por las tropas francesas. Finalmente, el rey subvenciona las
expediciones de Samuel de Champlain a Canadá y favorece el desarrollo de la Nueva
Francia.
Su relación con Richelieu fue complicada, y sin duda evolucionó con el tiempo hacia una
afección verdadera. A la muerte del cardenal, el rey decide reconciliarse con algunos de los
antiguos conspiradores, como su medio-hermano César de Vendôme y sus hijos, el duque de
Mercoeur y el duque de Beaufort, aunque no lo nombra primer ministro y continúa la política
llevada a cabo por Richelieu. Antes de morir, sin embargo, el rey nombra como ministro
principal a Mazarino, hechura y continuador de Richelieu, que habría de prolongar su política
en el reinado siguiente, en el cual culminaría la tendencia absolutista de Luis XIV.

Personalidad[editar]
Luis XIII fue un rey-soldado como su padre. Desde pequeño estuvo fascinado por los caballos
y las armas. Fue un excelente caballero, se batió frecuentemente en el campo de batalla. En
tiempos de paz la caza era su pasatiempo favorito.
Era un hombre muy piadoso y profundamente católico. Si respetaba a los protestantes era
sólo por respeto al trabajo pacificador que hizo su padre. Su madre, María de Médici siempre
veló porque su hijo recibiera una estricta educación católica, al punto que Luis XIII sentía
horror del pecado. Su rechazo de las vanidades propició que tuviera una gran desconfianza
hacia sus cortesanos y siempre estuviera investigando sus posibles conspiraciones contra él,
siendo inflexible con la levantisca nobleza; pero desconfiaba sobre todo de las mujeres, a las
cuales consideraba frívolas y viciosas, quizá por el asfixiante poder que su madre había
ejercido sobre él.
La misoginia del rey hizo correr algunos rumores sobre su posible homosexualidad. Luis XIII
tuvo un cierto número de favoritos (en orden: duque de Luynes, marqués de Toiras, Baradat,
duque de San Simón y el marqués de Cinq-Mars) aunque sus contemporáneos parecen no
haber visto en sus amistades masculinas prueba alguna de homosexualidad. Algunos
historiadores han examinado la teoría de la posible homosexualidad de Luis XIII, aunque
ninguno ha logrado aportar pruebas tangibles que permitan corroborar la teoría.

La sucesión del rey[editar]


Luis XIII, su esposa Ana de Austria y el pequeño Delfín Luis haciendo ofrendas durante la natividad
de 1639.

La mayor preocupación de Luis XIII durante su reinado fue la ausencia de un heredero varón.
Con una salud mediocre y sacudida por fuertes enfermedades, el rey estuvo a punto de morir
en varias ocasiones. El hecho de que el rey hubiera podido morir súbitamente sin dejar
heredero, hizo crecer una gran esperanza en los pretendientes al trono, entre los que se
encontraban su hermano, sus medios-hermanos y sus sobrinos. Además la dificultosa relación
entre rey y la reina hacía que la esperanza de los príncipes aumentara, esperando que el rey
no tuviera un heredero.
En 1626, la reina, empujada por la duquesa de Chevreuse, participa en el complot del conde
de Chalais, para asesinar al rey. A partir de la fecha, la pareja vive separada. Luego de que
Francia entrara en la guerra de los Treinta Años, Ana de Habsburgo trata de informar en
secreto a los españoles sobre las disposiciones militares y políticas francesas. Una vez que la
traición fuera descubierta, se habló de divorcio y de repudio, pero el asunto fue finalmente
sofocado por el rey mismo.
En la misma época, el rey está en una posición difícil a nivel internacional ya que se encuentra
en conflicto con dos soberanos Habsburgo: Fernando III del Sacro Imperio y Felipe IV de
España. Es en este contexto en el 1638, y luego de 23 años de matrimonio, nació:

 Luis-Dieudonné (1638-1715), llamado «el niño del milagro» y sucesor de su padre


como el nombre de Luis XIV.
En 1640 los reyes tienen un segundo hijo:

 Felipe (1640-1701), futuro duque de Orleans y fundador de la colateral Casa de


Orleans.

Muerte[editar]
Luis XIII murió en París el 14 de mayo de 1643, exactamente el día del 33 aniversario de la
muerte de su padre Enrique IV de Francia, después de haber pasado seis semanas con
cólicos y vómitos. Según el biógrafo A. Lloyd Mooty, "sus intestinos estaban inflamados y
ulcerados, haciendo virtualmente imposible la digestión. Además, una tuberculosis le había
afectado a los pulmones y le hacía toser con frecuencia", sin mencionar su debilitamiento
psicológico por todos los problemas que había afrontado; más tarde se sugiere la enfermedad
de Crohn. También podrían añadirse los remedios de sus médicos,
tanto edemas como sangrías, que le practicaron hasta su muerte.
Su cuerpo fue llevado hasta la Basílica de Saint-Denis, sin ninguna ceremonia según los
deseos del rey, que no quería agobiar a su pueblo con un gasto excesivo e inútil.

Ancestros[editar]
Ancestros de Luis XIII de Francia[mostrar]

Títulos[editar]
Títulos Reales

Sucedido por:
Predecesor: Rey de anexión a la Corona
Enrique III Navarra y Copríncipe de francesa
Andorra
1610-1620

Predecesor: Sucesor:
Enrique IV Rey de Francia y de Luis XIV
Navarra
Copríncipe de Andorra
1610 - 1643

Sucedido por: Sucedido por:


Felipe IV Conde rival de Barcelona Felipe IV
(en guerra contra Felipe IV de España)
1640-1643

Nobleza de Francia
Predecesor: Delfín de Francia Sucesor:
Francisco de Francia 1601-1610 Luis de Francia

Cine y televisión[editar]
El rol de Luis ha sido interpretado por:
Películas[editar]

Año Película Actor

194
Los tres mosqueteros Frank Morgan
8

197 Los tres mosqueteros Jean-Pierre Cassel


3
197 Los cuatro
4 mosqueteros

199
Los tres mosqueteros Hugh O'Conor
3

201
Los tres mosqueteros Freddie Fox
1

Serie de televisión[editar]

Año Serie de televisión Actor

2014 - 201
The Musketeers Ryan Gage
6

Bibliografía[editar]
 Richelieu, Armand Jean Du Plessis (1585–1642) cardinal duc de, Mémoires du cardinal de
Richelieu sur le règne de Louis XIII
 Topin, Marius, Louis XIII et Richelieu  : Etude historique, 1876
 P.Chevallier, Louis XIII, roi cornélien, Paris, 1979
 M.Foisil, L'enfant Louis XIII: l'éducation d'un roi (1601-1617), París, 1996
 C.Bouyer, Le sceptre et la pourpre, 2001
 Méthivier, Hubert et Thibault, Pierre, Le Siècle de Louis XIII, 9ème édition corrigée, 1994
 Lloyd Moote, Louis XIII, the Just, 1989

Notas y referencias[editar]
1. ↑ Saltar a:a b Entiéndase Navarra o Reino de Navarra, en este contexto, como el territorio
transpirenaico (Baja Navarra) del Reino de Navarra desintegrado en 1530.
2. ↑ Fecha de la proclamación como conde de Barcelona por las Cortes catalanas

Enlaces externos[editar]

  Wikimedia Commons alberga una galería multimedia sobre Luis XIII de Francia.

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Datos principales

Inicio 

1600DC

Fin 

1660DC

Rango 

1600DC to 1660DC

Periodo 

Siglo XVII: grandes

Desarrollo

Desarrollo

Desde 1624, año en que fue llamado para formar parte del Consejo del rey, hasta el momento de
su muerte, acaecida en diciembre de 1642, el cardenal Richelieu constituyó la pieza clave del
aparato de poder centralizado que tenía en Luis XIII el símbolo del absolutismo monárquico. Entre
ambos personajes se dio una confluencia de intereses que hizo posible tanto el engrandecimiento
de la Monarquía de derecho divino y el fortalecimiento de su prestigio, como la permanencia al
frente del Gobierno del astuto prelado pese a las fuertes oposiciones que su posición privilegiada
generó y a los repetidos intentos de asesinato que contra él se produjeron. Así pues, el mandato de
Richelieu no estuvo nunca del todo consolidado ni la situación política se normalizó durante su
larga estancia en el poder; por contra, contó casi siempre con el rechazo de poderosos enemigos
dentro de la Corte y fuera de ella, con las maquinaciones continuas de un partido opositor, con las
luchas iniciadas en varias ocasiones por los hugonotes y con una repulsa popular por la fuerte
presión fiscal que impuso para mantener sus proyectos de guerra contra los Habsburgo. Pero aun
teniendo en cuenta todos estos inconvenientes, su Gobierno no fue débil ni indeciso. Supo
ganarse, tras una primera etapa de titubeo, la completa confianza del monarca que le garantizó en
los momentos difíciles su supervivencia, fue capaz de organizar un eficaz sistema de control y
represión de sus contrincantes, utilizando para ello un cuerpo de vigilancia policial y un aparato
propagandístico en apoyo de sus planteamientos, sometió de forma decidida a la alta nobleza que
no le quería, a los protestantes que ponían en peligro la unidad del Estado y al clero que mostraba
reticencias a contribuir a los gastos continuos que la maquinaria bélica exigía, y sofocó sin ningún
titubeo las numerosas agitaciones populares que se dieron a consecuencia del fuerte aumento de
la carga impositiva que sobre los sectores humildes de la población se implantó. Se pueden
establecer tres etapas durante el reinado de Luis XIII en función del protagonismo creciente
logrado por Richelieu. Desde 1610 a 1624 la relación del entonces obispo de Luçon con el
jovencísimo monarca no fue nada amistosa, ya que inicialmente, tras su activa participación en la
reunión de los Estados Generales de 1614, el prelado pasó a ser un protegido del influyente
Concini, llegando incluso a entrar en el Consejo. El asesinato de éste le supuso un fuerte revés al
ser apartado del poder, junto a los demás colaboradores de la reina madre y de su favorito, por el
rey. No obstante, maniobró con habilidad actuando de conciliador en la pugna que enfrentaba a
Luis XIII con María de Médicis, lo que le supuso recuperar parte de su presencia política en la
Corte y la promesa de llegar a obtener el capelo cardenalicio, que efectivamente lograría en 1622.
La muerte de Charles Albert de Luynes, quien verdaderamente dirigía la voluntad del monarca, y la
ausencia de otro favorito destacado que ocupara el lugar dejado por la desaparición del noble
provenzal, propició el encumbramiento del ya cardenal Richelieu, llamado a formar parte del
Consejo real en abril de 1624. Desde este año hasta 1630, el nuevo hombre de confianza del
monarca tuvo que hacer frente a las diversas intrigas fraguadas contra su persona en los
ambientes cortesanos y a los problemas políticos planteados por las conspiraciones nobiliarias y
por los protestantes, que estaban poniendo en peligro la centralización y la unidad del Estado.
Descubierto un complot que pretendía llegar incluso a su asesinato, la reacción de Richelieu fue
enérgica y radical, ordenando la ejecución de varios miembros de la alta nobleza y la detención o el
exilio de los personajes influyentes que habían participado en la conjura. La guerra de La Rochelle
fue el otro gran asunto que ocupó su atención como estadista. La rebelión de los protestantes
alcanzó un punto de enorme peligro, no ya solamente porque suponía una grave contestación a la
política absolutista, sino también por la ayuda que estaban recibiendo los sublevados de los
ingleses, concretada en la participación activa y en la presencia en territorio francés de fuerzas
extranjeras. El asedio que se hizo a la plaza clave de La Rochelle provocó finalmente su rendición,
alcanzando las tropas reales un notable éxito con la derrota del levantamiento. El Edicto de Alès
(1629), otorgado por el monarca, mantuvo en líneas generales el espíritu de tolerancia hacia los
hugonotes que se había conseguido desde el Edicto de Nantes, pero anuló los privilegios políticos
y militares que los calvinistas franceses venían gozando desde entonces. Un importante escollo
que tuvo que salvar Richelieu para poder desarrollar su política antiaustriaca, volcando todo el
potencial del Estado en su enfrentamiento con los Habsburgo, lo que consideraba esencial si se
quería lograr el engrandecimiento de Francia, fue la opción contraria a sus planes representada por
el partido devoto, del que formaban parte destacadas figuras de la familia real y de la Corte y que
preconizaba una política amistosa hacia la Casa de Austria, defensora de la causa católica, la
revocación del Edicto de Nantes para acabar de una vez con el problema hugonote y la necesidad
de aplicar una serie de reformas internas (económicas, fiscales, judiciales) que remediasen la mala
situación que se padecía por aquellos tiempos. Luis XIII se encontró ante la difícil tesitura de tener
que escoger entre ambos planteamientos, duda que resolvió finalmente a favor de las propuestas
del ministro-prelado al otorgarle definitivamente su confianza en 1630, decisión que resultaría de
gran trascendencia a partir de entonces por lo que supuso de pleno apoyo a las pretensiones de
Richelieu de poner en un primer plano de actuación la lucha, encubierta primero, declarada
públicamente después, contra los Austrias, olvidándose por tanto de cualquier reforma interior que
pudiera distraer la atención prioritaria que se iba a tener sobre el objetivo exterior. De 1630 a 1642
Richelieu impuso un auténtico régimen de guerra en Francia, subordinando todas las decisiones al
logro de sus deseos de acabar con el dominio de los Habsburgo. Para ello necesitó fortalecer el
poder central, afianzar su autoridad, controlar férreamente los distintos consejos y los poderes
regionales para evitar toda disidencia interna, a la vez que procuraba aumentar todo lo que se
pudiera los recursos económicos de la Hacienda real para poder financiar su costosa política bélica
y poner en pie un gran ejército y una poderosa marina, de la que tan necesitada se encontraba
Francia. La colocación de hombres de su confianza en los principales órganos de la
Administración, la utilización de los intendentes en las provincias, la creación de un eficaz montaje
propagandístico y policial que justificara y garantizara sus proyectos, la exigencia de que todos los
estamentos contribuyeran a los cuantiosos gastos que demandaba la empresa pública en la que se
había embarcado, sin excluir a los grupos privilegiados, la petición de préstamos obligados, la
venta de oficios y un fuerte aumento de la presión fiscal sobre las clases trabajadoras y humildes,
fueron algunas de las principales medidas que se tomaron para poder dar satisfacción a la rígida
política de Richelieu, que venía a profundizar para colmo de males la grave crisis socioeconómica
que se estaba dejando sentir con gran intensidad sobre la población francesa, producto de las
epidemias, malas cosechas y hambrunas que se padecían por aquellos años, lo que no hacía más
que aumentar el descontento social. Lógicamente se produjo un amplio rechazo a este régimen de
guerra, establecido además en una pésima coyuntura y con un ambiente político lleno de tensiones
y de luchas partidistas y estamentales. Las protestas y las agitaciones vinieron por todas partes y
de casi todos los grupos sociales. Hubo intrigas en la Corte, conspiraciones de la nobleza, quejas
del clero, reacciones opuestas en los Parlamentos y una serie casi ininterrumpida de
levantamientos y revueltas populares, tanto urbanas como rurales, que marcarían esta etapa como
una de las más conflictivas de la historia moderna francesa. Frente a tales resistencias y
oposiciones, el Gobierno de Richelieu aplicó una dura acción represiva e intimidatoria que
posibilitó, aun a costa de muchos sacrificios y pesares, seguir adelante con sus planes, aunque los
frutos maduros de su política no llegaría a recogerlos con plenitud el todopoderoso cardenal, que
moría a finales de 1642 con un gran renombre político internacional, aunque en su propio país
muchos se mostraran satisfechos con su desaparición. Luis XIII no tardaría por su parte en
desocupar el trono, pues su muerte se produjo algunos meses después de la de su ministro, en
mayo de 1643, dejando tras de sí un heredero de tan sólo unos pocos años de edad, lo que llevaba
de nuevo al período de incertidumbre política que toda regencia implica

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