Transfusiòn Sanguinea
Transfusiòn Sanguinea
Transfusiòn Sanguinea
La sangre ha sido a lo largo del tiempo objeto de importancia, puesto que hasta ahora no hay nada
que la sustituya y su transfusión puede considerarse como el primer trasplante de un tejido vital,
el cual se realizó en el año 1942.
El primer intento de transfusión sanguínea registrado ocurrió en el siglo XV relatado por Stefano
Infessura. En 1492 el Papa Inocencio VIII cayó en coma, por lo que se requirió de la sangre de tres
niños para administrársela a través de la boca (ya que en ese entonces no se conocía la circulación
sanguínea) a sugerencia del médico. A los niños de 10 años de edad se les prometió pagarles con
sendos ducados de oro y, sin embargo, tanto el Papa como los jovencitos murieron. Algunos
autores desacreditan el relato de Infessura, acusándolo de antipapista.
La primera transfusión de sangre humana documentada fue administrada por el doctor Jean-
Baptiste Denys, quien el 15 de junio de 1667 describió el caso de un enfermo de sífilis que murió
después de haber recibido tres transfusiones de sangre de cordero: Estaba en el proceso exitoso
de recibir la transfusión pero algunos minutos después su brazo se calentó, su pulso aceleró, el
sudor brotó sobre su frente, se quejaba de fuertes dolores en los riñones y en el estómago, su
orina era oscura, negra de hecho luego murió. Durante la primera década del siglo XX se
identificaron los diferentes tipos de sangre y que la incompatibilidad entre la sangre del donante y
del receptor podía causar la muerte.
Karl Landsteiner descubrió que las personas tenían diferente tipo de sangre y que las transfusiones
no eran compatibles entre personas de diferente tipo. En 1901 describió el sistema de AB0 y en
1940 el sistema Rh. El método de conservación de sangre humana para su uso diferido en
transfusiones, mediante la adición de citrato de sodio, fue desarrollado por el médico argentino
Luis Agote en 1914.
En 1936 durante la Guerra Civil Española, el médico Frederic Durán-Jordà organizó un banco de
sangre en Barcelona con un servicio de transfusiones a distancia y el médico Norman Bethune
desarrolló el primer servicio móvil de transfusiones de sangre que llegaba hasta el frente de
batalla. A fines de la década de 1930 e inicios de la de 1940, la investigación del médico
estadounidense Charles Drew llevó al descubrimiento de que la sangre podía ser separada en
plasma sanguíneo y células rojas, y de que el plasma podía ser congelado separadamente. La
sangre almacenada de esta manera duraba más tiempo y era menos propensa a contaminarse.
Donación de sangre.
Mediante la donación de sangre se pretende cubrir las necesidades de transfusión que necesitan
las personas enfermas. En los países en vías de desarrollo la donación suele ser realizada
principalmente por voluntarios o familiares de los enfermos. Los países desarrollados cuentan con
un sistema que controla las donaciones a través de los bancos de sangre.
La sangre se extrae por medio de una punción en el brazo y se trata para impedir su coagulación,
posteriormente la sangre se separa en sus componentes principales, plasma, plaquetas y glóbulos
rojos. La sangre de los donantes es posteriormente analizada, pasando un exhaustivo control que
incluye numerosas pruebas para detectar los principales virus que puede contener la sangre,
como: pruebas para la detección de anticuerpos irregulares, pruebas de serología infecciosa,
pruebas para medir el nivel de transaminasas y prueba del NAT.
Para realizar transfusiones, deben tomarse medidas para asegurar la compatibilidad de los grupos
sanguíneos del donante y el receptor, para evitar reacciones hemolíticas potencialmente fatales.
La tabla de compatibilidades e incompatibilidades de tipos de sangre es como se indica en la tabla.
Sin embargo, no son el AB 0 y el Rh los únicos tipos de grupos sanguíneos existentes. Existen otros
tipos de grupos sanguíneos menos conocidos por ser menos antigénicos que los anteriores y por lo
tanto menos susceptibles de provocar reacciones de incompatibilidad. Por ello es imprescindible
realizar pruebas cruzadas entre la sangre de donante y la del receptor, para descartar la existencia
de anticuerpos en el receptor contra eritrocitos del donante.
¿A quién puede
Sangre ¿De quién puede recibir donación?
donar?
0- TODOS 0-
0+ 0+ A+ B+ AB+ 0- 0+
A- A- A+ AB- AB+ 0- A-
A+ A+ AB+ 0- 0+ A- A+
B- B+ B- AB+ AB- 0- B-
B+ B+ AB+ 0- 0+ B- B+
AB- AB- AB+ 0- B- A- AB-
AB+ AB+ TODOS
¿Qué tipos de transfusiones existen?
Las transfusiones pueden ser de varios tipos dependiendo de la necesidad que presente el
receptor en virtud de la enfermedad que padezca. La donación más común es la de concentrado
de hematíes los glóbulos rojos. Las enfermedades que pueden hacer imprescindible la transfusión
de concentrados de hematíes son numerosas como hemorragia grave, leucemia aguda, anemia
tras tratamientos de quimioterapia y radioterapia contra el cáncer, aplasia medular, cirugía mayor,
síndrome mielodisplásico, anemia hemolítica, etc. Pero todas tienen como clave común la
existencia de una anemia grave que no sea posible corregir por otro medio y que comprometa
seriamente la función cardiocirculatoria y oxigenadora de la sangre en el organismo.
El número de bolsas de concentrados de hematíes necesarias varía según cada caso, pero se debe
decidir el volumen total justo que garantice la recuperación de un nivel de hemoglobina mínimo
adecuado para remontar su mala situación, ni más ni menos. La transfusión de plaquetas es otro
tipo de transfusión necesaria para ciertos enfermos. Un concentrado de plaquetas se obtiene
mediante la suma de las fracciones adecuadas procedentes de varias donaciones de sangre
completa; por ello las plaquetas son un derivado de la sangre más preciado aún.
Las enfermedades que hacen precisa la donación de plaquetas son aquellas que producen un
déficit grave de dichas células en la sangre y un riesgo incrementado de hemorragia por dicha
causa leucemia aguda, agravamiento de cuadro hemorrágico, cirugía de trasplante de hígado,
aplasia medular, síndrome mielodisplásico, poli transfusión de hematíes, etc. La transfusión de
plaquetas está indicada por lo general cuando la cifra en sangre desciende a menos de 50.000
plaquetas/mm3 y existe riesgo evidente de sangrado. Cuando el nivel desciende a menos de
10.000 plaquetas/mm3 el riesgo de sangrado es tan notable que la transfusión suele estar siempre
indicada si no existen otros medios terapéuticos alternativos que consigan elevar de modo
inmediato dicha cifra.
Otras posibles transfusiones son las de plasma fresco congelado o concentrados de factores, que
suelen requerirse en casos en los que existen déficits parciales o globales de ciertas proteínas de la
sangre, sobre todo factores de coagulación. La transfusión de glóbulos blancos es también posible
para enfermos gravemente inmunodeprimidos, pero actualmente no se suele utilizar de modo
habitual.
Hoy en día es muy inusual que se indiquen transfusiones de sangre completa porque no es
frecuente que un enfermo requiera más de un derivado transfusional y porque no es
médicamente aceptable el riesgo añadido y el desaprovechamiento indebido que puede
comportar el aporte del resto de componentes sanguíneos no necesarios.
La tecnología que permita fabricar preparados sintéticos de sangre o fluidos similares con
capacidad de vincular oxígeno, aún permanece en investigación y previsiblemente tardará varios
años en llegar. Hasta entonces sigue siendo imprescindible mantener y estimular la solidaridad
que supone el acto de donar nuestra sangre, pero de un modo regular, sin olvidar que durante
todo el año en nuestros hospitales existe una necesidad continua de hemoderivados.
A pesar de ello, teniendo en cuenta que los componentes sanguíneos son un producto de origen
humano y que, por tanto, siempre existen riesgos, cada transfusión se ha de tratar siempre con
una decisión clínica basada en el estado del enfermo, en datos analíticos y en una valoración
positiva de la relación entre el riesgo y el beneficio.
Pérdidas de sangre mayores al 20% del volumen sanguíneo o mayor a 1.000 ml, dentro de
un contexto de trauma.
Hemoglobina menor a 8 g/dl, cuando el paciente tiene alguna patología agregada.
Hemoglobina menor a 10 g/dl, si usamos sangre autóloga.
Ahora bien, la conservación de las plaquetas se hace a temperatura ambiente, por lo que son muy
proclives a contaminarse; por esto, siempre que aparezca fiebre después de una transfusión de
plaquetas se debe asumir que es un proceso séptico.
Por lo tanto, según las recomendaciones actuales, su uso estaría justificado plenamente en los
siguientes casos:
Sin embargo, el plasma fresco congelado debe ser utilizado en forma inteligente, con el objetivo
de alcanzar un mínimo de un 30% de los factores a nivel plasmático. Esto se obtiene
administrando entre 10 ml y 15 ml por kilo.
¿Cuándo no se debe usar plasma fresco congelado?
Los factores de coagulación son los mismos en 5 unidades de plaquetas, en 1 unidad de plaquetas
obtenida por plaquetoféresis, en 1 unidad de sangre total o en 1 unidad de plasma fresco
congelado. Por lo tanto, en el shock hemorrágico, en el cual tenemos claramente una pérdida de
factores de coagulación, se recomienda el uso de sangre total versus el uso de glóbulos rojos, y no
sólo porque la sangre total dé más volumen, sino porque tiene más factores de coagulación,
disminuyendo la incidencia de coagulopatía dilucional en forma más efectiva que con el uso
glóbulos rojos, cristaloides o coloides.
Crioprecipitado.
Este producto es rico en factor VIII, fibrinógeno, "fibronectina", factor von Willebrand y factor XII.
Está demostrada ampliamente su utilidad en:
Complicaciones de la transfusión
El uso de productos sanguíneos debe restringirse al máximo, debido a sus efectos indeseados. Los
errores cometidos por transfusiones incompatibles pueden ser minimizados aumentando el
control a la salida del banco y al llegar el producto al enfermo, chequeando tanto la unidad que
vamos a administrar como el grupo del paciente. Deben promoverse todas las técnicas de ahorro
posible en cirugía.
CONCLUSIÓN
No debemos olvidar que los componentes sanguíneos son un producto de origen humano y,
aunque el proceso de la transfusión se hace con las mayores garantías de seguridad para el
paciente, siempre existen riesgos que deben valorarse a la hora de decidir si se debe llevar a cabo
una transfusión o no. Por eso hay que considerar la causa que motiva la indicación, cuál es el
objetivo a conseguir, si hay alternativas terapéuticas, o los posibles efectos desfavorables que
pueda provocar la transfusión.
BIBLIOGRAFIA
https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/8392/15737.pdf?sequence=1
https://www.cochrane.org/es/CD009007/SYMPT_transfusiones-de-sangre-para-la-anemia-en-
pacientes-con-cancer-avanzado
http://www.humv.es/index.php?option=com_docman&task=doc_view&gid=1869&Itemid=27