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S.Enrique Anaya
1 Al respecto, Peter HÄBERLE, La jurisdicción constitucional en la fase actual de desarrollo del Estado
Poder Judicial-Tirant lo blanch, Valencia; 1997; pág. 252; señala: “Devolviendo efectividad a la
primacía del poder constituyente sobre el legislativo y con ello sentido y valor a los principios
contenidos en la Constitución, el “principio de constitucionalidad” y el conexo de la universalización
de la justicia constitucional constituyen, desde esta perspectiva, la “nueva” forma de
“racionalización” del poder en los ordenamientos constitucionales contemporáneos, y que parece
será objeto de profundización en las décadas venideras”
3 Expresión a la que Gustavo ZAGREBELSKY, Jueces constitucionales, en Revista Iberoamericana de
Derecho Procesal Constitucional; Porrúa, México; 2006; No. 6; pág. 314; ; recurre para englobar la
tendencia a la expansión mundial del control jurisdiccional de constitucionalidad y al uso de la
comparación como método de interpretación constitucional, lo que justifica sin necesidad de
recurrir a ideas extrajurídicas: “El presupuesto no es necesariamente el derecho natural ni la ilusión
del progreso. Puede ser la prudencia del empirista que quiere aprender, además de los propios,
también de los errores y aciertos de los demás. Basta reconocer que las normas de la Constitución,
por ejemplo en el tema de la dignidad e igualdad de todos los seres humanos y de los derechos
fundamentales, aspiran a la universalidad, y que su interpretación, inclusive a primera vista, no es la
interpretación de un contrato, de una decisión administrativa, y ni siquiera de una ley, emanada de
voluntades políticas contingentes. La interpretación constitucional es un acto de adhesión o de
ruptura respecto a tradiciones histórico-culturales comprensivas, de las que las Constituciones
particulares forman parte”.
4 Al grado que inicialmente la organización política de El Salvador consiste en integrarse en una
control judicial de constitucionalidad; CEC, Madrid; 1991; pág. 80 y ss., se refiere a la noción básica
de Derecho en la tradición anglosajona en los siguientes términos: ---.Debemos recordar que al
derecho no se le entendía como una emanación del estado sino como un conjunto de preceptos
que eran descubiertos y reconocidos por los jueces. --- Como consecuencia, la tradición del
commow law le atribuyó al poder judicial un lugar central. K. Dyson afirma que “los jueces ingleses
desarrollaron y explicaron el derecho a través de la argumentación y la contra-argumentación. Al
contrario de los jueces franceses, los jueces ingleses adquirieron un estilo individualista, subjetivo y
discursivo, que se relacionaba con la solución de casos concretos y no con la interpretación de
textos legales. Por eso el problema del método jurídico está centrado en los países anglosajones en
la figura del juez, mientras en Europa continental se funda en la labor del teórico y del legislador.
Estas características de la judicatura inglesa fueron exportados a América con la colonización,
donde adquirieron nuevos bríos”. Expuesto de modo muy didáctico puede apreciarse en texto del
Departamento de Estado, Semblanza del sistema jurídico de EE.UU.; Oficina de Programas de
Información Internacional, 2004; pág. 7: “(…) la ley del país es algo más que los estatutos aprobados
por el Congreso. En algunas áreas, el Congreso autoriza a ciertas agencias administrativas para que
adopten reglas que añaden detalles a los requisitos estatutarios. Y todo el sistema se apoya en los
principios jurídicos tradicionales que se consagran en el Derecho Consuetudinario inglés”.
6 Al respecto, Michel ROSENFELD, El juicio constitucional en Europa y los Estados Unidos: paradojas y
2. Entonces, si bien es cierto que desde los inicios del sistema jurídico salvadoreño
rige en el plano teórico una idea sobre el rol legitimador de la Constitución, la
realidad es que la misma se ve enfrentada con los restos históricos y conceptuales
del régimen vigente durante la Colonia8, de impronta hispánica9, dotado de una
gran capacidad de permanencia e influencia10, sobre todo condicionando la
trasplanta al continente americano su propia organización social y política, que a su vez es fruto de
las profundas transformaciones habidas en la península en el siglo XV (…). --- No obstante, es preciso
resaltar que el nacimiento y desarrollo del Derecho Indiano no significa la mera aplicación
mecánica del Derecho Castellano en los territorios americanos incorporados a la Corona, ya que se
perciben claramente otros elementos provenientes específicamente del territorio americano, de
esta forma, el derecho consuetudinario indígena y ciertos aspectos de la organización social y
política de las comunidades allí existentes serán parcialmente respetados por los funcionarios
españoles”; y más adelante (ibidem, pág. 332) añade: “El proceso de conformación de los Reinos
americanos se produjo bajo un triple tipo de influencia: a) influencia jurídica castellana (…); b)
influencia aragonesa en cuanto a organización política; y c) intento de adaptación de las
instituciones y costumbres indígenas, a las españolas”.
10 La influencia española en los ordenamientos hispanoamericanos ha sido destacada por Héctor FIX
ZAMUDIO, Estudio comparativo del amparo contra resoluciones judiciales en México y España; en La
democracia constitucional. Estudios en homenaje al profesor Francisco Rubio Llorente; Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid; 2002; vol. II,; pág. 1558: “La influencia española fue
menos notoria, pero sí evidente después de tres siglos de dominación cultural y política en la
entonces Nueva España, y por ello, el nombre mismo de amparo proveniente de antecedentes
castellanos y aragoneses; también le debemos el centralismo judicial implantado en la época
colonial, que determinó la concentración posterior de todos los asuntos judiciales del país en los
tribunales federales por medio del propio juicio de amparo, y que debe estimarse contrario a la
estructura del régimen federal, que como se ha dicho, se tomó de la Constitución norteamericana
de 1787”.
5
idea del Derecho como producto exclusivo del Estado11, así como determinando
el alcance del papel de los juzgadores en el desarrollo de la sociedad 12.
11 Es paradigmático, por ejemplo, que en todos los textos constitucionales salvadoreños aparece,
como atribución del ente legislativo, la interpretación auténtica de las leyes; figura extraña en la
concepción anglosajona del Derecho.
12 Al respecto, basta citar el siguiente ejemplo: en 1841 se emitió una ley constitucional – la No. 3 -,
en la que se asegura que, dado que toda la legislación sobre procedimientos es basada en los
principios de la Constitución española, todavía estaban vigentes algunos artículos de la Constitución
del 18 de marzo de 1812, entre tales, los arts. 245 (“Los tribunales no podrán ejercer otras funciones
que las de juzgar y hacer que se ejecute lo juzgado”) y 246 (“Tampoco podrán suspender la
ejecución de las leyes ni hacer reglamento alguno para la administración de justicia”).
13 Circunstancia que no es extraña a la práctica totalidad de los países latinoamericanos que
surgieron de la desaparición de las colonias españolas y portuguesas en América. Así lo destaca, por
ejemplo, FIX ZAMUDIO, Estudio comparativo del amparo contra resoluciones judiciales en México y
España; cit.; pág. 1566, respecto del amparo mexicano: “Sin embargo, esa adopción de la revisión
judicial se realizó con modalidades y aspectos peculiares, puesto que significó llevar al
ordenamiento mexicano una institución del common law que se introdujo en un trasfondo
perteneciente al sistema o tradición romano canónica. En efecto, en tanto que en el derecho
estadounidense la mencionada revisión judicial constituye un principio, con independencia de los
diversos procedimientos judiciales en los cuales se aplica, en el ordenamiento mexicano a partir de
su adopción definitiva en los citados artículos 101 y 102 de la Carta Federal de 1857, el juicio de
amparo se reglamentó por conducto de un procedimiento específico establecido en una ley
especial”; y en términos generales para la región iberoamericana, Francisco FERNÁNDEZ SEGADO,
La jurisdicción constitucional en América Latina. Evolución y problemática desde la independencia
hasta 1979; en La democracia constitucional. Estudios en homenaje al profesor Francisco Rubio
Llorente; Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid; 2002; volumen II; págs. 1458 y 1459,
expone: “En la cuarta década del siglo XIX la influencia norteamericana en este ámbito material se
iba a hacer presente, implantándose paulatinamente en las Constituciones iberoamericanas la
judicial review, en acomodo con la tradición hispánica, la atracción ejercida por las Cartas
revolucionarias francesas y con el hecho condicionante de que el modelo norteamericano había
de regir en un sistema jurídico bien alejado del de commow law, como es el sistema romano-
canonista (…) Pese al precedente que acabamos de aludir, la influencia del llamado modelo
austriaco-kelseniano de control de constitucionalidad se hará sentir en mayor medida transcurridas
dos décadas del final de la Segunda Guerra, influencia que se intensificará de modo muy notable
en los últimos tres lustros. --- Sin embargo, la preponderante influencia del control jurisdiccional de
tipo norteamericano ha propiciado que, en una suerte de variante del referido modelo austriaco,
los ordenamientos iberoamericanos hayan conservado, simultánea o paralelamente, la facultad de
los jueces ordinarios, o de algunos de ellos al menos, de decidir con efectos ordinarios, esto es, inter
partes, sobre la constitucionalidad de las disposiciones legislativas en los casos concretos de que
han de conocer, algo que está excluido en los ordenamientos europeos que cuentan con un
Tribunal Constitucional”.
14 Esa idea se mantendría y – en mucho aun se conserva – durante todo el desarrollo jurídico
salvadoreño, al grado que en el art.1 del Código Civil se consagra que la ley es expresión de la
voluntad soberana. Refiriéndose a Europa, Roberto L. BLANCO VALDÉS, La política y el Derecho:
veinte años de justicia constitucional y democracia en España (Apuntes para un balance); en
Estudios de derecho constitucional. Homenaje a Joaquín García Morillo; Tirant lo blanch-Universidad
6
de Murcia, Valencia; 2001; pág. 419; expone: “Pues, ciertamente, mientras los revolucionarios
norteamericanos obtendrán con rapidez las consecuencias naturales de la afirmación fundamental
de la superioridad de la Constitución sobre la ley, teorizada por Alexander Hamilton con insuperable
claridad en El Federalista, sus coetáneos europeos, situados en presupuestos constitucionales
parcialmente similares, devendrán, sin embargo, prisioneros de un principio, el de la supremacía de
la ley, auténtica barrera para obtener las conclusiones que, de modo congruente, tendrían que
haberse derivado de la previsión del carácter rígido del texto constitucional y de la superioridad
formal de la Constitución sobre la ley, consecuencia natural de aquella rigidez”.
15 BOUZAT, El control constitucional. Un estudio comparativo; cit., pág. 76 y ss. reseña la identificación
entre Derecho y legislación, en los sistemas jurídicos de base europeo-continental, así: “En la
concepción jurídica posterior a la recepción del derecho romano, el derecho fue concebido y se
fue desarrollando en Europa continental, como un producto de la autoridad pública - diferenciado
y obligatorio – aplicado por el poder público. El estado recabó para sí la función de crear derecho
(…). En otras palabras, el derecho se nacionalizó o estatizó (…) El grado de desarrollo de la tradición
estatal determina importantes caracteres del derecho. En los países con una fuerte tradición, en los
que el estado aparece como entidad impersonal, distinta del gobierno y del pueblo, con una
autoridad fundada en la creencia en la racionalidad de la ley y confiado en una estructura
burocrática, el derecho se convierte en un instrumento de gobierno que es aplicado a la población
uniformemente (…). Este carácter racional, en la visión de Dyson, genera una preferencia por los
problemas lógicos que por la experiencia histórica, y conlleva una estricta jerarquía de las fuentes
del derecho con preeminencia de la legislación, a la que se considera completa, clara y
consistente. Esta concepción del derecho genera un profundo descreimiento en el activismo judicial
y considera que la justicia puede sólo ser obtenida a través de la aplicación estricta del derecho
escrito (…).
16 Si bien en Europa es posible apreciar las circunstancias históricas que impidieron durante el siglo
XIX e inicios del siglo XX aceptar la idea de la Constitución como un conjunto normativo obligatorio,
directamente aplicable e indisponible por los poderes constituidos, en El Salvador asemeja que la
idea política pero no normativa de Constitución se asumió, por una parte, desde una perspectiva
jurídica, por una formación jurídica de impronta europeo-continental y, desde una perspectiva
fáctica, por la inestabilidad política en El Salvador, que conducía a un manejo arbitrario de los
textos constitucionales, con lo que éstos no han tenido la oportunidad de asentarse en la
conciencia de la ciudadanía. En términos semejantes, aunque refiriéndose en general a
Latinoamérica, Ernesto GARZÓN VALDÉS, Constitución y Democracia en América Latina; en Anuario
de Derecho Constitucional Latinoamericano; KAS-CIEDLA, Buenos Aires; 2000; págs. 59, expone: “No
hay duda que quienes dictaron esas Constituciones tenían una fe inconmovible en el derecho; pero
también es indudable que la realidad no se ajustaba a ellas y que este abismo entre orden
normativo y realidad iba a ser una fuente de serios problemas políticos y sociales. En caso de
conflicto entre el texto constitucional y las exigencias de la realidad social, se optaría por restringir la
aplicación de la Constitución”.
7
Constitución normativa, en El significado actual de la Constitución; UNAM, México; 1998; pág. 106:
“En efecto, todos los mexicanos saben que las reglas del juego político y social más importantes no
han estado en la Constitución sino en factores metaconstitucionales como la voluntad
presidencial”.
22 En efecto, según Ricardo GALLARDO, Las Constituciones de la República Federal de Centro-
América; Instituto de Estudios Políticos, Madrid; 1958; tomo 10-I, pág. 29 – en el artículo 11 de las
Ordenanzas conocidas como “Nuevas Leyes” se creó la Real Audiencia de los Confines, cuya
“demarcación topográfica es casi idéntica a la que un día poseería, en el siglo XIX, la República
Federal de Centroamérica”. Para una visión panorámica de la situación de América Central
durante la Colonia, vid., Ricardo GALLARDO, ob. cit., pág. 27 y ss...
9
23 Al respecto, GARCÍA LAGUARDIA, ob. cit., pág. 169; sobre la base del análisis de las Instrucciones
del Ayuntamiento de Guatemala al diputado Antonio de Larrazábal para las Cortes de Cádiz
(redactadas en 1810) expone: “Este documento tiene una gran importancia para una correcta
elaboración de la historia de nuestras ideas y de nuestras instituciones políticas. En el límite de la
monarquía absoluta, y con claras influencias de las ideas del siglo XVIII francés, ataca a fondo el
“despotismo” del régimen español, y propone como una solución política a la crisis, la elaboración
de una Constitución, un texto escrito que viniera a limitar el poder de los gobernantes,
reconociendo los derechos del hombre y estableciendo un sistema de competencias circunscritas
en las que se dividiría el poder”.
24 Al menos frente a la mayoría de los procesos de independencia de Hispanoamérica, es
efectivamente una peculiaridad del proceso independencia de Centroamérica que las autoridades
españolas conservaron inicialmente sus cargos, tal como se estableció en el Acta de
Independencia del 15 de septiembre de 1821: “7º Que, entre tanto, no haciéndose novedad en las
autoridades establecidas, sigan éstas ejerciendo sus atribuciones respectivas, con arreglo a la
Constitución, decretos y leyes, hasta que el Congreso indicado determine lo que sea más justo y
benéfico”. Sobre el contexto de tal circunstancia, vid., GALLARDO, ob. cit., pág. 165 y ss...
25 La inexistencia de una guerra independentista se entendió como un elemento valioso de la
Asamblea Nacional Constituyente, del 1 de julio de 1823, Centroamérica alegó, como razón de su
independencia, tanto en lo que podríamos llamar una desatención de la metrópoli, como en la
arbitrariedad en el ejercicio del poder: “1º Que la Independencia del Gobierno Español ha sido y es
necesaria en las circunstancias de aquella Nación y las de toda América; que era y es justa en sí
misma y esencialmente conforme a los derechos sagrados de la naturaleza, que la demandaban
imperiosamente las luces del siglo, las necesidades del Nuevo Mundo y todos los más caros intereses
de los pueblos que lo habitan. --- Que la naturaleza misma resiste la dependencia de esta parte del
globo, separada por un océano inmenso de la que fué su metrópoli, y con la cual le es imposible
mantener la inmediata y frecuente comunicación, indispensable entre pueblos que forman un solo
Estado (…)Que la arbitrariedad con que fué gobernada por la Nación Española, y la conducta que
ésta observó constantemente, desde la conquista, excitaron en los pueblos el más ardiente deseo
de recobrar sus derechos usurpados”
10
12. Probablemente el documento de inicios del siglo XIX que más claramente
refleja la influencia de las ideas estadounidenses y francesas en Centroamérica
son las Instrucciones del Ayuntamiento de Guatemala al diputado Antonio de
27 En efecto, en las Instrucciones del Ayuntamiento de Guatemala al diputado Larrazábal para las
Cortes de Cádiz, según transcripción que hace GARCÍA LAGUARDIA, ob. cit., pág. 170, entre otros
aspectos se consignaba: “Una Constitución, pues, que prevenga el despotismo del jefe de la
nación: que señale los límites de su autoridad: que haga del Rey un padre y un ciudadano: que
forme del magistrado un simple ejecutor de la ley: que establezca unas leyes consultadas con el
derecho natural, que contiene en sí todas las reglas de lo equitativo y lo justo, y que se hallen
revestidas de todos los caracteres de bondad absoluta, y de bondad relativa a los objetos primarios
de la sociedad”
28 A ellas hace referencia, GARCÍA LAGUARDIA, ob. cit., pág. 195 y ss.; citando un hecho revelador:
sobre las ideas revolucionarias del siglo XVIII circulaban en Centroamérica: (a) el estudio de las
denuncias que frailes o sacerdotes hacían de ciudadanos por leer “libros prohibidos” y las
confesiones que hacían éstos; (b) las reclamaciones, presentadas después de la independencia,
por el decomiso de libros en las garitas de entrada a las ciudades; (c) el Inventario de los
documentos, libros y estampas del Comisario de la Inquisición en Guatemala, que muestra los libros
decomisados por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Guatemala; y (d) los tesarios de la
Universidad de San Carlos de Guatemala de finales del siglo XVIII e inicios del XIX. Y de tal análisis
concluye: “Analizando todo este material, nos explicamos la gradual preparación de nuestra
generación intelectual de los últimos años de la Colonia, para recibir las corrientes más progresistas
en el umbral de nuestra revolución política (…). No podemos pensar que súbitamente, en la crisis de
la independencia, se hubiera asimilado una teoría, que se utiliza coherentemente en la
estructuración de la República y durante todo el siglo XIX”.
30 Lo que también aconteció en la mayoría de los países latinoamericanos, como lo ha destacado
Larrazábal para las Cortes de Cádiz31, de 1810, que incluían una propuesta de
Declaración de los derechos del ciudadano y un proyecto de Constitución32.
31 Sobre los antecedentes, contexto y formulación de tales Instrucciones, vid., GARCÍA LAGUARDIA,
ob. cit., pág. 165 y ss..
32 Para ambos textos, Declaración de Derechos y Proyecto de Constitución, cfr., GARCÍA
S.M. se hará, en público. En ese acto comulgará, en presencia del Santísimo Sacramento antes de
recibir a su Divina Majestad, prestará juramento en altas voces en manos del Arzobispo de Toledo, o
el que le represente, de que guardará inviolablemente la Constitución y las leyes de la Monarquía;
que no intentará variarla; que conservará en paz y justicia a los pueblos (…)”.
34 El Art. 36 del proyecto de Constitución, en la parte inicial, decía: “A su ingreso jurará en él, la
permanente o inviolable”.
36 En el proyecto de Constitución no se consignaron mecanismos de control constitucional de las
leyes, pero sí se consagraban organismos para control de la “precisión técnica” de las leyes, como
la “comisión de personas sabias”, cuya integración y funciones se regulaban en los Arts. 58 (“Habrá
a más del consejo, y censores, una comisión de personas sabias, cristianas, y que gocen del
concepto público dedicada a examinar nuestras leyes y formar de ellas un cuerpo breve, claro y
sencillo, capaz de la común inteligencia”) y 59 (“Todas las leyes que esta comisión examine, y
apruebe de las antiguas o forme nuevas, las consultará sumariamente al Supremo Consejo Nacional
donde se acordará lo que parezca en particular”).
37 Por ejemplo, en El Editor Constitucional, del 26 de febrero de 1821, el editorial consignaba (para su
texto, cfr., GALLARDO, ob. cit., pág. 996): “La Constitución Política de la Monarquía española,
cuando establece la división de poderes, funda en su equilibrio el principio en que reposa la libertad
de la nación (…) De la voluntad general es de donde nace toda autoridad y la plenitud absoluta
de sus derechos, para disponer y reclamar todo lo que sea más conforme al bien y prosperidad del
Estado. La Excma. Diputación provincial de Guatemala reconoce este principio”.
38 Así, en la edición del 15 de septiembre de El Genio de la Libertad, se consigna: “El M.I.S. Jefe
Superior Político don Gabino Gainza reunido a la Excelentísima Diputación provincial, abrió los
pliegos remitidos por el Sr. Intendente de Ciudad Real en que éste le comunica los motivos, el modo
y la forma en que se juró la independencia de aquella provincia. Su Excma. convocó una junta
12
16. Así, por una parte, la jura de la Constitución de Cádiz, en cuya formulación
intervinieron diputados centroamericanos42, motivó que, al haber gozado aquélla
de vigencia en el istmo centroamericano, la misma ejerciera alguna influencia en
numerosa para el día de hoy a efecto de consultar lo que se debía hacer en las circunstancias. La
junta se celebró a puerta abierta, con un concurso numeroso del pueblo. La pluralidad de votos de
la junta estuvo por jurar la independencia, y la voz y aclamaciones del pueblo todo, decidieron el
acto en el momento. Juró a consecuencia el pueblo su libertad”.
39 Sobre la incidencia de tales acontecimientos en la independencia de Centroamérica, vid.,
aviso de tal hecho, cfr., GALLARO, ob. cit., págs. 885 y 886), significaba la adhesión a la Corona
española: “Se apresuró a disponer de un magnífico tablado, en el que presidía la imagen de nuestro
católico Monarca el Sr. Fernando VII; su vistosa decoración, orquestas e iluminaciones, dieron a
aquel majestuoso aparato toda la celebridad que exigía acto tan solemne, para significar
Guatemala de alguna manera sus deseos al publicar la incomparable Constitución con que V.M. va
a sacar la Nación española de su anonamiento”.
41 En términos semejantes, significó la adhesión a la Corona española (para el texto sobre la
comunicación de tal hecho, cfr., GALLARDO, ob. cit., pág. 887 y 888): “Así lo manifiesta el vistoso
tablado que se dispuso, adornado de símbolos y figuras que explicaban las virtudes características
de la Nación española, de sus sabios legisladores, y la grandeza de la Constitución de la
Monarquía”.
42 Francisco FERNÁNDEZ SEGADO, España e Iberoamérica: una recíproca permeabilidad
17. Así, es factible apreciar que las ideas propias del constitucionalismo estaban
presentes en Centroamérica desde las primeras décadas del siglo XIX, por lo que
las mismas influenciaron (aunque no en sumo grado, pues la independencia de
Centroamérica fue más bien consecuencia de la independencia de México, en
ese entonces Virreynato de Nueva España) en la independencia declarada el 15
de septiembre de 182144.
43 Al grado tal que, como ya se relató, en el No. 7 del Acta de Independencia de Centroamérica se
consignó que las autoridades, que conservaban sus puestos, debían ejercer sus atribuciones “con
arreglo a la Constitución”, que no es otra de la Constitución de Cádiz; lo que no deja de ser
incoherente con la declaración de independencia. Al respecto, en un tono por cierto a ratos
grandilocuente, GALLARDO, ob. cit., pág. 166, intenta explicar tal contradicción: “Tampoco debe
objetarse, contra la supervivencia de la Constitución política de Cádiz, tanto menos, cuanto según
hemos sostenido anteriormente, los fundamentos constitucionales, tanto orgánicos como
substantivos de la vida política de los pueblos centroamericanos, se encuentran precisamente en el
marco indestructible de esta misma Constitución de Cádiz, ello explica la razón primordial que
tuvieron los legisladores de 1821 para decidir someterse a las prescripciones de la referida
Constitución. En la misma forma que este texto les había servido para gobernarse, en los últimos
años de la dependencia de España, podía muy bien suministrarles todo lo necesario, en cuanto a la
armazón constitucional se refiere, durante los años inmediatos que sucederían a la declaración de
independencia”. Sobre este tema, Ricardo GALLARDO, Las Constituciones de El Salvador; Ediciones
de Cultura Hispánica, Madrid; 1961; tomo I; pág. 297; aduce, como uno de los motivos de la
insurrección de 1814 , en San Salvador, la inobservancia de la Constitución gaditana por las
autoridades coloniales: “(…) al mismo tiempo que se prevalecían del hecho indiscutible de que las
autoridades locales hacían poco caso de los preceptos y ordenanzas superiores, a tal punto que se
negaban a poner en práctica los preceptos de la Constitución de Cádiz de 1812”.
44 Desde una perspectiva histórico-jurídica existe una controversia si la independencia de
19. Ante tal circunstancia, limitándonos a El Salvador, a lo largo de los siglos XIX, XX
e inicios del XXI, se suscitará una evolución jurídica caracterizada por una
tendencia a la convivencia de técnicas y modalidades procesales, aunque con
patente tendencia hacia la especialización, tanto en aspecto orgánicos como
funcionales.
20. Para reseña de tal evolución se ha formulado una división del desarrollo
diacrónico de la misma, elaborada aquélla en atención a la relevancia de las
transformaciones en el sistema de control de constitucionalidad; lo que nos
permite distinguir 4 fases45:
a. período posindependencia, que comprende desde la promulgación de
la primera constitución salvadoreña, en 1824, hasta 1885, durante el
cual no existen procesos específicos para el control de
constitucionalidad, salvo algunos mecanismos de naturaleza
eminentemente política;
b. período “liberal”, delimitado en esencia por la vigencia de la
Constitución de 1886, la que previó –en forma muy cercana a la
experiencia mexicana– el proceso de amparo, que aparentemente
absorbía el proceso de hábeas corpus;
c. período “social”, determinado por la promulgación de la Constitución
de 1950 y su prácticamente clon de la Constitución de 1962, ya que en
aquélla se crea la acción ciudadana de inconstitucionalidad,
constitucionalmente se bifurcan los procesos de amparo y hábeas
corpus y, además, se crea un tribunal especializado en procesos
constitucionales (la Sala de Amparo); y,
d. Constitución de 1983 (con reformas sustanciales en 1991/92),
caracterizada por la creación de la Sala de lo Constitucional.
46 En efecto, la noción de soberanía popular está presente en todos los textos constitucionales que a
lo largo de la historia han regido en El Salvador, aunque es de advertir que al respecto ha existido –
por así decirlo – una “vuelta a los orígenes”, ya que inicialmente la soberanía se hacía residir en el
pueblo, luego en la Nación y posteriormente de nuevo en el pueblo. Así, en 1824, en el Art. 13, la
soberanía residía en el pueblo (“El pueblo no puede ni por sí, ni por autoridad alguna, ser despojado
de su Soberanía; ni podrá excederla sino únicamente en las elecciones primarias, y practicándolas
conforme a las leyes. Mas tienen los salvadoreños el derecho de petición, y la libertad de imprenta
para proponer medidas útiles, y censurar la conducta de los funcionarios públicos en el exercicio de
su cargo y el de velar sobre el cumplimiento de las leyes”); e igual sucede en la Constitución de
1841, en el Art. 65 (“El pueblo del Salvador es soberano, libre é independiente y le corresponde el
derecho esencial y exclusivo de gobernarse asi mismo, y de arreglar, modificar, reformar ó variar su
constitución política y administración interior cuando convenga á su bienestar”); en la Constitución
de 1864, en el Art. 1, existe una variación (“La República del Salvador, es soberana, libre é
independiente y le corresponde el derecho y exclusivo de gobernarse así misma, constituirse de
nuevo ó reformar su Constitución política cuando convenga á su bienestar. --- La soberanía es
inalienable é imprescriptible y limitada á lo honesto, útil y conveniente á la sociedad; reside
esencialmente en la universalidad de los ciudadanos: ninguna fracción de pueblos ó de individuos
puede atribuírsela, y su ejercicio está circunscrito originariamente á practicar las elecciones
conforme á la ley”); que se hacen más evidentes en la Constitución de 1871, en el Art. 1 (“La nación
salvadoreña es la asociación política de todos los salvadoreños. Es soberana, libre é independiente,
y no podrá se jamás el patrimonio de ninguna familia ni persona”) y de 1872, en los Arts. 1 a 3, que
prácticamente repiten disposiciones del texto constitucional anterior; para que en la Constitución
de 1880, en el primer inciso del Art. 1, ya se expresa que la soberanía reside en la nación (“La Nación
salvadoreña es soberana, libre e independiente. La soberanía reside en la Nación y será ejercida en
la forma que prescribe esta Constitución”), al igual que en la Constitución de 1883, en el Art. 1, que
repetía del primer inciso del Art. 1 de la Constitución de 1880. En la Constitución de 1886 se utiliza la
expresión soberanía para referirse a dos conceptos, en el sentido que la misma se hace residir tanto
en el pueblo (“Art. 40.- Los derechos y garantías que enumera esta Constitución, no serán
entendidos como negación de otros derechos y garantías no enumerados; pero que nacen del
principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de Gobierno”), como en la Nación
(“Art. 1.- La Nación salvadoreña es soberana e independiente, y no podrá ser jamás el patrimonio
de ninguna familia o persona”); lo que se repite en la Constitución de 1939, en los Arts, 59 y 1,
respectivamente; así como también en la Constitución de 1945, en los Arts. 40 y 1. Para la
Constitución de 1950 se retoma la noción que la soberanía reside en el pueblo (“Art. 1.- El Salvador
es un Estado soberano. La soberanía reside en el pueblo y está limitada a lo honesto, justo y
conveniente a la sociedad), que se repite en el Art. 1 de la Constitución de 1962; y, con variaciones,
en la vigente Constitución de 1983 (“Art. 83.- El Salvador es un Estado soberano. La soberanía reside
en el pueblo, que la ejerce en la forma prescrita y dentro de los límites de esta Constitución”).
47 Inicialmente de manera ambigua, por ejemplo, disponer la vigencia de las leyes previas a la
hasta el retiro de las tropas mexicanas por la caída del impero de Agustín
Iturbide48. Así, el primer congreso centroamericano, que pasa a denominarse
Asamblea Nacional Constituyente, se reúne en junio de 1823, y en julio 1 de ese
mismo año decreta el “acta de independencia absoluta”49, y en noviembre de
1824 promulga la Constitución federal.
gefe supremo y al Consejo para reclamar la observancia de la Constitución”. Adviértase que los
reclamos por la observancia de la Constitución podían hacerse a entidades políticas, no a los
tribunales.
54 Art. 81 de la Constitución de 1824, ya citado, que podía interpretarse en relación con el Art. 46 de
la misma (“El Poder Judicial es independiente de los otros dos: a él solo pertenece la aplicación de
las leyes en las causas civiles y criminales”), pero lo cierto es la idea de un control de la derogación
de las leyes por contradecir la Constitución no fue asumida por los tribunales.
55 La Constitución federal estuvo vigente hasta el 30 de mayo de 1838, cuando el Congreso federal
25. Por otro lado, aunque no existe constancia de haber operado en la práctica,
en la Constitución federal de 1824 se previó un mecanismo político para
solucionar controversias entre Estados de la Federación59, en lo que
modernamente llamaríamos conflictos entre entidades constitucionales o,
simplemente conflictos constitucionales.
Consejo de Estado, que entiende influenciados por los antecedentes franceses: “En esta misma
línea de pensamiento a de situarse la creación por la Constitución del año VIII (de 13 de diciembre
de 1799) del llamado Sénat conservateur, al que se le asigna el control de todos los actos
denunciados como inconstitucionales, figura que influiría claramente en varis ordenamientos
constitucionales latinoamericanos del primer tercio del siglo XIX”.
57 Art. 99 de la Constitución federal de 1824: “Art. 99. Cuidará [el Senado] de sostener la
Constitución; velará sobre el cumplimiento de las leyes generales, y sobre la conducta de los
funcionarios del Gobierno Federal”; y, sobre todo, los Art. 81 [“Art. 81. El Senado deberá negarla [la
sanción de la ley], cuando la resolución sea en cualquier manera contraria a la Constitución, o
cuando juzgare que su observancia no es conveniente a la República. En estos dos casos devolverá
al Congreso uno de los originales con la fórmula correspondiente, puntualizando por separado las
razones en que funde su opinión. El Congreso las examinará y discutirá de nuevo la resolución
devuelta. Si fuere ratificada por dos terceras partes de votos, la sanción se tendrá por dada, y en
efecto la dará el Senado. En caso contrario no podrá proponerse de nuevo sino hasta el año
siguiente”]; 83 [“Art. 83. Cuando el Senado rehusare sancionar una resolución del Congreso por ser
contraria a los títulos 10 y 11, se requiere también para ratificarla el acuerdo de las tres cuartas
partes del Congreso, y debe pasar segunda vez al Senado para que dé o niegue la sanción”] y 84
de la Constitución federal de 1824 [“Si aun así, no la obtuviere, o si la resolución no hubiere sido
ratificada, no puede volver a proponerse sino hasta el año siguiente, debiendo entonces
sancionarse o ratificarse según las reglas comunes a toda resolución”. Sobre las particularidades de
esta figura – el Senado -, que no formaba parte del poder legislativo, ni del poder ejecutivo, aunque
su integración era aparentemente como una cámara territorial (2 representantes por Estado), vid.,
GALLARDO, Las Constituciones de la República Federal de Centro-América; cit., pág. 315 y ss., quien
al respecto señala: “La verdadera originalidad que contiene esta Constitución se encuentra al
estudiar las atribuciones del Senado (…) se trataba de un sistema extraordinario, por su originalidad,
aunque sumamente deficiente en la práctica, puesto que significaba la creación de un tipo híbrido
entre bicameral y unicameral”. De nuestra opinión, el Senado que se establecía en la Constitución
federal de 1824 está basado en la Constitución de Cádiz y en las ideas francesas – Sieyés, sobre
todo – respecto del control de constitucionalidad.
58 Aunque utilizando un lenguaje inexacto para referirse a los instrumentos procesales, además que
yerra al referirse a la base del control de constitucionalidad en Estados Unidos, GALLARDO, Las
Constituciones de la República Federal de Centro-América; cit., pág. 322, relata la siguiente
situación respecto de la Constitución federal de 1824: “Es probable que los redactores de la
Constitución de 1824 se imaginaran que bastaba reproducir con bastante exactitud los términos de
la Constitución norteamericana de 1787, para que el recurso de amparo por inconstitucionalidad de
las leyes estuviese en vigor. Por desgracia no fue así, o por lo menos los jueces y miembros de la
Suprema Corte de Justicia de la época siempre estimaron que el artículo 136 de la Constitución de
1824 era deficiente y que no permitía, como tal era el caso en Estados Unidos, la anulación de las
leyes inconstitucionales. En ese sentido se inclinaba, por lo menos, la opinión autorizada del Dr.
Mariano Gálvez, Jefe de Guatemala, en carta que con fecha 19 de noviembre de 1837 dirigió al Dr.
Pedro Molina”.
59 Art. 194 de la Constitución federal de 1824: “En caso de que algún Estado o autoridades
constituidas reclamaren de otro el haber traspasado su Asamblea los límites constitucionales, tomará
el Senado los informes convenientes entre sí o la Asamblea de quien se reclama no se conformare
con su juicio, el negocio será llevado al Congreso, y su decisión será la terminante”.
18
26. Con relación a las Constitución federal de 1824, en 1835 el Congreso Federal
aprobó una reforma integral, pero ésta no entró en vigencia por no haberse
cumplido los requisitos previstos en la misma Constitución de 1824. Tales reformas
prácticamente acercaban aún más al modelo estadounidense la organización
política de Centroamérica y resulta de destacar que en las mismas sí se dispuso
expresamente – en una fórmula muy cercana a la estadounidense- la supremacía
constitucional60; y, además, en las mismas sí se disponía la inviolabilidad de los
derechos constitucionales61, aunque al mismo tiempo se insistía en el control
político, concediendo la atribución de control al poder legislativo62.
60 Art. 189 de las reformas de 1835: “Esta constitución y las leyes federales que se hagan en virtud de
ella; y todos los tratados, hechos o que se hicieren bajo la autoridad federal, serán la suprema ley de
la República, y los jueces, en cada uno de los estados, están obligados a determinar ellas, no
obstante cualesquiera leyes, decretos u órdenes que haya en contrario en cualquiera de los
estados”. Aunque, siendo precisos, lo que esta disposición proyectada previa era la preferencia del
derecho federal, dado que no autorizaba a los jueces a cuestionar actos federales basados en la
Constitución.
61 Art. 180 de las reformas de 1835 a la Constitución federal: “Art. 180. Ninguna ley del Congreso ni
de las Legislaturas de los Estados pueden contrariar las garantías contenidas en este título [Título X,
Garantías de la libertad individual]; pero sí ampliarlas y dar otras nuevas”.
62 Art. 83, No. 29 de las reformas de 1835 a la Constitución federal: “Art. 83. Corresponde al Poder
Legislativo: 29. Velar especialmente sobre la observancia de los artículos comprendidos en los títulos
X y XI de esta Constitución, y anular toda disposición legislativa que los contraríe y los efectos que
haya producido”. Respecto de esta reforma proyectada, la Comisión de Reformas lo justificó así:
“(…) y a la que habla sobre la observancia de los Títulos X y XI, anular no sólo las disposiciones
legislativas que la contraríen, sino también los efectos que hayan producido. La experiencia está
(…) demostrando que, para precaver los ataques a las garantías, no basta la facultad de anular las
leyes dictadas con su violación, si a ella no se agrega la de anular también los efectos. Sólo de este
modo podrán cortarse los abusos de que es víctima casi toda la nación”. De tal Informe deduce
GALLARDO, Las Constituciones de la República Federal de Centro-América; cit., pág. 327, en una
opinión que no compartimos, que “el legislador anterior, de 1824, había establecido el juicio por
inconstitucionalidad de las leyes, aunque prácticamente fuese inexistente por carecer de
reglamentación”. En nuestra opinión, lo que la reforma de 1835 establecía, en la parte que se
analiza, en absoluto hace deducir la previsión de un juicio, recurso o proceso de
inconstitucionalidad, pues se trataba de una atribución concedida al poder legislativo,
constituyendo en realidad la autorización para dictar leyes con efectos retroactivos.
63 Ante la desaparición de la federación centroamericana, El Salvador decide promulgar una
Constitución coherente con la noción de un estado unitario. Al respecto, vid., GALLARDO, Las
Constituciones de El Salvador, cit., pág. 600 y ss..
64 Art. 93 de la Constitución de 1841: “Art. 93. – Ni el Poder Legislativo ni el Ejecutivo, en ningún
tribunal o autoridad, podrá restringir, alterar ó violar ninguna de las garantías enunciadas y cualquier
poder ó autoridad que las infrinja, será responsable individualmente al perjuicio inferido y juzgado
con arreglo al título 12 de responsabilidad de la Constitución , y, además, será reputado como
usurpador”.
65 Sobre una aproximación a esta figura, José Luis RODRÍGUEZ ÁLVAREZ, Las primeras controversias
efectividad nunca llegó a ser significativa. El más destacado de estos instrumentos era la
Ministeranklage, que permitía a las Cámaras, mediante acuerdo mayoritario, incriminar ante los
tribunales a un miembro del Gobierno acusándole de haber vulnerado culposamente la
Constitución. Junto a ella, en algunos textos constitucionales, se reconocía a las Cámaras el
derecho de reclamar contra las lesiones de sus derechos por el Monarca o su ejecutivo y solicitar la
subsanación. Sin embargo, los requisitos que rodeaban la puesta en marcha de tales
procedimientos, en especial la necesidad de lograr el acuerdo mayoritario de ambas Cámaras,
determinaron que ninguno de los citados mecanismos desempeñara en la práctica un papel
relevante. Por lo demás, de su actuación no resultaba ninguna consecuencia directa para las
normas que, en su caso, hubieran materializado la lesión de los preceptos constitucionales. La
Ministeranklage, de tener éxito, podía conducir a la privación del cargo y a la imposición de
determinadas condenas pecuniarias; el derecho de reclamación de las cámaras, por su parte, se
agotaba en un simple derecho de petición”.
66 Art. 54 de la Constitución de 1841: “Art. 54.- La Cámara de diputados tiene del derecho exclusivo
de acusar ante el Senado al presidente y á los majistrados de la Corte Suprema de Justicia en todos
los casos en que su conducta sea notoriamente contraria al bien de la sociedad ó á los deberes de
los destinos impuestos por la constitución y las leyes, y por los delitos que espresa el artículo 50”.
67 Art. 53 de la Constitución de 1841: “Art. 53.- Todo funcionario ó empleado al posesionarse de su
destino prestará juramento de ser fiel al Salvador, de cumplir y hacer cumplir la constitución y
atenerse a su texto cualesquiera que sean las ordenes ó resoluciones que la contraríen y en todo
tiempo serán responsables personalmente y con sus bienes por su infracción sin que pueda
escusarlos ningún motivo o razón”.
68 Según transcripción que aparece en GALLARDO, Las Constituciones de El Salvador; cit.,; tomo II;
pág. 359; el texto de la orden legislativa del 13 de marzo de 1847, es el siguiente: “La Cámara de
Diputados, á virtud de consulta de la Suprema Corte de Justicia, relativa á la acusación, que ante
aquel Poder hizo el Sr. Francisco Suárez al Gobernador de este Departamento, y que dudando si
aquel tribunal debe atenerse á la ley de 24 de julio de 1840, por dudar la concordancia que con
ella tienen los artículos 44 y 45 de la Constitución; oído el dictamen de la comisión respectiva, en
sesión del dia de ajer, acordó: --- Que en todos aquellos asuntos en que la Constitución no esté
desarrollada, se atengan los tribunales á las leyes secundarias, en cuanto no sean diametralmente
opuestas á la Carta fundamental, aunque diversifiquen de ella; y que la Suprema Corte de Justicia
se arregle al artículo 8º de la ley de 24 de Julio de 1840 y á lo dispuesto en el decreto de 24 de
Febrero de 1826, cuyas disposiciones se entenderán vijentes, interin la Legislatura no disponga otra
cosa”. Previamente, según relata Jorge Mario GARCÍA LAGUARDIA, El Tribunal Constitucional. Nueva
institución de la Constitución guatemalteca de 1985; en Memoria del III Congreso Iberoamericano
de Derecho Constitucional; UNAM, México; 1987; pág. 178, en Guatemala se había emitido un
decreto que realmente prohibía el control judicial de constitucionalidad: “Pero a la caída del
régimen liberal, que coincidió con el rompimiento de la Federación, esta idea es abandonada. Los
20
de Actas de Cabildos Abiertos, por los cuales se disponían reformas a la Constitución, sobre todo
relativos al período presidencial.
70 Art. 101 de la Constitución de 1864: “Art. 101.- Ni el Poder Legislativo, ni el Ejecutivo, ni ningún
tribunal ó autoridad podrá restringir, alterar ó violar ninguna de las garantías enunciadas y
cualesquiera poder o autoridad que las infrinja, será reputado como usurpador y responsable
individualmente el perjuicio inferido y juzgado con arreglo al título de responsabilidad de la
Constitución”. Y es que, desde una perspectiva histórica, la Constitución de 1864 fue, en esencia, el
mecanismo para legitimar al gobierno de Francisco Dueñas, apadrinado de dictador guatemalteco
Rafael Carrera; al respecto, vid., GALLARDO, Las Constituciones de El Salvador; cit., pág. 641 y ss..
71 Es la Constitución se dicta precisamente con posterioridad al derrocamiento de Francisco Dueñas.
Sobre los hechos históricos que condicionan la promulgación de esta Constitución, vid., GALLARDO,
Las Constituciones de El Salvador, cit., pág. 651 y ss..
72 Art. 126 de la Constitución de 1871: “Art. 126.- Ni el Poder lejislativo, ni el Ejecutivo, ni ningún
tribunal ó autoridad podrá restrinjir, alterar ó violar ninguna de las garantías enunciadas y
cualesquiera poder o autoridad que las infrinja, será reputado como usurpador y responsable
individualmente al perjuicio inferido y juzgados con arreglo al título de responsabilidad de la
Constitución”.
73 Art. 56 de la Constitución de 1871: “Art. 56.- Corresponde á la Corte Plena: 12º Decretar y hacer
Legislativo la inconveniencia de las leyes ó las dificultades que haya notado para su aplicación,
indicando las reformas que sean susceptibles”.
75 Art. 131 de la Constitución: “La Cámara de tercera instancia de la Corte Suprema de Justicia
tendrá la obligación de hacer el examen de toda la legislación secundaria existente, para que
comparándola con las disposiciones de esta Constitución, presente á las Legislaturas el catálogo de
las leyes derogadas y los proyectos de ley que deben subrogarlas”. De esta disposición deduce
21
GALLARDO, Las Constituciones de El Salvador; cit,, tomo I, pág. 655, en nuestra opinión en forma
errada, que se confirió a la Corte Suprema de Justicia la potestad de declarar la
inconstitucionalidad de las leyes: “Como ya apuntamos, se introdujo reformas sustanciales en la
estructuración del Poder Judicial y se creyó oportuno conferir al Supremo Tribunal de Justicia la
facultad de declarar la inconstitucionalidad de las leyes, con el fin de terminar, una vez por todas,
con la postura de simple espectador que el Poder Judicial había siempre conservado en nuestras
costumbres y extirpar las desavenencias entre los Poderes Públicos”.
76 Al respecto, es importante tener presente que uno de los presupuestos para la existencia del
ningún tribunal ó autoridad podrá restrinjir, alterar ó violar ninguna de las garantías enunciadas, y
individuo de los altos poderes ó autoridad que las infrinja, será reputado como usurpador y
responsable individualmente al perjuicio inferido y juzgado con arreglo al título de responsabilidad
de esta Constitución”
79 Art. 109 de la Constitución de 1872, atribuciones 4º y 11º.
80 Sobre los acontecimientos que condicionaron la promulgación de la Constitución de 1880, vid.,
violar ninguna de las garantías enunciadas y el que lo hiciere será responsable y juzgado con
arreglo al título de la responsabilidad de esta Constitución”.
82 Art. 104 de la Constitución de 1880, atribuciones 4º y 11º.
83 Al respecto, GALLARDO, Las Constituciones de El Salvador, cit., pág. 668: “El 4 de diciembre de
1883 la Asamblea votaba y aprobaba una nueva Constitución, que habiendo sido sancionada dos
22
días más tarde por el Ejecutivo, contenía una serie de reformas todas ellas encaminadas a mantener
al doctor Zaldívar en la presidencia. Fuera de algunos principios (…), la Constitución de 1883
introdujo un gran número de preceptos, todos ellos de corte genuinamente liberales, que luego
pasaron a formar parte de la futura ley fundamental de 1886”.
84 Art. 9 de la Constitución de 1883: “Art. 9.- Todo salvadoreño está autorizado para entablar
reclamaciones ante el Congreso, ante el Poder Ejecutivo, y ante cualquier autoridad competente,
por infracciones de la Constitución”.
85 Art. 35 de la Constitución de 1883: “Art. 35.- Ningún Poder, Tribunal ó Autoridad podrá alterar o
violar ninguna de las garantías enunciadas, y el que lo hiciere, será responsable y juzgado con
arreglo al título de responsabilidades de esta Constitución. Sin embargo, en los casos de invasión
extranjera o de conmoción interior, podrán suspenderse temporalmente aquellas garantías que
pudieran impedir la defensa y la conservación ó restablecimiento del orden. La declaratoria en
estos casos, corresponde al Cuerpo Legislativo, ó en su receso al Ejecutivo”.
86 Art. 107, No. 5º, de la Constitución de 1883: “Art. 107.- Son atribuciones de la Corte de Casación:
5ª. Hacer uso del derecho de iniciativa, manifestando al Poder Legislativo la inconveniencia de las
leyes ó las dificultades y vacíos que hubiere notado para su aplicación, indicando las reformas de
que sean susceptibles”.
87 El 22 de junio de 1885 fue derrocado Zaldívar por una insurrección liderada por Francisco
Menéndez.
23
88 Fue precedida por un texto conocido como Constitución “frustrada” de 1885, ya que Francisco
Menéndez, presidente a esa época, impidió la conclusión de las actividades de la Asamblea
Constituyente, mediante un decreto de disolución de ésta. Para los hechos históricos que
anteceden y condicionan la Constitución de 1886, cfr., GALLARDO, Las Constituciones de El
Salvador, cit., pág. 673 y ss..
89 Art. 39 de la Constitución de 1886: “Art. 39.- Ni el Poder Legislativo, ni el Poder Ejecutivo, ni ningún
tribunal, autoridad o persona, podrá restringir, alterar o violar las garantías constitucionales, sin
quedar sujeto a las responsabilidades establecidas por la ley. La ley de Estado de Sitio determinará
las que pueden suspenderse y los casos en que esta suspensión deba tener lugar”.
90 FIX ZAMUDIO, Estudio comparativo del amparo contra resoluciones judiciales en México y España;
cit., pág. 1574: “Debe destacarse que desde fines del siglo XIX se introdujo el derecho de amparo en
algunos ordenamientos latinoamericanos, de acuerdo con el modelo de la institución mexicana del
mismo nombre en su concepción inicial. Así, se puede afirmar que el primer país que creó el amparo
con posterioridad a su consagración en la Constitución Federal mexicana de 1857, fue El Salvador
en su Carta Fundamental de 13 de agosto de 1886”.
91 Art. 37 de la Constitución de 1886: “Art. 37.- Toda persona tiene derecho de pedir y obtener el
tratados internacionales, sobre todo el Pacto de Amapala, del 20 de junio de 1895. que firmado
entre Honduras, Nicaragua y El Salvador, creaba la República Mayor de Centroamérica. Pero la
República de los Estados Unidos de Centroamérica duró apenas ¡13 días!, pues un golpe de Estado
en El Salvador provoca la instalación de un nuevo presidente, cuyo primer acto es declarar la
separación de la federación, por lo que Nicaragua hace lo mismo pocos días después. Para una
relación de los hechos relativos al establecimiento y disolución de esta federación, vid., GALLARDO,
Las Constituciones de la República Federal de Centro-américa; cit., pág, 479 y ss..
95 En el Art. 40 de la Constitución federal de 1898, comprendido en el Título III, “De los derechos
civiles y garantías sociales”, se disponía: “Toda persona tiene derecho de pedir y obtener amparo
contra cualquier autoridad o individuo que restrinja el ejercicio de los derechos individuales
garantizados por la presente Constitución. Una ley especial reglamentará la manera de hacer
efectivo este derecho”.
96 Art. 130 de la Constitución federal de 1898: “Art. 130. Los tribunales en sus resoluciones aplicarán
deberá ser reconsiderado, y si fuere ratificado por los dos tercios de votos de una y otra Cámara, se
pasará al Ejecutivo, quien deberá sancionarlo y promulgarlo. --- Exceptúase el caso en que el
proyecto fuere objetado por inconstitucional, pues entonces, si la Cámara insistiere, pasará el
proyecto a la Corte Suprema de Justicia Federal, para que ella decida dentro de seis días si es o no
constitucional. El fallo afirmativo de la Corte obliga al Poder Ejecutivo a sancionar el proyecto de
ley”.
98 La federación existió hasta el 9 de enero de 1922, cuando Guatemala se retiró de aquélla y las
autoridades federales se disolvieron en febrero de 1922. Para una aproximación a los hechos
relativos a la creación y disolución de esta federación, vid., GALLARDO, Las Constituciones de la
República Federal de Centro-américa; cit., pág, 535 y ss..
99 El Art. 65 de la Constitución federal de 1921: “Art. 65. Contra la violación de las garantías
justicia, corresponde al Poder Judicial declarar la inaplicación de cualquiera ley o disposición de los
otros Poderes, cuando fuere contraria a los preceptos contenidos en esta Constitución; pero de esta
facultad sólo podrá hacer uso en los casos concretos en que tenga que pronunciar sentencia”.
101 Art. 93 de la Constitución federal de 1921: “Art. 93. Devuelto el proyecto de Ley con
observaciones, deberá ser reconsiderado; y si fuere ratificado por los dos tercios de votos de una y
otra Cámara, se pasará al Ejecutivo, quien lo sancionará y promulgará como Ley de la República. --
- En el caso de que el proyecto fuere objetado por inconstitucional y las Cámaras insistieren en
mantenerlo, lo pasará a la Corte Suprema de Justicia Federal, para que ella decida, dentro de seis
días, si es o no constitucional. El fallo afirmativo de la Corte obliga al Poder Ejecutivo a sancionar el
proyecto”.
25
102 Art. 130 de la Constitución federal de 1921: “Art. 130. Podrá también entablarse ante la Corte
Suprema de Justicia Federal el recurso de inconstitucionalidad de una ley que se refiera a asuntos
no ventilables ante los tribunales, por toda persona a quien se perjudique en sus legítimos derechos,
por su aplicación en un caso concreto”.
103 Art. 128 de la Constitución de 1939: “Art. 128.- Dentro de la potestad de administrar justicia,
corresponde a los tribunales declarar la inaplicabilidad de cualquiera ley o disposición de los otros
Poderes, contraria a los preceptos constitucionales, en los casos en que se tenga que pronunciar
sentencia”. GALLARRDO, Las Constituciones de El Salvador, cit., tomo II, pág. 67, destaca el carácter
novedoso de la figura: “Si la institución del Jurado no constituye novedad alguna, sí lo es, por el
contrario, la facultad que el Art. 128 confería a los simples Tribunales, permitiéndoles declarar la
inaplicación de cualquier ley o disposición de los otros Poderes contraria a los preceptos
constitucionales, en todo los casos en que se tengan que pronunciar sentencias. Pero como ya
tuvimos ocasión de señalar, esta facultad nunca fue apreciada en su verdadero valor intrínseco por
parte de los Jueces, quienes nunca hicieron uso de ella”.
104 Art. 57 de la Constitución de 1939: “Toda persona tiene derecho a pedir y obtener el amparo de
Comercial, Santa Ana; 1934; cita las siguientes sentencias, dictadas en procesos de amparo: “No
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procede el amparo contra una ley o decreto legislativo, aunque la Asamblea traspase sus
facultades, si no se ha dado efecto con hechos, a esa ley o decreto. Sólo es oportuno el amparo
cuando urge contener actos arbitrarios, medidas violentas o procederes vejatorios que atropellen
dichas garantías (Revista Judicial 15, 1907, pág. 321); y “No procede el amparo contra una ley, de
modo general. Procedería contra “actos” o “providencias” violatorios de una garantía individual,
ejecutados en cumplimiento de esta ley (Revista Judicial, marzo 1910. Pág. 137)”.
107 Amparo contra ley es la expresión omnicomprensiva que hace referencia a la admisión de la
inciso primero del artículo 57, o disposiciones dictadas en virtud de las facultades extraordinarias
concedidas con base en el artículo 77 de esta Constitución”.
111 En el Art. 128 del Decreto de Reformas Constitucionales de 1944 se dispuso: “Art. 128.-
Poder Ejecutivo en Consejo de Ministros podía disponer la prórroga del plazo de suspensión de las
garantías constitucionales cuando no estuviere reunida la Asamblea Legislativa; y, además, en esas
mismas reformas, por el Art. 77, en la parte pertinente, se consignaba: “Art. 77.- Queda redactado
así: “Cuando las necesidades del país lo exijan, la Asamblea Nacional Legislativa, podrá conceder
al Presidente de la República, por tiempo determinado, facultades extraordinarias para resolver
discrecionalmente los problemas económicos, políticos y sociales que se presentaren, y dictar las
disposiciones que las circunstancias reclamen”.
113 Para la reseña del contexto y eventos relacionados con la caída de la dictadura de Hernández
inestabilidad, que pretendió superarse por un peculiar “Decreto de los Tres Poderes”, del 11 de julio
de 1944, por el cual se dispuso derogar la Constitución de 1939 y poner en vigencia la de 1886;
situación que se confirma por Decreto No. 251, del 29 de noviembre de 1945, por el cual la
Asamblea Nacional Constituyente dispone: “Artículo 1.- Tiénese como Constitución Política de la
República, la decretada el 13 de agosto de 1886, con las enmiendas siguientes”.
115 Art. 37 de la Constitución de 1945, idéntico al Art. 37 de la Constitución de 1886.
116 Art. 110 de la Constitución de 1945, que en un solo precepto reúne los arts. 128 y 129 de la
Constitución de 1939.
117 Precedida de un “período pre-constitucional”, que es la expresión que se consignó en el Decreto
No. 5 – del 20 de diciembre de 1948 – del Consejo de Gobierno Revolucionario, que había asumido
todos los poderes del Estado al derrocar al presidente Salvador Castaneda Castro. Interesantes
resultan algunos considerandos del referido Decreto No. 5: “El Consejo de Gobierno Revolucionario,
considerando: Que a partir de 1939, la vida jurídica de El Salvador ha sido profundamente
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perturbada a causa de que Asambleas Constituyentes reunidas sin mandato legítimo y guiadas por
intereses ocasionales, se han dado a la tarea de reformar o derogar la Constitución Política
decretada en el año 1886; que reconociendo las excelencias de esa constitución de 1886, no
puede negarse que de hecho dejó de regir la vida institucional de la República y que últimamente
la rige con enmiendas que no provienen de representantes legítimamente electos (…) por tanto,
decreta: Art. 1º.- Abrógase la Constitución de 1886 y sus enmiendas de 1945; Art. 2º- Abróganse
también las leyes constitutivas; Art. 3º.- El Salvador entra a un período pre-constitucional”.
118 Sobre la relevancia de la Constitución de 1950 en la historia de El Salvador, se ha señalado: “El
golpe del 48 fue un viraje en la historia política salvadoreña, puesto que se tradujo en una
configuración nueva de las instituciones del Estado y una reorientación de su actividad, con el
propósito de conseguir una nueva modalidad de desarrollo. Este viraje alteró la tendencia histórica
liberal que, en general, había regido la actuación estatal desde el siglo pasado (…). --- Una de las
manifestaciones más claras del viraje fue la derogatoria de la hasta entonces venerable
Constitución de 1886 (…). --- El abandono de la Constitución de 1886 representaba la decisión de
dejar la concepción liberal del Estado, para sustituirla por otra más acorde con las nociones
intervencionistas”; en Roberto TURCIOS, Autoritarismo y modernización. El Salvador 1950-1960;
Dirección de Publicaciones e Impresos, San Salvador; 2ª edición, 2003; págs. 32 y 33; y, en el mismo
texto, más adelante (ob. cit., págs. 78 y 79): “La Constitución de 1950 representaba la
institucionalización definitiva de una modalidad política nueva, caracterizada por una mayor
intervención estatal en la vida económica y política, con la que se pretendía articular un “Estado
social” y conseguir una funcionalidad distinta del patrón histórico. El dominio histórico que la
ideología liberal clásica había mantenido desde el siglo pasado quedaba así superado (…)”. --- La
Constitución de 1950 era sí una cristalización de la nueva concepción estatal que animaba al grupo
gobernante y que correspondía coherentemente con sus planes de desarrollo nacional.
Representaba, en uno y otro caso, la incorporación a las teorías jurídicas y económicas dominantes
en aquel tiempo dentro del pensamiento latinoamericano y, dentro de la especificidad nacional,
significaba un medio jurídico indispensable para impulsar una nueva estrategia de desarrollo. Los
principios y la normatividad jurídica del liberalismo clásico resultaban insuficientes para respaldar la
intervención económica y social del Estado a favor de la diversificación productiva y la
industrialización”.
119 Art. 221 de la Constitución de 1950: “Art. 221.- “Los principios, derechos y obligaciones
establecidos por esta Constitución no pueden ser alterados por las leyes que regulen su ejercicio. La
Constitución prevalecerá sobre todas las leyes y reglamentos”.
120 Art. 95 de la Constitución de 1950: “Art. 95.- Dentro de la potestad de administrar justicia,
corresponde a los tribunales, en los casos que tengan que pronunciar sentencia, declarar la
inaplicabilidad de cualquier ley o disposición de los otros Poderes, contraria a los preceptos
constitucionales”.
121 Art. 222 de la Constitución de 1950: “Art. 222.- Toda persona puede pedir amparo ante la Corte
Suprema de Justicia por violación de los derechos que le otorga la presente Constitución”.
122 Art. 164 inciso segundo de la Constitución de 1950: “Toda persona tiene derecho al habeas
corpus ante la Corte Suprema de Justicia o Cámaras de Segunda Instancia que no residan en la
capital, cuando cualquier autoridad o individuo restrinja ilegalmente su libertad”.
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47. Llama la atención que a esa época –al menos en el ámbito político– existía
claridad sobre la potestad judicial de inaplicabilidad, pues en la Exposición de
Motivos de la Constitución de 1950125, al referirse al Art. 95 del Proyecto [que
repetía el Art. 128 de la Constitución de 1939, y que después pasaría a ser el Art.
95 de la Constitución de 1950], se expresa: “Desde el punto de vista de los
principios jurídicos esta disposición puede decirse que sobra, ya que dentro de la
potestad de administrar justicia queda implícita. Los jueces tienen que dar
preferencia a la Constitución”126. Aún más, en la referida Exposición de Motivos se
califica la inaplicabilidad como inconstitucionalidad para casos particulares.
123 Art. 96 de la Constitución de 1950: “Art. 96.- La Corte Suprema de Justicia, será el único tribunal
competente para declarar la inconstitucionalidad de las leyes, decretos y reglamentos, en su forma
y contenido, de un modo general y obligatorio, y podrá hacerlo a petición de cualquier
ciudadano”. Con relación a esta disposición, GALLARDO, Las Constituciones de El Salvador, cit.,
tomo II, pág. 190, dice: “En segundo lugar, poseemos el recurso por inconstitucionalidad ante la
Corte Suprema de Justicia, con el fin de atacar directamente ciertas leyes, decretos o reglamentos,
a petición de cualquier ciudadano que los juzgue tales. Contrariamente al caso anterior, la
resolución de la Corte, suponiéndola afirmativa o negativa, posee, de siempre, un carácter general
y obligatorio”; y de la misma disposición (ob. cit., pág. 190) GALLARDO, Las Constituciones de El
Salvador, cit., tomo II, pág. 190, deduce que “el Supremo Tribunal fuese el intérprete genuino de la
Constitución y de las leyes secundarias”.
124 Art. 52 de la Constitución de 1950: “Art. 52.- Cuando la devolución de un proyecto de ley se deba
Documentos históricos de la Asamblea Constituyente de 1950, que están publicados en el tomo II-B
de la colección “1983-1993. Diez años de la Constitución de El Salvador”; Órgano Judicial, et. al..
126 Tomo II-B de la colección “1983-1993. Diez años de la Constitución de El Salvador”; cit., pág. 638.
127 Al respecto, la Exposición de Motivos de la Constitución de 1950 (tomo II-B de la colección “1983-
1993. Diez años de la Constitución de El Salvador”; cit., pág. 638) dice: “Aquí se trata de una
declaración de inconstitucionalidad con efectos generales y obligatorios, de manera que una vez
hecha todos los tribunales deben plegarse a ella. Por eso sólo corresponde a la Corte Suprema de
Justicia”.
128 Sumamente descriptivo resulta el concepto sugerido por NOGUEIRA ALCALÁ, La jurisdicción
constitucional y los tribunales constitucionales de Sudamérica en la alborada del siglo XXI; cit., pág.
49: “Así podemos conceptualizar los Tribunales Constitucionales como órganos supremos
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50. Tal situación fue variada en 1959, dado que en ese año se promulga una
modificación a la Ley Orgánica Judicial, mediante la cual se crea la Sala de
Amparo, con lo que así se establece en el país, con relación al sistema de control
de constitucionalidad, lo que utilizando terminologia más reciente podemos
calificar de “control compartido”, ya que con motivo de dicha reforma existían
dos tribunales con competencia para conocer y decidir sobre procesos
constitucionales:
a. Por un lado, la Sala de Amparos de la Corte Suprema de Justicia,
con competencia para conocer de los procesos de amparo y
tramitar los procesos de inconstitucionalidad; y,
b. Por otro lado, la Corte Suprema de Justicia –en pleno- era el
tribunal competente para emitir sentencia en los procesos de
inconstitucionalidad.
130 En la Exposición de Motivos del proyecto de Ley de Garantías Constitucionales (para su texto, cfr.,
Revista Judicial; Corte Suprema de Justicia, San Salvador; tomo LXIV, 1959; pág. 103) dice: “El
presente proyecto ha sido elaborado con el objeto de reunir en un solo cuerpo las leyes relativas a
la defensa de la constitucionalidad, ya se trate de violaciones de tipo general y abstracto, como
ocurre con las leyes y reglamentos que contengan disposiciones contrarias a los principios
constitucionales, o de violaciones concretas de los derechos que reconoce u otorga la Constitución,
mediante actos de poder de las autoridades y de los funcionarios públicos”
131 A 1960 estaba vigente la Ley de Amparo del 25 de septiembre de 1950, pero la misma, en
mucho, repetía la Ley Constitutiva de Amparo de 1945, que con variaciones era la misma Ley
Constitutiva de Amparo de 1886.
132 Así se reconoce en la Exposición de Motivos del proyecto de Ley de Garantías Constitucionales:
134 En la referida Exposición de Motivos del proyecto de Ley de Garantías Constitucionales se precisó:
“La Constitución promulgada el 14 de septiembre de 1950 estableció en su Artículo 96 la acción de
inconstitucionalidad de las leyes, decretos y reglamentos, en su forma y contenido, de un modo
general y obligatorio, acción que podrá ser ejercitada por cualquier ciudadano. --- Esta acción no
tenía una reglamentación especial en las leyes secundarias, y los recursos que se han tramitado
hasta el presente lo han sido de conformidad con la Constitución, la Ley Orgánica del Poder Judicial
y la Ley Orgánica del Ministerio Público. Así surgió un procedimiento breve y sencillo para dar
efectividad a tan importante acción constitucional”.
135 En efecto, en la sentencia de las 9 h. del 31 de marzo de 1951, correspondiente al proceso de
inconstitucionalidad No. 1-51, el Fiscal General de la República intervino de oficio, bajo el siguiente
argumento: “El señor Fiscal General de la República expone a su vez: que la Oficina a su cargo ha
tenido conocimiento de que el doctor Francisco Roberto Lima se ha presentado a esta Corte
Suprema de Justicia, pidiendo la declaratoria de inconstitucionalidad del Art. 7 del Reglamento de
la Ley del Impuesto sobre la Renta, por considerar que dicho artículo involucra una reforma o
ampliación del Art. 1 de la ley mencionada, la cual no pudo ser hecha válidamente por el Poder
Ejecutivo. Que corresponde a la Fiscalía General de la República la defensa de los intereses fiscales,
por lo que aún cuando no se tiene conocimiento oficial de lo solicitado por el Dr. Lima, se permite
hacer sobre el particular las siguientes consideraciones”. Por su parte, la CSJ admitió la intervención
del Fiscal con base al siguiente análisis: “En presencia de la intervención relacionada del Fiscal
General de la República, procede aclarar, que esta Corte no se resiste a considerarla a pesar de no
estar determinada legalmente, en atención a la teleología social de las leyes, decretos y
reglamentos, así como por tratarse de una cuestión relativa a asuntos fiscales, cuyos intereses
representa el Fiscal General, tanto como los del Estado y de la Sociedad”.
136 Así, en la Constitución de 1962 se consagran la potestad judicial de inaplicabilidad (Art. 95); el
amparo (Art. 221); el habeas corpus (Art. 164 inciso segundo); la acción de inconstitucionalidad (Art.
96), y el control previo de constitucionalidad en el proceso de formación de la ley (Art. 53).
137 Art. 174 de la Constitución de 1983: “Art. 174.- La Corte Suprema de Justicia tendrá una Sala de lo
el Órgano Legislativo y el Órgano Ejecutivo a que se refiere el Art. 138 y las causas mencionadas en
la atribución 7ª del Art. 182 de esta Constitución”.
138 Art. 138 de la Constitución de 1983: “Art. 138.- Cuando la devolución de un proyecto de ley se
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia por violación de los derechos que otorga
la presente Constitución”.
141 El Art. 11 inciso segundo de la Constitución de 1983, antes de la reforma de 1996: “Toda persona
tiene derecho al habeas corpus cuando cualquier autoridad o individuo restrinja ilegalmente su
libertad”; y el Art. 247 inciso segundo de la Constitución de 1983: “El habeas corpus puede pedirse
ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia o ante las Cámaras de Segunda
Instancia que no residan en la capital. La resolución de la Cámara que denegare la libertad del
favorecido podrá ser objeto de revisión, a solicitud del interesado, por la Sala de lo Constitucional de
la Corte Suprema de Justicia”.
142 El Informe Único de la Comisión de Estudio del Proyecto de Constitución de 1983 (para su texto,
cfr., en el tomo III de la colección 1983-1993. Diez años de la Constitución de El Salvador; cit., pág.
225 y ss.), integrada finalmente por 18 diputados constituyentes, sobre la creación de la Sala de lo
Constitucional, contiene la siguiente explicación: “Cuestión de la más grande importancia a la que
la Comisión le otorgó tiempo, estudio y análisis fue la relativa al control de la constitucionalidad de
las leyes, la legalidad de los actos de la administración y la efectiva aplicación de las garantías y
derechos de la persona humana. En algunos países todos los procedimientos son del conocimiento y
resolución del Órgano o Poder Judicial y concretamente del más alto tribunal. En algunos otros para
este fin se han creado los tribunales constitucionales, que no forman parte del Órgano Judicial y aún
en otros, el control constitucional corresponde a órganos que no son jurisdiccionales. En la
legislación salvadoreña el conocimiento y fallo de los procesos constitucionales corresponde a la
Corte Suprema de Justicia, con la variante de que una de sus Salas conoce y resuelve
exclusivamente sobre los recursos de amparo por violación de los derechos constitucionales. De
acuerdo a estos precedentes y para facilitar y expeditar la aplicación de la justicia constitucional, la
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corresponde a los tribunales, en los casos en que tengan que pronunciar sentencia, declarar la
inaplicabilidad de cualquier ley o disposición de los otros Órganos, contraria a los preceptos
constitucionales”.
144 Sobre este punto, José María SERNA DE LA GARZA, El significado de la Constitución ante los
Latina; pág. 59, “pueden ser considerados como expresión de la fe en la fuerza legitimante de la
Constitución”.
146 Sobre las reformas relativas al órgano judicial, vid., Consideraciones sobre las reformas
constitucionales, texto publicado por el Ministerio de Justicia en 1992, reproducido en el tomo III de
la colección 1983-1993. Diez años de la Constitución de El Salvador; cit., pág. 275 y ss. y,
específicamente, sobre las reformas de ámbito judicial, págs. 290 a 297.
147 Reforma constitucional ratificada por Decreto Legislativo No. 747, del 27 de junio de 1996,
derecho al hábeas corpus cuando cualquier individuo o autoridad restrinja ilegal o arbitrariamente
su libertad. También procederá el hábeas corpus cuando cualquier individuo atente contra la
dignidad o integridad física, psíquica o moral de las personas detenidas”.
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149 Decreto Legislativo No. 45, del 6 de julio de 2006, publicado en el Diario Oficial No. 143, Tomo No.
150 En efecto, el habeas corpus, hasta 1960, estuvo regulado en los diferentes códigos procesales
penales que han existido en El Salvador; y, con la Ley de Procedimientos Constitucionales, no
obstante calificarle de proceso constitucional (Art. 1 Pr. Cn.) su conocimiento y decisión continúa
atribuida a la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia, lo que se modifica hasta la creación
de la Sala de lo Constitucional, que inició actividades en 1985. Esa circunstancia, además de la
amplitud del ámbito de protección que la Constitución de 1983 y su reforma de 1996 confiere a tal
instrumento, ha provocado que en El Salvador no exista claridad sobre la naturaleza y los límites de
conocimiento en el habeas corpus, pues no obstante estar legalmente prevista su calificación como
proceso constitucional y la atribución de su conocimiento y decisión a la Sala de lo Constitucional
(en concurrencia con Cámaras de 2ª instancia), la jurisprudencia constitucional es sumamente
contradictoria y ambivalente en la especificación de la naturaleza y delimitación del ámbito del
proceso de amparo, pues, v. gr., en ocasiones la SCn/CSJ es restrictiva en la calificación de proceso
constitucional, exigiendo que el peticionario plantee una pretensión constitucional y, en otras, la
SCn/CSJ hace una revisión oficiosa del expediente penal, a fin de examinar si han existido
infracciones constitucionales o legales; o, respecto de la naturaleza del proceso, en algunas
oportunidades ha señalado que sólo puede conocer de aspectos constitucionales, sin examinar la
prueba sobre hechos que consta en el expediente penal y, en otras, la decisión del hábeas corpus
se sustenta en un análisis sobre la prueba que consta en el expediente. Para detalle y crítica de ese
actuar de la Sala de lo Constitucional, cfr., Salvador Enrique ANAYA BARRAZA, La detención
provisional y el proceso de hábeas corpus, en colectivo Ensayos doctrinarios sobre el Nuevo Código
Procesal Penal; UPARSJ, San Salvador; 2ª edición, 2000; pág. 200; quien califica tal clase de
producción jurisprudencial como “jurisprudencia pendular”. Para una sistematización de la
jurisprudencia de la SCn/CSJ en este punto, que permite apreciar la convivencia de criterios
jurisprudenciales contradictorios, cfr., Salvador Enrique ANAYA B., Ley de Procedimientos
Constitucionales. Concordada y anotada con jurisprudencia; San Salvador, 2007.
151 Para una reseña de la evolución del régimen –tanto constitucional como legal- del amparo, vid.,
Manuel Arturo MONTECINO GIRALT, El amparo en El Salvador; Corte Suprema de Justicia, San
Salvador; 2005; págs. 9 a 42.
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152 Circunstancia coincidente con experiencias de otros países latinoamericanos, v. gr., Colombia,
como lo relata Manuel José CEPEDA, El derecho a la Constitución en Colombia. Entre la rebelión
pacífica y la esperanza; en Revista Española de Derecho Constitucional; Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid; No. 44, 1995; págs. 136 y 146: “Asimismo, fue mínima la aplicación
preferente de la Constitución, más conocida como excepción de inconstitucionalidad (…). ---
Aunque la llamada excepción de inconstitucionalidad les otorgaba facultades de juez
constitucional, su papel como tales se quedó en el plano de lo teórico, puesto que son muy pocos
los casos en los cuales los jueces aplicaron dicha excepción”.
153 La reacción de los jueces competentes en materia penal, ejerciendo la potestad judicial de
inaplicabilidad, lo fue ante la Ley Antimaras, emitida por Decreto Legislativo No. 158, del 29 de
octubre de 2003, publicada en el Diario Oficial del 10 de octubre de 2003.
154 Entre varias resoluciones, se mencionan, a título de ejemplo, las siguientes: sentencia de las 12 h. y
32 m. del 24 de septiembre de 2001, en el proceso de hábeas corpus No. 214-2000; resolución de las
15 h. y 50 m. del 3 de marzo de 1998, en el proceso de habeas corpus No. 27-98; sentencia de las 14
h. y 45 m. del 27 de julio de 2001, en el proceso de amparo No. 758-99; y, resolución de las 15 h. del 4
de abril de 1995, en el proceso de habeas corpus No. 3-M-95.
155 Y es que, como lo reitera Francisco FERNÁNDEZ SEGADO, La jurisdicción constitucional en Bolivia:
La Ley No. 1836, del 1º de abril de 1998, del Tribunal Constitucional; en Anuario de Derecho
Constitucional Latinoamericano. KAS, Buenos Aires; 1998; pág. 102: “la racionalidad del sistema
concentrado de control de la constitucionalidad implica que la decisión dictada por la Corte
Constitucional, actuando como juez constitucional, tenga efectos generales erga omnes, de tal
modo que la norma tachada de inconstitucional queda anulada y no puede aplicarse ni a la
resolución del caso concreto, ni a ningún otro supuesto”.
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GRACIA, Hacia una Constitución normativa, cit.,; pág. 110; expone: “la dimensión de la eficiencia y
de la eficacia debe ser también tomada en consideración; las normas e instituciones
constitucionales deben ser pensadas para encontrar soluciones a los problemas básicos con los que
se enfrenta todo sistema político y social en orden a satisfacer las necesidades de los ciudadanos y
también en orden a enfrentar las crisis de los gobiernos concretos”.
163 Pablo PÉREZ TREMPS, Escritos sobre justicia constitucional; Porrúa, México; 2005; pág. 64; al referirse
5. BIBLIOGRAFÍA
1. ANAYA B., Salvador Enrique. Ley de Procedimientos Constitucionales.
Concordada y anotada con jurisprudencia; San Salvador, 2007.
10. BURGOA O., Ignacio. El juicio de amparo; Porrúa, México; 38ª edición, 2001.
18. FIX ZAMUDIO, Héctor. Estudio comparativo del amparo contra resoluciones
judiciales en México y España; en La democracia constitucional. Estudios
en homenaje al profesor Francisco Rubio Llorente; Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, Madrid; 2002; vol. II.
35. PÉREZ TREMPS, Pablo. Escritos sobre justicia constitucional; Porrúa, México;
2005.
36. RODRÍGUEZ ÁLVAREZ, José Luis. Las primeras controversias sobre el control
judicial de la constitucionalidad en Alemania: la cuestión del “richterliches
prüfungsrecht” durante el siglo XIX; en La democracia constitucional.
Estudios en homenaje al profesor Francisco Rubio Llorente; Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid; 2002; vol. II.
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