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 APRENDIZAJE AUTÓNOMO

A PARTIR DE UN RESUMEN
DE DOCUMENTO
Los siete saberes básicos para la educación del futuro

2020
JAEL VIVIANA ASCANIO DURAN
CORPORACION UNIVERSITARIA IBEROAMERICANA
LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACION DEL FUTURO

Edgar Morín, ( Francia 1999)


Este texto no pretende ser una guía o un compendio de enseñanza. No es un
tratado sobre el conjunto de materias que deben o deberían enseñarse: Quiere
única y esencialmente exponer problemas centrales o fundamentales que
permanecen ignorados u olvidados por completo y que son necesarios para
enseñar en el próximo siglo.

Hay siete saberes “fundamentales”, que la educación del futuro deberá tratar
en toda sociedad y en cualquier cultura sin exclusión ni rechazo alguno, según
las costumbres y las reglas propias de cada sociedad y de cada cultura.

Además, el saber científico sobre el cual se apoya este texto para situar la
condición humana es no solamente provisorio, sino que devela profundos
misterios concernientes al Universo, a la Vida y al nacimiento del Ser Humano.
Aquí se abre un indecidible en el cual intervienen las opciones filosóficas y las
creencias religiosas a través de las culturas y las civilizaciones . *

Siete saberes fundamentales para la educación del siglo XXI

Expone problemas centrales o fundamentales que permanecen por complejo


ignorados u olvidados y que son necesarios para enseñar en este siglo.

Está pensada para trascender según los usos y las reglas propias de cada
sociedad y de cada cultura
El saber científico sobre el cual se apoya este texto para situar la condición
humana no solo es provisional, sino que desata profundos misterios
convenientes al universo, a la vida a el nacimiento del ser humano

Capítulo I: Las cegueras del conocimiento: El error y la ilusión

 El futuro se llama incertidumbre


 La incertidumbre del conocimiento
 Los errores mentales
 Los errores intelectuales
 Los errores de la razón
 Las cegueras paradigmáticas
 Lo inesperado
 La neología: posesión
 El impriting y la normalización

Es muy diciente que la educación, que quiere comunicar los conocimientos,


permanezca ciega ante lo que es el conocimiento humano, sus disposiciones,
sus imperfecciones, sus dificultades, sus tendencias, tanto el error como a la
ilusión, y no se preocupe en absoluto por hacer conocer lo que es conocer.

En efecto, el conocimiento no se puede considerar como una herramienta


“ready made” que se puede utilizar sin examinar su naturaleza. El conocimiento
del conocimiento debe verse como una primera necesidad que sirva de
preparación para afrontar los riesgos permanentes de error y de ilusión que no
cesan de parasitar el espíritu humano. Se trata de armar cada espíritu en el
combate vital por la lucidez.

Es necesario introducir y desarrollar en la educación el estudio de las


características cerebrales, mentales y culturales del conocimiento humano, de
sus procesos y modalidades, de las disposiciones tanto síquicas como
culturales que lo exponen al riesgo del error o la ilusión.
Capítulo II: Los principios de un conocimiento pertinente

Existe un problema capital, que siempre se ha desconocido: La necesidad de


promover un conocimiento capaz de abordar los problemas globales y
fundamentales para inscribir allí los conocimientos parciales y locales.

La supremacía de un conocimiento fragmentado según las disciplinas impide a


menudo establecer el vínculo entre las partes y el todo y debe dar lugar a un
modo de conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus
complejidades y sus conjuntos.

Es necesario desarrollar la aptitud natural del espíritu humano para ubicar


todas sus informaciones en un contexto y en un conjunto. Es necesario
enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las
influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo.

Capítulo II: Los principios de un conocimiento pertinente

Unificar el conocimiento transdisiplinar que permita entender la unidad


compleja de la naturaleza humana que el ser humano es a la vez físico,
biológico, psíquico, cultural, social, e histórico

La condición humana debería ser objeto esencial de cualquier educación

Mostrar la unión indisoluble entre la unidad y la diversidad de todo lo que es


humano

Existe un problema capital, que siempre se ha desconocido: La necesidad de


promover un conocimiento capaz de abordar los problemas globales y
fundamentales para inscribir allí los conocimientos parciales y locales.

La supremacía de un conocimiento fragmentado según las disciplinas impide a


menudo establecer el vínculo entre las partes y el todo y debe dar lugar a un
modo de conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus
complejidades y sus conjuntos.

Es necesario desarrollar la aptitud natural del espíritu humano para ubicar


todas sus informaciones en un contexto y en un conjunto. Es necesario
enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las
influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo.

Capítulo III: Enseñar la condición humana

El ser humano es a la vez físico, biológico, síquico, cultural, social e histórico.


Es esta unidad compleja de la naturaleza humana la que está completamente
desintegrada en la educación a través de las disciplinas, y es la que ha
imposibilitado aprehender eso que significa ser humano. Es necesario
restaurarla de tal manera que cada uno desde donde esté tome conocimiento y
conciencia al mismo tiempo de su identidad compleja y de su identidad común
con todos los demás humanos.

Así, la condición humana debería ser objeto esencial de toda educación.

Este capítulo indica cómo, a partir de las disciplinas actuales, es posible


reconocer la unidad y la complejidad humanas reuniendo y organizando
conocimientos dispersos en las ciencias de la naturaleza, en las ciencias
humanas, la literatura y la filosofía y mostrar el lazo indisoluble entre la unidad
y la diversidad de todo lo que es humano.

Capítulo IV: Enseñar la identidad terrenal

Desde ahora, el destino planetario del género humano es otra realidad clave,
que ha sido ignorado por la educación. El conocimiento de los desarrollos de la
era planetaria, que van a incrementarse en el siglo XXI, y el reconocimiento de
la identidad terrenal, que será cada vez más indispensable para cada uno y
para todos, deben convertirse en uno de los mayores objetos de la educación.

Es pertinente enseñar la historia de la era planetaria, que comienza con la


comunicación de todos los continentes en el siglo XVI, y mostrar cómo se
volvieron intersolidarias todas las partes del mundo, sin ocultar las opresiones y
dominaciones que han asolado a la humanidad y que no han desaparecido.
Habrá que señalar la compleja crisis planetaria que enmarca el siglo XX
mostrando que todos los humanos, confrontados desde ahora con los mismos
problemas de vida y muerte, viven un destino común.

Capítulo V: Afrontar las incertidumbres

Las ciencias nos han hecho adquirir muchas certezas, pero de la misma
manera nos han revelado, a lo largo del siglo XX, innumerables campos de
incertidumbre. La educación debería incluir las incertidumbres que han
aparecido en las ciencias físicas (microfísica, termodinámica, cosmología), las
ciencias de la evolución biológicas y las ciencias históricas.

Se tendría que enseñar principios de estrategia que permitan afrontar los


riesgos, lo inesperado, lo incierto, y modificar su desarrollo en virtud de las
informaciones adquiridas en el camino. Es necesario aprender a navegar en un
océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certeza.

La fórmula del poeta griego Eurípides, que data de hace 25 siglos, es ahora
más actual que nunca: “Lo esperado no se cumple y para lo inesperado un dios
abre la puerta”. El abandono de los conceptos deterministas de la historia
humana, que creían poder predecir nuestro futuro: el examen de los grandes
acontecimientos y accidentes de nuestro siglo, que fueron todos inesperados, y
el carácter hasta ahora desconocido de la aventura humana, deben incitarnos a
preparar los espíritus para asumir lo inesperado y poder afrontarlo. Es
imperativo que todos aquellos que tienen la responsabilidad de enseñar se
coloquen al frente de la incertidumbre de nuestros tiempos.

Capítulo VL: Enseñar la comprensión

La comprensión es al mismo tiempo medio y fin de la comunicación humana.


Ahora bien, la educación para la comprensión está ausente de nuestras
enseñanzas. El planeta necesita comprensiones mutuas en todos los sentidos.
Teniendo en cuenta la importancia de la educación para la comprensión en
todos los niveles educativos y en todas las edades, el desarrollo de la
comprensión necesita una reforma de las mentalidades. Tal debe ser la tarea
para la educación del futuro.

La comprensión mutua entre humanos, tanto cercanos como extraños, es


desde ahora vital para que las relaciones humanas salgan de su estado
bárbaro de incomprensión.

De allí, la necesidad de estudiar la incomprensión desde sus raíces, sus


modalidades y sus efectos. Este estudio sería tanto más importante cuanto que
se centraría, no sólo en los síntomas, sino en las causas de los racismos, las
xenofobias y los desprecios. Constituiría, al mismo tiempo, una de las bases
más seguras para la educación para la paz, a la cual estamos ligados por
fundamento y vocación.

Capítulo VII: La ética del género humano

La educación debe conducir a una “antropo-ética” dada la consideración del


carácter ternario de la condición humana, que consiste en ser a la vez individuo

Sociedad – especie. En este sentido, la ética individuo-especie necesita un


control mutuo de la sociedad por el individuo y del individuo por la sociedad, es
decir la democracia; la ética individua – especie convoca la ciudadanía terrestre
en el siglo XXI.

La ética no se podría enseñar con lecciones de moral. Ella debe formarse en


los espíritus a partir de la conciencia de que el humano es al mismo tiempo
individuo, es parte de una sociedad y es parte de una especie. Llevamos en
cada uno de nosotros esta triple realidad. De igual manera, todo desarrollo
verdaderamente humano debe comprender el desarrollo conjunto de las
autonomías individuales, de las participaciones comunitarias y la conciencia de
pertenecer a la especie humana.

A partir de esto, se esbozan las dos grandes finalidades ético-políticas del


nuevo milenio: establecer una relación de control mutuo entre la sociedad y los
individuos por medio de la democracia y asumir la Humanidad como
comunidad planetaria. La educación debe no sólo contribuir a una toma de
conciencia de nuestra Tierra Patria, sino también permitir que esta conciencia
se traduzca en una voluntad de ejercer la ciudadanía terrenal
CONCLUSION

En los siete saberes básicos para la educación del futuro, Morín destaca la
importancia del respeto a la diversidad de la educación, teniendo como base
nuestras raíces culturales para desarrollar una ética que permita a cada
individuo desarrollar habilidades para el trabajo en equipo y al mismo tiempo le
permita la reflexión de sus ideas, pensamientos y actitudes para conformar u
mejor futuro
BIBLIOGRAFIA

http://unesdoc.unesco.org/images/0011/001177/117740so.pdf

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