Aristóteles
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Aristóteles
ARISTÓTELES
“Todo hombre, por naturaleza, apetece saber. Prueba de ello es el apego que tenemos a nuestras
percepciones sensitivas” (Aristóteles citado por Harto De Vera, 2005: 77) 1
1
Harto de Vera, F. (2005). “Ciencia Política y Teoría Política contemporáneas: una relación problemática. Editorial trotta,
Madrid
humano satisface su apetito de saber, como los son: la empeiria (experiencia), techne (arte) y
episteme o sophia (ciencia), siendo esta última de nuestro especial interés.
Sin embargo, el saber al que nos referiremos en las siguientes secciones se trata de la
ciencia, la cual tiene un objeto más amplio que el arte pues se orienta hacia el conocimiento de las
primeras causas y de los primeros principios, es decir, su objeto necesario es el conocimiento de lo
universal.
Para Aristóteles nada hay en el intelecto que no haya pasado por los sentidos (Harto de Vera,
2005). En efecto, diversa es la literatura que recoge que para Aristóteles el conocimiento humano
tiene que recurrir insoslayablemente al terreno de lo sensible, para, a partir de los sentidos y por
medio de las sensaciones aprehender los principios y causas cognoscibles de las cosas singulares
que componen la realidad.
Sin embargo, el mismo Aristóteles en su obra Metafísica, alude que el referido orden sensible,
en el que se basa el conocimiento, es en sí mismo particular y contingente, por lo que todo
conocimiento que proviene de la simple percepción de lo sensible y que sólo capta el cómo de una
realidad siempre cambiante, no es científico (Harto de Vera 2005), a esto es lo que Aristóteles
denominará, al igual que su referente Platón, opinión (doxa). Efectivamente, al igual que el
planteamiento plantónico, aquí la opinión viene a constituir un conocimiento no científico incapaz de
aprehender la esencia de las cosas que yace bajo el aspecto contingente y mudable de las cosas en
el orden de lo sensible. Al respecto el mismo Aristóteles aduce:
De esta manera Aristóteles identifica un segundo orden, el orden inteligible, que puede producir
generalizaciones o conceptos universales y que, por su carácter permanente y necesario, es
científico, a ello se reduce el concepto de ciencia (episteme) en el planteamiento aristotélico. En este
orden de ideas, el conocimiento científico aristotélico se caracteriza por: a. atrapa la esencia de las
cosas y la expresa por medio de definiciones; b. descubre las causas que permanecen ocultas a los
sentidos; c. versa sobre lo necesario, es decir, “lo que no puede ser de otra manera” (Harto De Vera,
2005: 77); d. es el conocimiento de lo universal, entendiendo por tal “aquello que es fijo, eterno e
inmutable, que es y no puede ser de otra manera” (Harto De Vera, 2005: 77).
Aristóteles dividió las ciencias en tres grandes sectores, a saber: ciencias teóricas, ciencias
prácticas y ciencias poieticas (ciencias creadoras o productivas). Reale y Antisieri (1995)2 se refieren
al primer grupo como las ciencias que buscan el saber por sí mismo, por lo que poseen una dignidad
y valor más elevado que las ciencias de los otros dos sectores.
Bajo esta concepción, dentro de las ciencias teóricas se encuentran los saberes científicos más
elevados según el autor, como los son la metafísica, la física (que abraca también la psicología) y la
matemática; al respecto de la primera, Reale y Antisieri (1995) recogen cuatro maneras diferentes en
las que Aristóteles definió la metafísica:
Por otro lado, para Aristóteles, la segunda ciencia teórica, la física o filosofía segunda, tenía
como objeto de investigación la substancia sensible de las cosas, intrínsecamente caracterizada por
el movimiento; mientras, a la tercera de las ciencias teóricas, las matemáticas, no dedicó mayor
atención o interés, tal como reseñan Reale y Antisieri (1995). En un segundo sector, las ciencias
prácticas, según Aristóteles se caracterizaban porque buscan el saber para lograr por su intermedio la
perfección moral. A este grupo pertenecen la ética, la política y la economía, teniendo como común
denominador todas ellas que hacen referencia a la conducta de los hombres y al fin que se proponen
alcanzar, ya sea como individuos o como miembros de una sociedad política (Reale y Antisieri, 1995).
Finalmente, Aristóteles señala un grupo de ciencias que denomina poieticas, en tanto todas
ellas buscan el saber con vistas a un hacer, con el propósito de producir determinados objetos; a este
grupo pertenecen la retórica, la poética (o poesía), la arquitectura y la estatuaria. De todas éstas,
Aristóteles hace un especial énfasis en la retórica quien, al igual que Platón, se halla firmemente
convencido que el objetivo de la retórica es persuadir o, mejor dicho, descubrir cuáles son los modos
y los medios necesarios para persuadir.
2
Reale, G. y Antisieri, D. (1995). “Historia del pensamiento científico y filosófico. Tomo primero: Antigüedad y Edad Media.
Editorial Herder, Barcelona.