Plenitud de La Imagen El Cine y La Destruccion Del Imperio Del Signo - Oscar Davila+
Plenitud de La Imagen El Cine y La Destruccion Del Imperio Del Signo - Oscar Davila+
Plenitud de La Imagen El Cine y La Destruccion Del Imperio Del Signo - Oscar Davila+
Fuente
Debo volver al comienzo y añadir a las palabras de Antonin Artaud los fotógrafos que
he excluído. "El cine implica una subversión total de los valores, un trastoque
completo de la óptica, de la perspectiva, de la lógica." Es la misma preocupación que
aparece en las anotaciones que acompañan el guión del único filme que llegó a ver
realizado bajo la dirección de Germaine Dulac: "La Concha y el reverendo" (La
Coquille et le Crergyman) de 1927. Allí escribe:
No son una aplicación de una particular teoría filosófica ni una construcción de una
nueva teoría sobre el cine. Deleuze se coloca en el espacio entre ambos para
desarrollar una nueva perspectiva para la reflexión filosófica. Son un proyecto
análogo y paralelo al que apenas dos años antes, en 1981, intentara en sus dos
volúmenes sobre Francis Bacon al privilegiar la pintura, entre las demás artes
modernas, en la búsqueda de una lógica de la sensación. Y es que el cine, para
Deleuze, en su secuencia de imágenes, permite pensar el mundo desde su superficie,
desde los eventos puros que en su singularidad y contingencia absoluta no pueden ser
interpretados como derivados de un principio trascendente. El cine, según Deleuze,
permite pensar el mundo desde la diferencia.
El prefacio a la edición en inglés es mucho más fiel al proyecto general de los dos
volúmenes. Allí el cine se concibe, en su composición de imágenes y signos, como
generador de un contenido pre-verbal inteligible a través de una semiótica pura en
oposición a una semiología de inspiración lingüística al modo de Christian Metz, en la
que se abole la imagen. La presentación primaria de la imagen-cinemática es, según
Deleuze, una representación indirecta del tiempo que depende del montaje y que
deriva de las imágenes-movimiento. De acuerdo a este procedimiento el cine supone
un regreso a un estado prelingüístico en el que la visión gobierna sobre la dispersión
de los signos fílmicos que encuentran su formación y conceptualización en procesos
que se dan a partir de una imagen asignificativa y asintáctica.
Es esta segunda voz, que aparece y desaparece en el primer volumen, la que dominará
en el volumen segundo: La Imagen-Tiempo. Los fundamentos del primero se
tambalean en el segundo. La imagen-movimiento, como materia temporalizada por la
traducción de la narración lineal, será sustituída por una imagen-tiempo como
memoria que depende de la discontinuidad y la serialización.
Ahora bien, ¡¿qué tiene que ver todo esto con lo que veníamos diciendo sobre el
cine?! Tratemos la relación. En la sección de Lógica del Sentido que titula Octava
Serie-Sobre la Estructura, Deleuze señala la paradoja que Lévi-Strauss identifica
como la de exceso natural del significante en oposición a un defecto natural del
significado. Esta paradoja produce un "hueco" entre ambos, un vacío de sentido
donde se ubica el arte. El arte moderno, de igual manera que el lenguaje, se libera del
proyecto representativo que lo había caracterizado y Deleuze en su Francis Bacon,
Lógica de la sensación reflexiona sobre esta práctica estética. Tomando como punto
de partida la serie de entrevistas que David Sylvester le hace a Francis Bacon entre
1962 y 1975 argumenta en favor de la necesidad de la desfiguración en el arte
moderno y su ruptura de lo figurativo representativo. Según Bacon su propósito es
distorsionar las figuras mucho más allá de la apariencia para despertar la sensación a
través de la imagen; devolver al observador a la vida de una forma más violenta. Este
nuevo tipo de sensación surgiría en el encuentro entre el sujeto que percibe y la figura
que se desintegra en la pintura. Lo pintado, entonces, pretende ser el cuerpo tal como
se vive en la experiencia de la sensación y no como objeto representado. El
comentario de Deleuze va más allá del propósito expresado por Bacon. Sugiere que
las figuras de Bacon son cuerpos en el proceso de devenir: espasmos, gritos, carne
transmutada. Es interesante que Deleuze separe en dos volúmenes los comentarios de
las pinturas; la imagen visual del concepto verbal. Por su parte, la misma
encuadernación es un ejemplo de esta desfiguración de la representación. En las
contraportadas presenta fotos de Bacon; en las portadas, pinturas de caras mutantes,
un motivo constante en su obra pictórica. En la misma encuadernación se pretende
trascender el cliché fotográfico. Cliché, como escribe Paul Klee en sus diarios, en su
doble acepción: como estereotipo y como instantánea: en ambos casos un acto que
congela la realidad en una imagen. Bacon ha hecho este experimenráficas; luego en
las figuras de sus autorretratos. Pero Bacon logra aún más. No sólo trabaja con
figuras/imágenes individuales sino con posibles relaciones fuera de cualquier
contexto narrativo ubicadas en aislamiento denarrativizante.
Es precisamente éste el proyecto que Deleuze identifica en el cine moderno. A las tres
fuentes del movimiento en el cine tradicional-clásico (movimiento de la cámara,
movimiento de los objetos frente a la cámara y movimiento creado por el montaje),
les corresponden tres concepciones distintas de la imagen: el conjunto de las
partes/objetos en las secciones inmóviles o fotogramas; el movimiento relativo entre
esas partes (el movimiento de los fotogramas) y la duración-completitud que cambia
de acuerdo a sus propias relaciones en el montaje total. De las secciones inmóviles del
movimiento (lo presente en la imagen como sistema cerrado) a las imágenes-
movimiento, (secciones móviles de la duración), hacia las imágenes-tiempo. En el
montaje, el factor más importante en este encadenamiento, se alcanza una
composición/ensamblaje de imágenes-movimiento que constituyen una imagen-
indirecta del tiempo. El conjunto de todas las imágenes es, según Deleuze, un
equivalente del plano de inmanencia conceptual en el que la percepción y el objeto
percibido se identifican: en el cine, entonces, el mundo se convierte en su propia
imagen.
Por ello Deleuze prefiere a Peirce sobre Metz; a Eisenstein sobre Pasolini. Para Metz
el cine puede considerarse como lenguaje en cuanto que presenta una historia; en
cuanto que se hace narrativo. Cada imagen, entonces, podría identificarse con las
proposiciones/enunciados de ese lenguaje no verbal. Pasolini va más lejos al afirmar
que el plano corresponde al monema como signo mínimo con significado y que los
cinemas, los objetos que aparecen en el plano, corresponden a los fonemas
diferenciadores de significado creándose así la posibilidad de un análisis semiológico.
Deleuze sabe que la imagen cinematográfica es siempre descripción. Pero nos dice
que puede ser orgánica, como en el cine-clásico, o cristalina, como en el cine
moderno. La primera supone la independencia de los objetos; en la segunda, el tiempo
se ofrece directamente al pensamiento, a través de mecanismos físicos-geométricos:
una imagen-tiempo en la que se invierte la relación de subordinación. El tiempo deja
de ser la medida del movimiento, y el movimiento se convierte en perspectiva del
tiempo. Por lo tanto, la imagen-movimiento de la que hablaba en el primer volumen
ahora se muestra con su doble apertura: hacia los objetos en el espacio y hacia la
completitud en el tiempo determinada por el montaje.
Si volvemos a Lógica del Sentido encontramos que Deleuze ofrece dos lecturas del
tiempo: las llama Aion y Cronos. Para Aion (la imagen-tiempo del cine-moderno) el
presente es siempre eternidad: un pasado y un futuro ilimitados que recogen en la
superficie los acontecimientos incorporales en cuanto que resultado de un juego de
fuerzas. En cronos (la imagen-movimiento del cine clásico) el presente, siempre
limitado, es medida de la acción de los cuerpos como causas. Para establecer la
relación significante-significado habría que detener la serialización (Cronos); Aion,
por otro parte, es serialización en cuanto que serialización. No permite una
substracción del movimiento; no permite expresar un acontecimiento; elimina la
posibilidad del lenguaje.
Para este nuevo tipo de imagen el montaje es soberano, como lo declara Eisenstein en
sus obras teóricas. El montaje es la completitud de la creación fílmica. Pero un
montaje que se identifica con la imagen para preguntar qué es lo que la imagen
muestra y no cuál es su relación con otras imágenes.
Deleuze usa como ejemplos ciertos planos fijos de El acorazado Potemkin. Captar el
dolor en cuanto que dolor; cine para los ojos no para la acción; de participación, no de
reflexión; de desfiguración no de representación para crear la certidumbre de que
nuestra época aún no es una de imágenes, sino tan solo una de tópicos. En este cine se
ofrece una nueva imagen para la percepción; una nueva imagen para el pensamiento.
BIBLIOGRAFIA
A. ESCRITOS DE DELEUZE
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(Logique du Sens). Barral editores. Barcelona.
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México.
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