Este documento describe una apelación presentada ante el Poder Judicial de la Nación en Argentina. La apelación fue presentada por una asociación de consumidores y un banco después de que un juez de primera instancia rechazó una excepción planteada por el banco pero aceptó otra excepción. El documento analiza si la asociación de consumidores tiene legitimación para presentar la demanda en representación de los clientes del banco.
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Este documento describe una apelación presentada ante el Poder Judicial de la Nación en Argentina. La apelación fue presentada por una asociación de consumidores y un banco después de que un juez de primera instancia rechazó una excepción planteada por el banco pero aceptó otra excepción. El documento analiza si la asociación de consumidores tiene legitimación para presentar la demanda en representación de los clientes del banco.
Este documento describe una apelación presentada ante el Poder Judicial de la Nación en Argentina. La apelación fue presentada por una asociación de consumidores y un banco después de que un juez de primera instancia rechazó una excepción planteada por el banco pero aceptó otra excepción. El documento analiza si la asociación de consumidores tiene legitimación para presentar la demanda en representación de los clientes del banco.
Este documento describe una apelación presentada ante el Poder Judicial de la Nación en Argentina. La apelación fue presentada por una asociación de consumidores y un banco después de que un juez de primera instancia rechazó una excepción planteada por el banco pero aceptó otra excepción. El documento analiza si la asociación de consumidores tiene legitimación para presentar la demanda en representación de los clientes del banco.
Y VISTOS: I.) Apelaron la parte actora y la demandada la resolución dictada a fs. 198/206, en donde la juez de grado rechazó la excepción de falta de legitimación activa opuesta por la contraria, con costas a cargo de esta última y admitió la excepción de prescripción, con costas a la actora. Los fundamentos de la apelación de la actora fueron desarrollados en fs. 222/8 y los de la demandada a fs. 230/9, siendo contestados a fs. 241/3 y a fs. 245/53, respectivamente.- La Sra. Fiscal General actuante ante esta Cámara se expidió en el sentido que luce en su dictamen glosado a fs. 261/4.- II.) Recurso deducido por la demandada: 1. Se quejó la accionada porque se consideró que la actora se encontraba legitimada para accionar como lo hizo, cuando el art. 52 LDC sólo brinda legitimación a las asociaciones de consumidores y a la autoridad de aplicación para accionar en defensa de intereses difusos, como así lo habría entendido la Corte Suprema de Justicia de la Nación en varios precedentes. Indicó que, por otro lado, en la especie no se encontrarían involucrados derechos de incidencia colectiva. Añadió que la acción de resarcimiento de los supuestos daños sufridos por el concreto consumidor no se trataban de intereses difusos o colectivos, sino que es una acción particular que sólo correspondería al afectado y que, por ende, las asociaciones de consumidores sólo podrían ejercer si tuvieran de tales usuarios la representación para ejercer dicha acción de resarcimiento. Se quejó también, de que se hubiera considerado que en el supuesto de autos se encontraban configurados los requisitos exigidos por el precedente del Alto Tribunal in re: “Halabi”. Al respecto apuntó que no existiría un grupo homogéneo porque existirían contratos en curso de ejecución que fueron celebrados bajo el imperio de la ley 24.240 en su anterior redacción y otros bajo la actual redacción, contratos ya finalizados, etc, además de clientes que incorporaron a su actividad comercial el uso de la tarjeta de crédito y otros que sólo la utilizan en relaciones de consumo. Agregó que la falta de impugnación al resumen, hace suponer la plena conformidad de los clientes. Finalmente se agravió de la imposición de costas a su cargo. 2. Ha de señalarse, como primera medida que la actora promovió formal demanda contra Banco de Patagonia SA persiguiendo la devolución desde que hubiese comenzado con la práctica cuestionada en adelante o en los últimos diez años de los importes cobrados mensualmente y/o bajo otra modalidad periódica, a los consumidores clientes de la accionada, titulares de tarjeta de crédito, en concepto de "cargo de procesamiento de resumen" y/o cualquiera fuera la denominación empleada referida a la facturación y cobro de una suma de dinero relativo al resumen de cuenta correspondientes a las tarjetas de crédito, cualquiera fuere su formato de entrega (papel, via web, telefónico, etc), con más sus intereses, debiendo abstenerse, en caso de que dicha infracción se mantenga en la actualidad, de facturar y percibir cualquier importe en concepto de cargo de procesamiento de resumen y/o cualquier otra fuera la denominación utilizada que implique arancelar la información brindada a través del resumen de tarjetas de crédito. Reclamó, también, en el caso de que el rubro estuviera estipulado contractualmente, la nulidad de la cláusula en cuestión y, la aplicación de una multa civil conforme art. 52bis LDC.- Hecha esta reseña, resulta que debe determinarse si la asociación de consumidores se halla legitimada, o no, para peticionar el cese de los cargos impugnados y la restitución a los usuarios del banco accionado, del dinero supuestamente percibido en forma ilegal en esos conceptos.- 3. Cabe precisar en primer término que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el fallo dictado en los autos “Halabi Ernesto c/PEN ley 25873-dto. 1563/04 s/amparo ley 16.986” (24/2/09) señaló que “en materia de legitimación procesal corresponde delimitar con precisión tres categorías de derechos: individuales, de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos, y de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos.” Respecto del primer supuesto -derechos individuales- el más Alto Tribunal indicó que “la regla general en materia de legitimación es que los derechos sobre bienes jurídicos individuales son ejercidos por su titular.” En esos casos existe “un derecho subjetivo sobre un bien individualmente disponible por su titular, quien debe, indispensablemente, probar una lesión a ese derecho para que se configure una cuestión justiciable. A esta categoría de derechos se refiere el primer párrafo del artículo 43 de la Constitución Nacional en que encuentra cabida la tradicional acción de amparo, instituida por vía pretoriana por” la “Corte en los conocidos precedentes "Siri" y "Kot" (Fallos: 239:459 y 241:291, respectivamente) y consagrada más tarde legislativamente. Esta acción está destinada a obtener la protección de derechos divisibles, no homogéneos y se caracteriza por la búsqueda de la reparación de un daño esencialmente individual y propio de cada uno de los afectados.” De otro lado, los derechos de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos (art. 43 de la Constitución Nacional), son ejercidos por el Defensor del Pueblo de la Nación, las asociaciones que concentran el interés colectivo y el afectado. “En estos supuestos existen dos elementos de calificación que resultan prevalentes. En primer lugar, la petición debe tener por objeto la tutela de un bien colectivo, lo que ocurre cuando éste pertenece a toda la comunidad, siendo indivisible y no admitiendo exclusión alguna. Por esta razón sólo se concede una legitimación extraordinaria para reforzar su protección, pero en ningún caso existe un derecho de apropiación individual sobre el bien ya que no se hallan en juego derechos subjetivos. No se trata solamente de la existencia de pluralidad de sujetos, sino de un bien que, como el ambiente, es de naturaleza colectiva.” “Estos bienes no pertenecen a la esfera individual sino social y no son divisibles en modo alguno. En segundo lugar, la pretensión debe ser focalizada en la incidencia colectiva del derecho. Ello es así porque la lesión a este tipo de bienes puede tener una repercusión sobre el patrimonio individual, como sucede en el caso del daño ambiental, pero esta última acción corresponde a su titular y resulta concurrente con la primera. De tal manera, cuando se ejercita en forma individual una pretensión procesal para la prevención o reparación del perjuicio causado a un bien colectivo, se obtiene una decisión cuyos efectos repercuten sobre el objeto de la causa petendi, pero no hay beneficio directo para el individuo que ostenta la legitimación.” Siguiendo con su desarrollo el Superior indicó que “la Constitución Nacional admite en el segundo párrafo del art. 43 una tercera categoría conformada por derechos de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos. Tal sería el caso de los derechos personales o patrimoniales derivados de afectaciones al ambiente y a la competencia, de los derechos de los usuarios y consumidores como de los derechos de sujetos discriminados. En estos casos no hay un bien colectivo, ya que se afectan derechos individuales enteramente divisibles. Sin embargo, hay un hecho, único o continuado, que provoca la lesión a todos ellos y por lo tanto es identificable una causa fáctica homogénea.” “Hay una homogeneidad fáctica y normativa que lleva a considerar razonable la realización de un solo juicio con efectos expansivos de la cosa juzgada que en él se dicte, salvo en lo que hace a la prueba del daño.” Respecto de este último supuesto -derechos de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos-, la Corte apuntó que si bien “no hay en nuestro derecho una ley que reglamente el ejercicio efectivo de las denominadas acciones de clase”, omisión “que, por lo demás, constituye una mora que el legislador debe solucionar cuanto antes sea posible, para facilitar el acceso a la justicia que la Ley Suprema ha instituido…la referida disposición constitucional es claramente operativa y es obligación de los jueces darle eficacia, cuando se aporta nítida evidencia sobre la afectación de un derecho fundamental y del acceso a la justicia de su titular”. Ello pues, “donde hay un derecho hay un remedio legal para hacerlo valer toda vez que sea desconocido; principio del que ha nacido la acción de amparo, pues las garantías constitucionales existen y protegen a los individuos por el solo hecho de estar en la Constitución e independientemente de sus leyes reglamentarias, cuyas limitaciones no pueden constituir obstáculo para la vigencia efectiva de dichas garantías (Fallos: 239:459; 241:291 y 315:1492).” Se ha dicho también que “la eficacia de las garantías sustantivas y procesales debe ser armonizada con el ejercicio individual de los derechos que la Constitución también protege como derivación de la tutela de la propiedad, del contrato, de la libertad de comercio, del derecho de trabajar, y la esfera privada, todos derechos de ejercicio privado. Por otro lado, también debe existir una interpretación armónica con el derecho a la defensa en juicio, de modo de evitar que alguien sea perjudicado por una sentencia dictada en un proceso en el que no ha participado (doctrina de Fallos: 211:1056 y 215:357)”. Así la Corte estableció que “la procedencia de este tipo de acciones requiere la verificación de una causa fáctica común, una pretensión procesal enfocada en el aspecto colectivo de los efectos de ese hecho y la constatación de que el ejercicio individual no aparece plenamente justificado.” ”El primer elemento es la existencia de un hecho único o complejo que causa una lesión a una pluralidad relevante de derechos individuales. El segundo elemento consiste en que la pretensión debe estar concentrada en los efectos comunes y no en lo que cada individuo puede peticionar, como ocurre en los casos en que hay hechos que dañan a dos o más personas y que pueden motivar acciones de la primera categoría. De tal manera, la existencia de causa o controversia, en estos supuestos, no se relaciona con el daño diferenciado que cada sujeto sufra en su esfera, sino con los elementos homogéneos que tiene esa pluralidad de sujetos al estar afectados por un mismo hecho. Como tercer elemento es exigible que el interés individual considerado aisladamente, no justifique la promoción de una demanda, con lo cual podría verse afectado el acceso a la justicia.” Añadió que tal conclusión “no puede ser objetada so pretexto de que la acción colectiva prefigurada en la referida cláusula constitucional no encuentre, en el plano normativo infraconstitucional, un carril procesal apto para hacerla efectiva. Ese presunto vacío legal no es óbice para que los jueces arbitren las medidas apropiadas y oportunas para una tutela efectiva de los derechos constitucionales que se aducen vulnerados. Ha expresado el más alto Tribunal al respecto, que basta la comprobación inmediata de un gravamen para que una garantía constitucional deba ser restablecida por los jueces en su integridad, sin que pueda alegarse en contrario la inexistencia de una ley que la reglamente: las garantías individuales existen y protegen a los individuos por el solo hecho de estar consagradas por la Constitución e independientemente de las leyes reglamentarias” En definitiva la Corte entendió en el fallo citado que “la admisión formal de toda acción colectiva requiere la verificación de ciertos recaudos elementales que hacen a su viabilidad tales como la precisa identificación del grupo o colectivo afectado, la idoneidad de quien pretenda asumir su representación y la existencia de un planteo que involucre, por sobre los aspectos individuales, cuestiones de hecho y de derecho que sean comunes y homogéneas a todo el colectivo.” 4. Sentado ello, del análisis de la pretensión deducida en el escrito de inicio, se extrae que se está -cuanto menos en lo referente a la pretensión de cese del cobro de los cargos cuestionados- frente a una petición en la que el encuadramiento que se pide admite el examen desde la perspectiva de las categorías de las acciones de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos, acción que puede ser promovida por una entidad de la naturaleza de la actora, por ser ésta la alternativa que, por proximidad, podría comprender este supuesto. En autos se pretende el cese de la imposición de cargos por procesamiento de resumen que serían aplicados en relación a los usuarios de tarjetas de crédito, así como la devolución de sumas cobradas por esos conceptos. Recuérdase que para otorgarle legitimación a la actora para accionar en defensa de un universo de consumidores con base en derechos individuales homogéneos, la Corte estableció que debían darse tres (3) elementos. El primero de ellos consiste en la verificación de una causa fáctica común, es decir la existencia de un hecho que causa lesión a varios derechos individuales. El segundo de los elementos consiste en que la pretensión debe estar enfocada en el aspecto colectivo de los efectos de ese hecho y no en lo que cada individuo puede peticionar. Por último, el tercer elemento consiste en que el interés individual considerado aisladamente no justifique la promoción de la demanda. Ahora bien, del análisis del objeto de esta acción se advierte así, prima facie al menos y siempre -se reitera- con referencia a la pretensión de cese de la percepción de los cargos objetados, la posible configuración de los tres requisitos que serían necesarios para caracterizar a esta tercera "categoría" de derechos denominada "derechos de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos", en tanto cabría distinguir: la invocación de un hecho único como lesión a una pluralidad relevante de derechos individuales; la pretensión concentrada en sus efectos de alcance común y no en lo que cada individuo puede peticionar y que el interés individual considerado aisladamente, no justifica, en principio, la promoción de una demanda. Este último requisito, ya fue puesto de manifiesto por el más Alto Tribunal en el precedente "Fernandez Raúl c/ Poder Ejecutivo Nacional" (Fallos: 322:3.008), donde se expuso "que el costo que significaría demandar individualmente supera claramente el beneficio que cada uno de ellos podría obtener de la sentencia dictada en la causa respectiva, una interpretación tal equivaldría lisa y llanamente a negar la efectividad de la tutela constitucional frente al acto manifiestamente lesivo".- Si bien en este caso no se ha involucrado un bien colectivo, ya que estarían en juego derechos individuales enteramente divisibles, sin embargo, habría, un hecho único que provocaría la lesión de todos ellos y por lo tanto podría ser identificable una causa fáctica homogénea, la cual tendría relevancia para sostener que la pretensión incoada en autos es común a todos esos intereses, excepto en lo que concierne al daño que, individualmente, se sufre. Y en este último aspecto, obsérvase que la reclamación de la asociación colectiva, no se relacionaría con un daño diferenciado que cada individuo pudiera sufrir eventualmente en su esfera, sino que se proyecta la pretensión hacia los efectos comunes del hecho generalizable a un universo de consumidores, esto es, el monto que se sostiene supuestamente percibido ilegítimamente por el banco demandado por los conceptos cuestionados de todos sus clientes usuarios de tarjetas de créditos.- Así las cosas, la intención expresada por la actora tendería a detener el hecho que estaría provocando, según se dice, la lesión de los derechos individuales homogéneos de los clientes de la entidad accionada. Es decir se observa, en principio, la existencia de una pretensión activa dirigida a incidir sobre un aspecto colectivo de los efectos del hecho por el cual se reclama, extremo que, en principio, justifica que la actora se encuentre legitimada para accionar en el proceso (véase en igual sentido esta CNCom., esta Sala A, 02.09.10, "Consumidores Financieros Asociación Civil para su defensa c. Banco de San Juan SA s. ordinario"; íd., 16.09.10, "Consumidores Financieros Asoc. Civil para su defensa c. Nuevo Banco Industrial de Azul SA s. ordinario").- Por otro lado, y en cuanto al tercer requisito, su configuración resultaría del hecho de que el cargo por el procesamiento del resumen no resultaría elevado. Síguese de ello que cuanto menos en lo referente al objeto de la acción a que se ha venido aludiendo, la defensa de falta de legitimación ha sido correctamente desestimada (conf. esta CNCom, esta Sala A, 16/8/12,” Proconsumer Asoc pr de los Cos de Merc Com del Sur c/ Banco de Galicia y Buenos Aires SA s/ sumarisimo”).- En consecuencia, habrá de rechazarse el recurso incoado por la demandada al respecto. admitirse la pretensión recursiva de que aquí se trata.- III.) Apelación interpuesta por la actora: 1. Se agravió la accionante porque la sra. Juez de grado se introdujo en el análisis y resolución de las defensas opuestas por la demandada como previas, cuando ello está vedado por el art. 498 CPCC. Se quejó también de que se hubiera hecho lugar a la excepción de prescripción, aplicando el plazo trienal del art. 47 de la ley 25065 y del art. 50 LDC. Señaló que de conformidad con los arts. 3 y 50 LDC todas las acciones judiciales emergentes del Estatuto del Consumidor prescriben en el plazo de tres años siempre que no exista un plazo especial determinado por ley que amplíe dicho plazo en virtud del principio in dubio pro consumidor. Apuntó que, en consecuencia, sería de aplicación el plazo decenal contemplado para las acciones de nulidad. Añadió, por otro lado, que dicho lapso puede verse ampliado en virtud de nuevas infracciones y/o el inicio de actuaciones judiciales o administrativas (conf. art. 50 LDC). Finalmente, se quejó de la imposición de costas a su cargo. 2. En primer lugar, debe señalarse que la excepción de prescripción debe oponerse al momento de contestarse demanda, y que el art. 346 CPCC establece que se resolverá como de previo y especial pronunciamiento sólo si la cuestión fuere de puro derecho. Ahora bien, lo cierto es que de una lectura del planteo de dicha defensa formulada por la accionada y la contestación efectuada por la actora surge que la cuestión no es de puro derecho, pues el particular marco fáctico que exhibe el caso, donde han sido traídos varios hechos que deben ser desentrañados y clarificados, justificaría su diferimiento para el momento de dictar sentencia definitiva ya que es de esperar que en esa oportunidad el magistrado pueda contar con todos los elementos necesarios para analizar en debida forma la materia en análisis.- En efecto, véase que la asociación accionante pretende que se aplique al caso de autos el plazo decenal conforme los artículos 50 y 3 de la ley de Defensa de Consumidor (LDC), fundándose en que dicho lapso sería el más favorable para el consumidor. Invocó también la interrupción del plazo por la comisión de nuevas infracciones. Por su lado, la demandada invocó el plazo de dos años del art. 4030 Cód. Civil, o en su defecto, el trienal previsto por la ley 24240 (LDC) que resulta ser el mismo contemplado en el art. 47 de la Ley de Tarjeta de Crédito.- Así las cosas, se observa que, las partes se hallan en desacuerdo en cuanto al encuadramiento de la pretensión de autos en los distintos plazos legales de prescripción previstos. En efecto, el banco recurrente invoca que en virtud de las disposiciones de la LDC, el plazo sería el trienal, mientras que la actora alega que por esas mismas normas el plazo sería el decenal del Código Civil, argumentando también la interrupción del plazo por la comisión de nuevas infracciones. Por ello, se estima que la susodicha controversia "no" es dirimible como de puro derecho, sino que torna necesaria la comprobación de ciertos extremos de hecho que permitirán encuadrar adecuadamente la relación establecida entre las partes y, por ende, el plazo aplicable al caso. Ello hace que deba considerarse que no ha sido acertado el criterio de la Sra. Juez a quo en punto al tratamiento de la excepción de prescripción en este estadio procedimental por cuanto resultaba necesaria la comprobación de ciertas circunstancias de hecho que permitieran encuadrar adecuadamente la relación establecida entre las partes intervinientes en el contrato de tarjeta de crédito, razón por la cual habrá de admitirse el recurso de la parte actora con este alcance (conf. esta CNCom, esta Sala A, 5/5/11, "Adecua c/ Banco Columbia SA s/ ordinario"; íd. íd., 4/3/10, "Consumidores Financieros Asoc Civil para su Defensa c/ Banco Macro SA s/ ordinario").- 3. Así las cosas, en relación al agravio formulado por la actora en cuanto a las disposiciones del art. 498 CPCC, habida cuenta lo resuelto precedentemente, en cuanto se ha diferido la excepción de prescripción opuesta por la demandada, y se ha desestimado la defensa de falta de legitimación activa, no se advierten perjuicios actuales para dicha parte, por lo que se desestiman las objeciones al respecto. 4. Desde tal perspectiva, repárase también en que la circunstancia de que la Sra. Juez de Grado hubiera emitido opinión prematura en el asunto denota, en el caso, prejuzgamiento de modo propio, en razón de que las consideraciones del a quo importaron en realidad una valoración, aunque tangencial en algún ámbito, respecto de manifestaciones vertidas por los sujetos involucrados, también lo fue sustancial en otro, lo que torna de menester modificar la radicación de la causa, debido al "prejuzgamiento" en que se incurrió en el sub lite (CPCC:17, inc.7). En concordancia con ello, la causa deberá continuar en otra sede, encomendándose al nuevo magistrado que resulte desinsaculado su tramitación hasta el fallo final, adoptando las medidas de menester para sustanciar y resolver, en su caso, las incidencias que pudieran estar pendientes de debate entre las partes y el consiguiente proveimiento de las pruebas ofrecidas, dictando en su momento la sentencia definitiva, oportunidad en la que habrá de abordar la excepción de prescripción de que aquí se trata (conf. esta CNCom, esta Sala A, 11/10/11, “Union de Usuarios y Consumidores c/ Banco de Corrientes SA s/ ordinario”).- IV.) Costas: Visto lo resuelto precedentemente, y en función de lo dispuesto por el art. 279 CPCC, se estima que corresponde imponer las costas devengadas por las defensas analizadas en ambas instancias en el orden causado, atento el derecho con que pudieron creerse las partes para actuar como lo hicieron en cuestión de derecho que puede estimarse dudosa y visto las particularidades del caso (C.P.C.C 68, párrafo segundo). V.) Por todo lo hasta aquí expuesto, entonces, de conformidad con lo dictaminado por la Sra. Fiscal General, esta Sala RESUELVE: a. Rechazar el recurso de apelación interpuesto por la parte demandada y, estimar el interpuesto por la parte actora, revocando la decisión apelada en lo que hace a la defensa de prescripción, difiriendo su tratamiento para la oportunidad de dictarse sentencia definitiva; b. Disponer que la causa siga tramitando por ante el juzgado que resulte sorteado en virtud de lo expuesto en el considerando II.4, sorteo que deberá practicarse por Mesa General de Entradas, una vez notificadas las partes de este pronunciamiento; c. Imponer las costas devengadas de ambas instancias por las defensas de prescripción y falta de legitimación activa, en el orden causado, por las razones indicadas en el considerando III.)(art. 68, párrafo segundo CPCC).- Notifíquese a la Sra. Fiscal General en su despacho, a las partes por Ujiería y comuníquese por oficio al Juzgado Comercial N° 18 a efectos de poner en conocimiento de su titular lo aquí decidido.- Cumplido, remítase a la Mesa General de Entradas a efectos del sorteo pertinente. La Señora Juez de Cámara Dra. Isabel Míguez no interviene en la presente resolución por encontrarse en uso de licencia (art. 109 del Reglamento para la Justicia Nacional). María Elsa Uzal, Alfredo Arturo Kölliker Frers. Ante mí: María Verónica Balbi. Es copia del original que corre a fs. 265/270 de los autos de la materia.
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