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Poder Judicial de la Nación

Juz.18 - Sec.35 GJV


001762/2012
PROCONSUMER C/ BANCO PATAGONIA S.A. S/ SUMARISIMO

Buenos Aires, 6 de marzo de 2013.


Y VISTOS:
I.) Apelaron la parte actora y la demandada la resolución dictada a fs. 198/206, en
donde la juez de grado rechazó la excepción de falta de legitimación activa opuesta por la
contraria, con costas a cargo de esta última y admitió la excepción de prescripción, con costas a
la actora.
Los fundamentos de la apelación de la actora fueron desarrollados en fs. 222/8 y
los de la demandada a fs. 230/9, siendo contestados a fs. 241/3 y a fs. 245/53, respectivamente.-
La Sra. Fiscal General actuante ante esta Cámara se expidió en el sentido que luce
en su dictamen glosado a fs. 261/4.-
II.) Recurso deducido por la demandada:
1. Se quejó la accionada porque se consideró que la actora se encontraba legitimada
para accionar como lo hizo, cuando el art. 52 LDC sólo brinda legitimación a las asociaciones
de consumidores y a la autoridad de aplicación para accionar en defensa de intereses difusos,
como así lo habría entendido la Corte Suprema de Justicia de la Nación en varios precedentes.
Indicó que, por otro lado, en la especie no se encontrarían involucrados derechos de incidencia
colectiva. Añadió que la acción de resarcimiento de los supuestos daños sufridos por el concreto
consumidor no se trataban de intereses difusos o colectivos, sino que es una acción particular
que sólo correspondería al afectado y que, por ende, las asociaciones de consumidores sólo
podrían ejercer si tuvieran de tales usuarios la representación para ejercer dicha acción de
resarcimiento. Se quejó también, de que se hubiera considerado que en el supuesto de autos se
encontraban configurados los requisitos exigidos por el precedente del Alto Tribunal in re:
“Halabi”. Al respecto apuntó que no existiría un grupo homogéneo porque existirían contratos
en curso de ejecución que fueron celebrados bajo el imperio de la ley 24.240 en su anterior
redacción y otros bajo la actual redacción, contratos ya finalizados, etc, además de clientes que
incorporaron a su actividad comercial el uso de la tarjeta de crédito y otros que sólo la utilizan
en relaciones de consumo. Agregó que la falta de impugnación al resumen, hace suponer la
plena conformidad de los clientes. Finalmente se agravió de la imposición de costas a su cargo.
2. Ha de señalarse, como primera medida que la actora promovió formal demanda
contra Banco de Patagonia SA persiguiendo la devolución desde que hubiese comenzado con la
práctica cuestionada en adelante o en los últimos diez años de los importes cobrados
mensualmente y/o bajo otra modalidad periódica, a los consumidores clientes de la accionada,
titulares de tarjeta de crédito, en concepto de "cargo de procesamiento de resumen" y/o
cualquiera fuera la denominación empleada referida a la facturación y cobro de una suma de
dinero relativo al resumen de cuenta correspondientes a las tarjetas de crédito, cualquiera fuere
su formato de entrega (papel, via web, telefónico, etc), con más sus intereses, debiendo
abstenerse, en caso de que dicha infracción se mantenga en la actualidad, de facturar y percibir
cualquier importe en concepto de cargo de procesamiento de resumen y/o cualquier otra fuera la
denominación utilizada que implique arancelar la información brindada a través del resumen de
tarjetas de crédito. Reclamó, también, en el caso de que el rubro estuviera estipulado
contractualmente, la nulidad de la cláusula en cuestión y, la aplicación de una multa civil
conforme art. 52bis LDC.-
Hecha esta reseña, resulta que debe determinarse si la asociación de consumidores
se halla legitimada, o no, para peticionar el cese de los cargos impugnados y la restitución a los
usuarios del banco accionado, del dinero supuestamente percibido en forma ilegal en esos
conceptos.-
3. Cabe precisar en primer término que la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
en el fallo dictado en los autos “Halabi Ernesto c/PEN ley 25873-dto. 1563/04 s/amparo ley
16.986” (24/2/09) señaló que “en materia de legitimación procesal corresponde delimitar con
precisión tres categorías de derechos: individuales, de incidencia colectiva que tienen por
objeto bienes colectivos, y de incidencia colectiva referentes a intereses individuales
homogéneos.”
Respecto del primer supuesto -derechos individuales- el más Alto Tribunal indicó
que “la regla general en materia de legitimación es que los derechos sobre bienes jurídicos
individuales son ejercidos por su titular.” En esos casos existe “un derecho subjetivo sobre un
bien individualmente disponible por su titular, quien debe, indispensablemente, probar una
lesión a ese derecho para que se configure una cuestión justiciable. A esta categoría de
derechos se refiere el primer párrafo del artículo 43 de la Constitución Nacional en que
encuentra cabida la tradicional acción de amparo, instituida por vía pretoriana por” la “Corte
en los conocidos precedentes "Siri" y "Kot" (Fallos: 239:459 y 241:291, respectivamente) y
consagrada más tarde legislativamente. Esta acción está destinada a obtener la protección de
derechos divisibles, no homogéneos y se caracteriza por la búsqueda de la reparación de un
daño esencialmente individual y propio de cada uno de los afectados.”
  De otro lado, los derechos de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes
colectivos (art. 43 de la Constitución Nacional), son ejercidos por el Defensor del Pueblo de la
Nación, las asociaciones que concentran el interés colectivo y el afectado. “En estos supuestos
existen dos elementos de calificación que resultan prevalentes. En primer lugar, la petición
debe tener por objeto la tutela de un bien colectivo, lo que ocurre cuando éste pertenece a toda
la comunidad, siendo indivisible y no admitiendo exclusión alguna. Por esta razón sólo se
concede una legitimación extraordinaria para reforzar su protección, pero en ningún caso
existe un derecho de apropiación individual sobre el bien ya que no se hallan en juego
derechos subjetivos. No se trata solamente de la existencia de pluralidad de sujetos, sino de un
bien que, como el ambiente, es de naturaleza colectiva.” “Estos bienes no pertenecen a la
esfera individual sino social y no son divisibles en modo alguno. En segundo lugar, la
pretensión debe ser focalizada en la incidencia colectiva del derecho. Ello es así porque la
lesión a este tipo de bienes puede tener una repercusión sobre el patrimonio individual, como
sucede en el caso del daño ambiental, pero esta última acción corresponde a su titular y resulta
concurrente con la primera. De tal manera, cuando se ejercita en forma individual una
pretensión procesal para la prevención o reparación del perjuicio causado a un bien colectivo,
se obtiene una decisión cuyos efectos repercuten sobre el objeto de la causa petendi, pero no
hay beneficio directo para el individuo que ostenta la legitimación.”
Siguiendo con su desarrollo el Superior indicó que “la Constitución Nacional
admite en el segundo párrafo del art. 43 una tercera categoría conformada por derechos de
incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos. Tal sería el caso de los
derechos personales o patrimoniales derivados de afectaciones al ambiente y a la competencia,
de los derechos de los usuarios y consumidores como de los derechos de sujetos discriminados.
En estos casos no hay un bien colectivo, ya que se afectan derechos individuales enteramente
divisibles. Sin embargo, hay un hecho, único o continuado, que provoca la lesión a todos ellos
y por lo tanto es identificable una causa fáctica homogénea.” “Hay una homogeneidad fáctica
y normativa que lleva a considerar razonable la realización de un solo juicio con efectos
expansivos de la cosa juzgada que en él se dicte, salvo en lo que hace a la prueba del daño.”
Respecto de este último supuesto -derechos de incidencia colectiva referentes a
intereses individuales homogéneos-, la Corte apuntó que si bien “no hay en nuestro derecho
una ley que reglamente el ejercicio efectivo de las denominadas acciones de clase”, omisión
“que, por lo demás, constituye una mora que el legislador debe solucionar cuanto antes sea
posible, para facilitar el acceso a la justicia que la Ley Suprema ha instituido…la referida
disposición constitucional es claramente operativa y es obligación de los jueces darle eficacia,
cuando se aporta nítida evidencia sobre la afectación de un derecho fundamental y del acceso
a la justicia de su titular”. Ello pues, “donde hay un derecho hay un remedio legal para
hacerlo valer toda vez que sea desconocido; principio del que ha nacido la acción de amparo,
pues las garantías constitucionales existen y protegen a los individuos por el solo hecho de
estar en la Constitución e independientemente de sus leyes reglamentarias, cuyas limitaciones
no pueden constituir obstáculo para la vigencia efectiva de dichas garantías (Fallos: 239:459;
241:291 y 315:1492).”
Se ha dicho también que “la eficacia de las garantías sustantivas y procesales
debe ser armonizada con el ejercicio individual de los derechos que la Constitución también
protege como derivación de la tutela de la propiedad, del contrato, de la libertad de comercio,
del derecho de trabajar, y la esfera privada, todos derechos de ejercicio privado. Por otro
lado, también debe existir una interpretación armónica con el derecho a la defensa en juicio,
de modo de evitar que alguien sea perjudicado por una sentencia dictada en un proceso en el
que no ha participado (doctrina de Fallos: 211:1056 y 215:357)”.
 Así la Corte estableció que “la procedencia de este tipo de acciones requiere la
verificación de una causa fáctica común, una pretensión procesal enfocada en el aspecto
colectivo de los efectos de ese hecho y la constatación de que el ejercicio individual no aparece
plenamente justificado.”
”El primer elemento es la existencia de un hecho único o complejo que causa una
lesión a una pluralidad relevante de derechos individuales.  El segundo elemento consiste en
que la pretensión debe estar concentrada en los efectos comunes y no en lo que cada individuo
puede peticionar, como ocurre en los casos en que hay hechos que dañan a dos o más personas
y que pueden motivar acciones de la primera categoría. De tal manera, la existencia de causa
o controversia, en estos supuestos, no se relaciona con el daño diferenciado que cada sujeto
sufra en su esfera, sino con los elementos homogéneos que tiene esa pluralidad de sujetos al
estar afectados por un mismo hecho. Como tercer elemento es exigible que el interés individual
considerado aisladamente, no justifique la promoción de una demanda, con lo cual podría
verse afectado el acceso a la justicia.”
Añadió que tal conclusión “no puede ser objetada so pretexto de que la acción
colectiva prefigurada en la referida cláusula constitucional no encuentre, en el plano
normativo infraconstitucional, un carril procesal apto para hacerla efectiva. Ese presunto
vacío legal no es óbice para que los jueces arbitren las medidas apropiadas y oportunas para
una tutela efectiva de los derechos constitucionales que se aducen vulnerados. Ha expresado el
más alto Tribunal al respecto, que basta la comprobación inmediata de un gravamen para que
una garantía constitucional deba ser restablecida por los jueces en su integridad, sin que
pueda alegarse en contrario la inexistencia de una ley que la reglamente: las garantías
individuales existen y protegen a los individuos por el solo hecho de estar consagradas por la
Constitución e independientemente de las leyes reglamentarias”
En definitiva la Corte entendió en el fallo citado que “la admisión formal de toda
acción colectiva requiere la verificación de ciertos recaudos elementales que hacen a su
viabilidad tales como la precisa identificación del grupo o colectivo afectado, la idoneidad de
quien pretenda asumir su representación y la existencia de un planteo que involucre, por sobre
los aspectos individuales, cuestiones de hecho y de derecho que sean comunes y homogéneas a
todo el colectivo.”
4. Sentado ello, del análisis de la pretensión deducida en el escrito de inicio, se
extrae que se está -cuanto menos en lo referente a la pretensión de cese del cobro de los cargos
cuestionados- frente a una petición en la que el encuadramiento que se pide admite el examen
desde la perspectiva de las categorías de las acciones de incidencia colectiva referentes a
intereses individuales homogéneos, acción que puede ser promovida por una entidad de la
naturaleza de la actora, por ser ésta la alternativa que, por proximidad, podría comprender este
supuesto.
En autos se pretende el cese de la imposición de cargos por procesamiento de
resumen que serían aplicados en relación a los usuarios de tarjetas de crédito, así como la
devolución de sumas cobradas por esos conceptos.
Recuérdase que para otorgarle legitimación a la actora para accionar en defensa de
un universo de consumidores con base en derechos individuales homogéneos, la Corte
estableció que debían darse tres (3) elementos. El primero de ellos consiste en la verificación de
una causa fáctica común, es decir la existencia de un hecho que causa lesión a varios derechos
individuales. El segundo de los elementos consiste en que la pretensión debe estar enfocada en
el aspecto colectivo de los efectos de ese hecho y no en lo que cada individuo puede peticionar.
Por último, el tercer elemento consiste en que el interés individual considerado aisladamente
no justifique la promoción de la demanda.
Ahora bien, del análisis del objeto de esta acción se advierte así, prima facie al
menos y siempre -se reitera- con referencia a la pretensión de cese de la percepción de los
cargos objetados, la posible configuración de los tres requisitos que serían necesarios para
caracterizar a esta tercera "categoría" de derechos denominada "derechos de incidencia
colectiva referentes a intereses individuales homogéneos", en tanto cabría distinguir: la
invocación de un hecho único como lesión a una pluralidad relevante de derechos individuales;
la pretensión concentrada en sus efectos de alcance común y no en lo que cada individuo puede
peticionar y que el interés individual considerado aisladamente, no justifica, en principio, la
promoción de una demanda. Este último requisito, ya fue puesto de manifiesto por el más Alto
Tribunal en el precedente "Fernandez Raúl c/ Poder Ejecutivo Nacional" (Fallos: 322:3.008),
donde se expuso "que el costo que significaría demandar individualmente supera claramente el
beneficio que cada uno de ellos podría obtener de la sentencia dictada en la causa respectiva,
una interpretación tal equivaldría lisa y llanamente a negar la efectividad de la tutela
constitucional frente al acto manifiestamente lesivo".-
Si bien en este caso no se ha involucrado un bien colectivo, ya que estarían en
juego derechos individuales enteramente divisibles, sin embargo, habría, un hecho único que
provocaría la lesión de todos ellos y por lo tanto podría ser identificable una causa fáctica
homogénea, la cual tendría relevancia para sostener que la pretensión incoada en autos es
común a todos esos intereses, excepto en lo que concierne al daño que, individualmente, se
sufre. Y en este último aspecto, obsérvase que la reclamación de la asociación colectiva, no se
relacionaría con un daño diferenciado que cada individuo pudiera sufrir eventualmente en su
esfera, sino que se proyecta la pretensión hacia los efectos comunes del hecho generalizable a
un universo de consumidores, esto es, el monto que se sostiene supuestamente percibido
ilegítimamente por el banco demandado por los conceptos cuestionados de todos sus clientes
usuarios de tarjetas de créditos.-
Así las cosas, la intención expresada por la actora tendería a detener el hecho que
estaría provocando, según se dice, la lesión de los derechos individuales homogéneos de los
clientes de la entidad accionada. Es decir se observa, en principio, la existencia de una
pretensión activa dirigida a incidir sobre un aspecto colectivo de los efectos del hecho por el
cual se reclama, extremo que, en principio, justifica que la actora se encuentre legitimada para
accionar en el proceso (véase en igual sentido esta CNCom., esta Sala A, 02.09.10,
"Consumidores Financieros Asociación Civil para su defensa c. Banco de San Juan SA s.
ordinario"; íd., 16.09.10, "Consumidores Financieros Asoc. Civil para su defensa c. Nuevo
Banco Industrial de Azul SA s. ordinario").-
Por otro lado, y en cuanto al tercer requisito, su configuración resultaría del hecho
de que el cargo por el procesamiento del resumen no resultaría elevado. Síguese de ello que
cuanto menos en lo referente al objeto de la acción a que se ha venido aludiendo, la defensa de
falta de legitimación ha sido correctamente desestimada (conf. esta CNCom, esta Sala A,
16/8/12,” Proconsumer Asoc pr de los Cos de Merc Com del Sur c/ Banco de Galicia y Buenos
Aires SA s/ sumarisimo”).-
En consecuencia, habrá de rechazarse el recurso incoado por la demandada al
respecto. admitirse la pretensión recursiva de que aquí se trata.-
III.) Apelación interpuesta por la actora:
1. Se agravió la accionante porque la sra. Juez de grado se introdujo en el análisis y
resolución de las defensas opuestas por la demandada como previas, cuando ello está vedado
por el art. 498 CPCC. Se quejó también de que se hubiera hecho lugar a la excepción de
prescripción, aplicando el plazo trienal del art. 47 de la ley 25065 y del art. 50 LDC. Señaló que
de conformidad con los arts. 3 y 50 LDC todas las acciones judiciales emergentes del Estatuto
del Consumidor prescriben en el plazo de tres años siempre que no exista un plazo especial
determinado por ley que amplíe dicho plazo en virtud del principio in dubio pro consumidor.
Apuntó que, en consecuencia, sería de aplicación el plazo decenal contemplado para las
acciones de nulidad. Añadió, por otro lado, que dicho lapso puede verse ampliado en virtud de
nuevas infracciones y/o el inicio de actuaciones judiciales o administrativas (conf. art. 50 LDC).
Finalmente, se quejó de la imposición de costas a su cargo.
2. En primer lugar, debe señalarse que la excepción de prescripción debe oponerse
al momento de contestarse demanda, y que el art. 346 CPCC establece que se resolverá como de
previo y especial pronunciamiento sólo si la cuestión fuere de puro derecho. Ahora bien, lo
cierto es que de una lectura del planteo de dicha defensa formulada por la accionada y la
contestación efectuada por la actora surge que la cuestión no es de puro derecho, pues el
particular marco fáctico que exhibe el caso, donde han sido traídos varios hechos que deben ser
desentrañados y clarificados, justificaría su diferimiento para el momento de dictar sentencia
definitiva ya que es de esperar que en esa oportunidad el magistrado pueda contar con todos los
elementos necesarios para analizar en debida forma la materia en análisis.-
En efecto, véase que la asociación accionante pretende que se aplique al caso de
autos el plazo decenal conforme los artículos 50 y 3 de la ley de Defensa de Consumidor
(LDC), fundándose en que dicho lapso sería el más favorable para el consumidor. Invocó
también la interrupción del plazo por la comisión de nuevas infracciones.
Por su lado, la demandada invocó el plazo de dos años del art. 4030 Cód. Civil, o
en su defecto, el trienal previsto por la ley 24240 (LDC) que resulta ser el mismo contemplado
en el art. 47 de la Ley de Tarjeta de Crédito.-
Así las cosas, se observa que, las partes se hallan en desacuerdo en cuanto al
encuadramiento de la pretensión de autos en los distintos plazos legales de prescripción
previstos. En efecto, el banco recurrente invoca que en virtud de las disposiciones de la LDC,
el plazo sería el trienal, mientras que la actora alega que por esas mismas normas el plazo sería
el decenal del Código Civil, argumentando también la interrupción del plazo por la comisión de
nuevas infracciones.
Por ello, se estima que la susodicha controversia "no" es dirimible como de puro
derecho, sino que torna necesaria la comprobación de ciertos extremos de hecho que permitirán
encuadrar adecuadamente la relación establecida entre las partes y, por ende, el plazo aplicable
al caso. Ello hace que deba considerarse que no ha sido acertado el criterio de la Sra. Juez a
quo en punto al tratamiento de la excepción de prescripción en este estadio procedimental por
cuanto resultaba necesaria la comprobación de ciertas circunstancias de hecho que permitieran
encuadrar adecuadamente la relación establecida entre las partes intervinientes en el contrato de
tarjeta de crédito, razón por la cual habrá de admitirse el recurso de la parte actora con este
alcance (conf. esta CNCom, esta Sala A, 5/5/11, "Adecua c/ Banco Columbia SA s/ ordinario";
íd. íd., 4/3/10, "Consumidores Financieros Asoc Civil para su Defensa c/ Banco Macro SA s/
ordinario").-
3. Así las cosas, en relación al agravio formulado por la actora en cuanto a las
disposiciones del art. 498 CPCC, habida cuenta lo resuelto precedentemente, en cuanto se ha
diferido la excepción de prescripción opuesta por la demandada, y se ha desestimado la defensa
de falta de legitimación activa, no se advierten perjuicios actuales para dicha parte, por lo que se
desestiman las objeciones al respecto.
4. Desde tal perspectiva, repárase también en que la circunstancia de que la Sra.
Juez de Grado hubiera emitido opinión prematura en el asunto denota, en el caso,
prejuzgamiento de modo propio, en razón de que las consideraciones del a quo importaron en
realidad una valoración, aunque tangencial en algún ámbito, respecto de manifestaciones
vertidas por los sujetos involucrados, también lo fue sustancial en otro, lo que torna de
menester modificar la radicación de la causa, debido al "prejuzgamiento" en que se incurrió en
el sub lite (CPCC:17, inc.7). En concordancia con ello, la causa deberá continuar en otra sede,
encomendándose al nuevo magistrado que resulte desinsaculado su tramitación hasta el fallo
final, adoptando las medidas de menester para sustanciar y resolver, en su caso, las
incidencias que pudieran estar pendientes de debate entre las partes y el consiguiente
proveimiento de las pruebas ofrecidas, dictando en su momento la sentencia definitiva,
oportunidad en la que habrá de abordar la excepción de prescripción de que aquí se trata
(conf. esta CNCom, esta Sala A, 11/10/11, “Union de Usuarios y Consumidores c/ Banco de
Corrientes SA s/ ordinario”).-
IV.) Costas:
Visto lo resuelto precedentemente, y en función de lo dispuesto por el art. 279
CPCC, se estima que corresponde imponer las costas devengadas por las defensas analizadas en
ambas instancias en el orden causado, atento el derecho con que pudieron creerse las partes para
actuar como lo hicieron en cuestión de derecho que puede estimarse dudosa y visto las
particularidades del caso (C.P.C.C 68, párrafo segundo).
V.) Por todo lo hasta aquí expuesto, entonces, de conformidad con lo dictaminado
por la Sra. Fiscal General, esta Sala RESUELVE:
a. Rechazar el recurso de apelación interpuesto por la parte demandada y, estimar
el interpuesto por la parte actora, revocando la decisión apelada en lo que hace a la defensa de
prescripción, difiriendo su tratamiento para la oportunidad de dictarse sentencia definitiva;
b. Disponer que la causa siga tramitando por ante el juzgado que resulte sorteado
en virtud de lo expuesto en el considerando II.4, sorteo que deberá practicarse por Mesa
General de Entradas, una vez notificadas las partes de este pronunciamiento;
c. Imponer las costas devengadas de ambas instancias por las defensas de
prescripción y falta de legitimación activa, en el orden causado, por las razones indicadas en el
considerando III.)(art. 68, párrafo segundo CPCC).-
Notifíquese a la Sra. Fiscal General en su despacho, a las partes por Ujiería y
comuníquese por oficio al Juzgado Comercial N° 18 a efectos de poner en conocimiento de su
titular lo aquí decidido.-
Cumplido, remítase a la Mesa General de Entradas a efectos del sorteo pertinente.
La Señora Juez de Cámara Dra. Isabel Míguez no interviene en la presente resolución por
encontrarse en uso de licencia (art. 109 del Reglamento para la Justicia Nacional). María Elsa
Uzal, Alfredo Arturo Kölliker Frers. Ante mí: María Verónica Balbi. Es copia del original que
corre a fs. 265/270 de los autos de la materia.

María Verónica Balbi


Secretaria

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