La Farmacia Técnica y Arte

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ÁMBITO FARMACÉUTICO

HISTORIA DE LA FARMACIA

La farmacia, técnica
y arte JUAN ESTEVA DE SAGRERA
Catedrático de Historia de la Farm acia.
Facultad de Farm acia. Universidad de Barcelona.

Gran albarelo policromado, adornado con flores (s. X VIII ). Soporte de balanza de una farmacia austríaca
del siglo X VIII, muy adornada, en hierro forjado.

C
La farm acia, enem iga de la enferm edad on anterioridad a la industrialización y a las
especialidades farmacéuticas, las boticas ela-
y am iga del hom bre, es m ucho m ás que boraban de forma artesanal las fórmulas
una técnica, form a parte de la historia de magistrales. Su proceso de confección era complejo
y laborioso y las boticas tenían una capacidad de
la ciencia y del arte. Los m edicam entos, producción escasa. Se empleaba mucho tiempo en
las lám inas botánicas, la publicidad, la elaboración de las fórmulas magistrales, desde la
recolección o adquisición de los géneros medicina-
los catálogos, los instrum entos com o les hasta su despacho al público. Su precio era ele-
las balanzas, los m orteros y los vado, tanto que la mayoría de la población no
tenía acceso a la farmacia oficial y se medicaba con
m icroscopios, que ayer respondían las fórmulas de la farmacia popular y doméstica,
a un criterio funcional, hoy son pequeñas que utilizaba géneros medicinales, sobre todo
plantas, de precio reducido por encontrarse en
y a veces no tan pequeñas piezas de arte. grandes cantidades.
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CERÁM ICA hombres primitivos golpeaban entre dos piedras


La farmacia hubo de afrontar un problema funda- los alimentos que por su consistencia no podían
mental: la conservación de los simples medicinales desmenuzar con sus dientes. El mortero actúa divi-
y de las fórmulas que se preparaban con antelación diendo las sustancias por la percusión que realiza la
a la prescripción porque su consumo estaba asegu- parte móvil, llamada pistilo, mano de mortero,
rado. Por esta razón, en los botes de cerámica no machacador o majadero, sobre el fondo y las pare-
sólo se almacenaban los simples, sino también las des del recipiente. La trituración reduce a polvo los
confecciones, y muchos albarelos tienen en su ins- productos y los pone en condiciones de ser incor-
cripción el nombre de una fórmula magistral de porados a un medicamento. Aparece incluso en la
prestigio, no el de un simple medicinal. Las plan- Biblia, cuando Moisés utilizó la trituración con
tas se conservaban en cajas de madera y de allí se fines terapéuticos y obligó a los israelitas a beber el
extraían para confeccionar los compuestos, que una agua que contenía el polvo y las cenizas del becerro
vez elaborados se conservaban en los albarelos a la de oro, al que habían dedicado un culto idolátrico,
espera de la prescripción correspondiente. Como alejándose de Jehová.
las boticas atendían las recetas de un número esca-
so de facultativos, a los que conocían personalmen-
te, podían prever las fórmulas a elaborar y adelan-
tarse y confeccionarlas con anterioridad.
Los botes de cerámica fueron los recipientes idó-
neos para conservar algunos simples y las fórmulas
acreditadas por el uso. Garantizaban su conserva-
ción, evitaban que los medicamentos se alterasen y
estropeasen. Normalmente tenían una tapa para
evitar el contacto con el aire.
El albarelo, de origen árabe, es la cerámica far-
macéutica por excelencia. Tiene el centro más
estrecho que el resto de su cuerpo, para facilitar su
manejo. En ellos se almacenaron cientos de medi-
camentos. Además, embellecieron las boticas y las
convirtieron en pequeños museos. Las que se han
conservado, en su totalidad o en parte, son un ves-
tigio de una época en que la farmacia era una téc-
nica pero también un arte. Los albarelos superaron
con mucho su utilidad funcional y adornaron las
bot icas. Los bot icarios acomodados gast aban
mucho dinero en su botamen, que embellecía su
farmacia y concedía a su dueño reconocimiento y
prestigio.
La cerámica farmacéutica es hoy codiciada por los
museos y los coleccionistas, que pagan sumas con-
siderables por unas piezas que, aunque hoy parezca
imposible, no eran más que recipientes, útiles de
laboratorio, piezas con una función concreta, alma-
cenar los medicamentos y conservarlos, si bien
tenían también una clara función ornamental
cuando las piezas, además de útiles, eran bellas,
hasta el punto de ser consideradas piezas de arte.

M ORTEROS Y BALANZAS Enseña de una farmacia holandesa del siglo X VIII,


Una vez solucionados los problemas planteados por la Swan Apotheek .
la conservación de los medicamentos, había que
proceder a pesar los ingredientes de las fórmulas y
a mezclar y molturar los géneros medicinales, para
reducirlos a polvo, incorporarles un excipiente y Machacar, contusionar y triturar son las operacio-
darles forma farmacéutica. Las balanzas fueron uno nes realizadas gracias a los morteros. La primera
de los instrumentos clave de las farmacias y una de reduce a fragmentos las sustancias, gracias a los
sus piezas más decorativas y valiosas, además de golpes perpendiculares y repetidos del pistilo. Si
cumplir su función primordial, la de la pesada. con la acción repetida se logra la obtención de
También las pesas medicinales adquirieron formas fragmentos diminutos, la operación se denomina
artísticas y tienen hoy día un gran valor. contusión. La trituración se realiza haciendo girar
Los morteros son el instrumento farmacéutico el pistilo, para que comprima las sustancias contra
por excelencia. Sus orígenes son alimentarios: los las paredes y el fondo del mortero.
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El d ib ujo d e p la nta s m e d icina le s

C
óm o preparar las fórm ulas m agistrales sin la previa
identificación, recolección y conservación de las plantas
m edicinales, sin saber diferenciar entre la original y sus
adulteraciones? En ausencia de las m odernas técnicas de
reproducción, los naturalistas recogieron las plantas m edicinales, las
conservaron en herbarios y am pliaron su conocim iento con el dibujo
de lám inas botánicas en color que reproducían exactam ente el
original, a poder ser en su tam año original. La precisión de estas
lám inas perm itió que m uchos botánicos trabajasen a partir de su
m anejo, sin tener que desplazarse al lugar donde la planta se
encontraba.
Los antiguos utilizaban técnicas de reproducción memorística, que
producían unas láminas de valor dudoso, que se prestaban a
confusión, sobre todo entre especies parecidas. Los botánicos
posteriores desterraron la práctica del dibujo memorístico y exigieron a
sus dibujantes una reproducción exacta de las plantas. Este fenómeno
se produjo casi al mismo tiempo en culturas muy alejadas, como en
Europa y en China. En esta última, Li Che Chen desterró la costumbre
de la reproducción memorística. Fue un avance semejante al realizado
por Vesalio en el Renacimiento, cuando arrinconó la anatomía de los
galenistas y la reemplazó por el dibujo preciso y lo más exacto posible
de las diferentes partes de la anatomía humana. Fue el inicio de la
anatomía objetiva, como los herbarios de los naturalistas fueron el
principio de la botánica objetiva, que renunció a adornar la realidad
con atributos imaginarios, muchas veces fantásticos.
Lam ark, Linneo, M utis, Ruiz y Pavón, Hum boldt fueron naturalistas
que contrataron dibujantes y grabadores que eran verdaderos
Ilustraciones de El Libro de los medicamentos artistas, m uchos de ellos especialistas en el dibujo de plantas, por
simples, de Mateo Plateario. Biblioteca Nacional lo que les fue m uy fácil realizar el trabajo que les solicitaban los
de Rusia. San Petersburgo. naturalistas. Las lám inas de los dibujantes de los grandes
naturalistas son verdaderas obras de arte y com o tales se
consideran, aunque fueron tam bién aquello para lo que fueron
realizadas: trabajos técnicos, obras de utilidad para el naturalista.
Tam bién son de gran belleza las lám inas de los herbarios o
tratados de sim ples m edicinales de épocas anteriores a la
exigencia de precisión y exactitud. La m ayor libertad con que
trabajaban esos dibujantes les perm itía una com posición pictórica
a veces m ás espectacular y artística, aunque al precio de una
m enor exactitud. Hay m odelos interm edios en los que la precisión
existe, pero no hubiera satisfecho las exigencias de los grandes
naturalistas europeos del siglo XVIII.
Un ejem plo de esa reproducción interm edia, en parte precisa
pero todavía intuitiva, es el Libro de los m edicam entos sim ples,
conservado en la Biblioteca Nacional de Rusia, en San
Petersburgo. Es un códice singular, por la belleza de sus
ilustraciones y por sus conocim ientos sobre las sustancias de los
tres reinos de la naturaleza que sirven para curar o aliviar las
enferm edades. El códice fue realizado en Francia a finales del siglo
xv para el conde Carlos de Angulem a y su esposa Luisa de
Savoya. Tiene un texto de 220 páginas dividido en cinco partes:
hierbas y flores, árboles y sus gom as y resinas, m etales y
m inerales, productos anim ales y otras m aterias. Incluye un atlas
de 116 páginas con 386 figuras, que se atribuyen a Robinet
Testard, que añadió a las ilustraciones m edievales, en exceso
esquem áticas y alejadas de la realidad, otras m ás realistas que
anticipan el trabajo realizado por los dibujantes al servicio de los
grandes naturalistas posteriores. ■

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En el mortero se realiza la fase de pulverización más conservadores, quisieron mantener el sistema
previa a la elaboración de las pomadas y los tradicional y se opusieron a la difusión de los espe-
ungüentos. También sirve para la extracción de los cíficos. Querían volver a la época, que idealizaron,
principios activos y para homogeneizar los compo- de los gremios colegiales y las fórmulas magistra-
nentes de las fórmulas magistrales. les. El suyo fue un proyecto restaurador y se agru-
Los egipcios utilizaban los morteros para pulve- paron en torno a El Restaurador Farmacéutico. Para
rizar drogas, pinturas y cosméticos. Tenían la los más intransigentes, los farmacéuticos partida-
forma de un embudo ancho de forma cónica trun- rios de la industrialización eran traidores que con-
cada, con el pistilo muy largo. Los pueblos primi- tribuían al desprestigio y a la ruina de la profesión.
tivos utilizan todavía morteros semejantes (p. ej., El tiempo limó asperezas entre unos y otros, y al
para triturar el arroz). Algunas piezas egipcias esta- final las especialidades terminaron imponiéndose:
ban realizadas en bronce y revestidas interiormente se fabricaban en mayor cantidad y eran más baratas
de plata para evitar las alteraciones producidas por que las fórmulas magistrales; además, los laborato-
las partículas de bronce al entrar en contacto con rios disponían de recursos financieros para investi-
las sustancias medicinales. gar y poner en el mercado medicamentos que esta-
Los etruscos utilizaron unos morteros apoyados ban vedados a las farmacias, más modestas econó-
en trípodes, con los que trituraban el grano con micamente.
unas moletas de asas. Su forma influyó en la tipolo-
gía del mortero romano. En Roma, los encargados
de la pulverización de las drogas eran los farmaco-
tribas o farmacotritas, que solían emplear grandes
morteros. Se conservan farmacias romanas con Mortero italiano de bronce con asas oblicuas, adornado
armarios, cajas, balanzas y morteros, en los que con motivos florales y seis querubines (s. X VII).
preparaban medicamentos y perfumes, muy apre-
ciados por la sociedad romana.

Las láminas de los dibujantes


de los grandes naturalistas
son verdaderas obras de arte
y como tales se consideran

Los morteros se han reproducido en manuscritos,


libros impresos, dibujos y cuadros. Han ilustrado
recetarios, farmacopeas y demás tratados del arte
farmacéutico. Los santos patrones de la medicina,
san Cosme y san Damián, aparecen muchas veces
junto a morteros para poner de manifiesto su rela-
ción con los medicamentos. Velázquez, Brueghel el
Viejo, Tèniers, Van Ostade, Murillo y Abram Bossé
los han inmortalizado en sus cuadros. Las balanzas y
los morteros, como la cerámica farmacéutica, perte-
necen a la técnica, pero también al arte.

CATÁLOGOS
La industrialización de la farmacia convirtió a las
boticas en centros de dispensación y a los laborato-
rios en productores de los medicamentos, despla-
zando en esta función a las oficinas de farmacia.
Los específicos se introdujeron por muchos cami-
nos, procedentes en su mayoría del extranj ero,
donde la industrialización estaba más avanzada: Los drogueros desempeñaron un importante
Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. papel en la farmacia hasta su desaparición a media-
También las zonas españolas más industrializadas, dos del siglo xx. Son los antecedentes de la distri-
como Cataluña, Madrid, Asturias y el País Vasco, bución farmacéutica: vendían a las farmacias las
se incorporaron a la fabricación de medicamentos sustancias que necesitaban para la confección de
industriales, elaborados por los laboratorios, en sus fórmulas y, cuando la farmacia se industrializó,
ocasiones anejos a las oficinas de farmacia. disponían de los específicos que las farmacias dis-
Muchos farmacéuticos, como Fernández Izquier- pensaban a sus pacientes. Además de seguir sumi-
do, estuvieron a favor de la industrialización de la nistrando las sustancias medicinales, sirvieron de
farmacia, fabricaron específicos y los anunciaron en eslabón intermedio entre la industria y las farma-
la prensa y los vendieron en sus farmacias. Otros, cias, y distribuyeron a éstas los medicamentos
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Los catálogos de las antiguas


droguerías suministran
mucha información sobre
los medicamentos que vendían
a las farmacias

fabricados por la industria. Algunas de estas dro-


guerías se industrializaron y se convirtieron en
laboratorios farmacéuticos. La industria farmacéu-
tica procede del extranjero o tiene su origen en far-
macias y droguerías, que acometieron el desafío de
la industrialización. Las farmacias que no se indus-
trializaron pasaron a desempeñar funciones de dis-
pensación y consejo farmacéutico. Las droguerías
que no se convirtieron en industrias siguieron sur-

Bote octogonal de porcelana policromada, con cuatro


columnas y dos palmeras, que contenía extracto de
genciana. París, siglo X IX .

tiendo de medicamentos a las farmacias y durante


ciertos períodos pudieron vender al público los
medicamentos sin receta. Finalmente desaparecie-
ron del escenario farmacéutico, sustituidos por los
almacenes de distribución, formados muchos de
ellos por los propios farmacéuticos, que así abara-
tan el coste de la adquisición de los medicamentos.
Los catálogos de las antiguas droguerías suministran
mucha información sobre los medicamentos que ven-
dían a las farmacias, sobre las exclusivas y la publici-
dad, así como sobre el precio de los medicamentos.
Esos catálogos, de apariencia humildísima, son
hoy piezas valiosas para el historiador de la profe-
sión, pero también son piezas buscadas por colec-
cionistas y bibliófilos. No alcanzan la belleza ni el
precio de la cerámica farmacéutica, de los morteros
Bote francés de porcelana policromado con influencias y de las balanzas, pero forman parte de la pequeña
griegas y egipcias: dos serpientes, cabeza de Medusa, historia de la profesión y su contribución al arte y
dos cariátides y dos esfinges (s. X IX ). al coleccionismo no es desdeñable. ■
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