La Farmacia Técnica y Arte
La Farmacia Técnica y Arte
La Farmacia Técnica y Arte
HISTORIA DE LA FARMACIA
La farmacia, técnica
y arte JUAN ESTEVA DE SAGRERA
Catedrático de Historia de la Farm acia.
Facultad de Farm acia. Universidad de Barcelona.
Gran albarelo policromado, adornado con flores (s. X VIII ). Soporte de balanza de una farmacia austríaca
del siglo X VIII, muy adornada, en hierro forjado.
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La farm acia, enem iga de la enferm edad on anterioridad a la industrialización y a las
especialidades farmacéuticas, las boticas ela-
y am iga del hom bre, es m ucho m ás que boraban de forma artesanal las fórmulas
una técnica, form a parte de la historia de magistrales. Su proceso de confección era complejo
y laborioso y las boticas tenían una capacidad de
la ciencia y del arte. Los m edicam entos, producción escasa. Se empleaba mucho tiempo en
las lám inas botánicas, la publicidad, la elaboración de las fórmulas magistrales, desde la
recolección o adquisición de los géneros medicina-
los catálogos, los instrum entos com o les hasta su despacho al público. Su precio era ele-
las balanzas, los m orteros y los vado, tanto que la mayoría de la población no
tenía acceso a la farmacia oficial y se medicaba con
m icroscopios, que ayer respondían las fórmulas de la farmacia popular y doméstica,
a un criterio funcional, hoy son pequeñas que utilizaba géneros medicinales, sobre todo
plantas, de precio reducido por encontrarse en
y a veces no tan pequeñas piezas de arte. grandes cantidades.
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óm o preparar las fórm ulas m agistrales sin la previa
identificación, recolección y conservación de las plantas
m edicinales, sin saber diferenciar entre la original y sus
adulteraciones? En ausencia de las m odernas técnicas de
reproducción, los naturalistas recogieron las plantas m edicinales, las
conservaron en herbarios y am pliaron su conocim iento con el dibujo
de lám inas botánicas en color que reproducían exactam ente el
original, a poder ser en su tam año original. La precisión de estas
lám inas perm itió que m uchos botánicos trabajasen a partir de su
m anejo, sin tener que desplazarse al lugar donde la planta se
encontraba.
Los antiguos utilizaban técnicas de reproducción memorística, que
producían unas láminas de valor dudoso, que se prestaban a
confusión, sobre todo entre especies parecidas. Los botánicos
posteriores desterraron la práctica del dibujo memorístico y exigieron a
sus dibujantes una reproducción exacta de las plantas. Este fenómeno
se produjo casi al mismo tiempo en culturas muy alejadas, como en
Europa y en China. En esta última, Li Che Chen desterró la costumbre
de la reproducción memorística. Fue un avance semejante al realizado
por Vesalio en el Renacimiento, cuando arrinconó la anatomía de los
galenistas y la reemplazó por el dibujo preciso y lo más exacto posible
de las diferentes partes de la anatomía humana. Fue el inicio de la
anatomía objetiva, como los herbarios de los naturalistas fueron el
principio de la botánica objetiva, que renunció a adornar la realidad
con atributos imaginarios, muchas veces fantásticos.
Lam ark, Linneo, M utis, Ruiz y Pavón, Hum boldt fueron naturalistas
que contrataron dibujantes y grabadores que eran verdaderos
Ilustraciones de El Libro de los medicamentos artistas, m uchos de ellos especialistas en el dibujo de plantas, por
simples, de Mateo Plateario. Biblioteca Nacional lo que les fue m uy fácil realizar el trabajo que les solicitaban los
de Rusia. San Petersburgo. naturalistas. Las lám inas de los dibujantes de los grandes
naturalistas son verdaderas obras de arte y com o tales se
consideran, aunque fueron tam bién aquello para lo que fueron
realizadas: trabajos técnicos, obras de utilidad para el naturalista.
Tam bién son de gran belleza las lám inas de los herbarios o
tratados de sim ples m edicinales de épocas anteriores a la
exigencia de precisión y exactitud. La m ayor libertad con que
trabajaban esos dibujantes les perm itía una com posición pictórica
a veces m ás espectacular y artística, aunque al precio de una
m enor exactitud. Hay m odelos interm edios en los que la precisión
existe, pero no hubiera satisfecho las exigencias de los grandes
naturalistas europeos del siglo XVIII.
Un ejem plo de esa reproducción interm edia, en parte precisa
pero todavía intuitiva, es el Libro de los m edicam entos sim ples,
conservado en la Biblioteca Nacional de Rusia, en San
Petersburgo. Es un códice singular, por la belleza de sus
ilustraciones y por sus conocim ientos sobre las sustancias de los
tres reinos de la naturaleza que sirven para curar o aliviar las
enferm edades. El códice fue realizado en Francia a finales del siglo
xv para el conde Carlos de Angulem a y su esposa Luisa de
Savoya. Tiene un texto de 220 páginas dividido en cinco partes:
hierbas y flores, árboles y sus gom as y resinas, m etales y
m inerales, productos anim ales y otras m aterias. Incluye un atlas
de 116 páginas con 386 figuras, que se atribuyen a Robinet
Testard, que añadió a las ilustraciones m edievales, en exceso
esquem áticas y alejadas de la realidad, otras m ás realistas que
anticipan el trabajo realizado por los dibujantes al servicio de los
grandes naturalistas posteriores. ■
CATÁLOGOS
La industrialización de la farmacia convirtió a las
boticas en centros de dispensación y a los laborato-
rios en productores de los medicamentos, despla-
zando en esta función a las oficinas de farmacia.
Los específicos se introdujeron por muchos cami-
nos, procedentes en su mayoría del extranj ero,
donde la industrialización estaba más avanzada: Los drogueros desempeñaron un importante
Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. papel en la farmacia hasta su desaparición a media-
También las zonas españolas más industrializadas, dos del siglo xx. Son los antecedentes de la distri-
como Cataluña, Madrid, Asturias y el País Vasco, bución farmacéutica: vendían a las farmacias las
se incorporaron a la fabricación de medicamentos sustancias que necesitaban para la confección de
industriales, elaborados por los laboratorios, en sus fórmulas y, cuando la farmacia se industrializó,
ocasiones anejos a las oficinas de farmacia. disponían de los específicos que las farmacias dis-
Muchos farmacéuticos, como Fernández Izquier- pensaban a sus pacientes. Además de seguir sumi-
do, estuvieron a favor de la industrialización de la nistrando las sustancias medicinales, sirvieron de
farmacia, fabricaron específicos y los anunciaron en eslabón intermedio entre la industria y las farma-
la prensa y los vendieron en sus farmacias. Otros, cias, y distribuyeron a éstas los medicamentos
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