La Madre - Sara Joffré
La Madre - Sara Joffré
La Madre - Sara Joffré
¿Quién habrá sido el hijo de puta que lo ha traído a ver el show? El gran
show de Casandra, la Arrebatadora!
Pequeña pausa. Ella pasea sus ojos miopes por la platea. De pronto, con
desesperación, se dirige al seguidor de luz que la ciega y grita.
¡Oye idiota, apaga esa maldita luz que no puedo ver nada, entiendes!?
¡Hoy me toca mirar a mí hacia la platea!
Busca afanosamente en una carterita dorada que lleva colgada. Saca unos
impertinentes imitación oro, con los cuales hurga desesperadamente entre
el público. Se apaga el seguidor.
¡Qué pasa, imbéciles? ¿No han conocido nunca al hijo de un travesti? Qué
pobres ridículos enfermos de prejuicios que son! (Las cornetas
rechiflan) ¡No crean que me van a amilanar con su grosería a mí, a mí,
que ya me las he corrido todas (Con sobresalto) ¡Ay, corrido, ahora me
acuerdo, se me habían corrido las medias, qué idiota, casi salgo a escena
sin fijarme y pensar que tengo que levantar las piernas así y asá...
Hace el juego de exhibir sus piernas. Efectivamente, sus medias están en
un estado deplorable.
¡Y claro! ¿De dónde voy a sacar para comprarme medias todos los días? Ah,
porque claro, ustedes no saben cómo es este show.
Sí, tengo que tener mucho cuidado, porque el administrador ese, gran
estúpido, ese malagradecido... al que, saben? yo traje aquí, él era un
actorcete de última, pero claro buen mozo, y uno tiene su corazón (Se
toca) Así. No. ¡¡¡Assssí! de grande y lo traje, lo traje, mal de mis
culpas Virgencita de la Puerta adorada, cómo pudiste dejarme caer en tal
tentación. Lo traje, le prestaba mi camerino, este cuchitril no, el más
grande, el más lindo, el que me daban cuando era la gran estrella del
show. (Pausa asustada) Bueno... no es que ya no lo sea, sino que claro,
el tiempo pasa y fíjense, yo no me resiento. Mírenme. Acaso tengo cara de
amargada, acaso me he llenado de arrugas, acaso las comisuras de mis
labios están caídas? Miren.
... casi nunca tienen más de veinte años, escriben poemas que aún nadie
conoce, tienen la mirada brillante y el cuerpo irradia un calorcito
renovador... a menudo no huelen demasiado bien porque han recorrido sus
caminos a pie, tampoco llevan las uñas impecables, pero a cambio de ello
tienen una sonrisa velada amparada por un proyecto de bigote que a veces
es un zarcillo marrón, o un zarcillo negro que apenas se aventura en el
labio superior... están llenos de sudor en las manos cuando las entregan
para pedir una firma en la foto arrugada en donde figuro con ese
personaje que fue tan querido y que es en realidad quien hace renacer las
nostalgias de esas épocas de paladines, de aventureros que lo daban todo
por una consigna equivocada pero cierta...
Saca una boquilla larga del pecho y hace como que pide fuego. Suelta una
carcajada coqueta.
Toma una actitud muy grosera y abre las piernas como una vedette barata.
¡Fuck me darling!
Del escote saca unos lentecillos como los de John Lennon. La música sube.
Ella se los pone y grita con dulzura.
¡Imagine!
¡Ja, ja, que viva, que viva la torre de Pizza que pende, que pende, que
siempre está piú!
¡Vieron, yo tengo una suerte! ¡Ya sabia, yo siempre he tenido una gran
suerte (Se limpia un ojo) ¡Justo hoy día se fregó el show! Ah, pero ahora
sí puedo meterme la borrachera de mi vida. Estoy casi segura que quien se
encargó de traer al muchacho a que me viera, ha sido el maldito que les
contaba, el que traje de partiquino y ahora se ha hecho Administrador. Es
que para el teatro no sirvió nunca, para el teatro hay que tener corazón,
garra, aguante, nada de mezquinos, nada de idiotas, esos para
administradores. (Se ríe fuerte) Y seguro que dijo: "Cuando se entere que
el hijo ha venido a verla, esta vieja de mierda no va a salir y voy a
tener el motivo para mandarla a la calle". Claro, por eso me vinieron con
el chisme, de lo contrario, si él no daba la orden, nadie se habría
enterado, ja, ja. ¡No me conoce, no me conoce! Claro, yo hubiera
preferido que el chico no se hubiese dejado convencer, pero a quién no le
va a picar la curiosidad. Que se le acerque un tipo maldito y le diga...
o a lo mejor que te hagan una llamada telefónica... Sí, así debió haber
sido...
¡Aló... Sí, soy yo, Enrique Méndez... Sí, sé que soy hijo de una
actriz... Aquí? En esta ciudad?... Podría ser... (Se oye el click al
colgar el teléfono) Todos somos curiosos. Se lo dejé a su papá. ¿Para qué
iba a discutir con él? Para decir la verdad, no lo hubiera podido ni
mantener. ¿Mandarlo al colegio? ¡Imagínense! Sí, hice lo mejor, pero
nunca me cambié de nombre, ni seudónimos ni tapujos, yo soy la que soy, y
si me quieren muy bien y si no... Para ser franca, estoy muy contenta de
no haber tenido que salir... me hubiera gustado algo diferente.
Porque (Se acerca al público como para contar un secreto) además de decir
unas cuantas porquerías, ¿saben donde está la gracia de mi show? (Ríe
fuerte) Pues que, como a los señores y las señoras decentes cuando van a
divertirse les gustan las cosas raras... (Piensa y duda) y como uno ya no
tiene mucho que ofrecer, me anuncian como travesti, pero yo no soy
travesti. Claro que no, yo se los puedo enseñar ahorita mismo, pero no,
hasta ahí no llego, ya les dije que con las vulgaridades... Bueno, cuando
no me las exigen como condición para comer, claro está... Así pues que
los travesti ahora cobran más que nosotras, porque claro, un travesti
jala más que una vieja... Bueno, ustedes me comprenden... ¿La función?
¡Ay, creo que ya se fueron todos, bueno señores, tendré que irme
también... y miren, no es que reniegue de lo que estoy haciendo ahora,
pero el show no es precisamente la gloria del show, hay que hacer unas
cuantas obscenidades, y si eso que me piden que diga y haga en el
escenario es actuar. (Ríe triste, cansada) Hacer y decir tantas
groserías... parece imposible que a alguien le guste venir a ver eso,
pero se ríen, siguen el diálogo como si estuviera diciéndoles la doña
Inés del Don Juan que yo la hacía divina...
En Doña Inés, toma la actitud y se levanta la falda haciendo con ella una
manta sobre su cabeza. Se oyen campanas, música de funeral y salmodias.
Apagón. Fin.