Habitos Saludables en La Prevención Del Alzheimer

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La importancia

de los hábitos de
vida saludables
en la prevención
del alzheimer
En esta guía te explicamos cómo incorporar en tu día a
día hábitos de vida que favorecen la salud de tu cerebro.
Índice

Factores de riesgo modificables y no modificables p.3

¿Qué podemos hacer para reducir los factores de riesgo? p.5

El ejercicio físico p.7

La actividad mental y la reserva cognitiva p.10

La dieta mediterránea p.13

Las relaciones sociales p.16

La información contenida en este blog es meramente informativa y no sustituye, en


ningún caso, el consejo médico o profesional especializado e individualizado. Cual-
quier duda particular sobre las actuaciones más idóneas a emprender en cada caso
debe ser consultada con el profesional sanitario de referencia.

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Factores
de riesgo
modificables y
no modificables
La enfermedad de Alzheimer es una larga enfermedad cerebral
producida por cambios patológicos que van alterando el
funcionamiento de las neuronas. Las primeras lesiones que
evidencian síntomas, típicamente, se inician en una región del
cerebro denominada hipocampo, cuyo correcto funcionamiento
es crucial para la formación de nuevas memorias y el aprendizaje.
Desde ahí se extienden progresivamente a otras regiones del
cerebro.
La investigación ha descubierto
que estos daños podrían haberse
iniciado hasta 15 o 20 años antes
de la aparición de los primeros
síntomas. Esta etapa silenciosa
se conoce como fase preclínica.
Esta constatación ha llevado a
entender el Alzheimer como una
enfermedad cerebral con una
larga etapa sin síntomas, seguida
por un progresivo deterioro
cognitivo que, finalmente,
desemboca en una demencia.

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Se desconoce la causa que la origina pero cada vez es mayor
la evidencia de que no exista una única razón, sino una
combinación de varios factores de riesgo. De estos, algunos
serían modificables y otros no.
• Entre los factores de riesgo no modificables se encuentran
la edad, aunque esto no quiere decir que el Alzheimer sea
una consecuencia inevitable de envejecer, y la genética, que
influye en el riesgo de padecer la enfermedad, pero que no es
determinante para su desarrollo en el 99% de los casos.
• Por otro lado, existen otros factores de riesgo que sí que
son modificables, por lo que está en nuestra mano poderlos
cambiar. Entre ellos se incluyen los factores de riesgo
cardiovascular (hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia,
tabaquismo, obesidad…) y aspectos relacionados con el estilo
de vida (nutrición, actividad física, cognitiva y social).
Recientemente, la Organización Mundial de la Salud publicó
unas recomendaciones, vinculadas al estilo de vida y basadas en
evidencias científicas, para reducir el riesgo de padecer deterioro
cognitivo y demencia. En ellas se incluyen hábitos saludables
tales como practicar ejercicio físico, no fumar, evitar el sobrepeso,
llevar una dieta equilibrada y controlar los factores de riesgo
cardiovascular, entre otros.

Cada vez es mayor la evidencia


de que el origen del Alzheimer
se debe a una combinación de
varios factores de riesgo, algunos
modificables y otros no.

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¿Qué podemos
hacer para reducir
los factores de
riesgo?
Múltiples estudios relacionan la salud cardiovascular con la salud
cerebral por lo que cobra especial relevancia aquello de que lo
que es bueno para el corazón, también es bueno para el cerebro.
Aunque actualmente no existe ninguna fórmula que garantice que
se evitará el desarrollo del Alzheimer, cuidar nuestro corazón y
adoptar hábitos de vida saludables nos puede ayudar a controlar
los factores de riesgo y disminuir las probabilidades de padecerla
o retrasar su aparición.
Modificando nuestros hábitos de vida hacia otros más
saludables, estaremos incidiendo tanto en nuestra salud
cardiovascular como en la cerebral. Está pues en nuestras manos
actuar para reducir la probabilidad de que se manifiesten los
síntomas de la enfermedad de Alzheimer.
¿Cómo podemos hacerlo? Sabemos que hay ciertas prácticas que
pueden ayudarnos a mantener sano nuestro cerebro:

• Controlar los factores de riesgo cardiovascular. Los


factores de riesgo cardiovascular hacen referencia a ciertas
condiciones médicas, como la hipertensión arterial, la
diabetes, el colesterol, el tabaquismo o la obesidad. El control
de estos factores tiene que ver, además de con el seguimiento
médico, con el estilo de vida. Así, el sedentarismo o una
dieta poco saludable repercutirán en la salud cardiovascular
y, secundariamente, en la salud cerebral, por aquello cada
vez más evidente de que lo que es bueno para el corazón, es
bueno para el cerebro. Además, tanto la nutrición como el
ejercicio físico, aportarán unos beneficios directos a la salud
cerebral, pudiendo actuar sobre mecanismos inflamatorios lo
primero, o promoviendo la formación de nuevas neuronas y
reduciendo el daño neurovascular, lo segundo.

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• Cambiar nuestros hábitos. Es importante dejar a un lado los
excesos, no fumar, mantener un peso saludable, procurar un
sueño reparador y evitar el estrés crónico.

• Incorporar la actividad
física a nuestra vida cotidiana.
Además de los beneficios de
practicar cualquier deporte
adaptado a nuestros gustos y
posibilidades, hay otras opciones
para incorporar la actividad física
en nuestra vida cotidiana. Salir a
pasear, hacer las tareas de casa
o jugar con los niños también
cuentan como minutos de
ejercicio diario.

• Adoptar una dieta


saludable y equilibrada. La
dieta mediterránea es muy
recomendable, porque es un
modelo de nutrición saludable
y rico, que asegura el aporte
de nutrientes necesario y
equilibrado, además de ser adaptable a las distintas
Adoptar hábitos condiciones médicas que ponen en jaque a la salud
cardiovascular.
de vida saludable
• Mantener la actividad cognitiva. Hay otros hábitos de
incidirá tanto vida que, aunque no inciden directamente en la salud
en la salud cardiovascular, pueden potenciar la resistencia de nuestras
neuronas a las alteraciones patológicas. Así, es clave
cardiovascular mantener activo nuestro cerebro y trabajar nuestra reserva
cognitiva, por ejemplo, con retos mentales, que nos supongan
como cerebral, un cierto esfuerzo, y con nuevos aprendizajes.
reduciendo • Cuidar nuestras relaciones sociales. La actividad social nutre
el riesgo de la actividad cognitiva y puede alejarnos de algunas patologías
mentales perjudiciales para la salud del cerebro.
desarrollar Siguiendo todos estos consejos, seremos capaces de fortalecer
enfermedades nuestra salud y reducir el riesgo de padecer Alzheimer. A partir de
datos de investigación se estima que, controlando los factores de
como el riesgo modificables, se podrían evitar uno de cada tres casos.
Alzheimer.

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El ejercicio físico

Mens sana in corpore sano es una expresión de un poeta romano,


llamado Juvenal, que vivió en el siglo II AC. Aunque ha llovido
mucho desde entonces, no ha sido hasta hace relativamente poco
tiempo que la ciencia le está dando la razón. Hoy en día todos
sabemos y aceptamos que la práctica regular de deporte puede
prevenir enfermedades cardiovasculares. Pero, ¿es cierto que la
práctica de deporte también nos ayuda a frenar el Alzheimer?

El ejercicio físico tiene un efecto preventivo en el desarrollo


de muchas enfermedades, especialmente las cardiovasculares.
Así que esta es una de las principales prácticas a incorporar si
queremos llevar un estilo de vida saludable. En las alteraciones
cerebrales que se producen con la enfermedad de Alzheimer, hay
un claro componente vascular, es decir, de la adecuada irrigación
sanguínea. Esto nos indica que la salud cardiovascular tiene una
repercusión directa en la salud cerebral.

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Por todo ello, el deporte, o cualquier actividad física, como
caminar o bailar y, especialmente si se realiza en grupo, es
recomendable para controlar el riesgo de padecer Alzheimer. Los
expertos coinciden en que practicar un deporte puede ayudarnos
a ganar fuerza, agilidad, flexibilidad y resistencia cardiovascular.
Esto último nos ayuda a mantener alejadas enfermedades como
la hipertensión, la diabetes, la hipercolestorlemia y la obesidad.

Otro de los beneficios del ejercicio físico


Muchas de nuestras es que es una magnífica oportunidad para
relacionarse con otras personas, lo que
actividades cotidianas suman nos aportará también los beneficios de la
minutos de actividad física. socialización.

Nunca es tarde para empezar e incorporar


en nuestras rutinas diarias espacio para la actividad física, sin
necesidad de que suponga un gran esfuerzo. Cualquier actividad
física que nos resulte atractiva y se ajuste a nuestras condiciones
personales y médicas, nos reportará beneficios.

Antes de comenzar con cualquier tipo de actividad, es


recomendable tener en cuenta lo siguiente:

• Elegir una actividad que nos motive. Es importante que nos


decidamos por algo que nos resulte agradable. Si nos exigimos
practicar un deporte que no nos gusta, lo más probable es
que dejemos de hacerlo al cabo de poco tiempo.

• Empezar de manera progresiva. Hay que iniciar poco a poco


las rutinas deportivas y, si tenemos dudas sobre nuestras
capacidades, consultar siempre a un experto. Ante cualquier
dolencia, un largo periodo de poca o ninguna actividad física,
o por cuestión de edad, se debe consultar con el médico de
familia antes de ponerse a practicar la actividad y seguir sus
consejos.

• Adaptar el ejercicio a nuestras necesidades. Para que los


beneficios del ejercicio físico sean verdaderamente positivos,
será imprescindible adaptarlo, no solo a nuestras capacidades
físicas, sino también a nuestra disponibilidad.

• Usar la ropa y el calzado adecuados. Si acudimos a una clase


de gimnasia o de yoga, lo más probable es que el responsable
de la actividad ya nos aporte información sobre el tipo de
ropa y calzado más adecuados. No obstante, y por lo general,
lo más recomendable es usar ropa y calzado deportivos
cómodos.

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• Hidratarse. Es importante beber agua durante la realización
de la actividad física para mantener la hidratación corporal.
No hay que esperar a tener sed. Lo ideal es beber pequeñas
cantidades frecuentemente.

• Protegernos del sol y evitar las horas de más calor. Si vamos a


practicar una actividad al aire libre, es importante protegerse
del sol y, si es en verano, evitar las horas de más calor.

Cabe la posibilidad de que no nos apetezca apuntarnos a


un gimnasio, salir a correr o practicar natación. O que no
dispongamos de tiempo para ello. Hay que tener en cuenta, eso
sí, que hacer algo es siempre mejor que no hacer nada, y explorar
las posibilidades que nuestro
Los expertos recomiendan dedi- día a día nos puede ofrecer
para llevar un estilo de vida
car al menos dos horas y media activo.

semanales a la realización de Muchas de nuestras


actividades cotidianas suman
una actividad física moderada. minutos de actividad física,
como las tareas del hogar, jugar
con los niños, desplazarse en bicicleta… Es bueno tenerlas en
cuenta y potenciarlas para aumentar nuestro nivel de actividad
física. Salir a caminar, por ejemplo, es una actividad sencilla y
económica, pero que puede resultar muy agradable y beneficiosa.
Además, podemos aprovechar los desplazamientos diarios para
incorporarla en nuestra rutina, por ejemplo, bajando alguna
parada antes del medio de transporte que utilicemos, o subir por
las escaleras en lugar de usar el ascensor.

Generalmente, los expertos recomiendan dedicar al menos


dos horas y media semanales a la realización de una actividad
física moderada, como caminar a buen ritmo, actividades de
jardinería, ejercicios aeróbicos en el agua, o bailar, o una hora y
cuarto semanal si es más intensa, como por ejemplo correr, subir
escaleras o nadar.

Ante cualquier patología o a partir de una edad determinada es


muy importante pedir orientación, tanto al médico de familia,
que conoce nuestro estado de salud global, como a profesionales
del deporte o fisioterapeutas. Es muy recomendable estar bien
asesorado y contar con un plan personalizado, que nos permita
adaptar la actividad física a nuestra condición y necesidades.

9
La actividad
mental y la
reserva cognitiva

Una de las principales claves para favorecer la resistencia cerebral


a posibles patologías y al propio envejecimiento es, sin duda,
mantenernos cognitivamente activos a lo largo de toda la vida.
El cerebro, como todos los órganos del cuerpo, también acusa el
paso de los años y el envejecimiento repercute en las neuronas.
Una alta reserva cognitiva puede ser un buen aliado para
contrarrestar su efecto.

La acumulación de la experiencia y la
estimulación de las capacidades mentales
Existen prácticas muy a lo largo de la vida se reflejan en lo que
recomendables para mantener se llama ‘reserva cognitiva’. Es como un
capital mental que, cuanto mayor sea, más
activo el cerebro y favorecer la ayudará a compensar los efectos, tanto
del envejecimiento como de alteraciones
reserva cognitiva cerebrales como las causadas por el Alzheimer,
en nuestras capacidades cognitivas.

Así pues, no podemos decir que la reserva cognitiva actúe


como un antídoto para prevenir enfermedades cerebrales ni
que evite el envejecimiento neuronal, pero sí que es un factor
que contribuye a retrasar el posible deterioro cognitivo,
promoviendo una red neuronal más resistente.

No existe ninguna actividad concreta ni ejercicios específicamente


recomendados para evitar o reducir el riesgo de sufrir demencia,
pero sí una serie de prácticas muy recomendables para
mantener activo el cerebro y favorecer la reserva cognitiva.
En general, debemos procurar abrirnos a actividades que sean
nuevas para nosotros o plantearnos pequeños retos diarios que
nos obliguen a realizar cierto esfuerzo mental.

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Es aconsejable seleccionar actividades que nos resulten atractivas
y evitar aquellas que no despierten nuestro interés o que nos
parezcan aburridas. Si disfrutamos con ellas, les dedicaremos
tiempo y será menos probable que las acabemos abandonando.
Hemos de intentar que sean variadas, así estimularemos
diferentes capacidades cognitivas. Hay que tener presente que
el cerebro y las funciones cognitivas funcionan en red y, por eso,
para mejorar en una función determinada, hay que trabajarlas
todas en conjunto. Por ejemplo, para mejorar la memoria,
también hay que estimular la atención o las capacidades
perceptivas.

La estimulación cognitiva óptima es la que integra la práctica


de distintas capacidades. Es decir, es importante alternar varias
formas de estimulación y combinar juegos y ejercicios que
requieran la participación de habilidades mentales diferentes.

En general, cualquier actividad


que nos motive y suponga un
reto para nuestra mente, será
enriquecedora a nivel cognitivo,
desde la lectura, a aprender
un nuevo idioma o una nueva
habilidad. Si nos resultan
atractivos, en los juegos de mesa
y en los pasatiempos podemos
encontrar entretenidas formas de
estimulación cognitiva.

Estas cinco actividades diarias son


excelentes combustibles para la
reserva cognitiva:

• Leer. Es una de las


actividades más reconocidas para
favorecer la estimulación cognitiva. Además de aportarnos
conocimientos, la lectura es una actividad estupenda para
favorecer la concentración, ejercitar la memoria y alimentar la
imaginación. No dudes en dar un paseo hasta la biblioteca o
librería más cercana o explorar títulos en formato electrónico.

• Jugar. Aparte de ser una excusa perfecta para disfrutar


con familia y amigos, los juegos de mesa son una buena
herramienta para entrenar distintas habilidades cognitivas.
Así, en función de las características del juego, se estimulará
el cálculo, la memoria reciente, la lógica, la capacidad de
planificación, el vocabulario o la creatividad, entre otras

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capacidades. Los juegos clásicos, como el ajedrez y las
damas, por ejemplo siguen siendo muy populares y perfectos
para mejorar la concentración y favorecer la capacidad de
planificación y de toma de decisiones. El dominó, otro de
los juegos clásicos más populares, además, es la excusa
perfecta para socializar, además de estimular la atención y la
concentración. Este popular juego implica particularmente a
la memoria a corto plazo, la percepción visual y el cálculo.

• Aprender. Como bien dice el refranero, el saber no ocupa


lugar. Aprender cosas nuevas a la edad que sea favorecerá
nuestra actividad cognitiva. Aprender un nuevo idioma, a
tocar un instrumento musical, asistir a clases o charlas de
cultura general o perfeccionar nuestras dotes en la cocina
son algunos ejemplos.

• Ponerse a prueba. Todos los días podemos


proponerle un reto a nuestro cerebro. Algo
que requiera un poco de esfuerzo, como
por ejemplo resolver un crucigrama, hacer
un sudoku o montar un puzle. Debemos
tener en cuenta, eso sí, que las actividades
demasiado sencillas o, por el contrario, en las
que ya seamos grandes expertos y podamos
resolver de manera mecánica, no nos
servirán de mucho en lo que a estimulación
cognitiva se refiere, aunque quizás las
queramos mantener porque nos resultan
placenteras. Recordemos, no obstante,
dejar siempre un margen a la variedad de
actividades.

• Cambiar las rutinas. ¿Sabías que añadir


rutinas nuevas a tu día a día, o variar las
habituales, contribuye a crear nuevas
conexiones neuronales? Puedes probar a
elegir otra ruta para ir al trabajo, cambiar
la organización de los cajones o utilizar los
cubiertos con la mano contraria.

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La dieta
mediterránea

Cada vez son más los estudios que consideran la dieta


mediterránea como el modelo de dieta más saludable para
nuestro corazón y, consecuentemente, también para nuestro
La dieta cerebro.
mediterránea La dieta mediterránea, que ha sido declarada Patrimonio
es saludable, Cultural Inmaterial de la Humanidad, se centra básicamente en
el consumo de aceite de oliva virgen como grasa principal y en
variada y una presencia preponderante de cereales, verduras y hortalizas,
pescado, huevos y lácteos, frente a otras fuentes grasas de origen
equilibrada, animal.
y permite la Nuestra tradición cultural y el enclave geográfico en el que
elaboración de vivimos, son aliados perfectos para incorporar y seguir este tipo
de dieta en nuestra vida cotidiana. La dieta mediterránea es,
platos sencillos y sobre todo, una dieta saludable, variada y equilibrada que nos
permite, al mismo tiempo, la elaboración de platos sabrosos sin
sabrosos. necesidad de entrar en complicadas preparaciones.

Sin tener que recurrir a complicadas preparaciones, la dieta


mediterránea es saludable, variada y equilibrada, y permite la
elaboración de platos sabrosos.

¿Cómo aplicar de forma correcta las claves de la dieta


mediterránea?

1. Aceite de oliva virgen extra. Lo llaman el oro líquido y es, sin


duda, el verdadero tesoro de la dieta mediterránea, tanto por
su sabor como por sus propiedades. Se puede usar tanto en
ensaladas, en crudo, como para cocinar, como grasa principal.

2. Alimentos frescos. Es importante consumir alimentos de


temporada, que sean lo más frescos posible y que estén poco
procesados.

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3. Vegetales, en abundancia. Se recomienda comer dos
raciones de verdura u hortalizas al día (una de estas, cruda,
en ensalada, por ejemplo), tres raciones diarias de fruta,
legumbres (3 o 4 veces por semana) y frutos secos (de 3 a 7
veces por semana).

4. Pan y cereales. Se recomienda su consumo diario, por su


aporte energético, y preferiblemente integrales.

5. Leche y derivados. Deberíamos consumir a diario productos


lácteos, como leche, yogures y queso, aunque siempre
que sea posible deberían ser bajos en grasa, desnatados o
semidesnatados.

6. Pescado, otro imprescindible. Se recomienda consumirlo


3 veces por semana, intentando siempre que una de estas
sea pescado azul. Las carnes rojas y procesadas, en cambio,
deben consumirse con moderación, ya que no es saludable un
exceso de grasas de origen animal. Se recomienda consumir la
parte magra, sin piel y eliminando la grasa visible, e integrarla
siempre en platos con verduras o cereales. El consumo de
huevos, por otro lado, debe ser moderado, máximo 3 o 4 por
semana.

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7. Agua, fuente de vida. El agua es una bebida fundamental,
de modo que es importante consumir entre 1,5 y 2 litros
diarios, ya sea en vasos de agua, infusiones (preferiblemente
sin azúcar) o caldos bajos en grasa. Ocasionalmente
podemos optar por bebidas refrescantes sin azúcar. El
consumo moderado de vino también forma parte de la dieta
mediterránea. Se entiende por consumo moderado 1 copa al
día para las mujeres y 1 y media para los hombres (siempre
que no exista ninguna contraindicación médica y resulte
placentero) y acompañado de platos saludables.

8. Sofritos y especias. Los sofritos de tomate, ajo, puerro o


cebolla son muy recomendables, sobre todo si se consumen
acompañados de verduras, pasta o arroces, al menos dos
veces por semana. Las especias y plantas aromáticas son
aliadas perfectas para añadir sabor a los platos.

9. Las cocciones. Son tan importantes como los ingredientes,


así que es fundamental cocinar al vapor, hirviendo, al horno,
a la plancha y a la brasa. Hay que minimizar las frituras y, si
cocinamos estofados o guisados, que sea con aceite de oliva
virgen.

10. Alimentos y cocciones limitadas. Es importante, pues,


minimizar el consumo de sal y grasas (mantequilla,
margarina, nata…), bebidas alcohólicas, quesos semicurados
y curados, embutidos y carnes grasas, dulces, aperitivos,
bollos industriales, precocinados, bebidas carbonatadas
y azucaradas, zumos de frutas (siempre es mejor la fruta
entera), frituras y rebozados.

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Las relaciones
sociales

La ciencia ha relacionado el hecho de mantener una vida


social activa con la disminución de las tasas de discapacidad y
mortalidad, así como con un menor riesgo de sufrir depresión
y mejores capacidades cognitivas. Hay ciertos vínculos sociales
y personales que influyen muy positivamente en nuestro
bienestar y que favorecen la vitalidad de nuestra mente. Nos
referimos, por ejemplo, a las amistades cercanas, a los lazos
familiares fuertes, o a una relación de pareja satisfactoria.

El aislamiento social es una tendencia que se agudiza a medida


que nos hacemos mayores. La jubilación o la pérdida de seres
queridos, entre otros factores, a menudo contribuyen a una
progresiva disminución de las relaciones sociales. Sin embargo,
es precisamente en esta etapa cuando resulta particularmente
relevante cultivar las relaciones con otras personas.

Hay que evitar el aislamiento social en


Los vínculos sociales influyen cualquier etapa de la vida, porque la
muy positivamente en nuestro relación con los demás nos aportará
enormes beneficios cognitivos. Esto
bienestar y favorecen la vitalidad es así porque el mantenimiento
de las relaciones sociales está
de nuestra mente. inherentemente ligado al uso del
lenguaje, de la memoria, de la
capacidad de planificación, también a la empatía, a la capacidad
de ponerse en el lugar de los demás, etc. Todo ello es una
excelente forma de estimulación cognitiva.

Si bien es cierto que con la edad puede costar un poco más


animarse a conocer nuevas personas, es necesario, al menos,
salir de casa y mantener el contacto con aquellos que ya
conocemos: nuestros familiares, amigos o vecinos. Esto también
nos ayudará a estar al día de lo que ocurre en nuestro entorno.

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No siempre disponemos de todo el tiempo que nos gustaría. Pero
eso no tiene por qué jugar en nuestra contra. Lo que prima en
esto de las relaciones sociales es la calidad y no tanto la cantidad.
Aun así, es importante que reservemos cierto tiempo para
encontrarnos con los demás.

En la era de internet y las redes


Existen numerosas actividades sociales, es lógico que nos valgamos
de ellas para mantener el contacto
que nos permiten combinar con nuestros amigos y seres queridos
en la distancia. Estas herramientas
los beneficios de la actividad pueden resultarnos de gran ayuda
cognitiva con los que nos para conectarnos con personas que,
de otro modo, no sería posible o
aportan las relaciones sociales. para organizar encuentros. Pero no
hay que olvidar la importancia del
mantenimiento de las relaciones
en persona y de las conversaciones cara a cara. Las relaciones
en persona tienen unas particularidades que nos aportan unos
beneficios mentales insustituibles.

Existen numerosas actividades que nos permiten combinar los


beneficios de la actividad cognitiva con los que nos aportan
las relaciones sociales, ya sea manteniendo las que ya tenemos
o creando nuevos vínculos. A continuación, ofrecemos algunas
propuestas de actividades culturales y sociales que ayudan a
mantener activo el cerebro:

Estudios, cursos y talleres


Estudiar, aprender y adquirir nuevos
conocimientos a lo largo de la vida, además
de estimular nuestra mente, nos enriquece y
nos ofrece la posibilidad de socializar con otras
personas. Nunca es tarde para formarse en
algo que resulte de nuestro interés o que, por
circunstancias personales, dejamos aparcado
en otro momento de la vida. Y la oferta es
amplia. Por poner un ejemplo, actualmente
casi 60 universidades españolas ofrecen
programas para personas de más de 50 años
que abarcan una gran diversidad de áreas
de interés. También podemos apuntarnos
a cursos de cocina, música, bricolaje o
manualidades, aprender un nuevo idioma, o
hacer talleres de fotografía o dibujo. Además
de ampliar nuestros conocimientos, podemos
también ensanchar nuestro círculo social.

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Exposiciones, charlas y conferencias
Las propuestas culturales de los centros y museos de nuestras
ciudades pueden resultar muy atractivas, tanto como fuente
de cultura como actividad compartida con familiares o amigos.
Museos, centros culturales, festivales, talleres, conferencias,
exposiciones… El abanico es muy amplio y pueden encontrarse
actividades para todos los gustos.

Clubs de lectura
Una de las actividades más reconocidas por su capacidad de
estimulación cognitiva es la lectura. Además, se trata de una
actividad que podemos realizar prácticamente en cualquier lugar.
También podemos combinar lectura y socialización participando,
por ejemplo, en un club de lectura. Muchas bibliotecas públicas
y centros culturales organizan actividades de este tipo donde,
una vez más, además de enriquecernos culturalmente, podemos
cultivar nuevas relaciones.

Turismo cultural
El turismo es una forma muy bonita de conocer y descubrir
nuestra historia y nuestro patrimonio cultural. Las oficinas de
turismo cuentan con un amplio abanico de propuestas. También
hay información abundante en las webs informativas de los
ayuntamientos y las comunidades autónomas. No es necesario
viajar lejos: todos los pueblos y ciudades tienen sus tesoros por
descubrir y rincones que vale la pena visitar.

Asociaciones y clubes
Ser miembro de una entidad lúdica, cultural o deportiva permite
combinar el beneficio de la interacción social con los de la
actividad que llevemos a cabo. Por ejemplo, en un grupo de baile
o de deporte combinaremos los beneficios de la actividad física
y los de la actividad social y, en un club de ajedrez interactuarán
aspectos sociales a la vez que cognitivos.

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Voluntariado social
El voluntariado es una forma de ocupar el tiempo libre, pero
también es una gran oportunidad de vivir nuevas experiencias,
hacer nuevas amistades, compartir habilidades y aportar nuestro
granito de arena para que el mundo sea un lugar mejor. Además,
muchos programas de voluntariado ofrecen formaciones
específicas para ampliar nuestros conocimientos y habilidades.
Además, el carácter productivo del voluntariado tiene un
efecto positivo en la salud global y el bienestar del voluntario:
nos sentiremos útiles y realizados, lo que aumentará nuestra
satisfacción personal. Las posibilidades que tenemos a nuestro
alcance son muchas: solo hay que encontrar un ámbito de acción
que se adapte a nuestros intereses y capacidades.

El carácter productivo del voluntariado tiene un efecto positivo en


la salud global y el bienestar: nos sentiremos útiles y aumentará
nuestra satisfacción personal

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En la Fundación Pasqual Maragall
investigamos la detección precoz
y la prevención de la enfermedad
de Alzheimer. Trabajamos también
para mejorar la calidad de vida
de las personas afectadas y sus cuidadores.

Más información en www.fpmaragall.org

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