Habitos Saludables en La Prevención Del Alzheimer
Habitos Saludables en La Prevención Del Alzheimer
Habitos Saludables en La Prevención Del Alzheimer
de los hábitos de
vida saludables
en la prevención
del alzheimer
En esta guía te explicamos cómo incorporar en tu día a
día hábitos de vida que favorecen la salud de tu cerebro.
Índice
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Factores
de riesgo
modificables y
no modificables
La enfermedad de Alzheimer es una larga enfermedad cerebral
producida por cambios patológicos que van alterando el
funcionamiento de las neuronas. Las primeras lesiones que
evidencian síntomas, típicamente, se inician en una región del
cerebro denominada hipocampo, cuyo correcto funcionamiento
es crucial para la formación de nuevas memorias y el aprendizaje.
Desde ahí se extienden progresivamente a otras regiones del
cerebro.
La investigación ha descubierto
que estos daños podrían haberse
iniciado hasta 15 o 20 años antes
de la aparición de los primeros
síntomas. Esta etapa silenciosa
se conoce como fase preclínica.
Esta constatación ha llevado a
entender el Alzheimer como una
enfermedad cerebral con una
larga etapa sin síntomas, seguida
por un progresivo deterioro
cognitivo que, finalmente,
desemboca en una demencia.
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Se desconoce la causa que la origina pero cada vez es mayor
la evidencia de que no exista una única razón, sino una
combinación de varios factores de riesgo. De estos, algunos
serían modificables y otros no.
• Entre los factores de riesgo no modificables se encuentran
la edad, aunque esto no quiere decir que el Alzheimer sea
una consecuencia inevitable de envejecer, y la genética, que
influye en el riesgo de padecer la enfermedad, pero que no es
determinante para su desarrollo en el 99% de los casos.
• Por otro lado, existen otros factores de riesgo que sí que
son modificables, por lo que está en nuestra mano poderlos
cambiar. Entre ellos se incluyen los factores de riesgo
cardiovascular (hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia,
tabaquismo, obesidad…) y aspectos relacionados con el estilo
de vida (nutrición, actividad física, cognitiva y social).
Recientemente, la Organización Mundial de la Salud publicó
unas recomendaciones, vinculadas al estilo de vida y basadas en
evidencias científicas, para reducir el riesgo de padecer deterioro
cognitivo y demencia. En ellas se incluyen hábitos saludables
tales como practicar ejercicio físico, no fumar, evitar el sobrepeso,
llevar una dieta equilibrada y controlar los factores de riesgo
cardiovascular, entre otros.
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¿Qué podemos
hacer para reducir
los factores de
riesgo?
Múltiples estudios relacionan la salud cardiovascular con la salud
cerebral por lo que cobra especial relevancia aquello de que lo
que es bueno para el corazón, también es bueno para el cerebro.
Aunque actualmente no existe ninguna fórmula que garantice que
se evitará el desarrollo del Alzheimer, cuidar nuestro corazón y
adoptar hábitos de vida saludables nos puede ayudar a controlar
los factores de riesgo y disminuir las probabilidades de padecerla
o retrasar su aparición.
Modificando nuestros hábitos de vida hacia otros más
saludables, estaremos incidiendo tanto en nuestra salud
cardiovascular como en la cerebral. Está pues en nuestras manos
actuar para reducir la probabilidad de que se manifiesten los
síntomas de la enfermedad de Alzheimer.
¿Cómo podemos hacerlo? Sabemos que hay ciertas prácticas que
pueden ayudarnos a mantener sano nuestro cerebro:
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• Cambiar nuestros hábitos. Es importante dejar a un lado los
excesos, no fumar, mantener un peso saludable, procurar un
sueño reparador y evitar el estrés crónico.
• Incorporar la actividad
física a nuestra vida cotidiana.
Además de los beneficios de
practicar cualquier deporte
adaptado a nuestros gustos y
posibilidades, hay otras opciones
para incorporar la actividad física
en nuestra vida cotidiana. Salir a
pasear, hacer las tareas de casa
o jugar con los niños también
cuentan como minutos de
ejercicio diario.
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El ejercicio físico
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Por todo ello, el deporte, o cualquier actividad física, como
caminar o bailar y, especialmente si se realiza en grupo, es
recomendable para controlar el riesgo de padecer Alzheimer. Los
expertos coinciden en que practicar un deporte puede ayudarnos
a ganar fuerza, agilidad, flexibilidad y resistencia cardiovascular.
Esto último nos ayuda a mantener alejadas enfermedades como
la hipertensión, la diabetes, la hipercolestorlemia y la obesidad.
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• Hidratarse. Es importante beber agua durante la realización
de la actividad física para mantener la hidratación corporal.
No hay que esperar a tener sed. Lo ideal es beber pequeñas
cantidades frecuentemente.
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La actividad
mental y la
reserva cognitiva
La acumulación de la experiencia y la
estimulación de las capacidades mentales
Existen prácticas muy a lo largo de la vida se reflejan en lo que
recomendables para mantener se llama ‘reserva cognitiva’. Es como un
capital mental que, cuanto mayor sea, más
activo el cerebro y favorecer la ayudará a compensar los efectos, tanto
del envejecimiento como de alteraciones
reserva cognitiva cerebrales como las causadas por el Alzheimer,
en nuestras capacidades cognitivas.
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Es aconsejable seleccionar actividades que nos resulten atractivas
y evitar aquellas que no despierten nuestro interés o que nos
parezcan aburridas. Si disfrutamos con ellas, les dedicaremos
tiempo y será menos probable que las acabemos abandonando.
Hemos de intentar que sean variadas, así estimularemos
diferentes capacidades cognitivas. Hay que tener presente que
el cerebro y las funciones cognitivas funcionan en red y, por eso,
para mejorar en una función determinada, hay que trabajarlas
todas en conjunto. Por ejemplo, para mejorar la memoria,
también hay que estimular la atención o las capacidades
perceptivas.
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capacidades. Los juegos clásicos, como el ajedrez y las
damas, por ejemplo siguen siendo muy populares y perfectos
para mejorar la concentración y favorecer la capacidad de
planificación y de toma de decisiones. El dominó, otro de
los juegos clásicos más populares, además, es la excusa
perfecta para socializar, además de estimular la atención y la
concentración. Este popular juego implica particularmente a
la memoria a corto plazo, la percepción visual y el cálculo.
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La dieta
mediterránea
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3. Vegetales, en abundancia. Se recomienda comer dos
raciones de verdura u hortalizas al día (una de estas, cruda,
en ensalada, por ejemplo), tres raciones diarias de fruta,
legumbres (3 o 4 veces por semana) y frutos secos (de 3 a 7
veces por semana).
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7. Agua, fuente de vida. El agua es una bebida fundamental,
de modo que es importante consumir entre 1,5 y 2 litros
diarios, ya sea en vasos de agua, infusiones (preferiblemente
sin azúcar) o caldos bajos en grasa. Ocasionalmente
podemos optar por bebidas refrescantes sin azúcar. El
consumo moderado de vino también forma parte de la dieta
mediterránea. Se entiende por consumo moderado 1 copa al
día para las mujeres y 1 y media para los hombres (siempre
que no exista ninguna contraindicación médica y resulte
placentero) y acompañado de platos saludables.
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Las relaciones
sociales
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No siempre disponemos de todo el tiempo que nos gustaría. Pero
eso no tiene por qué jugar en nuestra contra. Lo que prima en
esto de las relaciones sociales es la calidad y no tanto la cantidad.
Aun así, es importante que reservemos cierto tiempo para
encontrarnos con los demás.
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Exposiciones, charlas y conferencias
Las propuestas culturales de los centros y museos de nuestras
ciudades pueden resultar muy atractivas, tanto como fuente
de cultura como actividad compartida con familiares o amigos.
Museos, centros culturales, festivales, talleres, conferencias,
exposiciones… El abanico es muy amplio y pueden encontrarse
actividades para todos los gustos.
Clubs de lectura
Una de las actividades más reconocidas por su capacidad de
estimulación cognitiva es la lectura. Además, se trata de una
actividad que podemos realizar prácticamente en cualquier lugar.
También podemos combinar lectura y socialización participando,
por ejemplo, en un club de lectura. Muchas bibliotecas públicas
y centros culturales organizan actividades de este tipo donde,
una vez más, además de enriquecernos culturalmente, podemos
cultivar nuevas relaciones.
Turismo cultural
El turismo es una forma muy bonita de conocer y descubrir
nuestra historia y nuestro patrimonio cultural. Las oficinas de
turismo cuentan con un amplio abanico de propuestas. También
hay información abundante en las webs informativas de los
ayuntamientos y las comunidades autónomas. No es necesario
viajar lejos: todos los pueblos y ciudades tienen sus tesoros por
descubrir y rincones que vale la pena visitar.
Asociaciones y clubes
Ser miembro de una entidad lúdica, cultural o deportiva permite
combinar el beneficio de la interacción social con los de la
actividad que llevemos a cabo. Por ejemplo, en un grupo de baile
o de deporte combinaremos los beneficios de la actividad física
y los de la actividad social y, en un club de ajedrez interactuarán
aspectos sociales a la vez que cognitivos.
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Voluntariado social
El voluntariado es una forma de ocupar el tiempo libre, pero
también es una gran oportunidad de vivir nuevas experiencias,
hacer nuevas amistades, compartir habilidades y aportar nuestro
granito de arena para que el mundo sea un lugar mejor. Además,
muchos programas de voluntariado ofrecen formaciones
específicas para ampliar nuestros conocimientos y habilidades.
Además, el carácter productivo del voluntariado tiene un
efecto positivo en la salud global y el bienestar del voluntario:
nos sentiremos útiles y realizados, lo que aumentará nuestra
satisfacción personal. Las posibilidades que tenemos a nuestro
alcance son muchas: solo hay que encontrar un ámbito de acción
que se adapte a nuestros intereses y capacidades.
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En la Fundación Pasqual Maragall
investigamos la detección precoz
y la prevención de la enfermedad
de Alzheimer. Trabajamos también
para mejorar la calidad de vida
de las personas afectadas y sus cuidadores.
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