Retratos Biográficos de La Resistencia Indígena

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Retratos biográficos de la resistencia indígena

Anacaona
Los vínculos familiares de Anacaona la convertían en una de las figuras líderes  de la sociedad taina, pues su
hermano era el cacique de Jaragua Bohechío, a quien sucedió tras su muerte, y su esposo fue el Cacique del
Cibao Caonabo con quien procreó a Higuemota. Con buena receptividad acepto Anacaona la llegada de los
extranjeros a sus tierras y hasta llego a sentir cierta admiración por los conocimientos que se hacían evidentes en
estos al resolver sus dificultades cotidianas. Sin embargo, esa primera impresión se fue al suelo tan pronto como
empezaron los abusos de estos contra los nativos, especialmente contra las mujeres a quienes maltrataban y
violaban sin reparos. Fue entonces cuando convenció a su esposo Caonabo para exterminar a los invasores e
inicio la lucha para defender los derechos de su gente. Más esto de poco sirvió, pues cuando los españoles se
dieron cuenta de sus peligrosas intenciones le tendieron una emboscada encabezada por el gobernador Nicolás
de Ovando, quien anunció una visita pacífica a la mandataria taína. Los españoles aprovecharon la ocasión para
prenderle fuego a toda la aldea. Muy pocos aborígenes lograron sobrevivir la mencionada tragedia. El gobernador
se obsesionó con la cacique considerándola como una amenaza y ordenó a una exhaustiva búsqueda por toda la
región. Fue condenada a morir en la horca en medio de una plaza pública. A pesar de no haber hecho más que
tratar de defender a su gente de los terribles abusos de los españoles y tratar de llegar a un acuerdo pacífico con
estos, de igual forma Anacaona fue considerada como una amenaza y por esto fue condenada a morir en la horca
en medio de una plaza pública. Por su valentía y gran corazón en defender a su gente de los terribles abusos de
los españoles y tratar de llegar a un acuerdo pacífico con estos, esta mujer ha quedado inmortalizada en la
historia nacional.

Caonabó
El 13 de enero de 1493, tratando de desembarcar en la costa norte de La Española para abastecerse, Cólon sufrió
un ataque de flechas por parte de Caonabo y su tribu, en un lugar llamado Punta Flecha (en la península
de Samaná). Algo después del ataque de Punta Flecha, recibió la visita de algunos españoles del fuerte La
Navidad. Incitado por su mujer Anacaona, Caonabo mató a Rodrigo de Escobedo, Pedro Gutiérrez y varios de sus
hombres; poco después atacó por la noche La Navidad destruyéndolo y asesinando a los españoles que al mando
de Diego de Arana, habían quedado para su guardia. Cuando Colón regresó de España a finales de noviembre de
1493, no encontró superviviente alguno de los 39 hombres que había dejado y halló el fuerte La Navidad
completamente destruido. Inmediatamente supo por el cacique Guacanagarix que el culpable había sido Caonabo.
En marzo de 1495, Caonabo también intentó atacar la fortaleza de Santo Tomás, pero fue derrotado por Alonso de
Ojeda. Su hermano Manicatex trató de rescatarlo en un ataque frontal que los españoles convirtieron en una
masacre. Caonabo maldijo a Ojeda y le dijo que, cuando muriera, sería pisoteado por su pueblo. Tras ser
capturado y entregado a Cristóbal Colón, su cautiverio fue con grilletes en una sala de la casa de Colón en  La
Isabela. Fue presentado a Colón y se le dijo que él era el jefe de "los blancos", pero Caonabo se negó a reconocer
como jefe a Colón por considerar que el jefe tenía que ser Alonso de Ojeda, que era el que le había capturado. 2
Colón determinó que no podía condenarlo a muerte, siendo uno de los cinco caciques principales de la isla, y
resolvió llevarlo a España para que se presentara ante los Reyes Católicos. Fray Bartolomé de las Casasexplica
que se mandó a Caonabo en una flota que partió del puerto de La Isabela en 1496, produciéndose entonces un
huracán en el mismo puerto que hundió el barco donde viajaba, provocando que Caonabo muriese ahogado.
Hernando Colón afirma que la muerte se debió al propio indómito carácter de Caonabo, que le llevó a morir de
tristeza en su cautiverio en el propio barco.
Atahualpa
Atahualpa (quechua: Ataw-wallpa = "el ave de la fortuna") (~1500-1533) fue el último soberano inca. Su
padre, Huayna Cápac, murió en torno a 1525 sin dejar nombrado a un sucesor. Esto dio lugar a la
sangrienta guerra civil incaica por la sucesión entre Atahualpa y su hermano Huáscar. Atahualpa se hallaba
entonces en Quito, al mando del ejército incaico del Norte y a cargo del gobierno de esa región, que estaba
subyugada al imperio incaico. Huáscar se coronó inca en el Cuzco.  Tras una larga campaña, Atahualpa logró
vencer a Huáscar en 1532 cerca del Cuzco.

Atahualpa se hallaba en Cajamarca, de camino al Cuzco para coronarse inca, cuando recibió la visita de una
expedición española al mando de Francisco Pizarro. Pizarro le capturó por medio de un ardid.5  Atahualpa ofreció
pagar un enorme rescate a cambio de su libertad y Pizarro aceptó su oferta. Pero los españoles temieron un
ataque indígena y decidieron deshacerse de Atahualpa. Tras recibir el rescate lo acusaron de traición, de
conspiración contra la corona española, y de asesinar a Huáscar.  Lo sometieron a juicio, lo sentenciaron a muerte
y lo ejecutaron por estrangulamiento.

Cuauhtémoc
Cuauhtémoc se dio a la tarea de reorganizar el ejército mexica, reconstruir la ciudad y fortificarla para la guerra
contra los españoles, pues suponía que éstos regresarían a pelear contra los mexicas. Envió embajadores a todos
los pueblos solicitando aliados, disminuyendo sus contribuciones y aun eliminándolas para algunos. Los españoles
regresaron un año después de haber sido expulsados y con ellos venía un contingente de más de cien mil aliados
indígenas, la mayoría de ellos tlaxcaltecas, históricamente enemigos de los mexicas. Después de
sitiar Tenochtitlán por 90 días, el 13 de agosto de 1521, los españoles, que eran comandados por Hernán Cortés, lo
capturaron en Tlatelolco, luego fue torturado durante varios días, quemaron su piel, quitaron sus uñas y lo
sometieron a distintas formas de tortura hasta que finalmente lo mataron.

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