Monte Car. Vol. 002 PDF
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REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
C a l l ^ Ae S o n . E v a r i s t o , a u n a . 19.
M A D B I D
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SIGLO X X
GWS A el siglo que ha ensordecido al mun-
^s* do con la fama de sus mentidos pro-
gresos; el siglo en que la verdad ha sido
vilipendiada, escarnecida y crucificada,
mientras el error ha sido exaltado hasta
los honores de la apoteosis; el siglo de las
mentiras y de los grandes escándalos, y
de las grandes ruinas religiosas, sociales
y políticas; el siglo xix, en fin, exhaló su
postrer suspiro y se hundió en el sepulcro
de los tiempos.
En presencia del siglo cadáver, refle-
xionemos un momento sobre su principio y
sobre su fin, sobre su vida y sobre su
muerte. Vino al mundo cuando la gran
apostasía social de Europa se consumaba,
y cuando un Dictador, único en la historia
contemporánea, oprimía tiránicamente á
SIGLO XX
á casa un provisor que les acudiera con mano larga en todas las
necesidades, y con entrañas de piedad cuidase de que no les fal-
tara nada. Era una estatua de cera, de 48 centímetros de altura,
que representaba al Niño Jesús en pie, la mano derecha levantada
en actitud de bendecir, y un globo en la mano izquierda; el rostro
particularmente era muy bello y expresivo, como si en él se re-
flejase la Divinidad. ¿De dónde procedía aquella imagen? La no-
ble señora dé Lobkowitz lo ignoraba; sólo.sabía que era de gran
mérito: llevada de su afición á aquel Niño, tenía gran placer en
vestirle y adornarle por sí misma. El Niño Jesús fué recibido por
la Comunidad como Rey y Señor de todos los corazones; y como
de Rey fueron las dádivas y favores, tanto espirituales como ma-
teriales, que Jesús derramó á manos llenas sobre los religiosos
desde el instante en que tomó posesión de aquellos dominios, ve-
lando á la vez desde allí por cuantos ponen en él su confianza y
su amor.
Los carmelitas correspondieron á estas finezas y liberalidades
de su divino Rey, y, después de dedicarle un suntuoso templo en
la susodicha ciudad, se convirtieron en apóstoles de la devoción
al Niño Jesús de Praga, difundiéndola en todo el mundo donde
se han establecido, y extendiendo la dominación de este tierno
Rey á todos los habitantes del orbe, y con su soberana domina-
ción las riquezas de amor infinito y bondad sin medida con que
Jesús premia á todos los que le invocan con la advocación del
Niño de Praga.
No obstante lo santo de esta devoción, que ostenta el sello de
la aprobación de la Iglesia y ha sido confirmada por el Cielo con
dádivas y prodigios, algunos se han alarmado al ver lo creciente
de su desarrollo, y la han combatido como novedad perjudicial á
la Religión y al espíritu de piedad cristiana.—¿Por qué adorar—
han dicho—la imagen del Niño Jesús de Praga? ¿Por ventura el
Niño Jesús, no en Belén, sino en Praga, tuvo su cuna?—Lo sofís-
tico de esta argumentación está á la vista, y parece mentira se le
haya ocurrido á católicos que se precian de profesar la doctrina
de nuestra Madre la Iglesia acerca del culto de Dios, de los san-
tos y de sus imágenes, y no han visto que al argumentar así echan
por tierra lo más simpático y encantador de muchos misterios de
la religión católica, de muchas devociones piadosísimas, de mu-
chas tradiciones que son como el jugo, y savia de la piedad popu- t
lar, y á sí mismos se despojan de muchos usos y costumbres de-
votas que practican desde niños, y prohiben á sus labios muchas
EL NIÑO JF.S\JS T>E P R \ G \ II
que llama esta revelación burla ridicula é impía, sino también el abate
Bergier, que cree fué nada más un sueño de San Simón.
Combate este católico autor en su Diccionario Enciclopédico de Teología
á Launoy y Moshein, y para probarles que no tienen ningún funda-
mento para pensar tan bajamente de un religioso austero, mortificado, de-
voto y muy ocupado en aumentar la devoción de la Virgen, dice que pudo soñar,
y ése es el concepto que forma de la revelación y entrega del Santo Es-
capulario.
Casi de broma podía tomarse este modo de juzgar del abate Bergier;
pero no es asunto para tomarle de broma, porque á todo buen hijo hie-
re en el corazón lo que va en contra de su Madre, y muy mal concepto
podría formarse del que no defendiera los blasones más gloriosos de su
prosapia.
No es el primero, dice Bergier, que tuvo de buena fe un sueño por una reali-
dad; y porque haya habido algún iluso ó engañado, ¿tenemos que des-
preciar todas-las revelaciones? No juzga de esa manera tan ligera la
Iglesia, que tiene más luz y va con más circunspección, por lo mismo-
que le está encomendado por Dios el apacentar el rebaño de Cristo; y,
sin embargo, vemos que ha aprobado muchas revelaciones, como las de
nuestra Seráfica Madre Santa Teresa de Jesús, las de Santa Brígida y
otras. Y si el abate Bergier nos diera alguna razón ó probara de alguna
manera la imposibilidad, ó inconveniencia ó contrariedad con el dog-
ma, veríamos que se apoyaba sobre alguna base, cierta ó falsa, la.
cual procuraríamos estudiar para esclarecer la cuestión; pero que nos
diga simplemente que pudo ser un sueño la revelación del Santo, sin
darnos alguna razón para no creerla, ni motivo para juzgajrla como tal,
es muy aventurado, y modo muy peregrino de razonar. Porque el que se
presenta como maestro, el que pretende enseñar, ha de fundar sus aser-
ciones sobre principios sólidos, y tener razones para probar su asevera-
ción; de lo contrario, su doctrina se desvanece y por sí sola se cae, pues
el mismo derecho que tiene él para afirmar tiene otro para negar.
Ciertamente que uno puede soñar y creer que es una realidad lo que
no ha pasado de ser un sueño; pero que uno sueñe en oro, y al desper-
tar se encuentre con las manos llenas de tan precioso metal, ó que sue-
ñe que ha sido proclamado rey, y al despertar se vea en un trono ri-
giendo y gobernando una nación por toda su vida, esto no es verosímil
ni lo explicará nadie, porque los sueños... sueños son. Y el abate Ber-
gier no tiene en cuenta que aquí no se trata solamente de una visión,
sino que á ella va acompañada la entrega de un don, de un rico presen-
te, la entrega del Santo Escapulario, y se puede preguntar: si fué un
sueño la visión, ¿de donde le vino el Santo Escapulario que al día si-
guiente de recibirlo obró un prodigio tan singular, como nos refiere el
P. Svanington, compañero y secretario del Santo, y después no ha ce-
sado de obrar los más grandiosos milagros en la tierra y en el mar, en
las enfermedades y en la muerte, y en toda clase de acontecimientos y
EL ESCAPULARIO 17
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• H H H H H H f l H
• •
1
( Christophseu.)
LA ADORACIÓN DE LOS REYES
«
Cielo, las más raras joyas de su dorado traje, los más bellos colores
que resplandecen sobre sus blancas mejillas, no constituyen todavía la
belleza completa de la Iglesia católica. E s t a , siempre fiel á la causa de
Dios y á la causa de la h u m a n i d a d , siempre fiel á las celestiales espe-
ranzas después de veinte siglos poco menos de existencia, Ella se pre-
senta hoy ante la faz de todo el m u n d o , sin que hombre alguno pueda
imprimir en su virgen frente el estigma vergonzoso del engaño ó de la
crueldad , ó la ignominia de haber negado á nadie el alimento de la vida
del h o m b r e , la palabra d e la verdad.
Muchos y variados son los modos cómo la Iglesia de Dios ha influido
sobre la sociedad. E n t r e esos diversos modos hemos escogido, como
objeto de unos cuantos artículos que pensamos escribir, el poder exis-
tente en la Iglesia católica de influir poderosamente en el desarrollo de
las Bellas A r t e s , y el hecho de haber influido en ellas, en el transcurso
d e los tiempos, como su Madre é inspiradora. Pobre trabajo que ofre-
cemos p a r a tan digna causa.
pr. Sarquel de Saijta Teresa.
SECCIÓN LITÚRGICA
Noticias sueltas.
CARTA DE MéJICO.— Rdo. P. Director: Dignamente va á terminar eí
año del Jubileo en la República Mejicana. Después de una serie de
funciones religiosas, que han durado todo el año sin interrupción,
para solemnizar el homenaje á Jesucristo, Rey de los siglos, y en las
que los católicos mejicanos han dado evidentes demostraciones de
piedad cristiana, quieren probar ahora su inquebrantable adhesión
al Vicario de Jesucristo, postrándose á sus pies.
Todas las dificultades que se oponían al proyecto de la peregrina-
ción quedaron superadas, y los peregrinos pueden hacer su viaje á
la Ciudad Eterna en condiciones muy ventajosas, puesto que el viaje
de ida y regreso, además de la estancia en Roma en casas expresa-
mente contratadas por la Comisión organizadora, no cuesta más
que 500, 300 y 200 pesos respectivamente en primera, segunda y ter-
cera clase.
Los días 13, 14 y 15 de Noviembre se verificó un solemne triduo en
la Colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe, con objeto de que la
Madre amantísima de los mejicanos proteja á la piadosa expedición
y derrame abundantes gracias sobre los que, sin omitir sacrificio al-
guno, ansian con fe sincera besar los pies del Romano Pontífice.
El día 15, confortados los peregrinos con el Pan de los ángeles, y
recibida la bendición del limo. Sr. Arzobispo de Méjico, salieron de
la Basílica Guadalupana, acaudillados por uno de los más sabios y
santos prelados que tiene la Iglesia de Méjico, el limo. Sr. Dr. Don
Ramón Ibarra, Obispo de Chilapa, dirigiéndose al crucero, donde
esperaba el tren de la línea del Interoceánico que había de conducir-
los á Veracruz. La Compañía Trasatlántica Española ha puesto á
disposición de la peregrinación mejicana el magnifico vapor Alfon-
so XII, que llegó por primera vez al puerto de Veracruz en Noviem-
bre. El Alfonso XII es el antiguo Meteoro, comprado por el Gobierno
español á Alemania durante las últimas guerras coloniales, y que
por su gran velocidad sirvió de aviso á la escuadra española. La
Compañía Trasatlántica compró á su vez al Gobierno el barco, que
ni por su construcción ni su excesivo lujo era á propósito para servir
en la marina de guerra.
32 CKONICA GENERAL
VARIEDADES
LA SAGRADA FAMILIA
E L CIELO P O R U N CUARTO
C O N T R I C I Ó N
A LA VIRGEN
sus plantas, que mirase por su Orden y le diese alguna señal con
la cual la distinguiera y fuera motivo para hacer callar á sus ene-
migos, se le apareció la Madre de Dios, acompañada de muchos
46 EX ESCAPULARIO
1
i!YJi/íYJv»YJu5Y«JYJi/íY«/íYíi/ííív5Ytvífa
i^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^t^
(Continuación.)
¡1
¿STAMOS en tiempo nuevo, año nuevo, siglo nuevo. Estas pa-
recen palabras contradictorias, porque nada hay más viejo
que el tiempo; pero no lo son, porque el tiempo es viejo y joven á
la vez, y la juventud y la vejez son cosas exclusivas del tiempo,
porque fuera del tiempo está la eternidad, y en la eternidad no hay
vejez ni juventud, otoño ni primavera, tarde ni mañana; hay actua-
lidad permanente. La eternidad es la medida de la duración de los
seres que no se mudan.
Estamos, pues, en tiempo nuevo, aunque el tiempo sea viejo.
Digamos algo de él, ahora que se nos presenta nuevo, porque ya
no le veremos más tan joven. Estudiemos algún tanto lo que es el
tiempo, lo que ha sido y lo que será, y algunas de las cosas que ha
hecho desde que existe. Por esta vez no estoy conforme con aquel
gran poeta castellano que decía ( i ) :
Benditos aquellos que...
astros que antes había derretido. Mil veces, por medio de las nubes,
como inmensas arterias, ha lanzado todas las aguas del Océano so-
bre la tierra, y por medio de los ríos, como si fueran las venas de
un gran gigante, las ha vuelto á la mar, de donde salieron. Fundó
monarquías é imperios que parecían eternos, y ciudades potentes
que los hombres creían indestructibles, y éstas y aquéllos se hun-
dieron en el tiempo, que nos ocultó hasta su memoria. Todo se pier-
de y se hunde en el caos del tiempo. Todo lo absorbe y devora,
como si fuera el gigante de la eternidad. Tiene por agente terrible
la muerte, y por cárceles la nada:
El tiempo parece que sea una deidad omnipotente é irónica, que
se ha propuesto burlarse siempre del hombre. É s t e , en sus locu-
ras, á veces sublimes, pero al fin locuras, soñó que era inmortal;
vio á otro semejante, le amó y le juró que, para siempre, le había
de amar, y los dos cantaron églogas á la eterna duración de sus
amores. El tiempo les vio y les separó, y la última estrofa de sus
cánticos al sempiterno amor fué un doloroso y sempiterno ¡adiós!
Lector carísimo que esto lees, si en tu corazón no hay una esperan-
za que llegue hasta el Cielo, dime: ¿Qué significan para ti las pala-
bras eterno, para siempre? ¿No las has aplicado nunca á los afectos
de tu corazón? ¡Ah! Eres muy desgraciado... El corazón es más
grande que el tiempo, porque sobre todos los tiempos quiere amar.
He aquí una prueba de la inmortalidad del hombre: luego, ó el
hombre es inmortal, ó el amor es un crimen, ó Dios es un ser
cruel que ha hecho al hombre con vehementes deseos que nunca
ha de cumplir. Elige de este trilema el miembro que te plazca, ca-
rísimo lector. H a s de llevar en tu frente, ó una ráfaga de luz inmor-
t a l , ó la fría nota del estoico, ó la horrible del blasfemo.
El tiempo, en sus obscuros é impenetrables senos, oculta todos
los grandes acontecimientos del mundo; podríamos decir que es el
archivero del Universo, á quien Dios confió la custodia de la ver-
dad. Los hombres dudan un día de que tuviesen un origen común;
no querían llamarse hermanos, y pensaron tener humilde origen,
como el hongo, y que progresaban también en su estructura física,
como progresan en lo moral. El tiempo acudió en auxilio de la ver-
dad. Abrió su grandioso archivo, que es toda la redondez de la Tie-
rra, y sacudió de ella los cráneos de innumerables gentes que mi-
les de años habia guardado, y nos ha demostrado que físicamente
no hemos progresado un ápice en nuestro cuerpo durante miles de
años, y que somos esencialmente lo mismo el europeo y el indio,
•el Japón y el antiguo morador del Canadá. También soñamos que
EL TIEMPO 57
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SANTIAGO Y SU ESPAÑA
(Continuación.)
II
R. I. P.
fL juicio que haya de formarse de los últimos días del siglo xix,
ése es el que merecen los primeros días del siglo xx. Esto que
dijo al finalizar el siglo xix el R. P. Vélez, jesuíta, en una velada ce-
lebrada por los jóvenes congregantes de San Luis, de esta Corte, ha
sido confirmado por los hechos. El tránsito de un siglo á otro podrá
ser todo lo solemne que se quiera; pero, fuera del levantamiento del
espíritu católico con motivo de las funciones religiosas en la noche
del 31 de Diciembre, en nada parece haberse modificado la marcha
de los acontecimientos ni las ideas y proyectos de los que influir pue-
den en el desenvolvimiento de la Historia.
En Francia, la persecución masónica contra las Órdenes religio-
sas ha motivado la intervención de Su Santidad, que ha escrito al
Arzobispo de París expresándose en los términos que pueden ver-
se más abajo, cuya carta ha producido honda impresión en toda
Europa.
En nuestra patria, terminados los debates en que intervinieron los
elementos más avanzados de la democracia, perorando contra el
clericalismo y la reacciórij siguióse otro debate no menos célebre, en
que al Sr. Fernández Montaña se le trató de la manera más indeco-
rosa, no sólo por los enemigos de la Iglesia, sino por los que se dicen
sus amigos, y se le llamó desde el banco azul loco é imbécil y pobre
diablo que se mete donde no le llaman, mientras la prensa excitaba
contra él las iras sectarias, poniendo de manifiesto el verdadero
concepto de la libertad liberal, que es quitar los frenos al error y
atar con fuertes cadenas á la verdad y á la religión.
• El pensamiento libre
Proclamo en alta voz,
Y muera quien no piense
Igual que pienso yo.»
Pero, en medio de estos ataques, no le han faltado al Sr. Fernández
Montaña consuelos y felicitaciones de los católicos verdaderos, cuyo
espíritu se ha enardecido para gritar en alta voz, enfrente de las ne-
gaciones heterodoxas de los liberales: El liberalismo es pecado.
64, ' CRÓNICA GENERAL
Entre tanto, y sin qué hayan podido disfrutar las Cámaras de las
/acostumbradas vacaciones de Navidad, han continuado los debates
'sobre el convenio con los tenedores de Deuda exterior, el proyecto
de fuerzas navales, el de reformas militares y la ratificación del
Convenio con los Estados Unidos sobre cesión de las islas de Sibutú y
Cagayán. En estos trabajos parlamentarios no han faltado al Gobier-
no disgustos y contratiempos, aun de parte de los suyos, capaces de
dar* margen á más de una crisis; pero, á pesar de todo, el Gobierno
continúa en su banco, aunque, según está la situación, puede pensar-
se lógicamente que no se hará esperar mucho un cambio, variajáío
tan sólo los pareceres acerca de quién se ha de encargar del poder.
En África el aspecto de las cosas ha variado algo, y otra vez em-
piezan á verse comprometidos los ingleses; porque, no bien ha sido
sustituido el generalísimo lord Roberts, los boers, dando muestras
de una vitalidad y energía inquebrantables en la lucha por su inde-
pendencia , y contando con el apoyo de los afrikanders, han invadido
la colonia del Cabo y amenazan á las poblaciones donde se creían se-
guros los ingleses.
Noticias sueltas.
CARTA DE SU SANTIDAD L E ó N XIII AL ARZOBISPO DE PARíS.—El pe-
riódico La Croix ha publicado una carta muy extensa dirigida por Su
Santidad León XIII al Arzobispo de París.
El Papa se expresa en un sentido conforme á las declaraciones que
le atribuye Le Matin.
En el primer tercio de la carta, Su Santidad ensalza á las Congre-
gaciones religiosas, diciendo de ellas que tienen su origen y razón
de ser en los consejos evangélicos del Redentor, que son, según San
Cipriano, honor y adorno de la gracia espiritual.
Trázase en la carta la historia de las Congregaciones, enumerando
los servicios que éstas han prestado, no sólo á la Iglesia, sino tam-
bién á la sociedad civil, favoreciendo el desarrollo de la enseñanza»
las ciencias y las obras de arte.
En toda esta labor han ocupado lugar preferente las Congregacio-
nes francesas, cuya desaparición (sigue diciendo la carta), causaría
al país perjuicios irreparables.
El Papa ruega al Arzobispo de París que encamine todos sus es-
fuerzos á disipar esa mala inteligencia, que viene á suponer como
requisito necesario para el bien del Estado, que se restrinja la liber-
tad de las Asociaciones religiosas, y acaso hasta que sean éstas su-
primidas.
Esto, sigue añadiendo Su Santidad en la carta, sería alejarse de
todos los principios democráticos de libertad é igualdad que forman
la base del derecho constitucional de Francia.
Niega el Papa que las Congregaciones invadan la jurisdicción de
los obispos ni lesionen en nada al Clero secular.
Agrega que sería inferir una gravé injuria al Episcopado y al Clero
el hecho de suponer que mirarán con indiferencia el ostracismo de
las Congregaciones.
CRÓNICA GENERAL 65
VARIEDADES
lio que se había apoderado de los án- pre poco con ellos para poder decir si
eles, que perdió á los hombres, se oprimen ó no á los socialistas.
f eslizaba entre las plantas de la crea-
ción...
»He conocido, sí, algunos, y puedo
de ellos aseguraros que son excelen-
Esto era horrible. tes personas, y quizas, por haber el
Y, en el transporte de una santa có- señor Schulze estado trabajando algún
lera, cogió un puñado de tierra cu- tiempo en sus casas, habrá experi-
bierta de musgo y lanzólo á los rebel- mentado su opresión.
des exclamando: »Pero, en cuanto á los curas... ya es
—El soberbio está en desgracia con otra cosa.
el Señor y se atrae su desprecio. »Yo pertenezco á esta reprobada
Las flores, presas inmediatamente clase, y, por desgracia, tengo que con-
de remordimiento, inclinaron humilde- fesar paladinamente que también he
mente su cabeza ante el castigo que oprimido al señor Schulze! (Admira-
reconocieron haber merecido. ción universal.)
Entonces el Salvador, movido á com- »Sí, le he oprimido varias veces—
pasión por el sincero dolor que mos- repitió imperturbable el cura.
traban , bendijo al arbusto. uHace unos cuantos años que se le
Y al instante ¡oh milagro! el mus- murió su esposa, y le hice gratis el
go se extendió, rodeando las ramas, funeral. Me conmovió tanto su situa-
cubriendo las espinas, ocultando los ción , que tomé buena parte en su d o -
capullos y envolviendo á las flores con lor, y fué la primera vez que le opri-
un suntuoso ropaje de terciopelo. mí, porque le di un buen apretón de
Una vez más Jesús había perdona- manos.
do al arrepentido. »Más adelante vi que, á causa de
Así fué creada la rosa de musgo. sus ideas y compromisos socialistas,
había sido despachado Schulze del
trabajo, y se hallaba él y su numero-
sa familia en gran necesidad.
1.a opresión de los curas. »Me presenté entonces á él y le di
otro apretón de manos, más fuerte aún
Leemos en una revista católica: que el primero, dejándole en ellas al-
«Nos dicen desde Grimma (Sajonia) guna cosa. ¡Esta fué otra opresión!
lo siguiente: «Cuatro semanas después llamaron
El compañero Schulze pronunció un á mi puerta. Era el señor Schulze, que
discurso de reglamento como candi- venía á suplicarme que intercediese
dato socialista, y concluyó de este con su principal para que le volviese
modo: á admitir al trabajo.
«Por esto os digo que no estaremos «También entonces experimentó mi
bien hasta que nos veamos libres de opresión, pues le prometí lo que me
la opresión de los ricos y de los «cu- pedía, y tengo el gran placer de anun-
ras». (Estrepitosos aplausos.) Luego ciaros que nuevamente fué llamado á
se sentó Schulze, riéndose orgullosa- trabajar por su amo. ¡ Esta fué la ter-
mente del triunfo obtenido con su dis- cera opresión!
curso. Al comenzar la « discusión » se »Ved por qué aparezco hoy, seño-
oyó una voz entre la multitud que dijo: res , delante de vosotros y delante del
«Pido la palabra».—«El señor cura I...», señor Schulze, como un pobre peca-
fué el murmullo general que se oyó en dor que oprime á los socialistas.
la sala, y al poco rato todo el auditorio »Así, pues, confieso que he dejado
se puso en grande expectación. sentir muchas veces mi opresión s o -
«El señor Schulze—dijo el sacerdo- bre el señor Schulze.» (Risas.)
te—ha terminado su discurso con la Las miradas de todos se dirigieron
opresión de los ricos y de los curas. hacia el compañero Schulze, que d e -
En cuanto á los ricos, poco en verdad lante de todos estaba verdaderamen-
tengo que decir, pues he tratado siem- te... ¡oprimido! ¡aplastado !>
L. D. V. M.
Wifí^i *w%-
E L BUEN C R I S T I A N O
Y EL ESTABLECIMIENTO
EL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN
MI
m L espectáculo más sorprendente y maravilloso que llama po-
derosamente la atención de los sabios, es la existencia de
la religión católica durante tantos siglos y generaciones. Tiene
su origen en el paraíso celestial por la creación de los ángeles,
-asiste á la formación de Adán y Eva en el paraíso terrenal, atra-
viesa majestuosa los largos períodos de la ley natural y escrita,
brilla con todo su divino fulgor en la frente del Niño de Belén,
arde en las lenguas del Cenáculo, toma inmenso desarrollo en la
-época gloriosa de los mártires, aparece rodeada de inmortales
triunfos en la era de los apologistas, se derrama como corriente
•de vida sobrenatural en los libros de los teólogos, abre con
llave de oro la aurora del siglo xx, y como obra divina seguirá
adelante por la carrera de los siglos hasta encerrarse, coronada
-de triunfos y abrumada de laureles, en los santos tabernáculos
•de la eternidad.
Oidme vosotros, hijos de esta religión, que sois prosapia di-
vina, y fructificad como rosal plantado cabe las corrientes de las
aguas. Echad olor de suavidad como los claveles de Engaddi,
floreced como el lirio de los collados santos, echad ramas dora-
das de gracias y virtudes y bendecid al Señor en sus obras.
Recibid, pues, os diré con Salomón, la instrucción por medio
•de mis palabras, estudiad algunas lecciones sobre la religión,
porque os serán muy útiles y provechosas. Ergo accipite discipli-
nam per sermones meos, et proderit vobis, (Sap. vn.)
Parodiando las palabras de la inmortal Teresa de Jesús, cuyos
labios plegaron los ángeles al morir, repetiré lleno de gratitud:
En fin, soy hijo de la Iglesia católica, soy hijo de esta divina re-
ligión bajada del cielo, que siendo una lo puede todo, y perma-
neciendo en sí inmutable todo lo renueva, y se derrama por las
naciones en las almas santas, formando amigos de Dios y pro-
fetas. Amicos Dei et prophetas constituit. (Sap. vn.)
En su consecuencia, voy á manifestar á los apreciables lecto-
74 EL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN
.(1) Este fué el padre y rey de los apologistas modernos. Siempre vencedor
v siempre invencible en miles de polémicas que sostuvo en su vida con los
enemigos de la religión.
(2) Este dominico tuvo tres votos para Papa cuando fué elegido León XIII.
Era tan gran teólogo, que los P P . del Concilio Vaticano solían decir, aludien-
do & el, cuando surgía alguna dificultad en las sesiones: Que hable Santo
Tomás.
EL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN 75
ii
«is
SANTIAGO Y SU ESPAÑA
(Continuación.)
ni
E r a u n a tarde de pesado estío.
E n r a r e c i e n d o el calinoso ambiente
Sol tropical, con su enervante fuego,
Arrastraba su luz hacia Occidente.
Juguetea la brisa allá en los cerros
P o r entre el bosque que á los cielos toca;
M a s , en el hondo que los montes ciñen,
E l polvo asfixia y el calor sofoca.
T a n comunes fenómenos no impiden
•Que arrostren los rigores de tal día
Multitud de habitantes de C a r t a g o ,
•Que bullen sin cesar por la bahía.
En cobertizos de tablones toscos
( P o b r e embrión de lindos arsenales),
U n o s carenan ó construyen lanchas,
Y otros discuten tratos comerciales.
T r a n s b o r d a n fardos á los grandes buques,
Balsas y botes, lanchas y almadías,
Y rústicas carretas van y vienen
T r a n s p o r t a n d o preciadas mercancías.
Todo es bullir con ansia delirante
Por aumentar el oro que envilece,
Sin reparar que la riqueza h u m a n a
Al soplo más ligero desparece.
P o r un momento en suspensión quedóse
L a actividad que á todos absorbía,
Viendo un gran buque que enfilaba airoso
"La estrecha boca de la gran bahía.
Al vigoroso empuje de los remos,
Aletas de aquel monstruo de madera,
Cruza ligero las tranquilas aguas
Mostrando de Fenicia la señera.
Mientras el ancla arroja, en la cubierta
Bullen, ansiosos de buscar fortuna,
Cien viajeros, de distintos trajes,
Según el pueblo que meció su cuna.
Griegos, fenicios, árabes, hebreos,
D e Menfis, del E g i p t o , de la T r a c i a ,
D e todo el mundo antiguo acuden seres
A buscar su ventura... ó su desgracia.
Medio escondidos entre negros cables
Y de rodillas sobre el duro puente
8o SANTIAGO Y SU ESPAÑA
IV
«Nadie tiene caridad Vedlo: Cartago le oyó.;
• Mayor ni más encendida Valencia sintió su celo,
»Que el hombre que por su amigo Y en T a r r a c o y en Barcino
«Entrega su propia vida.» D e r r a m a n d o fué el consuelo.
E s t o dijo aquel Jesús L o s cántabros, con amor,
Que más t a r d e , en el tormento, P a d r e y Apóstol le a c l a m a n ,
Rogando por sus verdugos Y los palentinos nobles
E x h a l ó su último aliento. L e recuerdan y le a m a n .
N a d i e , en efecto, como Él Los astures contemplaron
En amar á su enemigo; Sus desvelos incansables,
Pero también es verdad Y Astorga conserva de él
Q u e anunció duro castigo Recuerdos inestimables.
Contra el hombre que, arrastrado Iria F l a v i a , que sintió
P o r insensata pasión, Sus poderosos alientos,
N o supo aprender amores Aun guarda preciosas huellas
D e su amante Corazón. D e sus divinos portentos.
«Si mis discípulos sois, ¿ Q u é más decir? F i n i s t e r r e
Nos dijo, aprended de M í ; Y los pueblos lusitanos,
Ved hasta dónde amé Y o , L o s de Brácara , de L u g o ,
Y amad vosotros así.» Toledo y los sevillanos,
Impulsado nuestro Apóstol Ilíbens y J u b e r a ,
P o r ese lema divino, Célebre por su Clavijo,
N o es extraño que enlazara De Apóstol tan inc'an sable
A Iberia con su destino. Vieron el afán prolijo.
P o r eso ni los trabajos Cien veces cayó agobiado
L e asustan, ni el sacrificio, P o r fatiga enervadora;
Ni las fatigas, ni el h a m b r e , Pero, hallando nuevo esfuerzo
Ni la m u e r t e , ni el suplicio; E n la Sangre r e d e n t o r a ,
P u e s tan grande es el amor Siguió sembrando la F e ,
A Jesús que su alma encierra, L a E s p e r a n z a y el Amor
Q u e es morir..., por imitarle, E n las ovejas perdidas
Su afán único en la tierra. Del aprisco del Señor.
Sólo así explicarse puede Con verdad puede decirnos
Su fecunda actividad, Al recordarnos su celo:
Q u e á impulsos de santo celo Con mis sudores y luchas,
Sembró doquier santidad. Yo os engendré para el Cielo.
jYlaríano Jtf. Jfiaroto,
(Se continuará.) Presbítero.
EL P. HERMANN
(Continuación.)
vi
LA VOCACIÓN RELIGIOSA
SECCIÓN CANÚN1CO-LITÚRG1CA
R I P.
¿r*. ^r^ ^rts, ¿rn^ ¿r^ gr^j&^&Z^-JsC**- «^5^^T^.'^'gL-•pgC^--^^-
CRÓNICA GENERAL
J H A S LIMOSNAS DEL PAPA.—Con motivo de las Pascuas de Navidad,
Y * el Papa distribuyó, al terminar el último año, entre los pobres
de Roma, por mano de su limosnero secreto, la considerable suma
de 35.500 liras.
El número de las limosnas mandadas distribuir por el Padre Santo
durante el finado Año Jubilar (entre las cuales no va comprendida la
cantidad antes consignada), es el siguiente, según lo comunica la Li-
mosnería Apostólica:
Por socorros especiales, 173.085,27 liras; por limosnas comunes,
81.498; por socorros á sacerdotes pobres, 18.968,33; por medicinas en
el Dispensario de la Limosnería, 7.093,59; por dotes á huérfanas, á
postulantas de hábito religioso y á los jóvenes catequistas de las dis-
tintas parroquias de Roma, 17.100; por socorros á los ex-empleados
pontificios ó á sus viudas y huérfanos, 40.430; por socorros á los ex-mi-
litares pontificios ó á sus viudas y huérfanos, 29.400.=Total, 367.575,19
liras.
En esta suma no va incluido el sostenimiento por el Papa de nueve
escuelas elementales para niñas pobres, dos asilos para la infancia,
un albergue nocturno, dos talleres y el Conservatorio de los Santos
Clemente y Crescenciano, llamado delle Zoccolette, donde en la a c -
tualidad hay albergadas ciento tres jóvenes, ni tampoco las medici-
nas y socorros que por cuenta de León X1I1 se suministran á los po-
bres en Castel Gandolfo.
POESíA DE SU SANTIDAD.—Se ha publicado la oda latina escrita por
el Papa León XIII.
Está dedicada al nuevo siglo, y consta de catorce estrofas. En ella
el Papa comienza saludando el término del siglo xix, recuérdala gran
muchedumbre de peregrinos que ha venido á la capital del Orbe c a -
tólico durante el Año Santo, y después invoca á Jesús pidiéndole que
aparezcan tiempos mejores para todos, que comience para las nacio-
nes un nuevo florecimiento en las artes y en la paz, y termina pidien-
do al Redentor que, á pesar de los diez y nueve lustros que cuentaSu
Santidad, le conceda la gracia de ver un solo rebaño y un solo Pastor
en el mundo, ó sea la unión de todas las Iglesias cristianas.
MONUMENTO á LA INMACULADA. —Sobre el monte Tiberio, en la isla
de Caprea, se ha puesto la primera piedra de un monumento que se
ha de levantar en honor de la Inmaculada Concepción. Ha sido un
pensamiento inspiradísimo levantar en aquellas alturas desde donde
Tiberio regía los destinos del mundo y el paganismo tenía su trono,
por estar allí el palacio imperial dedicado á Júpiter, un monumento
cristiano muy importante por su significación mística, y sobre aque-
g6 EL MONTE CARMELO
había peloteras, riñas, palos y pedra- cuyos últimos campeones eran, de una
das sobre de qué pueblo había de ser parte El Mellado, y de otra Isidro el
la mayordoma y qué mozos habían de Minero, el blasfemo. Ya los mozos de
llevar la Virgen en la procesión de Santa Cruz habían sacado á los de
esta tarde y en las que durante el año Polanco seis barras de ventaja que te-
se verifican. Consecuencia de esto fué nía que ganar Sidro á su contrario,
que se idease un medio pacífico de sol- dejados para los últimos como mejores
ventar la cuestión, y-se estableció el tiradores. No he de enumerar las peri-
desafio al juego de barra entre cierto pecias de la lucha, pues ha de apre-
número de mozos de cada pueblo inte- ciarlas V. personalmente esta misma
resado, y cuyo desafio presenciara us- tarde. Sólo diré que el desafio era á
ted dentro de poco. El pueblo que sale seis tiros á pecho y otros seis á piernas.
vencedor elige la mayordoma, encar- Empezaron los primeros, y de la mano
ada de las ropas de la Virgen, encen- de Él Mellado salía la barra recta, perT
f er las velas en los Bosarios que se di-
cen todos los domingos y dias de fies-
fectamente dirigida y cada vez avan-
zando más; en cambio Sidro, que, aun-
ta en la ermita, llevar el ramo en la que de más fuerza,.no era tan mañoso,
procesión de hoy y otra porción de co- no conseguía hacer tiro, y cada vez
sillas que estas virtuosas campesinas que despedía la barra, dando vueltas
no cambiarían por nada de este mun- como el companillo de la ermita, lan-
do ; además, los mozos del pueblo ven- zaba el desgraciado terribles juramen-
cedor son únicamente los que llevan tos , sobre todo cuando vela que ba-
la Virgen del Carmen sobre sus hom- rreando ganaba sólo á pechos las seis
bros durante el año, y el Párroco del barras, pero inútilmente mientras no
mismo pueblo es quien celebra la Misa hiciera tiro. Todas las ansias y la hon-
mayor en la ermita el día de su festi- rilla de los de Polanco estaban pen-
vidad. Mi pueblo, hace cuatro años dientes de las manos de Sidro; y allí
que está en desgracia, y de aquí la estaba también la moza Mari Paz, azu-
pregunta significativa del médico que zándole con su presencia, y diciendo-
tanto llamó á V. la atención. El pasa- le á cada paso:
do año, todos los de Polanco creímos —Sidro, echa un tiro.
salir airosos de la contienda, porque Pero Sidro, ni por ésas; llegó á los
mediaba como estímulo ó promesa el patos la última vez que le restaba ti-
casamiento del héroe con la moza más rar, se clavó como si fuera una esta-
rica, garrida y apuesta de Polanco tua, y, ya con la barra en la mano, pa-
que
:
deseaba obtener la honra de la ma- seó su mirada por encima de la concu-
yordomla. El que habia de ser el man- rrencia , y gritó como un energúmeno:
tenedor era un mocetón como un cas- — ¡Apartarse!...
tillo , un atleta, capaz de derribar una Y la gente aumentó el circulo que
torre de un puñetazo, y que, sin recur- rodeaba á los jugadores, mientras Mari
sos de ninguna clase, trabajaba por Paz gritaba también fuera de sí:
temporadas en las minas de Bilbao ,¡¡ El tiro... Sidro, el tiro... y mis ha-
para atender á su sustento y al de sú ciendas y yo mayordoma!!...
anciana madre. Allí, contaminado con Llegó el momento supremo; balanceó
la hez de los trabajadores y respiran- el jugador su forzudo cuerpo á derecha
do aquel ambiente de bárbara irreli- ó izquierda, y al mismo tiempo que la
giosidad, habíase convertido en un barra salió de sus manos, la acompañó
•blasfemo horrible ; pero bueno, es de- de una blasfemia horrorosa juntamen-
cir, explicando la contradicción, que te con un berrido como el de un toro,
•él, en el fondo de su pecho, conserva- por virtud del esfuerzo hecho. Pero
ba todavía las arraigadas creencias de todo en vano: la barra salió lejos, muy
"sus padres, probándolo así la asisten- lejos, donde no habia llegado nunca y
cia á las funciones religiosas, el cum- más de seis barras que la del mozo de
plimiento con la Iglesia y otra porción Santa Cruz; más salió dando volteretas,
de actos que revelaban un devoto co- campaneando, y no hizo tiro. Los de
razón , aunque extraviado , pues aquel Santa Cruz lanzaron al aire sus boinas
lenguaje escandaloso, que sólo abría y sombreros con vivas á la Virgen del
sus labios para vomitar blasfemias, Carmen y al vencedor, mientras Sidro,
era dicho, más que con intención ofen- pálido y descolorido, continuaba cla-
siva, por un hábito lastimoso, no por vado en los patos donde repentinamen-
esto disculpable. En tal situación, pre- te vimosle caer al suelo, arrojando por
sentóse el pasado año, en unión de los la boca verdaderos chorros de sangre.
"mozos de Polanco, á disputar la pri- Todos le rodeamos compasivos, prodi-
macía que llevaba aneja el triunfo en gándole frases de consuelo, menos la
•el desafío verificado entre los tres pue- Mari Paz, que le dijo:
•blos. Primero pelearon los de Carre- —¡Bruto! —Por ti no soy mayordo-
ras y Santa Cruz, quedando vencedo- ma. ¡ No hacer tiro!
res los últimos sin gran esfuerzo; pero —Sí — dijo Sidro con voz apagada:—
el interés de la lucha estaba recon- hei hecho tiro en mi pecho, pero esto no
centrado entren éstos y los de Polanco, ,te importa á ti denguna cosa.
100 EL MONTE CARMELO
Aquella tarde se deshizo la alegría crecían los apuros de todos los intere-
de la fiesta, y colocando al pobre Si- sados; tanto, que al quinto tiro se
dro en un borriquillo, nos dirigimos aproximaron los viejos que habían sido
tristes y apesadumbrados á Polanco, jugadores en sus buenos tiempos, ase-
entregándole á los cuidados de su an- sorando á Sidro con sus consejos.
ciana madre. —Pero, hambre—le decían,—anivela
— Y diga V.— interrumpí á D. An- bien la barra, vuelve la cuña pá arri-
drés,— ¿no veré yo este año a ese /Si- ba, deja más hierro abajo, y al tiempo
dro? de soltarla afloja el dedo meñique.
— Sí, señor; y confio en que este año A todos estos consejos, sólo respon-
salga airoso, porque su madre le ha día el gigantesco Sidro diciendo:
ofrecido, si curaba, á la Virgen del Dejailo: que á lo último lo haré. No
Carmen, y él mismo prometió moderar sos apuréis.
su lenguaje, y así. lo ha cumplido. Lo cierto es, que la barra salió dis-
Esto es todo lo que pudo decirme el parada de aquellas manos enormes,
bueno del Sr. Cura, pues ya el campa- Íiero de mala manera, sin arte. Sólo
nillo de la ermita, despertando á los e restaba ya tirar una vez. En la últi-
que disfrutaban de una siesta tranqui- ma , el Mellado hizo un tiro, barra y
la, invitaba al Rosario y procesión media más que el que tenía ya hecho;
de la tarde. Entonces conocí á Sidro, y satisfecho del asombro causado, co-
durante la procesión respetuoso y re- menzó á ponerse su faja y demás ropa,
cogido , siguiendo detrás de la imagen dando por concluido el desafio. Enton-
del Carmen y mirando con envidia á ces sí que ya se dieron por perdidos
los mozos, en cuyos hombros era con- los mozos de Polanco, á pesar de las
ducida en elegantes y sencillas andas. seguridades y aparente serenidad del
Después de la procesión es cuando Sidro. Este se dirigió á los patos entre
la alegría llega á su colmo; innumera- las voces de sus compañeros que le de-
bles panderetas, agitadas por manos cían:
expertas, apagan los cánticos de las ¡Sidro, échale...!
tocadoras, cuya música no es posible Pero él, sin hacer caso, afianzó bien
sea trasladada fielmente al papel por los pies y, como el año anterior, tam-
ningún compositor; al compás del rui- bién gritó:
do alegre de sus sonajas, comienza el —¡Apartarse!...
baile, que tiene también su parte de Y aquella masa humana comenzó á
campeonato, pero voluntario, por el ensanchar el circulo donde se hallaba
especial empeño que ponen las parejas el tirador, que, mientras anivelaba el
en llevarse la atención de los curiosos, hierro, sintió á Mari Paz que le gritaba:
que se reduce á ver quién se está me- — ¡El tiro... Sidro.. el tiro!... ¡Sea
jor y más tiempo bailando. Y al son de por mí!...
á lo alto y á lo bajo Y mientras su disforme humanidad
y á lo ligero... etc., se balanceaba á uno y otro lado, con-
testó :
hay moza que consigue rendir á todos —¡Calle! ¿Por ti?... ¡No!... ¡¡Por la
los mozos de la romería, porque éstos Virgen del Carmen!!
turnan, se «acón, como ellos dicen, á Y doblando su cuerpo, como si fuera
medida que les va cansando la baila- un mimbre, despidió la barra como
dora. una flecha y fué á clavarse la mitad en
Por fin llegó el momento ansiado el campo ocho barras más que el tiro
por todos, y en particular por los de del Mellado.
Polanco. Como campo de honor fué. —¡Ahí va ésa!—gritó Sidro,—al mis-
elegida una explanada rodeada de ele- mo tiempo que la mocedad de Polanco
vadisimos chopos, y pronto quedó ce- lanzaba al aire sus boinas y sombre-
rrado el perímetro por inmenso gentío ros , vitoreando á la Virgen y al ven-
para presenciar la lucha. cedor. Este se dirigió á la ermita, é hin-
Jugaron primero los de Santa Cruz y cándose de rodillas ante la sagrada
Carreras, ganando. como el pasado Imagen, dijo:
año, los primeros; después tocó el tur- —Madre mía: lo prometió mi madre
no á los de Polanco , y también le de- y lo cumplo. La «Ermita del Carmelo»
jaron á Sidro siete barra» de pérdida no me tendrá ya por campeón.
que había de ganar al Mellado. Comen-
zó el pugilato, y, según ya me había re- Nunca se ha vuelto á ver á Sidro en
ferido D. Andrés, el Mellado, sacaba la pradera; pero si alguna vez visita-
sus tiros ganando todo el terreno posi- mos un convento de Carmelitas descal-
ble ; Sidro, en cambio, no hacía más zos , situado en una capital del Norte,
que dar vueltas á la barra, hecho un y cuyo nombre omito por delicadeza,
margaña, y así llegó al cuarto tiro, en al sonar en los claustros la campana
que comenzaron á defraudarse las es- de la portería, quizá nos franquee el
peranzas de los vecinos de Polanco y paso el Hermano Isidro.
del mismo Sr. Cura. Pero, á medida
que se aproximaba el final del partido, J0. ]}. Xlorente.
— "— - — ~ttB^ -^i^gjll,,.
-^Ü-S^
•~~'— ~---z~~*@ffij$é¿.~
RESURRECCIÓN DE UN MUERTO
ró á una Comunidad de Hijas suyas el una preciosa imagen suya del tiempo
pensamiento de sacarle de sus ruinas y de, la última Comunidad que fué lan-
devolverle á su antiguo santo destino, zada de aquel convento. Este encierra
en una época como la actual, en que ya una Comunidad bastante numero-
solamente hay medios y recursos para sa , formada por algunas del país y por
levantar soberbios edificios á la indus- otras que hasta de lo más remoto de
tria profana, á la satisfacción de los España acuden á reforzarla, hasta el
goces materiales; pero para levantar punto de que muy en breve van á ver-
un convento derruido... ¿qué le im- se cubiertas todas las plazas de que
porta eso á la moderna civilización?... debe constituirse la Comunidad.
Para eso no hay dinero, ni quien se En el último año que dio fin al si-
ocupe de una cosa que en nada trans- glo, oyó Beas el alegre volteo de las
ciende al gozar sensual de los pue- campanas del monasterio, que no ce-
blos... Pero precisamente ése es el es- san de resonar diariamente, mientras
timulo poderoso de las Hijas de Te- las religiosas, en su nueva iglesia, ele-
resa de Jesús: la falta de medios ma- van á Dios, sin interrupción, sus ala-
teriales , la falta de personas que con- banzas en acción de gracias por el
tando con ellos podrían realizar lo que triunfo, verdaderamente inconcebible
ellas ansian, levantar de sus escom- en nuestros tiempos, que su bondad
bros una casa que edificó y habitó su infinita ha concedido á las restaurado-
Santa Madre. Dos años hace salieron ras del antiguo convento fundado por
del convento de las Teresas de Madrid Santa Teresa de Jesús.
siete religiosas carmelitas descalzas, ¡Gloria á Dios solo, por tan prodi-
con el tenaz empeño de hacer ellas giosa demostración de su poder y de
mismas lo que nadie se atrevía ni á su misericordia! Y á la vez gratitud
imaginar. No oyen sino manifestacio- inmensa y sin fin á la eficacísima pro-
nes de desaprobación de su loca y te- tección y valiosísimo apoyo con que
meraria empresa. Parten de Madrid en el venerable Prelado de Jaén ha alen-
toda la crudeza del invierno de 1898. tado á aquellas generosas religiosas,
Hacen un laboriosísimo viaje á Beas, y las ha sostenido en la obstinada tri-
separado de toda vía férrea y situado bulación en que se han visto sumidas
en tales condiciones que no ha conse- por la falta de medios para llevar á
guido todavía participar ni de los me- cabo la vasta empresa á que su celo
dios de comunicación más sencillos, las impulsó. No olvidará tampoco ja-
que parecían no debían dejar de en- más aquella Comunidad lo que debe á
contrarse en nuestra adelantada épo- la abnegación singularísima del Párro-
ca. No importa: emprenden la mar- co de Beas, único arquitecto que ha
cha; á fuerza de trabajos y de dificul- dirigido la reedificación de aquel con-
tades indescriptibles llegan á aquel ol- vento, y que, no contento con esto, se
vidado rincón. Pero ¡oh dolor! Entre ofreció él mismo al trabajo, confun-
aquellos escombros no hay medio de diéndose con los obreros para apresu-
guarecerse de los rigores de Enero rar la terminación de la obra.
siete mujeres que, aun á pesar de todo
esto, se empeñan en observar clausura El vecindario todo de Beas demos-
en medio de unos trozos aislados de tró, desde la llegada de las religiosas,
muros sin cubrir. No desisten: Dios su entusiasmo y su afecto especial ha-
las da fuerzas; se levanta una pared; cia ellas, ofreciéndolas cuantos recur-
poco á poco se construye otra. Según sos podían prestar en aquel aislado
van alzándose estas primeras paredes, pueblo. Y, por no mortificar la modes-
las religiosas van estrechando su clau- tia de algunas especiales familias de
sura. Pero se oponen á sus generosos Beas, no se citan- los nombres de
esfuerzos nuevos obstáculos; falta la generosos bienhechores que, desde la
salud cuando más la necesitan; no im- presentación de la nueva Comunidad,
porta: porfían, y se puede decir, sin no cesan de ayudarla y favorecerla
exageración ninguna, que luchan á con acendrada piedad. ¡ Gloria á Dios!
brazo partido contra lo imposible... Verdaderamente milagrosa puede con-
Dos años hace, solamente dos años... siderarse esta obra, en un tiempo tan
j El convento está levantado! La celda contrario á ello.
que habitó Santa Teresa de Jesús está
Uno que mucho debe y espera
ya habitada, con el mayor decoro, por
de Sta. Teresa de Jesús.
NUESTRA SEÑORA DEL CAMINO
(1) Dedicatoria del marqués de Torres al rey D. Felipe IV. — Para esta y las res-
tantes citas me valgo de la edición del Genio de la Historia, publicada por la Biblio-
teca La verdadera Ciencia española.—Barcelona, Imp. Barcelonesa, 1886.
(2) Carta de Fr. Jerónimo al marqués de Torres. Anda inserta al principio del
libro.
112 EL MONTE CARMELO
PARTE PRIMERA
(1) Cap. I , § I .
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114 MONTE CARMELO
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CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA
DE
AD P E R P E T U A M REÍ MEMORIAM
—¿Es que, porque el Sr. Alcalde sea un idiota, vamos d serlo tam-
bién nosotros?, replicó el agente.
L A MANO DE DIOS. —Hace poco falleció en Bannegon (Francia)
M. Bouquet, maestro de instrucción primaria, el cual, al ser desti-
nado anteriormente á la escuela de Neuilly en Dun, mandó quitar el
Crucifijo, al que un alumno se entretuvo en tirar piedras cuando sa-
lió de la clase, rompiéndole una pierna.
Algunos meses después, al subirse el muchacho á un árbol, se caía,
fracturándose un muslo, de cuyas resultas murió.
Trasladado M. Bouquet posteriormente á Bannegon, quitó también
el Crucifijo de la escuela, y, al hacerlo, se le cayó de las manos y se
le rompió una pierna.
Hace poco, yendo el impío profesor en bicicleta, tuvo una caída, y
se fracturó una rodilla .falleciendo dos días después.
CRUELDADES SECTARIAS.—Una pobre mujer, que habita en el barrio
Ternes, París, enferma con cinco hijos, pidió socorro á la Asistencia
Pública, que le ha sido denegado porque el investigador encontró en
su mísera vivienda un Crucifijo y un rosario, y porque sus hijos no
iban á la escuela laica. Por esta última razón se deniegan auxilios en
Lyon á los cristianos. Con oportunidad dice La Croix que fuera di-
famar á los salvajes el compararlos con estos infames sectarios.
Los CATóLICOS Y EL DUELO.—Tres jóvenes pertenecientes á familias
muy distinguidas de Colonia han sido excluidos del grado de oficia-
les de la reserva, porque rehusaron responder á preguntas que se
les dirigían respecto al duelo; pues esos jóvenes pertenecen á una
sociedad católica que, como es natural, condena el desafío. El grupo
católico ha presentado una interpelación en el Reichstag, y esta in-
terpelación recuerda que en 2 de Diciembre de 1897 el Emperador,
en una orden del día al ejército, comunicada al Reichstag, condenó
el duelo en el ejército, por lo que es extraño que puedan ser excluí-
dos los candidatos al grado de oficial de la reserva, que sostienen
principios que el mismo Emperador defiende.
BODAS DE PLATA.—En Hervás ha celebrado sus Bodas de Plata el
Obispo de la diócesis de Plasencia, dando una comida á los presos
de la cárcel del partido, después de decir solemne Misa en la parro-
quia de Santa María.
EN HONOR DE LA VIRGEN DEL PILAR.—En la prensa católica de Za-
ragoza se ha indicado el proyecto de efectuar una cuestación entre
los 800.000 ó más aragoneses de que constan las provincias de Zara-
goza, Huesca, Teruel, y de unos 200.000 navarros que forman las dió-
cesis de Pamplona y Tudela, sufragáneas,de la de Zaragoza, por diez
céntimos de peseta cada persona, para costear dos ricas y artísticas
coronas de oro y pedrería fina para las imágenes de la Virgen y de su
divino Hijo. Celebraremos que se lleve á cabo este piadoso proyecto.
L. D. V. M.
y* niw^s
INVOCACIÓN
Temblando de temor, de amor temblando,
Me postro ante tu altar ¡oh Dios amante!
Cual rendido y sediento caminante
Par del arroyo que buscó llorando.
Tú sólo ¡oh mi Dios!, Tú sólo eres
De la sagrada inspiración la fuente
Do adquiere su vigor la humana mente,
Y de tu amor se baña en los placeres.
Lejos de mí la inspiración traidora
Que encanta con sus flores y atavíos
La mente juvenil y soñadora
De poetas de numen fiel vacíos.
Huyan de mí las musas insolentes
Por siempre del mundano codiciadas,
Para cantar con notas destempladas
Su impuro amor y su pasión ardientes.
Tú sólo ilústrame, Dios soberano,
Y entonces, sí, las notas de mi lira,
Al hacerla sonar mi tosca mano,
Ayes serán de un alma que suspira.
Y ¿quién sin esta inspiración divina
Pulsar querrá su estro peregrino,
EL M0NTE
134 CARMELO
|^íRAN las cuatro de la tarde del día i.° de Septiembre del año
J
de gracia 1662, cuando un vecino de Villamoros de Mansi-
Ua, D. Sebastián de Prado, recibió de una mujer media libra de
pólvora en lugar contiguo al Castillo de Venal, y, no teniendo
dónde guardarla, la entregó á un criado que, falto de experien-
cia y de cuidado, la colocó en el propio cañón de su escopeta.
Distraído el infeliz sirviente, disparó el arma, la que, como era
natural, reventó, chocando un gran pedazo en su cabeza, entre
la densa niebla de humo que sucedió al estruendo más espanto-
so. Devoto fervientísimo D. Sebastián de la Virgen del Camino,
invocóla en lance tan apurado de peligro, y, en efecto, su criado
resultó sin lesión y sin herida.
EL carpintero de León Andrés de la Lastra quitaba las colgadu-
ras de la iglesia de la Concepción en Agosto de 1671, y, al caer
desde la bóveda al pavimento, imploró el patrocinio de la Vir-
g e n ^ con admiración de los presentes, en vez de morir, como en
orden natural le hubiera sucedido, levantóse bueno y sano y dis-
puesto á subir nuevamente á la escalera.
En perdurable memoria de agradecimiento los condes de Vi-
llanueva de Cañedo y de Orgaz, señores de Villacid, D. Alvaro
Osorio y Doña Beatriz Francisca de Vega á la Virgen milagrosa
del Camino, colocaron en el santuario el retrato de su hijo Don
Pedro, niño de corta edad, que en 12 de Junio de 1689, jugando
con un perro en la orilla del Bernesga, al tirar una piedra para
que el perro la sacase, arrastró tras sí á la inexperta criatura, en
sitio,donde había más de una pica (1) de agua; al caer pronunció
(i) Representa su profundidad la altura de una lanza larga que usaban los
soldados de infantería para impedir que rompiese el escuadrón el empuje te-
rrible de la caballería.
NUESTRA SEÑORA DEL CAMINO I39
(1) En recuerdo sin duda del obispo de León D. Pedro Cabeza de Vaca.
I4O EL MONTE CARMELO
<¡JLs>
EL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN
II
(Continuación.)
(1) Cap. I I , § 2 .
(2) Cap. citado, § 3.
I46 EL MONTE CARMELO
SANTIAGO Y SU ESPAÑA
(Continuación.)
«Que bendigas
»Y ampares al pueblo fiel.
»Por labrar su eterna suerte,
»Ni la muerte
»Amenguará mi fervor,
»Pues alegre espero el día,
«Madre mía,
»En que muera por mi Dios.»
Y esa Reina inmortal le escucha amante,
Y una vez más le infunde fortaleza,
Y la visión á disiparse empieza
Volando hacia Salen.
Poco después dominan las tinieblas,
Y otra vez las estrellas relumbraron;
Los cánticos divinos se alejaron
Por la región azul;
Y el Ebro, que su curso suspendiera
Por contemplar tan célico tesoro,
Dando á sus ondas eco más sonoro,
Dejólas proseguir.
Pero quedaba, como fiel testigo
De tan sublime y tierna maravilla,
Cerca del Ebro, en pie sobre su orilla,
El marmóreo Pilar.
Anhelando cumplir orden tan santa,
Del polvo, do sus frentes humillaron,
Jacobo y sus discípulos se alzaron
Con nueva intrepidez.
En torno del Pilar la obra comienzan,
Luchando con constancia noche y día,
Y ensalzando las glorias de María
Perfuman su labor.
Y aparece por fin la nueva Iglesia
Pobre... muy pobre en elegancia y oro;
Pero ante Dios muy rica... que un tesoro
Su Madre guarda allí.
Y ese tesoro inestimable, eterno,
¡ Qué gérmenes divinos en sí encierra
De triunfos mil que vio después la tierra
Absorta de estupor!
Ese tesoro que inflamó los pechos
Hasta engendrar millones de cristianos
Que torna luego en héroes sobrehumanos...
¡¡Es nuestro... y lo será!!
¡ Huya de España quien , como hijo espurio,
No sepa honrar, cristiano y caballero,
El don sin par que al corazón ibero
Madre hermosa otorgó!
Que el hijo fiel, con gratitud ferviente
Confesará, porque nobleza obliga,
Que el tierno amor que al español prodiga
A nadie dio jamás.
Jtfart'ano J/¡. jfiaroio,
(Se continuará.) Presbítero.
CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA
DE
(Conclusión.)
pal, permanecen íntegros los derechos que acerca del particular con-
ceden á los Obispos las leyes pontificias. Si sólo guardan la clausura
llamada parcial, cuidarán los Obispos que se observe fielmente, y r e -
primirán todo abuso sobre ello.
V. Los religiosos ó religiosas de estos Institutos estarán sujetos,
en cuanto al foro interno, á la potestad de los Obispos; y, respecto
del foro externo, tendrán la misma sujeción en cuanto á las censuras,
reservación de casos, relajación de votos que no estén reservados al
Sumo Pontífice, celebración de preces públicas, dispensas y demás
concesiones que los Obispos pueden dispensar á sus fieles.
VI. Si alguno de estos religiosos solicita la promoción á los sagra-
dos órdenes, el Obispo de la diócesis á que pertenezca no se los con-
ferirá sino con estas condiciones: que el religioso sea propuesto por
sus Superiores; que se cumpla lo que el derecho establece acerca de
las letras dimisoriales ó testimoniales; que tenga título debido de
ordenación, ó que pruebe su legítima exención; y que hubiere cur-
sado la Teología según el decreto Auctis admodum, dado el 4 de
Noviembre de 1892.
VIL Sobre las Congregaciones que vivan de limosna, ejerzan los
Obispos los derechos que se les concede en el decreto Singulare qui-
dem de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares de 27 de
Marzo de 1896-
VIH. En las cosas espirituales estarán sujetas estas Congrega-
ciones á los Obispos en cuyas diócesis vivan. Á éstos, pues, toca
aprobar á los sacerdotes para celebrar y predicar. Y, tratándose de
Congregaciones de mujeres, el Obispo nombrará sus confesores,
tanto ordinarios como extraordinarios, conforme á la Constitución
Pastoralis cura de nuestro predecesor Benedicto XIV y al decreto
Quetnadmodum publicado por la Sagrada Congregación de Obispos
y Regulares el 17 de Diciembre de 1890; el cual decreto también se
extiende á las Congregaciones de varones que no son promovidos á
los sagrados órdenes.
IX. La administración de los bienes que cada Congregación posee
pertenece á los Superiores ó Superioras generales y á sus Consejos;
y la administración de los bienes de las casas particulares á los Pre-
sidentes de las mismas, según las leyes de cada Instituto. Cuando á
alguna casa se cedan ó leguen bienes para emplearlos en el culto di-
vino ó en obras de caridad, su administración será de los Superio-
res, pero dando cuenta al Obispo y estando á lo que éste disponga;
y no podrán los Superiores ó Superioras de la Congregación ocultar
ninguna parte de estos bienes al Obispo, disminuirlos ni darlos otro
destino; y podrá el Obispo exigir cuando le parezca el estado de cuen-
tas de estos bienes, y cuidará de que no se disminuya el capital ni se
expendan malamente los intereses.
X. Donde las casas de estas Congregaciones tengan á su cargo y
cuidado mujeres, huérfanos, hospitales, escuelas, asilos de niños,
estará bajo la vigilancia del Obispo todo lo tocante á la enseñanza
de la religión, á la honestidad de las costumbres, ejercicios de pie
dad, administración de Sacramentos, quedando en pie, sin embaí*-
152 EL MONTE CARMELO
nuestros lectores una oración para que Dios ponga remedio á los
males gravísimos que trabajan á nuestra desdichada patria, vícti-
ma de manejos sectarios y antirreligiosos, ó nos dé fuerza y valor de
mártires para arrostrar los sucesos tristísimos que quizá dentro de
poco veamos desarrollarse.
NECROLOGÍA
CHILE.—El día 2 de Enero falleció en el convento de Carmelitas
Descalzas de San José, de Santiago, la Hermana Rosa de San Al-
berto, á la edad de ochenta años y sesenta de religión. Aunque dicha
Comunidad no se hallase ceñida con la abrillantada diadema de to-
das las virtudes y espíritu gigantesco de las Hijas de Teresa de Je-
sús, gloria singular y esplendoroso brillo recibiría de esta su dicho-
sa Hija, que acaba de regalar al mundo de los ángeles. La Hermana
Rosa fué un dechado de observancia regular, humildad, obediencia,
caridad, abnegación, olvido de las cosas terrenas y continua aten-
ción de las divinas; pudiendo asegurarse que, desde el feliz momento
en que se vio entre las inspiradoras sombras del claustro carmelita-
no, no tuvo otro pensamiento que realizar en sí misma el ideal de la
santidad, y disponer en su corazón y consumar dichosamente las su-
blimes ascensiones mediante las cuales se remontó á las elevadas
regiones de la unión y perfección evangélicas.
El que esto escribe tuvo ocasión de tratar su bendita alma días an-
tes de su dichoso tránsito, y no duda afirmar que entre las tempes-
tades de esta vida gozaba un algo como preludio de la paz y la cal-
ma de la vida de los ángeles, según ella misma lo manifestó a l a Ma-
dre Priora cuando, preguntándola ésta "si tenía que decir algo al
sacerdote que se llegaba á darla la Extremaunción,,, contestó con
tranquilo y candoroso acento: No, M. N., nada tengo que decir... Pero,
ya que ella nada quiso decirnos en aquella hora de congojosas incer-
tidumhres y formidables luchas, lo diré yo, que traté muy de cerca
su alma, para acicate de los que vestimos el mismo hábito y prome-
timos observar la misma regla usque ad mortem; que fué ¡¡¡una santa
y primitiva carmelita descalza!!!...—Fr. E.
CORELLA (NAVARRA). — El día 24 de Enero murió, rodeado de sus
hermanos de religión, el Hermano corista Bertoldo de la Virgen del
Carmen. Como el joven del Libro de la Sabiduría, ha sido cortado su
tallo en la primavera de la vida, y transportado á los verjeles de la
gloria para que la malicia no mancillara su espíritu ni la corrupción
del mundo le pervirtiera. Nacido el día 24 de Febrero de 1877, en Cia-
nuri (Vizcaya), pasó su infancia perfumando con el aroma de sus
frescas virtudes la casa paterna. Hecho á oir las inspiraciones de la
gracia y seguir el llamamiento divino, sintió en su corazón la voz de
Dios que le llamaba al retiro del claustro, y, renunciando un porve-
nir lisonjero, vistió el hábito de carmelita descalzo en nuestro Novi-
ciado de L a r r e a , á los diez y ocho años de edad. Plantado junto á las
corrientes de los buenos ejemplos de sus connovicios, y regado con
las saludables lecciones de sus maestros, creció como oliva fructuo-
sa y dio el trigésimo, sexagésimo y centesimo fruto de virtudes reli-
giosas. Los estudios á que después de la profesión tuvo que dedicar-
se, lejos de causarle distracción y aridez de espíritu, le sirvieron de
IÉO EL MONTE CARMELO
-£—»•;- I -H~"4~
DECLARACIÓN IMPORTANTE
EL MEJOR ELOGIO
-^•S*"-
SAN JOSÉ
(Escultura de Font.)
CARMELITAS ILUSTRES
El R. P. Dionisio, de la pro-
vincia de Flandes, es uno de
los hijos más beneméritos de
la Reforma Carmelitana.
Después de desempeñar va-
rios cargos de distinción, fué
elevado á la primera dignidad
de la Orden el día 20 de Marzo
de 1892, siendo nombrado por
el Sumo Pontífice, por decreto
de la Sagrada Congregación
de Obispos y Regulares, Vica-
rio General de la Descalcez, en
JVÍ. 7J. p. J)ion¡sio de Santa Teresa, sustitución del Prepósito Gene-
Arzobispo electo de Damasco.
ral, Fr. Jerónimo María Gotti,
hoy Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos
y Regulares, que por aquella fecha había sido creado Arzobispo
de Petra, Internuncio Apostólico y Legado extraordinario del
Brasil.
CARMELITAS ILUSTRES 169
FECHAS CARMELITANAS
29 DE MARZO DE 1601
EL ESCAPULARIO
(Continuación)
CARTA INTERESANTE
ni
deducido de las obras maestras del arte griego y romano. Otros, para
quienes la admiración de lo antiguo no excluye el progreso introdu-
cido en las ideas estéticas por el Cristianismo, cifran el ideal del
Arte en el consorcio, hasta donde es posible obtenerlo, de las formas
paganas con el espíritu cristiano. ¿Cuál de estas escuelas podrá aspirar
á un triunfo definitivo?
Los artistas más esclarecidos hoy en Europa profesan cierto selec-
ticismo, que parece estar más en armonía con las tendencias generales
de la filosofía moderna. Toman como base la naturaleza, no para imi-
tarla servilmente, sino para inspirarse en ella y admitiendo sólo como
puntos de vista histórico y arqueológico los sistemas de los tiempos an-
teriores, ora el idealismo cristiano, que se le denomina ya goticismo, ya
purismo; ora el otro idealismo pagano que se distingue con el nombre
de clasicismo; ora el naturalismo místico español, tan sublimado en los
lienzos de Murillo, Zurbarán.y Ribera; ora el naturalismo profano de
los pintores neerlandeses Rembrandt y Jordanes, forman un sistema
vasto y comprensivo, mejor dicho universal, en el que caben todas las
cualidades de los grandes maestros de todos los siglos pasados y de
todos los países.
Ahora bien; después de estas ideas, que en su mayoría las hemos to-
mado de un célebre escritor de nuestros días, se nos ocurre preguntar:
¿Cuál es el objeto del Arte? ¿Cuál es la misión del artista sobre la Tie-
rra? ¿Qué rumbo señala el dedo de la Providencia á aquellos que, dota-
dos de una imaginación ardiente y de un corazón apasionado, sienten
en sí la llama del genio y se reconocen llamados á cumplir una misión
providencial? El destino del artista ¿es tan sólo deleitar con la repre-
sentación de los objetos que la naturaleza ó el hombre nos ofrecen?
He aquí la cuestión más importante que hay que dilucidar para deter-
minar el verdadero sentido de las Bellas Artes. El realismo moderno se
contenta con que el Arte imite, prescindiendo de si agrada ó no agrada.
El ecléctico quiere que la obra del Arte sea siempre bella; el idealista,
ó, mejor dicho, el espiritualista cristiano, aspira á que el Arte realice un
fin religioso, civil ó social, cual es el coadyuvar al mejoramiento de las
costumbres elevando sus ideas, purificando sus sentimientos, esclare-
ciendo las inteligencias y conduciendo su espíritu por medio del Arte
natural á una región sobrenatural; aspira, en suma, á que el Arte, obran-
do sobre los sentidos, conspire al mismo resultado que la doctrina que
se dirige á la razón y al entendimiento.
Confesamos de grado que éste es el único objeto que puede tener el
Arte, y éste el único rumbo que le señala el dedo de la Providencia, y
el fin que debe proponerse al emprender su carrera: conducir al géne-
ro humano á su perfeccionamiento, y por medio de su perfeccionamien-
to á las regiones de lo infinito; todo por medió de los recursos de que
la naturaleza le ha dotado, es decir, por medio del Arte. Por este obje-
to, y persiguiendo estas finalidades, debe trabajar el escultor, el pintor,
EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES 183
ni
ss ' •
% L tiempo parece muy fuerte y robusto, puesto que todo en él
^ muere, y no obstante es muy débil; no es ni siquiera una
substancia ó ser capaz de subsistir por sí mismo; es un accidente
de los seres que se mueven. El movimiento engendra el tiempo, y
éste mide á aquél. Según son varias las transiciones de los seres
ó su capacidad de transmutarse, así son varias las medidas ó reglas
para medirlas. Hay seres completamente incapaces de toda muta-
bilidad, como Dios y sólo Dios. Otros que son inmutables en su
esencia, porque no pueden ser destruidos, pero son variables en sus
acciones; éstos son los ángeles y espíritus creados. Otros seres,
finalmente, son mudables en su esencia y en sus acciones, como el
hombre, que puede descomponerse, y todos los seres materiales que
pueden corromperse.
La duración del primero se llama eternidad; la de los segundos
evo, y la de los terceros tiempo. Por esto la eternidad se define:
La duración de un ser completamente invariable, tanto en su esen-
cia como en sus operaciones. El evo es: La duración de los seres
invariables en su esencia y variables en sus operaciones. El tiempo:
La duración de los seres variables en su esencia y en sus operacio-
nes. En la eternidad mira Dios las tres divinas personas en sempi-
terno consorcio. En el evo están los ángeles; en el tiempo, que es
más bajo, está el hombre, ¡pobre hombre! ¡Está en el tiempo, y el
tiempo es la duración de los seres que pasan!
Aunque es cierto que en el hombre hay continua sucesión de ac-
ciones, porque comienza á entender y amar lo que antes no amaba
ni entendía, y dejar de querer y entender lo que antes entendía y
amaba, y es corruptible en cuanto á su cuerpo, y por esto está en
el tiempo, también es verdad que en cuanto á su alma es incorrup-
EL TIEMPO 185
Ahora que hemos comenzado un siglo nuevo, que sin duda con-
cluirá con todos nosotros, acordémonos de que la muerte en el tiem-
po es el nacimiento en la eternidad; la última y radical mudanza en
el tiempo, es el principio de nuestra sempiterna inmutabilidad.
Bendigamos á la Religión santa que nos ha enseñado estas ver-
dades grandiosas y sublimes.
fr. Sucas de San Tose.
SECC1ÚN CANÚNIC0-L1TÚRG1CA
e
<§£VS^ 9
Un sucedido. —No, señor; yo no me llamo así: m .
mujer se llama Josefina, y, con ese 1
motivo, este día me es querido; pero
JM>RA el 18 de Marzo de 188... me lo es más por otra razón.
<F^> El tren de Maguncia, á todo va- El comerciante se calló, dominado
por, se dirigía á Colonia. Era uno de por viva emoción; una lágrima corrió
esos hermosos días, tanto más agrada- sobre su larga barba negra.
bles cuanto más raros en esta estación —Sois seguramente un agradecido
del año; los rayos del sol se desliza- devoto del gran San José.
ban sobre las verdes praderas, donde —¡Oh! Sin duda, señor; pero úni-
á su suave calor se abrían las amapo- camente desde hace algunos años; an-
las y margaritas. tes no le honraba nada.
En un coupé iban sentados los via- Señor—dijo el negociante después
jeros: un sacerdote y un comerciante. de unos minutos de silencio,—sois
Sin inquietarse uno del otro, conside- sacerdote, quiero contároslo todo para
raban con interés el delicioso paisaje gloria de San José... Podéis publicar
que se desarrollaba ante sus ojos, Ja cosa, predicarla...
siempre más encantador en las pinto- Mi educación, al principio muy ca-
rescas orillas del Rhin. Sus pensamien- tólica, dejó después mucho que de-
tos volaban al tiempo de los antiguos sear. Mi buena madre murió; mi pa-
caballeros, en que aquellas moles de dre, hombre de mundo, no se ocupó
piedra, hoy en ruinas, encerraban una casi de ella. Vine á ser ¡ ay! como tan-
vida tan activa, y algunas veces tan tos jóvenes de nuestros días, indife-
salvaje. rente, irreligioso: bien pronto aban-
Se acababa de pasar por Bonn. El doné todos mis deberes de cristiano;
sacerdote tomó su breviario, é iba á no pensé ni en Dios.
empezar su oficio, cuando atrajo su Pero Dios no me abandonó; creo
atención su vecino que, sentado en- que mi santa madre rogaba por mí.
frente de él, parecía también prepa- Me hice comerciante, y Dios bendijo
rarse á rezar. todas mis empresas. Me casé con la
— ¿Sois católico?—le preguntó el que hace la dicha de mi vida, y que
sacerdote. Dios hftbía elegido para obra de mi
—Sí—le respondió el otro con aire conversión.
amable.—Quisiera llegar hoy á casa, Era tan buena, tan piadosa, que
aunque estamos á principio de la pri- nunca se hubiera casado conmigo si
mavera, y á los comerciantes no nos me hubiera conocido bien. Pero yo si-
gusta interrumpir los viajes. mulé ideas religiosas que no había en
—¡Ah! Mañana es San José. ¿Será mi alma, y tuve el triste valor de r e -
su santo ? presentar una vergonzosa comedia.
ig6 EL MONTE CARMELO
§ » * f f i ? V C ^ P — g f f i y • a ^ » v ¿ j g — q f f i y « f a ^ v ^ g — • a ^ • t j j j f » v í f o v §
AL ÁRBOL DE LA CRUZ
a|s
EL CAUTIVO DE LA MAMORA
(Continuación.)
ó leyente; como quiera que las artes ó ciencias, para merecerle, han
de probar lo que pretenden persuadir» (i).
Entiendo yo ser ésta la razón filosófica de la suprema dignidad
y alteza de la Historia; razón que puso en clara luz y evidencia
Fr. Jerónimo, y que importa señalar en primer término al tratar de
la dignidad en la Historia.
Reconoce luego el insigne carmelita, con harto fundamento, que
tiene á su favor la Historia otra mayor y más sublime excelencia,
«si la consideramos como un principal instrumento escogido por
Dios para el mayor fin de sus obras, que es la glorificación de su
santo nombre y salvación de las almas que redimió con su preciosa
sangre, pues por medio de la Historia divina principalmente, y de
la humana en alguna manera, se consigue el uno y otro fin, mi-
nistrando ambas, con los ejemplos y sucesos, vivos y poderosos estí-
mulos para alabar y honrar á Dios y para seguir, hollado el vicio,
la virtud merecedora de la holganza eterna» (2).
Así como la anterior prueba conceptuaba yo ser la razón filosó-
fica de la dignidad y alteza de la Historia, juzgo que la presente es
la razón teológica por excelencia de esa suprema alteza y dignidad.
Con esa marca teológica viene igualmente impresa la otra prueba
que el autor señala.
«A ésta—dice—que es suprema dignidad de la Historia, se sigue
otra no menos superior y divina, que es el haberse publicado el mis-
mo Dios por Autor de esta manera de escritura. Porque si la noble-
za de los autores que componen y sacan á luz alguna obra se comu-
nica y alcanza á ella misma, como al hijo (pues éste lo es del inge-
nio) la gloria y nobleza del padre, y no solamente á su obra, sino
también á todo aquel linaje de escritura, ¿qué gloria, nobleza y dig-
nidad puede compararse con la que á la Historia le proviene de tener
por Escritor y Autor, entre los que la profesan, al mismo Dios? Ha-
biendo la Divina Majestad de escribir y publicar (digámoslo así) un
volumen de escritos y obras suyas que compuso Él mismo (que tam-
bién Dios ha compuesto y sacado á luz su libro, si los hombres los
suyos), quiso que casi todos ellos fuesen historiales. De manera que,
entre los historiadores y profesores de la Historia podemos contar
al mismo Dios como á principal Autor de la Historia Divina; pues
aunque se sirvió del ministerio de sus profetas, como de instrumen-
tos suyos, bien que animados y libres en su operación, pero el Se-
(1) Cap. n i , § 1.
(2) C a p . citadlo, § 2 .
EL MONTE CARMELO
ñor, que les dictaba é infundía las razones y palabras, era el que por
medio de ellos, como con pluma bien cortada, principalmente es-
cribía. Puede, según esto, ya la Historia gloriarse de que, aunque
las demás ciencias y artes reconocen por su Autor y principio á
Dios, pero ella, no sólo por su Autor y principio, sino también por
su particular Escritor y Profesor le reconoce» (i).
¡Cómo cobra particular afición y estima á la Historia quien la
contempla en tal espejo sublimada y engrandecida! ¿Quién será
osado—vista la Historia desde ese punto de vista, el único real y
verdadero—á considerarla de inferior categoría en el orden de las
ciencias humanas?
Y á esta suprema dignidad de la Historia, que es como la esen-
cial gloria suya—según afirma Fr. Jerónimo ,—se junta la acciden-
tal, que le proviene de haber sido cultivada por nobilísimos escri-
tores sagrados, eclesiásticos y profanos, entre los últimos, príncipes
algunos y reyes. Confirma el autor esta verdad con varios ejemplos
de nota, todos oportunamente traídos y que demuestran con luz
meridiana cuan digno y excelente es el arte que manejaron y cul-
tivaron tan ilustres ingenios, y para el cual ha sido instituido en
muchos reinos y provincias, comunidades y repúblicas, el elevado
cargo de Cronista, ejercido comunmente por personas beneméritas
de la Iglesia y del Estado.
La dignidad y excelencia de la Historia proviene, finalmente, de
los muy particulares requisitos que deben adornar al historiador, á
saber: sabiduría, entereza y autoridad, y, además, de los premios y
honores que á ella y á éste han sido concedidos (2).
José Jgrn. Valenti.
(Se continuará.)
EL P. HERMANN
VII
EL NOVICIADO
QUERIDO P A D R E DIRECTOR.
*>—tv 1 U~~i~
BIBLIOGRAFÍA
* *
(i) En este día y otras festividades de la Santísima Virgen, por concesión especial
del Papa Gregorio XVI, se puede ganar indulgencia plenaria visitando la Capilla de
este Fundo.
•
CRÓNICA CARMELITANA 221
Pero, por lo mismo que este trabajo es más ingrato, recibirá, sin
duda, mayor recompensa de Dios N. S., que tanto amó á los niños y
tan alto habló de ellos. Pues ¿quién mejor que el catequista obedece
al divino Maestro, que nos dice: "Dejad á los niños, y no les estor-
béis de venir á Mí?„ El que los instruye, no sólo no impide que los
pequeñuelos se acerquen á Jesús, sino, al contrario, quita los obstácu-
los para que vayan á Jesús.
De los sesenta, treinta y cinco comulgaban por primera vez, de
manera que se les preparó más especialmente que á los otros.
El viernes primero del mes, y, por lo tanto, dedicado al Sagrado
Corazón, predicó la plática de la noche el Rdo. P. Ernesto, que sabe
inspirarse, mejor que en ningún otro, en el fecundo tema del Santí-
simo Sacramento. Exhortó á todos á multiplicar las comuniones, ma-
nifestando con amoroso ardor los raudales de gracias que brotan del
Santísimo Corazón en el divino Sacramento.
Después del sermón tuvo lugar la exposición solemne, entonán-
dose los cantos litúrgicos de estilo, y dióse término con la bendición
del Santísimo Sacramento.
Nadie podrá negar que esta devoción de las devociones, la de Je-
sús Sacramentado, es la mayor y más fecunda fuente de gracias y
bienes de todas clases para los pueblos. ¡Cuánto consuelo experi-
menta el alma al contemplar postrada en profundo acatamiento, ante
el Dios de la Hostia, á toda una multitud arrepentida ya y purificada
por las saludables aguas de la confesión sacramental!
Estas mismas rústicas y sencillas gentes no habrán podido menos
de experimentar un dulce sentimiento de paz divina en sus almas
cuando, al recorrer el camino de vuelta á sus pobres chozas, embal-
samado por el fresco y perfumado ambiente de la noche, iluminado
por los rayos suaves de la Luna, oyeran resonar todavía en sus oídos
los armoniosos y severos cantos con que Nuestra Santa Madre la Igle-
sia sabe acompañar y realzar las sagrada funciones de su culto.
R. I. P.
EL MONTE CALVARIO
|NA PROFECíA D I LA MADRE DE LEóN XIII.—En la Nouvelle Re-
vue de París se ha publicado un estudio sobre la o\>r a. Juventud
y Prelatura de León XIII, recientemente dada á la imprenta por
M. Boyer d'Agen.
Creemos muy oportuno tomar de este interesante trabajo un epi-
sodio biográfico de León XIII:
"Cuando Joaquín Pecci pasaba con su padre por las alturas de Car-
pineto, y el viejo señalaba con el dedo los lugares en que se asenta-
ban Aquino y el Monte Casino, decía el niño:
— ¡Oh Aquino, la patria de Santo Tomás! ¡Monte Casino, donde
aprendió á leer y escribir! Papá, ¿vamos también nosotros allá á
aprender lo mismo que él aprendió?
Y, preguntando á su Joaquín, el cojade Pecci se convenció de que
el niño sabía la historia de Santo Tomás tan bien como la de Bona-
parte, ó mejor aún.
—¡Y yo que quería hacerle general!—dijo el conde á su esposa.
— Pues tendrás que hacerle Papa—contestó ella sonriendo.
Cuando la feliz condesa hubo conseguido que su marido enviase
el niño al célebre colegio de los jesuítas de Viterbo, y cuando vio
asegurada la vocación sacerdotal de su predilecto Joaquín, en com-
pañía y bajo la salvaguardia de su hermano José, hubo de enjugar,
no sin consuelo, las lágrimas que acudieron á sus ojos. En los comen-
tarios de la próxima separación, la condesa oía decir á su marido:
— No dudo que José será jesuíta; pero no puedo hacerme á la idea
de que Joaquín sea cura de su pueblo.
—Piensa que Joaquín será Papa, y José Cardenal—le respondió
ella,—y estáte tranquilo por el porvenir de nuestros hijos.
¿Cómo suponer que, á sesenta años de distancia, la condesa Pecci
fuese tan buena profetisa, y que el porvenir confirmase todos sus
pronósticos?
Lo que la mujer quiere, Dios lo quiere, ha dicho un poeta. Las ora-
ciones de la piadosa condesa llegaron hasta el Cielo, haciendo caer
sobre la mente y el corazón de aquel hijo amado todas las luces y
228 EL MONTE CARMELO
todas las gracias que han hecho de él una de las más gloriosas figu-
ras de la historia: Humani generi decus.
L A S PLACAS DEL SAGRADO CORAZóN.— Anuncia el Mensajero ale-
mán que allí también se propaga de día en día la santa costumbre
de fijar placas del divino Corazón, así en las fachadas como en las
puertas interiores de las casas. La forma de ellas es una cruz griega
con un medallón circular en el centro, donde se muestra de relieve
la imagen de Cristo Nuestro Señor con el Corazón en la mano y esta
doble inscripción: por la parte superior: Venga d nos tu reino; por
la inferior: Detente, que el Corazón de Jesús está aquí. De una sola
casa se han expedido en breve tiempo más de 20.000 escudos.
León XIII, con motivo de haberle sido recientemente presentado
uno de ellos pidiendo una bendición especial "para todos los que
por este medio procuran honrar al Sagrado Corazón de Jesús,,, no
sólo la otorgó benignísimamente, sino que además dio á su secreta-
rio de Estado la orden, bien singular en tales casos, de respaldar
el pliego de la petición con las siguientes palabras:
El Santo Padre mira con especial estima y predilección el culto
del Sacratísimo Corazón de Jesús, y su más ardiente deseo es verlo
perfeccionado y propagado más y más cada día. Por tanto, reco-
noce con placer el celo que usted pone en que el Corazón divino sea
de todos venerado y ainado, y para fortalecerle y acrecentarle con-
cede con singular complacencia la bendición apostólica, asi á usted
como á todos los que promuevan el culto del Sagrado Corazón de
Jesús.
UNA APROBACIóN MERECIDA. —La Academia de Ciencias Morales y
Políticas, reconociendo un mérito relevante en el libro intitulado
Necesidad de las Asociaciones gremiales, escrito y publicado por el
Sr. D. Francisco González Rojas, persona tan benemérita de los in-
tereses católicos en España, ha resuelto elevar al Gobierno un infor-
me sobremanera favorable á dicho libro, respondiendo de esta suer-
te al encargo que por el Ministerio de Instrucción Pública le fué opor-
tunamente dirigido.
Felicitamos, pues, cordialmente á nuestro querido amigo Sr. Gon-
zález Rojas por el triunfo que acaba de conseguir, y recomendamos
con la mayor eficacia su libro, porque puede hacer mucho bien á los
lectores, y, sobre todo, al interés de la propaganda católica en el te-
rreno social.
UN REY FIEL EN TIERRA DE INFIELES. —El Rdo. P. Ganot, misionero
apostólico, ha recibido del Rdo. P. Lejeune, prefecto apostólico de la
Misión del Bajo Níger, una interesantísima carta que publica en el
Journal de Lunéville.
Los siguientes párrafos merecen ser conocidos:
"Se llenará de júbilo su corazón de usted con la noticia de que el
pueblo entero de Onistsha acaba de proclamar Rey todopoderoso (roi
tout-puissant) á Samuel Okosi Okole, que es uno de nuestros cate-
quistas.
Sus compatriotas han venido á sacarle de la Misión para presen-
CRÓNICA GENERAL 220,
tarle candidato enfrente del hijo idólatra del antiguo rey y del can-
didato preferido por los misioneros protestantes.
Con arreglo á las leyes de Onistsha, Samuel no podía ser rey; le-
jos de eso, merecía ser desterrado, porque el año anterior se negó
á dar muerte á sus dos hijos gemelos. Mas, á pesar de la influencia
de los protestantes, y á pesar de que nuestro catequista se manifestó
completamente resuelto á no tener ídolo ninguno, ha sido elegido
Rey, y su elección confirmada por el Gobierno.
Lo primero que ha hecho en el ejercicio de su autoridad real ha
sido entregar al Padre V..., que es su confesor, el gran ídolo de que
se servían los reyes para lanzar maldiciones y condenar á los infe-
lices esclavos al último suplicio. Después mandó colocar un her-
moso crucifijo encima de su trono, al lado derecho del mismo. Cuan-
tos entran á ver al Rey se prosternan hasta tocar la tierra con el ros-
tro, eomo es aquí costumbre; pero el nuevo Rey se ha negado á acep-
tar para sí tal honra y quiere que sólo la reciba su Dios.
Después determinó hacer otro acto de generosidad. Nos ha cedido
un terreno de su propiedad para que edifiquemos en él una iglesia y
una escuela, que ya han empezado á levantarse. Mientras que dure
la edificación, que es de madera, la escuela y la catequesis disponen
de local en la casa del Rey, donde sesenta ú ochenta niños y jóvenes,
unos libres y esclavos otros, reciben instrucción bajo la vigilancia
del monarca.
Finalmente, ha abolido las maldiciones y los sacrificios, negándo-
se, el día mismo de su elección, á sacrificar una cabra para conse-
guir el favor del río, y á todas las demás abominaciones que venían
practicándose en la elección del Rey.
Estimo que la de Samuel es la victoria más hermosa que aquí se
podía alcanzar contra la esclavitud y la barbarie.
¡Cuánta es mi satisfacción al poder ofrecer á nuestro Santísimo
Padre León XIII algún consuelo en medio de las actuales tribula-
ciones, y poder anunciarle que nuestros reyes de África, no sólo se
convierten, como sucedió con Idigo, rey de Aguleri, sino que los ca-
tólicos son elegidos para esa dignidad por los mismos magnates idó-
latras.
Recuerdo haber leído, no sé dónde, que un Papa del siglo xvi
mandó grabar una medalla para regalarla á un rey cristiano del
Congo, y la adornó con la siguiente inscripción: Et Congo agnovit
pastorem.León XIII puede decir: Et Niger agnovit pastor em, porque
Onistsha, Aguleri, Nsube, Ogonta, Osomori, ciudades que cuentan
con 8.000 á 15.000 almas cada una, están evangelizadas. Los hijos de
los reyes de Agberi, Ogonta, Brass y Nimbi son cristianos. Brass me-
rece mención especialísima. Los primogénitos de los cuatro jefes
principales—Wari, rey de Alagoma, el gobernador; Egbelo, juez su-
premo; Deri, el más rico de todos los comerciantes—y todos sus
hijos son católicos. „
No se escapará al buen juicio de nuestros lectores la grandísima
importancia de las anteriores noticias, importancia consoladora y
tremenda á la vez, porque, al ver el estado de las antiguas naciones
católicas, diríase que la fe es transportada por Dios á otras regiones.
E l pitirrojo e n l a cruz. En medio de esta escena, dos ave-
cillas vinieron á posarse sobre el Ár-
TRADICIÓN. bol de la Redención.
La que paró en el brazo izquierdo
El Salvador, clavado en esa Cruz de la Cruz era una urraca, Ja cual, con
que se trocó después en símbolo de su charla disonante, parecía querer in-
nuestra Redención, agonizaba en la sultar la agonía del paciente, acrecen-
cumbre del Gólgota. Su figura, pálida tando sus tormentos.
y triste, tenía la calma y belleza con- Así como Satán, antes de su caída,
movedoras, que son como la recom- era el más bello de los ángeles, del
pensa de la resignación y del martirio. mismo modo, antes de la maldición
Algunas gotas de sangre, bañando su divina, era la urraca la más hermosa
bellísimo rostro, caían de su frente co- de las aves. Parecía que Dios había
ronada de espinas, sobre la tierra in- agotado los recursos de su poder re-
grata, para lavar sus manchas... ¡Su- uniendo en ella sola las bellezas y las
blime y doloroso bautismo! Su cuerpo maravillas de la Creación. Las doradas
iba desangrándose por cinco llagas, tintas de la alborada se fundían en sus
fuentes misteriosas de donde brota- alas con el azul de los crepúsculos.
ban el perdón y la esperanza de una Ninguna flor tenía el afelpado colorido
vida mejor. de su brillante cuello, y los más puros
El cielo, cubierto de negras y espe- diamantes, las piedras más preciosas,
sas nubes, parecía querer envolver el en vano hubieran unido sus aguas y
mundo en los pliegues de un velo fú- sus fuegos para igualar su brillo.
nebre ; oíanse en los aires como gritos La otra avecilla, muy mezquina y
de combatientes, la tierra se estreme- de obscuro color, llegó, como arras-
ció hasta en sus entrañas, y los ríos, trada por una tempestad, á dejarse
abandonando sus lechos, retrocedie- caer como una hoja muerta sobre el
ron con sus corrientes. Parecía haber- brazo derecho del madero, para pedir
se quedado Jesucristo solo con los sol- abrigo y protección al que se inmola-
dados encargados de vigilar la ejecu- ba por el universo entero. Sacudió sus
ción , á no ser porque al pie de la Cruz mojadas plumas, dando de vez en
se distinguían algunas formas indeci- cuando dulces píos de tristeza y de
sas , que le hacían la vela fúnebre. Es- sufrimiento; aproximándose después
tas eran la Virgen de Nazaret. Madre al Crucificado, revoloteaba alrededor
del Salvador. María Cleofás y Juan, el de su pálido rostro, enjugaba con sus
discípulo muy amado de Jesús. Tam- tiernas alas las lágrimas que brotaban
bién estaba allí la arrepentida Magda- de sus ojos, y se esforzaba-en arran-
lena. car con su piquito las espinas de su
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 231
corona. Una gota de sangre, despren- para sonreír, y por única respuesta
dida de la divina frente, cayó sobre enseñó un Crucifijo que apretaba con
su cuello y coloreó para siempre su mano convulsiva.
modesto plumaje. —¡Imponente!—dijo el cirujano.—
—Yo te bendigo, pobre avecilla— Os he hecho sufrir mucho, ¿verdad?
dijo el Señor;—por todas partes don- —No tanto como mi Dios padeció
de dejes oir tu canto dulce y melan- por mí—respondió con voz trémula el
cólico, llevarás la dicha y la paz. ¡Di- operado.
choso el techo donde construyas tu —¡Esto es admirable! Nunca había
nido! Tus huevecitos tendrán el azul visto tanto valor—decía Dupuytren,
del firmamento, y seras en todas par- alejándose con sus discípulos.
tes el ave del buen presagio, el ave de El gran quita-dolores, lector mío, es
Dios. un santo Crucifijo. Medita en los tor-
—Y tú— dijo á la urraca,—tú, que mentos de la Pasión de Jesús, une tus
no te has compadecido de mis dolores dolores á los suyos, y ese cloroformo
y que has llenado de amargura mis del cielo endulzará todos tus dolores
últimos momentos, tú serás un ave y trabajos.
maldita. De hoy en adelante no ten-
drás esta belleza que tanto te enorgu- Una a n é c d o t a de E s l a v a .
llece: agorera di la desgracia, tus co-
lores serán en adelante de luto y de Entre las muchas y curiosas anéc-
tristeza; ya no ostentarás esa corona, dotas que cuentan del insigne maes-
poco ha insignia de tu real belleza. tro D. Hilarión Eslava, merece men-
Cubre, cubre tú nido; jamás podrás ción especial la que relataremos, y
preservarlo del agua del cielo. que da una idea exacta del carácter
Estas palabras de Cristo moribundo reservado y modesto del gran maes-
han tenido su efecto. tro.
El pitirrojo, á pesar de su timidez, Hizo un viaje á Francia, y, entre
habita entre los hombres, buscando otros puntos, visitó París, siendo su
un abrigo en los techos de las casas; primera visita al Conservatorio, don-
su llegada es tenida como señal de de entró sin darse á conocer.
alegría, y en todas partes se le recibe Recibido que fué por el Director, ro-
con complacencia. A los primeros ra- góle á éste le enseñase el archivo que
yos del sol deja oir su canto en el bor- allí existe; entraron en él y fué vien-
de de la ventana ó en el espino del do, con el detenimiento propio del ar-
huerto; es, en fin, el compañero inse- tista, las obras más maravillosas que
parable del hogar. posee el mundo musical; para todas
La descarada y parlanchína urraca dedicaba una frase de elogio ó admi-
en vano pide por todas partes abrigo, ración.
que todos le niegan, y, rechazada con A poco de estar examinando par-
desprecio, viene á posarse tristemen- tituras, le enseñaron la de su gran
te sobre las ramas del árbol desnudo obra Lamentaciones, que se cantan
de hojas y cubierto de escarcha. en nuestras Basílicas en la noche del
Miércoles Santo; la vio detenidamen-
Calmante i n f a l i b l e . te, como si no la conociera, y todo lo
que dijo de ella fué:
El cirujano Dupuytren iba á operar — Está correcta.
á un pobre cura de aldea. —¿Cómo correcta? — replicó el Di-
—¿Tenéis valor? — preguntó el ci- rector.
rujano.— Esto ha de ser largo y pe- —Sí, señor; está correcta.
noso. Un poco malhumorado, replicó nue-
—Dios me dará valor — respondió vamente el Director:
el cura.—Haced de mí lo que queráis. —La partitura que está usted vien-
Sin más, el cirujano puso manos á do es del gran maestro Eslava, y no
la obra. Hería, cortaba, desgarraba y tiene una sola falta, tanto si la con-
corría la sangre... y sólo algunas con- sidera usted como obra melódica ó
vulsiones y algún gemido sordo indi- como obra científica, y me extraña
caban que el paciente sufría. que usted, que ha dado á entender en
Dupuytren estaba pasmado. su visita los conocimientos musicales
—¿No tenéis nervios, señor cura?— que posee, sólo haya dicho de esta
le preguntó. obra que está correcta.
Él pobre cura no tuvo fuerza sino — Pues por eso.
232 EL MONTE CARMELO
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LA PASIONARIA
SONETO
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ESPERANZA
Absorpta est mors in victoria.
I Cor., xv, 54.
das las luchas que en ellos se han reñido, está por San Pa-
blo. El odio de todos los enemigos del Catolicismo, á pesar
de su influjo y transcendencia, no ha podido borrar el Non
prcevalebunt del Evangelio (1), y una larga experiencia nos
enseña que hasta hoy Jesucristo sólo se ha ocupado en hacer
féretros para sus perseguidores; y cuando tan descuidado
se muestra hasta en reivindicar la propiedad del sepulcro
que la caridad le prestara, prueba es de que no piensa por
ahora tornar á él. Dios ha afianzado en la muerte la perpe-
tuidad , trocando su parca en lauro, y á favor de tal garan-
tía tiene asegurada la vitalidad.
Por providencia especial, cuya razón primaria sólo á Dios
es conocida, resulta que toda vivificación que de Dios pro-
cede tiene por garantía la muerte; las aves, esos cantores
de la providencia, y las fieras, esas potencias del desierto,
viven de la muerte del mundo vegetal, y el hombre va á
buscar en las entrañas de víctimas inocentes y de delicadas
y verdeantes plantas el secreto de la vida. La Iglesia, que
es por antonomasia la obra de Dios, está sujeta á esta pro-
videncia, y la que nació con la sangre del costado alanceado
dé Cristo no puede vivir sin ella: por las mismas causas
que una cosa se concibe, se perpetúa: la Iglesia fué conce-
bida en el pecho de Cristo muerto; luego en vida está en la
muerte, y el día que la sangre del martirio ó las lágrimas
del dolor dejen de correr, la Iglesia padecerá desmayos y
se asfixiará, como el ave colocada en el receptáculo de la
máquina neumática; pero, mientras la muerte conserve su
indestructible poder, vivirá. Los acatólicos creían vérselas
con un anciano indefenso ó unas cuantas tocas y cogullas,
y se encuentra por centinela á la muerte, y por fosa la
tumba.
De idéntica salud gozan sus instituciones, y bien podrá
el hacha masónica podar la vid: como la cepa es indestruc-
tible , después del invierno vendrá la primavera, y el mo-
nacato lucirá los verdeantes pámpanos de su virilidad, y
ofrecerá á la sociedad el vino que engendra vírgenes y la
22 DE ABRIL DE 1601
frío, y el tejado casi les daba sobre las cabezas, con dos ventanillas
hacia'el altar y dos piedras por cabeceras, y allí sus cruces y cala-
veras. Supe que, después que acababan Maitines, hasta Prima no se
tornaban á ir, sino allí se quedaban en oración, que la tenían tan
grande que les acaecía ir con harta nieve los hábitos cuando iban á
Prima y no lo haber sentido... Iban á predicar á muchos lugares que
estaban por allí comarcanos sin ninguna doctrina, que por esto tam-
bién me holgué se hiciese allí la casa, que me dijeron que ni había
cerca Monasterio ni de dónde la tener, que era gran lástima. En tan
poco tiempo era tanto el crédito que tenían, que á mí me hizo gran-
dísimo consuelo cuando lo supe: iban (como digo) á predicar legua y
media y dos leguas, descalzos (que entonces no tenían alpargatas,
que luego se las mandaron poner), y con harta nieve y frío; y, des-
pués que habían predicado y confesado, se tornaban bien tarde á co-
mer á su casa: con el contento todo se les hacía poco.» {Fundac, ca-
pítulo xiv).
Este bendito Padre tuvo el consuelo de asistir á la gloriosa muerte
de nuestra Madre Santa Teresa de Jesús en Alba de Tormes, y de
nuestro Padre San Juan de la Cruz en Úbeda.
A la memoria del V. P. Antonio de Jesús se dedicó el siguiente
epitafio:
PRETIOSA V. P. N. A. MORS.
Attollite portas Principes vestras et elevamini Portee esternales,
quem. portas? quem exlollis? quetn audax nostris ccelitibus infers,
o mors leetabunda et laudans? Illum opere patentem, sermone fer-
ventem; quem ab vitw candorem, Religionis selum, praclaram doc-
trinam, multis prcefecturis, gloria et honore coronalum, mitigata
Carmeli Regula mirata est et sibi scepius prcefecit. V. D. A. Quem
etiam illa virgo Teresia (ut sicut ipsa feminis, ita ipse viris primi-
tivam daret) ante omnes elegit et pralegit, ut omnes crederent per
illum omnia posse quem Deus confortavit. Mihique tándem et sibi
ab ipso vita tyrocinio, ut servum fidelem quem constituit Dominus
super familiam suam, átate nonagessimum primum, professione
octuagesimum, cunctis egregie functis sibi commissis, hac trium-
phante suce resurrectionis die ut triumphantem portarem, credidit.
Ergo Venerabilis et Sanctus est? Ita est. Satis laudasti. Ingredia-
tur in gaudium Domini sui.
l¡REINARÁ!...
IV
Pero no es esto sólo. Hay que advertir que gran parte de estos fer-
vorosos fieles vienen desde larga distancia, ávidos del baño sagrado
de la mística piscina, hambrientos del pan bajado del Cielo. Y vie-
nen en tropel, caminando muchas leguas, atravesando varios ríos,
trayendo á cuestas arroz con que pasar tres y cuatro días, si es que
no les cuesta más el lograr confesarse.
Este año, cierto forastero hubo de permanecer seis días para ob-
tener la confesión, pues los confesores eran materialmente sitiados,
acosados, estrechados por la multitud. Al cabo de los seis consiguió
poderse confesar, debido á una estratagema que empleó para hacer-
lo con el Sr. Arzobispo, el cual, no obstante las gravísimas ocupa-
ciones que le embargaban, se agregó á los diez y siete sacerdotes
solícitos en la obra santa de dar vida y pábulo espiritual á tantas
ovejas que balaban alrededor, el amor á las cuales obliga al celoso
pastor á vivir continuamente sacrificado cual realmente lo está.
A pesar de los esfuerzos no fué posible concluir con tanta gente,
y no pocos tuvieron que resignarse á dejarlo para otra ocasión. Mi-
llares comulgaron, pero otros no lo pudieron, y hubieron de volver-
se con el hambre de espíritu que los trajera.
Por un lado se siente, en ésta como en otras cien ocasiones, la
dolorosa escasez de obreros evangélicos en campo tan fértil, pues
treinta confesores hubieran sido menester aquí. ¡No los hay!
Por otro, ¡qué conducta más edificante, qué espectáculo más con-
solador, qué ejemplo tan saludable! ¡Cuántos en Europa, en España,
regiones privilegiadas, tienen sacerdotes y confesores cruzados de
brazos en el confesonario, dispuestos á recibir, perdonar, reconci-
liar con Dios, abrir las puertas del Cielo á todo el mundo, y ese mun-
do piensa en todo menos en confesarse; asiste tal vez á funciones de
iglesia, quizá en lucidas procesiones porfía por distinguirse, sin duda
muéstrase reverente y obsequioso con el ministro de Dios; pero allá
dentro, en el alma, en el corazón, ¿quién reina allí?... El caso es que
tales católicos, de que están llenos los pueblos, apenas llenan un con-
fesonario, y los confesores tienen que limitarse á apacentar una pe-
queña porción del rebaño, viendo al resto, á multitud de creyentes,
huir de los pies del confesor aun en tiempo pascual. Y, sin embargo,
no hay otra puerta de salvación para los pecadores, ni otra base de
vida cristiana, en la única cabal acepción de esta palabra: No se
paga Dios de apariencias.
¿Habrá que proponer á los tales el ejemplo de estos humildes in-
dianos? Indianos digo, en masculino, porque en esto consiste el más
notable contraste. Mientras en esas nuestras provincias son mujeres
la mayor parte, por no decir la máxima, de personas que confiesan
y comulgan, aquí he presenciado el singular espectáculo de exceder
con mucho los hombres.
Bajé por vía de observación hacia la iglesia, y quedé sorprendido,
admirado de ver los sitios invadidos, repletos de hombres, mozos y
muchachos en tanto número, que se palpaba la imposibilidad abso-
luta de despacharlos los confesores colocados acá y acullá. Sentí
gozo y sentí pena. "No se halla tanta fe en Israel,,, me ocurría decir
248 EL MONTE CARMELO
EN CASTELLÓN DE LA PLANA
blo donde ella había nacido ó en la ca. el terreno necesario para el convento,
pital de la provincia, para ir con otras iglesia, dependencias y huerto de la
Hermanas á fundar una nueva comu- Comunidad. Con tan felices auspicios
nidad. comenzó la obra de cimentación, que
Ninguno de estos planes, sin em- asombra verdaderamente por su exten-
bargo, satisfacía cumplidamente las sión y solidez; muy pronto se elevaron
aspiraciones de la Religiosa; no en- del suelo las paredes y columnas, y, al
contraba ésta quien interpretara fiel- terminar el año 1899, podía ya admi-
mente sus deseos, ni mucho menos rarse la gran fábrica que constituía el
quien garantizase su pronta y necesa- nuevo convento.
ria ejecución. La Divina Providencia, Fué tal la actividad desplegada en
en sus inescrutables designios, hubo las obras, que muy fundadamente cre-
de proporcionar á nuestra Religiosa yeron todos podría instalarse la Comu-
CONSIDERACIÓN
HIMNO
(i) Para leer con fruto este importante artículo, téngase presente el concienzudo
opúsculo, documento interesantísimo para la historia del canto gregoriano, que en 1899
diera á luz, con el imprimatur del Sacro Palacio, el sabio Cardenal Monseñor Carlos
Respighi, bajo el título: Juan Pedro Luis de Palestrina y la corrección del Gradual
romano.—Este opúsculo de Monseñor Respighi ha dado mucho juego en la transcen-
dental cuestión del canto llano gregoriano, y ha sido comentado en todas las lenguas.
Va contra el defensor y propagador de la edición Pustet, el Rdo. Sr. D. Francisco
Xavier Haberl, y su publicación titulada J. Pedro Luis de Palestrina y el Gradúale
romanum oficial (Pustet, 1894). El Dr. Haberl sostiene que la edición de los Médicis,
impresa en 1614, fué abreviada y corregida por el inmortal Palestrina; porque es claro
que una obra del maestro de los polífonos del siglo xvi tenía casi por necesidad que
ser perfecta, humanamente hablando. Mas el Cardenal Respighi, en presencia de im-
portantísimos documentos hallados felizmente en la Biblioteca del Vaticano y en la
Embajada de España en Roma, pulveriza todos los argumentos del Dr. Haberl, demos-
trando que las deseadas correcciones del canto gregoriano ocultaban un negocio finan-
ciero; es decir, que jamás hubo propósito de hacer una edición enmendada, sino una
edición que pudiera venderse, y que los que la pedían eran los impresores, por el bene-
ficio que les había de producir. Dice Monseñor Respighi que, si bien es cierto que Pa-
lestrina comenzó el trabajo del Gradual, aunque se ignora en qué sentido, no es menos
cierto que Palestrina dejara esa tarea en virtud de una súplica apremiante del sacerdote
español D. Fernando de las Infantas, teólogo y musicólogo, hecha al Papa Grego-
rio X I I I , y á ruegos del monarca que tenía el mayor imperio de entonces, Felipe II,
por medio de su embajador en Roma, quienes temían fuese alterado el canto litúrgico;
luego no es cierto que la edición auténtica de los libros corales romanos, emanada de
la llamada Medicea, pueda envanecerse de haber sido enmendada por el gran composi-
tor romano, y que, por consiguiente, Palestrina fué completamente ageno al deplora-
ble trabajo que dio por resultado la edición Medicea del Gradual romano, en tiempos
de Paulo V, muchos años después de la muerte de Palestrina. El Dr¿ Haberl contestó
á Monseñor Respighi en el periódico berlinés Gemíanla de una manera vehemente y
mortificante, y sin ningún fundamento serio.—Nota de Fr. E. de S. T.
(2) Ya se sabe de dónde se deriva este vocablo; de los Médicis, dueños de la im-
prenta en que la edición se hizo.
EL
254 MONTE CARMELO
(i) Este joven y distinguido Prelado es sobrino del nuevo Cardenal-Vicario Emi-
nentísimo Pedro Respighi.
(2) Giovanni Pier Luigi da Palestrina e Vemendazione del Gradúale romano. Roma,
Descleé y Compañía, 1899.
(3) Números 8 y 12 de Junio de 1900.
SECCIÓN CANONICO-LITURGICA 255
'ssss^^"'
A NUESTROS SUBSCRIPTORES
L. D. V, M.
EL MONTE CARMELO Y EL MES DE MAYO
(INSTANTÁNEA)
ala
LA CRUZ
Que las pasiones son olas que braman en deshecha furia con-
tra las hermosas azucenas del alma. ¡Valor! El grano de arena es
dique al potente mar, y la Cruz será voz que, á modo de los
tiempos de Pedro el pescador, haga callar los vientos y tempes-
tades.
Mas entonemos el Hosanna de gozo.
Al cortejo angélico de la Cruz se unen valerosos soldados del
Catolicismo, prefiriendo tañer las arpas de oro en pórticos claus-
trales á rodar en las aguas cenagosas de La visión de Fray Martín.
Yo sé que de la Cruz emanan esplendores de consuelo.
Y sé también que la niña delicada, que aspira perfumes de jar-
dines y tiene encantos de belleza, trueca el ropaje espléndido de
la vanidad, para vivir más cerca de la Cruz, en hábito de Hermana
de la Caridad, al lado del enfermo y desvalido.
¡Brillen auroras de luz para que suba la humanidad la montaña
del Calvario y adore en espíritu y verdad la Cruz salvadora!
Venancio U. de Jlndict.
PAISAJE
EL ESCAPULARIO
(Continuación).
(1) Este sabio Cardenal es el que compuso las lecciones del segundo noc-
turno del Oficio de la Virgen del Carmen, donde consta la revelación.
(2) Les petits Bollandistes, Vies des Saints, tome 7, mois de Juliet, jour 16.
EL ESCAPULARIO 271
(Continuación>)
(i) Cap. v, § 2.
EL
274 MONTE CARMELO
(1) Cap. v i , § 2 y 3.
(2) Cap. vil, § 2.
(3) Cap. vil, § 3.
FR. JERÓNIMO DE SAN JÓSE 275
(i) Cap. I X , § 3 .
José 3gn. Va/en tí.
(Se continuará.)
,V
<^r* */!>• ^
íp» */p» */p« ••p* tqVi *sp* •T* •p* vTs* ^p» T
•'V *^** *^p» »^p« ^^T^ T
•'V ••'p* ^
ip* •*!>• *^V i^* ^p*
(Continuación.)
cias del tiempo como ha tenido que Así los ánimos, y cuando apenas
experimentar en los dos días que pre- quedaba el tiempo absolutamente pre-
cedieron á la entrada definitiva en su ciso, llegó al convento el reverendo
convento; contratiempos é inclemen- P. Fr. Salvador, disfrazado su traje de
cias que han puesto en peligro y han religioso; se efectuó la salida de la
rendido de fatiga aun á los que, gra- Madre fundadora, y en dos coches, y
cias á Dios, disfrutamos de una perfec- por medio de la ciudad, se traslada-
ta salud. ron todos á la estación, llegando sin
novedad á Benicasim á las once de la
IV.—Dificultades del viaje. noche, donde por vez primera se vio
El miércoles 13 de Febrero último, reunida toda la nueva comunidad en
á las cuatro de la tarde, debía salir la una cómoda y hermosa casa de la ex-
reverenda Madre MaríaTeresa de Jesús celentísima señora Doña Rafaela Mar-
del convento de San José de Valencia, tí, piadosa y especialísima bienhecho-
adonde hicía dos meses se había tras- ra y patrona de la nueva fundación.
ladado del de Sanlúcar, para reunirse Vióse aquí una vez más entablarse
en Benicasim con sus Hermanas, y ha- instantáneamente la santa y verdade-
cer reunidas su entrada en Castellón. ra fraternidad cristiana: seis pobres y
La familia de la religiosa, y las demás y humildes religiosas, nacidas en dis-
personas que deseaban acompañarla, tintos pueblos de España y llegadas
esperaban en el atrio del convento á de diversos conventos de su Orden,
que llegase el Rdo. P. Fr. Salvador de formaron como por encanto una sola
la Madre de Dios, prior de los religio- familia con lazos de cariño tan real y
sos carmelitas descalzos en Valencia, verdadero, que sólo la muerte podrá
que debía autorizar la salida por dele- romper en este mundo, para hacerlos
gación del Excmo. Prelado diocesano: eternamente indisolubles en la Patria
desde el medio día, la ciudad estaba en Celestial.
conmoción por las algaradas populares Allí se comunicaban mutuamente
que tenían por blanco especial de sus los contratiempos y peligros que unas
desmanes las Órdenes religiosas: avan- y otras habían arrostrado desde que
zaba la tarde, y eran por extremo alar- salieron de sus casas respectivas en
mantes las noticias que á cada momen- tiempos y circunstancias tan azarosas
t o llegaban de la revuelta popular: eran y excepcionales como las que ha atra-
cerca de las seis: el venerable religio- vesado la pobre España en el mes de
so que debía antorizar la salida no lle- Febrero último: estas religiosas ha-
gaba; el populacho, en cambio, había bían pasado por algunas ciudades co-
forzado las puertas que dan entrada á mo Zaragoza y Reus, oyendo los gri-
la residencia de los Padres jesuítas, y tos y amenazas de las revoltosas mu-
la fuerza pública los había hecho re- chedumbres ; su total abandono en la
troceder, resultando heridos gravísi- Divina Providencia las había sosteni-
mos entre la muchedumbre amotina- do; sus rostros rebosaban tranquilidad
da; la consternación y general alarma y santa alegría, y sus labios no cesa-
hacía temible el tránsito por las calles, ban de dar gracias á Dios porque las
y se creyó tal vez indispensable mar- deparaba la suerte de imitar y seguir
char por la ronda de la ciudad para to- en la tribulación el camino que les tra-
mar el ferrocarril en la estación más zara su gloriosa y santa Madre funda-
próxima. dora Teresa de Jesús.
SECCIÚN CANÓNICO-LITÚRGICA
(Continuación.)
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BIBLIOGRAFÍA
esperaban todos los pueblos y cuya aparición coincidió con las fe-
chas señaladas en las profecías, así como todos los caracteres y los
hechos de aquel Galileo son los caracteres y hechos que mucho tiem-
po antes habían predicho los profetas. No sólo eso, sino además los
milagros, la santidad de la vida y doctrina de Jesús, la sangre de los
mártires, dan testimonio de que Jesucristo es Dios. Hasta aquí es el
día de ayer de la historia de Jesucristo. El día de hoy se verifica en
la Eucaristía, sacramento admirable establecido por Jesús cuando
iba á consumar el sacrificio de la Cruz, y mediante el cual, transubs-
tanciándose el pan y el vino en el cuerpo y sangre del Salvador, queda
Jesús continuamente en nuestros altares para ser la vida, la fuerza
y el consuelo de las almas que lo reciben, y ser en la santa Misa ver-
dadero sacrificio que ofrecemos á Dios en reconocimiento de su ado-
rable Majestad, en acción de gracias por sus beneficios, en expiación
de nuestras culpas y como impetración de sus celestiales auxilios. El
día de mañana de Jesús es la eternidad que nos espera después de
esta vida; porque el alma del hombre espiritual é inteligente no pue-
de corromperse, ni Dios, que ha puesto en nuestro corazón la aspira-
ción á una felicidad sin fin, sería justo si hubiera señalado un límite á
los días de nuestra alma. Esta felicidad no puede consistir en ningún
bien creado, sino en la visión, amor y posesión de Dios, Bien increa-
do, único que puede saciar los deseos de nuestro corazón. Allí el Ver-
bo encarnado, el Dios de la Eucaristía, visto cara á cara, será la di-
cha de las almas bienaventuradas; dicha que tiene su incoación en esta
vida, donde poseemos al mismo Verbo en el sagrario bajo los acci-
dentes de pan y vino. He aquí en síntesis el plan que el P. Estanislao
ha desarrollado en sus bellísimos discursos. Este solemnísimo Nove-
nario terminó con un ejercicio de acción de gracias al Purísimo Co-
razón de María, en que también ha predicado el mismo Padre, ha-
blándonos con frases tiernísimas de la grandeza de María, de su di-
vina maternidad y de su inmensa misericordia para con los hombres.
R. I. P .
CONSISTORIO Y ALOCUCIóN DE SU SANTIDAD.-El día 15 de Abril ce-
lebró el Papa Consistorio, en el que creó doce Cardenales y va-
rios Obispos. El Soberano Pontífice, en su alocución consistorial, se
mostró afligido de la hostilidad que simultáneamente se ha suscitado
en muchas partes de Europa contra la Iglesia, y habló con tristeza de
la ley aprobada en Francia y destinada á herir á las Órdenes religio-
sas, calamidad que aquella nación no merece. Puso de relieve la in-
consecuencia que de esto resulta en un país que, proclamando entera
libertad para todos, niega hasta la existencia á las asociaciones cu-
yos miembros hacen profesión de practicar los consejos evangélicos,
y recordó las manifestaciones tumultuosas y violentas que reciente-
mente se han producido en otros países, lo cual hace presagiar y te-
mer acontecimientos todavía peores para Italia. Aludió también a l a
dura condición creada al Papado, hablando especialmente de la pro-
posición de ley sobre el divorcio, que es probable se presente en la
Cámara italiana, y calificó de guerra sin cuartel el movimiento em-
prendido contra la religión, y para el cual se han unido pueblos se-
parados por la distancia.
Para que esta guerra produzca mayores daños y deje más honda
huella en los espíritus, se trata de aniquilar las Órdenes religiosas,
impidiéndoles que eduquen á la juventud.
Terminó su alocución el Papa invitando á los católicos á implorar
la luz divina para no tropezar con los escollos que la impiedad va
sembrando en su camino.
Los nuevos Cardenales creados son: Monseñor Sanminiatelli, P a -
triarca latino de Constantinopla; Casimir Gennari, Arzobispo de L e -
pante; De la Volpe, Mayordomo de Su Santidad; Luigi Tripepi, sus-
tituto de la Secretaría de Estado; Dell Olio, Arzobispo de Beneven-
to; Giulio Boschi, Arzobispo de Ferrara; Bartolomeo Bacilieri, Obis-
po de Verona; Agostino Rivaldi, Obispo de Pavía; Sebastiani Marti-
nelli, Arzobispo de Epheso, Delegado Apostólico en los Estados
Unidos; Giovani Kniar, Príncipe de Holzieslsko; Purina, Arzobispo
de Cracovia, y Leone Shrbensky, Arzobispo de Praga.
CRÓNICA GENERAL 293
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Núm. 22.
MEDITACIÓN BÍBLICA
(PARA EL DÍA DE LA ASCENSIÓN)
INVITACIÓN
amparo de los dioses extranjeros; todas las riquezas del mundo, todas
las glorias de la tierra habían venido á parar á Roma, y Roma, á cuyo
«ngrandecimiento habían coadyuvado todos los progresos antiguos, y
que guardaba dentro de sus muros cuantos conocimientos había tenido
el mundo en pintura, escultura y arquitectura, tenía que ceder sus tro-
feos á otra dominación más fuerte y estable.
¡Inescrutables juicios de Dios! Entonces llega el momento en que la
Iglesia de Dios, la obra de Jesús, el Catolicismo iba á entrar en el pleno
ejercicio de su segunda misión. Una piedrecilla arrojada desde los mon-
tes eternos dio en el pie á la imponente estatua imperial de Roma, y
aquella piedrecilla iba á ser el arranque de un nuevo mundo y una nue-
va civilización. Roma y su nuevo imperio gravitaban hacia el abismo
de una ruina segura en pena y castigo de los trescientos años de perse-
cución religiosa ejercida contra la Iglesia de Dios; aquellos crímenes
tenían que expiarse y ser borrados con sangre, pues los designios de
Dios no podían menos de cumplirse de una manera visible. Terrible es-
pectáculo se presenta á nuestra vista, pero no menos terrible lección
•que Dios enseña una vez más á las naciones criminales. A semejanza
•de la furiosa tempestad que estalla en un momento, y barre la tierra en
su irresistible fuerza y empujes poderosos, así en lejano horizonte, pre-
cedido de obscuros nubarrones, aparecía fatídica tempestad.
Desde las áridas soledades del Norte vieron arrojarse sobre la ener-
vada Europa aquellas terribles hordas salvajes, hombres sin civiliza-
ción, hombres sin religión, sin humanidad, sin lenguaje escrito, sin his-
toria , sin elementos de fe; los godos y los visigodos, los hunos y los
vándalos, barriendo y aniquilando al filo de sus hachas millares de gue-
rreros y centenares de ciudades, llevan á todas partes la destrucción y
la ruina. El imperio de Occidente pierde su brillo, toda su gloria des-
aparece, y ambas civilizaciones de Grecia y de Roma se eclipsan por
completo, quedando la sociedad arruinada y reducida á los elementos
caóticos de su existencia primera. ¿ Qué suerte les cupo á las artes y á
las ciencias ? ¡ Ah! Los más bellos monumentos del mundo antiguo caen
bajo la piqueta destructora del salvaje, y, á la conclusión del siglo v, el
trabajo de cuatro precedentes generaciones había desaparecido de la
tierra.
AI llegar á este punto quisiéramos detener nuestra pluma, que corre
veloz sobre las blancas cuartillas, pero no nos es posible. Veremos á
qué santuario vienen á parar los restos de este naufragio del mundo.
Lenguajes jamás oídos, bárbaras voces y expresiones salvajes se escu-
chan en los vestíbulos de los palacios de Italia y del forum de Roma; los
bárbaros, cual inmenso enjambre de langosta apocalíptica que hace su
presa en los hombres, se extienden por las bellas ciudades europeas;
esa langosta obscurece la luz del sol y los fulgores de Roma; y, al obs-
curecerse las claridades de la ciudad imperial, encerróse también en el
panteón del olvido todo vestigio de artes y de civilización de épocas
EL MONTE CARMELO
3°4
precedentes; como que ningún poder era capaz de sobrevivir alas hor-
das de Atila y á las legiones de Genserico.
Pero ¡ oh admirable prueba de la divinidad de la Iglesia católica! En
medio de tanto monumento en ruina, en medio de tanto desastre, una
sola organización, un solo poder se sostenía en pie. El poder de Cristo,
el poder fundado sobre la inmóvil piedra de la verdad, poder invariable
ante la variabilidad de las generaciones que pasan inclinando ante él
su frente. Este poder es el poder del Catolicismo. El Catolicismo se
presenta con frente serena ante la inundación de la barbarie que barre
las civilizaciones como basura; opone sus fuerzas, cual muro de grani-
to, á la cada día creciente carrera de la vandálica demolición; desvía
el embate de las olas que aquélla levanta en todas las esferas; acaricia-
abraza y absorbe en sí misma nación tras nación, millares tras milla,,
res de aquellos rudos hijos de las costas, selvas y desiertos del Septen-
trión , los recibe en su seno, groseros y toscos como eran, y al firi del
quinto siglo pudo el Catolicismo empezar su exterior y heroica misión
de civilizar, echando los cimientos de las modernas sociedades y de la
moderna cultura.
¡Oh Ciudad Eterna! ¿Dónde está tu Eternidad? ¿Dónde está el cum-
plimiento de tus oráculos? Tu Capitolio está ardiendo en vivas llamas,
los monumentos de tu orgullo y de tu cultura son arrojados por el suelo,,
y, juntamente con tus edificios, desaparecen los brillantes de tu coro-
na. Espera, no obstante, un poco, que ahora mismo aparece tu inmor-
talidad, aunque por las vías que tú ignorabas. Durante cinco siglos has-
ejercido contra la joven Iglesia la persecución más desapiadada; pero la
sangre que has derramado es la semilla que va á producir una nueva ge-
neración. El ángel ejecutor de los juicios divinos ha tocado con su va-
rilla tus muros, y cayó el cetro de tus manos; y otro ángel, el ángel de
las victorias, se encarga de traspasar tu corona desde tu cabeza á la
cabeza de la virgen hija del Cordero. En aquella corona van tus gran-
dezas y tu poder. La joven Iglesia, tu heredera, presentará á las gene-
raciones del porvenir nuevas glorias, los brillantes de su corona serán
sus conquistas, la orla de su vestido se extenderá por toda la Tierra, en
sus manos llevará las luces, las ciencias y las artes, cual diamantes en-
gastados en sus brazaletes, y, después que todo haya sido regenerado y
consagrado por el Cristianismo, sobre tu más alta torre se escribirán
estas palabras: Tu autem in atemum permanes: «Tú eres la Ciudad
Eterna».
fr. Jar/nue/ de Saijta Teresa-
(Se continuará.)
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO
(Continuación.)
P A R T E S E G U N D A
(I) §3-
(*) § 4 -
(3) §5-
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 307
(») § x.
(2) § 3.
308 EL MONTE CARMELO
(1) § 3-
(2) § 4.
F R . JERÓNIMO D E SAN JOSÉ
309.
(0 § 6.
(Se continuará.)
Continuación
VIII
EL NUEVO PROFESO
®<®$?@®
EL P. HERMANN 315
(Continuación.)
fundadoras de Castellón,
con el Jlmo. Sr. Obispo de Jortosa y el T{do. p. Salvador.
elogio á las religiosas, á las autorida- muy atento con todos, visitó el con-
des eclesiásticas y civiles, y *1 católi- vento, y se retiró después de ofrecer
co pueblo de Castellón. Invitado el á todos sus respetos y valiosos ser-
que subscribe, y conmovido por la so- vicios.
lemnidad del acto y la ciudad en que En el hermoso patio del convento se
se celebraba, expuso sus más íntimos sacaron algunas fotografías, como la
sentimientos en la forma que sigue: que publicamos en este número; el
Siente mi corazón dulce coasuelo pueblo todo de Castellón invadió ma-
Al ver que reina aquí santa alegría, terialmente el local, ansioso de reco-
Y que hoy ofrece Castellón al Cielo nocerlo y admirarlo, dando singulares
La justa expiación que le debía.
muestras de afecto á las religiosas.
Nuestro amado Pastor con noble celo,
Ministros del Señor con energía, Ya muy avanzada la tarde, se des-
Y autoridad y ñeles con anhelo, pidió el Excmo. y Rmo. Prelado, y de-
Elevan su oración ferviente y pía. jó establecida la clausura del conven-
Y purifican este hermoso suelo to, con lo cual terminó este inolvida-
Y alcanzan del Averno gran victoria;
Que sí empañar osó con negro velo ble día, que formará gloriosísima pá-
Del Corazón Divino la memoria, gina en la historia de la ciudad de Cas-
Tenemos ya las Hijas del Carmelo, tellón; pues mientras las autoridades
Que cantaran sin fin su eterna gloria. se mostraron correctas y deferentes, y
El Excmo. Sr. Gobernador civil de dispensaron cariñosa acogida á la nue-
la provincia llegó, poco después de ter- va Comunidad, el pueblo todo de Cas-
minada la comida, á saludar al Exce- tellón ha probado con su noble com-
lentísimo Prelado, la nueva Comu- portamiento su religiosidad y digna
nidad y demás asistentes; se mostró cultura.
Benito JCázaro.
LO Q U E V A L E M A S
BIBLIOGRAFÍA
hechos las mentiras que cada día propala sobre el tan cacareado en-
tierro del Catolicismo y los preparativos que está haciendo para sus
funerales. Sin ser profeta, le pronostico al director de la comparsa
que aun le queda tiempo de sobra para afinar la flauta, para que no
desafine tanto como ahora.
Sabido es que la gracia del Padre de las misericordias desciende á
raudales sobre los infelices pecadores durante el santo tiempo de mi-
sión; y una vez más hemos tenido el consuelo de recoger el fruto de
esa gracia divina en las muchas almas que se han acercado al tri-
bunal de la Penitencia, para purificarse de sus manchas después
de haber vivido largos años alejadas de Dios. ¡Él sea bendito por
siempre!
El mismo día que comenzaban aquí las misiones salía para la ciu-
dad de Copiapó el R. P. Mauricio de Santa Teresa, para dar una se-
rie de conferencias científico-morales. Terminadas éstas, irá á incor-
porarse con el R. P. Cosme de San Ignacio, para dar cinco misiones
en el departamento de Illopal, diócesis de la Serena. Aquí sí que po-
dremos decir con el Seflor: Messis quidem multa, operarii autem
pauca.
Su afectísimo, F R . EPIFANIO.—Valparaíso, Abril 1901.
con un-chiquillo, pero sí con una cosa Y quieras ó no, quedaba encerrado
muy negra que andaba ella sola. Por- el Roñas en la casa de concejo por es-
que aquello no era chico; era un saco pacio de veinticuatro horas. Otras ve
de carbón que sacaba la madre de la ees, cuando más entusiasmados se ha-
mano. Allá dentro tenía el cestero paja llaban los mozos en el juego de bolos,
quemada envuelta con agua, con la que al tiempo de soltar uno de ellos la bo-
teñía algunos mimbres para dar varie- la, ¡ zas!, una chinita; el bolo al suelo;
dad á la construcción, y con esto ju- pérdida para el jugador. — ¿Quién ha
gaban los chiquillos durante su encie- sido?—El tío Roñas. Achuchón al tío
rro. Las manos, la cara, los vestidos, Roñas, y, cuando le tocara la vez, sin
¡todo!... lo sacaban más negro que los el vasete de vino como castigo. Por-
mismos diablos, aunque no los he vis- que él era el escanciador y el que con-
to, ni quisiera. Entonces era de ver los taba en alta voz las jugadas y el nú-
reproches, los cargos y atrocidades que mero de bolos que caían.
todas le lanzaban rodeándole con sus Tampoco á las chicas las dejaba
hijos en brazos; terminando el espec- tranquilas. Se iba al baile, y allí, cuán-
táculo yendo las madres al arroyo que do á una, cuándo á otra, poníales un
cruzaba el pueblo por delante de la pie para que tropezaran, y las chicas
casa del tío Roñas, y allí, lava que ¡al suelo! entre la risa y rechifla de los
lava, los chiquillos llora que llora, y concurrentes.
el autor de la catástrofe riendo á man- ¡Cuántos parches de pandereta se
díbula batiente. Pero nada servía de rompían en la cabeza del tío Roñas
escarmiento: al siguiente día volvíase_ por tal motivo! Pero nada le arredraba.
á reunir la misma tertulia, con el mis-" Como él decía, « estaba en la masa de
mo ó peor final que días anteriores. Y la sangre y eso le conservaba».
esto, porque las cosas del Roñas ser- ¿Y tocar á Misa antes de amanecer,
vían de risa á los vecinos; era el tal durante el rigor del invierno, estando
hombre como esencial á la vida del el señor Cura forastero? ¡Cuántas veces
pueblo. Por ello sin duda, y compren- lo había hecho! ¡Y que no se lo reía él
diéndolo él así, se subía al campanario poquito, viendo á todo el vecindario
(independiente por lo general en los reunido enlaiglesia esperando al Cura,
pueblos de la. entrada de la Iglesia), y y el Cura no parecía por ninguna par-
allí, tan... tan... tan... tan... tan tan tan te! La última vez que lo hizo, fué un
tan tan, cuatro campanadas y un repi- Sábado Santo. Estaba el señor Cura de
que, y los vecinos reunidos á la puer- confesiones en un pueblo próximo des-
ta de la casa de concejo esperando que de el viernes por la tarde, y, al amane-
el Alcalde llegara para comenzar la se- cer el sábado, cogió una matraca e l .
sión. tío Roñas anunciando al pueblo el co-
—Pero ¿qué nos querrá el Alcalde?, mienzo de los Oficios. Como es natu-
decían. ral, acudieron á la iglesia, y todos hu-
—Para arreglar el camino de Mata- bieron de volverse malhumorados á sus
moros, que se lo ha llevado el arroyo. casas, maldiciendo al tío Roñas; por-
—Quiá — contestaba otro;— es para que, ya se sabía, él era el autor de ta-
echar suertes de la leña de Loma alta. les gracias.
Y así pasaban, tratando de adivinar El mismo sábado por la noche llegó
el toque, hasta que llegaba la autori- el señor Cura, y, haciéndole irá su ca-
dad y, encarándose con los vecinos, sa , fué reprendido con dureza.
preguntaba todo hosco: — Está usted abusando demasiado
—¿Quién ha tocao? de la bondad de los vecinos, le dijo, y
— No sabemos: de los presentes, mucho deseo no tenga usted que sen-
naide. tir algún día que se le acabe la pacien-
—Creíamos que hubiera sido usted, cia al pueblo. Y, sobre todo, debe us-
contestaba alguno. ted ser más temeroso de Dios. Jugar
—Yo no he tocao á concejo ni á na- con las campanas es una profanación
da , y aquí estamos todos de más. sacrilega. Conque así, que sea ésta la
Y ya se sabía; de allí, á casa del tío última vez.
Roñas. Cuando el tío Roñas se vio libre de
—Véngase usted conmigo. la presencia del buen Cura, no pudo
— ¿Qué hay, señor Alcalde?—pre- menos de exclamar:
guntaba el viejo travieso. —Pero ¿porqué seré yo así? Nada,
— Nada; ande usted pá alantre. nada: hay que mudar de vida desde
328 EL MONTE CARMELO
ALOCUCIÓN PONTIFICIA
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FIGURAS Y REALIDADES
£1 jtngel da la Pureza.
vida y la fertilidad; y un río que salía del lugar del placer y, explayán-
dose por el paraíso, vino á convertirse en padre de cuatro hijos, que,
fertilizando la tierra, iban, siguiendo sus caprichos, á ocultar su vida en
el abismo de las aguas donde mueren todos los ríos.
En el Santo Evangelio leemos también, que en el principio d é l a
era de la gracia, ávido el Hijo del Padre de comunicar al hombre los te-
soros de su corazón y manifestarle la grandeza de su amor, plantó un
EL
334 MONTE CARMELO
verjel florido para que en él puedan los fieles encontrar con subidas
creces las gracias perdidas en el jardín del Edén. En la Iglesia, que así
se llama este paraíso de la gracia, ha puesto su divino Fundador mode-
los y ejemplares de todos los árboles y plantas del cielo para la santifi-
cación del hombre; ha puesto los santos sacramentos, árboles más gi-
gantescos que los más encumbrados cedros que extienden la majestad
de su ramaje sobre las prominencias del Líbano, y cuyos frutos son
más dulces al alma que el panal de miel, y las plantas de las virtudes
cristianas cuyas perfumadas flores atavían á la Esposa del Cordero
como en el día de sus desposorios; hay también una fuente de gracia y
amor, cuyas divinas influencias, no cabiendo ya en el seno del Padre,
se derramaron por la tierra, llevando sus aguas bienhechoras más allá
del mundo y la materia, y depositándolas en el paraíso del alma, para
que el espíritu apague la sed de altas aspiraciones que le devora; y ex-
playándose dentro de las márgenes del Catolicismo, vienen á formar
esos cuatro ríos de sabiduría evangélica que llevan á todas las almas la
paz, la dicha y la felicidad.
Dicen más las letras santas: todos los árboles del paraíso eran her-
mosos á la vista, y suaves al paladar. Omne lignum pulchrum visu et ad
vescendum suave, y los frutos de ellos, como dice un célebre expositor (i),
constituían el alimento de la parte sensitiva del hombre, que, como ani-
mal, necesitaba de alimentación corporal para reparar la pérdida de
fuerzas que á diario consume la acción del calor natural; eran muchos
y variados, para que con su abundancia quedaran sobradamente satis-
fechos y abastecidos los deseos del hombre, no menos que recreados con
su variedad, ó, como afirma San Juan Crisóstomo (2), en medio de tan-
ta abundancia viviera el hombre en el paraíso á manera de un ángel,
sin sentir las necesidades del cuerpo, á pesar de estar revestido del vil
barro de la materia. En medio de toda esa hermosa variedad se levan-
taba majestuoso el árbol de la vida como centro de todos ellos, y cuyo
fruto, en sentir de Teodoreto (3), debía de constituir los lauros de la
gloria del hombre y la señal de su victoria si innoble y vergonzosamen-
te no sucumbía en la prueba á que Dios le había sujetado.
Todo esto, que fué una realidad en el paraíso terrenal, era á su vez
una figura de lo que más tarde se había de. realizar en la Iglesia católi-
ca; pues, como ha dejado dicho el Apóstol de las gentes, el Antiguo
Testamento fué una figura de la Nueva Ley, Lex vetus figura est noves k-
gis (4), y así vemos qué hermosos y suaves, más que los árboles del pa-
raíso , son los Sacramentos de la Iglesia, con cuyo fruto quedan abas-
tecidos, mejor que los deseos del cuerpo, las necesidades de nuestro
LA EUCARISTÍA
EL ESCAPULARIO
(Continuación.)
(1) P . Lorenzo Crisógono, jesuíta, Mundo Mariano, discurso 17, núm. 49. Ar-
naldo Bostio, Marta Patrona, cap. 2. Et doctísimo Clitoveo dice: «No es opinión in-
ventada de los carmelitas modernos el que María fuese la Madre y Fundadora de
su religión, sino que en tiempo de los Apóstoles era ya cosa notoria y absolutamente
admitida de todos». Lo mismo sienten el P. José Andrés, S. J . , Glor. del Carmelo;
Felipe Abad Hieropolitano; Tomás Bazis, etc.
338 EL MONTE CARMELO
(1) Sacra aedicula in Monte Carmelo, erecta ab ipso Elia Virgini Pariturae. Juan
Jerosolimitano, De institutione primor, manochor., libr. 8, cap. i g .
(2) Había una Hermana de esta Orden, llamada María, que tenía costumbre de
subir muy á menudo desde Nazareth á la Montaña del Carmelo. Decía ésta frecuente-
mente á su Hijo Jesús: «Yo subiré al Monte Carmelo, y daré noticia de tu nombre y
divinidad á mis hermanos los hijos de Elias». limo. Armachano, Primado de Ivernia,
sermón del Carmen, Ofic. de la Virgen del Carmen, lee. del 2. 0 noct.; Beato Bautista
Mantuano, In apolog. ad Segismund. La Santa Biblia, seguida de un Diccionario geo-
gráfico, por Barbié del Bocage, tomo 13, pág. 70, edic. de París. Tomás Waldense
de Sacrament., titul. 9. P. Felipe de la Santísima Trinidad; P. Juan de Cartagena,
franciscano, homil.
(3) Ita quod religiosi Carmelitae Virginem Mariam,jam tempore Apostolorum dice-
bant sororem suam. Joan., Patriar. Jerosolimit. De instituí, primor monachor.
(4) Mdicula B. Virginis quae nunc est Laureli per annos plus quam millefuerit sub
cura Carmelitarum in Galilea. Jorge Colveneiro, in calendario Stnae. Virgen Mariae,
pro die 10 Decembris. El P. M. Justino Miquiovense, dominico, dice: «A los carmeli-
tas les fué dada primero que á otros cualquiera la posesión y señorío de la casa de la
Virgen María, en donde se encarnó el Hijo de Dios». El P. José Andrés, S. J., Glor.
del Carmel., tom. 1, glor. 14, dice: «Este último rasgo maternal seria, por cierto, el
que moviera á la Virgen Santísima á disponer que se encontrasen presentes á su di-
chosísimo tránsito muchos ó los principales de sus hijos los carmelitas, en cuyas per-
sonas se figurasen los demás, no sólo los que vivían en aquellos días, sino los que hasta
el fin de los siglos debían componer este Cuerpo religioso». Y lo mismo dice el Beato
Mantuano, apolog., párrafo 7; Joan. Ildef., In defens. Ordin., cap. 13-, P. M. Lezana,
María Patrona, cap. 4 : Arnaldo Bostio, Libr. histor., cap. 23; P. Felipe de la Santí-
sima Trinidad, Theolog. Carmel.
(5) Sixto IV, in Bulla Dum attenta, etc., del año 1576; Gregorio X I I I , in Bulla
Ut laudes, 18 Septiembre de 1577.
(6) Josepho Antioqueno, Espejo de la perfecta milicia de Cristo. Beato Mantuano,
libro 5. Parthem. Marian. D. Pedro de Rojas, en su Historia de Toledo, part. 1, libr. 4,
cap. 12, habla de San Elpidio, monje carmelita que vino con Santiago á España.
Y Eusebio Cesariense dice: Erant cum Apostolis viri quam plurimi prophetici ordinis.
(7) Juan, Patriarca de Jerusalén, en su libro De institutione primor, monachor.,
dice: «Los monjes carmelitas, inmediatamente después de la pasión del Señor, edifi-
caron un Oratorio á la Virgen Madre de Dios en el Carmelo, junto á la fuente de Elias.
El abad Tritemio, benedictino, en su libro De Laudibus Carmelitar., cap. 17, dice lo
mismo. Paleonidoro, libr. 1, cap. 6. Pablo Morigia, De los antiguos jesuatos, libr. x,
cap. 3 0 , De Orig. Relig. Y lo mismo se lee en las lecciones del Oficio de la Virgen del
Carmen. D. Pedro de Rojas, en su Historia de Toledo, y Julián Pérez, dicen que le-
vantó y consagró Elpidio la primera iglesia dedicada á María en Toledo después de la
de Zaragoza. San Agabo, carmelita, marchó con los Apóstoles á Antioquía, y San
Enoch de Amatain, también del Carmelo, partió con San Marcos al Egipto.
EL ESCAPULARIO 339
(1) Cuando se apareció al Papa Honorio I I I , castigando con muerte repentina á los
que querían acabar con su Orden.
3*0 EL MONTE CARMELO
(Continuación.)
7ámx
SJ
;N el capítulo tercero propónese el autor averiguar si es lícita
y en qué manera la novedad del estilo y del lenguaje.
Con exquisita mesura y tino trata este asunto, haciendo muy
juiciosas reflexiones, que lástima es no puedan transcribirse todas.
«No porque en algo se mude y altere el estilo, ya luego es malo'; ni
el hacerlo, cosa nueva; pues en todas las lenguas del mundo ha
sucedido lo mismo, aun cuando más se han mejorado... El estilo se
muda como lo demás que está sujeto al tiempo, el cual hace rena-
cer y envejecer vocablos, vistiendo en cada siglo la lengua y propio
idioma de nuevas voces y frases, como á los árboles cada año de
follaje nuevo. Y á la manera que en los hombres la lozanía de la
juventud se ríe del desaire de la vejez, y florece sólo la edad verde,
así la de los vocablos antiguos es despreciada de los que nacen y se
crían á vista de los nuevos» (i).
Después de confesar que sólo el uso es el supremo arbitro y juez
calificador de los lenguajes, dice: «No hay, pues, que melindrear
en esta materia contra la novedad del estilo, sino tener tragado que
es lícito, y lo fué, y lo será siempre, sacar á luz nuevas voces, y
florear la lengua española, de suerte que se pueda en ella, como en
la griega y latina, usar de modos, frases, figuras y tropos elegan-
tes... aunque siempre con moderación» (2).
Da el autor briosa y cumplida contestación á los reparos que los
de sobra devotos de la cultura del estilo oponen á la introducción
de palabras nuevas. Contra la corrupción de las costumbres que á
la del lenguaje dicen seguirse, responde «que el estudio de mejorar
(1) § I y 2.
(a) §3-
342 EL MONTE CARMELO
(O §4-
(») §6-
LA MATANZA DE LOS FRAILES
ROMANCES HISTÓRICOS
(Conclusión.)
VI
DESAHOGO FINAL
H o y es el d í a , y seca su g a r g a n t a ,
R o n c a , febril, satánica vocea:
¡Mueran los frailes!; y en su ronco pecho
Retiñe sin cesar: ¡Los frailes mueran!
Y entre hábitos aún feroz se hiergue,
Sus ojos sanguinarios rechispean,
Y clama y clama: «¡Sangre, d a d m e sangre!
Sangre de frailes, porque estoy sedienta.
¿ Qué me importa el perpetuo rojo estigma
Del pecado de sangre que me afrenta? (i).
¡Yo lo quiero olvidar sangre bebiendo!
¡ Yo me quiero de sangre morir ebria!...»
¡Guay si viertes, de hoy m á s , sólo una gota!
¡ E s p a ñ a , triste E s p a ñ a , te envenenas!
Que la sangre de víctima inocente,
Al verdugo en obscura tumba encierra.
¡ Quién sabe si la copa de sus iras
Como la espuma Dios hará que crezca,
Y en plomo ardiente al rebosar trocándose,
Caerá la ira de Dios en tu cabeza!
Ya en el platillo de su fiel balanza
Dos pecados de sangre t a n t o pesan,
Que no se acordará que tú en dos mundos
Exaltaste su C r u z , la fe con ella.
H o y te veo en el cuadro desperante.
N o encuentras salvación; cuanto te cerca
Son cadenas de negros eslabones:
¡Y marchas al sepulcro entre cadenas!
El centro de ese cuadro... el negro abismo...
¿ Quién sus detalles es capaz siquiera
D e vislumbrar? Y ¿quién á trasladarlo
Sobre el lienzo tendrá bastante fuerza?
Mas ¡ah! ya lo grabó en la dura frente
D e ese siglo de luz la misma diestra
Que el Mane, Thécel, Pkáres pintó un día
D e Babilonia en la morada regia.
Y con buril de fuego lo ha g r a b a d o ;
P o r corona lo puso en su cabeza;
Corona que se hundió hasta su garganta,
Cual argolla de activa incandescencia.
H o y que yace con ella en sucia t u m b a ,
B l a n d a no le será siquier la tierra;
L a historia justiciera de los siglos
P o n d r á su horrible mancha á la vergüenza.
En t a n t o que los nombres de los mártires
Dios los escribirá con áureas letras;
Con ellos formará inmortal corona
Que en blancas cintas, cuando al aire ondean ,
Escrito se verá en cifras rosáceas:
«¡ Mártires de la fe, por premio de ella!»
¡Dios miró desde el Cielo vuestro triunfo
Siendo ya de Dios mismo la diadema!
(i) Pecado de sangre ha llamado un protestante á la matanza de los frailes, según
advierte el autor citado.
LA MATANZA DE LOS FRAILES 345
¡Himnos mil á los mártires!... Vosotros,
Que acabasteis en bárbara palestra,
Al golpe de las hachas y los sables
De una tropa de tigres y de hienas.
¡¡Himnos!! La épica trompa resonando,
Cante en vuestra memoria á la fe vuestra.
¿Cuándo del Cielo el pabellón á héroes
Tan dignos acogió de una epopeya?
¡Gloria á los que el sayal burdo vestísteis
De los Luises, Cisneros y Teresas,
No desmintiendo aquel valor de raza
Que en vuestros timbres con honor campea!
¡ Gloria á los que moristeis en los pliegues
De la gloriosa y virginal enseña
Que tremolara Ignacio de Loyola,
Que Borjas y Javieres altecieran !
¡Gloria á vosotros los que al gran Cervantes
Rescatasteis de moros en la Argelia:
Hoy vuestra sangre, no tierras infieles,
La de esta España de los santos riega!
¡Himnos de gloria entone á vuestro nombre
Hoy mi garganta con voz clara y recia!
Y resuene en loor: ¡ Himnos de gloria!
Al nombre vuestro por la vasta Hesperia.
Y como resonando el ímpio grito
De «¡á matar frailes!» fué en hondas cavernas ,
Así mi canto resonando vaya
«¡Gloria á los frailes!» por la azul esfera.
pr. florión del Carmelo Jeresiano.
UN C A M P O F É R T I L
/PffQ es, y el más fecundo de toda esta inmensa India, la región ma-
T ^ labárica, en lo que á frutos de salvación se refiere. Mientras en
los otros territorios la semilla del Evangelio, esparcida en todos los
ángulos y centros por celosos misioneros, la mayoría de las veces
cae como en medio del camino, ya que no entre espinos ó sobre pie-
dras, en este pedazo de tierra, fertilizado con los sudores del gran
Javier, que es su patrono y custodio, se la derrama, por lo general,
sobre un suelo feraz, sazonado á propósito para cosechar ricas,
abundantes y exquisitas bendiciones.
Mas, aun dentro de Malabar, cabe asegurar sin vacilaciones que
uno de los campos más fecundos, de mayores y más fáciles resulta-
dos, es el comprendido en los límites de la hermosa diócesis de Qui-
lón, sufragánea de Verápoly.
Es sumamente consoladora la feliz disposición de este pueblo para
abrazar nuestra Religión, y á la par, y por lo mismo, es profunda-
mente aflictiva la escasez de misioneros, y más aún la penuria de re-
cursos que nos obliga á lamentar tanta pérdida, tanto malogro, tan-
tas almas como el demonio nos arrebata de entre las manos.
No puede ser de otra suerte, y hay que dispensársenos, si al po-
nernos al habla con nuestros queridos compatriotas, exhalamos un
¡ay! al lado de un i gracias! La boca expresa lo que abunda en el co-
razón, y el del misionero, afanoso de conversiones, rodeado'de infie-
les dispuestos, deseosos, ansiosos de convertirse y que no acaban de
hacerlo por no tener medios de atenderlos, desmentiría su carácter,
traicionaría á su espíritu, mostraríase indigno de su apostolado, si
cada frase suya no fuera un gemido de pena, un suspiro de auxilio,
una súplica al cielo, un agradecimiento á los buenos.
Yo considero un deber hacia las almas caritativas, identificadas
en espíritu y en realidad por la oración y por la limosna con nuestra
obra apostólica, y por ella con nosotros, el comunicarles noticias y
MISIONES CARMELITANAS 347
"•Neyattankaray, 8-4-01.
„ Amado P a d r e : Dispénseme si no le he escrito hace tiempo, pues
ya se sabe que no puede uno hacer lo que quiere por muchos motivos.
„En cuanto al estado de ánimos de esta gente, yo no sé cómo ex-
presarlo; pues tanta es la tendencia y conmoción de ellos, que paga-
nos y protestantes no hablan más que de la religión católica.
„Desde que llegué á este pangú (distrito), en cinco nuevos lugares
ha entrado la religión católica, y en otros dos entrará también, Dios
mediante, dentro de un mes, porque voy preparándolos poco á poco
y ellos me han dado ya palabra.
„En mi pangú tengo más protestantes que católicos; pero aquéllos
están todos en discordia; sólo los que gozan salario se oponen á que
los demás abracen el Catolicismo. Muchos están preparándose para
hacerse católicos, aprendidos los principios y las oraciones, y los
que se lanzan primero son los principales, que es punto decisivo, por-
que los siguen fácilmente los inferiores, como aquí ahora sucede, que
unos á otros se aconsejan y mueven á venir á la religión católica.
B Un pormenor. El hijo de un principal, que ha estudiado en Naguer-
coil en escuela protestante, pagado casi todo por los protestantes
mismos, es hoy mi fámulo. A éste le quieren desposeer de la heren-
cia ; pero él ha contestado que, hagan lo que quieran de las propieda-
des, no le podrán quitar la herencia del cielo.
„A otro pagano, también recién convertido, le han ofrecido muchas
posesiones para que abjure de la religión; pero él, despreciando todo
lo terreno, les ha dicho que se queden con todas sus fincas, que á él
le basta con la salvación del alma. Le pongo estos dos ejemplos para
que vea que no todo va en palabras, sino que también hay obras.
¡Gloria á Dios!
n Hasta el presente le puedo decir que á todas partes que he ido con
intención de inducirlos á nuestra santa religión, he tenido siempre
buen resultado. El trato afable é igual con todos atrae mucho á esta
pobre gente. Le contaré lo que me acaeció un día.
„Quería comenzar la misión en un nuevo lugar; pero, cuando anda-
ba de una parte á otra conociendo el terreno, todos huían al verme.
Esto fué el primer día. Otro día fui por el mismo sitio que el primero,
y nadie se acercaba. Sólo á un niño como de tres años encontré jun-
to al camino; comencé á preguntarle su nombre, pero él permanecía
en silencio. Pasé á hacerle alguna caricia, y he aquí que al instante
me encuentro rodeado de unos diez y ocho hombres. Me enteré de qué
casta eran, etc., etc.; inmediatamente les dirigí algunas palabras so-
348 EL MONTE CARMELO
*
jív •ato vbi¿p—g#«y *gfc«* ^:Vv '•iffi' v»^g gj^«v «a®
torteo colorí, qui constat fere ex pari ofrecen divisiones por modo muy
numero syllabarum». vario proporcionadas: Sicut enim
N o quiere decir e s t o , según Ci- metrorum plurimce divisiones, quia qua-
cerón, de quien aquella definición dam sunt asclepiada, quadam saphica,
está t o m a d a , que sea preciso en- quadam alcaicha, sic melodiarum neu-
tretenerse en contar las sílabas, mee plurimas habent divisiones. {Ari-
pues que el determinar su número bon, ibid.)
es cuestión de gusto y costumbre. Así reflejará el canto llano las
L o mismo dice Quintiliano: «El formas de acentuación de la len-
número oratorio no llega á marcar gua latina; y como dos sílabas se-
la recitación por el dar y alzar». ñaladas con acento grave y acento
H a y allí cierta m e d i d a , pero in- leve bastan para formar un p i e , ó,
determinada. «Escoja el músico— lo que es igual, un ritmo en el sen-
continúa Aribon,— entre las divi- tido más estricto de la palabra:
siones á propósito p a r a formar el Pes ictibus fit duobus, haciendo gru-
contexto del canto y p a r a variar pos por metros, según rectamente
el movimiento de su r i t m o , las que se h a d e m o s t r a d o , llegaremos á
quiera emplear; porque como los formar medidas equilibradas en
diferentes metros asclepiádeo, sa- su irregular sucesión: Ut veluti me-
n c o , alcaico, presentan diferentes tritis pedibus cantilena plaudatur.
divisiones, así los diversos neumas
fr. S. B-
^—>.t==§==n—£,
BIBLIOGRAFÍA
noche, una espesa niebla cubre la at- vía la sierra. Esperamos pasar esta
mósfera. Parece que caminamos den- noche en el puerto, y mañana (Dios
tro de una tumba. La sirena repite, mediante) contemplaremos la ciudad
cada dos minutos, su grito plañidero, y sus alrededores.
en medio de estas obscuridades, y su
eco me trae á la memoria la trompeta Dia 10 de Abril.
arcangélica que sonará sobre la tierra,
convertida en una soledad de ceniza Son las seis de la mañana, y estoy
por el fuego precursor del juicio final. delante de la ciudad de Santa Cruz de
Tenerife, que se halla á 28 o de latitud
Dia 8 de Albril. N., y tiene unos 30.000 habitantes. Por
el N. está ceñida y estrechada por una
Observaciones.—Situación topográ- formidable barrera de riscos abruptos,
fica del buque, á las0 doce del día, 33 o rematados por agudos picachos, de
12' de latitud N.; 3 59' de longitud, formas irregulares, que dan testimo-
tomando por primer Meridiano al Ob- nio de espantosos cataclismos geoló-
servatorio de San Fernando. Millas re- gicos en la antigüedad. La ciudad des-
corridas de ayer á hoy, 280, con direc- cansa en un hermoso declive. El monte
ción á SO. más alto de la isla es el Teide, que
El mar está tranquilo. El Evangelio tiene 3.900 metros sobre el nivel del
del día es de la Aparición de Jesús re- mar; es volcán encendido, y á la vez
sucitado á los dos discípulos que iban de nieves perpetuas. La historia de
á Emaus, á quienes se acercó como Tenerife, aunque no es más que de
peregrino, probándoles por las Santas cuatro siglos, y trata de una pequeña
Escrituras la conveniencia de su pa- isla del Océano, ocupa varios volúme-
sión y muerte. Le rogaron que se que- nes. Conspicuos historiadores han em-
dase con ellos. Yo, aunque indigno pe- pezado á desenterrar su época prehis-
cador, me atrevo á hacerle la misma tórica; obscuro se presenta, sm em-
súplica. Mane nobiscum Domine. Qué- bargo, el origen de los guanches, pri-
date, Señor, con nosotros; no te sepa- mitivos habitantes de esta isla. El gi-
res nunca, porque aquí te obedecen el gante de 14 pies de alto, de que nos
mar y sus olas. Quédate con nosotros, hablan los PP. Espinosa y Núñez de la
no sólo durante esta breve navegación, Peña, puede considerarse como una
sino toda la vida, para que no perez- fábula. Sin embargo, Bontier y Duret
camos en los terribles escollos y b o - aseguran que los primitivos habitan-
rrascas de las pasiones. Ha pasado el tes de Tenerife formaban una nación
día sin incidente particular. La apari- robusta y de una estatura sobrerregu-
ción en el buque de un ave, con varia- lar, y los ingleses que subieron al Tei-
do y precioso plumaje, de una golon- de en el siglo xvn descubrieron una
drina y de una ballena, que á poca dis- cueva llena de cadáveres de guanches,
tancia nos ha enseñado sus enormes de extraordinaria magnitud. También
lomos, han sido las únicas cosas que se han extraído en nuestros días des-
han llamado la atención de los pacífi- mesurados esqueletos. Los guanches
cos viajeros. destinaban unas cuevas á viviendas,
y otras á inhumaciones. En las prime-
ras se encuentran armas, vasos y en-
Día 9 de Abril. seres; las segundas presentan indicios
de haber estado cerradas con piedras,
Observaciones.—
o
Latitud 29o 38' N. y contienen muchos cráneos y huesos.
Longitud 8 45'. Camino recorrido en Según los exámenes craneológicos,
las veinticuatro horas, 325 millas. El la raza guanchinesca ofrece caracte-
día algo nublado. Dos barcos vistos. res idénticos á la de Cromagnon. Los
A las cinco de la tarde el mar esta- guanches eran labradores y pastores,
ba bastante picado, y á los pocos mo- y sus contratos y ventas consistían en
mentos hemos divisado los montes de cambios y permutas. Llamaban á Dios
las islas de Tenerife, entre la neblina « Conservador del mundo, Gran Se-
del mar. A las siete y media entrába- ñor », y sus juramentos eran por el Sol,
mos en el puerto, que, juntamente con que nombraban Magec. Con esta gente
la ciudad, ofrecía un bellísimo aspec- se las hubo el gobernador de Canarias
to, con sus luces y focos eléctricos. Francisco Maldonado, que solía decir
Se nota mucha animación en los via- después de su derrota: « No más plei-
jeros, á pesar del aire frío que nos en-
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 357
tos con los guanches de Tenerife?. esos grandes espacios que median en-
Estos datos están tomados de un libri- tre el Cielo y la Tierra estén comple-
to que me ha prestado una persona de tamente desiertos y solitarios. Creo
Tenerife. más probable, con Rorvaecher, P. F é -
A las ocho de la mañana abandona- lix, Mendive, Lecchi, Tongiorgi, Le-
mos el puerto, y vamos costeando la pidi, etc., que esas moles enormes,
isla, que nos deleita con su hermoso esos grandiosos buques encendidos
panorama. Estamos viendo laderas de que surcan los mares etéreos, no es-
montes sembradas de casas blancas tán vacíos, sino llenos de seres inteli-
como palomas, que contemplan el pa- gentes que conocen, aman y bendicen
so del León XIII; verdes sembrados, á su Criador.
y entre varios pueblos uno que, situa- A las once de la noche me hallo so-
do en lugar ameno, me hizo el efecto bre la popa contemplando la estela
de un hato de ovejas blancas, recos- luminosa que deja el buque, y en el
tadas sobre verde y mullido césped y trayecto de esta estela, dentro del
arrulladas por el canto perenne, ora agua, parece que se encienden focos
dulce y melancólico, ora temible, de de luz eléctrica. Es un fenómeno cu-
las olas del mar. Ya perdemos de vis- rioso.
ta los picos del último pedazo de mi Día 12 de Abril.
patria: al ver que esos restos de Espa-
ña se van hundiendo entre las aguas, Observaciones. — Latitud N., 17o 44'.
pido á Dios que no sean presa de ma- o
Longitud, 15 . Dirección SO.; 327 mi-
nos extrañas y codiciosas. llas recorridas.
A las seis de la mañana estábamos
Día 11 de Abril. sobre la cubierta, rezando las horas,
cuando llamó mi atención una banda-
Observaciones.—Latitud, 22o 40' N. da de avecillas blancas que volaban
Longitud, 13o 18'. Dirección SO. Ca- con mucha gracia sobre el agua; des-
mino recorrido desde antes de ayer, pués me enteré de que eran peces vo-
500 millas. ladores, y estuve contemplándolos lar-
A las seis de la mañana hemos vis- go rato, pues ofrecen un espectáculo
to un barco de vela hacia las costas en extremo agradable. En medio de es-
de África. tas soledades de agua se comprende la
Estamos en alta mar. Desde ayer ansiedad de Colón y sus compañeros
hemos perdido de vista la tierra, y cada ignorando si realmente existía la nue-
hora nos internamos 13 millas y pico va tierra tan deseada por ellos. ¡ Qué
en el grande Océano. Nos hallamos diferente la situación de los navegan-
entre dos inmensidades; parece que tes actuales! Ahora no vemos tierra,
aquí se siente de más cerca la gran- pero sabemos que existe, y allá lejos,
deza de Dios. Encima de mí contem- sentada como una reina en medio de
plo la inmensidad de los cielos que los mares, nos espera para darnos ca-
cantan la gloria del Criador, la inmen- riñoso albergue. La situación de los
sidad de esas soledades interminables compañeros de Colón era como la de
cuyo eterno silencio asustaba al pro- esos seres desgraciados que, ó no
fundo y sentencioso pensador Pascal; creen ó dudan de la realidad de aque-
á mí no me espanta ese silencio, por- llo que existe más allá del mar borras-
que más allá de esos espacios, con su coso de esta vida mortal, mientras el
majestuoso silencio, contemplo la r e - buen católico está seguro de la reali-
gión siempre florida, con sus millones dad de esa tierra nueva, donde espera
5e habitantes, donde resuenan cánti- ser feliz por toda la eternidad.
cos de alegría sin igual. Pero, prescin-
diendo del Cielo empíreo, dichosa pa-
tria de los bienaventurados, esos e s - Día 13 de Abril.
pacios indefinidos que contemplo so- Observaciones.—Latitud, 12o 36' N.
bre mi cabeza ¿ son unos grandes de- Longitud, 17o 30'. Dirección, SO. 324
siertos nada más? Aun cuando así millas.
fuera, su silencio no me asustaría, Hoy sábado, día dedicado á la Vir-
mes esos astros, callando y cente- gen , Señora y Patrona de este buque,
fleando, anuncian á su modo la gran-
deza y majestad de Dios; sin embar-
como me lo dijo anoche el capitán; y
por eso, la única imagen que hay aquí
go, no puedo resignarme á creer que es la preciosa Virgen del Carmen, de
358 EL MONTE CARMELO
FECHAS CARMELITANAS
10 DE JUNIO DE 1601.
FIGURAS Y REALIDADES
(Conoltisión.)
Por eso, los santos que con fe viva y ardiente amor comían esa
carne y bebían ese vino sacrosanto, inmortalizaron su nombre y han
sido más grandes que los filósofos, más grandes que los poetas, más
grandes que los artistas y más grandes que todo lo que es puramente
humano, porque han sido grandes con la sólida y verdadera gran-
deza; con esa grandeza divina que, basada en la santidad de su
alma, los hizo grandes, no con la grandeza del hombre, sino con la
grandeza de Dios, que compenetrando todo su ser los trocó, según
frase de San Agustín, más que en ángeles humanos, en hombres
divinos. Pero, desgraciadamente, nosotros no poseemos esa fe viva
y ese ardiente amor que poseían los santos, y por eso permanecemos
fríos ante ese volcán de amor; por eso no sabemos apreciar los teso-
ros infinitos de vida que se encierran en esa Hostia santa, que es la
fuente de la vida, cuyas aguas elevan al hombre por el camino del
amor y de la virtud hasta la vida eterna.
Contemplemos, pues, en ese Pan del Cielo el secreto de vida
eterna que forma la perfección de las almas santas y regenera los
pueblos; examinemos si alimentamos y robustecemos nuestro espí-
ritu con ese Manjar Eucarístico, ó permanecemos dormidos en las
sombras de la muerte; porque, si bien el Salvador nos dijo que S í
alguno comiere de ese pan vivirá para siempre, porque el pan que El nos
da es su carne para la vida del mundo (2), San Pablo ha afirmado tam-
bién que El que come el cuerpo de Cristo y bebe su sangre de una ma-
nera indigna, se come su propio juicio, su propia condenación (3); por-
que , como dijo el Angélico Doctor con su acostumbrada elocuen-
cia , el cuerpo de Cristo lo
Toma el malo y el bueno;
Mas vida ó muerte lleva en su seno:
Es la muerte para el malo,
Vida para los justos y regalo.
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A LA YIRGM SANTÍSIMA
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IX
(Continuación.)
(1) Cap. v i , § 2.
(*) §3.
FR. JERÓNIMO DE SAN JÓSE 377
(O §4.
(a) §5-
378 EL MONTE CARMELO
<l
sBIEZ y ocho siglos h a c e , h a di- siglo xix, y han inaugurado una
4 ^ " »cho un profundo escritor de existencia enfermiza y gangrena-
• los últimos tiempos (i), que se en- da para el siglo x x , se mece pura
c o n t r a r o n de frente dos nombres, y radiante como la luz del Sol la
»en los cuales apareció claramente institución llamada Iglesia católi-
»retratada la gran contradicción de ca? L a pureza mil veces probada
• todos los tiempos: Cristo y Pila- de muchas y excelentes inteligen-
uto; la luz enfrente de las tinie- cias; la unidad y solidez de prin*
»blas, la verdad de la mentira, la cipios que guía con paso firme á
«justicia de la injusticia, la espe- cuantos navegan en la nave impe-
r a n z a de la desesperación». Y po- recedera de P e d r o , al amparo de
día añadir el escritor alemán, si vi- la antorcha resplandeciente de la
viera en la actualidad, que se han verdad, en todas las empresas de la
encontrado, siguen encontrándo- vida; las armas con que descien-
se y probablemente se encontra- de á la arena hasta vencer ó mo-
rán eternamente dos instituciones, rir una multitud innumerable, ali-
sin que desaparezca la contradic- mentada con unos manjares divi-
ción y la lucha hasta que uno de nos que sustentan el alma y forti-
los contendientes perezca en el fican el corazón, y la generosidad
c a m p o de batalla. con que se desprenden de sus más
L a Iglesia católica y la Revo- caros intereses esas pléyades de
lución se encontraron de frente en valientes por disipar las tinieblas
el Pretorio, cada cual demandan- de la mentira de la mente de sus
do conquistas y aspirando á la do- semejantes y plantar el árbol fe-
minación suprema; pero los e n - cundo de los castos amores en mu-
cuentros fueron transformándose chos corazones que desconocen el
en sangrientas luchas, y las mira- arte del amor, dicen muy claro que
d a s que en el tribunal se cruzaron hay u n a sociedad cuyos principios
entre Jesucristo, cabeza y repre- están basados en la misma verdad,
sentante de la Iglesia, y P i l a t o , re- cuyas doctrinas se manifiestan ante
presentante de Ja Revolución, die- los ojos de todos con las claridades
ron muy claro, á entender la exis- de la luz, cuyas empresas están
t e n c i a , los caracteres, la naturale- sustentadas con un manjar que por
z a , las empresas y los frutos de es- doquiera hace fecundas las influen-
tas dos entidades, dignas en todos cias del bien y cuyos individuos se
tiempos de estudiarse, pero muy sacrifican, se afanan y mueren por
especialmente en la actualidad. fomentar el verdadero progreso en
¿Quién d u d a que sobre los co- el individuo, en la familia y en la
rrompidos vapores del error que sociedad. T a l es la Iglesia católica.
se cernieron sobre el cadáver del P e r o enfrente de la Iglesia ca-
de 1800 constaba de 7.000 almas; hoy día pasan de 15.000; de éstos, tan
sólo 4.500 son católicos; los demás son cismáticos, turcos, judíos y
protestantes. Los Padres del Carmelo están encargados de la pa-
rroquia latina y trabajan con celo y fruto en el ministerio pastoral;
pero, faltos de toda clase de recursos, dirigen un ruego á todas las
almas cristianas implorando su cai'itativa ayuda en favor de los in-
tereses católicos en aquellas regiones.
R. I. P.
f |EóN XIII Y EL CANTO GREGORIANO DE SOLESMES.—Á continuación
$ publicamos el importantísimo Breve que el Sumo Pontífice, pro-
tector decidido de todas las artes y disciplinas eclesiásticas, ha diri-
gido al Abad de los benedictinos de Solesmes, alentando á estos
beneméritos monjes en sus trabajos, estudios y publicaciones sobre
el genuino y clásico Canto Gregoriano.
"Á nuestro amado hijo Pablo Delatte, religioso O. S. B., Abad de
Solesmes.
LEÓN XIII, P A P A
QUERIDO HIJO:
Salud y bendición apostólica.
Conocemos y hemos alabado en otras circunstancias los esfuerzos
inteligentes que habéis desplegado en la ciencia de los cánticos sa-
grados que, según la tradición, deben ser atribuidos á Gregorio el
Grande como á su autor.
Por esto mismo no podemos menos de aprobar los trabajos tan la-
boriosos y tan perseverantes que habéis consagrado á buscar y ex-
tender los antiguos monumentos de este género. Los frutos diferen-
tes de esos trabajos los hemos visto contenidos en esos tomos b a s -
tante numerosos que nos habéis dirigido en diversas épocas, y que
hemos recibido como un presente muy agradable. Dichas obras, se-
gún hemos sabido, están hoy muy extendidas, causan la admiración
del público y se hallan en uso constante en diferentes lugares; todo
el celo que se ha empleado en la ilustración y propagación de esa
compañera y eficaz auxiliar de los ritos sagrados merece ser ala-
bado, no solamente á causa del talento é ingenio que en ella se em-
plean, pero lo que más importa todavía, á causa del desarrollo que
de ella se espera para el culto divino.
En efecto, los cantos gregorianos han sido compuestos con mucha
habilidad y gusto para aclarar el sentido de las palabras. Existe en
esos cantos, con tal de que no se ejecuten sin a r t e , una gran poten-
cia, una suavidad maravillosa, mezclada de gravedad, y que, pene-
trando fácilmente en el alma de los oyentes, puede muy á propósito
388 EL MONTE CARMELO
EL MES DE J U L I O
?£
¡¡Uédulce es al corazón de un hijo recordar las bondades de
su madre! ¡Qué sentimientos tan elevados de gratitud y >
amor se despiertan en nuestro corazón al traer á la memoria las >
finezas de amor de aquella que bañaba nuestro rostro con besos ¡
de cariño y llenaba nuestra alma de paz y consolación!
Y pues no hay para nosotros Madre más buena, más cariñosa ,
y .solícita que la Virgen del Carmen, justo es que en este mes de
julio recordemos los grandes prodigios de bondad y amor que
ha hecho á sus hijos, para que se mueva nuestro corazón y res-
pire amor y se ensanche por el agradecimiento.
El amante en toda ocasión desea manifestar su amor al amado;
pero, en aquellos días que le están dedicados ó celebra de una
manera especial, se empeña en hacer más patente la inclinación
dé su corazón, y le da nuevas pruebas, testimonios más elocuen-
tes y muestras nada equívocas de la corriente misteriosa que tan
dulcemente une su corazón al corazón de la persona amada.
Y como las almas devotas del Sacratísimo Corazón de Jesús le ,
dedican y consagran el mes de Junio, para recordar las maravi-
llas de amor que nuestro adorable Salvador ha hecho á los hom-
bres, y los que tiernamente están enamorados de la Virgen San-
tísima le dedican el mes de Mayo, honrándola con plegarias, con
cánticos del corazón y hermosas guirnaldas entretejidas de sa-
crificios y flores de virtudes, que ofrecen á la Madre del Amor
Hermoso, así nosotros los religiosos, terceros y cofrades, y todos
los devotos del Carmen, debemos dedicar y consagrar de una
manera especial el mes de Julio á la hermosa Reina del Carmelo
y Madre, de nuestro corazón.
¿Qué motivos tenemos para ello?
La gratitud que obliga á las almas nobles y á todo cofazón
bien nacido.
En este mes celebra la Iglesia la solemne fiesta de la Virgen
EL MES DE JULIO 3gy
FLOR Y AVE
EL ESCAPULARIO
( Continuación.)
(i) L ü C , 10-42.
EL ESCAPULARIO ij.bl
- I — ; < • —s-~
CANCIONES MÍSTICAS
(Continuación.)
(i) § x.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
A95
que no desdiga del modelo de la hermosura más que en una parte.
¿Cómo carecerá, pues, de esta nota el artificio de la ignorancia
humana, si aun en sus obras la permite el concierto de la sabiduría
divina?» (i).
Por lo que atañe á la igualdad de una obra, distingue el autor la
igualdad material y totalmente uniforme, y la formal y respectiva-
mente disforme. Explica esas igualdades, así en el orden natural,
como en el espiritual y político. La material es, por lo común, im-
perfecta; la formal es la que atesora belleza y perfección. «En este
gran todo que abraza Tierra y Cielo — dice el autor con frase hala-
gadora,—¿qué diferencias de criaturas no se hallan desigualísimas
-entre sí, en substancia, cantidad y calidad? Los ángeles tan dife-
rentes de los hombres, los hombres de las bestias, las bestias de las
plantas, las plantas de las piedras, las piedras de la tierra, y la
tierra de todo lo demás. Los elementos entre sí tan desiguales unos
de otros, excediéndose en cuantidad y actividad, como los cielos
en grandeza y perfección, y en ellos los planetas y estrellas, en la
grandeva, claridad, virtudes é influencias. Pues ya en el cuerpo de
la tierra, ¿qué cosa hallaremos que con otra tenga total conformi-
dad? Los montes no con los valles, ni los valles y los montes
entre sí. En el llano de la tierra, una fértil, y otra á ella vecina muy
estéril; una poblada y habitada, otra yerma; una rica de minerales,
pero llena de malezas; otra sólo con minas de hierbas y de flores.
Ni es menos vario y desigual en sí el mar; que, aunque parece muy
uniforme en las aguas, admite desigualdades muchas en la virtud y
propiedad de ellas... Pero en esta misma desigualdad consiste su
(del mundo) hermosura y perfección, resultando de esta propor-
cionada variedad una armonía y concento para el oído de la mente
suavísimo (2).
Y en lo espiritual, donde entran las obras del ingenio, acontece
que la propia y verdadera igualdad es la formal, es decir, propor-
cional y respectiva, y eso se acomoda á la Historia, «la cual se
compone de partes que tienen en sí mucha diversidad, pero todas
entre sí gran proporción» (3). Expone Fr. Jerónimo con mucho acier-
to esta doctrina, y haciendo, como en todo, gala de su talento lite-
rario.
En el capítulo octavo discurre sobre la brevedad de la Historia.
(I) §*•
(») § 4 -
(3) § 5 - #
4O6 EL MONTE CARMELO
(1) § 1 y 2.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 407
res; «las pequeñas para ornato y noticia de las grandes, y las sabi-
das para inteligencia de otras que se ignoran, y unas y otras para
ejemplos á la posteridad, á la cual, en los venideros siglos, será muy
raro, grande y nuevo lo que ahora, por andar en los ojos, manos y
boca de todos, se desprecia» ( i ) .
* José Dgn. Valentt.
( Se continuará.)
(0 § 6-
-*~~t-¡3
M A X I M A S
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- r TI "• T
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EL P. HERMANN
(Continuación). . ,
lio y una vela en la mano, á las bre las cristalinas olas de los lagos
puertas de este templo, imploran- de Helvecia, sobre las pintorescas
do la misericordia y las oraciones- cimas de las más empinadas mon-
de los transeúntes. tañas, en los e s p e c t á c u l o s más
»Por eso me veis revestido de un grandiosos de la Naturaleza; la he
hábito penitente, con la cabeza buscado en la vida elegante de los
rapada y los pies desnudos, for- salones, en los suntuosos festines,
mando parte de una Orden aus- entre las locuras de los bailes; yo la
tera... busqué en la posesión del oro, en
»¡ La primera vez que yo pisé los las emociones del juego, en las fun-
umbrales de una iglesia era un mi- ciones de una literatura románti-
serable judío, era en el mes de Ma- ca, entre los azares de una vida.
ría..., entonaban cánticos..., Ma- aventurera; la he buscado en !as
ría, Madre de Jesús, me reveló la glorias artísticas, en la amistad de
Eucaristía..., yo tuve conocimien- los hombres célebres, en todos los
to de la Eucaristía..., yo conocí á placeres del espíritu y del cuerpo;
Jesús, yo conocí á mi Dios, y al yo la he buscado, en fin, en la fe
instante fui cristiano!... de un amigo. ¡ Ah, Dios mío 1 ¿Qué
»Pedí el santo Bautismo; el agua puede haber en el mundo que yo
santa se derramó sobre mi cabeza, no haya buscado para ser feliz?
y al punto todos mis pecados, aque- »Y vosotros, hermanos míos, ¿ha-
llos horribles pecados que cometí béis dado con esta felicidad ? ¿ Sois
durante veinticinco años de mi vi- dichosos ? ¿ No tenéis falta de nada?
da criminal, me fueron perdona- Empero, paréceme oir aquí, como
dos. Dios me perdonó, y mi alma por doquiera, un lúgubre concierto
quedó pura é inocente... Dios, mis de gemidos y de quejas que se ele-
hermanos, mi Dios me perdonó; va por los aires. Me parece, sí, que
María me perdonó, hermanos míos: en vuestros corazones resuena el
¿no me perdonaréis también vos- eco de ese grito unánime de la do-
otros?...» liente humanidad: dicha, felicidad,
No hay que decir el efecto que ¿dónde estás? ¡Dime dónde estás
produciría en el auditorio seme- oculta, é iré, exponiendo mi for-
jante exordio. Una multitud com- tuna, mi salud y hasta mi vida, si
pacta de jóvenes acudió presuro- es necesaria, para buscarte, to-
sa á oirle; y desde el momento marte y poseerte.
que dirigiéndose á ellos, recordán- •¿Qué misterio es éste?, prosigue
doles que su vida tenía muchos el orador: ¿no ha nacido el hom-
puntos de contacto con la de ellos, bre para ser feliz ? ¡ Ah! Es que la
y cuando, con los brazos abiertos, mayor parte de los hombres viven
les invitaba á participar de su di- en el error acerca de la verdadera
cha actual, el auditorio apenas pu- dicha, buscándola donde no está.
do contener su emoción, y poco • Ahora bien, escuchad. Yo en-
faltó para que no resonasen estre- contré esa dicha, yo la poseo y
pitosos aplausos. Sigamos al Pa- gozo plenamente de ella, hasta el
dre en su discurso. punto que puedo exclamar con el
«Yo he recorrido, he visto y he apóstol: Superabundogaudio. Mi co-
amado al mundo..., y una sola cosa razón rebosa de felicidad, mi pe-
me ha enseñado el mundo: es que cho no puede contener ese volcán
en él ninguno es feliz. de dicha, y me he visto obligado
»¡La dicha! Yo he ido tras de ella; á abandonar mi soledad para ve-
y para hallarla he recorrido las po- ros y deciros: Superabundo gaudio.
blaciones , he atravesado reinos, he Sí; me siento tan dichoso, que ven-
surcado los mares. ¡La felicidad! go á ofreceros, á rogaros y supli-
Yo la busqué|en las poéticas no- caros que participéis de mi dicha
chas de un clima encantador, so- tan grande. Sí; Dios sólo puede
4io EL MONTE CARMELO
llenar ese deseo del hombre; mas cavación de granito, una pequeña
¿cómo se consigue la posesión de puerta dorada. Mi corazón se re-
Dios ? Dios se manifiesta en todas animó con la esperanza de hallar
sus obras, y sobre todo en la obra allí albergue y socorro..., y me arras-
admirable de la Eucaristía y Re- traba jadeante á través de las ma-
dención. Dios, en la persona de su lezas y el agua del camino, y lle-
Hijo Jesucristo, bajó de los Cielos, gué todo estropeado y semimuer-
vino hasta nosotros, se hizo com- to ante la pequeña puerta, y co-
pañero de nuestro viaje, y se dio mencé á llamar y dar golpes pi-
como alimento de nuestras almas... diendo socorro. Apenas hube lla-
Mas yo no creo en Jesucristo, me mado cuando se abre la puerta y
replicará el impío.—¿Qué es lo que aparece un hermoso joven, de ma-
_dices?, le responderé. Tampoco yo jestuoso porte, cuyos labios rebo-
creía, y precisamente por eso yo saban gracia; quien, asiéndome de
era desgraciado. Jesucristo vino la mano, me introdujo hasta su
para hacernos felices; pero para misteriosa morada.
hallar á Jesucristo es preciso vigi- »A1 instante cesa como por en-
lar y orar. Jesús está en la Euca- canto el ruido del huracán, mi al -
ristía, y la Eucaristía es la dicha ma recobra su habitual calma, y
y la vida... sentí que una mano invisible me
«Durante una borrascosa noche, desnudaba, con inexplicable dul-
prosigue diciendo, me hallaba ro- zura, de mis enfangados vestidos,
deado de una cadena de escarpa- y me sumergió en un delicioso ba-
das montañas cercadas por todas ño donde recobré las fuerzas y la
partes, de horribles precipicios. salud.
• Marchaba á duras penas por un «Este baño no tan sólo borró las
sendero surcado por malhechores, más insignificantes manchas de mi
y casi intransitable á causa de las cuerpo, sino que cicatrizó todas
enormes piedras que los torrentes, mis heridas , inoculó en mis venas
engendrados por torrenciales llu- una nueva vida, devolvió á mi al-
vias, habían desgajado de la mon- ma su prístina juventud, y era tan
taña arastrándolos con violencia exquisito el perfume que esparcía,
hacia los abismos. que concebí el deseo de penetrar
«Los truenos y relámpagos se la causa.
sucedían uno á otro sin interrup- »¡ Cuál sería mi sorpresa al aper-
ción; el viento, arrancando árbo- cibir á mi lado el hermoso joven
les seculares, me arroja con vio- que tuvo á bien abrirme la puerta!
lencia, y me vi obligado á conti- Tenía sus manos extendidas sobre
nuar mi ruta con el apoyo de mis la piscina, cada una de ellas os-
rodillas ensangrentadas por el roce tentaba una larga herida, y de ca-
de las piedras que obstruían el ca- da herida flotaba un raudal de san-
mino. Yo me arrastraba con es- gre..., y yo miraba á la piscina, y
fuerzo, trepando por la montaña; me contemplaba á mí mismo, y
y á cada iHst&Htef á la luz de es- me vi inundado de la sangre de ese
pantables relámpagos, atravesan- mismo joven; y su sangre me co-
do la nube y disipando la obscuri- municaba tanta fuerza, que me
dad , me mostraban abierto el abis- sentí con bríos para desafiar mil
mo, donde con gran estrépito se tempestades, mucho más horroro-
precipitaban los árboles y los pe- sas que la pasada; pero mi sorpre-
ñascos que el huracán arrancaba, sa llegó á su colmo cuando me aper-
y me creí en verdad perdido... cibí de que la tal sangre, en vez de
»De repente, un rayo de luz, sa- enrojecerme, me comunicaba una
lido de la nube, fué á reflejar so- blancura más brillante que la nie-
bre el flanco de una montaña ve- ve, y la gratitud y el amor comen-
cina, y me descubrió, en una ex- zaron á renacer en mi corazón...
BL P. HERMANN 4"
»Yo tenía hambre, yo tenía sed... »Y él me tocó los ojos con sus
»Las fatigas y las luchas del via- dedos, y desperté al instante re-
je me habían debilitado, y me dio bosando de amor, y prosternado á
un banquete en un salón ilumina- sus pies le daba infinitas gracias
do espléndidamente, sin que por por su hospitalidad, y me <dijo:
ninguna parte se viese lámpara ni «Permanece aquí, si así lo quieres;
otro objeto de donde procediese todos los días te bañaré con mi
semejante luz... Era el mismo jo- sangre, todos los días te calentaré
ven la luz, pues de su celestial ros- en mi hogar, te iluminaré con mi
tro salían esplendorosos rayos... luz y te sentaré en mi mesa; si tú
»Yo tenía hambre, yo tenía sed... me abandonas, ten presente que,
»E1 me ofreció un pan, dicién- la tempestad va á recomenzar».
dome: «Come este pan». Después «Que otros, exclamé yo, luchen
me ofreció una copa, diciéndome: con las tempestades, se revuelquen
«Bebe este licor». Bendijo el pan; en el fango del camino: por mi
después acercó la copa á una he- parte, puesto que me queréis aquí,
rida que ostentaba en su pecho, y aquí quiero vivir y morir. Sí, to-
al punto se llenó de un vino mara- dos los días beberé del torrente de
villoso. Y tan luego como hube co- las delicias que brotan de vuestro
mido y bebido comprendí que, tan- costado abierto; empero descu-
to la comida como la bebida, no bridme vuestro nombre, á fin de
eran cosas ordinarias, puesto que que yo le bendiga en unión de los
me transformaron completamente, ángeles».
colmándome de inefables goces y »Y él me respondió:«¡ Yo me lla-
de inenarrables delicias... mo... Amor, yo me llamo Euca-
»Y yo contemplaba aquel joven, ristía: mi nombre es Jesús!!!».
y le veía dentro de mí mismo, sen- Tal es el secreto de la dicha del
tado sobre un trono, adorado por P. Agustín, y por eso invitaba á
los ángeles, y coros de serafines todos los demás á participarla con
ostentaban ante su faz urnas de él en el amor de Jesús. «Amemos
oro, é innumerables falanges de á Jesús, repetía con instancias;
querubines quemaban ante su tro una sola cosa hay en el mundo que
no un precioso incienso que subía pueda hacer feliz al hombre: el
hacia él. amor á Jesús, y ser uno amado
»Luego el joven me dirige su pa- por El».
labra, y su palabra era una celes- Apenas salió de la iglesia de San
tial armonía, una música divina Sulpicio, se unió á él y al religioso
que me enajenaba, me hacía de- que le acompañaba un joven de
rramar lágrimas de amor y expe- elegantes modales. Era Bernardo
rimentar una sensación descono- Baüer, judío y artista, bautizado
cida para mí hasta entonces. hacía dos años, cuya vida y con-
»Después me toma entre sus bra- versión tenían muchos puntos de
zos, me acerca á su corazón, me contacto con los del P. Hermann.
cubre de caricias y me mece dul- Dicho joven, impresionado profun-
cemente al son de una melodía que damente por el sermón del Padre,
salía de sus labios; yo apoyaba mi concibió la piadosa idea de buscar
cabeza sobre su pecho, y sentí una en el retiro del Carmelo una dicha
dicha tan grande y tanta quietud que en vano buscaba en el bullicio
en mi espíritu, que me dormí so- del mundo. Dicha que, si bien se
bre el corazón de éste mi amigo la otorgó Dios, no supo, por des-
tan bondadoso; y durante mi sue- gracia, conservarla.
ño soñaba en cosas celestiales...
¡ Sueño de amor, quién fuera capaz fr. €. S. f'.
de explicarte! {Se continuará.)
*f»*1**"W«<
MALABAR
EN V E R Á P O L Y . - U N TRIDUO
EN KÓTTAYAM
porta conocer y servir al verdadero Dios, y deseaban que sus hijos fue-
sen instruidos en la verdad.
Resultado: quedamos en que ellos informarían á los vecinos y los
moverían á asistir á una reunión que con nosotros tendrían pasados
algunos días. Nuestro improvisado orador suplicó respetuosamente al
patrono para quien trabajaban, consintiese que la reunión fuese en una
finca suya á propósito para el caso, el cual accedió sin dificultad, y
quedó acordado que el día 27 de este mes tuviéramos la junta para tra-
tar de lo que ellos y nosotros habremos de hacer.
¡Plegué al Espíritu Santo, en cuya Pascua nos reuniremos allí, con-
cedernos que su gracia penetre los corazones de aquella pobre gente!
Y pido con el mayor interés á cuantos esto leyeren no se desdeñen
ni se cansen de rogar mucho al Señor por las Misiones en general, por
estas nuestras en particular, pero de un modo singular por este distrito
de Kóttayam.
fr. Juan Vicente.
May» 14, 190X.
MÉXICO
Volcán de Colima, Cofre de Pero- día, sin que se consuman sus en-
te, Nevado de Tolüca y de Ajuzco. trañas. Yo quisiera no descender
México se encuentra, como to- jamás del borde de tus obscuros
dos saben, en la estrecha zona de cráteres; porque allí, á la vista de
tierra situada casi en el centro del aquella imagen del Infierno, se
Nuevo Mundo, y forma, permítan- aprende á orar, á temer á Dios, á
me la figura, la escultural cintura aborrecer el pecado, á levantar el
de la incomparable, de la inmacu- corazón arriba, á suspirar por lo
lada virgen América, que, tendida eterno; desde allí se meditan, ora
de N. á S. entre ambos Océanos, las calmas inalterables del mar,
disfruta, cual diosa pagana, de im- que está al ocaso, ora las iras im-
perturbable reposo. México es be- placables, las convulsiones formi-
llo; bellísimo; desde sus cumbres dables, los ciclones giratorios que
se contempla: arriba, un cielo re- sacuden tu golfo; porque, desde
fulgente, espléndido; abajo, el abis- esas cumbres que se explayan allá
mo, las entrañas del volcán ar- en lo infinito; allá donde los vagos
diendo; allí se perciben rumores cometas extienden del Oriente al
extraños, fatídicos, siniestros; ora Océano su candente cola, su lu-
el estruendo de peñascos que se minoso cabo; desde allí se obser-
desprenden y se precipitan des- va, ora el sueño profundo de la
pués que el fuego ha minado sus tierra, ora la lucha titánica que li-
cimientos; ora rumores que se ase- bran á su sombra las nubes, las
mejan á lamentos; allí, á través aguas y los vientos. Cuantas veces
del negro humo que escapa silban- al volcán me asomo, veo la imagen
do , se percibe hacia el fondo el pá- del fuego eterno, un piélago de me j
lido fulgor de un océano de metal tal en fusión, hirviendo, y dentro
fundido, y sombras espantables que sombras terroríficas como las que
vagan, que parecen del Infierno; Dante viera en su viaje al Infierno;
allí se escuchan como maldiciones arriba, al alcance casi de la mano,
que aterran, ahuecadas por el abis- se tiende un cielo; un cielo bello,
mo. ¿Qué serán? ¿Alguna alma espléndido, una atmósfera diáfana,
que se abrasa dentro? ¿Algún re- un firmamento de luz, de conste-
probo que cumple su condena? laciones cuajado; se admira, en
¿Algún demonio que atiza el fue- fin, cómo, el día de las iras, se
go? ¿Será alguna maldición divina congregan las nubes y se forma el
que se cierne sobre aquel lago? nublado; cómo los ángeles, unos
Todo puede ser; lo cierto es que fraguan el rayo, otros pesan en la
aquello es formidable, espantoso. balanza de la justicia los crímenes
Tal vez, aquella columna de aire del hombre y del pueblo, y otros
holliniento que silbando brota del disparan la ardiente chispa á la
cráter, como el vapor que se esca- voz de ¡venganza!... ¡Fuego!... Al di-
pa de las entrañas de un locomo- siparse las nubes, azorados se con-
tor gigantesco, es tal vez portado- templan las huellas, los vestigios
ra de los lúgubres y desgarradores indelebles de aquel flotante infier-
ayes de algún condenado. no; campos talados, castillos se-
¡Oh México, c u á n t a poesía, culares , levantados por el hombre
cuánta belleza y cuántos miste- sobre roca de granito, convertidos
rios ! ¡ Cuántas y cuan augustas ti- por el rayo en polvo, en humo;
nieblas envuelven tu Historia, tu campiñas anegadas en agua, con-
Icología, tu Fauna y tu Flora, y tus vertidas en lagos; pueblos desola-
inexplorados campos! Yo quisiera dos, pereciendo de hambre, des-
no descender jamás de tus sagra- haciéndose en lágrimas, en llanto.
das alturas, porque allí veo mon- En una palabra, en la región por
tañas que, como un día en Horeb, donde la tempestad pasara se di-
arden años y siglos, de noche y de visa su imborrable paso, semeja*!*-
MÉXICO 419
*
flSPERSIÓN DE UNA COMUNIDAD DE MONJAS CARMELITAS EN MÉ-
JICO.— "Mi querido P. Director: Tengo que comunicar á V. R. un
suceso ocurrido en esta capital de Méjico, y que nadie esperaba. Nues-
tras pobres monjas del convento de "La Cerrada de Santa Teresa,,
(uno de los puntos más cénticos de esta ciudad) han sido lanzadas
á la calle por la autoridad, y hoy se encuentran repartidas en casas
particulares. Esto se ha hecho por el pretexto de que las comunida-
des religiosas están prohibidas por la ley. La denuncia ha procedi-
do de un periódico infame. Este hecho ha indignado á todos los cató-
licos, y aun muchos liberales han reprobado semejante violencia
perpetrada por la autoridad pública. Dejaron en el convento cuatro
religiosas solamente, ,y esto vigiladas por la policía, y doce fueron
puestas en la calle. Puede suponer el susto que llevarían las pobre-
citas. Esperamos que pronto volverán á reunirse. Encomiéndenlas
á Dios, para que las cosas se arreglen y triunfe la Religión.—Suyo
afmo.—El Corresponsal».
E L CARDENAL PAROCCHI Y N. P. GREGORIO DE SAN JOSé.—El Emi-
nentísimo Cardenal Parocchi, protector de nuestra Orden, ha de-
mostrado con el siguiente hecho el aprecio en que tiene la traduc-
ción francesa de las cartas de Nuestra Madre Santa Teresa que ha
hecho N. R. P. Gregorio de San José, tercer Definidor general de
la Orden. Terminado el Capítulo General último, N. M. R. P. Gene-
ral se presentó á ofrecer sus respetos á nuestro Emmo. Cardenal
protector, y preguntándole éste quienes eran los nuevos Definidores
Generales, le dijo los nombres de los elegidos N. P. General, y al
llegar al tercero, R. P. Gregorio, preguntó Mons. Parocchi: "¡El
P. Gregorio! ¿De dónde es?—De la Provincia de Aquitania,.Eminen-
tísimo Señor.—¿Es, por ventura, el que ha hecho la traducción de las
cartas de Santa Teresa?, volvió á preguntar el Cardenal. —Sí, Emi-
nentísimo Señor, respondió N. P. General.—¡Oh! Entonces, hacedme v
el favor de presentármele, pues deseo conocerle. Decidle que he
leído y he seguido con mucha atención todo lo que se ha escrito en
favor y en contra de su obra. Me congratulo de saber que ha fijado
Su residencia en Roma, pues así tendré ocasión de hablarle. Es el
CRÓNICA CARMELITANA 423
NECROLOGíA
las vías de la perfección. Tuvo ardiente amor por todas las verdades
de nuestra santa religión, que meditaba y ponía en práctica con soli-
citud infatigable. Se aplicó con gran contento á crúcificaf sus senti-
dos, siéndole como innata la mortificación; jamás se la vio preocu-
parse de su cuerpo; siendo su alimento el más frugal, se .abstenía de
cuanto pudiera satisfacer su paladar. Su vestido y cuanto tenía de
uso, todo lo más desechado; así vivió y murió, dando á su comuni-
dad grandes ejemplos de mortificación y observancia.
Si todas las virtudes campearon en esta alma afortunada, la hu-
mildad y caridad, cual astros refulgentes, eran los que comunicaban
mayor brillo á las demás. Sumida en el propio conocimiento, veía
hasta los átomos de imperfección; de aquí estimarse por la última y
más despreciable criatura. Apta para el desempeño de los oficios,
de vasta ilustración, capacidad poco común, desde su ingreso en la
religión, uno á uno fué desempeñándolos todos.
' Su salud quebrantada, más por la austeridad de su vida que por el
peso de los años, desde mucho tiempo hacía presentir un desenlace
fatal: sin embargo, en Septiembre próximo pasado salió electa s e -
gunda vez Priora. Desde entonces se notó un cambio favorable en
su salud, y creció más aún su celo por la observancia. Desde las pri-
meras horas de la mañana hasta la última distribución de la noche,
se la veía al frente de la comunidad, sin dar oídos á las quejas de su
extenuada naturaleza. Pero había hecho pacto con su cuerpo de no
darle tregua ni descanso; así, la última enfermedad la contrajo en el
coro en la última distribución de la noche. Recitó las divinas alaban-
zas con increíble fervor, tuvo su examen, etc., y á la hora de retirarse,
viendo las religiosas que no se movía* se acercaron á S. R. y obser-
varon le había sobrevenido un repentino ataque. Luego el doctor la
declaró mortal, con parálisis y congestión cerebral. Perdida toda
esperanza, hubo de fortalecerse con los auxilios de nuestra sagrada
religión; recibió los Santos Sacramentos ^ n indecible fervor, dando
nuevos ejemplos de resignación y páciettcia. Por fin, después de dos
imeses de crucificación la mas dolbrosa y temible, el día de la San-
tísima Virgen de los Dolores durmió el sueño de los justos, para
despertar en la esplendorosa eternidad y reunirse al coro de nues-
tra Santa Madre, adonde le cabrá cantar sin finias misericordias
del Señor.
Ruego á V. R. y á los lectores de E L MONTE CARMELO encomien-
den su alma al Señor de las misericordias, y queda suyo afectísimo.
El Corresponsal.
E L MONTE CARMELO se asocia al sentimiento de las MM. Carmelitas
de Santiago de Chile por la pérdida de su R. Madre Priora, á la que
la Orden Carmelitana debe gratitud eterna, pues á la generosidad
y nobleza de alma, firmeza de voluntad y entusiasmo carmelitano de
la hoy llorada Madre deben nuestros Padres el haber logrado intro-
ducirse en la República chilena, donde tan brillante porvenir se ofre-
ce á nuestra amada Orden.
En Guadalajara, convento de San José, ha fallecido la Hermana
426 EL MONTE CARMELO
G«I)UANITO tenía seis años, un panta- para que me escriba usted una carta.
*Sí. Ion agujereado en ambas rodillas, — Te costará diez perros chicos—
cabellos rubios, formando espesas y contestó el tío Bouin.
ricas guedejas; ojos grandes y azules, Pues aquel valiente, que era quizás
que á veces trataban de sonreir, aun- la cienmilésima parte de un Mariscal
que ya habían llorado mucho; una cha- de Francia, se llamaba el tío Bouin.
quetita cortada, pero cayéndose á ji- Juanito no se quitó la gorra, porque
rones; una botina de niña en el pie de- no la llevaba, pero sí dijo atentamente:
recho , un zapato de colegial en el iz- —En este caso me dispensará usted.
quierdo, ambos demasiado largos, y Y abrió la puerta para retirarse; pero
¡ ay! bastante rotos, altos de empeine le hizo tanta gracia al tío Bouin, que
y altos de talón. Tenía frío y hambre: le preguntó:
era una tarde de invierno y se hallaba —¿Eres hijo de militar, chicuelo ?
en ayunas desde lá víspera á medio —No, contestó Juanito; soy hijo de
día, cuando le acudió el pensamiento mamá.
de escribir una carta á la... Santísima — ¡Bravo! — dijo el veterano.— ¿Y
Virgen. no tienes diez perros ?
Fáltame ahora deciros cómo Juani- — ¡ Oh, ni uno!
ta, que nunca había borroneado un — ¿Y tu madre tampoco? Pero, ya
palote, y que leía tan mal como escri- caigo. Lo que tú quieres es una carta
bía , pudo, sin embargo, salirse con la para pedir con que hacer sopa. ¿No es
suya. verdad?
Allá en el barrio de Gros Caillou — ¡ Cabal! — contestó Juanito.
(París), en la esquina de la Avenida —Pues entonces acércate. Por diez
y no lejos de la Explanada, había un renglones y medio pliego de papel, no
casucho de memorialista. Era éste un he de ser ni más rico ni más pobre.
veterano de muy mal humor, buen Juanito obedeció. El tío Bouin arre-
hombre, nada gazmoño; ¡ah! ¡no! nada gló el papel, mojó la pluma en el tin-
rico, y que no tenía la dicha de estar tero y trazó, con una hermosa letra de
bastante estropeado para obtener su furriel, lo que sigue:
admisión en el Cuartel de Inválidos. «Paris 17 de Enero de 1857».
Y pare usted de contar. Y luego, debajo y aparte, «Señor...»
Juanito le vio al través de los crista- — ¿ Cómo se llama, chico ?
les de su barraca, fumando en la pipa —¿ Quién?—preguntó Juanito.
mientras esperaba la llegada de un pa- —¿Cómo quién? ¡El caballero,par-
rroquiano; entró, pues, y dijo: diez!
—Buenas tardes, caballero: vengo —¿Qué caballero?
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 431
escrita, ha matado de un tiro dos pá- nombre. Llámase Juanito Mondo y Li-
jaros* á éí le ha dado un padre, á níí rondó, como en otro tiempo,
un corazón». El tío Bouin es un anciano feliz,
Y nada más: la buena mujer, muerta siempre un hombre de bien, y además
de infelicidad, no fué resucitada en la buen cristiano; goza con la gloria del
tierra. ¿Quién era? Lo ignoro. ¿Cuál « chico », como sigue llamando á veces
había sido el martirio de su vida? á su ilustre hijo adoptivo; pues él es
Tampoco lo sé. quien me ha relatado esta historia.
Pero existe hoy en París un hombre, No sé cuál es el cartero que lleva
joven aún, que es memorialista, y en estas cartas, pero ello es que llegan á
un tenducho, como el tío Bouin, redac- su destino en el cielo.
ta cosas elocuentes, y todos sabéis su
p. feval.
A NUESTROS SUBSCRIPTORES
IMPORTANTES MEJORAS
- J « " T •
LA VISION DE UN PROFETA
^tf^M^M^
LA VISION DE UN ^ROFETA 437
i X.
Y, reclinada en su cuello
Una cabecita rubia,
Entre un umbroso encinar, De gracias vierte una lluvia
Sin temores que le alarmen, Por cada rubio cabello.
Tiene la Virgen del Carmen ¡Niño el más encantador,
Un palacio por altar. De su Madre-Reina orgullo!
No alienta allí un corazón ¡No hay más hermoso capullo
Sin el santo Escapulario: De otra más hermosa flor!
Más que el blasón nobiliario Niño, cuyo hermoso encanto
Apreciase este blasón, Hace á Miriam más hermosa,
Pues su corona condal ¡Son tus deditos de rosa
Y las lises de su escudo Broches del virgíneo manto!
Están bajo el pie desnudo
II
De la Reina celestial.
D.e místicos eslabones, Hay un umbroso encinar,
No ya cadena opresora, Sin temores que le alarmen,
Donó un cetro á la Señora, Y allí la Virgen del Carmen
Labrado de corazones. Reina, cual reina en el mar.
Ufana debe estar Ella Como sábana de bruma
Con los trofeos que pisa, Que flota en inmenso espacio,
Con tanto amor y'sonrisa, Su manto cubre un palacio,
Con tantas joyas que huella, Manto de irisada espuma.
Cuando, volviendo sus ojos Espuma que, condensada
Y en aquel Carmelo fijos, Del mar en seno profundo,
Muestra al mejor de sus hijos, Se hizo perla y vino al mundo
Porque le adora de hinojos. En su concha inmaculada.
Pues juntos en fuerte lazo, Y, oculta en el tenue velo
Cual los brotes de las palmas, De una blanca nubécula,
Dos brazos ligan dos almas «Virgen pura y sin mancilla »
En el materno regazo. Fué aclamada en el Carmelo.
EL MONTE CARMELO
•M'.;1»'ÍMV4' •tK3>-t*T
LA PATRONA DE LA M A M A DE GUERRA ESPAÑOLA
(1) El Boletín Oficial del Ministerio de Marjna trae una Real Orden en.
que se ha dispuesto que para celebrar la festividad,de la Santísima Virgen
del Garmen, declarada Patrona de la Marina,,de,guerra, se observen las
prescripciones siguientes:
446 KL MONTE CARMELO
Primera. El 16 de Julio será festivo para todos los individuos que perte-
nezcan á la marina militar; ondeará el pabellón en las dependencias esta-
blecidas en tierra, y en los buques que se encuentren en puertos nacionales
se mantendrá izado el engalanado de sol á sol.
Segunda. En el mismo día se celebrará en esta corte, en los departa-
mentos y buques de primera, que es donde hay personal eclesiástico, una
Misa, á la que asistirán en traje de gala los individuos de todos los cuerpos
y representaciones de las clases subalternas y de las de marinería y tropa.
Tercera. El día 17 se celebrará una Misa de Réquiem en sufragio de los
compañeros fallecidos, debiendo asistirá ella el personal indicado, en traje
de media gala.
Cuarta. En los departamentos se celebrarán dichos actos precisamente
en las parroquias castrenses; los tenientes vicarios facilitarán los recursos
propios de aquélla.
Quinta. En las provincias y distritos marítimos se verificarán también
los actos que quedan expresados, aun cuando sea con la mayor modestia; y
si aun de tal manera no puede sufragar el personal de aquéllas los gastos
que origine, bastará, para el espíritu y fines que informan esta disposición,
la asistencia personal á ellos.
Sexta. Las autoridades locales de Marina invitarán para los actos indi-
cados á comisiones de la mercante, de los buques que se hallen en los puer-
tos donde aquéllos se verifiquen, pues teniendo las dos marinas una misma
Patrona. mantendrá y aun estrechará tal medida sus lazos de afecto y con-
fraternidad.
Séptima. En los buques, cuarteles, destacamentos, academias y demás
dependencias de la Marina, se mejorarán los ranchos de la marinería, tropa
y alumnos, y se facilitarán los medios para que celebren algún otro acto de
esparcimiento. Los gastos que esto origine se satisfarán por los fondos eco-
nómicos y de entretenimiento respectivamente.
Octava. Los buques que se encuentren en el extranjero no verificarán
ninguna ceremonia exterior.
Y, por último, es también la voluntad de S. M. que los capitanes genera-
les de los departamentos, jefes de escuadra, buques y estaciones autori-
cen en dicho día los actos de índole privada que no redunden en perjuicio
del servicio y de la disciplina, y que se relacionen con la festividad.
De real orden lo expreso á V. E. para su conocimiento y demás efectos.
Dios guarde á V. E. muchos años.—Madrid 28 de Junio de 1901.—El D. de
:
Veragua. — Sr. Presidente de la Jutotá Consultiva de fa Armada.—Señores
Capitanes generales de los departamentosdetífeidlz,'Ferial y Cartagena.—
' -Sr. Pro-vicario genéral.castrense.' ;-•- ';"{ > ' ; • ' '•• '••..: ''-.«t
j LA PATRONA DE t.A MARINA DE GUERRA ESPAÑOLA 447
Tal vez desde aquella fecha data entre los religiosos del Mon-
te Carmelo la costumbre de añadir en la Letanía Lauretana: Rei-
na de los navegantes, ruega por nosotros.
La isla de Malta era muy codiciada por los turcos en 1565,
porque, ganada aquélla, peligraban los dominios españoles de
África. En su consecuencia, un ejército numeroso al mando del
terrible Solimán II tenía bloqueada dicha isla, y, en cuatro me-
ses que duró el estado de sitio, perecieron como bravos leones
muchos miles de españoles.
El gran maestre de los caballeros de Malta, hombre de in-
comparable valor militar, viéndose invadido por doscientos bu-
ques de guerra, que dispararon sesenta mil balas de cañón con-
^I®*<jSIS\^iPlSN/e>It-iN^'i'«f-\^>lIí«^^-Mr-v.-.'
LA PATR0NA DE LA MARINA DE GUERRA ESPAÑOLA 449
tra los cristianos, á juzgar por lo que dicen los historiadores ára-
bes, pidió el socorro de Felipe II de España, y las tropas de re-
fuerzo se embarcaron el día de la Virgen del Carmen en el puer-
to de Mesina (Ñapóles), que entonces pertenecía al cetro de Es-
paña, con rumbo á la isla de Malta.
Habiendo llegado felizmente la escuadra cristiana al teatro dé
las operaciones, después de ocho horas de nutridísimo fuego por
ambas partes, obligó al formidable Solimán II á levantar el si-
tio, replegándose los turcos en los abrasados arenales de África.
En seguida tremolaron las banderas de la Cruz y de la Virgen
en los muros de Malta; Pío V envió el capelo de cardenal al gran
maestre de los caballeros, Juan de la Valette, que éste rehusó
con profunda modestia, y todos dieron gracias al Dios de las
victorias.
En memoria de este glorioso hecho de armas naval, los caba-
lleros de Malta regalaron al convento de los carmelitas de Ña-
póles una terrible bala, cuya fuerza había vencido el santo Es-
capulario, declarando el triunfo en favor de los cristianos.
Hacen mención honorífica de esta memorable batalla el Pa-
dre Daniel de la Virgen, en el Espejo Carmelitano, y el obispo
francés Lafiteau, en un libro que escribió sobre la devoción á
María: ambos atribuyen la victoria á la Virgen del Carmen.
La Virgen Santísima del Carmen es, pues, por Real orden, la
Patrona, Capitana y Generala de la Marina de guerra española,
cuya guarda está bajo su sagrada tutela y protección. Así es de
esperar que le quepa mejor suerte que á la Armada Invencible
en las costas de Flandes, y á la Escuadra de Cervera en las aguas
de Santiago de Cuba.
Doña María Cristina puso hace algunos años esmeraldas en
la banda azul de María Inmaculada, haciéndola Patrona del Ejér-
cito español; ahora ha puesto diamantes en el manto blanco de
la Virgen del Carmen, declarándola Patrona y Abogada de la
Marina española, con júbilo universal de todos sus devotos.
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454 ÉL MONTE CARMELO
UN VESTIDITO DE COLORES
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II
III
Dos veces se ocupó la Virgen Santísima del traje de sus hijos pre-
dilectos del Carmelo: la primera, al inspirar á Elias en su visión
admirable la erección de la Orden profética del Carmen; la segun-
da, al distinguirnos magnífica y preferentemente con el don egregio
del Escapulario.
Vestía Elias de lana sin teñir, de lana blanca, porque blanco es
el color propio de María. Nos encarga el Sabio que nuestros vesti-
dos sean siempre blancos; y San Juan en el Apocalipsi dice que se-
rán blancas las estolas que se darán á los que venzan; y que la mis-
UN VESTID1T0 DE COLORES 461
IV
ble para ganar las indulgencias. bajo estos dos títulos, juntó di-
Más tarde se introdujo otra chos escapularios para imponer
costumbre, cuyo resultado no fué los dos á la vez; pero, por equi-
tan feliz como el de la primera. vocación , puso las dos partes de
Se intentaba sustituir á los cinco un mismo escapulario juntas en
escapularios por uno solo, es de- una de las extremidades de dos
cir, que en vez de los cinco pe- cintas, de manera que las dos
dacitos de paño, correspondien- partes de un escapulario caían
tes á los cinco escapularios, uni- delante, y las del otro detrás.
dos por sus ángulos superiores á Consultó á la Sagrada Congrega-
las cintas, ponían solamente uno, ción si los dos escapularios pues-
que procuraban tuviera los cinco tos en esta forma eran válidos.
colores de los cinco escapularios La Sagrada Congregación con-
que querían representarse. No fal- testó: Negative et ad mentem: la
tó quien, dudando de la validez mente de la Sagrada Congrega-
de este escapulario, consultó á la ción, continúa el decreto, es que
Sagrada Congregación, la que los escapularios no son válidos y
respondió que no eran válidos, que lo serían si las partes de ca-
porque en realidad no había cin- da escapulario estuvieran de tal
co, sino un solo escapulario (1). manera dispuestas que una caye-
Nosotros diríamos todavía más, ra por delante y la otra por de-
sin pretender con esto corregir el trás, aunque para los dos esca-
fallo de la Santa Sede; diríamos pularios sólo hubiera dos cin-
que, en todo rigor de verdad, ni tas (1).
siquiera había un escapulario, Como fácilmente pueden ver
porque, habiendo p r e s c r i t o la nuestros lectores, la S a g r a d a
misma Sagrada Congregación un Congregación autorizó también
color determinado para cada uno que los escapularios de la Vir-
de los cinco escapularios, como gen del Carmen y el de la Inma-
el color obscuro para el de la culada Concepción pudieran im-
Virgen del Carmen, el azul para ponerse juntos sin los otros tres.
el de la Inmaculada Concepción, Dicho todo esto por vía de
etcétera, etc., el escapulario de preámbulo, entremos de lleno en
que hablamos, según nuestro pa- nuestro asunto, en lo referente al
recer, á ninguno de los cinco se santo Escapulario de la Virgen
puede aplicar, porque, si bien tie- del Carmen . objeto principal de
ne los cinco colores, no determi- esta Sección.
na ninguno en particular. El día 27 de Abril del año 1887
No estará de más, ya que ha- dio la Sagrada Congregación de
blamos del santo Escapulario de Indulgencias un nuevo decreto,
la Virgen del C a r m e n , hacer cuyo encabezamiento es: D E SCA-
mención aquí de otro privilegio, PULARI B . M. V. DE MONTE CAR-
digámoslo así, que tuvo este es- M E L O A SIMULTANEA PLURIUM SCA-
capulario. Consistía este privile- PULARIUM TRADITIONE EXCIPIEN-
gio en que un sacerdote, que ha- DO. El texto del decreto es como
bía obtenido la facultad de ben- sigue: El Escapulario de los Carme-
decir é imponer el Escapulario litas, á quien, no solamente la noble-
carmelitano y el de la Inmacula- za de su origen, su veneranda anti-
da Concepción, deseoso de ex- güedad y su dilatadísima propagación
tender la devoción de la Virgen en el pueblo cristiano, sino también
los saludables efectos de piedad que
(1) Decr. 18 Apr. 1868, N . 4 2 3 ,
ad 6.m (1) Decr. 26 Sept. 1 8 6 4 , N . 4 0 8 .
466 KL MONTE CARMELO
SALUTACIÓN
NECROLOGÍA
Ha fallecido en Burgos la virtuosa Sra. D. a Rosario Salazar,
viuda de Santa María, insigne bienhechora de nuestra Orden, cu-
yos cristianos sentimientos y caridad inagotable se recordarán
eternamente en Burgos. Los carmelitas encontraban siempre en
la noble dama un corazón de madre, y su nombre será siempre
pronunciado entre nosotros con gratitud y veneración. Dios habrá
premiado la acrisolada virtud y acendrada piedad de que tan re-
levantes pruebas ha dado en su vida. No obstante esta esperanza,
al participar á nuestros lectores el duelo de la Orden Carmelita-
na por la irreparable pérdida de protectora tan ilustre, les roga-
mos eleven al Señor fervientes preces por su alma- Y su atribula-
da familia reciba el sentido pésame con que nos asociamos al
acerbo dolor en que ha sido sumida.—R. í. P .
PRóXIMO ANIVERSARIO PONTIFICIO—En vista de la excelente
salud de que goza León XIII y de que no decaen sus fuerzas
físicas é intelectuales, se espera con fundamento que Su Santidad
podrá conmemorar el xxv aniversario de su elevación al Solio
pontificio, que tendrá lugar el 20 de Febrero de 1902.
En el programa; de los festejos figurará una grandiosa p e r e -
grinación internacional al sepulcro de San Pedro, seguida de
otras peregrinaciones parciales de todos los países.
Se constituirán juntas de católicos notables en los catorce ba-
rrios de Roma: cada barrio adquirirá un estandarte especial, que
recordará sus tradiciones históricas, y, en un día determinado,
los católicos de los catorce barrios, con sus estandartes, stí reuni-
rán en el patio más grande del Vaticano, donde, desde Una log-
gia, el Padre Santo dará la solemne bendición apostólica.
En dicha ocasión se cantará un himno popular, puesto en músi-
ca por alguno de los más célebres maestros.
NOMBRAMIENTOS. —Su Santidad ha nombrado á los cardenales
Satolli, Ciasca y Stemholer miembros de la Comisión encargada
de la revisión de los libros de la Iglesia oriental.
E L MAYORDOMO DEL PAPA. —Su Santidad León XIII ha nom-
brado, para suceder á Mons. Della Volpe en el encargo de mayor-
domo, á Mons. Cagiano de Acevedo.
El puesto de mayordomo del Papa es uno de los más elevados
de la Corte pontificia, pudiendo ser considerado como una antici-
pación de la púrpura cardenalicia.
Antes de 1870, el mayordomo de Su Santidad era al mismo tiem-
po gobernador de los Palacios apostólicos, y concentraba en sus
manos todos los poderes administrativos y judiciales.
Al quedar limitada la jurisdicción pontifical, después del 20 de
Septiembre de dicho año, fueron restringidas, como es consi-
guiente, las facultades del mayordomo del Papa. De todas sus
•474 EL MONTE CARMELO
marote, lo que al pasaje le tuvo muy de los labios de todo el pasaje. Jose-
sincuidado; quien estaba intranquilo, lito se hallaba én el peñol de la ver-
nervioso, estrujando la gorra entre ga, y, roto el marchapiés, se preci-
sus dedos, era Joselito, el marinero; pitó desde una altura horrible por
sé le veía distraído, con la mirada entre cuerdas y palos hasta quedar
fija en la puerta de la cámara, y aca- colgado de un flechaste, ya cerca dé
riciando el mango del cuchillo, pen- cubierta. «¡Virgen del Carmen!», se
diente da su cintura, de un modo tan le oyó exclamar cuando descendía;
siniestro que daba miedo. El resto de y el incrédulo comisionista también
la tripulación oyó su Misa con devo- dijo: -
ción edificante. Daba gozo ver aque- — Me parece que no hay quién te
llas caras negras y curtidas, con qué salve, mocito.
expresión fijaban la vista en su ima- Y allí se dirigió el pasaje con áni-
gen ;'nó rezaban, porque no saben, mo de descolgar al pobre Joseliyo,
¡póbrecillos!... ¡Qué han de rezar!... cuando, con asombro de todos, le
no han tenido tiempo de aprender, vimos que empezó á descender len-
porque desde niños no han salido del tamente y con la sonrisa en los la-
mar. Sus oraciones se reducen á ex- bios. Al momento le asediamos á
clamar: «¡Virgen del Carmen! ¡Vir- preguntas y palpábamos su cuerpo
gen del Carmen!» Y no saben más. para convencernos si efectivamente
Terminó la Misa , y, como es natu- estaba ileso.
ral, la conversación recayó sobre la — Pero ¿no se ha hecho usted nin-
conducta del comisionista. gún daño?— preguntábamos.
— ¡Ah! —exclamaba el capitán,— — No, zeñores; ná asolutamente.
quisiera un temporal para ver el va- — Gracias á los tropezones que te
lor y la convicción de ese hombre. han amortiguado el golpe — dijo el
Y así transcurría el día, sereno, comisionista.
apacible, embelleciendo un sol ra- — No, zeñó; grasia á eto — dijo en
diante los cánticos y juegos de los un arranque Joselito, dándose un
.marineros, con los que se distraía fuerte golpe én el pechó y señalan-
alegremente él pasaje, hasta eso de do á su escapulario.
las seis de la tarde, que por el cos- —¡Es verdad!... ¡Eso... eso!—gri-
tado de babor se divisó una nube taron los pasajeros.—¡Milagro! ¡Mi-
"blanquecina, de las llamadas algodo- lagro !
nadas, y que significó su presencia Y el inglés añadió:
•con un viento fresco cambiado que — Esto no lo explica la ciencia.
obligó á bracear el aparejo. — ¡Señores!—gritó el capitán.—
No había transcurrido media hora, ¡Que se echa el chubasco encima!
•cuando el viento había endurecido Todos los pasajeros huyeron á la
bastante, y, viendo el capitán que á desbandada, ocultándose en las cá-
lo lejos cabrilleaba el mar, ordenó maras, y, al poco tiempo, una verda-
•con precipitación que se aferrara to- dera avalancha de viento durísimo
do el aparejo. Los marineros trepa- comenzó á hacer crujir el madera-
ron como gatos por los palos, y á uno men del Asunción, como si se ha-
de ellos, Joselito, correspondióle afe- llara bajo la presión de infinitas ca-
'rrar el juanete. Todo el pasaje r o - pas de agua en el fondo del mar. El
deó al capitán asediándole á pre- brik-barca comenzó á dar fuertes
"guntas, sin que faltara también el bandazos y el palo trinquete se vino
comisionista, que todo asustado pre- guarda abajo por la emboqüilladu-
guntaba: ra del sobre, cayendo con estrépito
—¿Qué es esto? horroroso encima del camarote del
— N a d a — dijo el Capitán: — un comisionista.
chubasco de viento que, cuando coge La última acometida del chubasco,
á las embarcaciones con todo apare- convertido ya en furioso huracán,
jo largo, se corre el peligro de sufrir fué terrible; el palo mesana vínose
un desarbolo, y hasta á punto de zo- también abajo por la cofa, y enton-
zobrar; por eso hay que prevenirse ces el capitán exclamó:
y quedarnos á palo seco. —¡Estamos perdidos!...
Y, cuando estaba dando estas ex- Pero no fué así; todo pasó; y el
plicaciones, un grito terrible partió primer acto del pasaje fué un ¡ viva!...
480 EL MONTE CARMELO
^&m.
EL ANTIDOTO CARMELITANO
MARÍA
del Eterno Padre, la esposa del Divino Espíritu, Reina de los ánge-
les, lazo entre Dios y las demás criaturas; porque, si es cierto que
ha de ser inferior á Dios en dignidad y hermosura, superior será al
serafín más encumbrado, y excederá su santidad á la de todos jun-
tos los espíritus celestes, como excede en belleza el cielo azul, sal-
picado de luceros, á la tierra, que huellan nuestras plantas.
No obstante, para mostrar hasta dónde puede llegar su Omnipo-
tencia, la voluntad del Todopoderoso es que su amada y escogida
entre millares, la que merezca el nombre de María, sea descen-
diente de Adán, débil mujer, vestida de cuerpo apto para sufrir do-
lores y padecer amarguras, que viva en este destierro, que sea mor-
tal... Pero no temáis, que Dios es quien tal dispone. Y nacerá de la
prole de Adán...; pero si Adán ofendió á su Criador; si, aun antes
de nacidos, sus hijos todos por ley divina deben estar señalados con
marca ignominiosa, al ser concebida la predilecta del Señor, las
leyes del Eterno serán derogadas, sólo Ella será flor purísima en el
árbol maldito del humano linaje; el pecado temblará en su presen-
cia, y rota la cerviz gemirá la serpiente infernal bajo su planta a n -
tes que con su aliento ose empañar la blancura que Dios el primera
llamó desde el cielo Inmaculada.
Será débil mujer... pero la mujer de los eternos destinos y subli-
mes milagros del Señor; la mujer que enamorará á Dios, que embe-
lesará á Dios , que arrancará al Hijo de Dios de la diestra de su Eter-
no P a d r e , que le llevará nueve meses en su seno, largos años en sus
brazos, y le verá vestido con la carne formada de su sangre bendi-
tísima. Será mujer... sí; pero será mujer para que Dios sea hombre*
Será mujer, pero la mujer elegida por el Espíritu Santo para su Es-
posa, que, cubierta con su sombra, engendrará á Dios sin dejar de ser
Virgen, y siempre será Virgen, porque sólo ha de ser Madre de Dios-
Estará vestida de cuerpo, cual el nuestro, apto para padecer; coma
quiera que la Madre de Cristo debía saborear el dolor, único fruta
apetecible y digno que produce este destierro. Porque más grande,
más amable había de aparecer ante los siglos traspasada de dolor
en la cima del Calvario, que bañada de celestial consuelo cabe la
cuna dpi. Dios-Niño; pero, no obstante sus dolores, su cuerpo jamás
verá Incorrupción, como nunca vio la mancha del pecado; su cora-
zón de carne sobrenadará siempre en un mar de amarguras; mas,
vestido del dolor y blanco de la tribulación, será el encanto del Eter-
no y el pasmo de los ángeles.
Vivirá en este destierro; pero entonces el cielo se trasladará á la
tierra, el Hijo de Dios habitará en el mundo, la sombra del Altísima
será el solio de María. Vivirá en este destierro; porque, si Dios ha de
bajar del cielo á salvar el mundo, preciso es que venga primero Ma-
ría, para purificar el ambiente que Jesús respire, para santificar
este suelo con sus plantas, para enriquecer la tierra con su sombra.
MARÍA 487
<V
EL ESCAPULARIO
'4>
(Continuación.)
(1) Esta opinión pusimos como más probable en la primera edición de nues-
tro devocionario Aromas del Carmelo; pero en las siguientes ediciones 4 e l
mismo libro hemos seguido otra opinión que expondremos más adelante.
492 EL MONTE CARMELO
(Continuación.)
PARTE TERCERA
En la parte tercera de ese admirable Genio, trata Fr. Jerónimo
de algunos más principales requisitos del Historiador.
Tomando el agua desde su origen, declara que el más importante
requisito para el escritor es el saber. Enmudezca mi labio, y abra
el suyo de oro, que lo hará de perlas. «Este, dice, es el principio y
fuente de donde se origina y nace él escribir bien, porque mal es-
cribirá uno lo que ignora, y no mejor podrá enseñar lo que no sabe.
Séame lícito — continúa con generoso acento—exclamar aquí con
la razón y la experiencia: ¡ Oh, cuan poco se considera qué cosa es
escribir y publicar un libro y un tratado! Hácese el que lo escribe
doctor y maestro universal del mundo; y, subido en la cátedra de
su libro, tiene por oyentes á todos los mortales que lo quisieren leer,
á quienes, como maestro y catedrático, enseña en aquella materia
de que en su libro trata,, Mire, pues, ahora la obligación que se echa
á cuestas, el ambicioso título que se arroga, el peligro á que se ex-
pone y la vergüenza que le cubrirá el rostro si se hiciere maestro
cuando y de quien no merecía ser discípulo. Hay muchos, entre los
que así se abalanzan, que antes de aprender enseñan, y antes de
leer escriben, y aun antes de conocer las letras se precian de letra-
dos. Apenas gustaron con los primeros labios la noticia de alguna
facultad, cuando la leche, no bien en ellos recibida, la quieren co-
municar á otros, con ambición de ser padres los que aun no son hi-
jos. Mucho tiempo ha primero de oir el que seguramente ha de ha-
blar, y aprender por largos años discípulo lo que maestro ha de en-
señar después» (i).
(I) Cap. I, § 3 .
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ A9S
(i) §4-
496 EL MONTE CARMELO
chas, en los que son dueños de sí, se tiene por fingimiento vano;
y especialmente en escritores menos sabios, en quien con la igno-
rancia reina el apetito de lucir y ostentar lo que no son. No quiero
por esto condenar á los floridos ingenios para que, desconfiados ó
encogidos, dejen de hacer pruebas de sí, ni á los ya sazonados
y ricos de sabiduría para que, tímidos 6 envidiosos, la escondan
y sepulten; que los talentos (cuando verdaderamente los hay, y á
luz de ajena y grave persuasión en desengaño humilde se cono-
cen) descubrirse deben y lograrse; pero con esta advertencia qui-
siera hacer cautos á los unos y á los otros, para que ni aquéllos se
abalancen antes de tiempo, ni éstos á más de lo que permite la
prudencia» (1).
Pide Fr. Jerónimo al escritor copiosa sabiduría, y no ya sólo de
la materia sobre que escribe, sino de las diferentes artes que pue-
den conducir al mayor decoro, luz y ornato de lo que escribe; pues,
como dice él con soberano acierto, «ninguna facultad ó ciencia hay
que, para su perfecta inteligencia y declaración, no pida el con-
sorcio de otras muchas que hacen y constituyen sabio al que las
tiene» (2).
De ese consorcio necesita muy en especial el historiador; «por-
que, habiendo de referir lo que hay, lo que pasa y sucede en el
mundo, es lance forzoso tener noticia y comprensión de todo ello,
más ó menos general ó particular, cuanto lo fuese el asunto del
historiador». Pone Fr. Jerónimo de relieve esa necesidad, y la deja,
con luminosos ejemplos, plenamente demostrada. «¿Qué arte, dice,
aunque sea de las más ordinarias, viles y mecánicas que hay en la
República; qué ciencia, aun de las más escondidas y sutiles de la
escuela, deja de ser importante y á las veces necesaria para su re-
lación?... Inmensa es la materia á que se extiende la Historia, y
así debe también serlo la noticia del historiador; porque, como nin-
guna cosa hay que» se escape de su pluma, así á todas debe alcan-
zar su inteligencia» (3). Así discurre Fr. Jerónimo con su habitual
discreción y sensatez.
( Se continuará, )
José Jgn. Valentí.
(1) §5-
(2) §6.
(3) §7-
_ _ _ _ _ __ ^AJMMMMMbJk. _ _
V
" ' J * ^ • p * » ^ p * ' * * T ^ ' ^ ^ I \ » v T \ í ^ T V » ^ T ^ T ^ ^ T V * ^ p ^ t - T N * * ^ p ^ " V p « • ' T * * * * * T * * * * * T * * » T * < * ^ j ^ í p ' T ^ * ^ T ^ » ^ N » w » T * » ^ T v
EL R HERMANN
(Continuación.)
XI
tan dulce, tan gloriosa, tan llena gran espíritu, el nuevo profeso y
de gracia y de amor hacia nosotros? el P. Agustín. Después que fija-
¿Hubieras creído que las lágri- ron sus ojos por algunos instantes
mas que en el Carmelo se derraman en el horizonte, como si quisieran
son lágrimas de alegría y de éxta- interrogarle por el crepúsculo que
sis divino? les restaba, partieron súbitamen-
¿Hubieras podido jamás supo- te, llamados por una voz interior
ner que es uno más dichoso doman- que les decía: ¡ Venid, hijos míos,
do sus pasiones que dándolas rien- venid con alegría, venid! El único
da suelta; que la vida del religioso depositario de este secreto era el
fuese colmada de tantas emocio- Rdo. P. Prior. Mas, al día siguien-
nes, tan repleta de cosas grandes, te, cierto rumorcillo que llegó des-
tan fértil en frutos de buenas obras? de Verdelais, distante tres ó cua-
¿ Lo hubieras, en fin, creído, que tro horas del convento, disipó el
un día serías llamado para traba- enigma. En efecto: nuestros ca-
jar en concierto con los santos en minantes romeros, cerca de media
la salvación de las almas por me- noche daban suaves golpes en la
dio de la sublime locura de la Cruz, puerta de una ermita muy venera-
la predicación del Evangelio y la da del contorno, y cuyo origen se
práctica de las más heroicas virtu- remonta hasta el siglo xn. El ermi-
des? ¿Lo hubieras creído jamás...? taño, al oir los golpes, despertó con
O Altitudo divitiarum sapientice et sobresalto, y les abrió con algún
scientia Dei ! ¡ Quam incomprensibilia, recelo, como era natural. Mas, al
suntjudicia ejus et ininvestigabiks vice fijarse en aquellos semblantes tan
ejus ! dulces y sonrientes, no pudo menos
¡Oh profundidad de los tesoros de franquearles las puertas de la
de la sabiduría y de la ciencia de devota capilla. Mientras que el pia-
Dios! ¡Cuan incomprensibles son doso ermitaño se recogió á su habi-
sus juicios é impenetrables sus ca- tación lleno de confianza y satis-
minos! Porque ¿quién ha conocido facción , la Virgen, rebosando de
los designios de ,Dios...? Todo es gracia, veía prosternarse ante el
suyo, todo para Él..., á El solo la tabernáculo de su Hijo al Rdo. Pa-
gloria y el honor por los siglos de dre José Luis y á los dos navegan-
los siglos...!» tes que la estrella del mar había
Imposible sería de todo punto salvado del naufragio del mundo.
dar una idea del efecto que produjo Colocados entre el tabernáculo y
esta penetrante y viva improvisa- la estatua milagrosa de la Virgen,
ción. Jamás el Padre subyugó con el P. Hermann exclamó: «¡Qué
tanto imperio á su auditorio. bien estamos aquí, en medio de
La ceremonia de la profesión Jesús y María!»
tuvo lugar en una hermosa tarde El P. José Luis fué al momento
de verano.^^ía la multitud se reti- arrebatado en éxtasis; cosa que le
raba muda de admiración, cuando acaecía, según testimonio de los
vieron aparecer y detenerse sobre que vivieron con él, con alguna fre-
la explanada que domina la inmen- cuencia.
sa comarca, en cuyo centro, cual Los tres peregrinos, después de
otro palomarcito, se halla situado haber pasado la mayor parte de la
el convento de Broussey, á tres re- noche en amorosos coloquios con
ligiosos revestidos con sus capas Jesús y María, antes de abandonar
blancas. Eran el P. José Luis, aquel lugar bendito tomaron una
maestro de novicios, nombre de sangrienta disciplina.
fr. €. S. f.
(Se continuará.)
FUNDACIÓN DE UN CONVENTO EN VERÁPOLY
monjes de Solesmes son, á la par que ver al canto gregoriano su antigua pu-
la más alta sanción de sus trabajos, una reza. .»
invitación general que se hace á todos «Con esto puede darse como con-
de seguir libremente estudiando en el cluido el reinado de los libros de Ra-
mismo sentido. tisbona. (Univers, de Paris, 29 mars
» Al lado de la edición de canto, co- 1901, citando Le Patrióte, de Bru-
nocida con el nombre de medicea (la xelles.) ,
de Ratisbona), que gozó anteriormente «Alegrémonos, nosotros los hijos de
de gran favor en Roma, quiere el Papa Solesmes, y, felicitando á nuestro Pa-
que se permita á todos proseguir las dre Abad general y á nuestros herma-
investigaciones que se dirijan al noble nos de la Abadía-Madre, demos gra-
fin de reconstituir el verdadero canto cias á Dios y roguémosle comunique
gregoriano. nuevas fuerzas y luces á los estudio-
»E1 privilegio concedido en 1868 al sos monjes, para que lleven á cabo su
editor Pustet, de Ratisbona, para la grandiosa obra.
reimpresión de esa edición medicea » Rueguen con este fin nuestros lec-
de 1615, concluyó con el año 1900. Mu- tores, y alégrense con nosotros todos
cho se trabajó para que se renovara los amigos del canto gregoriano, tan
dicho privilegio y se impusiera la me- numerosos, gracias á Dios, en Espa-
dicea como obligatoria para toda la ña, y especialmente en nuestra ciudad
Iglesia. Pero nada se consiguió; vigi- y provincia de Burgos.
laba la Santa Sede, siempre atenta, «Varias Revistas de España, como
siempre dispuesta á reconocer la ver- El Iris de Paz y E L MONTE CARMELO,
dad, cuando es bien demostrada. han dado á conocer á sus lectores este
«Habiendo adelantado mucho los Breve, tan importante para la causa
estudios gregorianos en estos últimos del canto gregoriano. Les damos las
años, se averiguó que la medicea fal- gracias por las palabras lisonjeras que
taba á las leyes más esenciales de- han dedicado á los trabaj os de los be-
canto gregoriano, y un prelado roma- nedictinos de la Congregación de So-
no, Mr. Carlos Respighi, sobrino del lesmes.
Emmo. Cardenal Vicario de Su Santi- «Sabemos q u e en el Carmen d e
dad, pudo demostrar que el Gradual Marquina (Vitoria) el Rdo. P . Emete-
de 1615 no era el manuscrito del maes- rio es un ardiente propagandista del
tro Palestrina. método del P. Pothier, como lo es tam-
«Lejos de renovar el privilegio de bién en la capital de esta diócesis el or-
1868, la Sagrada Congregación de Ri- ganista de la Catedral, Sr. D. Francis-
tos suprimió, en una nueva edición de co de Viñaspre. Ambos visitaron nues-
sus decretos, el de 1883, Romanorum tros monasterios de San Pedro y Santa
Pontificum sollicitudo, que recomen- Cecilia de Solesmes y San Martín de
daba, pero sin imponerla á nadie, la Ligugé, y se cercioraron por sí mismos
edición de Ratisbona, como más con- del efecto sorprendente producido por
forme entonces al canto de San Grego- la ejecución de los cantos litúrgicos,
rio, y declaró León XIII que, no sólo según las reglas señaladas por el céle-
no se debía presentar esa edición como bre cuanto modesto abad de Saint
obligatoria, sino que era preciso devol- Wandrille».
SECCIÓN CANÜN1CO-LITÚRGICA
BIBLIOGRAFÍA
del mal por el bien. Tenéis con vosotros al Papa y á la Iglesia; así,
orad con confianza, y recordad las palabras de Cristo: "He vencido
al mundo..
L A PATRONA DE LA MARINA ESPAñOLA.—El día del Carmen se ce-
lebró en la iglesia del Buen Suceso de esta corte una solemne fun-
ción religiosa, dedicada por los Cuerpos de la Armada á su excelsa
Patrona.
La imagen de la Virgen del Carmen se destacaba sobre el fondo de
una bandera española en un altar portátil colocado á la derecha del
presbiterio. Servía de pedestal á la sagrada efigie una aduja de cabo,
y era el frente del altar la proa de un crucero, destacando sus luces
de situación y de tope, con base de efectos navales, anclas, cabrias,
cañones, proyectiles, instrumentos náuticos, todo artísticamente
envuelto en plantas de ornamentación, entre las que descollaban es-
beltas palmeras. Al pie del altar veíase un ancla Martín, constituida
por luces eléctricas. La Virgen tenía un nimbo de brillantes focos.
Ofició un sacerdote de la jurisdicción castrense, cantando la Misa á
gran orquesta.
El Sr. Obispo de Sión pronunció una oración de altos vuelos reli-
giosos, y en ella, dirigiéndose á los marinos, les dijo:
"Pasamos horas tristes. Presentimos algo que ha de venir.
«Sentiría con toda mi alma inspiraros una nota de desaliento con
mi palabra. Se habla de la desgracia, no para abatirse más y más,
sino para remediarla y cobrar nuevos alientos.
„La estrella de los mares iluminó la mente de aquel insigne nave-
gante que, á bordo de la carabela Sania María, cruzó la inmensidad
del Océano henchido de fe.
„Hombres de fe y de cariño á la patria, cruzad los mares de tie-
rra mientras llegue la ocasión de surcar el Océano con buques.
„Nolo dudéis: así como Colón, después de mil penalidades, gritó
¡tierra!, llegará día en que se desenlute vuestra tristeza para gri-
tar ¡gloria!
El prelado estuvo felicísimo al decir que el amor á la religión y el
de la patria se enlazan, como enlazadas se veían en el altar la cruz
y la bandera.
A lo largo de la iglesia corrían escaños, que estaban ocupados por
crecido número de generales, jefes y oficiales de la Armada, los ayu-
dantes de S. M., comisiones del Ejército y representaciones de la
Marina mercante y de la Liga marítima.
Al frente figuraba el duque de Veragua, ministro de Marina.
NUNCIO EN WASHINGTON Y EMBAJADOR YANQUI EN EL VATICANO.—
Se asegura que el cardenal Martinelli, actual delegado apostólico
de Washington, será pronto elevado á la dignidad de Nuncio de Su
Santidad en los Estados Unidos.
Como la Santa Sede no acredita los nuncios sino cerca de las po-
tencias que tienen representante en el Vaticano, la noticia implica
una gran cordialidad entre la Santa Sede y el Gobierno yanqui.
Los Estados Unidos, que es la mayor potencia protestante del
CRÓNICA GENERAL 515
(Continuación).
POR SI ACASO...
II
Apenas había resonado en España la voz del Metropolitano his-
palense, salió á luz en la vecina República una sólida y luminosa
disertación teológica acerca De la Définition dogmatique de l'As-
sompüon de la tres-sainte Vierge (Angers, 52 págs., 4.0 mayor),
debida á la pluma del doctísimo benedictino de la Abadía de San
Mauro de Glanfeuil, D. Pablo Renaudin, digna, por cierto, de
atenta meditación y estudio por parte de los católicos ilustrados,
máxime de los Pastores de la grey cristiana.
Consuela y regocija el ánimo la lectura de tan hermoso, docto
y concienzudo trabajo, en que se juntan bizarramente la rica y
selecta erudición con el nervio, elegancia y precisión de estilo.
Renunciando, con harto disgusto, á más amplia y menuda expo-
sición, apuntaré sumariamente las materias que abraza, deseando
muy de veras sea la leve indicación á manera de imán que atraiga
á los católicos á la lectura de esta obra.
Comprende dos partes: en la primera, que versa sobre el esta-
do actual de la creencia en la Asunción de la Santísima Virgen,
contiene los siguientes capítulos: I. Notions preliminaires. II.
L'Assomption dans la liturgie actuelle. III. Témoignage de la tra-
dition, donde se estudia la tradición oral, la tradición después
del siglo vi y la tradición anterior al mismo. IV. Enseignement
des théologiens. V. UEcriture sainte. VI. Raisons de convenance;
y VIL Obligation de la croyance á l'Assomption.
La segunda parte, que trata del Examen de la définition dog-
matique, abraza estos capítulos: I. Revelation. II. Possibilüé de la
définition; y III. Opportunité de la définition. Sigue, por último,
el apéndice, que contiene la parte principal del Postulatum, fir-
mado por ciento noventa y cuatro Padres del Concilio Vaticano,
y presentado á la augusta Asamblea por el ilustre benedictino
Mgr. Dusmét, arzobispo de Catania, cardenal más tarde de la
Santa Iglesia Romana.
Tal es, en breve síntesis, el contenido de la presente obra,
excelente, si las hay, en este género de enseñanza y forma teoló-
gica, y excelente sobre todo por el meritorio y transcendental fin
á que se encamina, cual es el de esclarecer el Misterio de la Asun-'
ción de la Virgen, desde el punto de vista de su definibilidad,
como verdad revelada directamente por Dios, ó como doctrina
enseñada por mandato suyo, y saliendo fiador Él de su veracidad,
524 EL MONTE CARMELO
v-v V \. , 'A
PAISAJE
^y ViV«y vd^a> ><,^g ^^¡ ^«y <a^.y vt,^«» vj¡j&» «jj¿
A LA SANTÍSIMA VIRGEN
CONFESIÓN Y PLEGARIA
* Mis. Apost.
SJSEéH—^4
(Continua ción).
VI
Del antiguo ntare intemum, Y en él tocan felizmente;
Surcando el agua azulada, Y una vez la nave anclada,
Por cien remos empujada, La patria, nunca olvidada,
Nave hermosa va veloz; Besan muchos con amor:
Y dejando atrás á Creta, Mas los ocho viajeros,
Y más tarde á Salamina, Con humilde seriedad,
Hacia Joppe se encamina Cruzan juntos la ciudad,
Con segura orientación. Entrando en un callejón.
Desde sus puentes se ve Ante una puerta se paran,
Del Carmelo la silueta, Y con golpes convenidos,
En cuya falda el Profeta (i) De un aldabón los sonidos
Hizo milagros sin fin; Hicieron repercutir.
Y á la izquierda se dibujan Abrió la puerta un anciano,
Del Líbano las montañas Y, mudo por la sorpresa
Que recuerdan las hazañas Que noble su rostro expresa,
Del inspirado David. Por último exclamó así:
Por estribor se divisa, —«¡Torcuato!... ¡IsicioL.Jacobo!...»
Sobre el África abrasada, Y los abraza y bendice,
La pirámide sagrada Mientras Jacobo le dice
Que tiene altura mayor; Con lágrimas en su faz:
Y después de haber pasado —«Buen Oseas, en el nombre
La histórica Alejandría, »Del Nazareno divino,
Se ve á babor Samaría, «Como humilde peregrino
Tiro, Sarepta y Sidón. »Pídote hospitalidad.»
Sentados junto á la proa —«Bien venidos seáis los ocho
De aquel castillo flotante, »A la casa de un hermano ».,
Muéstranse en aquel instante, Le contesta el noble anciano
Con cierto porte oriental, Con jubilosa expresión;
Ocho humildes viajeros, «Pues soy yo quien más os debe
Que sin dardo en la conciencia »Ante la honra que me hacéis,
Esperan sin impaciencia «Porque ocasión me ofrecéis
El puerto ansiado tocar. «De imitar á nuestro Dios.»
Y haciendo á todos pasar
(i) Elias. Aquel anciano obsequioso,
SANTIAGO Y SU ESPAÑA 535
*
i • p * i S T * t ^ p « • p * » - T U w ^ p * » * p * • T S . * ^ p T v ^ p « i ^ p » * P T S » * * T N » t ^ T N i * ^ p * ^ p * * ^ P « * T Í • ' p * ^ p * • ' T ^
EL P. HERMANN
(Continuación.)
XII
eAs
SECCIÓN CANÚNICO-LITÚRGICA
la
JW&?" última Constitución Con- dormitorio de las hermanas), está
'ÍF? dita a Christo del 7 de Di- cerrada á los extraños con prohi-
ciembre de 1900, con relación á los bición de entrar.
Institutos de votos simples, se ha- ¿Qué fuerza tiene esta prohibi-
bla de la clausura parcial. ción? La misma que tienen las
¿Qué se entiende por clausura Constituciones, ya que de ellas
parcial? ¿De qué sanciones está proviene y nada se encuentra en el
defendida ? ¿ El Obispo tiene fa- derecho. Y como de ordinario las
cultad de disponerla respecto de Constituciones de institutos de vo-
los institutos diocesanos ó inter- tos simples no obligan á culpa,
diocesanos, ó de los aprobados por sino á pena, así obligará por sí la
la Santa Sede? clausura parcial.
He aquí las palabras de la cita- Hemos dicho por sí; pues la tal
da Constitución que hacen men- clusura, como se ha visto en las
ción de la clausura parcial: palabras aducidas en la última
«Las casas de estos institutos Constitución Condita a Christo, es-
(de los que la Santa Sede ha reco- tá bajo la vigilancia del Obispo,
nocido las leyes, ó ha aprobado el con facultad de quitar los abusos,
instituto) si tiene clausura episcopal, cualesquiera que sean, con los me-
permanecen íntegros los derechos dios del derecho. De modo que, si
de los Obispos que respecto á este el Obispo lo cree necesario, puede
particular les conceden las leyes defender tal clausura parcial con
pontificias. Si tienen la clausura censura reservada á sí.
que llaman parcial, es obligación Y esto no sólo respecto de los
del Obispo cuidar que se observe, institutos diocesanos é interdioce-
y remediar los vicios ó defectos sanos , sino también respecto de
que pueda tener». aquellos que han sido alabados ó
La clausura para los institutos aprobados por la Santa Sede, ya
de mujeres es doble: una total, y que para estos últimos expresa-
otra parcial: la primera es cuando mente le confiere facultad la citada
toda la casa está cerrada á los ex- Constitución, y, por lo tanto, se en-
traños, con prohibición de entrar tiende que se le confiere para los
á hombre ni mujer. Si la clausura primeros.
es papal, la prohibición de entrar Creemos, sin embargo, que di-
lleva consigo la pena de censura chos institutos, si alguna vez se
reservada al Papa: si la clausura ven injustamente cargados de pe-
es episcopal, la prohibición puede nas del Ordinario, pueden recurrir
llevar censura reservada al Obispo. á la S a g r a d a Congregación de
La clausura parcial es cuando, Obispos y Regulares. (Véase / /
no toda la casa, sino solamente Monitore Eclesiástico de 31 de Enero
una parte de ella (de ordinario el de 1901.)
SECCIÓN CAN0MC0-L1TURGICA 547
¡Quiera Dios que no sean los últimos, sino que tengan imitadores es-
tos nuevos apóstoles del Señor!
El día siguiente, á las nueve de la mañana, un repique de campa-
nas convocaba á los fieles á la solemnidad, en la que por vez prime-
ra subía al altar, para ofrecer al Eterno Padre el tremendo sacrifi-
cio de la Misa, el Rdo. P. Guillermo de Santa Teresa, apadrinado
por el muy Rdo. P. Policarpo, Vicario provincial de estas Misiones.
El coro, que se componía de misioneros alemanes, ingleses, italia-
nos y españoles, todos carmelitas, interpretó con admirable maes-
tría la gran Misa á cuatro voces del. maestro I. S., bajo la acertada
dirección del Rdo. P. Gaspar, profesor y director espiritual de nues-
tro Seminario de Putempaly.
Después de la Misa tuvo lugar el besamanos, mientras se cantaba
en el coro un solemne Te Deum.
Tanto este día como el anterior eran incapaces las anchurosas na-
ves de la grandiosa iglesia de nuestros terciarios para dar cabida á
las innumerables personas de toda clase y condición que asistieron
á contemplar estos solemnes actos.
Aprovecharon esta ocasión casi todos*los misioneros carmelitas de
Malabar para conocernos y abrazarnos fraternalmente. Excuso decir
el júbilo y alegría que reinaría entre nosotros al vernos rodeados de
tantos y tan beneméritos misioneros.
Muchas han sido las cartas de felicitación y bienvenida que hemos
recibido estos días, entre las cuales merecen especial mención las de
los Excmos. Sres. Obispos de Quilón, á los que no puedo menos de
manifestar mi agradecimiento con estas líneas, en nombre de mi pe-
queña grey.
En este momento acabo de recibir una atenta invitación del muy
Rdo. P. Rector del Seminario Central para que mande uno de los
nuevos sacerdotes á cantar la Misa el día de los príncipes de los
apóstoles, á la que he accedido con mucho gusto, ordenando que
vaya el P . Matías. Creo que la función que ha de tener lugar en el
Seminario será de las pocas que se ven en la India, por ser muchos y
buenos los elementos de que disponen.
Sea todo para mayor gloria de Dios y provecho espiritual de las
almas.
De V. R. afectísimo hermano, Fr. Juan José de Jesús.
R. 1. P.
^INSTRUCCIONES á LOS SUPERIORES DE LAS ÓRDENES RELIGIOSAS.—
^ r La Sagrada Congregación de Obispos y Regulares ha dirigido á
los Superiores de las Órdenes religiosas la nota que á continuación
reproducimos, y cuyo carácter confidencial ha perdido, á causa de
haber sido reproducida por gran número de periódicos extranjeros.
Dice así:
Sagrada Congregación de Obispos-y Regulares.—Roma 10 de Ju-
lio.—Rdo. P. Superior.—Ha sido sometida á la Santa Sede la duda
siguiente:
Las Congregaciones que aun no han sido reconocidas oficialmente
en Francia, ¿pueden pedir la autorización en los términos que exi-
ge el art. 13 de la nueva Ley y el reglamento que acompaña á esa
Ley?
Examinada seriamente esta duda en una reunión particular de
Cardenales, el Padre Santo decidió que, por conducto de la Sa-
grada Congregación de Obispos y Regulares, se diera la respuesta
siguiente:
La Santa Sede reprueba y condena todas las disposiciones de la
nueva Ley que hieren los derechos, las prerrogativas y las liberta-
des legítimas de las Congregaciones religiosas. No obstante, para
evitar consecuencias muy graves é impedir en Francia la extinción
de las Congregaciones que hacen tan gran bien á la sociedad reli-
giosa y á la sociedad civil, permite que los institutos no reconocidos
pidan la autorización de que se trata, pero solamente con estas con-
diciones:
1.a Que se presenten, no las antiguas reglas y constituciones apro-
badas por la Santa Sede, sino únicamente un resumen de los estatu-
tos que responda á los diferentes puntos del art. 3.° del reglamento
susodicho, y que pueden previamente ser sometidos á la aprobación
de los obispos.
2.a Que en dichos estatutos se prometa solamente al Ordinario la
sumisión que está conforme con el carácter de cada institución. Por
consiguiente, sin hablar de las Congregaciones puramente diocesa-
nas, que dependen completamente de los obispos, las Congregacio-
CRÓNICA GENERAL 555
(Conclusión.)
UN INCRÉDULO CONVERTIDO
Un joven doctor en Medicina, cuya presenciáis mi curación creeréis en
juventud licenciosa había acabado con los milagros, ¿no es verdad?
todos sus principios religiosos, con- Así lo prometió el joven, y hallán-
virtiéndole en materialista empederni- dose al lado de la niña al siguiente
do , decidióse á ir á Lourdes, después día, en el instante de pasar la proce-
de leer la novela de Zola del mismo sión del Santísimo Sacramento, vio
nombre. Allí presenció impávido las con gran asombro que, incorporándo-
constantes manifestaciones de piedad se aquélla, exclamó:
de los peregrinase entre los cuales lla- — ¡ Gracias, Dios mío, ya estoy cu-
móle la atención una niña de diez años rada !
que, echada en una camilla, más pa- Y lo estaba, en efecto, como él mis-
recía un cadáver que un ser viviente; mo pudo comprobarlo.
tal era la demacración de su cuerpo y — ¿Creéis ahora en los milagros?—
la palidez de su semblante. Acercóse le preguntó ella rebosando de alegría.
á ella, quien le habló con entusiasmo —Sí, creo — contestó él.
de las maravillosas curaciones que ha- —Pues sólo para conseguirlo pedí
bía presenciado, sin demostrar la me- ayer á la Virgen Santísima que me cu-
nor contrariedad por no haber tenido rase.
la dicha de conseguirlo, hallándose co- Y aquel incrédulo materialista, sin-
mo se hallaba en el último grado de ceramente convertido, acercóse al tri-
tisis, y terminó diciendo: bunal de la penitencia y, después de
— ¡Qué espectáculo tan hermoso el recibir la Sagrada Eucaristía, fué el
de esos milagros que acabamos de pre- más entusiasta propagandista de las
senciar! Vos creéis en los milagros, maravillosas curaciones de Lourdes.
¿no es verdad? ¡ Ah, la protección de María!
— Creer en eso es un absurdo—re- Si se supiera todo el alcance de su
plicó él con fría impasibilidad. amor á los hombres, ¿ cómo presencia-
La niña entonces dirigióle una mi- ría hoy el mundo tantos dramas de
rada de asombro, mezclada de conmi- desesperación, que bastaría quizás una
seración , mientras una lágrima rodaba plegaria para disipar, como disipa el
por sus escuálidas mejillas, y le dijo: viento las nubes que ocultan los cie-
—Mañana vendréis á verme, y si los?
-•• f-m _ ,J«¡¡W',,,;(.
Á LOS FLORENCIANOS
(Continuación.) 1
(Cont inuació'n.)
fcül
ai^gyN el capítulo segundo trata Fr. Jerónimo de la diligencia que
cfr^i debe adornar al historiador. Si la sabiduría es tan necesaria
á cualquier escritor, máxime al historiador, ¿no será medio in-
dispensable para alcanzarla la diligencia, y más todavía al devoto
de la composición histórica? Y tan propia y debida á esta manera
de escribir es esta cualidad, «que los historiadores — según dice
cuerdamente el insigne carmelita, — por loa particular de sus escri-
tos, se han alzado con el título y epíteto de diligentes, como dando
á entender que aunque también á otros escritores convenga este
renombre, pero á ellos especialmente les pertenece y se atribuye».
Al escritor incumbe atesorar gran caudal de sabiduría para ejer-
cer dignamente su noble profesión. «Lo que ha de ser eterno, agra-
dar, y siempre á todos, ¿qué diligencia no merece? ¿cuál cuidado
lo asegura? ¿qué solicitud no pide, no ya para eternizar una digna
escritura, sino para no dejar el escritor eternizada en ella su igno-
rancia, y estampado para siempre su descrédito, y una obscura fama
de su nombre?» (i). Al historiador, empero, urge en grado extremo
ser diligente. «En los demás escritores—añade Fr. Jerónimo—exa-
minamos jueces lo que dicen; en el historiador, subditos lo adora-
mos sin examen. A aquéllos, si no lo prueban, los repruebo; éste
sencillamente propone, y lo recibo; antes bien, como niño colgado
á los pechos de su relación, trago, cerrados los ojos, como leche,
lo que en otros considero como bebida que, antes de entregarla al
gusto, la encomiendo á la vista. Dignidad grande de la Historia,
cuyos pechos (séame lícita esta gran alusión) son mejores que el
vino, esto es, que cualquiera otra escritura: elogio propio de la divi-
na, y acomodado á ésta de la Historia» (2).
(0 §1.
(a) §2.
568 EL MONTE CARMELO
(I) §3-
(2) §4-
(3) §5-
FR. JERÓNIMO DE SAN JÓSE 569
(1) Historia de las ideas estéticas en España, tomo 11, vol. 1, cap. ix, pág. 312.
(2) §1.
SANTIAGO Y SU ESPAÑA
(Conclusión.)
las misteriosas rutas.de los espacios; así sobre los pajaritos que saludan
á la aurora con melodiosos trinos, como sobre el corazón humano en
sus insondables y tremendos misterios; que exige vasallaje de adoración
al pobre que come el pan con el sudor de su frente, como al poderoso que
cree tener en sus manos los destinos de las naciones; yo creo, repito,
que este Dios á cuya providencia nada ni nadie escapa, es el Dios ver-
dadero; y no quiero adorar ni predicar á ese otro dios moderno de nue-
vo cuño, cuya idea no ha podido nacer ni en la mente inspirada del
poeta, ni en el corazón de la inocencia; no quiero adorar ni predicar á
ese dios holgazán que se pasea por los anchurosos ámbitos de la eter-
nidad y para nada se ocupa del mundo, sino que lo ha dejado comple-
tamente á la disputa de los hombres, para que sea el juguete de insa-
nas pasiones, el patrimonio del más fuerte contra el débil. No quiero
reconocer á ese dios que no adoraron mis padres, porque es invención
de innobles pasiones para que con él se entretengan las almas débiles
que no pueden pasar sin Dios. Yo juré ante el altar predicar siempre,
hasta con mi viejo hábito que por tantas generaciones ha pasado, á
aquel Dios que no se muda, que es de ayer, de hoy y de siempre, por-
que es el Dios del tiempo y de la eternidad, porque es el Dios que es
esencialmente la verdad, que no se muda. Lo que yo juré, lo juraron
todos los religiosos. Los de arriba nos persiguen, no por el juramento,
sino por su cumplimiento. Luego, mientras nos persigan, es señal in-
equívoca de que en su conciencia no hemos dejado de cumplirlo. Afirman
que somos ministros del Dios viejo, y es cierto, es verdad que aún so-
mos ministros del Dios verdadero: como tales nos consideran nuestros
enemigos; no desfallezcamos.
Ahora, fijémonos en los que nos insultan por la calle, en los que gri-
tan contra nosotros y piden nuestras cabezas. Examino su frente, y no
veo en ella los vestigios del pudor. En su cara han dejado su huella in-
sanas pasiones. En sus labios no asoma sino una débil, fría y forzada
sonrisa, casi siempre volteriana, que es el llanto de un pobre corazón
amortiguado por el escepticismo religioso. He aquí al insultador ca-
llejero del fraile. Yo no puedo aborrecerle; me da compasión, profunda
lástima; le daría un cariñosísimo abrazo. Ha perdido la fe y la espe-
ranza del Cielo, y su corazón, siempre encorvado á la tierra, no puede
amar. Esos hombres me insultan, me odian. Yo no les he hecho mal
alguno. No aborrecen á mi persona, porque ni siquiera me conocen:
luego aborrecen á mi estado, que tampoco les ha causado ningún daño,
y ellos también lo saben; luego aborrecen á mi estado, no por lo que
haya podido hacer, sino por lo que es y representa.
Esos insultos prueban, pues, que, aun ante la conciencia de nuestros
enemigos, hay gran distancia entre ellos y nosotros. Si esos hombres
que yo sé que no respetan á Dios, ni la moralidad, ni conocen la edu-
cación social, no me insultasen, ni nos tuvieran odio, pensaría yo que
andamos muy mal, ó que no formamos contraste con las costumbres de
DEFENSA DE LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS 575
XIII
HISTORIA DE LA CONVERSIÓN DE UN NIÑO JUDÍO, SOBRINO DEL P. HERMANN
T{do. p. 3{ermanm
jestad suele dar á conocer al alma mediante una voz secreta que re-
percute en lo íntimo del corazón, y es eco de su vocación á esta obra;
que vocación divina se necesita, so pena de cometer una temeridad
y exponerse á graves consecuencias, al poner manos en una empresa
que siendo toda de la gracia, y ésta patrimonio exclusivo de los es-
cogidos ad hoc, resultaría malograda, con tanta mayor responsabili-
dad de los entrometidos, cuanto mayor mérito de los elegidos que
correspondieren bien á la vocación y sus gracias y frutos consi-
guientes.
Si la iniciativa de los misioneros no procede de este divino princi-
pio ; si marchan á la misión movidos por algún motivo humano, im-
pulsados por razones, conveniencias ó causas de tejas abajo, siguien-
do cálculos, móviles ó aficiones meramente naturales, habrá que
trastrocar el Evangelio y hacer invertir á Jesucristo su sentencia y
decir: Non ego elegi vos, sed vos me elegistis, y echar á tierra por
súbase el fructum afferatis et fructus vester maneat. Porque, en
efecto, los tales, ó no fructificarán, ó no sazonarán sus frutos para
el Cielo, donde sólo permanecen en definitiva.
Al menos ellos corren grave riesgo de no disfrutarlos allí arriba,
si es que dan lugar á que el Señor se enoje de sus personas y obra,
como se indignó contra los entrometidos profetas de que habla por
Ezequiel, quejándose de que predicaban en nombre del Señor, sien-
do así que no era Dios quien los enviara, cum Dominus non miserit
eos; por lo cual amenazó con destruir la pared por aquéllos levanta-
da, y á sus fabricadores con ella.
Es, pues, de primera necesidad que el misionero empiece por ave-
riguar si Dios le llama á tal oficio. Aparte casos extraordinarios,
este llamamiento se ingiere en el alma, se imprime en el corazón,
recogido con Dios en trato interior, amoroso, fiel, atento en soledad
de espíritu: ducam eam in solitudinem et loquar ad cor ejus. ¡Con
cuánta sabiduría trazan las leyes é instrucciones de nuestra Orden
la senda que el misionero teresiano ha de recorrer, cuando le ense-
ñan á salir para la misión desde el fondo del desierto!
¡Oh santo desierto, tan ajeno, al parecer, á la vida del misionero,
y tan enlazado en realidad con ella, como el escondido nido con las
avecillas que en él se criaron y que con las veloces alas en él adqui-
ridas cruzan los espacios, llenando los ámbitos de suavísima alegría!
Quien no lo comprenda así, será porque no se ha formado cabal con-
cepto del misionero evangélico, y menos aún del carmelitano.
No poseo á mano la historia de nuestra reforma; pero recuerdo un
pasaje admirable de la vida de aquel gran carmelita descalzo, Ve-
nerable P. Tomás de Jesús, hijo de Baeza, lustre del Carmelo y asom-
bro de Roma. F u é primer Provincial de Castilla la Vieja y fundador
del célebre desierto de las Batuecas, en Salamanca. ¡Cosa singular!:
estaba metido en lo más profundo de aquella soledad, cuando, ilumi-
EL
5&4 MONTE CARMELO
( i ) ¿ Por qué no se toma alguno de nuestros Padres el trabajo (si trabajo puede lla-
marse tarea tan grata y honrosa), de descorrer el velo que cubre á los ojos del mundo
los esplendores de gloria con que un día inundaron de luz y llenaron de gozo á la Igle-
sia lumbreras del carmelitano firmamento tan refulgentes como los mencionados, y
otros de igual magnitud, como N. V. P. Juan de Jesús María? Por ventura ¿no mere-
ce la Orden de Santa Teresa un tal obsequio, al cual podría muy bien servir de vehí-
culo EL MONTE CARMELO? ¿Que habría que hacerlo semanario? (Tanto mejor!
MISIONES CARMELITANAS 585
SECCIÚN CANÚNIC0-L1TÚRG1CA
BIBLIOGRAFÍA
de los Ángeles, del Mundo corpóreo Quo vadis?..., por Enrique Sien-
y del Hombre. kiewicz.—Edición expurgada, prece-
Á la vez que felicitamos cordial- dida de una carta prólogo del Exce-
mente al M. R. P. Ezequiel por la pu- lentísimo y Rvmo. Sr. Arzobispo de
blicación del presente volumen, ha- Sevilla. —Barcelona.—Juan Gili, l i -
cemos votos para que vaya publican- brero, Cortes, 223.
do pronto los demás tomos que com- No hay en estos últimos tiempos
pleten una obra de tan reconocida ne- obra sobre la que tanto se haya dis-
cesidad. cutido como esta novela de Enrique
Sienkiewicz, prodigándola unos los
Breve reseña histórica de la mila- más fervientes elogios, censurándola
grosa imagen del Niño Jesús de Pra- otros como inmoral y vitanda. Pero
ga, y Novena para implorar sus ben- pronto, sobre el ruido de las discusio-
diciones.—Con este título ha publica- nes , se colocó el sentido práctico ca-
do un precioso librito el R. P. Ludo- tólico, que vio en la obra un fondo
vico de los Sagrados Corazones, C. D. esencialmente cristiano y bellezas in-
En la introducción, corta, clara y imitables, junto con un naturalismo
sencilla, explica el objeto de la citada peligroso en las descripciones de los
obrita. Animar, extender y difundir la excesos y desórdenes de la sociedad
devoción en este siglo egoísta y sen- romana. Pero esto último era acci-
sual , procurando con verídicas narra- dental: podía hacerse desaparecer sin
ciones sostener, ó más bien hacer que que desapareciera el mérito de la
retoñe fogoso y fuerte el ya casi mar- obra. Y así se hizo el año pasado en
chito árbol de la fe. Las aspiraciones una edición italiana, cuya expurga-
del reverendo Padre se dirigen en ción fué autorizada por el mismo Sien-
bien de la niñez, tan combatida en kiewicz , y que ha servido de base á la
esta época de egoísmo y descrei- que hoy anunciamos, llevada á cabo
miento, y á este fin procura atraerla por la casa de Juan Gili, de Barcelo-
á la cuna de Belén, en torno del Dios- na , en la cual no queda el menor ves-
Niño. tigio de aquel exceso de naturalismo
La historia del Niño Jesús de Pra- que afeaba las ediciones primitivas,
ga, desde que comenzó su culto hasta y que, por lo tanto, puede leerse con
nuestros días, en que se ha difundido perfecta tranquilidad lo mismo por el
su devoción por todo el mundo. Si- hombre de mundo que de nada se es-
gue la Novena, que contiene precio- candaliza, que por la tímida y pudo-
sas meditaciones para cada día, ade- rosa doncella, según frase del Exce-
más de las oraciones propias, y con- lentísimo Sr. Arzobispo de Sevilla en
cluye con la Coronilla, hermosa devo- la carta prólogo en que autoriza, re-
ción que encierra los misterios de la comienda y ensalza dicha edición ex-
santa infancia del Divino Niño. purgada del Quo vadis?...
Reúne este nuevo libro á todas sus Agradecemos al Sr. Gili la atención
bellezas morales el estar al alcance de que ha tenido con nosotros al enviar-
todas las fortunas, pues se puede ob- nos un ejemplar de la obra en que,
tener por 0,60 pesetas en la estampe- además del mérito de la expurgación,
ría y librería católica del Sr. Fenolle- debemos elogiar el esmero con que
ra, Mar, 26, Valencia. está editada.
^ P A N T I A G O DE CHILE.—Rdo. P. Director de la revista E L MONTE
v P 3 CARMELO. —Queridísimo P a d r e : Allá va algo délo mucho bueno
que ocurre en el mundo carmelitano de este nuevo y vasto continen-
te , ya que tantos noticiones sensacionales nos envía la prensa de ahí,
haciéndonos presagiar muy cercano el día en que los sectarios de
España tiñan sus manos en la sangre de los religiosos.
Día tras día he venido leyendo en su importante revista los esplén-
didos cultos que la familia carmelitana ha dedicado á sus dos ilus-
tres campeones y mártires de la F e los Beatos P. Dionisio de la Na-
tividad y Hermano Redento de la Cruz.
Y cierto, nuestro espíritu se solazaba en la lectura de aquellas her-
mosas líneas, y palpitaba fuertemente nuestro corazón bajo la im-
presión del más grande y puro entusiasmo, al ver el nuevo y lozano
brote de la vid hermosa y fecunda, del Serafín de Ávila, Teresa de
Jesús.
Y jqué contraste tan consolador, al par que sublime, se ofrecía á
nuestra vista al apartarla de aquellas reseñas para fijarla en el gran
mundo! Cuando el vendaval de las pasiones antirreligiosas y antiso-
ciales se desencadena en todos los puntos del globo, y la ola de la
persecución se hincha y embravece, cual se embravecen é hinchan
jas oceánicas al soplo de los huracanes; cuando en el viejo mundo,
como en el nuevo, se dejan oir sin interrupción los fragorosos estam-
pidos de la artillería masónica contra las órdenes é instituciones re-
ligiosas, hermoso y grandemente consolador es ver á esos dos hijos
del claustro, del sacrificio y heroísmo, modelos de abnegación, ver-
daderos amadores de la humanidad y obreros infatigables de la civi-
lización y del legítimo progreso, aclamados en el Cielo por las trom-
petas angélicas, y honrados y bendecidos en la Tierra por el Vicario
de Cristo y por los hombres de recto y sano corazón.
La familia del Carmelo chileno hase conmovido honda y grata-
mente al ver brillar sobre el Sacro Monte esos dos nuevos nimbos de
luz esplendorosa, y, celosa como la que más de la gloria de Dios en
sus Santos y del esplendor de la Orden, se ha apresurado á tomar
parte en el homenaje de amor y veneración que nuestras comunida-
CRÓNICA. CARMELITANA. 591
des de allende los mares han venido tributando á los dos ilustres
mártires carmelitas recientemente beatificados.
Aquí, como ahí, hierve á borbotones la sangre carmelitana que
brotó del corazón de aquel gran Profeta que se levantaba como
fuego contra las abominaciones de Israel, y luego adquirió nuevos
ardores al pasar por el pecho de la divina amante Teresa de Jesús;
por eso hemos echado el resto, á manera de decir, en la celebración
de los solemnes triduos que con la aprobación del Excmo. Sr. Arzo-
bispo tuvieron lugar en los meses de Mayo y Junio.
Nuestras Madres del Carmen de San José, que es, diríase), el
Ávila del Carmelo chileno, fueron las primeras en rendir culto pú-
blico á los ilustres Beatos. Un repique prolongado en las siete her-
mosas campanas del Monasterio, y la simpática bandera chilena
colocada en el chapitel del templo, anunciaban de víspera al piadoso
pueblo santiaguino los solemnes cultos que iban á celebrarse en
aquella iglesia.
El pueblo de Chile, acostumbrado á presenciar verdaderos derro-
ches de riqueza, elegancia y exquisito gusto en la ornamentación de
sus templos, hubo de notar en el de las fervorosas hijas de Teresa de
Jesús algo singular, dulce, piadosamente conmovedor, que penetró
hasta el fondo de su alma, arrancándole éstas y semejantes expre-
siones: "No hemos visto cosa tan piadosa... Aquí retumba la voz de
Dios,,.
Veíase en la portada del atrio un sencillo pero bonito arco de mus-
go fresco, elaborado por las religiosas, en cuyo fondo se leían en
grandes y dorados caracteres estas palabras: ¡Gloria á Dios en sus
Santos/ /Gloria al Carmelo! El interior de la iglesia presentaba un
aspecto, más bien que deslumbrador, de ligera é inspiradora melan-
colía, y así algo como sobrehumano que, sin sentir, recogía suave-
mente el alma, elevándola á pensar en el Cielo...
Profusión de ricos adornos, luces y flores artísticamente coloca-
dos, daban á los altares, sobre todo al mayor, una perspectiva her-
mosísima. Prendidas de la gótica bóveda hallábanse colocadas mu-
chas y elegantes arañas, de cuyas bases partían lindas enredaderas
blancas que, después de formar graciosas ondulaciones, terminaban
en otros bellos adornos laterales. Pero lo que más llamaba la aten-
ción del público y excitaba su piedad era el monumento de los Bea-
tos Mártires. Consistía éste en un magnífico pedestal, como de tres
metros de altura, sobre el cual descansaba un gran cuadro gótico,
en cuyo fondo se destacaban, llenas de candor, las figuras de los
Mártires. El P. Dionisio, atravesado por serpentinas espadas, apre-
taba entre sus manos el crucifijo, en quien parecía querer depositar
el último ardoroso beso, á la vez que consagrarle el último latido de
su corazón amante. El Hermano Redento, erizado de saetas, elevaba
blandamente los ojos al Cielo, como para encomendar su espíritu al
Señor y recibir las palmas y coronas que los ángeles le ofrecían...
¡Qué golpe de vista tan simpático! ¡Cuan piadoso! ¡Cuánta inspira-
ción! Sólo les faltaba hablar y decirnos: "Morimos llenos de alegría
por la fe de nuestro buen Jesús„.
592 EL MONTE CARMELO
(NARRACIóN DE UN SACERDOTE)
Hace algunos años, el navio de trans- Ivon de Braz, un viejo lobo de mar,
porte San Columbano hallábase en las buen cristiano y muy valiente, que
aguas del mar Indico, en su camino enamoraba al niño con sus narraciones
de Oceanía al Havre. de la Santa Ana de Bretaña. Pero tam-
La mañana había amanecido serena, bién cuando el marino callaba el niño
el San Columbano se deslizaba como hablaba, y más de una vez el buen ma-
una alondra, y sobre el puente se sola- rinero conmovido le decía, acaricián-
zaban la tripulación y los pasajeros. dole con sus manos callosas:
Estos eran sólo dos. El uno, un ve- —¿Sabes tú, pequeño grumete, que
nerable misionero marista, el P. José, vas á ser un famoso marinero del Se-
que había consumido su vida en la ñor, y que navegarás á velas desple-
evangelización de los salvajes y vol- gadas al Paraíso?
vía á Francia llamado por sus supe- Como decía, la mañana había ama-
riores. necido serena; pero al medio día el
El otro, un huérfano á quien el Pa- cielo se obscureció, y bien pronto se
dre amaba tiernamente. Habíalo halla- declaró horrorosa tempestad. Después
do en una de sus excursiones apostó- de tres horas, el mar se calmó algo;
licas y, á pesar de su pobreza, se lo pero el navio, desmantelado, perdido
había llevado á su reducida choza, el timón y una de las lanchas, pare-
pues no tuvo corazón para dejarlo pe- cía estar á merced de las olas. Sin
recer. embargo, una vez el mar tranquilo, ya
El niño amaba también á su bienhe- se hubieran reparado las averías, y, en
chor con la ternura más viva, y éste, total, sólo sería el resultado un corto
por su parte, había infundido en el co- retraso. Pero Dios lo había dispuesto
razón del niño su propia piedad. Ni de otro modo. Oyóse un crujido si-
pensaba ni hablaba sino de su primera niestro. El navio acababa de varar, y
Comunión, y hacíalo con tanta gracia el agua entraba por .una ancha boca.
y dulzura, que conmovía los corazones — ¡Las barcas al mar!—ordenó el
más duros. ¡Quizá sonreía al anciano capitán.
apóstol, cuando oía sus dulces é ino- Y dos chalupas, salvadas de la tem-
centes expansiones, la esperanza de pestad , fueron puestas á flote. Enton-
que aquel niño evangelizara algún día ces se produjo una escena indescrip-
las tierras en que él había gastado su tible. No había sitio para todos, y los
vida! marinos, fuera de sí, viendo la muerte
Entre los marineros había un bretón, detrás de ellos, se lanzaron al asalto
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 599
fr. festivo.
^ • • • « J M I I I ' ¡ f r i y i n i
*
EL ESCAPULARIO
(Continuación.)
santo Escapulario; que éstos son sus hijos predilectos; que está
dispuesta á emplear todo su poder para defenderlos, y no per-
mitirá que nadie los toque?
¿Y no podrá Ella ó no querrá enviar las gracias de que dispo-
ne para mudar el corazón del que muere revestido de su santo
Escapulario para que no falte su promesa? ¿ Quién será tan osa-
do que quiera poner obstáculos y señalar límites á la Madre de
Dios cuando quiera ostentar su misericordia y poder en favor de
sus hijos? ¿No ha dicho el venerable La Colombiére que esta
cariñosa Madre no ha puesto límites á la esperanza de sus hijos,
que la promesa que Ella les ha hecho no incluye ninguna condi-
ción, y que se ha obligado á darles todos los medios y la más segura
esperanza de salvación que se puede tener en esta vida, y que, si
perseveran en su servicio, perseverarán también en la gracia?
¿No ha dicho el gran Bossuet que se debe creer fácilmente todo
aquello que es ventajoso á la Virgen Santísima cuando no es
contrario á la fe? (i).
¿Y qué hay aquí en contra de la fe? Nada absolutamente.
Si afirmáramos que el que muere en pecado mortal se salva
por llevar en la última hora el santo Escapulario, sería una here-
jía, sería ir contra la fe; pero afirmar que la Madre de Dios, en
virtud de su omnipotencia suplicante, y para que no sea vana su
promesa, puede enviar tantas gracias á un corazón, que lo cam-
bie en un momento y se vuelva á Dios; que puede enviarle un
rayo de luz en su última hora que le haga conocer su estado y la
proximidad del juicio, ó que, si no puede convertir aquel cora-
zón, permita ú ordene que una mano extraña arranque el santo
Escapulario del pecho del moribundo, ó que sea él mismo el que
lo arroje de sí para que no falte la palabra de la Virgen, esto no
es contra la fe, esto no se opone al dogma, esto nos revela con
claridad meridiana las entrañas de misericordia de una Madre que
busca á sus hijos y, cuando los ve en peligro, extiende sobre ellos
su manto para cubrir, para borrar su ignominia: expandí amictum
meum et aperui ignominiam tuam.
No siendo, pues, contra el dogma, no debemos mostrarnos te-
merosos en aceptar esta promesa de la Madre de Dios, así escueta
y atrevida, como parece á muchos; porque donde la inteligencia
(1) On doit croire facilement tout ce qui est avantegeux á la Tres Sainte
Vierge quand n'est pas contraire a la foi. (Bossuet, Catechisme, 3 partie, Iecon
troisiéme.)
6lO EL MONTE CARMELO
SOLILOQUIO
Si la doliente mirada
Tiende á vislumbrar mi fin,
Veo dudoso confín
Envuelto en noche cerrada.
El ayer se hundió en la nada;
El hoy es sombra fingida;
El mañana la mentida
Realidad de mi deseo...
¡Humo, llanto y devaneo
E s en resumen mi vida!
614 EL MONTE CARMELO
(Continuación.)
(i) §2.
6l6 EL MONTE CARMELO
(i) Palabras tomadas del célebre Bartolomé Leonardo de Argensola, de cuyos ver-
sos era tan devoto el autor.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 617
VII
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culto de los mortales y posesión de sus almas. Por eso allí, en ese in-
menso coliseo, la Santa Iglesia desciende á la arena representada
por un Delegado apostólico, un Patriarca, siete Arzobispos y treinta
Obispos que, acaudillando un pequeño pero aguerrido ejército de
varones aoostólicos, reta al Infierno, y con el Arcángel Príncipe de
las milicias celestes exclama: ¿ Quién como Dios?
Si la India es el gran palacio real del ángel apóstata, el pequeño
reino de Travancor, con sus 9.364 pagodas, es su trono. Minando ese
trono, restando fuerzas á las huestes del averno, están allí desde el
año 1656 los esforzados hijos de la valerosa Teresa de Jesús, y tal
maña se han dado, y con tal coraje han reñido las batallas del Señor,
y tan alto han izado la bandera de Cristo, el lábaro santo de la Cruz,
que han tenido el consuelo de agregar al redil bendito de la Iglesia
miles y miles de paganos que hoy constituyen seis florecientes dió-
cesis, una de las cuales es la de Quilón, sabiamente regida por el
Rvmo. Fr. Ferdinando Ossi de Santa María, carmelita descalzo,
cuya sentida carta, deplorando los obstáculos con que tropieza su
celo apostólico, encabeza y honra estas líneas. A este santo Obispo
se une el Excmo. Sr. Delegado apostólico en la India, como se indica;
el Excmo. Sr. Nuncio apostólico, y todos tres, como escogidos de Dios,
santos y amados, revisten entrañas de misericordia y benignidad
(San Pablo), y en nombre de la Iglesia, cuyos Príncipes son, llaman
á las puertas de mis lectores para que me reciban con cristiana cari-
dad y presten oído á los tristes ayes de que yo me haré eco en nom-
bre de los miles de almas que en la Misión de Quilón se pierden. Son
estos indios tanto mayor objeto de conmiseración, cuanto que se
pierden, no por mala voluntad, no porque estos hijos de las selvas
resistan al Espíritu Santo, eomo, por desgracia, lo resisten tantos en
este bendito suelo español, sino porque los misioneros están faltos
de recursos para adoptar los medios conducentes á su conversión,
instrucción y perseverancia, y, como dice el venerable prelado, por-
que son pocos, muy pocos los apóstoles que les prediquen el santo
Evangelio y los bauticen en el nombre del P a d r e , del Hijo y del Es-
píritu Santo.
fr. Jflartln,
C.D.,
Vicario General de la Diócesis de Quilón.
( Se continuará.)
Pesetas.
-f¡->—B
Pregunto—con perdón:—
¿Esto habría si hubiese Inquisición?
fr. florión del Carmelo Veres¡ano,
C. D.
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SECCIÓN CANÚN1C0-LITÚRGICA
Beatissime P a t e r : Beatísimo P a d r e :
P. Praepositus Generalis Carme- El P . Prepósito General de los
litarum Discalceatorum, ad Sa- Carmelitas Descalzos, postrado á
crorum P e d u m osculum provolu- vuestros sagrados pies, expone á
t u s , exponit S. V. non raro con- Vuestra Santidad que frecuente-
tingere -ut Christifideles qui ad mente sucede que los fieles cristia-
-Confraternitatem B . M. V. de Mon- nos que piden ser admitidos en la
te Carmelo admitti postulant, in- Cofradía de la B . V. M. del Monte
valide recipiantur, tum ob omis- Carmelo son recibidos inválida-
sam nominum inscriptionem, tum mente, ó por omitirse la inscripción
ob aliam causam. N e itaquepraefati de sus n o m b r e s , ó por otra causa.
Christifideles gratiis et privilegiis Mas para que estos fieles cristianos
memoratse Confraternitati conces- no estén privados, sin culpa suya,
sis inculpatim priventur: Orator de las gracias y privilegios de di-
Sanctitatem V e s t r a m humiliter cha Cofradía, el exponente pide
humildemente á Vuestra Santidad
exorat quatenus r e c e p t i o n e s ad
e a m d e m Confraternitatem, qua- que se digne benignamente subsa-
cumque ex causa usque ad h a n c nar las recepciones á la misma Co-
diem invalide p e r a c t a s , benignefradía que por cualquier causa se
sanare dignetur. Q u o d , etc. hubieran hecho inválidamente has-
ta la fecha. L o c u a l , etc.
S. Congregatio Indulgentiis Sacris- L a S. Congregación de Ind. y
que Reliquiis prceposita, utendo facul- Sag. Reliq., en virtud d é l a s facul-
tatibus a Sanctissimo Domino Nostro tades especiales concedidas por
Leone PP. XIII sibi specialiter tri- nuestro Santísimo P . León X I I I ,
batis, petitam sanationem ad effectum benignamente concede la solicita-
de quo agitur benigne concessit. Gon- da subsanación al efecto de que se
trariis quibuscumque non obstantibus. trata.
D a t u m Romae ex Secretaria ejus- Dado en R o m a , en la Secretaría
dem S. C. die 3 Julii 1901.—Se- de la misma S. C , en el día 3 de
r a p h . Card. Cretoni, Prcefectus.— Julio de 1901.— Seraf. Card. C r e -
FranciscusSogaro, Archiep. A m i d . . toni, Prefecto.—Francisco Sogaro,
Secretarius. Arzob. Amid., Secretario.
JliliESTAS DEL CARMEN EN LA SERENA (CHILE).—Por una carta que he-
T • mos recibido vemos regocijados la solemnidad y entusiasmo con
que se ha celebrado la Novena de Nuestra Santísima Madre del Car-
men, en la nueva iglesia de las Carmelitas descalzas de la ciudad de
la Serena, predicando los más distinguidos oradores de la Catedral
y del Seminario, y estando la parte musical dirigida por el insigne
maestro Sr. Barahona. El día de la fiesta principal acudió el dignísi-
mo Prelado de la Serena, limo. Sr. Dr. D. Florencio Fontecilla, y
dio la sagrada Comunión á la Comunidad y á numeroso pueblo, que-
dando muy complacido de la solemnidad de la fiesta y bendiciendo
al Señor por la construcción del nuevo templo levantado de provi-
dencial manera.
Estas solemnidades se aumentaron con la ceremonia de la toma
del hábito carmelitano de la Srta. María Ercira de Jesús, de diez y
ocho años, á quien impuso el velo el Sr. Rector del Seminario, diri-
giendo en aquel acto una elocuente exhortación sobre los deberes de
la vida religiosa y sublimidad de la vocación. La concurrencia agol-
pada á las rejas era numerosísima, y se veía en sus semblantes la
emoción que les inspiraba la solemnidad del acto. Que el Señor con-
firme á la nueva novicia en la vocación para que la ha elegido.
L A SANTA MISIóN DE CARMELITAS EN BARCIA DE GALICIA.—Reve-
rendo P. Director de E L MONTE CARMELO.—Desde hace catorce años
vienen celebrándose con la solemnidad posible la Novena y Fiesta á
Nuestra Señora del Carmen de Barcia de Lalín, bajo la dirección de
la Junta directiva de la Cofradía, fundada en 1897, á cuya cabeza se
halla el párroco fundador, D. Daniel F. Ledo. Siempre llamó la aten-
ción la fiesta anual del Carmen de Barcia; pero, principalmente de
siete en siete años, hacen una extraordinaria en memoria de las siete
alegrías de la Virgen. Ya en el año 94 agotaron, por decirlo así, los
medios que tenían á mano para obsequiar á nuestra Patrona del
Carmelo; y para este año 901 se le ocurrió al párroco la idea de una
Santa Misión de P P . Carmelitas que coincidiera con la fiesta. Todos
los amigos á quienes pidió consejo le animaron, y el 19 del mes C a r -
632 EL MONTE CARMELO
(1) Estos avisos prácticos fueron, entre otros, sobre los requisitos para ganar las
indulgencias del santo Escapulario, que me complazco en reproducir aquí, para que
más fácilmente los recuerden muchos de los asistentes á la Misión:
i.° Recibir la imposición del Escapulario de manos de un sacerdote autorizado
para ello.
CRÓNICA CARMELITANA 635
objetos piadosos, que los fieles adquirieron en las muchas y bien sur-
tidas tiendas que concurrieron de Santiago y Pontevedra, dio fin el
P. Quintín á la santa Misión dando las gracias á aquella multitud
por la compostura y buen orden observados, y arrancando las lágri-
mas á todos con un ¡ adiós, hasta la eternidad!, dado en su nombre y
en el de su compañero.
No pensaron volver á hablar; pero, al observar más tarde el P. Si-
món desde el atrio de la iglesia aquella multitud que se apiñaba para
venerar la hermosa cruz, recuerdo de la Misión, con el escudo c a r -
melitano, se decidió á improvisar una hermosa y conmovedora pláti-
ca, pronunciada sobre el mismo muro del atrio, terminando con vivas
á la Religión, á España, al Apóstol Santiago, á Galicia y al pueblo
de Barcia, que la multitud acogió con frenesí.
Honor y gloria á los RR. PP. Carmelitas que supieron tan perfec-
tamente conquistar el corazón de los habitantes de esta comarca.
Gratitud inmensa á todos los señores que de alguna manera coadyu-
varon á que Barcia tenga hoy la gloria de ser la primera parroquia
de Galicia que recibía para misión á los P P . Carmelitas. La Herman-
dad conservará los nombres de muchos que ya en años anteriores y
II
III
(Continuación.)
librea que Ella ha dado á sus hijos más queridos como prueba de
un amor especial y señal que les distinga de los demás, tibi et
cunctis Carmelitis privilegim, no es extraño que tenga la virtud
de salvar en todos los peligros de la vida, porque las obras que
nacen del amor están en razón directa con la intensidad de él, y
ya hemos visto y probado en otros artículos el amor grandísimo,
el amor especial y de predilección que María tiene á los carme-
litas, manifestado en mil ocasiones con prodigios, con milagros
y, más singularmente, con la entrega del santo Escapulario.
Y ¿qué cosa más conforme al corazón de una madre cariñosa
que velar solícita por sus hijos, defenderlos en todos los peligros
y darles alguna garantía de su especial y segura protección? No
podía, pues, simbolizar mejor el cariño especial que profesa á
sus hijos, y la protección segura que les ofrece para librarles de
todos los peligros de la vida, que vistiéndoles por sí misma su
santo Escapulario, que guarda por delante el corazón para que
se conserve inmaculado y no penetre otro amor que el de Jesús y
de María, y defiende las espaldas contra todos los ataques del
enemigo.
Como el maná tenía virtud para adaptarse á todos los gustos y
saciar todas las necesidades del pueblo de Dios mientras camina-
ba por el desierto, así el santo Escapulario del Carmen tiene vir-
tud para salvar en todos los peligros y necesidades de la vida á
los hijos de la Virgen del Carmen, que son todos los que visten
el santo Escapulario, que forman su pueblo predilecto, su porción
escogida, mientras caminan por el desierto de la vida, porque á
estos hijos de predilección es á quienes especialmente dice Ella:
en Mi está toda esperanza de vida y de virtud.
Y al que preguntare cómo ó por qué el Escapulario tiene tanta
virtud para salvar en todos los peligros y obrar toda suerte de
milagros, le diremos que, si no es bastante razón el amor del co-
razón de una madre, está el argumento del sabio obispo de Mar-
sella, Salviano, que decía: «basta por todas las razones decir que
Dios es el Autor >, y nosotros podemos decir: basta por todas las
razones decir que María es la Autora y así lo ha querido para bien
de sus hijos.
Dichosos mil veces los que se acogen bajo la égida sagrada de
Madre tan cariñosa, vistiendo su librea del Carmen, su santo Es-
capulario,
fr. plácido ftlaría del p.
(Continuará.)
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO
(Continuación.)
(») §*•
648 EL MONTE CARMELO
(O §2.
W §3-
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 649.
•ordinario, ninguno oye con más gusto sus reprensiones que los que
merecen mayores alabanzas; como, al contrario, el menos digno de
loor, al primer advertimiento arroja la paciencia» (i).
Usábase antiguamente el recitar á muchos juntos las obras antes
de publicarlas, y principalmente las de Historia y Poesía; «costum-
bre—dice Fr. Jerónimo—cuanto provechosa olvidada ya en nues-
tros tiempos, en que tan fácilmente y tan sin lima se dan á luz es-
critos muy dignos de tinieblas» (2).
Pero, si bien aprueba el autor esta costumbre, entiende recta-
mente que, para formar más exacto juicio de la obra, se dé privada-
mente á leer á algunos particulares, los más advertidos en la cen-
sura y lima, «porque la gracia del que recita, y más si es el mismo
•autor, y la desatención, tal vez casi forzosa, del que oye, hurtan en
gran parte el juicio á la censura. La cual, no tanto á la recitación
acelerada y respetuosa, cuanto á la solitaria y atenta lección, se ha
d e fiar. No se puede, en aquella celeridad de la recitación, advertir
enteramente el misterio del concepto, de la frase, ni aun á veces
de la palabra, y lo que más se percibe es el sonido y cadencia de
las cláusulas. Y cuando lo advierta y entienda todo, no puede ha-
cer conferencia de lo que oye con lo que oyó y con lo que ha de oir,
todo lo cual se concede al que despacio y á solas lee y vuelve á
leer y á conferir lo que está escrito... Entregue•, pues, su obra el
dócil y cuerdo escritor á uno y á muchos doctos y rectos censores,
para que ellos á su gusto y á solas la lean, y puedan atentamente
considerar y remirarla muchas veces. Toda esta atención — conclu-
ye—pedimos al que ha de publicar cualquier escrito, pero princi-
palmente al que escribe y publica Historia, porque en ella el yerro
e s más fácil, menos ordinaria la enmienda, y el daño ó el provecho
más universal» (3).
Sean amigos los autores de enmendar sus escritos; pero no lo
sean t a n t o , que anden siempre descontentos de ellos y les cueste
harto trabajo darlos á luz. «Despreciar se debe el aura popular —
dice Fr. Jerónimo,—y también los dientes de la envidia, y obrar
con libertad y pureza de intención. La lima también no ha de ha-
cer más que alisar y pulir, no gastar y descomponer, ni, á vueltas
de las motas que la espinza saca del paño para dejarlo igual, se
han de sacar bocados de la pieza. Así tampoco esperar jamás que
(0 §4-
(2) § 5-
<3) § 6 .
650 EL MONTE CARMELO
(1) §7-
(Conclusión.)
sus malos frutos, y que en la mayor disolución puede sentir algún mo-
vimiento ó deseo de virtud y santidad. Todo esto es rudimentario en la
filosofía del corazón humano. Luego, quien se escandalice de que una
persona virtuosa haya tenido una caída, da muestras de haber pensado
muy poco en su propio espíritu. Para conocer á los demás, ante todo
debemos conocernos á nosotros mismos; y para no escandalizarnos de
los otros, hagamos con frecuencia la anatomía de nuestro propio corazón.
La segunda verdad que demuestra quien cuelga sus hábitos, y que
muchos afectan ignorar, es que, quien no contenga su corazón, no puede
permanecer mucho tiempo en el claustro. El hombre, por las leyes de
su corazón, espontáneamente tiende hacia aquello que ama, y aborrece
todo lo que le impide esta tendencia. El corazón que en el claustro se
apartó de Dios y olvidó su sublime misión, se siente continuamente
atraído por lo de afuera. Lo de adentro le fastidia, lo de afuera le arras-
tra; los cantares salmodíeos le son insufribles; la algazara del mundo
le parece sublime armonía. Un hombre así, es imposible que esté mucho
tiempo en el claustro; está á merced de la fuerza tremenda de su cora-
zón: ¡pobre corazón!; es el juguete de una doble fuerza. De adentro le
empujan, de afuera le arrastran; de adentro todos los actos religiosos,
de afuera los placeres ilusorios. La atmósfera de virtud que impera en
el claustro le impele hacia afuera, y el mar tempestuoso que se agita
afuera le absorbe. Este hombre dará muy pronto un escándalo á los in-
cautos y una severa lección á los avisados.
Cuando este hombre esté fuera, habrá demostrado que en su pecho
cubierto con un austero hábito nacieron malas pasiones, y que allí no ha
podido darlas pábulo, sino que ha tenido que salirse. Si en el claustro
hubiera tenido lo que buscaba, no lo hubiera abandonado. Su conducta
de afuera demuestra lo que en el claustro echaba de menos. Algunos
habrán salido sólo por falta de virtudes monásticas, cuya falta apenas
se nota en el mundo, y así podrán creer las gentes que es un santo, y
que efectivamente se ha salido porque aquel instituto estaba relajado;
pero yo apuesto que en su conciencia no lo siente así, y seguramente
que en la hora de la muerte no se consolará ante Dios de haber aban-
donado su instituto. Quien haya asistido á alguno de esos hijos pródi-
gos en el tremendo trance, podrá creer y conocer cuan poco aquieta
la conciencia el recuerdo de las faltas que en su instituto haya visto.
El que dejó su hábito, fué por falta de virtudes morales ó de virtudes
monásticas, y en ambos casos era un miembro insano que perjudicaba
á la Congregación. Luego, la Congregación que repele los miembros in-
sanos, es señal que está todavía con vida. El que olvida los ejercicios de
las virtudes cristianas, la práctica de los consejos evangélicos, no pue-
de vivir en el claustro; luego allí se respiran aires que asfixian al que
olvida su profesión. El espíritu moderno de racionalismo y de indepen-
dencia completa es lo más opuesto á las virtudes monásticas, á los
consejos evangélicos, que son la base de todo instituto religioso. Este
EL
654 MONTE CARMELO
XIV
rezar á vuestro Dios y para formular las ideas que fueron borbotando
en vuestra mente; ese lenguaje en que cantáis vuestros amores, el
amor á la tierra, el amor al caserío, el amor á las rocas de vuestra cos-
t a , el amor á las olas bravias de vuestro mar y á las mujeres de vues-
tras montañas de esmeralda...»
¿Consentiremos que se nos arrebate la última hoja de nuestras gl®-
rias? Juramos, por el Dios que nos enseñaron á invocar nuestros padres,
que no.
Siempre me ha edificado oir hablar el vascuence en las calles de Bil-
bao y San Sebastián, la corte de verano, y á las criadas hasta en las
calles de Madrid, Salamanca, Valladolid y otros puntos.
Hablemos, pues, la lengua euskara, sin menoscabo de la castellana,
á pesar de algunos Unamunos y gobernadores, porque no hay conflicto
de ninguna especie entre ellas; porque son la expresión más alta de
nuestros antiguos fueros y costumbres patriarcales, y como la segunda
religión de los españoles vascos.
fr. £usebio de la Jtsunción.
MÁXIMAS
El Rosario remediará los males de hoy, como, por mano de Santo
Domingo, remedió los del siglo xm.
Si queréis que la paz reine en vuestros corazones, en vuestras fami-
lias y en vuestra patria, rezad todos los días en familia el santo Rosa-
rio; pues no es otra cosa que el mismo Evangelio compendiado, el cual
dará á los que lo rezaren la paz santa en las Sagradas Escrituras pro-
metida.—Es la oración más bella, la más rica en gracias y la más agra-
dable á la Santísima Virgen María.—Amad el Rosario, rezadlo con
amor y devoción. Sea este encargo el testamento que os dejo para que
os acordéis de mí.—Pío IX.
MIS PRIMEROS PASOS
¡ION. gusto especial me pongo al habla con los caros lectores, hoy
>que puedo narrarles los primeros resultados de mi vida de mi"
sionero. Tanto más, cuanto un buen principio en cualquiera empre-
sa constituye el mejor augurio, el más eficaz acicate, el aliciente
más poderoso de cuantos en ella se hallan empeñados, á la vez que
es la satisfacción más dulce y halagüeña, que comunica alientos al
infundir esperanzas de un feliz porvenir.
Empeñados considero, y lo están realmente en nuestra'apostólica
empresa, todos aquellos corazones que en la misma toman parte
activa de un modo ú otro. Entre todos formamos una combinada ac-
ción que, tendiendo á un mismo objeto, nos autoriza á tenerlo por
propio de cada uno y como propia su consecución, en razón del
mayor ó menor concurso y eficacia con que á su realización haya-
mos contribuido.
Cuántos cooperadores á esta nuestra obra haya entre los lectores
de E L MONTE CARMELO, no podré yo fijarlo; la condición, muchas ve-
ces oculta, de Tas diferentes personas impide su numeración. Por
esto no empecé á asegurar con toda certeza que tales auxiliares son
en crecido número, siendo los más desconocidos á los ojos de los
hombres, á manera de invisibles raíces de que dimana la savia vivi-
ficante de crecidas ramas, y la hermosura de vistosas flores, y el
aspecto encantador de preciosos frutos.
Yo sé que son tantas en número como valiosas en mérito las almas
que sin cesar, á porfía, con instancia, generosamente ofrecen á Dios
ó prestan á los misioneros cuanto pueden, y desearían poder más,
mucho más, en favor de todas las Misiones en general, y de estas
nuestras en particular.
Por ellas y por nosotros estamos en el deber de comunicar noti-
MISIONES CARMELITANAS 663
Pesetas
SECCIÓN CANÚNICO-LITÚRGICA
INSTRUCTIO
"xszr,
¡EVERENDOS P P . PROVINCIALES. — Hemos sido honrados en esta
r ® Residencia con la visita de los Rdos. PP. Provinciales de Ara-
gón y Navarra, que se han reunido para conferenciar sobre impor-
tantísimos negocios de gran utilidad de nuestra Orden. Después
de pasar algunos días en esta casa, han vuelto á sus respectivas
Provincias.
PROFESIONES.—En el convento de MM. Carmelitas de Boadilla del
Monte ha profesado la Hermana corista María Josefa de San Agus-
tín, imponiéndola el velo el M. R. P. Jerónimo de la Santísima Vir-
gen, Vicario de Madrid, y predicando el Rdo. P. Plácido María del
Pilar. Apadrinó á la nueva esposa de Jesucristo, en el acto solemne
de pronunciar sus votos, la Excma. Sra. Duquesa de Sueca, Condesa
de Chinchón. --*
BIEN VENIDO.—Ha llegado á Santander en uno de los vapores de la
Compañía Trasatlántica el Rdo. P. Teodoro de San José, que du-
rante muchos años ha estado en Puerto Príncipe (Cuba) entregado á
los trabajos de la vida apostólica. Sea bien venido el celoso Padre,
y encuentre entre sus Hermanos de España el descanso de sus t r a -
bajos y fatigas.
A NUESTRAS COMUNIDADES.—Llamamos la atención de nuestras co-
munidades sobre el alcance del insidioso decreto del ministro de la
Gobernación, que publicamos en la Crónica General. Estamos per-
suadidos de que la ley de Asociaciones que se invoca en el dicho de-
creto no alcanza á nuestras Comunidades, pues en la misma ley se
exceptúan de sus disposiciones "los institutos ó corporaciones que
existan ó funcionen en virtud de leyes especiales „; y sabido es que
nuestras Comunidades, además de estar autorizadas por Reales ór-
denes, existen y funcionan en virtud de leyes especiales, cuales son
las canónicas que en España tienen fuerza legal, según lo estipulado
en el vigente Concordato. Hay que reconocer, sin embargo, que, á
pesar de toda razón legal y de toda justicia, se prepara un..rudo
golpe contra la existencia de las Congregaciones religiosas, imitan-
CRÓNICA GENERAL 675
L. D. V. M.
5
W T W Í . ^ í'¿"o" *'
LA MUJER GRANDE
*
«5YJwY!yíYi»5VívíyíySYívSYíifSYíuSY«? 5jj^0j»ij»¿lWrYj»A»jA«jA«
ale
%s la muerte, para el común de los hombres, objeto de ho-
<v -•> rror y de espanto; su memoria hiere cual rayo destructor
«en el corazón del descreído, y desconcierta toda la economía de
su vida, que ora se desborda por los sentidos, en busca del pla-
cer, diciendo: Comamos, bebamos y coronémonos de rosas, que
mañana moriremos; ora se marchita antes de tiempo, emponzo-
ñada con mortal tristeza.
Mas ¡ cuánta es la eficacia de la gracia y de las enseñanzas de
nuestra santa Religión! A la tétrica definición de los filósofos, al
malum omnium malorum terribilissimum contestóle el inspirado
autor del libro de la Sabiduría con esta otra admirable sentencia:
Pretiosa in conspectu Domini mors sanctorum ejus: preciosa es,
en la presencia del Señor, la muerte de sus Santos; y ya, desde
entonces, perdió la muerte su amargor, trocó su misión é hízose
dulce su memoria para las almas santas, que tienen puesto en
Dios su corazón. Y ¿cómo no, si es para ellas la muerte lo que
el anuncio de libertad para el cautivo, lo que el deseado puerto
para el piloto, y lo que para el inocente niño el dulce sueño que
Je transporta á la fiesta que con ansia esperaba?
Pero si para alguien ha tenido este carácter la muerte; si para
alguien perdió su espanto y mudó su faz de horror en apacible,
fué para la ilustre virgen avilesa. Ya desde sus más tiernos años
se había fijado en su mente el para siempre, para siempre de la
•eternidad, y enamorado su corazón de ángel, desde aquellos al-
bores, del único objeto de su amor, buscaba la muerte. «Como
veía los martirios que por Dios los Santos pasaban, parecíame
compraban muy barato el ir á gozar de Dios y deseaba yo mucho
morir así, por gozar en breve de los grandes bienes que leía ha-
686 EL MONTE CARMELO
•ella; da voces con él, pide á Dios libertad, como otras veces he
•dicho; mas aquí es con tan gran ímpetu muchas veces, que pa-
rece se quiere salir el alma del cuerpo á buscar esta libertad, ya
que no la sacan; anda como vendida en tierra ajena, y lo que
más le fatiga es no hallar muchos que se quejen con ella y pidan
esto... Considero algunas veces, cuando yo siento tanto verme en
^ste destierro muchas veces, qué sería el sentimiento de los San-
tos.» (Vida, c. 21.)
Así, el correr de los días y de los años, ese caminar continuo
hacia la muerte sin descansar ni tener hora segura, esa ley que
tanto acibara los gustos y contentos de los mortales, será de in-
Acaba ya de dejarme,
Vida; no me seas molesta:
Porque, muriendo, ¿qué resta
Sino vivir y gozarme ?
No dejes de consolarme,
Muerte, que así lo requiero:
Que muero porque no muero.
Bien se echa de ver, por estas ansias, cuáles serían sus sentid
mientos llegada la realidad: veámoslo.
A principios de 1582 fundó su.último convento en la muy no-
ble ciudad de Burgos, superando mil obstáculos y contradiccio-
nes, que fueron como la última piedra que debía adornar su co-
rona de inmortalidad. El i.° de Agosto del año citado partió de
esta ciudad para Palencia: débil y enferma en el cuerpo, pero in-
cansable y solícita por su amada grey, deseaba volver á Avila, de
donde era Priora, visitando de paso los conventos que en el ca-
mino había.
En Palencia pasó el mes ocupada en atender al bien de la Co-
munidad y al consuelo de aquellas sus hijas, y, recibido aviso del
P. Gracián para que fuese á Alba, como verdadera obediente
púsose en camino para Valladolid.
Aquí, convencida ya de que estaba próximo su fin, se despide
de sus hijas con ternísima plática y sale para Medina y Alba, lle-
gando á este último punto el día 20 de Septiembre, á las seis d e
la tarde, muy agravada en sus dolencias. •
Ya iba declinando al ocaso aquella hermosa lumbrera; estaba
próxima á despedirse de los mortales, dejando en pos de sí re-
cuerdos imperecederos en sus escritos, en sus fundaciones y en
sus raros ejemplos de virtud. Ya se acercaba el deseado término-
de su peregrinación: la muerte, por que tanto había suspirado,,
se aproximaba.
Sobre el peso de los años y las incomodidades del viaje aña-
MUERTE DE SANTA TERESA 689
(SONETO)
^^^f
Á SANTA TERESA DE JESÚS
Un Carmelita T)escalzo.
> ^^^^^^^7p-^^^-3i^-?[y-ar-7E--ay-ar'jp'&
(Continuación.)
(0 8».
696 EL MONTE CARMELO
to §2-
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 697
(i) §5-
?/-;-/h,
Por el anterior artículo (si tal nombre merecen mis pobres líneas)
se habrán convencido los lectores de dos cosas: una hermosa y con-
soladora, otra triste y lastimosa. No hay terrena hermosura compa-
rable con la preciosa y envidiable limpieza bautismal, simbolizada
en las blancas vestiduras con que embellecemos el color obscuro de
nuestros recién convertidos. Pero ¡ ay! nada más sensible que la suma
escasez de obreros en contraste con la facilidad suma de recoger
pronta y copiosa cosecha que se está ofreciendo á las manos, manos
que no se encuentran.
Con todo, no es sólo éste nuestro dolor, porque no nace únicamente
de aquí el motivo de tenerlo. Aun los pocos que somos luchamos con
otra dificultad igualmente dolorosa: la escasez de recursos.
Es muy cierto que apenas logramos realizar una parte de lo que
podríamos aun solos los misioneros existentes. Y es también ciertí-
simo que nadie que no lo vea sobre el terreno llegará á comprender
una parte de nuestras necesidades. Me refiero á la limosna en toda
su latitud, en cuanto abarca lo espiritual y lo material.
Limosna espiritual, la oración; limosna material, el dinero. Am-
bas las necesitamos, y mucho; pero lo primero y principal es el orar.
"Pedid y recibiréis; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá,,. La
oración, pues, es la que consigue dones de Dios. Don de Dios es la
gracia de la conversión, y lo es asimismo la inspiración que mueve
los corazones á ayudarnos en lo material. Luego, hasta para obtener
recursos pecuniarios, nos sirve la plegaria.
Poco vale el dinero en sí; si en su posesión pusiéramos el corazón
y lo deseáramos para nosotros mismos, seríamos indignos de un acto
de caridad, cual es la limosna.
700 EL MONTE CARMELO
£/ hambre en Verápoly.
que socorre; mas será pequeña, por cuantiosa que pareciese , visto
lo que todavía quedará por hacerse.
i Quién podrá apreciar los muchos resortes que es menester tocar,
los inmensos recursos que es preciso invertir para civilizar, cristia-
nizar y perfeccionar un pueblo? Tal es el ideal de las Misiones; e m -
presa que, sin vocación y gracia de Dios, no sería posible sostener;
obra q u e , sin la inagotable caridad de los cristianos, moriría cie¡:
veces, sobre todo en esta India donde el indígena sueña siempre en
recibir del misionero, sin ocurrírsele apenas el dar.
No es poco realmente lo que en limosnas á pobres se le va al mi-
sionero, y en pocas partes se cumplirá más literalmente que en esta
región la predicción del Salvador sobre que nunca nos faltarían po-
bres entre nosotros.
Aparte lo que de ordinario se expende en el socorro de estos miem-
bros de Jesucristo, pobre y sin abrigo por amor nuestro, no es raro
haber en el llano inundaciones que cubren de agua durante días toda
la superficie y el piso único de las casas.
Véase un ejemplar de hambre consiguiente á la imposibilidad de
trabajar, hallar salario ni sitio donde estar ni dormir.
Era en Verápoly, en uno de los últimos años. Quince días de com-
pleta inundación tenían reducido al vecindario al último trance.
Nuestros Padres fueron su providencia, así como la admiración de
los mismos Gobiernos y de todas las clases sociales. Sin perdonar
sacrificio, y contrayendo cuantiosas deudas, dieron alimento á más
de mil hambrientos que acudían frente á la iglesia, los cuales vol-
vían con su ración de arroz, también para los enfermos, ancianos y
niños que no podían arrostrar el paso de los ríos á través de co-
rrientes desbordadas.
El Sr. Arzobispo, por su parte, alargaba limosnas y sustento á
multitudes escuálidas que de todas partes y por encima de peligros
corrían huyendo de una muerte de puro hambre, y devoraban, no
comían, cuanto se les presentaba.
En fin, habría que estar aquí y palpar y sentir las inmensas dificul-
tades á que estas Misiones tienen que hacer frente; menester fuera
enterarse á ojos vistas de nuestra penuria para tantas necesidades:
sólo así se comprendería la profunda lástima que inspira el que por
falta de miserables dineros se nos pierdan tantísimas almas, siendo
así que una cualquiera de ellas vale más, muchísimo más que todos
los tesoros y millonadas de todos los Bancos y banqueros de todos los
reinos y continentes del orbe universo.
pr. Juai¡ Vicente.
Htrnaculam, 13, 8, t.
704 EL MONTE CARMELO
(1) A mediados del siglo xvm se convirtió uno de los ministros del rey de Travan-
core. Fué bautizado con el nombre de Téva-Sagáyam, que significa auxilio divino, y
'corresponde en español á Lázaro. Profundamente disgustado el rey por la conversión
al Catolicismo de hombre tan eminente, trató, primero con halagos y después con ame-
nazas , de que diese culto á los ídolos. El ilustre convertido respondió siempre al sobe-
rano con tesón y dignidad cristiana. Fué condenado á muerte. Fatigado y sediento ca-
minaba al lugar del suplicio, cayó rendido sobre una grande roca, y en ella brotó m i -
lagrosamente una fuente. Martirizado á sablazos, los sayones arrojaron su cuerpo á una
caverna del monte para que fuese devorado por los tigres. Estas fieras respetaron los
venerandos restos que, recogidos por los cristianos, fueron depositados en el santuario
contiguo á la casita de San Francisco Javier, en Kottar, Misión de Quilón.
MISIONES CARMELITANAS 705
(i) Aprovecho esta ocasión para ofrecer, una vez más, testimonio público de gra-
titud, en nombre del limo, y Rvmo. Sr. Obispo y sus misioneros de Quilón, á la Aso-
ciación de Señoritas auxiliadoras de las Misiones por la generosa donación de objetos
para el culto y vestidos para hospicianas con que se dignaron favorecernos hace algunos
años por medio del celosísimo y Rvmo. P. Víctor de la Cruz.
706 EL MONTE CARMELO
Pesetas.
Suma anterior 398,20
Carmen Aisa, Mallén 3
Ignacia López, Soria 30
María Nicásia Uriarte, Vitoria 30
Manuela Lecumberri, Salinas de Oro 30
Casiano Jáuregui, Vitoria 30
Dominica Lecumberri, Osácar 90
Carlos Oliver, Sans 30
María López, Tudela 30
José Ursuza, párroco, Nuín 30
Un bienhechor anónimo 2,50
Félix de los Mártires, presbítero, Agreda 1,80
Joaquín Jimeno, Valencia 60
Julia Garbayo de Moreno, Tudela 30
Francisca Goñi, Pamplona 30
Gerardo Roiz, Santander 1,50
Eusebia Isasi, Santander 30
Una subscriptora de E L MONTE CARMELO , Madrid 10
Don M. P. N., Burgos 5
426,50
(Continúa abierta la subscripción.)
SECCIÓN MUSICAL
UNA NUEVA PRUEBA DE LA TRADICIÓN GREGORIANA
| L arte gregoriano, decía no hace verborum requirit utrum bene vel
mucho tiempo el Rvmo. P. Don tnale cohatreant dictiones; se lee tam-
Pothier, más que ningún otro, ha naci- bién en el mismo tratado: Música
do de la atenta observación de la na- rhythmica.,. est verborum modulata
turaleza y de la aplicación de sus le- compositio, non métrica ratione, sed
yes, según las palabras de Cicerón: numero syllabarum ad judicium au-
Notatio naturce et animadversio pe- rium examinata, ut sunt carmina
perit artem. Este aserto, explicado vulgarium poetarum (l).
más extensamente y puesto en evi- ¿Cuál será el medio de unir y su-
dencia en el cap. n de las Melodies bordinar así en el canto los elementos
Gregoriennes, ha traído á mi memo- de la dicción rítmica? Es «el acento,
ria algunos pasajes de los Tratados que por su melodía hace que reconoz-
del V. Beda sobre esta materia, en camos las sílabas al simple sonido de
los que el santo doctor hace eco á la la voz» (2), «y las contemos»; el acen-
enseñanza tradicional de los gramáti- to, «más que la medida, aun en los
cos y oradores, especialmente en lo versos, de tal modo que llega á po-
que se relaciona con el acento y el nerse al alcance del pueblo». San
ritmo. Agustín dijo que es preferible incu-
Del mismo modo que Cicerón de- rrir en la censura de los gramáticos,
clara en particular que « en el discur- que dejar de ser comprendido por el
so hay que tener en consideración el pueblo; «no hay que preocuparse del
placer que experimenta el oído» y «re- metro de la poesía clásica en la ver-
mitirse á su juicio» ( i ) , para apreciar sificación rítmica». «Las largas y las
el arte oratorio en su conjunto y en breves que deben figurar en la músi-
sus partes, el V. Beda sienta este prin- ca rítmica, dice á su vez el V. Beda
cipio : «que es necesario evitar en el en otro lugar, tienen su modo de ser,
canto los defectos que se evitan en la «su cantidad», que consiste en el
lectura: cantando vitandum est tam- acento y las pausas» (3). A diferen-
quam legendo», y para esto se debe
mirar con atención al fraseo, cuidan- (1) De Arte métrica, c. XXIV. Pa-
do de ligar bien las palabras; en esto trol. Lat., XC, col. 173-174.
consiste el litmo del canto. Música (2) Accentus quasi ad-cantus dictus,
rhythmica est illa quce in scansione quod ad cantilenam vocis nos faciat ag-
noscere syllabas. (De Arte métrica, pá-
rrafo 5.)
(1) Voluptati aurium morigeran debet (3) Materia hujus musiese est sonus-
oratio.—Universa comprehensio et species ordinatus secundum modum. Secundum
orationis clausa et terminata est, quod vo- modum: pro quantitate longarum bre-
luptate aurium judicatur. (Cic, De Orat., viumque figurarum, quae in vocis accentu
c. LXX, lib. III Orat., c. XXIII, núm. 197.) et tenore consistit (De Música pract.)
7io EL MONTE CARMELO
cia del metro regulado por una medi- de darle sentido de otro modo que
da fija é invariable, el ritmo variará por el armonioso conjunto de los nú-
su plan melódico y regulará su mo- meros ó cadencias (i), y que la exten-
vimiento según la modulación: sonó sión de los periodos en la prosa can-
et ipsa modulatione ducente, más tada está determinada en principio
bien que por procedimientos artificia- por la estructura de las palabras. La
les: Plerutnque invenies rationent in corta pausa que las separa, interrum-
rhythtno non artificis moderatione piendo el compás, lleva el movimien-
servatam. to de la frase musical al natural movi-
Está demostrado, y es preciso no miento de la prosa declamada.
olvidar, «que las fórmulas del canto
gregoriano no son sino una ilumina- fr. 6. £.
ción ó colorido sonoro, que reviste á
la palabra, exaltándola, no tratando (i) C. Bordes.
BIBLIOORAKIA
R. I. P.
*»— •8=*=3*-»«fr-
alguna por el valle, por los riscos y por —La Virgen te ampara en este mo-
la selva. En vano corría el niño á bus- mento. Ven conmigo, y no temas que
car sus ovejas; las tinieblas que suce- ninguna de tus ovejas se pierda.
dían al resplandor del relámpago no le Obedeció el buen pastor, y se fué
dejaban dar un paso ni atinar las ver- con aquella aparecida á una choza que
daderas sendas. En tan triste situación, cerca encontraron.
cayendo masa de granizo, rebosando — Quédate aquí, dijo la pastora;
los arroyos, temblando la tierra con duerme sin pena y sin cuidado; yo me
los truenos, todo él estremecido, hu- voy á otra choza.
yó también para esconderse en algu- Durmióse el niño dulcemente hasta
na cueva. No olvidó, sin embargo, el rayar el alba, y, recordando entonces
consejo de su piadosa madre, y co- lo sucedido, salió de la choza en busca
rriendo y temblando cogió su rosario de sus ovejas, las cuales halló á pocos
y comenzó á rezarlo en su carrera. Lle- pasos, sin faltar una.
gó sin advertirlo al borde de un pre- En vano buscó la otra choza para
cipicio, creyendo ser terreno llano, y, dar gracias á su bienhechora por el fa-
cuando iba á dar el paso que le hubie- vor recibido, pues nada encontró, ni
ra costado la vida, una hermosísima la misma choza en que había dormido
pastora se le aparece entre los mismos la halló tampoco, por más que la an-
fulgores de la tormenta y, mirándole duvo buscando.
con ternura, le dice: Fuese luego á su casa y se lo contó
—¿Adonde vas, niño, en medio de á su madre, la cual, llorando de gozo,
esta tormenta? le dijo:
—En busca de mi ganado—contestó —¿Qué pastora era aquélla sino la
él temblando; pues temo que se haya Virgen del Rosario, que vino en tu
despeñado por esas breñas. ayuda porque te encomendaste á ella?
—Detente, replicó ella; no temas Ya lo ves, hijo mío, cuánto vale esta
por tu ganado. Dios lo guardará. ¿ Qué devoción. No la dejes en toda tu vida,
palabras son ésas que vienes murmu- y cuenta á todos cómo tú, rezando el
rando ? Rosario, mereciste la aparición de la
—Es el Rosario que mi madre me Virgen, que te salvó de la muerte, te
mandó rezar en todos los peligros, resguardó de la tempestad y te defen-
pidiendo á la Virgen que me ampare. dió el rebaño.
EL GATO Y EL GALLO
L. D. V. M.
^ • * ^ w w ^ ^ ^
EL PURGATORIO
-*5—H
Ó RELIGIÓN Ó SOCIALISMO
(Continuación.)
(i) § i.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 737
(1) § 2. Alude Fr, Jerónimo á las palabras con que principia San Agustín el ca-
pítulo xtv del lib. V de sus Confesiones: Cum enim non satagerem discere qua dicebat
sed tantum quemadmodum dicebat audire, veniebant in animum meum simul cum verbis
quce diligebam t res étiam quas negligebam; ñeque enim ea dirimere poteram. Et dum cor
aperirem ad excipiendum quam diserte diceret, pariter intrabat et quam veré diceret. De
aquí se infiere la importancia grandísima que tiene la forma en la expresión de nuestros
conceptos, y aun para inculcar las grandes verdades del orden moral y religioso, como
• del pasaje transcrito se desprende. Y ¿ cómo no, siendo Dios el autor de la suprema
verdad y de la suma belleza ?
738 éL MONTE CARMELO
fi) § 3-
(2) § 4 y 5-
i»fa(SfaiSYJ*»Yi«íYÍH»Y«»Yíi<íY«Y»Yíi^ íwY«xSY«*»YÍy»Y«x»Y«x»Y*x»Yí)<^
I f f l f l f f i i f i f f f f w W ff f I f 1
VIII
paso que el mágico poder de la música crece y hace temblar los aires
y llena de armonías la casa de Dios, sacude los corazones con viveza,
las cabezas de la multitud se inclinan con humildad hacia abajo, co-
rren lágrimas de compunción por las mejillas; los cuidados, las distrac-
ciones y las miserias se olvidan; y el canto sagrado, mientras tanto, ha
cumplido con la sublime misión á que el Catolicismo le destina, que es
absorber y unificar todos los pensamientos de la multitud en un solo
pensamiento: Dios.
Nos parece que no exageramos el poder de la música al concederla
un poder tan divino como es el de mover las almas y conducirlas á la
presencia de Dios. Una conexión extraña, pero poderosa, observamos
entre el alma racional y la música. Como el alma es espíritu, y entre
las Bellas Artes es la música la más espiritual, de ahí que el lenguaje
nato ó ingénito del alma sea la música, y que el alma entienda y mani-
fieste los afectos más escondidos por medio de la música, aunque no
entienda la lengua que para ello emplea, como el ruiseñor, que sin pro-
nunciar una sola palabra, manifiesta los afectos que le dominan.
Cierto es que en este mundo nos acostumbramos á todo, y, por lo
tanto, nada nos admira. La costumbre quita á las cosas su mérito, y
sucede que el objeto más admirable no nos arrebata porque le hemos
visto muchas veces. Si no fuera una cosa tantas veces repetida, la cosa
más admirable sería escuchar el canto pausado y majestuoso de un coro
de religiosos cantando todos al unísono con un magnífico órgano. ¡ Qué
escena tan arrebatadora! Allí se vienen á la memoria las ideas más ex-
trañas; parece que se escuchan los ecos misteriosos de la eternidad sin
fin; voces ó ecos de las generaciones que pasaron, y que desde lo pro-
fundo de las tumbas nos están diciendo que todo es vanidad, menos
amar á Dios. En aquel momento, la vanidad del mundo se presenta
como objeto de vil desprecio, los hombres como seres desterrados, la
eternidad con sus inconmensurables dimensiones, los Santos en su in-
accesible felicidad, y Dios en toda su grandeza.
Pero no es solamente esto: el alma se ve transportada á edades pasa-
das, y parécela que escucha las vibraciones del arpa de David deste-
rrando los malos espíritus y los malos humores de los poderosos de la
tierra, ó haciendo saltar de alegría ante el Arca de la Alianza. Escu-
cha también la lira de Isaías entonando el feliz cumplimiento de las
gloriosas esperanzas de su pueblo; se oye á Jeremías, que, sentado só-
brelas ruinas de Jerusalén, llora las desgracias de la hija de Sión. En
fin, parece que escucha á un coro de profetas que, cada uno con su lira
en la mano, lloran las ruinas del pecado y cantan las glorias futuras de
Jesús y la dicha eterna de los Santos.
¡Oh canto celestial de los monasterios! ¡Qué sublimes enseñanzas
traes á nuestra mente, y aun más sublimes recuerdos á nuestra memo-
ria! Los desiertos de la Tebaida y de la Nitria, las ruinas de Tebas y
de Menfis, los obeliscos de Egipto, el ruido de los torrentes á,e las SQ-
742 EL MONTE CARMELO
EL P. HERMANN
(Continuación.)
XV
El año 1862 fué uno de los más canonización debiera tener lugar
notables del glorioso y fecundo rei- el día de Pentecostés, 8 de Junio.
nado del gran Pío IX. Despojado Sabido es cómo el universo entero
de la] mayor parte de sus estados; respondió á esta simple indicación
rodeado de enemigos que socava- de Pío IX; pues no sólo obispos,
ban su trono temporal, apelando sino simples sacerdotes y seglares,
á todos los medios que el odio y la acudieron á la ciudad de los Papas.
hipocresía, unidos á la violencia No hay duda que fué una impo-
pueden'emplear, dio al mundo en- nente manifestación que evidenció,
tero una prueba de su inquebran- no obstante los ataques y calum-
table confianza en los destinos in- nias, la vitalidad y la grandeza del
mortales de la Iglesia. Catolicismo.
Así es que, á pesar de sus innu- El P. Agustín tuvo el consuelo
merables enemigos que por doquie - de tomar parte en esta grandiosa
ra le^acechaban, resolvió invitar á asamblea y de presenciar los triun-
todos los obispos del orbe católi- fos de Pío IX.
co á fin de'que viniesen á Roma y Algunos días después de su llega-
asistieran á la solemne canoniza- da á Roma se encontró con Listz,
ción de los mártires del Japón, cuya su antiguo maestro, á quien no ha-
744 EL MONTE CARMELO
(Continuación.)
Pesetas.
*
¡¿ONSAGRACIÓN DE LA IGLESIA DEL ROSARIO DE LOURDES.—La pren-
sa católica francesa llegada estos días trae extensos detalles
de tan importante ceremonia, que se verificó el 5 de Octubre, ante
una inmensa muchedumbre de peregrinos de todas las naciones.
Asistieron 2 cardenales, 26 obispos y más de 20.000 personas.
Por delegación del Padre Santo hizo la consagración solemne el
Emmo. Sr. Cardenal Langenieux, Arzobispo de Reims, asistido de
quince prelados.
Además concurrió al acto y dio su bendición á los asistentes el
Emmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Malinas.
Organizóse después una devota procesión, formada por miles de
peregrinos.
RUSIA EN FAVOR DE LAS ÓRDENES RELIGIOSAS.—En un extenso me-
morándum, redactado en gran parte por Kinoview, embajador de
Rusia en Constantinopla, se consigna que sería de mucho interés
para la influencia rusa en Oriente el aprovecharse del desorden que
amenaza á las congregaciones francesas establecidas en Turquía,
para tomarlas en Rusia bajo su protección, siguiendo la política de
Catalina la Grande, cuando ofreció hospitalidad á los jesuítas expul-
sados de Francia en el siglo xvm.
SALVAJADAS LIBERALES. —Pasado el verano, los sectarios han roto
de nuevo las hostilidades. Ya tenemos otra vez á las turbas antirre-
ligiosas en las calles. Han empezado por Gijón y seguido por Oviedo,
y continuarán cuando les plazca y por donde les plazca. Cuentan con
la impunidad, y los valientes de la revolución saben aprovecharse de
las circunstancias.
Lo ocurrido en Gijón es lo siguiente: Salió el domingo anterior la
segunda procesión del Jubileo, concurriendo más de cuatro mil ca-
tólicos de ambos sexos.
Los sectarios promovieron gran tumulto antes de salir la proce-
sión, y, en su vista, las autoridades ordenaron la suspensión.
Los católicos, indignados, protestaron contra la suspensión, ale-
gando que estaban en su derecho.
CRÓNICA GENERAL 757
BALADAS ALEMANAS
LA ANCIANA LAVANDERA
¿Veis allá abajo, en medio de las te- yecto!... Ha comprado lino, y durante
las tendidas, aquélla de blancos cabe- la noche, velando cerca de su torno,
llos? Ella trabaja siempre: á pesar de ha hilado el lino, y ha llevado el hilo
sus años, es la más vigorosa de todas al tejedor. Este ha hecho con él un
las lavanderas. Resignada y dulce, ha trozo de tela, y de esta tela misma se
comido siempre el pan noblemente ha cosido una mortaja.
ganado con el sudor de su frente; sin ¡ Cuan precioso es para ella su traje
desfallecer jamás, ha llevado la cruz de muerta! Ella lo guarda en el sitio
que Dios ha puesto sobre sus hombros de honor, en la vieja alacena: es toda
para el camino de la vida. su riqueza, su único tesoro. Los do-
En la primavera de sus días, ella mingos, por la mañana, se lo pone pa-
amó, esperó, fué esposa fiel y virtuo- ra penetrarse mejor de las palabras
sa. Las penas y los dolores no le fue- de Dios, lo vuelve con alegría á su
ron excusados; cuidó á su marido has- sitio, esperando la hora en que lo
ta la muerte, guardando sólo para sí la vestirá para su último sueño.
fe y la esperanza. ¡ Ah, cómo desearía yo, en el ocaso
Sola ya, se sacrificó por sus hijos, de mi vida, haber cumplido tan bien
formándolos para la virtud y el honor. como la anciana lavandera todos mis
El trabajo y el orden fueron los únicos deberes! ¡ Cómo desearía haberme re-
bienes que pudo darles. Y cuando sus confortado como ella en la copa de la
hijos queridos tuvieron que separarse existencia, para poder mirar mi ves-
de ella, los bendijo y los dejó partir. tido de muerto con la dulce alegría
¡Hela allí, sola y anciana! Su ardor con que ella mira el suyo!...
gozoso no la ha abandonado.
Ella ha economizado: ¡tenía un pro- C/jamiss.
Año II. 15 de Noviembre de 1901. Húm. 34.
c
!Üf
UpKBRiGAMOS íntima y arraigada persuasión de que algunas
Js? t de las obras escritas por N. P. San Juan de la Cruz están
ocultas é ignoradas, ó quizás han desaparecido, destruidas por la
acción de los tiempos ó el fuego de las revoluciones, y de que
parte de las publicadas adolecen de defectos, incorrecciones y
erratas cometidas por la causa que siempre comete estos delitos:
la publicación de nuevas ediciones sin compulsar los originales.
La humildad del compañero de Santa Teresa, ó, quizás más que
eso, la elevación de su espíritu y alteza sublime de sus doctrinas,
no comprendida por lo ordinario de los humanos, debió de hacer
que pasaran desapercibidas muchas de sus producciones. El Doc-
tor de Fontiveros practicó como máxima de vida y norma de con-
ducta la nada, el ocultamiento, la negación de todo halago de
vanidad, de toda satisfacción de amor propio: de ahí el que se
escondiera con exquisito cuidado á las miradas humanas, y pu-
siera coto á toda manifestación de ingenio que pudiera servir de
tropiezo á los pasos de su espíritu humilde. Por otra parte, no
estuvo en las condiciones de Santa Teresa, que, aunque igual-
mente humilde y enemiga de toda ostentación vana, fué precisada
por la obediencia á escribir lo que Dios comunicaba á su privile-
giado espíritu y á entregar sus manuscritos á los confesores, que,
admirados de la riqueza de doctrina acaudalada en aquellas pági-
nas, los dieron publicidad é hicieron llegar á todas partes. Pero
San Juan de la Cruz, que escribía tan sólo á impulsos del fuego
que ardía en su espíritu, ó, á lo más, movido por los ruegos de
algún alma santamente codiciosa de conocer las cumbres de las
regiones místicas, ponía los productos de su inspirada pluma bajo
la custodia del secreto ó las llaves de un archivo claustral. Por
eso, mientras alguna de las obras de la Maestra del Carmelo era
impresa viviendo aún su autora, y casi todas poco después de su
muerte, las de su compañero en doctrina y trabajos de reforma
768 EL MONTE CARMELO
IMMORARE T Ú M U L O
VIATOR.
HOC Q U I E V E R E IN LOCO
B. JOANNIS A CRUCE
EXUVIiE V E N E R A N D A .
ORDINIS CARM. EXCALCEATORUM H U M I L I S PARENS
^ R U M N I S AC LABORIBUS CONFECTUS
ARDUAS VIT.E SEMITAS VIRTUT1BUS L U C U L E N T E R
E T S C R I P T I S SAPIENTISSIME PERLUSTRAVIT.
CCELO PROPINQUUS VITAM DUXIT COELESTEM:
UBET.E VITA C E S S I T
GLORIOSUS M E R I T I S , RAPTUS AD SIDERA.
VETERUM PIETAS HOC SACELLUM EXTRUXIT.
Ilmus. DD. Xaverius Palacio, Comes, Ord. eq. S. Jacobi Gien Praefecti^s,
lapidem hunc propiis sumptibus ob memoriam tanti viri, et in honorem civitatis
Ubetensis libenter ac devotissime dicavit.
Anno Domini MDCCCLXXV.
EL ESCAPULARIO
(Continuación.)
gan los unos á sostener los intereses de los otros, formando ade-
más liga ofensiva y defensiva para mantener los derechos é inte-
reses comunes, prometiendo solemnemente observar todo lo con-'
certado.
Estos pactos ó alianzas no son solamente propios de los hom-
bres: Dios Nuestro Señor, que es omnipotente y nada necesita de
ellos, ha hecho con éstos alianzas y pactos de paz y amistad. A
Noé le dijo después del diluvio: Haré alianza contigo, y con tu li-
naje después de ti; estableceré contigo mi alianza, y toda carne que
tiene vida no perecerá ya más por las aguas del diluvio, y no habrá
en adelante otro diluvio que extermine la tierra (i); y pintó en los
cielos el arco-iris como señal de la alianza que con Noé pactaba.
Más tarde renovó esta alianza con Abraham, y como señal de este
pacto estableció la circuncisión para su pueblo. La Ley que dio
Moisés en el Sinaí contenía los artículos principales de una nueva
alianza con el pueblo escogido, por la cual se comprometía Él á
salvar á su pueblo de la esclavitud, defenderle de sus enemigos,
ser su Padre y Señor, atender á todas sus necesidades y llevarlo-
á la tierra de promisión, y el pueblo por su parte tenía el com-
promiso de no reconocer otro Dios que el Señor, servirle y ado-
rarle , y guardar los preceptos de su santa Ley.
Pero es de observar que nunca hizo alianza ó pacto alguno Dios
Nuestro Señor con otro que no fuera su pueblo, Moisés, Abra-
ham, Noé.
De la misma manera, la Virgen Santísima, que imita muy de
cerca los efectos de la benevolencia de Dios para con los hom-
bres, aunque nada necesite de éstos, hace también sus pactos y
alianza de paz con su pueblo escogido, que son los carmelita*
religiosos, terceros y cofrades, para comunicarles los tesoros de
su corazón y ayudarles con el auxilio de su brazo casi omnipo-
tente. Ella se presenta, pues, á San Simón Stok, que era el cau-
dillo de su pueblo predilecto, y le dice: « Este Escapulario que te
traigo será la señal del tratado ó confederación de paz y alianza
que desde hoy queda establecido entre nosotros: vosotros os
obligaréis á servirme, á honrarme de corazón, á amarme de ve-
ras, vistiéndoos mi librea para demostrar que me pertenecéis, y
Yo por mi parte me comprometo á velar por vosotros, á defen-
der vuestros intereses espirituales, y también temporales, si en-
»
LOS PERSEGUIDOS
(Continuación.)
(0 § 6.
782 EL MONTE CARMELO
<t) 81.
FR. JKRóNIMO DE SAN JóSE 783
lector, no leerlas, sino verlas, sin acordarse del autor que las es-
cribe» (1).
Por lo que toca á buscar el que escribe particular loa de sus pren-
das y cualidades, «debe aquí—dice Fr. Jerónimo—poner límite la
modestia, á quien pertenece refrenar la ambición y contener el áni-
mo en la moderación de los afectos, mortificando la viveza de éste,
que así tiranamente arrastra á los mortales. Considere el que en su
Historia se le rinde que ningún camino hay más cierto de perder
la estimación que el desordenado afecto de buscarla; porque, como
el honor sigue á quien le huye, así huye de quien le sigue, como si
le fuera persiguiendo; que persecución es, sin duda, contra el ho-
nor el ansia de buscarle» (2).
Y cuando al historiador se ofreciere tratar de cosas pertinentes á
sus deudos, amigos y compatricios, «debe — dice Fr. Jerónimo —
también templarse con la rectitud de la justicia... ¿Quién duda que
á los tales se debe, en los monumentos de la posteridad, la memo-
ria que los méritos de cada uno piden? Pero no con encuentro de la
verdad, usurpando las glorias que á otros se deben, ni encarecién-
dolas con excesiva afectación... Haga cuenta el historiador, cuando
le es forzoso hablar de sí y de los suyos, que habla de un tercero y
de personas y gente muy extrañas, y, tomando en la mano la regla
de la verdad y rectitud, sólo con ella mida lo que hubiese de escri-
bir. Y aun entonces, en lo que fuese de más loa suya y más en su
favor, no creyendo á su más rígida austeridad, temple en buena
parte la relación afectuosa, que así quedará más ajustada, porque
siempre lo propio nos tuerce al extremo de su favor, y es menester
para dejarla derecha retorcer la vara al extremo contrario» (3).
Hay otro afecto que ejerce tal vez mayor imperio y tiranía sobre
el historiador, y es la inclinación que siente hacia las personas ex-
trañas, llamadas por Fr. Jerónimo con este nombre «á las que no
por algún respeto propio de familia, nación ó gente mira el histo-
riador, aunque sean tales, sino por otros en que se ceba su ambi-
ción ó su interés, porque respecto de este intento es cosa acciden-
tal que sean propias ó extrañas las personas de quien escribe; y
porque él en su intención las mira con extraños ojos sólo en orden
á su comodidad ó ambición, las llamamos así... Pretende y espera
(el historiador) de algún Príncipe ó República, y, armado de todas
(I) § »•
(») § 3-
(3) §4
784 EL MONTE CARMELO
(O §5-
(2) §6.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 785
(1) §7-
EL P. HERMANN
XV
(Continua oión.)
SECCIÓN MUSICAL
DOS PALABEAS
Pesetas. .
Jinete sobre pacífica muía, modes- —¿Adonde vais solo por estos ca-
tamente enjaezada, iba un religioso minos, exponiéndoos á mil peligros?
por el solitario camino que de Toledo —Voy á Segovia; el peligro no me
á Segovia conducía durante la segun- espanta, y allá me dirijo confiado en
da mitad del siglo decimoquinto. la Providencia Divina.
Poblaba el rostro del fraile larga —¿A qué Orden pertenecéis?
barba gris; su frente ancha, escruta- —Mi hábito lo dice; soy francis-
dora su mirada, y demacradas las cano.
mejillas. —Gran Santo fué el fundador de
Marchaba el buen religioso al paso vuestra Orden.
reposado de su cabalgadura, parán- —Después de Jesucristo, el proto-
dose á contemplar de cuando en cuan- tipo de la humildad y el amor.
do el panorama que ante su vista se Cesó la conversación de los vian-
desplegaba, y que más tenía de triste dantes, y largo trecho caminaron el
que de alegre, sin que, al parecer, nin- caballero y el religioso, guardando
gún temor sintiera en el ánimo á pe- profundo silencio; pero como no es
sar de la soledad de aquellos lugares fácil conservar mucho tiempo esa acti-
y de la gente maleante que en tiempos tud de reserva entre dos personas
de revueltas populares abundaban en que viajan juntas, el caballero, que
Castilla, como abunda en iguales cir- soldado parecía por su marcialidad y
cunstancias en todas partes. sus armas, rompió el silencio diciendo:
De repente, en una curva del camino —Perdonadme, Padre, mi indiscre-
apareció ante la presencia del cami- ción; pero, si no lo habéis de llevar á
nante un caballero jinete sobre arro- mal, quisiera haceros una pregunta.
gante corcel, espada al costado, puñal —Hacedla en buen hora.
á la cintura y hacha de armas pen- —¿Qué objeto os hace ir á Segovia?
diente de la silla. Detuvo aquél su —Perdone el noble caballero que le
brioso caballo al divisar al fraile, y, conteste con otra interrogación. ¿Con
cuando ya le vio cerca de sí, saludó- qué objeto queréis conocer el motivo
le quitándose el birrete, adornado de de mi viaje?
pluma, con estas palabras: —Os lo diré. Al salir yo de Segovia,
—Dios os guarde, Padre. hace días,corría porla ciudad el rumor
—A vos os acompañe—contestó el de que la reina Isabel había deter-
religioso. minado elegir para confesor á un fraile
8oo EL MONTE CARMELO
franciscano, del que se cuenta que es que al fin no lo considero como cosa
hombre de férreo carácter, sabio, vitanda.
humilde al mismo tiempo, y al veros —De modo que no pensáis influir
he pensado si... respecto de esta materia en el ánimo
—Y habéis pensado bien, señor... de la Reina, á fin de qué el Rey...
—D.Juan de Pacheco, marqués de —No prosigáis por ese camino. Voy
Villena, para servir á Dios y á vuestra á ser consejero espiritual de S. A.T
paternidad. pero no de las cosas temporales.
—A Dios, sobre todo. —¿Y si llegaseis á ser más que con-
—¿Y vos quién sois? fesor?
—Fray Francisco Jiménez de Cis- —¿Qué queréis decir?
neros, elegido por S. A. para direc- —Si llegaseis al puesto de conse-
tor de su alma. jero de gobierno, ¿qué haríais?
—Os felicito. —Dios sólo lo sabe; yo lo ignoro,
—No me felicitéis; porque, si con- porque no he pensado nunca en esa
fesar á los humildes labriegos es carga circunstancia, que me parece casi tan •
difícil, oir en confesión á príncipes difícil como la realización del proyec-
poderosos debe ser empleo de inmen- to que se atribuyó á vuestro ilustre
sa responsabilidad ante Dios y la his- tío de hacerse inmortal en el fondo de
toria. una redoma, como si el hombre fuese
—La Reina es buena. una guinda puesta en alcohol.
—Así lo dicen cuantos la conocen. —Epigramático sois, Padre.
—Si fuera el Rey... ya sería otra —No tanto como vos cuando erais
cosa. partidario de Doñajuanala Beltraneja.
—¡Hola, hola! Por lo visto no sois Pero oid bien ahora lo que os voy &
partidario del rey Fernando. decir. Si yo llegara á ejercer influen-
—Es que el Rey tiene más cariño á cia en los negocios temporales del rei-
Aragón que á Castilla. no, procuraría su unión á toda costa;
—¡Bah! Como vos tendréis proba- pero sin pretender sacrificar los afec-
blemente más afecto á Castilla que á tos y legítimas tendencias, demostra-
Aragón. No es fácil borrar el amor dos en forma pacifica, que cada uno
nacido en la cuna; por eso, cada uno tuviera en favor del lugar donde hu-
ama, ante todo y sobre todas las cosas biera nacido.
de la tierra, aquella en que vio la luz —Quedad con Dios, buen Padre, y
primera. cuidad de vuestra penitente.
Mirad, yo soy un pobre religioso — Id con El, señor marqués de Vi-
que hizo renuncia á todos los afectos llena, y tened cuidado con vuestras
del mundo al ingresar en la Orden á conjuras y veleidades.
que pertenezco; pero una cosa es Picó el jinete á su caballo, salió eJ
renunciar al disfrute de honestos pla- bruto á escape, dejando atrás una
ceres y otra el sentimiento que hacia nube de polvo que envolvió al pobre
ellos nos arrastra; y aquí, donde me fraile, el cual, al paso de su pacífica
veis, sin aspirar á otra cosa que al muía, siguió su viaje rezando á ratos,
exacto cumplimiento de mis deberes, contemplando el paisaje desarrollado
recuerdo con íntima satisfacción al- ante sus ojos.
gunas veces mi pobre casa, mi hu- No habían pasado muchos años,
milde aldea y los pobrecitos compa- cuando el marqués de Villena y otros
ñeros de mi infancia. ¡Qué queréis! nobles levantiscos de aquella época
El hombre es así, y será tarea inútil tuvieron que humillar sus armas ante
pretender modificarlo en ese sentido, el sayal del fraile franciscano.
S. J/torales.
«T e*m:>Ji:
S.W1
•, s • /
ͧY//. s
LA BULA "INEFFABILIS,,
LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN
(Continuación.)
Dos cosas son necesarias para que uno pueda satisfacer por
otro: primero, que las obras buenas que hace sean penosas, es
decir, que se ejecuten con algún trabajo ó fatiga del cuerpo,
como, por ejemplo, la abstinencia, el ayuno, la disciplina, las vi-
gilias, la oración vocal ó mental; y segundo: que se haga espe-
cial mención ó aplicación particular á determinada ó determina-
das personas.
Esta doctrina, netamente católica, es el fundamento ó base en
que se apoyan las Órdenes religiosas al establecer la comunica-
ción de obras á los que se asocian á ellas.
Wiclef y sus sectarios negaron é impugnaron este derecho de
las Órdenes religiosas; pero contra estos herejes se levantaron
innumerables doctores, así del clero secular como del regular,
entre éstos los doctores carmelitas Ricardo Lavingamo, de la
Universidad de Oxford, en 1380; Alano de Lima, de la Universi-
dad de Cantabrigia, en 1417; Juan Beston, en 1423, que fué en-
viado por el clero de Inglaterra para representar esta nación en
«1 Concilio Constanciense; Juan Bérgamo y otros, que con su elo/-
cuente palabra y sus escritos refutaron á los sectarios herejes;
pero de una manera especial aplastó la cabeza de aquella herejía
Tomás Valdense, llamado por el Papa Martino V Espada de la
Iglesia. Este ilustre doctor carmelita defiende que no es cosa
nueva esta comunicación especial ó singular, sino muy antigua
•en la Iglesia, puesto que Pablo, Juan, Timoteo, Silvano y otros
ofrecieron ya sus méritos y obras buenas á algunos cristianos más
amigos ó más bienhechores de la naciente Iglesia.
Que la Orden carmelitana, como las demás Órdenes religiosas,
pueda conceder esta comunicación, consta de las bulas y rescrip-
tos pontificios y de las constituciones propias. Esta comunicación
se hace de dos maneras: una mediante las letras ó patentes de
filiación ó adopción, y otra por la simple recepción del santo Es-
capulario.
El Papa Clemente VII, en.su bulá; que comienza Ex Clerrienti
Sedis Apostólica, del año 1530, da facultad á los Superiores de
nuestra Orden para que puedan conceder participación de todos
los bienes, gracias y privilegios apostólicqs, no sólo á los cofrades
que reciben el santo Escapulario, sino también á los seglares que
quisieren gozar de los beneficios de los cofrades; y esta bula la
confirmó después Gregorio XIII, en 1577, por otra que comienza:
Ut laudes Gloriosissimce Virginis. Y en el transcurso de muchos
siglos, y ya desde su fundación, han venido concediendo los Su-
808 EL MONTE CARMELO
sus desiertos para levantar sus manos puras y sus corazones ino-
centes al Cielo, como hermosas flores que se abren para agrade-
cer con el perfume de sus aromas al astro que las vivifica. Atién-
dese también á los innumerables prelados de esta Orden, que,
además de estar atareados con la prática de todas las virtudes re-
ligiosas y con los rigores y austeridades del claustro, cual muro
por la casa de Dios, é investidos del celo y virtud de su santo
Patriarca Elias, no han perdonado jamás el arrostrar miles dé
trabajos y peligros para llevar á Cristo Príncipe Pastor los re-
baños que les estaban confiados. Obsérvese con igual atención
á millares de obreros infatigables, siempre y siempre en apre-
miante alarma contra las embestidas del enemigo común, en ra-
zón del fuego que les devoraba por la salvación de las almas;
éstos en sus predicaciones apostólicas, aquéllos leyendo la doc-
trina pura en las cátedras, unos escribiendo en el retiro de sus
celdas libros llenos de erudición, otros meditando en la ley santa
de Dios de día y de noche, llorando los pecados ajenos, desean-
d o , cual otro Pablo, ser anatema por sus hermanos, y solicitan-
do de la divina misericordia el perdón de los pecadores. Obsér-
vese todo esto, y se verá el inmenso tesoro de méritos que posee
el Carmelo, del cual participan todos sus asociados.
Después de estos obreros infatigables podemos colocar otro be-
llísimo ramillete de lindas flores de todos los matices, como son
las innumerables heroínas que también en sus soledades y clau-
suras ha producido este Monte; esta religión que se interpreta fer-
tilidad, cuya muchedumbre incontable ostenta en sus anales el
Carmelo, así el antiguo como el mbderno, tanto el de la observan-
cia regular como el de la gran Teresa de Jesús. ¿Qué no merecen
esas vírgenes santas que, deshaciéndose con un valor heroico de
los amorosos brazos de sus padres, y dando el último beso á su
cariñosa madre, con un adiós á sus hermanos y amigas, salen de
su casa para esconderse en un claustro y allí, sujetas volunta-
riamente á la austeridad y penitencia, llevando una vida del Cie-
lo , ofrecen en sacrificio su cuerpo para que se consuma en las
purísimas llamas del fuego de la caridad? ¡Qué bendiciones y mi-
sericordias , gran Dios, no os provoca á conceder sobre la Her-
mandad del santo Escapulario y cada uno de sus asociados la
santidad y perfección de tantos coros de esposas vuestras! ¿Qué
tesoro tan grande, qué inmenso cúmulo de bienes espirituales no
poseerá esta Orden antiquísima que ha producido Santos tan
grandes como Elias y Elíseo, Cirilos y Albertos, Angelos y To-
810 EL MONTE CARMELO
(Continuación.)
(0 §i.
8l2 EL MONTE CARMELO
(1) §2.
(2) §3-
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 8lJ
(i) §4-
•Aj»ij»ij»sj^¿jfAj»Ajféj^Yj|| ?*Yíi¿YívSYí*íYí*SYíii5Y3*y}*Yí«»Yíi
WBjmswMffiMKMmm,
IX
EL R HERMANN
XV
(Continuación.)
XVI
EL P. HERMANN EN EL DESIERTO
haber residido los seis meses últi- María obtuvo para mí del Dios de
mos en el santo Desierto de Taras- la Eucaristía una curación infini-
teix, situado en los altos Pirineos, tamente más importante que la de
fui atacado de una ophthalmia tan los ojos carnales, el curarme de la
grave, que la obediencia me obli- ceguedad judaica... mucho mejor
gó á ir á Bourdeaux con el objeto podía curarme de la ceguedad fí-
de consultar á un célebre oculista. sica.
Ya un mes antes de mi partida me »Di principio á la novena el 24
prohibieron todo género de lectu- de Octubre, fiesta de San Rafael,
ra, sin exceptuar el mismo Brevia- que había curado al viejo Tobías
rio. El sabio oculista examinó mis de su ceguedad... El sexto día de
ojos con seria atención y con la la novena fui á pie desde nuestro
más cordial solicitud, y al momen- convento de Bagneres hasta Lour
to comprendió que el estado de mi des... El último día de la novena,
vista era alarmante, pues había hallándome en la misma gruta,
descubierto verdaderas obnubila- junto á la fuente, y después de ha-
ciones, una excavación en las pu- ber humedecido mis ojos con el
pilas ópticas y un tinte pardusco agua de la fuente, me sentí libre
en el fondo de la lama cribosa. Del de todo malestar. Desde entonces
concurso de t o d o s estos hechos escribo y leo cuanto me place sin
saca en consecuencia la existencia anteojos, sin esfuerzo y sin fatiga,
de una enfermedad que en medici- y fijo la vista en la luz del Sol, del
na se llama glomoma; me manifes- gas ó de las bujías, sin sentir la
tó que no había remedio con qué menor molestia...
evitar la inflamación, y que por lo »Por eso me veo obligado á pu-
tanto se imponía la escisión del blicar la bondad del corazón de
iris; operación inventada por el María».
Dr. Graefe, de Berlín... El P. Hermann volvió al Desier-
»Mi mal iba en aumento cada to , siendo en él un modelo acaba-
día. Abandoné Bourdeaux armado do de todas las virtudes. Pero no
de anteojos preservativos, de cris- debía de disfrutar mucho tiempo
tales biconvexos, de una visera de tan dulce soledad. El Capítulo
verde, y de una multitud de pre- Provincial le nombró primer Defi-
caucipnes. Las sandalias fueron nidor y Maestro de novicios. Poco
reemplazadas por un calzado fo- tiempo antes, la piadosa persona
rrado de pieles, y la tonsura hube que le participó de parte de Dios
de cubrirla con un gorro lo más la noticia relativa á la salvación de
caliente posible. Al fin quedé poco su madre, le escribía también de
menos que ciego. parte de Dios: «Di al P. Hermann
• Viéndome en tal estado, deter- que no debe permanecer en el De-
miné hacer una novena á Nuestra sierto, sino que es preciso que lu-
Señora de Lourdes. Me vino á la che».
memoria que, hace veintidós años,
XVII
EL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN
III
QUÉ COSA SEA LA RELIGIÓN
'ÜEEWÍ^.
(Continuación.)
Allí todo es muy simple, muy primitivo, muy pobre: todo se admi-
nistra con la más rigurosa economía. Se instruye á las niñas en las
labores propias de su sexo, y á los hombres en carpintería, albañile-
ría, herrería, cerámica y otras obras manuales que, al salir del Asi-
lo, les proporcionen un honesto vivir. Hacemos poco, muy poco, por-
MISIONES CARMELITANAS 827
que los recursos con que contamos no nos habilitan para más; lo cual
significa una gran pérdida de almas para el Cielo y hombres útiles
á la sociedad.
En un país donde la pobreza es tan grande entre las castas bajas
que forman el núcleo de la población; donde las epidemias son tan
frecuentes, y donde no hay hospicios oficiales, ya comprenderán mis
lectores que el misionero ha de tropezar con numerosos niños y a n -
cianos en el mayor abandono y desamparo. Yo me haría intermina-
ble si quisiera referir las mil dolorosas escenas que he presenciado.
Es una pequeña aldea: todos en ella dan culto á Satanás, excepto
una familia que había abrazado nuestra santa fe. A su cabañita lle-
g a b a , en triste día, un misionero á todo galope. ¡Qué horror! El pa-
dre , único sostén de aquella familia, yacía en un charco de sangre.
Había caído de un gigantesco tamarindo, con tan mala suerte, que
se fraccionó el cráneo; la madre, hidrópica de mucho tiempo, murió
efecto de la enfermedad y del dolor aquella misma tarde, y queda-
ban tres hijos y tres hijas en el mayor desamparo. ¿Qué hacer de es-
tos pobrecitos huérfanos? ¿Dejarlos á merced de aquellos idólatras
para que profanaran aquellos cuerpos, templos del Espíritu Santo, y
los obligaran á postrarse ante el inmundo ídolo de Satanás? ¿Podía
un hijo de Santa Teresa resignarse á perder aquellas seis almas ino-
centes que había regenerado con las puras aguas del bautismo, y
que sollozando le rodeaban como á su único padre y amparo ante los
cadáveres de los que le dieron el ser? ¡Pónganse mis lectores en lu-
gar del misionero, y mediten qué partido hubieran tomado!
En otra ocasión administré el santo Bautismo á una anciana y sus
dos hijas, ya adultas. Pertenecían i la casta shunambu-paraver, en
la que no se contaba un solo cristiano. Su conversión á nuestra reli-
gión santa fué pecado de lesa-casta, y de ella las arrojaron. Arrojar
de la casta significa privación de herencia, de fuego, agua, de todo
auxilio y comunicación con los de su clase. Aquellas pobres mujeres
estaban condenadas á una apostasía inevitable, á una vida de diso-
lución ó á una muerte cruel por hambre. ¡Cuánto sufrieron ellas y
cuánto sufrí yo hasta que pude colocarlas en el Asilo, sólo el Señor
lo sabe! Tengo el inefable consuelo de participar á mis lectores que
una de las hijas es hoy fervorosa carmelita terciaria, y la otra es un
apóstol de su casta, habiendo logrado ya otras conversiones. Sé que
son almas muy buenas, y sólo por ellas doy por bien empleados to-
dos los trabajos y pequeñas privaciones de mi vida apostólica.
Hallábame otra vez conversando con el R. P. Director del Hospi-
cio del Sud de la Misión. Dábame cuenta este piadoso y celosísimo
carmelita de las costosas reformas necesarias en los departamentos
del Hospicio, y de las dificultades en que se encontraba para man-
tener y educar á los acogidos. Sentados á la refrigerante sombra de
una frondosa jaka (artocarpus integrifolia), enumeraba yo, en res
828 EL MONTE CARMELO
Pesetas.
Sabido es que, además de las Orde- men, dar algunas nociones en general
nes regulares, las Congregaciones re- sobre todas estas sociedades.
ligiosas y las Terceras Ordenes secu-
lares , hay en el seno de la Iglesia otra
multitud de sociedades que podemos
DEFINICIÓN Y DIVISIÓN
llamar eclesiástico -religioso-secula-
res, en las que se reúnen los fieles
Según la doctrina del sabio carme-
con el fin de practicar alguna obra de
lita descalzo R. P. Teodoro del Espí-
piedad, caridad ó religión.
ritu Santo, podemos definir estas so-
Es de suma importancia, especial-
ciedades en general diciendo que son
mente en la práctica, el conocer el fin
Congregaciones ó reuniones de mu-
ú objeto de cada una de estas socie-
chos fieles con el fin de practicar al-
dades , las prescripciones de la Iglesia
guna obra de piedad, instituidas por
con respecto á su erección ó agrega-
la autoridad de la Iglesia.
ción, condiciones que deban cumplir
i.° Estas sociedades, por razón de
para ganar las indulgencias y las rela-
los miembros que las componen, que
ciones que tengan con el Ordinario,
en su mayoría son seglares, se llaman
con el Cura y con las demás socieda-
seculares, para distinguirlas del clero
des, porque, según el fin principal de
secular y del regular: se les llama
cada una y las condiciones ó medios
también eclesiásticas p o r q u e están
de que se valgan para conseguirlo, se
fundadas por la autoridad de la Iglesia;
le da el nombre de Cofradía, Asocia-
y porque su fin principal es el ejerci-
ción, Congregación, A g r e g a c i ó n ,
cio de alguna virtud como la piedad,
Unión ó Pía-Obra.
la caridad ó la religión, son también
Comoquiera que el cumplimiento religiosas.
de muchas de las condiciones que im- 2.° No pueden pertenecer á esta
pone la Santa Sede son de absoluta categoría, según el ya citado P. Car-
necesidad, ya para la validez de su melita, con otros autores (i), las socie-
fundación, ya para ganar las indul- dades cuyo fin principal sea puramen-
gencias concedidas por los Pontífices, te comercial ó industrial, por más que
y muchas veces la ignorancia de es- tengan alguna iglesia ú oratorio don-
tos requisitos priva á los fieles en
ellas inscritos de muchos bienes es-
pirituales, hemos creído conveniente, (i) Tract. dogm. moralis de indulg.,
part. II, p. 116. Barbosa, Juris ecclesiast.
antes de entrar en lo perteneciente á univers., lib. n , cap. n , n. 66 et seq.
la Archicofradía de la Virgen del Car- Bassi, Tract. de Sodalitüs, quasst. vm.
832 EL MONTE CARMELO
de se reúnan sus miembros para al- por otra parte no dejaría de parecer
gún fin piadoso. En este caso serán una arbitrariedad, lo suprimimos.
piadosas, pero de ninguna manera Las reglas que generalmente da la
eclesiásticas ó religiosas, porque ni su Santa Sede, lo mismo sirven para
fin principal es el ejercicio de alguna unas que para otras, como se puede
virtud moral, ni están fundadas por la ver en muchos documentos pontificios,
autoridad de la Iglesia. y en especial la Constitución de Cle-
Estas sociedades se dividen: i.° En mente VIII Quacumque, en la que
centrales ó primarias y en agrega- se ve claramente que las leyes de la
das ó secundarias. Las primeras son Sagrada Congregación de Indulgen-
todas aquellas que tienen el privile- cias, con relación á la comunicación
gio de poder agregarse todas las de- de gracias y privilegios, son comunes
más de su nombre é instituto y comu- á todas. De ahí el que muchas veces
nicarles, en virtud de la legítima agre- se tomen como sinónimos los nombres
gación, todos los privilegios é indul- de Confraternidad, Asociación, Con-
gencias que ellas tienen. Las segun- gregación, Pía Unión y Obra pía,
das son todas las que, no teniendo di- etcétera, etc., como lo vemos en mu-
cho privilegio, sólo tienen el de poder chas decisiones de la Santa Sede (I).
ser agregadas á otra central ó prima- Hay empero que advertir que para
ria. 2° Pueden ser también univer- que esas Asociaciones y Pías Unio-
sales, locales ó regionales, según que nes puedan ganar las indulgencias, ade-
estén erigidas para todo el orbe cató- más de estar agregadas á otra central
lico ó solamente para un determinado ó primaria, deben tener la erección
lugar ó región (I). canónica y estar sujetas á la vigilan-
3. 0 También las podríamos dividir cia y dirección de la Iglesia. Y que
en colectivas é individuales, por cuan- las leyes que la Santa Sede da en ge-
to las hay que para la consecución de neral para todas estas sociedades no
su fin se necesita la reunión de sus se pueden aplicar á las que no estén
miembros, mientras que en otras no canónicamente erigidas, por más que
hay esta necesidad, sino que cada in- sean pías y hayan obtenido la simple
dividuo de por sí puede llenar el fin aprobación de la Iglesia, porque no
de la sociedad; pero comoquiera que es lo mismo creación canónica que
para el lucro de las indulgencias no se simple aprobación.
atiende á esta pequeña diferencia, y (Se continuará.)
(1) Decret. autth., n. 158,452 et 453.
Rescr. autth., n. 335, 412, et in Summ.
(í) Decr. 26 Nov. 1880, n. 453, 1,11. 28, p. 455; 48, 343; 49, p. 649.
ERDADEROS CIVILIZADOKES.—Han salido de Santander con rumbo
á Méjico nuestros queridos hermanos de hábito los Padres Ci-
ríaco, Simón y Basilio y el Hermano Benito, y con dirección á Puerto
Príncipe el Padre Marcos y el Hermano Domingo, que, alentados por
su celo apostólico y con la bendición de la obediencia, van á aquellas
tierras á continuar la grandiosa obra que España emprendió un día
y llevó á tan alta cima, con tanta gloria para nuestra nación y tanto
provecho para el Nuevo Mundo. Que el Señor les dé feliz navegación,
y guíe sus pasos y haga fecundo su ministerio.
D E L HOMENAJE DE LOS NIñOS AL SALVADOR.—Dos obras á cual más
grandiosas vienen ocupando ha tiempo la atención de la prensa; la
peregrinación á Nuestra Señora del Pilar y el homenaje de los niños
al Divino Redentor. Habiéndonos en varios números ocupado de
aquélla, justo es que dediquemos hoy algunas líneas á la obra del
homenaje, ante los datos tan elocuentísimos que tenemos á la vista,
y que habian muy en pro de idea tan sublime y simpática, como la
conceptuara el reciente Congreso Tarentíno.
P a r a organizaría, tanto en España como en ambas Américas, el
Representante general de la obra no ha invertido hasta el presente
más que 345,91 pesetas, cantidad en verdad insignificante, si se tienen
en cuenta los gastos anejos á la recepción, y despachos de certifica-
dos, paquetes postales, etc., y de la no interrumpida corresponden-
cia sostenida ad hoc con todas las provincias de España, sin excep-
ción, y con diversos puntos de América, Italia, Francia y Bélgica.
De sólo Santander han salido hasta la actualidad 3.254 listas y 16.106
estampas-recordatorios, habiéndose ya inscrito oficialmente 9.914 ni-
ños, que han entregado la suma de 1.454,05 pesetas.
. En vista de los nuevos pedidos que ha habido que hacer con toda
urgencia, se cree que la mayoría dé las listas están cubiertas ó lo es-
tarán muy en breve, lo cual dará un contingente de 238.946 niños,
que, unidos á los que se formen en otras tantas listas encargadas á
las delegaciones de Madrid y Mataró, sumarán en conjunto sobre
716.838 niños, cálculo que la actividad desplegada por diversos colee-
EL
834 MONTE CARMELO
L. D. V. M.
'SSM/i'"^-..--:.
PAZ EN LA TIERRA
INSTANTÁNEA
(TRADUCCIÓN)
EL ESCAPULARIO
(Conclusión.)
>i»jajjj»j»jy>»xaxccccc<xcccctcctcc^
(Continuación.)
¡He
^ ¡ $ N el capítulo noveno trata Fr. Jerónimo de la autoridad que
<v>3) ha de tener el historiador.
El último requisito de los tres que pide el insigne preceptista al
historiador es la autoridad con que, por la reverencia que se debe
al autor, se haga más venerable su escritura. En todos los hechos
y acciones humanas, para el juicio, estimación y censura de ellas,
importa mucho la calificación de las personas de quien proceden.
«Las mismas obras, por la nobleza ó vileza de quien las hace, son,
ó altamente ensalzadas, ó tenidas en bajísima opinión. La razón
de esto es porque, según el curso ordinario de la Naturaleza, los
efectos participan las propiedades de sus causas, y la virtud y ex-
celencia de ellas se transfunde y resplandece en ellos. De donde
nace que, no solamente sean tales los efectos cuales son sus cau-
sas, sino que también sean estimados de los hombres en aquel apre-
cio y opinión que se consideran sus principios (i).
Tiene esta doctrina mucha aplicación á los escritos, «porque,
cual es, ó se reputa el autor, en ese grado se estima su escritura y
sentimientos* Es así que todo lo bueno procede y mana de Dios, y
que el principio de toda verdad, adonde quiera que se halle, y por
cualquiera persona que se diga, es el mismo Dios, el cual sólo es
el principal maestro y doctor de la verdad; pero ésta, que original-
mente mana de tan alto y noble principio, se guía y encamina á los
hombres por arcaduces más ó menos nobles, más ó menos califica-
dos y estimados; y como el mundo, en el inmediato gobierno, de-
pende también de estas causas segundas, que median entre la pri-
'il Si '
848 EL- MONTE CARMELO
(1) §2-
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 849
tos serios del alma! Pero, al mismo tiempo, ¡cuan oportuno y discre-
to se muestra Fr. Jerónimo al advertir que, según sea la mano que
gobierne ese alfange, será más ó menos certero el golpe y más ó
menos profunda la herida! Y luego, por último, ¡con qué bizarría
y" destreza señala el crédito de que goza la opinión recibida en pun-
to á eséritores, para admitir 6 no las doctrinas ó sentencias que
contienen sus libros!
Las razones apuntadas por el docto y concienzudo carmelita se
aplican sin duda á cualesquiera escrito; pero donde deben valer
principalmente es para la composición de las obras históricas. Es
una verdad palmaria é indiscutible que «al historiador, como dice
Fr. Jerónimo, entre los escritores meramente humanos, se debe
mayor crédito y fe que á los demás, porque se fía de su cuidado y
diligencia la averiguación de la verdad que en aquéllos se explora
y averigua. Esta confianza, pues, de los lectores fundada en la co-
mún obligación del historiador, se aumenta ó disminuye con la opi-
nión que de su vigilancia, sabiduría y entereza se tiene; y como
para dar apoyo á esta opinión importa la autoridad de la persona,
viene á ser este requisito grandemente necesario en el que escribe
historia, así para que él mismo la escriba dignamente, como para
quesea ella recibida con digna estimación» (i).
¿En qué se funda, empero, la autoridad del historiador? «Eri cua-
tro principios, dice Fr. Jerónimo, que pueden calificar su testimo-
nio y escritura; es á saber: virtud, sabiduría, nobleza y dignidad»
lo que da más autoridad á una persona es, á no dudarlo, la virtud,
«porque á ella se debe la primera y mayor estimación. Y aunque en
el mundo sea tal vez (y muchas) menos amparada de lo que fuefa
justo, dándose los premios y riquezas, no tanto al virtuoso cuanto
al venturoso, pero nunca deja de tener suma autoridad, aun para
con esos mismos que la desfavorecen; pues aunque la dejen desnu-
da y temblando de frío en un rincón, allí la reconocen por digna de
alabanza, estiman su sentir, dan crédito á sus dichos, y, en lo qué
afirma un virtuoso, no se halla quien fácilmente ponga duda. Dé
aquí toma gravísimo argumento la Religión cristiana para persua-
dir la verdad que predica; pues tantos varones de inculpable vida
y virtud notoriamente heroica la profesan» .(2). Argumento muy
poderoso sin duda y convincente que han manejado con invencible
elocuencia y brío los grandes apologistas de la Religión, así anti-
(1) §3.
Í2) §4-
8«> EL MONTE CARMELO
(1) Ved, sobre todo,, la magnífica Introducción al Símbolo de la Fe, parte segunda»
(2) §5-
(3) § 6.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 851
(1) § 8.
EL R HERMANN
(Conclusión.)
Cierto día hablaba con algunos Uno de sus superiores, con quien
seglares de cosas del Cielo y de la tuvo íntimas conferencias, dice:
felicidad que allí se goza. «Rogad «Era de una conciencia en extre-
para que tenga la dicha de ir, dijo mo delicada y de una sencillez de
á los que se hallaban presentes.» niño. Cuando era cuestión de abrir
«Nosotros no pudimos contener la el corazón á su superior ó á su di-
risa al oirle, dice uno de los testi- rector espiritual, lo hacía hasta
gos.» «¡Ah!, exclamó el Padre, con cierta tendencia á exagerar
cada vez que subo al tren me sor- sus menores faltas, ó que las creía,
prende la idea de lo mal dispuesto como tales, efecto natural de sü
que me siento para comparecer profunda humildad». ?
ante la presencia de Dios. Todo «Yo amaba á Hermann del fon-
es relativo con las gracias que uno do de mi corazón, escribía Luis
ha recibido, añadió; la menor in- Veuillot. Se hallaba dotado de gran
fidelidad én mí es más culpable sencillez, candor, humildad y amor
delante de Dios que un pecado para todo lo bueno. Dios me otor-
grave en otro. — Pero, Padre mío, gó la gracia de conversar con él
vuestra humildad os salvará.» Al en varias ocasiones. Apenas llega-
oir esto frunció ligeramente las ce- ba á algún punto donde él estaba,
jas y replicó con tristeza: «Jamás procuraba verle, y cada vez me
he sido humilde»; y al hacerle pre- dejaba impreso en el corazón al-
sente las almas que había ganado gún nuevo rasgo de virtud.»
para Dios y todo el bien que ha- Otro de sus hermanos en reli-
bía practicado, dijo: «Judas hizo gión dice: «Que edificaba con su
milagros. No dudo que Dios se ha fervor por la observancia regular;
servido escogerme para hacer bien en todas partes era uno de los pri-
á muchas almas; empero, así co- meros en asistir á los actos de co-
mo el alfarero fabrica vasos para munidad, siempre celoso por la
llenarlos de licor exquisito, y que, gloria de Dios y el bien de la Or-
una vez bebido el licor, se arroja den. Así es que todos los buenos
el vaso como inútil, ¿quién me ase- religiosos le amaban».
gura que después que yo habré La voluntad de Dios, manifes-
proporcionado á las almas las gra- tada por conducto de sus superio-
cias de que Dios me ha colmado en res, era su regla de conducta; por
beneficio de ellas, no me arrojará lo mismo, cuando un hombre ha
como un instrumento gastado? Es llegado á este estado, se concibe
preciso vivir siempre con temor. muy bien que los goces, los bienes
Religiosos muy santos han caído; y placeres terrenos no produzcan
yo debo de temblar, porque de mí en él el menor efecto.
mismo nada tengo». No hay duda que la pobreza y
854 EL MONTE CARMELO
XX
Estas fueron sus últimas palabras; ció por largo tiempo, y que su
y después de haber pasado toda talento musical le dio tanta cele-
la noche en una dulce agonía, al bridad. Se le llamaba el P. Her-
amanecer se durmió en el Señor, mann.
por quien su corazón no había ce- »Fué siempre muy bueno y san-
sado de latir. to religioso; austero y dulce en la
Sus hermanos se ocuparon de observancia de su regla. Iba con
cumplir sus últimas disposiciones; los pies descalzos, pidiendo limos-
y una de ellas fué que le sepulta- na, exhortando, predicando, fun-
ran en Santa Eudowiges de Kar- dando monasterios, obedeciendo
lin; y allí es donde reposan sus con presteza, y humilde en sus
despojos mortales, esperando el éxitos.
día de la Resurrección general». » Murió en Spandan, donde fué
La Francia, donde tan conocido á prestar servicios á los prisione-
era su nombre, recibió de una ros franceses. Como en todo lo que
manera dolorosa la noticia de su emprendía, su trabajo marchaba
muerte. He aquí cómo se expresa- viento en popa en el momento que
ba Luis Veuillot al anunciar en El murió. La carta que nos informa
Universo su muerte: brevemente de su fin apostólico
«El mes pasado murió en Span- nos dice que no pudo resistir al
dan nuestro querido y antiguo ami- exceso de sus fatigas, y que no se
go el P. María Agustín del San- pudo conseguir de él que tomase
tísimo Sacramento, carmelita des- otro reposo que el de la muerte.
calzo. Se convirtió del judaismo, «Habiendo sido lo que fué por
y en poco tiempo fué religioso y la gracia de Dios, así también de-
sacerdote. El mundo le llamaba bía morir».
con el mismo nombre que le cono-
fr. <f. S. f.
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SECCIÓN CANÚNICO-LITÜRGICA
(Continuación.)
guna vez en uno para practicar las las Cofradías propiamente dichas. A
obras de piedad prescritas en sus es- todas éstas se las podrá llamar Con-
tatutos, ó no se reúnen para el oficio gregaciones, Asociaciones, Agrega-
divino ó para el ejercicio de obras de ciones, Uniones ú Obras pías; pero
piedad, caridad y religión. de ninguna manera Cofradías 6 Her-
Tenemos,, pues, según esta doc- mandades.
trina: Los autores litúrgicos, para conocer
i.° Que todas las Órdenes regu- si una Asociación es ó no Cofradía
lares se pueden llamar en toda la pro- propiamente dicha, ponen las reglas
piedad de la palabra Fraternidades, siguientes:
porque sus miembros hacen vida co- 1. a Si su fin es de tal condición,
múnibajo una misma regla, visten un que para conseguirlo se prescriba ó
mismo hábito y se dedican á las mis- sea necesaria la reunión de sus miem-
mas obras de piedad, caridad y reli- bros, como en la Confraternidad de
gión. los devotos de Jesucristo en el Calva-
2. 0 Por esta misma razón, tam- rio, cuyo fin principal consiste en ha-
bién pueden llamarse Fraternidades cer procesionalmente las estaciones
todas las Congregaciones religiosas de del Via-Crucis.
votos simples. 2. a Si para la admisión de los fie-
3. 0 Las Terceras Ordenes, insti- les en ella se prescribe un rito espe-
tuidas exclusivamente para los segla- cial y casi solemne en presencia de
res, son también Fraternidades pro- los demás socios, como en la Archi-
piamente dichas, porque todos sus cofradía de las Llagas de San Fran-
alumnos profesan la misma regla apro- cisco.
bada por la Santa Sede, llevan el mis- 3. a Si en sus estatutos se manda
mo hábito y se reúnen muchas veces que los socios lleven un hábito espe-
para la práctica de obras santas y pia- cial, no sólo en el acto de su ingreso,
dosas. sino también en todas sus reuniones
4. 0 De igual manera se pueden y funciones eclesiásticas, como en la
llamar Cofradías todas esas Asocia- Cofradía del Santísimo Sacramento.
ciones piadosas que, á semejanza de 4. a Si tiene en propiedad y sostie-
las Terceras Órdenes, se rigen por ne con sus fondos alguna iglesia, ca-
sus propias leyes y estatutos, y tie- pilla ó altar donde se reúnan sus miem-
nen sus iglesias ú oratorios donde se bros para rezar sus preces ó para prac-
reúnen para ejercitarse en obras de ticar obras de piedad, caridad ó reli-
piedad, caridad ó religión, y que, agre- gión, con tal que esté legítimamente
gadas á otra Orden regular, partici- establecida.
pan de todos los bienes espirituales 5. a Si tiene derecho á organizar
de la misma Orden. procesiones, por este derecho se co-
5. 0 Además de éstas, hay otras lige ser también Cofradía propiamen-
muchas á las que no se las puede lla- te dicha, como la Cofradía del Santí-
mar Cofradías ó Hermandades, por simo Rosario.
la falta de comunicación espiritual en- Por consiguiente, todas aquellas
tre sus miembros, pues las obligacio- Asociaciones en las que no se encuen-
nes de ellas se reducen á algunas pre- tre al menos una de las cinco condi-
ces ú obras de piedad, sin que para ciones arriba indicadas, y sus miem-
su realización se prescriba ni sea ne- bros no estén unidos entre sí con al-
cesaria, para ganar las indulgencias, gún vínculo espiritual, no son ni pue-
la reunió» de los asociados, como en den ser Cofradías.
SECCIÓN CANONICO-LITURGICA 859
*<®$j¡Ws
£L MONTE CARMELO EN EL AñO 1902. —Con este número termina
el segundo año de la publicación de nuestra Revista. Antes de
entrar en él tercero, nos dirigimos á nuestros subscriptores para
expresarles nuestra gratitud por la ayuda que nos han prestado, y
confiamos que no nos abandonarán. Trabajamos por la gloria de
Dios y de la Santísima Virgen del Carmen: los devotos de esta So-
berana Señora deben cooperar á todo lo que sea enaltecerla y glori-
ficarla.
Nuestros propósitos para el año próximo son mejorar la Revista—
¿hasta dónde?—hasta donde alcancen los ingresos de las subscrip-
ciones. Si cada subscriptor nos trajera otro, E L MONTE CARMELO po-
dría competir en esmero y elegancia artística con las mejores publi-
caciones. Estamos dispuestos á no regatear nada por complacer á
nuestros lectores: esperamos que éstos tampoco regatearán nada por
ayudarnos.
E L MONTE CARMELO se publicará los días 1.° y 15 de cada mes, en
cuadernos de cuarenta páginas como mínimo, papel superior, esme-
rada impresión, excelentes grabados, y artísticas cubiertas é ilus-
traciones.
El precio de subscripción será como el año pasado, ó sea:
En la Administración ó en los Conventos
de la Orden 3,50 ptas. ) ,. ,
„ , A I medio año.
Por corresponsal 4 „ )
En la Administración ó en los Conventos
de la Orden 6 „ ) ,
„ , r __ " > un año.
Por corresponsal 6,75 „ J
En el extranjero 8 ptas. un año.
Fago adelantado.
R. I. P .
P ESTIMONIO DE UN PRELADO.—Las siguientes palabras están toma-
das de una carta de Mons. Renouard, obispo de Limoges, fecha-
da en Roma el 11 de Noviembre, y publicada por la Semaine Reli-
gieuse de aquella diócesis:
"Acabo de tener el honor insigne de ser recibido en audiencia pri-
vada por el Soberano Pontífice, y no quiero dejar para más tarde el
hablaros de la grandísima alegría experimentada por mi corazón.
He visto á León XIII lleno de vigor y salud, á pesar de las novele-
rías publicadas por la Prensa, que él es el primero en echar á bro-
ma.,. ¡Qué lucidez de inteligencia, qué admirable memoria la suya!
Al salir entusiasmado y edificado de la audiencia, he prometido al
Padre Santo llevarle una nueva peregrinación lemosina en 1904.
—Os espero—me ha respondido alegremente.
jBendito sea Dios por ello, y Él nos conserve largos años todavía
la vida preciosa de nuestro Santísimo Padre!,,
ENSAñAMIENTO.—En virtud de la odiosa ley de 1.° de Julio contra
las Congregaciones francesas, y del no menos odioso reglamento
para su aplicación, gran número de Órdenes religiosas emigraron al
extranjero.
Algunos individuos de las mismas, por motivos de salud ó por
otros motivos, se secularizaron, teniendo perfecto derecho á ello.
Mas no por esto se ven libres del odio sectario del Gobierno, como
lo demuestra la circular que M. Waldeck-Rousseau, presidente del
Consejo y ministro del Interior y de Cultos, ha dirigido á los prefec-
tos, y cuyo texto ha podido procurarse Le Gaulois, dándolo á la pu-
blicidad para que se vea el proceder inicuo de ese Gobierno, que es
la deshonra moral y material de Francia. Dice así:
"Señor prefecto: Habiendo producido la promulgación de la ley
de 1.° de Julio de 1901 la dispersión de diversas Congregaciones reli-
giosas de hombres, no autorizadas, conviene ejercer la mayor vigi-
lancia sobre los expedientes por los cuales los miembros de estas
Congregaciones se esforzarán en penetrar en las filas del Clero pa-
rroquial retribuido por el Estado, en perjuicio del Clero secular.
864 EL MONTE CARMELO
<s^Z r^a
ÍNDICE DEü TOJMO II
A Ñ O D E 1901.
Artículos de fondo.
Pigs.
Páginas.
Vuelve á nosotros esos tus ojos misericordiosos, por Fr. Ángel María 450
Un vestidito de colores, por Evan de Jes 455
El antídoto carmelitano, por Jaime Cararach é Iborra 481
María, por José María Ruano y Corbo 484
La Asunción de Nuestra Señora, por José Ign. Valentí 521
Epitalamio místico, por Fr. Ezequiel de la Virgen del Carmen 525
La Transverberación de Santa Teresa, por Fr. Juan Vicente 531
La Natividad de Nuestra Señora 561
Las cartas de la Santísima Virgen, por Fr. Salvador de la M. de D 562
Defensa de los Institutos religiosos por sus mismos enemigos, por Fr. Lucas de
San José 572, 651
El símbolo de las victorias, por Fr. José María del Santísimo Sacramento 601
Venida de la Virgen del Pilar 641
Tu quoque..., por Fr. Eusebio de la Asunción. 659
La Mujer Grande, por Fr. Plácido M. del Pilar 681
Muerte de Santa Teresa, por Fr. Ezequiel del S. C. de Jesús 685
El Purgatorio, por Fr. J. Bapta. del E. S 721
El culto de los Santos, por Fr. Simeón de los SS. CC 727
Ó Religión ó Socialismo, por Fr. Marcelo del N . J 733
Grandeza de San Juan de la Cruz, por Fr. Simeón 761
Escritos de San Juan de la Cruz, por Fr. Ángel María ' 767
Los Perseguidos, por Fr. Luis de la V. del C 778
La Bula «Ineffabilis», por Fr. Salvador de la M. de D 801
Paz en la tierra, por Fr. Ángel María 841
Poesías.
Jesucristo al nacer trae la fe al mundo, por J. V , 12
A las profesiones del día de Reyes, por Fr. Jerónimo de San J o s é . . 24
Luces (soneto), por Fr. Florián del Carmelo Teresiano , 36
El Cielo por un cuarto, por el mismo 39
Contrición.—A la Virgen, por Juan Martínez Nacarino 42
Santiago y su España, por Mariano M. Maroto 58, 79, 147, 534, 570
Á Santo Tomás de Aquino, por Fr. José M. del Santísimo Sacramento 133
Cármenes, por Fr. Florián del Carmelo Teresiano 175
Al Árbol de la Cruz, por el mismo 201
La Pasionaria, por Antonio J . de Quevedo 232
Reinará, por Evan de Jes 240
Á la Santísima Virgen de los Dolores, por María de la Asunción Maldonado,
condesa de Monterrón 248
Al Niño Jesús de Praga, por Fr. José María del Santísimo Sacramento. 252
La matanza de los frailes, por Fr. Florián del Carmelo Teresiano.. 278, 310, 343
Invitación.—La Reina de las Flores, por Fr. José María del Santísimo Sacra-
mento. . . . 300
Lo que vale más, por G. Saro y Cano 318
La Encarnación (soneto), por Ramón P. Cecilia 335
Á la Virgen Santísima, por el Vizconde de San Enrique 368
Flor y Ave, por Fr. Florián del Carmelo Teresiano 398
EL
874 MONTE CARMELO
Páginas.
Misiones Carmelitanas.
Malabar, por Fr. Juan Vicente 115, 24o
Un nuevo Obispo, por el mismo 176
Carta interesante 178
La bandera española en Bagdad, por Fr. Pedro de la M. de 0 213
Un campo fértil, por Fr. Juan Vicente 346
Malabar.—En Verápoly.—Un triduo.—En Kotayam , por el mismo 4"
Fundación de un convento en Verápoly, por el mismo 501, 538, 582, 621
El R. P. Martín en España 624
Subscripción á favor del R. P. Martín, Vicario General de Quilón... 629, 671,
707. 748 792
Mis primeros pasos, por Fr. Juan Vicente 662
La Misión de Quilón, por Fr. Martín 668, 704, 746, 824
Otra cosa que nos falta, por Fr. Juan Vicente 699
Una nueva iglesia, por el mismo 749
Concesión de indulgencias 79a
Secoión Candnloo-Iaitúrgioa.
Sobre la Orden Tercera del Carmen 59
Breve de León XIII extendiendo el Jubileo á todo el orbe 86
Constitución Apostólica de León XIII sobre los Institutos religiosos de votos
simples 122, 150
Declaración importante sobre la Bula de la Cruzada 160
Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos sobre el rito simple 187
Sobre la celebración de la Misa en los vapores 42°
Resoluciones sobre el Escapulario del Carmen 421
El santo Escapulario del Carmen 4°4
La bendición é imposición colectiva de los escapularios 5°7
Sobre la clausura parcial en los Institutos de votos simples 546
Resoluciones para ganar las indulgencias del santo Escapulario 547
Sobre la prohibición de comulgar en tiempo de ejercicios 586
; Decreto de la Sagrada Congregación de Indulgencias •. 587
ÍNDICE DEL TOMO II 875
P&ginas.
Crónica Carmelitana.
Solemne inauguración de la cripta del Corpus Domini en Milán.— Nueva funda-
ción.—Toma de hábito.—Profesión religiosa.—Nuevo convento.—Necrología. 27
De Bagdad.—En honor de los Beatos Dionisio y Redento.— Profesiones religio-
sas.—Necrología 60
Las Misiones carmelitanas en Malabar.— Santiago de Chile.— Trabajos apostó-
licos.—El cadáver de la V. Catalina de Cristo.— Una cruz en el desierto de
Las Palmas.—En honor de los Beatos.— Necrología . 91
Una obra carmelitana.—La imagen de Santa Teresa en Beas.—Toma de hábito.
En honor de los Beatos.—Necrología 125
Monte Carmelo: Bodas de oro.— Peregrinaciones.— Carta de Chile.— Misiones
de Malabar.— Consagración de los niños á Jesús.—Atropellos salvajes.—Nue-
va fundación.—Necrología 153
Suceso milagroso.—Córdoba Argentina.—Tarazona.—Necrología 188
Carta de Chile.—Un coronel de ejército, Carmelita.—Profesión religiosa.—Cas-
876 EL MONTE CARMELO
Páginas.
•< Paginas.
Página».
Solaces y entretenimientos.
El Samaritano del Evangelio 34
Un pronóstico de León XIII 35
Frugalidad de León XIII 35
La familia de León XIII 35
La rosa de musgo (leyenda egipcia) 67
La opresión de los curas 68
Por el Carmen, por Alfredo B. Llórente 97
Contraste 163
Buenos ejemplos 164
Cuatro cosas 164
Un sucedido 195
Receta para incrédulos y ateos 196
El Pitirrojo en la Cruz 230
Calmante infalible 231
Una anécdota de Eslava 231
Celebridades del número 3 232
La fe protestante „ 263
Anécdota sobre Eduardo VII 263
Juicio Salomónico 264
Las Flores de Mayo 295
Victoria de María en la batalla de Wimphren 296
El tío Roñas, por Alfredo B. Llórente 326
ÍNDICE DEL TOMO II 879
Páginas.
Impresiones de nuestro viaje á Buenos Aires, por Fr. Bonifacio de la Sacra Fa-
milia 355. 5 i 8 , 558
Regalo de boda, por Alfredo B. Llórente 390
Una carta á la Santísima Virgen, por P. Feval 430
Incredulidad, ciencia y fe, por Alfredo B. Llórente 476
Por si acaso..., por A. B. Ll 520
Un incrédulo convertido 560
Una primera comunión en el mar 598
Pedro Calceta y el tío Camilo, por Fr. Festivo 599
El filósofo y el zapatero, por id 639
El rosario del pastor 718
El gato y el gallo, por Fr. Festivo 719
La muerte del Deltín, por A. D 759
La anciana lavandera 7°°
El fraile y el soldado, por S. Morales 799
Los enemigos de la Virgen 839
Estamento de los loros 868
Variedades.
Carmelitas ilustres: M. R. P. Dionisio de Santa Teresa, Arzobispo de Damasco. 168
Fechas carmelitanas: 29 de Marzo de 1601 17 o
ídem id.: 22 de Abril de 1601 238
Consideración, por Santa Teresa 251
Fechas carmelitanas: 10 de Junio de 1601 36°
Máximas, por Santa Teresa 4°7
La acción de los católicos 4X9
Á nuestros subscriptores.—Importantes mejoras 432
Dedicatoria, por la Redacción 433
Monarcas devotos del Rosario 650
Máximas 661
Pensamientos sobre Santa Teresa, por F. S 714
Pensamientos, por Santa Teresa 73°
Inscripción de una lápida dedicada á San Juan de la Cruz en Úbeda 770
Grabados.
Niño Jesús de Praga 9
La Adoración de los Reyes (Christophsen) 23
León XIII 35
La Sagrada Familia (Juanes) 38
Entrega del santo Escapulario (A. Vera) 45
Apoteosis de la Virgen del Carmen 83
Moisés hiriendo la peña (Murillo) 9o
l I0
Nuestra Señora del Camino 9
Urna en que se conserva el cuerpo de San Francisco Javier 116
Monte Carmelo: Vista de Caiffa <37
San José 167
88o EL MONTE CARMELO
Páginas.
L. D. V. M.