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EL INTE GUÍELO

REVISTA RELIGIOSA QUINCENAL

DIRIGIDA POR LOS

PP. CARMELITAS DESCALZOS


CON APROBACIÓN

DE LOS SUPERIORES ¥ CENSURA ECLESIÁSTICA

TOMO II —AÑO 1901

REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
C a l l ^ Ae S o n . E v a r i s t o , a u n a . 19.
M A D B I D
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r.-Jt.

Año II. i.° de Enero de 1901. Hftnt. 13.

SIGLO X X
GWS A el siglo que ha ensordecido al mun-
^s* do con la fama de sus mentidos pro-
gresos; el siglo en que la verdad ha sido
vilipendiada, escarnecida y crucificada,
mientras el error ha sido exaltado hasta
los honores de la apoteosis; el siglo de las
mentiras y de los grandes escándalos, y
de las grandes ruinas religiosas, sociales
y políticas; el siglo xix, en fin, exhaló su
postrer suspiro y se hundió en el sepulcro
de los tiempos.
En presencia del siglo cadáver, refle-
xionemos un momento sobre su principio y
sobre su fin, sobre su vida y sobre su
muerte. Vino al mundo cuando la gran
apostasía social de Europa se consumaba,
y cuando un Dictador, único en la historia
contemporánea, oprimía tiránicamente á
SIGLO XX

las naciones: estas circunstancias determinaron el carácter


y las tendencias del naciente siglo, que ha sido, en efecto, el
más irreligioso y el más trabajado que ha recorrido la his-
toria.
Oyó luego lecciones de Religión en aulas heterodoxas, y
á los pocos años era ya un gran impío. Fiel á su educación
y á las enseñanzas recibidas, movió impía y cruel guerra al
Cristo y á su Iglesia, á la Religión y á sus ministros; y,
triunfando aparentemente, asesinó álos ministros de la Re-
ligión , destronó, maltrató y encarceló al Vicario de Cristo,
y á sí mismo declaróse libre y divorciado de la Iglesia, y,
ebrio de orgullo con sus victorias, dijo: Soy libre y Sobera-
no independiente; sea Dios Rey del Cielo: yo soy el Rey de
la Tierra.
Pero escrito está que viene de Dios toda soberanía, y el
siglo xix, al divorciarse de la autoridad divina, se divorció
naturalmente de toda humana autoridad; al quebrantar los
vínculos que le unían á la sociedad religiosa, quebrantó los
vínculos que le unían á la sociedad política y á la sociedad
doméstica, y, quebrantados esos vínculos sacratísimos, todo
se dislocó en el mundo moral, y el edificio social vino al
suelo, sepultando la propia soberanía del hombre en sus in-
mensos escombros.
Y sucedió lo que no podía menos de suceder, lo que era
necesario que sucediese. Porque rotas y quebrantadas todas
las cadenas, cuando creía el mundo que ya iba á ser libre,
omnipotente y soberano, Dios, que, á pesar de todos los im-
píos, reina en los Cielos, y reina en la Tierra, con amor
sobre los buenos, con vara de hierro sobre los malos, des-
baratando cálculos tan desatinados, y castigando soberbia
tan insensata, hizo que cayese en la más degradada y ab-
yecta esclavitud que vieron jamás los hombres. No quiso et
mundo ser hijo de Dios: es ahora esclavo de Satanás. Sa-
tanás, en efecto, ha sido el dueño oficial del siglo xix.
Pero Satanás es padre de la mentira y, como tal, ha hecho
creer al siglo las mentiras más solemnes. Ha pregonado con
cien trompetas que el siglo xix era siglo de la libertad,
siglo de la ilustración, siglo de todos los progresos. ¡Pala-
SIGLO XX

t>ras, palabras y nada más que palabras!, decía Shakespea-


re. No: lo contrario es la verdad. Satanás es el gran tirano,
•el tirano por excelencia: tiraniza al hombre y tiraniza á la
sociedad; tiraniza á las conciencias con el pecado, y tira-
niza las naciones con su consejo supremo, con la francma-
sonería universal que ha enredado en sus diabólicas infer-
nales redes á todos los Estados del mundo. Esta es la ver-
dad, toda la verdad. El mundo suda sangre bajo la presión
•de la más ominosa tiranía.
—Pero no podréis negar que hay mucha ilustración, que
se han realizado grandes adelantos.
—Poca cosa ¡oh admiradores del siglo xix! Ilustración
puramente material, adelantos, progresos puramente mate-
riales. ¡Y qué! El hombre ¿es sólo materia? Lo afirman sin
vergüenza los sabios del siglo. Ved á qué ha venido á parar
la filosofía, adonde han llegado los adelantos, y los progre-
sos, y la ilustración del siglo, de ese siglo xix que nació
blasfemando de su Dios, que ha vivido apartado de su Dios,
que ha muerto ayer dando espantosos aullidos de odio con-
tra su Dios. Tenía razón San Agustín: Qualis vita, finís ita.

Mueren los hombres, los siglos mueren, y algún día fene-


cerán todas las cosas. Pero Dios no muere, ni la Iglesia de
Dios morirá. Ahora mismo, cuando el mal se creía triunfa-
dor en todo el Orbe, cuando se felicitaban los impíos por
haber proscrito en todas partes la Cruz de Cristo, ella, la
Cruz de Cristo, se levanta erguida, llena de majestad y ro-
deada de gloria, sobre los picos más salientes del Globo,
para espanto y terror de Satanás y de sus infernales hues-
tes. Son vanos los esfuerzos del mal. Cristo es de ayer, de
hoy, de mañana, de siempre; Cristo es Rey inmortal é invi-
sible de todos los siglos, y no tiene fin su reino.
Cuando comenzaron á correr los siglos cristianos, Jesús
estaba allí, sobre el monte Gólgota, levantado en cruz; y .
hoy, al amanecer el siglo xx, cuando asoma el sol su globo,
de fuego por Oriente, ve al mismo Jesús, enhiesto en la
Cruz Santa, sobre las montañas de la vieja Europa, y en-
SIGLO XX

víale sus primeros rayos para que al contacto de Cristo sea


su luz santificada, y reciba el siglo en su misma aurora el
nombre y la señal del cristiano. ¡Hermoso nacimiento! ¡Dul-
ces y consoladores presagios!... ¿Quién sabe los secretos
del Altísimo?... ¿Qué será el siglo xx para la sociedad y
para la causa de la Religión?
Es ley del mundo moral que los crímenes sociales sean
expiados con castigos también sociales, y, según todos los
síntomas, la hora de Dios va á sonar muy pronto; estamos
n vísperas de una conflagración tan tremenda, que pondrá
en convulsión al Orbe; tan universal, que alcanzará á todas
las gentes: todos hemos pecado, todos merecemos castigo.
Pero, después de la hora de la justicia, sonará también la
hora del perdón. No sé qué presentimientos de glorias y de
triunfos nos animan y esfuerzan sobrehumanamente en las
luchas presentes: allá en lontananza parécenos vislumbrar
auroras de luz refulgentísima, y días de paz y de libertad
para la Esposa de Jesucristo. Esperad, mortales; perseve-
rad firmes en vuestro puesto de honor, y con los ojos fijos
en el Cielo aguardad la hora del triunfo. Los pueblos se
cansarán de vivir en el caos entre ruinas y escombros, y
volverán desengañados al regazo de la Madre Iglesia, en
busca de luz para sus inteligencias, de paz para sus con-
ciencias, y de la virtud que comunica vida á las naciones
moribundas y levanta á las naciones caídas y las hace mar-
char de victoria en victoria y de progreso en progreso hasta
el último grado de la humana perfectibilidad.
En los confines de un nuevo siglo saluda nuestra espe-
ranza el próximo reinado de Jesucristo Redentor en la socie-
dad y en las almas; reinado de la paz, de la verdad, de la
libertad, de la igualdad, de la fraternidad cristianas, del
verdadero progreso, de la ilustración verdadera y del amor
que todo lo vivifica y lo ensalza todo.
No quiera el Cielo que salgan fallidas nuestras esperan-
zas, sino que, reinando Cristo en la sociedad y reinando en
nuestras almas, merezca la sociedad sus misericordias y
merezcamos nosotros, pecadores en el siglo xix, ser santos
en el siglo xx.
fr. Xuis de ¡a Virgen del Carmen.
EL NIÑO JESÚS DE PRAGA

„ ÍA devoción al Niño Jesús ocupa lugar preferente entre todas


f1 * las devociones cristianas. Desde la noche en que, cumplién-
dose las divinas promesas, nació á la vida de los hombres el Hijo
Eterno de Dios, y dio su primer vagido en un pesebre, y sonrió
con su primera infantil sonrisa á su Madre Virgen, la Iglesia Ca-
tólica ha tributado adoraciones al divino Infante, y las almas es-
pirituales han experimentado encantos ternísimos al contemplar
los misterios de humildad, mansedumbre y dulzura infinita que se
encierran en los años primeros de la vida del tierno Emmanuel.
Esta devoción á la Santa Infancia de Jesús, encantadora como
la sonrisa de la inocencia, y augusta como la revelación de los
consejos más altos del Omnipotente, puesto que es el conjunto de
lo más grande y sublime, y de lo más humilde y delicado, es ca-
racterística de las almas cuya pureza y candidez es la de la flor
antes de ser besada por la abrasadora brisa de verano, y cuya
elevación y grandeza es la del águila que anida en la roca más
cercana al disco del sol.
Los Santos más ilustres por su vida incontaminada y por la al-
teza de su contemplación y luces divinas han abrazado con efu-
sión entrañable y amorosa esta devoción al Hijo de María: San
Bernardo y San Buenaventura, San Alberto de Sicilia y San An-
tonio de Padua, Santa María Magdalena de Pazzis y Santa Teresa
de Jesús. La historia nos ha revelado la intimidad y familiaridad
con que estas almas privilegiadas conversaban con el Divino In-
fante de Nazareth. Ellos mismos han infundido en sus obras el
espíritu de esta devoción, y le transmiten, como fragancia exha-
lada de una flor, á todos los que saborean sus escritos, cantan los
himnos que ellos cantaron, meditan sus virtudes, llevan el hábito
8 , EM NIÑO JESÚS DE PRAGA

que ellos vistieron ó siguen el estado de vida que ellos practica-


ron ó fundaron.
En la Reforma Carmelitana, fruto de la unión amorosa de Te-
resa con Jesús, es tradicional y hereditaria esta devoción á la Di-
vina Infancia, y tan propia, que el P. Faber ha dicho que es una
flor y como don peculiar de los carmelitas, así como la devoción
al Sagrado Corazón de Jesús es don de las humildes y dulces hi-
jas de la Visitación.
Desde los comienzos de la vida religiosa inspírase al carmelita
amor y devoción al Niño Jesús. Los Noviciados y Colegios en que
el religioso pasa los años de su juventud, con la placidez con que
una nave pasa las aguas de tranquilo lago apenas rizadas por el
céfiro, están puestos bajo la protección del Niño Dios, y todos
hemos oído de nuestros maestros prodigios de amor, que no se
han escrito en las crónicas, pero que conserva la tradición, obra-
dos por Jesús en favor de jóvenes novicios con quienes tenía sa-
brosos entretenimientos, análogos á los que tienen los niños con
otros de su tamaño y condición.
Pero lo que á una pregonan las crónicas y la tradición, y de
que no podemos menos de hablar, es una advocación del Niño
Jesús, que tuvo origen en este mutuo amor entre los carmelitas y
el divino Infante, y que, rebasando las murallas de los Conventos
Teresianos, se ha extendido por todo el mundo católico, ha con-
quistado un altar en todos los templos, un trono en todos los co-
razones, y paga con milagrosos beneficios y favores el cariño y
devoción de las familias cristianas. Hablo de la advocación del
Niño Jesús de Praga, hacia la que guarda tiernas simpatías todo
corazón piadoso, pero cuyo origen carmelitano y primeros pasos
de su historia quizá sean ignorados de muchos que profesan esta
devoción.
*
**
El Convento de Carmelitas descalzos de Praga (Bohemia) re-
cuerda la célebre victoria obtenida contra los protestantes en el
año 1620 por las tropas del Emperador Fernando II, acaudilladas
por N. V. P. Domingo de Jesús María, tercer General de los Car-
melitas descalzos de Italia, quien, vestido de su hábito y capa
blanca, á caballo y con la enseña de la Santa Cruz en la mano, é
invocando el nombre poderoso de la Madre de Dios, acometió,
con santa intrepidez y como empujado por .fuerza celestial, á los
herejes, que componían un ejército de más de 100.000 hombres,
KL NIÑO JESÚS D E PRAGA

y los venció y derrotó y dispersó en menos de tres horas, salvando


la fe en aquella parte del católico imperio de Austria.
Como recuerdo de gratitud por este triunfo, fundó el Empera-
dor un Convento de Carmelitas en Praga, que fué escogido por

EL NIÑO JESÚS DE PRAG$

el Niño Jesús como santuario de sus amores y teatro de sus mise-


ricordias y prodigios.
Pocos años después de su fundación cayó la Comunidad en
estado de penuria y desamparo tan absoluto, que á veces faltó el
pan en la mesa de los religiosos. Compadecióse de situación tan
triste una piadosa princesa, Polyxena de Lobkowitz, y les llevó
IO EL NIÑO JESÚS DE PRAGA

á casa un provisor que les acudiera con mano larga en todas las
necesidades, y con entrañas de piedad cuidase de que no les fal-
tara nada. Era una estatua de cera, de 48 centímetros de altura,
que representaba al Niño Jesús en pie, la mano derecha levantada
en actitud de bendecir, y un globo en la mano izquierda; el rostro
particularmente era muy bello y expresivo, como si en él se re-
flejase la Divinidad. ¿De dónde procedía aquella imagen? La no-
ble señora dé Lobkowitz lo ignoraba; sólo.sabía que era de gran
mérito: llevada de su afición á aquel Niño, tenía gran placer en
vestirle y adornarle por sí misma. El Niño Jesús fué recibido por
la Comunidad como Rey y Señor de todos los corazones; y como
de Rey fueron las dádivas y favores, tanto espirituales como ma-
teriales, que Jesús derramó á manos llenas sobre los religiosos
desde el instante en que tomó posesión de aquellos dominios, ve-
lando á la vez desde allí por cuantos ponen en él su confianza y
su amor.
Los carmelitas correspondieron á estas finezas y liberalidades
de su divino Rey, y, después de dedicarle un suntuoso templo en
la susodicha ciudad, se convirtieron en apóstoles de la devoción
al Niño Jesús de Praga, difundiéndola en todo el mundo donde
se han establecido, y extendiendo la dominación de este tierno
Rey á todos los habitantes del orbe, y con su soberana domina-
ción las riquezas de amor infinito y bondad sin medida con que
Jesús premia á todos los que le invocan con la advocación del
Niño de Praga.
No obstante lo santo de esta devoción, que ostenta el sello de
la aprobación de la Iglesia y ha sido confirmada por el Cielo con
dádivas y prodigios, algunos se han alarmado al ver lo creciente
de su desarrollo, y la han combatido como novedad perjudicial á
la Religión y al espíritu de piedad cristiana.—¿Por qué adorar—
han dicho—la imagen del Niño Jesús de Praga? ¿Por ventura el
Niño Jesús, no en Belén, sino en Praga, tuvo su cuna?—Lo sofís-
tico de esta argumentación está á la vista, y parece mentira se le
haya ocurrido á católicos que se precian de profesar la doctrina
de nuestra Madre la Iglesia acerca del culto de Dios, de los san-
tos y de sus imágenes, y no han visto que al argumentar así echan
por tierra lo más simpático y encantador de muchos misterios de
la religión católica, de muchas devociones piadosísimas, de mu-
chas tradiciones que son como el jugo, y savia de la piedad popu- t
lar, y á sí mismos se despojan de muchos usos y costumbres de-
votas que practican desde niños, y prohiben á sus labios muchas
EL NIÑO JF.S\JS T>E P R \ G \ II

invocaciones y plegarias que aprendieron en el regazo de • sus


madres. ¿Por ventura—podríamos decir, contestando á su argu-
mento—la Virgen nació en Zaragoza, nació en Montserrat, nació
en Lourdes? ¿Acaso Cristo fué crucificado en Burgos, en Toledo?
¿Por qué esas advocaciones del Santo Cristo de Burgos y de To-
ledo, de la Virgen de Zaragoza, de Montserrat, de Lourdes?
Pasando por alto la doctrina de la Iglesia sobre el culto relativo
que se debe dar á las imágenes del Salvador ó de los Santos por
la dignidad de lo representado que en ellas se refleja, y cuyo fin
es, como dice San Juan de la Cruz (i), «mover la voluntad y des-
pertar la devoción por ellas á ellos», quiero recordar lo que dice
el mismo doctor místico: que « el hacer Dios más mercedes á ve*
ees por medio de una imagen que por otras de aquel mismo gé-
nero, es por que las personas despierten más en devoción por me-
dio de una que por media de otra » (2); y por la misma causa de
mover la voluntad á devoción elige Dios algunos lugares parti-
culares «para ser allí invocado y servido, así como el monte Sinaí,
donde Dios dio la ley á Moisés; y el lugar que señaló á Abraham
para que sacrificase á su hijo; y también el monte Oreb, donde
mandó Dios ir á nuestro padre Elias para mostrársele allí; y el
lugar que dedicó San Miguel para su servicio, que es el monte
Gárgano, apareciéndole al obispo Sipentino, y diciendo que él era
guarda de aquel lugar, para que allí se dedicase á Dios un orato-
rio en memoria de los ángeles; y la gloriosa Virgen escogió en
Roma con singular señal de nieve lugar para el templo que quiso
edificase Patricio de su nombre. La causa por qué Dios escoge
estos lugares más que otros para ser alabado, Él se lo sabe. Lo
que á nosotros nos conviene saber es que todo es para nuestro
provecho y para oir nuestras oraciones en ellos y doquiera que
con entera fe le rogáremos; aunque en los que están dedicados á
su servicio hay mucha más ocasión de ser.oídos en ellos, por te-
nerlos la Iglesia señalados y dedicados para esto •» (3).
Pues como el Señor haya escogido la ciudad de Praga y la
imagen del Niño Jesús que allí se venera, y las estatuas que se ha-
cen á semejanza suya, para ostentar los tesoros inagotables de sw
misericordia, y la Iglesia, Maestra de la verdad y celadora de la
Religión, haya aprobado, bendecido y recomendado la devoción

(i) Subida del Monte Carmelo, lib, m , cap. 34.


(2) L. c . c a p . 35.
(3) Id., lib. ra, cap. 41.
12 EL MNO JESUS PK PRAGA

al Santo Niño Jesús de Praga, temerario será y contraventor de


las divinas disposiciones el que la moteje ó desapruebe y aparte
á los fieles de abrazarla con ternura y practicarla con fervor.
¡Ojalá que, siguiendo el ejemplo de los santos, reconociéramos
al Niño Jesús como Rey absoluto de nuestros corazones, y pusié-
ramos á su servicio todas nuestras facultades, todos nuestros pen-
samientos y .todos nuestros afectos!
Quiera Dios que en este"siglo xx que empezamos se resta-
blezca de nuevo el reinado de este Divino Niño en la sociedad y
en la familia, y, reprimido el espíritu de falsa libertad que con tan
fiera esclavitud ha aherrojado los espíritus y tantas ruinas ha
amontonado en el mundo durante el siglo que acaba de fenecer,
empiece la era de la verdadera y noble libertad, que sólo está
donde está el Espíritu del Señor (2), y agrupados todos alrededor
de los pendones victoriosos de Cristo, que nos hará verdadera-
mente libres, como dice San Juan (3), entonemos el himno de
honor y de gloria, de bendición y alabanza á Aquel cuyo reino es
de todos los siglos (3): regnum tnum regnum omnium sceculorum.
fr. jfi. tf.
(1) I I Corint., 111, 17.
(2) V I I I , 36.
(3) P s . , CXLIV, 13.

JESUCRISTO AL NACER TRAE LA FE AL MUNDO

Espesa nube con su negro manto


Cubre el mundo, que duerme en el encanto
De mentida ilusión;
Y en las tinieblas, tras el goce ansioso,
Caminando va el hombre presuroso
A fatal perdición.
La envidia, el odio y la pasión impura,
Tras el deleite vierten la amargura
En el triste mortal;
Mas no escarmienta en el dolor, se irrita,
Y con nuevo furor se precipita
Al abismo del mal.
JESUCRISTO AL NACER TRAE LA FE AL MUNDO I3

En su ciega carrera le detiene


Repentina visión, que al mundo viene
Grata nueva á anunciar:
Un ángel es; el hombre, temeroso
De la noche, entre el manto tenebroso
Su voz llega á escuchar.
Desciende, Santo Dios, al mundo impío,
Como brillante gota de rocío
Sobre agostada flor;
Desciende como néctar de consuelo,
Como luz eternal del claro cielo
En alas del amor.
Que á tu esplendor divino enaltecida
Recobrará esta raza nueva vida;
Alcanzará la paz,
Y á la luz celestial de tus verdades
Huirán las impúdicas deidades
De este mundo falaz.

Mortal que sigues las impuras huellas


De mentidas deidades, y en pos de ellas
Hacia tu ruina vas;
Abre los ojos á la luz que nace,
Y el hondo abismo que á tus plantas nace
Atónito verás.
Corre en pos de otro Dios, que omnipotente
Las ansias sacie de tu pecho ardiente;
Jamás te perderá;
Yo de ese Dios te anuncio la venida;
Busca ese Dios que, para darte vida,
Ha nacido en Judá.

Así cantaba el Ángel dulcemente,


Y un nuevo sol apareció luciente
El mundo á iluminar.
Y al esplendor de sus ardientes lumbres,
La densa niebla de las altas cumbres
Se empieza á disipar,
Y el hombre que en tinieblas se movía,
Buscando en vano protección y guía
En mentida deidad,
14 JESUCRISTO AL NACER TRAE LA FE AL MUMDO

Ya contempla á través del negro velo


Que á sus ojos aún encubre el cielo,
Del sol la claridad.
Alzase alegre el sol en su carrera;
Ya^ilumina del orbe la ancha esfera
Con celestial fulgor.
Huyeron las tinieblas; claro día
Para el hombre infeliz ya relucía
Entre cantos de amor.
Y en otro mundo nuevo más hermoso,
Do se alza un solo templo majestuoso,
Empieza ya á vivir.
Y al mirar la belleza de su suelo,
Un nuevo corazón, que aspira al cielo,
Siente el pecho latir.
Y el hombre, que corría antes sin freno
A sepultarse mísero en el cieno ••
Del deleite bestial,
Hoy sólo busca la eternal dulzura
Que de Cristo en el pecho nace pura
Con perenne raudal,
Y ve que el mundo y su dulzura pasa
Cual leve arista que huracán arrasa,
Y no volverá ya.
Y que otros goces gustará su alma;
Que su gloria es eterna, que una palma
De triunfo alcanzará.
Y ve absorto que el sol que disipara
La impía niebla que al mundo sepultara
En triste obscuridad,
Es el Dios inmortal que tierno Infante
Ha nacido en Belén, del hombre amante,
A expiar su maldad.
Y aunque en pobre portal sobre las pajas
Y rodeado de infantiles fajas
Un niño sólo ve,
En Él al Criador.del mundo siente,
En Él descubre al Dios omnipotente,
Se lo enseña la fe,
J.V.
EL ESCAPULARIO (0

[N el artículo anterior nos lamentábamos


••/fs% amargamente de que hubiera hombres tan
miserables que llevados de una pasión ó mala
voluntad, hasta sacrificar su patrimonio y su he-
rencia á un capricho ó vano gusto, se atrevieran
á despreciar é impugnar los privilegios y mues-
tras de amor que una Madre, la mejor sin duda
de todas las Madres, hace á sus hijos para'ha-
cerles concebir más probable esperanza de fu-
tura felicidad; pero hoy tenemos que combatir
á un escritor que, siendo católico y presentándo-
se como maestro á los que instruyen y enseñan á los fieles las doctri-
nas de salvación, se aparta no sólo del común sentir, sino también de
lo que aconseja la Iglesia, que es Maestra de verdad, regida siempre por
el Espíritu Santo. Y no sabemos á qué obedece esta desviación de cri-
terio ó modo de sentir de este autor, porque tampoco él da ninguna ra-
zón , y sin duda será por el vano y fútil prurito de no querer parecer
demasiado crédulo, que es lo que á muchos conduce á la puerilidad de
creer demasiado por no creer lo que á ellos no se les antoja. Y sabe Dios
cuan triste es para nosotros tener que impugnar á un autor católico de
reconocido mérito; pero la verdad, que viene de Dios, es ante todo: Ami-
cus Plato sed magis árnica ventas.
No ha sido, pues, solamente el jansenista Launoy el qué ha combati-
do la revelación de la Virgen y entrega del Santo Escapulario á San Si-
món Stok, ni el protestante, enemigo de la Madre de Dios, Moshein.

(i) Véanse los números 8, 9 y 12 del año anterior.


16 EL ESCAPULARIO

que llama esta revelación burla ridicula é impía, sino también el abate
Bergier, que cree fué nada más un sueño de San Simón.
Combate este católico autor en su Diccionario Enciclopédico de Teología
á Launoy y Moshein, y para probarles que no tienen ningún funda-
mento para pensar tan bajamente de un religioso austero, mortificado, de-
voto y muy ocupado en aumentar la devoción de la Virgen, dice que pudo soñar,
y ése es el concepto que forma de la revelación y entrega del Santo Es-
capulario.
Casi de broma podía tomarse este modo de juzgar del abate Bergier;
pero no es asunto para tomarle de broma, porque á todo buen hijo hie-
re en el corazón lo que va en contra de su Madre, y muy mal concepto
podría formarse del que no defendiera los blasones más gloriosos de su
prosapia.
No es el primero, dice Bergier, que tuvo de buena fe un sueño por una reali-
dad; y porque haya habido algún iluso ó engañado, ¿tenemos que des-
preciar todas-las revelaciones? No juzga de esa manera tan ligera la
Iglesia, que tiene más luz y va con más circunspección, por lo mismo-
que le está encomendado por Dios el apacentar el rebaño de Cristo; y,
sin embargo, vemos que ha aprobado muchas revelaciones, como las de
nuestra Seráfica Madre Santa Teresa de Jesús, las de Santa Brígida y
otras. Y si el abate Bergier nos diera alguna razón ó probara de alguna
manera la imposibilidad, ó inconveniencia ó contrariedad con el dog-
ma, veríamos que se apoyaba sobre alguna base, cierta ó falsa, la.
cual procuraríamos estudiar para esclarecer la cuestión; pero que nos
diga simplemente que pudo ser un sueño la revelación del Santo, sin
darnos alguna razón para no creerla, ni motivo para juzgajrla como tal,
es muy aventurado, y modo muy peregrino de razonar. Porque el que se
presenta como maestro, el que pretende enseñar, ha de fundar sus aser-
ciones sobre principios sólidos, y tener razones para probar su asevera-
ción; de lo contrario, su doctrina se desvanece y por sí sola se cae, pues
el mismo derecho que tiene él para afirmar tiene otro para negar.
Ciertamente que uno puede soñar y creer que es una realidad lo que
no ha pasado de ser un sueño; pero que uno sueñe en oro, y al desper-
tar se encuentre con las manos llenas de tan precioso metal, ó que sue-
ñe que ha sido proclamado rey, y al despertar se vea en un trono ri-
giendo y gobernando una nación por toda su vida, esto no es verosímil
ni lo explicará nadie, porque los sueños... sueños son. Y el abate Ber-
gier no tiene en cuenta que aquí no se trata solamente de una visión,
sino que á ella va acompañada la entrega de un don, de un rico presen-
te, la entrega del Santo Escapulario, y se puede preguntar: si fué un
sueño la visión, ¿de donde le vino el Santo Escapulario que al día si-
guiente de recibirlo obró un prodigio tan singular, como nos refiere el
P. Svanington, compañero y secretario del Santo, y después no ha ce-
sado de obrar los más grandiosos milagros en la tierra y en el mar, en
las enfermedades y en la muerte, y en toda clase de acontecimientos y
EL ESCAPULARIO 17

desgracias que sobrevienen íí la h u m a n i d a d ? ¿Querrá decirnos que este


Escapulario lo fabricó San Simón Stok p a r a darse popularidad? E s t o
sería acusar al Santo de fraude, de impostura y de impiedad, lo cual
reprende él mismo al jansenista L a u n o y y al protestante Moshein.
Aparte de que ni San Simón S t o k , ni ningún h o m b r e , es capaz de dar
al Escapulario una virtud sobrenatural extensiva á producir toda suerte
d e prodigios y milagros, y si este Escapulario no viniera de D i o s , si
no fuera un don de la Madre de misericordia, no podría producir tales
efectos.
Y dice más abajo el abate Bergier: «Ninguno de los P a p a s que apro-
baron la devoción del Escapulario afirmó la visión de este religioso, ni
menos m a n d ó creerla». Aun cuando no hubiera ningún Pontífice que
expresamente hablara de la visión , tenemos en nuestro favor el juicio de
la Iglesia Catóiica, que ha aprobado dicha visión y entrega del Santo
Escapulario á San Simón S t o k , en los Oficios de la fiesta de la Virgen
del Carmen y de San Simón, lo cual es algo más que hablar de dicha
visión; y para todo fiel cristiano, y p a r a todo buen hijo, la autoridad
de la Iglesia es suficiente p a r a humillar su razón y hacerle cerrar los
labios.
Y es mucho atrevimiento decir que «ninguno de los P a p a s que apro-
baron la devoción del Escapulario afirmó la visión». Sin duda no cono-
cía el abate Bergier lo que dijo Benedicto X I V : Poner en duda la revela-
ción de San Simón Stok cuando recibió el Escapulario, no puede hacerlo más
que un despreciador orgulloso de la religión.
Y luego añade el mismo Pontífice, que cree en la visión de San Si-
món Stok como en un hecho cierto: Y pensamos, dice, que todos deben
considerarla también como verdadera: Ac visionem quidem veram credimus ve-
ramque habendam ab ómnibus arbitramur (1).
Mírese en este espejo el abate Bergier, y vea qué tal le juzga uno de
los más sabios Pontífices que han gobernado la Iglesia de Dios.
Otros puntos toca el abate Bergier, que procuraremos d i l u c i d a r e n
otros artículos.
H o y concluiremos aquí, dejando p a r a el artículo siguiente las prue-
bas que van directamente á manifestarnos la verdad de la revelación.

(Se continuará.) fr. plácido Jijaría del p.

A n u e s t r o s l e c t o r e s . — Recomendamos con interés la lectura de las obras Ins-


trucciones sobre el Escapulario del Carmen, por el P. Brocardo <de Santa Teresa, y El
Devoto de la Virgen del Carmen instruido en los privilegios y obligaciones del Escapu-
lario, por el P . Eusebio de la Asunción, donde se tratan con extensión todas las cues-
tiones concernientes al Escapulario.— Véndense en esta Administración, la primera
á 2 pesetas en rústica y 3 en pasta; y la segunda á 0,75.

(1) Defestis B. Marta Virginis, lib. n , cap. vi..


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FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ


(ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO)

KUIEN de amante de las glorias religiosas y literarias de nuestra pa-


tria se precie, no podrá menos de celebrar alborozado las que en
copioso número esmaltan y decoran el venerando suelo de Aragón.
Ese reino, cierto, ha logrado la fortuna de ser mejor conocido que nin-
guna otra región de España, así en su historia como en sus institucio-
nes: pocas serán las que puedan ostentar un archivo tan completo como
el de aquella inmortal corona, y una'serie tan brillante de cronistas como
el sabio Zurita, el patriota y celoso Blancas y el elegante y sesudo Bar-
tolomé Leonardo de Argensola; y más contadas serán las que, en la es-
fera eclesiástica y en sus varias ramificaciones, cuenten con historiado-
res tan eruditos y circunspectos como los preclaros hijos de la Orden
Capuchina Fr. Lamberto de Zaragoza y Fr. Ramón de Huesca, que flo-
recieron en la pasada centuria. Siempre será digno de consulta é inves-
tigación el teatro histórico de la Iglesia aragonesa, de aquella Iglesia ce-
lebérrima por la memoria de sus varones ilustres, y en cuyo seno flore-
cieron San Lorenzo y San Vicente, los levita* más famosos de la Igle-
sia latina.
Justo es, pues, que á hacer más simpático y popular, si cabe, el nom-
bre venerando de Aragón—aunjcon ser tan conocidas é ilustradas la
historia y las instituciones de ese reino sin par en los anales de Espa-
ña— se consagre el ingenio de los artistas, literatos y hombres de cien-
cia, y en que antes agotará éste sus recursos que faltar materia para
loar y enaltecer. También yo, ¡desmedrado, sí, de ingenio y ayuno de
saber, pero entusiasta por el honor y prestigio del suelo aragonés, y
muy en particular por el de la rica perla engastada en esa inmortal co-
rona, la invicta Zaragoza, cuyo solo nombre llena de gratísima emoción
á todo pecho español, también yo, digo, quiero celebrar la grandeza de
Aragón y quilatar los merecimientos de uno de sus tajos más ilustres.
Antes, empero, que corra la'pluma para dar cima á esa tarea, ensalce
mi labio á ti ¡oh ilustre Césaraugusta! ¡Salve, ciudad afortunada, que te
asientas en un horizonte tan ¡dilatado como en historia, monótono en
FR. JERÓNIMO DE SAN JÓSE IO/

su verdura y solitario en su misma extensión, cercada de álamos pira-


midales que, á modo de cipreses, parecen guiar á un fúnebre monu-
mento , en el confluente de tres ríos confundidos al pie de tus muros,
como los reinos bajo el cetro de sus soberanos! ¡De tus hombros cuelga
el manto imperial, monumento de tu fundador; á tus pies yace la mitra
veneranda de los Braulios y Valerios, junto al turbante de tus quejes
árabes;.los trofeos y las coronas de los reyes de Aragón al lado de la ras-
gada toga del Justicia; y, orladas tus sienes recientemente con el san-
griento y chamuscado laurel de la independencia, te recuestas en el sa-
grado Pilar, en el cual cifraste desde el origen del Cristianismo tu gloria
y tu conservación! (i). ¡ Salve, oh Zaragoza, consagrada por el intrépido
y valeroso Vicente, diácono y tesorero de la Iglesia de Roma, que alcan-
zó la palma en la octava persecución imperando Valeriano, mereciendo
tener por cantores á los poetas Prudencio y San Eugenio, por panegi-
rista á San Agustín y por cronista á San Isidoro; y consagrada igual-
mente por el martirio de la alcurniada doncella Engracia, y de sus diez
y ocho compañeros, y por la multitud innumerable de hombres y mu-
jeres, ancianos y niños, pérfidamente alanceados á las puertas por donde
salían para el destierro, y cuyas cenizas, juntadas bárbaramente con las
de otros malhechores, aparecieron por milagro formando blancas masas
que fueron depositadas en la célebre basílica de Santa Engracia, la ba-
sílica más antigua que aun nos queda de la España romana! (2).
¡Salve, Zaragoza, inmortalizada por los viriles acentos de Aurelio
Prudencio, «poeta lírico, el más inspirado que vio el mundo latino des-
pués de Horacio y antes de Dante» (3), y por las grandes virtudes de
tus obispos Máximo, Braulio y Tajón, el Maestro de las Sentencias, maes-
tro y predecesor de Pedro Lombardo, á quien mejor que al último com-
pete la primacía en este género de enseñanza teológica! ¡Salve, oh Za-
ragoza , en cuyo seno se congregaron tres memorables Concilios á fines
del siglo iv, vi y vn, ora para fulminar el primer anatema contra los
errores del seductor Prisciliano, ora para abrir un religioso asilo á las
viudas de los monarcas; concilios que dieron nueva-autoridad á aquella

(1) D. J O S é MARíA QUADRADO. Recuerdos y Bellezas de España. Aragón.


(2) Por real orden de 4 de Marzo de 1882 fué declarado monumento nacional his-
tórico y artístico la iglesia de Santa Engracia de Zaragoza. En el informe de las Reales
Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando se lee lo siguiente: «El
Monasterio de los Santos Masos, por otro nombre de los Santos Mártires y de Santa
Engracia, es, en efecto, uno de los másjnsignes de nuestra época cristiana primitiva;
la historia y el arte hacen de él una de ]sus más valiosas joyas. La discreta comunica-
ción del digno prelado de Huesca demuestra hasta qué punto es una verdadera deuda
nacional la reedificación de aquel famoso monumento. Parecerá á primera vista extraño
que sea el obispo oséense el que la reclame; la Academia, sin embargo, recuerda que
ese Monasterio de los Santos Masos fué cedido por el obispo de Zaragoza al de Huesca
en el Concilio de Jaca el año 1063, y que esta donación fué confirmada en 1121, des-
pués de conquistada la capital de Aragón».
(3) VILLEMAIN. Trae esa cita el clarísimo Menéndez y Pelayo en su monumental
Historia de los Heterodoxos españoles. Tomo i-, cap. n , § 9, pág. 154.
20 FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ

Iglesia, esclarecida desde el principio entre las más ilustres de España!


¡Salve, y mil veces Salve, tú que diste el ser y la vida á aquella cohorte
de esclarecidos ingenios, luz y ornamento de la patria, que se llaman
Samuel Tajón, el verdadero padre de la Teología escolástica reducida á
método; Jerónimo Zurita, primer cronista del reino de Aragón; Antonio
Agustín, insigne en Arqueología y Numismática; José Pellicer, tan di-
ligente bibliógrafo como docto humanista; y, en tiempos más recientes,
Olivares y Comín, sabios jurisconsultos, y Blasco, varón eruditísimo,
que ha enriquecido á España con notables producciones históricas y li-
terarias !
En esa lucida falanje de escritores aragoneses, aunque no hijo de la
inmortal Zaragoza, si bien nacido en la provincia de este nombre, figura
un varón ilustre, que juntó en sí toda clase de erudición y doctrina, ver-
tidas pródigamente en multitud de obras; discípulo predilecto de Bar-
tolomé Leonardo de Argensola y biógrafo de San Juan de la Cruz. Me
refiero á F R . JERóNIMO DE SAN J O S é , gloria de la Descalcez Carmelita-
na y eximio legislador literario, que sentó las bases y formuló las leyes
sobre que se ha de cimentar y con que se ha de regir la Historia, al es-
cribir aquella obra peregrina, joya inapreciable de nuestra literatura, no
tan conocida como debiera serlo, y que se designa con el nombre de
Genio de la Historia.
Bosquejar la fisonomía moral y literaria del eximio carmelita arago-
'nés, y señalar de un modo particular las excelencias y primores de aque-
lla producción, como, aunque más á la ligera, los de la Vida de San Juan
de la Cruz, debida igualmente á la pluma de Fr. Jerónimo, tales son mis
propósitos. Duéleme, empero, que la poca maña y destreza en la ejecu-
ción disten mncho del ardoroso y entusiasta deseo que me anima de salir
airoso y lucido.
Y señalando más al pormenor aquellos propósitos, trazaré:
i.° La Biografía de Fr. Jerónimo de San José, con ligerísimas pin-
celadas, atendido á que son muy escasas las noticias que se tienen de
este escritor.
2.0 Formaré, como mejor sepa y entienda, la apología del Genio de la
Historia, y entresacaré los trozos más selectos, quilatando en la balanza
de la crítica sus bellezas doctrinales y literarias.
3. 0 Examinaré, aunque muy levemente, la otra producción, ó sea,
Vida de San Juan de la Cruz, transcribiendo y juzgando los trozos que
considero de más substancia y miga, ya que, á mi humilde entender,
alcanzó Fr. Jerónimo en su obra la palma clásica que en este género al-
canzaron Sigüenza, Yepes, Rivadeneyra y Nieremberg, los hagiógrafos
insignes de la centuria dorada de nuestras letras.
José Jgrnacio Valentí.
(Se continuar&.)
-
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EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES

i UANDO los ocultos misterios de las Ciencias y de las Artes son el


objeto de un estudio serio y concienzudo; cuando los delicados re-
sortes de una sublime manifestación de afectos incomprensibles del
alma humana, ó impresiones de ignorado origen, vienen á ser el objeto
de un examen minucioso, desde luego salta á la vista del diligente ob-
servador que los poderosos empujes que esas Ciencias y esas Artes han
recibido en el transcurso de su vida histórica han sido debidos, en su
mayor parte, si no en todo, á la universal actividad que el Catolicismo
ha desplegado sobre todos los sentimientos del corazón humano. Sólo
el Catolicismo ha sido el poderoso motor que ha presentado campos de
inconmensurable extensión á las facultades del alma hnmana para des-
arrollarse, según las fuerzas de sus respectivas energías, de sus senti-
mientos y tendencias más ó menos nobles.
La Iglesia católica, obra de la divina Bondad, fué fundada por el
Redentor del mundo, no sólo para libertar á la progenie de Adán de
la ominosa esclavitud del pecado y sus terribles consecuencias, sino
también para redimir á las Ciencias y á las Artes del férreo círculo en
que se hallaban aprisionadas, y limpiarlas del inmundo fango en que
vivían envueltas al través de generaciones sin cuento. La Iglesia cató-
lica despejó las fronteras que marcaban los límites de la ciencia, de-
rribó los muros de granito en cuyo recinto gemían envilecidas iy pro-
fanadas las Artes, y levantó el alcázar de las Ciencias á aquella altura
que en proféticas palabras nos demostró el divino Salvador cuando nos
dijo: Cum exaltatus fuero a térra, omnia traham ad me ipsum. Cuando fuere
elevado de la tierra, todas las cosas traeré á Mímismo; es decir, todo
será elevado hasta la misma altura á que Yo fuere sublimado: materia
y espíritu, almas y cuerpos, ciencias y artes, todo será redimido y
arrancado de la esclavitud de la tierra grosera en que vegeta, y será
trasladado á la alta región del espíritu, donde vivirá una vida también
de espíritu.
-22 EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES

La noble aspiración de un alma criada á imagen y semejanza de


Aquel que es y se llama el Dios de las Ciencias, forzosamente tiene que
manifestarse no de otro modo que derramando á torrentes la pompa y
-el esplendor de sus luces encaminadas á iluminar un mundo tenebroso,
y revestir lo material con el bello ropaje de las sublimes enseñanzas que
Jesús vino á inspirar é inculcar á los hombres; y en este concepto, las
Bellas Artes, que, según Toussenel, son la encarnación de lo ideal, 6 que,
según Lamennais, son la encarnación del mundo típico en el mundo fenome-
nal ,y del mundo espiritual en'el mundo material, son las llamadas á recibir
germen, alimento y substancia de Aquel que es el Camino, la Verdad
y Vida, estableciendo sobre piedra firme los principios que han de pre-
sidir las grandes evoluciones del espíritu humano en el transcurso de
los tiempos.
Entremos de lleno en el asunto. La influencia más ó menos directa
•que la Iglesia católica haya podido ejercer en la propagación de las Be-
llas Artes, en su progreso y desenvolvimiento, en la rehabilitación del
•espíritu y carácter nuevo que haya podido introducir en ellas, es asunto
que está fuera de toda duda, pues nadie se ha atrevido á poner en tela
•de juicio la gran protección que desde su origen ha prestado el Catoli-
cismo á todo lo que es heroico, sublime y bello, á todo lo que es pro :
greso y grandeza, ennobleciendo todo en virtud de las sublimes reden-
ciones de la Cruz del Gólgota.
Desde luego vemos á la Esposa del Rey de los siglos dotada de una
•doble hermosura", que, según las diversas corrientes de los siglos, se ha
manifestado en diversos sentidos, todos acomodados á las nobles aspi-
raciones del corazón humano en sus más nobles conatos. La belleza in-
terior, contenida en aquellas palabras: Omnis gloria ejus filia regis ab in-
tus: Toda la gloria de la hija del rey está por dentro. Otra exterior, en-
cerrada en aquellas otras: Astitit regina a dextris tuis in vestitu deaurato,
circumdata varietate: Asistió la reina á su derecha, vestida de oro y ro-'
-deada de variedad.
De la belleza interior diremos muy poco, pues no es éste nuestro ob-
jeto. Consiste ésta, dice Burker, en que ella conserva encerrado en sus
tabernáculos al Señor y Redentor, del mismo modo que la Virgen Ma-
ría le tuvo en sus brazos en Belén, y la Cruz le sostuviera en el Calva-
rio. Consiste, dice Longfelow, en que Ella posee la eterna verdad que
Jesús la dejó en herencia, no sólo para conservarla, sino también para
propagarla por todas las naciones. Consiste, dice Coledrige en su dis-
curso pronunciado en Baltimore, en que tiene en sus manos el poder
sacramental y los medios de santificar, purificar y salvar las almas.
En estos tres puntos de vista hacen consistir los santos y escritores
católicos la belleza interior de la Iglesia de Dios, y en ellos está perpe-
tuada la Encarnación del Verbo divino, que fué ayer, y es hoy y será
mañana y siempre. Ella es la ciudad del Dios vivo, la mansión de la
gracia y de la verdad, y, por lo tanto, toda su majestad, toda su her-
CONTRICIÓN 43

¡Ay! Soy.acreedor á tus enojos.


¡Madre, misericordia! ¡Yo confieso
Que pequé contra Ti; sólo por eso
No alzo mis ojos á tus puros ojos!

Mas hoy á Ti me atrevo á presentarme,


Cuando te he abandonado en tus dolores,
Porque vengo á implorar de Ti favores,
Cuando Tú sólo debes castigarme.

Siento que á lo terreno y lo mezquino


Más cada vez mi corazón se aferra,
Y que, para arrancarle de la tierra,
Le tiene que amparar poder divino.

¡Por eso acudo á Ti, Virgen María;


Tú, rompiendo los lazos que me oprimen,
Harás que borre con mi llanto el crimen,
Porque eres Madre al fin, de Dios y mía!

Tú me darás valor y resistencia


Para luchar ansioso por su gloria;
Y hasta Ti,'con los gritos de ¡victoria!,
Los míos llegarán de penitencia.

¡Ampárame benigna con tu manto,


Refugio celestial de pecadores,
Y yo, llorando siempre tus dolores,
Adoraré al Señor tres veces Santo!
Juan ]tiarttn«z Jfacarmo.
EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES 23

mosura, toda su grandeza, que aparece y es infinita ante nuestros ojos,


viene á constituir el digno tabernáculo del Rey de los Cielos.
Además de estos tres aspectos que le pertenecen exclusivamente, hay

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( Christophseu.)
LA ADORACIÓN DE LOS REYES
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otros que, distintos sí, pero no independientes de aquéllos, sobresalen


de una manera sorprendente, y que vemos brillar visiblemente en la
hermosa cara de nuestra Madre la Iglesia. Las más escogidas gemas de
todas formas de celestial hermosura sobre el vestido de la Reina del
-'''-1
1
(Intuseo del Prado.)
24 EL CATOLICISMO EN BELLAS ARTES

Cielo, las más raras joyas de su dorado traje, los más bellos colores
que resplandecen sobre sus blancas mejillas, no constituyen todavía la
belleza completa de la Iglesia católica. E s t a , siempre fiel á la causa de
Dios y á la causa de la h u m a n i d a d , siempre fiel á las celestiales espe-
ranzas después de veinte siglos poco menos de existencia, Ella se pre-
senta hoy ante la faz de todo el m u n d o , sin que hombre alguno pueda
imprimir en su virgen frente el estigma vergonzoso del engaño ó de la
crueldad , ó la ignominia de haber negado á nadie el alimento de la vida
del h o m b r e , la palabra d e la verdad.
Muchos y variados son los modos cómo la Iglesia de Dios ha influido
sobre la sociedad. E n t r e esos diversos modos hemos escogido, como
objeto de unos cuantos artículos que pensamos escribir, el poder exis-
tente en la Iglesia católica de influir poderosamente en el desarrollo de
las Bellas A r t e s , y el hecho de haber influido en ellas, en el transcurso
d e los tiempos, como su Madre é inspiradora. Pobre trabajo que ofre-
cemos p a r a tan digna causa.
pr. Sarquel de Saijta Teresa.

4 LAS PROFESIONES DEL DÍA DE REYES

El recién nacido Rey Á ofrecer de nuestras almas


Que su corte y trono forma Las más estimadas joyas;
Entre las pajas humildes Y en vez del oro que aquéllos
De una mal compuesta choza, A los pies del Niño arrojan,
No ceñida de escuadrones Ofrezcámosle pobreza,
Ni con imperiales ropas Que es nuestra riqueza toda.
En trono de majestad Por la mirra en que confiesan
Con cetro y real corona, A Dios hombre, con devota
Sino desnudo á un portal, Humildad le presentemos
Ó cuando mucho con toscas Castidad, ¡mirra preciosa!;
Fajas ceñido, y vertiendo Y por el suave incienso
De sus ojuelos aljófar. El rico y precioso aroma
En los brazos de una Virgen, De la obediencia ofrezcamos,
De este Sol divina aurora, Que es ofrenda de más costa
Espera el tributo y feudo Estos tres preciosos dones
De los reyes que hoy le adoran. De los tres votos, que adornan
Pero, tras de sus ofrendas Nuestras almas, presentemos
Y adoración misteriosa, Con voluntad fervorosa.
También espera la nuestra, Con esto seremos reyes,
Que á todos recibe y honra. Padres, que si lo que vota
Con obras, pues, y deseos, Cumple cual debe, ¿qué rey
Llegamos todos agora Como un alma religiosa?
fr. Jeróninjo de S<*r¡ José.
frh „ *$fft~ZJ!ͧf>< SS?» •ffeft ,i^5i 7$fr> *»$* '•efca- -yfoft .t^fr <<f¿¿IZ5$

SECCIÓN LITÚRGICA

SOBRE LA MÚSICA RELIGIOSA

U P u Santidad León X I I I , en su verdaderamente suyo, y es, por lo


ílP 5 solicitud por todo lo que re- tanto, el único que adopta en los
dunda en bien de las almas y ata- libros litúrgicos aprobados por ella.
ñe al decoro de la Iglesia, ha in- Art. 3.0 Sin embargo, el canto
culcado repetidas veces la necesi- polífono, como también el canto
dad de que la música en el templo cromático, siempre que tenga di-
no se aparte nunca de su índole chos dotes, pueden convenir á las
propia y corresponda siempre á la funciones sagradas.
gravedad y majestad del culto di- Art. 5.0 Siendo bien sabido que
vino. una composición, aun óptima, de
Prestando obediencia á e s t o s música polífona puede resultar in-
mandatos; atendiendo á esta nece- conveniente por una mala ejecu-
sidad tan sentida y reconocida por ción, en tal caso úsese en las fun-
todos, y en presencia de los abusos ciones estrictamente litúrgicas el
que se cometen, ora en el canto, canto gregoriano.
ora en el órgano, ora con otros ins- Art. 6.° La música para órga-
trumentos que no son propios del no debe responder á la índole liga-
lugar sagrado, creemos de suma da, armónica y grave de este ins-
oportunidad recordar á nuestros trumento. El acompañamiento ins-
lectores algunas de las disposicio- trumental debe sostener decoro-
nes del Soberano Pontífice, única samente el canto y no ahogarlo.
autoridad en todo lo que concier- En los preludios é intermedios, así
ne al culto divino. el órgano como los instrumentos,
Del Reglamento para la música conserven siempre el carácter sa-
religiosa, compuesto por la Sagra- grado que corresponde al espíritu
da Congregación de Ritos, y apro- de la función.
bado y mandado publicar por Su Art. 9.0 Q u e d a severamente
Santidad el Papa León XIII, el 6 prohibida toda música vocal ó ins-
de Julio de 1894, entresacamos lo trumental de índole profana, espe-
siguiente: cialmente la inspirada en motivos,
Artículo i.° Toda composición variaciones y reminiscencias tea-
musical informada por el espíritu trales.
de las funciones sacras que la Art. 10. Para atender al respe-
acompañan, correspondiendo reli- to debido á las palabras litúrgicas,
giosamente al significado del rito y evitar la prolijidad de las funcio-
y de las palabras, mueve á devo- nes sagradas, se prohibe todo can-
ción á los fieles, y por esto es dig- to en el cual las palabras se encuen-
na de la Casa de Dios. tren omitidas aun en una mínima
Art. 2. 0 Tal es el canto gre- parte, ó colocadas fuera de sen-
goriano , que la Iglesia mira como tido ó repetidas indiscretamente.
26 SECCIÓN LITÚRGICA

Art. 12. Se veda la improvi- religiosamente corresponde al sig-


sación «á fantasía» en el órgano á nificado del rito y del texto y mué •
todo el que no lo sepa hacer con- ve á mayor devoción á los fieles,
venientemente ; esto es, de modo tanto más podrá ostentar el título
que se respeten, no sólo las reglas de música religiosa.
del arte musical, sino también las Por lo tanto, debe enaltecerse
que favorecen la piedad y recogi- eh canto gregoriano y manera de
miento de los fieles. cantarlo, según su verdadera tradi-
La tercera instrucción de este ción, como el rnás propio de la
Reglamento dice: «Vigilen mucho Iglesia en general, y muy particu-
los Reverendísimos O r d i n a r i o s larmente de España.
sobre los Párrocos y Rectores de No se proscribe ningún elemen-
iglesias, para que no permitan eje- to nuevo, ni el canto polífono, en el
cuciones musicales contrarias á que tanto brillaron los grandes
las prescripciones de este Regla- maestros españoles del siglo xvi, ni
mento, valiéndose, según su arbi- el canto cromático, siempre que tengan
trio y prudencia, de las penas ca- las dotes del canto que la Iglesia mi-
nónicas contra los desobedientes». ra como verdaderamente suyo, esto es,
Además, en la instrucción se- que interprete fielmente los textos
gunda se manda á los Reverendí- litúrgicos y eleve el alma á la con-
simos Ordinarios hagan cumplir templación de los sagrados mis-
exactamente á los clérigos la obli- terios.
gación de estudiar el canto grego- Ahora vean nuetros lectores si
riano y figurado. Y en la primera muchas funciones religiosas co-
prohibe en absoluto toda discusión rresponden á lo que queda dicho,
sobre los artículos del Reglamento. dentro del carácter religioso que
Ya lo saben los refractarios á la las mismas exigen según los diver-
tan deseada reforma y progreso sos tiempos litúrgicos.
del arte cristiano y de la buena Finalmente, en ninguna parte
música religiosa: cuanto más se hemos encontrado que la Iglesia
acerque una composición musical exceptúe ningún tiempo para el
á la índole del canto gregoriano, cumplimiento de lo que queda ex-
que la Iglesia mira como verdadera- puesto.
mente suyo, porque es el que más ?r. JA. V. Tifo,
i j P o L E M N E INAUGURACIÓN DE LA CRIPTA DE LA IGLESIA DEL CORPUS
^ P 3 DOMINI, EN MILáN.—En esta noche, en que el siglo xix ha cedido
su lugar al siglo xx, se habrá inaugurado solemnemente, por Monse-
ñor Angelo María Mantegazza, Vicario general, y como delegado
de S. E. el Cardenal Arzobispo de Milán, la cripta del monumental
templo del Corpus Domini, que los P P . Carmelitas Descalzos de Mi-
lán, y con ellos la Italia católica, consagran al Redentor de los hom-
bres expuesto en el augusto Sacramento del Altar, cuyo culto euca-
rístico ha de ser aurora del nuevo siglo y ha de constituir su carác-
ter. Por el logro de este nobilísimo objeto, tiempo ha que vienen tra-
bajando los Carmelitas de Milán con un celo que ha merecido bendi-
ciones singularísimas del Sumo Pontífice y la aprobación de todos los
buenos; y para difundir las glorias eucarística y encender en los hom-
bres la más viva devoción al Santísimo Sacramento, publican men-
sualmente una preciosa revista, cuyo título expresa todo su objeto
U Aurora del Secólo del Sacramento, y tienen establecida una casa
editorial, montada según los novísimos adelantos de la industria,
para difundir libritos y estampas de la Sagrada Eucaristía. La cripta
inaugurada mide 85 metros de larga por 15 de ancha, y consta de tres
naves, de las cuales la central tiene 9 metros, y las otras, 3 cada una.
A esta cripta se baja por tres majestuosas y elegantes escalinatas de
piedra. Las pinturas que la decoran armonizan con el estilo arqui-
tectónico y reflejan una entonación de tonos claros á la vez que se-
veros, acentuándose y expresando con más energía la significación
simbólica de la Eucaristía á medida que se aproxima al Sancta
Sanctorun. En los rosetones y en los ventanales se hallan figurados
ángeles alados en actitud de adoración, leones, pelícanos, etc. En
las capillas laterales están pintados, con vivos y frescos colores, el
anagrama de Jesús, el Eterno Padre, el Espíritu Santo y sus siete
dones, y el Agnus Dei inmolado recibiendo las adoraciones y hosan-
nas de los serafines. En el centro del ábside se destaca, radiante de
luz, la sagrada hostia, y á su alrededor figuras de serafines envueltos
28 CRÓNICA CARMELITANA

en vaporosas túnicas y con las alas extendidas, y sosteniendo, como


himno eterno de recíproco saludo, la inscripción Sanctus ,-Sanctus,
Sanctus. Toda la decoración, en fin, guarda admirable enlace de
líneas y colorido con el gigantesco altar que lleva el nombre de
León XIII.
Que el Señor bendiga esta grandiosa obra y derrame sus gracias
sobre la Iglesia y los fieles todos que se unen en espíritu para ado-
rar al Rey inmortal de los siglos.

NUEVA FUNDACIóN.—En fecha próxima se hará en Castellón de la


Plana una fundación de MM. Carmelitas Descalzas, para lo cual se
ha construido un hermoso convento é iglesia provisional, de cuya
inauguración daremos á su tiempo cuenta á nuestros lectores.
TOMA DE HáBITO.—El día 7 de Diciembre tomó el hábito en nuestro
Convento de MM. Carmelitas Descalzas del Corpus Christi de Alcalá
de Henares la Srta. Doña Sabina Zurdo Cortés, de diez y ocho años
de edad, natural de Fontiveros, cuna de nuestro Padre San Juan de
la Cruz, apadrinándola en tan solemne acto la Sra. Doña Francisca
Pradera y D. Generoso Zurdo, hermano de la nueva novicia; y pre-
dicando un sentido, patético y elocuente discurso el Rdo. P. Plácido
María del Pilar, administrador y redactor de E L MONTE CARMELO.
La novicia ha trocado su nombre de siglo por el de María Inmacula-
da del Niño Jesús de Praga.

PROFESIóN RELIGIOSA. —En Alba de Tormes profesó el día de la In-


maculada, en el Convento de Carmelitas Descalzas, la que en el mun-
do se llamó Srta. Doña Laura Trigueros, hija de una rica familia me-
jicana, predicando en la fiesta el Rdo. P. Provincial de los Carmeli-
tas de Castilla, y habiéndose estrenado en lá Misa un valioso terno
azul bordado en oro, regalo hecho al convento por una señora de Mé •
jico, amiga de la profesa.
NUEVO CONVENTO.-En Pamplona se ha celebrado solemnemente la
traslación de las MM. Carmelitas á su nuevo convento é inauguración
de éste con un Triduo en que han predicado el Sr. Obispo de la Dió-
cesis, el P. Atanasio, Definidor Provincial, y el P. Marcelo, Lector
de Filosofía. En otro número daremos á nuestros lectores más deta-
lles de esta fiesta.
R. 1. P.—Han fallecido, en Madrid nuestro distinguido amigo el se-
ñor D. Manuel de la Mata.
En Soto de Toranzo, la Sra. Doña Isabel González y González de
la Riva.
En Santander, Doña Carmen Goiri.
En Villafranca de Navarra, D. Felipe Vitas: por cuyas almas en-
carecidamente suplicamos á nuestros lectores eleven sus plegarias
al Altísimo.
Jp3|L finalizar el siglo xix han quedado riftendo lucha sangrienta la
V í religión y el descreimiento, el principio de justicia y la injus-
ticia más audaz y usurpadora, y todas las señales nos hacen pronos-
ticar que el éxito de esta lucha se ha de verificar muy á los comien-
zos del siglo que empezamos.
El principio religioso ha tenido manifestaciones muy espléndidas
en el Jubileo del Año Santo, y, entre vivísimos resplandores proyec-
tados del Vaticano, han resonado en el mundo las palabras de Jesu-
cristo: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; Yo soy la Puerta;
como invitando á los hombres á entrar por ella en el nuevo siglo que
iba á empezar.
Pero mientras en Roma se han reunido los hombres al abrigo de
una religión de paz y de amor, Inglaterra ha sostenido una guerra
de usurpación y rapiña contra un pueblo que por derecho propio es
independiente, y una vez más la fuerza triunfará contra la justicia; y
en vano será que los oprimidos hayan enviado á la vieja Europa no
menos que á su augusto Jefe, y que su excursión patriótica, y su poli-
tica patriarcal, y sus convicciones viriles, y su porte sencillo, hayan
excitado por donde ha pasado las simpatías de todos, porque los Es-
tados de Europa, divorciados de la opinión popular, no quieren dis-
gustar á los opresores, y, cerrando sus oídos á las quejas justísimas
del pueblo boer, le dejarán abandonado entre las fieras garras in-
glesas.
Esta política de fuerza que durante muchos años ha imperado, pre-
para días sangrientos á Europa; no hace mucho ha dicho alguien en
Francia que el siglo xxserá la era de las luchas internacionales. Des-
pués de la conquista del Transvaal, algunos creen que Inglaterra
atacará al territorio español; otros dicen que realizará su invasión,
no por sí, sino por medio de Portugal, con quien acaba de estrechar
sus lazos de amistad, y á quien mandaría por delante á ocupar algu-
nos pedazos de tierra española, para quedarse á la postre con lo de
españoles y portugueses, que es el procedimiento genuínamente in-
glés; y no falta quien entiende que luchas intestinas darán lugar á una
30 CRÓNICA GENERAL

intervención extranjera, cuya consecuencia sería la desmembración


de nuestra patria.
,.- L a irreligión y la impiedad han hecho en el último mes del año un
esfuerzo supremo para entrar como triunfadores en el nuevo siglo.
Después de la Exposición de París, que oficialmente ha sido atea, el
Gobierno francés ha declarado la guerra á las corporaciones religio-
sas, que, de prosperar ciertos proyectos de ley, indudablemente ten-
drían-que salir muy pronto del territorio de Francia; y, por de pron-
to, el odio sectario ha conseguido que en algunos Municipios se pro-
hiba el uso del traje talar, y en otros sea título bastante para perder
los cargos públicos el oir Misa y practicar la religión.
Esta declaración de guerra á la Iglesia en la vecina República, que
ha estado á punto de provocar un rompimiento con la Santa Sede, ha
encontrado eco en España, en cuyo Parlamento se ha tocado á reba-
to, y entre herejías dogmáticas y desplantes de una ignorancia crasí-
sima se ha vociferado contra la autoridad episcopal y las Órdenes re-
ligiosas, contra la potestad de la Iglesia y los derechos de la sobera-
nía temporal del Romano Pontífice, resonando esas voces en las Cá-
maras, pero inspirándose en las logias, que, irritadas quizá por cier-
tas manifestaciones de vida religiosa que se han verificado el último
mes, y por el proyecto de la boda de la Princesa de Asturias con un
príncipe de la destronada casa real de Ñapóles, en quien dicen está
representado el absolutismo y la teocracia, han soltado las válvulas
á su odio sectario é infernal. En presencia de tales excesos entristece
el ánimo al ver que en un Estado á quien la Constitución llama cató-
lico se hayan podido decir tantas herejías y tales como las proferi-
das por Azcárate, Sol y Ortega, Canalejas y Romero Robledo, sin
que un ministro ni un diputado se haya levantado á protestar cate-
góricamente, á hacer solemne profesión de fe cristiana, y á oponer
enérgicas afirmaciones ortodoxas á las afirmaciones heterodoxas de
los sectarios; sino, antes bien, los mismos que constituyen el Gobierno
de S. M. C. hayan hecho coro á sus adversarios con proposiciones
tan anticatólicas como éstas:
«La religión es independiente de la política»; «Católicos hay lo
mismo en los partidos conservadores que en los liberales y en el re-
publicano, y no se comprende en estos momentos la existencia de un
partido llamado católico,,; "España tiene reconocido el reino de Italia,
y no reconoce más que un rey, que es el que hoy reina allí „ (Azcá-
rraga): "Yo soy de aquellos que asisten por la mañana á los círculos
de obreros, y por la tarde se presentan á hacer alardes de liberalis-
mo en el Congreso,, (Ugarte); proposiciones en abierta pugna con
la doctrina de la Iglesia, y que han sido coronadas con esta profesión
de fe del partido conservador: "Liberales hemos sido, liberales somos
y liberales seremos,, (Silvela).
Pero, enfrente de la persecución declarada en el Parlamento al
Catolicismo, éste ha dado muestra de alentar con viriles energías, y
ha levantado manifestaciones magníficas é imponentes en Pamplona
y en Castellón; allí, haciendo morder el polvo á un periódico libre-
pensador y descaradamente impío, contra quien ha fulminado el
Obispo el anatema, y la población entera, con el Ayuntamiento á la
CRÓNICA GENERAL 31

cabeza, se ha levantado en masa, protestando de su adhesión á la


autoridad eclesiástica, mereciendo bien de la religión, de España y
del mundo entero; y en Castellón, con la vista del famoso proceso de
las placas del Corazón de Jesús, durante los cuales días Cristo ha
imperado con absoluta soberanía en esta católica población, y la elo-
cuencia cristiana de los abogados ha cantado las glorias admira-
bles de la Iglesia católica; si bien el triunfo ha resultado manco, por-
que las autoridades, con una debilidad injustificable que no se atreve
á ponerse de frente con los enemigos de Dios, han autorizado en
Pamplona al director excomulgado el publicar un nuevo periódico-
que será tan malo como el suprimido, y en Castellón han absuelto y
declarado sin pecado á los sacrilegos profanadores del Corazón de
Jesús, dejando escarnecida la justicia y la verdad.

Noticias sueltas.
CARTA DE MéJICO.— Rdo. P. Director: Dignamente va á terminar eí
año del Jubileo en la República Mejicana. Después de una serie de
funciones religiosas, que han durado todo el año sin interrupción,
para solemnizar el homenaje á Jesucristo, Rey de los siglos, y en las
que los católicos mejicanos han dado evidentes demostraciones de
piedad cristiana, quieren probar ahora su inquebrantable adhesión
al Vicario de Jesucristo, postrándose á sus pies.
Todas las dificultades que se oponían al proyecto de la peregrina-
ción quedaron superadas, y los peregrinos pueden hacer su viaje á
la Ciudad Eterna en condiciones muy ventajosas, puesto que el viaje
de ida y regreso, además de la estancia en Roma en casas expresa-
mente contratadas por la Comisión organizadora, no cuesta más
que 500, 300 y 200 pesos respectivamente en primera, segunda y ter-
cera clase.
Los días 13, 14 y 15 de Noviembre se verificó un solemne triduo en
la Colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe, con objeto de que la
Madre amantísima de los mejicanos proteja á la piadosa expedición
y derrame abundantes gracias sobre los que, sin omitir sacrificio al-
guno, ansian con fe sincera besar los pies del Romano Pontífice.
El día 15, confortados los peregrinos con el Pan de los ángeles, y
recibida la bendición del limo. Sr. Arzobispo de Méjico, salieron de
la Basílica Guadalupana, acaudillados por uno de los más sabios y
santos prelados que tiene la Iglesia de Méjico, el limo. Sr. Dr. Don
Ramón Ibarra, Obispo de Chilapa, dirigiéndose al crucero, donde
esperaba el tren de la línea del Interoceánico que había de conducir-
los á Veracruz. La Compañía Trasatlántica Española ha puesto á
disposición de la peregrinación mejicana el magnifico vapor Alfon-
so XII, que llegó por primera vez al puerto de Veracruz en Noviem-
bre. El Alfonso XII es el antiguo Meteoro, comprado por el Gobierno
español á Alemania durante las últimas guerras coloniales, y que
por su gran velocidad sirvió de aviso á la escuadra española. La
Compañía Trasatlántica compró á su vez al Gobierno el barco, que
ni por su construcción ni su excesivo lujo era á propósito para servir
en la marina de guerra.
32 CKONICA GENERAL

Los peregrinos harán escala en la Habana, Corufia, Santander,


Cádiz y Barcelona, desembarcando en Civita Vecchia, para dirigirse
desde alli, por ferrocarril, á Roma.
Dios Nuestro Señor se digne conceder á los peregrinos mejicanos
una felicísima travesía, y regresar á sus hogares con aumento de fer-
vor cristiano.
Suyo afectísimo, Fr. Justino de Santa Teresa.
Méjico, Diciembre de 1900.

FRANCIA.—La fortuna de las Congregaciones, que procede en rea-


lidad del sacrificio y de la generosidad de las familias cristianas, y
de la misma pobreza de los religiosos que han contribuido á formar-
la, era, según la investigación verificada en conformidad con el ar.
tículo 12 de la ley de 1876, de un valor de 714 millones de francos
Hay que observar que los religiosos tienen establecimientos de un
gran valor, pero que ni producen renta, ni puede decirse, en verdad,
que tienen todos los derechos de propiedad; así sucede con los hos-
pitales, fundaciones declaradas de utilidad pública, escuelas, etc.
Y en la investigación que el Ministerio de Hacienda hizo en 1895 se
muestra que el valor de los bienes poseídos directamente por las
Congregaciones religiosas es de unos 480 millones.
Esta fortuna, en Francia, de ningún modo puede considerarse
como peligrosa.
Por su importancia, hay fortunas privadas más considerables, y
entre ellas las de bastantes israelitas y las de algunas sociedades
que, sin embargo, no asustan á nadie.
Los 480 millones están repartidos en 1.231 Congregaciones de esta-
tutos diferentes, por lo que viene cada Congregación á tener 400.000
francos.
El número de religiosos es de 30.000, y el de religiosas de 130.000,
por lo que puede considerarse que cada religioso disfruta la renta de
un capital de 3.120 francos, ó sea un diario de 35 ó 40 céntimos, y con
esto, no sólo se mantienen las comunidades, sino que procuran la ins-
trucción de muchos, cuidan A multitud de enfermos y se fundan gran
número de establecimientos para ciegos, locos, etc.
Entre todas estas obras, la que se ataca más principalmente por
los masones es la enseñanza congregacionista, y, si se suprimiese,
costaría el reemplazarla en toda Francia por una enseñanza laica,
incompleta, más de 120 millones anualmente.

En vista de que los seminaristas que ingresaban en las filas del


ejército aprovechaban todas las horas que tenían libres para pasar-
las en el Seminario, confortándose para no prevaricar ni perder su
vocación religiosa, el Gobierno masónico de Francia ha dispuesto
que todos los seminaristas presten su servicio militar en población
diferente á la en que se encuentre su Seminario.
Pero así como, lejos de conseguir, según se proponían con la ley,
incluyendo á los seminaristas en el servicio militar obligatorio, que
muchos no volviesen al Seminario, lo que ha sucedido es que hacen
CRÓNICA GENERAL 33

prosélitos entre sus compañeros de cuartel, así como tampoco con-


seguirán, con la nueva y odiosa medida, vencer la virtud y la ener-
gía sacerdotales.
PORTUGAL.—La cordialidad de relaciones entre Inglaterra y Por-
tugal, de la que ha dado cuenta toda la Prensa, manifiesta una vez
más el vasallaje impuesto por Inglaterra á Portugal.
Desde hace siglos, la corte de Lisboa ha entregado su independen-
cia á la de Londres.
En 1703 hizo un tratado, por el cual se aliaba Portugal á la protes-
tante Ana Stuard contra Luis XIV y su nieto Felipe V de España.
Mas tarde, Pombal introdujo el masonismo, rito escocés, y conti-
nuaron, por lo tanto, las simpatías á Inglaterra.
Expulsó á los jesuítas, siendo un verdadero devoto de Federico el
Grande.
Durante la guerra de siete años tomó parte con Prusia é Inglate-
rra contra Francia, Austria y España.
En cambio de tantos favores hechos á la Gran Bretaña, cuando per-
dió el Brasil, Inglaterra favoreció la emancipación en beneficio de
sus intereses comerciales, y es más que posible que Mozambique y
la bahía Delagoa acaben por ser colonias inglesas.
Sus puertos europeos serán utilizados en la forma que más conven-
ga á los intereses británicos, y hasta su mismo territorio, sus propie-
dades y sus comarcas más nombradas, entre ellos Porto Bon, pro-
piedad de ingleses, para después fundar sus reclamaciones y apode-
rarse de lo que les conviene.
CLAUSURA DE LA PUERTA SANTA.—Con una concurrencia extraor-
dinaria, para la que se habían repartido 80.000 invitaciones, se veri-
ficó el 24 de Diciembre la clausura del Jubileo con la solemne cere-
monia de cerrar las Puertas Santas. El pórtico de San Pedro, en que
había de celebrarse la ceremonia, estaba convertido en un salón es-
pléndidamente decorado y cubiertas sus paredes de paños rojos. Des-
pués de bendecir Su Santidad los materiales dispuestos para cerrar
la Puerta Santa, se arrodilló ante ella, y con una paleta de oro hizo
en el dintel de la Puerta tres montones de mortero, colocando enci-
ma tres ladrillos con inscripciones conmemorativas. Junto á los ladri-
llos se colocó una caja con medallas de oro, plata y bronce, con el
retrato de León XIII é inscripciones recordando la apertura y clau -
sura de la Puerta Santa. Inmediatamente Monseñor Vanutelli y otros
cuatro Penitenciarios hicieron con la cal y los ladrillos igual opera-
ción que la realizada por Su Santidad; después los obreros cubrieron
la Puerta Santa con un lienzo de color de mármol, y el Papa regresó
á sus habitaciones conducido en su silla gestatoria.
S^^^^^^WM^W^W^WMiiS^^^W^^s^^M^M^^i^^^^®

VARIEDADES

de beber [al cabrero, lava la heri-


£1 Samarítano del Evangelio. da y ciñe el tobillo y pie con su pa-
ñuelo de batista.
¡ÍÁs de medio siglo ha, rodaba —¿Dónde habitas?—le pregunta.
por la carretera de Anagni á El pastor señala una aldea en lo
Carpinetto, en Italia, un carruaje alto de la montaña.
tirado por dos caballos: un precep- —Allí no puedes ir—dice el im-
tor daba la derecha, en el testero, provisado cirujano.—Ven conmigo
á un jovencito débil y de color pá- á Carpinetto y encontrarás lo que
lido que á la sazón convalecía de te haga falta.
una grave enfermedad. E i herido sonrió de agradeci-
Al llegar al pie de una cuesta, miento, y, apoyado en su protec-
observaron los viajeros que, tendi- tor, llegó y fué subido al carruaje.
do sobre la piedra dura y al lado —Pero ¿ qué pensáis hacer, Joa-
del camino, se encontraba un niño quín ?—dijo el ayo al ver llegar al
pobre con traje de pastor, lleno herido.
de polvo y de jirones, quejándose —Pues lo que haría cualquier
amargamente 3' haciendo penosos cristiano. ¿Podemos dejar abando-
esfuerzos para retirarse, lo cual no nado á ese pobre niño herido?
era de extrañar, pues se le veía un —Pero, si lo lleváis á casa, ¿qué
pie descalzo, muy hinchado, con dirán vuestros padres?
una herida en el tobillo. —Que he hecho bien, dirán sen-
Al llegar junto á él, se detuvo el cillamente. ¿Es cosa extraordina-
carruaje y bajó apresuradamente ria ó mala auxiliar á un pobre ni-
el jovencito convaleciente á pre- ño y curarle una herida? Todos ha-
guntar al pobre la causa de su do- rían otro tanto.
lor y de su estado. El ayo dio entonces una palma-
El cabrero, que tal era, contes- da de satisfacción en la espalda de
tó que había sido atropellado por su discípulo, y el carruaje partió
el carro de un lechero, por no ha- veloz en dirección á Carpinetto.
ber tenido tiempo para separarse, Al llegar á casa de Joaquín, su
y que el conductor, ó no viéndole, madre quedóse absorta viendo el
ó no haciéndole caso, lo había de- huésped inesperado que le traía su
jado, á pesar de sus gritos y voces hijo, ya que nada tenía de agrada-
de auxilio. ble por su,tyraje, aunque lo fuera
—Pero ¡ay! que no puedo más; por su agraciado rostro, colocado
i el dolor me mata!—dice. dentro de un marco negro formado
En el acto , conmovido el joven por su abundante cabellera; mas,
viajero,con resolución impropia de cuando oyó £ su hijo contar el en-
sus pocos años atraviesa la maleza cuentro y el estado del pobre, hizo
y las espinas que lo separaban de llamar apresuradamente al médico
un arroyo, llena su sombrero, da de la casa y cuidar al muchacho.
VARIEDADES 35

Joaquín, al ver tal recibimiento, Dios puede llamarnos á Sí de un


vertió lágrimas de gratitud y de momento,á otro. Yo, por mi par-
alegría, lanzando sus grandes y be- te, y por lo que al año presente se
llos ojos centellas de felicidad. refiere, estoy tranquilo: he abierto
—¿ He hecho bien, madre ? la puerta del Jubileo, y hasta aho-
—Sí, hijo, has obrado bien. ra ningún Papa ha fallecido sin
Y alegre y satisfecha abrazó á cerrarla. Pero vos, Monseñor, no
su hijo, oprimiéndole contra su sois Papa.
corazón. No echó el Obispo en olvido el
Aquel Joaquín, viajero delicado aviso del Pontífice: antes bien
y caritativo, era Joaquín Pecci, se apercibió serenamente para el
hoy León XIII. trance supremo, que para él llegó
antes de terminar el Año Santo.
Un pronóstico de León XIII.
Hace algunos meses, el respeta- Frugalidad de León XIII.
ble obispo de Marsella se encami- Hace poco escribió el director
naba á Roma con objeto de pre- del periódico culinario Le Pot-au
feu á un Prelado doméstico de Su
Santidad, manifestándole que, en
su deseo de completar la lista de
lo que comen todos los jefes de
Estado, le suplicaba se sirviese in-
dicarle cuál era la comida usual de
León XIII.
— La más sencilla posible — fué
la lacónica contestación del Pre-
lado.
Y, en efecto, debe serlo, cuando
su coste diario no pasa de tres li-
ras, pudiéndose asegurar que no
hay soberano que pueda compa-
rarse á León XIII en la frugalidad
de su mesa.
La familia de León XIII.
Creemos interesar á nuestros
lectores dando los nombres de to-
dos los miembros de la familia de
León XIII que viven en la actua-
lidad.
sentar á León XIII la peregrina- La casa Pecci es oriunda de
ción organizada en su diócesis. Liene, del tronco de los Sres. Ar-
Llegado á la Ciudad Eterna, el giano, una de cuyas ramas se es-
prelado, amigo personal del Pon- tableció en el siglo xvu en Carpi-
tífice, fué admitido en el círculo netto, rama de la que es decano el
de sus íntimos, y ambos ancianos Soberano Pontífice.
mantuvieron largas y afectuosas El Almario de la nobilita italiana
conversaciones. para el año 1900, publicado en
En el curso de una de ellas, Bari, daba los siguientes datos:
León XIII dijo familiarmente á «El jefe de la casa Pecci es el
Monseñor Robert: conde Ludovico Pecci, patricio
—Nos vamos haciendo viejos, romano, nacido el 21 de Mayo
mi querido amigo, y nos conviene de 1752, camarero secreto de capa
prepararnos para la muerte, pues y espada de Su Santidad, cabalíe-
36 VARIEDADES

ro de honor y de devoción de la Ana y Doña María Pecci. El con-


Orden de Malta. de Camilo, nacido en Marzo del
Su padre, el hermano del Papa, año 1855, se casó en París el 19
J. B. Pecci, nacido el 26 de Octu- de Agosto de 1883 con Doña Sil-
bre de 1802 y muerto el 28 de Mar- via Buena y Garzón, de una fami-
zo de 1881, se casó el 8 de Julio lia cubana.
dé 1851 con Doña Angela Salina, De este matrimonio ha nacido
muerta el 9 de Octubre de 1899 en sólo una hija, Doña Ana Pecci,
la casa solariega de Carpinetto. actualmente de quince años.
En Abril de 1880, en Secce, lo- El conde Ricardo se casó el 29
calidad situada al Sur de las mon- de Febrero de 1886 con Doña Ma-
tañas vólicas y célebre por su ex- ría Vicenti d'Arseres, de una fami-
celente vino, renombrado ya en lia patricia de Rieti. Tampoco ha
tiempo de Augusto, el citado con- tenido más que una hija, Doña Ga-
de Ludovico se casó con Doña briela Pecci, actualmente de trece
María Victoria Zoccheo. años.
De este matrimonio ha habido En cuanto á las dos sobrina» de
un solo hijo, nacido en Febrero Su Santidad, las hermanas del
de 1894, y ahijado del Soberano conde Ludovico, la-mayor, Doña
Pontífice, su tío. Ana Pecci, nacida en 26 de Marzo
El conde Ludovico Pecci, el de 1857 y casada el 27 de Abril
mayor de los sobrinos de Su San- de 1882 con el marqués de Canali
tidad, tiene dos hermanos, Camilo de Rieti, no ha tenido hijos».
y Ricardo, y dos hermanas, Doña
"•-+7
NOTA FINAL
L UCES
Dijo: «Hágase la luz», con voz potente
Dios, al crear el mundo de la nada,
Y la luz colorando la- morada
Del hombre-rey, brotó resplandeciente.
Dio un soplo al hombre, se inflamó su mente,
Y al fulgor de la doble llamarada
Empezó á andar el hombre su jornada,
Mas apagó su antorcha refulgente.
Dios le quiso alumbrar: Luz rutilante
De un establo salió irradiando cruces;
Pero la luz del siglo incierta y vaga
No quiso recibir la Luz brillante...
¡De ese siglo apagádose han las luces,
Y la luz de Belén jamás se apaga L.
fr. fhriátj del Carmelo J~eresiatjo.

Ú l t i m a hora.—AMPLIACIóN DEL JUBILEO DEL AñO SANTO.—Roma 26


(4,50 tarde).—Se ha publicado la Bula pontificia prorrogando el Jubileo
en todo el mundo católico por seis meses.

A la hora de cerrar el presente número se habla de la destitución del


sapientísimo y virtuosísimo Sr. Fernández Montaña de su cargo de Pre-
ceptor de Religión y Moral de Alfonso X I I I , por haber afirmado, en
un luminoso artículo, escrito para rebatir los errores del Sr. Canalejas^
que el liberalismo es pecado. ¡La persecución arrecia!
v*^»í•»•»»»•^^^••WPP^?3T!?T^

Año II. 15 de Enero de 1901. Núm. 14.

LA SAGRADA FAMILIA

¡UANDO queramos gozar de paz exqui-


sita, trasladémonos con el pensa-
miento á la casita de Nazareth y contem-
plemos la paz que allí reina.
Allí no llegan los rumores del mundo;
ningún enemigo del alma penetra allí; todo
es allí fervores y santa alegría.
San José se entrega al trabajo en la
grata compañía de Jesús y de María. ¡Con
qué noble satisfacción se contempla.jefe
de tan santa familia, á quien debe susten-
tar y proteger! No cambiaría su modesto
oficio por un trono, ni su pobre casita por
un palacio.
¡ Servidores, magnates, palaciegos, adu-
lación, envidias, intrigas... qué error}
Allí es un Rey amado, respetado por sus
3« LA SAGRADA FAMILIA

dos subditos, Jesús y María, que se desviven por servirle y


adivinar sus deseos, rodeándole de cuidados y ternura.
Jesús le encanta y seduce con sus gracias. Él sostiene al
sostenedor del mundo en sus primeros pasos; y Ella, María,
enseña al Niño sus primeras plegarias.
El Niño fija sus ojos, ya en el uno, ya en el otro; y su mi-
rada inteligente y llena de bondad se anima con el deseo de
complacerles.
Admíranle los santos esposos y se comunican sus goces
y esperanzas.
Cuando el Niño duerme, velan su sueño, y guardan silen-
cio , y procuran no turbarle; y,
cuando despierta, se renuevan
sus alegrías.
La voz del Niño es como una
armonía suave y tierna que pe-
netra el alma, y todos sus movi-
mientos tienen wuna gracia infi-
nita.
Cuando habla, sus padres le es-
cuchan embelesados; y si calla,
no se cansan de contemplarle.
Al verle hacer oración, sien-
ten sus ojos humedecidos por el
llanto; y cuando le ven tan su-
miso y obediente, le admiran
LA SAGRADA FAMILIA
(Juanes.) (Museo del Prado. más y más.
Todo es allí infinitamente
grande. La Santa Familia sigue en un todo la voluntad de
Dios.
¡Si nos fuera dado, á fuerza de contemplarla, alcanzar
algo de sus virtudes!
La prudencia de San José, la humildad de María, el fer-
vor de Jesús, cosas son para desear y pedir, y con ellas gus-
taríamos de la paz envidiable que reinaba en la casita de
Nazareth.
Y ¡qué dicha si, deslumhrados por los resplandores de
tanta virtud, nos cegáramos para todo otro interés, asf
LA SAGRADA FAMILIA 39

como, cuando se ha contemplado mucho tiempo el sol, todo


parece obscuro y lleno de sombras!
Concédanos el Todopoderoso que nos apartemos del mun-
do de corazón, y que, aun viviendo en él, corrijamos toda
inclinación que á él nos llame, y nos aislemos en él, y ame-
mos la soledad, y nos recreemos con José y María en la
contemplación de Jesús Niño, de Jesús Apóstol, de Jesús
Mártir, y estudiemos sus palabras y sus virtudes y su cora-
zón , y amemos todo esto más que cosa alguna, substrayén-
donos á todo otro interés creado.
Sor jTurora.

E L CIELO P O R U N CUARTO

Dijo Dios á una avilesa:


«Si el cielo azul no existiera,
Para ti ahora lo hiciera;
Dispon ya, pues, de él, Teresa».
Mas tal es su corazón,
Que, teniendo con Dios harto,
Vendió el cielo por un cuarto...
¡Cuarto de hora de oración!
fr. florión del Carmelo Teresiano.
,,,<i.l.i.iiiit..i)ii)M'-.iinirrn

DEVOCIÓN AL NIÑO JESÚS DE PRAGA


JllaÁ devoción al Niño Jesús, bajo creto de ese milagro perenne en
" ^ ^ ' l á advocación dé Praga, esla medio de las revoluciones de los
qu,e,hoy priva en los corazones, siglos descreídos. La vida de los
cóhíb nunca necesitados de levan- conventos no está á merced del
tar?sus aspiraciones hacia la bon- acaso. La mantiene Dios, que n&
dad infantil y divina del Dios de olvida á las. aves del cielo, y viste
Belén, y de reanimarse con la con- de hermosura á los lirios de los
templación y dulcísimas afeccio- campos. Dios no olvidará á esas
nes de Dios hecho Niño, con to- almas que todo lo dejan por El.
dos los encantos y atractivos de la La princesa Polixena Lobko-
infancia realzada hasta lo divino witz, ilustre por su virtud y noble
por el Verbo hecho carne. alcurnia, sabiendo la pobreza de
En Europa y América, África y los carmelitas descalzos, les hizo
Oceanía y en la Australia, cuenta donación de lo que más estimaba
esta devoción millares de millares ella, un precioso Niño Jesús de
de corazones , agradecidos á sus cera, cuyos vestiditos con sus pro-
admirables efectos de bendición y pias manos cosía la piadosa aris-
consuelo en todos órdenes. -tócrata. Presentóse al P. Prior y,,
No es el espíritu de innovación, entregándole el Niño Jesús, le dijo:
ni la moda frivola y veleidosa, la Os doy, Reverendo Padre, lo que más
que ha generalizado esta devoción; estimo en este mundo: honrad bien á
es la piedad católica, aleccionada este Niño Jesús, que nada os fal-
por la experiencia de gracias y tará. La imagen representaba al
bendiciones, de prodigios' y. por- Divino Infante de pie, con la ma-
tentos que por todas partes derra- no derecha levantada en actitud
ma el Divino Niño, cuando se le de bendecir, y un globo en la iz-
invoca recordando sus finezas con quierda. Los hechos acreditaron
los carmelitas de Praga.. Su histo- bien pronto que aquel Divino Ni-
ria está llena de atractivos que en- ño sería una bendición continua-
cantan. da y abundantísima en tesoros del
Fernando I I , e m p e r a d o r de cielo y consolación en las penas.
Austria,' vencedor, en la célebre La Comunidad recibió con creces-
batalla de la Montaña Blanca, de cuanto necesitaba para su susten-
las huestes luteranas, por las ora- to y alivio de las deudas á que la
ciones del insigne y v e n e r a b l e habían obligado sus grandes apu-
carmelita Domingo de Jesús Ma- ros; pero de un modo especialí-
ría , fundó y dotó con magnificen- simo experimentó la divina pro
cia verdaderamente imperial, en la tección de aquel Niño en las ne-
histórica ciudad de Praga, un con- cesidades espirituales: un novi-
vento de P P . Carmelitas descal- cio, cruelmente atormentado por
zos. Esto fué en el año 1600, ,y tentaciones contra la vocación, y
en 1628, á causa de los trastornos por sequedades y arideces de es-
políticos que sobrevinieron, la Co- píritu , se vio libre de todo por su
munidad de carmelitas a p e n a s devoción al Niño Jesús que se ve-
contaba con lo indispensable para neraba en el noviciado de Carme-
vivir. El Señor no abandona á litas de Praga.
quien en El confia; he aquí el se- Gustavo Adolfo, pasando de Sue~
DEVOCIÓN AL NIÑO JESÚS DE PRAGA 4I:

cía á Alemania, juró a c a b a r con os bendeciré; tened piedad de Mí. Es-


todo lo que era católico é implan- tas p a l a b r a s conmovieron hasta lo
tar la m e n t i r a protestante. U n m á s hondo el corazón del venerable
ejército de 18.000 hombres invadió carmelita.
la B o h e m i a : aterrorizados los 500 Incansable como el amor, desde
soldados que componían la guar- entonces no descansó hasta procu-
nición de P r a g a , huyeron con los rar nuevas manecitas á su Bien: el
nobles y burgueses, clero y pueblo, venerable P a d r e no vivía más que
y, por fin, los P P . Carmelitas, que para su Niño de P r a g a ; y Jesús,
en la precipitación de la huida ol% fiel á su p a l a b r a , á los honores de
vidaron al Niño Jesús. Los herejes su siervo correspondía con milagros
entraron en la ciudad y la saquea- y portentos que hicieron célebre
ron b á r b a r a m e n t e , é igualmente el y popularísima la milagrosa i m a -
convento de carmelitas; los ban- gen del Pequeño G r a n d e , como lo
didos de L u t e r o se cebaron horri- llaman en Praga. Desde entonces,
blemente con aquella imagen del el Niño Jesús de P r a g a , honrado
Salvador del m u n d o , y, arroján- por los reyes, prelados y nobles,
dola con desprecio á un rincón, la bendecido é invocado por el pueblo
rompieron las dos manecitas, y por en todas sus necesidades (1), h a
milagro no se deshizo toda la efigie. derramado su bendición y consue-
P a s a d a la t o r m e n t a , fué poco á lo sobre todas las desgracias, y E l
poco renaciendo la calma, que fué es el consuelo de los pobres afli-
ya un hecho estable con la paz de gidos.
P r a g a , firmada en 15 de Junio de Sus estatuas, medallas, e s t a m -
1635. Volvieron los carmelitas á p a s , novenas, coronillas, se han
su convento, y como olvidaran al repartido á millares por todo el
Niño Jesús, que continuaba oculto mundo, multiplicándose los prodi-
y mutilado detrás del altar mayor, gios que son verdaderamente incal-
se vieron en la mayor miseria, has- culables, porque consta por la ex-
ta que un religioso, de santidad periencia que los milagros no son
reconocida, fué el'preelegido por sólo de la imagen de P r a g a , sino
Dios p a r a sacar de aquella obscu- de todas sus reproducciones... (2).
ridad la imagen del N i ñ o Jesús. «Cuanto más me honrareis, más os
E l P . Cirilo, que así se llamaba bendeciré». H e aquí la promesa, y
el religioso, buscaba por todos los Dios no engaña. Honrémosle y nos
rincones del convento el tesoro de bendecirá.
su alma; gemía en la oración de El mejor modo de honrarle, apar-
día y de noche, hasta que el Señor, te de las virtudes, que son el buen
apiadado de su siervo, se dejó en- olor de Cristo, es el acudir á El en
contrar por quien le buscaba con todas nuestras necesidades.
humildad y a m o r : hallólo cubierto N i ñ o Jesús de P r a g a , ¡salvad-
de polvo y con las manecitas ro- n o s !
t a s : lloró el venerable P a d r e , vien- fr. Xudo vico
do á su Señor sin imanos; aquellas de tos Sagrados Corazones.
manos que bendecían, aquellas ma-
nos que sostenían al pueblo con su (1) Una de las personas más devotas
poder y misericordia, rotas por la y entusiastas del Niño jesús de Praga fué
ira sectaria de los luteranos; no se la venerable Crescencia Hoss, beatifica-
cansaba de besar el piadoso reli- da por el Papa León XIII en 7 de Octu-
gioso aquella cara que respiraba bre de 1900.
ternura y amor. E n t o n c e s le dijo la jero(2)delEn Bruselas se publica El Mensa-
Niño Jesús de Praga, con la li-
imagen estas palabras: Tened pie- cencia de la autoridad eclesiástica, y cada
dad de mí, y Yo tendré piedad de vos- una de sus páginas es narración de hechos
otros: volvedme mis manos y Yo os daré portentosos, atribuidos al Niño Jesús de
• a paz; cuanto más me honrareis, más Praga.
fe—gffi?—•cffi?—-g^g—'*ffir~ ^ j ^ '*%>' **$»—*ffi* •*ffl? 'fajfa ••'ffir

C O N T R I C I Ó N

A LA VIRGEN

Humillada en el polvo, mi alma siente


El peso abrumador de su pasado;
La enorme pesadumbre del pecado
Me hace ante Ti bajar la altiva frente.

Son mis culpas los bárbaros puñales


Que tu inocente corazón traspasan;
Mis horrendos pecados los que arrasan
En lágrimas tus ojos virginales.

Cuando la santa mano me tendías,


Yo desprecié tu maternal ternura;
Yo hice escarnio cruel de tu amargura,
Y te insulté mientras por mí sufrías.

Ni á piedad se movieron mis entrañas


Al verte tan hermosa en tu quebranto,
¡ Cuando una sola gota de tu llanto
Las piedras partiría y las montañas!

¡ Sola en tu horrible pena te dejaron


De inmensa angustia el corazón deshecho!
¡Ni conmovió tu soledad mi pecho,
Ni tus lágrimas, Madre, me ablandaron!

Yo, vaso de miseria y podredumbre,


¡Cómo pude causar, en mi delirio,
A la Reina del Cielo tal martirio,
A la Madre de Dios tal pesadumbre!
CONTRICIÓN 43

¡Ay! Soy.acreedor á tus enojos.


¡Madre, misericordia! ¡Yo confieso
Que pequé contra Ti; sólo por eso
No alzo mis ojos á tus puros ojos!

Mas hoy á Ti me atrevo á presentarme,


Cuando te he abandonado en tus dolores,
Porque vengo á implorar de Ti favores,
Cuando Tú sólo debes castigarme.

Siento que á lo terreno y lo mezquino


Más cada vez mi corazón se aferra,
Y que, para arrancarle de la tierra,
Le tiene que amparar poder divino.

¡Por eso acudo á Ti, Virgen María;


Tú, rompiendo los lazos que me oprimen,
Harás que borre con mi llanto el crimen,
Porque eres Madre al fin, de Dios y mía!

Tú me darás valor y resistencia


Para luchar ansioso por su gloria;
Y hasta Ti,'con los gritos de ¡victoria!,
Los míos llegarán de penitencia.

¡Ampárame benigna con tu manto,


Refugio celestial de pecadores,
Y yo, llorando siempre tus dolores,
Adoraré al Señor tres veces Santo!
Juan ]tiarttn«z Jfacarmo.
EL ESCAPULARIO

g^lpESUELTAS ya las dificultades, que no


-siendo más que granos de mostaza
aparecían á la vista de algunos, bien pocos
por cierto, como montes elevadísimos que
subían sobre el horizonte de la inteligencia
humana, vamos directamente á demostrar
la verdad de la revelación y entrega del
Santo Escapulario á San Simón Stok. Bien
persuadidos estamos que no necesitan los
lectores de E L MONTE CARMELO argumen-
tos y razones para creer un hecho que ya en la cuna les enseñaba
su madre, con una elocuencia tan natural como poderosa, al ha-
blarles de la devoción y amor á aquella Madre de 1 misericordia
que es el consuelo, esperanza y refugio de los mortales, y que
más tarde han visto confirmado con la autoridad de tantos libros,
con la persuasiva palabra de tantos oradores y la multitud de ex-
votos en tantos altares. Pero, para que no quede ningún género de
duda á ciertos espíritus más exigentes, formados según el molde
moderno, qua suelen medirlo todo según la regla de un criterio
demasiado naturalista, pondremos algunas razones que nos prue-
ben claramente la verdad.
Ante todo relataremos brevemente el hecho.
Acosado San Simón Stok durante el tiempo de su Generalato
por muchos enemigos que querían acabar con la Orden de la
Madre de Dios del Carmelo, acudía con fe, con espíritu y fervor
EL 'ESCAPULARIO
45
a la Rema de los Cielos, que se había mostrado siempre especial
Patrona y Madre de un modo particular de la Orden del Carmen
Cierto día que, como de costumbre, el Santo la pedía, postrado á

ENTREGA DEL SANTO ESCAPULARIO Á SAN SIMÓN STOK


(Boceto de A. Vera.)

sus plantas, que mirase por su Orden y le diese alguna señal con
la cual la distinguiera y fuera motivo para hacer callar á sus ene-
migos, se le apareció la Madre de Dios, acompañada de muchos
46 EX ESCAPULARIO

ángeles, y, teniendo en sus manos un Escapulario que traía del


Cielo, le dijo: «Recibe, hijo mío muy amado, este Escapulario
de tu Orden, que será señal de mi confraternidad y privilegio
para ti y para todos los carmelitas; él será salvación en los peli-
gros, alianza de paz y de pacto sempiterno, y todo el que mu-
riere con él no padecerá el fuego eterno ».
Ésta es la revelación conocida en todas las provincias y reinos
del mundo, recibida con satisfacción y agrado por toda clase de
personas, sabios é ignorantes, grandes y pequeños, y cuya anti-
güedad no ha hecho disminuir ni acabar su fama, sino que ha ido
siempre en aumento, y á cuyo servicio se han puesto las plumas
más bien cortadas y los genios más grandes y privilegiados, no
digo de la Orden del Carmen, sino de todas las Ordenes religio-
sas y del clero secular, lo cual constituye una prueba poderosa
de su veracidad.|
Pero como la única Maestra infalible, cuyo fallo es la verdad,
es la primera que ha de dictaminar; porque, como decía San
Agustín: No creería en el Evangelio si no viera la autoridad de la
Iglesia; y el mismo San Pablo, sin embargo de haber recibido el
Evangelio, [no de un hombre, sino del mismo Jesucristo, fué á
verse con San Pedro para que, como Cabeza de la Iglesia, lo
autorizara, vamos á ver si esta revelación lleva el sello de apro-
bación de la Iglesia Católica.
En el Oficio divino que la Iglesia manda rezar á todos los sa-
cerdotes, en el día de la fiesta de la Virgen del Carmen, se lee en
las lecciones del segundo nocturno: «Ni fué solamente el título y
protección lo que á esta Orden concedió la generosísima Virgen,
sino que además le dio la insigne prenda del Sagrado Escapulario
que entregó á San Simón Stok, para que con este vestido celes-
tial se distinguiera aquella sagrada Orden y fuera su protección
en todos los peligros». Nec vero nomenclaturam tantum muni-
ficentissima Virgo tribuit et tutelam; verum et insigne sacri Sca-
. pularis quod Beato Simoni Anglico prasbuit...
En el Oficio de San Simón Stok, 16 de Mayo, reza la oración:
«Permitid, Señor, que la familia que á Vos y á vuestra Madre la
siempre Virgen María está consagrada, se regocije en esta fiesta
solemne del Beato Simón, á quien le disteis por Padre; y así como
por él consiguió una señal de tanta protección, recojamos en el
Cielo los frutos de eterna predestinación»; et sicut per eunt tantee
protectionis signum obtinuit. Y en las lecciones de Maitines, se-
gundo nocturno, se lee: «Rogando (San Simón) á la Santísima
ELESCAPULARIO 47

Virgen, para que distinguiera de las demás con algún singular


privilegio la Orden (del Carmen), ya confirmada, que se gozaba
de su sagrado título, se le apareció la misma bendita Virgen,
acompañada de muchos ángeles, teniendo en sus manos el Esca-
pulario de la Orden, y diciéndole: Esta será la señal para ti y pri-
vilegio para todos los carmelitas... Apparuit ipsa Virgo benedicta
angelorum multitudine comitata, tenens prce manibus Scapulare
Ordinis...
Estos Oficios, examinados por los Emmos. Cardenales y apro-
bados por la Sagrada Congregación Romana, tienen la fuerza de
la misma aprobación del Sumo Pontífice, que confirma todas las
resoluciones, y es el que da la autoridad: Omnia riostra facimus
quibus auctoritatem impertimur.
El Papa Nicolás III, elegido Pontífice el año 1277, doce des-
pués de la muerte de San Simón Stok, concedió á la ciudad de
Burdeos la gracia de rezar del Santo; y desde el año 1435 data el
Oficio que se reza hoy, aprobado por el Cardenal Bona y firmado
más tarde en 1672 por el Cardenal Brancacio, Prefecto de la Sa-
grada Congregación de Ritos, cuyo Oficio aprobó también Cle-
mente X y Paulo V al [hacerlo extensivo á toda la Orden del
Carmen.
Ahora bien, según el testimonio de muchísimos y graves teó-
logos, es infalible el Papa cuando instituye las fiestas de los San-
tos; porque, si en estas cosas que atañen á toda la Iglesia, pudiera
errar, se desmoronaría y poco á poco se destruiría el edificio de
la Iglesia, porque |cualquiera podría dudar de las cosas sagradas
y rebatir la autoridad del Sumo Pontífice en cosas de religión, de
piedad y del culto de los Santos.
Luego, al confirmar el Sumo Pontífice la aprobación que la Sa-
grada Congregación de Ritos da de estos Oficios, en los cuales
se refiere la revelación y entrega del Santo Escapulario, no de
una manera incidental y como mero adorno del discurso, sino
directa é intencionadamente, como de un hecho culminante que
ampara la virtud y santidad de Simón Stok, aprueba clara y ex-
plícitamente dicha revelación.
No quiero decir con esto que, siendo infalible el Sumo Pontí-
fice en la canonización de los Santos, tenga la misma fuerza cual-
quiera de los hechos que en sus Oficios se contenga; pero creo
que el que negase cualquiera cosa en ellos contenida podría ser
tachado de temerario, ó por lo menos de orgulloso despreciador
de las cosas de la religión, como dice Benedicto XIV.
\4>8 EL ESCAPULARIO

Además, ya dejamos apuntado en el artículo anterior que Be-


nedicto XIV cree y aprueba dicha revelación y entrega del Santo
Escapulario, y quiere que todos la crean como un hecho verda-
dero.
Otros muchos Pontífices podríamos citar, que confirman y
aprueban la revelación de San Simón Stok, como un hecho
puesto fuera de toda duda; pero, como hemos de hablar de ellos
al tratar de la Bula Sabatina, los omitimos aquí. Basta con lo
expuesto para ver que la Iglesia, que con tanta escrupulosidad
examina las revelaciones y hechos de los Santos, ha autorizado
y aprobado la revelación hecha á San Simón Stok.
En el artículo siguiente expondremos otras razones y autorida-
des para hacer más patente la verdad de la revelación.

fr. Plácido Jtiartet del P.


(Se continuará.)

1
i!YJi/íYJv»YJu5Y«JYJi/íY«/íYíi/ííív5Ytvífa

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FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ:


(ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO)

(Continuación.)

PACIó Fr. Jerónimo de San José (en el siglo Jerónimo Esque-


rra de Rozas) en la villa de Mallén, provincia de Zaragoza,
á fines del siglo xvi. Era hermano del Dr. D. Martín Hernando Es-
querra de Rozas, regente del Supremo Consejo de Aragón. Muy re-
traído anduvo el mozo de placeres y recreos de los sentidos, afa-
noso siempre de compartir el tiempo entre la piedad yel estudio.
De ahí sus ansias crecientes por cobijarse pronto á la sombra rega-
lada del claustro que da vida, frescor y lozanía á los ánimos juve-
niles bien dispuestos, comunicando alteza y rectitud en Ios-pensa-
mientos, concierto y armonía en los afectos. ¿En qué sagrada mi-
licia se alistará, empero, el virtuoso adolescente? Rogaba el devoto
mancebo de continuo con fervorosas ansias al Señor que fuese ser-
vido de encaminarle al estado de vida religiosa que más le hubiese
de agradar, resignando en el gusto y beneplácito divino toda su vo-
luntad, y poniendo en las segurísimas manos de Dios, como dice el
Salmista, sus tiempos y sus suertes (i). Inspiróle el Señor que abra-
zara el Instituto carmelita reformado, al cual se dirigían ya sus
anhelos, considerando que esta sagrada Orden tenía por protectora
y, más todavía, por Madre á la misma Soberana del Cielo y de la
Tierra, la Virgen María, á la cual, desde sus más tiernos años, prp-
fesaba singular y cordialísima devoción. Y crecía más su anhelo de
ser carmelita al juntar con su amor á la Señora el que profesaba á
. aquellas dos lumbreras del misticismo, gloria perdurable de la na-
ción española, Santa Teresa y San Juan de la Cruz.

(i) In manibus tuis series nuae. Salmo<xxx. 16.


50 FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ

Vistió, pues, Fr. Jerónimo el hábito de carmelita descalzo, gus-


tando más de andar cubierto con él que de empuñar cetro de oro y
ceñir regia diadema. Amigo, por extremo, del retiro y la soledad,
gustaba de vivir sólo para Dios y sus libros, y allí se recreaba como
en el más fino y regalado objeto de sus amores. Era sencillo como
u n a paloma, ajeno de toda malicia, recatado y comedido en sus pa-
labras y acciones, é imitador de la condición angélica por su pureza
y castidad. No se vio nunca en él el más leve movimiento de impa-
ciencia; su hablar reflejaba siempre la paz y sosiego de su espíritu.
E r a este hablar instructivo y edificante, oliendo siempre al licor di-
vino del vaso y á lo que traía dentro. Parecía un infante recién na-
cido, ¡tan fajado y envuelto andaba con estas dos vendas de humil-
dad y obediencia, así en la casa de sus padres como en el claustro!
Se ostentó siempre reflejando las dotes de esa niñez espiritual, tan
recomendada por Cristo, y á la cual vincula la privanza y valimiento
en su reino, y hace heredera de los tesoros amplísimos de su muni-
ficencia divina. Anhelaba, además, sacar pingüe rédito de su vivir,
y de ahí el afán de traer muy guardados sus sentidos, ventanas por
donde se asoma el alma, y en evitar toda distracción é inútil pláti-
c a , puertas por donde se desliza el tiempo sin sentirlo, recurso ex-
pedito para desperdiciar y consumir tan precioso don.
Con veloz carrera- recorrió el dilatado campo de la Teología, de
la Filosofía y de la Jurisprudencia civil y canónica; señoreólo todo
cuan vasto es, llegando á ser consumado maestro en dichas cien-
cias. Y no menos que en ellas adquirió grandes conocimientos en
arqueología é historia, y en la literatura clásica, griega y latina.
Los Superiores de la Orden, huelga decirlo, querían entrañable-
mente á Fr. Jerónimo, prendados y cautivos de sus grandes letras
y virtudes.
E n atención á unas y otras, y deseando que de las mismas reci-
biera luz y norma de vida el Instituto carmelitano, le hicieron as-
cender aquellos dignos Superiores á los primeros puestos de la Or-
den. Fué investido Fr. Jerónimo con el alto cargo prioral, que ejer-
ció en el convento de Gerona, y luego con el no menos importante
y delicado de Definidor de la provincia de Aragón. E s por demás
encarecer el celo y puntualidad con que los desempeñó, granjeán-
dose la simpatía y aplauso de todos; y con ese celo y puntualidad
sirvió más tarde el otro honrosísimo cargo de cronista general de la
Orden.
Al humilde carmelita, empero, amigo de esconderse y vivir á so-
las con Dios y entre sus libros, le cautivaban y enamoraban más
FR. JERÓNIMO DE SAM JÓSE 51

las dulzuras de la celda que los esplendores de altos puestos; de


suerte que, creciendo la desgana de éstos y el hambre de aquélla,
pronto hubieron de advertirlo los Superiores y le mandaron al con-
vento de San José de Zaragoza. Gozó aquí lo que no es decible, co-
brando alas su deseo de vida austera y contemplativa, y de mayor
trato y comunicación con Dios y sus amados libros. La celdilla era
para él todo su tesoro, que beneficiaba largamente para sí y para
los otros. Avaro y circunspecto, si cabe, más que antes, se mos-
tró en el uso del tiempo, hurtándolo á toda recreación y vagar, y
consagrándolo sin reserva á Dios y al estudio. Vivía en estado de
cisma y guerra interior, mortificando y circuncidando todas las afi-
ciones de carne y sangre, con lo cual se le mecía el alma en un
océano de paz y bienandanza. Tenía la sencillez de la paloma y la
mansedumbre del cordero, y gustaba de ataviarse con el manto de
la pobreza, enamorado de los ejemplos del Dios del Pesebre y de
la Cruz.
¿ Qué mucho, empero, ofreciera tan gallardas muestras de santi-
dad quien nutría cotidianamente su espíritu con las enseñanzas de
San Agustín, el gran maestro de la sabiduría cristiana, y hacía pe-
renne objeto de meditación y estudio los pensamientos que bullían
en aquel cerebro procer, y los afectos que agitaban el corazón más
grande y hermoso que en pecbo humano latió? ¿Qué mucho fuera
tan esclarecido en letras y virtudes quien apacentaba de continuo
su espíritu en las celestiales producciones de Santa Teresa y San
Juan de la Cruz? A esas glorias nacionales, con tales nombres de-
signadas, rindió siempre Fr. Jerónimo el tributo entusiasta de su
admiración y cariño, trabajando sin cesar por sublimarlas y engran-
decerlas. Y de esa comunicación con espíritus tan excelsos recibió
el suyo grandes medros y quilates, así por lo que toca á la vida so-
brenatural como literaria.
Enamorado, sobre todo, Fr. Jerónimo del hijo de Gonzalo de Ye-
pes y Catalina Álvarez, del huérfano de Fontiveros, del pobre en-
fermero del hospital de Medina, del primer carmelita descalzo de
la Reforma, del compañero y amigo de Santa Teresa, del asceta
penitente de Duruelo, del apóstol y misionero de los pueblos de
Castilla, del religioso ejemplar, prodigio de todas las virtudes, aus-
teridades y heroísmo, del más original, elevado y profundo de los
místicos, no ya de España, sino del mundo, creador con el Maestro
Ávila de ese lenguaje místico, sin rival en nación alguna, propio,
fluido, castizo, elegante, grave y espléndido, que pulió y sublimó,
con los acentos de su grandilocuente y avasalladora palabra, el in-
52 . FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ

mortal Fr. Luis de Granada; de ese esclarecidísimo varón que, des-


pués de tres siglos, atrae y hechiza, embelesa y arrebata con los
soberanos encantos de su fisonomía moral y literaria; ehamoradoj
digo,, F^i Jerónimo de San Juan de la Cruz, quiso demostrarle la
afición, y particular estima que le tenía, y refirió en clásico y ele-
gante estilo los hechos todos de su vida.
...En plácida quietud y sosiego corrieron los años postreros de la
vida, de Fr. Jerónimo, metido allá en su escondida celda del con-
vento de Sanjosé de Zaragoza, procurando afinar el oro de sus vir-
tudes y recoger pingüe cosecha de frutos intelectuales, hasta que,
coronado de merecimientos, durmióse en el Señor el 18 de Octubre
dejr6i54, dejando á sus hermanos el rico tesoro de sus ejemplos, dé
sus virtudes y de sus libros.
Además del Genio de la Historia, su obra maestra, y de la Vida
de San Juan de la Cruz, que merece con todo rigor el dictado de
clásica, producciones de las cuales daré cumplida noticia, escribió
Fr. ; Jerónimo otros trabajos de menor cuantía, los cuales me duele
mucho no poder examinar, como sería mi deseo, por el temor de
ser prolijo. Aquellas dos obras, empero, son las que han conquista-
do á Fr, Jerónimo la nombradla, mereciéndole un puesto honrosí-
simp en la historia de las letras españolas.
Entre los trabajos de menor importancia á que he aludido, me-
recen señalarse: Historia del Carmen descalzo, la cual dejó de pu-
blicarse ; Flor del Carmelo antiguo y renovado, donde se trata de su
excelencia y perfección, y de los medios para alcanzarla (manus-
crito en 4.0 que poseyó el Dr. D. José Sanz de Larrea); Basílica de
Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, obra de mucho estudio y eru-
dición, que costó á su autor diez años, y quedó manuscrita en el
conyeqto de San José; Vida del glorioso San José, también manus-
crita en ese convento; Vida del V. P. Fr. Antonio de Jesús, uno de
los primeros que se descalzaron en Duruelo, y primer prelado de la
Reforma carmelitana (manuscrito igualmente); Vidas de veinte reli-
giosas, las primeras que profesaron en el convento de Ávila (manus-
crito); Vida de San Bertoldo, primer General latino de la Orden del
Carmen (en preparación); Estímulo al Doctor Bartolomé Leonardo de
Argensola, persuadiéndole que publique sus escritos (manuscrito),
y gran número de Epístolas literarias que, dada la cultura y erudi-
ción del autor, sería de seguro, si se publicaran, objeto de estima y
veneración por parte de los doctos.
Cultivó también Fr. Jerónimo el género poético; y no podía me-
nos de ser así, atesorando un ingenio tan culto y discreto, y tan
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 53

amigo de toda gracia y donosura en el lenguaje; y más si se tiene


en cuenta que el regalado y suavísimo poeta San Juan de la Cruz
era su autor predilecto, regulador constante de su vida intelectual y
moral, y que se bañaba perennemente su alma en las delicias de tan
alta convivencia espiritual. Poeta fué Fr. Jerónimo, y excelente poe-
ta. Lástima que no se hayan divulgado sus versos para solaz de
eruditos y regalo del alma piadosa. Un tomo intitulado El Parnaso
Español existe en la Biblioteca Nacional, y el ya referido José Sanz
de Larrea, docto jurisconsulto de Calatayud y canónigo después de
la iglesia colegial de Santa María la Mayor de dicha ciudad, poseyó
el original de gran número de poesías diferentes, versiones sagra-
das de himnos usados en el Breviario, de varias antífonas y de otros
asuntos píos. Latassa, el sabio y laborioso bibliógrafo aragonés,
hizo un compendio de esa que conceptúo elegante y amena colec-
ción poética, si bien no haya tenido el gusto de examinarla, á juz-
gar sólo por las ricas dotes naturales y brillante cultura literaria de
su autor.
José Jffnaeio Valentí.
(Se continuará.)
EL TIEMPO

¡1
¿STAMOS en tiempo nuevo, año nuevo, siglo nuevo. Estas pa-
recen palabras contradictorias, porque nada hay más viejo
que el tiempo; pero no lo son, porque el tiempo es viejo y joven á
la vez, y la juventud y la vejez son cosas exclusivas del tiempo,
porque fuera del tiempo está la eternidad, y en la eternidad no hay
vejez ni juventud, otoño ni primavera, tarde ni mañana; hay actua-
lidad permanente. La eternidad es la medida de la duración de los
seres que no se mudan.
Estamos, pues, en tiempo nuevo, aunque el tiempo sea viejo.
Digamos algo de él, ahora que se nos presenta nuevo, porque ya
no le veremos más tan joven. Estudiemos algún tanto lo que es el
tiempo, lo que ha sido y lo que será, y algunas de las cosas que ha
hecho desde que existe. Por esta vez no estoy conforme con aquel
gran poeta castellano que decía ( i ) :
Benditos aquellos que...

Nin saben las cosas del tiempo pasado,


Nin de las presentes se facen cuydado,
Nin las venideras do an nascimientos.

No, no creo feliz al que no piensa en las cosas que ha hecho el


tiempo, sino á aquel que puede dirigir su mirada sobre todas las
cosas que acaecieron en toda la extensión de los tiempos, y después
de contemplarlas todas, sus orígenes y sus fines, puede decirles con
desdén: Muchas, muy grandes y hermosas sois todas las cosas que
os movéis en el tiempo; pero no sois dignas de mi corazón, no le po-
déis llenar, porque vosotras sois del tiempo; yo paso por el tiempo,
sí, pero voy á la eternidad. La inteligencia que domina al tiempo se
nos ha dado para que le contemplemos y veamos que no es nuestra
patria, sino nuestra cárcel.

(i) El marqués de Santillana.—Comediata de Ponza.


EL TIEMPO 55

Dicen que estamos en tiempo nuevo. Pero ¿ en qué consiste esta


novedad del tiempo? En que acaba de cumplir una gran suma más
de años. Siglo nuevo quiere decir que el tiempo acaba de cumplir
cien años y comienza la serie de otros cien.
Hace pocos días comenzamos el siglo xx. Han transcurrido diez
y nueve completos desde que los ángeles bajaron del Cielo y, po-
sándose sobre las ruinas de un pobre portal, cantaron: Gloria en las
alturas, y en la Tierra paz á los hombres de buena voluntad. Hasta en-
tonces el Cielo había estado airado contra la Tierra. Contra ella
había lanzado rayos y truenos y abierto sus cataratas para inun-
darla; y, como si todo esto fuera poco, hasta en su mismo seno
abrió volcanes que, escupiendo candente lava,i sepultaron sus más
hermosas ciudades. El tiempo había sido muy cruel para con sus
moradores. Fué más benigno desde que los ángeles anunciaron la
paz para los hombres de buena voluntad: se acortaron las distan-
cias entre el Cielo y la Tierra. Aquel cántico angélico inspiró al
príncipe de los ascetas cristianos, al V. Kempis, que pudo decir:
«La felicidad está en la paz del corazón». Las cuales palabras no son
más que el comentario de aquella hermosísima sentencia del Santo
Evangelio: El Reino de los Cielos está dentro de vosotros. En cada co-
razón inocente y pacífico existe un cielo anticipado. Desde entonces
el Cielo proyectó algunos rayos de luz sobre el tiempo, y el tiempo
dejó de ser el destierro sin esperanza, el borde del abismo, la víspe-
ra de la nada. Es el destierro; pero desde él saludamos en fe y espe-
ranza la patria de nuestros amores. Es lugar de llanto, pero tam-
bién es la antecámara del Cielo. Es el trayecto que media de la nada
á la inmensidad. Los hombres parece quisieron olvidar la vergonzosa
historia del tiempo, y así comenzaron á contar sus días desde que
el Cielo, con su luz, alumbró al tiempo y nos dijo que tuviéramos
paz. Hace diez y nueve siglos completos que esto nos dijeron los
ángeles.
No sabemos de cierto cuántos años tenía ya el tiempo en aquel
entonces. Unos creen que tenía ya muchos miles, y aun millones de
años, mientras que otros le hacen relativamente joven. No entra-
remos ahora en disputa con los biógrafos del tiempo. Hasta que
ellos se pongan de acuerdo y demuestren lo que afirman, nos pare-
ce bastante concederle cinco mil ciento noventa y nueve años, que
son los que le da el Martirologio Romano. Según este cómputo, aho-
ra tendrá el tiempo siete mil noventa y nueve años. Corto espacio
parece éste, atendido lo mucho que ha hecho el tiempo. Ha fundi-
do las montañas de granito y dejado que se soliden los montes y los
56 EL TIEMPO

astros que antes había derretido. Mil veces, por medio de las nubes,
como inmensas arterias, ha lanzado todas las aguas del Océano so-
bre la tierra, y por medio de los ríos, como si fueran las venas de
un gran gigante, las ha vuelto á la mar, de donde salieron. Fundó
monarquías é imperios que parecían eternos, y ciudades potentes
que los hombres creían indestructibles, y éstas y aquéllos se hun-
dieron en el tiempo, que nos ocultó hasta su memoria. Todo se pier-
de y se hunde en el caos del tiempo. Todo lo absorbe y devora,
como si fuera el gigante de la eternidad. Tiene por agente terrible
la muerte, y por cárceles la nada:
El tiempo parece que sea una deidad omnipotente é irónica, que
se ha propuesto burlarse siempre del hombre. É s t e , en sus locu-
ras, á veces sublimes, pero al fin locuras, soñó que era inmortal;
vio á otro semejante, le amó y le juró que, para siempre, le había
de amar, y los dos cantaron églogas á la eterna duración de sus
amores. El tiempo les vio y les separó, y la última estrofa de sus
cánticos al sempiterno amor fué un doloroso y sempiterno ¡adiós!
Lector carísimo que esto lees, si en tu corazón no hay una esperan-
za que llegue hasta el Cielo, dime: ¿Qué significan para ti las pala-
bras eterno, para siempre? ¿No las has aplicado nunca á los afectos
de tu corazón? ¡Ah! Eres muy desgraciado... El corazón es más
grande que el tiempo, porque sobre todos los tiempos quiere amar.
He aquí una prueba de la inmortalidad del hombre: luego, ó el
hombre es inmortal, ó el amor es un crimen, ó Dios es un ser
cruel que ha hecho al hombre con vehementes deseos que nunca
ha de cumplir. Elige de este trilema el miembro que te plazca, ca-
rísimo lector. H a s de llevar en tu frente, ó una ráfaga de luz inmor-
t a l , ó la fría nota del estoico, ó la horrible del blasfemo.
El tiempo, en sus obscuros é impenetrables senos, oculta todos
los grandes acontecimientos del mundo; podríamos decir que es el
archivero del Universo, á quien Dios confió la custodia de la ver-
dad. Los hombres dudan un día de que tuviesen un origen común;
no querían llamarse hermanos, y pensaron tener humilde origen,
como el hongo, y que progresaban también en su estructura física,
como progresan en lo moral. El tiempo acudió en auxilio de la ver-
dad. Abrió su grandioso archivo, que es toda la redondez de la Tie-
rra, y sacudió de ella los cráneos de innumerables gentes que mi-
les de años habia guardado, y nos ha demostrado que físicamente
no hemos progresado un ápice en nuestro cuerpo durante miles de
años, y que somos esencialmente lo mismo el europeo y el indio,
•el Japón y el antiguo morador del Canadá. También soñamos que
EL TIEMPO 57

nuestros antepasados no sabían nada de ciencias ni de artes, y el


tiempo ha vindicado su memoria enseñando las bibliotecas que
guardaba de Babilonia y de Menfis, y ha' evocado de las entrañas
de la tierra las primorosas obras de arte de la antigüedad, y así
ha demostrado que algunas veces se ha burlado de todo el saber
humano, borrando hasta su memoria, y que tal vez se burle tam-
bién de nuestras ciencias y artes, de que tanto nos gloriamos. Y
puede ser que más tarde se vea precisado á mostrarlas á las gene-
raciones venideras para vindic? r nuestra memoria, como ahora nos
enseña las de nuestros antepasados para vindicar la suya.
También creímos que soñaba Moisés cuando nos decía que un
día se habían abierto las cataratas del cielo, lanzando torrentes de
agua que cubrió toda la faz de la tierra; y el tiempo, en su compro-
bación , nos ha demostrado el sepulcro de enormes cetáceos en los
pinachos de los montes, y aluviones á enormes alturas sobre el nivel
del mar. No nos deja duda alguna de que las cumbres de las monta-
ñas donde ahora anidan las águilas, y las cavernas donde rugen el
león y el tigre, fueron algún día morada pacífica de los monstruos
marinos, del gigantesco calamar, del fiero y sanguinario tiburón, de
la ballena de grandes dimensiones. Él tal vez, el mismo tiempo, lle-
gue á convertir el'fondo de algunos mares, que ahora son espesos
matorrales poblados de algas, astreas, meandrinas ó madréporas,
en frondosas vegas, donde apaciente*sus ganados el pastor y recoja
flores la santa y amable inocencia: tantas cosas ha hecho el tiem-
po , que no sería extraño hiciera otras nuevas y más sorprendentes.
Nada puede luchar contra el tiempo. Él encuentra defectos en las
leyes más sabias, calcina las piedras y derrumba las torres más so-
berbias , obliga á la tierra á enseñarnos sus secretos y á la mar sus
maravillas. Nada tan fuerte como el tiempo, á pesar de que él es lo
más variable y la medida de todo movimiento. Sólo una cosa hallo
que esté sobre el tiempo, y lo domine, y es lo más endeble: el co-
razón humano. Es más grande que el tiempo: le estudia en sí, en
sus causas y en sus fines, y lo halla pequeño y defectuoso; y, aun-
que parezca que sea absorbido también por el confuso caos del tiem-
po, baja á él diciendo: «Yo me descompongo, pero no me aniquilo;
yo no soy del tiempo; mi huida del tiempo es un salto á la eternidad».

fr. Xucas de San José.


(Se continuará.)
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SANTIAGO Y SU ESPAÑA

(Continuación.)

II

En las costas orientales Y resonaba su nombre


De la Iberia codiciada, Al compás de sus riquezas,
Perfectamente cerrada Y acumulaba grandezas
Por mano del Creador, En ella el cartaginés;
Hay una extensa bahía, Labrando con esto envidias
Tal vez la mejor del mundo, Que con su tajante acero
Pues nunca su mar profundo Dieran el golpe certero
Sus olas embraveció. Sobre tanta esplendidez.
En sus fértiles orillas, Y así sucedió: el romano
Cartaginés ambicioso Miró á Iberia con codicia,
Fundó un pueblo poderoso Y aguzando su malicia
Usando indigna doblez; Para encontrar ocasión,
Y, corriéndose más tarde Hallóla al fin, y feroces
A los puntos inmediatos, Cartago y Roma lucharon,
Siguió con indignos tratos Y nuestra España sembraron
Aumentando su poder. De sangre, luto y dolor.
Cartago-nova fué el nombre Ganó Roma los laureles,
Del pueblo recién fundado; Y sus águilas rapantes
Y aquel rincón ignorado Atravesaron triunfantes
Logró tal celebridad, La España de Norte á Sur.
Que hasta en Roma y en Egipto, Pues cuando España sufría
En Grecia, Arabia y Fenicia, A estos sus nuevos señores,
Llegó á correr la noticia Cristo, entre inmensos dolores,
De sus riquezas sin par. Daba su vida en la Cruz.
Buques de altísima popa, Esta Iberia siempre altiva
Y tres órdenes de remos Y nunca bien dominada,
Partiendo de los extremos Fué por Dios encomendada
Del más remoto confín, Al hijo de Salomé;
Iban á Nueva Cartago Pero, al sentir este pueblo
Para anclar en su bahía Los halagos del cariño,
Y disputarse á porfía Será dócil como un niño,
El oro del nuevo Ofir. Deponiendo su altivez.
Jñaríano Jrt. J/laroto,
Presbítero.
(Se continuará.)
SECCIÓN CANÚN1CO-L1TÚRG1CA
S O B R E LA ORDEN TERCERA. DEL CARMEN

IíONSULTAS. — I. ¿Si puede un ciarios congregados y en común;


Terciario pertenecer á la vez y de aquí se sigue que, donde no
á dos ó más Ordenes Terceras? L a se halle establecida la Orden Ter-
Sagrada Congregación de Indul- cera; los Terciarios que no acudan
gencias contestó en 31 de Enero al lugar donde lo esté, no pueden
de 1893 negativamente, autorizan- recibirla.
do á los que desde fecha anterior Sobre la Absolución general.—Por
pertenecieran á v a r i a s Ordenes el mismo Rescripto del 21 de Fe-
Terceras ¡que perseverasen en la brero de 1886 concedió también
que eligieran. Su Santidad la gracia de que nues-
II. ¿Puede un Terciario pasar tros Terciarios puedan recibir la
á otra Tercera Orden de distinta Bendición con indulgencia plena-
Regla, v. gr., un Terciario Fran- ria, ó sea la Absolución general, en
ciscano á la Orden Tercera del la festividades siguientes: Nativi-
Carmen, ó viceversa? — General- dad del Señor; Pascua de Resu-
mente no puede. (S. C. I., decr. ci- rrección; Pentecostés; Fiesta del
tado.) Al decir que generalmente Sagrado Corazón de Jesús; Inma-
no es permitido, se indica que exis- culada Concepción (8 de Diciem-
tiendo una causa grave y justa pue- bre); San José (19 de Marzo);
de esto hacerse, obteniendo antes, Transverberación del Corazón de
entiéndase, la debida autorización, Nuestra Madre Santa Teresa de
que pueden concederla los Supe- Jesús (27 de Agosto); Nuestro Pa-
riores de la Orden. dre San Juan de la Cruz (24 de No-
III. El Oficio Parvo, prescrito viembre ); y todos los Santos de la
para ganar las indulgencias de una Orden (14 de Noviembre). Cuan-
Orden Tercera, Congregación ó do esta Absolución se da en pú-
Cofradía, ¿se ha de rezar en latín, blico á los Terciarios reunidos, de-
ó basta recitarlo en lengua vulgar? be darla el Director de la Orden
Es de necesidad que se rece en Tercera, ú otro sacerdote debida-
lengua latina: así se contestó por mente autorizado; pero en privado
la S. C. en un decreto de 6 de Ma- puede darla, después de la absolu-
yo de 1887. ción sacramental, el confesor de
Sobre la Bendición Papal de los cada uno. Cuando los Terciarios
Terciarios.—N. S. P. León XIII, estuviesen impedidos por algún
por su Rescripto de 21 de Febre- motivo justo de recibir esta Ben-
ro de 1886, concedió á nuestros dición los días aquí expresados,
Terciarios la facultad de recibir, pueden recibirla en algún otro fes-
reunidos en alguna capilla, la Ben- tivo dentro de la octava siguiente,
dición Papal dos veces al año, con según benigna concesión de Su
tal que sea en día y lugar en que S a n t i d a d León XIII de 13 de
el Obispo no la dé al pueblo. Esta Agosto de 1888; y la Sagrada Con-
Bendición sólo puede darla el Di- gregación de Indulgencias se dig-
rector de la Orden Tercera ú otro nó conceder, por un Rescripto de
sacerdote debidamente autorizado pa- 6 de Marzo de 1893, que pueda
ra ello. No puede darse á cada esta indulgencia ganarse el día an-
Terciario aisladamente, sino á la terior en privado, después de re-
Orden Tercera, ó sea á los Ter- cibir la Absolución sacramental.
fE BAGDAD.—El Colegio de Externos de nuestros Padres misione-
ros de Bagdad va progresando cada día más en cuanto á la ins-
trucción, que es, según el programa de la segunda enseñanza y en
cuanto á la educación de los alumnos árabes cristianos. La enseñanza
se hace en francés, que los niños aprenden al mismo tiempo que el
árabe; el inglés y el turco se enseñan en las clases superiores. La
Congregación del Niño Jesús de Praga cuenta 32 alumnos congre-
gantes, que se distinguen entre los demás por su piedad y aplicación
al estudio. Todo es absolutamente gratuito; la Misión tiene que so-
portar todos los gastos, proveer de local, pagar los profesores, y hasta
tiene que dar á los niños lo necesario para las clases y los libros de es-
tudio, casi á la mitad de los 230 alumnos que cuenta el Colegio de Ex-
ternos. Y es imposible obrar de otra manera, porque los protestantes
establecidos en Bagdad trabajan para ganarse los niños católicos, no
sólo dándoles todo lo necesario para las clases, sino también ofre-
ciéndoles á cada uno 20 céntimos por día. Sería de desear que con
nuevos recursos pudiera añadirse á nuestro Colegio de Externos al-
gún pequeño local para internos, grandemente deseado por algunas
familias cristianas obligadas á vivir fuera de Bagdad.
El Patronato de los antiguos alumnos continúa prosperando; tiene
inscritos 70 miembros, acudiendo cada tarde unos 25. Estos jóvenes
encuentran allí periódicos, revistas, una biblioteca bien provista de
libros franceses y árabes, aparatos de gimnasia, un billar y otros di-
versos juegos; cada domingo seles hace una conferencia, y cada año
tienen unos días de ejercicios espirituales. No se descuida nada para
coartar el desenvolvimiento del protestantismo y para conservar la
integridad de la fe en nuestros católicos. A íin del año escolar, 8 de
Septiembre de 1900, tuvo lugar la solemne distribución de premios á
los alumnos del Colegio de Externos. El Arzobispo Sirio, católico, y
los Cónsules de Rusia y Austria se sentaban al lado del Cónsul de
Francia, que presidía el acto.
Después de una alocución en la que el P. Director recordó los prin-
CRÓNICA. CARMELITANA 6l

cipios de la educación cristiana, diez alumnos leyeron trabajos com-


puestos por ellos, y que eran como resumen de la enseñanza que
habían recibido. Seis de estos trabajos estab an en francés, llaman-
do la atención la corrección del lenguaje. El tema de estos trabajos
era, en la historia antigua, la de la Asiría desde sus orígenes hasta
nuestros días; en la geografía comercial, las grandes líneas de los
caminos de hierro, de los buques y de la telegrafía terrestre y marí-
tima en las cinco partes del mundo; en la física, las máquinas de va-
por y la telegrafía eléctrica; en la historia de Francia, un estudio so-
bre las Cruzadas; en la teneduría de libros, una exposición sobre la
contabilidad en partida doble y sobre la legislación de los productos
de comercio; en fin, en las matemáticas, un estudio sobre las curvas
usuales, sobre los principios de la geometría descriptiva, sobre l e -
vantamiento de planos y sobre el deslinde y nivelación.
Dos trabajos en árabe discutían las diferencias entre el árabe que
se habla actualmente en Bagdad y el árabe literario. Había también
un trabajo en inglés y otro en turco. La impresión producida en to-
dos en esta sesión literaria fué excelente, porque allí quedó probada
la grande aplicación de los alumnos, y cómo la extensión de la ense-
ñanza que dan nuestros misioneros nada dejaba que desear en cuanto
á su solidez.
La música instrumental del Colegio de Externos tocó con verda-
dera maestría, en la mitad de la sesión, una preciosa fantasía sobre
los principales motivos de Fra Diavolo, de Aubef; un fragmento de
una sinfonía de Haydn, y un trozo del Fausto, de Gounod.
Los Sres. Cónsules y todos los asistentes se detuvieron á exami-
nar los trabajos de los alumnos, expuestos en los muros del patio del
Colegio. Allí se veía un diseño de máquina de vapor, la primera que
llegó á Bagdad, donde los caminos de hierro son aún desconocidos;
hermosos diseños de ornamentación, de paisajes y de cabezas al lá-
piz y al esfumino; cartas de geografía en francés y en árabe; diseños
de geometría de grandes dimensiones; hermosas páginas de escritu-
ra en cuatro lenguas; y, en fin, un poema en honor de la Santísima
Virgen, escrito en árabe, cuyos caracteres estaban formados con flo-
res simbólicas, ofrecía á María Inmaculada, Reina del Carmelo, los
trabajos de los alumnos y de los profesores.
EN HONOR DE LOS BEATOS DIONISIO Y REDEñTO.—Con magnificen-
cia y esplendor incomparables se ha celebrado en los últimos días
del año el Triduo solemne de Beatificación de los dos insignes már-
tires carmelitas, en nuestros conventos de P P . de Burgos y Cádiz,
contribuyendo poderosa y eficazmente al mayor realce de los cultos
la numerosa y selecta concurrencia que ha tomado parte en todos
los actos religiosos, escuchando con gusto y devoción entusiasta á
los elocuentes oradores sagrados que han cantado con el mayor
acierto las glorias de aquellos dos predilectos hijos del Carmelo.
PROFESIONES RELIGIOSAS.—En el Convento de Carmelitas Descalzos
del desierto de las Palmas, Noviciado de la provincia de Aragón y
Valencia, hicieron su profesión simple, el día de los Santos Inocen-
62 REVISTA CARMELITANA

tes, los Hermanos Fr. Eugenio de la Virgen de Lourdes, Fr. Dioni-


sio de la Reina de los Angeles y Fr. Gonzalo de Santa Cecilia, todos
tres hijos de la villa de Burriana. La profesión tuvo lugar en el ora-
torio público, á la que asistieron los padres de los profesos y cerca
de cien personas de las familias y amigos.
El presbítero Sr. Calpe, también de Burriana, pronunció una sen-
tida plática, llena de unción, ensalzando el Carmelo y la dicha de los
que, como los nuevos profesos, han logrado del Cielo la vocación á
tan sagrado instituto.
Damos la enhorabuena á los recién profesos y á sus familias.
—En Salamanca ha hecho su profesión solemne, el día de los Re-
yes, el Hermano corista Fr. Ricardo de San José, notable organista
y compositor de música, que después de haber ganado los primeros
premios en los Conservatorios de París y Bruselas, y conquistado los
aplausos de los inteligentes y del público todo en innumerables con-
ciertos dados en varios países, renunció generosamente su posición
y el porvenir brillante de gloria y las esperanzas de una vida placen-
tera que ante él se abría, y, rompiendo los lazos que le unían á este
mundo falaz y á sus pompas y vanidades, abrazó el estado religioso
en la Orden de María Santísima del Carmen.

HAN FALLECIDO: En Úbeda, la Hermana María de Santa Ana, de


cincuenta y un años de edad y veinticuatro de religión.
En Valencia, Convento de San José, la Hermana Josefa Teresa de
la Virgen de los Desamparados.
En Azpeitia, Doña Modesta Arregui, Doña Catalina Aizpuru, y la
Sra. Viuda de Seguróla.
En Consuegra, D. Pedro Rueda.
En el Carmelo de Borgoña, el Hermano corista Fr. Cipriano de San
José, colegial, de diez y nueve años de edad y cuatro de religión.
En Bilbao, D. Francisco de la Dehesa, fervoroso inspector de la
Semana Devota del Carmen.

R. I. P.
fL juicio que haya de formarse de los últimos días del siglo xix,
ése es el que merecen los primeros días del siglo xx. Esto que
dijo al finalizar el siglo xix el R. P. Vélez, jesuíta, en una velada ce-
lebrada por los jóvenes congregantes de San Luis, de esta Corte, ha
sido confirmado por los hechos. El tránsito de un siglo á otro podrá
ser todo lo solemne que se quiera; pero, fuera del levantamiento del
espíritu católico con motivo de las funciones religiosas en la noche
del 31 de Diciembre, en nada parece haberse modificado la marcha
de los acontecimientos ni las ideas y proyectos de los que influir pue-
den en el desenvolvimiento de la Historia.
En Francia, la persecución masónica contra las Órdenes religio-
sas ha motivado la intervención de Su Santidad, que ha escrito al
Arzobispo de París expresándose en los términos que pueden ver-
se más abajo, cuya carta ha producido honda impresión en toda
Europa.
En nuestra patria, terminados los debates en que intervinieron los
elementos más avanzados de la democracia, perorando contra el
clericalismo y la reacciórij siguióse otro debate no menos célebre, en
que al Sr. Fernández Montaña se le trató de la manera más indeco-
rosa, no sólo por los enemigos de la Iglesia, sino por los que se dicen
sus amigos, y se le llamó desde el banco azul loco é imbécil y pobre
diablo que se mete donde no le llaman, mientras la prensa excitaba
contra él las iras sectarias, poniendo de manifiesto el verdadero
concepto de la libertad liberal, que es quitar los frenos al error y
atar con fuertes cadenas á la verdad y á la religión.
• El pensamiento libre
Proclamo en alta voz,
Y muera quien no piense
Igual que pienso yo.»
Pero, en medio de estos ataques, no le han faltado al Sr. Fernández
Montaña consuelos y felicitaciones de los católicos verdaderos, cuyo
espíritu se ha enardecido para gritar en alta voz, enfrente de las ne-
gaciones heterodoxas de los liberales: El liberalismo es pecado.
64, ' CRÓNICA GENERAL

Entre tanto, y sin qué hayan podido disfrutar las Cámaras de las
/acostumbradas vacaciones de Navidad, han continuado los debates
'sobre el convenio con los tenedores de Deuda exterior, el proyecto
de fuerzas navales, el de reformas militares y la ratificación del
Convenio con los Estados Unidos sobre cesión de las islas de Sibutú y
Cagayán. En estos trabajos parlamentarios no han faltado al Gobier-
no disgustos y contratiempos, aun de parte de los suyos, capaces de
dar* margen á más de una crisis; pero, á pesar de todo, el Gobierno
continúa en su banco, aunque, según está la situación, puede pensar-
se lógicamente que no se hará esperar mucho un cambio, variajáío
tan sólo los pareceres acerca de quién se ha de encargar del poder.
En África el aspecto de las cosas ha variado algo, y otra vez em-
piezan á verse comprometidos los ingleses; porque, no bien ha sido
sustituido el generalísimo lord Roberts, los boers, dando muestras
de una vitalidad y energía inquebrantables en la lucha por su inde-
pendencia , y contando con el apoyo de los afrikanders, han invadido
la colonia del Cabo y amenazan á las poblaciones donde se creían se-
guros los ingleses.
Noticias sueltas.
CARTA DE SU SANTIDAD L E ó N XIII AL ARZOBISPO DE PARíS.—El pe-
riódico La Croix ha publicado una carta muy extensa dirigida por Su
Santidad León XIII al Arzobispo de París.
El Papa se expresa en un sentido conforme á las declaraciones que
le atribuye Le Matin.
En el primer tercio de la carta, Su Santidad ensalza á las Congre-
gaciones religiosas, diciendo de ellas que tienen su origen y razón
de ser en los consejos evangélicos del Redentor, que son, según San
Cipriano, honor y adorno de la gracia espiritual.
Trázase en la carta la historia de las Congregaciones, enumerando
los servicios que éstas han prestado, no sólo á la Iglesia, sino tam-
bién á la sociedad civil, favoreciendo el desarrollo de la enseñanza»
las ciencias y las obras de arte.
En toda esta labor han ocupado lugar preferente las Congregacio-
nes francesas, cuya desaparición (sigue diciendo la carta), causaría
al país perjuicios irreparables.
El Papa ruega al Arzobispo de París que encamine todos sus es-
fuerzos á disipar esa mala inteligencia, que viene á suponer como
requisito necesario para el bien del Estado, que se restrinja la liber-
tad de las Asociaciones religiosas, y acaso hasta que sean éstas su-
primidas.
Esto, sigue añadiendo Su Santidad en la carta, sería alejarse de
todos los principios democráticos de libertad é igualdad que forman
la base del derecho constitucional de Francia.
Niega el Papa que las Congregaciones invadan la jurisdicción de
los obispos ni lesionen en nada al Clero secular.
Agrega que sería inferir una gravé injuria al Episcopado y al Clero
el hecho de suponer que mirarán con indiferencia el ostracismo de
las Congregaciones.
CRÓNICA GENERAL 65

Continúa defendiendo el derecho de éstas á la posesión de bienes,


y recuerda que Francia y la Santa Sede vienen manteniendo de an-
tiguo estrechas relaciones amistosas, basadas en el Concordato.
Si se cree que algunos inconvenientes de las Congregaciones afec-
tan al Concordato, la Santa Sede hállase siempre dispuesta á exami-
nar detenidamente esta cuestión y á poner á esos inconvenientes el
remedio oportuno.
Termina la carta recordando el Papa que, durante todo el tiempo
de su pontificado, no ha perdonado ocasión alguna de ayudar á Fran-
cia á que abriera una era de paz, que le hubiera procurado benefi-
cios incalculables, tanto en el orden religioso como eri el civil y po-
lítico.
Dice Su Santidad que sería un dolor muy grande ver á un país tan
amado devorado por las pasiones de los partidos, luchando unos con
otros encarnizadamente, sin que pueda medirse el alcance de los
excesos, ni conjurar las desgracias que puedan sobrevenir.
Exhorta León X11I al Episcopado á que trabaje para llevar la cla-
ridad á los espíritus y para salvar los derechos é intereses de las
Congregaciones.
L A úLTIMA NOCHE DEL SIGLO XIX EN ROMA.—En la noche del 31 de
Diciembre; y acompañado del Sacro Colegio y Corte Pontificia, bajó
Su Santidad á la basílica de San Pedro, en cuyo altar del Sacramento
celebró la Misa en homenaje á Cristo Redentor, usando el cáliz de
oro ofrecido por los católicos. Á esta grandiosa ceremonia asistie
ron delegaciones de la Nobleza, del Clero, de las Asociaciones cató-
licas, de las Órdenes religiosas, de las colonias extranjeras y la in-
mensa muchedumbre que llena el grandioso templo en las grandes
solemnidades. Á pesar de la lluvia, numerosa, multitud asistió á las
Misas de la media noche celebradas en todas las iglesias de la capi-
tal del orbe católico. La ciudad estuvo iluminada.
EN ESPAñA.—Sería imposible dar medianamente cuenta de los cul-
tos que se han celebrado en toda España en la hora en que acababa
la vida del siglo xix y comenzaba la vida del siglo xx, ajustándose los
fieles á los deseos del Sumo Pontífice. En Madrid, donde el orden y
la devoción han sido admirables,la concurrencia á la Misa de las
doce de la noche fué tan crecida, que materialmente las iglesias eran
pequeñas para contener el extraordinario número de fieles. Las co-
muniones, los homenajes al Papa, las protestas y consagraciones á
Cristo Redentor han sido tantas, tan fervorosas y edificantes, que
los pechos de los buenos han podido llenarse de alegría, como se lle-
narían los ángeles y nuestro mismo Señor. Viva y reine Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero, Rey inmortal de los siglos y Salvador del
linaje humano.
E N ALCALA D E HENARES.—Con solemnidad desusada se celebró el
primero de siglo la inauguración de un sencillo y severo monumento
para conmemorar la entrada del nuevo siglo. El pueblo de Alcalá
inició uña subscripción popular, para la que han contribuido todos
los niños de la población, desde el hijo del personaje más pudiente
66 CRÓNICA GENERAL

hasta el del más humilde peón, y con cuyos productos se ha erigido


en la parte más alta de los,alrededores, en el extenso y despejado
Campo del Ángel, una hermosa cruz de piedra, en cuyos cimientos
se ha encerrado una urna conteniendo los nombres de los pequeños
donantes.
DECLARACIONES DE UN PRELADO.—Monseñor Favier, Vicario apos-
tólico de Pekin, que se encuentra ahora en Roma, ha dicho que á s u
salida de la capital del Celeste Imperio habían asesinado los boxers
seis mil cristianos, y añadió que nunca había cantado para ellos el
De profundis, sino que había cantado el Te Deum, pues murieron
por defender á su Obispo, á sus sacerdotes y á su Iglesia, y siempre
los consideró como verdaderos mártires de la fe cristiana,
BUEN ACUERDO.—El Ayuntamiento de Pamplona ha acordado sepa-
rar de sus cargos á todos los empleados municipales que contribuyen
al sostenimiento del semanario excomulgado La Nueva Navarra,
sucesor de El Porvenir Navarro. Una Comisión, presidida por el
Alcalde, ha quedado encargada de la ejecución del acuerdo munici-
pal, habiendo merecido por ello aquella Corporación los aplausos de
toda la ciudad.
ASOCIACIóN CATóLICA. —En la misma ciudad de Pamplona se ha
constituido una Asociación para la defensa del credo católico, á
cuyo ofecto se valdrá de todos los medios lícitos, y muy especial-
mente ejercitará ante los tribunales de justicia las acciones que pro-
cedan en defensa del dogma católico, de los Institutos y Asociacio-
nes religiosas ó piadosas y de los particulares que la misma juzgue
que han sido ofendidas por el adversario. Una Comisión de doce
miembros tendrá la representación de dicha Asociación importan-
tísima, cuya constitución celebramos ardientemente, y ojalá se pro-
pague.
E L PROMETIDO DE LA PRINCESA DE ASTURIAS.—El prometido esposo
de S. A. R. la princesa de Asturias, D. Carlos María Francisco de
Asís Pascual Fernando de Borbón, nació en Gries el día 10 de No-
viembre de 1870. Acaba, pues, de cumplir treinta años de edad.
Como es sabido, el príncipe D. Carlos de Borbón, nombre con que
generalmente se le designa, dándole tratamiento de Alteza, es el hijo
segundo del conde de Casería, D. Alfonso de Borbón, heredero de
los derechos de su hermano el rey Francisco II á la corona de Ñapó-
les y las Dos Sicilias.
Del matrimonio del conde de Caserta con la princesa María Anto-
nieta de Borbón, hija del conde de Trápani y su prima carnal, han
nacido once hijos. El mayor es D. Fernando, actual duque de Cala-
bria, casado con la princesa María de Baviera. De los otros nueve
hermanos del príncipe D. Carlos, cinco son varones, D. Jenaro, Don
Ramiro, D. Felipe, D. Francisco y D. Gabriel, y cuatro hembras,
Doña María Inmaculada, Doña María Cristina, Doña María Josefina
y Doña María P í a , una de las cuales acaba de contraer matrimonio
con el archiduque de Austria Pedro Fernando, hijo del gran duque
de Toscana.
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VARIEDADES

La r o s a de m u s g o . Jesús llegó hasta él, y, dejando el


fardo en el suelo, se sentó ala sombra
(LEYENDA EGIPCIA)
bienhechora del rosal.
Y en seguida las flores se reunie-
or la mañana, la Virgen había ron, se entrelazaron, se extendieron y
enviado á Jesús á la ciudad. formaron sobre su cabeza un perfuma-
— Id, hijo mío, y reclamad el trabajo do trono.
que me han prometido—le había di- Las rosas habían conocido á su Crea-
cho.—Somos pobres, y, si vuestra ma- dor.
dre permaneciese ociosa, quizá nos fal- Inclinando sus cálices, dejaron caer
tase lo necesario. Marchad, y no os sobre la frente abrasada del Hombre-
olvidéis de decir que vais de parte de Dios la única gota del rocío que guar-
María, la esposa del carpintero. daban preciosamente y que les impe-
Y, dócil, Jesús partió. dia morir.
Y regresó, encorvado bajo el peso Y luego se movieron dulcemente,
de un enorme fardo de seda en rama, ascendiendo y bajando y alzándose de
que su madre hilaría sentada ante la nuevo, produciendo una armonía más
puerta de su humilde cabana, á la som- dulce que el murmullo de la abeja, más
bra de una verde palmera. delicada que el canto del ruiseñor.
El calor era asfixiante; un sol plo- Embriagado con estos perfumes y
mizo lanzaba sus ardorosos rayos des- dulcemente adormecido por la canción
de lo alto de un cielo sin nubes. de las flores, el Salvador se durmió.
Las flores inclinaban su cabeza, y Al despertar, el sol se había hundi-
sus sedientas corolas se desmayaban do en el ocaso y una brisa suave r e -
de laxitud y languidez. frescaba el ambiente; Jesús se levantó
Rendido de cansancio, el niño avan- y, dirigiendo al rosal una mirada de re-
zaba penosamente. Sus delicadas ma- conocimiento :
nos no podían sujetar tan pesada carga. — Hermoso rosal, exclamó: tú has
Sin embargo, no se quejaba. protegido mi sueño: ¿qué quieres en
Al contrario, sonreía dulcemente, y recompensa ?
levantando sus hermosos ojos al cielo: A estas palabras, las flores se con-
—Padre mío—decía—os ofrezco certaron y cada una dio su parecer.
este nueva sufrimiento; pero que no Los pequeños capullos, sacudiendo
sea inútil. Castigadme y salvad á los sus menuditas cabezas, pretendían de-
hombres. jar oir sus consejos y tomar parte en
Fortificado con esta oración, Jesús la sesión.
caminaba con nuevo ardor. Mas de re- Por fin cesó el tumulto, calmándose
pente le faltaron sus fuerzas: dirigien- las voces, y la más anciana, la más
do á su alrededor una desconsolada abierta de todas, aquella cuyos péta-
mirada, buscó un lugar á propósito los se separaban ya, porque su vida
para descansar un momento. iba á extinguirse (y apenas si contaba
¡Ah! En aquel árido paisaje, rodea- un día), enderezando penosamente su
do de colinas desoladas, todo estaba encorvado tallo, pronunció estas so-
abrasado. lemnes palabras.
Tan sólo un rosal se ofrecía con apa- «Queremos ser hoy más hermosas
riencias de vida. que lo fuimos ayer».
Sus ramas estaban verdes y sus flo- Entonces Jesucristo se estremeció.
res ya abiertas. ¡Cómo! El orgullo, el maldito orgu-
68 VARIEDADES

lio que se había apoderado de los án- pre poco con ellos para poder decir si
eles, que perdió á los hombres, se oprimen ó no á los socialistas.
f eslizaba entre las plantas de la crea-
ción...
»He conocido, sí, algunos, y puedo
de ellos aseguraros que son excelen-
Esto era horrible. tes personas, y quizas, por haber el
Y, en el transporte de una santa có- señor Schulze estado trabajando algún
lera, cogió un puñado de tierra cu- tiempo en sus casas, habrá experi-
bierta de musgo y lanzólo á los rebel- mentado su opresión.
des exclamando: »Pero, en cuanto á los curas... ya es
—El soberbio está en desgracia con otra cosa.
el Señor y se atrae su desprecio. »Yo pertenezco á esta reprobada
Las flores, presas inmediatamente clase, y, por desgracia, tengo que con-
de remordimiento, inclinaron humilde- fesar paladinamente que también he
mente su cabeza ante el castigo que oprimido al señor Schulze! (Admira-
reconocieron haber merecido. ción universal.)
Entonces el Salvador, movido á com- »Sí, le he oprimido varias veces—
pasión por el sincero dolor que mos- repitió imperturbable el cura.
traban , bendijo al arbusto. uHace unos cuantos años que se le
Y al instante ¡oh milagro! el mus- murió su esposa, y le hice gratis el
go se extendió, rodeando las ramas, funeral. Me conmovió tanto su situa-
cubriendo las espinas, ocultando los ción , que tomé buena parte en su d o -
capullos y envolviendo á las flores con lor, y fué la primera vez que le opri-
un suntuoso ropaje de terciopelo. mí, porque le di un buen apretón de
Una vez más Jesús había perdona- manos.
do al arrepentido. »Más adelante vi que, á causa de
Así fué creada la rosa de musgo. sus ideas y compromisos socialistas,
había sido despachado Schulze del
trabajo, y se hallaba él y su numero-
sa familia en gran necesidad.
1.a opresión de los curas. »Me presenté entonces á él y le di
otro apretón de manos, más fuerte aún
Leemos en una revista católica: que el primero, dejándole en ellas al-
«Nos dicen desde Grimma (Sajonia) guna cosa. ¡Esta fué otra opresión!
lo siguiente: «Cuatro semanas después llamaron
El compañero Schulze pronunció un á mi puerta. Era el señor Schulze, que
discurso de reglamento como candi- venía á suplicarme que intercediese
dato socialista, y concluyó de este con su principal para que le volviese
modo: á admitir al trabajo.
«Por esto os digo que no estaremos «También entonces experimentó mi
bien hasta que nos veamos libres de opresión, pues le prometí lo que me
la opresión de los ricos y de los «cu- pedía, y tengo el gran placer de anun-
ras». (Estrepitosos aplausos.) Luego ciaros que nuevamente fué llamado á
se sentó Schulze, riéndose orgullosa- trabajar por su amo. ¡ Esta fué la ter-
mente del triunfo obtenido con su dis- cera opresión!
curso. Al comenzar la « discusión » se »Ved por qué aparezco hoy, seño-
oyó una voz entre la multitud que dijo: res , delante de vosotros y delante del
«Pido la palabra».—«El señor cura I...», señor Schulze, como un pobre peca-
fué el murmullo general que se oyó en dor que oprime á los socialistas.
la sala, y al poco rato todo el auditorio »Así, pues, confieso que he dejado
se puso en grande expectación. sentir muchas veces mi opresión s o -
«El señor Schulze—dijo el sacerdo- bre el señor Schulze.» (Risas.)
te—ha terminado su discurso con la Las miradas de todos se dirigieron
opresión de los ricos y de los curas. hacia el compañero Schulze, que d e -
En cuanto á los ricos, poco en verdad lante de todos estaba verdaderamen-
tengo que decir, pues he tratado siem- te... ¡oprimido! ¡aplastado !>

L. D. V. M.
Wifí^i *w%-

Año II. 1° de Febrero de 1901. Núm. 15.

E L BUEN C R I S T I A N O
Y EL ESTABLECIMIENTO

DEL REINADO DE JESUCRISTO EN LA SOCIEDAD

.,»P»i todo corazón verdaderamente cris-


'•-& t tiano deben dominar dos ideas: una
de satisfacción y alegría; otra de dolor y
tristeza: de satisfacción y alegría por la
esperanza de que Jesucristo, Hijo de Dios
vivo, establecerá su Reinado en la socie-
dad y en la familia; de dolor y tristeza por
venir observando la rapidez y descaro con
que se aumentan y propagan las perversas
costumbres en todas las clases de la socie-
dad. Nada tan evidente; nada, desgracia-
damente, tan palpable.
Es obligación de todos los cristianos tra-
bajar celosamente y con empeño por ace-
lerar el día en que Nuestro Sefíor Jesu-
70 EL BUEN CRISTIANO Y KL ESTABLECIMIENTO

cristo asiente con toda solidez su Reinado en la Tierra. Y es


preciso decir que no pueden ni deberán cesar este trabajo,
aun cuando los calumnien formalmente cuantos vuelven su
rostro al Salvador divino y á su Iglesia. Es más: los cris-
tianos que verdaderamente lo son están obligados, ahora
y siempre, á la más pronta y robusta construcción de una
gruesa muralla que detenga los caudalosos ríos de corrup-
ción y sensualismo que amenazan introducirse hasta los
mismos interiores del respetable hogar de la familia. Y si
dijesen y afirmasen que falta dinero para ello, se les ha de
responder que lo hay en grandes cantidades, aun cuando
protestasen no tenerlo.
Luego, sí no se apronta y no se gasta en las dos cosas
mencionadas, es decir, en que nuestro Señor Jesucristo, Rey
Supremo, establezca su Reino de justicia, y la presente so-
ciedad y la familia se vean libres de tanta corrupción y sen-
sualismo tanto, estos cristianos, en vez de trabajar por Je-
sucristo y su Reinado, se hacen iguales al perezoso siervo
que sepultó en la tierra su talento. Hay que decirles más;
hay que decirles claramente, para que se avergüencen, que
Jesucristo no ha querido jamás ni ha llamado para la con-
quista de su Reino á los perezosos, ni á los mezquinos y
ruines, ni á los que se acuestan muy temprano y se dan al
sueño largas horas.
El Reinado de Jesucristo, Rey Supremo, necesita cristia-
nos de virtud y constancia en el trabajo. No perezosos ni
cobardes; no que llenen sus arcas de dinero y les parezca
poco lo que tienen, y sueñen en mayores negocios, por más
que todos los días vean escarnecido y difamado á Jesucristo
y á su Iglesia , por cuyas influencias y doctrina están en pie
todavía todas cuantas naciones se han mancomunado en su
contra, con el insensato pensamiento de convertirla en rui-,
ñas para siempre.
El Reinado de Jesucristo necesita cristianos de virtud
y constancia en su trabajo. Necesita de generosos qué le
ofrezcan y le dispensen sus bienes para contrarrestar la
propaganda, los desvelos y medios de la prensa materia-
lista y sin rubor; prensa tan general, de subscripción tan
DEL REINADO DE JESUCRISTO EN LA. SOCIEDAD 7I>

numerosa y tan leída, como con seguridad el Evangelio no


lo es.
El Reinado de Jesucristo necesita de todo esto y algo más.
Y después que lo tenga, y que los cristianos se unan en
apretado haz, porque de su. desunión provienen grandes ma-
les para el Reino Social de Jesucristo, no será difícil que se
comience á vislumbrar un porvenir de más consuelo y ma-
yor esperanza, y no s.erá difícil que la pureza de costumbres
y las máximas de nuestra sacrosanta Religión comiencen á
cautivar los corazones, ya perdidos, y, por estar perdidos,,
que no lo sea para siempre. Y después que lo tenga, y que
la unión de los cristianos, que cada vez parece más irreali-
zable, sea consoladoramente un hecho; hecho que hará tem-
blar á cuantas potestades lo tuvieron y lo creyeron ilusoria-
mente por el mayor de los mayores imposibles, éste ha de
ser el día de los días; éste segura y venturosamente la pri-
mera de nuestras esperanzas, y en que podemos pedir al
Cielo los tesoros y bienes más preciados.
Pero sólo el pensar que nos hallamos desunidos; sólo el
pensar que no se quiere obedecer al Papa, nuestro augusto y
valiente Capitán; que nos hallamos en una situación tan del
agrado y tan del gusto de muchos hipócritas, pérfidos como
el judío y el gentil, es, á mi juicio, padecer y gustar toda
clase de penas y tormentos.
¿Y dirán luego todos que son católicos como el primero y
el que más? ¡Que lo digan si quieren! Pero es preciso con-
vencerse que mientras no trabajen con actividad, como bue-
nos é infatigables operarios, en la viña del Padre de Familia;
que mientras no se muestren francos, y sin pena ninguna sa-
crifiquen sus bienes, que los gastan sin provecho ninguno;
que mientras no se ofrezcan á velar y se pongan de acecho
para enterarse de los planes y tramas de los acerbos y fu-
ribundos enemigos que Jesucristo y su Reinado tienen; mien-
tras no se opongan y reprendan de fuerte á los blasfemos, y
á las Autoridades pidan su castigo; mientras á sus hijos y
criados no les impongan mandamiento de no asistir á cuan-
tos centros están calificados de inmorales, y les pidan estre-
cha cuenta de la conducta que observaren; mientras, por
72 EL BUEN CRISTIANO Y EL ESTABLECIMIENTO...

amor al pobre mal ropado y peor alimentado, no disminu-


yan gastos convenientes, ¡que lo digan si quieren, porque
del dicho al hecho media gran trecho! ¡ Que lo digan si quie-
ren! Pero, según el Evangelio, no es así. Porque por Jesu-
cristo y su Reinado hay que dejarlo todo, hay que ofrecerlo
todo, hay que sacrificarlo todo; hasta los mismos hijos y la
esposa; Lhasta la propia vida y las riquezas. Mirad al Cielo,
y aquí tenéis la prueba de las pruebas.
Pues bien: el que tuviere mucho, no ha de tranquilizar su
corazón y su 'conciencia dando poco. Porque, si mucho le
sobra, ¿quién le dispensa de darlo para que Jesucristo reine
socialmente, puesto que á establecer su Reino vino al mun-
do? ¿Quién le dispensa de darlo, puesto que muros dobles
son necesarios para evitar la entrada de los ríos que sólo
llevan aguas de corrupción y vicio á los pueblos no perver-
tidos todavía, y al respetable seno de familias que jamás han
echado de su casa la purísima imagen de María, ni la de Je-
sucristo muerto por el hombre? ¿Quién le dispensa de darlo,
si hay que salvar inteligencias que se ven á los bordes del
abismo por el clamor y grito de tanta negación y tanto error
como campea descaradamente? ¿Quién le dispensa de darlo,
puesto que muchos son en todas partes los convenidos ad-
versarios del Salvador divino y su Vicario? Sepan que, por
más dispensados que se crean, como de Dios no parte la
dispensa, no es buen cristiano el que cesa de trabajar por
el establecimiento del Reinado Social de Jesucristo.

Juan Vicente J)ernjit.


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EL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN

MI
m L espectáculo más sorprendente y maravilloso que llama po-
derosamente la atención de los sabios, es la existencia de
la religión católica durante tantos siglos y generaciones. Tiene
su origen en el paraíso celestial por la creación de los ángeles,
-asiste á la formación de Adán y Eva en el paraíso terrenal, atra-
viesa majestuosa los largos períodos de la ley natural y escrita,
brilla con todo su divino fulgor en la frente del Niño de Belén,
arde en las lenguas del Cenáculo, toma inmenso desarrollo en la
-época gloriosa de los mártires, aparece rodeada de inmortales
triunfos en la era de los apologistas, se derrama como corriente
•de vida sobrenatural en los libros de los teólogos, abre con
llave de oro la aurora del siglo xx, y como obra divina seguirá
adelante por la carrera de los siglos hasta encerrarse, coronada
-de triunfos y abrumada de laureles, en los santos tabernáculos
•de la eternidad.
Oidme vosotros, hijos de esta religión, que sois prosapia di-
vina, y fructificad como rosal plantado cabe las corrientes de las
aguas. Echad olor de suavidad como los claveles de Engaddi,
floreced como el lirio de los collados santos, echad ramas dora-
das de gracias y virtudes y bendecid al Señor en sus obras.
Recibid, pues, os diré con Salomón, la instrucción por medio
•de mis palabras, estudiad algunas lecciones sobre la religión,
porque os serán muy útiles y provechosas. Ergo accipite discipli-
nam per sermones meos, et proderit vobis, (Sap. vn.)
Parodiando las palabras de la inmortal Teresa de Jesús, cuyos
labios plegaron los ángeles al morir, repetiré lleno de gratitud:
En fin, soy hijo de la Iglesia católica, soy hijo de esta divina re-
ligión bajada del cielo, que siendo una lo puede todo, y perma-
neciendo en sí inmutable todo lo renueva, y se derrama por las
naciones en las almas santas, formando amigos de Dios y pro-
fetas. Amicos Dei et prophetas constituit. (Sap. vn.)
En su consecuencia, voy á manifestar á los apreciables lecto-
74 EL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN

res de E L MONTE CARMELO, revista oficial de la Virgen del Car-


men, algunos de los encantos, glorias y esplendores de nuestra
divina religión, siquiera sea COR lengua tartamuda, pero con
tono de persuasión profunda.
Entre los autores españoles que, más ó menos, han tenido ca-
rácter de apologistas estos últimos tiempos, son dignos de men-
cionarse Balmes, Donoso Cortés, Aparisi, Manterola, Mateos
Gago (i) Fonseca, Perujo, Metola, Mendive, los dos Mir, Cami-
nero, Sarda y Salvany; los Obispos Cámara, Sánchez de Castro,
Marrodán, Casas y Souto; los Cardenales García Gil (2), Gon-
zález, Monescillo, Sanz y Forés; los dos Nocedal, Gabino Te-
jado, Villoslada y Bienvenido Comín, con otros muchos de di-
ferentes categorías y procedencias.
De los autores extranjeros que han gozado de ilustre renom-
bre , basta citar á Ráulica, Lacordaire, Ravignan, el Padre Fé-
lix,-Monsabré; los Cardenales Wisseman, Maning, Alimonda y
Eranzelin; Faber, Tilman, el Abate Gaume, Monseñor Segur,.
Hettinger, el Vizconde Bonald, el Conde de Maistre, Augusto
Nicolás y Luis Veuillot, entre otros innumerables que pasamos
por alto.
Estos apologistas en nada desmerecen, sobre todo algunos de
ellos, por sus brillantes trabajos en favor de la religión, de los
Tertulianos, Orígenes, Ireneos, Justinos, Lactancios y Clemen-
tes de Alejandría, refulgentísimas lumbreras de la'religión.
Allá en sus buenos tiempos, decía el inmortal Cervantes, ha-
bilísimo maestro de los escritores castellanos: Yo soy aficionada
á leer hasta los papeles viejos de la calle. Yo digo también, sin
alardes de vanidad, que soy aficionado á leer todo lo que ha lle-
gado á mis manos sobre materias religiosas.
Me detienen dentro de la divina religión de Jesucristo su ex-
traordinaria y providencial propagación por el mundo, los infini-
tos milagros obrados en favor de ella, la sangre generosamen-
te derramada por muchos millones de mártires, el cumplimiento
exacto de los oráculos proféticos, la integridad de sus dogmas,
la sublimidad de sus doctrinas, la majestad de su culto, la pu-

.(1) Este fué el padre y rey de los apologistas modernos. Siempre vencedor
v siempre invencible en miles de polémicas que sostuvo en su vida con los
enemigos de la religión.
(2) Este dominico tuvo tres votos para Papa cuando fué elegido León XIII.
Era tan gran teólogo, que los P P . del Concilio Vaticano solían decir, aludien-
do & el, cuando surgía alguna dificultad en las sesiones: Que hable Santo
Tomás.
EL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN 75

reza inmaculada de su moral, y la seguridad con que viven y


mueren los justos.
Pero si nada de esto hubiera, aun cuando no hubiera estas
hermosas credenciales de nuestra sacrosanta fe, me bastaban
para detenerme dentro de las divinas murallas de la religión las
•dudas horribles, los errores extravagantes y las costumbres alta-
mente depravadas de los que no son católicos, para afianzarme
más y más en mis creencias religiosas.
Por estas y otras pruebas solidísimas estoy tan firmemente
•convencido de la verdad de la religión católica, que, si por un
imposible, todos la abandonasen, yo no la abandonaría; y, si todos
la combatiesen, yo la defendería en la medida de mis fuerzas.
Los católicos podemos repetir las profundas palabras de Ri-
cardo de San Víctor en el libro 4 de la Trinidad: Señor, si hay
•error en nuestras creencias, Tú mismo nos has engañado. Porque
están confirmadas con tales prodigios, que Tú sólo pudiste hacerlo.
El estudio de la religión es de la más alta importancia para los
hombres, porque de ella depende regularmente el resolver en
sentido favorable el pavoroso problema de la eterna predestina-
ción, y de su olvido la ruina eterna de las almas. En prueba de
esto puedo referir un caso sucedido hace poco en París. Al es-
cribir estas líneas, leo en los perió.dicos franceses que una joven
de diez y ocho años se ha suicidado por falta de religión. Antes
de poner fin á su existencia, dejó una tarjeta escrita para su pa-r
dre en la que le decía, poco más ó menos, lo siguiente: «Querido
padre: Estoy cansada de vivir y, dándole una prueba de cordura,
he pensado quitarme la vida. Muchas veces me ha dicho usted
que no hay que temer ni esperar nada en la otra vida. Pero hasta
ahora no me atrevía á realizarlo, porque temía las penas eternas
del Infierno. En estos momentos no creo nada, y por eso voy á
poner fin á una vida que me es insoportable. Cuando reciba usted
esta esquela ya no seré su hija, porque me mato en seguida. Adiós,
pues, para siempre».
Si hubiera estudiado bien esta joven desgraciada los funda-
mentos de nuestra augusta religión, que, en medio de los sinsabo-
res de la vida, derrama en las llagas del corazón el bálsamo del
consuelo y por fin señala con el dedo las infalibles esperanzas del
Cielo, nunca tal hiciera, ni hubiera abierto con sus manos las
puertas por donde se baja á la tierra del olvido. Pensamos ampliar
estas consideraciones preliminares en el artículo siguiente.
fr. •Cusebio de la jVsunción.
EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES

ii

¡CONTINUANDO la materia empezada en otro número, dejaremos con-


signado desde luego que además de aquellas artes que sirven para
el sostenimiento de la existencia humana material; además de las artes-
industriales que concurren á mantener en su vigor las energías del hom-
bre, á vencer las dificultades que nos salen al encuentro en la senda de-
la vida, y á suavizar las amarguras de que á todas horas nos vemos ro-
deados, hay otras artes que, á la verdad, no son necesarias ni para el
sostenimiento de la vida, ni aun quizás para conservar siempre robusto-
é inalterable el vigor de la humana existencia. No obstante, esas artes
son necesarias para llenar de algún modo los insaciables conatos del
espíritu humano, pues que, arrojando raudales de gracia inefable en re-
dedor nuestro, prestan alimento sublime á las operaciones del alma en.
la más noble de sus aspiraciones. Son conocidas con el nombre de Be-
llas Artes.
Está de más decir que no es necesario para mi vida el que mi ojo,,
por ejemplo, descanse con placer en la contemplación de un hermoso-
cuadro. Sin ello puedo vivir; pero ¡qué encantador y qué hermoso es
para el ojo y para el alma, á la cual el ojo habla, el lenguaje que nos-
habla sin ruido de voces, pero con arrebatadora elocuencia, como de
los labios de un amigo, desde las obras de la arquitectura, ó de la es-
cultura ó de la pintura! ¡ Qué agradable es para nuestros oídos el en-
canto de las suaves notas de una pieza musical! ¿Habrá quien alguna
vez en su vida no se haya sentido impresionado en el fondo de su alma
por las mágicas notas de una overtura de Beethoven ó Rossini, y haya
sentido cambiados en un momento sus sombríos pesares en alegrías-
inefables, á semejanza de una decoración teatral, que cambia con la.
velocidad del pensamiento ? Grande es el entusiasmo que se siente en
el corazón á la vista de un grandioso y majestuoso edificio; pero, al
mismo tiempo, qué tristeza se posesiona de nuestro espíritu al ver las
ruinas de un monasterio ó de un antiguo templo, cayéndose á pedazos
EL MONTE CARMELO 77

aquellos arcos, á punto de desplomarse aquellas torres seculares, y que


la verde hierba y las plantas trepadoras crecen en aquellos lugares sa-
grados en otros tiempos, donde resonaban aquellos cantos majestuosos •
qué los monjes elevaban hasta el trono del Dios de las misericordias,
y que ahora los rayos ,del sol, y los copos de nieve, y las rachas del
viento, y las furias de la tempestad penetran en aquel lugar donde no
había penetrado tantos siglos hacía!
Internaos por un momento en aquellas naves anchurosas, en aquellos
•enverjados presbiterios, en aquellas solitarias capillas donde años antes
los santos obispos y los octogenarios abades ofrecían entre nubes de
incienso el incruento sacrificio del altar, y levantaban puras sus manos
al Cielo, mientras que los arcos góticos, y las anchurosas naves y las
interminables galerías respondían con sus ecos á los ruidosos Hosanas
•del gravísimo canto monacal; miradlo ahora, fijaos en el espectáculo y
vedlo todo bajo el imperio de los ruidos: tanta nada después de tanta
grandeza. ¿Qué emociones se sienten en vuestro corazón? Después de
todo, levantad vuestra vista hacia el Cielo, y ved en la parte más ele-
vada del ruinoso edificio, allá cerca de las nubes, á punto de desplomar-
se, el signo de la Cruz que arroja sus sombras sobre los silenciosos se-
pulcros. ¡Qué horror!
¿Qué vienen á ser esos cambios repentinos que alternativamente se
suceden en el fondo de nuestro espíritu? ¿Qué percibimos en el fondo
de nuestro ser? ¿Qué mano delicada ha pulsado la lira de nuestra alma?
Arcanos profundos á cuya investigación se dedican las Bellas Artes.
Recibir las impresiones con viveza y penetración, manifestar esas im-
presiones con claridad y exactitud, trasladarlas de una imaginación á
otra, de un corazón á otro; arrancar á la realidad de las cosas un senti-
miento más ó menos apasionado, introducirlo en otro corazón, darle
allí animación, movimiento y vida, cuerpo, colorido y encanto; he ahí
•el campo donde las Bellas Artes despliegan sus doradas alas.
Digamos, pues, en qué consiste la esencia de las Bellas Artes. En nues-
tro artículo anterior dimos algunas definiciones del Arte, tomadas de
•célebres autores; pero no estará de más que demos algunas más, á fin
de tener de ellas una exacta noción en el transcurso de estos artículos.
Víctor Cousin ha dicho que el Arte es la expresión de la belLza moral por
medio de la belleza física; Laten a dice que el Arte es la expresión de lo bello.
Más que ninguna otra nos agrada la definición que da Deschanel, quien
dice que el Arte es la naturaleza interpretada por una alma para otras almas.
No es nuestro ánimo abordar aquí la exposición completa de cuanto
se ha escrito y dicho sobre esta delicada cuestión. Nos concretaremos
á decir lo que cabe dentro de los límites que nos hemos trazado. Nos
agrada la definición de Deschanel, el Arte es la naturaleza interpretada
por una alma para otras almas. El Artista interpreta, mejor dicho, siente
los fenómenos de la naturaleza, ó la naturaleza misma, con más ó menos
grandeza, con más ó menos atractivo que la generalidad de los hombres.
78 EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES

E l mismo fenómeno que es el objeto del estudio de un historiador, por


ejemplo, y de un poeta, éste ve lo que no ve aquél. Lo que el historia-
dor no relata, ni el filósofo comprende, el poeta siente, y lo que siente
«xpresa en versos admirables; el pintor, el músico y el escultor lo sien-
ten también, y lo que sienten trasladan el uno al lienzo, el otro lo pone
en notas, y lo dejan grabado en la madera y en la piedra, y aquella be-
lleza sublime que han arrancado á la naturaleza trasladan á otra alma
con el mismo encanto que ha entrado en la suya.
Digamos de una vez. El Artista concibe la belleza estética del objeto
externo; la belleza del objeto se le pinta en la cámara obscura de su
alma con cierto reflejo de eternos resplandores de que sólo él es capaz.
L a florida campiña con sus graciosas ondulaciones, sus majestuosas
arboledas, sus serpeantes arroyos y sus horizontes de azuladas montañas,
tal cual pueden espejarse en la superficie de la dormida laguna, nada
tiene de particular ni para el historiador ni para elfilósofo,y, sin embargo,
le tiene muy grande para el poeta y para el pintor. La deshecha tempes-
tad y la sangrienta batalla, tal como pudiera contemplarse en un cris-
tal azogado, no es lo que el artista ve en el particular espejo de su alma.
L a s observa y no ve en ellas lo que la generalidad de los hombres: ad-
vierte en la naturaleza otra cosa misteriosa, hermosa, encantadora, y
esto que advierte es lo que pinta, lo que esculpe y lo que canta, produ-
ciendo en los que contemplan sus obras la admiración y el entusiasmo.
Cuando el mundo exterior hiere su sensibilidad, las puertas de oro
del mundo de la belleza se le abren de par en par, recibe inspiraciones
sublimes, ve visiones divinas, las reconcentra en su alma, y desde allí
pinta cuadros como Rafael y Leonardo de Vinci, como Murillo y Rivera,
y él músico traslada á la cuerda notas inmortales, como Mozart y Me-
yerbeer, y el poeta pone en» verso poemas como la Divina Comedia de
Dante Alighieri, como La Jerusalem libertada del Tasso, como El Pa-
raíso perdido de Milton. Entonces se saborean en la Tierra las delicias del
Cielo, y el valle de lágrimas se convierte en una mansión de felicidad.
fr, Samuel de Santa Veresa.

«is
SANTIAGO Y SU ESPAÑA

(Continuación.)

ni
E r a u n a tarde de pesado estío.
E n r a r e c i e n d o el calinoso ambiente
Sol tropical, con su enervante fuego,
Arrastraba su luz hacia Occidente.
Juguetea la brisa allá en los cerros
P o r entre el bosque que á los cielos toca;
M a s , en el hondo que los montes ciñen,
E l polvo asfixia y el calor sofoca.
T a n comunes fenómenos no impiden
•Que arrostren los rigores de tal día
Multitud de habitantes de C a r t a g o ,
•Que bullen sin cesar por la bahía.
En cobertizos de tablones toscos
( P o b r e embrión de lindos arsenales),
U n o s carenan ó construyen lanchas,
Y otros discuten tratos comerciales.
T r a n s b o r d a n fardos á los grandes buques,
Balsas y botes, lanchas y almadías,
Y rústicas carretas van y vienen
T r a n s p o r t a n d o preciadas mercancías.
Todo es bullir con ansia delirante
Por aumentar el oro que envilece,
Sin reparar que la riqueza h u m a n a
Al soplo más ligero desparece.
P o r un momento en suspensión quedóse
L a actividad que á todos absorbía,
Viendo un gran buque que enfilaba airoso
"La estrecha boca de la gran bahía.
Al vigoroso empuje de los remos,
Aletas de aquel monstruo de madera,
Cruza ligero las tranquilas aguas
Mostrando de Fenicia la señera.
Mientras el ancla arroja, en la cubierta
Bullen, ansiosos de buscar fortuna,
Cien viajeros, de distintos trajes,
Según el pueblo que meció su cuna.
Griegos, fenicios, árabes, hebreos,
D e Menfis, del E g i p t o , de la T r a c i a ,
D e todo el mundo antiguo acuden seres
A buscar su ventura... ó su desgracia.
Medio escondidos entre negros cables
Y de rodillas sobre el duro puente
8o SANTIAGO Y SU ESPAÑA

Varios hombres se v e n , cerca de p r o a ,


D e humilde a s p e c t o , pero noble frente.
U n o de ellos, cuando ancló la n a v e ,
Elevando sus ojos hacia el Cielo,
Alzó su diestra, y con la Cruz sagrada
Bendijo fervoroso nuestro suelo.
P o c a s h o r a s después todos pisaban
L a s arenas del suelo bendecido,
Y en dispersión marcharon por doquiera
A realizar el fin apetecido.
M a s pudo verse que el varón que á Iberia
Sellara con el L á b a r o divino,
E r a el Hijo del Trueno, que llegaba
P a r a cumplir su celestial destino.

IV
«Nadie tiene caridad Vedlo: Cartago le oyó.;
• Mayor ni más encendida Valencia sintió su celo,
»Que el hombre que por su amigo Y en T a r r a c o y en Barcino
«Entrega su propia vida.» D e r r a m a n d o fué el consuelo.
E s t o dijo aquel Jesús L o s cántabros, con amor,
Que más t a r d e , en el tormento, P a d r e y Apóstol le a c l a m a n ,
Rogando por sus verdugos Y los palentinos nobles
E x h a l ó su último aliento. L e recuerdan y le a m a n .
N a d i e , en efecto, como Él Los astures contemplaron
En amar á su enemigo; Sus desvelos incansables,
Pero también es verdad Y Astorga conserva de él
Q u e anunció duro castigo Recuerdos inestimables.
Contra el hombre que, arrastrado Iria F l a v i a , que sintió
P o r insensata pasión, Sus poderosos alientos,
N o supo aprender amores Aun guarda preciosas huellas
D e su amante Corazón. D e sus divinos portentos.
«Si mis discípulos sois, ¿ Q u é más decir? F i n i s t e r r e
Nos dijo, aprended de M í ; Y los pueblos lusitanos,
Ved hasta dónde amé Y o , L o s de Brácara , de L u g o ,
Y amad vosotros así.» Toledo y los sevillanos,
Impulsado nuestro Apóstol Ilíbens y J u b e r a ,
P o r ese lema divino, Célebre por su Clavijo,
N o es extraño que enlazara De Apóstol tan inc'an sable
A Iberia con su destino. Vieron el afán prolijo.
P o r eso ni los trabajos Cien veces cayó agobiado
L e asustan, ni el sacrificio, P o r fatiga enervadora;
Ni las fatigas, ni el h a m b r e , Pero, hallando nuevo esfuerzo
Ni la m u e r t e , ni el suplicio; E n la Sangre r e d e n t o r a ,
P u e s tan grande es el amor Siguió sembrando la F e ,
A Jesús que su alma encierra, L a E s p e r a n z a y el Amor
Q u e es morir..., por imitarle, E n las ovejas perdidas
Su afán único en la tierra. Del aprisco del Señor.
Sólo así explicarse puede Con verdad puede decirnos
Su fecunda actividad, Al recordarnos su celo:
Q u e á impulsos de santo celo Con mis sudores y luchas,
Sembró doquier santidad. Yo os engendré para el Cielo.
jYlaríano Jtf. Jfiaroto,
(Se continuará.) Presbítero.
EL P. HERMANN
(Continuación.)

vi

LA VOCACIÓN RELIGIOSA

||RASE el año 1833, c u a n d o un cípulo en el siglo, llegó á ser su


religioso carmelita, hijo de compañero y hermano en el claus-
Santa T e r e s a , llegaba á Burdeos. tro. E s t e era el R. P . Luis del San-
Como capellán que fué del mismo tísimo Sacramento. A ellos se unie-
D . Carlos, se vio obligado á huir y ron un corista (1) y un hermano
expatriarse después de la traición donado, y desde luego emprendie-
de Maroto, y máxime siendo u n a d e ron la observancia de la Regla,
las víctimas señaladas por las iras hasta que la policía quisquillosa y
liberales. E l P . Domingo de San suspicaz del G o b i e r n o f r a n c é s
J o s é , que tal era su n o m b r e , llegó dispersó los miembros de esta na-
á Burdeos con el propósito de em- ciente comunidad. M a s , una vez
barcarse p a r a Méjico y seguir la calmada la tempestad, pudieron
vida religiosa en uno de los con- reunirse de nuevo aquellos miem-
ventos que allí tenía la Congrega- bros dispersos, y pronto, de varios
ción de E s p a ñ a . Pero la Provi- puntos de F r a n c i a , se les presen-
dencia dispuso las cosas de otro taron jóvenes solicitando el hábi-
modo. L a Madre Priora de los car- to del Carmelo. Cerca de Burdeos
melitas de Burdeos, sor Bathilda (Broussey) les ofrecieron un sitio
del N i ñ o Jesús, hacía diez años que ameno para edificar un convento;
trabajaba por el restablecimiento R o m a aprobaba su generosa ini-
de los P a d r e s carmelitas descal- ciativa; Dios suscitó á granel los
zos, sin obtener resultado alguno. bienhechores, y con asombrosa ce-
El R. P . Domingo, como era na- leridad se abrieron otros conven-
t u r a l , desde el momento que llegó tos en Montigny y Agen. P r o n t o
á Burdeos fué á visitar á nuestras la naciente c u n a del Carmelo re-
Madres, y, apenas oyó hablar á la formado iba á resplandecer de un
Madre Priora del proyecto que ha- modo extraordinario con una nue-
cía diez años llevaba entre manos, v a estrella, cuyo brillo contribui-
le prometió secundar su obra, y sin ría á extender su nombre por toda
más detención compró una casa y la Francia, atrayéndole numerosos
trató de buscar compañeros de há- y distinguidos discípulos.
bito que le ayudasen en la empre- H e r m a n n era ya libre: las enor-
sa. L a persecución, que no cesaba mes deudas que había contraído en
en E s p a ñ a , le deparó un religioso
que, después de haber sido su dis- (1) P. Manuel de Santa Teresa.
82 EL P. HERMANN

el juego estaban saldadas con el para esto necesitaba de soledad


producto que le resultó del último y de reposo. La pobre madre no
y más brillante concierto que dio pudo menos de presentir que su
con este plausible fin. No le resta- hijo se separaba de ella para siem-
ba otra cosa que poner en práctica pre. Al día siguiente, 16, fiesta de
los heroicos proyectos que había Nuestra Señora del Carmen, to-
formado y fomentado durante dos maba el camino de la estación de
años al calor de la oración. Su más Orleans,.acompañada de sus res-
ardiente deseo era servir á Diosen tantes hijos, con el fin de ver por
el estado sacefdotal. Mas, ¿será última vez á sú Hermann y hacer
sacerdote secular, ó más bien se los posibles de retenerlo en París.
encerrará en un claustro? H e aquí Ya hacía largo tiempo que espera-
el dilema que él mismo se for- ba en la estación, cuando divisó
maba. , desde lejos á su hijo, que venía á
En otro tiempo acariciaba la idea pie, vestido modestamente, y con
«de fundar un convento, en una un saco de viaje en la mano. El
altura cerca de París, para jóvenes corazón de la madre se sobrecogió
que, hastiados de la vida munda- dé dolor al ver semejante meta-
na, se entregasen á una perpetua morfosis en su hijo. La despedida
meditación». fué muy tierna: la madre, con las
1
Cierto día que consultó su voca- lágrimas en los ojos, le pidió como
ción con el célebre P. Lacordaire, recuerdo algunos cabellos de su
éste le preguntó: «¿Os sentís con cabeza. Hermann, á pesar de la
valor para dejaros escupir al ros- multitud que le rodeaba, permitió
tro sin proferir la menor palabra? que Madame Cohén, sacando unas
—Sí —exclamó Hermann. tijeras, cortase con temblorosa ma-
— Entonces, podéis retiraros á no una porción de aquella cabe-
un convento. llera que ella misma había embe-
En vista de tan categórica res- llecido y Contemplado con orgullo
puesta, Hermann no titubeó más. maternal cuando él era niño. Gran
' Toda la cuestión estribaba en la fuerza de voluntad y de dolorosa
elección de la Orden religiosa. energía necesitó Hermann para do-
Después de haber hecho diez minar su emoción; pero Dios y la
días de ejercicios espirituales, du- Virgen Santísima le fortalecieron
rante los cuales la lectura de la para desprenderse con resolución
vida de N. P. San Juan de la Cruz de aquellos brazos m a t e r n o s y
decidió su vocación de una mane- aquellas caricias que enternecían
ra irrevocable, se encontró en Pa- su corazón y hubieran concluido
rís, como por casualidad, pero ca- por debilitar su voluntad.
sualidad providencial, con un reli- Hermann llegó á Agen el 19 de
gioso de la Orden del Carmen des- Julio, para las primeras vísperas
calzo, con quien conversó larga- de N. P. San Elias.
mente , enterándose del espíritu de El P. Domingo destinó este con-
la Orden: la luz del Cielo brilló en vento de Agen para colegio, y aquí
su alma de un modo muy resplan- es donde recibió á Hermann, con
deciente , y sin más demora tomó gran regocijo de su alma; y apenas
la resolución de dirigir sus pasos concluyó unos días de ejercicios,
hacia el convento de Agen para que él mismo le dirigió, le envió á
pedir un asilo. Broussey, noviciado de la naciente
El 15 de Julio de 1849 Hermann provincia de Aquitania. El nuevo
fué á casa de su madre á darle el postulante, como era judío conver-
último adiós, diciéndole que iba á tido, no podía vestir el hábito sin
emprender un viaje largo, que se dispensa, según lo prescriben las
proponía tomar una r e s o l u c i ó n Constituciones de la Orden. Mien-
definitiva para el porvenir, y- que tras que llegaba la dispensa, pre-
APOTEOSIS DE LA VIRGEN DEL CARMEN
®

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COPIA DE UN GRABADO ANTIGUO QUEJSERVIA DE^POhTADAIA.UN TRATADO SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN,
compuesto por el R. P. Francisco Bonce Spei, Carmelita.
84 EL MONTE CARMELO

paró su espíritu con la oración y Elias, consiguieron mitigarla ha-


el r e c o g i m i e n t o . Durante este ce unos 500 años; éstos se llaman
tiempo es cuando participó á su carmelitas mitigados; los o t r o s ,
familia su última resolución. No conformándose con los primeros ri-
dudo que el lector se recreará con gores de la Orden, por ejemplo, de
la lectura de la carta que escribió abstenerse de comer carnes, de ir
á su familia. con los pies descalzos en invierno
y verano, de ayunar casi todo el
Broussey, 16 de Agosto de 1849. año, de dormir sobre una tarima de
«Mi querida madre, hermana, madera, sin sábanas, ni colchón, ni
hermano y cuñado: Hace un mes jergón; de ir vestidos de una tela
que dejé á París, y he tenido tiem- grosera y de túnica de lana (pues
po de reflexionar, á solas con Dios no se permite la camisa de hilo más
• y alejado del mundo, sobre el par- que á los enfermos), de observar
tido que debía de tomar para vivir un silencio y una soledad casi sin
en lo sucesivo según mis conviccio- interrupción, de levantarse todas
nes propias, y sobre todo confor- las noches á las doce hasta las dos
marme con la expresa voluntad de de la madrugada para cantar las
Dios. Habréis presentido, sin duda alabanzas del Señor y meditar día
alguna, que yo estaba resuelto á y noche en su santa ley. Esta cla-
abandonar el mundo y la profesión se de religiosos edifican ordinaria-
peligrosa que me tenía esclavizado. • mente sus conventos separados de
Mas debéis ignorar, así lo creo, á las poblaciones, empero no muy
qué género de vida religiosa voy á distantes, con el fin de prestará los
consagrarme con todas mis fuer- fieles los auxilios espirituales Cuan-
, zas. No tendrá lugar lo que temíais do sea necesario. Viven en soledad,
iba á suceder. No, no me veréis en y no la abandonan sino para el bien
París con la sotana de sacerdote; espiritual del prójimo, cuando se les
tampoco me veréis misionero, aun- solicita, sea para confesar, celebrar
que sea ésta una cosa admirable: la Misa, predicar, etc.; pero, una
la soledad, el retiro, el silencio, la vez que han cumplido con su mi-.
vida oculta, vida de abnegación, he sión, vuelven de nuevo á su sole-
aquí mi destino futuro. En una pa- dad, esto es, á su reducida celda de
labra, me encuentro en el novicia- 6 pies cuadrados; la que yo ocupo
do de una Orden religiosa, famosa tiene 5 pies de latitud y 7 de lon-
en la historia por su austeridad, sus gitud ; y en ella me siento más fe-
penitencias y su amor á Dios. Esta liz y gozoso que si habitase los
Orden tuvo su origen entre los mis- grandes salones de las Tullerías ó
mos judíos 930 años antes de Jesu- del palacio imperial de San Peters-
cristo: fué el profeta Elias del An- burgo.
tiguo Testamento quien la fundó En tiempo de los judíos, en Pa-
en la cima del Monte Carmelo. Es lestina, existían ya numerosas so-
una Orden de verdaderos judíos, ciedades de hombres piadosos que
hijos de los profetas, que espera- practicaban esta vida; ¿y con qué
ban al Mesías, que creyeron en El fin? Para atraer las misericordias
cuando vino, y que se han perpe- del Todopoderoso sobre la tierra,
tuado hasta nuestros días, vivien- y aplacar su justa cólera, dispues-
do siempre de la misma manera, ta á descargar sobre aquellos que
con las mismas privaciones corpo- le ofenden;... para ejemplo délos
rales y los mismos goces espiritua- que, huyendo de los trabajos, vi-
les, como vivieron en el M o n t e ven engolfados en los placeres; y,
Carmelo hace 2800 años próxima- en fin, para amar á Dios como El
mente. Hay dos ramas de carme- nos amó y nos ama, é imitar la vi-
litas: los unos, hallando algo dura da que Jesucristo llevó cuando vi-
la vida que observaba el profeta no á la Tierra á salvar á los hom-
EL P. HERMANN 85
bres; vida de sufrimiento, abnega- Llegó á Roma hacia el 12 de
ción, sacrificio, obediencia, humil- Septiembre, é inmediatamante se
dad, pobreza; vida de muerte. He fué á la casa generalicia de los
aquí el género de vida que he esco- carmelitas descalzos. La Provi-
gido; y cuando ustedes me vean, lo dencia le llevaba visiblemente en
que espero será pronto, contempla- aquella época y en aquella hora
rán un semblante alegre, dichoso y precisa. Los Superiores generales
sereno; un corazón que los ama, que se hallaban reunidos en Definitorio
pide y pedirá día y noche al Señor general, que no pudo tener lugar
para que derrame sobre ustedes sus en el mes de Mayo á causa de los
bendiciones paternales, les colme t r a s t o r n o s revolucionarios q u e
de dicha y de todo cuanto pueda sembraron por doquiera el desor-
contribuir á su felicidad. den y la anarquía, y que obligaron
Deseo ardientemente que uste- al Cabeza de la Iglesia, el mansísi-
des disfruten de la paz y alegría in- mo Pío IX, á abandonar la Ciudad
terior de que yo disfruto hace dos Santa y refugiarse en Gaeta, hasta
años, desde que di, por amor de mi que. las naciones católicas toma-
Dios, mi última despedida al mun- ron cartas en el asunto y metieron
do y á sus vanidades. Ese Dios bon- en cintura á Ganbaldi y sus se-
dadoso me devuelve el ciento por cuaces. Abordada la cuestión de
uno de los sacrificios que le he he- Hermann en la tercera sesión, fué
cho, esto es, derrama dentro de mi resuelta afirmativamente por una-
alma los inmensos tesoros de sus nimidad: «Sessio tertia die 14 Se-
gracias. tembris.=Cum Dominus Augusti-
Vuestro enteramente adicto y nus Hermann Cohén Hamburgen-
afectuoso. —HERMANN». sis, natus ex parentibus Judseis,
Al finalizar la lectura de esta sed ad fidem duobus ab hinc annis
carta, dice un testigo presencial, conversus, baptizatus et confirma-
que todos cuantos de la familia se tus, haud dubia indicia pietatis et
hallaban reunidos prorrumpieron vocationis prsebens, r e l i g i o n e m
en desesperados sollozos. Nada hay nostram ingredi postulaverit; su-
que extrañar. ¡ Miraban las cosas á plicante Vicario Provinciali Burdi-
través de un prisma puramente galensi, propositum fuit patribus
humano! No obstante, Hermann utrum dispensandum esset ab im-
aun no había vestido el santo há- pedimento judaismi pro indutione
bito del Carmelo, porque los supe- habitus Christarum et professione
riores de la Orden, temiendo que el in Burdigalse sive Aquitani* pro-
joven recién convertido no perse- vincia, expleto anno canonicus no-
verase, dieron una respuesta nega- vitiatus».—Hsec propositio appro-
tiva á su petición. Si bien esta de- bata fuit a patribus per suffragia
cisión de los superiores le afligió secreta, cum ómnibus».
sobremanera, sin embargo, no le Hermann, apenas tuvo noticia
descorazonó; comprendió que era de haber sido despachada satisfac-
una prueba á que la Providencia toriamente su petición, embarcó lo
le sometía, y en aquel mismo día antes posible con rumbo á Marse-
emprendió el viaje para Roma, á lla, y desde allí á Broussey, y el 6
postrarse á los pies de Pío IX, con de Octubre recibía el santo hábito
el fin de obtener la dispensa nece- del Carmelo.
saria para vestir el santo hábito
del Carmelo. €. S. f.
(Se continuará.)
ááaáéy^ájsi^^
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SECCIÓN CANÚN1CO-LITÚRG1CA

BREVE DE Sü SANTIDAD LEÓN XIII


HACIENDO EXTENSIVO EL JUBILEO DEL ANO SANTO DE 1900 Á TODO EL ORBE CATÓLICO

J I M E Ó N , O B I S P O , Siervo de los Siervos de Dios, á todos los fieles cristianos


Y"$ que las presentes letras vieren, salud y apostólica bendición.
Así como N o s fué agradable sobremanera el transcurso del tiempo
sacro que terminamos con las ceremonias solemnes y religiosas de ayer,.
N o s lo h a de ser también el recuerdo del mismo. L o que deseaba la
Iglesia, lo que únicamente ambiciona en provecho de la salud de l a s
almas, después de setenta y cinco años, con el favor de D i o s , lo hemos
visto logrado plenamente.
N o han sido pocos, en verdad, sino centenares de millares, los fieles
de diversas clases sociales q u e , ganosos de lucrar el tesoro extraordina-
rio de indulgencias, con presteza y diligencia procuraron hacer todo l o
posible para conseguirlo. Y no h a y que poner en duda q u e , después d e
reconciliadas en el Santo T r i b u n a l de la Penitencia, muchas almas re-
novaron con vigor las virtudes cristianas, y por esta causa creemos fun-
dadamente que un nuevo vigor en la fe y piedad d i m a n a , desde esta
cabeza y fuente del Catolicismo, hacia todas las demás regiones del Orbe.
A h o r a , p u e s , y a que nuestros Antecesores ante semejantes motivos-
acostumbraron á dilatar la esfera de la caridad, N o s place también
ahora d a r mayor facilidad al lucro de los dones celestes. Y lo entende-
mos así concediendo la ampliación del lucro del tesoro de las sagradas
indulgencias que en el año pasado estuvo patente en R o m a , y exten-
diéndolo á toda la Cristiandad por espacio de medio año más. Y esto
creemos será parte p a r a restaurar las costumbres cristianas, para unir
mejor las voluntades con la S a n t a S e d e , y p a r a obtener muchos m á s
bienes positivos p a r a la muchedumbre de los fieles, que es el fin único
que nos propusimos al decretar el Jubileo máximo. Ello será m u y á pro-
pósito p a r a dedicar á Dios las primicias del siglo que viene, y no vemos
m a n e r a m á s a p t a de empezar el siglo que el decidirse los hombres todos
á aprovecharse más y más de los méritos de la Redención de Jesucristo.
Y no dudamos que este nuevo auxilio lo h a n de acoger todos los hijos
de la Iglesia con el mismo ánimo que Nos se lo ofrecemos. Confiamos
además que nuestros Venerables H e r m a n o s los Obispos y todo el Reve-
rendo Clero, d a d a su reconocida solicitud y diligencia, h a n de cooperar
al mejor éxito del fin que se pretende. ..
Así, p u e s , con la autoridad dé J3ios Omnipotente, de los bienaven-
turados Apóstoles S a n P e d r o y S a n P a t i o y la N u e s t r a , extendemos el
EL MONTE CARMELO ' &7

Jseisicoubileo magno, celebrado en esta ciudad de Roma, á todo el Orbe cató-


, por medio de las presentes Letras, y lo prorrogamos por espacio de
meses, y por extendido y prorrogado queremos que se tenga.
Por todo lo cual, los fieles de ambos sexos habitantes en cualquier
región ó comarca del mundo, inclusos aquellos que durante el año que
acaba de transcurrir vinieron á Roma, y aquí por cualquier causa hu-
biesen ganado el Santo Jubileo por Nos concedido, que dentro el plazo
de seis meses, desde el día de la publicación de estas Letras, contaderos
desde la fecha de su publicación en cualquier Diócesis, hubiesen visi-
tado devotamente la Iglesia Catedral en la capital de la Sede Episco-
pal, y la parroquia mayor en cualquiera otra población, y otras tres
iglesias, tanto en ésta como en aquélla, designadas por los mismos Or-
dinarios, ora por sí mismos, ora por medio de sus delegados, Párrocos
ó Vicarios rurales; y una vez á lo menos al día, por espacio de quince
consecutivos ó intercalados, naturales ó eclesiásticos, ó sea desde la hora
de Prima de las Vísperas de un día hasta el crepúsculo del otro, orasen
á Dios por la exaltación de la Santa Iglesia, extirpación de las herejías,
paz y corcordia entre los príncipes cristianos y salvación de la grey ca-
tólica debidamente confesados y comulgados, á todos ellos, pues, con-
• cedemos misericordiosamente en el Señor, por esta vez, plenísima indul-
gencia y remisión de todos sus pecados, pero de tal modo que no se en-
tienda que para lucrar la indulgencia dicha baste la Confesión y Comu-
nión Pascual. En los sitios en que no pueda cumplirse el requisito de
visitar los cuatro templos prescritos, otorgamos facultad á los Ordinarios
para que designen un número menor de templos, ó uno sólo si únicamente
uno hubiese al efecto, k- fin de que los fieles puedan suplir las visitas
indicadas, ora sea visitándolo en diversos días, ora en uno solo, natural
ó eclesiástico, pero de tal manera que llegue á sesenta el número de las
visitas, y sean éstas distribuidas en quince continuos ó intercalados.
Además, por razón del estado particular en que varias personas se
hallan constituidas, decretamos también las cosas siguientes:
I. Los navegantes y viajeros, si pasados los seis meses dichos llega-
sen á sus domicilios propios ó á cualquier punto, y visitasen, después
de cumplir lo prescrito, quince veces la Iglesia Catedral del punto de su
llegada, ó !a parroquia mayor del mismo, podrán ganar la indulgencia
al modo dicho.
II. Damos facultad á los Prelados Ordinarios para dispensar de di-
chas visitas á las Religiosas, Monjas, Oblatas y otras mujeres que resi-
den en conventos claustrales y hacen vida de comunidad en los mismos;
lo propio que los Anacoretas, Ermitaños ú otras cualesquiera personas
que están recluidas en cárceles ó cautiverio, ó se hallen detenidas por
razón de su edad, ó enfermedad, ú otro motivo cualquiera que les im-
. pida efectuar las citadas visitas. A todos ellos otorgamos puedan con-
mutar las visitas dichas por otras cualesquiera pías obras; ora sea por
sí mismos, ora por sus Prelados Regulares ó Confesores, aunque sea
fuera de la Confesión sacramental. Del mismo modo concedemos licen-
cia para dispensar á los niños de ambos sexos que no hayan hecho su
primera Comunión todavía, para que se les prescriba cualquiera otra
obra de piedad que supla á la Comunión dicha. También concedemos
• facultad para que puedan los Prelados reducir el número de visitas en
favor de los Cabildos, Congregaciones seculares y regulares, Asociació-
• nes, Cofradías, Universidades y Colegios cualesquiera, y á cualquier
", agrupación de fieles cristianos .con su Párroco al frente, ú otro sacer-
, dote por éste delegado, que determinasen visitar las iglesias ó templos
- prescritos en.corporación y procesionalmente. >•••••••
88 SECCIÓN CAAÓNICO-LIRÚRGICA.

Acerca del coufesor para el jubileo, concedemos lo siguiente:


I. Las monjas y sus novicias podrán elegir á este efecto cualquier
confesor, con tal que esté aprobado por el Ordinario actual del lugar
para recibir confesiones de monjas.
II. Todos los demás fieles cristianos de ambos sexos, así legos como
eclesiásticos, seculares y de cualquier orden é instituto, aun los llama-
dosespecialmente regulares, podrán, á este efecto, elegir como confe-
sor á cualquier presbítero, así secular como regular, de cualquier orden
é instituto que sea, con tal que esté aprobado por el Ordinario actual
del lugar para oir confesiones de personas seculares; ó, si se trata de re-
gulares que quieran elegir confesor de su propia orden, es preciso que
esté aprobado por el Prelado regular para oir las confesiones de sus re-
ligiosos.
III. Al confesor así aprobado y elegido, con objeto da ganar el jubi-
leo , concedemos por esta vez la facultad de absolver, dentro del dicho
espacio de un semestre y sólo en el fuero de la conciencia, de las senten-
cias y censuras eclesiásticas, de excomunión, de suspensión y otras da-
das ó infligidas por derecho ó por autoridad y por cualquier causa, aun-
que sean reservadas á los Ordinarios de los lugaresyá Nosotros y ala Sede
Apostólica, hasta en aquellos casos reservados por su forma especial, ya
al Sumo Pontífice, ya á la Sede apostólica, y en todos los demás que no
se entendieren incluidos en la concesión, aunque amplia, así como tam-
bién de todos los pecados y excesos, aunque sean graves y enormes, que
ya hemos dicho están reservados á los mismos Ordinarios, á Nosotros
y ala Sede Apostólica; pero impuesta que sea una saludable penitencia
y todo lo demás que de derecho deba imponerse. Exceptúase el crimen
de absolución de cómplice, cometido tres ó más veces. Señaladamente,
á los herejes dogmatizantes en público no los absuelva, si no abjuraren
de su herejía y repararen el escándalo en debida forma. Asimismo no
debe absolver á los que adquirieron sin licencia bienes ó derechos ecle-
siásticos si no lo restituyeren, se arreglaren ó prometieren sinceramente
arreglarse cuanto antes con el Ordinario ó con la Santa Sede.
IV. Asimismo podrá conmutar cualesquiera clase de votos, aun los
jurados y reservados á la Sede Apostólica (exceptuando siempre los de
castidad, de religión y obligatorios que hubieren sido aceptados por un
tercero, ó en que haya daño de tercero, así como también los pena-
les, que se consideran como preservativos de pecado, á no ser que en
estos últimos se crea posible una conmutación que refrene, del mismo
modo que la primitiva materia del voto, la comisión del pecado), por
otras obras piadosas y saludables, y á los penitentes constituidos en las
sagradas Ordenes, aun á los regulares, podrá dispensar la violación de
censuras, contraída por una oculta irregularidad en el ejercicio de sus
órdenes ó en la obediencia á los superiores, con tal que no haya sido
llevada al fuero eclesiástico, ni pueda serlo fácilmente.
V. Del mismo modo, á aquellos que á sabiendas ó por ignorancia
contrajeron matrimonio con impedimento de los grados segundo y ter-
cero, ó del tercero solamente, ó del tercero y cuarto, ó sólo del cuarto,
de consanguinidad ó de afinidad, proveniente de cópula lícita, puede
dispensarlos, solamente en el fuero de la conciencia, con tal que de
este modo el impedimento quede oculto, á fin de mantenerlos en el ma-
trimonio.
VI. Igualmente, valga sólo para el fuero de la conciencia el dispen-
sar por un impedimento dirimente, oculto, ya de los grados primero y
segundo, ya del primero solamente, ó sólo del segundo de afinidad,
proveniente de cópula ilícita en un matrimonio contraído; pero siempre
EL MONTE CARMELO 89

que causas graves, y que canónicamente se puedan tener por suficien-


tes, hayan intervenido al contraerlo, y de tal modo que, si la afinidad
proviniese de cópula con la madre de la desposada ó prometida, el na-
cimiento de ésta hubiese tenido lugar antes de dicha cópula y no de
otro modo.
VII. Podrá dispensar también para el mismo fuero, ya el matrimo-
nio contraído, ya el que se ha de contraer con pariente coespiritual, lo
mismo que con el impedimento oculto de crimen, aunque para este úl-
timo es preciso que ninguno de los dos se lo haya propuesto; esto es,
cuando sólo concurran el adulterio y la palabra empeñada de contraer
matrimonio después de la muerte del cónyuge.
VIII. Podrá dispensar para pedir el débito, en el caso de afinidad
incestuosa que sobreviene al matrimonio.
IX. De igual modo pueda dispensar para pedir el débito con aque-
llos que, obligados por simple voto de castidad, contrajeron matrimo-
nio; pero advirtiéndoles que obrarán contra tal voto si delinquen fuera
del uso matrimonial, y que han de permanecer obligados por dicho voto,
lo mismo antes que después, si sobrevivieren á su cónyuge.
X. Mas no queremos por la presente dispensar de ninguna otra pú-
blica ú oculta irregularidad, defecto ó nota, ni de otra incapacidad ó
inhabilitación de cualquier modo contraídas, ni conceder ninguna otra
facultad sobre las ya dichas para dispensar ó habilitar, ni para restituir
al primitivo estado, aun en el fuero de la conciencia; no queremos dar
facultad á ningún confesor para absolver al cómplice en cualquier des-
honesto pecado contra el sexto mandamiento; ni dar licencia al cóm-
plice para elegir confesor al efecto de la presente, según ya fué declara-
do en la Constitución de Benedicto XIV, que comienza: Sacramentum
PcenitenticE; ni queremos derogar nada de la citada ni de otras Consti-
tuciones pontificias en lo que respecta á la obligación de las denuncias;
tampoco queremos que á aquellos que habiendo sido excomulgados no-
minalmente, ó suspensos ó entredichos por Nos y la Apostólica Sede ó
por algún Prelado ó Juez eclesiástico, ó declarados haber incurrido en
sentencias y censuras, ó hubiesen sido denunciados públicamente, no
les pueda ni deba sufragar de modo alguno esta carta, á no ser que
dentro del dicho espacio de seis meses satisficieren y se arreglaren con
las partes cuando fuere preciso.
Por lo demás, si alguien, después de haber empezado á cumplir al-
guna de las obras señaladas para lucrar el presente Jubileo, enfermase
de tal manera que no le fuese posible completarlas, Nos, deseoso de
favorecer su buena voluntad y piadosos deseos, le otorgamos la dicha
indulgencia y remisión, con tal que efectúe la Confesión y Comunión
prescritas.
Y si algún otro, después de haber obtenido la absolución de las cen-
suras, ó la conmutación de los votos, ú otra dispensa cualquiera, Con
firme y sincero propósito de ganar el Santo Jubileo, mudase algunas
de las obras necesarias para ello, aunque por este hecho no pueda ape-
nas juzgarse inmune de culpa, no obstante declaramos en todo su vigor
y validez las predichas absoluciones, conmutaciones y dispensas obte-
nidas en la dicha disposición de ánimo.
Y queremos que las presentes Letras sean tenidas en toda su eficacia
y validez y que surtan plenamente todos sus efectos por doquiera que
fuesen publicadas y mandada su ejecución, y así lo prescribimos á todos
los fieles cristianos que permanecen en paz y amistad con la Sede Apos-
tólica. Y decretamos y mandamos que no obstan á las mismas ningún
decreto de Indulgencias, ni de Concilios universales, provinciales ó si-
90 SECCIÓN CANONICO-LITURGICA

nodales, ni de Constituciones publicadas, Ordenaciones generales ó par-


ticulares acerca de absoluciones, relajación de dispensas y reservas y
otros cualesquiera estatutos, leyes, costumbres y usos de Ordenes men-
dicantes y militares, Congregaciones é Institutos confirmados con jura-
mento o validez apostólica de cualquier manera que ellos sean.
Y todos estos Privilegios, Indultos y Letras apostólicas concedidas á
los mismos, principalmente aquellos en que se prohibe expresamente
q u e los que h a n profesado en cualquier Instituto, Orden ó Congrega-
ción no puedan confesar sus pecados fuera de su Religión respectiva,
aunque d e todos estos casos, p o r la mención especial que se h a hecho y
por su particular índole, no se debieran tener por derogados; no obstan-
t e , para guardar el especial tenor y norma debidos, hacemos mención
particular de ello, y por esta vez y por el tiempo dicho queremos que
por derogados se tengan , no obstando nada en contrario.
Y queremos que á los ejemplares de estas L e t r a s , ya impresos y re-
producidos y autorizados por mano de algún notario público y provis-
tos del sello de alguna persona constituida en dignidad eclesiástica, se
les tenga en el mismo acatamiento y crédito que al presente original, si
exhibido fuese.
Y nadie sea osado infringir estas*páginas de Nuestra extensión, exhor-
t a c i ó n , comisión, concesión, derogación, decreto y voluntad, ni con-
tradecirlas con temeraria audacia. Y si alguien tal atentase, sepa que
incurrirá en la indignación de Dios Omnipotente y de los Santos Após-
toles Pedro y Pablo.
Dado en R o m a , en S a n P e d r o , en el año de la Encarnación del Se-
ñor 1900, á 25 de Diciembre, dé Nuestro Pontificado el vigésimo ter-
cero.—CARDENAL L U I S MASSELLA, Prodatario.- A. CARDENAL MACCHI.
V.° B . ° : De Curia. J . DE AQUILA.—Lugar t del sello.—Registrado en
la Secretaría d e Breves.

MOISÉS SACA AGUA DE LA PEÑA (MURILLO)


JEMAS MISIONES CARMELITANAS DE MALABAR.—Me considero en el de-
T ^ ber de relatar algo de estas lejanas regiones á los muy amables
lectores de E L MONTE CARMELO, interesados en saber cuanto á asunto
tan importante como el enunciado en el epígrafe se refiera. Gustoso
trataré de complacerles en lo poco que mi pobre pluma alcanza, con-
tando con que su benevolencia suplirá y disimulará mis involuntarias
deficiencias.
Arribé con felicidad, gracias á Dios, á Bombay el día 7 del co-
rriente, y, viajando en ferrocarril á través de varias comarcas, ora
del interior, ora de la costa, he podido apreciar el aspecto y la con-
dición de no pequeña parte del suelo índico y de no pocos indios, por
más que no puedo jactarme de conocer bien á éstos, ni mucho menos,
pues uno de nuestros más venerables y experimentados misioneros
me dice que, para comprender bien el carácter de estas gentes, es
preciso haberlas tratado durante seis años.
De Bombay pasé á Goa, después de breves horas de descanso en
la primera de estas dos ciudades, de la cual, por esta razón, nada
especial puedo referir. Á la segunda, puede que otro día dedique al-
guna cuartilla, porque presencié cosas interesantes.
Por todo el trayecto he venido admirando sorprendentes bellezas
de la naturaleza, salvo algunos campos no tan fecundos. Entrando en
el territorio de Malabar, he podido asimismo disfrutar de los inter-
minables verjeles que hacen de este pedacito de tierra el paraíso de
la India: así se me ha dicho que es llamado. También he pasado por
entre bosques, montes y selvas, y acá y acullá, por todas partes se
han ofrecido á mis ojos magníficos panoramas, que para mí han sido
una agradable desilusión.
Es que, no sé por qué, me había forj ado de la India un concepto de
miserable y monótono tal, que esperaba verme en tristes páramos,
proporcionada vivienda de hombres más tristes aún. Creía yo topar
un campo abrasado, seco, árido, infructuoso, capaz apenas de dar
jugo á Un poco de hierba para el ganado y otro poquito de arroz para
no morir de hambre los infelices negros, privados de toda civiliza-
ción y adelanto.
92 REVISTA CARMELITANA

Con verdadera sorpresa he ido presenciando, una tras otra, her-


mosas campiñas, aquí frescas y sonrientes, allí exuberantes y ricas;
he atravesado espantosos bosques y espesuras, morada de jugueto-
nas monas y guarida de tigres y elefantes; he surcado fértiles valles,
cuajados de esbeltas palmeras, y frutales cargados de variedad de
frutas.
Entre éstas, con. dificultad se halla alguna de las que por Europa
son más ó menos comunes, y las que hay tienen por lo general poca
substancia y menos sabor. Mas, por lo que oigo, esta escasez de bue-
na fruta y otros productos vegetales proviene en parte de la falta de
cultivo de las tierras altas y más frescas de los sitios montuosos, don-
de me dicen que vegetan y producirían bastante bien las plantas eu-
ropeas. Pero debe tenerse en cuenta que dicho cultivo no es, por va-
rias circunstancias, tan factible como á primera vista podría parecer
y sería de desear.
Entre las frutas propias del país existe una, el plátano (Musa sa-
pientum), que es un singular beneficio de Dios; fruta abundante,
exquisita, saludable, tan suave y gustosa, que siempre y por todos
es buscada y saboreada con igual placer que provecho.
Asimismo la palmera cocotera, árbol característico de los terre-
nos bajos de la costa, pródigamente bañados de lagos y ríos que los
fertilizan bajo el constante calor del sol, viene á ser la providencia
de estos nativos, menos inclinados á reñir con la tierra que aficiona-
dos á contender entre sí, Es una planta de no se sabe cuántas utilida-
des. De ella se obtiene aceite, licor, madera, combustible, sogas,
techos de casa y aun toda la vivienda, por no decir la vida toda, de
estos indios, que, si son tan cuitados é infortunados, es debido no
poco á su nativa indolencia, imprevisión y dejadez.
Para terminar este primer relato de mis impresiones, como suele
decirse, añadiré que una de mis sorpresas en este país ha sido el
magnífico servicio de trenes, que deja atrás, no diré á los ferro-
carriles de España, pero aun á los de Francia é Inglaterra. Yo he
viajado en segunda clase, y no miento si afirmo que, mirándolo todo,
prefiero á los coches de primera—salvo los trenes de lujo—que ahí se
usan. En cuanto á velocidad, tampoco se quedan en zaga estas loco-
motoras. En Travancore, en cuyo territorio están enclavadas nues-
tras dos Misiones de Verápoly y Quilón, todavía no circula ningún
ferrocarril, pero lo están construyendo, y dentro de poco será gran
ventaja para nosotros, obligados hasta ahora á viajar en pequeños
bajeles por agua ó en pesados carros por tierra.
fr. Juan Vicente,
C. D., M. A.
SANTIAGO DE CHILE.—Cortamos de El Porvenirj periódico chileno:
"Una obra de arte.—Nos acercamos el domingo al convento de los
Padres Carmelitas con el objeto de visitar la famosa escultura de la
Santísima Virgen del Carmen con que ha obsequiado á los Padres la
Sra. María Luisa Mac-Clure de Edwards, y quedamos verdadera-
mente admirados de la belleza de la imagen, hasta encontrar páli-
das y en nada conformes á la realidad las muchas descripciones y
EL MONTE CARMELO 93

comentarios que habíamos oído hacer á algunas personas ya conoce-


doras del artístico grupo, obra del famoso escultor español D. Fran-
cisco Font.
„En la imagen del Carmen no se puede pedir más: todo es reali-
dad, animación y vida.
„E1 rostro de la Santa Virgen, la mirada del Niño que tiene en sus
brazos, la expresión de los ángeles que sostienen las nubes sobre las
cuales posa sus sagrados pies la Reina del Carmelo, son detalles que
no hemos observado nunca todavía en escultura alguna, de las mu-
chas y muy ponderadas que guardan con orgullo las principales
iglesias y salones de nuestra capital.
„Llama, sobre todo, la atención el vestido de la imagen, que imita
al género de un modo tan admirable, que al observador le parece ver
hasta el movimiento de la tela, y que ya se va á desprender de los
hombros de la estatua el manto blanco que el artista ha colocado
con un descuido encantador.
„E1 precio de esta joya del arte español se calcula en 1.590 pe-
sos oro.
„La imagen —contando las nubes que tiene á los pies, y el asiento
del grupo —mide, más ó menos, 2 '/a metros de alto.
„Si nuestra admiración por la estatua de la Santísima Virgen del
Carmen estuviera en proporción con nuestros conocimientos artísti
eos sobre escultura, muchos más detalles habríamos tenido el placer
de dar á los lectores de El Porvenir; pero somos legos en la mate-
ria, y por consiguiente, sin atrevernos á proseguir alabando la no-
table escultura del Sr. Font, rogamos á las personas entendidas se
acerquen á visitarla, para que admiren en la imagen y se inspiren en
la devoción y piedad que supo darle el autor con su cincel de a r -
tista cristiano, tal vez para que el pueblo chileno se entusiasmara
más por el culto de la Patrona de su ejército, y le levantara un tem-
plo digno de Ella; porque, dicho sea en honor de la verdad, la nue-
va estatua de la Santísima Virgen del Carmen es DEMASIADO GRAN-
DE Y HERMOSA para la DIMINUTA Y HUMILDE CAPILLA que poseen actual-
mente los RR. Padres Carmelitas descalzos,,.
Cumple también á nosotros felicitar calurosamente á nuestro par-
ticular y distinguido amigo Sr. Font, cuyos talleres son tan conoci-
dos en esta Corte, y que nuestra felicitación le sirva de estímulo y
aliento para que dé nuevos impulsos al arte en su manifestación más
auténtica y hermosa, como es el género religioso á que con especia-
lidad se dedica.

TRABAJOS APOSTóLICOS. — Los mismos Padres de Chile se dedi-


can, con una actividad prodigiosa, al ejercicio del apostolado. Según
una carta que tenemos á la vista, este año predicarán unas cuarenta
Misiones en diversos puntos de la República, y la palabra divina
será llevada hasta Magallanes por los Padres de Santiago, mientras
, los de Valparaíso se extenderán hacia el Norte. Bendiga Dios y fe-
cundice tan generosos esfuerzos de estos preclaros hijos de Teresa
de Jesús.
94 CRÓNICA GENERAL

E L CADAVER DE LA VENERABLE CATALINA DE CRISTO.—Habiéndose


trasladado la Comunidad de Madres Carmelitas Descalzas de P a m -
plona al nuevo convento que recientemente se ha construido en esta
ciudad, no han querido separarse del cadáver de su fundadora, la Ve-
nerable Catalina de Cristo, compañera de Santa Teresa; y, con ob-
jeto de hacer su traslación, ha sido exhumado dicho cadáver en el
convento que las religiosas venían ocupando, y ha sido expuesto al
pueblo, habiendo acudido mucha gente á contemplarlo, admirando
su estado de perfecta conservación é incorrupción, á pesar de haber
transcurrido más de tres siglos de su muerte, debiéndose este mila-
gro á su santidad y heroicas virtudes. El cuerpo de la Venerable está
encerrado en una rica urna de nogal, con hermosas asas de hierro.
Después de haber estado expuesto dos días, ha sido trasladado en
hombros de religiosos carmelitas al nuevo convento de las Madres.
UNA CRUZ EN EL DESIERTO DE LAS PALMAS.—En el pico de San Mi-
guel, que es el más elevado del Desierto de las Palmas, se va á eri-
gir una cruz monumental, como homenage á Cristo Redentor, y para
allegar recursos á este fin se ha fundado en Castellón un periódico
titulado La Crus. La subscripción ha sido encabezada por el ilustrí-
simo Sr. Obispo de la diócesis, D. Ramón Nocedal, y los Sres. Don
Manuel Bellido y D. Cristóbal Aycart.
EN HONOR DE LOS BEATOS DIONISIO Y REDENTO.— Con la solemnidad
de las grandes festividades se continúa celebrando en nuestro con-
vento el Triduo de Beatificación de los dos mártires carmelitas, ele-
vados al honor de los altares. Tenemos noticia de haberse celebrado
últimamente, en el mes de Diciembre, en Bujalance, predicando el
P. Gabriel de Jesús, y en el convento de Madres de Reus los días 10,"
11 y 12 de Enero, en Valencia, predicando el Rdo. P. Salvador de la
Madre de Dios, Prior de la Comunidad; 11, 12 y 13 del mismo mes, en
Villafranca de Navarra, predicando el P. Justo de San José; 20., 21
y 22, en el convento de Nuestra Señora de las Vírgenes de Guada-
lajara, predicando el P . Ángel María de Santa Teresa; y finalmente
en Calatayud, donde ha predicado el P . Ludovico de los Sagrados
Corazones, Definidor de la provincia de Valencia. J
HAN FALLECIDO: En Marquina, D. Hilario Uncilla.
En Zumaya, la Hermana Tiburcia de San Elias, de velo negro, de
setenta años de edad y cuarenta y ocho de religión.
En Vich, la Rda. M. María Ana de Santo Domingo, de setenta y
cinco años de edad y cuarenta y dos de religión, habiendo ejercido
en la Comunidad varias veces los cargos de Priora, Subpriora y Maes •
tra de novicias.
En Zaragoza, convento de Santa Teresa, la Hermana Josefa de
Santa Teresa, corista, de setenta años de edad y cuarenta y ocho de
religión.
En Vitoria, Doña Marcelina P. de Calleja.

R I P.
¿r*. ^r^ ^rts, ¿rn^ ¿r^ gr^j&^&Z^-JsC**- «^5^^T^.'^'gL-•pgC^--^^-

CRÓNICA GENERAL
J H A S LIMOSNAS DEL PAPA.—Con motivo de las Pascuas de Navidad,
Y * el Papa distribuyó, al terminar el último año, entre los pobres
de Roma, por mano de su limosnero secreto, la considerable suma
de 35.500 liras.
El número de las limosnas mandadas distribuir por el Padre Santo
durante el finado Año Jubilar (entre las cuales no va comprendida la
cantidad antes consignada), es el siguiente, según lo comunica la Li-
mosnería Apostólica:
Por socorros especiales, 173.085,27 liras; por limosnas comunes,
81.498; por socorros á sacerdotes pobres, 18.968,33; por medicinas en
el Dispensario de la Limosnería, 7.093,59; por dotes á huérfanas, á
postulantas de hábito religioso y á los jóvenes catequistas de las dis-
tintas parroquias de Roma, 17.100; por socorros á los ex-empleados
pontificios ó á sus viudas y huérfanos, 40.430; por socorros á los ex-mi-
litares pontificios ó á sus viudas y huérfanos, 29.400.=Total, 367.575,19
liras.
En esta suma no va incluido el sostenimiento por el Papa de nueve
escuelas elementales para niñas pobres, dos asilos para la infancia,
un albergue nocturno, dos talleres y el Conservatorio de los Santos
Clemente y Crescenciano, llamado delle Zoccolette, donde en la a c -
tualidad hay albergadas ciento tres jóvenes, ni tampoco las medici-
nas y socorros que por cuenta de León X1I1 se suministran á los po-
bres en Castel Gandolfo.
POESíA DE SU SANTIDAD.—Se ha publicado la oda latina escrita por
el Papa León XIII.
Está dedicada al nuevo siglo, y consta de catorce estrofas. En ella
el Papa comienza saludando el término del siglo xix, recuérdala gran
muchedumbre de peregrinos que ha venido á la capital del Orbe c a -
tólico durante el Año Santo, y después invoca á Jesús pidiéndole que
aparezcan tiempos mejores para todos, que comience para las nacio-
nes un nuevo florecimiento en las artes y en la paz, y termina pidien-
do al Redentor que, á pesar de los diez y nueve lustros que cuentaSu
Santidad, le conceda la gracia de ver un solo rebaño y un solo Pastor
en el mundo, ó sea la unión de todas las Iglesias cristianas.
MONUMENTO á LA INMACULADA. —Sobre el monte Tiberio, en la isla
de Caprea, se ha puesto la primera piedra de un monumento que se
ha de levantar en honor de la Inmaculada Concepción. Ha sido un
pensamiento inspiradísimo levantar en aquellas alturas desde donde
Tiberio regía los destinos del mundo y el paganismo tenía su trono,
por estar allí el palacio imperial dedicado á Júpiter, un monumento
cristiano muy importante por su significación mística, y sobre aque-
g6 EL MONTE CARMELO

líos restos mitológicos de una grandeza pasada colocar la Virgen In-


maculada, Reina y triunfadora de los siglos.
El diseño de la obra, debido al ingeniero Fernando de Rosenhein,
de Ñapóles, es artístico y grandioso. Sobre una base de 8 metros de
alto, decorada con hermosos bajorrelieves, descollará la estatua de
bronce, de 3 metros 60 centímetros, y, colocada en el punto más alto
del monte, vigilará los dos soberbios golfos de Ñapóles y de Salerno,
pudiéndose ver á más de 30 millas de distancia de la isla de Caprea.
Será, por lo tanto, una esperanza para el marino que atraviesa la
mar, y una hermosa decoración al golfo de Ñapóles. La obra será cos-
teada por un bienhechor que oculta su nombre, y se hace ascender á
más de 30.000 liras: su objeto es inaugurar el nuevo siglo.
TRES GRANDES CATEDRALES.—Las tres grandes capitales del mundo,
Londres; París y Nueva York, están construyendo actualmente tres
catedrales, que serán las mayores del mundo y las que más dinero
hayan costado. Cada una de ellas pretende ser la más hermosa del
Universo; en las tres empezaron las obras hace años y les queda bas-
tante para terminar; y, por último, las tres se están haciendo con do-
nativos públicos.
FESTEJOS DE PRINCIPIO DE SIGLO.—El primer día del siglo se festejó
por una familia en Roubaix, de una manera original y muy agra-
dable.
Un cortejo compuesto de 97 personas, formado de los hijos, nietos y
de 50 biznietos de Mad. W. B., que tiene ochenta y dos años, se diri-
gió á la casa de la anciana señora y le ofrecieron un rosario verda-
deramente artístico y único: está compuesto de 50 Avemarias; cada
cuenta lleva el nombre de uno de sus biznietos; las cuentas gruesas
de los Padrenuestros recuerdan el nombre de sus hijos, y la cruz el
de su marido.
CONVERSIóN DE UN PROTESTANTE.—El Boletín Eclesiástico de la dió-
cesis de Osma ha publicado una fervorosa retractación del presbí-
tero D. Félix Ponce de León, residente en Fuentespina, que hace mu-
chos años se había separado de la Iglesia católica. Ha vuelto á su
seno movido por la gracia de Di os, habiendo sido absuelto de las cen-
suras en que había incurrí do, previa la abjuración de sus errores y
profesión de fe católica, y guardándose todas las formalidades de de-
recho.
Actualmente se halla retirado y permanecerá durante algún tiem-
po en el convento de Religiosos Franciscanos de la Aguilera; ha-
biendo pedido que, para reparar del modo posible los males que ha
causado con su conducta pasada, se publique la oportuna retrac-
tación.
E L MONUMENTO SEVILLANO.—En la capital de Andalucía se ha colo-
cado la primera piedra de un monumento de homenage á Cristo Re-
dentor, simbolizando en mármoles los dos grandes acontecimientos
del siglo xix: la detinición del dogma de la Inmaculada por Pío IX, y
la consagración del mundo al Sagrado Corazón de Jesús por el sabio
León XIII.
¡POR EL CARMEN...!
(HISTÓRICO)

P ON tan innumerables los países,


ciudades, villas, pueblos y aldeas
donde rinden culto y tienen por
Excelsa Patrona a la Virgen del Car-
men, que constantemente se refieren
alforjas al hombro, buscando sitio á
proposito donde jiasar el día cómoda-'
mente protegidos por el sombrío de sus
abanicadas ramas. Porfinelegimos un
nogal gigantesco, donde depositamos
hechos ocurridos entre sus devotos, nuestra preciosa carga; y digo precio-
ya verídicos, ya revestidos con el ca- sa, porque consistía en las provisiones
rácter de leyenda, para con tal disfraz indispensables para pasar un día de ro-
aparecer más adornados con el len- mería en el campo y por cuenta propia.
guaje florido de la narración poética. Allí quedaron nuestras alforjas recos-
Pero, entre los muchos hechos verda- tadas sobre el añoso tronco del nogal
deros acaecidos, puedo relatar el si- y sin más cuidado que la honradez
guiente , del que f ni testigo presencial. proverbial de los romeros, mientras
Corría el año 1889. En esta época ha- nosotros, atravesando el puentecillo
llábame pasando el verano en el tran- que conducía á la otra parte de la pra-
quilo y pintoresco valle de Lines, si- dera , nos situamos en el camino por
tuado á orillas del Ebro, en la provin- donde debían llegar las vecindades de
cia de Santander, y el 16 de Julio, fes- Polanco y Santa Cruz, que, juntas con
tividad de Nuestra Señora del Carmen, la de Carreras, ejercen la soberanía en
juntamente con el médico, el secreta- aquella dilatada planicie alfombrada
rio y el señor cura, caballeros en brio- de verde césped, donde se halla encla-
sos caballejos loxinos, nos dirigimos de vada una ermita antiquísima conocida
madrugada, para burlar las fogosas ca- desde remotos tiempos con el nombre
ricias del rey de los astros, nacia el de «Ermita del Carmelo», y que es pa-
pueblecito de Carreras; y, llegados á trimonio exclusivo de los pueblecitos
él, abandonamos nuestras cabalgadu- referidos, en cuyo centro se levanta
ras, dirigiéndonos á una extensa pra- airosa, pero modestita, con su única
dera regada y dividida por el Ebro, y cúpula de ladrillo escondida entre el
que, allí pequeñito por ser recien na- ramaje de los olmos que la rodean.
cido, se atraviesa por un puente cons- No fuimos nosotros los más madru-
truido de vigas de roble, apoyadas en gadores , según pude observar por el
toscos pilares de sillería. En ambas ri- sinnúmero de alforjas que se habían
beras se extienden frondosas planta- adelantado ya á las nuestras, cuyos
ciones de chopos, nogales y plátanos, dueños habíanles elegido sitios mejo-
algunos seculares, y que árbol por ár- res para su provisional descanso. Sin
bol fuimos recorriendo con nuestras embargo, fué lo bastante para exami-
98 EL MONTE CARMELO

nar al detalle el aspecto de la romería Polanco, á quién dijo el médico, mi


desde sus comienzos, hasta la termina- compañero:
ción. Todo es bullicio y religiosa ale- — ¿Qué tal, D. Andrés? ¿Celebrará
gría apenas el sol abandona su lecho usted la Misa el año que viene tal día
Sara dar animación y colorido al cua- como hoy?
ro. A los ecos alegres del campanillo, — ¡Caramba! — dije yo sin poderme
producidos por la conocida mano del contener.—Pues vaya unos ánimos que
ermitaño, responden los cantos de los da el doctor. Tiene D. Andrés más sa-
pájaros con sus trinos de dulce armo- lud que todos los que estamos en la
nía, y el suave roce de sus alas, al des- pradera.
plegarlas al viento en busca del des- Una carcajada del doctor fué su úni-
ayuno para si y sus hijuelos, parecen ca contestación, y entonces insistí di-
los murmullos delicados de fervorosa ciendo:
plegaria dedicada á la Virgen, que, —¿Qué? ¿No es cierto lo que digo?
más de cuatro veces, habrá recibido —No señor; repuso D. Andrés. Es
las caricias de sus aleteos, al penetrar que al doctor le place mortificarme
furtivamente por puertas y ventanas, porque...
merced á los frecuentes descuidos del —Señores, hemos llegado — vociferó
antiguo guardián de aquel bendito el secretario.
edificio; después, cuando el sol em- —Entonces—repuso el médico,—pun-
pieza á derramar á torrentes su luz, to en boca y á comer. Después le pue-
iluminando montes y llanuras, el cam- de contar D. Andrés lo que iba á decir-
po , las flores y las aguas comienzan le respecto á mi pregunta.
también á sacudir su roció, y, conver- —Y que tengo verdadera curiosidad
tido en vaporosos efluvios, parecen por saberlo. ¿Me lo referirá V., señor
nubes de incienso dedicadas á la Beina Cura?
de los Angeles, que, unidas á las ema- —Con mucho gusto.
nadas de la montaña, envuelven á los Todos nos sentamos como pudimos
romeros que desde las mismas descien- bajo la sombra bienhechora del nogal,
den al valle para festejar á su Patro- y comenzamos á desalojar las alforjas
na. Situado en un punto convenien- de las viandas que contenían, hacién-
te, veía descender á los montañeses, . dolas desaparecer, con el apetito que
luciendo sus fajas y blancas camisas, por lo regular se tiene en el campo, en
con la chaqueta al hombro, y unos en menos tiempo del que tardamos en va-
Caévanoa, otros en cestos, y los más en ciar las fiambreras.
garrote», conducían la indispensable En c u a n t o terminó la comida, y
vianda para toda la familia; mientras mientras los demás comensales la di-
que las muchachas, adornadas con sus gerían durmiendo su pacífica siesta,
pañuelos chillones y multicolores, la yo me cogí amigablemente del brazo
falda negra de merino recogida á la de D. Andrés, y, llevándole á la ori-
cintura ó cuidadosamente envuelta en lla del rio, nos sentamos á la sombra de
sus pañuelos, bajaban dedicando cán- una alisa, donde le rogué me dijese lo
ticos al Carmen, acompañados de la que significaba la pregunta del mé-
dásica pandereta y luciendo sus refa- dico.
jos encarnados y amarillos de resisten- —Pues, sí señor; tal pregunta en-
te fortaleza, como su espíritu, á las vuelve una significación un poco lar-
impurezas del mundo. ga, y que creo no ha de interesar á us-
Así fueron acudiendo á la pradera ted grandemente.
más de veinte pueblecillos y aldeas, —Al contrario — contesté,—me inte-
hasta que el césped desapareció bajo resa, y le suplico un relato minucioso.
una capa formada de meriendas y ro- —Entonces, comienzo: La Ermita del
pas de camino, que fueron sustituidas Carmelo, cuya fiesta hoy celebramos,
por otras, los trapillos de bautizar, para está enclavada en terreno pertenecien-
acudir á la Misa y sermón que tuvo lu- te á los tres pueblos de Carreras, San-;
gar á las diez, celebrada por el párro- ta Cruz y Polanco; pues bien, nadie re-
co de Santa Cruz, asistido por los de cuerda desde cuándo, pero data desde
Polanco y Carreras. hace siglos, la costumbre de ventilar
En el solemne momento de la eleva- entre los tres pueblos una cuestión de
ción, todas aquellas sencillas monta- honra, que se decide á fuerza de puños.
ñesas entonan la marcha real, acompa- • -¿Eh...?
ñada de diez, veinte, treinta, ciento, —No se asuste V.—continuó mi In-
¡qué sé yo!... cuántas panderetas; y, terlocutor;—que ni los mozos se dan de
una vez terminada la función religio- puñetazos, ni las chicas se arañan ni
sa , todo el mundo desfila en busca del arrrancan el pelo. Me explicaré: todos
sitio donde reposan tranquilos los cestos los gastos de conservación y repara-
y cuévanos, alforjas y garrotes, para ción de la ermita, imágenes y andas
honrarles como merecía su fidelidad. de la Virgen se han costeado desde su
Por el camino, y al dirigirnos á nues- fundación entre los vecinos de los tres
tro campestre y ventilado comedor, se ueblos; y antes, cuando ninguno de"
unió á nuestra comitiva el párroco de E )S nacidos recuerda, todos los años
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 99

había peloteras, riñas, palos y pedra- cuyos últimos campeones eran, de una
das sobre de qué pueblo había de ser parte El Mellado, y de otra Isidro el
la mayordoma y qué mozos habían de Minero, el blasfemo. Ya los mozos de
llevar la Virgen en la procesión de Santa Cruz habían sacado á los de
esta tarde y en las que durante el año Polanco seis barras de ventaja que te-
se verifican. Consecuencia de esto fué nía que ganar Sidro á su contrario,
que se idease un medio pacífico de sol- dejados para los últimos como mejores
ventar la cuestión, y-se estableció el tiradores. No he de enumerar las peri-
desafio al juego de barra entre cierto pecias de la lucha, pues ha de apre-
número de mozos de cada pueblo inte- ciarlas V. personalmente esta misma
resado, y cuyo desafio presenciara us- tarde. Sólo diré que el desafio era á
ted dentro de poco. El pueblo que sale seis tiros á pecho y otros seis á piernas.
vencedor elige la mayordoma, encar- Empezaron los primeros, y de la mano
ada de las ropas de la Virgen, encen- de Él Mellado salía la barra recta, perT
f er las velas en los Bosarios que se di-
cen todos los domingos y dias de fies-
fectamente dirigida y cada vez avan-
zando más; en cambio Sidro, que, aun-
ta en la ermita, llevar el ramo en la que de más fuerza,.no era tan mañoso,
procesión de hoy y otra porción de co- no conseguía hacer tiro, y cada vez
sillas que estas virtuosas campesinas que despedía la barra, dando vueltas
no cambiarían por nada de este mun- como el companillo de la ermita, lan-
do ; además, los mozos del pueblo ven- zaba el desgraciado terribles juramen-
cedor son únicamente los que llevan tos , sobre todo cuando vela que ba-
la Virgen del Carmen sobre sus hom- rreando ganaba sólo á pechos las seis
bros durante el año, y el Párroco del barras, pero inútilmente mientras no
mismo pueblo es quien celebra la Misa hiciera tiro. Todas las ansias y la hon-
mayor en la ermita el día de su festi- rilla de los de Polanco estaban pen-
vidad. Mi pueblo, hace cuatro años dientes de las manos de Sidro; y allí
que está en desgracia, y de aquí la estaba también la moza Mari Paz, azu-
pregunta significativa del médico que zándole con su presencia, y diciendo-
tanto llamó á V. la atención. El pasa- le á cada paso:
do año, todos los de Polanco creímos —Sidro, echa un tiro.
salir airosos de la contienda, porque Pero Sidro, ni por ésas; llegó á los
mediaba como estímulo ó promesa el patos la última vez que le restaba ti-
casamiento del héroe con la moza más rar, se clavó como si fuera una esta-
rica, garrida y apuesta de Polanco tua, y, ya con la barra en la mano, pa-
que
:
deseaba obtener la honra de la ma- seó su mirada por encima de la concu-
yordomla. El que habia de ser el man- rrencia , y gritó como un energúmeno:
tenedor era un mocetón como un cas- — ¡Apartarse!...
tillo , un atleta, capaz de derribar una Y la gente aumentó el circulo que
torre de un puñetazo, y que, sin recur- rodeaba á los jugadores, mientras Mari
sos de ninguna clase, trabajaba por Paz gritaba también fuera de sí:
temporadas en las minas de Bilbao ,¡¡ El tiro... Sidro, el tiro... y mis ha-
para atender á su sustento y al de sú ciendas y yo mayordoma!!...
anciana madre. Allí, contaminado con Llegó el momento supremo; balanceó
la hez de los trabajadores y respiran- el jugador su forzudo cuerpo á derecha
do aquel ambiente de bárbara irreli- ó izquierda, y al mismo tiempo que la
giosidad, habíase convertido en un barra salió de sus manos, la acompañó
•blasfemo horrible ; pero bueno, es de- de una blasfemia horrorosa juntamen-
cir, explicando la contradicción, que te con un berrido como el de un toro,
•él, en el fondo de su pecho, conserva- por virtud del esfuerzo hecho. Pero
ba todavía las arraigadas creencias de todo en vano: la barra salió lejos, muy
"sus padres, probándolo así la asisten- lejos, donde no habia llegado nunca y
cia á las funciones religiosas, el cum- más de seis barras que la del mozo de
plimiento con la Iglesia y otra porción Santa Cruz; más salió dando volteretas,
de actos que revelaban un devoto co- campaneando, y no hizo tiro. Los de
razón , aunque extraviado , pues aquel Santa Cruz lanzaron al aire sus boinas
lenguaje escandaloso, que sólo abría y sombreros con vivas á la Virgen del
sus labios para vomitar blasfemias, Carmen y al vencedor, mientras Sidro,
era dicho, más que con intención ofen- pálido y descolorido, continuaba cla-
siva, por un hábito lastimoso, no por vado en los patos donde repentinamen-
esto disculpable. En tal situación, pre- te vimosle caer al suelo, arrojando por
sentóse el pasado año, en unión de los la boca verdaderos chorros de sangre.
"mozos de Polanco, á disputar la pri- Todos le rodeamos compasivos, prodi-
macía que llevaba aneja el triunfo en gándole frases de consuelo, menos la
•el desafío verificado entre los tres pue- Mari Paz, que le dijo:
•blos. Primero pelearon los de Carre- —¡Bruto! —Por ti no soy mayordo-
ras y Santa Cruz, quedando vencedo- ma. ¡ No hacer tiro!
res los últimos sin gran esfuerzo; pero —Sí — dijo Sidro con voz apagada:—
el interés de la lucha estaba recon- hei hecho tiro en mi pecho, pero esto no
centrado entren éstos y los de Polanco, ,te importa á ti denguna cosa.
100 EL MONTE CARMELO

Aquella tarde se deshizo la alegría crecían los apuros de todos los intere-
de la fiesta, y colocando al pobre Si- sados; tanto, que al quinto tiro se
dro en un borriquillo, nos dirigimos aproximaron los viejos que habían sido
tristes y apesadumbrados á Polanco, jugadores en sus buenos tiempos, ase-
entregándole á los cuidados de su an- sorando á Sidro con sus consejos.
ciana madre. —Pero, hambre—le decían,—anivela
— Y diga V.— interrumpí á D. An- bien la barra, vuelve la cuña pá arri-
drés,— ¿no veré yo este año a ese /Si- ba, deja más hierro abajo, y al tiempo
dro? de soltarla afloja el dedo meñique.
— Sí, señor; y confio en que este año A todos estos consejos, sólo respon-
salga airoso, porque su madre le ha día el gigantesco Sidro diciendo:
ofrecido, si curaba, á la Virgen del Dejailo: que á lo último lo haré. No
Carmen, y él mismo prometió moderar sos apuréis.
su lenguaje, y así. lo ha cumplido. Lo cierto es, que la barra salió dis-
Esto es todo lo que pudo decirme el parada de aquellas manos enormes,
bueno del Sr. Cura, pues ya el campa- Íiero de mala manera, sin arte. Sólo
nillo de la ermita, despertando á los e restaba ya tirar una vez. En la últi-
que disfrutaban de una siesta tranqui- ma , el Mellado hizo un tiro, barra y
la, invitaba al Rosario y procesión media más que el que tenía ya hecho;
de la tarde. Entonces conocí á Sidro, y satisfecho del asombro causado, co-
durante la procesión respetuoso y re- menzó á ponerse su faja y demás ropa,
cogido , siguiendo detrás de la imagen dando por concluido el desafio. Enton-
del Carmen y mirando con envidia á ces sí que ya se dieron por perdidos
los mozos, en cuyos hombros era con- los mozos de Polanco, á pesar de las
ducida en elegantes y sencillas andas. seguridades y aparente serenidad del
Después de la procesión es cuando Sidro. Este se dirigió á los patos entre
la alegría llega á su colmo; innumera- las voces de sus compañeros que le de-
bles panderetas, agitadas por manos cían:
expertas, apagan los cánticos de las ¡Sidro, échale...!
tocadoras, cuya música no es posible Pero él, sin hacer caso, afianzó bien
sea trasladada fielmente al papel por los pies y, como el año anterior, tam-
ningún compositor; al compás del rui- bién gritó:
do alegre de sus sonajas, comienza el —¡Apartarse!...
baile, que tiene también su parte de Y aquella masa humana comenzó á
campeonato, pero voluntario, por el ensanchar el circulo donde se hallaba
especial empeño que ponen las parejas el tirador, que, mientras anivelaba el
en llevarse la atención de los curiosos, hierro, sintió á Mari Paz que le gritaba:
que se reduce á ver quién se está me- — ¡El tiro... Sidro.. el tiro!... ¡Sea
jor y más tiempo bailando. Y al son de por mí!...
á lo alto y á lo bajo Y mientras su disforme humanidad
y á lo ligero... etc., se balanceaba á uno y otro lado, con-
testó :
hay moza que consigue rendir á todos —¡Calle! ¿Por ti?... ¡No!... ¡¡Por la
los mozos de la romería, porque éstos Virgen del Carmen!!
turnan, se «acón, como ellos dicen, á Y doblando su cuerpo, como si fuera
medida que les va cansando la baila- un mimbre, despidió la barra como
dora. una flecha y fué á clavarse la mitad en
Por fin llegó el momento ansiado el campo ocho barras más que el tiro
por todos, y en particular por los de del Mellado.
Polanco. Como campo de honor fué. —¡Ahí va ésa!—gritó Sidro,—al mis-
elegida una explanada rodeada de ele- mo tiempo que la mocedad de Polanco
vadisimos chopos, y pronto quedó ce- lanzaba al aire sus boinas y sombre-
rrado el perímetro por inmenso gentío ros , vitoreando á la Virgen y al ven-
para presenciar la lucha. cedor. Este se dirigió á la ermita, é hin-
Jugaron primero los de Santa Cruz y cándose de rodillas ante la sagrada
Carreras, ganando. como el pasado Imagen, dijo:
año, los primeros; después tocó el tur- —Madre mía: lo prometió mi madre
no á los de Polanco , y también le de- y lo cumplo. La «Ermita del Carmelo»
jaron á Sidro siete barra» de pérdida no me tendrá ya por campeón.
que había de ganar al Mellado. Comen-
zó el pugilato, y, según ya me había re- Nunca se ha vuelto á ver á Sidro en
ferido D. Andrés, el Mellado, sacaba la pradera; pero si alguna vez visita-
sus tiros ganando todo el terreno posi- mos un convento de Carmelitas descal-
ble ; Sidro, en cambio, no hacía más zos , situado en una capital del Norte,
que dar vueltas á la barra, hecho un y cuyo nombre omito por delicadeza,
margaña, y así llegó al cuarto tiro, en al sonar en los claustros la campana
que comenzaron á defraudarse las es- de la portería, quizá nos franquee el
peranzas de los vecinos de Polanco y paso el Hermano Isidro.
del mismo Sr. Cura. Pero, á medida
que se aproximaba el final del partido, J0. ]}. Xlorente.
— "— - — ~ttB^ -^i^gjll,,.

LA AMIGA DE LOS OBISPOS

CONSIDERABA yo esta mañana que á iodos


mis amigos los veía que los hacía Dios
obispos y arzobispos, y también á vuestra mer-
ced, Sr. Prior.— Con frase tan graciosamente
ladina daba en cierta ocasión Santa Teresa los
buenos días al muy limo. Sr. D. Juan de üroz-
co y Covarrubias, prior entonces de la Santa
Iglesia Catedral de Segovia, y después obispo
de Guadix, allá por los años de 1574; encu-
bierto con un oportuno consideraba lo gráfico
y preciso del aserto, que más tarde, en otra
ocasión, volvió á confirmar, diciendo: Aquí
donde ven al Sr. Prior, ha de ser más Superior
nuestro que todos. Graciosa manera de tirar la
piedra y esconder la mano, diciendo á man-
salva cuanto quería decir, sin dejar traslucir el
criterio sobrenatural en que se apoyaba.
102 EL MONTE CARMELO

Y ya que hablamos de amigos, diremos que Santa Teresa tuvo


los que quiso, y quiso los que valían. Tulio colocó la Amistad in-
mediatamente después de la Sabiduría, entre los dones que, de-
cía él, nos hacen los dioses inmortales; por eso Santa Teresa,
con su gran talento, les dio el mismo lugar y, no queriendo ver-
las separadas, quiso tener amigos sabios.
Todo el mundo sabe con qué exquisito tacto se granjeó el
avieso ánimo de Bartolomé de Medina; cómo acalló los escrúpu-
los del obispo Castro sobre su persona y escritos; y del señor
Orozco y Covarrubias sabemos, por testimonio propio, que, en
su primera entrevista con la Santa, sacó ella á lucir todas las galas
de su talento y discreción para hacerlo suyo.
Y es que Santa Teresa tenía muy bien sabido que, al decir de
la Escritura: Amico fideli nulla est comparatio, no hay cosa que se
pueda comparar á buen amigo; y ella, que los necesitó de veras
cuando se echó al mar de sus apostólicas aventuras, no se an-
duvo por las ramas: se fué al Rey, interesó á los magnates, con-
sultó á los sabios, se acogió á los santos y... ¡poco que se codeó
con los prelados!...
Al limo. D. Timoteo de Braganza tilda en cierta ocasión de
haber estado mucho tiempo ocioso (i), y le anima cariñosamente
á cargar con la cruz del Obispado de Evora, que quizá fué fruto
de sus oraciones.
Dirige el espíritu del Reverendísimo de Jaén D. Sancho Dávilaj
y especialmente el de D. Alonso Velázquez, que lo era de Osma,
á quien escribió preciosa carta, directiva instrucción para la ora-
ción mental.
Conocida es de todo el mundo teresiano la sincera amistad y
gratitud fidelísima que profesó al Rvmo. D. Alvaro de Mendoza,
bienhechor tan constante y desinteresado de su Reforma en sus
albores, que emuló con la Santa ser su Padre y Fundador.
Ante Orozco se jacta de ser su parienta; porque, aunque yo no
me precio de las noblezas del mundo, le dice, no dejo de estimar lo
que es razón; y mientras el doctor Manso, canónigo de Burgos
y después obispo de Calahorra, confiesa que tenía en tanto á la
Santa Madre y tanto la respetaba que, al llegar á hablarla á la
reja, se espeluznaba de pura reverencia, el arzobispo de Toledo
Quiroga dice al P. Gracián: Mucho me huelgo de conocerla (á la
Santa)... Desde hoy en adelante me tenga por su capellán.

(i) Carta segunda.


LA AMIGA DE LOS OBISPOS IO3

En pública procesión, y á las puertas de su monasterio, bendi-


ce á todo un arzobispo de Sevilla, puesto de rodillas á sus pies;
y en Granada hace caer un rayo que destruye la biblioteca del
arzobispo, para amedrentar al prelado que ponía óbices á la fun-
dación del convento de las Descalzas, después de desplegar, en
atrevida conminación y varonil amenaza, todas las energías de su
ánimo inquebrantable: Reídome he del miedo que nos pone, que
quitará el arzobispo el monasterio... Primero se morirá que sa-
liese con ello (1).
Vamos, que la Santa se entendía bien con los obispos, y á ve-
ces parecía uno de ellos. Y á fe que no le hubieran parado mal
las ínfulas pontificales; como que ahora, y después de tres siglos,
quiere ostentar sobre su corazón una corona de anillos que van
tejiéndole sus amigos los prelados que van á visitarla; prenda
que engarza corazón con corazón y fija en Alba tantas Sedes
cuantos son los prelados que allí llegan. Como que la visita al
Sepulcro de la Santa Madre va á ser, así, una como visita ad li-
mina, de lo que (y la Santa me perdone) nadie, sino ella, tiene
la culpa; y es que, en su afán por las mitras, no pierde ocasión
de preconizar á sus devotos.
Los hace pocos años fervientes apóstoles teresianos en Gra-
nada, Rvmos. Rincón y Muñoz Herrera, ocupan las Sillas de
Guadix y Málaga; Ruano la de Barbastro; un hijo suyo, muy se-
gún su corazón, limo. Fr. Fernando de Ossi, rige en la India
oriental la Iglesia de Quilón; otro hijo de su Reforma, el célebre
misionero teresiano Fr. Bernardo de Jesús, se sienta en la Silla
Arzobispal de Verápoly, y comete á su santa Madre el gobierno
de aquel inmenso índico territorio; y porque el venerable pre-
lado salmantino Izquierdo se afana por ampliar su templo y de-
corar su sepulcro (que no pudo poner por obra), ella, en la Corte
•de España, donde se ciñe la corona de Isabel la Católica y Fe-
lipe II, ciñe al prelado la corona inmortal de los mártires de
Cristo, mientras otro gran amigo, el Rvmo. Cámara, medita en
silencio, y con los bríos de su corazón agustino levanta al fin in-
mortal monumento, relicario insigne que ha de sustituir en la
Villa Ducal al vetusto torreón, único residuo del glorioso casti-
llo de los Alba, allanado ya por el peso de los años. Solamente la
torre se mantiene en pie, altiva y arrogante; y es que esa torre
(en lo que alguno quizá no haya parado mientes), esa torre no es

(i) Carta á la Venerable Madre Ana de Jesús y religiosas de Granada.


104 EL MONTE CARMELO

emblema ya de glorias militares, de laureles marchitos, sino de


glorias inmortales, de lauros teresianos; no blasona ya á los Alba,
sino á la Ahumada; no al gran Duque, sino á la gran Santa. Esa
torre es la torre incendiada del escudo de Santa Teresa, y ha de
estar en pie, al menos, hasta que otro monumento anuncie, como
él, al mundo que, junto á Arapiles, al pie del Carpió, duerme la
Santa; hasta que, al par de sus derruidas almenas, vea alzar en
alto las góticas agujas de una basílica.
Otro amigo tiene la Santa; buen amigo é hijo suyo, que, Pre-
pósito General de su Reforma, la rigió muchos años, muy á su
gusto; hoy Emmo. Cardenal Jerónimo María Gotti, arzobispo de
Petra; figura singular é interesante del Sacro Colegio, que, yo
no sé, pero á veces, entre el fárrago de gravísimos asuntos ecle-
siásticos que ventila, parece como que lleva la diestra á la cintura
y acaricia oculta misteriosa empuñadura, y desenvaina á medias
una hoja, hoja flamígera de su Padre Elias... ardens... y...; pero
volvamos, volvamos á la Amiga.
Pues, sí, que en su afán por las mitras y los báculos, se coló un
día en el Real Monasterio de las Huelgas de Burgos; y atestigua
el obispo de Calahorra Manso que hizo y dijo maravillas; que
peroró de le lindo; en fin, que revolvió y cautivó á aquellas da-
mas con lo discreto de sus razones y ardiente de sus palabras; y á
haber podido, allí y en aquel punto la eligen Abadesa y le arman
de pastoral báculo... y ¡á fe que no halaga poco la idea de poder
contar á Santa Teresa en el número de las Abadesas infuladas!
Con gusto hubiéramos colocado su escudo, si no en el peristilo
del Real Monasterio cisterciense, sí sobre, una de las puertas de la
Basílica, orlando el fondo azul de su ahumado castillo con el clá-
sico y legendario Viva la Excelentísima Señora...: Viva la Excelen-
tísima Señora Doña Teresa de Ahumada, Blázquez Dávila de Cor-
dobilla, de las Cuevas, y Cepeda, Sánchez de Toledo, Vázquez de
Tordesülas...
•€ván de Jes.,
Carmelita Descalzo.

-^Ü-S^
•~~'— ~---z~~*@ffij$é¿.~

LA CELDA DE SANTA TERESA DE JESÚS EN BEAS

RESURRECCIÓN DE UN MUERTO

R O se asusten los librepensadores: dó la invicta Reformadora un monas-


comprendemos su alarma: un terio más de su Orden, que no tardó
muerto resucitado nada menos que al en hacer oir las alabanzas que á Jesús
asomar el siglo xx Eso sería una de Teresa elevaban desde su sagrado
verdadera catástrofe para su libre pro- recinto las Hijas de Teresa de Jesús.
paganda del libre pensamiento; y aún Este convento ha sido desde su fun-
más que en esta resurrección suene el dación, no solamente un lugar santo
nombre de Santa Teresa de Jesús; de oración y penitencia, sino una ver-
eso es demasiado fuerte. Sigan con dadera fortaleza que, como todos los
las libres cadenas con que libremente monasterios fundados por la Santa,
fuerzan su pensamiento á no mirar ha- servían de defensa contra los ataques
cia arriba, y oblíguenle á gozar de la que en aquella época dirigía el protes-
libertad de no salir de lo más bajo. tantismo contra la Iglesia, logrando
En el siglo de las grandes glorias es- las religiosas con sus cultos y su cari-
pañolas, aquella mujer que á tan alta di - dad conservar la pureza de doctrina y
cha aspiraba, que «moría porque no mo- de costumbres en los pueblos afortu-
ría»; aquella mujer de un corazón tan in- nados en que aquéllas moraban... Pe-
mensamente grande que se complacía ro cuando, en la primera mitad del
en arrostrar las mayores fatigas y los siglo que acaba de pasar, de ese s i -
más duros sacrificios por verlos venci- glo sediento de libertad devastadora^
dos y aniquilados en fuerza del celo la revolución se obstinó en derrum-
que la abrasaba en emprender las más bar cuanto moral y materialmente con-
difíciles empresas, sin más elementos tribuía al bienestar de los pueblos,
ni más recursos que los que su elevada sin respetar ni lo artístico ni lo reli-
oración la suministraba, Santa Teresa gioso, ni los intereses de la verdadera
de Jesús, cuyo glorioso nombre, des- civilización, ni los derechos mismos
pués de más de tres siglos, resuena en de la misma libertad; cuando se vio el
todo el ámbito de la tierra, ensalza- más inicuo despojo de toda propiedad
do hasta por sus mismos adversarios, legítima, con el satánico propósito de
después de recorrer la Península y fijar aniquilar hasta la Religión misma, si
la bandera de la santa reforma en sus eso fuera posible, el convento de Beas,
diversas provincias, y verla extender- cómo tantos otros, sufrió la suerte de
se más allá de sus fronteras, todavía ser destruido, después de expulsadas
vio un rincón de España en que su se- las vírgenes que lo habitaban, no de-
ráfico ardor por la gloria de Dios la jando de aquel santo edificio, levanta-
llamaba á emprender una nueva fun- do con tanto heroísmo, sino unos mu-
dación, tanto más de su afecto cuanto ros que quedaron en pie, como se con-
que veía mayores dificultades para serva el cadáver mutilado de una víc-
realizarla. Porque, como siempre, lo tima sacrificada por la rapiña y la cruel-
que más excitaba su heroica actividad dad de un sanguinario perseguidor de
era la vista de los obstáculos que se la la inocencia y de la virtud.
ponían por delante. En BEAS DE SEGU- En tan doloroso estado ha subsisti-
RA, villa del reino de Jaén, que con do el convento de Beas, hasta que su
razón se apellida Reino de Dios, fun- santa Fundadora desde el Cielo mspi-
io6 EL MONTE CARMELO

ró á una Comunidad de Hijas suyas el una preciosa imagen suya del tiempo
pensamiento de sacarle de sus ruinas y de, la última Comunidad que fué lan-
devolverle á su antiguo santo destino, zada de aquel convento. Este encierra
en una época como la actual, en que ya una Comunidad bastante numero-
solamente hay medios y recursos para sa , formada por algunas del país y por
levantar soberbios edificios á la indus- otras que hasta de lo más remoto de
tria profana, á la satisfacción de los España acuden á reforzarla, hasta el
goces materiales; pero para levantar punto de que muy en breve van á ver-
un convento derruido... ¿qué le im- se cubiertas todas las plazas de que
porta eso á la moderna civilización?... debe constituirse la Comunidad.
Para eso no hay dinero, ni quien se En el último año que dio fin al si-
ocupe de una cosa que en nada trans- glo, oyó Beas el alegre volteo de las
ciende al gozar sensual de los pue- campanas del monasterio, que no ce-
blos... Pero precisamente ése es el es- san de resonar diariamente, mientras
timulo poderoso de las Hijas de Te- las religiosas, en su nueva iglesia, ele-
resa de Jesús: la falta de medios ma- van á Dios, sin interrupción, sus ala-
teriales , la falta de personas que con- banzas en acción de gracias por el
tando con ellos podrían realizar lo que triunfo, verdaderamente inconcebible
ellas ansian, levantar de sus escom- en nuestros tiempos, que su bondad
bros una casa que edificó y habitó su infinita ha concedido á las restaurado-
Santa Madre. Dos años hace salieron ras del antiguo convento fundado por
del convento de las Teresas de Madrid Santa Teresa de Jesús.
siete religiosas carmelitas descalzas, ¡Gloria á Dios solo, por tan prodi-
con el tenaz empeño de hacer ellas giosa demostración de su poder y de
mismas lo que nadie se atrevía ni á su misericordia! Y á la vez gratitud
imaginar. No oyen sino manifestacio- inmensa y sin fin á la eficacísima pro-
nes de desaprobación de su loca y te- tección y valiosísimo apoyo con que
meraria empresa. Parten de Madrid en el venerable Prelado de Jaén ha alen-
toda la crudeza del invierno de 1898. tado á aquellas generosas religiosas,
Hacen un laboriosísimo viaje á Beas, y las ha sostenido en la obstinada tri-
separado de toda vía férrea y situado bulación en que se han visto sumidas
en tales condiciones que no ha conse- por la falta de medios para llevar á
guido todavía participar ni de los me- cabo la vasta empresa á que su celo
dios de comunicación más sencillos, las impulsó. No olvidará tampoco ja-
que parecían no debían dejar de en- más aquella Comunidad lo que debe á
contrarse en nuestra adelantada épo- la abnegación singularísima del Párro-
ca. No importa: emprenden la mar- co de Beas, único arquitecto que ha
cha; á fuerza de trabajos y de dificul- dirigido la reedificación de aquel con-
tades indescriptibles llegan á aquel ol- vento, y que, no contento con esto, se
vidado rincón. Pero ¡oh dolor! Entre ofreció él mismo al trabajo, confun-
aquellos escombros no hay medio de diéndose con los obreros para apresu-
guarecerse de los rigores de Enero rar la terminación de la obra.
siete mujeres que, aun á pesar de todo
esto, se empeñan en observar clausura El vecindario todo de Beas demos-
en medio de unos trozos aislados de tró, desde la llegada de las religiosas,
muros sin cubrir. No desisten: Dios su entusiasmo y su afecto especial ha-
las da fuerzas; se levanta una pared; cia ellas, ofreciéndolas cuantos recur-
poco á poco se construye otra. Según sos podían prestar en aquel aislado
van alzándose estas primeras paredes, pueblo. Y, por no mortificar la modes-
las religiosas van estrechando su clau- tia de algunas especiales familias de
sura. Pero se oponen á sus generosos Beas, no se citan- los nombres de
esfuerzos nuevos obstáculos; falta la generosos bienhechores que, desde la
salud cuando más la necesitan; no im- presentación de la nueva Comunidad,
porta: porfían, y se puede decir, sin no cesan de ayudarla y favorecerla
exageración ninguna, que luchan á con acendrada piedad. ¡ Gloria á Dios!
brazo partido contra lo imposible... Verdaderamente milagrosa puede con-
Dos años hace, solamente dos años... siderarse esta obra, en un tiempo tan
j El convento está levantado! La celda contrario á ello.
que habitó Santa Teresa de Jesús está
Uno que mucho debe y espera
ya habitada, con el mayor decoro, por
de Sta. Teresa de Jesús.
NUESTRA SEÑORA DEL CAMINO

J^CABABA de morir en Medina del Campo, coronada de virtu-


des y de gloria, la Reina genuínamente española, cuyo re-
cuerdo evoca el libro perdurable de la historia entre pondera-
ciones y alabanzas, justo tributo de la admiración y del agradeci-
miento de una patria libre del yugo tiránico de la media luna
mediante la expulsión de los moriscos de Granada, y engrande-
cida por los fértiles y dilatados territorios del nuevo mundo; aca-
baba de morir nuestra gran Isabel la Católica, cuando la Reina
Soberana de los Cielos y de la Tierra, de los mártires y de los
profetas, de las vírgenes y de los santos, se aparecía al pastorci-
11o de Velilla, Simón Gómez Fernández, en el despoblado donde
hoy existe el santuario del Cristo del Humilladero, á seis kilóme-
tros de León, en la carretera que conduce á Astorga, para de-
cirle: Ve á la ciudad y avisa al obispo que venga á este sitio y
coloque en lugar decente ésta mi Imagen que mi Hijo ha querido
aparezca en este lugar para gran beneficio de toda esta tierra.
Confundido el aldeano ante los resplandores de la nube que
envolvía el trono de la Virgen, extático por las emociones de una
visión celestial arrobadora, embargado su albedrío por los eflu-
vios majestuosos que exhalaba la Madre purísima de Dios y de
los hombres, pudo, á expensas de sobrehumanos esfuerzos, arti-
cular estas palabras: «Señora, ¿cómo me creerán si no llevo al-
guna señal de que Vos sois la que me enviáis...?» Y replicó la Vir-
gen: Dame esa honda que tienes en la mano; y, colocando en ella
una pequeña piedra, arrojóla y dijo: Di al obispo que venga, y en-
contrará esa piedra tan grande, que será señal de que Yo te envío;
y, en el mismo sitio que estuviere, es voluntad de mi Hijo y mía que
se coloque mi Imagen.
Cesaron los resplandores; el viento disipaba aquellas nubes de
Io8 EL MONTE CARMELO

delicioso incienso; y mientras Nuestra Señora se perdía entre la


inmensidad insondable de los Cielos..., el pastorcillo caminaba en
busca del obispo para cumplimentar el inesperado mandamiento.
Tan grande como el estupor de Simón fué la sorpresa del pre-
lado. En el lugar escogido por la Virgen para gran beneficio de
aquellas tierras, encontrábase la Imagen al pie de inmensa mole
de granito en que se había convertido la piedrecilla arrojada por
nuestra excelsa Madre en señal evidente del milagro. Y allí co.-
menzó la edificación de una capilla pobre y modesta, debida en
primer lugar al peculio del obispo y á la caridad y devoción del
pueblo leonés; cuya capilla, con la sucesión del tiempo, se ha
transformado en el Real Santuario que hoy existe:
Cuenta la tradición que el campesino se encargó de custodiar
aquella ermita, y que á su muerte fué enterrado en la capilla
mayor, bajo la puerta del nuevo camarín que lleva su nombre y
que representa en talla el acto de aparición tan misteriosa.
Españoles y extranjeros, noticiosos del suceso, acudían en pe-
regrinaciones y rogativas á prosternarse ante aquella Imagen ben-
dita de nuestra Virgen, depositando tantas ofrendas y limosnas,
que para su mejor administración resolvió el cabildo de la Santa
Iglesia que el sobrante de lo invertido en las atenciones del cul-
to, dividido en tres partes, se distribuyera en forma que dos de
ellas fueran para el sostenimiento de las religiosas franciscas de
la Concepción, cuyo convento fundó en 1518 Doña Leonor de
Quiñones, en memoria de su madre Doña Juana Enríquez, y con
el auxilio de su hermano el cardenal D. Juan, obispo de Cala-
horra (enterrado en Santo Domingo de León), y la otra tercera
parte para la crianza y sostenimiento de niños expósitos.
El cardenal D. Luis de Aragón, obispo leonés, pretendió que
fundaran allí convento los frailes agustinos de Valladolid, mien-
tras que el pueblo otorgaba preferencia á los Padres dominicos;
Su Majestad resolvió tan empeñada lucha, en cédula expedida en
Trujillo á 5 de Enero de 1516, y confirmada por León X en Bula
de 22 de Mayo de 1517, encomendando la custodia, culto y ad-
ministración del Santuario á presbíteros idóneos de nombramien-
to real.
La devoción á la Virgen del Camino fué creciendo con el trans-
curso del tiempo, y el fervor de los romeros se aumentaba con los
prodigios y milagros de Nuestra Señora.
Todos los años, en el mes de Septiembre, se celebran peregri-
naciones imponentes por el número y por la fe de los dichosos
VERDADERO RETRATO CE NUESTRA SEÑORA DEL CAMINO
ÍIO EL MONTE CARMELO

hijos de aquella tierra que van á demandar de la augusta Reina


los beneficios en el momento de la milagrosa aparición solem-
nemente ofrecidos, y de los que puede el lector formar cabal idea
meditando el prodigio que encierran los hechos que á continua-
ción se enuncian,
Allá por el año 1522 hallábase cautivo en Argel, bajo la opre-
sión'y poderío del moro Alcazaba, un vecino de Villamañán (1),
Tiamado Alonso Rivera. Los suplicios del cautiverio, acrecenta-
dos por los despotismos del tirano, concluían por momentos con
la existencia insoportable del Rivera, que sin cesar invocaba á
Nuestra Señora del Camino, pidiéndola la libertad que para siem-
pre había perdido. Temeroso Alcazaba del poderío de la Virgen,
por mera precaución de seguridad ligó al leonés con fuerte ca-
dena de hierro, y, encerrándole por las noches en un arcón muy
grande de madera, sobre la tapa descansaba el moro. Las ple-
garias del cristiano llegaban á la Virgen á través de ese firma-
mento azul, espléndido y sereno, poblado de mundos de prodi-
gios y misterios, y por milagro, rayano por lo inconcebible en es-
tupendo, trasladó á Su devoto con la cadena, arca y moro (2) des-
de la bahía de Argel á las puertas de la ermita del Camino. Al
despertar Alcazaba apresuróse, ante la novedad del sitio, á sacar
del arca á su cautivo, que al momento reconoció la casa de la
Virgen á que se había encomendado; este tan extraordinario acon-
tecimiento produjo la conversión del moro, quien, junto con el
Rivera, quedó al servicio del Santuario, en el que fallecieron san-
tamente. Todavía se conserva allí el arca y la cadena del milagro;
y como los campesinos de aquellos contornos tienen la creencia
fundada de que aquella madera sirve para la curación de varias
afecciones, principalmente de la boca, ha sido preciso chapear el
arca de hierro y encerrarla en otra mayor forrada de idéntica ma-
teria , á fin de conservar un testimonio fehaciente de aquel insig-
ne prodigio.
¿ernardino de Jñelgar,
Marqués de Benavites.
(St continuará.)

(i) Pueblo de la provinuia de León.


(2) R. P. Juan de Villafañé.— Compendio histórico de las milagrosas imá-
genes de María Santísima que se veneran en los más célebres Santuarios de
España.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
II

A posteridad—y en especial el devoto de la cultura literaria-


no dejará nunca de mostrarse agradecida al noble y patriótico
intento del ilustre marqués de Torres (floreció á mediados del si-
glo xvn) en dar á luz el precioso manuscrito bautizado con el título
de Genio de la Historia, que su autor, Fr. Jerónimo de San José,
«menos codicioso en publicarle, le entregó manuscrito, para que,
entre otros, le guardase» (i). Digna será siempre de particular esti-
ma y gratitud la conducta del alcurniado procer por el señalado
servicio que prestó, no ya á las letras españolas, sino á la misma
Preceptiva literaria, la cual es, por igual, escuela de buen gusto para
todas las naciones del mundo.
Si elogio, empero, merece el marqués de Torres por haber dado
á luz obra de tanto mérito, lo merece todavía mayor, justo es decir-
lo, el que la escribió por haberse juzgado indigno de tamaña distin-
ción, contentándose con que su Genio «ocupase privadamente un
rincón» en la erudita y copiosa librería de aquel magnate; honra
que le parecía muy sobrada á ese papel y á esos borrones, como decía
él en su extremada humildad y llaneza (2).
Escribió Fr. Jerónimo el Genio de la Historia á instancias de su
sobrino D. Jorge Ezquerra de Rozas, caballero de la Orden de San-
tiago y conservador del Real Patrimonio del reino de Sicilia, que
pedía le hiciera algunas advertencias en orden á lá Historia, así
para conocerla y estimarla como también para, si se ofreciere oca-
sión, escribirla; pareciéndole que, por haberse ejercitado en esa la-
bor, tendría noticia de lo que generalmente pertenece á ella.
Aunque el humildísimo carmelita confiesa que, «tal cual es el em-
pleo de la Historia, nunca me persuadí podía yo en él arrogarme

(1) Dedicatoria del marqués de Torres al rey D. Felipe IV. — Para esta y las res-
tantes citas me valgo de la edición del Genio de la Historia, publicada por la Biblio-
teca La verdadera Ciencia española.—Barcelona, Imp. Barcelonesa, 1886.
(2) Carta de Fr. Jerónimo al marqués de Torres. Anda inserta al principio del
libro.
112 EL MONTE CARMELO

el nombre de maestro para escribir arte 6 proceptos de ella», y que


«en este apuntamiento (así califica á su trabajo) nadie busque al-
guna perfecta arte de escribir Historia, que no ha sido ni es ése mi
intento, ni, cuando lo fuera, se hallara en este escrito sino el dar á
conocer lo más principal y propio de ella, y declarar, si es lícito así
decirlo, su genio, para que, conocido éste, no del todo se ignoren
las obligaciones de su empleo» ( i ) ; aunque tal diga Fr. Jerónimo,
á impulsos del bajo conocimiento que tenía de sí y de sus cosas,
imitando en esto, como en lo demás, la suma abnegación y desnudez
de espíritu de su amado Padre San Juan de la Cruz, fuerza es con-
fesar que salió en extremo lucido y airoso de su empeño, merecien-
do ser contado entre los más señalados preceptistas, si no el ma-
yor, del arte histórico en España.
El doctísimo D . Bartolomé Leonardo de Argensola, en muchas
cartas que escribió á Fr. Jerónimo, pondera el mérito y valía del
Genio. En una, escrita á 12 de Diciembre de 1628, en Zaragoza,
hablando de un fragmento del mismo, prorrumpe, con la elegan-
cia que suele, en estas palabras: «Digo que, á mi parecer, abraza
todos los requisitos y todos los peligros, con tanta diligencia y con
tanta destreza, que ni Aristóteles, substancialísimo retórico, ni
Quintiliano, maestro de advertencias discretas, pudieran añadir ni
quitar una. Finalmente, haga V. P. cuenta que este discurso his-
tórico le han hecho en Atenas y en Roma los mayores historiado-
res para lo que es: Jurare in verba Magistri. ídem, si V. P. quiere
convertirle en una Epístola para enseñar á escribir Historia, hágalo
así y tendránle envidia Tácito y Tucídides» (2).
No comprendo cómo los historiadores de nuestra Literatura ha-
yan dejado de enaltecer cual se merece joya de tal valía. No incu-
rrió seguramente en esta falta Menéndez Pelayo, el apologista bi-
zarrísimo de nuestra cultura nacional, en mal hora desconocida y
ultrajada por Jos sabios de allende los Pirineos y, desgraciadamen-
te, por muchos de casa; no: antes bien, en su maravillosa Historia
de las ideas estéticas en España, hace el debido aprecio de Fr. Jeró-
nimo y pone de relieve las excelencias y primores que abundan en
la obra de tan insigne carmelita. Me limitaré ahora á decir que de
bellísimo califica el rey de nuestros críticos y eruditos al Genio de la
Historia (3).

(1) Introducción del autor.


(2) Elogio al autor del Genio de la Historia (puesto igualmente al frente del libio),
por el Dr. Juan Francisco Andrés, cronista del reino de Aragón.
(3) Tomo 11, vol. i, cap. ix, pág. 310.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ II3

Conviene, por tanto, que se haga detenido y minucioso examen


del mismo, y se entresaquen trozos selectos, modelos de elegante
y castiza locución española y ricos en preceptiva literaria, para que
así sea mejor conocida la utilidad y transcendencia de esta obra,
y honrada la memoria del varón insigne que la trazó.
Divide el autor su trabajo en tres partes: en la primera trata de
la importancia, dignidad y naturaleza de la Historia; en la segun-
d a , del método, estilo, igualdad y brevedad de la misma; y en la
tercera, de algunos más principales requisitos del historiador.

PARTE PRIMERA

Comprende diez capítulos de sabrosa y nutritiva lectura. E n los


dos primeros estudia el autor los provechos y utilidades de la His-
toria. No es fácil tarea enumerar unos y otras, por ser en tanto
número; además, son tan notorios, que parece cosa superflua el
referirlos; no obstante, sujtranscendencia é importancia hace que
más se declaren y encarezcan. «Es la Historia—dice Fr. Jerónimo,
con el buen sentido que le caracteriza—una de las lecturas que
más ordinaria y vulgarmente se traen entre manos, y por eso mis-
mo una de las que menos se estiman como deben. Porque el ordi-
nario uso de las cosas suele envilecerlas, aunque sean tan grandes
y milagrosas como la gobernación y sustentación de todo el Uni-
verso por medio de la divina Providencia, como ya notó el gran
juicio de Agustino» (i). De ahí que convenga renovar la memoria
de esos provechos y utilidades, y más á los que dejan de cultivar
tales estudios por desgana ú olvido.
El ejemplo tiene más irresistible fuerza que la palabra para mo-
ver al prójimo á abrazar la virtud y huir del vicio. Véase con qué
perspicacia discurre Fr. Jerónimo: «El ejemplo, ora sea de la virtud
loada y premiada, ora del vicio reprobado y castigado (cual debe
solamente referirse en la Historia), siempre halló más grata y fácil
acogida en los ánimos y obró con mayor imperio y fruto en ellos
que la dulzura y majestad de palabras, por mucha fuerza que lleven
y artificio, si va desnuda de la representación de acciones ejempla-
res, en que siempre, aunque ¡solamente referidas, centellea viva la
eficacia y poderío de la obra. Y aunque es así, que visto y (como
dicen) tocado con las manos el suceso tiene más energía que oído
ni leído, porque la presencia ¿del objeto más viva y eficazmente

(1) Cap. I , § I .
E L
114 MONTE CARMELO

imprime con su noticia la moción, pero ésta de ordinario se pasa y


resfría presto, y alcanza á muy pocos si no se aviva, perpetúa y
hace universal por medio de la Historia» (i).
En hermosa síntesis, que subscribiría gustoso el gran Cicerón,
recoge el autor los provechos de la Historia. «Ella, dice, es la que
hace presente lo pasado', cercano lo distante, notorio lo secreto,
perpetuo y casi eterno lo caduco, constante lo voluble, y la que
ofrece á la vista muchas veces lo que se vio sola una vez, y aun
apenas alguna. Ella renueva lo viejo, acuerda lo olvidado, resucita
lo difunto, y, con una casi divina virtud, restituye á las cosas su
antigua forma y ser, dándoles otro modo de vida, no ya perecedera,
sino inmortal y perdurable. Ella, finalmente, como testigo de los
tiempos, ciencia de los siglos, luz de la verdad, vida de la memo-
ria, espuela de la virtud, archivo de la posteridad, monumento de
la antigüedad, incentivo del valor, estímulo de la gloria, tesoro de
la prudencia, oficina de las artes , teatro de las ciencias, madre de
los aciertos y espejo limpio de las acciones y costumbres humanas,
es la universal maestra de la vida. En su escuela se aprende la po-
licía del gobierno, la observancia de la religión, la institución de
la familia y la buena dirección de todos los estados. De aquí toma
documentos la paz, esfuerzos la milicia, noticias el estudio, ejem-
plos el valor, y nuevos y mayores alientos la piedad» (2). Recoger
debieran los escolares en el archivo de su memoria las ideas que
encierra tan completa y luminosa síntesis, previa la declaración de
un sabio profesor. ¿Sería posible no encariñarse con el estudio de
la Historia, que tan múltiples y valiosos frutos produce en todos los
órdenes de la vida?
José Jffti. Valentí.
(Se continuará.)

(*) Cap. citado, § 3.


(2) Cap. citado, § 4.
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MALABAR

SFRECIDO tengo referir á los amables lectores de E L . MONTE CAR-


MELO algo de lo que tuve la suerte de presenciar en Goa, yjvoy
á cumplirlo.
En la costa occidental de la India posee el reino de Portugal un pe-
queño territorio, á que ha venido á reducirse su antiguo.extenso pode-
río y domihación sobre estas dilatadas regiones. Tal territorio es Goa,
con la capital del mismo nombre. Dejando minuciosas explicaciones
sobre las tres Goas, denominadas la antigua, la bella y la nueva, pues
no hago formal historia del imperio portugués en estas playas, sóloldiré
que la célebre, la populosa, la magnífica ciudad de Goa, conquistada
por el famoso Alburquefqtíe al nacer el siglo xvi, es hoy un desierto,
quedando en su antiguo emplazamiento no más que algunas iglesias,
cual prueba muda y elocuente del terrible poder del tiempo contra las
humanas pujanzas, y del poder insuperable de la religión sobre! los
tiempos. i
Todo ha muerto en aquella bellísima capital, de la que solía decirse:
«Quien haya contemplado á Goa, no tiene para qué ver Lisboa», i Allí
reinó el Cristianismo; y mientras Portugal mereció apellidarse lájétfeíi-
sima, Goa floreció en toda suerte de prosperidades y culturas. Pero em
pezó la infiel á desmerecer el glorioso título otorgado por los Papas;
llegó á vejar, perseguir, expulsar á los religiosos goanos, y muy luego
no quedó de la ciudad piedra sobre piedra; enfermedades infecciosas la
trocaron en un vasto cementerio, y acabó por ser abandonado de todo
el mundo aquel sitio que poco antes había sido el emporio de la India.
A pesar de todo, Goa, mejor dicho, el lugar en que la bella se levan-
taba (pues la nueva Goa—Panjim,—en que al presente residen las auto-
ridades y la población dista de aquélla como dos leguas), tiene méritos
n6 EL MONTE CARMELO

y conserva recuerdos que ejercen todavía influjo de atracción irresisti-


ble en los católicos corazones. Allí está aún, predicando desde la tum-
ba, el que, viviendo, llenó la India con el eco de su voz evangélica; allí
está, hablando muerto, obrando difunto, escuchado de millares, rodea-
do de obispos, invocado por el clero, venerado por los fieles, aquel in^
mortal español cuyo nombre, ensalzado en toda la India, es guía, sos-
tén, consuelo, estímulo, esperanza, columna inconmovible de religión,

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URNA DE PLATA EN QUE SE CONSERVA EL CUERPO DE SAN FRANCISCO JAVIER

á cuya sombra y presencia acuden presurosos, confundidos en un mis-


mo sentimiento de piedad, grandes y pequeños, patriarcas, arzobispos,
obispos, sacerdotes y legos, experimentando todos renacer y acrecen-
tar en el pecho el ardor apostólico de la fe cristiana anunciada por el
insigne Javier.
MISIONES CARMELITANAS 117

¿Qué otra cosa significa el magnífico Congreso Eucarístico—cual ja-


más se ha visto en la India—que cabe el sepulcro del gran San Francis-
co se celebró en los primeros días de Diciembre, postreros del siglo xix?
Nunca, en efecto, se hubo presenciado en la India la magnificencia re-
ligiosa de diez y siete príncipes de la Iglesia, rodeados de inmenso clero
é nnumerables fieles, unidos en un solo corazón y un alma sola, para
implorar las gracias del Señor en favor de este pueblo, objeto de los afa-
nes y fatigas del insigne Santo, cuyo sagrado cuerpo allí descansaba.
Para comprender la significación de tan augusta Asamblea, hay que
consignar sus móviles y fines altísimos.
Existe en la India y se extiende por todas sus provincias y misiones
católicas una Asociación de Sacerdotes, reunidos en torno de Jesús Sa-
cramentado, alma de nuestras almas. Denomínase Liga Eucarística de
Sacerdotes. Su objeto es mantener vivo en los ministros del santuario,
obreros de este campo evangélico, el sagrado fuego del amor de Dios,
primera y principal virtud, instrumento el más suave y fuerte á la vez,
medio eficacísimo de practicar con toda perfección y copiosos frutos el
tan arduo como delicado apostolado de las almas, obra primaria del
cristiano sacerdocio entre estas gentes, fin sublime de una Asociación
santa. Su Director general es nuestro Rdo. P. Gaspar, carmelita ale-
mán , misionero en Malabar y profesor al presente en el Seminario Cen-
tral de Putémpali (Verápoly). Este sabio y celoso Padre publica una
Revista mensual en inglés y latín bajo el mismo título de la Liga, cuyo
órgano es, á fin de promover más y mejor su organización y desarrollo,
y por lo tanto sus frutos, que, á la verdad, son excelentes. Para acre-
centarlos en todos sentidos y difundirlos por todas partes, propone la
dirección, bajo la de los Rvmos. Prelados, y prepara y lleva á térmi-
no, mediante la Revista, la celebración de Congresos Eucarísticos, cuya
importancia, en orden á los intereses cristianos de estas Misiones, huel-
ga encarecer.
El día 6 de Diciembre terminaba sus sesiones el Congreso de Goa,
bajo la presidencia de su Patriarca; el 7 arribaba yo á Bombay, desde
donde, respondiendo al aviso de mi bondadoso Prelado, asistente al
Congreso, partí sin demora á su lado, y ¡gracias á Dios! pude llegar á
tiempo en que el santo cuerpo del Apóstol de la India se hallaba ex-
puesto á la vista y veneración del público. Cuánta fuese mi satisfacción
en aquel feliz día, cuáles mis emociones, mis pensamientos, mis deseos,
propósitos y súplicas, no sería fácil decirlo, ni hay para qué. Hallábame
al contacto con un santo, un misionero de Malabar, un español, un
vasco..., y al mirar aquella boca, órgano del Espíritu Santo, y al ver
aquellos pies — ¡0 quam speciosi pedes!,—y al contemplar aquel rostro,
tantas veces bañado de sudor, y al fijarme en aquellas manos, fatiga-
das de bautizar... mis lágrimas no mentían y probaban mejor que pala-
bras que mi pobre corazón bullía y se afanaba en pedir y obligar al san-.
to bendito en favor de la India, suya y mía; en favor de la España, suya
Il8 EL MONTE CARMELO'

y mía; en favor de la euskalerría, suya (i) y mía; en favor de los bien-


hechores, suyos y míos; y aquí mi pobre alma se acordó... ¡oh, cómo
se acordó de las muchas personas que allá, á más de 2.000 leguas, en la
España de Javier, me habían socorrido en diferentes formas para bien
de estas Misiones! Si el Santo me oyó, no saldrán perdiendo por sus dá-
divas.
Entre las cosas que en Goa vi, merecen citarse las ruinas de nuestro
convento, en prueba de que no he hablado á humo de pajas al decir
que Portugal trató mal á los religiosos. Injustas exigencias y opresoras
imposiciones de la autoridad civil obligaron á los nuestros á abandonar
con amargura un suelo y un convento santificados con heroicas virtu-
des de gloriosos mártires y apostólicos misioneros.
Había sido fundado en 1616 con carácter de noviciado para las Mi-
siones, que muy luego instituyó nuestra Orden en Surat, Bombay, Mo-
golia y Malabar, casi todo el litoral occidental bañado por el mar Indi-
co. Todo marchaba perfectamente en Goa, y nuestra Comunidad se ha-
cía notar por la ejemplaridad religiosa de su escrupulosa observancia,
admirablemente conexionada al ministerio y actividad misionaría. Pero
€l rey Juan V de Portugal, sin motivo ni justicia, obligó á los carmeli-
tas descalzos á huir, y huyeron en 1707 á la región de Cañar. Y, aunque
el Pontífice Clemente XI intimó al opresor Monarca la nulidad de sus
actos vejatorios, nunca los carmelitas volvieron á establecerse en Goa,
y su memorable edificio desmoronóse poco á poco, hasta el punto de
que hoy sólo quedan la fachada desfigurada de la iglesia y montones de
ruinas á su sombra.
Dicho convento fué fecundo plantel de varones "insignes en santidad
y letras, modelos de celo, constancia y tacto en la evangelización de
los indios. Prior de él fué el eximio y venerable P. Felipe de la Santí
sima Trinidad, después General de la Orden, cuyas virtudes y escritos
todavía brillan y se recuerdan con singular estima y veneración. Él mis-
mo tuvo la dicha de recibir al hábito y profesión al santo mártir hoy
Beato Dionisio de la Natividad, ornamento ilustre de nuestra casa de
Goa, cuyos claustros habitó, así como su compañero de martirio Beato
Redento de la Cruz, que juntos marcharon desde aquel feliz recinto á la
isla de Sumatra, y desde Sumatra al Cielo, el 27 de Noviembre de 1638,
coronados de envidiable aureola, con la cual ceñidos la Iglesia nos los
ha presentado como atletas victoriosos, dignos de la pública veneración
y culto. ¡Gloriosos misioneros de Malabar, interceded por nosotros!

fr. Juan Vicente,


C D., Mis. Apost.

(1) Sabido es que el idioma hablado en Javier era el vascuence ó euskera.


EL TIEMPO
ii

í L tiempo es un concepto metafísico, es un laberinto en que se


SJ
pierden las más poderosas inteligencias: su estudio es una de
las pésimas ocupaciones que dio Dios á los hijos de los hombres para que
en ella se ocupasen (i). No sabemos lo que es el tiempo; pero cono-
cemos su principio y su fin y sus causas. Conocemos su principio
por aquellas sencillas palabras del Génesis: Y dijo también Dios:
Háganse lumbreras en el firmamento del Cielo, y separen el día y la no-
che, y sean para señales y TIEMPOS, y días y años... Y así fué he-
cho (2). H e aquí el principio del tiempo: es coetáneo con las lum-
breras del firmamento. Su fin también sabemos que será en el día del
Juicio, como lo afirmó el ángel apocalíptico cuando nos juró que no
habría más tiempo, sino que sería consumado- el gran misterio de
Dios sobre el tiempo y las cosas que en el tiempo se hicieron (3).
Las unidades generadoras del tiempo son el año y el día. El año
es el espacio que tarda la Tierra en recorrer su órbita alrededor del
Sol; y el día, el que tarda la misma Tierra en girar sobre su eje. Si
la Tierra cesara su movimiento, no tendríamos tiempo, ó, al me-
nos, no sabríamos cómo medirlo. Unos tendrían continua noche,
otros continuo día; unos verían siempre el crepúsculo de la noche,
y otros la aurora de la mañana. Tiempo sin movimiento planetario,
nos parece y es un contrasentido. Luego el tiempo comenzó cuan-
do Dios nuestro Señor, al principio: In initio; después de formar la
Tierra, el Sol, las tinieblas, la luz, y la aurora y los astros, los puso
en movimiento, y los mandó que anduviesen, como ordenado escua-
drón, las rutas misteriosas que en la inmensidad de los espacios les
trazara; y concluirá cuando cese el movimiento planetario en la gran

(1) Eclesiastés, 1, 13.


(2) Gen., 1, 14.
(3) Apocal.j x, 6.
120 EL MONTE CARMELO

conflagración de los elementos, tantas-veces anunciada por los pro-


fetas.
La idea de tiempo es inseparable de la de movimiento. El movi-
miento es el tránsito del no ser al ser, ó de uno á otro modo de ser:
es el tránsito de la nada al ser, porque incluye siempre, al menos, la
cesación de un modo de ser. Por esto, sólo se mueven los seres que
en su ser tienen adjunta alguna imperfección. El movimiento es una
perfección, pero es una perfección de un ser que ha salido de la
nada. El ser completamente inmutable no es temporal, sino eterno.
Luego si el tiempo es inseparable del movimiento, y éste es el trán-
sito de la nada al ser, el tiempo, y todo lo que en él vive, estará en
continuas transiciones ó luchas entre la nada y el ser. Por esta razón,
Aristóteles lo definió diciendo que era la medida del movimiento en
cuanto en éste se considera lo primero, que ya no e s , y lo postrero,
que aun no es; y Santo Tomás lo definió con más precisión y laco-
nismo diciendo que el tiempo era el flujo del instante, de ahora, en
cuanto la razón considera á ese instante en continuo movimiento:
Fltixus ipsius ac mine, secundum quod alteratur ratione (i).
De modo que el tiempo no es más que el continuo flujo de esa
pequeñísima duración que llamamos instante; y como los instantes,
como tales, van pasando rápidamente, como pasan las pulsaciones
de nuestras arterias, claro está que el tiempo, que es el flujo del
instante, estará continuamente fluyendo, esto es, pasando. Y no sien-
do posible tomar un instante aislado y solo, porque está enlazado
con el instante que acaba y con el que comienza, es también evi-
dente que el tiempo, que es el flujo del instante, ha de estar en re-
lación con el instante que acaba y con el que comienza. Por esto
dicen los filósofos que el tiempo consta esencialmente de tres par-
tes: del instante que acaba, del que es y del que comienza. El que
acaba ya no es, y el que comienza aun no es. Luego, de las tres par-
tes de que se compone el tiempo, dos no son, y la otra, el instante
actual, único que el tiempo tiene de realidad cuando en ella pensa-
mos, ya dejó de ser. Los instantes del tiempo se suceden sin inte-
rrupción, como los latidos de nuestro corazón, que, sin ser tantos,
no podemos señalar ninguno, porque, cuando pensamos en uno, ya
pasó. Nada hay tan deleznable como el tiempo: pasa con asombrosa
rapidez y lo arrastra todo en pos de sí. Tiene más de ilusorio que
de real. Y nosotros, para vivir en el tiempo y gozar de esta vida,
nos formamos la bella ilusión de que el tiempo es algo permanente.

(I) Summa, quees. x, 4, ad 2."


EL TIEMPO 121

Le señalamos una cierta entidad de duración , como algunos años, y


decimos que durante aquellos años haremos ó dejaremos de hacer.
Pero algunos años no son más que la suma de muchos millones de
instantes que se han ido sucediendo, y de todos ellos sólo uno hay
actual. Vivir en el tiempo es vivir en continua ilusión, y en reali-
dad es pasar á toda prisa con el tiempo : parece que estamos senta-
dos sobre sus alas.
Gran verdad dijo el Sabio cuando afirmó que había mirado todo
lo que se hace debajo del Sol, que es todo lo que está en el tiempo,
y dijo que todo era vanidad de vanidades y aflicción de espíritu. Vani-
dad, esto es, cosas que parece que son y no son, y aflicción de espí-
ritu, porque el espíritu, cuando no tiene estas cosas de la tierra,
las desea, y cuando las tiene le cansan y no pueden satisfacerle,
porque su capacidad es infinita , y lo que es infinito no puede saciar-
se sino con lo infinito. Aun prescindiendo de su origen ó inspira-
ción divina, y de la alta significación mística y ascética, es de pro-
funda significación filosófica aquella célebre notación del Eclesias-
tés: Todo lo que se tiene debajo del Sol es vanidad de vanidades y aflic-
ción de espíritu. Parecen su comentario aquellas hermosísimas sen-
tencias del poeta latino
Esse, fuisse, fore
Tria florida sunt sine flore.

Lo presente, lo pasado y lo futuro son tres cosas que parece que


están floridas y no tienen flor. Y nuestro Calderón bellamente cantó:
Que toda la vida es sueño,
Y los sueños sueños son.

fr. Xucas de San José.


(Se continuará.)
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SP©©©P©€©P©©©P©P©©©g©P©S

CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA
DE

NUESTRO SANTÍSIMO PADRE EL PAPA LEÓN XIII


SOBRE LOS

INSTITUTOS RELIGIOSOS DE VOTOS SIMPLES

LEÓN, OBISPO, SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS

AD P E R P E T U A M REÍ MEMORIAM

j!£s tanta la virtud divina y fecundidad de la Iglesia fundada por


^> Jesucristo, que en los pasados tiempos y en la edad presente
ha engendrado y dado á luz muchas familias que, ligándose con el
vínculo sagrado de votos simples, se consagran á diversas y santas
obras de religión y misericordia. Y de ellas, muchas, impulsadas por
la caridad de Cristo, y saliendo de los estrechos límites de una ciu-
dad ó una diócesis, y tomando, en virtud de una misma ley y de un
régimen común, carácter de sociedades perfectas, se extienden y pro-
pagan de día en día.
En dos clases se dividen estas familias: unas, que sólo tienen la
aprobación de los Obispos, y se llaman diocesanas; otras, que ade-
más tienen á su favor el juicio del Romano Pontífice, ya sea por el
examen de sus leyes ó estatutos, ya por recomendación ó aprobación
de las mismas.
Mas para muchos es aún incierto, y lo juzgan como materia de con-
troversia, cuáles sean los derechos de los Obispos sobre esta doble
clase de familias religiosas, y cuáles, á su vez, los deberes de éstas
para con los Obispos. Ahora bien; si se trata de las Congregaciones
diocesanas, no es difícil determinarlos, pues éstas deben su fundación
y existencia á la sola autoridad de los Obispos. Pero la cuestión r e -
viste más gravedad tratándose de las que han sido aprobadas por la
Apostólica Sede; porque habiéndose extendido á muchas diócesis y
viviendo, dondequiera que estén, bajo el mismo derecho y el mismo
régimen, fuerza es determinar la autoridad de los Obispos sobre ellas
y atemperarla con ciertos límites, cuya fijación se puede colegir de
la misma norma que usa la Apostólica Sede en la aprobación de di-
chas Congregaciones, según la cual se aprueba una Congregación
CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA 123

como Asociación ó Instituto de votos simples puesto bajo el régimen


de un Superior General, dejando á salvo la jurisdicción de los Obis-
pos, y todo según el prescrito de los Sagrados Cánones y Constitu-
ciones Apostólicas. De donde se deduce que tales Congregaciones ni
pueden contarse entre las diocesanas, ni están sujetas á los Obispos
sino dentro de los límites de la diócesis de c ada uno, y aun esto per-
maneciendo intacto el régimen y administración del Superior Gene-
ral de ellas, Luego por la misma razón e stá prohibido á los Superio-
res de dichas Congregaciones invadir los derechos y la potestad de
los Obispos, y á los Obispos arrogarse nada de la autoridad de aque-
llos Superiores. De otra manera, estas Congregaciones tendrían tan-
tos Superiores cuantos son los Obispos en cuyas diócesis moran los
religiosos de ellas, é iría por tierra la unidad de su administración y
régimen. Conviene, pues, que exista armonía entre la autoridad de
los Superiores religiosos y de los Obispos, para lo cual necesario es
que cada uno conozca y respete los derechos del otro.
P a r a que, quitado todo lugar á controversias, se guarde esto en lo
sucesivo» y para que no padezca detrimento ninguno la autoridad de
los Obispos que Nos, como es de justicia, queremos que persevere in-
tacta; consultada la Sagrada Congregación de Obispos y Religiosos,
nos ha parecido dictar dos géneros de reglas: unas para las Congre-
gaciones que aun no han obtenido la recomendación y aprobación
de la Apostólica Sede; las otras para aquellas cuyas leyes han sido
reconocidas ó cuyo Instituto ha sido recomendado ó aprobado por el
Sumo Pontífice.
El primer capítulo abraza las reglas siguientes:
I. Pertenece al Obispo, antes de autorizar en su diócesis la erec-
ción de'una nueva Congregación religiosa, examinar y aprobar sus
leyes y constituciones, viendo si están conformes con la fe y las
buenas costumbres y con los sacros cánones y decretos de los Pontí-
fices, y si son convenientes para la consecución del fin del Instituto.
II. Ninguna 7 casa de nuevas Congregaciones se fundará debida-
mente sin la aprobación del Obispo, que no se concederá sino hecha
investigación diligente de quiénes son los que lo solicitan, si son de
sentimientos buenos y rectos, si son prudentes y van guiados princi-
palmente por el celo de la gloria de Dios y de su santificación propia
y de la de los prójimos.
III. En cuanto pueda ser, los Obispos, mas bien que fundar ó apro^
bar una nueva Congregación, elijan y agréguenla á otra de las ya
aprobadas que tenga fin semejante al que se intenta. Y no aprueben,
como no sea en tierra de Misiones , Congregaciones que, sin fijarse
fin peculiar y determinado, se dedican á toda clase de obras de pie-
dad y beneficencia, aunque totalmente distintas entre sí. Cuiden, ade-
más, los Obispos que no se instituya ninguna Congregación que ca-
rezca de bienes para el Instituto de sns individuos. Y anden con mu-
cha cautela, y aun dificulten lo que puedan, las Congregaciones que
viven de limosna y los Institutos de mujeres que prestan asistencia
de día y de noche en casa de los enfermos. Pero, si se solicitare al-
guna nueva fundación de mujeres que pretenden establecer en sus ca-
sas hospitales ó enfermerías donde se reciban indistintamente hom-
EL 0 N T E
124 * CARMELO

bres y mujeres, ó bien para admitir sacerdotes enfermos que sean


asistidos por las Hermanas, los Obispos no den su aprobación, como
no sea después de pensado con mucha madurez y severidad. Mas de
ninguna manera permitan casas de religiosas donde, mediante un
precio, se dé hospedaje y comida á los hombres ó mujeres que vayan
de viaje.
IV. Ninguna Congregación diocesana se extenderá á otras dióce-
sis sino con el consentimiento de ambos Obispos, esto es, del lugar de
donde sale y del adonde quiere ir.
V. Si alguna Congregación diocesana se propaga á otras diócesis,
no se mudará nada de su constitución ni de sus leyes, sino con el con-
sentimiento de todos y cada uno de los Obispos en cuyas diócesis tie-
nen casa.
VI. Una vez aprobada una Congregación, no se extinguirá sino
por causas graves, y consintiéndolo los Obispos bajo cuya jurisdic-
ción vivan. Pero no está vedado á los Obispos suprimir en su propia
diócesis las casas particulares.
VII. Se dará al Obispo conocimiento, tanto de las jóvenes que so-
liciten el hábito religioso como de las que, completado el tiempo de
probación, deben hacer los votos; y al mismo pertenece la explora-
ción, y, cuando nada obste, la admisión de dichas jóvenes.
VIII. El Obispo tiene potestad de expulsar las religiosas profesas
de las Congregaciones diocesanas relajando los votos, sean perpe-
tuos ó temporales, excepto uno (á lo menos por su autoridad propia),
el de perpetua castidad; pero cuídese no se haga esto perjudicando
un derecho ajeno, como sucedería si se hiciera sin conocimiento de
los Prelados religiosos ú oponiéndose éstos justamente.
IX. Los Superiores, según la norma de sus Constituciones, se ele-
girán por las Hermanas. Mas el Obispo, por sí ó por delegado, asis-
tirá á la votación, y es de sus atribuciones confirmar ó rescindir la
elección, según le dicte su conciencia.
X. El Obispo tendrá derecho de visitar las casas de cualquier Con-
gregación diocesana y de investigar su aprovechamiento en las vir-
tudes, su observancia y su estado económico ó sus cuentas.
XI. Y, finalmente, es cargo de los Obispos el designar Sacerdotes
para celebrar, confesar, predicar y administrar los Sacramentos en
las Congregaciones diocesanas lo mismo que en las demás, en la ex-
tensión que en el siguiente capítulo se dirá más detenidamente.
(Se continuará.)
|NA OBRA CARMELITANA.—A la par que el grandioso templo que en
Milán están edificando los PP. Carmelitas descalzos á Jesús Sa-
cramentado, y que en los albores del siglo xx prueba de una manera
evidente el amor eucarístico que la Reforma Carmelitana ha hereda-
do de su Madre la seráfica Santa Teresa de Jesús, ha empezado á des-
arrollarse, iniciado también por un hijo del Carmelo, el Rdo. P. Ro-
berto de Santa Teresa, Lector y Definidor Provincial, que reside en
Treviso (Italia), el bellísimo y sublime pensamiento de hacer en Lo-
reto una consagración universal de la infancia á nuestro dulcísimo
Redentor, que tan especial afecto manifestó siempre á los niños, y
erigir, cerca de la Santa Casa en que el Niño Jesús pasó los años de
su santísima infancia, una estatua á nuestro Señor, en actitud de ben-
decir á los niños de las cinco partes del mundo, representados por
cinco de ellos, bajo los diversos tipos de Europa, Asia, África, Amé-
rica y Oceanía, y ofreciendo á Jesús cada uno de los cinco niños un
corazón, símbolo de su consagración solemne, en cuyo interior, se-
gún la parte del mundo que respectivamente representen, estarán
los nombres de todos los niños y niñas del Orbe Católico que contri-
buyan á esta obra.
Idea tan hermosa, y cuyo término será una peregrinación infantil
que, bendecida por Su Santidad, saldrá de Roma en dirección á Lo-
reto para su solemne consagración en nombre de todos los niños del
mundo, ha sido acogida con plácemes y bendiciones por muchos se-
ñores Obispos, Arzobispos y Cardenales, habiéndose inaugurado esta
obra con una función solemne el día 13 de Enero en la catedral de
Brescia por el señor Obispo de la diócesis, quien antes publicó una
Pastoral encomiando la obra del Rdo. P. Roberto y alentándole en su
empresa. Los padres que desean ofrecer á Nuestro Señor los frutos
de sus amores, son muchísimos; de todas partes piden instrucciones
para hacer la inscripción, y cada día es más creciente el número de
niños y niñas que envían sus nombres con diez céntimos de limosna
para la erección del monumento, orgullosos de poder decir que, gra-
cias á ellos, se levantará tan colosal estatua, que les recordará den-
tro.de algunos años, cuando ellos formen la futura sociedad, los pro-
pósitos con que inauguraron el siglo xx.
En España ha hallado también eco esta simpática idea, y se han
126 EL MONTE CARMELO

eiripezado á formar algunas listas que, con la limosna de diez cénti-


mos por cada niño, se enviarán aíRdo. P . Roberto. Las listas se for- ,
man anteponiendo á los nombres y apellidos una invocación de la
Letanía del Niño Jesús, y á cada niño se dará una estampa-recorda-
torio. Para más detalles, para pedir plantillas de listas, circulares
y estampas, y enviar los nombres y limosnas de los niños y; niñas,
se puede dirigir al Administrador de E L MONTé CARMELO, ó al
M\ R. S. D. V. Zeferino Gómez García, Capellán de Honor de la
S. I. C. Basílica de Loreto, residente en Santander, Rúa Mayor, 15,3.°
Que nadie se retire de esta obra santa, ¡oh devotos hijos de la Igle-
sia 1; que nadie rehuse poner su nombre ó el de sus propios hijos con
la pequeñísima oferta de 10 céntimos para ayudar á levantar una
nueva gloria á Jesús. Directores de Colegios, de Asilos, de Casas de
educación y enseñanza, y vosotros especialmente, sacerdotes del Al-
tísimo, que mejor que los demás podéis comprender la utilidad del
divino llamamiento, escuchad y procurad que sea eficaz la invitación
del amante Redentor: Dejad á los niños que vengan á Mi.
Esta será la mayor gloría de la futura sociedad puesta bajo los
auspicios y la bendición del Rey de la Gloria.
Para concluir, queremos dar noticia de un rasgo curioso referente al
Rdo. P. Roberto. Todos los miembros de la familia de este Padre son
religiosos: la madre, ursulina; dos hermanas, hijas de la Ven. Cano-
sa; un hermano, jesuíta; y el P. Roberto, carmelita descalzo. Habien-
do llegado á oídos de la madre la obra proyectada por su hijo, ó sea
la consagración de los niños á Jesucristo, exclamó: "Si yo estuviera
aún en el siglo, sería la primera en inscribir á mis cuatro hijos para
el monumento que se quiere dedicar á Jesús.„ Y la digna madre se
presentó á la Superiora y le suplicó de rodillas calmase sus vivísi-
mos deseos, permitiéndola en compensación que hiciera algún sa-
crificio. La Superiora la autorizó para que diera cuatro liras con des-
tino al monumento, é inmediatamente las envió á su hijo.

L A IMAGEN DE SANTA TERESA EN BEAS DE SEGURA. —El día 13 de


Enero de este año, segundo aniversario de la llegada de las Carme-
litas á su antiguo convento de Beas, se colocó su antigua y hermosísi-
ma imagen de Nuestra Santa Madre en la celda que habitaba la Santa
durante su estancia en aquella villa. Hacía más de sesenta y seis años
que había sido arrojada de allí cuando el Gobierno suprimió las Co-
munidades religiosas, siendo derribada la santa celda, junto con el
resto del Convento, no quedando de aquélla más que una pared y
parte de la hornacina en que las religiosas tenían colocada la vene-
randa imagen de la Santa, que desde el derribo pasó á ser propiedad
de la parroquia. Mas, restaurada providencialmente la Comunidad,
el dignísimo actual Párroco de Beas, D. Leandro Bayo y Bueno, que
tanto se interesa por la reedificación del Convento, ha devuelto á la
Comunidad su querida imagen, que ricamente vestida ha tomado po-
sesión y ha sido colocada en su propia celda. Este acontecimiento se
celebró con Misa cantada y un solemne Te Deum, quedando expuesto
el Santísimo hasta las cuatro de la tarde, en que, después de algunos
CRÓNICA CARMELITANA I 27

ejercicios piadosos y un elocuente sermón sobre la utilidad de las


Comunidades religiosas, las catorce monjas que constituyen la Co-
/nwtnidad llevaron en hombros en solemne procesión la santa ima-
gen desde la antigua tribuna hasta la restaurada celda de Santa T e -
res£ de Jesús, donde la colocaron en su antigua hornacina, cantando
los himnos de la Santa Madre, y el Vivo, sin vivir en mí, del Padre
Hermann; mientras el pueblo, que había acudido lleno de entusias-
mo, rjtenaba la iglesia y rodeaba el exterior del Convento.
TOMA DE HáBITO.—Ha tomado el hábito en el Convento de Carme-
litas descalzas de Oviedo, ocupando la plaza veintiuna, ó sea lajta-
mada de Santa Teresa, la Srta. María de la Piedad Alonso Miyar, de
veintidós años de edad, hija de un rico comerciante de aquella capi-
tal , tomando en la Religión el nombre de H. a Piedad de Jesús Cru-
cificado. La nueva novicia tiene otra hermana religiosa en la misma
Comunidad.
EN HONOR DE LOS BEATOS DIONISIO Y REDENTO.—Se han celebrado
las solemnes fiestas de beatificación de los dos mártires Carmelitas
en los conventos de Lerma, Oviedo, Corella, Granada, Salamanca,
Medina del Campo, Villanueva de la J a r a , Burgo de Osma y Marqui-
na, predicando en los dos primeros el P. Atanasio de la S. Familia,
y en los otros, respectivamente, los PP. Damián de Jesús María,
Prior de Corella; Gabriel de Jesús, Estanislao de la Virgen del Car-
men, Patricio M. de San Agustín, Tiburcio de San José y Eugenio de
Santa Teresa. De muchas partes nos envían reseñas de estas fun-
ciones; pero como todas son parecidas, y son tantas que ocuparían
espacio mayor del que podemos disponer para la Crónica, nos vemos
obligados á omitir su publicación. Sirva esto de contestación á los
que nos preguntan la causa de que no se publiquen, y reciban los co-
laboradores que se han servido remitirnos tales reseñas la expresión
de nuestro agradecimiento.
Varias señoras de Burgos han dispuesto hacer una visita diaria á
la Virgen del Carmen, con objeto de pedirla el buen éxito de las mi-
siones en la India, y en especial por la salud del P . Juan Vicente, que
tan gratos recuerdos dejó en aquella ciudad.
Unimos nuestros votos á tan piadosa como noble idea.
HAN FALLECIDO: En Corella, el H.° Bertoldo de la V. del Carmen,
corista, de veintidós años de edad y cinco de Religión.
En la Serena (Chile), la M. Manuela de la Sma. Virgen, de seten-
ta y siete años de edad y cincuenta y cinco de Religión.
En Burgos, la H. a Teresa de Jesús, corista, de cuarenta y cinco
años de edad y veinte de Religión.
En Villanueva de la Jara, la Rda. M. Priora, Catalina del Carmen.
En Pamplona, la Sra. D. a Toribia Martínez.
En Bilbao, Doña Clemencia Ángulo.
En Sasamón, el padre del Rdo. P. Bernardo de San José, Defini-
dor Provincial de Navarra.
R. I. P.
J H A NUEVA ENCíCLICA DE SU SANTIDAD.—Se ha publicado la anun-
T * ciada Encíclica de León XIII sobre la Democracia cristiana.
Hace tiempo venían los periódicos de todos los partidos y los perso-
najes de todas las situaciones publicando juicios sobre esta Encícli-
ca, llegando alguien á decir que el Pontífice se mostraba en ella ale-
jado por completo de todo lo que sea lucha política, y declaraba el
Catolicismo perfectamente compatible con las libertades modernas.
Viendo nosotros lo aventurado de muchas de estas exposiciones,
singularmente de la última, no quisimos hablar en nuestro último
número de la Encíclica, hasta que viéramos el mismo texto y nos
pudiéramos enterar de su contenido y dar á nuestros lectores un fiel
extracto de la misma, como hacemos hoy.
León XIII apunta las causas que han producido y aumentado la
discordia entre ricos y pobres, y recuerda sus cartas sobre la cues-
tión social Quod apostolici muneris y Rerum novarum. Se felicita
de que aquellas advertencias hayan abierto los ojos á muchos que no
son católicos, y á los católicos hayan estimulado á muchas obras en
bien del pueblo. Nota después los muchos nombres que se han atri-
buido los partidarios del socialismo cristiano: socialistas cristianos,
demócratas cristianos, cristianos sociales, etc. Estas fórmulas pare-
cen ambiguas y peligrosas. Sobre todo se teme que tales definicio-
nes parezcan demasiado políticas, y por consiguiente es necesario
que el Papa ponga término á la discusión diciendo lo que de ellas
deben pensar los católicos. No debe ser incierto lo que quieren los
socialistas y lo que deben querer los cristianos. Los primeros quie-
ren solamente el bien del cuerpo, dar el mando á la plebe, derrotar
el principio de autoridad. Los segundos miran también á las almas,
para que nada sea más santo que la justicia, y desean siempre ínte-
gro el derecho de propiedad.
No existe, pues, ninguna unión entre la secta socialista y los prin-
cipios de la ley cristiana. Por consiguiente, se debe condenar el he-
cho de dar significación política al nombre de democracia cristiana,
que puede convivir con cualquier régimen que no sea contrario á la
honestidad y á la justicia.
CRÓNICA GENERAL 129

Condena, con la autoridad de San Pablo, la lucha de clases. P r o -


hibe que, bajo el nombre de democracia cristiana, se esconda el pro-
pósito de combatir la legítima autoridad. Espera que ahora queda-
rán destruidas las falsas interpretaciones del nombre democracia
cristiana.
También espera que quien vive de su trabajo será mejorado en su
situación, practicando las virtudes cristianas y manteniéndose lejos
de la peste socialista.
Dice León XIII que la llamada cuestión social ó económica es so-
bre todo moral y religiosa, porque, además de las cuestiones mate-
riales, contribuyen á agravarla la falta de religión y las malas cos-
tumbres.
Considera dignas de alabanza las obras de los católicos que se des-
arrollan según los mandatos de caridad de la Iglesia. Vuelve á con-
denar las teorías socialistas, diciendo que la doctrina cristiana man-
tiene unida la sociedad; hace un elogio de la limosna, que nada tiene
de denigrante para los pobres, y excita á los católicos á que traba-
jen cerca de la población obrera para que ésta se muestre respetuo-
sa con sus patronos, observe la sobriedad y no olvide las prácticas
religiosas.
Poco importa llamar la acción cristiana popular, ó más bien demo-
cracia cristiana, si se tienen presentes los consejos del Pontílice. Los
ciudadanos de mayor importancia, los que tienen más talento y r i -
quezas, deben vivir haciendo el bien de los demás.
Los cristianos deben trabajar con gran ahinco para impedir que se
realicen las aspiraciones de los socialistas, que llevan al error á las
turbas agitadas por sus dolores.
Se trata de la vida de la sociedad y de la religión.
Aconseja á los católicos á no discutir entre sí cuestiones que ofen-
dan y dividan, y á que observen religiosamente los preceptos de la
Sede Apostólica.
Recomienda al clero que obre según estos principios. Dice á los
individuos y á las sociedades que se acuerden de obedecer siempre
á los obispos. El ejemplo será saludable entre el pueblo.
Acaba haciendo un llamamiento á la unión y á la concordia entre
todos los católicos.
E N HONOR DE ADRIáN IV.—Va á levantarse en el Vaticano, con la
aprobación del Papa León XIII, un monumento á la memoria de Ni-
colás Brakespeare, que fué Papa bajo el nombre de Adrián IV, des-
de 1154 á 1159. Ha sido el único inglés que ha ocupado el Trono de
San Pedro.
L A "PROPAGANDA FIDE,, EN EL SIGLO XIX.—Vamos á expresar al-
gunos datos estadísticos referentes á una de las mayores obras, si
no la mayor, del siglo xix: la evangelización de las naciones paga-
nas por las Misiones católicas.
En 1800, la Congregación romana De Propaganda Fide, Centro de
las Misiones, tenía 10 colegios en la Ciudad Eterna y 7 en el extran-
jero. Hoy cuenta 15 en Roma y 17 en el extranjero. Existen bajo su
dependencia catorce mil misioneros regulares de diferentes Órde-
I30 EL MONTE CARMELO

nes y seculares, con multitud de Arzobispados y Obispados en todas


las partes del mundo.
Los trabajos de los misioneros han sido fecundados por la sangre
de más de cien mil mártires, á quienes se ha hecho morir más ó me-
nos jurídicamente, sobre todo en Cochinchina y en China, en el si-
glo xix. El Seminario de la calle Du Bac, en París, ha merecido el
nombre de Seminario de los Mártires, por una corona de 60 héroes
muertos por la fe. Los Dominicos han tenido 6; los Jesuítas 4; los La-
zaristas, 5; la Sociedad de María, 8; los Padres Blancos, 9; sin contar
las matanzas de los boxers en el año último, al mismo tiempo que
León XIII ponía sobre los altares 80 mártires del siglo xix.
Los trabajos apostólicos han sido completamente recompensados
con los frutos obtenidos, con lo que ha progresado el Catolicismo du-
rante los últimos años. Los Estados Unidos han pasado de un Obis-
pado á 94, de 30 á 9.000 sacerdotes católicos, de 30.000 á 10.000.000
de católicos. China, de 5 á 58 Obispados, de 30 á más de 1.200 sacer-
dotes, y de 202.000 fieles á 1.000.000. El Japón ha pasado de algunos
supervivientes de las antiguas persecuciones, sin obispo ni sacerdo-
te, á 4 obispos, 120 sacerdotes y más de 50.000 fieles. Las Indias, de 22
á 2.000 sacerdotes, y de 475.000 católicos á más de 2.000.000.
La península Indo-china, en la que tanto trabajó nuestro ilustre
compatriota D. Wenceslao Oñate (hijo de Estella), ha visto aumen-
tar sus Obispados de 4 á 11, los misioneros de 20 á 500, sus sacerdotes
indígenas de 120 á 400, y los católicos de 320.000 á más de 1.000.000.
La Oceanía, donde el primer éxito de los misioneros fué el de ser
muy apreciados por su carne para el asado (!), no tiene ya un islote
en que no se haya predicado la verdad católica, y el continente aus-
traliano tiene ya su jerarquía eclesiástica. En América está evange-
lizado todo menos el centro del Brasil y los extremos septentrional y
meridional. En Asia hay más de 50 iglesias nacientes y bien estable-
cidas. África tiene más de 500.000 fieles, mientras, al comenzar el si-
glo xix, no tenía más que 14.000 de Argelia y Egigto, y algunos en las
islas.
En un siglo los misioneros han fundado más de 100 nuevos Vicaria-
tos ó Diócesis, y dado 25.000.000 de almas á la Iglesia de Jesucristo.
Las Congregaciones y Órdenes que han tomado parte en esta ben-
dita obra son:
Benedictinos, Trapenses, Agustinos, Agustinos de la Asunción,
Carmelitas, Dominicos, Franciscanos, Jesuítas, Lazaristas, la So-
ciedad de las Misiones extranjeras de París, los Oblatos de María In-
maculada, los llamados Sacerdotes de Piepus, la Sociedad de María,
la Congregación del Espíritu Santo y del Sagrado Corazón de Ma-
r í a , el Seminario de las Misiones extranjeras de Lyon, fundado en el
año 1856; los Padres Blancos de Argel (Sociedad creada en 1868 por
el Cardenal Lavigerie); Pasionistas, Redentoristas, Congregación
de la Sama Cruz del Mans (1855); el Seminario de las Misiones ex-
tranjeras de Mili Hill (Inglaterra), fundado en 1863 por los Cardena-
les Manning y Vaughan; los Salesianos de Dom Bosco (1850), y otros
varios Centros de misión, aparte de 20 Congregaciones auxiliares
para la educación.
CRÓNICA GENERAL 131

Hay 1.20 Congregaciones de religiosas, con más de 43.000 Herma-


nas, sin contar las 10.000 naturales de los mismos países misionados.
MATANZAS DE MISIONEROS BELGAS EN CHINA.—Han sido muertos, dí-
cese que quemados, los dignísimos PP. Abbeloos, Dobbe y Sylman,
de 30, 36 y 27 años de edad respectivamente, Misioneros congregan-
tes de la Mongolia, con todos sus fieles, en la residencia de Tie-Ko-
Tan-Ku. En la parte oriental de este distrito habitan unos 10.000 cris-
tianos, y 5.000 catecúmenos en 300 aldeas. "Todas las iglesias y re-
sidencias han sido destruidas, escribe el Vicario apostólico Monse-
ñor Van Aertselaer, y se calcula en 5.000 el número de cristianos allí
asesinados.,, Al atacar por tres diferentes lados á Tie-Ko-Tan-Ku
1.500 soldados que pusieron fuego á la localidad, los cristianos que
se hallaban en la iglesia con los Misioneros encontraron la muerte en
las llamas, y los otros fueron muertos por los .soldados.

E L OBISPO DE ANGERS Y LOS SOFISMAS CONTRA LAS CONGREGACIONES


RELIGIOSAS.—En una conferencia dada por Monseñor Rumeau, Obis-
po de Angers, sobre las Órdenes religiosas, dijo este Prelado, entre
otras cosas, lo siguiente:
"Los cargos de los sectarios contra las Congregaciones se fundan
en estos tres sofismas:
1.° Los votos de los religiosos son contrarios á la dignidad hu-
mana.
Precisamente esos votos lo que hacen es realzar dicha dignidad.
Así, pues, la pobreza es una lección provechosa para los opulentos y
un ejemplo para los desheredados de la fortuna; la castidad es una
solemne protesta contra la relajación de las costumbres; y, por últi-
mo, la obediencia, libremente consentida, forma un contraste edifi-
cante frente á ciertos servilismos que envilecen.
2.° Los bienes de las Congregaciones.
Aun cuando éstos fueran cinco veces mayores, ningún mal se se-
guiría de ello, puesto que se emplean en usos del bien general.
3. 0 Los religiosos son inútiles.
Nada menos cierto, pues las Órdenes contemplativas se entregan á
la oración y al estudio, y las Órdenes activas al apostolado y á la
instrucción de los fieles, prestando su concurso al Clero parroquial,
socorriendo la miseria y la ancianidad y evangelizando á los salva-
jes en lejanos países, donde su acción patriótica es universalmente
reconocida.»
E L ALCALDE DE BICéTRE JUZGADO POR sus AGENTES.—Con motivo
de la publicación del bando del Alcalde de Bicétre prohibiendo á los
sacerdotes el uso de la sotana por las calles de la población, un re-
dactor del periódico Le Matin, deseoso de ver por si mismo cómo se
cumplía el famoso bando, vistióse el traje talar, y se paseó por toda
la ciudad, acercándose de exprofeso á los agentes del Ayuntamien-
to; y, como éstos nada le decían, manifestó á uno su extrañeza de
que no cumpliese con él lo dispuesto por la primera Autoridad mu-
nicipal.
I32 EL MONTE CARMELO

—¿Es que, porque el Sr. Alcalde sea un idiota, vamos d serlo tam-
bién nosotros?, replicó el agente.
L A MANO DE DIOS. —Hace poco falleció en Bannegon (Francia)
M. Bouquet, maestro de instrucción primaria, el cual, al ser desti-
nado anteriormente á la escuela de Neuilly en Dun, mandó quitar el
Crucifijo, al que un alumno se entretuvo en tirar piedras cuando sa-
lió de la clase, rompiéndole una pierna.
Algunos meses después, al subirse el muchacho á un árbol, se caía,
fracturándose un muslo, de cuyas resultas murió.
Trasladado M. Bouquet posteriormente á Bannegon, quitó también
el Crucifijo de la escuela, y, al hacerlo, se le cayó de las manos y se
le rompió una pierna.
Hace poco, yendo el impío profesor en bicicleta, tuvo una caída, y
se fracturó una rodilla .falleciendo dos días después.
CRUELDADES SECTARIAS.—Una pobre mujer, que habita en el barrio
Ternes, París, enferma con cinco hijos, pidió socorro á la Asistencia
Pública, que le ha sido denegado porque el investigador encontró en
su mísera vivienda un Crucifijo y un rosario, y porque sus hijos no
iban á la escuela laica. Por esta última razón se deniegan auxilios en
Lyon á los cristianos. Con oportunidad dice La Croix que fuera di-
famar á los salvajes el compararlos con estos infames sectarios.
Los CATóLICOS Y EL DUELO.—Tres jóvenes pertenecientes á familias
muy distinguidas de Colonia han sido excluidos del grado de oficia-
les de la reserva, porque rehusaron responder á preguntas que se
les dirigían respecto al duelo; pues esos jóvenes pertenecen á una
sociedad católica que, como es natural, condena el desafío. El grupo
católico ha presentado una interpelación en el Reichstag, y esta in-
terpelación recuerda que en 2 de Diciembre de 1897 el Emperador,
en una orden del día al ejército, comunicada al Reichstag, condenó
el duelo en el ejército, por lo que es extraño que puedan ser excluí-
dos los candidatos al grado de oficial de la reserva, que sostienen
principios que el mismo Emperador defiende.
BODAS DE PLATA.—En Hervás ha celebrado sus Bodas de Plata el
Obispo de la diócesis de Plasencia, dando una comida á los presos
de la cárcel del partido, después de decir solemne Misa en la parro-
quia de Santa María.
EN HONOR DE LA VIRGEN DEL PILAR.—En la prensa católica de Za-
ragoza se ha indicado el proyecto de efectuar una cuestación entre
los 800.000 ó más aragoneses de que constan las provincias de Zara-
goza, Huesca, Teruel, y de unos 200.000 navarros que forman las dió-
cesis de Pamplona y Tudela, sufragáneas,de la de Zaragoza, por diez
céntimos de peseta cada persona, para costear dos ricas y artísticas
coronas de oro y pedrería fina para las imágenes de la Virgen y de su
divino Hijo. Celebraremos que se lleve á cabo este piadoso proyecto.

L. D. V. M.
y* niw^s

A SANTO TOMÁS DE AQÜINO


Nwm ^«tft» diligit anima mea vidzstis ?
CANT. C A H T I C , cap. m , v. 3.

INVOCACIÓN
Temblando de temor, de amor temblando,
Me postro ante tu altar ¡oh Dios amante!
Cual rendido y sediento caminante
Par del arroyo que buscó llorando.
Tú sólo ¡oh mi Dios!, Tú sólo eres
De la sagrada inspiración la fuente
Do adquiere su vigor la humana mente,
Y de tu amor se baña en los placeres.
Lejos de mí la inspiración traidora
Que encanta con sus flores y atavíos
La mente juvenil y soñadora
De poetas de numen fiel vacíos.
Huyan de mí las musas insolentes
Por siempre del mundano codiciadas,
Para cantar con notas destempladas
Su impuro amor y su pasión ardientes.
Tú sólo ilústrame, Dios soberano,
Y entonces, sí, las notas de mi lira,
Al hacerla sonar mi tosca mano,
Ayes serán de un alma que suspira.
Y ¿quién sin esta inspiración divina
Pulsar querrá su estro peregrino,
EL M0NTE
134 CARMELO

Para cantarte á ti, ¡oh sol de Aquino!,


Columna do la Iglesia se reclina?
En ella confiado, tus amores
Cantaré de inocente y tierno niño,
Cuando, lejos del maternal cariño,
Por tu Dios preguntabas á las flores.
Pero si quieres que mi pobre canto
No resulte salvaje vocerío,
Bendice el plectro mío
Y dale dulce encanto,
Para que pueda, con potente brío,
Hijo querido del amor mas santo,
Manifestar al mundo
Que por ti vibra con amor profundo.

Esbelto, cual gigante de granito,


En Casino atrevido se levanta
Un baluarte de la Iglesia santa,
Una mansión do acaba lo finito,
Y donde el alma sus amores canta,
Y se duerme abrazada á lo infinito.
Arboles gigantescos le rodean,
Que con sus hojas la pared sombrean,
Y albergan en su copa
A la cantante y voladora tropa
Que, en brazos de la brisa,
Del alba canta la primer sonrisa.
Líquidas venas de bullente plata
A sus pies se deslizan murmurando,
Y, mientras que las flores van besando,
La erguida torre en ellas se retrata.
Vistosas flores llenas de ambrosía
Esmaltan á porfía
La alfombra de verdura,
Y visten de hermosura,
Con el bello matiz de sus colores,
Aquellos muros de la edad cantores.
En ellos la azulada golondrina,
De la mar incansable pasajera,
El sonrís del Oriente fiel espera,
Y al contemplarle bulliciosa trina.
Canoros ruiseñores,
De la aurora fervientes amadores,
El alma hinchen de paz y de alegría
Con dulce melodía
Que encanta y ensimisma,
Pues parece hija de la gloria misma.
En fin, aquel convento
Que tantas maravillas tiene en junto,
Parece de la gloria un fiel trasunto,
Donde sueña con Dios el pensamiento,
?ue al escuchar su voz se alza al punto,
atraviesa veloce el firmamento,
A SANTO TOMAS DE AQUINO I35

Y con poder divino,


Rasgadas ya las nubes,
Se acerca á los querubes,
Que el solio diamantino
Custodian reverentes,
Do brotan á torrentes
La regia majestad y la hermosura
Del Dios de paz que adora la criatura...
Lugar bendito, santo y delicioso,
En que el alma se ensancha y se recrea
Con la divina y celestial idea
De un Dios omnipotente y amoroso
Que con su aliento el corazón orea
Y le colma de goces bondadoso...
Yo te bendigo con amor ferviente,
Pues fuiste el egido
Donde creció el águila inocente,
Que, impulsada por su amor crecido ,
Alzóse velozmente
Y allá en los Cielos colocó su nido.

¡Qué hermoso es!... ¿No le veis?... es un niño,


Puro, más que las miles filigranas
Que pinta con hermoso desaliño
El Oriente do brotan las mañanas;
Más que de amantes padres el cariño,
Que del pensil las rosas más galanas.
¿ Do va? ¿Por qué se para
Junto á un arroyo que incansable besa
Las plantas y las flores con gran priesa,
Cual si alguien, tirano, le instigara
Y fiero castigara
Su tardo andar que encanta y embelesa?
¿Por qué?... Oid su acento,
Dulce más aún que el suspirar del viento.

Arroyo cristalino que corres bullicioso,


Llevando entre tus ondas la vida de la flor,
¿ Querrás decirme al punto, si eres bondadoso,
Quién es el Dios potente, tan bueno como hermoso,
Que eleva mis sentidos, que es causa de mi amor?
Pues oye: yo le busco y presto verle quiero:
¿Acaso tu corriente á El me llevará?
Si tú así no lo haces, indícame el sendero,
Que mucho yo le amo, y al no le ver me muero,
Y sangre de mis ojos de pena brotará...
En vano la respuesta el buen niño esperaba,
Humilde y silencioso cual bello serafín;
Pues, sordo á él, el riachuelo tan sólo murmuraba
E n brazos de las peñas que al paso se encontraba,
U oculto entre la alfombra de gualda y de verdín.
Lloroso el niño entonces de aquel sitio alejóse,
I36 EL MONTE CARMELO

Y al lado de las flores ligero se acercó;


Y al verse ya entre ellas su alma serenóse,
Y lágrimas vertiendo humilde arrodillóse,
Sus tallos halagando, y así al fin les habló:
Hermosas florecitas, que siempre os eleváis,
Del aura acariciadas, henchidas de placer:
A mis suspiros tiernos no sordas os hagáis:
Decidme con presteza de Dios cuanto sepáis:
Mirad que yo le amo, y muero al no le ver.
El niño alzóse entonces, y á todas fué besando,
Creyendo sus gemidos á veces percibir;
Mas ellas, silenciosas, le iban perfumando,
Y abriendo sus corolas le fueron embriagando,
Pensando de este modo sus besos resarcir.
Después, embelesado y radiante de alegría,
La más fragante rosa risueño acarició;
Y ella con presura sus hojas más abría
Y el cáliz le mostraba que perlas escondía...,
Las perlas del rocío que el alba le entregó.
Creyóse el inocente que llanto derramaba
De pena y de tristeza por no poder hablar,
Y afable y cariñoso de besos la colmaba,
Y perlas de sus ojos, pues él también lloraba,
Caían á la tierra al verla á ella llorar...
Del sol la cabellera aurífera, esplendente,
Lució sobre Natura, que al verla coloró;
Y amor y luz y vida cobraron de repente,
Las selvas y las flores, y todo ser viviente,
Ya libre de las sombras, de encantos se llenó.
La candida criatura marchóse hacia el convento,
Y triste y pensativo en una celda entró,
En donde, reclinado en un modesto asiento,
Un monje venerable, bañado de contento,
Estaba contemplando las dichas que abrazó,
Del mundo al desasirse, aun siendo una criatura,
Dejando aquella madre que diérale su ser,
Por otra más hermosa, más célica y más pura,
Que forma en Tierra y Cielo de todos la ventura
Al ver su solo rostro de nieve y rosicler...
Por Dios, ¡oh padre!, dijo: decidme, si os parece,
Porque de pena muero al no ver mi Señor,
Cual veo en las alturas el sol que resplandece,
Que rasga el negro manto que al mundo entenebrece,
Que á todo el Universo da vida y esplendor.
Pronuncio yo su nombre y creóme dichoso,
Mi pecho se conmueve y agítase mi ser;
Con todo, Padre mío, me hallo congojoso,
No encuentro pura dicha ni plácido reposo,
Pues todas sus grandezas quisiera conocer...
Entonces el anciano alzó su blanca frente,
Miróle de hito en hito, y quísole hablar;
Mas ayes y suspiros brotaron tiernamente,
Cual hijos cariñosos de amor el más vehemente,
En vez de las palabras que quiso pronunciar.
A SANTO TOMAS DE AQUINO IÍ7

Y lágrimas de gozo sus ojos despedían


E n tanto que su m e n t e , cual águila imperial,
F l o t a b a sobre nubes que al Sol obscurecían,
Y mil y mil cendales que el paso le impedían,
Rasgó cual F e b o rasga la niebla matinal.
Y al lado de querubes creyóse conversando,
E n medio de los Cielos, trocado en querubín;
Y dichas y venturas cual nunca presenciando,
Su espíritu abismóse y extático quedando,
Al niño contemplaba cual bello serafín...
Al fin del viejo monje los labios ardorosos
Se abrieron cual se abre la rosa virginal,
Y aromas exquisitos dejaron abundosos,
Que fueron á perderse cual austros vagarosos
Del perfumado espacio en la vasta inmensidad.
N o puedo consolarte, T o m á s del alma mía,
E n t a n t a s amarguras é insólito dolor;
P u e s hace muchos años que sufro esa agonía,
Y nunca satisfecha del todo mi alegría
Se pudo ver, aun dentro del templo del amor.
M a s , m i r a : si sediento de célicos a m o r e s ,
Quisieres en la tierra los mismos mitigar,
Al regio Prisionero, Señor de los señores,
Acércate gozoso, sin miedo ni temores,
Que amante en el sagrario te espera sin cesar.
D e A q u i n o , el Ángel bello, al santo religioso
L a m a n o temblorosa humilde le b e s ó ,
Y un poco r e a n i m a d o , modesto y silencioso,
Aquella pobre celda, jirón del Cielo hermoso,
E n lágrimas bañado después abandonó.
fr. José J/laría del Santísimo Sacramento.

MONTE CARMELO.- VISTA DE CAIFFA


NUESTRA SEÑORA DEL CAMINO
(Conclusión.)

|^íRAN las cuatro de la tarde del día i.° de Septiembre del año
J
de gracia 1662, cuando un vecino de Villamoros de Mansi-
Ua, D. Sebastián de Prado, recibió de una mujer media libra de
pólvora en lugar contiguo al Castillo de Venal, y, no teniendo
dónde guardarla, la entregó á un criado que, falto de experien-
cia y de cuidado, la colocó en el propio cañón de su escopeta.
Distraído el infeliz sirviente, disparó el arma, la que, como era
natural, reventó, chocando un gran pedazo en su cabeza, entre
la densa niebla de humo que sucedió al estruendo más espanto-
so. Devoto fervientísimo D. Sebastián de la Virgen del Camino,
invocóla en lance tan apurado de peligro, y, en efecto, su criado
resultó sin lesión y sin herida.
EL carpintero de León Andrés de la Lastra quitaba las colgadu-
ras de la iglesia de la Concepción en Agosto de 1671, y, al caer
desde la bóveda al pavimento, imploró el patrocinio de la Vir-
g e n ^ con admiración de los presentes, en vez de morir, como en
orden natural le hubiera sucedido, levantóse bueno y sano y dis-
puesto á subir nuevamente á la escalera.
En perdurable memoria de agradecimiento los condes de Vi-
llanueva de Cañedo y de Orgaz, señores de Villacid, D. Alvaro
Osorio y Doña Beatriz Francisca de Vega á la Virgen milagrosa
del Camino, colocaron en el santuario el retrato de su hijo Don
Pedro, niño de corta edad, que en 12 de Junio de 1689, jugando
con un perro en la orilla del Bernesga, al tirar una piedra para
que el perro la sacase, arrastró tras sí á la inexperta criatura, en
sitio,donde había más de una pica (1) de agua; al caer pronunció

(i) Representa su profundidad la altura de una lanza larga que usaban los
soldados de infantería para impedir que rompiese el escuadrón el empuje te-
rrible de la caballería.
NUESTRA SEÑORA DEL CAMINO I39

el nombre de la Virgen del Camino, y por milagro apareció en


aquella sazón un estudiante quese arrojó al río, sacando al niño
sin lesión ni daño. Desahuciado este mismo D. Pedro en tres en-
fermedades gravísimas, sanó de ellas mediante las oraciones de
sus padres á la milagrosa Virgen.
Se celebraba en la Catedral de León, por Mayo de 1715, la
novena á Nuestra Señora, con la grandeza y esplendor propios
de la devoción que inspira, y, perdidas, las cosechas por la ince-
sante sequía de todo un año, comenzó la lluvia, obteniéndose de
los campos los frutos perdidos sin esperanza de salvarles.
Estalló por aquel entonces una tempestad formidable; por la
torre llamada del Obispo D. Baca (1) penetró una centella que,
entre el terrorífico asombro de la multitud, giraba alrededor de
aquel edificio anchuroso, poblado de estatuas ideales, en las que
campean los estilos gótico y bizantino en toda su pureza y mag-
nificencia, representando vírgenes y reinas, monjes y obispos...
en actitud de dicha arrobadora y extática, combinados, para con-
traste, con descendimientos de sartas de condenados y vestiglos
contemporáneos de las visiones del Dante, y precursores de las
gigantescas creaciones de Miguel Ángel; y por la protección, con
insistencia dispensada por la Virgen del Camino, el templo y los
fieles se salvaron del peligro incontrastable, anejo al poder des-
tructor de las centellas. Los prebendados que entonaban en el
coro Vísperas en aquellos momentos de estupor y de peligro, ter-
minadas las Completas, cantaron en la nave mayor un solemnísi-
mo Te Deum ante el altar de la Virgen del Camino, decretando
después el Cabildo en pleno la perpetua celebración de una Salve
al terminar Completas el segundo día de la Pascua del Espíritu
Santo, y de una Misa el 10de Junio, con asistencia siempre de la
Comunidad.
Patentes á todas luces los prodigios milagrosos de la Virgen
excelsa del Camino, por la confianza de los fieles, se la hacen ro-
gativas cuando amenaza alguna calamidad ó desastre de esos
que con harta y sensible frecuencia nos hostigan y nos afligen, y
al efecto se traslada la imagen bienhechora desde el santuario,
con arreglo á ceremonial interesante y curioso.
Puesto en conocimiento del Municipio el deseo de las rogati-
vas por parte de los pueblos, la corporación lo acuerda y parti-
cipa al Cabildo catedral. En la fecha señalada, una comisión de

(1) En recuerdo sin duda del obispo de León D. Pedro Cabeza de Vaca.
I4O EL MONTE CARMELO

ediles y canónigos se dirigen al santuario y á hombros conducen


la milagrosa imagen, para entregarla, al traspasar la puerta de
la capilla, á individuos de los pueblos que hayan solicitado las
rogativas, los cuales, en el puente de San Marcos, la ceden á su
vez al Ayuntamiento de la capital, encargado de llevarla á la
iglesia de San Marcelo, que data del siglo ix, y que transfirió
Sancho I del dominio de los reyes al de la.Catedral, y allí, depo-
sitada bajo la custodia del Cabildo, éste la traslada á su iglesia.
Pasados los días de rogativas se devuelve la imagen al santuario
con las propias ceremonias.
Los devotos de la Virgen del Camino acostumbran en el mes
de Septiembre, y principalmente en los días de la novena, á rezar
el Calvario ante las catorce cruces existentes entre la capilla
donde se venera la imagen y la ermita del Cristo del Humilladero.
Las ofrendas á la Virgen se depositan, si son en metálico, en
dos arcas situadas detrás de la verja que separa la capilla mayor
del resto del templo; y si son en especie, en la reja del trascoro
que da acceso al granero.
El gobernador civil de la provincia, en nombre S. M., el dele-
gado de Hacienda y el administrador del Santuario verifican to-
dos los años en Mayo balance de las existencias en las cajas y
granero, y, levantada acta subscrita por los tres claveros, el ad-
ministrador se hace cargo de las limosnas para subvenir los gas-
tos del Real Santuario.
Mucho debe quien estas líneas escribe á la intercesión de Nues-
tra Señora del Camino, y como prueba de gratitud y de amor
la consagra este recuerdo insignificante y modestísimo en las co-
lumnas de E L MONTE CARMELO, para que puedan los piadosos
lectores, en las horas supremas de tribulaciones y catástrofes, le-
vantar el corazón á la que es al propio tiempo Madre de Dios y-
de los hombres, y pedirla lo que siempre está propicia á conce-
dernos, esto es, misericordia y gracia.
¿ernardino de Jl/fe/gar,
Marqués de Benavites.

<¡JLs>
EL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN

II

INFORTUNADAMENTE, al empezar á clarearse en los horizontes


<=-/ t de la sociedad los albores del siglo xx, como las estrellas
del cielo se reflejan en las aguas de un tranquilo lago, damos
principio á estos artículos.
A propósito los he intitulado Estudio sobre la religión, porque
no quiero nada con la política. Lo que hace suma falta es más re-
ligión y menos política, más caridad y menos diplomacia, más
oración y menos discursos.
Las antiguas Repúblicas de Roma y Grecia, que llevaron á su
mayor esplendor las reglas del buen gusto y los cánones de la
literatura, se perdieron cuando estaban en boga los famosos ora-
dores que se decían intérpretes de los dioses.
No sucedió esto por la cultura clásica de los antiguos, sino á
pesar de ella. En vano reunieron Tulio en sus arengas, Horacio
en sus epístolas, Lucano en sus epigramas, Virgilio en sus églo-
gas, Homero en sus cantos, Píndaro en sus odas, Demóstenes en
sus declamaciones, y Sófocles en sus tragedias, todas las galas y
primores de la lengua de los dioses: no pudieron impedir la rui-
na de aquellas florecientes sociedades, porque, en medio de su
deslumbradora cultura, les faltaba el elemento divino de la re-
ligión.
Antes, la política era el arte de gobernar á los pueblos según
el Evangelio y las leyes fundamentales de la nación, como en las
esplendorosas dinastías de los Reyes Católicos y Felipe II, que
obligaban al Sol á no dar un paso sin calentar y hacer feliz á al-
gún español. Pero ahora, bajo el horrible despotismo del trián-
gulo y de las herejías racionalistas, es el arte de engañar á los
pueblos, abrir sinagogas de protestantes, perder las colonias, pi-
I42 EL MONTE CARMELO

sotear los escudos del Sagrado Corazón, lanzar alaridos de blas-


femia contra el Cielo: ahora la política es an comercio, el arte de
comer los peces grandes á los pequeños, sellar los labios de los
embajadores de la verdad y despojar de sus ricas preseas á la an-
tigua Reina del Sol y de los mundos, para sepultarla en el negro
panteón de sus desdichas.
Por la misericordia de Dios tengo la dicha de ser católico -
apostólico-romano, que es la primera gloria del hombre, y, por
consiguiente, admito todas las enseñanzas de la Iglesia. De in-
tento he dicho las enseñanzas de la Iglesia, y no siempre las de
los autores particulares, aunque sean respetables, porque num-
quam in verba magistrijuravi.
Además soy, no sabio, sino amante de la sabiduría, y acepto
de buen grado los verdaderos adelantos de las ciencias en los di-
versos ramos del saber, aunque no tengo ninguna ilusión por el
progreso indefinido de Salmerón, ni por los esplendores de la li-
bertad cantados en el Ateneo por Castelar.
Castelar ha derramado mucho veneno sobre la religión católi-
ca en las doradas gotas de su rutilante y seductora elocuencia,
consagrada á enaltecer más de lo justo los derechos de la liber-
tad, poniéndola más arriba que la justicia, la religión y el mismo
Dios. En todos sus libros, discursos y conferencias, venga ó no
á cuento, acostumbra llevar las cuestiones al palenque de la liber-
tad para producir efectos de gran golpe. Muchas veces pulverizó
sus errores con la maza de su pasmosa lógica Mateos Gago, el
Hércules de los polemistas modernos.
Dos partes abarcan estos artículos: la parte que podríamos lla-
mar afirmativa, en que se trata de las excelencias de la religión
católica, y la parte negativa, donde se combaten los errores con-
trarios á ella.
Los tiros envenenados dirigidos contra la religión por los ra-
cionalistas modernos Sanz del Río, Giner de los Ríos, Emilio
Castelar, Nicolás Salmerón, Ernesto Renán, Guillermo Draper y
otros, no han hecho más que auxiliar mejor los fundamentos de
esa obra divina, y confirmar la eternidad de las palabras de Je-
sucristo: «Las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella».
Dejando enterrados en los tristes sepulcros del olvido el arria-
nismo, el maniqueísmo, el pelagianismo y otros errores antiguos,
que no hacen tantos estragos en la sociedad por haber pasado de
moda, preciso será combatir hasta en las últimas trincheras al
protestantismo, al materialismo, al masonismo, al racionalismo,
EL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN I43.

al socialismo y al liberalismo, sistemas más ó menos opuestos á


la religión revelada.
Según el principio sentado por Santo Tomás en el preámbulo
de su incomparable Suma, el conocimiento que es dable adqui-
rir de las cosas altísimas es mucho más apetecible que la certi-
dumbre absoluta que podemos alcanzar de otras cosas más bajas.
No cabe duda que el insigne teólogo de Aquino, por el cono-
cimiento de cosas altísimas entiende el estudio de la religión, se-
gún colijo de estas palabras que pone al fin del artículo. A cujus
tamen veritatis cognitione dependet tota hominis salus, quce in
Deo est.
Cada cual habla de aquello que le agrada y le da gusto en el
escenario de la vida. El teólogo habla de los atributos de Dios,
el canonista de las leyes, el moralista de las costumbres, el filó-
sofo de los predicamentos, el astrónomo de las estrellas, el abo-
gado de las causas, el médico de las enfermedades, el militar de
las batallas, el comerciante de los géneros, el labrador de las tie-
rras, y así los demás de sus respectivos oficios. Pero de la reli-
gión hablan y escriben y discuten, ora defendiéndola, ora impug-
nándola, todos los hombres.
Vamos, pues, á estudiar las cuestiones más altas de la religión,
que es como la ciudad santa de los católicos, para confirmarles
en sus creencias salvadoras y alumbrar con el luminoso faro de
la fe á los que duermen en las tinieblas y sombras de la muerte.
En cuanto á las disposiciones subjetivas para el estudio de la
religión, indicaré tres principales: el amor sincero de la verdad,
el juicio libre de preocupaciones y, en particular, el alma limpia
de pecados, la conciencia libre de compromisos. El Espíritu San-
to dice con magisterio infalible: No entrará la sabiduría en el
alma manchada, ni habitará en el cuerpo sujeto al pecado. Sap.,
capítulo 1.
Presupuestas estas nociones indispensables para aquello que
diremos después, en el artículo siguiente empezaremos á des-
arrollar la materia objeto de este estudio.
fr. Gusebio de la ¿asunción.
jtV i^^g vdi^g? <^«y ^«fr "^^^-^tW y,jj» ><¿JBr Vtftv VS^* vt^iv v¿

FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ


ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

£ON oportunos ejemplos, sacados de la Historia eclesiástica y


profana, declara cumplidamente Fr. Jerónimo la nobleza y
soberanía de la Historia para aficionar al hombre al bien y apar-
tarle del mal. En ella, dice, «como en un limpio espejo, ven los bue-
nos en las ajenas virtudes dibujadas las suyas, y los malos en los
ajenos vicios los suyos reprehendidos» (i).
Con sin igual bizarría y gentileza amplía todavía más esos con-
ceptos discurriendo sobre las utilidades que se siguen del estudio
de la Historia. «Todo lo que con tanto anhelo procuran, y en que
sudan los mortales, se endereza ó debe enderezar á conseguir una
vida feliz por medio de la virtud y del valor, para lo cual el a r t e , la
experiencia, la peregrinación, el trato y comunicación con hombres
sabios, la noticia de muchas cosas, la erudición en varias facultades,
todo para esto ayuda y es menester; pero alcanzándose con suma
dificultad algo de ello en la brevedad de la vida, se goza y halla todo
junto en la Historia. Estiman, y con razón, los cuerdos mozos el
consejo de los sabios ancianos... y así valiéndose de sus documentos
y noticias, en hombros de la gigante vejez alcanzan á ver lo que en
su enana edad no pudieran; pero éstos mismos, en hombros de la
canuda Historia, que empareja con los primeros siglos del mundo,
¿hasta dónde llegarán á ver? (2)... Muy anciano y cano es el que
por medio de la Historia vive desde que el mundo comenzó; igno-
rante y niño el que en largos años de vida no sabe más de lo que
alcanza su edad, aunque en ella alcance todo lo que en ella pasa
y sucede... El mayor poeta de la Grecia, para representar por hom-
bre grande á Ulises, lo introduce y pinta adornado de varias noti-
cias y apariencias, diciendo que había visto las ciudades y costum-
bres de muchas gentes. ¿Pero las de cuántas pudo Ulises ver, que

(1) Cap. citado, § 7.


(2) Á juicio de Menéndez Pelayo, y seguramente de todo el que posee exquisito
gusto literario, esas frases parecen escritas en Atenas, como decía á Fr. Jerónimo su
maestro Bartolomé Leonardo de Argensola.
FR. JERÓNIMO DE SAN JÓSE I45

le hiciesen consumadamente noticioso, si ya no fué en el teatro uni-


versal de la Historia que ciñe siglos y distancias en brevísimas letras?»
Y describiendo cuanto se contiene en el vasto escenario de la
creación, continúa diciendo Fr. Jerónimo: «Aquí ve el hombre las
provincias, las naciones, las costumbres, leyes, ritos y ceremonias
de ellas; sus ciudades, tierras, frutos, comercio y abundancia; a4uí
las extendidas monarquías y repúblicas; los principios, aumentos y
caídas de los grandes imperios; los héroes y príncipes justos y tira-
nos; los insignes varones que florecieron en la guerra y en la paz;
sus hazañas, empresas y consejos; los ejércitos numerosos, las san-
grientas batallas, la fundación de repúblicas, de familias y religio-
nes; la diversidad de estados, oficios, empleos, inclinaciones y mi-
nisterios de virtudes, vicios y obras de los mortales; y, finalmente,
toda la muchedumbre, variedad y mudanza de las cosas del mundo.
Con esta general noticia, quien por beneficio de la Historia la tu-
viere, quedará más capaz que Ulises con la suya para el manejo de
cualesquiera cosa grande, y mucho más fácilmente advertido que
con el peligroso navegar y prolijo discurrir por varias tierras y ma-
res, sólo con engolfarse en el siempre tranquilo y quieto mar dé la
Historia» (i).
Fácil y gustosamente se aprende la enseñanza que brota de las
páginas de la Historia, más que la contenida en otros libros mera-
mente especulativos. Sin advertirlo, aquella lección domina y seño-
rea el alma «como el navegante — dice bellamente Fr. Jerónimo —
que divertido en apacible conversación, cuando menos lo piensa, se
halla en el puerto. Es un género de enseñanza la de la Historia
muy eficaz y suavísima, porque á vueltas de la noticia de un suceso
sé lanza en el ánimo un vivo deseo de abrazar lo que con él se per-
suade , ó ya también de evitar lo que con él se reprende. Témplase
la aspereza del precepto que á solas causa horror, y se facilita la
inteligencia del aviso que en la especulación á veces se embaraza,
y todo se allana y suaviza sólo con la representación de un ejemplo
eñ la Historia (2).
Y no sólo es la Historia luz para la inteligencia y norma de vida
fácil y suavísima, sino que es fuente de recreación y honesto deleite
para el alma. «Porque—dice atinadamente Fr. Jerónimo—como
sea tan propio y natural al hombre el apetito del saber, y por otra
parte le sea tan penoso el trabajo de adquirir la ciencia, de aquí es

(1) Cap. I I , § 2 .
(2) Cap. citado, § 3.
I46 EL MONTE CARMELO

que con mayor facilidad se aplica á la noticia que le ofrecen las


Historias, por venir vestida de aquellas circunstancias y ropaje exte-
rior tan familiar á los sentidos, de los cuales tanto depende el discu-
rrir del alma en esta vida, y así, trabajando menos el ingenio, gusta
más de este modo de aprender y saber á menos costa suya» (1).
¡Qué donosa y sensata manera de discurrir! ¡Cuan en armonía con
las tendencias del espíritu humano!
Además, varia y tornadiza es la condición del hombre, y por eso
la novedad en todo le cautiva y entretiene; de ahí el interés y atrac-
tivo de la Historia en este punto, y que «en cualquier estilo y método
(por bajo y deslucido que sea) que se escriban los sucesos, siempre
halla en ellos particular cebo y deleite el apetito humano». Y «la re-
creación y gusto del alma ha redundado en beneficio manifiesto del
cuerpo» (2); como así sucedió al magnánimo Alfonso V de Aragón,
que cobró lá salud con la lectura de la Historia de Alejandro, es-
crita por Quinto Curcio Rufo, más amigo por otra parte éste—y
sea dicho al correr de la pluma — de la dicción pura y elegante que
de tributar severo culto á la verdad histórica.
Para mayor ponderación y estima de la Historia, alega el autor
el hecho de que casi todos los libros de la Sagrada Escritura son
historiales, y de que todas las ciencias necesitan el socorro y ayuda
de la Historia.
No sé si en libro alguno (pienso que n o ) se exponen con tanta
lucidez y maestría los provechos y utilidades de la Historia como
en ese admirable Genio de F r . Jerónimo de San José. Convendría
que los que tienen á su cargo el adoctrinar á la juventud en todas
las esferas de la vida se inspiraran en esas enseñanzas para poner
de relieve la importancia de la Historia, á la cual llamó Cicerón:
Testis temporum, lux veritatis, vita memoria, magisíra vites, nuntia
vetustatis (3); clásica definición que en todas las edades se repite,
sin diferencia de país, lengua ni civilización; importancia, repito,
que han reconocido unánimes los mayores ingenios, timbre y decoro
de la humana raza, como Séneca y el citado príncipe de la elocuen-
cia latina, en la antigüedad; San Isidoro, en la Edad Media; Bos-
suet, Fenelon y nuestro clásico Sigüenza, en la moderna; Jovella-
nos, Dupanloup y César Cantú, en la contemporánea.
José Jgn. Valenti.
(Se continuará.)

(1) Cap. citado, § 4 .


(2) Cap. citado, § 4 y 5.
(3) De Orat., lib. n.
^^yvvvvVVVvVVv
*

SANTIAGO Y SU ESPAÑA
(Continuación.)

En una de esas noches apacibles


De blanda brisa y despejado cielo,
Que tanto abundan en el bello suelo
De la Iberia inmortal;
En una de esas noches en que el alma
Puede leer las páginas más bellas
Que él Eterno escribiera con estrellas
Contándonos su amor;
En una de esas, numeroso grupo,
Atravesando puerta asaz vetusta
De la antigua y muy fiel Cesaraugusta,
Salió de la ciudad.
Sus pasos dirigieron hacia el bosque
Con que el Ebro embellece sus orillas,
Y allí cayeron todos de rodillas
En férvida oración.
Fija en el Cielo ascética mirada,
Y elevando hasta Dios sus pensamientos,
Le ofrecieron su amor, sus sentimientos,
Su vida y voluntad.
, En éxtasis profundo uno de ellos,
É irradiando divinos resplandores,
Implora del Eterno sus favores
Para su pueblo fiel;
Y ofreciendo su vida en holocausto
Por la eterna salud de sus ovejas,
Para ellas pide con sentidas quejas
Los frutos de la Cruz.
¿ Hará falta que yo pronuncie el nombre
Del que se ofrece por la España hermosa,
Si entre el fervor de gratitud preciosa
Lo pronunciasteis ya?
¿Hará falta decir que es nuestro Apóstol
El que se ofrece al Dios de los amores,
Por matar de la Iberia los errores
Y hacerla hija de Dios?
¡Y oye Jesús los ruegos de su Apóstol
Que, haciéndose pequeño, ante Él se humilla,
Y al punto á honrarle va con maravilla
•Que á España hace feliz!
Aun absorbido en su oración se hallaba,
I48 EL MONTE CARMELO

Cuando, al compás de célica armonía,


Divina voz cantó el Avemaria
En el espacio azul.
Angeles mil en coro inimitable
Las glorias de su Reina celebraron,
Y los bosques del Ebro se tornaron
En Cielo arrobador.
Circundada de luz y de colores,
Que á describir no acierta lengua humana,
Se apareció la Reina soberana,
La Madre de Jesús.
Sonrisa maternal pinta su labio,
Gracia y perdón con su mirar publica;
Y para siempre á España santifica
La huella de su pie.
Los ídolos rodaron de su asiento,
Y de placer tembló mi patria bella
Al sentir de ese pie la santa huella
Que vence á Satanás.
Pilar marmóreo, en que María se apoya,
Los querubines bajan á la Tierra,
Y entre su masa nuestra Madre encierra
Esperanza feliz.
Pero callad: la Reina de los Cielos
Abre sus labios. En el polvo hundido
Escondamos el rostro agradecido,
Para escuchar su voz.
«Santo es este lugar, noble hijo mío»:
Dice al Apóstol que postrado escucha,
« Para refugio en la sangrienta lucha
» Que el mundo ha de entablar,
» Levanta en este sitio santo templo
» En honra de mi nombre venerado,
» Donde se rinda á Dios culto sagrado
» En aras del amor.
» Este Pilar será columna firme
» Del templo augusto de la fe de España,
» Que no podrá rendir la fiera saña
» Del reprobo Satán.
» Desde hoy será la Iberia el pueblo mío;
» Para siempre le doy mi amor de Madre,
» Si á mi Jesús venera como á padre,
» Si siempre es hija fiel.»

«¡Oh Santísima María,


• Reina mía!»,
Nuestro Apóstol exclamó;
«Yo bendigo tu ternura,
»Que satura
»De gracias mi corazón.
»Tus bondades, que en mí siento,
»Danme aliento
«Para luchar por la fe:
»Yo te ruego en mis fatigas
SANTIAGO Y SU ESPAÑA I49

«Que bendigas
»Y ampares al pueblo fiel.
»Por labrar su eterna suerte,
»Ni la muerte
»Amenguará mi fervor,
»Pues alegre espero el día,
«Madre mía,
»En que muera por mi Dios.»
Y esa Reina inmortal le escucha amante,
Y una vez más le infunde fortaleza,
Y la visión á disiparse empieza
Volando hacia Salen.
Poco después dominan las tinieblas,
Y otra vez las estrellas relumbraron;
Los cánticos divinos se alejaron
Por la región azul;
Y el Ebro, que su curso suspendiera
Por contemplar tan célico tesoro,
Dando á sus ondas eco más sonoro,
Dejólas proseguir.
Pero quedaba, como fiel testigo
De tan sublime y tierna maravilla,
Cerca del Ebro, en pie sobre su orilla,
El marmóreo Pilar.
Anhelando cumplir orden tan santa,
Del polvo, do sus frentes humillaron,
Jacobo y sus discípulos se alzaron
Con nueva intrepidez.
En torno del Pilar la obra comienzan,
Luchando con constancia noche y día,
Y ensalzando las glorias de María
Perfuman su labor.
Y aparece por fin la nueva Iglesia
Pobre... muy pobre en elegancia y oro;
Pero ante Dios muy rica... que un tesoro
Su Madre guarda allí.
Y ese tesoro inestimable, eterno,
¡ Qué gérmenes divinos en sí encierra
De triunfos mil que vio después la tierra
Absorta de estupor!
Ese tesoro que inflamó los pechos
Hasta engendrar millones de cristianos
Que torna luego en héroes sobrehumanos...
¡¡Es nuestro... y lo será!!
¡ Huya de España quien , como hijo espurio,
No sepa honrar, cristiano y caballero,
El don sin par que al corazón ibero
Madre hermosa otorgó!
Que el hijo fiel, con gratitud ferviente
Confesará, porque nobleza obliga,
Que el tierno amor que al español prodiga
A nadie dio jamás.
Jtfart'ano J/¡. jfiaroio,
(Se continuará.) Presbítero.
CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA
DE

NUESTRO SANTÍSIMO PADRE EL PAPA LEÓN XIII


SOBRE LOS

INSTITUTOS RELIGIOSOS DE VOTOS SIMPLES

(Conclusión.)

.fif&L otro capítulo ó género de reglas sobre las Congregaciones cu-


'.¡T5^ yas leyes han sido reconocidas por la Santa Sede, ó cuyo insti-
tuto ha merecido su alabanza ó aprobación, abraza lo siguiente:
I. Pertenece á los Superiores de dichas Congregaciones admitir
á los postulantes al santo hábito ó á la profesión de los votos, perma-
neciendo, no obstante, en su vigor la facultad concedida á los Obis-
pos por el Concilio Tridentino de explorar la voluntad de las muje-
res antes de la recepción del hábito religioso y de la profesión. Toca
asimismo á dichos Superiores la distribución de las casas particula-
res, la expulsión de los novicios ó profesos, siempre que en ello se
observen las leyes del Instituto y los decretos pontificios. El nombra-
miento de empleos ó procuraciones, tanto respecto de toda la Con-
gregación como de las casas particulares, es derecho propio de los
Conventos, Capítulos ó Consejos. Mas, en las Congregaciones de
mujeres, el Obispo en cuya diócesis aquéllas radiquen presidirá
como Delegado de la Apostólica Sedé, por sí ó por otro, las Asam-
bleas ó Capítulos que se celebren para la elección de cargos.
II. La dispensación de votos, sea temporales ó perpetuos, tan sólo
es del Romano Pontífice. Ningún Obispo puede tampoco modificar
las Constituciones, aprobadas como están por la Apostólica Sede,
ni entrometerse en el régimen que debe estar en manos de los Supe-
riores, sea de toda la Congregación ó de cada casa, según la norma
de las Constituciones.
III. Es derecho de los Obispos, cada uno en su diócesis, permitir
ó prohibir á las Congregaciones la erección de nuevas casas, el le-
vantar nuevos templos, abrir oratorios públicos ó semipúblicos, ce-
lebrar en las capillas domésticas, y el exponer el Santísimo Sacra-
mento á la veneración de los fieles, y asimismo el regular las solem-
nidades y procesiones públicas.
IV. Si las casas de estas Congregaciones tienen clausura episco-
CONSTITUCrON APOSTÓLICA 151

pal, permanecen íntegros los derechos que acerca del particular con-
ceden á los Obispos las leyes pontificias. Si sólo guardan la clausura
llamada parcial, cuidarán los Obispos que se observe fielmente, y r e -
primirán todo abuso sobre ello.
V. Los religiosos ó religiosas de estos Institutos estarán sujetos,
en cuanto al foro interno, á la potestad de los Obispos; y, respecto
del foro externo, tendrán la misma sujeción en cuanto á las censuras,
reservación de casos, relajación de votos que no estén reservados al
Sumo Pontífice, celebración de preces públicas, dispensas y demás
concesiones que los Obispos pueden dispensar á sus fieles.
VI. Si alguno de estos religiosos solicita la promoción á los sagra-
dos órdenes, el Obispo de la diócesis á que pertenezca no se los con-
ferirá sino con estas condiciones: que el religioso sea propuesto por
sus Superiores; que se cumpla lo que el derecho establece acerca de
las letras dimisoriales ó testimoniales; que tenga título debido de
ordenación, ó que pruebe su legítima exención; y que hubiere cur-
sado la Teología según el decreto Auctis admodum, dado el 4 de
Noviembre de 1892.
VIL Sobre las Congregaciones que vivan de limosna, ejerzan los
Obispos los derechos que se les concede en el decreto Singulare qui-
dem de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares de 27 de
Marzo de 1896-
VIH. En las cosas espirituales estarán sujetas estas Congrega-
ciones á los Obispos en cuyas diócesis vivan. Á éstos, pues, toca
aprobar á los sacerdotes para celebrar y predicar. Y, tratándose de
Congregaciones de mujeres, el Obispo nombrará sus confesores,
tanto ordinarios como extraordinarios, conforme á la Constitución
Pastoralis cura de nuestro predecesor Benedicto XIV y al decreto
Quetnadmodum publicado por la Sagrada Congregación de Obispos
y Regulares el 17 de Diciembre de 1890; el cual decreto también se
extiende á las Congregaciones de varones que no son promovidos á
los sagrados órdenes.
IX. La administración de los bienes que cada Congregación posee
pertenece á los Superiores ó Superioras generales y á sus Consejos;
y la administración de los bienes de las casas particulares á los Pre-
sidentes de las mismas, según las leyes de cada Instituto. Cuando á
alguna casa se cedan ó leguen bienes para emplearlos en el culto di-
vino ó en obras de caridad, su administración será de los Superio-
res, pero dando cuenta al Obispo y estando á lo que éste disponga;
y no podrán los Superiores ó Superioras de la Congregación ocultar
ninguna parte de estos bienes al Obispo, disminuirlos ni darlos otro
destino; y podrá el Obispo exigir cuando le parezca el estado de cuen-
tas de estos bienes, y cuidará de que no se disminuya el capital ni se
expendan malamente los intereses.
X. Donde las casas de estas Congregaciones tengan á su cargo y
cuidado mujeres, huérfanos, hospitales, escuelas, asilos de niños,
estará bajo la vigilancia del Obispo todo lo tocante á la enseñanza
de la religión, á la honestidad de las costumbres, ejercicios de pie
dad, administración de Sacramentos, quedando en pie, sin embaí*-
152 EL MONTE CARMELO

go, los privilegios pontificios concedidos á los colegios, escuelas y


demás instituciones.
XI. En las casas de toda Congregación de votos simples tiene el
Obispo derecho de visitarlos templos, sagrarios, oratorios públicos y
confesonarios, y dictar sobre ello las disposiciones que juzgue conve-
nientes. En las Congregaciones de religiosos sacerdotes, la dirección
de las conciencias, de la observancia regular y del estado económi-
co pertenece tan sólo á sus Superiores. Mas en las Congregaciones
de mujeres ó de religiosos no sacerdotes, los Obispos vigilarán si es
cumplida la observancia de las leyes, si hay algún menoscabo en las
doctrinas ó en las costumbres, si se falta á la clausura y si se reci-
ben los Sacramentos con la debida frecuencia. Si el Obispo viere algo
digno de reprensión, no intente tomar medidas por sí, sino amoneste
á los Superiores; mas, si éstos fueran negligentes en el remedio,
póngalo él entonces. Sólo cuando ocurra algo muy grave, y de pron-
to y urgente remedio, podrá el Obispo determinarlo por sí, pero po-
niéndolo en seguida en conocimiento de la Sagrada Congregación de
Obispos y Regulares.
Estos derechos que hemos indicado ejercerá el Obispo en la visita
principalmente, en lo tocante á escuelas, asilos y demás antedichas
instituciones. Respecto de la administración económica en las Con-
gregaciones de mujeres ó de religiosos no sacerdotes, el Obispo no
se entrometerá sino tratándose de fundaciones ó legados para el culto
divino ú obras de candad en el pueblo ó diócesis.
Mas con todas estas disposiciones no pretendemos derogar las
facultades ó privilegios concedidos por cualquier decreto nuestro ó
de la Sede Apostólica, ó confirmados por costumbre inmemorial ó
secular, ó contenidos en las leyes de alguna Congregación aproba-
das por-el Romano Pontífice.
Y decretamos que las presentes Letras y todas sus disposiciones no
puedan nunca ser tachadas de ningún vicio de subrepción ó de inten-
ción nuestra ni de ningún otro defecto, sino que permanezcan siem-
pre válidas y en su vigor, y deban ser observadas en juicio y fuera
de él por todos, de cualquier grado ó preeminencia que sean; y de-
claramos írrito y de ningún valor lo que cualquiera, con cualquier
autoridad ó pretexto, pretendiere obrar en contra, no obstante cual-
quier otra cosa en contrario.
Y queremos que á los ejemplares de estas Letras, aunque sean im-
presos, con tal que estén firmados por un notario y sellados por al-
guno que esté constituido en dignidad eclesiástica, se dé la misma fe
que se daría á la expresión de nuestra voluntad en estas presentes
Letras.
Dado en Roma, cerca de San Pedro, en el día sexto de los idus de
Diciembre del año de la Encarnación del Señor mil novecientos, vi-
gésimotercero de nuestro Pontificado. —C. Card. Luis Masella, Pro-
Dat.—A. Card. Machi.
JONTE CARMELO.—Bodas de oro.—El Rdo. P. Félix de Jesús, Vi-
cario del Monte Carmelo, celebró el día 20 de Enero el quincua-
gésimo aniversario de su profesión religiosa. Dicho Padre es el s e -
gundo más anciano de la provincia romana, á la que, perteneciendo
como conventual, dio el voto para la profesión á nuestro muy r e v e -
rendo Padre Bernardino de Santa Teresa, actual General de la Des-
calcez : en Inglaterra fué uno de los primeros restauradores de la Or-
den y defendió allí con santo celo la religión católica, sosteniendo
polémicas públicas con los protestantes, entre los que obró muchas
conversiones. Ha ejercido durante tres años el cargo de Prior en el
convento de Malta, de donde es natural, y por espacio de nueve años
el de Vicario en el Monte Carmelo, donde actualmente se halla tam-
bién, ejerciendo el mismo oficio hace dos años. Para celebrar con la
mayor solemnidad posible sus Bodas de oro se invitó á los PP. Asun-
cionistas y Dominicos de Jerusalén, á los Franciscanos de Jerusalén
y Nazaret y San Juan de A c r e , á los P P . Jesuítas de Beirut, á todos
los Cónsules católicos de Caifa y á otras personas distinguidas con
quienes la Comunidad del Monte Carmelo sostiene relaciones de
amistad. Por la mañana se celebró una Misa solemne, estando el coro
á cargo de un colegio de niños. Por la tarde se organizó una proce-
sión por la plaza del convento: iba delante un coro de niños cantando
el salmo lntroibo ad Altare Dei, ad Deum qui Icetificat juventutem
meam: seguía la Comunidad cantando el Lcetatus sum in iis quce
dicta sunt mihi; y en medio iba el Rdo. P . Félix. Cuando llegaron á
la. Iglesia se le hicieron preguntas análogas á las que se hacen en la
profesión. Quid petis? ¿Qué pedís? Y respondió: Misericordiam Dei,
gratiam Jubilai et felicem mortem: La misericordia de Dios, la
gracia del Jubileo y una muerte feliz. A continuación predicó un
Padre Jesuíta; después del sermón renovó sus votos el P . Félix; se
cantó el Te Deum, durante el cual, seis niños de tres años, vestidos
de ángeles, echaban flores sobre el anciano profeso; se le .dieron los
abrazos de costumbre, cantando la Comunidad el Ecce quam bonum
et quam jucundum habitare fratres in unum, y terminó la función
con la bendición del Santísimo, como suele hacerse todos los domin-
EL M0NTE
154 CARMELO

gos en el Carmelo Para terminar la fiesta se dio á los asistentes un


refresco en el palacio vecino al Convento, y se leyeron discursos
en varias lenguas, alusivos á la solemnidad del día, poniendo fin el
Rdo. P . Félix dando expresivas gracias á todos y deseándoles el Ju-
bileo eterno del Cielo.
PEREGRINACIONES. —En el mes de Diciembre último fué al Monte
Carmelo una peregrinación de americanos católicos presidida por su
Obispo, y algunas otras de particulares, también americanas, entre
los que merece mención especial el hermano del Presidente de la Re-
pública de Méjico.
CARTA DE CHILE.—"Salamanca: Serena-Chile.—Enero, 1901.—Que-
rido P. Director de E L MONTE CARMELO : Escribo á V. R. para darle
cuenta de algunas Misiones que estamos predicando en esta provin-
cia de la Serena, que es uno de los campos que se nos han señalado
para el cultivo de la viña del Señor.
El primer pueblo donde hemos anunciado la divina palabra es Sa-
lamanca, nombre grato para todo español: él me ha renovado el re-
cuerdo de la célebre ciudad de mi patria. Cariñosa fué la acogida
que nos dispensó este pueblo en el día de entrada; y durante los diez
días.que hemos permanecido en él, cada uno han ido creciendo las
manifestaciones de su amor y simpatía, rivalizando en obsequiarnos
todas las clases sociales, que han quedado entusiasmadas con el há-
bito carmelitano. El fruto ha sido grande, las conversiones numero-
sas y sorprendentes.
La República de Chile es esencialmente carmelitana. Estaba per-
suadido de ello; pero en estos días de Santa Misión lo he experimen-
tado más de cerca, y esta persuasión se me ha arraigado más. Ha-
blar á los chilenos de la Virgen del Carmen y de su Santo Escapula-
rio, es tocarles en la fibra más delicada de su corazón. Repitámoslo,
para gloria de Dios y confusión de aquellos pueblos que van olvidan-
do tan hermosa devoción: la República Chilena es uno de los pueblos
más devotos de la Santísima Virgen del Carmen.
Tiene la parroquia de Salamanca varios fundos, distantes entre sí,
porque aquí las parroquias son vastísimas, y servidos por un solo
cura. Son estos fundos una especie de pequeños pueblos, propiedad
de grandes hacendados que dan trabajo y comida á la gente labrie-
g a , ó, como por aquí dicen, á los guasos. En dos de estos fundos ó
posesiones hemos predicado ya. Es de ordinario esta gente dócil y
sumisa: tiene sus defectos, es verdad, pero sus creencias son esta-
bles y firmes. El traslado de un fundo á otro ha sido una continuada
ovación. Acompañados de una multitud de guasos que dejaban el
trabajo por ir con los padrecitos, recorrimos todo el trayecto, pasan-
do por innumerables arcos de flores que la sencilla piedad de esta
gente había levantado en el camino. Al pasar por delante de las cho-
zas veíamos á la pobre gente arrodillada á la puerta esperando nues-
tra bendición. Grandes trabajos y fatigas trae consigo el ministerio
apostólico, pero es muchas veces compensado por alegrías y consue-
los. Las satisfacciones de estos días han sido grandes.
CRÓNICA CARMELITANA I55

No quiero terminar esta carta sin decir á Vuestra Reverencia que,


de regreso á Salamanca para descansar algunos días, nos hemos
asociado á las fiestas religiosas que para dar gracias á Dios por los
beneficios recibidos en el siglo que ha terminado, y pedir gracias
para el que empieza, se han celebrado en Chile. El que esto escribe
tuvo el sumo placer de saludar al siglo xx desde el altar, ofreciendo
el Santo Sacrificio de la Misa, mientras mi compañero, el Rdo. P. Te-
lesforo, dirigía una breve y sentida plática al numeroso pueblo que
se había reunido. Terminó la fiesta con un solemne Te Deum.
Reciba Vuestra Reverencia mis felicitaciones por los trabajos de
su Revista, y disponga de su menor y afectísimo hermano—Fr. Mau-
ricio de Santa Teresa.„

MISIONES DE MALABAR.—Nuestro limo, y Rvmo. P. F r . Bernardo


de Jesús, Arzobispo de Verápoly (India), nos ha honrado con la si-
guiente carta, y nos remite otra que le ha escrito á él el Rdo. P. Al-
fonso :
"Muy Rdo. y amado P . : El Rdo. P . Juan Vicente, que felizmente
ha llegado aquí y está muy contento, le mandará artículos buenos é
interesantes para E L MONTE CARMELO. ¡Cuántas cosas buenas y edi-
ficantes podía haberle escrito yol Pero no tengo tiempo.
Entre tanto, he aquí una carta lacónica del P. Alfonso: si le parece,
y si puede sacar algo de ella, hágalo. El P. Alfonso está desde hace
un año en aquellos tremendos montes y bosques, sin ver todo este
tiempo un sacerdote, pues dista cinco días de penas y mal camino.
El P. Juan Vicente, según la comunicación que me hace el Emi-
nentísimo Cardenal, debe, después de estudiar la lengua, encargar-
se del gobierno de los Carmelitas Terciarios que tienen diez conven-
tos. Si tuviera tiempo, escribiría un articulito sobre esta Congrega-
ción de Carmelitas Terciarios.
Excuse la brevedad y ruegue por mí.
Su humilde hermano f Fr. Bernardo de Jesús, misionero apostó-
lico, Arzobispo de Verápoly,,.
He aquí la carta del P. Alfonso á Su lima. Rvma.:
"Munuar, año nuevo.—Mons.: Esperaba que el Maestro vendría an-
tes, mas no parece: paciencia.
El artículo del P. Juan Vicente me ha gustado mucho; revela ex-
celente espíritu.
Aquí nada de especial, sino que una vieja pandichi me ha puesto
en el cuello una corona de flores, de manera que parecía casi un
gentilhome de primera clase, si la barba lo consintiera: esta pobre
gente no tiene cabeza, pero sí corazón. Antes de ayer me llamaron
á una plantación, á quince millas, y me recibieron con petardos y
tambores (chenda), y me llevaron como un obispillo á su choza ó ca-
pilla, como ellos llaman, que adornaron á su modo: no pude tener la
risa en mucho tiempo de aquella comedia de Navidad.
Feliz año: aquí hiela.
Encomiéndeme en sus santas oraciones.—Fr. Alfonso, C. D.„
I56 EL MONTE CARMELO

De una carta del P. Juan Vicente , dirigida desde Malabar al Di-


rector de El Castellano, de Burgos, en que expresa sus vivos deseos
de entregarse de lleno á la tarea de misionero, entresacamos los si-
guientes párrafos:
"Quisiera que este día fuese mañana; siento impaciencia por ocu-
par sitio en la lucha; deseo vivamente poder comunicarme en su
lengua con estos indios que me llevan el corazón, y que, negruzcos
como son y todo, me parecen guapísimos.
„Un día hallábame en un sitio distante de aquí algunas leguas; los
cristianos habían oído el rumor de que aquella comarca sería mi pri-
mer destino, el campo de mis primeros afanes; vino un grupo de cla-
se humilde á saludarme, y su maestril ó portavoz, interesado por to-
dos, con las manos juntas al pecho, que es el saludo religioso que
usan, me dice: Nosotros somos pobres, y, por tanto, desvalidos; ne-
cesitamos de misionero que nos cuide y defienda, y usted lo hará por
amor de Dios.—Sí, por cierto, les contesté, hasta donde yo pueda;
pero tengo que saber antes el maláyalam (su idioma).—Pues aprén-
dalo, Padre, bien, y véngase aquí pronto.—Les di una limosnita y se
fueron contentos los pobrecitos.
„Su ruego me hizo un efecto cual si fuera palabra no de hombre,
sino de más arriba, y me imprimió ó despertó un afecto, que no es el
simple querer de prójimo á prójimo, sino algo así como de padre á
hijo, sentimiento de amor dulce y fuerte á la vez; pero, como no sale
de carne y sangre, es más que el paternal de acá abajo.
„ Llamémosle cariño cristiano, porque es tan tierno y desinteresa-
do como expresa el primer término, y tan grande y elevado como
significa el segundo.
„ Empiezo á comprender, digo, á experimentar y descifrar el miste-
rio de los sacrificios, cruces y desvelos que los padres soportan por
sus hijos, sin desfallecer jamás, porque la fuerza que los sostiene no
se agota nunca; su corazón es manantial que no puede secarse;
mientras haya un latido, ese latido es cariño, y el cariño paternal no
sabe decir que no.
„Si tal fuerza no alentara el misionero, ¿cómo sostener el peso de
innumerables obstáculos, disgustos y dificultades que á cada paso le
oprimen? Imposible.
„Dios nos dé de aquel amor paternal que le hizo bajar del Cielo
para subir á la cruz.—Fr. Juan Vicente.— Verápoly 15 Enero 1901„.

CONSAGRACIóN UNIVERSAL DE LOS NIñOS á JESúS.—Desde Treviso


(Italia).— Creemos que será grato á los lectores de E L MONTE C A R -
MELO recibir noticias de las preparaciones para consagrar los niños
de todo el mundo al divino Redentor, y más siendo enviadas estas
noticias desde el extranjero. Y en el comienzo mismo de esta Cró-
nica debo hacer constar la benevolencia con que nuestra idea ha sido
acogida, y la ayuda valiosa que nos ofrecen en España, patria de
héroes y de santos, algunas personas que brillan por su ilustración y
su celo, como son, entre otros, el M. R. Sr. D. V. Ceferino Gómez
García, Capellán de Honor de la Santa Iglesia Catedral Basílica
CRÓNICA CARMELITANA I57

de Loreto, residente en Santander, y el M. R. Sr. D. Lorenzo Abuffa,


de Mataró, en Cataluña, los cuales, con desinterés y ardor digno de
un corazón español, han tomado á su cargo la propagación de la idea
en sus regiones. Esperamos que el buen ejemplo de estos virtuosos
sacerdotes tenga muchos imitadores en la tierra de San Fernando.
Entre las muchísimas cartas con que los Prelados de la Iglesia han
aplaudido y bendecido la obra del P. Roberto, transcribimos á conti-
nuación una del Emmo. Cardenal Sarto, Patriarca de Venecia.
"Al Rvdo. P. Roberto de Santa Teresa, Carmelita Descalzo. — Tre•
viso. —Muy Rdo. P a d r e : No puedo menos de aplaudir el bellísimo
pensamiento de erigir cerca de la Santa Casa de Loreto, donde Je-
sús pasó la infancia , una estatua que le represente en el acto de ben-
decir á los niños , y con gusto recomiendo esta hermosa obra á los
Padres de'mi Diócesis, para que procuren descienda sobre sus hijos
la bendición especial del divino Redentor.
Y augurándole el mejor éxito en la obra proyectada, le conforto
con mi bendición y con la estimación que le profesa su devotísimo y
afectísimo Hermano, f J O S é , Card. Sarto, Patriarca,,.
El Venerable Príncipe de la Iglesia se llama hermano porque es
Terciario Carmelita.
Diariamente llegan también graciosísimas cartas de niños que
expresan, con el candor é inocencia propios de su edad, los más ar-
dientes deseos de consagrar todo su corazón á Jesús.
Animo, pues, queridos lectores: á trabajar todos y llevar cuantos
niños podáis á los pies de Jesús: su bendición será prenda de salva-
ción para la sociedad del porvenir que estos niños están llamados á
formar.—FR. TOMáS DE JESúS.„

ATROPELLOS SALVAJES.—El día 12 de Febrero fueron nuestros Pa-


dres de Santander víctimas de un feroz atropello, promovido por los
elementos sectarios de aquella población, que, lo propio que en la
Corte y en otras poblaciones, han hecho manifestaciones antirreligio-
sas con motivo de algunos sucesos desarrollados esta última tempo-
rada en España, y han apedreado los conventos y dado gritos desen-
frenados contra los religiosos, y producido muchos y escandalosos
excesos, todo á nombre de la libertad, que aclamaban sin cesar, aun-
que en realidad la han escarnecido. En estos alborotos, quienes más
sufrieron en Santander fueron nuestros Padres; pues las turbas, des-
pués de apedrear la casa-residencia y romper los cristales, forzaron
las puertas y penetraron en el edificio, llevándolo todo á saco, y rom-
pieron las imágenes del oratorio y quemaron los hábitos y libros de
las celdas, mientras los Padres tuvieron que saltar por los balcones
y huir por la huerta y esconderse detrás de una tapia, hasta la una
de la madrugada en que pudieron llegar á una casa vecina donde se
refugiaron, habiendo sufrido dos de ellos fuertes contusiones, efecto
de la caída al huir. Horroriza el relato de tales salvajadas, que no hu-
bieran cometido las kabilas indisciplinadas del Riff, y trae á la m e -
moria el recuerdo de las sangrientas escenas del año 34 del pasado
siglo. Al protestar indignados contra tales atropellos, pedimos á
I58 EL MONTE CARMELO

nuestros lectores una oración para que Dios ponga remedio á los
males gravísimos que trabajan á nuestra desdichada patria, vícti-
ma de manejos sectarios y antirreligiosos, ó nos dé fuerza y valor de
mártires para arrostrar los sucesos tristísimos que quizá dentro de
poco veamos desarrollarse.

NUEVA FUNDACIóN: SUBLIME CONTRASTE.—Cuando un grito infame,


abortado del Infierno y pregonado por doquier por los apóstoles de la
revolución, ha invadido las ciudades más cultas de nuestra patria, y
como onda sacrilega ha querido invadir el santuario, pasándolas pa-
cificas moradas del bien á sangre y fuego, como pasaron la Europa
civilizada las bárbaras hordas del Norte, las blancas palomas del
Carmelo, revoloteando desde Benicasim, desde el pie mismo de las
venerandas rocas del Desierto, han volado presurosas á su nuevo nido
de Castellón, burlando de esta forma la Mística Reformadora del
Carmelo el satánico encono del dragón que, empujando inconscien-
tes masas, se proponía a r r i a r l a bandera sacrosanta del Catolicismo
motejándola de reaccionaria é insultándola con una palabra que for-
ma el sacrosanto lema de su pendón: la libertad.
El lp de Febrero, cuando las poblaciones todas se encontraban agi-
tadas por el huracán de la revolución, Castellón, que se honra tanto
de católico como de liberal, recibía á las hijas del Carmelo, sintiendo
en el alma que las lluvias é inclemencias del tiempo desvirtuaran el
festival con que querían obsequiar á las carmelitas en su entrada.
La capilla, lujosamente adornada, presentaba un aspecto fascinador,
y, á pesar de lo persistente de la lluvia, la iglesia no podía contener
á la multitud de fieles que asistieron á la-primera Misa que celebró
el Excmo. é limo. Sr. D. Pedro Rocamora, Obispo de Tortosa. La
función, en medio de lo modesto, resultó brillantísima. Las familias
de la Excma. Sra. D. a Rafaela Martí, viuda de Villalón, y D. a Con-
cepción de Darnaude acompañaron á las religiosas á la mesa, que
presidió el Sr. Obispo, teniendo á su derecha al limo. Sr. Presidente
de la Audiencia y á su izquierda al muy Ilustre Sr. D. Ramón Tedó, y
asistiendo también el Rdo. P. Salvador de la Madre de Dios, Prior de
Valencia, y el P. Plácido María del Pilar, que ha acompañado á las
religiosas en el viaje. Las autoridades, siempre correctas y deferen-
tes, les dispensaron cariñosa acogida, y el pueblo de Castellón m e -
rece un voto de gratitud y un lauro más en su corona por lo correc-
to, digno y caballero que se ha mostrado en un acto que tanto le
honra y que tan alto pone la nota de su cultura.
Las religiosas venidas á esta nueva fundación son: como Priora,
nombrada por el limo. Sr. Obispo de la Diócesis, la R. M. María T e -
resa de Jesús, del convento de Sanlúcar la Mayor; como Subpriora
y Maestra de Novicias, la R. M. Ceferina de la Purísima Concepción,
del convento de Peñaranda de Bracamonte; la Madre Magdalena del
Espíritu Santo, del convento de Calatayud, y las Hermanas Magda-
lena de Jesús, del convento de Rioseco, Gregoria de Jesús y Carmen
Filomena del Dulce Nombre de Jesús, del convento de Peñaranda de
Bracamonte.
CRÓNICA CARMELITANA 159

En Benicasim, antes de trasladarse á Castellón, fueron saludadas


por los Rdos. P P . Carmelitas Descalzos del Desierto de las Palmas.

NECROLOGÍA
CHILE.—El día 2 de Enero falleció en el convento de Carmelitas
Descalzas de San José, de Santiago, la Hermana Rosa de San Al-
berto, á la edad de ochenta años y sesenta de religión. Aunque dicha
Comunidad no se hallase ceñida con la abrillantada diadema de to-
das las virtudes y espíritu gigantesco de las Hijas de Teresa de Je-
sús, gloria singular y esplendoroso brillo recibiría de esta su dicho-
sa Hija, que acaba de regalar al mundo de los ángeles. La Hermana
Rosa fué un dechado de observancia regular, humildad, obediencia,
caridad, abnegación, olvido de las cosas terrenas y continua aten-
ción de las divinas; pudiendo asegurarse que, desde el feliz momento
en que se vio entre las inspiradoras sombras del claustro carmelita-
no, no tuvo otro pensamiento que realizar en sí misma el ideal de la
santidad, y disponer en su corazón y consumar dichosamente las su-
blimes ascensiones mediante las cuales se remontó á las elevadas
regiones de la unión y perfección evangélicas.
El que esto escribe tuvo ocasión de tratar su bendita alma días an-
tes de su dichoso tránsito, y no duda afirmar que entre las tempes-
tades de esta vida gozaba un algo como preludio de la paz y la cal-
ma de la vida de los ángeles, según ella misma lo manifestó a l a Ma-
dre Priora cuando, preguntándola ésta "si tenía que decir algo al
sacerdote que se llegaba á darla la Extremaunción,,, contestó con
tranquilo y candoroso acento: No, M. N., nada tengo que decir... Pero,
ya que ella nada quiso decirnos en aquella hora de congojosas incer-
tidumhres y formidables luchas, lo diré yo, que traté muy de cerca
su alma, para acicate de los que vestimos el mismo hábito y prome-
timos observar la misma regla usque ad mortem; que fué ¡¡¡una santa
y primitiva carmelita descalza!!!...—Fr. E.
CORELLA (NAVARRA). — El día 24 de Enero murió, rodeado de sus
hermanos de religión, el Hermano corista Bertoldo de la Virgen del
Carmen. Como el joven del Libro de la Sabiduría, ha sido cortado su
tallo en la primavera de la vida, y transportado á los verjeles de la
gloria para que la malicia no mancillara su espíritu ni la corrupción
del mundo le pervirtiera. Nacido el día 24 de Febrero de 1877, en Cia-
nuri (Vizcaya), pasó su infancia perfumando con el aroma de sus
frescas virtudes la casa paterna. Hecho á oir las inspiraciones de la
gracia y seguir el llamamiento divino, sintió en su corazón la voz de
Dios que le llamaba al retiro del claustro, y, renunciando un porve-
nir lisonjero, vistió el hábito de carmelita descalzo en nuestro Novi-
ciado de L a r r e a , á los diez y ocho años de edad. Plantado junto á las
corrientes de los buenos ejemplos de sus connovicios, y regado con
las saludables lecciones de sus maestros, creció como oliva fructuo-
sa y dio el trigésimo, sexagésimo y centesimo fruto de virtudes reli-
giosas. Los estudios á que después de la profesión tuvo que dedicar-
se, lejos de causarle distracción y aridez de espíritu, le sirvieron de
IÉO EL MONTE CARMELO

medios para elevarse á la contemplación pura de las perfecciones


divinas, y nunca se olvidó de que el verdadero carmelita, para cum-
plir debidamente con sus obligaciones, ha de reunir la santidad y la
ciencia, aquélla preferida y ésta no desechada.
Sintióse enfermo en el colegio de Burgos, y, habiendo sido trasla-
dado al de Corella, prosiguió aquí sus estudios, hasta que, viendo
que su enfermedad se agravaba cada día, y conociendo que había de
durar poco, dijo á los Padres que sólo quería ocuparse en la prepa-
ración para la muerte.
El mes de Noviembre se acostó para no levantarse más. Durante
este tiempo son indecibles los fervorosos vuelos de su espíritu para
unirse á Dios, á quien llamaba con encendidos suspiros para que, li-
brándole de las ataduras de la carné, le diera posesión del trono de
gloria que le tenía preparado.
Durante la última semana se notó en él una particularidad que
llamó la atención. No se acordaba de la hora durante el día; pero
por la noche era tal su cuidado, que no sólo contaba las horas, sino
que, á veces, respondía por minutos, y no se pasaba ni uno sin pedir
á San José la gracia de vivir hasta las doce; y en seguida que anun-
ciaba el reloj esta hora pedía la sagrada Comunión, con cuyo man-
jar se fortalecía su alma y su cuerpo, hasta el punto de que algunos
días, á pesar de su estado de postración, podía cantar algunas cosas
piadosas en alta Voz. La víspera de su muerte, al oir cantar la Salve
á la Santísima Virgen, tanto se reanimó, que nadie hubiera creído
que se acercaba su última hora; pero sonó ésta y pasó á mejor vida,
con la placidez de un ángel: eran las doce de la noche del 24 de
Enero.
Su cadáver estuvo expuesto durante los Oficios en el cancel de la
iglesia, y la gente que le contemplaba, unánimemente le aclamaba
por santo. En su rostro se reflejaban los destellos de la gloria que
Dios le había concedido en premio de su fidelidad.—Fr. D.
En Marquina ha fallecido, con la muerte de los justos, la Hermana
Corista Victoria de la Epifanía, de veintinueve años de edad y diez
de Religión.
R. I. P. A.

-£—»•;- I -H~"4~

DECLARACIÓN IMPORTANTE

En el Boletín Eclesiástico de esta Diócesis de 20 de Febrero de este


año se, ha publicado una declaración de la Sagrada Congregación
del S. O. en virtud de la cual todos los Religiosos que viven en el
claustro, aunque sean Sacerdotes, pueden, con sola] la Bula de Cru-
zada, comer huevos y lacticinios en la Cuaresma, exceptuando para
los Sacerdotes la Semana Santa.
JL ESTADO DE SALUD DE L E ó N XIII.—La Stampa, periódico ita-
liano , publica la interview que uno de sus redactores tuvo con
el Dr. Lapponi, médico de Su Santidad, y de la cual extractamos lo
siguiente:
—¿Y no siente el Papa el peso de sus noventa años?
—Lo único que puedo deciros es que este año le encuentro más
fuerte que el pasado, pues no padece ninguna de esas enfermedades
propias de los ancianos de su edad; oye perfectamente, ve tan bien
como yo, y aunque, por ser algo miope, suele gastar lentes, muy á
menudo se los quita para leer. En cuanto á su memoria, es prodigio-
sa, como lo demuestra el hecho de que su última poesía, que consta
de 70 versos, la compuso mentalmente en una hora de insomnio, y,
cuando á las seis y media de la mañana siguiente se levantó, se la
dictó toda entera de memoria á su secretario.
REGALO DE S U SANTIDAD.—El Papa ha regalado á la Catedral de
San Pedro de Bolonia el cáliz de oro de que se sirvió en la Misa de
media noche del 31 de Diciembre último.
El Soberano Pontífice ha querido demostrar así sus simpatías y
aprecio hacia el conde Acquadermi, eminente católico bolones, que
con tanto celo se ha consagrado á la obra de las peregrinaciones du-
rante todo el año del Jubileo.
SAGRADA CONGREGACIóN DE RITOS.—La Sagrada Congregación de
Ritos, reunida el día 5 de Febrero de 1901 en el Palacio Apostólico
del Vaticano, ha emitido juicio sobre las siguientes materias:
1.° Reapertura de la Causa de canonización del Beato Teófilo de
Cortés, confesor, sacerdote profeso de la Orden de Menores.
2.° Dispensa requerida sobre la Confirmación de culto inmemo-
rial dado al siervo de Dios Juan Bautista de Fabriano, sacerdote
profeso de la citada Orden.
3.° Trámite sobre revisión de los escritos del venerable siervo de
Dios Bernardo María Clausi, sacerdote profeso de la Orden de Mí-
nimos.
l62 EL MONTE CARMELO

4.° Y de los de la sierva de Dios Carolina Bárbara Colchen Carré


de Malberg, fundadora de la Sociedad de las Hijas de San Francisco
de Sales.
5.° Concesión y aprobación del Oficio y Misa de San Juan Bautista
de la Salle, confesor, fundador de los Hermanos de las Escuelas Cris-
tianas.
6.° Y del Oficio y Misa de la Beata Juana de Lestonnac, funda-
dora de la Orden de las Religiosas Hijas de María.
7° Y del Oficio y Misa de la Beata Crescencia Hoss, virgen ter-
ciaría, profesa franciscana.
8.° Y del Oficio y Misa del Beato Antonio Grassi, confesor, sacer-
dote del oratorio de Fermo.
9.° Aprobación y concesión del Oficio parvo del Sagrado Corazón
de Jesús.
10. Aprobación del rito de bendecir los lirios de San Antonio de
Padua, y autorizando la inserción de dicho rito en el Ritual de la
Orden de Menores.
Por último, se resolvieron tres casos dudosos de Liturgia.
LA MúSICA SAGRADA.—El Cardenal Vicario, Monseñor Respighi, ha
organizado en el Vaticano, previo el consentimiento de León XIII,
una comisión encargada de reglamentar la música sagrada.
Componen dicha comisión el caballero Tapocci, organista de San
Juan de Letrán; Parisotti, secretario de la Academia de Santa Ceci-
lia; Monseñor Mancini, de la Comisión litúrgica; el barón Kanzler,
presidente de la Junta pontifical de Arqueología Sagrada, y el pro-
"fesor Giulio Mattoni, maestro de canto gregoriano en el Liceo musi-
cal de Roma.
CONVERSIONES.—Aumentan considerablemente las conversiones de
caracterizados protestantes al Catolicismo. Recientemente se regis-
tran las de los Rvdos. Gunn, ministro de la iglesia episcopal de In-
glaterra; Heurtley, ministro de San Marcos en Yarrow, y Germán,
vicario de San Clemente en Londres; de M. Bunion, empleado en
una gran casa dé banca; de la Sra. Henry Troiss, célebre adivina-
dora, conocida con el seudónimo de Madame Alba; la del capitán
Squires, con toda su familia, agregado á la Legación de los Estados
Unidos, y la de un capitán inglés que ha vuelto herido del Transwaal.
E L CATOLICISMO EN PERSIA.—El P. Dillange, misionero en Teherán,
comunica noticias muy consoladoras acerca del movimiento de los
armenios cismáticos que hay en Persia hacia la unión con Roma.
Una población de doscientos cismáticos en los alrededores de Urmia
pide un sacerdote y escuelas católicas. En la llanura de Salmas hay
cinco ó seis poblaciones que solicitan su admisión en el seno de la
Iglesia católica. En Tabria, cabeza de partido del Adzerbegian, cin-
cuenta familias armenias sólo esperan la llegada del misionero para
convertirse. El mismo P. Dillange manifiesta que se recogería gran
cosecha de conversiones entre los armenios persas, si fuese mayor
el número de misioneros que evangelizan aquella región.
Contraste. pero salir de ochavo ó de peón de al-
bañil, ¡quiá! Es ya viejo Pedro pa ca-
*A han dado de mano á la labor brero.
del día, ruda y fatigosa por cier- —¡Quién sabe! Lo que sé decirte es
to, como lo es todo trabajo al que yo aprendo lo que tú no sabes; que
aire libre en día crudísimo de invierno, mientras tú estás muerto de frío en la
y subidos en un andamio ó arrastrán- taberna, gastando lo que te hace falta
dose á gatas por un tejado. Eran alba- para mantener á la familia, yo me paso
ñiles, antiguos amigos y compañeros un buen rato en una sala bien abriga-
ahora de trabajo. Calentáronse breve da, en compañía de señores muy cari-
rato, para desentumecer las manos, al tativos y muy amables, que me ense-
fuego de una hoguera improvisada con ñan de gratis cosas que me valdrán
astillas de la obra, y entablaron el si- un día para salir de peón. Y si no sal-
guiente diálogo: go, ¿qué vamos á hacerle? Yo, á lo me-
—Y ahora ¿ a d o n d e e c h a m o s el nos, tengo esa esperanza; tú no puedes
cuerpo ? tenerla. Esta noche es el reparto de
—Yo, al Patronato. premios...
—Sí, con los curas. ¡ Buen pelo echa- —Lo que es á ti no te tocará ningu-
rás con ellos! Ya podías meterte fraile no: ¡como si lo viera!
y estarías más á tu gusto; no tendrías —Pues te equivocas de medio á me-
que pasar estos fríos ni exponerte á dio: acompáñame y lo verás.
una voltereta en que te rompas la cris- —¡ Yo acompañarte! ¡Pues no se está
ma y dejes los sesos en el arroyo. poco mejor en la taberna! Vaya, hasta
—Sí; pero me expongo á otra cosa mañana, que me estarán aguardando
ieor, que es á condenarme si soy mal para echar el tute.
Íraile por no tener vocación. Y se partieron, el uno al Patronato
—Pues, chico, nadie lo diría. Siem- y el otro á la taberna.
pre metido en la iglesia, siempre con En el Patronato había gran fiesta;
esos beatos de la Conferencia... Y va- era el reparto de premios á los obreros
mos á ver, en resumidas cuentas: ¿qué que se habían distinguido por su bue-
te enseñan, qué te dan? Yo no veo que na conducta, asistencia asidua y apli-
salgas de pobre ni que sea tu vida me- cación constante y aprovechada. Todo
nos aperrada que la mía. Tú rezarás allí era júbilo, animación y enhora-
hasta secarte, irás del trabajo á ence- buenas entre los obreros; todo satis-
rrarte en la escuela, obedecerás á esa facción y celo para que el acto resul-
gente como un doctrino, no tendrás tara solemne y grato entre los señores.
independencia ni libertad para echar El obrero se encuentra allí como en
un trago y divertirte con los amigos; su casa; aquello es la verdadera de-
164 EL MONTE CARMELO

mocracia cristiana. Allí no hay vino ni ser trasladado al Hospital, falleció. El


aguardiente que enerven y envilezcan; agresor fué detenido en el acto.»
ero hay pasto intelectual que enno- Y el peón de albañil P. murió desas-
E lece, enseñanzas morales que digni- trosamente en la calle, dejando en la
fican el corazón y vigorizan la volun- ídem á su mujer y sus hijos.
tad. Nada allí de palabras soeces ni ri-
ñas sangrientas, sino paz y fraternal Buenos ejemplos.
armonía.
¡Cuan diferente todo eso de la tris- sipí En los Estados de Arkansas y Missi-
te y nauseabunda taberna! Paredes su- candidato(América del Norte) no puede ser
á ningún empleo público, ni
cias, mesas mugrientas, luz mala y es- servir de testigo
casa, aire peor y más escaso todavía, justicia, el ciudadano ante los tribunales de
conversaciones canallescas, interjec - existencia de Dios. que niegue la
ciones soeces, blasfemias que hacen
estremecer hasta las paredes; embria- En elDelaware, los testigos, sean ó
guez, lubricidad, tal vez sangre por un no creyentes, deben jurar por Dios vi-
quítame allá esas pajas. vo y eterno, que ve en el fondo de los
corazones, y ante el cual deberán com-
No puede darse contraste más radi- parecer en el día del Juicio.
cal ni en los sitios, ni en las personas, En el de Dakota, la blasfemia es un
ni en los actos, ni en las consecuen- crimen que se castiga con el presidio.
cias.
En los
Y allá se fueron los dos peones de diana , á todo Estados de Maine y de la In-
albañil: el uno al Patronato de obre- bre el que blasfema del nom-
ros, y á la taberna el otro. Y mientras Santo de Dios, de Cristo ó del Espíritu
el uno recibía ufano y satisfecho, con multa, seó le condena á 200 dollars de
la equivalencia en días de
la satisfacción del hombre honrado y cárcel.
laborioso, el premio de sus afanes por
instruirse y dignificarse, el otro bebía En New-Jersey es castigado el blas-
y jugaba y perturbaba la cabeza por femo á 100 dollars de multa; así como,
los vapores del alcohol, disputaba pri- el que niega las Santas Escrituras y el
mero y venía á las manos después con que profiere palabras indecorosas, á un
sus compañeros de juego. Y al día si- dollar de multa ó veinticuatro horas
guiente dos noticias en los diarios lo- de cárcel.
cales.
«En el salón de actos del Patrona-
Cuatro cosas.
to de obreros, decía la una, verificóse Cuatro cosas conviene á todo el que
ayer noche el reparto de premios á los reina: gobernar paternalmente á sus
más distinguidos por su laboriosidad, subditos, granjearse amigos con sus
aprovechamiento y buena conducta. merecimientos, mostrarse bueno y
Entre los agraciados se granjeó sin- afable con todo el que solicita, y ad-
gularmente las simpatías y aplausos ministrar justicia con clemencia.
de la concurrencia el peón de alba- Cuatro cosas debe observar el jefe
ñil F . , que durante todo el curso ha de una familia: inspirarla un temor re-
asistido á las lecciones, mostrando una verencial, sostenerla según sus me-
aplicación sin desmayo y un compor- dios , enseñarla el arreglo de las cos-
tamiento sin tacha. Así se regeneran tumbres , y mostrarse en todo afable y
los obreros. Unimos nuestros plácemes cariñoso.
á los muchos que en el referido acto Cuatro cosas debe observar un en-
recibió el distinguido alumno del Pa- fermo : obedecer al médico ó al que le
tronato...» Y el peón de albañil F. lle- asiste, no rehusar gastar lo necesario,
gó á oficial, y bueno. tener confianza en su médico, y; no
«En la taberna de... riñeron anoche, destruir sus fuerzas con la ociosidad.
por cuestión de una jugada, dos suje- Cuatro cosas conviene á todo el que
tos, que salieron desafiados para diri- oye: escuchar con paciencia al que
mir la cuestión á navajazo limpio. Uno habla, meditar en lo que ha oído, en-
de ellos, el albañil P., recibió en la re- señar lo bueno que oiga, y olvidar lo
gión torácica una cuchillada que le de- que no merezca saberse.—SANTO "TO-
rribó en el suelo, casi moribundo. Al MáS DE AQUINO.
15 de Marzo de 1901. Htm. 18.

EL MEJOR ELOGIO

IOMé por abogado y señor al glorioso


W" San José, y encomendéme mucho á
él: vi claro que ansí desta necesidad, como
de otras mayores de honra y pérdida de
alma, este padre y señor mío sacóme con
niás bien que yo le sabía pedir. No me
acuerdo hasta ahora haberle suplicado
cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa
que espanta las grandes mercedes que me
ha hecho Dios por medio de este bienaven-
turado Santo; de los peligros que me ha
librado, ansí de alma como de cuerpo:
que á otros Santos parece les dio el Señor
gracia para socorrer en una necesidad; á
este glorioso Santo tengo experiencia que
socorre en todas, y que quiere el Señor
darnos á entender que, así como le fué su-
l66 EL MONTE CARMELO

jeto en la tierra (que como tenía nombre de padre siendo


ayo le podía mandar), ansí en el cielo hace cuanto le pide.
Esto han visto otras algunas personas, á quien yo decía se
encomendasen á él, también por experiencia; ya hay mu-
chas que le son devotas de nuevo, experimentando esta ver-
dad. Procuraba yo hacer su fiesta con toda la solemnidad
que podía... queriéndose hiciese muy curiosamente y bien...
Querría yo persuadir á todos fuesen devotos deste glorioso
Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que
alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le
sea devota y haga particulares servicios que no la vea más
aprovechada en la virtud, porque aprovecha en gran ma-
nera á las almas que á él se encomiendan. Paréceme ha algu-
nos aflos, que cada año en su día le pido una cosa, y siem-
pre la veo cumplida; si va algo torcida la petición, él la
endereza para más bien mío. Si fuera persona que tuviera
autoridad de escribir, de buena gana me alargara en decir
muy por menudo las mercedes que ha hecho este glorioso
Santo á mí y á otras personas... Sólo pido, por amor de
Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por expe-
riencia el gran bien que es encomendarse á este glorioso
Patriarca y tenerle devoción. En especial, personas de ora-
ción siempre le debían de ser aficionadas; que no sé cómo
se puede pensar en la Reina de los Ángeles en el tiempo que
tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias á San José
por lo bien que les ayudó en ellos. Quien no hallare Maes-
tro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por
Maestro y no errará en el camino. ¡Plega al Señor no haya
yo errado en atreverme á hablar en él, porque aunque pu-
blico serle devota, en los servicios y en imitarle siempre he
faltado! „
Santa Teresa.

-^•S*"-
SAN JOSÉ
(Escultura de Font.)
CARMELITAS ILUSTRES

M- H P- Dionisio de Santa Teresa ^


ARZOBISPO DE DAMASCO

El día 26 de Febrero último se recibió en nuestra Casa


Generalicia de Roma un oficio del Vaticano notificando que
el M. R. P. Dionisio de Santa Teresa ha sido nombrado por
el Padre Santo Arzobispo
Titular de Damasco, y será
preconizado en el Consisto-
rio que probablemente se
celebrará á fines de este mes
de Marzo.

El R. P. Dionisio, de la pro-
vincia de Flandes, es uno de
los hijos más beneméritos de
la Reforma Carmelitana.
Después de desempeñar va-
rios cargos de distinción, fué
elevado á la primera dignidad
de la Orden el día 20 de Marzo
de 1892, siendo nombrado por
el Sumo Pontífice, por decreto
de la Sagrada Congregación
de Obispos y Regulares, Vica-
rio General de la Descalcez, en
JVÍ. 7J. p. J)ion¡sio de Santa Teresa, sustitución del Prepósito Gene-
Arzobispo electo de Damasco.
ral, Fr. Jerónimo María Gotti,
hoy Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos
y Regulares, que por aquella fecha había sido creado Arzobispo
de Petra, Internuncio Apostólico y Legado extraordinario del
Brasil.
CARMELITAS ILUSTRES 169

Actualmente, N. R. P. Dionisio desempeñaba el cargo de Con-


sultor de algunas Sagradas Congregaciones Romanas, donde sus
trabajos son recibidos con mucha aceptación y aplauso, y era
miembro de la Comisión Pontificia creada por León XIII para la
unión de las Iglesias disidentes, y de la que es Prefecto el mismo
Sumo Pontífice.

E L MONTE CARMELO envía al nuevo ilustre Prelado de la Igle-


sia de Damasco el saludo más cariñoso y sincero de felicitación^
y enhorabuena, y eleva ferviente plegaria á Dios Nuestro Señor
para que le dirija con sus divinas luces y gracia en el desempeño
de sus delicadas funciones.
^n^JgS*. ^ ^ ^^ ^ ^ ^^ ^ C ^^J2^.*C^je^ &~*. ^ ^ ^^-

FECHAS CARMELITANAS

29 DE MARZO DE 1601

Muere en Ávila, en brazos de la V.JM. Ana de San Bartolomé, la


V. M. María de San Jerónimo, prima de Nuestra Madre Santa Teresa
de Jesús, fundadora de Ocaña, Priora varias veces de Avila y una
vez de Madrid. Celestiales milagros acreditaron su esclarecida vir-
tud y la 'gloria con que el Señor la ¡había premiado. Refiere la V. Ana
de San Bartolomé que antes de sacar el cuerpo difunto de la celda vió
sobre el cadáver y en toda la habitación una maravillosa y celestial
luz cuyos placidísimos rayos servían de blandones que alumbraban
aquel virginal cuei'po; y en la noche siguiente, habiéndose recogido
á descansar, vió junto á sí & la V. M. María de San Jerónimo y sintió
una manera de claridad y regalo tan suave, que la confortó alma y
cuerpo, dejándola del todo aliviada del trabajo corporal que había
tenido en servirla aquel día. Otras veces se le apareció gloriosa. Y f
finalmente, "estando en Francia una vez muy desconsolada y afligida,
dice la misma V. Ana: Se me apareció entonces la M. María de San
Jerónimo en compañía de la M. Teresa de Jesús (la sobrina de la San-
ta) y díjomé: Come y esfuérzate. Y parece que'me daba cierto^bocado,
con que mi alma quedó con tanto contento, ánimo y aliento que no
lo sabré decir„. A esta misma M. María de San Jerónimo vió en Espa-
ña la M. María Bautista, Priora de Valladolid, muy resplandeciente
y llena de perlas, y le dijo que aquellas perlas significaban la mucha
gloria que tenía por los muchos trabajos que en esta vida padeció.

Al celebrar el tercer centenario de su gloriosa muerte, pide la


Orden Carmelitana su poderosa intercesión en favor de la Iglesia,
de España y del Carmelo Reformado.
I»Yí*SYÍUÍYÍHSYÍVÍV«WVíIí>IíY>Y«VÍI«

• « I * » ¡ f r * » ^ s » É ' p » f i C " « ^ . . - T - ^ - ^ S « • ^ p » #^\* ^T** vT* ü^Ps* • s r * * q > « « - T » • p » V T * *

EL ESCAPULARIO

(Continuación)

conforme en que no toda re- ÍSTOY


velación se ha de creer á ojos ce-
rrados, porque la imaginación de algunas
personas, especialmente las mujeres, les
hace ver lo que su espíritu piensa y ama
con afán. Por eso decía aquella gran
Maestra de los espíritus, Santa Teresa de
Jesús: « Téngase aviso, que la flaqueza na-
tural es muy flaca, en especial en las mu-
jeres, y en este camino de oración se mues-
tra más; y ansí es menester que á cada cosita que se nos antoje no
pensemos luego es cosa de visión... (i). Y ya que Dios nuestro Se-
ñor le ha dado al hombre esa resplandeciente antorcha de la in-
teligencia para examinar las cosas antes de formar juicio de ellas,
no debe dejarse llevar de las pasiones, que están para ayudar al
entendimiento yendo en pos de él, nunca delante, ni debe aven-
turarse á juzgar de una cosa, cualquiera que sea, por lo que siente
su corazón ó favorezca algún apetito, sino después de un maduro
examen del hecho, según la importancia de la cuestión, analizan-
do y comparando y aplicando las reglas que para la resolución nos
han dictado los doctores y aquellos á quienes Dios nuestro Señor
dio la misión de enseñar.

(i) Fundaciones, cap. 8.'


172 EL MONTE CARMELO

Para la cuestión que ventilamos no hay autoridades de más


peso que la de nuestra Seráfica Madre Santa Teresa de Jesús y
la de nuestro Padre San Juan de la Cruz, reconocidos por todos
como los Príncipes de la Teología mística, aclamados y respeta-
dos como los primeros maestros en la ciencia del espíritu, á quie-
nes Dios nuestro Señor dio luces especiales para guiar con segu-
ridad las almas por el camino de la vida espiritual, descubriendo
los lazos que el demonio suele tender á los espirituales, y á quie-
nes no faltó tampoco la experiencia, ya que tuvieron que subir
todos los peldaños de esa mística escalera que eleva al alma de la
tierra al cielo, de la vida del mundo á la más perfecta unión con
Dios que puede alcanzar una criatura en esta vida.
Hablando la mística Doctora de las visiones y revelaciones, dice
que fácilmente puede uno ser engañado en ellas; porque, como
pueden ser de Dios, pueden ser también del demonio y de la pro-
pia imaginación..., y algunas veces y muchas puede ser antojo, en
especial en personas de flaca imaginación ó melancólicas. Pero lue-
go nos da la misma ilustre Maestra las reglas que debemos tener
presentes para discernir en las visiones y revelaciones las ver-
daderas de las falsas. Dice, como un Santo Padre: ninguna que
no vaya muy conforme á la Escritura, hagáis más caso deltas que
si las oyésedes al mesmo demonio. Bien podemos decir que no
hay en la revelación de que tratamos cosa alguna contraria á la
Sagrada Escritura, y esto lo probaremos en otro lugar para no
saltar el orden de las materias. Y añade la mística Doctora, para
que nos sirva de norma: «la primera y más verdadera (señal)
es el poderío y señorío que trae consigo» al alma dejándola tran-
quila, sosegada y segura, de tal manera que, aunque «todo el
mundo y letrados que se juntaran á darle razones para que no la
tuviese, no la pudieran, con cuanto trabajaran», quitarle aquella
seguridad. Así como, cuando la revelación ó visión es del demo-
nio, aunque se transforme en ángel de luz deja siempre en el
alma turbación, poca seguridad y mucha soberbia.
«La segunda señal, una gran quietud que queda en el alma, y
recogimiento devoto y pacífico, y dispuesto para alabanzas de
Dios...»
«La tercera señal es no pasarse estas palabras de la memoria
en muy mucho tiempo, y algunas jamás, como se pasan las que
por acá entendemos...» «Si son de la imaginación (y lo mismo si
son del demonio), ninguna destas señales hay, ni certidumbre, ni
paz, ni gusto interior». Si aplicamos ahora estas reglas de la Se-
EL ESCAPULARIO 173

ráfica Doctora á la revelación y entrega del Santo Escapulario,


veremos que no se encuentra allí ninguna cosa, ni hecho, ni cir-
cunstancia, contra el dogma ni contra la moral. Y el señorío que
llevó al alma de San Simón Stock la visión, la tranquilidad y fir-
meza que tenía de ella, la quietud y nuevo fervor que se despertó
en su corazón para alabar á Dios y á la Virgen su amorosa Ma-
dre, se ve reflejado, como en limpio y transparente lago, en la
carta que el Santo escribió á todos sus hermanos dándoles no-
ticia del favor tan singular que acababa de recibir. Hela aquí:
«Hermanos míos carísimos: Bendito sea Dios, que no ha desam-
parado á los que esperaban en Él, ni despreciado las oraciones
de sus siervos. Bendita sea también la Santísima Madre de Nues-
tro Señor Jesucristo, que, acordándose de los tiempos pasados
y viendo las grandes tribulaciones que á muchos de vosotros ha-
bían sobrevenido, por aquello de que los que santamente quisie-
ren vivir en Cristo Jesús han de sufrir persecución, envíaos ahora
una palabra de consuelo, que vosotros recibiréis con gozo del
Espíritu Santo, al cual ruego yo me dirija para que dignamente
os la manifieste y proponga.
Derramaba yo mi alma en presencia del Señor, á pesar de que
soy polvo y ceniza, y con toda confianza suplicaba á mi Señora
la Virgen María que, así como era su voluntad lleváramos el
nombre de hermanos suyos, así también demostrara Ella que era
Madre librándonos de la persecución y distinguiéndonos con al-
gún especial beneficio de su gracia á los ojos de nuestros perse-
guidores, y con suspiros de mi corazón le decía: Flor del Car-
melo, Vid florida, Esplendor del Cielo, Virgen fecunda y singular,
Madre piadosa y siempre Virgen, á tus Carmelitas da un privi-
legio, Estrella del mar. Y se me apareció entonces con grande
acompañamiento, y, dirigiéndose á mí y mostrando en sus manos
el Escapulario de la Orden, me dijo: Este es el privilegio que con-
cedo á ti y á todos los Carmelitas. El que muriere con este Esca-
pulario, no padecerá el fuego eterno. El es prenda de salud eterna,
áncora de salvación en los peligros, señal de paz y pacto sempi-
terno.
Pero, embargado mi corazón de alegría por su gloriosa presen-
cia, más de lo que yo podía resistir, y siendo demasiado misera-
ble para estar delante de tanta majestad, desapareciendo de'mi
vista me ordenó que acudiese al Papa Inocencio, Vicario de su
bendito Hijo, y que él pondría remedio á los males que padecíamos.
Retened, hermanos míos, estas palabras en vuestro corazón y
EL
174 MONTE CARMELO

esforzaos por asegurar vuestra vocación con buenas obras y no


faltar jamás á ella; y velad en acción de gracias por tanta miseri-
cordia, rogando incesantemente para que la promesa que se me
ha hecho se cumpla para gloria de la Santísima Trinidad, del
Padre, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santc y de la Virgen
María, que sea por siempre bendita.
Aquí se ven los efectos que dejó en el alma de San Simón
Stock la revelación que tuvo de la Madre de Dios al entregarle
el Santo Escapulario, conformes á las señales ó reglas que la Se-
ráfica Doctora nos indica, y ella misma nos dice que, «si hay las
señales que quedan dichas, mucho se puede asegurar ser de Dios».
En la Subida del Monte Carmelo dice el místico Doctor nues-
tro Padre San Juan de la Cruz que, en las visiones, «las que son
de parte del demonio causan en el alma alboroto ó sequedad, va-
nidad ó presunción en el espíritu...» Mas las que son de Dios pe-
netran íntimamente y dejan su efecto de excitación y deleite ven-
cedor, que la facilita y dispone para el libre y amoroso consenti-
miento del bien» (i). Y ya hemos visto cómo nos relata el Santo,
en la carta que hemos copiado, la alegría de su alma, la humildad
de su espíritu, considerándose miserable é indigno de estar en
presencia de la Madre de Dios; las alabanzas que dirige á Dios
y á la Virgen y los santos deseos que le animan al exhortar á sus
hermanos á que conserven eterna memoria del favor que la Vir-
gen les ha hecho, suplicándoles que se esfuercen en asegurar su
vocación y que den continuamente acciones de gracias para glo-
ria de Dios y de la Virgen Santísima.
fr. plácido JZlaria del Pilar.
(Se continuará.)

(i) Lib. II, cap. xi.


CÁRMENES

Para cármenes Granada,


Del mundo el mejor jardín:
Sólo hay un Generalife,
Sólo un Dauro y un Genil.
Flores del mejor aroma
Allí están y sólo allí;
No hay frescor cual su frescura,
Ni color cual su matiz.
Su cáliz es de esmeraldas,
Su corola de rubí,
Sus pétalos de granate,
Su polen de oro y carmín.
El Genil lejos arrúllalas
Con sus aguas de zafir;
Riéganlas del Dauro frescas
Corrientes de azul turquí.
En las deliciosas frondas
Cantan pajarillos mil,
Desde la doliente tórtola
Hasta el vario colorín.
Allí de musgo hay alfombras
Más blandas que Tunecís;
Calles de arrayán moruno
Esmaltadas de jazmín.
Se aspira oriental aroma
En tan ameno pensil,
Aroma del Paraíso,
Que al perderse fuese allí.
Para cármenes Granada,
Del mundo hermoso jardín:
Sólo hay un Generalife,
Sólo un Dauro y un Genil.
Pero hay un carmen más bello
Que el de Granada feliz:
¡ El de la Virgen del Carmen!
El Carmelo, su jardín.
fr. florión del Carmelo Zeresiano*
UN NUEVO OBISPO

JUESTRA misión de Quilón está de enhorabuena.


El 17 de Julio último fué electo, y consagrado el 18 de No-
viembre, su Obispo Coadjutor, con derecho á sucesión , y éste es el
Dr. Benziger, ó sea el R. P. Luis, carmelita, natural de Suiza.
Transcendentales para la gloria de Dios, altísimos y vastísimos
son los intereses vinculados á un Obispo, pastor de numeroso reba-
ño, del cual penden el pasto, la salud, la vida eterna de tantas al-
mas ovejitas de Cristo. Si se trata de una diócesis-misión, la im-
portancia es tanto mayor, cuanto más ardua la obra allí donde,la
extensión del campo contrasta con la escasez de obreros, y la pe-
nuria de medios tiene que suplirla el esfuerzo eontinuado.
El venerable Obispo quilonense, Mons. Ossi, después de diez y
siete años de laborioso pontificado, en que su gran corazón y rara
prudencia se han patentizado á porfía, generosamente puestos al
servicio de aquella iglesia, deseaba y merecía una ayuda que le ali-
viase del peso de tan grave cargo.
Accedió gustoso el Romano Pontífice y le nombró Coadjutor al
joven cuanto consumado P. Benziger. Y ninguno que haya trata-
do, mucho ó poco, á este distinguido religioso dudará de que el
nombramiento no pudo ser más acertado, en cuanto nos es dado
apreciar el porvenir por las circunstancias del presente y pasado.
Einsiedeln, sitio célebre en Suiza por el santuario de la Virgen
de los Ermitaños, centro de numerosísimas peregrinaciones, fué la
cuna de Luis Benziger, hijo de nobilísima prosapia, como lo os-
tentan los blasones de su ilustre apellido y escudo. Pero la noble-
za de sangre es nada para la de la virtud, y ésta fué la que ha en-
cumbrado al solio episcopal al recién electo á los treinta y seis años
de edad (nació en 1864).
MISIONES CARMELITANAS I77

La virtud y el deseo de perfeccionarla le llevó al Carmelo de Bru-


selas, superando la negativa de su padre; la virtud, amiga de sa-
bios, le hizo correr y brillar en la carrera de las letras, empezada
en claustro universitario y coronada en carmelitano claustro; la
virtud y el ansia de difundirla le impulsó á la India, y vino á Ma-
labar el decidido misionero en 1890, en calidad de catedrático de
nuestro Seminario central de Puttémpaly.
Llevaba dos años de enseñanza en este establecimiento, cuando
sus singulares aptitudes y envidiables prendas de saber, piedad y
gobierno, conocidas por el eminente Excmo. Sr. Ladislao Miguel
Zaleski, Delegado Apostólico en toda la India, le movieron á nom-
brarle secretario suyo, dándole amplia participación y extraordina-
ria confianza en todo lo relativo á los múltiples cuanto gravísimos
asuntos pendientes de la única general representación de la Santa
Sede y primera autoridad eclesiástica en la India.
No hay que decir que el P. Luis se vio entonces y duró por espa-
cio de ocho años en el puesto más á propósito para demostrar lo
que era y valía y prometía. Las esperanzas del ilustre Delegado no
resultaron fallidas; el virtuoso carmelita, tan celoso y diestro se-
cretario como piadoso y ej'emplar religioso, supo llenar tan cum-
plida y finamente su delicado cargo, que, al par que amplió sus
conocimientos con los viaj'es que por la India é Indo-China hizo,,
se granjeó tantos amigos como conocidos, llegando á ser tal vez
el personaje más generalmente conocido, conocedor y estimado en
tre los eclesiásticos de estos países.
Porque hay que advertir que el Señor ó Padre Benziger sabe her-
manar tan admirablemente las virtudes del observante religioso con
los modales del culto caballero, es tan ejemplar y social á la vez,
tan fervoroso y delicado, tan-mortificado y exquisito, tan devoto y
prudente, tan celoso y tan fino á un mismo tiempo, que tratarle y
estimarle, respetarle y quererle es una misma cosa. La claridad de
su inteligencia, lo atinado de su criterio, su prudencia y su habili-
dad en juzgar y dirigir los negocios, corren parejas con sus demás
dotes, y todo hace presagiar que el nuevo Obispo será, con la gra-
cia de Dios, gran pastor de la Iglesia y gran ilustre de la Orden.
Es carmelita hasta la médula; su amor filial á nuestra sagrada Re
forma es una de sus características, que se revela siempre y en todo
edificante: prueba palpable de su espíritu acendrado.

Cúpome el honor de asistir á su primera solemne entrada en Qui-


lón el 20 de Diciembre, y justo es que le dedique algunas líneas.
Hecha por el nuevo Prelado su presentación al Rmo. Metropo-
litano de Verápoly, partimos desde este último punto para Quilón,
distante sobre treinta leguas, en un bote ó lancha, que es, hasta
hoy y mientras no se habilite el camino de hierro en construcción,
el mejor modo, el modo único de viajar en la parte plana de esta
región, atravesada y cruzada por ríos, lagos y canales.
I78 EL MONTE CARMELO

A las cuatro de la tarde del 20 arribábamos á la ciudad de Qui-


lón. Pero ya, hacia las nueve y media, habían empezado los pue-
blos del tránsito á acudir al encuentro de su nuevo pastor, para ofre-
cerle el primer homenaje de amor y veneración, y recibir la prime-
ra bendición de sus consagradas manos.
Describir con propios colores aquel continuado espectáculo, vivo
con viveza oriental, y avivado por la agitación del agua, sobre cu-
yas blandas y ligeras ondas subían, bajaban, tornaban y retornaban
lanchas y más lanchas en derredor de la del Obispo, no es para
mi pedestre pluma; y menos el hacer palpitar en este terso papel
aquella animación y porfías y clamoreos y músicas é insignias é ins-
cripciones y campaneos y explosiones y el bullir de aquellas gentes,
cristianos y paganos y mahometanos, en los ríos y en las riberas,
mezclados hombres y mujeres y niños, corriendo acá y acullá por
seguirnos,... no puedo hacerlo sentir; para lograrlo, había de tro-
carse en lago moviente esta hoja, y girar desordenadas las pala-
bras, y ser verdes sus márgenes, y brotar por doquier personas, ar-
bustos, palmeras, chalupas, aguas, casitas, cabanas, pájaros, ex-
plosivos, campanas, banderas...
Pero dejando esa labor, para la cual no soy, pues carezco de
chispa, me concretaré á indicar (sólo indicar, ya que más no cabe)
que la entrada y recibimiento en Quilón fué digno de quien era re-
cibido. En el desembarcadero y en el trayecto apenas cabía la mul-
titud. Contribuyeron grandemente al realce los seminaristas, que
cantaban: Benedictus quivenitin nomine Domini; así como las Her-
manas Terciarias Carmelitas con sus colegialas.
El R. P . Martín, Vicario general del Obispado, leyó el saludo de
bienvenida, al que el nuevo Obispo respondió con serenidad y acen-
to oratorios ofreciéndose todo á los que del todo se le ofrecieron.
Cantado el Te Deum, dio el limo. Benziger su primera solemne
bendición á aquel pueblo que tan unánime y entusiasta hubo acu-
dido á recibirle y postrarse delante de su amado nuevo Padre, y
terminó tan grandioso acto con el beso del anillo pastoral.
¡Que el Señor conserve muchos años la preciosa vida del ilustre
Obispo carmelita, para bien de la Iglesia, gloria de nuestra Orden
y prosperidad de la misión!
fr. Juarj Vicetjte.

CARTA INTERESANTE

Verdpoly 30 Enero 1901.


MUY R. P. DIRECTOR:

Aunque sea impropio hablar uno de sí mismo, le envío estas lí-


neas acerca de mi vuelta de los montes Annamalais ó Deviculam,
que pueden servir de complemento á mi precedente relación, inserta
en su Revista.
MISIONES CARMKLITANAS 179

E n el camino real hallamos un gran número de parias de ambos


sexos adorando postrados á unos cocos cortados por medio, cuya
ignorancia supersticiosa nos entristeció grandemente; y, pregun-
tándoles si aquellas frutas eran sus dioses, dijéronnos que sí; y, vol-
viéndoles á preguntar: Pues ¿en qué quedan vuestros dioses des-
pués que los coméis?, no supieron qué respondernos, y se disper-
saron dando una carcajada. ¡Pobres infelices! Mas su risa nos con-
soló algún tanto, pues nos hizo ver que su convicción no era pro-
funda.
Los caminos de arriba están llenos de serpientes y elefantes, que
se refugian en las alturas, porque en las faldas están volando con
barrenos de dinamita los peñascos: por eso hemos hecho la jornada
con mayores peligros que nunca. En un bosque inmenso y espan-
toso, llamado Elamala, monte de cardamomo, dije á los cargueros
ó conductores que cogiesen un poco para confortar el pecho, y me
contestaron: «Padre: si la policía nos ve, nos llevará á la cárcel,
porque el gobierno prohibe severamente el cogerlo». Pero repuse:
«Esta imponente soledad es como el Jardín del Padre Eterno; hoy
hemos andado veinticuatro millas, y podemos suponer que la bondad
de Dios nos permite comer un poco de ello». Mas, al decir esto, noté
que mi perro perseguía algo en una zarza grande; pero, al acercar-
me, dio un salto hacia atrás, y me hallé enfrente de un boa constríc-
tor que, gracias á Dios, al verme, se volvió y escapó con gran ruido:
fué un milagro de Dios, pues no sé lo que hubiera sucedido si nos
ataca, porque de los cargueros no se puede esperar socorro en tales
casos, pues huyen ó se quedan inmóviles como desmayados.
Al llegar por la noche á una casa pequeña en Annacolam (pozo
de elefantes), sentimos que se acercaban cuatro de éstos. Salió el
guardia para dispersarlos, pero no pudo conseguirlo, aunque los
animales no pudieron acercarse, porque la casa estaba rodeada por
uña zanja. A la mañana siguiente nos encontramos cerca de una
ría con otro que venía hacia nosotros, y los cargueros emprendieron
la huida. Yo, cuando le tuve á veinte pasos, descargué sobre él mi
carabina, que por lo menos hace mucho ruido, y el monstruo cam-
bió de dirección y huyó con infernal estruendo, pulverizando las
cañas del bosque, y mis valientes servidores volvieron vociferando
y dándose aire de triunfo. Después de andar algunos pasos, vimos
al lado del camino unas monas negras, y, al acercarme á disparar
sobre ellas, el servidor me dijo: «Padre, ¿no ve el elefante, que está
al pie de ese mismo árbol y hace el ruido que se oye ?» Yo pensaba
que aquel ruido lo hacían las monas saltando del árbol á las cañas,
y era el elefante que, por dicha nuestra, en lugar de lanzarse sobre
nosotros, huyó hacia arriba. Este suceso peligrosísimo prueba que
el elefante se escapa del hombre cuando cómodamente puede, y que
no ataca si no es atacado ó está en peligro; así, que el grandísimo
miedo que le tienen los salvajes de estos montes es exagerado.
E r a el cuarto día del caminar, y estábamos preparando nuestro
arroz encima de un gran peñasco que sirve de puente, y unos pe-
cecillos que encontramos en una red de cañas, cuando apareció un
l80 EL MONTE CARMELO

salvaje con un trapo viejo en los ríñones, y me dijo: Padre: hace


tres años que usted me bañó en este lugar, después de haber hecho
su sacrificio sobre aquella piedra.—Ya me acuerdo, le contesté;
pero ¿dónde están tu mujer y el niño, á quienes también bauticé?—
Están á media milla de aquí, me dijo.—Pues tráelos antes de que
comamos. Así lo hizo: el chiquillo, que tenía cuatro años, venía
muy contento: vestile con mi pañuelo, y á sus padres con los lien-
zos de mis servidores: se confesaron, y les di un poco de dinero y
de tabaco, que es lo que más estiman, y dando muestras de alegría
se volvieron á su bosque, donde, según nos dijeron, viven solos,
alimentándose de frutas silvestres, de una especie de patata que
llaman cúa, y de miel. Este encuentro me consoló mucho y com-
pensé en parte los trabajos del viaje y de la permanencia de un año
en aquellos montes.
Al día siguiente llegamos á un lugar llamado Selva de Papagayos
(Tatakate), donde estaba el ingeniero de aquellos caminos, que es
un sacerdote pagano, el cual no nos permitió pernoctar en aquel
punto, so pretexto de que mi nombre no estaba en la lista de los
autorizados á permanecer allí; entonces me acordé de la maldición
que San Francisco Javier lanzó sobre esta raza orgullosa, egoísta
y fanática; pues ni el último indio, ni el más salvaje de aquellos
bosques se niega á dar hospedaje á los viajeros que llegan de noche;
pero la rabia del diablo estaba pintada en la frente de aquel paga-
n o , y es tan duro de corazón, según nos contaron, que lo que le
sobra de su comida lo entierra, para que los pobres no lo coman, y
prohibe que los viajeros se acerquen á su morada, para que no la
manchen y profanen, aunque sus obreros dicen que no cree man-
charse guardándose sus jornales y el dinero que recibe del Gobierno
para obras públicas, que no las lleva á cabo ó las hace en pésimas
condiciones (yo he visto en este viaje puentes que á los pocos días
de hechos se los lleva el agua), y así dura este robo escandaloso.
No pudiendo pernoctar allí, nos esforzamos por llegar á Codaman-
galam, primer pueblo que encontramos después de un viaje de
treinta y seis millas, donde los cristianos sirianos nos recibieron
con gran entusiasmo y lágrimas; pero debo referir que antes nos
vimos en un gran peligro, porque nos acometió un gran rebaño de
búfalos furiosos, que tenían crías, y nos vimos libres casi por mi-
lagro, pues los servidores huyeron con las carabinas, dejándome
solo. San Pablo cuenta perfectamente los trabajos de las peregri-
naciones y viajes apostólicos.
E n este viaje he bautizado ochenta paganos con la ayuda de Dios,
cui honor et gloria in scecula sceculorum.
Termino esta epístola repitiéndome de V. R. afectísimo hermano
en Cristo—Fr. Alfonso, C. D., Misionero apostólico.
EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES

ni

r os poderosas escuelas se disputan los honores de un triunfo defi-


nitivo en el campo de las Bellas Artes. La primera está sosteni-
da por aquellos en cuyo concepto el Arte no debe tener otro objeto que
la más perfecta y minuciosa imitación de la naturaleza , tal como Dios
la ha hecho, en aquel sentido de que todo lo que es, en cuanto es, es bueno.
Los defensores de esta escuela contemplan la naturaleza objetiva en su
desnuda realidad y la representan sin elección y sin apreciación, tal
como se presentaría á nuestra vista un objeto cualquiera. Llámase Es-
cuela Naturalista.
Los defensores de la segunda escuela contemplan la naturaleza bajo
el prisma de la belleza ideal. Según ellos, es necesario abstraerse de ob-
jetos materiales, reconcentrarse dentro de sí mismo, formar en la men-
te una idea, en la imaginación un objeto individual y reproducir aquel
objeto adornado de los afectos del corazón y de las bellezas de la fan-
tasía. Este sistema es conocido con el nombre de idealismo en el Arte.
Entre los defensores de la escuela naturalista, entienden unos que el
artista debe abstenerse de toda representación de lo que sea deforme y
vil en la naturaleza física; mientras que otros, denominados hoy realis-
tas, sostienen el principio de que todo lo externo, así lo deforme y.vil
como lo hermoso y noble, lo repugnante, obsceno é inmoral, entra en
el dominio del escultor y del pintor, de tal suerte que el artista ha de
reproducir todas las obscenidades é inmoralidades con todas sus obsce-
nas desnudeces paganas, aunque sus lógicos resultados sean los inevi-
tables escándalos de los pueblos. De esta forma del arte, conocida co-
munmente con el nombre de realismo artístico, no hablamos esta vez: le
dedicaremos artículo aparte, y procuraremos poner de manifiesto toda
su monstruosidad, por si acaso conseguimos llegue á ser objeto algún
tanto de la abominación de los aficionados al arte.
Los idealistas, por su parte, se encuentran también fraccionados en dos
grupos. Unos, siguiendo á Winckelmann, quieren que el artista siga el
ideal de sus producciones al tenor de un tipo de belleza preconcebido y
Ig2 EL MONTE CARMELO

deducido de las obras maestras del arte griego y romano. Otros, para
quienes la admiración de lo antiguo no excluye el progreso introdu-
cido en las ideas estéticas por el Cristianismo, cifran el ideal del
Arte en el consorcio, hasta donde es posible obtenerlo, de las formas
paganas con el espíritu cristiano. ¿Cuál de estas escuelas podrá aspirar
á un triunfo definitivo?
Los artistas más esclarecidos hoy en Europa profesan cierto selec-
ticismo, que parece estar más en armonía con las tendencias generales
de la filosofía moderna. Toman como base la naturaleza, no para imi-
tarla servilmente, sino para inspirarse en ella y admitiendo sólo como
puntos de vista histórico y arqueológico los sistemas de los tiempos an-
teriores, ora el idealismo cristiano, que se le denomina ya goticismo, ya
purismo; ora el otro idealismo pagano que se distingue con el nombre
de clasicismo; ora el naturalismo místico español, tan sublimado en los
lienzos de Murillo, Zurbarán.y Ribera; ora el naturalismo profano de
los pintores neerlandeses Rembrandt y Jordanes, forman un sistema
vasto y comprensivo, mejor dicho universal, en el que caben todas las
cualidades de los grandes maestros de todos los siglos pasados y de
todos los países.
Ahora bien; después de estas ideas, que en su mayoría las hemos to-
mado de un célebre escritor de nuestros días, se nos ocurre preguntar:
¿Cuál es el objeto del Arte? ¿Cuál es la misión del artista sobre la Tie-
rra? ¿Qué rumbo señala el dedo de la Providencia á aquellos que, dota-
dos de una imaginación ardiente y de un corazón apasionado, sienten
en sí la llama del genio y se reconocen llamados á cumplir una misión
providencial? El destino del artista ¿es tan sólo deleitar con la repre-
sentación de los objetos que la naturaleza ó el hombre nos ofrecen?
He aquí la cuestión más importante que hay que dilucidar para deter-
minar el verdadero sentido de las Bellas Artes. El realismo moderno se
contenta con que el Arte imite, prescindiendo de si agrada ó no agrada.
El ecléctico quiere que la obra del Arte sea siempre bella; el idealista,
ó, mejor dicho, el espiritualista cristiano, aspira á que el Arte realice un
fin religioso, civil ó social, cual es el coadyuvar al mejoramiento de las
costumbres elevando sus ideas, purificando sus sentimientos, esclare-
ciendo las inteligencias y conduciendo su espíritu por medio del Arte
natural á una región sobrenatural; aspira, en suma, á que el Arte, obran-
do sobre los sentidos, conspire al mismo resultado que la doctrina que
se dirige á la razón y al entendimiento.
Confesamos de grado que éste es el único objeto que puede tener el
Arte, y éste el único rumbo que le señala el dedo de la Providencia, y
el fin que debe proponerse al emprender su carrera: conducir al géne-
ro humano á su perfeccionamiento, y por medio de su perfeccionamien-
to á las regiones de lo infinito; todo por medió de los recursos de que
la naturaleza le ha dotado, es decir, por medio del Arte. Por este obje-
to, y persiguiendo estas finalidades, debe trabajar el escultor, el pintor,
EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES 183

el poeta, el músico, purificándolo todo con las doctrinas civilizadoras de


Jesús y sublimando las producciones del Arte á las regiones de lo infini-
to, en virtud de las sublimes redenciones de la Cruz del Calvario, rea-
lizando la sublime expresión de Mesnard: El Arte es la representación del
ideal eterno é inmutable.
No obstante, entre el realismo moderno y el idealismo cristiano hay
una lucha muy reñida. No hay necesidad de que se nos pregunte á qué
parte se inclina nuestro modo de pensar. Detestamos y abominamos el
realismo; aceptamos el idealismo con todas las efusiones de nuestra
alma. Reconocemos en lo íntimo del alma racional lo que un sabio ha
llamado «espejo de reflejos purísimos, donde se ven como presentes ar-
monías que no se realizan en el mundo dentro del plazo de nuestra pe-
regrinación sobre la tierra; creemos en la existencia de un vínculo entre
lo finito y lo infinito, herencia de un mundo mejor, riqueza efectiva y
consuelo de los moradores de la tierra; prenda que distingue al hombre
del bruto y explica la perfectibilidad y mejoramiento del hombre; pla-
no donde se trazan los primeros derroteros de las acciones heroicas».
Reconocidos estos principios, afirmamos, sin temor de engañarnos, que
el objeto del Arte es algo más que el deleite de los sentidos, sobre todo
si para deleitar los sentidos es necesario acudir á la representación de
aquello que todo país culto y toda persona sensata detesta y abomina.
Otros destinos muy distintos vemos en las Artes, rayos de inspira-
ción divina que proceden de Dios, y que necesariamente tienen que ir
á parar á Él, como las aguas del inmenso mar van á parar al mismo
punto de donde salieron. Desdichado el artista que siga otro rumbo.
Desdichado el poeta que en los momentos de su inspiración no se acuer-
da de Dios, de quien le viene la llama del genio. Desdichado el músico
que, al trasladar á la nota sus ensueños sublimes, no se acuerda de Dios
y le consagra su corazón envuelto entre ríos de armonía. Desdichado
el pintor que, al trasladar al lienzo los colores de su paleta ó grabar en
piedra una inspiración misteriosa, tergiversa el plan divino y dedica á
una belleza terrestre lo que sólo para lo celeste le concedió la Provi-
dencia.
Rindan, pues, las Artes su culto á Dios, á Aquel por quien la natura-
leza existe; á Aquel por quien la naturaleza es bella, por quien existen
los artistas; á Aquel por quien cantan las aves, y ruge el león, y brama
la mar, y se enfurece la tempestad, y derraman sus aromas las flores,
y las esencias su perfume, la virgen su plegaria matutina, el serafín su
canción de amor, y el arcángel su estrofa sublime.

fr. Samuel de Santa Veresa.


EL TIEMPO

ni
ss ' •
% L tiempo parece muy fuerte y robusto, puesto que todo en él
^ muere, y no obstante es muy débil; no es ni siquiera una
substancia ó ser capaz de subsistir por sí mismo; es un accidente
de los seres que se mueven. El movimiento engendra el tiempo, y
éste mide á aquél. Según son varias las transiciones de los seres
ó su capacidad de transmutarse, así son varias las medidas ó reglas
para medirlas. Hay seres completamente incapaces de toda muta-
bilidad, como Dios y sólo Dios. Otros que son inmutables en su
esencia, porque no pueden ser destruidos, pero son variables en sus
acciones; éstos son los ángeles y espíritus creados. Otros seres,
finalmente, son mudables en su esencia y en sus acciones, como el
hombre, que puede descomponerse, y todos los seres materiales que
pueden corromperse.
La duración del primero se llama eternidad; la de los segundos
evo, y la de los terceros tiempo. Por esto la eternidad se define:
La duración de un ser completamente invariable, tanto en su esen-
cia como en sus operaciones. El evo es: La duración de los seres
invariables en su esencia y variables en sus operaciones. El tiempo:
La duración de los seres variables en su esencia y en sus operacio-
nes. En la eternidad mira Dios las tres divinas personas en sempi-
terno consorcio. En el evo están los ángeles; en el tiempo, que es
más bajo, está el hombre, ¡pobre hombre! ¡Está en el tiempo, y el
tiempo es la duración de los seres que pasan!
Aunque es cierto que en el hombre hay continua sucesión de ac-
ciones, porque comienza á entender y amar lo que antes no amaba
ni entendía, y dejar de querer y entender lo que antes entendía y
amaba, y es corruptible en cuanto á su cuerpo, y por esto está en
el tiempo, también es verdad que en cuanto á su alma es incorrup-
EL TIEMPO 185

tibie, y Dios mismo se gloría de haberle hecho inmortal. Luego lá


duración de su alma debe medirse no por el tiempo, sino por el evo,
como la de los ángeles, y así no es extraño que, estando el alma sobre
el tiempo, sobre el tiempo se levanten también nuestros pensamien-
tos y deseos. También es un dogma consolador del Catolicismo que,
cuando el hombre llegue á contemplar cara á cara la divina esencia
é irradie sobre nuestra alma aquella ráfaga de luz divina que informa
nuestra inteligencia y que se llama Lumen glorice, entonces el alma
humana, incesantemente y para siempre estará contemplando aque-
lla divina esencia que es fuente de luz, de verdad y de vida. Cuanto
á la contemplación de aquella sublime verdad, no sufre cansancio,
ni mengua, ni interrup ción. Luego el alma, en cuanto á la visión de
la divina esencia, tendrá ser permanente, eterno. Por esto ha di-
cho magistralmente el Ángel de las Escuelas que las criaturas
espirituales (entre las que se cuenta el hombre por su alma), en
cuanto á su entender y querer, que son acciones sucesiyas, perte-
necen al tiempo. En cuanto á su ser natural (que es incorrupti-
ble), pertenecen al evo, y en cuanto á lá visión de la gloria partici
pan de la eternidad (1). El hombre, pues, con sus pies está pisando
la tierra como los brutos; por su alma pertenece al evo, como los
ángeles, y por la visión de la gloria, si llega á conseguirla, estará
en la eternidad como el mismo Dios. Él es verdaderamente el esla-
bón que une la tierra con el cielo, la materia con el espíritu, el
tiempo con el evo y la eternidad, el orden de la naturaleza con el
de la gracia. El hombre es el morador del tiempo, el compañero de
las cosas que pasan; pero se enlaza con las que permanecen, con las
que moran en la eternidad.
El tiempo es la medida de la duración de las cosas que poco du-
ran; parece viejo y es muy joven, muy duradero y es muy transito-
rio, muy largo y es muy corto si le comparamos con la eternidad.
El Espíritu Santo nos ha dicho que es tan breve, que mil años del
tiempo son ante los ojos eternos de Dios como el día de ayer, que
ya pasó (2), y Dios, ciertamente, ve las cosas como son y no como
ellas aparecen. Los siete mil años de existencia que cuenta el tiempo,
apenas figuran ante la duración de la eternidad; menos proporción
tienen siete mil años con la eternidad que una gotita de agua con
la inmensidad del Océano, menos que un granito de polvo, que una
molécula con la redondez de la tierra ó con las grandiosas moles

(i) Summa, quces. x , 5, ad i. u m


(2) Psal., 87, 4.
I86 EL MONTE CARMELO

que están colgadas en el vacío de los espacios; porque, después de


todo, una gotita de agua es una fracción del Océano, mientras que
el tiempo, aunque multiplicase sus centurias, no lo será nunca de
la eternidad. El universo corpóreo es la suma de muchos millones
de moléculas unidas; pero la eternidad no puede ser la suma de mi-
llones de años, ya porque la eternidad y el tiempo son de un orden
distinto, ya porque aquélla es infinita y éste es finito, y de lo que es
infinito nunca podrá ser parte la suma de fracciones finitas.
Tenemos como resumen que el tiempo no es algún ser subsis-
tente; es más bien el modo de ser de ciertos seres; tiene más de
ilusorio que de real, de subjetivo que de objetivo: es la imagen de
lo transitorio, puesto que es precisamente la duración de las cosas
que se mudan y pasan. Metafísicamente hablando, el tiempo es gran
problema que durante miles de años ha ocupado la atención de los
hombres más sabios, y aun no lo han resuelto, ni es fácil lo resuel-
van. Históricamente, es el archivo, el sepulcro de los grandes acon-
tecimientos ocurridos en el mundo. Los que mejor y más hermosa
y poéticamente han tratado del tiempo, son los teólogos, los asce-
tas, los místicos, y han dicho que el tiempo era un lugar de prue-
ba, un valle de lágrimas, donde se ensayaban los espíritus para
volar á la inmensidad. Han dicho que había relaciones morales
entre el tiempo y la eternidad, porque una acción meritoria del
tiempo era recompensada con premio eterno, que es la moneda de la
eternidad. Y á fe que estoy convencido que los místicos y ascetas
tienen razón, si la Escritura no miente, y los Santos Padres no nos
engañan, y los teólogos no sueñan. Y si es cierto, como lo es, que
hay relaciones entre el tiempo y la eternidad, y que allí se pagan
con premio eterno las buenas obras de acá, y que el tiempo es
sólo el lugar de preparación para entrar á la otra vida; si esto es
verdad, como indudablemente lo es, el verdadero y prácticamente
sabio en este mundo no es el que contempla el curso de los astros
y estudia los secretos de las entrañas de la tierra, sino el que en
todo y por todo mira al cielo y procura que sus acciones estén en
proporción con las doctrinas divinas.
Los Santos, sin duda, eran, ó grandes ignorantes, 6 insignes vi-
sionarios, ó sabios profundos. Me inclino á creer que eran esto últi-
mo. Decían que no eran de aquí; cantaban con Santa Teresa de
Jesús:
Esta vida no es la vida.
Para ellos, el tiempo era pequeño y estrecho; para que ellos pudieran
batir sus alas, necesitaban moverse en la inmensidad.
EL TIEMPO 187

Ahora que hemos comenzado un siglo nuevo, que sin duda con-
cluirá con todos nosotros, acordémonos de que la muerte en el tiem-
po es el nacimiento en la eternidad; la última y radical mudanza en
el tiempo, es el principio de nuestra sempiterna inmutabilidad.
Bendigamos á la Religión santa que nos ha enseñado estas ver-
dades grandiosas y sublimes.
fr. Sucas de San Tose.

SECC1ÚN CANÚNIC0-L1TÚRG1CA

DECRETO DE LA S. CONGREGACIÓN DE RITOS

Habiéndose propuesto la cuestión: Si la fiesta doble ó semidoble


reducida para siempre á rito simple se debe de considerar como
simplificada ó como simple, la S. Congregación de Ritos, hecha la
relación por el infrascrito (Secretario y oído el parecer de la Comi-
sión Litúrgica, determinó responder:
Negativamente á la primera parte; afirmativamente á la segunda;
observándose las Rúbricas.
Y así lo decretó él día 7 de Diciembre de 1900.—D. CARD. FERRATA,
Pra?f.—D. PANICI, Archiep. Laodicen., Secret.
NOTA. La fiesta simplificada distingüese de la simple en que
aquélla tiene derecho á las tres conmemoraciones acostumbradas,
á saber, en las primeras y segundas Vísperas y en Laudes; y ésta
sólo á dos, esto es, en las primeras Vísperas y en Laudes. Por lo
tanto, con el precedente Decreto ha declarado la S. C. de R. que la
fiesta para siempre simplificada muda su naturaleza, ó sea, pasa de
simplificada á simple; ó, lo que es lo mismo, que las fiestas inperpe-
tuum simplificadas no tienen ya derecho á tres conmemoraciones,
sino sólo á dos, como las simples. Lo cual se ha establecido con gran
sabiduría; porque, de conservarse el antiguo derecho á tres conme-
moraciones, además de la confusión que tales fiestas simplificadas
traen consigo, resultaría una nueva distinción, de la que nada dicen
las Rúbricas, esto es: fiesta simplificada per accidens, simplificada
perpetuamente y simple. Pero, queriendo evitar esto el S. Tribunal
de Ritos, ha establecido que la fiesta perpetuamente simplificada se
debe de considerar como simple 6 que es simple, sin más derecho
que á dos conmemoraciones, en las primeras Vísperas y en Laudes.
^pucESO MILAGROSO.—La R. M. Priora de las Carmelitas Descalzas
í P * de San Rafael, de Santiago de Chile, ha enviado la siguiente
relación de una curación prodigiosa obrada en una de las religiosas
de su Comunidad:
"Hoy (16 de Enero de 1901) se ha obrado un gran milagro en este
nuestro Convento, del cual es autora Nuestra Santa Madre Teresa,
siendo la favorecida nuestra Hermana María Luisa.
Hace mes y medio se sintió mal esta Hermana, agravándose tanto
desde hace doce días, que no la ha sido posible abandonar el lecho.
El viernes 11 de los corrientes llegó á tal estado, que á^las dos de la
mañana nos vimos precisadas á hacer llamar al P. Ernesto, que vino
en seguida con el P. Leonardo. Muy apurado le pareció al Padre el
caso, y la administró los Sacramentos hasta la Santa Unción. Por la
mañana se reunió una consulta de cuatro doctores de los más afama-
dos, y resolvieron que era un tumor gravísimo al vientre, y que, si
no se operaba, el caso era perdido. La Hermana contestó que prefe-
ría la muerte. Así continuó dos días más, durante los cuales la han
visitado siete médicos, y todos estaban contextes en afirmar que el
final tenía que ser funesto.
En la tarde de ayer 15, los dolores subieron de punto, y desde el
coro se oían los quejidos de la pobrecita, partiéndosenos á todas el
alma por no poderla aliviar. El P. Ernesto entró á consolarla un po-
quito, como ha venido haciendo, lleno de bondad, todos los días. La
Hermana se alegró mucho al ver al Padre y le dijo que ya no se mo-
ría, pues en un momento que tuvo de alivio y se quedó traspuesta
sintió que Nuestra Santa Madre la hacía caricias en el rostro y la
decía: Pasado mañana, á las doce de la noche, te voy á mejorar, pero
tienes que ser muy santa. Esto se lo contó á varias Hermanas, y to-
das lo tomaron por un sueño. [Cuál sería nuestra sorpresa al ver que
al poco se cumplía todo al pie de la letra! Como á las doce se quedó
dormida, y al poco rato despertó preguntando qué hora era, y se la
dijo que eran las doce y cuarto. Desde ese instante se fué aliviando y
CRÓNICA CARMELITANA 189

arrojando los innumerables purgantes que había tomado, que, según


su cuenta, eran veintisiete, y se sentó en la cama, cosa que antes no
podía ni siquiera mover la cabeza. Desde ese momento ya no quiso
tomar medicinas ni alimento, y esperó en a3'unas la Comunión, que
se la administraron á las cinco y media, para lo cual quería levantar-
se de la cama, pero no se lo permitimos, y así estuvo acostada hasta
las diez, en que se bajó de la cama y empezó á saltar con la agilidad
de un niño; salió al claustro y asistió con la Comunidad á la recrea-
ción y vísperas, como si siempre hubiera estado sana; después fué
al confesonario, donde estuvo un buen rato de rodillas sin la menor
incomodidad. Hoy 17, que termino esta carta, sigue perfectamente sin
la menor novedad.
Gloria á Dios por todo y á nuestra Santa Madre Teresa, que en
estos lejanos países vive y reina como allá en España,,.

CóRDOBA ARGENTINA: L A NUEVA IGLESIA DEL CARMEN.—Aunque con


algún retraso, ha llegado á nuestras manos la siguiente reseña firma-
da por una piadosa señora de Córdoba Argentina, refiriéndonosla
solemne inauguración de la Iglesia de nuestros Padres en dicha po-
blación, y de la que se ha ocupado la prensa de aquellos países con
grandes elogios para la Orden Carmelitana:
"El día 31 de Diciembre tuvo lugar una solemne fiesta religiosa con
motivo de la bendición de la preciosa iglesia que los laboriosos é
infatigables P P . Carmelitas han levantado á la Reina del Carmelo,
en la calle de Jujuí.
A las cuatro de la mañana, el limo. Sr. Obispo Mons. Aquilino Fe-
rreira bendecía la nueva iglesia, y luego numerosa y selecta concu-
rrencia llenaba sus naves.
A las doce de la noche se celebró la primera Misa y Comunión ge-
neral; la iglesia, iluminada con luz eléctrica y engalanada con luces
y flores, presentaba un aspecto verdaderamente encantador.
Al día siguiente se dio principio á las Cuarenta Horas y á un so-
lemne Triduo en honor de los nuevos beatos carmelitas Dionisio y
Redento; y por la nueva iglesia y el nuevo siglo. Misa solemne pol-
los RR. P P . Dominicos, Jesuítas y Escolapios, y á las siete de la ma-
ñana rosario, sermón y bendición. El sermón de las tres noches es-
tuvo á cargo del R. P. Carmelita Fr. Miguel de la S. F . , quien habló
con la energía y elocuencia de siempre, y tuvo momentos verdadera-
mente inspirados; sobre todo, en la última noche, al hablar de los
nuevos beatos, su voz robusta y enérgica vibraba de entusiasmo,
dejando gratamente conmovido á su numeroso auditorio. Luego se
dio la bendición con el Santísimo, concluyendo así tan solemnes fies-
tas, que han dejado en nuestro corazón imperecedero recuerdo.
La capilla de la Semana Devota de la Virgen del Carmen y de los
pobres, como la llama el P. Miguel, porque efectivamente ha sido
construida con el óbolo de la caridad, y sobre todo de la caridad de
los pobres, y con el celo, actividad y desprendimiento de la Semana
Devota, es una espaciosa iglesia de tres naves, divididas por colum-
nas, que le dan un aspecto sumamente gracioso y agradable. Su ele-
igO EL MONTE CARMELO

vada techumbre recibe luz por ventanales abiertos á su altura en


los muros de la nave central.
En el presbiterio, como coronando el altar mayor, se alza el cama-
rín de la Virgen: es de bonito estilo, está sostenido por columnas, y
en su centro se ostenta una preciosa imagen colocada con arte so-
bre un trono de blancas azucenas. En las naves laterales se ven gran-
des y bellísimos cuadros de valor artístico en sus dos altares: el uno
representa la aparición de Jesús, atado á la columna, á Santa Tere-
sa, y el otro el viaje á Egipto. El coro es sencillo y modesto, pero de
una forma elegante y graciosa.
El convento, anejo á la iglesia, tiene en la planta baja la hospede-
ría, el refectorio y demás dependencias, una bonita quinta y un her-
moso aljibe. En el piso superior se halla la biblioteca y las celdas, to-
das bien distribuidas y desahogadas, y por doquier se disfruta de
bellísimas vistas.
Esta hermosa iglesia y convento, levantados como por milagro, y
en tan poco tiempo, que á todos nos asombra, aun no está concluida
del todo; mas esperamos de la incansable actividad de los buenos
Padres que sabrán vencer todos los obstáculos que se presentan, y
que pronto tendremos el gusto de verlos convenientemente insta-
lados.
Felicitamos de todo corazón á los RR. P P . Carmelitas por haber
llevado á efecto una obra que, aunque á costa de tantos sacrificios,
corona sus deseos, y que prestará inmensos beneficios á esta ciu-
dad.—^Julia Juárez de Guernica.

TARAZONA: EN HONOR DE LOS BB. DIONISIO y REDENTO.—Hemos


recibido una preciosa reseña de las solemnísimas funciones con que
nuestras Madres de San Joaquín, de Tarazona, han celebrado el Tri-
duo de Beatificación de los BB. Dionisio y Redento, los días 8,9, y 10
de Febrero, predicando en los tres días el R. P . Lucas de San José,
y celebrando de Pontifical el tercer día el limo. Sr. Obispo de la
Diócesis.
El día siguiente 11 era el destinado para que hiciese su solemne
profesión la organista del Convento, Hermana Angela de la Inma-
culada; mas la ínclita Reformadora Teresa de Jesús, que procura
entrelazar las alegrías y tristezas de sus Hijas, por que no pierdan su
habitual y característico recogimiento, llamó á su compañía á la Re-
verenda M. Rosa del Santísimo Sacramento, religiosa de velo negro,
natural de Castellón de la Plana, de ochenta y tres años de edad y
cuarenta y cuatro de hábito, que, asistida de dos P P . Carmelitas, expi-
ró plácidamente en el Señor el día antes. A sus funerales, según obli-
gación por privilegio de esta Comunidad, asistió todo el Cabildo Ca-
tedral, oficiando el M. limo. Sr. D. Felipe Bulnes.
Tal era la fama de virtud y santidad de que gozaba la finada, que un
periódico de la localidad decía á este propósito: "La más perfecta ob-
servancia de su regla, durante tantos años; una profunda humildad,
y sobre todo plena confianza en Dios, á quien se había para siempre
entregado, fueron las notas salientes de su vida y las flores con que
CRÓNICA CARMELITANA igi

salió al encuentro de su Esposo, que indudablemente, á juzgar por


ellas y por su edificantísima muerte, la recibiría inmediatamente en
su seno „.
Descanse en paz la perfecta religiosa.
El día 12 hizo su solemne profesión, y se le impuso el velo negro
según el Ritual de la Orden, la mencionada Hermana Angela de la
Inmaculada, organista de dicho Convento, quien á su brillantísima
carrera, hecha con los primeros premios en el Real Conservatorio de
Madrid, une una esmeradísima educación religiosa y social, un co-
razón adornado de los encantos de todas las virtudes que hacen de
ella una perfecta hija de Teresa.
Ofició el R. P . Fray Juan Miguel, estando la plática á cargo del
M. I. Sr. Dr.'D. Joaquín Carrión, Arcediano. Esta versó sobre la pa-
rábola de la margarita preciosa, y, estudiando las propiedades de la
perla, las aplicó con sumo acierto á Jesús, y á su esposa la religio-
sa , que se debe identificar con él.
Así concluyó esta serie de acontecimientos, á los que bien pronto
se unió otro que llenó de pena á tan observante Comunidad, pues
hubieron de llorar la muerte de la Rda. M. Dolores de San Luis, re-
ligiosa observantísima de velo negro, de setenta y dos aflos de edad
y cuarenta y cuatro de santo hábito, natural de Malón (Aragón),
arrebatada á este mundo el 17 á las diez de la noche, y cuyas her-
mosas virtudes y afable trato tenían conquistado el cariño y aprecio
de todas las religiosas, y de las personas que la trataron siendo
Prelada.
Su entierro, con asistencia del Cabildo Catedral, tuvo lugar el
día 19 á las diez de la mañana,

En Valencia, Convento del Corpus Christi, ha fallecido también


la Hermana Josefa Antonia de la Virgen de los Desamparados, re-
ligiosa observantísima y modelo de muchas virtudes. Era muy de-
vota de San José, á quien pedía la gracia de morir en día 19, y de
San Antonio, á quien asimismo pedía la de morir en martes; y am-
bas gracias la han sido concedidas, pues murió en martes con fe-
cha 19 de Febrero. Tenía ochenta años de edad y cincuenta y uno de
religión.;
En Medina del Campo ha fallecido^con muerte tranquila y santa la
Hermana Paula de [los (Angeles, de sesenta y ocho ¡años de edad y
cuarenta y nueve de religión, religiosa muy querida de la Comuni-
dad por los grandes ejemplos de virtud en que siempre ha resplan-
decido.
Y en Burgos han muerto nuestros subscriptores D. Gabino Zufieda
y D. Domingo Rico.
R. I. P.
.¿^JERARQUíA CATóLICA.—Del Anuario pontificio La Jerarquía Cató-
^Sg lica, para el año de 1901, editado en la Tipografía Vaticana, to-
mamos las siguientes notas:
El Sumo Pontífice León X11I ha creado, en los veintitrés años de su
glorioso Pontificado, 130 Cardenales, comprendidos dos reservados
in pectore. El total de los Cardenales fallecidos en el actual Pon-
tificado es de 135, de los cuales cuatro fueron creados por Grego-
rio XVI, 56 por Pío IX, y 75 por León XIII.
En el Sacro Colegio quedan solamente tres Cardenales creados por
Pío IX, que son: Oreglia de San Esteban, Parochi y Ledochowski.
El más anciano de los Cardenales es Celesia, Arzobispo de Paler-
mo, que tiene ochenta y nueve años de edad y diez y siete de carde-
nalato; el más joven es el Cardenal Vives Tuto, que tiene cuarenta
y siete años de edad y dos de cardenalato.
Los dignatarios que componen actualmente la Jerarquía católica
son 56 Cardenales, 11 Patriarcas, 725 Arzobispos y Obispos del rito
latino residencial, 49 Arzobispos y Obispos de rito oriental, 367 Obis-
pos titulares, 7 Arzobispos y Obispos que no tienen Silla, y 10 Prela-
dos nullius diceceseos.
La Jerarquía católica ha tenido en el Pontificado de León XIII el
siguiente incremento: se han erigido dos Sillas patriarcales, 31 Sedes
arzobispales, 101 Obispados, dos Abadías nullius diceceseos, tres De-
legaciones apostólicas, 61 Vicariatos y 24 Prefecturas apostólicas.

E L PRóXIMO CONSISTORIO.—Se tiene por cierto, según correspon-


dencias de Roma, que en los últimos días de Marzo ó en los prime-
ros de Abril se celebrará el anunciado Consistorio, en el que serán
creados Cardenales:
Mons. Francisco della Volpe, que es actualmente Mayordomo.
Mons. Luis Tripepi, actualmente Sustituto de la Secretaría de
Estado.
Mons. Sebastián Martinelli, actualmente encargado de la Delega-
ción apostólica en Washington.
CRÓNICA GENERAL 193

Mons. Casimiro Gennari, actualmente Asesor del Santo Oficio.


Mons. Dalli'Olio, Arzobispo de Benevent.
Mons. Boschi, Arzobispo de Ferrari.
Igualmente serán elevados al Cardenalato los Patriarcas Nocella,
de Antioquía, y Saniminiatelli, de Constantinopla; y recibirán tam-
bién la púrpura los Arzobispos de Colonia y de Cracovia.
En la Corte pontificia habrá los cambios siguientes:
Mons. Francisco Tarnassi probablemente pasará á la Secretaría
de Estado, dejando así temporalmente vacante la Internunciatura
apostólica de Holanda.
Mons. Jacobo della Chiesa, hoy agregado á la Secretaría de Es-
tado, será nombrado Secretario de Negocios eclesiásticos extraordi-
narios.
Mons. José Constantini, Limosnero pontifical, será Asesor del Santo
Oficio.
Mons. Gaetano Bisieth, Camarero privado, será nombrado Limos-
nero pontifical.
Finalmente, Mons. C. de Acevedo desempeñará el cargo de Ma-
yordomo de Su Santidad.

UN TRIUNFO DE LOS CATóLICOS INGLESES. —La Cámara inglesa de


los Comunes ha aprobado una proposición de ley, según la cual, los
soberanos de la Gran Bretaña no están obligados á hacer declaración
alguna de carácter religioso á su advenimiento al Trono. "Esta pro-
posición—añade Fabra—ha sido motivada por la reclamación de 30
Lores católicos contra el juramento prestado por Eduardo VII, con-
forme á una práctica seguida hace dos siglos por los Reyes de Ingla-
terra al principio de cada reinado, declarando que abjuran de la Re-
ligión católica.,,
Antes de ser decretada esa ley, en la misma Cámara de los Comu-
nes preguntó el diputado Guillermo Redmond al Gobierno si se ha-
bía ocupado en suprimir los términos "idolatría y superstición,,, apli-
cados á la Religión católica romana en la fórmula de abjuración del
Rey en la Cámara de los Lores; á esta pregunta respondió el Minis-
tro Mr. Balfour que tales epítetos no eran ciertamente dignos de ad-
miración; pero en cambio esperaba que habrían de pasar algunos
años antes que se tratara esa cuestión. A lo cual replicó el diputado
católico que no daría su voto á la lista civil del Rey mientras no fuera
otorgada la satisfacción debida.
Gracias, pues, al celo é iniciativa de los católicos, ha desaparecido
en el Reino Unido ese odioso estigma con que venía siendo ultrajada
en él, durante el espacio de más de dos siglos, la fe católica.

E L CENTENARIO DEL BEATO DIEGO J O S é DE CáDIZ.—El día 24 de


Marzo, á las seis de la mañana, próximamente, hará cien años que
voló al cielo el alma de aquel varón santo que se llamó Fr. Diego de
Cádiz, apóstol de España, timbre de Andalucía y gloria de la Orden
Capuchina.
Prepáranse á celebrar esta fecha los Rdos. Prelados de Sevilla,
EL
194 MONTE CARMELO

Málaga y Cádiz, con sus Cleros respectivos y Cabildos Catedrales y


municipales.
En Cádiz, patria del Beato, se proyectan fiestas para ese día; y en
Ronda (donde murió y se conservan sus reliquias), el Clero, con su
Obispo á la cabeza, las Corporaciones de dicha ciudad y la Provin-
cia Capuchina de Andalucía, celebrarán un solemne Triduo, á glo-
ria del Beato Diego, en el que tomarán parte notables oradores; y en
Sevilla, cuyo dignísimo Prelado es muy devoto del Beato; en Se-
villa, que lo contó entre sus concejales ó "Caballeros veinticuatro,,,
el Excmo. Ayuntamiento, el Cabildo Catedral, del cual formó parte,
y la Comunidad de Capuchinos, que lo contó entre sus miembros,
proyectan otro Triduo solemnísimo para conmemorar el día en que
voló al cielo á recibir la corona de gloria el ínclito varón que perte-
neció por igual (aunque en distinto concepto) á las tres Corporacio-
nes mencionadas.

E L CATECISMO DEL P. ARCOS.—Leemos en el Boletín Eclesiástico


de Córdoba que, interrogado aquel señor Obispo acerca de si podía
continuar de texto en las escuelas de aquella diócesis dicho Catecis-
m o , que fué adoptado allí en tiempo de su antecesor el Excmo. Señor
D. Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros, ha contestado
afirmativamente, añadiendo que sería muy conveniente que se adop-
tase en todas las escuelas públicas y privadas. Enumera las ventajas
del expresado Catecismo, y dice á continuación: "Si éstas no lo re-
comendasen, bastaría para hacerlo recomendable el odio que los
ateos, defensores de la violencia, de la tiranía y del despotismo con-
tra la libertad católica, profesan públicamente á este Catecismo,,.

ABJURACIóN DEL DOCTOR D. ANTONIO PINOL.—El 9 de Febrero fa-


lleció este señor doctor en derecho civil, canónico y administrativo,
procurador de los tribunales del reino, fundador de una asociación
del librepensamiento, colaborador de periódicos como El Motín, Las
Dominicales y otros de esta ralea, con el seudónimo las más de las
veces de Fernando de Antequera, con el cual encabeza la zarzuela
en un ac.o, original, La Pinta no gana. Por su mandato se han que-
mado muchos opúsculos, libros y escritos protestantes, entre ellos el
discurso de inauguración que pronunció el 1.° de año y siglo en el
casino de la calle de la Encomienda, plagado de errores. Ha sido su
última Voluntad que se haga pública su retractación, porque públicas
han sido Sus ofensas á la Iglesia. Dios le haya perdonado.

e
<§£VS^ 9
Un sucedido. —No, señor; yo no me llamo así: m .
mujer se llama Josefina, y, con ese 1
motivo, este día me es querido; pero
JM>RA el 18 de Marzo de 188... me lo es más por otra razón.
<F^> El tren de Maguncia, á todo va- El comerciante se calló, dominado
por, se dirigía á Colonia. Era uno de por viva emoción; una lágrima corrió
esos hermosos días, tanto más agrada- sobre su larga barba negra.
bles cuanto más raros en esta estación —Sois seguramente un agradecido
del año; los rayos del sol se desliza- devoto del gran San José.
ban sobre las verdes praderas, donde —¡Oh! Sin duda, señor; pero úni-
á su suave calor se abrían las amapo- camente desde hace algunos años; an-
las y margaritas. tes no le honraba nada.
En un coupé iban sentados los via- Señor—dijo el negociante después
jeros: un sacerdote y un comerciante. de unos minutos de silencio,—sois
Sin inquietarse uno del otro, conside- sacerdote, quiero contároslo todo para
raban con interés el delicioso paisaje gloria de San José... Podéis publicar
que se desarrollaba ante sus ojos, Ja cosa, predicarla...
siempre más encantador en las pinto- Mi educación, al principio muy ca-
rescas orillas del Rhin. Sus pensamien- tólica, dejó después mucho que de-
tos volaban al tiempo de los antiguos sear. Mi buena madre murió; mi pa-
caballeros, en que aquellas moles de dre, hombre de mundo, no se ocupó
piedra, hoy en ruinas, encerraban una casi de ella. Vine á ser ¡ ay! como tan-
vida tan activa, y algunas veces tan tos jóvenes de nuestros días, indife-
salvaje. rente, irreligioso: bien pronto aban-
Se acababa de pasar por Bonn. El doné todos mis deberes de cristiano;
sacerdote tomó su breviario, é iba á no pensé ni en Dios.
empezar su oficio, cuando atrajo su Pero Dios no me abandonó; creo
atención su vecino que, sentado en- que mi santa madre rogaba por mí.
frente de él, parecía también prepa- Me hice comerciante, y Dios bendijo
rarse á rezar. todas mis empresas. Me casé con la
— ¿Sois católico?—le preguntó el que hace la dicha de mi vida, y que
sacerdote. Dios hftbía elegido para obra de mi
—Sí—le respondió el otro con aire conversión.
amable.—Quisiera llegar hoy á casa, Era tan buena, tan piadosa, que
aunque estamos á principio de la pri- nunca se hubiera casado conmigo si
mavera, y á los comerciantes no nos me hubiera conocido bien. Pero yo si-
gusta interrumpir los viajes. mulé ideas religiosas que no había en
—¡Ah! Mañana es San José. ¿Será mi alma, y tuve el triste valor de r e -
su santo ? presentar una vergonzosa comedia.
ig6 EL MONTE CARMELO

Poco tiempo después de mi matri- Poco tiempo después viajaba por


monio me quité la careta... Mi pobre esta misma vía que recorro hoy. Vol-
mujer estuvo á punto de morirse de vía á Colonia. En mi coche íbamos sie-
pena; rogó, suplicó, todo en vano. La te personas; no había, fuera del sitio
amaba y, sin embargo, tenía valor de enfrente de mí, asiento vacío. Está-
burlarme abiertamente de ella, cuan- bamos casi en este mismo sitio en que
do la veia por las noches hacer sus estamos ahora, cuando el silbido de la
devociones ante un altarcito de San locomotora dio la señal de alarma, y
José ó de la Santísima Virgen. en el acto un choque, un crujido es-
Un día, hace de esto cinco años, la pantoso. « San José , socorrednos»,
llevé para su día un rico regalo. Lo exclamé, y salté de mi asiento. Todo
acepta, dándome las gracias cordial- había sido cuestión de un instante.
mente; pero añade en seguida, vaci- Los cadáveres de mis seis compañe-
lando : ros de viaje yacían en el suelo horri-
—Hay otro regalo... El único que blemente mutilados, en medio de los
me haría completamente dichosa... coches hechos astillas; yo solo había
—¿Sería?... salido, por milagro, sin otro daño que
• —Tu alma, querido mío. una ligera contusión.
Y le cortaron la voz los sollozos. Me Desde entonces he vuelto á ser ca-
esforzaba en consolarla, pero no c e - tólico práctico, y todos los años, en el
saba de llorar. mes de Marzo, soy yo el que adorna
—Pídeme lo que quieras, te prome- con flores y luces el altar de San José:
to hacerlo. ante él me arrodillo con mi mujer y
—Entonces ven conmigo esta tarde mis hijos, y hago, con un agradeci-
á la iglesia de M... Habrá sermón y miento que el tiempo no debilita, la
reserva. oración: <t San José , socorrednos».
—Si eso es todo lo que quieres, ya
puedes enjugar las lágrimas; te acom-
pañaré. Receta para incrédulos y ateos.
La iglesia estaba llena de flores. El
sacerdote, aunque hablaba muy bien,
me dejó frío é indiferente. El predica- En el palacio de la princesa de Lo-
dor, joven todavía, había dicho con rena se reunía con frecuencia una ter-
acento de convicción que nadie había tulia compuesta generalmente de las
jamás invocado á San José sin expe- personas más distinguidas de la alta
rimentar su poderosa protección, y sociedad.
que tenía la firme confianza que aun- Un día fué introducido en esta so-
que fuera un incrédulo, un pecador ciedad el célebre Mr. D'Alembert.
miserable el que, hallándose en peli- A las pocas reuniones, este señor se
gro, invocara á San José, le escucha- vanaglorió públicamente de sus opi-
ría seguramente. niones antirreligiosas diciendo:
Salimos de la Iglesia y nos volvi- —Yo soy el único en este palacio
mos á casa; yo, escéptico como siem- que no cree ni adora á Dios.
pre; -ella, más cariñosa que de cos- Justamente ofendida la princesa con
tumbre. una imprudencia tan desvergonzada,
Por el camino íbamos hablando de le replicó al instante:
cosas extrañas á lo ocurrido aquel día, —No, señor, no es usted el único
cuando de repente, mi buenajosefina, e n este palacio que no adora á Dios.
que no apartaba de su mente la idea —¿Y quienes son, señora?
de mi conversión, me dijo resuelta- —Son todos los caballos y perros
mente : que están en las caballerizas.
—Mi querido Enrique: tú, que via- —; Conque así me igualáis con los
jas tanto, prométeme que en los mo- irracionales ?
mentos de peligro harás esta oración: —No, señor; porque ellos, aunque
«San José, rogad por mí á vuestro Hijo tengan igual desgracia de no conocer
adoptivo». ni adorar ál Ser Supremo, no tienen,
— Ciertamente, te lo prometo de sin embargo, la imprudencia de vana-
buena gana; no es cosa difícil. gloriarse de ello.
MEDITACIÓN BÍBLICA

¡I.RISTO. — ¡Dios mío, Dios mío! ¿por


qué me has desamparado? Desde el
principio era yo el Verbo, el Verbo que
en Ti estaba y era uno mismo contigo.
Los gritos de los pecados ahuyentan de
mí la salud, aunque yo pecado no hice, ni
mentira ha nacido de mi lengua.
De día y de noche he clamado á Ti, Dios
mío, para que miraras mi agonía y retira-
ras el cáliz de mí, no sea que se avergüen-
cen de mí los que en Ti confían y digan:
¿es éste el que decía: confiad en Dios y en
mí confiad? Pero Tú no me has oído, aun-
que ya sé que el no oirme no es por des-
amor ni en perjuicio mío, sino para ense-
ñarnos que la tribulación medicina es y no
veneno.
ig8 EL MONTE CARMELO

Tu habitación es en el Santo: á unos no oyes y les salvas;


oyes á otros y les condenas: Pablo pedirá y no se le escu-
chará; pedirá el diablo tentar á Job y se le oirá.
Dios habita en el Santo: su habitación en medio de la tri-
bulación: en el fuego es probado el oro. Los antiguos Pa-
dres esperaron en Dios, y Dios acudió en su salvación; y
libró á Israel de la tierra de Egipto, y á los tres niños del
horno de fuego, y á Daniel del lago de los leones, y á Su-
sana del crimen falso: ellos clamaron y fueron oídos.
Pero yo soy tratado como un gusano y no como un hom-
bre, y hecho he sido el oprobio de los hombres y el des-
echo de la plebe; todos los que me
miran hacen mofa de mí, y con me-
neo de cabeza dicen: ha esperado
en el Señor; que el Señor venga á
librarle, y sálvele de nuestras ma-
nos si tanto le ama; líbrele quien le
sacó del vientre materno y quien
le sostenía cuando colgaba de los
pechos de su madre.
Mas Tú, Dios mío, antes de los
siglos eres mi Padre, desde el vien-
tre de mi madre eres mi Dios: Tú
eres mi sola esperanza, en Ti con-
oración del puerto.
fío desde que soy hombre, desde
que soy débil, desde que yo, tu
Verbo, me vestí, como de un saco, de carne humana.
No te apartes de mí, porque estoy en un desierto, y ¡ay
del hombre de quien deserte Dios!
Atollado estoy en el profundísimo cieno de las humanas
miserias, y no hallo dónde afirmar el pie de mis misericor-
dias. La tempestad, no de aguas sobre las cuales yo anduve,
sino de las voces del pueblo, me ha sumergido.
Fatigádome he en vano dando voces para reprender á los
malos y maldecir el escándalo: secóseme la garganta; y,
ahora que los ojos de mi carne se apagan, los gritos de los
pecadores prevalecen contra mí y alejan de mí lá salud.
Porque lo que usurpó Adán y el seductor de Adán cuando
MEDITACIÓN BÍBLICA I99

dijo: "pondré mi trono sobre el Aquilón,,, eso lo pago yo,


que no usurpé el ser igual á Dios, antes me empequeñecí
hasta ser como el hombre: aquéllos robaron, y yo restituyo:
esto, Dios mío, á Ti no es desconocido.
Multiplicado se han los que me aborrecen injustamente,
y cercado me han novillos en gran número, y bravos toros
me han rodeado: han abierto su boca contra mí, y su rugido
ha sido: crucifícale, crucifícale.
Losque me pertenecían, como agua se han desparrama-
do y nadie quedó conmigo: á los hijos de la Sinagoga, los
hijos de mi propia madre, he parecido un extraño: he bus-
cado quien se condoliese de mí y no le he hallado; por eso,
Señor, derramarás Tú sobre ellos tu ira, y su ciudad que-
dará hecha un desierto.
Mi corazón ha sido abierto, y mi sabiduría, que hasta
ahora ha estado oculta y nadie la entendía, se ha manifes-
tado á todos y su velo se ha rasgado.
Mi vigor se ha secado como teja cocida al fuego, y mi
lengua se ha pegado al paladar al ver la defección de mi
pueblo.
Una turba de malvados está alrededor de mí, como pe-
rros rabiosos.
Taladrado me han mis manos y pies y abiértome hondas
heridas, para que el incrédulo meta en ellas sus dedos y su
mano, y crea.
Extendido en el madero, han contado uno por uno mis
huesos, y parados ante mí se han fijado en el que tenían
delante, y nada han entendido, porque sus ojos eran de
carne y sus sentidos no llegaban hasta la inteligencia.
Se han repartido entre sí mis vestiduras: han querido di-
vidir mi Evangelio y romper mis Sacramentos; pero sobre
mi túnica han echado suertes, porque en la caridad nadie
pone división: al que le toca, la lleva entera y se salva.
Mas Tú, Señor, no tardes en socorrerme; no me tengas,
como á los demás, hasta el fin de los siglos en la región de
los muertos, ni el pozo de la muerte cierre sobre mí su boca,
no sea que se gloríen sobre mí mis enemigos.
Líbrame de la boca del león, para que anuncie tu santo
200 EL MONTE CARMELO

nombre á mis hermanos y en la Iglesia santa pregone tus


maravillas, y todos los que temen á Dios digan: Amén,
Alleluia.
Porque mío es el reino, y de hoy en adelante yo tendré
el imperio del mundo, y ante mi acatamiento se postrarán
las gentes todas de la tierra; y los cielos contarán mis jus-
ticias á una generación que ha de nacer y de la cual Dios
formará mi pueblo.
Jrr. jfngrel Jtíctrict.

•Cntrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén.


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n u II n n n irn i i i i u n n irn n trnirirTí 11 u u 11 u 1111

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AL ÁRBOL DE LA CRUZ

A tu sombra benéfica, árbol santo,


Hoy vengo á reposar;
Me encuentro fatigado, ¡tanto... tanto!,
Que llego á desmayar.

Pendiente de tus brazos el Cordero


Mi buen Jesús está;
Quiere vernos en torno del Madero
Y dulces voces da.

«Venid á mí —nos dice—los que el peso


Agobia del dolor,
Que Yo os aliviaré; Yo, que no ceso
De prodigar amor.

Si al cruzar el desierto de la vida


Desfallecéis de sed,
Venid á mi costado: en esta herida
Bebed todos, bebed.

Si perdiereis en noche tenebrosa


La antorcha de la fe,
Seguid, seguid con alma generosa
La huella de mi pie.

Al caer al abismo de la duda,


Yo os sacaré de allí,
Si, cuando á socorreros luego acuda,
Me dais la mano á Mí.
202 EL MONTE CARMELO

Si el naufragio amenaza vuestra suerte


En turbulento mar,
La tabla salvadora de esa muerte
Venid aquí á cortar.

¡Que en vuestra alma estas voces hagan mella,


Y pronto á Mí vendréis!
Subiréis á mi cruz... ¡También en ella
Quiero os crucifiquéis!

Venid á Mí: mi amor todo lo calma:


¡Y os tengo tanto amor!
Males del cuerpo curo; y los del alma
Mejor... ¡mucho mejor!...

Yo, buen Jesús, tu silbo regalado


Desde el retiro oí:
A tus plantas, por eso, arrodillado,
Me miras ahora aquí.

Por eso, yo á tu sombra, árbol bendito,


Hoy vengo á reposar;
Y todo cuanto das y necesito,
De aquí quiero llevar.

Quiero el amor que todo lo embalsama,


Amor que da salud;
Y, cuando muera, válgame una rama
De ese árbol de ataúd.

Más allá del sepulcro esclarecido


Con tu divina luz,
Quiero, amante Jesús, tener mi nido
En tu bendita Cruz!

fr. flor¡ár¡ del Carmelo Jeresiano.


EL SEPULCRO DEL SEÑOR

*í,STE sepulcro es tan histórico como providencial. En primer


lugar, los Evangelistas se complacen en recordarnos que
este sepulcro no era propiedad del Salvador ni pertenecía á su
familia, sino que le había sido ofrecido, como muestra de grati-
t u d , por la muerte que el Nazareno se había dignado aceptar por
el hombre; este sepulcro era nuevo, y grande la piedra que lo
cubría, porque todo cuanto se relaciona con el cuerpo de Jesu-
cristo debía respirar candor, novedad y grandeza; era ajeno, por-
que', como dice San Agustín, el que murió por la salud de otros
necesitó de ajeno sepulcro, y porque el tener sepulcro propio es
una necesidad del h o m b r e , pero no de Dios, porque la vida no
necesita de sepulcro, sino que es la muerte la que se encierra en
él; y Dios, como vida que era, no tuvo sepulcro propio, sino aje-
no ; porque, á la manera que le era extraña la muerte, así también
lo había de ser el sepulcro.
Los mortales, dice San Anselmo, sienten la necesidad de fa-
bricarse magníficos sepulcros para tener un lugar donde poder
ocultar sus restos honoríficamente; empero el Vencedor de la
muerte no tiene necesidad de sepulcro propio donde se disuelva
su cuerpo como los demás h o m b r e s , porque su muerte tiene un
fin muy diferente del de los mortales; el hombre muere vencido,
y Dios triunfa muriendo; y por eso el sepulcro del hombre no es
otra cosa que el sello de su ignominia, mientras el de Dios se
convierte en el testimonio más auténtico de su gloria. Et erit se-
pulcrum ejus gloriosum ( i ) .
No en vano nos dice el Santo Evangelio que el sepulcro del
Señor era nuevo, Monumentum novum (2), y nuevo debía de ser,

(i) Isaías, xi, 10.


(2) Matth., xxvii, 60.
204 EL MONTE CARMELO

porque iba á servir de morada á un muerto que estremeciera á


la misma muerte y le rompiera su parca de hierro, y porque, lejos
de convertirse en el sarcófago del vencido, iba á trocarse en el
alcázar del vencedor; nuevo, porque el mundo no había presen-
ciado una creación tan bella y encantadora como la de ese sepul-
cro, que iba á imponerse á todos los demás y levantarse sobre
ellos, bien así como se levantara el arca salvadora sobre las ven-
gadoras aguas del diluvio, para marcar la ruta de una nueva ci-
vilización que iba á emanar
de él como de un principio
regenerador; nuevo, por-
que, lejos de recibir los des-
pojos de la muerte, va á dar
cabida á la misma vida; y
nuevo, en fin, por lo que en
él se obrara, por su signifi-
cado y por estar llamado á
cantar en todos tiempos la
victoria de la vida sobre la
muerte.
Minuciosos d e t a l l e s nos
dejaron los sagrados intér-
pretes de este sepulcro deí
Señor: este sepulcro, dicen,
estaba en una piedra viva,,
esta piedra viva en un jar-
dín, este jardín en un montey
JESUS NAZARENO y este monte mira al Medio-
QUE SE VENERA EN EL CONVENTO DE MM. CARMELITAS día; y estos detalles no son
DE ALBA DE TORMES
(Regalo de Su Santidad León XIII.) superfluos, á mi parecer,,
como no lo son ninguno de
las letras santas; todos tienen su altísimo significado: era de una
piedra viva, piedra sobre la que se levanta el grandioso edificio
de la Iglesia, porque sobre ese sepulcro se cimenta nuestra fe, es
la base de nuestras creencias y el pedestal de todas nuestras glo-
rias; porque, como decía el apóstol: Si Christus non resurrexitf
vana estfides vestra (i); este sepulcro estaba en un huerto, huerto-
que no otra cosa significa que nuestra Madre la Iglesia, que ha
sido siempre la única depositaría de las riquezas todas de su Es-

(i) 1. a Cor., XV, 17.


EL SEPULCRO DEL SEÑOR 205

poso, y la única igualmente que posee ese sepulcro misterioso,


•donde sepulta al viejo Adán, al hombre muerto por la culpa, y de
donde sale el hombre regenerado, figura la más expresiva de la
fuente bautismal, donde entra el hombre humano y sale cristia-
no, esto es, hijo de Dios y heredero de su gloria. ¿Qué otro sepul-
cro podrá presentarnos tales garantías, y reportarnos idénticas
ventajas? Ninguno, porque no otro encierra en sí los inmensos
tesoros que éste nos guarda.
Este sepulcro está también en una montaña histórica, puesto
que ella fué la que el Señor mostrara al Padre de los creyentes
para probar su fe cuando le mandó sacrificar á Isaac su hijo, y
esta misma montaña escogió el Eterno para el sacrificio del suyo,
como prueba del amor que profesaba á esa Iglesia santa, obra de
su Unigénito, que estaba comparada á un monte que se elevaba
sobre los demás, para atraer á sí todas las generaciones (i).
Este sepulcro, finalmente, está al Mediodía, como para indicar-
nos que el Señor ha colocado el pabellón de su gloria en la mitad
del sol, para que no se pasearan sobre él las tinieblas y las som-
bras de la muerte, y sobre todo para indicarnos que, venciendo
á la muerte, había desterrado la lobreguez del sepulcro y henchido
de los resplandores de su gloria esa mansión dichosa donde des-
cansara, después de haber lidiado en el palenque de lo imposible
las luchas todas de la humanidad, y cercádola, no de siemprevi-
vas, que al fin se marchitan y secan, sino de esas encantadoras
virtudes que han comunicado á las tumbas de los verdaderos ada-
lides la gloria inmortal de que se coronan, para que así resultara
su sepulcro glorioso en la tierra para corroborar nuestras espe-
ranzas, y en el cielo para coronar nuestras dichas sempiternas.
Et erit sepulcrum ejus gloriosum.
Un Carmelita descalzo.

(1) Mich., iv, 1.

a|s
EL CAUTIVO DE LA MAMORA

'OR los años de 1614, D. Juan de Fajardo tomaba á los marro-


quíes la fortaleza de La Mamora, en la costa occidental de
África, á cinco leguas de Tánger, y establecía para el servicio reli-
gioso de su guarnición una capilla en la que fué colocada una precio-
sa y milagrosa imagen de Jesús Nazareno, que hoy se venera en Ma-
drid en la iglesia del convento de Jesús, que fué de religiosos trini-
tarios y hoy está ocupado por capuchinos; pero, asaltada por los mo-
ros la fortaleza de La Mamofa á los pocos años, pasada á cuchillo
una parte, y cautiva la restante de sus defensores, fué la santa ima-
gen conducida desde luego á Fez, cargada de cadenas y condenada
á sufrir todos los desprecios y bárbaros tratamientos de que eran
objeto nuestros infelices compatriotas en aquellas abrasadas arenas,
arrastrada por las calles y encerrada después con los cautivos espa-
ñoles en los calabozos más inmundos. Apenas se tuvo noticia en
España de tan espantosos sacrilegios, los P P . Trinitarios se dedi-
caron con especial celo á organizar una Misión Redentora que, pa-
sando á Fez con los recursos suficientes, restituyera al seno de la
madre patria los restos de aquella esforzada guarnición y la imagen
del Redentor cautiva, de la que se declaró desde luego protectora
la opulenta y noble casa de Medinaceli, contribuyendo con la ma-
yor cantidad entre todas las limosnas que se recolectaron para tan
piadoso y patriótico fin. Hecha á la vela la expedición, y llegada á
Fez, se pactó con los infieles la entrega de los cautivos de la forta-
leza de La Mamora, mediante una regular suma; pero, respecto del
Jesús cautivo, sólo se prestaron á entregarlo á cambio de todo el
oro que pesara, lo cual afligió en extremo á los religiosos que, ago-
tados ya los recursos, veían irrealizable la empresa.
Entonces se verificó el primer milagro: colocada la santa ima-
gen, que es de más del tamaño natural, en el platillo de una ba-
lanza, arrojaron, llenos de fe y de confianza en Dios, en el otro los
PP. Trinitarios algunas pequeñas monedas de oro que únicamente
les restaban de su piadosa colecta, las cuales dieron, repetidas ve-
ces que se hizo la operación, mucho mayor peso que la imagen sa-
grada, con gozo y admiración de trinitarios y cautivos.
Enfurecidos los marroquíes, en vez de entregarla asestaron sus
gumías al indefenso pecho de sacerdotes y soldados españoles, y
EL CAUTIVO DE LA MAMORA 207

una espantosa hecatombe coronó dignamente aquel robo, llevado á


cabo por la insaciable codicia de los islamitas, que acto continuo
entregaron la imagen al fuego, quedando espantados, por segunda
vez, al verla erguirse intacta entre las llamas, desde las que fué
restituida, sin embargo, á su inmundo calabozo.
Aquella misma noche se desarrolló en Fez una espantosa y des-
conocida epidemia; por lo que la santa imagen, que hizo las pri-
meras víctimas entre sus carceleros, fué apresuradamente condu-
cida á Tánger, Mogador y otras varias poblaciones del litoral, y
entregada por fin á los españoles, como el arca santa á los israelitas
por los incircuncisos, en vista de que su presencia sembraba por
toda la costa africana la desolación y la muerte.
Recibida á bordo de una embarcación española enviada en su
busca, calma furiosa tempestad en el Estrecho: desaparece á su
paso la epidemia que asolaba á la hermosa Valencia, operándose á
la vez, en todo el trayecto y en su triunfal entrada en la Corte,
infinitas y estupendas conversiones de judíos y de moriscos; y colo-
cada en la iglesia del convento de sus redentores, y bajo el patro-
nato de su libertadora la casa de Medinaceli y Santisteban, consti-
tuye hoy una de las joyas religiosas de más valía para el pueblo de
Madrid, que la contempla todos los años con singular veneración en
la procesión de Viernes Santo, alhajada con una de sus mejores tú-
nicas, regalo de los Monarcas, y acompañada de todas las depen-
dencias de la casa y estados de Medinaceli, presididos por el mismo
Duque ó por alguna persona de su familia, en representación de la
misma.
Y sobre las ricas túnicas que ostenta á menudo, regalo de la
Grandeza española y aun de la Real familia, brilla el escapulario
de la Orden Redentora de Cervantes y de tantos ilustres cautivos
españoles, guarnecido de piedras preciosas, en las solemnidades; y
ese escapulario, con la efigie de Cristo Redentor y redimido, llevaron
a l a gloriosa campaña de África los hijos de Madrid, y lo mismo á
las desdichadas ultramarinas; y ante su altar se postra con harta
frecuencia y devoción el pueblo de Isidro Labrador y de Mariana
de J e s ú s , para invocarle y darle gracias, siempre con lágrimas en
los ojos y fe viva y esperanza firme en el corazón.

Casimiro de €rro é Jrigroyen.


yyyy'yygg?
*

FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ


ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

CN los capítulos tercero y cuarto trata Fr. Jerónimo de la dig-


¿) nidad y excelencia de la Historia.
Dice el insigne carmelita, con mucho acierto, que de la utilidad y
provechos de la Historia se colige claramente su nobleza y digni-
dad; porque «siendo este género de escritura tan importante para
la vida humana, y de tanto lustre y decoro para la perfecta noticia
de todas las cosas, se le sigue de aquí por consecuencia necesaria
una muy particular y grande excelencia, con la cual sobradamente
se aventaja á otras artes y facultades que mendigan de ella mucho
de lo que más las enriquece y ennoblece. Porque la Pintura, Escul-
tura y Arquitectura, para el retrato y representación de las cosas
que imitan, se valen de la relación de ellas mismas. La Poesía, si
finge, es sobre algún suceso verdadero; y si no finge, substancial-
mente es Historia, aunque poetizada. La Filosofía moral, la Retó-
rica, la Jurisprudencia, la Ética, Economía, Física y Política no
pueden dar paso sin el socorro de la Historia; y aun la Sagrada
Teología apoya también sus verdades con el testimonio y experien-
cias referidas en ella. Todas, finalmente, las artes y las ciencias,
cada una por su camino, se aprovecha de la Historia por necesi-
dad, utilidad ó por decoro, y ella en una cosa excede á las que m á s
ejercitan el ingenio, que es en la autoridad de lo que dice, en lo-
cual es muy semejante á la fe divina. Porque, así como esta virtud
no prueba, sino que supone como cierto é infalible lo que enseña,
y su luz, con ser obscura, es más firme y cierta que toda la claridad
de las ciencias naturales, así en su manera la Historia, sin dar
prueba ni razón de lo que narra, pide indubitable crédito en el oyente
FR. JERÓNIMO DE SAN JÓSE 20Q,

ó leyente; como quiera que las artes ó ciencias, para merecerle, han
de probar lo que pretenden persuadir» (i).
Entiendo yo ser ésta la razón filosófica de la suprema dignidad
y alteza de la Historia; razón que puso en clara luz y evidencia
Fr. Jerónimo, y que importa señalar en primer término al tratar de
la dignidad en la Historia.
Reconoce luego el insigne carmelita, con harto fundamento, que
tiene á su favor la Historia otra mayor y más sublime excelencia,
«si la consideramos como un principal instrumento escogido por
Dios para el mayor fin de sus obras, que es la glorificación de su
santo nombre y salvación de las almas que redimió con su preciosa
sangre, pues por medio de la Historia divina principalmente, y de
la humana en alguna manera, se consigue el uno y otro fin, mi-
nistrando ambas, con los ejemplos y sucesos, vivos y poderosos estí-
mulos para alabar y honrar á Dios y para seguir, hollado el vicio,
la virtud merecedora de la holganza eterna» (2).
Así como la anterior prueba conceptuaba yo ser la razón filosó-
fica de la dignidad y alteza de la Historia, juzgo que la presente es
la razón teológica por excelencia de esa suprema alteza y dignidad.
Con esa marca teológica viene igualmente impresa la otra prueba
que el autor señala.
«A ésta—dice—que es suprema dignidad de la Historia, se sigue
otra no menos superior y divina, que es el haberse publicado el mis-
mo Dios por Autor de esta manera de escritura. Porque si la noble-
za de los autores que componen y sacan á luz alguna obra se comu-
nica y alcanza á ella misma, como al hijo (pues éste lo es del inge-
nio) la gloria y nobleza del padre, y no solamente á su obra, sino
también á todo aquel linaje de escritura, ¿qué gloria, nobleza y dig-
nidad puede compararse con la que á la Historia le proviene de tener
por Escritor y Autor, entre los que la profesan, al mismo Dios? Ha-
biendo la Divina Majestad de escribir y publicar (digámoslo así) un
volumen de escritos y obras suyas que compuso Él mismo (que tam-
bién Dios ha compuesto y sacado á luz su libro, si los hombres los
suyos), quiso que casi todos ellos fuesen historiales. De manera que,
entre los historiadores y profesores de la Historia podemos contar
al mismo Dios como á principal Autor de la Historia Divina; pues
aunque se sirvió del ministerio de sus profetas, como de instrumen-
tos suyos, bien que animados y libres en su operación, pero el Se-

(1) Cap. n i , § 1.
(2) C a p . citadlo, § 2 .
EL MONTE CARMELO

ñor, que les dictaba é infundía las razones y palabras, era el que por
medio de ellos, como con pluma bien cortada, principalmente es-
cribía. Puede, según esto, ya la Historia gloriarse de que, aunque
las demás ciencias y artes reconocen por su Autor y principio á
Dios, pero ella, no sólo por su Autor y principio, sino también por
su particular Escritor y Profesor le reconoce» (i).
¡Cómo cobra particular afición y estima á la Historia quien la
contempla en tal espejo sublimada y engrandecida! ¿Quién será
osado—vista la Historia desde ese punto de vista, el único real y
verdadero—á considerarla de inferior categoría en el orden de las
ciencias humanas?
Y á esta suprema dignidad de la Historia, que es como la esen-
cial gloria suya—según afirma Fr. Jerónimo ,—se junta la acciden-
tal, que le proviene de haber sido cultivada por nobilísimos escri-
tores sagrados, eclesiásticos y profanos, entre los últimos, príncipes
algunos y reyes. Confirma el autor esta verdad con varios ejemplos
de nota, todos oportunamente traídos y que demuestran con luz
meridiana cuan digno y excelente es el arte que manejaron y cul-
tivaron tan ilustres ingenios, y para el cual ha sido instituido en
muchos reinos y provincias, comunidades y repúblicas, el elevado
cargo de Cronista, ejercido comunmente por personas beneméritas
de la Iglesia y del Estado.
La dignidad y excelencia de la Historia proviene, finalmente, de
los muy particulares requisitos que deben adornar al historiador, á
saber: sabiduría, entereza y autoridad, y, además, de los premios y
honores que á ella y á éste han sido concedidos (2).
José Jgrn. Valenti.
(Se continuará.)

(1) Cap. citado, § 2.


(2) De esos requisitos se tratará ampliamente en la tercera parte.
aoccoceciCCi^

EL P. HERMANN

VII

EL NOVICIADO

' A tenemos á H e r m a n n , en lo ranes de París. Antes se le desli-


sucesivo Agustín María del zaban las noches entre los jolgo-
Santísimo S a c r a m e n t o , revestido rios y alegrías mundanos, con la
con el burdo pero simpático hábi- esperanza de que podría recuperar
to de nuestra sagrada Reforma, re- el sueño y las fuerzas durante el
ducido á una angosta celda, sin día. E n adelante se acostará tem-
otros muebles que una tarima que p r a n o , y á media n o c h e , en el ri-
le servirá de lecho, el pavimento gor del invierno, con sus pies des-
por silla, sin que por eso eche de n u d o s , irá al coro para cantar du-
menos la cama de blanda pluma rante dos horas las alabanzas al
sobre la que antes descansaba mue- Señor; después volverá, tal vez ti-
llemente , ni los sofás de terciopelo ritando de frío, á recostarse sobre
de seda donde se sentaba cuando su tarima para reposar algunas ho-
frecuentaba los salones. É l , que ras , tratando de reconciliar un sue-
más de una vez pasaba las noches ño que el rigor de la estación y la
enteras con los compañeros de des- fatiga del coro apartarán de sus pu-
orden entre interminables festines, pilas. E n el m u n d o , los aplausos y
ahora penetra con suma alegría en elogios llovían á granel sobre su
un largo salón, cuyas paredes, blan- persona; mas ahora se pondrá de
queadas de cal, no ostentan más rodillas en medio del refectorio , y
ornamento que una grande cruz de delante de todos sus hermanos se
madera colocada encima del asien- acusará con profunda humildad de
to del superior. Tranquilo y son- sus faltas y negligencias en la Re-
riente, en compañía de sus herma- gla , constituciones y costumbres
nos , pobres y dichosos como él, se s a n t a s , y otras veces escuchará en
sienta en una mesa de madera sin silencio las advertencias de sus su-
ninguna labor ni adorno; delante periores ó de sus mismos herma-
tiene el servicio de mesa, que se re- nos de hábito. Respecto del em-
duce á una j a r r a de b a r r o , cuchara pleo del tiempo, su única norma
y tenedor de m a d e r a , y un peque- eran sus caprichos, sus gustos y
ño cuchillo, envueltos estos tres sus intereses materiales; á su arbi-
instrumentos en una servilleta; des- trio estaba la distribución del día,
pués legumbres, p e s c a d o , huevos, sus recreaciones y sus trabajos; en
frutas, etc., todo con medida y ser- lo sucesivo todo se ajustará á u n a
vido en escudillas de b a r r o ; tales regla y constitución, ó tal vez á la
son los exquisitos manjares que voluntad del superior. L a s recrea-
reemplazarán en lo sucesivo los ciones tendrán lugar en silencio, y
suculentos festines de los restau- no podrá desplegar sus labios sino
212 EL MONTE CARMELO

en presencia del maestro de novi- guir al momento á aquel que le pa-


cio6, y sólo podrá hablar con aquel reció el más alegre: «¡ Oh!, excla-
que se le designare. ¡ Qué cambio mó ella: mi pobre hijo no es tan
tan radical! ¡Qué metamorfosis tan desgraciado como me lo pintaba
completa! Y, á pesar de todo, este mi imaginación».
hombre se siente feliz. «Me es de Pocos momentos después, Her-
todo punto imposible manifestaros mann, acompañado del Maestro de
la dicha de que sin interrupción novicios, penetraba en el locuto-
se siente inundado mi espíritu des- rio, donde le aguardaba la ya di-
de mi toma de hábito; era necesa- cha señora. Al verlo su madre, que,
ria la pluma de un ángel para des- como habrá comprendido el lector,
cribiros las delicias de que uno go- era la dama, se desmaya. Al mo-
za interiormente en esta soledad», mento se arrojó en sus brazos, la
escribía á uno de sus amigos. colmó de besos y de caricias y, des •
Su mayor dicha era estar delante pues devuelta en sí, la dijo: «¡Ma-
del Santísimo por la noche; así es dre mía, yo soy feliz!»
que, después que los demás novi- Acto continuo, Madame Cohén
cios se retiraban á sus celdas, él asistió á la Salve, que tiene lugar
permanecía en oración, á veces todos los sábados en nuestras igle-
hasta las cinco de la mañana, ho- sias. Apenas resonó en sus oídos el
ra de ir al coro la comunidad. eco del armonium, la pobre ma-
El único favor que pidió, al en- dre, toda conmovida, no pudo me-
trar en el noviciado, fué el ocupar nos de dar rienda suelta á sus
la celda más próxima al oratorio. lágrimas al reconocer en aquellos
La Eucaristía era la vida de su al- suaves y penetrantes sonidos la
ma y la fortaleza de su corazón; y mano de su Hermann. Al día si-
tales eran las ansias que sentía por guiente, cuando le vio de nue-
recibir el pan de los ángeles, que vo, no pudo menos de exclamar:
el Provincial, para resarcir sus ar- «¡ Gran Dios, cómo me 16 han des-
dorosos deseos, le otorgó el permi- figurado, con esa capucha, esas
so de comulgar durante todo el sandalias y esa cabeza rapada!»
mes de Junio en honor del Cora- Madame Cohén, durante los diez
zón de Jesús. ¡ Ah! Jesús, durante días que se detuvo al lado de su
este mes, quería unirlo estrecha- hijo, puso en juego todos los me-
mente á su Corazón divino, por- dios que le sugería su amor mater-
que iba á pasar por una terrible nal para llevárselo consigo; él por
prueba. su parte trabajaba con verdadero
Corría el mes de Julio, cuando amor filial para reducirla á que re-
una dama, cuyo exterior daba á cibiese el bautismo, al propio tiem-
entender que ocupaba en la socie- po que se deshacía por darle prue-
dad un lugar distinguido, y en cu- bas de la felicidad de que gozaba
yo rostro se pintaba la tristeza al en el nuevo estado que volunta-
par que la energía, se alojaba en riamente había escogido. Todo fué
una casita próxima al convento. inútil. La madre partió sin haber
La presencia de esta dama no pu- sido regenerada con las aguas del
do menos de llamar la atención de bautismo.
aquellos sencillos habitantes, poco Profundo fué su dolor, pero no
habituados á tales visitas. La mis- desesperó; perseveró en la oración
ma tarde de su llegada, la dama y en la penitencia, y ya veremos
se dirigió hacia el convento, pene- más adelante cómo Dios le recom-
tró en el vestíbulo y buscó un pun- pensó su perseverancia y amor
to desde donde pudiera ver el jar- filial.
dín.en el que se paseaban los no- fr. €. S. f.
vicios, entre los que pudo distin- (Se continuará.)
LA BANDERA ESPAÑOLA EN BAGDAD

QUERIDO P A D R E DIRECTOR.

buen seguro, V. R. va á exclamar:


¿Qué significa un título tan retumbante?
¿Hemos sitiado y llevado de asalto la ciudad de los Califas para
tremolar el pendón de Castilla sobre sus minaretes?... ¿Ó nuestro mi-
nistro de Estado ha establecido algún nuevo consulado en las orillas
del Tigris?... ¿Ó habrán levantado en Bagdad una estatua al célebre
viajero español del siglo xn, Benjamín de Tudela, cuyo viaje á Babi-
lonia y la descripción que hace de sus ruinas citan á cada paso los
asiriólogos modernos?...
—Nada de todo eso, querido Padre mío. Pero lea V. R. lo que si-
gue, y pronto verá á claras de qué se trata. El asunto es puramente
carmelitano.
Hemos tributado cultos solemnes á nuestros nuevos Bienaventura-
dos Mártires, celebrando el Triduo de Beatificación.
—Y qué, sólo en Bagdad ¿ha habido Triduo? ¡Pues no es cosa para
tanto clamar!...
—Tenga paciencia V. R. y verá que, si en todos nuestros conventos
han hecho funciones, en ninguno el programa litúrgico ha podido
ser tan variado como el nuestro.
¿Qué más podéis hacer en Europa ó en América, sino cantar Misa,
exposiciones y reservas en latín, y predicar en un idioma, sea el que
fuere; total: dos idiomas en cada iglesia??.. Pero aquí... ¡Vaya con la
diferencia! Estamos en Babilonia, cerca de la torre de las lenguas...
Si no, juzgad: he aquí el programa:
Primer día. Misa del rito latino y bendición del Santísimo del rito.
armenio.
Segundo día. Misa del rito siriaco"y bendición del rito griego.
Tercer día. Misa del rito caldeo y bendición con Te Deum en latín.
214 EL MONTE CARMELO

Y los sermones: uno en francés y dos en árabe.


Ahora echemos la cuenta: siete idiomas.
Lo que quería probar queda probado, y es que, á no ser que se les
haya antojado á nuestros buenos Padres de Verápoli ó Quilón pre-
dicar y cantar en los 15 ó 16 dialectos del Malabar, el Triduo de Bag-
dad ha sido verdaderamente babilónico. Digo babilónico., no sola-

jRltar de los J/lártires eij Jjagdad.

mente por la diversidad de idiomas, sino también por la variedad de


los ornamentos, de las ceremonias y de los cantos, según los expre-
sados distintos ritos.
Pero pasemos adelante. ¿Y qué diremos de la música vocal é ins-
trumental, de la orquesta y el órgano? Nuestros discípulos han hecho
maravillas, bajo la artística dirección del P. Rector del Colegio.
En cuanto al adorno del templo, no podía ser más acertado. La fo-
tografía que tengo el gusto de enviar á V. R. le dará una idea, pero
muy pequeña, de lo que fué.
Tenemos aquí dos Padres que son dos duendes cuando se trata de
MISIONES CARMELITANAS 215

¡transformar y embellecer las cosas. El P. Fr. Juan labró dos precio-


sas estatuas de los Bienaventurados, y el P. Fr. Pedro María, ador-
nista de primera clase, las colocó muy hermosamente en medio de
una ¡gran nube blanca, rodeada de cabecitas de ángeles, y parecen
que suben al Cielo, cuya Reina y Soberana, la Virgen del Carmen,
los recibe tendiéndoles la mano.
El efecto fué maravilloso.
En los tres días, los fieles de todos los ritos católicos y muchos cis-
máticos llenaron el templo para contemplar á los nuevos Beatos.
Un buen señor, tan piadoso como sencillo, me dijo el tercer día:
"Ahora sabemos en Bagdad cómo se hacen los santos.—Pues haga
usted muchos,,, le contesté. Y él se marchó satisfecho, pensando que
yo aludía á sus numerosos hijos venidos y por venir.
—Ya le oigo, querido Padre, me diría V. R.; pero ¿adonde está la
bandera española anunciada desde el principio?—Despacio, calma:
luego vendrá.
Considerada nuestra situación social en Bagdad, fué necesario
obrar oficialmente. Convidamos, pues, á los Sres. Cónsules de Fran-
cia y de Austria, y á todas las personas más notables de la sociedad
cristiana de varias nacionalidades, para que asistiesen & la Misa del
primer día, que era domingo. Fué una Misa de gala.
Alégrese, Padre, ya viene la bandera.
Al convidar al cónsul de Austria, le dije: " Espero nos favorecerá
usted con su presencia, aunque siento no poderle ofrecer un Beato
de su reino. El cónsul de Francia tiene al Beato Dionisio, que era
francés; y los señores portugueses de la colonia europea tienen por
compatriota al Beato Redento. Quiera Dios que la próxima beatifica-
ción se relacione con Austria...—Perdóneme, Padre, me contestó al
instante el cónsul: usted y yo estamos de enhorabuena con la presen-
te beatificación. - -Y ¿cómo? — ¿No era Portugal en 1638 provincia tri-
butaria de España?—Sí, señor. —Y ¿no reinaba en España la Casa
de Austria?—Es verdad.—Pues bien: los dos Bienaventurados eran
servidores de S. M. Católica, y tuvieron la honra de derramar su
sangre por gloria de Dios y al servicio del Rey de España. Ya ve,
Padre, que usted y yo algo tenemos que ver en esta fiesta„.
Regresé contentísimo al convento, y sin tardar mandé formar un
trofeo de tres banderas para colocarlo en la puerta principal de la
iglesia.
Las dos banderas laterales eran la de Francia y Portugal, en ho-
nor de la patria respectiva de cada Beato; pero la central fué la es-
pañola, con escudo real de Austria, partido de Castilla y León.
Por supuesto, fué cosa inaudita,y nunca vista en Bagdad. ¿Cuál
será aquella bandera amarilla y roja?, decían los transeúntes...
Al Sr. Cónsul de Francia le gustó mucho la idea, y nada digo si le
gustó al de Austria y á su humilde hermano y servidor.
Conque ya está aclarado el caso. Sin guerra, sin cañón, sin inter-
vención diplomática, hemos visto en Bagdad, perdóneme Mahoma,
la bandera española que venció sus secuaces en Granada, Lepanto y
Tetuán.
2l6 EL MONTE CARMELO

Me despido, reverendo y querido Padre Director. Dispense lo mal


escrita que está mi carta, por la falta de práctica de escribir el cas-
tellano. Además, bien sabe V. R. que mis ocupaciones son tantas
que, desde hace más de un año que vive y prospera su preciosa RE-
VISTA, no he tenido unas pocas horas libres (puntual) para enviarle
siquiera un artículo.
Dispense, pues, todas las faltas, y, si cree que así conviene, publi"
que estos renglones, que firma su afectísimo é indigno hermano y
siervo en J. M. y T. y J. de la ^
fr. Pedro de la Jrtadre de J)ios.
Bagdad, Marzo 190r.

P. D. Consérvase en el British Museum de Londres una colec-


ción de mapas de los principales puertos del mar de Indias y del
golfo Pérsico, cuyo autor es "Berthelot,,, nuestro mismo bienaven-
turado Padre. Entre ellas vese una de Basora. El Beato estuvo, pues,
en Basora. ¿En qué año? No lo puedo decir de fijo; pero nuestros
Padres fundaron la Misión de Basora en el año 1622. Es muy proba-
ble que, siendo tan piadoso como lo e r a , aun antes de ser carmelita,
habría visitado á nuestros Padres misioneros en su nueva fundación
de Basora.

*>—tv 1 U~~i~

CANTARES A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Al pie de la Cruz llegué El llanto baña mis ojos,


Recordando tus dolores, Recibe mi corazón.
Y con mí llanto regué Yo te lo ofrezco de hinojos.
Las espinas y las flores. Madre: te pido perdón.

Primorosas azucenas Quisiera que dondequiera


En aquel lugar crecían, Que mi vista se fijara,
Y entre espinas se mecían, Allí, Señora, estuviera
Simbolizando tus penas. Tu imagen idolatrada.
Xeopo/do Jlifa/donado,
Conde de Aldana.
J ( [ ^ w^n tSP» «OÍ ^pT <¿[s* «TV» •|*>t ^ ^ ^ *>1SI" • ) > • ^ ^ nqÑ ••'[^ «/fí»'TV» «/W J)r

BIBLIOGRAFÍA

| l l | i » pretensiones, colección de culteurs de France», é impreso ahora


íJr0" cuentos y novelas cortas por Cris- en Valencia por su autor el presbítero
tóbal Botella, con un prólogo de J. M. D. José Domingo Corbató, propagan-
Saj.— Madrid, 1901. 1 vol. de xn-232 dista de las glorias de aquel español
págs. Precio, 2 pesetas. sin tacha, orgullo de la patria, cuyo
La amena serie de narraciones que recuerdo será siempre venerando para
forman esta colección dan un chasco á todo español que precie en algo las
quien se fíe del título modestísimo que glorias de su patria.
cobija á todas ellas, porque, como de- El discurso de Corbató está bien he-
clara muy discretamente el ilustre pro- cho, y lo mismo por su fondo inmejo-
loguista que, con modestia también so- rable como por su forma galana y co-
brada, las presenta al público, «diga rrecta en demasía (tanto, que es se-
lo que quiera el título de su libro, con guro no lo pronunciara así) merece los
pretensiones escribe el autor, y con honores de la lectura, y aun los del es-
pretensiones que le honran. Pretende, tudio.
ante todo, escribir con buena inten- Véndese al precio de una peseta en
ción. ¿A que no me lo niega? Y, ahora la Administración de Luz Católica,
que con tan malas intenciones y tan Valencia.
malas entrañas se suele escribir, esa
buena intención ya es un mérito muy
singular y un título muy honorífico. Las Murmuradoras, por Aurora
Pretende, además, escribir en caste- Lista.—La Biblioteca de La Voz de
llano, lo que va siendo cada vez más San Antonio, revista quincenal que
raro en España, y... á la vista está que se publica en Loreto (Sevilla), ha pu-
lo logra. Pretende, sobre todo, lo que blicado esta novelita, el nombre de
vale más que todo, escribir en cristia- cuya autora lleva consigo la mejor re-
no, y , por lo tanto, pretende hacer comendación. Véndese en la Adminis-
bien». tración de dicha revista, á 15 céntimos
el ejemplar, á 1,50 la docena y á 12
Hacemos nuestro este autorizado, pesetas el ciento.
completo y merecido elogio, que mo-
verá á todas las personas de buen gus-
to á adquirir tan interesante libro, don- El ilustrado director de El Castella-
de se pueden aprender lecciones salu- no, de Burgos, D. Cesáreo García Al-
dables y provechosas, y unimos nues- varez (Isaac Regó Arce), ha tenido la
tros aplausos á los que toda la prensa atención — que en lo mucho que vale
católica ha tributado á nuestro queri- agradecemos — de dedicarnos afectuo-
do amigo Sr. Botella por esta nueva samente un ejemplar del discurso leí-
producción, que ha venido á aumentar do en una velada celebrada por la Con-
el número de libros buenos, y que gregación Mariana en el Colegio de la
prueba el exquisito talento de obser- Merced de dicha capital, y cuyo tema
vación de su autor y las tendencias de es « La Juventud y las Congregaciones
su alma, siempre dispuesto á trabajar Marianas ».
ior el bien moral de sus semejantes, De los beneficios que éstas reportan
Ío mismo en el periódico que en el li- á la sociedad, de la alta y noble misión
bro. Reciba también nuestro amigo que cumplen, del elevado espíritu que
nuestras gracias por el ejemplar que las anima, del recto y santofiná que
nos ha regalado. enderezan sus obras, hace en su her-
moso trabajo una brillante apología
nuestro querido amigo, tan conocido
El españolismo de Aparisi Guija- en la prensa católica por sus excelen-
rro, es el título de un discurso pro- tes trabajos periodísticos, que han he-
nunciado en París el 24 de Marzo de cho familiar su anagrama Isaac Regó
1900 en el salón de la Sociedad « Agri- Arce.
CARTA DE CHILE.—Comuna de San Francisco del Mostazal, 5 de
Febrero de 1901.—Señor Corresponsal en Santiago de Chile de la Re-
vista E L MONTE CARMELO. — Muy señor mío: Conocedor del interés
que puede presentar para los lectores de la importante Revista á que
usted sirve todo cuanto se relaciona con el honor de Nuestra Señora
la Santísima Virgen del Carmen, he creído conducente á este fin
darle algunas noticias de la última misión predicada por los hijos más
genuínos de Nuestra Señora, los Rdos. PP. Carmelitas descalzos, y
del resultado por ellos obtenido.

Se han llevado á cabo en la Capilla de Nuestra Señora del Rosario,


que pertenece al Fundo "La Candelaria", ubicado en el departa-
mento de Rancagua, de la provincia de O'Higgins, y á dos leguas y
media de la estación del ferrocarril.
El viernes 25de Enero, á las doce del día, más ó menos, llegaban
á las casas del Fundo los Rdos. P P . Prudencio de Santa Teresa y
Leonardo del Niño Jesús, á quienes debía seguir dos días después el
Rdo. P . Ernesto de Jesús, Superior de Santiago.
En la noche se dio comienzo á la misión con una regular concu-
rrencia de fieles, á pesar de ser el primer día y no haber salido aún
los PP. á dar aviso á los vecinos. Después de leer la Bula Apostólica
de Su Santidad el Papa, que concede su bendición é indulgencia pie-
naria á todos los que asistan por lo menos á la mitad de las distribu-
ciones, y confesados y comulgados rueguen por las intenciones de la
Santa Sede, predicó el Rdo. P. Prudencio.
Con la facilidad que lo caracteriza, y su elocuencia acostumbrada,
puso de relieve la necesidad de reservar siquiera algunos días en el
año, para tratar el importantísimo negocio de la salvación de nues-
.tra alma.
Al siguiente día por la mañana salieron los Padres, después de Misa
y acompañados por los jóvenes de la familia, á convidar á los habi-
tantes comarcanos, en todos los cuales encontraron la mejor volun-
tad y aun agradecimiento por el aviso. Y hago notar la buena dispo-
CRÓNICA CARMELITANA 210,

sición de estos pobres para asistir, porque encuentran dificultades no


pequeñas en los malísimos caminos y largas distancias. No sucede
aquí como en Europa, que en reducido espacio se encuentran muchos
pobladores: la escasez de habitantes y extensión del territorio hacen
difíciles las agrupaciones aun en la parte central del país, que es la
más poblada.
Con este aviso, desde el segundo y tercer día aumentó considera-
blemente la asistencia de cristianos, deseosos de aprovechar la oca-
sión tan propicia que se les ofrece todos los años en las misiones de
"La Candelaria,,. Además, no era la primera vez que acudían á darla
los Rdos. P P . Carmelitas; ya el año anterior también habían sido
ellos los que con su celo y sólida preparación en la ciencia de condu-
cir las almas al Cielo atrajeran un numeroso pueblo.
Por la mañana, la Misa de las cinco ha sido la preferida por los
hombres, que no pudiendo dejar de asistir á sus trabajos, principal-
mente en este tiempo de cosechas, necesitaban estar listos tempra-
no. Durante la Misa les hacía una breve instrucción sobre los man-
damientos el Rdo. P. Prudencio. A las otras dos Misas que tenían lu-
gar á las siete y ocho y media, respectivamente, asistían en mucho
mayor número las mujeres y niños. Eran atraídos, sin duda, no sólo
por la devoción y piedad natural, sino también por ese gusto y afi-
ción innata á lo bello y agradable, pues casi todos los días, en la
última celebración, ejecutaba magistralmente en el armonium selec-
tos trozos de la más bella música religiosa de autores españoles y ex-
tranjeros el Rdo. P. Leonardo, de cuyos profundos conocimientos en
este arte sublime seguramente tienen noticias los distinguidos lecto-
res de E L MONTE CARMELO.
Desde las primeras noches se anunció, para después de la distribu-
ción, el saludable y santo ejercicio de la disciplina, acompañado, como
de costumbre, por el hermoso y severo canto del Miserere entonado
por los Rdos. Padres. Se quedaban á ella muchos hombres, animados
de esa fe profunda que, gracias á Dios,' todavía no ha conseguido
arrancar completamente del corazón de nuestro pueblo la malvada
propaganda liberal y sectaria, llevada á cabo principalmente en la
enseñanza nacional y con los dineros de los católicos, por los que pro-
claman la libertad de conciencia y no hacen otra cosa que oprimirla.

* *

Luego que llegó el Rdo. P . Superior, manifestó sus deseos de que


en estas primeras misiones del siglo xx se hiciera la Consagración
. solemne del Fundo y comarcas vecinas, como también de todos los
¡habitantes, al Santísimo Corazón de Jesús, en acción de gracias por
los beneficios de Él recibidos en el siglo que acaba de pasar, y como
desagravio por las ofensas que los hombres le infieren.
Para solemnizar el acto se haría exposición y bendición con el San-
tísimo Sacramento las tr'es últimas noches; se cantaría una Misa el
220 EL MONTE CARMELO

sábado, día de la Purificación de Nuestra Señora, ó día de la Cande-


laria (1), que es el nombre del Fundo, y ese mismo día tendría lugar,
en la Misa de las siete, la primera Comunión de los niños. El domingo
también se cantaría una Misa con sermón, y tendría lugar en la tarde
una gran procesión al cerro conocido antiguamente con el nombre de
Puntas de Feliciano, y que está situado al Oeste de la Hacienda y do-
mina la comarca. Ahí se plantaría una gran cruz conmemorativa del
acto, y se haría la bendición de los campos y sus anexos.

Entre tanto, las distribuciones se hacían todas las noches en esta


forma: Se daba comienzo con el hermoso canto, cuya letra dice: " Es
la Virgen del Carmen nuestra abogada,—Que en penas y peligros
graciosa ampara, etc.„ — En seguida el Santo Rosario, y el cántico
"Ven á nuestras almas,—¡Oh Espíritu Santo!,,, etc.; la plática, canto
de saetas ó sentencias espirituales, el sermón y canto del perdón.
Después de lo cual, salía toda la concurrencia y entraban los que to-
maban la disciplina. Digo que entraban, porque la mayor parte de la
capilla, que no es pequeña, la ocupaban durante la predicación las
señoras, mientras los hombres permanecían casi todos afuera, en
medio del jardín del extenso patio á que da la iglesia.
La mayor parte de las pláticas estuvieron á cargo del Rdo. P. Leo-
nardo, que se propuso como tema en todas ellas la explicación com-
pleta y clarísima del Sacramento de la Penitencia, cosa de la mayor
importancia para las rudas gentes de nuestros campos, que no reci-
ben otra instrucción que ésta de las misiones. Y la causa queda indi-
cada más arriba: debido á la extensión del territorio y poca pobla-
ción, sucede aquí que una parroquia rural puede contener en su te-
rritorio el de varios obispados de Europa; baste considerar, en apoyo
de esta aserción, que en muchas de ellas el párroco tiene que reco-
rrer 14 ó 15 leguas, y más, para auxiliar á algunos de sus feligreses!
Así se comprende cuan difícil, por no decir imposible, se hace la
obligación de asistir al Catecismo Dominical, que, por otra parte, es
obra principalísima, base y fundamento de los demás trabajos espi-
rituales del cura de almas.
Los sermones fueron casi todos predicados por el Rdo. P. Pruden-
cio de Santa Teresa, tocándole también algunos al Rdo. P. Ernesto.
Ambos lograron conmover profundamente, y á veces hasta las lágri-
mas á sus oyentes, que seguían con la mayor atención la palabra fá-
cil, elocuente, convencida y ardorosa de los dos misioneros.

Al Rdo. P. Leonardo le cupo en suerte la delicada y difícil tarea


de preparar á los niños para la confesión y comunión, que no bajarían
de sesenta.

(i) En este día y otras festividades de la Santísima Virgen, por concesión especial
del Papa Gregorio XVI, se puede ganar indulgencia plenaria visitando la Capilla de
este Fundo.

CRÓNICA CARMELITANA 221

Pero, por lo mismo que este trabajo es más ingrato, recibirá, sin
duda, mayor recompensa de Dios N. S., que tanto amó á los niños y
tan alto habló de ellos. Pues ¿quién mejor que el catequista obedece
al divino Maestro, que nos dice: "Dejad á los niños, y no les estor-
béis de venir á Mí?„ El que los instruye, no sólo no impide que los
pequeñuelos se acerquen á Jesús, sino, al contrario, quita los obstácu-
los para que vayan á Jesús.
De los sesenta, treinta y cinco comulgaban por primera vez, de
manera que se les preparó más especialmente que á los otros.
El viernes primero del mes, y, por lo tanto, dedicado al Sagrado
Corazón, predicó la plática de la noche el Rdo. P. Ernesto, que sabe
inspirarse, mejor que en ningún otro, en el fecundo tema del Santí-
simo Sacramento. Exhortó á todos á multiplicar las comuniones, ma-
nifestando con amoroso ardor los raudales de gracias que brotan del
Santísimo Corazón en el divino Sacramento.
Después del sermón tuvo lugar la exposición solemne, entonán-
dose los cantos litúrgicos de estilo, y dióse término con la bendición
del Santísimo Sacramento.
Nadie podrá negar que esta devoción de las devociones, la de Je-
sús Sacramentado, es la mayor y más fecunda fuente de gracias y
bienes de todas clases para los pueblos. ¡Cuánto consuelo experi-
menta el alma al contemplar postrada en profundo acatamiento, ante
el Dios de la Hostia, á toda una multitud arrepentida ya y purificada
por las saludables aguas de la confesión sacramental!
Estas mismas rústicas y sencillas gentes no habrán podido menos
de experimentar un dulce sentimiento de paz divina en sus almas
cuando, al recorrer el camino de vuelta á sus pobres chozas, embal-
samado por el fresco y perfumado ambiente de la noche, iluminado
por los rayos suaves de la Luna, oyeran resonar todavía en sus oídos
los armoniosos y severos cantos con que Nuestra Santa Madre la Igle-
sia sabe acompañar y realzar las sagrada funciones de su culto.

El sábado por la mañana, á las siete y media, como estaba anun-


ciado, tuvo lugar la Misa de primera Comunión de los niños y niñas.
Deseos daban, al verlos llegar con sus pobrecitos vestidos, de po-
der proporcionarles á todos unos trajes decentes, y más adecuados
para este acto importante, que tan hondas huellas debe dejar en el
corazón del hombre. Pero seguramente el divino Niño, que tan pobre
también permanece en el tabernáculo, se dispuso á unirse con ellos
más íntimamente, vistiéndoles el alma con muy rica y gloriosa librea
de gracia y virtudes.
Se distinguían de los demás por una medallita con cinta blanca.
Antes que se acercaran á la Sagrada Mesa, el Rdo. P. Prudencio,
que celebraba el Santo Sacrificio, les dirigió conmovedoras palabras,
que penetraron indudablemente hasta lo más íntimo de aquellos co-
razones juveniles, y durante la Comunión se .entonaron delicados mo-
tetes alusivos al acto.
A la salida, después de servirles á todoslos que habían comulgado
222 EL MONTE CARMELO

un bien preparado chocolate, se les repartió á los de primera Comu-


nión recuerdos de bonitas estampas y cuadernitos de catecismos.
La Misa mayor dio comienzo á las nueve, oficiando encella como
preste el muy Rdo. P. Superior, & quien acompañaban: como diáco-
no el Rdo. P. Prudencio, y como subdiácono el clérigo minorista don
Domingo Matte Eyzaguirre, que se encontraba en las misiones.
El Rdo. P. Leonarlo había tomado su puesto en el coro, para diri-
gir el canto de la hermosa Misa de Santesteban, en do mayor.
Todo se realizó en medio de la mayor armonía, llamando justa-
mente la atención el sermón del Rdo. P. Prudencio, que dejó por un
momento la dalmática para subir al pulpito. Habló sobre el ejemplo
sublime de humildad que nos da Va Santísima Virgen en el misterio
de su Purificación, tomando como texto las palabras de Ella en el
Magníficat: Quia respexit humilita^em ancillce suce ecce enim ex
hoc beatam me dicent omnes generationes.
En la tarde, la distribución tuvo lugar en la misma forma que en el
día anterior, terminando también con la exposición y bendición del
Santísimo Sacramento.

Sin sentir se habían pasado los provechosos días de la Misión, y


amanecía el último, lleno de alegría y de luz, pareciendo que la Na-
turaleza hubiera querido también asociarse al regocijo de todos.
La noche anterior, hasta tarde, no habían cesado los RR. PP. de
reconciliar á los hombres con su Dios en el santo tribunal de la Peni-
tencia. Asi fué que, por la mañana del domingo, se pudo gozar del
hermoso espectáculo del banquete eucarístico continuado.
A muy cerca de seiscientas alcanzaron las comuniones verificadas
en estas misiones, sirviéndoles A los que las recibieron para cumplir
con el, precepto pascual.
No puedo dejar de recordar el acto de la renovación solemne de
las promesas del bautismo, verificado después de la Misa mayor pol-
los niños y niñas que el día anterior hicieron la primera Comunión.
En él les dirigió el Rdo. P. Superior tan sentidas frases, que arran-
caron muchas lágrimas, sobre todo á los padres de los aludidos.
El día se pasó muy pronto en los preparativos de la procesión. De
antemano se había labrado y pintado una gran cruz, de más de cinco
metros de altura, con una inscripción que decía: "Consagración al
Santísimo Corazón de Jesús.—1901,,; y estaba lista en la cumbre del
monte para levantarla al llegar allí la romería.
A pesar de los deseos de todos, no fué posibl'e sacar la hermosísi-
ma estatua del Sagrado Corazón, y se hubo de llevar solamente su
estandarte.
A las cinco y media, más ó menos, se ponía en marcha la piado-
sa multitud de fieles. Abrían paso los diferentes estandartes de San
Luis Gonzaga, de San José, del Purísimo Corazón de María y del
Sagrado Corazón de Jesús; á continuación las andas de Nuestra Se-
ñora del Carmen, de pie sobre una nube y luciendo más abajo los
emblemas del ejército,-en medio de las banderas-chileñas: Hacia el
fin las hermosas andas de Nuestra Señora del Rosario, mucho mayor
CRÓNICA CARMELITANA 22Í
. f *
que la anterior. Cerraba la procesión el señor Cura párroco, Pres-
bítero D. Elíseo López, revestido de capa pluvial, y acompañado del
Rdo. P. Prudencio como diácono, y del clérigo Sr. Matte como sub-
diácono.
Durante el trayecto, cuyo camino se extiende rodeando al hermoso
parque, cerrado á su vez por una serie de colinas en forma de herra-
dura, y por cuyas faldas sigue el camino indicado, se rezó el Santo
Rosario, y se alternaron hermosos cantos populares á la Santísima
Virgen. Después de andar unas nueve cuadras se llegó al punto de
ascensión. Allí, por la dificultad de la subida, se dejáronlas andas,
acompañadas de las personas que no se atrevían á alcanzar la cum-
bre. Pero la mayor parte, por no decir casi todos los asistentes, aun
mujeres y niños, y hasta los ancianos, treparon con piadoso ardor,
sin hacer caso de diñcultad ni fatiga.
El más bello conjunto ofrecía aquella larga fila de hombres y mu-
jeres que, con los estandartes, ascendían la montaña.
Muy pronto se alcanzó la cumbre, y allí, subiéndose á un peñasco
para dominar mejor la concurrencia, predicó un elocuente sermón el
Rdo. P. Ernesto. Les dijo cómo la cruz que acababan de plantar de-
bía ser para ellos un luminoso faro que los guiara en medio de sus
trabajos y prosperidades, en medio de sus alegrías y tristezas. Desde
los lejanos campos donde trabajaban para ganar el sustento, á ella
debían levantar su vista, recordando las enseñanzas de la Misión,
dirigiéndola una plegaria en medio de las tentaciones y peligros.
Nosotros creemos que sus deseos en esos momentos serían que
desde aquel cerro, que domina todos los verdes y variados campos
de los alrededores en una vasta extensión, se hubiera oído su pode-
rosa voz hasta los confines, convidando á todo á rendir pleito home-
naje al Señor del Cielo y de la Tierra y Redentor de los hombres,
Cristo Jesús. Terminado el sermón bendijo la cruz, y en seguida la
adoraron.
Y todo contribuía á dar realce y llenar de poesía aquel acto senci-
llo y santo, no siendo lo de menos el magnífico cuadro de la Natura-
leza. Por el Oriente, las elevadas cumbres de los Andes, que se le-
vantan majestuosas, cubiertas de perpetuas nieves, eran iluminadas
ya débilmente por el astro del día, próximo á esconderse detrás de
las montañas de la costa, y que parecía saludar con sus últimos ra-
yos al signo glorioso que en ese instante se bendecía. Los cantos
vespertinos de las aves, percibidos á lo lejos, convidaban á los hom-
bres á entonar también himnos de alabanzas al Señor. Y el horizon.
te, circundado de montañas en todas direcciones, comenzaba á cu-
brirse con un ligero velo de neblina, que borraba las siluetas y per-
files de las azulejas cumbres.
Antes de bajar de la altura, el Rdo. P. Ernesto dio la bendición so-
lemne á todo el pueblo.
*
* *
A las siete y media, más ó menos, entraba de vuelta la procesión
al templo, al son de los cantos del pueblo y de los acordes del ar-
monium.
EL
224 MONTE CARMELO

Allí, después de la bendición de imágenes, rosarios, etc., predicó


el sei-món de perseverancia el mismo P. Superior, para quien parece
que no ha sido hecha la fatiga ni el cansancio. Excusado es decir que,
como en las demás ocasiones, supo llegar al alma de los oyentes.
Después de la exposición del Santísimo Sacramento y bendición
papal, tuvieron lugar en la plazuela de entrada á las casas unos va-
riados fuegos artificiales, en medio de los más entusiastas vivas al
Sagrado Corazón, á la Santísima Virgen del Carmen y á los Padres
misioneros, y con gran sorpresa de ellos, que no esperaban nada de
esto.
Por último, antes que la gente se retirara subióse el Rdo. P. Supe-
rior á una altura, y, postrados todos en tierra, pronunció fervorosa-
mente la fórmula de consagración por todos los allí presentes, como
también de sus posesiones, al Sacratísimo Corazón.
Así terminaron estas provechosas Misiones, que, por el entusias-
mo y copioso fruto, traían el recuerdo de las predicadas en otros
años, con éxito semejante, por sacerdotes tan venerables como el
Rdo. P. Antonio Dalmau y otros del Purísimo Corazón de María.—
Un asistente á la Misión.
UN CORONEL DE EJéRCITO CARMELITA.—Ha entrado en el convento
de carmelitas de Ávila nuestro queridísimo amigo D. Gregorio de
Neyra, coronel de Estado Mayor y fervoroso católico, muy conocido
en Madrid por sus obras de piedad. Era Presidente de la Hermandad
de la Oración Nacional por la Unidad Católica, socio de las Conferen
cias de San Vicente de Paúl y de la Adoración Nocturna.
El acto de la imposición del hábito carmelitano se celebró solem-
nemente el día 17 de Marzo, presentándose el Sr. Neyra con el uni-
forme de gala de Coronel de Estado Mayor, asistiendo á la ceremo-
nia todas las autoridades y los oficiales y jefes que están de guarni-
ción en Ávila, en quienes produjo honda emoción el acto cristiana-
mente heroico que se realizaba á su vista con el cambio del gloriosb
uniforme del ejército con el santo hábito carmelita.
El Sr. Neyra pertenece á una familia á quien Dios Nuestro Señor
dispensa abundantemente la gracia de la vocación al estado reli-
gioso.
Cuatro de sus hermanas y cinco de sus hijas son religiosas.
En estos días, en que tantos se rebelan contra el estado religioso y
tantos son infieles á esta vocación, es verdaderamente consolador y
edificante el ejemplo de una familia como la del Sr. Nej'ra, tan dócil
á los llamamientos divinos.
PROFESIóN RELIGIOSA.—En el convento de carmelitas descalzas de
Calahorra ha hecho su profesión religiosa la Hermana Dolores de
Santa Teresa, natural de Burgos, hermana de nuestro querido ami-
go D. Lorenzo Dancausa Manzanares, Beneficiado de la catedral
de dicha ciudad, quien, en compañía de su señor tío D. Victoriano
Manzanares, estuvo presente á la ceremonia. El acto revistió gran
solemnidad: la Misa á orquesta fué cantada por la capilla de la cate-
dral; el Excmo. Sr. Arzobispo de Burgos asistió á ella de medio
CRÓNICA CARMELITANA 225

pontifical, y, terminada la Misa, S. E. pronunció un sentidísimo y elo-


cuente discurso alusivo al acto, después del cual bendijo solemne-
mente el velo y se lo impuso á la recién profesa con las oraciones y
canto propios dtel ritual carmelitano, y se terminó el acto con un so-
lemne Te Deutn.
CASTELLóN.—En el pasado mes se ha celebrado en la nueva funda-
ción de religiosas carmelitas descalzas la primera función solemne á
Nuestra Santísima Madre la Virgen del Carmen, como primicias del
cariño que la profesan sus amantes hijas. La iglesia estaba preciosa-
mente adornada, con aquel gusto exquisito que las carmelitas han
heredado de su Madre Santa Teresa de Jesús, que tanto esmero te-
nía en todo lo perteneciente al culto de la Iglesia. Predicó en la fun-
ción de la mañana el dignísimo capellán de la Comunidad, y por la
tarde el Sr. D. Manuel Pascual, capellán de las carmelitas tercia-
rias: ambos oradores tomaron como tema de sus sermones la devo-
ción que debemos tener á la Santísima Virgen del Carmen.
NUEVA RESIDENCIA.—Nuestros Padres de Santander, cuya casa-re-
sidencia fué asaltada por las turbas en los motines últimamente acae-
cidos , se han trasladado á una nueva casa, sita en el paseo de la Con.
cepcióh, núm. 16. El traslado se verificó el día 12 de Marzo, precisa-
mente al cumplirse el mes justo del vandálico suceso de que fueron
víctimas nuestros Padres, á quienes maliciosamente supuso un perió-
dico, al referir á su modo aquel suceso, poseedores en su antigua mo-
rada de regalos y superfluidades, de cuya absoluta carencia pudieron
convencerse por sí mismos los asaltantes. Pobremente también se han
instalado ahora, quienes ni tienen ni quieren otros bienes que los
espirituales. Al logro de éstos exclusivamente aspiran, y á hacer al
prójimo todo el bien que puedan, aunque haya prójimos que, en cam-
bio, procuren hacerles todo el daño posible, como ocurrió en aquel
día de triste memoria. En su nueva residencia ofrecen, á quienes de
ellos hayan menester, sus servicios en todo aquello que con su sa-
grada misión se relacione.

FIESTAS EN TORO.—En el Convento de MM. Carmelitas Descalzas


de Toro se ha celebrado solemnemente y con gran concurrencia de
fieles el Triduo de Beatificación de los Mártires Carmelitanos Dioni-
sio y Redento, predicando el Rdo. P. Quintín de Jesús, quien cantó:
con inspirada elocuencia y fervoroso celo las glorias de los dos ilus-
tres hijos del Carmelo.
TERCIARIO CARMELITA OBISPO.—Ha sido nombrado Obispo de Sego-
via D. José Cadena y Eleta, actualmente Provisor de la Diócesis de
Madrid- Alcalá, y qyi£ desde hace muchos años pertenece á la Orden
Tercera de Nuestra Señora del Carmen. Felicitamos á nuestro que-
rido hermano de hábito por su elección, y asimismo á la Diócesis de
Segovia, que tendrá en él un Pastor sabio, prudente y virtuoso, que
en el desempeño de su difícil y delicado cargo Pastoral sabrá llenar
las condiciones que señalaba San Pablo á Tito y á Timoteo.
226 EL MONTE CARMELO

SANTAS MISIONES.— Como todos los años, en este santo tiempo de


Cuaresma han predicado nuestros Padres en diversos puntos de Es-
paña ejercicios de Misión para avivar la fe en los que la han dejado
entibiar, y ahondarla más y más en los que conservan este inaprecia-
ble tesoro. En esta corte los PP. Ángel María de Santa Teresa y Plá-
cido María del Pilar han predicado una Misión en la iglesia de Don
Juan de Alarcón, y otra en la parroquia de Santa Bárbara.

Ha fallecido en Vitoria nuestro subscriptor y bienhechor de la Or-


den D. Julián Zulueta: una plegaria por su alma, y su distinguida
viuda reciba nuestro más sentido pésame.
En el Convento de MM. Carmelitas de Burgos ha dado su espíritu
al Señor la Hermana Cipriana del Corazón de Jesús, de noventa y
dos años de edad y cincuenta y cuatro de religión, habiendo sido,
durante los largos años de su vida, el modelo más acabado de obser-
vancia y la edificación de toda la Comunidad; pues, á pesar de su
avanzada edad, asistía á todos los actos comunes y cumplía con todas
las prácticas religiosas con la puntualidad y celo con que pudieran
hacerlo las más jóvenes. Pertenecía la finada á una distinguida fami-
lia, contando entre sus hermanos al difunto D. Pedro María Lagüera,
Obispo de Osma, y entre sus sobrinos al actual Obispo de Zamora.
Descanse en paz la nonagenaria religiosa, á quien Dios habrá pre-
miado sus largos años de virtud.

R. I. P.

EL MONTE CALVARIO
|NA PROFECíA D I LA MADRE DE LEóN XIII.—En la Nouvelle Re-
vue de París se ha publicado un estudio sobre la o\>r a. Juventud
y Prelatura de León XIII, recientemente dada á la imprenta por
M. Boyer d'Agen.
Creemos muy oportuno tomar de este interesante trabajo un epi-
sodio biográfico de León XIII:
"Cuando Joaquín Pecci pasaba con su padre por las alturas de Car-
pineto, y el viejo señalaba con el dedo los lugares en que se asenta-
ban Aquino y el Monte Casino, decía el niño:
— ¡Oh Aquino, la patria de Santo Tomás! ¡Monte Casino, donde
aprendió á leer y escribir! Papá, ¿vamos también nosotros allá á
aprender lo mismo que él aprendió?
Y, preguntando á su Joaquín, el cojade Pecci se convenció de que
el niño sabía la historia de Santo Tomás tan bien como la de Bona-
parte, ó mejor aún.
—¡Y yo que quería hacerle general!—dijo el conde á su esposa.
— Pues tendrás que hacerle Papa—contestó ella sonriendo.
Cuando la feliz condesa hubo conseguido que su marido enviase
el niño al célebre colegio de los jesuítas de Viterbo, y cuando vio
asegurada la vocación sacerdotal de su predilecto Joaquín, en com-
pañía y bajo la salvaguardia de su hermano José, hubo de enjugar,
no sin consuelo, las lágrimas que acudieron á sus ojos. En los comen-
tarios de la próxima separación, la condesa oía decir á su marido:
— No dudo que José será jesuíta; pero no puedo hacerme á la idea
de que Joaquín sea cura de su pueblo.
—Piensa que Joaquín será Papa, y José Cardenal—le respondió
ella,—y estáte tranquilo por el porvenir de nuestros hijos.
¿Cómo suponer que, á sesenta años de distancia, la condesa Pecci
fuese tan buena profetisa, y que el porvenir confirmase todos sus
pronósticos?
Lo que la mujer quiere, Dios lo quiere, ha dicho un poeta. Las ora-
ciones de la piadosa condesa llegaron hasta el Cielo, haciendo caer
sobre la mente y el corazón de aquel hijo amado todas las luces y
228 EL MONTE CARMELO

todas las gracias que han hecho de él una de las más gloriosas figu-
ras de la historia: Humani generi decus.
L A S PLACAS DEL SAGRADO CORAZóN.— Anuncia el Mensajero ale-
mán que allí también se propaga de día en día la santa costumbre
de fijar placas del divino Corazón, así en las fachadas como en las
puertas interiores de las casas. La forma de ellas es una cruz griega
con un medallón circular en el centro, donde se muestra de relieve
la imagen de Cristo Nuestro Señor con el Corazón en la mano y esta
doble inscripción: por la parte superior: Venga d nos tu reino; por
la inferior: Detente, que el Corazón de Jesús está aquí. De una sola
casa se han expedido en breve tiempo más de 20.000 escudos.
León XIII, con motivo de haberle sido recientemente presentado
uno de ellos pidiendo una bendición especial "para todos los que
por este medio procuran honrar al Sagrado Corazón de Jesús,,, no
sólo la otorgó benignísimamente, sino que además dio á su secreta-
rio de Estado la orden, bien singular en tales casos, de respaldar
el pliego de la petición con las siguientes palabras:
El Santo Padre mira con especial estima y predilección el culto
del Sacratísimo Corazón de Jesús, y su más ardiente deseo es verlo
perfeccionado y propagado más y más cada día. Por tanto, reco-
noce con placer el celo que usted pone en que el Corazón divino sea
de todos venerado y ainado, y para fortalecerle y acrecentarle con-
cede con singular complacencia la bendición apostólica, asi á usted
como á todos los que promuevan el culto del Sagrado Corazón de
Jesús.
UNA APROBACIóN MERECIDA. —La Academia de Ciencias Morales y
Políticas, reconociendo un mérito relevante en el libro intitulado
Necesidad de las Asociaciones gremiales, escrito y publicado por el
Sr. D. Francisco González Rojas, persona tan benemérita de los in-
tereses católicos en España, ha resuelto elevar al Gobierno un infor-
me sobremanera favorable á dicho libro, respondiendo de esta suer-
te al encargo que por el Ministerio de Instrucción Pública le fué opor-
tunamente dirigido.
Felicitamos, pues, cordialmente á nuestro querido amigo Sr. Gon-
zález Rojas por el triunfo que acaba de conseguir, y recomendamos
con la mayor eficacia su libro, porque puede hacer mucho bien á los
lectores, y, sobre todo, al interés de la propaganda católica en el te-
rreno social.
UN REY FIEL EN TIERRA DE INFIELES. —El Rdo. P. Ganot, misionero
apostólico, ha recibido del Rdo. P. Lejeune, prefecto apostólico de la
Misión del Bajo Níger, una interesantísima carta que publica en el
Journal de Lunéville.
Los siguientes párrafos merecen ser conocidos:
"Se llenará de júbilo su corazón de usted con la noticia de que el
pueblo entero de Onistsha acaba de proclamar Rey todopoderoso (roi
tout-puissant) á Samuel Okosi Okole, que es uno de nuestros cate-
quistas.
Sus compatriotas han venido á sacarle de la Misión para presen-
CRÓNICA GENERAL 220,

tarle candidato enfrente del hijo idólatra del antiguo rey y del can-
didato preferido por los misioneros protestantes.
Con arreglo á las leyes de Onistsha, Samuel no podía ser rey; le-
jos de eso, merecía ser desterrado, porque el año anterior se negó
á dar muerte á sus dos hijos gemelos. Mas, á pesar de la influencia
de los protestantes, y á pesar de que nuestro catequista se manifestó
completamente resuelto á no tener ídolo ninguno, ha sido elegido
Rey, y su elección confirmada por el Gobierno.
Lo primero que ha hecho en el ejercicio de su autoridad real ha
sido entregar al Padre V..., que es su confesor, el gran ídolo de que
se servían los reyes para lanzar maldiciones y condenar á los infe-
lices esclavos al último suplicio. Después mandó colocar un her-
moso crucifijo encima de su trono, al lado derecho del mismo. Cuan-
tos entran á ver al Rey se prosternan hasta tocar la tierra con el ros-
tro, eomo es aquí costumbre; pero el nuevo Rey se ha negado á acep-
tar para sí tal honra y quiere que sólo la reciba su Dios.
Después determinó hacer otro acto de generosidad. Nos ha cedido
un terreno de su propiedad para que edifiquemos en él una iglesia y
una escuela, que ya han empezado á levantarse. Mientras que dure
la edificación, que es de madera, la escuela y la catequesis disponen
de local en la casa del Rey, donde sesenta ú ochenta niños y jóvenes,
unos libres y esclavos otros, reciben instrucción bajo la vigilancia
del monarca.
Finalmente, ha abolido las maldiciones y los sacrificios, negándo-
se, el día mismo de su elección, á sacrificar una cabra para conse-
guir el favor del río, y á todas las demás abominaciones que venían
practicándose en la elección del Rey.
Estimo que la de Samuel es la victoria más hermosa que aquí se
podía alcanzar contra la esclavitud y la barbarie.
¡Cuánta es mi satisfacción al poder ofrecer á nuestro Santísimo
Padre León XIII algún consuelo en medio de las actuales tribula-
ciones, y poder anunciarle que nuestros reyes de África, no sólo se
convierten, como sucedió con Idigo, rey de Aguleri, sino que los ca-
tólicos son elegidos para esa dignidad por los mismos magnates idó-
latras.
Recuerdo haber leído, no sé dónde, que un Papa del siglo xvi
mandó grabar una medalla para regalarla á un rey cristiano del
Congo, y la adornó con la siguiente inscripción: Et Congo agnovit
pastorem.León XIII puede decir: Et Niger agnovit pastor em, porque
Onistsha, Aguleri, Nsube, Ogonta, Osomori, ciudades que cuentan
con 8.000 á 15.000 almas cada una, están evangelizadas. Los hijos de
los reyes de Agberi, Ogonta, Brass y Nimbi son cristianos. Brass me-
rece mención especialísima. Los primogénitos de los cuatro jefes
principales—Wari, rey de Alagoma, el gobernador; Egbelo, juez su-
premo; Deri, el más rico de todos los comerciantes—y todos sus
hijos son católicos. „
No se escapará al buen juicio de nuestros lectores la grandísima
importancia de las anteriores noticias, importancia consoladora y
tremenda á la vez, porque, al ver el estado de las antiguas naciones
católicas, diríase que la fe es transportada por Dios á otras regiones.
E l pitirrojo e n l a cruz. En medio de esta escena, dos ave-
cillas vinieron á posarse sobre el Ár-
TRADICIÓN. bol de la Redención.
La que paró en el brazo izquierdo
El Salvador, clavado en esa Cruz de la Cruz era una urraca, Ja cual, con
que se trocó después en símbolo de su charla disonante, parecía querer in-
nuestra Redención, agonizaba en la sultar la agonía del paciente, acrecen-
cumbre del Gólgota. Su figura, pálida tando sus tormentos.
y triste, tenía la calma y belleza con- Así como Satán, antes de su caída,
movedoras, que son como la recom- era el más bello de los ángeles, del
pensa de la resignación y del martirio. mismo modo, antes de la maldición
Algunas gotas de sangre, bañando su divina, era la urraca la más hermosa
bellísimo rostro, caían de su frente co- de las aves. Parecía que Dios había
ronada de espinas, sobre la tierra in- agotado los recursos de su poder re-
grata, para lavar sus manchas... ¡Su- uniendo en ella sola las bellezas y las
blime y doloroso bautismo! Su cuerpo maravillas de la Creación. Las doradas
iba desangrándose por cinco llagas, tintas de la alborada se fundían en sus
fuentes misteriosas de donde brota- alas con el azul de los crepúsculos.
ban el perdón y la esperanza de una Ninguna flor tenía el afelpado colorido
vida mejor. de su brillante cuello, y los más puros
El cielo, cubierto de negras y espe- diamantes, las piedras más preciosas,
sas nubes, parecía querer envolver el en vano hubieran unido sus aguas y
mundo en los pliegues de un velo fú- sus fuegos para igualar su brillo.
nebre ; oíanse en los aires como gritos La otra avecilla, muy mezquina y
de combatientes, la tierra se estreme- de obscuro color, llegó, como arras-
ció hasta en sus entrañas, y los ríos, trada por una tempestad, á dejarse
abandonando sus lechos, retrocedie- caer como una hoja muerta sobre el
ron con sus corrientes. Parecía haber- brazo derecho del madero, para pedir
se quedado Jesucristo solo con los sol- abrigo y protección al que se inmola-
dados encargados de vigilar la ejecu- ba por el universo entero. Sacudió sus
ción , á no ser porque al pie de la Cruz mojadas plumas, dando de vez en
se distinguían algunas formas indeci- cuando dulces píos de tristeza y de
sas , que le hacían la vela fúnebre. Es- sufrimiento; aproximándose después
tas eran la Virgen de Nazaret. Madre al Crucificado, revoloteaba alrededor
del Salvador. María Cleofás y Juan, el de su pálido rostro, enjugaba con sus
discípulo muy amado de Jesús. Tam- tiernas alas las lágrimas que brotaban
bién estaba allí la arrepentida Magda- de sus ojos, y se esforzaba-en arran-
lena. car con su piquito las espinas de su
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 231

corona. Una gota de sangre, despren- para sonreír, y por única respuesta
dida de la divina frente, cayó sobre enseñó un Crucifijo que apretaba con
su cuello y coloreó para siempre su mano convulsiva.
modesto plumaje. —¡Imponente!—dijo el cirujano.—
—Yo te bendigo, pobre avecilla— Os he hecho sufrir mucho, ¿verdad?
dijo el Señor;—por todas partes don- —No tanto como mi Dios padeció
de dejes oir tu canto dulce y melan- por mí—respondió con voz trémula el
cólico, llevarás la dicha y la paz. ¡Di- operado.
choso el techo donde construyas tu —¡Esto es admirable! Nunca había
nido! Tus huevecitos tendrán el azul visto tanto valor—decía Dupuytren,
del firmamento, y seras en todas par- alejándose con sus discípulos.
tes el ave del buen presagio, el ave de El gran quita-dolores, lector mío, es
Dios. un santo Crucifijo. Medita en los tor-
—Y tú— dijo á la urraca,—tú, que mentos de la Pasión de Jesús, une tus
no te has compadecido de mis dolores dolores á los suyos, y ese cloroformo
y que has llenado de amargura mis del cielo endulzará todos tus dolores
últimos momentos, tú serás un ave y trabajos.
maldita. De hoy en adelante no ten-
drás esta belleza que tanto te enorgu- Una a n é c d o t a de E s l a v a .
llece: agorera di la desgracia, tus co-
lores serán en adelante de luto y de Entre las muchas y curiosas anéc-
tristeza; ya no ostentarás esa corona, dotas que cuentan del insigne maes-
poco ha insignia de tu real belleza. tro D. Hilarión Eslava, merece men-
Cubre, cubre tú nido; jamás podrás ción especial la que relataremos, y
preservarlo del agua del cielo. que da una idea exacta del carácter
Estas palabras de Cristo moribundo reservado y modesto del gran maes-
han tenido su efecto. tro.
El pitirrojo, á pesar de su timidez, Hizo un viaje á Francia, y, entre
habita entre los hombres, buscando otros puntos, visitó París, siendo su
un abrigo en los techos de las casas; primera visita al Conservatorio, don-
su llegada es tenida como señal de de entró sin darse á conocer.
alegría, y en todas partes se le recibe Recibido que fué por el Director, ro-
con complacencia. A los primeros ra- góle á éste le enseñase el archivo que
yos del sol deja oir su canto en el bor- allí existe; entraron en él y fué vien-
de de la ventana ó en el espino del do, con el detenimiento propio del ar-
huerto; es, en fin, el compañero inse- tista, las obras más maravillosas que
parable del hogar. posee el mundo musical; para todas
La descarada y parlanchína urraca dedicaba una frase de elogio ó admi-
en vano pide por todas partes abrigo, ración.
que todos le niegan, y, rechazada con A poco de estar examinando par-
desprecio, viene á posarse tristemen- tituras, le enseñaron la de su gran
te sobre las ramas del árbol desnudo obra Lamentaciones, que se cantan
de hojas y cubierto de escarcha. en nuestras Basílicas en la noche del
Miércoles Santo; la vio detenidamen-
Calmante i n f a l i b l e . te, como si no la conociera, y todo lo
que dijo de ella fué:
El cirujano Dupuytren iba á operar — Está correcta.
á un pobre cura de aldea. —¿Cómo correcta? — replicó el Di-
—¿Tenéis valor? — preguntó el ci- rector.
rujano.— Esto ha de ser largo y pe- —Sí, señor; está correcta.
noso. Un poco malhumorado, replicó nue-
—Dios me dará valor — respondió vamente el Director:
el cura.—Haced de mí lo que queráis. —La partitura que está usted vien-
Sin más, el cirujano puso manos á do es del gran maestro Eslava, y no
la obra. Hería, cortaba, desgarraba y tiene una sola falta, tanto si la con-
corría la sangre... y sólo algunas con- sidera usted como obra melódica ó
vulsiones y algún gemido sordo indi- como obra científica, y me extraña
caban que el paciente sufría. que usted, que ha dado á entender en
Dupuytren estaba pasmado. su visita los conocimientos musicales
—¿No tenéis nervios, señor cura?— que posee, sólo haya dicho de esta
le preguntó. obra que está correcta.
Él pobre cura no tuvo fuerza sino — Pues por eso.
232 EL MONTE CARMELO

Siguieron su visita, de la que el Tres fueron los clavos, según ordi-


gran Eslava salió muy satisfecho, pe- nariamente se cree, que perforaron las
ro no así el Director de la contestación manos y pies de Jesucristo.
seca y fría que la obra de Eslava fue- Tres fueron las horas que vivió cru-
se nada más que correcta; y, al despe- cificado Jesús.
dirse y recibir de manos del maestro Tres fueron las lenguas en que se
su tarjeta, estuvo á punto de subirle escribió el título de la cruz: Jesús Na-
en hombros, pues que tenía la satis- zareno, Rey de los judíos.
facción de estrechar la mano del que Tres eran las Marías que estaban al
había escrito tan sublimes obras. pie de la cruz.
Excusado es decir que, á las dos ho- Tres decenas de monedas recibió
ras , todo el París musical sabía que Judas por la venta de Jesús.
se encontraba entre ellos el insigne Tres veces diez años, más tres, vi-
maestro, gloria de la música religiosa. vió Jesucristo en la tierra.
Tres dias estuvo Jesús en el se-
Celebridades del número tres. pulcro.
Tres fueron los Apóstoles que, en Tres veces quedó estampada la san-
el Huerto de las Olivas, acompañaron ta Faz de Jesucristo en el paño de la
de cerca á Jesucristo. Verónica.
Tres fueron las caídas de Jesús con Tres fueron los crucificados.
la cruz á cuestas.

•4=—Hs

LA PASIONARIA

SONETO

T r e p a n d o al Cielo que me presta e n c a n t o ,


Huir ansio de gusano astuto;
De la pasión ostento el atributo,
Y de la majestad el nimbo santo.
E n néctar suelo convertir el llanto
Y en ara amable paredón hirsuto;
Hermosea mi faz sangriento luto,
Y vida eterna con la muerte canto.
Glorias tales de mí la F e asegura.
¡ O h , si de esos martirios un momento
Saber pudiera terrenal criatura!
D e ellos ávido el Ser por quien aliento,
Sólo quiso dejarme su dulzura
Al querer yo copiarle su tormento.

Jfntonio ff. de Quevedo.

Con el fin de dar cabida á la abundancia de original que se ha reunido para


este número, publicamos esta vez 36 páginas.
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15 de Abril de 1901. Mm. 20.

ESPERANZA
Absorpta est mors in victoria.
I Cor., xv, 54.

¡So hace mucho decía un parlador de


°ty-*¥ club: Señores, tengo el honor de ma-
nifestaros que el Catolicismo ha entra-
do en el período agónico: pronto resulta-
rán fallidas las ilusiones de perpetuidad
en que se afiansa la Iglesiu Romana. El
diagnóstico es tremendo; pero, afortuna-
damente, adolece de un defecto capital: el
de tomar la aurora por el ocaso y la Pas-
cua por el Viernes Santo. El Apóstol ha
dicho que Cristo resucitó para no tornar
á morir (1), y tenemos en su favor la lar-
guísima y colosal prueba de diez y nueve
siglos, y la Historia, que ha asistido á to-

(i) Rom., vi, 9.


EL M
234 °NTE CARMELO

das las luchas que en ellos se han reñido, está por San Pa-
blo. El odio de todos los enemigos del Catolicismo, á pesar
de su influjo y transcendencia, no ha podido borrar el Non
prcevalebunt del Evangelio (1), y una larga experiencia nos
enseña que hasta hoy Jesucristo sólo se ha ocupado en hacer
féretros para sus perseguidores; y cuando tan descuidado
se muestra hasta en reivindicar la propiedad del sepulcro
que la caridad le prestara, prueba es de que no piensa por
ahora tornar á él. Dios ha afianzado en la muerte la perpe-
tuidad , trocando su parca en lauro, y á favor de tal garan-
tía tiene asegurada la vitalidad.
Por providencia especial, cuya razón primaria sólo á Dios
es conocida, resulta que toda vivificación que de Dios pro-
cede tiene por garantía la muerte; las aves, esos cantores
de la providencia, y las fieras, esas potencias del desierto,
viven de la muerte del mundo vegetal, y el hombre va á
buscar en las entrañas de víctimas inocentes y de delicadas
y verdeantes plantas el secreto de la vida. La Iglesia, que
es por antonomasia la obra de Dios, está sujeta á esta pro-
videncia, y la que nació con la sangre del costado alanceado
dé Cristo no puede vivir sin ella: por las mismas causas
que una cosa se concibe, se perpetúa: la Iglesia fué conce-
bida en el pecho de Cristo muerto; luego en vida está en la
muerte, y el día que la sangre del martirio ó las lágrimas
del dolor dejen de correr, la Iglesia padecerá desmayos y
se asfixiará, como el ave colocada en el receptáculo de la
máquina neumática; pero, mientras la muerte conserve su
indestructible poder, vivirá. Los acatólicos creían vérselas
con un anciano indefenso ó unas cuantas tocas y cogullas,
y se encuentra por centinela á la muerte, y por fosa la
tumba.
De idéntica salud gozan sus instituciones, y bien podrá
el hacha masónica podar la vid: como la cepa es indestruc-
tible , después del invierno vendrá la primavera, y el mo-
nacato lucirá los verdeantes pámpanos de su virilidad, y
ofrecerá á la sociedad el vino que engendra vírgenes y la

(I) Jerem., i, 19, y Matth., xvi, 18.


£7 JÑngel de la T^esurrecciórj.
236 EL MONTE CARMELO

virginidad que produce los genios y los sabios: podrá resul-


tarnos triste la vendimia, pero Qiii seminant in lacrymis
in exultatione mettent (1). Por una equivocación de fechas,
que Dios predestinó para ajustar las figuras á las realida-
des, la pascua de los judíos coincidió con el viernes de pa-
sión, y la pascua cristiana con el aniversario de la creación;
tal vez para significarnos que todos los banquetes impíos
acaban como el festín de Baltasar, en la horca y en el se-
pulcro, mientras nuestras alegrías coinciden con el triunfo
del ser sobre la nada y de la vida sobre la muerte, la crea-
ción; no se olvide, pues, este detalle de que entre las obras
de Dios y las del infierno media siempre esta diferencia: de
que ellos van y nosotros venimos del sepulcro: Christus
resurgens a mortuis jam non moritur (2).
La ciencia del hombre se ha querido imponer á la ley de
la pulverización, que es el crespón que la divina justicia
tiende sobre las prevaricaciones humanas, embadurnando
los cadáveres con acristalados betunes á la sombra de esos
milagros del arte que se levantan atrevidos sobre las are-
nas del desierto, las pirámides; pero la ciencia misma que
les encerró en el santuario de la muerte los ha sacado para
exponerlos en nuestros museos; mas el tiempo desató sus
artísticos vendajes; las momias se pulverizan y la sentencia
de Dios se cumple: Pulvis es et in pulverem reverteris (3),
como se cumple también el Mors ultra non dominábitur (4),
cuando se trata de Cristo; y ahí está el catolicismo saliendo
á diario del sepulcro, como la mariposa de la crisálida y el
sol del sombrea je de la noche. La espada de los Césares, la
cimitarra de los Califas y la guillotina revolucionaria se han
empeñado en aniquilar al infame y, matando, muerte en
vida la ha trocado (5).
Harto podría decir la historia de diez y nueve siglos; pero
los impíos de hoy que se agitan al lado del sepulcro del Sal-

(1) Ps. cxxv, v. 5.


(2) Rom., vi, 9.
(3) Genes., ni, 19.
(4) Rom., vi, 9.
(5) San Juan de la Cruz, Llama de amor viva.
ESPERANZA 237

vador, como los centinelas de ayer, tienen la boca soldada


con oro; y cuando las razones, en vez de la cabeza, están en
el bolsillo, no cabe ya otro criterio que el del pesebre. La
verdad es clara, los hechos innegables; pero cuando entre
la cabeza y el corazón se cruza el egoísmo, todo se sacri-
fica, desde el honor hasta la vergüenza. No se olvide, em-
pero, de que algo análogo acaeció al pueblo judío: prescin-
dieron de lo eterno, de la cuestión religiosa, por sacar á flote
la política, et sic utrumque amisserunt (1), acabaron por
perderlo todo. Afortunadamente, los hechos que las conve-
niencias niegan, las piedras cantan. Roma y Santa Elena
son un hecho que dice que las cadenas pasan de las manos
de los pontífices á los cuellos de los emperadores, como pa-
san las llamas de los monasterios á los buques de la armada.
La revolución podrá abrir brecha en los muros de la jus-
ticia; pero el puñal de ese verdugo de la providencia que
se apellida anarquía, sabe donde está el corazón de los usur-
padores. No hay que temer: la revolución castigará á los
revolucionarios, como la Commune á sus corifeos; y el día
que Dios se canse de tanto crimen, del polvo se levantarán
los héroes aterrando al malvado, como la sombra de Sa-
muel á la Pitonisa, y los montes aparecerán coronados de
esos ejércitos de piedras que se llaman conventos, y en sus
santuarios celebraremos las exequias de los impíos cantan-
do Deprofundis á la herejía, Responsos á las logias, Mise-
reres á las naciones apóstatas, Himnos á Cristo, y Allelu-
yas á la muerte. Faraón se sepultará en el Bermejo, y Moi-
sés inmolará en Oreth. Las cruces que van ya pasando á los
pechos de los enemigos de la Cruz trocarán su campo en
un cementerio, y el sepulcro preparado para la Iglesia, hen-
chido de resplandores, ostentará este lema: Non est hic:
surrexit (2).
fr. Salvador de ¡a JA. j).

(i) S. August. Tract. XLIX, injpan.


(2) Matth., xxvra, 6.
FECHAS CARMELITANAS

22 DE ABRIL DE 1601

DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN

fuERE en Vélez M á l a g a , á la e d a d d e n o v e n t a y un años y o c h e n t a


de r e l i g i ó n , de ellos t r e i n t a y dos en la D e s c a l c e z , el V. P . A n t o -
nio de Jesús, pariente de San Vicente Ferrer, compañero de N. P. San
Juan de la Cruz en la Reformación Carmelitana, primer Prelado de
la Descalcez, Fundador y Superior de muchas casas, Provincial
electo en el Capítulo de Almodóvar de 1578, Definidor, Vicario pro-
vincial de Castilla la Vieja y Provincial de Granada. Antes de des-
calzarse ejerció muchas Prelacias, y fué varón muy importante en
el Carmen Calzado. Nuestra Madre Santa Teresa de Jesús le estimó
mucho, y dejó escrito de él grandes testimonios y alabanzas. H a -
blando la Santa Madre de la primitiva casa de Duruelo, donde tuvo
glorioso origen la Reforma de frailes carmelitas descalzándose San
Juan de la Cruz y el V. P. Antonio de Jesús, escribe: «Dicho me ha
el Padre Fr. Antonio que cuando llegó á vista del lugarcillo le dio un
gozo interior muy grande, y le pareció que había ya acabado con el
mundo en dejarlo todo y meterse en aquella soledad, adonde al uno y
al otro (San Juan de la Cruz) no se le hizo la casa mala, sino que les
parecía que estaban en grandes deleites. ¡Oh, válame Dios, qué poco
hacen estos edificios y regalos exteriores para lo interior!» Y descri-
biendo el aderezo de aquella casa en que se cobijaron los dos Padres
de la Reforma y la vida que hacían, dice: «Como entré en la iglesia,
quédeme espantada de ver el espíritu que el Señor había puesto allí;
y no era yo sola; que dos mercaderes que habían venido de Medina
hasta allí conmigo, que eran mis amigos, no hacían otra cosa sino
llorar. Tenía tantas cruces, tantas calaveras. Nunca se me olvida
una cruz pequeña de palo que tenía para el agua bendita, .quejtenía
en ella pegada una imagen de papel con un Cristo, que parecía ponía
más devoción que si fuera de cosa muy bien labrada. El coro era el
desván, que por mitad estaba alto, que podían decir las Horas, mas
habíanse de abajar mucho para entrar y para oir Misa; tenían á los
dos rincones hacia la iglesia dos ermitillas, adonde no podían estar
sino echados ó sentados, llenas de heno, porque el lugar era muy
FECHAS CARMELITANAS 239

frío, y el tejado casi les daba sobre las cabezas, con dos ventanillas
hacia'el altar y dos piedras por cabeceras, y allí sus cruces y cala-
veras. Supe que, después que acababan Maitines, hasta Prima no se
tornaban á ir, sino allí se quedaban en oración, que la tenían tan
grande que les acaecía ir con harta nieve los hábitos cuando iban á
Prima y no lo haber sentido... Iban á predicar á muchos lugares que
estaban por allí comarcanos sin ninguna doctrina, que por esto tam-
bién me holgué se hiciese allí la casa, que me dijeron que ni había
cerca Monasterio ni de dónde la tener, que era gran lástima. En tan
poco tiempo era tanto el crédito que tenían, que á mí me hizo gran-
dísimo consuelo cuando lo supe: iban (como digo) á predicar legua y
media y dos leguas, descalzos (que entonces no tenían alpargatas,
que luego se las mandaron poner), y con harta nieve y frío; y, des-
pués que habían predicado y confesado, se tornaban bien tarde á co-
mer á su casa: con el contento todo se les hacía poco.» {Fundac, ca-
pítulo xiv).
Este bendito Padre tuvo el consuelo de asistir á la gloriosa muerte
de nuestra Madre Santa Teresa de Jesús en Alba de Tormes, y de
nuestro Padre San Juan de la Cruz en Úbeda.
A la memoria del V. P. Antonio de Jesús se dedicó el siguiente
epitafio:

PRETIOSA V. P. N. A. MORS.
Attollite portas Principes vestras et elevamini Portee esternales,
quem. portas? quem exlollis? quetn audax nostris ccelitibus infers,
o mors leetabunda et laudans? Illum opere patentem, sermone fer-
ventem; quem ab vitw candorem, Religionis selum, praclaram doc-
trinam, multis prcefecturis, gloria et honore coronalum, mitigata
Carmeli Regula mirata est et sibi scepius prcefecit. V. D. A. Quem
etiam illa virgo Teresia (ut sicut ipsa feminis, ita ipse viris primi-
tivam daret) ante omnes elegit et pralegit, ut omnes crederent per
illum omnia posse quem Deus confortavit. Mihique tándem et sibi
ab ipso vita tyrocinio, ut servum fidelem quem constituit Dominus
super familiam suam, átate nonagessimum primum, professione
octuagesimum, cunctis egregie functis sibi commissis, hac trium-
phante suce resurrectionis die ut triumphantem portarem, credidit.
Ergo Venerabilis et Sanctus est? Ita est. Satis laudasti. Ingredia-
tur in gaudium Domini sui.

A . D . M. DCI. X. KAL. MAI.

El mismo día 22 de Abril de 1601 subieron al Cielo las dos Herma-


nas M. Inés de Jesús y M. Ana de la Encarnación, primas de nuestra
Santa Madre y compañeras suyas en el convento de la Encarnación
de Ávila y cooperadoras en la Reforma y fundación del de San José
de la misma ciudad, del de Medina y Salamanca.
,-^*r-* r ^g^,.^g>: i&Tt: .^^-^^ ' ^ ^ ^ ^ ^ ^

l¡REINARÁ!...

(Á M.I QUERIDO AMIGO J. DE S. Y R . )

Esgrimiera el cincel, el burdo mazo,


Esgrimieran mis manos el buril;
Y una historia esculpiera en breve trazo,
Repitiendo los golpes de mi brazo
Sobre arrecife vil...
No del iris copiara los colores
En vitela tu historia al delinear,
Ni del alba imitara los primores:
¡En tu frente, oh España, tus dolores
Yo quisiera grabar!...
Desde el Ebro á la margen del Guadiana,
Desde el Miño al azul Guadalquivir,
Fué blasón de la torre castellana
La gloriosa obligada ley hispana
De vencer ó morir.
Y por eso de glorias fuiste emporio,
Postergando mil veces á Albión,
Y lograste unidad de territorio,
Y por siempre fué tuyo el promontorio
Inmortal del Peñón.
Tú templaste los filos de tu espada
En las límpidas aguas del Genil,
Y, de verde arrayán la sien ornada,
En la vega florida de Granada
Humillaste á Boabdil.
Y es que el hierro y la Cruz andaban pares
Del astur hasta el austro litoral,
Y á la par se internaban en los mares,
Y á la par ensartaban azahares
En tu manto real.
Y por eso á otros mundos arribara
De Colón el undívago bajel,
Y más playas y playas conquistara,
Y más perlas y perlas engastara
En tu regio dosel.
¡RUINARA!... 341

Y por eso venciste tú en Clavijo;


Y por eso en Tarifa hubo un Guzmán
Que inmolara al deber su único hijo;
Y por eso esgrimiera el Crucifijo
En Lepanto un Don Juan.
Grande fuiste, muy grande, en toda empresa;
En tus lanzas, tus nimbos, tu saber;
Y si acaso es menuda gloria ésa,
En tu suelo nació Santa Teresa,
Y Loyola, y Xavier.
Y allanóse el poder de la mezquita
Al sonar de tu bélico clarín ,
Y la absurda oración del islamita
En hispánico suelo fué proscrita
De confín á coniín.
Mas ya tú no eres tú, la patria santa,
La nación de Fernando y de Isabel;
Tus laureles holló pérfida planta;
Tú al coloso sajón que se levanta
Serviste de escabel!...
¡ No recuerde yo el nombre de Pelayo,
Ni en Castilla y Navarra tu valor!...
¡Que me olvide de Asturias, del Moncayo,
De Sagunto y Bailen; del Dos de Mayo
No seré el trovador!...
En tu suelo reinar quiso el Ungido,
Tú al Ungido negaste el cetro real;
Relegaste sus glorias al olvido;
¿Y las tuyas?... en folio carcomido
Las guarda el Escorial...
De Troya, una mujer, una espartana
El desastre y la ruina acarreó;
Y el jirón de una Antilla... una cubana,
Despertó la ambición americana,
Y en los mares te hundió.
En el vórtice horrendo de sus olas
Un momento se vieron vacilar
Gloriosísimas velas españolas,
Y un instante después... espumas solas...
Espumas de la mar...
Tu bandera ultrajada testimonia
Tu desgracia, quebrado tu poder;
Tras los mares perdida una colonia:
¡ Ay, acuérdate, España, de Polonia!
¡ Lo vas todo á perder!...
242 EL MONTE CARMELO

Y vas á sucumbir, y estás labrando


A tu nombre una tumba colosal;
Y el trono de tu rey estás minando,
Porque sigues, ¡ah!, sigues blasonando
De España liberal...
¿Liberal?... ¡Libre tú, que entre cadenas
Tus invictos leones ves dormir!...
No sacuden ya airosas las melenas...
En tus viejas altísimas almenas
Ya no se oyen rugir...
¡Y recoges procaz tus fuerzas flacas
Para hacer aun la guerra á tu Señor,
Cual los mares recogen sus resacas...
Y le ofendes hollándole en sus placas,
Emblemas de su amor!...

Mas si España se hundió en el Guadalete,


En Asturias de nuevo vio la luz;
Cristo Rey nuevos lauros le promete,
Como cambie la escuadra y el mallete
Y el compás por la Cruz.

Deja un punto que duerman sus leones


El marasmo, fatídico sopor;
Volverán sus antiguos infanzones
A engallarse en sus árabes bridones,
Del cañón al fragor...
Sobre crestas azules al corsario
Anglicano dará ominoso fin,
Al ondear en sus gavias el rosario,
Y en la cruz del mesana, legendario
Amarillo y carmín.
Deja un punto que nueva lid empiece,
Y á su fe la esperada reacción;
Que, aunque mustio, el laurel nunca fenece:
Proclamado en España por León Trece,
Reinará el Corazón...
Deja ondeantes de nuevo sus pendones
Que tremole en altísimo alminar:
¡En España unirás los corazones...
En España, Señor, si te propones,
Volverás á reinar!...
Sván de Jes.,
C D.
EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES

IV

[ON repugnancia y hasta con disgusto nos ponemos á trazar estas


líneas; pues el realismo en el Arte, que va á ser el objeto de nuestro
examen, nos repugna tanto, tanta es la náusea que nos produce, que
quisiéramos más bien prescindir de él y despreciarlo, considerándole
indigno hasta de ocuparnos en un asunto á todas luces reprobable, que
el hacer un estudio serio sobre su concepto filosófico. Así es que nues^
tros lectores nos dispensarán que en este artículo nos veamos precisa-
dos á emplear un estilo que en otras ocasiones hubiéramos reprobado,
como atentatorio al buen gusto literario. La materia es de tal carácter,
que es necesario adoptar para ella un estilo de su misma condición.
El realismo desenmascarado y desnudo no es hoy otra cosa más que la
negación del verdadero arte, la pesadilla de una generación incrédula,
estragada y devorada por el sensualismo y con un corazón vacío y sin
ecos para nada grande y elevado. Una secta filosófica tan descaminada
y peligrosa, que proclama digno de la obra artística todo lo real, abso-
lutamente todo, así se encuentre en el terreno de lo indiferente, sin
expresión ni concepto, ya se busque en la baja esfera de la gente soez
y sin cultura, ya en la inmunda sentina de los vicios, donde entre la
lepra moral se engendra el crimen, debe ser atacada con todas las ener-
gías de una alma cristiana.
El objeto de las artes es Dios, es el hombre, es la naturaleza, el
mundo intelectual, el mundo moral, el mundo físico: los afectos más
delicados, las pasiones más vehementes espiritualizadas por la religión,
los acontecimientos de la vida, todo lo que pueda interesar á la imagi-
nación y al sentimiento, entra en el dominio de las artes. Su campo es
tan extenso como el campo de la ciencia. La ciencia aspira á la verdad,
el arte á la belleza; instruye y moraliza, porque la verdad y la moral
son inseparables de la belleza, de esa belleza que se siente, pero que no
se define. «Hállase, dice Roger - Collard, en todas partes; dentro de
> nosotros y fuera de nosotros; en las perfecciones de nuestra naturaleza
»y en las maravillas del mundo sensible; en la energía independiente
EL M 0 N T E
244 CARMELO

pdel pensamiento solitario y en el orden público de las sociedades; en


»la virtud y en las pasiones, en la alegría y en las lágrimas, en la vida
> y en la muerte.»
Desviad, pues, á las artes de la senda que conduce á la reproduc-
ción de estos nobles objetos; arrancadles la corona con que quieren ce-
ñir las sienes del virtuoso y del sabio, del guerrero y del héroe; haced
.que la pintura y la escultura se dediquen á poner ante nuestros ojos
esos impúdicos cuadros de obscenas desnudeces en toda su horripilante
desvergüenza, que jamás los ojos castos pudieron presenciar; adornad
esas estatuas y esos cuadros con todo s los atractivos de los colores más
bellos, embelleced con ellos los teatros y los salones, las plazas y los
paseos. El efecto producido por tales espectáculos ¿ sería un objeto digno
de las Bellas Artes? ¿Dónde está la belleza moral proclamada por las
artes? Las Bellas Artes, cuyo objeto es el perfeccionamiento de la hu-
manidad, su regeneración y su rehabilitación, ¿cómo, descaminándose
de ese sublime destino, se entregan al innoble oficio de estragar los sen-
tidos, el corazón, el alma, el hombre todo, enardeciendo sus pasiones y
llevando el sensualismo hasta el santuario del hogar, hasta corromper
la época más bella de la vida, la juventud, con los lascivos atractivos de
una poesía seductora y de los brillantes colores de la obscenidad ?
Después de esto, nos extrañará el ver una juventud corrompida y vi-
ciosa, y unos viejos más corrompidos y viciosos aún. Pero nada tiene de
extraño; son consecuencias legítimas de los principios establecidos; lo
extraño sería el que no sucediera así. Shackespeare puso en los labios
de Hamlet aquella célebre frase de que «había en Dinamarca algo que
olía á podrido»; y esta frase, que pareció en su principio algo exagerada,
ahora puede ser aumentada y decir que muy poco hay en el mundo que
no huela á podrido; que desde la planta de los pies hasta la coronilla
de la cabeza no se encuentra en él parte sana. A planta pedis usque ai
verticem capiiis non est in eo sanitas.
La causa está á la vista: tras las estatuas impúdicas y cuadros obsce-
nos, vienen la poesía envenenada y la astuta y corruptora novela, que
prestan incentivos poderosos á las pasiones, y éstas, siguiendo el mo-
vimiento impreso por las artes degeneradas, llevan al hombre de degra-
dación en degradación hasta el abismo del sensualismo, el cual, cegan-
do los ojos del hombre de una manera espantosa para que no vea los
tropiezos que se cruzan en su carrera, le corta las alas del entusiasmo
y desde entonces queda en estado de no poder elevarse á aquellas su-
blimes regiones en que el espíritu humano desarrolla sus pujantes ener-
gías.
Pero discurramos con serenidad. ¿ Qué objeto se propone el realismo
al empeñarse en reproducir todas las realidades objetivas sin disimulo
ni paliativo de ninguna clase, sin exceptuar lo inmoral, ni lo vil, ni lo
deforme y obsceno? ¿Por ventura el de que la humanidad tenga cono-
cimiento de todo? ¿que nada se oculte al ojo del hombre? Pero respon-
EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES 245

deremos que la humanidad es más perfecta ignorando ciertas cosas que


sabiéndolas. Nada se pierde en ignorar ciertas cosas, y en cambio pue-
de perderse mucho sabiéndolas; y á esta clase pertenecen ciertos asun-
tos en que se entrometen artistas afeminados y corrompidos.
Si fuéramos á señalar los males que el realismo artístico ha acarrea-
do, no sólo á la religión, sino á la familia y á la sociedad, traspasaría-
mos los límites que nos hemos fijado. No dejaremos, sin embargo, de de-
cir que la mayor parte de los males que estamos presenciando provienen
de los estragos causados por las Bellas Artes en su estado de degrada-
ción. ¿ Quién duda que esos cuadros obscenos, esas poesías lúbricas y
esas novelas sensuales han hecho de la sociedad una sentina de vicios
vergonzosos, si ocultos la mayor parte de las veces, muy patentes en
los desastrosos efectos que producen ? Gran parte de los suicidios ac-
tuales proceden de la lectura de las novelas; las fugas de jóvenes de
ambos sexos no tienen otro origen. Esas naturalezas raquíticas y ende-
bles , sin energías ni fuerzas, sin generosidades de espíritu, proceden
de un corazón enfangado en las podredumbres de la sensualidad. Esas
caras pálidas, esos ojos hundidos y esos miembros decaídos, ¿qué ori-
gen tienen ? Mejor es callarlo.
Lo que no callaremos será otra cosa: el decir que todos esos trofeos
de muerte provienen del realismo introducido en las Bellas Artes, bellas
de nombre y muy feas en realidad, desde que el realismo ha metido su
mano negra en terreno para él vedado. Repruébese, pues, esa escuela,
impía á la cual abomina la razón, detesta el buen sentido, escarnece el
buen gusto: la sociedad le debiera desterrar, y Dios le condena.

fr. Samuel de Santa Jeresa.


MALABAR

PROSIGUIENDO la relación de mis impresiones, según ellas van ocu-


rriendo, quiero hoy referir á nuestros caros lectores un her-
moso espectáculo de fe cristiana, práctico-práctica, que dirían los
teólogos escolásticos, que pocas veces, si alguna, se suele contem-
plar en las cristiandades de la culta Europa.
Me refiero á la función de Cuarenta Horas celebrada, durante la
semana última, en la iglesia del lugar en que al presente me hallo,
denominado Magnamey. Función ó funciones que anualmente Vie-
nen celebrándose con tanto honor para el Dios sacramentado como
provecho de las almas que de tan sublime manjar se alimentan.
Hay que confesar desde luego que estos pobres cristianos tendrán
muchos defectos, pero también son profundamente piadosos y prácti-
camente católicos, hasta el punto de dejar en zaga á tantos y tantos
europeos, y darles ejemplos que admirar y seguir. Véase.
Tras de unos cuantos días de preparación con sermones diarios,
predicados por celosos Terciarios nuestros, se abrió el lunes próxi-
mo pasado (primero de la Cuaresma) la exposición de las Cuarenta
Horas. Entre paréntesis, las Cuarentas Horas no son aquí una deno-
minación, sino realidad exacta y completa de las en que Jesús per-
manece expuesto.
Durante los tres días no hay más función que la Misa de Exposi-
ción á la madrugada, y la ceremonia de Reserva ya de noche; todo
el día y todos los días se consagran á los sacramentos de Confesión y
Comunión. Y aquí viene el ejemplo hermoso y consolador.
Es tanta la afluencia de cristianos á recibir los Santos Sacramen-
tos, que se hace preciso concentrar confesores y más confesores, y
para todos hay trabajo y no se bastan todos juntos, aunque perma-
nezcan confesando mañana y tarde y medio día y noche, uno, dos,
hasta cuatro días consecutivos, porque se añade un cuarto día que se
solemniza por mañana y tarde, terminando con extraordinaria pro-
cesión de Minerva.
MISIONES CARMELITANAS 247

Pero no es esto sólo. Hay que advertir que gran parte de estos fer-
vorosos fieles vienen desde larga distancia, ávidos del baño sagrado
de la mística piscina, hambrientos del pan bajado del Cielo. Y vie-
nen en tropel, caminando muchas leguas, atravesando varios ríos,
trayendo á cuestas arroz con que pasar tres y cuatro días, si es que
no les cuesta más el lograr confesarse.
Este año, cierto forastero hubo de permanecer seis días para ob-
tener la confesión, pues los confesores eran materialmente sitiados,
acosados, estrechados por la multitud. Al cabo de los seis consiguió
poderse confesar, debido á una estratagema que empleó para hacer-
lo con el Sr. Arzobispo, el cual, no obstante las gravísimas ocupa-
ciones que le embargaban, se agregó á los diez y siete sacerdotes
solícitos en la obra santa de dar vida y pábulo espiritual á tantas
ovejas que balaban alrededor, el amor á las cuales obliga al celoso
pastor á vivir continuamente sacrificado cual realmente lo está.
A pesar de los esfuerzos no fué posible concluir con tanta gente,
y no pocos tuvieron que resignarse á dejarlo para otra ocasión. Mi-
llares comulgaron, pero otros no lo pudieron, y hubieron de volver-
se con el hambre de espíritu que los trajera.
Por un lado se siente, en ésta como en otras cien ocasiones, la
dolorosa escasez de obreros evangélicos en campo tan fértil, pues
treinta confesores hubieran sido menester aquí. ¡No los hay!
Por otro, ¡qué conducta más edificante, qué espectáculo más con-
solador, qué ejemplo tan saludable! ¡Cuántos en Europa, en España,
regiones privilegiadas, tienen sacerdotes y confesores cruzados de
brazos en el confesonario, dispuestos á recibir, perdonar, reconci-
liar con Dios, abrir las puertas del Cielo á todo el mundo, y ese mun-
do piensa en todo menos en confesarse; asiste tal vez á funciones de
iglesia, quizá en lucidas procesiones porfía por distinguirse, sin duda
muéstrase reverente y obsequioso con el ministro de Dios; pero allá
dentro, en el alma, en el corazón, ¿quién reina allí?... El caso es que
tales católicos, de que están llenos los pueblos, apenas llenan un con-
fesonario, y los confesores tienen que limitarse á apacentar una pe-
queña porción del rebaño, viendo al resto, á multitud de creyentes,
huir de los pies del confesor aun en tiempo pascual. Y, sin embargo,
no hay otra puerta de salvación para los pecadores, ni otra base de
vida cristiana, en la única cabal acepción de esta palabra: No se
paga Dios de apariencias.
¿Habrá que proponer á los tales el ejemplo de estos humildes in-
dianos? Indianos digo, en masculino, porque en esto consiste el más
notable contraste. Mientras en esas nuestras provincias son mujeres
la mayor parte, por no decir la máxima, de personas que confiesan
y comulgan, aquí he presenciado el singular espectáculo de exceder
con mucho los hombres.
Bajé por vía de observación hacia la iglesia, y quedé sorprendido,
admirado de ver los sitios invadidos, repletos de hombres, mozos y
muchachos en tanto número, que se palpaba la imposibilidad abso-
luta de despacharlos los confesores colocados acá y acullá. Sentí
gozo y sentí pena. "No se halla tanta fe en Israel,,, me ocurría decir
248 EL MONTE CARMELO

alabando á Dios; "pero no hay sino pocos operarios en Malabar,,, te-


nía que añadir con lástima.
Dejo de relatar especiales circunstancias de algunos penitentes
que daban inequívocas señales de profundo cambio de vida, así como
paso por alto la edificante compostura, silencio, devoción y recogi-
miento de los fieles; cosas todas que muestran á ojos vistas el rico
cuanto copioso fruto del celo evangélico entre estas gentes, y avivan
á uno el deseo de ayudarlas cuanto antes y más posible, atrayendo
igualmente al redil á tantísimas otras desparramadas y perdidas por
estos inmensos campos de Dios, es decir, de Satanás, príncipe tirano
de eternas tinieblas.
¡Qué ejemplo, qué consuelo, qué fruto de bendición! Pero, también,
¡qué lástima, qué dolor, qué pérdida!
fr. Juan Vicente.

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A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LOS DOLORES

Al mirarte ayer, María, Perdón, perdón, Madre mía,


Sentí mi pecho agitado, Seca en tus ojos el llanto,
Y en tu amor embelesado Auméntame á mí el quebranto
Se inflamó mi corazón. Que con gusto sufriré.
Te contemplé entusiasmada, Graba en mi pecho el escudo
Bañó el llanto mis mejillas; De tu nombre y tus dolores,
Hice ante Ti de rodillas Y encendida en tus amores
Un acto de contrición. Este mundo cruzaré.
No me quites la esperanza,
Mientras viva en este suelo,
Que me llevarás al Cielo,
Donde siempre te veré.
Jffarla de la jfsuneión JAaldonado,
Condesa de Monterrón.
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EN CASTELLÓN DE LA PLANA

I.—Origen del convento. averiguar con exactitud el origen de


ninguno, y mucho menos del convento
Sería inútil pretensión querer ave- de que tratamos: hay, por el contra-
riguar el origen real y verdadero de rio , datos precisos y personas impar-
un convento cualquiera, y mucho me- ciales que pueden atestiguarlo. El con-
nos de Religiosas Carmelitas Descal- vento de Religiosas Carmelitas Des-
zas, á principios del siglo x x : escu- calzas de Castellón de la Plana nació
chad la inmensa plaga de eruditos á ó tuvo origen en la estrechez y retiro
la violeta que todo lo invade, y os dirá de una celda ocupada por una Religio-
que los conventos son obra de perso- sa de la Orden, R. M. María Teresa de
nas atacadas por incurable misticismo; Jesús, del convento de Sanlúcar la Ma-
oid á los sabios filósofos que dominan yor, que en sus íntimos y arrobadores
el orbe desde la estrecha cárcel de su coloquios con Jesús Sacramentado y
gabinete, y denunciarán la obra como su amadísima madre Santa Teresa de
uno de tantos y tan tenebrosos mane- Jesús concibió el sublime proyecto de
jos de los jesuítas; leed esa prensa de emplear los medios de fortuna, que
información universal, que desde el la ley le obligaba á aceptar y ella te-
primer momento conoce y discute todo nía solemnemente renunciados, en una
cuanto sucede, y la veréis tronar en obra que redundara en la mayor gloria
artículos y sueltos y telegramas con- de Dios y sirviera de reparación y des-
tra este nuevo triunfo del invasor cle- agravio , como único medio de obtener
ricalismo ; prestad atención á los atro- la suspirada felicidad temporal y eter-
nadores gritos de las desenfrenadas na de toda su amadísima familia.
turbas, y veréis que fulminan terrible Una vez concebido el proyecto, á
anatema contra supuestas autoridades nadie es dado penetrar el piélago in-
que permiten sean públicamente con- menso de las vivas ansias y amarguí-
culcados los sagrados derechos de la simas contrariedades que la humilde
libertad, y en nombre de ésta quieren Religiosa hubo de devorar en silencio
destruir conventos y comunidades r e - antes de encontrar quien comprendie-
ligiosas. ra y llevase á la práctica su pensa-
Afortunadamente, ni esos preten- miento; según sus deseos ó las perso-
didos eruditos, ni los pseudo-filóso- nas á quienes consultaba, fijábase su
fos, ni la prensa sectaria, ni las amo- mente en el pueblo en que radicaba
tinadas muchedumbres son las fuentes su convento para la fundación de otro
históricas que deben consultarse para de religiosos de su Orden, en el pue-
250 EL MONTE CARMELO

blo donde ella había nacido ó en la ca. el terreno necesario para el convento,
pital de la provincia, para ir con otras iglesia, dependencias y huerto de la
Hermanas á fundar una nueva comu- Comunidad. Con tan felices auspicios
nidad. comenzó la obra de cimentación, que
Ninguno de estos planes, sin em- asombra verdaderamente por su exten-
bargo, satisfacía cumplidamente las sión y solidez; muy pronto se elevaron
aspiraciones de la Religiosa; no en- del suelo las paredes y columnas, y, al
contraba ésta quien interpretara fiel- terminar el año 1899, podía ya admi-
mente sus deseos, ni mucho menos rarse la gran fábrica que constituía el
quien garantizase su pronta y necesa- nuevo convento.
ria ejecución. La Divina Providencia, Fué tal la actividad desplegada en
en sus inescrutables designios, hubo las obras, que muy fundadamente cre-
de proporcionar á nuestra Religiosa yeron todos podría instalarse la Comu-

Qonvento de Jfijfi. Carmelitas Se Castellórj.

una persona que no sólo abarcó con nidad en la fiesta de la gloriosísima


su privilegiada inteligencia todo el al- Santa Teresa de Jesús, Reformadora
cance de su idea, sino que la hizo suya, del Carmelo, á mediados de Octubre
garantizó su feliz éxito y puso inme- de 1900. Faltaban, sin embargo, mu-
diatamente manos á la obra, echando chos accesorios: las dependencias del
los primeros cimientos al edificio en convento, la capilla provisional, las
la ciudad de Castellón de la Plana á extensas tapias de la huerta, los ador-
principios de Febrero del año 1899. nos y retoques de toda la fábrica y la
multitud de detalles indispensables en
II.—Pasmosa rapidez de la edificación. obras de esta clase hicieron desistir
Concreta ya la idea, y elegido lugar del primer plan, y se fijó para la inau-
y sitio para la edificación, pronto de- guración la memorable noche en que
paró el Señor un alma piadosa que con terminara el pasado y principiase el
generoso desprendimiento cedió todo presente siglo.
NUEVA COMUNIDAD DE RELIGIOSAS CARMELITAS DESCALZAS 251

En esta última fecha tuvo ocasión el va Comunidad; el deseo del Excelen-


que subscribe de visitar estas hermo- tísimo Sr. Obispo de Tortosa y otros
sas edificaciones, que en realidad es- Rvmos. Prelados de España de concu-
taban ya completamente terminadas: rrir á las fiestas, y el gran entusiasmo
faltaban, no obstante, algunos detalles con que las autoridades civiles y pue-
secundarios, si bien no fué la parte blo todo de Castellón acogían esta so-
material del edificio la que obligó á un lemnidad religiosa, fueron causas su-
nuevo aplazamiento para la inaugura- ficientes para que la entrada de las re-
ción. Las licencias canónicas de las Re- ligiosas se aplazase hasta mediados del
ligiosas que habían de formar la nue- mes de Febrero.

(Se continuará.) ¿enito Xázaro.

CONSIDERACIÓN

Si estáis alegres, mirad (á Jesús) resucitado, que sólo


imaginar cómo salió del sepulcro os alegrará; mas con qué
claridad y con qué hermosura, con qué majestad, qué vic-
torioso, qué alegre, como quien tan bien salió de la bata-
lla adonde ha ganado un tan gran Reino que todo le quiere
para vos.
Sania Zeresa.
dtV *^«V Vitó*1 *<tifc ^tf "^t*1 ^«y ""^iV *^fr Vjfe 8 ^ffi? ^A«v <á

AL NIÑO JESÚS DE PRAGA

HIMNO

Dulces himnos de gloria entonemos


Al Rey Niño, de Praga esplendor,
Y á su tronó fulgente elevemos
Nuestros cantos henchidos de amor.
Al verte, Niño, ilusión querida,
Tan hermoso, divino y sin par,
En mi pecho renace la vida,
De mi alma se ahuyenta el pesar;
Pues son tus ojos, Jesús del alma,
Serenas fuentes de paz y amor,
Iris que anuncia la dulce calma,
Soles que arroban con su fulgor.
Tú que á tu siervo Cirilo un día
Con voz graciosa dijiste así:
— Dame mis manos, y la paz mía
En cambio, amante, daré yo á ti,—
De mis angustias hoy no te olvides,
Que aquí á tus plantas te ofrezco yo
Otras ofrendas que Tú me pides,
La vida, el alma y el corazón.
Tu ebúrnea mano tienes alzada,
Cual si quisieras nos bendecir;
Y el mundo loco, de tu mirada
Huye insensato con frenesí.
Perdona, Niño, tanto desvío,
Y vuelve á España su antigua fe:
Que sienta el malo tu poderío;
Haz que te ame, bendícele.
Dulces himnos de gloria entonemos
Al Rey Niño, de Praga esplendor,
Y á su trono fulgente elevemos
Nuestros cantos henchidos de amor.
fr. José Jtfaría del Santísinjo JJaerarmenro.
SECCIÓN CANÚN1CO-LITÚRGICA

EL CANTO GREGORIANO Y LA SAGRADA CONGREGACIÓN DE RITOS '•

«¡¡¡IRAS un silencio, ni de buena fe ni continuamente guardado,y como


Ir consecuencia del Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos
de 1894, tenemos otra vez sobre el tapete la cuestión de las tradicio-
nales melodías gregorianas por lo que se refieren á la edición me-
dicea (2) del Gradual romano de 1614; ni por otra parte, á pesar de
los deseos de los más celosos defensores de la mencionada edición,
intentó el Santo Tribunal echar tierra sobre dicha cuestión histórica
y artística en grado eminente. Polémica mucho más grave y signifi-

(i) Para leer con fruto este importante artículo, téngase presente el concienzudo
opúsculo, documento interesantísimo para la historia del canto gregoriano, que en 1899
diera á luz, con el imprimatur del Sacro Palacio, el sabio Cardenal Monseñor Carlos
Respighi, bajo el título: Juan Pedro Luis de Palestrina y la corrección del Gradual
romano.—Este opúsculo de Monseñor Respighi ha dado mucho juego en la transcen-
dental cuestión del canto llano gregoriano, y ha sido comentado en todas las lenguas.
Va contra el defensor y propagador de la edición Pustet, el Rdo. Sr. D. Francisco
Xavier Haberl, y su publicación titulada J. Pedro Luis de Palestrina y el Gradúale
romanum oficial (Pustet, 1894). El Dr. Haberl sostiene que la edición de los Médicis,
impresa en 1614, fué abreviada y corregida por el inmortal Palestrina; porque es claro
que una obra del maestro de los polífonos del siglo xvi tenía casi por necesidad que
ser perfecta, humanamente hablando. Mas el Cardenal Respighi, en presencia de im-
portantísimos documentos hallados felizmente en la Biblioteca del Vaticano y en la
Embajada de España en Roma, pulveriza todos los argumentos del Dr. Haberl, demos-
trando que las deseadas correcciones del canto gregoriano ocultaban un negocio finan-
ciero; es decir, que jamás hubo propósito de hacer una edición enmendada, sino una
edición que pudiera venderse, y que los que la pedían eran los impresores, por el bene-
ficio que les había de producir. Dice Monseñor Respighi que, si bien es cierto que Pa-
lestrina comenzó el trabajo del Gradual, aunque se ignora en qué sentido, no es menos
cierto que Palestrina dejara esa tarea en virtud de una súplica apremiante del sacerdote
español D. Fernando de las Infantas, teólogo y musicólogo, hecha al Papa Grego-
rio X I I I , y á ruegos del monarca que tenía el mayor imperio de entonces, Felipe II,
por medio de su embajador en Roma, quienes temían fuese alterado el canto litúrgico;
luego no es cierto que la edición auténtica de los libros corales romanos, emanada de
la llamada Medicea, pueda envanecerse de haber sido enmendada por el gran composi-
tor romano, y que, por consiguiente, Palestrina fué completamente ageno al deplora-
ble trabajo que dio por resultado la edición Medicea del Gradual romano, en tiempos
de Paulo V, muchos años después de la muerte de Palestrina. El Dr¿ Haberl contestó
á Monseñor Respighi en el periódico berlinés Gemíanla de una manera vehemente y
mortificante, y sin ningún fundamento serio.—Nota de Fr. E. de S. T.
(2) Ya se sabe de dónde se deriva este vocablo; de los Médicis, dueños de la im-
prenta en que la edición se hizo.
EL
254 MONTE CARMELO

cativa de lo que á primera vista pudiera parecer, es la suscitada re-


cientemente entre Mons. Carlos Respighi, Maestro de ceremonias
pontificio y Subsecretario de la Sagrada Congregación del Ceremo-
nial (1), y el Dr. Francisco Javier Haberl de Ratisbona, sobre la
parte efectiva y la responsabilidad que á Palestrina le caben con
motivo de la expresada edición del voluminoso Gradual romano.
El haberse creído comúnmente hasta ahora que la corrección de
las melodías gregorianas de la edición medicea era obra del inspi-
rado Palestrina, príncipe de los músicos, cuyo nombre veneran cuan-
tos se interesan por la música religiosa, y muy singularmente apre-
cia Roma y la Sagrada Congregación de Ritos, fué, á nuestro juicio,
lo que venció la resistencia que en un principio opuso la Sagrada
Congregación á los patronos de la susodicha edición, é hizo que la
reimpresión de dicha obra, á costa de grandes gastos emprendida
en 1868 por el mencionado editor ratisbonense, obtuviera una tan
singular aprobación. ¿Quién cuidó de esta reimpresión? ¿Quién pre-
sentó á Palestrina como verdadero y legítimo autor de la edición de
los Médicis? ¿Quién levantó hasta las nubes la mencionada edición?
¿Quién, en fin, obtuvo para la reimpresión los más amplios privile-
gios de Roma? No otro que el Dr. Haberl, el cual logró lo que inten-
taba , gracias á sus publicaciones y autoridad personal incontrasta-
ble como de buen músico y editor de obras polifónicas y del género
Palestrina.
Pero Mons. Respighi, habiendo descubierto en la Biblioteca Vati-
cana preciosísimos documentos, se ha declarado, con no menos acier-
to que valor, antagonista del doctor alemán, y se ha creído en el de-
ber de aclarar la cuestión sobre el autor de la edición medicea que
Haberl atribuyó á Palestrina, probando: 1.°, que la corrección del
Gradual romano, emprendida por el gran maestro bajo los auspicios
de Gregorio XIII, hubo de suspenderse por mandato del mismo Papa,
según confesión del propio Palestrina; 2.°, que por ningún medio
puede probarse la adquisición de aquel manuscrito en suspensión
del célebre maestro por la imprenta de los Médicis; 3.°, que aun
cuando llegara á averiguarse que la citada imprenta recibió aquel
manuscrito, nunca se podrá atribuir á Palestrina.
Para el folleto de Mons. Respighi (2), escrito, á juicio de los mis-
mos diarios alemanes favorecedores de su adversario, con propie-
dad, cultura y nobleza, sólo ha tenido el Dr. Haberl contestaciones
violentas y vacías de argumentos sólidos y concluyentes. La Kir-
chenzeitung de Salzbourg (3) hace notar que la parte histórico-cien-
tífica de esta respuesta es de escaso mérito, mientras que la forma
contiene expresiones muy inconvenientes con respecto á varios Pre-
lados romanos, incluso Mons. Respighi, elevado en aquel mismo

(i) Este joven y distinguido Prelado es sobrino del nuevo Cardenal-Vicario Emi-
nentísimo Pedro Respighi.
(2) Giovanni Pier Luigi da Palestrina e Vemendazione del Gradúale romano. Roma,
Descleé y Compañía, 1899.
(3) Números 8 y 12 de Junio de 1900.
SECCIÓN CANONICO-LITURGICA 255

tiempo, por la confianza que el Sumo Pontífice en él depositara, al


honroso cargo de Subsecretario de la Sagrada Congregación del Ce-
remonial.
No son, á la verdad, armas de buena ley las que emplea Haberl en
sus palabras y escritos; "ni los socios de Santa Cecilia quedarán con
eso satisfechos „, como observa la Kirchenzeitung. No dudamos que
Mons. Respighi responderá al Dr. Haberl, en honor de la verdad y
de sí propio, que es una misma cosa; negocio ahora más fácil que
nunca, á causa de los interesantes descubrimientos que sobre este
punto acaba de hacer el P . Molitor. Este sabio benedictino, de Beu-
ron, ha dado con una serie de documentos, de los cuales el publicado
por Mons. Carlos es el último, y como epílogo de todos, y con ellos
puede resolverse perfectamente nuestra cuestión, por lo que hace al
período histórico de fines del siglo xvn y á las relaciones entre las
cortes de Roma y de Madrid sobre el mismo punto. Es un descubri-
miento que confirma cuanto había ya probado y, mejor, adivinado el
muy docto maestro pontificio, combatiendo cuanto en pro de la edi-
ción medicea, y con detrimento de las tradicionales melodías grego-
rianas, había hecho el doctor alemán ante la Sagrada Congregación
de Ritos.
Parécenos necesario no pasar.por alto este último y delicadísimo
punto sin estudiar la aptitud que en este asunto tiene adoptada al
presente la Sagrada Congregación de Ritos, ya que el Dr. Haberl
trae en su apoyo nombres y autoridades que debiera dejar en su in-
accesible altura y rodeados del más profundo respeto, sin mezclarlos
en cuestiones privadas, sobre todo si sólo son de interés personal.
Haberl trata de defender la infalibilidad de los asertos históricos de
la Sagrada Congregación de Ritos, y de la perfección artística de
las melodías de la edición medicea, invocando á cada paso la auto-
ridad suprema y sus decisiones, y llegando á decir que el Decreto
de 1894 es la piedra miliar, colocada por la Iglesia Católico-romana,
bajo la inspiración del Espíritu Santo. En una palabra, Haberl no
deja piedra por mover para hacer partícipe á la Congregación de
Ritos de sus opiniones personales.
Por el contrario, la Kirchenzeitung dice, hablando de Mons. Res-
pighi, y en general de los adversarios del doctor de Ratisbona: "He-
mos admirado la delicadeza y respeto con que ha sido tratada, en
diferentes artículos publicados en el extranjero, la cuestión relativa
á la Sagrada Congregación de Ritos,,. Y, en efecto, á pesar de la
poderosa influencia de Haberl, la Sagrada Congregación no e s , ni
poco ni mucho, enemiga de las ciencias históricas ni de las bellas
artes, como diríase que nuestro doctor quería persuadir. En esta
cuestión debe cada cual aceptar como propias las faltas, errores ó
responsabilidades que le correspondan, y no cargarlas al vecino.
A decir verdad, á la Sagrada Congregación de Ritos nadie cen-
sura por mantenerse fiel y leal á los convenios hace mucho tiempo
celebrados, y cuyo plazo de restricción no se ha cumplido. Conviene
recordar cómo sucedieron.
(Se continuará.)
HOMENAJE Y CONSAGRACIóN UNIVERSAL DE LA INFANCIA á J E S ú S R E -
DENTOR.—-".é* ore infantium et lactentium perfecisti laudent prop-
ter inimicos tuos. Con mucha propiedad se pueden repetir aquí estas
palabras, nos dice desde Treviso (Italia) el Rdo. P. Roberto de Santa
Teresa, iniciador de esta hermosa obra, en una carta que tenemos á
la vista. Si al concluir el siglo xix se presentó en espléndidas acade-
mias y exposiciones cuanto la sabiduría é industria pudieron inven-
tar y encontrar de mejor en el espacio de cien años, al comenzar el
presente siglo, no los sabios, sino los sencillos; no los grandes, sino
los pequeños, son llamados á iniciar y ultimar una obra de homenaje
y reparación á Jesús Redentor; obra tanto más hermosa y suave,
cuanto está más informada de la reina de las virtudes: el amor...
Continuamente se reciben consoladoras cartas de niños y niñas que
piden con su lenguaje inocente las más hermosas gracias á Jesús,
que le prometen todo su amor, que quieren vivir solamente para Él.
Italia, España, Bélgica, Austria, Dalmacia y hasta las apartadas
Américas, quieren presentar sus pequeños hijos á los pies de Jesús. „
Según nuestras noticias, esta obra, merced á las gestiones lleva-
das á cabo por sus iniciadores, se acogerá bajo la presidencia hono-
raria del Emmo. Cardenal Respighi, actual Vicario de Su Santidad.
El plano del grandioso monumento, aprobado por la Comisión mi-
nisterial de los trabajos del Santuario de Loreto, por el Obispo de
Recanati y Loreto, por el muy Rdo. P. Fr. Pedro María de Málaga,
Director de la Congregación universal de la Santa Casa, y por el
Rector de la misma Santa Casa, Rvmo. Sr. Canónigo Andrenelli,
será presentado á Su Santidad probablemente por el Cardenal Ram-
polla, Secretario de Estado.
Hemos leído la carta pastoral del Sr. Obispo de Loreto con motivo
de la Santa Cuaresma, en la cual exhorta á los padres de familia á
contribuir según sus fuerzas al homenaje de los niños, haciendo lar-
gas reflexiones sobre la oportunidad y utilidad de erigir el monu-
mento cerca de la Santa Casa de Loreto, y extendiéndose en otras
bellísimas consideraciones sobre el particular, que la brevedad nos
obliga á omitir por hoy.
CRÓNICA CARMELITANA 257

Al exhortar nosotros también, como propagadores de tan noble


idea desde sus principios, á los niños y padres de familia, maestros
y demás tutores de la niñez, á contribuir según sus fuerzas á la con-
sagración y homenaje de la niñez á Jesús Redentor, no podemos
menos de encomiar, para que sirva de estimulo, la conducta de una
condesa, esposa del ministro plenipotenciario de S. M. el Empera-
dor de Alemania en Tánger; la cual, según cartas dirigidas por la
misma á las monjas carmelitas de Bruselas, ha cifrado su gloria en
ser colectora del homenaje por todas partes, conociéndose ya deta-
lles de su actividad hasta en la isla de Cuba.
Sabemos también que el representante general de España trabaja
por recabar de la Santa Sede gracias especiales para los colectores,
cuya consecución, según datos recibidos por el mismo, será un he-
cho dentro de pocos días.
Los que deseen adquirir hojas con plantillas para listas, estampas,
etcétera, ó enviar las limosnas que recojan, pueden dirigirse al refe-
rido representante en España D. Ceferino Gómez, Presbítero, Rúa
Mayor, 15, tercero, Santander, ó al Director de E L MONTE CARMELO,
Madrid.
GRATA NOTICIA.—El Rdo. P. Roberto de Santa Teresa ha sido nom-
brado por el obispo de Loreto Capellán de Honor de la Santa Casa.
Reciba nuestra enhorabuena el celoso Padre por su merecido título.
PROFESIóN RELIGIOSA EN CHILE.—En el monasterio de Carmelitas
descalzas del Sagrado Corazón de Jesús de Valparaíso (Chile) ha
hecho su profesión religiosa la Hermana corista María de los Ánge-
les, llamada en el siglo Francisca Díaz, hija de los nobilísimos seño-
res D. Abraham Díaz y Doña Margarita Rojas.
Son de admirar las trazas de la Providencia en el llamamiento de
la niña Francisca al estado religioso. ¡Muy lejos estaba de pensar
que la primera vez que se llegase al torno de las Carmelitas había
de dejar en él su corazón I Mas fué así.
La fama de la virtud y vida, más angélica que humana, que justa-
mente gozan en toda la República las humildes Hijas de Santa Te-
resa, impulsóla á llegarse al torno á pedir las oraciones de la Comu-
nidad para obtener del Cielo cierta gracia que deseaba: éste fué el
momento predestinado en los amorosos designios del Celestial Esposo
para disparar el primer flechazo á su juvenil corazón, hiriéndole sa-
brosamense con herida que sólo puede cicatrizar quien tan delica-
damente hirió. Las palabras de las fervososas Hijas de Teresa ini-
ciaron en la joven Francisca maravillosa evolución. Sintióse de sú-
bito muy otra, porque otros fueron, á partir de aquel instante, sus
pensamientos, otras sus aspiraciones, otros sus deseos y muy otro su
modo de ver y apreciar las cosas del mundo, que entre sonrisas y
seductores halagos le brindaba la copa de su ilusoria felicidad.
Las riquezas, los placeres, las diversiones, las lisonjas, un porve-
nir preñado de blandas sonrisas, enmudecieron para siempre... ni
una palabra lograron hacer resonar en su corazón ardientemente
enamorado de las cosas que ni se ven ni se palpan, mas son de pre-
258 EL MONTE CARMELO

ció sin fin, de valor inestimable. ¡Admirables triunfos de la gracia!


¡Misteriosos cambios del amor!
Unos días después, la niña Francisca pedía ser admitida en el Pa-
lomarcito de la Virgen, y á pocos meses veíamosla cambiando las
ricas galas con que el gran mundo fascina y mata á sus amadores,
por el tosco y penitente sayal de la Carmelita, que adoctrina al alma
y hácela preludiar la vida del Cielo.
En el noviciado dio pruebas inequívocas de la verdad de su repen-
tino llamamiento al claustro carmelitano, y, terminado aquél, inmo-
lóse radiante de alegría en el ara santa de la profesión religiosa al
Rey de las vírgenes, jurando serle fiel usque ad mortem...
Dióle el santo velo el Rdo. P. CoiSme Lihz, Vice-Provincial de la
Congregación de los SS. C C , y en sentidas frases la exhortó á abra-
zarse generosamente con la cruz de la observancia regular y seguir
con paso firme las sangrientas huellas de Cristo, hasta morir por Él
en el Calvario de la perfecta aniquilación de todos sus quereres,
para no tener otro que el supremo querer de Dios.
La ceremonia terminó con un fraternal abrazo á todas las religio-
sas, símbolo de la paz y divina calma que reinan en las calladas man-
siones del claustro de la gran Teresa de Jesús.
Reciban la recién profesa y la Comunidad nuestra más completa
enhorabuena.
BUEN VIAJE.—El día 7 del corriente embarcaron en Cádiz, con rum-
bo á Buenos Aires, los P P . Bonifacio de la S. Familia y Juan Anto-
nio de Jesús Crucificado, y con dirección á Chile los P P . Benito de
la Encarnación y Venancio de la Santísima Virgen, que van á aque-
llos lejanos países á aumentar el número de los generosos hijos de
Teresa de Jesús que con cristiana abnegación y evangélico celo se
dedican á propagar la divina palabra. Que el Señor les conduzca en
su viaje y les sostenga en sus apostólicos trabajos.
Los MARINEROS Y LA VIRGEN DEL CARMEN.—En uno de los últimos
días del pasado mes de Marzo tuvo lugar en la iglesia del Carmen
de Cádiz un acto edificante, tiernísimo y conmovedor.
Once pobres marineros acudieron allí á rendir homenaje de grati-
tud á la que es Estrella del Mar, Consuelo de afligidos, Refugio de
los desamparados. Tres días de mortales angustias, de inminente
peligro estuvieron luchando con las olas embravecidas esos once de-
votos de la Virgen Santísima, á la que, después de Dios, rogaban
sin cesar en medio de la borrasca que les amenazaba con una horro-
rosa muerte. Triste y profunda emoción causaba en el ánimo de
cuantos escuchaban á esos once marineros el relato de las penalida-
des que habían sufrido. ¡Qué fatigas, qué angustias y qué penas ex-
perimentaron! Pero confiaban, tenían fe y llamaban en su socorro á
la Virgen del Carmen, y esta amorosísima Madre no pudo desoír rue-
gos tan reiterados y sinceros, y salvó á esos pobrecitos de una muer-
te segura. Así lo reconocen ellos; y, en un rapto de entusiasmo y de
fe, uno de los náufragos salvados decía á quienes le rodeaban: ¡Sí,
tengo fe y la tenemos todos, y al... que me diga que no hay Dios ni
CRÓNICA CARMELITANA 259

Virgen, le arranco el corazón! Esto decía Manuel Muñoz, hombre


rudo, pero ilustrado con las luces sobrenaturales de la fe.
A las nueve de la mañana asistieron los náufragos á una Misa so-
lemnísima que se celebró en el altar mayor, ante la encantadora y
bellísima efigie de la que es guía del caminante, la Virgen del Car-
men. Más que hombres parecían estatuas; pues clavadas sus rodillas
en el suelo, la mirada puesta en el altar, las manos cruzadas y ele-
vadas al cielo, bañados en lágrimas, hacían que éstas afluyeran tam-
bién á los ojos de los que presenciaban escena tan conmovedora y
edificante. ¡Con qué devoción oyeron aquellos agradecidos hombres
la santa Misa! ¡Qué ejemplo más digno de imitarse por parte de mu-
chos cristianos! Así, así se agradece; con el corazón, y no solamen-
te con palabras que se las lleva el viento.
Después de la celebración del incruento Sacrificio, alquelosPadres
carmelitas dieron gran solemnidad, encendiendo todas las luces del
altar y cantando una preciosa Misa, el P. Vicario Fray Fernando de
la Inmaculada Concepción les impuso á los once marineros el San-
to Escapulario, que éstos recibieron de rodillas, besándole con efu-
sión y llorando como niños, mientras el Padre carmelita les dirigia
sentidas frases alentándolos á la piedad y encargándoles que jamás
olvidaran el favor recibido de la Reina del Cielo.
¡Bendita mil veces la Madre de Dios!
¡ Viva la Patrona de los navegantes!
¡ Viva la Virgen Santísima del Carmen!
UNA MISIóN EN EL VALLE DE TORANZO*. — Con éxito feliz y copiosos
frutos de penitencia y de gracia han dado nuestros Padres, en su con-
vento de El Soto (provincia de Santander), una misión á los fieles
de las parroquias de Vil] ase vil, Viesgo, Ijas, Prases, A e s , Escobe-
do y Villalufre, enclavadas en el hermoso y pintoresco valle de To-
ranzo. La claridad y profundidad con que los RR. PP. Eusebio de la
Asunción y Pedro Tomás de Santa Teresa, encargados de los ser-
mones , han grabado en el ánimo de los fieles las verdades más trans-
cendentales de nuestra Santa Religión, y expuesto los terribles pro-
blemas de la predestinación y salvación de los hombres, han disipa-
do las tinieblas de muchos ignorantes y sacudido la indiferencia de
muchos tibios. Por eso, desde el primer día era imposible colocar
desahogadamente la muchedumbre de fieles que desde dos y tres le-
guas de distancia iban á escuchar la palabra de Dios; pero los últi-
mos días, sobre todo, fué tan extraordinaria la concurrencia, que,
llena la espaciosa iglesia, muchísima gente tenía que oir los sermo-
nes desde la plaza contigua al convento; y, á pesar de estar ocho Pa-
dres y varios sacerdotes para confesar noche y día, apenas pudie-
ron concluir. Al fin de la misión ingresaron en la Cofradía del Car-
men , vistiendo la agraciada librea de Nuestra Santísima Madre,
unos 2.000 fieles. Que esta Madre bondadosa los ampare siempre y
perpetúe en sus corazones los frutos saludables de esta santa misión.
NUEVA REVISTA.—En Barcelona ha empezado á publicarse una Re-
vista con el título El Mensajero del Niño Jesús de Praga, dedicada
2Ó0 EL MONTE CARMELO

especialmente á la niñez y destinada á propagar la tierna devoción


del milagroso Niño Jesús de Praga. Sea bien venido al estadio de la
prensa este nuevo colega, al que deseamos muchas prosperidades en
sus trabajos.
HAN FALLECIDO: en San Sebastián, la Hermana Francisca Teresa
de San José, de ochenta y tres años de edad y cincuenta y dos de
religión; religiosa de mucha virtud y humildad, que á la hora de su
muerte rogó á la Prelada que no se dijera de ella ninguna alabanza,
sino sólo los años de edad y religión.
En Aguilar de la Frontera, la Hermana Rosario de las Angustias.
de treinta y cuatro años de edad y diez y ocho de religión, que, ha-
biendo entrado muy jovencita en el claustro, ha aromatizado con su
vida angelical aquella santa morada.
En Tarragona, la Madre Josefa del Purísimo Corazón de María, á
los cincuenta y ocho años de edad y treinta y siete de religión. Na-
tural de Benicarló, provincia de Castellón, entró en la Orden á los
ventiún años de edad, y ya en el noviciado dio pruebas de su gran
corazón y no común ingenio, siendo una esperanza para la Comuni-
dad las ra ras dotes que adornaban á la novicia. El amor especial
que tenía á todas las cosas de la Orden formaba su carácter pecu-
liar, y, venciendo dificultades sin cuento, pudo conseguir que los Pa-
dres fundaran y edificaran convento en Tarragona. Varias veces
ejerció los cargos de Priora, Subpriora y Maestra de novicias, sien-
do reconocida por todos su gran prudencia y el celo que tenía por la
exacta observancia. No dudamos que habrá dejado un gran vacío en
aquella Comunidad, á la que enviamos nuestro más sentido pésame.
En Medina del Campo, la R. M. Antonia del Espíritu Santo, de se-
senta y cinco años de edad y cuarenta y tres de religión; cuyas vir-
tudes han resplandecido durante su vida religiosa con celestiales
fulgores que han señalado á su Comunidad los caminos de la obser-
vancia y de la perfección. Ha sido tres trienios Prelada, y ha ejercido
otros varios oficios.
El Señor haya recibido en su gloria á estas dignas hijas de Santa
Teresa.
R. I. P.

'ssss^^"'

A NUESTROS SUBSCRIPTORES

Siendo varios los subscriptores que se hallan retrasados en sus


pagos, rogamos á los que se hallen en este caso se pongan al co-
rriente con esta Administración, pues de lo contrario nos veremos
precisados á suprimirles el envío de la REVISTA.
P ARTA DE Su SANTIDAD EL PAPA L E ó N X11I A Su EMINENCIA EL CAR-
DENAL RICHARD, ARZOBISPO DE P A R í S . — u S r . Cardenal: Vuestra
piedad filial os ha inspirado ir al santuario de Montmartre la víspera
del aniversario de Nuestro nacimiento y de Nuestra coronación para
ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa á Nuestro intento, y por vuestra
circular á los Prelados el asociar á la clerecía de París á vuestra pe-
regrinación. Esta nueva muestra de vuestro amor filial Nos ha con-
movido al par que satisfecho, por cuanto vuestras oraciones se han
unido á las Nuestras para la salvación de esas Congregaciones reli-
giosas francesas que Nos son tan queridas. Por esto precisamente
vuestra carta Nos ha sido de un gran consuelo, y os agradecemos
vuestros votos y sinceros deseos é invocamos de nuevo sobre vos,
sobre vuestra diócesis y sobre las Congregaciones religiosas de
Francia toda la abundancia de las gracias divinas.— León, XIII
Papa.—Tin el Vaticano, 7 de Marzo de 1901.„
E L AñO ANTICLERICAL.—Hay síntomas de que en Italia, en Roma,
donde está el centro del Catolicismo, está á punto de acentuarse la
agudísima guerra que se hace contra la Iglesia.
Al Año Santo, que pasó por providencia divina espléndido y tran-
quilo, se quiere contraponer el año anticlerical.
Tratándose en el Ayuntamiento de Roma de si en un Instituto de
niños pobres se había de enseñar la Doctrina cristiana, dijeron los
concejales liberales que "la enseñanza del Catecismo en las escuelas
es perjudicial „; á los radicales se unieron los liberales moderados
que se dicen conservadores, y el acuerdo fué contra la enseñanza
del Catecismo. La prensa liberal, aun la que se dice moderada, batió
palmas de alegría por esta derrota de los clericales.
Para este año anticlerical se preparan, con la anuencia del nuevo
Ministerio Zanardelli, otras amarguras para los católicos. La Maso-
nería ha fijado para el 29 de Julio próximo una gran peregrinación
nacional á la tumba del rey Humberto, convocando á todos los Con-
sejos municipales y provinciales de Italia y á otras entidades, Aso-
ciaciones, etc., etc., y á las logias del Gr.\ Or.\ masónico de la Pe-
262 EL MONTE CARMELO

nínsula. Desde luego esta peregrinación nacional es simplemente


un pretexto para hacer una gran demostración hostil al Vaticano, al
Papa y á la Iglesia.
Además se prepara, para ser presentada al Parlamento, la ley del
divorcio, y para el 20 de Septiembre una peregrinación masónica á
aquellas que el gran maestre de la Masonería, Ernesto Nathan, llamó
en s\i carta circular las cuatro basílicas civiles, esto es, Porta Pía,
el Campidoglio, el panteón donde están enterrados Víctor Manuel II
y Humberto I, y el Gianiocolo, donde está el monumento á Garibaldi.
AGUINALDOS PONTIFICIOS. —La subscripción anual organizada por
la Asociación de periodistas católicos de Bélgica alcanza ya á 110.000
francos, y se presume que á fines de Abril llegará á 125.000. En esta
época es cuando la' Asociación pasará á Roma con la peregrinación
belga para hacer entrega de estos aguinaldos pontificales al Sumo
Pontífice, cuyos aguinaldos emplea el Papa en ayuda de las Comu-
nidades cristianas de Oriente.
E N LA BASíLICA DE MONTMARTRE.—SU Santidad ha concedido á los
Canónigos de la Basílica de Montmartre el raro privilegio de cele-
brar á media noche el Santo Sacrificio de la Misa, siempre que se
reúna allí suficiente número de fieles.
En la noche del 2 al 3 del pasado, en que la concurrencia era muy
numerosa, figuraba, entre otros, un pequeño estandarte del Sagrado
Corazón, rodeado de un centenar de peregrinos de Orleans, y cuya
historia es la siguiente:
El año pasado expiraba como una santa en el convento de la Visi-
tación de Orleans la Hermana María Cecilia Didier, que se había
ofrecido como víctima propiciatoria en nombre de Francia, y á la
cabecera de cuyo lecho hallábase colocado aquel pequeño estandar-
te que había sido bendecido el mismo día de su profesión religiosa,
y que ahora, prestado por el convento de la Visitación, llevaba el
padre de la víctima; y mientras que aquel sagrado estandarte velaba
cerca del altar, las Hermanas en religión de María Cecilia pasaban
la noche orando en su capilla de Orleans, unidas en espíritu á los
peregrinos de Montmartre.
LECCIóN APROVECHADA.—Para hacer daño á las Hermanitas de los
Pobres el alcalde de una populosa ciudad de Francia publicó un
bando prohibiendo en absoluto, y sin distinción de sexos ni estado,
la mendicidad á domicilio. La Superiora del Asilo, en su vista, fué á
ver al alcalde, y le dijo:
—Vengo á manifestaros que ni mis religiosas ni yo somos mendi-
gos, puesto que vivimos de nuestro trabajo; pero jamás renunciaré
á pedir socorros para atender á las necesidades de los pobres que
están en el Asilo; y os prevengo que si una sola de las Hermanas es
molestada en el ejercicio de sus funciones caritativas, cierro el Asilo
y os traigo á la Alcaldía los cien ancianos que allí se albergan, para
que os encarguéis de proveer á su subsistencia.
De gran efecto fueron dichas palabras, pues el alcalde se guardó
muy bien de aplicar, el bando á las Hermanitas de los Pobres.
l i a fe protestante. cido, vio que seguía acercándose. El
sudor le brotaba de la frente, y lleno
Un diario alemán refiere que, en un de desesperación gritó:
pueblo de Sajonia, un ministro predi- —Hasta hay mucha gente buena en-
caba contra los católicos y contaba de tre los católicos.
ellos tales atrocidades, que sus devo- Creyendo que esto bastaría, volvió
tos oyentes quedaron mudos de espan- á mirar para atrás; pero ¡cuál fué su
to. A lo último, el predicador gritó: horror al ver que la sombra ya estaba
—Los católicos son tan infames, que sobre él! Creyéndose ya en las garras
serán arrojados al infierno; y si lo que de Belcebú, y dirigiéndose en parte á
os digo no es cierto, que venga el dia- la sombra negra y en parte á sus feli-
blo y me lleve. greses, gritó con voz lamentable:
Se hallaba sumamente excitado, y —¡ Que venga el demonio y me Heve
pegaba al almohadón con tanta fuerza, si todos los católicos no son mejores
que hizo caer el libro que estaba enci- que nosotros!
ma. No muy lejos del pulpito se halla- Y con este último esfuerzo supremo
ba sentado un caballero norteameri- cayó desvanecido al suelo, costando
cano que había traído un sirviente ne- no poco trabajo y tiempo para hacerlo
gro, y al ver caer el libro hizo señas á volver en sí.
éste que se lo llevara al pastor, quien
probablemente en la vida había visto A n é c d o t a sobre Eduardo VII.
uno de los hijos de Cham.
El negro obedeció, mientras el pre- Eduardo VII de Inglaterra es nada
dicador repetía su deseo de que Sata- menos que zapatero. Desde los quince
nás cargase con él si lo que decía no años comenzó á manejar la suela y el
era la pura verdad. Oyó pasos, y dan- cuero, y es en su oficio un verdadero
do vuelta vio una forma negra que ca- artista.
llada, solemne, se dirigía á él. Sin embargo, hace ya tiempo que
Le miró lleno de espanto, y, creyen- Su Majestad no trabaja en zapatería
do que dentro de pocos momentos es- más que lo exclusivamente necesa-
taría en las garras de su majestad in- rio para entretener la mano y no ol-
fernal, gritó con voz temblorosa: vidar lo aprendido. De vez en cuando
—Después de todo, es posible que confecciona un par de botitas para
haya gente buena entre los católicos. su esposa ó para sus hijas, y ahí está
Dándose vuelta entonces para ver todo.
si el objeto terrorífico había desapare- Muchos años ha, un joven pertene-
264 EL MONTE CARMELO

ciente á la alta aristocracia, á quien _Y entre los felicitantes contóse el


el entonces Príncipe honraba con su mismo Principe de Gales, que con iró-
amistad, apostó doscientas libras es- nica flema añadió:
terlinas con uno de sus camaradas á —Confesad, mi querido parroquia-
que haría fabricar al hijo de la reina no, que esos escarpines os van admira-
victoria un par de zapatos de charol, blemente, y que, por diez mil francos
que luciría dentro de tres días en un que os cuestan, salen casi de balde.,.
baile de la corte.
Y, en efecto, el joven duque de K. se
presentó al día siguiente ante el Prín- J u i c i o salomónico.
cipe, y con mucho aplomo hizo su de- HISTORIETA
manda, ocultando, por supuesto, lo de
la apuesta. La presencia del presidente Krüger
—No veo inconveniente —repuso el en Europa ha dado ocasión á los dia-
de Gales;—tendréis vuestros zapatos. rios para referir de él una multitud de
—Alteza, tened presente que el bai- anécdotas.
le se da pasado mañana. Entre ellas encontramos una que
—No tengáis cuidado; á las nueve cuenta un diario francés:
en punto de la noche el calzado estará «A Krüger se le someten directa-
en vuestra casa. mente las querellas de familia y los
A la hora indicada el duquesito, veía conflictos de intereses. Se cuenta con
llegar á un criado con la librea del su rectitud y equidad para resolverlos.
Príncipe, trayendo un par de zapati- Un día dos vecinos, dos parientes,
tos preciosísimos, un verdadero pri- lo eligieron como arbitro. Se trataba
mor, de una hechura perfecta y de una de partir entre ambos un bien raíz,
calidad inmejorable. Y que caían admi- cuya propiedad estaba indivisa; no po-
rablemente bien... ajustados, dibujan- dían avenirse sobre la porción del do-
do un pie bonitísimo y sin causar la minio que correspondía á cada uno.
más leve molestia. Decididamente, el El presidente Krüger, sentado en el
Príncipe se pintaba solo para tomar corredor de su casita, lanzando al Cie-
bien la medida y ejecutar admirable- lo las nubes de humo de su pipa, es-
mente el encargo. cucha silenciosamente sus alegatos.
—Decid de mi parte á Su Alteza— Ellos se acaloran, cambian palabras
dijo encantado el duque—que esta duras, la disputa se envenena.
noche tendré el honor de ofrecerle mi Entonces el tío Pablo los interrumpe,
agradecimiento y mis respetos. y dice á uno de los querellantes:
—Su Alteza me ha encargado que —Tú dividirás en dos partes, en la
resente á Vuestra Gracia la factura. forma que te parezca más justa y bien
E ,os zapatos son pagaderos al contado.
Echóse á reir el duque; pero su risa
proporcionada, la propiedad.
Y dirigiéndose después al otro:
se trocó en mueca al pasar Jos ojos por —Y tú escogerás de esas dos por-
la factura. Esta subía á ¡ cuatrocientas ciones la que te parezca mejor.
libras esterlinas!... Salomón no habría dado un fallo
Pagó, sin embargo, en el acto, ya más acertado y seguro. En efecto, el
que no había medio de evadir el com- primer litigante, no sabiendo qué par-
promiso ni de hacerse el remolón ante te elegiría el otro, estaba vivamente
un Recibí puesto por Jorge, zapatero interesado en hacer una división rigu-
y Príncipe de Gales. Una hora más rosamente equitativa. La amable sa-
tarde penetraba en los salones del bai- biduría de un magistrado paternal puso
le, y toda la selecta concurrencia que de este modo el mejor término posible
los llenaba fijábase, entre discretos cu- á un pleito que amenazaba romper
chicheos y maliciosas sonrisas, en el todo lazo de cordialidad en una fami-
elegantísimo calzado del lord, á quien lia, y que no habría podido ser fallado
se acercaron varios de sus amigos para por los tribunales ordinarios sin dejar
felicitarle por haber ganado su apuesta. fermentos de largos odios ».

L. D. V, M.
EL MONTE CARMELO Y EL MES DE MAYO

(INSTANTÁNEA)

f os recuerdos del Monte Carmelo se


parecen á las auras de Mayo. Todo
lo vivifican, y á su contacto regenerador
todo se reanima y florece.
Mayo es la resurrección de la naturale-
za. Su acción benéfica cuaja de flores los
árboles y plantas, despojados en el invier-
no de sus ricos atavíos, y pinta nuestros
horizontes del color de la esperanza.
El Carmelo siempre está florido; un eter-
no verdor alfombra sus laderas. La sonri-
sa de la Virgen María, parecida á las au-
roras de Mayo, esparce por las florestas
de la santa montaña placidez y casto amor,
y el eco de su voz celestial óyese al levan-
266 EL MONTE CARMELO

tarse el sol como el gorjeo de los ruiseñores por las maña-


nas , y suena en nuestros oídos al declinar el astro del día
con la dulzura melancólica que produce el susurro de los
árboles al ser movidos por la brisa de las tardes.
Desde el Carmelo descubrimos en un horizonte de luz á
la Sacratísima Virgen. Ninguna nube obscura precursora
de borrasca encubre el límpido resplandor de su cielo, ni
celaje impuro oculta á nuestra mirada el refulgente lucero^
esperanza de los mortales.
Los días del mes de Mayo tienen fragancias suavísimas
que les distinguen de todos los demás días. El cáliz de las
flores, abierto al beso de un rayo de luz, envía efluvios de
vida de que se satura el ambiente y llevan á nuestros miem-
bros el bienestar y la salud.
Pero no hay fragancias como las que se aspiran en el
Carmelo, famoso en los libros sagrados por las flores de
sus huertos. La pureza y honestidad, la humildad y modes-
tia, el amor y ternura de la Virgen de Nazaret han impreg-
nado con sus aromas lo alto de sus cumbres y el declive de
sus laderas. Aires de gracia y virtud soplan por sus cimas
y llevan gérmenes de vida espiritual á las almas.
Dichoso quien habita en las cavernas de esta montaña, y
se recuesta junto á sus frescas fuentes, y aspira en sus plan-
tíos de almendros y en sus bosquecillos de granados aro-
mas de santidad, y oye las palabras de esperanza divina
que brotan de los labios de María, y se anega en su ternura
y amor infinito.
fr. jffnffel JfiarSa.

ala
LA CRUZ

|H Cruz! Vives vida de soledad en un siglo desconocedor de


p* tus maravillas y enemigo de tu yugo, suave y llevadero!
No es la cruz baldón ignominioso de un Artayeta sacrificado
por el general griego Xantipo, ni suplicio de sármatas ni escitas.
Tampoco es patíbulo del soberbio Aman, castigo del superin-
tendente d é l a Eólida, muerte de Histicio, de Mileto, y humilla-
ción de Pharus, rey de Media.
Si así fuera, debiéramos relegarla con horror á las leyendas de
la barbarie.
Mas ¿quién ha de creer en barbaries después de la escena del
Calvario?
Es la Cruz adorno y diadema de Constantino emperador, brillo
codiciado en el pecho del bravo militar, digno remate de la torre
gótica, signo de esperanza en las mansiones mortuorias, emblema
de oración en la casa de Dios, y hasta realce de valiosos collares
«n las damas.
¡Y, con todo, vive la Cruz vida de soledad!
Por fortuna, ángeles de paz, formando legiones de adoradores,
quieren subsanar el olvido y menosprecio de los hombres: ro-
deándola en recogida apostura, y más aguerridos que los varo-
nes fortísimos, custodios del lecho de Salomón, son guardianes
del divino Tesoro.
La Cruz, encanto de los ángeles, ¿será ludibrio de las gentes?
No es dado imaginarlo: hay almas aún de noble estirpe, que os
contemplan, Cruz bienhechora, como perla columpiada en un jaz-
mín: con trémula mano se acercarán á él para engastarla en la
corona de la caridad, reina de virtudes.
Que la Cruz significa abnegación, ¡qué importa!: es dulce vivir
«n la Cruz con Cristo para ver franqueadas aquellas mansiones
de dicha, más bellas y regaladas que las ideadas por Sófocles y
Homero.
268 EL MONTE CARMELO

Que las pasiones son olas que braman en deshecha furia con-
tra las hermosas azucenas del alma. ¡Valor! El grano de arena es
dique al potente mar, y la Cruz será voz que, á modo de los
tiempos de Pedro el pescador, haga callar los vientos y tempes-
tades.
Mas entonemos el Hosanna de gozo.
Al cortejo angélico de la Cruz se unen valerosos soldados del
Catolicismo, prefiriendo tañer las arpas de oro en pórticos claus-
trales á rodar en las aguas cenagosas de La visión de Fray Martín.
Yo sé que de la Cruz emanan esplendores de consuelo.
Y sé también que la niña delicada, que aspira perfumes de jar-
dines y tiene encantos de belleza, trueca el ropaje espléndido de
la vanidad, para vivir más cerca de la Cruz, en hábito de Hermana
de la Caridad, al lado del enfermo y desvalido.
¡Brillen auroras de luz para que suba la humanidad la montaña
del Calvario y adore en espíritu y verdad la Cruz salvadora!

Venancio U. de Jlndict.

PAISAJE
EL ESCAPULARIO

(Continuación).

'ENTILADA ya la cuestión en el terreno


de la razón, en el histórico y en el
místico, vamos á someterla al examen de la
teología.
Entre las señales que para juzgar recta-
mente de las revelaciones nos dan los San-
tos Padres y los teólogos, podemos entre-
sacar tres, que son las principales y que
más severamente examinan toda cuestión.
La primera dice que la revelación podrá
ser considerada como verdadera si está conforme ó aprobada por
el juicio de los Santos Padres y de los teólogos; la segunda, si se
apoya en la santidad de aquel á quien se dice haber sido hecha
la revelación; y la tercera, si está conforme á la Sagrada Escritura
ó no se opone á la fe.
En cuanto á la primera razón, vemos que la revelación de que
tratamos ha sido recibida con aplauso y aprobada por gran nú-
mero de Doctores y Santos, que han formado coro para alabar
la misericordia de Dios y bendecir á la Madre del Carmelo, que,
solícita siempre por sus hijos, les trae del Cielo una prenda de su
amor llena de virtudes y gracias, y un medio tan fácil que con-
duce á la salvación. En otro artículo hemos citado las palabras
del sabio Pontífice Benedicto XIV, y no son de poco peso las
autoridades de Juan XXII, Alejandro V, Clemente VII, Paulo III,
Pío IV, San Pío V, Gregorio XIII, Paulo V, Urbano VIII, Cíe-
270 EL MONTE CARMELO

mente X , Inocencio XI, Clemente XI y Benedicto XIII, con


otros muchos. El Cardenal Belarmino (1), eminente en ciencia y
virtud; San Alfonso María de Ligorio y el venerable P. Claudio
Aquaviva, General de la Compañía de Jesús, no sabían cómo dar
bastantes gracias á Dios y á la Virgen por el beneficio del Santo
Escapulario del Carmen que vestían con gran devoción. Y sin re-
ferir el testimonio del P. Swamington, secretario particular y com-
pañero inseparable de San Simón Stock, y omitiendo los innume-
rables escritores de la Orden que en mil formas hablan y defien-
den el hecho de la revelación, lo aprueban y defienden también
los Bolandos, que al referir la visión y entrega del Santo Escapu-
lario dicen: «Yo sé que algunos escritores de nuestros tiempos
han combatido la verdad de esta historia; pero como la encuen-
tro citada en muchísimas bulas de los Papas, y en una infinidad
de autores muy sabios y respetables; que la multitud innumera-
ble de milagros que se han obrado y se obran todos los días por
la virtud del Escapulario parece que la justifican suficientemen-
te, y que ella está contenida en las lecciones del Oficio de esta
fiesta, aprobado por la Santa Sede y por la Santa Congregación,
y que el Papa Clemente X, de feliz memoria, ha permitido la re-
citación á todos los eclesiásticos y á todas las comunidades secu-
lares y regulares de uno y otro sexo, en los países sujetos al Rey
de España, por una bula de 21 de Noviembre de 1674, yo creo
que no puedo errar proponiéndola (la revelación), no como una
verdad de fe y de una certeza infalible, sino como un hecho que
todos deben recibir con respeto y creer piadosamente, conforme
á la doctrina del sabio Juan Gerson, Canciller de la Universidad
de París, que en un tratado de las verdades que deben creerse
necesariamente para conseguir la salvación dice que por las vi-
das y milagros de los Santos, y por las revelaciones de las perso-
nas piadosas que no son contrarias á las reglas de la fe y son
aprobadas por graves autores, hay que creerlas piadosamente,
porque la Iglesia, añade él, las recibe y permite que sean publica-
das, no como si mandara que es de necesidad para la salvación el
creerlas, sino porque ellas son eficaces para instruir á los fieles y
hacerles despertar santos afectos y movimientos de una verdadera
piedad-» (2). Cornelio Alapide dice: «...además, la Santísima Virgen

(1) Este sabio Cardenal es el que compuso las lecciones del segundo noc-
turno del Oficio de la Virgen del Carmen, donde consta la revelación.
(2) Les petits Bollandistes, Vies des Saints, tome 7, mois de Juliet, jour 16.
EL ESCAPULARIO 271

se le apareció á San Simón Stock estando orando, y, llevándole un


vestido, le dijo: « Recibe este Escapulario para ti y para tu Orden
en señal de mi hermandad» (i). Y podríamos citar también al
P. Manuel Rodríguez (2), Silvestre Marulo (3), Martín del Río (4),
Juan de Cartagena (5), Lorenzo Beierlenck (6), Jorge Calveneiro,
en el Calendario de la Virgen Santísima, y Teófilo Raynaudo, je-
suíta (7), con otros muchísimos, que sería tarea muy difícil reducir
á guarismo, porque más pronto y fácilmente se contarían los po-
cos, los poquísimos que niegan el hecho de la revelación, que el
ejército innumerable de ilustres escritores de diferentes jerar-
quías, dignidades y órdenes que, para expresar la gratitud de su
corazón por un beneficio tan grande, entonan en todas las len-
guas himnos de gloria y loor á la hermosa Reina del Carmelo por
favor tan singular.
Si el ánimo imparcial no encuentra aquí una fuerza poderosa
que humille suavemente su razón á dar asentimiento á la veraci-
dad del hecho ante la formidable falange de autoridades de tanto
peso y valía, menester será buscar un nuevo modo de argumen-
tar , porque se destruirían los fundamentos de la ciencia y de las
artes; que por eso dijo Aristóteles: oportet addiscentem credere:él
que ha de aprender, necesita antes creer.
La segunda señal, dice, si se apoya la revelación en la santidad
de aquel á quien se dice haber sido hecha.
Si no viéramos á San Simón colocado en los altares por la au-
toridad infalible de la Iglesia, lo cual muestra de un solo rasgo
su virtud heroica y su eminente santidad, nos bastaría recordar
algunos pasajes de su vida. Veríamos que á los pocos años de
edad se retiró al desierto, á imitación del Bautista, y estuvo vein-
te años en la concavidad del tronco de un árbol, sin otra habita-
ción y sin tener más conversación que en los Cielos; que luego,
por llamamiento especial de la Madre de Dios, ingresó en su
Orden del Carmen, que acababa de llegar del Oriente, en la cual

(i) Comment. in Cani. Cantic., cap. v n , ver. 5, ad verba Caput tuum ut


Carmelus.
(2) Qucesti. Regular., tom. n , quaest. 97, art. 7.
(3) In occeanno relig., libr. iv.
(4) Libr. iv disquis. Magic, cap. 1, quasst. 2, sec. 2, al referir las revelacio-
nes de los Santos pone la de San Simón Stock.
(5) Tom. iv de Homil., libr. XII, homil. 1 y 2.
(6) In tract. vitas humanes.
(7) Scapulare Partheno Carmeliticum.
272 EL MONTE CARMELO

desempeñó los más importantes cargos por su ciencia y virtud,


hasta que, muerto el General, fué elegido Simón para gobernar-
la, y entonces, como una luz puesta sobre el candelero, extendió
por todas partes los rayos de su ardiente caridad, trabajando
para extender la Orden y ganar almas á Cristo, y como muralla
de granito hizo frente, con la paciencia y confianza de los santos,
á las más rudas tempestades que contra la Orden de la Virgen se
levantaron. Sus continuas vigilias, la abundancia de lágrimas que
derramaba en la oración, los diversos géneros de mortificación
con que castigaba su cuerpo, su humildad profunda,su devoción
ferviente, el amor tierno y confianza casi sin límites que tenía en
la Virgen, su cariñosa Madre; no permitió Dios que todo esto
permaneciera oculto, y, como el aroma de las flores, así el buen
olor de las virtudes se difunde por todas partes con una atracción
poderosa, granjeándose el respeto y admiración de todos. Y como
Dios Nuestro Señor no quiere que sus dones queden escondidos,
y se sirve de esas almas grandes para que den gloría á su santo
Nombre y sirvan de modelo y ejemplo á los demás, para ampa-
rar su virtud de la maledicencia de los malos, le dió el don de
milagros, y así nos dicen sus biógrafos que resucitó un muerto;
que, tentándole un hermano para que comiera unos peces fritos,
hizo sobre ellos la señal de la cruz, y comenzaron á saltar con vida;
que, queriendo el diablo burlarse de él, le quitó el vino de las
vinajeras para que no pudiese decir Misa, y, bendiciendo el Santo
el agua, la convirtió en vino.
Creo que todo esto es más que suficiente para probar la santi-
dad de Simón Stock y poner al amparo de toda duda el testimo-
nio del Santo al referirnos la revelación y entrega del santo Es-
capulario, conforme á la regla segunda, que hemos tomado de los
Santos Padres y de los teólogos.
Y para que este artículo no resulte demasiado largo, pondre-
mos punto final aquí, guardando la tercera señal para explanar
otro día, que nos dará materia suficiente para otro artículo.
fr. Plácido Jffarfa del P.
(Se continuará.)
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación>)

•N los capítulos quinto y sexto trata el autor de la naturaleza


y divisiones de la Historia.
Considera á ésta en su más lata y universal acepción, y dice que
es «cualquier narración de algún suceso ó cosa. De suerte que, ora
sea la narración hablada, escrita ó significada; ora sea verdadera ó
falsa; ora larga ó breve; ora suelta ó asida á números y metro; ora
en llano ó en alto y figurado estilo; ora perpetua y seguida, ó pre-
cisa por siglos, anales ó días, ó en otra cualquier manera, como sea,
finalmente, narración, será en este sentido y acepción Historia,
ítem: como sea narración de algún suceso público ó privado, hu-
mano ó divino, bueno ó malo, natural ó moral, y asimismo de al-
guna cosa natural, artificial ó política, sobrenatural y divina, ó
cualquier otra que por suceso ó cosa pueda imaginarse, la narración
de todo ello y de cualquier cosa de ella es Historia» (i).
Después de tan amplio y luminoso desenvolvimiento del con-
cepto de Historia en sentido lato, pasa el autor á señalar y expli-
car las múltiples divisiones de la misma, y eso con tanta precisión
y exactitud, que el lector viene á alcanzar cumplida inteligencia
del asunto.
Define luego la Historia, diciendo quq es «narración escrita,
llana y verdadera de casos y cosas verdaderas». En verdad que, en
su más propio y riguroso sentido, cuadra á la Historia esa defini-
ción mejor que otra alguna, por lo común, mera descripción ó elo-
gio. Si alguno desea una definición más clara y comprensiva, en-

(i) Cap. v, § 2.
EL
274 MONTE CARMELO

tiende muy rectamente el autor que podría formarse, diciendo que


«Historia es una narración llana y verdadera de sucesos y cosas
verdaderas, escrita por persona sabia, desapasionada y autorizada
en orden al público y particular gobierno de la vida» (i); definición
que contiene los cuatro géneros de causas, formal, material, efi-
ciente y final. Después declara Fr. Jerónimo los nombres que más
ordinariamente se dan á la Historia, y deduce la etimología y ori-
gen de ellos.
Estudia en el capítulo séptimo las particulares narraciones, que
llama él de la Historia, porque aun cuando, según su definición y
naturaleza, todo el cuerpo de aquélla substancialmente es narra-
ción, «hay, dice, en ella algunas partes que especialmente merecen
este nombre, por no ser otra cosa que unas relaciones de casos y
sucesos particulares que se van ofreciendo en el discurso de la His-
toria, y son unas como parciales narraciones de que principalmente
se compone la universal de toda la obra» (2).
Esas relaciones deben ser muy ceñidas y particulares, y será
muy conveniente el señalar las circunstancias que más suelen indi-
vidualizar el caso que se narra, como son las personas, el tiempo,
lugar, modo y otras que le acompañan. Entiende el autor, con mu-
cho acierto, ser principalísima la primera; porque de las personas,
dice, «toma su mayor energía y representación el suceso». Es del
todo necesaria la circunstancia del tiempo, porque «sin ella queda
sin luz y seguridad la relación, mayormente para los siglos venide-
ros, en que sólo por los tiempos se aclaran y distinguen las cosas;
y, cuando falta esta antorcha, todo es andar á obscuras y tropezar
en concurso y confusión de nombres y sucesos semejantes, cuya
averiguación pende mucho del tiempo». No menos necesaria es la
circunstancia del lugar, porque «de él se colige, no sólo la verdad,
sino, á las veces, la importancia y grandeza del hecho». Y la del
modo igualmente, porque tiene éste «particular énfasis para la in-
teligencia y cebo para el deleite del que lee» (3).
Algunos esquivan las menudencias en la Historia, deseosos de
que se diga sólo la substancia del hecho. Pero, además de que no
es dable prescindir de las circunstancias referidas para puntualizar
¿individualizar el suceso, hay que tener en cuenta, dice sesuda-
mente el autor, «que las Historias no se escriben sólo para los pre-

(1) Cap. v i , § 2 y 3.
(2) Cap. vil, § 2.
(3) Cap. vil, § 3.
FR. JERÓNIMO DE SAN JÓSE 275

sentes, sino también, y muy principalmente, para los ausentes y


venideros. A los que sabemos y vemos hoy las cosas, y las tocamos
y traemos entre manos, nos cansa y parece superfluo el referirlas
con mucha particularidad...; pero al que vive en muy remotas tie-
rras, 6 á los venideros en los siglos futuros, que ni saben, ni verán
lo que sabemos y vemos ahora los presentes, todo aquello que á
nosotros es muy vulgar será muy raro, y lo que nos parece poco y
pequeño será para ellos mucho y muy grande. Y si no , ¿por qué an-
damos con tanto afán buscando en los autores y en las inscripciones
de las piedras y medallas antiguas los más menudos ritos y cos-
tumbres de aquel tiempo, así en lo sagrado y religioso , examinando
y averiguando los principios de la Iglesia y religiones; como, en lo
profano y seglar, desenterrando estatuas y adorando fragmentos y
vestidos de las cosas pasadas ? El letrero y armas, 6 insignias de la
moneda corriente, ¿quién ahora con atención lo mira, y precia en
ella otra cosa que el valor para contratar? Pero de aquí á mil años,
y aun menos, si se hallasen tales monedas, ¡con qué estimación se
procurarían leer y entender sus caracteres y figuras! La ceremonia
más pequeña y ordinaria que ahora tiene la Iglesia, y se usa en una
religión ó república, será, en los tiempos venideros, de gran impor-
tancia para muchas cosas» (i). ¡Qué razonar tan discreto y sensato!
¡Qué seguridad de juicio y doctrina! ¡Y cómo el lector queda firme-
mente persuadido de lo que con tanta naturalidad y caudal de buen
sentido se expone y dilucida!
Declara, finalmente, el autor que el estilo más propio para esas
particulares narraciones es el que ostenta mayor igualdad y llane-
za, distante á la vez del encumbrado y del bajo. «Sea, dice, el es-
tilo de la narración particular llano, suave, igual y corriente» (2).
E n el capítulo octavo trata Fr. Jerónimo de las descripciones,
que constituyen una parte importantísima de la Historia. Estudia
el carácter y naturaleza de las mismas, su riqueza y variedad, y
sus límites, determinados por la naturaleza misma del asunto. Ex-
cluirse deben las que no tengan otro objeto que distraer la imagi-
nación. «Debe, dice el autor, ser proporcionada al asunto y á la
materia del cuerpo de lo que se describe, porque las partes que no
tuvieren proporción entre sí, y relación al todo, le harán feo y
monstruoso» (3).

(1) Cap. VII, § 4.


(2) Cap. V I I , § 5.
(3) Cap. viii, § 4 .
276 EL MONTE CARMELO

En cuanto al estilo, añade «que, como esta parte de la Historia


sirve más al ornato que á la substancia, más al gusto que á la ne-
cesidad, aunque también á la necesidad, concédese más lugar al
deleite y divertimiento con las flores de la elocución, y así se hallan
en los mejores historiadores unos trozos de prosa bellísima en las
descripciones que cogen entre manos, emulando tal vez y aun ex-
cediendo á los poetas, bien que sin exceder los límites del decoro y
gravedad histórica» (1).
Entiende que, para el acierto en este punto, se han de estudiar
los modelos, como Tito Livio, Quinto Curcio, Tácito, Suetonio,
Josefo, Plinio y otros, aunque no historiadores, muy entendidos en
este arte, como Cicerón, Salustio, Quintiliano, y en especial Pli-
nio el Joven, muy digno de nota por algunas epístolas en que luce
á maravilla el talento descriptivo. Pero, advierte el autor, «que los
que con más gala, por ser más propio ornato de sus obras, ejecuta-
ron esto, fueron los poetas, y así en Virgilio, Horacio, Lucano,
Marcial, y otros de esta clase y esfera, hallará, el que desea descri-
bir con hermosura y perfección, ejemplos ilustrísimos» (2).
Justo es advertir ahora, que las descripciones constituyen una
parte importantísima de la Historia. La escuela pintoresca describe
minuciosamente los fenómenos naturales, en cuyo caso la descrip-
ción, como que se refiere á hechos sucesivos, se acerca mucho ó se
confunde con la narración. Las descripciones geográficas, geológi-
cas y botánicas de los diversos^ países, dice un sabio preceptista;
las de las ciudades y monumentos, las muy extensas y minuciosas
de las artes, trajes, usos y costumbres; tienen menos cabida en la
historia desde que las ciencias se han subdividido y han fijado de
una manera precisa sus respectivos límites, y principalmente desde
que la geografía y los viajes constituyen dos especiales géneros lite-
rarios (3).
En el capítulo noveno habla Fr. Jerónimo de las conciones ó ra-
zonamientos. Esas conciones, designadas hoy con el nombre de
arengas ó discursos que se ponen en boca de los personajes históricos,
son otra de las partes que los admiradores de la antigüedad han
considerado esencialísimas en la Historia. Empleadas con tino y
prudencia, pueden animar mucho la narración, sin faltar en el fondo
á la verdad histórica. Trata este punto Fr. Jerónimo con su habi-

(il Cap. viii, § 5.


(2) Cap. citado, § 6.
(3) Coll y Vehí. Elementos de Literatura, sección 3 . a cap. 1.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 277

tual maestría. Habiendo discurrido acerca de la oportunidad y vero-


similitud que deben reunir las arengas y de la necesidad de acomo-
darse al decoro de la persona que habla, censura la artificiosa elo-
cuencia de que se valen algunos escritores, atentos más á lucir su
ingenio y bizarría que á respetar los fueros de la verdad histórica, ó
á lo menos de la verosimilitud. «De aquí se sigue—dice el ilustre pre-
ceptista— que en todos estos razonamientos es uno mismo el estilo
y modo de discurrir y ponderar; porque, como no se acomoda á las
personas introducidas, todas hablan de una manera, con un mismo
estilo y modo, que es el propio de la persona del historiador. Yerro
que el predicador también en sus sermones, y el poeta en sus co-
medias muchas veces, cometen sin acordarse de que hay diferencia
de hablar el criado ó su amo, el vasallo ó el rey, el mozo ó el viejo,
el español ó el alemán, el iracundo ó el pacífico, el rústico ó el cor-
tesano , la mujer sin letras ó el varón muy estudioso y erudito. Cada
estado, condición y sexo pide su estilo, modo y discurso diferente, y
así á cada uno ha de corresponder el razonamiento, y disfrazarse el
escritor en varios trajes según la variedad de los sujetos que imita
ó representa, como el secretario de un señor debe, cuando en nom-
bre de él escribe ó responde, revestirse del puesto y autoridad de
su amo para con la persona á quien escribe» ( i ) .
Historiadores griegos y romanos, como Tucídides y Tito Livio,
y entre los nuestros Mariana , se excedieron en el uso de las aren-
gas, las cuales, aun las felices y oportunas, dan á la Historia un
carácter demasiado oratorio y novelesco. Tiende á patrocinar su uso
el ilustre carmelita, á ejemplo de los antiguos y de nuestros histo-
riadores clásicos, pero con las necesarias reservas y condiciones de
que va hecho mérito. Entiendo yo—siguiendo á los preceptistas de
más sano juicio — que el historiador deberá dar cuenta de las aren-
gas que realmente hubiesen pronunciado los personajes principales;
insertará íntegras las muy importantes que se hubiesen librado de
la voracidad del tiempo, ó reducirá á un discurso breve, significati-
vo y correcto las que por su extensión ó mediana importancia no
fueren dignas de ser literalmente transcritas.

(i) Cap. I X , § 3 .
José 3gn. Va/en tí.
(Se continuará.)
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LA MATANZA DE LOS FRAILES


ROMANCES HISTÓRICOS

Un mar rugiente de sangre,


De huesos un promontorio ,
De crímenes un abismo...
E L DUQUE DE RIVAS.
( El Fratricidio.)

L a gente que á horas tan alta»


Cruza las plazas y calles ,
AMAGOS
Ni pronuncia un buenas noches,
E r a una t a r d e d e J u l i o , N i contesta un Dios te guarde.
Y era víspera del C a r m e n ; Y de unos el continente,
Callada estaba la tierra, Que es más fiero que no grave,
N o susurraba ni el aire. Y el miedo con que van otros,
E l Sol t r a s de G u a d a r r a m a Y el marchar otros á escape,
L e n t a m e n t e fué ocultándose; Y de todos un continuo
Melancólicos destellos, Ir y venir y agitarse,
R e m e d o s de tristes ayes, E s torbellino revuelto,
L a n z ó el regio moribundo, Precursor de tempestades.
C u a n d o expiró aquella t a r d e , Y cual es un trueno bronco
Sobre la corte que arrulla Fiel nuncio de amenazante
E l humilde Manzanares. T o r m e n t a , que bien forjada
L a noche sus negros velos, Corre horrísona á estallarse,
Salpicados de brillantes, Así una voz bronca y recia,
D e s p l e g ó , como despliegan Que de infernal pecho sale,
L o s corazones cobardes Al son de un viejo instrumento
Tenebrosos p e n s a m i e n t o s , Aulló en medio de una calle:
H o r r e n d a s iniquidades Muera Cristo,
Q u e en u n a rugosa frente Viva Luzbel;
V a n al p u n t o á retratarse; Muera D. Carlos,
P o r bajo de cuyas cejas Viva Isabel (i).
Saltan ojos chispeantes
D e aves nocturnas que aguardan T a l blasfemia soltó un ciego.
S i e m p r e á que la luz se apague. ¡Y las piedras no se p a r t e n ,
T o d a es tristeza la villa, N i vacilan altas torres,
T o d o el cólera lo i n v a d e , Ni la baja tierra se abre!
D e s d e el rústico tugurio Sólo gonces rechinaron
H a s t a el templo del magnate. Después que crujió una llave,
Callar siniestro y medroso Y al girar una gran p u e r t a ,
Con las sombras impalpables P o r donde dos hombres salen.
D a b a m i e d o , y con las sombras Lleva la mano al bolsillo
Creció h a s t a las diez puntuales. U n o y, al ciego acercándose,

(i) Copla blasfema, no menos horrible que auténtica.


LA MATANZA DE LOS FRAILES 2J9

Las treinta piezas, le dice, —¡Por Cribas!, se porta el ciego.


Toma, y cuéntalas si sabes. — Esas coplas... ¡que me placen!
Treinta piezas de dos cuartos Para desterrar cerquillos
•Guardó el ciego miserable, Son propios esos romances...
Y con el vil guitarrucho —Por ellos triunfa en el Norte
•Corrió cantando las calles. Don Tomás Zumalacárregui.
—Y aquí envenenan las fuentes.
II —Y revuelven las ciudades.
—Y el cólera morbo asiático
DECISIONES Crece, y crece por instantes...
—Yo, en el pilón echar polvos,
Como al son de los clarines Vi á un franciscano ayer tarde.
O al eco ronco del parche, —Pues los cerquillos abajo.
O al acento destemplado —Sí; que los frailes lo paguen.
De añafiles y atabales, (¡ Que siempre los vidrios rotos
O como en tiempos de gloria Pagaron aquí los frailes!)
Y no en tan luengas edades, — ¡Mueran los frailes!—¡Que
Al grito de ¡Independencia! [mueran!
La sangre en las venas arde, — ¡Armar la gorda! — ¡Que se ar-
Los ojos revientan fuego, [me!
Hierve en el pecho el coraje, — ¡Fuera esos pájaros!—¡Vayan
Y al rugir de ¡viva España! Con la música á otra parte!
Se lanzó el pueblo al combate; —Tirar luego sus conventos.
Tal iban... Mas no, ¡vil men- — ¡ Bravo! Esos nidos tirarles,
[gua! Para que á España no vuelvan
No tienen la misma sangre; Jamás agoreras aves.—
De héroes la tenían aquéllos, Así en baja lengua y tono
La de éstos es de cobardes. Principian á calentarse
Aquéllos, al son patriótico Los ánimos; sus cabezas
De Rey, Dios y libertades, Exhalan vapores acres.
Por las calles van corriendo, Fué creciendo el alboroto,
Corriendo van hasta el Parque, Y más gente fué juntándose,
Astillas haciendo el yugo Y allí á nadie se respeta,
Del coloso Bonaparte, Y allí no se escucha á nadie.
Y los que bajo él sucumben, Hasta que, alzando una vara
Sucumben como los mártires. Con su bola por remate,
También estotros en grupos Uno, con voz estentórea,
Se deslizan por las calles, Rugió así:—¡Por mil Satanes!
Y á la Puerta del Sol corren ¿ Es éste el orden que guardan
A encender odios infames, Los urbanos militares?
A forjar negras calumnias, ¿ Así oís á quien tremola
A trazar sangrientos planes, Tan miliciano estandarte ?
Llamados á la consigna Quien tenga aliento mañana,
De los impíos cantares. Cuando lo despliegue el aire,
Que me siga... ¡Con mil diablos!
Mañana... ¡á matar los frailes! —
Ya la reunión va creciendo; — ¡ A matar frailes! —bramaron
Ya los jefes principales Bocas sedientas de sangre;
Llegando van, donde crímenes — ¡ A matar frailes! — del Orco
Hórridos piensan fraguarse. Resuena en las cavidades.
Ya, en fin, sin orden ni juicio, Y el vendaval del infierno
Todos creyéndose iguales, Pavoroso desatándose,
Desencadenan sus furias El grito de ¡ á matar frailes!
Y de esta suerte departen: Doquier fatidico esparce.
48o EL MONTE CARMELO

¡Ay! Al agitar sus alas — Éstas: el gato encerrado,


Asoladoras el Ángel Si está muerto... no maulla.
Caído, y sus negras plumas — Noentiendo.—Abrid los oídos,
Al derramar roja sangre Porque ahorcado murió Judas.
De la Lealtad en el campo —Todo te vuelves enigmas.
Donde reposan los mártires, — Pues oye la verdad pura:
¡ Se estremecieron las tumbas Que para matar los pájaros
De Daoiz y Ve]arde! De altos moños ó capuchas,
Se han de afilar los puñales,
III Pues la liga no resulta.
AI» G O L P E D E L M A R T I L L O
Que para no errar el golpe,
Hay que ganar á las turbas;
Noche del Carmen, ¡ qué negra Las turbas qué quieren frailes
Me muestras tu vestidura! Diciendo (aunque es impostura)
¡Cuan pálidas tus estrellas! Que echan veneno en las fuentes,
¡Cuan velada está tu luna! Y así el cólera pulula;
Noche del Carmen, tu cielo Que estrujándonos la bolsa,
¡ Ay que fúnebre se enluta! Nos van á dejar á obscuras.
¡ Me da dolor si á ti miro! Que si no mueren, lo poco
¡ Si á la tierra, me da angustia!... Que nos resta nos lo chupan,
Y nos chuparán la sangre
Como sedientas sangujas.
E n antro lóbrego, obscuro, Para seguirles la pista,
Cual jamás se vio uua gruta, Díjose tomar la ruta
Rodeando un férreo yunque Del gran Colegio Imperial,
En muy distintas posturas, Ruta mejor, más segura.
Echando chispas los ojos Pues si empezamos cortando
Que describen líneas curvas De tosco sayal cogullas,
Al revolver incesantes Las sotanas jesuíticas
L a s pupilas si se ofuscan, De las tijeras se burlan.
Se ven cuatro hombres robustos, Y, en fin, que se diese á un ciego
De hoscas fieras cataduras: Por cuatro cantares unas
Dos forjan hachas de hierro; Cuantas piezas de dos cuartos,
Y dos, puñales aguzan. Y con guitarra ó bandurria
Y al compás de los martillos, Los cantase por las calles
Con voces cascadas, bruscas-, Para ahuyentar á las brujas
Hablan los dos de puñales Con rosarios, y á ese tiempo
Y los dos que hachas empuñan: Tener nosotros la junta.
— ¡ Pobres cabezas jesuíticas Tales órdenes nos dieron
Que peinen estas dos púas! Anoche en la alta consulta,
—¡Tristes cervices de frailes Y bien lo has visto esta noche,
Do caigan estas coyundas! Los urbanos las secundan.
—¡Ay! Como no entren espadas Conque afila bien las hachas,
A estorbarnos en la lucha, Esos puñales aguza,
Tira este arma más cabezas Que han de matar hoy más mon-
Que golpes llevó en la suya! [jes
—Ni bayonetas ni sables Que golpes llevan sus puntas.—
Embotarán estas puntas; Así en aquel antro horrible,
L a tropa en nada se mete; Que sólo un candil alumbra,
Lo sé de muy buena pluma. Hablan al son del martillo
—¿Qué órdenes dieron anoche Tan satánicas figuras.
Los hermanos en la junta?
fr. florión del Carmelo Veresiano.
(Se continuará.)
EN CASTELLÓN DE LA PLANA

(Continuación.)

III.—Elección dé 1» Comunidad. fuese la enfermedad que padecía: mi


profesión médica y mis relaciones de
Entre las muchas religiosas que des- familia hubieron de obligarme al fin á
de un principio y de todos los puntos visitarla como facultativo, y es esta
de España se hallaban dispuestas para ocasión oportuna de confesar pública-
coadyuvar á tan piadosa fundación, el mente lo mismo que en el seno de la
Señor, sin duda, ha concedido esta confianza dije cuantas veces me pre-
dicha, además de la Fundadora Ma- guntaron: « A pesar de que hago cuan-
dre María Teresa de Jesús, á la R. M. tos esfuerzos é indagaciones me su-
Ceferina de la Purísima Concepción y gieren el interés y la curiosidad, siem-
á las HH. Gregoria de Jesús y Car- pre obtengo el mismo resultado, al
men Filomena del Dulce Nombre de parecer contradictorio: esta religiosa
Jesús, todas tres del convento de Pe- parece tener completamente agotadas
ñaranda de Bracamonte; á la M. Mag- su salud y sus fuerzas de resistencia;
dalena del Espíritu Santo, del conven- no temo asegurar que en su organis-
to de Calatayud, y á la H. Magdalena mo no existe lesión alguna material;
de Jesús, del convento de Rioseco. y, sin embargo, no puedo comprender
Sería inútil querer averiguar cuán- cuál es el trastorno funcional que de
tos y cuan grandes sacrificios de todo este modo la aniquila: mi opinión es
género habrán tenido que sufrir todas que los trastornos sufridos por esta
y cada una de las seis religiosas que religiosa son efecto de alguna causa
han concurrido á la nueva fundación: moral que no está al alcance de la
mucho es lo que conozco sobre el par- ciencia humana».
ticular, y, sin embargo, no creo pueda A posteriori he podido confirmar mi
con ello formarse idea, siquiera vaga, juicio: cumplidos los vehementísimos
del piélago insondable de amarguras deseos de esta religiosa de contribuir
con que el Señor ha regalado á estas á la mayor gloria de Dios con la fun-
almas privilegiadas de su amor. dación de una nueva casa de su ama-
Yo mismo he oído hablar durante dísima Orden del Carmelo, es de ad-
muchos años de los continuos y peno- mirar la energía y entusiasmo con que
sos padecimientos de la Fundadora esta naturaleza, antes agotada hasta
R. M.,María Teresa de Jesús, sin que el último extremo, ha desafiado y ven-
uno ni otro relato facultativo bastaran cido tantos contratiempos materiales
á hacerme comprender siquiera cuál y tantas y tan extremadas inclemen-
282 EL MONTE CARMELO

cias del tiempo como ha tenido que Así los ánimos, y cuando apenas
experimentar en los dos días que pre- quedaba el tiempo absolutamente pre-
cedieron á la entrada definitiva en su ciso, llegó al convento el reverendo
convento; contratiempos é inclemen- P. Fr. Salvador, disfrazado su traje de
cias que han puesto en peligro y han religioso; se efectuó la salida de la
rendido de fatiga aun á los que, gra- Madre fundadora, y en dos coches, y
cias á Dios, disfrutamos de una perfec- por medio de la ciudad, se traslada-
ta salud. ron todos á la estación, llegando sin
novedad á Benicasim á las once de la
IV.—Dificultades del viaje. noche, donde por vez primera se vio
El miércoles 13 de Febrero último, reunida toda la nueva comunidad en
á las cuatro de la tarde, debía salir la una cómoda y hermosa casa de la ex-
reverenda Madre MaríaTeresa de Jesús celentísima señora Doña Rafaela Mar-
del convento de San José de Valencia, tí, piadosa y especialísima bienhecho-
adonde hicía dos meses se había tras- ra y patrona de la nueva fundación.
ladado del de Sanlúcar, para reunirse Vióse aquí una vez más entablarse
en Benicasim con sus Hermanas, y ha- instantáneamente la santa y verdade-
cer reunidas su entrada en Castellón. ra fraternidad cristiana: seis pobres y
La familia de la religiosa, y las demás y humildes religiosas, nacidas en dis-
personas que deseaban acompañarla, tintos pueblos de España y llegadas
esperaban en el atrio del convento á de diversos conventos de su Orden,
que llegase el Rdo. P. Fr. Salvador de formaron como por encanto una sola
la Madre de Dios, prior de los religio- familia con lazos de cariño tan real y
sos carmelitas descalzos en Valencia, verdadero, que sólo la muerte podrá
que debía autorizar la salida por dele- romper en este mundo, para hacerlos
gación del Excmo. Prelado diocesano: eternamente indisolubles en la Patria
desde el medio día, la ciudad estaba en Celestial.
conmoción por las algaradas populares Allí se comunicaban mutuamente
que tenían por blanco especial de sus los contratiempos y peligros que unas
desmanes las Órdenes religiosas: avan- y otras habían arrostrado desde que
zaba la tarde, y eran por extremo alar- salieron de sus casas respectivas en
mantes las noticias que á cada momen- tiempos y circunstancias tan azarosas
t o llegaban de la revuelta popular: eran y excepcionales como las que ha atra-
cerca de las seis: el venerable religio- vesado la pobre España en el mes de
so que debía antorizar la salida no lle- Febrero último: estas religiosas ha-
gaba; el populacho, en cambio, había bían pasado por algunas ciudades co-
forzado las puertas que dan entrada á mo Zaragoza y Reus, oyendo los gri-
la residencia de los Padres jesuítas, y tos y amenazas de las revoltosas mu-
la fuerza pública los había hecho re- chedumbres ; su total abandono en la
troceder, resultando heridos gravísi- Divina Providencia las había sosteni-
mos entre la muchedumbre amotina- do; sus rostros rebosaban tranquilidad
da; la consternación y general alarma y santa alegría, y sus labios no cesa-
hacía temible el tránsito por las calles, ban de dar gracias á Dios porque las
y se creyó tal vez indispensable mar- deparaba la suerte de imitar y seguir
char por la ronda de la ciudad para to- en la tribulación el camino que les tra-
mar el ferrocarril en la estación más zara su gloriosa y santa Madre funda-
próxima. dora Teresa de Jesús.

(Se continuará.) Benito Xázaro.


t0^^^^0^0i^^^i¡^^-0^^^0^0^^4^0

SECCIÚN CANÓNICO-LITÚRGICA

EL CANTO GREGORIANO Y LA SAGRADA CONGREGACIÓN DE RITOS

(Continuación.)

|UANDO en 1868 propuso el editor Pustet á la Sagrada Congrega-


ción de Ritos, por medio de Haberl, la reimpresión de la edición
medicea del Gradual romano de 1614, la Sagrada Congregación asin-
tió al parecer del mismo doctor por lo que se refería á la parte mu-
sical é histórica, y á continuación de la Memoria escrita y presen-
tada por el Sr. Haberl con este objeto respondió favorablemente á
la demanda de Pustet, concediéndole para la impresión del consabi-
do volumen un privilegio de treinta años. Repárese en que éste fué
un asunto enteramente privado. Los estudios emprendidos ya en
aquella fecha sobre las melodías gregorianas no habían obtenido los
resultados que más tarde alcanzaron. Siguiendo la costumbre de las
Congregaciones romanas, confióse el examen de la nueva edición y
punto práctico del canto litúrgico á una junta de músicos de Roma,
los cuales, refiriéndose á lo que por su parte había hecho Haberl en
Ratisbona, dieron su aprobación y voto favorable.
Así se reimprimió la edición medicea, mientras hacían multiplica-
das reclamaciones y ponían sus reparos los peritos en el canto gre-
goriano. Así y todo, Haberl logró poner la nueva edición bajo el am-
paro de la Sagrada Congregación de Ritos, y obtuvo más tarde el
decreto de 1883, Romanorum Pontiftcum. El doctor de Ratisbona
acrecentaba entre tanto el número de sus ediciones, introduciendo
en cada una mudanzas y graves alteraciones, con harto menoscabo
de la tan recomendada unidad litúrgica y de la fidelidad en reprodu-
cir la edición de los Médicis.
No es justo hablar del decreto de 1883 como él lo ha hecho, pues
que el tal decreto ha sido derogado. Además, la Sagrada Congrega-
ción, con fecha aún reciente, en 1894, ha publicado, como queda di-
cho, otro decreto, que comienza por estas palabras: Quod S. Augus-
tinus, del que injustificadamente procura el Sr. Haberl sacar parti-
do, atrincherándose en él aun por lo que se refiere á la parte pura-
mente histórica y técnica de la cuestión.
Notemos desde luego no ser imposible que en la parte histórica de
los decretos de las Sagradas Congregaciones puedan introducirse
284 EL MONTE CARMELO

algunas inexactitudes, y en la presente cuestión histórica y musical


no se ha de olvidar lo que más arriba apuntamos, á saber: que Ha-
berl fué quien suministró la materia de los decretos; de aquí que el
<3e 1894, en su parte histórica, se apoye en el contenido de cierto
opúsculo que el doctor de Ratisbona publicara seis meses antes.
Luego, silos tales decretos contienen en su parte histórica concep-
tos inexactos, dicho se está quién es responsable.
Por lo que hace á la disciplina y parte dispositiva, la Sagrada Con-
gregación debía atenerse fielmente á los convenios hechos antes con
Pustet. Esta parte se concibió y redactó con cierto espíritu de rigor
en el decreto de 1883, mas no hasta el punto de imponer obligatoria-
mente el Gradual mediceo de Ratisbona, aunque otra cosa creyeran
algunos obispos, particularmente en Baviera, quizá mal informados
sobre las verdaderas intenciones de Roma. Por el contrario, el de-
creto de 1894 está redactado en términos muy suaves, y confirma ex-
plícitamente en favor de todas las iglesias el libre uso de los cantos
tradicionales. Es el único que está en vigor, por haberse ya abolido
el de 1883. Decimos poco: la Sagrada Congregación de Ritos, al in-
cluir en la nueva Colección de sus decretos y decisiones el de 1894,
juzgó necesario suprimir aquella parte en que la primera promulga-
ción de este decreto citaba y contenía el anterior de 1883, que ya no
existe.
Ni una sola palabra dice el doctor Haberl de esta tan reciente é
importantísima diligencia de la Sagrada Congregación. La misma
Kirchenzeitung repara en ello y se pregunta: "¿Por qué Haberl no
da noticia de eso á los lectores de sus diarios y revistas?,,
En cambio sabemos que en Roma entienden y explican muy de otro
modo las intenciones de la Sagrada Congregación, repitiendo que
jamás pretendió desechar las tradicionales melodías que forman el
canto gregoriano, completo y perfecto, para hacer que prevalezca
la edición de Ratisbona, donde se reproduce, si se quiere, la subs-
tancia del mismo canto, pero de modo muy imperfecto y notable-
mente reducido. Digamos más: personas fidedignas nos han asegu-
rado que el malogrado Cardenal Camilo Mazzella, que murió hace
poco, siendo Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos, expre-
só muchas veces su opinión sobre este asunto en términos muy enér-
gicos. E s , pues, de grande importancia esta cuestión que ha ejerci-
tado durante mucho tiempo, y aun ahora ejercita la actividad de los
ingenios en Alemania, Italia, Francia, América y, en su tanto, en
todas partes. Hasta la diplomacia tomó alguna vez cartas en el asun-
to por no admitir el pretenso exclusivismo de Roma, cuya equidad y
amplitud reconoce aquélla en todas las negociaciones. Mucho se
equivocan los que, á imitación de Haberl, presentan á la Sagrada
Congregación de Ritos como ofendida por causa de los descubri-
mientos históricos de Mons. Respighi y del P. Molitor. El ofendido
aquí no es más que uno, el doctor Haberl, único responsable de las
ideas erróneas que ha publicado sobre Palestrina y la edición medi-
cea. Es insufrible que las decisiones é intentos de la Sagrada Con-
gregación de Ritos sean, con detrimento de la verdad, desfigurados.
SECCIÓN CANONICO-LITURGICA 285

La Sagrada Congregación, permaneciendo del todo fiel á algunos


convenios, aun de fecha muy antigua, no tiene cerrados los ojos á la
luz de la verdad, la cual, si no triunfa siempre inmediatamente de
las tinieblas, queda, tarde ó temprano, victoriosa.
Enrique de Surrel de S. Julián.
M. A.

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Jlmo. y 1{vmo. p. £uis ]}enziger, Carmelita descalzo,


Obispo Coadjutor de Quilón (JAalabar).
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BIBLIOGRAFÍA

D. Eduardo de Huidobro. Santander,


imprenta La Propaganda Católica,
$K&1 Director Perfecto y el Dirigido 1901.—He aquí otra obra oportuna, en
"'jr°i Santo: Correspondencia espiri- estos tiempos de afeminación y frivo-
tual entre el B. Diego José de Cádiz lidad y, además, de persecución para
y su Director V. P. Francisco F. Gon- cuanto debe su origen al silencio reli-
zález, anotada por el M. R. P. Am- gioso y austero del claustro. La figura
brosio de Valencina. Sevilla, impren- de nuestro primer hombre de estado es
ta de la Divina Pastora, igoi.—Al con- soberbia, y hace meditar en los hom-
memorarse en España con solemnísi- bres débiles y degenerados que sopor-
simas fiestas el primer centenario de tamos en estos tiempos de triste d e -
la muerte de aquel santo varón y celo- cadencia; las salvadoras energías del
so misionero llamado Fr. Diego José gran Cardenal contrastan ventajosa-
de Cádiz, cuya reciente beatificación mente con las complacencias moder-
ha satisfecho los constantes deseos de nas, con el error y la inmoralidad.
todos sus devotos y admiradores, na-
da más oportuno que la publicación de Nada más oportuno que la publica-
la correspondencia habida entre el Di- ción de la vida de Cisneros, austero
rector Perfecto y el Dirigido Santo; en sus costumbres, intachable en su
pues, á la vez que de este modo se administración, heroico defensor de la
conservan los inestimables y precio- justicia, henchido de pensamientos
sos manuscritos del nuevo Beato, se grandes y patrióticos, amante de las
proporciona una lectura provechosísi- ciencias y del progreso de Castilla,
ma á los predicadores del Evangelio, vencedor de la levantina nobleza cas-
enseñándoles cómo han de unir la prác- tellana, conquistador de Oran, funda-
tica de la vida espiritual, interior y pe- dor de la Universidad de Alcalá y edi-
nitente, á la vida apostólica, de celo tor espléndido y desinteresado de la
y actividad en provecho de las almas. Biblia Poliglota, y que realizó todo
Cada una de estas cartas ha sido ano- esto en una época de las más críticas
tada por el P. Valencina, muy cono- de nuestra historia patria, y cuando
cido en el mundo de las letras por sus con mayor facilidad podía malograrse
profundos, excelentes y amenísimos en flor el fruto de los inmarcesibles
escritos, que han llegado á conquis- laureles ganados por nuestra Católi-
tarle merecida fama literaria. Con mu- ca Isabel. Felicitamos cordialmente al
cho gusto recomendamos á nuestros Sr. Huidobro y á La Propaganda Ca-
lectores esta preciosa obra, que se ha- tólica por el servicio que acaban de
lla de venta en Sevilla, Administración prestar con tan interesante y oportuna
de El Adalid Seráfico, 'al precio de 5 publicación.
pesetas el ejemplar, á la vez que da- Consta este libro de 353 páginas, de
mos las gracias más expresivas por el buen tamaño, limpia y esmerada im-
que se nos ha enviado. presión y excelente papel, y se vende
al precio de 2 pesetas 50 céntimos el
ejemplar.
Historia del Cardenal D. Fr. Fran- Dirección para los pedidos: La Pro-
paganda Católica, Hernán-Cortés, 9,
cisco Jiménez de dineros, sacada Santander.
principalmente de la que escribió Es-
prit Flechier, Obispo de Nimes, por
3||oMENAJE Y CONSAGRACIÓN UNIVERSAL DE LA INFANCIA Á JESúS.—Se-
fli' ñor Director de E L MONTE CARMELO: Mi muy estimado en Cris-
to Padre é inolvidable amigo: El entusiasmo con que la obra del Ho-
menaje al Divino Redentor ha sido acogida por doquiera, especial-
mente en Bélgica y en nuestra España, me hace creer que, á pesar
de las tristes circunstancias por que atraviesa nuestra nación, mer-
ced á gestiones que no merecen más apelativo que el de diabólicas,
se depara á Jesús un triunfo grandioso é imponente que, basado en
la inocencia siempre encantadora de la niñez, surgirá convertido en
majestuoso palacio para ser albergue de los que, extraviados, se
acojan al amparo de la penitencia.
No parece sino que los padres de familia, los educadores de la ni-
ñez, los mismos niños puestos bajo su tutela, quieren coadunarse y
cobijarse, todos sin excepción, bajo el manto de Jesús, en vista de
los peligros que por todas partes y en todo lugar les asedian. La voz
de Jesús que convida á los niños á acercarse á Él con aquel tan con-
sabido "•Sinite párvulos ad me venire, dejad á los niños que se acer-
quen á mí„ no es ciertamente la voz de los que, al grito subversivo
de libertad de conciencia, libertad de pensamiento, libertad para
obrar el mal, esclavitud, cadenas, prisión para obrar el bien, se va-
len de esos mismos niños para apedrear, para pedir la expulsión, la
muerte quizá, de aquellos que, teniendo en cuenta la dulce repren-
sión que el Salvador dirigió á los apóstoles al estorbar á los niños el
acercarse á Él, sólo procuran quitar todo impedimento, abreviar los
caminos para que esos niños, no sólo no se alejen, sino que se aproxi-
men á Él, y al aproximarse vivan con É l , permaneciendo en su gra-
cia y vivan de Él sacando de sus divinas enseñanzas vigor, fuerzas
y constancia para seguir en un todo y por todo aquel camino que, si
costoso y sangriento nos parece, se dulcifica á la sola presencia del
divino Maestro y ante los consuelos medidos por los sanos consejos
de los que hacen sus veces sobre la faz de la tierra.
Este es el plan sublime que me parece entrever en medio de las
densas nubes con que la impiedad trata de obscurecer el Sol invela-
288 EL MONTE CARMELO

ble de la verdad. Este es el triunfo que concibo al ver diariamente


listas cubiertas con nombres y limosnas de niños que, haciendo caso
omiso de cuanto pudiera triste y desgraciadamente llamar1 su aten-
ción y turbar su voluble entendimiento en contra del bien, sólo se
fijan en que Jesús les llama como siempre con cariño y dulzura, y que
ellos deben corresponder á ese llamamiento con un regalo digno de
ellos, con un obsequio corto si se refiere al agraciado, que es Jesús;
grande si atañe al dador, que es el niño; con una ofrenda, recuerdo
de su prontitud en seguir la voz de Jesús; con una estatua que per-
petúe aquel acto por el cual Jesús llama en su derredor á la niñez y
la niñez se apresura á corresponder á tan halagüeña convocatoria.
Esta es la victoria que, al recibir de todas las provincias de Espa-
ña demandas de circulares, listas y estampas del Homenaje, paréce-
me halaga mis sentimientos de católico y sacerdote, y por ella consi-
derándome, aunque indigno, compartícipe de los laureles, si bien
quizá no lo haya sido de los trabajos que se otorguen á los héroes del
Cristianismo, no puedo menos de alabar las misericordias de Aquel
para quien no pasa desapercibido ni el veloz sesgar de las aves los
aires, ni la fugaz existencia de la flor que embellece los campos.
Este plan, este triunfo, esta victoria, me prometo; y por eso, amadí-
simo Sr. Director, no dudaré en suplicarle que por todos los medios
que estén á su alcance, como colector que es del Homenaje, difunda
la idea de que somos pregoneros, al par que espero este mismo ser-
vicio de todos cuantos se me han ofrecido en pro de nuestra causa, y
cuyos nombres y residencia tendré la satisfacción de remitirle im-
presos muy en breve.
Trabajemos por los niños; los niños trabajarán por sus padres, los
padres por la familia, la familia por la sociedad; y ésta, bien enten-
dida, unida como inseparable á la religión, trabajará por Dios, y Dios
colmará cumplidamente nuestros deseos si se realizan, y su realiza-
ción nos unirá á todos con los lazos de la caridad cristiana. Grato me
es con este motivo, indicado ya el alcance verdaderamente sorpren-
dente á que ha llegado nuestra humilde acción, reiterarme, como
siempre, suyo afectísimo seguro servidor y capellán.
Santander, Abril de 1901.
V. Cefermo ffómez García,
ACAD. PONT, Y CAP. DE H. DE LA S. I. C DE LORETO.

NOTICIAS DEL MONTE CARMELO: DEVOCIóN A SAN ELíAS.—Son nota-


bles los sentimientos de piedad y temor respetuoso que los naturales
de Siria, aun los no cristianos, profesan al gran Patriarca Elías, en
cuyo obsequio le ofrecen ricos presentes pidiéndole su favor en sus
apuros. En el año pasado de 1900, hallándose en peligro una embar-
cación turca, la tripulación hizo un voto á San Elías si les libraba del
peligro; y, habiendo logrado su deseo, al día siguiente enviaron sus
ofertas al convento. Por el mismo tiempo, un griego cismático, te-
niendo enfermo de gravedad á su hijo único, ofreció á San Elías tra-
bajar en las posesiones del Carmelo un año gratuitamente; consiguió
la gracia pedida para su hijo, y cumplió su promesa. En el mismo
año, uno de los trabajadores que el convento tenía para fabricar un
CRÓNICA CARMELITANA 289

puente en la propiedad del molino que posee, vecino á Chefamar,


cayó enfermo; y atribuyéndolo á un castigo de San Elias, por su pe-
reza y descuido en dicho trabajo, ofreció una suma al Carmelo en
honor del Santo Patriarca si curaba de su enfermedad, lo cual con-
siguió. Con estos casos y otros semejantes que con frecuencia se rea-
lizan, se manifiesta la devoción, confianza y al mismo tiempo temor
que todos los naturales tienen á nuestro Patriarca San Elias. x

LANGOSTA EN EL CARMELO.—El día 30 del pasado mes de Marzo se


presentó sobre los campos del Carmelo una plaga de innumerables
langostas, todas amarillas, que al posar en cualquier punto parecía
un inmenso sembrado, y que en un día podían haber destruido todas
las cosechas del año. Persuadido el Rdo. P . Vicario del Carmelo de
que esto era un castigo que Dios enviaba contra estos pueblos, y que
solamente cesaría cuando se aplacara el Señor, acudió á las bendi-
ciones que usa la Iglesiajpara estos casos, y, revestido de sobrepe-
lliz y estola morada, exorcizó los campos según lo previene el Ritual.
Según iba diciendo las oraciones, iba desapareciendo la langosta con
tal rapidez, que á la hora ya no se veía ni uno de aquellos insectos.
Un niño árabe presenció este acto, y, admirado de lo que acababa de
ver, bajó á la ciudad y contó lo que había sucedido, quedando todos
persuadidos de que la cesación de semejante plaga debía atribuirse
á las oraciones y bendiciones del Superior del Monte Carmelo.
SOLEMNE NOVENARIO AL SANTíSIMO.—En la parroquia del Carmen
•de esta Corte se ha celebrado con suntuosidad y esplendor incompa-
rable la Novena solemne que la Real Archicofradía del Alumbrado
Perpetuo dedica todos los años al Santísimo Sacramento. Los sermo-
nes de todas las tardes han estado á cargo de nuestro querido her-
mano en Religión el joven P. Estanislao de la Virgen del Carmen,
quien con la profundidad de sus conceptos, lo fácil y correcto de su
frase y la elocuencia de sus períodos ha llamado la atención del nu-
meroso auditorio que todos los días ha acudido al templo. Jesucris-
to ayer, hoy y por todos los siglos, ha sido el tema que ha desarro-
llado en los sermones de los nueve días, presentándonos á Jesucristo
como el centro de toda la historia de la humanidad, empezando por
referir y explicar, siguiendo la doctrina teológica del Doctor Angéli-
co, la eterna generación del Verbo, imagen consubstancial del P a -
dre; misterio altísimo y escondido á las luces naturales de la razón»
pero de cuya existencia nos asegura la fe, poniéndonos á la vista la
revelación divina contenida en las Escrituras y en la tradición. Por
«ste Verbo fueron hechas todas las cosas, y como señor de todas fué
criado el hombre y adornado con los privilegios sobrenaturales de la
justicia original; pero desobedeció á Dios y fué despojado de todos
sus dones y sujetado al dolor y á la muerte, que como fatal herencia
transmite á todos sus descendientes junto con el pecado original. En-
tonces el Verbo, lleno de misericordia para con la humanidad peca-
dora, encarnóse terminando con su misma personalidad divina una
naturaleza humana, con lo cual resultó que el Hijo de María, á quien
llamaban Jesús, es Dios y hombre verdadero, y es el Mesías á quien
2gO EL MONTE CARMELO

esperaban todos los pueblos y cuya aparición coincidió con las fe-
chas señaladas en las profecías, así como todos los caracteres y los
hechos de aquel Galileo son los caracteres y hechos que mucho tiem-
po antes habían predicho los profetas. No sólo eso, sino además los
milagros, la santidad de la vida y doctrina de Jesús, la sangre de los
mártires, dan testimonio de que Jesucristo es Dios. Hasta aquí es el
día de ayer de la historia de Jesucristo. El día de hoy se verifica en
la Eucaristía, sacramento admirable establecido por Jesús cuando
iba á consumar el sacrificio de la Cruz, y mediante el cual, transubs-
tanciándose el pan y el vino en el cuerpo y sangre del Salvador, queda
Jesús continuamente en nuestros altares para ser la vida, la fuerza
y el consuelo de las almas que lo reciben, y ser en la santa Misa ver-
dadero sacrificio que ofrecemos á Dios en reconocimiento de su ado-
rable Majestad, en acción de gracias por sus beneficios, en expiación
de nuestras culpas y como impetración de sus celestiales auxilios. El
día de mañana de Jesús es la eternidad que nos espera después de
esta vida; porque el alma del hombre espiritual é inteligente no pue-
de corromperse, ni Dios, que ha puesto en nuestro corazón la aspira-
ción á una felicidad sin fin, sería justo si hubiera señalado un límite á
los días de nuestra alma. Esta felicidad no puede consistir en ningún
bien creado, sino en la visión, amor y posesión de Dios, Bien increa-
do, único que puede saciar los deseos de nuestro corazón. Allí el Ver-
bo encarnado, el Dios de la Eucaristía, visto cara á cara, será la di-
cha de las almas bienaventuradas; dicha que tiene su incoación en esta
vida, donde poseemos al mismo Verbo en el sagrario bajo los acci-
dentes de pan y vino. He aquí en síntesis el plan que el P. Estanislao
ha desarrollado en sus bellísimos discursos. Este solemnísimo Nove-
nario terminó con un ejercicio de acción de gracias al Purísimo Co-
razón de María, en que también ha predicado el mismo Padre, ha-
blándonos con frases tiernísimas de la grandeza de María, de su di-
vina maternidad y de su inmensa misericordia para con los hombres.

NUEVA CAPILLA CARMELITA.—El domingo de Resurrección se inau-


guró la Capilla pública en la nueva Residencia de nuestros Padres
de Santander, celebrando la primera Misa el Rdo. P . Lamberto, y
cantando algunos motetes los PP. Atanasio y Esteban, y habiendo
asistido una concurrencia numerosísima. La dicha Residencia lleva
el nombre de "El Carmelo,, y está situada en el paseo de la Concep-
ción, núm. 16.
NUEVAS NOVICIAS.—Han ingresado en el Convento de nuestras Ma-
dres de Castellón las señoritas Pachés y Maná, asistiendo al acto el
Rdo. P . Provincial de los Carmelitas de Aragón y Valencia, los Prio-
res de Valencia y del Desierto de las Palmas, y varios otros religio-
sos, y predicando el Rdo. P. Martín de Jesús María, Definidor P r o -
vincial y Lector de Filosofía.
EN HONOR DE LOS BB. DIONISIO Y REDENTO.—Se ha celebrado el so-
lemne Triduo de Beatificación de los dos mártires Carmelitas en los
Conventos de Madres de Lérida, Consuegra y Alba de Tormes y en
CRÓNICA CARMELITANA 2gl

el de Padres de Avila. La falta de espacio nos impide dar detalles


de estas fiestas, á las que ha asistido numeroso concurso.
MISIONEROS DE MALABAR.—El día 27 de Abril han embarcado en
Barcelona con rumbo á Ceylán, para de aquí trasladarse á Malabar,
en el Indostán, siete carmelitas descalzos: los Padres Juan José de
Jesús María, Segundo de San José y Ligorio de la Virgen del Car-
men ; los diáconos F r . Guillermo de Santa Teresa y Matías de Santa
Teresa, y los Hermanos Antonio del Sagrado Corazón de Jesús y
León de la Virgen del Carmen, que llevan á aquellos lejanos países
la nobilísima y heroica misión de evangelizar y civilizar á aquellos
indios idólatras, sumidos en las tinieblas de la infidelidad y entrega-
dos á los excesos y desenfrenos de la barbarie más abyecta... Los
que tanto combaten a l a s Órdenes religiosas, ¿pueden decirnos cuán-
tas veces salen de nuestros puertos expediciones de anticlericales ó
antimonásticos para civilizar á los pueblos bárbaros?...
FIESTAS AL NIñO J E S ú S DE PRAGA.— En Burriana han celebrado
nuestros Padres un solemnísimo Triduo para bendecir é inaugurar
una preciosa imagen del milagroso Niño Jesús de P r a g a , costeada
por el benemérito hijo de aquella villa D. Bernabé Peris (q. e. p. d.),
predicando los tres días el P. Ludovico de los SS. C C
SANTAS MISIONES. —Hemos recibido una preciosa reseña de unas
Misiones predicadas en la provincia de Santander por los P P . A t a -
nasio y Juan Tomás, que han visto premiados sus apostólicos traba-
jos con los copiosos frutos espirituales que han cosechado en aque-
llos pueblos. Sentimos no disponer de espacio para publicar íntegra
la edificante y bien escrita reseña.
HAN FALLECIDO: En Tarazona, convento de Santa Ana, la Herma-
na corista Felicia del Niño Jesús, de sesenta y un años de edad y
cuarenta y tres de religión, que, habiendo entrado en su florida edad
en el Carmelo, ha empleado sus años en el ejercicio de las más her-
mosas virtudes propias de una carmelita descalza, y ha sido siem-
pre modelo y edificación de toda la Comunidad.
En la misma población ha fallecido la muy virtuosa Sra. Doña Isa-
bel Irazoqui, subscriptora de nuestra Revista y gran bienhechora
de la Orden, cuya devoción y afecto es como herencia tradicional
en su distinguida familia.
También ha terminado su carrera mortal el que en vida fué queri-
dísimo amigo nuestro, Terciario del Carmen y colaborador de nues-
tra Revista, M. I. Sr. D. Casimiro de Erro é Irigoyen, Chantre de la
Catedral de Zamora, sacerdote ejemplarísimo, orador eminente y
escritor infatigable.
Que por la misericordia infinita de Dios Nuestro Señor y por los
méritos de la sangre de Jesús reciban las almas de los difuntos la
paz y el descanso eterno. Amén.

R. I. P .
CONSISTORIO Y ALOCUCIóN DE SU SANTIDAD.-El día 15 de Abril ce-
lebró el Papa Consistorio, en el que creó doce Cardenales y va-
rios Obispos. El Soberano Pontífice, en su alocución consistorial, se
mostró afligido de la hostilidad que simultáneamente se ha suscitado
en muchas partes de Europa contra la Iglesia, y habló con tristeza de
la ley aprobada en Francia y destinada á herir á las Órdenes religio-
sas, calamidad que aquella nación no merece. Puso de relieve la in-
consecuencia que de esto resulta en un país que, proclamando entera
libertad para todos, niega hasta la existencia á las asociaciones cu-
yos miembros hacen profesión de practicar los consejos evangélicos,
y recordó las manifestaciones tumultuosas y violentas que reciente-
mente se han producido en otros países, lo cual hace presagiar y te-
mer acontecimientos todavía peores para Italia. Aludió también a l a
dura condición creada al Papado, hablando especialmente de la pro-
posición de ley sobre el divorcio, que es probable se presente en la
Cámara italiana, y calificó de guerra sin cuartel el movimiento em-
prendido contra la religión, y para el cual se han unido pueblos se-
parados por la distancia.
Para que esta guerra produzca mayores daños y deje más honda
huella en los espíritus, se trata de aniquilar las Órdenes religiosas,
impidiéndoles que eduquen á la juventud.
Terminó su alocución el Papa invitando á los católicos á implorar
la luz divina para no tropezar con los escollos que la impiedad va
sembrando en su camino.
Los nuevos Cardenales creados son: Monseñor Sanminiatelli, P a -
triarca latino de Constantinopla; Casimir Gennari, Arzobispo de L e -
pante; De la Volpe, Mayordomo de Su Santidad; Luigi Tripepi, sus-
tituto de la Secretaría de Estado; Dell Olio, Arzobispo de Beneven-
to; Giulio Boschi, Arzobispo de Ferrara; Bartolomeo Bacilieri, Obis-
po de Verona; Agostino Rivaldi, Obispo de Pavía; Sebastiani Marti-
nelli, Arzobispo de Epheso, Delegado Apostólico en los Estados
Unidos; Giovani Kniar, Príncipe de Holzieslsko; Purina, Arzobispo
de Cracovia, y Leone Shrbensky, Arzobispo de Praga.
CRÓNICA GENERAL 293

Los nuevos Prelados franceses son: Monseñor Bonnefoy, al Arzo-


bispado de Aix; Andrieu, al Obispado de Marsella; Le Camus, á la
Rochelle; Bouqúet, á Mende; Ricard, á Angulema; Dubais, á Ver-
dun; Lacroix, á Tarentaise; Delamaire, á Perigueux; y Cannope, á
la Guadalupe.
También han sido preconizados Monseñor Nocella, Patriarca de
Constantinopla; Passerini, Patriarca de Antioquía; el M. R. P. Dio-
nisio de Santa Teresa, Carmelita descalzo, Arzobispo de Damasco;
Veher, Obispo de Dardo; Stroissolini, Obispo de Ascoli; Costagliola,
Obispo de Chiete; Ribaldi, Arzobispo de Rávena; Elisaci de Izem-
bech, Obispo de Hoko; Palladino, Obispo de Ischia; Walega, Obispo
de Tarnavia; Hopotewski, Obispo de Mochilow; yFriedziaskowski,
Obispo de Queeorice. Y en el Consistorio público del día 18 fueron
preconizados el Sr. Cascajares, Arzobispo de Zaragoza; el Sr. Cos,
Arzobispo de Valladolid; el Cardenal Casañas, Obispo de Barcelona;
el Sr. Cabanas, Obispo de Urgel, y el Sr. Eleta, Obispo de Segovia.

CARTA DE L E ó N XIII AL PATRIARCA DE LISBOA.— Con motivo de


la reciente persecución suscitada en Portugal contra las Órdenes re-
ligiosas, Su Santidad ha escrito al Patriarca de Lisboa la siguiente
carta en defensa de los religiosos:
"León, XIII Papa, á Nuestro amado hijo José Sebastián Netto,
Cardenal Presbítero de la Santa Iglesia Romana, del título de los
Santos Doce Apóstoles, Patriarca de Lisboa.
Salud y bendición apostólica.
En presencia de las grandes calamidades que afligen á vuestro
país y abruman en estos momentos á las congregaciones religiosas,
nos trae singular consuelo la energía y decisión con que venís solíci-
tamente defendiendo la integridad de su conservación y sus dere-
chos, convocando para este fin á los Obispos, con el apoyo y coope-
ración del Clero secular y los fieles de todo Portugal.
No es preciso enumerar ni encarecer los grandes servicios de estos
institutos, prestados en ese y otros países á la sociedad religiosa y
civil, por cuanto más de una vez los hemos enumerado, mayormente
en la carta escrita en 23 de Diciembre último á Nuestro amado hijo
el Cardenal Arzobispo de París.
Nuestro principal empeño ahora es daros de todo corazón, á vos y
á los demás Prelados, entusiastas parabienes, alentar vuestro valor
y asegurar un feliz éxito á vuestras obras.
Nuestra esperanza se funda, en primer lugar, en la santidad de la
causa, y en segundo lugar en la unión cada vez más íntima de los
católicos para promover cuanto sea justo y recto y redunde en pro-
vecho de la Patria y de la Iglesia.
Y para que vos y Portugal podáis más fácil y prósperamente con-
seguir este resultado, de todo corazón os concedemos la bendición
apostólica, así como á los Obispos vuestros colegas, al Clero regular
secular y á todos los católicos.
Dado en Roma, junto á San Pedro, en el día de Pascua de 1901, en
el año vigésimocuarto de Nuestro Pontificado,,.
EL
294 MONTE CARMELO

CAMPAñA MASóNICA. —En todas partes se deja sentir la campaña


contra la Iglesia, acordada recientemente por la masonería.
En Roma, al igual de España, Portugal y Francia, los sectarios se
han puesto en pie de guerra.
Con motivo de haber prohibido el Ayuntamiento de Roma que se
enseñase en un asilo de niños el Catecismo, presentaron su dimisión
cinco consejeros municipales.
Al dar cuenta el Alcalde al Ayuntamiento, en forma bastante seca
por cierto, de estas dimisiones, el numeroso público que la masone-
ría había hecho acudir para intervenir en la sesión empezó á silbar
y á gritar estrepitosamente.
Los primeros gritos lanzados por aquella canalla fueron: ¡Muera
él Papa! ¡El Papa á la horca! Y luego: ¡Abajo los clericales! ¡Mue-
ran los jesuítas! Y otros por el estilo.
El Alcalde, en vez de hacer desalojar la sala por medio de los
guardias, como era su deber, levantó la sesión. Entonces aquella
gente se colocó en la plaza, esperando á que salieran los consejeros,
y á su paso vitoreaba á los liberales y silbaba, insultaba y atrope-
Haba á los católicos, estando la canalla capitaneada por un conocido
masón.
El acto de los consejeros municipales católicos ha puesto en grave
aprieto al Gobierno, pues los republicanos pretenden ocupar dos
puestos, cosa que sería para los monárquicos un gran escándalo.
Se presume que se acabará por disolver el Consejo municipal, con-
vocando á nuevas elecciones.
Su Santidad ha felicitado á los concejales católicos.
LAS CONGREGACIONES RELIGIOSAS EN INGLATERRA.—Aunque la reli-
gión de aquel Estado es la protestante, sólo en Londres se hallan e s -
tablecidos, disfrutando de completa libertad para dedicarse á la en-
señanza ó á las prácticas de caridad, 3.000 religiosos y 2.500 religio-
sas. Los religiosos de diferentes Órdenes dirigen 34 colegios de niños,
y las religiosas 141 escuelas de niñas, y tienen á su cargo unas 300
escuelas gratuitas. La Compañía de Jesús posee los grandes colegios
de Stony-hurst, Beaumont, Wimbledom, Liverpool y Oxford; en este
último tienen validez universitaria los estudios. Los jesuítas tienen
además en Sandhurst escuelas preparatorias para las Academias
militares de Woolvich y Sandhurst. Por último, las escuelas católi-
cas de la metrópoli educan gratuitamente 26.250 niños, y reciben del
Ministerio de Instrucción Pública subvenciones iguales que las es-
cuelas protestantes.
L A VIRGEN DEL CARMEN Y I,A MARINA ESPAñOLA.—Habiendo sido
declarada recientemente la Virgen del Carmen Patrona de la Mari-
na de Guerra de España, se ha dictado por el Ministerio de Marina
una Real orden estableciendo que las fiestas religiosas que de costum-
bre celebraba el personal de Marina el día 2 de Mayo y el 3 de Julio,
aniversarios de sucesos navales, se verifiquen el día 16de Julio , fes-
tividad de Nuestra Señora del Carmen.
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L a s florea de Mayo. febril se había apoderado de su alma.


Aquel intrépido guerrero que nunca
— Papá—decía una hermosa niña de había temido entre los cañones y la
siete años á un anciano militar que, metralla, estaba temblando en aquella
á imitación de Cincinato, empleaba angustia; púsose á balbucear algunas
sus ocios en cultivar sus jardines y oraciones, que en los días de su infan-
sus campos,—dadme esas rosas blan- cia tantas veces había repetido senta-
cas como la nieve. do en las rodillas de su madre.
— ¿Para deshojarlas?—preguntó el Entonces, un rayo de esperanza
padre. vino á disipar las tinieblas que un
—No, no; son muy hermosas para momento antes rodeaban su entendi-
eso. miento.
— Entonces ¿para qué las quieres? —Verdad es que soy un pecador,
—Ese es un secreto mío. que largos años he vivido como paga-
— ¡Un secreto tuyo! ¿Qué secretos no enemigo de Dios; pero aun no está
puedes tú tener ? Yo te daré las rosas; todo perdido para mí; tengo una hija
pero tú, en cambio, me dirás ese se- que será la mediadera entre su padre
creto. pecador y la justa cólera divina.
—Ya lo diré más adelante — contes- Con estos pensamientos, el anciano
tó la niña. soldado se durmió. Soñó que estaba
— Sin duda serán para el sepulcro en un hermoso templo. A la entrada
de tu madre. de la nave principal había un precioso
— Sí, para mi Madre son, para mi altar adornado de flores é iluminado
Madre del Cielo. con millares de luces, entre las cua-
La voz de la niña tenía tanta dulzu- les descollaba esbelta la imagen de la
ra y tan penetrante acento, que el pa- Reina de los ángeles. Multitud de fie-
dre, aunque no comprendió el sentido les llegaban al altar y ofrecían á la
de sus palabras, quedó profundamente Virgen flores y coronas. Deliciosa mú-
conmovido. Arrancó hábilmente las sica completaba el encanto de aquella
flores y se las dio á su hija, que se piadosa visión. Pero la multitud no
alejó contenta con su tesoro. tardó en retirarse silenciosa, los cán-
Cuando la buena hija volvió á su ticos cesaron, y las luces fueron e x -
casa, era ya tarde. Su padre la abrazó tinguiéndose. Únicamente la lámpara
tiernamente y se retiró á descansar de del Santuario derramaba sus vacilan-
los rudos trabajos' en que había em- tes resplandores sobre la angelical fi-
pleado el día. Pero el sueño se negaba gura de una niña, que se adelantaba
á cerrar sus párpados; una agitación tímidamente hacia el altar y deposita-
296 EL MONTE CARMELO

ba ante la Virgen un hermoso rosal cu- Y como no le contestase:


bierto de rosas blancas como la nieve... — ¡El enemigo!—repitió.
Cuando, á la mañana siguiente, fué Pero el general no pareció enterarse
el anciano á abrazar á su hija, la dijo: sino de la interrupción, pues sin vol-
— Hija mía, yo tengo también un ver la cabeza murmuró algo enojado:
secreto. — ¡ Que no me han de dejar ni una
—Y ¿qué secreto es, querido papá? vez hacer mis devociones seguidas!
— Tú misma lo verás — contestó el El oficial, perdiendo la esperanza
padre. de ser atendido, se marchaba, cuando
El último día del mes de Mayo, el rompió el fuego de cañón. Volvióse
anciano militar recibía el Pan de los precipitadamente.
fuertes. La niña, que le acompañaba, —¿Oís, mi general, el cañón? ¿Quién
parecía envidiar su dicha. nos lleva á la batalla?
Algunos momentos después, el s a - —Ella nos ayudará—contestó tran-
cerdote que acababa de celebrar los quilamente Tilly;—pero vete y no me
sagrados misterios se acercó de nue- interrumpas.—Y volvió á quedar s u -
vo al altar, y, cortando una rama del mido en la oración.
rosal, la presentó al militar. Desde El oficial marchó.
entonces esta rama figura como un —¿Dónde queda el general?—le
trofeo sobre las armas del militar, y, preguntaban.
siempre que se fijan sus ojos en la —Arrodillado ante la imagen de la
rama ya seca, murmuran sus labios Virgen, rezando.
una tierna oración á María, seguro y Sin saber por qué decidirse, se mi-
dulce refugio de los pecadores. raban unos á otros perplejos, confu-
sos, y entre tanto llovían las balas del
V i c t o r i a de María e n l a b a t a l l a enemigo.
Pero de pronto gritan por todas par-
de W l m p f e n . tes:
TRADICIÓN POPULAR — ¡ El general, el general!
En efecto, era el general; pero, en
Era el 6 de Mayo de 1622. Poco des- vez de dirigirse á los suyos, marcha
pués de amanecer, quien hubiera pe- derecho al enemigo. Reconocióle éste
netrado en el campamento católico, al momento en la capa verde, á la es-
se hubiera admirado de la agitación pañola usanza, que siempre gastó.
y bullicio que allí reinaban. Acabába- —Es Tilly—resonó por todos lados,
se de divisar al enemigo, y no se ha- y cuatrocientas balas fueron á dar en
llaba al general. el guerrero.
— ¿Dónde está el general? — pre- Pero, cual si fuera invulnerable éste,
guntaban todos, sin hallar respuesta, continuó su carrera sembrando, en
hasta que un joven oficial dijo: cambio, muerte y confusión por d o -
—Hace una hora le vi dirigirse á la quier. Al fin llegó á los carros de pól-
iglesia (llamaba así á la barraca que vora del enemigo. Desenvaina enton-
hacía sus veces en el campamento). ces su brillante espada y... y al roce
—Pues ve y avísale—ordenaron sus de ella con la pólvora, una brillante
jefes. llamarada sube.
Partió, y, en efecto, en la barraca, Aterrado el enemigo, huye precipi-
arrodillado al pie de una imagen de tadamente, en tanto que el ejército del
María, halló al general, aquel gran emperador contemplaba estupefacto á
guerrero y valiente soldado de la cau- su jefe. Pero no, ese caballero no es
sa católica, cuyo corazón, según su el Conde, es un enviado de Dios, pues
última voluntad, reposa á los pies de ha desaparecido de su vista repentina-
Aquella á quien tan ardiente devoción mente...
profesó en vida, en el Real panteón Y cesa toda perplejidad al ver que
de la Casa de Baviera; al Conde de en aquel momento sale lentamente de
Tilly, en fin. la iglesia el Conde de Tilly. Unánime
Hallábase éste tan absorto en su clamor de victoria se eleva entonces á
oración, que no echó de ver la presen- los Cielos. El general se detiene; p a -
cia del oficial. sea la grave mirada en derredor suyo,
La inminencia del peligro alentó á todo lo comprende, y, saludando mili-
éste, y, tocándole en el hombro, dijo: tarmente á su ejército:
—¡ Mi general, el enemigo! —¡María ha triunfado!—dice.
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Núm. 22.

MEDITACIÓN BÍBLICA
(PARA EL DÍA DE LA ASCENSIÓN)

|ODAS las gentes, aplaudid con rego-


cijo.
No ya vosotros sólo los descendientes
de Abraham, sino las naciones todas que
después de la infidelidad judaica fuisteis
llamadas á la lumbre de la fe, los pueblos
todos, aplaudid y batid palmas y magnifi-
cad á Dios con voces de alegría.
Porque el Dios excelso que bajó al mun-
do, despreciable y humilde, ahora sube al
Cielo, glorioso y potente.
Él es el Rey de toda la Tierra; no sólo
de los judíos, como le pusieron en la cabe-
cera de la cruz, sino de los pueblos todos
del Orbe, porque á todos los compró con
el precio de la sangre de su costado.
ag8 EL MONTE CARMELO

El Señor ha sometido á nosotros todas las gentes y las


ha puesto á nuestros pies; y aunque ahora nos persigan y
aborrezcan, día llegará en que nos honren y den culto pos-
trados en tierra.
Y ha dado su rica herencia á nosotros á quienes tanto amó,
que como Jacob éramos los menores; y ha dejado á los pe-
cadores y á los soberbios t que son la parte mayor, y ha
puesto delante á los justos y á los fieles, que son la menor,
para que el mayor obedezca y sirva al menor.

Ascendió el Señor entre voces de júbilo; ascendió el Se-


ñor al son de clarines; ascendió el que, puesto en cruz, fué
escarnecido por los judíos; el que, puesto en el sepulcro,
fué llorado por los apóstoles; ascendió entre el júbilo de los
discípulos y las voces de los ángeles que decían: Éste que
sube es Jesús, de quien vosotros dudasteis al verle muerto:
sube al Cielo á prepararos lugar á vosotros.

¿Quién es éste que sube al monte del Señor? ¿Quién es


éste que entra en el Santo Tabernáculo?
Éste es el de manos inocentes y que en su vida no hizo
pecado; Éste es el que nunca tuvo dolo, ni con su lengua
forjó mentira.
Levantad, oh príncipes del mundo, vuestra dominación
de codicias y orgullo; y abrios vosotras, oh puertas de la
renuncia voluntaria y de la humilde sujeción, para que en-
tre en los espíritus el Rey de la gloria, con el cual ni sober-
bia ni orgullo han de reinar.
¿Quién es el Rey de la gloria?
Es el Señor fuerte y poderoso; Señor vencedor en las ba-
tallas: sus enemigos le creyeron débil; pero mirad sus cica-
trices , ya se han cerrado, y alrededor hay un resplandor
de victoria.
Levantad, oh virtudes celestes, el imperio que tuvisteis
en la Tierra cuando los hombres adoraban á la milicfa del
MEDITACIÓN BÍBLICA , 2Q9

Cielo; y abrios vosotras, puertas de la justicia y del amor,


para que entre en su reino el Rey de la gloria.
¿Quién es el Rey de la gloria?
Es el Señor de las virtudes que ha subido sobre todos los
ángeles y se asienta á la diestra del Padre para interpelar
por nosotros, y para que, en adelante, ni los ángeles, ni los
principados, ni las virtudes, nos separen de la caridad de
Cristo.

Cantad, cantad salmos á nuestro Dios. Los judíos se bur-


laron de él porque le veían hombre; pero, si es hombre de
la familia de David y de la descendencia de Abraham, es
también Dios á quien los siglos bendicen, y e s Dios antes
de que tuviera ser su carne, y antes de que existiera la
tierra de donde la primera carne se hizo, y antes de que se
formaran los Cielos que son antes que la Tierra, y antes
que los días y antes que los ángeles, porque en el principio
era el Verbo en Dios, y estaba y era uno mismo con Dios,
y todo lo que se hizo, por Él se hizo.
Cantad á nuestro Rey y Dios, cantadle con sabiduría: no
como las antiguas gentes que cantaban á dioses de piedra,
y no sabían que las piedras no les oían.
Reinará el Señor sobre todas las gentes, no como antigua-
mente , que en solo un pueblo era Dios conocido.
Y se asentará sobre su santo solio: el alma justa es su
real asiento, porque en el alma justa se asienta la sabidu-
ría, y la virtud y la sabiduría de Dios es Él.

Los príncipes de los pueblos se han reunido alrededor del


Dios de Ahraham, del Dios de Isaac, del Dios de Jacob, y
muchos han venido del Oriente y del Occidente á recostarse
con los Patriarcas; porque los que eran hijos de Abraham
se enorgullecieron vanamente de su filiación, y teniendo su
carne negaban su fe, y tanto se ensoberbecieron que se cre-
yeron dioses en su tierra y en sí mismos confiaron, y por
eso, como ramas secas, han sido cortados de su pueblo, y
en su lugar se ha puesto á los hijos de las gentes.
fr. jffngel Jfiaría.
^—á
j» v»^ w^a»—•stAjiv vi^y ^ t v -^BjAv ^«v 'ftffis'—^to* "c^w y»^v ^

INVITACIÓN

Con trinos suaves Claveles y rosas,


Cantad, avecillas, Jazmines y azahares,
Endechas sencillas, Brotad á millares
Mas llenas de amor, Y el cáliz abrid,
Que viene la Virgen, Cual abren el suyo
Del Cielo Señora, Las mil y mil flores
Sentada en la aurora, De lindos colores
Heraldo del Sol. Del rico pensil:
Y tú, mansa vena Y aromas fragantes
De plata bullente, Prestad al ambiente;
Que besas sonriente Que viene esplendente
El tronco gentil Del Cielo una flor,
De plantas ñoridas La más linda y bella
Que el campo engalanan, Que vióse en el suelo,
A ver si te ganan También en el Cielo,
En dulce gemir Después del Señor.
Las auras que besan Su nombre es María:
Con labio invisible Mas qué, ¿ os alegráis ?
La hojita movible ¿ De gozo lloráis ?
Que vista le da También lloro yo.
Al árbol frondoso Decidle que vivo
Que allá en la espesura, Su nombre invocando,
Cual tierna criatura, Que muero llorando,
Alzándose va. Herido de amor.

LA REINA DE LAS FLORES

Cercada de mil flores, El lirio de los valles


Vestida de hermosura Nos canta su pureza,
Está la Virgen pura, La rosa su belleza,
La Reina del amor, Su amor vivo el clavel;
Oyendo complacida La viola su modestia,
Suspiros á millares Su hechizo la verbena,
Que ál pie de sus altares Que es fecunda sin pena
Exhala el pecador. La vara déjese.
INVITACIÓN.— LA REINA DE LAS FLORES )f>I

Su acento es más suave Por Reina de las flores


Que el trino melodioso El mundo la proclama,
Que allá en el bosque umbroso Y esencias mil derrama
Entona el ruiseñor. En torno de su altar,
Su frente es blanca y pura Que elévanse abrazadas
Cual rosa alejandrina, A tiernas oraciones,
Su faz tan peregrina Suspiros y efusiones,
Que encanta al mismo Dios. Al Cielo donde está.
Sus labios celestiales En él, Virgen sagrada
Sonríen dulcemente, Y candida Paloma,
Oyendo al delincuente Recoges el aroma
Llamarla con gran fe; De férvida oración;
Y brillan en sus ojos Y mandas á la tierra
Las lumbres del cariño, Su mérito trocado
Al ver al tierno niño En goce regalado,
Besar su lindo pie. En dichas y perdón.
De su jardín ameno, Feliz el que en sus sueños
La flor más linda y bella Contempla tu belleza,
Le ofrece la doncella Tu gracia y gentileza,
Con tierna devoción; Tu noble majestad.
Y siente que en su pecho Dichoso el que en su vida
Se enciende Ígnea llama Tu altar cubre de flores,
Que crece y que la inflama Pregona tus loores,
En célica pasión. Te inyoca sin cesar.
Y ancianos y donceles, También yo, Reina bella,
Y niñas candorosas, Encanto de mis ojos,
Y madres amorosas Ante tus pies de hinojos
Le vienen á ofrecer Te pido protección.
Jazmines y alhelíes, No tengo flores, Virgen:
Narcisos y amarantos, En cambio, Madre mía,
Y entonan dulces cantos Henchido de alegría,
Y lloran de placer. Te ofrezco el corazón.

fr. José /fiaría del Santísimo Sacramento.


EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES

\ E lo escrito anteriormente podemos formarnos una idea más ó me-


nos exacta, más 6 menos perfecta de las Artes. Sabemos en qué
consiste su grandeza, en qué su profanación. Nos hemos fijado en la
poesía, en la pintura y escultura, y, aunque sólo de paso y á la ligera,,
las hemos contemplado adornadas de un supremo poder; toda la gloria
de la luz que el sol puede enviar desde el Cielo hemos visto reverberar
en las Artes, cual los rayos del astro del mediodía en una placa de oro;
toda la gloria de la hermosura material purificada, refinada é idealiza-
da por la inspiración del artista ha venido á reposar sobre las Bellas
Artes, cual puro aliento del alma, esfuerzo de altas lecciones y persua-
sión de la espiritual influencia que recorre el mundo en alas de celestia-
les arranques. Tiempo es ya de ocuparnos de la soberana influencia que
el Catolicismo ha ejercido sobre ellas.
Entre las naciones antiguas, las principales fuentes de la civilización,
Egipto, Asiria, Grecia, y últimamente Roma, con preferencia á todas
las demás, hicieron florecer las Ciencias y Artes durante los cuatro pri-
meros siglos anteriores á la venida del Mesías. Todavía conservamos
restos de la grandeza romana, y al fijarnos en las formas arquitectóni-
cas de sus edificios, con sus admirables combinaciones de proporción y
perfecta simetría, nuestra mente se oprime ante la inmensidad de la
forma, mientras que el ojo se encanta con la armonía de las propor-
ciones.
Pero en toda aquella grandeza nada había estable, no procedía de
Dios, y tenía que desaparecer. Así sucede que, en el siglo cuarto y quin-
to del establecimiento del Cristianismo, después de la promulgación de
la religión de Jesús, cuando el poder romano había inclinado su impe-
rial cabeza ante la gloria de la Cruz de Cristo, los designios de Dios
empezaron, al parecer, á cambiarse. Las antiguas civilizaciones, las
ciencias y las artes paganas, caminaban á su completo aniquilamiento,
á una absoluta desaparición. Habían venido del Egipto, de la Siria y
pueblos del Oriente; habíanse refugiado en la ciudad de los Césares, al
EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES 303

amparo de los dioses extranjeros; todas las riquezas del mundo, todas
las glorias de la tierra habían venido á parar á Roma, y Roma, á cuyo
«ngrandecimiento habían coadyuvado todos los progresos antiguos, y
que guardaba dentro de sus muros cuantos conocimientos había tenido
el mundo en pintura, escultura y arquitectura, tenía que ceder sus tro-
feos á otra dominación más fuerte y estable.
¡Inescrutables juicios de Dios! Entonces llega el momento en que la
Iglesia de Dios, la obra de Jesús, el Catolicismo iba á entrar en el pleno
ejercicio de su segunda misión. Una piedrecilla arrojada desde los mon-
tes eternos dio en el pie á la imponente estatua imperial de Roma, y
aquella piedrecilla iba á ser el arranque de un nuevo mundo y una nue-
va civilización. Roma y su nuevo imperio gravitaban hacia el abismo
de una ruina segura en pena y castigo de los trescientos años de perse-
cución religiosa ejercida contra la Iglesia de Dios; aquellos crímenes
tenían que expiarse y ser borrados con sangre, pues los designios de
Dios no podían menos de cumplirse de una manera visible. Terrible es-
pectáculo se presenta á nuestra vista, pero no menos terrible lección
•que Dios enseña una vez más á las naciones criminales. A semejanza
•de la furiosa tempestad que estalla en un momento, y barre la tierra en
su irresistible fuerza y empujes poderosos, así en lejano horizonte, pre-
cedido de obscuros nubarrones, aparecía fatídica tempestad.
Desde las áridas soledades del Norte vieron arrojarse sobre la ener-
vada Europa aquellas terribles hordas salvajes, hombres sin civiliza-
ción, hombres sin religión, sin humanidad, sin lenguaje escrito, sin his-
toria , sin elementos de fe; los godos y los visigodos, los hunos y los
vándalos, barriendo y aniquilando al filo de sus hachas millares de gue-
rreros y centenares de ciudades, llevan á todas partes la destrucción y
la ruina. El imperio de Occidente pierde su brillo, toda su gloria des-
aparece, y ambas civilizaciones de Grecia y de Roma se eclipsan por
completo, quedando la sociedad arruinada y reducida á los elementos
caóticos de su existencia primera. ¿ Qué suerte les cupo á las artes y á
las ciencias ? ¡ Ah! Los más bellos monumentos del mundo antiguo caen
bajo la piqueta destructora del salvaje, y, á la conclusión del siglo v, el
trabajo de cuatro precedentes generaciones había desaparecido de la
tierra.
AI llegar á este punto quisiéramos detener nuestra pluma, que corre
veloz sobre las blancas cuartillas, pero no nos es posible. Veremos á
qué santuario vienen á parar los restos de este naufragio del mundo.
Lenguajes jamás oídos, bárbaras voces y expresiones salvajes se escu-
chan en los vestíbulos de los palacios de Italia y del forum de Roma; los
bárbaros, cual inmenso enjambre de langosta apocalíptica que hace su
presa en los hombres, se extienden por las bellas ciudades europeas;
esa langosta obscurece la luz del sol y los fulgores de Roma; y, al obs-
curecerse las claridades de la ciudad imperial, encerróse también en el
panteón del olvido todo vestigio de artes y de civilización de épocas
EL MONTE CARMELO
3°4
precedentes; como que ningún poder era capaz de sobrevivir alas hor-
das de Atila y á las legiones de Genserico.
Pero ¡ oh admirable prueba de la divinidad de la Iglesia católica! En
medio de tanto monumento en ruina, en medio de tanto desastre, una
sola organización, un solo poder se sostenía en pie. El poder de Cristo,
el poder fundado sobre la inmóvil piedra de la verdad, poder invariable
ante la variabilidad de las generaciones que pasan inclinando ante él
su frente. Este poder es el poder del Catolicismo. El Catolicismo se
presenta con frente serena ante la inundación de la barbarie que barre
las civilizaciones como basura; opone sus fuerzas, cual muro de grani-
to, á la cada día creciente carrera de la vandálica demolición; desvía
el embate de las olas que aquélla levanta en todas las esferas; acaricia-
abraza y absorbe en sí misma nación tras nación, millares tras milla,,
res de aquellos rudos hijos de las costas, selvas y desiertos del Septen-
trión , los recibe en su seno, groseros y toscos como eran, y al firi del
quinto siglo pudo el Catolicismo empezar su exterior y heroica misión
de civilizar, echando los cimientos de las modernas sociedades y de la
moderna cultura.
¡Oh Ciudad Eterna! ¿Dónde está tu Eternidad? ¿Dónde está el cum-
plimiento de tus oráculos? Tu Capitolio está ardiendo en vivas llamas,
los monumentos de tu orgullo y de tu cultura son arrojados por el suelo,,
y, juntamente con tus edificios, desaparecen los brillantes de tu coro-
na. Espera, no obstante, un poco, que ahora mismo aparece tu inmor-
talidad, aunque por las vías que tú ignorabas. Durante cinco siglos has-
ejercido contra la joven Iglesia la persecución más desapiadada; pero la
sangre que has derramado es la semilla que va á producir una nueva ge-
neración. El ángel ejecutor de los juicios divinos ha tocado con su va-
rilla tus muros, y cayó el cetro de tus manos; y otro ángel, el ángel de
las victorias, se encarga de traspasar tu corona desde tu cabeza á la
cabeza de la virgen hija del Cordero. En aquella corona van tus gran-
dezas y tu poder. La joven Iglesia, tu heredera, presentará á las gene-
raciones del porvenir nuevas glorias, los brillantes de su corona serán
sus conquistas, la orla de su vestido se extenderá por toda la Tierra, en
sus manos llevará las luces, las ciencias y las artes, cual diamantes en-
gastados en sus brazaletes, y, después que todo haya sido regenerado y
consagrado por el Cristianismo, sobre tu más alta torre se escribirán
estas palabras: Tu autem in atemum permanes: «Tú eres la Ciudad
Eterna».
fr. Jar/nue/ de Saijta Teresa-
(Se continuará.)
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

|ON destreza y elegancia trata el autor en el capítulo décimo


de las digresiones en la Historia. Es un capítulo que no tiene
desperdicio. Todo él es un tejido de primorosa locución y estilo, y,
lo que es más, un modelo de exposición doctrinal.
En el uso de las digresiones debe andar con mucho tiento el his-
toriador. Si bien no es necesario emplearla, hermosea y completa la
obra. Es lo que el paréntesis á la cláusula. Cuatro son las condicio-
nes para su recto uso: que sea propia, breve, agradable y rara.
Propia; es decir, según explica Fr. Jerónimo, «que salga de las
entrañas de la materia que se trata, ó que á lo menos tenga con
ella una muy cierta y conocida afinidad... porque si del todo es vo-
luntaria y extraña y ajena de la materia, y solamente como pega-
diza, ella misma se cae, y juzgándose por impertinente á lo que en
la Historia se trata, ó la desprecia y deja el lector, 6 la lee con dis-
gusto y sin fruto. Esto enseña aquel ciprés á la orilla del mar, dig-
namente reprendido de Horacio, poniendo límite á los que, amigos
de crecer un volumen, lo alargan y llenan con digresiones excusa-
das, atentos sólo á escribir lo que saben, no lo que conviene escri-
bir. ¡Oh! que es muy bueno el cuento, gracioso el episodio, moral la
digresión, y se dice y escribe con todo el artificio y gala de la Re-
tórica, ó con sutileza, doctrina y erudición muy exquisita. Es ver-
dad; pero no era éste su lugar y asiento propio. Guarde ese ciprés
y arboleda el pintor para el jardín y el bosque ameno, no para la
arenosa y desierta orilla, donde sólo, porque sabía de países, le
añadió» (i).
Breve; «porque no siendo esta parte—dice el insigne precep-
306 EL MONTE CARMELO

tista—esencialmente necesaria para la integridad é inteligencia de


la materia, sería con ella usurpar el lugar, tiempo y atención que
pide lo principal de la Historia. E s la digresión como un diverti-
miento del principal cuidado y oficio; y ése nunca debe ocupar mu-
cho el ánimo, sino sólo entretenerlo para que, descansando un rato,,
vuelva al trabajo del discurso primero. Y sería monstruosidad, si
lo que sólo ha de servir de diversión se convirtiese en ocupación
de propósito, como lo sería que el caminante, que sólo para des-
cansar un rato se detiene en una floresta ó valle, hiciese allí man-
sión muy de asiento, olvidando el principal cuidado y fin de su jor-
nada» (i).
Agradable; «porque lo voluntario—dice el autor,—para que no del
todo sea ocioso, tenga siquiera tal gracia en la invención y dispo-
sición, que sabrosamente divierta el ánimo y le alivie, como suelen
en las comedias mezclar los bailes, ó los que llaman entremeses,
con que á tiempos... se da lugar á que por un rato se divierta el au-
ditorio... No se haga, pues, del episodio fábula, patria de la venta,
sustento de la salsilla, ni principal de lo accesorio» (2).
Rara; «por que no se olvide la consecuencia de las cosas que se
t r a t a n , cortado el hilo de ellas con prolija interrupción, incurriendo
con esto en la falta del otro abogado, que Marcial donosamente
reprende, porque, alegando en un pleito de tres cabras que á su
cliente habían hurtado, se divirtió á contar las guerras de Mitrída-
tes, de Cannas, de Cartago, de Sila, de Mario y Mucio, y otras co-
sas grandes y notables, sin llegar jamás á tratar de sus tres cabras;
y así, viendo que se detenía tanto en esto, le dice: Acaba ya con
todas esas grandes historias, y trata de lo que importa para el
pleito, que son las tres cabrillas» (3).

P A R T E S E G U N D A

En ella trata Fr. Jerónimo del método, estilo, igualdad y breve-


dad de la Historia, siendo su exposición no menos luminosa y con-
cienzuda, clara y precisa que en la primera parte.
El capítulo primero versa sobre el método con que se debe escri-

(I) §3-
(*) § 4 -
(3) §5-
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 307

bir la Historia; y á vuelta de atinadas y juiciosas observaciones,


muy dignas de tenerse en cuenta, preceptúa Fr. Jerónimo que «la
obra toda en su disposición y método se ordene de tal arte, que la
división la distinga, la consecuencia la una, la colocación la enlace,
y cada cosa, puesta decentemente en su lugar, forme un todo per-
fecto, hermoso y agradable».
La metodología es una de las ciencias que más han adelantado
en los tiempos modernos, y en la Historia se notan profundamente
grabadas las huellas de este adelanto. Pueden seguirse tres méto-
dos : el narrativo, elfilosóficoy el mixto. Entre los antiguos siguie-
ron el primero Tito Livio y Quinto Curcio; y entre los modernos
Solís y Bartolomé Leonardo de Argensola; y el segundo, Tucídides
y Tácito, en la antigüedad; Bossuet y Montesquieu, en la edad mo-
derna. En estos métodos se fundan las diferentes escuelas históri-
cas , de las cuales no es pertinente tratar aquí. Sea como fuere, el
método sea intrínseco, muy alejado de vaciar en un mismo molde y
por un procedimiento mecánico las series parciales de hechos que
constituyen la totalidad. Las divisiones de libros, secciones y capí-
tulos han de corresponder á la buena clasificación intrínseca de los
hechos y reflexiones del historiador. Hay mucho aprovechable en
la doctrina enseñada por Fr. Jerónimo en tan substancioso capítulo.
En el capítulo segundo trata del estilo de escribir, diferencias de
él y cuál sea propio de la Historia.
Define el estilo diciendo que «es el modo y orden de las palabras,
elección, uso y composición de ellas» (i). Admite tres maneras de
estilo: supremo, medio é ínfimo; división tan generalmente adop-
tada en las escuelas, y que tiene por fundamento el grado de ele-
vación que imprime el tono en el estilo, por lo cual ha sido muy
exactamente comparada con los tonos y claves de la música.
Declara Fr. Jerónimo el concepto de esos estilos y dice que el
medio es el que cuadra á la Historia, si bien declara con mucho
seso «que la afinidad que este medio estilo tiene con los otros dos
le hace sumamente dificultoso, por haber de participar del uno y
del otro y distinguirse igualmente de ambos; primor y cuidado con
razón temido en el que anda por la senda media, de la cual si al-
gún tanto declina, aunque sea hacia la mano derecha, pierde el ca-
mino» (2). Y eso mueve al autor á hacer algunas reflexiones de mu-
cho peso, que acreditan la habitual perspicacia de su ingenio.

(») § x.
(2) § 3.
308 EL MONTE CARMELO

«Siempre-^dice—han sido más fáciles en cualquiera cosa indife-


rente los extremos. Y digo en cualquiera cosa indiferente, porque
en las que son de suyo buenas, ó no hay extremos, ó no son fáciles
si los hay, porque lo bueno fué siempre arduo y pide trabajo y su-
dor al que la ha de conseguir. En estas otras cosas, la dificultad
mayor está en la medianía; que, como en el mismo hablar, el ex-
tremo de hablar mucho y del callar del todo es más fácil que el ha-
blar sólo aquello que conviene, y por eso es contado entre los per-
fectos el varón que no tropieza ni excede en las palabras; así tam-
bién en el modo de hablar es mucho más fácil, ó el encumbrar so-
bradamente el estilo, ó el abatirlo vilmente, que el guardar una de-
cente medianía. Conviene, pues, á la Historia, dejando sendas que
tuercen á uno y otro lado, por muy altas 6 muy bajas, andar llano,
derecho y seguro por el camino medio, procurando no perderle
jamás» (i).
En muchas cosas conviene el historiador con el poeta y orador, y
en [muchas se distingue. «Descúbrese en la narración histórica—
dice con clásica perfección el ilustre preceptista, cuyo admirable in-
genio luce á maravilla en ese Genio de oro—los huesos, los nervios
y músculos más distintos que en la del poema y oración, donde se
manifiesta más el movimiento, el brío, el orgullo y una como eri-
zada crin de la elocuencia. En aquélla, la voz es blanda y sosegada;
en éstas suena la trompa clamorosa. Corre lento y fácil por ordina-
ria madre el río de la Historia, cuando el bullicioso arroyuelo ó
arrebatado raudal del poema y oración juega, ó se precipita por en-
tre floridas márgenes ó desiguales breñas. Finalmente, en las cláu-
sulas, cadencias, figuras, ornato y números, y en todo el genio y
curso de su estilo, ha de ser el historiador, aunque tan aseado y co-
rriente, pero no tan alto, brioso y florido como el orador y poeta.
Su mediocridad (aún aquí de oro) debe siempre observar, ajustando
su decir á la materia con tal moderación y temple , que en su inteli-
gencia no sea necesario humillarse ni sudar los ingenios» (2).
Con motivo del estilo encumbrado y artificioso que empleaban
los ingenios en aquella edad, toma de ahí ocasión Fr. Jerónimo
para condenar con discreta censura tamaño abuso en que habían de
caer forzosamente los historiadores, para confinar con la pompa
culterana de la poética y oratoria, formulando su preceptiva en tan
juicioso aviso. «Ministre enhorabuena el cuerdo por tasa á la plu-

(1) § 3-
(2) § 4.
F R . JERÓNIMO D E SAN JOSÉ
309.

ma y á la lengua las palabras limadas antes y pesadas muchas ve-


ces; pero reprima el ambicioso follaje de la exornación demasiada-
mente afectada, siquiera para que lo que refiere y dice se haga
más creíble. Porque sin duda aventura su crédito la verdad misma
cuando con excesivo artificio de palabras se propone, como la her-
mosura nativa suele engendrar sospecha de no muy natural si la
vemos adulterada con el exceso del afeite» (1).
José Jfftt. Valen tí.

(0 § 6.
(Se continuará.)

Jff. J¡do. p. gernardino de Santa Teresa,


anterior Prepósito Qeneral de los Garmelitas Descalzos.
^rn ¿r*K ^r^ ^r^. ¿r*. JJT*. &~n ^nb, ¿¡¡rm*. *n*. &r^. ¿r^ ¿r*. ¿r*.

LA MATANZA DE LOS FRAILES


ROMANCES HISTÓRICOS

Continuación

IV Brillan sus torvos puñales,


Como entre pestañas torvas
A OTROS GOLPES Brillan con fulgor siniestro
Dos centellas sanguinosas.
Cual mar bravecido ruge ¡Allá van!... hachas al hombro,
Si encrespa rizadas olas, Pues quieren probar si cortan
Que, en vez de estallarse, saltan Lo mismo humanas cervices
Las más gigantescas rocas; Que las encinas añosas.
Cual huracán reprimido ¡ Allá van!... brazos nervudos
En las cavernas eolias, Blandiendo pesada porra,
Cuando sale rebramando, Clásica arma de partida,
Seculares robles troncha; Como en Castilla se nombra.
Como retenidas fieras Allá... sudorientos rostros
En sus madrigueras hondas, Con el sudor que deshonra,
Al verse libres, sus garras Y desgreñadas Euménides,
Despedazan cuanto tocan, Curtidas á un sol que agosta.
Tal es la irritada plebe, Allá... turbas vocingleras
Las muchedumbres furiosas, Reclaman-la muerte pronta
Cuando azuzan sus pasiones De inermes víctimas santas
Y á lucha cruel las arrojan. Que férvidas á Dios oran.
Mares de fuego sus ojos, Ya echan al suelo las puertas,
Mares de espuma su boca, Ya por los claustros pregonan
Su pecho huracanes fieros, De matanza el feroz bando,
Mugientes con rabia y cólera. Y con sed devoradora
Y ¿ quién detiene á un peñasco Se arrojan sobre su presa,
Que de un monte se desploma, La arrastran con furia loca,
Y á un tren que va á toda máquina, La babean con sus bascas,
Y á un corcel que se desboca? Con sus uñas la destrozan.
Y ¿ qué brazo tan potente, Allí, con befa y escarnio,
Qué voz tan atronadora De lo más santo se mofan
Pone dique á un mar furioso Bandadas de foragidos,
Que á torrentes se desborda ? Del populacho la escoria.
¡Ay! Faltando diques, barras, ¡ Ay, dolor! ¿ Qué es de aquel pue-
Equilibrio y freno..., sobran Que la lanza ponderosa \blo
Esos lazos filantrópicos Sólo blandiera su brazo
Con que al pueblo se aprisiona! Conquistando inmensa gloria ?
¡Allá van!... Bullen las calles; i Qué es de aquel pueblo de Cides
A gritos el aire ensordan; Y de Gonzalos de Córdoba,
Descamisados sus pechos, Los de acabadas hazañas,
Do vello de tigre asoma. Los de almas caballerosas?
LA MATANZA DE LOS FRAILES 3"
¿Los que nunca sus aceros Y el Guadalquivir undísono,
Mancharon con tal deshonra Y el Tormes de dulces notas,
En sangre inocente, ungida, Oyeron la voz de muerte
Que hizo santa á nuestra historia ? que España entera pregona,
El pueblo del Dos de Mayo, ¡ Lanzando tristes plañidos
De Bailen y Zaragoza, Enlutáronse sus ondas!
Que sólo pechos gigantes
Estrella contra las rocas!
El que sólo el fiero grito
De ¡España y Santiago! arroja, CORONA. DE SANGRE
Y al fustigar sus leones
Retiembla la tierra toda, ¡Adiós, siglo de las luces!
¿Es el que mancha sus timbres? Al fin ¡ ay! tú te apagaste
¿Es el que empaña sus glorias, También. ¡Adiós, adiós, siglo
Matando á quien sus banderas Ya muerto!... ¡Requiesce inpace!
Clavó en africanas costas? Lucido fué tu cortejo,
¿Es el que vierte la sangre Pomposos tus funerales;
De los hijos de Loyolas, Tantos lauros y coronas
Teresas, Luises, Guzmanes, Jamás, jamás alumbraste.
Nolascos, Cisneros, Borjas? No ya caballos; cien máquinas,
Porque ¡ ay, Dios! ya no circula Como tus años, fugaces,
La ardiente sangre española Veloces como tu marcha,
Por las-venas de ese... pueblo Como tu luz deslumbrantes,
Que atruena con voces roncas: Con sus cien penachos de humo,
— ¡A ellos! no quede ni rastro. Cuyos caprichos el aire
—Este sable ya se embota: Desvaneció, te arrastraron
Cayeron siete franciscos Al foso de las edades.
Al golpe de esta arma sola. ¡ Adiós, siglo de las luces!
—Pues ¡ firme con los que faltan! Adiós, colosal gigante!...
Que raje, si es que no corta; Nadie viste por ti luto!
Que en la calle de Toledo Nadie por ti llora... nadie!
Rajó el mío seis coronas. Siglo español diez y nueve:
—Mi puñal diez dominicos En la tumba contemplándote,
Probaron... —¿Y eso os asombra? A la luz del siglo veinte,
El hacha que veis, los sesos Se encuentra un obscuro fraile.
(Por lo menos media arroba) De pies á cabeza mide
Echó fuera á un jesuíta, Tu grandeza... ¡notan grande!
Y de fijo que á estas horas Que amenguan grandeza tanta
Ya hierven en la taberna Tus grandes iniquidades.
De la Concepción Jerónima... De ser glorioso, al principio
—Tú, da firme al que se escapa; Diste bien claras señales;
Corta sus pies, que no corra... Por eso á tus nobles plantas
—¿Cuántos van? —Cuarenta y sie- Láminas de oro calzaste.
[te. Por eso miran mis ojos,
—¡Mueran todos!... ¡Ni una gota Ahora que en la tumba yaces,
— Quede de sangre frailesca, Independencia española
Ni aquí ni en España toda. Grabadas á fuego y sangre.
— ¡¡¡Mueran todos!!! — respondió Mas ¡ ay triste! ¿ De qué sirven
Con voz tan atronadora, [uno Plantas de oro ? ¿ De qué vale
Que fué el eco resonando Calzar el alto coturno
Hasta la inmortal Gerona, Con broches de oro y diamantes
De Bailen hasta Arapiles, Para caminar por fango,
De Cádiz á Zaragoza. Para hundirse en cenagales
Y cuando el Tajo profético, Cual tú, luminoso siglo,
Y el Ebro de eterna gloria, Que marchabas arrogante ?
312 EL MONTE CARMELO

¿ Por qué á esas láminas áureas Te ahogó, siglo de las luces,


Los voladores plumajes Y envuelto en humo expiraste.
No uniste, y en vuelo rápido Y ahora ¿qué valen coronas?
Cruzaras el mar Atlante, ¿Qué vale tanto homenaje,
Con el pendón en tus garras, Tanta antorcha y luminaria,
Y, antes que te lo manchasen, Tanto coche acompañante,
Marcaras del asta el sello Tanto vapor con penacho,
En su frente á los infames? Tantos negros estandartes
Entonces, de tu diadema Cual llevan tus sacerdotes,
No se ofuscara el esmalte, Cual te consagran tus vates?
Ni rodaran sus florones, ¡ Ay! que á pesar de ese lujo
Ni el mundo que conquistaste. Que brilla en tus funerales,
Tuvieras entonces fuerzas Y de tupidos crespones,
Para alzar tu voz pujante: Y de cintas ondeantes,
«¡ Quiero más honra sin barcos, Y paños de oro y brocado,
Que sin honra inmensos mares!» Y tan fúnebres encajes,
Y si, por azar, murieras Tanto incienso, tantas flores
Bajo tu augusto estandarte, Como cubren tu cadáver,
Murieras cual los leones, [des!... No cubren esa corona
¡Siempre reyes!... ¡Siempre gran- Que con tus manos labraste,
Mas te hundiste en un abismo Con rojas manchas por perlas,
De horrendas iniquidades. Con cabezas por brillantes.
Caíste... Fueron tus pasos No cubren esa corona
Torcidos y vacilantes. Que ciñe tu espeluznante
Has desgarrado tu pecho Cabeza; su color rojo
Lanzando dolientes ayes, Entre todas sobresale.
Abriendo á un volcán satánico ¡ No cubren, no, esa diadema
Tu corazón ancho cráter. Que está destilando sangre!
De allí salieron tus luces, Sangre inocente, y en cuyas
De allí tus vapores acres; Dos negras cintas colgantes
Llegó el humo á tu cabeza, Se ven dos rojos letreros
No le esparció ningún aire, Que grabaron los puñales,
Se fué espesando, espesando, Que al Cielo claman justicia:
Y el humo espeso más tarde ¡La matanza de los frailes!
fr. florión del Carmelo Jeresiano.
( Concluirá.)
EL P. HERMANN

VIII

EL NUEVO PROFESO

L a hora del sacrificio se acerca- discurso lleno de unción, en el que


ba: la víctima estaba dispuesta. se ocupó del pasado y presente de
El 7 de Octubre de 1850, el Pa- aquel cuyo corazón la gracia de
dre Agustín M.a del Santísimo Sa- Dios había colmado de una mane-
cramento h a c í a su profesión so- ra tan visible como á un vaso de
lemne. elección.
La capilla de Broussey, desde las El hermano Agustín fué destina-
primeras horas de la mañana, esta- do á Agen, á fin de que hiciera los
ba repleta de campesinos y demás estudios teológicos y prepararse
caballeros que habían acudido de para recibir las órdenes sagradas.
los pueblos circunvecinos, y aun, Nada digno de narración nos ofre-
según se decía, hasta del mismo Pa- ce el tiempo que invirtió en sus es-
rís. Precedido de su maestro de tudios escolásticos; que, aunque de
novicios, aparece Hermanh, con corta duración y tardíos, fueron
semblante dulce, tranquilo y mo- basados en la ciencia sólida de la
desto. Su rostro, demacrado por verdad, sin que jamás invadiese el
los ayunos y mortificaciones, ra- terreno movedizo de las noveda-
diaba con cierta especie de clari- des, donde, al parecer, debieran lle-
dad. Arrodillado ante el Rdo. Pa- varle instintivamente, ya su fecun-
dre Ramón de la Virgen, Prior del da y brillante imaginación, ya los
convento, después de haberle be- recuerdos de su primitiva educa-
sado el santo escapulario, se pos- ción. Desde su conversión supo
tra hasta tocar la frente en el pa- discernir lo verdadero de lo falso,y
vimento, y levantado de nuevo,una fijarse inmediatamente en las doc-
vez hubo respondido á las pregun- trinas más puras. Su inteligencia,
tas que según el ceremonial se ha- al par que su corazón, se entrega-
cen antes de la profesión, emite ron totalmente á Dios, y Dios los
sus votos, y radiante de gozo, des- enriqueció con sus gracias y sus lu-
pués del Te Deum y del ósculo de ces. Así es que, desde que se deci-
paz á todos sus hermanos en reli- dió á creer en Jesucristo, todo cuan-
gión, penetró en el claustro lleno to leía, sentía, veía y entendía se
de satisfacción al considerarse des- le ofrecía como una nueva luz;
de entonces como uno de tantos pero como una luz resplandecien-
hijos del Carmelo. Por la tarde, te, brillante.
concluidas las Vísperas, M. el aba- Por vía de recreación y reposo
te Castellge, capellán del Hotel de á,e sus estudios teológicos, los su-
Dios,, de Burdeos, pronunció un periores le permitieron ocuparse d'e
3H EL MONTE CARMELO

la música, y compuso sus inapre- admirable cambiáis los corazones!


ciables cánticos al Santísimo en los «Sí, mundanos; soy yo quien os
últimos meses del año 1850 y pri- lo dice, prosternado ante este amor
meros de 1851, obra la más perfec- desconocido; si ya no me veis, co-
ta que brotó de su espíritu y de su mo antes, pisando vuestros tapices
corazón. En una elocuente intro- de seda, con el fin de mendigar
ducción, que rebosa de amor y de aplausos, solicitar fútiles honores,
gratitud, el hermano Agustín M.a es porque hallé la verdadera gloria
canta su dicha y se complace en en el tabernáculo de Jesús Sacra-
manifestar las admirables meta- mentado, de Jesús Dios.
morfosis que la gracia divina obró »Si no me veis, como antes, ju-
en él. «¡Oh Jesús adorable!, excla- gar en una sola carta el patrimonio
ma; yo, á quien habéis conducido de toda una familia, ó correr sin
á la soledad para hablar á mi cora- descanso por adquirir el oro, es
zón ; yo, para quien los días y las porque ya di con la verdadera ri-
noches transcurren deliciosamente queza, tesoro inagotable que se
entre los celestiales coloquios de oculta en el amoroso copón que
vuestra adorable presencia, entre encierra á Jesús Sacramentado.
los recuerdos de la comunión de »Si ya no me veis tomar asiento
hoy y las esperanzas de la comu- en vuestras suntuosas mesas, ni
nión de mañana... unido amorosa- embriagarme en vuestros frivolos
mente á Dios , yo la más pobre de festines, es porque hay un delicio
sus criaturas, abrazo con delirio só festín cuyo alimento me inmor-
las paredes de mi querida celda, taliza, regocijándome con los án-
donde nada es capaz de distraer- geles del Cielo; en una palabra.es
me de mi único pensamiento; don- porque ya hallé la suprema dicha;
de no respiro sino amor á vuestro sí, yo la hallé; el bien que amo, yo
divino Sacramento; donde, libre de lo poseo, y que vengan ahora á arre-
la pesada carga de los bienes cadu- batármelo.
cos, desnudo de todo lo terreno, y »¡ Cuan pobres eran las riquezas,
rotas las ligaduras que cautivan cuan tristes los placeres, cuan hu-
los sentidos, yo puedo, á semejan- millantes los honores que yo bus-
za de la paloma, emprender el caba en vuestra compañía!... Mas
vuelo y remontarme hacia las re- ahora que mis ojos han visto, que.
giones etéreas del Santuario, rom- mis manos han tocado y que en mi
per las misteriosas nubes que cu- corazón ha palpitado el corazón de
bren vuestro Tabernáculo, fijar mis todo un Dios, ¡oh, cuánto os com-
débiles pupilas en los penetrantes padezco al ver que, ciegos, corréis
rayos de ese hermoso Sol de la tras unos placeres que no pueden
gracia y sumergirme en el océano llenar los anchurosos senos de vues-
de luz y abrasarme entre las llamas tro corazón!
de esa ardiente fragua!... »¡ Venid, pues, á tomar parte en
«Después, cobijándome bajo la este celestial banquete, prepara-
fresca sombra de ese árbol de vi- do por la eterna Sabiduría; venid,
da, aspiro el aroma de sus flores, aproximaos! Despreciad vuestros
saboreo sus sabrosos frutos, me infantiles juguetes; arrojad lejos
dejo mecer suavemente al son de de vosotros esos engañosos hara-
vuestras dulces palabras y me duer- pos con que cubrís vuestras car-
mo, ebrio de amor y de felicidad, nes; pedid á Jesús el blanco ropa-
á los pies de mi Bien amado... je del perdón, y, con un corazón
«¡Que vengan ahora aquellos que nuevo y puro, apagad vuestra ar-
me han conocido en otro tiempo, y diente sed en la cristalina fuente de
que menosprecian un Dios muerto su amor.
por su amor! ¡Que vengan, oh mi »Creedme: ahora que vuestro di-
Jesús, y verán de qué modo tan vino Salvador, con el fin de daros
EL P. HERMANN 3J5

audiencia, aparece todos los días cribió á un amigo íntimo. «Espe-


sobre su Trono en vuestras igle- ro que más adelante dispondré de
sias, os escuchará con suma cle- tiempo para daros detalles acerca
mencia. Arrojaos á sus pies, entre- de los sucesos sobrehumanos que
gadle vuestro corazón. El os ben- tan vivamente me han conmovido
decirá y gozaréis de alegrías, pero en estos días. Todavía no me he
alegrías tan inmensas, que me es repuesto de estas emociones, ni de-
de todo punto imposible describir- seo reponerme. Que la llama del
las, si es que no las disfrutáis: Gus- amor crezca, al menos, en mi po-
tad y ved cuan suave es el Señor. bre alma, tan incapaz de corres-
»¡ Oh Jesús, mi amor, yo desea- ponder á tantos favores de que ha
ra darles á comprender la dicha de sido colmada. Pedid para mí la fe-
qué Vos me regaláis! ¡ No, me atre- licidad, la gratitud, el amor á la
vo á decirlo: si la fe no me ense- Cruz y la sed por la gloria de Dios.»
ñase que en el Cielo se goza de Fueron tan violentas las emocio-
mayor dicha, jamás creería que nes que sin interrupción sintió en
era posible mayor felicidad que la aquellos días, que, no pudiéndolas
que yo gozo amándoos en la Eu- soportar su alma, cayó enfermo;
caristía y recibiéndoos en mi pobre mas, lleno de energía interior, re-
corazón, enriquecido por Vos!... petía sin cesar: Non recuso laborem,
¡Qué paz tan deliciosa! ¡Qué di- no rehuso el trabajo, y, por largo
cha! ¡Qué santa alegría!...» y diñcultoso que sea el camino que
Esta paz, esta alegría y esta di- me resta por andar, he resuelto no
cha llegaron á su colmo cuando fué mirar atrás.
elevado al ministerio sacerdotal,
como se deja traslucir en uno de F- e. S F
los párrafos de una carta que es- (Se continuará, j

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EL P. HERMANN 315

audiencia, aparece todos los días cribió á un amigo íntimo. «Espe-


sobre su Trono en vuestras igle- ro que más adelante dispondré de
sias, os escuchará con suma cle- tiempo para daros detalles acerca
mencia. Arrojaos á sus pies, entre- de los sucesos sobrehumanos que
gadle vuestro corazón. El os ben- tan vivamente me han conmovido
decirá y gozaréis de alegrías, pero en estos días. Todavía no me he
alegrías tan inmensas, que me es repuesto de estas emociones, ni de-
de todo punto imposible describir- seo reponerme. Que la llama del
las, si es que no las disfrutáis: Gus- amor crezca, al menos, en mi po-
tad y ved cuan suave es el Señor. bre alma, tan incapaz de corres-
»¡ Oh Jesús, mi amor, yo desea- ponder á tantos favores de que ha
ra darles á comprender la dicha de sido colmada. Pedid para mí la fe-
qué Vos me regaláis! ¡ No, me atre- licidad, la gratitud, el amor á la
vo á decirlo: si la fe no me ense- Cruz y la sed por la gloria de Dios.»
ñase que en el Cielo se goza de Fueron tan violentas las emocio-
mayor dicha, jamás creería que nes que sin interrupción sintió en
era posible mayor felicidad que la aquellos días, que, no pudiéndolas
que yo gozo amándoos en la Eu- soportar su alma, cayó enfermo;
caristía y recibiéndoos en mi pobre mas, lleno de energía interior, re-
corazón, enriquecido por Vos!... petía sin cesar: Non recuso laborem,
¡Qué paz tan deliciosa! ¡Qué di- no rehuso el trabajo, y, por largo
cha! ¡Qué santa alegría!...» y dificultoso que sea el camino que
Esta paz, esta alegría y esta di- me resta por andar, he resuelto no
cha llegaron á su colmo cuando fué mirar atrás.
elevado al ministerio sacerdotal,
como se deja traslucir en uno de F e. s F
los párrafos de una carta que es- ( Se continuará, j
EN CASTELLÓN DE LA PLANA

(Continuación.)

V.—Kntrada é inauguración. La extraordinaria y pertinaz incle-


mencia del tiempo hizo estériles to-
El viernes 15 de Febrero era el día dos estos piadosísimos deseos de la ve-
señalado definitivamente para la en- nerable Comunidad, autoridades ecle-
trada de la Comunidad é inauguración siásticas y civiles, y pueblo todo de
del convento. Las autoridades y cató- Castellón. El temporal de lluvias to
lico pueblo de Castellón se mostraban rrenciales y fríos intensísimos que se
entusiasmados para esta solemnidad; desencadenó aquellos días en casi to-
estaban ya impresas las convocatorias da la península, imposibilitaba hasta
en que se anunciaban todos los porme- el tránsito por las calles.
nores de la solemne fiesta religiosa Fué, por tanto, necesario hacer la
que se celebraría en la iglesia mayor, inauguración prescindiendo de toda
oficiando de Pontifical el Excmo. Se- solemnidad, y aplazar ésta para oca-
ñor D. Pedro Rocamora, Obispo de la sión más oportuna; y como el día 14
diócesis de Tortosa, á que pertenece tocaba á su término en medio de la in-
Castellón, y predicando el Excmo. Se- certidumbre, en las primeras horas de
ñor Obispo de Salamanca ante la Co- la noche, no obstante la copiosa lluvia
munidad, autoridades y fieles que se y furioso vendaval, salieron de Caste-
dignaran asistir; terminada la Misa, llón los carruajes necesarios, recogie-
debía ordenarse la procesión con asis- ron en Benicasim á las religiosas y
tencia de todas las Asociaciones y Co- personas que las acompañaban, lle-
fradías de la ciudad; llegado al con- gando á la puerta y siendo recibidas
vento, se dejaría expuesto Su Divina por religiosos, sacerdotes y multitud
Majestad. Por la tarde á las cuatro, de personas en el nuevo convento á
Rosario; sermón que predicaría el Re- las tres de la madrugada del viernes
verendo P. Fr. Salvador de la Madre 15 de Febrero.
de Dios; Trisagio y Reserva solem-
Visitaron todos la capilla provisio-
ne en que daría la bendición el Reve-
nal , y una á una las dependencias del
rendísimo Prelado diocesano. El sá-
convento, mientras llegaba al fin la
bado 16, á las ocho de la mañana, el
hora de las siete de la mañana, en que
mencionado Sr. Obispo de Tortosa ce-
se presentó el Excmo. Prelado dioce-
lebraría por vez primera en la capilla
sano para celebrar la primera Misa.
del convento el Santo Sacrificio, y re-
La capilla, artística y elegantemente
partiría la Sagrada Comunión á los
adornada con multitud de luces for-
fieles.
mando caprichosos dibujos y profu-
NUEVA COMUNIDAD DE CARMELITAS DESCALZAS 317

sión de variados y hermosos ramos de cretario de Cámara; asistieron tam-


flores, presentaba sublime y fascina- bién el R. P. Fr. Salvador de la Madre
dor aspecto; á pesar de lo persistente de Dios, Prior de los Carmelitas de
de la lluvia, los fieles que concurrie- Valencia, y el R. P. Plácido María del
ron á esta primera Misa llenaban por Pilar, que había acompañado en todo
completo la iglesia, y fueron también el viaje á las cinco religiosas; cada
muchos los que recibieron el pan eu- una de las Madres tenía á su lado una
carístico de manos del venerable Pre- de las Sras. de Darnaude, Martí y de-
lado. Religiosos y sacerdotes celebra- más que habían asistido; y en el otro
ron después aquella mañana, en nú- lado de la mesa estaban los sacerdotes
mero de catorce, el Santo Sacrificio, y caballeros invitados.
asistiendo en todas una devota y nu Al terminar la frugal comida de vi-
merosa concurrencia de fieles. gilia, cual corresponde á religiosas

fundadoras de Castellón,
con el Jlmo. Sr. Obispo de Jortosa y el T{do. p. Salvador.

El venerable y bondadosísimo Pre- c a r m e l i t a s descalzas, el venerable


lado, con su secretario, y otros respe- Prelado pronunció sentidísimas frases
tables sacerdotes y religiosos, acom- recomendando la nueva Comunidad al
pañaron todo el día á la Comunidad y piadoso celo y benevolencia de las se-
á las piadosas y distinguidas familias ñoras de Castellón; la emoción senti-
de la Excma. Sra. D. a Rafaela Martí, da embargó las últimas palabras del
y de las Sras. y Srta. de Darnaude, Sr. Obispo. También el R. P. Fr. Sal-
hermanas de la Madre fundadora; en vador de la Madre de Dios, á cuya in-
la mesa presidió el Sr. Obispo, tenien- fatigable actividad y sumo interés se
do á su derecha al limo. Sr. Presiden- debe la rápida y feliz instalación de
te de la Audiencia, y á su izquierda al esta nueva Comunidad, pronunció elo-
Muy Ilustre Sr. D. Ramón Tedó, se- cuentísimas y muy sentidas frases de
3 i8 EL MONTE CARMELO

elogio á las religiosas, á las autorida- muy atento con todos, visitó el con-
des eclesiásticas y civiles, y *1 católi- vento, y se retiró después de ofrecer
co pueblo de Castellón. Invitado el á todos sus respetos y valiosos ser-
que subscribe, y conmovido por la so- vicios.
lemnidad del acto y la ciudad en que En el hermoso patio del convento se
se celebraba, expuso sus más íntimos sacaron algunas fotografías, como la
sentimientos en la forma que sigue: que publicamos en este número; el
Siente mi corazón dulce coasuelo pueblo todo de Castellón invadió ma-
Al ver que reina aquí santa alegría, terialmente el local, ansioso de reco-
Y que hoy ofrece Castellón al Cielo nocerlo y admirarlo, dando singulares
La justa expiación que le debía.
muestras de afecto á las religiosas.
Nuestro amado Pastor con noble celo,
Ministros del Señor con energía, Ya muy avanzada la tarde, se des-
Y autoridad y ñeles con anhelo, pidió el Excmo. y Rmo. Prelado, y de-
Elevan su oración ferviente y pía. jó establecida la clausura del conven-
Y purifican este hermoso suelo to, con lo cual terminó este inolvida-
Y alcanzan del Averno gran victoria;
Que sí empañar osó con negro velo ble día, que formará gloriosísima pá-
Del Corazón Divino la memoria, gina en la historia de la ciudad de Cas-
Tenemos ya las Hijas del Carmelo, tellón; pues mientras las autoridades
Que cantaran sin fin su eterna gloria. se mostraron correctas y deferentes, y
El Excmo. Sr. Gobernador civil de dispensaron cariñosa acogida á la nue-
la provincia llegó, poco después de ter- va Comunidad, el pueblo todo de Cas-
minada la comida, á saludar al Exce- tellón ha probado con su noble com-
lentísimo Prelado, la nueva Comu- portamiento su religiosidad y digna
nidad y demás asistentes; se mostró cultura.
Benito JCázaro.

LO Q U E V A L E M A S

Más que la roja p ú r p u r a que ciñe


del monarca los hombros soberanos,
más que las b a n d a s todas
y los blasones todos más preclaros
que á llenar n u n c a alcanzan
la ambición loca y el orgullo v a n o ,
vale el pobre pedazo de estameña
que es un escapulario.
§. Serró y Cano.
rtYÍtfíYívÍYÍMSYffirtVr^ ÍSYCW5Y«WY2WY«5Y2V^^

C T N t « / T ~ rfTN» • / [ • « • * * T S . ^ T S i 3 T C • » T S « > ^ ] S . « / p » • • ' p » • ^ f » w ^ » • ^ P » • ' p * » - p . « • ' p » • f ' p » « T * » • T » « - T » S T S

BIBLIOGRAFÍA

Obras jocosas de Quevedo, ilustra- época y aquella corte en que vivía el


das con un retrato auténtico del autor, autor, y aun de la especialísima idio-
reproducción del que dibujó Pacheco; sincrasia del escritor.—Quevedo, pro-
ocho acuarelas, trabajo postumo de fundamente católico, lleno su espíritu
D. Eusebio Planas, y más de cien di- de la grandeza de Dios, irónico y cáus-
bujos intercalados de D. Manuel Du- tico, si se quiere, pero sin que jamás
ran. — Con licencia de la Autoridad pueda tildarse su ortodoxia, es harto
eclesiástica. — L. González y Compa- más digno de ser leído y meditado que
ñía, editores pontificios.— Barcelona. muchos contemporáneos, nada casti-
La Casa editorial de los Sres. Gon- zos por otra parte, y que desnaturali-
zález y Compañía, de Barcelona, se zan el habla y costumbres de nuestro
ha hecho en poco tiempo merecedora pueblo. Recomendamos, pues, con ver-
de justísimo aprecio por la publicación dadero interés estas obras, donde los
de obras que á la sana lectura y clá- lectores podrán saborear los frutos de
sico lenguaje unen los atractivos y las la. chispeante imaginación del poeta
modernas galas del arte tipográfico y que cual ninguno hace dúctil la noble
de reproducción. Con el propósito de frase castellana, y de quien brota es-
dar á conocer joyas no eclipsadas de pontáneo el concepto elevado ó pica-
nuestra literatura clásica, como ad- resco, y admirarán otras veces la po-
vierten en el prólogo de la presente tentísima inteligencia que siempre bri-
obra, y teniendo en cuenta la genial y lla fúlgida en D. Francisco de Que-
característica manera de ser y decir de vedo.
la discutida y quizás harto calumniada Condiciones de subscripción: Las
personalidad del poeta español, festi- Obras Jocosas de Quevedo formarán
vo por excelencia de cuantos han pul- un tomo de unas 700 páginas, y se re-
sado esa nota; del filósofo al par que partirá Semanalmente un cuaderno de
poeta, teólogo al mismo tiempo que cuatro entregas, ó bien tres y una lá-
político; de D. Francisco de Quevedo mina en color, siendo el precio de dos
y Villegas, han emprendido la publica- reales cada cuaderno, y constando to-
ción de obras que singularizaron mejor da la obra de unos veintidós.—Puntos
á Quevedo, pensando— y creemos con- de subscripción: en las principales li-
tra algunos que muy bien—que el po- brerías de España, América y extran-
pularizar esas obras festivas no ofrece jero , ó bien mandando el importe á los
riesgo, sobre todo si se cuida de ex- editores Sres. L. González y Compa-
purgar con inteligencia determinados ñía, Lauria, 78, Barcelona, quienes
pasajes, demasiado crudos para los los remitirán certificados, francos de
tiempos presentes, aunque disculpa- porte.
bles gracias al modo de ser de aquella
IAPíTULO GENERAL.—Se ha celebrado en nuestra casa generalicia
'$"'** de Roma el Capítulo General de la Orden, con asistencia del
M. R. P. Prepósito General, Definidores generales, Procurador ge-
neral, Provinciales y socios de la Orden. Ha sido elegido para suce-
der á'N. M. R. P. Bernardino de Santa Teresa, en el cargo de Pre-
pósito General, N. M. R. P. Rainaldo de San Justo, que en los seis
años anteriores ha desempeñado el importante cargo de Procurador

Casa ffenera/icia de los Carmelitas J)esca/zos, 7{oma,


donde se ha celebrado el Capitulo General.

general; dicho Rdo. Padre procede de la Provincia Carmelitana de


Lombardía, y tiene cuarenta y un años de edad. Para las prelaturas
de Definidor general han sido nombrados: los M. RR. P P . Ángel de
San Luis, de la Provincia de Bravancia; Ezequiel del Sagrado Co-
razón.de Jesús, de la Provincia de Navarra; Gregorio de San José,
CRÓNICA CARMELITANA 321

de la de Aquitania; y Benito de Jesús, de la de Austria. Para Procu-


dor general ha sido elegido el M. R. P. Rodrigo de San Francisco de
Paula, de la Provincia Romana. Enviamos á nuestros nuevos Supe-
riores generales la felicitación más cordial y el testimonio de adhe-
sión profunda y cariño filial, y elevamos nuestras plegarias al Señor
para que les comunique las luces y gracias que necesitan en el des-
empeño de sus importantes y dificilísimos cargos.
N. M. R. P. Ezequiel del Sagrado Corazón de Jesús, segundo Defi-
nidor general, era actualmente Subprior y Lector de Sagrada Teo-
logía en nuestro convento de Burgos, y en el trienio que terminó el
año pasado ejerció el cargo de Provincial de San Joaquín de Nava-
r r a , y llevó á cabo durante su prelacia grandes é importantísimas
obras, debiéndose, entre otras, á sus gestiones la fundación de con-
ventos de la Orden en Chile y la publicación de la Revista E L MON-
TE CARMELO. Reciba, pues, el que fué Padre de nuestra muy amada
Provincia de San Joaquín nuestra felicitación especialísima por el
elevado cargo con que nuestro venerable Capítulo General ha acre-
ditado sus muchos méritos y valer.

CARTA DE CHILE.—SANTAS MISIONES.—Rdo. P. Director de E L MON-


TE CARMELO. Madrid.—Mi amado condiscípulo: Todavía hay fe en
Israel. Los que nos han presentado á Valparaíso como una ciudad
de incrédulos, de masones, judíos y protestantes, podrán haberse
convencido de que están en un error lamentable, por lo que ha suce-
dido en las dos últimas semanas de Cuaresma.
Los párrocos de esta católica ciudad, con celo digno de todo elo-
gio, de común acuerdo, resolvieron dar misiones al mismo tiempo
en sus respectivas parroquias. Los infatigables RR. P P . Capuchinos,
los Hijos de la gran Teresa de Jesús y del V. P. Claret fueron los
llamados para tan santa obra. Al mismo tiempo se anunciaron con-
ferencias para caballeros y señoras. Y tengo el consuelo de decirle
que los cinco templos más espaciosos de la ciudad apenas daban lu-
gar á la multitud de fíeles que día y noche acudían ansiosos de oir la
palabra divina. El corazón daba saltos de gozo al ver aquellas mu-
chedumbres apiñadas como un solo cuerpo y un solo corazón.
Espectáculo tan encantador para el Cielo, no podía menos de hacer
rugir de rabia á los que quieren disfrutar á sus anchas de la Tierra,
Esto fué sin duda lo que dio ocasión para que uno de los periódicos
más avanzados de la localidad, furibundo propagandista del error,
se despachara á su gusto, en lenguaje grosero y tabernario, contra
el benemérito párroco del Espíritu Santo Dr. Cristóbal Villalobos,
atribuyendo su infatigable celo á miras políticas. Gracias á Dios,
lo que consiguió el infeliz periodista fué que cada día aumentara más
y más la concurrencia á la santa misión. ¡Dios le pague la buena obraí
Muy bien ha dicho uno de nuestros más esclarecidos publicistas,
que lo que más temen nuestros enemigos es vernos reunidos y que
sumemos nuestras fuerzas. Creo que no era otra cosa lo que temía
este desventurado propagandista de todas las libertades de perdi-
ción. Temía que los católicos de Valparaíso iban á desmentir con los
322 EL MONTE CARMELO

hechos las mentiras que cada día propala sobre el tan cacareado en-
tierro del Catolicismo y los preparativos que está haciendo para sus
funerales. Sin ser profeta, le pronostico al director de la comparsa
que aun le queda tiempo de sobra para afinar la flauta, para que no
desafine tanto como ahora.
Sabido es que la gracia del Padre de las misericordias desciende á
raudales sobre los infelices pecadores durante el santo tiempo de mi-
sión; y una vez más hemos tenido el consuelo de recoger el fruto de
esa gracia divina en las muchas almas que se han acercado al tri-
bunal de la Penitencia, para purificarse de sus manchas después
de haber vivido largos años alejadas de Dios. ¡Él sea bendito por
siempre!
El mismo día que comenzaban aquí las misiones salía para la ciu-
dad de Copiapó el R. P. Mauricio de Santa Teresa, para dar una se-
rie de conferencias científico-morales. Terminadas éstas, irá á incor-
porarse con el R. P. Cosme de San Ignacio, para dar cinco misiones
en el departamento de Illopal, diócesis de la Serena. Aquí sí que po-
dremos decir con el Seflor: Messis quidem multa, operarii autem
pauca.
Su afectísimo, F R . EPIFANIO.—Valparaíso, Abril 1901.

TOMA DE HáBITO.—En el Convento de Santa Teresa de San Sebas-


tián ha tomado el hábito de carmelita descalza la Srta. Hortensia
Fernández, que, impulsada por la fuerza de su vocación, ha abando-
nado su país y transportádose desde la Habana para venir á Espa-
ña á consagrarse á Dios bajo el humilde hábito carmelita. Al en-
trar en Religión ha adoptado el nombre de María de la Sagrada Fa-
milia. En el acto de cambiar su elegante hábito seglar por la blanca
capa de las Hijas de Santa Teresa, pronunció una fervorosísima plá-
tica el ilustrado presbítero D. Cipriano Ormazabal.
A la función asistió muchísima gente de todas las clases sociales, y
en ella parte de la colonia americana. Conmovió & los asistentes la
despedida que la señorita hizo á su querido tío D. Francisco Cuestas,
que la condujo desde la Habana, quien, á pesar de hallarse afectadí-
simo, no quiso dejar de asistir al edificante sacrificio de su querida
sobrina. Nosotros, de nuestra parte, la felicitamos cordialmente, de-
seándola perseverancia, y extendiendo nuestra enhorabuena á la fa-
milia de la novicia lo mismo que á la Comunidad.
PERIODISTAS CATóLICOS EN EL VATICANO.—Su Santidad ha recibi-
do recientemente á un grupo de periodistas belgas, que le ofre-
cieron un donativo en nombre de sus compatriotas.
En esta audiencia se quejó amargamente el Papa de la campaña
antirreligiosa sostenida por las sectas en los pueblos de raza latina,
y recomendó á los católicos una acción perseverante y eficaz en de-
fensa de los intereses religiosos conculcados.
E L CARDENAL MáS JOVEN Y EL DECANO DEL SACRO COLEGIO.—Mon-
señor Skrbensky, Arzobispo de Praga, tiene nada más que treinta y
siete años. Durante muchos años fué oficial del 6.° de dragones del
ejército de Austria. También su predecesor monseñor de Schoen-
born, creado Cardenal á los cuarenta y siete años, fué oficial del
mismo ejército. El decano del Sacro Colegio es monseñor Celessia,
Arzobispo de Palermo, que tiene ochenta y nueve años.
EN DEFENSA DE LA FE.—"Nos consta—dice un periódico católico—
que en el Vaticano, en donde se mira siempre con solicitud particu-
lar cuanto al bien de los pueblos de raza latina se refiere, y mucho
más si ello anda enlazado con los supremos intereses del Catolicismo,
se han trazado ya las líneas de una campaña enérgica y firme con-
tra lo que podríamos llamar las vacilaciones y lenidades de los Esta-
dos católicos ante las demasías de las sectas.
„Los agitadores y provocadores sectarios son los menos, tanto en
España como en Portugal; y no porque las logias se hayan propuesto
armar un cipizape tan criminal como ridiculo, lo hemos de pagar los
que, al amparo de la Constitución, nos preciamos del nombre de ca-
tólicos y queremos profesar pública y privadamente la fe de nuestros
mayores.
„ Alentados por la voz del Papa-Rey y de los Prelados sus repre-
sentantes, no hemos de vacilar un punto, y, pro aris etfocis, hemos
de sacar incólume el tesoro de la fe, que es el más preciado de nues-
tra hoy infortunada patria.„
324 EL MONTE CARMELO

EN NOMBRE DE LA LIBERTAD.— Del documento dirigido por los Obis-


pos de Portugal al rey D. Carlos I, lamentándose de la persecución
de que son objeto las órdenes religiosas, traducimos el siguiente
enérgico párrafo:
"Injusta es toda ley que va contra el derecho natural. Ahora bien:
uno de los derechos primeros, inalienables é intransferibles en el
hombre, es asociarse á otros hombres para fines lícitos y honestos.
Y ¿qué otros fines más lícitos y honestos pueden concebirse que los
inspirados por el sentimiento religioso, por el acrisolado amor de
Dios y del prójimo, por la ardiente aspiración á la perfección moral?
Permitir todas las profesiones y las formas de vida, excepto la vida
llamada por antonomasia religiosa; autorizar todas las manifestacio-
nes de la actividad humana, mientras respeten los derechos ajenos,
é impedir solamente la expansión del sentimiento religioso; poner
bajo el amparo de la ley á todos los ciudadanos, repeliendo sólo á
aquellos que desean consagrarse de un modo especial al servicio de
los intereses espirituales y eternos, es una flagrante injusticia, es un
ultraje á la libertad, cuando, precisamente so color de libertad, se
pretende justificar la persecución y la prohibición de las Órdenes re-
ligiosas. Involuntariamente recordamos ahora aquel célebre apos-
trofe de una inocente víctima de la revolución francesa: "¡Ohliber-
tad! Cuántos crímenes se cometen en tu nombre».
L A BASíLICA DEL SAGRADO CORAZóN EN MONTMARTRE.—En el mes
de Junio próximo tendrá lugar la bendición del altar mayor definiti-
vo de la Basílica del Sagrado Corazón, cuya ceremonia será presi-
dida por el Cardenal Arzobispo de París.
Mientras tanto, se han empezado los trabajos de instalación de la
luz eléctrica en aquel grandioso templo, que constará de 1.000 lám-
paras incandescentes, variando desde 5 á 32 bujías por lámpara.
También empezarán en breve las obras de cimentación de la torre-
campanario, cuya altura será de 120 metros.
La cantidad invertida en la construcción de la Basílica hasta el 31
de Diciembre último asciende á 35 millones de francos.
HERMOSAS DECLARACIONES DE UN PRíNCIPE CATóLICO.—Digno de
entusiastas elogios ha sido el discurso del Príncipe heredero de Aus-
tria, el cual, en vista de que la Liga evangélica del imperio alemán
trata por todos los medios de separar á Austria de Roma, ha protes-
tado indirectamente contra semejantes maquinaciones, en el acto de
tomar bajo su protección á la Asociación Escolar Cristiana, que
cuenta con 46.000 individuos.
LAS SEñORAS DE GRANADA.—Más de 1.500 han firmado una protesta
de adhesión á la que aquel Rmo. Prelado ha dirigido al Gobierno por
las escandalosas y canallescas manifestaciones hechas contra las Ór-
denes religiosas por turbas mal avenidas con las conquistas hechas
por el Cristianismo en aquella ciudad, rescatada en nombre de la
Santa Cruz de la barbarie sarracena.
ADHESIóN.—El Cabildo metropolitano de Compostela, atendidas las
CRÓNICA GENERAL 325

actuales circunstancias, ha dirigido al Emmo. Cardenal Arzobispo


de Santiago un mensaje de adhesión.
Manifiesta el Cabildo que serla mengua callarse cuando los perió-
dicos impíos intentan presentar al Clero secular como ocultamente
hostil á las Órdenes regulares, declaradas mil veces beneméritas de
la Iglesia por los Romanos Pontífices, bendecidas por éstos y por to-
dos los Prelados del orbe católico, alentándolas en sus trabajos apos-
tólicos y heroicos sacrificios en bien de las almas.
SUCESO EJEMPLAR.—En Fuente Álamo, de Cartagena, el Miércoles
Santo del presente año, un hombre casado obligó á su mujer á que
guisara carne para que comiera toda su familia. Resistiéndose los de
más & comerla, comió él solo; pero, antes de concluir la comida, se le
juntaron las mandíbulas, sin poder abrirlas más. En tal estado murió
miserablemente á los dos días, causando horror y espanto á cuantos
íe vieron.
UN MáRTIR DEL SECRETO DE LA CONFESIóN.—Hoy, que tan injusta-
mente perseguida se, está viendo la Iglesia de Dios y sus ministros
por la masonería y el liberalismo imperantes; hoy, que las blasfe-
mias contra todo lo más santo y respetable se suceden sin que los
Gobiernos lo impidan, nos trae el telégrafo y la prensa parisién la
relación de un hecho, de un rasgo sublime de ésos que merecían gra-
barse en letras de oro. Francia entera se halla conmovida ante un
error judicial que acaba de descubrirse, y en el que aparece como
víctima heroica de su deber y de su fe un sacerdote católico.
Hé aquí los hechos:
Hace siete años fué guillotinado el cura Bruneau, como presunto
autor del asesinato del cura Fricot, á quien se suponía echó á un
pozo, hurgándole después con un travesano para impedirle subir á
la superficie. Tres mil personas de Laval, donde ocurrió el crimen,
rodeaban por la noche la prisión del P. Bruneaü, pidiendo á gritos
su cabeza y cantándole el De profundis. El Papa intervino, inútil
mente, para obtener el indulto del condenado, y el P. Bruneau fué
llevado al patíbulo; pero al morir se declaró inocente, aunque nadie
quiso dar crédito á la suprema apelación.
Ahora, hallándose moribunda el ama del asesinado cura Fricot,
se ha declarado, ante testigos, autora del asesinato; añadiendo que,
una vez consumado el crimen se lo confesó al cura Bruneau, impo-
sibilitándole de delatarla por haberle revelado el caso bajo secreto
de confesión. La emoción producida por esta revelación a posteriori
es enorme, y el nombre del P. Bruneau es pronunciado con admira-
ción y respeto por todos. No sólo en Francia, en el mundo enteró, se
admirará la conducta de ese heroico sacerdote, que prefirió dar su
vida á revelar un secreto de confesión.
Dios, con su infinita misericordia, habrá premiado el alma del cura
Bruneau con el galardón de los justos.
¡Honor eterno á su buen nombre!
EL TÍO ROÑAS

Era un pobre de solemnidad; el apo- rías, se le quería; cuando las mujeres


do habíasele ganado en justísima lid se iban al campo, no necesitaban niñe-
con los chiquillos y vecinos de La Jun- ra que cuidara de sus hijos.
quera, y en el transcurso de sus se- — Andai, hijos, andai con el tío
senta años siempre se mantuvo de ha- Roñas al sol, á ver cómo teje cestos.
cer cestos y travesuras, las que le ali- Y era de ver al buen hombre rodea-
mentaban más que la limosna recogida do de una docena de chiquillos, que,
en los pueblos comarcanos. Para la fa- mientras les cantaba romances y con-
bricación de su industria, el tío Roñas taba cuentos, no pestañeaban siquie-
no se andaba por las ramas, sino por el ra; pero, acabado el repertorio, el uno
>ie; todas las salcineras plantadas en le cruzaba la cara con un mimbre, otro
Ías presas de los molinos harineros se los retorcía, aquél se sentaba en un
existentes en las cercanías, para de- canasto, húmedo por ser recién hecho,
fenderlos de las avenidas del Ebro, y le ponía como una oblea; hasta que,
habían sido peladas por el tío Roñas agotada la paciencia del fabricante,
para fabricar sus cestos. Muchas ve- se levantaba airado, y cogiendo á los
ces era sorprendido por los molineros, chiquillos uno por uno los encerraba
que le reprendían con dureza. no fal- en su casa, porque además era propie-
tando tampoco algún exaltado que le tario; cuatro paredes de adove y un
hacía comprender sus razones con al- tejado de ramas constituían su vivien-
gún mojicón. da , y allí tenía encerrados á los chiqui-
— Y que sea la última—solían de- llos hasta la noche que llegaban sus
cirle. madres, y, al ver al tío Roñas sentado
— Bueno — contestaba el tío Ro- él sólito á la puerta, preguntábanle lle-
ñas;—déjame esto y ya no vuelvo has- nas de ansiedad:
ta otra vez. — ¿Np ha venido aquí mi chequito?
—Es que le tiro á usted al río de — Si, mujer, sí; entra y le buscas,
cabeza. que le tengo encerrado por malo.
— Pero, hijo, ¡si no sé nadar!—les —Usted sí que es malo — le decían:
replicaba. debíamos echarle del pueblo.
Y, echándose su carguilla de mim- — Ya me iré á otro—contestaba con
bres á la espalda. se alejaba siempre socarronería Roñas.
con una sonrisita burlona, capaz de Y mientras tanto andaba la pobre
exasperar al vecino más pacífico. mujer buscando á tientas en aquel bo-
En el pueblo, á pesar de sus roñe- degón á su hijo, hasta que salía, no
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 327

con un-chiquillo, pero sí con una cosa Y quieras ó no, quedaba encerrado
muy negra que andaba ella sola. Por- el Roñas en la casa de concejo por es-
que aquello no era chico; era un saco pacio de veinticuatro horas. Otras ve
de carbón que sacaba la madre de la ees, cuando más entusiasmados se ha-
mano. Allá dentro tenía el cestero paja llaban los mozos en el juego de bolos,
quemada envuelta con agua, con la que al tiempo de soltar uno de ellos la bo-
teñía algunos mimbres para dar varie- la, ¡ zas!, una chinita; el bolo al suelo;
dad á la construcción, y con esto ju- pérdida para el jugador. — ¿Quién ha
gaban los chiquillos durante su encie- sido?—El tío Roñas. Achuchón al tío
rro. Las manos, la cara, los vestidos, Roñas, y, cuando le tocara la vez, sin
¡todo!... lo sacaban más negro que los el vasete de vino como castigo. Por-
mismos diablos, aunque no los he vis- que él era el escanciador y el que con-
to, ni quisiera. Entonces era de ver los taba en alta voz las jugadas y el nú-
reproches, los cargos y atrocidades que mero de bolos que caían.
todas le lanzaban rodeándole con sus Tampoco á las chicas las dejaba
hijos en brazos; terminando el espec- tranquilas. Se iba al baile, y allí, cuán-
táculo yendo las madres al arroyo que do á una, cuándo á otra, poníales un
cruzaba el pueblo por delante de la pie para que tropezaran, y las chicas
casa del tío Roñas, y allí, lava que ¡al suelo! entre la risa y rechifla de los
lava, los chiquillos llora que llora, y concurrentes.
el autor de la catástrofe riendo á man- ¡Cuántos parches de pandereta se
díbula batiente. Pero nada servía de rompían en la cabeza del tío Roñas
escarmiento: al siguiente día volvíase_ por tal motivo! Pero nada le arredraba.
á reunir la misma tertulia, con el mis-" Como él decía, « estaba en la masa de
mo ó peor final que días anteriores. Y la sangre y eso le conservaba».
esto, porque las cosas del Roñas ser- ¿Y tocar á Misa antes de amanecer,
vían de risa á los vecinos; era el tal durante el rigor del invierno, estando
hombre como esencial á la vida del el señor Cura forastero? ¡Cuántas veces
pueblo. Por ello sin duda, y compren- lo había hecho! ¡Y que no se lo reía él
diéndolo él así, se subía al campanario poquito, viendo á todo el vecindario
(independiente por lo general en los reunido enlaiglesia esperando al Cura,
pueblos de la. entrada de la Iglesia), y y el Cura no parecía por ninguna par-
allí, tan... tan... tan... tan... tan tan tan te! La última vez que lo hizo, fué un
tan tan, cuatro campanadas y un repi- Sábado Santo. Estaba el señor Cura de
que, y los vecinos reunidos á la puer- confesiones en un pueblo próximo des-
ta de la casa de concejo esperando que de el viernes por la tarde, y, al amane-
el Alcalde llegara para comenzar la se- cer el sábado, cogió una matraca e l .
sión. tío Roñas anunciando al pueblo el co-
—Pero ¿qué nos querrá el Alcalde?, mienzo de los Oficios. Como es natu-
decían. ral, acudieron á la iglesia, y todos hu-
—Para arreglar el camino de Mata- bieron de volverse malhumorados á sus
moros, que se lo ha llevado el arroyo. casas, maldiciendo al tío Roñas; por-
—Quiá — contestaba otro;— es para que, ya se sabía, él era el autor de ta-
echar suertes de la leña de Loma alta. les gracias.
Y así pasaban, tratando de adivinar El mismo sábado por la noche llegó
el toque, hasta que llegaba la autori- el señor Cura, y, haciéndole irá su ca-
dad y, encarándose con los vecinos, sa , fué reprendido con dureza.
preguntaba todo hosco: — Está usted abusando demasiado
—¿Quién ha tocao? de la bondad de los vecinos, le dijo, y
— No sabemos: de los presentes, mucho deseo no tenga usted que sen-
naide. tir algún día que se le acabe la pacien-
—Creíamos que hubiera sido usted, cia al pueblo. Y, sobre todo, debe us-
contestaba alguno. ted ser más temeroso de Dios. Jugar
—Yo no he tocao á concejo ni á na- con las campanas es una profanación
da , y aquí estamos todos de más. sacrilega. Conque así, que sea ésta la
Y ya se sabía; de allí, á casa del tío última vez.
Roñas. Cuando el tío Roñas se vio libre de
—Véngase usted conmigo. la presencia del buen Cura, no pudo
— ¿Qué hay, señor Alcalde?—pre- menos de exclamar:
guntaba el viejo travieso. —Pero ¿porqué seré yo así? Nada,
— Nada; ande usted pá alantre. nada: hay que mudar de vida desde
328 EL MONTE CARMELO

hoy mismo. Y, constante en sus propó- Y, mientras tanto, el tío Roñas,


sitos, se retiró á su casa hasta el si- que desde las troneras del campana-
guiente día, que era Pascua de Resu- rio veía y atisbaba la dirección vque to-
rrección. Sabido es que pocas son las maban los vecinos, cuando vio laoca-
provincias donde en tal día se deje de sión oportuna descendió del campana-
hacer algún' extraordinario para con- rio y, con el trotillo que le permitían
memorar la solemnidad de la fiesta. Y sus años, se dirigió á casa del mozo
así como en las provincias de Levan- mayor, sentóse tranquilamente, y co-
te se come la clásica mona de Pascua, menzó á llenar sus bolsillos de embu-
en la montaña son los hornazos, rica- tidos, tajadas y hornazos y diciendo
mente aderezados con lomo, tocino, lleno de júbilo:
chorizo, y coronada la masa con unos —¡Je... je, je, je, je, je!... ¡Bien de-
huevos cocidos al horno en la misma cía yo, que había de comer hornazo'....
torta. Pues bien; al tío Roñas, ningún ¡Je, je, j e , je!
año le habían faltado en su casa dos ó Después agarró un buen jarro de lo
tres hornazos, obsequio de otros tan- tinto, y, cuando mejor lo estaba sabo-
tos vecinos. Pero, el año que nos ocu- reando, llegó el mozo mayor.
pa , no poseía ninguno el pobre Roñas. — Ahora me estrangula — dijopara
Tenía muy enfadado al vecindario, y sus adentros el tío Roñas.
nadie le había obsequiado. Pero, contra lo que él esperaba, el
En tal situación se hallaba el día de mozo sólo le dijo algo amoscado:
Pascua á la salida del Rosario, que se- — ¿Qué hace usted aquí?
rían las tres de la tarde. A tal hora, —Nada, hijo, nada: estoy apagan-
vio cómo cada cual se marchaba á su do el fuego...
casa á disfrutar el sabroso hornazo, y —\Aviao está usted! Los cesrosson
á las mozas y mozos reunidos en el los que tié usted que ir á apagar.
atrio de la Iglesia dirigirse á casa del Mire.
mozo mayor, entonando alegres y t í - Y le enseñó un canasto medio que-
picas canciones ¡ Qué triste se queda- mado.
ba el tío Roñas allí, tan solitario, sen- —¡Pobre de mí!—exclamó el tío Ro-
tado en una de las vigas del trinquete, ñas.
esperando la salida de los comensales! Entonces abandonó con paso preci-
—¿Y qué?—se decía—¿No he de pitado el banquete, y durante la ca-
comer yo hornazo este año?... Bien rrera se le fueron saliendo de sus bol-
se me está por engañador y travieso. sillos las provisiones y los pedazos de
¡Mire usted que llamarme travieso á hornazo, encontrándose, al llegar al
mis años!.,. ¡Y no viene nadie! ¿No? lugar de su casa, con un montón de es-
Pues yo he de comer hornazo. combros y cenizas; ¡ni un solo mate-
Y, rápido como el pensamiento, se rial de la fábrica se había salvado!
dirigió... ¿adonde creerán los lectores? Todos los cestos, garrotes y canastos
Pues atravesó el atrio de la iglesia habían sido destruidos.-
como una exhalación, subió al campa- —¿Ve usted—le dijo elseñorCura—
nario, y, agarrándose á los badajos, cómo Dios castiga cuando menos se
comenzó con desenfrenada furia, pri- piensa? Vuelva, vuelva á jugar y en-
mero á repicar, luego á la media vuel- gañar con las campanas.
ta , y por fin campanadas y' más cam- — Habrá sido angún vecino que me
panadas; en una palabra, la señal de tenía malos quereres.
que ardía el pueblo por los cuatro cos- — Aquí no hay dengún vecino ma-
tados arrancaba al metal las pecadoras lo—dijo el Alcalde.
manos del tío Roñas. Como es natu- — ¿Me da usted palabra de enmen-
ral , el toque tan arrebatador y deses- darse?—preguntó el cura.
perado de ¡fuego!... alarmó al pueblo, —Fué que sí.
y todo el vecindario se precipitó á las —¿Volverá usted á tocar las campa-
calles armado de hachas, picos, cal- nas por capricho ?
deros y sogas, indagando el lugar del —Pué que si.
siniestro. — ¡Cómo!
-¡-Pero ¿adonde será?—se decían.— —Si, señor; porque ya no tengo aquí
En el barrio de arriba no es.—En el de ná que perder.
abajo, tampoco — añadía otro.— Será
en el de enmedio-¡-decia un tercero.— JMfredo j?. Xlorenfe.
Tampoco allí es.
LA ORDEN CARMELITANA ANTE SU SANTIDAD

ALOCUCIÓN PONTIFICIA

|ERMINADO felizmente el Capítulo Gene"


ral que nuestra Reforma Carmelitana
ha celebrado en la capital del mundo cris-
tiano , y de que brevemente dimos cuenta
en el número anterior de esta REVISTA, los
Superiores de la Orden pidieron á S u San-
tidad audiencia para tener el consuelo de
besarle el santo pie y ofrecerle, en nom-
f^l bre de toda la Descalcez, el testimonio de
adhesión pcofunda y acendrado respeto á
ífft. su sagrada persona y á las divinas ense-
ñ ñanzas de que es guardián y depositario
fiel.
Accediendo bondadosamente el Sumo
Pontífice á estos deseos, concedió á los
tíaA M. Rdos. PP. Capitulares la audiencia so-
33° EL MONTE CARMELO

licitada, señalando para recibirles el día 6 de Mayo, a la s


doce del día. La noticia de esta concesión produjo inmenso
júbilo en todos los Padres.
En el día y hora señalados se presentaron todos los Padres
reunidos en los salones pontificios del Vaticano., ávidos de
presenciar la venerable presencia del Vicario de Jesucristo
y escuchar sus bondadosas palabras, en que va envuelta
una virtud poderosa y divina. Después de haber recorrido
varios departamentos, ricamente amueblados, de aquel in-
menso edificio, se acercaron á las habitaciones interiores
del Pontífice, que en aquellos momentos se hallaba despa-
chando con los Emmos. Sres. Cardenales Rampolla y Gotti.
Una vez que terminó el despacho sucesivamente con dichos
Prelados, se dio orden á los Superiores del Carmen de pasar
al salón en que estaba preparado el trono. Allí esperaron
llenos de emoción la visita tan deseada, y á las doce y cuar-
to en punto apareció sonriente y como rodeado de una au-
reola de majestad el venerable anciano, y se dirigió—pa-
sando por entre los Padres que estaban distribuidos en dos
coros—á sentarse en su trono pontificio, desde donde con
frases cariñosas que rebosaban dulzura y afabilidad, saludó
á todos y dio la enhorabuena á los nuevos Superiores. Man-
dó á los Padres que se aproximaran, y les dirigió una senti-
dísima alocución que duró un cuarto de hora.
Empezó por decir que sentía especial satisfacción en reci-
bir á los Superiores de la Orden Carmelitana, que es tan
grata al Pontífice y á la Iglesia de Dios. Las Órdenes reli-
giosas, añadió, no son otra cosa que una emanación de la
Iglesia católica; y, entre ellas, la Reforma de Santa Te-
resa ha sabido conservar siempre, de una manera ejem-
plar, el verdadero espíritu religioso, por lo cual merece
plácemes de todos los buenost\
Entró luego [en la consideración de las persecuciones de
que son objeto las Órdenes religiosas en Francia, España
y Portugal, y preguntaba: ¿Qué mal han hecho los Reli-
giosos para que así se les persiga? Los Religiosos no
hacen más que ayudar y favorecer á la humanidad en el
confesonario, en el pulpito, en todas partes, y, sin embar-^
LA ORDEN CARMELITANA ANTE SU SANTIDAD 3JI

go, se les quiere expulsar de sus casas y de su patria.


Zodo es obra de francmasones, decía con visibles muestras
de sentimiento.
Felicitó á todos los Padres presentes, y en su persona á
toda la Orden Carmelitana por sus trabajos, encaminados
al bien de la Iglesia, y exhortóles á continuar defendiendo
los intereses de Dios y de la Religión.
Concluida la alocución, admitió á los Padres Capitulares,
que estaban v vivamente emocionados, á besar su sagrada
mano y pie, y suplicó á N. P. General que presentase á todos
uno por uno. Según se iban presentando les preguntaba, con
benevolencia paternal, algo de su respectiva nación, y col-
mó á todos de consuelo y caricias.
Duró la audiencia más de media hora, y terminada, y
bendiciendo el Sumo Pontífice á los Padres, se retiró á sus
habitaciones privadas, quedando todos vivamente agrade-
cidos á sus paternales bondades.

E L MONTE CARMELO, al publicar esta sencilla reseña, se


asocia á la satisfacción y alegría que en toda la Orden ha
producido la audiencia concedida por Su Santidad á nues-
tros Superiores y las halagüeñas y consoladoras frases
pronunciadas por el Vicario de Cristo en favor de la Des-
calcez Carmelitana, y eleva al Trono más alto de la tierra,
en que se asienta el más grande de todos los Monarcas, el
Representante de Dios en el mundo, la expresión de profun-
dísimo respeto y gratitud vivísima, al par que invita á todos
sus lectores á meditar las importantísimas y transcendenta-
les declaraciones hechas por León XIII en su alocución á
los Superiores carmelitas, y sobre la que no queremos
hacer ningún comentario, persuadidps de que la mirada de
nuestros lectores llegará á ver en sus palabras mucho más
-de lo que nosotros con las nuestras pudiéramos decir.
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FIGURAS Y REALIDADES

^N hombre inspirado, á quien fué concedido hablar con Jehová en la


cumbre del Sinaí, nos dioe en las primeras páginas de su inspira-
da historia que en medio del paraíso colocó Dios un árbol, que, si bien
en la apariencia no se distinguía de los demás, los aventajaba en gran
manera en su significado.
No me refiero al arbolen cuyo tronco se enroscara la sierpe tentado-
ra, y desde donde eclipsó las glorias todas de la humanidad y manchó
la candorosa estola de la gracia con la que Dios había ataviado á nues-
tros progenitores en los días de dicha y felicidad. Me refiero á aquel
otro árbol que estaba en el centro del Edén, y de cuyo fruto no probó
el hombre; el árbol de la vida, que, en sentir de San Agustín, fué una
figura de Jesucristo, y que, como É l , tampoco carecía de misterios, se-
gún frase del mismo doctor, que dice que en los demás árboles del pa-
raíso estaba el alimento que necesitaba el hombre, pero en el de la vida
estaba el misterio (i); y San Bedá, comentando éste mismo pasaje del
Génesis, lo considera como un sacramento, diciendo que en el árbol
de la ciencia estaba la señal de la obediencia del hombre, y en el de la
vida el sacramento de la vida eterna.
Siguiendo, pues, los comentarios de estos dos santos doctores sobre
el árbol de la vida, y estudiando las circunstancias de que estaba ro-
deado/vemos, sin grandes esfuerzos, la primera y más acabada figura
de la Eucaristía. Prescindamos, pues, del árbol de la muerte, cuyo fru-
to tan amargos resultados produjo á la humanidad, y admiremos las
armonías que hay entre el primer árbol de la vida y el segundo, entre
el árbol paraisaico y el eucarístico, entre la figura y la realidad.
Leemos en el Génesis que allá en el principio del tiempo, ávido el
Eterno de comunicar ad extpa, como dirían los escolásticos, sus divinas
perfecciones, y manifestar al hombre la grandeza de su providencia y
la extensión de su poder, sacó del fondo de la nada las grandezas de la
creación, y creó para morada del hombre un jardín ameno y deleitoso,
adornado de bellezas que nunca habían de marchitarse. En el paraíso,
que así quiso el Señor se llamara este jardín, había, en sentir de los sa-

(i) Lib. 8, cap. 4. in Gen.


FIGURAS Y REALIDADES 333

grados intérpretes, ejemplares de todos los árboles y plantas que más


tarde vinieron á poblar la extensión del planeta; una fuente que subía
de la tierra, y cuyas cristalinas aguas, no cabiendo ya en el seno de su
madre, la besaban querellosas y corrían murmurando á buscar su liber-
tad en la anchurosa superficie de la tierra, llevando á todas partes la

£1 jtngel da la Pureza.

vida y la fertilidad; y un río que salía del lugar del placer y, explayán-
dose por el paraíso, vino á convertirse en padre de cuatro hijos, que,
fertilizando la tierra, iban, siguiendo sus caprichos, á ocultar su vida en
el abismo de las aguas donde mueren todos los ríos.
En el Santo Evangelio leemos también, que en el principio d é l a
era de la gracia, ávido el Hijo del Padre de comunicar al hombre los te-
soros de su corazón y manifestarle la grandeza de su amor, plantó un
EL
334 MONTE CARMELO

verjel florido para que en él puedan los fieles encontrar con subidas
creces las gracias perdidas en el jardín del Edén. En la Iglesia, que así
se llama este paraíso de la gracia, ha puesto su divino Fundador mode-
los y ejemplares de todos los árboles y plantas del cielo para la santifi-
cación del hombre; ha puesto los santos sacramentos, árboles más gi-
gantescos que los más encumbrados cedros que extienden la majestad
de su ramaje sobre las prominencias del Líbano, y cuyos frutos son
más dulces al alma que el panal de miel, y las plantas de las virtudes
cristianas cuyas perfumadas flores atavían á la Esposa del Cordero
como en el día de sus desposorios; hay también una fuente de gracia y
amor, cuyas divinas influencias, no cabiendo ya en el seno del Padre,
se derramaron por la tierra, llevando sus aguas bienhechoras más allá
del mundo y la materia, y depositándolas en el paraíso del alma, para
que el espíritu apague la sed de altas aspiraciones que le devora; y ex-
playándose dentro de las márgenes del Catolicismo, vienen á formar
esos cuatro ríos de sabiduría evangélica que llevan á todas las almas la
paz, la dicha y la felicidad.
Dicen más las letras santas: todos los árboles del paraíso eran her-
mosos á la vista, y suaves al paladar. Omne lignum pulchrum visu et ad
vescendum suave, y los frutos de ellos, como dice un célebre expositor (i),
constituían el alimento de la parte sensitiva del hombre, que, como ani-
mal, necesitaba de alimentación corporal para reparar la pérdida de
fuerzas que á diario consume la acción del calor natural; eran muchos
y variados, para que con su abundancia quedaran sobradamente satis-
fechos y abastecidos los deseos del hombre, no menos que recreados con
su variedad, ó, como afirma San Juan Crisóstomo (2), en medio de tan-
ta abundancia viviera el hombre en el paraíso á manera de un ángel,
sin sentir las necesidades del cuerpo, á pesar de estar revestido del vil
barro de la materia. En medio de toda esa hermosa variedad se levan-
taba majestuoso el árbol de la vida como centro de todos ellos, y cuyo
fruto, en sentir de Teodoreto (3), debía de constituir los lauros de la
gloria del hombre y la señal de su victoria si innoble y vergonzosamen-
te no sucumbía en la prueba á que Dios le había sujetado.
Todo esto, que fué una realidad en el paraíso terrenal, era á su vez
una figura de lo que más tarde se había de. realizar en la Iglesia católi-
ca; pues, como ha dejado dicho el Apóstol de las gentes, el Antiguo
Testamento fué una figura de la Nueva Ley, Lex vetus figura est noves k-
gis (4), y así vemos qué hermosos y suaves, más que los árboles del pa-
raíso , son los Sacramentos de la Iglesia, con cuyo fruto quedan abas-
tecidos, mejor que los deseos del cuerpo, las necesidades de nuestro

(1) Nicol. de Lyr. sup. Gen.


(2) Hom. 13 in Gen.
(3) Qusest. xxvi in Gen.
£4) Hebr., vil.
FIGURAS Y REALIDADES 335

espíritu, y sus influencias regeneradoras purgan el alma del pecado,


emblanquecen el ropaje de nuestro espíritu y, fecundizando nuestra
alma en bendiciones, en esperanzas y en amores, la hacen participan-
te de la divinidad é hija predilecta de Dios. En medio de esa fecunda
hermosura colocó la diestra del Eterno el árbol eucarístico, ese árbol
salvador que es el abismo de todos los tesoros de Dios, y en quien de-
positó el Padre toda la fecundidad de su ser.
Hablando Santo Tomás (i) del árbol de la vida, nos dice que Dios
concedió á sus frutos la virtud de prolongar la vida del hombre, y esto
mismo es, en toda propiedad, el objetivo principal de la Eucaristía: en
ella se oculta, no la virtud de prolongar la vida como en el árbol pa-
raisaico, sino el principio de la vida, la vida misma; y á la manera que
la vida, saliendo de lo interior del ser. que vive, tiende á la expansión
y al desarrollo de sí misma, así también el primer móvil de la vida ver-
dad, el objetivo principal de Jesucristo velado con las especies eucarís-
ticas, es el desplegar las actividades de su amor para aumentar la vida
del hombre, comunicándole su propia vida á fin de que con ella el mor-
tal se inmortalice, no con su propia vida, porque no puede llamarsa
vida lo que, prolongado, causa la muerte, sino con la vida de Dios, que,
como nos dice el mismo Salvador por boca de San Juan, á eso vino al
mundo, á darnos la vida, y á dárnosla con abundancia. Ego veni ut vi-
tam habeant et abundantius hábeant (2).
fr. Simeón de los SS. CC.
(Se continuará.)

(1) I Qusest. xcvn, art. 4.— (2) S. Joann., 10., 10.

LA EUCARISTÍA

Es prodigio de un Dios omnipotente;


Maravilla de amor y de ternura
Hacia la ruin é ingrata criatura;
Manjar sabroso; del consuelo fuente;
Continuación del cúmulo imponente
De dolores, tormentos y amargura
Que Cristo padeció en la áspera altura
Del Gólgota, humildísimo y paciente.
¡Y hay quien no acude á El, bálsamo suave,
Para curar del alma los dolores
Y que sublima al hombre y santifica!...
Pero 1 es que el ciego infortunado sabe
Calcular la belleza y los fulgores
Del Sol que nos alumbra y vivifica?
7{amán p. Cecilia.
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EL ESCAPULARIO

(Continuación.)

I||JA tercera regla que nos dan los San-


Y^ tos Padres y los teólogos para juz-
gar rectamente de las revelaciones dice
que podrán ser consideradas como ver-
daderas si no se oponen al dogma.
Bien claro se ve que no hay en la re-
velación de que tratamos cosa alguna que
se oponga al dogma; de lo contrario no
hubiéramos tomado la pluma para defen-
derla de los ataques que injustamente le
han dirigido algunos escritores hetero-
doxos, ni la hubieran aceptado santos y sabios de primer orden;
y como hijos sumisos de la Iglesia, amantes hasta donde se
pueda llegar de la pureza del dogma, rechazaríamos é impugna-
ríamos cualquier favor ó privilegio que se nos brindara, si fuera
en detrimento de la fe ó de la sana doctrina. Pero convencidos
de la verdad del hecho, y de que no lleva ningún detrimento á la
fe, y apoyados en la autorización que tiene de la Iglesia, segui-
remos demostrando que, lejos de ser un escollo donde pueda
peligrar el alma creyente, es un medio fácil y seguro de sal-
vación.
Por de pronto diremos que el hecho de la revelación no se
opone al dogma; antes bien, el dogma nos instruye y manda
creer en las revelaciones, puesto que las encontramos en el Anti-
guo y Nuevo Testamento, en las declaraciones de la Iglesia y en
las obras de los Santos Padres y de los teólogos. Por lo tanto, si
EL ESCAPULARIO 337

algo creen ver que se opone al dogma en la revelación que estu-


diamos, estará en la promesa ó promesas que ella contiene. Va-
mos á verlo.
La revelación que la Madre de Dios hizo á San Simón Stock al
entregarle el santo Escapulario, dice: Recibe, hijo mío muy ama-
do, este Escapulario de tu Orden, que será señal de mi confrater-
nidad: el que muriere con él, no padecerá el fuego eterno.
Dos partes ó dos promesas contiene esta revelación: la her-
mandad y filiación especial con María Santísima y la promesa de
no caer en el fuego eterno.
En cuanto á la primera parte, nadie encuentra la menor difi-
cultad, y una vez que en Cestria, ciudad de Inglaterra-;-quisieron
algunos disputar á los carmelitas el glorioso título de hijos espe-
ciales y hermanos de predilección de la Madre de Dios, Ella se
encargó de defenderles, hablando por medio de una imagen suya
de piedra, diciendo á la inmensa multitud que había congregada:
Estos son mis hermanos: el que ve á uno de estos religiosos, ve á
mis hermanos.
Y ¿quién se atreverá á negar á María Santísima lo que no puede
negarse á cualquiera persona? La Madre de Dios, Reina de Cielos
y Tierra, ha declarado que los que se consagran á su devoción
y amor, vistiendo su santo Escapulario, serán reconocidos por
Ella como hijos especiales y hermanos de predilección. Porque,
aunque es verdad que todos los cristianos somos hijos de María,
engendrados por Ella á la vida espiritual en la cumbre del Gól-
gota, como Corredentora del género humano, y por voluntad
expresa del mismo Dios, al darle por hijo al discípulo amado en
el cual estábamos incluidos todos los cristianos, sin embargo,
tiene perfectísimo derecho de adoptar con un amor especial y de
predilección á aquellos de entre sus hijos que se distingan en
obsequiarla y amarla de un modo particular. Y como la Orden
del Carmen es la que más se ha distinguido en honrarla, porque
en el instante que la fundó Elias en nombre de María (i) fué con-
sagrada á su culto y honor novecientos años antes de nacer ella,
y le dedicó una capilla cuando aun no había venido al mundo,

(1) P . Lorenzo Crisógono, jesuíta, Mundo Mariano, discurso 17, núm. 49. Ar-
naldo Bostio, Marta Patrona, cap. 2. Et doctísimo Clitoveo dice: «No es opinión in-
ventada de los carmelitas modernos el que María fuese la Madre y Fundadora de
su religión, sino que en tiempo de los Apóstoles era ya cosa notoria y absolutamente
admitida de todos». Lo mismo sienten el P. José Andrés, S. J . , Glor. del Carmelo;
Felipe Abad Hieropolitano; Tomás Bazis, etc.
338 EL MONTE CARMELO

Virgini Parüurce (1), mereciendo más tarde recibir las visitas de


María en el Carmelo (2), cuando vivía en Nazareth, manifestán-
dose ya entonces Madre especial y Hermana cariñosa de los car-
melitas (3), cuyo amor hizo más patente dejándoles al tiempo de
morir herederos únicos de las dos casas que poseía, una en Naza-
reth y otra en Jerusalén (4), y luego les da su nombre para que se
distingan de los demás, y quiere que se llamen frailes ó hermanos
de la Madre de Dios del Monte Carmelo (5), y ellos, como buenos
hijos, predican las glorias de su cariñosa Madre al esparcirse con
los Apóstoles por las diversas partes del mundo (6), y le levantan
templos (7), y Ella, agradecida, baja del Cielo al ser llamada por

(1) Sacra aedicula in Monte Carmelo, erecta ab ipso Elia Virgini Pariturae. Juan
Jerosolimitano, De institutione primor, manochor., libr. 8, cap. i g .
(2) Había una Hermana de esta Orden, llamada María, que tenía costumbre de
subir muy á menudo desde Nazareth á la Montaña del Carmelo. Decía ésta frecuente-
mente á su Hijo Jesús: «Yo subiré al Monte Carmelo, y daré noticia de tu nombre y
divinidad á mis hermanos los hijos de Elias». limo. Armachano, Primado de Ivernia,
sermón del Carmen, Ofic. de la Virgen del Carmen, lee. del 2. 0 noct.; Beato Bautista
Mantuano, In apolog. ad Segismund. La Santa Biblia, seguida de un Diccionario geo-
gráfico, por Barbié del Bocage, tomo 13, pág. 70, edic. de París. Tomás Waldense
de Sacrament., titul. 9. P. Felipe de la Santísima Trinidad; P. Juan de Cartagena,
franciscano, homil.
(3) Ita quod religiosi Carmelitae Virginem Mariam,jam tempore Apostolorum dice-
bant sororem suam. Joan., Patriar. Jerosolimit. De instituí, primor monachor.
(4) Mdicula B. Virginis quae nunc est Laureli per annos plus quam millefuerit sub
cura Carmelitarum in Galilea. Jorge Colveneiro, in calendario Stnae. Virgen Mariae,
pro die 10 Decembris. El P. M. Justino Miquiovense, dominico, dice: «A los carmeli-
tas les fué dada primero que á otros cualquiera la posesión y señorío de la casa de la
Virgen María, en donde se encarnó el Hijo de Dios». El P. José Andrés, S. J., Glor.
del Carmel., tom. 1, glor. 14, dice: «Este último rasgo maternal seria, por cierto, el
que moviera á la Virgen Santísima á disponer que se encontrasen presentes á su di-
chosísimo tránsito muchos ó los principales de sus hijos los carmelitas, en cuyas per-
sonas se figurasen los demás, no sólo los que vivían en aquellos días, sino los que hasta
el fin de los siglos debían componer este Cuerpo religioso». Y lo mismo dice el Beato
Mantuano, apolog., párrafo 7; Joan. Ildef., In defens. Ordin., cap. 13-, P. M. Lezana,
María Patrona, cap. 4 : Arnaldo Bostio, Libr. histor., cap. 23; P. Felipe de la Santí-
sima Trinidad, Theolog. Carmel.
(5) Sixto IV, in Bulla Dum attenta, etc., del año 1576; Gregorio X I I I , in Bulla
Ut laudes, 18 Septiembre de 1577.
(6) Josepho Antioqueno, Espejo de la perfecta milicia de Cristo. Beato Mantuano,
libro 5. Parthem. Marian. D. Pedro de Rojas, en su Historia de Toledo, part. 1, libr. 4,
cap. 12, habla de San Elpidio, monje carmelita que vino con Santiago á España.
Y Eusebio Cesariense dice: Erant cum Apostolis viri quam plurimi prophetici ordinis.
(7) Juan, Patriarca de Jerusalén, en su libro De institutione primor, monachor.,
dice: «Los monjes carmelitas, inmediatamente después de la pasión del Señor, edifi-
caron un Oratorio á la Virgen Madre de Dios en el Carmelo, junto á la fuente de Elias.
El abad Tritemio, benedictino, en su libro De Laudibus Carmelitar., cap. 17, dice lo
mismo. Paleonidoro, libr. 1, cap. 6. Pablo Morigia, De los antiguos jesuatos, libr. x,
cap. 3 0 , De Orig. Relig. Y lo mismo se lee en las lecciones del Oficio de la Virgen del
Carmen. D. Pedro de Rojas, en su Historia de Toledo, y Julián Pérez, dicen que le-
vantó y consagró Elpidio la primera iglesia dedicada á María en Toledo después de la
de Zaragoza. San Agabo, carmelita, marchó con los Apóstoles á Antioquía, y San
Enoch de Amatain, también del Carmelo, partió con San Marcos al Egipto.
EL ESCAPULARIO 339

los carmelitas para defenderles cuando se quería acabar con su


orden (i), dando á los enemigos un castigo ejemplar, para que
aprendieran las futuras generaciones y vieran en los carmelitas
á los hijos más amados de María; y más tarde les trae del Cielo
el vestido que como hijos de predilección les había de distinguir,
por ser tan antiguo y probado el mutuo cariño entre tal Madre y
tales hijos, para declarar una vez más, á la faz de todo el mundo,
que era Madre de una manera especial de los carmelitas, y éstos
hijos suyos de predilección: por eso los ha adoptado de una ma-
nera especial.
Y no es que á los carmelitas les hiciera falta esta nueva decla-
ración : convencidos estaban de que María no había cambiado de
condición, y la que tantas veces y de diferente manera se había
mostrado su Madre continuaría siéndolo, amándoles con un amor
de predilección. Pero quiso María distinguir á los suyos con esta
solemne manifestación, bien sea porque las madres se complacen
en repetir las muestras de amor á sus hijos, bien porque, siendo
tan grande la tribulación que padecían, quería darles un consuelo
grande y especial recordándoles que era su Madre solícita y ca-
riñosa, dispuesta siempre á salir en su defensa, ó bien porque
quiso dar una promulgación general, que llegase á conocimiento
de todos, del pacto de amor entre Ella y sus carmelitas en el
momento solemne en que les trae del Cielo una prenda singular
como testimonio del contrato que, al mismo tiempo que llenaría
sus corazones de consuelo y ternura, haría enmudecer, corridos
y avergonzados, á los que disputaban á sus hijos el título que Ella
se había complacido en darles.
Y, aunque todas las Ordenes religiosas son hijas muy queridas
de la Madre de Dios, no han dejado de reconocer que la Orden
del Carmen es su predilecta, es su Benjamín.
El P. José Andrés, de la Compañía de Jesús, dice: «No sere-
mos nosotros los que digamos que todos los cuerpos monásticos
y religiosos no sean de verdad hijos de María. Abrigamos como
quien más las ideas más lisonjeras en pro de tan noble filiación, y
sufriría no poco nuestra profesión religiosa si no lo sintiésemos
así. Pero tendríamos igualmente por sospechoso á quien dispu-
tara al Carmelo la gloria de ser el primogénito de la Madre de
Dios, y el Benjamín de la Reina de los Patriarcas y Profetas».

(1) Cuando se apareció al Papa Honorio I I I , castigando con muerte repentina á los
que querían acabar con su Orden.
3*0 EL MONTE CARMELO

San Lorenzo Justiniano añade: «... en todos ellos ve siempre á


sus hijos, é hijos de predilección; por todos ellos bajó del Cielo,
y los marcó con ese como Sacramento (el santo Escapulario),
para que fuesen conocidos de todo el mundo y distinguidos por
suyos». El P. Teófilo Raynaudo, S. J., escribe: «La Virgen María,
no sólo á los carmelitas, á los cuales primeramente pertenece el
santo Escapulario, sino también á cuantos píamente lo vistieren,
ha confesado que ellos, como los carmelitas, entrarían en la suerte
de ser sus hijos y hermanos predilectos, porque los adoptaba
como hijos y hermanos especiales». El sabio Lorenzo Crisógono
añade: «Entre esas Ordenes religiosas plantadas en el campo de
la Iglesia por las manos purísimas de la sacratísima Madre de
Dios, no cabe la menor duda de que de justicia es la primera
y principal la santa y venerable religión de los PP. Carmelitas,
la cual, así como la misma soberana Virgen la plantó con su
mano, siendo Ella su Madre y Fundadora, así la miró siempre con
ojos de particular predilección». El abad Tritemio, benedictino,
dice: «-Tú ¡oh religión carmelitana!, esplendor que eres del Cielo,
no temas, no desmayes jamás: sostén con firmeza las glorias de tu
instituto, y no dejes de honrar y predicar las excelencias de Ma-
ría, que, después de haberte dado el ser, le plugo agraciarte con
su propio nombre. Si posible fuera que una madre llegara á olvi-
darse del hijo de sus entrañas, jamás la Reina de los Cielos podrá
olvidarte, ni en ocasión alguna dejará de defenderte». Y Sixto IV,
en su bula Dum atienta, dice también: «La Virgen poderosísima
que concibió, por obra y virtud del Espíritu Santo, á nuestro
Señor Jesucristo, dio á luz también el sagrado Orden de la Bien-
aventurada Virgen María del Monte Carmelo».
Y, al hablar aquí de carmelitas, no se entiende solamente de
los religiosos, sino también de los terceros y cofrades, es decir:
todos aquellos que visten el santo Escapulario, habiéndolo reci-
bido debidamente; pues, como hermanos de la Orden, entran á
participar-de todos sus privilegios.
Conste, pues, que no hay ninguna oposición al dogma en la
primera parte de la promesa, y que María tiene perfectísimo de-
recho de adoptar, como de hecho ha adoptado, á algunos de en-
tre sus hijos con un amor de predilección.
fr. Plácido Jtiaria del p.
(Se continuará.)
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

7ámx
SJ
;N el capítulo tercero propónese el autor averiguar si es lícita
y en qué manera la novedad del estilo y del lenguaje.
Con exquisita mesura y tino trata este asunto, haciendo muy
juiciosas reflexiones, que lástima es no puedan transcribirse todas.
«No porque en algo se mude y altere el estilo, ya luego es malo'; ni
el hacerlo, cosa nueva; pues en todas las lenguas del mundo ha
sucedido lo mismo, aun cuando más se han mejorado... El estilo se
muda como lo demás que está sujeto al tiempo, el cual hace rena-
cer y envejecer vocablos, vistiendo en cada siglo la lengua y propio
idioma de nuevas voces y frases, como á los árboles cada año de
follaje nuevo. Y á la manera que en los hombres la lozanía de la
juventud se ríe del desaire de la vejez, y florece sólo la edad verde,
así la de los vocablos antiguos es despreciada de los que nacen y se
crían á vista de los nuevos» (i).
Después de confesar que sólo el uso es el supremo arbitro y juez
calificador de los lenguajes, dice: «No hay, pues, que melindrear
en esta materia contra la novedad del estilo, sino tener tragado que
es lícito, y lo fué, y lo será siempre, sacar á luz nuevas voces, y
florear la lengua española, de suerte que se pueda en ella, como en
la griega y latina, usar de modos, frases, figuras y tropos elegan-
tes... aunque siempre con moderación» (2).
Da el autor briosa y cumplida contestación á los reparos que los
de sobra devotos de la cultura del estilo oponen á la introducción
de palabras nuevas. Contra la corrupción de las costumbres que á
la del lenguaje dicen seguirse, responde «que el estudio de mejorar

(1) § I y 2.
(a) §3-
342 EL MONTE CARMELO

el estilo no corrompe, ni vicia las costumbres, antes con su ocu-


pación honestamente recrea los ingenios y divierte de otras, no tan
lícitas, en que se pudieran estragar y corromper... y ojalá en todos
tiempos y provincias, la vaga juventud y muchedumbre de ociosos
divertidos, aplicase el ingenio á la lectura y pulimento del lenguaje;
que, entretenidos en esta inocente curiosidad, sería mayor el nú-
mero de los cuerdos y recogidos, y aun las famas, honras y hacien-
das de todos se verían con menores desdichas, y la virtud tendría
más de su parte al entendimiento, pues siempre le tiene más gran-
jeado y benévolo en cualquier honesto estudio que en otras diversio-
nes licenciosas. Y no sé yo por qué esta parte de elocuencia se haya
de tener por sospechosa contra las costumbres, las cuales antes se
persuaden y defienden con ella, sino es que alguno diga que sola-
mente los reos y criminosos son los elocuentes, consecuencia que
saca ironizando San Jerónimo, gran defensor de la elocuencia. Como
si no fuese muy al revés—añade el Santo—y escondiesen los faci-
nerosos las sangrientas espadas en los troncos de los árboles, que
en los volúmenes de los sabios elocuentes: quiso decir, que la rus-
tiquez de su trato ayudaba á la maldad de su vida, y las armas de
su malévola intención se ocultaban como envain adas en la grosería
de sus troncos ingenios, y no en los escritos elocuentes de la sabi-
duría, que es la armería propia de la virtud y erudición» (i). Prueba
esto el autor con luminosos ejemplos de la antigüedad, todos opor-
tuna y discretamente traídos.
Contra el segundo temor del peligro de la fe, por la novedad de
los vocablos—responde el ilustre preceptista aragonés,— «que es
afectado escrúpulo; pues ni la fe se funda en el lenguaje, ni la cul-
tura del estilo hizo jamás encuentro á la fineza de la fe. La nove-
dad de voces que condenó el Apóstol es muy diferente, y su sen-
tencia muy á otro propósito. Porque, aunque en el texto griego la
palabra original sin diptongo significa vanidades, y con él nove-
dades (harto-misteriosa y razonablemente, porque la novedad suele
ser muchas veces vanidad); pero no siempre, ni cualquiera es re-
prensible sino la profana, que es la que el Apóstol excomulga, y ésta
(como dicen sagrados intérpretes) es sola aquella que introduce con
nuevas voces dogmas nuevos contrarios á la fe» (2).
José Jgn. Valenfí.
(Se continuará.)

(O §4-
(») §6-
LA MATANZA DE LOS FRAILES
ROMANCES HISTÓRICOS

(Conclusión.)

VI
DESAHOGO FINAL

P i n t a r con sus colores aquel cuadro


D e baldón, de ignominia y de vergüenza,
N o es dado á mi pincel; no hallo borrones
D e tan negro color en mi paleta.
N o me ocurren selváticas palabras
P a r a el drama muy propio de las selvas;
Y, aun halladas, mi pluma religiosa
A escribirlas pusiera resistencia.
Ni mi voz osará cantar hazañas
D e tan bajo heroísmo y tan vil m e n g u a :
Primero la garganta se me seque
Y... primero congélense mis venas.
Antes los puntos de mi tosca p l u m a ,
Al tocar el papel, lo hagan pavesas;
Antes pegadas en el basto lienzo
De mi burdo pincel queden las cerdas.
T a n sólo pretendí, el brazo extendido,
Señalar á las gentes venideras
E s a lección de historia. ¡ L a he cantado
E n el patrio romance y patria lengua!
Si escucharla quisiere el ancho m u n d o ,
E c o haciendo á la lira del p o e t a ,
Oirá que la matanza de los frailes
E s el Plus Ultra de la E s p a ñ a nueva.
Más allá de tonsuras y cerquillos
Se ven morriones, coronadas testas;
H a y fábricas y tronos y palacios
Más allá de conventos y de celdas.
H a y abismo de sangre invadeable
Abierto entre la España nueva y vieja ( i ) :
L a antigua, asaz llorosa, en una orilla ,
Cabe el L e ó n dormido lo contempla.
E n la otra orilla veee estotra E s p a ñ a
D e crespa y desgreñada cabellera:
U n a mano el puñal del asesino,
L a otra e m p u ñ a n d o la incendiaria tea.

(i) Menéndez Pelayo, Heterodoxos.


344 EL MONTE CARMELO

H o y es el d í a , y seca su g a r g a n t a ,
R o n c a , febril, satánica vocea:
¡Mueran los frailes!; y en su ronco pecho
Retiñe sin cesar: ¡Los frailes mueran!
Y entre hábitos aún feroz se hiergue,
Sus ojos sanguinarios rechispean,
Y clama y clama: «¡Sangre, d a d m e sangre!
Sangre de frailes, porque estoy sedienta.
¿ Qué me importa el perpetuo rojo estigma
Del pecado de sangre que me afrenta? (i).
¡Yo lo quiero olvidar sangre bebiendo!
¡ Yo me quiero de sangre morir ebria!...»
¡Guay si viertes, de hoy m á s , sólo una gota!
¡ E s p a ñ a , triste E s p a ñ a , te envenenas!
Que la sangre de víctima inocente,
Al verdugo en obscura tumba encierra.
¡ Quién sabe si la copa de sus iras
Como la espuma Dios hará que crezca,
Y en plomo ardiente al rebosar trocándose,
Caerá la ira de Dios en tu cabeza!
Ya en el platillo de su fiel balanza
Dos pecados de sangre t a n t o pesan,
Que no se acordará que tú en dos mundos
Exaltaste su C r u z , la fe con ella.
H o y te veo en el cuadro desperante.
N o encuentras salvación; cuanto te cerca
Son cadenas de negros eslabones:
¡Y marchas al sepulcro entre cadenas!
El centro de ese cuadro... el negro abismo...
¿ Quién sus detalles es capaz siquiera
D e vislumbrar? Y ¿quién á trasladarlo
Sobre el lienzo tendrá bastante fuerza?
Mas ¡ah! ya lo grabó en la dura frente
D e ese siglo de luz la misma diestra
Que el Mane, Thécel, Pkáres pintó un día
D e Babilonia en la morada regia.
Y con buril de fuego lo ha g r a b a d o ;
P o r corona lo puso en su cabeza;
Corona que se hundió hasta su garganta,
Cual argolla de activa incandescencia.
H o y que yace con ella en sucia t u m b a ,
B l a n d a no le será siquier la tierra;
L a historia justiciera de los siglos
P o n d r á su horrible mancha á la vergüenza.
En t a n t o que los nombres de los mártires
Dios los escribirá con áureas letras;
Con ellos formará inmortal corona
Que en blancas cintas, cuando al aire ondean ,
Escrito se verá en cifras rosáceas:
«¡ Mártires de la fe, por premio de ella!»
¡Dios miró desde el Cielo vuestro triunfo
Siendo ya de Dios mismo la diadema!
(i) Pecado de sangre ha llamado un protestante á la matanza de los frailes, según
advierte el autor citado.
LA MATANZA DE LOS FRAILES 345
¡Himnos mil á los mártires!... Vosotros,
Que acabasteis en bárbara palestra,
Al golpe de las hachas y los sables
De una tropa de tigres y de hienas.
¡¡Himnos!! La épica trompa resonando,
Cante en vuestra memoria á la fe vuestra.
¿Cuándo del Cielo el pabellón á héroes
Tan dignos acogió de una epopeya?
¡Gloria á los que el sayal burdo vestísteis
De los Luises, Cisneros y Teresas,
No desmintiendo aquel valor de raza
Que en vuestros timbres con honor campea!
¡ Gloria á los que moristeis en los pliegues
De la gloriosa y virginal enseña
Que tremolara Ignacio de Loyola,
Que Borjas y Javieres altecieran !
¡Gloria á vosotros los que al gran Cervantes
Rescatasteis de moros en la Argelia:
Hoy vuestra sangre, no tierras infieles,
La de esta España de los santos riega!
¡Himnos de gloria entone á vuestro nombre
Hoy mi garganta con voz clara y recia!
Y resuene en loor: ¡ Himnos de gloria!
Al nombre vuestro por la vasta Hesperia.
Y como resonando el ímpio grito
De «¡á matar frailes!» fué en hondas cavernas ,
Así mi canto resonando vaya
«¡Gloria á los frailes!» por la azul esfera.
pr. florión del Carmelo Jeresiano.

Jflonte Carmelo: Convento de Jtí'adres Carmelitas.


>vfW:«

UN C A M P O F É R T I L

/PffQ es, y el más fecundo de toda esta inmensa India, la región ma-
T ^ labárica, en lo que á frutos de salvación se refiere. Mientras en
los otros territorios la semilla del Evangelio, esparcida en todos los
ángulos y centros por celosos misioneros, la mayoría de las veces
cae como en medio del camino, ya que no entre espinos ó sobre pie-
dras, en este pedazo de tierra, fertilizado con los sudores del gran
Javier, que es su patrono y custodio, se la derrama, por lo general,
sobre un suelo feraz, sazonado á propósito para cosechar ricas,
abundantes y exquisitas bendiciones.
Mas, aun dentro de Malabar, cabe asegurar sin vacilaciones que
uno de los campos más fecundos, de mayores y más fáciles resulta-
dos, es el comprendido en los límites de la hermosa diócesis de Qui-
lón, sufragánea de Verápoly.
Es sumamente consoladora la feliz disposición de este pueblo para
abrazar nuestra Religión, y á la par, y por lo mismo, es profunda-
mente aflictiva la escasez de misioneros, y más aún la penuria de re-
cursos que nos obliga á lamentar tanta pérdida, tanto malogro, tan-
tas almas como el demonio nos arrebata de entre las manos.
No puede ser de otra suerte, y hay que dispensársenos, si al po-
nernos al habla con nuestros queridos compatriotas, exhalamos un
¡ay! al lado de un i gracias! La boca expresa lo que abunda en el co-
razón, y el del misionero, afanoso de conversiones, rodeado'de infie-
les dispuestos, deseosos, ansiosos de convertirse y que no acaban de
hacerlo por no tener medios de atenderlos, desmentiría su carácter,
traicionaría á su espíritu, mostraríase indigno de su apostolado, si
cada frase suya no fuera un gemido de pena, un suspiro de auxilio,
una súplica al cielo, un agradecimiento á los buenos.
Yo considero un deber hacia las almas caritativas, identificadas
en espíritu y en realidad por la oración y por la limosna con nuestra
obra apostólica, y por ella con nosotros, el comunicarles noticias y
MISIONES CARMELITANAS 347

sentimientos que sé muy bien las interesa mucho en virtud de la cari-


dad de Cristo que urge.
No puedo, pues, privarlas del conocimiento de una carta que acabo
de recibir, muy hermosa y elocuente por cierto, con la elocuencia
eficaz de los hechos narrados con la mayor sencillez y verdad.
Léanla, y sobre todo medítenla, nuestros caros amigos, y vean si
tuve razón de denominar fértil el campo de Quilón, de donde procede.

"•Neyattankaray, 8-4-01.
„ Amado P a d r e : Dispénseme si no le he escrito hace tiempo, pues
ya se sabe que no puede uno hacer lo que quiere por muchos motivos.
„En cuanto al estado de ánimos de esta gente, yo no sé cómo ex-
presarlo; pues tanta es la tendencia y conmoción de ellos, que paga-
nos y protestantes no hablan más que de la religión católica.
„Desde que llegué á este pangú (distrito), en cinco nuevos lugares
ha entrado la religión católica, y en otros dos entrará también, Dios
mediante, dentro de un mes, porque voy preparándolos poco á poco
y ellos me han dado ya palabra.
„En mi pangú tengo más protestantes que católicos; pero aquéllos
están todos en discordia; sólo los que gozan salario se oponen á que
los demás abracen el Catolicismo. Muchos están preparándose para
hacerse católicos, aprendidos los principios y las oraciones, y los
que se lanzan primero son los principales, que es punto decisivo, por-
que los siguen fácilmente los inferiores, como aquí ahora sucede, que
unos á otros se aconsejan y mueven á venir á la religión católica.
B Un pormenor. El hijo de un principal, que ha estudiado en Naguer-
coil en escuela protestante, pagado casi todo por los protestantes
mismos, es hoy mi fámulo. A éste le quieren desposeer de la heren-
cia ; pero él ha contestado que, hagan lo que quieran de las propieda-
des, no le podrán quitar la herencia del cielo.
„A otro pagano, también recién convertido, le han ofrecido muchas
posesiones para que abjure de la religión; pero él, despreciando todo
lo terreno, les ha dicho que se queden con todas sus fincas, que á él
le basta con la salvación del alma. Le pongo estos dos ejemplos para
que vea que no todo va en palabras, sino que también hay obras.
¡Gloria á Dios!
n Hasta el presente le puedo decir que á todas partes que he ido con
intención de inducirlos á nuestra santa religión, he tenido siempre
buen resultado. El trato afable é igual con todos atrae mucho á esta
pobre gente. Le contaré lo que me acaeció un día.
„Quería comenzar la misión en un nuevo lugar; pero, cuando anda-
ba de una parte á otra conociendo el terreno, todos huían al verme.
Esto fué el primer día. Otro día fui por el mismo sitio que el primero,
y nadie se acercaba. Sólo á un niño como de tres años encontré jun-
to al camino; comencé á preguntarle su nombre, pero él permanecía
en silencio. Pasé á hacerle alguna caricia, y he aquí que al instante
me encuentro rodeado de unos diez y ocho hombres. Me enteré de qué
casta eran, etc., etc.; inmediatamente les dirigí algunas palabras so-
348 EL MONTE CARMELO

bre la religión verdadera, ofreciéndome á ayudarlos en cuanto me


permitan mis fuerzas, en especial en tiempo de cólera y viruelas.
Ellos quedaron muy contentos y me dijeron que querían abrazar la
religión católica. A causa de aquella reunión, hoy día están apren-
diendo oraciones cerca de cuarenta personas , y vienen á la religión
cincuenta familias por ahora. Si les hago escuela inglesa, trescien-
tas casas me han prometido abrazar el Catolicismo; pero, como yo
no puedo sostener tal escuela, no sé todavía cuál será el fin de este
movimiento.
„En otro lugar, llamado Caniramcolam, me están pidiendo una es-
cuela malabárico-inglesa, y me dicen que, si hago la tal escuela, dos
mil paganos se harán cristianos. Pero ¿qué voy á hacer yo?
„Cuando vine, hallé dos escuelas y un catequista. Hoy tengo ocho
escuelas, y otras dos se abrirán esta semana; una de niñas, otra de
niños. Además, tres catequistas con su salario, y otros muchos gas-
tos para instruir á los nuevos conversos. Nuestro Obispo no alcanza
sino á sostener las dos primeras escuelas y catequista que he dicho,
pues otras urgencias le imposibilitan. El salario de todos los demás
debo darle yo. Creo que, si de alguna parte no me manda recursos
el Señor, como lo puede, tendré que hacer bancarrota, con todo el
sentimiento de mi alma.
„Si hubiera medios, ¡cuántas más conversiones podrían lograrse!
Aquí se necesitan dos'cosas: misioneros incansables para trabajar,
y dinero para las necesidades.
„ L o que se dice de este pangú, cabe afirmar de Vengodo, etc.
¡Cuántas almas, por falta de misioneros, están perdiéndose!
„Suyo ex corde.—FR. JUAN DAMASCEñO.„

¿Quién no palpa en todo lo precedente la mano bondadosa del Pa-


dre celestial, que así quiere, solicita y atrae á estos desamparados
hijos? ¿Quién no se conmueve al contemplar sus preciosas disposi-
ciones para la gracia? ¿Quién no se duele al verlas perderse para
siempre, cuando se disponían á volar al cielo? ¡Pobrecitas! ¡Qué
lástima!
fr. Juan Vicente.

*
jív •ato vbi¿p—g#«y *gfc«* ^:Vv '•iffi' v»^g gj^«v «a®

SOBRE MÚSICA SAGRADA

COLLIGITE FRAGMENTA, NE PEREANT

JÜp aréceme que, reuniendo yjun- hay entre los procedimientos de


•pr tando algunos textos escogi- composición y los del canto grego-
dos acá y acullá de entre las obras riano en particular.
de los antiguos retóricos y de los E n efecto, ¿qué dicen los co-
comentadores de canto de la E d a d mentadores de la E d a d Media?
Media, se justifica y evidencia la Comparan también el canto con la
definición que de la música dio San prosa: Quasi prosaici, more prosarum
Agustín cuando dijo: Istadisciplina con el verso, more versuum, p a r a lle-
sensus intellectusque particeps musicce gar á esta tan natural conclusión:
nomeninvenit: E s t a ciencia llamada Si entre los tres géneros de com-
música participa de los sentidos y de posición , gracias al mismo princi-
la inteligencia. pio , el acento, movimiento ó fluidez,
Participa de los sentidos. Des- hay analogía, proporción y confor-
pués de h a b e r d i c h o Cicerón m i d a d , cuanto á los efectos habrá
(Or. LX) «que es preciso atribuir casi identidad. L a proporción en-
á un mismo principio el delicado gendrará lo que se dice ritmo ó
placer que experimentamos oyen- número al ejecutarse el canto.
do un magnífico discurso y un tro- Resumo el testimonio de los au-
zo bello de poesía: Eadem res in nu- tores de la E d a d Media en el de
mero orationis efficit voluptatem quce Aribon, comentador del maestro
in versibus», añade de seguida: «El por excelencia Guy de Arezzo.
arte aprecia su bien regulada com- «Los antiguos—dice — se esmera-
posición , y no menos el oído, sin ban mucho en distribuir con re-
ser artista en lo secreto del orga- gulada proporción los diferentes
nismo: Quorum modum notat ars, sed miembros de la frase, no sólo al
aures ipsce tácito eum sensu sitie arte componer las melodías, sino tam-
definiunt». bién al ejecutarlas. Antiquitus fuit
Participa de la inteligencia. Con- magna circumspectio, non solum can-
frontando el texto del orador roma- tus inventoribus sed etiam ipsis canto-
no con otro de San Agustín sobre ribus, ut quilibet proportionaliter et
la analogía ó proporción ( i ) , princi- invenirent etcanerent. (Gerbert, t. 11,
pio de unidad en las cosas bien or- página 227.)*
denadas, veremos la relación que Bajando más al particular, pre-
cisa el mismo autor en qué consiste
esta proporción. «Equivale—dice,
(i) Illa unitas quam te amare dixisti, al colorido retórico que aparece en
hac una effici potest, cujus gracum nomen el discurso cuando sus miembros
analtgia est, nostri quídam proportionem tienen casi igual número de síla-
vocaverunt. bas. Talis consideratio símilis est rhe-
35o EL MONTE CARMELO

torteo colorí, qui constat fere ex pari ofrecen divisiones por modo muy
numero syllabarum». vario proporcionadas: Sicut enim
N o quiere decir e s t o , según Ci- metrorum plurimce divisiones, quia qua-
cerón, de quien aquella definición dam sunt asclepiada, quadam saphica,
está t o m a d a , que sea preciso en- quadam alcaicha, sic melodiarum neu-
tretenerse en contar las sílabas, mee plurimas habent divisiones. {Ari-
pues que el determinar su número bon, ibid.)
es cuestión de gusto y costumbre. Así reflejará el canto llano las
L o mismo dice Quintiliano: «El formas de acentuación de la len-
número oratorio no llega á marcar gua latina; y como dos sílabas se-
la recitación por el dar y alzar». ñaladas con acento grave y acento
H a y allí cierta m e d i d a , pero in- leve bastan para formar un p i e , ó,
determinada. «Escoja el músico— lo que es igual, un ritmo en el sen-
continúa Aribon,— entre las divi- tido más estricto de la palabra:
siones á propósito p a r a formar el Pes ictibus fit duobus, haciendo gru-
contexto del canto y p a r a variar pos por metros, según rectamente
el movimiento de su r i t m o , las que se h a d e m o s t r a d o , llegaremos á
quiera emplear; porque como los formar medidas equilibradas en
diferentes metros asclepiádeo, sa- su irregular sucesión: Ut veluti me-
n c o , alcaico, presentan diferentes tritis pedibus cantilena plaudatur.
divisiones, así los diversos neumas
fr. S. B-
^—>.t==§==n—£,

BIBLIOGRAFÍA

El Pan del Cielo, ó la Sagrada píritu y escrito con las condiciones


Eucaristía según la fe y la historia, más propias para mover y persuadir.
obra compuesta por el limo. Sr. Doc- Su autora es una niña de doce años,
tor D. Calixto de Andrés Tomé, Pro- huérfana de padre y madre, que ha en-
tonotario Apostólico y Auditor Asesor contrado al pie de los altares de María
de la Nunciatura.—Con sumo gusto y Teresa de Jesús la piedad sólida que
damos cuenta á nuestros lectores de la inspira, y ha aprendido en su corta
esta nueva obra, debida á la inagota- edad la elevada ciencia espiritual y
ble pluma del ilustrado y virtuoso se- cristianos consejos que en esta obrita
ñor de Andrés Tomé, y que, como to- expone á sus hermanas las Teresianas,
das las suyas, respira santa unción, y con un lenguaje elocuente, con la más
es muy á propósito para excitar la pie- sublime de las elocuencias, que habla
dad de los fieles y la devoción al au- al corazón y hace simpático" el ejerci-
gusto Sacramento de nuestros Altares, cio de la virtud. Puede decirse que así
al que considera en su prefiguración como Jesús, á la tierna edad de doce
de la Ley antigua, en su institución, años, predicaba en el templo á los sa-
en la participación de los fieles, en su bios doctores de la Ley, y con la fuerza
culto y veneración y en la influencia de su palabra confundíales en su so-
que ejerce en el mundo todo. A la vez berbia, así esta joven, inspirada por
que recomendamos la lectura de tan Dios, confunde y reprende también
precioso libro, damos á su autor las las puerilidades que escriben muchos
gracias por los ejemplares que nos ha de los escritores de nuestros días. Re-
regalado. comendamos , principalmente á las jó-
venes ^este libro, donde encontrarán
La Verdadera Hija de María In- muy hermosos documentos de piedad
maculada y Teresa de Jesús, por la y de virtud.—Véndese en casa de la
Srta. Inés Gómez Luis. Burgos, 1901. autora, Plaza Mayor, l.°, 2. 0 , Burgos,
Es un libro pequeño, pero lleno de es- al precio de 0,25 céntimos el ejemplar.
NOTICIAS DEL MONTE CARMELO: PEREGRINACIONES.—En el mes de
Abril llegaron al Carmelo dos peregrinaciones norte-americanas;
una inglesa, albergándose en tiendas de campaña, y otra francesa,
que se hospedó en el convento. Después de cantar una Misa solemne
á la Reina del Carmen y recibir la bendición del Santísimo, partie-
ron todos con dirección á Nazareth. En el mismo mes llegaron tam-
bién en peregrinación algunas personas particulares, entre quienes
merecen nombrarse un Sr. Marqués italiano, y la Sra. Marquesa de
Álava con su hija, bienhechoras de nuestro convento de Vitoria,
quienes hicieron cantar á la Rda. Comunidad del Carmelo una Salve
solemne como se canta en nuestros conventos de España, y muy
agradecidas á la bondad de los Padres se despidieron de ellos, de-
mostrándoles su afecto y entregándoles una limosna para la Virgen.
En el mes de Mayo fueron dos peregrinaciones más; una francesa,
dirigida por los RR. P P . Asuncionistas, compuesta de doscientas
personas, entre ellas unos ochenta sacerdotes: cincuenta durmieron
en la hospedería del convento, otros cincuenta en el palacio próxi-
mo, y ciento bajo tiendas de campaña; y todos juntos comieron en
una gran tienda de campaña levantada en la plaza del Carmelo. Por
la mañana subieron en procesión cantando las letanías á la Iglesia, y
se celebró una Misa solemne cantada por todos los peregrinos; y por
la noche hicieron el Mes de María y recibieron la bendición del San-
tísimo, retirándose todos á descansar hasta la mañana siguiente, en
que, después de celebrar los sacerdotes el santo sacrificio de la Misa
y comulgar los demás peregrinos, partieron para Nazareth, unos á
caballo, y otros en carrozas. La otra peregrinación era alemana, y
se detuvo sólo medio día en el convento, por no perder el vapor en
que querían partir, y que salía aquel mismo día.

FIESTAS DE LOS MáRTIRES EN EL CARMELO.—Este Santo Monte,


cuna de nuestra Orden, se ha regocijado en el Señor y ha entonado
himnos de victoria al verse embellecido con dos nuevas flores del
jardín de María, celebrando con solemnidad pocas veces vista el
Triduo de Beatificación de los gloriosos mártires Dionisio y Redento
en la iglesia de los Padres del Carmelo, en la de las Madres, situada
352 EL MONTE CARMELO

al pie de la montaña, y en la de la parroquia de Caiffa. Toda la po-


blación ha tomado parte en estas fiestas; y mientras en el templo se
solemnizaban con Misas, exposición del Santísimo, cánticos y sermo-
nes, fuera se demostraba el entusiasmo á los acordes de la música
que con permiso del Kaimacan (gobernador turco) recorría las calles
desde el amanecer. En el Carmelo se predicó en italiano y en fran-
cés; en el convento de las Madres en francés, y en la parroquia de
Caiffa en árabe y francés. En esta última iglesia asistió el último
día del Triduo el Sr. Cónsul francés.
NOVICIAS ESPAñOLAS EN EL CARMELO.—Con estas fiestas ha coinci-
dido la llegada de dos jóvenes navarras que han ingresado como
novicias en el convento de nuestras Madres del Carmelo, á las cua-
les, en recuerdo y veneración de nuestros ilustres Beatos Mártires,
han impuesto el nombre de hermana Dionisia del Niño Jesús y her-
mana Redenta de la Inmaculada Concepción.
E L NUEVO VICARIO DE MADRID.—Ha sido nombrado Superior de
este Vicariato de Madrid N. M. R. P. Jerónimo de la Santísima
Virgen, que durante el sesennio último, finado en el Capítulo gene-
ral recientemente celebrado, ha ejercido el importante y elevado
cargo de Definidor general de la Orden, después de haber desempe-
ñado antes los primeros oficios en las Provincias de Navarra y de
Castilla, entre ellos el Provincialato en la última, durante el cual fue
elegido Definidor general. Reciba nuestro nuevo querido Padre Vi-
cario la bienvenida y la felicitación más sincera de éstos sus rendi-
dos y humildes hijos y subditos.
El R. P. Víctor de la Cruz, Superior hasta ahora de esta casa, se
ha trasladado á su Provincia de San Joaquín de Navarra, donde ha
sido nombrado Prior del Convento de Pamplona, erigido en Priorato
hace pocos días. Al dar al R. P. Víctor la más afectuosa despedida y
felicitarle por el nombramiento con que ha sido honrado, le expresa-
mos nuestros sentimientos de gratitud y reconocimiento por las bon-
dades que siempre nos ha dispensado, y por las que le viviremos
siempre agradecidos, teniéndole muy presente en nuestras oraciones.
SALUTACIóN CARIñOSA.—Recién llegado á esta casa de Madrid nues-
tro M. R. P. Vicario, Jerónimo de la Santísima Virgen, nos dice
hagamos presente desde las columnas de E L MONTE CARMELO que,
al salir de Roma, ha recibido de N. M. R. P. General el encargo de
saludar en su nombre á todos los Religiosos, Religiosas y Terciarios
del Carmen de las provincias de España y América, lo cual cumple
gustoso, haciendo presente el interés y cariño que hacia todos siente
N. M. R. P. General. Y á su vez, el mismo P. Jerónimo envía también
á todos los referidos su más afectuoso saludo, y se ofrece incondicio-
nalmente á todos, deseando que, ya que no le es posible dirigirse á
cada uno en particular, todos tengan este ofrecimiento como hecho
personal y especialmente á cada uno.
LAS NUEVAS DEVOCIONES.—La Sagrada Congregación del Santo
Oficio acaba de condenar dos innovaciones contra las que habían re-
clamado los obispos de América.
La primera se titula Mano milagrosa de nuestro Señor, y tiene
por símbolo una mano abierta, herida en el centro, y con las imáge-
nes del Niño Jesús, de la Virgen, de San Joaquín y de Santa Ana
en las extremidades de los dedos. Aunque la intención parece exce-
lente, pues se trata de unir la devoción de Nuestro Señor con la de
los sagrados personajes que Dios le ha asociado de una manera más
ó menos directa en la obra de la Redención, esta imagen no está
conforme con la tradición, ni con las reglas por que se rigen las re-
presentaciones sagradas, ni aun con el dogma y la sana razón.
La otra novedad es una cruz: la Cruz de la Inmaculada Concep-
ción. Es una medalla en forma de cruz, que en el anverso lleva, no
la imagen de nuestro Señor, sino la de María Inmaculada, y en el re-
verso los Sagrados Corazones con el monograma de la Virgen. El
Santo Oficio ha declarado inconveniente que el sagrado signo de la
Redención se aplique á una criatura.
Cierto es que en algunos crucifijos de la Edad Media aparece la
imagen de la Santísima Virgen en el reverso de la cruz; pero esta
costumbre, poco frecuente, se proponía significar que la Madre del
Salvador se hallaba al pie de la cruz cuando su Hijo moría por la sal-
vación del género humano. En la cruz siempre se ha puesto al Salva-
dor; la innovación de que se trata pone en la cruz á la Virgen, con
detrimento de la verdad histórica y de la devoción á Jesús cruci-
ficado.

Voz DE LOS OBISPOS.—El Excmo. Sr. Arzobispo de Sevilla ha pu-


blicado una elocuente y hermosísima circular haciendo un llama-
miento á los católicos para que, siguiendo los consejos tantas veces
reiterados de León XIII, y que frecuentemente han recordado otros
Rvmos. Prelados, y deponiendo toda enemistad en cuestiones bala-
díes, ó por lo menos de interés secundario, se unan en apretada fa-
lange para defender la causa sagrada de Dios y cuanto de cerca
atañe á la Religión y á la Iglesia, aceptando como clave ó fórmula
HL
354 MONTE CARMELO

de unión el Credo de la Iglesia, «desde la primera á la última pala-


bra , desde la primera frase salida de los labios de San Pedro hasta
la última de Pío IX y León XIII„. Quiera Dios que sea oída esta ex-
citación pastoral y se realice pronto la tan deseada unión, única que
puede dar en nuestra nación el triunfo á la causa del Catolicismo.
UN MáRTIR.—De una carta del Tche-Ly, escrita por el Padre Gau-
dissard, S. J., y publicada por Las Misiones Católicas, tomamos el
siguiente episodio, digno bajo todos conceptos de los tiempos heroi-
cos del Cristianismo.
Helo aquí:
"Un cristiano ha muerto gloriosamente confesando la fe. Las actas
de este martirio tienen carácter oficial, y constituyen gloriosa pági-
na de la historia de la actual persecución.
El hecho fué como sigue:
Ou Wenn Yinn era tifang (alcalde) de los cristianos del pueblo, y,
al disponerse los paganos á arruinar la iglesia, se opuso resueltamen-
te. Denunciado al mandarín, citóle á comparecer al tribunal. Pre-
sintiendo que no escaparía vivo, arrodillóse ante su anciana madre
para darle el postrero adiós, y esta mujer heroica le dijo:
—Si mueres por la fe, Dios cuidará de nosotros: no te preocupes
de mí ni de los niños. Si apostatas, jamás te reconoceré por hijo.
—Madre—le contestó,—no temáis. Ayudado de la gracia de Dios,
no apostataré.
—¿Eres cristiano?—le preguntó el subprefecto.—En la actualidad
está prohibido serlo: debes cambiar de religión.
—No puedo.
—¡Ta! (Golpeadle.)
Los verdugos apalearon al confesor de la fe hasta que perdió el co-
nocimiento. Al recobrarlo, el mandarín le invitó por segunda vez á
apostatar; y como se negara con igual entereza, mandó apalearle de
nuevo, siendo igual el resultado. Entonces dispuso le colgaran en la
jaula de madera. El mártir les dijo:
—Cuando, vencido por la fuerza del dolor, no pueda articular pala-
bra; cuando veáis que mis labios se mueven, las palabras que pro"
nuncie no serán jamás palabras de apostasía: serán oraciones.
A los breves momentos de tenerlo en el nuevo suplicio, los ver-
dugos, comprendiendo por la alteración de sus facciones que iba
á expirar, se apresuraron á descolgarle. Era tarde: Ou Wenn Yinn
había recogido la inmarcesible palma de los eternos triunfos,,.
NUEVAS PEREGRINACIONES FRANCESAS.—Se ha acordado otra pere-
grinación exclusiva de hombres á Paray-le-Monial. Se verificará
el 30 de Junio.
Un millar de franceses marchará á Jerusalén, llevando al Santo
Sepulcro la bandera del Sagrado Corazón.
Partirán el 28 de Agosto próximo. Este pensamiento nació bajo las
bóvedas de Montmartre. La nave Nuestra Señora de Salud llevará
á Jerusalén una verdadera falange de peregrinos.
IMPRESIONES DE NUESTRO VIAJE A BUENOS AIRES

El día 7 de Abril, Domingo de R e - nueva, por las incesantes oleadas de


surrección, á las dos de la tarde, sali- gozo que cada instante se renuevan
mos de Cádiz en el vapor León XIII. en los espíritus que la contemplan. El
En aquel momento mi mente se tras- mar se asemeja en esto á Dios. Con
ladó cuatro siglos atrás, cuando, á la razón dice Santo Tomás que Dios ha
voz de «despliégúense las velas en dejado en todas las cosas la huella de
nombre de Jesús », se hicieron á la vela su paso (vestigium). Esta huella es
La Pinta, La Niña y Santa María, tan clara y evidente en el mar, que no
al mando del gran Almirante Cristóbal es posible dudar de su existencia ni
Colón. ¡ Qué diferencia de entonces á confundir su personalidad. Semitce tuce
ahora! Entonces, la España enviaba á in aquis multis.
los religiosos en compañía de sus gue- Debajo de mí tengo en estos mo-
rreros para conquistar aquellas gentes mentos un mundo admirable, habitado
para Dios, antes que para la patria; por millones de seres vivientes. Hoc
ahora, esa misma España quiere arro- mare magnum et spatiosum mani-
jar de su seno á sus religiosos, como bus, illic reptilia quorum non est
seres inútiles y perjudiciales. Dios numeru*.
tenga misericordia de nuestra pobre ¡ Cuántas maravillas encierra en su
patria. seno este abismo profundo! Desde la
Estamos en el mar. ¡ El mar! Mil ve- ballena y el tiburón hasta los animales
ces lo he contemplado, y siempre tiene microscópicos, que holgadamente se
nuevos atractivos para mí. Su vista pasean en una gota de agua, reve-
cautiva mi mente y ensancha mi cora- lan la sabiduría y la omnipotencia del
zón; lo mismo cuando halaga sus pla- Criador.
yas , besándolas con cariño, como al Al entrar en los anchurosos domi-
•estremecer los peñascos con sus bra- nios del Océano, mi primer pensa-
midos; ora cuando, alegre y festivo, miento y el suspiro más afectuoso y
se entretiene en lamer suavemente sus ardiente de mi corazón es, después de
costas; ora cuando, revolcándose fu- Dios, para Ti, mi dulce Madre del Car-
rioso en su lecho de arena, se empeña, melo y mi querida Señora. Yo te sa-
cual fiera indómita, en romper los dé- ludo, ¡oh hermosa Estrella del mar!
biles diques de la prisión que el dedo Ave maris stella. Cobija bajo tu capa
omnipotente le señalara. blanca á tus hijos que por obediencia
San Agustín llama á la hermosura perambulant semitce maris.
de Dios siempre antigua y siempre Por la tarde y primeras horas de la
356 EL MONTE CARMELO

noche, una espesa niebla cubre la at- vía la sierra. Esperamos pasar esta
mósfera. Parece que caminamos den- noche en el puerto, y mañana (Dios
tro de una tumba. La sirena repite, mediante) contemplaremos la ciudad
cada dos minutos, su grito plañidero, y sus alrededores.
en medio de estas obscuridades, y su
eco me trae á la memoria la trompeta Dia 10 de Abril.
arcangélica que sonará sobre la tierra,
convertida en una soledad de ceniza Son las seis de la mañana, y estoy
por el fuego precursor del juicio final. delante de la ciudad de Santa Cruz de
Tenerife, que se halla á 28 o de latitud
Dia 8 de Albril. N., y tiene unos 30.000 habitantes. Por
el N. está ceñida y estrechada por una
Observaciones.—Situación topográ- formidable barrera de riscos abruptos,
fica del buque, á las0 doce del día, 33 o rematados por agudos picachos, de
12' de latitud N.; 3 59' de longitud, formas irregulares, que dan testimo-
tomando por primer Meridiano al Ob- nio de espantosos cataclismos geoló-
servatorio de San Fernando. Millas re- gicos en la antigüedad. La ciudad des-
corridas de ayer á hoy, 280, con direc- cansa en un hermoso declive. El monte
ción á SO. más alto de la isla es el Teide, que
El mar está tranquilo. El Evangelio tiene 3.900 metros sobre el nivel del
del día es de la Aparición de Jesús re- mar; es volcán encendido, y á la vez
sucitado á los dos discípulos que iban de nieves perpetuas. La historia de
á Emaus, á quienes se acercó como Tenerife, aunque no es más que de
peregrino, probándoles por las Santas cuatro siglos, y trata de una pequeña
Escrituras la conveniencia de su pa- isla del Océano, ocupa varios volúme-
sión y muerte. Le rogaron que se que- nes. Conspicuos historiadores han em-
dase con ellos. Yo, aunque indigno pe- pezado á desenterrar su época prehis-
cador, me atrevo á hacerle la misma tórica; obscuro se presenta, sm em-
súplica. Mane nobiscum Domine. Qué- bargo, el origen de los guanches, pri-
date, Señor, con nosotros; no te sepa- mitivos habitantes de esta isla. El gi-
res nunca, porque aquí te obedecen el gante de 14 pies de alto, de que nos
mar y sus olas. Quédate con nosotros, hablan los PP. Espinosa y Núñez de la
no sólo durante esta breve navegación, Peña, puede considerarse como una
sino toda la vida, para que no perez- fábula. Sin embargo, Bontier y Duret
camos en los terribles escollos y b o - aseguran que los primitivos habitan-
rrascas de las pasiones. Ha pasado el tes de Tenerife formaban una nación
día sin incidente particular. La apari- robusta y de una estatura sobrerregu-
ción en el buque de un ave, con varia- lar, y los ingleses que subieron al Tei-
do y precioso plumaje, de una golon- de en el siglo xvn descubrieron una
drina y de una ballena, que á poca dis- cueva llena de cadáveres de guanches,
tancia nos ha enseñado sus enormes de extraordinaria magnitud. También
lomos, han sido las únicas cosas que se han extraído en nuestros días des-
han llamado la atención de los pacífi- mesurados esqueletos. Los guanches
cos viajeros. destinaban unas cuevas á viviendas,
y otras á inhumaciones. En las prime-
ras se encuentran armas, vasos y en-
Día 9 de Abril. seres; las segundas presentan indicios
de haber estado cerradas con piedras,
Observaciones.—
o
Latitud 29o 38' N. y contienen muchos cráneos y huesos.
Longitud 8 45'. Camino recorrido en Según los exámenes craneológicos,
las veinticuatro horas, 325 millas. El la raza guanchinesca ofrece caracte-
día algo nublado. Dos barcos vistos. res idénticos á la de Cromagnon. Los
A las cinco de la tarde el mar esta- guanches eran labradores y pastores,
ba bastante picado, y á los pocos mo- y sus contratos y ventas consistían en
mentos hemos divisado los montes de cambios y permutas. Llamaban á Dios
las islas de Tenerife, entre la neblina « Conservador del mundo, Gran Se-
del mar. A las siete y media entrába- ñor », y sus juramentos eran por el Sol,
mos en el puerto, que, juntamente con que nombraban Magec. Con esta gente
la ciudad, ofrecía un bellísimo aspec- se las hubo el gobernador de Canarias
to, con sus luces y focos eléctricos. Francisco Maldonado, que solía decir
Se nota mucha animación en los via- después de su derrota: « No más plei-
jeros, á pesar del aire frío que nos en-
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 357
tos con los guanches de Tenerife?. esos grandes espacios que median en-
Estos datos están tomados de un libri- tre el Cielo y la Tierra estén comple-
to que me ha prestado una persona de tamente desiertos y solitarios. Creo
Tenerife. más probable, con Rorvaecher, P. F é -
A las ocho de la mañana abandona- lix, Mendive, Lecchi, Tongiorgi, Le-
mos el puerto, y vamos costeando la pidi, etc., que esas moles enormes,
isla, que nos deleita con su hermoso esos grandiosos buques encendidos
panorama. Estamos viendo laderas de que surcan los mares etéreos, no es-
montes sembradas de casas blancas tán vacíos, sino llenos de seres inteli-
como palomas, que contemplan el pa- gentes que conocen, aman y bendicen
so del León XIII; verdes sembrados, á su Criador.
y entre varios pueblos uno que, situa- A las once de la noche me hallo so-
do en lugar ameno, me hizo el efecto bre la popa contemplando la estela
de un hato de ovejas blancas, recos- luminosa que deja el buque, y en el
tadas sobre verde y mullido césped y trayecto de esta estela, dentro del
arrulladas por el canto perenne, ora agua, parece que se encienden focos
dulce y melancólico, ora temible, de de luz eléctrica. Es un fenómeno cu-
las olas del mar. Ya perdemos de vis- rioso.
ta los picos del último pedazo de mi Día 12 de Abril.
patria: al ver que esos restos de Espa-
ña se van hundiendo entre las aguas, Observaciones. — Latitud N., 17o 44'.
pido á Dios que no sean presa de ma- o
Longitud, 15 . Dirección SO.; 327 mi-
nos extrañas y codiciosas. llas recorridas.
A las seis de la mañana estábamos
Día 11 de Abril. sobre la cubierta, rezando las horas,
cuando llamó mi atención una banda-
Observaciones.—Latitud, 22o 40' N. da de avecillas blancas que volaban
Longitud, 13o 18'. Dirección SO. Ca- con mucha gracia sobre el agua; des-
mino recorrido desde antes de ayer, pués me enteré de que eran peces vo-
500 millas. ladores, y estuve contemplándolos lar-
A las seis de la mañana hemos vis- go rato, pues ofrecen un espectáculo
to un barco de vela hacia las costas en extremo agradable. En medio de es-
de África. tas soledades de agua se comprende la
Estamos en alta mar. Desde ayer ansiedad de Colón y sus compañeros
hemos perdido de vista la tierra, y cada ignorando si realmente existía la nue-
hora nos internamos 13 millas y pico va tierra tan deseada por ellos. ¡ Qué
en el grande Océano. Nos hallamos diferente la situación de los navegan-
entre dos inmensidades; parece que tes actuales! Ahora no vemos tierra,
aquí se siente de más cerca la gran- pero sabemos que existe, y allá lejos,
deza de Dios. Encima de mí contem- sentada como una reina en medio de
plo la inmensidad de los cielos que los mares, nos espera para darnos ca-
cantan la gloria del Criador, la inmen- riñoso albergue. La situación de los
sidad de esas soledades interminables compañeros de Colón era como la de
cuyo eterno silencio asustaba al pro- esos seres desgraciados que, ó no
fundo y sentencioso pensador Pascal; creen ó dudan de la realidad de aque-
á mí no me espanta ese silencio, por- llo que existe más allá del mar borras-
que más allá de esos espacios, con su coso de esta vida mortal, mientras el
majestuoso silencio, contemplo la r e - buen católico está seguro de la reali-
gión siempre florida, con sus millones dad de esa tierra nueva, donde espera
5e habitantes, donde resuenan cánti- ser feliz por toda la eternidad.
cos de alegría sin igual. Pero, prescin-
diendo del Cielo empíreo, dichosa pa-
tria de los bienaventurados, esos e s - Día 13 de Abril.
pacios indefinidos que contemplo so- Observaciones.—Latitud, 12o 36' N.
bre mi cabeza ¿ son unos grandes de- Longitud, 17o 30'. Dirección, SO. 324
siertos nada más? Aun cuando así millas.
fuera, su silencio no me asustaría, Hoy sábado, día dedicado á la Vir-
mes esos astros, callando y cente- gen , Señora y Patrona de este buque,
fleando, anuncian á su modo la gran-
deza y majestad de Dios; sin embar-
como me lo dijo anoche el capitán; y
por eso, la única imagen que hay aquí
go, no puedo resignarme á creer que es la preciosa Virgen del Carmen, de
358 EL MONTE CARMELO

talla, que está en la capilla donde se aprender de ti á bendecir y alabar á


dice la Misa, y otro cuadro de la mis- nuestro común Hacedor!
ma que se pone en el salón para rezar
el Rosario diario, al que asiste el capi- Día 14 de Abril.
tán con los empleados del buque: va-
mos, pues, como en nuestra propia Observaciones.—Latitud, 7 o 44' N.
casa, cuya Dueña y Señora es nuestra Longitud, 17o 45'. Dirección SO. Mi-
querida Madre del Carmen. llas recorridas, 321.
El primer regalo de este día virgíneo Como nos internamos mucho en la
ha sido la vista de una bandada de go- zona tórrida, el calor es asfixiante, y
londrinas y una gaviota. Esto indica casi todos los viajeros, después de ha-
la proximidad de la tierra; en efecto, ber oído la Misa, nos hallamos sobre la
á juzgar por los grados de latitud, nos cubierta contemplando el mar, que no
hallamos al par de las islas de Cabo quiere enviarnos la más leve brisa, á
Verde, muy conocidas en nuestros pesar de la velocidad del buque. Desde
días por la escuadra de Cervera, que aquí se conoce perfectamente la re-
partió de allí para Cuba. dondez de la tierra, pues siempre va-
Los que viven en tierra no saben mos en la cúspide de una esfera ó bola
apreciar el beneficio del Criador al grande.
darnos por compañeras á estas pinta- Son las doce, y Dios se ha compade-
das avecillas que con sus dulces y ar- cido de nosotros enviándonos una her-
moniosos cantos nos enseñan á tribu- mosa brisa qne ha refrescado la atmós-
tar el homenaje de gratitud á nuestro fera.
Dios. ¿ Qué corazón no se alegra al ver Dia 15 de Abril.
á la dulce y cariñosa golondrina que de
lejanas tierras viene á anunciarnos la Observaciones. — Latitud, 2 o 49'.
suavidad de las primeras brisas de la Longitud, 2 1 o 48'. Dirección SO. 319
primavera? Para el corazón puro é in- millas recorridas.
fantil de San Francisco de Asís eran Sólo dos grados nos faltan para lle-
brasas que aumentaban su amor divi- gar á la línea del Ecuador, causa por
no la vista de esos variados pajarillos la cual se siente un bochorno horroro-
que surcan los aires y se mecen con so; pero Dios ha sido tan bueno con
donaire en las caprichosas ramas de nosotros, que, cuando nos faltaba aire
los árboles. Ellos son los que recrean para respirar, ha enviado tres grandes
la vista del viandante con su variado aguaceros que han purificado y refres-
plumaje, y embelesan el oído con sus cado la atmósfera. Mucho es de agra-
arpégicos gorjeos. Pero entre la múl- decer á Dios este beneficio, pues hoy
tiple variedad de esos extraños músi- debía haber sido el día más terrible de
cos se distingue el gentil y airoso rui- calor para nosotros; porque, habiendo
señor. Cuando las sombras de la no- el Sol pasado la línea ecuatorial hacia
che cubren la tierra y sus compañeros este lado del Norte el 21 de Marzo, á
reposan, es cuando él se complace en causa del movimiento anual de la Tie-
romper el silencio lanzando al aire sus rra por la Eclíptica, hoy precisamente
cadenciosas notas llenas de dulzura. pasamos por los grados de latitud en
Al principio parece que estudia y com- que al llegar el Sol á su meridiano nos
pone sus armoniosos conciertos; en- envía los rayos verticalmente, y, por
tra luego en un dulce preludio; multi- consiguiente, al medio día nos queda-
plica después los sonidos, sucediéndo- mos sin sombra ninguna.
se con rapidez vertiginosa; pasa de lo Acabo de presenciar un hermoso es-
serio á lo jocoso, de un trino sencillo pectáculo en el ocaso del Sol. Bueno
al gorjeo más complicado, y de las in- será advertir que aquí no hay crepús-
flexiones cadenciosas á los lánguidos culos. La transición de la claridad del
suspiros, los que al fin se convierten día á la obscuridad de la noche, y vi-
en su natural alegría. ¡Qué riqueza, ceversa, es brusca. No es posible con-
•qué variedad, qué dulzura y qué pri- cebir más variado paisaje. El cielo es-
mor en su voz! ¡Cantor amable, que, taba claro en el centro, pero en el lado
entre el verde follaje de bosques y na- izquierdo del horizonte se divisaba una
ranjos próximos á la habitación del cadena de nubes en tal posición que
hombre, haces vibrar las cuerdas de era preciso hacer un grande esfuerzo
tu lira armoniosa, yo te saludo desde para no creer que eran una cordillera
la inmensidad de los mares, y quiero de montañas con fucos los más varia-
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 359
dos y caprichosos. Por el lado derecho respeto á los mares, en medio de este
de tal modo se reflejaba el mar en el océano parece una cascara de nuez
horizonte visible, que aparentaba un que anda á merced de las olas. ¡Oh
lago tranquilo. En el centro una nube Dios mío, cuan grande sois y qué im •
ocultaba pudorosamente al Sol; pero ponente os mostráis in aquis multis,
éste revelaba su presencia por medio y, en cambio, qué pequeños somos
de unas hermosas ráfagas ó fajas de nosotros! Esta mañana hemos visto un
rosicler que, divididas perfectamente arco-iris tan pequeño y perfectamente
unas de otras, se extendían á lo largo, formado, que parecía haberse coloca-
formando un vistosísimo semicírculo. do para el tránsito de nuestro buque.
Diríase que aquellos radios luminosos
salían, más que del rubicundo Febo, Día 18 de Abrií.
de aquella Criatura Inmaculada que
está vestida del Sol y calzada de la Observaciones. — I I o 33' latitud S.
Luna. 28o 49' longitud. Millas recorridas, 320.
Hoy hemos visto varios delfines y El tiempo es espléndido. Los vien-
un barco de vela que, por el rumbo tos alisios refrigeran la atmósfera.
que llevaba, parecía venir del Brasil. Estamos navegando por mares des-
conocidos de los argonautas. Esto es
Día 16 de Abril. grandioso; pero, flotando días y días
sobre estas ondas profundas y azules,
Observaciones.—Latitud, I o 59' del se siente la nostalgia de la tierra, se
S. Longitud, 23 o 59'. Millas recorri- echa de menos la vista variada de los
das , 316. bosques, de las praderas esmaltadas
Hemos pasado la línea: y nos halla- de llores silvestres, de las verdes
mos en el hemisferio del S. Perdimos mieses y de aquel perfume indescrip-
de vista la estrella polar. Aquella e s - tible que despiden los montes con sus
trella que se contempla en España á tomillos y romeros, y los valles con
bastante altura del horizonte, se veía sus lirios y violetas que se esconden
anoche á flor de agua, y hoy no la ve- entre la hierba lustrosa; y, por último,
remos. Esto indica que vamos dejando el canto bucólico del pastor que dirige
á España debajo de nosotros ó que Es- su rebaño por las laderas del monte.
paña se pone encima, que para el caso Cuando uno se halla semanas ente-
es lo mismo. Esta estrella polar es tan ras sin salir de los dominios de Nep-
célebre entre los marineros, porque, tuno, ¡ con qué viveza se presentan á
colocada en aquella parte del cielo la fantasía aquellas verdes montañas
por donde pasa el eje del mundo, de la Cantabria con sus frondosos ro-
guarda siempre la misma posición, y bles, castaños, hayas y arroyos cris-
á causa de su fijeza era guía de los talinos! Confieso que aquella conmo-
barcos antes del descubrimiento de la vedora campiña de Córdoba con sus
aguja náutica. Por eso los antiguos bosques de olivos, de naranjos y pal-
navegantes no se atrevían á entrar en meras solitarias; aquella vega incom-
estos mares, por faltarles punto fijo parable de Granada, verde alfombra
para orientarse. En cambio de las po- colocada al pie de la Sierra Nevada y
cas estrellas que perdemos de vista en perfumada por la suave brisa que en
el hemisferio boreal, nos sorprende los pliegues de sus ondas lleva el
agradablemente el austral con hermo- aliento de las flores del Generalife, y.
sísimas constelaciones nunca vistas en fin, aquellas mil y mil hermosuras
por los habitantes de España. naturales de mi patria, al alejarme de
ella, toman la grandeza y solemnidad
de un verdadero culto. Hoy hemos
Día 17 de Abril. visto dos barcos.
Observaciones. — Latitud S. 6 o 42'.
Longitud, 26o 32'. Millas recoridas, 223. Día 19 de Abril.
Anoche divisamos unas luces, por
las que conocimos el paso de un buque. Observaciones.—Latitud, 16o 24' S.
El mar está bastante alterado. El Longitud, 31 o 18', y 325 millas reco-
oleaje es grande, y casi todos los via- rridas.
jeros están mareados. El buque, que Hoy 19, día dedicado á nuestro pa-
cuando está junto á la tierra parece dre y protector San José, hemos teni-
una mole colosal, capaz de infundir do el día más hermoso de todo el viaje.
360 EL MONTE CARMELO

No sé ve ni la más pequeña ola en el solo en esa isla microscópica perdida


mar. Parece una pradera azul cruzada en la inmensidad del Océano, se acor-
por caminos de plata bruñida. Una dó de Dios, humillando su frente ante
brisa agradable riza suavemente la su- la Majestad Divina. Allí escribió pen-
perficie del agua. samientos dignos de su gran genio y
Nos encontramos al par de la isla de que respiran un puro catolicismo. En
Santa Elena, célebre por la prisión la misma isla se encuentra prisionero
de Napoleón, el gran coloso de su si- Cronje, bizarro general de un pueblo
glo. Aquel hombre orgulloso, en cuya hercico, digno de figurar entre los
presencia tembló la tierra, al verse nombres de Numancia y Sagunto.
fr. Jjonifacio de la S. familia.

FECHAS CARMELITANAS

10 DE JUNIO DE 1601.

£UERE en Hinojosos (Cuenca), su patria, el bendito y venerable


P. Francisco de Jesús, por su humildad apellidado Indigno,
poderoso en obras y palabras; admiración de su siglo por los prodi-
gios singulares, acciones heroicas y peregrinos sucesos que obró;
alma angelical y candorosa en que reverberó el sol de la gracia con
infinitos resplandores, cuya ciencia no fué aprendida en las escuelas
de los filósofos, sino en el pecho del Verbo, con cuyas comunicacio-
nes el Señor le instruyó en su santa Ley; taumaturgo del Santísimo
Sacramento; predicador apostólico y misionero en la primera misión
carmelitana del Congo; confidente de muchos nobles y del prudentí-
simo Rey Felipe II, á quien asistió en su muerte y vio salir del Pur-
gatorio y entrar en el Cielo con gran pompa; digno, en fin, por su
sencillez y humildad de que el Padre le revelara los altísimos y re-
cónditos secretos de su sabiduría que se esconden á los sabios y pru-
dentes del siglo.
Su cuerpo fué sepultado en Madrid en la iglesia de Carmelitas
Descalzos, hoy parroquia de San José, en el crucero de la capilla
de nuestra Madre Santa Teresa de Jesús, al lado del Evangelio.
15 de Junio de 1901. Mu. 24.

FIGURAS Y REALIDADES

(Conoltisión.)

ÍL hombre, después del momento feliz en


que Dios le formara á su imagen y seme-
janza, ha aspirado siempre á eternizarse. Su
objetivo es el remontarse, en alas de su genio,
hasta la primera Verdad para amoldar su pen-
samiento en el Verbo, á fin de legar á la huma-
nidad sus gloriosas epopeyas que, á través de
las generaciones, puedan inmortalizar su nom-
bre y ceñir su frente con aureola de gloria inmor-
tal. Podemos afirmar que su ideal ha sido siem-
pre y en todos tiempos incorporarse con Dios y
ser una misma cosa con Él: y como Dios en tan-
to es Dios en cuanto posee la vida en toda su
grandeza, y en tanto es vida en cuanto es la Ver-
dad suma, de ahí que no hay en el hombre aspi-
ración más noble, más íntima y natural que la
de vivir. Si la serpiente hubiera tentado al hom -
362 EL MONTE CARMELO

bre en el jardín de las delicias con otra sugestión que la de la vida¿


Nequáquam morte moriemini (1), con seguridad qué no lo hubiera
vencido, porque el hombre, aunque participaba de la vida en cuanto
era viviente, por sí mismo no poseía la vida en toda su grandeza
porque no era eterno, no era Dios.
El Criador lo había sacado del fondo de la nada en un estado
perfecto, le encargó el dominio y gobierno de la creación inferior
y dotó su preclara inteligencia con la plenitud de la ciencia natural
y sobrenatural en cuanto exigía su elevada misión de padre y rector
de la humanidad; en una palabra, el hombre era en todo semejante
á Dios, pero no era Dios, no podía serlo. Por eso el hombre nada
podía apetecer en el Paraíso más que la vida, porque de todo era
dueño menos de la vida; pero Dios, que conocía á fondo esta noble
aspiración del hombre, porque Él mismo la imprimió en su corazón,
no le escaseó en manera alguna los medios que pudieran prolongar
aquella pequeña participación de vida, y dispuso en los altos desig-
nios de su sabiduría infinita que el hombre encontrara la vida por
medio de la alimentación, por medio de la comida, ocultándosela
en el frutó de un árbol.
En el orden de la gracia, que, lejos de destruir, perfecciona y
eleva más la naturaleza, ha dispuesto Dios que, de idéntica manera
á la del Paraíso, encuentre el hombre la vida por medio de la ali-
mentación, por medio de esa comida divina que sólo el amor infinito
de Dios podía inventar, la Eucaristía; ese banquete espléndido que,
según frase proverbial, dispuso la divina Sabiduría, y al que ya en
lontananza nos invitaba, para darnos el pan y él vino que ella mis-
ma nos había mezclado (2): el pan y el vino dé nuestros altares, que
fué bajado del Cielo para la salud de los escogidos.
Que la Eucaristía es comida, y que en ella está la vida que bajó
del Cielo para vivificar nuestras almas, nos lo dice Dios por estas
palabras: Yo soy el pan vivo que descendí del Cielo: este pan que yo os
daré, es mi carne: el que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida
eterna,porque mi carne es verdaderamente comida, y mi sangre es verda-
deramente bebida (3). Carne virginal é inmaculada que forma el se-
creto más tierno y candoroso de la vida-de nuestro espíritu; pan
misterioso, que de una manera incomprensible, pero cierta, se trueca
en carne divina, que vivifica, ennoblece y alza hasta la cumbre de

(i.) Gen., cap. ra, v. 4.


(2) Proverb., cap. ix.
(3) S. Joan., cap. vi.
FIGURAS Y REALIDADES 363

la santidad nuestra alma; que recobra su antigua grandeza en esa


mesa de Dios en la que, como cantó la pluma inspirada de Aquino,
Su carne es la comida,
Y su sangre el licor que da en bebida (i);
porque, como continúa el mismo Santo,
En carne se convierte
El pan, y en sangre el vino de igual suerte.

Por eso, los santos que con fe viva y ardiente amor comían esa
carne y bebían ese vino sacrosanto, inmortalizaron su nombre y han
sido más grandes que los filósofos, más grandes que los poetas, más
grandes que los artistas y más grandes que todo lo que es puramente
humano, porque han sido grandes con la sólida y verdadera gran-
deza; con esa grandeza divina que, basada en la santidad de su
alma, los hizo grandes, no con la grandeza del hombre, sino con la
grandeza de Dios, que compenetrando todo su ser los trocó, según
frase de San Agustín, más que en ángeles humanos, en hombres
divinos. Pero, desgraciadamente, nosotros no poseemos esa fe viva
y ese ardiente amor que poseían los santos, y por eso permanecemos
fríos ante ese volcán de amor; por eso no sabemos apreciar los teso-
ros infinitos de vida que se encierran en esa Hostia santa, que es la
fuente de la vida, cuyas aguas elevan al hombre por el camino del
amor y de la virtud hasta la vida eterna.
Contemplemos, pues, en ese Pan del Cielo el secreto de vida
eterna que forma la perfección de las almas santas y regenera los
pueblos; examinemos si alimentamos y robustecemos nuestro espí-
ritu con ese Manjar Eucarístico, ó permanecemos dormidos en las
sombras de la muerte; porque, si bien el Salvador nos dijo que S í
alguno comiere de ese pan vivirá para siempre, porque el pan que El nos
da es su carne para la vida del mundo (2), San Pablo ha afirmado tam-
bién que El que come el cuerpo de Cristo y bebe su sangre de una ma-
nera indigna, se come su propio juicio, su propia condenación (3); por-
que , como dijo el Angélico Doctor con su acostumbrada elocuen-
cia , el cuerpo de Cristo lo
Toma el malo y el bueno;
Mas vida ó muerte lleva en su seno:
Es la muerte para el malo,
Vida para los justos y regalo.

(1) Secuencia de la Misa.


(2) S Joan., cap. vi, v. 52.
(3) Corint., cap. rx, 27.
364 EL MONTE CARMELO

De una misma comida,


Mira cuan diferente es la salida.

Sí, el cuerpo de Cristo da la vida á todas las almas humildes>


que, como ciervo herido, suspiran por las aguas eternales que bro-
tan del pecho del Cordero; y en esas mismas aguas, desgraciada-
mente, beben su propia muerte todos los que no han querido usar de
la misericordia y del amor del Señor; los malos cristianos que hollan
con sus crímenes la sangre de Cristo, y los impíos que, obcecados
por fantásticas ideas, se ríen y se burlan de las influencias salvado-
ras de ese fruto de vida eterna. No sigamos nosotros las huellas de
estos desgraciados; antes bien purifiquemos nuestra conciencia an-
tes de acercarnos á la Mesa eucarística, para que, brillando en
ella las iluminaciones de la gracia, no nos durmamos en las som-
bras y en las tinieblas de la muerte.
Iluminad, Dios mío, con los rayos de vuestra luz nuestro cora-
zón, para que, en medio de las nieblas de la herejía que nos invade
por todas partes, conservemos siempre viva esa fe que salva a\
mundo, y lleno nuestro espíritu de vuestra gracia, á la manera que
vuestra vida es en un todo la vida del Padre, así también nuestra
vida sea en un todo conforme á la vuestra, para que seamos nosotros
por participación lo que Vos sois por naturaleza, á fin de que comen-
cemos á ser en la Tierra lo que más tarde hemos de ser en el Cielo;
y mientras no nos sea dado entonar los himnos de nuestra patria,
esos cánticos siempre nuevos con que os festejan los santos en la
Gloria, escuchad al menos la plegaria que, aquí en nuestro destie-
rro, depositamos en el trono de vuestro amor:

Buen Pastor, Hostia Santa,


Jesús, de tu grey te apiada:
Dadnos pasto celestial;
Guárdenos tu protección,
Y en la tierra de visión
Dadnos la dicha eternal. •
Amén.

pr. Simeón de los SS. CC.


EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES

vi

^ L Catolicismo, en su amor acendrado hacia aquellos que ha-


bían de ser regenerados en las sublimes doctrinas de Jesús,
dirigía sus incesantes cuidados á la conversión de las naciones del
Norte, enseñando las verdades divinas, introduciendo los gérmenes
fecundos de moralidad en los pueblos, y cumpliendo la misión que
le confiara la Providencia. Pero, al mismo tiempo que cumplía con
ésta que era su primera y principal misión, juntaba cuidadosa-
mente todos los restos de las tradiciones y de las viejas ciencias y
artes paganas. Mientras, en Europa, la mayor parte de las naciones
se hallaban empeñadas en la sangrienta lucha entre la barbarie sep-
tentrional y la cultura europea, y la Tierra era un gran campo de
batalla enrojecido de sangre, el Catolicismo reunía en sus bibliote-
cas todos los restos de la antigua literatura y de las ciencias, y re-
tirábase con ellos á la sombra de los claustros.
No lo dudemos. Las Ciencias y las Artes, semejantes á una ban-
dada de blancas palomas que se asustan del ruido de las armas,
del olor de la pólvora y de los gritos de guerra, buscaron su abrigo
y defensa en medio de los monjes y en el silencio de las soledades
monásticas, donde encontraban cultivadores asiduos y asilo seguro
para su conservación. Al fijar la vista sobre el aspecto que presen-
taba toda la Europa y gran parte del Asia, el monje era en todos
los tiempos el hombre de la ciencia, era el hombre que cultivaba
las artes; quien, al mismo tiempo que conducía al claustro la devo-
ción á Dios y el amor al hombre, conducía también al mismo de-
pósito todos los progresos intelectuales y materiales y los elemen-
tos de una cultura que más tarde producirían las grandes Univer-
sidades europeas.
¿Qué sería al presente, ó qué suerte le hubiera cabido á la anti-
gua literatura griega, si el Catolicismo no hubiera conservado sus
366 EL MONTE CARMELO

restos dentro de sus claustros? ¿Qué hubiera sido de los célebres


escritores de la antigüedad y de todas las producciones del paga-
nismo, si los monjes no las hubieran conservado multiplicando co-
pias y difundiéndolas por todas partes, tarea que habían tomado
como ocupación de toda su vida?
Mientras los predicadores del Catolicismo evangelizaban á los
pueblos; mientras seguían á retaguardia del ejército vándalo y godo,
de campamento en campamento, hasta llegar á las mismas trin-
cheras del Norte; mientras convertían á estos rudos y terribles
hijos de las selvas en dulces é ilustrados cristianos, la Iglesia se
dedicó de mil modos á las ciencias y á las artes; y al mismo tiempo
que ponía en práctica los medios más poderosos para civilizar é
instruir á aquellos hombres que se hallaban en el estado más la-
mentable del embrutecimiento, hizo que en los claustros adquirie-
ran todo el esplendor y brillo las Bellas Artes, sobre todo la Poesía,
Música y Pintura, creadas, nutridas y amamantadas por la Iglesia
de Jesús.
Hemos dicho que fueron creadas en los claustros, y no creemos
que la expresión contenga ninguna inexactitud. Basta estar media-
namente instruido en la historia de la civilización para ver claro
que, entre las ruinas de la anciana Roma y de la vieja Grecia, si
bien poseemos nobles monumentos de Arquitectura y de Poesía, no
tenemos ni la más vaga noticia de la Música, por ejemplo, ni aun
de la Pintura. ¿Quién habla en nuestros días de la música romana
del tiempo del paganismo? ¿Quién hace mención del canto griego?
Si es que han existido alguna vez, se han perdido por completo, y
no queda ni rastro que demuestre su existencia. La primera apari-
ción de la Música se hizo en la música cristiana, que resonaba sen-
cilla pero devota en las catacumbas; la segunda con majestad y
sublimidad en el canto Gregoriano, que impresionaba los oídos con
ruidosos hosannas al través de las anchurosas naves de las iglesias
medioevales. La primera impresión del alma cristiana por medio de
la Música fue la inspiración de un corazón amante, de un santo
Pontífice, San Gregorio el Grande, quien antes que Pontífice fué
un religioso consagrado á Dios como monje.
Pero ya trataremos el asunto de la Música á su debido tiempo.
Ahora dos palabras sobre el órgano. El Cristianismo es quien ha
inventado el órgano, ha dicho Chateaubriand, y esta frase no es
por cierto hija de la imaginación efervescente del poeta, sino del
entendimiento reflexivo del historiador. Vamos á copiar un brillante
párrafo del Sr. Barbieri: «El espíritu religioso, dice el célebre mú-
EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES 36f

• sico español, pudo hacer del órgano el maravilloso instrumento


«que hoy conocemos, y que es la expresión más perfecta del pensa-
»miento cristiano en el Arte considerado como forma del culto. Pero
»lo admirable, lo sorprendente es que el órgano, fuera de las atri-
b u c i o n e s que ejerce en virtud del destino especial que le asocia á
»las ceremonias más augustas é imponentes, se halla, además, en
»un orden completamente diferente, esto e s , en la esfera de la Mú-
»sica propiamente dicha, investido de una verdadera supremacía,
»ya como creador de la armonía, ya como generador de la orquesta
«y de los instrumentos de teclado, ora como productor de ciertas
«formas de estilo, ora, en fin, á causa del influjo que generalmente
«ejerce sobre los adelantos y transformaciones que experimenta el
«Arte; así es q u e , mientras resume en sí propio este rey de los ins-
«trumentoS las tradiciones eclesiásticas y litúrgicas con las cuales
«se enlaza íntimamente su historia, e s , bajo otro concepto, el eje
«sobre que giran los períodos y se realizan las revoluciones del A ríe
«músico. Sacerdotal por su destino, arquitectónico por su forma,
«obra maestra de la inteligencia humana, por lo que respecta á su
»estructura participa en cierto modo de esos grandiosos caracteres
«que imprime la religión á todo cuanto toca: antigüedad, perpetui-
«dad, universalidad, unidad y autoridad. Unidad hemos dicho; pero
«al mismo tiempo que el órgano es uno, como quiera que reproduce
«en sí mismo muchos y distintos instrumentos, es vario y múltiple al
«mismo tiempo; es voz y orquesta juntamente; instrumento monu-
»mental, representa lo que tienen de inmutable las formas del canto
• litúrgico, y á la vez el desarrollo que insensiblemente ha ido ad-
«quiriendo el Arte». Hasta aquí Barbieri.
Podemos añadir lo que dice un escritor irlandés, Mr. Burke:
«El órgano es el principe y el rey de los instrumentos, el tipo del
«Cristianismo ó de una cualquiera congregación cristiana, tan va-
«riado como armonioso, compuesto de multitud de tubos, cada uno
«diferenciándose del otro, pero unidos todos y amalgamados en una
«solemne armonía de alabanza, justamente como las innumerables
«almas que asisten ante el altar del Omnipotente, diferentes todas
«entre sí, pero unidas en el objeto de su tierna plegaria, que, sa-
«liendo de diferentes labios, va á parar á un solo centro, Dios».

fr. Samuel de Santa Teresa.


(Se continuará.)
Av "^«j^

A LA YIRGM SANTÍSIMA

Oye, gloriosa Madre del Salvador del mundo,


Los míseros gemidos del pobre corazón,
Y, por tu amor movida, sublime y sin segundo,
Destierra de mi pecho la tétrica aflicción.
¿Por qué yo me estremezco? ¿Por qué pierdo la calma?
¿Por qué, cual barquichuela sin remos en la mar,
Henchida de dolores y de amargura, mi alma
En mares de tristezas se mece sin cesar?
¿Por qué sin ruta fija ni término camino,
Cediendo siempre á impulsos de singular vaivén,
Y el llanto por mi rostro destila mortecino,
Y flotan mis afectos entre pesares cien ?
¿Cuál es la causa aciaga de tanta desventura?
¿En dónde está el secreto de tan atroz dolor?
Sin duda ese secreto se encuentra, Virgen pura,
En lo inconstante y débil que para Ti es mi amor.
Porque si yo te amara, piadosa Madre mía,
Como debiera amarte, con santo frenesí,
Ya nada mitigara mi plácida alegría,
Pues estaría siempre mi pensamiento en Ti.
Y estando en Ti, María, perenne el pensamiento,
Las luchas enconadas del mundo ya sin ver,
Mi vida se hallaría colmada de contento
Y sólo sentiría felicidad mi ser.
Acude, excelsa Madre, y acude presurosa,
Pues ya tu amparo pido con impetuoso afán,
Y haz que, desde ahora, sobre tu faz gloriosa
Estén mis ojos fijos, como al presente están.
En ella, Virgen mía, radiante de belleza,
Cual raudas mariposas en sin igual pensil,
Encontraré yo aromas de celestial pureza
Y, cual la abeja, mieles entre perfumes mil.
A LA VIRGEN SANTÍSIMA 369

Ante sus resplandores, rasgado por el suelo


De dudas perniciosas caerá el negro capuz,
Porque en tus dulces ojos, que llaves son del Cielo,
Habré encontrado aliento, satisfacción y luz.

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Virgen del Carmen


que se venera en el Convento de pp. Carmelitas
de Valencia.
No cierres, no, María, los pliegues de tu manto;
Acoge mis suspiros con pronta compasión;
Me postro ante tus glorias y te amo tanto, tanto,
Que sólo en Ti ahora busca descanso el corazón.
37» EL MONTE CARMELO

Mas ya, bella Señora, de mí te compadeces,


Ya siento en tu presencia lo que antes no sentí.
¡Bendita seas Tú, Madre, bendita una y mil veces,
Que nunca tu amor niegas á quien se llega á Ti!
Del corazón ya cese la sin igual congoja;
Terminen mis gemidos, concluya mi penar:
Quien tiene en Ti una Madre piadosa que le acoja.
De plácida alegría, si acaso, ha de llorar.
Desde hoy en adelante mi pecho no taladre
Con fieras asechanzas rabioso Belcebú;
Tú me recibes, Virgen, como amorosa Madre,
Y no hay ni puede hallarse defensa como Tú.
¿Qué temo yo del mundo, ni qué de las pasiones,
Si cuento con tu apoyo, como ninguno fiel?
Mientras que T ú , María, me asistas y perdones,
¿Qué miedo han de inspirarme las tramas de Luzbel?
Los tétricos dolores se fueron ya del pecho;
No vuelvo á estremecerme; mi calma renació;
Mis penas y aflicciones cual humo se han deshecho;
Ya nadie hay tan dichoso como me siento yo.
Con ruta conocida seguro ahora camino,
Por tu amoroso impulso dejándome llevar;
Es faro que me guía tu rostro peregrino:
Mirándole atravieso de mi existencia el mar.
Gracias, Virgen amable, por tan feliz mudanza,
Ante tus pies rendido, con efusión te doy;
En Ti he depositado, Señora, mi esperanza:
Por eso muy tranquilo del porvenir estoy.
Sin Ti todo es tristeza, contigo es alegría;
Cuando te amaba menos, mil ansias padecí.
Haz, yo te lo suplico, dulcísima María,
Que nunca se separe mi corazón de Ti.

£1 Vizconde de San €nritjue.


EL P. HERMANN
(Continuación )•

IX

LA CONVERSIÓN DE SU HERMANA Y LA MUERTE DE SU MADRE

p | | L P. Hermann, en medio de las sombras de la muerte, espe-


sus estudios, de sus vigilias y rando que venga el Mesías prome-
oraciones, le preocupaba una idea: tido. Ignora que ya ha brillado en-
la de que su familia vivía esclava tre nosotros la resplandeciente es-
del judaismo. De aquí que no cesa- trella de Jacob, y que su resplan-
ba de pedir por la conversión de dor hace diez y ocho siglos que ilu-
todos sus miembros, sobre todo por mina sin interrupción el firmamen-
su madre. Es digna de esculpirse to de la Iglesia. No sabe que Vos,
en letras de oro la siguiente plega- Madre mía, fuisteis la aurora, y
ria que hizo á la Virgen Santísima que vuestra dulce luz dirige ince-
en el santuario de Peyragude (dió- santemente los pasos de los más
cesis de Agen), adonde fué en pe- débiles mortales hacia ese Sol de
regrinación, para alcanzar la con- justicia que Dios se dignó otorgar
versión de su madre. para ilustrar todas las naciones y
«¡Oh amabilísima Virgen Ma- glorificar su pueblo.
ría!... Desde lo alto de esta elevada »¡Oh María, hija de Israel! Mi
roca, como desde un trono de mi- madre terrena forma parte de vues-
sericordia, derramáis á manos lle- tra familia: dirigid hacia ella una
nas abundantes gracias sobre to- mirada de piedad y de afecto.
dos cuantos os invocan. El renom- »¡Oh María! Ya que habéis sal-
bre de vuestro santuario y los fa- vado al hijo, no permitáis que éste
vores que otorgáis á los piadosos se vea separado eternamente de su
peregrinos han resonado en mi di- madre. Para mí, ella es vuestra
chosa soledad, y yo he abandona- imagen, y su recuerdo jamás viene
do por un momento esta soledad solo á mi corazón; ella me dio á luz
embalsamada del Carmelo p a r a con dolor; y Vos también, para dar-
visitaros en esta montaña de vues- me una segunda vida, me adoptas-
tra elección, con el objeto de ofre- teis como hijo vuestro por el in-
ceros un cántico y pediros una apreciable tesoro de todos los do-
gracia. lores del Calvario... ¡ Oh Madre de
• Madre de los cielos, yo aban-' Jesús! Si los pensamientos terrenos
doné, por amor á vuestro Hijo di- no sufrieran una completa trans-
vino, una madre... ¿llegará día que formación allá en el Cielo, ¿ me se-
me la devolveréis? Como su hijo ría posible contemplaros en pleno
en otro tiempo, ella vive aún en gozo no viendo á ella, obscurecida
372 EL MONTE CARMELO

por lo mismo mi felicidad con el las regeneradoras aguas, y deposi-


recuerdo de su eterna condena- taba en sus labios el delicioso Pan
ción ?» de la Eucaristía».
Pocos días después de esta pere- No tuvo la misma dicha respecto
grinación al santuario de Peyragu- de su madre; sin embargo, Dios
de llegaba á Agen su hermana, á mitigó su dolor, como puede verse
quien había de tener el consuelo por la relación que vamos á dar de
de regenerar con las aguas saluda- los últimos momentos de aquella
bles del Bautismo. Dejemos que él madre por la que tanto suspiraba.
mismo nos cuente este agradable Erase el 13 de Diciembre de 1855.
suceso: El P. Agustín predicaba el Advien-
«Después de haber asistido á un to en Lyon, y desde allí participó
sermón sobre la Santísima Trini- á uno de sus amigos la triste noti-
dad, que yo compuse con la mar- cia de la muerte de su madre en los
cada intención de desvanecer sus siguientes términos:
dudas respecto de este augusto «¡ Dios acaba de descargar sobre
dogma (y que él predicó en la ca- mi corazón un terrible golpe! ¡ Mi
tedral de Agen, siendo aún cole- madre ha muerto... y vivo en la in-
gial), mi hermana me dijo: «Ahora certidumbre de su suerte en la eter-
estoy cierta de mi condenación si nidad! Sin embargo, es tanto lo
no abrazo la fe católica; pero pre- que se ha pedido por ella, que se
fiero la condenación antes que ver- puede esperar que en aquellos te-
me separada de mi Jorge (su único rribles momentos, velados p a r a
hijo), pues estoy convencida que nosotros, haya tenido lugar entre
me lo arrebatarían si me hiciese su alma y Dios algo de extraordi-
católica». No sabiendo ya á qué nario. Yo he recibido orden de ir á
Santo invocar, ni de qué argumen- París para consolar la familia».
to echar mano, dirigiéndome á ella Profunda fué la pena del Padre,
la digo con energía: Y ¿cómo te pero la esperanza en la misericor-
atreverás á comparecer ante la pre- dia de Dios no le abandonó un ins-
sencia de la Madre María Paulina tante. La misma tarde que recibió
(Superiora del Colegio donde la tan triste noticia, debía predicar.
hermana del P. Hermann era pro- Otro en su lugar no se hubiera sen-
fesora de piano), al saber ella que tido con valor para cumplir con
tú crees, y que no te sientes con este cargo. Mas él, después de ha-
valor para confesar tu fe? ¿Es así ber desahogado su corazón con lá-
como le recompensas su afecto, su grimas y oraciones, subió á la cáte-
bondad y sus oraciones? dra de la verdad tan sereno como
»E1 inesperado recuerdo del afec- los demás días. Su sermón versó
to que profesaba á aquella que lla- sobre la muerte, y, según testimo-
maba su Madre María Paulina la nio de cuantos le oyeron, de sus
sumergió en una profunda perple- labios salieron palabras tan pene-
jidad. Continuó paseando en silen- trantes, que el auditorio no pudo
cio por el jardín, donde nos reuni- menos de sentir emociones saluda-
mos con el fin de hablar á solas y bles para sus almas. Y cuando, al
por última vez. Después de haber fin de su discurso, quiso desahogar
sostenido durante algunos instan- en el auditorio su propio y profun -
tes un violento combate, que visi- do dolor, no pudo menos de atraer-
blemente turbaba su espíritu, se se las más tiernas simpatías de to-
detiene ante mí y me dice:«Si pue- dos cuantos le escuchaban.
do recibir el Bautismo con la venia Poco tiempo después, cuando
de mi marido, quiero ser cristiana en el seno de la confianza manifes-
antes de volver á París». taba al venerable Cura de Ars sus
»Al quinto día después de esta inquietudes sobre la muerte de su
discusión, yo vertía sobre su frente madre, muerta, como se ha dicho
EL P. HERMANN 373
sin la gracia del bautismo: «Espe- «¿Por qué, Ana, pretender son-
rad, le respondió el hombre de dear los secretos de mi justicia, y
Dios, esperad: en la fiesta de la penetrar unos misterios que no
Inmaculada Concepción recibiréis puedes comprender? Dile que Yo
una carta que os llenará de con- no soy deudor de mis gracias á
suelo». nadie, que las otorgo á quien me
Relegada al olvido tenía el Pa- place, y que, obrando así, no por
dre Hermannesta promesa, cuan- eso dejo de ser justo y la misma
do el 8 de Diciembre de 1862, seis justicia. Empero, que tenga pre-
años después de la muerte de su sente que, antes de faltar á las pro-
madre, un Padre de la Compañía mesas que he otorgado á la ora-
de Jesús le remitía la siguiente car- ción, trastornaré los Cielos y la
ta, de parte de un alma muy pia- Tierra, y que toda oración que ten-
dosa y muy conocida en el mundo ga por objeto mi mayor gloria y la
ascético por sus muchas y muy eterna s a l v a c i ó n de las almas,
buenas obras sobre la Eucaristía. siempre es atendida cuando vaya
Lean nuestros lectores dicha car- acompañada de los requisitos ne-
ta con detención, pues de cierto cesarios; y, para patentizarte esta
que su lectura les saboreará. verdad, quiero revelarte lo que
«El 18 de Octubre, después de acaeció en los últimos momentos
la santa Comunión, gozaba, dice de la madre del Padre Hermann.
la que escribe la carta, de uno de En los críticos momentos en que
aquellos momentos de íntima unión iba á expirar, María, mi Madre,
con Nuestro Señor, en el que me se postra de hinojos á mis pies, di-
hacía sentir de una manera delicio- ciéndome: Gracia, piedad ¡oh Hi-
sa su presencia en el sacramento jo mío!, para esta alma que está á
de su amor, para cuya creencia, á punto de perecer. Un momento
mi parecer, ya no me es necesaria más, y se pierde irremisiblemente
la fe. Al cabo de algunos instantes por toda la eternidad. Haced, Yo
me dejó oir su voz, y quiso expli- os lo suplico, por la madre de mi
carme algunos detalles relativos á siervo Hermann lo que quisierais
una conversación que tuve la vís- él hiciera por la vuestra, si ésta se
pera. Me acuerdo que, en esta con- viera en semejante trance y Vos en
versación, una de mis amigas me la situación de Hermann. El alma
manifestó la admiración que le de su madre es para él un bien in-
causaba de que el Señor, que ha apreciable; miles de veces me la
prometido otorgar todo lo que se ha recomendado y la ha confiado
le pida en la oración, no escucha- á la ternura de mi corazón. ¿ Podré
ba, sin embargo, las que el Padre Yo consentir que perezca? No, mil
Hermann le dirigía tantas veces veces no: esta alma me pertenece;
para obtener la conversión de su Yo la quiero, Yo la reclamo como
madre. Su impresión llegó á dege- una herencia, como precio de
nerar en disgusto, y á duras penas vuestra sangre y de mis dolores ai
pude hacerle comprender que nues- pie de vuestra cruz».
tra obligación y deber se limitaba «Apenas la divina María acabó
á adorar humildemente la justicia de hablar, cuando se desprendió del
divina, y no tener la presunción Corazón adorable de Jesús, fuente
de escudriñar sus decretos. Yo me de todas las gracias, una eficaz y
atreví á preguntar á mi Jesús que poderosa gracia que iluminó el al-
cómo podía explicarse que, sien- ma de la pobre y moribunda judía,
do El la misma bondad, pudiera y triunfó instantáneamente de su
resistir á las reiteradas súplicas tenaz resistencia. Al momento esta
del Padre Hermann sobre la con- alma se dirige con amorosa con-
versión de su madre. fianza hacia Aquel cuya misericor-
»He aquí su respuesta: dia la perseguía hasta en los brazos
EL MONTE CARMELO
374
de la muerte, y le dice: ¡ Oh Jesús, «Después de haberme manifesta-
Dios de las criaturas, Dios que mi do todas estas cosas Nuestro Se-
hijo adora! Yo creo, yo espero en ñor Jesucristo, añadió: «Participa
Vos: tened piedad de mí. En este esto al Padre Hermann; es un le-
grito, oído únicamente de Dios, y nitivo con que quiero premiar sus
exhalado de lo más profundo del prolongados dolores, á fin de que
corazón de la moribunda, se ence- bendiga y otros también bendigan
rraba un sincero arrepentimiento la bondad del Corazón de mi Ma-
de su obstinación y de sus faltas, el dre y su influencia en el mío».
deseo del bautismo, la expresa vo- Con poco esfuerzo podrá com-
luntad de recibirlo y de vivir según prender el lector el gozo que sen-
las reglas y preceptos de nuestra tiría el Padre Hermann después
santa Religión, si hubiera podido de la lectura de esta carta que le
recobrar la vida. Este acto de fe y fué anunciada, y esto le da más
de esperanza en Jesús fué el último autenticidad, seis años antes, como
latido de esta alma, y en el mismo hemos dicho, por el venerable Cura
instante se rompieron los débiles de Ars.
lazos que detenían su envoltura No tuvo el mismo consuelo con
mortal, y caía á los pies de Aquel su padre, como veremos más ade-
que fué su salvador antes que su lante.
juez. fr. £. S. f.
(Se continuará.)
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

'ESPUéS de haber, en los capítulos cuarto y quinto, tratado,


ty~v con gran copia de erudición y doctrina, del estilo levantado
ó sublime; del estilo lleno de grandeza , vehemencia, calor y ener-
gía; del que forma la verdadera elocuencia; aquella que domina los
ánimos, que arranca las lágrimas, que roba la admiración y los
aplausos; estilo del que nos ofrecen abundantes ejemplos las Sagra-
das Letras y los Padres y Doctores de la Iglesia griega y latina,
discurre en el capítulo sexto acerca de la templanza con que se debe
usar del estilo sublime, particularmente en la Historia.
Antes vuelve con su acostumbrada maestría á tratar del uso de
voces nuevas y de la manía culterana. No puedo resistir al deseo
de copiar algunos trozos, en que encierra exquisito jugo doctrinal y
literario. «No se tiene ya entre los tales (habla de los culteranos)
por cláusula elegante sino la que se dice de manera que, en mu-
chas horas, el más atento no la puede entender. Una metáfora sobre
otra metáfora, y en cada palabra diez figuras, y en cada figura
quince alegorías y alusiones, que el mismo á quien esta obscuridad
afectada costó mucho estudio y desvelo, después de escrito no lo
entiende, ni sabe lo que quiso decir. Huyen éstos, con pretexto de
elocuentes, de la más hermosa y agradable propiedad de la elocuen-
cia, que es la claridad, y (por decirlo así) perspicuidad en el decir.
Para esto no basta que el concepto ó pensamiento que suprime la
lengua 6.1a pluma sea de oro; esto es, que sea rico y precioso; ni
basta que como el oro resplandezca y brille por de fuera; más,que
esto ha menester para su perfección y hermosura. Ha de resplande-
cer (nótese la viveza y elegancia de la expresión, y, más que eso,
la verdad y exactitud del concepto) también en lo hondo y centro
de él, como el cristal y el diamante, 6 cualquiera otra piedra trans-
376 EL MONTE CARMELO

párente y preciosa, descubriendo la finura y riqueza de su más ín-


timo valor con resplandores que de todas partes lo cerquen, y en
que todo él esté bañado y penetrado. Esta manera de riqueza y
hermosura es á la que aspira la verdadera elocuencia, y la que es
dificultosa de hallar y de adquirir; que esa otra, de obscuridad y
horror impenetrable, con obscuro y mal cultivado ingenio se al-
canza» (i).
«Defienden este modo de hablar sus amadores—continúa—con
título de arte y sacramento, dando á entender que aquello es alteza
á que no llega la inteligencia vulgar. Pero yo hallo en esto, y con-
fieso, una distinción muy digna de advertirse. Porque tal vez la
cosa es de suyo tan elevada y sublime, que no fácilmente la alcanza
la cortedad del ingenio humano, al cual parece obscura, no porque
lo sea ella en sí misma, sino antes por la demasiada luz y claridad
con que excede la proporción de nuestro entendimiento; como la
luz del Sol, que siendo en sí clarísima, pero por exceder la propor-
ción de nuestra vista, si se mira de hito en hito en su rueda, des-
lumhra y obscurece. Y porque lo confirmemos con el mayor ejem-
plo, el mismo Dios, que, por ser infinita claridad, se dice habitar
en luz inaccesible, respecto de nosotros se dice también, en frase
sagrada, habitar y esconderse en nube, y estar rodeado de tinie-
blas , y ser su más alto y puro conocimiento en esta vida una purí-
sima obscuridad y rayo de tinieblas. Cuando á semejanza, pues, de
estos objetos, son obscuros los que rodea y envuelve en sus amba-
jes la elocuencia humana, justo es que se tolere, y aun se venere
aquella obscuridad, qne al fin no es del objeto, sino del entendi-
miento, corto de suyo y desproporcionado para tanta luz; pero
cuando, siendo el objeto en sí clarísimo, es juntamente proporcio-
nado y perceptible á un mediano ingenio, el obscurecerlo y entra-
parlo, vicio es del que habla, no del que oye, al cual es cosa abo-
rrecible y enfadosa topar con un bulto de sombras y tenebrosidad,
cargado de una y otra nube de metáforas, alegorías, tropos y figu-
ras, que cuando lo desenvuelve y, desnudándolo de aquellos velos,
llega al centro, no halla sino un juguete y conceptillo baladí, sin
alma, sin vida, sin substancia, sin ser, y una como figura fantás-
tica, ornada de ropas rozagantes, pero armada sobre palos viles» (2).
¡ Con qué maña y destreza reduce á cenizas Fr. Jerónimo la vana
pompa del culteranismo!

(1) Cap. v i , § 2.
(*) §3.
FR. JERÓNIMO DE SAN JÓSE 377

Difícilmente se moderan estos excesos, por la dificultad de colo-


carse siempre en el justo medio, y «mucho más, dice el autor, cuan-
do el extremo representa alguna mayor excelencia, de la cual lle-
vado el afecto, no sabe contenerse en una medianía. La excelencia
del estilo sublime tiene á sí anexas dos propiedades, que admitidas
con templanza le hacen por extremo grande, y sin ella por extremo
vicioso. Éstas son la novedad y obscuridad. Ambas se ayudan y fo-
mentan entre sí; porque la novedad del lenguaje hace el estilo obs-
curo, y la obscuridad del estilo hace el lenguaje nuevo. Pero por-
que la raíz de todo el daño consiste en la innovación, templado el
estilo en la novedad, lo quedará también en la obscuridad» (i).
Entiende con mucha verdad el autor ser la citada la raíz de todo
el daño; por eso, con gran caudal de doctrina y juicio, examina aten-
tamente las tres clases de novedades en el estilo, en los vocablos,
en las frases y en la colocación de las palabras.
En cuanto á la novedad en los vocablos, dice que «los vocablos
pueden ser nuevos, ó porque de nuevo total y primeramente se in-
ventan en alguna lengua, ó porque ya usados en una se introducen
en otra, ó porque introducidos en una significación se les da otra
de nuevo, ó porque del uso antiguo y olvidado ya en la misma len-
gua se resucitan y vuelven á usar, ó porque, siendo en el mismo
idioma dialecto propio de una provincia, se introduce en otra y se
hacen comunes al lenguaje, ó, finalmente, porque de un vocablo
usado y recibido se deducen y forman otros que no lo eran... Para
inventar un vocablo, y formarle totalmente de nuevo, es menester
mucha necesidad y mucha arte; porque sin aquélla sería ociosidad
vana, y sin ésta necia presunción. Los vocablos sirven á las cosas
y son como vestiduras suyas, y así á las cosas nuevas se deben
aplicar vocablos nuevos, porque el vestido que se hizo para un
cuerpo, no fácilmente se acomoda á otro, y si alguna vez esto se
hace, queda muy á peligro de ó no ajustarse bien al uno, ó desco-
nocerse entrambos por la semejanza ó identidad del traje, de que
nacen las anfibologías, dudas y obscuridad en el estilo. A la cosa,
pues, nueva, lícito es y aun necesario buscarle vocablo nuevo que,
declarando su naturaleza, la distinga de todas las demás. Y así,
esta necesidad es la primera causa legítima de la invención primera
de una voz» (2).
Estudia luego el autor «el segundo y tercer modo de inventar

(O §4.
(a) §5-
378 EL MONTE CARMELO

vocablos, pasando después al examen de las innovaciones en el es-


tilo , ora sea en las frases, ora en la colocación de las palabras, y
terminando con formular la siguiente preceptiva, juiciosa en ex-
tremo y discretísima: «Para templar, pues, la demasía de toda in-
novación y novedad, así en vocablos como en frases y colocación
de palabras, se deben observar tres condiciones.: la primera, que
sea rara; la segunda, que sea provechosa; la tercera, que sea inte-
ligible... Que sea rara..., porque, si es muy frecuente y ordinaria,
además que sería hacer un nuevo lenguaje (cosa feísima y ridicula),
se frustraría lo que con el mismo innovar se pretende, que es agra-
dar y admirar con su extrañeza; pues el frecuente uso de las cosas,
aun cuando son excelentes, mengua y aun quita la admiración de
ellas, y siendo lo nuevo por sólo ésto mismo agradable, pierde la
gracia de la novedad con la frecuencia. Los vocablos de nuevo in-
ventados, ó sólo son buenos porque son nuevos, y entonces, aun-
que de suyo no hermosos, pero, como lunares raros en el rostro,
hermosean el de la oración, y si esta rareza pierden siendo muchos,
no teniendo otra gracia más que el ser raros, quedan en sólo el
distrito y nota de fealdad. Y de aquí se ve lo que acarrean á sus
escritos los que, usando de unos terminillos y frasecillas nuevas,
y muy frías, sin vida y sin misterio, nos muelen con su repetición
enfadosísima, ó estos vocablos son substancialmente en sí mismos
excelentes, y entonces se les hace agravio vulgarizándolos con la
frecuencia y repetición, que no sólo les quita la gracia de la nove-
dad, pero les disminuye la que de suyo tienen. Ni se remedia el
hastío que causan con variarlos; porque si bien es verdad que de
esta manera son menos enfadosos, pero la frecuencia del innovar,
aun con esta novedad, causa y pierde la gracia de la innovación,
que es la rareza. Agrada la invención de un traje y vestido extraño,
y más si es precioso, y mucho más la variedad en esa misma inven-
ción y preciosidad; pero cansa y enfada el continuado uso de seme-
jantes trajes nuevos, aunque varios, y no queda para una rara oca-
sión con qué poder admirar y agradar cuando, saliendo del ordinario
curso en las solemnidades y en las fiestas, se procura lo raro. Séalo,
pues, el vocablo y frase, y colocación de voces nuevas, para que
en la oración cause hermosura y gusto en el oyente.
»Sea juntamente provechosa esta innovación, y lo será siendo el
motivo y causa de inventar necesidad ó conveniencia. Porque nin-
gún provecho mayor puede considerarse en el fingir'nueva frase y
vocablo, que el declararse de este modo lo que sin él quedara no
entendido, ni mayor conveniencia, después de ésta, que una más
FR. JKRONIMO DE SAN JÓSE 379

clara noticia de la cosa, ó más viva energía para mover la voluntad


ó dulzura mayor para regalar el oído, que todas son causas de con-
siderable conv.eniencia para la invención de frases y vocablos» (i).
Y en cuanto á la tercera condición, ó sea la claridad, dice: «Con
ella se evita el torpe vicio de la obscuridad, que de la novedad no
bien ejecutada suele seguirse. Un vocablo, aunque sea incógnito,
nuevo y extrañísimo, se puede colocar de tal manera, que él mismo
esté manifestando allí su propia significación; como, al contrario, tal
vez el vocablo y frase muy usada y conocida, por la mala coloca-
ción de las palabras, se niega á la vulgar inteligencia. Y aquí elo-
gia—como es merecido—la singular pericia y destreza que en ese
punto alcanzaron los clarísimos Argensolas, aquel milagroso par de
ingenios en todo hermanos» (2), como dice bellamente Fr. Jerónimo,
ilustres aragoneses, bastantes por sí solos, justo es decirlo, para
honrar un reino, y á los cuales no cesa de rendir el insigne carme-
lita el homenaje de su más profunda veneración y estima.
Después de lo dicho, en que discurre Fr. Jerónimo con sin igual
perspicacia y maestría, acerca del uso de voces nuevas, doctrina
que quizás no se encuentre tratada por autor alguno con tanta ri-
queza y finura de observaciones y con tanta elegancia y propiedad
en el estilo, por lo cual, aun á riesgo de ser prolijo, me he detenido
en estudiarla y extractarla, para que se transparente más la simpá-
tica y bizarra personalidad literaria de tan conspicuo aragonés, no
conocido ni loado en la medida que precisa serlo; después de lo di-
cho, repito, reduce el ilustre preceptista en breves líneas la doctri-
na referente al estilo y la aplica al de la Historia.
Vuelve á decir que el estilo medio es el más proporcionado y aco-
modado para el ordinario curso de la Historia; esto es, dice: «ni
muy alto ni muy bajo, sino con una grave, lisa y corriente medianía,
y que tal vez para una descripción ó razonamiento se permite más
floreo y alteza, y en alguna de estas ocasiones sería lícito usar del
estilo sublime» (3). Añade ahora, que de ese estilo se podrá usar en
la Historia escrita con carácter político, cual la de Tácito, ó en la
sucinta y abreviada, como los índices latinos de Zurita; pero cui-
dando de no incurrir en los vicios de novedad y obscuridad que
le son vecinos, de los cuales debe sin cesar cautelarse con mayor
empeño todavía que el poeta y orador.
José Jffit. Valenti.
(Se continuará.)
(1) § 7 y 8 -
<») § 8 -
(3) § 9 -
LA IGLESIA Y LA REVOLUCIÓN

<l
sBIEZ y ocho siglos h a c e , h a di- siglo xix, y han inaugurado una
4 ^ " »cho un profundo escritor de existencia enfermiza y gangrena-
• los últimos tiempos (i), que se en- da para el siglo x x , se mece pura
c o n t r a r o n de frente dos nombres, y radiante como la luz del Sol la
»en los cuales apareció claramente institución llamada Iglesia católi-
»retratada la gran contradicción de ca? L a pureza mil veces probada
• todos los tiempos: Cristo y Pila- de muchas y excelentes inteligen-
uto; la luz enfrente de las tinie- cias; la unidad y solidez de prin*
»blas, la verdad de la mentira, la cipios que guía con paso firme á
«justicia de la injusticia, la espe- cuantos navegan en la nave impe-
r a n z a de la desesperación». Y po- recedera de P e d r o , al amparo de
día añadir el escritor alemán, si vi- la antorcha resplandeciente de la
viera en la actualidad, que se han verdad, en todas las empresas de la
encontrado, siguen encontrándo- vida; las armas con que descien-
se y probablemente se encontra- de á la arena hasta vencer ó mo-
rán eternamente dos instituciones, rir una multitud innumerable, ali-
sin que desaparezca la contradic- mentada con unos manjares divi-
ción y la lucha hasta que uno de nos que sustentan el alma y forti-
los contendientes perezca en el fican el corazón, y la generosidad
c a m p o de batalla. con que se desprenden de sus más
L a Iglesia católica y la Revo- caros intereses esas pléyades de
lución se encontraron de frente en valientes por disipar las tinieblas
el Pretorio, cada cual demandan- de la mentira de la mente de sus
do conquistas y aspirando á la do- semejantes y plantar el árbol fe-
minación suprema; pero los e n - cundo de los castos amores en mu-
cuentros fueron transformándose chos corazones que desconocen el
en sangrientas luchas, y las mira- arte del amor, dicen muy claro que
d a s que en el tribunal se cruzaron hay u n a sociedad cuyos principios
entre Jesucristo, cabeza y repre- están basados en la misma verdad,
sentante de la Iglesia, y P i l a t o , re- cuyas doctrinas se manifiestan ante
presentante de Ja Revolución, die- los ojos de todos con las claridades
ron muy claro, á entender la exis- de la luz, cuyas empresas están
t e n c i a , los caracteres, la naturale- sustentadas con un manjar que por
z a , las empresas y los frutos de es- doquiera hace fecundas las influen-
tas dos entidades, dignas en todos cias del bien y cuyos individuos se
tiempos de estudiarse, pero muy sacrifican, se afanan y mueren por
especialmente en la actualidad. fomentar el verdadero progreso en
¿Quién d u d a que sobre los co- el individuo, en la familia y en la
rrompidos vapores del error que sociedad. T a l es la Iglesia católica.
se cernieron sobre el cadáver del P e r o enfrente de la Iglesia ca-

(i) Hettinger. Apol. Conf. i.*


LA IGLESIA Y LA REVOLUCIÓN 381

tólica levanta sus pabellones otra S i , p u e s , aquellas funestas mi-


entidad q u e , aun cuando oculte su radas y estas actitudes rabiosas
mal aspecto con el manto de nom- obedecen á planes preconcebidos,
bres pomposos, no puede dársele á escuelas más ó menos organiza-
calificativo más propio que el de das y á multitudes q u e , si bien se
Revolución, en el sentido más ri- hallan fraccionadas entre sí, mar-
guroso y estricto de esta palabra. chan perfectamente acordes cuan-
Porque ¿no está bien claro, p a r a do se trata de destruir y desolar,
cuantos quieran observar de cer- ¿qué otro calificativo se puede dar
ca las cosas, que u n a agitación fe- más propio que el de Revolución al
bril conmueve los filamentos s o - principio que las informa, á las in-
ciales hasta el punto de excitar en teligencias que las organizan, y á
todos ellos continuos y espantosos los motores que constante y uni-
encuentros? ¿ N o se escuchan por formemente las hacen caminar?
doquiera los preludios de una di- Entiéndese por Revolución «la in-
solución que t r a t a de completar la quietud , el alboroto, la sedición, el
ruina de muchos desgraciados, y de cambio violento de las instituciones po-
derrumbar miserablemente á otros líticas, y la mudanza en el estado y
que aun no lo son en la mayor de gobierno de las cosas»; ¿y ha experi-
las desgracias? ¿ N o resuenan por mentado otra cosa la E u r o p a des-
todas partes los gritos de guerra y de hace algunos siglos que inquie-
exterminio contra la autoridad do- t u d e s , alborotos, sediciones, cam-
cente , contra la potestad imperan- bios violentos de instituciones po-
te y contra todo lo que ennoblece líticas, y mudanzas continuas en
el pensamiento, eleva el espíritu y los estados y gobiernos? E l man-
da perpetua estabilidad á los inte- jar que se dio á gran parte de E u -
reses más caros de la humanidad? ropa desde las asonadas de Lute-
La mirada despectiva y torva con ro en el siglo xvi, no tuvo otra sal-
que muchos seres ven á las perso- sa que la inquietud, la sedición y
nas y cosas relacionadas íntima- la guerra; la pócima que se propi-
mente con las ideas de religión y nó á Inglaterra en el siglo xvn es-
eternidad; la p r o p a g a n d a continua t a b a confeccionada de odio mez-
de enseñanzas deletéreas que, cual clado con sangre y hiél; el ambien-
teas incendiarias, t r a t a n de abrasar te que respiró F r a n c i a en el s i -
los sagrados vínculos que han uni- glo x v m estaba saturado de muer-
do las inteligencias y refrenado los te y destrucción; el alimento favo-
desmanes del corazón, y la actitud rito de E s p a ñ a en el siglo xix h a
rabiosa de multitudes q u e , fasci- sido el cambio incesante de insti-
nadas por charlatanes de negocio, tuciones, y la alternativa siempre
lo mismo abren la boca p a r a de- variada de ministros y gobiernos;
fender la justicia que para entonar y la atmósfera que ha rodeado á
el triunfo de la iniquidad, bien á los hombres en todas las naciones
las claras demuestran la existen- civilizadas, desde tres centurias
cia de una institución que odia, a c á , indican con absoluta certi-
que m a q u i n a sin cesar y que con- dumbre que hay una entidad in-
tinuamente medita la destrucción quieta, alborotadora, sediciosa, vio-
y la ruina p a r a las cosas existen- lenta y esencialmente variable que
tes, y las tinieblas y el caos p a r a se llama Revolución.
lo que puede venir.
fr. Pedro Tomás de Sta. Teresa.
NOTICIAS DEL MONTE CARMELO: ESCUELAS CATóLICAS DE CAIFFA.—
LOS Hermanos de las Escuelas cristianas, con la ayuda de los PP. del
Carmelo, han levantado un gran edificio en un territorio pertene-
ciente á España, pero que fué cedido para este fin por S. M. la Reina
Regente por medio del Cónsul español residente en Caiffa. Por es-
pacio de diez años, y durante las obras del nuevo edificio, estuvie-
ron los referidos Hermanos en el Hospicio que allí tenían los Padres
Carmelitas. Actualmente se reúnen en este Colegio unos trescientos
jóvenes.
LAS DAMAS DE NAZARETH.—Esta casa fué fundada por el año de 1850.
Antes de esta fecha, las mujeres árabes huían de las religiosas, y
éstas tenían que ir á las orillas del mar á recoger las niñas para
llevarlas á la escuela. Hoy día, las religiosas son muy amadas de
la gente del país, y tienen á su cargo más de doscientas niñas, y
dos piadosas Congregaciones, una de Madres cristianas y otra de
Hijas de María; y además sostienen un pensionado de treinta niñas
pertenecientes á las mejores familias de la población.
COLEGIO Y HOSPITAL DE LAS MONJAS DE SAN CARLOS.—Estas reli-
giosas fundaron una casa en Caiffa, en un terreno que les fué cedido
por los Padres del Carmelo. Tienen un hospital y dos escuelas, á las
que acuden ciento ochenta niños. Dan además hospedaje á todos los
enfermos pobres, y tienen al servicio de éstos una buena farmacia;
el médico es pagado por la colonia alemana.
ASILO DE LAS HERMANAS DE LA CARIDAD DE SAN VICENTE DE P A ú L .
Esta fundación empezó en el mes de Septiembre de 1899, debido al
celo del R. P. Romualdo, y actualmente está instalada en dos gran-
des casas donde tienen un hospital y dos asilos con más de trescien-
tos cincuenta niños de ambos sexos y un pensionado; los niños comen
gratuitamente en los asilos, y por la noche van á dormir á sus casas.
Las religiosas asisten á los enfermos á domicilio y sirven á los pobres
las medicinas gratis. Con el objeto de que hagan una instalación más
cómoda y espaciosa, se les ha ofrecido un terreno que era de las
Carmelitas descalzas y que mide dos kilómetros de contorno.
La población-de Caiffa aumenta considerablemente. Por los años
CRÓNICA CARMELITANA 383

de 1800 constaba de 7.000 almas; hoy día pasan de 15.000; de éstos, tan
sólo 4.500 son católicos; los demás son cismáticos, turcos, judíos y
protestantes. Los Padres del Carmelo están encargados de la pa-
rroquia latina y trabajan con celo y fruto en el ministerio pastoral;
pero, faltos de toda clase de recursos, dirigen un ruego á todas las
almas cristianas implorando su cai'itativa ayuda en favor de los in-
tereses católicos en aquellas regiones.

HABANA: INAUGURACIóN DE LA CAPILLA DEL N I ñ O J E S ú S DE PRAGA.


En la Iglesia de San Felipe Neri que nuestros Padres tienen en la ca-
pital de Cuba se ha celebrado con solemnísimos cultos la inaugura-
ción de una capilla en honor del Milagroso Sagrado Niño Jesús de
Praga, cuya devoción, desde que por vez primera se inició en dicha
iglesia, ha ido creciendo de modo tal, que hoy son ya muy numero-
sos los fieles inscritos en su Archicofradía, y muy repetidos tam-
bién los beneficios que, invocándole, se han conseguido. Altamente
consolador es contemplar el afán con que todos, pobres y ricos, en
los tiempos difíciles que alcanza la isla de Cuba, se han apresurado
á contribuir con su óbolo á llevar á la obra su grano de arena, á fin
de que cuanto antes pudiese ostentarse completamente terminada,
ofreciéndose á la vista, cual hoy se ofrece, como modelo de artística
belleza. Las ilustres damas que con el mismo objeto arrostraron todo
género de molestias son también dignas á todas luces del más cum-
plido encomio.
Forma la nueva capilla un rectángulo de once y medio metros de
largo, ocho y medio de ancho y doce de elevación. Tiene dos espa-
ciosas tribunas, una de cada lado, á seis metros quince milímetros
del pavimento, con elegantísimo barandaje de hierro. Proporció-
n a l a luz y ventilación abundante grandes ventanales exornados de
vistosos vidrios de colores. Decoran los muros y techo preciosos
bajorrelieves que, á un metro del piso, suben hasta la bien modelada
cornisa, para luego trepar desde allí hasta la arqueada techumbre,
formando el más bello conjunto. El altar que se ve en el testero, y
donde se ha colocado la hermosa efigie del Santo Niño Jesús de Pra-
ga, es provisional, no correspondiendo en manera alguna á la gran-
diosidad de cuanto le rodea. Su lugar será ocupado por otro de gran
mérito artístico, y cuyos planos están ya formados. El pavimento del
presbiterio es de mosaico, y el resto de ricos mármoles hábilmente
combinados.
Precedió á todo la bendición de la nueva capilla, que efectuó el
Rdo. P. Prior en sustitución del limo. Sr. Obispo, que por repentina
indisposición no pudo concurrir, como estaba anunciado. Tuvo luego
comienzo la Misa solemne, celebrándola el Rdo. P. Fray Bernar-
do de Santa María, asistido por los ministros Rdos. P P . Remigio y
Constancio, y cantándose por el coro la del maestro Valle, distin-
guido compositor mexicano. Ocupó la sagrada cátedra el señor
presbítero D. Alfredo V. Caballero, secretario de Cámara del Obis-
pado, que puso de manifiesto las brillantes dotes oratorias de que sé
halla adornado.
.384 EL MONTE CARMELO

Después de la Misa fué llevado procesionalmente el Santísimo Sa-


cramento desde el altar mayor á la nueva capilla, entonándose acto
continuo—verificada ya la Reserva—un solemne Te-Deum.
Por la tarde, al obscurecer, previa exposición del Santísimo, tu-
vieron efecto diversos ejercicios; sermón por el elocuente Rdo. P a -
dre Aurelio, vicedirector de la Archicofradía; Reserva, y, por últi-
mo, procesión por el interior del templo; acto con el cual se dieron
por terminados estos solemnes cultos, que tanto llamaron la atención
por su esplendidez y buen gusto.
PROFESIóN RELIGIOSA.—Sr. Director de E L MONTE CARMELO.—Muy
señor mío: Ha tenido lugar en el convento de carmelitas descalzas
de Murguía (Álava) la profesión religiosa de la simpática joven Emi-
lia de San Elias, antes Srta. Emilia Catalán y Librada.
Momentos antes de ofrecer sus votos tuvimos el gusto de saludar-
la, encontrándola llena de entusiasmo, rebosando amor hacia el
Esposo de las vírgenes y ardor indescriptible por consagrarse á su
divino Esposo. El día señalado para la solemne imposición del velo
negro, cuyo acto, anunciado por el volteo de campanas, estaba con-
curridísimo , hallábase el primoroso altar adornado de vistosos ra-
mos y escogidos jarrones, y las velas distribuidas con tal gusto artís-
tico, que formaba un encantador panorama. Ofició en la Misa el
presbítero D. Prudencio Catalán, hermano de la profesanda, al que
acompañaban de ministros el Sr. Arcipreste del Valle y el Sr. Cape-
llán del convento. El coro interpretó admirablemente la grandiosa
Misa del maestro Calahorra, durante la cual recrearon nuestros
oídos sus argentinas voces, formando dulcísimo eco en sus ovaladas
bóvedas. El sermón, á cargo del Rdo. P. Damián, prior de los car-
melitas de Corella, fué, como todos los suyos, acabada pieza de ora-
toria, en el que con galana frase y arrebatadora elocuencia probó
que el acto de la profesión religiosa, lejos de serlo de cobardía y
egoísmo, según entienden los sabios del siglo, era uno de los actos
heroicos más sublimes y de abnegación y desprendimiento más en-
cantadores.
Terminada la Misa, se bendijo el velo, que el preste desplegó sobre
la cabeza de la profesanda en señal de los desposorios que contraía
con el divino Esposo; y, tomando luego la vela encendida, se colocó
la nueva profesa en medio del coro para cantar la antífona Súscipe
me Dómine. Dio fin al acto un solemnísimo Te-Deum que se cantó
en acción de gracias.
Entre los diversos objetos artísticos que prepararon las religiosas
para la fiesta de la profesión, llamó poderosamente la atención una
magnífica capa pluvial y casulla bordadas en oro y sedas por la mis-
ma comunidad, bajo la dirección de la Rda. Madre Francisca, con
tal primor y a r t e , que pudiera muy bien figurar entre las primeras
de su clase.
Terminaré dando la más cordial y entusiasta enhorabuena á la
nueva esposa de Jesús y á su distinguida familia, haciéndola exten-
siva á la ejemplar comunidad de Carmelitas descalzas y al Rdo. P a -
dre Damián.
CRÓNICA CARMELITANA 385

Dándole las gracias por la inserción de estas líneas en la revista


de su digna dirección, se repite s. afmo. y s. s.—X.
OTRA PROFESIóN. —En el convento de Corpus Christi de Alcalá de
Henares ha profesado otra carmelita descalza, la hermana María
Carmen de San José, llamada en el siglo Isabel Gurtubay, pertene-
ciente á una familia de Villarreal (Álava), muy apreciable y distingui-
da por su virtud y piedad. En tan solemne acto fué apadrinada por
los Sres. de Cantarero Soriano, que quisieron coronar con esta ma-
nifestación el afecto y cariño entrañable que siempre han profesado
á la nueva carmelita. La concurrencia, formada de parientes y com-
pañeras antiguas de la profesanda, fué muy numerosa y distinguida,
y todos expresaron con sensibles muestras la emoción que embarga-
ba su ánimo al presenciar la ceremonia ternísima con que se cele-
braban las bodas místicas entre un alma pura, segregada por Dios
del tumulto del mundo, y el Cordero inmaculado Esposo de vírgenes.
En medio de aquella emoción general y aquellas lágrimas que bro-
taban de los ojos de todos, únicamente estaban serenos los protago-
nistas principales del acto, y las que realizaban el sacrificio más he-
roico: la nueva profesa y su virtuosa madre, que midiendo sin duda
con el ojo certero de la fe, y pesando en la balanza fiel de la espe-
ranza lo mundano que sacrificaban y lo celestial que en retorno r e -
cibían, en lugar de pesar y dolor reflejaban en sus rostros placidez
y alborozo sobrehumano, que grandemente edificaron á los circuns-
tantes y fueron considerados como señales de santa predestinación
y de una virtud muy sólida y arraigada. Bendiga Dios nuestro Señor
este heroico sacrificio, y reciban la nueva profesa y su cristiana ma-
dre, padrinos y familia, y la comunidad que cuenta esta virtuosa
hija de Santa Teresa en su seno, nuestros plácemes y felitación. El
sermón de esta solemnidad fué predicado por el P. Ángel María de
Santa Teresa, director de Ei. MONTE CARMELO. Después de la ce-
remonia religiosa, todos los concurrentes se sentaron á la mesa en
fraternal consorcio en casa del Sr. Capellán de la comunidad, y por
la tarde se despidieron gratamente impresionados y llevando en su
mente recuerdos que seguramente no se les borrarán en toda la vida.

DESPEDIDA DEL P. VíCTOR.—Nos ruega el R. P. Víctor de la Cruz,


último Superior de esta Residencia, recién llegado á Pamplona, de
cuyo convento ha sido nombrado prior, según dijimos en el último
número, que manifestemos á todos los representantes de las Órdenes
Religiosas residentes en esta corte, así como á todas aquellas per-
sonas que le distinguían con su amistad, que, no habiéndose podido
despedir de todos personalmente por la precipitación de su marcha,
envía á todos desde estas columnas, junto con su despedida, un afec-
tuoso saludo, y á la vez les ofrece sus servicios en su nueva residen-
cia de Pamplona, donde encontrarán siempre un cariñoso y fiel
amigo.
FIESTAS EN HONOR DE LOS BEATOS.—Habiéndose cumplido el año
desde que Su Santidad León XIII elevó al honor de los altares á los
386 ' EL MONTE CARMELO

dos ilustres protomártires de la Reforma Carmelitana, dentro de


cuyo plazo debía celebrarse en nuestros conventos el solemne Triduo
de Beatificación, tenemos noticia de que esta última temporada lo
han celebrado todas las casas que aun no lo habían hecho, desple-
gándose en todas las partes el esplendor más grande, y demostran-
do, tanto los religiosos como todos los fieles, devoción acendradí-
sima á los dos gloriosos hijos de Santa Teresa, yendo á postrarse al
pie de sus altares, y á cantar himnos de alabanza y victoria y rogar
por las necesidades de la Iglesia y de la Patria. Entre las muchas
reseñas de estas fiestas que hemos recibido, recordamos al presente
las remitidas por las comunidades de Tortosa, Toledo, Alba, Soria,
Vich, Beas, Ocaña, Huesca, Logroño, Begoña, Plasencia y Murcia,
Corpus Christi de Valencia, etc.

HAN FALLECIDO: En el convento de Antequera, la Hermana María


Carmen de la Esperanza, de sesenta y cinco años de edad y cuaren-
ta y cinco de religión; religiosa colmada de méritos y perfección,
por la que se atraía el amor de toda su comunidad.
En Vitoria, D. Rafael Echevarría, presbítero, subscriptor de nues-
tra Revista y bienhechor insigne de nuestro convento de Vitoria.
En Santander, el Excmo. Sr. D. José Sáenz de Miera y Risueño,
general de división.
En Madrid, D. Manuel Crespo, bienhechor de la Orden.
Que Dios misericordioso acoja sus almas en la paz y bienaventu-
ranza del Paraíso. Amén.

R. I. P.
f |EóN XIII Y EL CANTO GREGORIANO DE SOLESMES.—Á continuación
$ publicamos el importantísimo Breve que el Sumo Pontífice, pro-
tector decidido de todas las artes y disciplinas eclesiásticas, ha diri-
gido al Abad de los benedictinos de Solesmes, alentando á estos
beneméritos monjes en sus trabajos, estudios y publicaciones sobre
el genuino y clásico Canto Gregoriano.
"Á nuestro amado hijo Pablo Delatte, religioso O. S. B., Abad de
Solesmes.
LEÓN XIII, P A P A
QUERIDO HIJO:
Salud y bendición apostólica.
Conocemos y hemos alabado en otras circunstancias los esfuerzos
inteligentes que habéis desplegado en la ciencia de los cánticos sa-
grados que, según la tradición, deben ser atribuidos á Gregorio el
Grande como á su autor.
Por esto mismo no podemos menos de aprobar los trabajos tan la-
boriosos y tan perseverantes que habéis consagrado á buscar y ex-
tender los antiguos monumentos de este género. Los frutos diferen-
tes de esos trabajos los hemos visto contenidos en esos tomos b a s -
tante numerosos que nos habéis dirigido en diversas épocas, y que
hemos recibido como un presente muy agradable. Dichas obras, se-
gún hemos sabido, están hoy muy extendidas, causan la admiración
del público y se hallan en uso constante en diferentes lugares; todo
el celo que se ha empleado en la ilustración y propagación de esa
compañera y eficaz auxiliar de los ritos sagrados merece ser ala-
bado, no solamente á causa del talento é ingenio que en ella se em-
plean, pero lo que más importa todavía, á causa del desarrollo que
de ella se espera para el culto divino.
En efecto, los cantos gregorianos han sido compuestos con mucha
habilidad y gusto para aclarar el sentido de las palabras. Existe en
esos cantos, con tal de que no se ejecuten sin a r t e , una gran poten-
cia, una suavidad maravillosa, mezclada de gravedad, y que, pene-
trando fácilmente en el alma de los oyentes, puede muy á propósito
388 EL MONTE CARMELO

hacer nacer en ellos piadosos movimientos y alimentar en ellos pen-


samientos saludables.
Conviene, pues, que todos aquellos, sean quienes fueren, y sobre
todo aquellos que pertenecen á uno y otro clero, que se sientan ca-
paces de obtener algún resultado en esta ciencia ó en este arte, tra-
bajen en ellos con celo y ardimiento, cada uno según sus fuerzas.
Con tal de que quede á salvo la caridad mutua, la sumisión y el res-
peto que son debidos á la Iglesia, los trabajos de un gran número de
hombres en una misma materia pueden producir muchos frutos,
como los han producido vuestros propios estudios.
Como prueba de las gracias divinas, y también de Nuestra paternal
benevolencia, Nos concedemos muy afectuosamente en el Señor la
bendición apostólica á vos, querido hijo, y á vuestros hermanos.
Dado en Roma, cerca de San Pedro, á 17 de Mayo de 1901, y en el
veinticuatro de Nuestro pontificado.
L E ó N , X1I1 PAPA.,,
Partidarios los Carmelitas Descalzos de la restauración del Canto
Gregoriano que está llevando á cabo la Casa benedictina de Soles-
mes, á la que se encomendó hace poco la publicación del Ritual Car-
melitano de las monjas, que anunciamos y recomendamos desde las
columnas de E L MONTE CARMELO , vemos en el preinserto Breve un
motivo de júbilo y una garantía de la bondad del trabajo realizado
en el referido Ritual, que nuevamente recomendamos.
MENSAJE.—El día 25 de Mayo fué entregado á S. M. la Reina el
Mensaje que las señoras de Valencia le han dirigido en defensa de
la Santa Iglesia y de las Ordenes religiosas. La Comisión, formada
por las Excmas. Sras. Marquesa de Cáceres y Marquesa de la Roca,
Condesa viuda de Pestagua, fué muy bien recibida por S. M., mos-
trándose muy complacida la augusta Señora de las manifestaciones
que le hicieron en nombre de la católica Valencia, á la cual está
unida en identidad de afectos y sentimientos. Les ha prometido que
recomendará al Gobierno la petición con grandísimo interés y ver-
dadero empeño. De la regia estancia pasaron las señoras comisio-
nadas á visitar á los Sermos. Príncipes de Asturias y á S- A. R. la
Infanta Doña Isabel, que las recibieron con sumo agrado y benevo-
lencia.
La comisión quedó muy agradecida á las atenciones y afectuoso
recibimiento que S. M. y Real familia les han dispensado, no menos
que por las frases de afecto y cariño que han tenido para las señoras
firmantes de la exposición y para toda Valencia.
El Mensaje, que iba encerrado en lujosa carpeta de piel de Rusia
con placa y cantoneras de plata, dice asi:
"SEñORA: Las señoras de la ciudad de Valencia acuden respetuosa
y confiadamente á V. M. en demanda de protección y defensa para
los más sagrados intereses.
Una avalancha de calumnias monstruosas, de odios satánicos, de
sacrilega impiedad se ha desencadenado feroz en nuestra desgra-
ciada patria contra lo más santo que hay en el mundo.
CRÓNICA GENERAL 389

La religión católica, que inspiró é informó las legendarias hazañas


de nuestros mayores; la religión católica, sancionada solemnemente
en nuestro Código fundamental como la religión del Estado; la reli-
gión católica, que para los verdaderos españoles es más preciosa que
la propia vida, está siendo, desde hace algunos meses, objeto de los
insultos más denigrantes, de la persecución más encarnizada.
A nombre de la libertad se prohiben las manifestaciones del culto,
se escarnece á los sacerdotes, se vilipendia los institutos religiosos,
que tantas páginas de honor dieron á nuestra historia y tantos grados
de cultura á nuestro pueblo; son apedreadas casas santas donde ani-
dan la virtud y la ciencia, donde tantos infortunios encuentran con-
suelo y tantas conciencias acertada dirección. El clamoreo incesante
de una prensa sectaria ha condensado en nuestra atmósfera nacional
tales invectivas y amenazas, que no podemos menos de sentirnos
acongojadas por el espanto.
Tememos, Señora, por la fe, en la que están vinculadas la verdad
y la justicia; tememos por vuestro trono, indudablemente en peligro
ante los impunes ataques á la Majestad de Dios; tememos por nues-
tros hijos, á quienes se trata de privar de cristiana educación, obli-
gándoles á una enseñanza atea é impía.
Los labios más augustos de la tierra, que en no lejana fecha tuvie-
ron acentos de entusiasmo para celebrar dignamente las preclaras
virtudes de V. M., derraman estos días palabras de amarguísima
tristeza por la situación deplorable de la Iglesia de Cristo en España.
Protestamos ante el trono de V. M. con toda la energía de nuestra
alma contra esos atentados de los derechos más legítimos y sagra-
dos, y pedimos amparo para el culto y sus ministros; conservación
y defensa de las Órdenes religiosas, constituidas canónicamente y
autorizadas por las leyes del reino; santa libertad para la enseñanza
cristiana, y negación de todo derecho al error y la herejía, en todo
lo cual están íntimamente interesados la gloria de Dios, el esplendor
de vuestro trono y lo que más aman vuestros subditos.
Valencia, festividad de Nuesta Señora de los Desamparados
de 1901„.
Siguen las firmas en número de 62.840, no habiendo podido incluirse
otras muchas por haber llegado tarde.
GRANADA: L A CRUZ EN EL CAMPO DB LOS MáRTIRES.—LOS már-
tires cristianos que eran sacrificados en el campo que en Granada
lleva este nombre (el que sólo queda), necesitaban una cruz que con-
memorase el martirio de estos héroes del Cristianismo, y el Señor,
que nunca olvida al que por El da su vida, ha dispuesto que el ve-
nerable prelado de aquella diócesis pensase en dedicar una cruz;
que había de colocarse en Sierra Nevada, lo que no ha podido lle-
varse á efecto, y es porque estaba decretado por la Providencia
que esta cruz tuviese su sitio en el campo donde han sido sacrificados
tantos santos mártires, en donde no queda señal alguna y sólo queda
el nombre; una vez aquí colocada la cruz, deberá llevar una ins-
cripción en su pedestal, que conmemore á los santos mártires allí
sacrificados.
zo que parecía un lápiz, y unas pier-
Regalo de boda. nas más largas que la esperanza de un
pobre, constituían aquel ser débil, en-
ir§~ft huerta está de gala. Ante la fermizo y deforme. Aparte de sus mi-
T *" perspectiva de la proximidad de' les , no tenía más que una cosa buena:
una boda, los labradores de ambos la asistencia á las prácticas religiosas,
sexos pertenecientes á la comunidad y el regular cumplimiento con la Igle-
de regantes, enclavada en la feligresía sia todos los años. Pero Jaime era un
de San Jaime del pueblo de Virchinet, real mozo: con ser muy grande su po-
no se daban punto de reposo, con el breza, lo era más su figura; con un
exclusivo objeto de que sus huertas corazón noble, de buenísimos senti-
pudieran pasarse un día abandonadas mientos, incapaz de promover cues-
de sus tareas, y asistir sin preocupa- tiones , sino al contrario; todas las di-
ción alguna á la fiesta para solo diver- sensiones habidas entre los mozos de
tirse. Preparativos algo prematuros, la huerta eran sometidas á la decisión
porque puede decirse que aun faltaba arbitral de Jaume, quien con su pací-
la elección de novio. Y esto, porque fico proceder, conseguía que los con-
María de los Angeles hallábase dudosa tendientes terminasen caminando por
en la elección. La Reina de la Huer- las calles del pueblo al son de los can-
ta, como la llamaban, hallábase bajo tares de su típica ronda. En los depor-
el peso terrible de la duda. De una tes rústicos del país no tenía rival; y,
parte estaba el único hijo del siñó eso sí, cuando había estacazos con los
Felipe, el siñoret Ramonet, y de otra mozos de otra huerta vecina por cues-
el del tio Jusepet, Jaume; un jornale- tiones del riego, el palo de Jaime pa-
ro, que no poseía más capital que lo recía una regadera; caían hombres
que ganaba durante el día; en cambio, como cañas de trigo. No hay para qué
el siñoret pasaba en la huerta por un decir que nunca toleró se hablase mal
hereux con muchos miles de duros. de Marieta, lo que nada tiene de par-
Muy laboriosa era la elección para la ticular; pero sí lo es el que tampoco
infeliz María de los Angeles; porque consintiera la más mínima burla con-
si bien los miles del señorito libra- tra su rival. Pero todas estas bellezas
ríanle del trabajo penoso del campo, eran eclipsadas por la insensatez de
y llegaría con toda seguridad á ser su alma, perdida por completo para el
jueza de su pueblo, como abogadillo sentimiento religioso. El infeliz, sólo
que era recién salido de la Universi- creía á medias; para él no existían ni
dad de Valencia, en cambio, su tipo Santos, ni Virgen, ni confesión,... ¡na-
no agradaba ni era para agradar á los da!... De aquí, la duda de María de los
ojos de Marieta. Una cabeza como Angeles en cuanto á la elección de
una sandía de arroba sobre un pescue- pretendiente. Ella, tan buena católica,
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 391

tan virtuosa, ¿entregar su corazón á un inclinaban siempre al lado de Ramo-


hombre impío?... ¡Jamás!... Pero ¡le net, si bien — como ellos decían — no
quería tanto!... ¡tantas veces había trataban de sacrificar á su hija, sino
pasado la noche arrodillada delante que la dejaban en completa libertad
de la imagen de la Virgen del Soco- para que lo pensara.
rro, pidiendo la conversión del buen Por fin, fué Jaime quien primero se
mozo!...; pero á su cariño sobreponía- presentó á pedir la mano de Marieta.
se siempre el sentimiento puro de su — ¿ Qué hay, Jaume ?
espíritu religioso. Con esto, el papel —Hola, siñó Fransisco. ¿Y Ma-
del siñoret Ramonet estaba en alza, y rieta?
se daba como segura la boda, aunque —Bien está. Pero, chico, ¡qué majo
bien á disgusto de la gente moza y de vienes!
la mayoría del pueblo, que ya veía á —Ya ve usted, cuando se viene de
su reina unida á un bicharraco. pretensiones...
—Pero, hijo mío — le había dicho —¡Hola, hola!
multitud de veces su anciana madre;— —Sí, señor; no-ignora usted que
¿qué te cuesta ser bueno? ¿Por qué quiero mucho á Marieta y vengo á ver
no te arrepientes? ¡Ah!... ¡Es que no si ustedes me conceden la merced de
quieres á Marieta!... hacerla feliz.
—¡Madre, no diga usted eso! —Mira, Jaume, que venga ella; pues
—Entonces, ¿por qué eres así?... yo en nada de lo que sea suyo me me-
¿No te hemos enseñado á rezar ?... ¿No to. ¡Marieta!... Ven.
has ido con nosotros muchísimas ve- Llegó Marieta, y apenas supo las in-
ces á la iglesia ? tenciones formales del mozo le dijo:
—Sí, madre; pero ya se me ha olvi- —Ya sabes, Jaume, mis inclinacio-
dado. nes y las de mis padres. Educados en
— Pues tu madre te lo enseñará de la religión que nos dejaron nuestros
nuevo; tu madre te pide que la acom- abuelos, ¿crees que puedes hacerme
pañes ; y si no lo haces por mí, da una feliz abrigando tanta herejía en tu pe-
prueba de cariño á Marieta; hazlo por cho? Renuncia tus errores y verás có-
ella; ¡anda, hijo mío!... mo te quiere Marieta.
—No puedo, madre. Es cierto que —¿ Y ahora no ?
usted logró inclinar mi ánimo al bien Marieta dudó unos momentos, y por
y hacia la religión, pero la necesidad fin contestó:
de pasar grandes temporadas en la ca- —Sí; te quiero.
pital , para ganar mi sustento y el de —Si me quieres, ¿por qué entonces
ustedes, me puso en contacto con com- me exiges nada?,'¿Te exijo yo algo?
pañeros que me llevaron á mitins, —No tienes por qué hacerlo.
reuniones secretas, lectura de perió- —Yo te prometo un arrepentimiento
dicos y obras, donde todo lo veía tan completo en cuanto seas mi esposa.
claro y explicado, que sólo aquello me —¿Por qué ahora no?
parece cierto. Mas si tanto me quiere —Quizá no se creyera en él; ahora
Marieta, ¿por qué no me quiere tal se dudaría de su sinceridad, creyendo
cual soy? Ella no tiene que cambiar en que era ficticio y que sólo me impul-
nada su vida. De sacrificio á sacrifi- saba el móvil de conseguirte. Soy tan
cio , el más fácil es el suyo. noble en mis actos, que nunca daré
— Es que sus padres, como ella y lugar á que se suponga he cometido
todo el pueblo, son eminentemente ningún tachado de falso por el pueblo.
católicos y no consentirían vuestra Esta es mi última resolución. ¿Acce-
unión. des?
—Bien, madre; ya veremos. —No—contestó Marieta sin vacilar.
— Que Dios te proteja, hijo mío. —Entonces, que seas muy feliz, Ma-
Así terminaban siempre las sesiones rieta.
entre la madre y el hijo, sin adelan- —Adiós, Jaume.
tar un paso. Pero los sucesos no po- Ella quedó contemplándole con los
dían permanecer estacionados. Ya ha- ojos arrasados de lágrimas, y él, ape-
cía tiempo que ambos pretendientes sadumbrado y triste, desahogó su pe-
habían pedido á María esas relaciones na en los brazos de su madre.
de chicos que á nada comprometen for- Aquella noche) como todas, no faltó
malmente , pero María á ninguno había Jaime á rondar debajo de la ventana
dado palabra, aunque sus padres se de María; cantó como nunca; el silen-
392 EL MONTE CARMELO

ció de la huerta parecía que escucha- —¡Jaime!... ¡Jaime!... ¡Ya hemos


ba las tristes notas de la guitarra, y de comulgado!—Y sus gritos eran acom-
su garganta salían dulces y prolonga- pañados con saltos y palmadas, al mis-
dos sonidos que se perdían en las már- mo tiempo que pedían el almuerzo.
genes del Turia, más tranquilas sus Jaime los miró; estúvoles contem-
aguas que el alma d e l infortunado plando largo rato; vio sin duda la an-
Jaime. gelical expresión de sus rostros y el
Al siguiente día, dos sucesos más lenguaje mudo, pero elocuentísimo de
que ocupaban la atención de los huer- sus ojos, y dando un beso á cada uno,
tanos: la negativa de Jaime, y el seña- partió.
lamiento de la boda de Marieta con
Ramón, efectuado por la mañana.
Desde entonces, el noble mozo dejó La alegría no se ha interrumpido
de rondar, y su lugar ocupóle el seño- un solo instante en casa de Marieta;
rito, que dedicaba á su futura trozos también ella está alegre, baila, brinca
de opereta y canciones de zarzuela y canta, é invita á los convidados á
chica, acompañado de un aristón, que la comida; pero de pronto su vista se
desgarraban el alma á la pobre Marie- queda clavada en la huerta, la anima-
ta, y que dio lugar á suplicar al novio ción cesa, las miradas convergen ha-
suspendiera la ronda, tanto más cuan- cia donde fija la vista María, con la
to que, ya dos noches, unos cuantos ansiedad pintada en el semblante; la
mozos mal avenidos con el casamien- figura de Jaime se destaca entre su
to habían cogido cada uno un gato, y madre y hermanos; éstos se quedan,
encerrados en sacos, apenas comenza- y Jaime avanza sólo hacia la casa; ya
ba el siñoret la canción, apretábanles llega, vestido con airoso calzón, lu-
el rabo, y allí ya nadie cantaba más ciendo bajo sus azuladas medias su
que los gatos, con lo que daban á en- atlética musculatura, y colgando del
tender al trovador que lo mismo lo hombro la manta con madroños de
hacía él que los meninos. seda y chillones colores, arrogante
Tampoco á Jaime lo dejaban en paz como siempre, hermoso como nunca.
los amigos. En el corral deja la huella de sus al-
— Hombre, —le decían.—¿Y con- pargatas de cáñamo, y se acerca á
sientes en la boda? ¿Por qué no le ti- Marieta; allí nadie respira ni se mue-
ras de cabeza al cauce del riego, ó le ve , tienen miedo; mete la mano en la
siembras cabeza arriba y luego cortas faja y alarga un papel á Marieta di-
como si fuera una calabaza? ciéndola:
Pero Jaime no daba oídos á tales in- —Que sea enhorabuena. Ahí tienes
conveniencias, y siempre se alejaba mi regalo de boda.
sin pronunciar palabra. Jaime se aleja, y María de los An-
Por fin llegó el día de la boda. Un geles encuentra dentro del papel otro
hermoso día del mes de Mayo, enga- mas pequeñito que dice:
lanado de flores y perfumes, con un
f». ^q»BN. .^ffK. ^g/»^ y*H*~ ^8K»^ ^ » . h*WP- .-*>
sol radiante de hermosura reflejado en
el Turia, y arrancando vivos reflejos
á las plantas de la huerta, que pare-
cían vestidas de gala para festejar la Comulgó
* a
I
boda de su reina, que era tanto más en la Parroquia de San Jaime, t,
hermosa con su corpino de raso y co- Año 1900. r
llar de corales, cuanto más se miraba
al novio aprisionada la deformidad de Un grito desgarrador se desprende
su cuerpo por los botones de su fla- de los labios de Marieta, mientras
mante levita. Jaime, reunido con su madre y her-
Verificóse la nupcial ceremonia, y manos, prepara la comida para pasar
todo el mundo fué á divertirse. Allí no el día de campo frente á la casa del
faltaba nadie más que Jaime y su fa- siñó Fransisco, y vieron los convida-
milia. No es extraño, porque también dos cómo, al declinar el sol en el ho-
estaban- de fiesta. Los hermanitos de rizonte y esconderse tras las filigra-
Jaime habían comulgado por primera nadas torres de la ciudad del Turia,
vez. Llegaron á casa con su madre y hinca su rodilla en tierra, elevando al
comenzaron á dar voces, diciendo: Cielo la plegaria vespertina.
Jilfredo j?. JCIorente.
JEGRO borrón sería para los hijos del
Carmelo si al entrar en el mes de
Julio, que la piedad y el amor han dedica-
do de una manera especial á la Virgen del
Carmen, no consagráramos un acento de
amor y eleváramos una mirada de simpa-
tía á esa tierna Señora que, como Madre
cariñosa, nos cobija bajo los blanquísimos
pliegues de su manto inmaculado y nos
viste con esa prenda de salud, de amor y
de cariño que Ella misma nos bajara del
Cielo, el Santo Escapulario. Vosotros mis-
mos, los que tenéis la dicha de poderla
apellidar Madre, llevaríais tal vez á mal
si E L MONTE CARMELO , consagrado á can-
tar las glorias y las grandezas de esa Vir-
gen Carmelitana, que atrae á las genera-
ciones todas al Monte de su predilección
KL
394 MONTE CARMELO

para que le pidan favores, no os invitara, desde sus modes-


tas columnas, á entonar ese himno de amor con que los ver-
daderos hijos deben bendecir y glorificar el nombre augusto
y venerando de su buena Madre. Yo mismo me avergonza-
ría si al tomar hoy la pluma hiciera otra cosa que dirigir
un saludo fraternal y una invitación entusiasta á cuantos
se glorían de pertenecer á las gloriosas filas de los hijos
de la Virgen del Carmen y ostentan en su pecho amante el
emblema del candor y la apoteosis del amor de la mejor
de todas las madres, el Santo Escapulario. Creería faltar á
uno de los deberes más sagrados de un hijo si así no lo
hiciera; y al doblar mi rodilla ante la augusta imagen de
mi Madre querida, para pedirle su bendición, me imagina-
ría ver que, retirando Ella su mano bienhechora, sus labios
murmuraban en contra mía esta expresión de eterno bal-
dón: Ingrato, eres un ingrato.
Llenando este deber sagrado de hijo, me atrevo á alentar
el amor y la devoción de todos los que resguardan su cora-
zón bajo la protección salvadora del Santo Escapulario del
Carmen, para que, renovando sus fervores, ofrezcan á la
Virgen Carmelitana, no los encantos de un mes florido, ni
la hermosura de la rica primavera, como han hecho las
flores en sus días, sino los encantos y la hermosura del
alma, que son la verdadera y mejor de todas las bellezas
del hombre. ¿Qué cosa mejor podremos ofrecer á la Virgen
que nuestra misma alma, hermoseada con todas las belle-
zas espirituales? Podrá un hijo ofrecer á su madre querida
todas sus gracias naturales, su hermosura, su genio y hasta
la inspiración de su inteligencia; pero todo esto, sin la her-
mosura del alma, no son más que hermosuras exteriores,
efímeras como las flores y vanas como las ilusiones; serán,
si se quiere, hermosuras que engrandecen al hombre, pero
no serán el hombre mismo; no serán la verdadera grandeza
del hombre que, basada en la pureza de su alma, se refleja
«n los nobles movimientos de su corazón; esa grandeza de
alma que, con justísimo título, nos pide la Virgen á todos
sus hijos, como la expresión más verídica de nuestro amor
y de nuestra gratitud. Hartas pruebas tenemos del amor
INVITACIÓN 395

y de la bondad de la Virgen del Carmen cuantos goza-


mos la incomparable dicha de tenerla por Madre y Protec-
tora. Sobradamente grabadas están en nuestra alma las
huellas de su protección salvadora; y si, como leemos en
los Proverbios, la gloria de los hijos son sus padres (1),
justo y muy justo es que nosotros alabemos, obsequiemos
y tributemos nuestro filial homenaje á la que tanto nos glo-
rifica y enaltece, admitiéndonos en el número de sus hijos
predilectos, y que por tantos títulos muestra ser nuestra
Madre querida. Nuestros obsequios y nuestro amor no pue-
den menos de ser agradables á la que ha prometido obse-
quiar á los que la obsequian y amar á los que la aman; y si
nosotros, los que vestimos el Santo Escapulario, nos pre-
ciamos de ser los hijos más privilegiados de la Virgen, de-
bemos , al comenzar este mes de Julio, consagrado de una
manera especial á la Virgen del Carmelo, poner en práctica
los medios de agradarla y corresponder á su bienquerencia
con una vida inocente y pureza de costumbres. Cantemos r
pues, con más fervor sus grandezas; jamás cesemos de ofre-
cerle nuestros obsequios; pero sea el principal, para este
mes, el marchar por las sendas de la pureza, de la inocen-
cia, que nos dejaron trazadas las huellas virginales de nues-
tra Madre Inmaculada. A este fin deben encaminarse todos
nuestros pensamientos, todas nuestras palabras y todas
nuestras obras. Si amamos á la Virgen, si nos preciamos de
ser sus hijos, manifestémoslo imitando sus virtudes, y tema-
mos, si no lo hacemos, se arrepienta de ser Madre nuestra.
Procuremos, pues, asemejarnos á Ella; sea Ella nuestro
ejemplar, y entonces la podremos invocar con más confian-
za, experimentaremos de una manera especial su protección
y, no lo dudéis, conseguiremos de Ella todo lo que necesite-
mos para ser sus verdaderos hijos en la Tierra y más felices
todavía después con su compañía en el Cielo.
fr. Simeón de los SS. <?(?»

(l) Prov., cap. XVII, v. 6.


)K*g>ffi**g»g^i^'^*S'fet^B»«j I g«a*«^

EL MES DE J U L I O


¡¡Uédulce es al corazón de un hijo recordar las bondades de
su madre! ¡Qué sentimientos tan elevados de gratitud y >
amor se despiertan en nuestro corazón al traer á la memoria las >
finezas de amor de aquella que bañaba nuestro rostro con besos ¡
de cariño y llenaba nuestra alma de paz y consolación!
Y pues no hay para nosotros Madre más buena, más cariñosa ,
y .solícita que la Virgen del Carmen, justo es que en este mes de
julio recordemos los grandes prodigios de bondad y amor que
ha hecho á sus hijos, para que se mueva nuestro corazón y res-
pire amor y se ensanche por el agradecimiento.
El amante en toda ocasión desea manifestar su amor al amado;
pero, en aquellos días que le están dedicados ó celebra de una
manera especial, se empeña en hacer más patente la inclinación
dé su corazón, y le da nuevas pruebas, testimonios más elocuen-
tes y muestras nada equívocas de la corriente misteriosa que tan
dulcemente une su corazón al corazón de la persona amada.
Y como las almas devotas del Sacratísimo Corazón de Jesús le ,
dedican y consagran el mes de Junio, para recordar las maravi-
llas de amor que nuestro adorable Salvador ha hecho á los hom-
bres, y los que tiernamente están enamorados de la Virgen San-
tísima le dedican el mes de Mayo, honrándola con plegarias, con
cánticos del corazón y hermosas guirnaldas entretejidas de sa-
crificios y flores de virtudes, que ofrecen á la Madre del Amor
Hermoso, así nosotros los religiosos, terceros y cofrades, y todos
los devotos del Carmen, debemos dedicar y consagrar de una
manera especial el mes de Julio á la hermosa Reina del Carmelo
y Madre, de nuestro corazón.
¿Qué motivos tenemos para ello?
La gratitud que obliga á las almas nobles y á todo cofazón
bien nacido.
En este mes celebra la Iglesia la solemne fiesta de la Virgen
EL MES DE JULIO 3gy

del Carmen, y en ella nos recuerda aquella tan consoladora apa-


rición cuando bajó del Cielo escoltada y sostenida por los ánge-
les y vestida de Carmelita, para entregar á su siervo San Simón
Stock el Santo Escapulario como prenda de su amor, señal de
protección y esperanza de salud eterna; el Santo Escapulario,
que es la librea que Ella nos ha dado para distinguirnos de los
demás como hijos de predilección; que lleva en sí vinculadas
todas las gracias y virtudes de la Madre de Dios; que cubre
nuestro corazón como coraza de acero, para ponernos al abrigo
•de los enemigos visibles é invisibles, y cuya virtud se extiende
hasta el reino del Purgatorio.
¿Qué hijo podrá olvidar favores tan señalados, gracias tan sin-
gulares, privilegios tan excepcionales?
In meditatione mea exardescet ignis, decía el Profeta: en la me-
ditación se aviva el fuego del corazón, y por eso nosotros debe-
mos meditar, debemos recordar en este mes los prodigios de amor
que tan cariñosa Madre nos ha hecho, para que se avive en nues-
tro corazón el fuego del amor á tan dulce Madre; ese amor tan
tierno, que tan dulcemente embriaga las almas; que las anega en
un mar de delicias y consolación, y que, á manera de un miste-
rioso bálsamo, cicatriza las heridas del alma y da fuerzas al espí-
ritu decaído para levantarse á las regiones más puras donde as-
pire el ambiente de la inocencia y de la virtud.
Y Ella, que es tan agradecida y misericordiosa; que, como
dice un piadoso autor, sale al encuentro de los que la buscan;
que tiene en sus manos todas las misericordias de Dios, según
San Buenaventura; que está destinada por Dios para repartir
todos los auxilios del Cielo, como afirma San Bernardo; Ella,
que en este mes estará tan complaciente y dadivosa, recibirá los
obsequios que le hagan sus hijos y devotos, escuchará sus ora-
ciones, derramará sobre ellos gracias en abundancia, consolacio-
nes divinas, luces de lo alto, las misericordias del Señor, la paz
del alma y la esperanza consoladora de vivir aquí bajo su protec-
ción y encontrar después un lugar junto á Ella, en compañía de
sus hijos, que forman su corte y su corona en el Cielo.
^ S ^ S a T S P ^ r ^ * ,5aí=r^? >JL^íIÜ*^L^^L#' U^>*^^U^

FLOR Y AVE

Del erial, do las flores son espinas,


A Dios le plugo el arrancarme á mí,
Y á un jardín, entre flores peregrinas
De esencias aromosas y divinas,
Me trajo desde allí.

Con el aire glacial que hiela al mundo,


ó el humo espeso de invernal vapor,
Agostado me hubiera á mí, iracundo,
El aire insano, el vaho, y al profundo
Lacia fuera la flor.

Ave triste entre abrojos fué mi nido,


Fué mi canto doliente suspirar;
Dios me oyó: trasladóme á un escondido
Paraíso: trocóse mi gemido
En plácido cantar.

¡ Ay! Si quedara en la árida llanura


Destrozado el corazón por el gemir,
El pecho lleno de ayes de amargura,
De pena, de dolor y de tristura
Llegara á sucumbir.

Por eso himnos á Dios el alma mía


Desde el Carmelo eleva sin cesar;
Y del Monte preciado de María
Ser perfume en los valles mi alma ansia,
Y cántico en su altar.

Allí do crece el cedro en verde loma,


Allí escondido quiero yo crecer...
¡Quiero ser de sus aves cual paloma,
Y entre sus flores de oriental aroma
Violeta quiero ser!
fr. florian del Carmelo Zeresiano»
FLORES Y ESPINAS
«Y«»fíii»YÍ¥9íi»Y!v»YírtYí«Yíu5í!i? ?iíy!víYí*Yí*víwYí*Yí»yivíy!yíY«

EL ESCAPULARIO

( Continuación.)

llegado ya á la cuestión ca-


PEMOS
pital , al gran privilegio del Santo
Escapulario.
Mejor que explicarlo, debíamos ento-
nar himnos de loor y gloria, acciones de
gracias á la hermosa Reina del Carmelo,
que como Madre cariñosa atiende con
tanto interés y solicitud á sus hijos para
que consigan la salvación.
Pluma de ángel sería deseable aquí
para tratar como se merece este favor tan extraordinario y sin-
gular; que la Madre ¡de Dios ha hecho á sus queridos hijos los
que se consagran á su amor vistiendo su Santo Escapulario; por-
que si no hay para el hombre más que una cosa necesaria (i),
la salvación del alma; si el hombre debe trabajar incesantemente
por }a consecución de su último fin, para unirse con Dios y ser
dichoso por una eternidad, y se entristece y acongoja al verse
rodeado al exterior de tantos enemigos, y en el interior con pa-
siones y apetitos que le inclinan á separarse del camino recto y
seguro, y con la tey de la carne en pugna siempre con la del es-
píritu, la promesa de María, que no se condenará ninguno que
muera con el Santo Escapulario, ensancha el corazón y da alien-
tos & nuestro espíritu, viendo esa arca salvadora, ese iris de paz
que, reflejando la bondad y poder de María, nos acerca á Dios*

(i) L ü C , 10-42.
EL ESCAPULARIO ij.bl

«se privilegio qué nos revela el exceso de amor del corazón de


una Madre; esa promesa tan consoladora que nos hace exclamar:
Dominus protector vitce mece, a quo trepidabo? (i). La Señora se ha
•encargado de darme la vida eterna: ¿á qué temeré? ¡
Pero, si no tengo la pluma del ángel ni los talentos que podía
desear, tengo un corazón que sabe sentir, y movido del agrade-
-cfmiento y lleno de amor á Madre tan cariñosa, diré lo queél me
inspira, que el corazón á veces sabe inspirar, para explicar;esta
•promesa tan consoladora de la Virgen del Carmen y demostrar
•que no está en oposición al dogma, como algunos han pretendido.
!
Como esta promesa de la Madre de Dios ha sido interpretada
•de diferentes maneras por los autores que de ella han tratado,
por parecerles atrevida, expondremos una por una las interpre-
taciones que le han dado, para ver cuál es más natural y confir-
me al carácter de la Virgen Santísima y al mismo privilegió'Ó
promesa de que se trata. .:
La primera opinión ó modo de interpretar la promesa de la
-Virgen, y digo la primera, en orden á amplitud ó benignidad, que
se le da, dice que debe entenderse la promesa in quo quis mq-
riens, etc., en cuanto que la Virgen desea que se salven todos los
que visten el Santo Escapulario por la voluntad que tiene de ayu-
darles; es decir, que la promesa ó el gran privilegio del Santo
Escapulario del Carmen se reduce solamente á un buen deseo
de la Virgen ó á una buena voluntad de ayudar á los religiosos,
terceros y cofrades para que consigan la salvación eterna. •
Esta opinión ha sido desechada por muchísimos autores, por-
que reduce el gran privilegio del Santo Escapulario á la condi-
ción de cualquier práctica piadosa que se haga en obsequio de ^a
Madre de Dios, pues Ella dice que ama á los que la aman, ego
diligentes me diligo (2), y el amor de la Virgen es para condupir
á los fieles á que consigan la salvación; y en otra parte añade: los
que obran en mí no pecarán, y los que me honran tendrán la vida
-eterna: qui óperantur in me nonpeccabunt; qui elucidant me vitém
(eiernam habebunt (3). ¿Qué diferencia habría, pues, entre el San-
to Escapulario y cualquier otra práctica de devoción? ¿A qué pe
reduciría el gran privilegio? ¿Para qué era la muestra del Santo
Escapulario, si no pasaba de ser uno de tantos ejercicios en obse-

dí) Psalm. 26, v. 2.


'{2) Prov., cap. 8, v. 17.
,!,
(3) ; Eccli., cap. 24, v. 30-31.
4Q2 EL MONTE CARMELO

quio de la Virgen? ¿Para qué revelarlo de una manera tan formal


y con palabras tan expresas?
Es común sentencia entre los Santos Padres que la devoción á
la Virgen Santísima es una de las señales más ciertas de predes-
tinación, y hasta algunos llegan á decir que es imposible que se
condene un verdadero devoto de María. San Anselmo, en un ser-
món de la Virgen, dice: «Asi como todo aquel que se aparta de
Ti, ¡oh Beatísima Virgen!, es seguro que perecerá, así todo aquel
que á Ti se convirtiere y de Ti fuere recibido, es seguro que se
salvará». San Antonino añade: «Como es imposible que se salven
aquellos de quienes María aparta los ojos de misericordia, así es
imposible que no sean justificados y glorificados aquellos á quie-
nes Ella inclina sus ojos». San Juan Damasceno, hablando con la
Virgen, le dice: «Ser devoto tuyo es una señal de salvación que
Dios no concede sino á aquellos que quiere salvar». Y en este
sentido se expresan casi todos los Santos Padres. Y ahora pode-
mos preguntar: Si el ser devoto de la Virgen es señal de salva-
ción, ¿no tendrá algo más el Santo Escapulario traído del Cielo-
por la Madre de Dios, enriquecido de tantas virtudes y gracias,,
siendo el distintivo de sus hijos más amados y el testimonio de
un amor especial? Algo más debe tener el Santo Escapulario, y
por eso decía el venerable P. La Colombiére: «Yo creo poderos
decir cualquier cosa de más ventaja para los cofrades del Santa
Escapulario del Carmen, de lo que se dice comunmente á todos-
Ios devotos de María. No basta decir que el Escapulario de la
Virgen sea una señal de predestinación, como lo son todas las-
santas prácticas inventadas por sus devotos para honrarla; y a
pretendo que no hay otra señal que haga más cierta nuestra pre-
destinación á la gloria que ésta del Santo Escapulario, y, por con-
siguiente, ninguna á la cual debamos acogernos con mayor celo-
y más perseverancia».
Pero, aun admitida esta opinión, no se ve que sea contraria al
dogma ni á la moral. Porque ¿quién dudará del amor y cariño-
de aquella la mejor de todas las Madres? Y ¿qué ha de desear y
qué ha de querer una buena madre sino verse reunida con sus-
hijos, y que éstos sean felices? ¿No manda la religión de Jesu-
cristo el amor mutuo entre padres é hijos? ¿No nos enseña la
Sagrada Teología que los santos que reinan en el Cielo oran y
piden por los que estamos en la tierra, no sólo en común, sino-
también en particular por tal ó cual persona, y más especial-
mente por aquellos á quienes han estado unidos con los lazos de
EL ESCAPULARIO 403

la sangre ó de*un amor especial? No es, p u e s , extraño que, ha-


biendo manifestado la Madre de Dios que tiene particular amor
á los que visten su Santo Escapulario, tenga voluntad de ayu-
darles desde el Cielo para que consigan la salvación. P o r lo tanto,
no se opone al dogma ni á la moral esta opinión, aunque cree-
mos q u e no es la más acertada en interpretar la promesa de la
T i r g e n , puesto que Ella, como Madre de todos los fieles, desea
que éstos se salven y á todos ayuda con su poderosa intercesión.
Continuaremos en otro artículo exponiendo las demás inter-
pretaciones que los autores han dado á esta promesa de la Ma-
dre de Dios.
fr. Plácido María del ?.
(Continuará.)

- I — ; < • —s-~

CANCIONES MÍSTICAS

Al alma dice la fe,


Marcándole su destino:
Sedienta de amor estás;
Ama sin temor alguno.

No nos quejemos del prójimo,


Porque no es justo; en verdad,
Nuestro mayor enemigo
E s la propia voluntad.

Ni con desprecios me angustio,


Ni con lisonjas me ensalzo;
La lisonja y el desprecio
Son invenciones del diablo.
f. Scrasate de Jtíena.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

E n el capítulo séptimo trata Fr. Jerónimo de la igualdad de la


obra en la Historia. Aquí, verdaderamente, todo es oro, y de ley;
es, sin duda, éste uno de los capítulos más bellos y substanciosos
de la obra.
E s esta igualdad dote que debe adornar todo escrito, y especial-
mente la Historia. E n el estilo más que en el asunto, déjase notar
la igualdad ó desigualdad de una obra. Consiste esa igualdad—dice
el autor—«en la proporción y correspondencia de diversas partes
que forman un todo, por medio de la cual, en la misma diversidad
y unión de ellas, conste asimismo, esto es, tenga cada una su lu-
gar, conveniencia y trabazón con las demás, y ayude á la hermosu-
ra y buena disposición del todo que compone. Debe, pues, según
esto, ser el cuerpo de la obra todo en sus variedades uniforme, y tan
seguidamente igual, que no dé lugar á que el asunto parezca mu-
chos, sino tan solamente u n o , en la materia, en la gravedad, en el
estilo, como en el cuerpo humano, para que sea perfectamente
dispuesto, no basta que alguna sola parte en sí lo sea, si á ésta no
corresponde la perfección y conformidad de todas las demás» (i).
« E s muy difícil alcanzar esa igualdad, y en los autores más cul -
tos y eruditos no se halla en todo su ajuste y perfección. Esa
igualdad—dice Fr. Jerónimo,—esa proporción y correspondencia
aun en las mismas obras naturales de aquel supremo Artífice que
las crió todas ajustadas al examen de peso, número y medida, y que
entre ellas se hallan muchas, al parecer, no tan compasadas como
aquí las pedimos, pues entre los rostros humanos (labor propia de
aquel pincel divino) apenas se hallará uno tan igualmente perfecto,

(i) § x.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
A95
que no desdiga del modelo de la hermosura más que en una parte.
¿Cómo carecerá, pues, de esta nota el artificio de la ignorancia
humana, si aun en sus obras la permite el concierto de la sabiduría
divina?» (i).
Por lo que atañe á la igualdad de una obra, distingue el autor la
igualdad material y totalmente uniforme, y la formal y respectiva-
mente disforme. Explica esas igualdades, así en el orden natural,
como en el espiritual y político. La material es, por lo común, im-
perfecta; la formal es la que atesora belleza y perfección. «En este
gran todo que abraza Tierra y Cielo — dice el autor con frase hala-
gadora,—¿qué diferencias de criaturas no se hallan desigualísimas
-entre sí, en substancia, cantidad y calidad? Los ángeles tan dife-
rentes de los hombres, los hombres de las bestias, las bestias de las
plantas, las plantas de las piedras, las piedras de la tierra, y la
tierra de todo lo demás. Los elementos entre sí tan desiguales unos
de otros, excediéndose en cuantidad y actividad, como los cielos
en grandeza y perfección, y en ellos los planetas y estrellas, en la
grandeva, claridad, virtudes é influencias. Pues ya en el cuerpo de
la tierra, ¿qué cosa hallaremos que con otra tenga total conformi-
dad? Los montes no con los valles, ni los valles y los montes
entre sí. En el llano de la tierra, una fértil, y otra á ella vecina muy
estéril; una poblada y habitada, otra yerma; una rica de minerales,
pero llena de malezas; otra sólo con minas de hierbas y de flores.
Ni es menos vario y desigual en sí el mar; que, aunque parece muy
uniforme en las aguas, admite desigualdades muchas en la virtud y
propiedad de ellas... Pero en esta misma desigualdad consiste su
(del mundo) hermosura y perfección, resultando de esta propor-
cionada variedad una armonía y concento para el oído de la mente
suavísimo (2).
Y en lo espiritual, donde entran las obras del ingenio, acontece
que la propia y verdadera igualdad es la formal, es decir, propor-
cional y respectiva, y eso se acomoda á la Historia, «la cual se
compone de partes que tienen en sí mucha diversidad, pero todas
entre sí gran proporción» (3). Expone Fr. Jerónimo con mucho acier-
to esta doctrina, y haciendo, como en todo, gala de su talento lite-
rario.
En el capítulo octavo discurre sobre la brevedad de la Historia.

(I) §*•
(») § 4 -
(3) § 5 - #
4O6 EL MONTE CARMELO

Obsérvese con qué exquisito tacto y habilidad lo hace, y dígase si


no alcanzó aquí Fr. Jerónimo, como en otras partes de tan pere-
grina obra, la palma clásica. Empieza de esta manera: «Ala igual-
dad y proporción de que resulta la hermosura de un escrito, le aña-
dimos la brevedad que le corona, conservando aquel imperio y
brío con que la fuerza de razones y palabras rinde á los lectores.
Limitada es la del ingenio humano, y no puede durar con vigor por
mucho tiempo. Viene el discurso á cansarse, viene á desfallecer,
viene á faltar, si se prolonga la carrera. En la de un caballo, si es
medianamente señalada, le vemos correr y acabarla con brío y ga-
llardía; pero, en larga arremetida ó prolija retirada, el caballo re-
vienta en medio del camino, ó llega ya á su fin sin obedecer ni sen-
tir el acicate. El impulso del brazo impreso en la saeta, y la acti-
vidad de la pólvora encendida en la bala, dura indefectible por al-
guna distancia breve; pero, si el trecho es largo, cuando vengan á
tocar el término señalado, llega ya una y otra y se deja caer floja y
cansada sin vigor alguno. Lo mismo pasa al escritor, y lo mismo al
que lee su obra; que como la fuerza del ingenio se cansa en discu-
rrir, también el gusto del lector en la atención á ese discurso, y así
ambos, el que escribe y el que lee , desmayan y padecen hastío en
Un escrito largo.
Esto, que á todo género de escritura es común, comprende tam-
bién ala de la Historia; que, aunque el cebo de la narración y suce-
sos que se escriben suelen con menos cansancio entretener la cu-
riosidad de los lectores, todavía se viene á fatigar el ánimo y faltar
con la atención el deleite que daba fuerzas para la continuación de
la lectura» (i).
Estudia luego Fr. Jerónimo la brevedad y difusión material y
formal con la precisión y tino que suele, y resume su sentir di-
ciendo que, «aunque se ha de procurar el ajustamiento á la materia
en orden 4 ceñirse ó alargarse todo escritor, pero en la Historia es
más tolerable la difusión que la concisión demasiada, porque el cebo
que en esta escritura, más que en otra alguna, halla la curiosidad,
hace que no tan fácilmente se canse, y así, en gran parte, se disi-
mule la prolijidad si la hubiere (2)».
Y á los que piensan ser superfluas muchas cosas que en las His-
torias se narran, sea por menudas, sea'por notorias, contesta el
autor que las tales muchas veces revisten gran importancia é inte-

(1) § 1 y 2.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 407

res; «las pequeñas para ornato y noticia de las grandes, y las sabi-
das para inteligencia de otras que se ignoran, y unas y otras para
ejemplos á la posteridad, á la cual, en los venideros siglos, será muy
raro, grande y nuevo lo que ahora, por andar en los ojos, manos y
boca de todos, se desprecia» ( i ) .
* José Dgn. Valentt.
( Se continuará.)

(0 § 6-

-*~~t-¡3

M A X I M A S

«Él pensar en la Sacratísima Virgen y en la vida de los Santos, nos da


gran provecho y aliento.»
** *
«Gran cosa es la que agrada á Nuestro Señor: cualquier servicio que
se haga á su Madre.»

«La Madre Sacratísima estaba firme en la fe porque sabía que su Hijo


Jesús era Dios y Hombre, y aunque le amaba más que los Apóstoles,
era con tanta perfección, que su Humanidad Sacratísima antes le ayu-
daba á la contemplación.*
Sa/jta Jeresdn
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EL P. HERMANN
(Continuación). . ,

SUS TRABAJOS APOSTÓLICOS.—SERMÓN EN SAN SULPICIO DE PARÍS

| $ L P. Agustín fué destinado al avidez yemoción escucharían sus


convento de Carcasona para palabras!
hacer sus estudios teológicos. Allí- — «Hermanos míos muy queridos,
se entregó totalmente al estudio, y dice: mi primer acto, al compare-
sobre todo á la oración, no aspi- cer en esta cátedra cristiana, debe
rando á otra cosa que á cumplir ser una honrosa reparación de los
en todo la voluntad de Dios. El 15 escándalos de que en otras ocasio-
de Octubre predicó el panegírico nes he sido piedra en esta villa.
de Nuestra Santa Madre Teresa de »¿ Con qué autoridad, podéis de-
Jestís; y su ardiente palabra, re- cirme, con qué derecho os atrevéis
bosando de amor y saturada de á predicarnos", á exhortárnosla la
imágenes, causó una profunda im- virtud, á la piedad, á exponernos
presión en el auditorio, ya muy Tas verdades de la fe, á hablar-
emocionado por el eco del órgano nos de lo que más aman nuestros
que el piadoso Padre tocó con la corazones,, de Jesús y de María,,
maestría que le era característica. vos que tantas veces les habéis'
Él ano 1853 transcurrió para él ofendido ante nuestros ojos; t'ú á
en predicaciones y viajes. Es de quien nosotros' hemos Visto entré
todo punto imposible seguirle paso los pecadores públicos, revolcán-
á paso en sus excursiones apostó- dote entre el fango de la inmora-
licas, aun cuando lo permitieran lidad, sin pudor; tú á quien nos-
los estrechos límites de un extrac- otros hemos visto fluctuando entre
to de su vida. Pero no puedo pa- diversas doctrinas; tú, en fin, que
sar por alto el sermón que predicó nos has consternado tantas veces
en San Sulpicio de París. Era la por tu conducta deplorable? In
primera vez que comparecía ante peccatis natus est Mus et doces nos!
un pulpito de la capital de Francia. »Sí, mis queridos hermanos, con -
Su renombrada conversión, y el fieso que pequé contra el Cielo y
recuerdo de su vida artística, atra- contra vosotros; convengo que soy
jeron una gran concurrencia. El digno de vuestra indignación é in-
Arzobispo de París presidía el acto. digno de vuestra benevolencia.
¡Qué impresión causaría en el »Por lo mismo, mis queridos her-
auditorio la vista de aquel religio- manos, estoy dispuesto á hacer una
so que tantos aplausos obtuvo en reparación pública y solemne; á
los salones aristocráticos! ¡Con qué arrodillarme, con una soga al cue-
EL P. HKRMANN 409

lio y una vela en la mano, á las bre las cristalinas olas de los lagos
puertas de este templo, imploran- de Helvecia, sobre las pintorescas
do la misericordia y las oraciones- cimas de las más empinadas mon-
de los transeúntes. tañas, en los e s p e c t á c u l o s más
»Por eso me veis revestido de un grandiosos de la Naturaleza; la he
hábito penitente, con la cabeza buscado en la vida elegante de los
rapada y los pies desnudos, for- salones, en los suntuosos festines,
mando parte de una Orden aus- entre las locuras de los bailes; yo la
tera... busqué en la posesión del oro, en
»¡ La primera vez que yo pisé los las emociones del juego, en las fun-
umbrales de una iglesia era un mi- ciones de una literatura románti-
serable judío, era en el mes de Ma- ca, entre los azares de una vida.
ría..., entonaban cánticos..., Ma- aventurera; la he buscado en !as
ría, Madre de Jesús, me reveló la glorias artísticas, en la amistad de
Eucaristía..., yo tuve conocimien- los hombres célebres, en todos los
to de la Eucaristía..., yo conocí á placeres del espíritu y del cuerpo;
Jesús, yo conocí á mi Dios, y al yo la he buscado, en fin, en la fe
instante fui cristiano!... de un amigo. ¡ Ah, Dios mío 1 ¿Qué
»Pedí el santo Bautismo; el agua puede haber en el mundo que yo
santa se derramó sobre mi cabeza, no haya buscado para ser feliz?
y al punto todos mis pecados, aque- »Y vosotros, hermanos míos, ¿ha-
llos horribles pecados que cometí béis dado con esta felicidad ? ¿ Sois
durante veinticinco años de mi vi- dichosos ? ¿ No tenéis falta de nada?
da criminal, me fueron perdona- Empero, paréceme oir aquí, como
dos. Dios me perdonó, y mi alma por doquiera, un lúgubre concierto
quedó pura é inocente... Dios, mis de gemidos y de quejas que se ele-
hermanos, mi Dios me perdonó; va por los aires. Me parece, sí, que
María me perdonó, hermanos míos: en vuestros corazones resuena el
¿no me perdonaréis también vos- eco de ese grito unánime de la do-
otros?...» liente humanidad: dicha, felicidad,
No hay que decir el efecto que ¿dónde estás? ¡Dime dónde estás
produciría en el auditorio seme- oculta, é iré, exponiendo mi for-
jante exordio. Una multitud com- tuna, mi salud y hasta mi vida, si
pacta de jóvenes acudió presuro- es necesaria, para buscarte, to-
sa á oirle; y desde el momento marte y poseerte.
que dirigiéndose á ellos, recordán- •¿Qué misterio es éste?, prosigue
doles que su vida tenía muchos el orador: ¿no ha nacido el hom-
puntos de contacto con la de ellos, bre para ser feliz ? ¡ Ah! Es que la
y cuando, con los brazos abiertos, mayor parte de los hombres viven
les invitaba á participar de su di- en el error acerca de la verdadera
cha actual, el auditorio apenas pu- dicha, buscándola donde no está.
do contener su emoción, y poco • Ahora bien, escuchad. Yo en-
faltó para que no resonasen estre- contré esa dicha, yo la poseo y
pitosos aplausos. Sigamos al Pa- gozo plenamente de ella, hasta el
dre en su discurso. punto que puedo exclamar con el
«Yo he recorrido, he visto y he apóstol: Superabundogaudio. Mi co-
amado al mundo..., y una sola cosa razón rebosa de felicidad, mi pe-
me ha enseñado el mundo: es que cho no puede contener ese volcán
en él ninguno es feliz. de dicha, y me he visto obligado
»¡La dicha! Yo he ido tras de ella; á abandonar mi soledad para ve-
y para hallarla he recorrido las po- ros y deciros: Superabundo gaudio.
blaciones , he atravesado reinos, he Sí; me siento tan dichoso, que ven-
surcado los mares. ¡La felicidad! go á ofreceros, á rogaros y supli-
Yo la busqué|en las poéticas no- caros que participéis de mi dicha
chas de un clima encantador, so- tan grande. Sí; Dios sólo puede
4io EL MONTE CARMELO

llenar ese deseo del hombre; mas cavación de granito, una pequeña
¿cómo se consigue la posesión de puerta dorada. Mi corazón se re-
Dios ? Dios se manifiesta en todas animó con la esperanza de hallar
sus obras, y sobre todo en la obra allí albergue y socorro..., y me arras-
admirable de la Eucaristía y Re- traba jadeante á través de las ma-
dención. Dios, en la persona de su lezas y el agua del camino, y lle-
Hijo Jesucristo, bajó de los Cielos, gué todo estropeado y semimuer-
vino hasta nosotros, se hizo com- to ante la pequeña puerta, y co-
pañero de nuestro viaje, y se dio mencé á llamar y dar golpes pi-
como alimento de nuestras almas... diendo socorro. Apenas hube lla-
Mas yo no creo en Jesucristo, me mado cuando se abre la puerta y
replicará el impío.—¿Qué es lo que aparece un hermoso joven, de ma-
_dices?, le responderé. Tampoco yo jestuoso porte, cuyos labios rebo-
creía, y precisamente por eso yo saban gracia; quien, asiéndome de
era desgraciado. Jesucristo vino la mano, me introdujo hasta su
para hacernos felices; pero para misteriosa morada.
hallar á Jesucristo es preciso vigi- »A1 instante cesa como por en-
lar y orar. Jesús está en la Euca- canto el ruido del huracán, mi al -
ristía, y la Eucaristía es la dicha ma recobra su habitual calma, y
y la vida... sentí que una mano invisible me
«Durante una borrascosa noche, desnudaba, con inexplicable dul-
prosigue diciendo, me hallaba ro- zura, de mis enfangados vestidos,
deado de una cadena de escarpa- y me sumergió en un delicioso ba-
das montañas cercadas por todas ño donde recobré las fuerzas y la
partes, de horribles precipicios. salud.
• Marchaba á duras penas por un «Este baño no tan sólo borró las
sendero surcado por malhechores, más insignificantes manchas de mi
y casi intransitable á causa de las cuerpo, sino que cicatrizó todas
enormes piedras que los torrentes, mis heridas , inoculó en mis venas
engendrados por torrenciales llu- una nueva vida, devolvió á mi al-
vias, habían desgajado de la mon- ma su prístina juventud, y era tan
taña arastrándolos con violencia exquisito el perfume que esparcía,
hacia los abismos. que concebí el deseo de penetrar
«Los truenos y relámpagos se la causa.
sucedían uno á otro sin interrup- »¡ Cuál sería mi sorpresa al aper-
ción; el viento, arrancando árbo- cibir á mi lado el hermoso joven
les seculares, me arroja con vio- que tuvo á bien abrirme la puerta!
lencia, y me vi obligado á conti- Tenía sus manos extendidas sobre
nuar mi ruta con el apoyo de mis la piscina, cada una de ellas os-
rodillas ensangrentadas por el roce tentaba una larga herida, y de ca-
de las piedras que obstruían el ca- da herida flotaba un raudal de san-
mino. Yo me arrastraba con es- gre..., y yo miraba á la piscina, y
fuerzo, trepando por la montaña; me contemplaba á mí mismo, y
y á cada iHst&Htef á la luz de es- me vi inundado de la sangre de ese
pantables relámpagos, atravesan- mismo joven; y su sangre me co-
do la nube y disipando la obscuri- municaba tanta fuerza, que me
dad , me mostraban abierto el abis- sentí con bríos para desafiar mil
mo, donde con gran estrépito se tempestades, mucho más horroro-
precipitaban los árboles y los pe- sas que la pasada; pero mi sorpre-
ñascos que el huracán arrancaba, sa llegó á su colmo cuando me aper-
y me creí en verdad perdido... cibí de que la tal sangre, en vez de
»De repente, un rayo de luz, sa- enrojecerme, me comunicaba una
lido de la nube, fué á reflejar so- blancura más brillante que la nie-
bre el flanco de una montaña ve- ve, y la gratitud y el amor comen-
cina, y me descubrió, en una ex- zaron á renacer en mi corazón...
BL P. HERMANN 4"
»Yo tenía hambre, yo tenía sed... »Y él me tocó los ojos con sus
»Las fatigas y las luchas del via- dedos, y desperté al instante re-
je me habían debilitado, y me dio bosando de amor, y prosternado á
un banquete en un salón ilumina- sus pies le daba infinitas gracias
do espléndidamente, sin que por por su hospitalidad, y me <dijo:
ninguna parte se viese lámpara ni «Permanece aquí, si así lo quieres;
otro objeto de donde procediese todos los días te bañaré con mi
semejante luz... Era el mismo jo- sangre, todos los días te calentaré
ven la luz, pues de su celestial ros- en mi hogar, te iluminaré con mi
tro salían esplendorosos rayos... luz y te sentaré en mi mesa; si tú
»Yo tenía hambre, yo tenía sed... me abandonas, ten presente que,
»E1 me ofreció un pan, dicién- la tempestad va á recomenzar».
dome: «Come este pan». Después «Que otros, exclamé yo, luchen
me ofreció una copa, diciéndome: con las tempestades, se revuelquen
«Bebe este licor». Bendijo el pan; en el fango del camino: por mi
después acercó la copa á una he- parte, puesto que me queréis aquí,
rida que ostentaba en su pecho, y aquí quiero vivir y morir. Sí, to-
al punto se llenó de un vino mara- dos los días beberé del torrente de
villoso. Y tan luego como hube co- las delicias que brotan de vuestro
mido y bebido comprendí que, tan- costado abierto; empero descu-
to la comida como la bebida, no bridme vuestro nombre, á fin de
eran cosas ordinarias, puesto que que yo le bendiga en unión de los
me transformaron completamente, ángeles».
colmándome de inefables goces y »Y él me respondió:«¡ Yo me lla-
de inenarrables delicias... mo... Amor, yo me llamo Euca-
»Y yo contemplaba aquel joven, ristía: mi nombre es Jesús!!!».
y le veía dentro de mí mismo, sen- Tal es el secreto de la dicha del
tado sobre un trono, adorado por P. Agustín, y por eso invitaba á
los ángeles, y coros de serafines todos los demás á participarla con
ostentaban ante su faz urnas de él en el amor de Jesús. «Amemos
oro, é innumerables falanges de á Jesús, repetía con instancias;
querubines quemaban ante su tro una sola cosa hay en el mundo que
no un precioso incienso que subía pueda hacer feliz al hombre: el
hacia él. amor á Jesús, y ser uno amado
»Luego el joven me dirige su pa- por El».
labra, y su palabra era una celes- Apenas salió de la iglesia de San
tial armonía, una música divina Sulpicio, se unió á él y al religioso
que me enajenaba, me hacía de- que le acompañaba un joven de
rramar lágrimas de amor y expe- elegantes modales. Era Bernardo
rimentar una sensación descono- Baüer, judío y artista, bautizado
cida para mí hasta entonces. hacía dos años, cuya vida y con-
»Después me toma entre sus bra- versión tenían muchos puntos de
zos, me acerca á su corazón, me contacto con los del P. Hermann.
cubre de caricias y me mece dul- Dicho joven, impresionado profun-
cemente al son de una melodía que damente por el sermón del Padre,
salía de sus labios; yo apoyaba mi concibió la piadosa idea de buscar
cabeza sobre su pecho, y sentí una en el retiro del Carmelo una dicha
dicha tan grande y tanta quietud que en vano buscaba en el bullicio
en mi espíritu, que me dormí so- del mundo. Dicha que, si bien se
bre el corazón de éste mi amigo la otorgó Dios, no supo, por des-
tan bondadoso; y durante mi sue- gracia, conservarla.
ño soñaba en cosas celestiales...
¡ Sueño de amor, quién fuera capaz fr. €. S. f'.
de explicarte! {Se continuará.)
*f»*1**"W«<

MALABAR

EN V E R Á P O L Y . - U N TRIDUO

^ ON solemne esplendidez, y, lo que vale más, con gran fervor y de-


y* • voción, se ha celebrado en nuestra iglesia matriz de Verápoly el
Triduo consagrado á los Beatos Dionisio de la Natividad y Redentó
de la Cruz.
Durante los días 25, 26 y 27 de Abril no faltó allí nada, no obstante
hallarnos en una pobre Misión, de cuanto constituye el conjunto ge-
nuino de una solemnidad verdaderamente religiosa.
Respecto al personal, numerosos misioneros de Verápoly y de Qui-
lón se habían concentrado para honrar é invocar á sus insignes prede-
cesores y modelos; nuestro Rdo. P. Vicario provincial, Fr. Policarpo,
dirigía admirablemente la fiesta, y al frente de todos teníamos á nues-
tro Excmo. Arzobispo, muy devoto de ambos Bienaventurados, á cu-
yos cultos no quiso faltar, aun viniendo desde larga distancia á pos-
trarse ante sus imágenes.
En el orden espiritual: misas solemnes, elocuentes sermones, magní-
ficas procesiones, asistencia fervorosa, confesiones y comuniones, hasta
el punto de haber de darla dos sacerdotes á la vez. Y aun en el orden
material hubo su excelente decoración, un bien ejecutado cuadro al
óleo; concurso extraordinario de fieles, bastando apenas á contenerlos
el templo, á pesar de importantes reformas de ampliación y ornato últi-
mamente efectuadas en la histórica catedral. La parte musical, aun-
que no perfecta, ni mucho menos, estuvo esmeradamente provista; y,
para remate, hasta presenciamos un juego ó serie de caprichosos fue-
gos artificiales: todo esto postrero, por supuesto, á modo indiano, que
es una especialidad.
Los discursos casi todos estuvieron á cargo del elocuente P. Elias,
MISIONES CARMELITANAS 413

español, que acababa de regresar de Quilón, y cuyo nombre no debe


ser la primera vez que se estampa, ni creo sea la última, en las colum-
nas de nuestra Revista. Aun sin entender el maláyalam, que él maneja
con singular habilidad, me hacía efecto su predicación. Las lágrimas
que por las mejillas de los oyentes corrían con suave violencia atesti-
guaban la emoción dulce y fuerte que la unción del infatigable é insi-
nuante orador producía en sus almas. Verdaderamente, los sermones,
así como todo lo demás, fueron dignos de los héroes á quienes se hon-
raba y del lugar en que esto se realizaba.
Si gloria del Carmelo Reformado son nuestros beneméritos mártires,

Tfuinas del Convento é Jglesia de Carmelitas J)esealzos


de Qoa (Jndia Oriental).

singularísimo lustre y dechados santísimos de los carmelitas misione-


ros de Malabar son los inmortales atletas de la Misión de Goa, madre
de la Misión verapolitanoquilonense. Nosotros, entre todos los hijos
de la seráfica Teresa, poseemos la primacía de herencia, ligada con el
deber de imitación, respecto á los santos misioneros de esta misma
India, conventuales miembros de aquella comunidad goana, de cuyo
convento vinieron y á cuyo prior estuvieron sujetos nuestros primeros
Padres misioneros de Malabar,
Estrechos y muy peculiares lazos nos unen, por tanto, á los valero-
sos antecesores en la obra de la Misión. Por eso debíamos celebrar su
Triduo de beatificación, ya que no con mayores solemnidades que en
parte alguna, por escasez inevitable de medios, al menos de suerte que
EL
4I4 MONTE CARMELO

nuestros obsequios, dada nuestra situación, llenasen cumplidamente


nuestro deber de honor y fuesen digna garantía del cumplimiento más
esmerado de nuestra obligación en orden á seguir hasta el postrer alien-
to, si no hasta el derramamiento de sangre, que tal vez ¡ay! no lo me-
rezcamos, las huellas gloriosas de los apostólicos varones que nos pre-
cedieron en la obra máxima en que tenernos empeñ ada nuestra vida y
cifrada nuestra dicha.
Santos Dionisio y Redento, ¡hacednos partícipes de vuestra palma
á los que nos gloriamos de regar, como vosotros, con el sudor de nues-
tros afanes el suelo de la India, para cuyos infelices habitantes, predi-
lectos vuestros, pedimos la gracia de la conversión y salvación eterna!

EN KÓTTAYAM

Hoy, que hace precisamente un año que salí de mi inolvidable con-


vento de Burgos, quiero decir á nuestros caros lectores cómo me en-
cuentro ya en plena vida de misionero, encargado de un vasto y her-
moso distrito, cuyo centro y capital es la ciudad de Kóttayam.
Dista de Verápoly unas quince leguas, y tiene de extremo á extremo
por lo menos otras tantas; está muy poblado, y va siéndolo más cada
día. Con todo, á pesar de contener qué sé yo cuántos miles de almas,
nuestros católicos, aparte los sirianos, no pasarán hoy de 1.500, con
tres iglesias, un huerfanato de niños, un huerfanato y colegio de niñas
á cargo de religiosas terciarias, un catecumenato y cuatro escuelas.
Aquí sí que se verifica que hay mucho campo, mucha mies y pocos
obreros: ¡como que para tanto territorio y tanta gente somos tan sólo
tres sacerdotes y este pobre servidor!...
¿Y ta contra que nos hacen protestantes y jacobitas? Tienen ambas
sectas fuertemente establecidos aquí sus reales, su estado mayor, sus
cuarteles. Mucho tiempo ha que, á fuerza de dinero y de propaganda,
vienen subyugando y dominando á estos pobres nativos, y hoy su pre-
ponderancia está tan arraigada como extendida en las esferas movien-
tes de la región.
Lo cual no implica que se hayan los sectarios arrebatado al pueblo:
sólo he mencionado las clases movientes. Estas constituyen una relati-
vamente exigua minoridad de la populación; la masa de la gente, y en
sitios más apartados de la capital aun la casi totalidad, permanece pa-
gana; y aquí es donde tenemos ancho y fecundo campo donde trabajar
sin descanso y con copioso fruto, porque en ninguna parte se nos re-
chaza, en todas adonde vamos somos bien recibidos, y en muchas de-
seados y rogados con ansia.
He indicado cuan escasos son en este distrito nuestros cristianos;
pero su número no parecerá tan corto si se le compara con los muy
pocos años que hace que se trabaja en este campo, cuyo principal
MISIONES CARMELITANAS 4I5

obrero ha sido el hoy nuestro amadísimo Arzobispo Rvmo. P. Ber-


nardo de Jesús, quien desde el Seminario de Puttempally primero,
aprovechando el ripio de las vacaciones de su profesorado, con resi-
dencia más fija después, realizó la difícil tarea de abrir y formalizar la
Misión en este distrito en que unos años atrás, no sólo éramos casi des-
conocidos, sino que era peligroso presentarse. Hoy gozamos de liber-
tad, respeto, consideración y estima. Hemos hecho ya sitio, lo cual
nos permite trabajar con éxito.
Me trasladé á ésta el día 3 del corriente; el amado P. Pascasio venía
conmigo. El 6 me cupo la suerte de abrir é inaugurar una escuela (edi-
ficio que ha costado ¡¡catorce pesetas!!), y señalar el lugar en que ha de
emplazarse una iglesia, si Dios Nuestro Señor nos bendice y el gran
San José, á quien irá dedicada, nos asiste. A su tiempo les diré lo que
resulte, si la cosa lo vale, en este sitio denominado Chéngalam.
Ahora me permitirán los amables lectores que trate de interesar sus
oraciones á favor de otro campo de conversiones que en lontananza se
nos abre, no sabemos con qué fruto; pero es seguro que éste corres-
ponderá al fervor de dichas plegarias.
En los mismos días que yo estaba para venirme de Verápoly se pre-
sentó al Sr. Arzobispo un desconocido, que dijo ser cristiano y que vivía
en un lugar determinado de este distrito de Kóttayam, donde varios
paganos estaban dispuestos á abrazar la religión y trabajar en construir
alguna capilla. El Prelado, acogiendo gozosamente su solicitud, le en-
cargó que se presentase á un sacerdote que reside á unas dos leguas de
aquel paraje, y á éste le recomendó el asunto y que se informase bien
acerca de él; y también á mí, al partir para acá, me lo dejó encargado.
Esperábamos al hombre solicitante, y éste no parecía; preguntados
algunos de allí que acertaron á venir, no sabían dar razón de él; resol-
vimos el sacerdote y yo irnos nosotros; fuimos, preguntamos, y no ha-
bía rastro ni de él ni de los paganos á quienes se refiriera.
Pero allí estábamos nosotros ya, y nos hallábamos entre pobres pa-
ganos, y no era posible regresar sin decirles algo de la religión, sin tan-
tear el terreno siquiera. Acercámonos á una de las chozas (ninguna dic-
ción cuadra mejor á sus pajizas viviendas); empezamos á hablar al mo-
rador (digo, habló mi compañero; que yo, ignorante aún de su lengua,
no lo puedo), y el pobre hombre se nos puso, por toda respuesta, á
raer con el corte de una hoja el sudor del pecho: tenía pocas pulgadas
de frente.
Pasamos á otra barraca, y aquí hallamos un grupo de jornaleros que
se levantaban de comer (era al medio día); sorprendiéronse al dirigir-
nos á su lugar; jamás habían visto personas tales por sus casas. Empe-
zamos la conversación manifestándoles nuestro objeto, cuando uno de
entre ellos, más provecto, capaz y resuelto, tomó la palabra (tal era su
actitud y formalidad) y dio una por una varias razones por las que im-
416 BL MONTE CARMELO

porta conocer y servir al verdadero Dios, y deseaban que sus hijos fue-
sen instruidos en la verdad.
Resultado: quedamos en que ellos informarían á los vecinos y los
moverían á asistir á una reunión que con nosotros tendrían pasados
algunos días. Nuestro improvisado orador suplicó respetuosamente al
patrono para quien trabajaban, consintiese que la reunión fuese en una
finca suya á propósito para el caso, el cual accedió sin dificultad, y
quedó acordado que el día 27 de este mes tuviéramos la junta para tra-
tar de lo que ellos y nosotros habremos de hacer.
¡Plegué al Espíritu Santo, en cuya Pascua nos reuniremos allí, con-
cedernos que su gracia penetre los corazones de aquella pobre gente!
Y pido con el mayor interés á cuantos esto leyeren no se desdeñen
ni se cansen de rogar mucho al Señor por las Misiones en general, por
estas nuestras en particular, pero de un modo singular por este distrito
de Kóttayam.
fr. Juan Vicente.
May» 14, 190X.
MÉXICO

Apreciable y Rdo. P. Director pintoresco, por sus revueltos pe-


de E L MONTE CARMELO: Le remi- ñascales y ásperas breñas do el to-1
to para su amena Revista una no- rrente arremolinado se precipita
ta: V. R. juzgará si merece los ho-: rugiendo y arrebata furioso tron-
ñores de la publicidad. cos seculares y enormes peñas;
He leído con placer en su .MON- pintoresco, por los religiosos mur-
TE CARMELO crónicas dirigidas des- > mullos de sus indescriptibles sole-
de el Asia, desde Chile y de otras dades, en cuyo seno se elevan ai-
varias regiones del globo, y desea- rosos Popocatepelt, Ixtlacihualt,
ría colocar entre los nombres de Pico de Orizaba, Socomusco, cu-
Malabar, Bagdad, Valparaíso y yas cumbres, hasta dónde llegan,
Buenos Aires el de México, para se ignora, no se sabe.
que sepan los lectores de su ilus- México es también pintoresco,
trada Revista que, no sólo existe digno de figurar entre los países
una república conocida con este más bellos, por sus contrastes; por-
nombre simpático, sino que derra- que existen en él, al lado de lo que
mado ha Dios en ella sus tesoros; acabamos de describir, respirando
pero sin peso, sin número, sin me- ardiente lava y negro humo, sus
dida. Existe un Méjico donde el majestuosos, sus i n e x t i n g u i b l e s
sabio se extasía ante los incompa- volcanes; se perciben en él rugidos
rables cuadros del divino Apeles; subterráneos; ocurren con frecuen-
cuadros de belleza, de colorido in- cia fenómenos seísmicos, espanta-
descriptible , de atractivo mágico, bles terremotos, á veces oscilatorios,
de efectos sorprendentes de luz y á veces de trepidación, que sacuden
de sombras, que por límites tienen con violencia los edificios más só-
gigantescas cordilleras é inmedi-l lidos y firmes; en el solsticio esti-
bles montañas, cuyos picos se ele- val se desencadenan también en su
van hasta la región del éter. Sí, un despejado cielo pavorosas tempes-
México digno de figurar entre los tades; días en que roncas y sinies-
países más bellos, más pintores-- tras nubes cruzan estruendosas su
eos; bellísimo, por sus cumbres- cóncavo cielo y despiden por d o -
coronadas de perpetuas n i e v e s , ; quier, de sus entrañas candentes,
por sus ricos y feraces valles, por lumbre, azufre y fuego. Días en que
sus inclinadas colinas, por sus ri- el Dios de Sinaí, sentado sobre' hu-
sueñas planicies; pintoresco, por racanados vientos, veladd por te-
su soberbio .manto de nunca mar- nebrosas nubes, se manifiesta en
chita verdura salpicada de flores; la tempestad y descarga iracundo
pintoresco, por su blonda cabelle- su lava de ardientes rayos sobre el
ra de sombríos é impenetrables pecador;empedernido y sus hijos,
bosques; pintoresco, por- sus be- sobre las ciudades delincuentes,
llos jardines saturados de ámbar;, contaminadas por el pecado; so-
y sus campos agraciados por! el vis- > bre.las rocas de gneis, de traquito
tosoijalumaje de sus parleras; aves;y y de basalto del Pipe $ e ©rizaba,;
418 EL MONTE CARMELO

Volcán de Colima, Cofre de Pero- día, sin que se consuman sus en-
te, Nevado de Tolüca y de Ajuzco. trañas. Yo quisiera no descender
México se encuentra, como to- jamás del borde de tus obscuros
dos saben, en la estrecha zona de cráteres; porque allí, á la vista de
tierra situada casi en el centro del aquella imagen del Infierno, se
Nuevo Mundo, y forma, permítan- aprende á orar, á temer á Dios, á
me la figura, la escultural cintura aborrecer el pecado, á levantar el
de la incomparable, de la inmacu- corazón arriba, á suspirar por lo
lada virgen América, que, tendida eterno; desde allí se meditan, ora
de N. á S. entre ambos Océanos, las calmas inalterables del mar,
disfruta, cual diosa pagana, de im- que está al ocaso, ora las iras im-
perturbable reposo. México es be- placables, las convulsiones formi-
llo; bellísimo; desde sus cumbres dables, los ciclones giratorios que
se contempla: arriba, un cielo re- sacuden tu golfo; porque, desde
fulgente, espléndido; abajo, el abis- esas cumbres que se explayan allá
mo, las entrañas del volcán ar- en lo infinito; allá donde los vagos
diendo; allí se perciben rumores cometas extienden del Oriente al
extraños, fatídicos, siniestros; ora Océano su candente cola, su lu-
el estruendo de peñascos que se minoso cabo; desde allí se obser-
desprenden y se precipitan des- va, ora el sueño profundo de la
pués que el fuego ha minado sus tierra, ora la lucha titánica que li-
cimientos; ora rumores que se ase- bran á su sombra las nubes, las
mejan á lamentos; allí, á través aguas y los vientos. Cuantas veces
del negro humo que escapa silban- al volcán me asomo, veo la imagen
do , se percibe hacia el fondo el pá- del fuego eterno, un piélago de me j
lido fulgor de un océano de metal tal en fusión, hirviendo, y dentro
fundido, y sombras espantables que sombras terroríficas como las que
vagan, que parecen del Infierno; Dante viera en su viaje al Infierno;
allí se escuchan como maldiciones arriba, al alcance casi de la mano,
que aterran, ahuecadas por el abis- se tiende un cielo; un cielo bello,
mo. ¿Qué serán? ¿Alguna alma espléndido, una atmósfera diáfana,
que se abrasa dentro? ¿Algún re- un firmamento de luz, de conste-
probo que cumple su condena? laciones cuajado; se admira, en
¿Algún demonio que atiza el fue- fin, cómo, el día de las iras, se
go? ¿Será alguna maldición divina congregan las nubes y se forma el
que se cierne sobre aquel lago? nublado; cómo los ángeles, unos
Todo puede ser; lo cierto es que fraguan el rayo, otros pesan en la
aquello es formidable, espantoso. balanza de la justicia los crímenes
Tal vez, aquella columna de aire del hombre y del pueblo, y otros
holliniento que silbando brota del disparan la ardiente chispa á la
cráter, como el vapor que se esca- voz de ¡venganza!... ¡Fuego!... Al di-
pa de las entrañas de un locomo- siparse las nubes, azorados se con-
tor gigantesco, es tal vez portado- templan las huellas, los vestigios
ra de los lúgubres y desgarradores indelebles de aquel flotante infier-
ayes de algún condenado. no; campos talados, castillos se-
¡Oh México, c u á n t a poesía, culares , levantados por el hombre
cuánta belleza y cuántos miste- sobre roca de granito, convertidos
rios ! ¡ Cuántas y cuan augustas ti- por el rayo en polvo, en humo;
nieblas envuelven tu Historia, tu campiñas anegadas en agua, con-
Icología, tu Fauna y tu Flora, y tus vertidas en lagos; pueblos desola-
inexplorados campos! Yo quisiera dos, pereciendo de hambre, des-
no descender jamás de tus sagra- haciéndose en lágrimas, en llanto.
das alturas, porque allí veo mon- En una palabra, en la región por
tañas que, como un día en Horeb, donde la tempestad pasara se di-
arden años y siglos, de noche y de visa su imborrable paso, semeja*!*-
MÉXICO 419

te á la estela de agua batida que Dios quiere, iremos indicando más


los transatlánticos de hélice férrea, adelante; otro día, cuando el tiem-
de aletas propulsoras, dejan tras sí po nos permita, les informaremos
en su marcha vigorosa, con su sobre las costumbres, los senti-
avance violento. mientos religiosos de este amable
Son, en una palabra, inenarra- pueblo,
bles las bellezas de este país afor- Su afmo. H.°,
tunado, algunas de las cuales, si

fr. Xiberato del Santísimo Sacramento-

LA ACCIÓN DE LOS CATÓLICOS

El Sr. Obispo de Annecy acaba de publicar en un folleto popular una


carta dirigida al clero y fieles de su diócesis, con el título de La actual
persecución de la Iglesia.
En este notable documento episcopal se hace una tristísima pero
verdadera historia de la persecución de estos últimos tiempos; se expo-
ne la necesidad de la oración, y, por último, se recomienda la acción
católica.
Las siguentes palabras merecen conocerse, y deben tenerlas muy
presentes los católicos españoles:
«Primero podéis hablar, y hablaréis. No habéis de guardar para vos-
otros solos vuestras ideas y vuestros sentimientos. Los otros hablan
mucho y hablan muy alto. Haced vosotros lo mismo.
•Quieren discutir. Pues discutid.
•Entran en nuestro terreno, quieren también penetrar en nuestra
conciencia: arrojadlos de allí y después atacadlos. Ya que son insensa-
tos , probadles que lo son; ya que son desgraciados, hacédselo compren-
der. Hablad.
•Además, debéis ayudar á los que se preparan para defender hoy la
enseñanza cristiana y las comunidades religiosas.
•Cuando hablan en público, decid en torno vuestro que es preciso ir
con vosotros á escucharlos. Si escriben, haréis conocer sus escritos y
los recomendaréis en todas partes. Sostendréis á la buena prensa con
donativos y subscripciones. Si no podéis dar más que 50 céntimos, dad-
los de buena gana: éste es uno de los mejores empleos que podéis dar
á los bienes que Dios os concede. Si podéis dar más, y aun dar mucho,
dadlo.
•En tercer lugar, si se os pide que trabajéis, trabajad paira tan her-
mosa causa; si se os pide que seáis los primeros en propagar un perió-
dico ó formar parte de un comité, acceded con buena voluntad».
SEGCIÚN CANÚNICO-LITÚRGICA

SOBRE LA CELEBRACIÓN DE LA MISA EN LOS VAPORES

| ¿ L actual maestro de Ceremonias de la diócesis de Vich, atendiendo


Tr«o á las súplicas del capellán mayor de una Compañía de navega-
ción, y con el consentimiento de su Rvmo. Obispo, ha pedido de la
Sagrada Congregación de Ritos la solución de las siguientes dudas:
I. ¿Si pueden los obispos conceder á los sacerdotes de sus diócesis
la facultad de celebrar Misa durante la navegación en un altar erigido
en la nave?
II. ¿Si pueden conceder esta misma facultad á todos los sacerdo-
tes los obispos en cuyas diócesis existen puertos de mar?
III. ¿Si los misioneros apostólicos pueden, en virtud de este título,
celebrar en la nave sin licencia de la Sede Apostólica?
IV. ¿Si los sacerdotes que disfrutan del privilegio de celebrar en
todas partes, pueden, en virtud de tal privilegio, celebrar en la nave
sin especial indulto apostólico ?
V. ¿Si las capillas de las naves ó los altares erigidos en las mismas
naves para el Santo Sacrificio deben de ser considerados como oratorios
públicos ó privados ?
VI. ¿Si en los dichos altares pueden celebrarse las Misas de Re-
guie, concedidas por los decretos 3903 Audo, del día 8 de Junio de 1896,
ad 11, y 3944 Romana, del día 12 de Enero de 1897?
Y la misma Sagrada Congregación, hecha la relación por el infras-
crito secretario, y oído el voto de la Comisión Litúrgica, y debida-
mente atendido todo), juzgó responder:
A la I , I I , III y I V duda. Negativamente.
A la V. Si la capilla tune lugar fijo en la nave, se ha de considerar como
pública para los navegantes; de otro modo, ni es pública ni'privada, sino se con*
sidera como altar portátil.
A la VI. Afirmativamente.
Y así de hecho contestó.—Día 4 de Marzo de igoí^Domingo, Car-
denal'Ferrafa, S. ~R. C. Prefecto.—A. Panici*, Secretario. ; '
SECCIÓN CANONICO-LITURGICA 421

RESOLUCIONES PRÁCTICAS SOBRE EL ESCAPULARIO DEL CARMEN

I. El escapulario debe formarse necesaria y exclusivamente de una ma-


teria de lana.
II. La lana del escapulario debe de ser tejida de suerte que resulte
lo que en sentido propio se llama paño, excluyendo por lo tanto cual-
quier trabajo de encaje ó malla, fieltro, etc.
III. El paño del escapulario puede, no obstante, llevar algún adorno
de bordado, bien sea de lana, aunque sea de diverso color, ó bien de
otra materia, como seda, plata, oro, etc., con tal de que prevalezca el
color prescrito. Estos adornos deben ser accesorios, y no cubrir del
todo el escapulario, para que pueda conocerse á primera vista qué
clase de escapulario es.
IV. Dedúcese de lo anterior que puede adherirse ó bordarse en el
paño del escapulario la imagen de la Virgen del Carmen ó el escudo
de la Orden, pero adviértase que esto no es necesario, sino costumbre
piadosa y laudable.
V. La forma del escapulario ha de ser rectangular, ya sea cuadrada,
ya algún tanto prolongada, pero de ningún modo ovalada ni de muchos
ángulos.
VI. El escapulario debe constar de dos partes ó pañitos unidos en-
tre sí por medio de cintas, cordones, etc., de las que una parte debe
caer por la espalda y la otra por el pecho. Ninguna de estas dos partes
ó paños puede sustituirse por otra cosa, como medalla, imagen, etc.
VIL Estos cordones ó vínculos con que se unen las dos partes del
escapulario del Carmen, no es preciso que sean de lana ni color deter-
minado , pues ellos no constituyen la esencia del escapulario, y así pueden
ser de hilo, seda, algodón, etc., y de cualquier color.
VIII. Debiendo pender las dos partes del escapulario de dichos
cordones, dedúcese que no puede prescindirse de ellos y llevar el es-
capulario en el bolsillo, ó cosido al vestido, etc., sino que necesaria-
mente debe llevarse pendiente de los hombros, al pecho y espaldas.
IX. En cuanto al tamaño ó dimensiones del escapulario del Car-
men, nada hay determinado, y así valen aunque 6ean muy pequeños.

*
flSPERSIÓN DE UNA COMUNIDAD DE MONJAS CARMELITAS EN MÉ-
JICO.— "Mi querido P. Director: Tengo que comunicar á V. R. un
suceso ocurrido en esta capital de Méjico, y que nadie esperaba. Nues-
tras pobres monjas del convento de "La Cerrada de Santa Teresa,,
(uno de los puntos más cénticos de esta ciudad) han sido lanzadas
á la calle por la autoridad, y hoy se encuentran repartidas en casas
particulares. Esto se ha hecho por el pretexto de que las comunida-
des religiosas están prohibidas por la ley. La denuncia ha procedi-
do de un periódico infame. Este hecho ha indignado á todos los cató-
licos, y aun muchos liberales han reprobado semejante violencia
perpetrada por la autoridad pública. Dejaron en el convento cuatro
religiosas solamente, ,y esto vigiladas por la policía, y doce fueron
puestas en la calle. Puede suponer el susto que llevarían las pobre-
citas. Esperamos que pronto volverán á reunirse. Encomiéndenlas
á Dios, para que las cosas se arreglen y triunfe la Religión.—Suyo
afmo.—El Corresponsal».
E L CARDENAL PAROCCHI Y N. P. GREGORIO DE SAN JOSé.—El Emi-
nentísimo Cardenal Parocchi, protector de nuestra Orden, ha de-
mostrado con el siguiente hecho el aprecio en que tiene la traduc-
ción francesa de las cartas de Nuestra Madre Santa Teresa que ha
hecho N. R. P. Gregorio de San José, tercer Definidor general de
la Orden. Terminado el Capítulo General último, N. M. R. P. Gene-
ral se presentó á ofrecer sus respetos á nuestro Emmo. Cardenal
protector, y preguntándole éste quienes eran los nuevos Definidores
Generales, le dijo los nombres de los elegidos N. P. General, y al
llegar al tercero, R. P. Gregorio, preguntó Mons. Parocchi: "¡El
P. Gregorio! ¿De dónde es?—De la Provincia de Aquitania,.Eminen-
tísimo Señor.—¿Es, por ventura, el que ha hecho la traducción de las
cartas de Santa Teresa?, volvió á preguntar el Cardenal. —Sí, Emi-
nentísimo Señor, respondió N. P. General.—¡Oh! Entonces, hacedme v
el favor de presentármele, pues deseo conocerle. Decidle que he
leído y he seguido con mucha atención todo lo que se ha escrito en
favor y en contra de su obra. Me congratulo de saber que ha fijado
Su residencia en Roma, pues así tendré ocasión de hablarle. Es el
CRÓNICA CARMELITANA 423

primer extranjero que ha presentado á Santa Teresa tal cual es en


realidad,,.
Puede juzgarse cuánto aliento han de dar estas palabras á Nues-
tro R. P. Gregorio, procediendo de un Cardenal tan distinguido por
su ciencia y por la alta posición que ocupa.
UNA OBRA SANTA Y PATRIóTICA.—En Francia existe una Liga de
oraciones de niños cristianos en favor de sus pequeños hermanos no
bautizados, y que fué inspirada por un artículo de M. Francisco
Veuillot, titulado Los pequeños Chinos de Francia. Esta obra ha
sido bendecida del Cielo, pues en menos de un año'ha reunido más
de 40.000 pequeños afiliados, que cada día con sus fervientes súplicas
arrancan las almas de las puertas del Infierno y piden á Dios para
ellas el agua regeneradora. Su Santidad León XIII acaba de enviar-
les una bendición que les servirá de grande aliento. He aquí sus
palabras:
"A petición de los RR. P P . Carmelitas descalzos de París, Su San-
tidad el Papa León XIII concede de todo corazón, en nombre de
Nuestro Señor Jesucristo, la bendición apostólica á los afiliados á la
Liga de oraciones, como también á los celadores y celadoras que
trabajan en su propagación.—A. Marsolini, Capellán secreto de Su
Santidad».
CONSAGRACIóN DE LOS NIñOS á JESúS EN LORETO.— Habiendo sido
ya aprobado el diseño del monumento que se ha de erigir en Loreto
para conmemorar la consagración de los niños del orbe católico
á nuestro Divino Redentor, ha sido nombrada una comisión que
vaya á Roma á presentar al Padre Santo dicho diseño. Esta comi-
sión está compuesta del Rvmo. Sr. D. Gulielmo Giustini, obispo de
Loreto; Rvmo. Sr. Andrenelli, canónigo de Loreto y camarero secre-
to de Su Santidad; M. R. Sr. D. José Caff, canónigo de Catania; Muy
R. P. Roberto de Santa Teresa, Definidor provincial de los carmeli-
tas de Venecia y autor de la idea de este grandioso homenaje, y
del Sr. D. Ceferino García, Delegado general en España de este
homenaje.
El caballero Pasini, reputadísimo tenor, cuya fama y nombre es
acogido con entusiasmo en Roma, Londres, Constantinopla, Jerusa-
lén, etc., donde ha puesto de manifiesto las admirables dotes de que
la Providencia le ha colmado, ha compuesto una invocación á María
para la inauguración del monumento, costeando de su peculio propio
los gastos de impresión.
FIESTAS DE LOS BEATOS EN CUENCA.—A última hora hemos recibido
una larga reseña del solemnísimo triduo de Beatificación de los Bea-
tos Dionisio y Redento, celebrado en el Convento de nuestras Ma-
dres de Cuenca, la que sentimos no poder dar cabida en estas co-
lumnas por falta de espacio.
EN FAVOR DE LAS CARMELITAS DE AZCOITIA.—Si es desconsolador
el espectáculo que casi á diario se ha estado dando en varias capita-
les de España .insultando, apedreando y dando mueras á las comuni-
424 EL MONTE CARMELO

dades religiosas, es altamente consoladora la' protesta que ha hecho


el vecindario de la católica villa de Azcoitia tratando de aliviar la
triste situación en que desde él principio de la fundación se encuen-
tran las MM. Carmelitas descalzas de aquel pueblo, por causas que
no son del caso referir, y construirlas un edificio para convento,
para lo cual se reunieron en la sacristía de la parroquia los señores
D. Joaquín Azpiazu, cura párroco; D . J o s é Luis Zabala, presbíte-
r o ; D. Manuel Izaguirre, presbítero; D. José Cruz Zudupe, presbíter
ro; D. Román Zubizarreta, presbítero; D. Secundino Alvarez, presbí-
tero; D. Eusébio Elorza, presbítero; D. José Otaño, diácono; D. Es-
teban Alberdi, D. José Manuel Arocena, D. Esteban Larrañaga, Don
Juan José Epelde, D. Luis y D. José María Hurtado de Mendoza
y D. José Luis Echaniz. Constituida la Junta y nombrados presiden-
tes D. Antonio Unanue y D. José María Hurtado de Mendoza, oficia-
ron al limo. Sr. Obispo de la diócesis, teniendo la gran satisfacción
de recibir la .siguiente comunicación de S. I.:
"Sres. D. Antonio Unanue y D. José María Hurtado de Mendoza.—
Azcoitia.—Muy estimados señores: He sentido vivísimo placer ente-
rándome de su atenta comunicación á la que acompaña el acta de la
junta celebrada en la sacristía de la Iglesia parroquial de esa villa,
con el laudabilísimo objeto de arbitrar recursos para construir con-
vento é iglesia á las religiosas carmelitas. Mil y mil plácemes á
todos ustedes por ese nuevo y hermoso testimonio de su acendrado
entusiasmo religioso, que contrasta ciertamente con el quietismo dé
muchas gentes entre los brutales atropellos de los sectarios contra
las órdenes monásticas. Bendigo de todo corazón el medio de allegar
fondos y con afecto paternal á todos los que de cualquier manera
cooperen á ese fin. De ustedes at.° y afmo. 0 capellán.— El Obispo de
Vitoria.—Doy 500 pesetas,,.
Ya, con el beneplácito y bendición del Prelado, se nombraron comi-
siones que recorrieron las casas de Azcoitia recaudando fondos, te-
niendo la satisfacción de reunir una cantidad respetable, y que pasa
á lo que calculaban podría reunirse.
E L MONTE CARMELO, al enviar su calui'oso aplauso á estos caritati-
vos señores que tan claras pruebas están dando del verdadero ca-
riño que profesan á las Hijas de Santa T e r e s a , recomienda á todos
nuestros amigos se unan á tan cristiana obra de caridad, y en nom-
bre de la referida Junta se atreve á pedir una limosna" para las po-
bres MM. Carmelitas descalzas de Azcoitia.

NECROLOGíA

(Chile) Santiago, Mayo de 1901.


Sr. Director de E L MONTE CARMELO.—Nuestra Rda. M. María del
Salvador, Priora del Carmen de San Rafael, entregó su alma á Dios
el 29 del pasado Marzo, á la edad de setenta años y treinta y seis de
religión.
Fué religiosa de singular virtud, y siempre marchó con vigor en
CRÓNICA CARHELITANA 425.

las vías de la perfección. Tuvo ardiente amor por todas las verdades
de nuestra santa religión, que meditaba y ponía en práctica con soli-
citud infatigable. Se aplicó con gran contento á crúcificaf sus senti-
dos, siéndole como innata la mortificación; jamás se la vio preocu-
parse de su cuerpo; siendo su alimento el más frugal, se .abstenía de
cuanto pudiera satisfacer su paladar. Su vestido y cuanto tenía de
uso, todo lo más desechado; así vivió y murió, dando á su comuni-
dad grandes ejemplos de mortificación y observancia.
Si todas las virtudes campearon en esta alma afortunada, la hu-
mildad y caridad, cual astros refulgentes, eran los que comunicaban
mayor brillo á las demás. Sumida en el propio conocimiento, veía
hasta los átomos de imperfección; de aquí estimarse por la última y
más despreciable criatura. Apta para el desempeño de los oficios,
de vasta ilustración, capacidad poco común, desde su ingreso en la
religión, uno á uno fué desempeñándolos todos.
' Su salud quebrantada, más por la austeridad de su vida que por el
peso de los años, desde mucho tiempo hacía presentir un desenlace
fatal: sin embargo, en Septiembre próximo pasado salió electa s e -
gunda vez Priora. Desde entonces se notó un cambio favorable en
su salud, y creció más aún su celo por la observancia. Desde las pri-
meras horas de la mañana hasta la última distribución de la noche,
se la veía al frente de la comunidad, sin dar oídos á las quejas de su
extenuada naturaleza. Pero había hecho pacto con su cuerpo de no
darle tregua ni descanso; así, la última enfermedad la contrajo en el
coro en la última distribución de la noche. Recitó las divinas alaban-
zas con increíble fervor, tuvo su examen, etc., y á la hora de retirarse,
viendo las religiosas que no se movía* se acercaron á S. R. y obser-
varon le había sobrevenido un repentino ataque. Luego el doctor la
declaró mortal, con parálisis y congestión cerebral. Perdida toda
esperanza, hubo de fortalecerse con los auxilios de nuestra sagrada
religión; recibió los Santos Sacramentos ^ n indecible fervor, dando
nuevos ejemplos de resignación y páciettcia. Por fin, después de dos
imeses de crucificación la mas dolbrosa y temible, el día de la San-
tísima Virgen de los Dolores durmió el sueño de los justos, para
despertar en la esplendorosa eternidad y reunirse al coro de nues-
tra Santa Madre, adonde le cabrá cantar sin finias misericordias
del Señor.
Ruego á V. R. y á los lectores de E L MONTE CARMELO encomien-
den su alma al Señor de las misericordias, y queda suyo afectísimo.
El Corresponsal.
E L MONTE CARMELO se asocia al sentimiento de las MM. Carmelitas
de Santiago de Chile por la pérdida de su R. Madre Priora, á la que
la Orden Carmelitana debe gratitud eterna, pues á la generosidad
y nobleza de alma, firmeza de voluntad y entusiasmo carmelitano de
la hoy llorada Madre deben nuestros Padres el haber logrado intro-
ducirse en la República chilena, donde tan brillante porvenir se ofre-
ce á nuestra amada Orden.
En Guadalajara, convento de San José, ha fallecido la Hermana
426 EL MONTE CARMELO

J u a n a de San José, de sesenta y ocho años de edad y cuarenta y seis


de religión, que en vida se distinguió por su caridad y trato afable
con todas las religiosas, á las que ha dejado muy edificadas por sus
virtudes y observancia regular.
En Beas de Segura se ha servido Dios llevar para sí á la M. R. Ma-
dre Priora y fundadora de aquella comunidad, Justa del Pilar. Dota-
da de riquísimos dones de entendimiento y corazón, la R. M. Justa
procedía de una familia distinguida de Aragón, y siendo muy joven
renunció al risueño porvenir con que el mundo la brindaba, y vistió
el humilde hábito de las Hijas de Santa Teresa. En el Carmelo siem-
pre se ha distinguido por las más heroicas virtudes, y sobre todo
por la magnanimidad y grandeza de su corazón, que tenía el temple
de los Santos. Después de una especie de destierro de veintitrés años
que su comunidad sufrió en el Pardo, con intrepidez admirable y con-
fianza ilimitada en la Providencia, trabajó para que la capital de Es-
paña les abriera de nuevo las puertas, y tuvo el consuelo de inaugu-
rar un hermoso convento en la calle de Ponzano de esta corte. Des-
pués acometió la nobilísima empresa de restaurar el derruido conven-
to de San José del Salvador, de Beas, única fundación de las de San-
ta Teresa que había desaparecido, y después de allanar dificultades
sin cuento logró poner en pie en aquella casa de la mística Doctora
una fervorosa comunidad. En Beas se había hecho acreedora á las
simpatías de toda aquel religioso vecindario, que sin distinción de
clases ha desfilado por delante de su cadáver rindiendo homenaje de
reconocimiento y admiración á las relevantes virtudes de tan escla-
recida Madre y Fundadora, que tan preclaros recuerdos deja de sí y
ejemplos admirables que imitar. Ha fallecido á los cincuenta y un
años de edad y treinta y cinco de religión. Santa Teresa de Jesús ha-
brá introducido á tan digna hija al goce de los premios eternos. Re-
ciba nuestro más sentido pésame por tan gran pérdida su antigua co-
munidad de carmelitas de Santa Teresa de esta corte, y su comuni-
dad de Beas de Segura y nuestros lectores esperamos elevarán por
ella una plegaria á Dios nuestro Señor.
Que sus almas y las de todos los fieles difuntos, por la misericordia
divina, descansen en la paz del Señor. Amén.
L A LIGA CATóLICA DE SEVILLA.—En la Casa-Lonja de Sevilla se han
reunido 4.000 fervientes católicos para escuchar la proclamación so-
lemne de las bases para la unión de los católicos que han sido con-
certadas por personas distinguidas, y aprobadas por la autoridad del
Rdo. Prelado. Allí se reunieron, en efecto, la flor y nata de los ca-
tólicos sevillanos, con el fin de demostrar su firme adhesión á dichas
bases; allí hablaron elocuentemente, haciéndose eco del sentimiento
común, los más conspicuos personajes, adalides y defensores de la
más sagrada de las causas, los cuales recibieron en fervientes aplau-
sos brillantes testimonios de adhesión y simpatía.
El Sr. Arzobispo se dignó otorgar la bendición & la Liga de los ca-
tólicos hispalenses, con una circunstancia que da interés especial al
acto; y es, que al saber el insigne Prelado el resultado favorable de
la reunión, desde el lecho del dolor en que se encontraba, y con mano
trémula, bendijo la nueva Liga, dándole de esta suerte una prenda
cierta de prosperidad fecunda.
Por último, los 4.000 católicos sevillanos de distintos partidos e n -
viaron al Cardenal Rampolla un expresivo telegrama en que le ma-
nifestaban haber acordado la unión conforme á las enseñanzas de
León XIII y de nuestros Prelados, y le pedían la bendición apostólica
que S. Emma. les envió en nombre del Sumo Pontífice, manifestándo-
les cuánto se complace Su Santidad en la conformidad de los católi-
cos sevillanos con las enseñanzas de la Santa Sede.
P a r a facilitar los trabajos de esta Liga y cooperar á sus fines, re-
producimos las siguientes bases:
1.a Pueden pertenecer á la Unión ó Liga Católica todos los cató-
licos que, aceptando con plena y filial sumisión las enseñanzas de la
Iglesia, especialmente consignadas en los documentos de Pío IX y
León XIII, condenatorios de los errores modernos, deseen trabajar
y se comprometan á hacerlo en defensa de los sagrados derechos de
la Religión, siguiendo en su labor las instrucciones del Papa y los
Obispos, y, cuando otras no haya, las del propio Prelado.
2. a Sis perjuicio de coadyuvar á la acción moralizadora de la'Igle-
428 EL MONTE CARMELO

sia, en todos los órdenes de la vida social, la Unión Católica se pro-


pondrá :
a) Propagar la prensa católica, fomentándola y auxiliándola, para
1 que se coloque á la altura conveniente.
b) Favorecer á la clase obrera con cuantos medios sea posible, y
principalmente fundando asociaciones y círculos, conforme á las en-
señanzas de León XIII.
c) Votar en las elecciones, tanto de concejales como de diputa-
dos provinciales, diputados á Cortes y senadores, candidatos neta-
mente católicos, según estas mismas bases.
En otras poblaciones se han formado también Juntas de eminentes
católicos, inspirados todos por el mismo nobilísimo pensamiento de
realizar la tan deseada y necesaria unión de los católicos, sobre las
bases de las enseñanzas del Romano Pontífice y los Obispos. Bendi-
ga Dios estos trabajos y haga que en breve nos veamos todos unidos
bajo de la misma enseña de la Cruz, y confesando con voz unánime
la doctrina pura é inmaculada, invariable y eterna del Evangelio.
L A MASONERíA Y LA LEY CONTRA LAS CONGREGACIONES.—Las sesenta
y cinco logias de la región del Este de Francia, reunidas en el Con-'
greso masónico de Macón, han dirigido un mensaje al Gobierno fran- >
cés felicitándole por lo que ha hecho, y aconsejándole que siga por
el camino emprendido.
La Masonería, como se ve, no trata de disimular que cuanto se
haga en contra de las Congregaciones religiosas se hace contra la<
Iglesia misma, y, sin embargo, á los nuevos adeptos les seguirá ase-
gurando que no se ocupa de religión ni de política.
L A CIENCIA ANTE LO SOBRENATURAL.—Recientemente recobró su sa-
lud en Lourdes la Hermana Maximiliana, que, procedente de Marse-
lla, había ido á aquel santuario con dicho objeto, piles hacía cinco
años que padecía de un quiste hidático del hígado y de una flebitis
de la pierna izquierda, que los médicos habían declarado incurables.
De regreso á Marsella fué examinada por su médico, el cual re-
dactó un detallado informe, que empezaba con estas palabras:
"Hay circunstancias en la vida del hombre, en que los más incré-
dulos no tienen otro remedio que inclinarse ante la evidencia de los
hechos. Esto sucede con el caso de la curación completa y sobrena-
tural de la Hermana Maximiliana. n .
Y, después de relatar detalladamente el curso de la enfermedad,
termina con estas palabras: , '
"En vista de lo expuesto, véome obligado á deducir y á declararen
conciencia y sin prejuicios, que la Hermana Maximiliana, enferma 1
hace cinco años de un quiste hidático del hígado y una flebitis de la
pierna izquierda, considerados incurables, ha regresado de Lourdes
el 26 de Mayo de 1901 radicalmente curada.
„ Y p a r a que conste, expido y firmo la presente en Marsella, callé1
de la Grande Armée, núm. 14.—Dr. Rampal„.
L A IGNORANCIA DEL CLERO. —La Academia F r a n c e s a , en su última;
sesión, ha concedido el premio Gobert, destinado á,recompensar el
CRÓNICA GENERAL 429

trozo más elocuente de Historia de Francia, al R d o . P . Alfredo Beau-


dillart, autor de la obra titulada Felipe Vy la Corte de Francia.
Según dicen de París, la obra del P . Beaudillart es una joya de la
literatura francesa contemporánea, por lo elevado de los pensamien-
tos y su maravillosa elocuencia.
El premio consiste en 10.000 francos en metálico y cierto número
de ejemplares de l a obra, impresa á costa de la Academia.
INAUGURACIóN DE UNA ESTATUA EN EL VATICANO.—Con toda s o -
lemnidad se ha celebrado en el Palacio del Vaticano la fiesta de
inauguración de la estatua del Redentor, ofrecida á Su Santidad por
loa comerciantes católicos, en prueba de sumisión respetuosa y
amor filial. León XIII, conmovido, les habló doliéndose íntimamente
de los ataques que á la Iglesia dirigen los sectarios, dando gracias á
los comerciantes por la espontánea y sincera manifestación de afecto
que en su obsequio hacían, y elogiando la obra del escultor Aureli,
que es verdadera joya de arte.
MISIONEROS FRANCISCANOS á CHINA.—Aún está humeando la sangre
de los diez y siete mártires de la Orden'seráfica, y apenas se han ex-
tinguido las voraces llamas que redujeron á cenizas sus colegios, nos- '
pítales, residencias, iglesias, y todo cuanto tenían en los nueve Vi
cariatos de China, y, sin embargo, acaban de embarcarse en Marse-
lla seis misioneros franciscanos para el Celeste Imperio. Entre ellos ¡
va el español P. Celestino Alvarez. Feliz viaje y copiosos frutos de-
seamos á estos animosos misioneros.
INAUGURACIóN DE UNA IGLESIA.—En el castillo de San Francisco '.
Javier, apóstol de las Indias, patrón de Navarra, se inauguró el
día 19 de este mes una iglesia costeada por la Sra. Duquesa de Vi-
llahermosa, que desciende de la familia del Santo y es propietaria
de dicho castillo. A la fiesta de la inauguración asistieron varios se-
ñores obispos y muchos personajes de la aristocracia española, des-
cendientes algunosde la ilustre casa de Javier.
NUEVA OBRA.—Hemos recibido un ejemplar de la obra El Clero y el
Siglo, escrita por el ilustrado sacerdote y distinguido escritor cató- '
lico D. José de los Perales y Gutiérrez, de la que otro día daremos
cuenta con el debido detenimiento. Véndese en las principales libre-
rías al precio de seis pesetas.
UNA CARTA Á LA SANTÍSIMA VIRGEN

G«I)UANITO tenía seis años, un panta- para que me escriba usted una carta.
*Sí. Ion agujereado en ambas rodillas, — Te costará diez perros chicos—
cabellos rubios, formando espesas y contestó el tío Bouin.
ricas guedejas; ojos grandes y azules, Pues aquel valiente, que era quizás
que á veces trataban de sonreir, aun- la cienmilésima parte de un Mariscal
que ya habían llorado mucho; una cha- de Francia, se llamaba el tío Bouin.
quetita cortada, pero cayéndose á ji- Juanito no se quitó la gorra, porque
rones; una botina de niña en el pie de- no la llevaba, pero sí dijo atentamente:
recho , un zapato de colegial en el iz- —En este caso me dispensará usted.
quierdo, ambos demasiado largos, y Y abrió la puerta para retirarse; pero
¡ ay! bastante rotos, altos de empeine le hizo tanta gracia al tío Bouin, que
y altos de talón. Tenía frío y hambre: le preguntó:
era una tarde de invierno y se hallaba —¿Eres hijo de militar, chicuelo ?
en ayunas desde lá víspera á medio —No, contestó Juanito; soy hijo de
día, cuando le acudió el pensamiento mamá.
de escribir una carta á la... Santísima — ¡Bravo! — dijo el veterano.— ¿Y
Virgen. no tienes diez perros ?
Fáltame ahora deciros cómo Juani- — ¡ Oh, ni uno!
ta, que nunca había borroneado un — ¿Y tu madre tampoco? Pero, ya
palote, y que leía tan mal como escri- caigo. Lo que tú quieres es una carta
bía , pudo, sin embargo, salirse con la para pedir con que hacer sopa. ¿No es
suya. verdad?
Allá en el barrio de Gros Caillou — ¡ Cabal! — contestó Juanito.
(París), en la esquina de la Avenida —Pues entonces acércate. Por diez
y no lejos de la Explanada, había un renglones y medio pliego de papel, no
casucho de memorialista. Era éste un he de ser ni más rico ni más pobre.
veterano de muy mal humor, buen Juanito obedeció. El tío Bouin arre-
hombre, nada gazmoño; ¡ah! ¡no! nada gló el papel, mojó la pluma en el tin-
rico, y que no tenía la dicha de estar tero y trazó, con una hermosa letra de
bastante estropeado para obtener su furriel, lo que sigue:
admisión en el Cuartel de Inválidos. «Paris 17 de Enero de 1857».
Y pare usted de contar. Y luego, debajo y aparte, «Señor...»
Juanito le vio al través de los crista- — ¿ Cómo se llama, chico ?
les de su barraca, fumando en la pipa —¿ Quién?—preguntó Juanito.
mientras esperaba la llegada de un pa- —¿Cómo quién? ¡El caballero,par-
rroquiano; entró, pues, y dijo: diez!
—Buenas tardes, caballero: vengo —¿Qué caballero?
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 431

—El sujeto de la carta. —No sé — contestó el niño; —por


Juanito comprendió ya esta vez, y ventura ¿no se respira siempre?
respondió: El tío Bouin volvió la cabeza, por--
—No es caballero. que gruesas lágrimas surcaban sus
—¡ Ah! Bueno: será una señora. mejillas; no replicó á la pregunta del
— Sí, señor... no... quiero decir. niño, pero con voz algo temblorosa
—¡Cómo, píllete!—exclamó el tío dijo:
Bouin. — ¿No sabes siquiera á quién —Y cuando la besaste ¿no notaste
vas á escribir ? nada?
— ¡Oh, eso sí!—dijo el niño. — Sí, señor... estaba fría... ¡Hace
— Dilo, pues, y despacha. tanto frío en casa!
Juanito estaba sonrojado. El caso es —Y tiritaba, ¿no es verdad?
que no es cómodo dirigirse á los me- — ¡Oh, no! ¡Estaba hermosa, her-
morialistas para semejante correspon- mosa! Sus dos manos, que no se mo-
dencia ; pero hizo de tripas corazón y vían , estaban cruzadas sobre el pecho
dijo: y tan blancas... Por la abertura de sus
—A la Santísima Virgen es á quien ojos cerrados parecía estar mirando al
deseo dirigir una carta. cielo.
El tío Bouin no se rió; soltó la plu- El tío Bouin pensaba para sus aden-
ma y se quitó la pipa de la boca. tros:
—Rapazuelo—dijo en tono severo,— —Yo he tenido envidia á los ricos;
doy por supuesto que no es tu intento yo que como bien, que bebo bien...
burlarte de un veterano. ¡ Medía vuelta y ¡ he aquí una que se muere de ham-
á la izquierda y sal fuera, á ver si no!... bre!... ¡de hambre!
Juanito obedeció y enseñó los talo- Tomó al niño, lo sentó en sus pier-
nes; quiero decir los de sus píes, pues- nas, y le dijo con mucha dulzura:
to que sus zapatos no los tenían. —Chiquito, tu carta ha sido escrita,
Pero, al verlo tan manso, el tío Bouin y enviada y recibida. Llévame á casa
cambió de parecer por segunda vez y de tu madre.
miró al niño con mejores ojos. — Con mucho gusto; pero ¿ por qué
—¡Voto al chápiro!—exclamó.— llora usted ? — preguntó el niño azo-
¡Todavía hay miseria en París!... Y rado.
¿cómo te llamas? —No lloro—contestó el viejo solda-
—Juanito. do, que lo abrazaba hasta el punto de
—¿Juanito qué? ahogarlo inundado en llanto.—¿ Acaso
—Juanito y nada más. lloran los hombres ? Tú eres el que vas
El tío Bouin sintió humedecerse los á llorar, Juanito, pobre niño... ¿Sabes
ojos, pero se encogió de hombros. que te quiero como á un hijo ? Esto es
—Y ¿ qué quieres decirle á la Santí- absurdo... Pero yo también tuve una
sima Virgen? madre, mucho tiempo ha por cierto, y
— Quiero decirla que mamá está he aquí que vuelvo á verla, á través
durmiendo desde ayer tarde á las cua- de tu cuerpo, acostada en su cama,
tro, y que la despierte por un efecto donde me dijo al partir: «Bouin, sé
de su bondad: yo no lo puedo. hombre de bien y buen cristiano». La
El pecho del veterano se oprimió, Virgen pendía de la cabecera de la ca-
pues temía comprender. Hizo, sin em- ma: era una estampa de dos cuartos,
bargo, esta otra pregunta: que se sonreía, que yo quería, y que
—¿A qué hablabas de sopa hace acababa de volverme el corazón. Por-
poco? que yo he sido hombre de bien, eso
— ¡ Ah! — respondió el niño,—era sí; pero en cuanto á buen cristiano...
porque lo necesitaba. Antes de dor- Se levantó, teniendo siempre al niño
mirse me había dado mamá el último en sus brazos, y lo estrechó contra su
pedazo de pan. pecho diciendo, cual si hubiera habla-
—Y ella ¿qué había comido? do con alguna persona á quien nadie
—Hacía dos días que me decía: o no veía: «Vamos, anciana madre, puedes
tengo hambre». estar contenta. Los amigos se burlarán
—¿Cómo lo hiciste para desper- de mí si así les place. Adonde tú estás
tarla? quiero yo ir, y te llevaré al chicuelo,
—Como siempre, la besé. pobre angelito, que no me abandona-
—¿Y respiraba? rá; porque la carta, que ni siquiera fué
-»'432 ;'.;:«: :g L M€>NtÉ CARMELO

escrita, ha matado de un tiro dos pá- nombre. Llámase Juanito Mondo y Li-
jaros* á éí le ha dado un padre, á níí rondó, como en otro tiempo,
un corazón». El tío Bouin es un anciano feliz,
Y nada más: la buena mujer, muerta siempre un hombre de bien, y además
de infelicidad, no fué resucitada en la buen cristiano; goza con la gloria del
tierra. ¿Quién era? Lo ignoro. ¿Cuál « chico », como sigue llamando á veces
había sido el martirio de su vida? á su ilustre hijo adoptivo; pues él es
Tampoco lo sé. quien me ha relatado esta historia.
Pero existe hoy en París un hombre, No sé cuál es el cartero que lleva
joven aún, que es memorialista, y en estas cartas, pero ello es que llegan á
un tenducho, como el tío Bouin, redac- su destino en el cielo.
ta cosas elocuentes, y todos sabéis su
p. feval.

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adorada pvoféücatnente por gífías t? s u s l?ijos;

auc cu&zió de bendiciones toa cam-pos de vszaet;

en cu/aas avenenas o-ndea et

%%\vnitt\t $htint díl partía %*top\m%>


?

dedica e¿atesenie nú/nexo


y, eC aoAnenaie
de¿'areioA. más intenso, u más acendtado- afecto-,
er¡ unián de ¿odas to-s suasotipto-tes,

- J « " T •
LA VISION DE UN PROFETA

[NA prolongada sequía de tres años y medio había


convertido en áridas y estériles llanuras las fe-
cundas y bendecidas tierras del pueblo heredero de las
promesas divinas. La predilección habíase convertido en
prueba, y como signo de un Dios ofendido, el Padre de
las misericordias no daba señales de moverse á compa-
sión ante las súplicas de su pueblo prevaricador. Frus-
trábanse las bellas esperanzas de tiempos mejores, el cielo
hacíase de bronce, la tierra no producía los deseados fru-
tos, y ante los pecados de los hombres, inclemente el
cielo, no enviaba ni una gota de lluvia ni de rocío para
fecundizar los agostados campos de la Palestina..
Un profeta celoso por la gloria de su Dios vivía en
aquellos tiempos dedicado exclusivamente al servicio di-
vino. No había prevaricado ni en un solo punto, ni se ha-
bía dejado arrastrar á la idolatría, á pesar del mal ejem-
plo de los jefes de su pueblo. Era un fiel siervo de Dios,
y su voz era escuchada por el Padre de las misericordias
con agrado.
Un día e.n que el santo profeta se encontraba en la cum-
bre de su montaña favorita, creyó que era llegada la hora
de que las misericordias de Dios se manifestasen al mundo
de una manera patente: sintióse movido á pedir á Dios
un milagro, y en su consecuencia pidió la deseada lluvia.
No había transcurrido una hora, cuando vio la señal de
LA VISION DE UN PROFETA 435

que su oración había sido oída en el acatamiento divino,


y su petición despachada favorablemente. Una nube se
levantaba lentamente desde la superficie de la mar, subía
á inmensa altura y, tomando cuerpo de inmensas propor-
ciones, extendíase por las anchuras del firmamento, lle-
naba ilimitados horizontes y cubría toda la esfera celeste.
No era, sin embargo, una simple nube lo que el profeta
veía. Sus ojos corporales veían sí una nube, pero los ojos
de su espíritu veían algo más
grandioso y sublime, profun- ^;|*^;-^:, ;'"'
dos misterios simbolizados en
la nube. Su mente fué ilumi-
nada con divinas revelacio-
nes, y su alma transportada
á la consideración de subli-
mes misterios que iban á veri-
ficarse en épocas lejanas. To-
das las generaciones pasadas
y venideras se hicieron pre-
sentes en aquel momento en
la mente del profeta; las vio
como en un espejo, con todos
sus crímenes y prevaricacio-
nes ; pero sobre todo crimen y
prevaricación vio el remedio.
£/ Profeta Elias.
La señal era la nube. Al modo
que aquella nube proyectaba sus sombras sobre las in-
quietas olas del alborotado mar, así en ella venía figu-
rada una mujer misteriosa, que protegería con su som-
bra al descendiente de Adán, que navegaba en medio de
las olas del mar de la vida.
Aquella mujer profética era la llamada á poner el re-
medio á los males de la madre del género humano; ella
había de llenar los puestos que la prevaricación angélica
dejara vacíos en infausto día en las mansiones del cielo,
á fin de que aquellos coros célicos resonaran en torrentes
de armonía perfecta; y ella, en fin, la que, bajo el sím-
I>A V I S I O N n>E U N PROFETA

(Dibujo de M. Santa María.)

^tf^M^M^
LA VISION DE UN ^ROFETA 437

bolo del vestido vaporoso de una nube, iba á ser la ma-


dre del género humano. ;''
' E n la mente del profeta aparecía la tierra admiradas
contemplando aquella visión sublime, y la mujer iba apa-
reciendo cada vez más bella, cada vez más amable, como
la aparición de la estrella de la mañana, radiante en sus
plateados resplandores, al través de los collados del
Oriente, anúoeiahdbj al sUetiCÍosa! y íenebiiosjo mundo
que las claridades del sol van á iluminar la tierra, deste-
rrando las obscuridades nocturnas con el resplandor de
sus fulgores.
Los ángeles de Dios contemplaban también visión tan
sublime y la proclamaban llena de gloria, hermosa corn^
la,Luna y escogida como él Sol, madre de los santos y
madre de todos los hombres, encanto de las almas, luz de
Iqs espíritus, consuelo de los afligidos, y centro comúji
de iodos los amores. .
Al volver en sí el profeta de tan delicioso éxtasis, cp r
tócase en la cumbre de la montaña, levanta con energía
su brazo| y, hablando á las generaciones venideras, dij<K
MARíA INMACULADA [ VIRGEN DEL CARMEN. >
\' i >'•'••' ' • •''.•• . ! í: -.i
fr. Samuel da Sa"fa Zeresct.

i X.

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EN DEFENSA PROPIA

tON gran dolor de su alma veía el Papa Inocencio III la


relajación de costumbres que había por todas partes, lo
cual era viento favorable para encender más el fuego de las
herejías que se extendían y propagaban con libertad, dando
los más amargos frutos y, como consecuencia natural, el en-
friamiento en la fe y discordias entre pueblos, reinos y prín-
cipes.
Queriendo el Papa poner remedio á tanto mal, que como
peste mortífera se cebaba en el rebaño que le había encomen-
dado Jesucristo, apartando á muchos de la fe y precipitándolos
en los escollos de la apostasía, determinó reunir un Concilio y
allí, con los prelados de todo el mundo, tratar el asunto que
revestía tanta gravedad, y buscar y señalar los medios más á
propósito para atajar el mal presente y prevenir con remedios
eficaces otros males que pudieran nacer. Después de bien pen-
sado y encomendado á Dios el negocio, convocó el Pontífice
el Cuarto Concilio Lateranense, en 1213, para celebrarlo dos
años después.
Llegado el tiempo señalado, se reunieron en tan respetable
asamblea 412 obispos y más de 800 entre generales, abades
y priores de órdenes religiosas, con gran número de diputa-
dos de ausentes, y los embajadores de varios príncipes.
No hace á nuestro caso referir los pormenores del Concilio,
ni las determinaciones que se tomaron para oponer un dique
á la corriente devastadora de tanto mal, que hacía grandes pro-
gresos en favor de las herejías. Sólo sí recordaremos uno de
los varios decretos ó cánones que formuló el Concilio: es el
decimotercero, que decía: «Para que la excesiva variedad de
EN DEFENSA PROPIA 439

-órdenes religiosas no cause confusión en la Iglesia, firmemente


mandamos que nadie invente Orden alguna; el que quiera se-
guir este género de vida, que entre en alguna religión de las
que están aprobadas».
Cerrado el Concilio, se publicaron los decretos ó cánones
que habían formulado los Padres, y nadie pensó en los carme-
litas, puesto que nada había en contra de ellos. Pero como el
demonio no desperdicia ocasión que tenga algún viso de ver-
dad, para entrar más francamente y con más probabilidad de
éxito á sembrar la cizaña en el campo del Señor, encontrando
siempre corazones dominados por la pasión que ejecuten sus
planes, y más aún cuando se trata de atacar á las órdenes reli-
giosas, tentó á algunos de esos hombres, que se encuentran
siempre en el número de los infinitos que aborrecen al fraile
porque no }e conocen, para que acusara á la Orden del Car-
men, que hacía pocos años había venido del Oriente, diciendo
que era una Orden nueva y el Concilio había prohibido ter-
minantemente que se fundara ninguna Orden nueva, y ade-
más, como no tenía aprobación del Sumo Pontífice, debía di-
solverse.
Mucho afligió esta tribulación á los religiosos carmelitas
que, huyendo de la persecución de los sarracenos de Palesti-
na, se habían refugiado en Europa, y, creyendo encontrar bue-
na acogida donde la religión era más floreciente y la gente
más civilizada, en lugar de hallar amigos se encontraron en
las redes de enemigos los más terribles. Porque, si hubieran
permanecido en Oriente, hubieran comprado con la vida la
corona de la inmortalidad, y su sangre hubiera sido semilla fe-
cunda que produjera bellas flores que dieran vida y hermosura
al Carmelo; mientras que ahora se veían expuestos á ser ani-
quilados por consunción, viendo derrumbarse aquel edificio
.que tanta gloria daba á la Virgen su cariñosa Madre.
, En tan apurado trance deliberaron los superiores qué con-
vendría hacer; y después de encomendarse á Dios para que
les diera luz y acierto, y haber pedido las oraciones de todos
los religiosos y personas piadosas, determinaron enviar á
Roma dos Padres graves que pidieran al Sumo Pontífice Ho -
norio III, que había sucedido á Inocencio, la confirmación de
la Orden, según la regla de Alberto, Patriarca de Jerusalén,
haciendo ver al Pontífice que no era nueva la Orden que ve-
EL
44° MONTE CARMELO

rifa del Monte Carmelo, fundada por Elias antes de la venida


del Redentor.
Marcharon, pues, á Roma los dos religiosos enviados por
los superiores, con el corazón oprimido al pensar la transcen-
dencia que tendría la resolución del asunto que les habían en-
cargado; porque, si conseguían la confirmación de la Regla,
tranquilamente podrían trabajar y extenderse por diversas re-
giones ganando almas para Dios y dando gloria á la Virgen su
querida Madre, á la que se habían consagrado en cuerpo y
alma; pero, si les recaía un fallo de reprobación, ¿qué cuenta
darían de la misión que les habían encargado, y qué sería de
su Orden tan amada, la Orden de María? La Orden de María,
¡ah!: este pensamiento parece que les ensanchaba el corazón
y les abría horizontes de luz y de esperanza. ¿Cómo no había
de mirar por sus hijos, injustamente atacados, la que siempre
se había mostrado Madre tan solícita y cariñosa? ¿Cómo había
de permitir la Madre de Dios que la serpiente infernal acabara
con su Orden, la hija más querida de su corazón?
Con estos pensamientos, ya tristes, ya de esperanza, se pu-
sieron en camino encomendando el negocio á la Virgen como
cosa de Ella, puesto que era Patrona de la Orden y tantas
pruebas les había dado de ser su defensora y su Madre.
Llegados á Roma, hicieron las diligencias necesarias para
conseguir una audiencia con el Sumo Pontífice, Conseguida
ésta, después de vencer no pocas dificultades y pasar algunos
trabajos, porque nadie hacía caso de los dos humildes religio-
sos, y ya en presencia del Papa, humildemente le expusieron
el motivo de su viaje y la misión que traían. El Papa les escu-
chó con muestras de amabilidad, pero les dijo que el asunto
requería un examen más detenido y que él lo vería.
Salieron los religiosos de la presencia del Pontífice, medio
confiados, medio tristes, y esta perplejidad les hacía acudir
con más fervor y más insistencia á la Virgen su Madre, que
era toda su esperanza y su consuelo, interponiendo la media-
ción de cuantas almas buenas conocían, para que con sus ora-
ciones les ayudaran á alcanzar del Cielo la gracia que se les
negaba en la Tierra.
Entre tanto el Papa había encargado lá revisión del asunto
á algunos cardenales para que, después de estudiada la cues-
tión, dictaminaran sobre ella, y tenía nombrados dos curiales
EN DEFENSA PROPIA 44I

para que defendieran la causa. Pero como la serpiente es tan


astuta y siempre ataca por el lado más flaco, estos dos defen-
sores, débiles como todo hombre, se dejaron sin duda sobor-
nar por los que querían acabar con la religión del Carmen.
lías Aquella que, para manifestarnos la grandeza y extensión
de su poder, se nog presenta vestida del Sol, calzada de la Luna
y adornada su augusta frente con las más hermosas estrellas
del firmamento, como Reina de Cielos y Tierra, no podía per-
mitir que en esta lid en que estaba empeñado su honor triun-
fara el enemigo, venciendo á su hija más querida, que Ella
mira como la niña de sus ojos, la Orden del Carmen.
,,... En efecto, vueltos enemigos los defensores que el Pontífice
había nombrado, iba la causa á todo correr á su ruina; y como
delante del Papa se mostraban tan adictos y acérrimos defen-
sores de la justicia, creía éste que obraban con rectitud y con-
forme á la confianza que en ellos tenía al designarles para tal
.oficio. Así engañado el Pontífice, estaba ya para dar el fallo
de exterminio de la Orden, según los informes que le habían
presentado, cuando he aquí que por la noche se aparece la
Virgen Santísima al Papa Honorio, y le dice: Que la religión
del Carmen es su Orden, y los carmelitas sus hijos más ama-
dos, y era una injusticia lo que se tramaba contra ellos; y pues-
to que. Ella misma buscaba la gloria y enaltecimiento de sus
hijos, no debía él poner trabas ni dificultades á la confirma-
ción de su Regla; porque estando Ella de por medio, como in-
teresada en el asunto, ya que se trataba de su Orden del Car-
men, todos sus enemigos quedarían humillados; y en prueba
de ello le hacía saber que su Hijo Jesucristo había fallado ya
la sentencia contra los dos curiales que él había nombrado
defensores, pero que en realidad eran enemigos y hacían lo
posible para acabar con su Orden, y aquella misma noche mo-
rirían los dos de muerte repentina en castigo de su temeridad.
Desapareció la Virgen de la vista del Pontífice, y éste no
acababa de creer en la visión, pensando si sería alguna pesadilla
producida por el cansancio de sus muchos negocios y asuntos.
Al siguiente día le trajeron la noticia que los dos curiales
que Su Santidad había nombrado defensores de la causa refe-
rente á la Orden del Carmen habían muerto aquella noche
repentinamente. El Pontífice se sobrecogió al oir tal noticia,
comprendiendo entonces que no había sido pesadilla lo de la
442 EL MONTE CARMELO

noche anterior, sino verdadera visión y aviso de la Madre de


Dios. Dio orden para que llamaran á los dos religiosos carme-
litas que solicitaban la confirmación de la Regla y aprobación
de la Orden, y cuando los tuvo en su presencia les abrazó y,.
después de contarles la visión que había tenido de la Madre de
Dios, les dijo: Que podían andar seguros en todas las causas
teniendo una Abogada tan poderosa en el Cielo y una Madre
tan buena que velaba por su bien; y añadió que, sin pérdida
de tiempo, confirmaría la Regla.
¿Quién explicará la alegría, el consuelo y satisfacción de
aquellos dos religiosos al ver el auxilio y defensa que su ado-
rada Madre tomaba por ellos? Derramando lágrimas de gozo
salieron los religiosos de la presencia del Papa y fueron á pos-
trarse á las plantas de su Madre para desahogar allí su cora-
zón, dándole gracias por favor tan singular.
El Pontífice mandó llamar á los cardenales encargados del
examen de la causa y, refiriéndoles lo que le había pasado y
la orden que tenía de la Madre de Dios, les dijo que no nece-
sitaba más pruebas para confirmar la Regla y aprobar la Orden
de los PP. Carmelitas, y luego dio el decreto ó bula de confir-
mación.
Así se comprende cuánto interés tiene la Madre de Dios por
su Orden del Carmen, defendiéndola como cosa propia.

f r. Plácido J^aría del J>.


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EL MANTO DEL CARMEN


'A LOS EXCMOS. SRES. CONDES DE ALDANA)

Yo soñé con ana Virgen,


Y esa Virgen era Madre,
Y era Reina, y era hermosa,
¡Y era la Virgen del Carmen!
(De mis cantares.)

Y, reclinada en su cuello
Una cabecita rubia,
Entre un umbroso encinar, De gracias vierte una lluvia
Sin temores que le alarmen, Por cada rubio cabello.
Tiene la Virgen del Carmen ¡Niño el más encantador,
Un palacio por altar. De su Madre-Reina orgullo!
No alienta allí un corazón ¡No hay más hermoso capullo
Sin el santo Escapulario: De otra más hermosa flor!
Más que el blasón nobiliario Niño, cuyo hermoso encanto
Apreciase este blasón, Hace á Miriam más hermosa,
Pues su corona condal ¡Son tus deditos de rosa
Y las lises de su escudo Broches del virgíneo manto!
Están bajo el pie desnudo
II
De la Reina celestial.
D.e místicos eslabones, Hay un umbroso encinar,
No ya cadena opresora, Sin temores que le alarmen,
Donó un cetro á la Señora, Y allí la Virgen del Carmen
Labrado de corazones. Reina, cual reina en el mar.
Ufana debe estar Ella Como sábana de bruma
Con los trofeos que pisa, Que flota en inmenso espacio,
Con tanto amor y'sonrisa, Su manto cubre un palacio,
Con tantas joyas que huella, Manto de irisada espuma.
Cuando, volviendo sus ojos Espuma que, condensada
Y en aquel Carmelo fijos, Del mar en seno profundo,
Muestra al mejor de sus hijos, Se hizo perla y vino al mundo
Porque le adora de hinojos. En su concha inmaculada.
Pues juntos en fuerte lazo, Y, oculta en el tenue velo
Cual los brotes de las palmas, De una blanca nubécula,
Dos brazos ligan dos almas «Virgen pura y sin mancilla »
En el materno regazo. Fué aclamada en el Carmelo.
EL MONTE CARMELO

"• «¡Virgen pura!» la pregonan Eres la bella esperanza


Desde el Carmelo al Pilar; Que endulza tanta amargura.
Y allí Emperatriz del mar, Y surgiendo de los mares
Del suelo aquí la coronan. Tu capa á larga distancia,
Y Ella, cruzando el espacio Símbolo de la abundancia,
Desde el lAsia hasta mi España, <v Perlas llueve en los hogares.
Impera allí «n la -cabanas; •Slot esd aquí te aman, tanto;
Impera aquí en el palacio... Porque, más que el mar arenas,
Tal vez sea un sueño mío, v^-^i Ofíeceís de gracia llenas
De los que á veces me aquejan Las conchas del blanco manto.
Y, al disiparse, me dejan Y aunque los Abismos armen
En el alma'hondo'vasío;-' Asechanzas á tus pies...
Pero entre ¿tregües;• airosos, / Paño de lágrimas es
Y en largas ondulaciones, La hermosa capa del Carmen.r
Entre rizados airones,
Entre calados vistosos,
Los nácares y corales III
Que orlean ,s.u vestidura, ,
Dicen á la Virgen pura: Si en Zaragoza un Pilar
«¡ Aquí, 5#be,n ló que vales!» La aclama Reina del suelo,
Conchas por pliegues ostentas, La ensalza' el Monte Carmelo • •••
Lágrimas por perlas coges:. Por Reina de Cielo y Mar. • ni.'
Cuando^ tu manto descoges, Y cuando rasga el espacio : i:
Gracias,de.l Cielo presentas. Nacarada nubécula, , ¡ >.
En anchas gotas de lluvia Encuentra augusta capilla
Pas^s con cetro y diadema; Y altar en condal palacio. >•'
;
Si llevas de Madre emblema, Con tan santo relicario >
Eres benéfica pluvia. Viven sus dueños seguros,
Busp^s.el duelo y quebranto; . Pues son sus mejores muros
Y de angustias y de penas Cordones de Escapulario.
Arrastras las canchas llenas, En pardas claves de piedra :: '
Esas conchas de tu manto. De arcos, puertas y ventanas, •'•<
¡ Qué no en balde has dé llevar, Las armas Carmelitanas .'-'
I¡!
Ni hay otro que más te cuadre,' Lucen entré amiga yedra.
i!
Que eí dulce nombre de Madre, Su torre del homenaje -
Madre de este amargo mar! Es la Torre de marfil:
Amargas son como pocas Penden de ella escudos mil
Sus aguas, tristes sus playas; En coronado almenaje.
Más punzantes que azagayas Sobre marmóreo pilar, •'•'•••
Sus escollos y sus rocas. Mecido del aura al son,
Pero Tú, vida y dulzura, Se iza blanco pabellón:
Mostrándote en lontananza, ¡El de la Reina del Mar!

fr. florión del Carmelo Jeresiano.

•M'.;1»'ÍMV4' •tK3>-t*T
LA PATRONA DE LA M A M A DE GUERRA ESPAÑOLA

|A Virgen Santísima del Carmen, de quien andan escritas


muchas historias, y de quien se tiene por verdad averigua-
da que procede de remotos siglos, es hermosa como el Sol, es-
cogida como la L u n a , rutilante como las estrellas y nítida como
la flor que bebe el rocío de la mañana, llamado por los poetas
el licor de los dioses, y más poderosa para salvarnos que cien ejér-
citos dispuestos en orden de combate. Terribilis ut castrorum acies
ordinata.
Mil escudos de defensa, mil broqueles de salud penden de sus
sagradas almenas, con toda la fuerte artillería de los guerreros
de Israel. Mille clypai pendent ex ea omnis armatura fortium.
La Reina del Escapulario, la Reina del Mediterráneo, que
desde las coronadas cumbres del Carmelo domina aquellos ma-
res, más bellos que las graciosas ninfas, hijas de Febo, las cua-
les abren las puertas de la aurora, tiene ya en sus manos las
llaves de Neptuno, para proteger las flotas españolas.
Comprendiendo el alto valimiento de la Virgen del Carmen,
la augusta dama que se sienta en el trono de Isabel la Católica
y de San Fernando la ha declarado Patrona de la Marina de
guerra española.
La Real orden salió hace poco en la Gaceta de Madrid, dispo-
niendo que las fiestas religiosas que, según costumbre inmemo-
rial, celebraba el personal de Marina los días 2 de Mayo y 3 de
Julio, por ser aniversarios de gloriosos hechos de armas navales,
se celebren en adelante el 16 de Julio, festividad de Nuestra Se-
ñora del Carmen (1).

(1) El Boletín Oficial del Ministerio de Marjna trae una Real Orden en.
que se ha dispuesto que para celebrar la festividad,de la Santísima Virgen
del Garmen, declarada Patrona de la Marina,,de,guerra, se observen las
prescripciones siguientes:
446 KL MONTE CARMELO

Hace unos ocho años que la Reina gobernadora declaró á Ma-


ría Inmaculada Patrona del ejército español, como puede ver el
curioso lector en la Gaceta de aquel tiempo. Ahora acaba de de-
clarar oficialmente á la Virgen del Carmen Patrona especial de
la Marina de guerra española.

Primera. El 16 de Julio será festivo para todos los individuos que perte-
nezcan á la marina militar; ondeará el pabellón en las dependencias esta-
blecidas en tierra, y en los buques que se encuentren en puertos nacionales
se mantendrá izado el engalanado de sol á sol.
Segunda. En el mismo día se celebrará en esta corte, en los departa-
mentos y buques de primera, que es donde hay personal eclesiástico, una
Misa, á la que asistirán en traje de gala los individuos de todos los cuerpos
y representaciones de las clases subalternas y de las de marinería y tropa.
Tercera. El día 17 se celebrará una Misa de Réquiem en sufragio de los
compañeros fallecidos, debiendo asistirá ella el personal indicado, en traje
de media gala.
Cuarta. En los departamentos se celebrarán dichos actos precisamente
en las parroquias castrenses; los tenientes vicarios facilitarán los recursos
propios de aquélla.
Quinta. En las provincias y distritos marítimos se verificarán también
los actos que quedan expresados, aun cuando sea con la mayor modestia; y
si aun de tal manera no puede sufragar el personal de aquéllas los gastos
que origine, bastará, para el espíritu y fines que informan esta disposición,
la asistencia personal á ellos.
Sexta. Las autoridades locales de Marina invitarán para los actos indi-
cados á comisiones de la mercante, de los buques que se hallen en los puer-
tos donde aquéllos se verifiquen, pues teniendo las dos marinas una misma
Patrona. mantendrá y aun estrechará tal medida sus lazos de afecto y con-
fraternidad.
Séptima. En los buques, cuarteles, destacamentos, academias y demás
dependencias de la Marina, se mejorarán los ranchos de la marinería, tropa
y alumnos, y se facilitarán los medios para que celebren algún otro acto de
esparcimiento. Los gastos que esto origine se satisfarán por los fondos eco-
nómicos y de entretenimiento respectivamente.
Octava. Los buques que se encuentren en el extranjero no verificarán
ninguna ceremonia exterior.
Y, por último, es también la voluntad de S. M. que los capitanes genera-
les de los departamentos, jefes de escuadra, buques y estaciones autori-
cen en dicho día los actos de índole privada que no redunden en perjuicio
del servicio y de la disciplina, y que se relacionen con la festividad.
De real orden lo expreso á V. E. para su conocimiento y demás efectos.
Dios guarde á V. E. muchos años.—Madrid 28 de Junio de 1901.—El D. de
:
Veragua. — Sr. Presidente de la Jutotá Consultiva de fa Armada.—Señores
Capitanes generales de los departamentosdetífeidlz,'Ferial y Cartagena.—
' -Sr. Pro-vicario genéral.castrense.' ;-•- ';"{ > ' ; • ' '•• '••..: ''-.«t
j LA PATRONA DE t.A MARINA DE GUERRA ESPAÑOLA 447

! Preciso es confesar que la elección no puede ser más acerta-


¡ dá, providencial y aplaudida por todos. Toda Patrona debe te-
I ner poder para proteger, y voluntad para ejecutarlo. En la Vir-
i gen del Carmelo se reúnen las dos cosas por modo maravilloso.
Tiene en sus sagradas manos, no sólo las llaves del Reino de los
Cielos, sino también las llaves del abismo de las aguas, para
abrir y cerrar los mares.
Puede afirmarse que el culto de la Virgen del Carmen nació
de las azuladas y frescas ondas del mar, cuando Elias vio desde
el histórico monte de los profetas levantarse del Mediterráneo
la blanca nube que simbolizaba á María.
Los antiguos tuvieron por cosa sagrada al diáfano y terso ele-
mento, y por eso dieron á Neptuno el cetro del vastísimo impe-
rio de los mares. Según cuentan los poetas de la mitología, él
fué el primero que echó al agua las naves, cuando su padre Sa-
turno le hizo gran almirante de las escuadras que se dirigían á
las playas de Troya.
Suelen representarle con la corona real en la frente, con el fa-
moso tridente en las manos, sentado en una concha nacarada y
llevado de las sagradas ninfas por los anchurosos espacios del
Océano. Pero María del Carmen, Señora de alto poderío, con
mayor motivo que el dios Neptuno, es la Reina del insondable
mar y del refulgente cielo, como canta el antiquísimo poeta Or-
feo: Progenies maris pariter, ccelique nitentis.
Ahora, con el nombramiento de la Reina, la protección de la
Virgen del Carmen con respecto á la Marina española se ha he-
cho oficial, casi dogmática, políticamente hablando. Nuestros
insignes marinos y bravos guerreros D. Alvaro de Bazán, Vasco
de Gama, Vasco Núñez de Balboa, Magallanes, Sebastián El-
cano y Miguel de Legaspi, ese glorioso senado de argonautas
españoles, se habrá entusiasmado en sus panteones, á pesar del
eterno reposo en que descansan.
Para probar el gran acierto que ha tenido la Reina de España
al declarar á la Virgen del Carmen Patrona jurada de la Marina
de guerra española, bueno será reproducir aquí algunos casos.
San Luis, rey de Francia, hijo de Doña Blanca de Castilla,
volvía á París de su viaje á Palestina, y, al pasar por el golfo de
San Juan de Acre, el buque dio contra una roca, creyéndosele
perdido sin más remedio. El rey se puso de rodillas á hacer ora-
ción, y se oyó á lo lejos el eco sonoro de la campana del Monte
44» EL MONTE CARMELO

Carmelo, que llamaba á los solitarios de aquel verjel de María


á Maitines. En seguida hizo San Luis promesa de visitar el cé-
lebre santuario si se salvaba la tripulación.
Según el testimonio de un testigo ocular, como por encanto
se vio la nave en el puerto, desembarcaron al pie de la sagrada
montaña, y asistió el hijo de Doña Blanca á Maitines. Entonces,
para dar gracias á la Virgen del Carmen, por cuya intercesión
había alcanzado tan señalado favor, tomó el Santo Escapulario,
y trajo consigo algunos carmelitas á París.

Santuario del Jtfonte Carmelo,

Tal vez desde aquella fecha data entre los religiosos del Mon-
te Carmelo la costumbre de añadir en la Letanía Lauretana: Rei-
na de los navegantes, ruega por nosotros.
La isla de Malta era muy codiciada por los turcos en 1565,
porque, ganada aquélla, peligraban los dominios españoles de
África. En su consecuencia, un ejército numeroso al mando del
terrible Solimán II tenía bloqueada dicha isla, y, en cuatro me-
ses que duró el estado de sitio, perecieron como bravos leones
muchos miles de españoles.
El gran maestre de los caballeros de Malta, hombre de in-
comparable valor militar, viéndose invadido por doscientos bu-
ques de guerra, que dispararon sesenta mil balas de cañón con-

^I®*<jSIS\^iPlSN/e>It-iN^'i'«f-\^>lIí«^^-Mr-v.-.'
LA PATR0NA DE LA MARINA DE GUERRA ESPAÑOLA 449

tra los cristianos, á juzgar por lo que dicen los historiadores ára-
bes, pidió el socorro de Felipe II de España, y las tropas de re-
fuerzo se embarcaron el día de la Virgen del Carmen en el puer-
to de Mesina (Ñapóles), que entonces pertenecía al cetro de Es-
paña, con rumbo á la isla de Malta.
Habiendo llegado felizmente la escuadra cristiana al teatro dé
las operaciones, después de ocho horas de nutridísimo fuego por
ambas partes, obligó al formidable Solimán II á levantar el si-
tio, replegándose los turcos en los abrasados arenales de África.
En seguida tremolaron las banderas de la Cruz y de la Virgen
en los muros de Malta; Pío V envió el capelo de cardenal al gran
maestre de los caballeros, Juan de la Valette, que éste rehusó
con profunda modestia, y todos dieron gracias al Dios de las
victorias.
En memoria de este glorioso hecho de armas naval, los caba-
lleros de Malta regalaron al convento de los carmelitas de Ña-
póles una terrible bala, cuya fuerza había vencido el santo Es-
capulario, declarando el triunfo en favor de los cristianos.
Hacen mención honorífica de esta memorable batalla el Pa-
dre Daniel de la Virgen, en el Espejo Carmelitano, y el obispo
francés Lafiteau, en un libro que escribió sobre la devoción á
María: ambos atribuyen la victoria á la Virgen del Carmen.
La Virgen Santísima del Carmen es, pues, por Real orden, la
Patrona, Capitana y Generala de la Marina de guerra española,
cuya guarda está bajo su sagrada tutela y protección. Así es de
esperar que le quepa mejor suerte que á la Armada Invencible
en las costas de Flandes, y á la Escuadra de Cervera en las aguas
de Santiago de Cuba.
Doña María Cristina puso hace algunos años esmeraldas en
la banda azul de María Inmaculada, haciéndola Patrona del Ejér-
cito español; ahora ha puesto diamantes en el manto blanco de
la Virgen del Carmen, declarándola Patrona y Abogada de la
Marina española, con júbilo universal de todos sus devotos.

fr. -Cusebio de la Jfsunc¡6i¡.


esos i « s ojos •m,ise,zi®QT¿LÍQSQ&.
(HISTÓRICO)

,. IA imagen de la Virgen del Carmen, del convento de San Ci-


'•w * rilo, era el embeleso de todos los fieles de Alcalá de Hena-
res, que, sin interrupción, acudían durante todo el día á la iglesia
de los carmelitas descalzos á depositar á los pies de la que llama-
ban su Reina, su Madre— hasta su novia (sic) la llamaba alguien
para expresar la vehemencia de su cariño—el homenaje de su
culto, las efusiones de su afecto filial, las ternezas y expansiones
de su amor.
Aquella mirada clara y transparente como cielo oriental al
medio día; aquella cabeza erguida, en cuya frente se reflejaba la
majestad de reina, la ternura de madre y la pureza de virgen;*
cuyos labios parecían abrirse como para hablar; aquella mano
que sostenía al Niño Jesús y suavemente le recostaba sobre el
pecho virginal, tenían un mágico divinal hechizo que atraía á sí
los corazones y los retenía aprisionados con las suaves cadenas
del amor.
No había sacerdote ni lego, religioso ni seglar, que no tuviera
en la historia de su vida escrita alguna página de favores recibi-
dos al pie de aquella encantadora imagen.
Dentro del convento era frecuente sorprender á los colegiales
de San" Cirilo en animada conversación sobre la hermosura sin
igual de su amada Virgen Carmelita, ó escuchando en silencio á
alguno de los Padres ó Hermanos referir nuevos prodigios y gra-
cias obrados por la milagrosa imagen de María.
Un día, muy de mañana, avisó el Hermano sacristán al Pa-
dre Rector que se había efectuado un fenómeno extraño en la
Virgen, cuya cabeza, antes recta y erguida, se había inclinado
ligeramente hacia el lado izquierdo. Sorprendido el P. Rector,
VUELVE A NOSOTROS ESOS TUS OJOS MISERICORDIOSOS 45J

resistíase á dar crédito á las palabras del Hermano, pensando


sería una ilusión de sus sentidos. Bajó á la iglesia y se dirigió,
deseoso de comprobar por sí el hecho, al altar de la Santísima
Virgen del Carmen; y, en efecto, lo dicho por el Hermano, sa-
cristán era verdad: la imagen era la misma, pero la posición de
su cabeza y la mirada de sus ojos habían variado. ¿Qué había
sucedido? ¿A quién había inclinado la amantísima Virgen su di-
vina faz, antes elevada y mirando al cielo, ahora inclinada hacia
la tierra? ¿Á quién dirigía su mirada, majestuosa antes como de
Reina, amorosa ahora como de Madre? Porque ello es que la
imagen, sin perder de su perfección, había ganado en encanto,
en belleza, en ternura. Antes tenía algo de Reina y de Madre,
ahora todo era maternal y piadoso. Antes tenía aspecto como de
quien escucha ruegos, de quien recibe súplicas; ahora, de quien
otorga y concede favores.
Seguía el P. Rector la dirección que marcaban los ojos de la
Virgen, y notó por su inclinación que fijaban la mirada á poca
distancia del altar, como parándose en alguien postrado á sus
pies; y al punto ocurriósele al R. P. que algún religioso postrado
la noche precedente a l a s plantas de María, solicitando alguna
gracia, había atraído á sí la mirada piadosa y rostro amante de
la Madre del Carmelo, en señal de que sus oraciones eran aco-
gidas favorablemente en los alcázares del Cielo.
Pero ¿quién sería el religioso afortunado?
No fué tarea difícil averiguarlo.
Muchos religiosos velaban buena parte de la noche á los pies
de la sagrada imagen, depositando en sus aras las últimas cor-
dialísimas efusiones del día, y despidiéndose de su Madre para
ir á descansar. Conociendo esto el P. Rector, pronto supo quié- •
nes y hasta qué hora habían estado la noche anterior en la capi-
lla de la Virgen del Carmen, y averiguó que el último en reti-
rarse había sido un colegial, el Hermano Agustín de Jesús Ma-
ría, y que, hasta la hora en que los demás habían terminado sus
devociones, la imagen conservaba la posición antigua, afirmando
asimismo todos los religiosos que se habían ya dormido y nadie
había sentido aún al Hermano Agustín retirarse á la celda. ,
El agraciado, pues, con aquel favor prodigioso de la imagen
benditísima de la Virgen, el mirado por los ojos purísimos de la
Madre del Carmelo, era indudablemente el Hermano Agustín de
Jesús María.
452 EL MONTE CARMKLO

Era este religioso natural de Huercanos, pueblo de la Rioja,


y desde muy joven se había consagrado á Dios, vistiendo el há-
bito carmelitano en Pastrana en el año 1735, y logrando du-
rante sesenta y dos años de vida religiosa gran santidad y favo-
res extraordinarios de Dios, que le dieron fama universal é hicieí-
ron su sepultura gloriosa. Tuvo otros dos hermanos, carmelitas-
descalzos (1), y una hermana en el convento de Madres carme-
itas del Corpus Christi de Alcalá (2), de muy esclarecida virtud,.
y que murió también en olor de santidad. Las indicadas religio-
sas de Alcalá cuentan muchos prodigios del V. P. Agustín de Je-
sús María, que ellas oyeron referir á un P . Provincial muy an-
ciano, que de joven le conoció y trató.
Persuadido el P. Rector de que la virtud del joven colegial ha-
bía obrado aquel extraordinario y misterioso prodigio en la ima-
gen de la Virgen, le llamó y le dijo:
— Hermano Agustín, parece que la Virgen ama y distingue
á V. C. con predilección y cariño especial.
— Más de lo que merezco, Padre nuestro: no pasa ningún día
sin que esta amorosísima Madre me conceda alguna gracia,,
aunque yo, ingrato, muy poco me aprovecho de ellas.
— Ojos piadosos tiene María para V. C , ¿no es así?
— Ojos de Madre, P. N., siempre fijos en su hijo.
—Y V. C. ¿los aparta algún instante de ella?
— ¡Madre mía! ¡Quién pudiera estar constantemente á sus-
pies, contemplándola siempre! Pero soy culpable de perderla de
vista muchas veces.
— Por la noche, no obstante, después de cumplidos sus debe-
res, no es poco el tiempo que la dedica: veamos, si no: ¿á qué
hora se apartó anoche de los pies de María?
— Alboreaba ya la mañana, P. N.
— Y ¿cómo tanto tiempo sin retirarse á su celda? ¿Es que le
hizo la Virgen alguna gracia singular? ¿Recibió, por ventura,,
alguna muestra visible de su protección y amor?
— Especiales son todas sus gracias, P. N .

(1) Hermano Juan de la Virgen del Carmen y Hermano Francisco de


Jesús María.
(2) La M. Gabriela de San Antonio, que fué cuatro veces Prelada de su
Comunidad, de carácter muy afable y relevantes dotes de gobierno y trato-
de gentes, con que se ganaba el aprecio de todos. Falleció el día 18 de Oc-
tubre de 1S01, á los setenta y dos años de edad y cincuenta y cuatro de re-
ligión.
VUELVE Á NOSOTROS ESOS TUS OJOS MISERICORDIOSOS 453
— ¡Ay, Hermano Agustín! Mire que algo sé; que la Virgen in-
clinó su bendito rostro hacia V. C..., volvió sus ojos amantísimos
para mirarle... ¿No es así? Cuénteme, cuénteme lo que le pasó.
— ¿A mí?...
— Sí, á V. C : dígalo, que será para gloria de Dios y dé su
Santísima Madre que se
conozca el milagro veri-
ficado anoche en la ima-
gen bellísima del Carmen
que tenemos en la igle-
sia. Dígalo, que se lo or-
deno en virtud de santa
obediencia.
-f
Obligado por este man-
damiento de su superior,
no pudo el Hermano
Agustín ocultar lo que
su humildad quería per-
maneciese secreto, y re-
firió el prodigio en estos
sencillos términos:
—YasabeV.R.,P.N.,
la gracia que tiempo ha
solicitaba de la Santísi-
ma Virgen; y, aunque se
r e t a r d a b a la consecu-
ción, hacía yo de modo,
ó, mejor dicho, Dios me
daba gracia de que el Milagrosa Virgen del Carmen que se venera
tiempo que transcurría en la Residencia de PP. Carmelitas de Madrid.
sirviera para afervorizar
más mi súplica y más afirmar mi esperanza. Anoche fui á postrar-
me ante María, con ánimo de no levantarme de sus plantas hasta
ver realizado mi deseo y logrado su favor. Pedíla con muchas lá-
grimas que mostrase era mi Madre, que volviera á mí sus ojos
misericordiosos y viera mi alma lastimada. Estaba yo solo en la
iglesia, alumbrada por la lámpara que lucía ante la imagen de la
Virgen y que parecía envolverla en un nimbo de gloria, y con ge-
midos que me ahogaban el pecho, y sin apartar mi vista del rostro
soberano de María repetía mi súplica, cuando, á eso de las doce,

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454 ÉL MONTE CARMELO

noté que movía la Virgen su cabeza, que la inclinaba hacia mí y


en mí fijaba su tierna, amorosa, maternal mirada, oyendo al mis-
mo tiempo unas palabras más armoniosas qué todos los concier-
tos que en mi vida han sonado á mis oídos: «Hijo mío, tu súplica
está despachada: mi divino Hijo te concede, por mi intercesión,
la gracia que me pides, y, como prueba del amor con que te miró
y recibo tus plegarias, quedaré desde hoy mirando hacia el lugar
en que estás arrodillado». Yo noté, P. N., el movimiento de su
cabeza y ojos inclinándose al lado izquierdo, hacía donde yo
estaba, y quedé extasiado de amor y embeleso al ver la expre-
sión encantadora de ternura y piedad que revestía su celestial
rostro, desapareciendo aquel reflejo de majestad y realeza que
antes unía á su mirar de Madre. Lo que sentí, no puedo expli-
carlo: un gozo celestial inundó con oleadas inmensas mi corazón,
y'me pareció que había sido transportado á la Gloria: yo oía ha-
blar á María: María me miraba: yo era feliz como los ángeles
del Cielo que sin cesar la escuchan , que sin cesar la contemplan;
y uniéndome á estos espíritus angélicos, á cuyo lado me creía es-
tar, pasé toda la noche cantando el Te Virginetn laudamus, Te
Dominam confitemur; hasta que las primeras luces de la aurora
vinieron á confundirse con los destellos de la lámpara; hasta que
el gorjeo de los pájaros vino á mezclarse con los cantos de los
ángeles y los míos.
Habiéndose divulgado este prodigio, la devoción de la ciudad
de Alcalá de Henares á la bellísima imagen de la Virgen del
convento de San Cirilo creció extraordinariamente, y todos los
días se disputaban los fieles en la iglesia el lugar que ocupaba el
venerable religioso cuando se verificó el milagro, y todas las
noches se quedaba allí algún religioso recogiendo la mirada de
aquellos ojos infinitamente misericordiosos.
Cuando los religiosos carmelitas de Alcalá fueron expulsados
de su convento por la ley draconiana de la exclaustración del
año 1835, esta milagrosa imagen de la Virgen del Carmen fué
trasladada al convento de MM. Carmelitas del Corpus Christi de
XSL misma población, aunque sufriendo el despojo del precioso
ÍJiño Jesús que tenía en sus brazos, y que no se sabe adonde ha
iido á parar, en cuya sustitución se ha colocado otro; y en el
año 1888 se trajo á Madrid, donde se venera con visibles efectos
y "pruebas de su prodigiosa protección en la Residencia de los
f*P. Carmelitas descalzos. fr. JIngél Jalaría.
)5v5§' * W*W "7IP"W *ílf "W»P"5p- "W W>K -/N-/'pí "W"TlPf'lt" •

UN VESTIDITO DE COLORES

Jactábase el Apóstol de no codiciar ni oro ni plata ni vestido de


nadie, recordando, sin duda, el consejo del Eclesiástico: In vestitu
ne glorieris unquam, y así lo mostró desde joven, como aparece en el
martirio de San Esteban; que no en balde notó el hagiógrafo haber
presenciado el suplicio con los vestidos del mártir á los pies: secus
pedes adolescentis.
En lo del oro y la plata estamos conformes; pero en eso del ves-
tido, aunque sea prestado, aunque sea ajeno, vamos, que no: no
me parece baladí gustar vestir traje de salud, y túnica de alegría, y
ropa de justicia, y cubrirse uno con blanco finísimo lino de Acaya;
byssino splendenti et candido. Más me agrada ganar primogenituras al
olor de ropas perfumadas, y llevar al cuello murénulas vermiculatas
argento, como la Esposa de los Cantares, y lúnulas y monilia y demás
zarandajas, y en las orejas inaures, eso es (aunque pesen como dos
anclas), que andar por ahí sin capa ni sombrero ni zapatos ni bas-
tón , como los primeros discípulos de los Apóstoles.
Cuestión de gustos: á otro le dará lo mismo vestir bien que vestir
mal; usar traje azul ó colorado; gastar blusa, americana, chupa ó
levita. Parece de poca monta el estudio de la indumentaria, y, si bien
se considera, es estudio de no poca importancia. ¿Que no?... Como
que responde, entre cosas, á un punto de no poca transcendencia en
el orden público de las gentes y los pueblos; á determinar el sitio y
vez que corresponde á cada individuo en la sociedad. Si en lugar de
eliminar el señor ministro de Instrucción Pública las clases de latín
que hasta ahora figuraban en el programa de segunda enseñanza,
añadiera al primer año del bachillerato esta asignatura, no tropeza-
ría uno después por ahí con gente que gasta levita sin deber usar ni
siquiera chaqueta, y con quien gasta calzones debiendo de ceñir al-
barda. Como que el vestido ocupa de derecho en las categorías aris-
totélicas especial y determinado predicamento, único exclusivamente
propio del hombre, qne no dio poco qué discurrir á Gilberto Porre-
tano y á Santo Tomás. Vamos á escarbar un poco en esto.

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según se venexa en eC g a t m m 6e Jiegotna.
45^ EL MONTE CARMELO

Si se ha de creer á Gilberto, de la unión del vestido y del que lo


lleva resulta en éste una nueva forma ó acto (habitio), que le consti-
tuye en determinada manera de ser: forma no incluida en ninguno
de los nueve restantes predicamentos ó clases á que deben reducirse
todas las cosas, y que por lo tanto, formando rancho aparte, consti-
tuye una especial décima categoría denominada habitus.
Suárez dice consistir el tal predicamento, no en el resultado de la
unión de las dos substancias (sujeto y vestido), sino en el mismo
vestido, en cuanto que informa, ornamenta y exorna al sujeto; de
manera que sea modificación de la vestidura, y por lo tanto extrín-
seca al sujeto, aunque á él adyacente. De modo que, aunque el ocu-
par el traje tal ó cual posición local corresponda al predicamento
ubi (objeción que ocurre), ocuparlo con respecto al sujeto bajo la ra-
zón de forma que lo exorna, al que se adapta ornamentándolo, cons-
tituye una modificación especial, un modo de ser accidental, no in-
cluido en otro predicamento. Me es lo mismo: para lo que yo busco,
es igual. En una y otra opinión hay que dar al hábito razón de for-
ma actuante en orden al sujeto vestido, y por lo tanto indica dos co-
sas: nueva perfección en el sujeto, y especial acción ab extrínseco que
la motive. Y basta de metafísica: vamos al bulto.
¡Carmelitas, cofrades de la Virgen del Carmen! Nos vemos vesti-
dos, y vestidos por la misma Santísima Virgen. Sus manos tejieron
nuestros trajes, nos impusieron su Escapulario. ¿Nuevo traje?, nue-
vo ser; ¿nuevo ser?, nueva forma; ¿nueva forma?, nueva acción que
la cause; ¿ nueva acción ?, luego nuevo fin en la mente, luego nuevo
afecto en el corazón. Nuevo traje de María, nuevo amor de María,
exquisito amor de María... No el que empezó en el Calvario, no el
del dolor, el de sangre, extensivo á todos los mortales, general á
todos los desgraciados, sino el íntimo, el escogido, el más delicado
de todos sus amores...
El predicamento del hábito, según Santo Tomás, es exclusivo
ornato de la criatura racional, y sólo impropiamente se predica de
los animales, á los que la madre naturaleza dotó de pieles, conchas,
plumas, etc., que no pertenecen á este predicamento. De ahí el vul-
gar pero profundo aforismo castellano:

«Aunque la mona se vista de seda,


Mona se queda...»

Las cosas inanimadas se hacen también de alguna manera partí»


cipantes de este predicamento, por alguna que otra semejanza; y
así se entapizan las paredes, se visten las imágenes.
Con mayor motivo se reducen en todo rigor á esta categoría las
TJN VESTIDITO DE COLORES 459

afmas, especialmente las defensivas, por participar más de vestidura,


cómo él arnés, la cota, etc.
E s , pues, principal objeto del vestido cubrir la natural desnudez
del hombre, poniéndole á cubierto de las inclemencias de la natura-
leza, habiendo sido el mismo Dios el que le vistió su primer traje,
como lo relata el Génesis: «Hizo también el Señor á Adán y á su
esposa túnicas de piel y se las vistió» (i).
Otro objeto tiene el vestido no menos importante, y es significar
sensiblemente el lugar, la posición que corresponde á cada uno en
sociedad con sus semejantes. Es, digámoslo así, un signo declarativo
del individuo social. A la manera que el nombre propio concreta,
señala al individuo en la conversación; es el signo oral determinativo
del individuo, como tal; y el título ó tratamiento manifiesta (también
oralmente) sus propiedades ó predicados de sociedad (permítase el tec-
nicismo); así, el vestido debe significar estos mismos predicados, de-
terminando su rango, posición, usos y costumbres sociales, con di-
versa hechura, calidad y colores.
De aquí, cuan ilógica y arbitraria sea la volubilidad de las leyes de
la rhoda, no variando tan fácilmente la posición social del individuo.

II

Pero otro uso tiene el traje, peculiar, característico, por universal


convención instituido, y fundado en su natural propiedad de ador-
nar, de embellecer, y es significar un grado de amor favorito, de
predilección y preferencia. El amor causa ó supone algún bien en
la cosa amada. El amor de Dios causa, es efectivo de la bondad; es
decir: porque Dios ama á la criatura, la criatura es buena, es ama-
ble. El amor creado, al revés, supone ya la bondad por la cual ama.
De uno ú otro modo, el acto de amor tiene un término ó efecto en
la cosa amada; pues bien: nada más propio para significar este efecto
del amor en lo amado que el vestido, prenda que por su naturaleza
puede incluir razón de perfección, de premio, de don y regalo; y
todo esto habitual y permanentemente.
¿Qué, no es signo de predilección un vestido majo? ¿Que no...?
Otra te pego: vamos á ver: ¿qué motivó toda aquella maraña de Re-
beca y Jacob para alzarse éste con el derecho de primogenitura de
su hermano, y recibir solemnemente la paterna y definitiva bendi-
ción, que equivalía entonces á toda una herencia? ¿A qué tanto plato
de asado, y entremetse de lentejas, y vestido muy perfumado, y guan-

(1) Genes., 3, 21.


46O EL MONTE CARMELO

tes de piel de cabrito? Pues bien á la vista está: comían todos en


casa, del trabajo de caza del hermano mayor, Esaú; y por eso dice la
Biblia que era amado de su padre; y, sin embargo, su madre, Re-
beca, prefería á Jacob: Rebecca diligebat Jacob (contrapone el texto):
ésta es la púa del trompo.
Y de José ¿qué dice la Escritura? (y aquí quería llegar yo); pues
estáclarito, clarito: Amaba Jacob á José, super omnesfiliassuos, más
que á todos los demás hijos; y al punto añade la causa: porque le ha-
bía engendrado en la vejez; é inmediatamente el efecto, el signo de este
amor: fecitque ei tunicam polymitam; para mostrárselo le hizo un ves-
tido de colores; porque le amaba con predilección le distinguió con
un trajecito de colorines (digo, se lo haría Raquel; porque supongo
que Jacob no manejaría el dedal y las tijeras).
Pero ¿á qué citar Rebecas y Raqueles? ¿A qué aducir principios
metafísicos? ¿Qué hace cualquiera madre cariñosa con el hijo tier-
no, con el hijo predilecto? Se morirán todos de hambre, vestirá ella
andrajos, vestirá á lo restante de su prole con más ó menos decen-
cia, con más ó menos gusto, si puede; pero, en tratándose del hijo
amado, para el hijo tierno siempre puede, siempre puede hacerle al
menos, al menos... un vestidito de colores, tunicam polymitam...
Nuestra Madre Santa Teresa, entre otras prendas, elaboró con
sus propias manos los primeros hábitos de sus hijos los carmelitas
de Duruelo y Pastrana; y para que sus hijos no fueran menos, aca-
bando un día de comulgar, trazó y cortó un molde de toca que sirvió
y sirve aún de patrón á todas las que usan nuestras religiosas; y se
conserva en el convento de San José de Avila. Andaba hacía días
ideando la tal pieza, y al fin dio con ella en la ocasión más á propó-
sito para tratar de modas, de sobremesa, de sobremesa eucarística. ¡Tan-
to importa á una madre el vestido de sus hijos!

III

Dos veces se ocupó la Virgen Santísima del traje de sus hijos pre-
dilectos del Carmelo: la primera, al inspirar á Elias en su visión
admirable la erección de la Orden profética del Carmen; la segun-
da, al distinguirnos magnífica y preferentemente con el don egregio
del Escapulario.
Vestía Elias de lana sin teñir, de lana blanca, porque blanco es
el color propio de María. Nos encarga el Sabio que nuestros vesti-
dos sean siempre blancos; y San Juan en el Apocalipsi dice que se-
rán blancas las estolas que se darán á los que venzan; y que la mis-
UN VESTID1T0 DE COLORES 461

ma sangre redentora del Cordero, con ser roja, tiene la propiedad


de blanquear las ropas que en ella se lavan.
En heráldica, el color blanco significa virtud, inocencia, integri-
dad, humildad. Es signo también de autoridad suprema; por eso es
toda blanca la indumentaria de los Papas. Con preferencia se usa el
color blanco para pedir y ofrecer paz: la bandera blanca es bandera
internacional.
Todo esto motiva razonablemente que el color blanco sea el color
peculiar propio de María. La misma Señora, en sus más célebres
apariciones, se ha dejado ver vestida de este color. Por eso las Ór-
denes esencialmente marianas, como son la de Santo Domingo, la de
la Merced y la del Carmen .convienen en él como en común substrato
ó género próximo. Este color en su hábito significa que son Órdenes
de María.
<Sn cuanto al origen del color marrón ó carmesí en nuestro hábito,
hay varias versiones: una pretende que el profeta fundador vistió
siempre lana de ovejas de este color, y que sólo era blanca su melota;
otra trata de probar que el traje del profeta fué todo blanco, pero
que, secándose las mandias de sangre que tiñeroa sus pieles al sa-
crificar las reses, y después los pseudoprofetas de jezabel, en aras
del Dios de Israel ultrajado por la reina, tomaron un tinte mjás
apagado, más obscuro, carmesí; y como tiñeron sus mangas, pecho
y falda, dio ocasión á que sus discípulos vistiesen el sayo de lana
obscura, conservando la capa inmaculada. Otra versión más autori-
zada prueba que el vestido de Elias, todo blanco, se chamuscó al
ser arrebatado el profeta en el carro de fuego, librándose la capá ó
melota, que, como refiere el texto sagrado, dejó caer á Elíseo; y eéto
expresa el color carmesí ó carmelita; lana quemada, lana combusta,
dando á significar místicamente que el estado de ignición, ése debe
ser el temple de un hijo del profeta.
Y de aquí con qué propiedad fué figurada la Virgen, Reina del
Carmelo, en la Mujer fuerte del libro de los Proverbios, al notar el
Sabio, precisa y gráficamente, que todos los de su casa vestían de
dos maneras: Omites domestici ejus vestiti sunt düplicibus.

IV

Pero la delicadeza de María vistiendo á sus hijos no era del todo


inusitada, puesto que la repitió con la Orden de la Merced. Si el
Carmelo era su herencia, su porción escogida, se hacía forzoso una
prueba más de amor sin límites, y ciertamente dentro del mismo or-
den, del mismo género de signo, en el vestido. Se hacíanecesaria
462 EL MONTE CARMELO

u n a señal más precisa; u n a , digamos, última diferencia, específica, esen-


cial distintivo entre las demás Órdenes marianas. E s t a señal se nos dio,
y e s el Escapulario del Carmen. Además, ser miembro de la grey
escogidísima de la Virgen era asequible á muy pocos: t a n t a capa,
t a n t a melota, tanta lana, pesaba mucho á la delicadeza del siglo. E r a
preciso, p u e s , un signo, una prenda de vestir q u e , completando y
coronando en los religiosos sus carismas y privilegios, los sinteti-
zara y acomodara en pequeño, en miniatura, á todos sus devotos, á
sus cofrades del Carmen.
•Y he aquí que Ana viste á su hijo Samuel un trajecito pequeñito,
muy mono, muy bonito, pero peque-
ñito; y que había de lucirle en deter-
minados d í a s , cuando fuera á Jeru-
salén; eso e s , á la procesión men-
sual del Escapulario... Et tunitam
parvam faciebat ei mater sua quam affe-
rebat statutis diebus. Ya no es sólo el
vestido de colores, sino que tiene
que regalarnos un vestido pequeñi-
to , tunicam parvam, para que lo pue-
dan usar los pequeñitos.
¡Terciarios y cofrades del Car-
m e n ! De vosotros se acordó María
al regalarnos el Escapulario. N o
hay que sudar la gota gorda car-
gando con la melota del profeta:
es un vestido ligero, pequeñito: tu-
nicam parvam.
Ana era figura de María, y no de
María como quiera (que también
San Simón Stoc/c- son figuras de la Virgen Rebeca y
R a q u e l ) , sino de María Madre de
religiosos. Samuel era hijo de un voto que hizo Ana por el que debía
consagrarlo, y de hecho le consagró, á Dios y al servicio de su tem-
plo desde sus primeros años.
Et magnificatus est puer Samuel apud Dominum (1). Y es ensalzado,
es magnificado el niño, el cofrade de María á los ojos del Señor.
Magnificencia y ensalzamiento expresados por tres fórmulas que en-
cierran las riquísimas promesas de la Virgen al P a p a Juan X X I I en
favor de sus carmelitas.

En vida protejo, en la muerte ayudo, en ti Purgatorio salvo.

(1) Reg., cap. 2.


UN VESTIDITOBE COLORES 4(63

Durante el curso de nuestra vida es traje de viaje, elegante, ligero,


á la última moda, que asimismo abriga y preserva de humedades,
porque es perfectamente impermeable. Ya en el término, como en la
muerte ayuda, es vestido de luto, de funeral, hasta mortaja. Disfraz
distinguidísimo, presagia feliz éxito en los tribunales del Juicio. Y por-
que en el Purgatorio salva, más segura que la soga de la caritativa Ra-
hab, facilita frecuentes evasiones de aquel lugar de tristeza, como
aquélla descolgaba los espías israelitas del muro de Jericó.
Traje también de boda, de festín eterno, que lucirá esplendente
entre las palmas de los mártires y los lirios de las vírgenes.
Para todo esto vale el Escapulario, sirviendo indistintamente de
uniforme, de armadura, de bata de casa, de crespones de duelo, de
abrigo, de sobretodo, hasta de impermeable. Sólo para una cosa.no
vale: para traje de baile.
Protejo, ayudo, salvo: capi-levi-frac, ni más ni menos; como la le-
vita de aquel célebre maestro de escuela. En el claustro y en él-ho-
gar; en la indigencia y en la opulencia; en el dolor y en la alegría;
en la vida y en la muerte. Signo sensible del amor escogido de Ma-
ría, expresa á María, ñgura á María, suple á María, obra por Ma-
ría , recuerda á María, cumple con María.
Pechos valientes, sin Escapulario no son valientes; pechos espa-
ñoles sin Escapulario del Carmen... no parecen españoles; porque ni
pecho español ni pecho valiente sin amor apasionado por María,
sin amor manifestado á María, y ni amor apasionado ni amor mani-
festado á María si no se adopta su emblema, si no se signa el pecho
con los blasones de su casa.
No se gloríe, pues, el cofrade de la Virgen en poseer oro ni,plata
ni vestido de nadie, sino sólo en el de María, en el Escapulario de
la Virgen del Carmen.
€ván de Jes., C. J ) .
SECCIÓN CANÓNICO-LITÚRGICA

EL SANTO ESCAPULARIO DEL CARMEN


SU IMPOSICIÓN ESPECIAL

EPETIDAS veces se nos ha juntó con estos cuatro escapula-


preguntado si el santo E s - rios otro llamado el escapulario
capulario de la Virgen del Car- rojo ó de la Pasión.
men queda válida y lícitamente La misma Congregación, para
bendecido é impuesto cuando se facilitar la bendición é imposición
bendice é impone juntamente con de estos cinco escapularios, apro-
los escapularios de la Santísima bó una fórmula en la que se hacía
Trinidad, de la Inmaculada Con- mención de los cinco escapula-
cepción, de la Pasión de nuestro rios en particular, á fin de que
Señor Jesucristo y de los Siete con ella se bendijeran é impusie-
Dolores. ran á la vez con la misma facili-
Para responder de una mane- dad y validez que uno solo (i).
ra satisfactoria á esta pregunta Después de esta concesión, que
que nos han hecho algunos de la Santa Sede hizo extensiva al
nuestros subscriptores, y allanar, clero, secular, y aun fuera de los
en cuanto nos sea posible, las du- misioneros, se introdujo la cos-
das que en adelante puedan ocu- tumbre, que mereció la aproba-
rrir, copiamos algunos decretos ción de la Sede Apostólica, de
que la Santa Sede ha dado sobre construir estos escapularios de
este particular. Los pondremos tal manera que hacía todavía más
en castellano, y con toda la cla- fácil la imposición, y, sobre todo
ridad que podamos, para que es- para los fieles, hacía más cómo-
tén al alcance de todos los subs- do su uso. Consistía esta costum-
criptores de E L MONTE CARME- bre en que, en vez de poner dos
LO, y en cosa tan importante se- cintas para cada uno de los esca-
pan á qué atenerse. pularios, sólo ponían dos para
A principios del siglo pasado los cinco, de manera que á las
concedió la Sagrada Congrega- extremidades de las cintas cosían
ción á algunos institutos religio- los ángulos superiores de los cin-
sos, en especial á los misioneros, co escapularios, para que de esta
la facultad de bendecir é imponer manera cayera una parte de cada
juntamente los cuatro escapula- escapulario por delante y la otra
rios siguientes: el de la Santísima por detrás, condición indispensa-
Trinidad, el de la Virgen del Car-
men, el azul ó de la Inmaculada (i) Decr. 27 Apr. 1887 in exordio
Concepción, y el de los Siete Do- apud Acta Sanctae Sedis, vol. xix, pá-
lores de la Virgen. Más tarde se gina 554-
SECCIÓN CANONICO-LITURGICA 4^5

ble para ganar las indulgencias. bajo estos dos títulos, juntó di-
Más tarde se introdujo otra chos escapularios para imponer
costumbre, cuyo resultado no fué los dos á la vez; pero, por equi-
tan feliz como el de la primera. vocación , puso las dos partes de
Se intentaba sustituir á los cinco un mismo escapulario juntas en
escapularios por uno solo, es de- una de las extremidades de dos
cir, que en vez de los cinco pe- cintas, de manera que las dos
dacitos de paño, correspondien- partes de un escapulario caían
tes á los cinco escapularios, uni- delante, y las del otro detrás.
dos por sus ángulos superiores á Consultó á la Sagrada Congrega-
las cintas, ponían solamente uno, ción si los dos escapularios pues-
que procuraban tuviera los cinco tos en esta forma eran válidos.
colores de los cinco escapularios La Sagrada Congregación con-
que querían representarse. No fal- testó: Negative et ad mentem: la
tó quien, dudando de la validez mente de la Sagrada Congrega-
de este escapulario, consultó á la ción, continúa el decreto, es que
Sagrada Congregación, la que los escapularios no son válidos y
respondió que no eran válidos, que lo serían si las partes de ca-
porque en realidad no había cin- da escapulario estuvieran de tal
co, sino un solo escapulario (1). manera dispuestas que una caye-
Nosotros diríamos todavía más, ra por delante y la otra por de-
sin pretender con esto corregir el trás, aunque para los dos esca-
fallo de la Santa Sede; diríamos pularios sólo hubiera dos cin-
que, en todo rigor de verdad, ni tas (1).
siquiera había un escapulario, Como fácilmente pueden ver
porque, habiendo p r e s c r i t o la nuestros lectores, la S a g r a d a
misma Sagrada Congregación un Congregación autorizó también
color determinado para cada uno que los escapularios de la Vir-
de los cinco escapularios, como gen del Carmen y el de la Inma-
el color obscuro para el de la culada Concepción pudieran im-
Virgen del Carmen, el azul para ponerse juntos sin los otros tres.
el de la Inmaculada Concepción, Dicho todo esto por vía de
etcétera, etc., el escapulario de preámbulo, entremos de lleno en
que hablamos, según nuestro pa- nuestro asunto, en lo referente al
recer, á ninguno de los cinco se santo Escapulario de la Virgen
puede aplicar, porque, si bien tie- del Carmen . objeto principal de
ne los cinco colores, no determi- esta Sección.
na ninguno en particular. El día 27 de Abril del año 1887
No estará de más, ya que ha- dio la Sagrada Congregación de
blamos del santo Escapulario de Indulgencias un nuevo decreto,
la Virgen del C a r m e n , hacer cuyo encabezamiento es: D E SCA-
mención aquí de otro privilegio, PULARI B . M. V. DE MONTE CAR-
digámoslo así, que tuvo este es- M E L O A SIMULTANEA PLURIUM SCA-
capulario. Consistía este privile- PULARIUM TRADITIONE EXCIPIEN-
gio en que un sacerdote, que ha- DO. El texto del decreto es como
bía obtenido la facultad de ben- sigue: El Escapulario de los Carme-
decir é imponer el Escapulario litas, á quien, no solamente la noble-
carmelitano y el de la Inmacula- za de su origen, su veneranda anti-
da Concepción, deseoso de ex- güedad y su dilatadísima propagación
tender la devoción de la Virgen en el pueblo cristiano, sino también
los saludables efectos de piedad que
(1) Decr. 18 Apr. 1868, N . 4 2 3 ,
ad 6.m (1) Decr. 26 Sept. 1 8 6 4 , N . 4 0 8 .
466 KL MONTE CARMELO

ha producido y los milagros porten- Nuestro Santísimo P a d r e , P a -


tosos que ha obrado recomiendan de pa León X I I I , el día 17 de Abril
una manera admirable, PARECE P E - de 1887, aprobó la respuesta dada
DIR UNA DISTINCIÓN DE HONOR EN por li'S Emmos. Cardenales, y decre-
EL MISMO ACTO DE SU RECEPCIÓN, tó que en adelante no se concediera
PARA QUE, NO JUNTAMENTE CON dicho indulto,y todos aquellos áquie-
LOS DEMÁS V COMO UNO DE ELLOS, nes había sido concedido por la Santa
SINO á la manera que la B. Virgen, Sede bajo cualquier nombre ó forma h
en su primitiva institución, lo entre- aun las Ordenes regulares y Con-
gó al B. Simón Stock como propio gregaciones . sólo fuera válido AD DE-
distintivo de su Orden, SE ENTRE- CENNIUM , por diez años, á contarde
GUE TAMBIÉN Á LOS FIELES, Y NO la fecha.
JUNTAMENTE CON LOS DEMÁS ES- H a y que tener presente qué
CAPULARIOS. este decreto del P a p a sólo se re-
E s t e decreto motivó el que se fiere al rito de bendecir é impo-
propusiera á la Sagrada Congre- ner el Escapulario del Carmen
gación la siguiente pregunta: juntamente con los d e m á s , y n o
¿Es conveniente que el Escapula- prohibe el q u e , una vez bendeci-
rio de la B. V. María del Monte do é i m p u e s t o s e p a r a d a m e n t e . s e
Carmelo, por causa de honor y devo- p u e d a j u n t a r con los otros cuatro
ción, se bendiga é imponga por se- en la forma d i c h a , ó sea cosién-
parado y no juntamente con los otros dolos todos por sus ángulos supe-
cuatro ó muchos escapularios ? riores á dos únicas cintas.
Los E m m o s . Cardenales, des-
pués de haber examinado y pon- nis tradisse fertur B. Simoni Stokio, fide-
libus qttoque distinctim tradatur, ne eum
derado la gravedad del asunto, alus simul scapularibus connumeretur...
contestaron afirmativamente, y ro- Hinc S. Congregationi Indul. sequen»
garon al Sumo Pontífice para que dubium disentiendum propositum fuit.
el indulto que se había concedido in Utrum conveniens sit scapulare B. M.
perpetuum, aun á las Ordenes reli- V de Monte Carmelo, honoris et devo-
giosas y á las Congregaciones, para tionis causa, separatim potius et distinc-
investir á los fieles de Cristo el Esca- te, quam comulative et commixtim cum
pulario carmelitano juntamente con alus quatuor vel pluribus scapularibus
los otros escapularios, se revocase ó benedicere et imponere ?
se limitase á un número determinado Emmi. Patres die 26 Martii 1887, re
mature perpensa, rescripserunt: Affirma-
de años, y que en adelante no se volvie- tive: et consulendum Smo. Indultum hu-
ra á conceder (i). cusque in perpetuum concessum, etiam
Regularibús Ordinibus et congregationi-
(i) Die 27 Aprilis 1887, aliud decre- bus induendi christijidelibus scapulari
tum prodiit ex S Indul. Congregatione. carmelitico commixtim cum alus scapu-
De scopulari B. M. V. de Monte Car- laribus revocetur, et ad detcrminatum
melo a simultanea plurium scapularium tempus coarctetur, ñeque in posternm am-
tradiiione excipiendo. Porro scapulare plius concedatur.
Carmelitarum quod nobilitas ipsa origi- SS. D. N. Leo Papa XIII, sub die 17
nis, veneranda antiquitas, latissima ejus- Aprilis 1887, Patrum Cardinalium respon-
dem in christiano populo pluribus abhinc sionem approbavit decrevitque ut prae-
saeculis propagatio, necnon salutaris per fatum Indultum in posternm non amplius
illud habiti pietatis effectus, et insignia concedatur, ac illi omites, etiam Regulares
quae perhibentur patrata miracula mira- Ordines vel Congregationes quibus Indul-
biliter commendant, vmnino postulare tum ipsum, quocumque nomine vel forma
vidttur distinctionem honoris in ipso re- ab Apostólica Sede esl concessum, eo tan-
ceptionis act.u, ut non quidem cum alus tummodo AD DECENNIUM perfruantur ab-
commixtim, quasi unum ex pluribus, sed hoc die computandum. (Acta S. Sed .vo-
prouti in sua primitiva ¡nstitutione illud lumen xix, pág 554; Acta Ord. Min ,
B. Virgo úti tesseram propiam sui Ordi- ann. v i , p£g. 113).
=¿n^3=¡iii¿—jft^rfm¿^ai1ni7iitT¥í?ii'»niBTi'itt

A LA VIRGEN DEL CARMEN 467

De todo lo dicho pueden dedu- otros escapularios, y, en su con-


cir nuestros lectores, como con- secuencia, deben siempre los fie-
clusión clarísima, que desde el les pedir al sacerdote facultado
día 17 de Abril de 1897 son invá- el que el Escapulario carmelita-
lidas las imposiciones del Esca- no se les imponga con imposición
pulario del Carmen que se hayan especial y por separado de cual-
hecho ó se hagan por cualesquie- quier otro.
ra religiosos ó seglares junto con

la ^ivgen del Q¡¡ armen

SALUTACIÓN

Augusta Reina del Cielo Y que eres bello ideal


que prestas luz á la aurora, de amor y de caridad,
das perfumes al Carmelo, é inñnito manantial
á los marinos consuelo, de ese néctar celestial
y de ambos mundos Señora; que aspira la cristiandad;
Que de los astros más bellos Florido verjel sagrado
eclipsas sus resplandores, de perfumes y ambrosías
y á la luz de tus destellos que los cielos han cantado...
desaparece de ellos á tus pies arrodillado
el brillo de sus colores; ¡te saludo...! ¡Son tus días!
Que, cual bote salvavidas, Sí; Virgen Madre adorada,
tiendes tu manto en el mar, te saludo, porque siento
acogiéndose perdidas una dicha alborozada
almas ya desfallecidas al hallar en tu mirada
que el agua va á sepultar; frases para el pensamiento.
Que en los campog de batalla ¡ Salve, Reina de los mares !
convertidos en osario ¡ Compendio de la hermosura!
y cuando la bala estalla ¡ Esposa de los. Cantares!
sirve de acerada malla Devuelve á los patrios lares
tu bendito Escapulario; á los de fe insegura.
Y al horrísono sonar Y devuelve ¡ oh Madre mía!
de fúnebres estampidos, al suelo de sus hogares,
sólo se oye pronunciar velándoles noche y día
tu nombre, para calmar y con tu faro por guía,
tantos ayes y quejidos; á los que cruzan los mares.
Que en este mundo infernal Que entre alegres barcarolas
morada de sinsabores, ellos también te bendicen,
eres bálsamo del mal, y entre la voz del serviolas
y con celo sin igual y el murmullo de las olas
mitigas nuestros dolores; un saludo te dirigen.
\^68 EL MONTE CARMELO

" ' Y á l b s que en triste montón, los barcos empavesando,


^ilá,abajo 1 confundidos mientras las aguas, rastreras
' e n horrible confusión, como traidoras p a n t e r a s ,
feó'rí sólo'una bendición la zarpa están acechando; '
' y^áeén ;todos' sumergidos; P e r o T ú , Reina de Amor,
' l Y á los1 que ¡ M a d r e ! marcharon hoy que se adornan las cuerdas '
á cruzar el mar ¡felices!, y ostentan lazos los sables,
y en su camino encontraron ' no permitas que se labren
olas que les sepultaron tumbas de aquesta manera.
entre escollos y arrecifes; ¡Adiós, Estrella del alba!
Y á los que sólo el vivir ¡Madre mía muy amada!
querían p a r a gozar, ¡Almiranta americana
y el viento enterró al venir de la Marina chilena!,
con su salvaje rugir que General y soldados
entre las algas del m a r , sobre su pecho te llevan;
Cúbrelos bajo tu velo, una vez más yo te c a n t o ,
usa con ellos b o n d a d , y llegue el saludo al Cielo
y en las playas de tu Cielo que enamorado te envío,
acógelos con anhelo j u n t a m e n t e con mi ruego.
por toda la eternidad. Y escucha, celestial R e i n a ,
¡ Todo el orbe te saluda, cómo hoy en toda E s p a ñ a ,
Virgen y Madre amorosa! mar afuera y tierra a d e n t r o ,
Y lo mismo en T i se escuda se oye un grito entusiasmado
quien en vida ve tu a y u d a , q u e , cual general concierto,
que el que está bajo la losa. dice, entre cantos del valle
¡Salve, salve, G r a n Señora! y entre alegres barcarolas:
E l universo te aclama « ¡ V I V A LA V I R G E N DEL C A R M E N ,
desde que rompe la aurora,. EXCELSíSIMA PATRONA
y nadie ya se desdora DE LA MARINA MERCANTE
cuando tu nombre proclama. Y DE LA ARMADA ESPAñOLA! »
Y hoy se izan las b a n d e r a s ,
j7//redo Jfárcerja,
Piloto de la Marina mercante.
CISIONES EN BUENOS AIRE^.—Carísimo P. Director de E L MONTE
CARMELO.—A los : pocos días de haber llegado á esta bellisi-
tria'ciudád de Buenos Aires tuve que salir1 acompañando al R e -
verendo P. Angelo, Superior de esta residencia, Con-el objeto de
dá-lf una misión que nos había encargado el Exemo. Sr. Arzobispo.
¿Él punto destinado al efecto era el pintoresco barrio de'Belgrano,
'que dista dos leguas del centro y tiene 25.0Q0«habitantes. Aunque
<él: recibimiento fué algo indiferente, empezamos á trabajar con-
fiando en la gracia de'Dios y en la protección de nuestra Madre
Santísima del Carmen, bajo cuyo patrocinio especial pusimos la
;
sánta misión. Nuestra esperanzado fué vana, pues en los quince
'días que duró la misión, y en la que se<dirigió al pueblo la palabra
'divina hasta sesenta veces, conseguimos que veintidós amance-
bados se unieran en legítimo matrimonio, que se bautizaran diez
y n u e v e adultos, entre éstos tres protestantes, y sobre todo que
se confesaran muchísimos que no lo habían hecho en treinta, cuá-
r e h t a y h a s t a en sesenta años, teniendo el consuelo de que se
acercarán á recibir la comunión 1.104 personas. El pueblo quedó
muy entusiasmado con la Virgen del Carmen, cuyo escapulario
impusimos á innumerable gente.
Este fruto, que no pudieron conseguir otros fervorosos misione-
ros que misionaron allí hace dos años, es debido sin duda á las
continuas oraciones y penitencias que hacen nuestras madrea car-
:
melitas de todo el mundo, cumpliendo la misión que les encargó
su1 Santa Madre de rogar por los que se dedican á convertir á los
infieles y pecadores, salvando las almas redimidas con la sangre
¡preciosa de Jesús. ••
Déaquí á pocos días empezaremos (D. M.) otra misión de quince
días en la parroquia de la Merced, que está junto á l á Catedral, y
1
será inaugurada con un sermón del mismo Sr. Arzobispo.
De*V. R. indigno hermano en Jesús, Fr. Bonifaciode la Sa-
•gj'adti1 FamiliajC D:-*(&aénos Air«Sj Mayo 1901.) -
470 EL MONTE CARMELO

UN NUEVO áNGEL. — U N NUEVO SACERDOTE. — U N NUEVO RELI-


GIOSO.—La restauración de la Comunidad de carmelitas descaí- ?
zos en su histórico convento de Pamplona, promete ser fecunda '/
en frutos de bendición, á juzgar por los que ha producido ya en )
sus albores. )
El primero ha sido para el Cielo, adonde voló el día 17 de Mayo j
último, á tos veintitrés años de edad y seis de profesión, el angelí- í
cal hermano José Ignacio de San José, á quien el Señor concedió t
que en pocos años llenase muchos tiempos, y cuya alma, por ser j
agradable á Dios, fué sacada apresuradamente de este mundo de 1
iniquidades, para que la malicia no mudase su entendfyíijfento, y j
la ficción no engañase sus potencias: ¡dichoso él! j
El segundo para la Iglesia y para la sociedad, por haber sido !
elevado al sacerdocio, en las últimas témporas de la Santísima |
Trinidad, el R. P. Antonino de San Alberto, quien, concluidos sus j
estudios teológicos con aprovechamiento en nuestro convento de i
Vitoria, había sido trasladado, ya diácono, al convento de Santa ¡
Ana de Pamplona, en cuya iglesia ofreció por primera vez al Al- ]
tisimo la Hostia pura, santa é inmaculada, que aplaca la ira del |
Omnipotente y atrae sobre el mundo prevaricador la gracia, el ¡
perdón y la misericordia, en vez del castigo merecido por sus cul- j
pas; y también por haber empezado á ejercer en la misma Iglesia i
el ministerio apostólico, anunciando al pueblo la verdad revelada ¡
y haciéndole participante de aquella ciencia que custodian los j
labios del sacerdote y que, al tocar las almas de los fieles, cual i
bálsamo saludable cura las enfermedades de su espíritu. !
El tercer fruto, aunque ha sido para Dios, para la Iglesia, para ¡
la sociedad y para la Orden Carmelitana, principalmente lo ha i
sido para el individuo. El R. P. Juan Tomás del Sagrado Corazón ¡
de María, ejemplar y dignísimo sacerdote en el siglo conoció á ¡
tiempo el ningún valor de las grandezas, dignidades y satisfac- i
cioftes que aun dentro de su estado el mundo le ofrecía, y se r e - ¡
solvió á abandonarle, vistiendo el tosco sayal del carmelita des- j
calzo, el hábito santo bajado del Cielo por la misma Madre de J e - i
sus, y después de cuatro años de vida religiosa, en que ha gusta- ¡
do y visto cuan suave es el Señor en medio de las austeridades de j
una vida penitente, se consagró á Dios por medio de la profesión (
solemne, el 16 del mismo Junio, en el citado convento de Pamplo- !
na. Concurridísima estuvo la iglesia por multitud de fieles ávidos j
de presenciar este acto heroico, que se verificó después de la Misa I
solemne, y hondamente conmovido se sintió el auditorio al oir al ¡
R. P. Constancio ponderar las ventajas de la vida religiosa, con
su obediencia, castidad y pobreza, sobre la vida del,siglo, con j
sus llamadas libertad, riqueza y comodidades, y no menos ,al p r e - '
senciar las tiernas ceremonias, que acompañan y siguen al acto de
pronunciar sus votos el que se ofrece al Altísimo en holocausto i
perpetuo. j
A los tres la enhorabuena, y también á la Comunidad de Pam-
CRÓNICA CARMELITANA 471

piona, que bajo tan buenos auspicios empieza á recorrer los c a -


minos que la Providencia le tiene trazados.
VELADA EN HONOR á SANTO TOMáS DE AQUINO EN VALENCIA.—
"Mientras los sectarios del libre pensamiento se entretenían el
día 25 de Junio en promover desórdenes, apalear indefensos d e -
votos y romper cristales, en lo cual sin duda debe consistir el pro-
greso para ellos, asistíamos nosotros á un acto que demuestra cla-
ramente que el verdadero progreso tiene su. base y fundamento
natural en la religión católica.
En el convento de PP. Carmelitas de la calle de Alboraya se
celebraba la bendición del nuevo gabinete de Física, acto que pre-
sidió el M. I. Sr. Deán D. José Cirujeda, y al que asistieron mul-
titud de personas distinguidas de esta ciudad.
El local que se inauguró reúne las mejores condiciones para el
objeto á que está destinado, y en él pudimos admirar multitud de
objetos propios de un gabinete destinado á la enseñanza, entre
ellos una magnífica máquina eléctrica y un fonógrafo de gran per-
fección.
Con tan plausible motivo, los estudiantes carmelitas dedicaron
una solemne velada literario-musical al Doctor Angélico Santo
Tomás de Aquino, cuyo programa fué el siguiente:
1.° Sinfonía, "Muni pinson„.
2.° Panegírico del Santo, por Fr. Rafael.
' 3.° Solo de tenor, "Sacra Familia».
4.° Himno latino.
5.° Poesía griega y castellana, por Fr. José.
6.° Solo de tenor, "La huérfana,,.
7.° Poesía francesa, por Fr. Sebastián.
8.° Discurso latino, por Fr. Manuel.
9.° Ave María.
10. Discurso castellano, por Fr. José María.
Todos los hermanos carmelitas que tomaron parte en la velada
demostraron brillantes aptitudes y grande aprovechamiento, sien-
do muy aplaudidos, lo mismo que los Sres. Amorós, Traver y
otros, á cuyo cargo corrió la parte musical, en la que les prestó
grande auxilio el notable pianista Fr. Sebastián.
Felicitamos cordialmente á los P P . Carmelitas por la brillante
velada que se celebró eu su convento, y que sirvió para desmen-
tir las afirmaciones de aquellos que acusan de ignorantes á los
frailes, cuando en realidad los ignorantes son ellos, que carecen
en su mayoría de las más elementales nociones de todas las
ciencias.—Valencia y Julio de 1901„.
BODAS DE ORO DE UNA RELIGIOSA.—En el convento de carmeli-
tas descalzas de Ruiloba se ha celebrado el quincuagésimo ani-
versario de la profesión religiosa de la R. M. Cecilia de Santa Te-
resa, con un solemne triduo en que predicó el R. P. Modesto Soto,
S. J., haciendo ver las ventajas del estado religioso, y terminando
4^2 E l MONTE CARMELO'

el último día con un Te-Deum de acción de gracias por las que


ha hecho el Señor á la R. M. Cecilia en los muchos años de su
vida religiosa. Reciban esta Rda. Madre y su comunidad nues-
tra más cordial felicitación por acontecimiento tan notable.
VISITADOR PROVINCIAL DE C H I L E . — En el vapor Satrústegm
ha Jsalido de Cádiz con dirección á Chile el Rdo. P. Atanasio
del S. C , Definidor de la Provincia de Navarra,,que va á aque-
lla República en calidad de Visitador provincial. Le acompaña
él Rdo. P . Anacleto de San José. Que Dios les guíe en su viaje
y les dé acierto en sus gestiones y empresas.

DEVOCIONARIO TERESIANO.—Publicado el Devocionario Carmeli-


tano que ya conocen nuestros lectores, y que tan buena acogida
ha tenido en todas partes, deseaban los devotos de Santa Teresa
un Devocionario exclusivamente Teresiano, con cuyos ejercicios
satisficieran su piedad hacia la ínclita Doctora de la Iglesia. Este
deseo se ha realizado cumplidamente. Hoy tenemos el gusto de
anunciar un Devocionario en que un ilustre teresiano y amante
entusiasta del Carmen, D. Eustaquio de Salcedo, ha logrado r e -
unir una colección completa de oraciones, prácticas de devoción y
ejercicios piadosos en honor de Santa Teresa, impregnado todo
de unción santa y sabor místico. No dudamos que las socias de
las Archicofradías Teresianas, extendidas hoy por toda España,
y en general todos los devotos de la mística Doctora, acogerán
regocijados este libro y tomarán como asunto propio su propa-
gación. Felicitamos á su distinguido autor por la feliz idea de pu-
blicarle, y á todos los teresianos por la ocasión que se les presen-
ta de dar pábulo á su piedad. Véndese en la librería de E. Her-
nández, Paz, 6, Madrid, y en esta Administración, al precio de
una peseta en rústica, 1,50 en tela, dos en piel y 4,50 en chagrín
con cortes dorados.

NECROLOGÍA
Ha fallecido en Burgos la virtuosa Sra. D. a Rosario Salazar,
viuda de Santa María, insigne bienhechora de nuestra Orden, cu-
yos cristianos sentimientos y caridad inagotable se recordarán
eternamente en Burgos. Los carmelitas encontraban siempre en
la noble dama un corazón de madre, y su nombre será siempre
pronunciado entre nosotros con gratitud y veneración. Dios habrá
premiado la acrisolada virtud y acendrada piedad de que tan re-
levantes pruebas ha dado en su vida. No obstante esta esperanza,
al participar á nuestros lectores el duelo de la Orden Carmelita-
na por la irreparable pérdida de protectora tan ilustre, les roga-
mos eleven al Señor fervientes preces por su alma- Y su atribula-
da familia reciba el sentido pésame con que nos asociamos al
acerbo dolor en que ha sido sumida.—R. í. P .
PRóXIMO ANIVERSARIO PONTIFICIO—En vista de la excelente
salud de que goza León XIII y de que no decaen sus fuerzas
físicas é intelectuales, se espera con fundamento que Su Santidad
podrá conmemorar el xxv aniversario de su elevación al Solio
pontificio, que tendrá lugar el 20 de Febrero de 1902.
En el programa; de los festejos figurará una grandiosa p e r e -
grinación internacional al sepulcro de San Pedro, seguida de
otras peregrinaciones parciales de todos los países.
Se constituirán juntas de católicos notables en los catorce ba-
rrios de Roma: cada barrio adquirirá un estandarte especial, que
recordará sus tradiciones históricas, y, en un día determinado,
los católicos de los catorce barrios, con sus estandartes, stí reuni-
rán en el patio más grande del Vaticano, donde, desde Una log-
gia, el Padre Santo dará la solemne bendición apostólica.
En dicha ocasión se cantará un himno popular, puesto en músi-
ca por alguno de los más célebres maestros.
NOMBRAMIENTOS. —Su Santidad ha nombrado á los cardenales
Satolli, Ciasca y Stemholer miembros de la Comisión encargada
de la revisión de los libros de la Iglesia oriental.
E L MAYORDOMO DEL PAPA. —Su Santidad León XIII ha nom-
brado, para suceder á Mons. Della Volpe en el encargo de mayor-
domo, á Mons. Cagiano de Acevedo.
El puesto de mayordomo del Papa es uno de los más elevados
de la Corte pontificia, pudiendo ser considerado como una antici-
pación de la púrpura cardenalicia.
Antes de 1870, el mayordomo de Su Santidad era al mismo tiem-
po gobernador de los Palacios apostólicos, y concentraba en sus
manos todos los poderes administrativos y judiciales.
Al quedar limitada la jurisdicción pontifical, después del 20 de
Septiembre de dicho año, fueron restringidas, como es consi-
guiente, las facultades del mayordomo del Papa. De todas sus
•474 EL MONTE CARMELO

prerrogativas no conserva hoy más que la de acompañar al Sumo>


Pontífice, yHa eventual de presidir el Cónclave. \
Además es jefe de cantores en la Capilla Sixtiria, y dirige, en j
unión del Maestro de ceremonias del Vaticano, las ceremonias re- 7
s.ligiosas á que asiste el Papa. Está facultado para expedir los nom*
bramientos de cargos interiores del Vaticano, y para administrar
los Museos y Galerías pontificales.
Mons. Cagiano de Acevedb,p,érteneee á la familia de los Con-
des de Ace vedo, originaria de España y establecida desde hace
algunos siglos én Frosinone.
Cuenta el actual Mayordomo del Papa cuarenta y tres años. Ha.
sido canónigo de Santa María Maggiore y San Pedro, donde ejer-
ció con extraordinaria inteligencia el cargo de maestro de Capilla.
LAS ÓRDENES RELIGIOSAS Y EL SAGRO COLEGIO.—Desde que exis-
ten las Órdenes religiosas, ha sido tradición constante que aqué-
llas se hallen representadas en el Sacro Colegio. :''
En la actualidad hay dos Cardenales agustinos, que son Sus
Eminencias Martinelli y Ciasca; un capuchino, el Cardenal. Vir-
ves; un carmelita, el Cardenal Gotti; un benedictino, el Carde-
nal Celesia; un dominico,, e,l Cardenal Pierrotti; uno de la Orden
del Oratorio, el Cardenal Capecelatro, y un je.suíta, el Cardenal
Steinhüber.
MONUMENTO á KEMPIS.—En Kempen; ciudad de la provincia Rhe-
nana, se ha inaugurado uno eri honor de Tomás Hemerken, cono-
cido con el nombre de Tomás de Kempis, á quien la fama común
atribuye el áureo libro de la Imitación de Cristo. El monumento
es obra del escultor Piedboeuf de Aquisgrám.
PROTESTAS DE LA IZQUIERDA: APLAUSOS DE LA DERECHA.—Al final
dej elocuentísimo discurso pronunciado recientemente en el Se-
nado francés en defensa de las congregaciones,religiosas, blanco
del odio sectario en que rebosa el proyecto sobre asociaciones
que allí se acaba de discutir y de votar, violándose los sagrados
fueros de la-ley natural y de la divina, el almirante de Cuver-
ville, miembro católico de aquella Cámara jacobina, pronunció
unas palabras que la historia de los debates contemporáneos debe
escribir con letras de oro para memoria de las generaciones fu-
turas y aliento y edificación de las generaciones presentes. Helas
aquí:
"He concluido. Dispénsenme las congregaciones que haya tra-
zado yo con harta imperfección su noble y gloriosa carrera. Y el
presidente del Consejo oiga las palabras que ahora le dirijo:
Sólo aquellas victorias vivirán tiempo futuro, que se hayan con-
seguido con la conciencia de la verdad.
. ¿Sabéis adonde nos lleváis? Nos lleváis á la revolución, á la
ruina industrial y financiera y á la guerra de religión. Esta es la
hora en que nos acechan nuestros rivales, esperando que seamos
CRÓNICA. GENERAL 475

sus víctimas, ya que con la guerra religiosa las naciones desfa-


llecen.
Ante el juicio de la posteridad compareceréis bajo el peso de
esta inmensa culpa, y Francia no os la perdonará "jamás„.
Por mi parte, me siento henchido de fe en el porvenir del pue-
blo francés, porque ¿onozco una juventud que debe renovarlo,
tomando por guía estás dos ideas: Dios y PATRIA.
Los hombres pasan, pero Dios siempre permanece. Y seguirá
protegiendo á Francia, merced á las plegarias de los mismos á
quienes vais á proscribir. Las lágrimas de las santas mujeres que
lanzáis de sus casas serán la salud de nuestra patria,,.
No hay para qué decir que á estas nobles, piadosas y elocuen.
tés palabras se siguieron las protestas de la izquierda y los aplau-
sos de la derecha.
PARA QUE SE ENTEREN NUESTROS MINISTROS.—A los Sres. Sagas-
ta, Moret y demás companeros de Ministerio que dijeron que ni
en Viena ni en París se hubiese permitido la procesión que hace
quince días hicieron los católicos de Madrid, recomendamos la
lectura de la siguiente noticia:
En la protestante Inglaterra, y en uno de los centros principa-
les de anglicanismo, Birmingham, se celebró una procesión ca-
tólica hace pocos días para visitar las iglesias comprendidas en
las indulgencias del Jubileo concedidas por su Santidad.
Según relata el periódico inglés The Monitor and New Era, la
procesión se componía de 275 personas, hombres, mujeres y ni-
ños, yendo al frente el P. Odard, y marchaba recitando el santo
Rosario, llevando banderas ó pendones del Sagrado Corazón de
Jesús, de la Inmaculada Concepción, de la Asunción de Nuestra
Señora y de San José.
Recorrió la procesión calles y plazas muy concurridas de la po-
pulosa Birmingham, visitando las iglesias Catedral, Santa Cata-
lina, San Pedro y San Miguel.
Algunas personas ajenas al acto y de otras creencias se acer-
caban al P. Odard para preguntarle el objeto de la procesión, y,
al contestar el reverendo sacerdote dando las explicaciones de-
seadas, no manifestaban antipatía ninguna, antes bien se descu-
brían respetuosamente.
ORACIóN NO AUTORIZADA.—Tomamos del Boletín del Arzobispa-
do de Tarragona: "Circula con alguna profusión una hoja manus-
crita que contiene una oración á San José, sin la aprobación ecle-
siástica, y lleva añadidas, al pie ó dorso del manuscrito, cuatro ó
cinco advertencias enteramente ridiculas y contrarias á las prác-
ticas de nuestra Santa Madre la Iglesia. Ténganse, pues, las ex-
presadas hojas por desautorizadas, y apártense de las manos de
los fieles,. También nosotros hemos tenido el desagrado de ver
dicha hoja, que la ignorancia y la superstición han propalado en
Madrid.
INCREDULIDAD, CIENCIA Y FE
(HISTORIA D E UN S U C E D I D O )

6L brik-barca Asunción, con to- navegación, se hallaba doblando el


do aparejo largo, navegaba Cabo de Buena Esperanza, y en este
con rumbo hacia las costas austra- lugar es donde vamos á hacer esca-
lianas por los años en que aun el va- la; es decir, sin fondear ni' cargar el
por no robaba á los veleros la su- aparejo; pero el hecho ocurrió en
premacía marítima. Las lonas eran las aguas del Cabo y en el Cabo h e -
dueñas y señoras de los mares, y mos de relatarle.
con el viento recogido en sus rizos Entre los muchos pasajeros qtté
t r a n s p o r t a b a n á lejanas regiones ávidos de una fortuna nos alejába>
hombres y comercio, industria y ci- mos de nuestra amada nación, figu-
vilización, la doctrina de Cristo y la raban un comisionista español en te-
idea de dignificación del hombre, á jidos, que era uno de esos seres na-
despecho de ya arraigadas teorías, cidos sólo para el negocio, sin qué
tan evolucionistas como insensatas. hubiera nada capaz de sacarle de su
Pero dejémonos de filosofías, que estrecho círculo; su ilustración era
empalagan y que no encajan en el nula, y, á no poseer el conocimiento
objeto de esta narración, contentán- de los números y las muestras, h u -
donos con dedicar á los veleros un biera sido una negación intelectual.
saludo por el importante papel que Se originaban discusiones entre
han desempeñado en la veloz carrera los pasajeros, y allí se hallaba mi
de la civilización. ¡La civilización hombre con sus luminosos argu-
encerrada en la historia de... cuatro mentos.
trapos...! —Y usted ¿qué dice? — solían
Pues bien, uno de estos veleros preguntarle.
era el Asunción. Limpios sus fondos —¿Yo? Que no; que todo es men-
y listo de carga, abandonó el puerto tira.
de Cádiz con numeroso pasaje, y, —¿Porqué?
después de sesenta y tantos días de — Porque lo es. ' ,
INCREDULIDAD, CIENCIA Y FE
M
• Y aquí paz y después... cebada; había ocultado.por entre las escarpa-
porque, con tales argumentos ad ho- das rocas de Punta Elizabeth ¡- y al'
minem, no era posible pasar más esconderse entre los valles parecía'
adelante. que al propio tiempo incendiaba las'
Todos estábamos exasperados con cumbres donde se reflejaban los r'ó^'1
el tal hombre, pero nadie como un sados tintes de su resplandor. Los
inglés, un sabio geólogo que en bien toldos que en la toldilla habíannos
de su país se dirigía a la Australia servido para resguardarnos del.calor
para robar á las entrañas de lá tierra de sus rayos fueron aferrados para
los secretos que posee, y que la ma- poder respirar con más libertad lW1
yor parte de las veces, cuando no se naciente brisa de la tarde, y al Veri-
hallan, se inventan. ficarlo tocóle á José el marinero afe-
Hecho así el ligero boceto del r e - rrar la parta donde nos hallábamos
trato de nuestros personajes, sólo di- unos cuantos pasajeros reunidos es-
remos que por uno de esos casos tan cachando, como siempre, á los con-
frecuentes en toda reunión, que siem- tendientes ; y, hallándose de pie to-;
>re suele el azar colocar de frente á davía el marinero sobre la borda pa-
Í os que menos se entienden, el co- sando los últimos cabos del toldo, vio
cómo el inglés se alejaba como siem*
misionista español y el sabio inglés
parecían una corredera; donde es- pre, dando patadas en la cubierta y
taba la cuerda allí estaba el aparato. arrancándose casi los pelos de la ca-
El sabio le lanzaba al otro incrédulo beza. Entonces oimos decir á José el
sistemático cada discurso, capaz de andaluz:
convencer á una gavia; parecía se —A eze tío (por el comisionista)
hallaba disertando ante los miembros lo tengo colocao ya en la seja isT
de la Sociedad Geográfica de Lon- quierda.
dres; pero el comisionista, «¡que si —¿Y qué?—le dijo el nostramo.
quieres!» —Pue ná: que ya pronto le tendré;
—Que no, señor; eso no puede entre seja y seja, y entonses...
ser—contestaba. —Entonces ¿qué?
—¡Pego hombrrre! Migue vosté— —Que pué que le haga arguna
decía el inglés.—El mondo se halla marca.
fogmado pog un agropasión de... —Pero á ti ¿qué te importa?
—No se moleste, que eso no es —Cazi ná: á mí no zólo m'ha ner
verdad—le interrumpía. gao; entoavía m'ha hecho má; m*ha
Y entonces el inglés, ciego de ira ofendió mu gravemente. Verá osté,
y metiéndole los puños por los ojos, nostramo: Hase uno día, etaba bal-
continuaba dando gritos desaforados: deando er cuarto er timón, y eze tío
—¡Pues yo le digo á vosté que sí! ze m'aserca y echándome ansí la
Pog esto, pog lo otrrro, pog lo de mano al hombro me ise: «Jozeliyo,
más allá; y que según el autor cual, te z'ha roto la carniza; ties azoman-
etcétera, etc., tenía que suceder se- do un pingajo po er piscueso». Yo
gún él lo exponía. eché la mano, tiro, y era la sinta del
Resultado, que siempre salía ven- ecapulario que m'había dao mi ma-
cedor el comisionista, pues el inglés resita. En cuanti que lo vio eze señó
terminaba por perder su calma por antipático, ze echó á reir de un moo
aburrimiento y dejarle por imposi- que toa la zangre ze me amontonó
ble, pero para repetir la función al aquí en la mano erecha, y de por
siguiente día. poco le coloco otros dos ojos en la
Los demás pasajeros veíamos que tripa.
aquello había de tener un mal fin, —Hombre, cada uno—le dijo el
pues por una debilidad egoísta no contramaestre—tiene sus ideas.
tratábamos de calmar los ánimos, —Pero que no ejen á lo emá con
porque aquella lucha nos servía de la nuetra. Porque aluego me pre-
distracción. guntó: «Oye, oye, ¿pa qué yevaezo
Sólo uno de los marineros de la trapo?» Y yo, mirándole mu fijamen-
tripulación era el que más en serio te, le ije: Ezto trapo zon un ecapu-
había tomado las negaciones del co- lario de la Virgen bendita d'er Car-
misionista, y que llegamos á aperci- men , que hase catorse año me corgó
birnos por una casualidad. El sol se mi mare pa que la Virgen vele por
478 EL MONTE CARMELO

zu hijo. ¿Osté lo ve too roto y bo- roda de su proa, así caminaba el


rrao? Pue no hay borraca que le ze esbelto brik-barca, que se balancea-
purte ni día malo pa quien lo yeva ba coquetón al impulso de sus in-
con fe. Con eto ze va á toa parte: é mensas y blancas alas, todas largas
nuetra rosa náutica. al viento terrazón, é hinchadas por el
—Cá, hombre, si eso no puede ser. aire que recogían, demostraban, al
—¿Que no pué zer? parecer, el orgullo sentido al condu-
—Ya verás: mañana voy á darte cir, por la fuerza de sus velas, la
una correa que tengo nuevecita, con embarcación más airosa que hendia
un pedazo de trapo á cada extremo, con su quilla las aguas tan falsas co-
y verás cómo también vas á todas mo tranquilas entonces del continen-
partes lo mismo. te africano.
—Oiga osté — le ije,—á mí pué Al amanecer el día 16 de Julio,
ofenderme; pero ni á mi mare la de festividad de Nuestra Señora del
aya, ni á mi mare la de acá, no la Carmen, nos hallábamos de través
farta ningún tío dezaborío; ¡ande os- con Bahía Falsa, y, cargando el apa-
té d'ahí...! ¡mala azaura...!—le ije;— rejo, nos aguantamos próximos á la
y zi no juye, yo me pierdo, pero le costa para hacer aguada.
pongo la pié con má agujero que un Un viento fresquito nos alejaba de
colaor. la costa, y, ya en alta mar, se dejó
—Vaya, Joselito — le amonestó el sentir la campana de proa con un so-
contramaestre;— ten calma, y si algo nido alegre, vibrante como ningún
te ocurre, se lo cuentas al capitán. día, llamando al pasaje á la santa
—Ya l'ha icho ar capitán que l'he Misa.
fartao. Los marineros se despojaban de
- ¿ Y qué? su traje de faena, reemplazándole por
—Pue cazi ná: que deje en pá á zu el de las grandes solemnidades, con
gente, y que ni á él ni á nadie le sus blusas blancas, como las nieves
importa lo que caá uno yeve. Ezo del Sabino; orladas con cintas azu-
le íjo. les, como el cielo diáfano y despe-
—Es muy cargante ese hombre. jado que desde el alba nos mostró
—¿Que zi e cargante? Como que ya sus encantos. Y por entre el es-
too er pazaje etá dezeando vele bai- cote de sus camisetas, contrastando
la er can-can con argún tiburón. con lo negro y curtido de su cuello,
—Pues al capitán no se la juega; se destacaba la inmaculada blancura
y pasado mañana, que es la fiesta de de las cintas del Escapulario del Car-
nuestra Patrona, tendrá que ir de ca- melo, que quizás desde el año ante-
beza á rendir culto y homenaje—dijo rior habría permanecido cuidadosa-
el contramaestre. mente guardado en los petates, por-
—¡Vaya zi irá! — objetó Joselito;— que durante el año usaban el viejo,
y, zi no, le yevamos de cuerpo pre- el deteriorado, no por esto de me-
vente. nos valor. Y había que ver el testero
Así las cosas, llegó el 15 de Julio. de sus literas adornado con el cuadro
« Por la víspera se conocen los san- de su Patrona. Hasta hoy no se le
tos», dice el refrán, y es cierto. El había quitado el polvo; miradas, sí,
día antes, desde por la mañana, no- muchas le habrían dirigido durante
tábase algo extraordinario á bordo. sus viajes; pero hoy le adornaban,
La tripulación, llena de gozo, lim- no con flores,. ¡ qué flores ha de ha-
piaba la embarcación con más e s - ber en el mar!... pero sí con muchos
mero que nunca: unos frotaban los papelitos de color recogidos entre los
costados, otros la cubierta; aquel pasajeros. ¡Bendita mil veces su fe!
grupo los metales, los palos, las Por fin, el último toque, y nadie
vergas, andanadas... ¡todo!..., lo po faltaba á Misa. Es decir, sí, faltaban
nían como'recién sacado del dique, el inglés y el comisionista; y, notán-
haciendo brillar el sol africano los dolo el capitán, pasóles aviso «que
costados del Asunción al reflejar el tuvieran la bondad de asistir á Mi-
agua, como si fueran forrados de sa». El inglés, deferente y educado,
cristal; y despidiendo destellos, j u - aunque de religión distinta, asistió
gando con las ondas en las que le- con la debida compostura; pero el
vantaba pequeños esquifes la afilada otro tuvo á bien permanecer en su ca-
INCREDULIDAD, CIENCIA Y FE 479

marote, lo que al pasaje le tuvo muy de los labios de todo el pasaje. Jose-
sincuidado; quien estaba intranquilo, lito se hallaba én el peñol de la ver-
nervioso, estrujando la gorra entre ga, y, roto el marchapiés, se preci-
sus dedos, era Joselito, el marinero; pitó desde una altura horrible por
sé le veía distraído, con la mirada entre cuerdas y palos hasta quedar
fija en la puerta de la cámara, y aca- colgado de un flechaste, ya cerca dé
riciando el mango del cuchillo, pen- cubierta. «¡Virgen del Carmen!», se
diente da su cintura, de un modo tan le oyó exclamar cuando descendía;
siniestro que daba miedo. El resto de y el incrédulo comisionista también
la tripulación oyó su Misa con devo- dijo: -
ción edificante. Daba gozo ver aque- — Me parece que no hay quién te
llas caras negras y curtidas, con qué salve, mocito.
expresión fijaban la vista en su ima- Y allí se dirigió el pasaje con áni-
gen ;'nó rezaban, porque no saben, mo de descolgar al pobre Joseliyo,
¡póbrecillos!... ¡Qué han de rezar!... cuando, con asombro de todos, le
no han tenido tiempo de aprender, vimos que empezó á descender len-
porque desde niños no han salido del tamente y con la sonrisa en los la-
mar. Sus oraciones se reducen á ex- bios. Al momento le asediamos á
clamar: «¡Virgen del Carmen! ¡Vir- preguntas y palpábamos su cuerpo
gen del Carmen!» Y no saben más. para convencernos si efectivamente
Terminó la Misa , y, como es natu- estaba ileso.
ral, la conversación recayó sobre la — Pero ¿no se ha hecho usted nin-
conducta del comisionista. gún daño?— preguntábamos.
— ¡Ah! —exclamaba el capitán,— — No, zeñores; ná asolutamente.
quisiera un temporal para ver el va- — Gracias á los tropezones que te
lor y la convicción de ese hombre. han amortiguado el golpe — dijo el
Y así transcurría el día, sereno, comisionista.
apacible, embelleciendo un sol ra- — No, zeñó; grasia á eto — dijo en
diante los cánticos y juegos de los un arranque Joselito, dándose un
.marineros, con los que se distraía fuerte golpe én el pechó y señalan-
alegremente él pasaje, hasta eso de do á su escapulario.
las seis de la tarde, que por el cos- —¡Es verdad!... ¡Eso... eso!—gri-
tado de babor se divisó una nube taron los pasajeros.—¡Milagro! ¡Mi-
"blanquecina, de las llamadas algodo- lagro !
nadas, y que significó su presencia Y el inglés añadió:
•con un viento fresco cambiado que — Esto no lo explica la ciencia.
obligó á bracear el aparejo. — ¡Señores!—gritó el capitán.—
No había transcurrido media hora, ¡Que se echa el chubasco encima!
•cuando el viento había endurecido Todos los pasajeros huyeron á la
bastante, y, viendo el capitán que á desbandada, ocultándose en las cá-
lo lejos cabrilleaba el mar, ordenó maras, y, al poco tiempo, una verda-
•con precipitación que se aferrara to- dera avalancha de viento durísimo
do el aparejo. Los marineros trepa- comenzó á hacer crujir el madera-
ron como gatos por los palos, y á uno men del Asunción, como si se ha-
de ellos, Joselito, correspondióle afe- llara bajo la presión de infinitas ca-
'rrar el juanete. Todo el pasaje r o - pas de agua en el fondo del mar. El
deó al capitán asediándole á pre- brik-barca comenzó á dar fuertes
"guntas, sin que faltara también el bandazos y el palo trinquete se vino
comisionista, que todo asustado pre- guarda abajo por la emboqüilladu-
guntaba: ra del sobre, cayendo con estrépito
—¿Qué es esto? horroroso encima del camarote del
— N a d a — dijo el Capitán: — un comisionista.
chubasco de viento que, cuando coge La última acometida del chubasco,
á las embarcaciones con todo apare- convertido ya en furioso huracán,
jo largo, se corre el peligro de sufrir fué terrible; el palo mesana vínose
un desarbolo, y hasta á punto de zo- también abajo por la cofa, y enton-
zobrar; por eso hay que prevenirse ces el capitán exclamó:
y quedarnos á palo seco. —¡Estamos perdidos!...
Y, cuando estaba dando estas ex- Pero no fué así; todo pasó; y el
plicaciones, un grito terrible partió primer acto del pasaje fué un ¡ viva!...
480 EL MONTE CARMELO

estentóreo, nacido del corazón, á la —¿Por qué has hecho eso?—con-


Virgen del Carmen. testó:
—No tanto, no tanto — dijo el in- —Mi capitán, porque zabía que no
glés, — que aquí entrrra pog mocho le mataba; no tenga osté cuidao, que
Ja ciencia. no ze muere. Paese que me lo etán
—¿Por qué?—preguntó el capitán, disiendo al oido
que "nunca había tomado parte en .....
contienda alguna. '...'.'
—Pogque ya sabe vosté que los Ocho singladuras faltaban al Asun-
hogacanes, como todo tempogal, te- don para llegar al puerto. El mari-
ner un nócleo ó sentro, 3' que dentrro ñero y el inglés estaban ya libres, y
de él no hay quién se salve. el comisionista convaleciente.
—Demostraré á usted lo contra- —¡Oh!—decía el inglés:—no morir
rio—dijo el capitán. este hombrrre, algo ha)', algo, que
— ¡Oh!... ¡oh!... pegfetamente. mí no explicar, pego sí creo. La po-
Y, llevándole al cuarto de derrotas, ñalada, el hogacan. ¡José, José, tú
le convenció científicamente de que sí que eres sabio! Tú explicar cosas
habíamos pasado por el mismísimo sobrenatogales.
centro del huracán. Y, echándole la mano al pescuezo,
—Ciencia, ciencia... ¡qué poco sa- le decía:
bes!—gritó el inglés.—Querer ex- —Tú darme esa insignia, y yo li-
plicar esto, y mí no saber. bras esterlinas.
Mientras tanto, la tripulación re- —Eta no — dijo Joseliyo:-le daré
paraba en popa alguna avería, y allí uno nuevesito.
estaba mi comisionista barbarizando Y, colgando del pecho del inglés
delante del pasaje, mientras Joselito la imagen del Carmen, fué á dar un
decía: abrazo al capitán y juntos se dirigie-
—Eze tío tié la curpa. En día como ron á buscar al español comisionista
ete, nunca ha suseío na. para ver de atraerle.
—Pues mira lo que dice el hom- —¡Oh!—dijo el inglés,—vosté ser
bre—advirtió el contramaestre. mocho bruto.
Y Joseliyo prestando mucha aten- Poco pelearon, porque el capitán
ción, llegaron á sus oídos estas fra- puso término á la conversión di-
ses: ciendo:
—¡Qué Virgen, ni qué... pues ¡va- —Mister: donde hay un rayo de
ya un favor que nos ha hecho la...! luz, donde hay sabiduría, allí puede
No terminó la frase. Rápido como esperarse algo: á la ciencia se la
el relámpago y dando un salto de ti- convence, porque la ciencia tiene su
gre, se abalanzó sobre el comisio- límite; á la ignorancia sólo puede
nista y le hundió su cuchillo hasta despreciársela. Dios me dé inóre-
las cachas; y entonces el inglés, más dulos sabios, pero nunca incrédulos
sin duda por venganza que por de- ignorantes.
voción, le agarró por la entrepierna —La fe, capitán, la fe—dijo el in-
y le arrojó al agua. glés.—Yo dar mi palabrrra de hon-
Se viró al momento, se lanzó un ga, que desde hoy este escapulario
cabo para que el hombre se agarra- no se apartagá de mí.
ra; y como no pudiera trepar por su Y efectivamente, al tiempo de des-
herida, se arrió un bote cuando ya embarcar, ya llevaba mi inglés su
el incrédulo español comenzaba á escapulario por encima de toda la
sumergirse en el negro abismo. ropa, y al desprender su pie de la
El médico de á bordo reconoció la escala del Asunción gritó con toda
herida, y declaró á la ciencia impo- la fuerza de sus pulmones:
tente. —\\Hispanis, hurra pog la Vir-
Mientras tanto, Joselito y el in- quen del marinero Joselito!!...
glés se hallaban ya en la barra,
cumpliendo así el capitán con su de- jflfredo ]¡. Xlorenfe-
ber, y cuando al marinero le dijo:
v-#¿>m?L

^&m.

1.° de Agosto de 1901. Húm. 27.

EL ANTIDOTO CARMELITANO

IA Iglesia, en el Oficio de Santa Teresa


de Jesús, la apellida dotada de virtu-
des angélicas, y nos certifica que escribió
documentos llenos de celestial sabiduría,
Multa coelestis sapientice documenta cons-
cripsit, muy aptos para excitar en el en-
tendimiento de los fieles el deseo de la vida
eterna, quibus fidelium mentes ad su-
pernee patrice desiderium máxime exci-
tantur.
El cultivo de la Teología mística era el
estudio favorito de la Carmelitez calzada,
y lo fué también de la Carmelitez descal-
za , hija y fiel discípula de la santa Madre
Teresa de Jesús y del extático y sublime
Doctor místico San Juan de la Cruz.
Escúsase este Santo, en su humildad, de
entrar en algunas doctrinas místicas, "por-
„que también la bienaventurada Teresa de
482 EL MONTE CARMELO

„Jesús, nuestra Madre, dejó escritas de estas cosas de es-


p í r i t u admirablemente „, como dice en la declaración de la
canción: "Apártalos, Amado, que voy de vuelo„.
Que no es la Mística un sueño, sino una realidad, y que
sus frutos son de virtudes positivas, lo atestigua el propio
Santo en la Subida del Monte Carmelo, diciendo en el Pró-
logo: "Ni aun mi principal intento es.hablar con todos, sino
„con algunas personas de nuestra sagrada religión, délos
„primitivos del Monte Carmelo, así frailes como monjas,
„por habérmelo ellos pedido, á quien Dios hace merced de
^meter en la senda de este monte; los cuales, como YA ES-
T, TAN bien desnudos de las cosas temporales de este siglo,
^entenderán mejor esta doctrina de la desnudes de es-
^píritUj,.
Que nos sustente Dios con el pasto de la doctrina de Santa
Teresa pide la Iglesia en la oración del día de la Santa: Ut
coelestis ejus doctrina pábulo nutriamur, et pia devotio-
nis erudiamur affectu.
En la Mística doctrinal ilustraron al mundo de las almas
los insignes escritores místicos carmelitanos; en la mística
experimental, el santoral carmelitano es libro de oro y es-
pejo de toda virtud y narración sabrosísima de regaladas
contemplaciones, donde el alma recibe la noticia pura de
Dios, juntamente con aquel amor experimental tan íntimo,
que la hace perder toda á sí misma para transformarla en
Dios.
El liberalismo, enemigo nato de la mística (porque debe
todo liberal servir cuando menos á dos señores, y, no siendo
ésto posible, para en servir sólo al diablo), sabe que es la
teología'mística ornamento sacerdotal y que los sacerdotes
son, por la mística, luz para los demás, fuego para sí mis-
mos. Por esto usa despreciativamente del nombre místico,
señalando con él á los sacerdotes antiliberales, y pretende
hacerlo sinónimo de ignorante. Finge respetar las órdenes
religiosas que le parecen humanitarias, y desprecia alta-
mente las místicas y contemplativas. Y con no estar muy
enterado de que la Ascética es el fundamento de la Mística,
con todo acierta á odiar por infernal instinto á ascetas y á
místicos.
Como la Filosofía escolástica, la Teología dogmática, la
Sagrada Escritura y todos los lugares teológicos internos y
ÉL ANTÍDOTO CARMELITANO 4$$

externos son fuentes de la Teología mística, el liberalismo


los deprime, y ensalza al sacerdote de bondad nativa, de
pocos libros, al pobre cura de Misa y olla, que sin ciencia
'y con corasen grande sigue la sencillez de Cristo. Lo cual
significa que, como la Teología mística doctrinal es nece-
saria á todos los directores de almas, y que la sola Mística
experimental no basta para dirigir al prójimo por las vías
del Señor, hacen la parte del liberalismo todos cuantos vo-
ciferan pidiendo un clero no fanático, no místico, no teólo-
go ni filósofo escolástico, sino ilustrado á la moderna, sin
latines y sin preocupaciones; porque el tal clero resultará
ignorante en ciencias eclesiásticas, inhábil para dirigir las
almas, expuesto á todas las ilusiones si quiere entrar por los
caminos espirituales, y valdrá cada sacerdote por más de
mil demonios para la perdición de las almas.
Jamás agradecerá suficientemente la España á Cristo
Nuestro Señor y á su benditísima Madre la Virgen del Car-
men, Patrona de nuestra Marina y de los tercios castella-
nos, el haberla dado doctores místicos en tan gran número
y de tanta valía; como jamás podrá pagar el pueblo espa-
ñol el beneficio de haber sido cuna y cátedra de la Carmeli-
tez descalza, cuyos místicos hicieron de España el jardín
de María y el apostolado de San José; y estas devociones
típicas que han llenado de hechos heroicos los fastos de la
Iglesia española, no tienen precio. ¡Conservadnos, Virgen
del Carmen, á los carmelitas, hijos de la gran Teresa, para
que, enseñándonos la Sagrada Teología mística, nos unan
más á Dios!
No hay que darle vueltas: el liberalismo es el enemigo;
con sacerdotes místicos haremos un pueblo español antili-
beral. Con sacerdotes no místicos (liberales), el pueblo es-
pañol rodará por la pendiente de las naciones modernas.
Seremos muy europeos, pero seremos también muy impíos.
¡Defendamos la conservación de la Orden Carmelitana,
para que el caudal de sus ricas y frescas aguas místicas
riegue constantemente nuestros corazones y entendimien-
tos, haciéndonos cristianos de una sola pieza!

Jaime Cararach é Jborrcr,


Presbítero.
<at^< iJz&mAtswm^s. j^atg^s

MARÍA

|AY en el mundo un nombre puro y sacrosanto, fuente de dulzu-


ras y mina de consuelos, que entre los nombres de la Tierra
campea y brilla como una flor exótica de riquísima fragancia, flexi-
ble tallo y finísimos matices entre las rústicas hierbas de abando-
nado erial.
El débil mortal camina, sin que detenerse pueda, tiñendo espinas
con su sangre y sembrando de lágrimas el suelo, por la brevísima
senda que separa su cuna del sepulcro; vuelve atrás su rostro, y ve
él caos del no ser; mira hacia adelante y... le aterra la suerte desdi-
chada que quizás le espera; tiende la vista en redor suyo, y...
mientras el tiempo se deshace entre sus manos, en tanto que la
muerte anhelosa se le acerca... ve á sus hermanos, que pagan su
sincero amor con falsías y con engaños... Y, cuando vuelve sus ojos
llorosos en busca de consuelo, y nadie viene á enjugar su llanto ni á
endulzar sus penas, y, cansado de luchar con el desamparo, va á
decir á la desesperación: "Soy tu esclavo,,, brilla este nombre pro-
digioso ante su vista, como al rasgarse la niebla brilla el faro en la
pupila del perdido navegante; lo pronuncia, y su corazón late des-
ahogado, rebosando júbilo, como si en sus cinco letras estuviera
encerrado á un tiempo mismo el consuelo que andaba mendigando,
la felicidad que miraba tan incierta, y el amor que le negaron los
hombres.
Nombre que sólo el Espíritu Santo pudo dejar caer del Cielo, re-
galando en él á los hijos de Eva óleo que cicatrice sus heridas, maná
que aliente su desmayado espíritu, amor para su corazón, miel para
su boca; fortaleza, vida y gloria sin sombra de temor para su alma.
Dios, que movió sus ojos y vio brotar de la nada cuanto existe;
Dios, qá^e esparció miles de luceros en el firmamento, y cubrió de
maravillas la Tierra al extender su omnipotente mano en el espacio;
Dios, que, haciendo alanje. de su poder y sabiduría, parece que,
como olvidado, dejaba deslizar de sus manos las prodigiosas obras
que predican sin cesar su gloria; ese Dios formó el nombre de María,
y se agradó y complació en él; y, sentado en el camino de la vida,
MARÍA 485

tendiendo su vista sobre todas las generaciones, busca una criatura


digna de este don hermoso, que brilló ante sus ojos inmensamente
rico, y sobre toda la creación perfecto y admirable. Y vio á Sara, la
ilustre por su descendencia; y vio á Jahel saliendo de los pabellones
de Sisara para ofrecer la libertad al pueblo escogido; y vio á Judit
ostentando, entre los aplausos de los hebreos, la cabeza de Holofer-
nes; y vio á Rut, y á Rebeca, y á Raquel; y vio á otras, en número
infinito, que, con más excelentes virtudes y prendas más gloriosas,
podía mandar salir á la vida; por eso, á las primeras les dará fecun-
didad, prudencia, fortaleza, hermosura; por eso, muchas délas últi-
mas, con los nombres de Teresas, Isabeles, Julianas, Catalinas y
Polonias, serán la admiración del ¡mundo y objeto de las alabanzas
de los ángeles; por eso, á unas y á otras les galardonará con una glo-
ria eterna, con la visión de Dios, con amor...; por eso, todo les con-
cederá el Señor; pero el nombre de María... ¡ah, eso no!... Es don
demasiadamente grande, que ya el Dios generoso por esencia no
deja caer olvidado de sus manos; es don que ni cuadra á las valero-
sas mujeres de la antigua ley, ni merecerán nunca las gloriosas h e -
roínas de la nueva.
Y es que María significa "estrella de la mar„; y ese nombre sólo
debe llevarlo la purísima estrella, el lucero matutino, que al lucir
sobre el mar de este mundo indica que el Sol salvador, el Sol de jus-
ticia, Jesucristo, va á aparecer en el horizonte para serenar la bo-
rrasca , acallar los vientos y salvar al género humano. Porque María
debe ser la engendradora de Dios, la Madre del Redentor del mun-
d o , de corazón tan noble, tan generoso, tan inmensamente grande,
que un mar de tribulaciones donde ha de ser sumergido no le ahogue;
tan magnánima y fuerte, que al lado de la Cruz, donde vea á su
Hijo-Dios saturado de dolores, abandonado de su eterno Padre ,

Entre las iras del Cielo


Y los pecados del mundo,

mientras se quiebren las piedras y el sol cubra su rostro y las cria-


turas insensibles tiemblen y se vistan de luto, Ella stet, en pie, reci-
biendo en su manto la sangre de su Redentor, muestre á Dios y á las
criaturas que si en la Cruz la justicia y la paz se dieron un ósculo
suavísimo, al lado de la Cruz, en la persona de María, el amor y la
grandeza se abrazaron con apretados y estrechísimos lazos.
María, Señora, única mujer á quien con toda propiedad cuadra
este nombre, porque si su Hijo lleva en el ruedo de su vestidura es-
-crita con letras de oro la inscripción "Rey de reyes y Señor de los
que dominan,,, la Virgen Madre ha de ser necesariamente la Reina
del universo y la Señora inmortal de los siglos. Por eso Dios la ideó
tan bella, tan pura, tan santa, que con razón pueda llamarse la hija
'486 EL MONTE CARMELO

del Eterno Padre, la esposa del Divino Espíritu, Reina de los ánge-
les, lazo entre Dios y las demás criaturas; porque, si es cierto que
ha de ser inferior á Dios en dignidad y hermosura, superior será al
serafín más encumbrado, y excederá su santidad á la de todos jun-
tos los espíritus celestes, como excede en belleza el cielo azul, sal-
picado de luceros, á la tierra, que huellan nuestras plantas.
No obstante, para mostrar hasta dónde puede llegar su Omnipo-
tencia, la voluntad del Todopoderoso es que su amada y escogida
entre millares, la que merezca el nombre de María, sea descen-
diente de Adán, débil mujer, vestida de cuerpo apto para sufrir do-
lores y padecer amarguras, que viva en este destierro, que sea mor-
tal... Pero no temáis, que Dios es quien tal dispone. Y nacerá de la
prole de Adán...; pero si Adán ofendió á su Criador; si, aun antes
de nacidos, sus hijos todos por ley divina deben estar señalados con
marca ignominiosa, al ser concebida la predilecta del Señor, las
leyes del Eterno serán derogadas, sólo Ella será flor purísima en el
árbol maldito del humano linaje; el pecado temblará en su presen-
cia, y rota la cerviz gemirá la serpiente infernal bajo su planta a n -
tes que con su aliento ose empañar la blancura que Dios el primera
llamó desde el cielo Inmaculada.
Será débil mujer... pero la mujer de los eternos destinos y subli-
mes milagros del Señor; la mujer que enamorará á Dios, que embe-
lesará á Dios , que arrancará al Hijo de Dios de la diestra de su Eter-
no P a d r e , que le llevará nueve meses en su seno, largos años en sus
brazos, y le verá vestido con la carne formada de su sangre bendi-
tísima. Será mujer... sí; pero será mujer para que Dios sea hombre*
Será mujer, pero la mujer elegida por el Espíritu Santo para su Es-
posa, que, cubierta con su sombra, engendrará á Dios sin dejar de ser
Virgen, y siempre será Virgen, porque sólo ha de ser Madre de Dios-
Estará vestida de cuerpo, cual el nuestro, apto para padecer; coma
quiera que la Madre de Cristo debía saborear el dolor, único fruta
apetecible y digno que produce este destierro. Porque más grande,
más amable había de aparecer ante los siglos traspasada de dolor
en la cima del Calvario, que bañada de celestial consuelo cabe la
cuna dpi. Dios-Niño; pero, no obstante sus dolores, su cuerpo jamás
verá Incorrupción, como nunca vio la mancha del pecado; su cora-
zón de carne sobrenadará siempre en un mar de amarguras; mas,
vestido del dolor y blanco de la tribulación, será el encanto del Eter-
no y el pasmo de los ángeles.
Vivirá en este destierro; pero entonces el cielo se trasladará á la
tierra, el Hijo de Dios habitará en el mundo, la sombra del Altísima
será el solio de María. Vivirá en este destierro; porque, si Dios ha de
bajar del cielo á salvar el mundo, preciso es que venga primero Ma-
ría, para purificar el ambiente que Jesús respire, para santificar
este suelo con sus plantas, para enriquecer la tierra con su sombra.
MARÍA 487

Así como el Supremo Hacedor, antes de criar al hombre, le preparó y


alhajó su morada, así, y con mucha mayor razón, antes de enviar al
mundo á su Hijo Unigénito, en medio de la impureza de este desierto
y entre la corrupción odiosa de los hombres, ha de preparar á Jesu-
cristo un oasis, cercado de azucenas y exento de malditas espinas;
un seno purísimo, cual monte de trigo cubierto de linos; un lecho
florido, donde las virtudes todas derramen rico aroma y suavísima
fragancia.
Por último, será mortal...; ¡pero no! |He dicho mal! María no mo-
rirá; dormiráse, sí, en brazos de su Amado, desfallecerá de amor; y
aunque por tres días su cuerpo y su alma serán separados, el gusano
j a m á s tocará el cuerpo más puro que los ángeles, ni afeará la tierra
á la carne que fué carne de Dios. Y subirá á los cielos el cuerpo vir-
gen que engendró al Mesías; y allí, sobre las alas de los serafines,
á. la diestra de Jesús, tendrá su trono eterno sin fin, ante cuyo esca-
bel rodarán los cetros de los reyes, las tiaras de los pontífices y las
aureolas de los santos.
Si tal es María, y de todo esto es digna en el primer instante de su*
Concepción Inmaculada... decidnos, sapientísimos querubines, ¿qué
sería vuestra Reina después que Dios la llamó Madre y Ella le sintió
palpitar en sus entrañas ? Al llegar aquí, fuera mejor romper la pluma
y adorar humildes, en silencio, lo que en vano el hombre intentara
atrevido bosquejar. Porque sólo Dios puede contemplar, Dios sólo
concebirla belleza, el amor, la santidad de su predilecta Criatura,
cuando al reclinarse el Rey del Cielo en su reclinatorio, es decir, en
el seno de María, su nardo dio olor de suavidad, que subió hasta el
trono del Altísimo y le embelesó en medio de sus infinitas delicias.
Sólo el Señor puede apreciar la pureza, el amor de María, cuando el
verdadero Salomón, el Prometido de las naciones, el Dios-Niño, mo-
raba entre los pechos de la Virgen Madre cual racitno de cipro, cual.
hacecito de mirra.
Sólo Dios Eterno é Infinito puede comprender la dicha de aquella
singular mujer cuando sintió que su Hijo, el Rey de la Gloria, la si-
niestra bajo su cabeza, la abrasaba con su diestra y besaba con el
¿eso de su boca.
Sólo al Eterno é Infinito Dios fuera lícito expresar el dolor de la
más grande de las criaturas cuando sintió sobre su frente la gota de
sangre helada que destilaba la rota diestra de su Redentor; cuando
regaba con sus lágrimas un cuerpo desangrado y hermoso en medio
•de su perdida belleza; cuerpo que adoraba por ser cuerpo de Dios,
y abrazaba con ternura por ser formado de su sangre en sus purísi-
mas entrañas.
Todo es grande en María, todo sublime, todo incomprensible.
Por eso el hombre, al contemplar los beneficios sin número y las
mercedes sin cuento que María á la continua le dispensa, al ver que
488 EL MONTE CARMELO

su bienhechora, la Madre que Dios le diera juntamente con su san-


gre y vida divinas en la Cruz, es Madre tan grandiosa y tan sobre-
humana, loco de amor, rudo como es y de tierra, se goza en alabarla
á su modo y en su tosco lenguaje, llamándola con los nombres más
hermosos y con los dictados más nobles que en este mundo grosero-
aprendió á balbucear. Perdóname, Señora, á quien Dios sólo sabe y
puede ensalzar cumplidamente, si, por desfogar los afectos de mi
amante corazón, empaño tus glorias al querer publicarlas y ado-
rarlas*
Perdóname si yo también te llamo: Lucero de la mañana, Espejo
de justicia, Reina de mi alma, aurora hermosa que nace con el
día, rosicler del firmamento, lirio entre espinas, lus de mis ojosr
sol de mis amores, encanto de mi vida y ángel que suaviza mi
existencia.
La primavera me parece risueña porque el corazón me dice que
debe ser la sombra de tu manto. La espina del dolor me recrea, por-
q u e , después de a t r a v e s a r l a cabeza de tu Hijo, T u l a humedeciste
con tus lágrimas. El humano linaje no me es ya enojoso, porque tú.
lo ennobleciste emparentándolo con Dios. La vida, antes ingrata, no
me hastía, porque puedo en ella como Tú llorar cabe la Cruz, y v e r
mi corazón traspasado por el dolor que destrozó tu alma.
jOh Virgen Madre! ¡Oh María! Por el amor con que amas á tu
Hijo-Dios, por el amor que tienes á los desterrados en este valle de
miseria, por el cariño que siempre me mostraste, concédeme—¡oh,
y no me desoigas!, —concédeme que muera yo por confesar tu glo-
ria, que muera yo defendiendo tus grandezas, que tu Nombre selle
mis labios en mi muerte.
¡Oh Dios tres veces santo! Lanzad, si os place, rayos de vuestra
justicia sobre el mundo, deshaced la tierra con vuestra mirada, su-
midnos en piélago sin fondo de amarguras, que todo nos será dulce
con tal que María no pierda un grado sólo de su gloria, con tal que
siga siendo María la Reina de la creación, la Abogada de los peca-
dores y la Madre de los justos.
José filaría 7{uano y Corto.

<V
EL ESCAPULARIO
'4>

(Continuación.)

[A segunda opinión entiende que las pa-


labras de la Virgen deben interpre-
tarse, que el que muera con el santo Esca-
pulario no padecerá por mucho tiempo el
fuego del Purgatorio, fundados en que la
palabra ceternum se usa muchas veces en la
Sagrada Escritura para denotar un tiempo
muy largo; como la Circuncisión se llamaba
Fcedus ceternum porque había de durar hasta
la venida de Cristo, y como Dios dijo que
-daba á Abraham y á su descendencia la tierra de promisión in
possesionem ceternam porque la habían de disfrutar por muchos
años.
De esta manera interpretaron la promesa de la Virgen, entre
otros Lezana (i). Pero no parece natural esta interpretación, por-
que entienden los expositores que si ceternum se toma algunas
veces por un tiempo largo, cuando se dice ignem ceternum se en-
tiende siempre el fuego del infierno. Y con razón ha sido des-
echada esta opinión, porque entonces esta promesa vendría á
ser una misma cosa que el privilegio que llamamos sabatino, re-
velado en diferente ocasión y con palabras expresas por la Vir-
,gen Santísima al Papa Juan XXII.
Pero, aunque se admita esta interpretación, no es contraria
a la fe.

(I) Tom. 4 Auval. ad an. 1251.


490 KL MONTE CARMELO

San Bernardino de Sena asegura que María tiene dominio ere


el reino del Purgatorio; por lo tanto Ella puede ayudar con sus
súplicas y oraciones á las almas que están detenidas en aquel
lugar de expiación, ya que su intercesión es más poderosa de-
lante de Dios que la de todos los santos juntos, y que con el ca-
rácter de Madre de Jesucristo ha de conseguir cuanto pida á su
Hijo en favor de aquellas almas predestinadas, unidas á Dios con
la caridad. De modo que esta interpretación no tiene cosa con-
traria al dogma ni á la moral.
Los que sostienen esta opinión se apoyaron sin duda en un
decreto que dio el Rmo. P. Teodoro Stracio, General de la Orden
Calzada (i), que dice que «para que los fieles menos doctos no su-
frieran algún detrimento en sus conciencias, no se escriba ni se
publique la promesa de la Virgen in quo quis moriens, etc., sin darle
una legítima explicación, que podría ser, en lugar de aquellas
palabras ceternum non patietur incendium, ó ignem odernum, de-
cir meis precibus adjuvabitur, aut ab igne Purgatorii quantocius
liberabitur»; es decir, que serán ayudadas ó socorridas por las
súplicas de la Virgen, ó rescatadas las almas cuanto antes del
Purgatorio.
Pero ya hemos dicho que no es admitida esta interpretación.
La tercera opinión sostiene que las palabras de la Virgen na
deben tomarse materialmente y tal como suenan, es decir, que
todo el que muera con el Escapulario se salvará, sino que esto
debe entenderse en el sentido de que tendrán efecto las palabras
de la Virgen cuando se cumpla con las demás obligaciones, si ta-
men ccetera non desint, dice Belarmino (2). Los patrocinadores de
esta opinión aducen para corroborarla otras promesas semejantes
de la Sagrada Escritura: El que come mi carne y bebe mi sangre
tiene la vida eterna (3); todo aquel que invocare el nombre del
Señor será salvo (4); la limosna libra de la muerte (5); ninguno
que haya esperado en el Señor ha sido confundido (6); cuya inter-
pretación, según Beda y San Buenaventura, es que la limosna y la
fe, é invocar el nombre del Señor, etc., por sí no justifican, pero

(1) Este General gobernó la Orden desde 1631 á 1642.


(2) Controv., tom. 3, libr. 2 de pcenit., cap. 1, object. 7.
(3) San Juan, cap. 6, ver. 55.
(4) Joel., cap. 2, ver. 32.
(5) Tob., cap. 12, ver. 9.
(6) Ecclesi, cap. 2, ver. 11.
EL ESCAPULARIO 491

disponen el alma para la remisión de los pecados, ó inclinan ha-


cia nosotros la divina misericordia para que nos conceda la gra-
cia. Pero si es ése el sentido de las palabras de la Virgen, pode-
mos decir que sin morir con el Escapulario, con tal que cumpla-
mos todas nuestras obligaciones, nos salvaremos (1). Y si se nos

Xa Virgen del Ccrrmeij que se venera en el coro de Pp. Carnjelitas


de Valencia.

replica que con el Escapulario conseguiremos mejor las gracias


y auxilios de María, podemos contestar que lo mismo sucede con

(1) Esta opinión pusimos como más probable en la primera edición de nues-
tro devocionario Aromas del Carmelo; pero en las siguientes ediciones 4 e l
mismo libro hemos seguido otra opinión que expondremos más adelante.
492 EL MONTE CARMELO

los otros escapularios y objetos de piedad, puesto que han sido


instituidos para honrar á Dios y tener más propicia á la Madre"1
de misericordia. ¿Y hemos de igualar el Escapulario del Carmen,'
cuya antigüedad, cuya venerabilidad, cuyo origen y virtud hanJ
sídó de todos los Pontífices y de los fieles reconocidos como su-
periores y de más eficacia, á los otros escapularios? ¿Qué gracia
haría entonces la Virgen á sus hijos, cómo se conocería el amor
especial que Ella les profesa, del cual es testimonio el santo Es-
capulario Ubi el cunctis Carmelitis privilegium? No creo que sea
ésta la interpretación genuína y natural de las palabras de la Vir-
gen, aunque respeto y admiro la sabiduría de los autores que la
sostienen; pero el corazón de una Madre es más grande que todo
eso, y cuando quiere hacer alguna gracia, ó conceder algún pri-
vilegio á alguno de sus hijos, se sale de lo común y ordinario, yr
como está impulsada del amor, obra lo que causa admiración.
Pero á los que admiten esta opinión, no creo que se les pueda
acusar de ser contraria al dogma. Jesucristo nos dice: «Si quieres
entrar en la vida eterna, guarda los Mandamientos (i); es decir,
cumple tus obligaciones como cristiano; y las obligaciones de un
cristiano se extienden á todos los ramos de la sociedad, en cual-
quier estado ó posición que se encuentre el hombre. Si éste cum-
ple, pues, las obligaciones que tiene con Dios, consigo mismo y
con el prójimo, seguro puede estar de captarse la benevolencia
y amistad de Dios y la protección poderosa de María, abrigando
la esperanza de llegar al puerto de salvación; porque ni Dios
exige más al hombre para darle la corona de la gloría;, ni Aquella
que es Madre de piedad y misericordia dejará de interponer todo
su valimiento y de conceder auxilios y gracias en abundancia al
que cumple como buen cristiano para que consiga la salvación.
Estas opiniones y algunas otras qué omitimos porque se con-
forman casi en todo con éstas, apenas han sido combatidas como
contrarias al dogma, porque bien claro está que en nada se opo-
nen á él. Pero hay otra opinión que algunos han dicho que es
demasiado atrevida, y otros que es contraria á la fe, y para ex-
plicarla bien y defenderla queremos dedicarle un artículo.
fr. Plácido Jalaría del Pilar.
t*..-. (Continuará.)

•• '(!) Matth., cap. 19, ver. 17.


i.-'
A LA VIRGEN DEL CARMEN

¡Dios te salve, Virgen pura, Tú, que en la vida proteges


Reina de Cielos y Tierra * A quien en tu amor confía,
Madre de eterna hermosura, ¡Nunca enojada te alejes
Fuente de paz y ventura, De tus hijos! ¡No nos dejes
Arca en que la fe se encierra! Sin tu amparo, Madre mía!

¡ Salve, Reina del amor, ¡ Porque es el mayor consuelo


Madre de Dios y del Hombre, Que el hombre en su pecho encierra
Que al pecho prestas calor Decir con hermoso anhelo:
Con el suavísimo ardor — ¡Tengo una Madre en la Tierra!
De tu dulcísimo nombre! ¡¡Y otra mejor en el Cielo!!

¡Salve, Azucena fragante Tú, benigna y amorosa,


De los jardines del Cielo, Eres el divino faro
Estrella de luz radiante, Que en la noche borrascosa
Cuyo divino semblante Del mundo prestas piadosa
Brinda amor y da consuelo! Socorro, auxilio y amparo.

¡Salve, celestial Señora, Si tu pecho virginal


Encanto, gloria y delicia No estuviera al alma abierto,
Del corazón que te adora, Fuera el mundo triste erial,
Espejo de la justicia La vida árido desierto,
Que de Dios el justo implora! Y el hombre esclavo del mal.

A tus plantas virginales, ¡Tú desvaneces las dudas


Llenos de afán y dolores, En que la razón se estrella! ,
Acudimos los mortales ¡Tú contra el mal nos escudas!
Para aliviar nuestros males, ¡Tú en la muerte nos ayudas!
Implorando tus favores. ¡Tú nos salvas, después de ella!

Ante tu imagen sagrada Oye á quien tus glorias canta...


Se postra el hombre contrito, Y que al llegar mi agonía
Y á la luz de tu mirada Pueda exclamar mi garganta:
El alma más desolada ¡Protégeme, Virgen Santa!
Siente consuelo infinito. ¡¡ Ampárame, Madre mía!!
Juaij JAartlnaz Jfctcaríno.
Julio igol.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

PARTE TERCERA
En la parte tercera de ese admirable Genio, trata Fr. Jerónimo
de algunos más principales requisitos del Historiador.
Tomando el agua desde su origen, declara que el más importante
requisito para el escritor es el saber. Enmudezca mi labio, y abra
el suyo de oro, que lo hará de perlas. «Este, dice, es el principio y
fuente de donde se origina y nace él escribir bien, porque mal es-
cribirá uno lo que ignora, y no mejor podrá enseñar lo que no sabe.
Séame lícito — continúa con generoso acento—exclamar aquí con
la razón y la experiencia: ¡ Oh, cuan poco se considera qué cosa es
escribir y publicar un libro y un tratado! Hácese el que lo escribe
doctor y maestro universal del mundo; y, subido en la cátedra de
su libro, tiene por oyentes á todos los mortales que lo quisieren leer,
á quienes, como maestro y catedrático, enseña en aquella materia
de que en su libro trata,, Mire, pues, ahora la obligación que se echa
á cuestas, el ambicioso título que se arroga, el peligro á que se ex-
pone y la vergüenza que le cubrirá el rostro si se hiciere maestro
cuando y de quien no merecía ser discípulo. Hay muchos, entre los
que así se abalanzan, que antes de aprender enseñan, y antes de
leer escriben, y aun antes de conocer las letras se precian de letra-
dos. Apenas gustaron con los primeros labios la noticia de alguna
facultad, cuando la leche, no bien en ellos recibida, la quieren co-
municar á otros, con ambición de ser padres los que aun no son hi-
jos. Mucho tiempo ha primero de oir el que seguramente ha de ha-
blar, y aprender por largos años discípulo lo que maestro ha de en-
señar después» (i).

(I) Cap. I, § 3 .
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ A9S

¡ Qué caudal de sentido práctico no encierran estas observaciones,


aplicables á todos los tiempos, máxime á los presentes, en que cunde
esa desordenada afición á escribir á tontas y á locas, sin prepara-
ción alguna! «Lastimoso es y digno de remedio este daño—continúa
el docto y sesudo carmelita;—porque ¿quién aprenderá si enseñan
todos? Y ¿quién tendrá tiempo para leer si cada uno está ocupado
en escribir, si ya el que escribe no escribe sólo para sí, y es único
y necesario lector de sí mismo? Yacen por esta causa las divinas-
obras y escritos admirables de los grandes maestros, cubiertas de
polvo en los rincones, ó cuando mucho para vana ostentación de
compuestas librerías, encarceladas en estantes, sin que sirvan más
que de una vistosa alhaja con lo dorado de las hojas y cubiertas,
contentándose sus dueños con tener noticia de sus títulos y conocer
los libros por de fuera. ¿ Quién toma á Platón en las manos para leer-
le y entenderle? ¿Quién á Aristóteles? ¿Quién á Homero y Virgilio?
¿Quién á Cicerón y Quintiliano? Y (lo que es más digno de lástima
y dolor) ¿quién se acuerda de revolver el sacrosanto volumen de Ios-
libros divinos y los comentarios y obras celestiales de los santos
doctores, llenos de misterio y sabiduría soberana?» (i).
Si ya se dolía tan egregio varón de contemplar en su tiempo ol-
vidados esos preciosos manantiales de la sabiduría sagrada y profa-
na, ¿qué diría hoy en ese general, no ya olvido, sino desprecio de
la cultura griega y latina, y de cuanto huele á meditación y estudio
de la Biblia, el libro por excelencia? ¿Qué diría?... Pero es fuerza
continuar.
Los sabios que lo son de veras, tiemblan al dar á luz sus obras,
juzgando no hallarse todavía éstas en la conveniente sazón y ma-
durez. «No hallamos este encogimiento — dice Fr. Jerónimo—en<
los nuevos sabios, sino una confianza y animosidad muy hija de
su vana presunción. Quiérenla honestar algunos con el especioso
título de celo del bien común, y otros con el de"precisa obligación-
y precepto que los violenta y fuerza. Es muy donoso el escrúpulo
"que para esto encarecen aquéllos en sus prólogos, de que se les pe-
dirá estrecha cuenta del talento recibido; y, si así lo creen, será
menor su culpa y mayor su ignorancia. Mas ¿quién de juicio entero-
creerá de sí (y más cuando se lo disuaden otros) que tiene tal ta-
lento? ¡ Gran sencillez, gran celo y gran vanidad ó presunción! Como
el publicar de estotros, que se lo mandan con precepto irrevocable.
Lo cual, si alguna vez se hace creíble (como es en religiosos), mu-

(i) §4-
496 EL MONTE CARMELO

chas, en los que son dueños de sí, se tiene por fingimiento vano;
y especialmente en escritores menos sabios, en quien con la igno-
rancia reina el apetito de lucir y ostentar lo que no son. No quiero
por esto condenar á los floridos ingenios para que, desconfiados ó
encogidos, dejen de hacer pruebas de sí, ni á los ya sazonados
y ricos de sabiduría para que, tímidos 6 envidiosos, la escondan
y sepulten; que los talentos (cuando verdaderamente los hay, y á
luz de ajena y grave persuasión en desengaño humilde se cono-
cen) descubrirse deben y lograrse; pero con esta advertencia qui-
siera hacer cautos á los unos y á los otros, para que ni aquéllos se
abalancen antes de tiempo, ni éstos á más de lo que permite la
prudencia» (1).
Pide Fr. Jerónimo al escritor copiosa sabiduría, y no ya sólo de
la materia sobre que escribe, sino de las diferentes artes que pue-
den conducir al mayor decoro, luz y ornato de lo que escribe; pues,
como dice él con soberano acierto, «ninguna facultad ó ciencia hay
que, para su perfecta inteligencia y declaración, no pida el con-
sorcio de otras muchas que hacen y constituyen sabio al que las
tiene» (2).
De ese consorcio necesita muy en especial el historiador; «por-
que, habiendo de referir lo que hay, lo que pasa y sucede en el
mundo, es lance forzoso tener noticia y comprensión de todo ello,
más ó menos general ó particular, cuanto lo fuese el asunto del
historiador». Pone Fr. Jerónimo de relieve esa necesidad, y la deja,
con luminosos ejemplos, plenamente demostrada. «¿Qué arte, dice,
aunque sea de las más ordinarias, viles y mecánicas que hay en la
República; qué ciencia, aun de las más escondidas y sutiles de la
escuela, deja de ser importante y á las veces necesaria para su re-
lación?... Inmensa es la materia á que se extiende la Historia, y
así debe también serlo la noticia del historiador; porque, como nin-
guna cosa hay que» se escape de su pluma, así á todas debe alcan-
zar su inteligencia» (3). Así discurre Fr. Jerónimo con su habitual
discreción y sensatez.
( Se continuará, )
José Jgn. Valentí.
(1) §5-
(2) §6.
(3) §7-
_ _ _ _ _ __ ^AJMMMMMbJk. _ _
V
" ' J * ^ • p * » ^ p * ' * * T ^ ' ^ ^ I \ » v T \ í ^ T V » ^ T ^ T ^ ^ T V * ^ p ^ t - T N * * ^ p ^ " V p « • ' T * * * * * T * * * * * T * * » T * < * ^ j ^ í p ' T ^ * ^ T ^ » ^ N » w » T * » ^ T v

EL R HERMANN
(Continuación.)

XI

EL P. AGUSTÍN EN EL CONVENTO DE BAGNERES

|||IRAN satisfacción sería la mía fueron á visitar á la M. María de


JvS si me fuera dado relatar mi- los Angeles y ésta, después de los
nuciosamente la f u n d a c i ó n del saludos correspondientes, les ma-
convento de Bagneres de Bigorre, nifestó sus proyectos, el P. Agus-
debida en su mayor parte á la ini- tín comprendió, al primer golpe
ciativa del P. Hermann; pero no de vista, la importancia de una
puedo pasar por alto algunos he- fundación en una villa habitada
chos, de entre los más salientes, durante el verano por inumerables
que tuvieron lugar en aquella fun- extranjeros que van á buscar en
dación y que atañen directamente las aguas minerales, que brotan en
al P. Agustín. abundancia de las vecinas monta-
Corría el año 1853 cuando el P. ñas, la salud y las fuerzas, perdi-
Hermann, por consejo facultativo, das con frecuencia entre todo gé-
fué á tomar las aguas de Bagneres. nero de excesos. Acto continuo
La Providencia le condujo allí puso manos á la obra, y, después
para ser el brazo fuerte que diese de haber escogido un sitio muy
empuje á una fundación tras la ventajoso para dicha fundación, lo
cual hacía años iba la Madre Ma- participó al P. Domingo, invitán-
ría de los Angeles, priora de las dole á que viniese á Bagneres con
MM. Carmelitas descalzas de Bag- el fin de que pudiese juzgar con
neres. conocimiento de causa. Un insu-
La llegada del P. Agustín y de perable obstáculo se ofreció por el
su compañero el P. Luis de los momento. Cuando ya se iba á ce-
Sagrados Corazones, fué como un rrar el trato de la compra del te-
acontecimiento para la pequeña rreno, el vendedor exigía como
villa. Todo el mundo se admiraba condición, sine qua non, una perso-
al ver unos hombres que no usa- na que garantizase á los compra-
ban otros nombres que el de reli - dores. En esta perplejidad, una
gión, ni conocían otra patria que dama inglesa, amiga de la M. Ma-
el cielo, ni contaban con más años ría de los Angeles, llegaba al mo-
de existencia que los que llevaban nasterio solicitando hablar con el
de hábito, y su recogimiento, su P. Agustín, y apenas entabló con-
afabilidad celestial, su vida pobre versación con él, al enterarla del
y abnegada robaban todos los co- asunto que llevaba entre manos,
razones. se ofreció como garantía, compro-
Cuando nuestros dos religiosos metiéndose á pagar en el acto la
498 EL MONTE CARMELO

suma de ocho mil francos por la relaciones entre la expatriada rei-


adquisición del terreno. Acto con- na y el P. Agustín, relaciones que
tinuo , una vez obtenido el consen- redundaron en bien espiritual de
timiento del obispo de Tarbes y la infortunada soberana y de sus
la aquiescencia del municipio de hijos.
Bagneres, el P. Agustín trazó el El P. Agustín, no obstante sus
plano del convento y de la iglesia ocupaciones, no abandonaba su
y dio principio á su obra con gran vida apostólica. En los tres años
escasez de recursos, pero confiado que duró la construcción de la
siempre en la divina Providencia, iglesia y convento de Bagneres
que nunca le faltó en los momen- recorrió el Mediodía de Francia
tos de más penuria. Mientras la dando misiones, predicando ser-
obra s e g u í a paulatinamente su mones de caridad, cuaresmas y
curso, se instaló con algunos reli- meses de María. No es posible se-
giosos en una casa alquilada por guirle en todas estas excursiones
la M. María de los Angeles. evangélicas, pero no puedo pasar
El 20 de Julio de 1854, un terri- en silencio el sermón que predicó
ble temblor de tierra llenó de cons- en la profesión de un israelita, ya
ternación toda aquella comarca. revestido con el hábito del Car-
Tres días consecutivos duró el fe- men.
nómeno seísmico, dando por do- Sin duda que el lector no habrá
quiera violentas sacudidas con ra- olvidado al joven que acompañaba
pidez espantosa. Los extranjeros, al P. Agustín al salir de la iglesia
llenos de terror, huyeron á la des- de San Sulpicio. Este joven fué al
bandada, y los del país abandona- templo por mera curiosidad; ya
ban sus moradas buscando un asi- había recibido la gracia del bau-
lo en las iglesias. El P. Agustín y tismo , y vivía como buen cristia-
el P. Francisco de J. M. J. pasa- no, pero esperaba que ia divina
ron toda una noche en la capilla Providencia le mostrase de una
de las c a r m e l i t a s confesando y manera patente el estado en que
dando comuniones, y al amanecer podría servir con más perfección
recorrieron toda la población, con- á su Dios y salvar su alma. Dios
solando y animando á los habitan- se sirvió del P. Hermann como
tes, locos de espanto. instrumento para patentizarle su
Jamás olvidarán los que sobre- divina voluntad. En efecto, él fué
vivan de aquella fecha, transmi- el único, puede decirse, que com-
tiéndolo á la posteridad, el celo y prendió y se aprovechó del sermón
abnegación que, durante aquellos del P. Agustín. Uno de sus com-
terroríficos días, desplegaron am- pañeros, tocándole ligeramente en
bos religiosos. el hombro, le dice: «Y bien, mi
El mismo año,»el P. Agustín en- querido Bernardo, ¿ qué juicio for-
tabló amistosas relaciones con la máis de todo cuanto acabáis de
reina Cristina, arrojada de Espa- oir? Debíais hacer lo mismo que
ña por los mismos liberales á quie- él.—Señor, ya está hecho» — le res-
nes había servido en cuerpo y al- pondió Bernardo con grave sem-
ma. Habiendo caído enfermo de blante. Apenas salieron de la igle-
gravedad el confesor de la desven- sia, cuando se a r r o j a al cuello
turada reina, el P. Agustín pasaba del Padre, diciéndole al propio
las noches enteras á la cabecera tiempo:
de su cama, y, apenas exhaló el «Padre mío, yo quiero amar á
último suspiro, se ocupó de ren- Jesucristo: me voy con usted». El
dirle los honores fúnebres corres- 29 de Junio de 1855, este joven
pondientes á su carácter episco- emitía sus votos en la iglesia de
pal. Tal fué la causa de las íntimas Broussey; y el P. Agustín, entre
EL P. HERMANN 499
otras cosas, le dijo: «Ambos he- zón y un alma en el cuerpo de Je-
mos vivido odiando á nuestro Sal- sucristo.
vador, su doctrina y su moral. Mas Ahora bien, mi querido Bernar-
Dios ha derramado sus misericor- do, hijo de la gracia, todo esto lo
dias sobre nosotros, y su gracia, habéis disfrutado durante un año;
superando n u e s t r a malicia, ha durante este delicioso y celeste no-
triunfado, colmándonos de la fe y viciado habéis respirado sus per-
de la caridad que existen en Jesu- fumadas virtudes, el buen olor de
cristo... Jesucristo.
¡Qué día tan hermoso para vos, ¡Ah!¿ quién podrá enumerar las
mi querido Bernardo. Vais á ofre- delicias que hemos saboreado des-
ceros por toda la vida á ese Dios de que Jesucristo se dignó recoger-
de amor y de misericordia!... nos en esta embalsamada soledad?
Tres clavos suspendieron de la ¿Quién será capaz de contar las
Cruz al divino Salvador de nues- alegrías tan puras y tan celestiales
tras almas: el orgullo de los hom- que inundan al dichoso y pobre
bres, la ambición y la repugnante hijo del Carmelo durante la ora-
voluptuosidad; tres votos van tam- ción , en esas largas horas de silen-
bién á enclavaros sobre la cruz cio y amoroso coloquio entre el
querida de nuestro muy amado alma y su Bien amado, Jesús?
Jesús; y con estos tres votos juráis ¿Quién, sobre todo, podría ex-
guerra á muerte á esas tres domi- plicar las felicidades é incompa-
nantes y terribles p a s i o n e s del rables deleites que se desbordan
hombre caído. de ese río del Tabernáculo cuan-
Por medio de la obediencia, so- do se abre su pequeña puerta, y
metéis el orgullo, lo domáis y lo que Dios, nuestro amor, nuestro
aterráis. dulce y tierno Jesús, viene á po-
Por el voto de pobreza reducís sarse sobre nuestros temblorosos
á lo imposible en adelante la ava- labios para hacernos olvidar la
ricia, la ambición y el deseo in- tierra y á nosotros mismos, para
moderado de los falsos bienes te- adormecernos sobre su corazón y
rrenos. absorbernos en él, identificarnos
Por el voto de castidad inmoláis con él y transportarnos á través
vuestro cuerpo, transformándoos de los más dulces misterios, hasta
en ángel sobre la tierra». el pie del trono de su Padre, para
Después siguió probando cómo decirle: ¡Padre mío, ved aquí los
estos tres votos no son otra cosa que me aman! Deseo que, así co-
que un simple tributo de amor pa- mo yo soy una misma cosa conti-
gado á Jesucristo en compensación go , lo sean también ellos conmigo
de su amor para con nosotros, y por este santo beso, por estos sa-
terminó su discurso en esta forma: grados abrazos de la amorosa co-
«¡Ah! Permitidme que pronto munión.
entone con vosotros, mis queridos ¡ Oh! ¿ Lo hubieras acaso soña-
hermanos, el Ecce guam bonum et do , hermano mío, antes que tu-
quam jucundum habitare fratres in viera lugar aquel Mes de María en
unum. el que brilló la luz, que éste sería
¡Oh cuan bueno es, cuan dul- tan hermoso, tan delicioso, tan
ce, cuan delicioso, cuan consola- embriagador, tan divino? ¿Po-
dor y agradable que los hermanos drías suponer que en la tierra pu-
habiten reunidos! Habitar, digo, dieran existir alegrías tan semejan-
con hermanos que no viven más tes á la del cielo?
que por amor á Jesucristo, que no ¿Podías creer, antes de tu con-
respiran más que por su gloria, versión , que tenías en el cielo una
que no forman más que un cora- madre tan amable, tan pgderosa,
50° EL MONTE CARMELO

tan dulce, tan gloriosa, tan llena gran espíritu, el nuevo profeso y
de gracia y de amor hacia nosotros? el P. Agustín. Después que fija-
¿Hubieras creído que las lágri- ron sus ojos por algunos instantes
mas que en el Carmelo se derraman en el horizonte, como si quisieran
son lágrimas de alegría y de éxta- interrogarle por el crepúsculo que
sis divino? les restaba, partieron súbitamen-
¿Hubieras podido jamás supo- te, llamados por una voz interior
ner que es uno más dichoso doman- que les decía: ¡ Venid, hijos míos,
do sus pasiones que dándolas rien- venid con alegría, venid! El único
da suelta; que la vida del religioso depositario de este secreto era el
fuese colmada de tantas emocio- Rdo. P. Prior. Mas, al día siguien-
nes, tan repleta de cosas grandes, te, cierto rumorcillo que llegó des-
tan fértil en frutos de buenas obras? de Verdelais, distante tres ó cua-
¿ Lo hubieras, en fin, creído, que tro horas del convento, disipó el
un día serías llamado para traba- enigma. En efecto: nuestros ca-
jar en concierto con los santos en minantes romeros, cerca de media
la salvación de las almas por me- noche daban suaves golpes en la
dio de la sublime locura de la Cruz, puerta de una ermita muy venera-
la predicación del Evangelio y la da del contorno, y cuyo origen se
práctica de las más heroicas virtu- remonta hasta el siglo xn. El ermi-
des? ¿Lo hubieras creído jamás...? taño, al oir los golpes, despertó con
O Altitudo divitiarum sapientice et sobresalto, y les abrió con algún
scientia Dei ! ¡ Quam incomprensibilia, recelo, como era natural. Mas, al
suntjudicia ejus et ininvestigabiks vice fijarse en aquellos semblantes tan
ejus ! dulces y sonrientes, no pudo menos
¡Oh profundidad de los tesoros de franquearles las puertas de la
de la sabiduría y de la ciencia de devota capilla. Mientras que el pia-
Dios! ¡Cuan incomprensibles son doso ermitaño se recogió á su habi-
sus juicios é impenetrables sus ca- tación lleno de confianza y satis-
minos! Porque ¿quién ha conocido facción , la Virgen, rebosando de
los designios de ,Dios...? Todo es gracia, veía prosternarse ante el
suyo, todo para Él..., á El solo la tabernáculo de su Hijo al Rdo. Pa-
gloria y el honor por los siglos de dre José Luis y á los dos navegan-
los siglos...!» tes que la estrella del mar había
Imposible sería de todo punto salvado del naufragio del mundo.
dar una idea del efecto que produjo Colocados entre el tabernáculo y
esta penetrante y viva improvisa- la estatua milagrosa de la Virgen,
ción. Jamás el Padre subyugó con el P. Hermann exclamó: «¡Qué
tanto imperio á su auditorio. bien estamos aquí, en medio de
La ceremonia de la profesión Jesús y María!»
tuvo lugar en una hermosa tarde El P. José Luis fué al momento
de verano.^^ía la multitud se reti- arrebatado en éxtasis; cosa que le
raba muda de admiración, cuando acaecía, según testimonio de los
vieron aparecer y detenerse sobre que vivieron con él, con alguna fre-
la explanada que domina la inmen- cuencia.
sa comarca, en cuyo centro, cual Los tres peregrinos, después de
otro palomarcito, se halla situado haber pasado la mayor parte de la
el convento de Broussey, á tres re- noche en amorosos coloquios con
ligiosos revestidos con sus capas Jesús y María, antes de abandonar
blancas. Eran el P. José Luis, aquel lugar bendito tomaron una
maestro de novicios, nombre de sangrienta disciplina.
fr. €. S. f.
(Se continuará.)
FUNDACIÓN DE UN CONVENTO EN VERÁPOLY

[EFERIDO hé á nuestros amados lectores los principios y es-


tado'presente de nuestra Misión en este distrito de Cotta-
yam, y también indiqué en mi anterior crónica los comienzos de
la obra de conversiones en cierto lugar del mismo. Tal vez espe-
ran la continuación del relato empezado; pero permítanme dejar-
lo para otro día, porque hoy es forzoso registrar entre mis apun-
tes un hecho de transcendencia excepcional para esta santa
Misión, y por tanto de extraordinario interés para cuantos pro-
curan y desean su prosperidad y se alegran de sus frutos de
gracia.
Me refiero al arribo á estas playas de los siete nuevos misione-
ros de nuestra provincia de Navarra. El 21 de Mayo tuve el gusto
de abrazarlos con sumo placer al hacerse & tierra en el puerto de
Cochín, después de una feliz travesía á través del Mediterráneo,
Mar Rojo é Indico. #
Doy á Dios gracias de lo íntimo del corazón por tan dichosa
realización de los ensueños y ansias de nuestros beneméritos mi-
sioneros, que durante tantos años suspiraban por este día. Y yo,
el último operario de este campo, he tenido la suerte de recibir-
los é introducirlos en la Misión. ¡Sea el Señor bendecido y ala-
bado!
Siempre es aquí celebrada como un acontecimiento la llegada
de cualquier nuevo misionero. Ni puede ser de otro modo, dada
la grande necesidad de obreros y compañeros que de continuo
502 EL MONTE CARMELO

sentimos y nos hace pedir al Cielo y á la Tierra su venida, y dada


la distancia que nos'feepara de nuestros conventos y patria y au-
menta el gozo de estrechar entre los brazos á hermanos queridos.
Conque figúrense mis lectores la satisfacción y alegría con
que habremos celebrado la vista de nada menos que siete ca-
maradas de una vez en este suelo sediento de sudores apos-
tólicos.
Mas no es ésta la razón única ni principal que tuvimos de ento-
nar alegre, sonoro y fervoroso TeDeum al entrar nuestros que-
ridos Padres en la iglesia matriz y central de Verápoly. No se
trata de siete simples religiosos, ni de siete individuos misione-
ros. Trátase de una obra que la escasez de sujetos, en contraste
con el exceso de trabajo, había impedido realizar hasta ahora que
los superiores de nuestra floreciente y amadísima Provincia de
San Joaquín de Navarra la han tomado por su cuenta y efectuado
con una iniciativa y decisión dignas de su religioso celo.
¿Cómo daremos las debidas gracias á esos amables PP. Misio-
neros en espíritu, sostén de las Misiones en realidad? Al recibir
nuestro amantísimo arzobispo á los nuevos enviados, vélasele tan
profundamente conmovido de placer y gratitud, que se notaba á
las claras lo que le costaba articular palabra; su agradecimiento
á la Provincia es inmenso; su gozo y generosidad con los recién
venidos, sin límites; su concurso paternal para favorecerlos, ex-
tremado. No hay que añadir que los demás abundamos en idén-
ticos sentimientos hacia nuestros carísimos compañeros y los que
nos los mandan. ¡Dios los premie con largueza y les dé ánimo y
acierto para proseguir y perfeccionar tan importante obra!
Decía, en efecto, que se trata de una obra especial. Los animo-
sos Padres y Hermanos que ya tenemos entre nosotros, no son
un refuerzo cualquiera en la lucha que sostenemos en estos cam-
pos sometidos al príncipe de las tinieblas; no son unos cuantos
combatientes más. Son un campamento de refugio; son un castillo
amurallado; son una escuela de estrategia, un taller de armas,
un cuartel de disciplina, un parque de municiones, un hospital de
heridos, un centro de auxilios: todo esto es un convento empla-
zado en medio de la Misión; y un convento de observancia regu-
lar y una comunidad de ejemplo, oración y celo, es lo que nues-
tros hermanos vienen á levantar en Verápoly. ¡Bien venidos!
No llegarán los inexpertos á comprender fácilmente la impor-
tancia singular de obra como ésta. No serán pocos tal vez los que,
olvidando las más elementales nociones de la vida del verdadero
obrero evangélico, se figuren que huelgan conventos y reputen
la observancia una remora allí donde la abundancia de la mies y
la escasez de segadores reclaman trabajo y más trabajo, sin le-
vantar mano ni exceptuar á sujeto alguno.
MISIONES CARMELITANAS 503

Pero ¿creerán los tales que los misioneros no somos hombres, ó


que el hombre, por mucho que tenga que trabajar, y precisamente
para que pueda hacerlo más y mejor, no necesita suspender á veces
la tarea para recobrar fuerzas y volver á ella con nuevo vigor, y re-
petir la tregua para repetir el trabajo, hasta consumarlo con feliz
éxito? ¿O les parece que la empresa de las Misiones es entreteni-
miento sencillo, sin dificultades, peligros, privaciones, enemigos,
heridas, tedios, cansancio, penuria y pruebas á par de muerte? ¡Ahí
Ni somos de bronce, ni hemos de pedir milagros; necesitamos con-
vento donde reponernos antes de desfallecer, como necesita su tienda
de campaña el soldado que ha de sostener larga pelea, so pena de
malograr las victorias, malográndose á sí mismo.
Hay mucho que hacer. ¡ Vaya si lo hay 1 Dígalo éste mi distrito, de
treinta ó cuarenta leguas de infinita populación y sólo somos cuatro
sacerdotes latinos. Muchísimo hay que hacer. Pero, por lo mismo, se
requieren muchísimas fuerzas, y más que naturales las de la gracia,
y muchísima constancia y fidelidad suma á esta gracia divina, sin la
cual nuestros tiros no darán jamás en el blanco, y en cambio corre-
mos grave riesgo de perecer ante las flechas envenenadas del ene-
migo- ¿Qué sería de nosotros sin un lugar de amparo donde curar-
nos, renovarnos, pertrecharnos, para salir de allí á relevar á los
nuestros, marchando á ocupar la primeralínea de combate, non in
curribus et in equis, sed in nomine Domini Dei nostri?
Es preciso comprenderlo. Al Goliat con quien luchamos no se le
vence con corazas y armaduras de humanas habilidades, riquezas y
elocuencias. In ostensione spiritus et virtutis está la espada de dos
filos de que habla San Pablo, única á propósito para cortar la cabeza
del potente adversario, y lograr rico botín de almas conquistadas. Y
esta espada se fabrica en los conventos, y se la templa allí al calor
de la divina contemplación, y allí se aprende á esgrimirla con victo-
riosa destreza, y, sobre todo, allí da el Señor aquel empuje soberano
de su espíritu con el cual un pobre pastor arrolla al gigante orgullo-
so, ó un triste pescador triunfa de los sanedrines de la sinagoga. Un
convento observante ¿qué es sino un cenáculo donde, sobre los após-
toles retirados en oración, sopla el fuego del Espíritu Santo que los
enardece y los hace salir á renovar la faz del mundo, convirtiendo
en seguida Pedro tres mil judíos con un solo sermón?
Venga, pues, el convento, vengan misioneros de oración, para que
venga el Espíritu Santo y vengan conversiones: ¡Veni, Sánete Spi-
ritus!
fr. Juan Vicente,
C. D., Mis. Apost.

Cottayam, sábado de Pentecostés, Junio 1901.


EL CANTO GREGORIANO

LOS BENEDICTINOS DE SOLESMES

3¡|p>OMÁNDOLO del Boletín de la Co- dual, Antifonario, etc., y la Paleo-


Ittf" fradla de Ánimas de Santo Do- grafía musical (1).
mingo de Silos, vamos á dar á nues- »D e l a s Melodías Gregorianas,
tros lectores una ligera idea de una in- obra conocidísima del Rvmo. Padre
teresante memoria sobre los estudios y D. José Pothier, hoy abad de S. Wan-
publicaciones de canto gregoriano de drille, publicada en 1880, se deduce
los monjes benedictinos, que el Reve- que las melodías tradicionales de la
rendísimo abad de Solesmes ha pre- Iglesia romana se hallan enteras y pu-
sentado recientemente al Sumo Pon- ras en los manuscritos de canto, y que
tífice, y por la que mereció que Su se ha vuelto á encontrar también en
Santidad le contestara con el Breve ellos las reglas para ejecutarlas.
tan honorífico que tuvimos el gusto »E1 Liber Gradualis ("1883) y los
de insertar en el núm. 24 de esta Re- demás libros cantorales han puesto al
vista. alcance de todos aquellas melodías,
«Empieza (la memoria) mencionan- escritas, no ya en signos indescifra-
do las primeras bendiciones otorgadas bles, sino en notas conocidas.
por el Pontífice reinante á los trabajos »La Paleografía musical suminis-
de los monjes de Solesmes, aludiendo tra á los sabios de todos los países los
con delicadeza á la oposición que les medios de comprobar lo que valían en
hicieron por varios años los partida- realidad las deducciones sentadas por
rios de la edición de canto de Ratisbo- el Rvmo. D. José Pothier.
na, y saludando ahora la aurora de »Para ello ha reproducido, por me-
tiempos más favorables. dio de la fototipia, varios manuscritos
«Hace luego una reseña histórica de
aquellos largos estudios solesmenses, (1) NOS gusta mencionar también como fruto
de estos estudios la Revista de Canto llano, que se
empezados hace más de sesenta años, publica desde hace nueve años en Grenoble, bajo
por impulso del Rvmo. P. Abad D. la dirección actual del Sr. Canónigo D. Pedro Pa-
ret, de cuya Revista es colaborador el Rvmo. Pa-
Guéranger, y aun en vía de ejecución. dre D. José Pothier. Aprovechamos la ocasión
»Los tres principales frutos de esos para recomendar la Revue du Chant Grégorien,
que tiene apenas una docena de subscriptores en
estudios son hasta ahora: las Melodías España, y seria de desear que fuese conocida en
Gregorianas, los libros de canto Gra- todos los cabildos, seminarios y monasterios.
EL CANTO GREGORIANO 505

importantes, entre otros el Antipho- dad, granjeándose poco á poco el fa-


nale Missarum, de San Galo (Suiza), vor universal.
del siglo v m , idéntico al Líber Gra- »En Roma se la honra y canta con
duales de Solesmes; el Gradual Jus- arte y amor en el Seminario del Vati-
tus ui palma, de la misa de los Con- cano , que es el propio Seminario del
fesores, sacado de 219 manuscritos de Papa, y, á imitación de éste, en otros
los siglos ix á xvir, esparcidos por Ita- varios: el Colegio benedictino de San
lia, Suiza, Alemania, Francia, Espa- Anselmo, el Seminario Francés, el Se-
ña, Bélgica é Inglaterra, ofreciendo minario Sud-americano, el Colegio Ca-
todos, con variantes insignificantes, pranica...
la misma melodía, la del Líber Gra- »La admiran y ejecutan en todo el
dualis, y el Aniiphonale Missarum, mundo: las grandes Órdenes de bene-
de Montpellier, del siglo XI, manus- d i c t i n o s , cistercienses, dominicos,
crito de doble notación, neumática la carmelitas, a g u s t i n o s , franciscanos,
una, y alfabética la otra, que traduce capuchinos...; en Francia varias dió-
los neumas uno por uno, nota por nota. cesis, Lucon, Rouen, Montpellier... y
•» El texto que acompaña los manus- numerosas catedrales, parroquias, se-
critos publicados en la Paleografía de- minarios, congregaciones de varones
muestra con sabias observaciones va- y mujeres, no sólo en Francia, sino
rias cosas muy importantes y curio- también en Italia, Austria, Alemania,
sas, y entre otras: i. a , que se puede hasta las puertas de Ratisbona, Suiza,
leer fácilmente los manuscritos anti- España, Bélgica, Inglaterra, África,
guos , merced á las numerosas traduc- América...
ciones que existen de ellos; 2. a , que «Numerosos escritores y artistas se-
las diferencias entre manuscritos no glares la ponen de relieve y la ense-
son más que variedades en la escritu- ñan; a r t i s t a s y compositores como
ra , encerrando todos la misma signifi- Gounod, Guilmant, Perosi se inspiran
cación para los que saben leer; á cuyo en ella.
propósito se tuvo ocasión de notar que «Atestigua este notable Breve (el
ciertos defensores de la edición de Ra- dirigido por León XIII al Rvmo. Abad
tisbona no sabían muy bien leer los de Solesmes), dice la Verité Francai-
manuscritos, cuando para dar muestra se del 2 de Junio, no sólo el interés que,
de ello publicaron al revés una página á imitación de sus predecesores los
de un manuscrito, reproduciendo el Romanos Pontífices, desde San Gre-
cliché negativo de la fotografía en vez gorio Magno, toma el Soberano Pon-
del positivo; 3. a , que la melodía tradi- tífice en aquella cuestión del canto sa-
cional es un canto hermosísimo, el más grado , tan importante para la Iglesia,
artístico, suave y religioso que se pue- sino también en cuan particular estima
de imaginar; 4. a , en fin, que el canto tiene el Papa las publicaciones saca-
de Ratisbona, comparado con aquella das de las mismas fuentes gregorianas
melodía tradicional, aparece mutilado por estos benedictinos de Solesmes.
bajo todos conceptos, tanto del arte »En efecto, representan estas publi-
como de la misma gramática y de la caciones , nadie ya lo ignora, la tradi-
práctica. ción antigua puesta en oposición con
»Sin más polémica, sólo con el des- las novedades, y tienden á devolver á
lumbrante resplandor de la verdad, la Iglesia su canto primitivo puro, cual
presentada á la vista de todos, la m e - existía todavía en Roma en tiempos de
lodía tradicional romana atrajo hacia Carlomagno. '
si los afectos, por su hermosura y pie- «Estos e l o g i o s y estímulos á los
506 EL MONTE CARMELO

monjes de Solesmes son, á la par que ver al canto gregoriano su antigua pu-
la más alta sanción de sus trabajos, una reza. .»
invitación general que se hace á todos «Con esto puede darse como con-
de seguir libremente estudiando en el cluido el reinado de los libros de Ra-
mismo sentido. tisbona. (Univers, de Paris, 29 mars
» Al lado de la edición de canto, co- 1901, citando Le Patrióte, de Bru-
nocida con el nombre de medicea (la xelles.) ,
de Ratisbona), que gozó anteriormente «Alegrémonos, nosotros los hijos de
de gran favor en Roma, quiere el Papa Solesmes, y, felicitando á nuestro Pa-
que se permita á todos proseguir las dre Abad general y á nuestros herma-
investigaciones que se dirijan al noble nos de la Abadía-Madre, demos gra-
fin de reconstituir el verdadero canto cias á Dios y roguémosle comunique
gregoriano. nuevas fuerzas y luces á los estudio-
»E1 privilegio concedido en 1868 al sos monjes, para que lleven á cabo su
editor Pustet, de Ratisbona, para la grandiosa obra.
reimpresión de esa edición medicea » Rueguen con este fin nuestros lec-
de 1615, concluyó con el año 1900. Mu- tores, y alégrense con nosotros todos
cho se trabajó para que se renovara los amigos del canto gregoriano, tan
dicho privilegio y se impusiera la me- numerosos, gracias á Dios, en Espa-
dicea como obligatoria para toda la ña, y especialmente en nuestra ciudad
Iglesia. Pero nada se consiguió; vigi- y provincia de Burgos.
laba la Santa Sede, siempre atenta, «Varias Revistas de España, como
siempre dispuesta á reconocer la ver- El Iris de Paz y E L MONTE CARMELO,
dad, cuando es bien demostrada. han dado á conocer á sus lectores este
«Habiendo adelantado mucho los Breve, tan importante para la causa
estudios gregorianos en estos últimos del canto gregoriano. Les damos las
años, se averiguó que la medicea fal- gracias por las palabras lisonjeras que
taba á las leyes más esenciales de- han dedicado á los trabaj os de los be-
canto gregoriano, y un prelado roma- nedictinos de la Congregación de So-
no, Mr. Carlos Respighi, sobrino del lesmes.
Emmo. Cardenal Vicario de Su Santi- «Sabemos q u e en el Carmen d e
dad, pudo demostrar que el Gradual Marquina (Vitoria) el Rdo. P . Emete-
de 1615 no era el manuscrito del maes- rio es un ardiente propagandista del
tro Palestrina. método del P. Pothier, como lo es tam-
«Lejos de renovar el privilegio de bién en la capital de esta diócesis el or-
1868, la Sagrada Congregación de Ri- ganista de la Catedral, Sr. D. Francis-
tos suprimió, en una nueva edición de co de Viñaspre. Ambos visitaron nues-
sus decretos, el de 1883, Romanorum tros monasterios de San Pedro y Santa
Pontificum sollicitudo, que recomen- Cecilia de Solesmes y San Martín de
daba, pero sin imponerla á nadie, la Ligugé, y se cercioraron por sí mismos
edición de Ratisbona, como más con- del efecto sorprendente producido por
forme entonces al canto de San Grego- la ejecución de los cantos litúrgicos,
rio, y declaró León XIII que, no sólo según las reglas señaladas por el céle-
no se debía presentar esa edición como bre cuanto modesto abad de Saint
obligatoria, sino que era preciso devol- Wandrille».
SECCIÓN CANÜN1CO-LITÚRGICA

LA BENDICIÓN É IMPOSICIÓN COLECTIVA DE LOS ESCAPULARIOS

TESPUéS que la S. Congrega- mente cinco escapularios, ya sea que


ción concedió el Indulto es- cada escapulario tenga sus dos cintas
pecial p a r a que se pudieran ben- correspondientes, ó ya que todos cinco
decir é imponer muchos escapula- estén unidos con sólo dos cintas , para
rios á la v e z , se originaron algu- que, de esta manera, una parte de cada
nas dudas sobre el modo y forma escapulario caiga por el pecho y la otra
en que debía usarse dicho Indulto. por la espalda, y no sean solamente un
L o que motivó que se propusiera 'escapulario al cual se le cosan los pa-
á la Santa Sede la siguiente inte- ños de diferente color, como se ha dis-
rrogación : puesto por esta S. Congregación (1).
Para investir á los fieles los cinco D e lo dicho hasta aquí podemos
escapularios ¿ se necesitan otras tantas sacar los siguientes corolarios:
bendiciones, imposiciones y recepciones i.° P a r a j u n t a r los escapula-
6 basta una y, en este caso, cuál es su- rios debe hacerse de tal manera
ficiente ? que queden sueltos todos los peda-
L a S. Congregación contestó zos de p a ñ o , y que cada pedazo
afirmativamente á la primera parte, sea del color prescrito p a r a cada
es decir, que se necesitan t a n t a s escapulario.
bendiciones, imposiciones y recep- 2. 0 Serían inválidos dichos es-
ciones cuantos sean los escapula- capularios si todos fueran repre-
rios. A la segunda p a r t e , ó sea si sentados por uno solo que tuviera
basta u n a sola bendición, imposi- los cinco colores, ya sea tejidos,
ción y recepción p a r a todos los es- ya bordados ó con aplicaciones so-
capularios, respondió de u n a ma- brepuestas.
nera negativa, á menos que el sa- 3. 0 T a m p o c o serían válidos los
cerdote que los bendiga é impon- escapularios,-aunque reunieran to-
g a h a y a obtenido el Indulto espe- d a s las condiciones prescritas, si
cial de la S a n t a S e d e , y entonces unos con otros se cosieran por sus
debe usar la fórmula que se le pres- cuatro extremidades de tal m a -
criba en dicho indulto. n e r a que resultara uno solo; pero
L a mente de la S. Congrega- la S a n t a Sede ha autorizado que
ción, según su decreto de 27 d e se p u e d a n coser por la p a r t e d e
Abril del año 1887, es que los sacer-
dotes que hagan uso del Indulto apos-
tólico para investir á los fieles los cin- (1) Acta S. Sed. Ord. Min., ann. vi,
co escapularios, no los bendiga si no sen pág. 97, et Acta S. Sed., vol. x u , pági-
distintos, esto es, si no son verdadera- na 558, etc., ad 4.™ . . . . . . .
508 EL MONTE CARMELO

arriba y por el centro p a r a con- rios la Secretaría de Breves y Me-


servarlos más unidos. moriales, la S. Congregación de
4. 0 N o es necesario que h a y a Ritos y la Congregación De Pro-
t a n t a s cintas como escapularios, paganda Fide.
sino que es suficiente poner dos 4. 0 L a autorización de dichas
p a r a todos. Congregaciones no es s u f i c i e n t e
5. 0 Como está prescrito que las p a r a la válida bendición é imposi-
cintas del escapulario rojo ó de la ción de los escapularios. Se nece-
Pasión sean de lana y del mismo sita además la de los respectivos
color, éstas y no otras son las que superiores regulares (1).
deben ponerse en los escapularios, 5. 0 Como la autorización de la
si entre ellos está el de la Pasión. S a n t a Sede supone la de los supe-
6.° E s t a n d o igualmente man- riores regulares, obtenía vel obtinen-
d a d o por la S a n t a Sede que los da, t e n e m o s : i.° L o s que autoriza-
escapularios de la Santísima Tri- dos p o r los superiores regulares
nidad y el de la Pasión tengan sus p a r a bendecir é imponer los esca-
respectivas imágenes, está m u y pularios en particular, si los bendi-
conforme con esa disposición que, cen é imponen, sub única formula,
al juntar los escapularios, se tenga sin la autorización de la S. Con-
cuidado de poner uno de ellos el gregación, la bendición é imposi-
primero y el otro el último, á fin ción son válidas, pero ilícitas. Son
de que los demás n o cubran sus válidas porque en ellas se observa
imágenes (1). todo lo substancial; pero son ilíci-
L o s señores sacerdotes que ten- t a s p o r q u e , según prescripción de
gan facultad p a r a bendecir é im-, la S. Congregación, en la bendi-
poner estos escapularios, tienen ción é imposición de los escapula-
que tener p r e s e n t e : rios h a y que usar la fórmula ordi-
1.° Que a u n q u e estén autoriza- naria, á menos que se h a y a obte-
dos p a r a bendecir é imponer mu- nido de la Santa Sede la facultad
chos escapularios en particular, especial de usar otra. 2. 0 Si los que
no p u e d e n , sin especial indulto de están autorizados por la Sede Apos-
la S. Congregación, bendecirlos é tólica para bendecir é imponer los
imponerlos todos j u n t o s , ni usar la escapularios, sub única formula, los
fórmula que la Santa Sede aprobó bendicen é imponen sin estar au-
p a r a los R R . P P . Redentoristas. torizados igualmente por los supe-
2. 0 Q u e si han,obtenido de los riores regulares, dichas bendicio-
superiores de las Ordenes regula- nes é imposiciones son nulas por
res la facultad de bendecir é im- faltar la c o n d i c i ó n esencial que
poner sus escapularios, pero p a r a prescribe y supone la S a n t a Sede,
esto no h a n obtenido de la S a n t a esto e s , la autorización de los su-
Sede la licencia especial que se ne- periores regulares para bendecir é
cesita, no pueden usar lícitamen- imponer los escapularios en parti-
t e la fórmula breve que aprobó la cular.
S. Congregación de Ritos E n ca- H a y que advertir también que
so de usarla, el acto sería ilícito, la Sede Apostólica puede autorizar
pero válida la bendición é imposi- p a r a bendecir é imponer dichos es-
ción (2). capularios, n o solamente en parti-
3. 0 P u e d e n conceder esta fa- cular, sino también sub única for-
cultad de bendecir é imponer sub mula ; y en este caso , los que alcan-
única formula los cuatro escapula- zaran de la S a n t a Sede esta doble
autorización no necesitarían la de
los superiores regulares; pero para
v (1) Beringer, tom. \, pág. 402.
-' (2) Decr. 12 Sept. 1883, apud Rescr.
auth. N. 444, pág. 689, ad 3.1" (i) Decr. eod. ad i."
SECCIÓN CANONICO-LITURGICA 5°9
esto es indispensable, como dicen juntamente con los demás, hay que
los canonistas, que de las dos au- suprimir las palabras que hacen re-
torizaciones se haga mención, ex- ferencia á este escapulario, como
pressis verbis, en el rescripto de la puede verse en el apéndice del Ri-
concesión. tual Romano.
Finalmente: á la fórmula que Esta fórmula es la que por privi-
aprobó la S. Congregación de Ri- legio apostólico usan los reveren-
tos, por su decreto del 29 Julio del dos P P . Redentoristas (1).
año 1886, para bendecir é imponer
á la vez los escapularios de la San-
tísima Trinidad, de la Virgen del (1) Redemptoristae facúltate gauderit
in perpetuum recipiendi fideles in Confra-
Carmen, de la Inmaculada Con- ternitates, u ten do única formula et única
cepción , de los Siete Dolores y de impositione, ex quo fit ut ipsi semper be-
la Pasión, como quiera que no sea nedicant scapularia ínter se unita. (Hodie
ya lícito bendecir é imponer el es- tamen excipiendum est scapulare de Mon-
capulario de la Virgen del Carmen te Carmelo.)

BIBLIOGRAFÍA

Hemos recibido una obra verdaderamente original y de sumo interés,


titulada: Estudio analítico de la poesía dramática en el drama CONSUELO, de
Ayala, debida á la pluma del conocido literato, Doctor en Filosofía y
Letras, D. José M.aría Ruano, nuestro colaborador.
Es un estudio tan ameno, tan sencillo y tan práctico, que el arte dra-
mático se ve sin necesidad de esfuerzo alguno, y aparecen en los di-
versos capítulos, de relieve y deducidos de las escenas preciosas de
Consuelo, los diferentes preceptos que enojosamente amontonan otros
autores. Obra nueva, en verdad, que muestra un método no aplicado
aún en España, y cuyos resultados han de ser ventajosísimos y han de
contribuir poderosamente á la cultura general. El estilo y el lenguaje
son excelentes. Va precedido de un brillante y filosófico discurso del
mismo autor sobre el método de enseñanza.
Esmeradamente editada esta interesante obra, se vende en la Admi-
nistración, San Andrés, 30, Madrid, y en las principales librerías al
precio de 4 pesetas en rústica y 5 en tela.
|UEVA IGLESIA CARMELITANA EN LA SERENA (CHILE).—"R. P . Án-
gel María de Santa Teresa.—Mi estimado y querido P a d r e : En-
vío á V. R. una breve reseña de las funciones celebradas por nues-
tras Madres de la Serena con motivo de la inauguración de su chica
pero bonita y devota iglesia. Léala atentamente, y purifíquela, y
retóquela, y, retocada y purificada, publíquela, si cree convenien-
te, en el MONTE CARMELO, para edificación de sus muchos lectores.
Es como sigue:
«De alegría y regocijo sumo debió de ser el día de la Ascensión
del Señor para nuestras religiosas carmelitas de la Serena (Chile)...
Herederas del seráfico espíritu y virtudes de su santa Madre, pudie-
ron en este día ofrecer al Señor, cual rico presente y hermoso don,
una iglesia y nuevo templo, donde vivirá perpettiamente el Señor
para escuchar los místicos ayes y sentidas plegarias de sus esposas.
¡Qué hermoso es, mi amado Padre Director, qué hermoso es, en
estos días de grandes revoluciones, de agitaciones y convulsiones
sociales, levantar templos é iglesias donde un pueblo turbulento y
disipado hable y trate con su Dios! Cuando la piqueta revoluciona-
ria, hábilmente manejada por manos impías y sacrilegas, derrumba
iglesias y destruye templos; cuando los herejes de nuestros días, pa-
rodiando las obras de destrucción de los luteranos de Francia, " qui-
tan al Santísimo Sacramento sus posadas, deshaciendo iglesias,,, al
decir de Santa Teresa de Jesús, ¿por qué la caridad de los fervientes
cristianos no había también de levantar templos é iglesias á nuestro
Dios y Señor? Y digo la caridad cristiana, porque es de saber que
esta iglesia de la Serena, como otras muchas levantadas aquí y allá,
todas ó casi todas han sido edificadas por manos de la caridad cris-
tiana.
Nueve años han pasado desde que las carmelitas descalzas se ins-
talaron en la ciudad de la Serena. Tres fueron sus primeras funda-
doras. Las tres salieron del Carmen Alto de Santiago. Dos de ellas
han pasado ya á mejor vida; la tercera es actualmente priora. Con
CRÓNICA CARMELITANA 511

la llegada de estas humildes religiosas tuvo feliz cumplimiento un


voto hecho años y aun siglos atrás. Los piratas marinos, venidos de
lejanas tierras, profanaron la iglesia catedral de la Serena. Hízose
entonces, para desagraviar al Señor de tamaña ofensa, solemne voto
de fundar un convento de religiosas carmelitas. Mas, no siendo posi-
ble por aquel entonces llevar á cabo la solemne promesa, hubo de
darse tiempo al tiempo. El 31 de Octubre del año 1892 daban las funda-
doras de esta religiosa comunidad el abrazo de despedida á sus her-
manas en religión las carmelitas del Carmen Alto de Santiago, y la
ciudad de la Serena vio llegar regocijada y alegre á estos ángeles
de paz, que traían oculto bajo sus alas á los habitantes é hijos de la
Serena el amor, la dicha, la felicidad, la paz.
El limo. Sr. Dr. D. Florencio Fontecilla, obispo actual de la Se-
rena, viendo que no existía en la capital de su diócesis comunidad
alguna de vida contemplativa, no descansó ni omitió sacrificio algu-
no hasta ver realizado su pensamiento; el de tener por hijas y sub-
ditas suyas á las hijas de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de
Jesús.
Mucho han tenido que sufrir estas religiosas. Porque, aunque no
hubiera sido otro su sacrificio sino el de estar privadas de altar y de
templo donde celebrar pudieran con pompa y solemnidad las fiestas
de la Iglesia y de la Orden, fuera lo bastante para poder decir que
han sufrido y padecido. ¡Cuánto más si se alegaran otras razones!
Pero el tiempo y la caridad vencen todas las dificultades, todo lo
allanan y remedian.
De Misiones veníamos el R. P. Cosme y yo; cansados, rendidos,
fatigados, con ese cansancio y fatiga que trae el ministerio santo y
el andar en obscura noche y por caminoá desconocidos largas horas
á caballo, y pareciónos mal pasar por la Serena y no asociarnos á
las fiestas que, con motivo de la inauguración de su nueva iglesia,
tenían nuestras Madres. Así que hubimos de tomar parte en tan so-
lemne acto.
Bendecida la iglesia en la tarde del día anterior al de la Ascensión
del Señor, por el muy ilustre Sr. Deán D. Bartolomé Madariaga,
cúpole la suerte al que esto escribe de predicar al numeroso pueblo
que, devoto, había asistido á tan augusta ceremonia. En días poste-
riores celebróse un solemne Triduo de acción de gracias al Señor
por el beneficio que había hecho á la comunidad de religiosas y
pueblo, levantando para su adoración y culto un nuevo altar y tem-
plo. Las funciones sagradas del altar estuvieron en estos días á cargo
del Sr. Vicario general de la diócesis, Dr. D. Eduardo Silar Vicuña,
del ya mencionado Sr. Deán y del R. P. Cosme, con otros varios
señores sacerdotes. Excuso decir á V. R. que la cátedra sagrada
estuvo á cargo de los dos misioneros carmelitas.
Así se inauguró y bendijo, mi amado Padre Director, la nueva
iglesia de las carmelitas descalzas de la Serena. Concédales el Señor
á estas virtuosas y santas religiosas largos años de vida para que
con abnegación y sacrificios, con las oraciones y plegarias, que en
éste su templo han de dirigir todos los días al Señor, sean como
¿12 EL MONTE CARMELO

nuevo pararrayos que encadene las tempestades todas, las chispas


de la ira y venganza divinas.
Termináronse tan hermosos y solemnes cultos con la toma de há-
bito de una nueva novicia. L a Srta. Mercedes Hortensia Campuzano,
cerrando los ojos á los placeres y vanidades del mundo, renunciando
á su familia, á todas sus comodidades y á su risueño y alegre por-
venir, entróse en Religión para seguir pobre y desnuda al Esposo
Celestial que para sí le ha llamado. Llámase en la Religión María
Carmela de San José.—Suyo afmo. Hermano en Cristo, Fr. Mauri-
cio de Santa Teresa.„
MISIONERO DE MALABAR.—Hemos tenido el gusto de tener entre nos-
otros algunos días á nuestro R. P . Martín de la Sagrada Familia, mi-
sionero apostólico de Malabar y Vicario General de la Diócesis de
Quilón, que ha venido á España á reponer su salud quebrantada con
los trabajos de diez y nueve años de vida apostólica dedicada á la
conversión de los infieles, y, al mismo tiempo, para allegar recursos
y reunir algunos Padres con que volver á aquellas regiones donde,
por falta de personal y medios materiales, se pierden todos los días
muchísimas almas á quienes fácilmente se les podría poner en cami-
no de salvación. Que sea bien venido el respetable Padre y que Dios
le depare cuanto necesite para la realización de sus generosos de-
seos, á cuya ayuda ponemos incondicionalmente el servicio de nues-
tra insuficiencia.
HAN FALLECIDO: En Santiago de Galicia, la R. M. Priora María
Carmen del Santísimo, á los cincuenta y nueve años de edad y treinta
y siete de religión, dejando en sumo desconsuelo á su Comunidad
que ha perdido una verdadera y solícita madre que con entrañable
caridad atendía á todas sus hijas.
En Guadalajara, Convento de Nuestra Señora de las Vírgenes, la
R. M. Micaela de la Santísima Trinidad, Subpriora del Convento,
dotada de muchas prendas de inteligencia y corazón con que se atraía
el cariño y simpatías de todos.
En Drieves, Doña Venancia Llórente, viuda de Romo, madre de
nuestro apreciable subscriptor D. Manuel Romo, Cura párroco de
dicha villa. Los Excmos. Sres. Nuncio de Su Santidad, Cardenal
Arzobispo de Toledo, Arzobispo-Obispo de Madrid y Obispo de Sión
han concedido indulgencias en la forma ordinaria á los que la enco-
mienden á Dios.
Esperamos de la caridad de nuestros subscriptores dediquen al-
gunas plegarias en sufragio de estas almas, á quienes acoja Dios en
su seno. Amén.
|ARTA DE L E ó N XHI A LOS RELIGIOSOS DE FRANCIA.—SU Santidad-
ha dirigido una admirable carta á los superiores de las con-
gregaciones religiosas de Francia con motivo de la inicua ley de
Asociaciones aprobada en el Parlamento francés, recordando á los
religiosos los testimonios de solicitud que la Sede Apostólica les tie-
ne dadas, y expresando el dolor que siente ante los ataques de que
acaban de ser objeto, y el fracaso de sus propios esfuerzos.
La Iglesia, dice, está herida en sus derechos. Se le dificulta la ac-
ción que requiere el concurso del clero regular y del clero secular.
- El Papa reprueba la ley que acaba de promulgarse (laley de Aso-
ciaciones), y dice es contraria al derecho natural, al derecho evan-
gélico y al derecho eclesiástico.
Dirige León XIII en su carta consoladoras enseñanzas á los reli-
giosos, y dice que la verdadera causa de la persecución es el odio
del mundo contra la Iglesia, y que la extinción de las órdenes reli-
giosas es una hábil maniobra para adelantar la apostasía de las na-
ciones.
Dice que el segundo motivo de aliento es la protesta de las gentes
honradas que reconocen los beneficios de las órdenes religiosas en
la educación, obras de beneficencia y seminarios.
En tercer lugar, hace elogios el Papa y felicita á los religiosos por
su obediencia á sus directores y el valor de sus misioneros.
Dice que el testimonio de los hombres políticos, que califica de im-
parciales', les es favorable; pero que la malignidad del mundo pre-
tende trabajar contra la Iglesia, violando los derechos de los reli-
giosos.
Añade León XIII que la persecución encierra la virtud propia de
dar más fuerza á las congregaciones que, dispersadas, guarden en
su integridad el espíritu religioso.
Termina su carta diciendo:
"Observad las instrucciones de la Santa Sede y de vuestros supe-
riores.
Imitad á vuestros mayores, que atravesaron épocas igualmente
duras. Guardad una actitud firme y digna, pero sin cólera. Triunfad
514 EL MONTE CARMELO

del mal por el bien. Tenéis con vosotros al Papa y á la Iglesia; así,
orad con confianza, y recordad las palabras de Cristo: "He vencido
al mundo..
L A PATRONA DE LA MARINA ESPAñOLA.—El día del Carmen se ce-
lebró en la iglesia del Buen Suceso de esta corte una solemne fun-
ción religiosa, dedicada por los Cuerpos de la Armada á su excelsa
Patrona.
La imagen de la Virgen del Carmen se destacaba sobre el fondo de
una bandera española en un altar portátil colocado á la derecha del
presbiterio. Servía de pedestal á la sagrada efigie una aduja de cabo,
y era el frente del altar la proa de un crucero, destacando sus luces
de situación y de tope, con base de efectos navales, anclas, cabrias,
cañones, proyectiles, instrumentos náuticos, todo artísticamente
envuelto en plantas de ornamentación, entre las que descollaban es-
beltas palmeras. Al pie del altar veíase un ancla Martín, constituida
por luces eléctricas. La Virgen tenía un nimbo de brillantes focos.
Ofició un sacerdote de la jurisdicción castrense, cantando la Misa á
gran orquesta.
El Sr. Obispo de Sión pronunció una oración de altos vuelos reli-
giosos, y en ella, dirigiéndose á los marinos, les dijo:
"Pasamos horas tristes. Presentimos algo que ha de venir.
«Sentiría con toda mi alma inspiraros una nota de desaliento con
mi palabra. Se habla de la desgracia, no para abatirse más y más,
sino para remediarla y cobrar nuevos alientos.
„La estrella de los mares iluminó la mente de aquel insigne nave-
gante que, á bordo de la carabela Sania María, cruzó la inmensidad
del Océano henchido de fe.
„Hombres de fe y de cariño á la patria, cruzad los mares de tie-
rra mientras llegue la ocasión de surcar el Océano con buques.
„Nolo dudéis: así como Colón, después de mil penalidades, gritó
¡tierra!, llegará día en que se desenlute vuestra tristeza para gri-
tar ¡gloria!
El prelado estuvo felicísimo al decir que el amor á la religión y el
de la patria se enlazan, como enlazadas se veían en el altar la cruz
y la bandera.
A lo largo de la iglesia corrían escaños, que estaban ocupados por
crecido número de generales, jefes y oficiales de la Armada, los ayu-
dantes de S. M., comisiones del Ejército y representaciones de la
Marina mercante y de la Liga marítima.
Al frente figuraba el duque de Veragua, ministro de Marina.
NUNCIO EN WASHINGTON Y EMBAJADOR YANQUI EN EL VATICANO.—
Se asegura que el cardenal Martinelli, actual delegado apostólico
de Washington, será pronto elevado á la dignidad de Nuncio de Su
Santidad en los Estados Unidos.
Como la Santa Sede no acredita los nuncios sino cerca de las po-
tencias que tienen representante en el Vaticano, la noticia implica
una gran cordialidad entre la Santa Sede y el Gobierno yanqui.
Los Estados Unidos, que es la mayor potencia protestante del
CRÓNICA GENERAL 515

mundo, enviará un embajador al Vaticano, reconociendo, por tanto,


á este último como potencia territorial.
. Probablemente Italia protestará de ello.
. Se asegura que este triunfo de la diplomacia del Vaticano se
debe, principalmente, á un prelado de origen francés, Mons. Cha-
pelle, arzobispo de Nueva Orleáns y delegado apostólico en Ma-
nila, donde fué, en nombre del Papa, á defender los intereses de los
religiosos.
UNA PRINCESA MONJA.—La hija del Príncipe Felipe Orsini, asisten-
te al Trono pontificio, de edad de veinticuatro años, ha ingresado
hace poco en el convento de las hermanas franciscanas misioneras
de María.
La familia Orsini, una de las más ilustres de Roma, cuenta entre
sus antecesores á los Papas Benedicto XIII y Nicolás III.
ROGAR, OBRAR, VOTAR.—Un alto personaje francés, de los que
asistieron á la peregrinación de los 60.000 hombres á Lourdes, tuvo
hace poco una entrevista con Su Santidad.
"¿Conque estuvisteis en Lourdes?—le dijo el Padre Santo.—¡Qué
hermoso espectáculo el de esas peregrinaciones de hombres, y con
cuánto gusto las bendigo! Esas oraciones colectivas son las que han
de salvar á la Francia; pues un país que tal hace, no puede perecer.
„Pero hoy día no basta con la oración; es preciso que en esas gran-
des manifestaciones de la fe católica se adopte la resolución de
obrar y de votar... Rogar, obrar, votar, he ahí el deber de los cató-
licos franceses en las actuales circunstancias.,,
NOMBRAMIENTO.—El limo. Si". D. Alejandro Bavona, auditor de la
Nunciatura Apostólica en esta corte, ha sido nombrado por Su San-
tidad delegado apostólico en las Repúblicas del P e r ú , Bolivia y El
Ecuador.
Reciba Mons. Bavona nuestra más cordial enhorabuena por la dis-
tinción de que es objeto por parte del Romano Pontífice, deseándole
en las Repúblicas americanas el mayor acierto para servir á la Igle-
sia y al Pontificado.
ABNEGACIóN HEROICA.—Para combatir la plaga de la lepra, que
tantos estragos está haciendo en diferentes puntos de Europa, el
Rdo. P. Sauton t de la Orden de San Benito, y doctor en Medicina, va
á convertir en leprosería el convento de Santa Ana, cerca de Neuf-
chateau, constituyéndose él en director del mismo.
En el transcurso del corriente año, más dé cincuenta Hijas de la
Caridad han abandonado á Francia para ir á consagrarse al cuidado
de los leprosos de Asia y de Madagascar.
Aun no se sabe de ningún masón ni librepensador que haya hecho
otro tanto. Pero es que sólo la Religión católica puede inspirar actos
de tan heroica abnegación.
v
. E L VENERABLE J. B. VIANNEY, CURA DE. ARS.—Contestando a u n a
carta del obispo de Belley, respecto á la beatificación del venerable
5l6 EL MONTE CARMELO

cura de A r s , ha manifestado el cardenal Ferrata que la reunión


antepreparatoria para tratar de los milagros del siervo de Dios se
celebraría en el mes de Enero próximo.
Es, pues, de esperar que, si León XIII llega á cumplir los veinti-
cinco años de Pontificado, una de las beatificaciones con que se ce-
lebrarán sus bodas de plata será la del Venerable Juan Bautista
Vianney.
UNA REPARACIóN.—Por haber manifestado el ilustre obispo Mon-
señor de Cabrieres su simpatía á los religiosos perseguidos, el go-
bierno francés decretó privarle de sus temporalidades; y para repa-
rar los católicos de Montpellier esta injusticia, han reunido en pocos
días más de 12.000 francos como ofrenda al ilustre prelado. Es lec-
ción que deben aprovechar los jacobinos de todas partes.
EN DEFENSA DE LAS óRDENES RELIGIOSAS.—Las señoras católicas
del arzobispado de Zaragoza, siguiendo el ejemplo dado por las de
Valencia y Barcelona elevan á S. M. la Reina Regente una sentida
manifestación, firmada por más de 20.000 católicas aragonesas.
Es el objeto de la exposición pedir y obtener del jefe del Estado
el respeto, las garantías y la libertad que son debidas legalmente
á los católicos españoles para profesar pública y privadamente su
culto y asegurar la existencia de las congregaciones religiosas, que
tantos bienes reportan á nuestro país.
EN EL PARLAMENTO ESPAñOL.—La principal obra de las Cortes ha
sido la discusión de la contestación al Mensaje de la Corona, siendo
lo saliente en todos los discursos la nota religiosa, habiéndose puesto
de manifiesto las tendencias radicales de la mayoría en las cuestio-
nes referentes á las relaciones entre la Iglesia y el Estado, y á las
Ordenes monásticas. P e r o , entre los alardes sectarios de muchos
oradores, se ha levantado, en son de protesta, la voz elocuente de
algunos católicos que, tanto en el Congreso como en el Senado, han
defendido, con argumentos irrebatibles, los derechos que asisten á
las Ordenes religiosas, en virtud del Concordato, á vivir en España.
Pero, entre todas, la voz del Episcopado español se ha dejado oir en
el Senado y ha puesto en claro los desaciertos del Gobierno y el ori-
gen de los vejámenes que se están llevando á cabo contra la Religión.
Los Rdos. Obispos de Tarazona, Patencia y Salamanca han pro-
nunciado elocuentes discursos al discutirse el Mensaje en el Senado.
La cuestión de la enseñanza fué tratada admirablemente por el Re-
verendo Obispo de Tarazona; breves pero elocuentes palabras pro-
nunció el Prelado de Palencia para señalar el grave daño que produ-
ce la mala prensa, y oportunísimas y sabias reflexiones acerca de las
diversas cuestiones candentes que constituyen estos días la actuali-
dad, inspiraron la elocuente oración parlamentaria del Sr. Obispo
de Salamanca.
La autoridad de los venerables Prelados no ha bastado á contener
la audacia liberal de los ministros de Gracia y Justicia é Instrucción
Pública, quienes, en lo referente á las Ordenes religiosas y la ense-
CRÓNICA GENERAL 517

fianza, mostraron, al contestar á los Sres. Obispos, hallarse inspira-


dos de un espíritu radical que ha recibido con regocijo la prensa r e -
volucionaria.
LAS INFAMIAS DE ZARAGOZA.—En la ciudad de la Virgen del Pilar,
con ocasión de la primera visita del Jubileo, han ocurrido sangrientas
escenas promovidas por el populacho sectario que acometió á tiros y
navajazos contra la procesión. Más de cincuenta heridos, además de
algún muerto, dio de sí la triste jornada. Zaragoza estuvo todo un
día á merced de las turbas, que, amparadas en la impunidad, ponían
sitio por varias horas á los católicos en la iglesia de San Felipe, per-
seguían á los católicos por las calles, y aun los buscaban por las casas
donde suponían se hallaban escondidos, apedreaban el mismo tem-
plo de la Santísima Virgen del Pilar, exceso sacrilego que no se
presenció ni aun en las épocas de más desenfrenada revolución, y
que obligó al Vicario capitular á ordenar el cierre de dicho templo
y de otras iglesias, cual si fuera tiempo de entredicho ó hubiéramos
vuelto al siglo de las catacumbas. También fueron apedreados nues-
tro convento de PP. Carmelitas, el Colegio de jesuítas y varias casas
de religiosas. Contra estos atropellos protestaron el obispo de Tara-
zona y varios oradores católicos en el Senado y en el Congreso; pero,
en lugar de recibir satisfacción del Gobierno, tuvieron el pesar de
oir las recriminaciones de algunos ministros contra los católicos,
llamando á las procesiones del Jubileo manifestaciones políticas, y
á los fieles que asisten á ellas provocadores.
¡Ay de España! Cuando se apedrea á la Virgen del Pilar, que es la
mayor y la más santa de nuestras glorias, y no se castiga á los ape-
dreadores, podemos temer que se acerca el castigo de Dios.
Pidamos los que aun tenemos fe perdón á la Sagrada Virgen de
crimen tan horrendo, y desagraviemos con actos públicos y solem-
nes la pública ofensa. En las columnas de un diario católico ha apa-
recido una excitación dirigida á todos los españoles para ir en pere-
grinación á Zaragoza á pedir misericordia y perdón.
Haciéndonos eco de esta excitación, gritamos á todos: ¡Españoles,
al Pilar!
IMPRESIONES DE NUESTRO VIAJE A BUENOS AIRES

(Continuación).

20 de Abril. inmensidades de agua. Cuatro siglos


hace que el brazo robusto de un hom-
Observaciones: 20 o 59' latitud Sur, bre providencial arrancó al Océano es-
33° 38' longitud; 306 millas recorri- ta tierra escondida entre sus olas es-
das. pumosas. ¡Oh tierra americana, profa-
Amaneció el día con fuerte balan- nada por la codicia brutal de tantos
ceo y calor sofocante, que denotaba hombres y santificada por los sudores
nos hallábamos cerca del trópico de apostólicos de los que evangelizan la
Capricornio, donde las calmas son t e - paz y el gozo del Espíritu Santo, yo
rribles ; pero un chubasco de agua ha te saludo y pido á Dios la gracia de
refrescado la mañana. Nos hallábamos seguir las huellas de tus apóstoles, de
en la popa, gozando de la dulzura del aquellos que, á costa de su salud y de
tiempo, cuando á eso de las once lla- su vida, transportan miles de almas á
mó nuestra atención la presencia de las Indias del Cielo!
un ave que anunciaba la proximidad
de la tierra. En efecto: allá lejos, en- 21 de Abril.
tre la bruma del Océano, se divisaban
dos conos que levantaban sus cúspi- Observaciones: 24o 54' latitud Sur,
o
des sobre las aguas; luego una larga 37 24' longitud; 314 millas recorri-
cordillera de montes: eran las costas das.
del Brasil. La alegría que se pintó en Anoche vimos el faro de Santo To-
los rostros de los viajeros fué grandí- mé en las costas del Brasil, y un gran
sima, y esto me hizo recordar el rego- buque que iba en dirección N. E. Esta
cijo que experimentarían Colón y sus madrugada, al pasar por delante de
compañeros cuando, después de dos Rio-Janeiro, salimos de la zona tórri-
meses de navegación, escucharon esta da para entrar en la templada. A las
mágica palabra: «tierra», que electri- tres de la tarde nos embistió un viento
zó sus corazones. Honda impresión huracanado que aquí se llama pampe-
he sentido al saludar por vez primera ro. Describir lo que es en el mar un
esta tierra de bosques vírgenes y pam- pampero, que en la tierra derriba ár-
pas interminables, que por espacio de boles y casas, es muy difícil. Figú-
tantos siglos permaneció separada del rense mis lectores rugidos simultá-
mundo antiguo por la barrera de dos neos de mil leones ó un espantoso
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 519

trueno continuado, resonando en las Esta mañana despertamos al ruido


profundidades de un valle, y forma- de «tierra » que se oía en el pasillo, y
rán alguna idea de este grandioso fe- que resonaba en nuestros oídos como
nómeno de la naturaleza. Diríase que, música armoniosa y agradable. Subi-
enfurecidas las olas por la presencia mos arriba, y efectivamente vamos
de este enorme cetáceo del buque que costeando el Uruguay, pero tan de cer-
invade sus dominios, acuden en tro- ca que divisamos perfectamente sus
iel á cerrarle el paso, sacando sus casas y arboledas. Parece un país ale-
Í enguas de plata y amenazando hun- gre , lleno de lomas, sin grandes mon-
tañas. Sus playas son llanas y areno-
dirle en los abismos. Hace poco esta-
ba rezando los maitines y me llamaron sas. A las doce hemos pasado por un
la atención aquellas palabras: Trans- estrecho, entre un faro de Uruguay y
ferentur montes in cor ntaris. Sonue- la isla que llaman de los Lobos. Todo
runt ei turbatce sunt aquce eorum, el mundo está contento y no se harta
pues realmente es lo que pasa cuando de mirar á la tierra. Es indecible lo
se turban y rugen las aguas: se tras- que se goza en contemplar los verdes
ladan los montes al corazón del mar. árboles y praderas después de tantos
Sus olas son montañas flotantes. días de navegación. Parece que el co-
razón quiere saltar de gozo. Si tan
dulce es contemplar estas playas de
22 de Abril. arena tras breves días de navegación
Observaciones: 28 o 26' latitud Sur, por el agua, ¡qué alegría experimen-
41 o 01' longitud; 287 millas recorri- tará nuestra alma cuando, después del
das. viaje borrascoso de esta vida, arribe á
El mar se presenta malo. Tiene las playas de la eternidad y contemple
color negro, y las enormes olas que se por vez primera aquellos países siem-
levantan son verdes montañas corona- pre floridos y deliciosos de la gloria!
das de nieve espumosa. A pesar del Desde las once hemos tenido un
temporal, una bandada de golondrinas mar tranquilo, de agua verde y sucia,
nos visito esta m a ñ a n a . ¡Cariñosas como si fuera de un estanque lleno de
avecillas, que nos traéis el recuerdo de ranas.
nuestra patria y de los caros objetos A las cuatro hemos pasado por la
que existen en ella; si por ventura isla de Flores, que está enfrente de
arribáis á las playas de la Iberia y re- Montevideo y sirve de lazareto á los
corréis aquella bendita tierra, regada buques que vienen de puntos apesta-
con la sangre de tantos mártires y san- dos.
tificada por tan grandes santos, llevad Estamos á la vista de Montevideo,
mi saludo afectuoso á los venerandos que se llama así con razón, pues lo
lugares adonde tantas veces acude mi primero que se presenta á la vista del
mente y reposa mi corazón! viajero es un monte solitario en me-
Hemos visto tres buques. dio de una llanura inmensa.
A las cinco fondeamos en la bahía
23 de Abril. de Montevideo, que es grande y her-
mosa. Mientras estábamos gozando de
Observaciones;
o
31 o 47' latitud Sur, su vista se recibió una orden del g o -
44 09' longitud; 257 millas recorri- bierno de Uruguay para que ningún
das. sacerdote ni religioso se desembarca-
Aunque el mar está algo picado, la ra en Montevideo. Profunda tristeza
gente de á bordo muy animada con la causó en nosotros esta noticia, que in-
esperanza de llegar mañana á Montevi- dica los trabajos que la masonería está
deo. Pasó junto á nosotros un buque. realizando en este hermoso país con-
tra la Iglesia católica. Los dos Padres
de la Provincia de Navarra que v e -
24 de Abril. nían para Chile han hecho transbor-
Observaciones: 34 o 59' latitud Sur, do al buque inglés que los ha de lle-
48o 45' longitud; 304 millas recorri- var á su destino por el estrecho de
das. Magallanes, costeando la Argentina,
Faltan 65 millas hasta Montevideo. Patagonia, Tierra de Fuego y Chile.
Total de millas recorridas desde Cá- Tememos que les suceda alguna cosa
diz hasta Montevideo: cinco mil dos- desagradable en M o n t e v i d e o . ¡Que
cientas quince (5.215). Dios los proteja!
520 EL MONTE CARMELO

Lo más notable que hemos presen- bola de nácar que se bañaba en un


ciado aquí ha sido la ciudad, que ofre- mar aereó y vaporoso de rosas, hastaí
ce un aspecto bellísimo; la infinidad que, envolviéndose en una gasa espe-
dé gaviotas que, amontonadas unas sa, sólo mostraba su rostro como una
sobre otras, acuden á comer lo que se luna muy apagada, de colosales di-
tira del barco, y el momento de poner- mensiones, que, con mucha pausa y
se el sol, que ha sido solemne y gran- majestad, se hundía en los abismos
dioso. Al principio parecía una grande del mar. ¡
pr- JJonlfacio de la S. familia-
(Concluirá).

POR SI ACASO...

Vivía en un cuarto piso Y tales sus voces fueron,


De la calle de los Caños Que los vecinos subieron
Una jamona que quiso A prodigarle consuelo.
Declarar guerra á los años. ¡Auxilio! ¡Guardias! ¡Bomberos!/
f
En su rostro amarillento Gritaba desde el balcón;
No se notaban arrugas, Y entre aquella confusión,
Y tapaba las verrugas Los vecinos más enteros
Con coloretes y ungüento. La casa le registraron
Una noche, el camafeo, Y satisfechos volvieron,
Que el viento fuerte soplaba Pues, según ellos dijeron, l
Y la vecindad estaba Por allí á nadie encontraron. ¡
En brazos del buen Morfeo, Pero ella no cesaba
Despertó sobresaltada En sus gritos de demente,
Al sentir tocar á fuego, Y allí estaba aquella gente
Y al balcón se asomó luego Sin saber qué le pasaba.
Con la cabeza empañada. — ¿Qué le sucede—decía
Y apenas vieron sus ojos El bueno de Don Machuca: —
Con el humo confundidos Y á éste contestó Lucía:
Dos tejados encendidos / Que hay fuego en la barbería
Llenos de destellos rojos, y tengo allí mi peluca!
Que el grito puso en el cielo,
Jt.£.Xl.
Año II. 15 dé Agosto de 1901. Núm. 28.

LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA

s ésta una de las fiestas más dulces, hala-


<+•- --' gadoras y poéticas del Calendario cristia-
no ; es la fiesta mariana por excelencia, y como
tal celebrada siempre por el pueblo creyente,
enamorado, al compás de los siglos, más y más
de la belleza moral de la Virgen, con univer-
sales é indescriptibles muestras de entusiasmo
y regocijo. ¿Qué pecho cristiano no se albo-
roza en tal festividad? ¿quién no se siente cau-
tivo de las gracias y privilegios de la Señora
que, por modo maravilloso, concentra y sinte-
tiza tan augusto misterio?
Sin embargo, no es él dogma de fe, sobre el
cual haya recaído todavía el fallo decisivo de
la Iglesia, y eso que reviste un carácter de cer-
teza que se impone á la creencia de todos los
fieles; pues el magisterio constante é indefec-
tible]de*la Esposa de Cristo lo confirma, enal-
¡22 EL MONTE CARMELO
4 ,
tece y pregona por la voz de la sagrada liturgia y de la tradición
oral y escrita. «No se halla en la tradición de los siglos—dijo no
hace mucho el arzobispo de Sevilla—ni un solo monumento que
contradiga esa creencia. Por el contrario, la voz de los Doctores
resuena en concierto armónico con la del pueblo sencillo; la his-
toria, la razón y el corazón concuerdan por modo maravilloso, y
un grito unánime se levanta en la vasta extensión del orbe cla-
mando: Assumpta est María ad cethereum thalamum-».
Ya en el Concilio Vaticano, de imperecedera memoria en los
fastos del Cristianismo, se formuló la petición de que fuera decla-
rado ese misterio dogma de fe; petición que expresaba los anhe-
los ardorosos y constantes del pueblo fiel, y que, para gloria de
nuestra España, deleitase uno al recordarlo, fué sostenida con
viril entusiasmo por el inolvidable y meritísimo obispo de Jaén,
D. Antolín Monescillo, elevado más tarde, por sus grandes mere-
cimientos , á la Silla arzobispal de Valencia y luego á la Primada
de Toledo, quien, no sólo pidió para la Asunción de la Virgen el
supremo honor de la definición dogmática, sino la triunfal acla-
mación por todos los Padres del Concilio.
Ahora, igualmente ha surgido en España la voz de otro Prelado
que, siguiendo las tradiciones gloriosas de nuestro Episcqpado,
ha celebrado, en fecha aún reciente, las grandezas de la Madre
de Dios, y solicitado, en la honrosa compañía de su Cabildo me-
tropolitano, del Padre común de los fieles, que declare dogma de
fe la Asunción de María, en cuerpo y alma, al Cielo. Ese Prelado,
que hasta tal punto ha mostrado su amor y devoción a l a Virgen
Nuestra Señora, es el por tantos conceptos ilustre arzobispo de
Sevilla, Excmo. Sr. D. Marcelo Spínola. ¡Loor al insigne mitrado,
digno sucesor de los Leandros é Isidoros en la veneranda Sede
hispalense por su bella y substanciosa Carta pastoral dirigida á
sus diocesanos en el próximo pasado Agosto, y por el Mensaje,
monumento doctrinal de altísimo valor, dirigido á León XIII en
demanda de la citada declaración dogmática! ¡ Plegué al Cielo que
tan simpático y halagador acento, repercutiendo en los corazones,
despierte nuevas y más abundosas corrientes de amor y simpatía
hacia la Virgen, y obispos y fieles unan su voz á la del Prelado y
Cabildo de Sevilla para alcanzar del Supremo Jerarca tan seña-
lado favor!
LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA 523

II
Apenas había resonado en España la voz del Metropolitano his-
palense, salió á luz en la vecina República una sólida y luminosa
disertación teológica acerca De la Définition dogmatique de l'As-
sompüon de la tres-sainte Vierge (Angers, 52 págs., 4.0 mayor),
debida á la pluma del doctísimo benedictino de la Abadía de San
Mauro de Glanfeuil, D. Pablo Renaudin, digna, por cierto, de
atenta meditación y estudio por parte de los católicos ilustrados,
máxime de los Pastores de la grey cristiana.
Consuela y regocija el ánimo la lectura de tan hermoso, docto
y concienzudo trabajo, en que se juntan bizarramente la rica y
selecta erudición con el nervio, elegancia y precisión de estilo.
Renunciando, con harto disgusto, á más amplia y menuda expo-
sición, apuntaré sumariamente las materias que abraza, deseando
muy de veras sea la leve indicación á manera de imán que atraiga
á los católicos á la lectura de esta obra.
Comprende dos partes: en la primera, que versa sobre el esta-
do actual de la creencia en la Asunción de la Santísima Virgen,
contiene los siguientes capítulos: I. Notions preliminaires. II.
L'Assomption dans la liturgie actuelle. III. Témoignage de la tra-
dition, donde se estudia la tradición oral, la tradición después
del siglo vi y la tradición anterior al mismo. IV. Enseignement
des théologiens. V. UEcriture sainte. VI. Raisons de convenance;
y VIL Obligation de la croyance á l'Assomption.
La segunda parte, que trata del Examen de la définition dog-
matique, abraza estos capítulos: I. Revelation. II. Possibilüé de la
définition; y III. Opportunité de la définition. Sigue, por último,
el apéndice, que contiene la parte principal del Postulatum, fir-
mado por ciento noventa y cuatro Padres del Concilio Vaticano,
y presentado á la augusta Asamblea por el ilustre benedictino
Mgr. Dusmét, arzobispo de Catania, cardenal más tarde de la
Santa Iglesia Romana.
Tal es, en breve síntesis, el contenido de la presente obra,
excelente, si las hay, en este género de enseñanza y forma teoló-
gica, y excelente sobre todo por el meritorio y transcendental fin
á que se encamina, cual es el de esclarecer el Misterio de la Asun-'
ción de la Virgen, desde el punto de vista de su definibilidad,
como verdad revelada directamente por Dios, ó como doctrina
enseñada por mandato suyo, y saliendo fiador Él de su veracidad,
524 EL MONTE CARMELO

y de esa manera—puesta en clara luz—hacer dulce y amorosa


violencia al Supremo Pastor para que se incline á proclamar urbi
et orbi dogma de fe el soberano privilegio de la Señora, de gozar
ya, en cuerpo y alma, de las inenarrables fruiciones de la visión
beatífica.
A otra cosa no aspira el sabio cuanto humilde benedictino de
Glanfeuil al escribir, impulsado por la obediencia, cual acontece
siempre en los institutos religiosos, las substanciosas y doctas
páginas de esta obra. ¡Ojalá vea, y veamos todos, coronado su
noble y piadoso anhelo con la próxima definición dogmática!
De desear es que se difunda tan sólida y fecunda enseñanza
teológica en todos los países católicos, así de Oriente como de
Occidente, para gloria de la augusta Madre de Dios, para fomento
y arraigo de la devoción hacia esta celestial Señora, y sobre todo
para que las naciones sean de un solo labio, revelador de idéntico
deseo, á saber: de que sea elevada á la categoría de dogma de fe
el Misterio de la Asunción de María. Así, viendo tal uniformidad
de ideas y sentimientos, aceleraría de seguro el Papa la tan viva-
mente suspirada declaración dogmática.
Cabiéndome en estos momentos la inmerecida honra de ser fiel
intérprete de los pensamientos y afectos del director y redacto-
res todos de E L MONTE CARMELO, felicito cordialmente, en noto-
bre suyo y en el propio, al sabio y piadoso benedictino de Glan-
feuil, deseando que su valiosa producción sea de cada día más
loada y enaltecida, y alcance el nobilísimo fin para que fué escri-
ta. Inspírese en aquellas enseñanzas la prensa católica española
y, haciendo coro con el ilustre benedictino y con el Metropolitano
hispalense, no cese de dirigir perseverante ruego al Supremo
Pastor para que brote de su labio la tan anhelada definición dog-
mática, digno coronamiento de las grandezas de María.
José Dgn. Valentt.
EPITALAMIO MÍSTICO

'IME, Amado, ¿dónde te apacientas, y dónde duermes al me-


dio día?
Te busqué, y no te he hallado: di vuelta á toda la ciudad por
las calles y plazas, y busqué al que amaba mi alma: busquéle de
nuevo, y no le hallé.
Saliéronme al encuentro los que guardaban la ciudad, y nada
me dijeron: pregunté á las hijas de Jerusalén, é ignoraban dónde
se apacentaba el que amaba mi alma.
Fui más adelante, y entonces oí tu voz y vi que venías saltando
por los montes y atravesando los valles: hallé ya al que ama mi
alma, asirle he fuertemente y no le dejaré.
Atráeme, pues, en pos de Ti, y reciba yo el beso de tu boca,
porque tus amores son mejores que el vino más sabroso.
Pon, Esposo mío, pon tu mano izquierda en mi cabeza y dame
el abrazo de tu. derecha.
—Levántate con presteza, Amiga mía, Paloma mía, Hermosa
mía, y ven: tú, que moras en los agujeros de las peñas y en las
Concavidades de la muralla, muéstrame tu rostro y suene tu voz
en mis oídos, porque tu voz es dulce, y hermosa la faz de tu cara.
¡Qué hermosa eres, Amiga mía, qué hermosa eres!
Tu cabeza se levanta majestuosa como la cima del Carmelo, y
los cabellos que la adornan son más hermosos que las cabras que
se apacientan en la cumbre del monte Galaad.
Como los de la paloma, son vivos y abrillantados tus ojos, y las
mejillas de tu cara son candidas como la candidez de la tórtola.
Tus dientes son blancos como la blancura de la azucena, y tu
cuello recto y esbelto como la torre que edificó David, que, ador-
nada con baluartes, ostenta mil escudos y toda la armadura de
los fuertes.
¡Qué hermosa eres, Paloma mía, qué hermosa eres!
Eres hermosa, querida mía, y llena de dulzura: eres bella como
526 EL MONTE CARMELO

Jerusalén, y terrible y majestuosa más que los ejércitos que sé


aprestan á la batalla.
Ven, pues, del Líbano, Hermosa mía, ven y serás coronada.
Desciende ya de la cima de Amana y de la cumbre de Sanir y
de Hermón, porque el invierno es pasado, cesó la lluvia y las flo-
res han alegrado ya nuestra morada.
— ¡Qué hermoso eres, Esposo mío, qué hermoso eres!
Eres hermoso como la flor del campo y el lirio de los valles, y
tus besos son más agradables que el vino exquisito.
Los rizos de tu rubia cabellera son como una lluvia de oro fino
sobre la túnica de púrpura que cubre tu delicado cuerpo > y la
fragancia de tus perfumes excede sin comparación á la de todos
los aromas.
Eres, en fin, mi Amado, y mi Amado es todo para mí, porque
yo soy toda para mi Amado.
—¡Qué bella eres, Esposa mía, qué bella eres!
Eres bella y graciosa como la graciosa torre del Líbano, y tus
labios, nacarados como el cáliz de los alelíes, son más dulces que
el panal que destila miel.
Miel y leche tienes en tu lengua, y tu seno, cual taza de oro
fino, nunca está exhausto de preciosos licores.
Eres bella y hermosa como el montón de trigo entre las azuce-
nas; y el olor de tus vestidos es á semejanza del olor de un sua-
vísimo incienso ó de una mirra escogida.
Ven, pues, Paloma mía, y entra en el gozo de tu Señor para
ser coronada con la corona de la vida.
—Pero ¿quién es ésta que sube del desierto apoyada en su Ama-
do? ¿Quién será, que sube á la manera de una columna de humo
de incienso y mirra? ¿Quién es, que sube cuál aurora naciente,
hermosa como la Luna, escogida como el Sol y coronada como
Reina? ¿Quién, que sube rebosando en delicias y recostada en
su Amado?
—Es la Flor del campo, el Lirio de los valles y la Rosa de
Jericó.
Es la Estrella de Jacob, es la Vara de Jessé, que se levanta
como el cedro en el Líbano y como el ciprés sobre el monte Sión.
Es la Palma de Cades, que extendió su esbelto ramaje y álzase
hermosa como el olivo en los campos, ó cual plátano plantado
junto á las corrientes de las aguas.
Es el Cinamomo que despidió la fragancia de su santidad y,
cual mirra escogida, exhaló el suave olor de sus virtudes.
EPITALAMIO MÍSTICO 527

Es la Vid que dió vastagos de exquisito olor, y sus flores ofre-


cen los frutos de honor y de gracia.
Es la Madre del amor hermoso y de la santa esperanza.
En¡ Ella está la gracia para conocer el camino y la verdad; en
Ella está la esperanza de la vida y de la virtud, y por eso la intro-
duce su Esposo y Señor nuestro -en el tálamo de sus nupcias.
—Alzad, pues, príncipes, vuestras' puertas; levantaos, vosotras,
puertas eternales, que va á entrar la Reina de la Gloria.
—Pero ¿quién es esta Reina de la Gloria?
—Es la Señora fuerte y poderosa, es la Señora poderosa en las
batallas.
—Alzad, pues, príncipes, vuestras puertas; levantaos, vosotras,
puertas eternales, que entre la Reina de la Gloria.
—Y ¿quién es la Reina de la Gloria?
—Es la Señora de los poderíos; es... la Reina de la Gloria.
fr. Szequiel de la V. del C.

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PAISAJE
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A LA SANTÍSIMA VIRGEN
CONFESIÓN Y PLEGARIA

Reina del Cielo, divinal y pura;


Virgen bendita de sin par belleza;
Madre del alma, protección segura
Busco á tus pies, henchido de tristeza.

Conoces, Reina, la inconstancia mía;


Que mi pecho es ruin, Tú no lo ignoras;
Que envuelto por las aguas vengadoras
De aquesta vida, como el mar bravia,

Cayera al fin si tu excelsa mano


De lazo tentador no me arrancara;
Lo sabes Tú muy bien, Ester preclara,
Iris de paz, Alcázar soberano.

Por eso, Madre mía, siendo niño


Esculpiste tu imagen en mi mente,
Y en mi pecho fijaste hondamente
El penetrante dardo del cariño.

Así, cuando del sueño despertaba,


Y antes de percibir la luz febea,
Rezarte era mi primer idea,
Y mi lengua tu nombre barbotaba.

Y al extender la noche sus crespones,


Cuando mis párpados cerraba el sueño,
Te elevaba fervientes oraciones,
Y me adormía tu mirar risueño.

Mis juegos eran erigirte altares,


Beber en tus miradas mis anhelos,
Y cruzar cual querube por los cielos,
Y entonarte con ellos mil cantares.
A LA VIRGEN SANTÍSIMA 529

Mas ¡ay! que el mundo deleznable y fiero,


Con sus dichas y sombras seductoras,
Me aprisionó en sus redes destructoras,
Y me aparté de mi primer sendero.

Mis delicias entonces se acabaron;


Pues el cáliz que el mundo me ofrecía,
Amarguras y penas contenía,
Y en espinas sus flores se trocaron.

Desde aquel día, cual bajel perdida


Que corre por la mar sin rumbo cierto,
Vagaba inquieto por la triste vida,
Sin arribar al suspirado puerto.

Tal vez al lado del abismo estaba


En cuyo seno sucumbir debía,
Cuando tu mano, celestial María,
La niebla disipó que me ofuscaba.

Y en mi agitada y tenebrosa mente


Entróse un rayo de tu luz divina
Tan hermosa, risueña y purpurina.,
Que envidia le causó al sol naciente.

Del mundo entonces me quedé espantado,


Pues vile solo, cual cadáver yerto,
Entre horribles escombros sepultado,
De flores espinosas encubierto..

La vida en él me era congojosa,


Sus aires corrompidos me asfixiaban,
Y á mi alma sin piedad mataban
•Cual huracán á la fragante rosa.

En lucha tan atroz, Reina del Cielo,


Torné á invocarte con filial cariño,
Como lo hacía cuando eirá niño,
Con el más tierno y candoroso anhelo.

No en vano te llamé, Madre del alma,


Pues al instante huyeron mis temores,
JLas dudas mil, las penas y dolores,
Y renació en mi ser la dulce calma.
530 EL MONTE CARMELO

Hasta soñé que descendiste al suelo


En medio de una noche sosegada,
P a r a decirme con tu voz arpada
Tenías tu mansión en el Carmelo.

A él corrí veloz, de amor henchido,


Por gozar de tus gracias y ambrosía,
Y ferviente alabarte noche y día,
Cual ruiseñor que trina en el egido.

En él se han renovado los amores


Que sólo en la inocencia el hombre alcanza,
Más puros que el cáliz de los flores,
Y alegres cual un rayo de esperanza.

Que en él pueda morar toda mi vida,


Por tu esplendente manto protegido,
Como violeta que en jardín florido
Exhala sus perfumes escondida.

Que el fiero vendaval de las pasiones


Jamás deshaga mis tranquilos sueños,,
Como la luz crepuscular risueños,
De encantos mil, de áureas ilusiones.

Que al desgarrarse los endebles lazos


De esta vida ruin y transitoria
Pueda ascender ¡ oh Virgen! á la gloria,
Y allí morar entre tus sacros brazos.

fr. José Jflaria del Santísimo Sacramento.


¿p. .CTó^. «*¡¡f£i *ffi* ^"^ *$P< «¿fe* ¿ w ^ *$* ^y?*1 *$*• *$* H*

LA TRANSVERBERA» DE SANTA TERESA

ÍA transverberación del corazón de la Santa Madre Te-


resa de Jesús, milagro único en su clase, estupendo y
arrebatador, como las llamas de fuego que la atravesaron
y martirizaron con el más dulce al par que abrasado de los
martirios, el martirio del amor divino. Tal es el carácter de
esta solemnidad, con que la Iglesia honra á aquella prodi-
giosa Santa, cuya memoria no era bastante haber celebrado
una vez en el año.
Raros son los Santos de doble fiesta litúrgica. Pero ¿quién
más extraordinario que nuestra mujer incomparable? Ma-
triarca augusta, profetisa iluminada, apóstol infatigable,
mártir de caridad, confesora sapientísima, virgen fecunda,
maestra de maestros, doctora inspirada, antorcha de la
Iglesia, asombro de los siglos, imán de los corazones, mar-
tillo del hereje, adalid de la fe, abanderada de Cristo, terror
del averno, aliento de pusilánimes, confusión de medrosos,
modelo de amantes, guía de contemplativos, madre de mi-
sioneros, honra de la humanidad, orgullo de su sexo, glo-
ria de España, embeleso del Carmelo, admiración de los
ángeles, familiar á los querubines, serafín encendido, trono
de la Divinidad..., un cúmulo de portentos.
Todo es grande en Teresa; pero especialmente aquel su
corazón inflamado. ¿Quién podrá contemplarlo que no se
sienta como electrizado á su contacto? Es fuego que encien-
de, llama que devora, calor que se pega. A su lado se expe-
rimenta una irresistible atracción de aquel imán dulcísimo,
al cual el alma devota se rinde con fruición y se adhiere
532 EL MONTE CARMELO

fuertemente; porque escrito está que es fuerte el amor como


una muerte.
La de Santa Teresa comprueba esta verdad bíblica. He-
rida de amor murió la que nutrida del amor había vivido,
que no fué otra su feliz enfermedad, según canta la Iglesia.
La que á los siete años ¡ oh prodigio! quiso morir descabe-

z a Vransverberación de Santa Veresa.

zada por Jesucristo, acabó á los sesenta y siete traspasada


por el harpón del serafín. [Oh felicidad! ¡Oh martirio envi-
diable !
Divini antoris cúspide
In vulnus teta concides
O charitatis victima!

¡Oh Madre mía! ¡Oh Corazón!... ¡Qué Corazón!... ¿No


fuera bueno que de esa tu ardiente hoguera saltase al mío,
frío y miserable, una chispa encendida, y prendiese en él y
lo abrasase? ¿Para qué tengo ni quiero corazón, sino para
LÁ TRANSVERBBRACION DE SANTA TERESA 533

amar? Y si he de amar, ¿á quién, sino á mi Dios? Y á un


Dios ¿cómo he de querer, sino á manera de Dios? Y si el
amar de mi Dios fué hasta morir por mí, ¿de qué otra ma-
nera le he de amar sino muriendo por él? Y si su amor le
llevó á la cruz, ¿adonde, sino al martirio, me ha de arreba-
tar el mío? Pero ¿qué martirio?
O charitatis victima!
Tu corda nostra concrema.

Martirio del corazón, inflamado, derretido, consumido,


muerto de amor de Dios, ¡oh qué precioso martirio! ¡EL
MARTIRIO DE SANTA TERESA !
fr. Juarj Vicente,

* Mis. Apost.

SJSEéH—^4

...Veía un Ángel cabe mi acia el lado izquierdo en forma


corporal; lo que no suelo ver, sino por maravilla, aunque
muchas veces se me representan Ángeles, es sin verlos, sino
como la visión pasada, que dixe primero. En esta visión
quiso el Señor le viese ansí, no era grande, sino pequeño,
hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los
Ángeles muy subidos, que parece todo se abrasan: deben
ser los que llaman Seraphines, que los nombres no me los
dicen, mas bien veo que en el Cielo hay tanta diferencia de
unos Ángeles á otros, y de otros á otros, que no lo sabría
decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin
del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me pare-
cía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba
á las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y
me dexaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan
grande el dolor, que me hacía dar aquellos quexidos, y tan
escesiva la suavidad que me pone este grandfssimo dolor
que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con
menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aun-
que no dexa de participar el cuerpo algo, y aun'harto. Es
un requiebro tan suave, que passa entre el alma, y Dios,
que suplico yo á su bondad lo dé á gustar á quien pensare
que miento.
Santa Teresa, Vida, cap. 29.
SANTIAGO Y SU ESPAÑA

(Continua ción).

VI
Del antiguo ntare intemum, Y en él tocan felizmente;
Surcando el agua azulada, Y una vez la nave anclada,
Por cien remos empujada, La patria, nunca olvidada,
Nave hermosa va veloz; Besan muchos con amor:
Y dejando atrás á Creta, Mas los ocho viajeros,
Y más tarde á Salamina, Con humilde seriedad,
Hacia Joppe se encamina Cruzan juntos la ciudad,
Con segura orientación. Entrando en un callejón.
Desde sus puentes se ve Ante una puerta se paran,
Del Carmelo la silueta, Y con golpes convenidos,
En cuya falda el Profeta (i) De un aldabón los sonidos
Hizo milagros sin fin; Hicieron repercutir.
Y á la izquierda se dibujan Abrió la puerta un anciano,
Del Líbano las montañas Y, mudo por la sorpresa
Que recuerdan las hazañas Que noble su rostro expresa,
Del inspirado David. Por último exclamó así:
Por estribor se divisa, —«¡Torcuato!... ¡IsicioL.Jacobo!...»
Sobre el África abrasada, Y los abraza y bendice,
La pirámide sagrada Mientras Jacobo le dice
Que tiene altura mayor; Con lágrimas en su faz:
Y después de haber pasado —«Buen Oseas, en el nombre
La histórica Alejandría, »Del Nazareno divino,
Se ve á babor Samaría, «Como humilde peregrino
Tiro, Sarepta y Sidón. »Pídote hospitalidad.»
Sentados junto á la proa —«Bien venidos seáis los ocho
De aquel castillo flotante, »A la casa de un hermano ».,
Muéstranse en aquel instante, Le contesta el noble anciano
Con cierto porte oriental, Con jubilosa expresión;
Ocho humildes viajeros, «Pues soy yo quien más os debe
Que sin dardo en la conciencia »Ante la honra que me hacéis,
Esperan sin impaciencia «Porque ocasión me ofrecéis
El puerto ansiado tocar. «De imitar á nuestro Dios.»
Y haciendo á todos pasar
(i) Elias. Aquel anciano obsequioso,
SANTIAGO Y SU ESPAÑA 535

Los pies les lava amoroso, —Sin duda.


A imitación de Jesús; —Pues mañana partiremos.
Y luego en su propia mesa —Está bien; juntos iremos:
Les da un ágape cristiano, Desecha todo temor.
Sirviéndoles por su mano —Y los príncipes y escribas
Con tierna solicitud. ¿Enmendaron sus errores?
Mientras toma el Santo Apóstol —Por desgracia, son peores;
El sustento indispensable, No aguardo su conversión.
Con el viejo venerable Aunque esto causó gran pena
Este diálogo entabló: Al Apóstol bondadoso,
—No ignoras que ha mucho tiempo En coloquio cariñoso
Partí para tierra extraña... Vieron el tiempo correr;
— Sí, ya sé; marchaste á España, Y á la siguiente mañana,
Porquererlo asi el Señor. Al brillar el sol naciente,
—Pues bien; en los muchos años Después de oración ferviente
Que hace que embarqué en Fenicia, Marcharon á Nazaret.
No tuve jamás noticia Cuando, al fin de su camino,
De este remoto confín. Llegaron al valle ameno
Cuéntame, pues, noble Oseas, Del país que el Nazareno
Lo que ha ocurrido en mi ausencia. Recorriera en su niñez,
—Es muy justa tu impaciencia, Vieron con santa alegría
Mas muy poco hay que decir. Muchos fieles fervorosos
Como tú, también marcharon Que marchaban presurosos,
Tus benditos compañeros Impulsados por su fe.
A luchar con hombres fieros No es del caso referir
Sin más armas que la Cruz; La ceremonia sagrada
Mas todos están de vuelta Con que á Dios fué dedicada
De tan remotos países, La Casa... que fué de Dios;
Contándose muy felices Ni el éxtasis sobrehumano
Al padecer por Jesús. De la angelical María,
—¿Y dónde se encuentran hoy? Cuando el ministro ofrecía
— En Salen todos están, El Pan de propiciación;
Mas muy pronto marcharán Ni el llanto de aquellos fieles
A la hermosa Nazaret. Al recibir en su pecho
— ¡A Nazaret! Al que allí, en amor deshecho,
— Sí, Jacobo. Viviera en carne mortal:
Van á convertir en templo Basta sólo que sepáis
La casa do nos dio ejemplo Que el odio y furor impíos
El Dios nacido en Belén. De los príncipes judíos
— ¿Aun podremos ir? Volvió con esto á estallar.

JAaríano JA. Jtíaroto.


(Continuará.)

*
i • p * i S T * t ^ p « • p * » - T U w ^ p * » * p * • T S . * ^ p T v ^ p « i ^ p » * P T S » * * T N » t ^ T N i * ^ p * ^ p * * ^ P « * T Í • ' p * ^ p * • ' T ^

EL P. HERMANN
(Continuación.)

XII

FUNDACIÓN DEL DESIERTO DE TARASTEIX

|NA vez que el P. Agustín dio recogerse aquellos religiosos que,


cima á la fundación de Ba- después de haber pasado muchos
gneres, fué destinado por el Pro- años en la vida evangélica, ganan-
vincial para la fundación del de- do almas para el Cielo, quieran
sierto de Tarasteix; pero antes de unirse más y más á Dios antes de
todo conviene dar una idea, aun- comparecer ante su divina pre-
que sea muy pálida, de nuestros sencia.
desiertos. Aparte de las celdas claustrales
La Orden reformada del Car- que hay en lo que es propiamente
men tiene la ventaja sobre las de- convento, existen en diferentes
más Ordenes de que se amolda con puntos de la finca varias ermitas
su regla y constituciones á todos donde los religiosos se retiran en
los espíritus, si bien es cierto que ciertas épocas del año, como Ad-
todas persiguen un mismo fin, esto viento, Cuaresma, etc. Estas er-
es: la gloria de Dios, la perfección mitas tienen, en general, cuatro
de sus almas y la salvación de los departamentos, á saber: oratorio,
que viven en el bullicio del mundo; dormitorio, cuarto de estudio y re-
sin embargo, unos llevan vida com- cibidor. En estas pequeñas mora-
pletamente activa, como los mi- das los ermitaños practican sus
sioneros; otros unen la vida activa ejercicios á las mismas horas que
con la contemplativa, compartien- los que viven en comunidad; se
do su tiempo entre el ministerio alimentan de frutas y legumbres
apostólico y la observancia de la mal condimentadas, y no se unen
regla; y otros, separados de las á la comunidad más que los do-
poblaciones, observan una vida mingos, para cantar en compañía
enteramente c o n t e m p l a t i v a ; de de sus hermanos las alabanzas al
suerte que, mientras aquéllos com- Señor y escuchar alguna que otra
baten en campo abierto, éstos, á vez las amonestaciones espiritua-
semejanza de Moisés, levantan no- les de su Superior.
che y día sus manos y su corazón El P. Agustín ardía en deseos
al Cielo para obtener la victoria. de retirarse á la soledad para con-
Podemos decir que en los conven- sumirse ante el Tabernáculo como
tos desiertos se conserva el primi- una lámpara.
tivo espíritu, y, si se me permite Una de sus más grandes alegrías
la expresión, la esencia del Car- fué el poder contribuir á la funda-
melo, tal como la concibieran los ción del Santo Desierto. En el tes-
primeros fundadores Elias y Elí- tamento que hizo antes de su pro-
seo, es decir: el espíritu de silen- fesión religiosa dejó en manos del
cio, de recogimiento y de oración. Provincial todo cuanto pudiera he-
A estos asilos de oración pueden redar de su familia, especificando
EL P. HERMANN 537
que se invirtiera en la fundación suponiendo que lo admitiría á cau-
de un desierto. A la muerte de su sa de su rudeza; empero, como no
padre entregó, en efecto, la suma lo permitía la Regla, fué preciso
de 14.000 francos para este mis- quitarlo. ¡ Ah, si los muebles y los
mo fin. muros de esta casa pudieran ha-
Había cerca de Tarasteix una blar, ellos nos dirían las penibles
extensa propiedad, á algunos kilo • mortificaciones que en secreto ha-
metros de distancia de Tarbes y cía este siervo de Dios! Para él na-
de los montes benditos donde la da había de penoso y difícil. En
Virgen Santísima se apareció á medio de un sol ardiente, se le vio
Bernardetta. trazar el plano del convento. Vién-
Dicho terreno fué comprado el donos un día faltos de recursos,
18 de Diciembre de 1856, y el Pa- nos vimos en la necesidad de ven-
dre Agustín tomó desde luego po- der un tronco de caballos para ha-
sesión , colocando tres cruces sobre cer frente á los gastos de la sema-
la colina más elevada. na: <:Mi querido señor cura—me
Desde este momento compartía dijo un día: — no me queda ya ni
el tiempo entre la predicación y la un céntimo, y no sé dónde dirigir-
obra del desierto. me para obtener recursos que nos
Después de haber predicado la permitan continuar nuestro traba-
Cuaresma en Lyon, en 1857—dice jo. Llamemos á la puerta del Co-
Mr. Roziés,— el P . Hermann ob- razón de Jesús. Vivo en la suma
tuvo el permiso de establecerse en confianza de que El escuchará
la casa parroquial de Tarasteix pa- nuestra súplica: venid conmigo;
ra vigilar desde allí la fundación vamos á comenzar una novena».
de santo desierto. El ayuno, las Fuimos ambos á la iglesia, y nos
predicaciones y las innumerables pusimos en oración. Cuando yo
confesiones que había oído, de tal creí haber expuesto, cuanto era
modo le debilitaron, que sus supe- conveniente, mis súplicas á Nues-
riores le prohibieron todo género tro Señor, abandoné la iglesia,
de trabajo, y le obligaron á comer mientras que el Padre perseveró
de carne. Los tres primeros días en su oración más de una hora.
de la semana se sometió á dicho Todos los días seguimos la misma
régimen. Yo le cuidaba lo mejor táctica piadosa, y el cuarto de la
que podía; pero, al llegar el vier- novena recibimos una letra de
nes, me dice: «Mi querido señor cambio de 2.000 francos, de parte
cura: los cuidados que usted se ha de una persona de quien estába-
servido prestarme en los primeros mos muy lejos de esperar seme-
días de esta semana me han pro- jante acto de caridad. Otra vez hi-
ducido un bien inmenso; así es que cimos una novena á San José con
me siento con fuerzas para comer el mismo fin, y antes de terminarla
mañana de vigilia». Accediendo á recibimos abundantes socorros.
sus deseos, comimos de vigilia el Lo primero que hizo el P. Agus-
viernes y el sábado, y por la no- tín fué levantar una pequeña casa,
che me dice: «La vigilia no me ha y, á pesar de los inconvenientes é
producido mal efecto; si á usted le incomodidades que ofrecía el re-
place, continuaremos con el mis- ducido local, el P. Martín de la
mo régimen». Así lo hicimos en lo Inmaculada Concepción, á la sa-
sucesivo. Yo le preparé un lecho zón Provincial, estableció la ob-
algo más cómodo que la simple servancia canónica en 1867. El
tarima del Carmelo; mas, á los R. P. Manuel del Señor fue el pri-
ochó días, me pidió que buscase mer Prior del santo desierto.
un carpintero, y él mismo le orde-
nó que le hiciese una tarima. Yo fr. €. S. f.
coloqué un travesano de madera, (Continuará.)
JIJEEMOS,
FUNDACIÓN DE UN CONVENTO EN VERÁPOLY

¿¡•a» OR el tema ya apuntado,.debo ocuparme en estas líneas de la casi


•P^ necesidad del convento en la Misión para proseguir y consumar
perfectamente, en nombre de Dios, la empresa comenzada por ins-
piración y elección divinas.
Y me asaltan á la mente, y pugnan por figurar en primer término
en esta materia, unas palabras de nuestra Santa Madre Teresa,si
dignas de meditarse bien por todos sus hijos, merecedoras de ser es-
culpidas en el corazón de todos los carmelitas misioneros.
En el capítulo 3.° del áureo Camino de perfección habla la Santa
á sus hijas sobre el espíritu levantado y afianzado en Dios que han
de poseer los que de los conventos salen á vindicar entre las gentes
y promover por todos los medios la gloria del Señor. Llámalos capi-
tanes del ejército de Cristo, y dice:
¿Pensáis, hijas mías, que es menester poco para tratar con el
mundo, y vivir en el mundo,y tratar negocios del mundo,y hacerse
á la conversación del mundo, y ser en lo interior extraños al mun-
do y enemigos del mundo, y estar como quien está en el destierro,
y, en fin, no ser hombres, sino ángeles? Porque, d no ser esto ansí,
ni merecen nombre de capitanes, ni permita el Señor salgan de sus
celdas, que más daño harán que provecho;y si en lo interior no es-
tán fortalecidos en entender lo mucho que va en tenerlo todo debajo
de los pies, y estar desasidos de las cosas que se acaban y asidos d
las eternas, por mucho que lo quieran encubrir, han de dar señal.
Ansí que, no penséis es menester poco favor de Dios para esta gran
batalla adonde se meten, sino grandísimo.
¡Ay de mí! ¡Cuántas veces, estas cortantes frases de nuestra Ma-
dre han hecho temblar á mi pobre alma! No ser hombres, sinoánge-
MISIONES CARMELITANAS 539

les, ó, si no, permanecer en la celda, so pena de hacer más daño que


provecho, por mucho que otra cosa intenten: no permita el Señor
que de otro modo se presenten en el mundo. ¡Válgame Dios, Santa
mía, y cuánta perfección de espíritu, y cuánto desasimiento de la
tierra, y cuánta firmeza en Dios exigís de vuestros hijos, si han de
trabar pelea y sostener batalla por Dios y por las almas en el mundo!
Y si eso lo han menester, y lo decís de cualquiera que salga de las
trincheras del claustro para breve rato, ¿qué dijerais, Madre mía,
qué no exigierais de los pobres misioneros, ausentes miles de leguas
de los conventos en que se educaron, no metidos comoquiera en el
mundo, sino empeñados en alma y cuerpo y sumergidos en un océa-
no de asuntos, empresas y dificultades para las cuales les falta tiem-
po, virtud y recursos, absortos en realizar planes preconcebidos, y
meditando otros nuevos antes de finalizar los primeros, siguiendo
siempre con la rueda interminable de afanes y tentativas, de traba-
jos y adversidades, de escaseces y esfuerzos, que en vez de amen-
guar aumentan cada día y por todos lados? Cierto que vos querríais
ver un gigante de espíritu en cada misionero salido de vuestro r e -
gazo. De otro modo, ¿cómo no caérsenos las alas de ángel? ¿Cómo
no tornar á ser hombres, hombres de barro? ¡Oh, si todos fuéramos,
como vos, serafines encendidos!
Comoquiera que sea, el verdadero misionero debe ser un varón de
Dios que sepa obrar á lo divino, ya que su obra es eminentemente
divina en lenguaje de los Santos Padres. Debe ser un Moisés, que
converse á menudo con Dios y sea instruido y amaestrado por Él en
el ars artium, que dice San Gregorio. Debe ser un Elias, que man-
tenga alto y elevado el lema selo zelatus sum pro Domino Deo.
¡Qué digo! Debe ser una copia de Jesucristo, el divino original de
los misioneros, el primer Misionero divino: sicut misil me Pater, et
ego mitto vos.
Comprendiérase bien esta capital verdad, y holgarían reflexiones
y pruebas de cuan divino debe ser el desarrollo del celo del misio-
nero, al igual del principio de su vocación.
Tan unido con la divina voluntad, tan penetrado del espíritu de
Dios debería haberse en todo el perfecto misionero, que sea síntesis
de sus aspiraciones aquella sublime exclamación de Jesús: Mi comi-
da consiste en ejecutar la voluntad de Aquel que me envió para per-
feccionar su obra. Hasta de comer se olvidaba Jesucristo por cum-
plir su soberana misión: voluntatem ejus qui ntisit me. ¡ Tan absorto
y endiosado estaba en el cumplimiento de su santísima obra, obra
del misionero, con literal exactitud!
Y bien, ¿cómo podremos nosotros conseguir tan alta manera de
llevar á cabo la obra divina, divinamente comenzada por nuestro di-
vino Prototipo? Todo en Él lo hallamos divino. Pero nosotros somos
hombrecillos de barro, concebidos en pecado, frágiles como el vi-
54° EL MONTE CARMELO

drio; ni siquiera somos ángeles. ¿Cómo, Señor, realizar á lo divino


esta vuestra obra? ¿Cómo llegar á poder decir con verdad, en len-
guaje del Evangelio, que nuestra misma comida consiste en hacer la
voluntad de Aquel que nos ha enviado?
¡Oh, qué bien vendría aquí el poseer aquella "unión perfecta de
amor con Dios,,; el vivir el misionero en aquel envidiable "estado de
esta divina unión que consiste en tener el alma, según la voluntad,
total transformación en la voluntad de Dios, de manera que,en todo
y por todo, su movimiento sea voluntad solamente de Dios!„ (San
Juan de la Cruz, Subida.) "¡Oh qué unión ésta para desear! [Ventu-
rosa el alma que la ha alcanzado! Esta es la unión que toda mi vida
he deseado. Acá, solas estas dos cosas nos pide el Señor: amor de
Su Majestad y del prójimo; guardándolas con perfección hacemos
su voluntad, y así estaremos unidos con Él„. (Santa Teresa, Mo-
radas , 4.)
¿Quién ignora que precisamente esta unión íntima, amistosa, gran-
de, divina, es el fin único y única aspiración de lo que en lenguaje
místico se llama vida y ejercicio de oración? El que no lo sepa , no
ha saludado las obras celestiales de nuestros santos reformadores,
ni hojeado los escritos de otros maestros de vida interior.
Y ¿quién desconoce que el retiro, el silencio, la soledad, el con-
vento, es el lugar de oración por excelencia? Si alguien lo duda,
será porque no ha pisado los umbrales de un claustro. Casa de ora-
ción llamó al templo el divino Maestro; los monasterios son casas,
no de una oración simplemente recitada ó actual, cual es la de los
fieles que elevan plegarias, sino de la oración elevada (con la ayuda
de la meditación y pasando de ella) al rango y estado de contempla-
ción, que es la oración de unión de que tanto y tan sublime escribe
nuestra Santa Madre; el estado de divina unión de que tan profunda
y luminosamente trata nuestro Santo Padre.
Aun entre los conventos de diversas Órdenes, se distinguen los del
Carmelo Reformado en la característica de la oración, como hija de
Padres que sólo vivían en Dios y obraban para Dios, abrazados,
unidos, por no decir identificados con Su Divina Majestad, en per-
fecta oración de amor, de fe, de penitencia y de celo.
Saquemos la consecuencia de estas premisas.
Si el misionero debe ser un hombre de Dios, que practique á lo di-
vino la obra divina por excelencia; si el gran Modelo que le toca
imitar es el mismo Hijo de Dios, cuyo continuador es en su empresa
redentora; si el punto capital de esta imitación perfecta estriba en la
mayor unión y conformidad de su voluntad y todo su movimiento
con la divina voluntad, cuyo cumplimiento debería ser su alimento
y vida; si el camino para tan santa unión de voluntades, fundida en
el amor de Su Majestad y del prójimo, y propia de un apóstol, es la
oración llevada á contemplación; si el silencio del convento es el
MISIONES CARMELITANAS 54I

predilecto lugar donde se enseña, se ejercita, se perfecciona este


trato místico de unión amorosa del alma con su divino Señor y E s -
poso; si es distintivo de la Reforma Carmelitana el ejercicio más
asiduo de la oración contemplativo-activa, cuyo principio, medio y
fin es el amor de Dios y del prójimo en todo su desarrollo, la induc-
ción no puede ser más lógica al afirmarse que la erección de un con-
vento en el campo de una Misión carmelitana es para sus misioneros
un beneficio singularísimo, una fundación, un acontecimiento, una
obra tan ventajosa, tan importante, tan grande, que debe ser ansia-
da, buscada, recibida con todo el ardoroso entusiasmo de que es
capaz un misionero verdaderamente teresiano.
En tan eficaz ayuda tenemos una hermosa garantía y medio exce-
lente de empezar, continuar y terminar á lo divino, cual correspon-
de , el omnium divinorum divinissimum opus. Tal es la síntesis, el
compendio y la suma de los deberes, suspiros y anhelos del misione-
ro de Jesucristo; tal, en particular, debe ser el resorte, el móvil,
el alma de los sacrificios, desvelos y empresas del misionero car-
melita.
Bendigamos, pues, á Dios y á nuestros superiores porque se han
dignado darnos un convento de perfecta observancia regular en esta
nuestra Misión de Verápoly. Y plegué al Señor que con tan precioso
auxiliar lleguemos á poseer y ejercer, sin nunca amenguar, aquel
espíritu, celo y apostolado propios del que comienza su obra en Dios,
a prosigue en Dios y la termina en Dios, según el divino oráculo:
Ego elegi vos, ut eatis, et fructum afferatis, et fructus vester
maneat.—Fr. Juan Vicente, C. D. M. A.

Verápoly 30 de Mayo de 1901.—Muy amado en Nuestro Señor, Re-


verendo P. Director de E L MONTE CARMELO.—Después de una nave-
gación hecha con toda felicidad, siempre con buen tiempo y casi
siempre con mar tranquila, hemos llegado todos con excelente salud,
gracias á Dios, á nuestra Misión verápoly tana.
Y, pues han querido aquí que sea yo el que comunique á esa Re-
vista las impresiones de nuestro viaje y llegada, me ha parecido que
no será inoportuno trazar en esta mi primera carta el itinerario-
crónica de nuestro viaje, en gracia de los religiosos hermanos nues^
tros que en lo sucesivo tengan que venir haciendo esta misma ruta
en los vapores de la Compañía Trasatlántica española.
Como estaba ya anunciado en el número de la Revista correspon-
diente al 1.° de Mayo, embarcamos en Barcelona con pasaje á Co-
lombo (isla de Ceylán) el día 27 de Abril, en el vapor Montevideo, de
la Compañía Trasatlántica, que hacía travesía á Manila; y, nave-
gando á la vista de las islas de Cerdeña, Sicilia y Creta, llegamos á
Port-Said á la media noche del 2 al 3 de Mayo. A este puerto le da
toda su importancia el ser la boca del Canal de Suez ; tiene á orillas
542 , EL MONTE CARMELO

un magnífico edificio, en donde están las oficinas de la Compañía del


Canal, que es francesa. Debe de haber en la ciudad muchos cristia-
nos, porque hay varias iglesias y un convento de P P . Franciscanos.
Aquí fué donde empezamos á ver los tipos y trajes orientales, el tur-
bante y el camisón de los árabes, y el clásico gorro alto y encarna-
do, con borla negra, de los turcos. Los operarios que trabajan en la
construcción del muelle de Port-Said visten el camisón largo, y an-
dan descalzos completamente entre las piedras de manipostería. De
aquí adelante, aunque todavía están vestidos de arriba á abajo, sin
embargo no hay indígena que aguante calzado y pantalones, si no
son algunos turcos que llevan calzones sumamente anchos, como los
que se ven por ahí vendiendo objetos de Jerusalén.
Aquí hizo carbón el barco, que es operación fastidiosa y molesta
al pasajero con el polvo que se levanta y penetra por las escotillas y
ventanas, y que duró hasta medio día. Entonces subió al puente el
práctico del Canal, y á la cubierta dos mecánicos con el aparato re-
flector eléctrico que los barcos llevan á proa mientras navegan en el
Canal, y nos pusimos en marcha.
Un saludo religioso al mar Mediterráneo antes de perderle de vista.
No sé qué santa veneración siente navegando por este mar el reli-
gioso misionero que lleva el encargo de esparcir en lejanas tierras
las luces del santo Evangelio. No acabo de admirar las trazas de la
divina Sabiduría en haber colocado este mar en medio de las tierras,
en tan conveniente disposición geográfica para hacer correr y tras-
?adar la verdad de Oriente á Occidente y repartirla á las naciones.
Las islas de Malta, Creta, Chipre y otras le recuerdan los trabajos
de los Apóstoles, y después las famosas Cruzadas... Atenas y Corinto,
Éfeso y Esmirna, Tiro y Sidón, Egipto y Cartago, ¡cuántos recuer-
dos bíblicos y de historia eclesiástica despiertan en su mente!...
Ismelia (Ismailia) es un lugar intermedio, casi equidistante entre
Port-Said y Suez, por donde cruza el Canal, un camino y un cable,
que será quizá el principal que comunica el Egipto con la Palestina
y la Arabia. ¡Quién sabe si pasaría por aquí el divino Niño con su
Madre Santísima y San José!
Al amanecer del día 4 llegamos á Suez, en donde dejamos el reflec-
tor eléctrico, y bajó el práctico; y á las siete y media estábamos en
marcha, navegando por el mar Rojo.
El agua del mar Rojo es como la de los demás mares. El ser de
arena tostada por el sol y rojiza la orilla y todo el campo y colinas
que se divisan á derecha é izquierda, ha dado quizá el nombre á
este mar.
El día 5 de Mayo, y segundo de navegación por el mar Rojo, se
dijo Misa á bordo en cubierta, y recibimos la sagrada Comunión de
mano del Sr. Capellán, no lejos del punto por donde pasó Moisés A
pie enjuto con su pueblo, y se ahogaron los egipcios.
MISIONES CARMELITANAS 543
El día 7 al medio día nos encontramos con el Alicante, de la mis-
ma Compañía, que volvía de Manila. Los barcos se aproximaron
bastante, y se saludaron los pasajeros con las gorras y pañuelos, y
se hicieron los toques ó pitazos de ordenanza.
Al amanecer del día 8 ya no estábamos en el mar Rojo; después
de la media noche habíamos pasado el estrecho de Bab-el-Mandeb.
El paso por el Canal fué sofocante; por el mar Rojo no tanto, y aun
tuvimos algún día bastante fresco en este mar.
Al medio día navegábamos frente á Aden; se veían las costas y
montañas (todo estéril), la farola y algo de la ciudad.

Pagoda india en Vribaudrum (J/lalabar).

Por la tarde del 9 dejamos atrás el cabo Guardafuí (África).


El día 10 á las cuatro de la madrugada pasamos frente á Socotora.
Se vio la isla á banda de estribor, y ya estábamos navegando por el
golfo de Omán.
A las doce y media de la noche del 13 al 14 vimos los destellos de la
farola de Minikoi en el grupo de arrecifes de las Maldivas, á 414 mi-
llas antes de Colombo.
El día 15 de Mayo á las diez y media de la mañana estábamos en
la bahía de Colombo; desembarcamos y nos hicimos conducir al pa-
lacio del Arzobispo, para quien llevábamos carta de recomendación;
y aunque no encontramos á S. E. en el palacio, los Padres religiosos
Oblatos del Inmaculado Corazón de María, franceses, que le sirven,
nos recibieron y trataron perfectamente. Al día siguiente, festividad
de la Ascensión del Señor, después de haber celebrado en la capilla
del palacio, nos hicimos otra vez á la mar en el vapor inglés Kan-
EL
544 MONTE CARMELO

gra, con pasaje á Cochin, adonde llegamos el 21 á las seis y media


de la mañana, habiendo antes hecho escala en Tuticorin y Alleppy.
En Cochin nos esperaba el P. Juan Vicente, con un bote preparado,
para conducirnos á Verápoly.
Ya estamos, pues, aquí, gracias áDios, en nuestro destino. En ex-
cursiones que hemos hecho estos días por diferentes puntos de la
Misión hemos visitado en Puttempally el Seminario Central, dirigi-
do por los Padres de la Provincia de Baviera; en Chatiate la pa-
rroquia en donde reside el Vicario general de la archidiócesis; en
Ernáculam el colegio de San Alberto, en donde los Padres dan se-
gunda enseñanza y además tienen talleres de carpintería, herrería,
tejidos y tipografía; y el colegio de nuestras monjas, en donde se
educan muchas jóvenes pensionistas pertenecientes á familias aco-
modadas; y en Kottayan la parroquia en donde reside el P. Juan Vi-
cente, y el orfanotrofio, dirigido también por nuestras religiosas.
... ¡¡¡Ayül... ¡¡Pobres indios!!... ¡¡Pobrecillosindios!!... Nunca había
entendido y sentido como ahora siento y entiendo el alcance de aque-
llas palabras del divino Maestro: "-La mies, á la verdad, es grande,
pero los operarios son pocos. Rogad, pues, al señor de estos cam-
pos y de esta inmensa heredad que mire y considere lo que aquí se
pierde y malogra, y envíe operarios que cultiven y recojan esta co-
secha...,, ¡Madre mía Santa Teresa de Jesús, celosísima de la gloria
de Dios y de la salvación de las almas, lleva esta sentida exclama-
ción mía al trono del Padre, é intercede para que sea despachada
favorablemente! No hay corazón bien formado y religioso que no
sienta mucho dolor al ver lo que aquí pasa. Siento haber llegado
aquí á la hora de nona; me consuela el haber venido en compañía de
misioneros jóvenes, que podrán dar mucha gloria á Dios y recoger
mucha mies; y confío que el buen Padre de familias no me negará el
denario como á los demás.
Aquí termino por esta vez, rogando á todos nuestros religiosos y
religiosas, como también á todos nuestros amigos, bienhechores y
devotos, que ayuden con todos los medios posibles la obra de la
evangelización de estos pobres indios y nos tengan presentes en sus
oraciones y sacrificios. Un millón de gracias á la Asociación de Se-
ñoras auxiliadoras de esta Misión, de esa corte.
De V. R. indigno siervo y capp. — Fr. Segundo de San José, C. D.

Buenos Aires 4 de Julio de 1901.—Rdo. P. Director del MONTE CAR-


MELO.—Carísimo P a d r e : Como le anunciaba en mi última carta, he-
mos dado nuestra segunda Misión de quince días en la parroquia de
la Merced, que está situada en el punto más céntrico de la capital.
Esta Misión fué abierta con una plática del Excmo. Sr. Arzobispo, en
la que exhortó á los fieles la puntual asistencia á todos los actos reli-
giosos de la mañana y de la tarde. También predicó en el último día
MISIONES CARMELITANAS 545

de la Misioncita, que se dio á los niños y niñas, y últimamente el in-


fatigable Prelado cerró la Misión con un fervoroso sermón y bendi-
ción papal. Como sucede en todas las misiones, ha habido muchas
personas que, después de largos años que estaban alejados de Dios y
de los Sacramentos , han tenido la dicha de purificarse en las aguas
saludables de la Penitencia.
Como recompensa de estos trabajos apostólicos, el Rdo. P. Angelo,
Superior de esta residencia, ha tenido la satisfacción de recibir la si-
guiente comunicación oficial:
"Arzobispado de Buenos Aires, Julio 2 de 1901.—Rdo. P. Superior
de los Carmelitas.—Tengo el honor de dirigirme á V. R. en nombre
del Excmo. Sr. Arzobispo, para agradecerle, así como á toda esa'
benemérita comunidad, los importantes servicios prestados á la Ar-
quidiócesis, cooperando tan decididamente á las Misiones parroquia-
les que se han dado en esta capital, y asimismo felicitando por los
consoladores resultados obtenidos.
Con este motivo me es grato presentar á V. R. la seguridad de mi
más alta consideración.—Manuel Elsaurdía, Can. Secret.„
Ya que tengo la pluma en la mano, voy á comunicarle que tam-
bién hemos hecho una excursión apostólica de varios días á Per-
gamino , pueblo de veinte mil habitantes, que dista de aquí seis ho-
ras de tren, donde, en los días que hemos permanecido, no hemos
cesado de predicar y confesar. Al salir, lloraban muchas personas, y
decían que rezarían mucho á la Virgen todos los días para que vol-
viéramos allí pronto. ¡Pobres gentes! Están hambrientas de oir la
palabra de Dios y de confesarse. Parvuli petierunt panem et non
erat qui frangeret eis. ¡Cuántos predicadores y confesores sobran
en España, cuando aquí hacen tanta falta!
Su indigno Hermano en Jesús.—Fr. Bonifacio de la Sagrada Fa-
milia , C. D.

eAs
SECCIÓN CANÚNICO-LITÚRGICA

SOBRE LA CLAUSURA PARCIAL EN LOS INSTITUTOS DE VOTOS SIMPLES

la
JW&?" última Constitución Con- dormitorio de las hermanas), está
'ÍF? dita a Christo del 7 de Di- cerrada á los extraños con prohi-
ciembre de 1900, con relación á los bición de entrar.
Institutos de votos simples, se ha- ¿Qué fuerza tiene esta prohibi-
bla de la clausura parcial. ción? La misma que tienen las
¿Qué se entiende por clausura Constituciones, ya que de ellas
parcial? ¿De qué sanciones está proviene y nada se encuentra en el
defendida ? ¿ El Obispo tiene fa- derecho. Y como de ordinario las
cultad de disponerla respecto de Constituciones de institutos de vo-
los institutos diocesanos ó inter- tos simples no obligan á culpa,
diocesanos, ó de los aprobados por sino á pena, así obligará por sí la
la Santa Sede? clausura parcial.
He aquí las palabras de la cita- Hemos dicho por sí; pues la tal
da Constitución que hacen men- clusura, como se ha visto en las
ción de la clausura parcial: palabras aducidas en la última
«Las casas de estos institutos Constitución Condita a Christo, es-
(de los que la Santa Sede ha reco- tá bajo la vigilancia del Obispo,
nocido las leyes, ó ha aprobado el con facultad de quitar los abusos,
instituto) si tiene clausura episcopal, cualesquiera que sean, con los me-
permanecen íntegros los derechos dios del derecho. De modo que, si
de los Obispos que respecto á este el Obispo lo cree necesario, puede
particular les conceden las leyes defender tal clausura parcial con
pontificias. Si tienen la clausura censura reservada á sí.
que llaman parcial, es obligación Y esto no sólo respecto de los
del Obispo cuidar que se observe, institutos diocesanos é interdioce-
y remediar los vicios ó defectos sanos , sino también respecto de
que pueda tener». aquellos que han sido alabados ó
La clausura para los institutos aprobados por la Santa Sede, ya
de mujeres es doble: una total, y que para estos últimos expresa-
otra parcial: la primera es cuando mente le confiere facultad la citada
toda la casa está cerrada á los ex- Constitución, y, por lo tanto, se en-
traños, con prohibición de entrar tiende que se le confiere para los
á hombre ni mujer. Si la clausura primeros.
es papal, la prohibición de entrar Creemos, sin embargo, que di-
lleva consigo la pena de censura chos institutos, si alguna vez se
reservada al Papa: si la clausura ven injustamente cargados de pe-
es episcopal, la prohibición puede nas del Ordinario, pueden recurrir
llevar censura reservada al Obispo. á la S a g r a d a Congregación de
La clausura parcial es cuando, Obispos y Regulares. (Véase / /
no toda la casa, sino solamente Monitore Eclesiástico de 31 de Enero
una parte de ella (de ordinario el de 1901.)
SECCIÓN CAN0MC0-L1TURGICA 547

RESOLUCIONES PRÁCTICAS PARA GANAR LAS INDULGENCIAS CONCEDIDAS


AL SANTO ESCAPULARIO

Cuatro son las condiciones que para ello se le imponga ninguna


la Sagrada Congregación de Ritos, otra obligación (1).
por un decreto dado el 22 de Fe- Como explicación de estas con-
brero del año 1847, mandó obser- diciones, cabe advertir:
var á todos los que quisieran ga- 1.° Que antes de imponer el
nar las indulgencias que los San- santo Escapulario debe bendecir-
tos Pontífices han concedido á ca- se, guardando en la bendición é
da uno de los escapularios aproba- imposición el orden y la fórmula
dos por la Santa Sede. que hay prescritos (2).
i. a Recibir la imposición del
escapulario de manos de un sacer- (1) Entiéndase bien: gana las indul-
dote autorizado para ello. gencias concedidas al santo Escapulario,
2. a Que el nombre del cofrade pero no el privilegio de la Bula Sabatina.
esté escrito en el Registro de la Para gozar este privilegio, además de
Cofradía. las obligaciones susodichas, es menester:
3. a Que el cofrade lleve siem- i.° Guardar castidad según el estado
pre el escapulario. de cada uno; esta obligación no impide
4. a Que se cumplan las obras cambiar de estado.
2 ° Para los que saben leer latín, re-
piadosas que se prescriban en la zar diariamente el Oficio parvo de la Vir-
misma concesión de las indulgen- gen (los que están ya obligados al rezo del
cias. Oficio canónico ú Oficio parvo satisfacen
Estas son las condiciones que la á la presente obligación con un solo acto);
Santa Sede ha declarado ser nece- mas los que no sepan leer deberán obser-
sarias para ganar las indulgencias var los ayunos prescritos por la Iglesia, y
concedidas á los escapularios en guardar abstinencia el miércoles y sábado
de cada semana, excepto el día de Navi-
general. dad de Nuestro Señor, cuando concurra
Hablando ahora en particular, en cualquiera de estos días. Los religiosos
con referencia al santo Escapula- confesores de la Orden del Carmen, y de-
rio de la Virgen del Carmen, de- más sacerdotes que tengan facultad, con-
cimos que para ganar las indul- cederán alguna conmutación ó dispensa á
gencias concedidas á este santo los cofrades que por causa razonable no
Escapulario, de las cuatro condi- puedan cumplir algunas de estas prescrip-
ciones.
ciones arriba indicadas, sólo áon
necesarias é indispensables las tres La costumbre de rezar siete Padrenues-
tros diarios, y 14 los miércoles y sábados,
prifneras y no la cuarta, por la sen- no es obligatoria para ganar estos privile-
cilla razón de que no hay prescri- gios, á no ser que se señalen como obra de
ta ninguna ^>bra piadosa para ga- conmutación de las antedichas obligacio-
nar dichas indulgencias. nes.
De manera, que todo el que vis- (2) El modo de bendecir é imponer el
te el santo Escapulario de la Vir- santo Escapulario de la Virgen se encuen-
gen del Carmen, si se lo impuso tra en los breviarios, Diurnos, Manuales,
quien tenía autoridad para ello, si etcétera, etc., de la Orden. Puede tomar-
se también de algunos devocionarios car-
su nombre está escrito en el libro melitanos que lo traen, siempre que éstos
de la Cofradía, y lo lleva continua- estén aprobados: para más facilidad de los
mente, gana todas las indulgen- señores sacerdotes hay impreso por la Or-
cias concedidas por los Sumos Pon- den un librito que contiene solamente el
tífices á dicho Escapulario, sin que modo de bendecir é imponer el santo Es-
54» EL MONTE CARMELO

2*° Que el santo Escapulario dición no constituye falta positiva,


debe ser impuesto por el mismo sino solamente privativa; es decir,
que lo bendice (i). que si alguno no llevara el Esca-
3. 0 Estando prescrito que el pulario en todo un día, por ejem-
primer Escapulario esté bendeci- plo, en ese día no ganaba las in-
do , si, por la escasez de Escapula- dulgencias, sin cometer otra falta
rios, uno sólo sirviera para impo- que privarse de ese bien.
nerlo á muchos cofrades, el primer 6.° El quitarse el Escapulario
Escapulario que estos usaren debe por algún momento para practicar
estar también bendecido. algún acto de limpieza como lavar-
4. 0 Para la validez de la impo- se, bañarse, etc., etc., no es obs-
sición no es necesario que se haga táculo para ganar las indulgen-
circa collum; es suficiente si se hace cias (1).
uni tantum humero; es decir, que no 7.0 El santo Escapulario no es
es necesario que al imponer el san- necesario que se lleve inmediata-
to Escapulario se coloque éste de mente pegado á la carne, puede
manera que una de sus dos cintas llevarse sobre ó entre los vesti-
descanse sobre el hombro derecho dos (2).
del cofrade y la otra sobre el iz- Con lo dicho creemos haber sa-
quierdo; es suficiente que las dos tisfecho las dudas del celoso sacer-
cintas descansen sobre un hombro dote que se ha dignado hacernos
del cofrade, siempre que una parte algunas preguntas sobre este par-
del Escapulario caiga por delante ticular. Sepa dicho señor sacerdo-
y la otra por detrás (2). te, lo mismo que todos nuestros
5. 0 Se entiende por llevar siem- subscriptores, que, lejos de moles-
pre el Escapulario el llevarlo con- tarnos con semejantes preguntas,
tinuamente colgando una parte por nos causan un gran placer, pues
la espalda y otra por el pecho, sin nuestro gusto es, y lo tomamos co-
que haya motivo alguno que pue- mo una obligación, el responder á
da dispensar de esta condición. todas las dudas que se relacionen
El no cumplimiento de esta con- con el Escapulario de la Virgen
del Carmen.
capulario y aplicar la indulgencia plenaria
in articulo mortis á los cofrades del Car-
men. (1) Collec. Indulg., núm. 860, ad i. m
(1) Collec. Indulg., núm. 875, ad 8. m (2) Decr. 12 Mar. 1855, núm. 367,
(c) Collec. Indulg., núm. 875, ad i o . m ad 2.m
^ l ÍIÉIÉMittl¡C^—-^ M

«¡PANTO MONTE CARMELO , 21 DE JULIO DE 1901.—Rdo. P. Director de


flF*5 E L MONTE CARMELO.—Espero de su amabilidad que me conce-
derá un pequeño espacio en la Revista para comunicar á sus ama-
bles lectores algo de esta santa montaña, de este lugar de tanta v e -
neración que la Madre de Dios santificó y escogió por heredad suya.
Cuando el Capítulo General de, 1633 determinó la restauración del
santuario del Monte Carmelo, enviando al venerable P. Próspero
para que tomara posesión de esta montaña, antes que llegara á P a -
lestina este santo religioso se apareció nuestra seráfica Madre Santa
Teresa de Jesús á un Padre franciscano en San Juan de A c r e , y le
dijo: "Van á llegar mis hijos; prestadles vuestros auxilios,,. Desde
entonces han sido siempre íntimas y afectuosísimas las relaciones
entre los Padres del Monte Carmelo y los franciscanos de Tierra
Santa, y acaso de aquella fecha viene la costumbre, punca interrum-
pida, de asistir los Padres del Carmelo en la festividad de la Asun-
ción de la Virgen en Nazaret, encargándose del altar y pulpito; y
el día de Nuestra Madre Santísima hacen lo propio los Padres fran-
ciscanos en el Carmelo.
Este año han venido doceJPadres franciscanos. Cantaron una her-
mosa Misa á tres voces, y otro de ellos predicó un elocuente sermón
en árabe. Por la tarde, á las tres, se expuso S. D. M., y, después de
rezar el santo Rosario, cantaron las Letanías de la Virgen, algunos
Motetes al Santísimo, y después del Tantunt ergo se dio á los fieles
la bendición con el Santísimo Sacramento, terminando asila función.
El señor cónsul de Francia en Caifa nos honró con su presencia, asis-
tiendo á la función de la mañana y de la tarde.
Este día no hubo mucha gente, porque los árabes suelen acudir al
Carmelo el día de nuestro Padre San Elias. Para celebrar la fiesta de
este Profeta, que ellos recuerdan con terror, acuden todos los años
al Carmelo dos, tres y hasta 4.000 árabes de todas religiones y sectas,
mezclándose ante el altar del Profeta y Padre nuestro San Elias el
judío, el moro, el cismático, el católico, el protestante y el maronita,
viniendo algunos de lejanos pueblos.
550 EL MONTE CARMELO

Luego que llegan al Carmelo visitan al Profeta y le ofrecen incien-


so, velas y objetos de plata, como pulseras, sortijas, etc., y, después
de algunas reverencias é inclinaciones que le hacen, comienzan fue-
r a de la iglesia los bailes, que duran toda la noche de la víspera y el
día del Santo. Nosotros nos limitamos en este día á cantar una Misa
en la gruta del Santo, pues no podemos hacer más porque está el
Carmelo verdaderamente invadido, y con la gritería de los bailes y
carreras ni aun nos dejan descansar.
Algunas familias llevan los niños para ofrecerlos al Profeta, y des-
pués que un Padre carmelita, vestido con roquete, reza algunas ora-
ciones y les corta un poco de cabello en tres ó cuatro partes de la
cabeza, sacan el niño fuera de la iglesia y, montándolo sobre un ca-
ballo, da tres vueltas alrededor del convento, acompañado de mu-
chos amigos de la familia, dando voces y disparando tiros al aire.
¡Pobres gentes! Son dignos de compasión, porque la ignorancia
les tiene sumidos en las tinieblas del error. Dios Nuestro Señor les
ilumine para que conozcan la verdad y acierten el camino de sal-
vación.
De V. R. humilde Hermano en Cristo, Fr. Z.

ALIVAY 24-6-1901.—Muy Rdo. P. Director de E L MONTE CARMELO —


Jesús sea siempre en nuestras almas. —Creo sería faltar á un deber
si dejara de comunicarle los solemnes actos que han tenido lugar los
días 23 y 24 del corriente en la iglesia de nuestros terciarios de Ma-
nagmey.
Serían las siete de la mañana del 23 cuando nuestro Excmo. Prela-
do, acompañado del Rdo. P . J u a n Vicente y otros misioneros y ter-
ciarios, subía las gradas del presbiterio de dicha iglesia. Después de
orar un momento, y revestido de las vestiduras pontificales, subían
las mismas gradas, para recibir las órdenes del presbiterado, los
valerosos jóvenes Fr. Guillermo de Santa Teresa y F r . Matías de
Santa Teresa, quienes, no contentos con seguir á Jesucristo con la
observancia de los votos religiosos, han tenido suficiente valor para
dar un adiós, acaso el último, á su patria y á los seres más queridos
á quienes estaban unidos con los lazos de la sangre y de la amistad.
Pero hay circunstancias en la vida del hombre en las que éste debe
dejar un pueblo por otro pueblo, á unos hombres por otros hombres,
para buscar tantas almas redimidas con la sangre de Jesucristo, que
están sumidas en la obscuridad de las tinieblas del paganismo, so
pena de incurrir en el anatema fulminado contra el pueblo de Israel:
Vocavi et renuistis et..., ó de exponerse á una desgracia como Jo-
ñas. Así lo han entendido y practicado nuestros carísimos hermanos,
obedientes, como otro Samuel, á la voz del Señor en la primavera de
la vida.
Saltábanos el corazón dentro del pecho de gozo y alegría al ver á
un Pontífice celoso, á un Padre amante, á un Hermano cariñoso un-
gir, como otro Moisés, las manos de dos hermanos en religión, pri-
micias de nuestra provincia de Navarra, que han venido á estas le-
janas tierras á fundar un convento de rigurosa observancia regular.
CRÓNICA CARMELITANA 551

¡Quiera Dios que no sean los últimos, sino que tengan imitadores es-
tos nuevos apóstoles del Señor!
El día siguiente, á las nueve de la mañana, un repique de campa-
nas convocaba á los fieles á la solemnidad, en la que por vez prime-
ra subía al altar, para ofrecer al Eterno Padre el tremendo sacrifi-
cio de la Misa, el Rdo. P. Guillermo de Santa Teresa, apadrinado
por el muy Rdo. P. Policarpo, Vicario provincial de estas Misiones.
El coro, que se componía de misioneros alemanes, ingleses, italia-
nos y españoles, todos carmelitas, interpretó con admirable maes-
tría la gran Misa á cuatro voces del. maestro I. S., bajo la acertada
dirección del Rdo. P. Gaspar, profesor y director espiritual de nues-
tro Seminario de Putempaly.
Después de la Misa tuvo lugar el besamanos, mientras se cantaba
en el coro un solemne Te Deum.
Tanto este día como el anterior eran incapaces las anchurosas na-
ves de la grandiosa iglesia de nuestros terciarios para dar cabida á
las innumerables personas de toda clase y condición que asistieron
á contemplar estos solemnes actos.
Aprovecharon esta ocasión casi todos*los misioneros carmelitas de
Malabar para conocernos y abrazarnos fraternalmente. Excuso decir
el júbilo y alegría que reinaría entre nosotros al vernos rodeados de
tantos y tan beneméritos misioneros.
Muchas han sido las cartas de felicitación y bienvenida que hemos
recibido estos días, entre las cuales merecen especial mención las de
los Excmos. Sres. Obispos de Quilón, á los que no puedo menos de
manifestar mi agradecimiento con estas líneas, en nombre de mi pe-
queña grey.
En este momento acabo de recibir una atenta invitación del muy
Rdo. P. Rector del Seminario Central para que mande uno de los
nuevos sacerdotes á cantar la Misa el día de los príncipes de los
apóstoles, á la que he accedido con mucho gusto, ordenando que
vaya el P . Matías. Creo que la función que ha de tener lugar en el
Seminario será de las pocas que se ven en la India, por ser muchos y
buenos los elementos de que disponen.
Sea todo para mayor gloria de Dios y provecho espiritual de las
almas.
De V. R. afectísimo hermano, Fr. Juan José de Jesús.

VIRTUD DEL SANTO ESCAPULARIO.—De Malagón nos escriben nues-


tras Madres carmelitas que el 15 del pasado Julio, estando la Comu-
nidad en el coro cantando Maitines a Nuestra Santísima Madre del
Carmen á las diez de la noche, les avisaron que se quemaba el con.
vento; y, cuando las religiosas salieron apresuradas del coro, vieron
grandes llamas que procedían de la mies que tenían en un patio, in-
cendiada por un cohete de los que echaban en la población; y aun-
que hicieron grandes esfuerzos y verdaderos sacrificios el Padre
confesor, el capellán y otros señores que entraron en clausura para
apagar el incendio, nada consiguieron, hasta que una religiosa se
quitó el escapulario interior que traía y lo arrojó á las llamas, di-
^552 EL MONTE CARMELO

ciendo: "Madre mía Santísima del Carmen, amparadnos„; y en el


momento vieron que bajaban las llamas con rapidez, hasta quedar
del todo sofocado el incendio. Y aquellas llamas, que subían más
arriba del tejado del convento, que podían haberlo abrasado todo,
no hicieron más daño que consumir la mies.
NUEVOS MISIONEROS.—El 25 del pasado Julio embarcaron en Barce-
lona, con rumbo á Méjico, los Rdos. PP. Ludovico de los Sagrados
Corazones, Patricio María de San Agustín, Juan Miguel de la San-
tísima Trinidad, y Elias de la Virgen de Guadalupe, para trabajar
en aquellas lejanas tierras en la salvación de las almas con el espíri-
tu y celo de nuestra Santa Madre Teresa de Jesús.
Que el Señor les acompañe y bendiga todos sus trabajos.
NUEVO SUPERIOR.—Nuestro Rmo. Padre General ha nombrado Vi-
cario del santo Monte Carmelo al Rdo. P. Francisco María del Cora-
zón de Jesús, religioso español que, después de haber desempeñado
varios cargos en la provincia de Aquitania, se trasladó al Carmelo,
en cuyo santuario lleva ya veinticuatro años, durante los cuales ha
-ejercido varias veces los oficios de Vicario y Procurador de aquel
convento.
Sea la enhorabuena^
FIESTAS á LOS BEATOS. —Con gran pompa y entusiasmo han cele-
brado solemnísimo triduo en honor de los Beatos Dionisio de la Na-
tividad y Redento de la Cruz nuestras Madres de Teruel y Mataró,
nuestros Padres y Madres de Barcelona y Padres y Madres de Za-
ragoza.
FIESTAS DEL CARMEN.—En el nuevo convento que nuestras religio-
s a s han fundado en Castellón de la Plana se celebró con extraordi-
naria solemnidad la fiesta de Nuestra Santísima Madre la Virgen del
Carmen, cantándose á toda orquesta la Misa de Eslava, y predican-
do el Rdo. P . Lucas de San José. La iglesia no era suficiente para
contener los numerosísimos fieles que acudieron á dar testimonio de
su devoción á la Virgen del Carmen y su aprecio á las Hijas de la
gran Teresa, que por doquier esparcen el buen olor de sus virtudes.
También han celebrado el novenario y fiesta del Carmen con ver-
dadera solemnidad, según cartas que hemos recibido y que no nos es
posible publicar, en los conventos de Valencia, Burgos, Santander,
Ávila, Tarragona, Burriana, Granada, Valladolid, Consuegra, etc.
TOMA DE HáBITO. —El día 16 de Julio, festividad de Nuestra Madre
Santísima del Carmen, tomó el hábito en nuestro convento de Ma-
tanzas (América), de manos del P. Superior Fr. Modesto del C. de J.,
«1 que en el siglo era conocido con el nombre de Pascual Lloret Mar-
tínez, tomando el nombre de Fr. Modesto del Santísimo Sacramento.

DESCANSEN EN PAZ.—El 27 del pasado Julio murió en Calahorra el


Excmo. Sr. Cardenal Cascajares, dando señaladas pruebas de fervor
religioso y rodeado de algunos amigos y muchísimos sacerdotes.
CRÓNICA CARMELITANA 553,

D. Antonio María Cascajares y Azara nació, en el seno de noble y


distinguida familia aragonesa, en Calanda (Teruel) el 4 de Marzo
de 1836. Se educó en los mejores colegios y academias de España; y
después de adquirir una sólida instrucción en ciencias y artes, in-
gresó en la Academia de Artillería de Segovia, de donde salió con
el grado de oficial.
Pasó, por lo tanto, lo mejor de su juventud sirviendo en el ejérci-
to, y, después de obtener el empleo de teniente, abrazó la carrera
eclesiástica. Cantó Misa, y muy pronto filé elevado á la categoría de
Obispo, designándosele la Sede de Ciudad-Rodrigo, de la cual pasó
á Calahorra, que desempeñó poco tiempo, y después al Arzobispado
de Valladolid.
En el Consistorio de 25 de Junio de 1896, Su Santidad el Papa
León XIII le impuso el capelo cardenalicio, asignándole la iglesia
presbiterial de San Bartolomé.
Fué fundador de la Universidad Pontificia inaugurada en Vallado-
lid el 24 de Octubre de 1897. Por este tiempo publicó una Pastoral que
alcanzó muchísima resonancia.
Vacante la archidiócesis de Zaragoza , fué designado para ella el
Cardenal Cascajares, que aceptó, y salió de Valladolid; pero, hallán-
dose muy delicado de salud, no quiso tomar posesión de su cargo sin
dedicarse antes á restablecerseí
Fué de incógnito á Zaragoza, dijo una Misa en el altar del Pilar,
oró allí largamente y salió para Calahorra, sin que las autoridades
se enterasen de su breve estancia en la capital de Aragón.
Pensaba hacer allí su entrada solemne en el próximo mes de Sep-
tiembre, para presidir luego, como Arzobispo, las. fiestas del Pilar;
pero en Calahorra se han agravado sus habituales dolencias con la
pulmonía infecciosa que le ha puesto en trance de muerte.
Hombre de gran ilustración y cultura, con condiciones de orador
y mucho trato de gentes, el Cardenal Cascajares ocupaba distingui-
do puesto entre los Príncipes de la Iglesia.
—En Malagón ha fallecido la hermana Josefa del Corazón de Jesús,
corista, de cuarenta y tres años de edad y diez y nueve de religión.
—En Valencia, convento de San José, pasó á mejor vida el día 27 de
Julio la hermana Juana de la Santísima Trinidad, de velo blanco, á
los ochenta v tres años de edad y cincuenta y seis de religión.

R. 1. P.
^INSTRUCCIONES á LOS SUPERIORES DE LAS ÓRDENES RELIGIOSAS.—
^ r La Sagrada Congregación de Obispos y Regulares ha dirigido á
los Superiores de las Órdenes religiosas la nota que á continuación
reproducimos, y cuyo carácter confidencial ha perdido, á causa de
haber sido reproducida por gran número de periódicos extranjeros.
Dice así:
Sagrada Congregación de Obispos-y Regulares.—Roma 10 de Ju-
lio.—Rdo. P. Superior.—Ha sido sometida á la Santa Sede la duda
siguiente:
Las Congregaciones que aun no han sido reconocidas oficialmente
en Francia, ¿pueden pedir la autorización en los términos que exi-
ge el art. 13 de la nueva Ley y el reglamento que acompaña á esa
Ley?
Examinada seriamente esta duda en una reunión particular de
Cardenales, el Padre Santo decidió que, por conducto de la Sa-
grada Congregación de Obispos y Regulares, se diera la respuesta
siguiente:
La Santa Sede reprueba y condena todas las disposiciones de la
nueva Ley que hieren los derechos, las prerrogativas y las liberta-
des legítimas de las Congregaciones religiosas. No obstante, para
evitar consecuencias muy graves é impedir en Francia la extinción
de las Congregaciones que hacen tan gran bien á la sociedad reli-
giosa y á la sociedad civil, permite que los institutos no reconocidos
pidan la autorización de que se trata, pero solamente con estas con-
diciones:
1.a Que se presenten, no las antiguas reglas y constituciones apro-
badas por la Santa Sede, sino únicamente un resumen de los estatu-
tos que responda á los diferentes puntos del art. 3.° del reglamento
susodicho, y que pueden previamente ser sometidos á la aprobación
de los obispos.
2.a Que en dichos estatutos se prometa solamente al Ordinario la
sumisión que está conforme con el carácter de cada institución. Por
consiguiente, sin hablar de las Congregaciones puramente diocesa-
nas, que dependen completamente de los obispos, las Congregacio-
CRÓNICA GENERAL 555

nes aprobadas por la Santa Sede, y visadas por la Constitución apos-


tólica Conduce a Christo, publicada por nuestro Santísimo Padre el
Papa León XIII el 8 de Diciembre de 1900, habrán de prometer su-
misión á los obispos en los mismos términos de esta Constitución; y
en cuanto á las Órdenes regulares, que prometan sumisión á los Obis-
pos en los términos del derecho común. Según este derecho, como
vosotros lo sabéis muy bien, los Regulares dependen de los Obispos
para la erección de una nueva casa en la diócesis; para las escuelas
públicas, asilos, hospitales y otros establecimientos de este género;
para la promoción de sus subditos á las Sagradas Órdenes, adminis-
tración de los Sacramentos á los fieles; para la predicación, la expo-
sición del Santísimo Sacramento, la consagración de las iglesias, la
publicación de indulgencias, la erección de una Cofradía ó piadosa
Congregación, el permiso de publicar libros; en una palabra, para
todo lo que se refiera al cargo de almas en los lugares en que se ha-
llen investidos los Regulares de este ministerio.
Tales son las instrucciones que la Sagrada Congregación de Obis-
pos y Regulares tiene que comunicar á Vuestra Reverencia en las
circunstancias presentes y para el objeto de que se trata.
¡Plegué á Dios asistiros y colmaros de sus gracias!
Fr.J. M. Cardenal Gotti, Preí.—A. Panici, Secretario.
UNA CONDECORACIóN RELIGIOSA.—En lo venidero, todos los católicos
que emprendan el viaje á Palestina tendrán derecho á disfrutar de
una insignia especial creada por el Santo Padre.
Esta condecoración consiste en una cruz muy semejante á la que
usan los caballeros del Santo Sepulcro, adornada de una peque-
ña medalla con el busto de León XIII, y grabadas estas palabras:
Leo XIII, creavitj anno MCMI.
Otras inscripciones figuran en las extremidades de las brocas de
la cruz.
El decreto pontificio indica que esta condecoración debe ser lleva-
da sobre el lado izquierdo del pecho, pendiente de una cinta de seda
blanca y encarnada.
Esta condecoración la confiere á los peregrinos el P. Guardián del
Santo Sepulcro, en virtud de autorización emanada de la Sagrada
Congregación de Propaganda Fide.
Un diploma acompañará á la entrega de la cruz, que únicamente
será concedida á los católicos que vayan en peregrinación á Tierra
Santa, aislados ó en colectividad.
Entiéndese que esta condecoración no podrá ser usada más que en
las solemnidades religiosas, en las peregrinaciones ó ante el Santo
Padre.
E L JUBILEO EN BALTIMORE.—En aquella gran ciudad de los Estados
Unidos, la procesión solemne y pública para ganarlo se efectuó por
la Liga de hombres del Sagrado Corazón, concurriendo más de no-
vecientos, entre los que se veían, así hombres de carrera y de nego-
cios, como obreros. Los periódicos dieron cuenta de esta procesión,
y los buenos frutos pronto se manifestaron, porque ahora difícilmente
556 EL MONTE CARMELO

se encontrará una parroquia en la ciudad que no haya hecho el Jubi-


leo en corporación. No había más que dar un paseo por la ciudad uno
de los pasados domingos por la tarde, para encontrai'se á la vuelta
de cada calle con alguna procesión. Allí la libertad no es sinónimo
de injuria, expoliación, saqueo, y toda clase de violencias, como en-
tre algunos africanos del lado acá de Melilla.
SUMO INGENIO DE L E ó N XIII.—Sabido es el gran número de pintores
y fotógrafos que solicitan el honor de sacar un retrato de Su Santi-
dad. El Papa accede casi siempre; pero sucede algunas veces que el
artista no suele copiar exactamente las facciones ó la figura del au-
gusto anciano.
Últimamente, un fotógrafo sacó un retrato de Su Santidad, y al
presentarle la prueba rogó humildemente al Pontífice que se digna-
se firmar una de las fotografías. Esto parece que no fué del agrado
de Su Santidad; pero, sin embargo, el Papa cogió la pluma y, copian-
do el versículo del Evangelio donde Cristo apareció á sus discípulos
después de su resurrección, escribió las siguientes palabras:
"Hijos míos, no os asus#ts, soy Yo.—León XIII„.
EJEMPLO DIGNO DE IMITARSE.—Se han votado por la Cámara Legis-
lativa de Nueva York las siguientes disposiciones legales:
1.° Se castiga con una multa de cien dollars, y con cárcel hasta
por dos años, á cualquiera que sea convicto de tentativa de suicidio.
2.° Es castigado con diez días d^ cárcel cualquiera que se pruebe
que ha blasfemado.
3.° Es castigado con cinco días de cárcel y multa de diez dollars
todo el que haya quebrantado el reposo dominical.
4.° Serán castigados con multa de cien dollars los directores de
teatros y los actores que den representaciones en domingo: los es-
pectadores incurrirán en la misma pena.
5.* La provocación al duelo es castigada con siete años de re-
clusión.
Esto nos enseña una nación protestante.
L A IGNORANCIA DEL CLERO.—El año pasado concedió la Academia
Francesa varias recompensas á algunas obras de sacerdotes, como
la del abate Klein sobre Mons. Dupont, y la novela de Pedro el Er-
mitaño.
Este año, en su última sesión, ha premiado igualmente á algunos
eclesiásticos por sus obras literarias, entre otros al abate Paquier,
al P. Guibert, Superior de los Carmelitas, al Rdo. P. Bremond y al
abate Broussolle.
DESCUBRIMIENTO DE HUESOS DE BALLENA.—LOS hombres que traba-
jan en la Pampa cada día hacen descubrimientos, que con laudable
fin se apresuran á publicar, para que los sabios que se dedican al es-
tudio especial de la Geología y de nuestros orígenes puedan estu-
diarlos. Encontrar en el corazón de la Pampa huesos de mamíferos
fósiles, no es una novedad; pero sí lo es indudablemente el hallazgo
CRÓNICA GENERAL 557

de huesos de ballena en una mina de arena en los alrededores del


Tandil, como ocurrió no ha muchos días, según anunciaron los pe-
riódicos argentinos.
Los obreros cavaban en una buena veta, y de repente sus palas
tropezaron con varias costillas y vértebras dorsales de una ballena
gigantesca, sepultada nada menos que á ciento y tantas leguas de la
orilla del mar, y precisamente en el centro de una de las pocas sie-
rras que amenizan la monotonía de las inmensas llanuras del Sur de
esta vastísima república. Este encuentro ha llamado mucho la aten-
ción, y sus propietarios se han apresurado á hacer donación de él al
Museo de L a Plata, levantando un acta en que constan circunstan-
ciadamente las particularidades que le caracterizan, sacándolo de la
vulgaridad de un hecho común.
Los restos de la ballena estaban á una profundidad de veinte me-
tros, y juntamente con ellos algunos restos de valvas de conchas ma-
rinas y caracoles, que no son ya de la época presente.
CONVERSIóN AL CATOLICISMO. —El periódico Rheinischer Kurier
anuncia que la landgravina de Hesse, Victoria de Sajonia Coburgo,
se ha convertido el sábado al Catolicismo en el palacio Adolfsek,
cerca de Fulda.
Los MáRTIRES DE LA REVOLUCIóN DE 1792.—El Cardenal-Arzobispo
de París ha nombrado un tribunal encargado de proceder á las pri-
meras informaciones canónicas para el proceso de beatificación de
los obispos y sacerdotes martirizados en París en Septiembre de 1792.
¡ A L PILAR!—Con verdadero entusiasmo cunde por todas partes y
es recibida con satisfacción la idea de la peregrinación al Pilar, para
desagraviar á la Virgen Santísima de las ofensas que le infirieron los
modernos bárbaros, peores que los que vinieron del Oriente, y cree-
mos que no habrá un solo católico, un español que sienta correr en
sus venas la sangre de sus antepasados, que deje de adherirse y acu-
dir á esta solemne profesión de fe, para pedir á la Virgen Santísima
perdón para aquellos miserables y misericordia para nuestra des-
venturada patria.
¡Católicos, al Pilar 1
IMPRESIONES DE NUESTRO VIAJE A BUENOS AIRES

(Conclusión.)

25 de Abril. sidente de la Hacienda de Quito, don-


de nació su hija Teresita, que luego
A las seis y media de la mañana sa- tomó el hábito de carmelita descalza
limos de Montevideo, y estamos atra- en San José de Avila (i).
vesando las aguas siempre turbias del Aquí el valiente D. Agustín de Ahu-
Río de la Plata, que mide Jg-il£guas mada, virrey del Perú y gobernador
de ancho. Acostumbra(j^<éfiTEurbpa á militar de Chile, vencedor en diez y
mirar con cierto asombro ríos como siete batallas memorables; aquí Don
el Ebro, el Sena, el Times, el Rhin y Pedro de Ahumada, bizarro capitán
el Tíber, que tienen pocos metros de de las huestes españolas; aquí el dis-
una ribera á otra, no podemos formar tinguido oficial D. Jerónimo de Cepe-
idea cabal de estos monstruos de agua da, que, según el testimonio de su san-
dulce. ta hermana, murió como un santo; y
Ya estamos cerca de Buenos Aires, sobre todo, aquí en esta misma tierra
y, ante todo, es un deber sagrado ele- que voy á pisar, murió aquel Rodrigo,
var nuestro corazón á Dios para dar- el hermano más querido de la Santa y
le las más fervorosas gracias por el con quien se entretenía cuando niña
feliz viaje que nos ha concedido, sin leyendo las vidas de los santos y ha-
olvidarnos de aquella hermosísima Es- blando de la felicidad de los que de-
trella del mar, cuyo patrocinio invo- rraman su sangre por Jesús. Fué muy
camos desde el primer día, y no en virtuoso y valiente capitán, y su santa
vano, pues no se puede ambicionar
mejor navegación.
Me forjo la ilusión de que voy á des- (i). Siete años tenía esta niña cuando su pa-
embarcar en mi propia tierra; pues dre volvió á España, y desde entonces se la per-
mitió vivir en el convento de nuestras madres de
en estas repúblicas vivieron y murie- Sevilla, vestida de carmelita, hasta que tuvo la
ron casi todos los hermanos de mi edad suficiente para ingresar canónicamente. Mu-
santa Madre Teresa de Jesús. Aquí rió en olor de santidad en el mismo convento de
San José. Desde que conoció á su sauta tía la
D. Fernando de Ahumada, uno de los amó entrañablemente, siendo correspondida por la
compañeros de los famosos Pizarros Santa. La América tiene la honra de que ía pri
en la conquista del Perú; aquí vivió mera americana que ingresó en la Reforma carme-
litana fué sobrina de Santa Teresa y tomó el ha-
muchos años D. Lorenzo de Cepeda, bito en la misma cuna de la Reforma donde des-
jefe militar primeramente y luego pre- cansan sus restos.
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 559

hermana le consideraba como mártir gas horas en la oración mental y en


por haber muerto en defensa de la fe el estudio. Sólo dejaban su retiro para
en el Río de la Plata. trabajar en la salvación de las almas,
Estamos viendo una de las riberas hacer las visitas pastorales y dar mi-
del río, y es preciosísima. Toda está siones por los pueblos donde la mies
poblada de árboles y casas. Parece era mucha y pocos los trabajadores.
un barrio grandísimo, de muchas le- La cosecha que recolectaban en sus
guas, que sigue hasta Buenos Aires. excursiones apostólicas era abundan-
Los buques que vemos pasar junto á te, pues innumerables pecadores que
nosotros son muchísimos. habían vivido en un olvido completo
Acabo de llegar á Buenos Aires, que de Dios y sus deberes religiosos, vol-
tiene cerca de un millón de habitan- vían arrepentidos y llorosos á las sen-
tes, doble que Madrid. El aspecto que das de la virtud.
ofrecía la población de noche, al venir No se tienen noticias particulares
del puerto á la residencia, era magní- de los Padres que acompañaron al
fico, con sus grandes focos de luz limo. Sr. Fr. José Antonio lo mismo
eléctrica, sus tranvías eléctricos de en su vida contemplativa como activa.
dos pisos, que cruzan la ciudad en to- Sólo se sabe que el P. Joaquín murió
das direcciones. La actividad que aquí santamente en Córdoba y que está en-
se nota es extraordinaria. Según me terrado en el coro bajo del convento
dicen, esta capital tiene unas siete le- de carmelitas descalzas de aquella ciu-
guas de circunferencia, y está en una dad, y que los otros fueron siempre el
época de transición. La mayoría de sus buen olor de Jesucristo por su buen
buenos edificios y paseos data de ejemplo y la exacta observancia de sus
hace pocos años, y, según el camino leyes. ¡ Lástima que los superiores de
que lleva, será una de las primeras ca- la Congregación de España no envia-
pitales del mundo. ran más religiosos que con sus virtu-
Esta es la monótona relación de mi des llevaran adelante la obra princi-
viaje al Nuevo Mundo, en cuyo trayec- piada por estos hijos suyos con tan
to no hemos tenido el disgusto de pre- felices augurios!
senciar ni las encantadoras sirenas El limo. Sr. Fr. José Antonio de
soñadas por Platón, que con su canto San Alberto, cuyos escritos llenos de
melodioso fascinaron á los viajeros, sabiduría y de unción evangélica ser-
ni hermosas náyades bañándose en las vían de consuelo en sus penas al Papa
ondas azules del mar. Pío VI, según afirma elR. P. Paulino
Antes de dejar la pluma de la mano, de San Bartolomé en su obra preciosa
voy á escribir algunas líneas más so- India orientalis cristiana, fué uno de
bre los primeros carmelitas descalzos los hombres más grandes que ha teni-
que arribaron á la Argentina, las que do nuestra Congregación de España.
servirán de apéndice á la serie de ar- Nació en Frasno, diócesis de Zaragoza
tículos que con el título de América y en Marzo de 1727, tomando el hábito
los Carmelitas Descalzos publiqué en de carmelita descalzo á la edad de
la revista San Juan de la Cruz. quince años. En la Orden ejerció los
El 22 de Agosto de 1780, octava de oficios de lector en Filosofía y Teolo-
la Asunción de Nuestra Señora, fué el gía. Fué prior de Tarazona, procurador
día venturoso en que cuatro religio- general de la Orden en la corte, pre-
sos, hijos de la gran Reformadora del dicador del rey Carlos III y exa-
Carmelo, llegaron á Montevideo. Estos minador sinodal del arzobispado de
eran: el venerable P. Fr. José Anto- Toledo.
nio de San Alberto, obispo electo de Después que tomó posesión de la
Córdoba (Argentina); el R. P. Anto- sede episcopal de Córdoba se dedicó
nio de Santa Teresa, el P. Joaquín de con actividad extraordinaria á cumplir
Santa Bárbara y el Hermano Fr. Agus- el oficio de buen pastor de sus ovejas.
tín de San José. Después que el Padre Aceleró la terminación de la catedral,
José Antonio de San Alberto fué con- que un siglo antes se había empezado,
sagrado obispo en Buenos Aires, se haciendo importantes reformas en el
dirigieron los cuatro á Córdoba, donde presbiterio y coro. A él se debe el ac-
se instalaron en un convento que an- tual retablo, incluso el cuadro de la
tes había pertenecido á los Padres de Asunción que hizo traer de España.
la Compañía. Allí se dedicaron á la Al fin tuvo la satisfacción de consagrar
observancia de su regla, pasando lar- solemnemente este majestuoso tem-
560 EL MONTE CARMELO

pío, que es uno de los mejores de Amé- No es posible compendiar en bre-


rica del Sur. Fundó también un cole- ves lineas la historia de los hechos
gio de huérfanas dirigido por carmeli- más culminantes de su largo pontifi-
tas terciarias, dándole sabias reglas, cado de diez y nueve años en esta ar-
por las que se rigen actualmente, dan- chidiócesis. Basta saber que levantó
do mucha gloria á Dios. En este cole- muchas iglesias, dio innumerables mi-
gio se han educado durante un siglo siones y ejercicios personalmente en
las hijas de las familias más principa- los pueblos de su obispado, siendo
les de Córdoba. incansable en el pulpito y confesona-
Visitó su dilatada diócesis, reco- rio. Escribió muchas cartas pastorales
rriendo las capitales de Santiago, Sal- y otros libros llenos de sabiduría y
ta, Jujuy, Tucumán, Catamarca y Rio- piedad.
ja. En esta visita empleó un año y Dios premió este copioso caudal de
tres meses sin descansar un momento. méritos llevando su alma al descanso
Fué tan grande la admiración y el res- eterno el día 25 de Mayo de 1804. Su
peto que le granjearon sus extraordi- cuerpo fué sepultado en la iglesia de
narias virtudes y celo pastoral en los las MM. Carmelitas descalzas, como
cuatro años que rigió esta diócesis, él lo tenía dispuesto en su testamento.
que, llegando su fama hasta la corte de Su vida prodigiosa y su muerte edi-
España, fué presentado para el arzo- ficante, fueron tan extraordinarias,
bispado de Plata (Charcas). Inmedia- que su memoria queda todavía fresca
tamente hizo renuncia de esta pro- entre los argentinos.
moción ; pero, no consiguiendo nada, Quiera Dios que imitemos á estos
al fin se conformó con la voluntad de primeros apóstoles de la Reforma car-
Dios, aunque con grande pena de los melitana en estas hermosas regiones
cordobeses que lamentaban la sepa- de América.
ración de su querido Padre y pastor.

UN INCRÉDULO CONVERTIDO
Un joven doctor en Medicina, cuya presenciáis mi curación creeréis en
juventud licenciosa había acabado con los milagros, ¿no es verdad?
todos sus principios religiosos, con- Así lo prometió el joven, y hallán-
virtiéndole en materialista empederni- dose al lado de la niña al siguiente
do , decidióse á ir á Lourdes, después día, en el instante de pasar la proce-
de leer la novela de Zola del mismo sión del Santísimo Sacramento, vio
nombre. Allí presenció impávido las con gran asombro que, incorporándo-
constantes manifestaciones de piedad se aquélla, exclamó:
de los peregrinase entre los cuales lla- — ¡ Gracias, Dios mío, ya estoy cu-
móle la atención una niña de diez años rada !
que, echada en una camilla, más pa- Y lo estaba, en efecto, como él mis-
recía un cadáver que un ser viviente; mo pudo comprobarlo.
tal era la demacración de su cuerpo y — ¿Creéis ahora en los milagros?—
la palidez de su semblante. Acercóse le preguntó ella rebosando de alegría.
á ella, quien le habló con entusiasmo —Sí, creo — contestó él.
de las maravillosas curaciones que ha- —Pues sólo para conseguirlo pedí
bía presenciado, sin demostrar la me- ayer á la Virgen Santísima que me cu-
nor contrariedad por no haber tenido rase.
la dicha de conseguirlo, hallándose co- Y aquel incrédulo materialista, sin-
mo se hallaba en el último grado de ceramente convertido, acercóse al tri-
tisis, y terminó diciendo: bunal de la penitencia y, después de
— ¡Qué espectáculo tan hermoso el recibir la Sagrada Eucaristía, fué el
de esos milagros que acabamos de pre- más entusiasta propagandista de las
senciar! Vos creéis en los milagros, maravillosas curaciones de Lourdes.
¿no es verdad? ¡ Ah, la protección de María!
— Creer en eso es un absurdo—re- Si se supiera todo el alcance de su
plicó él con fría impasibilidad. amor á los hombres, ¿ cómo presencia-
La niña entonces dirigióle una mi- ría hoy el mundo tantos dramas de
rada de asombro, mezclada de conmi- desesperación, que bastaría quizás una
seración , mientras una lágrima rodaba plegaria para disipar, como disipa el
por sus escuálidas mejillas, y le dijo: viento las nubes que ocultan los cie-
—Mañana vendréis á verme, y si los?
-•• f-m _ ,J«¡¡W',,,;(.

Año II. 1.° de Septiembre de 1901. Núm. 29.

LA NATIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA

ÍSTA solemnidad viene celebrándose des-


>3
^ de los primeros siglos del Catolicismo.
En el año de 430 se fijó esta festividad para
el 8 de Septiembre, porque un ángel reveló á
un anacoreta que en dicho día nació la Santí-
sima Virgen. Autores respetabilísimos son de
parecer que no tuvo popularidad hasta des-
pués del Concilio de Éfeso (431). En tiempo
del Papa San Gregorio llegó á tener tal cele-
bridad, que el santo Pontífice compuso un pre-
facio especial para dicho día. San Eugenio la
introdujo en España, y en tiempo de San Ilde-
fonso era universal en todos nuestros reinos.
El V. Beda adicionó á estas fiestas unas letanías
que, por más que las aprobara el Papa San Ser-
gio, cayeron muy pronto en desuso. Inocen-
cio IV, por voto especial del Cónclave y á ins-
tancia del emperador Federico II, mandó la
octava en 1243.
»5jry^?i»»i^y«»6j»^N^»Aj5 iv»Y*i<»VíiííYí*Syív5V*»»Y««YíwYnífo

LAS CARTAS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Á SAN IGNACIO, MÁRTIR

*^"f Ignacio, su discípulo muy amado, la humilde sierva de Je-


"f sus.—Todas las cosas que Juan os dice y aprendió de Jesús
son verdaderas. Creedlas con firme fe. Dedicaos á la fe cristiana,
permaneced firmemente á ella unido, y conforma á ella tu vida y
costumbres. Yo iré con Juan á veros, lo mismo que á vuestros
neófitos. Conservaos fuertes y obrad virilmente en armonía con
vuestra fe. No os dejéis abatir por los rigores de la persecución,
y procurad esté vuestra alma llena de vida y alegre en Dios,
vuestro Salvador. Amén.

A LOS FIELES DE MESSINA

María, hija de Joaquín, de la tribu de Judá, de la familia de


David, humildísima Madre de Jesucristo crucificado, á todos los
fieles de Messina, salud y bendición del Eterno Padre.—En vues-
tra gran fe me enviáis mensajeros encargados de ofrecerme vues-
tros homenajes y súplicas. Ellas me declaran que creéis firme-
mente que mi Hijo es Dios y Hombre juntamente, que es Hijo
Unigénito del Padre Eterno, y que, después de su gloriosa re-
surrección, subió á los Cielos. Dijéronme que en todas las cosas
seguís varonilmente el sendero de la verdad, después de haber
sido en ella instruidos y confirmados por la oración de Pablo,
nuestro Apóstol. Por eso concedemos á vuestro cuidado, y os
prometemos para siempre protección y defensa. Año de Nues-
tro Hijo cuarenta y dos, tertio nonas julii, luna XVIII, feria V,
ex Hierosolymis.—María Virgo.

Á LOS FLORENCIANOS

Florencia, amadísima de Dios y de mi Señor Jesucristo, y hasta


de mí.—Ten la fe, persevera en la oración, fortalécete en la pa-
ciencia. Con estas cosas conseguirás la eternal salud en la pre-
sencia de Dios.
LAS CARTAS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN 563

Por más que estas cartas descansen en una simple tradición


que llega hasta nosotros de un modo bastante fundado para
honrarlas con la fe humana, no podemos concederlas, ni en mu-
cho, una fe absoluta, ni menos sostener que sean auténticas;
porque, como sabia y oportunamente nota Sixto Senense, la
Iglesia no les hubiera negado un lugar de distinción en la santa
Biblia.
Palabras que brotaron de la pluma de la Madre de Dios y
Maestra de los Apóstoles, no podían menos de ser inspiradas por
el mismo Espíritu de amor que la fecundara.
Amén de que, al estudiar su contenido, se encuentran expre-
siones poco dignas de la humildad de la Madre de Dios. María
nunca jamás hubiera encabezado su carta recordando la nobleza
de su alcurnia, ni apellidado á Pablo su Apóstol, y ofrecido ben-
diciones y defensas, ni menos firmarse María Virgen, y adicio-
nar una fecha que es manifiestamente del siglo v, como la pa-
labra salud y bendición, imitación de la fórmula de las encíclicas
pontificias, introducida por San Cleto á fines del primer siglo.
La de San Ignacio parece revestir algo de primitivo, y tal vez
se pudiera atribuir á la Virgen si no tuviéramos su magnífico y
sublimísimo cántico de Hebrón; pero, al cotejar esta carta con
aquel cántico, resulta algo de parecido á las diferencias que me-
dian entre las Purísimas de Murillo y las oleografías tomadas de
aquellas joyas del arte.
Todavía podíamos decir mucho más de la de los florencianos.
Por más que sea grande la autoridad de Fr. Jerónimo Savonarola,
que la defiende con todo el prestigio de su saber, los florencia-
nos no recibieron la fe de Cristo hasta el año 65, y para aquella
fecha María reinaba ya coronada de gloria en los cielos; de modo
que mal pudo escribir á los que renacieron á la gracia después
de su gloriosa Asunción.
. No podemos menos de desechar como sacrilega otra carta que
los novadores del siglo xvi suponen haber caído del Cielo, y en
la que se reprueba la santa y saludable costumbre de dirigir á la
Virgen nuestras plegarias é implorar su favor, á la par que alaba
y aplaude la conducta de Lutero.
Como la Iglesia y el Episcopado han fulminado en su contra
los rayos del anatema, creo huelga todo lo demás.

fr. Salvador de la Jl/T. de J)¡os,


C. D.
EL ESCAPULARIO

(Continuación.) 1

JKNTES de pasar á explicar la última opi-


f ? nión sobre la manera de interpretar
la promesa de la Madre de Dios, que no se
condenará el que muriere revestido del san-
to Escapulario, suplico á los amables Iecto-
¿i res de E L MONTE CARMELO que me permi-
tan rectificar, trayendo aquí parte del artí-
culo anterior para aclarar más la tercera
opinión que allí expuse, y dejarla en el lu-
gar que la corresponde. Podrá ser esto una
adición al anterior artículo ó una nota explicatoria.
Dijimos que la tercera opinión sobre la manera de interpretar
las palabras de la Virgen Santísima sostiene que la promesa de
la-Madre de Dios se cumplirá en aquel que haya observado las
obligaciones de todo cristiano.
Los que sostienen esta sentencia se apoyan en la necesidad de
interpretar algunas proposiciones de la Sagrada Escritura, expre-
sadas en idéntica forma. Dice el Señor: el que come mi carne y
bebe mi sangre, tiene la vida eterna; todo aquel que creyere y fuere
bautizado, será salvo; el que invocare el nombre del Señor, se sal-
vará; la limosna libra de la muerte; ninguno que haya esperado
en el Señor ha sido confundido; y quieren, los que sostienen esta
opinión, que la gran promesa de la Madre del Carmelo se sujete
como aquéllas, á una explicación que la Virgen no le ha dado, ni
pide el mismo privilegio, puesto que no nos revela contradicción
EL ESCAPULARIO $£5

alguna ni oposición al dogma, como aquellas promesas de la Sa-


grada Escritura podrían tener si se entendieran tal como suenan.
Conformes están todos en que la limosna, invocar el nombre del
Señor, la fe, etc., no justifican por sí sólo, pero sirven para dispo-
ner el alma á fin de que consiga más fácilmente la salvación, y
por eso es necesario explicar aquellos textos dándoles otro sen-
tido que el literal, y quieren que tenga la misma explicación la
promesa de la Madre de Dios. Y ésta es el arma de combate que
suelen blandir muchos, y la comparación obligada al tratar esta
cuestión, la cual parece que anubla la inteligencia de muchos
para no ver ya nada más allá, diciendo que como aquellas pro-
posiciones, no obstante ser de Jesucristo y presentarse tan claras,
no pueden entenderse tal como suenan porque incurriríamos en
contradicciones y herejías, ya que vemos que muchos comen el
cuerpo del Señor, y su vida de crímenes y pecados nos da motivo
para dudar de su salvación, y muchos hacen limosna y no se li-
bran de la muerte del cuerpo y acaso tampoco de la del alma,
porque esas proposiciones suponen para el efecto la fiel obser-
vancia de los deberes de un cristiano, de la misma manera la
proposición ó promesa de la Madre de Dios, el que muera con el
Santo Escapulario no padecerá el fuego eterno, debe suponer
también la observancia fiel de los deberes de un cristiano.
No quiero decir yo que el santo Escapulario justifique por sí
sólo; lejos de mí tal pensamiento, creo que dispone al alma para
la justificación; pero no veo comparación exacta entre aquellas
proposiciones de la Sagrada Escritura y la promesa de la Virgen
Santísima, porque aquéllas se anuncian para la vida, ésta para
la muerte; aquéllas dicen: el que come mi carne, el que hace li-
mosna, etc.; y sabido es que el hombre, mientras vive, por santo
que sea y por muchas virtudes que tenga, si no está confirmado
en gracia puede perder la amistad de Dios y condenarse, aunque
antes haya comido el cuerpo del Señor y haya hecho limosna.
Pero no así la promesa de la Madre de Dios, que se anuncia para
la última hora. No dice Ella, el que lleve viviendo el Santo Esca-
pulario, se salvará; sino, el que en la hora de la muerte vista el
Santo Escapulario, no se condenará; porque, si viviendo puede
el hombre perder la gracia y amistad de Dios, el que muere con
la gracia no puede perderla ya; y aunque el Escapulario no signi-
fica gracia ni la confiere, significa la protección especial de Ma-
ría en aquella última hora, según su promesa formal, la cual es
garantía segura de salvación.
566 EL MONTE CARMELO

Además, según nos enseña la Hermenéutica, los textos de la


Sagrada Escritura se explican unos por otros, porque Dios no
puede incurrir en contradicción, y, si habla á veces en figuras, nos
revela el verdadero sentido de su palabra en otro lugar. Así, dice
Jesucristo: el que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida
eterna; pero para la inteligencia de este texto nos dice en otro
lugar: el que come indignamente mi cuerpo se come el juicio, es
decir, la condenación. Luego, aquella primera proposición debe
entenderse de otra manera, es decir, que el que come dignamente
el cuerpo del Señor con limpieza de alma, con fe, con caridad, etc.,
éste tendrá la vida eterna si persevera en estas disposiciones; el
que creyere y fuere bautizado, será salvo; pero dice en otro lu-
gar que la fe sirflas obras es muerta, no vale nada; luego debe-
mos entender que no basta tener fe, sino fe y obras; todo el que
invocare el nombre del Señor se salvará; pero en otra parte dice
el Salvador que no todos los que dicen Señor, Señor, entrarán en
el Reino de los Cielos; y San Pablo añade que muchos confiesan
al Señor con los labios, pero le niegan con sus obras; luego no
basta invocar el nombre del Señor, sino que es necesario hacer
buenas obras, frutos de penitencia; la limosna libra de la muerte,
dice el Señor; pero el Espíritu Santo nos enseña que, el que hace
limosna y la publica, ése ha recibido ya la recompensa; luego no
basta hacer limosna; ninguno que haya esperado en el Señor ha
sido confundido, y, sin embargo, vemos que muchos esperan y
son confundidos, porque¿j|Í?Vana la esperanza de los impíos.
Se ve, pues, que aquellas proposiciones ó textos de la Sagrada
Escritura no pueden tomarse tal como suenan, porque hay otros
textos que nos enseñan cómo debemos interpretarlos. Pero no
así la promesa de la Virgen del Carmen; Ella ha dicho: el que
muriere con el santo Escapulario no padecerá el fuego eterno:
in quo quis moriens ceternum non patietur incendium, y no hay
otra sentencia" qué^disminuya la virtud de ésta, ni texto ó autori-
dad suficiente que explique en otro sentido ó modifique su fuer-
za: por lo tanto, creo que no debe entrar en comparación con
aquellas proposiciones, y no habiendo texto, ni autoridad, ni pa-
labra de la Virgen que lo expliquen, tampoco nosotros debemos
explicarlo: ubi lex non distinguit ñeque nos distinguere débemus.

fr. Plácido Jfiaria del P.


(Se continuará.)
pg(Moa3a3>^p.QQaoQQoaQqp,c^c.c€Cpmoccoco(y18g

FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ


ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Cont inuació'n.)

fcül
ai^gyN el capítulo segundo trata Fr. Jerónimo de la diligencia que
cfr^i debe adornar al historiador. Si la sabiduría es tan necesaria
á cualquier escritor, máxime al historiador, ¿no será medio in-
dispensable para alcanzarla la diligencia, y más todavía al devoto
de la composición histórica? Y tan propia y debida á esta manera
de escribir es esta cualidad, «que los historiadores — según dice
cuerdamente el insigne carmelita, — por loa particular de sus escri-
tos, se han alzado con el título y epíteto de diligentes, como dando
á entender que aunque también á otros escritores convenga este
renombre, pero á ellos especialmente les pertenece y se atribuye».
Al escritor incumbe atesorar gran caudal de sabiduría para ejer-
cer dignamente su noble profesión. «Lo que ha de ser eterno, agra-
dar, y siempre á todos, ¿qué diligencia no merece? ¿cuál cuidado
lo asegura? ¿qué solicitud no pide, no ya para eternizar una digna
escritura, sino para no dejar el escritor eternizada en ella su igno-
rancia, y estampado para siempre su descrédito, y una obscura fama
de su nombre?» (i). Al historiador, empero, urge en grado extremo
ser diligente. «En los demás escritores—añade Fr. Jerónimo—exa-
minamos jueces lo que dicen; en el historiador, subditos lo adora-
mos sin examen. A aquéllos, si no lo prueban, los repruebo; éste
sencillamente propone, y lo recibo; antes bien, como niño colgado
á los pechos de su relación, trago, cerrados los ojos, como leche,
lo que en otros considero como bebida que, antes de entregarla al
gusto, la encomiendo á la vista. Dignidad grande de la Historia,
cuyos pechos (séame lícita esta gran alusión) son mejores que el
vino, esto es, que cualquiera otra escritura: elogio propio de la divi-
na, y acomodado á ésta de la Historia» (2).

(0 §1.
(a) §2.
568 EL MONTE CARMELO

La puntual y cabal noticia de lo sucedido, á que esa exquisita


diligencia se endereza, se obtiene sólo de dos maneras: ó hallándo-
se el mismo historiador en los sucesos, ó informándose de quien los
sabe con certeza. Imposible resultaría, empero, la tarea del histo-
riador si hubiera de escribir únicamente lo que vio ó sobre aquellas
cosas en que intervino. «Nadie—dice Fr. Jerónimo—pudiera histo-
riar lo distante ó pasado, y muy pocos lo presente y sucedido en
nuestra tierra. Débese, pues, conmutar en la diligencia del que es-
cribe la vista y el manejo de lo que en su escritura trata; que todo es
encargar más el cuidado y fe en el historiador» (i).
Pondera el autor con sumo acierto las dificultades que ofrece la
averiguación de los casos presentes, y estima ser mejor que el his-
toriador esté ausente, «porque así tenga el ánimo libre y desapasio-
nado para juzgar y conocer la verdad, examinando, sin el amor y
afecto de la propia, las ajenas relaciones; cosa dificultosa en los
que se precian y jactan de que vieron ellos mismos las cosas, aun-
que con menos cuidado y atención» (2). Pero estas dificultades
suben de punto cuando se trata de desenterrar hechos pasados. «En
la Historia — dice Fr. Jerónimo, — que los ofrece recientes y aun
casi vivos, es fácil ó menos dificultoso volverlos á la luz y restituir-
les su antigua forma y vida; pero en aquellos adonde no ha queda-
do rastro de calor, y están ya del todo difuntos, ¿qué fuerzas de
fngenio y bien decir bastarán para restituirlos á la luz, si no fueren
divinas y con particular ostentación de su virtud? Yacen, como en
sepulcros, gastados ya y deshechos en los monumentos de la vene-
rable antigüedad, vestigios de sus cosas. Consérvanse allí polvos y
cenizas frías, ó, cuando mucho, huesos secos de cuerpos enterra-
dos, esto es, indicios de acaecimientos cuya memoria casi del todo
pereció; á los cuales, para restituirles vida, el historiador ha me-
nester, cual otro Ezequiel, vaticinando sobre ellos, juntarlos, unir-
los, engarzarlos, dándoles á cada uno su encaje, lugar y propio
asiento en la disposición y cuerpo de la Historia; añadirles, para
su enlazamiento y fortaleza,, nervios de bien trabadas conjeturas,
vestirlos de carne con raros y notables apoyos, extender sobre todo
este cuerpo así dispuesto una hermosa piel de varia y bien seguida
narración, y, últimamente, infundirle un soplo de vida con la ener-
gía de un tan vivo decir, que parezcan bullir y menearse las cosas de
que trata en medio de la pluma y del papel» (3). ¡Qué gallardía y vi-

(I) §3-
(2) §4-
(3) §5-
FR. JERÓNIMO DE SAN JÓSE 569

veza de expresión! ¡Cuan espléndida y lúcida preceptiva, en lo que


atañe á dar calor y vida al hecho histórico! «Así concibe la Historia
Fr. Jerónimo de San José — dice el egregio Menéndez Pelayo: —
pintoresca, animada, no como centón de dispersos fragmentos, sino
como cuerpo organizado y vivo, bullendo y meneándose, con el
soplo celestial que anima el cementerio de las edades» (i).
El capítulo tercero versa sobre la festinación lenta del historia-
dor en la composición y enmienda de su obra.
Si bien ha de ser en extremo diligente el historiador, no empero
hasta el punto de apresurarse en referir el hecho histórico. «La fes-
tinación lenta, una manera de priesa vagarosa»—como dice bella-
mente Fr. Jerónimo:—tal es la cualidad que conviene á maravilla
al historiador. «Porque—continúa el insigne carmelita — no es más
diligente el escritor cuando afectuoso se apresura, que cuando cir-
cunspecto se detiene... Es sin duda necesario tiempo al que escribe
para elegir ó admitir un digno asunto; tiempo para hacer perfecta
idea de todo el argumento; tiempo para agregar el material y pre-
parar el aparato; tiempo para, después de preparado, disponer la
obra y exornarla, y mucho más tiempo para reverla, enmendarla,
pulirla, perfeccionarla, y, después de todo esto, para dejarla dor-
mir en un rincón muchos días hasta que, mortificado el gusto y
tierno afecto del qué la escribió, y ella desnuda de aquella primera
gracia de la novedad, la vuelva á rever su autor, mirándola, no ya
como cosa propia y reciente, sino como ajena y antigua» (2).
José Jffn. Va/entí.
(Se continuará).

(1) Historia de las ideas estéticas en España, tomo 11, vol. 1, cap. ix, pág. 312.
(2) §1.
SANTIAGO Y SU ESPAÑA

(Conclusión.)

Lps Apóstoles se aprestan Ansiando ver confundido


A luchar hasta el suplicio, Por las artes de aquel brujo
Viendo el instante propicio Al hombre que tanto influjo
De morir por la verdad, Conquistó entre el pueblo fiel.
Cuando el Apóstol de Iberia, Pero el Apóstol humilde,
Inspirado por el cielo, Con el poder sobrehumano
Les pide con santo celo Que Jesús puso en su mano,
Ser el primero en luchar. Prodigios tales obró,
Exige luego á Torcuato Que no sólo desbarata
Y á sus fieles compañeros Sus asechanzas de muerte,
Que le prometan sinceros, Sino que al mago convierte
Si muere en tan santa lid, A la fe del Salvador.
Que conducirán á España" Grito de rabia infinita
Su cuerpo ya inanimado, Lanza el orgullo vencido
Para en ella sepultado Al ver el triunfo obtenido
Su eterno sueño dormir; A la sombra de la Cruz,
Y armado con el poder Y jura con sed de sangre
De humilde oración cristiana, Que nuestro Apóstol amado
Y la fuerza sobrehumana Morirá... despedazado,
Que en ella le da Jesús, Como muriera Jesús.
Cura su mano doquiera ¡ Y no falta inicua pluma,
Al ciego, sordo y lisiado, Sin pudor y sin conciencia,
Y predica denodado Que rubrique la sentencia!
Las grandezas de la Cruz. ¡Herodes estaba allí!
Se encara con los escribas, Y este hijo y nieto de infames,
Y, buscando su conciencia, Fruto de amor criminal,
Pinta con santa elocuencia Pone la firma fatal
Su crimen sin ejemplar; En aquel decreto vil.
Pero tan sólo consigue ¡Y la sentencia se cumple!
Excitar su ira insensata, Y el valiente Hijo del trueno
Que no cesa, si no mata Marcha al suplicio sereno,
Con su veneno infernal. Perdonando, cual Jesús,
Rabioso el escriba impío, Y alfange mal afilado
En la red le envuelve artero Destroza su hermoso cuello,
De un desalmado hechicero, Poniendo su sangre el sello
Aborto de Lucifer, A los triunfos de la Cruz.
SANTIAGO Y SU ESPAÑA 571

Si los Apóstoles santos Entre prodigios... rescatan


Quiso Dios que perecieran Los Apóstoles sagrados
En los pueblos do esparcieran Los restos santificados
La semilla de la Fe , Del que acaba de morir.
Con el fin de que su sangre El Cielo hasta el mar los guía,
Fuera riego prodigioso Entre Joppe y Cesárea,
Que diese fruto copioso Burlando el rigor que emplea
En el campo de su grey, El maldito Sanhedrín.
No hubo en España un Herodes Mano divina dispone
Que con cínica fiereza Buque hermoso inhabitado,
Destrozara la cabeza Donde al fin es colocado
De su Padre y Protector, Nuestro invicto Protector;
Porque la gracia fecunda Y esa mano misteriosa,
Húbola Dios vinculado A través de largos mares,
En el Pilar consagrado Conduce hasta nuestros lares
Que la Virgen nos legó. Tan extraña expedición.
Mas si el Eterno nos libra, Torcuato y sus compañeros,
Por hermoso privilegio, Que custodian codiciosos
Del horrendo sacrilegio Aquellos restos preciosos
Que nos hace estremecer, Por cumplir jurada fe,
De abrigar en nuestro suelo Contemplan gallardo al buque
La vil mano parricida Ir contra viento y marea,
Que arrebatara la vida Mientras las islas sortea
al Padre de nuestra Fe, Sin timón ni timonel.
En su amor quiso otorgarnos, Veloz le ven cruzar luego,
Por los ruegos de su Madre, Por esa mano impelido,
Que España diera á su Padre, El estrecho embravecido
Sepulcro, amor y piedad, Que estáMe España al confín;
Para que Él á España diera Y el Atlántico anchuroso
Los laureles y la gloria Remontar con gallardía,
Que entraña la ejecutoria Entrando en oculta ría
Del sacrosanto Pilar. Que en el Ulla va á morir.
Y si este don emanado Y esa mano le detiene
De los amores divinos, » Al tocar en Iria Flavia;
Para abrir anchos caminos Y esa mano siempre sabia
Al noble pueblo español Da cima á la expedición;
Exige grandes portentos, Y en la humilde Compostela
Con profusión inaudita Halla el Santo sepultura,
Los amontona infinita Para labrar la ventura
La mano del Criador. Del noble pueblo español.
¿Dudáis?... pues abrid la historia, Mas oid: de ese sepulcro
Que no ha sido mutilada Brotarán gloria y laureles,
Por la mano desdichada En premio á los hijos fieles
De los que mueren sin fe; Que luchen por la virtud;
Y sus páginas sinceras Mas vibrará eterna ira
Os dirán con elocuencia Que arrolle en ímpetu fiero
Lo que hizo la Omnipotencia Al maldito pueblo ibero,
En favor del pueblo fiel. Si se olvida de la Cruz.
Jtfariano Jfi. JAaroio.
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DEFENSA DE LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS


POR SUS MISMOS ENEMIGOS

P ISTAMOS de enhorabuena, en tiempos de bienandanza, por más que


> alguien diga que estamos de completa enhoramala, y piense que
la melancólica profecía de Nahum hase cumplido precisamente en estos
tiempos, y como el profeta de Galilea cante, sumido en profunda tris-
teza: Esterilizáronse el Basan y el Carmelo, y la flor del Líbano se marchi-
tó (i).. Y otros, de carácter sombrío, piensan que de un momento á otro
volverá á tener cumplimiento la terrible amenaza de Amos, en la que
Dios nos dice que hará morir al filo de la espada á los que se escondie-
ran en el santuario, y hará descender á los que subieran á las alturas
del Cielo y á las cimas del Carmelo (2).
Nosotros no creemos que esté aún tan profanado el lugar santo, ni
tan marchito el Carmejgj?;*Tenemos todavía muy bellas ilusiones; cree-
mos contemplar teprofética montaña en todo su verdor y lozanía, y
que por momentos se está cubriendo de hermosura. Vemos á muchas
personas timoratas que cantan endechas á las Ordenes religiosas, y
piensan que el tiempo de estas venerandas instituciones ya pasó. Nos-
otros contemplamos las cenizas de nuestros padres, presenciamos las
ruinas de sus monasterios, escuchamos la gritería de nuestros enemi-
gos, examinamos sus poderosas armas con que nos quieren destruir, y,
no obstante, continuamos con la profunda convicción de que el Car-
melo, como todas las Órdenes, ha de ver muy pronto días de gloria.
Vivimos de ilusión, no porque ignoremos la realidad de las cosas, sino
porque las miramos por otro prisma.
Es cierto que el tiempo en que vivimos está muy agitado, y no lleva
traza de apaciguarse, y con espadas de muy distintos temples amenaza
á la cabeza del pobre fraile. Es cierto que el cielo está muy encapotado
y amenaza tormenta. Es cierto que la tempestad contra nosotros ruge
en todas partes, en lo alto y en lo bajo, dentro y fuera. En lo alto de
los gabinetes, en lo bajo de los clubs y aun en lo interior del claustro.

(1) Nahum, 1-4.


(2) Amos, IX-I, a.
DEFENSA DE LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS 573

En los gabinetes, proyectos de exterminio; en los clubs y en alguna


parte de las masas populares, instintos sanguinarios; en el claustro, el
escándalo de frecuentes apostasías. Estos tres puntos, que muchos
miran como síntomas de muerte, como prueba de que tenemos vida
para poco tiempo, yo los tomo como principios vitales. Son las armas
con que nuestros enemigos nos atacan: yo las tomo de sus manos, y
las quiero para nuestra defensa. Hay quien dice: «Son tres enemigos
formidables: estamos perdidos». Yo digo: «Dada la condición de los
tiempos que atravesamos, mientras estos tres enemigos existan, esta-
mos salvos; nos esperan días de gloria. Estos tres enemigos nos com-
prueban que somos los ministros de la verdad, y los ministros de la
verdad, como tales, no perecen: pueden morir, mas no perecer. Morir
por la verdad es el más grande de los triunfos. Los enemigos que acabo
de señalar nos demuestran que somos defensores de la verdad. Luego,
si en sus manos morimos, triunfaremos ampliamente. Si sólo se con-
tentan con perseguirnos, triunfaremos también, á medida que sea más
recia la persecución, con tal que no reneguemos de la verdad.
Analicemos estos tremendos enemigos.
Oí que altos personajes políticos insultaban el estado religioso y á voz
en grito pedían se repitieran los vergonzosos atestados del 35; y esto
se pedía en nombre de la libertad, de la civilización y del progreso, y
qué sé yo de qué cosas más. Francia, como antes, lleva la vanguardia
en este asunto. Digo mal. Francia no, algunos políticos franceses sí.
Escuché las acusaciones contra mi estado; casi de él me avergoncé, y
me decía entre mí: ¿Si será verdad que somos la escoria de la sociedad, la
remora del progreso, un grupo de pobres fanáticos ? Examiné mi conciencia,
y no la encontré tan culpable. Leí la historia del progreso, de las artes
y ciencias, y la Historia no condenó mi estado. Estudié la Filosofía, y
me defendió. Leí lo que habían hecho nuestros impugnadores, y vi que
era muy poco en la ciencia y artes, nada bueno en moral y religión, y
sí mucho malo.
Entonces levanté la vista para ver qué cara tenía el que esto afirma-
ba, y vi esculpido en su frente el estigma del blasfemo y otras muchas
cosas... Ya tenía la solución de un gran problema, y me dije: Ya sé una
cosa que no sabía: este hombre nos insulta, no porque hayamos hecho
mal á nadie, ni hayamos retardado el verdadero progreso en ningún or-
den, ni siquiera que él lo crea así, sino porque primero blasfemó de
Dios más ó menos caballerosamente, y es muy lógico que ahora insulte á
sus ministros. Estos señores nos reconocen á los religiosos y á los sa-
cerdotes , en su inmensa mayoría, como ministros de aquel Dios viejo y
rancio de pasados tiempos, que ahora han querido desterrar de la mo-
derna sociedad. Yo creo, y es verdad, que aquel Dios viejo cuya provi-
dencia se extiende á todos los ámbitos del mundo y ejerce su acción,
así sobre la planta qué nace en lo profundo del valle como sobre las
moles grandiosas que cuelgan de la bóveda celeste y se derrumban por
KL
574 MONTE CARMELO

las misteriosas rutas.de los espacios; así sobre los pajaritos que saludan
á la aurora con melodiosos trinos, como sobre el corazón humano en
sus insondables y tremendos misterios; que exige vasallaje de adoración
al pobre que come el pan con el sudor de su frente, como al poderoso que
cree tener en sus manos los destinos de las naciones; yo creo, repito,
que este Dios á cuya providencia nada ni nadie escapa, es el Dios ver-
dadero; y no quiero adorar ni predicar á ese otro dios moderno de nue-
vo cuño, cuya idea no ha podido nacer ni en la mente inspirada del
poeta, ni en el corazón de la inocencia; no quiero adorar ni predicar á
ese dios holgazán que se pasea por los anchurosos ámbitos de la eter-
nidad y para nada se ocupa del mundo, sino que lo ha dejado comple-
tamente á la disputa de los hombres, para que sea el juguete de insa-
nas pasiones, el patrimonio del más fuerte contra el débil. No quiero
reconocer á ese dios que no adoraron mis padres, porque es invención
de innobles pasiones para que con él se entretengan las almas débiles
que no pueden pasar sin Dios. Yo juré ante el altar predicar siempre,
hasta con mi viejo hábito que por tantas generaciones ha pasado, á
aquel Dios que no se muda, que es de ayer, de hoy y de siempre, por-
que es el Dios del tiempo y de la eternidad, porque es el Dios que es
esencialmente la verdad, que no se muda. Lo que yo juré, lo juraron
todos los religiosos. Los de arriba nos persiguen, no por el juramento,
sino por su cumplimiento. Luego, mientras nos persigan, es señal in-
equívoca de que en su conciencia no hemos dejado de cumplirlo. Afirman
que somos ministros del Dios viejo, y es cierto, es verdad que aún so-
mos ministros del Dios verdadero: como tales nos consideran nuestros
enemigos; no desfallezcamos.
Ahora, fijémonos en los que nos insultan por la calle, en los que gri-
tan contra nosotros y piden nuestras cabezas. Examino su frente, y no
veo en ella los vestigios del pudor. En su cara han dejado su huella in-
sanas pasiones. En sus labios no asoma sino una débil, fría y forzada
sonrisa, casi siempre volteriana, que es el llanto de un pobre corazón
amortiguado por el escepticismo religioso. He aquí al insultador ca-
llejero del fraile. Yo no puedo aborrecerle; me da compasión, profunda
lástima; le daría un cariñosísimo abrazo. Ha perdido la fe y la espe-
ranza del Cielo, y su corazón, siempre encorvado á la tierra, no puede
amar. Esos hombres me insultan, me odian. Yo no les he hecho mal
alguno. No aborrecen á mi persona, porque ni siquiera me conocen:
luego aborrecen á mi estado, que tampoco les ha causado ningún daño,
y ellos también lo saben; luego aborrecen á mi estado, no por lo que
haya podido hacer, sino por lo que es y representa.
Esos insultos prueban, pues, que, aun ante la conciencia de nuestros
enemigos, hay gran distancia entre ellos y nosotros. Si esos hombres
que yo sé que no respetan á Dios, ni la moralidad, ni conocen la edu-
cación social, no me insultasen, ni nos tuvieran odio, pensaría yo que
andamos muy mal, ó que no formamos contraste con las costumbres de
DEFENSA DE LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS 575

los perversos. Es muy mala señal cuando el soldado no merece el odio


de su enemigo. No es exacto que hoy sólo se nos desprecie; también se
nos odia, y de veras. Solamente que el diablo, que á medida que se hace
viejo es más astuto y perillán, ha aprendido que la sangre vertida en
defensa de una idea es fecunda; por esto abandonó, en parte, el sistema
de luchar contra las ideas á sangre y fuego, y adoptó el sistema del frío
y de las tinieblas, obscureciendo las ideas y apagando los sentimientos
por las ideas. Algunos creen que, porque hoy no se queman los conven-
tos, se nos odia menos que en el primer tercio del siglo pasado. Sosten-
go que no es así; el perseguirnos hoy con insultos y calumnias en la
calle y en el periódico, y no con sangre, y no con las teas y el puñal,
no es falta de odio; es una exigencia del tiempo, ó una nueva táctica de
nuestros enemigos; es el odio refinado. Tenemos el honor de que nos
aborrezcan los blasfemos de arriba, y los blasfemos é inmorales de aba-
jo. Luego estamos muy bien, en víspera de triunfo; no vencerá el que
no quiera, el que se canse de estar con la verdad. El que con la verdad
lucha, con la verdad vence, si no en el tiempo, en la eternidad.
Esta es la razón por qué no me arredran ni las iras de arriba ni las
mofas de abajo. Sé que ellos están en el error, y por esto me odian;
luego yo estoy en la verdad que con ellos forma contraste. Sus escar-
nios son los que cantan nuestras glorias. Para saber lo que somos, mi-
remos la cara que tienen los que nos insultan.

fr. Xueas de San José.


(Continuará.)
EL P. HERMANN
(Continuación.)

XIII
HISTORIA DE LA CONVERSIÓN DE UN NIÑO JUDÍO, SOBRINO DEL P. HERMANN

JJSÍA conversión del sobrino del la presencia real de Jesucristo en


Y ^ P- Hermann es un hecho dig- el sacramento de su amor, aun an-
no de que lo saboreen los caros lec- tes de conocer ninguna otra ver-
tores de E L MONTE CARMELO, y dad de nuestra divina religión. A
en él verán cómo la gracia divina fuerza de ruegos y súplicas obtuvo
purifica, ennoblece y acrecienta el el insigne favor de poder revestir-
amor de la familia, y cuan errados se con los ornamentos de uno de
viven los que creen que la vida re- los infantes de coro que durante la
ligiosa ó el sacerdocio destierran procesión del Santísimo esparcen
del corazón del hombre los senti- flores al paso de Jesús Sacramen-
mientos más naturales y legítimos. tado. Arrebatado de alegría y con-
Dejemos la palabra al mismo Pa- suelos celestiales, después de ha-
dre, quien, predicando en una pa- ber cumplido con su angelical mi-
rroquia de Lyon á una Asociación sión, corrió apresurado al encuen-
de niños, y habiéndole suplicado tro de su padre, y le dice: «¡Oh
que recitase la historia de un judío padre mío, qué dicha la mía! ¿No
convertido, se expresó ante un nu- sabes tú lo que he hecho? Acabo
meroso auditorio, presidido por el de ofrecer flores á Dios». En labios
cardenal Bonald, en los siguien- de un niño judío, ésta era una pro-
tes términos: fesión de fe. El padre, temiendo
«Mis amados hijos: Hace seis que pudieran hacer cambiar de
años, un niño, que contaba á la religión á su hijo único, en quien
sazón siete de edad, vino á visi- tenía puesta toda su afección, lo
tarme en compañía de sus padres, vigiló en lo sucesivo y determinó
que eran judíos como él, al monas- partir con él cuanto antes á París,
terio de P P . Carmelitas de Agen. punto de su residencia. Empero,
Era la época de las bellas proce- antes de emprender la marcha, un
siones del Corpus. A este pobre victorioso rayo de luz, desprendi-
niño le hicieron concebir un pro- do del corazón de la divina Euca-
fundo horror hacia nuestro Dios ristía , había herido y derribado en
Redentor. Sin embargo, la gracia, tierra á la joven madre, convirtién-
derramándose con profusión desde dola al Cristianismo; y en el más
el tabernáculo donde Jesús se dig- profundo misterio de una silencio-
na ocultarse para nuestra dicha, sa noche, ésta recibió el Bautismo
triunfó de esta alma, para la que y la Eucaristía de las manos de su
nuestros misterios eran totalmente propio hermano; al siguiente día,
nuevos y desconocidos; y con tal el obispo le administraba el sacra-
violencia, á la vez que con suavi- mento de la Confirmación. Nada
dad, atrajo á su amor á este joven- se traslució de este piadoso secre-
cito corazón, que el niño creyó en to, y la familia tomó el camino de
EL P. HERMANN 577
París, sin abrigar la menor sospe- rrumpiendo en lloros y derraman-
cha de que entre sus miembros ha- do abundantes lágrimas, se arroja
bía un alma cristiana. al cuello de su madre, y le dice:
»E1 niño Jorge (tal era su nom- «¡Oh! ¿Por qué no me has espe-
bre) no pudo relegar al olvido las rado? Al menos permíteme unir-
santas impresiones que su alma me á ti cuando Jesús resida en tu
recibió durante la fiesta del San- corazón, á fin de que yo pueda
tísimo; con mucha frecuencia ha- abrazar con respeto ese divino Ni-
blaba á su madre de este asunto, ño tan amable... ¡Oh madre muy
le hacía mil preguntas, y ella, di- querida! Yo te lo suplico: la pró-
chosa de ver cómo germinaba en xima vez resérvame algo de tu co-
su alma la semilla de la gracia ¿ no munión; una madre comparte vo-
se hizo de rogar para desarrollar luntariamente con su hijo su ali-
en su espíritu, ávido de luz, el co- mento». Y el niño se aproximaba
nocimiento de este Dios de amor, á su madre y besaba con respeto
de este dulce Jesús que quiso na- sus vestidos, el lado de su cora-
cer de una hija de Jacob y hacerse zón...
hombre para salvar á la descarria- • Tan ardiente deseo duró por
da oveja de Israel... espacio de cuatro años. Me sería
«Desde este instante, en efecto, imposible contaros los sacrificios
su tierna inteligencia y su ardien^ que tuvo que hacer este pobre ni-
te corazón no se ocupaban de otra ño para conciliar la obediencia que
cosa que del recuerdo de aquella debía á su padre con su viva fe; su
Hostia que había herido de amor única preocupación era de ser cris-
su pobre corazón; y todas las no- tiano, de aprender á conocer, á
ches, después de cerciorarse que amar, á servir á Jesucristo. Fué
su padre dormía, abría los ojos y un martirio prolongado, pero mar-
se ponía á orar por largo tiempo, tirio de amor por la sagrada Euca-
y aprendía su catecismo. «¡Oh mi ristía.
Jesús! ¿Cuándo concluirá mi ayu- »Algún tiempo después, la ma-
no? ¿Cuándo llegará el diasque dre me escribía diciéndome que
pueda recibiros en la santa Co- no le era posible resistir por más
munión y apretaros en mi cora- tiempo á las lágrimas de su hijo,
zón?» Lo que más le preocupaba y que le amenazaba con irse en
era el cambio radical que había busca de un sacerdote católico pa-
notado en su madre después del ra que le administrase el Bautismo,
viaje al Mediodía; veía en ella quien sin duda alguna accedería á
otras costumbres, otros modales y sus ruegos, pues le habían entera-
maneras y gestos más severos, y do de que reunía las condiciones
un día le dijo: «Júrame que tú no para recibirlo. En vista de esto,
has recibido el Bautismo; de lo después de haber examinado dete-
contrario, yo viviré en esa creen- nidamente todos los obstáculos que
cia». La madre, toda desconcerta- opondría su padre, se decidió que
da, no supo qué responder. «¡Ah, yo fuese en secreto á París. ¡Oh,
madre mía! Ahora lo comprendo: si hubierais contemplado á aquel
tú eres ya cristiana, y yo espero niño cuando entró en la capilla
que el buen Jesús me unirá pronto conducido por su m a d r e ! Esta
á ti. Te perdono el que me hayas temblaba al reflexionar que el pa-
precedido; pero, al menos, no ha- dre podía sorprenderlos en tan pia-
brás hecho tu primera Comunión». dosa ceremonia. ¡Oh, si hubierais
Y la madre, tembando y con una visto al niño Jorge de rodillas, y
emoción mezclada de gozo, se re- tranquilo, dichoso, firme en su re-
suelve á revelar á su hijo que ella solución, y el rostro resplandecien-
recibía casi todos los días á su te de una santa alegría! «¿Qué es
. Salvador. Entonces el niño, pro- lo que pedís, hijo mío? —El Bau-
578 EL MONTE CARMELO

tismo.—Empero ¿ignoráis que tal y si á pesar de mis gritos, mis pro-


vez mañana os obligarán á entrar testas y mi resistencia me llevasen
en la sinagoga, á fin de asistir á un á la sinagoga y colocasen mis pies
culto ya abolido? —Nada temáis, sobre la imagen del Crucificado,
tío; yo abjuro el judaismo. - Mas ¿habría apostasía si mi voluntad

T{do. p. 3{ermanm

¿y si quieren con amenazas obli- se resistía?—No, hijo mío; sin vo-


garos á pisar con vuestros pies el luntad no hay pecado.—Entonces,
Crucifijo, por odio á nuestra divi- yo pido el Bautismo. Dádmelo, dád-
na religión ?—Nada temáis, tío; yo melo, yo os lo suplico.»
moriré antes. Sin embargo, añadió »La ceremonia tuvo lugar en
él, si me atasen de pies y manos, medio de la más profunda emo-
EL -P. HERMANN 579
ción de los que asistían. A conti- de tu fe. — ¡Oh, eso no! Yo soy
nuación se celebró la santa Misa, cristiano, soy católico, y prefiero
y jamás la fe cristiana contempló sufrir todo género de tormentos an-
un espectáculo tan tierno en el mo- tes que renunciar á mi fe.»
mento de administrar á aquel di- »Y, á pesar de tan heroica fide-
choso niño la primera Comunión. lidad , escribían á la madre que su
Arrodillado entre su madre y su hijo había vuelto á sumergirse en
madrina, recibe y acoge en su co- las tinieblas del judaismo. Mas ella
razón el dulce Niño Jesús. Nada nada creía, porque tenía puesta
es capaz de turbar su dicha, ni si- toda su confianza en Jesús, María
quiera el temor de ser sorprendido y José; y, no sabiendo qué partido
por su padre... Algunas semanas tomar, vino á refugiarse aquí en
más tarde comulgó por segunda esta misma parroquia, donde fué
vez; después llegó la hora de la recogida por la madrina de su hijo.
prueba. Y yo no puedo menos de aprove-
»Su padre, cierto día, le presen- char esta ocasión, Emmo. Sr., pa-
tó un l i b r o , diciéndoíe: «Haga- ra ofreceros un testimonio de mi
mos oración.-r-Padre mío, yo no filial reconocimiento por los con-
puedo orar en ese libro de los is- suelos tan paternales que vuestro
raelitas.— ¿Y por qué? —Porque compasivo corazón le prodigó. Ha-
soy cristiano, soy católico.— Hijo béis visto, señores sacerdotes de
mío, tu respuesta es algún tanto esta iglesia, brotar con frecuencia
desagradable; supongo que no ha- las lágrimas de sus ojos y caer so-
blas en serio. Además, debes sa- bre la Mesa santa donde venía á
ber que tu bautismo no será váli- recobrar las fuerzas con la recep-
do sin el consentimiento de tu pa- ción del Pan eucarístico de Jesús,
dre.— Dispénseme, padre mío; en por cuyo amor se expuso á la cruel
nuestra santa religión católica bas- separación de su único hijo.
ta tener uso de razón, la fe y la «Tres meses habían transcurri-
suficiente i n s t r u c c i ó n religiosa do cuando recibió una carta del
para recibir válidamente el Bautis- interior de Alemania, que le decía:
mo». El padre disimuló por enton- «Venid; vuestro hijo está aquí».
ces su violenta irritación; empero, Inmediatamente parte, y después
algunos días más tarde—el 3 de de un penoso viaje de 500 leguas,
Diciembre, — toma á su hijo y le en el momento que ve á su familia,
lleva á un país protestante 450 le- exclama: «¡Mi hijo! ¿Dónde está
guas de distancia de su madre. mi hijo?—Vuestro hijo no lo ve-
«Cuantas diligencias se practi- réis sino después de haber jurado
caron para descubrir el asilo don- delante de Dios que le educaréis
de fué relegado este niño, fueron en la religión judía, y que vos mis-
inútiles. Se pusieron en movimien- ma no manifestaréis con ningún
to todas las autoridades civiles y signo exterior la religión católica
políticas para dar con él; mas, co- que habéis abrazado».
mo le había colocado con nombre «Después de algunas semanas
supuesto en un colegio dirigido por de terribles pruebas, el corazón del
herejes, nada se consiguió. padre se dejó enternecer, y permi-
»La madre quedó sola, y el ni- te una entrevista en su presencia,
ño, como Daniel en la cueva de con la condición sine qtia non que
los leones, luchando sin cesar con- no se había de hablar de religión.
tra todo género de encarnizados El hijo se arroja en los brazos de
asaltos para hacerle renegar de su su madre; ésta le baña con sus lá-
fe. «Yo desearía ver á mi madre, grimas ; no les fué posible siquiera
exclamaba con frecuencia, derra- pronunciar los dulcísimos nombres
mando copiosas lágrimas.—Ya la de Jesús y María; pero en su car-
verás, le respondían, si reniegas ta me decía mi pobre hermana:
5 8o EL MONTE CARMELO

«Nada me ha podido decir; mas donde improvisaron un altar cu-


he comprendido, he presentido y bierto de flores y de luces; ambos,
estoy segura de que se ha conser- arrodillados, esperaban la visita
vado fiel. Sí, yo he comprendido con tanto ardor deseada del Sal-
por sus miradas y en sus tiernos vador Jesús en persona, que quiso
besos que mi hijo sigue siendo cris- venir á fortificarlos en su destierro.
tiano». Por fin, el sacerdote, superando
• Empero el pobre Jorge se vio todos los peligros de tan dificulto-
privado de nuevo del tesoro por el sa empresa, llegó llevando consigo
que sufrió tanta persecución reli- el precioso depósito; y en este país
giosa; se hizo cristiano para poder sin fe, en aquella villa sin sacerdo-
comulgar, y he aquí que, desde To- te, sin verdadera iglesia, y en
dos Santos hasta Pascua, una se- aquella modesta habitación, el ni-
vera vigilancia le impidió ir á la ño pudo al fin cumplir con la Pas-
iglesia: Se hallaba en una pobla- cua y unirse á su Jesús.
ción donde no existe ni un sacer- »Al fin, el niño fué devuelto á
dote católico. Volvió á ver á su ma- su madre para no separarse jamás.
dre; pero ¿cuándo volvería á ver á En cuanto al P. Agustín, no pudo
Jesús? Aun transcurrieron algunos verle hasta el año 1859, tres años
meses en semejante situación. Un después de su Bautismo, y aun por
día pudo substraerse á la vigilan- breves instantes; pero no cesaba
cia de sus guardianes; se interna de escribirle, animándole y con-
en un bosque, y con mirada in- fortándole en la fe con sus buenos
quieta busca un mensajero del cie- consejos; y este niño fué un ins-
lo... Un señor pasa por su lado, se trumento de que Dios se sirvió
fija atentamente en él, y dice para para convertir al hermano mayor
sus adentros: «El es». Era un mi- del P. Hermann.pues dicho her-
sionero que, á instancias de la ma- mano, después de haber sido tes-
dre y conmovido ante la situación tigo del heroísmo con que su so-
del niño, se presentó disfrazado y brino conservó su fe, dijo: «Una
como por casualidad en el bosque; religión que infunde tanto valor
y el dichoso niño pudo hacer su en un niño, no puede menos de
confesión á la sombra de un árbol, ser divina: por eso quiero ser ca-
después de diez meses que había tólico».
sido relegado á aquella especie de El P. Agustín, sin embargo, no
prisión. Pero ¿cómo podría recibir pudo, con gran dolor de corazón,
la Comunión? El sacerdote volvió conseguir la conversión de su pa-
á repasar el río Elba, que separa- dre. Desde que se hizo católico,
ba su misión del sitio donde habi- el padre no quiso verle más en su
taba el pobre niño. Se recurrió á presencia, y hasta le maldijo y
la oración, se tanteó el terreno, y desheredó. Semejante estado de
por fin, algunos días después, era cosas duró doce años, hasta que
el 2 de Septiembre, el misionero, la enfermedad y la proximidad de
disfrazado de nuevo, toma un pe- la muerte recordaron á Mr. Cohén
queño vaso de plata que encerra- que era padre, y su corazón no
ba todos los tesoros del cielo, y se pudo soportar la idea de que iba
embarca en un vapor, en medio de á dejar el mundo sin ver de nuevo
una multitud estúpida que ni si- á su hijo.. Ordenó, pues, que le
quiera se imaginaba que Jesucris- escribiesen que le perdonaba, y,
to, verdadero Dios y Hombre, iba por lo tanto, que compareciese lo
escondido en el pecho de aquel di- más pronto posible ante su pre-
choso- sacerdote. El niño pudo dis- sencia; pero con la condición de
pensarse de la escuela, y se pre- que no se había de presentar ves-
sentó en la habitación de su ma- tido de religioso. El P. Agustín
dre; y allí, en aquella habitación, partió sin demora en cuanto reci-
KL P. HKRMANN 58l

bió la carta. La entrevista del pa- Mr. Cohén murió el 10 de Agos-


dre y del hijo fué cordial; mas, to de 1861, sin haber abjurado el
después de haber transcurrido al- judaismo; esta muerte fué tanto
gunos días, el hijo tuvo que re- más dolorosa para el corazón del
nunciar á la conversión del padre. P. Agustín, por cuanto aún no ha-
«Te perdono las tres grandes fal- bía recibido la carta de que ya he-
tas de tu vida, le dijo el padre: de mos hablado, respecto de los últi-
haberte hecho católico, de haber mos momentos de su madre.
hecho católico á tu hermano, y,
en fin, de haber bautizado á tu fr. €. S. f.
sobrino». (Continuará,)

jdolos de la pagoda de Zríbandrum (JVtalabar),


expuestos en la plaza.
^scg^

FUNDACIÓN DE UN CONVENTO EN VERAPOLY

• B i los bondadosos lectores rae permiten, me ocuparé hoy todavía


Hr" en ampliar y dejar más asentado el,punto ó tema objeto de mi
anterior articulejo. Yo me entiendo y sé lo que me hago al insistir
sobre una materia que, aparte errados pareceres, es de las más fun-
damentales, quizá la que más, en la obra de las Misiones.
Déjenme, pues, detenerme aquí un poco y solazarme en revolotear
con la mente alrededor de nuestro conventito en lontananza, que
después será mi recreo en referirles las fases y progresos del movi-
miento de conversiones en esta región. Cada cosa á su tiempo: pri-
mero la solidez del fundamento, luego las bellezas del edificio.
Y el fundamento y la solidez de nuestra obra, al igual de su rema-
te y cúspide, están en el Cielo. Es obra divina, la más divina de las
obras; por tanto, ni que decir tiene que en ella todo ha de ser Dios.
Dios su inspirador, Dios su principal ejecutor, Dios su director, Dios
su final objeto; el misionero es un instrumento, un enviado, un obre-
ro , un mensajero de Dios; su ideal, por consiguiente, como misione-
ro, su supremo afán, así como su único destino, ha de ser el cumplir
á lo divino la sublime misión que Jesucristo señaló y le intimó cuan-
do, al escogerle para estaobra, le aplicó en el alma, como á los Após-
toles, aquéllas sus palabras: Ite, ecce ego tnitto vos.
En el santo Evangelio tenemos un corte decisivo, que establece y
fija, con igual firmeza que claridad, la línea divisoria y el punto de
partida y la regla suprema del verdadero misionero de Dios, con
resuelta exclusión del que no lo es en verdad. Non vos me elegistis,
dice el Salvador, sed ego elegí vos, ut eatis et fructum afferatis, et
fructus vester maneat.
Según esto, no admite Jesucristo misioneros, ni reconoce por após-
toles suyos sino á los escogidos por él, elección que Su Divina Ma-
MISIONES CA.RMRLITANAS $83

jestad suele dar á conocer al alma mediante una voz secreta que re-
percute en lo íntimo del corazón, y es eco de su vocación á esta obra;
que vocación divina se necesita, so pena de cometer una temeridad
y exponerse á graves consecuencias, al poner manos en una empresa
que siendo toda de la gracia, y ésta patrimonio exclusivo de los es-
cogidos ad hoc, resultaría malograda, con tanta mayor responsabili-
dad de los entrometidos, cuanto mayor mérito de los elegidos que
correspondieren bien á la vocación y sus gracias y frutos consi-
guientes.
Si la iniciativa de los misioneros no procede de este divino princi-
pio ; si marchan á la misión movidos por algún motivo humano, im-
pulsados por razones, conveniencias ó causas de tejas abajo, siguien-
do cálculos, móviles ó aficiones meramente naturales, habrá que
trastrocar el Evangelio y hacer invertir á Jesucristo su sentencia y
decir: Non ego elegi vos, sed vos me elegistis, y echar á tierra por
súbase el fructum afferatis et fructus vester maneat. Porque, en
efecto, los tales, ó no fructificarán, ó no sazonarán sus frutos para
el Cielo, donde sólo permanecen en definitiva.
Al menos ellos corren grave riesgo de no disfrutarlos allí arriba,
si es que dan lugar á que el Señor se enoje de sus personas y obra,
como se indignó contra los entrometidos profetas de que habla por
Ezequiel, quejándose de que predicaban en nombre del Señor, sien-
do así que no era Dios quien los enviara, cum Dominus non miserit
eos; por lo cual amenazó con destruir la pared por aquéllos levanta-
da, y á sus fabricadores con ella.
Es, pues, de primera necesidad que el misionero empiece por ave-
riguar si Dios le llama á tal oficio. Aparte casos extraordinarios,
este llamamiento se ingiere en el alma, se imprime en el corazón,
recogido con Dios en trato interior, amoroso, fiel, atento en soledad
de espíritu: ducam eam in solitudinem et loquar ad cor ejus. ¡Con
cuánta sabiduría trazan las leyes é instrucciones de nuestra Orden
la senda que el misionero teresiano ha de recorrer, cuando le ense-
ñan á salir para la misión desde el fondo del desierto!
¡Oh santo desierto, tan ajeno, al parecer, á la vida del misionero,
y tan enlazado en realidad con ella, como el escondido nido con las
avecillas que en él se criaron y que con las veloces alas en él adqui-
ridas cruzan los espacios, llenando los ámbitos de suavísima alegría!
Quien no lo comprenda así, será porque no se ha formado cabal con-
cepto del misionero evangélico, y menos aún del carmelitano.
No poseo á mano la historia de nuestra reforma; pero recuerdo un
pasaje admirable de la vida de aquel gran carmelita descalzo, Ve-
nerable P. Tomás de Jesús, hijo de Baeza, lustre del Carmelo y asom-
bro de Roma. F u é primer Provincial de Castilla la Vieja y fundador
del célebre desierto de las Batuecas, en Salamanca. ¡Cosa singular!:
estaba metido en lo más profundo de aquella soledad, cuando, ilumi-
EL
5&4 MONTE CARMELO

nada su alma grande al par que encendida de celo apostólico por un


rayo de divina inspiración, se obligó con voto á trabajar cuanto pu-
diese en la obra de convertir y salvar infieles.
A fe que lo cumplió bien. Pasó á. Roma, donde á la sazón era con-
fesor y predicador del Pontífice y General de la Congregación de
Italia aquel su gran amigo y hombre gigante, N. V. P. Pedro de la
Madre de Dios, insigne español y varón apostólico, tan apostólico y
tan insigne, que á él juntamente con N. V. P. Domingo de Jesús Ma-
ría, otro coloso del Carmelo reformado (1), le es deudor el orbe en-
tero, y el Cielo mismo, de una de las instituciones más sublimes,
grandiosas/prodigiosamente fecundas, universal y constantemente
bendecidas por Dios y por los hombres: la Sagrada Congregación
de Propaganda fide.
Grandemente contribuyó el esforzado P. Tomás á los planes gigan-
tescos de su entrañable amigo y venerado Padre en bien del univer-
so mundo. Mas no contento con una cooperación personal al pensa-
miento del compañero, ensanchó el ermitaño las alas ardorosas del
apóstol, y proyectó levantar con mano propia un doble monumento
de celo, esto es, un seminario que produjera misioneros, y un faro
que los guiara, alentara y coronara d.e éxito feliz en su varonil y san-
ta empresa.
El seminario fué la Congregacicn de San Pablo, refundida después
en el espíritu y cuerpo de nuestra reforma, al ofrecerse nuestros su-
periores mayores en pleno capítulo general, y por voto unánime, á
ir en persona á las Misiones, renunciando sus oficios á este fin y de-
clarando ser propia, muy propia, de la reforma teresiana la obra de
evangelizar á infieles en los países más remotos de la tierra.
El faro es su luminosa obra De conversione omnium gentium pro-
curando, cuyas magistrales enseñanzas, proyectando rayos de cla-
ridad celestial, reflejados en tantos y tan vividos colores como ne-
gruras y densidad presenta en el mundo la infidelidad bajo sus dife-
rentes sombras, son á propósito para ir disipando las tinieblas del
error y de la muerte en que tristemente yacen tantas y tantas gen-
tes. Obra inmortal, acabada cual ninguna en su clase, que mereció
que un Papa mandase imprimir á su costa, juntamente con las otras,
tantas y tan doctas como inspiradas, de la misma místico-apostólica
pluma, á fin de que el mundo católico admirase, aprendiese y si-

( i ) ¿ Por qué no se toma alguno de nuestros Padres el trabajo (si trabajo puede lla-
marse tarea tan grata y honrosa), de descorrer el velo que cubre á los ojos del mundo
los esplendores de gloria con que un día inundaron de luz y llenaron de gozo á la Igle-
sia lumbreras del carmelitano firmamento tan refulgentes como los mencionados, y
otros de igual magnitud, como N. V. P. Juan de Jesús María? Por ventura ¿no mere-
ce la Orden de Santa Teresa un tal obsequio, al cual podría muy bien servir de vehí-
culo EL MONTE CARMELO? ¿Que habría que hacerlo semanario? (Tanto mejor!
MISIONES CARMELITANAS 585

guíese los brillantes ejemplos y sublimes lecciones de un tan singu-


lar dechadp y consumado maestro en el más perfecto apostolado.
¿A qué viene todo esto? A afirmar, demostrar y establecer que,
conforme al santo Evangelio y al espíritu característico de nuestra
Orden, el buen misionero nace a l a sombra del convento, en cuya
soledad le habla y le llama Dios, y él percibe allí el eco suave y fuer-
te de la divina vocación, y consulta y se cerciora de su elección, y
se esmera en identificar su alma con tan alto llamamiento, y se en-
trega todo á amar al Señor para entregarse todo á salvar al próji-
mo. Y del fondo del retiro sale, como el proyectil del fondo del ca-
ñón, á impulsos del fuego sagrado, con fuerza tanto más irresistible
cuanto más concentrada estuvo ; sale, digo, el varón endiosado para
arrollar con celo y palabras divinas las potestades de tinieblas con
que, al decir de San Pablo, tiene que habérselas en lucha formida-
ble, incesante, arriesgada.
Pero él va en nombre de Dios; mandado por Dios se presenta en
el campo de combate; desde la morada de Dios marcha con el alma
nutrida y robustecida de vigor sobrehumano; la gracia de Dios es
su arma invencible, y ¿quién como Dios? Si Deus pro nobis, quis
contra nos?
He aquí los alientos que al misionero inspira y las maravillas que
por él produce el recuerdo de aquel Ego elegí vos, que tuvo lugar
en el retiro del convento, y más y mejor si este convento fué un reti-
rado desierto.
¡Oh! Si el misionero mantiene en sí, á través de sus afanes y tra-
bajos, aquel espíritu que del Señor descendió á su pecho junto con la
voz de su elección; si así como empezó la obra en nombre de Dios,
en nombre de Dios la prosigue siempre con fidelidad & toda prueba,
¿quién dudará de sus opimos resultados?
Mas hoc opus, hic labor, aquí está la gran dificultad: en seguir,
continuar y perseverar con tan perfecta y constante estabilidad de
espíritu en la divina alteza del principio de esta misión. Y atrévome
á afirmar que, si para que este apostolado empezase en Dios fué tan
conveniente el convento como se ha dicho arriba, tal conveniencia
raya en necesidad para que la obra comenzada en Dios se desarro-
lle en Dios, fructifique en Dios y termine gloriosamente en Dios,
como espero demostrarlo otro día, contando con la paciencia de mis
benévolos lectores.
Cottayam, Julio -1901.
fr. Juan Vicente,
C D. M.A.
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SECCIÚN CANÚNIC0-L1TÚRG1CA

SOBRE LA PROHIBICIÓN DE COMULGAR EN TIEMPO DE SANTOS EJERCICIOS

E P E G ú N el Rescripto de la S a - familias religiosas, en las cuales


ÍJP' grada Congregación de OO. está prohibido que las religiosas ó
y RR. del 17 de Agosto de 1891, religiosos reciban la sagrada Eu-
deben considerarse abrogadas, en caristía fuera de los días en ellas
fuerza del decreto Quemadmodum señalados, ¿ han sido revocadas en
de 17 de Diciembre de 1890, las el capítulo del decreto de 17 de Di-
constituciones de las familias reli- ciembre de 1890 de tal manera
giosas en las cuales se prohibe la que, no obstante dichas constitu-
Sagrada Comunión en días deter- tuciones, sea lícito al confesor con-
minados. Pero cabe ahora pregun- ceder la frecuente Comunión á sus
tar: Por razón del citado decreto penitentes religiosos, ó permane-
¿deben también considerarse abro- cen en su vigor después de publi-
gadas las reglas y disposiciones cado el citado decreto?
que á las monjas, á las hermanas Y se contestó: A la duda sobre
y á los religiosos prohiben la sa- la Comunión frecuente fuera de los
grada Comunión en tiempo de los días señalados en las propias re-
ejercicios espirituales en los prime- glas, se han de considerar abolidas
ros tres, cuatro ó cinco días, y has- ó revocadas las constituciones en
ta durante todos los días de ejer- las cuales se prohibe que las mon-
cicios, y en el tiempo señalado al jas ó los religiosos reciban la Euca-
confesor extraordinario, aunque ristía fuera de los días en ellas es-
tengan permiso del confesor ordi- tablecidos. (Monit. Eccl., vol. vn,
nario ó del extraordinario que da par. 2. a , p. 77.)
los ejercicios, al cual se han pre- De este decreto se sigue que de-
sentado ya? ben considerarse como revocadas
He aquí el tenor del citado de- aquellas constituciones que limi-
creto de 17 de Agosto de 1891: tan el uso de la santa Comunión.
Comoquiera que en muchas cons- La razón es, que la mayor ó me-
tituciones aprobadas por la Sede nor frecuencia de la Comunión no
Apostólica, no sólo se señalan días puede determinarse por una regla
determinados para comulgar los fija y general, sino más bien de-
religiosos, sino que explícitamente pende del juicio del confesor, el
se prohibe que fuera de esos días cual debe aconsejar el uso de la
ningún religioso reciba la Comu- Comunión eucarística, según las
nión, como consta de las religio- necesidades y disposiciones de ca-
sas descalzas de Santa María del da penitente, del que conoce ya su
Monte Carmelo, se presenta la si- interior. Por lo tanto, deben ser
guiente duda: corregidas en este punto las cons-
Las constituciones de algunas tituciones que en señalados días
SECCIÓN CANONICO-LITURGICA 587

prohiben á todos la Comunión. La no puede establecerse una regla ge-


uniformidad material acerca de la neral, siendo diversas las concien-
Comunión es perjudicial por el pe- cias y necesidades de cada uno, y,
ligro, no tan raro de que la reci- por tanto, no debe hacerse ningún
ban aquellos que son indignos, y caso de las constituciones que se-
sean privados los que podrían sa- ñalan reglas contrarias.
car mucho fruto. Privar á las al- En cuanto al tiempo señalado al
mas de algunas Comuniones, aun- confesor extraordinario, no vemos
que sean pocas, cuando no lo im- razón alguna por que se haya de
ponga una justa causa, es un gran suspender en dicho tiempo el uso
mal y detestable injusticia. (Opuse. de la santa Comunión. Esto sería
sobre la Comunión frecuente y sobre elir contra el espíritu de la Iglesia,
decreto Quemadmodum.) que quisiera que todos los fieles se
Volviendo ahora al caso pro- alimentaran diariamente de este
puesto, ¿qué h a y que decir de manjar de v i d a (Conc. Trid.,
aquellas reglas que prohiben la ses. 22, cap. 6), y sería ir contra
Comunión en tiempo de ejercicios los decretos de la Santa Sede, es-
ó del confesor extraordinario ? pecialmente el de Inocencio XI
En cuanto al tiempo de los san- Cum ad aures y el otro Quemadmo-
tos ejercicios, aunque haya casos dum de la Sagrada Congregación
en que sea conveniente abstenerse de 0 0 . y RR., los cuales sujetan el
de comulgar por algunos días, es- uso de la Comunión siempre y sólo
pecialmente en aquellos que han al juicio del confesor. No tienen,
sido grandes pecadores, porque és- pues, razón alguna las constitu-
tos deben tener tiempo oportuno ciones que prohiben la santa Co-
para recogerse y prepararse para munión en tiempo del confesor ex-
la santa Comunión, también hay traordinario, y deben, por tanto,
almas á las cuales sería útil y pro- ser corregidos.
vechosa la santa Comunión, aun- (Véase II Monitore Ecclesiastico
que la hicieran todos los días que de 31 de Enero de 1901).
duran los santos ejercicios. Pero

SAGRADA CONGREGACIÓN DE INDULGENCIAS

Por decreto de esta Sagrada dan ganarse indulgencias, gana


Congregación, de 14 de Junio últi- éstas, á la vez que cúmplela peni-
mo, se hace saber que el peniten- tencia impuesta por el confesor,
te que recite como penitencia, ó lo cual era hasta ahora motivo de
practique con igual objeto, cual- duda por parte de muchos católi-
quier acto piadoso por el cual pue- cos.
j«v wj^y vt»^- •^¡¡js? ^;t> ^t* 1 ^t*1 «»Av 'ftfe' '•tiA»1—"g&y "^fe1—3»

BIBLIOGRAFÍA

annotationes in Summam D. Lector de Teología, Provincial en el


Thomce, a R. P. Fr. Ezechiele anterior trienio de su Provincia de
a S. C. Jesu, Ex-Provinciali Carme- San Joaquín de Navarra, y actual-
litarum Discalceatorum Provincia? mente Definidor general de la Orden
S.Joachim Navarra;.—Burgis: MXCI. en Roma, se ha formado en las aulas
Thypograph. S. Joseph, Puebla, 35. carmelitanas, donde el Angélico Doc-
Monumentos de ciencia teológica tor es reconocido y venerado como
han sido siempre las obras escritas Maestro de quien los más sabios pre-
por los hijos de la religión carmelita- ceptores son discípulos é intérpretes;
na ; obras que forman una copiosa bi- con esto está dicho la pureza tomística
blioteca de teología dogmática y mo- de las teorías y la profundidad de con-
ral, donde los talentos más preclaros ceptos del autor de las Annotationes
del Carmelo han dejado los frutos de que anunciamos.
sus vigilias y de sus estudios, tradu- El objeto de la obra, como su título
cidos en enseñanzas sublimes. lo indica, es anotar la Suma de Santo
La raza de estos ilustres teólogos Tomás, formando con ella un todo, y
no se ha extinguido aún. Hace pocos se destina á los estudiantes de nues-
años publicaba la prensa de Europa tros colegios, donde se tiene como
magníficos elogios de los tratados teo- obra de texto la incomparable Suma
lógicos debidos á la sabia pluma del teológica del Doctor de Aquino. Con
carmelita belga R. P. Rafael de San la publicación de estas Annotationes
José, á quien la muerte arrebató de desaparece el inconveniente que se
entre nosotros antes de dar cima á la oponía en algunos centros de ense-
grandiosa obra científica que había ñanza á la admisión, como obra de
emprendido. texto, de la Suma de Santo Tomás,
Hoy tenemos la satisfacción de pre- considerada como incompleta, aten-
sentar á nuestros lectores otro teólogo didas las necesidades y el estado de
carmelitano, conocido ya, y venerado las cuestiones teológicas en nuestros
y querido en nuestros colegios, espe- días. De hoy más no se podrá decir
cialmente por los que hemos tenido la esto: errores modernos, teorías mo-
suerte de oir, como discípulos, sus dernas, definiciones modernas, cues-
lecciones, saturadas de altísima doc- tiones modernas: he aquí lo que cons-
trina, y que hoy se manifiesta públi- tituye el carácter de esta obra, que,
camente con la impresión de la obra estudiada al par de la Suma, forma con
que tenemos el gusto de anunciar, y ella un cuerpo completo de ciencia y
por donde comienza la exposición de es su natural suplemento.
un curso completo de Teología, que . En el tomo que ha visto la luz pú-
Dios mediante, y según se lo permi- blica en Burgos se exponen las cues-
tan las ocupaciones de su elevado car- tiones referentes al tratado de Deo
go, irá publicando. El M. R. P . Eze- Creante et Gübernante, abrazando los
quiel del S. C. de Jesús, varias veces tratados de la Creación en general,
BIBLIOGRAFíA 589

de los Ángeles, del Mundo corpóreo Quo vadis?..., por Enrique Sien-
y del Hombre. kiewicz.—Edición expurgada, prece-
Á la vez que felicitamos cordial- dida de una carta prólogo del Exce-
mente al M. R. P. Ezequiel por la pu- lentísimo y Rvmo. Sr. Arzobispo de
blicación del presente volumen, ha- Sevilla. —Barcelona.—Juan Gili, l i -
cemos votos para que vaya publican- brero, Cortes, 223.
do pronto los demás tomos que com- No hay en estos últimos tiempos
pleten una obra de tan reconocida ne- obra sobre la que tanto se haya dis-
cesidad. cutido como esta novela de Enrique
Sienkiewicz, prodigándola unos los
Breve reseña histórica de la mila- más fervientes elogios, censurándola
grosa imagen del Niño Jesús de Pra- otros como inmoral y vitanda. Pero
ga, y Novena para implorar sus ben- pronto, sobre el ruido de las discusio-
diciones.—Con este título ha publica- nes , se colocó el sentido práctico ca-
do un precioso librito el R. P. Ludo- tólico, que vio en la obra un fondo
vico de los Sagrados Corazones, C. D. esencialmente cristiano y bellezas in-
En la introducción, corta, clara y imitables, junto con un naturalismo
sencilla, explica el objeto de la citada peligroso en las descripciones de los
obrita. Animar, extender y difundir la excesos y desórdenes de la sociedad
devoción en este siglo egoísta y sen- romana. Pero esto último era acci-
sual , procurando con verídicas narra- dental: podía hacerse desaparecer sin
ciones sostener, ó más bien hacer que que desapareciera el mérito de la
retoñe fogoso y fuerte el ya casi mar- obra. Y así se hizo el año pasado en
chito árbol de la fe. Las aspiraciones una edición italiana, cuya expurga-
del reverendo Padre se dirigen en ción fué autorizada por el mismo Sien-
bien de la niñez, tan combatida en kiewicz , y que ha servido de base á la
esta época de egoísmo y descrei- que hoy anunciamos, llevada á cabo
miento, y á este fin procura atraerla por la casa de Juan Gili, de Barcelo-
á la cuna de Belén, en torno del Dios- na , en la cual no queda el menor ves-
Niño. tigio de aquel exceso de naturalismo
La historia del Niño Jesús de Pra- que afeaba las ediciones primitivas,
ga, desde que comenzó su culto hasta y que, por lo tanto, puede leerse con
nuestros días, en que se ha difundido perfecta tranquilidad lo mismo por el
su devoción por todo el mundo. Si- hombre de mundo que de nada se es-
gue la Novena, que contiene precio- candaliza, que por la tímida y pudo-
sas meditaciones para cada día, ade- rosa doncella, según frase del Exce-
más de las oraciones propias, y con- lentísimo Sr. Arzobispo de Sevilla en
cluye con la Coronilla, hermosa devo- la carta prólogo en que autoriza, re-
ción que encierra los misterios de la comienda y ensalza dicha edición ex-
santa infancia del Divino Niño. purgada del Quo vadis?...
Reúne este nuevo libro á todas sus Agradecemos al Sr. Gili la atención
bellezas morales el estar al alcance de que ha tenido con nosotros al enviar-
todas las fortunas, pues se puede ob- nos un ejemplar de la obra en que,
tener por 0,60 pesetas en la estampe- además del mérito de la expurgación,
ría y librería católica del Sr. Fenolle- debemos elogiar el esmero con que
ra, Mar, 26, Valencia. está editada.
^ P A N T I A G O DE CHILE.—Rdo. P. Director de la revista E L MONTE
v P 3 CARMELO. —Queridísimo P a d r e : Allá va algo délo mucho bueno
que ocurre en el mundo carmelitano de este nuevo y vasto continen-
te , ya que tantos noticiones sensacionales nos envía la prensa de ahí,
haciéndonos presagiar muy cercano el día en que los sectarios de
España tiñan sus manos en la sangre de los religiosos.
Día tras día he venido leyendo en su importante revista los esplén-
didos cultos que la familia carmelitana ha dedicado á sus dos ilus-
tres campeones y mártires de la F e los Beatos P. Dionisio de la Na-
tividad y Hermano Redento de la Cruz.
Y cierto, nuestro espíritu se solazaba en la lectura de aquellas her-
mosas líneas, y palpitaba fuertemente nuestro corazón bajo la im-
presión del más grande y puro entusiasmo, al ver el nuevo y lozano
brote de la vid hermosa y fecunda, del Serafín de Ávila, Teresa de
Jesús.
Y jqué contraste tan consolador, al par que sublime, se ofrecía á
nuestra vista al apartarla de aquellas reseñas para fijarla en el gran
mundo! Cuando el vendaval de las pasiones antirreligiosas y antiso-
ciales se desencadena en todos los puntos del globo, y la ola de la
persecución se hincha y embravece, cual se embravecen é hinchan
jas oceánicas al soplo de los huracanes; cuando en el viejo mundo,
como en el nuevo, se dejan oir sin interrupción los fragorosos estam-
pidos de la artillería masónica contra las órdenes é instituciones re-
ligiosas, hermoso y grandemente consolador es ver á esos dos hijos
del claustro, del sacrificio y heroísmo, modelos de abnegación, ver-
daderos amadores de la humanidad y obreros infatigables de la civi-
lización y del legítimo progreso, aclamados en el Cielo por las trom-
petas angélicas, y honrados y bendecidos en la Tierra por el Vicario
de Cristo y por los hombres de recto y sano corazón.
La familia del Carmelo chileno hase conmovido honda y grata-
mente al ver brillar sobre el Sacro Monte esos dos nuevos nimbos de
luz esplendorosa, y, celosa como la que más de la gloria de Dios en
sus Santos y del esplendor de la Orden, se ha apresurado á tomar
parte en el homenaje de amor y veneración que nuestras comunida-
CRÓNICA. CARMELITANA. 591

des de allende los mares han venido tributando á los dos ilustres
mártires carmelitas recientemente beatificados.
Aquí, como ahí, hierve á borbotones la sangre carmelitana que
brotó del corazón de aquel gran Profeta que se levantaba como
fuego contra las abominaciones de Israel, y luego adquirió nuevos
ardores al pasar por el pecho de la divina amante Teresa de Jesús;
por eso hemos echado el resto, á manera de decir, en la celebración
de los solemnes triduos que con la aprobación del Excmo. Sr. Arzo-
bispo tuvieron lugar en los meses de Mayo y Junio.
Nuestras Madres del Carmen de San José, que es, diríase), el
Ávila del Carmelo chileno, fueron las primeras en rendir culto pú-
blico á los ilustres Beatos. Un repique prolongado en las siete her-
mosas campanas del Monasterio, y la simpática bandera chilena
colocada en el chapitel del templo, anunciaban de víspera al piadoso
pueblo santiaguino los solemnes cultos que iban á celebrarse en
aquella iglesia.
El pueblo de Chile, acostumbrado á presenciar verdaderos derro-
ches de riqueza, elegancia y exquisito gusto en la ornamentación de
sus templos, hubo de notar en el de las fervorosas hijas de Teresa de
Jesús algo singular, dulce, piadosamente conmovedor, que penetró
hasta el fondo de su alma, arrancándole éstas y semejantes expre-
siones: "No hemos visto cosa tan piadosa... Aquí retumba la voz de
Dios,,.
Veíase en la portada del atrio un sencillo pero bonito arco de mus-
go fresco, elaborado por las religiosas, en cuyo fondo se leían en
grandes y dorados caracteres estas palabras: ¡Gloria á Dios en sus
Santos/ /Gloria al Carmelo! El interior de la iglesia presentaba un
aspecto, más bien que deslumbrador, de ligera é inspiradora melan-
colía, y así algo como sobrehumano que, sin sentir, recogía suave-
mente el alma, elevándola á pensar en el Cielo...
Profusión de ricos adornos, luces y flores artísticamente coloca-
dos, daban á los altares, sobre todo al mayor, una perspectiva her-
mosísima. Prendidas de la gótica bóveda hallábanse colocadas mu-
chas y elegantes arañas, de cuyas bases partían lindas enredaderas
blancas que, después de formar graciosas ondulaciones, terminaban
en otros bellos adornos laterales. Pero lo que más llamaba la aten-
ción del público y excitaba su piedad era el monumento de los Bea-
tos Mártires. Consistía éste en un magnífico pedestal, como de tres
metros de altura, sobre el cual descansaba un gran cuadro gótico,
en cuyo fondo se destacaban, llenas de candor, las figuras de los
Mártires. El P. Dionisio, atravesado por serpentinas espadas, apre-
taba entre sus manos el crucifijo, en quien parecía querer depositar
el último ardoroso beso, á la vez que consagrarle el último latido de
su corazón amante. El Hermano Redento, erizado de saetas, elevaba
blandamente los ojos al Cielo, como para encomendar su espíritu al
Señor y recibir las palmas y coronas que los ángeles le ofrecían...
¡Qué golpe de vista tan simpático! ¡Cuan piadoso! ¡Cuánta inspira-
ción! Sólo les faltaba hablar y decirnos: "Morimos llenos de alegría
por la fe de nuestro buen Jesús„.
592 EL MONTE CARMELO

El adorno del cuadro era obra de verdadera inspiración. Por uno


de los bordes se elevaba una gran palmera, cuyas blancas y brillan-
tes ramas caían sobre las-cabezas de los Mártires; por el lado opuesto
subían multitud de graciosas enredaderas con flores blancas, y al pie,
y cayendo por los bordes del pedestal, se veían muchas ramas de
hojas blancas, diferentes y delicadas, como bambú, heléchos, etc.,
que, teniendo el vastago de color carmesí encendido, é iluminado
todo con profusión de luces, remedaban muchos hilitos de sangre
que serpenteaban á los pies de los beatos.
El altar y pulpito estuvieron á cargo de nuestros Padres, y no hay
que decir que cada cual, de los seis que predicaron, eligió el tema
más fecundo en gloria de los Mártires y más á propósito para mover
los corazones á su imitación. Recuerdo que el P. Epifanio decía al
final de su elocuente discurso: No hay valor para confesarse pública-
mente á Cristo, porque no hay almas de oración. ¡Verdad innegable!
Somos cobardes, porque vivimos entre mil disipaciones. No tenemos
los pensamientos ni el corazón puestos en Cristo, y así llegará el día,
quizá no está muy lejano, en que nos impongan silencio las amena-
zas de un... escarabajo.
La parte musical fué ejecutada brillantemente bajo la dirección de
nuestro querido amigo y honorable caballero D. Carlos Michels, ter-
minando todo con un solemne Te Deum. Yo, al ver chispeantes de
entusiasmo los ojos de estos buenos y queridos chilenos, subí de nue-
vo al pulpito, y, con emoción que no sabré decir, diles las más ex-
presivas y ardientes gracias por la gloria que dieron con su asisten-
cia á nuestros beatificados Hermanos.
Nuestra comunidad asistió casi en masa á todas las funciones del
triduo; nuestras Madres repartieron muchas fotografías de los Bea-
tos y recibieron un sinnúmero de felicitaciones.
¡Gloria sea dada á Dios, cuya gracia hizo triunfar á los ilustres
mártires Dionisio y Redento, y éstos nos la consigan abundante para
no desfallecer en los trabajosos caminos de esta vida, hasta llegar á
los santos collados de la Gloria! ¡Gloria también á las ilustres y fervo-
rosas hijas de Teresa de Jesús, que, con celo digno de todo encomio,
han trabajado por que se propague el sagrado fuego de la devoción
del Carmen en esta hermosa República carmelitana!
De V. R. afectísimo, Fr. Ernesto de Jesús.
POR LOS MISIONEROS DE MALABAR.—En Vitoria, de cuyo convento
de PP. Carmelitas salieron algunos de los Padres que últimamente
han ido á la India, se ha formado una especie de liga de oraciones,
al modo de lo que por iguales fines se venía haciendo en Burgos,
para rogar á Dios por los carmelitas misioneros de Malabar, á cuyo
fin se ha compuesto é impreso una devota oración para recitarla ante
la Virgen del Carmen. Con este motivo nos escribe desde la< Misión
el R. P. Juan José rogándonos hagamos público en las columnas de
nuestra Revista su testimonio de gratitud á todas las personas que les
favorecen con sus oraciones.
. NUEVO ALTAR é IMAGEN DEL CARMEN. — Después de publicado el
CRÓNICA CARMELITANA 593

anterior número, hemos recibido una relación de las funciones reli-


giosas celebradas en Vitoria en las ñestas del Carmen, con motivo
de la inauguración del magnífico retablo del altar mayor y preciosa
imagen de la Virgen del Carmen, obra esta última del acreditado y
reputado escultor de Madrid y apreciable amigo nuestro D. Francis-
co Font, á quien tanta celebridad están dando en España y en Amé-
rica sus esculturas religiosas, siendo la últimamente inaugurada en
Vitoria, á juzgar por lo que dicen los inteligentes y por los senti-
mientos que despierta á los que la ven, una verdadera obra de arte
y de inspiración. Dicho altar é imagen han sido donados á la comu-
nidad de P P . Carmelitas por su insigne y antigua bienhechora la se-
ñora Doña Felicia de Olave, tan espléndida en sus limosnas para el
culto católico. El haber recibido demasiado tarde dicha relación, y
la falta de espacio, nos impiden insertarla toda en estas columnas.

E L CONVENTO DE VERáPOLY.—Según nos comunica desde la India


el R. P. Juan José, el día 14 de Junio, fiesta del Sagrado Corazón de
Jesús, llegó con sus compañeros, después de varias excursiones, á
Alivay, distante de Verápoly unas seis millas, punto elegido para la
fundación del convento que han de fundar. El día siguiente, 15 de Ju-
lio, que era sábado, se cantó con toda solemnidad la Misa de la Vir-
gen, como se acostumbra en nuestras comunidades, con extraordi-
nario júbilo de innumerables fieles que á ella acudieron. El día 16 se
cantó también una solemne Misa y se expuso el Santísimo Sacra-
mento, dirigiendo á continuación su elocuente palabra al pueblo el
R. P. Alfonso María. La casa qne habitan estos fervorosos misione-
ros recuerda en lo pobre y desmantelada la de Duruelo, donde
nuestro P. San Juan de la Cruz dio principio á la reforma de los re-
ligiosos.

PROFESIóN RELIGIOSA.—En el convento de Carmelitas descalzas de


Sucre (Bolivia) ha profesado la Hermana Mercedes de San Joaquín,
asistiendo al solemne acto de la ceremonia su apreciable familia, á
la cual, así como á la nueva profesa y á la venerable comunidad,
enviamos la más cordial enhorabuena.
En el convento de San José de Guadalajara ha profesado igual-
mente la Hermana Concepción de Santa Teresa, predicando una sen-
tida y elocuente plática alusiva al acto el Rdo. P. Plácido María del
Pilar. Felicitamos á la religiosa, á su comunidad y familia.
R. 1. P.—Ha fallecido en el convento de Madres Carmelitas de Bil-
bao la joven y angelical religiosa Hermana Antonia, perteneciente
á una distinguida familia de Alemania, y que tiene en el mismo con-
vento otra hermana religiosa.
En Bilbao ha fallecido Doña Elvira Quintana, y en Madrid D. Sa-
turnino Gutiérrez; á cuyas apreciables y piadosas familias acompa-
ñamos en su justo pesar y ofrecemos nuestras humildes oraciones en
sufragio del alma de dichos señores.
J S A FIESTA ONOMáSTICA DE SU SANTIDAD.—Con extraordinaria con-
Y ^ currencia de cardenales, altos dignatarios déla corte pontificia
y lo más saliente de la buena sociedad romana celebró Su Santi-
dad, el día 18 del pasado, en la gran sala del Consistorio, su fiesta
onomástica, con motivo de la cual ha recibido felicitaciones de todas
las partes del mundo. León XIII se dignó dirigir la palabra al audi-
torio, doliéndose amargamente de la inicua guerra que hoy se hace
á la Iglesia, la cual, á no estar sostenida por la mano de Dios—dijo,—
ya hubiera zozobrado y caído. Después de este discurso procedióse
á hacer experiencias de proyección foto-eléctrica. A la vista de los
concurrentes fueron expuestos los últimos descubrimientos de la ar-
queología romana.
Su Santidad, satisfechísimo, se retiró á sus habitaciones á . ^ una
de la tarde, no sin antes expresar su reconocimiento á los concurren-
tes por la nueva muestra de filial é inquebrantable adhesión que
acababan de darle.
AMPLIACIóN.—En carta de fecha 28 de Junio del año corriente, el
Emmo. Sr. Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación de Pro-
paganda Fide participa al Rmo. Padre Custodio de Tierra Santa
que Su Santidad, á instancias de algunas personas distinguidas, se
ha dignado declarar y permitir que el decreto ya publicado refe-
rente á la Cruz conmemorativa tenga fuerza retroactiva para el úl-
timo quinquenio transcurrido, y que, en su virtud, todos los peregri-
nos que en los cinco últimos años hubiesen realizado la peregrina-
ción á los Santos Lugares pueden obtener la mencionada Cruz, lle-
nando las condiciones expresadas en el decreto de institución de la
misma, para lo cual deberán recurrir al dicho Rmo. P. Custodio, re-
sidente en Jerusalén, á quien Su Santidad concedió expresamente el
encargo de conferir estas condecoraciones.
CONSAGRACIóN DE LA BASíLICA DEL ROSARIO EN LOURDES. —El día 6
de Octubre próximo, festividad de Nuestra Señora del Rosario, ten-
drá lugar en Lourdes la solemne consagración de la Basílica que
CRÓNICA GENERAL 595

lleva dicha advocación. A tan grandiosa fiesta se halla invitado todo


el Episcopado francés y gran número de Prelados extranjeros.
La víspera será bendecida é inaugurada en la montaña, sobre la
que se levanta la otra Basílica, la primera estación de un Via Crucis
monumental, que seguramente no tardará en verse terminado, dada
la generosidad de los fieles con todo lo que se relacione con aquel
bendito pasaje.
REGLAMENTO OPRESOR.—Los periódicos católicos, hablando del re-
glamento publicado en el Diario Oficial por el ministro del Interior,
oído el Consejo de Estado, acerca de la Ley de Asociaciones, de-
muestran que la situación de las Congregaciones religiosas en Fran-
cia será todavía más grave que lo que hacía esperar la ley votada
por las Cámaras.
Se cree, por lo tanto, que la publicación del indicado reglamento
dará por resultado aumentar el número de individuos del clero r e -
gular que emigrarán de Francia.
LOS PRELADOS BELGAS Y LAS CONGREGACIONES RELIGIOSAS.—Es Ob-
jeto de vivos comentarios un rumor de que se han hecho eco impor-
tantes periódicos belgas, y que, por su naturaleza, hay que acogerle
con reserva, pues pudiera partir de alguna buena fe sorprendida por
algún falsario.
Dícese que en una reunión celebrada por los prelados de aquel
reino se trató detenidamente de las condiciones en que deberán ser
recibidas en territorio belga las congregaciones religiosas que, por
virtud de la Ley de Asociaciones votada por las Cámaras francesas,
se han de ver obligadas á emigrar.
El acuerdo adoptado por los obispos belgas es el siguiente, según
se afirma:
Las [congregaciones religiosas francesas no podrán establecerse
en Bélgica sino bajo estas condiciones:
1.a Renunciar á las limosnas por aquellas Órdenes que viven de
las mismas.
2. a No podrán crear establecimientos de enseñanza; y
3. a Prohibición absoluta de abrir templos al culto público.
CONGRESOS MASóNICOS.—Con verdadero pesar ven los católicos de
Roma cómo se está oi"ganizando el Congreso masónico que ha de
inaugurarse el 20 de Septiembre, esto es, en el día del XXI aniver-
sario de la brecha de la Puerta Pía. Indudablemente que con este
motivo habrá provocaciones é insultos á la religión y al clero; y
si en los otros años, al conmemorarse la usurpación temporal de los
Papas, se habían arrojado piedras al Palacio Vaticano, sabe Dios lo
que ocurrrirá en el presente, en que, celebrándose la Asamblea uni-
versal masónica, acudirán á Roma h. - . de todas las partes del globo.
Dicho Congreso ó Asamblea es continuación del que ha de verifi-
carse en este mes en París, en el que, entre otros temas, se pondrá
á discusión el siguiente:
"Medios rápidos y eficaces para conseguir, por medio de una acción
política mancomunada de las logias latinas, la separación de la Igle-
596 EL MONTE CARMELO

sia y el Estado, y la completa secularización de éste en todos los ór-


denes de la vida humana,,.
Las conclusiones, una vez aprobadas, se remitirán en forma de
mandato imperativo á los diputados y senadores masones de los Par-
lamentos latinos, para que, en forma de proposiciones de ley, las
presenten en los suyos respectivos, después de haber creado atmós-
fera por medio de reuniones y manifestaciones públicas, á semejan-
za de lo que se viene haciendo en el asunto de las congregaciones
religiosas.
Como se ve, la masonería está decidida á dar la batalla decisiva á
la religión verdadera. ¿Lo estaremos los católicos á defenderla en
la medida que exige la fiereza del ataque?
UNA BUENA PROPAGANDA.—Por acuerdo de la Asamblea obrera ce-
lebrada en Barcelona el 14 de Abril último, á la que concurrie-
ron 5.0C0 obreros, se acordó la impresión de un opúsculo que lleva
el siguiente título: Al pueblo. Hechos que desconoce y verdades que
le conviene tener presentes sobre la caridad y la asistencia laica.
Los datos más culminantes que dicho trabajo contiene valen por
cien disertaciones en pro de la acción benéfica y social del catoli-
cismo.
Con esta obra en la mano se puede lanzar el más solemne reto á los
viles difamadores del clero y de los institutos religiosos, diciéndo-
les: "¿A que no pueden ustedes negar una sola de las cifras que ahí
consignamos?
„¿ A que no pueden ustedes presentar, con todos sus alardes de
filantropía y progresismo, una lista semejante de obras benéficas que
pueda siquiera llenar el blanco de una uña?,,
No nos contentamos con cuatro frases nuevas; queremos números;
números como los que llenan el opúsculo.
Trabajos como el hecho en Barcelona convendría hacer en el resto
de España, y ésta sería una excelente propaganda.
DOCUMENTOS PASTORALES.— El M. I. Sr. Obispo de Tortosa ha publi-
cado una valiente y hermosa Pastoral en defensa de los derechos de
la verdad y como protesta á la inicua guerra que los sectarios hacen
á las Órdenes religiosas, y contra los sacrilegos atropellos de Zara-
goza, que están pidiendo—dice—á gritos una reparación que sea
digna de la Madre de Dios y de la fe del pueblo español, y que
alcance justa resonancia en todos los pueblos de la Tierra.
OBSEQUIO A LOS PEREGRINOS.—El Sr. D. Camilo Cabaleiro, celoso
sacerdote compostelano, ofrece enviar gratis un ejemplar de los
opúsculos del Santo Rosario y de la Novena del Apóstol Santiago,
Patrón de España, á todas las personas que se tomen la molestia de
pedírselos. Cree el referido señor que las mencionadas devociones
constituyen una buena preparación á la peregrinación nacional de
Zaragoza que se proyecta, porque en el Pilar y en Compostela están,
como en archivos imperecederos, las glorias más eminentes de nues-
tra desgraciada España. Con este obsequio desea favorecer el pen-
CRÓNICA GENERAL 597

Sarniento de la peregrinación y preparar las almas de cuantos estén


dispuestos á concurrir á Zaragoza.
Los pedidos han de dirigirse precisamente al Sr. D. Camilo Caba-
leiro, presbítero, Calderería, núm. 44, Santiago.
Desea el mismo señor que todos los periódicos católicos tengan la
bondad de reproducir este aviso.
NOTICIAS VARIAS.—Hablase en todas partes de las reformas que du-
rante la temporada de verano están llevando á cabo los ministros en
sus respectivos departamentos. Es lo que se hace todos los años en la
época en que se suspenden las labores ordinarias: reorganizar servi-
cios y decretar reformas; pero ya se sabe su valor y su duración. La
principal esta vez ha sido la de enseñanza, publicada por el Sr. Con-
de de Romanones, que apenas deja eri pie nada de los planes antiguos.
El Sr. Ministro de Gracia y Justicia tiene también preparadas, ade-
más de la reforma del Concordato, reformas acerca de los estableci-
mientos penitenciarios, jurados, sueldo de los auxiliares de justicia
y registradores de propiedad, en vez de los derechos de arancel, etc.
Una de las Reales órdenes últimas que más han llamado la aten-
ción es la dictada por el Ministerio de Gobernación autorizando al
Ayuntamiento de Madrid para construir un horno crematorio de ca-
dáveres con tres objetos: para casos de epidemias, para quemar los
restos de las mondas' que se practican de cuando en cuando en los
cementerios de la villa, y, por último, para que sean incinerados los
cadáveres de aquellos que así lo dispongan en sus testamentos, ó
cuyas familias quieran emplear este medio de destrucción tan usado
por los paganos al establecerse el Cristianismo, y que los cristianos
rechazaron desde luego, enterrando, y no quemando, los cadáveres
de los que morían en la fe del Señor y de la Resurrección de la car-
ne, formándose así esa tradición cristiana contraria en absoluto á la
cremación. Sabido es, además, que por decreto de la Sagrada R o -
mana Universal Inquisición, fecha 19 de Mayo de 1886, se declaró no
ser lícita la cremación de cadáveres ni la afiliación á ninguna socie-
dad cuyo fin consista en promover esta costumbre.
Se ha hablado mucho y ha sido objeto de animadísimos comenta-
rios un artículo publicado por el Sr. Silvela en La Lectura, con el
seudónimo de "Un diputado á Cortes,,, sobre las cuestiones de Ma-
rruecos, manifestando tendencias á una alianza con Francia.
Con estas discusiones han coincidido ciertas inquietudes excitadas
en la conciencia pública con motivo del anunciado viaje del Czar de
Rusia á Francia, creyéndose por algunos que el Czar y el Presidente
de la República se buscan para ponerse de acuerdo acerca de la
cuestión de Marruecos y del predominio en el Mediterráneo.
Ha estado en San Sebastián, con objeto de entregar á S. M. el Rey
D. Alfonso XIII las insignias de la Orden del Elefante, el ministro
plenipotenciario de Dinamarca.
UNA PRIMERA COMUNIÓN EN EL MAR

(NARRACIóN DE UN SACERDOTE)

Hace algunos años, el navio de trans- Ivon de Braz, un viejo lobo de mar,
porte San Columbano hallábase en las buen cristiano y muy valiente, que
aguas del mar Indico, en su camino enamoraba al niño con sus narraciones
de Oceanía al Havre. de la Santa Ana de Bretaña. Pero tam-
La mañana había amanecido serena, bién cuando el marino callaba el niño
el San Columbano se deslizaba como hablaba, y más de una vez el buen ma-
una alondra, y sobre el puente se sola- rinero conmovido le decía, acaricián-
zaban la tripulación y los pasajeros. dole con sus manos callosas:
Estos eran sólo dos. El uno, un ve- —¿Sabes tú, pequeño grumete, que
nerable misionero marista, el P. José, vas á ser un famoso marinero del Se-
que había consumido su vida en la ñor, y que navegarás á velas desple-
evangelización de los salvajes y vol- gadas al Paraíso?
vía á Francia llamado por sus supe- Como decía, la mañana había ama-
riores. necido serena; pero al medio día el
El otro, un huérfano á quien el Pa- cielo se obscureció, y bien pronto se
dre amaba tiernamente. Habíalo halla- declaró horrorosa tempestad. Después
do en una de sus excursiones apostó- de tres horas, el mar se calmó algo;
licas y, á pesar de su pobreza, se lo pero el navio, desmantelado, perdido
había llevado á su reducida choza, el timón y una de las lanchas, pare-
pues no tuvo corazón para dejarlo pe- cía estar á merced de las olas. Sin
recer. embargo, una vez el mar tranquilo, ya
El niño amaba también á su bienhe- se hubieran reparado las averías, y, en
chor con la ternura más viva, y éste, total, sólo sería el resultado un corto
por su parte, había infundido en el co- retraso. Pero Dios lo había dispuesto
razón del niño su propia piedad. Ni de otro modo. Oyóse un crujido si-
pensaba ni hablaba sino de su primera niestro. El navio acababa de varar, y
Comunión, y hacíalo con tanta gracia el agua entraba por .una ancha boca.
y dulzura, que conmovía los corazones — ¡Las barcas al mar!—ordenó el
más duros. ¡Quizá sonreía al anciano capitán.
apóstol, cuando oía sus dulces é ino- Y dos chalupas, salvadas de la tem-
centes expansiones, la esperanza de pestad , fueron puestas á flote. Enton-
que aquel niño evangelizara algún día ces se produjo una escena indescrip-
las tierras en que él había gastado su tible. No había sitio para todos, y los
vida! marinos, fuera de sí, viendo la muerte
Entre los marineros había un bretón, detrás de ellos, se lanzaron al asalto
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 599

de las embarcaciones. El P. José y el ruda figura, tostada por la brisa y ba-


niño fueron violentamente rechazados. ñada en lágrimas, respiraba la calma
En vano se interpuso el capitán. y la paz.
— ¡ Los marinos primero! ¡ Los ma- En cuanto al niño, estaba como en
rinos primero! — aullaban con furor éxtasis...
rayano á la demencia. De su frente, herida por un madero
Algunos segundos más tarde sólo durante la tempestad, corría la sangre;
quedaban sobre el puente del San Co- pero él nada sentía, nada veía y estre-
lumbano el capitán, algunos marine- mecíase de inefable gozo.
ros, el misionero y el niño. El sacerdote está absorto en una mu-
— Capitán- preguntó el sacerdote, da oración. Da gracias á Dios que le
que estrechaba contra su pecho las concede en su última hora el hacer ba-
Sagradas Formas,— ¿cuánto tiempo jar á Jesús á aquel angelical corazón.
tenemos aún de vida ? — Padre mío—murmuró el capitán,
—Dentro de veinte minutos el San apresuraros; dentro de diez minutos
Columbano se habrá hundido, si Dios habremos muerto.
no hace un milagro. Padre, ya sólo El P. José se adelanta... El navio,
resta que nos absolváis. agitado por las violentas sacudidas de
—Tengo, pues, todavía tiempo— los últimos momentos, se inclina fuer-
murmuró el anciano.— ¡Gracias, Dios temente; pero Ivon de Braz sostiene
mío! al niño. Sus lágrimas de alegría se
Después, volviéndose al niño: mezclan á la sangre que corre de su
— ¡Hijo mío, vamos á morir. ¿ Quie- frente herida, y el cielo se refleja ya
res antes recibir á Jesús ? en su mirada. Entonces, la voz del an-
— ¡Oh! Sí, Padre, sí. ¡Qué dicha, ciano sacerdote se eleva: Corpus Do-
oh, Dios mío! mini nostrijesu Christi custodiat ani-
Y el niño cae de rodillas transfigu- mar» tuam in vitam cetemam. Amén.
rado. En sus ojos brillaba un rayo de El dulce misterio se ha cumplido. El
inefable alegría. La muerte no le inti- corazón del niño palpita junto al Cora-
mida ya. zón de Jesús...
—Ruega, pues, ¡oh, hijo mío!—dijo Digna coronación de la larga y san-
el sacerdote profundamente conmovi- ta vida del sacerdote, principio para el
do;—ruega a nuestro Padre que está niño de los celestiales arrobamientos;
en los cielos, ruega á la Soberana Se- comunión cuya acción de gracia iba á
ñora de ellos, porque vas á recibir á su hacerse en el cielo.
divino Hijo. Y vosotros, amigos míos, El agua cubría ya el puente. Los
hermanos míos—añadió volviéndose marinos hicieron la señal de la cruz, la
á los marineros, — rogad por vosotros mano del sacerdote se elevó para ben-
y pensad en Dios. decirlos , y el San Columbano se hun-
Los marineros se habían arrodillado. dió en las olas.
—Padre, dadnos la absolución—dijo El sacerdote había recibido su cora-
el capitán. zón; el niño había visto á su Jesús...
Y el perdón bajó sobre aquellas De todos los actores de este drama—
frentes inclinadas. añadió el sacerdote que hablaba,—sólo
El agua subía. el capitán sobrevivió. Salvado por un
Al lado del niño, el viejo marino bre- crucero inglés, se hizo sacerdote, y ese
tón Ivon Braz rezaba de rodillas, y su sacerdote, amigos míos, soy yo.

PEDRO CALCETA Y EL TÍO CAMILO

Era el tal Pedro Calceta, Mientras tanto, el tío Camilo,


asi en el pueblo llamado, que era el quinto zapatero
el sastre más jorobado y el hombre más bullanguero
que en este mundo se vio. que pudiérase encontrar,
— ¡Cáspita!—exclamaba un día;- era tanto su trabajo,
aunque el paño bien lo entiendo, que no podía buenamente
no me sale ni un remiendo, despachar á tanta gente
y no hay más sastre que yo. como le iba á buscar.
6oo EL MONTE CARMELO

—¿No sabusté, tío Camilo, atizóle furibunda


que me dan ganas á ratos en la jiba un testarazo
de aprender á hacer zapatos que le dañó el espinazo,
y dejar mi profesión, y, si aprieta un poco mas,
pues camina pa tres meses le destroza las costillas,
que no agarro la tijera, y, sin rastro de ternura,
ni un ojal hago siquiera, en mil cachos le tritura
ni sostengo un mal botón? la gruesa espina dorsal.
— Si es un crisis, maljpor cierto; Repuesto Calceta un tanto
mas, según tengo notao, del tremendo puñetazo,
á la gente le ha espantao quiso agarrarla del brazo
esa joroba infernal. para darle á su sabor.
Créame usté, con ese lomo Pero Tomasa, más lista,
y ese peaso de cueyo, le cogió furiosa el pelo,
tiene usté más e cameyo y, cual si fuese un ciruelo,
que de fiera racional. por las calles le llevó.
—No exagere usté, vesino, Entre tanto el zapatero
que de cueyo palmo y medio entró en su casa, llamando-
es no más, término medio, poco menos que llorando,
y se púe bien llevar. á Crispina, su mujer.
—¿ Término medio le llama, —Ya está aquí mi Juan Camemas
y, con sólo una chispilla, (Crispina dijo riendo).
la Giralda de Sevilla ¿ Te estás acaso muriendo
quédase por en mita? sinvergüenza como tres ?
— Usté mira á mi joroba,
á mi cueyo, á mi estatura,
y no atiende á su figura,
que es más fea que el jergón Del suceso, al poco tiempo,
en que tiendo yo mis güesos más delgado que un pabilo,
cuando tengo calentura, el infeliz de Camilo
pues, sin ella, no hay criatura del sobresalto murió.
que en él diera un revolcón. Y la mujer, demostrando
Usté, sin duda, vesino, su sentimiento y ternura,
jamás se ha visto el peyejo le puso en la sepultura
en la cara de un espejo; esta sentida inscripción:
pues entonces, ya se ve, «Aquí yace el tío Camilo,
al ver su estampa maldita, que murió de un sanguiñuelo,
conmigo no se metiera, por haberle amenazao
pues si yo parezco fiera, un hombre como un guñuelo.
usté parece un Luzbel. Y, para eterna memoria,
Sus ojos... son dos cominos; le pusieron esta losa
dos babuchas sus orejas, Chupacharcos, su aprendiz,
y, por pelos en las cejas, y la Crispina, su esposa».
de cobayo tiene crin.
Tiene además en su cutis A los tres ó cuatro días,
un negro tan rematao... al lado de este letrero,
que paece ser tostao colocó el sepulturero
en los infiernos. Y, en fin... otro que decía así:
— Lo que yo le digo á usté, «Aquí yace el tío Calceta,
mamarracho de Calceta, jorobado de nación,
es que le rompo la jeta. que murió de una paliza
—Y el esternón á usté yo.— que su costilla le dio».
En esto, la tía Tomasa, Aquí mi cuento termina,
digna esposa del jiboso, y tiene grarj moraleja,
le buscaba sin reposo, que confirma aquel refrán:
y , al hallarle tan miedón, Cada cual con su pareja.

fr. festivo.
^ • • • « J M I I I ' ¡ f r i y i n i

Septiembre de 1901. Núm. 30.

EL SÍMBOLO DE LAS VICTORIAS

UIéN lo creyera! La cruz, aquel horren-


do patíbulo, último lecho de homicidas
y ladrones; signo de ignominia á cuya vista el
más empedernido corazón era asaltado por
síntomas de muerte; enseña terrorífica que
regocijaba los antros infernales, ¿quién creye-
ra , repito, que esa misma cruz tan aborrecida
de los inocentes como temida de los culpa-
bles, y emblema del crimen y del pillaje, ha-
bía de ser el símbolo de las victorias, el em-
blema del amor más puro y santo, signo de
nobleza y poderío, y el árbol frondoso á cuya
sombra bienhechora se habían de hallar los
más deleitables y duraderos placeres?
En aciago día, Jesús, el hijo del carpintero
de Nazareth, fué condenado á la más ignomi-
niosa de todas las muertes, á muerte de cruz;
condena arrancada por¡un bárbaro populacho
al más cobarde y ruin de los jueces, y que se
602 EL MONTE CARMELO

realizó después de haber salpicado el Justo con su sangre precio-


sísima las duras rocas del Calvario.
Pero aun no ha expirado el Inocente, y junto á la cruz hay al-
mas amantes que lloran su muerte y depositan besos cariñosos
en aquel leño hasta entonces aborrecido. Y mientras en los an-
tros infernales se oyen voces desesperadas, heraldos de atroz
derrota, en los cielos resuenan mil himnos de victoria que des-
cienden á la tierra sobre las invisibles alas de los vientos, y, pe-
netrando hasta los fríos senos de las tumbas, despiertan á los que
dormían el sueño de los justos, y hacen estremecer de júbilo las
anchurosas cárceles del limbo.
Gritos de victoria resuenan por doquiera llevando la paz á los
patriarcas y profetas de la antigua ley, como también á los justos
y á los que más allá del sepulcro esperaban, henchidos de fe, la
anunciada redención del linaje humano. Gritos de victoria que
aumentan el terror de los jefes de la Sinagoga y la saña en unos
y la contrición en otros de aquellos que gritaron: Caiga sobre
nosotros y sobre nuestros hijos la sangre del Justo.
Desde aquel día, tristemente grande, el calvario quedó consti-
tuido en fortaleza de valientes, y se consideró á la cruz como el
símbolo de las victorias. Y, en efecto, la humanidad registra en
sus sagrados archivos hechos al parecer fabulosos , proezas incon-
cebibles, acciones tan heroicas, que la Historia, luz de la verdad
y maestra de la vida, como la llamó alguien, las ha grabado en
sus hermosas páginas, sin que jamás haya dejado al esculpirlas
de rendir su generoso y reconocido tributo á ese talismán divino
bajo cuya influencia soberana se realizaron.
Un día, cuando el sol había recorrido ya la mitad de su carre-
ra, el atribulado Constantino, á quien el ambicioso Majencio per-
seguía, observó lleno de asombro, y con él algunos de sus solda-
dos, que en medio del espacio, y en el centro de una refulgente
nube, se destacaba el signo bendito, la Santa Cruz, sirviéndole de
escabel una fulgurante inscripción que decía: Con ésta vencerás.
El hijo de Elena, confiado en el favor divino, da la batalla de-
cisiva (i), y Majencio halla su sepultura, al pretender huir, en las
tranquilas aguas del Tíber, después de haber presenciado la total
derrota de su poderoso ejército.
Con la cruz, Cario Magno y Ludovico Carlos Martel y Pipino
de Heristal doblegaron la soberbia altivez de sus enemigos. Con

(i) Según los historiadores, el 28 de Octubre del año 312.


EL SÍMBOLO DE LAS VICTORIAS 603

ella vence Francisco II en la encantadora Italia, y Germania, Po-


lonia, Dinamarca, Portugal y, sobre todo España, rompen las
férreas cadenas con que las aprisionaran hordas aguerridas y sal-
vajes. Con la cruz triunfa en Covadonga, con un puñado de
valientes, nuestro inmortal Pelayo, y se hacen intrépidos otros
restauradores de nuestra patria, como Jimeno y Wifredo el Be-
lloso. Por ella ciñen sus sienes con el laurel de la victoria los
Jaimes y Pedros de Aragón, y los Fernandos y Alonsos de Cas-
tilla. Con la cruz conquista á Zaragoza Alfonso Magno, aprisiona
setenta mil sarracenos Alfonso II el Casto, se corona de gloria
Alfonso XI en el Salado, vence en Coimbra Fernando el Grande,
y D. Jaime el Conquistador en Mallorca. Ella abrió las puertas
de Córdoba y Sevilla á D. Fernando III el Santo, y las de Grana-
da á D. Fernando V el Católico. Con ella se cubrieron de lauros
Pedro II de Aragón, Sancho VII de Navarra y Alonso VIII de
Castilla. Ella hizo que nuestras guerreras naves se paseasen vic-
toriosas como reinas de los mares, que cortasen con sus pene-
trantes quillas los blancos rizos de las soberbias Nereides, y que
condujesen á nuestros marinos á las vírgenes playas de un mundo
desconocido. Y ella fué, finalmente, la que condujo ayer á nues-
tros misioneros á los abrasadores desiertos de la Libia, la que les
hace trepar hoy las crestas de las más erguidas montañas, pene-
trar en las agrestes é intransitables selvas de la India, y la que
les dará á conocer mañana en todos los continentes. Con razón,
pues, podemos llamar á la cruz el símbolo de las victorias.
Ayer, nuestros padres, llenos de piedad, erigían cruces en me-
dio de las calles y de las plazas para recordarnos algún hecho
glorioso, ó para indicarnos el sitio donde una mano criminal con-
cluyó con la vida quizá de un inocente. Hoy, en cambio, se tra-
baja con satánico empeño por arrancar de nuestra sociedad ese
signo bendito, insignia y señal del cristiano. Y es que la cruz nos
recuerda que hay un Dios infinitamente misericordioso, sí, pero
también infinitamente justiciero, que con su rostro ensangrenta-
do censura nuestras pérfidas acciones y tiene en completa agita-
ción nuestras impuras conciencias. Por eso es menester que des-
aparezca de sobre el haz de la tierra ese signo de amor y de vida
para los buenos, aunque fatídico para todos aquellos que, olvi-
dándose de la nobleza de su ser, se revuelcan como animales in-
mundos por el lodo de todos los vicios y por el fango de todas
las pasiones. Pero no hay que temer: la cruz de Cristo vivirá
siempre entre nosotros y reinará en nuestros corazones. Y aun
604 EL MONTE CARMELO

cuando las sociedades se destruyan y el mundo se desplome, la


cruz no será sepultada entre sus ruinas; sino que, circundada de
resplandores, aparecerá sobre ellas, tan majestuosa como impo-
nente, para decirles á los que hubieren logrado escapar de la uni-
versal catástrofe: Venid á mis brazos, porque en ellos hallaréis el
consuelo en vuestras penas, el alivio en vuestros trabajos, la salud
en vuestras enfermedades y la gloria para vuestras almas.
Y pues estamos en días de tribulación y de lucha, abracémo-
nos al símbolo de las victorias, y, unidos estrechamente á él, de-
jemos que bramen cuanto quieran las potestades del averno. Y
aun cuando, á veces, el empuje de la tentación sea tan violento
que nos creamos derribados, y el turbulento oleaje de las pasio-
nes pretenda sumergirnos, no temamos; que todos los esfuerzos
de nuestros enemigos no lograrán otra cosa que verse confundi-
dos y aumentar el brillo de nuestras virtudes, como otra cosa no
consiguen esas soberbias olas que pretenden sepultar á la roca
solitaria que atrevida se alza en medio de los mares.
fr. José J/laría del Santísimo Sacramento.

*
EL ESCAPULARIO

(Continuación.)

JJ§|A opinión que más fuertemente ha sido


Y*1 combatida por amigos y enemigos, por
extraños y hasta por algunos de la familia,
por creerla contraria al dogma de nuestra
sacrosanta religión, es la que sostiene que
las palabras de la Virgen in quo quis mo-
riera ceternum non patietur incendium, no
necesitan interpretación y que se han de
entender tal como suenan, es decir, que el
que tenga la suerte de morir vistiendo el
santo Escapulario no padecerá el fuego eterno.
Debo, ante todo, advertir que, aunque yo pretenda demostrar
que esta opinión no se opone al dogma y que es la más confor-
me á la revelación de la Virgen, no por eso intento imponerla á
nadie; cada cual puede seguir la que más le plazca, con la segu-
ridad que cuanto mejor sirva á la Madre de Dios, más abundancia
de gracias conseguirá. Peiro no tratamos aquí de lo que es más
útil y provechoso, porque sabido es de todos que el que más
santamente vive, más gracias y auxilios alcanza del Cielo, sino
que buscamos la interpretación genuína y natural de la promesa
de la Virgen, y demostrar que no se opone á la fe.
¿Cómo hemos de entender la promesa de la Virgen? ¿Qué va-
lor y qué sentido hemos de dar á sus palabras?
Yo opino que debe entenderse esta promesa tal como suena,
6o6 EL MONTE CARMELO

es decir, que todo aquel que muera con el santo Escapulario no


padecerá el fuego del infierno (i).
La primera de las reglas para la interpretación de los textos 6
de algún privilegio ó ley dice, según Santo Tomás con los San-
tos Padres, que debe conservarse la propiedad de las palabras
en sentido natural, mientras no se vea alguna contradicción ó
cosa menos digna á su divina Majestad ó contraria á los divinos
decretos.
¿Hay alguna contradicción en las palabras de la Virgen? Yo
creo que no, ó al menos no acierto á verla: bien claras son sus
palabras, al alcance de cualquiera.
-¿Hay algo contrario á la Majestad divina ó que se oponga á
los decretos de Dios? Nada absolutamente.
La fe nos enseña, y nos lo recuerdan todos los escritores ca-
tólicos, que el amor de Dios y el aborrecimiento al pecado son
absolutamente necesarios al pecador moribundo para conseguir
la salvación eterna, sin que haya nada en el mundo que pueda
suplir estas disposiciones. Si uno muere en pecado mortal, aun-
que lleve todos los rosarios y todas las medallas y todos los es-
capularios, es de fe que se condena eternamente, si antes de su
último suspiro no se ha vuelto á Dios con la contrición y detes-
tación del pecado. Porque sin el amor á Dios y la fe en Jesucris-
to no se puede evitar el infierno. En esto estamos todos confor-
mes. Pero no se trata aquí de saber si un católico que muere en
pecado mortal y llevando el santo Escapulario se salva ó se con-
dena: esto lo hemos dado ya por supuesto y no necesita discu-
(i) La Iglesia, temiendo que los fieles tomaran ocasión de esta sentencia
para vivir descuidados de sus obligaciones, añadió á la promesa de la Virgen
la palaba pie, piadosamente, diciendo que el que muriere piadosamente reves-
tido del Escapulario no padecerá el fuego eterno.
No es nuestro ánimo oponernos en nada á la doctrina de la Iglesia: trabaja-
mos en demostrar la conformidad ó no repugnancia de la promesa de la Virgen
con el dogna, y, como dijimos en otra ocasión, repetimos aquí que, como hijos
amantes de la Iglesia, trabajaremos en defender la pureza de su doctrina, y
antes romperemos la pluma ó nos retiraremos á la obscuridad y silencio que
atentar lo más mínimo contra su autoridad. Pero aquí no se trata de doctrina
de fe, sino de una opinión acerca de un hecho piadosamente creíble, en el
cual caben diversidad de pareceres, por cuanto la misma Iglesia ha aprobado
el libro del P. Morel que, al hablar del santo Escapulario, sostiene y defiende
otra opinión muy distinta de la que lleva el pie, y está en vías de beatificación,
con fundadas esperanzas de feliz éxito, el P. La Colombiére, que interpreta la
promesa de la Virgen en diferente sentido de los que sostienen que debe aña-
dirse él pie.
EL ESCAPULARIO 607

sión alguna, porque bien claro lo enseña la fe; la cuestión es


ésta: un católico que muere con el santo Escapulario, ¿muere en
pecado mortal? Aquí está toda la la dificultad.
«Según el sentido verdadero de la promesa hecha á San Si-
món Stock, dice el R. P. Clarke, S. J. (i), pensamos que, cual-
quiera que muera con el santo Escapulario, anteriormente alcan-
za de Dios la gracia de arrepentirse; la devoción á la Santísima
Virgen, de que él ha hecho profesión vistiendo la librea de Ma-
ría, le merecerá en la hora de la muerte disposiciones tales que,
en virtud de los méritos de Nuestro Señor y Salvador Jesucris-
to, llegará al Reino de los Cielos.»
El libro del P. Morel, jesuíta, que está aprobado por la Sagra-
da Congregación de Ritos, dice: «Por esta revelación (del san-
to Escapulario), que no se puede poner en duda, creemos, pia-
dosamente, que todos aquellos que tienen la dicha de morir lle-
vando el santo Escapulario obtienen gracia delante de Dios, y
son preservados del fuego del infierno; porque nosotros creemos
que María, para sostener su promesa, sacará para ellos, de los
tesoros divinos de que es depositaría, las gracias necesarias para
que perseveren en la justicia ó alcancen una sincera conversión.
Y así fortificados y reconciliados con Dios por los Sacramen-
tos ó por un acto de perfecta contrición, los cofrades del Esca-
pulario, muriendo con este santo hábito, no caerán bajo los gol-
pes de una justicia inexorable: in hoc moriens ceternum nonpatie-
tur incendium».
«Esta promesa, dice á su vez el P. Julio Santiago, redentoris-
ta, no quiere decir que un cofrade se salvará en cualquier esta-
do que muera; sino que ella significa, ó bien que María obten-
drá á sus cofrades del Carmen las gracias necesarias para su per-
severancia, ó bien que Ella les procurará la gracia de no ser sor-
prendidos por la muerte en estado de pecado, ó que Dios permi-
tirá que el pecador obstinado sea sorprendido por la muerte sin
llevar el santo Escapulario, ó después de haberse despojado de
él; y estos casos no son raros.»
El venerable P. Claudio La Colombiére, General de la Compa-
ñía de Jesús, cuya causa de beatificación está introducida, dice:
«¿Pero si al fin, no obstante todas estas gracias, yo quiero estar
obstinado á no mudar de vida; si quiero cerrar los ojos á tantas

(1) Le Scapulaire de Notre Dame du Moni-Carmel, discussion theologi—


que et historique.
608 EL MONTE CARMELO

luces; si espontáneamente quiero entregarme en manos de mis


enemigos; si quiero resueltamente morir en pecado? Vos mori-
réis, porque Dios mismo, dice San Agustín, no puede forzar una
voluntad malvada y resuelta á perderse. Sí, vos moriréis impeni-
tente; moriréis en el horror de vuestra iniquidad; moriréis con
vuestro pecado, pero no moriréis con el santo Escapulario en-
cima. Si María no puede apartaros de vuestros desórdenes, Ella
encontrará el medio de quitaros su santa librea. Vos mismo, sí,
vos mismo os despojaréis del santo Escapulario, antes que mo-
rir condenado con él. Os sucederá como á aquel infeliz que ha-
biendo tentado varias veces, aunque siempre inútilmente, ahogar-
se, y no sabiendo á qué atribuir un tan raro prodigio, se acordó
al fin que llevaba el Santo Escapulario; creyó al momento que
era aquello el obstáculo que impedía su designio, se lo quitó
del cuello y, habiéndose hundido por la tercera ó cuarta vez bajo
las aguas, aquellas mismas que antes le levantaban al instante,
le ahogaron. Murió, y murió con su pecado, y murió pecando,
pero no pudo morir antes de despojarse.del santo Escapulario,
de aquel vestido de salud con el cual, el que tendrá la suerte de
morir, no padecerá el fuego eterno: in quo qui moriens ceternum
non patietur incendium*.
Así han explicado la promesa de la Virgen estos autores, cu-
yas obras han sido aprobadas por la autoridad eclesiástica y por
sus respectivos superiores, y algunas de ellas por la Sagrada
Congregación, de conformidad con lo que decía un sabio y pia-
doso autor: No se lia visto un Escapulario en el infierno.
¿Y quién dudará que la Madre de Dios puede hacer esto? ¿No
ha dicho San Pedro Damiano que Ella tiene á su disposición to-
das las gracias y todas las misericordias del Señor, in manibus
ejus sunt omnes miserationes Domini? Y Bernardino de Busto aña-
de que «María tiene más deseo de hacernos el bien y darnos la
gracia que nosotros de recibirla»; y San Alfonso María de Ligo-
rio nos alienta diciendo que si somos verdaderos devotos de Ma-
ría en aquella hora, « ni nos harán temer nuestros pecados, por-
que Ella puede reparar nuestro mal; ni los demonios, porque Ella
es más poderosa; ni el mismo Dios, justamente irritado, porque
Ella le puede apaciguar»; y San Buenaventura afirma que «el
que llevare la insignia de María, tendrá su nombre escrito en el
libro de la vida». ¿No ha manifestado la Virgen mil y mil veces
con palabras, con hechos y hasta con milagros estupendos, que
es Madre especial de los carmelitas, de todos los que visten su
EL ESCAPULARIO 609

santo Escapulario; que éstos son sus hijos predilectos; que está
dispuesta á emplear todo su poder para defenderlos, y no per-
mitirá que nadie los toque?
¿Y no podrá Ella ó no querrá enviar las gracias de que dispo-
ne para mudar el corazón del que muere revestido de su santo
Escapulario para que no falte su promesa? ¿ Quién será tan osa-
do que quiera poner obstáculos y señalar límites á la Madre de
Dios cuando quiera ostentar su misericordia y poder en favor de
sus hijos? ¿No ha dicho el venerable La Colombiére que esta
cariñosa Madre no ha puesto límites á la esperanza de sus hijos,
que la promesa que Ella les ha hecho no incluye ninguna condi-
ción, y que se ha obligado á darles todos los medios y la más segura
esperanza de salvación que se puede tener en esta vida, y que, si
perseveran en su servicio, perseverarán también en la gracia?
¿No ha dicho el gran Bossuet que se debe creer fácilmente todo
aquello que es ventajoso á la Virgen Santísima cuando no es
contrario á la fe? (i).
¿Y qué hay aquí en contra de la fe? Nada absolutamente.
Si afirmáramos que el que muere en pecado mortal se salva
por llevar en la última hora el santo Escapulario, sería una here-
jía, sería ir contra la fe; pero afirmar que la Madre de Dios, en
virtud de su omnipotencia suplicante, y para que no sea vana su
promesa, puede enviar tantas gracias á un corazón, que lo cam-
bie en un momento y se vuelva á Dios; que puede enviarle un
rayo de luz en su última hora que le haga conocer su estado y la
proximidad del juicio, ó que, si no puede convertir aquel cora-
zón, permita ú ordene que una mano extraña arranque el santo
Escapulario del pecho del moribundo, ó que sea él mismo el que
lo arroje de sí para que no falte la palabra de la Virgen, esto no
es contra la fe, esto no se opone al dogma, esto nos revela con
claridad meridiana las entrañas de misericordia de una Madre que
busca á sus hijos y, cuando los ve en peligro, extiende sobre ellos
su manto para cubrir, para borrar su ignominia: expandí amictum
meum et aperui ignominiam tuam.
No siendo, pues, contra el dogma, no debemos mostrarnos te-
merosos en aceptar esta promesa de la Madre de Dios, así escueta
y atrevida, como parece á muchos; porque donde la inteligencia

(1) On doit croire facilement tout ce qui est avantegeux á la Tres Sainte
Vierge quand n'est pas contraire a la foi. (Bossuet, Catechisme, 3 partie, Iecon
troisiéme.)
6lO EL MONTE CARMELO

humana no encuentra solución para resolver el problema, ni pue-


de explicarse cómo un corazón que ha sido enemigo de Dios con-
siga en la última hora gracia para volverse á Él, la Madre de Dios
encontrará fácilmente remedio para todas estas obras de la gracia,
porque Ella ha dado su palabra y no puede faltar, y muy bien
pueden aplicarse á Ella aquellas palabras del Espíritu Santo: Yo
me acordaré de la alianza que he pactado con vosotros; no apar-
taré mi misericordia de él, ni dañaré con mi verdad, ni profanaré
mi testamento, y la promesa que salió de mis labios no será vana;
antes faltarán el Cielo y la Tierra que una de mis palabras.
Yo podría recordar en estos momentos varios casos, algunos
presenciados por mí, y otros por mis hermanos de religión, que
meloshatl referido, de algunos enfermos que, encontrándose en
la última hora, desechaban al religioso llamado por la familia, sin
permitir que se les hablara de Sacramentos, ni menos de confe-
sión, y después de ruegos y súplicas, y como por un acto sola-
mente de cortesía ó de amistad, permitir que se les impusiera el
santo Escapulario, casi sin creer en las gracias que él lleva ni en
su origen... y al día siguiente, si no es el mismo día, ellos mismos
llamar al religioso que antes desechaban, para confesarse y reci-
bir los Sacramentos, muriendo luego en la paz del Señor. ¡Ah,
qué consuelo tan grande lleva esto al pobre corazón, y qué fuer-
za y qué luz á la inteligencia!
Y no es otra la opinión que tienen la generalidad de los fieles
de la promesa de la Virgen del Carmen, no porque el vulgo no
se entretenga en discusiones ni se pare en distingos, sino porque
es la opinión más conforme al carácter de la Madre de Dios y la
que mejor responde á las necesidades del corazón humano.
Pero la principal dificultad que suelen oponer es que, sostener
esta opinión, sería enseñar una doctrina inmoral, bastante para
alentar á muchos á vivir en el pecado. Porque si el que muere
con el santo Escapulario está seguro que se convertirá antes de
morir, puede mientras tanto entregarse á toda clase de excesos y
pecados, ya que la conversión, y por lo tanto el Cielo, depende
de vestirse del santo Escapulario y no quitárselo hasta la muerte.
No deja de ser muy especiosa esta dificultad que oponen algu-
nos, aunque en el fondo no vale nada, y yo quiero contestar va-
liéndome del mismo argumento.
El que hace un acto de contrición en la última hora se salvará,
aunque haya llevado una vida de excesos y de crímenes, y esto
es de fe. A pari podríamos decir nosotros, según la objeción
EL ESCAPULARIO 6ll

presentada, que enseñar esta doctrina es alentar al hombre para


que se dé á una vida de pecados y desórdenes, sabiendo que su
conversión, y por lo tanto el Cielo, depende de un acto de con-
trición que haga en la última hora; y, sin embargo, nadie ha di-
cho que esta doctrina, netamente católica, favorezca la relaja-
ción de costumbres. Me parece que el argumento es el mismo:
¿por qué ha de ser objeción para la promesa de la Virgen, y no
para la contrición?
Los que oponen esa dificultad debían pensar que Dios es justo,
y el que abusa de la misericordia divina para pecar y perseverar
en el mal se expone gravemente á no conseguir al fin la gracia
de la contrición. El que espera el arrepentimiento en la última
hora para vivir desordenadamente, difícilmente, y acaso nunca,
lo conseguirá; porque unas veces será la muerte repentina, sin
dar tiempo para hacer un acto; otrasla falta de conocimiento en
aquella última hora, lo que burlará su vana esperanza; y otras ve-
ces , en castigo de su temeridad, no le será dado poder hacer el
acto de contrición indispensable, y se encolerizará y rechinará •
los dientes y morirá en la desesperación.
Lo mismo podemos decir respecto del santo Escapulario. Si
Dios ha concedido á María la gracia de que no se condene el que
muera adornado con la librea de su Madre, no permitirá que sea
burlada la Santísima Virgen y ultrajada con la profanación del
santo Escapulario hecho motivo de impenitencia. El abusar del
santo Escapulario en este sentido sería tan peligroso como es-
perar el arrepentimiento para la hora de la muerte, porque el
Escapulario en el cual él confía desaparecerá de una manera ó
de otra de su pecho, ó lo descuidará, ó los misinos que le cuidan
en aquella hora de turbación se lo arrancarán con cualquier pre-
texto ó por disposición divina en castigo de su temeridad. Por
eso decía muy bien un sabio y piadoso autor: «Libraos de tomar
el Escapulario para profanarlo toda vuestra vida sirviéndoos de
un objeto tan santo para cubrir vuestros desórdenes y asegurar
la impunidad; escuchad bien esto y no lo olvidéis jamás: morir
con el santo Escapulario del Carmen es señal de salvación, por-
que la promesa de María es formal: in hoc moriens ceternum, non
patietur incendium: el que muera revestido del santo Escapulario,
no se condenará; pero no os engañéis: porque si es gran dicha
dar el último suspiro adornado con la librea de la Reina del Cielo,
esto no depende de vosotros; porque vosotros mismos, si es ne-
cesario, por un secreto y justo juicio de Dios, vosotros tendréis
6l2 EL MONTE CARMELO

cuidado de despojaros de él con vuestras manos, y así fallirán


todos los cálculos de vuestra engañosa sagacidad; porque llevar
constantemente, perseverando hasta el fin, esta prenda de salud,
es una gracia puramente gratuita, como todas las gracias de
Dios, que Él no concede sino á los que quiere salvar».
Y si descendemos al terreno práctico, veremos que el santo
Escapulario es el que inspira la virtud, aparta dé los vicios, re-
frena las pasiones, eleva el corazón y lo enciende en amor de
Dios y de la Virgen su Madre; y no he hallado todavía un hom-
bre tan miserable y malvado que se vista el santo Escapulario de
la Virgen para pecar con más libertad y menos temor.
Y, después de todo, el hombre no sabe lo que pensará el día
de mañana: desde la caída que dió en el Paraíso ha quedado
tan débil en su inteligencia y en la voluntad, que muda como
el viento: ya quiere, ya no quiere, y lo que hoy ama, mañana lo
aborrece; no puede prometerse, pues, que mañana deseará lo
que hoy ama; y no conviene olvidar aquella sentencia, que «el
que se hace infiel á las inspiraciones del Cielo, Dios le abandona
á su reprobo sentido».
(Continuará.)
fr. plácido filaría del p.
fry val^v vi^sr vMj& •a&v ^¡ffl* '•ügB

SOLILOQUIO

Soy errante peregrino


Que cruza, con paso incierto,
El desolado desierto
Que me señaló el destino.
Jadeante, mi camino
Sigo á través de los años;
En vano á endulzar mis daños
Soñando mil dichas voy;
¡ A cada paso que doy
Lloro nuevos desengaños!

Si atrás miran mis enojos,


¡ Ay! ¿qué dejé en pos de mí?
Las lágrimas que vertí
Al ir pisando entre abrojos.
Si en torno mío los ojos
En busca de calma giro,
¡Infeliz de mí! ¿qué miro?
¡Igual yermo desolado,
Y todo el dolor pasado
Condensado en un suspiro!

Si la doliente mirada
Tiende á vislumbrar mi fin,
Veo dudoso confín
Envuelto en noche cerrada.
El ayer se hundió en la nada;
El hoy es sombra fingida;
El mañana la mentida
Realidad de mi deseo...
¡Humo, llanto y devaneo
E s en resumen mi vida!
614 EL MONTE CARMELO

La muerte de una ilusión


E s la vida de otra nueva,
Que en sí el desengaño lleva
Pbr natural condición.
De entre ficción y ficción
Brota agudo el dolor fuerte;
Y así vivo de tal suerte,
Que bien pudiera decir
Que mi efímero vivir
Se alimenta de la muerte.

Mi afán, jamás satisfecho,


Sus duelos engendra y llora,
Y el corazón se devora
Preso en la cárcel del pecho.
Prometeo es que, á despecho,
Fijo por férrea cadena
Á la roca de la pena,
Su seno á rasgar se atreve,
Y su propia sangre bebe,
Y con ella se envenena.

¡ Ay!... Pero, necio de mí,


¿Por qué, insensato, me abismo,
Y verdugo de mí mismo
Soy con ciego frenesí?
Si el mundo no fuera así
Centro de miseria y duelo,
Si aquí encontrara mi anhelo
Su plena satisfacción,
¿Sabría mi corazón
Que existe para él un cielo ?

¡Arriba, alma mía... avanza!


Grande eres, de Dios imagen;
Jamás las penas atajen
El vuelo de tu esperanza.
¡Lucha y ora!... En lontananza
Brilla una luz celestial.
¡ Eres un ser inmortal!
¡ Tu vida se halla en la altura!
¿ Qué es un día de amargura
Ante una dicha eternal?

jfnionio de la Cuesta y Sáinz-


BitoMCK>tta»300<X^

FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ


ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

Declara Fr. Jerónimo, aduciendo el ejemplo de grandes escrito-


res que corroboren su sentir, ser indispensable largo tiempo para
que broten maduros y sazonados los partos del ingenio. «No es cré-
dito del autor, dice, ni de la obra, el decir que se hizo en breve
tiempo, si ya no fuese por virtud divina, que no le ha menester;
pero, en el obrar humano, la obra grande pide mucho tiempo, y la
que se hizo sin él, contra sí trae la sospecha de no ser tan consu-
mada ni perfecta, y de cualquiera manera no se libra fácilmente su
autor de justa acusación. Porque, dime, ¡oh tú que blasonas de que
en una hora escribes un tratado, y en un día un libro!, esto es, en
pocas horas y días le compones y publicas: ó el tal escrito ¿es malo,
ó es bueno? Si malo, te culpo porque no tomaste tiempo para ha-
cerle bueno; y si bueno, también te culpo, porque, tomando más
tiempo, le hicieras mejor y más perfecto, pues el remirar la obra
con espacio y sosiego la mejora y perfecciona; luego nunca te pue.
des librar de justa acusación, y menos gloriarte de que le escribiste
en poco tiempo» (i).
No todos los escritores gozan de idéntica penetración y claridad
de ingenio, y por ende son más tardos ó fáciles en producir sus
obras; pero, aun cuando se concedan las más brillantes facultades
al escritor, resultará más perfecta la labor que fuere tejida con más
detenida meditación y estudio. Aclara este punto Fr. Jerónimo con
su habitual maestría, y, por cierto, ofrecida aquí con el mayor
realce y brillo. «Aunque es así verdad, dice, que hay los tales inge-
nios, veloces y repentinos, los cuales, 6 por natural acomodación
de los órganos y humores que disponen para la obra del discurso é

(i) §2.
6l6 EL MONTE CARMELO

inteligencia, ó por facilidad adquirida con el trabajo y uso frecuen-


te, ó, finalmente, por alguna particular gracia infundida del cielo,
más presto y fácilmente que otros perciben, discurren, forman
ideas y las perfeccionan en cualquier materia y asunto que empren-
den, pero nunca, ó muy raras veces, estas obras, así velozmente
fabricadas, si ya no son por especial gracia divina, tienen la per-
fección que aquellas que con sosiego, tiempo y atención profunda
se meditan. Muy constante curso de la naturaleza es, que lo que
más dura al formarse ó engendrarse, eso dura y vive más; y lo que
menos, menos; ora lo consideremos en las semillas y en las plan-
tas, ora en los minerales y en las piedras, ora en los vivientes y
animales... Lo mismo acaece en las obras del arte y del ingenio;
que las que más tiempo y atención costaron á sus artífices, no de-
tenidos por falta de habilidad, sino por sobra de atención, esas vi-
ven , duran y perseveran más que las que sin ese tiempo y atención
se atropellaron más que fabricaron. Estas tan presto mueren como
nacen, y muchas veces no duran más tiempo del que se gastó en
forjarlas, y especialmente los escritos, que, cuando son tales, en
acabándose de leer se comienzan á olvidar, si ya luchando el fasti-
dio y la paciencia en su lectura, no la desamparan al principio.
Los detenidos en su cuidadosa formación... duran y perseveran mu-
cho tiempo, y siete veces leídos y repetidos siempre como la pri-
mera agradan, porque otras tantas veces, con juicioso desagrado del
autor, fueron limados. No sólo agradan como la vez primera, sino
mucho más, y tanto más agradan, cuanto más veces y con atención
mayor se miran, pareciéndose en esto á la verdad, que, cuanto más
de cerca y más veces se mira y remira, se conoce más su hermosura;
como, al contrario, la mentira, á quien semejan los escritos repen-
tinos, que, cuanto más de cerca se mira y reconoce, tanto más des-
agrada, porque descubre lo que es. Lo atentamente escrito, siete ve-
ces leído agradará; esto es, infinitas; que si el número de siete es
misterio de infinidad, á infinito cuidado y desvelo del artífice corres-
ponde agrado y duración infinita de la obra. Dure, pues, mucho en
las entrañas del ingenio, para que después sea perpetua en la me-
moria de los siglos.
»En tanto que la obra está en la oficina de su artífice (el libro
debajo de la pluma de su autor), capaz es de mejorarse... allí, con
aquel amoroso desamor (i) la mira y remira veces sin cuento; allí

(i) Palabras tomadas del célebre Bartolomé Leonardo de Argensola, de cuyos ver-
sos era tan devoto el autor.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 617

la borra y desborra, la pule, retoca y hermosea; prueba en ella las


fuerzas del ingenio, y, compitiendo consigo mismo, se procura ven-
cer, desconociéndose por momentos en las nuevas ideas, luces y
perfecciones que concibe. Y como trabaja por adelantarse á sí mis-
mo, es fuerza que, yendo delante de sí, se vea por las espaldas, y
de esta manera venga á reconocerse por todas partes, sin que de
su obra ni de sí le quede cosa oculta, y exenta del registro y de la
lima. Lo cual todo cesa, despedido el libro de casa, y dándole, como
á los esclavos, libertad, con que se priva del derecho y dominio
que tenía sobre él, sin que después el desengaño, ya tardío, pueda
reparar los descuidos de la pluma, porque en las de sus alas, pu-
blicado una vez, el libro vuela irrevocable... De los borrones, como
de entre las nubes el Sol, sale un escrito más puro y resplande-
ciente, cuanto más en,ellos se detuvo para la enmienda» (i).

José Jgn. Valentí.


(Se continuará).

(1) § 4. Alude también á otros versos de su predilecto Argensola, escritos á un


novel poeta.
$fa.-!$&ts£&C^fai±ti$fa£,
ípSsSSKsSS&SS^^

EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES

VII

lilaos orígenes de la inspiración artística pueden ser muy diversos, se-


Y^ gun la diversidad de los objetos en cuya posesión encuentre su ,
asiento la sensibilidad humana, y en cuya contemplación se deleite su
espíritu, más ó menos absorto, según la fuerza del objeto que le fascina.
Se encuentra en los encantos de la primavera y en las tristezas del oto-
ño, en los hielos del invierno y en los ardores del verano, en la fragan-
cia de las flores y en los gritos guerreros de un combate. «La inspira-
ción artística, ha dicho Burke, puede ser, ó arrancada de la tierra ó
arrojada desde el cielo.» Desde la imperceptible yerba, que parece no
tener ningún objeto para nada ni para nadie, hasta el seno de la Divi-
nidad, recorre la inspiración artística el inmenso camino sin salir de su
propio terreno.
Pero descendamos á casos particulares. El pintor puede aspirar á re-
presentarnos , con todos los atractivos de la naturaleza, y tal como está
en la naturaleza de las cosas, una planta cargada de frutas, por ejem-
plo , ó una escena más ó menos interesante de una ciudad ó aldea. Un
músico puede aspirar á producir con sus notas un placer más ó menos
puro en el alma del hombre voluptuoso, y, en su debida proporción,
puede el arquitecto aspirar á la creación de un edificio en cierto espa-
cio, con cierta simetría y proporciones y de determinada utilidad, se-
gún la idea del que lo fabrica, y en todo ello puede haber inspiración.
No obstante, á pesar de lo que pudieran representar estas ideas, to-
davía no hemos llegado á la verdadera idealización del Arte. La verda-
dera idea del Arte no está reducida al efecto sensible ó terreno, ni al
afecto pasajero que una representación de la naturaleza pudiera produ-
cir en la imaginación ó corazón del hombre: consiste en algo más su-
blime y celestial; consiste también en la representación de las grande-
zas divinas; consist e en elevarse en arranques generosos hasta las regio-
nes del cielo, arrancar de allí rayos de divina inspiración, rayos de di-
vina luz y de celestiales instrucciones, y lanzar sus puras y celestes lu-
ces sobre las terrenas producciones del Arte. Esa inspiración, abarcan-
EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES 6ig

do el cielo y la tierra, Dios, los ángeles y los hombres, sólo se encuen-


tra en el seno del Catolicismo, ó sea en las Artes tal como las cultiva el
Catolicismo.
Queremos ocuparnos por esta vez tan sólo de una parte: de la músi-
ca, y en ésta del canto llano, producción esencialmente del Catolicis-
mo , cuya música sagrada es el canto llano, como parte esencial de su
culto. Mientras el espíritu humano está precisado á permanecer sobre
la tierra, y mientras el corazón del hombre se ve obligado á reducir sus
amores á objetos que .tan sólo pueden poseerse en un valle de lágrimas,
ese espíritu y ese corazón solamente pueden manifestar su vitalidad de
una manera dolorosa, ó tal vez de un modo majestuoso y grave, en
proporción de los objetos majestuosos y graves que entrevé en el por-
venir por medio de la esperanza. Colocado una vez en esa situación el
corazón del desterrado del paraíso, su manifestación más espontánea,
la expresión más exacta de sus sentimientos por medio de la música
será el canto llano Gregoriano, el cual, sin producir demasiadas exha-
laciones del placer, entra en el oído, y del oído pasa al alma en tran-
quila y solemne influencia, habla á los afectos del corazón con el len-
guaje más alto y sublime del culto, y se unifica con el espíritu humano
como la más viva representación de sus sentimientos.
El canto Gregoriano resuena siempre grave y majestuoso, pero tam-
bién resuena siempre doloroso, aun en los momentos de mayor júbilo.
Resuena doloroso', porque la Iglesia de Dios no ha brillado todavía so-
bre la tierra en todo su esplendor, en toda la plenitud de su gloria; por-
que el objeto del culto católico es hacer la reparación á un Dios ofen-
dido por las negligencias del hombre pecador; porque las palabras que
el sagrado artista pronuncia son palabras de un penitente y de un co-
razón contrito, y porque el más alto privilegio del cristiano, aquí en la
tierra, es una santa tristeza, según aquellas sublimes palabras: «Bien-
aventurados los que lloran, porque ellos serán consolados ».
Mucho se ha escrito en favor del canto Gregoriano, y por cierto por
plumas más doctas que la nuestra; pero, con todo, no ha habido todavía
exageración en los elogios que se le han tributado á la más sublime de
las Bellas Artes. Si dijéramos que la idea más exacta del Arte musical
está encerrada en el canto Gregoriano, quizás no sería extralimitarnos
un solo punto del verdadero concepto de la música. La música reina
en el cielo y en la tierra, en los ángeles y en los hombres; en aquéllos
expresa un júbilo infinito, en éstos un dolor que no remite; por lo tanto,
la música del cielo, como expresión de un júbilo infinito, es preciso que
sea alegre; pero la música de la tierra, como expresión del dolor, es
preciso que sea dolorosa.
Todas estas ventajas encierra el canto Gregoriano. Es doloroso como
canto del desterrado, es sublime como canto del que camina hacia una
vida inmortal, y es grave como canto del hombre que está colocado en
medio de los dos extremos; del hombre que, abandonando el destierro,
620 EL MOflTE CARMELO

va á entrar en la patria, y que, cumpliendo la condena, ve abrírsele


la puerta de la cárcel.
Cuando el hombre canta sus alegrías por medio de una música al pa-
recer alegre, hace traición á su corazón. La música alegre no es la ex-
presión espontánea del corazón: es su remedo; es un esfuerzo supremo
para fingir lo que no se siente, una mentira que la garganta dice al co-
razón por medio de una nota. El canto natural del hombre, lo mismo
en los países civilizados que entre los salvajes de todas partes, es triste,
dice Chateaubriand; y si alguna vez canta el hombre sus alegrías, las
canta con la lira destinada al llanto. El corazón humano no tiene más
que una cuerda, la del dolor. Sea mayor ó menor la tensión de esa
cuerda, dará notas más ó menos agudas, más ó menos remisas, pero
siempre serán notas que expresan el dolor. Acercaos alguna vez á es-
cuchar durante algún rato la salmodia de un coro de la Cartuja, donde
se canta con poco artificio, pero exhalando sublimes sentimientos del
corazón, y os parecerá la música más divina y elevada, donde se ponen
en contacto los hombres con la Divinidad. Acercaos también allá á la
caída de la tarde, cuando el sol va á obscurecerse, ala hora en que, en
un convento de monjas carmelitas, ó en el Real Monasterio de las Huel-
gas, se canta la Salve de las Completas, y escucharéis el canto llano en
su más sublime belleza. Allí escucharéis cómo de aquellos nidos de tór-
tolas salen sublimes suspiros envueltos en las notas del canto llano en
su expresión más bella; suspiros que solamente pueden expresarse por
medio del canto Gregoriano, como suspiros de almas que, en destie-
rro todavía, lloran la ausencia de algo misterioso que les falta, el ob-
jeto claro y manifiesto á que siempre se dirigen sus místicos amores.
¡Qué cortos nos han parecido siempre los ratos que hemos pasado es-
cuchándolas!
De este modo, el canto Gregoriano, creado, cultivado y propagado
por el Catolicismo, viene á ser el Arte divino en toda su grandeza, y
fiel intérprete de las esperanzas de una patria imperecedera y de las
tempestades del corazón. Un día dejará de ser la expresión del dolor y
será la expresión de un júbilo eterno.
fr. Samuel de Sta. Jeresa.
FUNDACIÓN DE UN CONVENTO EN VERAPOLY

F - HpARéCEME haber demostrado en mis anteriores escritos la necesi-


^ dad — no ya mera conveniencia — de conventos en la Misión,
principalmente tratándose de misioneros carmelitas que, ó habre-
mos degenerado, ó deberemos abrigar y fomentar en nuestros pe-
chos el amor al trato solitario con Dios, toda vez que "todos los que
traemos este hábito sagrado del Carmen somos llamados á la ora-
ción y contemplación, porque éste fué nuestro principio, desta casta
venimos,,. (La S. M., Moradas, v, 1.)
Con lo dicho habráse comprendido por qué nuestras leyes propias
disponen que en territorios de Misiones se procure establecer con-
ventos de vida regular, siguiendo el espíritu y ejemplo de nuestros
antepasados. Y cuidado, que con esta palabra no me refiero sola-
mente á nuestros antiguos ó modernos habitantes de desiertos, sino
que incluyo á los muchos eminentes varones apostólicos que de las
soledades del Carmelo han ido saliendo á ser en el mundo antorchas
ardientes y luminosas del Evangelio.
De su ilustre pléyade séame permitido mencionar á un San Gerar-
do, apóstol de Hungría, del cual nos hace la Iglesia recitar en el Ofi-
cio canónico este elocuente pasaje, relativo á cuando el santo rey
Esteban le detuvo en sus dominios para ocuparle en evangelizarlos:
"Accedió el siervo de Dios á las instancias de Esteban, compren-
diendo que por su medio le hablaba el Espíritu Santo; mas, huyendo
del estrépito popular, retiróse á un desierto, donde se dio á la divina
contemplación, á ayunos y vigilias por todo el espacio de siete años.
Llamado por el rey, salió del retiro á regir la Iglesia de Dios: á ma-
nera de generoso atleta, presentóse en la arena pertrechado con las
preciosas armas de que la misma soledad le hubo provisto, qua; ipsa
sibi solitudo prastiterat, y, uniendo el ejemplo á la predicación,
consiguió traer al rebaño de Cristo muchas ovejas descarriadas, y
622 EL MONTE CARMELO

acrecentar tanto el número de fieles, que multitud de iglesias logró


su celo levantar por todas partes,,.
Con ganas me quedo de presentar el relieve del insigne San Ange-
lo, á quien un historiador español (Moreno Cebada) apellida "hombre
en el ser, ángel en la pureza y querubín en la sabiduría,,; el cual,
precisamente cuando pasmaba á la tierra y arrastraba á las gentes
con su vida y palabra portentosas, se escondió en un desierto tan
desierto, que nadie pudo dar con él, y al cabo de cinco años de ora-
ción y penitencia volvió á salir al fin, sólo por obedecer las órdenes
del Señor, mereciendo coronar su glorioso apostolado con la palma
gloriosísima del martirio.
Queden á un lado los Cirilos, Corsinos y Pedros Tomás; pasemos
por alto los Mantuanos, Albertos y Averíanos; ni hablemos siquiera
de los Brocardos, Simones Stock y Juanes Soreth, y hasta omitamos
las hazañas de los Juanes de la Cruz, Teresas de Jesús, Magdalenas
de Pazzis y otros y otras mil carmelitas que sin distinción de eda-
des , países ni sexos han rivalizado en santificarse, y llegaron á ser
santos, pontífices, vírgenes, mártires, porque rivalizaron en unir
con estrecho vínculo y desplegar á todos los vientos el espíritu
contemplativo activo, solitario-apostólico, ostentando un día, desde
el fondo de silenciosa cueva, y entre llamaradas de ardoroso celo,
la divisa del gigante Elias, al enarbolar, en presencia de reyes y
pueblos, el ígneo lema Zelo selatus sum pro Domino Deo exerci-
iuum; divisa sagrada de "todos los que traemos este hábito sagrado
del Carmen,,; expresión sublime de que todos, todos, hijos é hijas
del Carmelo, debemos incesantemente mirar desde lo recóndito de
los conventos hacia la inmensidad de los campos evangélicos, y des-
de lo apartado de las Misiones hacia la soledad de los conventos,
místicas cueva? del gran Profeta, patriarca y.prototipo de todos los
carmelitas. 4
No se me tenga, por todo lo dicho, como exclusivista partidario
de conventos en los territorios de nuestras Misiones. No soy exclusi-
vista; lo dice mi propio estado presente, y lo repetiré en estas colum-
nas. Mi empeño ha sido estrechar el espíritu del conventual con la
vida del misionero, patentizando así el verdadero modo de ser del
carmelita descalzo. S é , no obstante, que el tema no queda bien des-
arrollado por falta de doctrina y habilidad en mi pluma; sé también—
esto me duele más—que tanto como á mi modo, al menos, entiendo
este capital punto, estoy lejos de llenarlo. Nadie mejor que yo mismo
puede comprender esta triste verdad; tanto, que no puedo sino con-
fundirme y temer delante de Dios.
Una observación y una aclaración para acabar de dejar mejor
asentado mi pensamiento.
La primera es relativa al celo y obra de Misión, que desde el con-
vento mismo podrán ejercitar y desplegarán ciertamente sus mofa-
MISIONES CARMELITANAS 623

dores. En lo que queda escrito, me he ceñido á considerar la influen-


cia y auxiliar poderosos que del convento dimanarán para los misio-
neros destacados acá y acullá en diversos sitios, á tenor de las nece-
sidades de la Misión. He considerado al convento como importante
factor en orden á sostener en los obreros del Evangelio el espíritu
carmelitano, el espíritu de Elias, varón de Dios, " cuya palabra era
cual hacha ardiente„, y á imitación de aquel gran Bautista, mora-
dor del desierto, que apareció " en espíritu y virtud de Elias „;" gran-
de en la presencia del Señor,,, del cual predijo el ángel que, porque
estaría "lleno del Espíritu Santo, convertiría á Dios á muchos hijos
de Israel„; de los cuales, y demás profetas antiguos, fué divina con-
sumación Cristo Señor nuestro, ejemplar sublime del misionero, "en-
viado por Jesús, como Él lo fué por el Padre „, á recorrer y dejar se-
ñalado con sangre el camino del verdadero misionero, el cual, tanto
debe tratar de identificarse con el espíritu del divino primer gran
Misionero, que pueda exclamar con su insigne imitador San Pablo:
"Vivo yo, mas ya no yo, sino que Cristo es quien en mí vive „, y obra
y perfecciona mi apostolado, puesto que no busco, ni quiero, ni pre-
dico, ni pienso, ni amo sino á Cristo, Cristo en todas las cosas y
Cristo sobre todas ellas:. omnia et in ómnibus CHRISTUS.
Tal es el ideal del varón apostólico; ideal maravillosamente en-
carnado en el Instituto Eliano, en la Orden del Carmen, y llevado á
la mayor perfección por Santa Teresa y su Reforma; ideal á cuya
realización en las Misiones contribuye la vida regular y el retiro sa-
ludable del convento en un grado tal, que en vano estoy cansando á
los lectores por querérselo patentizar cual la importancia del asunto
lo requiere.
Pero obsérvese que, aparte este aspecto, los Padres conventuales
serán por sí mismos cultivadores personales de este campo; serán
misioneros ellos mismos, ejercitarán desde el convento y sin perjui-
cio de la vida de comunidad un apostolado excelente, ora atendien-
do á interesantes instituciones de la Misión, ora trabajando en la
obra de conversiones en sitios todavía incultos ó poco trabajados
por falta de obreros. Y salta á la vista y huelga encarecer la impor-
tancia de esta apostólica cooperación, que la comunidad podrá des-
arrollar con la facilidad y ventajas que una ordenada colectividad
lleva siempre consigo.
Termino con la aclaración apuntada, pues me figuro á los amables
lectores deseosos de saber noticias y pormenores de la Misión más
bien que de largas reflexiones sobre temas menos interesantes á la
generalidad, siquiera sean en sí de la más alta transcendencia. Es-
pérenme quince días, que yo se las prometo muy buenas, muchas y
hermosas acerca de este mi distrito.— Fr.Juan Vicente, C. D. M. A.
624 EL MONTE CARMELO

EL RDO. P. MARTÍN EN ESPAÑA

En el número de 1.° de Agosto dimos á nuestros lectores noticia


de la venida á España del Rdo. P. Martín de la Sagrada Familia, mi-
sionero del Malabar y Vicario General de la diócesis de Quilón, que
viene, á la vez que á reponer su quebrantada salud, á allegar recur-
sos y personal con que atender á la evangelización de aquella her-
mosísima parte de la India, confiada al celo apostólico de los carme-
litas. Dispuestos nosotros á coadyuvar con todas nuestras fuerzas á
sus generosos deseos desde las columnas de nuestra modesta publi-
cación , publicamos hoy la recomendación del Emmo. Sr. Nuncio de
Su Santidad en España, y las testimoniales del limo. Sr. Obispo de
Quilón facultando al susodicho P. Martín para venir á España y exci-
tando la piedad de los fieles en favor de aquellas Misiones, junto con
un artículo del mismo P. Martín exponiendo las grandísimas necesi-
dades de la Misión de Malabar.
NUNCIATURA APOSTóLICA.—Madrid 23 Julio 1901.—Habiéndome
sido recomendado por el Excmo. Sr. Delegado Apostólico de la India
el Rdo. P . Martín de la Sagrada Familia, carmelita descalzo, Vica-
rio .general de la diócesis de Quilón (Malabar), que viene á ésta con
objeto de recoger algunas limosnas y procurar misioneros apostóli-
cos para dicha diócesis, yo por mi parte, secundando los deseos del
referido monseñor, lo recomiendo á los Excmos. y Rvmos. Sres. Ar-
zobispos, Obispos, Superiores locales de la Orden de Carmelitas des-
calzos y fieles. —Hay un sello. —Firmado: t A., Arzobispo de Hera-
clea, Nuncio Apostólico.
Quilón 17 de Abril de 1901. — En virtud de las presentes letras,
con licencia de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide y de
los Superiores de la Orden de Carmelitas descalzos: Facultamos al
Rdo. P . F r . Martín de la Sagrada Familia, religioso de la citada
Orden y Vicario General de esta diócesis de Quilón, para que se
traslade y pueda estar en España durante algunos meses.
Declaramos que el antedicho Rdo. P a d r e , además de estar ador-
nado de buenas costumbres y ser muy benemérito de la Misión de
Quilón, á la cual ha servido con celo verdaderamente apostólico por
el largo espacio de diez y ocho años, no está gravado con censura
alguna ni impedimento que pudiera impedirle la celebración del
santo sacrificio de la Misa, etc.
El viaje del Rdo. P. Martín tiene un triple objeto, á saber: resta-
blecer su salud y recuperar las fuerzas perdidas durante diez y ocho
años de permanencia en este depresivo y enervante clima de la In-
dia; procurar misioneros que vengan á trabajar en esta diócesis , é
implorar la caridad de los fieles en ayuda de esta santa Misión.
MISIONES CARMELITANAS 625

Debemos en conciencia decir que en nuestra Misión, no sólo la


mies es mucha y los operarios pocos, sino también que carecemos
por completo de recursos para el sustento de estos pocos operarios
evangélicos y para realizar las obras que ellos necesitan en benefi-
cio de la conversión de los infieles.
Por la misericordia de Dios, la gracia divina mueve en tal modo á
estos paganos en los últimos años, que su conversión es fácil. El
mismo Rdo. P. Martín ha hecho renacer por las saludables aguas del
Bautismo á más de dos mil almas de entre estos pobrecitos indios.
Algunos pueblos de infieles han pedido la gracia de ser admitidos
en nuestra santa religión; pera como faltan misioneros, ni tenemos
medios para poder asignarles un catequista y erigir una escuela ele-
mental , los así bien dispuestos á convertirse, ó se hacen protestan-
tes, ó continúan en el paganismo. Debiéramos, por lo tanto, edificar
escuelas é iglesias. Amargada el alma y henchido el corazón de
pena, muchas veces tenemos que negar el salario á los catequistas
y el subsidio á escuelas ya fundadas, siendo que de éstos y éstas d e -
pende en gran parte la conversión y perseverancia de muchos. Si
después de recibido el santo Bautismo les falta el misionero, ó en su
defecto el catequista que los asista, la capilla en la cual puedan re-
unirse á orar y la escuela para educar sus niños, ó se vuelven al pa-
ganismo, ó sólo conservan el nombre de cristianos, siendo paganos
por sus costumbres.
No cuenta con medios la Misión para todas estas cosas, y comuni-
camos con sentimiento que hace cuatro años empezamos á construir
cuatro capillas que todavía están sin terminar.
Pedimos, pues, en nombre de Cristo limosnas á las personas pia-
dosas para sostener y acrecentar la fe entre estas gentes, y rogamos
encarecidamente á los limos, y Rvmos. Obispos, Ordinarios y P a -
dres carmelitas descalzos que acojan benévolos al Rdo. P. Martín,
que le asistan á recoger limosnas y no se desdeñen de ayudarle en
su santa obra.—Hay un sello.—Firmado: f Fr. Fernando, Obispo de
Quilón.

Si los millones de indios que habitan entre el Ganges y el Cabo


Comorín tuvieran conciencia de su degradación moral y necesidades
espirituales, me ahorraran el trabajo de venir á vosotros, caros l e c -
tores, en su nombre; pues ellos buscarían el remedio; ellos vendrían
á Europa, invadirían ciudades, pueblos y aldeas, y franqueando á los
afortunados hijos de Jafet las puertas de su informe museo de divini-
zadas alimañas, cual son serpientes, monas, vacas, elefantes, aves
de rapiña, y mil idolillos y objetos mil de superstición, é ilustrando
tales desvíos con la historia que los siglos transcurridos han escrito
con sangre de víctimas y sacrificios humanos sin cuento, "Tened, les
\
626 EL MONTE CARMELO

dirían, tened piedad de nosotros, y si creéis y adoráis esa Víctima


que diz murió en una cruz sobre el Calvario, dádnosla á conocer, en-
señadnos á amarla, y extiéndase por fin el beneficio de la Redención
á los apartados paraj'es de nuestra grande y hermosa Península,,.
Pero ¡ay!, que obscurecidas nuestras potencias mentales, somos im-
potentes para levantar nuestros ojos al Cielo é implorar el Pan santo
cotidiano que da vida al alma sin auxilio de la gracia. La manzana
bíblica estragó tanto el gusto de Adán y sus descendientes, que és-
tos, olvidando que el hombre no vive de sólo panj aspiran única-
mente, cual hijos pródigos, á ocupar un lugar en la manada alrede-
dor de la gamella de las mondaduras, que son, en sentir del Após-
tol, la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la
soberbia de la vida. ¡Cuántas veces he recordado con dolor aquel

Jdo/o de Jravancore (Jfíalabar.)

texto humillante del Real Profeta: Comparatus est jumentis insi-


pientibus et similis factus est illis! ¡Triste verdad, que todavía no
expresa adecuadamente el estado de abyección moral del indio! Éste
va más allá, pues que prostituye su dignidad hasta el absurdo de dar
culto á bestias más viles que el jumento, y rinde homenaje directo al
mismo Satanás.
Desde que Jesús dijo á sus discípulos: Como el Padre me envió,
así también os envío, nuestra solícita Madre la Santa Iglesia, por
medio de sus apóstoles los misioneros, nunca ha cesado de procurar
la salud eterna de las gentes, y siempre corre presurosa doquiera
hay una lágrima que enjugar, un enfermo á quien consolar, una ne-
MISIONES CARMELITANAS 627

cesidad que socorrer, un ciego espiritual á quien iluminar, un alma


que salvar. Animada de este espíritu viene hoy esta amorosa Madre,
por medio de la autorizada voz de dos prelados ilustres y el humilde
misionero que esto escribe, á despertar en vuestros corazones ele-
vados sentimientos de piedad, para que, volviendo vuestros ojos ha-
cia aquellas ovejitas descarriadas en Malabar, les tendáis una mano

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Jdolo de Jravancore (Jfialabar.)

amiga generosa, y, ayudando con vuestras oraciones y limosnas á


los pastores evangélicos que solícitos tras ellas van, os hagáis partí-
cipes de sus merecimientos en la Tierra y gloria en el Cielo.
Es la India el país donde con más descaro disputa Luzbel á Dios el
628 EL MONTE CARMELO

culto de los mortales y posesión de sus almas. Por eso allí, en ese in-
menso coliseo, la Santa Iglesia desciende á la arena representada
por un Delegado apostólico, un Patriarca, siete Arzobispos y treinta
Obispos que, acaudillando un pequeño pero aguerrido ejército de
varones aoostólicos, reta al Infierno, y con el Arcángel Príncipe de
las milicias celestes exclama: ¿ Quién como Dios?
Si la India es el gran palacio real del ángel apóstata, el pequeño
reino de Travancor, con sus 9.364 pagodas, es su trono. Minando ese
trono, restando fuerzas á las huestes del averno, están allí desde el
año 1656 los esforzados hijos de la valerosa Teresa de Jesús, y tal
maña se han dado, y con tal coraje han reñido las batallas del Señor,
y tan alto han izado la bandera de Cristo, el lábaro santo de la Cruz,
que han tenido el consuelo de agregar al redil bendito de la Iglesia
miles y miles de paganos que hoy constituyen seis florecientes dió-
cesis, una de las cuales es la de Quilón, sabiamente regida por el
Rvmo. Fr. Ferdinando Ossi de Santa María, carmelita descalzo,
cuya sentida carta, deplorando los obstáculos con que tropieza su
celo apostólico, encabeza y honra estas líneas. A este santo Obispo
se une el Excmo. Sr. Delegado apostólico en la India, como se indica;
el Excmo. Sr. Nuncio apostólico, y todos tres, como escogidos de Dios,
santos y amados, revisten entrañas de misericordia y benignidad
(San Pablo), y en nombre de la Iglesia, cuyos Príncipes son, llaman
á las puertas de mis lectores para que me reciban con cristiana cari-
dad y presten oído á los tristes ayes de que yo me haré eco en nom-
bre de los miles de almas que en la Misión de Quilón se pierden. Son
estos indios tanto mayor objeto de conmiseración, cuanto que se
pierden, no por mala voluntad, no porque estos hijos de las selvas
resistan al Espíritu Santo, eomo, por desgracia, lo resisten tantos en
este bendito suelo español, sino porque los misioneros están faltos
de recursos para adoptar los medios conducentes á su conversión,
instrucción y perseverancia, y, como dice el venerable prelado, por-
que son pocos, muy pocos los apóstoles que les prediquen el santo
Evangelio y los bauticen en el nombre del P a d r e , del Hijo y del Es-
píritu Santo.
fr. Jflartln,
C.D.,
Vicario General de la Diócesis de Quilón.
( Se continuará.)

Al hacernos eco de estos ayes y ruegos en las columnas de E L


MONTE CARMELO , y en la esperanza de que serán acogidos caritati-
vamente por nuestros piadosos lectores, desde este número abrimos
en esta Administración una subscripción á favor de las necesidades
expuestas por el R. P . Martín, para que éste, al volver á su Misión,
MISIONES CARMELITANAS 629

pueda presentar á su limo. Sr. Obispo el óbolo, pequeño ó grande,


ofrecido por nuestros lectores para la propagación de la fe en aque-
llas regiones y la salvación de aquellas pobres almas, y solicitar
p a r a nosotros su pastoral bendición.

SUBSCRIPCIÓN Á FAVOR DEL R. P. MARTÍN,


VICARIO GENERAL DE Q U I L Ó N

Pesetas.

L a Revista E L MONTE CARMELO 25


L a Imprenta de la misma 12,50

-f¡->—B

UNA PREGUNTA... HORRIPILANTE


(SONETO ESTRAMBóTICO)

Ya no hay negras mazmorras, ni hay hogueras,


Ni corozas hay ya, ni sambenitos;
Ni los hombres malvados mueren fritos
En hirvientes y hondísimas calderas!...
Pero, en cambio", se inventan mil maneras
De tormentos; sí tal, son inauditos;
Jamás se castigaron los delitos
Así, ni en las repúblicas de fieras.
A los jueces severos y prudentes
Que de judíos, árabes y moros
Libráronnos á ibéricos creyentes,
Sustituyen, rompiendo los decoros
Del natural derecho y el de gentes,
Los revólvers, veneno, estoques, toros.

Pregunto—con perdón:—
¿Esto habría si hubiese Inquisición?
fr. florión del Carmelo Veres¡ano,
C. D.
ITlTm|pitflirriytTTjn*TTT^Tinr^^ llTgTlTTIll*1>Tpll
-
vTt »^1>» «p
/» i^t »T« «^p» «T» •T» *T*« "T"»«"T» •'T» «n"» «"T"»•*!>• «•T»•"T"" ^"« «^ •p

SECCIÓN CANÚN1C0-LITÚRGICA

SUBSANACIÓN DE LAS NULIDADES COMETIDAS EN LA ADMISIÓN


Á LA COFRADÍA DEL CARMEN

Beatissime P a t e r : Beatísimo P a d r e :
P. Praepositus Generalis Carme- El P . Prepósito General de los
litarum Discalceatorum, ad Sa- Carmelitas Descalzos, postrado á
crorum P e d u m osculum provolu- vuestros sagrados pies, expone á
t u s , exponit S. V. non raro con- Vuestra Santidad que frecuente-
tingere -ut Christifideles qui ad mente sucede que los fieles cristia-
-Confraternitatem B . M. V. de Mon- nos que piden ser admitidos en la
te Carmelo admitti postulant, in- Cofradía de la B . V. M. del Monte
valide recipiantur, tum ob omis- Carmelo son recibidos inválida-
sam nominum inscriptionem, tum mente, ó por omitirse la inscripción
ob aliam causam. N e itaquepraefati de sus n o m b r e s , ó por otra causa.
Christifideles gratiis et privilegiis Mas para que estos fieles cristianos
memoratse Confraternitati conces- no estén privados, sin culpa suya,
sis inculpatim priventur: Orator de las gracias y privilegios de di-
Sanctitatem V e s t r a m humiliter cha Cofradía, el exponente pide
humildemente á Vuestra Santidad
exorat quatenus r e c e p t i o n e s ad
e a m d e m Confraternitatem, qua- que se digne benignamente subsa-
cumque ex causa usque ad h a n c nar las recepciones á la misma Co-
diem invalide p e r a c t a s , benignefradía que por cualquier causa se
sanare dignetur. Q u o d , etc. hubieran hecho inválidamente has-
ta la fecha. L o c u a l , etc.
S. Congregatio Indulgentiis Sacris- L a S. Congregación de Ind. y
que Reliquiis prceposita, utendo facul- Sag. Reliq., en virtud d é l a s facul-
tatibus a Sanctissimo Domino Nostro tades especiales concedidas por
Leone PP. XIII sibi specialiter tri- nuestro Santísimo P . León X I I I ,
batis, petitam sanationem ad effectum benignamente concede la solicita-
de quo agitur benigne concessit. Gon- da subsanación al efecto de que se
trariis quibuscumque non obstantibus. trata.
D a t u m Romae ex Secretaria ejus- Dado en R o m a , en la Secretaría
dem S. C. die 3 Julii 1901.—Se- de la misma S. C , en el día 3 de
r a p h . Card. Cretoni, Prcefectus.— Julio de 1901.— Seraf. Card. C r e -
FranciscusSogaro, Archiep. A m i d . . toni, Prefecto.—Francisco Sogaro,
Secretarius. Arzob. Amid., Secretario.
JliliESTAS DEL CARMEN EN LA SERENA (CHILE).—Por una carta que he-
T • mos recibido vemos regocijados la solemnidad y entusiasmo con
que se ha celebrado la Novena de Nuestra Santísima Madre del Car-
men, en la nueva iglesia de las Carmelitas descalzas de la ciudad de
la Serena, predicando los más distinguidos oradores de la Catedral
y del Seminario, y estando la parte musical dirigida por el insigne
maestro Sr. Barahona. El día de la fiesta principal acudió el dignísi-
mo Prelado de la Serena, limo. Sr. Dr. D. Florencio Fontecilla, y
dio la sagrada Comunión á la Comunidad y á numeroso pueblo, que-
dando muy complacido de la solemnidad de la fiesta y bendiciendo
al Señor por la construcción del nuevo templo levantado de provi-
dencial manera.
Estas solemnidades se aumentaron con la ceremonia de la toma
del hábito carmelitano de la Srta. María Ercira de Jesús, de diez y
ocho años, á quien impuso el velo el Sr. Rector del Seminario, diri-
giendo en aquel acto una elocuente exhortación sobre los deberes de
la vida religiosa y sublimidad de la vocación. La concurrencia agol-
pada á las rejas era numerosísima, y se veía en sus semblantes la
emoción que les inspiraba la solemnidad del acto. Que el Señor con-
firme á la nueva novicia en la vocación para que la ha elegido.
L A SANTA MISIóN DE CARMELITAS EN BARCIA DE GALICIA.—Reve-
rendo P. Director de E L MONTE CARMELO.—Desde hace catorce años
vienen celebrándose con la solemnidad posible la Novena y Fiesta á
Nuestra Señora del Carmen de Barcia de Lalín, bajo la dirección de
la Junta directiva de la Cofradía, fundada en 1897, á cuya cabeza se
halla el párroco fundador, D. Daniel F. Ledo. Siempre llamó la aten-
ción la fiesta anual del Carmen de Barcia; pero, principalmente de
siete en siete años, hacen una extraordinaria en memoria de las siete
alegrías de la Virgen. Ya en el año 94 agotaron, por decirlo así, los
medios que tenían á mano para obsequiar á nuestra Patrona del
Carmelo; y para este año 901 se le ocurrió al párroco la idea de una
Santa Misión de P P . Carmelitas que coincidiera con la fiesta. Todos
los amigos á quienes pidió consejo le animaron, y el 19 del mes C a r -
632 EL MONTE CARMELO

melitano tuvo la satisfacción de recibir á los dos P P . Carmelitas des-


calzos Fr. Quintín de Jesús y Fr. Simón de la Cruz. Los señores pá-
rrocos, sacerdotes y particulares legos, que acompañaron á los Pa-
dres en el trayecto que separa á la parroquia de Barcia de la carrete-
ra, así como el repiqueteo de las campanas de las cuatro parroquias
por donde atravesaron, y bombas disparadas en dos de ellas, indica-
ron el júbilo con que eran recibidos. En aquel mismo día dio principio
el P. Quintín á la santa Misión, recordando á los fieles el fin para que
nos creó Dios. En el segundo día ya tuvieron necesidad de predicar
al aire libre, porque los señores curas de Villatuge, Sotolongo y Gre-
sande vinieron en procesión con los respectivos feligreses al ejerci-
cio de la tarde. Pero, sobre todo, en las pláticas de las seis y nueve de
la mañana aumentó el número de forasteros, unos atraídos por la
doctrina, otros por la elocuencia, otros por las costumbres morigera-
das de los P a d r e s , y los más por la caridad y cariño con que trata-
ban á todos, y de tal manera se acrecentó el concurso, que, si no fue-
ra por la voz penetrante que Dios concedió á ambos Padres, no
hubieran podido complacer y dominar aquella reunión de diez, once,
doce y catorce mil personas, como he oído calcular en diferen-
tes días. Con el ejercicio de las nueve para los niños, y el Rosario de
la tarde y conclusión del sermón, alternaban hermosos cánticos di-
rigidos con sumo acierto por el P. Simón, que, con la paciencia de una
madre cristiana cuando quiere instruir á sus hijos, logró grabarlos
en la mente de estos campesinos de tal suerte, que á todas horas se
oye hoy por el campo, entre otras, aquella tan conmovedora invo-
cación: "¡Oh Virgen del Carmen, sed Vos nuestra guía!,, El 27 se
celebró el acostumbrado aniversario por los Hermanos mayores de
la Cofradía ya difuntos, y se cantó un responso por cada uno de los fa-
llecidos en el año, como ordenan los Estatutos de la Hermandad, con
asistencia de veintidós señores sacerdotes y predicando el P. Quin-
tín. El 28 hubo numerosísimas comuniones, y tuvo lugar la Fiesta
anual con Misa solemne y después la procesión, en la que acompa-
ñaron á la hermosa Virgen del Carmen imágenes de otros Santos
que más llaman la atención en las parroquias vecinas, y las siete
cruces con sus banderas y estandartes de las parroquias que asistie-
ron con procesiones á la Misión. Al llegar la procesión á la hermosa
robleda en donde se celebró aquélla, subió al pulpito el P. Simón,
y pronunció un sermón tan elocuente, que sería lo bastante para
cautivarse el cariño y fama que por varios títulos dejó entre estas
gentes. También una banda de once músicos, y gran número de cohe-
tes y bombas, amenizaron la fiesta.
A la tarde, después de varios avisos prácticos (1) y bendición de

(1) Estos avisos prácticos fueron, entre otros, sobre los requisitos para ganar las
indulgencias del santo Escapulario, que me complazco en reproducir aquí, para que
más fácilmente los recuerden muchos de los asistentes á la Misión:
i.° Recibir la imposición del Escapulario de manos de un sacerdote autorizado
para ello.
CRÓNICA CARMELITANA 635

objetos piadosos, que los fieles adquirieron en las muchas y bien sur-
tidas tiendas que concurrieron de Santiago y Pontevedra, dio fin el
P. Quintín á la santa Misión dando las gracias á aquella multitud
por la compostura y buen orden observados, y arrancando las lágri-
mas á todos con un ¡ adiós, hasta la eternidad!, dado en su nombre y
en el de su compañero.
No pensaron volver á hablar; pero, al observar más tarde el P. Si-
món desde el atrio de la iglesia aquella multitud que se apiñaba para
venerar la hermosa cruz, recuerdo de la Misión, con el escudo c a r -
melitano, se decidió á improvisar una hermosa y conmovedora pláti-
ca, pronunciada sobre el mismo muro del atrio, terminando con vivas
á la Religión, á España, al Apóstol Santiago, á Galicia y al pueblo
de Barcia, que la multitud acogió con frenesí.
Honor y gloria á los RR. PP. Carmelitas que supieron tan perfec-
tamente conquistar el corazón de los habitantes de esta comarca.
Gratitud inmensa á todos los señores que de alguna manera coadyu-
varon á que Barcia tenga hoy la gloria de ser la primera parroquia
de Galicia que recibía para misión á los P P . Carmelitas. La Herman-
dad conservará los nombres de muchos que ya en años anteriores y

2. 0 Que el nombre del cofrade se inscriba en el libro de la Cofradía.


3 . 0 Que el .cofrade lleve siempre el Escapulario.
Para ganar el privilegio de la Bula Sabatina se requiere además:
i . ° Guardar castidad, según el estado de cada uno; esta obligación no impide cam-
biar de estado.
2 . 0 Para los que saben leer latín, rezar diariamente el Oficio parvo de la Virgen
(los que están ya obligados al rezo del Oficio canónico ú Oficio parvo satisfacen á la
presente obligación con un solo acto); mas los que no sepan leer latín deben observar los
ayunos prescritos por la Iglesia y guardar abstinencia el miércoles y sábado de cada
semana, excepto el día de Navidad de Nuestro Señor, cuando concurra en uno de esos
días. Los cofrades que por causa razonable no puedan cumplir alguna de estas pres-
cripciones, pedirán conmutación á los religiosos confesores de la Orden del Carmen ú
otros sacerdotes que tengan facultad.
La costumbre de rezar siete Padrenuestros diarios y catorce los miércoles y sábados,
no es obligatoria para ganar estos privilegios, á no ser que se señalen como obra de
conmutación de las antedichas obligaciones.
Como explicación de los*sobredichos requisitos, se puede añadir:
i . ° Que antes de imponer el santo Escapulario debe bendecirse, guardando en la
bendición é imposición el orden y fórmula prescritos.
2 . 0 Que el santo Escapulario debe ser impuesto por el mismo que lo bendice.
3 . 0 Estando prescrito que el primer Escapulario esté bendecido, si, por la escasez
de Escapularios, uno solo sirviera para imponerlo á muchos cofrades, el primer Escapu-
lario que éstos usaren debe estar también bendecido.
4. 0 Para la validez de la imposición no es necesario que se haga área collum, ca-
yendo cada una de las cintas sobre cada uno de los hombros del cofrade; es suficiente
que se haga uni tantum humero, de modo que las dos cintas descansen sobre uno de
los hombros, con tal que una parte del Escapulario caiga por delante y la otra por
detrás.
634 EL MONTE CARMELO

en el presente se distinguieron por la devoción á la Virgen del Car-


men, entre los cuales debo nombrar á los señores curas de Ponte,
Moalde, Laro, Refojos y D. José Torres de Trasdeza; señores arci-
preste de Deza y curas de Espiñeira, Villatuge, Sotolongo, Gresan-
de, Villanueva, Lalín, Santiso, Sello, Prado y Botos; los presbíteros
D. Secundino Gutiérrez, D. Constantino Palmaz, D. Manuel Pana-
deiro, D. Francisco Villar, D. José Galego, D. Juan Froiz, D. Emi-
lio Iglesias y D. Ramón Ramos; los legos D. Marcelino Otero y su
señora Doña Josefa; Doña Emilia Noel y familia del Sr. Ramos, de
Buenos Aires; Doña Manuela García y su hijo D. José, de Montevi-
deo; D. Hipólito Codesido, de Pontevedra; D. José García, médico
de la Bandeira; Doña Antonia Iglesias y familia, de Breija; D. Ma-
nuel Fondovila, de Oleiros; D. Amancio Moure, de Lalín; D. José
Domínguez, de Bendoiro; D. José García, de Barciela; señora viuda
de Várela y D. Manuel Rodríguez, de Villatuge; Doña Rafaela Ma-
driñán, de San Lorenzo; señora viuda de Louzao é hijo D. José, del
Onteiro; D. Antonio Iglesias, de Castro; D. José Sánchez, de Souto;
Sres. Peña de Quinta, D. Manuel Noguerol y hermano D. José y se-
ñores de López, de Soutullo; señores de Fallón y Gamallo, de An-
seán; D. Juan Sotelo y Doña María Josefa Mato, de Sotolongo; don
Ricardo López, de Mouriscade; D. Manuel, Doña María Ramos y'
Doña Marcelina Várela, de Afomín; D. Jesús González, Doña Josefa
Gil, D. José Gamallo, D. Manuel Barros, D. Benito Otero con su es-
posa, D. Francisco Otero con su esposa, Doña Adela Sanjulián y
D. José Otero, de Barcia; D. José Taboada, D. Paulino Rodríguez,
D. Ignacio Pichel, D. Ramón Pórtela, D. Lorenzo Taboada y Doña
Josefa Gómez, de Rivela; D. Miguel Rodríguez, D. Ignacio García,
D. Francisco Casal y D. Benito Mouriño, del Onteiro; y D. Manuel
Revoredo, D. José Larroy y D. Ramón García, de Amboade, y otros
muchos que, como á los anteriores, temo ofender por publicar sus
buenas obras; pero hemos llegado á un tiempo que es necesario pu-
blicar que hay fe en España. Y al terminar y dar á todos la enhora-
buena, no me olvidaré de uno que me merece especial mención, el
hermano del señor cura D. Manuel F. Ledo, secretario del Juzgado
de Monterroso, por su incesante desvelo y solicitud en querer servir
y complacer á todos, obsequiándonos en lo corporal, á fin de que
hasta en ese terreno marchásemos contentos de Barcia.
Que sea todo á mayor honra y gloria de Dios y de la Santísima
Virgen del Carmen.
Y anticipándole las gracias, Rdo. P. Director, por mandar publi-
c a r en la Revista esta tan larga y monótona relación, y pidiendo
á V. R. y á todos me dispensen tantas faltas, queda de usted afec-
tísimo q. b. s. m., Un Hermano del Carmen de Barcia.
La VIDA DE LA VENERABLE ANA DE JESúS.—Hemos recibido de la
Madre Priora de las Carmelitas descalzas de Ruiloba (Santander)
la siguiente circular:
"Me permito anunciar á V. la próxima publicación de la Vida de
nuestra Venerable Madre Ana de Jesús, fundadora de los conven-
CRÓNICA CARMELITANA 635

tos de Veas, Granada, Madrid, en España; los de Francia y los de


los Países Bajos, escrita en francés por el Rdo. P . Bertoldo Ignacio
de Santa Ana, y traducida al castellano por una religiosa de esta
Comunidad; precedida de un prólogo del Excmo. é limo. Sr. Obispo
de Lugo.
Según informe de persona de saber, dicha obra merece los hono-
res de ¡la publicación, aparte de lo esmerado de la traducción, por
las múltiples noticias y documentos que contiene, viniendo á comple-
tar, en cierto modo, las obras de nuestra Seráfica Madre Santa Te-
resa de Jesús, según manifestación del Emmo. Cardenal Arzobispo
de Malinas en su aprobación á la edición francesa.
Careciendo de recursos esta Comunidad para la impresión de la
primera edición española de este importante libro, se propone lle-
varla á efecto si logra reunir suficiente número de subscriptores
conforme a l a s condiciones que pueden verse en la tercera página.
De V. humilde sierva en Cristo.— Petra de San Elias, Priora,,.
Condiciones de la publicación:. La Vida de la Venerable Ana de
Jesús constará de dos tomos en 4.°, buen papel, esmerada impresión
y tipos nuevos como los de la presente circular.
Costarán los dos tomos, franco de porte y certificado, nueve pese-
tas, que deberán ser abonadas al recibo del primer tomo.
Los pedidos pueden dirigirse al Carmen de Burgos.

R. I. P.— Ha fallecido en el Convento de San José, de Valencia,,


asistida por el M. R. P. Provincial, la Hermana Elena de Jesús, álos
treinta y nueve años de edad y diez y ocho de religión, que durante
su vida ejecutaba con el más encendido fervor todos los actos de la
vida religiosa, y por el cual habrá' recibido el premio en la región
de los santos. Nuestro más sentido pésame á la Comunidad.
?R0CESO DE BEATIFICACIÓN DEL P . LA COLOMBIÉRE.—El d í a 11 d e
Agosto, en el Palacio Apostólico del Vaticano, y en la augusta
presencia del Vicario de Jesucristo, de varios príncipes de la Iglesia
y de otros distinguidos personajes, el arzobispo de Laodicea, secre-
tario de la Sagrada Congregación de Ritos, leyó el decreto en que
se declaran heroicas las virtudes del venerable Claudio de la Colom-
biére, S. J., primer apóstol de la devoción al Sagrado Corazón de
Jesús.

L A IMAGEN DE SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE. — Con destino á


la Basílica Vaticana, acaba de terminar el escultor Aureli el modelo
en yeso de la estatua de San Juan Bautista de la Salle, fundador del
Instituto de las Escuelas Cristianas.
Todos los fundadores de Órdenes religiosas gozan, cuando son ca-
nonizados, del privilegio de tener una estatua en la Basílica de San
Pedro, con lo cual quiere demostrar la Iglesia que las Órdenes mo-
násticas son el más firme sostén de la obra del Príncipe de los Após-
toles.
SANTOS DE LA AMéRICA DEL NORTE.—LOS Estados Unidos, ese país
que no se ha distinguido hasta ahora por sus sentimientos católicos,
va á contar dentro de poco con algunos Santos.
Ya se halla muy adelantada la causa de beatificación del Venera-
ble Juan Neuman, obispo de Filadelfia, que fué introducida en D i -
ciembre de 1869.
Algunas otras causas se hallan pendientes de introducción, gra-
cias á las activas gestiones de Mons. Martinelli, representante de Su
Santidad en los Estados Unidos; entre ellas figuran la de Mons. Ba-
r a g a , primer obispo de Marquette; del P . Seclos, párroco de la igle-
sia de los P P . Redentoristas en Nueva Orleans; de la Madre Setón,
fundadora de las Hermanas de la Caridad en América, y de SorDu-
chesne, religiosa del Sagrado Corazón.

RESTAURACIóN DEL CANTO GREGORIANO.—El Dr. Wagner, profesor


de Historia de música sagrada en la Universidad Católica interna-
CRÓNICA GENERAL 637

cional de Friburgo, en Suiza, ha recibido del Emmo. Cardenal Sa-


tolli, prefecto de la Congregación de Estudios, una carta en la cual
se le alienta á realizar el proyecto de institución de una Academia
de Canto Gregoriano en dicha Universidad. Academia que se insti-
tuirá, en efecto, bajo el nombre y los auspicios del Santo Padre.
"Puedo asegurar á usted, léese en la carta, que así como se satisfa-
ce grandemente el Padre Santo en contemplar la filosofía de Santo
Tomás, restituida en esta Universidad á su nativo esplendor por los
hijos de Santo Domingo., así también mira ahora comqlacido resta-
blecerse á su pureza primitiva ese acto de gran disciplina de la Igle-
sia romana, el canto litúrgico „.
NUEVO ATENTADO ANARQUISTA.—Ha sido víctima de un atentado con-
tra su vida el Presidente de los Estados Unidos, Mac-Kinley. A pe-
sar de las dos heridas recibidas, á la hora en que escribimos estas
líneas hay esperanzas grandes de salvar la vida á Mac-Kinley.
ALEMANIA Y CHINA. —El Emperador de Alemania ha recibido, en
presencia de los altos dignatarios de su corte, al Príncipe chino
Tchiun, que ha venido á dar explicaciones, en nombre de su sobera-
no, por el asesinato del embajador alemán en Pekin, barón de Ke-
teler.
EN COVADONGA.—Ha sido solemnemente inaugurada y consagrada
la Basílica dedicada á Nuestra Señora de las Batallas, asistiendo á
las fiestas varios Rvmos. Obispos.
RAZóN Y FE.—El día 1.° de este mes se publicó, y recibimos, el pri-
mer número de la importantísima Revista que con este título redac-
tan en Madrid los Padres de la Compañía de Jesús. Como era de es-
perar, resulta una publicación completa y verdaderamente científica,
digna de los ilustres redactores encargados de su confección, y
cuya competencia es notoria. A continuación tenemos el gusto de re-
producir el interesante sumario de dicho primer número:
"A los lectores „, La Redacción; " La licencia libre y la revelación
en el siglo xix„, por L. Murillo; "¿Es moderno el problema de la edu-
cación ?„, por J. M. Aicardo; " ¿Por qué se odia á los religiosos ? „, por
P . Villada; "El verdadero puesto de la filosofía entre las ciencias,,,
por J. J. Urraburu; "Santiago de Galicia,,, por F . Fita; "Una cele-
bridad desconocida,, por J. Alarcón; "Viajes de herborización por
Galicia», por B. Merino; "Examen de libros.—Teoría del arte,,, por
R. Ruiz Amado; "Los verdaderos principios de derecho natural, po-
lítico y social,,, por N. Noguer; "Noticias bibliográficas„, por P. V.;
"Crónica científica.—La nueva estrella de la constelación de Perseo.
El último Congreso internacional sobre la tuberculosis,,, por B. F . Va-
lladares; "Boletín canónico.—El uso de lacticinios en España. Cele-
bración de la Misa en las naves. Declaración sobre el indulto conce-
dido á la América latina. Declaracióa sobre el Jubileo, etc.,,, por
J. B. F e r r e r e s ; "Noticias generales».
Se pueden augurar felices auspicios á Rasan y Fe.
638 EL MONTE CARMELO

Saludamos con cariño al nuevo colega, y deseárnosle toda clase de


prosperidades en su grandiosa empresa.
NOTICIAS VARíAS.—Durante esta primera quincena de Septiembre
apenas ha llamado la atención pública otra cosa que los viajes que-
han realizado, ó proyectan realizar, algunos ministros y determina-
dos personajes políticos.
Aunque, en el calendario constitucional español, el mes de Sep-
tiembre ha sido siempre muy sonado, en lo que llevamos de mes lo
único que ha sonado ha sido el choque entre los marinos de la escua-
dra que acababa de regresar con la familia real á San Sebastián , y
un periódico tradicionalista de la capital donostiarra donde apare-
cieron frases que aquéllos conceptuaron ofensivas y desprestigiosas,
resultando del choque heridos dos redactores del periódico y tres
marinos.
Próximo á terminarse el verano y las vacaciones de la gente polí-
tica, empieza á apuntarse algo de loque será tema de las discusiones
en el Parlamento, cuya apertura se anuncia para después de media-
dos de ¡Octubre, y los hombres públicos hacen declaraciones se-
ñalando programas de gobierno; y hasta hablase de una reconcen-
tración de las huestes que capitanean los Sres. López Domínguez,.
Tetuán, Romero Robledo y algún otro; algo así como un partido,
nuevo que empiece á funcionar con el nuevo reinado, conformán-
dose á aquella frase que algún día pronunció el Sr. Cánovas del Cas-
tillo: "A rey nuevo, partido nuevo„.
Como todos los años, una buena parte de gente ha querido evitar
la monotonía de la vida de verano haciendo excursiones en que el
ánimo se solaza con la vista de nuevas regiones, y se establecen nue-
vos lazos de comunicación y amistad. Esta vez ha tocado la suerte A
Portugal, adonde ha ido buen número, de españoles, siendo recibi-
dos y festejados por los portugueses con mucha cordialidad y afec-
to, y los portugueses, á su vez, han pagado la visita viniendo tam-
bién en gran número á la capital de España. Estas relaciones y mu-
tuos obsequios demuestran lo bien dispuestos que están los ánimos
en España y en Portugal para unir más nuestra vida y nuestros des-
tinos, y , ya que no unificarnos bajo un régimen común, unificarnos
con el comercio frecuente de ideas, de sentimientos, de productos,
y, olvidando pasadas diferencias, apretar los vínculos que la ley de
la Naturaleza ha creado entre nosotros, para dejar de ser un gigante
dividido en dos pigmeos que mutuamente se miran con recelo y des-
confianza.
EL FILÓSOFO Y EL ZAPATERO

En una estancia sombría, Te repito, majadero,


un filósofo ya rancio, que te alejes presuroso
presa de mortal cansancio, y me dejes con reposo,
arma fuerte algarabía, ó te pongo yo el sombrero.
porque su magín no entiende — Escuche usted, D. Simpronio.
cómo el pobre del cangrejo —Ni señor ni caracoles.
anda hacia atrás ya de viejo, Márchate con tus peroles
sin que en aquesto se enmiende. en otra parte á freír.
Maravilloso es por cierto, — ¡Qué me dice, señor mío,
dícese á cada segundo, si peroles naide lleva!
que en este crustáceo inmundo Una pantufla .es de prueba
haya tanto desconcierto; lo que traigo en este lío.
porque si, en verdad, Natura Don Simpronio en este instante
va en progresión ascendente, dio en la mesa un puñetazo,
¿por qué este cangrejo ingente y á un cangrejo el espinazo
por lo mismo no procura ? le rompió y dejó expirante.
En aquesto el tío Benito, No puede ser, no lo entiendo—
de remiendos zapatero, gritaba con grande priesa;—
tan feo como majadero la humanidad no progresa
y más delgado que un pito, y el que diga: lo comprendo...
apareció en su presencia, es un loco ó un ignorante,
y con voz aguardentosa ó mejor un vil camueso,
y en extremo temblorosa digno de meterle preso
díjole con gran decencia: por su saber petulante.
—Buenos días, D. Simpronio. Repuesto Benito un tanto
—Muy malos son, tío Benito. del sobresalto cogido,
—¿Malos? al oir aquel ruido
—Sí, mucho, repito, le habló con temor y espanto:
y vete con el demonio. Pero, señor, ¿quién le dice
—Es que le traigo de prueba que suceda lo contrario,
una linda zapatilla, pa que se ponga tan agrio
que es del arte maravilla, conmigo que nada hice ?
y como naide la lleva; Hace tan solo un momento,
y si le agrada la hechura que en la calle á un zanganote
haréle la compañera, en na le rompo el cocote
y andará esta primavera por darle mal tratamiento,
en la casa con holgura. y usté, en cambio, de su casa
640 EL MONTE CARMELO

poco menos que á empujones, — ¡ Cómo! ¿ Tú, gran papanatas ?


sin tener na de razones, —Sí, lo dicho, y no se espante;
me arroja como una masa. pero mire: en adelante
Cállate, Benito, calla, no me estire más las patas,
que tengo tal la mollera... porque á veces yo me irrito
que parece una grillera y en menos que canta un gallo
dentro de la misma haya. se pué armar un dos e mayo;
No es el enojo contigo; conque así contenga el grito.
es con aquellos bribones ¿Cómo quiere, buen señor,
que no escuchan las razones que camine pa delante
que yo de la ciencia sigo. este animal apestante,
Y aquí está este crustacejo, si así no lo quiere Dios ?
el tipo más acabado —¿Qué sabes tú, gran pollino,
que llama el sabio malvado. si no remendar zapatos
¿No le ves? Es un cangrejo, y hacer grandes garabatos
que les dice fuertemente: impulsado por el vino,
Vuestra ciencia es desvarío, para atreverte á decir
pues yo en nada me desvío que Dios se ocupa del bicho
de caminar contra gente. que á su merced y capricho
¿No me entiendes? Pues escucha. corre y salta por aquí ?
Toma asiento en esta silla —No lo entiendo eso en verdad,
y oirás una maravilla. pero sí muy claramente •••
¿Qué sientes? La peste es mucha. que esta desgraciada gente,
—¿Y á qué hueles, majadero? es decir, este animal,
—A cangrejo tan podrido... en caminar capa tras
que dejara sin sentido se ve claro su porgr eso,
á cualquier sepulturero. y apostara mi pescueso
—¿Y es posible? ¿ya se altera? que es esto muy gran verdá.
¡Si hace sólo una semana —¿Acaso ignoras, Machuca,
que le encontré una mañana que alante vas solamente
en un barco de pesquera!... porque llevas en la frente
Pues, Benito, tu presencia los ojos, y no en la nuca?
me es necesaria al presente, Paróse aquí el tío Benito
pues así, palmariamente, y la frente se rascaba,
tú verás por experiencia en tanto que le miraba
cual natura no progresa Don Simpronio de hito en hito.
y, al contrario.,. para atrás Está claro, buen señor;
caminar ya le verás •„ por lo mismo anda pa tras
cuanto quepa en tu rudeza. este pobrete animal,
Aquí el pobre zapatero otra vez con fuerte voz
la gota gorda sudaba, dijo el zapatero al cabo,
al pensar que le esperaba y de aquí no hay quien me mueva.
ayunar un día entero. —¿Cómo?
Y á sus solas se decía: — Sí, pues él los lleva
Si de aquesta salgo ileso, colocados junto al rabo.
te aseguro que el pescueso — ¿En qué rabo, papanatas
no me verás otro día. (el filósofo irritado
Mas D. Simpronio entre tanto le gritó desesperado),
comenzó su conferencia, si éstas son sólo las patas ?
con su postiza elocuencia, Escuche usté, D. Ciruelo;
la que oía con espanto mire bien por este lao,
el remendón de Benito, y verá que fué cortao...
quien hastiado ya de ciencia — ¿Por quién?
díjole con imprudencia, —Por... por... por su abuelo.
mirándole de hito en hito: Y sin esperar razones
Pues D. Simpronio, estoy viendo, el tío Benito partióse,
que se halla muy atrasao, y á D. Simpronio dejóse
pues aún no ha vislumbrao hecho un mar de confusiones.
lo que yo muy bien comprendo.
fr. festivo.
^Z^fTTtM,

Año II. i° de Octubre de 1901. Núm. 31.

YENIDÁ DE LA VIRGEN DEL PILAR

ALUD, sultana del Ebro, hermosa saraku-


sa, salud!
Permite al pobre.trovador que busca en tu
recinto inspiración para sus cánticas, tradicio-
nes para sus leyendas; permite, heroica ciu-
dad , que te dirija mi más entusiasta salutación.
¡ Zaragoza!
¿Quién al leer tu historia, quién al saber las
brillantes páginas que en ella guardas, no pro-
nuncia tu nombre con admiración y respeto?
¡Ciudad eminentemente católica! Tú fuiste
de las primeras que abrazaron el Cristianismo.
Ciudad valiente y heroica, nos haces recor-
dar con entusiasmo las hazañas y proezas de
tus Alfonsos, de tus Jaimes y tus Pedros, y las
de aquellos bravos que, teniendo en tanto la
independencia de su patria, supieron causar
la admiración de la Europa entera.
642 EL MONTE CARMELO

II

Consumado estaba el sacrificio.


Había ya venido al mundo el anunciado por los profetas, y
como éstos también lo predijeron, moría víctima de aquellos
mismos que con tanta ansia le esperaban.
Ramos, flores y palmas tendiéronle á su entrada en Jerusalén.
El que había hecho su entrada en triunfo en aquella ingrata
ciudad, salía después de la misma, camino del Calvario, entre
los denuestos é injurias de un pueblo cruel y bárbaro.
El Dios-Hombre perecía en un patíbulo afrentoso; pero la se-
milla estaba ya esparcida.
El árbol de la vida debía extender sus frondosas ramas, brin-
dando al mundo entero con frutos de bendición.
La ingratitud del pueblo judaico sigue rechazando la sabia
y consoladora doctrina que viniera Jesús á predicarle.
Otras gentes habían de saber apreciar mejor que los judíos todo
lo grande y sublime de aquella nueva doctrina.
Los Apóstoles, inspirados por el Espíritu Santo, dirígense á
cumplir su regeneradora misión por todas las partes del mundo.
El valeroso hijo del Zebedeo, el apóstol Santiago, encamínase
hacia nuestra Península.
Antes de abandonar á Jerusalén visitó á la Virgen María, á
la consoladora Madre del Salvador; á la que después lo ha sido
amorosísima de todos los cristianos.
— Vé, hijo, cumple—le dijo la Señora—el mandamiento de tu
Maestro, y por El te ruego que en aquella ciudad de España en
que mayor número de hombres conviertas ala fe, me edifiques una
iglesia á mi memoria, según yo te lo manifestaré.

III

Era la noche del 2 de Enero del año 40 de Jesucristo. Jacobo


y los nuevos convertidos de la población habíanse retirado, como
todas las noches, á la ribera del Ebro, donde, apartados de las
gentes, elevaban sus súplicas al Eterno para entregarse después
al descanso.
Postrados en tierra, el apóstol y sus nueve discípulos oraban
con fervor en la ribera que se hallaba desierta.
VENIDA DE LA VIRGEN DEL PILAR 643

Fatigados, por fin, terminaron sus oraciones, y se reclinaron


sobre unas pajas para dar á sus cuerpos el descanso que nece-
sitaban.
Sólo el apóstol continuaba dirigiendo al Cielo sus plegarias.
De pronto, una suave y dulce música despertó á los converti-
dos, y escucharon melodiosas voces que cantaban el Ave María,
gratiaplena.
Asombrados vieron luego rasgarse las nubes, y entre angélicos
coros aparecióseles la Virgen Santísima.
Adoráronla reverentes, y, habiendo llamado aparte la Señora
á Santiago, señalándole una imagen suya que tenían dos ánge-
les, y el pilar de piedra-mármol sobre el que aparecía, le dijo:
— He aquí, hijo Diego, el lugar señalado y deputado á mi
honra, en el cual, por tu industria, en memoria mía, sea mi igle-
sia edificada. Atiende á este Pilar que tengo por asiento; porque,
ciertamente, mi Hijo y tu Maestro lo ha enviado del alto Cielo por
mano de los ángeles; junto á él asentarás el altar de la capilla, en
el cual lugar, por mis ruegos y mi reverencia, la virtud del Muy
Alto obrará prodigios y portentos admirables, especialmente en
aquellos que, en sus necesidades, invocasen mi favor. Y estará el
Pilar en aqueste lugar hasta el fin del mundo; y nunca faltará en
esta ciudad quien venere el nombre de Jesucristo mi Hijo.
Recogió Santiago la preciosa imagen que la Virgen le indica-
ba, y, dando gracias á la Madre del Salvador por el alto favor
que recibía al verla cumplir la promesa de visitarle en la ciudad
en que mayor fuese el número de sus discípulos, mientras vol-
vían á juntarse las nubes, y los coros de ángeles desaparecían
con María Santísima, unióse con sus discípulos, que habían pre-
senciado atónitos tan consoladora escena.
Pronto la Sagrada imagen tuvo, fabricada por el apóstol y los
nueve discípulos, una capilla que, aunque pobre y humilde en su
origen, llegó á ser con el tiempo uno de los más preciados mo-
numentos de piedad en la católica España.
X.
EL ESCAPULARIO

(Continuación.)

f i no tuviéramos otras pruebas que nos


declarasen el origen celestial del santo
Escapulario del Carmen y su procedencia
de la Madre de Dios, nos bastaría para ello
ver la virtud que tiene para salvar en todos
los peligros de la vida. Porque un pedazo
de tela de lana no tiene por sí virtud para
obrar prodigios sobrenaturales, y mucho
menos milagros, pues esto compete sola-
mente á Dios nuestro Señor, qui facit mirabilia solus, aunque se
sirve de todas las criaturas, sean racionales ó irracionales, ani-
madas ó inanimadas, como instrumentos para obrar tales prodi-
gios, comunicándoles su virtud, ó, mejor dicho, obrando por me
dio de ellos. Esta gracia que concede Dios ordinariamente á las
reliquias de los santos y cosas que les han pertenecido, por tra-
tarse de siervos suyos fidelísimos y amigos especiales, no podía
negar á las reliquias y cosas de pertenencia de la Virgen San-
tísima, que es más que todos los santos, y la que le dio el ser
temporal.
En efecto; el Escapulario, que es cosa de la Virgen, labrado
por Ella en los Cielos, tiene virtud para obrar toda clase de pro-
digios y milagros, porque la misma Madre de Dios se la comu-
nica al destinarlo á este objeto, salus in periculis (i). El apaga las
(i) El P. Juan Paleonidoro, historiador antiguo de la Orden, que murió
en 1507, dice que las palabras de la Virgen al entregar el santo Escapulario
fueron:
EL ESCAPULARIO 645

llamas de los más voraces incendios, calma las tempestades del


mar, se opone como muro de bronce á los tiros de los enemigos,
obra como medicina eficacísima en todas las enfermedades de la
vida, pone á salvo á sus devotos en los ataques á la virtud, y es
coraza que nos defiende en toda clase de peligros, porque la Ma-
dre de Dios, que es Reina de Cielos y Tierra, y Señora de todas
las gracias, obra por medio de su librea para defenderá sus hijos
de todo mal.
Innumerables son los prodigios y milagros obrados por el santo
Escapulario del Carmen, como se puede ver en muchísimos libros
de piedad, como nos recuerdan las historias de todos los pueblos,
como se ven representados en los altares de la Virgen, como con-
servan las gentes grabados en su memoria y en su corazón, para
eterna gratitud á Madre tan cariñosa, que viste á sus hijos con
dobles vestidos para que sean defendidos de los enemigos del
cuerpo y de los del alma, de los enemigos visibles y de los in-
visibles.
La Iglesia ha reconocido esta virtud singular del santo Escapu-
lario, diciendo en las lecciones del segundo nocturno del oficio
del Carmen que la Virgen dio este vestido á sus hijos, ut cozlesti
hac veste Ordo Ule sacer dignosceretur, et a malis ingruentibus
protegeretnr, para que se distinguiera esta Orden de las demás en
«1 afecto y cariño que Ella le profesa, y al mismo tiempo fuera el
medio que la librara de todos los peligros.
La Escritura Sagrada nos dice que el báculo y capa de nuestro
Padre San Elias obraban muchos milagros por haber pertene-
cido al Profeta de Dios, y el santo Escapulario del Carmen ha
venido del Cielo en manos de la Madre de Dios; y no hemos de
suponer que tenga más virtud el hijo que la Madre, el Profeta
que la Reina de los Profetas, el Santo que la Reina de todos los
Santos; porque, según nos enseña Santo Tomás, cuanto más cer-
ca está una criatura de su principio, tanto más recibe de las gra-
cias é influencias de él; y estando la Virgen Santísima más cerca
de Dios que todos los Santos, forzosamente ha de recibir más vir-
tud y- gracias que todos. Y siendo el Escapulario el distintivo y la"

Dilectissime fili, recipe tui Ordinis Scapulare, mea Confraternitatis signuih


tibi et cunctis Carmelitis privilegium in quo quis moriens seternun^non patie-
tur incendium. Ecce signum salutis, salus in periculis, foedus pacis et pacti
sempiterni. (Lib. ni De antiquitate et sanctimonia eremitarutn JMontis Car-
meli, cap. vn.)
646 EL MONTE CARMELO

librea que Ella ha dado á sus hijos más queridos como prueba de
un amor especial y señal que les distinga de los demás, tibi et
cunctis Carmelitis privilegim, no es extraño que tenga la virtud
de salvar en todos los peligros de la vida, porque las obras que
nacen del amor están en razón directa con la intensidad de él, y
ya hemos visto y probado en otros artículos el amor grandísimo,
el amor especial y de predilección que María tiene á los carme-
litas, manifestado en mil ocasiones con prodigios, con milagros
y, más singularmente, con la entrega del santo Escapulario.
Y ¿qué cosa más conforme al corazón de una madre cariñosa
que velar solícita por sus hijos, defenderlos en todos los peligros
y darles alguna garantía de su especial y segura protección? No
podía, pues, simbolizar mejor el cariño especial que profesa á
sus hijos, y la protección segura que les ofrece para librarles de
todos los peligros de la vida, que vistiéndoles por sí misma su
santo Escapulario, que guarda por delante el corazón para que
se conserve inmaculado y no penetre otro amor que el de Jesús y
de María, y defiende las espaldas contra todos los ataques del
enemigo.
Como el maná tenía virtud para adaptarse á todos los gustos y
saciar todas las necesidades del pueblo de Dios mientras camina-
ba por el desierto, así el santo Escapulario del Carmen tiene vir-
tud para salvar en todos los peligros y necesidades de la vida á
los hijos de la Virgen del Carmen, que son todos los que visten
el santo Escapulario, que forman su pueblo predilecto, su porción
escogida, mientras caminan por el desierto de la vida, porque á
estos hijos de predilección es á quienes especialmente dice Ella:
en Mi está toda esperanza de vida y de virtud.
Y al que preguntare cómo ó por qué el Escapulario tiene tanta
virtud para salvar en todos los peligros y obrar toda suerte de
milagros, le diremos que, si no es bastante razón el amor del co-
razón de una madre, está el argumento del sabio obispo de Mar-
sella, Salviano, que decía: «basta por todas las razones decir que
Dios es el Autor >, y nosotros podemos decir: basta por todas las
razones decir que María es la Autora y así lo ha querido para bien
de sus hijos.
Dichosos mil veces los que se acogen bajo la égida sagrada de
Madre tan cariñosa, vistiendo su librea del Carmen, su santo Es-
capulario,
fr. plácido ftlaría del p.
(Continuará.)
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

En el capítulo cuarto trataba Fr. Jerónimo de la consulta para


la enmienda de la Historia ya escrita.
La diligencia y lentitud, pedidas al escritor y mucho más al his-
toriador para la enmienda de su obra, no bastan todavía; debe el
que escribe desconfiar del propio juicio y consultar el parecer de
persona competente; porque dice el insigne carmelita: «Mal se
acaba de desnudar de sus afectos el corazón humano, y pocas ve-
ces deja de sobornar al juicio la voluntad, interesada en causa tan
propia. Debe, pues, en la de su libro no fiar de sí, ni aun de su más
rígida censura, porque el mayor desagrado suyo lleva embebidos
mayores aplausos que lamas benigna y apasionada, si es ajena, sen-
tencia. De esta suerte, vemos muchos que, con ambición de humil-
dad , se vituperan ellos mismos, cuando interiormente se están ado-
rando y despreciando á los demás, casi sin entenderlo ellos. Y el
padre, que cuanto más reprende al hijo y le desprecia, le está en-
tonces fabricando ídolos en su corazón, sin acabar de conocer el
uno ni el otro faltas en lo que aman; porque aun aquí, si ya no la
verdadera caridad, el amor propio cubre la muchedumbre de peca-
dos. Tal sin duda es el tierno afecto del artífice para con su obra,
del autor para con su libro... Por lo cual, si el historiador es cuerdo
y busca el mejoramiento de su Historia en desengaño de una fiel
censura, apele de la propia suya á la de un varón docto y recto,
que sabia y llanamente le diga la verdad» (i).
Que el censor de una obra sea docto y recto, se desprende de la
misma naturaleza de la cosa. Pero explíquenos esto Fr. Jerónimo
con la discreción y habilidad acostumbradas. Docto, «porque sería

(») §*•
648 EL MONTE CARMELO

ridicula y absurda censura la de un ignorante, debiendo el censor


de uña obra ser, por lo menos, tan versado y docto en la materia
de ella como su autor mismo. Y digo por lo menos, porque de
buena razón debiera serlo más; pues quien ha de advertir lo que al
artífice se le pasó por alto, y notar las imperfecciones que se escon-
dieron á su mayor desvelo, mucho mayor desvelo y noticia que él
ha de tener». Condena el autor los vanos y empalagosos elogios pues-
tos al frente de los libros, en que á las veces se descubre tanto la
ambición del que censura, como la vanidad del censurado. Y aun
«éste no es el menor daño que de aquí se sigue, sino el descuido ó
afectada omisión en disimular gravísimos defectos en los libros,,
ocupándose el censor más en la composición del elogio que en el
examen y averiguación de la doctrina... Yo confieso—añade ei
autor con noble desenfado—que, cuando topo al principio de un
libro esta inútil y ambiciosa carga de elogios, pierdo con la pacien-
cia la estimación del autor y de la obra, y apenas me queda sazón,
para entrar en su lectura, pareciéndome que, quien busca ó afecta
semejantes loores, no puede tener la madurez y gravedad que para
escribir y enseñarnos se requiere» (1).
Recto: «para que ni la afición ni el odio perturben la censura. Un>
Quintilio, que con severa llaneza diga: Corregid esto, enmendad es-
totro, borrad aquello, y no deje cláusula, período, sentencia, pala-
bra, ni aun ápice, que no lo mire y remire, pese y examine todo con
advertidísima prudencia». Es muy difícil al censor conservar esa se-
renidad y rectitud; lo-ordinario es que caiga en uno de los dos ex-
tremos: ó alabarlo todo 6 vituperarlo todo; extremos, por cierto, vi-
ciosísimos. Debe, pues, la prudencia guiarle en su oficio, «dando—
dice Fr. Jerónimo—-con el peso fiel de la justicia á cada uno su
derecho, á cada cosa su debida estimación, distinguiendo y esti-
mando en un. mismo sujeto y en una misma acción lo bueno y lo
irialo, sin que la censura de lo uno sea agravio ó favor de lo otro» (2).
Mas de nada serviría haber hallado á ese censor recto y docto si
el escritor no tuviera la blandura y docilidad suficientes para reci-
bir las correcciones y avisos convenientes. «Es de ingenios bien dis-
ciplinados y dispuestos á la sabiduría la docilidad, como quien sabe
lo que ignora el que más sabe, y que el camino para salir de la igno-
rancia es la buena disposición de un dócil ánimo. En esto se cono-
cen y diferencian los dignos escritores de los que no lo son; que, de

(O §2.
W §3-
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 649.

•ordinario, ninguno oye con más gusto sus reprensiones que los que
merecen mayores alabanzas; como, al contrario, el menos digno de
loor, al primer advertimiento arroja la paciencia» (i).
Usábase antiguamente el recitar á muchos juntos las obras antes
de publicarlas, y principalmente las de Historia y Poesía; «costum-
bre—dice Fr. Jerónimo—cuanto provechosa olvidada ya en nues-
tros tiempos, en que tan fácilmente y tan sin lima se dan á luz es-
critos muy dignos de tinieblas» (2).
Pero, si bien aprueba el autor esta costumbre, entiende recta-
mente que, para formar más exacto juicio de la obra, se dé privada-
mente á leer á algunos particulares, los más advertidos en la cen-
sura y lima, «porque la gracia del que recita, y más si es el mismo
•autor, y la desatención, tal vez casi forzosa, del que oye, hurtan en
gran parte el juicio á la censura. La cual, no tanto á la recitación
acelerada y respetuosa, cuanto á la solitaria y atenta lección, se ha
d e fiar. No se puede, en aquella celeridad de la recitación, advertir
enteramente el misterio del concepto, de la frase, ni aun á veces
de la palabra, y lo que más se percibe es el sonido y cadencia de
las cláusulas. Y cuando lo advierta y entienda todo, no puede ha-
cer conferencia de lo que oye con lo que oyó y con lo que ha de oir,
todo lo cual se concede al que despacio y á solas lee y vuelve á
leer y á conferir lo que está escrito... Entregue•, pues, su obra el
dócil y cuerdo escritor á uno y á muchos doctos y rectos censores,
para que ellos á su gusto y á solas la lean, y puedan atentamente
considerar y remirarla muchas veces. Toda esta atención — conclu-
ye—pedimos al que ha de publicar cualquier escrito, pero princi-
palmente al que escribe y publica Historia, porque en ella el yerro
e s más fácil, menos ordinaria la enmienda, y el daño ó el provecho
más universal» (3).
Sean amigos los autores de enmendar sus escritos; pero no lo
sean t a n t o , que anden siempre descontentos de ellos y les cueste
harto trabajo darlos á luz. «Despreciar se debe el aura popular —
dice Fr. Jerónimo,—y también los dientes de la envidia, y obrar
con libertad y pureza de intención. La lima también no ha de ha-
cer más que alisar y pulir, no gastar y descomponer, ni, á vueltas
de las motas que la espinza saca del paño para dejarlo igual, se
han de sacar bocados de la pieza. Así tampoco esperar jamás que

(0 §4-
(2) § 5-
<3) § 6 .
650 EL MONTE CARMELO

la obra no haya de tener por alguna parte imperfección 6 quiebra


alguna, porque eso es pedir y esperar un imposible; basta que con
todo el cuidado posible á la flaqueza y prudencia humana se procu-
re perfeccionar, y que la obra llegue á estado que los doctos y cuer-
dos la juzguen por muy digna de luz. Mas porque este extremo de
cuidado en la enmienda y desconfianza en la obra propia es tan
raro en los escritores cuanto frecuente el opuesto á él, no hay para
qué añadir aplausos á la flojedad humana, que siempre necesita
más de espuela que de freno en las cosas que se perfeccionan á fuer-
za de cuidado» (1).
José Jgn. Valentí.
(Se continuarh).

(1) §7-

MONARCAS DEVOTOS DEL ROSARIO

Alfonso V, rey de Portugal, decía á Enrique IVprometió, con juramento,


sus ministros: Recemos el Rosario al Papa Clemente VIII rezar todos los
para que la Virgen Satísima sea la días una parte del Rosario, y los sába-
guía y protectora de nuestro reino. dos el Rosario completo.
Carlos V de Alemania y I de España, El P. La Rué quedó un día sorpren-
interrumpido en sus devociones, res- dido al hallar á Luis XIV rezando el
pondió más de una vez: Después de Rosario.—Es una devoción, le dijo el
acabar mi Rosario, me ocuparé en los rey, que me enseñó mi madre, y no
negocios... quisiera, por nada de este mundo,
Felipe 11, entre los consejos que faltar á ella.
daba á su hijo para el buen gobierno Jacobo II, rey de Inglaterra, hacía
del reino, le decía: Hijo mío, si que- rezar el Rosario á su corte con la expli-
éis poner vuestro reinado al abrigo de cación de los Misterios.
odo peligro, rezad diariamente el san-
o Rosario.
<»Iwí*V»Ií«»YÍ>l>Ktf»V«vSYÍ)¡>V*M»Y?J
$*YJ*?ílvSV?»YivíYi*í{ívryJ«Y!*íYJi

DEFENSA DE LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS


POR SUS MISMOS ENEMIGOS

(Conclusión.)

JÍQUíme dirá alguno: está bien; el odio que os profesan vuestros


adversarios prueba la pureza de vuestras doctrinas, ó al men os
que vuestros adversarios creen que no habéis degenerado de vuestro
estado; pero ¿cómo se explican las apostasías del mismo estado reli-
gioso que frecuentemente se ven? ¿No prueba esto que en el fondo del
claustro no se respiran tan puros aires como parece, pues tantos se ven
precisados á salir?
He aquí una cuestión importantísima que merecería ser estudiada con
más detención de la que permite la índole de este trabajo. No obstante,
voy á hacer algunas consideraciones sobre una materia que muchas ve-
ces ha hecho vacilar la ciencia de personas timoratas.
Ante todo, debo advertir que es injusto é ilógico juzgar á toda una
congregación por los defectos que puedan tener algunos de sus indivi-
duos. Este método innoble de atribuir á todos los defectos de algunos,
es ya muy viejo, pues tuvo que rebatirle Santo Tomás de Aquino con-
tra los innovadores de su tiempo, como nos advierte el sabio Balmes (i).
Esta sola advertencia debía bastar para hacer enmudecer á los que juz-
gan á los institutos religiosos por sus pocas ó muchas deserciones. Pero
en esta materia no sólo se puede desarmar al adversario, sino que tam-
bién se pueden volver contra él sus propias armas.
Confieso sin rodeos que, en estos tiempos, casi todos los institutos re-
ligiosos han tenido deserciones ó apostasías, pocas ó muchas, y tal vez
más que en otros tiempos. La verdad no tiene que esconderse para ser
defendida. Y así planteo la cuestión con toda claridad, de la siguiente
manera: Las pocas ó muchas apostasías que haya habido en algunos institutos
religiosos, demuestran que éstos se conservan en su verdadero espíritu.
Tomo la palabra apóstata en toda su latitud, no sólo en cuanto sig-

( i ) El Protestantismo comparado con el Catolicismo, etc., tom. 3. 0 , cap. XLVII,


nota 1. a
652 EL MONTE CARMELO

nifica un hombre que renegó de la religión católica, sino también en-


cuanto expresa un religioso que dejó su propio instituto para vivir otra
•vez,en el.siglo. -
Ya sé que hay casos que legitiman ante el derecho el dejar el propio
instituto que profeso; pero también sé que son rarísimos, y sobre todo-
apenas podrá hallarse alguno que lo justifique ante la conciencia, según
doctrina de Santo Tomás de Aquino, quien afirma que nunca, por nin-
gún motivo, es lícito dejar la vida religiosa una vez profesada, ni si-
quiera para cuidar y mantener á los propios padres (1). Y si se me obje-
tare que aquello que el derecho justifica en el fuero externo lo justifica
también en el fuero interno, ó en la conciencia, responderé que esta
proposición no siempre es exacta, sobre todo cuando son gracias que
se conceden más bien en gracia de la congregación religiosa para que
pueda deshacerse de un miembro inútil, que en gracia del individuo
para que pueda aquietar su conciencia.
Mas, dejando la cuestión de si es lícito ó no abandonar el método de
vida solemnemente jurado, examinemos «1 mal que puedan hacer á su
madre tantos hijos pródigos que andan por el mundo, que, debiendo á
un instituto religioso su poca ó mucha ilustración, procuran denigrarlo.
El hombre que cuelga sus hábitos y se marcha del claustro, con buleto-
ó sin él, demuestra palmariamente dos grandes verdades, de las cuales
una la conocen todos, y la otra pretenden ignorarla muchos.
La primera verdad es que en el claustro se puede entrar con insanas
pasiones, y en él también pueden crecer y desarrollarse. Éstas nacen,
en el fondo del corazón de todos los hombres manchados con la culpa
original.
Es una verdad axiomática en ascética, que nadie deja de ser hom-
bre como todos por el mero hecho de entrar en el claustro y vestir tosco
• sayal. Lo que distingue al monje de los demás es la cultura de su cora-
zón. Luego es evidente que, quien entra en el claustro y no cultiva su
corazón, da todos aquellos frutos insanos que naturalmente da el hu-
mano corazón desde que se apartó del cielo, si el hombre se descuida
de vigilar sobre sí mismo.
Además, el corazón es tan independiente, que, para dejar crecer en sí
mismo buisüas^ó malas cualidades, absolutamente hablando, no nece-
sita de condiciones determinadas; pueden nacer, y aun crecer, en el
corazón del cenobita más austero, como en el de una aristocrática dama
que vive en medio de todos los placeres de la vida. Es cierto que las
malas pasiones nacidas en el corazón del virtuoso, ó se apagarán ó le
lanzarán en medio de los vicios, y los buenos sentimientos en el cora-
zón del perverso serán ahogados ó le apartarán pronto de su perversi-
dad; pero esto no destruye la verdad de mi observación, esto es,.que,,
en los lugares más santos y la vida más austera, el corazón puede dar •

(1) Summa, 2.' 2 . ^ , quaest. L X X X V I I I , a. 11 ad i.um, y qusest. c i , a. 4 ad 4.um


DEFENSA DE LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS 653

sus malos frutos, y que en la mayor disolución puede sentir algún mo-
vimiento ó deseo de virtud y santidad. Todo esto es rudimentario en la
filosofía del corazón humano. Luego, quien se escandalice de que una
persona virtuosa haya tenido una caída, da muestras de haber pensado
muy poco en su propio espíritu. Para conocer á los demás, ante todo
debemos conocernos á nosotros mismos; y para no escandalizarnos de
los otros, hagamos con frecuencia la anatomía de nuestro propio corazón.
La segunda verdad que demuestra quien cuelga sus hábitos, y que
muchos afectan ignorar, es que, quien no contenga su corazón, no puede
permanecer mucho tiempo en el claustro. El hombre, por las leyes de
su corazón, espontáneamente tiende hacia aquello que ama, y aborrece
todo lo que le impide esta tendencia. El corazón que en el claustro se
apartó de Dios y olvidó su sublime misión, se siente continuamente
atraído por lo de afuera. Lo de adentro le fastidia, lo de afuera le arras-
tra; los cantares salmodíeos le son insufribles; la algazara del mundo
le parece sublime armonía. Un hombre así, es imposible que esté mucho
tiempo en el claustro; está á merced de la fuerza tremenda de su cora-
zón: ¡pobre corazón!; es el juguete de una doble fuerza. De adentro le
empujan, de afuera le arrastran; de adentro todos los actos religiosos,
de afuera los placeres ilusorios. La atmósfera de virtud que impera en
el claustro le impele hacia afuera, y el mar tempestuoso que se agita
afuera le absorbe. Este hombre dará muy pronto un escándalo á los in-
cautos y una severa lección á los avisados.
Cuando este hombre esté fuera, habrá demostrado que en su pecho
cubierto con un austero hábito nacieron malas pasiones, y que allí no ha
podido darlas pábulo, sino que ha tenido que salirse. Si en el claustro
hubiera tenido lo que buscaba, no lo hubiera abandonado. Su conducta
de afuera demuestra lo que en el claustro echaba de menos. Algunos
habrán salido sólo por falta de virtudes monásticas, cuya falta apenas
se nota en el mundo, y así podrán creer las gentes que es un santo, y
que efectivamente se ha salido porque aquel instituto estaba relajado;
pero yo apuesto que en su conciencia no lo siente así, y seguramente
que en la hora de la muerte no se consolará ante Dios de haber aban-
donado su instituto. Quien haya asistido á alguno de esos hijos pródi-
gos en el tremendo trance, podrá creer y conocer cuan poco aquieta
la conciencia el recuerdo de las faltas que en su instituto haya visto.
El que dejó su hábito, fué por falta de virtudes morales ó de virtudes
monásticas, y en ambos casos era un miembro insano que perjudicaba
á la Congregación. Luego, la Congregación que repele los miembros in-
sanos, es señal que está todavía con vida. El que olvida los ejercicios de
las virtudes cristianas, la práctica de los consejos evangélicos, no pue-
de vivir en el claustro; luego allí se respiran aires que asfixian al que
olvida su profesión. El espíritu moderno de racionalismo y de indepen-
dencia completa es lo más opuesto á las virtudes monásticas, á los
consejos evangélicos, que son la base de todo instituto religioso. Este
EL
654 MONTE CARMELO

espíritu ha cundido de tal manera por todos los miembros de la socie -


dad, que parece se han infiltrado hasta los tuétanos de los huesos. Es
el espíritu del siglo; es la atmósfera que todos respiramos, tal vez sin
darnos cuenta; queremos ser más libres é independientes ahora cuando
niños, que nuestros padres cuando estaban en la edad madura. Siendo
éste el ambiente que todos respiramos, es indudable que los que entran
en el claustro están también resabiados, y no todos se han de purificar
de ellos, porque no todos los corazones son igualmente susceptibles de
radicales transformaciones. Los institutos que no los expelen, están per
didos. Luego, siendo éste el siglo en que más predomina el espíritu con
trario á las virtudes monásticas, es por fuerza que haya más que se ol
viden de ellas aun dentro del claustro, ya porque con este espíritu en
traron, ya porque lo han contraído en su trato con las personas de afue
ra. Luego, dado el espíritu malévolo de los tiempos que atravesamos
no es mala señal que haya varias apostasías en los institutos religiosos
sino todo lo contrario, es signo de que el espíritu del mundo no puede
vivir en el santuario del claustro. ¡ Ay de los institutos religiosos cuan-
do no tengan apóstatas!
Tampoco merecen crédito las palabras de los que hayan abandonado
el claustro y dicen que la vida religiosa está relajada. El hombre tiene
siempre un fondo de soberbia que le obliga á justificarse en todas par-
tes, aunque sea á costa de la fama y honor del prójimo. Esta necesidad
la sienten como todos, y tal vez más, los que han dejado su hábito; por-
que es evidente que no han de tener humildad para que todo el mundo
señale con el dedo á los que no supieron sufrir algunas pequeneces del
claustro; por esto se ven precisados á justificar su conducta denigrando
á su instituto. Así, con frecuencia escandalizan á los incautos y los in-
disponen con los institutos que tuvieron la desgracia de abrigarles en su
seno. Las personas de recto criterio saben perfectamente á qué atenerse
en este punto, y saben la importancia que merecen ciertas defecciones
que, de vez en cuando, se observan. Pero otros se escandalizan y
creen que los institutos religiosos han decaído porque muchos se sal-
gan ; por esto yo cuento á los que cuelgan sus hábitos como enemigos
de sus institutos, y, lejos de creer su salida como un argumento en
contra de su Orden, lo considero como una prueba en su favor, dadas las
explicaciones susodichas.
Por todas estas consideraciones, no me asustan todos los enemigos de
los institutos religiosos: me afianzan más y más en mi santa vocación.
No me amilanan ni las furias de arriba, ni los insultos tabernarios, ni
las habladurías del vulgo. Mientras Dios me conserve mi vocación (que
es lo que con más fervor le pido), no bajaré mi cabeza como religioso
ante nadie; daré razón de mi estado á quien me la pida. Es verdad que
la persecución arrecia por momentos. Si la miramos con la vista fija en
la tierra, da miedo; pero, si la fijamos en la verdad y el corazón en el
cielo, da nuevos bríos: es música que arrebata, es el toque del clarín
DEFENSA DE LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS 655

guerrero que llama á la batalla, y que descorazona al débil y al cobarde,


y alienta y entusiasma al valiente, y no le deja ver más que dos objetos
grandiosos,'dignos de él: la victoria ó la muerte. Ahora es tiempo de
distinguir quién es verdadero religioso del que lo sea á medias; el que
tenga valor para defender su estado en todo terreno, del que se aver-
güence de pronunciar el nombre de su santa Madre, la Orden religiosa
á quien dio su corazón. Hoy debemos decir todos los carmelitas y todos
los religiosos: El que no tenga profundamente arraigados sus senti-
mientos religiosos y sus convicciones, el que se haya de sonrojar de
presentarse con sus hábitos en cualquier parte, el que no sepa dar ra^
zón de su estado, que se vuelvan atrás, porque los cobardes en la lucha
estorban.
Los demás seguiremos en la lucha que se presenta, y la esperaremos
con serenidad. Si morimos por la verdad, por nuestras ideas y senti-
mientos religiosos, habremos triunfado. Las ideas que se riegan con
sangre no se pierden. ¡ Dichosa la religión cuando tiene mártires! La di-
cha más grande que puede tener el hombre es presentarse en los umbra-
les de la eternidad diciendo: ¡Muero en defensa de la verdad!

fr. Sucas de San José,


C. D.
EL P. HERMANN
(Continuación.)

XIV

INSTITUYE LA COFRADÍA DE LA ACCIÓN DE GRACIAS

g£L espíritu del P . Hermann se exponer su programa al venerable


alimentaba del amor á la Eu- cura de Ars, el santo varón le dijo:
caristía. La adoración nocturna y «Vuestra obra está llamada á lle-
otras muchas obras no bastaban á nar una laguna en las Cofradías
su corazón, ávido de manifestar católicas».
á Dios su gratitud por haber ins- A principios del año 1852 fué á
tituido el augusto sacramento de Roma, y manifestó al Santo Pa-
nuestros altares. Como alma noble dre su deseo é intención. Pío IX
y generosa, sentía la inmensa ne- le exhortó vivamente á poner en
cesidad de dar i n c e s a n t e m e n t e práctica esta inspiración de la gra-
gracias á Dios por tantos dones y cia. Animado por las palabras del
beneficios. Fuerza es confesarlo: Pontífice, el P. Agustín se atrevió
no siempre va acompañada la de- á presentarle una lista de indul-
voción cristiana de la acción de gencias en favor de los miembros
gracias. Por desgracia, hay mu- de la futura Cofradía. «Pero, Pa-
chas almas, aun entre las escogi- dre, ¡usted me pide aquí la mitad
das, que se asemejan á los lepro- del Paraíso! — Santísimo Padre,
sos del Evangelio. Sin embargo, Vuestra Santidad tiene las llaves.—
la acción de gracias es la esencia Para cerrarlo alguna vez», replicó
misma del culto católico; puede Pío IX con una sonrisa angelical,
decirse que es el objeto y el fin; acompañada de una tristeza mez-
por lo mismo, jamás debiera ex- clada de dulzura, al propio tiempo
tinguirse en los labios cristianos. que concedía lo que se le pedía.
El P. Agustín, convencido de esta El 15 de Diciembre de 1859, el
verdad, resolvió instituir una Co- cardenal Bonald erigía canónica-
fradía cuyos miembros no se pro- mente esta Cofradía en la iglesia
pusieran otra cosa que «dar gra- de los Padres. El 10 de Febrero
cias al Eterno por sus dones, y so- de 1860, Pío IX firmaba un breve
bre todo por aquel que es por ex- de aprobación, otorgaba innume-
celencia el don de Dios, la Euca- rables indulgencias y concedía al
ristía, contrarrestando así la ingra- director de esta Cofradía, y con él
titud de muchos que se olvidan de á todos sus sucesores, la autoriza-
los deberes de reconocimiento ha- ción de erigir otras Cofradías bajo
cia Dios». Tal fué el fin de la Co- el mismo título.
fradía que concibió el P. Agustín. Los miembros de esta Cofradía
Al consultar sobre el particular y no contraen otra obligación que la
EL V. HERMANN 657
de inscribirse en el registro y reci- rio muy edificante, habiendo oído
tar cada día, en acción de gracias, hablar del P. Hermann, entró en
tres Padrenuestros, tres A ventarías y deseos de conocer á este hombre,
tres Glorias; y á los pocos años, cuya conversión—decía él—le pa-
gracias al celo del P. Hermann, recía una heroicidad, ya que él,
contaba ya más de 20.000 aso- por su parte, jamás se sentiría con
ciados. fuerzas para renunciar á las deli-
Son innumerables las conversio- cias de la vida artística. Una pia-
nes que el P. Hermann obró en dosa señora, á quien confió su de-
Lyon mientras duró la fundación seo, le aconsejó que fuese al con-
de aquel convento, fundación que vento de los P P . Carmelitas, don-
también se debe á él. Sin embargo, de, sin duda alguna, sería recibido
no quiero pasar por alto alguna con atención por el Padre. Pro-
de las salientes. Un célebre músico metió hacerlo así; mas después se
llamado Baumann, primer violi- arrepintió, y daba largas al asunto,
nista del principal teatro de L^on, buscando siempre un pretexto para
vivía olvidado de toda práctica re- evadir el compromiso. Temía en-
ligiosa, y llevaba la misma vida de contrarse con el P. Hermann, y,
artista que llevaba en otro tiempo sabedor de que el Padre iba los
el P. Hermann. Dicho señor ca- miércoles á confesar las carmeli-
yó gravemente enfermo. En vano tas de Foürvieres, eligió uno de es-
se le declaró el peligro en que tos días para la visita al convento.
se hallaba, y en vano se le exhor- Llegó, en efecto, al monasterio;
taba á que recibiese los Sacra- saca su tarjeta de visita y la ofrece
mentos de la Iglesia. Mas al fin, á un religioso que estaba ocupado
instado por las personas piadosas con los trabajadores de la obra del
que le rodeaban, cedió, pero con convento, preguntando al propio
la condición de que había de ser tiempo por el P. Hermann. El re-
el P. Hermann el que se presen- ligioso le mira con visible aten-
tase en su estancia, y no otro. El ción, y, poniéndole con dulzura las
P . Hermann compareció al cabo manos sobre los hombros, le res-
de algunas horas ante el enfermo ponde: «El P. Hermann soy yo, y
y comenzó á hablarle familiarmen- usted... usted es Jorge Hain».
te, recordándole con mucho tacto La Providencia dispuso que, por
su vida de artista, y el enfermo, una circunstancia extraordinaria,
viendo tanta amabilidad y fran- al Padre no le hubiera sido posi-
queza, consintió á cuanto le pro- ble ir aquel día á Foürvieres. Ya
puso el Padre. Se confesó con se podrá suponer lo sorprendido
muestras de vivo dolor, comulgó, que quedaría el visitante al verse
y el cardenal Bonal, á instancias ante la presencia de aquel que te-
del Padre, fué á administrarle el mía ver; pero la gracia divina ha-
Sacramento de la Confirmación. bía aprisionado á aquella alma en
Con el fin de reparar todos sus es- el mismo instante que trataba de
cándalos , Baumann invitó á todos rechazarla. La entrevista fué lar-
sus amigos, rogándoles que asis- ga; y algunos días después J. Hain
tiesen á la ceremonia. Algunos días comulgaba en Nuestra Señora de
más tarde compareció ante el Tri- Foürvieres, y no tardó mucho en
bunal de Dios, lleno de conformi- contraer matrimonio con una pia-
dad y con grandes muestras de sin- dosa joven que, ofreciéndole todas
cero arrepentimiento. Otro artista las alegrías de una interior y di-
muy conocido en Francia por su chosa calma, le facilitó su cambio
admirable talento y por su vida de vida.
fr. £. S. f.
(Continuará.)
A SANTA TERESA DE JESÚS
(HIMNO)

Tiernos himnos de amor entonemos


Del Carmelo á la Rosa sin par,
Y, fervientes, día y noche ensalcemos
Su perfume y belleza eternal.
Niña eras ¡oh Madre querida!,
Y brotaba de ti tal amor,
Que quisiste ofrecerle la vida
A tu Esposo amadísimo Dios.
Pero É l , que elegídote había
Para el orbe de asombro llenar,
No escuchó de tu voz la armonía
Y en la tierra dejóte penar.

—A tus plantas hoy vengo, Teresa,


De tu amor un destello á buscar.
—Y yo amante ¡ oh ilustre avilesa!,
A pedirte de amores un mar.
—Yo á tus plantas me siento extasiado.
—Yo al mirarte me siento vivir.
—Yo quisiera volar á tu lado.
—Yo en tus brazos quisiera morir.

Cabe el trono del Dios sacrosanto


Contemplamos tu alma flotar,
Y entre nubes de fúlgido manto
Con los ángeles bellos cantar. ,
No te olvides ¡oh Madre!, en el Cielo,
Por tu España arruinada pedir;
Ni desoigas la voz que el Carmelo
Hoy ferviente eleva hacia ti.
Tiernos himnos de amor entonemos
Del Carmelo á la Rosa sin par,
Y, fervientes, día y noche ensalcemos
Su perfume y belleza eternal.
Un Carmelita J)esca¡zo.
TU QUOQUE...?

JKNTE todo envío mil enhorabuenas y un voto de gracias, en nom-


,J?' , bre de los vascongados, á los periódicos y revistas que han
protestado enérgicamente contra el discurso de D. Miguel Unamuno
en los Juegos florales de Vizcaya.
En especial merecen grandes elogios El Siglo Futuro, La Lectura Do-
minical, El Centro Vasco de Bilbao y el venerable vicario de Zarauz, en
cuyas valientes contestaciones campean, entre hermosas flores de elo-
cuencia, el conocimiento de las costumbres vascas, la dignidad de la
matrona ultrajada, y, sobre todo, un amor eterno á la verdad.
También El Imparcial ha terciado en el debate, llevando la cuestión
por los cerros de Ubeda, y diciendo que los vascongados tenemos san-
gre de moros, y diciendo también que no fué á Abraham, sino á Lot, á
quien Dios reveló perdonaría los pecados de las ciudades malditas si
encontrara en ellas tantos justos, que no fueron tampoco diez, como
escribe Moisés, sino uno solo, como quiere Cavia.
A mí me encanta la lengua de Cervantes, de los P P . Granada, León,
Ribadeneyra y Mariana, de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Je-
sús , doctores laureados de mi sagrada Orden, y en los tiempos moder-
nos de Donoso Cortés, Severo Catalina, Mateos Gago y Menendez y
Pelayo, la cual lengua, robada á los ángeles ó á los dioses, quiere sustituir
el Sr. dé Unamuno por la hispano-americana.
En esta parte, doctores tiene la armoniosa lengua de Castilla, es de-
cir, graves Catones, ilustres académicos, que sabrán responder al rec-
tor de la Universidad de Salamanca.
Pero yo amo también la lengua que hablaron Larramendi, Astarloa,
Moguel, Aizquibel, y en nuestros días Novia de Salcedo, Arturo Cam-
pión, Ascue y Arrese.
Y ya que en mis venas circula sangre euskara, caldeada y abrasada
por el último reto de Unamuno, no puedo menos de protestar contra
las especies vertidas en el discurso de referencia por aquel hijo dege-
nerado de la Vasconia.
66o EL MONTE CARMELO

Refiere Veleyo Patérculo, en la Vida de Julio César, que, cuando este


insigne cónsul y general romano fué cosido con veintitrés puñaladas
por Casio y su hijo Bruto, exclamó: Tu quoque, fili mi? Tu quoque, Brute?
Julio César ninguna queja formuló contra Casio , sino contra su hijo
Bruto.
Así también los vascongados perdonamos á un castellano, por ejem-
plo, al P. Mariana, por otra parte autor clásico y juicioso, que diga no
vale nada el vascuence, porque él no lo entiende, y hasta á Mariano de
Cavia perdonamos todo, fuera de las herejías que ha dicho contra la
religión.
Pero á Unamuno, nacido y educado en el centro de las provincias
vascas , no puede ser. Tu quoque, Unamune? Tú, hijo mimado de las mu-
sas de Vizcaya, que tan bien hablas el hermoso y original idioma de
Jaun-goicoa, ¿quieres cambiarlo por la lengua hispano-americana, que to-
davía está en embrión? Esta vez han llorado las musas de Vizcaya; se
han lamentado las ninfas de sus sagrados ríos más que las hijas de
Sión en el asedio de Jerusalén, más^que los hijos de Dios en la disper-
sión de las lenguas...
Traer á cuento la lengua hispano-americana, cuando tan tristes re-
cuerdos tenemos de aquellas inmensas colonias, y todavía están cho-
rreando sangre las heridas abiertas en el corazón de España por la as-
tuta diplomacia de los anglo-sajones, es, además de antipatriótico, al-
tamente ridículo y melodramático. Aquí viene como anillo al dedo la
terrible frase de Breno: Vce victis! ¡Ay de los vencidos!
A fin de ocultar su mal disimulado encono (ó sentimiento de vengan-
za quizá, según alguien ha sospechado) contra el vascuence, dice que
es preciso desterrarle circa cardines inferni, para que los vascongados
puedan extenderse por el mundo y tomen asiento en el banquete uni-
versal de las castas.
¿No sabe el catedrático de Salamanca (antes los catedráticos de Sa-
lamanca sabían todas las cosas) que un insigne vasco, Sebastián Elca-
no, dio el primero la vuelta al mundo? Tu primus me circumdedisti.
Además, la mayoría de los vascos hablan el español, y muchos más
correctamente que Unamuno. Y, si no, que fallen ciertas frases de su
discurso.
Fuera de que los vascos, sin dejar su antiquísimo vascuence, tan an-
tiguo que, según recuerda Máximo en La Lectura Dominical, ya habla-
ban cuando iban con Aníbal á Italia (219 años antes de Jesucristo), pue-
den aprender el francés, el inglés, el alemán, y con estas lenguas via-
jar por todos los astros habitados, si es que hay castas ó Unamunos en
los astros.
, Veamos cómo ajusta las cuentas á Unamuno el distinguido colabora-
dor de La Lectura Dominical, Christian. Unamuno quiere desterrar, de
la Vasconia «ese lenguaje que tanto amáis, ese que os sirvió desde los
primeros momentos de vuestra vida para llamar á vuestra madre, para
TU QU0QUE...? 66l

rezar á vuestro Dios y para formular las ideas que fueron borbotando
en vuestra mente; ese lenguaje en que cantáis vuestros amores, el
amor á la tierra, el amor al caserío, el amor á las rocas de vuestra cos-
t a , el amor á las olas bravias de vuestro mar y á las mujeres de vues-
tras montañas de esmeralda...»
¿Consentiremos que se nos arrebate la última hoja de nuestras gl®-
rias? Juramos, por el Dios que nos enseñaron á invocar nuestros padres,
que no.
Siempre me ha edificado oir hablar el vascuence en las calles de Bil-
bao y San Sebastián, la corte de verano, y á las criadas hasta en las
calles de Madrid, Salamanca, Valladolid y otros puntos.
Hablemos, pues, la lengua euskara, sin menoscabo de la castellana,
á pesar de algunos Unamunos y gobernadores, porque no hay conflicto
de ninguna especie entre ellas; porque son la expresión más alta de
nuestros antiguos fueros y costumbres patriarcales, y como la segunda
religión de los españoles vascos.
fr. £usebio de la Jtsunción.

MÁXIMAS
El Rosario remediará los males de hoy, como, por mano de Santo
Domingo, remedió los del siglo xm.
Si queréis que la paz reine en vuestros corazones, en vuestras fami-
lias y en vuestra patria, rezad todos los días en familia el santo Rosa-
rio; pues no es otra cosa que el mismo Evangelio compendiado, el cual
dará á los que lo rezaren la paz santa en las Sagradas Escrituras pro-
metida.—Es la oración más bella, la más rica en gracias y la más agra-
dable á la Santísima Virgen María.—Amad el Rosario, rezadlo con
amor y devoción. Sea este encargo el testamento que os dejo para que
os acordéis de mí.—Pío IX.
MIS PRIMEROS PASOS

¡ION. gusto especial me pongo al habla con los caros lectores, hoy
>que puedo narrarles los primeros resultados de mi vida de mi"
sionero. Tanto más, cuanto un buen principio en cualquiera empre-
sa constituye el mejor augurio, el más eficaz acicate, el aliciente
más poderoso de cuantos en ella se hallan empeñados, á la vez que
es la satisfacción más dulce y halagüeña, que comunica alientos al
infundir esperanzas de un feliz porvenir.
Empeñados considero, y lo están realmente en nuestra'apostólica
empresa, todos aquellos corazones que en la misma toman parte
activa de un modo ú otro. Entre todos formamos una combinada ac-
ción que, tendiendo á un mismo objeto, nos autoriza á tenerlo por
propio de cada uno y como propia su consecución, en razón del
mayor ó menor concurso y eficacia con que á su realización haya-
mos contribuido.
Cuántos cooperadores á esta nuestra obra haya entre los lectores
de E L MONTE CARMELO, no podré yo fijarlo; la condición, muchas ve-
ces oculta, de Tas diferentes personas impide su numeración. Por
esto no empecé á asegurar con toda certeza que tales auxiliares son
en crecido número, siendo los más desconocidos á los ojos de los
hombres, á manera de invisibles raíces de que dimana la savia vivi-
ficante de crecidas ramas, y la hermosura de vistosas flores, y el
aspecto encantador de preciosos frutos.
Yo sé que son tantas en número como valiosas en mérito las almas
que sin cesar, á porfía, con instancia, generosamente ofrecen á Dios
ó prestan á los misioneros cuanto pueden, y desearían poder más,
mucho más, en favor de todas las Misiones en general, y de estas
nuestras en particular.
Por ellas y por nosotros estamos en el deber de comunicar noti-
MISIONES CARMELITANAS 663

cias de la Misión. Ellas lo merecen por el gran interés que se toman;


nosotros necesitamos que ese concurso aumente. Ellas muestran de-
seos de enterarse; á nosotros, en grata reciprocidad, nos cumple
complacer su iusto y santo deseo.

¡Cuan grato, por tanto, no será para mí anunciar á nuestros que-


ridos amigos cómo ya el día 7 de este mes — consagrado á nuestra
excelsa Madre del Carmelo — tuvo este su pobre capellán la felici-
dad suma de regenerar con el agua del Bautismo á ochenta y tres
664 EL MONTE CARMELO

infieles, alistando á otros tantos esclavos de Satanás en el número


de hijos de Dios y de la Iglesia, desatándolos de las cadenas del In-
fierno para hacerlos herederos del Cielo! ¿Qué dicha hay en la Tie-
r r a comparable con esta dicha?
¡Oh! El ganar para Dios un alma, dice nuestra santa Madre, es el
obsequio más grato á Su Divina Majestad. ¿Qué será, según esta
cuenta, el ganar diez almas? Y ¿qué si se conquistan veinte? ¡Cuán-
to más si cuarenta!... cincuenta!!... sesenta!!!... setenta!!!!... ochen-
ta!!!!!... ¡ Y más!... ¡Y más!... ¡Y todo esto EN UN SOLO DíA!
¿NO es éste un motivo de gozo? ¿No lo es de alabanzas á Dios?
¿No lo es de acciones de gracias á nuestros cooperadores? ¡Sean
dadas y repetidas, ahora y siempre, rendidas y fervientes, á Dios y
á los hombres, á todos y cada uno.
En el citado día cumplían cabalmente siete meses (7 de Diciem-
bre-7 de Julio) desde que hube pisado en Bombay la tierra indiana.
Ocupado en el aprendizaje de la lengua inglesa, todavía desconozco
el malayalam, hasta el punto de que no podría hoy comprometerme
á recitar veinte palabras'de este idioma. Dentro de ocho días habré
de empezar formalmente á estudiarlo.
¿Que cómo me las arreglo? P u e s , sencillamente , molestando á sa-
cerdotes y legos conocedores del latín ó inglés, que, siquiera chapu-
rreado, puedo hablar algo; y cuando esto no, por señas, lenguaje
á que nos acostumWSmos en el santo noviciado, y ahora veo que
me aprovecha para darme á entender á indios. ¡Quién lo había de
pensar!
De donde se ve cuan poco ó nada ha podido ser mi concurso á la
obra de las conversiones de que he hablado. Y se ve también, y'se
palpa, cuan abundante cosecha se recogería por estos pueblos si al-
gunos obreros más tuviéramos.
Porque han de saber los lectores que el bautizo del día 7 fué un em-
pezar. Nueve días después fué la gran fiesta de nuesta Santísima
Madre del Carmelo. Y ¿saben ustedes cómo la solemnizó este su
afortunado hijo? Pues bautizando en el propio Cottayam á otros
treinta y cuatro nuevos cristianos. Figúrense si estaría yo satisfe
cho. Más que escuchando armoniosas orquestas; más que oyendo
magníficos sermones; más que asistiendo á lucidas procesiones; más,
mucho más contento me hallaba, y más ufano, de mi obsequio á mi
Madre, que en medio de las mayores solemnidades de nuestra patria.
Cada cosa en su lugar es buena, y la grandiosidad de esos cultos ex-
celente ; pero, vamos, el ofrecer á Dios y á la Virgen treinta y cuatro
nuevos hijos, que, unidos á los ochenta y tres, forman una conquista
de ciento diez y siete almas del paganismo, en solos diez días, esto
es excelentísimo, buenísimo y muy digno de merecer más operarios
y de atraer más misioneros.
Porque ¡ésta es la pena! ¡Atiendan esto quienes puedan remediar*
MISIONES CARMELITANAS 66 5

lo! Apenas había yo empezado á gustar, con tan felices augurios, de


las sabrosas primicias de mi obra en Cottayam, y me hallaba con las
manos en la masa, lleno de afanes, proyectos y esperanzas; al tiem-
po que acababa de sellar tantas conversiones el 7 y el 16; cuando el 17

hube de mandar á tres catequistas á otros tantos parajes para orga-


nizar nueyos grupos de catecúmenos; cuando esperaba comprar un
lugarcito el día 18, para abrir un nuevo campo de conversiones;
cuando me gozaba en ver venir tantos infieles hacia el bautismo y
666 EL MONTE CARMELO

estaba embebido en recibirlos, esperando el momento de regenerar-


los para el Cielo..., he aquí que me sorprende un telegrama del se-
ñor arzobispo, que me dice: "Venga inmediatamente á Ernáculam,,.
Conjeturé el alcance de tal orden: sentía mucho dejar á tal sazón
Cottayam; me dolió como nunca tanta escasez de misioneros; pero,
antes que todo, la obediencia. Vine á Ernáculam, y aquí me estoy
todavía, y aquí he de residir en adelante, y no he vuelto á aquel pre-
cioso distrito, del cual, sin embargo, todavía llevo cuidado, ¿cómo
podré cuidar, y promover, y organizar, y dirigir bien la obra de con -
versiones á trece ó catorce leguas de distancia, ligado por añadi-
dura con un nuevo cargo, que, aunque otros no tuviera, me absorbe-
ría todo el tiempo?
Allí sigue en marcha el movimiento de conversiones. Me escribe
el vicario que el día 25 fueron bautizados trece, y que los restantes
hasta el número de noventa, que eran los catecúmenos, estarán pre-
parados para cuando yo vaya, que será mañana ó pasado, cabiendo-,
me otra vez la dicha de sacar de la muerte de la infidelidad á la vida
de la gracia á unos setenta y siete el día 4 del entrante, fiesta del
gran Santo español Domingo de Guzmán.
Pero ¿quién estará allí para continuar sin levantar mano atendien-
do á aquella obra de Dios? Para todo el vasto distrito hay allí tres
sacerdotes indígenas; ellos harán lo que puedan; pero pueden poco,
por escasez de número, y más aún por falta de energías y ascen-
diente. Allí se necesita el misionero. ¿Y no se mueve nadie á preten-
der la suerte de ganar tantas y tantas almas?
Ahora se ve muy claro que, con ser los misioneros Conventuales
un inmenso bien, como tengo dicho, no nos bastan. Es más: lo ur-
gente, lo necesario, lo que pedimos sin cesar al Señor, y fuera me-
nester que nos escuchen también los hombres, es que vengan igual-
mente misioneros Apostólicos.
Hay campos dilatados, lo mismo en Quilón que en. Verápoly, pue-
blos innumerables donde misionero alguno ha puesto pie todavía; re-
giones desconocidas que sólo esperan á recibir la semilla para ha-
cerla fructificar. ¿Dónde están los sembradores? Los brazos del con-
vento no alcanzan á distancias; son menester además cultivadores
extraclaustrales; tanto, que aquéllos sin éstos apenas significan nada
en la Misión. Vengan misioneros apostólicos que, diseminados acá
y acullá, vivan en los pueblos y acudan á las diferentes regiones que
hoy yacen casi, ó sin casi, abandonadas. De lo contrario, ¿qué será
de estas pobres gentes? Seguirán pereciendo como hasta aquí. Pero
¿es esto tolerable cuando tan dispuestas están á convertirse? Y ¿será
posible que haya una sola mano que no ambicione el salvarlas?
Acaecióme el día 8, inmediato al del solemne primer bautizo, pre-
sentárseme un hombre de á cuatro leguas de distancia, pidiéndome
fuésemos á aquel su paraje, porque había allí dos mil infieles dis-
MISIONES CARMELITANAS 667

puestos á abrazar el Catolicismo. Demos que hubiera exageración en


cuanto al número; supongamos que, en vez de dos mil, fueran, si se
quiere, doscientos, fueran sólo veinte. ¿No sería más que bastante
para empezar? ¿No podría fijarse allí un misionero y tratar de que los
veinte subieran á doscientos, y éstos á dos mil, y así adelante? ¿No
valdría por lo menos la pena de tantear el terreno ?
Pues ni eso. Con gran dolor de mi alma tuve que contestarle que,
siendo tan poquitos sacerdotes, nos era de todo punto imposible aten-
der á nuevos parajes, cuando éramos apenas capaces de mantener
la obra evangélica en los puntos ya empezados y más próximos que
el suyo. El buen hombre instaba; pero... [imposible! ¡No somos nú-
mero I ¡Oh, si se nos vinieran aquí unos ocho buenos misioneros
apostólicos, ó extraconventuales, ó de la Propaganda Fide, ó como
se nos quiera denominar I
Temo que la pluma, sin sentirlo, se me deslice demasiado en esta
materia, abusando de mis caros lectores; y así, me despido de ellos
hasta otro día.—Fr. Juan Vicente, C. D. M. A.—Ernáculam 31-7-01.
P. S. Como se ve, mi residencia es en esta localidad ó ciudad de
Ernáculam, adonde he sido trasladado para ocupar el hueco dejado
por un Padre misionero que ha tenido que volver á Europa por falta
de salud. La mía, gracias á Dios, es, no sé si decir demasiado buena;
como que desde que estoy en la India, y contra lo que yo me figura-
ba y me acaecía en España, no he sufrido un dolor de cabeza, ni te-
nido una tos, ni padecido un constipado, ni sentido apenas asomo de
mal alguno; y eso que no me he recatado de lluvias, vientos ni soles.
Maravillas del arroz.
Otra. Por una circunstancia me alegro de habitar en Ernáculam:
porque pienso como que estoy siete jornadas más cerca de España.
Nadie por esto me juzgue tocado de nostalgia; nada de eso, pues
pienso dejar mis huesos en la India, esperando la resurrección uni-
versal. Lo que digo es que me alegro de poder hacer que las cartas
venidas de mi patria puedan (al menos en casos de urgencia) tener
respuesta en manos de sus remitentes antes da los cuarenta días de
haberlas ahí despachado, cuando desde Verápoly, Cottayam y otros
puntos se necesita una semana más. Nuestro correo por la vía Brin-
disi es semanal con Europa. A Ernáculam llega el correo europeo
los martes, y lo recibo á las nueve y media de la mañana; y sale el
mismo martes á las tres y media de la tarde: de modo que puedo
contestar el mismo día. P a r a que la correspondencia española com-
bine bien con la salida del puerto de Brindisi, debe despachársela al
tren expreso del Norte que sale de Madrid los miércoles por la tarde,
ó á los correspondientes de otras vías. Si se la manda en el del jue-
ves se retrasa una semana, según mis cálculos.
La dirección para este sitio es:
Asia - India -.Cochin.—Fr. J, V., Misionero Carmelita.—(Vía Brindi-
si.)— Ernáculam.
668 EL MONTE CARMELO

LA MISIÓN DE QUILÓN (COSTA DE MALABAR)

« Servía yo al Señor con mis pobres ora-


ciones , y procuraba con las hermanas que
hiciesen lo mismo y se aficionasen al bien
de las almas y aumento de su Iglesia... y en
esto embebía mis grandes deseos.*
(Santa Teresa.)

Nuestro Divino Redentor participó á los Apóstoles sus misericor-


diosos designios sobre los hombres. En conformidad con su ideal di-
vino, permitió ser alzado de la tierra con los brazos abiertos para
traer todas las criaturas á Sí, y, respirando por sus cinco llagas
amor, hizo aquella consoladora invitación: "Venid á Mí todos los que
estáis trabajados y cargados; todos los que gemís en la servidumbre
del pecado y destierro de la Patria celestial, y hallaréis reposo para
vuestras almas,,. Desde entonces la vida apostólica fué una institu-
ción que brotó espontánea en el seno de la Iglesia; una serie no inte-
rrumpida de varones apostólicos, abrevados con la sangre del divi-
no Pelícano que se inmoló en el duro árbol de la Cruz, han cruzado
el mundo en todas direcciones para purificar con ella al hombre de
su iniquidad y restituirle la filiación divina y derecho al Cielo que
en día aciago perdió.
Entre esta pléyade de apóstoles, de quien Isaías, en un arrebato de
admiración, exclama: Cuan hermosos son sobre los montes los pies
del que anuncia y predica la paz; del que anuncia el bien y predica
la salud; en el número, digo, de estos ángeles que, cruzando mares
y trepando montes, ofrecen en tierras remotas misericordia y perdón
al infortunado hijo de Adán, ha habido muchos, y hay hoy algunos
hijos de la apostólica virgen Teresa, que riegan con el sudor de su
celo los escarpados Gates y caldeadas playas de la costa malabar.
Último é indigno entre estos héroes, traigo su representación para
postrarme ante vosotros, caros lectores, é implorar vuestra caridad
cristiana y la valiosa cooperación de vuestras oraciones en su ayu-
da; es decir, en pro de la salvación de las almas á ellos confiadas y
conversión de los gentiles. Ya veis que se trata de los más caros in-
tereses de Jesús.
Falto de unción apostólica y elocuencia necesaria para cumplir
debidamente mi cometido, para hacer llegar á vuestros oídos los sus-
piros de aquellos denodados campeones de la religión y poner vues-
tro corazón en contacto con el suyo contristado, apelo á la elocuen-
cia de los hechos, y os invito á que sigáis mis pasos.
Al impulso de mi vocación, que nunca dudé ser fruto bendito de
MISIONES CARMELITANAS 669

muchos años de oración y serio estudio del espíritu de la Reforma


de Teresa, dejé los patrios lares y cuanto de poético, consolador y
halagüeño éstos ofrecer podían á mi ardiente imaginación y juveni-
les ilusiones. Partí, en 1883, sin más auxilios ni riquezas que la santa
pobreza que en hora feliz profesé; llegué á Malabar, y postrado á los
pies del V. Obispo que apacienta la grey cristiana de la diócesis de
Quilón, "heme aquí, señor: mandad—le dije, —estoy pronto; dadme
vuestra bendición é indicadme la viña objeto de mis futuros desvelos
y cultivo. El santo prelado extendió su mano hacia el Sud y, mos-
trándome vastos territorios cerca del Cabo Comorin, "ve, hijo mío,
arranca, destruye, disipa, edifica y planta,,.
Arranca las hondas raíces que la superstición, paganismo é infa-
me demonolatría han echado en el extraviado corazón de ésas so-
ciedades, sus leyes y sus costumbres. Destruye el reino de Satanás y
su usurpado dominio sobre tantos miles de infelices almas; destruye
sus templos y antros, albergue de venalidad, engaño, lujuria y todos
los vicios y todos los desmanes. Disipa los mil errores, abominables
calumnias y falsas doctrinas con que protestantes, arríanos, jacobitas
y herejes de todas las carnadas ensucian y rasgan la túnica inconsú-
til pura de la Esposa del Cordero. Edifica en el corazón de cada in-
dio un trono á Jesús, único Rey y Señor de las almas; edifica tem-
plos donde las muchedumbres arrepentidas se postren y lloren sus
pasadas aberracciones; construye, en fin, el edificio de la Religión
cristiana con todas sus bellezas, con todos sus consuelos, con todas
sus nobles aspiraciones y sublimes doctrinas para la perfección del
individuo, de la familia y de la sociedad. Planta la fecunda semilla
del Evangelio; planta en el alma de esos desgraciados indios las vir-
tudes santas de la F e , Esperanza y Caridad; semilla que germinará
almas puras para el Cielo. Planta el lábaro santo de la cruz doquier
Satanás haya fijado su tridente, cetro que, insensato, quiso en vano
plantar sobre el trono del Altísimo.
Fortalecido con la bendición del prelado venerable, y rebosando
de entusiasmo cristiano, partí al campo de mis operaciones. Durante
varios años crucé llanuras, ascendí montes, vadeé ríos, serpeé va-
lles, y, disputando al elefante las sendas que en forma de túnel abre
su potente trompa en la espesura de selvas vírgenes, fui en busca de
la cabana del salvaje. ¡Benditos trabajos! Dios, en cuyo reloj parece
haber sonado la hora de misericordia para aquellas naciones, se dig-
nó recompensar mis sacrificios y penalidades con la conversión de
miles de aquellos infelices. Estos mismos consoladores resultados
han sido y son el fruto que recogen mis dignísimos hermanos é hijos
de aquella que, aficionada al bien de las almas, embebía sus gran-
des deseos en el aumento de la Iglesia de Jesús de Teresa. Fami-
lias y pueblos enteros han abrazado nuestra santa religión y aumen-
tado asila gran familia cristiana. Estas conversiones son preludios
67O EL MONTE CARMELO

de grandes acontecimientos que se vislumbran en un cercano porve-


nir; son las primicias con que Dios alienta nuestra flaqueza y nos es-
timula para continuar la obra. El número considerable de catecúme-
nos, la favorable acogida que las clases agrícolas y sencillas nos dis-
pensan, y la buena impresión que la moral cristiana visiblemente
causa en los indios, son señales evidentes de que la semilla del Evan-
gelio, sembrada por los hijos del Carmelo, germinará y dará en tiem-
po no lejano fruto copioso.
Para obtener, sin embargo, este resultado y para perfeccionar la
conversión de indios rudos é ignorantes que han pasado su vida en
el servilismo y degradación, cuyo entendimiento materializado ape-
nas concebir puede nada abstracto y espiritual, en cuyo corazón he-
lado jamás latió sentimiento noble; para formar, digo, sociedades
actuadas del espíritu de nuestra santa religión con hombres que no
tienen idea del orden moral, y que apenas distinguir pueden la línea
divisoria entre el bien y el mal, si no viene bien marcada por el cri-
men; para esto, lectores míos, se necesita algo más que el entusias-
mo y buena voluntad de unos pobres y humildes misioneros; algo más
que el sacrificio de su comodidad, de su salud y de su vida, mil veces
inmolada en aras de la gloria de Dios. El europeo, habiendo respi-
rado desde su infancia el aroma de la moral evangélica, y no pu-
diendo substraerse completamente á su influencia, congenia con las
virtudes cristianas, es providente para sí, y venerando en su seme-
jante la dignidad de hombre, y amando en él la cualidad de herma-
no, le presta ayuda como por instinto, tanto en el orden moral como
en las necesidades físicas de la vida. De aquí procede la armonía de
la vida doméstica y el conjunto admirable de Órdenes religiosas, de
asociaciones é iniciativas públicas y privadas que tienen por objeto
el bien común y el ejercicio de la caridad. Nada de esto se encuen-
tra en Malabar. Los preceptos terroríficos de una demonolatría omi-
nosa; la cruel tiranía del feudalismo bramánico; la ignorancia, ori-
gen y fundamento de la más estúpida y universal superstición; las
leyes y costumbres de casta que separan y dividen las familias y tri-
bus, han enervado de tal modo aquellos hombres, han embotado su
inteligencia y aniquilado los sentimientos naturales del corazón en
tal grado, que para efectuar una transformación en ellos, tanto so-
cial como religiosa, no bastan los esfuerzos y sacrificios aislados del
misionero. Ni la poesía encantadora de nuestra liturgia, ni la elo-
cuencia del apóstol que predica la verdad, han obtenido este fruto en
el transcurso de diez y nueve siglos; porque ni la poesía ni la elo-
cuencia pueden encontrar eco en corazones sin vida. Es preciso que
nosotros les presentemos la religión prácticamente bella y caritati-
va, hasta que las máximas cristianas hayan echado hondas raíces
en su espíritu, y el árbol, no del derecho nuevo, sino de la civiliza-
ción cristiana, dé frutos, será preciso que el mundo católico se im-
MISIONES CARMELITANAS 671

ponga sacrificios, y con el misionero cuide este plantel y lo vivifique


con su ejemplo, con el ejercicio de la caridad y desprendimiento.
Aun suponiendo que nuestros neo-conversos estén animados de las
mejores disposiciones, las castas ínfimas y clases trabajadoras de
donde ellos proceden son tan pobres y.están tan mal retribuidas, que
no pueden imponerse los sacrificios que el desarrollo de la vida cris-
tiana exige. La inmensa mayoría ganan á lo sumo tres reales dia-
rios, ¡miserable recompensa de un trabajo improbo y penosísimo!
¿Pretenderemos privarles de una parte de tan mezquino jornal? ¡Se-
ría cruel! Una familia entera espera la hora de cobrar para comer
un puñado de mal condimentado arroz. ¡ Ah, si los pobrecitos tuvie-
ran un poco de arroz todos los días! En Malabar no hay nada. Tem-
plos, saceydotes, escuelas, catequistas, hospicios para la infancia
huérfana y abandonada, asilos para la ancianidad desvalida, todo
falta y todo es allí absolutamente necesario.
fr. Jtfartín,
C D.
(Se continuará.)

SUBSCRIPCIÓN Á FAVOR DEL R. P. MARTÍN,


VICARIO GENERAL DE QUILÓN

Pesetas

Suma anterior 37,50


R. M. C. Santa Teresa, Zaragoza 23
R. M. C. San Joaquín, Tarazona • 25
R. M. R. Hospicio Provincial, Zaragoza 15
M. R. P. Provincial de los Carmelitas de San Joaquín, de Na-
varra 50
Por conducto del R. P. Salvador de la Madre de Dios, Prior
de Valencia 100
R. M. F. Guadalajara 30
R. M. Priora de San José, Guadalajara 25
R. M. L. P., Valencia 1,80
Sr. D. M. A. A., Valencia 0,30
Sr. D. F . P. de los C , Valencia 15
Srta. A. G. de S., Guadalajara 1,50
F. S. Maya 0,60
Una subscriptora de E L MONTE CARMELO , Madrid 5
D. Juan Conde, Alfaro 50
Srta. Enriqueta Abad y familia, Sau Esteban de G o r m a z — 6
385,70
(Continúa abierta la subscripción.)
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SECCIÓN CANÚNICO-LITÚRGICA

SOBRE EL REZO DEL OFICIO OE LA VIRGEN PARA LUCRAR EL PRIVILEGIO


SABATINO DEL CARMEN

En repetidas ocasiones se había con- el Breviario romano, aun cuando la


firmado por decretos de las Sagradas mayor parte del pu eblo ignora por
Congregaciones romanas la necesi- completo la lengua latina ?
dad de rezar el Oficio Parvo en latín,
tal cual se encuentra en el Breviario Y los Emmos. Padres, reunidos e
romano, como condición indispensa- día II de Junio de 1901 en el Palacio
ble para ganar el privilegio sabatino Vaticano, decretaron se contestara á
del Escapulario del Carmen. Ahora las dudas propuestas:
esta obligación entra en una nueva fa- A la I. Afirmativamente, como no
se por lo que respecta al rezo privado sea para los que pertenecen á un rito
de dicho Oficio, como puede verse en aprobado por la Santa Sede que use
el siguiente decreto de la Sagrada otra lengua, según el decreto de esta
Congregación de Indulgencias, que, Sagrada Congregación de 18 de
reconociendo la necesidad susodicha Agosto de 1868. Mas suplíquese á Su
del rezo en latín, según la legislación Santidad para que en el rezo priva-
en vigor hasta el presente, ha impetra- do pueda usarse la lengua vulgar.
do de Su Santidad el que en privado
pueda cumplirse rezando en lengua Y hecha relación de esto á N. S. P.
Vulgar. León XIII en la audiencia tenida por
« El Arzobispo de Guatemala propo- el infrascrito Cardenal Prefec to el día
ne á esta Sagrada Congregación la so- 14 de Junio de 1901, Su Santidad tu-
lución de las siguientes dudas referen- vo como buenas y confirmó las resolu-
tes á las obras piadosas que han de ciones tomadas, y se dignó acceder á
practicar los cofrades de la B. V. M. la súplica expresada en la duda 1. a
del Monte Carmelo para que disfruten Dado en Roma, en la Secretaría de
del privilegio llamado Sabatino: la misma Sagrada Congregación, el día
I. ¿Es necesario que los cofrades 14 de Junio de 1901.—S. Card. Creto-
de la B. V. M. del Monte Carmelo ni, Prefecto.—Francisco Sagaro, Ar-
recen el Oficio Parvo según está en zobispo Amiden., Secretario.
SECCIÓN CANÓMCO-UTÜRGICA 573

EXPLICACIÓN DE LA CLÁUSULA «DE CONSENSU ORDINARI LOCI» \


QUE SUELE PONER LA SAGRADA CONGREGACIÓN DE INDULGENCIAS EN L08 RESCRIPTOS Y BREVES
POR LOS CUALES SE CONCEDE FACULTAD PARA BENDECIR É INDULGENCIAR
CORONAS, ROSARIOS, CRUCES, MEDALLAS, ETC.

Con la misma fecha 14 de Junio-de piadosos, dijo: Detur instructio. Y


1901, respondiendo la Sagrada Con- comoquiera que la instrucción dada
gregación de Indulgencias á varias du- sea interesantísima, porque resuelve
das acerca del sentido de las palabras multitud de dudas que pudieran ocu-
de consensu Ordiñari loci, que ordi- rrir á los Sacerdotes facultados para
nariamente contienen las facultades bendecir dichos objetos, la insertamos
de bendecir é indulgenciar objetos á continuación en su original latino:

INSTRUCTIO

1.° Convenit ut qui facultatem be- ¡cedam requiritur consensus Ordinarii


nedicendi Coronas, Cruces, Rosaría, loci in quo quis ea uti velit, firmo
Numismata, etc., cum applicatione In- manente, quoad regulares exemptos,
dulgentiarum Apostolicarum et S. Bir- decreto hujus S. C. diei 8 Junii 1888.
gittaa obtinere cupit, si sit e clero sae- Hic autem consensus optandum ut sit
culari litteris commendatitiis proprii expressus; sufficit tamen etiam taci-
Ordinarii munitum suplicem libellum tus vel implicitus, et in aliquo casu,
exhibeat, si vero sit regularis, Supe- quando practice aliter fieri nequeat,
rioris sui Ordinis vel Instituti a S. Se- sufficit etiam consensus prudenter
de approbati. prassumptus.
2.0 Ut v a l i d e praefata facultas Datum Romas ex Secretaria ejus-
exerceatur opus erit, ut Sacerdos ad dem S. Congregationis die 14 Junii
exeipiendas Sacramentales Confessio- 1901.—S. Card. Cretoni, Prcefectus.—
nes, saltem virorum, sit approbatus. Eranciscus Sogaro, Archiep. Amiden.,
3. 0 Ad eam facultatem licite exer- Secretarius.

"xszr,
¡EVERENDOS P P . PROVINCIALES. — Hemos sido honrados en esta
r ® Residencia con la visita de los Rdos. PP. Provinciales de Ara-
gón y Navarra, que se han reunido para conferenciar sobre impor-
tantísimos negocios de gran utilidad de nuestra Orden. Después
de pasar algunos días en esta casa, han vuelto á sus respectivas
Provincias.
PROFESIONES.—En el convento de MM. Carmelitas de Boadilla del
Monte ha profesado la Hermana corista María Josefa de San Agus-
tín, imponiéndola el velo el M. R. P. Jerónimo de la Santísima Vir-
gen, Vicario de Madrid, y predicando el Rdo. P. Plácido María del
Pilar. Apadrinó á la nueva esposa de Jesucristo, en el acto solemne
de pronunciar sus votos, la Excma. Sra. Duquesa de Sueca, Condesa
de Chinchón. --*
BIEN VENIDO.—Ha llegado á Santander en uno de los vapores de la
Compañía Trasatlántica el Rdo. P. Teodoro de San José, que du-
rante muchos años ha estado en Puerto Príncipe (Cuba) entregado á
los trabajos de la vida apostólica. Sea bien venido el celoso Padre,
y encuentre entre sus Hermanos de España el descanso de sus t r a -
bajos y fatigas.
A NUESTRAS COMUNIDADES.—Llamamos la atención de nuestras co-
munidades sobre el alcance del insidioso decreto del ministro de la
Gobernación, que publicamos en la Crónica General. Estamos per-
suadidos de que la ley de Asociaciones que se invoca en el dicho de-
creto no alcanza á nuestras Comunidades, pues en la misma ley se
exceptúan de sus disposiciones "los institutos ó corporaciones que
existan ó funcionen en virtud de leyes especiales „; y sabido es que
nuestras Comunidades, además de estar autorizadas por Reales ór-
denes, existen y funcionan en virtud de leyes especiales, cuales son
las canónicas que en España tienen fuerza legal, según lo estipulado
en el vigente Concordato. Hay que reconocer, sin embargo, que, á
pesar de toda razón legal y de toda justicia, se prepara un..rudo
golpe contra la existencia de las Congregaciones religiosas, imitan-
CRÓNICA GENERAL 675

do lo hecho en la nación vecina, por lo cual no se creerá vano el


aviso de que hay que prevenirse.
R. I. P.—Ha fallecido en Madrid, á la avanzada edad de ochenta
y dos años, nuestro respetable amigo el virtuoso Sr. D. Isidro Fon-
seca Pascual, tío del actual Prior de Pamplona, Rdo. P. Víctor de
la Cruz, á quien tan gratamente recordamos en esta Residencia sus
antiguos subditos. Era el finado Hermano benemeritísimo de la Con-
gregación de San Felipe de Neri, Siervos pobres del Hospital Gene-
ral, y Hermano Mayor de la Doctrina Cristiana, títulos que por sí
solos dan idea de las virtudes sólidamente cristianas que le adorna-
ban, y que le habrán merecido oir de labios del Justo remunerador
de todos los hombres: Ven, bendito de mi P a d r e , porque tuve ham-
bre y me diste de comer, estuve desnudo y me vestiste, enfermo y
me visitaste. Reciba su virtuosa viuda y familia nuestro más sentido
pésame junto con el consuelo de las plegarias que elevamos al Señor
en sufragio del alma del difunto. R. I. P.
LIBROS RECIBIDOS.—El Kulturkampf Internacional, por el Carde-
nal Sancha. Segunda edición corregida. Agotada la primera edición
de esta obra, debida á la pluma del venerable Primado de España, se
ha publicado, con la competente autorización de Su Emma., una se-
gunda edición económica, á fin de facilitar la propagación de libro
tan interesante, por tratarse en ella las cuestiones que más agitan los
espíritus en la actualidad. Hállase de venta en la librería religiosa
de D. Enrique Hernández, P a z , 6 , Madrid, á 1,50 pesetas en rústica,
y 2,50 pesetas elegantemente encuadernada: certificada, 25 céntimos
más.
La Leyenda de Oro, para cada día del año. Vida de todos los Santos
que venera la Iglesia. Contiene la obra de Ribadeneyra, y las noti-
cias de Croisset, Butler, Godescart, etc., etc. Quinta edición, com-
pletada con las Vidas de los Santos canonizados desde 1855 hasta la
fecha, y una serie de estudios refutando los errores modernos sobre
la Vida de Nuestro Señor Jesucristo y los Santos, por el M. I. Señor
Dr. D. Eduardo María Vilarrasa, arcipreste de la Santa Catedral de
Barcelona. Precédela un prólogo del R. P. Fr. Ruperto María de Man-
resa, de la O. de M. Capuchinos. Hemos recibido las cuatro prime-
ras entregas de esta importantísima obra, publicada por la casa edi-
torial de los Sres. González y C. a , editores pontificios de Barcelona,
y cuyo elogio queda hecho con la publicación del nombre de sus au-
tores. Esta edición de La Leyenda de Oro forma cuatro tomos de
unas 500 páginas cada uno, ilustrados con una magnífica portada y
láminas impresas en oro y colores representando á los principales
Santos. Se reparte la obra por cuadernos semanales, compuestos de
cuatro entregas de á diez y seis columnas de texto. Cada lámina,
atendido su coste, equivaldrá á una entrega, siendo el precio de
ésta 25 céntimos de peseta. Las portadas de cada tomo son de r e -
galo. La obra constará de noventa y siete cuadernos; por lo tanto,
el precio de cada ejemplar será de 97 pesetas. La subscripción puede
hacerse en las principales librerías.
j p f A NUEVA ENCíCLICA.—Se insiste en que Su Santidad hállase prepa-
T* 1 rando una Encíclica, que se anuncia ha de tener gran impor-
tancia.
La Voce della Veritá dice que el esperado documento pontificio
aparecerá á principios de Octubre.
PEREGRINACIóN OBRERA FRANCESA. — Una numerosa peregrinación
de obreros franceses, presidida por M. Harmel, fué recibida el lunes
por Su Santidad.
La recepción tuvo lugar en la Capilla Sixtina. El Papa dio la ben-
dición á los peregrinos, pero no quiso pronunciar discurso, teniendo
en cuenta la tirantez de relaciones que existe entre el Vaticano y el
Gobierno francés.
El día 14 había recibido Su Santidad en audiencia privada á los
distinguidos católicos franceses, jefes de la peregrinación, MM. Har-
mel, Maupetit, Masquelier y Vanneufville.
El Papa manifestó una ternura profunda por Francia y las doloro-
sas preocupaciones que le causa la dispersión de los religiosos.
Recomendó de nuevo la obediencia á sus Directores y la unión de
los católicos.
León XIII espera para Francia la protección de la Santísima Vir-
gen; protección que se ha manifestado también este año en Lourdes
por grandes milagros.
PEREGRINACIóN DE MINEROS EN PROYECTO.—El año próximo irá á
Roma una peregrinación de obreros mineros franceses.
El Soberano Pontífice habló con M. Harmel en términos muy hala-
güeños de la proyectada peregrinación.
PEREGRINACIóN AL PILAR.—Él Boletín Eclesiástico de la Diócesis
de Sevilla ha publicado' una circular del Excmo. Sr. Arzobispo, en
que, después de dar cuenta de que en breve se constituirá la Junta
diocesana para favorecer los trabajos de la peregrinación, expone
algunas consideraciones dedicadas á excitar el entusiasmo de los
católicos por esta peregrinación, y añade el Rvmo. Prelado:
CRÓNICA GENERAL 677

«Vamos á orar ante la Reina de la misericordia para que no se con-


sume la ruptura de nuestra alianza con nuestro Padre celestial.
»Vamos á solicitar perdón para los que, ofendiéndola y ofendiendo
á Jesucristo, han provocado la ira divina contra la desventurada
España.
»Vamos á pedir, con todo el fervor de que somos capaces, que des-
cienda de la altura el espíritu de caridad, para que unidos los que
hoy andan discordes y en lucha, y siendo Dios nuestro lazo, consti-
tuyamos todos la familia dichosa del Rey inmortal de los siglos.
»Vamos á instar, en suma, á la que es Omnipotente por gracia,
como Dios lo es por esencia y naturaleza, para que caigan torrentes
de luz sobre los ciegos, raudales de vida sobre los que están muer-
tos, fuerza sóbrelos flacos, amor sobre los que odian, y para que, en
una palabra, se estrechen la mano fraternalmente, depuestos sus
errores y abandonadas sus preocupaciones y prevenciones siniestras,
rotos sus compromisos de secta y animado el espíritu de la caridad
más pura, el anarquista y el socialista, el masón y el impío con el
fiel católico, jurándose al pie del altar de la Virgen amor de herma-
nos en Jesucristo, que nada pueda en lo sucesivo quebrantar ó al-
terar.
»Con estos pensamientos debemos emprender nuestra peregrina-
ción, y ¿quién sabe cuáles serán sus resultados?»
E L NUEVO OBISPO DE MADRID.—En la Gaceta del 21 de Septiembre
se publicó el siguiente decreto:
Ministerio de Gracia y Justicia.—?>. M. el rey (q. D. g.), y en su
nombre la Reina Regente del Reino , se ha dignado nombrar para la
Iglesia y Obispado de Madrid-Alcalá, vacante por haber sido nom-
brado para el Arzobispado de Valladolid D. José María de Cos y
Macho, á D. Victoriano Guisasola y Menéndez, Obispo de Jaén.
Y habiendo sido aceptado este nombramiento, se están practicando
las informaciones necesarias para la presentación á la Santa Sede».
E L MONTE CARMELO saluda reverentemente y con filial afecto al
nuevo Prelado de la Diócesis, pidiendo al Cielo le conceda sus luces
y gracias más colmadas para la dirección de su nueva grey.
CONTRA LAS CONGREGACIONES RELIGIOSAS.—El Sr. Ministro de la
Gobernación ha,publicado un decreto sigilosamente fraguado, en
que desconociendo el derecho de existencia que á las Congregacio-
nes religiosas concede el Concordato vigente, que es ley del reino;,
se les obliga, al igual de-los Casinos de juego, Academias y Circuios
políticos, á someterse á la ley de Asociaciones de 30 de Junio de 1887.
Para conocimiento de nuestros lectores transcribimos íntegro, sin
omitir la exposición de motivos,, el Real decreto firmado por S. M. la
Reina Regente el 19 de Septiembre próximo pasado.
Ministerio de la Gobernación: Exposición.— Señora: La ley de 30
de Junio de 1887, que vino á regular el ejercicio del derecho de a s o -
ciación , determinó las formalidades necesarias para que por el Po der
público pudiera ejercerse la debida fiscalización sobre las entidades
jurídicas que se creasen al amparo de aquel derecho mismo, otorga n-
678 EL MONTE CARMELO

do un plazo de cuarenta días para que llenasen tales requisitos las


Asociaciones ya entonces existentes.
Notorio es, sin embargo, que, transcurridos ya catorce años, toda-
vía existen muchas de aquéllas, y otras fundadas posteriormente,
sobre todo para fines religiosos y políticos, remisas en el cumplimien-
to de tales obligaciones; y aunque la ley misma autoriza para este
caso su suspensión, no puede desconocerse que sería contrario á los
más elementales dictados de la equidad, que ha de ser canon constan-
te para el ejercicio del Poder público, aplicar súbitamente todo el
rigor de la ley después de tan largo período de tolerancia.
He aquí la razón de que el ministro que subscribe considere pru-
dente otorgar á las Asociaciones que se encuentren en aquel caso el
plazo de seis meses, que estima adecuado, para que aquéllas se colo-
quen en los términos por la ley requeridos.
Pero del examen de este asunto, y entre tanto que el Gobierno de
V. M. someta á la deliberación de las Cortes la reforma de la ley que
pueda ser necesaria para poner en armonía el ejercicio de las facul-
tades de inspección con la índole diversa de las Asociaciones, surge
además la necesidad de adoptar alguna resolución para que, cuando
se trate de Asociaciones constituidas en su totalidad, ó al menos en
su mayoría, por extranjeros, no se pongan en olvido otros preceptos
de nuestra legislación vigente.
El art. 13 de la Constitución del Estado á sólo los españoles recono-
ció el derecho de asociarse para los fines de la vida humana, corro-
borándolo así el art. 14, en que se determinó que las leyes dictarán
las reglas oportunas para asegurar á los españoles en el respeto
recíproco de este y de otros derechos á que el propio texto constitu-
cional hace referencia; y aunque la letra del art. 1.° de la ley de 30
de Junio de 1887 induce á creer que sus preceptos se dictaron única-
mente para el desenvolvimiento de aquellos mandatos del Código
fundamental del Estado, el Gobierno de V. M. lo interpretaría hipó-
critamente si, acogiéndose á su contexto literal, negase que los an-
tecedentes parlamentarios de aquella ley demuestran que por ella se
quiso hacer también extensivo á los extranjeros el derechj de aso-
ciarse en España.
Mas también sería de todo punto infundado el supuesto de que los
extranjeros puedan ejercitar en España este derecho, al menos en
parte de carácter político, sin el previo cumplimiento individual de
aquellos preceptos legales vigentes que les imponen determinadas
formalidades para ejercitar derechos civiles, y hasta para obtener
el de residir en territorio nacional, con amparo del Poder público y
acceso á los Tribunales.
Derogado en gran parte, é implícitamente por mandatos legales
posteriores, el Real decreto de 17 de Noviembre de 1852, no lo está,
ni sus disposiciones han sido sustituidas por ninguna otra, en cuanto
ordena que se lleven en los Gobiernos de provincia y en los Consu-
lados de todas las naciones extranjeras establecidos en España las
matrículas ó registros en que se asienten los nombres y circunstan-
cias de los extranjeros que residieren ó vinieren á residir en el reino,
CRÓNICA GENERAL 679

ni el precepto en cuya virtud no tendrán derecho "á ser considera-


ndos como extranjeros en ningún concepto legal aquellos que no se
„ hallen inscritos en la clase de transeúntes ó domiciliados en las
„ matrículas de los Gobiernos de las provincias y de los cónsules res-
p e c t i v o s de sus naciones,,.
Y siendo este requisito indispensable para tener derecho á la pro-
tección y amparo del Poder nacional, para ejercitar derechos civiles
y aun para residir libremente en el reino, claro es que más razón ha
de serlo para ejercitar el derecho de asociación, cuya transcenden-
cia en el orden político no necesita ser encarecida.
Fundado en estas consideraciones, el ministro que subscribe, de
acuerdo con el Consejo de Ministros, tiene la honra de someter á la
aprobación de V. M. el siguiente proyecto de decreto.
Madrid 18 de Septiembre de 1901.—Señora: A L. R. P. de V. M.,
Alfonso González.
Real decreto.—Atendiendo á las razones expuestas por el ministro
de la Gobernación, y de acuerdo con el Consejo de Ministros:
En nombre de mi augusto hijo el Rey Don Alfonso XIII, y como
Reina Regente del reino,
Vengo en decretar lo siguiente:
Artículo 1.° Se concede un plazo de seis meses, á contar desde la
publicación del presente Real decreto en la Gaceta de Madrid, para
que las Asociaciones ya creadas y comprendidas en los preceptos de
la ley de 30 de Junio de 1887 puedan inscribirse en el registro corres-
pondiente de los Gobiernos de provincia y cumplir las demás forma-
lidades que determinan los artículos 4.°, 9.°, 10 y 11 de aquella ley
misma.
Art. 2.° Los gobernadores de las provincias cuidarán especial-
mente de exigir á las Asociaciones que se creen desde esta fecha el
cumplimiento de los mismos requisitos, usando en otro caso de las
facultades que la misma ley les concede.
Art. 3.° Para que los extranjeros constituyan en España Asocia-
ciones comprendidas en los preceptos de la ley de 30 de Junio de 1887,
ó ingresen en las ya creadas, será condición indispensable que los
fundadores, directores ó presidentes de las Asociaciones mismas
acrediten ante el Gobierno de provincia que aquéllos se hallan ins-
critos, como subditos de la nación á que pertenezcan, en el Consu-
lado correspondiente, solicitando al mismo tiempo su inscripción en
el propio Gobierno de provincia.
Dado en San Sebastián á diez y nueve de Septiembre de mil nove-
cientos uno.—María Cristina. — El ministro de la Gobernación, Al-
fonso González.
NOTICIAS GENERALES.—Cuando ya estaba publicado nuestro ante-
rior número, llegó la noticia del fallecimiento de Mac-Kinley. El ins-
trumento de que se valió Dios para castigar muchos pecados de E s -
paña había cumplido su misión en este mundo, y ha desaparecido,
sin que para su ruina haya sido necesario el aparato formidable de
que él se valió para causar la nuestra.
68o EL MONTE CARMELO

—La cuestión de Marruecos está sobre el tapete, suscitada por el


rapto de los dos muchachos españoles perpetrado por una de las ka-
bilas. Qué ha sido de los muchachos, no se sabe de cierto. España ha
reclamado y enviado al Sultán su ultimátum, apoyado, según se
dice, por una nota de las potencias. En otro tiempo, esto se hubiera
juzgado por la opinión como un casus belli; pero después que la opi-
nión fué tan vilmente engañada por la prensa, y tan atrozmente des-
engañada por los acorazados de Norte-América que produjeron nues-
tro desastre colonial, hoy nadie se entusiasma ante la perspectiva de
una nueva guerra, como no sea los militares, que quisieran recupe-
r a r los laureles que otros les hicieron perder.
—Sigúese agitando la cuestión del Concordato, y dícese que el señor
Pidal, embajador español en el Vaticano, se niega á llevar las nego-
ciaciones en el sentido que pretende el Gobierno, lo cual podrá mo-
tivar su salida de la Embajada. Hay quien relaciona con esto el viaje
del Sr. Nuncio á Roma, después de detenerse en San Sebastián y
conferenciar largamente con S. M. la Reina y el Sr. Ministro de Es-
tado.
—Sigue dando juego el asunto del decreto del ministro de la Guerra
llamando á las armas 80.000 hombres, proyecto contra el cual se ha
levantado una protesta general, en la que entran los padres de fami-
lia, algunos Ayuntamientos, varios prelados, etc. Pero el general
Weyler contesta á este clamoreo de toda España yéndose á hacer un
viaje por nuestras posesiones de África.
—También proyecta algunos viajes el conde de Romanones, que ha
anunciado una visita de inspección á algunas Universidades, donde
pronunciará algún discurso, sin duda para ver de excitar simpatías
á favor de las reformas publicadas en su departamento de Instruc-
ción Pública.
—Las manifestaciones de la prensa, tanto liberal como católica,
prueban las tendencias sectarias del Real decreto emanado del Mi-
nisterio de la Gobernación, y que acabamos de reproducir íntegro,
reconociendo todos los periódicos que va directamente contra las
Comunidades religiosas; lo cual, á la vez que causa extremado rego-
cijo y ganas de aplaudir en los anticlericales, llena de inmensa tris-
teza á los que aún tienen por suma gloria el acatar y respetar á nues-
tra Madre la Iglesia y toda su legislación.

L. D. V. M.
5
W T W Í . ^ í'¿"o" *'

Año II. 15 de Octubre de 1901. Núm. 32.

LA MUJER GRANDE

| o sé si merecerá la reprobación de los


buenos el evocar la memoria de aquel
siglo de oro de nuestra nación que, como mu-
seo de infinito valor, nos presenta una pléyade
de héroes que enaltecieron nuestra patria, ha-
ciéndola la admiración del mundo, el emporio
de las ciencias, la señora de todas las naciones,
tan grande como hoy está humillada. Y coma
yo me lleno de rubor al comparar el estado
floreciente de nuestra nación en tiempos no
lejanos, y la decadencia á que hemos llegado
por haber abandonado las santas tradiciones
patrias, por culpa de gobiernos liberales, co-
mo el hijo reducido á la indigencia por culpa
de sus padres, se ruboriza al verse ante los
gloriosos trofeos y cuadros de sus antepasa-
dos, bien que no sea culpa suya, así temo que
682 EL MONTE CARMELO

se han de ruborizar los buenos y hervir la sangre en sus venas al


recordar aquella época tan gloriosa que nos hacía señores, hoy
que nos vemos reducidos á la triste condición de esclavos.
Entre aquellas figuras de primer orden veo sobresalir un genio
de tan extraordinarias cualidades y virtud tan universal, que
como astro de primera magnitud no digo que eclipsa, pero sí que
parece que señorea á todos los demás, como reina de un gran
certamen ante quien respetuosas se inclinan las potencias de
brazo fuerte, para rendirla vasallaje de admiración.
Glorias fueron de nuestra nación, como no se encontraron en
ninguna otra, los teólogos profundos que poblaban nuestras uni-
versidades, los místicos consumados, los filósofos más respetados,
los historiadores eruditísimos, los poetas inspirados, los hablistas
castizos, los santos más admirables, los guerreros invictos, los
conquistadores más gloriosos, los estadistas más grandes, los va-
rones esforzados; figuras de primer orden que dio el suelo his-
pano , regado con la sangre de tantos mártires y fecundizado con
las celestiales influencias de la religión que nos trajeron Santiago
y la Virgen del Pilar.
Pero entre esos héroes, entre esas figuras excepcionales de in-
mortal loa y eterna gratitud, destaca un genio que, bajo la en-
voltura de mujer, para hacer más admirable su mérito, reconcen-
tra en sí sola todas las grandezas como pasmo de la naturaleza,
milagro de su sexo y prodigio de ciencia y santidad, aclamada
po*4ós sabios como grande, por los artistas como ideal el más
hermoso, y por los hombres de pecho esforzado como adalid en
el valor.
En efecto: Teresa de Jesús, cuyo nombre es todo un poema
que explica ya suficientemente la grandeza extraordinaria de su
alma, infunde respeto y temor á los teólogos de su tiempo, que
no sé atrevían á disputar con ella, porque oían cosas que nunca
habían oído en las aulas; y eran tan profundos y claros los cono-
cimientos que tenía de la Trinidad augusta, de la humanidad de
Jesucristo, de los ángeles y de la gloria del Cielo, que parecía un
Santo Padre cuando desplegaba sus labios. En lo místico es con-
siderada, respetada y consultada como la primera Maestra, di-
ciendo el gran Bossuet que era Santa Teresa en Teología mística
lo que Santo Tomás en la dogmática. En Filosofía nos habla ella
con una precisión y acierto admirables del alma racional, de las
facultades entendimiento, memoria y voluntad, y la distinción
que hay entre ellas, y de las pasiones, como en un tratado de
LA MUJER GRANDE 683

Psicología; del Ser necesario y contingente, como un metafísico


en una tesis de Ontología. Es grande como historiadora, y su sa-
broso libro de las Fundaciones es una prueba clara de ello. «Des-
pués de las historias sagradas, dice un erudito autor, se puede
dudar haya otra más ingenua y verídica, más útil y prodigiosa
que ésta en que historió sus fundaciones la Doctora Seráfica.»
«Son sus relaciones tan amenas, dice Amoldo, describe y narra
los sucesos con tal candor y pureza de dicción, que pocas ó nin-
guna historia se hallará en que
se huelgue tan sabrosamente el
ánimo de los lectores.»
Grande fué como poeta, y lo
demuestra su hermosa composi-
ción Vivo sin vivir en mí, tan ins-
pirada, tan sublime, tan tierna,
llena de los más dulces acentos
y de una tristeza tan elevada y
espiritual, tan natural y sin afec-
tación, que sin dificultad se ve el
espíritu gimiendo por la deten-
ción y haciendo fuerza para rom-
per las ligaduras del cuerpo y po-
der volar á aquella vida de arri-
ba, que es la vida verdadera.
No es menos grande como ha-
blista, y nos basta aducir la au- Santa Teresa y Jesús atado
toridad de Fr. Luis de León, tan á la columna.
competente en la materia, para
convencernos de ello. Dice este sabio é ilustre hablista castizo de
las obras de la Santa: « En la forma del decir, y en la pureza y
facilidad del estilo, y en la gracia y buena compostura de las pa-
labras, y en una elegancia desafectada que deleita en extremo,
dudo yo que haya en nuestra lengua escritura que con ella se
iguale».
Como Santa, ¿quién no la reconoce como uno de aquellos se-
res más privilegiados que Dios envía de cuando en cuando al
mundo, llena de virtudes y gracias, que toca con sus pies el sue-
lo, pero su cabeza, rodeada de nimbos de gloria, se esconde allá
en el Cielo? ¿Quién no ve en ella uno de los Santos más grandes
de la gloria de Dios, que muere de amor como el Divino Maestro,
y la única que, á semejanza de su Esposo Jesús, merece que la
684 EL MONTE CARMELO

atraviesen el corazón para que, así como del de Jesús salió la


Iglesia, del de Teresa saliera otra congregación de fieles perfec-
tos, la Reforma de la Orden del Carmen?
Como estadista es también una gran figura de su siglo, y todo
el que haya leído su admirable libro del modo de visitar los con-
ventos, se convencerá de esta verdad. ¡Qué prudencia, qué dis-
creción y qué conocimiento del espíritu de la ley se refleja en
sus páginas! ¡Qué consejos tan admirables, qué reglas de con-
ducta da á las Prioras y á los Superiores locales, y aun al mismo
Padre Provincial de los Descalzos! ¡Con qué acierto resolvía y
daba consejo á los Padres en las cuestiones transcendentales del
principio de la Reforma!
Y no fué menos grande como mujer emprendedora y de gran
corazón. No fué pequeña conquista el éxito feliz en la Reforma
del Carmen, que antes emprendieron varones eminentes en cien-
cia y en virtud, como el Beato Soret, General de la Orden, el
Beato Bautista Mantuano, también General, y otros de gran mé-
rito, sin poder conseguir un resultado estable y satisfactorio, por-
que era obra de gigantes, una empresa titánica, y Santa Teresa
de Jesús era gigante en el espíritu, un alma de las más extraor-
dinarias que Dios ha criado, y un corazón que, en sentir de la
Iglesia, era grande y dilatado como las arenas del mar.
Y si para ser verdaderamente grande no basta la ciencia, ni
aun la misma virtud, porque para que la humanidad aclame gran-
de á este tal, dice Monseñor Bogaut, espera siempre que reciba
el bautismo del dolor, ¿quién como Teresa de Jesús se vió tan
inundada en las aguas de la tribulación y el dolor? Ella sufrió lar-
gas y penosas enfermedades, terribles padecimientos en lo físico
y en lo moral, persecución de buenos, desprecio de los hermanos,
calumnia de los malos, lucha con los demonios, desamparo de
Dios y presión tan fuerte del amor, que le parte el corazón y
acaba por quitarle la vida.
¡ Q u e grande es Santa Teresa de Jesús!
fr. Plácido Jtíaría del p.

*
«5YJwY!yíYi»5VívíyíySYívSYíifSYíuSY«? 5jj^0j»ij»¿lWrYj»A»jA«jA«

MUERTE DE SANTA TERESA

ale
%s la muerte, para el común de los hombres, objeto de ho-
<v -•> rror y de espanto; su memoria hiere cual rayo destructor
«en el corazón del descreído, y desconcierta toda la economía de
su vida, que ora se desborda por los sentidos, en busca del pla-
cer, diciendo: Comamos, bebamos y coronémonos de rosas, que
mañana moriremos; ora se marchita antes de tiempo, emponzo-
ñada con mortal tristeza.
Mas ¡ cuánta es la eficacia de la gracia y de las enseñanzas de
nuestra santa Religión! A la tétrica definición de los filósofos, al
malum omnium malorum terribilissimum contestóle el inspirado
autor del libro de la Sabiduría con esta otra admirable sentencia:
Pretiosa in conspectu Domini mors sanctorum ejus: preciosa es,
en la presencia del Señor, la muerte de sus Santos; y ya, desde
entonces, perdió la muerte su amargor, trocó su misión é hízose
dulce su memoria para las almas santas, que tienen puesto en
Dios su corazón. Y ¿cómo no, si es para ellas la muerte lo que
el anuncio de libertad para el cautivo, lo que el deseado puerto
para el piloto, y lo que para el inocente niño el dulce sueño que
Je transporta á la fiesta que con ansia esperaba?
Pero si para alguien ha tenido este carácter la muerte; si para
alguien perdió su espanto y mudó su faz de horror en apacible,
fué para la ilustre virgen avilesa. Ya desde sus más tiernos años
se había fijado en su mente el para siempre, para siempre de la
•eternidad, y enamorado su corazón de ángel, desde aquellos al-
bores, del único objeto de su amor, buscaba la muerte. «Como
veía los martirios que por Dios los Santos pasaban, parecíame
compraban muy barato el ir á gozar de Dios y deseaba yo mucho
morir así, por gozar en breve de los grandes bienes que leía ha-
686 EL MONTE CARMELO

ber en el Cielo. Juntábame con mi hermano á tratar qué medio


habría para esto. Concertábamos irnos á tierra de moros pidien-
do por amor de Dios para que allá nos descabezasen.» ¡Qué gran-
deza de alma y qué valentía! Apenas tiene años para usar de su
razón y desafía á la vida, y llama á la muerte por que le ponga en
posesión de Dios, á quien ama.
Si argumentos faltaran para probar la inmortalidad del alma
humana, los tuviera el filósofo muy poderosos en estos sentimien-
tos de Teresa. ¿Cómo explicar de otro modo que apelando á la
íntima é innata persuasión que abrigaba de gozar de su Dios, tan
sobrehumanos arranques en la tierna edad de siete años?
Pero estos nobles desahogos, este reto que lanza contra la
muerte la ilustre virgen de Castilla, no es más que un ensayo de
los grandes vuelos que ha de tomar su noble alma según vaya
irradiando en su mente la luz de la fe, y guste su voluntad de los
divinos favores.
Cuando llegue á serle habitual la vida de contemplación; cuan-
do se familiarice con los éxtasis y arrobamientos; cuando, al tras-
luz de los dones del Espíritu Santo, divise en Dios perfecciones y
carismas que ni - el ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hom-
bre jamás ha podido representar, entonces es cuando perderá del
todo el horror á la muerte, y se le hará trance fácil y deseable.
«Quedóme también, dice la mística Doctora después de haber
sentido una de estas elevaciones, quedóme también poco miedo
á la muerte, á quien yo siempre temía mucho; ahora paréceme
facilísima cosa para quien sirve á Dios, porque en un momento
se ve el alma libre de esta cárcel y puesta en descanso. Este lle-
var Dios al espíritu y mostrarle cosas tan excelentes en estos,
arrobamientos, paréceme á mí conforma mucho á cuando sale un
alma del cuerpo, que en un instante se ve en todo este bien.»
(Vida, c. 28.)
Entonces conocerá perfectamente la mísera condición del mor-
tal, y, sentida de ver á la pobre alma obligada á mil atenciones
que la divierten del obj eto de su felicidad, exclamará aquel se-
rafín humanado: «¡Oh, que es una alma que se ve aquí, haber de
tornar á tratar con todos, á mirar y ver esta farsa de esta vida
tan mal concertada, á gastar el tiempo en cumplir con el cuerpo,
durmiendo y comiendo! Todo la cansa; no sabe cómo huir; vese
en cadena y presa; entonces siente más verdaderamente el cauti-
verio que traemos con los cuerpos y la miseria de la vida. Cono-
ce la razón que tenía San Pablo de suplicar á Dios le librase de
MUERTE DE SANTA TERESA 687

•ella; da voces con él, pide á Dios libertad, como otras veces he
•dicho; mas aquí es con tan gran ímpetu muchas veces, que pa-
rece se quiere salir el alma del cuerpo á buscar esta libertad, ya
que no la sacan; anda como vendida en tierra ajena, y lo que
más le fatiga es no hallar muchos que se quejen con ella y pidan
esto... Considero algunas veces, cuando yo siento tanto verme en
^ste destierro muchas veces, qué sería el sentimiento de los San-
tos.» (Vida, c. 21.)
Así, el correr de los días y de los años, ese caminar continuo
hacia la muerte sin descansar ni tener hora segura, esa ley que
tanto acibara los gustos y contentos de los mortales, será de in-

Jff/esia de la Santa.—fachada (jtvila).

-decible satisfacción para nuestra Santa. «Dame consuelo, decía,


oir el reloj, porque me parece me llego un poquito más para ver
é. Dios, de que veo ser pasada aquella hora de la vida.» (Vida,
c. 40.)
Víctima de la caridad la llama la Iglesia: título bien merecido,
no sólo por las grandes obras llevadas á cabo en servicio de Dios
nuestro Señor y por los múltiples trabajos de su penosa vida, sino
también por el continuo sufrir que le-causaba ver diferida la muer-
te. «Ello es recio martirio, dice la misma, pues todo lo que se
puede representar al alma de la tierra... ninguna cosa admite,
luego lo lanza de sí, que no quiere sino á su Dios.» Sólo los se-
rafines que transverberaron su amante corazón pudieron com-
688 EL MONTE CARMELO

prender y decirnos lo que sufría aquella alma enamorada cuando*


exclamaba:
¡ Ay qué larga es esta vida!
¡ Qué duros estos destierros,
Esta cárcel y estos hierros
En que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
Me causa un dolor tan fiero,
Que muero porque no muero.

Acaba ya de dejarme,
Vida; no me seas molesta:
Porque, muriendo, ¿qué resta
Sino vivir y gozarme ?
No dejes de consolarme,
Muerte, que así lo requiero:
Que muero porque no muero.

Bien se echa de ver, por estas ansias, cuáles serían sus sentid
mientos llegada la realidad: veámoslo.
A principios de 1582 fundó su.último convento en la muy no-
ble ciudad de Burgos, superando mil obstáculos y contradiccio-
nes, que fueron como la última piedra que debía adornar su co-
rona de inmortalidad. El i.° de Agosto del año citado partió de
esta ciudad para Palencia: débil y enferma en el cuerpo, pero in-
cansable y solícita por su amada grey, deseaba volver á Avila, de
donde era Priora, visitando de paso los conventos que en el ca-
mino había.
En Palencia pasó el mes ocupada en atender al bien de la Co-
munidad y al consuelo de aquellas sus hijas, y, recibido aviso del
P. Gracián para que fuese á Alba, como verdadera obediente
púsose en camino para Valladolid.
Aquí, convencida ya de que estaba próximo su fin, se despide
de sus hijas con ternísima plática y sale para Medina y Alba, lle-
gando á este último punto el día 20 de Septiembre, á las seis d e
la tarde, muy agravada en sus dolencias. •
Ya iba declinando al ocaso aquella hermosa lumbrera; estaba
próxima á despedirse de los mortales, dejando en pos de sí re-
cuerdos imperecederos en sus escritos, en sus fundaciones y en
sus raros ejemplos de virtud. Ya se acercaba el deseado término-
de su peregrinación: la muerte, por que tanto había suspirado,,
se aproximaba.
Sobre el peso de los años y las incomodidades del viaje aña-
MUERTE DE SANTA TERESA 689

<iióse intensa fiebre, y no bastaron las entrañables muestras de


-afecto y los cuidados de sus hijas para levantar sus debilitadas
fuerzas, por lo que, apenas llegada, tuvo que acostarse. «¡Qué
cansada me siento: veinte años hace que no me he acostado tan
temprano como ahora; sea Dios bendito, que he caído enferma
•entre ellas!» Al día siguiente pudo levantarse y comulgar, aten-
diendo luego, como solícita madre, £l bien de aquella comuni-
dad. Ocho días luchó con la enfermedad, cayendo y levantándose,
como dice la historia, pero sin dejar de rezar el oficio divino y
acudir á otros actos de comunidad, con mucha edificación de las
religiosas; para ello le daba fuerzas el Pan eucarístico que recibía
cada día. Por fin pudo más la enfermedad, y el día de San Miguel,
•después de haber recibido al Señor, se rindió á las congojas que
sentía y pidió la subieran á la enfermería alta, por donde podía
oir Misa y ver el tabernáculo.
Pasó el día arrobada en sublime oración, donde, según sus
cronistas, fué ratificada en la revelación, que ya años había te-
nido , del día y hora de su tránsito. Llamó luego al venerable Pa-
dre Antonio de Jesús para confesarse. A las súplicas del anciano
Vicario Provincial por que pidiese al Señor la prolongación de su
•vida, contesta: «No se canse, Padre mío, porque es voluntad de
Dios: ya no soy necesaria en el mundo». Estando en esta con-
versación le dio una congoja que los médicos trataron de conju-
rar, pero sus recursos sólo sirvieron para satisfacer la ardiente sed
d e padecer que siempre había tenido. Desde entonces, más pare-
cía muerta que viva; aquella prodigiosa actividad de que dio tan-
tas muestras en su vida, la reconcentró toda en el fondo de su
•alma para sólo Dios. «De tal manera ardía, dice su venerable bió-
;grafo, de tal manera ardía en el amor de su Esposo, que sólo de-
seaba llegase aquella hora en la que, libre de los lazos del cuer-
p o , pudiese gozar de Él para siempre.»
El día 3 de Octubre, víspera de San Francisco, á las cinco de
•la tarde, hizo que le administrasen el Santo Viático; mientras lle-
gaba el divino Huésped pidió perdón á las monjas, y las exhortó
á la observancia con estas sentidas frases: «No aprendan de mí,
que he sido la mayor pecadora y la que más mal ha guardado su
Regla y Constituciones. Pídolas-por amor de Dios que las guarden
con mucha perfección y obedezcan á sus superiores». Al entrar
•en su humilde celda el Santísimo Sacramento, parecía resucitar á
la vida, recobró todas sus antiguas energías; eran tales los ímpe-
tus de amor, que parecía quererse lanzar al encuentro de su aman-
6go EL MONTIC CARMKLO

te Esposo, y, ya que no la dejaban, incorporóse por sí sola para


recibir á su Dios, transformándose, entre tanto, su rostro y t o d a

Viático de Santa Zeresa-

su continente con resplandores de celestial hermosura, que casi


no dejaban mirarla. Inundada su alma de inefable alegría, y ra-
MUERTE DE SANTA TERESA 69I

-diante de gloria porque llegaba la suspirada hora de celebrar los


-eternos himeneos, entabla dulce coloquio con Jesús, diciendo:
«¡Oh Señor mío, ya es llegada la hora deseada; tiempo es ya que
nos veamos! Señor mío, ya es tiempo de caminar: sea muy enho-
rabuena; ya es llegada la hora en que yo salga de este destierro
y mi alma goce en uno con Vos de lo que tanto he deseado: Ne
projicias me a facie tua et Spiritum Sanctum ne auferas a me. Cor
mundum crea in me Deus; porque, en fin, soy hija de la Iglesia».
El resto de las horas que la Santa vivió, oigámoslo referir al
P. Rivera, en todo conforme con las declaraciones de Ana de
San Bartolomé y Teresa de Jesús, sobrina de nuestra Santa.
«Pidió, dice este ilustre historiador de la Santa, pidió la Ex-
tremaunción y recibióla con mucha reverencia á las nueve de la
noche el mismo día, víspera de San Francisco... En toda esta no-
che no dejó de padecer muchos dolores, saliendo de cuando en
cuando con sus versos acostumbrados; y al día siguiente, á las
siete de la mañana, se echó de un lado, de la manera que pintan
á la Magdalena, y con un Crucifijo en la mano, el cual tuvo hasta
que se lo quitaron para enterrarla.
«El rostro tenía encendido, y así se estuvo en oración, con
grandísimo sosiego y quietud, sin menearse más.
»Cuando estaba en el artículo de la muerte, una hermana la es-
taba mirando con grande atención, y parecíala que veía en ella
señales de que la estaba hablando nuestro Señor y mostrándola
grandes cosas, porque hacía meneos como quien se maravilla de
lo mucho que veía.
»Así estuvo hasta las nueve de la noche, en que dio su santa
alma á su Criador, jueves, día de San Francisco.»
Así acabó la carrera de su mortal vida este milagro de su sexo,
como la llama el inmortal Pío IX, teniendo de edad sesenta y siete
años, seis meses y siete días.
El cansancio y fatiga del viaje y un gran flujo de sangre que
sobrevino fueron, según la ciencia médica, las causas que acaba-
ron con tan preciosa vida; pero, según la realidad, fué que se
suspendió el milagro por el que vivía, y que aquel transverbera-
do corazón, ocupado todo en amar, ya no podía elaborar sangre
para mantener la vida del cuerpo: fué que aquel volcán sagrado
no pudo contener la cantidad de fuego de caridad por tanto tiem-
po allí acumulado; eran estrechos y débiles los tejidos de carne
para tan grande incendio; era insuficiente, para tan intenso amor,
poseer á Dios encubierto con velos y enigmas de la fe; y, como el
6g2 EL MONTE CARMELO

encendido cráter que despide la lava por mucho tiempo detenida,


hubo de lanzar á los Cielos su ánima benditísima en forma de
blanca paloma, símbolo del Espíritu Santo, eterno amor del P a -
dre y del Hijo. Pretiosa in conspedu Domini mors sanctorum ejus.
¡Que la gran Santa nos alcance la gracia de imitar sus heroicas
virtudes para merecer muerte tan feliz!

Fr. Szequie/ del S. Corazón de Jesús.

SANTA TERESA DI JESÚS

(SONETO)

Destácase en la cumbre del Carmelo,


Envuelta en los destellos de la aurora,
Fundida en el amor de Aquel que adora,
De fe prodigio, de virtud modelo.
Atónito la admira el terreo suelo
Y sus favores sin cesar implora;
La Iglesia la proclama su Doctora;
Los ángeles la aplauden en el Cielo.
Mientras los hombres en absorto pasmo
Cantan su amor y su saber profundo,
Toda la gloria que su nombre encierra,
Dejad que en mi legítimo entusiasmo
Diga llenando con mi voz el mundo:
¡Teresa de Jesús... es de mi tierra!!
jfntom'o de la Cuesta y Sáitjg*

^^^f
Á SANTA TERESA DE JESÚS

Poesía dedicada á mi distinguido amigo el Sr. O. Joaquín Ramón Hernández.

Para cantar tus glorias, Madre mía,


No basta el numen del novel poeta:
Es necesaria el arpa del Profeta
Y su ardiente y dichosa fantasía.
Por eso yo, al entonarte un canto,
Siento gran turbación y pena siento,
Pues de mi lira el destemplado acento
Carece del primor del estro santo.
Y ¿quién sin esa inspiración sagrada,
Que iluminó con vividos fulgores
La mente celestial de los cantores
De nuestra religión inmaculada,
Se atreverá á entonarte confiado
Himno de amor que muestre la belleza
De tu alma generosa, y la grandeza "*
De tu fiel corazón transverberado?
¿ Quién de tu ingenio el poderoso vuelo
Podrá seguir á la eternal altura,
_ Donde en la fuente divinal y pura
Se baña con los ángeles del Cielo ?
¿Quién podrá de tus célicos amores
Escudriñar la mágica fineza,
Y de tu mente la sin par pureza,
Y de tu noble pecho los ardores ?
Y ¿quién de aquellos éxtasis divinos
En que gozabas de celeste calma,
Y se inundaba de placer tu alma,
Y de los Cielos, con sus dulces trinos
Las aves jubilosas te arrullaban,
En tanto que las auras con dulzura
En tu frente un beso de ternura
Cual niñas cariñosas te estampaban,
694 EL MONTK CARMELO

Podrá entrever el celestial hechizo


Que te llenó de plácido reposo
Al abrazarte con Jesús tu Esposo,
Que de un suspiro de su amor te hizo?
¿Quién?... No humana y terrenal criatura;
Sólo el acento del querub divino
Podrá cantar con melodioso trino
Tu grandeza, tu amor y tu hermosura.
Por eso yo, mujer extraordinaria,
La lira dejo y á tus pies me postro,
Y, bebiendo las lumbres de tu rostro,
Te elevo con amor filial plegaria.
Ilustra con tu luz la mente umbrosa
De los ingenios de la patria mía,
Que adalides de la ciencia impía,
Al esparcir su savia venenosa,
La cubrieron de oprobio y de agonía,
Y le cavan, ingratos, triste fosa.
• Que del bien brille la risueña aurora
Sobre este pueblo que morir se siente
Falto de aquella fe, faro esplendente
Que dora el corazón y el alma dora.
Que descienda cual raudo torbellino
Del tierno y puro amor el ángel santo,
Y enjugue compasivo el vivo llanto
De los que lloran su infeliz destino.
Que empuñemos, al fin, de la victoria
La esplendente y codiciada palma;
Que á nuestros pechos venga ya la calma
Y dé dicha real y no ilusoria.
Que, al dejar esta vida nuestra alma,
Veloce se remonte hacia la gloria,
Donde, en hermoso ángel convertida,
Obtenga paz y amor, dichosa vida.

Un Carmelita T)escalzo.
> ^^^^^^^7p-^^^-3i^-?[y-ar-7E--ay-ar'jp'&

FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ


ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

;L capítulo quinto versa sobre la elección de lo que ha de es-


cribir y el juicio para lo que ha de censurar el historiador.
Gran parte de la sabiduría del historiador consiste seguramente
en saber elegir lo que conviene eternizar en la Historia. Conviene
hacer notar que todo escritor ha de obrar con suma prudencia en
la elección de asunto para su obra y en las cosas particulares que
se han de escribir en ella. «Los asuntos, ó son libres ó necesarios,
dice Fr. Jerónimo; quiero decir, ó voluntarios ó imperados de quien
puede con violencia obligar. En estos últimos no hay que escoger,
sino bajar la cabeza y recibir la carga; pero se ha de trabajar en
ellos y tratar la materia de suerte que parezca no imperado el asun-
to , sino voluntariamente elegido, y que el escritor no tenga necesi-
dad de valerse de aquella triste y apenas creída excusa del pre-
cepto y obediencia precisa, porque nadie acaba de creer que quien
de veras se quiere excusar de escribir no lo pueda hacer; pues estas
acciones, que requieren tan sazonada disposición del ánimo, nunca
se mandan con apremio tan riguroso que se pueda presumir violen-
cia en el ingenio, el cual, como fuente y raíz de la libertad humana,
se conforma con la voluntad en el obrar libre y aborrece todo vio-
lento imperio. Trate, pues, el que de algún modo se ve obligado á
un particular 6 general asunto, la materia de él con la destreza y
desahogo que si fuera libre, ó con efecto se excuse de emprenderle
quien tuviere libertad de escoger asunto á su albedrío» (i).
Viniendo al otro extremo, esto es, al juicio en elegir las cosas
particulares que se han de escribir en la Historia, escribe Fr. Jeró-

(0 8».
696 EL MONTE CARMELO

nimo: «A dos puntos se reduce todo el acierto en esta materia, que


sonólo que se debe callar y omitirse, lo que escribirse y publicarse
en la Historia, lo cual es una de las dificultades grandes que hay
para acertar en ella. No todo lo que sucede en el mundo es con-
veniente publicarse, y así ni escribirse ó referirse; porque, si de ello
no se ha de seguir alguna pública utilidad, ¿por qué se ha de dar á
la pública luz? Muy fácil es el yerro en esta parte, si el que se pre-
cia de severo y diligente no sabe contenerse en los límites de la
prudencia».
Lo que puede ser estímulo para el mal y piedra de tropiezo para
las almas sencillas é inocentes, debe callarlo el historiador y dejarlo
en perpetuas tinieblas, como también abstenerse de divulgar la no-
ticia de cuanto no pueda sacarse fruto alguno de imitación ó escar-
miento; no obstante, dice Fr. Jerónimo, «será muchas veces cor-
dura y conveniencia el descubrir lo malo y flaco de un sujeto bueno
para realce de su grande valor, para ejemplo y consuelo de muchos,
para común doctrina de todos. Así nos pinta el sagrado historiador
á Pedro temeroso, á Mateo publicano, á Magdalena pecadora, y
aun para los mismos efectos ó semejantes debe tal vez, no sólo re-
ferirse lo malo, sino también lo que puede tener alguna especie y
color de tal, lo que parece mengua ó flaqueza en los grandes varo-
nes, pues vemos que, del que juntamente fué Dios, nos refiere la
divina Historia su temor, su tristeza y agonía en la oración del
Huerto. Son, como en otras cosas, en ésta semejantes la pluma y
el pincel, y como éste alguna vez tiene gracia en pintar hermosa-
mente lo feo, y en otras lo disimula del todo, así también la pluma,
en la tabla de su historia..., será, pues, cordura, y aun necesidad
tal vez, disimular un vicio para excusar el deshonor, ó el desmayo,
ó la mala imitación de una gente y familia, y tal vez el publicarlo
para escarmiento y fuga de eso mismo» (i).
Pero ¿debe el historiador limitarse á narrar simplemente los he-
chos (historia narrativa), ó, proponiéndose un fin más alto, estudiar
las causas, consecuencias y enlace de los mismos, deduciendo en-
señanzas prácticas de carácter moral y político (historia pragmáti-
ca)? No pequeña controversia ha habido en este punto. Ambos ex-
tremos deben, sin duda, evitarse; armonizados en la medida justa
y prudente, reservado queda á los grandes maestros. Expónganos
Fr. Jerónimo ampliamente las dos tendencias, y formule con su la-

to §2-
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 697

bio de oro la consiguiente preceptiva que, de seguro, será la única


armónica y verdadera.
«Sienten algunos—dice—que en ningún linaje de Historiase ha
de mezclar ó añadir palabra al corriente de la simple narración, con
que se prevenga y usurpe el juicio y censura al que leyere, sino que
le quede libre y desembarazado para que cada uno, según su talento
ó necesidad, coja de la lectura el fruto que ella misma ofrece, con-
dene ó repruebe lo que su capacidad é inteligencia alcanzaren. Y,
descendiendo en particular á las dos más universales especies, ó gé-
neros de Historia, que son profana y religiosa, dicen que aquélla
se embaraza con las censuras y documentos del autor, y ésta no los
ha menester, por ser toda ella documento espiritual y moral, y que
así, en ambas es superflua la advertencia del escritor, por estarla
clamando las mismas cosas, hechos y sucesos que refiere; después
de cuyas voces, llenas de vida y energía por virtud del suceso allí
representado, son del todo vanas é importunas las del autor, que
vuelve á inculcar con repetición ó ponderación, aveces frivola, lo
que había ya dicho y lanzado en el alma el mismo suceso referido.
Y, así, no admiten éstos en la Historia más de una sencilla y pura
narración, confirmando este sentir con el ejemplo de la sagrada y
divina, en la cual apenas se hallará cláusula que, apartándose de
la simple narración, se divierta á documentos morales ó políticos.
Otros, por el contrario, querrían que la Historia fuese toda sermo-
nario, y entonces les parece la mejor del mundo cuando la ven
atestada de documentos (carga pesadísima de inútil doctrinaje); tras
cada cláusula su moralidad, y en cada hecho y suceso su censura y
advertimiento político, añadiendo á esto varia y prolija erudición
intempestiva. Pero, lo que así se escribe, ni es Historia, ni lo deja
de ser; porque, pareciendo relaciones, es sermón; por mejor decir,
ni es lo uno ni lo otro, y con ambas cosas muele sin provecho al
lector.
»De estos dos*extremos debe huir el que desea acertar, ni olvi-
dando del todo la censura y documento, ni multiplicando éstos de
suerte que parezca ése el principal cuidado. De muchas maneras se
puede hacer esto: ó con alguna ponderación particular, que referido
el caso se vuelva sobre él, y entonces ha de ser muy templadamen-
te, con tal concisión y límite que no se alargue á digresión sino es
muy raras veces, y en ocasión y necesidad muy precisa y patente, y
con tal destreza que no induzca olvido de lo que iba narrando. Y de la
misma suerte, y con la precisión dicha, se podrá hacer esto en las
conciones y locuciones, rectas y oblicuas, de los .personajes intro-
698 éL MONTE CAAMELO

ducidos, que, como se representan hablando y ponderando, tiene


allí lugar toda moralidad, exhortación y advertimiento, el cual atri-
buyéndose, no á la persona del escritor, sino á la del que se intro-
duce en la Historia, viene todo á refundirse en pura narración. Pue-
de también cumplir con esta parte en la misma corriente de la na-
rración, sin cortar el hilo de ella, encajando á su tiempo una breve
sentencia que descubra el alma de lo que se va diciendo, y sirva
como de aviso y recuerdo al lector, embebecido en la lectura, para
lo cual se requiere gran arte, y destreza singular. Pero mucho ma-
yor será la de aquel que de tal manera supiere ordenar la narración,
que ella misma, sin alterarla ni añadirla, ni mezclar sentencia dife-
rente de lo que allí se dice, esté representando todo el advertimiento
y doctrina que encierra el caso que refiere. A esto sólo llegan los
grandes maestros de la Historia y Elocuencia, que son ya tan due-
ños del arte y de las cosas que escriben, que en las mismas pala-
bras con que desnuda y puramente las relatan embeben el docu-
mento y la moralidad que allí puede observarse, y lo están repre-
sentando las mismas palabras. En este género son oráculos: divino,
San Ambrosio, siempre que algo refiere; y humano, Tácito, en su
Historia» (i).
2os4 Jgrn. Valentf.
(Se continuará).

(i) §5-
?/-;-/h,

OTRA COSA QUE NOS FALTA

Por el anterior artículo (si tal nombre merecen mis pobres líneas)
se habrán convencido los lectores de dos cosas: una hermosa y con-
soladora, otra triste y lastimosa. No hay terrena hermosura compa-
rable con la preciosa y envidiable limpieza bautismal, simbolizada
en las blancas vestiduras con que embellecemos el color obscuro de
nuestros recién convertidos. Pero ¡ ay! nada más sensible que la suma
escasez de obreros en contraste con la facilidad suma de recoger
pronta y copiosa cosecha que se está ofreciendo á las manos, manos
que no se encuentran.
Con todo, no es sólo éste nuestro dolor, porque no nace únicamente
de aquí el motivo de tenerlo. Aun los pocos que somos luchamos con
otra dificultad igualmente dolorosa: la escasez de recursos.
Es muy cierto que apenas logramos realizar una parte de lo que
podríamos aun solos los misioneros existentes. Y es también ciertí-
simo que nadie que no lo vea sobre el terreno llegará á comprender
una parte de nuestras necesidades. Me refiero á la limosna en toda
su latitud, en cuanto abarca lo espiritual y lo material.
Limosna espiritual, la oración; limosna material, el dinero. Am-
bas las necesitamos, y mucho; pero lo primero y principal es el orar.
"Pedid y recibiréis; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá,,. La
oración, pues, es la que consigue dones de Dios. Don de Dios es la
gracia de la conversión, y lo es asimismo la inspiración que mueve
los corazones á ayudarnos en lo material. Luego, hasta para obtener
recursos pecuniarios, nos sirve la plegaria.
Poco vale el dinero en sí; si en su posesión pusiéramos el corazón
y lo deseáramos para nosotros mismos, seríamos indignos de un acto
de caridad, cual es la limosna.
700 EL MONTE CARMELO

Mas quiso el Señor hacer á los ricos capaces de redimir culpas Y


granjear la gloria por medio de dádivas, y no hay fortuna como la de
trocar en ganancias celestiales las terrenales ganancias, ni lucro pa-
recido al de cambiar pesetas por almas. Al ver á Jesucristo dar san-
gre y vida por ganar estas almas, todo el que bien comprende su
valor, y ve que los miserables dineros son elevados —por amorosa
providencia divina —nada menos que á precio de rescate de las in-
numerables cautivas del paganismo, desearía ser un Rothschild para
dejar de serlo bien pronto, para aportar cuanto caudal pudiese á esta
divina operación, en la que el éxito es seguro y consiste en ciento
por uno de rédito, más la rica prima de alma por duro, en muchos
casos.
El símil podrá parecer un tanto materialista, pero la cuenta no tie-
ne ni un tantico de exagerada. Lástima es que muchos corazones
buenos no lleguen á sentir esta verdad: no nos veríamos los misione-
ros en tantos apuros, ni deploraríamos tantos deseos frustrados, ni
lloraríamos malogrados tantos frutos de bendición.
Es imposible resignarse á ver perecer tanta alma dispuesta á con-
vertirse. Mas ¿qué hacer, si después de ser poquísimos los obreros,
todavía carecemos de herramienta? ¡Y tanto como carecemos!
Si con mi precedente escrito se estamparon las fotografías que lo
acompañaban, tal vez algunos, al fijarse en aquella nuestra iglesia,
se figuraron estar viendo una rica catedral, según lo aparenta la pie-
dra de los muros. No seria extraño, porque ignoran que dicho mate-
rial es tan flojo, que se labra á simple golpe de azadilla, y tan feo á
los pocos años, que, quien puede, lo cubre de llanilla. Así y todo,
aquella pobre iglesia está por terminar, sólo por falta de recursos;
no está hecho el crucero, á pesar de la grandísima necesidad que de
él se siente.
Ya noté en mis últimos apuntes que á los pocos días me iría á Cot-
tayam. Fui allá, en efecto, el día 31 del pasado, y cuál no sería mi
sorpresa y sentimiento cuando de pronto, al pasar por una iglesia
de las nuestras, me encuentro con el triste cuadro cuya fotografía
remito á la Revista, porque dice más por sí sola que cuanto pudiera
yo expresar.
Es una iglesia, nada menos, y muestra demasiado patente de nues-
tra situación pecuniaria. Derrumbóse de golpe al soplo de viento hu-
racanado el día 27 del pasado Julio. Fué beneficio de Dios que no ca-
yese al haber fieles dentro: los hubiese aplastado, y la catástrofe ha-
bría sido horrible. Sólo el cura estaba en un rincón del edificio, á la
cual circunstancia, ó, mejor, á un favor del Cielo, debió el resultar
ileso,
Habrá que reedificarla, es decir, construir otra, y más formal, pues
lo merece Dios, que allí reside durante las Misas. Pero ¿con qué?
¿cuándo?... Conozco un poco el estado económico de la Misión, y
MISIONES CARMELITANAS 70I

temo que el Sr. Arzobispo se vea constreñido á buscar dineros á buen


rédito (el 9 por 100), y cargar con nuevas deudas, porque es fuerza
atender sin demora á estas y otras muchas apremiantes obras, cada
una de las cuales requeriría un capital.

Jglesia de QoHayam (Verápoly) desplomada por el viento.

No lo tenemos, y sí en su lugar gravámenes; y, sin embargo, no


hay más remedio que adquirir terrenos, ¡construir iglesias, edificar
702 EL MONTE CARMELO

casas, abrir escuelas, sostener maestros, levantar asilos, mantener


huérfanos, erigir conventos, montar colegios, fundar seminarios...
hasta su misma vivienda—no digamos palacio —tiene que construir

£/ hambre en Verápoly.

todo un Excmo. Sr. Arzobispo de Verápoly, si quiere afirmar con


certeza que habita en casa propia.
Véase, pues, cómo nos hallamos. Grande será cualquiera limosna,
por pequeña que en sí parezca, por la grandeza de la necesidad á
MISIONES CARMELITANAS 703

que socorre; mas será pequeña, por cuantiosa que pareciese , visto
lo que todavía quedará por hacerse.
i Quién podrá apreciar los muchos resortes que es menester tocar,
los inmensos recursos que es preciso invertir para civilizar, cristia-
nizar y perfeccionar un pueblo? Tal es el ideal de las Misiones; e m -
presa que, sin vocación y gracia de Dios, no sería posible sostener;
obra q u e , sin la inagotable caridad de los cristianos, moriría cie¡:
veces, sobre todo en esta India donde el indígena sueña siempre en
recibir del misionero, sin ocurrírsele apenas el dar.
No es poco realmente lo que en limosnas á pobres se le va al mi-
sionero, y en pocas partes se cumplirá más literalmente que en esta
región la predicción del Salvador sobre que nunca nos faltarían po-
bres entre nosotros.
Aparte lo que de ordinario se expende en el socorro de estos miem-
bros de Jesucristo, pobre y sin abrigo por amor nuestro, no es raro
haber en el llano inundaciones que cubren de agua durante días toda
la superficie y el piso único de las casas.
Véase un ejemplar de hambre consiguiente á la imposibilidad de
trabajar, hallar salario ni sitio donde estar ni dormir.
Era en Verápoly, en uno de los últimos años. Quince días de com-
pleta inundación tenían reducido al vecindario al último trance.
Nuestros Padres fueron su providencia, así como la admiración de
los mismos Gobiernos y de todas las clases sociales. Sin perdonar
sacrificio, y contrayendo cuantiosas deudas, dieron alimento á más
de mil hambrientos que acudían frente á la iglesia, los cuales vol-
vían con su ración de arroz, también para los enfermos, ancianos y
niños que no podían arrostrar el paso de los ríos á través de co-
rrientes desbordadas.
El Sr. Arzobispo, por su parte, alargaba limosnas y sustento á
multitudes escuálidas que de todas partes y por encima de peligros
corrían huyendo de una muerte de puro hambre, y devoraban, no
comían, cuanto se les presentaba.
En fin, habría que estar aquí y palpar y sentir las inmensas dificul-
tades á que estas Misiones tienen que hacer frente; menester fuera
enterarse á ojos vistas de nuestra penuria para tantas necesidades:
sólo así se comprendería la profunda lástima que inspira el que por
falta de miserables dineros se nos pierdan tantísimas almas, siendo
así que una cualquiera de ellas vale más, muchísimo más que todos
los tesoros y millonadas de todos los Bancos y banqueros de todos los
reinos y continentes del orbe universo.
pr. Juai¡ Vicente.
Htrnaculam, 13, 8, t.
704 EL MONTE CARMELO

LA MISIÓN DE QUILÓN (COSTA DE MALABAR)


(Continuación.)

Terminábamos el artículo pasado diciendo que en Malabar no hay


nada. Templos, sacerdotes, escuelas, catequistas, hospicios para la
infancia huérfana y abandonada, asilos para la ancianidad desvali-
da, todo falta y todo es allí absolutamente necesario.
Templos.— ¿Se convierte un pueblo? ¿Dónde se reunirán las almas
tiernas y vacilantes para oiría divina palabra, para fortalecerse con
la oración, para ofrecer á Dios el tributo y homenaje que por tantos
años le negaron? ¿A la sombra de qué santuario acudirá la madre
para regenerar el fruto que su vientre concibió en pecado? ¿A qué
ara llevará el doncel su virgen para santificar su amor y oir de los
labios del misionero la solemne bendición nupcial? ¿Dónde podrán
reunirse esas lúgubres, imponentes asambleas, adonde todos acu-
den sobrecogidos de respeto para exhalar un suspiro y derramar una
lágrima sobre el rígido cadáver de un padre, una madre, una espo-
sa, un hijo, un amigo? ¿Ante qué altar se inclinarán para llorar sus
aberraciones las canas del anciano? Sus antepasados erigieron, en
antigüedad remota, una pagoda á Satanás, él la ha destruido, y so-
bre sus ruinas desea ver la Cruz... necesita un templo.
Un templo que, por la nitidez de las vestiduras sagradas y objetos
destinados al culto, predique la fe de los que en él se congregan y
sea digno del soberano Señor que lo habita; un templo que, si com-
petir no pueda en riqueza y grandiosidad con los nuestros de España,
respire religiosidad, inspire devoción y eleve el alma. Venid conmi-
go á la olvidada Misión de Quüón, á la predilecta del gran apóstol
Francisco Javier, y yo os enseñaré capas pluviales y casullas hechas
de indianas, ajadas por el uso, de telas tan pobres é impropias para
el culto, que desdeñaría su uso una cigarrera española. A costa de
mil sacrificios edificó un veterano misionero una capilla sobre la roca
donde el santo mártir Téva-Sagáyam hizo brotar una fuente (1). La

(1) A mediados del siglo xvm se convirtió uno de los ministros del rey de Travan-
core. Fué bautizado con el nombre de Téva-Sagáyam, que significa auxilio divino, y
'corresponde en español á Lázaro. Profundamente disgustado el rey por la conversión
al Catolicismo de hombre tan eminente, trató, primero con halagos y después con ame-
nazas , de que diese culto á los ídolos. El ilustre convertido respondió siempre al sobe-
rano con tesón y dignidad cristiana. Fué condenado á muerte. Fatigado y sediento ca-
minaba al lugar del suplicio, cayó rendido sobre una grande roca, y en ella brotó m i -
lagrosamente una fuente. Martirizado á sablazos, los sayones arrojaron su cuerpo á una
caverna del monte para que fuese devorado por los tigres. Estas fieras respetaron los
venerandos restos que, recogidos por los cristianos, fueron depositados en el santuario
contiguo á la casita de San Francisco Javier, en Kottar, Misión de Quilón.
MISIONES CARMELITANAS 705

circunstancia del milagro atrae curiosos de todas las sectas al pe-


queflito templo. Tan grande era la pobreza del P. Misionero, que, á
falta de candeleros, usaba botellas vacías en el altar para sostener
las velas. No pudo sufrir tal impropiedad una señora protestante que
visitó la capilla, y al día siguiente, con atenta carta, mandaba al
P. Misionero dos pequeños candeleros de níquel que ella usaba para
el piano.
Almas que amáis á Jesús Sacramentado, ¿dónde estáis? Asociacio-
nes piadosas, ¿por qué dejáis á los misioneros carmelitas de Quilón
en tanto desamparo? Religiosas que os dedicáis á la enseñanza y
adiestráis los dedos de vuestras discípulas á bordar con tanto pri-
mor, si cada una de ellas preparase un alba, un sobrepelliz, un cor-
poral, un amito, media docenita de purificadores ó lavabos, para
honrar al divino Niño en Malabar, el sacrificio individual sería insig-
nificante, y el conjunto obtenido suficiente para que vuestro celestial
Esposo agradecido tuviera en Quilón dónde reclinar su cabeza (1).
Sacerdotes ó catequistas.—Sobre brusca roca de la pintoresca co-
lina que da sombra á pobre aldea, se sienta un hijo del Carmelo, y me-
ditabundo, con la vista fija sobre las cabafiitas que yacen á sus p i e s -
llora. ¿Qué piensa? ¿Qué le aflige? ¿Los extravíos idolátricos de
aquellos humildes habitantes? No: sus almas han sido regeneradas
por las aguas del bautismo... adoran á Dios... son sus hijos adoptivos.
¿Serán lágrimas de consuelo? No: son fruto amargo de la más in-
tensa y profunda aflicción. Llora el padre que tiene que abandonar á
sus nuevos hijos en la mayor indigencia física y destitución moral;
llora el misionero, obligado á abandonar el tierno fruto de sus pena-
lidades y afanes para continuar el camino que Jesús le trazó cuando
dijo: Prcedicate omni creaturce; llora el sacerdote que se aleja de
sus feligreses sin dejar tras sí quien les administre los Santos Sacra-
mentos, extirpe las raíces de las costumbres paganas y los confirme
en sus buenos propósitos; llora, en fin, el pastor que deja sus corde-
rinos á merced del lobo protestante, cuya influencia en las esferas de
un reino su tributario le proporciona ventajas inmensas, cuyo oro y
espantosa prodigalidad especula con la pobreza é ignorancia del in-
dio. ¡Ah! Insuperables tentaciones son para el neófito las ventajas
temporales, pues sus ojos, recientemente operados de sus cataratas
paganas, titubean todavía ante los resplandores de su nueva fe; no
tienen suficiente energía para mirar hito á hito el luciente sol de vir-
tudes sublimes. ¿Qué hará el misionero para a s e g u r a r l a perseve-

(i) Aprovecho esta ocasión para ofrecer, una vez más, testimonio público de gra-
titud, en nombre del limo, y Rvmo. Sr. Obispo y sus misioneros de Quilón, á la Aso-
ciación de Señoritas auxiliadoras de las Misiones por la generosa donación de objetos
para el culto y vestidos para hospicianas con que se dignaron favorecernos hace algunos
años por medio del celosísimo y Rvmo. P. Víctor de la Cruz.
706 EL MONTE CARMELO

rancia, para perfeccionar la conversión de los nuevos hijos de la


Iglesia? ¿Dejará sacerdotes en pos de sí? ¡Dulce pensamiento... cruel
ilusión! No hay sacerdotes suficientes en la Misión de Quilón. Pero
si los católicos ricos, los ecónomos de la Divina Providencia dirigie-
ran su celo hacia aquel rinconcito de Travancor y nos auxiliaran,
podríamos en algún modo llenar el vacío con catequistas celosos é
instruidos (1).
Mucho, muchísimo bien puede hacer un catequista. El carácter pe-
culiar del indio, las costumbres orientales y preocupaciones de cas-
ta permiten al catequista acceso allí donde el europeo con dificultad
puede llegar. Además, el catequista habla su lengua, tiene su acen-
to, su color... predicador y auditorio son indios, se inspiran mutua-
mente confianza. El catequista fué un gentil, se convirtió, da ejem-
plo por palabra y obra, habla con conocimiento de causa. El cate-
quista ha asociado su suerte y existencia á la del pueblo neófito que
se le ha confiado. En vida será su guía y protector, y en muerte la
cruz de su sepulcro dará sombra á las lápidas que él colocó sobre la
tumba de los que guió por la estrecha senda de una eternidad feliz.
A falta de misioneros y sacerdotes indígenas, el catequista es a b -
solutamente necesario. Supongamos que un rey toma para mayordo-
mo á un viejo aldeano que jamás pisó un palacio, que pasó su vida en
humildes faenas. ¿Qué sucederá? Que, como vulgarmente se dice,
"por más que la mona se vista de seda...,, por mucho empeño que
nuestro buen hombre ponga en amoldarse a l a etiqueta de la Corte...
cuando menos lo piense, los resabios de su educación y rústicos mo-
dales, le darán mil disgustos. Este es nuestro caso. Los neoconversos
hállanse en las diferentes edades de la vida. Muchos han pasado
cuarenta, cincuenta, y más años, sumidos en triste degradación y
servilismo; jamás elevaron sus ojos á lo Alto. Sería candidez infantil
suponer que, en los dos ó tres meses de instrucción previos al santo
Bautismo, estas colectividades puedan purificarse de las groserías
gentílicas, y abandonar como por encanto las costumbres paganas
que han arraigado en su modo social de ser durante el curso de los
siglos. Su moral, sus tradiciones, su vida, tanto en lo público como
en lo privado, sus leyes civiles y religiosas, son la antítesis del genio
y espíritu cristiano; preciso es que desaparezcan; que desnudándo-
se , como dice el Apóstol, del hombre viejo, se revistan del nuevo, in-
formadas en el espíritu y santidad de los hijos de Dios. Tal reforma en
el individuo se efectúa paulatinamente, ni los pueblos cambian sus
usos, costumbres y carácter en un día. La historia de Europa, de la
Iglesia, y sobre todo de los concilios, con sus cánones y benéficas
leyes de reforma social, nos suministran abundantes datos en confir-
mación de esta verdad.

(i) La retribución de un catequista en la India es de veintiuna pesetas mensuales.


MISIONES CARMELITANAS 707

Esta empresa de reforma no puede ser llevada á cabo satisfacto-


riamente por el atareado misionero que, párroco único de ocho, diez
•ó doce mil católicos, esparcidos por una extensa área de muchas
leguas, debe necesariamente descuidar la instrucción de los neófitos
y correr de pueblo en pueblo para predicar la palabra divina á fie-
les é infieles, y administrar los Santos Sacramentos á sanos y en-
fermos.
De todo lo dicho puede colegirse la acerba pena de que son vícti-
mas los olvidados hijos de Teresa en la Misión malabárica, y la justa
razón con que se lamenta el Rvmo. Sr. Obispo de Quilón de la abso-
luta imposibilidad de administrar el santo Bautismo á los catecúme-
nos, por carecer, no sólo de sacerdotes, sino también de recursos
para pagar catequistas seglares que ayuden al trabajado misionero,
y cuiden, en su forzosa ausencia, de los neoconversos, congregándo-
los en la iglesia, orando con ellos, enseñándoles la doctrina cristia-
na, arreglando sus divergencias, fomentando la paz entre ellos, pro-
tegiéndolos contra las arbitrariedades de las clases altas, si de ellos
algo pretendiesen contra justicia, é introduciendo las costumbres
cristianas en el seno de sus famiias.
fr. Jl/Tartín,
c. D.

SUBSCRIPCIÓN Á FAVOR DEL R. P. MARTÍN,


VICARIO GENERAL DE QUILÓN
Pesetas.

Suma anterior 385,70


Facunda Santisteban, Maya 60
José María Sanz, presbítero, Tarazona 30
Félix Armendáriz, Pamplona 45
Isidoro Lyan, párroco, Ezcavarte 45
Félix Echevarri, Portugalete 5
Juan Benondo, presbítero, Portugalete 30
Soledad D. de Sánchez, San Sebastián 60
Emilia de Aranda, Portugalete 30
Mariano Soler, beneficiado, Barbastro 30
R. P. Prior de la Basílica Lorense 1,50
Vicente Molina Lucía, Soria 30
Ascensión Molina Lucía, Soria 30
José García López, Valencia 30
Carmen Abreu, Vitoria 90
A. Garbayo de López, Tudela 30
A. López, Tudela 30
Buenaventura Huici, Huarte 30
Suma y sigue 398,20
708 EL MONTE CARMELO

Pesetas.
Suma anterior 398,20
Carmen Aisa, Mallén 3
Ignacia López, Soria 30
María Nicásia Uriarte, Vitoria 30
Manuela Lecumberri, Salinas de Oro 30
Casiano Jáuregui, Vitoria 30
Dominica Lecumberri, Osácar 90
Carlos Oliver, Sans 30
María López, Tudela 30
José Ursuza, párroco, Nuín 30
Un bienhechor anónimo 2,50
Félix de los Mártires, presbítero, Agreda 1,80
Joaquín Jimeno, Valencia 60
Julia Garbayo de Moreno, Tudela 30
Francisca Goñi, Pamplona 30
Gerardo Roiz, Santander 1,50
Eusebia Isasi, Santander 30
Una subscriptora de E L MONTE CARMELO , Madrid 10
Don M. P. N., Burgos 5

426,50
(Continúa abierta la subscripción.)

NOTA. Tengo el sentimiento de comunicar á D. Silvestre Ruiz y


Doña Trinidad Frías, ambos de Tarazona, que llegaron sus cartas
sin la limosna anunciada. Todas cuantas cartas recibo de Tarazona
traen señales de haber sido abiertas, y lo mismo sucede con las que
yo escribo á dicha ciudad, según noticias que tengo.
En diez y nueve años que he estado en Malabar no he tenido que
deplorar irregularidad, extravío y mucho menos violación de la co-
rrespondencia: | qué salvajes tan civilizados aquéllos, y qué civiliza-
ción tan salvaje ésta!
Traslado esta nota al Sr. Administrador general de Correos, ó al
que pueda y deba evitar tales desmanes.
En consideración á estas deficiencias de Correos, y con objeto de
que no se frustren los sacrificios de mis bienhechores, creo oportuno
suplicarles se sirvan entregar sus limosnas en los Conventos de Reli-
giosos ó Religiosas Carmelitas, manifestando al mismo tiempo que
dicha limosna es para la Misión de Quilón.
Ruego también á los RR. RP. Superiores y MM. Prioras de nues-
tra Orden se sirvan aceptar tales limosnas y guardar lista detallada
de nombres y cantidad para publicarla en esta Revista.
Fr, Martín t
I¡it ij^jr •rfffi?—gffi» wfcv sffi v¿¿p>—ts^y •tifcitw usts? «¿ji» vt^tv -¿J¡

SECCIÓN MUSICAL
UNA NUEVA PRUEBA DE LA TRADICIÓN GREGORIANA
| L arte gregoriano, decía no hace verborum requirit utrum bene vel
mucho tiempo el Rvmo. P. Don tnale cohatreant dictiones; se lee tam-
Pothier, más que ningún otro, ha naci- bién en el mismo tratado: Música
do de la atenta observación de la na- rhythmica.,. est verborum modulata
turaleza y de la aplicación de sus le- compositio, non métrica ratione, sed
yes, según las palabras de Cicerón: numero syllabarum ad judicium au-
Notatio naturce et animadversio pe- rium examinata, ut sunt carmina
perit artem. Este aserto, explicado vulgarium poetarum (l).
más extensamente y puesto en evi- ¿Cuál será el medio de unir y su-
dencia en el cap. n de las Melodies bordinar así en el canto los elementos
Gregoriennes, ha traído á mi memo- de la dicción rítmica? Es «el acento,
ria algunos pasajes de los Tratados que por su melodía hace que reconoz-
del V. Beda sobre esta materia, en camos las sílabas al simple sonido de
los que el santo doctor hace eco á la la voz» (2), «y las contemos»; el acen-
enseñanza tradicional de los gramáti- to, «más que la medida, aun en los
cos y oradores, especialmente en lo versos, de tal modo que llega á po-
que se relaciona con el acento y el nerse al alcance del pueblo». San
ritmo. Agustín dijo que es preferible incu-
Del mismo modo que Cicerón de- rrir en la censura de los gramáticos,
clara en particular que « en el discur- que dejar de ser comprendido por el
so hay que tener en consideración el pueblo; «no hay que preocuparse del
placer que experimenta el oído» y «re- metro de la poesía clásica en la ver-
mitirse á su juicio» ( i ) , para apreciar sificación rítmica». «Las largas y las
el arte oratorio en su conjunto y en breves que deben figurar en la músi-
sus partes, el V. Beda sienta este prin- ca rítmica, dice á su vez el V. Beda
cipio : «que es necesario evitar en el en otro lugar, tienen su modo de ser,
canto los defectos que se evitan en la «su cantidad», que consiste en el
lectura: cantando vitandum est tam- acento y las pausas» (3). A diferen-
quam legendo», y para esto se debe
mirar con atención al fraseo, cuidan- (1) De Arte métrica, c. XXIV. Pa-
do de ligar bien las palabras; en esto trol. Lat., XC, col. 173-174.
consiste el litmo del canto. Música (2) Accentus quasi ad-cantus dictus,
rhythmica est illa quce in scansione quod ad cantilenam vocis nos faciat ag-
noscere syllabas. (De Arte métrica, pá-
rrafo 5.)
(1) Voluptati aurium morigeran debet (3) Materia hujus musiese est sonus-
oratio.—Universa comprehensio et species ordinatus secundum modum. Secundum
orationis clausa et terminata est, quod vo- modum: pro quantitate longarum bre-
luptate aurium judicatur. (Cic, De Orat., viumque figurarum, quae in vocis accentu
c. LXX, lib. III Orat., c. XXIII, núm. 197.) et tenore consistit (De Música pract.)
7io EL MONTE CARMELO

cia del metro regulado por una medi- de darle sentido de otro modo que
da fija é invariable, el ritmo variará por el armonioso conjunto de los nú-
su plan melódico y regulará su mo- meros ó cadencias (i), y que la exten-
vimiento según la modulación: sonó sión de los periodos en la prosa can-
et ipsa modulatione ducente, más tada está determinada en principio
bien que por procedimientos artificia- por la estructura de las palabras. La
les: Plerutnque invenies rationent in corta pausa que las separa, interrum-
rhythtno non artificis moderatione piendo el compás, lleva el movimien-
servatam. to de la frase musical al natural movi-
Está demostrado, y es preciso no miento de la prosa declamada.
olvidar, «que las fórmulas del canto
gregoriano no son sino una ilumina- fr. 6. £.
ción ó colorido sonoro, que reviste á
la palabra, exaltándola, no tratando (i) C. Bordes.
BIBLIOORAKIA

geografía eclesiástica de España, sencilla y puesta al alcance de todas


' ** por Francisco de Paula Sendra las inteligencias. Nunca se recomen-
Doménech, presbítero, cura párroco dará bastante el estudio del Catecis-
de Cantimpalos.—Valladolid: Tip. de mo , principalmente en la parte donde
José Man. de la Cuesta, calle Macías se expone el cuadro de nuestros debe-
Picavea, 38 y 40, 1901.—Con atenta res cristianos; por eso quisiéramos
dedicatoria hemos recibido un ejem- ver obra como la que al presente t e -
plar de esta importantísima obra, la nemos el gusto de anunciar, en las ma-
primera de su índole que se publica nos de todos los fieles, seguros de que
en España, y que ha venido á llenar á mayor estudio y conocimiento del
una necesidad que se sentía en los es- Catecismo seguiríase de cerca la refor-
tudios eclesiásticos, donde su ilustra- ma de costumbres en muchos puntos
do autor, después de encerrar en sín- de la vida práctica, porque cierto es
tesis cuanto es preciso saber de Geo- que la ignorancia es fuente copiosa de
grafía astronómica, física y política, toda clase de pecados.—De venta en
expone la división eclesiástica de E s - las principales librerías.
paña, señalando las provincias que
comprende, las diócesis que abarca
cada provincia, los arciprestazgos y Los niños y Jesús, escrito en italia-
parroquias que tiene cada diócesis con no por el R. P. Roberto de Santa Tere-
sus distintas categorías, capitales y sa , Carmelita descalzo, y traducido al
pueblos principales de cada diócesis, castellano por el P. Justo de San José,
y una reseña de los principales edifi- religioso de la misma Orden. — Mi-
cios , monumentos, riquezas históricas lán : imp. de la Sag. Alianza Eucarís-
y artísticas, y nombres de personajes tica, 1901.—Esta obra, lujosamente
célebres oriundos de ellas. Véndese en editada, en que se exponen los encan-
las principales librerías á 3,50 pesetas. tos y atractivos de la niñez, y á la vez
los medios más eficaces para preser-
varla de los múltiples peligros que la
Los Mandamientos explicados se- rodean, se dedica á los niños que en
gún la doctrina y las enseñanzas de el año próximo se han de consagrar á
la Iglesia católica, por el R. P. Artu- Jesús Redentor en Loreto. A cada co-
ro Devine, pasionista; traducción di- lector que para esta obra envíe una
recta del inglés por J. Gili Montblanch. lista de niños con un donativo que no
Barcelona: Juan Gili, librero, calle de baje de diez pesetas, se le regala un
Cortes, 223, 1901. — Este libro, que ejemplar de esta obrita. Hállase tam-
encierra un caudal de doctrina muy bién de venta en esta Administración
abundante, y á la vez está escrito con al precio de 60 céntimos: para enviar-
gran claridad y precisión, es una ver- se por correo, debe añadirse el precio
dadera obra de Teología moral, pero del franqueo y certificado.
MISIONEROS CARMELITAS Y EL SOCIALISMO.—Los RR. PP. Carmeli-
tas Constancio y Esteban han dado una Misión en la impor-
tante villa de Mieres (Asturias), logrando cosechar inestimables fru-
tos de santidad en el inmenso concurso que asistía á los piadosos
«jercicios. Pero, como era de esperar, la Asociación socialista de
Mieres, que tiene en sus listas inscritos á miles de obreros y ha cau-
sado muchos destrozos en la piedad de los habitantes de aquella her-
mosa región, trató, por medio de sus miembros más exaltados, de
perturbar la gran asistencia de fieles que cada día iba en aumento á
oir á los hijos del Carmelo, corriendo voces de que iban á hacer y
acontecer, llegando un día, en las afueras del templo y al salir los
Padres, á quemar las hojitas que éstos repartían con los cánticos de
la Misión. Enterado el pueblo de tamaño atrevimiento, y conmovido
y herido en lo más delicado de sus sentimientos, en su religiosidad y
•en su noble hospitalidad, se dispusieron á repeler la agresión, acom-
pañando á los Padres, y pidiendo se repartieran nuevas hojas, que
-desde aquel día nadie más osó quemar. Los socialistas, desconcerta-
dos, llamaron á su Pablo Iglesias, y éste, porque comprendió lo ex-
puesto de las determinaciones de sus adeptos, les aconsejó pruden-
cia, reprobando su conducta del día anterior.
Como el Rdo. Padre Constantino trató é hizo comprender á los obre-
ros adonde los llevaban los directores del movimiento socialista, se
dice que centenares de operarios se han dado y piensan darse de
baja, surgiendo en todos la'idea de la necesidad de un Círculo de
obreros católicos, aleccionados por el cristiano ejemplo que, dentro
de aquel término municipal, están dando los obreros del coto minero
•del Excmo. Sr. Marqués de Comillas.
Los patronos de Mieres, que, particularmente, son buenos, deben
pensar é imitar el noble y levantado interés que con sus obreros tiene
dicho ilustre procer, fundando, como él, un Círculo ó más de obre-
ros católicos en dicha localidad, donde no faltarán personas que les
ayuden en tan buena obra.
CRÓNICA CARMELITANA 7IJ

PROFESIóN RELIGIOSA.—Ha hecho su profesión religiosa en el res-


taurado monasterio de San José del Salvador de Carmelitas descal-
zas, en la villa de Beas de Segura, fundación de N. S. M. Teresa de
Jesús, la Hermana María Josefa de los Apóstoles, en el siglo A l v a -
rez Garafla, natural de Comillas (Santander), q u e , después de ven-
cer grandes dificultades y llevada de su ardiente vocación, se ha en-
cerrado en aquel claustro, que siempre fué tan amado de su gloriosa
y santa Fundadora. Le dio el sagrado velo el Sr. D. Leandro Bayo,
párroco de la villa y verdadero padre y providencia de aquella nue-
va Comunidad, dirigiendo á la profesa una elocuente y conmovedora
plática. El sermón de la Misa solemne estuvo á cargo del Reveren-
do P. Félix de la Santísima Trinidad, Trinitario descalzo, que probó
con incontrastables argumentos la necesidad y utilidad de las Órde-
nes religiosas.
UN FAVOR DE LOS BEATOS DIONISIO Y REDENTO.— Una religiosa car-
melita descalza venía sufriendo hacía trece años una grande prueba
interior con que el Señor la ejercitaba, con tanta intensidad á veces,
que superaba á los más grandes tormentos corporales. El último día
del solemne Triduo que la Comunidad á que la referida religiosa
pertenece, dedicó el año pasado á los gloriosos mártires Dionisio y
Redento para celebrar su Beatificación, el alma de la probada reli-
giosa bebió hasta las heces el cáliz de la amargura, quedando ape-
nas sin aliento para levantar el corazón á Dios. Sumida en tan i n -
mensa aflicción, fuese á postrar ante la imagen de los bienaventura-
dos Mártires, y representóles su necesidad, pidiéndoles la alcanzasen
de Dios el fin de aquel atroz y prolongado martirio. Los Mártires oye-
ron á la mártir, y desde aquel mismo día la placidez, la calma, la
dicha sucedieron al tormento, al sufrimiento, á la aflicción. Para más
asegurarse de que aquella mudanza era una gracia que le concedía
Dios por intercesión de los Beatos, propuso que, si pasado el año,
continuaba disfrutando tan inmenso beneficio, lo publicaría en la R e -
vista de la Orden, lo que cumple hoy, colmada de gratitud y recono-
cimiento, para gloria de Dios y estímulo de devoción hacia los íncli-
tos Mártires Carmelitas, gloria y lustre de la Reforma Teresiana.

TOMA DE HáBITO.—En el convento de Madres Carmelitas de Caste-


llón de la Plana ha tomado el hábito la joven María Torres y Alta-
ba, natural de aquella ciudad, tomando en la religión el nombre de
María de Santa Teresa. El acto resultó solemnísimo, y la concurren-
cia á la ceremonia extraordinaria. Predicó el Rdo. P. Salvador de
la M. de D., que habló con gran elocuencia sobre el beneficio de la
vocación al estado religioso. Reciban nuestra enhorabuena la nue-
va novicia y su distinguida familia, así como la Comunidad de Cas-
tellón.
FIESTA ONOMáSTICA.—El día de San Jerónimo celebró el Rdo. P a .
dre Vicario de esta residencia la fiesta de su nombre, siendo felicita-
do cordialmente por la Comunidad. Habiendo sido muchas las car-
tas de felicitación que con este motivo ha recibido de distintas
714 EL MONTE CARMELO

Comunidades de España y del Extranjero, y en la imposibilidad de


contestar á todos, hace á todos presente, desde las columnas de
E L MONTE CARMELO, su gratitud, y les envía las. más expresivas
gracias.
Ha fallecido en San Clemente el subscriptor D. Froilán Arcos.
Y en el Colegio de Religiosas Escolapias de esta Corte, Sor Faustina
Cidad de San José, que deja muchos ejemplos de virtud que imitar.
Esperamos de nuestros lectores encomienden sus almas á Dios,
para que se digne acogerlas pronto en el descanso de su gloria.

R. I. P.

*»— •8=*=3*-»«fr-

£ENSAMIENTOS SOBRE SANTA TERESA

Repaso yo en la memoria muchos párrafos de los libros de


Santa Teresa, y muchas veces pienso que los grandes pecados de
que habla la Santa en sus obras debían de ser puramente sustos
de su humildad: aborrecía la impureza y la mentira; no gustaba
de la murmuración; hacía penitencia; era amiga de rezar, hacer
oración, hablar bien de todos; cultivaba las grandes y pequeñas
virtudes; era un modelo acabado de perfección: ni con micros-
copio se le podría encontrar una falta, y, en cambio, ¡qué vir-
tudes!...
N o son sus obras para leerlas de corrido, sino con mucha re-
verencia, como los libros santos. ¡Qué lástima que las vean ojos
profanos! Yo quisiera poderlo prohibir.
Yo consulto las obras de Santa Teresa como un oráculo, y mu-
chas dudas he visto disiparse en un momento por la fuerza de sus
razones; muchas cosas inexplicables h e comprendido por ella.
No se comprende que nadie, y menos un español, se haya
atrevido á agraviar á la más dulce y adorable de las Santas.
F- s.
J H A G R A D A CONGREGACIóN DE RITOS.—A 287 asciende el número de
wP 3 causas de canonización pendientes de despacho en la Sagrada
Congregación de Ritos.
De dichas causas, 2 datan del siglo xiv, 3 del siglo xv, 1$ del si-
glo xvi, 63 del x v n , 64 del x v m , y, lo que es verdaderamente conso-
lador, 130 del siglo xix.
De todas ellas, 35 pertenecen al Clero secular, 251 al Clero regular,
y á seglares las 13 restantes. Entre estas últimas figuran las de Jua-
na de Arco, María Estuardo de Escocia y María Cristina de Saboya,
que falleció el año 1836.
E L PRóXIMO CONSISTORIO. —Dícese que en Noviembre se celebrará
un Consistorio, en que se impondrá el capelo cardenalicio á los ar-
zobispos de Praga y Cracovia, y á Mons. Martinelli, delegado apos-
tólico en los Estados Unidos.
También serán nombrados cardenales Mons. Pericoli y un prelado
español.
L A EXPULSIóN DE LOS RELIGIOSOS EN FRANCIA.—Terminado el plazo
fijado por el Gobierno francés para que las comunidades religiosas
pidieran la autorización que exige la nueva ley de Asociaciones, la
mayoría de las Órdenes religiosas existentes en la vecina nación,
juzgando depresivo y contrario al espíritu de sus Reglas el someter-
se á las tiránicas disposiciones de dicha ley, han abandonado el suelo
francés y tomado el camino del destierro, yendo á refugiarse á In-
glaterra, Alemania, Bélgica y otras naciones; y según la cuenta que
echa un periódico francés, que suele estar bien informado, apenas
la décima parte;de las Congregaciones se ha sometido al Gobierno
francés, y, en este número, las congregaciones de hombres no figu-
ran sino en insignificante minoría. Entre las que han preferido el
destierro al acatamiento de dicha ley opresora, figuran las gran-
des Órdenes de Benedictinos, Carmelitas, Jesuítas, Agustinos de la
Asunción, etc.
Los PUEBLOS PROTESTANTES Y LAS ÓRDENES RELIGIOSAS.—El corres-
ponsal en Roma del Daily Chronicle dice que Su Santidad León XIII
716 EL MONTE CARMELO

ha expresado á un alto personaje su viva satisfacción al ver que un


. país protestante como Inglaterra ha acogido favorablemente á las
Órdenes religiosas emigradas de Francia.
Manifestó el Padre Santo que espera que las Congregaciones reli-
giosas demostrarán su gratitud por la acogida de que han sido objeto
en el Reino Unido, añadiendo, con acento melancólico, que jamás
hubiera creído contemplar antes dé su muerte el doloroso espectá-
culo de la violación de la libertad religiosa en los países católicos,
mientras otras naciones protestantes, como Inglaterra y Alemania,
demuestran tanta consideración y.tolerancia respecto al Catolicismo.
CóMO RECIBEN A LOS RELIGIOSOS EN BéLGICA.—Mientras los libera-
les españoles gritan contra la invasión de los religiosos expulsados
de Francia, vean nuestros lectores lo que dice un periódico de Bru-
selas, Le XX Siécle. Dice así: «Gracias á su venida (la de los reli-
giosos), vastos terrenos, hasta hoy inhabitados, han encontrado
compradores é inquilinos. Los comerciantes belgas, sin distinción
de partidos, ven aumentarse el número de sus clientes. La inmigra-
ción de las Comunidades francesas no es ni más ni menos que el
dinero francés entrando en Bélgica para enriquecer á los comer-
ciantes, agricultores é industriales». Lenguaje es'éste de la misma
razón, y los periódicos liberales que hacen campaña contra la que
ellos llaman «invasión negra», se ciegan en contra de sus propios
intereses.
PEREGRINACIóN AL PILAR.— Desagravios á la Santísima Virgen.—
Sigue creciendo entre los buenos el entusiasmo por la peregrinación
á Zaragoza para desagraviar á la Madre amantísima de España de
los ultrajes inferidos por los sectarios. Gran número de prelados se
han adherido al pensamiento, aprobándole y bendiciéndole; pasan
y a de ochenta los periódicos que apoyan la idea. L a Junta Central de
Madrid, y muchas diocesanas y locales, trabajan con gran actividad
por organizar este acto grandioso; aunque, á pesar de lo que dicen
los periódicos liberales, aún no se ha fijado la fecha en que ha de lle-
varse á cabo. L a nota triste es los trabajos ocultos del Gobierno y de
toda la prensa liberal para impedir la peregrinación, valiéndose de
todos los medios, y alguno incomprensible.
Mientras llega el día en que los católicos españoles hagan esa her-
mosa manifestación de fe y amor á María, los prelados excitan á los
fieles á que celebren por doquiera funciones públicas de desagravio,
siendo muy solemnes las que se vienen celebrando durante este mes
de Octubre, en que la Iglesia solemniza la fiesta de Nuestra Señora
del Pilar. Entre otras funciones de desagravio celebradas con tal
motivo en esta corte, merece citarse el Triduo solemne que ha teni-
do lugar los días 11, 12 y 13 en la parroquia de Santa Bárbara, donde
se ha visto á los hijos de la Orden de María por excelencia, á los hi-
jos del Carmelo, unidos á los dignísimos señores curas de dicha igle-
sia, presentar ante los altares de su Madre adorada hermosos actos
de desagravio y reparación, habiendo estado encargados del sermón
del primer día el P . Ángel María de Santa Teresa, del segundo el
CRÓNICA GENERAL 717

P . Plácido María del Pilar, y del tercero el Sr. Cura de la Parroquia,


quienes, con frases sentidísimas, han llorado sobre el sacrilega-
mente profanado templo de Zaragoza, y han presentado á la Virgen
del Pilar como Inspiradora de la fe y de la religión de los españoles,
como Autora de sus grandezas y Reina de ,'sus nobilísimos destinos,
como Madre entrañable de su corazón, arrancando de aquí el deber
que á todos los que de españoles se precien les incumbe de borrar
con sus lágrimas y con sus penitencias las ofensas inferidas á la San-
tísima Virgen.

NOTICIAS POLíTICAS.—La presente quincena ha presentado el mis-


mo aspecto político que la anterior, no habiendo suceso ninguno im-
portante venido á alterarle.
La prensa ha hablado del disgusto producido en el Excmo. Señor
Nuncio por la publicación del decreto del ministro de la Goberna-
ción contra las asociaciones religiosas, sin que se le hubiera notifica-
do antes, y dícese que está resuelto á no volver á España.
De las negociaciones para la reforma del Concordato nada se sabe,
así como tampoco de si el Sr. Pidal continuará ó no en la Embajada
del Vaticano, porque las noticias que publican los periódicos son
contradictorias, si bien es cierto que por todas las columnas de los
periódicos liberales asoman la intención y el deseo de que salga de
Roma nuestro actual embajador.
Celebróse la apertura de curso en las Universidades. En la Cen-
tral pronunció un discurso el Sr. Ministro de Instrucción Pública , y
en él abominó de la libertad de enseñanza, porque de ella se valen
los reaccionarios para llevar á la juventud por el cauce de sus ideas.
Otras veces ha proclamado el mismo señor el pensamiento libre.'.
hoy condena á los que no piensan igual que piensa él.
El Sr. Ministro de la Guerra accede á la rebaja del cupo que había
decretado, y contra el cual se levantó unánime protesta en toda E s -
paña ; pero para esto presentará un proyecto de ley en las próximas
Cortes que le autorice á que haya quintas el año que viene.
Se ha iniciado una campaña para pedir la desaparición del impues-
to de Consumos, y la apoyan gran número de periódicos liberales.
Quizá á la sombra de esta agitación, en que pueden tomar parte
acalorada los pueblos, y acalorosamente oponerse ciertos elemen-
tos, sobrevengan disturbios en que sean las víctimas los más pacífi-
cos é inocentes.
Ya está la Corte de vuelta en Madrid, y hase también decretado
el día 16 para la reunión de las Cortes y reanudación de sus trabajos
parlamentarios. Témese que la cuestión de las Órdenes religiosas,
puesta sobre el tapete por el último decreto del ministro de la Go-
bernación, dé lugar á mucha discusión y ocupe en gran parte la aten-
ción de las Cámaras.
LEYENDAS MÍSTICAS

EL KOSARIO DEL PASTOR

Vivía en Aragón una madre joven, ñor y su Madre, grandes nuestras n e -


pobre en bienes, pero rica en fe. Sen- cesidades y grandes los beneficios r e -
tíase feliz en su humilde tugurio por- cibidos. Nunca, hijo mío, seas escaso
que en su regazo tenía un hermoso ni- en dar á Dios. No dejes por pesado el
ño, y por la ventana veía un cielo don- santo Rosario. Esta es la devoción
de más adelante para siempre espera- más grata al Señor, la que rezaban
ba hallarse. Un niño y una esperanza nuestros abuelos; la que rezaba tu pa-
hacían su vida feliz. Con el pan negro dre en vida y á mí me hizo feliz en
en la mano, pero mirando á las sonri- unión suya. Si lo rezas tú con devo-
sas de la hermosa criatura, no envi- ción, la Virgen te amparará en todos
diaba la fortuna de todas las damas los apuros; llámala en ellos, y dile que
del mundo, que ni aman tan dulcemen- cumpla contigo las promesas de tu
te , ni saben qué es plácida vida, por- madre.
que su vida es un torbellino. Tales eran los santos consejos que
A ese niño, apenas balbuciente, mos- á menudo daba tan buena madre á su
trábale tan tierna madre la imagen de querido niño.
la Virgen, y le enseñaba á quererla y Pero llegó éste á la edad de doce
bendecirla al acostarse y al levantarse. años, y, como eran pobres, tuvo que
—Yo soy tu madre en la tierra — le dejar el regazo de su madre para irse
decía besándole,—y ésta tu Madre del á ganar la vida, guardando ovejas.
Cielo. Si yo te quiero mucho, Ella te Todos los días, al volver de noche
quiere más. Quiérela tú hijo mío, quié- con su rebaño, repetía la madre los
rela por toda la vida. mismos consejos, y juntos rezaban el
Raro sería el día que juntos no reza- Rosario.
ran el Rosario, arrodillados ante aque- Una vez que el niño se hallaba solo
lla imagen. Si alguna vez, soñoliento en el monte.con su ganado, entrada
el niño, se quejaba de ser largo aquel ya la noche, se desencadenó tan terri-
rezo, la madre le contestaba: ble tormenta, cruzaban tan espantosos
—Más larga es la eternidad de la relámpagos, daban tal estampido los
gloria, que rezando ganaremos. Lo que truenos, que creyó perder todas sus
mucho cuesta, mucho vale. Los cris- ovejas, y la propia vida. El cielo pare-
tianos no debemos contentarnos con cía abrirse y la tierra desquiciarse. El
rezos ligeros, porque grande es el Se- ganado huía despavorido sin dirección
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 719

alguna por el valle, por los riscos y por —La Virgen te ampara en este mo-
la selva. En vano corría el niño á bus- mento. Ven conmigo, y no temas que
car sus ovejas; las tinieblas que suce- ninguna de tus ovejas se pierda.
dían al resplandor del relámpago no le Obedeció el buen pastor, y se fué
dejaban dar un paso ni atinar las ver- con aquella aparecida á una choza que
daderas sendas. En tan triste situación, cerca encontraron.
cayendo masa de granizo, rebosando — Quédate aquí, dijo la pastora;
los arroyos, temblando la tierra con duerme sin pena y sin cuidado; yo me
los truenos, todo él estremecido, hu- voy á otra choza.
yó también para esconderse en algu- Durmióse el niño dulcemente hasta
na cueva. No olvidó, sin embargo, el rayar el alba, y, recordando entonces
consejo de su piadosa madre, y co- lo sucedido, salió de la choza en busca
rriendo y temblando cogió su rosario de sus ovejas, las cuales halló á pocos
y comenzó á rezarlo en su carrera. Lle- pasos, sin faltar una.
gó sin advertirlo al borde de un pre- En vano buscó la otra choza para
cipicio, creyendo ser terreno llano, y, dar gracias á su bienhechora por el fa-
cuando iba á dar el paso que le hubie- vor recibido, pues nada encontró, ni
ra costado la vida, una hermosísima la misma choza en que había dormido
pastora se le aparece entre los mismos la halló tampoco, por más que la an-
fulgores de la tormenta y, mirándole duvo buscando.
con ternura, le dice: Fuese luego á su casa y se lo contó
—¿Adonde vas, niño, en medio de á su madre, la cual, llorando de gozo,
esta tormenta? le dijo:
—En busca de mi ganado—contestó —¿Qué pastora era aquélla sino la
él temblando; pues temo que se haya Virgen del Rosario, que vino en tu
despeñado por esas breñas. ayuda porque te encomendaste á ella?
—Detente, replicó ella; no temas Ya lo ves, hijo mío, cuánto vale esta
por tu ganado. Dios lo guardará. ¿ Qué devoción. No la dejes en toda tu vida,
palabras son ésas que vienes murmu- y cuenta á todos cómo tú, rezando el
rando ? Rosario, mereciste la aparición de la
—Es el Rosario que mi madre me Virgen, que te salvó de la muerte, te
mandó rezar en todos los peligros, resguardó de la tempestad y te defen-
pidiendo á la Virgen que me ampare. dió el rebaño.

EL GATO Y EL GALLO

En un amplio gallinero El poder á su capricho


Un viejo gallo cantaba, Perseguir á todo bicho ,
Mejor dicho, suspiraba Aunque sea un vil ratón.
Por no poderse salir —Su merced no se engañara,
A gozar de los encantos Dijo el gato con viveza,
De la libertad perdida, Todo lleno de tristeza,
Y á entonar con alma y vida Si á la hora de comer
Sonoro quiquiriquí. Yo mis dientes recrease,
En esto un gato romano No con raspas de pescado
Saltaba con grande ahinco, Que me dejan angustiado,
Y brinco tras otro brinco Como su merced me ve,
Vino á la postre á caer Sino con sopas al menos
Al lado del viejo gallo, Que mis tripas calentasen,
Y le dijo con dulzura: Y á mi ser todo alegrasen...
Es una grande ventura Mas, ¡ oh destino fatal!
El oir á su merced. Sólo palos y raspajos
j Ay de mí!, el gallo dijo, Me dan á mí por comida,
Su largo cuello estirando, Y rara vez en mi vida
Y la cabeza sacando Un mendruguillo de pan.
Por los claros del jaulón: —Si, es en verdad lamentable
Más ventura es, camarada, Lo de los palos, amigo;
720 EL MONTE CARMELO

Pues á mí, sólo le digo, En aquel instante mismo


Me atizaron una vez De su dulce soporismo
Con una caña cascada Abrióse de par en par
Unos cuantos testarazos, La puerta del gallinero;
Mas al mismo á picotazos Y al estruendoso ruido
La nariz le destrocé Para abrirla producido,
—En cambie á mi, señor mío, Nervioso se despertó:
Porque di tres arañazos, —Cáspita, ¿quién va tan fuerte?
Me dieron de lanternazos — No te asustes, esto es nada
Con tanta furia y crueldad, (Dijo con voz apagada
Que me tengo por dichoso, Un muchacho revoltón)
Y hasta me causa alegría, — Es demasiada franqueza
El pensar que en aquel día (Dijo el gallo descontento)
Pude con vida escapar. El meterse en mi aposento
— ¡ Canarios, amigo gato! Sin el permiso pedir.
Si á usted mismo no le oyese, —¿A mí con ésas?—El niño
Nunca jamás yo creyese Replicóle furibundo.
Tantos males existir ¿No sabes que en un segundo
En medio del vasto mundo; Puedo hacerte sucumbir?
Pues así, es más segura ¿Y tú ignoras (dijo el gallo)
De esta cárcel la estrechura Que con mi pico la muerte
Que con libertal vivir. Puedo darte, pues es fuerte
En esto el gato, cual rayo, Para ello por demás ?
Diciendo «Dios me proteja», — Si no te estás ya callando,
Del gallinero la reja Con esta vara, camueso,
En un santiamén dejó. Sin piedad tu vil pescuezo
Y cual pluma que en sus alas De un golpe voy á tronchar.
Transporta furioso el viento, Quiso el cantor de las suyas
Despareció en un momento Hacer en aquel momento;
A los ojos del cantor. Veloz como el pensamiento
Absorto aqueste quedóse El muchacho se apartó;
Al contemplar la carrera Y, furioso cual pantera,
Que su nuevo amigo diera; Levantó ligero el brazo,
Y temblante y con pavor Y al mismo de un garrotazo
Tornó á subir á la caña Patitieso le dejó...
En la cual antes cantaba, Del gallo con la existencia,
Cuando el gato le alababa Este cuento finalizo;
De sus cantos el primor. Sirva á todos el aviso,
Y en ella, como un cachorro, Y la soberbia jamás,
Dando penas al olvido, Cual la triste ave casera,
Quedóse al punto dormido En nuestro pecho anidemos;
Con grande tranquilidad. Pues así sólo hallaremos
Mas, ¡ oh fatal desenlace!, En este mundo la paz.
fr. festivo-

L. D. V. M.
^ • * ^ w w ^ ^ ^

Año II. 1." de Noviembre de 1901. Rúm. 33.

EL PURGATORIO

|RISTE y penoso, al par que dulce y


consolador, es para una alma cris-
tiana el dogma que Nuestra Madre la Igle-
sia ofrece, en este mes de Noviembre, á la
consideración de sus amados hijos, los fie-
les católicos, recordándonos aquel terri-
ble y espantoso lugar donde la Justicia
de Dios venga con todo rigor las ofensas
irrogadas á la Majestad divina, en almas
predilectas, amantes y amadas esposas su-
yas, pero que tuvieron la desgracia de sa-
lir de este destierro manchadas con algu-
na falta leve, ó de no haber satisfecho de-
bidamente por sus culpas. Verdad infali-
ble, combatida, no obstante, con pertinacia
por los incrédulos casi desde el principio
del Cristianismo, sobre todo por los im-
722 EL MONTE CARMELO

píos luteranos, que, en medio de sus plenas inconsecuen-


cias, quisieron ser consecuentes y dijeron: si la fe basta
para salvarnos; si no hay más pecados que el de increduli-
dad al romperse las ligaduras que sujetan nuestra alma—si
es que creían tenerla aquellos corifeos del error;—al salir,
dijeron, de los lazos que la aprisionan á este cuerpo corrup-
tible, no podrá encontrar más que ó una eterna bienaven-
turanza para los que guardaron con fidelidad dicho precep-
to, ó un cruel infierno para los infieles á él. Error evidente,
herejía manifiesta anatematizada desde su misma cuna por
el magisterio infalible del Catolicismo, bien con la práctica,
celebrando Misas solemnes por los difuntos, haciendo me-
moria cotidianamente de ellos en el Santo Sacrificio del Al-
tar, y estableciendo en el año 998 una fiesta solemne por
todos los hijos á quienes cupo la dicha de morir en el óscu-
lo del Señor, aunque con algún reato de pena debida por
sus pecados, ya también confesando y declarando en ple-
nos concilios como el de Lyon, Florencia, y sobre todo en
el memorable y para siempre célebre Tridentino, este cató-
lico dogma.
Muchas veces he oído decir que los impíos, queriendo
disculparse y defender su incredulidad, alegan como pode-
rosísima razón en contra del dogma del Purgatorio, con el
fin de seducir á la vez á los incautos ignorantes, que es una
mera invención de los curas y los frailes, fraguada con el
objeto de recibir de los fieles pingües estipendios con que
pudieran pasar una vida cómoda y regalona. ¡Insensatos!
Cegados por el espíritu de soberbia que domina y sobresale
en todos los incrédulos y alucinados por el padre del error y
la mentira, no vieron que antes que existieran esos curas y
esos frailes imaginadores de tales invenciones, y anterior á
la aparición sobre la Tierra en carne humana del mismo Au-
tor del Augusto Sacrificio del Altar, se hallaba ya arraiga-
da profundamente esta verdad en el corazón del hombre,
consignada y expresada repetidas veces en los Libros San-
tos , practicadas obras piadosas y meritorias por los fieles
en sufragio de los difuntos, y que la razón, apoyada en lá
divina revelación, está en íntima consonancia y armonía
EL PURGATORIO 723

con esta católica verdad. Que el Purgatorio se halle expre-


so en la Sagrada Escritura es tan cierto, que fué condena-
da por los Sumos Pontífices una proposición luterana que
decíat "El Purgatorio no se puede probar por la Sagrada
Escritura„. En los libros del Antiguo Testamento, en el 2.°
de los Macabeos, se lee: "Es un santo y saludable pensa-
miento orar por los difuntos para que sean redimidos de sus
pecados„. Supone, pues, el escritor inspirado que hay di-
funtos que tienen.pecados, y que por las oraciones pueden
ser librados de ellos. Lo cual, como dice el Angélico Doc-
tor, no se puede decir ni de los bienaventurados que, reves-
tidos de gloria y hermosura, gozan puros é impecables de
la visión beatífica, ni de los miserables reprobos condena-
dos sin remedio á las eternas llamas del 'fuego devorador
del Infierno; pues los primeros están exentos de todo peca-
do, y para los segundos no hay redención. Hay, por lo tan-
to, un tercer lugar, en el cual las almas manchadas con pe-
cados leves permanecen hasta quedar completamente puras,
y á este lugar llamamos Purgatorio.
Cristo Nuestro Señor aseguró "que ciertos pecadores no
saldrán de la cárcel hasta haber pagado el último cuadran-
te „, ó, como ahora diríamos, hasta el último céntimo de sus
deudas, las cuales palabras del Salvador se refieren indu-
dablemente á un lugar distinto del Cielo y del Infierno.
En conformidad con los Libros Santos está la práctica y
tradición universal de la Iglesia, órgano infalible de verdad.
Ella ruega por sus hijos difuntos, por ellos ofrece el tre-
mendo y saludable Sacrificio de la Misa, encarga toda es-
pecie de oraciones y sufragios por los que murieron en la
paz del Señor, excita sin cesar á los fieles á que socorran
á los difuntos por medió de limosnas, ayunos y otras obras
de piedad, los cuales intentos han sido secundados con fer-
vor en todos los tiempos por los verdaderos cristianos,
como se observa si nos remontamos de siglo en siglo hasta
los primitivos días de la Iglesia.
El año 195, á Dinocrato, hermano de Santa Perpetua,
nacido en Cartago, un horrible cáncer que le roía la pierna
le llevó al sepulcro á la edad de siete años. Su santa her-
724 EL MONTE CARMELO

mana, mayor que él, arrestada y reducida á prisión para


que consintiese en adorar los ídolos, rogaba en aquellos te-
nebrosos calabozos por el alma de su hermano, sin saber si
necesitaba de oraciones. Cuando he ahí que de repe/ite, en
una obscura noche, se ve favorecida la santa niña con una
celeste visión. "Yo vi, dice ella misma, á mi hermano Di-
nocrato salir de un lugar tenebroso, pálida la cara, infla-
mados los ojos y con las úlceras abiertas todavía en una
pierna. Advertí que le agobiaba un cruel sufrimiento y que
era atormentado con espantosa sed. Redoblé mis oraciones
con fervor, y poco después le vi con el cuerpo sano, vesti-
do de blanco y radiante de hermosura y felicidad. Era tras-
ladado del Purgatorio á las mansiones eternas de la gloria. n
Hasta aquí la narración de la Santa. Y, después de ella, el
insigne Agustino decía en el siglo iv: "Opongan los herejes
lo que quieran, es un uso antiguo de la Iglesia orar y ofre-
cer sacrificios por los difuntos „. Y el mismo santo Padre
nos dio de ello un bellísimo ejemplo, del cual hace relación
en su libro de Confesiones, cuando, al hacer mención de la
muerte de su santa madre Mónica, dice: "Aunque mi ma-
dre vivía de tal manera que tu nombre, Señor, era glorifi-
cado en su fe y en sus costumbres, sin embargo, no me
atrevo á decir que, desde el tiempo en que Vos la renovas-
teis por el bautismo, no saliese palabra alguna de su boca
contra tu mandamiento. Por eso os ruego, Señor, perdo-
nadla; os suplico no entréis en juicio con ella. Cuando se
acercó el día de ser desatada de su cuerpo, nos recomendó
solamente una cosa, y fué que nos acordásemos siempre de
ella en nuestros altares, ante los cuales ella os había cons-
tantemente servido „. Con este solo hecho de San Agustín
confundió el gran obispo de Amiens, Fenelon, á un obispo
anglicano, y dio principio á la conversión de una ilustre se-
ñora. Platicando en cierta ocasión el obispo francés con
la señora Sady sobre asuntos de religión, le habló Fene-
lon de esta manera: "Sady: aprovechando una ocasión fa-
vorable, proponga usted al obispo anglicano, con quien me
ha dicho tiene alguna confianza, lo siguiente: El obispo de
Amiens me ha dicho una cosa que me ha sorprendido, y es
EL PURGATORIO 725

que quiere hacerse protestante si usted se atreve á decir


que San Agustín, á quien así él como nosotros veneramos
por una de las mayores lumbreras de la Iglesia, no haya
ofrecido el Santo Sacrificio de la Misa y no haya rogado á
Dios por su difunta madre„. Ante tal proposición, el inglés
no supo qué responder, y la señora se convirtió al Catoli-
cismo.
Y ¿cómo no había de estar acorde con los libros inspira-
dos y la práctica de la Iglesia una verdad tan conforme á
la vez con la razón humana y hasta con los sentimientos de
nuestro corazón? ¿No existen espíritus protervos, corazo-
nes impíos y corrompidos, almas pródigas, que no satisfe-
chas con haber derrochado la herencia de su Padre Celes-
tial, olvidados por completo del Ser Supremo que les cria-
ra y sostuviera sobre la tierra, y que á fin de su carrera les
había de exigir estrechísima cuenta de sus talentos, no sólo
no le han amado y correspondido á sus beneficios, sino que
han abusado de todo lo más santo y divino que existe en los
cielos y veneramos sobre la tierra; han hollado, sin temor y
sin la pena correspondiente, todos los preceptos divinos y
conculcado las leyes humanas; han vivido escandalosamen-
te sembrando la maligna cizaña en el campo del Padre Ce-
lestial, hasta que al fin, sorprendidos por uno de aquellos
rayos que se desprenden del Corazón de Dios, viendo próxi-
ma á descargarse sobre sus cervices la vara justiciera del
Todopoderoso, colocado un pie en el sepulcro y otro en el
lecho del dolor, se convirtieron á Dios y fueron recibidos
en los brazos de la Eterna Misericordia sin haber satisfecho
por sus enormes crímenes? Si estos tales fueran al punto
admitidos en las eternas mansiones, á semejanza de aquellas
almas endiosadas que, desprendidas de todo afecto terreno,
no vivieron sino por Dios y para Dios, y fueron traslada-
das al Cielo en alas de puro amor divino, ¿dónde estaría la
justicia del Señor? No: tales almas, antes de unirse con el
Ser infinitamente perfecto, deben expiar sus crímenes; por-
que nada manchado entrará en el Reino de los Cielos. Aun
más: aunque les fueran abiertos de par en par los senos de
las eternas misericordias, no se atreverían á entrar, coma
726 EL MONTE CARMELO

le fué revelado á Santa Catalina de Sena, mientras no fue-


ran enteramente purificadas de sus delitos.
No quiero detenerme en exponer aquí la multitud y gra-
vedad de estos tormentos, por no hacerme demasiado pro-
lijo. Ellos están extensa y minuciosamente tratados en las
historias de los Santos y en las múltiples revelaciones con-
tenidas en los libros piadosos. Pero sí recordaré que, en
virtud de la Comunión de los Santos, los miembros de este
Cuerpo místico, cuya cabeza es Jesucristo, ó sea las tres
Iglesias, triunfante, paciente y militante* participamos mu-
tuamente de los méritos y bienes espirituales, de donde
procede el poder socorrernos en nuestras mutuas necesida-
des. Allí tendréis, por lo tanto, tiernos padres, á vuestros
amados hijos. Allí estarán, hijos queridos, vuestros aman-
tes padres, sufriendo quizá la pena debida á su excesiva
indulgencia y benignidad para con vosotros. Cristianos, allí
estarán sufriendo horribles penas hermanos vuestros en Je-
sucristo, completamente olvidados y privados de todo so-
corro, quienes demandan oraciones de vuestra caridad.
Nosotros, sobre todo, hijos y cofrades del Carmelo, imite-
mos á nuestra amantísima Madre, que tan solícita se mues-
tra en mitigar las penas de nuestros hermanos difuntos,
como lo declaró ella misma al Papa Juan XXII.

fr. J. £ta. del €. S.


EL CULTO DE LOS SANTOS

RUANDO el hombre renuncia ó desprecia su propia grandeza,


parece que todas las realzadas tallas de la humanidad le in-
comodan por verse él pequeño bajo su sombra, y hasta quisiera,
si le fuera dado, arrancar del pecho de sus contemporáneos los
verdaderos sentimientos de amor y de veneración hacia ellas. Así
es que, al ver el justo honor que los Santos se merecieron y el tri-
buto de gloria y veneración con que los glorifican los pueblos,
quisiera borrar hasta la memoria de su nombre de la faz de la
tierra para que, sepultados en el olvido los reflejos de su mérito,
pueda él aparecer grande en el mundo, cual apareciera Genserico
en el momento de levantarse con una tea en la mano sobre los
amontonados escombros de la antigua Roma.
La impiedad ha sido siempre la que ha optado por la supresión
del culto de los Santos, al que ha tenido ábien apellidar resabios
del viejo gentilismo ó absurdos de la razón y de la moral; empero,
en contra de todo su encono, está el sentido común, la razón, la
lógica y hasta la misma historia.
¿Qué es el culto de los Santos? No otra cosa que una prueba
de gratitud dirigida á Dios en acción de gracias por los benefi-
cios que dispensara á la humanidad al concederle héroes que ad-
mirar, y cuya memoria tiene poderosos atractivos en nuestro c o -
razón para despertar en nosotros los amortecidos sentimientos
religiosos y levantar nuestro espíritu en dirección al Cielo; una
deferencia á la virtud que tanto les honrara, y una prueba de que
nosotros pensamos de idéntica manera que ellos pensaron, y que,
al no poderlos seguir en sus gloriosas y atrevidas empresas, nos
contentamos, al menos, con honrar á Dios en sus Santos y en ben-
decir, á la manera que la Virgen de Nazaret, al Señor de las vir-.
tudes porque obró en sus siervos prodigios de santidad, de vir-
tud y de heroísmo.
Orando por los difuntos.
KL CULTO DE LOS SANTOS 729

¿Qué hay en esto de absurdo, de irracional, de ilógico y de in-


consecuente? ¿Puede, por ventura, ser injurioso á un legislador
el respeto á sus leyes, á un padre la veneración que se merecen
sus hijos, ó á una corporación el honor que se tributa á sus miem-
bros? Pues de igual manera no resulta injurioso á la Divinidad el
que se respeten, se honren y se glorifiquen sus Santos. Antes, por
el contrario, seria injurioso y ofensivo al Dios de la majestad si
nosotros, viendo y admirando las riquezas de gracia y santidad
que Él depositara en sus fieles siervos, no bendijéramos su me-
moria en atención á que ellos la honraron y bendijeron con he-
roísmo superior á todas las fuerzas del hombre.
Por eso, si á los Santos, que han sabido interpretar digna y fiel-
mente todas las aspiraciones de nuestro espíritu, y que, examina-
dos á la luz de la verdadera ciencia, resultan los únicos que han
comprendido y puesto en práctica aquello: que el hombre viene
de Dios y debe tornar á Él, y que la corta ó larga distancia que se-
pare la cuna del sepulcro del hombre debe necesariamente estar re-
lacionada con su destino; si á los que, llenos del espíritu del Se-
ñor, corrieron presurosos tras el ideal sagrado que ambicionara su
alma y se adelantaron con pasos de gigante por las sendas del
bien, realizando en la tierra un verdadero progreso, al poner como
de relieve las máximas salvadoras del santo Evangelio; si al mé-
rito de esos héroes que se trocaran en Padres de la humanidad
y en siervos de Jesucristo que, sirviendo á Dios en sus hermanos,
cubrieron todas sus necesidades y, multiplicándose á cada paso, no
parece sino que sólo vivían en la tierra para consuelo de la huma-
nidad; si á los Santos, digo, la Iglesia no les hubiera consagrado
altares, la humanidad les hubiera dedicado estatuas para eterni-
zar en la tierra la memoria de esos seres magnánimos que, seña-
lando con la una mano el Cielo y amparando con la otra al des-
valido, nos ofrecen un fiel traslado de esos ángeles de paz que
Dios ha colocado á nuestro lado para que nos guíen en el cami-
no del Cielo; y comoquiera que la 'gratitud es la primera necesi-
dad del amor, mientras esta llama divina encuentre pábulo en el
pecho del hombre, el culto de los Santos será una exigencia de la
humanidad, que buscará siempre un momento de expansión para
manifestar á todos esos genios privilegiados que tanto honraron
nuestro nombre, que todavía no los hemos olvidado.
Tal es el culto católico; una ovación que hacemos á Dios por
habernos enviado para nuestro bien esos hombres privilegiados á
quienes llamamos Santos; una deferencia á su virtud y mérito y
730 EL MONTE CARMELO

un gemido de nuestra alma que enviamos al Cielo para merecer


de él mil gracias y bendiciones.
Hable, pues, enhorabuena en contra del culto de los Santos la
impiedad que desconoce los encantos de la religión y las belle-
zas del amor; nosotros no por eso dejaremos de honrar á ese ejér-
cito de héroes que tantos beneficios nos legó en la tierra y tantas
gracias nos ha merecido en el Cielo, y, siempre fieles á sus ense-
ñanzas sagradas, no nos avergonzaremos de imitar lo que tanto
nos gloriamos de celebrar.
fr. Sin\eót\.

-*5—H

PENSAMIENTOS DE SANTA TERESA DE JESÚS

— ¡Oh ánimas bienaventuradas, que tan bien os supisteis apro-


vechar y comprar heredad tan deleitosa y permanente! Decidnos:
¿cómo granjeábades con el bien tan sin fin? Ayudadnos: pues
estáis tan cerca de la fuente, coged agua para los que acá pere-
cemos de sed.
—Cuando se hacen oraciones por alguna alma del Purgatorio,
es bueno aplicarlas también por los que tuvieren más necesidad,
en caso de que no las necesite el alma por quien determinada-
mente se apliquen. Una noche de almas, estando así haciendo
oración, vi salir algunas almas del Purgatorio.
—De las innumerables almas que supe se salvaron, ningunas
más que tres subieron al Cielo sin pasar por el Purgatorio, y fue-
ron: San Pedro de Alcántara, un religioso de la Orden y un re-
ligioso dominico.
— Fuera cansar referir las almas que saqué del Purgatorio con
mis oraciones.
Ellas saltan, hablan, ríen,
Porque ignoran su quebranto;
Yo me anego con mi llanto
Y entristéceme el temor.
Ellas duermen sosegadas,
Protegidas por el Cielo;
Yo del sueño me desvelo
Y, mis ojos^d cerrar,
Cabe una cruz de granito, No veo campos ni jardines,
Hábilmente cincelada, Como ven gozosas ellas,
Yace una niña postrada, Ni tampoco ninfas bellas,
Cual la imagen del dolor, Sino sombras de pesar.
Derramando vivo llanto
Que colora sus mejillas, Yo quisiera, madre mía,
Por el sufrir amarillas, Ya que moras en el Cielo,
Con el más ferviente anhelo
Y que respiran amor.
Le dijeses al Señor
No muy lejos, casi al lado Que endulzase mis tristuras
De la contristada niña, Con la paz que tanto ansio,
Forman inocente riña, Y encendiese el pecho mío
Por un cintajo adquirir, Con el dardo de su amor.
Otras dos aún más pequeñas, Yo quisiera que del mundo
Y más apuestas y hermosas Las mentidas ilusiones
Que las más fragantes rosas, No sembrasen desazones
Que del alba el sonreir. En la mente virginal
Dichosas ellas, Dios mío De estos tiernos angelitos
(Exclamó la mayorcita, Que por hijas Dios te diera,
Alzando su cabecita Lindas flores de pradera,
Para observarlas mejor): De perfume celestial.
732 EL MONTE CARMELO

Yo quisiera que en mi pecho Y las tres, casi embebidas,


Dibujárase la calma En silencio contemplaban
Que á. mi pobre y triste alma Los ramitos que adornaban
Inundase de placer. De la tumba la alta cruz,
Y que á ratos ese cielo, Y sus labios se movían
Qué contemplo ahora enlutado, Elevando al Dios clemente
Ler admirase transformado Una suplica inocente
Eq¡ hermoso rosicler. Más hermosa que la luz.
Yo quisiera... ¡Ay, Jesús mío! En el pecho de Cristina,
— ¿Por qué lloras, Margarita? Bello nido de ternura,
¿ Has reñido con Paquita ? Se aumentaba la tristura,
¿Ha llegádote á pegar? Se encogía el corazón,
—No, Quistina. Y veía á la desgracia
—¿Te caíste? Agitarse por su mente
—Ni cáeme ni pegante. Como sombra impertinente
Lio... lloro..., da... co... da... ame De fatídica ilusión.
Que se mudió la mamá.
—¡Pobre hija! Ven, no llores, Acercóse en este instante
Que mamá en la gloria habita. A las niñas afligido
¿Qué es eso? Mira, Paquita, El buen padre, y, como herido,
¿ Llorando estás tú también ? De rodillas fué á caer,
— Ci, Quistina, y<olo..., yolo En la piedra que ocultaba
Poque mamá ya no vene. De su esposa el cuerpo frío,
Exclamando con gran brío:
— No te apures: se entretiene
«Bendita sea la fe».
Con Luisito en el Edén.
Y, abrazándolas Cristina, Y los cuatro, abrazaditos
Tiernamente las hablaba A los pies del árbol santo,
Y amorosa las besaba Derramaban vivo llanto
Con ese puro besaí Con ternura sin igual;
Con que una madre á su hijo Mientras tanto que la noche
Paga la primer sonrisa Disipaba los colores
Que en los brazos de la brisa Y los últimos fulgores
Le dirige al despertar. Con su manto funeral.
Un Carmelita j)escalzo.
a^Qj^j3^a^5rcm(3ig»^9o<3aoao^»Q>Qe>!

Ó RELIGIÓN Ó SOCIALISMO

gasJ|TjNCA la razón humana se ha dado por satisfecha viviendo


'$•» $ entre dos luces é instable entre dos aguas. En sus atrevi-
das especulaciones filosóficas, lo mismo que en las asendereadas
excursiones por el mundo de la materia, la duda ha sido siempre
su tortura, y no pudiendo permanecer en ella, ó se ha ayuntado
en dulce abrazo con la verdad que embelesa y cautiva, ó, maldi-
ciendo necia su luz y casada con el error, la ha escarnecido y cru-
cificado.
No estar dé lleno con la verdad, es hacer traición á su causa;
pretender enlazarse con el error ó guardar miras con él, es ir con
los radicales y conceder derechos á quien Dios los ha negado.
Los que quisieron un día vivir entre dos sistemas opuestos sin
estar reñidos con ninguno, se hallaban muy lejos de creer que su
táctica prudencial abriría la fosa donde tarde ó temprano aque-
llos sus acariciados sistemas habían de sepultarse empujados por
sus mismos engendros; y sin embargo, ese prurito, al parecer ino-
cente, de dar la mano á enemigos de suyo irreconciliables, vino
á parir esos monstruos que hoy nos aterran y espantan. Dejando
con su inacción y pereza levantar aguas á los vientos, se hincha-
ron las nubes, y preñadas de tempestades descargaron rayos y
centellas, cuando los hijos de la humana prudencia esperaban re-
posarían ellas suavemente sobre la tierra, rociándola con refres-
cante y serena lluvia. No podemos creer que al asentar como prin-
cipio social y teológico el indiferentismo religioso y la libertad de
cultos, vieran en esa su máxima entrañada la negación de toda
verdad, de toda religión, de todo concierto y armonía y, por con-
siguiente, el desorden, 'la turbación, el socialismo y lo que tras
él se esconde... el nihilismo, la muerte: si lo hubieran visto, hubie-
ran huido hasta de su sombra; pero el engaño es común, y tal ha
sucedido siempre á las escuelas medias (liberales); no han queri-
EL
734 MONTE CARMELO

do la verdad clara, absoluta, sin hipótesis ni transacciones, ínte-


gra cual la Iglesia la propone, y se han hallado, sin esperarlo, de
cuerpo entero en el campo enemigo, abrazados en íntimo con-
sorcio á los verdugos que han dado muerte á su fe, y, al no que-
rer combatirlos de frente, les ha sucedido lo que á aquel que, na-
vegando río arriba, se empeñó en no remar y estarse parado: la
corriente le arrastró presa abajo y dio con él en el fondo.
Dejar de combatir los errores del siglo y contemporizar con
sus pretendidos derechos, es exponernos á apresurar con nuestra
inacción el día de las grandes catástrofes y el advenimiento del
reinado de la anarquía. Es necesario amar la verdad ó crucificar-
la. Nosotros escogemos amarla, y amarla aun crucificada; porque,
aun puesta en cruz como el Dios de quien desciende, endulza el
alma y es la salud de los pueblos; en padecer por ella está nues-
tro bien y el triunfo de la causa que defendemos: la verdad pa-
dece, pero no perece, ha dicho Santa Teresa.
Pero y ¡cuántos la escarnecen ó dejan desamparada su causal
Pilatos, preguntando á Jesús qué era la verdad, y retirándose sin
esperar respuesta, fué figura y puede servir de tipo de los que,
sintiéndose inclinados á buscar la verdad, preguntan por ella, y
hasta gustan de sus encantos, pero que, dominados por pasiones
brutescas é imposibilitados de sostener el ingenioso equilibrio que
habían ideado entre Dios y el mundo, entre la verdad y el error,
cierran sus ojos á la luz y prefieren quedarse en tinieblas. Cuando
Maleo, descargando su pesada manopla, dejó cárdenas y ensan-
grentadas las mejillas del Redentor, no hizo más que personificar
á la mayor parte del género humano que odia la verdad, y que
cuando irradia sobre el mundo su luz, como entonces el Reden-
tor, dejando traslucir con su silencio divinas respuestas, se la
oprime, se la condena y crucifica. Sólo una mujer, la Verónica,
es la que abomina el proceder de la multitud, y sin respeto ni mi-
ramiento humano se adelanta á las turbas y, acercándose al Se-
ñor, le limpia su rostro desfigurado, y sólo esta mujer simboliza
á los pocos que, ansiosos de dar con la verdad, trabajan por ha-
llarla, y, hallada, la presentan al mundo radiante y hermosa cual
salió del Verbo, foco inextinguible de luz y fuente de toda her-
mosura.
Mas no puede amar la verdad quien la desconoce; luego es pre-
ciso estudiarla, y, para estudiarla, yo os presento dos libros: uno
escrito por etdedo de Dios, y en cuya portada se pudiera grabar
esta inscripción: Yo soy el camino, la verdad y la vida; el otro,
O RELIGIÓN Ó SOCIALISMO 735

formado por el Espíritu Santo, salió de sus manos blanco y her-


moso, más que todos los hijos de los hombres, pero fué rayado
por los verdugos y emborronado con la sangre que sacaron las
punzantes espinas y los gruesos clavos. Esos dos libros, ya los
conocen los lectores de E L MONTE CARMELO , son la Biblia y el
Santo Cristo. Del primero dice el Apóstol (ad Rom., xv, 4): Todo
lo que en él se lee es para nuestra instrucción y salud; y del segun-
do escribe nuestra Madre Santa Teresa (Vida,c. xxvi): «Cuando
se quitaron muchos libros de romance, que no se leyesen, yo sentí
mucho, porque algunos me daba recreación leerlos, y yo no podía
ya, por dejarlos en latín, me dijo el Señor: No tengas pena, que
Yo te daré libro vivo... -Su Divina Majestad ha sido el Libro ver-
dadero adonde he visto las verdades; bendito sea tal Libro que
deja imprimido lo que se ha de leer y hacer, de manera que no
se puede olvidar. ¿Quién ve al Señor cubierto de llagas y afligi-
do con persecuciones que no las abrace, las ame y las desee?
¿Quién ve algo de la gloria que da á los que le sirven que no co-
nozca es todo nada cuanto se puede hacer y padecer, pues tal
premio esperamos?» *
Pues yo invito á pobres y ricos á leer en este Libro; en El
aprenderá el pobre á sufrir con resignación los trabajos y no am-
bicionar los tesoros del potentado, pues que Jesús se hizo pobre
por nosotros siendo rico: propter nos egenus factus est cunt esset
dives; y los ricos á ser generosos y desprendidos, á repartir sus
bienes con profusión, pues que este Libro clama: Estote miseri-
cordes sicut et Pater vester misericors est: sed misecordiosos, como
vuestro Padre Celestial es misericordioso; así conjurarán el mons-
truo del socialismo, que levanta su voz y su puñal amenazando
al rico; así cumplirán con los pobres aquellas dos obligaciones,
hoy más que nunca necesarias: Hacerles bien y hacerles buenos.
Si falta el estudio de la verdad, á la falta de convicción sucede-
rá la fuerza; y, como á la falta de verdad en teoría responde la
falta de religión en la práctica, el socialismo vendrá á ser la reli-
gión del pueblo, y al culto del verdadero Dios sucederá la apo-
teosis de la materia, la religión de los furrieristas y ateos. De
aquí el terrible dilema y la consecuencia final: O religión ó so-
cialismo.
fr. J/larcelo del Jf. Jesús,
C. D.
• a f f l f l f l & t a B B ^ ^
S w ¡ w i w í w w 9 r g " ' i n ' 1 ^ " ^ p ? F " j | y ^ | y ^ g , 7 p r , ^ ^ p * * ? i y ^ y ? tj ') ••W"5I«"ÍB"»lí"^ Jt"'7If?H",7]\"flP-7H,"flV,7ff '#|l" VJt^í

FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ


ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

;N el capítulo sexto declara Fr. Jerónimo que ha de juntar el


d
ty° ) historiador lo útil con lo dulce.
Expone cumplidamente el insigne Carmelita esa sentencia del Pa-
dre Horacio, y lo hace con su acostumbrada discreción y sensatez.
«Este, dice, es un precepto generalísimo y necesario, no sólo para
el poeta, con quien particularmente hablaba aquel autor, sino tam-
bién para el orador é historiador y para cualquier otro que escribe
en cualquier materia, antes bien para el que gobierna, enseña ó
cura, y, finalmente, para todo hombre que trata y comunica con otro
en orden á su bien. De suerte que en el trato político no se puede
dar paso de enseñanza ó gobierno, si ha de ser acertado, que no sea
por medio de esta mezcla de lo útil con lo dulce. No recibe el en-
fermo la pildora de buena gana, si á lo útil de lo amargo no se le
añade lo dulce del almíbar. Ni el subdito sufre con paciencia la vara
del rigor si no llevare flores con que, al herirle, se las deshoje enci-
ma. Extiende.el niño alegre la mano á la palmeta cuando en la otra
le pone el maestro la manzana, y fácilmente se abraza lo arduo y
rígido de la virtud si se nos propone con semblante risueño. Toda
enseñanza ha menester esta mezcla y precepto, y especialmente la
de la Historia, que, como se ordena á componer la vida y recrear el
ánimo, debe para esto valerse de lo útil y lo dulce con que maravi-
llosamente se compone y recrea todo el hombre (i).
Cierto que se ha de atender primero á lo útil; pero esa utilidad
no se alcanzará sin la compañía de lo dulce, porque dice Fr. Jeró-
nimo: «Como no basta la utilidad del manjar, por mucho que sea

(i) § i.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 737

provechoso, si no tiene de suyo ó se le añade con artificio la sazón


que lisonjea al gusto para que fructuosamente le reciba, así la doc-
trina y enseñanza, por más útil que sea, carecerá de fruto si le falta el
saínete de lo dulce que la introduzca al paladar del alma». Confirma
esta enseñanza el autor con el ejemplo de San Agustín, quien oyen-
do al divino Ambrosio, y llevado de la dulzura de sus palabras, dice
que se le entraba en el corazón juntamente con ellas la verdad, y
que así vino á rendirse al yugo de la divina ley, asido á las coyun-
das de aquel dulce decir; que fué el cebo con que el diestro pescador
Ambrosio prendió un pez tan grande como Agustino; tanta es la
importancia y tan importante el fruto de mezclar lo dulce con lo
útil (1).
Esa mezcla de lo útil con lo dulce puede ocurrir ó solamente en
las palabras, ó solamente en las cosas, ó juntamente en las cosas y
las palabras. Comenzando por el primer extremo de la dulzura, «hay
algunos, dice Fr. Jerónimo, tan inclinados átodo lo suave y dulce,
que así en las obras como en las palabras y escritos no muestran ni
parece que respiran otra cosa sino blandura, melosidad y terneza,
ora sea por natural simpatía con estos afectos, ora por singular elec-
ción y estudio, aunque no puede dejar de fundarse mucho en la na-
tural inclinación. Estos, si gobiernan y mandan, jamás toman la
vara del rigor ni saben decir una palabra dura. Si enseñan, es con
un modo fácil y suave. Si hablan ó escriben, no hay cláusula ó pe-
ríodo que no destile miel; y parece que van azucarando cuanto ha-
cen y dicen, sin saber mezclar un grano de pimienta ni una punta de
agrio entre lo dulce, atendiendo más al gusto que al provecho, aun-
que algunas veces ni con esto satisfacen al gusto, sino que antes le
dejan desabrido, porque lo muy dulce sólo es golosina para niños y
mujeres... Son las palabras como los vasos en que se da el manjar
ó la bebida. En vasos y vajilla muy hermosa se puede dar vianda ó
bebida poco útil, y aun el veneno suele allí disimularse, como en
platos y vasos muy groseros se puede servir al gusto y al provecho

(1) § 2. Alude Fr, Jerónimo á las palabras con que principia San Agustín el ca-
pítulo xtv del lib. V de sus Confesiones: Cum enim non satagerem discere qua dicebat
sed tantum quemadmodum dicebat audire, veniebant in animum meum simul cum verbis
quce diligebam t res étiam quas negligebam; ñeque enim ea dirimere poteram. Et dum cor
aperirem ad excipiendum quam diserte diceret, pariter intrabat et quam veré diceret. De
aquí se infiere la importancia grandísima que tiene la forma en la expresión de nuestros
conceptos, y aun para inculcar las grandes verdades del orden moral y religioso, como
• del pasaje transcrito se desprende. Y ¿ cómo no, siendo Dios el autor de la suprema
verdad y de la suma belleza ?
738 éL MONTE CARMELO

lo que más le importa. No todo lo que se dice y habla dulcemente


es por eso bueno, ni malo todo aquello que se dice con aspereza y
amargura. Lo áspero se puede decir con palabras dulces, y lo dulce
con ásperas, y uno y otro de ambas maneras. Vicioso es, pues, el
extremo de aquel que en sus palabras, en sus obras, en su doctrina,
en su gobierno, en su sentir, todo es dulzura sin que le mezcle algo
de necesaria utilidad (1).
E s vicioso también el extremo de los que sólo pretenden la utili-
dad, no cuidando de amenizarla con suavidad y dulzura. «Como de
ordinario, dice Fr. Jerónimo, todo lo más útil trae consigo un pe-
dazo de dificultad, y lo difícil, por la corrupción de nuestra natura-
leza, se nos haga horrible y lo rehuya el gusto, es necesario templar
y suavizar aquel horror con las palabras dulces, y á veces con la doc-
trina y sentimientos más suaves. Contra lo cual pecan los que de su
natural son tan desabridos, que ni consigo mismos ni con otros tie-
nen suavidad alguna. Estos, en el gobierno ó en la enseñanza, ja-
más topan con una palabra de consuelo; ni en las obras ó los escritos
les hallaréis blandura; en todo se representa el ceño de su aspereza,
escabroseando siempre cuanto hacen y dicen. Paréceles que, como se
cumpla con la parte de la utilidad, todo está hecho, siendo así que
muchas veces se hace nada si se olvida de la dulzura. Antes aquélla
no es provechosa si ésta falta. Porque no importa que el manjar sea
precioso de substancia y alimento si está mal sazonado y no le pue-
de arrostrar el paladar más sano, cuanto más el enfermo, cual sue-
le de ordinario ser el de los mortales para las cosas de virtud. No
se contente, pues, el escritor con la utilidad sola de la doctrina; pro-
cúrela guisar y sazonar con salsijla tan dulce que se haga apeteci-
ble , y de esta manera provechosa á los lectores. Por esto la mezcla
de lo útil con lo dulce llevó siempre la palma en todo género de
obrar, sea en lo político, sea en lo escolástico, sea en lo hablado,
sea en lo escrito (2).
José Jgn. Valentf.
(Se continuará.

fi) § 3-
(2) § 4 y 5-
i»fa(SfaiSYJ*»Yi«íYÍH»Y«»Yíi<íY«Y»Yíi^ íwY«xSY«*»YÍy»Y«x»Y«x»Y*x»Yí)<^

I f f l f l f f i i f i f f f f w W ff f I f 1

EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES

VIII

FESPUéS de las ideas emitidas en nuestro artículo anterior sobre la


MP1' música religiosa, hoy nos incumbe dedicar algunas líneas á los
efectos de la música sagrada en una función del culto católico. Seamos
testigos presenciales de una de esas funciones que tan frecuentemente
se celebran en nuestras iglesias, para apreciar en su justo valor los
efectos admirables de la música religiosa, y admirar una vez más la in-
agotable fecundidad del Catolicismo en comunicar su vitalidad á las
Bellas Artes.
A una hora señalada empiezan á entrar por las espaciosas puertas de
una basílica personas de todas clases y edades; cada uno de los que
pasan los dinteles de la puerta, va más ó menos ocupado con los cui-
dados del mundo y de la familia, y entretenido con la variedad de obje-
tos que le distraen. La juventud sobrenada en mil pensamientos de va-
nidad , deseando lucir los encantos de su belleza y el brillo de sus alha-
jas; la vejez absorta en pensamientos melancólicos y tristes, ó queján-
dose de sus enfermedades; el rico con sus pensamientos de ambición y
discurriendo sobre el modo de adquirir algo más; el pobre con la ca-
beza baja, el corazón triste y reflexiones impacientes, discurriendo so-
bre el modo de cubrir sus necesidades diarias. Todos se arrodillan ante
el altar del Omnipotente.
Empieza la función. Todavía continúa cada cual absorto en su idea:
en un momento dado ha resonado en el coro una nota, un acorde; pa-
rece que ha sorprendido á los ensimismados, y á la verdad no ha sido
otra cosa que la voz de Dios que dice ¡alerta! Continúa la música , las
notas van adquiriendo cuerpo, cada vez resuena con más animación;
crecen, aumentan en grandes proporciones los torrentes de armonías,
flota en los aires la dulce y admirable mezcla de las notas profundas y
agudas del órgano, como alientos del ángel de los mensajes; la música
se va apoderando de los corazones y de los pensamientos, cautiva la
atención de los asistentes, impresiona oídos y corazones distraídos, re-
coge insensible pero poderosamente aquellos vagos pensamientos, y, al
EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES 74!

paso que el mágico poder de la música crece y hace temblar los aires
y llena de armonías la casa de Dios, sacude los corazones con viveza,
las cabezas de la multitud se inclinan con humildad hacia abajo, co-
rren lágrimas de compunción por las mejillas; los cuidados, las distrac-
ciones y las miserias se olvidan; y el canto sagrado, mientras tanto, ha
cumplido con la sublime misión á que el Catolicismo le destina, que es
absorber y unificar todos los pensamientos de la multitud en un solo
pensamiento: Dios.
Nos parece que no exageramos el poder de la música al concederla
un poder tan divino como es el de mover las almas y conducirlas á la
presencia de Dios. Una conexión extraña, pero poderosa, observamos
entre el alma racional y la música. Como el alma es espíritu, y entre
las Bellas Artes es la música la más espiritual, de ahí que el lenguaje
nato ó ingénito del alma sea la música, y que el alma entienda y mani-
fieste los afectos más escondidos por medio de la música, aunque no
entienda la lengua que para ello emplea, como el ruiseñor, que sin pro-
nunciar una sola palabra, manifiesta los afectos que le dominan.
Cierto es que en este mundo nos acostumbramos á todo, y, por lo
tanto, nada nos admira. La costumbre quita á las cosas su mérito, y
sucede que el objeto más admirable no nos arrebata porque le hemos
visto muchas veces. Si no fuera una cosa tantas veces repetida, la cosa
más admirable sería escuchar el canto pausado y majestuoso de un coro
de religiosos cantando todos al unísono con un magnífico órgano. ¡ Qué
escena tan arrebatadora! Allí se vienen á la memoria las ideas más ex-
trañas; parece que se escuchan los ecos misteriosos de la eternidad sin
fin; voces ó ecos de las generaciones que pasaron, y que desde lo pro-
fundo de las tumbas nos están diciendo que todo es vanidad, menos
amar á Dios. En aquel momento, la vanidad del mundo se presenta
como objeto de vil desprecio, los hombres como seres desterrados, la
eternidad con sus inconmensurables dimensiones, los Santos en su in-
accesible felicidad, y Dios en toda su grandeza.
Pero no es solamente esto: el alma se ve transportada á edades pasa-
das, y parécela que escucha las vibraciones del arpa de David deste-
rrando los malos espíritus y los malos humores de los poderosos de la
tierra, ó haciendo saltar de alegría ante el Arca de la Alianza. Escu-
cha también la lira de Isaías entonando el feliz cumplimiento de las
gloriosas esperanzas de su pueblo; se oye á Jeremías, que, sentado só-
brelas ruinas de Jerusalén, llora las desgracias de la hija de Sión. En
fin, parece que escucha á un coro de profetas que, cada uno con su lira
en la mano, lloran las ruinas del pecado y cantan las glorias futuras de
Jesús y la dicha eterna de los Santos.
¡Oh canto celestial de los monasterios! ¡Qué sublimes enseñanzas
traes á nuestra mente, y aun más sublimes recuerdos á nuestra memo-
ria! Los desiertos de la Tebaida y de la Nitria, las ruinas de Tebas y
de Menfis, los obeliscos de Egipto, el ruido de los torrentes á,e las SQ-
742 EL MONTE CARMELO

ledades, el canto nocturno del solitario bajo el hermoso firmamento


oriental, todo viene envuelto en el canto de los salmos de un monaste-
rio. ¡Cuántas veces ha hecho derramar lágrimas de compunción el canto
del Te Deum á media noche, y sus terribles impresiones han convertido
el alma petrificada del criminal!
Tampoco conviene pasar en silencio esos otros coros, si no tan ma-
jestuosos y graves, más tiernos, dulces y poéticos aún que los anterio-
res. Nos referimos á los coros de religiosas, de esos grupos encantado-
res de vírgenes del Señor. Cuando han callado los trinos de las aves y
el balar de las ovejas, el silbar del pastor y el canto del labrador, em-
piezan las religiosas á elevar sus místicas plegarias ante el trono del
Dios de los castos amores. Al empezar su salmodia parece que se des
prende desde el Cielo una lluvia de perlas ó de rubíes que, cayendo
hasta la tierra ó chocando contra un pavimento de mármol, forma el
canto de las vírgenes del Señor.
Todo lo simpático y tierno que tiene el mundo se encierra en el canto
coral de la religiosa. Desprecio de las vanidades, de los placeres y de
las ilusiones del mundo; el ardiente anhelo é incesante suspiro por otra
patria mejor, todo viene significado en el canto de amor de la virgen
solitaria. Una hija, joven, en la flor de su edad, desprendida del seno
de su familia por buscar en divinas aventuras amores más sublimes que
los que el mundo ofrece; una joven que, absorta en la contemplación
de sus destinos altísimos, exhala celestes suspiros desde el fondo de su
alma, y que, deshaciéndose en dulces transportes y místicos deliquios
del amor divino, eleva hasta el seno de la Bondad infinita un alma en-
vuelta en la lastimera tonada del canto Gregoriano; ¡ ah! eso es muy su
blime y grandioso. Podrá ó no conmover á los espíritus fuertes, pero
siempre será una escena magnífica que el Catolicismo presenta como
una prueba más de su origen divino.
fr. Samuel de Santa Jeresa.
(Continuará.)
J 1 , 1 - -
~ ~ ^ Z • f » ^ i ^ s . « i ^ ' « • ¥ ! » " ^ j l « ' i W ' C ' » ^ i • j > « í ^ S í " " J ^ " ' T - f » ™ T ^ * 5 ^ v ¡ • j ' s ' " ' f p » " l - p i ' í ^ i i^r-.

EL P. HERMANN

(Continuación.)

Imposible sería de todo punto le correepondía. «¿Acaso quiere us-


enumerar todas las conquistas he- ted, Padre, gratificarme el honor
chas por el Padre en Lyon, donde de haberos llevado? No, no, ja-
gozaba de gran reputación: en las más recibiré nada: dadme vuestra
calles le detenían á cada paso; las bendición». A pesar de sus reitera-
gentes del pueblo se arrodillaban das instancias tuvo el Padre que
pidiéndole les bendiciera; y, como ceder, y el cochero se fué gozoso
era tan humilde, todas estas mues- de haber recibido su bendición y
tras de respeto le atormentaban en de haberle jugado tan mala parti-
gran manera. El siguiente suceso da. En vista de tanta veneración y
demuestra la popularidad de que el respeto, la humildad del Padre se
Padre gozaba en toda la población: estremeció, y pidió al R. P. Gene-
Un día tomó un coche de alqui- ral su traslado á las Misiones de
ler. Hizo varias horas de marcha. Indias; pero Dios dispuso las co-
A su llegada al convento, el coche- sas de otro modo más ventajoso
ro no quiso recibir nada de lo que para la Orden.

XV

FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE LONDRES

El año 1862 fué uno de los más canonización debiera tener lugar
notables del glorioso y fecundo rei- el día de Pentecostés, 8 de Junio.
nado del gran Pío IX. Despojado Sabido es cómo el universo entero
de la] mayor parte de sus estados; respondió á esta simple indicación
rodeado de enemigos que socava- de Pío IX; pues no sólo obispos,
ban su trono temporal, apelando sino simples sacerdotes y seglares,
á todos los medios que el odio y la acudieron á la ciudad de los Papas.
hipocresía, unidos á la violencia No hay duda que fué una impo-
pueden'emplear, dio al mundo en- nente manifestación que evidenció,
tero una prueba de su inquebran- no obstante los ataques y calum-
table confianza en los destinos in- nias, la vitalidad y la grandeza del
mortales de la Iglesia. Catolicismo.
Así es que, á pesar de sus innu- El P. Agustín tuvo el consuelo
merables enemigos que por doquie - de tomar parte en esta grandiosa
ra le^acechaban, resolvió invitar á asamblea y de presenciar los triun-
todos los obispos del orbe católi- fos de Pío IX.
co á fin de'que viniesen á Roma y Algunos días después de su llega-
asistieran á la solemne canoniza- da á Roma se encontró con Listz,
ción de los mártires del Japón, cuya su antiguo maestro, á quien no ha-
744 EL MONTE CARMELO

bía visto desde su conversión. Esta proponía fundar un convento en


entrevista fué cordial y consolado- Londres.
ra, pues el P. Agustín tuvo el in- El P. Agustín conocía á Lon-
efable gozo de volver á esta oveja dres , la villa de los placeres, de las
descarriada al redil cariñoso de la fiestas y del movimiento continuo.
Iglesia. Empero Dios le reserva- Durante su vida artística obtuvo
ba otra nueva gloria. El Cardenal grandes éxitos y ganó mucho dine-
Wissemann se hallaba también en ro; mas, al presente, entraba en la
Roma. Nadie ignora la gran parte populosa ciudad sin relaciones, sin
que este Emmo. Príncipe de la amigos y sin más apoyo que la Pro-
Iglesia tomó en el renacimiento videncia, que tiene cuidado del li-
católico operado en Inglaterra des- rio del valle y de las aves del cielo.
de cuarenta años á esta parte. Sus Los religiosos de la Asunción le
escritos y sus palabras iluminaron hospedaron en su convento, y, si
á muchas almas y disiparon los bien de nada carecía, sin embargo,
muchos prejuicios que tenían pre- su corazón era presa de un senti-
ocupadas lo mismo á las clases po- miento propio de almas nobles. El
pulares que á las de la aristocra- mundo vive en la persuasión de
cia. Apenas el piadoso purpurado que los religiosos, cuanto más per-
vio al P. Agustín cuando concibió fectos, más exentos están de to-
el deseo de agregarlo á su diócesis, do sentimiento natural, porque la
por parecerle el hombre más á pro- costumbre de. vencerse ha creado
pósito para propagar en Inglaterra en ellos una segunda naturaleza,
la devoción á la Eucaristía y á la haciéndolos insensibles. Error ma-
Virgen del Carmen. Para el objeto nifiesto. La gracia no destruye la
tuvo entrevista con el General de naturaleza, sino que la perfeccio-
la Orden; mas éste no creyó con- na : escuchemos al P. Agustín, y
veniente acceder á los déseos del nos convenceremos de esta verdad.
Cardenal, en vista de que el Pa- «No puedo disimular que para mí
dre Agustín le era indispensable me es muy sensible abandonar la
en Francia para el sostenimiento Francia, en donde mi estado de
de las nuevas fundaciones. El Car- religioso y sacerdote me ofrecía
denal, en vista de esta negativa, innumerables consuelos. Aquí, ni
se dirigió al Papa. Tan poderosas siquiera puedo salir de casa con
fueron las razones que expuso, que mi pobre hábito... y puedo decir
el Santo Padre intervino con el que no vivo en mi centro. Empero,
General, y la partida del P. Agus- como la vida religiosa es vida de
tín para Londres se decidió acto sacrificio, ¿por qué no he de ha-
continuo. cer uno más, por penoso que sea,
Pío IX, al despedirse del buen máxime cuando es cuestión de tra-
Padre, le dijo: «Os bendigo, hijo bajar en la viña del Señor, es de-
mío, y os envío para convertir á cir, cuando se trata de ayudar á es-
Inglaterra; así como, en el siglo v, tos católicos que viven en la popu-
uno de mis predecesores bendijo y losa villa de Londres, desprovistos
envió al monje Agustín, el primer muchos de ellos de los auxilios de
apóstol de aquel país». la religión?» (i). Aquí se nos ofre-
El día 5 de Agosto salió de Pa-
rís; su partida era la de un verda-
dero apóstol; ni tenia doble vesti- ( i ) Carta á la Sra. Alberta Cochen,
día 17 de Agosto de 1862. Su hermano
do, ni llevaba dinero en la bolsa, Alberto fué á Londres por esta época; re-
viéndose en la necesidad de implo- cibió la confirmación de manos del Carde-
rar la caridad para sufragar los nal Wissemann y entregó á su hermano
gastos del viaje. Recogió 160 fran- una suma de alguna consideración, que
cos, y con esta módica suma se fué como la primera piedra del convento.
EL P. HERMANN 745
cen la naturaleza y la gracia recla- honró con su presencia el Carde-
mando cada una sus propios dere- nal Wissemann, quien con su au-
chos; pero al fin triunfó la gracia, torizada palabra, después de sa-
sin que por eso quedara la natura- ludar con sumo gozo la reapari-
leza humillada en derrota. ción del Carmelo en Inglatera,
La llegada del P. Hermann á donde en otro tiempo produjo tan
Londres no podía pasar mucho opimos frutos de gracia y santi-
tiempo desapercibida. Su conver- dad, les alentó y exhortó á que
sión había hecho mucho ruido, y trabajasen con celo y fervor en la
su memoria estaba muy reciente viña del Señor.
en ciertas clases de la sociedad, á La obra seguía su curso. «No
causa de los brillantes conciertos muy lejos de aquí, escribía el Pa-
que dio. La curiosidad británica, dre, María Inmaculada entregó el
el culto idólatra que los ingleses escapulario á San Simón Stock.
suelen tributar á las personas céle- Ella, desde entonces, quedó como
bres, revivieron con facilidad, y el obligada á esta tierra de Ingla-
P . Hermann comenzó á recibir vi- terra».
sitas. Predicó, le escucharon con Esto le inspiró la idea de poner
atención, y los bienhechores se le el convento bajo la protección de
ofrecían como por ensalmo. San Simón Stock. El Padre no
El 15 de Octubre, día de nues- excusó trabajo alguno. Como él
tra Santa Madre Teresa de Jesús, era el único que poseía el inglés,
el Carmelo renacía en Londres, en todo cargaba, por necesidad, so-
una casita, propiedad de los re- bre él, hasta las compras más in-
ligiosos de la Asunción; y el Pa- significantes. En el mes de Enero
dre Hermann, rodeado de varios predicó su retiro en inglés, que le
religiosos, que vinieron de Fran- costó gran trabajo, porque escri-
cia, cantaba una Misa solemne en bió todos los sermones y se vio en
una modesta habitación transfor- la precisión de aprenderlos de me-
mada en capilla. Por la tarde les moria.
fr. €. S. f.
(Continuará.)
LA MISIÓN DE QUILÓN (COSTA DE MALABAR)

(Continuación.)

,1^¿SCUELAS.—Como han visto mis lectores, el sacerdocio y el templo


' i ' ^ son de absoluta necesidad para la gran obra de la evangeliza-
r o n . El sacerdote, sin embargo, necesita medios eficaces para el
desarrollo de su acción benéfica. Cuando el misionero considera, por
una parte el poder despótico de los bramanes y castas pudientes,
protegido por leyes en pugna con el derecho natural; y por otra, la
degradación de las clases ínfimas, y su modo servil de ser, que da
un tinte de envilecimiento A todas las manifestaciones de su vida
pública y privada, entiende que los adultos convertidos no son, no
pueden ser fundamento sólido para formar cristiandades estables y
florecientes. La infancia es su esperanza; á los niños, á su,sólida
educación debe consagrar sus cuidados y solicitud si quiere que la
aldea neófita sea un plantel permanente de miembros útiles á la so-
ciedad y de almas para el Cielo.
"Haz lo que puedas con los adultos, y si no obtienes gran fruto, no
„te desanimes, pues no podemos esperar mucho de aquellos en quie-
n e s la costumbre de pecar ha adquirido fuerza de segunda natura-
l e z a . Paga bien á los maestros y catequistas. Cosa sobre todas ne-
„ cesaría es el educar é instruir la juventud asidua y diligentemente.
„Créeme: las penas que por esto te tomes, serán un especial servi-
c i o hecho á Nuestro Señor. En ninguna cosa podemos emplear me-
,, jor nuestro dinero, tiempo y celo que en la instrucción de los niños.
-,,No te moleste que tan repetidamente te inculque este interesantísi-
„mo negocio, pues de él depende el porvenir de estas cristiandades.,,
Así escribía el ínclito apóstol San Francisco Javier al P. Maclas,
cuando ambos evangelizaban la Misión de Quilón. en 1541.
MISIONES CARMELITANAS 747

En efecto, cuando nuestro divino Maestro dijo á sus discípulos: de-


jad que los niños se acerquen á Mi, trazó con un rasgo de su sabi-
duría infinita un plan completo de acción al varón apostólico. En
conformidad con este bello ideal de economía cristiana, siempre la
cruz de la Iglesia dio sombra á la escuela del pueblo donde, en mejo-
res tiempos, el párroco y sus agentes daban á la juventud una edu-
cación basada en el santo amor y temor de Dios, que es el principio
de la sabiduría, de la honradez, del heroísmo y de todas las virtu-
des. De estas humildes escuelas nacieron nuestras universidades y
academias, y en ellas se formó el prodigioso catálogo de santos, sa-
bios y héroes con que la Iglesia hizo á nuestra España señora del
mundo y arbitra de sus destinos.
"•Amargada el alma, dice el señor obispo de Quilón, y henchido el
corasen de pena (testigo y partícipe soy de la amargura y pena que
aflige, debilita y prematuramente consume la preciosa vida de mi
digno y celoso prelado), muchas veces tenemos que negar el salario
á los catequistas y subsidio á las escuelas ya fundadas (por falta de
recursos para p a g a r ) , siendo que de éstos y éstas depende en gran
parte la conversión y perseverancia de muchos. „ Tiene mil razones
el señor obispo: en las presentes circunstancias, sin escuelas no es
posible, humanamente hablando, la perseverancia de los converti-
dos cuando se trata de una familia, aldea ó pueblo entero; y adminis-
trarles el santo Bautismo, á pesar de sus repetidas instancias, sería
evidente temeridad.
Si en España, donde se respira un ambiente católico, donde los
buenos padres de familia instilan en el tierno corazón de sus peque-
ñitos sanos principios de moralidad, la escuela católica es elemento
indispensable para la sólida educación de la juventud y regenera-
ción social, ¿cuánto más necesarias serán tales escuelas en Travan-
cor, donde el gobierno es infiel y, por ende, tributario de una nación
protestante? ¿Cuánto más indispensables en un pueblo recién con-
vertido, donde las sublimes enseñanzas del Crucificado, su severa
moral es planta exótica, necesitada de mil cuidados, de todo el celo
de un misionero, para aclimatarse en almas neófitas? La evolución
que se advierte en la Misión de Quilón hacia el Catolicismo tiene sus
caracteres especiales, que la autoridad eclesiástica debe estudiar
con atención, y á veces secundar para asegurar el éxito de nuestros
trabajos apostólicos. Una de estas peculiaridades es un deseo gene-
ral en pobres y ricos por la instrucción de sus hijos. Los protestantes,
nestorianos, jacobitas, judíos y bramanes, comprendiendo que la
escuela es un medio poderoso de propaganda, han erigido cientos de
éstas, donde dan enseñanza gratuita. El prestigio de nuestra sacro-
santa religión y la salvación de las almas exige qué nuestros católi-
cos puedan competir sin desdoro con las sectas disidentes en todos
los terrenos, y, teniendo en cuenta la suma pobreza de nuestros neo-
748 EL MONTE CARMELO

fitos, es indispensable proveer de una escuela á cada pueblo, para


evitar que los infieles y herejes corrompan la inteligencia de la ju-
ventud con doctrinas perversas, y por medio de los niños y niñas
lleven su veneno contra la Iglesia al seno de las familias neoconver-
sas, induciéndolas de este modo á una segura, inevitable apostasía.
¡Cuántas veces, á la sombra de seculares tamarindos, prodigaba yo
caricias mil á niños que alegres me rodeaban, y pensaba: ¿qué s e r á
de vosotros, tiernos gérmenes de santidad y fruto querido de mis
afanes?! ¡Si pudiera sacaros de esta atmósfera, de esta Babel reli-
giosa! Si pudiera fundar en España un gran hospicio, y después de
instruiros allí en oficios, artes y ciencias, traeros aquí, ¿qué diríais
del estado de vuestros padres, de vuestro pueblo? ¿Cuan opimos fru-
tos de bendición no podríamos los misioneros prometernos de vuestro
apostolado? ¡Pudiera yo al menos erigir una escuela entre vosotros,
y retribuir un buen maestro que protegiera vuestra inocencia!!! Sue-
ños dorados de este pobre fraile, tan rico en nobles aspiraciones
como pobre de medios para hacer nada de provecho en bien de sus
semejantes. ¡Dios mío, al bien temporal y espiritual de aquellos pe-
queñitos vuestros hé consagrado mi juventud, mi salud, mi vida!
¿Qué más queréis de mí? Bien veo, Señor, que soy siervo inútil, pues
ya no tengo nada, excepto esta pluma inepta, para que los ecos de mi
débil voz lleguen á oídos de aquellos vuestros siervos que nutran en
su corazón el celo de vuestra gloria; de aquellos que, teniendo fe en
vuestras promesas, saben que Vos daréis el ciento por uno en esta
vida y un tesoro perdurable en la otra, cuando llegue la hora en que
merezcan oir de Vos aquellas consoladoras palabras: "En verdad os
digo que, cuanto hicisteis á uno de estos mis pequeñitos, á Mí me lo
hicisteis„. ¡Señor! Nosotros echamos la red en vuestro nombre, y ni
en número ni en recursos somos suficientes para sacar á salvo tan
copiosa captura de almas: moved Vos el corazón de nuevos opera-
rios, moved el corazón de los fieles para que vengan en nuestra
ayuda.
fr. Jtfartfn, Q. J).
Vicario general de la diócesis de Quilón.
(St continuará).

SUBSCRIPCIÓN Á FAVOR DEL R. P. MARTÍN,


VICARIO GENERAL DE QUILÓN
Pesetas.
Su^na anterior 426,50
MM. Carmelitas Descalzas de Córdoba 15
„ „ „ de Consuegra 25
P., Prior del convento de Larrea ; 50
Pedro Corral 2
Suma y sigue; •..-..• 518,50
MISIONES CARMELITANAS 749

Pesetas.

Suma anterior 518,50


Una señora de Madrid • ,. 5
M. Priora de Carmelitas de Reus 15
„ „ de San Sebastián 50
Un devoto 25
Srta. de Echandía. ...' 25
Prior Carmelitas Descalzos, Corella 50
Priora Carmelitas Descalzas, Ávila 25
„ „ „ Don Benito 5
Un subscriptor de Guadalajara 5
Doña María Pérez 25
„ A. E 28,50
. „ N. C. Fragni 1,20
„ Jacinta Janoriz 0,30
„ Vicenta Meneses 0,30
„ María Huerta 0,30
„ Josefa Irurita '. 0,30
„ Eulalia Oses 0,30
„ A. E 0,30
„ N. N 0,30
780,30
(Continúa abierta la subscripción.)

UNA NUEVA IGLESIA

No todo ha de ser ruinas y pérdidas. En mi pasada Crónica hube


de poner ante los ojos de nuestros amados lectores el triste espec-
táculo de un templo desplomado, con melancólicas notas de las do-
lorosas circunstancias de esta Misión, agravadas por aquel contra-
tiempo.
Hoy me cabe la satisfacción de presentarles el reverso con la pin-
tura del comienzo de otra nueva iglesia en el lugar denominado
Chengalam, dentro de mi distrito de Cottayam. Y así, entre penas y
consuelos, vase realizando también en nosotros el dicho de la Igle-
sia, el miscens gaUdia fletibus, aplicado á la vida de gozos, y dolo-
res, sabores y amarguras, de que es hermoso tipo nuestro Padre San
José, al cual, precisamente, va dedicada la indicada iglesia.
Grande beneficio del Señor el otorgado á este indigno siervo al
consagrarle una casa más en estos campos del paganismo; grande
satisfacción la mía el poder ya cumplir la oferta hecha más de un
año ha al glorioso Protector de la Descalcez Carmelitana y Patrón
especial de esta verapolitana Misión, aunque circunstancia ésta
ignorada entonces.
750 EL MONTE CARMELO

¿Recuerdan los piadosos lectores cómo en la mía de 14 de Mayóles


indiqué que me había cabido la suerte de señalar, el 6 del mismo, el
sitio en que había de emplazarse una iglesia, si Dios Nuestro Señor
bendecía la obra, y el gran San José, á quien se le dedicaría, se dig-
naba asistirnos? Pues aquel sitio era Chengalam, y aquella iglesia
está ya empezada, gracias á la bondad divina y á la ayuda de nues-
tro Santo.
Del total de los recientes conversos, cuyo número comuniqué ya á
la Revista y sigue aumentando, gran parte procedían de Chengalam,
que es además punto céntrico de pequeñas cristiandades, y por aña-
didura conserva una posición bien ventilada, cosa muy importan-
te en este abrasado país. Así es que desde hace años se trató de
levantar allí un buen templo, y se había adquirido terreno conve-
niente;
La adquisición del lugar, aunque no careció de chascos, abusos y
dificultades, fué más hacedera que el obtener permiso del Gobierno
para erigir templo católico. El obstáculo nacía de la proximidad de
otro templo idolátrico.
. En efecto, frente por frente de nuestro sitio se levanta, á unos 400
metros sobre una colina, la pagoda principal de aquella comarca
(pagoda y templo pagano son casi sinónimos), y junto á nuestro te-
rreno (sólo una senda que atraviesa por medio) subsiste otra como
' ara ó altar destinada á sacrificios gentílicos, que consta de dos ó tres
gradas de piedra en cuadro á campo raso.
Como las leyes prohiben construir cualesquiera templos junto á
otros cualesquiera erigidos dentro de cierta distancia, hubo no pe-
queña oposición y dificultad para conseguir nuestro intento, y nece-
sidad de emplear la destreza combinada con la energía. Por la mi-
sericordia de Dios todo se logró felizmente, á despecho de los secua-
ces de Satanás.
Así la cosa, fui mandado á encargarme del distrito, al cual llegué
el 3 de Mayo, siendo mi primer acto en la Misión el fijar el lugar pre-
ciso de la iglesia en Chengalam y abrir una escuela allí, como tengo
dicho.
Al poco tiempo se inició un notable movimiento de conversiones, y
hubo que improvisar junto á la escuela otro pequeño edificio (de diez
y seis pesetas), con objeto á explicaciones catequísticas.
Bautizáronse no pocos el día 7 de Julio, y luego otros más; y, como
no podían aquellos nuevos fieles acudir á iglesia alguna, ya por la
distancia, ya por falta de caminos y puentes, tuvimos que resolver-
nos á hacerles posible el oir siquiera Misa y alguna explicación cris-
tiana los domingos y días festivos. No era posible, ni fuera lícito, de-
jar sin pasto á aquellos recién nacidos y tiernos corderinos* Pero no
teníamos allí templo, ni aun casa buena, ni decente siquiera, para
morada del Rey de reyes, nuestro Dios. Mas ¡oh Señor, cuan buena
MISIONES CARMELITANAS 751

fué vuestra bondad, ó cuan osada mi osadía, de colocaros en aquel


portalico de Belén!
En verdad, no era más nuestra pobre cabana de Chengalam: en
ella me atreví á ofrecer al verdadero Dios el santo sacrificio de la
Misa en acción de gracias por la dicha de celebrarla por primera
vez en un lugar profanado durante siglos con sacrificios ofrecidos á
falsas y soñadas divinidades, mejor dicho, con cultos y solemnida-
des celebradas en honor del demonio. Y allí, por primera vez desde
que el mundo existe, se dignó Su Divina Majestad bajar á mis indig-
nas manos, y en ellas inmolarse á su Divino Padre. ¿Cómo puedo re-
cordar esto, cómo escribirlo, sin sentirme profundamente conmovi-
do? ¡Oh mi amoroso Jesús! ¡Gracias y más gracias sin fin, por habe-
ros dignado disponer de este indigno pecador para obra de tanto
servicio vuestro!
El domingo 14 de Julio, atravesando un diluvio de aguas, llegué al
sitio; se aseó y se arregló con algunas telas el interior de la caseta-
escuela, y celebróse, con más devoción de aquellos neo-conversos
que aparejo, la primera Misa de Chengalam. Quiero consignar y
agi'adecer la limosna de unos lindos, no ricos, pero limpísimos y ter-
sos corporales, regalo de una piadosa señora española, á quien Je-
sús pague el gusto que aquel día tuve de colocar en sábana tan pri-
morosa su sacratísimo Cuerpo. Dios pague igualmente á otra alma
cariñosa el favor del misalito con que sobre altar portátil celebré
aquella Misa memorable.
Terminada que fué, hicimos nuestra procesión de acción de g r a -
cias; los fieles rezaban el Rosario; yo cantaba el Te Deum; un niño
tocaba la campanilla, y... hicimos lo que pudimos, con su sermón y
todo, y me retiré del lugar con una alegría que no me cabía en el
cuerpo. Te Deum laudamus, Te Dominum confitemur.
Aquél fué un primer paso. Tres días después me fué preciso dejar
la residencia de Cottayam, pero no el cuidado del distrito, del cual
sigo encargado, no obstante las cuarenta millas que lo separan de
Ernáculam. Desde aquí tengo que cuidarlo; figúrense ustedes cómo
lo podré atender; sólo una visita al mes, porque otras ocupaciones
me detienen y encadenan aquí.
Fuíme allá el 23 de Agosto; el 24 se prepararon los cimientos, y
el 25 pude entonar allí mismo otro Te Deum, sobre la primera pie-
dra de la iglesia definitiva; pero en este día la función revistió ma-
yor solemnidad. como el caso lo requería.
Numerosos amigos de la ciudad de Cottayam bajaron en bonitas y
ligeras lanchas; asistieron cuantos sacerdotes pudieron; los fieles
acudieron á porfía, y los infieles que concurrieron eran todavía más.
Hubo mucha animación y curiosidad; algunos devotos quemaron rui-
dosos petardos; el tiempo era espléndido; en fin, todo resultó hermo-
so, digno y agradable. ¡Gloria á Dios!
752 EL MONTE CARMELO

En aquella ocasión puede decirse que empecé, no á predicar, pero,


vamos, á abrir la boca, y hablé á aquel muy especial auditorio. Por
supuesto, como no poseo todavía el malayalam, tuve que valerme
de intérprete. Decía unas cuantas cláusulas en latín, que un sacer-
dote las repetía en su lengua. El caso es que, así como así, estrené
aquel día mi pobre predicación en estas tierras, llamando á todos,
presentes y ausentes, católicos é infieles, á entrar por la Casa de
Dios y Puerta del Cielo, que aquel día empezaba á abrirse allí en
nombre de Aquel que desde el fondo de las iglesias nos está diciendo
con voz tierna: Venite ad me omnes.
Para la edificación de este templo contamos hoy con no más de 600
pesetas en nuestro poder. Costará lo menos 12.000. Conque San José
habrá de ayudar á los pobres hijos de su gran devota Santa Teresa,
que tanto gozaba de levantar á su Esposo divino una iglesia más, y
tantas dedicó al insigne y milagroso Protector del Carmelo Refor-
mado , experimentando siempre su celestial valimiento.
Por lo demás, los que deseen hacer al Santo Patriarca un buen
obsequio, tienen aquí magnífica ocasión de consagrarle, ora limos-
nas en metálico, ora alguna estatua ó cosa parecida. Fac nos inno-
cuantjjoseph, decurrere vitam, sitque tuo semper tuta patrocinio.
fr. Juar¡ Vicente,
C. D., M. A.
Ernáculam, 3 de Septiembre 1901.
¡¡¡fOTiciAS DEL MONTE CARMELO.—En el mes de Septiembre visitó el
Santuario del Monte Carmelo una peregrinación francesa, com-
puesta en su mayor parte de sacerdotes. Después de celebrar y ex-
poner el Santísimo Sacramento para recibir su bendición, se pusie-
ron la cruz que Su Santidad León XIII concede á todos los peregri-
nos que van á Tierra Santa. Visitados los lugares del Carmelo, par-
tieron para Nazaret.
—El modesto altar mayor del Santuario del Carmelo ha sido reem-
plazado por otro de riquísimo mármol, que estuvo expuesto en la
Exposición de París del año pasado, y cuyo coste sube á unos 40.000
francos. Con este motivo bajaron la milagrosa imagen de la Virgen
de su trono, y la colocaron en una capilla algo retirada. Sabiendo
esto la comunidad de religiosas carmelitas, que están al pie de la
Santa Montaña, entre las cuales se encuentran ya religiosas las que
antes dieron la limosna para el nuevo altar, pidieron á los Padres
que les permitiesen tener por algunos días la imagen de su Madre
bendita, mientras duraban las obras en el Carmelo. Accediendo los
Padres á los justos y santos deseos de aquellas carmelitas, determi-
naron bajar la imagen en procesión, y los religiosos dominicos de
San Estaban de Jerusalén, que se hallaban en el Carmelo, quisieron
ser ellos los que llevaran en hombros la veneranda imagen, siguien-
do la comunidad del Carmelo con capas blancas, entonando himnos.
¡Grandioso espectáculo! La Reina del Carmelo escoltada de sus hi-
jos, que henchían los aires de vítores y alabanzas, salía de su Palacio
para ir á visitar á sus hijas, y colmarlas de bendiciones y de las bon-
dades de su corazón. Allí celebraron un solemne triduo para feste-
jar á su divina Madre, estando encargados del altar los Padres del
Carmelo, y del coro y pulpito los Padres dominicos. Con las mismas
ceremonias fué devuelta la veneranda imagen al trono de su amor
que tiene en el Carmelo.
—Han visitado el Santo Monte Carmelo, de paso para las Misiones
de Bagdad, Trípoli, Vicerri y Cobayad los PP. Pedro de la Madre
de Dios, Superior general de dichas Misiones, Antonio de Jesús, ir-
landés, y Francisco de Santa María, francés. Que el Señor les dé
EL
754 MONTE CARMELO

abundancia de gracias para que consigan muchos frutos de santifi-


cación.
— Dos comunidades de religiosas carmelitas descalzas de Francia
han pedido ser recibidas en el convento de nuestras Madres del Car-
melo; una ha sido admitida, y la otra se establecerá probablemente
en San Juan de Acre, ó en algún otro lugar cerca del Carmelo.
CULTOS á SANTA TERESA DE JESúS.—En la prensa de la capital y
provincias hemos visto con verdadera satisfacción reseñas hermo-
sas de los solemnes cultos que á la seráfica Doctora y Madre nues-
tra le han tributado en todos los conventos sus hijos é hijas en el
novenario y día de la fiesta. Hoy más que nunca necesitamos el au-
xilio de la gran Teresa, para que, por su intercesión, nos libre Dios
de los fieros y encumbrados enemigos de las Órdenes religiosas.
TOMA DE HáBITO.—El día 12 de Octubre tomó el hábito en el con-
vento de Madres carmelitas descalzas de San José de Begoña, de
Bilbao, la virtuosísima Srta. D. a María Antonia Raizabal, de diez y
siete años de edad, que, impulsada por la fuerza de su vocación, ha
abandonado las comodidades y placeres de este mundo por consa-
grarse á Dios bajo el humilde hábito de carmelita.
Al entrar en religión ha adoptado el nombre de María Antonia de
Santa Teresa de Jesús.
En el acto de cambiar su elegante traje blanco seglar y corona de
diademas, que lucía sir cabellera, por la toca y capa blanca de las hi-
jas de Santa Teresa, apareció en su humilde rostro la alegría y rego-
cijo propios de una criatura que arde en amor de Dios. Apadriná-
ronla en tan solemne acto sus hermanos D. Justo Romero y Doña
Josefa Raizabal. El santo sacrificio de la Misa y la imposición del
santo hábito lo efectuó el Rdo. P\ Prior de los carmelitas descalzos
de Bilbao.
Una vez terminado el santo sacrificio de la Misa, predicó un senti-
do , patético y elocuente discurso el Rdo. P. Esteban de Santa Tere-
sa , carmelita descalzo.
Nosotros, de nuestra parte, la felicitamos cordialmente, deseán-
dola perseverancia, y extendiendo nuestra enhorabuena á D. Ramón
Raizabal, padre de la novicia, y familia, lo mismo que á la comu-
nidad.
PROFESIóN RELIGIOSA. —En el Noviciado de Larrea han hecho su
profesión religiosa siete jóvenes novicios, asistiendo á la solemnísi-
ma y conmovedora ceremonia gran número de forasteros, pertene-
cientes á las familias de los que, en la flor de su edad, iban á entre-
garse por completo á Dios, convencidos de los peligros de corrup-
ción que el mundo, con sus engaños y fascinaciones, ofrece á la ju-
ventud. El sermón estuvo á cargo del Rdo. P. Camilo, que pronunció
una sentida plática alusiva al acto. Reciban estos dichosos jóvenes,
que en estos tiempos de persecución vienen á aumentar el ejército
de Cristo, y sus apreciables familias, nuestra más completa enhora-
buena.
CRÓNICA CARMELITANA 755

CALENDARIO CARMELITANO.—Nuestros Padres de Valencia han pu-


blicado el Calendario Carmelitano para el año 1902, con un texto es-
cogido que contiene asuntos interesantes, amenos, instructivos, que
fomentan los sentimientos piadosos del hogar católico, y dan á cono-
cer las grandezas de la Orden de la Virgen y de su Santo Escapula-
rio. Por la buena acogida que tuvieron el año pasado los elegantes y
artísticos cromos de la Virgen del Carmen y de Santa Teresa de Je-
sús, se repiten este año.
Su precio es:
Calendario mayor, completo Pesetas 1,00
ídem menor, id 0,75
Tacos sueltos 0,25
Los pedidos que deseen obtener alguna rebaja, que se dirijan á
D. Enrique Mirabet, calle Nave, 3, imprenta, Valencia.
VIVA LA LIBERTAD.—De La Verdad de Castellón: "Por segunda
vez, el día de Santa Teresa, en que los Rdos. PP. Carmelitas cele-
bran su principal fiesta en honor de la Santa avilesa, reformadora
del Carmelo, subió al Santo Desierto el comandante del puesto de
Benicasim, acompañado de otro guardia, y, apenas acababa de salir
la reverenda comunidad, fué llamado el Rdo. P. Martín, vicario ge-
neral de Quilón, y por orden del gobernador civil de Castellón le
sometieron á un interrogatorio.
"Suponemos lo que contestaría á los enviados del gobernador de la
provincia nuestro venerable amigo.
"Sr. Gobernador: no confunda V. S. las islas Británicas, porque
se reirán hasta los pinos y alcornoques del Desierto„.

*
¡¿ONSAGRACIÓN DE LA IGLESIA DEL ROSARIO DE LOURDES.—La pren-
sa católica francesa llegada estos días trae extensos detalles
de tan importante ceremonia, que se verificó el 5 de Octubre, ante
una inmensa muchedumbre de peregrinos de todas las naciones.
Asistieron 2 cardenales, 26 obispos y más de 20.000 personas.
Por delegación del Padre Santo hizo la consagración solemne el
Emmo. Sr. Cardenal Langenieux, Arzobispo de Reims, asistido de
quince prelados.
Además concurrió al acto y dio su bendición á los asistentes el
Emmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Malinas.
Organizóse después una devota procesión, formada por miles de
peregrinos.
RUSIA EN FAVOR DE LAS ÓRDENES RELIGIOSAS.—En un extenso me-
morándum, redactado en gran parte por Kinoview, embajador de
Rusia en Constantinopla, se consigna que sería de mucho interés
para la influencia rusa en Oriente el aprovecharse del desorden que
amenaza á las congregaciones francesas establecidas en Turquía,
para tomarlas en Rusia bajo su protección, siguiendo la política de
Catalina la Grande, cuando ofreció hospitalidad á los jesuítas expul-
sados de Francia en el siglo xvm.
SALVAJADAS LIBERALES. —Pasado el verano, los sectarios han roto
de nuevo las hostilidades. Ya tenemos otra vez á las turbas antirre-
ligiosas en las calles. Han empezado por Gijón y seguido por Oviedo,
y continuarán cuando les plazca y por donde les plazca. Cuentan con
la impunidad, y los valientes de la revolución saben aprovecharse de
las circunstancias.
Lo ocurrido en Gijón es lo siguiente: Salió el domingo anterior la
segunda procesión del Jubileo, concurriendo más de cuatro mil ca-
tólicos de ambos sexos.
Los sectarios promovieron gran tumulto antes de salir la proce-
sión, y, en su vista, las autoridades ordenaron la suspensión.
Los católicos, indignados, protestaron contra la suspensión, ale-
gando que estaban en su derecho.
CRÓNICA GENERAL 757

La firmeza del clero, la fortaleza varonil de miles de santas muje-


r e s , y la decidida actitud de los hombres católicos rompieron el cer-
co que los sectarios oponían á la procesión en el Campo de Valdés.
Durante el trayecto la plebe arrojaba piedras, hiriendo á un an-
ciano, dirigiendo insultos á los que ganaban el Jubileo, y entonando
himnos revolucionarios.
Al llegar á la iglesia donde se hacía la última visita, los sectarios
insultaron á las autoridades, acudiendo entonces la Guardia civil,
despejando las inmediaciones de la iglesia, mientras los católicos
oraban. Hubo varios heridos.
Como se deduce de este breve relato, los católicos no se dejaron
atropellar por la canalla.
Bien merecen entusiasta aplauso, porque no se dejaron intimidar
por las amenazas de la chusma ni cedieron ante el desamparo de las
autoridades.
Los católicos de Gijón hállanse enardecidos por la victoria ob-
tenida.
Sigan su ejemplo los que quieran confesar á Cristo.
Lo DE OVIEDO.—A semejanza de lo ocurrido en Gijón, los sectarios
atropellaron el martes la procesión del Jubileo, encontrando resis-
tencia en los católicos, quienes defendieron su derecho rechazando
debidamente las agresiones salvajes de los liberales.
RUMOR GRAVE.—Telegramas de San Petersburgo dicen que es in-
minente la guerra entre Rusia y el Japón.
En breve se darán los pasaportes á los embajadores de ambas na-
ciones.
DESóRDENES EN SEVILLA. —Con el cierre de La Cartuja se produjo
una huelga en Sevilla, de la que se sirvieron ciertos elementos para
inducir á las turbas á atropellar la residencia de los PP. Jesuítas y el
colegio de religiosas carmelitas, llegando á maltratar á las que, sin
esperar recompensa de la tierra, se sacrifican por el bien de la hu-
manidad educando é instruyendo á la juventud. Fué necesario decla-
r a r el estado de guerra, y luego se restableció el orden.
E L ROSARIO DEL PILAR.—Entre las solemnísimas fiestas religiosas
celebradas estos días en la capital de Aragón, uno de los actos pú-
blicos más bellos y conmovedores con que ha sido honrada su excel-
sa Patrona ha sido el magnífico Rosario que por las calles de la he-
roica Zaragoza salió en la noche del 13 del corriente. Personas acos-
tumbradas á ver los actos más deslumbradores y las solemnidades
más célebres aseguran que no hay ceremonia en Europa compara-
ble á este precioso Rosario, que, á pesar de cuanto se había dicho
en contrario, salió con la pompa y fervor de todos los años, notán-
dose empeño por parte de todos de que fuese tan concurrido y tan
hermoso como siempre.
NOTICIAS POLíTICAS.—Los Cuerpos colegisladores han reanudado
sus sesiones con una frialdad é indiferencia que ha disgustado á los
mismos liberales.
758 EL MONTE CARMELO

Preguntado el Sr. Sagasta por el conde de las Almenas qué alcan-


ce tiene el decreto del Sr. González respecto de las Órdenes religio-
sas, contestó el presidente del Consejo de ministros que sólo están
dentro del Concordato tres Órdenes religiosas: la de San Felipe
Neri, la de San Vicente de Paul y otra, por consiguiente: las demás
deben sujetarse todas á la ley de asociaciones.
El conde de las Almenas ha anunciado una interpelación con este
motivo, para cuando estén presentes los prelados.
Muy pronto van á celebrar una entrevista en Spala los emperado-
res de Rusia y de Austria con el rey de Italia, sospechando los perió-
dicos ingleses que se relacionará con un nuevo arreglo de las poten-
cias á propósito de la cuestión de Oriente, aunque otros creen que el
resultado de la entrevista podría suponer la entrada de Italia en la
nueva Triple Alianza.
En el Congreso se reunieron los señores Romero Robledo, López
Domínguez, duque de Tetuán y Navarrorreverter para tratar de la
concentración de sus respectivas fuerzas políticas.
La idea de la abolición de consumos ha tenido eco en toda Espa-
ña, celebrándose mitins en muchas capitales para llegar á un acuer-
do, abundando en este sentido algunos diputados que lo han mani-
festado en el Congreso.
La hermosísima pastoral del Emmo. Cardenal Obispo de Barcelo-
na ha hecho saltar á los masones y masonizantes de España, es de-
cir, á todos los periódicos liberales. Sin duda les ha herido en lo vivo
la solidez incontrastable del argumento doctrinal, lo acerado de la
intención apostólica, la franca claridad de llamar á cada cosa con su
propio nombre, la viril fortaleza en tremolar alta, muy alta, la ban-
dera del radicalismo antiliberal al grito de ¡adelante! que, lleván-
dola de frente contra el común enemigo, dirige el sabio cardenal á
toda su hueste católica.
Así hablan los sucesores de los Apóstoles.
LA MUERTE DEL DELFÍN

El Delfín está enfermo, el pobre el Rey? El Reyestá solo, encerrado en


Delimito se muere. En todas las igle- una cámara, á un extremo del palacio.
sias del reino, el Santísimo Sacramen- Las majestades no gustan que se les
to está de manifiesto día y noche, y vea llorar. En cuanto á la Reina, es
arden muchos cirios para la curación otra cosa. Sentada á la cabecera del
del regio infante. Las calles de la anti- Delfinito, tiene su hermosa cara baña-
gua residencia están tristes y silen- da en lágrimas, y solloza á gritos de-
ciosas; las campanas no suenan, los lante de todos, como lo haría una
coches no andan. En las cercanías del mujer.
palacio, los burgueses curiosos con- Én una camita de encajes, el Delfín,
templan, á través de las verjas, á los más blanco que las almohadas sobre
suizos panzudos con sus trajes dora- que reposa, descansa con los ojos ce-
dos, que charlan en los patios dándose rrados. Creen que duerme... De pronto
importancia. se vuelve á su madre, y, al ver que llo-
Todo el palacio está en movimien- ra, dice:
to. Los chambelanes y mayordomos — ¿Por qué llora S. M. la Reina?
suben y bajan corriendo por las esca- ¿Cree, como los demás, que voy á mo-
leras de mármol. rir?
En la estufa hay junta de médicos La Reina quiere responder, pero los
con toga. Se les ve, á través de los sollozos le privan de la palabra.
cristales, agitar sus mangas negras, —No llore V. M. ¿Olvidáis que
moviendo doctoralmente sus amplias soy Delfín, y que los Delfines no pue-
pelucas. den morir así?
El ayo y el escudero del Delfinito se La Reina solloza más fuerte aún, y
pasean delante de la puerta, esperan- el Príncipe, que empieza á asustarse,
do las decisiones de la facultad. Algu- exclama:
nos marmitones pasan á su lado sin sa- —No, no quiero que la Muerte me
ludarse siquiera. El señor escudero ju- lleve, y he de impedir que llegue has-
ra como un pagano. Y, mientras tan- ta aquí... Que vengan en seguida cua-
to, del lado de las cuadras se oye un renta arcabuceros muy fuertes, para
prolongado y quejumbroso relincho. guardia alrededor de mi cama. Que
Es el alazán del Príncipe, olvidado por cien cañones de los mayores velen de
los palafreneros, que se mueve impa- noche y de día, con las mechas encen-
ciente , de uno á otro lado, ante el pe- didas, bajo mi ventana. Y ¡ay de la
sebre vacío. Muerte si se atreve á pensar en nos-
¿Y el Rey? ¿Dónde está S. M. otros !
76o EL MONTE CARMELO

Para complacer al regio infante, la dría .mi amiguito Beppo morir en mi


Reina hace una señal. Én seguida se lugar, dándole mucho dinero?...
oyen rodar cañones por el patio de ho- —El prelado continúa hablándole en
nor , y cuarenta arcabuceros, con ar- voz baja, y el Delfín se asombra más
mas al brazo, se colocan en derredor y más. Cuando aquél termina, el Del-
de la cámara. Son viejos soldados con fín prosigue, lanzando un gran sus-
bigotes grises. piro :
El Delfín aplaude al verlos; recono- —Todo lo que decís está muy bien;
ce á uno y lo llama: pero me consuela una cosa, y es que
—¡Lorrain! ¡Lorrain! allá arriba, en el Paraíso de las estre-
El veterano da un paso hacia la llas, seré todavía Delfín, y que no de-
cama. jarán de tratarme con arregloá mi cuna.
—Te quiero mucho, querido Lo- Y, volviéndose á su madre, añade:
rrain... Enséñame tu sable... Si viene —Decid que me traigan mis mejores
la Muerte, no dejarás de matarla, trajes, mi capa de armiño y mis escar-
¿verdad? pines de terciopelo: quiero que me en-
Y Lorrain responde: vidien los ángeles y entrar en el Paraí-
— ¡Sí, Monseñor!... — en tanto que so vestido de Delfín.
dos gruesas lágrimas se deslizan por Por tercera vez el prelado se inclina
sus curtidas mejillas. hacia él, y le habla mucho en voz ba-
En este momento un prelado se acer- ja... En medio de su discurso, el regio
ca á la cama y habla al Delfín mucho infante le interrumpe de nuevo colé-
tiempo en voz baja, enseñándole un rico:
crucifijo. El Príncipe escucha como —¡Pero, entonces—exclama,—el ser
asombrado, y de pronto le interrumpe Delfín es lo mismo que no ser nada!...
diciendo: Y afligido, angustiado, vencido al
—No comprendo muy bien lo que fin, rompe á llorar amargamente...
me decís, señor; pero, en fin, ¿no po-

BALADAS ALEMANAS

LA ANCIANA LAVANDERA

¿Veis allá abajo, en medio de las te- yecto!... Ha comprado lino, y durante
las tendidas, aquélla de blancos cabe- la noche, velando cerca de su torno,
llos? Ella trabaja siempre: á pesar de ha hilado el lino, y ha llevado el hilo
sus años, es la más vigorosa de todas al tejedor. Este ha hecho con él un
las lavanderas. Resignada y dulce, ha trozo de tela, y de esta tela misma se
comido siempre el pan noblemente ha cosido una mortaja.
ganado con el sudor de su frente; sin ¡ Cuan precioso es para ella su traje
desfallecer jamás, ha llevado la cruz de muerta! Ella lo guarda en el sitio
que Dios ha puesto sobre sus hombros de honor, en la vieja alacena: es toda
para el camino de la vida. su riqueza, su único tesoro. Los do-
En la primavera de sus días, ella mingos, por la mañana, se lo pone pa-
amó, esperó, fué esposa fiel y virtuo- ra penetrarse mejor de las palabras
sa. Las penas y los dolores no le fue- de Dios, lo vuelve con alegría á su
ron excusados; cuidó á su marido has- sitio, esperando la hora en que lo
ta la muerte, guardando sólo para sí la vestirá para su último sueño.
fe y la esperanza. ¡ Ah, cómo desearía yo, en el ocaso
Sola ya, se sacrificó por sus hijos, de mi vida, haber cumplido tan bien
formándolos para la virtud y el honor. como la anciana lavandera todos mis
El trabajo y el orden fueron los únicos deberes! ¡ Cómo desearía haberme re-
bienes que pudo darles. Y cuando sus confortado como ella en la copa de la
hijos queridos tuvieron que separarse existencia, para poder mirar mi ves-
de ella, los bendijo y los dejó partir. tido de muerto con la dulce alegría
¡Hela allí, sola y anciana! Su ardor con que ella mira el suyo!...
gozoso no la ha abandonado.
Ella ha economizado: ¡tenía un pro- C/jamiss.
Año II. 15 de Noviembre de 1901. Húm. 34.

GRANDEZA I S I JOAN 1 I A CRUZ


!> ""V
(A verdadera y sólida grandeza del
hombre no consiste en ninguna de
las cosas quePél pregona y estima como
grandes.
La verdadera grandeza del hombre debe
descansar sobre el levantado pedestal de
la santidad; porque toda grandeza que ten-
tfíj ga por fundamento la malicia se desplo-
mará, dice San Agustín (1), de la misma
manera que se desploman los grandes edi-
ficios que se levantan sobre movediza are-
na. Todas las demás grandezas que no se
cimenten en la virtud, podrán ser, á lo
más, atributos, privilegios ó prerrogativas
que adornen al hombre; pero no serán el

(i) Serm. 10. De Verb. Dom.


762 EL MONTE CARMELO

hombre mismo, no serán ese grandor personal del hombre


que, desarrollando todas las aspiraciones más nobles de su
corazón, lo ensancha y dilata hasta llegar á su término, que
es Dios, de la misma manera que se ensanchan esas olas
del mar que, dilatándose sobre la azulada superficie del
Océano, no acaban sino allá donde acaban los límites de la
misma mar, en la playa.
Tomando, pues, como punto de partida esta verdad, que
es como el eje en el que giran las glorias todas del cantor
de Fontiveros, podemos afirmar, sin temor de ser desmen-
tidos, que San Juan de la Cruz, que inspiraciones tan ele-
vadas tiene para los grandes artistas, es la personificación
de la verdadera grandeza del hombre en su más alta poten-
cia y del grado más sublime de las ascensiones místicas á
que puede llegar el hombre en la tierra.
No recordaré para ello la gloria que le cabe por haber
dado gloriosa cima á una empresa erizada de dificultades
cual fué la reforma de esa Orden profética y misteriosa,
cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Porque
si bien es verdad que para llevar á cabo empresa tan colo-
sal como lo era la reforma de la Orden de la Virgen, sin
una blanca, como diría mi seráfica Madre con aquel gra-
cejo del Cielo que le caracterizaba, y con muchísimas difi-
cultades y contradicciones por única ayuda, se necesita un
valor y un corazón más grande que el humano, esta gloria
la reserva la historia para su celestial compañera Teresa
de Jesús.
También prescindiré de sus escritos inspirados, de esas
obras admirables en las que, mejor que el saber de su alma,
se atesoran secretos y revelaciones que nadie hasta él pudo
arrancar del pecho del Eterno; porque toda la gloria que le
puedan dar al hombre los gloriosos partos de su levantado
ingenio, con ser mucha, no será más que un pequeño detalle
del saber ó una idea más ó menos bien expresada de lo que
concibiera su inteligencia ó de lo que ha realizado su alma.
La verdadera y sólida grandeza del extático Doctor San
Juan de la Cruz la ciframos únicamente en su misma per-
sonalidad, en esa gloria y en ese grandor de espíritu que él
GRANDEZA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 763
cautelosamente ocultaba en el fondo de su alma seráfica;
ó, como diría su pluma de oro, en esa unión y transfor-
mación del alma con Dios, donde el amor dibuja en el

Sarj Tuar¡ de la Cruz-


alma del amante la figura del Amado, y tan conjunta y
vivamente se retrata en él, que es verdad decir que el
Amado vive en el amante, y este amante en el Amado (1).
(I) Declaración de la canc. XII del Cant. Espirit.
EL
.7.64 MONTE CARMELO

Efectivamente, Dios Nuestro Señor infundió en su alma


seráfica la vida del espíritu, esa vida divina y sobrenatural
que, lejos de ser otra vida sobrepuesta á la Vida puramente
humana, ó un piadoso encantamiento de un alma que por
medio de una ilusión quimérica hace creer á sus admirado-
res que vive en ella el Dios á quien adora, como dirían
nuestros modernos materialistas, que, guiados por sus fan-
tásticas ideas, se empeñan en no ver en el hombre más que
al hombre mismo desposeído de todo lo grande y sobrena-
tural, es una participación de la grandeza del mismo Dios,
que viene á elevar y engrandecer la pequenez humana; y
de tal manera lo realizó en San Juan de la Cruz, que, dila-
tado su corazón al calor del divino amor, dio cabida en él
á esa inconcebible grandeza de espíritu que admiramos en
susescritos y á ese destello de la divinidad que, infundido
en su pecho amante, formó dentro de su vida otra vida emi-
nentemente más bella, y de tal manera le transformó en
Dios, que efectuó aquella divina unión cuya realidad nos
expresa sobradamente el mismo Santo al decirnos que cada
uno era el otro, y que entrambos eran uno (1). Unión subli-
me que es la realidad más. acabada de la vida mística, cuyo
enigma nos explicó satisfactoriamente el Apóstol cuando
dijo de sí mismo que ya no era él el que vivía, sino que era
Cristo el que vivía en él: Vivo ego, jam non ego, vivit vero
in me Christus (2).
De esta unión procedía en nuestro Santo aquella eleva-
ción y soberanía de espíritu que dejaban en su alma las di-
vinas comunicaciones, y cuya loa hizo el Serafín del Car-
melo al afirmar que no se podía hablar de Dios con el Pa-
dreFr. Juan, porque luego se transponía ó hacia transpo-
ner. Unido, pues, á la misma grandeza divina por medio de
esecontacto sublime de la substancia de Dios con la subs-
tancia de su alma, aprendió toda su mística teología con
aquel temor santo que le revelaba á cada momento la obli-
gación de reflejar en todas sus acciones las perfecciones de

(1) Declaración de la canc. xn del Cant. Espirit.


(2) Ad Galat, n , 20.
GRANDEZA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 765

Dios, cuya vida llevaba impresa en el fondo de su alma. De


ahí aquel continuo interrogatorio que sostenía consigo mis-
mo , cuando exclamaba: Si Cristo Señor Nuestro hiciera
lo que yo ahora hago y representara mi persona y oficio,
¿cómo lo hiciera? ¿Cómo se hubiera en la misa y oración?
Y, finalmente, ¿cómo hiciera lo que debo hacer en el esta-
do en que me hallo? Sed Vos, Señor, mi Maestro, conti-
nuaba , pues sois mi ejemplar y mi modelo, y enseñadme
lo que debo hacer para que sepa conformarme, cuanto lo
sufre la flaqueza humana, en mis acciones con las vues-
tras (1). No es, pues, de extrañar que alma que en tal es-
pejo se miraba llevara una vida más del Cielo que de la Tie-
rra. Vida á la que, en su propio y poético lenguaje, la ape-
llidaba Toque delicado que á vida eterna sabe. Toque deli-
cado de aquella mano blanda y suave que mató en él, según
su propia expresión, lo que le tenía muerto sin la vida de
Dios, en la que anhelaba vivir. Por eso su alma, deseosa
de ver á Dios y de vivir más unido con Él, repetía con fre-
cuencia el
Vivo sin vivir en mí,
Y de tal manera espero,
Que muero, porque no muero.

Muerto estaba su cuerpo, y sólo vivía el espíritu. Por eso


jamás el pecado afiló contra él el vergonzoso aguijón de la
carne para perturbar el reposo de su corazón, ni su alma,
pura como un ángel, sintió, en medio de las bonanzas de su
inocencia virginal, esa borrascosa lucha de la parte inferior
contra la superior de que nos habla el Apóstol, y que tarde
<> temprano viene á robar la paz de nuestro espíritu. De ahí
nacía en nuestro extático Padre tal temor á la impureza,
que la sola sospecha de poder ver manclfada su alma azo-
raba su corazón de ángel; y aquel grado tan exquisito de
pureza, cuyo mayor elogio hizo Santa Teresa de Jesús al
decir que el P. Fr. Juan dé la Cruz era una de las almas
más puras y santas que Dios tenia en su Iglesia, y que,

(1) Vida del Santo.


766 EL MONTE CARMELO

en su opinión, había sido santo toda su vida. Lo mismo


conftsaron muchos de sus devotos que, al notar en sí mis-
mos el antagonismo de la carne y el espíritu, acudían á su
recuerdo en busca de luces y tranquilidades.
Lirio candoroso y azucena purísima de la virtud más be-
lla, lejos de inclinar su erguido tallo ante las exigencias de
la tierra, lo elevaba en dirección al cielo, guardando siem-
pre en su hermoso cáliz el precioso rocío de la gracia bau-
tismal ; porque la chispa del divino amor que bajó del cielo
para purificar su corazón, no sólo lo purificó, sino que creó
en él ese sentido angélico que no alcanzan á comprender
los adoradores de la materia, é infundió en su alma seráfica
aspiraciones en cierto modo divinas á todo lo más espiritual
y elevado, á todo lo más grande y celestial; y, poseída su
alma de ese vivísimo deseo á todo lo más perfecto, como
Dios, y á todo lo más santo, como Jesucristo, ó, por decirlo
mejor, llena de esa vida íntima que yo no sé pintar, y de
esa grandeza interior que mi pluma no alcanza á definir,
sintió la necesidad de mejorarse y perfeccionarse más, de
hacerse cada vez másjgpfb, más ángel, y, si se me permi-
tiera la expresión, más "Dios; por eso, á la manera de las
águilas reales, que viviendo en las alturas miran debajo de
sí á las mismas nubes, y no creyendo digno de sus alas el
arrastrarse por la tierra, suben majestuosas á depositar sus
nidos en la hermosa copa de los más encumbrados cedros,
así también el Águila del Carmelo, sintiendo en su espíritu
energías bastantes para remontarse muy por encima de las
bajas esferasa^.la tierra, alzó su raudo vuelo en busca de
mansión mejor donde poder satisfacer las nobles aspiracio-
nes de su corazón, y subió tan alto, tan alto, que le dió á
la casa alcance.
fr. Sim«¿n-
ESCRITOS DE SAN JUAN DE LA CRUZ

c
!Üf
UpKBRiGAMOS íntima y arraigada persuasión de que algunas
Js? t de las obras escritas por N. P. San Juan de la Cruz están
ocultas é ignoradas, ó quizás han desaparecido, destruidas por la
acción de los tiempos ó el fuego de las revoluciones, y de que
parte de las publicadas adolecen de defectos, incorrecciones y
erratas cometidas por la causa que siempre comete estos delitos:
la publicación de nuevas ediciones sin compulsar los originales.
La humildad del compañero de Santa Teresa, ó, quizás más que
eso, la elevación de su espíritu y alteza sublime de sus doctrinas,
no comprendida por lo ordinario de los humanos, debió de hacer
que pasaran desapercibidas muchas de sus producciones. El Doc-
tor de Fontiveros practicó como máxima de vida y norma de con-
ducta la nada, el ocultamiento, la negación de todo halago de
vanidad, de toda satisfacción de amor propio: de ahí el que se
escondiera con exquisito cuidado á las miradas humanas, y pu-
siera coto á toda manifestación de ingenio que pudiera servir de
tropiezo á los pasos de su espíritu humilde. Por otra parte, no
estuvo en las condiciones de Santa Teresa, que, aunque igual-
mente humilde y enemiga de toda ostentación vana, fué precisada
por la obediencia á escribir lo que Dios comunicaba á su privile-
giado espíritu y á entregar sus manuscritos á los confesores, que,
admirados de la riqueza de doctrina acaudalada en aquellas pági-
nas, los dieron publicidad é hicieron llegar á todas partes. Pero
San Juan de la Cruz, que escribía tan sólo á impulsos del fuego
que ardía en su espíritu, ó, á lo más, movido por los ruegos de
algún alma santamente codiciosa de conocer las cumbres de las
regiones místicas, ponía los productos de su inspirada pluma bajo
la custodia del secreto ó las llaves de un archivo claustral. Por
eso, mientras alguna de las obras de la Maestra del Carmelo era
impresa viviendo aún su autora, y casi todas poco después de su
muerte, las de su compañero en doctrina y trabajos de reforma
768 EL MONTE CARMELO

no empezaron á ser conocidas del público hasta bastante después.


de su feliz tránsito.
Y otras, según lo que opinamos, quedarían escondidas y ence-
rradas en las manos avaras de sus piadosos poseedores, á quie-
nes el mismo amor y devoción al Santo haría egoístas y estorba-
dores de un bien común, el bien de las santas inspiraciones y no-
bles y virtuosos impulsos que á todos hubiera causado la lectura
de aquellos escritos. ¿Existen aún algunos de ellos? No lo sabe-
mos. Yo me permitiría dirigir un ruego á quien, sea Comunidad
ó sea particular, posea cualquier manuscrito ó copia de escritos
del extático Padre, para que los dé á conocer y se pueda, con
su ayuda, preparar una edición completa de las obras del místi-
co Doctor. Otros habrán desaparecido para siempre. ¿Quién no
sabe los destrozos y destrucciones de archivos que ha perpe-
trado la revolución en España? Uno de los pecados más graves,
y que la Historia jamás perdonará á nuestros revolucionarios, ha
sido el de llevar el incendio hasta los mismos sagrados recintos
donde se custodiaban los trabajos y afanes que nuestros padres
encomendaron á voluminosos legajos de papel. El que esto es-
cribe podría decir mucho de las congojas que ha pasado al en-
contrarse frecuentes veces ante las ruinas tristes y vestigios po-
brísimos de archivos que siglos atrás fueron muy ricos, imposi-
bilitado de reconstituir muchos pasajes de la Historia por caren-
cia absoluta de documentos que el fuego ha devorado. Por lo que
hace á nuestra historia carmelitana, el día en que se continúen
nuestras memorables Crónicas encontraremos lagunas muy gran-
des que nadie podrá llenar.
Y, finalmente, casi todos los escritos de San Juan de la Cruz
que han sido impresos tienen muchas erratas é incorrecciones,.
que habrán de corregirse cuando se quiera hacer una nueva edi-
ción de sus admirables obras.
Para que no se piense que lo que vengo diciendo es por cuenta
exclusiva de mi cerebro ó capricho de mi imaginación, advertiré
que entre mis notas y curiosidades bibliográficas tengo correc-
ciones hechas por mí en presencia de originales del Santo, y co-
pias antiguas de poesías suyas que tienen estrofas que no están
publicadas en las ediciones que se conocen, y de otras poesías
igualmente sin publicar y de las que, si no se puede asegurar,
se puede con fundamento sospechar sean del mismo santo Doc-
tor; porque, aunque ni aquellas estrofas ni estas poesías se hayan
publicado ni se incluyan en el cuaderno autógrafo de San Juan
ESCRITOS DE SAN JUAN DE LA CRUZ 76 9
de la Cruz que se conserva, y en que copió con esmero y exqui-
sito gusto caligráfico el mismo Santo sus poesías y el Cántico Es-
piritual para regalarlo á la Venerable M. Ana de Jesús, no se in-
fiere de esto el que entre sus papeles no dejara más poesías ni el
que no adicionara con más estrofas las regaladas á la susodicha
Madre.
Sea prueba de lo que opino y muestra de lo que vengo mani-
festando la siguiente copia del romance sobre el Salmo Superflu-
mina Babylonis, que es el último en la colección de poesías de
San Juan de la Cruz publicadas entre sus obras impresas, y que
lo escribió expresando los sentimientos de un alma enamorada de
la celestial Sión:
Encima de las corrientes Miraba cómo no vían
Que en Babilonia hallaba, Que el gozo les engañaba.
Allí me senté llorando, Preguntábanme cantares
Allí la tierra regaba. De los que en Sión se cantan:
Acordándome de ti, —Canta de Sión un himno,
O h Sión, á quien amaba, Veamos cómo sonaba.
Era dulce tu memoria, —Decid, ¿cómo en tierra ajena,
Y con ella más lloraba. Donde por Sión lloraba,
Dejé los trajes de fiesta, Cantaré yo el alegría
Los de trabajo tomaba, Que en Sión se me quedaba?
Y colgué en los verdes sauces Echaríala en olvido
L a música que llevaba, Si en la ajena me gozaba:
Puniéndola en esperanza Con mi paladar se junte
De aquello que en ti esperaba: La lengua con que hablaba;
Allí me hirió el amor, Si de ti yo me olvidare
Y el corazón me sacaba. En la tierra do moraba,
Díjele que me matase, Sión, por los verdes ramos
Pues de tal suerte llagaba; Que Babilonia me daba,
Yo me metía en su fuego, De mí se olvide mi diestra,
Sabiendo que me abrasaba, Que es lo que en ti más amaba,
Desculpando á la avecica Si de ti no me acordare,
Que en el fuego se acababa: En lo que más me gozaba,
Estábame en mí muriendo, Y si yo tuviere fiesta
Y en ti sólo respiraba. Y sin ti la festejara,
En mí por ti me moría, Oh hija de Babilonia
Y por ti resuscitaba, Mísera y desventurada.
Que la memoria de ti Bienaventurado era
Daba vida y la quitaba. Aquel en quien confiaba
Moríame por morirme, Que te ha de dar el castigo
Y mi vida me mataba, Que de tu mano llevaba.
Porque, ella perseverando, Y juntará sus pequeños
De tu vista me privaba. Y á mí, porque en ti esperaba,
Gozábanse los extraños, Á la piedra, que era Cristo,
Entre quien captivo estaba: Por el cual yo»te dejaba.
770 EL MONTE CARMELO

He puesto en letra bastardilla los versos que no se encuentran


entre las obras impresas del santo Padre; y, además de esto, el
lector advertirá fácilmente las variantes en algunas palabras entre
esta copia y las ediciones que se conocen.
Ojalá se despertara entre los aficionados á esta clase de estu-
dios el deseo de concurrir con sus talentos, luces y laboriosidad
á la preparación de una edición de las obras de San Juan de la
Cruz completa, esmerada, correcta, hermosa y digna de la su-
blimidad de doctrinas y alteza de espíritu del místico Doctor car-
melitano, lumbrera incomparable é inextinguible de la Teología
mística y faro esplendoroso que alumbra con segura luz las sen-
das misteriosas de la vida espiritual.
fr. jRngel J/taria.

Inscripción de una lápida dedicada á N. P. San Juan de la Cruz


por el Excmo. Sr. Conde de las Almenas, y colocada en Úbeda
al pie del primitivo sepulcro donde fué sepultado el cadáver del
Santo Padre.

IMMORARE T Ú M U L O
VIATOR.
HOC Q U I E V E R E IN LOCO
B. JOANNIS A CRUCE
EXUVIiE V E N E R A N D A .
ORDINIS CARM. EXCALCEATORUM H U M I L I S PARENS
^ R U M N I S AC LABORIBUS CONFECTUS
ARDUAS VIT.E SEMITAS VIRTUT1BUS L U C U L E N T E R
E T S C R I P T I S SAPIENTISSIME PERLUSTRAVIT.
CCELO PROPINQUUS VITAM DUXIT COELESTEM:
UBET.E VITA C E S S I T
GLORIOSUS M E R I T I S , RAPTUS AD SIDERA.
VETERUM PIETAS HOC SACELLUM EXTRUXIT.

Ilmus. DD. Xaverius Palacio, Comes, Ord. eq. S. Jacobi Gien Praefecti^s,
lapidem hunc propiis sumptibus ob memoriam tanti viri, et in honorem civitatis
Ubetensis libenter ac devotissime dicavit.
Anno Domini MDCCCLXXV.
EL ESCAPULARIO

(Continuación.)

¿ERMOSAS sobremanera y consoladoras al


S> pobre corazón son las significaciones
todas del santo Escapulario. Como prenda ,
de aquella divina Señora tan rica en bonda-
des, tan poderosa en obras, tan larga en
prometer y tan fiel en cumplir, es el santo
Escapulario la llave de oro que abre los te-
soros de su corazón, el objeto que más cla-
ramente refleja el cariño de su alma, puesto
que en él ha vinculado su virtud, su fuerza y todo su poder, pues
él salva en todos los peligros, es medicina en las enfermedades,
inspira la virtud, aparta del vicio, atrae las bendiciones del Cielo,
libra de la muerte eterna y rescata del Purgatorio. Y esto es con-
secuencia natural y necesaria de otra significación que la Virgen
Santísima ha dado á su santo Escapulario, que es: ser confede-
ración de paz y de pacto sempiterno: Fosdus pacis et pacti sempi-
terni.
La alianza ó confederación afianza la paz, y es principio de
prosperidad y aumento de bienes en todos los órdenes para
aquellos que se unen; pues, aunque exija algún sacrificio, es
para asegurar su estabilidad con la doble fuerza de la unión, y
disfrutar de la protección y beneficios de la parte aliada.
Cuando se establece un convenio entre dos ó más personas,
como en los tratados y confederaciones que hacen entre sí los
reinos, se unen con los más estrechos lazos de amistad y se obli-
772 EL MONTE CARMELO

gan los unos á sostener los intereses de los otros, formando ade-
más liga ofensiva y defensiva para mantener los derechos é inte-
reses comunes, prometiendo solemnemente observar todo lo con-'
certado.
Estos pactos ó alianzas no son solamente propios de los hom-
bres: Dios Nuestro Señor, que es omnipotente y nada necesita de
ellos, ha hecho con éstos alianzas y pactos de paz y amistad. A
Noé le dijo después del diluvio: Haré alianza contigo, y con tu li-
naje después de ti; estableceré contigo mi alianza, y toda carne que
tiene vida no perecerá ya más por las aguas del diluvio, y no habrá
en adelante otro diluvio que extermine la tierra (i); y pintó en los
cielos el arco-iris como señal de la alianza que con Noé pactaba.
Más tarde renovó esta alianza con Abraham, y como señal de este
pacto estableció la circuncisión para su pueblo. La Ley que dio
Moisés en el Sinaí contenía los artículos principales de una nueva
alianza con el pueblo escogido, por la cual se comprometía Él á
salvar á su pueblo de la esclavitud, defenderle de sus enemigos,
ser su Padre y Señor, atender á todas sus necesidades y llevarlo-
á la tierra de promisión, y el pueblo por su parte tenía el com-
promiso de no reconocer otro Dios que el Señor, servirle y ado-
rarle , y guardar los preceptos de su santa Ley.
Pero es de observar que nunca hizo alianza ó pacto alguno Dios
Nuestro Señor con otro que no fuera su pueblo, Moisés, Abra-
ham, Noé.
De la misma manera, la Virgen Santísima, que imita muy de
cerca los efectos de la benevolencia de Dios para con los hom-
bres, aunque nada necesite de éstos, hace también sus pactos y
alianza de paz con su pueblo escogido, que son los carmelita*
religiosos, terceros y cofrades, para comunicarles los tesoros de
su corazón y ayudarles con el auxilio de su brazo casi omnipo-
tente. Ella se presenta, pues, á San Simón Stok, que era el cau-
dillo de su pueblo predilecto, y le dice: « Este Escapulario que te
traigo será la señal del tratado ó confederación de paz y alianza
que desde hoy queda establecido entre nosotros: vosotros os
obligaréis á servirme, á honrarme de corazón, á amarme de ve-
ras, vistiéndoos mi librea para demostrar que me pertenecéis, y
Yo por mi parte me comprometo á velar por vosotros, á defen-
der vuestros intereses espirituales, y también temporales, si en-

(i) Gen., cap. ix, v. 9, I I , 12, 13.


EL ESCAPULARIO 7*^3

tran en el plan divino, á pelear con vosotros contra vuestros ene-


migos, á asistiros y salvaros en todos los peligros, álibraros dé la
muerte eterna, y, si vais al Purgatorio, me comprometo á sacaros
cuanto antes, lo más tarde el sábado inmediato á vuestra muerte.
Esta alianza y pacto que hago con vosotros durará para siempre,
y este Escapulario será la señal de nuestra confederación: Foedus
pacis etpacti sempiterni».
¿Quién no subscribirá esta alianza y pacto tan ventajoso?
¿Quién no bendecirá mil y mil veces á aquella cariñosa Madre
que nos hace proposiciones tan útiles como consoladoras al cora-
zón? ¿Y quién dudará del cumplimiento de su promesa? El santo
Escapulario es garantía suficiente que lleva el convencimiento á
nuestra inteligencia, y aparta y desvanece toda duda y todo te-
mor de nuestro corazón.
Si el hombre no falta primero á su compromiso, si no rechaza
la mano bienhechora que le tiende esta Madre de gracia y de mi-
sericordia , si no arranca de su pecho esta señal de amistad que le
recuerda el compromiso de María, no faltará Ella á su palabra; y
aun cuando el hombre dejara de cumplir las obligaciones que
tiene con esa dulcísima Madre, y ciego y extraviado se apartara
de Ella, no dejaría de enviarle las influencias de su caridad sin
límites, de su grandísima misericordia, para hacerle volver al
cumplimiento del pacto establecido y que pudiera aprovecharse
de los innumerables bienes que nos proporciona.
Pero no: María no faltará; aparte de que es Madre cariñosa y
Reina de misericordia, la llama la Iglesia Virgo fiel, Virgo fichlis;
y San Bernardo dice que ninguno de los que han acudido á Ella
implorando su protección y reclamando su socorro ha sido aban-
donado; y San Pedro Damiano la dice: «Yo sé ¡oh dulcísima
Madre! que nos amáis con un amor invencible»; y este amor tan
fuerte que hay en Ella la hace estar velando continuamente por
nosotros, y concedernos auxilios y gracias en abundancia, espe-
cialmente á los que se consagran á su servicio y amor, y han he-
cho alianza de paz con Ella aceptando la señal de su santo Esca-
pulario. Prueba de esta verdad es la virtud que concede Ella al
santo Escapulario para vencer las tentaciones, repeler al enemi-
go , elevar el corazón, alcanzar la virtud y conservarse inmacula-
do en la presencia de Dios, todo lo cual lo conseguimos por la
defensa que nos presta María mediante la confederación y alianza
que con nosotros ha hecho, y por eso nos dice: Pasé cerca de ti
y te miré: vi que estabas en tiempos de amores; extendí sobre ti mi
EL
774 MONTE CARMELO

vestido para cubrir tu ignominia; juré protegerte, hice alianza


contigo, y ya eres mía (i).
Además, María es comparada por los Santos Padres á la palo-
ma que envió Noé para saber si había cesado el diluvio, es decir,
para ver si se había calmado la cólera del Eterno y se había res-
tablecido la paz entre Dios y los hombres; es comparada también
al Arca de la Alianza, que era la señal más auténtica para el pue-
blo de sus buenas relaciones con Dios. María es medianera de
paz y alianza de los hombres con Dios; Ella busca nuestra paz y
nuestra reconciliación, y para obligarnos á ello se sirve del santo
Escapulario, al que comunica toda su virtud para que, al vestir-
nos de él, vistamos también nuestro espíritu de gracia y santidad,
pues no quiere Ella que el Escapulario adorne un pecho que es
guarida de demonios, ni defienda el corazón podrido y asqueroso.
Y es claro; porque, aparte de que á la Virgen le repugna todo lo
manchado y vicioso, no pueden estar dos contrarios en un mis-
mo sujeto, pues el santo Escapulario es representación fiel de
María, la pureza, la virtud, la gracia, y el pecado es la represen-
tación y la obra del demonio.
Acojámonos,' pues, con verdadero cariño al santo Escapulario,
estrechándolo fuertemente contra nuestro corazón, si queremos
gozar de los múltiples beneficios que la alianza con María nos
proporciona, al mismo tiempo que consolidará la paz con nuestra
cariñosa Madre y la gracia con Dios.
?r. Plácido JM* del/>.
^Continuará.)

(i) Ezequiel, cap. XVI, v. 8.


EN EL PILAR

Pueblo de España, de virtud notoria,


Con un Dios, con un templo y un altar:
La página primera de tu historia,
Principio de tu honor, tu fe y tu gloria,
Por tus padres fué escrita en el Pilar.
Dios, Patria y Religión, escribió allí
El noble, el sacerdote y el guerrero;
Y al principio un anciano puso así:
En el nombre de Dios, empieza aquí
La historia del creyente pueblo ibero,
Al frente de esa página primera
Pusieron á la Virgen soberana,
Y á sus hijos dijeron: «¡Cuando muera
»La Estrella que alumbró á la raza ibera,
«España dejará de ser cristiana!
• Jamás del enemigo la pujanza
«Derrocará el baluarte de su fe,
»Si en el Ebro á templar corre su lanza,
»Si'tiene de su cuna remembranza,
«Si su gloria mantiene siempre en pie...»
Mi pueblo la leyó, el semblante ledo,
Henchido de entusiasmo el corazón;
Y, cuando en el Concilio de Toledo
«Una fe» proclamaba Recaredo,
Respondía: ¡Una fe y una nación!
Nunca murió esa fe... Si en la montaña
Se oculta por sentir fugaz desmayo,
Más viva y fulgorosa en la campaña
Reaparece otra vez la fe de España
Enhiesta en el pendón del gran Pelayo.
Guerra á muerte la jura infiel muslime:
«¡Morirá, por quien soy!» — con rabia dijo;-
Y, cuando la morisma más la oprime,
Ella recobra el trono más sublime
Por Santiago en los campos de Clavijo.
Entonces con orgullo vive y late,
Pues no sabe otra cosa... que triunfar.
Sirviéndola el recuerdo de acicate,
Vuela á escribir las glorias del combate
• Al trono de la Virgen del Pilar.
El héroe de las Navas por Castilla
A la Virgen, cual Reina, va aclamando...
Y en el arzón de la guarnida silla
77^ EL MONTE CARMELO

Cual Reina la llevó, cuando Sevilla


Arrancó del Osmanli San Fernando.
Donde no llegan del León las garras,
Ni el Castillo se ostenta por blasón,
Allí al moro encadenan con las Barras:
Las que al Pilar pusieron por amarras
Los Alfonsos y Jaimes de Aragón.
Unidos ya los cetros y coronas,
Arrojan de Granada á Bóabdil,
Lanzan al mar empavesadas lonas,
Descubren para Cristo nuevas zonas,
Conquistan á la Patria tronos mil.
Con los despojos últimos del moro
Y las primicias de una virgen tierra,
Pudo España escribir con letras de oro
De sus glorias el himno más sonoro
Que en el Pilar de Zaragoza encierra.
¡Fernando é Isabel!... Nombres benditos,
Ceñidos para siempre de laurel:
¡De su fe en la columna están escritos,
Con besos y suspiros infinitos,
Los nombres de Fernando y de Isabel!
Y fué España á otro mundo, en son de gloria,
Con la Reina del mar en su bandera;
Y á la Patria, al volver con la victoria,
Fué, continuando su gloriosa historia,
Donde escribió su página primera.
Victorias mil la Virgen del Rosario
Le dio desde Lepanto en tierra y mar;
Mil victorias le dio el Escapulario
Que guarda en su precioso relicario
L a Santísima Virgen del Pilar.
Y siglos tras de siglos su Coluna
Han mantenido en pie todos los reyes;
El pueblo la adoró por ser su cuna;
Jamás la profanó lengua ninguna,
Ni hicieron falta á respetarla leyes.
Ella á Cesaraugusta hizo invencible;
Su bravura humilló á Napoleón;
El al pueblo vencer juzgó imposible
Donde á la mecha del cañón horrible
Daba fuego Agustina de Aragón...
¿Y ésta ha de ser la página postrera
Que alumbre en el Pilar la luz del sol?
¿Dónde está de la fe la santa hoguera?
¿Dónde se fué el honor de raza ibera?..,
¿Dó la altiva cerviz del español?
No de la Religión la oprime el yugo,
Que hace más grande al que se humilla más:
Ya tiene Libertad... ¡que es su verdugo!
Dársela al hombre sólo á Dios le plugo
Para que el bien obrara; ¡el mal, jamásl
Y escupir de sus padres los blasones,
' Su santa Religión pisotear,
Obscurecer sus glorias con baldones...
EN EL PILAR 777

¡ Herir los españoles corazones


Insultando á lá Virgen del Pilar!!!
¡Nunca fué libertad aquí en España,
Donde por menos se arrancó la lengua!...
Quizá, en vez de ocultarse en la montaña,
Nuestra fe ha de emigrar á tierra extraña,
Al echarla de aquí con tanta mengua.
Tal vez la historia del imperio hispano
De la muerte y olvido marcha en pos,
Por borrar aquel frontis tan cristiano
Y cuanto en el Pilar aquel anciano
A escribir empezó en nombre de Dios.
Ya no hay quien grite aquel: Ferro, despierta,
Ni aquel de Cierra España con Santiago:
¡Todos al moro abrimos, ay, la puerta!
Porque, si nuestra fe no está ya muerta,
Sufre un desmayo como nunca aciago.
Para darla calor en tal desmayo,
Reúnase en su torno el pueblo fiel,
Y desde las alturas del Moncayo
Hágala resurgir, como Pelayo,
Y hágala respetar, como Isabel.
Pueblo de España, de virtud y gloria,
Con un Dios, con un templo y un altar:
Una página indigna de tu historia,
Principio de tu ruina más notoria,
Tus hijos han escrito en el Pilar.
Ese llanto que tus mejillas baña
Sirva para lavar tanto baldón;
Y, al borrar esa rqancha que la empaña,
La historia brillará que escribió España
En nombre de Dios, Patria y Religión.

fr. florión del Carmelo úeresiano.


Salamanca, Octubre igoi.

»
LOS PERSEGUIDOS

©ADA nos extraña la persecución actual contra los institutos


religiosos. ¿Cómo extrañarla? ¿No estamos en plena revo-
lución religiosa? ¿No veis que los sectarios no disimulan ya sus
criminales propósitos, que los odios enconados del corazón han
brotado afuera con brutal descaro? ¿No habéis visto pasear en
tropel por las calles y las plazas esas turbas emborrachadas y
blasfemas salidas de la obscuridad de los antros francmasónicos,
pidiendo con siniestros y roncos rugidos la sangre de los justos?
Sí, estamos en plena revolución religiosa. Estos desdichados ja-
cobinos de hoy sienten hervir en sus venas la sangre, y en sus
almas los rencores de los jacobinos franceses de 1793, y de los
jacobinos españoles de 1835.
Los enemigos naturales de Dios son también nuestros enemi-
gos naturales; nada más lógico que los que revuelven contra Dios
sus iras envenenadas se revuelvan llenos de coraje y rabia con-
tra sus ministros, y que los que pugnan por que desaparezca la
institución de la Iglesia pugnen por que desaparezcan las insti-
tuciones religiosas, que son su ornamento más glorioso.
Desde que el Catolicismo existe, ha sido señal de contradicción
para los herejes, impíos y apóstatas; desde que nacieron las va-
rias órdenes religiosas, han sido perseguidas y anatematizadas
por los seudofilósofos de todas las escuelas racionalistas, por
los fautores de todas las fracciones revolucionarias; es la eterna
batalla que el bien sostiene contra el mal, y la verdad contra el
error, y la virtud contra el crimen. ¿Es Cristo la verdad? ¿Está
encarnado en la Iglesia el espíritu del bien? ¿Son los institutos
religiosos asilos de santidad? Pues el error, el espíritu del mal,
con todo el cortejo de los vicios se agruparán y formarán una
ciudad, la ciudad del mundS, que decía San Agustín, cuyo sobe-
rano es Satanás, y moverán guerra contra la Iglesia, contra las
LOS PERSEGUIDOS 779

instituciones religiosas, las cuales forman la Ciudad de Dios, cuyo


capitán y Rey soberano es Cristo.
No creáis que la presente lucha contra las instituciones religio-
sas es lucha exclusiva contra esas instituciones, no: es lucha ge-
neral contra todas las instituciones y órdenes de la Iglesia; es
lucha contra la Iglesia, es lucha contra la verdad, es lucha con-
tra Cristo, es lucha contra Dios... ¡Abajo Dios!, ha gritado no
hace mucho, con voz desaforada y aguardentosa, un desdichado
energúmeno; y esta horrible blasfemia, que repercutió segura-
mente en las bóvedas infernales con espantosa resonancia; esta
horrible blasfemia, que debieron de corear y aplaudir demonios y
precitos, es la fórmula que sintetiza la suprema aspiración de las
turbas revolucionarias.
Pero es necesario no precipitar los sucesos; es necesario mar-
char ordenadamente á la conquista de la emancipación, absoluta;
es necesario combatir por partes y deshacer por partes á los ejér-
citos de Cristo, porque de lo contrario pudiera suceder lo que
siempre ha sucedido, que el presente movimiento antirreligioso
encontrase también su desprestigio en un fracaso ignominioso. Y
.se han dicho los sectarios: Las órdenes religiosas son la vanguar-
dia de los ejércitos de Dios; pues destruyamos en primer término
las órdenes religiosas, y seguiremos luego nuestra campaña hasta
suprimir enteramente el nombre de Dios. ¡Justo castigo del orgu-
llo humano! Los racionalistas, que se llaman á sí mismos adora-
dores de la razón, pecan siempre en sus cálculos por anemia de
razón. Aun perdonándoles el absurdo de no querer admitir el or-
den sobrenatural, ¿tan ciegos están y tan desatinados, que nada
dicen á su razón la experiencia y la historia? En los tiempos pri-
mitivos de la Iglesia, cuando el Cristianismo se propagaba rapidí-
simamente por el mundo, y con secretísima sobrenatural influen-
cia iba transformando el organismo y la constitución de la socie-
dad, el Paganismo, temeroso de perder prestigio y la dominación
del orbe de la tierra, reconcentrando sus fuerzas y sus energías,
levantóse como un solo hombre con sus emperadores, con sus
filósofos, con sus guerreros, y movió contra la naciente Iglesia
violentísimas, sangrientas persecuciones, para ver de sofocar en
su principio mismo aquellos pujos dominadores y transformistas:
las cárceles se atestaron de creyentes; de allí salían los unos para
ser bárbaramente truncados en los cadalsos; de allí salían los
otros para servir de fogatas en los jardines de los Césares, ó para
ser fieramente despedazados en los circos entre los alaridos bes-
780 EL MONTE CARMELO

tiales de una plebe delirante y embrutecida. Y bien: ¿qué suce-


dió después de aquella horrorosa tempestad, después de aquel
triunfo sangriento del error sobre la verdad, del mal sobre el
bien, del Paganismo sobre el Cristianismo? Sucedió el fracaso del
error, el fracaso del mal, el fracaso del Paganismo y el triunfo
gloriosísimo de la Religión cristiana, la cual salió de aquel bau-
tismo de sangre más pura, más hermosa, más santa.
Cuando la revolución francesa de 1793, cuando la revolución
española de 1835, corrió abundante la sangre de los religiosos en
los claustros, en las iglesias, en las cárceles y en los cadalsos. Y
¿qué sucedió después que triunfaron las chusmas revoluciona-
rias? Sucedió el fracaso de los sectarios y el triunfo gloriosísimo
de las órdenes religiosas, las cuales salieron de aquel bautismo
de sangre más puras, más hermosas, más santas.
Ya lo veis: ni las puertas del Infierno prevalecen contra la Igle-
sia de Dios, ni los sectarios prevalecen contra las instituciones
religiosas. La Iglesia revive con la sangre, las órdenes religiosas
se remozan con la sangre. Arrancad las flores, cortad las ramas
del árbol, y el árbol crece y se desarrolla con más vigor, con más
pujanza, y retoñan con más fuerza las ramas, y brotan más her-
mosas las flores. ¡Oh vosotros, eternos enemigos nuestros, los
que predicáis la matanza, los que deseáis ver rodando nuestras
cabezas ensangrentadas!... ¡Inocentes! No hacéis otra cosa sino
preparar nuestro triunfo. ¡Sois nuestros mejores amigos! Sucum-
biremos quizás nosotros, triunfaréis momentáneamente vosotros.
¿Y después? Después sucederá lo de siempre: para las órdenes
religiosas el triunfo más colosal, más glorioso; para vosotros el
fracaso, pero fracaso monstruo, fracaso monumental. Lo tenéis
bien merecido.
/ir. jCuis de la Virgen del Carmen.
^ xSt^^j^S^^s^S^^jX^^^^M^^^^j^t'^s^S^s. x£&<&A}.j,

FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ


ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

Mas ¿en qué proporciones ha de hacerse esta mezcla de lo útil


con lo dulce? Después de algunas luminosas consideraciones, resu-
me acertadamente el autor su sentir en estos términos: «El saber,
pues, cuándo en el gobierno, cuándo en lo escrito haya de abundar
más ó menos lo dulce que lo útil, que lo recto, que lo agrio, es obra
de singular sabiduría, y el ejecutarlo, dando el punto y sazón á esta
mixtura, es una de las mayores destrezas que se puede esperar del
escritor más sabio, á cuya prudencia dejamos el arbitraren los par-
ticulares casos, de que no se puede dar regla cierta, sino es una
muy general, diciendo: que siempre lo útil ha de ser lo principal que
se pretenda; y así, preferido á lo dulce y deleitoso. Y que de esto
sólo se ha de mezclar aquello que más ayude á inducir la utili-
dad» (i).
En el cap. v n trata Fr. Jerónimo de la entereza y rectitud del
historiador.
Pone singular empeño el ilustre carmelita en declarar estas cua-
lidades, que tan de veras convienen á cualesquiera escritor, y más
á todo historiador, para ser digno de este nombre. Tiende, como se
ve, el autor á dignificar y ennoblecer tan elevado cargo, y á que se
forme una idea exacta de lo que debe ser quien lo ejerce. A eso se
encaminan sus esfuerzos en todas las páginas de esta meritísima
producción. «Es la verdad—dice — el alma de la Historia, porque
sin ella no es más que un cuerpo muerto; y así, todo lo que se opu-
siere á la verdad, se opone al ser y naturaleza de la Historia. Para
conservación, pues, de esta alma en el cuerpo histórico, pedimos

(0 § 6.
782 EL MONTE CARMELO

al historiador la rectitud y la entereza, con la cual no admita en su


narración cosa que no sea muy apurada en el crisol del examen, y
aprobada en el tribunal de la verdad» (1).
Cierto, la verdad de los hechos es el carácter distintivo y, en cierto
modo, constitutivo de la Historia. La falsedad es enteramente into-
lerable en ella. Polibio, el historiador más apasionado de la verdad
que ha existido jamás, y cumplido modelo del género de Historia
llamada pragmática, dice que, así como el instrumento llamado regla
no deja de merecer este nombre, cualesquiera que sean su longitud
y su anchura, con tal que sea recta, así la Historia será Historia aun
cuando estuviese desnuda de los adornos que pueden embellecerla,
pero dejará de serlo en el punto mismo que falte en ella la verdad.
«Por cuatro achaques puede peligrar la de una Historia—dice Fray
Jerónimo, — que son: la inteligencia, el afecto, el odio y el temor
de quien la escribe». Dejando el primero, pues ya discurrió larga-
mente sobre él, empieza á tratar del afecto, «que es una vehemente
inclinación de la voluntad á alguna cosa; ó la tal cosa—continúa—
á que el historiador está inclinado es el mismo historiador, ó es al-
gún deudo ó cosa suya, ó es alguna otra persona extraña; respecto
de los cuales, y por afecto á ellos, puede flaquear y torcerse la rec-
titud de su entereza en lo que escribe. El primer escollo donde no
pocas veces se ha visto zozobrar el que navega en este golfo de la
Historia, es el mismo historiador; quiero decir, el desordenado afec-
to con que se ama, buscando principalmente, no la verdad y me-
moria de las cosas que escribe, sino la estimación y memoria de sí
mismo. Puede buscarla de una de dos maneras, es á saber: ó en la
particular loa de su escritura, ó en la de sus acciones, prendas y
calidades de su persona. Llevado tal vez del afecto de ser tenido
por docto y elocuente, pose toda la fuerza y cuidado en parecerlo
y ostentarlo, robando con esto la atención del lector que se debía
sólo á la verdad de las cosas escritas. Esta es una manifiesta injus-
ticia y robo que comete el que escribe contra la rectitud y entereza
que debe observar en su escritura. Y aunque también esto acaece
en otros escritores de diversas materias y facultades... pero espe-
cialmente se nota y condena en el historiador, el cual, de tal mane-
ra debe escribir las cosas, que sólo en ellas ponga su atención y
acuerdo el que las va leyendo. Entonces cumplirá con su precisa
obligación, si las dejase de tal modo escritas que le parezca al

<t) 81.
FR. JKRóNIMO DE SAN JóSE 783

lector, no leerlas, sino verlas, sin acordarse del autor que las es-
cribe» (1).
Por lo que toca á buscar el que escribe particular loa de sus pren-
das y cualidades, «debe aquí—dice Fr. Jerónimo—poner límite la
modestia, á quien pertenece refrenar la ambición y contener el áni-
mo en la moderación de los afectos, mortificando la viveza de éste,
que así tiranamente arrastra á los mortales. Considere el que en su
Historia se le rinde que ningún camino hay más cierto de perder
la estimación que el desordenado afecto de buscarla; porque, como
el honor sigue á quien le huye, así huye de quien le sigue, como si
le fuera persiguiendo; que persecución es, sin duda, contra el ho-
nor el ansia de buscarle» (2).
Y cuando al historiador se ofreciere tratar de cosas pertinentes á
sus deudos, amigos y compatricios, «debe — dice Fr. Jerónimo —
también templarse con la rectitud de la justicia... ¿Quién duda que
á los tales se debe, en los monumentos de la posteridad, la memo-
ria que los méritos de cada uno piden? Pero no con encuentro de la
verdad, usurpando las glorias que á otros se deben, ni encarecién-
dolas con excesiva afectación... Haga cuenta el historiador, cuando
le es forzoso hablar de sí y de los suyos, que habla de un tercero y
de personas y gente muy extrañas, y, tomando en la mano la regla
de la verdad y rectitud, sólo con ella mida lo que hubiese de escri-
bir. Y aun entonces, en lo que fuese de más loa suya y más en su
favor, no creyendo á su más rígida austeridad, temple en buena
parte la relación afectuosa, que así quedará más ajustada, porque
siempre lo propio nos tuerce al extremo de su favor, y es menester
para dejarla derecha retorcer la vara al extremo contrario» (3).
Hay otro afecto que ejerce tal vez mayor imperio y tiranía sobre
el historiador, y es la inclinación que siente hacia las personas ex-
trañas, llamadas por Fr. Jerónimo con este nombre «á las que no
por algún respeto propio de familia, nación ó gente mira el histo-
riador, aunque sean tales, sino por otros en que se ceba su ambi-
ción ó su interés, porque respecto de este intento es cosa acciden-
tal que sean propias ó extrañas las personas de quien escribe; y
porque él en su intención las mira con extraños ojos sólo en orden
á su comodidad ó ambición, las llamamos así... Pretende y espera
(el historiador) de algún Príncipe ó República, y, armado de todas

(I) § »•
(») § 3-
(3) §4
784 EL MONTE CARMELO

las cautelas de la ambición, tiende todas las redes de la lisonja, no


procurando otra cosa en lo que escribe sino sólo el gusto de la per-
sona á quien adula. Los sucesos y acaecimientos de sus cosas los
representa gloriosísimos, encarece sus hazañas, encubre sus defec-
tos, engrandece su memoria, y, para que ésta parezca más divina,
deprime y abate la de cuantos concurrieron en su tiempo digno de
memoria. No se puede tolerar la lisonja de un ambicioso historia-
dor, la cual, no solamente es aborrecible á los desinteresados en
aquellas fingidas glorias, pero aun á los mismos á quien con ellas
pretende agradar. ¿ Qué ánimo generoso y corazón grande se puede
pagar de adulación tan fea? (1).
»E1 odio natural contra alguna persona, gente ó nación hace en
la entereza del historiador el mismo estrago que el demasiado afec-
to. Porque nadie quiere, ni sabe, ni puede engrandecer al que abo-
rrece, que es el primero de los dos afectos; y así, pasa en silencio
sus hazañas, ó las tizna y deslustra con obscura memoria. Desdi-
chado del que cae en la ira de su pluma, que nunca en sus alas le-
vantará vuelo sino para despeñarse en los abismos. Bien puede
exceder en fortuna y hechos á Alejandro, en valor y gobierno á los
Césares, en sabiduría á los Filósofos y en virtud á los Santos; que,
si está en desgracia del historiador á quien pertenece referir sus
cosas, las callará todas, ó las escribirá de manera que se le siga de
ellas una eterna infamia».
No menos que el odio debe expeler el historiador el temor, «y, ar-
mado de una enterísima constancia, atrepellar con todo vano res-
peto, escribiendo lisamente la verdad, y con ella lo que, siendo
conveniente á la República, ha de herir á los que merecieron esta
nota. De ejemplos buenos y malos se compone la Historia, y no la
defrauda menos el que por temor calla los unos, que el que por odio
los otros...» (2).
«El general remedio contra todos estos achaques para la entere-
za que al historiador pedimos—concluye Fr. Jerónimo—se cifra y
resume en la buena disposición del ánimo, temple de los afectos y
concierto de las pasiones, las cuales debe tener tan arrendadas,
que ni el amor ni el odio le gobiernen la pluma, ni la esperanza 6
el miedo se la tiranicen. Que si bien debe á su patria, debe á sus
reyes, deudos y amigos, y á sí mismo se debe, en ocasión precisa,
alguna honrosa y oficiosa memoria, cuando la narración le ofrece

(O §5-
(2) §6.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 785

lugar y no se encuentra con las leyes de la verdad y la justicia; pero


agraviar éstas por complacerse á sí y á aquéllos es destruir el fruto
de la Historia, violar el sacramento de su fe, y desterrar el histo-
riador de sus escritos, juntamente con la verdad, la autoridad...»
«Libre, libre ha de estar siempre el ánimo del historiador, como el
del juez, para narrar con sinceridad y escribir con rectitud lo que
conviene. Y para que se pueda hacer esto con más libertad, acon-
sejaría yo no se escribiesen historias de cosas muy recientes, cuya
gloria ó infamia pertenece á personas poderosas que aún son vivas,
ni aun las acciones de los padres en tiempo de los hijos, en quien
aún está hirviendo con la sangre la memoria y afecto á ellos, hasta
que en la edad de los nietos, que suele ya ser otro siglo, se haya
resfriado aquel afectuoso y tierno calor, cuando ya se miren como
de lejos, y menos propias al príncipe vivo, las acciones del abuelo
difunto. Por esta causa, consultado aquel monstruo de erudición,
Lipsio, del prodigio de los ingenios, Lupercio, qué materia elegiría
para escribir en la Historia de Aragón, que estaba entonces á su
cargo, le respondió con aquel su misterioso y docto laconismo:
Tuta, tuta, id est, vetera. Lo seguro, lo seguro, esto es, lo anti-
guo» (1).
José 3gn. Valentf.
(Se continuará).

(1) §7-
EL P. HERMANN

XV

(Continua oión.)

J H A caridad es muy ingeniosa; que acudía á la residencia del Car-


TP$ ella descubrió al P. Hermann men en busca del pasto espiritual.
en los alrededores de Londres, una En consecuencia, el P. Agustín se
pequeña villa llamada Brighton, vio en la necesidad de buscar otro
poblada únicamente por alemanes local más amplio. En el vecinda-
protestantes. Vivían aislados y sin rio existía una casa bastante capaz
relaciones con los pueblos circun- con su jardín, y que hacía tiempo
vecinos. De este modo formaban que había puesto los ojos en ella;
una pequeña colonia, conservando mas toda la cuestión estribaba en
Jos uso»é idioma de su país. la manera de adquirirla, porque
El Padre era también alemán, era propiedad de un inglés octoge-
y esta circunstancia fué un pode- nario, cuyos prejuicios contra el
roso pretexto para entablar rela- catolicismo eran muy conocidos.
ciones íntimas con ellos. Pronto Empero el Padre, que no se para-
fué allá á predicarles la palabra di- ba en dificultades, después de ha-
vina: el idioma y la patria son dos ber puesto el negocio en manos de
poderosos talismanes que atraen San José, marcha resuelto á pedir
irresistiblemente á los expatriados. el alquiler de la casa. El P . Agus-
Nuestros alemanes fueron á oir tín poseía la gracia de insinuarse
predicar á su compatriota, y gran en los corazones; era amable, ale-
número de ellos, al fin de la Cua- gre, franco; así es que le costó po-
resma de 1863, entraban en el re- co trabajo su triunfo; pues el viejo
dil de la Iglesia católica. El Padre protestante, admirado de verse an-
Agustín adquirió tal ascendiente y te un monje tan agradable y de tan
autoridad sobre aquellos pobres finos modales, consintió y aceptó
expatriados, que muchos no que- sin objeción alguna todas las con-
rían oir hablar de otros confesores diciones propuestas por el Padre.
fuera de su P. Hermann. Este re- No transcurrió mucho tiempo
bosaba de gozo al ver los opimos sin que la casa fuese transformada
frutos que á su celo otorgaba la en convento. Se dispuso y decoró
gracia divina, y con la sonrisa en una pequeña capilla, y el mismo
los labios llamaba á Brighton su día de Santa Teresa los carmelitas
pequeña diócesis. tomaban posesión de su convento.
Apenas había transcurrido un A los pocos días se instalaba la
año desde la instalación, cuando Cofradía del Carmen con una so-
fué preciso aumentar el número de lemne función, y por la tarde la
religiosos, á causa de la multitud procesión por el jardín, que no le
EL P. HERMANN 787

separaba de la calle más que un anulase la sentencia; de suerte que


enrejado, pudiéndose decir, en ho- sólo cinco (cuatro de ellos católi-
nor de la verdad, que después de cos) subieron al cadalso el 22 de
tres siglos fué el primer culto que Febrero.
en la herética Inglaterra se tribu- »¡Oh! Si les hubierais visto, se-
taba á la Madre del Hijo de Dios. ñores, unos días antes recibir la
La reputación de los hijos del Sagrada Comunión, os hubiera en-
Carmelo iba creciendo de día en cantado la santa alegría que se re-
día; mas la que les hizo populares flejaba en sus rostros.
en Londres fué una circunstancia, »¡Y cuando uno reflexiona que
digna por todos conceptos de con- treinta años antes esto hubiera si-
signarla. do de todo punto imposible, digo,
Dejemos la palabra al Padre: de poder los presos católicos reci-
«En el mes de Febrero fui lla- bir los últimos Sacramentos de su
mado á una de las prisiones de religión!
Newgate: ocho marineros católi- »E1 mismo día de la ejecución,
cos, uno de ellos nacido en España antes del crepúsculo matutino, tres
y los restantes en las islas Filipi- padres, provistos de un salvocon-
nas, se hallaban allí detenidos co- ducto, atravesaban la inmensa mul-
mo piratas y asesinos. titud que durante toda la noche se
»Dudo que haya un país católi- hallaba estacionada en las calles
co donde los empleados de una vecinas de la prisión para gozar
prisión reciban al sacerdote con del más espantoso de todos los es-
tanta deferencia como á mí se me pectáculos... El número de curiosos
recibió en Londres. se calcula que pasaría de 30.000.
»Gracias á la galantería y corte- ¡Qué sentimientos embargarían en
ses modales del gobernador de la aquellos momentos al ministro del
prisión (por cierto protestante), altar cuando, al atravesar la mu-
pudimos entretenernos dos horas chedumbre, llevaba consigo, oculto
por día con los presos. bajo sus hábitos, al Dios de la Eu-
»Por fortuna, el Padre maestro caristía... á Jesucristo, que deseaba
de novicios era español (pues los tomar posesión de aquellos senten-
presos no comprendían otro idio- ciados antes que el verdugo!
ma). Durante un mes consecutivo »Es muy probable que los car-
pudo desplegar su celo con aque- celeros ignorasen qué misterioso
llos desgraciados. tesoro entraba con nosotros en la
«Seis fueron condenados á ser prisión; no obstante, nos recibían
suspendidos en la horca de Old- con muestras de religioso respeto,
Baily, con otro que era griego cis- dejándonos durante dos horas due-
mático. ños absolutos de aquel terrible re-
• Ahora bien, señores, hay que cinto.
decirlo en alta voz para gloria de «Hallamos á los presos de rodi-
nuestra divina religión: durante llas ante el crucifijo. Toda la no-
los quince días que mediaron en- che la pasaron en oración. Apenas
tre la sentencia y la ejecución , la recibieron el Santo Viático, todos
fe convirtió aquellos lobos en cor- los terrores de la muerte, todas las
deros, que, resignados y sin queja angustias del ignominioso suplicio
alguna, ofrecían á Dios el sacrifi- que les aguardaban dentro de al-
cio de sus vidas. Y una de las prue- gunos minutos y á pocos pasos de
bas más eficaces de su conversión allí... se desvanecieron ante el es-
fué el ardor con que los que se con- plendor de la vida de Jesucristo
fesaban culpables pedían la abso- que venía á darles el abrazo euca-
lución de dos que eran inocentes. rístico. Jamás, desde que soy sa-
»En efecto, ellos consiguieron, cerdote, he visto de una manera
mediante nuestro concurso, que se tan patente el poder eficaz de la
788 EL MONTE CARMELO

Sagrada Eucaristía y del sacerdo- condenados subiesen al patíbulo).


cio. Durante estas dos largas horas »— Decidles que les acompaña-
de agonía, sus almas se elevaban réis.
constantemente hacia las regiones »— Por fin, desean despedirse
de donde están desterrados para mutuamente.
siempre el duelo y las lágrimas; •También fué otorgado este con -
y mientras que los alaridos de las suelo.
turbas, impacientes por saciarse • Entonces tuvo lugar una esce-
del espectáculo de su suplicio, atra- na que jamás olvidaré; escena que
vesaban los muros y herían mis oí- arrancó lágrimas, no sólo á los que
dos, los jóvenes sentenciados no iban á morir y á nosotros, sus Pa-
cesaban de hablarnos de la paz de dres en Jesucristo, sino también á
que gozaban sus corazones, de la los carceleros y hasta al mismo go-
dicha de haber sido perdonados bernador, que presenciaba la en-
por Dios, de la breve expiación trevista.
comparada con la intensidad de »Suponed á estos jóvenes (el que
sus ofensas y de la esperanza de más, contaba veintiséis años), casi
ver pronto á Dios y poseerle por todos de una raza salvaje, convic-
una eternidad. tos de crímenes los más atroces...
»Yo tuve buen cuidado de exhor- pero ¡qué transformados!
tarlos á la confianza en la Virgen • Uno de ellos, español, que ha-
Santísima, recordándoles el amor bía comparecido ante el tribunal
tierno que les manifestó al reves- como instigador de la rebelión, ex-
tirlos del Santo Escapulario; ya clamó con entusiasmo: «¡Yo soy
que á él vinculó la promesa de que feliz! Dentro de media hora veré á
el que muriere revestido con la tal Dios». Este mismo, apenas había
librea no sufriría las penas del In- visto por primera vez al sacerdote
fierno. español, dijo: «¡Ah, ahora que
• ¿Empero tal vez nos la arreba- tengo un sacerdote español, no te •
ten al tiempo de despojarnos de mo á la muerte!»
nuestros vestidos y ponernos los • Era preciso separarse. El go-
de los condenados? ¡Oh Padre mío, bernador me encargó les pregun-
obtened que podamos llevar con tase si estaban contentos.
nosotros el crucifijo, el rosario y »— Una cosa nos resta, dijeron:
el santo Escapulario». queremos también abrazar á nues-
»En estos momentos, el gran tros agraciados compañeros.
sherif (oficial público inglés) me »Sin embargo, el tiempo apre-
llamó. Preguntóme por el estado miaba... ¡No importa!... (El go-
de los presos, si se hallaban violen- bernador estaba muy enternecido.)
tos y furiosos; y, al responderle yo »— Id vos mismo á buscarlos.
que jamás había visto á la hora de »Y los guardianes, asombrados,
la muerte hombres tan resignados se vieron obligados á abrir las puer-
para hacer el sacrificio de su vida, tas de las demás prisiones.
me hizo esta pregunta: «Una vez que los conduje adon-
»—¿Desean algo que pueda otor- de estaban los que iban á morir,
garles? hubo entre ellos algo de misterio-
»—Tres gracias os piden, le res- so. «Dios lo sabe, Dios lo sabe
pondí: la primera, de llevar con- todo», exclamaba uno de ellos; y
sigo los signos de su religión. esta despedida fué más dolorosa
»— Consiento de buen grado. que la primera... En este mismo
»— Desean también que sus mi- instante suena la campana de la
nistros les acompañen hasta el lu- atalaya... Reciben de rodillas la
gar de su suplicio (señores, la vís- última absolución...
pera se me notificó que nuestra • Omito por brevedad otros de-
misión terminaba antes que los talles.
EL P. HERMANN 789

• Ya el más joven, Francisco, aprendido: «Perdón, perdón, per-


apenas de veinte años de edad, dón».
había subido la fatal escala, cuan- »Un grito unánime de simpática
do me dice en voz alta: «Padre, aprobación salió de toda aquella
Padre, no me abandone usted». masa de gente, que aplaudía com
Sin pérdida de tiempo me adelan- las manos; pero en el mismo ins-
to á los demás reos, y heme en tante, junto á nuestros pies, se hun-
el tablado del patíbulo, á la vista de de improviso el pavimento, y Jos
de 30.000 espectadores (entre los cinco ajusticiados aparecen sus-
que había muchas señoras y damas pendidos.
aristocráticas)... A semejanza del • No tuvieron tiempo de sufrir;'
mugido de las olas oceánicas, el la asfixia los hizo perder todo co-
sordo murmullo de la muchedum- nocimiento.
bre vino á resonar en mis oídos. • Acto continuo, el gran sherif,
Yo temía que la presencia del sa- de pie sobre la escalera, nos ad-
cerdote católico daría lugar á un vierte, dando un golpe en la mis-
torrente de imprecaciones y ame- ma, que es preciso descender. El
nazas en aquel barrio de la ciudad, Padre español se vio obligado á
donde el odio contra los católicos arrancar de los labios de uno de los
había exaltado al populacho hasta ajusticiados el crucifijo que le ser-
el extremo de entregarse á los ex- vía para exhortarle á bien morir.
cesos más execrables. Una vez abajo, el P. José, senta-
•Junto al cadalso había otros do y apoyando la cabeza entre las
dos sacerdotes; los reos se halla- manos, prorrumpió entre sollozos:
ban colocados en sus respectivas «¡Ah! Eran hijos míos, y me los
horcas, y en línea recta frente á han arrebatado». En efecto, él los
nosotros. El rosario, la cruz y el había engendrado para Jesucristo.
escapulario se distinguían perfec- • Después, los magistrados nos
tamente... empero, ni una palabra invitaron á reposar en las habita-
ofensiva se oyó de entre la muche- ciones del gobernador, haciéndo-
dumbre. Apenas nos divisaron, nos las más benévolas preguntas
cuando el grito de «sombrero en sobre los ú l t i m o s momentos de
mano» circula de un punto á otro, aquellos desgraciados, y, dándonos
y al instante se descubren aque- muestras de honrosa estimación,
llas 30.000 cabezas. Por nuestra ordenaron á los jefes de policía
parte, nos ocupábamos en fortale- que nos acompañasen. Empero se-
cer á nuestros penitentes con actos mejante escolta era inútil, porque,
de fe, esperanza y caridad, ha- por doquiera que pasábamos, la
ciéndoles besar el crucifijo é invo- multitud nos acogía con señales
car en alto los dulcísimos nombres del mayor respeto.
de Jesús y María. »E1 periódico Times, al dar cuen-
• Mas he aquí que López, espa- ta de esta quíntuple ejecución, de-
ñol, haciendo un esfuerzo sobre- cía que, después de las doce del
humano, rompe los cordeles que día, al contemplar los cadáveres
le sujetaban las manos. ¿Con qué de los reos, no podía uno menos '
fin ? Para hacer la señal de la cruz de sorprenderse viendo que, á di-
sobre sí mismo. En un abrir y ce- ferencia de lo que ordinariamente
rrar de ojos, su mano levanta el sucede en todos los ahorcados, las
gorro con que el verdugo le cubrió facciones de varios de ellos no
su rostro; hace la señal de la cruz sufrieron alteración alguna. Había
sobre la frente, los labios y el co- cuatro cuya fisonomía se conser-
razón ; y después, con un ademán vaba tranquila y como gozando de
elocuente, golpeándose tres veces un dulce sueño (asif in a gentle
el pecho, dijo á la muchedumbre scelp), mientras que el rostro del
el único término inglés que había quinto estaba completamente des-
79° EL MONTE CARMELO

conocido á causa de las terribles emancipación de los católicos. Su-


convulsiones del suplicio. poned que estos malhechores su-
»E1 mismo diario daba el nom- frieran la pena capital sin la asis-
bre de este último: era el único tencia del sacerdote. ¿Acaso no
que no.hizo profesión de fe católi- hubieran muerto como reprobos?
ca. Respecto de los otros, la Eu- Cuarenta años antes, ningún sacer-
caristía les había en cierta manera dote hubiera podido llegar á la pri-
embalsamado... El divino sacra- sión con el Pan celestial, ni mu-
mento, al propio tiempo que re- cho menos aparecer en el cadalso
servaba estas almas para la vida exhortando á los reos» (i).
eterna, había preservado sus ros-
tros, espejos de sus almas, déla fr. €. S. f.
destrucción. (Se continuará).
•Volvamos la vista cuarenta años
atrás. Imaginaos este mismo su- (i) Discurso pronunciado en Malinas
plicio en Londres a n t e s de la por el P. Hermann.

Jglesia, Seminario y seminaristas de Qui/án.


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SECCIÓN MUSICAL

DOS PALABEAS

EL canto gregoriano es el canto coro, á un sacerdote murmurando las


oñcial de la Iglesia. Toma este notas del Misal, Gradual ó Vesperal
nombre de San Gregorio Magno, ins- como un ebrio, ó bien aullando como
pirado restaurador y también, en gran un salvaje. No hay quien no vea que
parte, creador de este canto. este canto, así ejecutado, no es un
Es el canto gregoriano la más alta ornato del templo, sino oprobio suyo;
y eficaz expresión de la plegaria. La no decoro de la liturgia, sino su pro-
sagrada unción que se desprende del fanación.
sagrado texto da á este canto su for- El respeto que al texto sagrado se
ma más perfecta, los sentimientos debe; la piedad que el sacerdote debe
más profundos de fe, de piedad, de sentir en el corazón y comunicar á los
amor, é inspiradas las palabras, r e - demás; como también las prescripcio-
vestidas de notas musicales, hallan nes de la Iglesia en orden al estudio
más fácilmente entrada en el corazón del canto litúrgico, que ella conserva
humano. Tanto más cuanto que el can- celosamente como un tesoro precioso;
to gregoriano, por su concepción pro- el mérito inconcuso de este tesoro,
fundamente artística y su ropaje mís- aun bajo el punto de vista del arte,
tico-ascético, es el más apto para dar que tiene á su favor el sufragio de los
realce á aquella piedad y expresar siglos y ostenta una primacía histó-
aquellos sentimientos. rica y artística en el campo musical,
Por esta doble consideración, ar- son todas razones suficientes á expli-
tística y ascética, el estudio de este car el inmenso movimiento musical
canto se impone á todo aquel que as- iniciado y desarrollado en estos últi-
pira á la vida sacerdotal, á todo aquel mos tiempos, á favor del estudio y
que toma asiento en el coro. Conti- difusión de dicho canto; movimiento
nuar en esa vergonzosa y criminal in- y progreso que no debieran dejar in-
diferencia respecto de un canto que diferente á ninguno que esté penetra-
tan íntima conexión tiene con los mis- do de la dignidad del propio minis-
terios de la sagrada liturgia, como si terio sacerdotal.
se tratase de una superfluidad, de un. Cantar es para un eclesiástico una
ornato sacerdotal cualquiera, no es ya necesidad; cantar bien, muy decoro-
decoroso ni serio. Si hay algún hecho so y conveniente. Y para cantar bien
que produzca en el ánimo una impre- es condición esencial la preparación
sión profunda de disgusto es segura- el estudio. Ecclesiásticis cánticis dis-
emente el escuchar, en el altar ó en el ciplina vel máxime necessaria est.
e. n.
CONCESIÓN DE INDULGENCIAS Á FAVOR DE LOS QUE AUXILIAN
A LAS MISIONES DE LOS CARMELITAS DESCALZOS

|$L Sumo Pontífice Pío IX, de feliz recordación, en audiencia cele-


"" brada el día 29 de Agosto de 1858, á petición del M. Rdo. Padre
Prepósito general de los Carmelitas Descalzos de la Congregación
de Italia, y hecha relación por el Excmo. Secretario de la Sagrada
Congregación de Propaganda Fide, concedió benignamente cien
días de indulgencias, que pueden lucrar todos y cada uno de los pro-
fesos, novicios y terciarios de cualquier congregación de la misma
orden de Carmelitas Descalzos, todas cuantas veces que en cual-
quier forma hagan alguna obra ó auxilio en favor de las Misiones ó
misioneros de la Orden, ó eleven á Dios alguna plegaria por el au-
mento espiritual de las mismas Misiones, ó con el mismo fin practi-
quen cualquier obra buena.

SUBSCRIPCIÓN Á FAVOR DEL R. P. MARTÍN,


VICARIO GENERAL DE Q U I L Ó N
Pesetas.

Suma anterior 780,30


D. Juan Vicente Dermit, Bilbao 15
Una señora „ 7,50
Otra „ „ 5
Una persona piadosa, Burgo de Osma 12,50
Sra. Doña Juliana Diago 2
„ ,, Leoncia Muñoz 1
Una persona piadosa 1
MM. Carmelitas de Azcoitia 20
D. José Coll y MM. Carmelitas, Palma de Mallorca. 13
Doña Fidela Cecilia, Burgos 5
Unas personas piadosas, Jaén — 10
Doña María de las Nieves Moreno de Lacasa, Madrid 25
„ Amalia Herrando,, Valencia 2
Suma y sigue 899,30
MISIONES CARMELITANAS 793

Pesetas. .

Suma anterior 899,30


Doña Vicenta Ruiz, ídem ... 5
„ Vicenta Tarazona, ídem 5
' „ Eugenia Viñes, ídem Grao 5
„ Rafaela Llober, ídem, id 2
„ Concepción Gómez de Arazo, ídem. 5,60
„ Dolores Gómez, ídem 1,05
Un devoto, í d e m — 5
Doña Carmen Pastor, Liria 3
„ Angela Muedra, ídem. 5
„ Gertrudis Cortina, ídem 5
„ Virtudes Gil, ídem 5
„ Josefa María Escrich, ídem 5
„ Trinidad Sarrión, ídem 2 -
D. Leopoldo Alcayde, ídem 1
Un socio de la Vela nocturna, ídem 50
Doña Micaela Rubio, ídem 50
„ María Jesús Martínez, ídem 30
„ Antonia Montañana, Valencia 30
„ Juana Puigcerver, Mahón 90
R. M. Priora Carmelita Descalza, Lérida 1,65
D. Pablo Calderón, Valencia 90
„ Maximino Navarcorena, Garisoain 30
„ Eugenio Ibáñez de Garayo, Vitoria 1,65
M. C. E., Pamplona 30
R. Irure de A 30
S. E 1,15
R. M. Priora Carmelita Descalza (segunda vez), Guadalajara. 6,90
Doña Josefa Ubani, Pamplona 30
D. José Cardona, Valencia 30
„ José García, ídem 60
„ D. Goñi Eseverri, Pamplona 75
„ Pío Acedo, Vitoria t 30
R. M. T., Tortosa 60
D. Genaro Malo, Vitoria 30
„ A. López y San Julián 30
Doña Manuela Mendía, Irurzun 60
D. José Graujé, Mataró 30
Doña Luisa Herrasti, Zumárraga 2
„ Mercedes Torres, Madrid 1,80
MM. Carmelitas Descalzas, Ciudad Real 5
Un subscriptor, Azcoitia 5
D.Raimundo Palacios, Logroño 1
Doña Teresa García del Valle, ídem 5
D. Julio de la Rosa Flórez, Palencia 0,50
MM. Carmelitas Descalzas, Medina del Campo 10
994,25
JUEVO DEFINIDOR GENERAL.—N. M. R. P. Ángel de San Luis, pri-
?*"3 mer Definidor general de la Orden, ha renunciado á su cargo
por causa de su quebrantada salud, habiendo sido elegido para cu-
brir el lugar que resultaba vacante por tal renuncia, el M. R. P. Pío
de San José, de la provincia de Toscana: tiene este Padre cuarenta y
tres años de edad, y viene al elevado cargo á que ha sido promovido,
precedido de una estima y respeto grande merecidos por su piedad,
saber y celo, por la observancia que ha acreditado durante los años
de su vida religiosa, sobre todo durante seis años que ha ejercido el
oficio de Prior y tres el de Definidor en su provincia. Reciba nuestro
nuevo Prelado nuestra cariñosa y filial felicitación, á la vez que r o -
gamos al Señor le asista con sus luces y gracias en el desempeño de
su elevado oficio.
Los CARMELITAS EN CHILE.—Transcribimos de El Porvenir, perió-
dico de Santiago de Chile:
" Un nuevo templo.—Los RR. P P . Carmelitas que se encuentran
hace cerca de dos años entre nosotros, dedicados con celo y éxito
extraordinarios y laudabilísimos á la predicación y á las Misiones,
han obtenido por donación la primera manzana de terreno que hay
á la entrada de la Avenida de la Independencia, al lado Poniente, y
están tratando de procurar fondos para construir allí una iglesia y
un convento anexo.
„ Hasta ahora sólo cuentan con unos pocos materiales, y a fin de
dar pronto principio á la obra han abierto un bazar en la plazuela del
Carmen de San Rafael (Avenida de la Independencia), el cual será
atendido por varias distinguidas señoritas, entre las que recordamos
á las Srtas. Ossa Cerda.
„Es de esperar que los católicos de Santiago acudan á este bazar,
á fin de que cuanto antes sea una hermosa realidad la fundación d e -
finitiva de una casa central de PP. Carmelitas, sacerdotes incansa-
bles para hacer el bien.
«Sobre todo, la futura iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en
el barrio de Independencia, no hay para qué ponderar los frutos que
produciría entre nuestro pueblo, cuya fe en la protección de la Pa-
trona de nuestro ejército nunca se ha debilitado.
CRÓNICA CARMELITANA 795

"Últimamente han sido designados los RR. P P . Félix y Agustín


para ir á fundar un convento á Valdivia..
"Ya vemos, pues, que los RR. PP. Carmelitas sólo desean termi-
nar cuanto antes su convento máximo y su iglesia matriz de Santia-
go, para en seguida extender los beneficios de su provechoso apos-
tolado á todos los pueblos de la República „.
E L PAPA Y LAS CARMELITAS DE TRéVOUX. — Al ser recibidas por
el Soberano Pontífice, el 6 del pasado, las carmelitas de Trévoux,
qué tuvieron que salir de Francia, y que en la presencia del Papa
lloraban amargamente, Su Santidad les expresó su satisfacción al
ver que venían á refugiarse en Frascati, tan cerca de la Ciudad
Eterna, y añadió:
"No desesperéis de volver á vuestra patria, pues estoy convencido
que regresaréis á Francia: el Papa os lo asegura y os bendice„.
EN HONOR DE LOS BEATOS DIONISIO Y REDENTO.—Las carmelitas
descalzas de Baeza, que no habían podido celebrar aún la Beatifica-
ción de los dos Mártires de la Reforma Teresiana, han dedicado des-
pués de las fiestas de nuestra Madre Santa Teresa un solemne triduo
á la memoria de los dos ilustres hijos del Carmelo recientemente
beatificados, resultando las funciones espléndidas y dignas de la so-
lemnidad, pues el decorado de la iglesia y del altar era magnífico y
de exquisito gusto, la música escogida, y los sermones, pronuncia-
dos por elocuentes oradores, han cantado las glorias y las virtudes
de los Beatos carmelitas, y á la vez los han presentado como mode-
los que deben seguir los hombres de nuestros días para sacar á la
sociedad del abismo á que la indiferencia y falta de virtud la condu-
cen. Que los Beatos Dionisio y Redento oigan los suspiros y oracio-
nes que se les han dirigido, y nos libren de los males que nos ame-
nazan.
LIBROS RECIBIDOS. — Breves nociones de Gramática Castellano-
latina, teórico-práctica, para uso de los alumnos de los seminarios,
institutos y colegios, por J. P. y M.—Primer curso.—Analogía.—Lla-
mamos la atención sobre esta obra, escrita con método claro y su-
mamente práctico, hoy que la lengua oficial de la Iglesia es mirada
con cierto desvío aun por algunos de los que con más especialidad
debían estudiarla. La falta de espacio nos impide hablar en este nú-
mero con más detención de esta obra que juzgamos muy útil. Los
pedidos al administrador D. José Pallicé, Arrabal Bajo de Jesús, 19,
Reus. Un ejemplar, por correo, 20 sellos de 15 céntimos.
Ha fallecido en Murcia la Hermana Ana María de la Santísima
Trinidad, que después de treinta y un años de dolores intensísimos,
sufridos con heroica resignación, ha sido llevada por Dios á la Glo-
ria á recibir el premio de su prolongado martirio.— R. I. P.
jj^uciDEZ DE LEóN X I I I . ^ A pesar de las alarmantes noticias refe-
• * rentes al estado del Papa, que publicaron hace días los periódi-
cos rotativos que se dicen bien informados, Su Santidad conserva
toda la lucidez de su poderosa inteligencia. Sin desatender las múlti-
ples é importantes cuestiones que se relacionan con el Gobierno de
la Iglesia, León XIII se ocupa de todo lo que puede interesarle como
hombre de ciencia, de letras, etc. Cuando se habló, no hace mucho,
de los casos de peste bubónica ocurridos en Ñapóles, hizo que el
Dr. Lapponi le llevase algunos bacilus de la terrible enfermedad,
que estuvo examinando al microscopio. Habiendo lteído hace pocos
días en un periódico el anuncio de la publicación de un libro que le
interesaba, lo mandó comprar inmediatamente para enterarse de su
contenido.
Verdad es que la avanzada edad del Soberano Pontífice constituye
una continua amenaza contra su preciosa existencia; mas es de es-
perar que la Providencia seguirá dispensando al ilustre anciano la
protección extraordinaria que conserva intacta la salud de su cuer-
po y la lucidez de su espíritu.
AUDIENCIAS.—El 22 de Octubre recibió Su Santidad, con los hono-
res de Soberano, al príncipe Ruperto de Baviera, nieto del príncipe
regente. Acompañábale su esposa Adelaida. Después de conversar
con Su Santidad, visitaron al Cardenal Rampolla. El 26 del mismo
mes tuvo lugar una de las audiencias hebdomadarias que el Papa
concede á los extranjeros. Un número considerable de franceses,
americanos y húngaros ocupaba por completo la magnífica Sala Cle-
méntina. A las once y media de la mañana apareció el Romano Pon-
tífice, acompañado por el maestro de ceremonias, Mons. Bisleti, y
por Mons. SandiSamper, camarero participante. Escoltaba á Su San-
tidad un destacamento de la Guardia Noble. Tres cuartos de hora
duró la audiencia, y en tan largo espacio de tiempo no decayó por
un momento la enérgica actitud de León XIII, ni tampoco la varonil
entonación de su voz. El Papa conversó familiarmente con cada uno
CRÓNICA. GENERAL 797

de los peregrinos, y, colocándose luego en medio de la sala, dio á to-


dos su bendición apostólica.
JUBILEO CARDENALICIO.—El Emmo. Parocchi, protector de nuestra
Orden carmelitana, ha celebrado estos días junto á Aspra, en la Sa-
bina, el jubileo de su creación cardenalicia. El Emmo. Lúcido Ma-
ría Parocchi es de los pocos Cardenales que quedan creados por
Pío IX.
E L MONTE CARMELO envía al eminente purpurado su más expre-
siva y cordial felicitación, y eleva á Dios una plegaria para que
conserve aún muchos años su preciosa existencia para bien de la
Iglesia.
Aviso DE LA NUNCIATURA APOSTóLICA.—El limo. Sr. Encargado de
Negocios de la Santa Sede manifiesta que, según comunica la Sa-
grada Congregación de Propaganda Fide en un despacho de 25 de
Septiembre, un sacerdote griego unido, llamado Alejandro Eutiqui-
des, arrogándose el título de Abad general de la Congregación de
Jesús adolescente, va recorriendo varios países de Europa, con el fin
de recoger limosnas, provisto de documentos, á los que no puede
concederse ningún valor. Y por lo tanto, la misma Sagrada Congre-
gación encarga que si el citado Eutiquides se presentase en estas
diócesis con el propósito de hacer alguna cuestación, se le niegue en
absoluto la licencia. Ténganlo, pues, presente los Rdos. Sres. Curas
y encargados de iglesias, dando cuenta á la Secretaría de Cámara
si dicho sacerdote se presentase á ellos.
L A PEREGRINACIóN AL PILAR.—Continúa trabajándose con gran en-
tusiasmo en la organización de la proyectada peregrinación al Pilar.
Las Juntas diocesanas de Tortosa y Tarazona merecen una mención
especial por la actividad que despliegan.
El limo. Sr. Vicario capitular de Zaragoza ha destinado, para cons-
tituir la Junta diocesana de la peregrinación, á los señores que for.
man la Junta de gobierno de la Hermandad del Rosario del Pilar.
En Zaragoza hay tal entusiasmo para la peregrinación, que hay
dispuesto hospedaje para 40.000 peregrinos, ofreciéndose todas las
casas á hospedarlos.
PETICIONES JUSTAS.—La exposición á las Cortes, firmada por los
Prelados de la provincia eclesiástica de Santiago, termina con estas
memorables palabras, reclamando se cumpla lo que la Constitución
reconoce y garantiza á la Iglesia:
"En virtud de lo expuesto, los ya mencionados Prelados de la pro-
vincia eclesiástica de Santiago de Compostela pedimos á las Cortes
que velando por el cumplimiento de las leyes, lo cual es velar por
su propia autoridad y prestigio, amparen el derecho de los católicos
á practicar libremente su culto; garanticen la libertad de enseñanza
consignada en el art. 12 de la Constitución contra las medidas mo-
nopblizadoras de los ministros de Instrucción Pública; declaren obli-
gatoria la de la Religión en los Institutos; prescriban que los profe-
sores de esta asignatura estén legítimamente investidos de misión
canónica para la enseñanza religiosa, y anulen el Real decreto pu-
798 EL MONTE CARMELO

blicado por el ministro de la Gobernación en 18 del pasado Septiem-


bre respecto á las Congregaciones religiosas „.
NOTICIAS POLíTICAS.—Después de un incidente parlamentario en
que el Sr. Urquía se retractó ante el Congreso de las acusaciones de
inmoralidades y chanchullos que desde su periódico La Patria había
lanzado contra el Sr. Moret, se siguió el curso de las sesiones parla-
mentarias en la Cámara popular, ocupándose los primeros oradores
que acaudillan las minorías en hablar mucho, y con más ó menos
elocuencia, de las cuestiones que hoy preocupan á la opinión pú-
blica, pero no obteniendo al fin del Presidente del Consejo más que
la promesa de que ya se tratará de todas esas cuestiones, como si no
las hubieran tratado ya y baboseado demasiado, que fué como decir
á todos los oradores que no habían llegado á la substancia del asunto.
Conviene anotar aparte él corto discurso del Sr. Ministro de la Go-
bernación contestando al diputado republicano D. Melquíades Al-
varez, en el que el Sr. González negó que todas las Congregacio-
nes religiosas estén autorizadas en España por el Concordato, y de-
fendió en su consecuencia su decreto en que establece que dichas
Congregaciones se sometan á la Ley de Asociaciones; especie de
reto lanzado por el Sr. Ministro referido á los Prelados reunidos en
el Senado para protestar contra dicho decreto.
Es digno también de mención el último incidente de este debate
político del Congreso con motivo de haber manifestado el Sr. Sivela
que, á su juicio, los motines populares que lograron al cabo dar al
traste con la pasada situación conservadora fueron organizados por
algunos hombres de segunda fila del partido liberal, contra lo que se
levantó airado á protestar el Alcade de Madrid Sr. Aguilera, que
creyó se aludía en aquellas palabras á su persona y á la del señor
Conde de Romanones.
En el Senado, reunidos gran número de los Prelados que tienen
asiento en la Alta Cámara, obedeciendo, según se dice, una orden
de la Nunciatura, han tratado de la cuestión religiosa y han inter-
pelado al Gobierno sobre los atropellos á los derechos que la Cons-
titución concede á los católicos y el decreto del Ministerio de la Go-
bernación pretendiendo someter á la Ley de Asociaciones á las Co-
munidades religiosas. El debate ha sido iniciado por el Sr. Obispo
de Oviedo, presentando á las Cortes la exposición firmada por los
Obispos de la Provincia eclesiástica de Santiago reclamando de los
Poderes públicos la estricta observancia de los artículos de la Cons-
titución que amparan y protegen el libre ejercicio del culto, protes-
tando del calificativo de indisciplinados que se ha dado á los Obispos
en la otra Cámara y defendiendo á los institutos religiosos católicos.
Esta intervención de los Prelados debe de hacer enmudecer á los
que propalaban que no era la que combatían cuestión religiosa, sino
cuestión clerical, y que no peleaban contra la Iglesia, sino contra
injustas ingerencias de ésta en la política. Pero, al contestarles el
presidente del Consejo y el ministro de la Gobernación, han sostenido
con tenaz protervia la legitimidad de su decreto sobre asociaciones.
EL FRAILE Y EL SOLDADO

Jinete sobre pacífica muía, modes- —¿Adonde vais solo por estos ca-
tamente enjaezada, iba un religioso minos, exponiéndoos á mil peligros?
por el solitario camino que de Toledo —Voy á Segovia; el peligro no me
á Segovia conducía durante la segun- espanta, y allá me dirijo confiado en
da mitad del siglo decimoquinto. la Providencia Divina.
Poblaba el rostro del fraile larga —¿A qué Orden pertenecéis?
barba gris; su frente ancha, escruta- —Mi hábito lo dice; soy francis-
dora su mirada, y demacradas las cano.
mejillas. —Gran Santo fué el fundador de
Marchaba el buen religioso al paso vuestra Orden.
reposado de su cabalgadura, parán- —Después de Jesucristo, el proto-
dose á contemplar de cuando en cuan- tipo de la humildad y el amor.
do el panorama que ante su vista se Cesó la conversación de los vian-
desplegaba, y que más tenía de triste dantes, y largo trecho caminaron el
que de alegre, sin que, al parecer, nin- caballero y el religioso, guardando
gún temor sintiera en el ánimo á pe- profundo silencio; pero como no es
sar de la soledad de aquellos lugares fácil conservar mucho tiempo esa acti-
y de la gente maleante que en tiempos tud de reserva entre dos personas
de revueltas populares abundaban en que viajan juntas, el caballero, que
Castilla, como abunda en iguales cir- soldado parecía por su marcialidad y
cunstancias en todas partes. sus armas, rompió el silencio diciendo:
De repente, en una curva del camino —Perdonadme, Padre, mi indiscre-
apareció ante la presencia del cami- ción; pero, si no lo habéis de llevar á
nante un caballero jinete sobre arro- mal, quisiera haceros una pregunta.
gante corcel, espada al costado, puñal —Hacedla en buen hora.
á la cintura y hacha de armas pen- —¿Qué objeto os hace ir á Segovia?
diente de la silla. Detuvo aquél su —Perdone el noble caballero que le
brioso caballo al divisar al fraile, y, conteste con otra interrogación. ¿Con
cuando ya le vio cerca de sí, saludó- qué objeto queréis conocer el motivo
le quitándose el birrete, adornado de de mi viaje?
pluma, con estas palabras: —Os lo diré. Al salir yo de Segovia,
—Dios os guarde, Padre. hace días,corría porla ciudad el rumor
—A vos os acompañe—contestó el de que la reina Isabel había deter-
religioso. minado elegir para confesor á un fraile
8oo EL MONTE CARMELO

franciscano, del que se cuenta que es que al fin no lo considero como cosa
hombre de férreo carácter, sabio, vitanda.
humilde al mismo tiempo, y al veros —De modo que no pensáis influir
he pensado si... respecto de esta materia en el ánimo
—Y habéis pensado bien, señor... de la Reina, á fin de qué el Rey...
—D.Juan de Pacheco, marqués de —No prosigáis por ese camino. Voy
Villena, para servir á Dios y á vuestra á ser consejero espiritual de S. A.T
paternidad. pero no de las cosas temporales.
—A Dios, sobre todo. —¿Y si llegaseis á ser más que con-
—¿Y vos quién sois? fesor?
—Fray Francisco Jiménez de Cis- —¿Qué queréis decir?
neros, elegido por S. A. para direc- —Si llegaseis al puesto de conse-
tor de su alma. jero de gobierno, ¿qué haríais?
—Os felicito. —Dios sólo lo sabe; yo lo ignoro,
—No me felicitéis; porque, si con- porque no he pensado nunca en esa
fesar á los humildes labriegos es carga circunstancia, que me parece casi tan •
difícil, oir en confesión á príncipes difícil como la realización del proyec-
poderosos debe ser empleo de inmen- to que se atribuyó á vuestro ilustre
sa responsabilidad ante Dios y la his- tío de hacerse inmortal en el fondo de
toria. una redoma, como si el hombre fuese
—La Reina es buena. una guinda puesta en alcohol.
—Así lo dicen cuantos la conocen. —Epigramático sois, Padre.
—Si fuera el Rey... ya sería otra —No tanto como vos cuando erais
cosa. partidario de Doñajuanala Beltraneja.
—¡Hola, hola! Por lo visto no sois Pero oid bien ahora lo que os voy &
partidario del rey Fernando. decir. Si yo llegara á ejercer influen-
—Es que el Rey tiene más cariño á cia en los negocios temporales del rei-
Aragón que á Castilla. no, procuraría su unión á toda costa;
—¡Bah! Como vos tendréis proba- pero sin pretender sacrificar los afec-
blemente más afecto á Castilla que á tos y legítimas tendencias, demostra-
Aragón. No es fácil borrar el amor dos en forma pacifica, que cada uno
nacido en la cuna; por eso, cada uno tuviera en favor del lugar donde hu-
ama, ante todo y sobre todas las cosas biera nacido.
de la tierra, aquella en que vio la luz —Quedad con Dios, buen Padre, y
primera. cuidad de vuestra penitente.
Mirad, yo soy un pobre religioso — Id con El, señor marqués de Vi-
que hizo renuncia á todos los afectos llena, y tened cuidado con vuestras
del mundo al ingresar en la Orden á conjuras y veleidades.
que pertenezco; pero una cosa es Picó el jinete á su caballo, salió eJ
renunciar al disfrute de honestos pla- bruto á escape, dejando atrás una
ceres y otra el sentimiento que hacia nube de polvo que envolvió al pobre
ellos nos arrastra; y aquí, donde me fraile, el cual, al paso de su pacífica
veis, sin aspirar á otra cosa que al muía, siguió su viaje rezando á ratos,
exacto cumplimiento de mis deberes, contemplando el paisaje desarrollado
recuerdo con íntima satisfacción al- ante sus ojos.
gunas veces mi pobre casa, mi hu- No habían pasado muchos años,
milde aldea y los pobrecitos compa- cuando el marqués de Villena y otros
ñeros de mi infancia. ¡Qué queréis! nobles levantiscos de aquella época
El hombre es así, y será tarea inútil tuvieron que humillar sus armas ante
pretender modificarlo en ese sentido, el sayal del fraile franciscano.

S. J/torales.
«T e*m:>Ji:
S.W1
•, s • /

II Año II. 1.° de Diciembre de 1901. Húm. 35.

ͧY//. s
LA BULA "INEFFABILIS,,

|NO de los hechos más gigantescos del


~^é siglo xix es la atrevida empresa, fe-
lizmente llevada á cabo por el abate Sire,
director del gran Seminario de San" Ful-
gencio de París, de traducir á todas las
lenguas vivas ó cultas la Bula de la defi-
nición dogmática de la Concepción Inma-
*:
culada de la Virgen María.
Al recordar este hecho, parece que so-
mos tentados de sustituir el nombre de
María al de Jesús en aquellas palabras de
la carta de San Pablo á los filipenses: Et
omnis lingua confiteatur guia Dominas
Jesús Christus in gloria est Dei Patris,
para leer, confiese todo idioma que María
,** está en la gloria de Dios Padre, ó, lo que
es lo mismo, que la santidad, que es la glo-
802 EL MONTE CARMELO

ria y el excelso honor de Dios Padre, ha compenetrado á


María desde el primer instante de su concepción para hacer
de ella, en frase inspirada del Angélico, una imagen infini-
ta de la infinita bondad de Dios. Porque ¿quién podrá pen-
sar otra cosa al ver la definición dogmática publicada en
300 idiomas y editada con todo el lujo del progreso moder-
no, y cuyos adornos y ornatos ofrecen los modelos de to-
das las artes, de todos los diferentes gustos de cada país y
de todas las riquezas, puesto que en su encuademación se
han empleado el oro, la plata, las piedras preciosas, los es-
maltes, los mosaicos, las manufacturas y las obras maes-
tras de caligrafía?
Ochenta gruesos tomos, colocados en ricas y magníficas
cajas de las Indias, de la China y del Japón, cuenta esta
obra verdaderamente monumental, que ha merecido, y con
razón, el honroso dictado de Recuerdo lingüístico monu-
mental.
El 29 de Junio de 1867 fue presentado tan lujoso, artísti-
co y soberbio trabajo al Pontífice de la Inmaculada, al in-
olvidable Pío IX, que, agradado, dirigió un autógrafo para
felicitar y agradecer al autor de tan atrevida empresa.
Los sabios de todo el mundo han reconocido en este tra-
bajo una espléndida manifestación del entusiasmo religioso
de todos los pueblos, y los tratadistas bíblicos leen en él,
como no pueden menos, una confirmación del Beatam me
dicent omnes generationes. Y me predicarán feliz, dicho-
sa y bienaventurada todas las generaciones.
pr. Salvador de ¡a )ñ. de J)ios.
i J
^ " T i í ! r i » ¥ > # ' » T » ' t f f ^ * T * ' • r í T « / T N » " T ^ ^ ^ ^ ^ • • J V « " j » • • y » » ^ p » i ^ p « » / p » « / J v » « ^ » ^ ^ ^ ^ ^ ^ r ^ ^ ^ ^ ^ ^ T ^ ^ ^ r ^ ^ ^ '

LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN

Tu honorificentia populi nostrl


(Juiith, xv, ie.)

Soñad, poetas. La encantada esfera


Cruzad de la inefable poesía,
Y fingid la beldad más hechicera
Que se puede forjar la fantasía.
Juntad en una sola criatura
Las bellezas de todas las del suelo:
Presentid la armonía y hermosura
Que allá en su inmensidad esconde el Cielo.
Sondad, en imposible desvarío,
Del infinito el piélago profundo,
Y abarcad cuanto abarca el poderío
Del increado Creador del mundo.
Y entonces, derrochando cuantos dones
Pueden brotar del sempiterno numen,
Formad con las más altas perfecciones
Y las más puras gracias un resumen.
Una belleza cuya sombra sea
La luz que esparce la rosada aurora:
Una belleza donde fiel se vea
De todo un Dios la fuerza creadora.
Una mujer que sea el espejismo
De la misma belleza y poesía:
El plácido embeleso de Dios mismo...
¡La Concepción sublime de María!
No halla palabras mi terreno labio;
Perdóname ¡oh María! mi rudeza:
Mi alabanza mayor es un agravio:
¡ Es casi blasfemar de tu pureza!
¡Oh, mística azucena nacarada,
Del Verbo para ser Alcázar regio,
De la mancha primera preservada
Por único exclusivo privilegio!
¡Oh Virgen, entre todas la más pura,
Raquel perfecta que el querube admira,
Nimbo sagrado de eternal dulzura,
Límpido espejo donde Dios se mira!
804 EL MONTE CARMELO

¿Quien te podrá alabar? No hay expresiones


Que reflejen lo bello de tu esencia,
Portento de supremas perfecciones,
Alarde de la Suma Omnipotencia.
Toda imagen es pálida y sombría;
Es tiniebla del sol la luz dorada:
Ni es aroma el aroma que Horeb cría,
Ni hay belleza contigo comparada.
En mis sueños ardientes de poeta
Me pierdo en la región de lo infinito,
Sin poder modular frase completa
Al querer ensalzar tu ser bendito.
Ni el genio del Arcángel vislumbrara,
Por el eterno resplandor cegado,
Que tu esencia es la esencia que separa
La increada hermosura y lo creado.
¿Qué podré yo decir, honra del suelo,
Maravilla sin par que á Dios recreas,
Si el paraninfo que enviara el Cielo
Supo apenas clamar: ¡Bendita seas!?
Enmudezca mi tosca poesía,
Y supla al barro de mi lengua impura
El afán que arrebata al alma mía
La excelencia al cantar de tu hermosura.
• ¡ Salve! ¡ Salve... futura portadora
De la vida y salud del terreo mundo!
¡ De la insondable creación Señora!
¡Gloriosa triunfadora del profundo!
¡Salve, María!, en armonioso canto
Repitan los espíritus del Cielo.
¡Salve, de Dios el singular encanto,
De la prole de Adán gloria y consuelo!
¡Salve, María!, por doquier resuene;
Y, en medio del concierto prodigioso
Que los espacios infinitos llene,
Escúchese este acento poderoso:
Ese portento de belleza extraña,
La Concepción sublime de María...
¡Es la excelsa Patrón a de mi España!
¡Es la Madre de Dios... y Madre mía!

jfntonio de la Cuesta y Sáinz.


Xa purísima Concepción.
(Cuadro de Ribera.)
EL ESCAPULARIO

(Continuación.)

^ L hablar de la participación de méritos,


que es uno de los privilegios del santo
Escapulario, es conveniente exponer y de-
clarar antes algunas nociones de Teología
católica para conocer el fundamento sólido
sobre que se apoyan las Órdenes religiosas
al hacer participantes á sus asociados de to-
das las obras buenas que practican.
Enseñan los teólogos que el justo puede
impetrar gracias para otros y satisfacer con sus obras por el reato
de las culpas de alguna ó algunas personas, ofreciéndoles su va-
lor satisfactorio, apoyados en el dogma que enseña la Iglesia de
la comunión de los Santos. Santo Tomás explica esta doctrina
de la manera siguiente: Así como en el cuerpo natural la acción
de un miembro redunda en beneficio de todo el cuerpo, de la mis-
ma manera sucede en el cuerpo espiritual, que es la Iglesia, por-
que todos los fieles forman un cuerpo, y el bien de uno se comu-
nica á otro.
Esta comunicación espiritual puede ser, según Santo Tomás,
de tres maneras: "especial, singular y general. Especial es cuando
uno ó varios aplican sus obras buenas á los que son familiares ó
bienhechores; singular cuando se aplican á alguna persona deter-
minada, y general cuando se aplican las obras buenas al bien de
la Iglesia en general.
EL ESCAPULARIO 807

Dos cosas son necesarias para que uno pueda satisfacer por
otro: primero, que las obras buenas que hace sean penosas, es
decir, que se ejecuten con algún trabajo ó fatiga del cuerpo,
como, por ejemplo, la abstinencia, el ayuno, la disciplina, las vi-
gilias, la oración vocal ó mental; y segundo: que se haga espe-
cial mención ó aplicación particular á determinada ó determina-
das personas.
Esta doctrina, netamente católica, es el fundamento ó base en
que se apoyan las Órdenes religiosas al establecer la comunica-
ción de obras á los que se asocian á ellas.
Wiclef y sus sectarios negaron é impugnaron este derecho de
las Órdenes religiosas; pero contra estos herejes se levantaron
innumerables doctores, así del clero secular como del regular,
entre éstos los doctores carmelitas Ricardo Lavingamo, de la
Universidad de Oxford, en 1380; Alano de Lima, de la Universi-
dad de Cantabrigia, en 1417; Juan Beston, en 1423, que fué en-
viado por el clero de Inglaterra para representar esta nación en
«1 Concilio Constanciense; Juan Bérgamo y otros, que con su elo/-
cuente palabra y sus escritos refutaron á los sectarios herejes;
pero de una manera especial aplastó la cabeza de aquella herejía
Tomás Valdense, llamado por el Papa Martino V Espada de la
Iglesia. Este ilustre doctor carmelita defiende que no es cosa
nueva esta comunicación especial ó singular, sino muy antigua
•en la Iglesia, puesto que Pablo, Juan, Timoteo, Silvano y otros
ofrecieron ya sus méritos y obras buenas á algunos cristianos más
amigos ó más bienhechores de la naciente Iglesia.
Que la Orden carmelitana, como las demás Órdenes religiosas,
pueda conceder esta comunicación, consta de las bulas y rescrip-
tos pontificios y de las constituciones propias. Esta comunicación
se hace de dos maneras: una mediante las letras ó patentes de
filiación ó adopción, y otra por la simple recepción del santo Es-
capulario.
El Papa Clemente VII, en.su bulá; que comienza Ex Clerrienti
Sedis Apostólica, del año 1530, da facultad á los Superiores de
nuestra Orden para que puedan conceder participación de todos
los bienes, gracias y privilegios apostólicqs, no sólo á los cofrades
que reciben el santo Escapulario, sino también á los seglares que
quisieren gozar de los beneficios de los cofrades; y esta bula la
confirmó después Gregorio XIII, en 1577, por otra que comienza:
Ut laudes Gloriosissimce Virginis. Y en el transcurso de muchos
siglos, y ya desde su fundación, han venido concediendo los Su-
808 EL MONTE CARMELO

periores de las Órdenes religiosas patentes de filiación á los bien-


hechores más insignes para que gozaran de las gracias y obras
de la Orden, como justa recompensa por los favores que les pres-
taran.
Pero como nuestro intento es hablar de los privilegios que lleva
el santo Escapulario, nos ocuparemos de la comunicación de bie-
nes espirituales que en su recepción consiguen los cofrades.
i Para gozar de esta comunicación no se necesita diploma espe-
cial. Desde el momento que se recibe el Escapulario con las debi-
das formalidades, es decir, por persona autorizada para ello, y se
inscribe el nombre en el libro de la Cofradía, es ya un miembro
de la Orden, entra á formar parte de la familia carmelitana, y,
formando con los demás carmelitas un cuerpo espiritual, recibe
el beneficio de cada uno de los miembros. Por eso, cuando el re-
ligioso ó sacerdote le impone el santo Escapulario, le dice, con
la autoridad que de los superiores le ha sido confiada: Te admita
á la participación de todos los bienes espirituales de la Orden. Es-
tos bienes espirituales son las oraciones, súplicas, vigilias, misas,
penitencias, sufragios, ayunos, oficio divino y cuantas acciones
santas se obran en la obscuridad y silencio del claustro ó en el
hogar de las familias cristianas por los fervorosos religiosos y san-
tas religiosas, así de la Orden de los Calzados como de los Des-
calzos, desde la fundación de la Orden, y por los Terceros y Co-
frades del santo Escapulario esparcidos por todo el mundo.
Y ¿qué tesoro tan grande de bienes espirituales no poseerá esta
Orden, que lleva tantos siglos de existencia trabajando por la
gloria de Dios y honor de su Madre la Virgen Santísima?
Examinemos las filas de este innumerable ejército, y veremos
en su primera época el glorioso coro de casi todos los Profetas
de Israel ungidos del Señor, y los únicos encargados de dirigir
al pueblo que esperaba al Redentor, que, escondidos en los agu-
jeros de las peñas de aquel Monte santo que la Virgen Madre se-
ñaló á Elias para la fundación de su Orden, llevan una vida de
abstracción y sacrificio, compitiendo en fervor con los mismos
ángeles, y viviendo más en el Cielo que en la Tierra.
Más tarde, y en el principio de su segunda época, se nos pre-
senta una aguerrida falange de apóstoles que, con los elegidos
del Señor, se esparcen por todas las partes del mundo para predi-
car él Evangelio, hasta sellarlo con su propia sangre. El Carmelo
y el Jordán, la Tebaida y Egipto reviven más tarde como un cam-
po en la primavera, cuando los hijos de la Orden profética llenan
EL ESCAPULARIO 809

sus desiertos para levantar sus manos puras y sus corazones ino-
centes al Cielo, como hermosas flores que se abren para agrade-
cer con el perfume de sus aromas al astro que las vivifica. Atién-
dese también á los innumerables prelados de esta Orden, que,
además de estar atareados con la prática de todas las virtudes re-
ligiosas y con los rigores y austeridades del claustro, cual muro
por la casa de Dios, é investidos del celo y virtud de su santo
Patriarca Elias, no han perdonado jamás el arrostrar miles dé
trabajos y peligros para llevar á Cristo Príncipe Pastor los re-
baños que les estaban confiados. Obsérvese con igual atención
á millares de obreros infatigables, siempre y siempre en apre-
miante alarma contra las embestidas del enemigo común, en ra-
zón del fuego que les devoraba por la salvación de las almas;
éstos en sus predicaciones apostólicas, aquéllos leyendo la doc-
trina pura en las cátedras, unos escribiendo en el retiro de sus
celdas libros llenos de erudición, otros meditando en la ley santa
de Dios de día y de noche, llorando los pecados ajenos, desean-
d o , cual otro Pablo, ser anatema por sus hermanos, y solicitan-
do de la divina misericordia el perdón de los pecadores. Obsér-
vese todo esto, y se verá el inmenso tesoro de méritos que posee
el Carmelo, del cual participan todos sus asociados.
Después de estos obreros infatigables podemos colocar otro be-
llísimo ramillete de lindas flores de todos los matices, como son
las innumerables heroínas que también en sus soledades y clau-
suras ha producido este Monte; esta religión que se interpreta fer-
tilidad, cuya muchedumbre incontable ostenta en sus anales el
Carmelo, así el antiguo como el mbderno, tanto el de la observan-
cia regular como el de la gran Teresa de Jesús. ¿Qué no merecen
esas vírgenes santas que, deshaciéndose con un valor heroico de
los amorosos brazos de sus padres, y dando el último beso á su
cariñosa madre, con un adiós á sus hermanos y amigas, salen de
su casa para esconderse en un claustro y allí, sujetas volunta-
riamente á la austeridad y penitencia, llevando una vida del Cie-
lo , ofrecen en sacrificio su cuerpo para que se consuma en las
purísimas llamas del fuego de la caridad? ¡Qué bendiciones y mi-
sericordias , gran Dios, no os provoca á conceder sobre la Her-
mandad del santo Escapulario y cada uno de sus asociados la
santidad y perfección de tantos coros de esposas vuestras! ¿Qué
tesoro tan grande, qué inmenso cúmulo de bienes espirituales no
poseerá esta Orden antiquísima que ha producido Santos tan
grandes como Elias y Elíseo, Cirilos y Albertos, Angelos y To-
810 EL MONTE CARMELO

mases, Juan de la Cruz, Teresa de Jesús y Magdalena de Pazzis,


con otra infinidad que, en sentir de un gravísimo autor, es com-
parable solamente con las estrellas del Cielo?
Y si á este tesoro se añaden los méritos casi infinitos de la Ma-
dre de Dios, que son también de la Orden, por ser ella funda-
dora, Madre y Hermana nuestra, ¿qué tal no aumentará el in-
menso caudal de gracias y bienes espirituales que posee esta re-
ligión? Y ¿para quién son tantas riquezas y tantos méritos sino
para los terceros y cofrades del santo Escapulario del Carmen,
hijos especiales de María y miembros accesorios de la Orden, de
la cual, como de la cabeza, bajan y se extienden todas sus gra-
cias como por las partes del cuerpo?
He aquí un privilegio tan grande como provechoso en el cual
no se fijan muchos cofrades, y por eso no lo aprecian como se
merece. Él es una mina riquísima que enriquece nuestra alma
de bienes para la eternidad; él nos comunica los méritos y gra-
cias que nosotros no podríamos conseguir sin grandes sacrifi-
cios, imposible al estado de muchas personas; él satisface á la
justicia divina por las culpas que debían sujetarnos, acaso mu-
chísimo tiempo, en la terrible prisión del Purgatorio; él es el que
pone en nuestras manos el tesoro con el cual hemos de comprar
la corona de una inmortalidad feliz.
fr. plácido J/laria del p.
(Concluirá.)
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ
ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

' Í N el cap. vni trata Fr. Jerónimo de que pertenece á la en-


tereza del historiador la libertad de la defensa en materias
graves.
¿Es lícito en la Historia mezclar controversias y usar de apolo-
gías , y por esta causa de brío y de libertad en el modo y estilo de
escribirlas? Comenzando por la primera parte de esta duda, dice
Fr. Jerónimo, «que hay muchas controversias de poca ó ninguna
importancia, que no sirven en los libros sino de cansar al lecctory
desabrir á muchos, perdiendo por ambas partes su estima lo muy
bueno que en lo demás se escribe,y no poco crédito el autor. Éstas
deben huirse y evitarse, aun cuando parece que se pudieran tolerar.
Pero hay otras tan importantes, ó para la inteligencia y calificación
de lo que se escribe, ó para defensa de las cosas que se tratan, que
de ninguna manera se pueden omitir sin agravio manifiesto de la
verdad y de los que á la luz de ella miran su honor ó su interés. Y
comoquiera que esto sea común á todo linaje de escritura, en que
se pueden admitir ó evitar estas controversias, es muy particular de
la Historia, á cuyo escritor pertenece una modesta libertad y en-
tereza para defender ó impugnar lo que conviene» (i).
En las causas comunes, es decir, en lo que se refiere al bien de
la Iglesia y del Estado, 6 de una colectividad cualquiera, es nece-
sario volver siempre, sin miedo ni cobardía, por los fueros de la
verdad. «Corren los escritos, y mayormente los de las Historias,
por todas las edades y naciones del mundo... ganando tanto crédito
su relación, que á pocos años de antigüedad adoramos por orácula

(0 §i.
8l2 EL MONTE CARMELO

lo que hallamos escrito sin contradicción de aquel tiempo, aunque


sea la mayor patraña del mundo; tanto puede la tradición, ó escri-
tura no contradicha. Por donde, publicándose escritos contra el ho-
nor y dignidad de una religión (alude á las Ordenes religiosas), de
una Nación,.de una República, justísima y necesarísima obligación
es responder á los contrarios y deshacer sus argumentos y calum-
nias con eficaces pruebas, de relaciones y testimonios verdaderos, so
pena de quedar la tal Comunidad ó República despojada en cuatro
días de sus honores, lustre y reputación en el mundo, y juntamente
del fruto que á ella y á toda la Iglesia puede seguirse de conservarse
en su antigua y propia dignidad» (i).
En las causas no comunes á muchos, sino especiales de algún
particular, dice el autor: «Éstas, ó son ajenas, ó son propias del
mismo escritor. En ambas siempre se debe atender al daño ó prove-
cho universal que de allí puede seguirse, y en esta consideración se
ha de juzgar de las particulares lo que de las comunes; esto es, que
no sólo será lícito, sino obligatorio y forzoso, el defenderse, porque
entonces el responder uno por sí es desagraviar á los demás, cuyo
provecho, honor y reputación pende singularmente de la suya. Por
esta causa el príncipe, el magistrado, el prelado, el padre de fami-
lias, el doctor, escritor y predicador, y cualquiera que tiene oficio
de gobernar ó enseñar, pueden y deben salir á su defensa. Pero
cuando fuese la causa tan propia del escritor que no peligre en ella
la de otro alguno, podrá omitir el defenderse, dejando á Dios su
defensa y su venganza. También podrá omitirla cuando, al contra-
rio, no mereciese respuesta, para no honrarle con ella, ó cuando no
hubiese de aprovechar por la mala disposición de quien la ha de re-
¿ibir, causas ambas.del silencio de Cristo en su Pasión. Dificultoso
punto es de averiguar cuándo sea lícito, cuándo forzoso el respon-
der por sí. Obra es de grande humildad no excusarse cargado; de
gran paciencia no-vérlgarse injuriado; de grande perfección el sa-
tisfacer al contrario con templanza. Más fácil cosa es el callar que
el responder sin exceder en causa propia. Por esto sería más seguro
y Sano consejo dejar á Dios la venganza, ó encomendar á otro la
respuesta, para conservar la caridad y paz del corazón» (2).
"En cuanto al brío y energía en el modo y estilo de responder y
controvertir, es un punto éste que origina hartas veces dudas y di-
ficultades. «Nadie ignora—dice Fr. Jerónimo—la obligación que el

(1) §2.
(2) §3-
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 8lJ

escritor cristiano y cuerdo tiene de contenerse en los límites de la


modestia en tales ocasiones, pues así la vida y doctrina de Cristo,
Señor y ejemplo nuestro, como el dictamen de la razón, enseñan á
templar el estilo y suavizar el modo de hablar en las respuestas.
Pero tampoco hay duda que tal vez es necesario responder con brío
y aun con acedía, para defensa de la verdad y mayor gloria de Dios.
Cuando se deba usar del uno ó el otro modo, se deja á la pruden-
cia y á la ocurrencia de los casos. Diría yo que, cuando no se pre-
tende más que aclarar la verdad para enseñar al ignorante y redu-
cir al errado, basta y aun aprovecha más la suavidad en el modo y
estilo; pero cuando, demás de esto, se pretende castigar al insolente
y atemorizar al atrevido que la impugna y la niega con pertinacia,
se puede y debe usar de brío y acedía en las palabras, fulminando
en cada una de ellas un rayo, para que así, á costa suya, se resti-
tuya á las cosas la verdad, cuando no se puede redimir de otra ma-
nera» (i).
Esclarece el autor de mano maestra esta doctrina, probando que
la ira justa no se opone á la paciencia, ni á la caridad y humildad,
y que en las disputas se necesita gran brío y ardor del corazón, si
bien este brío ha de vivificar el discurso y no el afecto, que ha de
andar muy concertado, cuidando siempre el que disputa de cum-
plir religiosamente las leyes de la modestia y templanza. ¡ Qué ca-
pítulo es éste, sobre todo la última parte de él, tan lleno de subs-
tancia y miga, y rico en observaciones dignas de perenne recuerdo
y estima!
JoséJgm. Valentí.
(Continuará.)

(i) §4-
•Aj»ij»ij»sj^¿jfAj»Ajféj^Yj|| ?*Yíi¿YívSYí*íYí*SYíii5Y3*y}*Yí«»Yíi

WBjmswMffiMKMmm,

EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES

IX

JUESTROS lectores nos permitirán que [á lo anteriormente escrito


añadamos algunas ideas más sobre el Canto gregoriano ó Canto
llano, descendiendo á algunas particularidades, que quizás parezcan
nimiedades más bien que verdaderas nociones sobre el divino Arte;
pero que creemos no serán del disgusto de aquellos que nos honran con
su lectura.
El Canto llano de Solesmes, he aquí el objeto de este artículo. Mucho
se ha escrito y aun mucho más se ha hablado sobre las condiciones de
piedad, religiosidad y de gravedad monacal de que puede estar revesti-
do el Canto llano reformado por los Rdos. Padres Benedictinos de So-
lesmes, ó sea el Canto gregoriano reducido á su primitiva pureza por
los mencionados religiosos. Cada día va, no obstante, adquiriendo me-
recida fama y justo renombre, por cuyo motivo no es extraño sean mu-
chas las catedrales é iglesias conventuales donde con más ó menos per-
fección resuena el Canto solesmense.
Preguntamos ahora. El Canto llano de Solesmes ¿podrá ser llamado
el Canto llano del porvenir? ¿Ha llenado el vacío que alguna vez se ha-
cía sentir en este terreno ? ¿ Ha llegado á la cumbre de su perfección ?
Estas cuestiones debieran ser resueltas por plumas más doctas y auto-
rizadas que la nuestra; pero, con competencia ó sin ella para este
asunto, queremos dar nuestro parecer franco é imparcial. Que los Pa-
dres de Solesmes hayan llevado el Canto llano hasta la cumbre de su
perfección, que éste haya tocado los límites de lo sublime, de lo religio-
so y grave en materia de música religiosa, es cosa que no se puede afir-
mar; el afirmarla sería la manifestación de un absurdo con todos los
visos de una pura adulación. Todo lo humano está sujeto á perfectibili-
dad , y siempre será cierto que es un error el afirmar que se ha llegado
hasta tal punto que no se pueda pasar más adelante. El Canto llano se
puede perfeccionar todavía más, mucho más, y conviene que se conti-
núe perfeccionando.
EL CATOLICISMO EN LAS BELLAS ARTES 815

Esta razón de la perfectibilidad de las cosas humanas, que es aplica-


ble á todas las artes y ciencias, tiene fundamento especial en la música
religiosa ó en el Canto llano. En la salmodia, en la mayor parte de las
antífonas y cantos de la Iglesia, estamos cantando palabras inspiradas
y dictadas, ó al menos conceptos inspirados por el Espíritu Santo. ¿Qué
música será bastante perfecta que pueda corresponder á los sublimes
conceptos del Espíritu de Dios ? Si la música ha de corresponder á la
letra, y el concepto de la música y el concepto de la letra han de for-
mar un solo concepto, como debe ser, claro está que una letra inspira-
da por el Espíritu Santo necesita una música inspirada también por
el mismo Espíritu divino. Si un profeta nos ha escrito los Salmos es-
cuchados ante el trono del Omnipotente, necesario es que aparezca otro
profeta que nos los cante con una música escuchada también ante el
trono de la Omnipotencia. Entonces el Canto llano será perfecto, pero
no será Canto llano de Solesmes, sino Canto llano del Cielo.
Pero no es necesario elevar tanto el vuelo. Recojamos un poco nues-
tras alas, y descendamos á la tierra, donde tenemos que morar por ahora,
y vamos á fijarnos tan sólo en la perfección que el hombre puede dar á
sus obras. Bajo este punto de vista encontramos en el Canto de' Soles-
mes mucho, muchísimo que nos gusta, y poco, muy poco que no nos
gusta. El Canto llano solesmense se funda sobre bases muy sólidas, y
todo Canto llano que se escriba ha de atenerse al mismo sistema y ha
de caminar por el mismo camino. Prescindimos por ahora si es genuino
y auténtico Canto gregoriano, y solamente nos fijamos en su naturale-
za y en sus efectos.
Convencidos los Padres de Solesmes de que la letra ha de ser la se-
ñora y la nota la sirvienta, han dado á la nota el privilegio de represen-
tar la misma idea que las palabras, ó el sentido de éstas sensibilizado
por la música y adornado por los sonidos, resultando de aquí que un
mismo concepto manifestado por dos signos concordes aparece mucho
más bello y celestial que si tan sólo se manifestara por las palabras ó
por medio de una música que no expresara el mismo sentido que aqué-
llas, como tantas veces sucede.
De aquí procede que en el Canto llano solesmense tan pronto asoma
el entusiasmo que anima, tan pronto la tristeza que llora, como la ale-
gría que produce inefables consuelos y eleva las almas á regiones celes-
tiales en alas de una esperanza que vislumbra desde lejos su porvenir.
Se puede, no obstante, asegurar que todo esto no tiene otra causa que
la oportunidad de una adaptación perfecta entre el concepto musical y
el concepto literal. Del mismo modo y con la misma facilidad podría
suceder que una frase musical quizás muy agradable al oído, pero adap-
tada á otra frase literal que no le corresponde y que expresara diversos
sentimientos, daría por resultado una discordancia tal, que se asemeja-
ría bajo muchos puntos de vista á un matrimonio mal avenido en que
cada una de las partes tiene ideas propias pero discordantes de la otra
8l6 EL MONTE CARMELO

parte, y ambas á una, caminando por diversos senderos, persiguen di-


versas finalidades sin unión de ninguna clase.
En este punto han dado un gran paso hacia adelante los religiosos de
Solesmes. Las frases musicales son de un lleno admirable que comuni-
ca á las palabras un sentimiento nuevo que hace transportar el alma, y
ó bien se entusiasma en inefables torrentes de alegría, ó bien se anona-
da ante las grandezas divinas, ó bien le obliga á prorrumpir en excla-
maciones de júbilo á la vista de los gozos de la gloria que vislumbra en
lontananza. Estos efectos produce el Canto llano de Solesmes, á propor-
ción que se aplica á unas palabras que también expresan esos mismos
sentimientos. Pero hágase lo contrario, es decir, apliqúese una sublime
frase, si se quiere , del canto llano á una letra que no está en consonan-
cia, y veremos resultar infaliblemente una pieza lánguida é insípida. No
ha de ser el mismo estilo el canto que se emplee en el Gloria in excelsis
que en el Miserere, pues en el primero ha de ser entusiasta y brillante,
y en el segundo humilde y doloroso.
En este punto es magnífico el Canto solesmense. Para ello basta
fijarse en nuestra Salve Regina de los Sábados, arreglada por los Pa-
dres de Solesmes. Parece que el cantante se encuentra pensando tier-
namente en su madre, con las lágrimas en los ojos y afligido el corazón,
y desde lejanas tierras la dirige un saludo doloroso, después una plega-
ria, después vuelve los ojos hacia la tierra donde está la madre y la
manifiesta en amargo llanto la dolorosa situación del destierro en que
se encuentra, y la pide con ternura de hijo que se apiade de él;-Al
cantar aquellas palabras Ad te clamamus, se encuentran tan semejan-
tes las palabras con las notas, que apenas es posible cantarlas de otro
modo.
Las antífonas de Solesmes son también admirables por su sentimien-
to religioso y por la piedad tierna que expresan y por el acierto con que
están compuestas. Los de Maitines y Laudes de Navidad son verdade-
ros rasgos de admiración arrancados á una alma ferviente que se en-
cuentra en el colmo de su alegría. De los himnos tenemos que decir
otro tanto. El de los Dolores de la Virgen, en particular, es un rasgo
de inspiración divina y de unción religiosa. Parece que transporta al
alma á la misma escena del Calvario y la hace experimentar la acerba
pena de la Reina del dolor.
Poco vale nuestro voto, pero le damos sinceramente de elogio y ala-
banza á favor del Canto solesmense, como muy majestuoso y profun-
damente religioso, por lo cual los Padres Benedictinos de Solesmes me-
recen la norabuena de los aficionados al Canto llano.
fr. Samuel de Santa Teresa.
(Continuará.)
**$%&**.•'

BfctV -¿¿¿fP - ^ « v 'rixtf v,VtV w¿ K~^ ^n^

EL R HERMANN

XV

(Continuación.)

julios Padres ansiaban poseer en gracias, tendrán un hermoso pa-


Y® propiedad el edificio que ocu- trimonio; mas este diario me ha
paban; mas el propietario no es- predispuesto de tal manera en su
taba dispuesto á venderle, y hasta favor, que desde el momento voy
entonces fueron inútiles todas las á practicar las diligencias para
diligencias. Empero una circuns- arreglar el asunto. ¡Quién sabe!
tancia especial hizo cambiar de ¡ Tal vez más tarde cambie de pa-
parecer al dueño de la casa. El Ti- recer !»
mes, de Londres, reprodujo un ar- El P. Agustín, como es de su-
tículo publicado por la Independen- poner, no esperó á que le instara
cia Belga, periódico sectario que de nuevo; en el acto fué extendida
ponía como digan dueñas al Pa- la escritura de venta, y los religio-
dre Hermann, por su discurso leí- sos desde entonces fueron dueños
do en Malinas. El propietario de de la casa y del jardín, en el que
la casa, al leer en El Times los ata- se edificó una sólida y bonita igle-
ques tan injustificados contra el sia.
Padre, dijo para sus adentros: «Un El P . Agustín sentía la nostal-
hombre tratado de tal modo debe gia de la vida retirada. Todos sus
tener algún valor en sí», y acto deseos eran de verse libre de toda
continuo envió un recado al Pa- carga para encerrarse en la sole-
dre Hermann de que deseaba ver- dad del desierto. He aquí en qué
le. Como no tenía más que cruzar términos participaba sus cumpli-
la calle, pronto se halló el Padre dos desde Berlín, donde se halla-
ante la presencia del anciano pro- ba predicando, al superior de Lon-
testante. «¡ Ah, ah! Padre mío, di- dres:
jo el viejo sonriéndose, al propio «N. R. P . Prior: Aleluya, sur-
tiempo que le enseñaba El Times, rexit Dominus veré. Aleluya.
aquí se cuentan cosas muy bellas »Acabo de recibir un parte tele-
de usted.» Después de haberle ins- gráfico de N. P. General en el que
tado á que tomara asiento y de di- me dice que en lo sucesivo formo
rigirle algunas palabras benévolas, parte de la Provincia de Aquita-
añadió: «Os he llamado porque, nia. Mi deber, ante todo, al dejar
al presente, tengo yo más deseos de pertenecer á esa comunidad es
de venderos la casa que usted de dar rendidas gracias á V. R. por la
comprarla. No es que tenga nece- mucha.caridad que ha tenido con-
sidad de dinero; mis hijos, á Dios migo , y de pedirle perdón de to-
8i8 EL M0NTK CARMELO

das las faltas que he cometido. De ellos, mortificándolos á causa de


la misma manera me reconozco mi carácter. Espero que V. R. ro-
agradecido á los demás Padres y gará á mi Señor Jesús para que
Hermanos, y les pido perdón de me perdone y me convierta... Par-
lo poco edificante que he sido con to mañana... Bendecidme.»

XVI

EL P. HERMANN EN EL DESIERTO

Ya hemos visto en otra parte el al Desierto. — A Jesús — respon-


ardor que el P. Hermann desplegó de el P. Hermann. — Desde mi
en la fundación del santo Desierto; conversión no busco ni quiero otra
empero la Providencia, que lo es- cosa que El. Lo he buscado en to-
cogió para activar dicha obra, dis- das partes... En las plazas públi-
puso las cosas de una manera con- cas y en las casas, en los castillos,
traria á los deseos del Padre El en los palacios y en las chozas. Lo
venerable cura d'Ars le profetizó he buscado entre los grandes y los
lo que lé había de suceder: «Bien pequeños, esforzándome en todas
hacéis, le dijo, en activar la fun- partes por darlo á conocer y amar-
dación del Desierto; pero no dis- lo... ¡Y yo no lo he hallado en par-
frutaréis de su dulce soledad». te alguna...! No he conseguido
En efecto, su vida fué un conti- darlo á conocer y amarlo sino de
nuo movimiento. Un día, una per- un reducido número de almas... Y
sona conocida le preguntó en el ved por qué, Rdos. Padres y Her-
andén de una estación: Pero, Pa- manos míos muy amados, me veis
dre mío, ¿dónde tenéis la residen- entre vosotros con el más vivo de-
cia?— En los vagones del tren — seo de ser uno de tantos. Vos me
respondió con cierta sonrisa me- ayudaréis, así lo espero, con vues-
lancólica al pensar en su vida agi- tras oraciones y buenos ejemplos
tada. á encontrar por fin á Aquel que
Al fin sus votos fueron escucha- ama mi corazón. Es decir, á amar-
dos, y obtuvo de su Provincial la le y conocerle mejor que hasta el
venia de retirarse al Desierto. Al presente.
recibir la noticia fué tal su gozo, La estancia del P. Hermann en
que, al comunicarla á su sobrino, el Desierto fué, bien á pesar suyo,
le decía: «Para mí, este día es co- muy corta; dejemos que él mismo
mo la antesala del Cielo; tengo nos diga la causa.
una sed inextinguible».
Pasaré en silencio todas las ce- Pax Christi.
remonias que tuvieron lugar en la
recepción del P. Hermann á su lle- J. M. J.
gada al santo Desierto. Pero no
puedo pasar por alto el coloquio «Bagneres de Bigorre 6 de No-
que tuvo lugar entre el Padre y viembre de 1868.—Mis queridos
los demás ermitaños, toda vez que amigos en J. C : Acabo de recibir
fué recibido como uno de tantos. un nuevo regalo de la ternura de
Reunida la comunidad en una la Virgen, y mi corazón rebosa de
sala de recreo, después que cada gozo al daros semejante noticia.
religioso le hubo dirigido una sen- »Desde el año anterior, mi vista,
tencia espiritual, el Prior le pre- fatigada por el trabajo, se iba de-
gunta qué es lo que vino á buscar bilitando más y más. Después de
EL P. HERMANN 819

haber residido los seis meses últi- María obtuvo para mí del Dios de
mos en el santo Desierto de Taras- la Eucaristía una curación infini-
teix, situado en los altos Pirineos, tamente más importante que la de
fui atacado de una ophthalmia tan los ojos carnales, el curarme de la
grave, que la obediencia me obli- ceguedad judaica... mucho mejor
gó á ir á Bourdeaux con el objeto podía curarme de la ceguedad fí-
de consultar á un célebre oculista. sica.
Ya un mes antes de mi partida me »Di principio á la novena el 24
prohibieron todo género de lectu- de Octubre, fiesta de San Rafael,
ra, sin exceptuar el mismo Brevia- que había curado al viejo Tobías
rio. El sabio oculista examinó mis de su ceguedad... El sexto día de
ojos con seria atención y con la la novena fui á pie desde nuestro
más cordial solicitud, y al momen- convento de Bagneres hasta Lour
to comprendió que el estado de mi des... El último día de la novena,
vista era alarmante, pues había hallándome en la misma gruta,
descubierto verdaderas obnubila- junto á la fuente, y después de ha-
ciones, una excavación en las pu- ber humedecido mis ojos con el
pilas ópticas y un tinte pardusco agua de la fuente, me sentí libre
en el fondo de la lama cribosa. Del de todo malestar. Desde entonces
concurso de t o d o s estos hechos escribo y leo cuanto me place sin
saca en consecuencia la existencia anteojos, sin esfuerzo y sin fatiga,
de una enfermedad que en medici- y fijo la vista en la luz del Sol, del
na se llama glomoma; me manifes- gas ó de las bujías, sin sentir la
tó que no había remedio con qué menor molestia...
evitar la inflamación, y que por lo »Por eso me veo obligado á pu-
tanto se imponía la escisión del blicar la bondad del corazón de
iris; operación inventada por el María».
Dr. Graefe, de Berlín... El P. Hermann volvió al Desier-
»Mi mal iba en aumento cada to , siendo en él un modelo acaba-
día. Abandoné Bourdeaux armado do de todas las virtudes. Pero no
de anteojos preservativos, de cris- debía de disfrutar mucho tiempo
tales biconvexos, de una visera de tan dulce soledad. El Capítulo
verde, y de una multitud de pre- Provincial le nombró primer Defi-
caucipnes. Las sandalias fueron nidor y Maestro de novicios. Poco
reemplazadas por un calzado fo- tiempo antes, la piadosa persona
rrado de pieles, y la tonsura hube que le participó de parte de Dios
de cubrirla con un gorro lo más la noticia relativa á la salvación de
caliente posible. Al fin quedé poco su madre, le escribía también de
menos que ciego. parte de Dios: «Di al P. Hermann
• Viéndome en tal estado, deter- que no debe permanecer en el De-
miné hacer una novena á Nuestra sierto, sino que es preciso que lu-
Señora de Lourdes. Me vino á la che».
memoria que, hace veintidós años,

XVII

VIRTUDES DEL P. AGUSTÍN

Un religioso de la Orden, en tudes practicadas por el P. Agus-


una carta que escribió el 14 de tín: «Estoy persuadido que el Pa-
Noviembre de 1874, dio el testi- dre Agustín practicó todas las vir-
monio siguiente acerca de las vir- tudes en grado heroico».
820 EL MONTE CARMELO

En efecto, su conversión le trans- za y castidad constituyen la esen-


formó completamente: es cierto que cia de la vida religiosa. Aquel que
la naturaleza se rebelaba muchas la abraza, queda obligado por un
veces contra él, y el hombre viejo voto especial á practicarlas en to-
no había muerto totalmente- Los da la perfección posible. El Pa-
recuerdos de los placeres y adula- dre Agustín fué en religión obser-
ciones de su vida artística se ofre- vantísimo de estas tres virtudes.
cían con frecuencia á su imagina- «Lo más admirable en su vida, es-
ción, pero luchaba sin descanso, cribía uno de los ancianos y primi-
avanzando sin retroceder por la tivos religiosos, fué la ciega obser-
senda de la perfección cristiana. vancia».
«Sus meditaciones, escribía el Desde el principio de su novi-
Prior de Tarasteix, de ordinario ciado se le oía decir: «La obedien-
eran sublimes, y hasta tuvo algu- cia será siempre mi virtud favori-
nos arrobamientos. Pero, sobre to ta, porque es el guía más seguro
do, su amor hacia Jesús Sacra- para hacer la voluntad de Dios...;
mentado era imponderable; con esta virtud nos hace infalibles...»
frecuencia pasaba horas enteras La obediencia religiosa no es
ante la Eucaristía, y en aquellos una humillante esclavitud; el reli-
momentos supremos Jesús le co- gioso contempla á Dios en la per-
municaba luces extraordinarias.» sona de su superior, y es á Dios á
«Me siento gozoso, escribía una quien ofrece esta sumisión, á ve-
persona piadosa, al saber que se ces muy punible á la naturaleza.
iba á escribir la Vida del P. Agus- La obediencia no admite distin-
tín; de este modo se publicarán ción de personas; y por eso el Pa-
las virtudes de este Padre, aunque dre Agustín, á pesar de sus traba-
sólo Dios sabe hasta qué grado jos apostólicos, no obstante los va-
llegó su perfección.» rios conventos que edificó, y aun
Vamos á ensayar de descorrer cuando era muy querido y se le
siquiera sea una punta del velo consultaba como á un oráculo,
con que su humildad encubrió sus obedecía, con la puntualidad de
virtudes. Para el caso aduciremos un novicio, y comunicaba las in-
ante todo el testimonio de los que terioridades de su espíritu con la
han vivido con él, y que han sido, mayor sencillez á religiosos que
por decirlo así, los testigos coti- habían sido sus novicios. Esta obe-
dianos de todas sus acciones. Las diencia y sumisión le nacía de su
tres virtudes de obediencia, pobre- profunda humildad.
fr. €. S. f.
(Si confluirá.)
;«v «<ffiy A—va<«v M&V vffi? wíftg—^afoy *<¿ji> >¿J^B? -¿¿fe?—-ato- ^

EL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN

III
QUÉ COSA SEA LA RELIGIÓN

Jj¡|p E N T A D 0 S l° s preliminares en los artículos precedentes, cúm-


¿¿P& plenos investigar qué se entiende por la palabra religión. El
sentimiento más profundo, universal y arraigado que palpita en el
corazón del hombre, es la idea religiosa.
De manera, que lo mismo se puede definir al hombre diciendo
que es animal racional, como afirmando que es animal religioso.
Por eso, en todas las lenguas del mundo tiene la religión el más sa-
grado y alto significado con sacrificios, libaciones, altares y sacer-
dotes en el inmenso templo de la creación.
Desde las puertas del Paraíso hasta el campo de Sennaar, desde
el campo de Sennaar hasta el portal de Belén, desde el portal de
Belén hasta los santos collados del Vaticano, se ha desarrollado la
religión bajo el gobierno de la Providencia y la hermosa libertad del
hombre.
Pero ¿qué cosa es la religión, y de dónde se deriva? Se podría
llenar un libro con las definiciones más 6 menos adecuadas, más ó
menos completas que han dado de ella, así los escritores católicos
como los heterodoxos. Entresacaremos las principales, empezando
por los autores heterodoxos en prueba de la imparcialidad.
La religión, según el filósofo Manuel Kant, es el reconocimiento
de nuestros deberes en virtud de los Mandamientos de Dios. La
religión, ha dicho Les-sing, es la educación permanente del género
humano. La religión consiste, según Golger, en sacrificar todo lo
que es transitorio por amor de todo lo que es eterno. Otro panteísta
dice que la religión es el sentido y sabor del infinito.
Pero son á todas luces falsas las definiciones que dan de la reli-
gión UHman, quien la llama la comunidad de ser personal con Dios;
822 EL MONTE CARMELO

y Krause, que la apellida una propiedad del mismo Dios; y otro


racionalista, para quien la religión es una cosa puramente subjeti-
va, sin ningún objeto que le corresponda.
El que más se acerca á la verdad, y aun cabe decir que la alcan-
za, es Cicerón, el primer orador del imperio romano, al afirmar que
la religión es una virtud encargada de dar culto á la Divinidad: Re-
ligio est quce superioris cujusdam natura, quam divinam vocant, cultum
caremoniamque affert.
Pero oigamos á los teólogos católicos explicar el verdadero con-
cepto de la religión. El portentoso obispo de Ávila Tostado, que
escribió casi tanto como puede leer un hombre en su vida, define la
religión diciendo que es un modo especial y categórico de dar culto
á la Divinidad: Specialis modus colendi Deum. El ilustre apologista
Lactancio añade que la religión tiene por objeto unir á los hombres
con Dios: Religio dicitur, quia ipsamet jungit homines Deo. El escla-,
recido y moderno autor P. Fernández, de la Orden de San Agustín,
trae esta definición, que es, á mi juicio, de las más claras: La reli-
gión es la libre dependencia del hombre respecto á Dios: Libera de-
pendentia hominis a Deo.
Por fin, San Agustín, Santo Tomás, los Salmaticenses, Suárez,
Valencia, y entre los modernos el P. Casajoanay el Cardenal Maz-
zella, ponen la esencia de la religión en el orden, relación, trato
ó comercio del hombre con Dios, pero sin ninguna clase de obliga-
ción de parte de Dios... Religio importat proprie ordinem ad Deum.
(II.*, qusest. 81, art. i.)
Yo, para mayor claridad, creo que puede definirse la religión de
varias maneras, observación que no siempre han tenido en cuenta
algunos autores:
Objetiva y subjetivamente, histórica y prácticamente. Definida
objetivamente es la suma de artículos, dogmas, cultos, sacrificios
y ceremonial reunidos en un cuerpo de doctrina. La religión, consi-
derada subjetivamente, es el conjunto de los deberes morales del
hombre con Dios. Mirada históricamente, la religión es su desarro-
llo en el curso de los tiempos, con sus luchas, triunfos, santos, sa-
bios, propagación y cultura. Y prácticamente hablando, la religión
es Dios en el individuo, Dios en la familia, Dios en la sociedad,
Dios en el Ateneo, Dios en el Congreso, Dios en el Senado, Dios
en las costumbres, Dios en las leyes, Dios en las instituciones; en
una palabra, el reinado de Dios en todas partes, junto con el amor
y respeto que se le debe.
Algunos autores distinguidos, entre ellos Casájoana, no están
KL ESTUDIO DE LA RELIGIÓN 823

conformes en dividir la religión en verdadera y falsa. En rigor teo-


lógico hablando, tienen razón, porque realmente no hay más que
una religión, la verdadera, y todas las demás no merecen tan sa-
grado nombre.
Pero como los escolásticos han adoptado ya esa división, y, por
otra parte, hay que llamar de alguna manera á las religiones falsas,
seguiremos en este estudio á los antiguos.
La religión católica ha de ser sobrenatural, aunque tiene tam-
bién verdades asequibles á la razón humana, como la existencia de
Dios, la inmortalidad del alma... Las demás religiones no son más
que naturales, si bien se hallan en ellas á veces algunos vestigios
de la revelación primitiva, tales como el diluvio de Decaulión, la
doctrina de los sacrificios, la corte de los dioses en los Campos
Elíseos.
La religión no es un problema de matemáticas, ni un sistema
filosófico, ni una opinión más ó menos probable, ni una hipótesis
bien combinada. Es un dogma, un artículo de fe, una creencia sa-
grada, una enseñanza clara y sublime, llena de indefinibles encan-
tos para el mortal.
La religión, la primera necesidad del corazón humano, institu-
ción encargada de recoger las almas de los elegidos en el curso de
los siglos, entraña un principio de vida sobrenatural, de donde
emanan todos los derechos y deberes del hombre, como las conse-
cuencias se derivan de las premisas.
¿Qué cosa es, en fin, la religión? Dejemos la última palabra al
profundo apologista Narciso Hettinger: La respuesta del Cielo á
todas las preguntas de la Tierra.
fr. €useb¡o de la jTsuijción.
-W?!*

'ÜEEWÍ^.

LA MISIÓN DE QUILÓN (COSTA DE MALABAR)

(Continuación.)

ASILOS DE BENEFICENCIA.—La infancia abandonada y la anciani-


dad desvalida han sido siempre objeto predilecto de simpatía y
caridad cristiana. El número prodigioso de hospitales, hospicios y
asilos que edificaron nuestros piadosos antepasados, y la solicitud
edificante con que reyes, obispos, nobles y plebeyos dotaron gene-
rosamente estas casas de misericordia, dan testimonio elocuente de
lo que puede la religión católica cuando echa raíces en el corazón
de los pueblos.
Estas admirables fundaciones son por sí solas la más hermosa
apología del Cristianismo; pero los sublimes consejos de la moral
evangélica van más allá: no sólo dan de beber al sediento, de comer
al hambriento, de vestir al desnudo; dan, además, amorosos padres
al huérfano, hijas cariñosas al ancianito desamparado, y tiernas ma-
dres al expósito. Si tenéis, caros lectores, un corazón que sepa sen-
tir, admirad conmigo á un Vicente de Paúl, Camilo de Lelis, Juan de
Dios; admirad á esas heroínas que en medio de vosotros pululan, dis-
putándose el consuelo y el honor de padecer aliviando dolores, y en-
jugando lágrimas por amor y en nombre de Jesús: esas víctimas de
la caridad, que olvidando los atractivos de su inocencia y juventud,
sofocando en su corazón mil lícitas aspiraciones, dando un eterno
adiós á todos los encantos y placeres del mundo, corren, en alas de
celestial entusiasmo, á esas casas de beneficencia, donde su pobre-
za evangélica voluntaria y la pobreza forzosa se dan ósculo de paz.
¡Bendita religión, cuyos frutos son rasgos tan sublimes y abnegacio-
nes tales! [Hijas de Santa Ana, Hermanitas de los Pobres, Religio-
sas todas que consagráis vuestra vida al alivio del pobre y desvali-
do, benditas seáis! Todo corazón bien nacido os debe un tributo de
MISIONES CARMELITANAS 825

admiración y gratitud; sois la gloria de la Iglesia, la alegría del afli-


gido , el honor de nuestro pueblo.
Debilitado en nuestra infortunada España el principio religioso, el
Dios-Estado se incautó y dilapidó el hermoso patrimonio y pingües
rentas que nuestros cristianos padres legaron á los institutos de
caridad. Hoy, estas casas, que en otros tiempos fueron planteles de
hombres útiles á la sociedad> no son.ni sombra de su pasado, llevan
una vida efímera, es que... ya no son aquellos que vendieron todos
sus'bienes para darlos d los pobres los encargados del gobierno y
administración de hospitales y hospicios, sino esas madrastras, mal
llamadas Comisiones de Beneficencia, que de todo tienen menos de
benéficas. • ",
El número, estado económico y disciplina de los institutos de cari-
dad son para mí un termómetro seguro que marca el grado de cul-
tura cristiana de un pueblo. Por eso el politeísmo sólo supo prostituir
6 abandonar á la infancia; Platón y Aristóteles, prescribir el infan-
ticidio; por eso, á medida que nuestras sociedades modernas van re-
chazando las puras enseñanzas de la L e y evangélica, sabios estadis-
tas católicos y dignas eminencias médicas exhalan ayes más acentua-
dos execrando las impías, tan impías como generalizadas prácticas
puestas en uso para cortar en flor la existencia de innumerables ni-
ños, privándoles de su derecho á una vida temporal y eterna; por eso
en Malabar, donde la*religión dominante es el brahmanismo, es d e -
cir, un fatalismo cruel, el pobre nace sin derechos, vive sin fortuna y
muere hoy sin esperanza; antiguamente, colgado en la fatídica rama
de algún árbol sagrado.
Por la carta del limo. Sr. Obispo de Quilón, por las relaciones del
Rdo. P. Juan Vicente, y por lo que llevo escrito, han podido ver los
lectores de E L MONTE CARMELO el estado de deplorable inacción á
que se ven reducidos los pocos misioneros de Malabar, precisamente
por ser pocos y carecer de recursos.
Doloroso sobre toda ponderación, y cosa para infundir desaliento
al más decidido operario evangélico, es ver las almas con buenas
disposiciones, y no poder serles de provecho. Suponed á una madre
que ve á su hijo en el fondo de un pozo, que oye sus lastimeros gritos
pidiendo auxilio y nada puede hacer en su socorro, ¿qué angustia
sería comparable á la suya? Esta es la dura situación del misionero.
Lo propio le sucede con los niños huérfanos ó desamparados y á n -
cianitos que llaman á la puerta de su protección. Cuatro hospicios
tienen los Hijos de Teresa en la Misión de Quilón. Cuando digo hos-
picios , no se imaginen mis lectores que son soberbios edificios como
los que, en edades pasadas, edificaban los-Pignatellis, protegían los
reyes, dotaban los Lezos, y admiran las pigmeas generaciones pre-
sentes. La Iglesia no posee riquezas, no ejerce influencia en Malabar,
y bien á pesar nuestro, lo que allí llamamos asilos, son unas barra-
8a6 EL MONTE CARMELO

cas largas y estrechas, cuyas paredes, tres metros de altas, son da


barro, y el tejado de hojas de palma 6 cocotero; justo lo necesario
para proteger á los asilados de las lluvias torrenciales característi-
cas de aquellas latitudes. El ajuar es sencillo sobre todo encareci-
miento. Allí no hay camas, no hay mesas, sillas ó bancos; en el suelo
duermen sobre una esterita, en el suelo comen y en el suelo se sien-
tan, moviendo sus dedos con singular maestría sobre el cilindro
donde las Hermanas les enseñan á tejer encajes, muy estimados en
Bélgica por su finura, limpieza y regularidad. En otra barraca se
ven unos estantes provistos de vestidos. La mayor parte de los aco-
gidos usan un trozo de tela, ocho metros de largo las mujeres y cua-
tro los hombres, el cual ajustan al cuerpo sin necesidad de alfileres
ni cosidos, con maña tal, que sólo dejan los brazos al descubierto.
A las Hermanitas no les parece esto conforme al ideal que su mater-
nidad espiritual les inspira, y como por falta de recursos no pueden
ataviarlos á su gusto, han ideado una especie de chambra para las
mujeres y blusa para los hombres, tal cual se ve por la adjunta ilus-
tración , tomada de una fotografía.

JÑsilo de ¡a Jfiisión Se Qu¡/ón.

Allí todo es muy simple, muy primitivo, muy pobre: todo se admi-
nistra con la más rigurosa economía. Se instruye á las niñas en las
labores propias de su sexo, y á los hombres en carpintería, albañile-
ría, herrería, cerámica y otras obras manuales que, al salir del Asi-
lo, les proporcionen un honesto vivir. Hacemos poco, muy poco, por-
MISIONES CARMELITANAS 827

que los recursos con que contamos no nos habilitan para más; lo cual
significa una gran pérdida de almas para el Cielo y hombres útiles
á la sociedad.
En un país donde la pobreza es tan grande entre las castas bajas
que forman el núcleo de la población; donde las epidemias son tan
frecuentes, y donde no hay hospicios oficiales, ya comprenderán mis
lectores que el misionero ha de tropezar con numerosos niños y a n -
cianos en el mayor abandono y desamparo. Yo me haría intermina-
ble si quisiera referir las mil dolorosas escenas que he presenciado.
Es una pequeña aldea: todos en ella dan culto á Satanás, excepto
una familia que había abrazado nuestra santa fe. A su cabañita lle-
g a b a , en triste día, un misionero á todo galope. ¡Qué horror! El pa-
dre , único sostén de aquella familia, yacía en un charco de sangre.
Había caído de un gigantesco tamarindo, con tan mala suerte, que
se fraccionó el cráneo; la madre, hidrópica de mucho tiempo, murió
efecto de la enfermedad y del dolor aquella misma tarde, y queda-
ban tres hijos y tres hijas en el mayor desamparo. ¿Qué hacer de es-
tos pobrecitos huérfanos? ¿Dejarlos á merced de aquellos idólatras
para que profanaran aquellos cuerpos, templos del Espíritu Santo, y
los obligaran á postrarse ante el inmundo ídolo de Satanás? ¿Podía
un hijo de Santa Teresa resignarse á perder aquellas seis almas ino-
centes que había regenerado con las puras aguas del bautismo, y
que sollozando le rodeaban como á su único padre y amparo ante los
cadáveres de los que le dieron el ser? ¡Pónganse mis lectores en lu-
gar del misionero, y mediten qué partido hubieran tomado!
En otra ocasión administré el santo Bautismo á una anciana y sus
dos hijas, ya adultas. Pertenecían i la casta shunambu-paraver, en
la que no se contaba un solo cristiano. Su conversión á nuestra reli-
gión santa fué pecado de lesa-casta, y de ella las arrojaron. Arrojar
de la casta significa privación de herencia, de fuego, agua, de todo
auxilio y comunicación con los de su clase. Aquellas pobres mujeres
estaban condenadas á una apostasía inevitable, á una vida de diso-
lución ó á una muerte cruel por hambre. ¡Cuánto sufrieron ellas y
cuánto sufrí yo hasta que pude colocarlas en el Asilo, sólo el Señor
lo sabe! Tengo el inefable consuelo de participar á mis lectores que
una de las hijas es hoy fervorosa carmelita terciaria, y la otra es un
apóstol de su casta, habiendo logrado ya otras conversiones. Sé que
son almas muy buenas, y sólo por ellas doy por bien empleados to-
dos los trabajos y pequeñas privaciones de mi vida apostólica.
Hallábame otra vez conversando con el R. P. Director del Hospi-
cio del Sud de la Misión. Dábame cuenta este piadoso y celosísimo
carmelita de las costosas reformas necesarias en los departamentos
del Hospicio, y de las dificultades en que se encontraba para man-
tener y educar á los acogidos. Sentados á la refrigerante sombra de
una frondosa jaka (artocarpus integrifolia), enumeraba yo, en res
828 EL MONTE CARMELO

puesta, las múltiples y urgentes atenciones de la Misión. Ocho mil


francos, le decía, recibe nuestro atribulado Obispo anualmente de la
Sagrada Congregación de la Propagación de la Fe. Con esta insig-
nificante suma, y alguna otra escasa limosna, tiene que cubrirlos
gastos de su humilde casa y servidumbre, mantener un Seminario
con veinticuatro internos y sus correspondientes profesores, tres co-
munidades de monjas, cuatro colegios de segunda enseñanza, pagar
muchos maestros y catequistas, atender á reparos de iglesias y edi-
ficios, etc., etc. Grandes y apremiantes son las necesidades que ex-
ponéis ; pero el Sr. Obispo no puede asignar por ahora mayor suma
de 1.000 rupias anuales para esta santa casa. Con V. R. siento y
lloro...; roguemos á Dios, por quien trabajamos, mueva algún buen
corazón para que venga en nuestro auxilio...
En este momento, una pobre idólatra, que representaba unos cua-
renta y cinco años, cubierta de cintura á rodilla con un andrajo su-
cio y putrefacto, y cinco párvulos, la mayor de once años, cubierta
como la madre con un mugriento trapo, se postraron á nuestros pies
implorando piedad, implorando el santo Bautismo y admisión en el
Asilo. El P . Director se retiró emocionado: lo encontré luego ante el
Sagrario repitiendo las palabras de aquella desventurada madre:
Piedad... piedad...
Yo, haciéndome superior á mí mismo, batallando con este compa-
sivo corazón que Dios me ha dado, y simulando una crueldad que por
cierto no tengo, pero que las aflictivas circunstancias me imponían:
"Hoy os daré de comer, os daré tela para que cubráis vuestra des-
nudez; pero... recibiros en el Asilo... eso es imposible,,. ¡Piedad, pie-
dad, repitieron con la angustiada madre aquellas tiernas lengüeci-
tas, y sus ecos repercutían en lo íntimo de mi alma al retirarme de
aquel lugar triste!...
Eran las cuatro de la tarde cuando pasé á visitar el departamento
de mujeres del Asilo, confiado á las Damas Canónigo-Regulares de
San Agustín, belgas. La R. M- Superiora y dos Hermanitas, opri-
miendo contra sus castos pechos los hijos de la pobre mujer, me es-
peraban en la portería. ¡ P a d r e , me decían, no nos prohiba salvar
estas almas; compartiremos con estos ángeles y su madre nuestra
ración de arroz! Dios es bueno, Dios es grande y próvido; son seis
almas que podemos ganar para Jesús: ¿para qué hemos dejado nues-
tra patria y venido á estas tierras? La Santísima Virgen ha guiado
sus pasos á esta casa de misericordia: ¿no nos pedirá cuenta el Se-
ñor si las dejamos marchar y perecer? Esto y„otras mil cosas me di-
jeron, y yo me retiré porque mis ojos hacían traición á mi corazón;
me retiré repitiendo el salmo de David: Bienaventurado el que en.
tiende sobre el necesitado y el pobre: en el día malo, le librará el
Señor; y al ver el Sol que se escondía al Occidente,—Vete, le dije, é
intima á los ricos de mi patria las palabras de Aquel que no puede
MISIONES CARMELITANAS 829

engañarse ni engañarnos: En verdad, en verdad, que más fácil en-


cuentro pueda un camello pasar por el ojo de una aguja que vos-
otros por la puerta del Cielo.
fr. Jtfartfn, <?. ]).,
Vicario general de la diócesis de Quilón.
(Se continuará).

SUBSCRIPCIÓN Á FAVOR DEL R. P. MARTÍN,


VICARIO GENERAL DE QUILÓN
Pesetas.

Suma anterior 994,25


Doña Eustaquia García, Irurzun. 2,80
„ Fideleta Goñi, ídem 2,80
„ Joaquina Sánchez, Tudela 0,30
Don Cándido de U., Deva 4
Doña Consuelo E. Guijarro, Valencia 0,90
„ Antonia López, Vitoria 1,95
„ Francisca A., ídem 1,05
Don Joaquín Carvajal, Zafra 2
Doña Cipriana Gómez, ídem 5
„ Fermina Gui, ídem 10
„ Ana Cabezón, ídem 5
MM. Carmelitas Descalzas, ídem 5
„ » „ Puigcerdá 6
„ „ „ Ocaña 15
Una subscriptora de E L MONTE CARMELO , Madrid 25
Doña Elisa Sans, Bilbao 10
Don Miguel Urizar, ídem 10
Doña Cristina Aranzáis, de Jaca (Azpeitia) 50
„ María Urreta, ídem 5
„ Carolina Romero, Alba de Tormes 10
Una persona piadosa, ídem 1
D o n F . N., Ocaña 5
Doña Lucrecia Domínguez 10
„ Manuela Vacas 3
„ Elisa Martínez 5
Srtas. Felipa y Elisa Vázquez 2
Doña Concha Moreno, Madrid 4,50
Don Ricardo Baños, ídem 25
„ Ramón Campos, ídem 1,20
Doña Asunción Sánchez 3
Una señorita de Orche .... 17
Suma y sigue 1.240,75
83O EL MONTE CARMELO

Pesetas.

Suma anterior 1.240,75


Doña Josefa Aldeanueva 3
„ María Montero 0,45
„ Romana Zato, Ávila 0,30
„ Victoriana de la Vega, Alcalá 0,30
„ Petra Inglés, ídem 0,37
„ Antonia Cornejo, Madrid 0,30
„ Angela N., Avila 0,30
„ Micaela Verdugo, Guadalajara 0,90
„ Carmen Arribas, ídem 0,90
Una persona piadosa, ídem 0,30
Don T. R., Madrid 2,50
1.250,37
(Continúa abierta la subscripción.)
SECCIÓN CANONICO-LITÚRGICA

LA COFRADÍA DEL CARMEN

Sabido es que, además de las Orde- men, dar algunas nociones en general
nes regulares, las Congregaciones re- sobre todas estas sociedades.
ligiosas y las Terceras Ordenes secu-
lares , hay en el seno de la Iglesia otra
multitud de sociedades que podemos
DEFINICIÓN Y DIVISIÓN
llamar eclesiástico -religioso-secula-
res, en las que se reúnen los fieles
Según la doctrina del sabio carme-
con el fin de practicar alguna obra de
lita descalzo R. P. Teodoro del Espí-
piedad, caridad ó religión.
ritu Santo, podemos definir estas so-
Es de suma importancia, especial-
ciedades en general diciendo que son
mente en la práctica, el conocer el fin
Congregaciones ó reuniones de mu-
ú objeto de cada una de estas socie-
chos fieles con el fin de practicar al-
dades , las prescripciones de la Iglesia
guna obra de piedad, instituidas por
con respecto á su erección ó agrega-
la autoridad de la Iglesia.
ción, condiciones que deban cumplir
i.° Estas sociedades, por razón de
para ganar las indulgencias y las rela-
los miembros que las componen, que
ciones que tengan con el Ordinario,
en su mayoría son seglares, se llaman
con el Cura y con las demás socieda-
seculares, para distinguirlas del clero
des, porque, según el fin principal de
secular y del regular: se les llama
cada una y las condiciones ó medios
también eclesiásticas p o r q u e están
de que se valgan para conseguirlo, se
fundadas por la autoridad de la Iglesia;
le da el nombre de Cofradía, Asocia-
y porque su fin principal es el ejerci-
ción, Congregación, A g r e g a c i ó n ,
cio de alguna virtud como la piedad,
Unión ó Pía-Obra.
la caridad ó la religión, son también
Comoquiera que el cumplimiento religiosas.
de muchas de las condiciones que im- 2.° No pueden pertenecer á esta
pone la Santa Sede son de absoluta categoría, según el ya citado P. Car-
necesidad, ya para la validez de su melita, con otros autores (i), las socie-
fundación, ya para ganar las indul- dades cuyo fin principal sea puramen-
gencias concedidas por los Pontífices, te comercial ó industrial, por más que
y muchas veces la ignorancia de es- tengan alguna iglesia ú oratorio don-
tos requisitos priva á los fieles en
ellas inscritos de muchos bienes es-
pirituales, hemos creído conveniente, (i) Tract. dogm. moralis de indulg.,
part. II, p. 116. Barbosa, Juris ecclesiast.
antes de entrar en lo perteneciente á univers., lib. n , cap. n , n. 66 et seq.
la Archicofradía de la Virgen del Car- Bassi, Tract. de Sodalitüs, quasst. vm.
832 EL MONTE CARMELO

de se reúnan sus miembros para al- por otra parte no dejaría de parecer
gún fin piadoso. En este caso serán una arbitrariedad, lo suprimimos.
piadosas, pero de ninguna manera Las reglas que generalmente da la
eclesiásticas ó religiosas, porque ni su Santa Sede, lo mismo sirven para
fin principal es el ejercicio de alguna unas que para otras, como se puede
virtud moral, ni están fundadas por la ver en muchos documentos pontificios,
autoridad de la Iglesia. y en especial la Constitución de Cle-
Estas sociedades se dividen: i.° En mente VIII Quacumque, en la que
centrales ó primarias y en agrega- se ve claramente que las leyes de la
das ó secundarias. Las primeras son Sagrada Congregación de Indulgen-
todas aquellas que tienen el privile- cias, con relación á la comunicación
gio de poder agregarse todas las de- de gracias y privilegios, son comunes
más de su nombre é instituto y comu- á todas. De ahí el que muchas veces
nicarles, en virtud de la legítima agre- se tomen como sinónimos los nombres
gación, todos los privilegios é indul- de Confraternidad, Asociación, Con-
gencias que ellas tienen. Las segun- gregación, Pía Unión y Obra pía,
das son todas las que, no teniendo di- etcétera, etc., como lo vemos en mu-
cho privilegio, sólo tienen el de poder chas decisiones de la Santa Sede (I).
ser agregadas á otra central ó prima- Hay empero que advertir que para
ria. 2° Pueden ser también univer- que esas Asociaciones y Pías Unio-
sales, locales ó regionales, según que nes puedan ganar las indulgencias, ade-
estén erigidas para todo el orbe cató- más de estar agregadas á otra central
lico ó solamente para un determinado ó primaria, deben tener la erección
lugar ó región (I). canónica y estar sujetas á la vigilan-
3. 0 También las podríamos dividir cia y dirección de la Iglesia. Y que
en colectivas é individuales, por cuan- las leyes que la Santa Sede da en ge-
to las hay que para la consecución de neral para todas estas sociedades no
su fin se necesita la reunión de sus se pueden aplicar á las que no estén
miembros, mientras que en otras no canónicamente erigidas, por más que
hay esta necesidad, sino que cada in- sean pías y hayan obtenido la simple
dividuo de por sí puede llenar el fin aprobación de la Iglesia, porque no
de la sociedad; pero comoquiera que es lo mismo creación canónica que
para el lucro de las indulgencias no se simple aprobación.
atiende á esta pequeña diferencia, y (Se continuará.)
(1) Decret. autth., n. 158,452 et 453.
Rescr. autth., n. 335, 412, et in Summ.
(í) Decr. 26 Nov. 1880, n. 453, 1,11. 28, p. 455; 48, 343; 49, p. 649.
ERDADEROS CIVILIZADOKES.—Han salido de Santander con rumbo
á Méjico nuestros queridos hermanos de hábito los Padres Ci-
ríaco, Simón y Basilio y el Hermano Benito, y con dirección á Puerto
Príncipe el Padre Marcos y el Hermano Domingo, que, alentados por
su celo apostólico y con la bendición de la obediencia, van á aquellas
tierras á continuar la grandiosa obra que España emprendió un día
y llevó á tan alta cima, con tanta gloria para nuestra nación y tanto
provecho para el Nuevo Mundo. Que el Señor les dé feliz navegación,
y guíe sus pasos y haga fecundo su ministerio.
D E L HOMENAJE DE LOS NIñOS AL SALVADOR.—Dos obras á cual más
grandiosas vienen ocupando ha tiempo la atención de la prensa; la
peregrinación á Nuestra Señora del Pilar y el homenaje de los niños
al Divino Redentor. Habiéndonos en varios números ocupado de
aquélla, justo es que dediquemos hoy algunas líneas á la obra del
homenaje, ante los datos tan elocuentísimos que tenemos á la vista,
y que habian muy en pro de idea tan sublime y simpática, como la
conceptuara el reciente Congreso Tarentíno.
P a r a organizaría, tanto en España como en ambas Américas, el
Representante general de la obra no ha invertido hasta el presente
más que 345,91 pesetas, cantidad en verdad insignificante, si se tienen
en cuenta los gastos anejos á la recepción, y despachos de certifica-
dos, paquetes postales, etc., y de la no interrumpida corresponden-
cia sostenida ad hoc con todas las provincias de España, sin excep-
ción, y con diversos puntos de América, Italia, Francia y Bélgica.
De sólo Santander han salido hasta la actualidad 3.254 listas y 16.106
estampas-recordatorios, habiéndose ya inscrito oficialmente 9.914 ni-
ños, que han entregado la suma de 1.454,05 pesetas.
. En vista de los nuevos pedidos que ha habido que hacer con toda
urgencia, se cree que la mayoría dé las listas están cubiertas ó lo es-
tarán muy en breve, lo cual dará un contingente de 238.946 niños,
que, unidos á los que se formen en otras tantas listas encargadas á
las delegaciones de Madrid y Mataró, sumarán en conjunto sobre
716.838 niños, cálculo que la actividad desplegada por diversos colee-
EL
834 MONTE CARMELO

tores locales y delegados generales se estima bastante aproximado.


Esto con referencia á España. Por lo que respecta á América, de
donde á diario se reciben numerosos pedidos, el Representante g e -
neral, deseando facilitar más y más la inscripción de los niños ame-
ricanos, inscripción que, atendida la premura del tiempo de que se
dispone, pudieran algún tanto impedir las distancias, ha facultado al
Rmo. P. Ernesto de Jesús, carmelita descalzo y misionero apostólico
en Santiago de Chile, para que supla sus veces en ambas Américas,
ayudado por varios colectores nombrados ya por él, ó que en lo su-
cesivo señalare, ó en su nombre el precitado Padre carmelita.
Aprovechamos esta grata coyuntura para animar á cuantas perso"
ñas se relacionen con la niñez á que hagan cuanto esté de su parte
por coadyuvar á ella, presentando numerosas listas de niños que,
con sus limosnas, puedan gloriarse algún día de haber erigido en
Loreto la grandiosa estatua-monumento al Divino Redentor.
SOLEMNE NOVENARIO.—La comunidad de carmelitas descalzos de
Burriana ha celebrado una solemne novena en sufragio de las Áni-
mas del Purgatorio, cuyos sermones, á cargo del Rdo. P. Lucas de
San José, á quien conocen nuestros lectores por los hermosos artícu-
los que en esta Revista ha publicado, han versado sobre los impor-
tantísimos temas siguientes:
1.° Necesidad que tiene la religión de estudiarlas cuestiones can-
dentes de la libertad.
2.° La libertad y los caminos de la eternidad.
3.° La libertad según la filosofía cristiana.
4.° L a libertad y la filosofía anticatólica.
5.° L a libertad y la lógica.
6.° L a libertad y los errores modernos.
7.° L a libertad y las condenaciones de la Iglesia.
8.° L a libertad y el ministerio sacerdotal.
9.° La libertad y las grandes expiaciones de sus abusos.
TRIDUO DE BEATIFICACIóN.—LO han celebrado solemnísimo nuestras
Madres de Puigcerdá en honor de los Beatos Dionisio y Redento, ha-
biendo concedido Su Santidad, á instancia del Emmo. Sr. Cardenal
Casañas, la gracia especial de que, no obstante haber terminado el
plazo del año desde la Beatificación, se pudiera dicho triduo celebrar
con todas las gracias y prerrogativas que se conceden para estos ca-
sos. L a concurrencia del pueblo ha sido extraordinaria, y el entu-
siasmo que ha despertado esta solemnidad vivísimo.
M á S FIESTAS RELIGIOSAS.—Igualada 13 de Noviembre de 1901.—Se-
ñor Director de E L MONTE CARMELO.—Muy señor mío: En medio del
indiferentismo en materias de religión de nuestros aciagos días, del
todo consolador ha sido el espectáculo que los verdaderos católicos
de Igualada han dado durante el novenario de Almas que acaba de
celebrarse en la parroquia de Santa María, en el que ha desempeña-
do maravillosamente su cometido el Rdo. P. Ambrosio de la Virgen
de Gracia, carmelita descalzo, residente en Barcelona.
Con frase correcta, á la par que adecuada á la capacidad de todo
CRÓNICA CARMELITANA 835

el numeroso auditorio, que llenaba por completo el espacioso tem-


plo , hizo detallada explicación del Decálogo, probando hasta la evi-
dencia , con irrefutables argumentos, la facilidad con que infringen
la divina Ley aquellos que fácilmente se dejan arrastrar por el es-
píritu moderno que tantas víctimas causa, hasta entre los que presu-
men de católicos verdaderos.
Muchos, compungidos y postrados á los pies del Crucificado, reco-
nocían sus infidelidades á Dios y lo equivocados que andaban en su
proceder, debido á que no se habían fijado bien hasta dónde alcanzan
los mandatos y prohibiciones del Decálogo. Prueba mi aserto el que
más de cien igualadinos, prescindiendo de las burlas de los munda-
nos y sectarios, se apresuraron á acercarse a l a Mesa Eucarística el
último día de dicho novenario.
El P. Ambrosio ha probado una vez más con sus profundos sermo-
nes cuan tonta, á la vez que maliciosa, es la doctrina de los enemi-
gos irreconciliables de la Iglesia, que se esfuerzan en convencer al
pueblo de que la ciencia se ha fugado del Claustro, confirmando al
propio tiempo que en la clausura carmelitana se respira un ambiente
de celo sin rival, para mayor gloria de Dios, salvación de las almas
y bien de las naciones que la cobijan.
Durante los tres cuartos de hora que el auditorio estaba pendiente
de los labios del distinguido orador sagrado, nos decíamos en nues-
tro interior: ¡qué lástima que no profundicen nuestros gobernantes
los bienes sin cuento que España reporta de las Órdenes religiosas!
A buen seguro que, si son verdaderos amantes de la nación que go-
biernan, echarían, sí, á esos infelices que, emponzoñado su corazón,
se dejan llevar más de las exigencias de sus vicios que de un recto
criterio, y que jamás hubiesen llevado á la regia firma un decreto que
va encaminado á arrojar de nuestro suelo á los mejores patricios.
Pero no se limitaron aquí los trabajos evangélicos del infatigable
P . Ambrosio, sino que antes había dado ya un septenario del Rosa-
rio en la parroquial iglesia de la Soledad, con muchísimo auditorio
y Comunión general. Más: dio ejercicios espirituales á las Rdas. Ma-
dres Josefinas, y á la numerosa y fervorosa Asociación Teresiana,
establecida en la iglesia de las Rdas. Madres Escolapias, quienes,
nos consta, quedaron muy complacidas del celo y claridad con que
se les expuso los mandatos y consejos evangélicos, siendo abundan-
tísima la cosecha de buenos propósitos y deseos de obrar bien que al
final se recogió.
Oradores del temple del Rdo. P . Ambrosio necesitamos, y no du-
damos que el día que la Divina Providencia nos los conceda se re-
formará nuestra nación, y el espíritu verdaderamente evangélico
sustituirá al espíritu liberal que todo lo invade y que tantos desastres
causa.—De V. R. afmo. s. s. q. b. s. m.—José Jorres Bertrán, Tres-
bítero.
llfoBRE LOS INSTITUTOS DE VOTOS SIMPLES. — La Sagrada Congrega-
4P* ción de Obispos y Regulares ha publicado las reglas que suele
observar en la aprobación de los nuevos Institutos religiosos de vo-
tos simples. En la primera parte trata del orden que sigue la Sagra-
da Congregación al aprobar nuevos Institutos, procediendo como
por grados y con sucesivos decretos, primero alabando el fin, apro-
bando después el Instituto y por último sus Constituciones. Se indica
oportunamente á qué tenor de vida y ministerios debe dedicarse el
Instituto, y con qué criterio deben estar redactadas las Constitu-
ciones para obtener, según el caso, uno ú otro decreto. En la se-
gunda parte presenta una pauta ó norma de Constituciones que sir-
ven de guía para redactar fácilmente el texto de las Constituciones
de cualquier Instituto de uno ú otro sexo, con la introducción de
aquellas variantes que exigen la índole ó el fin particular de cada
uno. L a Sagrada Congregación ha hecho con esto una obra de gran-
dísima utilidad y descanso para los fundadores de Institutos y para
los señores obispos, ofreciéndoles el modo de uniformarse en todo á
las disposiciones de la Santa Sede.
E L CARDENAL LEDOCHOWSKI. — Al cardenal Ledochowski, que ha
cumplido ochenta años, le ha sobrevenido una grave afección en la
vista, que indudablemente le dejará ciego.
Con tan triste motivo ha pedido autorización á Su Santidad para
que le relevase del cargo de prefecto de la Propaganda fide, á lo
cual ha accedido el Pontífice, no sin manifestar su pena por verse
privado de la ilustrada cooperación de Mons. Ledochowski, que ocu-
paba el segundo puesto del Sacro Colegio.
L A S COMPATRIOTAS DE JUANA DE ARCO. — En Francia se ha consti-
tuido una unión de mujeres católicas, que se comprometen á contri-
buir con un franco mensual para sufragar los gastos de las eleccio-
nes legislativas en favor de los candidatos que prometan defender '
la libertad religiosa.
CARTA DE UN PRELADO Llamamos la atención sobre el primer
párrafo de la hermosa carta que el Excmo. Sr. Arzobispo de Grana-
CRÓNICA GENERAL 837

da ha dirigido al de Tarragona, expresando su conformidad á las


manifestaciones que han hecho los prelados que han asistido al de-
bate religioso del Senado. Dice así:
"Granada 11 de Noviembre de 1901.—Excelentísimo y reverendísi
mo Sr. Arzobispo de Tarragona.—Madrid.—Mi muy querido amigo
y venerable hermano: Empiezo por dar á usted y á nuestros amados
y muy respetables hermanos los señores prelados senadores mis plá-
cemes más cariñosos por los sabios é incontestables discursos que
han pronunciado en la alta Cámara á favor de las Órdenes religio-
sas, en pro de la enseñanza católica y de la asignatura de Religión
en los Institutos. Creo que Dios nuestro Señor los bendice desde el
Cielo, diciendo como su antiguo profeta: Quia bene. Desgraciada-
mente, esos católicos fervientes de palabra y glaciales de hecho,
nolunt intelligere ut bene agant, mejor habían entendido las co-
lumnas y altares del templo que los señores ministros. Sírvase ma-
nifestar mis humildes plácemes á los compañeros„.
E L PRóXIMO CONGRESO CATóLICO.—El Emmo. Cardenal Arzobispo
de Santiago de Galicia ha recibido una carta del Papa aprobando el
acuerdo de que se celebre en aquella ciudad el VI Congreso Católico
español.
• El Congreso se celebrará en la próxima festividad del Apóstol, y
las sesiones tendrán lugar durante la Novena.
L A MUERTE DEL JUSTO.—Tal ha sido la de nuestro buen amigo Don
Conrado Antón Olazagutía, doctor en Medicina y médico titular de
Villafranca de Navarra. Una dolencia pertinaz venía minando de
mucho tiempo atrás su preciosa existencia, y por más que, al pare-
cer, nada hacía prever tan pronto y rápido desenlace, él jamás se
forjó ilusiones en este punto. Hombre de conocimientos nada vulga-
res en la ciencia, y á la vez de arraigadísimos sentimientos católicos,
veía acercarse el fin de sus días, y se lo anunciaba á sus amigos en
el seno de la confianza, con aquella tranquila serenidad propia de
las almas grandes. Una de las singulares prerrogativas, llamémosla
así, del finado fué no tener enemigos. La sencillez de su trato, sus
palabras todas, su ingenuidad revelaban un corazón tan noble, tan
bondadoso, tan sin hiél, que lo mismo era tratarle que apreciarle.
Pero cuando más se patentizaron los hermosos sentimientos de su
alma, fué en los tres ó cuatro días que precedieron á su dichoso trán-
sito. Postrado en el lecho del dolor, y abrazado estrechamente á un
Crucifijo que no cesaba de besar con indecible efusión, fueron en él
esos días una no interrumpida serie de fervientes jaculatorias á Dios
y á su Madre benditísima, pidiéndoles perdón y misericordia y la
gracia de verlos cuanto antes en el Cielo.
Descanse en paz el cristiano caballero; reciba su respetable viuda,
Doña Dolores, subscriptora de E L MONTE CARMELO , el más sentido
pésame, y tengan nuestros lectores presente en sus oraciones el
alma del difunto.
Encomendamos también en las oraciones de nuestros lectores el
838 EL MONTE CARMELO

alma de nuestro subscriptor el Sr. D. Joaquín Tenreiro Montenegro y


P a r a d a s , conde de Vigo, que, después de una vida edificante y muy
dada á prácticas de piedad y caridad, ha muerto en el ósculo del Se-
ñor, abandonando este triste destierro para ir á recibir la corona de
sus merecimientos en la Gloria. Acompañamos en su justo dolor á su
distinguida viuda y familia, á quienes suplicamos reciban la expre-
sión de nuestro sentimiento.—R. I. P.
NOTICIAS POLíTICAS.—En los últimos días de la anterior quincena se
hicieron en España las elecciones municipales, en casi todas las par-
tes con gran desanimación, pero en algunas produciéndose fuertes
disturbios. En Barcelona, sobre todo, llegaron á librarse verdaderas
batallas campales entre los catalanistas y los republicanos, resonan-
do en el Congreso de Diputados esta lucha en el debate promovido
por los Sres. Robert y Lerroux.
Ya empezó en el Congreso la discusión de la ley de presupuestos
que han de regir desde 1.° de Enero próximo. El partido de la Unión
Nacional presentó un proyecto de presupuestos con más de 100 mi-
llones de economías. P e r o , en el sistema que nos rige, se vota lo que
quiere el partido que está en el poder, aunque alguna minoría em-
piece amenazando ó prometiendo oponerse.
Con motivo de la última indisposición del Sr. Sagasta, que le ha
tenido recluido algunos días en su casa, se ha hablado de sustituirle
en la jefatura del partido, sonando los nombres de Moret, Montero
Ríos y Weyler. Pero lo que es cierto, que á su retirada habrá quien
lo sustituya en la Presidencia del Consejo, pero no habrá quien ocupe
su lugar á la cabeza del partido, cuyos miembros apenas tienen otro
lazo de unión entre sí que el nombre del Sr. Sagasta.
De nuevo ha tocado el turno de los motines á los estudiantes. Pri-
mero los de Madrid, y á su ejemplo los de Barcelona, Zaragoza, Va-
lencia y Santiago, se han echado unos días á las calles, cometiendo
los desafueros y desmanes propios de tales circunstancias.
Ha fallecido el ex ministro del partido liberal é ilustre hombre pú-
blico D. Germán Gamazo. Ha sido amortajado con el hábito del Car-
men que su piadosa familia ha pedido á esta Residencia. Reciba su
desconsolada viuda, subscriptora de E L MONTE CARMELO , el testimo-
nio de nuestro pesar por pérdida tan grande como la aflige.
R. I. P. A.
LOS ENEMIGOS DE LA VIMEN
(HISTóRICO)

Había en los Pirineos un sabio y que la Convención enviaba á España.


digno médico llamado el Dr. J... Conmigo venían otros dos de mi pue-
Dicho doctor vio llegar, creo era en blo: Francisco y Tomás.
Aguas Buenas, á un hombre que tenía Los tres abundábamos en las ideas
en la pierna una herida causada por de aquel tiempo. Eramos incrédulos, ó
una bala de fusil. La herida, ya anti- más bien impíos, como tres títeres
gua, ofrecía un carácter particular, que nos jactábamos de seguir la moda.
pues en ella se criaban gusanos con- Él camino fué muy alegre y divertido,
tinuamente. El doctor intentó hacer y, al atravesar un pueblo de la mon-
desaparecer aquellos insectos roe- taña, vimos una estatua de la Virgen
dores , pero todos sus esfuerzos fueron tan venerada, que, á pesar de la revo-
infructuosos. Por fin un día le dijo el lución y de los revolucionarios, había
paciente: permanecido intacta sobre su pedestal
—Doctor, basta ya, no os canséis en la puerta de la iglesia. Uno de mis
más: debo morir con ésta horrible in- camaradas tuvo el infeliz pensamiento
comodidad. de ultrajar aquella imagen, como un
—En efecto, contestó el médico, desquite de la superstición de aquellos
hay aquí algo de extraordinario que aldeanos. Llevábamos los tres nuestro
no acierto yo á adivinar. Aunque soy fusil, y Tomás propuso tirar á la ima-
viejo y se me han presentado muchos gen; pero Francisco acogió la pro-
casos sorprendentes, nunca había puesta con una carcajada, y yo, que
visto cosa como ésta. tenía, al parecer, menos atrevimiento
Y por vigésima vez preguntó al en- que mis compañeros, traté de disua-
fermo: dirlos de una acción que me estre-
— ¿Pero y en dónde recibiste esta mecía sobremanera. Acordéme de mi
herida ? madre...
—Ya os lo dije, replicó el enfermo, Riéronse los dos de mí, y Tomás car-
en España; pero lo que no sabéis es gó el fusil y lo descargó contra la ima-
el por qué no me curaré, y quiero al fin gen. La bala había hecho blanco en la
explicároslo. frente misma de la Virgen. Francisco
Y con voz algún tanto conmovida disparó igualmente, y la bala fué á dar
hizo la siguiente relación: en el pecho de la imagen. Ahora tú,
—Tenía yo veinte años y estábamos me dijeron los dos á una voz. Yo, no
en el 1793, cuando me vi obligado á atreviéndome á resistir, disparé en
alistarme en un cuerpo del ejército mal hora mi fusil y...
840 EL MONTE CARMELO

—¿Le dio usted en la pierna?— le Aquella misma noche, más que de


interrumpió el médico. dormir, sentíamos la n e c e s i d a d de
—Sí, señor, en la pierna y en el orar.
mismo lugar donde yo tengo la heri- Apenas amaneció se presentó el
da. Ved, señor, si tengo motivos para enemigo más reforzado, y al verle
deciros que no curaré. Francisco, apretándome la mano, me
Después de esta hazaña, nos dispu- dijo: Hoy me toca á mí. Así fué.
simos á continuar nuestro camino. Cuando, presentada la batalla, nos
Una mujer de avanzada edad nos batíamos en retirada, un soldado es-
había visto y nos dijo: pañol , que yacía herido en una zanja,
—Vosotros vais á la guerra, y lo que le disparó un tiro que le atravesó el
. acabáis de hacer no os dará buena pecho, y expiró, pidiendo, aunque en
muerte. vano, un confesor. ¡Dios se haya com-
Tomás se incomodó al oiría y la padecido de él!
amenazó; pero nosotros, no muy sa- Desde aquel momento resolví con-
tisfechos del hecho, nos opusimos á fesarme; pero mi penitencia se apla-
que se ensañara en la anciana. zó de un día para otro, hasta que porfin
Aquella misma tarde nos incorpo- me olvidé del castigo; pero no se ol-
ramos á nuestro regimiento, y pocos vidó Dios de que tenía ofendida á su
días después tuvimos un encuentro augusta Madre.
con el enemigo. Le confieso, señor, Al pasar por junto al pueblo donde
que iba al fuego muy poco dispuesto, cometimos nuestra sacrilega hazaña,
y no podía alejar de mi pensamiento se le disparó casualmente el fusil á un
la estatua de la Virgen; sin embargo, soldado, causándome á mí esta he-
todo marchó bien: tuvimos una seña- rida.
lada ventaja, y Tomás se distinguió Así se cumplió á la letra la profe-
mucho. cía de aquella anciana mujer, cuyas
La acción había concluido; el ene- palabras me parece oir todavía.
migo iba en derrota, y la victoria aca- No obstante, mi herida no ofrecía
riciaba ya nuestras banderas. gravedad alguna; un practicante cual-
Nos íbamos ya á descansar, cuando quiera la hubiera podido curar; pero
sonó un disparo, salido de una roca, ella, lejos de c i c a t r i z a r s e , ha ido
que parecía descender del cielo. T o - agrandándose hasta el extremo que
más giró sobre sí mismo y cayó de veis, y probablemente m o r i r é de
bruces sobre el suelo. Franciso y yo ella.
fuimos apresurados á levantarle, pero Dios no querrá, tal vez, sanarme,
era ya tarde... era cadáver. El proyec- porque esta herida ha sido la causa
til le había herido en medio de la fren- de la salvación de muchas almas, y en
t e , y penetrado en su cráneo por el especial de la mía. Y, sin embargo,
mismo lugar que su bala sacrilega ha- espero que el Señor se dará por satis-
bía hecho blanco en la frente de la fecho con este castigo, y que al fin de
Virgen. mis días mereceré el favor del Cielo,.
Ambos nos miramos sin proferir or la intercesión de aquella Virgen
una palabra, y más pálidos que la
muerte.
E endita cuya imagen yo ultrajé.

L. D. V. M.
'SSM/i'"^-..--:.

PAZ EN LA TIERRA
INSTANTÁNEA

'0R primera vez en el siglo xx vamos


á postrarnos ante la cuna de Belén.
Luchas y persecuciones, como olas de
desencadenada borrasca, nos han agitado
en este año. Pero tras de los días de ago-
nía por que nuestro corazón ha atravesa-
do, tras de la incertidumbre en que ha
fluctuado nuestro espíritu, descubrimos
de nuevo á los emisarios de Dios que sobre
la cuna en que descansa Cristo recién na-
cido anuncian la paz á los hombres de bue-
na voluntad. ,
Extraño contraste el que existe en la
historia de la Iglesia. Todos los persegui-
dores , desde Herodes que perseguía á Je-
sús, y Nerón que encarcelaba á San Pedro,
842 EL MONTE CARMELO

hasta los Gobiernos del liberalismo que tienen aprisionado


á León XIII, han- tenido en sus labios palabras de coraje y
enojo, de anatema y maldición; mientras los perseguidos,
desde los primeros cristianos que buscaban en las cata-
cumbas un asilo contra las iras imperiales, hasta nuestros
religiosos, expulsados hace unos días de Francia por de-
creto del Gobierno, y amenazados en España por idéntica
ley de proscripción, sólo pronuncian palabras de amor,
cantan cánticos de gozo, entonan himnos de paz.
Es que la paz, que se anunció en el nacimiento de Jesús,
es privilegio de los perseguidos; ellos son los hombres de
buena voluntad. Belén es para ellos la playa donde la hin-
chazón de las olas se convierte en espuma de finísimo en-
caje, donde el fragor de las tempestades se trueca en suave
murmullo ó se pierde en el misterioso silencio del espacio.
Paz en la tierra; pero paz para los que sufren guerra;
consuelo para los que sufren tribulación; gozo para los que
son amargados con el acíbar de las aflicciones; paz, con-
suelo, gozo interior, que refleja en el corazón del hombre
justo de la paz que hae% veinte siglos se cobijó en el establo
de Belén.
fr. jRnffel JAarict.
Festejo angélico.
HIMNO AL NACIMIENTO DE CRISTO

(TRADUCCIÓN)

Cum médium aileatium


tenerent omaia.

Era la media noche,


Muy más clara esta vez que el medio día,
Y en su callado coche
La mitad de su curso andado había:
Todo en silencio estaba
Y en medio del silencio reposaba,
Cuando la omnipotente
Palabra eterna del Eterno Padre,
Cual sol resplandeciente,
Salió del alba de la Virgen Madre,
Y de las sillas reales
Bajó á comunicarse á los mortales.
De paz ceñido el orbe
Gozaba de un sosiego soberano,
Y, sin que lid lo estorbe,
Pacífico cerró su templo Jano,
Y con mayor tesoro
Volvió segunda vez el siglo de oro.
Porque benignamente
La divina justicia desde el Cielo
Miró la humana gente,
Y nació la Verdad acá en el suelo,
Do con unión propicia
Se abrazaron la Paz y la Justicia.

pr. Jerónimo de San José,


(1386-1654) c. D.
mSSSSSíSSSSBsB^^

EL ESCAPULARIO

(Conclusión.)

EMOS terminado ya los artículos sobre


I) el santo Escapulario, no porque se
haya agotado la materia, pues puede decir-
se más y mejor; y si no se presta otra plu-
ma mejor cortada, nos proponemos, dándo-
nos Dios salud y tiempo, escribir algunos
artículos sobre la Bula Sabatina, que tam-
bién es materia del santo Escapulario, y
asunto interesante en gran manera á los
cofrades y terceros del Carmen.
Lo que comenzamos con ánimo de escribir tres ó cuatro artícu-
los solamente, por no habernos fijado un plan detallado, se ha ido
alargando porque unas cuestiones se enlazaban con otras, y creí-
mos hacer un bien á los devotos del santo Escapulario, al mismo
tiempo que lo vindicábamos de la aversión y erróneas opiniones
que sobre él han sustentado algunos herejes; y lo diremos sin te-
mor de vanidad, porque es la joya más preciada de nuestro cora-
zón, á la que profesamos un cariño especial por ser la señal más
cierta de la predilección con que María nos distingue.
Hemos visto su antigüedad tan respetable, lo hemos defendido
contra sus enemigos probando su origen celestial; hemos expli-
cado sus privilegios, y, después de dar á conocer las opiniones
de diferentes autores respetables todos y todos de conformidad
con la doctrina católica, hemos expuesto nuestra opinión sobre
Sfó EL MONTE CARMELO

la promesa que la Virgen ha hecho dé salvar del 'Ifefiéái'b^á lo&.


que mueran con su santo Escapulario, sin ánimo de imponerla á
nadie, pero probando que es la más conforme á las necesidades
del corazón humano y á la bondad y misericordia de nuestra cari-
ñosa Madre María; y, finalmente, hemos visto los abundantes fru-
tos espirituales que nos proporciona.
Podemos, pues, ahora descansar á Ja sombra ,de aquel que de-
seaba nuestra alma, porque sus frutos son dulcefe y sabrosos á
nuestro corazón: Sub umbra ülius quem desideraveram sedi et
fructus ejus dulcís guturi meo.
Bien merece, pues, el santo Escapulario todo el cariño de
nuestra alma y la gratitud de nuestro corazón; bien merece que
lo vistamos con verdadera devoción, que lo tratemos con mucho-
respeto, que lo besemos con singular amor, como haríamos con
una reliquia insigne. Y si, cuando una persona amada nos da un.
objeto como recuerdo y prueba de su cariño, lo miramos y volve-
mos á mirar, y con tierna emoción lo acercamos á los labios é
imprimimos Un beso que revela el afecto de nuestro corazón,
como si aquel objeto fuera la misma persona que nos lo dio,
¿qué debíamos hacer con el santo Escapulario, prenda inestima-
ble que enriquece nuestra alma, preciosa margarita que nos abre
las puertas del Cielo, vestido nupcial que nos permite la entrada
en las bodas del Cordero? ¿Qué debíamos hacer con esa prenda
venida de aquellas manos purísimas que tantas veces estrecharon
al' divinó Jesús, venida del Cíelo, prenda que nos dio aquella
tierna, Cariñosa y amantísima Madre? ¿Qué debíamos hacer con
el santo Escapulario, puesto que sabemos que es una fina expre-
sión del amor grandísimo que nos profesa la mejor de todas las
Madres, y que nos lo ha dado como señal de salvación eterna?
justó es que lo estrechemos contra nuestro corazón, como la
joya más preciada de nuestra alma, que lo llevemos á los labios
como recuerdo dé la más Cariñosa y tierna de las Madres; justo-
es que, reconocidos á tanto favor, demos continuamente gracias >
á aquella divina Señora que así ha querido manifestarnos la soli-
citud ¿interés que tiene por nosotros y el afecto tan grande que
nos guarda en su corazón.
< Ella haga que sepamos corresponder á su amor, y se cumplan en
nosotros los privilegios que ha vinculado á su santo Escapulario»
fr. Plácido JVtaría del p.
aa.t ^¿te^j-^gp-t >^®.t.(B,c ;.s
— * ^ a a g j ^ g ^ g ^ g ^ g ^ S g g g ¡ g - ^ S S = t B S M i a - inri-—"=-awBffssi=^g^g*8g5»B» , «Én » •— di. 4<p^g^S=^».-J»"5p*S>«B»na-* _ ^—

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FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ


ESTUDIO CRÍTICO-LITERARIO

(Continuación.)

¡He
^ ¡ $ N el capítulo noveno trata Fr. Jerónimo de la autoridad que
<v>3) ha de tener el historiador.
El último requisito de los tres que pide el insigne preceptista al
historiador es la autoridad con que, por la reverencia que se debe
al autor, se haga más venerable su escritura. En todos los hechos
y acciones humanas, para el juicio, estimación y censura de ellas,
importa mucho la calificación de las personas de quien proceden.
«Las mismas obras, por la nobleza ó vileza de quien las hace, son,
ó altamente ensalzadas, ó tenidas en bajísima opinión. La razón
de esto es porque, según el curso ordinario de la Naturaleza, los
efectos participan las propiedades de sus causas, y la virtud y ex-
celencia de ellas se transfunde y resplandece en ellos. De donde
nace que, no solamente sean tales los efectos cuales son sus cau-
sas, sino que también sean estimados de los hombres en aquel apre-
cio y opinión que se consideran sus principios (i).
Tiene esta doctrina mucha aplicación á los escritos, «porque,
cual es, ó se reputa el autor, en ese grado se estima su escritura y
sentimientos* Es así que todo lo bueno procede y mana de Dios, y
que el principio de toda verdad, adonde quiera que se halle, y por
cualquiera persona que se diga, es el mismo Dios, el cual sólo es
el principal maestro y doctor de la verdad; pero ésta, que original-
mente mana de tan alto y noble principio, se guía y encamina á los
hombres por arcaduces más ó menos nobles, más ó menos califica-
dos y estimados; y como el mundo, en el inmediato gobierno, de-
pende también de estas causas segundas, que median entre la pri-

'il Si '
848 EL- MONTE CARMELO

mera y los efectos, y la influencia universal se modifica y acomoda


á la particular virtud y capacidad de aquéllas, de aquí es que ten-
gan las causas inmediatas una particular eficacia para imprimir su
virtud y excelencia en los efectos que producen. De donde se sigue
que la verdadera doctrina (de quien el principio y fuente es sólo
Dios) tome su inmediata calificación para con los hombres del
autor humano que la enseña y escribe, y que, cuanto mayor fuera
la autoridad y estimación del escritor, tanto sea mayor la de su
doctrina y escritura. Confieso que la verdad, ella por sí, debe re-
cibirse y estimarse, y que trae consigo luz bastante para esclarecer
el entendimiento, y eficacia para mover la voluntad en los corazo-
nes bien dispuestos, y que, á semejanza de la palabra divina, es
como el cuchillo y alfange de dos filos, que corta y penetra hasta
las médulas del espíritu; pero importa mucho de qué brazo y mano
sea gobernado ese alfange, para que el golpe y herida sea más ó
menos penetrante y eficaz. Aquí obra también mucho la opinión;
porque una misma sentencia dicha por persona de autoridad esti-
mada por sabia, aunque no lo sea, se tiene por oráculo, y esa mis-
ma, dicha por quien carece de opinión y puesto autorizado, aunque
mucho lo merezca, se desestima y desprecia. Hoy dicen los taber-
neros y los rústicos, sin que nadie haga caso de su dicho, las mis-
mas sentencias que halladas en Homero y Platón causan admira-
ciones en graves auditorios. ¿ Qué es esto sino la opinión que se tie-
ne de éstos, la desestima que de aquéllos? Y aun llega á tanto el
poderío de esta opinión, que, no sólo la verdad enseñada por el ig-
norante , sino la mentira enseñada por el falsario, si la opinión está
de su parte, prevalece contra la verdad misma si la enseña el sabio
no tenido por tal. Tanta es la veneración que concilia el puesto, la
autoridad y opinión adquirida de los autores y escritores en el mun-
do» (1).
¿ Hase visto más profunda y delicada manera de establecer, pri-
mero el valor de las acciones humanas, según sea mayor ó menor
la categoría de quien las ejecuta, y luego el mérito y valía de los
escritos, habida consideración igualmente á la autoridad y estima
de que goza el escritor? ¡Qué modo de expresarse, al declarar la
intrínseca virtualidad y eficacia de la verdad, y al afirmar su sobe-
rana realeza en los espíritus! ¡ Qué símil tan vigoroso y expresivo
al equiparar á esa verdad, á semejanza de la palabra divina, con el
cuchillo ó alfange de dos filos, que penetra hasta los más recóndi-

(1) §2-
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 849

tos serios del alma! Pero, al mismo tiempo, ¡cuan oportuno y discre-
to se muestra Fr. Jerónimo al advertir que, según sea la mano que
gobierne ese alfange, será más ó menos certero el golpe y más ó
menos profunda la herida! Y luego, por último, ¡con qué bizarría
y" destreza señala el crédito de que goza la opinión recibida en pun-
to á eséritores, para admitir 6 no las doctrinas ó sentencias que
contienen sus libros!
Las razones apuntadas por el docto y concienzudo carmelita se
aplican sin duda á cualesquiera escrito; pero donde deben valer
principalmente es para la composición de las obras históricas. Es
una verdad palmaria é indiscutible que «al historiador, como dice
Fr. Jerónimo, entre los escritores meramente humanos, se debe
mayor crédito y fe que á los demás, porque se fía de su cuidado y
diligencia la averiguación de la verdad que en aquéllos se explora
y averigua. Esta confianza, pues, de los lectores fundada en la co-
mún obligación del historiador, se aumenta ó disminuye con la opi-
nión que de su vigilancia, sabiduría y entereza se tiene; y como
para dar apoyo á esta opinión importa la autoridad de la persona,
viene á ser este requisito grandemente necesario en el que escribe
historia, así para que él mismo la escriba dignamente, como para
quesea ella recibida con digna estimación» (i).
¿En qué se funda, empero, la autoridad del historiador? «Eri cua-
tro principios, dice Fr. Jerónimo, que pueden calificar su testimo-
nio y escritura; es á saber: virtud, sabiduría, nobleza y dignidad»
lo que da más autoridad á una persona es, á no dudarlo, la virtud,
«porque á ella se debe la primera y mayor estimación. Y aunque en
el mundo sea tal vez (y muchas) menos amparada de lo que fuefa
justo, dándose los premios y riquezas, no tanto al virtuoso cuanto
al venturoso, pero nunca deja de tener suma autoridad, aun para
con esos mismos que la desfavorecen; pues aunque la dejen desnu-
da y temblando de frío en un rincón, allí la reconocen por digna de
alabanza, estiman su sentir, dan crédito á sus dichos, y, en lo qué
afirma un virtuoso, no se halla quien fácilmente ponga duda. Dé
aquí toma gravísimo argumento la Religión cristiana para persua-
dir la verdad que predica; pues tantos varones de inculpable vida
y virtud notoriamente heroica la profesan» .(2). Argumento muy
poderoso sin duda y convincente que han manejado con invencible
elocuencia y brío los grandes apologistas de la Religión, así anti-

(1) §3.
Í2) §4-
8«> EL MONTE CARMELO

guos como modernos, mereciendo lügaí preferente entre ellos el-


príncipe de la elocuencia sagrada en España, el inmortal hablista
Fr. Luis de Granada (i).
La sabiduría acredita sobremanera al historiador. Ya encareció
el autor con brillantes pinceladas la grandeza de esa cualidad, li-
mitándose aquí á enumerar levemente sus excelencias. «Bien se
deja ver, dice, cuánta sea la autoridad de un hombre sabio, por-
que como sea excelencia muy grande aventajarse uno á los demás
hombres en aquello mismo que el hombre se aventaja á las bestias,
que es la razón y entendimiento, en esa misma proporción les ex-
cede en autoridad, pues ninguna hay mayor, ni aun igual, á la del
entendimiento y saber, mirada la naturaleza racional por serlo so-
lamente. Por esto al hombre sabio se tiene tan grande reverencia,
y se le reconoce una cierta superioridad sobre los demás que no lo
son, de manera que su dicho se estima, su parecer se venera, su
testimonio se cree, y cada palabra suya es tenida por oráculo. De
donde se infiere cuánto importa al historiador esta circunstancia de
la sabiduría para que su Historia tenga mayor autoridad» (2).
Sigue á la sabitiuría la nobleza, la cual es en un principio de tan
grande autoridad, «que ella sola, dice Fr. Jerónimo, cuando las de-
más calidades sean inferiores, basta para acreditar mucho una His-
toria, y para, cuando aquéllas también concurren igualmente, darle
una suma excelencia y dignidad. Siempre en un corazón y pecho
noble se presume que mora muy de asiento la verdad, y que la san-
gre limpia y generosa no permite mancha de mentira, pasión ó adu-
lación en las palabras. Es la nobleza hermana de la verdad, defen-
sora y amparo de ella, y así degenera del ser noble el que merece
opinión de menos verdadero. Por esto, pues, concilia una muy no-
table autoridad á su Historia la nobleza del historiador» (3),
La dignidad es el último principio que granjea autoridad al his-
toriador. «Califica mucho, dice Fr. Jerónimo, las acciones de una
persona el verle ejercer oficios y cargos públicos de dignidad y au-
toridad, porque con razón se juzga de grande mérito y de talento
aventajado el que es elegido para semejantes puestos. Y aunque es
verdad que no pocas veces ocupa los más altos quien menos los
merece, es tanta la dignidad del mismo puesto, que aun á esos mis-
mos, bien que indignos y conocidos portales, les concilia autoridad

(1) Ved, sobre todo,, la magnífica Introducción al Símbolo de la Fe, parte segunda»
(2) §5-
(3) § 6.
FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ 851

y estimación, porque la grandeza y esplendor del cargo redunda en


los que se, hallan revestidos de él4 como la del vestido y adorno pre-
cioso en la persona que con él se compone... De lo cual se colige
cuánto importaría para el crédito y autoridad de la Historia que
también, por esta parte la tuviese el historiador, y fuese per$ona
constituida en dignidad de puesto grande, 6 por lo menos tenida
comunmente por benemérita de los de grande confianza y estima-
ción en su República» (i).
Grande sería la autoridad del que reuniera estas cuatro cuali-
dades para ejercer el cargo de Historiador. Difícil, empero, es re-
tiñirías todas, y en consecuencia se ha de procurar sean aquellas
•que más puedan dignificar á la persona y autorizarla, óigase á Fray
Jerónimo cómo dilucida este punto con singular pericia y maestría-,
tomando luego de ahí ocasión para exponer luminosas consideracio-
nes de altísimo valor doctrinal, que me place sobremanera trasla-
dar aquí. «La sabiduría, dice, siempre tiene el primer lugar en las
acciones y oficios que principalmente penden del ingenio. Que yun-
que es verdad que la virtud es la que (generalmente hablando) más
califica y autoriza un sujeto; y por eso la pusimos arriba la primera;
pero eso es en orden á la rectitud de las costumbres y la vida, no
•en orden á la particular obligación de un cargo y ministerio que
principalmente se funda en el talento, industria, experiencia y sa-
biduría de quien le ejerce. Mayormente si el cargo es secular, por-
que en los eclesiásticos y religiosos, que principalmente se endere-
zan á la reformación de la vida y costumbres, el ejemplo de cos-
tumbres y vida inculpable es una principalísima parte de la aptitud
y conveniencia para el ministerio encomendado; pero en los secula-
res más fácilmente se disimula esta falta. Y así vemos gobernadores
y ministros grandes á cuyas manos se fían las riendas del gobierno
público, que siendo tal vez no bien morigerados, antes de vida y
costumbres estragadas, cumplen en lo particular de los oficios con
las obligaciones más propias de ellos, y vemos también,, por el con-
trario, que personas de virtud más que ordinaria, por faltarles el
requisito de sabiduría y talento, no aciertan en la dirección de lo
que tienen á su cargo. Que no siempre da Dios con la virtud el ta-
lento necesario para todo ministerio, aunque, para el que Dios
elige á uno, le previene de antemano con la idoneidad. Requiere
cada cual de los oficios y empleos su manera de capacidad y aptitud,
i a cual es como propiedad intrínseca del cargo, que viene casi á re-
852 EL MONTE CARMELO

fundirse en la naturaleza misma de él. Y así es ésta la primera y


más necesaria condición suya, y sobre ella asientan las demás como
esmaltes preciosos, de los cuales el primero siempre es el de la vir-
tud, que da á toda acción y obra un género de valor y estimación
casi divina. Por esto, siempre que al talento acompaña la virtuosa
vida, queda con ambos requisitos (cuando le faltasen los demás)
digna y altamente calificado el sujeto para el ministerio que entre
manos tiene, aunque fuese de suyo muy profano. Y así, estos dos
deben en todo caso procurarse y concurrir en el historiador. Pero si
pudiesen hallarse todos los cuatro referidos juntamente, es á saber:
con la virtud y sabiduría la nobleza y dignidad de puesto, le darían
sin duda una suma y consumada autoridad para que la pudiese co-
municar á su Historia» (1).
JoséJffn. Valentí.
{Continuará.)

(1) § 8.

-")"' 'K 1 H' '*?»

SUBSCRIPCIÓN Á FAVOR DEL R. P. MARTÍN,


VICARIO GENERAL DE QUILÓN
Pesetas.

Suma anterior * 1.250,37


Una persona piadosa, Bilbao 25
MM. Carmelitas Descalzas, Murguía 50
Don Isidro Benito, Avila 100
MM. Carmelitas Descalzas, ídem 7
Lesaca 20
Doña Valentina Andía, Pamplona 80
„ Anastasia Varuza, ídem •• 50
Una subscriptor a de E L MONTE CARMELO , ídem 10,30
Don Luis de Dios, presbítero, ídem 5
Doña Eulalia Oses, ídem 2
„ Paz Garbayo, ídem 30
MM. Carmelitas de Santa Teresa, Madrid 10
Una subscriptora de E L MONTE CARMELO , Villafranca 2
MM. Carmelitas Descalzas de San José, Valencia 25
n „ Corpus Christi, ídem 25
" „ „ de San José, Zaragoza 10
1.543,27
(Continúa abierta la subscripción.)
* í^m^á.iíS9^i¿stt¡Lt^n^íiíSii^íJi¿sis^.vSia^i.^s'&í--^ft^ tas^t¿j¿-t Ja
ja»"' «ató» v»VtV ^«w »tff>* v.fo—*¿¿t¡t y»^tv '•lAjar v¿«v H^IV «¿ffi? «^

EL R HERMANN
(Conclusión.)

Cierto día hablaba con algunos Uno de sus superiores, con quien
seglares de cosas del Cielo y de la tuvo íntimas conferencias, dice:
felicidad que allí se goza. «Rogad «Era de una conciencia en extre-
para que tenga la dicha de ir, dijo mo delicada y de una sencillez de
á los que se hallaban presentes.» niño. Cuando era cuestión de abrir
«Nosotros no pudimos contener la el corazón á su superior ó á su di-
risa al oirle, dice uno de los testi- rector espiritual, lo hacía hasta
gos.» «¡Ah!, exclamó el Padre, con cierta tendencia á exagerar
cada vez que subo al tren me sor- sus menores faltas, ó que las creía,
prende la idea de lo mal dispuesto como tales, efecto natural de sü
que me siento para comparecer profunda humildad». ?
ante la presencia de Dios. Todo «Yo amaba á Hermann del fon-
es relativo con las gracias que uno do de mi corazón, escribía Luis
ha recibido, añadió; la menor in- Veuillot. Se hallaba dotado de gran
fidelidad én mí es más culpable sencillez, candor, humildad y amor
delante de Dios que un pecado para todo lo bueno. Dios me otor-
grave en otro. — Pero, Padre mío, gó la gracia de conversar con él
vuestra humildad os salvará.» Al en varias ocasiones. Apenas llega-
oir esto frunció ligeramente las ce- ba á algún punto donde él estaba,
jas y replicó con tristeza: «Jamás procuraba verle, y cada vez me
he sido humilde»; y al hacerle pre- dejaba impreso en el corazón al-
sente las almas que había ganado gún nuevo rasgo de virtud.»
para Dios y todo el bien que ha- Otro de sus hermanos en reli-
bía practicado, dijo: «Judas hizo gión dice: «Que edificaba con su
milagros. No dudo que Dios se ha fervor por la observancia regular;
servido escogerme para hacer bien en todas partes era uno de los pri-
á muchas almas; empero, así co- meros en asistir á los actos de co-
mo el alfarero fabrica vasos para munidad, siempre celoso por la
llenarlos de licor exquisito, y que, gloria de Dios y el bien de la Or-
una vez bebido el licor, se arroja den. Así es que todos los buenos
el vaso como inútil, ¿quién me ase- religiosos le amaban».
gura que después que yo habré La voluntad de Dios, manifes-
proporcionado á las almas las gra- tada por conducto de sus superio-
cias de que Dios me ha colmado en res, era su regla de conducta; por
beneficio de ellas, no me arrojará lo mismo, cuando un hombre ha
como un instrumento gastado? Es llegado á este estado, se concibe
preciso vivir siempre con temor. muy bien que los goces, los bienes
Religiosos muy santos han caído; y placeres terrenos no produzcan
yo debo de temblar, porque de mí en él el menor efecto.
mismo nada tengo». No hay duda que la pobreza y
854 EL MONTE CARMELO

castidad fueron al par de la obe- le gloria». Dios escuchó sus rue-


diencia. Ya hacía tiempo que ha- gos. Desde el día que vistió el há-
bía renunciado á todas las como- bito del Carmelo hasta su muerte,
didades de la vida, haciendo una su vida fué un continuo martirio.
guerra sin tregua á las tres concu- Las vísperas de las festividades;
piscencias enemigas irreconcilia especialmente de la Santísima Vir-
bles de la vida espiritual. Dios sólo gen, se le aumentaban sus sufri-
tiene contadas las mortiñcaciones mientos. El Viernes Santo experi-
y austeridades á que sujetó su cuer mentaba todos los dolores de la
po. «No hay cosa más deliciosa agonía.
que el sufrir por Jesús. Pedirle, de- «No puedo explicaros cuan di-
cía, que no transcurra un momen- choso soy de sufrir por amor á Je-
to de mi vida sin sufrir alguna co- sús, escribía ásu amigo deCuers...;
sa por complacerle, servirle y dar- su voluntad es mi paraíso.»

XX

TRABAJOS Y MUERTE DEL P. HERMANN

El P. Domingo, Superior Ge á los individuos de las Ordenes re-


neral de la Orden, acababa de ligiosas. En vista de lo cual, des-
morir en Roma. Los carmelitas pués de haber presentado la dimi-
de Francia, que le consideraban sión de primer definidor y maestro
Como su padre, por haber sido el de novicios, se decidió á abandonar
restaurador del Carmelo Descalzo el territorio francés, y partió para
francés, deseaban que sus despo- Suiza, donde le aguardaban algu-
jos mortales reposaran en Francia. nos miembros de su familia. No
Roma consintió en ello, y el Pro- llegó allí exento de peligros, pues
vincial partió para la capital del en Grenoble estuvo á punto de ser
mundo católico con el fin de traer asesinado por el populacho, que le
á Brousey el cuerpo del P. Domin- tomó como espía prusiano; pero
o. El P. Agustín, como primer de Dios, que le preparaba otro sacri-
f nidor, quedó encargado, durante
la ausencia del Provincial, del go
ficio más noble, dispuso que esca-
pase de entre las manos de aque-
bierno de la Provincia. llos foragidos, y llegó sano y salvo
Era á la sazón en que estalló á Ginebra, donde fué recibido por
aquella guerra terrible entre Fran- el Obispo con agrado, y le propu-
cia y Prusia, y que fué tan funesta so se encargase de la parroquia de
para la primera. Después de varios Montreux, pequeña villa, donde
y continuos desastres, Napoleón había un reducido número de ca-
entregó su espada á Guillermo, sin tólicos, pero que fué aumentando
á medida que la emigración de
haber salvado su honor por medio Francia era para muchos católi-
de un combate decisivo, que tal cos necesaria, á causa de las per-
vez hubiera salvado la dinastía y secuciones de que eran objeto.
la honra de Francia.
El P . Agustín, como alemán que Gran número de p r i s i o n e r o s
era, temió que su presencia en franceses fueron transportados al
Francia perjudicara á sus herma- interior de Prusia.
nos en religión, pues el gobierno El estado lamentable de estos pri-
de Francia en aquel entonces (co- sioneros tocó el corazón de Mr. de
mo al presente), rematadamente Marmillon, y creyó que ninguno
impío, aparte de que expulsaba á como el P . Agustín, alemán de na-
tpdos los alemanes, vejaba de una ción , podría desempeñar el cargo
manera cruel al Clero, y sobre todo de capellán, al propio tiempo que
EL P. HERMANN 855
los socorrería en las necesidades el día confesaba de treinta á cin-
temporales. A la menor indicación cuenta.
del bondadoso prelado, el P. Agus- La predicación, unida á tanto
tín se ofreció en cuerpo y alma á confesonario, y en una iglesia tan
sus órdenes, después de haber con- fría, debilitó considerablemente al
tado con la venia de los Superio- Padre. Lo que le restaba de tiempo
res de la Orden. Llegado á Berlín, lo empleaba visitando los lazare-
después de haber obtenido del go- tos, donde los enfermos eran mu-
bierno prusiano amplias faculta- chos , pues sólo de viruela llegaban
des para el fin que le propuso el á 300. Estaba además encargado
Sr. Obispo, partió para una pe- de distribuir los socorros que para
queña villa, distante de Berlín ca- los cautivos recibía de diversos
torce kilómetros, y llamada Span- puntos.
dan. El domingo 8 de Enero, el Pa-
Allí encontró 5.300 prisioneros dre se hallaba en Berlín con el ob-
franceses, sumergidos en una re- jeto de comprar medias, vestidos
pugnante miseria; les habló en su y otras cosas en valor de cerca de
idioma natal; les exhortó á sopor- 2.000 pesetas. Yo estuve con él ese
tar con paciencia sus trabajos y día; me habló de sus fatigas, de un
ofrecerlos á Dios por la salvación dolor en la garganta que le mo-
de su patria; les habló de su alma, lestaba hacía algunos días; de la
de la necesidad de reconciliarse necesidad que tenía de tomar al-
con Dios; les añadió que había ve- gún reposo con detrimento de sus
nido con el objeto de ayudarles prisioneros. Yo lo encontré enve-
en sus necesidades, consolarlos y jecido y pálido; además vi en su
amarlos como hermanos. Les in- mano izquierda, al lado del dedo
vitó á que vinieran á visitarle á índice, un grano de mal aspecto.
casa del cura, donde tenía su resi- En fin, la viruela se había de-
dencia, y le expusieran sus necesi- clarado abiertamente; á pesar de
dades y sus deseos. Recibió cajas esto, se trasladó á Spandan; y en
de vestidos y ropa blanca, los dis- el lecho del dolor, tomando en sus
tribuyó entre ellos, y pronto fué manos su crucifijo, dijo: «Presien-
dueño de los corazones de aquellos to que Dios me llevará esta vez».
infortunados. El 12 de Diciembre La calma, la serenidad y el dulce
escribía: «Los prisioneros comien- tono con que pronunció estas pa-
zan á pedir confesión... Jamás he labras me conmovieron de una
tenido un campo tan vasto para manera indecible... Cuando yo vol-
lucrar almas á Jesús». Unos días ví á verle al día siguiente, la en-
más tarde escribía: «Los prisione- fermedad habia hecho rápidos pro-
ros me asedian desde las ocho de gresos , y se avecinaba por momen-
la mañana hasta la noche... Cuan- tos el delirio; y antes que esto su-
do no es cuestión de su alma, vie- cediera se le administraron los úl-
nen á exponerme los sufrimientos timos Sacramentos, edificando á
de su cuerpo, transido por el rigu- cuantos se hallaban presentes, so-
roso frío». bre todo al administrarle la Ex-
Dejemos la palabra á un testigo tremaunción. Renovó sus votos,
de vista de sus últimos trabajos cantó en alta voz, á pesar de sus
apostólicos y últimos momentos de intensos dolores, el Te Deum, el
su vida. Magníficat, la Salve Regina y el De
«A su cargo corría el adminis- Profanáis. Por último, después de
trar los auxilios expirituales á cer- haber dado la bendición á los que
ca de 6.000 prisioneros. Como la se hallaban presentes, que se la
iglesia no era capaz de contener á pedimos con grandes instancias,
todos, venían cada día unos 500. dijo: «Ahora, Dios mío,yo entrego
El Padre les predicaba, y durante mi alma entre vuestras manos».
856 EL MONTE CARMELO

Estas fueron sus últimas palabras; ció por largo tiempo, y que su
y después de haber pasado toda talento musical le dio tanta cele-
la noche en una dulce agonía, al bridad. Se le llamaba el P. Her-
amanecer se durmió en el Señor, mann.
por quien su corazón no había ce- »Fué siempre muy bueno y san-
sado de latir. to religioso; austero y dulce en la
Sus hermanos se ocuparon de observancia de su regla. Iba con
cumplir sus últimas disposiciones; los pies descalzos, pidiendo limos-
y una de ellas fué que le sepulta- na, exhortando, predicando, fun-
ran en Santa Eudowiges de Kar- dando monasterios, obedeciendo
lin; y allí es donde reposan sus con presteza, y humilde en sus
despojos mortales, esperando el éxitos.
día de la Resurrección general». » Murió en Spandan, donde fué
La Francia, donde tan conocido á prestar servicios á los prisione-
era su nombre, recibió de una ros franceses. Como en todo lo que
manera dolorosa la noticia de su emprendía, su trabajo marchaba
muerte. He aquí cómo se expresa- viento en popa en el momento que
ba Luis Veuillot al anunciar en El murió. La carta que nos informa
Universo su muerte: brevemente de su fin apostólico
«El mes pasado murió en Span- nos dice que no pudo resistir al
dan nuestro querido y antiguo ami- exceso de sus fatigas, y que no se
go el P. María Agustín del San- pudo conseguir de él que tomase
tísimo Sacramento, carmelita des- otro reposo que el de la muerte.
calzo. Se convirtió del judaismo, «Habiendo sido lo que fué por
y en poco tiempo fué religioso y la gracia de Dios, así también de-
sacerdote. El mundo le llamaba bía morir».
con el mismo nombre que le cono-
fr. <f. S. f.
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SECCIÓN CANÚNICO-LITÜRGICA

LA COFRADÍA DEL CARMEN

(Continuación.)

ción, que no es otra que su misma ex-


n plicación, acudamos á ella en busca
DÍFERENCIA ENTRE LAS COFRADÍAS
de luz y claridad.
Y PÍAS UNIONES Ó ASOCIACIONES
Ya nos ha dicho el Rdo. P . Teodo-
Aunque, hablando en general, no ro del Espíritu Santo que confraterni-
haya necesidad de distinguir las Co- dad es la congregación de muchos
fradías propiamente dichas de las Pías fieles que convienen en uno y se re-
Uniones que están canónicamente eri- unen para practicar alguna obra de
gidas, porque, como ya queda dicho piedad, instituida por la autoridad
en el párrafo anterior, para el lucro de la Iglesia. El nombre Confrater-
de las indulgencias no se atiende á nidad, continúa el mismo Padre, im-
esta diferencia, sin embargo, será porta cierta comunicación ó conjun-
muy conveniente, para proceder con ción espiritual entre todos sus miem-
más claridad, tanto en la teoría co- bros, de la misma manera que el nom-
mo en la práctica, poner al alcance bre Consanguinidad importa cierto
de los lectores de E L MONTE CARME- parentesco ó comunicación de sangre
LO algunas diferencias que median en- entre los miembros de una misma fa-
tre unas y otras, porque, á poco que milia; y así como en la consanguini-
se fijen nuestros lectores, observarán dad hay sus grados, que unen con
que en las Cofradías propiamente di- más ó menos intimidad á los indivi-
chas se prescriben, como necesarias duos de una familia, así también, se-
para ganar las indulgencias, condicio- gún sea mayor ó menor el grado de
nes que no se requieren en las demás comunicación ó conjunción espiritual
Asociaciones, como lo vemos, v. gr., que haya en los miembros de una
en la Cofradía del Carmen, en la que Confraternidad, podrá ésta llamarse,
está prescrito el que el nombre del con más ó menos propiedad, Cofra-
cofrade esté escrito en el Registro de día ó Hermandad (I).
la Cofradía, condición no necesaria Por consiguiente, no habrá Confra-
en otras Asociaciones. ternidad, propiamente dicha, si los fie-
Comprendo que no le será tan fácil les en ella inscritos no convienen al-
el distinguir las Cofradías de otras
Asociaciones al que no tuviere un co-
(i) Rdo. P. Joann. Bta. Bass!. Tract.
nocimiento' claro de ellas; mas si este de Sodalitiis, qusest. i, núm. 7, et Re-
conocimiento claro de las Cofradías y verendo P. Augustinus Matthasucci, offi-
Asociaciones nos lo ofrece su defini- cialis Curias eccles.—Cap. x*v, núm. 1,
858 EL MONTE CARMELO

guna vez en uno para practicar las las Cofradías propiamente dichas. A
obras de piedad prescritas en sus es- todas éstas se las podrá llamar Con-
tatutos, ó no se reúnen para el oficio gregaciones, Asociaciones, Agrega-
divino ó para el ejercicio de obras de ciones, Uniones ú Obras pías; pero
piedad, caridad y religión. de ninguna manera Cofradías 6 Her-
Tenemos,, pues, según esta doc- mandades.
trina: Los autores litúrgicos, para conocer
i.° Que todas las Órdenes regu- si una Asociación es ó no Cofradía
lares se pueden llamar en toda la pro- propiamente dicha, ponen las reglas
piedad de la palabra Fraternidades, siguientes:
porque sus miembros hacen vida co- 1. a Si su fin es de tal condición,
múnibajo una misma regla, visten un que para conseguirlo se prescriba ó
mismo hábito y se dedican á las mis- sea necesaria la reunión de sus miem-
mas obras de piedad, caridad y reli- bros, como en la Confraternidad de
gión. los devotos de Jesucristo en el Calva-
2. 0 Por esta misma razón, tam- rio, cuyo fin principal consiste en ha-
bién pueden llamarse Fraternidades cer procesionalmente las estaciones
todas las Congregaciones religiosas de del Via-Crucis.
votos simples. 2. a Si para la admisión de los fie-
3. 0 Las Terceras Ordenes, insti- les en ella se prescribe un rito espe-
tuidas exclusivamente para los segla- cial y casi solemne en presencia de
res, son también Fraternidades pro- los demás socios, como en la Archi-
piamente dichas, porque todos sus cofradía de las Llagas de San Fran-
alumnos profesan la misma regla apro- cisco.
bada por la Santa Sede, llevan el mis- 3. a Si en sus estatutos se manda
mo hábito y se reúnen muchas veces que los socios lleven un hábito espe-
para la práctica de obras santas y pia- cial, no sólo en el acto de su ingreso,
dosas. sino también en todas sus reuniones
4. 0 De igual manera se pueden y funciones eclesiásticas, como en la
llamar Cofradías todas esas Asocia- Cofradía del Santísimo Sacramento.
ciones piadosas que, á semejanza de 4. a Si tiene en propiedad y sostie-
las Terceras Órdenes, se rigen por ne con sus fondos alguna iglesia, ca-
sus propias leyes y estatutos, y tie- pilla ó altar donde se reúnan sus miem-
nen sus iglesias ú oratorios donde se bros para rezar sus preces ó para prac-
reúnen para ejercitarse en obras de ticar obras de piedad, caridad ó reli-
piedad, caridad ó religión, y que, agre- gión, con tal que esté legítimamente
gadas á otra Orden regular, partici- establecida.
pan de todos los bienes espirituales 5. a Si tiene derecho á organizar
de la misma Orden. procesiones, por este derecho se co-
5. 0 Además de éstas, hay otras lige ser también Cofradía propiamen-
muchas á las que no se las puede lla- te dicha, como la Cofradía del Santí-
mar Cofradías ó Hermandades, por simo Rosario.
la falta de comunicación espiritual en- Por consiguiente, todas aquellas
tre sus miembros, pues las obligacio- Asociaciones en las que no se encuen-
nes de ellas se reducen á algunas pre- tre al menos una de las cinco condi-
ces ú obras de piedad, sin que para ciones arriba indicadas, y sus miem-
su realización se prescriba ni sea ne- bros no estén unidos entre sí con al-
cesaria, para ganar las indulgencias, gún vínculo espiritual, no son ni pue-
la reunió» de los asociados, como en den ser Cofradías.
SECCIÓN CANONICO-LITURGICA 859

De lo que resulta: general no prescriban á sus socios más


i.° Que los que llevan impuesto el que alguna limosna y que recen algu-
Escapulario rojo de la Pasión, el pe- nas oraciones en particular, como la
queño del Sagrado Corazón de Jesús, Obra pía de Tierra Santa, de la Pro-
el azul de la Inmaculada Concepción, pagación de la F e , etc., tampoco son
el de la Virgen del Buen Consejo ó el Cofradías.
de San José, no constituyen Cofradía 3. 0 La Pía Unión de San Antonio
propiamente dicha, sino solamente de Padua tampoco es Cofradía, por-
una simple Unión, porque todas las que en sus estatutos no se obliga á
obligaciones que se imponen en ella que sus socios se reúnan alguna vez,
consisten en llevar continuamente el ni para su admisión se requiere otro
santo Escapulario, y, si quieren ganar requisito que la simple petición del
las indulgencias, que cumplan fiel- que desea ingresar en ella, y la acep-
mente las condiciones prescritas para tación ó consentimiento del que esté
el efecto. autorizado para recibirlo.
2. 0 Todas las Asociaciones que en

SOBRE LA EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO

A la Sagrada Congregación de Ritos colocar el Santísimo en el tabernáculo


se ha pedido la solución de las siguien- antes de la Misa solemne, ocultándole
tes dudas: con el velo que se corre ante él, hasta
I. En varias iglesias existe la cos- que, comenzada la Misa y dicho Aufer
tumbre de poner en el tabernáculo un a nobis, turifica el Sacerdote; en el
velo que en la exposición del Santísi- cual acto de turificación, y plegando
mo Sacramento se pliega ó descorre y el velo como se ha dicho, se hace la
en la reserva se corre, operación que exposición sin ningún canto: ¿puede
se hace por medio de una cuerda que aprobarse este uso?
el sacristán ó acólito estiran ó aflojan Y la Sagrada Congregación de Ritos,
respectivamente: se pregunta: ¿pue- con fecha 12 de Julio de 1901, contes-
de continuarse esta práctica? tó á estas dos dudas negativamente.
II. Asimismo, hay costumbre de

*<®$j¡Ws
£L MONTE CARMELO EN EL AñO 1902. —Con este número termina
el segundo año de la publicación de nuestra Revista. Antes de
entrar en él tercero, nos dirigimos á nuestros subscriptores para
expresarles nuestra gratitud por la ayuda que nos han prestado, y
confiamos que no nos abandonarán. Trabajamos por la gloria de
Dios y de la Santísima Virgen del Carmen: los devotos de esta So-
berana Señora deben cooperar á todo lo que sea enaltecerla y glori-
ficarla.
Nuestros propósitos para el año próximo son mejorar la Revista—
¿hasta dónde?—hasta donde alcancen los ingresos de las subscrip-
ciones. Si cada subscriptor nos trajera otro, E L MONTE CARMELO po-
dría competir en esmero y elegancia artística con las mejores publi-
caciones. Estamos dispuestos á no regatear nada por complacer á
nuestros lectores: esperamos que éstos tampoco regatearán nada por
ayudarnos.
E L MONTE CARMELO se publicará los días 1.° y 15 de cada mes, en
cuadernos de cuarenta páginas como mínimo, papel superior, esme-
rada impresión, excelentes grabados, y artísticas cubiertas é ilus-
traciones.
El precio de subscripción será como el año pasado, ó sea:
En la Administración ó en los Conventos
de la Orden 3,50 ptas. ) ,. ,
„ , A I medio año.
Por corresponsal 4 „ )
En la Administración ó en los Conventos
de la Orden 6 „ ) ,
„ , r __ " > un año.
Por corresponsal 6,75 „ J
En el extranjero 8 ptas. un año.
Fago adelantado.

Los sacerdotes que deseen satisfacer el importe de la subscripción


en otra forma, pueden entenderse con el Sr. Administrador, y les
rogamos avisen oportunamente de haberlo satisfecho.
CRÓNICA CARMELITANA 86l

A los subscriptores del año que va á terminar, que renueven la


subscripción para otro año al menos, les regalaremos una preciosa
é interesante obra.
Y por última vez rogamos & los subscriptores que no han abonado
la subscripción de este año, se sirvan, por justicia y por caridad,
hacerlo cuanto antes.
ACTO CONMOVEDOR.— Una esposa monja.—Familia ejemplar.—Hoy,
día 15 de Diciembre, tendrá lugar el conmovedor y patético acto de
hacer su profesión religiosa en el convento de carmelitas descalzas
de Toro la virtuosa Sra. D. a Joaquina Elicegui de Aizpuru, en el
claustro Joaquina del Sagrado Corazón de Jesús, rodeada de su e s -
poso D. Pedro Aizpuru, también carmelita descalzo en el convento
de Salamanca con el nombre de Fr. Pedro de San Ignacio de Loyola,
y de sus dos únicos hijos, igualmente religiosos, Rdo. P. Miguel Ce-
lestino Aizpuru, jesuíta, residente en el Colegio de Loyola, y Reve-
rendo P. Luis de la Virgen del Carmen, carmelita descalzo de esta
Residencia.
Hace un año que dimos cuenta de la entrada en religión de este
matrimonio heroicamente ejemplar, que, después de haber dado sus
dos hijos á Dios, se entregaban también á sí mismos en sacrificio,
dejándolo todo y separándose para vivir en la clausura de un con-
vento. Pasado el año del noviciado, la esposa, la primera, va á pro-
nunciar sus votos solemnes para sellar con juramento sagrado su
entrega al Señor. En tan imponente y comovedor acto, le impondrá
el velo de profesa el hijo jesuíta y predicará el carmelita. Lo patético
de la ceremonia se deja sentir en el fondo del alma. Felicitamos en
el Señor á la Hermana Joaquina y al Hermano Pedro, y á sus dos
hijos, y á las comunidades á que pertenecen.
i Qué dirá el mundo y los perseguidores de las Órdenes religiosas
ante este ejemplo?...
OTRA PROFESIóN RELIGIOSA.—En el convento de carmelitas descal-
zas de Santa Teresa de esta corte ha profesado la Hermana Asun-
ción de San José, en el siglo Asunción de Villa Urrutia, pertene-
ciente á una familia de elevada posición. Dióla el velo el Excmo. Se-
ñor Nuncio de Su Santidad, predicando el Rdo. P. Provincial de la
Provincia de Castilla, que aplicó en su elocuente sermón á la digni-
dad del estado religioso algunas ideas entresacadas de los inspira-
dos escritos de N. P. San Juan de la Cruz. La parte musical, que fué
muy escogida, estuvo dirigida por el profesor de música D. Esteban
Lozano. Reciban nuestra enhorabuena la nueva profesa, su familia
y comunidad.

LAS ESCLAVAS DEL CARMEN Y LAS MISIONES CARMELITANAS.—La Real


Asociación de Esclavas de Nuestra Señora del Carmen de Valencia
ha celebrado una solemne función, en la que el Rdo. P. Martín, Vi-
cario general de la Misión y Diócesis de Quilón, ha predicado una
conferencia sobre los "cultos idolátricos, etnología, castas, usos y
costumbres de los indios, y estado de la Misión católica„.
862 EL MONTE CARMELO

Describió en la primera parte, con acento poético, la topografía


de la hermosa costa de Malabar, donde está enclavada la Misión de
Quilón.
Citó á grandes rasgos el número inmenso de deidades y cultos de
aquellos infelices habitantes, tan necesitados de las doctrinas evan-
gélicas; relató las diversas castas de la India y presentó un hermoso
dibujo de la etnología de aquellos pueblos y su estado social, hacien-
do resaltar sobre todo la dificultad que la distinción de razas y sus
diferentes costumbres y creencias ofrece á la propagación del santo
Evangelio.
En la segunda parte, el Padre misionero estuvo conmovedor: rela-
tó las muchas vicisitudes por que han pasado las Misiones de los Pa-
dres carmelitas descalzos durante dos siglos y medio de Misión, sus
admirables trabajos apostólicos, sus grandes privaciones, sus inde-
cibles fatigas y los muchos colegios, iglesias, hospicios y otras obras
de beneficencia que han realizado, produciendo el más vivo entusias-
mo en Ja concurrencia, y no fueron pocos los que derramaban tier-
nas lágrimas.
Concluyó el orador ponderando la gran necesidad de recaudar
limosnas para aquella Misión, y lo muy grato que sería á Dios cuanto
los fieles cristianos de Europa hagan en pro de sus necesitados her-
manos de la India.
Acto seguido las señoras hicieron una colecta, de la que quedó el
Padre muy agradecido.
La conferencia duró siete cuartos de hora.
OBRA DE ARTE.—En los talleres de nuestro apreciable amigo Don
Francisco Font hemos visto un precioso grupo escultórico que re-
presenta á la Virgen del Carmen entregando el Escapulario á San
Simón Stok, tallado por el referido escultor con destino á la iglesia
de PP. Carmelitas descalzos de Buenos A i r e s , y que no dudamos en
calificarlo de verdadera joya artística. No recordamos haber visto en
escultura tratado este asunto con tanta expresión y propiedad, apar-
te de la corrección de las figuras, encarnación de los rostros, y ele-
gancia y riqueza del decorado. Digno es el Sr. Font de los más gran-
des elogios, que nosotros se los enviamos junto con nuestra sincera
felicitación.
Han fallecido: en Ciudad Real, la M. María Ramona de la Virgen
del Pilar, de cuarenta y cinco años de edad y veinticinco de religión;
y en Sanlúcar la Mayor la M. Magdalena del Carmelo, de sesenta y
ocho años de edad y cuarenta y cinco de religión; habiendo dejado á
sus respectivas comunidades altos ejemplos de virtud que imitar.
Ha fallecido también en Quijas nuestro querido amigo y subscrip-
tor D. Rafael Bustamante.
Una oración por sus almas.

R. I. P .
P ESTIMONIO DE UN PRELADO.—Las siguientes palabras están toma-
das de una carta de Mons. Renouard, obispo de Limoges, fecha-
da en Roma el 11 de Noviembre, y publicada por la Semaine Reli-
gieuse de aquella diócesis:
"Acabo de tener el honor insigne de ser recibido en audiencia pri-
vada por el Soberano Pontífice, y no quiero dejar para más tarde el
hablaros de la grandísima alegría experimentada por mi corazón.
He visto á León XIII lleno de vigor y salud, á pesar de las novele-
rías publicadas por la Prensa, que él es el primero en echar á bro-
ma.,. ¡Qué lucidez de inteligencia, qué admirable memoria la suya!
Al salir entusiasmado y edificado de la audiencia, he prometido al
Padre Santo llevarle una nueva peregrinación lemosina en 1904.
—Os espero—me ha respondido alegremente.
jBendito sea Dios por ello, y Él nos conserve largos años todavía
la vida preciosa de nuestro Santísimo Padre!,,
ENSAñAMIENTO.—En virtud de la odiosa ley de 1.° de Julio contra
las Congregaciones francesas, y del no menos odioso reglamento
para su aplicación, gran número de Órdenes religiosas emigraron al
extranjero.
Algunos individuos de las mismas, por motivos de salud ó por
otros motivos, se secularizaron, teniendo perfecto derecho á ello.
Mas no por esto se ven libres del odio sectario del Gobierno, como
lo demuestra la circular que M. Waldeck-Rousseau, presidente del
Consejo y ministro del Interior y de Cultos, ha dirigido á los prefec-
tos, y cuyo texto ha podido procurarse Le Gaulois, dándolo á la pu-
blicidad para que se vea el proceder inicuo de ese Gobierno, que es
la deshonra moral y material de Francia. Dice así:
"Señor prefecto: Habiendo producido la promulgación de la ley
de 1.° de Julio de 1901 la dispersión de diversas Congregaciones reli-
giosas de hombres, no autorizadas, conviene ejercer la mayor vigi-
lancia sobre los expedientes por los cuales los miembros de estas
Congregaciones se esforzarán en penetrar en las filas del Clero pa-
rroquial retribuido por el Estado, en perjuicio del Clero secular.
864 EL MONTE CARMELO

El hecho de haber pertenecido á una Congregación no crea una


especie de diminutio capitis con relación á la antigua Congrega-
ción, y no le aparta para siempre de la vida eclesiástica en parro-
quia. Pero el Gobierno tiene el deber de impedir que se eludan las
reglas que presiden el ejercicio del culto.
En estas condiciones, conviene recordar las precauciones que se
han tomado siempre en presencia de un caso de secularización, pu-
diéndose formular de la manera siguiente :
1.° No se puede admitir la entrada en el Clero parroquial de un
individuo que forme parte de una Congregación todavía existente,
sea cual fuere el lugar donde haya ido.
Así es que, por ejemplo, no podría admitirse la secularización de
miembros de la Compañía de Jesús, aun cuando ésta no existiera ya
en Francia bajo forma de agregaciones compactas.
2.° L a secularización no puede concederse más que á los religio-
sos que hayan vuelto á su diócesis de origen para vivir en ella con-
forme á las leyes y bajo la jurisdicción única de su Ordinario.
Y 3.° La secularización no debe jamás efectuarse sobre el terre-
no, es decir, en el mismo lugar donde existía la Congregación, de
manera que no pueda engañarse la opinión pública y que la Congre-
gación no pueda constituirse bajo otra forma.
Cuando el nombre de un nuevo eclesiástico sea llevado á vuestro
conocimiento para ser inscrito en los registros de la contabilidad
pública, tenéis siempre la obligación de recoger los informes más
detallados sobre su nacionalidad y sobre su verdadero carácter sa.
cerdotal, haciéndoos representar su estado civil y haciéndoos facili-
tar la prueba de que realmente ha sido ordenado en Francia de ma-
nos de un prelado debidamente autorizado. "
Y os será entonces fácil, al propio tiempo que procedéis á estas
pesquisas, procuraros todos los informes que son objeto de la pre-
sente circular.
Recibid, señor prefecto, el testimonio de mi consideración más
distinguida.
El presidente del Consejo, ministro del Interior y de Cultos, Wal-
deck-Rousseaun.
¿Y hay todavía por ahí algún demócrata que hable de Inquisición?
COMBINACIóN DE PRELADOS.—Ha sido nombrado el Sr. Obispo de
Tarazona para ocupar la silla Arzobispal de Zaragoza; el de Menor-
ca para la silla de Jaén; y para la de Tarazona el Rector del Sacro
Monte de Granada.
E L VATICANO, LOS OBISPOS SENADORES Y EL GOBIERNO ESPAñOL.—
Por tener ya tirado el número anterior cuando se hizo público el
Mensaje de los Obispos senadores al Sumo Pontífice, no dimos cuen-
ta de él. Hoy lo publicamos junto con la contestación del Vaticano.
De estos gravísimos documentos se deduce que no decía verdad el
Jefe del Gobierno en su contestación á los Obispos al apelar á la in-
terpretación que el Sumo Pontífice diera al Concordato para suje-
tarse á ella en lo referente á las Órdenes religiosas, aunque dicha
CRÓNICA GENERAL 865

interpretación fuera la que defendían los Obispos, y opuesta, por lo


tanto, á la que tenía el Gobierno; pues, según la contestación de
Roma, esta interpretación, conforme á la de los Obispos, ya la ha-
bía dado Su Santidad; y, á pesar de esto, el Presidente del Consejo
de Ministros simulaba no conocerla, cual ¡si pretendiera engañar
con doble juego al Parlamento, á la Nación y al mismo Episcopado,
reconociendo con sus manifestaciones el derecho inapelable del Sumo
Pontífice para resolver estas cuestiones, y obrando en la práctica,
no ya prescindiendo del Sumo Pontífice, sino contra sus declaracio-
nes expresas. Todos los periódicos han notado esta falta de formali-
dad del Gobierno, á quien sucesos tan sencillos y naturales como
una correspondencia entre el Episcopado español y el Vaticano, pero
que el Sr. Sagasta no previo, al parecer, cuando contestó á los Obis-
pos senadores, han venido á poner en descubierto. Y El Correo Es-
pañol, comentando esto, añade:
"Supo el Sr. Sagasta cómo pensaba la Santa Sede al día siguiente
de publicarse el decreto, puesto que apenas lo conoció el Sr. Nuncio
de Su Santidad en Madrid, que se hallaba en San Sebastián, formuló
ante el ministro de Estado una protesta, que éste transmitió al mo-
mento al Gobierno.
„Pero no bastó aquella protesta sola, sino que la Santa Sede envió,
con fecha 30 de Septiembre, si no estamos equivocados, al Gobierno
español una nota y una reclamación tan enérgicas, que incluso se
conminaba con la ruptura de relaciones entre el Papa y el Gobierno
de Doña Cristina. Por cierto que, si nuestros informes no mienten,
pareció tan grave la reclamación en Palacio, que se disgustaron con
el Vaticano porque éste defendía tan enérgicamente á las Congre-
gaciones religiosas de España „.
Lean ahora nuestros subscriptores los importantes documentos á
que nos referimos.

Mensaje dirigido d Su Santidad por los Obispos que tomaron par-


te en los debates del Senado.— "Beatísimo Padre: Los Obispos que
subscriben, venidos á esta corte á fin de discutir en el Senado el gra-
ve problema de la enseñanza, á la vez que para defender la causa de
las Congregaciones religiosas, que juzgan amenazadas en su vida y
en su libertad por un reciente decreto del Gobierno español, no pue-
den menos de dirigirse á Vuestra Santidad antes de regresar á sus
diócesis, lo primero para renovar sus antiguas y constantes protes-
tas de fidelidad, sumisión y amor á la Silla Apostólica y á vuestra
augusta Persona, que con universal gozo del mundo católico la ocu-
pa hoy tan dignamente; pero además para otros fines.
Beatísimo P a d r e : Identificados con Vuestra Santidad los infrascri-
tos, y lo mismo que ellos, sin temor puede asegurarse, sus herma-
nos en el Episcopado, el Clero secular y la inmensa mayoría del pue-
blo español, estiman en lo que valen á las Congregaciones religiosas,
reconocen los eminentes, inapreciables servicios que han prestado á
la Iglesia y al Estado, á la fe cristiana y á la verdadera civilización,
las aman con amor entrañable y sienten el más hondo pesar, como
866 EL MPNTK CARMELO

Vuestra Santidad también lo experimenta, viendo la guerra á dichas


Congregaciones declarada por el Infierno.
Con la intención más pura y el más vivo esfuerzo han luchado los
Obispos Senadores en el Parlamento por la derogación del infausto
decreto antes citado, ó á lo menos por la suspensión de sus efectos,
en tanto que Vuestra Santidad, oyendo al Gobierno, no resuelve los
puntos controvertidos.
Mas lo único que han podido recabar de los poderes pijbliqos ha
sido la declaración, que se transcribirá luego, contenida en el dis-
curso con que el Presidente del Consejo de Ministros cerró el debate
parlamentario.
Después de expresar que los que mostraban distinto criterio en
cuánto al sentido del Concordato, acerca del punto concreto de las
Órdenes religiosas, eran hombres políticos, ó personas privadas, no
las dos altas potestades contratantes, añadió: "Si hay diferencia en-
tre la interpretación que le da (al Concordato) el Gobierno, la Coro-
na de España, y la que le da el Sumo Pontífice, entonces es cuando
puede venir la aplicación del art. 45. Y yo declaro que, si tal caso lle-
gara, no tendría inconveniente en aceptar esa interpretación y ape-
lar al art. 45„.
De estas palabras se desprende que el Gobierno ignora el pensa-
miento de la Sarita Sede, y que por eso se niega á suspender los pro-
cedimientos anunciados contra las Congregaciones, y que pronto ha-
brán de ser un hecho.
Los infrascritos, que saben sobradamente las grandes amarguras
que Vuestra Santidad devora por la dirección que en esta vuestra
amada España llevan los asuntos eclesiásticos, créense en el deber
de exponerle lo que ocurre, por si considera llegado el momento de
manifestar de una manera explícita á S. M. la Reina (q. D. g.), y á su
Gobierno, que no entiende los artículos del solemne Convenio de 1851,
relativos á las Órdenes y Congregaciones religiosas, como los entien-
de el Gobierno español, y que por lo mismo no cabe modificar el es-
tado presente de las cosas sin el acuerdo de ambas supremas potes-
tades.
Satisfecha ésta que reputan imprescindible obligación de su cargo,
los Obispos que subscriben afirman aún otra vez su inquebrantable
adhesión á Vuestra Santidad y sus •vivos anhelos de cooperar al cum-
plimiento de vuestros santos deseos, á costa, si es necesario, de los
mayores sacrificios, pidiendo en cambio de rodillas vuestra apostó-
lica bendición.
BEATíSIMO PADRE:

f Tomás, Arzobispo de Tarragona.—-^ Fr. Francisco, Arzobispo


titular de Bostra. — f Marcelo, Arzobispo de Sevilla.—f Fr. Tomás,
Obispo de Salamanca. — -^ Fr. Ramón, Obispo de Oviedo.— f Juan,
Obispo de Tarazona.—f José, Obispo de Tortosa.—j^ Enrique, Obispo
de Patencia.— t José, Obispo de Coria.—-J- Manuel, Obispo de Se-
gorbe.
Madrid 9de Noviembre de 1901 „.
CRÓNICA GENERAL 867

Contestación al Mensaje de los Prelados.—"A Mons. Tomás Costa


y Fornaguera, Arzobispo de Tarragona.—limo, y Rvmo. Sr.: Tan
luego como recibí la muy grata carta de V. S. I. y R., fechada el 10
del corriente mes, me apresuré á poner en las manos venerandas
del Padre Santo el Mensaje que la acompañaba de los Sres. Arzo-
bispos y Obispos españoles que se habían trasladado á Madrid para
tomar parte en los debates del Senado. Mucho ha agradecido Su
Santidad 16$. sentimientos de devoción que en él se expresan, y da
gracias á todos y cada uno de los que lo subscriben, y les envía con
vivo afecto una especial bendición. Además, Su Santidad ha enco-
miado el celo que los mismos Prelados han desplegado en defender
los intereses de la Iglesia.
. Después me ha dado el encargo de poner en conocimiento de V. S.
que la Santa Sede no ha omitido el hacer conocer al Gobierno espa-
ñol las graves preocupaciones que le ocasiona el consabido decreto,
y le ha manifestado la manera cómo ella interpreta la legislación
española tocante d las Congregaciones religiosas.
Rogando, por lo tanto, á V. S. I. que se sirva informar de todo esto
á los demás Prelados que se le unieron para ofrecer al Padre Santo
el mencionado testimonio de su obsequio, tengo el gusto de reiterar-
me con los sentimientos de la más distinguida estimación.
De V. S. I. y R. atento servidor, M. Card. Rampolla.—Roma, 16
de Noviembre de 1901. „
NOTICIAS POLíTICAS.— Ha continuado con gran premura y rapidez
en el Congreso la discusión de los presupuestos, sin grandes oposi-
ciones por parte de las minorías. La única cuestión batallona ha sido
el proyecto de ley presentado por el ministro de Hacienda mandan-
do que se pague en oro los derechos de Aduanas, que puso al Go-
bierno en peligro de ser derrotado.
Ha muerto, sin ninguna señal de arrepentimiento, el tristemente
célebre Sr. Pi y Margall, jefe de los republicanos federales de Es-
paña , que ha empleado toda su vida en atacar rudamente á la Igle-
sia de Dios. Ha sido enterrado civilmente, y en su entierro se ha
dado el triste espectáculo de asistir á él algunos que quieren llevar
el nombre de católicos.
Su Alteza la Princesa de Asturias ha dado á luz un niño, que en
su bautizo ha sido apadrinado por Su Santidad León XIII y por su
abuela la Reina Regente, recibiendo los nombres de Alfonso, Ma-
ría, L e ó n , Cristina, Alfonso de Ligorio, Antonio, Carlos, Andrés y
Francisco Javier de Borbón y Borbón.
ESTAMENTO DE LOS LOROS
(SESIÓN DE LA NOCHE DEL 2 4 DE DICIEMBRE)

CORTES.—CAMARA DE LOS los Anfibios acerca


LOROS.—Presidencia del del bautizo del Jerez.
S E ñ O R COTORRA.—El mantel E L PRESIDENTE: —¿Otra vez?
se pone antes de las dos. ¡El Ministro está en su alberca,
A fin de hacer paladar, donde se ha armado un motín
se sirvió el anterior acta, porque pretenden los patos
y la Cámara compacta sacar los pies de los platos
la tragó sin rechistar. y no entrar en el festín!
Se manda, por un descuido, (Aparece en el salón,
pasar á la Comisión de gran uniforme, un viejo
una caja de turrón COTORRóN, muy cotorrón,
para ver el contenido. PRESIDENTE DEL CONSEJO
VARIOS DE LOS COTORRONES: DE MINISTROS. Sensación.)
— ¡Que se abra! ¡Que se abra! (Hablan ambos Presidentes,
E L DIRECTOR DE TURRONES: sube el viejo á la tribuna
— ¡Cómo!... ¡Pido la palabra! y, calándose los lentes,
E L SEñOR CATACOLMENAS dice):—Queridos oyentes:
(MIEMBRO DE LA C O M I S I ó N ) : ha poco, entre doce y una,
— Señores... (Gran confusión; el Gobierno ha recibido
se oye al orador apenas.) este parte de Belén:
E L PRESIDENTE (En sus trece): « La Virgen Santa ha parido
¡ Orden! ¡ Esta boca es mía! un niño. El recién nacido
(Entre tanta algarabía, y la Madre siguen bien.
el turrón desaparece. » Se añade que unas criaturas
Gritos y campanillazos. con alas andan á obscuras
A poco el tumulto cesa, gritando de sierra en sierra:
y queda sobre la mesa ¡ GLORIA A Dios EN LAS ALTURAS,
una caja hecha pedazos.) Y AL HOMBRE PAZ EN LA TIERRA!»
PRESIDENTE:—Orden del día. Por lo que pueda tronar,
E L SEñOR UNICO-DIENTE: hemos doblado el retén,
—Antes, señor Presidente, y el Gobierno piensa obrar
pido la palabra á usía. con energía... (¡Muy bien!
PRESIDENTE : — ¿ Para qué ? ¡Muy bien! ¡Eso es gobernar!)
DIENTE : — Para preguntar, PRESIDENTE: —Orden del día.
ó más bien interpelar Prosigue la discusión
al señor Ministro de sobre dar una pensión
SOLACES Y ENTRETENIMIENIOS 869

á las viudas de Pavía.. PAPAGAYO:—¿Por qué no?


Tiene la palabra en pro Señores: yo no desmayo...
el General Papagayo. VARIOS LOBOS: —¡Trueno y rayo!

JCas primeras víctimas.

¡Yo sí me desmayo! — ¡Y yo! la cena... ¡Ay, Dios! (Bostezando.)


E L PRESIDENTE: — ¡Paciencia! («¡ Orden en la Presidencia !?>)
Señores, se está guisando PRESIDENTE:—Siga usía.
870 EL MONTE CARMELO

PAPAGAYO : — Iba diciendo y vestido de pellejas,


que no desmayo, aunque entiendo comenzó sus latrocinios
que pronto será de día. por la miel de las abejas,
Yo no vengo aquí á luchar la leche de las ovejas
por la parte que me toca, y otros vario* lacticinios.
pues soy un ave ejemplar Concedamos que abusase
que sólo suele cenar el hombre así de su clase,
por la noche y con la boca. comiéndonos sin piedad...
Hoy por la primera vez Era en usufructo... ¡pase!,
en estas lides batallo,_ pero ¡diablo! ¡en propiedad!
y un pájaro soy ¡pardiez!... , ¡ Así fué! Los inhumanos
como todos... que me callo pronto hallaron modo nuevo
cuando me dan buen Jerez. de explotar á sus hermanos,
Contaré á la Comisión y se comieron ¡villanos!
mi historia,, día por día: á nuestros hijos en huevo.
preso estuve en un balcón... En fin, la torpe afición
PRESIDENTE ; — ¡ A l a cuestión, es ya tanta que en alhóndigas
y no haga su biografía! nos venden hechos jamón,
PAPAGAYO : — Dispensad. picados en salchichón,
Pues bien, no hallo dos ochavos y ¡lo que es más! ¡en albóndigas!
de razón ni de equidad ¿Por qué esta inquina tirana?
en que tengan viudedad ¿No dábamos á esos fieros
las viudas de los pavos. marfil, plumas, seda, lana,
¡Sólo se comprendería cerdas, almizcle, badana
quedando ellas obligadas y cuernos... para tinteros?
á perecer en su día, ¿ No eran dueños absolutos
cuando ya tuviesen cría de la tierra y de sus frutos?
y se hallasen bien cebadas! ¿No les sobraban legumbres?
(Señales de aprobación.) ¡Pero comerse á los brutos!...
U N LORO MUY AMARILLO ¡ Así marchan las costumbres!
(MIEMBRO DE LA C O M I S I ó N ) : Esta es toda la cuestión,
—Señores: (Grande atención.) clara, concreta y distinta:
Agua y un azucarillo. ¡la abolición de la quinta!
Caballeros: ¿Dónde estamos? ¡Sí, señor: la abolición
¿ Qué república tenemos ? de esa atroz contribución
¿En qué ciudad habitamos? de sangre, que á tantos bravos
¡Bien se conoce que sernos... condena á morir esclavos
(Silbidos.) ¡Sernos ó samos, entre guisantes y habas!
ó somos! ¡Dejad que hable! ¡La cuestión no es de las pavas!
Yo desprecio esos rumores... ¡La cuestión es de los pavos!
Decía que es lamentable PAPAGAYO : — ¡ Teorías
lo que sucede, señores. absurdas y paradójicas!
Hay detrás de esta cuestión, ¡Delirios! ¡Filomanías!
llamada de municipios, ¡Disparates! ¡Utopías!
una cuestión de principios ¡Invenciones demagógicas!
de difícil digestión. ¡Abolir todo alimento
Conviene, pues, tratar antes... animal! ¡ No lo concibo!
(señores, nadie se asombre...) ¡Y abolirlo un Estamento
si le es permitido al hombre de Loros! ¡Risible intento,
comerse á sus semejantes. tan sandio como nocivo!
¿ Es por su constitución ¿No pensáis que, vengativo
carnívoro este animal? el hombre, á la par que hambriento,
¡ Ya veis con cuánta razón pudiera, no sin motivo,
llamé constitucional mediante un pronunciamiento,
á esta difícil cuestión! comerse al Gobierno vivo ?
La constitución de Adán, Señores: los intereses
promulgada en el Edén, de peces, aves y reses
¿le exigió engañar el pan no se rozan con vosotros, ,
tostando en una sartén puesto que ni aun los ingleses
desde el cerdo hasta el faisán? nos han guisado á nosotros.
Yo leo en crónicas viejas ¡O somos loros ó no!
que el hombre, en tales dominios, El mismo que ha poco habló
SOLACES Y ENTRETENIMIENTOS 87I

contra las carnes tan bien, PRESIDENTE : — Celador,


se nutre de la sartén ¡ que despejen las tribunas!
como el Ministerio y yo. Los PAPAGAYOS:—¡Cabal!
Un Loro es un animal, (Gritos, mueras, algazara.)
pero no un contribuyente; U N MOCHUELO COLOSAL:
y cumple como otro tal — ¡Pido la palabra para
hablando aquf, bien ó mal, una alusión personal!
para divertir la gente. PRESIDENTE:—No la doy.
Comamos y hablemos, pues; {«¡A cenar/» «¡A votar/» «¡Vinos!»)
comamos y hablemos mucho; U N O : — ¿ A cómo estamos hoy?
¡mueran el pavo y la res!... MOCHUELO: — ¡O ceno, ó me voy,
U N PAVO:—{«¡Cielos! ¡Qué escucho!») presidente de asesinos!
U N POLLO:—{«¡Ese Loro es {«¡Bravo/» «¡A votar/») (Votación.
incomestible avechücho La gana la oposición.)
ajeno á nuestro interés; E L PRESIDENTE: — Y ó parto...
al cual ni el pinche más ducho Se levanta la sesión.
convirtiera en entremés, Eran las tres menos cuarto.
y á quien ni el gato ni el chucho
se comieran en un mes.» Pedro jfnfonio de j/fíarcón.
LAS PAVAS:—(«¡Bravo! ¡ Oportu-
[ñas Bl Belln, periódico publicado en la Noche-
razones!») «¡Salga el autor!» buena de 1857 por la tertulia literaria del Mar-
«¡Bis!» «¡Que le den aceitunas!...» qués de Molina.

<s^Z r^a
ÍNDICE DEü TOJMO II
A Ñ O D E 1901.

Artículos de fondo.
Pigs.

Siglo xx, por Fr. Luis de la Virgen del Carmen 3


El Niño Jesús de Praga, por Fr. Ángel María 7
El Escapulario, por Fr. Plácido M. del P i l a r . . . . 15, 44, 171, 269, 336, 400,
489,564,605,644,771,806 845
Fr. Jerónimo de San José, por José Ign. Valentí. 18, 4 9 , n i , 144, 208, 273 ,
3 ° 5 . 3 4 i . 3 7 5 . 4 0 4 . 4 9 4 . 567. 615. 6 4 7 . 6 9 5 . 733. 7 8 l i 811 847
El Catolicismo en las Bellas Artes, por Fr. Samuel de Santa Teresa. . 21, 76,
181, 243, 302, 365, 618, 740 814
La Sagrada Familia, por Sor Aurora 37
Devoción al Niño Jesús de Praga, por Fr. Ludovico de los SS. CC 40
El tiempo, por Fr. Lucas de San José 54, 119, 184
El buen cristiano y el establecimiento del reinado de Jesucristo en la sociedad,
por Juan Vicente Dermit 69
El estudio de la Religión, por Fr. Eusebio de la Asunción 73 , 141, 821
El P. Hermann, por Fr. E. S. F. 81, 211, 313, 371, 408, 497, 536, 576, 656,
743, 786, 817 853
La Amiga de los Obispos, por Evan de Jes 101
La celda de Santa Teresa de Jesús en Beas, por uno que mucho debe y espera
de Santa Teresa 105
Nuestra Señora de Camino, por Bernardino de Melgar, Marqués de Benavi-
tes 107, 138
El mejor elogio, por Santa Teresa de Jesús 165
Meditación bíblica, por Fr. Ángel María 197, 298
El Sepulcro del Señor, por un Carmelita Descalzo 203
El cautivo de la Mamora, por Casimiro de Erro é Irigoyen 206
Esperanza, por Fr. Salvador de la Madre de Dios 233
Nueva Comunidad de Carmelitas Descalzas en Castellón de la Plana, por Benito
Lázaro 249, 281, 316
El Monte Carmelo y el mes de Mayo, por Fr. Ángel María 265
La Cruz, por Venancio U. de Andía ¡ 267
La Orden Carmelitana ante Su Santidad 329
Figuras y realidades, por Fr. Simeón de los SS. CC 332, 361
La Iglesia y la Revolución, por Fr. Pedro Tomás de Santa Teresa 380
Invitación, por Fr. Simeón de los SS. CC , 393
El mes de Julio, por P. M 396
Méjico, por Fr. Liberato del Santísimo Sacramento 417
La visión de un Profeta, por Fr. Samuel de Santa Teresa 434
En defensa propia, por Fr. Plácido María del Pilar 438
La Patrona de la Marina de guerra española, por Fr. Eusebio de la Asunción.. 445
ÍNDICE DEL TOMO II 873

Páginas.

Vuelve á nosotros esos tus ojos misericordiosos, por Fr. Ángel María 450
Un vestidito de colores, por Evan de Jes 455
El antídoto carmelitano, por Jaime Cararach é Iborra 481
María, por José María Ruano y Corbo 484
La Asunción de Nuestra Señora, por José Ign. Valentí 521
Epitalamio místico, por Fr. Ezequiel de la Virgen del Carmen 525
La Transverberación de Santa Teresa, por Fr. Juan Vicente 531
La Natividad de Nuestra Señora 561
Las cartas de la Santísima Virgen, por Fr. Salvador de la M. de D 562
Defensa de los Institutos religiosos por sus mismos enemigos, por Fr. Lucas de
San José 572, 651
El símbolo de las victorias, por Fr. José María del Santísimo Sacramento 601
Venida de la Virgen del Pilar 641
Tu quoque..., por Fr. Eusebio de la Asunción. 659
La Mujer Grande, por Fr. Plácido M. del Pilar 681
Muerte de Santa Teresa, por Fr. Ezequiel del S. C. de Jesús 685
El Purgatorio, por Fr. J. Bapta. del E. S 721
El culto de los Santos, por Fr. Simeón de los SS. CC 727
Ó Religión ó Socialismo, por Fr. Marcelo del N . J 733
Grandeza de San Juan de la Cruz, por Fr. Simeón 761
Escritos de San Juan de la Cruz, por Fr. Ángel María ' 767
Los Perseguidos, por Fr. Luis de la V. del C 778
La Bula «Ineffabilis», por Fr. Salvador de la M. de D 801
Paz en la tierra, por Fr. Ángel María 841

Poesías.
Jesucristo al nacer trae la fe al mundo, por J. V , 12
A las profesiones del día de Reyes, por Fr. Jerónimo de San J o s é . . 24
Luces (soneto), por Fr. Florián del Carmelo Teresiano , 36
El Cielo por un cuarto, por el mismo 39
Contrición.—A la Virgen, por Juan Martínez Nacarino 42
Santiago y su España, por Mariano M. Maroto 58, 79, 147, 534, 570
Á Santo Tomás de Aquino, por Fr. José M. del Santísimo Sacramento 133
Cármenes, por Fr. Florián del Carmelo Teresiano 175
Al Árbol de la Cruz, por el mismo 201
La Pasionaria, por Antonio J . de Quevedo 232
Reinará, por Evan de Jes 240
Á la Santísima Virgen de los Dolores, por María de la Asunción Maldonado,
condesa de Monterrón 248
Al Niño Jesús de Praga, por Fr. José María del Santísimo Sacramento. 252
La matanza de los frailes, por Fr. Florián del Carmelo Teresiano.. 278, 310, 343
Invitación.—La Reina de las Flores, por Fr. José María del Santísimo Sacra-
mento. . . . 300
Lo que vale más, por G. Saro y Cano 318
La Encarnación (soneto), por Ramón P. Cecilia 335
Á la Virgen Santísima, por el Vizconde de San Enrique 368
Flor y Ave, por Fr. Florián del Carmelo Teresiano 398
EL
874 MONTE CARMELO

Páginas.

Canciones místicas, por F. Sarasate de Mena 403


El manto del Carmen, por Fr. Florián del Carmelo Teresiano 443
A la Virgen del Carmen, por Alfredo Barcena , 467
A la Virgen del Carmen, por Juan Martínez Nacarino 493
Á la Santísima Virgen, por Fr. José María del Santísimo Sacramento 528
Soliloquio, por Antonio de la Cuesta y Sáinz 613
Una pregunta horripilante (soneto), por Fr. Florián del Carmelo Teresiano 629
A Santa Teresa de Jesús, por un Carmelita Descalzo 658
Santa Teresa de Jesús, por Antonio de la Cuesta y Sáinz 692
A Santa Teresa de Jesús, por un C. D 693
En el cementerio, por ídem id .... 731
En el Pilar, por Fr. Florián del Carmelo Teresiano 775
La Purísima Concepción, por Antonio de la Cuesta y Sáinz 803
Himno al Nacimiento de Cristo, por Fr. Jerónimo de San José 844

Misiones Carmelitanas.
Malabar, por Fr. Juan Vicente 115, 24o
Un nuevo Obispo, por el mismo 176
Carta interesante 178
La bandera española en Bagdad, por Fr. Pedro de la M. de 0 213
Un campo fértil, por Fr. Juan Vicente 346
Malabar.—En Verápoly.—Un triduo.—En Kotayam , por el mismo 4"
Fundación de un convento en Verápoly, por el mismo 501, 538, 582, 621
El R. P. Martín en España 624
Subscripción á favor del R. P. Martín, Vicario General de Quilón... 629, 671,
707. 748 792
Mis primeros pasos, por Fr. Juan Vicente 662
La Misión de Quilón, por Fr. Martín 668, 704, 746, 824
Otra cosa que nos falta, por Fr. Juan Vicente 699
Una nueva iglesia, por el mismo 749
Concesión de indulgencias 79a

Secoión Candnloo-Iaitúrgioa.
Sobre la Orden Tercera del Carmen 59
Breve de León XIII extendiendo el Jubileo á todo el orbe 86
Constitución Apostólica de León XIII sobre los Institutos religiosos de votos
simples 122, 150
Declaración importante sobre la Bula de la Cruzada 160
Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos sobre el rito simple 187
Sobre la celebración de la Misa en los vapores 42°
Resoluciones sobre el Escapulario del Carmen 421
El santo Escapulario del Carmen 4°4
La bendición é imposición colectiva de los escapularios 5°7
Sobre la clausura parcial en los Institutos de votos simples 546
Resoluciones para ganar las indulgencias del santo Escapulario 547
Sobre la prohibición de comulgar en tiempo de ejercicios 586
; Decreto de la Sagrada Congregación de Indulgencias •. 587
ÍNDICE DEL TOMO II 875

P&ginas.

Subsanación de nulidades en la Cofradía del Carmen 630


El rezo del Oficio Parvo y el privilegio Sabatino 572
Cláusula de «Consensu Ordinarii Loci > en las facultades de bendecir rosarios, etc. 573
La Cofradía del Carmen '¡, 831, 857
Consulta sobre la exposición del Santísimo 859
Seooión Musioal.
Sobre la música religiosa, por Fr. M. T. Río 25
El Canto Gregoriano y la Sagrada Congregación de Ritos, por Enrique de Su-
rrel - . 253, 283
Colligite fragmenta ne pereant, por Fr. E. B 349
El Canto Gregoriano y los Benedictinos de Solesmes 504
Una nueva prueba de la tradición gregoriana, por Fr. E. B 709
Dos palabras, por el mismo 791
Bibliografía.
Sin pretensiones.—El españolismo de Aparisi Guijarro.— Las murmuradoras.—
La juventud y las Congregaciones Marianas 217
El director perfecto y el dirigido santo,—Historia del Cardenal Cisneros 286
Obras jocosas de Quevedo 319
El Pan del Cielo y la divina Eucaristía.—La verdadera Hija de María Inmacu-
lada y Teresa de Jesús , 35°
Estudio analítico de la poesía dramática en el drama Consuelo, de Ayala 509
Annotationes in Summam Divi Thomae. — Breve reseña de la imagen del Niño de
Praga.— Quo vadis? 588
Vida de la V. Ana de Jesús 634
Razón y fe 637
El Kulturkampf internacional.— Leyenda de oro 677
Geografía eclesiástica de España.— Los Mandamientos explicados. — Los niños
y Jesús 711
Calendario Carmelitano 755
Breves nociones de Gramática castellano-latina 795

Crónica Carmelitana.
Solemne inauguración de la cripta del Corpus Domini en Milán.— Nueva funda-
ción.—Toma de hábito.—Profesión religiosa.—Nuevo convento.—Necrología. 27
De Bagdad.—En honor de los Beatos Dionisio y Redento.— Profesiones religio-
sas.—Necrología 60
Las Misiones carmelitanas en Malabar.— Santiago de Chile.— Trabajos apostó-
licos.—El cadáver de la V. Catalina de Cristo.— Una cruz en el desierto de
Las Palmas.—En honor de los Beatos.— Necrología . 91
Una obra carmelitana.—La imagen de Santa Teresa en Beas.—Toma de hábito.
En honor de los Beatos.—Necrología 125
Monte Carmelo: Bodas de oro.— Peregrinaciones.— Carta de Chile.— Misiones
de Malabar.— Consagración de los niños á Jesús.—Atropellos salvajes.—Nue-
va fundación.—Necrología 153
Suceso milagroso.—Córdoba Argentina.—Tarazona.—Necrología 188
Carta de Chile.—Un coronel de ejército, Carmelita.—Profesión religiosa.—Cas-
876 EL MONTE CARMELO

Páginas.

tellón.—Nueva residencia.—Fiestas en Toro.—Terciario Carmelita, Obispo.—


Santas Misiones. — Necrología 218
Homenaje de la infancia á Jesús.—Grata noticia.—Profesión religiosa en Chile.
Buen viaje.—Los marineros y la Virgen del Carmen. — Una Misión en Toran-
20.—Nueva revista.—Necrología. — A nuestros subscriptores 256
Homenaje de la infancia á Jesús. - Noticias del Monte Carmelo.— Langosta en
el Carmelo.—Novenario al Santísimo. — Nueva capilla carmelita.—Nuevas no-
vicias.—En honor de los Beatos. -Misioneros de Malabar.— Fiestas al Niño
Jesús de Praga. — Santas Misiones.—Necrología 287
Capítulo general. —Carta de Chile.—Toma de hábito 320
Noticias del Monte Carmelo. — Fiestas de los Beatos en el Carmelo.—Novicias
españolas en el Carmelo.—El nuevo Vicario de Madrid. — Salutación cariñosa.. 351
Noticias del Monte Carmelo. — Habana.—Profesión religiosa.—Otra profesión.—
Despedida del P. Víctor.—Fiestas en honor de los Beatos. — Necrología 382
Dispersión de una Comunidad de religiosas Carmelitas en Méjico.—El Cardenal
Parocchi y N. P. Gregorio de San José.— Una obra santa y patriótica.—Con-
sagración de los niños á Jesús.—Fiestas de los Beatos.—En favor de las Car-
melitas de Azcoitia.— Necrología 422
Misiones en Buenos Aires. — Un nuevo ángel, un nuevo sacerdote, un nuevo re-
ligioso.—Velada en honor de Santo Tomás de Aquino en Valencia.—Bodas de
oro de una religiosa.—Visitador Provincial de Chile. — Devocionario Teresia-
no.— Necrología 469
Nueva iglesia carmelitana en la Serena.— Misionero de Malabar.—Necrología.. 510
Monte Carmelo.— Carta de Alivay.—Virtud del Escapulario.— Nuevo misione-
ro.— Nuevo Superior.— Fiestas de los Beatos.—Fiestas del Carmen. — Toma
de hábito.—Necrología 549
Carta de Chile.— Por los misioneros de Malabar.—El convento de Verápoly.—
Profesión religiosa.—Necrología 590
Fiestas en la Serena.— La Misión de Carmelitas en Barcia.—Necrología 631
RR. P P , Provinciales.—Profesiones.—Bien venido.—A nuestras Comunidades.
Necrología 674
Misioneros Carmelitas y el Socialismo.— Profesión religiosa.— Un favor de los
Beatos Dionisio y Redento.— Toma de hábito.— Fiesta onomástica.— Necro-
logía 712
Noticias del Monte Carmelo. —Cultos á Santa Teresa.—Toma de hábito.— Pro-
fesión religiosa.— ¡Viva la libertad! 753
Nuevo Definidor general.— Los Carmelitas en Chile.— El Papa y las Carmelitas
de Trevoux.— En honor de los Beatos.— Necrología 794
Verdaderos civilizadores.— Del homenaje de los niños al Salvador.— Solemne no-
venario.— Triduo de beatificación.—Más fiestas religiosas 833
El monte Carmelo en el año 1902. — Acto conmovedor: una esposa monja: fa-
milia ejemplar. — Otra profesión religiosa. — Las Esclavas del Carmen y las
Misiones Carmelitanas. — Obra de arte. — Necrología 860
Crónica general.
Noticias sueltas.—Carta de Méjico.—Francia. —Portugal.—Clausura de la Puer-
ta Santa «9
Noticias sueltas.—Carta de Su Santidad León XIII al Arzobispo de París.—La
íNDICE D E L TOMO I I &77"'

•< Paginas.

última noche del siglo xix: en Roma, en España, en Alcalá de Henares.—


Declaraciones de un Prelado.— Buen acuerdo.—Asociación católica 63
Las limosnas del Papa.— Poesía de Su Santidad.— Monumento á la Inmaculada.
Tres grandes catedrales. —Festejos de principio de siglo.— Conversión de un
protestante.— El monumento sevillano 95
La nueva encíclica de Su Santidad.— En honor de Adrián IV.— La Propaganda
Fide en el siglo xix.— Matanza de misioneros belgas en China.— El Obispo de
Angers y los sofismas contra las Congregaciones religiosas.— El alcalde de Bi-
cetre juzgado por sus agentes.— La mano de Dios.— Crueldades sectarias.—
Los católicos y el duelo.— Bodas de plata.— En honor de la Virgen del Pilar. 128
El estado de salud de León XIII.—Regalo de Su Santidad.—S. C. de Ritos.—
La música sagrada. — Conversiones.— El Catolicismo en Persia 161
Jerarquía católica.—El próximo Consistorio.— Un triunfo de los católicos ingle-
ses.— El centenario del B. Diego de Cádiz.— El Catecismo del P. Arcos.—
Abjuración del Dr. Antonio Pinol 19 2
Una profecía de la madre de León XIII.— Las placas del Sagrado Corazón.—
Una aprobación merecida.—Un rey fiel en tierra de infieles 227
Carta de Su Santidad al Arzobispo de París.— El año anticlerical.— Aguinaldos
pontificios. — En la basílica de Montmartre. — Lección aprovechada 261
Consistorio y alocución de Su Santidad.— Carta de León XIII al Patriarca de
Lisboa.— Campaña masónica.— Las Congregaciones^religiosas en Inglaterra.
La Virgen del Carmen y la Marina española 292
Periodistas católicos en el Vaticano.— El Cardenal más joven y el Decano del
Sacro Colegio.— En defensa de la fe.— La basílica del S. C. en Montmartre.
Hermosas declaraciones de un príncipe católico.— Las señoras de Granada.—
Adhesión. — Suceso ejemplar.— Un mártir del secreto de la Confesión 323
Las nuevas devociones.—Voz de los Obispos.—Un mártir.— Nuevas Congrega-
ciones francesas 353
León XIII y el Canto Gregoriano de Solesmes. — Mensaje.—Granada 387
La Liga Católica de Sevilla.—La Masonería y la ley contra las Congregaciones.
La Ciencia ante lo sobrenatural.— La ignorancia del Clero.— Inauguración de
una estatua en el Vaticano.—Misioneros franciscanos á China.—Nueva obra. 427
Próximo aniversario pontificio.—Nombramientos.—Mayordomo del Papa.—Las
Ordenes religiosas y el Sacro Colegio.— Monumento á Kempis. — Protestas de
la izquierda.— Para que se enteren nuestros ministros. — Oración no autoría
"da 473
Carta de León XIII á los religiosos de Francia.—La Patrona de la Marina espa-
ñola.—Nuncio en Wasingthon y embajador yanqui en el Vaticano.—Una prin-
cesa monja.—Rogar, obrar, votar.— Nombramiento.—Abnegación heroica.—
El V. J . B. Vianney, cura de Ars.—Una reparación. — En defensa de las Ó r -
denes religiosas.—En el Parlamento español.—Las infamias de Z a r a g o z a . . . . 513
Instrucciones á los Superiores de las Órdenes religiosas.— Una condecoración
religiosa.— El Jubileo en Baltimore.—Sumo ingenio de León XIII.— Ejemplo
digno de imitarse.— La ignorancia del Clero.— Descubrimientos de huesos de
ballena.—Conversión al Catolicismo.—Los mártires de la revolución de 1792.
[Al Pilar! 554
I»a fiesta onomástica de Su Santidad.—Ampliación.-"Consagración de la basíli-
878 EL MONTE CARMELO

Página».

ca del Rosario en Lourdes.— Reglamento opresor.—Congresos masónicos.—


Una buena propaganda.—Documentos pastorales!—Obsequio á los peregrinos.
Noticias varias , 594
Proceso de la beatificación del P. Colombiere.—La imagen de San Juan Bautis-
ta de la Salle.— Santos de la América del Norte.— Restauración del Canto
Gregoriano.—Nuevo atentado anarquista.—Alemania y China.—En Covadon-
ga.—Noticias varias 636
La nueva encíclica.— Peregrinación obrera francesa.— Peregrinación de mineros
en proyecto.— Peregrinación al Pilar.— El nuevo Obispo de Madrid.— Contra
las Congregaciones religiosas.—Noticias generales 676
S. C. de Ritos.—Próximo Consistorio.—La expulsión de los religiosos en Fran-
cia.—Los pueblos protestantes y las Órdenes religiosas.— Cómo reciben á los
religiosos en Bélgica.—Peregrinación al Pilar.—Noticias políticas 717
Consagración de la iglesia del Rosario en Lourdes.—Rusia en favor de las Órde-
nes religiosas.— Salvajadas liberales.—Lo de Oviedo.— Rumor grave.—Des-
órdenes en Sevilla.—El Rosario del Pilar.—Noticias políticas 756
Lucidez de León XIII.—Audiencias.—Jubileo cardenalicio.—Aviso de la Nun-
ciatura.— La peregrinación al Pilar.—Peticiones justas.—Noticias políticas. . "jg6
Sobre los institutos de votos simples.—El Cardenal Ledochowski.—Las compa-
triotas de Juana de Arco.—Carta de un Prelado.— El próximo Congreso Cató-
lico.—La muerte del justo.—Noticias políticas 836
Testimonio de un Prelado. —Ensañamiento.—El Vaticano, los Obispos Sena-
dores y el Gobierno español.— Noticias políticas 863

Solaces y entretenimientos.
El Samaritano del Evangelio 34
Un pronóstico de León XIII 35
Frugalidad de León XIII 35
La familia de León XIII 35
La rosa de musgo (leyenda egipcia) 67
La opresión de los curas 68
Por el Carmen, por Alfredo B. Llórente 97
Contraste 163
Buenos ejemplos 164
Cuatro cosas 164
Un sucedido 195
Receta para incrédulos y ateos 196
El Pitirrojo en la Cruz 230
Calmante infalible 231
Una anécdota de Eslava 231
Celebridades del número 3 232
La fe protestante „ 263
Anécdota sobre Eduardo VII 263
Juicio Salomónico 264
Las Flores de Mayo 295
Victoria de María en la batalla de Wimphren 296
El tío Roñas, por Alfredo B. Llórente 326
ÍNDICE DEL TOMO II 879

Páginas.

Impresiones de nuestro viaje á Buenos Aires, por Fr. Bonifacio de la Sacra Fa-
milia 355. 5 i 8 , 558
Regalo de boda, por Alfredo B. Llórente 390
Una carta á la Santísima Virgen, por P. Feval 430
Incredulidad, ciencia y fe, por Alfredo B. Llórente 476
Por si acaso..., por A. B. Ll 520
Un incrédulo convertido 560
Una primera comunión en el mar 598
Pedro Calceta y el tío Camilo, por Fr. Festivo 599
El filósofo y el zapatero, por id 639
El rosario del pastor 718
El gato y el gallo, por Fr. Festivo 719
La muerte del Deltín, por A. D 759
La anciana lavandera 7°°
El fraile y el soldado, por S. Morales 799
Los enemigos de la Virgen 839
Estamento de los loros 868

Variedades.
Carmelitas ilustres: M. R. P. Dionisio de Santa Teresa, Arzobispo de Damasco. 168
Fechas carmelitanas: 29 de Marzo de 1601 17 o
ídem id.: 22 de Abril de 1601 238
Consideración, por Santa Teresa 251
Fechas carmelitanas: 10 de Junio de 1601 36°
Máximas, por Santa Teresa 4°7
La acción de los católicos 4X9
Á nuestros subscriptores.—Importantes mejoras 432
Dedicatoria, por la Redacción 433
Monarcas devotos del Rosario 650
Máximas 661
Pensamientos sobre Santa Teresa, por F. S 714
Pensamientos, por Santa Teresa 73°
Inscripción de una lápida dedicada á San Juan de la Cruz en Úbeda 770

Grabados.
Niño Jesús de Praga 9
La Adoración de los Reyes (Christophsen) 23
León XIII 35
La Sagrada Familia (Juanes) 38
Entrega del santo Escapulario (A. Vera) 45
Apoteosis de la Virgen del Carmen 83
Moisés hiriendo la peña (Murillo) 9o
l I0
Nuestra Señora del Camino 9
Urna en que se conserva el cuerpo de San Francisco Javier 116
Monte Carmelo: Vista de Caiffa <37
San José 167
88o EL MONTE CARMELO

Páginas.

M. R. P. Dionisio de Santa Teresa 168


La Oración del Huerto 198
Entrada triunfal de J. C. en Jerusalén 200
Jesús Nazareno 204
Altar de los Mártires en Bagdad ' . . . . . 214
El Monte Calvario 226
El Ángel de la Resurrección 235
Convento de MM. Carmelitas de Castellón 250
Paisaje 268
Mons. Luis Benziger, C. D 285
M. R. P. Bernardino de Santa T e r e s a . . . . : 309
Fundadoras de Castellón , 317
Casa Generalicia de los Carmelitas Descalzos.— Roma 320
El Ángel de la Pureza 333
• Monte Carmelo: Convento de MM. Carmelitas 345
La Virgen del Carmen, Valencia 369
Flores y espinas 399
Ruinas del convento de Carmelitas Descalzos de Goa 4*3
El Profeta Elias 435
La Visión de un Profeta (M. Santa María) 436
Santuario del Monte Carmelo 44&
Virgen del Carmen, de Madrid 453
ídem, id., de Segovia 456> 457
San Simón Stok 46*
La Virgen del Carmen del coro de Valencia 49 1
Paisaje 527
La Transverberación de Santa Teresa 532
Pagoda india 543
P. Hermann 57&
ídolos de Trivandmm 5 8l > 0 2 0 > 6 2 7
Catequistas y catecúmenos de la Misión de Kotayam 663
Conversos bautizados en ídem id •• &65
Santa Teresa y Jesús atado á la columna 683
Iglesia de la Santa, Avila 687
Viático de Santa Teresa 6go
Iglesia derruida en la Misión de Kotayam 701
El hambre en Verápoly 702
Orando por los difuntos 728
Paz á los muertos 739
San Juan de la Cruz 763
Iglesia y Seminario de Quilón 79°
8o
La Purísima Concepción (Ribera) 3
Asilo de la Misión de Quilón 826
8
Festejo angélico 43
86
Las primeras víctimas 9

L. D. V. M.

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