Lo Pequeño y Lo Grande

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Lo pequeño y lo grande

Esta primera carta del excelentísimo escritor argentino, Ernesto Sábato, pone
de manifiesto la realidad en la que se encuentra enfrascada la presente
generación, la cual deposita todas sus energías a trabajar en una empresa, a ver
televisión, a utilizar el internet, a alcoholizarse y demás, que se empeña en
dejar de lado el mundo natural por el mundo artificial, sin tomar en cuenta las
pequeñas pero grandes acciones que involucran el trato con su interioridad,
con los demás y con el medio en que se desenvuelven.
Las ideas plasmadas en esta carta hacen un profundo llamado a la reflexión y
meditación; un llamado que pregona a voz en cuello “despierta ya de la ilusión
sensorial”, un llamado que nos invita a echar una mirada detenida a nuestro
alrededor y a contemplar la condición en la que se encuentra ese espacio
invaluable en el que vivimos, ese lugar lleno de paisajes, personas, animales y
demás belleza natural, que por causa de ciertos artefactos están pasando
desapercibidos, cuando son estos los que brindan verdadera felicidad y gozo al
ser humano.
La humanidad de estos tiempos necesita lucubrar profundamente sobre su
condición y reanudar la marcha con esperanza y conciencia para encaminarse
a las sendas antiguas, a aquellos tiempos en los que el ser humano se detenía a
observar la naturaleza, a escuchar el cantar de los pájaros, a reír con un amigo
y, aunque parezca paradójico, a discutir con alguien en determinados
momentos. Nos hemos quedado tan absortos con las novedades de los últimos
decenios que hemos perdido el enfoque hacia aquellos pequeños detalles que
le dan a la vida del hombre sustancia y sabor.
“La falta de algo mejor” mencionada por Sábato, no es tal, sino que depende
del hombre detenerse un momento en su hacendoso transitar y buscar el
horizonte de las cosas que verdaderamente poseen valor en la vida, dejar de
ser esclavo de lo contemporáneo e indiferente a la sensibilidad. La decisión de
embellecer nuestro alrededor está en nuestras manos y no es una acción que
deba ser ejecutada en el momento en que las cosas vayan a cambiar, sino que
es algo del “aquí y ahora” como bien menciona el autor.
Consideramos que el ser humano ha perdido la sensibilidad, el amor que lo
arrastraba a estar junto a los demás, la curiosidad por descubrir en otras
personas, ya sean de nuestra época o anteriores, aquellos pasos que nos
pueden llevar a un nivel superior de desarrollo, a conocer mejor lo que somos
en realidad y del mismo modo a descubrir ciertos secretos que se encuentran
aún ignotos para gran parte de la humanidad.

Por otro lado, el autor expresa: “está más a nuestro alcance un desconocido
con el que hablamos a través de la computadora”, y no es nada extraño que
todas las personas, inclusive los niños desde que nacen estén conectados a
través del internet con el mundo entero; sin embargo, a veces estamos tan
cerca de la gente, en ocasiones en la misma casa y no sacamos tiempo para
compartir en familia, para charlar sobre los proyectos de vida que tenemos,
sobre las metas a las que aspiramos alcanzar, etc., somos más dados a expresar
amor y afecto a alguien que vemos a través de una pantalla, que está distante,
que al prójimo que tenemos a nuestro alrededor. Estamos quedando tan
idiotizados frente a los medios de comunicación que se nos está olvidando la
convivencia que durante años ha permitido que la humanidad subsista frente a
las circunstancias de los tiempos. Es tan dolorosa la situación en la que nos
encontramos inmersos, que en ocasiones preferimos dedicar nuestro tiempo
libre a quehaceres del trabajo, de los estudios, de la casa, a cosas que para
nada alimentan el alma, y despreciamos los momentos de calidad que la vida
nos ofrece de tener un encuentro que sacuda nuestro ser, nos alimente
internamente y que nos haga valorar la hermosura del regalo que se nos ha
sido dado temporalmente.

En muchas ocasiones hemos hablado como grupo, sobre la angustiosa


situación en la que nos encontramos viviendo con respecto a los medios de
comunicación. Éstos nos han facilitado la vida, nos han conectado con el
mundo, nos han permitido estudiar a distancia, comprar por internet, conocer
los lugares más recónditos del mundo sin ni siquiera haberlos visitado jamás,
mas todos ellos también nos han hecho descuidar la verdadera y efectiva
comunicación entre los seres humanos, entre éstos y la naturaleza, de igual
forma nos han hecho seres individualistas, solitarios, ensimismados y
apegados a las cosas materiales que nada aportan o conducen a un encuentro
con la realidad en la que nos encontramos viviendo.

Por otra parte, el autor pretende llevar a las personas un mensaje pululante de
energía, para que las mismas opten por actuar con la libertad que les ha sido
entregada; según sus creencias la libertad que está a nuestro alcance es
mayor de la que nos atrevemos a vivir, lo cual invita a dejar el miedo a un
lado, a dejar las limitaciones en un rincón y a reivindicar la libertad que por
derecho nos pertenece, y que de una manera u otra estamos perdiendo a causa
de que vivimos en un mundo en el cual estamos a gran escala siendo
controlados por medios y herramientas tecnológicas y dejando de lado el
conversar y compartir con las personas que tanto nos hace falta.
El autor expresa que anteriormente nos revelábamos contra las máquinas, en
cambio, en la actualidad nos adaptamos a ellas sin emitir juicio alguno, le
damos tanta cabida en nuestras vidas que terminan adueñándose de la misma y
alejándonos de la realidad. Actuamos como androides sin mirar lo que sucede
a nuestro derredor, solo pensamos en lo que nos involucra directamente a
nosotros y nuestros beneficios, sin importar lo que suceda con las personas
que nos rodean.
El hombre de hoy ha dado todo, incluso su vida, por vivir en un mundo más
avanzado, con menos precariedades, con más comodidades; no obstante, la
construcción del mismo lo ha llevado a convertirse en el ser más empobrecido,
aislado y despiadado sobre lo que acaece en el universo. Hemos querido
conectar el planeta a través de un minúsculo aparato y, lo hemos conseguido,
sin embargo, ¿qué hemos logrado con ello?, ¿hemos alcanzado la felicidad
absoluta que ansiábamos?, creemos que no; el sentido de la vida, los valores,
el poder de los topetazos personales con nuestros iguales y el medio se han
perdido, sin darnos cuenta hemos trillado el camino hacia nuestra propia
destrucción. Pero, al igual que Ernesto Sábato, pensamos que unos pocos
unidos por cambiar el sistema de este mundo podemos lograr revertir la
frialdad en la que hemos estado sumergidos.

El cambio es una decisión personal. En el camino puede que encuentres a


otros con el mismo afán que tú, pero mientras te encuentras con ellos trabaja
asiduamente por hacer de este mundo un lugar digno de transitar. No dejemos
que llegue el momento en que no tenemos la facultad de hacer algo
provechoso por él y por nosotros, trabajemos ahora que podemos por revivir
las buenas prácticas que unieron a la humanidad cuando nada de lo que hoy
nos roba el tiempo de calidad, existía.

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