Marco Teorico

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Marco teórico

La relación entre la creatividad y la inteligencia es un tópico que, a


pesar de haber sido estudiado desde sus inicios, sigue sin estar claro.
Tradicionalmente se había asumido que las personas creativas eran
también personas inteligentes. Sin embargo, hay autores que no tienen
tan claro que se trate de la misma realidad; de hecho dicen que si son la
misma cosa, podemos asumir que una persona creativa es forzosamente
inteligente y viceversa, si una persona es inteligente, será creativa. O
podemos tomar las palabras de Wallach y Kogan (1965), quienes
dicen que, al igual que se puede demostrar la existencia de diferentes
grados de aptitud cogni-tiva o inteligencia, también se pueden
establecer niveles de creatividad, pero como algo inde-pendiente de la
inteligencia, y que con justicia se puede llamar «creatividad».

A pesar de que algunos hayan defendido la postura de que para producir


obras creado-ras significativas es necesario poseer un alto nivel de
inteligencia, lo cierto es que la alta inte-ligencia no garantiza la
actividad creadora y, por supuesto, la baja inteligencia es seguro que
no ayuda; por ello, muchos psicólogos se inclinaron por la tesis de que
inteligencia y creativi-dad son dos capacidades independientes. Además,
esta hipótesis se veía reforzada por el hecho de que se comprobó la
existencia de bajas correlaciones entre inteligencia y rendimien-
to académico. Este hecho sirvió para deducir que además del
rendimiento escolar, influían en la creatividad otros factores distintos a
la inteligencia. A partir de aquí, comenzaron a diferen-ciarse cinco
hipótesis de trabajo:

El primer planteamiento es el hecho por Guilford (1950), quien


argumenta que, si bien no se encuentra esta relación (inteligencia y
creatividad), o se da en un grado bajo, esto es debido a que las pruebas
de inteligencia no miden todas las aptitudes de la inteligencia, entre
las que se encuentran las directamente implicadas en la creatividad.
Con esta explicación Guilford no estaba asumiendo que la creatividad
fuese cosa distinta de la inteligencia, sino más bien que una parte de
ésta (el pensamiento divergente) no estaba siendo medida en los
tests estandarizados de inteligencia. Por tanto, estaba asumiendo que la
inteligencia es un constructo amplio en el cual se enmarca la creatividad

Un segundo planteamiento es el realizado por quienes se han decantado


por asumir otro tipo de relación entre ambos constructos, sosteniendo
que se trata de realidades indepen-dientes “dos partes de un mismo
conjunto que encajan la una en la otra” (Wallach y Kogan,
Inteligencia y creatividad
1965) Esta hipótesis supone, por tanto, que la creatividad y la
inteligencia son rasgos inde-pendientes, son dos variables
independientes y distintas, no encontrándose relación entre las
mismas, o si ésta se da es sólo en edades determinadas o entre CI
concretos.

Las investigaciones que mejor han puesto de manifiesto esta afirmación


son, por un lado, la de Gelzels y Jackson (1962), quienes presentaron el
primer estudio que trataba de investigar la relación entre creatividad e
inteligencia. Su investigación, aunque ha servido como modelo a partir
de la cual se han llevado a cabo otras muchas, no quedó en absoluto
exenta de críticas. Su investigación se hizo en un colegio privado, cuyos
alumnos presentaban un Cociente Intelectual muy elevado (CI: 132)
cosa que posteriormente sería criticada por diferentes autores. La
investigación trató de discernir entre los niños muy inteligentes (selec-
cionaron un grupo de 28 niños) y los niños muy creativos (seleccionaron
un grupo de 26 alumnos). Una de las conclusiones a la que llegaron los
autores fue que la correlación entre creatividad e inteligencia era muy
baja, lo que equivale a decir que se trataba de dos entidades
diferentes. Las críticas de la metodología que se había utilizado en la
investigación posibilita-ron réplicas que ayudaron a subsanar estos fallos
Velez Pombo, M. ( 18,12,2018).

Fue Torrance (1962) quien, partiendo también del criterio de que la


creatividad y la inteligencia eran constructos distintos, reproduce el
mismo esquema de investigación que Getzels y Jackson en ocho
escuelas, constatando que el grupo de alta creatividad tenía el
mismo rendimiento escolar que el grupo de alto CI, excepto en una
escuela parroquial y en una escuela primaria de una pequeña ciudad. Él
explicó estos resultados mediante la “teoría del umbral”, que explica las
relaciones entre inteligencia y creatividad postulando que, cuan-
do el CI está por debajo de un cierto límite, la creatividad también se
encuentra limitada, mientras que cuando el CI se sitúa por encima de
este límite (CI: 115-120) la creatividad llega a ser una dimensión casi
independiente del CI. Dicho de otra forma: un cierto nivel intelectual
es condición necesaria, pero no suficiente, para el desarrollo de la
creatividad.

Otra de las investigaciones más prestigiosas fue la llevada a cabo por


Wallach y Ko-gan (1965), quienes perfeccionaron y depuraron los fallos
cometidos en las investigaciones anteriores de sus colegas. Parten de la
idea de que la creatividad debe ser considerada como
una manera de pensar diferente a la inteligencia. Adoptan la definición
de proceso creador realizada por Mednick (1963), sosteniendo que una
buena medida de creatividad es el número y el carácter único de
asociaciones relevantes que se pueden producir en una situación
abierta, M. Ferrando, M. D. Prieto, C. Ferrándiz y C. Sánchez.

y tratan de ver si así se puede mantener la distinción entre inteligencia


y creatividad, y en qué medida los distintos grupos de sujetos que se
forman combinando niveles de inteligencia y creatividad diferirían
respecto a su comportamiento escolar, sus juegos y su personalidad. En
esta investigación se establecían cuatro grupos diferenciados de sujetos,
según las combinaciones de creatividad-inteligencia que podían
encontrarse. A saber:
a) sujetos muy inteligentes y inteligentes muy creativos, b) sujetos
muy inteligentes, pero poco creativos, c) sujetos poco pero muy
creativos, d) sujetos poco inteligentes y poco creativos. Los sujetos
pertenecientes a cada uno de estos grupos presentaban diferencias en
cuanto a los otros. Los datos procedentes
de los estudios confirmaban que la diferencia entre ambas variables se
manifestaba de forma
diferente y que se podían encontrar combinadas de todas las formas
posibles.

Un tercer planteamiento es el hecho por aquellos autores que han


destacado que, si bien ambos constructos parecen independientes, no
se puede negar que están fuertemente relacionados entre sí,
superponiéndose en algunos casos. Estudiando las conductas entre los
inteligentes y los creativos, observaron que determinados efectos podían
atribuirse a una (inteligencia) o a otra (creatividad). Esto aparecía
fundamentalmente en el análisis de la solución de problemas. Si la
creatividad es una manera de resolver problemas, no cabe duda de que
la inteligencia es necesaria para resolverlos; cuando la solución precisa
niveles muy altos de inteligencia, será necesario un comportamiento
creativo. Sobre esta idea ha habido aportaciones muy diferentes:

El instituto para la evaluación e investigación de la personalidad (IPAR,


Institute Personality Assessment Research) se dedicó, entre otras cosas,
al estudio de la personalidad y a la investigación sobre la relación entre
inteligencia y creatividad. En dicho instituto se hicieron los estudios
referidos a la relación existente entre creatividad, inteligencia y
personalidad (Barron y Harrington, 1981; McKinnon, 1962, 1970;
Barron, 1988), quienes desarrollaron un trabajo en el cual intentaban
poner de relieve cuál era el CI de los creativos; para ello, trabaja-
ron con personas muy creativas vivas (arquitectos, deportistas,
científicos, matemáticos, etc.), que fueron seleccionadas como tales por
expertos. Se les convocó durante unos fines de semana a convivencias
en las que se les administraron tests de inteligencia, creatividad y
personalidad, se les sometió a pruebas situacionales y de grupo, todo
bajo la observación de unos siete observadores por cada diez
seleccionados. Los datos se analizaron comparando los datos
de los grupos estudiados con los datos de otros profesionales
equiparados en todo menos en la creatividad. Sus hallazgos respondían
a la pregunta de cuál era el CI de los creativos. Los Inteligencia y
creatividad

Psicoeducativa, ISSN: 1696-2095. Nº 7, Vol 3 (3) 2005, pp. 21-50.


datos reflejaron que la correlación entre CI y creatividad no era idéntica
en todos los creativos, pues aparecían correlaciones débiles y
moderadas. Sin embargo, no tendían a aparecer correlaciones muy
altas, aunque esto dependía mucho del campo de producción del
creativo (no era la misma correlación media en arte que en ciencias),
debido fundamentalmente al diferente papel que en cada campo juega
la inteligencia. Aun así, los altamente creativos, tendían a tener un CI
por encima de la media, aunque un CI por encima de 120 puntos no
parecía tener influencia en el aumento de la creatividad.

La investigación de Renzulli (1977) también se encuadra dentro de esta


perspectiva. Dice el autor que la creatividad y la inteligencia son
realidades distintas, que en determinadas circunstancias se superponen,
pudiéndose hallar juntas. Él propone su modelo de los tres ani-
llos. Estos tres anillos son la “creatividad” “la inteligencia” y “la
persistencia en la tarea”. Éstos pueden hallarse por separado, o también
juntos, de tal manera que el altamente creativo suele producir muchas
ideas, mientras que el altamente persistente coincide con el niño que
convencionalmente se aprende las lecciones de memoria.

Mednick (1963) es otro autor que defiende la estrecha relación entre


creatividad e inteligencia. Según él, la creatividad consiste en
asociaciones que, cuanto más lejanas, más creativas. Ahora bien, la
causa de la habilidad para hacer estas combinaciones y llegar a solucio-
nes creativas depende, necesariamente, de la existencia de una especie
de almacén de conocimientos que permite hacer combinaciones y lograr
una cierta velocidad para llegar a una solución creativa, que está
influenciada por la organización de las asociaciones de las personas.
La teoría de Mednick sugiere que creatividad e inteligencia están muy
relacionadas. Sus estudios sobre correlación entre medidas sicométricas
y medidas de la creatividad evaluadas por su test (RAT, Remote
Asociation Test) han establecido una correlación de 0.55 entre el WISC
(Weschler Intelligence Scale) y el RAT, siendo la correlación entre el
SAT (School Aptitude Test) y el RAT de 0.43; sin embargo, las
correlaciones entre el RAT y otras medidas de creatividad son más
variables.

Un cuarto planteamiento es el que sostiene que la creatividad es un


constructo más amplio que abarca a la inteligencia. Esta es la hipótesis
defendida por Sternberg (1988). De hecho, es uno de sus estudios sobre
la concepción que tenían las personas sobre inteligencia y creatividad
pasó un cuestionario a diferentes personas y los resultados demostraron
que la percepción de las personas sobre estos dos constructos es la
misma, pues la mayoría atribuían M. Ferrando, M. D. Prieto, C.
Ferrándiz y C. Sánchez.

.
las mismas características a los creativos y a los inteligentes; es decir,
en la calle se asume la inteligencia y la creatividad como una única
realidad.

Entre las investigaciones que apoyan esta hipótesis que sostiene que la
inteligencia y la creatividad son la misma cosa, tenemos la realizada por
Weisberg y Alba (1981) y Weis-berg (1988), quienes han argumentado
que los mecanismos para la creatividad no son diferentes de los
mecanismos usados en la solución de problemas. De acuerdo con estos
investigadores, un trabajo es juzgado como creativo cuando los
procesos ordinarios de pensamiento producen resultados
extraordinarios. Por tanto, si queremos entender la creatividad, no
necesitamos ir más allá del estudio de los procesos ordinarios que se
utilizan en la solución de problemas (Sternberg y O´Hara, 1999). Para
demostrar esta hipótesis, Weisberg (1988) utilizó el ya conocido
problema de los nueve puntos, que consiste en pedirle al individuo que
trate de unir todos los puntos sin levantar el lápiz del papel.
Normalmente la solución a este problema se da por insigth cuando el
sujeto dsecubre que puede salir fuera de la estructura cerrada de
los puntos; es decir, las líneas pueden rebasar los puntos. Ya
anteriormente Weisberg y Alba (1981) demostraron que, aunque las
personas hubieran tenido este insight, seguían teniendo
dificultades para resolver el problema.

En definitiva, los defensores de esta postura piensan que tanto la


inteligencia como la creatividad forman parte de una realidad integrada;
es decir, argumentan que son en realidad dos facetas de una misma
función singular y única que se origina en la capacidad mental:
creatividad e inteligencia son expresiones de la capacidad mental, pero
cada una tiene una finalidad distinta y exige unos recursos diferentes, lo
que significa que ambas atienden a la información, la recuperan y la
organizan de manera diferente. Pero ambas contribuyen a dar
una respuesta integrada que se adapta a una tarea especifica o al
ambiente inmediato (Genovard, Prieto, Bermejo y Ferrándiz, en prensa).

Ahora bien, desde 1983 una nueva concepción de la inteligencia está


siendo discutida en el campo de la psicología. Es la perspectiva de las
Inteligencias Múltiples formulada por Gardner, de quien recogemos sus
principios sobre la creatividad. Este autor ha dejado de ver
la inteligencia como algo unitario y compacto, diversificando las
inteligencias. Según sus planteamientos teóricos, creatividad e
inteligencia son lo mismo; de hecho, sus definiciones de persona
creativa y persona inteligente son idénticas. Él plantea que la
creatividad se apoya en lo que llama “pacto faustiano”, por el que se
renuncia a lo fácil y agradable para conseguir
Inteligencia y creatividad

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