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“Reflexiones críticas en torno a la psicología jungiana”

Álvaro Carrasco G.
2005

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Mi estudio y reflexiones en torno a la psicología de Carl G. Jung comenzó en 1990. Creo


que la teoría de Jung es de una brillantez, profundidad y extensión que no se encuentra en
otras teorías psicológicas. Igualmente notables considero los aportes de algunos de sus
discípulos y seguidores.

La luminosidad de las ideas de Jung atrapa, inquieta y fascina. Si uno se deja llevar se
convierte en un fanático o en un ilustrado y acrítico jungiano obnubilado por la luz de las
reflexiones del psiquiatra suizo. Nada más alejado del espíritu del legado que el propio Jung
quería. Un esfuerzo serio para abordar la psicología jungiana debe también adentrarse en
sus rincones oscuros. ¿Qué atributos de la actividad de los jungianos han sido excluidos de
la conciencia? ¿Cuáles son los objetos de las sombrías proyecciones de la comunidad
jungiana? Es importante intentar dar respuestas a estas preguntas si realmente estamos
comprometidos con el progreso y desarrollo de esta psicología.

Este trabajo es una reflexión crítica sobre la psicología jungiana. Reconozco que al hablar
de psicología jungiana o comunidad jungiana lo hago desde mi experiencia y desde la
percepción que me he llegado a formar. Sobre esta construcción personal armo mi
argumentación que, aunque subjetiva, creo que puede ser, al menos, válida como un
estímulo para otras reflexiones en torno a esta psicología. En esta misma línea me parece
también importante reconocer que mi perspectiva se genera en América Latina y por lo
tanto debe responder a este contexto.

Campbell (1949/1973) señala que el regreso del héroe al mundo no se da sin dificultades. El
magnífico panorama contemplado por el héroe puede acabar con el recuerdo de, el interés
en o la esperanza para, los sufrimientos del mundo; o, también, el problema de mostrar el

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camino de la iluminación a las personas agobiadas por problemas cotidianos de
sobrevivencia puede ser muy grande para resolver (Campbell, Joseph, 1949/1973, pág. 36).
Creo que Jung es el protagonista de una gesta heroica que nos legó el tesoro de sus ideas
y la energía de sus descubrimientos. Los jungianos estamos frente al reto de progresar en
términos científicos y de traer los aportes más importantes de Jung a un sector social más
amplio.

Lamentablemente, me parece que muy pocos jungianos latinoamericanos han hecho


contribuciones significativas a la ciencia y a la praxis de la psicología analítica. Una
justificación para la pobreza del aporte histórico de la psicología jungiana latinoamericana
puede buscarse en su juventud. Este argumento, escribe Martín-Baro (pág. 221) en relación
a la psicología latinoamericana, es válido, aunque insuficiente, y se vuelve peligroso si en él
nos escudáramos para no revisar las deficiencias que nos han llevado a la marginalidad
científica y a la inoperancia social.

Dada la colosal estatura del trabajo de Jung, es entendible que algunos jungianos
tendamos a rumiar sus descubrimientos, emular sus métodos de investigación e incluso
elegir los mismos o similares objetos de análisis científico. Respecto a esto último, hemos
visto, por ejemplo, como abundan trabajos de investigación jungianos que se centran en
mitologías lejanas a nuestra tierra y nuestra historia. ¿Es que los procesos históricos, la
narrativa, la mitología de América Latina no es apta para la reflexión jungiana? ¿Por qué se
rebuscan los temas de los sabios ilustrados y no temas más actuales y accesibles a un
público más amplio? Somos más amigos del prestigio académico que del compromiso
social. Es importante volcar la mirada a temas más profanos presentes en la cultura popular.
El investigar productos antiguos persigue, en parte, buscar manifestaciones no
influenciadas, espontáneas y no contaminadas que nos den luces de la dinámica
psicológica. Aunque esto es válido y ha permitido hacer descubrimientos trascendentales
también existe otro método, inexistente en el pasado, para estudiar la psicología humana.
Actualmente, más que en ninguna otra época, podemos observar, con facilidad e
inmediatez, qué atrae, qué convoca, que compran, que ven, qué leen y cuáles son los
problemas sociales comunes a millones de personas. Este es un método transversal que
rescata los fenómenos sociológicos y los pone bajo la lupa psicológica. No podemos dejar
de notar que, probablemente, en un fin de semana mucha más gente acompaña a un héroe
en el cine que la que en toda la historia de la humanidad ha leído a los clásicos griegos.

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Por otra parte, es necesario nunca olvidar que la aceptación acrítica de las teorías es,
precisamente, la negación de los fundamentos mismos de la ciencia (Martín-Baró, pág.
222). Es de vital importancia tener en cuenta que la importación ahistórica de modelos
sesga negativamente los planteamientos de la psicología, cuyo sentido y validez remiten a
unas circunstancias sociales y a unos cuestionamientos concretos (Martín Baró, pág. 222).
No es conveniente pensar que podemos importar sin ajustes una psicología parida en Suiza
y criada en Inglaterra y Estados Unidos. Ciertamente la psicología jungiana, por su énfasis
en el inconsciente colectivo, nos ofrece una visión antropológica que trasciende fronteras
territoriales. Pero también es cierto que las realidades sociales, las problemáticas, las
necesidades y demandas de nuestros países latinoamericanos son muy distintas a las del
primer mundo. La individuación de la psicología jungiana latinoamericana se da en nuestro
horizonte y, partiendo de lo común en la humanidad, ha de abrirse caminos propios, si
quiere aportar a la salud de nuestra gente y al desarrollo de nuestros países.

La psicología jungiana ha contribuido a la liberación personal al hacer conscientes las


motivaciones inconscientes, mediante la destrucción de los complejos y la activación de las
energías arquetípicas que residen en todos. Sin embargo, la psicología latinoamericana en
general, y la jungiana en particular, ha pasado por alto la íntima relación entre desalienación
personal y desalienación social (Martín-Baró, pág. 227). Más aún, con frecuencia la
psicología ha contribuido a oscurecer la relación entre enajenación personal y lo social,
como si la psicopatología fuera ajena a la historia y a la sociedad, o como si el sentido de los
trastornos comportamentales se agotara en el plano individual (Martín-Baró, pág. 227). No
podemos olvidar que muchos de nuestros procesos psíquicos más importantes se fundan
en lo relacional lo que a su vez, siempre está inserto en un contexto socio-histórico más
amplio.

Martín-Baró (pág. 227) propone que son los problemas reales de los propios pueblos, no lo
problemas en otras latitudes, los que deben constituir el objeto principal del trabajo de la
psicología. ¿Cuáles son los problemas del pueblo chileno hoy? La violencia social
expresada en forma de delincuencia, la cual no es sino una expresión de un mal aun más
profundo que tiene que ver con las inequidades y perversiones de un sistema
socio-económico injusto. La falta de creatividad para explorar alternativas de sociedad
distintas. La deshumanización de nuestras vidas en el entorno urbano que propicia

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relaciones cada más competitivas, impersonales y distantes. La falta de entendimiento
entre hombres y mujeres que rompe los vínculos familiares y nos lanza en caminos
opuestos. La falta de convicciones espirituales que convierte a las personas en materia sin
esperanza y en mendigos de la fe. Estos son algunos problemas que afligen a los chilenos
de hoy y que la psicología, jungiana o no, debería tratar de enfrentar.

Martín-Baró (pág. 228) sugiere que una nueva psicología debe involucrase en una nueva
praxis, una actividad transformadora de la realidad, que nos permita lograr conocimientos
no solo en función de lo que es, sino en lo que no es, y ello en la medida en que tratamos de
orientarla hacia aquello que debe ser. Como psicólogos jungianos nos acercamos a nuestra
clientela, generalmente privilegiada en términos socio-económicos, desde la perspectiva
del experto. Pero, ¿como será hacer psicología jungiana desde los menos privilegiados? Lo
que queda claro es que, en una praxis de este tipo, la psicoterapia analítica para
transformar debe transformarse.

Muchas veces he escuchado que Jung ofrece una psicología para gente educada o para
una cierta elite. Es mi opinión que esto no es cierto. La psicología jungiana puede serle útil
a cualquier persona, independientemente de su edad, género o condición socio-económica.
Además pienso que la dificultad para dar respuesta a las necesidades de los sectores más
populares se debe a la falta de auto-exigencia y de creatividad para buscar innovaciones,
propuestas y herramientas apropiadas. La psicología de Jung no es, fundamentalmente,
una psicología instrumental sino una psicología de principios; como tal, las ideas de Jung
pueden dar origen a distintas aplicaciones y herramientas. El concebir la teoría de Jung
como una psicología de principios nos lleva, también, a no identificarla, totalmente, con la
psicoterapia. Es decir, las ideas de Jung deberían encontrar aplicaciones fuera de la terapia,
en la psicología educativa, social, comunitaria y comunicacional. Los psicólogos jungianos
deberían tomar una actitud proactiva que vaya al encuentro con otras áreas y otras
disciplinas. El contacto de una persona con los descubrimientos de Jung puede afectarla
fuera de un contexto terapéutico, incluso sin que el individuo necesariamente conozca la
teoría o sea consciente de lo que lo está afectando. Esto parece quedar mucho más claro a
otros profesionales tales como los publicistas, cineastas, novelistas, artistas, quienes
intencionalmente incluyen en sus trabajos elementos de la psicología profunda. En mi
propia experiencia, por ejemplo, aunque nunca he tenido un análisis jungiano formal, mi
encuentro con las ideas de Jung en mis estudios universitarios y la lectura de Jung por

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cuenta propia, sin duda, han afectado profundamente mi desarrollo personal. Esto me lleva
a pensar la importancia de que la psicología jungiana se abra espacios en la academia y
que los jungianos escribamos, en distintos formatos y temas, para tratar de acceder y
afectar a un público más amplio que el que nos visita en la consulta. Es necesario sacar a
Jung del consultorio y llevarlo a la cultura.

También creo que en esta reflexión es importante notar una cierta contradicción que nos
presenta un desafío. Las ideas de Jung se basan en buena medida en una epistemología
que reconoce unos dinamismos de apropiación colectivos pero que se abre a la subjetividad,
que reconoce el rol del observador en el acto de conocer, que entiende una homo usia o
identidad fundamental entre psyque y physis, que se nutre de la física cuántica así como de
la teoría de la relatividad y que intuye como el orden surge del caos. Sin embargo, ciertas
nociones o principios propuestos por Jung muestran resabios de una epistemología que
divide y analiza el mundo desde una perspectiva más bien atomicista y mecanicista. Estos
pocos elementos de Jung encuentran compañía en los fundamentos psicológicos del
psicoanálisis, el conductismo, el cognitivismo y la estadística que se enseñan en las
escuelas de psicología. Es común que el paradigma psicológico se imponga sobre la
propuesta jungiana más intuitiva, compleja y futurista. No es tarea fácil rescatar esta
epistemología ya que nos lleva a otras ciencias y demanda un esfuerzo y constancia que se
suma a los requerimientos usuales de nuestra artesanía psicológica. Sin embargo las
nuevas visiones del mundo natural no pueden dejarse de lado porque nos llevan a concebir
de una manera distinta al ser humano y nos proponen nuevas estrategias de intervención
psicológica. Es altamente deseable que superemos, o al menos intentemos superar, esta
contradicción de visiones o que seamos capaces de identificar donde es válida una u otra
mirada.

Finalmente un último pensamiento relacionado con los métodos de la psicología jungiana.


Nadie que estudie seriamente a Jung puede acusarlo de elaborar sus hipótesis de manera
poco rigurosa. Jung era un hombre brillante intelectualmente, altamente intuitivo y un gran
científico. Esta mezcla excepcional hizo que Jung nos legara una obra rica en
descubrimientos pero sobre todo en posibilidades de indagación. Con mucha frecuencia he
leído trabajos que siguiendo a Jung muestran falta de creatividad e intuición pero sobre todo
falta de rigor científico. Los dos primeros atributos son regalos del inconsciente y no
podemos exigirlos pero si el tercero. Las especulaciones basadas en un dato, sin una

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investigación seria y una actitud crítica son de muy poca utilidad para la psicología y
generan desprestigio entre la comunidad psicológica. Al respecto cito a continuación el
inicio de una carta de 1956 escrita por Wolfgang Pauli (2001) al entonces presidente del
Instituto C. G. Jung:
Estimado Sr. Presidente:
En años recientes, he notado con gran preocupación que la perspectiva
científica está siendo crecientemente descuidada en materias
relacionadas con el Instituto C.G. Jung y las actividades de sus miembros.
Como el patrón científico del Instituto, considero mi deber llamar la
atención al punto de vista de las ciencias, y debo por lo tanto oficialmente
requerir cierta información a usted como Presidente. Es claro para mí que
además del aspecto científico de la psicología, hay uno humanístico, pero
no veo como mí deber defender eso. En esta conexión, me gustaría
señalar que la psicología siempre fue considerada como una de las
ciencias humanísticas, pero fue precisamente C. G. Jung mismo quien
enfatizó la naturaleza científica de sus ideas, y fue mediante su trabajo
que se pavimentó el camino para una integración de la psicología del
inconsciente en las ciencias naturales. Es mi opinión que el progreso que
ha sido hecho en este aspecto está siendo seriamente amenazado por la
administración del Instituto de C.G. Jung.

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Referencias bibliográficas

 Campbell, Joseph (1949/1973). The Hero with a Thousand Faces.


Princeton/Bollingen, E.E.U.U.

 Jung, Carl G.; Pauli, Wolfgang (2001). Atom and Archetype. The Pauli/Jung Letters.
1932-1958. New Jersey, Princeton University Press.

 Martín-Baró, Ignacio. (1986). Hacia una psicología de la liberación. Boletín de


Psicología. Vol. V. No. 22, 219-231. UCA, San, Salvador, El Salvador.

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