La Imagen de La Mujer en Contigo Pan y Cebolla y A Ninguna de Las Tres
La Imagen de La Mujer en Contigo Pan y Cebolla y A Ninguna de Las Tres
La Imagen de La Mujer en Contigo Pan y Cebolla y A Ninguna de Las Tres
las tres
Durante el siglo XIX México atravesó por varios cambios en diferentes aspectos, político,
social, tecnológico y, por supuesto, literario. Con la llegada del movimiento romántico al
distinguen de las doncellas retratadas por otras corrientes literarias (época medieval,
esa época, es la que ocupa este trabajo, en el cual, a través del análisis de dos obras teatrales
romántico mexicano.
El romanticismo
Movimiento artístico y cultural que surge en Europa a finales del siglo XVIII. Cobra gran
importancia para los jóvenes creadores que buscaban romper con las normas y el
1
- El abandono de la uniformidad estilística.
- La predilección por los escenarios agrestes y umbríos, y por los temas históricos,
sentimentales y sociales.
- Una ruptura de los límites de la realidad concreta.
- Creación de personajes “tipo”.
- El hecho de recurrir a los sueños y visiones.
Todas ellas las podemos ver reflejadas en los textos románticos que han llegado hasta
nuestros días.
rindieron frutos. Cabe señalar que los autores de la época se decantaron por el nacionalismo
Ni pan ni cebolla
comedia de costumbres Contigo pan y cebolla, que se convertiría en una de las más
de doña Matilde y don Eduardo de Contreras. Matilde es una joven de diecisiete años que
ha crecido bajo el amparo de su padre (don Pedro de Lara) en un mundo lleno de lujos y
comodidades lo que le ha permitido tener acceso a las novelas románticas en cuya lectura
destino “natural y lógico al que parece estar destinada.” 2 Los atributos de Matilde, “el
2
sentimiento amoroso corresponden al canon de la literatura romántica” 3, trasladándola a un
plano exagerado en el que busca a toda costa vivir un idilio tal y como se retrata en los
libros.
contrarresta los desvaríos de Matilde. Es el hombre ideal para ella: joven, apuesto, “de
heredero del mejor amigo del padre de ella, por lo cual no encuentra ningún impedimento al
desmoronan por completo las aspiraciones de Matilde a una vida romántica. La ausencia de
obstáculos que impidan su relación aunada a los “defectos” de Eduardo (ser rico y noble) se
complicidad de don Pedro, así, adopta las convenciones del romanticismo literario y se
presenta ante Matilde como uno de los personajes de sus novelas, pobre (supuestamente lo
desheredan por querer casarse con ella) y valiente pues se enfrenta al rechazo de don Pedro.
Esta situación inflama el corazón de Matilde quien siente renacer su amor e interés por él y
cuartucho, sucio y oscuro en el que Matilde choca de frente con la realidad: se encuentra
casada con un hombre pobre que tiene que salir a trabajar a diario para poder sostener su
3
idem.
4
Manuel Eduardo de Gorostiza, “Contigo pan y cebolla”, en Antonio Magaña Esquivel (sel., pról. y ns.),
Teatro mexicano del siglo XIX. Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 1982, p. 143.
3
hogar y pagar la renta, por lo tanto ella se ve obligada a realizar la tareas de un ama de casa,
padre se presenta para pedirle que regrese a su antiguo hogar junto con su esposo, ella
acepta sin pensarlo pues no podía soportar más las penurias de su condición.
En esta misma obra aparecen otras dos figuras femeninas que vale la pena
mencionar (ambas son vecinas del nuevo hogar de Matilde), Nicolasa y Clementina,
examiga de Matilde, la cual se encuentra casada con un adinerado canónigo por lo que
ostenta el título de Marquesa, vive en el mejor cuarto del edificio y además tiene coche y
dos mil reales al mes de alfileres5, pero, al contrario de Matilde, se ha casado con un
hombre al que no vio hasta el día de la boda. Nicolasa, la vecina de al lado, se encuentra
presume que su marido desayuna salchicha todos los días) y pretende que ella y Matilde
sean “uña y mugre”. En una apreciación superficial pudiera creerse que existen diferencias
notorias entre estas mujeres, pero más adelante descubriremos que en realidad son bastante
parecidas.
Otra obra teatral importante para la corriente romántica en el país es A ninguna de las tres,
la cual surge de la pluma e ingenio del poeta y dramaturgo Fernando Calderón en 1837, se
trata de una comedia escrita en verso y dividida en dos actos, en ella aparecen cuatro
mujeres, la madre —mujer sencilla, algo ingenua y de poca formación intelectual que se
4
importarle mucho la educación de sus hijas ya que ante sus ojos “el cielo les ha dado
inclinaciones más altas.”— y sus tres hijas, de entre las cuales tiene que elegir esposa Juan,
El propio don Timoteo describe las “virtudes” de sus hijas en una dialogo que
sostiene con un vecino suyo, don Antonio (que ha de jugar un papel importante dentro de la
obra) al que dice: “Mariquita toca, canta, / baila; en fin, es un modelo / de perfección: ágil,
viva, / siempre de broma y riendo. / Clara, por distinto estilo… […] / ya ve usted, siempre
leyendo / periódicos literarios / y políticos: apuesto / que sabe más ella sola, / que tres
ministros.”6 De Leonor afirma que tiene un corazón tierno, encendido y sensible, llora por
cualquier cosa, sobre todo ante los infortunios de las protagonistas de las novelas que lee.
ante los ojos de don Antonio quien señala que una mujer debe saber las obligaciones
propias de su sexo, lo cual reafirma al final de la obra cuando hace hincapié en la falsa
resaltando los atributos que deberá tener la mujer que “un hombre de juicio recto” elija por
esposa:
… una mujer que cumpliendo / su deber, cuide su casa; / que cultive su talento / con gusto;
que si dedica / a la lectura algún tiempo / no quiera pasar por sabia; / que no esté siempre
gimiendo / por personajes ficticios; / que no ocupe su cerebro / solamente con las flores, /
los bailes y el coliseo; / ser sin ficciones sensible; / ser instruida, sin empeño / de parecer
literata. / La compostura, el aseo, / usar sin afectación, / y vivir siempre cumpliendo / las
6
Fernando Calderón, “A ninguna de las tres”, en Antonio Magaña Esquivel (sel., pról. y ns.), Teatro
mexicano del siglo XIX. Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 1982, p. 208.
7
ibid, p. 282.
5
Esta visión es refrendada por don Juan, quien asegura que quizá en un futuro pueda hallar
en Leonor una esposa tal y como él la desea, pero por el momento no elige a ninguna de las
tres.
por y hacia la mujer. En una escena del segundo acto se presenta una discusión entre las
tres hermanas en la cual Clara asevera que el tema de la política no debe ser exclusivo de
los hombres, la mujer también lo debe entender. Además, reprocha a María la veleidad y a
juventud que tienen y que pensarán con madurez al llegar a cierta edad.
Culmen
heroína, bruja, demonio, ama de casa, prostituta, santa, etc., concepciones que han mutado
con el paso del tiempo (igual que las corrientes literarias), sin embargo, todas estas
perspectivas tienen algo en común: están supeditadas a la visión varonil. Rosa Marta
Fernández apunta que hemos vivido por siglos en una cultura sexista lo cual ha provocado
que “la subordinación de la mujer no se perciba por hombres y mujeres como un hecho
incuestionable.”8
sobre todo en Latinoamérica, donde lo ideal era que los sentimientos de la mujer, su
8
Rosa Marta Fernández, “Sexismo: una ideología”, en Elena Urrutia (comp.), Imagen y realidad de la
mujer. Secretaria de Educación Pública, Ciudad de México, 1975, p. 63.
6
creatividad y su domesticidad estuviesen en armonía, por lo cual, los “intelectuales
Tras siglos de esta “oscuridad literaria” llegó el romanticismo como una promesa de
algo distinto, sin embargo, nos encontramos con que “la mujer debe ser débil, dulce, dócil y
bella, de una belleza tan frágil y delicada que muchas de las heroínas románticas mueren
jóvenes.”10 Por lo tanto, la figura femenina no ganó mucho, lo cual queda refrendado por
las obras antes analizadas. En ambas, el número de mujeres con protagonismo es parco; en
Contigo pan y cebolla, a pesar de que la atención se centra en Matilde y su idilio con
Eduardo, podemos ver como sus acciones están sometidas a las decisiones de las fuerzas
último, otra vez recae en su padre ya que de él depende el tipo de vida que llevará ya
estando casada (debido al enredo que trama Eduardo). En cuanto a la vecina y la Marquesa,
queda claro que también ellas están bajo el yugo de sus maridos (y más aún, se determinan
por como ellos las conciben), a pesar de pertenecer a diferentes estratos sociales.
adoctrinamiento para las mujeres de la época, ya que la única que parece ser realmente feliz
es doña Serapia, en quien se recrean los prejuicios que se tenían en torno a la figura
femenina, mientras que sus hijas se inclinan a uno u otro extremo, ninguno lo
suficientemente bueno a los ojos de los hombres. Pero, eh aquí dos factores diferentes, el
primero es que don Timoteo no se da cuenta de los defectos de sus hijas, es decir, ante sus
ojos las tres aparecen perfectas y el segundo es el papel que desempeña Clara, que aparece
9
Cfr. Jean Franco, Las conspiradoras. La representación de la mujer en México (trad. Mercedes
Córdoba). Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 1994, pp. 113-132.
10
Alaíde Foppa, “Feminismo y liberación”, en Elena Urrutia (comp.), Imagen y realidad de la mujer.
Secretaria de Educación Pública, Ciudad de México, 1975, p. 85.
7
como una mujer crítica e inteligente, interesada y enterada de las cuestiones políticas de su
época, capaz de emitir un juicio objetivo de sus hermanas (lo cual la hace poco elegible
para un matrimonio); estos dos aspectos hacen una gran diferencia, porque se avizoran en
Pero, ¿qué se obtiene de aquí? ¿Qué imagen femenina “romántica” se puede fijar a
partir de lo expuesto? Una imagen atemporal —porque a pesar de lo “grandes” avances que
se han hecho en cuestiones de género, aún vemos en la sociedad, aunque menos frecuentes
cada vez, casos en los que las mujeres no son capaces de dar ni un paso sin la previa
aprobación de una figura de poder, que en la mayoría de los casos es masculina— que ha
surgido del constante sometimiento a la voluntad de otros, sin importar el nivel económico
ni intelectual, pero que se acrecienta a medida que los recursos disminuyen —porque,
además, tiene que desempeñar los oficios que otras pueden delegar en sus sirvientes—. La
mujer debe ser bella y útil, debe servir de adorno y a la vez de criada, mantener en orden el
hogar y feliz al marido. Lo único que les queda a las mujeres como propio es ese ardor, ese
desborde pasional no solo hacia un ser amado, sino hacia ellas mismas y hacia lo que les
Esa mujer, que ha tenido que vivir bajo el yugo primero del padre y después del
esposo, que ha tenido que ejercitar ciertas armas para tener algún tipo de participación en
las decisiones de los hombres (manipulación sutil, llanto, suplica, coquetería, mentiras
Bibliografía
11
R. Fernández, art. cit., p. 70.
8
AYALA, María de los Ángeles, “Una sonrisa romántica desde el exilio: Contigo pan y
cebolla, de Manuel Eduardo Gorostiza”. Teatro: revista de estudios teatrales, 6-7
(1995), pp. 151-162.
CALDERÓN, Fernando, “A ninguna de las tres”, en Antonio Magaña Esquivel (sel., pról. y ns.),
Teatro mexicano del siglo XIX. Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 1982, pp.
202-284.
FERNÁNDEZ, Rosa Marta, “Sexismo: una ideología”, en Elena Urrutia (comp.), Imagen y
realidad de la mujer. Secretaria de Educación Pública, Ciudad de México, 1975, pp. 62-79.
FOPPA, Alaíde, “Feminismo y liberación”, en Elena Urrutia (comp.), Imagen y realidad de la
mujer. Secretaria de Educación Pública, Ciudad de México, 1975, pp. 80-101.
FRANCO, Jean, Las conspiradoras. La representación de la mujer en México (trad. Mercedes
Córdoba). Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 1994, pp. 240.
GOROSTIZA, Manuel Eduardo de, “Contigo pan y cebolla”, en Antonio Magaña Esquivel
(sel., pról. y ns.), Teatro mexicano del siglo XIX. Fondo de Cultura Económica,
Ciudad de México, 1982, p. 135-197.