El Mito de Leda en La Antiguedad PDF

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PREFACIO

La Antigüedad nos ha dejado un patrimonio cuyo valor más


preciado son los mitos. Los cultivadores de todas las artes y las
ciencias a lo largo de la historia, han tenido a menudo con-
ciencia de que su papel como tales se justificaba por la tradi-
ción anterior. Y esa tradición casi siempre remonta a un eure-
tés, un inventor, que suele ser dios o héroe. La mitología está, pues, en
los cimientos mismos de las sociedades humanas; y en el caso de la nues-
tra, la occidental, más de un cincuenta por ciento, al menos, de esos
cimientos, corresponden a Grecia y Roma.
Por tanto, si en algo valoramos nuestra propia identidad, no
olvidemos que gran parte de nuestro modo de pensar, de nues-
tras aspiraciones y recuerdos, de nuestras inquietudes, cobran
forma en los mitos griegos. La Literatura recrea una y otra vez
esas leyendas y sigue su modelo para dar vida a otras nuevas.
El Arte se inspira en los mitos del pasado, los adapta a nues-
tras necesidades y los transforma asegurando la pervivencia de
su mensaje en el futuro. La Religión tomó de ellos sus bases

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

doctrinales, adecuándolos a nuevos conceptos éticos y teológi-


cos; se sirve para ello de recursos tan antiguos como los símbo-
los y la alegoría. Y la Psicología, ciencia de los tiempos moder-
nos, define las ansiedades y complejos del hombre de nuestra
época con referentes plásticos extraídos de la mitología. En defi-
nitiva, podemos decir que los mitos griegos no han muerto, que
están presentes en casi todas las facetas de la vida occidental;
incluso en el lenguaje, en la propaganda y en el marketing.
Pues bien, el libro que ahora nos ofrece Carlos Alcalde es
un ejemplo más de la vida interna y de las múltiples implica-
ciones que guarda cada mito de la Antigüedad. Él lo hace con
el de Leda, que no es precisamente uno tan conocido como
pueda serlo el de Heracles, Teseo, Odiseo, o cualquiera de los
que cuentan la historia de los dioses.
Pero, dentro de su modestia, esta reina amada por Zeus en
forma de cisne, jugó un papel muy importante. Ella fue madre
de los Dioscuros, los gemelos que, haciendo de Santiago
Apóstol, más de una vez acudieron en auxilio de los griegos en
sus batallas importantes; o que, como los faros costeros en la
noche, brillaban en medio de las tormentas, orientando a los
marinos griegos; o que participaron en tantas gestas heroicas y
alcanzaron al final, como premio, un puesto entre las estrellas.
Ellos son, en efecto, esa constelación de Géminis que sus hijos
todavía tienen como símbolo, para recordar la fecha de naci-
miento. Pero ella fue también, y sobre todo, madre de Helena
y Clitemnestra, dos heroínas que están en la base de casi toda
la historia heroica de los antiguos griegos. Clitemnestra, espo-
sa de Agamenón, con su magnicidio inspiró una gran parte del
teatro griego, que a su vez ha inspirado una gran parte del tea-

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

tro europeo. Y en cuanto a Helena, ¡qué decir de la mujer más


hermosa que, con su belleza, fue causa de la primera guerra
mundial grabada en la conciencia de los hombres! Estos cua-
tro personajes y su madre están de continuo presentes en el
arte, en la literatura y en el pensamiento de Occidente. Carlos
Alcalde, en este libro, rastrea la huella en la cultura greco-
romana de esta reina cuyas relaciones adúlteras podrían ser
interpretadas por los sexólogos modernos como un referente
mítico para una de las aberraciones sexuales más conocidas, la
zoofilia. Desde este punto de vista, el mito de Leda entra en la
categoría de los mitos de Ío, de Europa, o de Pasífae y el
Minotauro. Con su elegante y pulido castellano, Carlos Alcalde
extrae el jugo a todas las implicaciones del mito de Leda -y de sus
hijos considerados siempre con referencia a la madre- en la vida
de Grecia y Roma; y no olvida las interpretaciones alegóricas que,
aunque escasas, tampoco faltan en este caso.
Bien estructurado el estudio en dos Partes, por la primera
nos enteramos del éxito que tuvieron los amores de Zeus y
Leda en la literatura antigua; y la segunda revisa, interpreta y
comenta el éxito figurativo del mito en la cerámica y la plásti-
ca del mundo Antiguo. Sabemos que, voluntariamente, el Dr.
Alcalde, aunque no renuncia a algunas referencias, ha decidi-
do dedicar este trabajo exclusivamente al mundo antiguo. Con
ello tal vez deje abierta la puerta de una continuación del mito
en la tradición occidental posterior que sería, sin duda, muy
interesante. Y es que la literatura y el arte, tan dados, como
decíamos, a la recreación, a la alusión y a la innovación, no
han dejado en el armario este mito. Estoy seguro de que, a lo
largo de los siglos que van desde el cierre de la Academia
hasta el 2001, no se han olvidado en absoluto de esa mujer tier-

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na, acariciando entre sus piernas al cisne, con que regala nuestros
sentidos el pintor italiano Correggio.
Fruto de aquellos amores fue un huevo -los mitos dentro de su
irracionalidad son tremendamente lógicos- como en el caso de los
amores incestuosos de Pasífae lo fue un ser mitad hombre y mitad
toro. Pues bien, igual que del huevo de Leda nació el símbolo de
la belleza, Helena, Carlos Alcalde nos ofrece con este libro una
joya que sin duda deleitará a los lectores como a mí me ha delei-
tado la lectura del manuscrito que ahora se hace letra impresa.
Brindemos por que la acogida de este libro anime a su
autor a seguir con el trabajo y rastrear los misterios de la
mujer de Tíndaro o Tindáreo por los vericuetos del arte y la
literatura occidental.

Aurelio Pérez Jiménez


Universidad de Málaga

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

INTRODUCCIÓN

La literatura y el arte de Grecia y Roma son las dos fuentes


de que disponemos para el conocimiento de los mitos griegos.
El amplísimo repertorio de leyendas constituyó una fuente
inagotable de inspiración en primer lugar para los poetas, quie-
nes, tomándolas de la tradición oral y tratando sus temas con
gran extensión y libertad, les dieron forma y las divulgaron por
todo el mundo griego.
El poder de seducción de los mitos y, sin duda también, su
éxito literario determinaron que, desde épocas muy tempranas,
los pintores y escultores griegos se dirigieran también a ellos en
busca de temas para sus obras.
Aunque las versiones literarias y las artísticas de los mitos
pueden alcanzar cotas equiparables de expresividad, lo cierto es
que la capacidad narrativa de una obra literaria es superior a la
de una obra artística. Por eso, nuestro conocimiento de los mitos
procede, ante todo, de los textos.

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Las obras de arte ilustran con mucha frecuencia los mitos


previamente relatados en la literatura, pero no son un mero refle-
jo de ésta; enfocan los mitos desde otras perspectivas, aportan
matices propios y añaden detalles que pueden ser inventados
por sus autores o recogidos de una tradición que no conocemos
por otra fuente. Además, pueden aclararnos aspectos cuya
transmisión literaria es deficiente o incluso constituir para nos-
otros el único testimonio de una versión o un episodio deter-
minados. También las obras de arte pueden iluminar cuestiones
relacionadas con los mitos que con frecuencia no encontramos
documentadas en las fuentes escritas, como el culto a divini-
dades y héroes de la mitología y las relaciones existentes entre
los cultos de localidades diferentes1.
Muchas leyendas asociadas al culto podían ser conocidas gra-
cias a éste, aunque su más amplia difusión por todo el mundo
griego se debió inicialmente a los poetas. Los griegos adquirían
un buen conocimiento de muchos mitos a la vez que aprendían a
leer en los poemas homéricos, y esos poemas y otros muchos que
también contaban relatos tradicionales de dioses y héroes, los
oían recitados o cantados en las fiestas. A la vez, ya desde la
época arcaica, podían ver diariamente esas mismas leyendas
representadas en los frontones y los frisos de los templos.
No todos los mitos tuvieron igual fortuna en ambos campos,
pues poetas y artistas podían mostrar preferencias diferentes por
unas leyendas u otras según encontraran en ellas posibilidades

1
Buen ejemplo de ello, entre las obras que hemos consultado para este tra-
bajo, es el libro de F. Chapouthier, Les Dioscures au service d’ une dées-
se, París, 1935.

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expresivas en sintonía con sus intereses. Con todo, se observa una


influencia recíproca y lo mismo que un tema mítico puesto de
moda o actualizado por la literatura se traslada a las representacio-
nes artísticas, éstas pueden, a su vez, inspirar a los escritores.
Uno de los mitos que alcanzó mayor éxito en el arte griego y
romano fue el de Leda, en clara correspondencia con su fre-
cuente aparición en la literatura. El ascendiente de esta última
sobre el arte es predominante, pero hay ocasiones en que ocurre
a la inversa, y también alguna vez extiende su influencia en
ambos campos el culto religioso. Los episodios del mito tratados
son pocos y escuetos, pero los escritores mencionan incesante-
mente a Leda como madre de unos hijos gloriosos y sobre todo,
a partir del siglo V a. C., como protagonista de una aventura
amorosa con Zeus convertido en cisne. El tratamiento que
encontramos en el ámbito del arte es paralelo. El personaje de
Leda está presente en la literatura griega desde las primeras
obras escritas que nos han llegado, hasta el fin de la Antigüedad.
En el arte, aparece también durante un período muy dilatado,
desde el siglo VI a. C. hasta el V d. C.
Dedicamos estas páginas al tratamiento que recibió el mito
durante tan largo tiempo, en el que se fue conformando a través
de sucesivos cambios. Hemos seleccionado, de los textos grie-
gos y latinos en los que se habla de Leda, aquéllos que ofrecen
las versiones más importantes por su carácter narrativo o por las
variantes que presentan, y los hemos organizado atendiendo a
los aspectos de la leyenda que transmiten: ascendencia de Leda,
matrimonio, hijos, etc.
En cuanto a los testimonios artísticos, nos hemos basado
fundamentalmente, aunque no con exclusividad, en los reper-

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torios recogidos en los artículos “Dioskouroi”, “Helene” y


“Leda” del Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae y
hemos practicado una selección de obras clasificándolas tam-
bién por temas, aplicando un esquema paralelo al seguido en
la organización de los textos.
Recogemos, así mismo, las explicaciones e interpretaciones
más destacadas que la bibliografía de que hemos dispuesto pre-
senta acerca de los testimonios literarios y artísticos, ofreciendo
también las nuestras propias cuando lo hemos estimado oportuno.
Dejamos para otro trabajo posterior los avatares del mito de
Leda en la tradición clásica hasta nuestros días. Conocido en la
Edad Media, resurgió con renovada pujanza en la literatura y el
arte del Renacimiento. Esta época, aunque no modifica el con-
tenido de la leyenda transmitido en las fuentes antiguas, tampo-
co se limita a reproducirla en un calco de esquemas formales e
interpretativos; como ocurre con otros mitos, también el de Leda
es analizado en interpretaciones y modelos iconográficos nue-
vos que hunden sus raíces en la Antigüedad clásica. A partir del
Renacimiento, el mito de Leda está presente en las manifesta-
ciones culturales europeas y es de los pocos que se han mante-
nido fructíferos en la literatura y el arte hasta nuestros días. En
este sentido, es una muestra más de la permanente vigencia en
todos los tiempos de las creaciones del espíritu griego.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

EL MITO DE LEDA SEGÚN LAS FUENTES LITERA-


RIAS

“Mi padre es Tindáreo; sin embargo, existe un relato


según el cual Zeus, bajo la apariencia de un cisne, llegó volan-
do hasta mi madre Leda y logró unirse a ella fingiendo huir de
2
la persecución de un águila” .
Estas palabras de Helena, en el drama de Eurípides del
mismo nombre, constituyen para la gran mayoría lo esencial del
mito de Leda. Pero la leyenda de esta heroína tuvo un compli-
cado proceso de gestación y, lo mismo antes que después de la
versión ofrecida por Eurípides, el mito presentaba numerosas
variantes, recogidas en la literatura y también en el arte.
Aunque carece de una personalidad definida, Leda es una
figura relevante en la tradición mítica griega porque aparece
relacionada habitualmente con los Dioscuros y con Helena. Su
leyenda es oscilante y la importancia del papel que desempeña

2
Eur., Hel., 17-21:
... path;r de; Tundavrew": e[stin de; dh;
lovgo" ti" wJ" ZeuJ" mhtevr! e[ptat! eij" ejmh;n
Lhvdan kuvknou morfwvmat! o[rniqo" labwvn,
o}" dovlion eujnh;n ejxevprax! uJp! aijetou''
divwgma feuvgwn, eij safh;" ou|to" lovgo":

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en el mito varía según se la considere o no madre de dichos per-


sonajes y amada de Zeus.

1. Genealogía
También es fluctuante la genealogía de Leda pero, a diferen-
cia de las variantes respecto a su descendencia, ello no afecta a
lo esencial de su leyenda. El padre de Leda es, en la mayor parte
de las fuentes, Testio, rey de Etolia. El nombre de su madre, en
cambio, varía; según la tradición mitográfica, era Euritémide3.
Sin embargo, un extenso escolio4 ofrece tres variantes diferen-
tes. En primer lugar, dice que la madre de Leda se llamaba
Deidamía. Luego añade que también se da por padres de Leda a
Glauco y Pantidiya pues, según cuenta Eumelo en sus
Corintíacas5, Glauco, hijo de Sísifo, tras perder sus corceles,
llegó a Lacedemonia y allí se unió a Pantidiya, la que luego se
casaría con Testio; por lo que Leda, que por semilla era hija de
Glauco, se decía que era de Testio6. El escolio da una versión
más, de Ferecides7, que consideraba a Leda y Altea hijas de
Testio y de Laofonte, hija de Pleurón. Por último, menciona
algunos de los gentilicios asignados a Leda: aparte del habitual
“etolia”8, recibe las denominaciones de “pleuronia”9 (por el

3
Apolodoro, I, 7, 10.
4
Escolio a Apolonio de Rodas, I 146.
5
Frag. 7 Bernabé.
6
Según el escoliasta, Alcmán también daba esta versión.
7
Frag. 29 Jacoby.
8
Apolonio de Rodas, I 146

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territorio de Etolia llamado Pleurón) y de “calidonia”10 (por


Calidón, paraje etolio donde tuvo lugar la célebre cacería del
jabalí en la que participaron los hermanos de Leda y su sobrino
Meleagro, hijo de su hermana Altea).

2. Matrimonio
Se admite sin discusión que Leda se casó con el rey de
Lacedemonia Tindáreo. El matrimonio se produjo cuando
Tindáreo y su hermano Icario, expulsados de Lacedemonia por
Hipocoonte, se refugiaron en Etolia acogiéndose a la protección
de Testio, a quien ayudaron a luchar contra sus vecinos.
Tindáreo casó con la hija de Testio, Leda, y más tarde volvió a
Lacedemonia con su esposa y recuperó el reino que le pertene-
cía después de que Heracles matara a Hipocoonte y sus hijos11.
Existen algunas variantes locales de la leyenda, como la que
cuenta que Tindáreo se exilió en Mesenia, bajo la protección de
Afareo, y se asentó en Talamas; de acuerdo con la misma tradi-
ción mesenia, cerca de esa localidad, en Pefnos, nacieron los
Dioscuros12. Según otra versión, Tindáreo se estableció en los
confines de Lacedemonia; allí se casó con Leda, hija del etolio
Testio, y finalmente volvió a Esparta gracias a la ayuda que le
prestó Heracles, que se había casado con Deyanira, hija de Altea

9
Íbico, Frag. 41 Page.
10
Helánico, Frag. 119 Jacoby.
11
Así lo cuentan Apolodoro III, 10, 5 y Estrabón X, 2, 24.
12
Pausanias, III 26, 2.

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y, por tanto, sobrina de Leda13.

3. Descendencia
3. 1. Los Dioscuros
La descendencia de Leda es muy variable en la literatura
griega. Hesíodo14 le atribuye algunas hijas: Timandra, Clitem-
nestra y Filónoe15. En Eurípides16, las tres hijas de Leda son
Febe17, Clitemnestra y Helena (fig. 1).

Fig.1: De izq. a dcha. Clitemnestra, Febe, Filónoe y Helena


con Eros. Hidria, 410 a.C. (Atenas, Museo del Cerámico).

13
Escolio a Eurípides, Orestes, 457.
14
Frag. 23 Merkelbach - West.
15
Las tres son hijas de Tindáreo y de Leda. Timandra se casó con Équemo,
rey de Arcadia. Clitemnestra se casó con Agamenón, rey de Micenas.
Filónoe fue convertida en inmortal por Ártemis.
16
Ifigenia en Áulide, 49 s.
17
Pero este mismo nombre se asigna también a una de las hijas de Leucipo,

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Pero Leda es, ante todo, madre de los gemelos Cástor y


Pólux18, a quienes se suele denominar juntos con el patronímico de
Tindáridas -hijos de Tindáreo-; lo habitual es que se considere a
Tindáreo su padre putativo y a Zeus su auténtico progenitor -de
ambos en unas versiones y en otras sólo de Pólux-, por lo que tam-
bién reciben el nombre de Dioscuros -hijos de Zeus- (fig. 2).

Fig.2: Los Dioscuros, Tindáreo y Leda. Ánfora, c 520-519 a.C.


Brescia, Museo Romano.

En Homero aparecen como hijos de Leda y de Tindáreo en


un pasaje de la Odisea en el que se cuenta también que Zeus
otorgó a Cástor y Pólux, como especial honor, la inmortalidad
en días alternos:
También vi a Leda, esposa de Tindáreo, que engendró de él
dos hijos de poderosos sentimientos, Cástor, domador de caba-
llos, y Pólux, bueno en el pugilato; a ambos los mantiene vivos

esposa de Pólux o de Cástor: Apolodoro III, 10, 3.


18
Empleamos el nombre latino, por ser más usual en español, en lugar del
griego, cuya transcripción es Polideuces.

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la tierra nutricia, pues incluso bajo tierra los honra Zeus, y un


día viven y otro están muertos, pues han obtenido este honor,
19
igual que los dioses .
La parte del poema a la que pertenece esta cita, el descenso
de Odiseo al Hades, es considerada como una de las menos anti-
guas de los poemas homéricos. En cuanto a la Ilíada, no se men-
ciona a Leda; Helena alude a su madre sin nombrarla y tampo-
co la cita Zeus cuando da a Hera la relación de las mujeres a las
que ha amado20. Pero cabe deducir de varios pasajes que en este
poema es también considerada madre de los Dioscuros así como
de Helena. Homero, en efecto, llama a Helena hija de Zeus21;
Helena, a su vez, llama a Cástor y Pólux sus hermanos, hijos de
la misma madre que ella:

19
Od., XI 298 ss:
kai; Lhvdhn ei\don, th;n Tundarevou paravkoitin,
h{ rJ! uJpo; Tundarevw/ kraterovfrone geivnato pai''de,
Kavstorav q! iJppovdamon kai; pu;x ajgaqo;n Poludeuvkea,
tou;" a[mfw zwou;" katevcei fusivzoo" ai\a:
oi} kai; nevrqen gh''" timh;n pro;" Zhno;" e[conte"
a[llote me;n zwvous! eJterhvmeroi, a[llote d! au\te
teqna''si: timh;n de; lelovgcasi i\sa qeoi''si
20
Cf. Il. XIV 317 ss. Pensamos que la ausencia de Leda en la Ilíada puede
ser casual. Pero de ello, junto con el carácter reciente del pasaje de la
Odisea, se ha extraído la conclusión de que Homero, conocedor también
de otra leyenda -que trataremos más adelante- según la cual Helena era
hija de Némesis, no quiso decantarse por ninguna de las dos versiones. Cf.
K. Kerényi, Die Geburt ..., pág. 25 ss. F. Jouan, Euripide ..., París, 1966,
pág. 148. Sin embargo, el hecho de que Homero considere a Helena her-
mana de los Dioscuros debilita esta teoría.
21
Il. III 426. Od. IV 184, 219, 569.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Mas no logro ver a dos caudillos de pueblos, a Cástor,


domador de caballos, y Polideuces, bueno en el pugilato, her-
22
manos carnales que engendró para mí la misma madre .
En lo conservado de Hesíodo, no existe mención de la madre
de los Dioscuros; sólo sabemos que el poeta consideraba a los
dos hijos de Zeus23. También figuran ambos como hijos de Zeus
(y a la vez se les aplica el patronímico de Tindáridas) en los
Himnos homéricos XVII y XXXIII, en los que se cuenta que los
parió Leda al pie de las cumbres del Taigeto:
Cantad, Musas de ojos vivos, a los hijos de Zeus, a los
Tindáridas, ilustres hijos de Leda de delicados tobillos. A
Cástor, domador de caballos, y al irreprochable Polideuces.
Bajo la cumbre del elevado monte Taigeto, unida en amor al
Cronida amontonador de nubes, los parió como hijos, salvado-
res de los hombres que viven sobre la tierra y de las naves de
rápido curso cuando las tempestades invernales se desencade-
24
nan en el mar amargo .

22
Il. , III 236 - 8:
doiw; d j ouj duvnamai ijdevein kosmhvtore law'n,
Kavstorav q j iJppovdamon kai; pu;x ajgaqo;n Poludeuvkea,
aujtokasignhvtw, twv moi miva geivnato mhvthr.
23
F. 24 Merkelbach - West.
24
H. Hom., XXXIII 1 - 8:
!Amfi; Dio;" kouvrou" eJlikwvpide" e[spete Mou'sai
Tundarivda" Lhvdh" kallisfuvrou ajglaa; tevkna,
Kavstorav q! iJppovdamon kai; ajmwvmhton Poludeuvkea,
tou;" uJpo; Tau>gevtou korufh'/ o[reo" megavloio
micqei's! ejn filovthti kelainefevi> Kronivwni
Swth'ra" tevke pai'da" ejpicqonivwn ajnqrwvpwn
wjkupovrwn te new'n, o{te te spevrcwsin a[ellai
ceimevriai kata; povnton ajmeivlicon: ...

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Son numerosos los autores que consideran a ambos hijos de


Zeus y Leda; podemos citar, entre otros, a Alceo25, Eurípides
(aunque, siguiendo la tradición, puede denominarlos también
Tindáridas)26 o Teócrito27.
La distinción entre un hermano de estirpe divina, Pólux, y
otro de estirpe mortal, Cástor, implícita en el pasaje anterior-
mente citado de la Odisea, se encuentra ya expresada con rotun-
didad en las Ciprias28. Píndaro tiene a los Dioscuros por hijos de
Leda, pero especifica que Pólux es hijo de Zeus y Cástor de
Tindáreo, por lo que sólo Pólux tenía derecho a ser inmortal;
cuando murió Cástor, al querer Pólux compartir la inmortalidad
con su hermano, Zeus permitió que un día vivieran ambos entre
los dioses y otro estuvieran muertos:
...mas Zeus le fue al encuentro
y así le dijo: «Tú eres hijo mío;
a éste, después, para engendrarlo, un héroe,
su esposo, se acercó a la que es tu madre,
y en su seno vertió mortal semilla.
Mas yo te voy a permitir que escojas
una elección entre estos dos caminos:
si, escapando a la muerte y a la horrible
vejez, prefieres tú vivir conmigo

Ésta es la versión laconia. Según la versión mesenia (de la que se hace


eco Alcmán, frag. 14 Bergk), que ya hemos mencionado, nacieron en
Pefnos, territorio reivindicado por los mesenios.
25
Frag. 34a Lobel - Page.
26
Hel. 284. 680. 1153. Or. 1689.
27
Theoc., Id. 22, 1-2.
28
Frag. 6 Allen. 8 Bernabé.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

en el Olimpo, con Atenea y Ares,


el dios que blande la sombría lanza,
Epod.
puedes optar por esta suerte. Pero
si en la causa porfías de tu hermano,
y con él quieres compartirlo todo,
vivirás la mitad de tu existencia
en las profundidades de la tierra,
y otra mitad en la áurea residencia
del cielo». Y tras estas palabras, Pólux
los ojos reavivó primero, y luego
29
la voz de Cástor, del broncíneo cinto .
Tal vez Homero, al referir en la Odisea la inmortalidad de los
Dioscuros en días alternos, seguía la misma versión del mito que
cuenta Píndaro. Esto concuerda con la narración de los mitógra-
fos tardíos, quienes explican que Zeus, bajo la forma de un
cisne, se unió a Leda, que concibió del dios a Pólux y a Helena;
pero en la misma noche, Leda se unió también a Tindáreo y
engendró a Cástor y a Clitemnestra. En Apolodoro leemos:
Zeus en forma de cisne se unió a Leda, y la misma noche lo
hizo también Tindáreo; Zeus engendró a Polideuces y Helena,
30
y Tindáreo a Cástor y Clitemnestra .
Así, en esta forma definitiva, la descendencia de Leda adquie-
re una estructura simétrica al constituirse dos parejas de gemelos

29
Pi., Nemeas, X, 79 ss. La traducción ofrecida arriba es la de J. Alsina,
Píndaro, Odas triunfales, Barcelona, 1990, pág. 227.
Cf. también 55 ss. Píticas, XI 61 ss.También recoge la inmortalidad de los
Dioscuros en días alternos Luciano, Diálogos de los dioses, 26, 1.
30
Apollod. III 10, 7:

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

que reúnen lo mejor y lo peor de la estirpe humana y la divi-


na: en cada una de ellas hay un hermano mortal -Cástor y
Clitemnestra- y otro inmortal -Pólux y Helena-. Los varones
serían salvadores de los mortales; las hembras, azote de la
humanidad. Pero la versión de que Zeus se convirtió en cisne
para unirse a Leda y engendró a los Dioscuros bajo esta forma
no aparece en la literatura hasta una época bastante tardía y
parece derivar del nacimiento de su hermana Helena.
De forma aislada, se cuenta que Zeus no tomó forma de
cisne, sino de estrella, para yacer con Leda y engendrar a los
Dioscuros31. Tal vez habría que considerar esta versión como un
intento de buscarles un origen celestial, en sintonía con el hecho
de que fueran colocados por Zeus entre las estrellas, con la
denominación de Los Gemelos32. La connotación astral de los
Dioscuros -relacionada con su condición de salvadores de los
marineros, ya mencionada en un poema de Alceo33- parece
remitirse a una época bastante antigua y, con seguridad a partir
del s. V a. C., se les considera divinidades astrales:
34
Dicen que ambos son dioses convertidos en astros .

Dio"; de; Lhvda/ sunelqovnto" oJmoiwqevnto" kuvknw/, kai; kata; th;n aujth;n
nuvkta Tundavrew, Dio;" me;n ejgennhvqh Poludeuvkh" kai; @Elevnh,
Tundavrew de; Kavstwr ‹kai; KlutaimnhvstraÃÌ.
También en Higino, Fábulas, 77. 80. En la última, se cuenta también el
motivo por el que Zeus concedió a Cástor y Pólux la inmortalidad en días
alternos.
31
Tzetzes, Comentario a Licofrón 88. 511. Homil. Clement. 5, 13.
32
Eratóstenes, Catasterismos 10.
33
Frag. 34 Lobel - Page. También en Himnos homéricos XXXIII.
34
Eurípides, Helena 140. Cf. también 1495 -1505. Orestes 1636 - 1637.

18
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Así es como se configuró la leyenda del nacimiento de los


Dioscuros en la tradición literaria. Ambos aparecen siempre juntos
y lo comparten todo desde el nacimiento hasta que alcanzan la
inmortalidad; incluso se casan con otras dos hermanas gemelas
primas suyas, las Leucípides. Eran venerados también juntos en
numerosos lugares, especialmente en Terapna (se consideraba que,
en este lugar, vivían bajo tierra el día que no les correspondía estar
en el Olimpo35) y en Esparta, donde recibían un culto vinculado a
la tierra y se los solía mencionar como “los dos dioses”.
Como pareja de gemelos hijos de un dios poderoso, constituyen
un motivo mítico muy primitivo que tiene correlatos en otros luga-
res de Grecia y de Oriente. La mitología comparada los ha identi-
ficado con los Asvins indios del Rig - Veda y se los ha considera-
do divinidades indoeuropeas relacionadas con la luz. Pero el moti-
vo de los gemelos divinos se ha encontrado en casi todos los pue-
blos y el origen de los gemelos laconios no tiene por qué ser nece-
sariamente indoeuropeo; pueden ser también autóctonos, aunque
después recibieran características indoeuropeas36.

35
Cf. Píndaro, Nemeas, X 55 ss.:
Turnándose de un modo alternativo
pasan un día junto a Zeus, su padre,
y otro abajo, en la entraña de la tierra,
en las concavidades de Terapna,
gozando igual destino.
(Trad. de J. Alsina, Píndaro, Odas triunfales, Barcelona, 1990, pág. 225).
36
Cf. Bethe, “Dioskuren”, RE, V 1, 1903, cols. 1110 - 1112. F. Chapouthier,
Les Dioscures ..., París, 1935, págs. 336 -42. Para una discusión de las
diferentes perspectivas desde las que se ha abordado la cuestión, cf. M. C.
van der Kolf, “Tyndareos”, ..., cols. 1767 - 74.

19
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Tanto el nombre de Dioscuros como los de Cástor y Pólux


(Polideuces)37 no son originarios, aunque el primero aparece
ya en inscripciones que se pueden datar a finales del s. VIII a.
C.38 y los nombres individuales de los hermanos están ya en
la Ilíada (III 237) y en la Odisea (XI 300). La denominación
de Tindáridas debe de ser más antigua, dado el origen laconio
de su leyenda, que los hace hijos de Tindáreo y de Leda. Pero
los gemelos a los que se rendía culto debían ser, a su vez, hijos
de otra divinidad y por eso se considera que Tindáreo pudo
haber sido un antiguo dios local pregriego; luego, al ser des-
plazado por el Zeus indoeuropeo, quedó relegado a la condi-
ción de mortal como rey de Esparta y a la de padre putativo
de los gemelos. Éstos pasarían a llamarse Dioscuros (como
hijos de Zeus y de Leda), pues el patronímico de Tindáridas
ya no los identificaría como hijos de una divinidad39. Sin
embargo, este nombre podría tener el mismo significado que
el de Dioscuros, pues se ha conectado etimológicamente con
el etrusco tin = Zeus y thur = descendencia; de ser así, la
denominación posterior de Dioscuros sería su traducción40.
En cuanto a la madre de los Dioscuros, no se sabe que reci-
biera culto en alguna parte (a diferencia de Tindáreo, que tuvo

37
Para Cástor no existe una etimología segura. La de los Dioscuros es trans-
parente: Dio"; kou'roi, hijos de Zeus. Para Poludeuvkh" se ha propuesto
que viene de Poluleuvkh", por disimilación, y significaría, por tanto,
“Resplandeciente”: cf. Bethe, “Dioskuren” ..., cols. 1111 - 12.
38
IG XII 3, 359. V 1, 119.
39
Cf. M. C. van der Kolf, “Tyndareos”... cols. 1767 - 1774.
40
Cf. W. Brandenstein, “Tyndareos ...”, ...cols. 1774 - 5.

20
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

culto en Esparta41). Además, carecería de nombre propio si el


significado del nombre de Leda (posiblemente pregriego)
fuera el de “mujer” o “esposa”42; una denominación tan gené-
rica sería adecuada para la madre de una pareja de gemelos
que recibían culto local43. Después, en la nueva organización
del mito que se produciría cuando Zeus desplazó a Tindáreo
como divinidad y padre de los Dioscuros, Leda (entendido ya
su nombre como propio) sería convertida en amante de Zeus,
y de esta manera la esposa de Tindáreo pudo seguir siendo
considerada la madre de los gemelos.

3.2. Helena
Mientras que Leda aparece como madre de los Dioscuros en
la literatura griega desde sus comienzos y de forma práctica-
mente indiscutida, no ocurre lo mismo en el caso de Helena.
Ésta es siempre la hija de Zeus44 y la hermana de los

41
Cf. M. C. van der Kolf, “Tyndareos”... col. 1766.
42
Se ha relacionado etimológicamente el nombre de Leda con la palabra licia
lada, que significa “mujer” o “esposa”. Cf. Preller, Gr. Myth..., pág. 90. P.
Chantraine, Dictionnaire étymologique de la langue grecque: histoire des
mots, París, 1968 - 80, s. u. Lhvda. Por el contrario, Eitrem, “Leda” ... col.
1116, considera que la etimología es desconocida.
43
Cf. M. C. van der Kolf, “Tyndareos”... col. 1773.
44
Ocasionalmente se la menciona también como hija de Tindáreo, al que se
tiene por su padre putativo. En una extravagante versión, Helena recibe el
nombre de Leonté y se dice que es hija de Leda y de Helios (Focio,
Biblioteca, 149 a.); esto se podría relacionar con el origen astral que, según
hemos visto, se dio también para los Dioscuros.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Dioscuros45, lo que sin duda la asociaba a Leda desde tiempos


remotos; pero la constatación expresa de Leda como madre de
Helena sólo se produce en una fecha relativamente tardía.
Todo lo más que permiten los pasajes homéricos anterior-
mente citados es la consideración implícita de Leda como madre
de Helena. Por lo que atañe a Hesíodo, los fragmentos conser-
vados de las Eeas relativos al catálogo de los pretendientes de
Helena46 la sitúan en el palacio de Tindáreo como hermana de
los Dioscuros, y es posible que Hesíodo la tuviera por hija de
Leda y Zeus, como tal vez pueda deducirse de uno de los frag-
mentos47. Apoya esta posibilidad otro fragmento de Hesíodo48
en el que se cuenta que las tres hijas de Tindáreo adquirieron
mala fama a causa de los celos de Afrodita: Timandra abandonó
a Équemo y se marchó con Fileo, Clitemnestra abandonó a
Agamenón para unirse a Egisto, y Helena deshonró el lecho de
su marido Menelao. El escolio49 que transmite este pasaje de

45
La unión de Helena y los Dioscuros es constante en la literatura y en la ico-
nografía. Es muy antigua y podría provenir del culto: cf. F. Chapouthier,
Les Dioscures..., págs. 235 - 6. El tipo de culto que recibe Helena en
muchos lugares, especialmente en Esparta, puede revelar que, en su ori-
gen, era una diosa de la vegetación y la fecundidad. Cf. Bethe, “Helene”
... col. 2824. F. Chapouthier, Les Dioscures ...págs. 143 ss.
46
F. 196 - 200 Merkelbach - West.
47
El 196. Eitrem, “Leda”... col. 1117, admite tal posibilidad, y West, en el
aparato crítico de la edición Merkelbach - West, completó las lagunas del
fragmento, exempli gratia, en el mismo sentido.
48
Frg. 176 Merkelbach - West.
49
A Eurípides, Orestes 249.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Hesíodo explica la causa de la irritación de Afrodita con el


siguiente pasaje de Estesícoro:
Porque Tindáreo al hacer en una ocasión un sacrificio a los
dioses sólo se olvidó de Cipris, de amables dones, ella, irritada
50
con sus hijas, las hizo bígamas, trígamas y abandonamaridos .
Crea cierta confusión un testimonio según el cual Hesíodo
da a Helena por hija de Zeus y de una oceánide51, información
que, por lo general, se considera espuria52.
Hacia finales del s. V a. C. se encuentran por primera vez tres
menciones, casi simultáneas, de Leda como madre de Helena.
Quizás la más antigua sea la de Gorgias, aunque no se puede
fechar con seguridad; este autor hace también explícito algo que
se indicaba ya de alguna manera en Homero: Tindáreo es el
padre putativo de Helena, y Zeus su padre real53.

50
Frag. 223 Page:
ou{neka Tundavreo"
rJevzwn poka; pa'si qeoi'" movna" lavqet j hjpiodwvrou
Kuvprido": keivna de; Tundarevou kovrai"
colwsamevna digavmou" te kai; trigavmou" tivqhsi
kai; lipesavnora"
51
Escolio a Píndaro,Nemeas. X 150. Hesíodo, F. 24 Merkelbach - West.
52
Cf. F. Jouan, Euripide... pág. 151, n. 4.
53
Elogio de Helena, 3: dh'lon ga;r wJ" mhtro;" me;n Lhvda", patro;" de; tou'
me;n genomevnou qeou', legomevnou de; qnhtou', Tundavrew kai; Diov", w|n oJ
me;n dia; to; ei\nai e[doxen, oJ de; dia; to; favnai hjlevgcqh, kai; h\n oJ me;n
ajndrw'n kravtisto" oJ de; pavntwn tuvranno".

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

En la Lisístrata de Aristófanes (representada en el 411 a. C.) se


alude a Helena como “la hija de Leda”54. Tal vez sea significativo
que la mención aparezca en el canto final del coro laconio. ¿Era
quizás para los atenienses la versión laconia del mito de Helena?
Eurípides es para nosotros, en una obra que podemos fechar
con seguridad, el primero en nombrar explícitamente a Leda
como madre de Helena. Se ha señalado55 que no lo hace en sus
tragedias más antiguas, en las que Helena es sólo la Tindárida y
también, a partir de las Troyanas, la hija de Zeus (el patronímico
que alude a Tindáreo, y que implica ya una relación con Leda, es
empleado de modo semejante a como era tradicional respecto a
los Dioscuros), sino tan sólo a partir de la Helena, representada
en el 412 a. C. Pero lo que diferencia la versión de Eurípides de
las otras dos citadas anteriormente es la metamorfosis de Zeus en
cisne cuando se unió a Leda. En un pasaje de esta obra (con el
que hemos encabezado este trabajo), la propia protagonista narra
la forma sorprendente en que se produjo la unión de Zeus y Leda
y, en otro, cuenta su aún más sorprendente nacimiento:
¿Me parió mi madre como un prodigio entre los hombres?
Pues ninguna mujer alumbra a sus hijos poniendo un huevo
56
blanco, como cuentan que Leda me parió a mí de Zeus .

54
Ar., Lys. 1314.
55
Cf. F. Jouan, Euripide ...págs. 145-6.
56
Hel. 256-9:
a\r_ hJ tekou'sav m! e[teken ajnqrwvpoi" tevra"_
»gunh; ga;r ou[q! @Ellhni;" ou[te bavrbaro"
teu'co" neossw'n leuko;n ejkloceuvetai,
ejn w|/ me Lhvdan fasi;n ejk Dio;" tekei'n.
La autenticidad de los tres últimos versos, con frecuencia cuestionada,

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

En diferentes pasajes de la Helena y de otras obras posterio-


res, Eurípides insiste en que es hija de Leda, con alusiones oca-
sionales a la metamorfosis de Zeus en cisne57.
Hay que señalar las dudas con las que Helena cuenta la his-
toria de su procreación y nacimiento. Un motivo podría ser que
Eurípides estaba introduciendo una versión distinta de la que
probablemente era más conocida en Atenas por aquellos años,
y de la que trataremos más adelante, según la cual Helena era
hija de Zeus y de Némesis58. Pero no se puede deducir del
texto59 que Helena dude de quién es su madre; su reserva se
refiere sólo a la unión de ésta con Zeus convertido en cisne,
reserva que, en el pasaje arriba citado, se extiende a su naci-
miento de un huevo, elemento que estaba también presente en
la versión que la hacía hija de Némesis. El motivo podría ser
la resistencia de la propia Helena -y, en otras obras, la de otros
personajes que refieren su historia- a afirmar que Zeus fuera
progenitor de la causante de tan grandes calamidades para los
griegos y para los bárbaros. Así, en las Troyanas, Andrómaca,
con la mayor vehemencia, llama a Helena “retoño de
Tindáreo” y niega que la hubiera engendrado Zeus:

parece estar ya plenamente aceptada. Cf. A. Ruiz de Elvira, “Helena ...”,


... pág. 102.
57
Hel. 616. 637. 1144-6. Or. 1385-6. I. A. 49-51.
58
Así F. Jouan, Euripide ..., págs. 146-151. Considera este autor que Eurípides
da a Helena por hija de Leda y no de Némesis porque no habría podido defen-
der la inocencia de Helena si Némesis hubiera sido su madre. Más adelante,
cuando tratemos de Némesis, se verán las razones de esto último.
59
Cf. el pasaje con el que encabezamos el trabajo.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Retoño de Tindáreo, en absoluto eres hija de Zeus; afirmo


que eres hija de muchos padres: de la Venganza primero, y des-
pués de la Envidia, del Crimen, de la Muerte y de cuantos males
produce la tierra. Jamás osaré decir que Zeus te engendró,
60
funesto destino de innumerables bárbaros y griegos .
En Orestes, obra en la que también se cita la unión de Leda
con el cisne, Electra y Orestes aluden con desprecio a las hijas
engendradas por Tindáreo como causantes de grandes males61.
Parece, por tanto, que Eurípides juega con la doble ascendencia
atribuida a Helena, la humana y la divina, conocida también por
su público, dependiendo de la situación dramática.
Resulta imposible averiguar si la leyenda de Leda y el cisne
es invención de Eurípides o si éste siguió una tradición anterior,
no conocida hoy en día. Se ha pensado que pudo haberla toma-
do de Estesícoro62, de cuyas Palinodias es seguidor Eurípides al
exculpar a Helena en la obra del mismo nombre. El hecho es que
se trata de una versión novedosa, al menos para nosotros, como
lo es también la información que ofrece -y en este caso, además,
única- sobre el final de la vida de Leda: se suicidó ahorcándose
a causa de la vergonzosa fama de Helena:

60
Eur.,Tr. 766-71:
\W Tundavreion e[rno", ou[pot j ei\ Diov",
pollw'n de; patevrwn fhmiv s j ejkpefukevnai,
jAlavstoro" me;n prw'ton, ei\ta de; Fqovnou,
Fovnou te Qanavtou q j o{sa te gh' trevfei kakav.
Ouj gavr pot j aujcw' Zh'na g j ejkfu'sai s j ejgwv,
polloi'si kh'ra barbavroi" {Ellhsiv te.
61
Or. 249-50. 750.
62
A. Severyns, Le cycle épique ..., p. 270. F. Jouan, Euripide ..., págs. 151-2.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Leda encontró la muerte en un lazo asfixiante, abatida por


63
el dolor de mi deshonra .

4. ¿Némesis o Leda?
En otra versión, sin duda conocida también por Eurípides,
Helena era hija de Zeus y de Némesis, diosa que personificaba
la Venganza64. Este mito tiene una antigüedad literaria mucho
mayor que el de Leda y Zeus, pues procede de las Ciprias, atri-
buidas a Estasino, que se suelen fechar entre la segunda mitad
del s. VIII a. C. y la primera mitad del S. VII a. C.65.
Un escolio al verso 5 del canto I de la Ilíada explica la cono-
cida expresión homérica “se iba cumpliendo la voluntad de
Zeus” diciendo que Estasino, el autor de las Ciprias, cuenta que

63
Eur., Hel. 200-2:
Lhvda d! ejn ajgcovnai"
qavnaton e[laben aijvscuv-
na" ejma'" uJp! ajlgevwn.
Cf. también 133-6. En 142 se da como posibilidad que los Dioscuros se
suicidaran por el mismo motivo.
64
Se ha debatido la posibilidad de que la versión que hace a Leda madre
de Helena sea una invención de Eurípides o que éste siguiera una tradi-
ción ya existente, pero desconocida para nosotros, que podría tener ori-
gen laconio, y se ha apuntado que Eurípides escogió tal versión en lugar
de la de Némesis, más conocida en Atenas por aquel entonces, porque
su presentación de una Helena inocente no casaría bien con la idea de
“Venganza divina” simbolizada por Némesis. Cf. A. Ruiz de Elvira,
“Helena...” ...,págs. 102-5.
65
Cf. A. Bernabé Pajares, Fragmentos de épica ..., pág. 96.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

la tierra se hallaba agobiada por el peso de una humanidad impía


y Zeus decidió aligerarle la carga suscitando, en primer lugar, la
guerra tebana; y luego, cuando se disponía a aniquilar a todos
los hombres con rayos y diluvios, Momo lo disuadió de ello y le
aconsejó la boda de Tetis con un mortal y la procreación de una
hermosa hija, con lo que se produciría la gran guerra de Troya66.
En el resumen de las Ciprias ofrecido en la Crestomatía de
Proclo, la consejera de Zeus es Temis y no Momo. Momo está
conceptualmente unido a Némesis: es personificación del sar-
casmo o la reprobación y, como ella, es también hijo de la
Noche67; por tanto, se ajusta a su carácter aconsejar a Zeus la
unión con Némesis. Pero el consejo es también apropiado en
boca de Temis, ya que su ámbito, la ley o el orden natural, es
completado por Némesis, personificación de la venganza divina
castigadora de todo exceso y transgresión68 (fig. 3).
El pasaje de las Ciprias que cuenta la unión de Zeus con
Némesis y el nacimiento de Helena es un fragmento de doce
versos transmitidos por Ateneo69. Némesis no deseaba unirse a
Zeus y, para librarse de su acoso, se transformaba en pez cuan-
do huía por el mar y en todo tipo de animales salvajes cuando
huía por tierra firme; sin embargo, el rey de los dioses le dio
alcance y engendró en ella a Helena. Esto último lo cuentan los

66
Frag. 1 Allen. Bernabé.
67
Hesíodo, Teogonía, 214. 223.
68
Esta unión conceptual entre Némesis y Temis tuvo un reflejo en el culto
que ambas compartían en Ramnunte. Cf. K. Kerényi, Die Geburt ...,
pág. 13.
69
Frag. 7 Allen. 9 Bernabé.

28
29
EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Fig. 3: Némesis, a la izquierda, contempla la persuasión de Helena, que atiende a


los consejos de Afrodita sentada sobre sus rodillas; a la derecha de éstas, Paris con
Eros. Decoración de ánfora (430-420 a.C.). Berlín, Staatlisches Museum.
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

tres versos del comienzo, el primero de los cuales presenta gra-


ves problemas de interpretación, de la siguiente manera:
Después de éstos (¿los Dioscuros?), engendró (¿Zeus?) en
tercer lugar a Helena, maravilla para los mortales, a la que en
otro tiempo parió Némesis, de linda cabellera, tras unirse en
amor a Zeus, rey de los dioses, bajo una poderosa coacción.
Pueden contribuir a la interpretación de estos versos otros
dos, tal vez precedentes de los anteriores en la secuencia del
poema, que cuentan que Cástor era mortal y Pólux inmortal70.
Esto concuerda con la tradición de que el uno era hijo de
Tindáreo y el otro de Zeus y Leda, y así debía de considerar-
lo también Estasino. Se deduce entonces que Helena nació en
tercer lugar, después de los Dioscuros. Con propuestas de
correcciones al texto, se ha interpretado que en el primer
verso hay una alusión a Leda, quien cuidaría de Helena tras su
nacimiento; e incluso sin correcciones se ha tomado a Leda
como sujeto de la frase. Pero la mayor parte de los críticos
piensa que se debe entender que Zeus engendró a Helena en
tercer lugar71. De todas formas, lo más probable es que el

70
Frag. 6 Allen. 8 Bernabé (Clem. Al., Protrept. II 30):
prosivtw de; kai; oJ ta; Kupriakav poihvmata gravya"
Kavstwr me;n qnhtov", qanavtou dev oiJ ai\sa pevprwtai,
aujta;r o{ g j ajqavnato" Poludeuvkh", o[zo" [Arho".
71
El texto griego es como sigue:
tou;" de; mevta tritavthn JHlevnhn tevke, qau'ma brotoi'si:
thvn pote kallivkomo" Nevmesi" filovthti migei'sa
Zhni; qew'n basilh'i tevken kraterh'" uJp j ajnavgkh".
touv" es corrección de Meineke, universalmente aceptada, del toiÖ" ofre-
cido por los códices. Se han realizados distintas propuestas para la com-

30
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

pasaje transmitido presente alguna corrupción que indujo a


Eustacio a interpretar erróneamente que, según el autor de las
Ciprias, Némesis parió a los Dioscuros y a Helena72.
Los mitógrafos que recogen la versión de las Ciprias sobre el
nacimiento de Helena cuentan que Némesis, en su intento de
evitar a Zeus, se convirtió en gansa, y atribuyen a Zeus la forma

prensión de la cita: Welcker, Allen y Bethe postulan una laguna tras el pri-
mer verso; Hecker corrige el tevke del primer verso en e[ce y Ahrens en
trevfe, cuyo sujeto sería Leda, madre de los Dioscuros, que habría actua-
do sólo como nodriza de Helena.
Manteniendo el texto como se ha transmitido (pero con la corrección
de Meineke), hay quien piensa que Leda es sujeto de tevke, que tendría aquí
el sentido de “empollar”: cf. Huxley, Greek epic ..., pág. 133, que traduce:
“And after them (the Dioskouroi) she (Leda) brought forth (from the egg
laid by Nemesis) a third child, Helen, a wonder to mortals. Rich-tressed
Nemesis had once given her birth after mating in love with Zeus...”. En pág.
134 explica: the awkwardness is due to tevke having to mean “bring forth”
and “hatch” the egg of Nemesis. También se ha interpretado que el sujeto
de tevke es Némesis, a quien el autor de las Ciprias consideraría, así mismo,
madre de los Dioscuros: cf. K. Kerényi, Die Geburt ...,pág. 20 y n. 1.
La dificultad que entraña suponer que Zeus es sujeto de tevke es
explicada en la edición de Bernabé, Poetarum Epicorum Graecorum
Testimonia et Fragmenta, Pars I, Leipzig, 1987, pág. 49: Immo subiectum
Iuppiter est, quanquam tantum Pollucis pater est (cf. frag. 8), sed auctor
usum formularem sequens errat, dicere volens “post eorum ortum Iuppiter
tertiam Helenam procreavit, quam Nemesis peperit”. F. Jouan, Euripide...,
pág. 147 n. 3, había dado ya una interpretación en ese sentido.
72
Comentario a la Ilíada, 4. 804. Cf. también Escolio a Arato 275. Escolio
a Calímaco, Himno a Ártemis. 232.

31
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

de cisne73; mas no es seguro que las Ciprias asignaran a Zeus esta


metamorfosis, pues otro fragmento de las éstas, de lectura dudo-
sa, se ha interpretado en el sentido de que Zeus también se con-
virtió en ganso para unirse a Némesis, quien después puso un
huevo del que nació Helena74. Añade el transmisor del fragmento

73
Apollod. III 10, 7. En Higino, Astronomía, II 8, leemos:
Iuppiter cum amore inductus Nemesin diligere coepisset neque ab ea
ut secum concumberet impetrare potuisset, hac cogitatione amore est libe-
ratus. iubet enim Venerem aquilae simulatam se sequi; ipse in olorem con-
versus ut aquilam fugiens ad Nemesin confugit et in eius gremio se collo-
cavit. quem Nemesis non aspernata, amplexum tenens somno est consopi-
ta; quam dormientem Iuppiter compressit. ...Nemesis autem, ut quae
avium generi esset iuncta, mensibus actis ovum procreavit. ...ex quo nas-
citur Helena ceteras specie corporis praestans.
Vemos, entonces, que en la versión de Higino, el único que se meta-
morfosea es Zeus, pero no Némesis, y además, que Zeus encargó a
Afrodita que tomara forma de águila y que simulara perseguir al cisne.
Tanto la artimaña de Zeus, que finge huir de un águila, como el hecho de
que Némesis no altere su forma habitual, acercan esta versión del mito de
Némesis al de Leda. Cf. Eur., Hel. 17 - 21.
La noticia, ofrecida por Escolio a Clemente de Alejandría,
Protréptico, II 37, de que Zeus se unió a Némesis metamorfoseado en ser-
piente, puede ser indicadora de que también él adoptó diversas formas
durante la persecución; pero se considera que en este caso se ha produci-
do una confusión con el mito de Zagreo, engendrado por Perséfone y Zeus
metamorfoseado en serpiente. Cf. Herter, “Nemesis” ..., col. 2343. A. Ruiz
de Elvira, “Helena...” ..., pág. 118.
74
Frag. 10 Bernabé (no está incluido en la edición de Allen, pero sí en la de
Bethe, con el n´8.) = Philodem., De piet. (P. Hercul. 1815) ) Sobre la lectu-
ra de este frg., transmitido en un trozo de papiro de Herculano que contiene
un pasaje del De pietate de Filodemo, cf. W. Luppe, “Zeus und Nemesis ...”
... págs. 193-202. Id., “Nochmals zur Nemesis ...” ... págs. 143-4.

32
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

que igualmente, por amor de Leda, Zeus se convirtió en cisne. En


caso de ser cierta la lectura, habría que considerar la metamorfo-
sis de Zeus en cisne al unirse a Némesis, que ofrecen las versio-
nes posteriores, como una contaminación del mito de Leda.
En lo conservado de las Ciprias no se encuentra ninguna
mención a Leda, aunque pudo haber figurado en el poema al
menos como madre de los Dioscuros. Algunos autores que con-
sideran a Helena hija de Némesis suelen asignar a Leda un papel
en esta versión, no sabemos si tomándolo también de las
Ciprias: el de incubar el huevo puesto por Némesis y criar a

Bernabé, siguiendo a Luppe, ofrece este texto:


w|n h\n kai; Nevm]esi" [h{n fh]sivn g j oJ ta; Kuv[pria g]ravya"
oJmoiwqev[nt]a (sc. Divva) chni; kai; auj[to;n d]iwvkein kai; migevn[ta]" wjio;n
tekei'n, [ejx] ou| genevsqai th;n [ JEl]evnhn. wJ" de; [Lhv]da" ejrasqei;" ejgev-
neto kuvkno".
Esta lectura mofifica sensiblemente la de Crönert (APF, I, 1901,
pág. 109), según la cual Némesis se convirtió en gansa, mientras que no se
habla de ninguna transformación de Zeus:
w|n h\n kai; Nevm]esi" [h{n fh]sivn g j oJ ta; Kuv[pria g]ravya"
oJmoiwqev[n]ai chniv Diva de; auj[th;n d]iwvkein kai; migh'n[nai, th;n d j]e;
wjio;n tekei'n, [ejx] ou| genevsqai th;[n JEl]evnhn. wJ" de; [Lhv]da" ejras-
qei;" ejgevneto kuvkno".
Un apoyo a la lectura de Luppe puede ser la duda expresada en las
Homilías Clementinas, 5, 13, 7 sobre si Zeus se convirtió en cisne o en
ganso:
Nemevsei th'/ Qestivou th'/ kai; Lhvda/ nomisqeivsh/ kuvkno" h] ch;n
genovmeno" @Elevnhn ejteknwvsato kai; au\qi" ajsth;r genovmeno" Kavstora
kai; Poludeuvkhn ejxevfhnen.
Esta última última cita sirve, de paso, como ejemplo de la identifi-
cación que se llegó a producir entre Leda y Némesis, y también como
ejemplo de la metamorfosis de Zeus en estrella para engendrar a los
Dioscuros.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Helena desde su nacimiento como si fuera su hija (fig. 4). En


este contexto habría que entender el fragmento de Safo:
Cuentan que, una vez, Leda encontró un huevo envuelto en
75
jacintos .

Fig. 4: Leda ante el huevo del que nacerá Helena. Tras ella, Tindáreo. A la
izquierda, los Dioscuros. Hidria de finales del s. V o principios del IV a.C.
París, Museo del Louvre.

También en un fragmento de la Némesis (comedia represen-


tada en el 429 a. C.) de Cratino, se encarga a Leda que empolle
un huevo76:

75
Frag. 166 Lobel -Page:
fai'si dhv pota Lhvdan æujakivnqinonæ pepukavdmenon
eu[rhn w[ion.
76
Frag. 115 Kassel - Austin:
Lhvda, so;n e[rgon: dei' s j o{pw" eujschvmono"
ajlektruovno" mhde;n dioivsei tou;" trovpou",
ejpi; tw'/d j ejpwv/zous j, wJ" a]n ejklevyh/" kalo;n
hJmi'n ti kai; qaumasto;n ejk tou'd j o[rneon.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Leda, he aquí tu tarea: debes incubar este huevo de modo


que no seas inferior a una excelente gallina en tus habilidades,
para que nos saques de él un hermoso y admirable pollo.
Suele interpretarse que Cratino parodiaba el mito de las
Ciprias: en su comedia, Zeus representaba a Pericles y Aspasia
a Némesis; el huevo de ésta lo incubó la espartana Leda y de él
nació la guerra del Peloponeso77.
En otras versiones, fue Hermes quien llevó a Leda el huevo
de Némesis78; o un pastor que lo había encontrado en la espesu-
ra. Leda guardó el huevo en una caja y cuando, a su debido tiem-
po, nació Helena, la crió como si fuera hija suya; así lo cuenta
Apolodoro:
Algunos dicen que Helena era hija de Némesis y de Zeus;
pues ella, para evitar la unión con Zeus, se había transformado
en gansa, pero Zeus logró darle alcance convertido en cisne;
como fruto de la unión, ella puso un huevo, un pastor lo encon-
tró en la espesura y se lo llevó a Leda, quien lo guardó en una
caja. Cuando a su debido tiempo nació Helena, ella la crió
79
como si fuera su propia hija .

77
Cf. Herter, “Nemesis”..., col. 2344.
78
Higino, Astronomía, II 8.
79
Apollod., III 10, 7:
levgousi de; e[nioi Nemevsew" @Elevnhn ei\nai kai; Diov". tauvthn ga;r th;n
Dio;" feuvgousan sunousivan eij" ch'na th;n morfh;n metabalei'n,
oJmoiwqevnta de; kai; Diva kuvknw/ sunelqei'n: th;n de; wj/o;n ejk th'" sunou-
siva" ajpotekei'n, tou'to de; ejn toi'" a[lsesin euJrovnta tina; poimevna
Lhvda/ komivsanta dou'nai, th;n de; kataqemevnhn eij" lavrnaka fulavs-
sein, kai; crovnw/ kaqhvkonti gennhqei'san @Elevnhn wJ" ejx auJth'" quga-
tevra trevfein.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

También se cuenta que la propia Némesis entregó el huevo a


Tindáreo y éste a Leda80.
Eratóstenes, por su parte, cuenta que Zeus se metamorfoseó
en cisne porque Némesis había tomado la misma forma; des-
pués, ella puso un huevo del que nació Helena:
Se cuenta que Zeus se transformó en este animal por amor
de Némesis, pues ésta cambiaba toda su figura para defender su
virginidad y entonces se convirtió en cisne; y así Zeus tomó
también la forma de este ave y voló hacia Ramnunte, en el
Ática, y allí violó a Némesis, y ésta puso un huevo del que, una
81
vez eclosionado, nació Helena, según cuenta el poeta Cratino .
La narración de Eratóstenes presenta, además de la meta-
morfosis de Némesis en cisne, otro elemento de interés: la unión
de Zeus con Némesis se produjo en Ramnunte, información que
el autor remite a Cratino -y que debían de presentar también
otras fuentes áticas-. Aunque no es seguro que este dato proce-
da de las Ciprias, se considera posible que en éstas hubieran

De acuerdo con una corrección de Preller al texto de Apolodoro, el


pastor habría encontrado el huevo en un lugar pantanoso, más apropiado
como hábitat de un ave acuática.
Cf. también Pausanias, I 33, 7.
80
Escolio a Licofrón, 89.
81
Catasterismos, 25:
levgetai de; to;n Diva oJmoiwqevnta tw'/ zw/vw/ touvtw/ Nemevsew" ejrasqh'nai,
ejpei; aujth; pa'san h[meibe morfhvn, i{na th;n parqenivan fulavxh/, kai;
tovte kuvkno" gevgonen: ou{tw kai; aujto;n oJmoiwqevnta tw'/ ojrnevw/ touvtw/
katapth'nai eij" JRamnou’nta th'" jAttikh'", kajkei' th;n Nevmesin fqei'-
rai: th;n de; tekei'n wj/ovn, ejx ou| ejkkolafqh'nai kai; genevsqai th;n
JElevnhn, w{" fhsi Krati'no" oJ poihthv" .

36
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

influido leyendas locales áticas82. También Calímaco localiza en


Ramnunte el episodio amoroso, pues llama “ramnusia” a
Helena83; un escolio explica el epíteto: Zeus se unió a Némesis
en Ramnunte; ésta puso un huevo que incubó Leda y del que
nacieron Los Dioscuros y Helena.
En Ramnunte se veneraba a Némesis junto con Temis y su
culto se revitalizó hacia mediados del s. V a. C., cuando se le eri-
gió un gran templo sobre los restos de otro anterior, probable-
mente destruido por los persas. En él se alzaba la estatua de
Némesis realizada por Agorácrito, en cuya base un relieve repre-
sentaba una escena descrita por Pausanias84: Leda conduce a
Helena ante su madre Némesis en presencia de Tindáreo, los
Dioscuros y otros personajes relacionados con Helena. En
Ramnunte, naturalmente, la leyenda del nacimiento de Helena
era la de las Ciprias, y el papel que desempeña Leda en el relie-
ve de la base de la estatua de Némesis está justificado por haber-
se ocupado antes del huevo del que nació Helena y haberla cria-
do. La popularidad que esta versión del mito alcanzó en el Ática
a consecuencia del culto a Némesis en Ramnunte, se manifiesta
no sólo en comedias como la de Cratino, sino también en las
representaciones del mito en la pintura sobre cerámica. Esto

82
Cf. Bethe, “Helene”..., col. 2827. Otros, sin embargo, estiman que fue la
leyenda cultual de Ramnunte, tomada de las Ciprias, la que difundió la
creencia de que el episodio amoroso tuvo lugar en Ramnunte. Cf. F. Jouan,
Euripide ..., pág. 149 n. 2.
83
Calímaco, Himno a Ártemis, 232.
84
Paus. I 33, 8. Cf. Herter, “Nemesis”..., cols. 2346 - 52. P. Karanastassi,
“Nemesis” ... págs. 733 - 4 y 754.

37
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

hace que el nacimiento de Helena del huevo puesto por Némesis


sea considerado una leyenda ática, frente a la versión laconia
que hace de Leda la madre de Helena.
A ambos mitos se les supone una gran antigüedad, con inde-
pendencia de su documentación en la literatura. Pero mientras
que el de Leda se va gestando y enriqueciendo en la literatura
griega con el paso del tiempo, el de Némesis, en cambio, da la
impresión de que está ya completamente configurado cuando
aparece por vez primera en las Ciprias. A partir del s. IV a. C.,
su popularidad es mucho menor que la del mito de Leda, como
revela la menor cantidad de testimonios literarios y artísticos.
Sorprenden, sin embargo, testimonios que indican lo contrario;
como la afirmación de Pausanias85 de que, para los griegos,
Némesis es la madre de Helena y Leda fue quien la crió; y otro
autor cuenta que Zeus, en forma de cisne, se unió a Leda pero
que, según la mayoría, se unió a Némesis86.
En las Ciprias, la unión de Zeus con Némesis no es produc-
to de una veleidad amorosa del soberano de los dioses, sino que
obedece a un plan mundial; se considera esto un material mítico
que el poeta recoge de una antigua tradición en la que se encuen-
tran ya elementos, como lo mágico y lo teriomórfico de la huida
de Némesis, que son anteriores a Homero y a los poemas del
Ciclo87; proceden de un antiguo tema de cuento y se encuentran

85
Pausanias, I 33, 7.
86
Escolio a Arato, 275.
87
Cf. Eitrem, ..., col. 1118. Herter, “Nemesis” ..., col. 2346. K. Kerényi, Die
Geburt..., págs. 13 - 14.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

también en otros mitos, como las metamorfosis de Tetis para


escapar de Peleo o las que había adoptado Demeter para inten-
tar evitar a Posidón. Estas metamorfosis pudieron haber servido
de modelo a las de Némesis, y a ellas se añadió, en este caso,
también la del amante; pero las metamorfosis de Némesis pue-
den guardar además una profunda relación con las cambiantes
manifestaciones del castigo divino88.
El huevo puesto por Némesis (o por Leda) y del que nace
Helena, es quizás el elemento más antiguo del mito; constituye
un motivo a la vez religioso y de cuento popular que coincide
con el huevo cosmogónico de la mitología egipcia y de los mitos
órficos89 y se encuentra también en otros mitos griegos90.
Probablemente a partir de este elemento primitivo, el huevo, se
concibió la forma de ave de sus padres.
Algunos críticos consideran la versión de Némesis precurso-
ra de la de Leda, pero otra parte de la crítica considera más anti-
gua la leyenda de Leda91. También se ha intentado identificar a

88
Cf. Herter, “Nemesis”..., col. 2346.
89
Cf. Eitrem, ..., col. 1118. Herter, “Nemesis”..., col. 2346. J. Haussleiter,
“Ei” ... cols. 732 -6. Cf. también la parodia del mito órfico en Aristófanes,
Aves, 693 - 701.
90
J. Haussleiter, “Ei” ..., cols. 735 - 6, cita, aparte del que nos ocupa, otros
tres: el nacimiento de Tifón en Sch. Il. II 783; el de Los Moliónidas, de un
huevo de plata (Íbico Frag. 285 Page), y, entre los lesbios, el nacimiento
de Dioniso (Escolio a Licofrón, 212).
91
Sobre la mayor antigüedad de la leyenda de Némesis, cf. Severyns, Le
cycle épique..., pág. 270, quien considera la leyenda de Leda una renova-
ción, debida a Estesícoro, de la más antigua de Némesis. En contra,

39
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

ambos personajes (como ya hicieron algunos autores antiguos):


se ha visto en el relato de las Ciprias de la conducta de Némesis,
que rechaza el amor de Zeus, un reflejo de su propio ser: actúa
de esa manera por aidós (pudor) y por némesis (indignación y
deseo de venganza); al ser violada, Némesis aumenta su deseo de
venganza y se transforma en su hija Helena. Esto representa un
enfrentamiento entre su naturaleza original femenina y la masculi-
na que trata de dominarla; por tanto, Némesis no tiene por qué lla-
marse así necesariamente, se la podría designar sólo como
“mujer”. De esta manera se identifica a la mujer con el castigo o
con el origen de calamidades para la humanidad, algo que, como
muestra el mito de Pandora, o las dos parejas de gemelos hijos de Leda,
no era en absoluto ajeno al pensamiento griego. Precisamente se ha hecho
derivar el nombre de Leda del licio “lada” (mujer o esposa)92, y se argu-
menta que el nombre es apropiado para cualquier ser primitivo, que los
griegos cambiaron en Némesis. Sin embargo, la leyenda de Némesis,
divinidad preolímpica que intenta rebelarse al ver amenazada su ver-
güenza virginal, presenta los rasgos más antiguos; frente a ella, la

Rossbach, “Nemesis”, ... cols. 119 -20. L. Kahil - N. Icard, “Helene”, ...
pág. 562. Para Eitrem, “Leda”... , el motivo del nacimiento de un huevo
iba unido al mito de Némesis y fue transferido al de Leda (col. 1118); sin
embargo, el mismo autor reconoce que permanece oscuro cuál de las dos
leyendas es más antigua, y si el nacimiento del huevo pertenece a ambas
(col. 1120) . Para una exposición de las distintas opiniones, cf. Herter,
“Nemesis”..., cols. 2345 - 6.
92
Preller, Gr. Myth. II, ... pág. 90. A propósito del nombre de Leda, éste era,
según algunos gramáticos, Mnesinoe (Plutarco, Sobre los oráculos de la
Pitia, 14), lo que según Stoll, “Leda”, ... col. 1924, puede estar relaciona-
do con su confusión con Némesis. Según Eitrem, “Leda” ... col. 1120, la
noticia de Plutarco es incontrolable para nosotros.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

leyenda de Leda como mujer terrenal aparece dentro de los límites


del sólido universo del Zeus homérico y hesiódico, en el que no se
permite ninguna arbitrariedad de la naturaleza93.
Tal vez la única manera de explicar el origen del mito de
Leda sea a partir de la mencionada etimología de su nombre, de
la que también se podría deducir la mayor antigüedad de su
leyenda. Así mismo, se puede tomar como un resto de la versión
más antigua, que consideraba madre de Helena a Leda, el hecho
de que ésta aparezca en la leyenda de Némesis como la que
encuentra el huevo o lo empolla. En el caso de que las Ciprias
hubieran atribuido ya a Leda este papel, deberíamos considerar-
las como el primer intento de conciliar dos versiones distintas
del nacimiento de Helena.
Un intento de conciliar ambas leyendas, la de Némesis y la
de Leda, se puede ver en Isócrates: en un pasaje de su Elogio de
Helena, da a ésta por hija de Leda, aunque no lo afirme explíci-
tamente:
Aunque (Zeus) se interesó muchísimo por el hijo de
Alcmena y por los de Leda, mostró mucha mayor preferencia
por Helena que por Heracles, de manera que a éste le dio la
fuerza, que permite dominar a los demás por la violencia, y a
ella, en cambio, le otorgó la belleza, que por naturaleza gobier-
94
na incluso a la misma fuerza .

93
Cf. K. Kerényi,Die Geburt ...
94
Isoc. 10, 16:
Spoudavsa" de; mavlista periv te to;n ejx !Alkmhvnh" kai; tou;" ejk
Lhvda", tosouvtw/ ma'llon @Elevnhn @Hraklevou" proujtivmhsen w{ste tw'/
me;n ijscu;n devdwken h} biva/ tw'n a[llwn kratei'n duvnatai, th'/ de; kavllo"
ajpevneimen o} kai; th'" rJwvmh" aujth'" a[rcein pevfuken.

41
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Más adelante, en la misma obra, Isócrates dice que Zeus


tomó forma de cisne para unirse a Némesis y a Leda:
Convertido en cisne, se refugió en el seno de Némesis, y
95
semejante a éste de nuevo desposó a Leda .
La Comedia Antigua empieza presentando a Helena como
hija de Némesis, según hemos visto en Cratino, y después, a par-
tir de la Lisístrata de Aristófanes, como hija de Leda; así quedó
fijada, al parecer, su genealogía durante la Media. No sabemos
si constituía un intento de compromiso entre las dos versiones,
o si sólo se trataba de contaminación de una leyenda a otra, la
versión del mito que pudo ofrecer el comediógrafo Érifo, a
causa de la exigüidad de la cita conservada: ante unos huevos de
gansa, blancos y grandes, alguien afirma que los puso Leda96.
El entrelazamiento de las dos leyendas da lugar incluso a ver-
siones en las que Leda se convirtió o pasó a llamarse Némesis
tras su muerte97, o se convirtió en Némesis para unirse al cisne98,

95
Isoc. 10, 59:
kuvkno" de; genovmeno" eij" tou;" Nemevsew" kovlpou" katevfugen, touvtw/
de; pavlin oJmoiwqei;" Lhvdan ejnuvmfeusen:
96
Frag. 7 Kock:
wj/a; leukav ge
kai; megavla: B. chvnei! ejstivn, w{" g! ejmoi; dokei':
ou|to" dev fhsi tau'ta th;n Lhvdan tekei'n.
97
Lactancio, Instituciones divinas, I 21, 23: Nam et Romulus post mortem
Quirinus factus est, et Leda Nemesis, ...
98
Escolio a Eurípides, Orestes, 1385: fasi; ga;r aujth;n (sc. Lhvdan) eij;"
Nevmesin metablhqei'san ou{tw sunelqei'n tw'/ kuvknw/.

42
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

o se identifica a ambas; el autor de esta última versión, además,


duda de si Zeus se convirtió en ganso o en cisne99, lo que reve-
la también la influencia de las Ciprias.

5. Leda y el cisne
A partir de Eurípides, la versión del mito en la que Zeus
transformado en cisne se unió a Leda para engendrar a Helena,
quedó consagrada no sólo para la literatura, sino también para el
arte (fig. 5). A esta versión se unía, por lo general, el motivo del
huevo (o de los huevos) puesto por Leda. Incluso se llegaba a
mostrar, colgado del techo en el santuario de las hijas de
Leucipo en Esparta, un huevo del que se decía que lo había
puesto Leda, según cuenta Pausanias100.
La unión de Zeus - cisne y Leda se localiza en un paraje laco-
nio: las riberas del Eurotas (recuérdese que también en la misma
región, al pie del Taigeto, se situó el nacimiento de los
Dioscuros); así lo cuenta el poeta Antífilo en lo que parece ser
la descripción de un cuadro o un relieve (fig. 6). El poeta no pre-
tende contar el mito; sólo describe una representación en la que
encuentra una solución chistosa, y quizás también obscena, para
satisfacer sus deseos amorosos:

99
Homilías Clementinas, 5, 13. Este pasaje aparece ya citado al final de la
nota 74.
100
Pausanias, 3, 16, 1:
ejntau'qa ajphvrthtai wj/o;n tou' ojrovfou kateilhmevnon tainivai": ei\nai dev
fasin wj/o;n ejkei'no o} tekei'n Lhvdan e[cei lovgo".

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Fig. 5: Escultura de la 2ª mitad del s. II d.C. Florencia, Pal. Antinori.

44
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

La corriente es la laconia del Eurotas, la que está desnuda


Leda y el que se oculta en un cisne el Cronida. Otros sois los
que a mí me incendiáis, desgraciado en amores. ¿Y en qué me
puedo convertir? En ave. Pues si Zeus se convirtió en cisne, yo
101
en abubilla .

Fig. 6: Leda, con los pies dentro del agua, señala con su mano dere-
cha al cisne; a su izquierda, personificación del Eurotas. Mosaico
de la casa del Aion, en Nea Pafos, del s. IV d.C.

101
Antología Palatina, V 307:
Ceu'ma me;n Eujrwvtao Lakwnikovn, aJ d! ajkavlupto"
Lhvda cwj kuvknw/ kruptovmeno" Kronivda".
oiJ dev me to;n dusevrwta kataivqete. kai; tiv gevnwmai_
o[rneon. eij ga;r Zeu;" kuvkno", ejgw; kovrudo".
También menciona el Eurotas Hyg., Fab. 77.

45
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

El nacimiento de un huevo comienza a aplicarse también a


Cástor y Pólux a causa de su estrecha relación con Helena, y de
ahí que se los describa con la mitad de un cascarón de huevo
sobre la cabeza de cada uno de ellos102. Se considera, por tanto,
que Leda los concibió, junto con Helena, de Zeus metamorfose-
ado en cisne. Además de las fuentes literarias, lo documentan
también las artísticas, quizás incluso antes, como veremos en la
segunda parte (fig. 7). Unas veces, se los hace nacer del mismo
huevo que Helena, y se cuenta que, después de parir el huevo,
Leda lo guardó en una caja y de él nacieron los Dioscuros y
Helena103. Otras, los huevos puestos por Leda fueron dos104; de
uno nacen Cástor y Pólux y del otro, Helena y Clitemnestra105.
Esto concuerda con la asignación de padres diferentes que
encontramos en otros autores: Pólux y Helena son hijos de Zeus
y Cástor y Clitemnestra son hijos de Tindáreo106.

102
Licofrón, 506. Luciano, Diálogos de los dioses, 26, 1.
103
Escolio a Odisea, XI 298:
Zeu;" Lhvda" ejrasqei;" th'" Qestivou paido;" eij" kuvknon eJauto;n metev-
bale kai; diapta;" ejmivgh aujth'/. meta; crovnon de; ejkeivnh tekou'sa wjo;n
ajpotivqetai eij" lavrnaka, o{qen sunevbh/ touv" te Dioskouvrou" kai; th;n
@Elevnhn genevsqai, govnw/ me;n Dio;", ejpivklhsin de; Tundavrew.
También se cuenta en Servio, Aen., III 328. Myth. Vat. I 78. III 3, 6.
Según otros, el huevo del que nacieron los tres hermanos fue puesto por
Némesis: Escolio a Calímaco, Himno a Ártemis, 232. Escolio a Licofrón,
88. Ausonio, epigr. 54. Se duda sobre cuál de las dos lo puso en Escolio a
Arato 275. Escolio a Licofrón, 510.
104
Horacio, ars poetica 147: gemino... ab ovo. Para la interpretación de este
pasaje, cf. A. Ruiz de Elvira, “Helena...” ... págs. 109 - 14.
105
Myth. Vat. I 204. III 15, 3.
106
Apolodoro, III 10, 7. Higino, Fábulas, 77 y 80.

46
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Fig. 7:Los Dioscuros y el cisne. Espejo etrusco de finales


del s. IV a.C. París, Museo del Louvre.

6. Otras versiones e interpretaciones


Existen algunas versiones aisladas en las que se suprime a
la madre que engendra el huevo del que nace Helena; éste cae
del cielo107 o, según Neocles de Crotona108, de la Luna, pues
las mujeres de allí paren huevos. Frente a tales versiones, que
exaltan el prodigioso nacimiento, existen banales racionaliza-
ciones que tratan de eliminar los elementos portentosos del

107
Plutarco, Charlas de sobremesa, II 3, 5.
108
Citado en Ateneo, II 57 f. y reproducido por Eustacio, Comentario a la
Odisea,1, 417.

47
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

mito; como la atribuida a Clearco de Solos109, según la cual se


inventó la historia del huevo porque Helena se crió en el piso
superior de una casa110.
La racionalización se aplicó así mismo al motivo de la unión
de Leda con el cisne: Malalas111 atribuye a Paléfato la versión de
que Leda fue seducida, y cometió adulterio junto al río Eurotas,
por un joven llamado Cicno112, hijo de Ederión, rey de Acaya;
embarazada de él, Leda dio a luz tres niños (Cástor, Pólux y
Helena) en un mismo parto. Un escoliasta, además de reproducir
esta versión113, añade que se dice “huevo” por “vientre” y que la
metamorfosis de Zeus en cisne significa que la unión amorosa se
produjo en un lugar pantanoso, como hacen los cisnes.
La interpretación evemerista de los mitos, según la cual los
dioses, incluido Zeus, habían sido hombres a quienes sus con-
temporáneos deificaron por sus benéficas acciones114, afectó al
parecer a la leyenda de Leda. Así, en el tratado Sobre la natura-
leza de los dioses de Cicerón, encontramos la versión de que los

109
Citado en Ateneo, II 57 e, reproducido por Eustacio, Comentario a la
Odisea, 1, 417.
110
En griego, uJperw'/on; dice el autor que en tiempos antiguos, se llamaba sólo
w/\on, que también significa huevo.
111
Chron. IV [101].
112
Kuvkno", que significa cisne.
113
Escolio a Licofrón, 89.
114
Eusebio de Cesarea, Praeparatio evangelica II 2, 52 - 62, refiere lo que
Diodoro de Sicilia (VI 1 ss.) cuenta al respecto a partir de la Hierá
Anagraphé de Evémero de Mesene.

48
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Dioscuros Cástor y Pólux eran hijos de Leda y del tercer Júpiter


(se distingue entre tres “dioses” con este mismo nombre), cuyo
sepulcro se mostraba en Creta115.
Aunque nos salgamos de los límites cronológicos de la
Antigüedad, a los que nos ceñimos en este trabajo, creemos
apropiado introducir aquí las explicaciones del mito de Leda que
ofrece Boccaccio116 partiendo del pasaje de Cicerón que acaba-
mos de mencionar:
Es opinión de Tulio, en el mismo lugar de antes, que
Cástor y Pólux fueron hijos del tercer Júpiter y de Leda, de un
hombre no de un cisne ni de un dios, y que son aquéllos a los
que los griegos llamaron Dioscuros. Quizá la Antigüedad creó
la ficción de que Júpiter se convirtió en cisne porque el cisne
canta dulcemente, lo que es posible que Júpiter hiciera y con
la dulzura de su canto, como vemos que a menudo ha sucedi-
do, atrajera a Leda a su amor y pasión. Pues el canto es uno
de los ganchos de Venus. O quizá Júpiter era ya un anciano y
blanco por la vejez cuando amó a Leda; y quizá, porque por el
ardiente deseo se hizo quejumbroso, se inventó que se había
convertido en cisne, que es blanco y que canta cuando se acer-
ca a la muerte. Que haya parido de la unión con él huevos,
creo que se dijo no por otra cosa a no ser para que se viese en
la ficción que el fruto era distinto de su padre. Es constumbre
de las aves tener huevos. O porque nacieron ambos en un
mismo parto envueltos en una película de carne....

115
Cic., ND, III 53. Lactancio, Instituciones divinas I 11, 45 - 47, afirma que
Júpiter fue un hombre y reinó sobre la tierra; citando a Ennio, cuenta que
Júpiter murió en Creta, donde se encuentra su sepulcro en la ciudad de
Cnoso.
116
Genealogía de los dioses paganos, XI 7. La traducción que ofrecemos es
de M. C. Álvarez y R. M. Iglesias, Madrid, 1983, pág. 643.

49
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

A la teoría evemerista de que los dioses paganos pertenecen


al género humano, une Boccaccio dos interpretaciones del mito
al estilo de Paléfato117. El mismo procedimiento habían seguido
también en la Antigüedad algunos autores cristianos para atacar
la creencia en los dioses paganos. Así, Epifanio, tras aclarar que
Zeus era mortal, niega que pudiera transformarse en oro, en
águila o en cisne; lo que, según él, quiere decir esta última meta-
morfosis es que el fuego de su pasión le daba alas118. A la inten-
ción de demostrar que los dioses paganos sólo fueron hombres
se añade, en algunos autores, la de mostrarlos como paradigmas
de conductas inmorales y, entre los argumentos que se aportan,
figura el mito de Leda119. Buen ejemplo de ello es Clemente de
Alejandría, quien afirma que Zeus no es dios y está muerto -
como también están muertos el cisne y Leda-120 y condena el
uso de imágenes lascivas, como la del acoplamiento de Leda y
el cisne, pintadas en cuadros que decoraban las paredes y talla-
das en gemas engastadas en anillos121.

117
No hemos encontrado en las fuentes antiguas ninguna de las interpretacio-
nes “palefatianas” ofrecidas por Boccaccio, por lo que éste pudo haber
sido su creador. La opinión de que Zeus (o el tercer Júpiter) era un cantante
notable es recogida por el humanista español del s. XVI Juan de Valencia,
Scholia in Andreae Alciati Emblemata 247. F. J. Talavera, Juan de
Valencia ..., págs. 424 - 7.
118
Ancoratus, 105, 8: kai; para; me;n Lhvda/ kuvkno" au\qi" givnetai, th;n
ajnaptevrwsin th'" purwvsew" th'" aujtou' hJdonh'" ajnashmaivnwn.
119
Por ejemplo, en Homilías Clementinas 6, 23. Justino (mártir), Or. ad gent.
38. Teodoreto (escritor eclesiástico), Affect. 3, 98.
120
Prot. 2, 37.
121
Prot. 4, 60: Pinakivoi" gou'n tisi; katagravfoi" metewrovteron ajnakei-
mevnoi" proseschkovte" ajselgeiva/ tou;" qalavmou" kekosmhvkasi, th;n

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Por último, ya en el s. VI d. C., encontramos el mito de Leda y


el cisne convertido en alegoría moral por Fulgencio: la unión de
Zeus transformado en cisne con Leda, y el huevo puesto por ésta,
del que nacen Cástor, Pólux y Helena, simbolizan la mezcla de
poder e injusticia, que engendran el escándalo y la discordia122.

7. Versiones perdidas
Debido a que una gran parte de la literatura griega y de la
latina no se nos ha transmitido, es de suponer la pérdida de algu-
nas versiones del mito de Leda. Sabemos de algunas obras en las
que se trataba de él, como tragedias y comedias cuyo tema era
este mito; pero se ignora qué tratamiento recibía en ellas, pues
sólo se han conservado títulos y fragmentos que no revelan el
contenido de las piezas123. Así, por ejemplo, del tirano Dionisio I se

ajkolasivan eujsevbeian nomivzonte": kajpi; tou' skivmpodo" katakeivmenoi


par! aujta;" e[ti ta;" periploka;" ajforw'sin eij" th;n !Afrodivthn
ejkeivnhn th;n gumnhvn, th;n ejpi; th'/ çumplokh'/ dedemevnhn, kai; th'/ Lhvda/
peripotwvmenon to;n o[rnin to;n ejrwtiko;n th'" qhluvthto", ajpodecovme-
noi th;n grafhvn, ajpotupou'si tai’" sfendovnai", sfragi'di crwvmenoi
katallhvlw/ th'/ Dio;" ajkolasiva/.
122
Fulg., Mitologías II, 13: Iuppiter enim conuersus in cignum cum Leda con-
cubuit; quae peperit ouum, unde nati sunt tres, Castor, Pollux et Elena. sed
haec fabula mistici saporem cerebri consipit; Iuppiter enim in modum
potentiae ponitur, Leda uero dicta esta quasi lide, quod nos Latine aut
iniuria aut conuicium dicimus. Ergo omnis potentia iniuriae mixta speciem
suae generositatis mutat. ...Sed ex hoc ouo generantur tres, Castor, Pollux
et Helena, nihilominus seminarium scandali et discordiae...
123
Para el tratamiento del mito en los flíaces, el testimonio proviene, como
veremos en la parte dedicada al arte, de las representaciones artísticas.

51
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

han transmitido tres versos de su tragedia Leda. En cuanto a los


poetas cómicos, se conservan varios versos de la obra de Eubulo
titulada Laconios o Leda124, y también se cita una comedia de
Sófilo titulada Tindáreo o Leda125.

124
Frags. 60 - 63 Kassel - Austin.
125
Testimonia 1. Kassel - Austin.

52
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

II
EL MITO DE LEDA EN LAS REPRESENTACIONES
ARTÍSTICAS

En este apartado, pretendemos ofrecer una visión de conjunto


de las representaciones del mito de Leda en el arte griego y roma-
no agrupándolas según los aspectos de la leyenda que ilustran y
los principales modelos iconográficos que siguen. Atenderemos
tanto a su correspondencia con los testimonios literarios como a
sus aportaciones propias a la configuración del mito. Nuestro
objetivo, por consiguiente, no es dar cuenta de todas las represen-
taciones conocidas, recogidas en los cada vez más completos
repertorios que se vienen realizando desde hace tiempo126 y en
numerosos trabajos parciales sobre obras concretas o sobre algu-
no de los soportes materiales en los que aparece el mito.
Desde la época arcaica, los artistas griegos desarrollaron un
sentido narrativo con el que impregnaron sus obras, emulando
así a los escritores y, como éstos, encontraron en los mitos un

126
Algunos de los más importantes son los de J. Overbeck, S. Reinach y F.
Brommer. La publicación enciclopédica más completa y reciente es el
Lexicon Iconographicum Mithologiae Classicae (LIMC). También se han
ocupado de las representaciones artísticas, aunque de forma mucho menos
exhaustiva, los trabajos que tratan del mito en su globalidad; así, al artícu-
lo “Leda” de Stoll, sigue el de Höfer - Bloch, “Leda in der Kunst”. Eitrem,
“Leda” ..., dedica también un apartado al arte: cols. 1121 - 25.

53
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

copiosísimo venero de temas para sus obras. Los episodios de la


leyenda de Leda fueron poco representados antes del último ter-
cio del siglo V a. C. pero, desde entonces, la figura de la heroí-
na es cada vez más frecuente en el arte; su presencia en este
campo es paralela a la evolución del mito en la literatura, depen-
diendo en muchos casos de esta última, aunque a su vez también
puede ejercer influencia sobre ella.

1. Leda y Tindáreo con sus hijos


1.1. Los Dioscuros
En el arte de la época arcaica, concretamente en la pintura
sobre cerámica de figuras negras del siglo VI a. C., encontramos
con frecuencia representaciones de los Dioscuros en diversas
escenas y en compañía de distintos personajes, como Tindáreo,
Leda y Helena127. Esto concuerda, a grandes rasgos, con los tes-
timonios literarios que hemos visto, en los que figuran como
hermanos de Helena e hijos de Leda y de Tindáreo o de Zeus.
El ejemplar más conocido, y en el que los personajes se pue-
den identificar con total seguridad porque van acompañados de
sus nombres inscritos, es la famosa ánfora pintada por Exequias
hacia el 540 a. C. que se conserva en los Museos Vaticanos. En un
lado, Áyax y Aquiles juegan a los dados. En el otro, vemos en el
centro a Cástor sujetando su caballo con la brida y vuelto hacia su
madre Leda, que le ofrece una flor; a la izquierda, Pólux se incli-
na para acariciar un perro y, a la derecha, Tindáreo acaricia el

127
Cf. A. Hermary, “Dioskouroi”... págs. 582 - 3 y 588.

54
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

hocico del caballo; un sirviente, representado a escala más peque-


ña quizás con la intención de situarlo en un plano más alejado, aca-
rrea un asiento con cojín y un aríbalo. De estos dos objetos, y por
los gestos de los padres, se puede deducir que la escena represen-
ta el retorno de los Dioscuros de alguna expedición, aunque tam-
bién se ha interpretado como una despedida (fig. 8).
En algunos ejemplares, sólo aparece uno de los Dioscuros
con Leda y Tindáreo128, y también pueden aparecer ambos sin
sus padres y en compañía de su hermana Helena129; los tres per-
sonajes, como ya vimos en la primera parte, son considerados
hermanos desde tiempos muy antiguos130.

1.2. Helena
Leda figura en las pinturas de dos cráteras italianas del
último tercio del siglo V a. C. que representan escenas de la
juventud de Helena. En una de ellas131, obra del pintor de Talo,
Leda y los Dioscuros asisten a la boda de Teseo y Helena en
Afidna. Llama la atención que aquí sea una boda lo que en las
versiones literarias y artísticas del mito de Teseo y Helena se

128
Entre otros ejemplos, un ánfora de figuras negras en Roma, Villa Giulia
24998 y otra en Londres, British Museum B 170.
129
Como en una hidria de figuras negras del Antikenmuseum de Basilea.
130
Acerca de su asociación en el culto religioso, Cf. F. Chapouthier, Les
Dioscures ...
131
Procedente de Serra di Vaglio. Potenza, Soprintendenza archeologica della
Basilicata, dep. 51532. 54622. 54623. Cf. L. Kahil - N. Icard, “Leda”, ...,
págs. 234 -5. 245.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Fig. 8: Ánfora de Exequias. Museos Vaticanos

56
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

considera habitualmente un rapto132, y quizás habría que enten-


der semejante representación en el contexto de repetidos inten-
tos -como igualmente la versión difundida desde Ramnunte del
nacimiento de Helena- de conectar a la hija de Zeus con el Ática.
En la otra crátera133, Menelao y Odiseo se presentan como
pretendientes de Helena, quien, con un huevo negro en una
mano -que podría ser el huevo de Némesis como símbolo de
su destino-, está sentada sobre las rodillas de Leda; también se
encuentran presentes, entre otros personajes, los Dioscuros y
Tindáreo (fig. 9).

Fig. 9: Helena, sentada sobre las rodillas de Leda, recibe a los pre-
tendientes. Crátera del 430-400 a.C. Museo Nacional de Tarento.

132
Sirvan de ejemplo Apolodoro III 10, 7 y Plutarco, Teseo, 31 - 34. Helena
fue rescatada por Cástor y Pólux en ausencia de Teseo, tomaron Afidna y
cogieron prisionera a la madre de aquél, Etra.
133
Museo Nacional de Tarento 52230. Cf. L. Kahil - N. Icard, “Helene”, ...,
pág. 513. Id., “Leda”, ..., pág. 235.

57
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

En ambas representaciones, contemporáneas de las que


veremos seguidamente en las que figura Leda ante el huevo de
Némesis, Helena aparece como la hija, ya sea real o adoptiva,
de Leda. Ilustran episodios de la historia de aquélla y el papel
de esta última en ellas es secundario, pero tienen la peculiari-
dad de representar momentos de la vida de Helena después de
su nacimiento en los que Leda está presente. Tal situación
queda implícita en los textos cuando sitúan a Helena en el
palacio de Tindáreo, pero en estos casos no se menciona
expresamente a Leda, que tampoco figura en otras representa-
ciones artísticas de la vida de Helena.

2. Leda en el nacimiento de Helena


La presencia de Leda comienza a ser mucho más frecuente
en el último tercio del siglo V a. C., sobre todo en las produc-
ciones artísticas áticas. La versión del mito presentada por una
gran parte de éstas parece ser la procedente de las Ciprias, según
la cual Zeus se había unido a Némesis, quien puso un huevo del
que nació Helena; de la crianza de ésta se encargó Leda, a cuyas
manos había llegado el huevo.
Ya aludimos en el apartado anterior al fortalecimiento del
culto de Némesis en Ramnunte en la segunda mitad del siglo V
a. C., y a la estatua de culto de la diosa en cuya base se esculpió
una escena en la que Leda presenta a Helena a su madre
Némesis. Los restos conservados del relieve -tallado en torno al
430 - 420 a. C.- se encuentran en el Museo Nacional de Atenas
y los personajes representados en él se pueden identificar con
facilidad gracias a la descripción de Pausanias, que menciona-

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

mos en la primera parte del trabajo134. La presencia de


Agamenón, Menelao y Pirro, el hijo de Aquiles -además de
Tindáreo, los Dioscuros y otros personajes- sitúa la escena cro-
nológicamente después de la guerra de Troya, cuando la viola-
ción de las leyes de hospitalidad por Paris ya había sido casti-
gada. Así se asociaba, en el sentido de las Ciprias, la estatua
de Némesis con la guerra de Troya, que constituyó el reflejo
mítico de las guerras médicas; en consecuencia, había también
una alusión al castigo de la hybris de los persas. Tal vez haya
que relacionar con la victoria griega sobre éstos la reedifica-
ción del templo de Némesis en Ramnunte135. Este relieve,
junto con una pintura sobre cerámica de figuras rojas136, son
las dos únicas representaciones conocidas en las que aparece
Némesis dentro de una escena que se pueda conectar con su
papel en el mito narrado por las Ciprias.
La revitalización del culto a Némesis propagó por el Ática,
con el apoyo de la escena representada en el relieve que todos
los visitantes del templo podían ver, el mito de su unión con
Zeus, que quizás estaba algo olvidado; de él se hicieron eco,
además de los poetas cómicos, los pintores de vasijas de figuras

134
Cf. también L. Kahil - N. Icard, “Helene” ..., págs. 504 -5. P. Karanastassi,
“Nemesis”, ..., págs. 754. 756.
135
Cf. P. Karanastassi, “Nemesis” ..., pág. 756.
136
Se trata de una pequeña ánfora (Berlín, Staatl.Mus. 30036), realizada c
430 - 20: ilustra la persuasión de Helena por Afrodita para que acceda a
los deseos de Paris, que también se encuentra representado; Némesis
contempla la escena, en alusión al castigo con que sancionará la viola-
ción de las leyes de hospitalidad (véase fig. 3). Cf. L. Kahil - N. Icard,
“Helene”..., pág. 525.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

rojas. Pero estos últimos centraron su atención sólo en el ele-


mento más prodigioso, el huevo del que nace Helena, presupo-
niendo, claro está, que quien contemplara las pinturas sabría
interpretar la escena con su conocimiento de los episodios pre-
vios y posteriores de la leyenda.
En el momento del mito ilustrado por los pintores, Némesis
está ausente y la mujer que aparece junto al huevo es Leda. En
una serie de vasijas áticas de figuras rojas fabricadas desde el
430 hasta principios del siglo IV a. C., se la representa realizan-
do algún gesto -como el de alzar los brazos o alejarse- de admi-
ración o quizás de temor, ante un gran huevo colocado sobre un
altar137. Esta escena, por la que los pintores áticos muestran su
preferencia, se ha interpretado de dos maneras diferentes: bien
como el hallazgo del huevo por Leda, bien como el momento
previo a la eclosión del huevo, que Leda ha depositado sobre un
altar; podría confirmar esta segunda hipótesis la decoración de
una jarra etrusca procedente de Chiusi, de principios del s. IV a.
C., en la que Leda está depositando el huevo sobre un altar en
presencia de Los Dioscuros, Tindáreo y Hermes138. La intención
de Leda sería dejar el huevo sobre los restos de leña aún calien-
tes de un sacrificio con la finalidad de hacerlo eclosionar139.
Pero creemos que no es necesario atribuir el hecho de colocar el

137
Cf. L. Kahil - N. Icard, “Leda”..., pág. 234.
138
Palermo, Mus. Reg. Cf. I. Krauskopf, “Leda (in Etruria)”..., pág. 248.
139
Esto concuerda con el encargo que recibe Leda de empollar el huevo, que en
el Escolio a Calímaco, Himno a Ártemis 232 se expresa con el verbo “calen-
tar”: wjo/ n; o{per euJrou'sa hJ Lhvda ejqevrmane Cf. F. Chapouthier, “Léda ...,
págs. 12 -14. D. Mustilli, “Leda e l’ uovo ..., págs. 123 -131.

60
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

huevo sobre un altar a una intención de calentarlo para hacerlo


eclosionar, sino que podría deberse al ambiente sacral de la repre-
sentación, por tratarse del nacimiento de una hija de Zeus; por eso
la escena parece transcurrir en un santuario ya que, además del
altar, en algunas representaciones también hay un trípode.
En estas escenas de las vasijas de figuras rojas, casi siempre
están presentes Tindáreo y los Dioscuros, por lo que dentro del
huevo sólo se puede encontrar Helena (fig. 10). Se confirma de
esta manera la suposición -de la que no existe constancia neta en
los textos- de que según las Ciprias sólo Helena es hija de
Némesis y nació después de los Dioscuros. En algunos ejempla-

Fig. 10: Los Dioscuros (con estrellas encima de sus cabezas), Leda y
Tindáreo ante el huevo depositado sobre un altar. Peliké del Museo
Nacional de Nápoles.

61
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

res de la serie, cada uno de éstos lleva una estrella encima de su


cabeza140, lo que concuerda con los testimonios literarios del
siglo V a. C. acerca de su consideración como divinidades astra-
les. A veces figura también Clitemnestra, quien, por tanto, no era
considerada hermana gemela de Helena (fig. 11). La presencia
de Hermes en algún caso (concretamente en una crátera de la
Col. Mustilli) se justificaría si fue él quien entregó el huevo a

Fig. 11: Clitemnestra, Tindáreo y Leda. Sobre el altar, junto al huevo,


el águila de Zeus. Copa de c 430 a.C. Boston, Museum of Fine Arts.

Leda, dato que sólo encontramos en la literatura muchos siglos


más tarde141. En algunas piezas, aparece un águila volando
desde arriba en dirección al huevo o ya posada junto a él sobre
el altar; es, claro está, símbolo de Zeus y se ha interpretado que
va a contribuir con su pico a la eclosión del huevo142. La apari-
ción del águila en esta escena es absolutamente original del arte
y no se encuentra en la literatura.

140
El ejemplar más antiguo es una crátera del Kunsthistorisches Museum de
Viena. También en una peliké conservada en el Museo Nacional de
Nápoles. Cf. W. Johannowsky, “Due vasi ...” ..., págs. 202 - 10.
141
Higino, Astronomía, II 8.
142
Cf. F. Chapouthier, “Léda...”, ...pág. 14.

62
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Fig. 12: Hermes entrega el huevo a Leda. Espejo etrusco de la 2ª


mitad del s. IV a.C. Col. Mancini.

En cuanto a la mencionada actuación de Hermes, la encon-


tramos explícita en el arte estrusco143: entrega el huevo a
Tindáreo o a Leda, como se ve en la pintura de una copa del
s. IV a. C.144 y en la decoración incisa en el dorso de tres espe-
jos de bronce de los ss. IV y III a. C. En uno de ellos, además,
Hermes está dando instrucciones a Leda, que ya tiene el
huevo en su mano145 (fig. 12). En otra variante del tema,
Hermes deja sobre el suelo el huevo que es encontrado por

143
Cf. I. Krauskopf, “Leda (in Etruria)”..., págs. 247 - 248.
144
Museo Arqueológico de Florencia 79270.
145
Col. Mancini.

63
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

uno de los Dioscuros146.


Entre las propuestas formuladas sobre la procedencia de esta
representación en una serie de vasijas áticas, nos parece más
interesante la de F. Chapouthier147, quien, basándose en las sun-
tuosas vestiduras de los personajes, piensa que su origen no se
encuentra en las artes plásticas, sino en el teatro, en una Leda o
un Tindáreo hoy perdidos (sugiere el Tindáreo de Nicómaco, el
de Sófocles o la Leda de Dionisio I) que escenificaran el episo-
dio del nacimiento de Helena. Pensamos, por nuestra parte, que
la hipótesis carece de fundamento sólido (en otras pinturas sobre
cerámica que no se remiten a obras de teatro, los personajes vis-
ten también ropas suntuosas) y que los artistas (no podemos
saber quién fue el autor del prototipo) pudieron haber sido los
creadores de esta escena con independencia de los poetas, inclu-
so en el caso de que hubieran sido estos últimos los que comen-
zaron la divulgación del mito. Tanto unos como otros tomaron
con entusiasmo el resurgimiento de la leyenda de Némesis bajo
la influencia procedente de Ramnunte.
El motivo del huevo sobre el altar deja de ser frecuente des-
pués del siglo IV a. C. Sin embargo, se encuentra todavía en el
arte romano. En una pintura del Aula Isiaca de Roma (hacia el
25 a. C.), Leda se dirige hacia un altar sobre el que hay un huevo
(cuyo contenido, en este caso, no podemos saber) y un águila,

146
En una vasija de figuras rojas del s. IV a. C. Boston, Museum of Fine Arts
07.862.
147
“Léda...”, pág. 18.

64
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

desde el cielo, vierte sobre él el líquido de una copa148.


Más específicas son otras representaciones149. Un tipo único
lo encontramos en la pintura de un lecito de figuras rojas, fecha-
do hacia el 450 - 425 a. C.: en el interior de un huevo sin eclo-
sionar, depositado sobre el altar ante una Leda asombrada, se
puede ver una figura infantil, probablemente Helena, con las
manos alzadas150. En otra serie de vasijas, casi todas de figuras
rojas y realizadas entre mediados del siglo V y finales del IV a.
C., unas procedentes de Grecia y otras de Italia meridional, Leda
presencia el nacimiento de Helena, que surge de los restos de un
huevo depositado, como de costumbre, sobre un altar (fig. 13);

Fig. 13: Leda y Tindáreo presencian el nacimiento de Helena.


Crátera de mediados del s. IV a.C. Museo Nacional de Nápoles

148
Cf. L. Kahil - N. Icard, “Leda” ..., pág. 244.
149
Cf. L. Kahil - N. Icard, “Helene” ..., págs. 503 - 4.
150
Berlín, Staatl. Mus. F 2430.

65
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

a menudo figuran también los Dioscuros y Tindáreo. Destaca en


esta serie una crátera apulia campaniforme151 del primer tercio
del siglo IV a. C. en la que se representa la versión paródica del

Fig. 14: Representación cómica del nacimiento de Helena en una


farsa fliácica. Crátera del 380-370 a.C. Museo Arqueológico de Bari

mito de una farsa fliácica: el escenario del acontecimiento no


es un santuario, sino la habitación de una casa; el huevo del
que está saliendo Helena se encuentra en una cesta y quien lo
ha hecho eclosionar ha sido un personaje que parece Hefesto
con su hacha, aunque podría ser Tindáreo remedando el papel
del dios herrero en el nacimiento de Atenea. Leda se oculta
despavorida tras una puerta; junto a Helena hay otro persona-
je que alza un brazo152 (fig. 14).

151
Museo Arqueológico de Bari 3899.
152
Cf. también F. Chapouthier, “Léda...”, ...págs. 15 -16.

66
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

La crítica es unánime al interpretar que estas representacio-


nes del huevo del que nace Helena siguen la versión del mito
que conocemos por las Ciprias. Pero tal opinión debe ser mati-
zada. La interpretación se basa, ante todo, en lo que ya se ha
dicho acerca del resurgimiento del mito de Némesis en el Ática
a partir del último tercio del siglo V a. C. Pero el hecho es que
esta diosa no aparece en las representaciones artísticas. Si el
tema de las pinturas sobre cerámica fuera el hallazgo del huevo
por Leda, no cabe duda de que se trataría del mismo que puso
Némesis; en cambio, si lo que vemos es el momento previo a la
eclosión, la interpretación es más segura sólo para las represen-
taciones más antiguas y para aquéllas en las que aparece Hermes
como el encargado de llevar el huevo a Leda.
Pero en las pinturas de finales del siglo V y en las del IV a.
C., cabría la posibilidad de considerar que el huevo del que nace
Helena lo ha puesto la propia Leda después de su unión con el
cisne, pues, como ya vimos en el estudio de las fuentes literarias,
ésta era entonces la versión del mito predominante y la que
seguían también otros artistas, como los escultores. Los cera-
mistas pudieron haber seguido repitiendo un modelo iconográfi-
co ya consagrado pero dándole un sentido distinto del que había
tenido anteriormente. Mas esto es algo que no podemos afirmar
con seguridad y lo único que se puede constatar es el conserva-
durismo en lo formal, y posiblemente también en el significado,
de los pintores sobre cerámica; por el contrario, los artistas que,
empleando otras técnicas, no dependían de una tradición tan
arraigada como la de aquéllos, se dedicaron de lleno a represen-

153
Véase, más adelante, el capítulo Leda y el cisne.

67
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

taciones totalmente diferentes del mito de Leda153.


3. El nacimiento de los Dioscuros y de Helena
En el dorso de una serie de espejos de bronce etruscos del
siglo III a. C. (el más antiguo de ellos posiblemente de finales
del IV)154, encontramos a los Dioscuros con un cisne entre
ambos, en el centro de la escena (véase, en la primera parte, fig.
7). Dado que el único animal relacionado habitualmente con los
Dioscuros es el caballo, el cisne sólo puede aludir al ave en la
que se metamorfoseó Zeus para engendrarlos. Se puede deducir
que la decoración de estos espejos -contemporáneos de los que
muestran a los Dioscuros con el huevo de Némesis, menciona-
dos anteriormente- sigue la versión del mito según la cual Leda
los engendró, como a Helena, tras unirse al cisne. Estas repre-
sentaciones son contemporáneas, y tal vez incluso anteriores, de
las primeras fuentes literarias, mencionadas en la parte anterior,
que nos documentan esta versión. El arte romano, como vere-
mos seguidamente, la representará de forma más explícita.
Aunque en el arte romano encontramos todavía la escena de
Helena sola saliendo del huevo en presencia de Leda -como se
puede ver en una gema tallada del s. I d. C.-, en esta época
encontramos sobre todo -en tres representaciones155: un relieve
en un sarcófago del mármol del siglo II d. C., un relieve de estu-
co de la época de Vespasiano y una placa de bronce grabada del
siglo IV d. C.- algo muy diferente: de los restos del huevo sur-
gen los trillizos Helena, Cástor y Pólux ante Leda sentada, a

154
Cf. R. D. de Puma, “Dioskouroi/Tinas Cliniar” ... pág. 600.
155
Cf. L. Kahil - N. Icard, “Helene”, ..., pág. 504.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

veces sobre un lecho. En la placa de bronce se representa tam-


bién a Leda y el cisne, y el sarcófago añade a este último episo-
dio la presencia del dios - río Eurotas, en cuyas riberas, como
sabemos, se produjo la unión de Leda y Zeus transformado en
cisne (fig. 15). También podemos mencionar aquí un mosaico de
Tréveris156 de la segunda mitad del siglo IV d. C., en el que,

Fig. 15: El Eurotas, tendido a la izquierda. Leda sentada sobre un lecho y, a


sus pies, los Dioscuros y Helena saliendo del huevo. Sarcófago de mármol del
s. II d.C. Aix-en Provence, Mus. Granet.

junto a Leda, hay un huevo que lleva una inscripción con los
nombres de Cástor, Pólux y Helena.
Este huevo del que nacen los trillizos ya no se puede relacio-
nar con el mito de Némesis, sino que es claramente Leda quien
lo ha parido. En la época en que se realizaron estas obras, la lite-
ratura presentaba ya, como se ha visto en el apartado anterior, a

156
Rhein. Ladesmus. 50.10. Cf. L. Kahil - N. Icard, “Helene”, ..., pág. 503.
Id., “Leda”, ..., pág. 244.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

los Dioscuros y a Helena naciendo de un mismo huevo, puesto-


por Leda tras su unión amorosa con Zeus transformado en cisne.
Lo que no se documenta en las fuentes artísticas antiguas es el
motivo de los dos huevos de los que nacen las dos parejas de
gemelos, Cástor y Pólux y Helena y Clitemnestra157.

4. Leda y el cisne
Es evidente que la figura mítica de Leda cobró nueva actua-
lidad en el último tercio del siglo V a. C., y quizás la causa fuera,
precisamente, el mito de su “rival” Némesis. Mas los artistas
no se interesaron por el motivo de la unión entre esta última y
Zeus, ya que la imagen que habrían podido ofrecer es la de dos
aves apareándose. Fue la versión ofrecida por Eurípides de la
unión de Zeus - cisne con Leda - mujer, como progenitores de
Helena, la que provocó el nacimiento de este motivo artístico
a finales del siglo V a. C., tan sólo unos pocos años después de
que apareciera el tema de Leda y el huevo de Némesis; el éxito
que tuvo la desigual pareja de amantes hizo que el mito fuera
uno de los más representados en la Antigüedad greco-romana
y que, tras un paréntesis durante la Edad Media158, fuera uno

157
Que nosotros sepamos, este motivo sólo ha sido representado en el
Renacimiento, en algunos dibujos originales de Leonardo da Vinci, en
algunas réplicas de cuadros suyos hoy perdidos, y en un grabado de
Cornelis Bos, réplica del cuadro de Leda, también perdido, de Miguel
Ángel. Se pueden ver reproducciones fotográficas de estas obras en A. de
Hevesy, “L’ évolution ...” ..., págs. 469 - 80.
158
En esta época, de todas formas, pervivió el conocimiento del mito. Las
gemas engastadas en anillos en las que se representaba el mito de Leda, en
todas sus variantes iconográficas, fueron abundantísimas en la Antigüedad

70
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

de los mitos recuperados por el Arte en el Renacimiento y se


haya mantenido vivo hasta hoy día.
Desde que apareció en el arte griego, el tema de Leda y el
cisne fue cada vez más frecuente y se representó en gran varie-
dad de soportes: esculturas de bulto redondo en mármol, esta-
tuillas de terracota, relieves, cerámica, gemas, joyas, pinturas
murales, mosaicos y espejos.

4.1. Cerámica
En cerámica, el tema predominante, como hemos visto, es otro,
y los ejemplos de representaciones de Leda y el cisne son tan esca-
sos que podríamos calificarlos de excepcionales. Sin embargo, ya
aparece en una vasija de figuras rojas fechada alrededor del 400 a.
C.159: el cisne se aproxima a Leda, que está sentada.
En la cerámica de Italia, aparece el cisne posado sobre las rodi-
llas de Leda en algunas vasijas del siglo IV a . C. Pero destacare-
mos otras dos pinturas de la misma procedencia que, en nuestra opi-
nión, son más notables. Una de ellas se encuentra en el tondo de una
copa estrusca procedente de Chiusi160, realizada hacia el 330 a. C.:

(cf. A. Dierichs, “Leda - Schwan...” ..., págs. 37 - 50.) y siguieron siendo


empleadas como sellos durante la Edad Media. Un códice italiano del s.
XIV ofrece una representación (cf. E. R. Knauer, “Leda”..., págs. 10 y 18
n. 20a) y, sobre todo, el mito es narrado por Boccaccio en su Genealogía
de los dioses paganos, V 40. XI 8.
159
La Canea, Mus. P 297. Cf. L. Kahil - N. Icard, “Leda”, ..., pág. 232. En la
misma página se describe un lecito ático de c 375 a. C. en el que Leda ofre-
ce su protección al cisne.
160
Ginebra, Musée d´art et d’ histoire 23471. Cf. J. Chamay, “Léda, ...” ...,
págs. 44 - 48. I. Krauskopf, “Leda (in Etruria)”..., pág. 246.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Leda camina, con el cuerpo casi enteramente descubierto, prote-


giendo al cisne con sus manos y acompañada de dos sirvientas, por
lo que pudiera ser un río o una calzada empedrada; el cisne mira
hacia arriba, con el pico abierto y expresión amenazante, en direc-
ción a un águila que parece querer lanzarse al ataque (fig. 16). Es la
única ilustración de la estratagema del águila en la que se la repre-

Fig. 16: Leda, el cisne y el águila perseguidora. Copa etrusca de


Chiusi. Ginebra, Mus. d’Art et d’Histoire.

senta. Es también el único ejemplar del arte etrusco en el que apa-


rece Leda no con el huevo de Némesis, sino con el cisne.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Un lutróforo de Apulia fechado hacia finales del siglo IV a.


C.161, presenta, como escenas principales, a Zeus con Afrodita y
Eros dentro de un templete, en la parte superior. Debajo,
vemos a Leda lujosamente engalanada que abraza el cuello de
un cisne y besa su pico. Los personajes llevan junto a ellos
una inscripción con el nombre, y nos llama la atención el per-
sonaje masculino que, situado detrás de Leda, a la derecha de
la imagen, tiende una varita por encima de ella; junto a él, lee-
mos la inscripción UPNOS -el Sueño- (fig. 17). La relevancia
de esta representación es que constituye el único testimonio
(incluidos los literarios) de una versión del mito en la que el
cisne consumó la unión sexual con Leda después de que ésta,
que lo había protegido en su seno, se quedara dormida. El
mismo motivo lo recogerá siglos después Higino, pero atribu-
yéndolo a Némesis, en su versión de este mito, que presenta
también otras influencias de la leyenda de Leda como el moti-
vo del águila perseguidora162.

4. 2. Escultura (y otras artes)


El episodio de Leda y el cisne se desarrolló, sobre todo, en la
estatuaria, y fue evolucionando gradualmente en el arte griego.
Aunque las representaciones artísticas son muy variadas, sobre
todo con la intención de aprovechar el atractivo erótico de la
leyenda o el análisis de la voluptuosidad de un cuerpo femenino
desnudo, podemos mantener los tres tipos iconográficos funda-

161
Malibu, Getty Mus. 86. Cf. L. Kahil - N. Icard, “Leda”, ..., pág. 233.
162
Higino, Astronomía, II 8. Cf. nota 73.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Fig. 17: El cisne, Leda y el Sueño. Lutróforo de Apulia


(320-300 a.C.). Malibu, Getty Museum.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

mentales que ya se establecieron en el siglo XIX163, aunque


introduzcamos algunos matices. En un primer tipo, Leda inten-
ta proteger con su manto al cisne perseguido por el águila. En un
segundo tipo, el cisne, apretándose contra el regazo de Leda, que
está de pie, logra someterla y unirse sexualmente a ella, aunque
Leda ofrece cierta resistencia. El tercer tipo presenta también la
unión sexual de Leda y el cisne, pero ella, sin ofrecer resisten-
cia, está recostada y con el cisne sobre su cuerpo.
Quedan fuera de esta clasificación, y sin que se puedan
englobar en un tipo único, otras representaciones en las que el
cisne simplemente se aproxima a Leda, o ésta, con una imagen
muy parecida a las de Afrodita, muestra una actitud cariñosa
hacia el ave, enlazando su cuello con las manos o besando su
pico164 (véase, en la primera parte, fig. 5).
Hay también algunas representaciones en las que el mito pier-
de todo su valor y queda reducido a una escena en la que el cisne
juega un papel travieso de clara insinuación erótica. Así, en algu-
nos mosaicos romanos lo vemos tirando del vestido de Leda con el
pico165, y en un relieve copto de finales del siglo IV o principios
del V d. C., parece que pica en las nalgas a Leda, desnuda y de

163
Cf. J. Overbeck, Griechische Kunstmythologie I, Leipzig, 1871, págs. 489
- 514. Citado a través de E. R. Knauer, “Leda”,...
164
Aunque estas representaciones carecen de la fuerza expresiva y narrativa
que tienen los tipos anteriormente descritos, la belleza de las imágenes las
convirtió en un modelo muy reproducido que prolongó su influencia hasta
el Renacimiento, como se puede observar en las réplicas de las pinturas de
Leonardo da Vinci.
165
Cf. L. Kahil - N. Icard, “Leda”, ..., pág. 236.

75
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CARLOS ALCALDE MARTÍN

espaldas, que se gira y lo agarra por el cuello166 (fig. 18).

Fig. 18: Relieve copto de finales del s. IV o principios del V d.C.


Oxford, Ashmolean Museum.

El primer tipo iconográfico es también el más antiguo. Es el


correlato artístico de la versión del mito que conocemos por
Eurípides: Leda, desnuda y de pie, aprieta al cisne contra ella con
una mano y, con la otra, levanta su manto para protegerlo del águi-
la167. El primer ejemplar conocido de esta clase se hizo muy poco
después del estreno de la Helena de Eurípides: es una estatua ori-
ginal griega de mármol168, fechada sobre el 410 - 400 a. C., de la

166
Oxford, Ashmolean Museum 1970.403. Cf. L. Kahil - N. Icard, “Leda”, ...,
pág. 237.
167
Para la enumeración y descripción de los ejemplares conservados, cf. L.
Kahil - N. Icard, “Leda”, ..., págs. 232 - 233.
168
Boston, Museum of Fine Arts 1904.14.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

que no se conservan la cabeza ni el brazo izquierdo de Leda; ésta,


vestida con un chitón que deja al descubierto el lado derecho de su
cuerpo, aprieta al cisne contra ella con su brazo derecho y se incli-
na hacia delante con el pie izquierdo alzado. Ejemplos muy simi-
lares los podemos ver en una serie de estatuillas de terracota del
siglo IV a. C., aunque algunas podrían ser de finales del siglo V a.
C., procedentes de Atenas y de Beocia.
La representación más perfecta de este tipo es la atribuida al
escultor Timoteo, que habría sido realizada hacia el 370 a. C.;
aunque no se conserva la original, existen numerosas copias hele-
nísticas y romanas, entre las que podemos destacar la del Museo
Capitolino de Roma (302), de la época de Adriano, y la del Museo
del Prado de Madrid (9 E), del siglo II d. C. Leda protege al cisne,
de tamaño algo inferior al natural, apretándolo contra ella con su
mano derecha bajada y trata de impedir que el águila lo vea alzan-
do el manto con la mano izquierda; la alusión al águila -no repre-
sentada, por supuesto- que finge amenazar al cisne se completa
con la mirada de Leda dirigida hacia arriba. El cuerpo de Leda está
casi totalmente desnudo, pues el movimiento de sus brazos y el
ímpetu con que se levanta del asiento hacen que se deslicen el
manto, que tapa tan sólo la parte izquierda de su espalda, y el chi-
tón, que cubre su seno izquierdo (fig. 19).
En todas las esculturas de este tipo, Leda acoge con confian-
za al cisne, que todavía no muestra sus intenciones. Se repre-
senta el momento previo a la unión sexual que, aunque aparece
ya en el siglo IV a. C., no se desarrollará hasta el período hele-
nístico. Hay, sin embargo, una anticipación de esto en el erotis-
mo sugerido por la semidesnudez del cuerpo femenino y su con-
tacto con el ave de fálico cuello.

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Fig. 19: Copia romana del grupo de Leda y el cisne atribuido


a Timoteo. Roma, Museo Capitolino.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

El segundo tipo está constituido principalmente por una


serie de relieves, el más antiguo de los cuales, probablemente de
Argos, fue realizado en el siglo III a. C.169. Leda está de pie y el
cisne, enfrentado a ella, apoya las patas sobre sus muslos y la
abraza con un ala; el cuello del ave pasa por encima de la cabe-
za de Leda describiendo una curva para presionar brutalmente
con el pico la nuca de la mujer, que, de esa forma, tiene que
encorvarse y mantener la cabeza oprimida contra el pecho del
ave. El cisne es enorme, en lo que se revela la divinidad meta-
morfoseada, y la domina, pero ella, en un último intento de
resistencia, trata de subir con una mano el vestido deslizado
entre sus piernas flexionadas y de apretar sus rodillas, por lo que
se eleva ligeramente su talón izquierdo (fig. 20).
El tipo iconográfico puede definirse como symplegma o
lucha amorosa170, y lo encontramos repetido de forma casi
idéntica en otros relieves de época romana171. Señalamos, por
su proximidad geográfica a nosotros y porque no figura en
todos los repertorios172, una réplica romana del siglo I d. C.
perteneciente a la Colección Medinaceli que se exhibe en la

169
Londres, Museo Británico 2199.
170
El término griego, utilizado en la antigüedad para denominar a un grupo
escultórico de dos luchadores con sus extremidades entrelazadas, lo aplicó
Plinio, HN, 36. 24, 35 a una representación de tema erótico, la de Pan y
Olimpo, comparable a la que nos ocupa, por lo que puede entenderse en el
sentido de lucha amorosa.
171
Cf. L. Kahil - N. Icard, “Leda”, ..., pág. 233. 241.
172
No lo hemos encontrado en el LIMC, pero sí en los repertorios más anti-
guos de E. Hübner, Die antike Bild..., pág. 241, nº 558. J. Overbeck, Gr.
Kunstmyth..., págs. 504-5. S. Reinach, Répertoire ... vol. II, lám. 192, nº 5.
F. Brommer, Denkmälerlisten ..., vol. III, pág. 211, nº8.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Fig. 20: Relieve procedente de Argos, del s. III a.C.


Londres, Museo Británico.
Casa de Pilatos de Sevilla. Se introducen pequeñas variantes
en algunos relieves, como un árbol, una palmera, o incluso un
Eros que empuja al cisne.
Este esquema iconográfico sirvió también de inspiración
para otras versiones en las que se introducen variantes en la
postura de la pareja. El modelo, creado para un relieve, se
reprodujo también en esculturas de bulto redondo que presen-

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tan a Leda y el cisne de perfil, algo insólito en un grupo esta-


tuario173; nos referimos, en concreto, a las esculturas emplea-
das como pie de mesa174, cuya variante más notable es que el
cisne acerca el pico a los labios de Leda, quien intenta recha-
zarlo empujándole el cuello, aunque el gesto puede ser ambi-
guo y transformarse en caricia (fig. 21).
Con variantes similares o sin ellas, el modelo iconográfico se
reprodujo incansablemente en época romana en los más diver-
sos soportes: pinturas murales, mosaicos, relieves de sarcófagos,
platos, vasos, lámparas de terracota y gemas175.
El tercer tipo no puede calificarse como symplegma ya que
Leda se entrega al cisne sin ofrecer ninguna resistencia. La pos-
tura más frecuente es la de Leda recostada acogiendo al cisne
entre sus piernas flexionadas. Se encuentra en la misma varie-
dad de soportes que el tipo anterior176. El ejemplar más antiguo
es un anillo de oro del siglo IV a. C.177, pero sólo se convierte
en un modelo muy extendido a partir del siglo II a. C. y, sobre
todo, en época imperial romana178 (figs. 22 y 23).
Merecen una mención particular los relieves de sarcófagos
de época romana por las interpretaciones de las que han sido

173
Cf. H. Wiegartz, “Leda und der Schwan ...”..., págs. 168 -196.
174
Quíos, Museo 894. Venecia, Museo Arqueológico 30.
175
Cf. L. Kahil - N. Icard, “Leda”, ..., págs. 239 -241. H. Wiegartz, “Leda und
der Schwan... A. Dierichs, “Leda - Schwan ...
176
Cf. L. Kahil - N. Icard, “Leda”, ..., págs. 242 - 244.
177
Perteneciente a una colección privada de Gran Bretaña.
178
Cf. L. Kahil - N. Icard, “Leda”, ..., pág. 233. 245.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

objeto. Se ha querido ver


en ellos una alegoría neo-
platónica del amor divi-
no: el ser mortal amado
por Zeus sería aquí una
metáfora del alma huma-
na amada por el Ser
Supremo, que la saca de
su entorno material y la
lleva consigo179; en esta
idea cifraría sus esperan-
zas de una redención per-
sonal en el más allá quien
se había hecho esculpir el
sarcófago (fig. 24).
Pero el significado
escatológico atribuido a
tales representaciones es
bastante inseguro si se
tiene en cuenta que en Fig. 21: Pie de mesa con Leda y el cisne.
Museo Arqueológico de Venecia.
época romana era bastan-
te usual la decoración de sarcófagos con escenas míticas muy
diversas y que, en el caso que nos ocupa, los mismos tipos ico-
nográficos se empleaban en otros muchos soportes por mero
placer estético180. Además, no existe en los sarcófagos ningún
elemento que permita una interpretación escatológica, y los tex-
tos antiguos no ofrecen ninguna exégesis del mito de Leda en

179
Sigue esta interpretación, entre otros, E. R. Knauer, “Leda”..., pág. 32.
180
Cf. H. Wiegartz, “Leda und der Schwan...” ..., pág. 184.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Figs. 22: Anillo de oro (impresión) del s. IV a.C. Col. privada


de Gran Bretaña

Figs. 23: Lámpara de terracota del s. III d.C. Atenas,


Museo del Ágora

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

este sentido. La atribución de tal significado a los relieves de los


sarcófagos proviene de aplicarles también a ellos la interpreta-

Fig. 24: Ganimedes y el águila. Leda y el cisne. Dibujo del s. XVI sobre relieves
de un sarcófago romano hoy perdido.

ción que se ha dado, con argumentos más sólidos, al cuadro de


Leda pintado por Miguel Ángel181.

181
De igual manera se ha interpretado también el mito de Zeus y Ganimedes, así
mismo motivo ornamental de varios sarcófagos; en el frontal de uno de ellos
-hoy perdido pero conocido gracias a los dibujos que se sacaron de él en el
Renacimiento- estaban representados los mitos de Ganimedes y de Leda y el
cisne. Para el estudio de estos sarcófagos, cf. H. Sichtermann, “Leda und
Ganymed” ..., págs. 43 - 57. A partir del descubrimiento de A. Michaelis,
“Michelangelos ...” ..., págs. 33 - 43, de que el modelo iconográfico del cua-
dro de Leda de Miguel Ángel deriva de relieves de sarcófagos antiguos cono-
cidos en Roma durante el Renacimiento (pensamos que otra fuente de inspi-
ración para el artista pudieron haber sido las gemas talladas antiguas, muy
difundidas en su época), se ha pensado que Miguel Ángel, perteneciente a los
círculos neoplatónicos florentinos de su tiempo, captó su sentido escatológi-
co. Cf. E. Panofsky,Estudios ..., capítulos “El movimiento neoplatónico en
Florencia y el Norte de Italia” y “El movimiento neoplatónico y Miguel
Ángel”, págs. 189-319. E. Wind, Los misterios paganos ..., capítulo “Amor
como dios de la muerte”, págs. 155 - 171.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Para terminar ya el recorrido por el arte antiguo, no podemos


dejar de referirnos a representaciones muy tardías, y de factura
bastante tosca, en las que se sigue empleando el modelo icono-
gráfico que nos ocupa. Nos referimos, concretamente, a varios
relieves coptos del siglo V d. C. que se encuentran en el Museo
Copto del Cairo y en el Museo Greco-romano de Alejandría182
(fig. 25). En general, las abundantes obras de arte coptas con
motivos paganos son objeto de controversia porque, al haberse
hallado junto a otras obras de signo claramente cristiano, se
interpreta que provienen de la decoración de lugares de culto
cristianos. El problema principal para una interpretación defini-
tiva estriba en la dificultad de situar las piezas en un contexto
arqueológico y arquitectónico preciso, ya que no se extrajeron
de excavaciones sistemáticas.
A menudo, estas obras se han considerado como una reinter-
pretación cristiana de los mitos paganos. Dentro de esta tendencia,
se ha querido explicar el mito de Leda y el cisne, con el apoyo de
un texto apócrifo copto que cuenta que Ana concibió a la Virgen
después de que una paloma celestial se posara sobre sus labios,
como la imagen de la Inmaculada Concepción. El motivo que
induciría a establecer una relación semejante sería que las repre-
sentaciones de Leda y el cisne de épocas paganas eran la única
referencia iconográfica conocida por los artistas183. Pero otros crí-
ticos, al no existir garantías de que tales obras procedan de iglesias,
postulan que pertenecían a ambientes paganos próximos a los cris-
tianos. Una posibilidad, entre otras, es que provengan de necrópo-

182
Cf. L. Kahil - N. Icard, “Leda”, ..., pág. 243.
183
Cf. J. Lauzière, “Le mythe de Léda ...” ..., págs. 38 - 46.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

lis en las que se enterraban tanto cristianos como paganos; estos


últimos seguirían decorando sus sarcófagos con escenas míticas
que gozaban ya de una tradición secular184.

Fig. 25: Relieve copto del s. V d.C., procedente de Ahnas. Alejandría,


Museo Greco-romano.

Creemos, por nuestra parte, que no debería descartarse el


empleo de tales representaciones por parte de los cristianos, al
menos en la decoración de sus casas o incluso de sus sarcófagos;
los bellos relieves mitológicos representados en éstos desde
hacía siglos, podrían haber producido en algunos cristianos el
deseo de adquirir otros similares en los que descansar tras la

184
Cf. H. Torp, “Leda Christiana...”...

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

muerte. También ellos podrían gozar con la contemplación y la


posesión de representaciones artísticas de tema mítico, a pesar de
la condena de Clemente de Alejandría del empleo de cuadros
para decorar las casas y de anillos en cuyo sello figuraban esce-
nas inmorales como la de Leda y el cisne185. Es evidente que no
todos los cristianos compartían su opinión, ya que al menos el
uso de gemas antiguas con temas míticos “inmorales” pervivió
durante la Edad Media y llegó hasta el Renacimiento186 (fig. 26).

185
Clem. Al., Protréptico, 4, 60, 2.
186
E. R. Knauer, “Leda”..., pág. 13 n. 14, cita el caso de un archidiácono que,
en el año 1189, usaba como sello un anillo con una gema tallada en la que
figuraban Leda recostada y el cisne.

87
88
CARLOS ALCALDE MARTÍN

Fig. 26: Camafeo romano en ónice. Nápoles, Museo Nacional.


En 1471 pertenecía a la colección de Lorenzo de Medici y
después a la de Clemente VII y los Farnesio.
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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

EPÍLOGO

Hemos visto cómo fue evolucionando el mito de Leda en la


Antigüedad. Sin embargo, a pesar de las numerosas versiones y
testimonios de la literatura y el arte, el contenido de su leyenda
que se ha transmitido es tan escaso que podría resumirse en unas
pocas frases.
El origen de la leyenda permanece en la oscuridad187 y, a
falta de datos seguros, sólo se pueden aventurar hipótesis más o
menos verosímiles.
La figura mítica de Leda debe su relevancia a su impor-
tante descendencia, sobre todo los Dioscuros y Helena, y al
amor de Zeus. Ser la madre de aquéllos y la receptora del
amor de Zeus es su único papel en el mito. Como personaje
pasivo, carece de actuación propia y está vinculada a sus hijos
únicamente en el momento de su nacimiento; éstos tienen sus
propias leyendas en las que no interviene Leda, y sólo en las
representaciones artísticas figura ocasionalmente en escenas
en las que los hijos son protagonistas.

187
Así también Eitrem, “Leda” ..., col. 1120, quien considera así mismo difí-
cil de explicar el origen de la asociación de Zeus con un cisne, ave rela-
cionada más bien con Apolo y Afrodita.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Esta carencia de personalidad definida encaja bien con la


posible etimología de su nombre a partir del licio lada, “mujer”
o “esposa”; suponiendo que tal fuera el significado de su nom-
bre, Leda representaría sólo a un ser femenino primordial, sin
más especificación, apropiada como madre de divinidades muy
antiguas y unidas (al menos Helena) a otro elemento primordial,
el huevo. Es posible, por tanto, que Leda, como personaje espe-
cífico del mito, tenga su origen en las leyendas de sus hijos.
Las creencias religiosas y las leyendas vinculadas a ellas se
transformarían con el paso del tiempo y los cambios étnicos y cul-
turales; cuando el mito de Leda entra en la literatura, su origen ya
está olvidado pero, como restos de él y de las modificaciones que
se le han ido añadiendo, quedan las variantes locales, las oscila-
ciones y las contradicciones. Por eso podemos decir, citando a
Severyns188, que estamos ante una “légende embrouillé”.
Como madre de los Dioscuros, la literatura menciona a Leda
una y otra vez, y por el mismo motivo es merecedora de figurar
en el catálogo de las almas de muertos ilustres que contempla
Odiseo en su descenso al Hades189. También se la menciona a
menudo como madre de Helena y de Clitemnestra.
Pero, aparte de algunas referencias a la genealogía de Leda y
a las circunstancias en las que se produjo su matrimonio, única-
mente se narran dos momentos de su leyenda. Uno es el naci-
miento de sus tres (o cuatro) hijos más célebres, en partos dis-
tintos según las versiones más antiguas, y en el mismo según las

188
Le cycle épique..., pág. 267.
189
Odisea XI 298 - 303.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

más tardías. Primero se vincula sólo al nacimiento de Helena el


elemento portentoso del huevo, y más adelante también al de los
Dioscuros, e incluso al de Clitemnestra, cuando se supuso que
todos nacieron a la vez.
El otro momento narrado es la unión de Leda con Zeus
metamorfoseado en cisne. En las primeras versiones, el único
fruto de esa unión fue Helena; pero después se incluyó tam-
bién a Pólux, cuando el motivo del nacimiento del huevo se
extendió a los otros hermanos. Desde que hizo su aparición en
la literatura, el episodido de la unión amorosa de Zeus y Leda
eclipsó a las otras partes de la leyenda, que sólo seguían apa-
reciendo esporádicamente.
Las representaciones artísticas ofrecen, en líneas generales,
una evolución del mito paralela a la que observamos en la lite-
ratura, aunque también complementan o aclaran versiones que
se nos han transmitido de forma deficiente en los textos y aña-
den detalles de forma exclusiva. Quizás aún más que los escri-
tores, los artistas se sintieron fascinados y atraídos por la insóli-
ta unión sexual de una mujer con un cisne y, una generación tras
otra, repitieron la escena con la variedad que les inspiraba su
fantasía. A la imagen de tal unión y su extravagante erotismo
debe Leda la inmensa popularidad de la que gozó y sigue gozan-
do su leyenda hasta nuestros días.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

ÍNDICE DE AUTORES* Y ARTISTAS ANTIGUOS Y


MODERNOS CITADOS

Agorácrito (escultor): 37.


Ahrens: 31.
Alceo: 16, 18.
Alcmán: 10, 16.
Allen: 16, 28, 30-32.
Alsina: 17, 19.
Álvarez - Iglesias: 49.
Antífilo: 43.
Antología Palatina: 45.
Apolodoro: 10, 11, 17, 35, 36, 46, 57.
Apolonio de Rodas: 10.
Aristófanes: 39, 24, 42.
Ateneo: 28, 47, 48.
Ausonio: 46.

* Incluimos también los títulos de las obras cuyo autor no se menciona. No


se incluyen los escolios.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Bergk: 16.
Bernabé: 10, 16, 27, 28, 30-33.
Bethe: 19, 20, 22, 31, 32, 37.
Boccaccio: 49, 50, 71.
Brandenstein: 20.
Brommer: 53, 79.

Calímaco: 37.
Chamay: 71.
Chantraine: 21.
Chapouthier: 6, 19, 22, 55, 60, 62, 64, 66.
Cicerón/Tulio: 48, 49.
Ciprias: 16, 27, 28, 31-33, 35-38, 40, 41, 43, 58, 59, 61, 67.
Clearco de Solos: 48.
Clemente de Alejandría: 32, 50, 87.
Cornelis Bos (pintor): 70.
Cratino: 34-37, 42.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Crönert: 33.

Dierichs: 71, 81.


Diodoro de Sicilia: 48.
Dionisio I: 51, 64.

Eitrem: 21, 22, 38-40, 53, 89.


Ennio: 49.
Epifanio: 50.
Eratóstenes: 18, 36.
Estasino: 27, 30.
Estesícoro: 23, 26, 39.
Estrabón: 11.
Eubulo: 52.
Eumelo: 10.
Eurípides: 9, 12, 16, 18, 22, 24-27, 43, 70, 76.
Eusebio de Cesarea: 48.
Eustacio: 31, 47, 48.
Evémero: 48.
Exequias (pintor): 54.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Ferecides: 10.
Filodemo: 32.
Focio: 21.
Fulgencio: 51.

Gorgias: 23.

Haussleiter: 39.
Hecker: 31.
Helánico: 11.
Hermary: 54.
Herter: 32, 35, 37-40.
Hesíodo: 12, 15, 22, 23, 28.
Hevesy: 70.
Higino: 18, 32, 35, 46, 62, 73.
Himnos homéricos: 15, 18.
Höfer-Bloch: 53.
Homero: 13, 14, 17, 23, 38.
Homilías Clementinas: 18, 33, 43, 50.
Horacio: 46.
Hübner: 79.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Huxley: 31.

Jacoby: 10, 11.


Johannowsky: 62.
Jouan: 14, 23-26, 31, 37.
Juan de Valencia: 50.
Justino: 50.

Kahil-Icard: 40, 55, 57, 59, 60, 65, 68, 69, 71, 73, 75, 76, 79,
81, 85.
Karanastassi: 37, 59.
Kassel-Austin: 34, 52.
Kerényi: 14, 28, 31, 38, 41.
Knauer: 71, 75, 82, 87.
Kock: 42.
Kolf: 19-21.
Krauskopf: 60, 63, 71.

Lactancio: 42, 49.


Lauzière: 85.
Leonardo da Vinci (pintor): 70, 75.
Licofrón: 46.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Lobel-Page: 16, 18, 34.


Luciano: 17, 46.
Luppe: 32, 33.

Malalas: 48.
Meineke: 30, 31.
Merkelbach-West: 12, 15, 22, 23.
Michaelis: 84.
Miguel Ángel (pintor): 70, 84.
Mustilli: 60.

Neocles de Crotona: 47.


Nicómaco: 64.

Overbeck: 53, 75, 79.

Page: 11, 23, 39.


Paléfato: 48, 50.
Panofsky: 84.
Pausanias: 11, 36, 38, 43, 58.
Píndaro: 16, 17, 19.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Plinio: 79.
Plutarco: 40, 47, 53.
Preller: 21, 36, 40.
Proclo: 28.
Puma: 68.

Reinach: 53, 79.


Rig-Veda: 19.
Rossbach: 40.
Ruiz de Elvira: 25, 27, 32, 46.

Safo: 34.
Servio:46.
Severyns: 26, 39, 90.
Sichtermann: 84.
Sófilo: 52.
Sófocles: 64.
Stoll: 40, 53.

Talavera: 50.
Talo (pintor de): 55.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Teodoreto: 50.
Timoteo (escultor): 77.
Torp: 86.
Tzetzes: 18.

Wiegartz: 81, 82.


Wind: 84.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

ÍNDICE DE PERSONAJES MITOLÓGICOS E HISTÓRICOS


Y DE LUGARES CITADOS**

Acaya: 48.
Afareo: 11.
Afidna: 55, 57.
Afrodita: 22, 23, 32, 59, 73, 75, 89.
Agamenón: 12, 22, 59.
Alcmena: 41.
Altea: 10, 11.
Ana: 85.
Andrómaca: 25.
Apolo: 89.
Aquiles: 54, 59.
Arcadia: 12.
Ares: 17.

** No se incluyen los nombres de Leda y Zeus debido a su continua apari-


ción en el texto. Tampoco se incluyen los nombres de lugar en los que se
encuentran o de donde proceden las obras de arte.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Aspasia: 35.
Asvins: 19.
Atenas: 25, 27.
Atenea: 17, 66.
Áyax: 54.

Beocia: 77.

Calidón: 11.
Cástor: 13-18, 20, 30, 46, 48, 49, 51, 54, 57, 68-70.
Cicno: 48.
Clitemnestra: 12, 17, 18, 22, 46, 62, 70, 90.
Cnoso: 49.
Creta: 49.
Cronida: 15, 45.

Demeter: 39.
Deidamía: 10.
Deyanira: 11.
Dioniso: 39.
Dioscuros: 9, 11-22, 24, 27, 30, 31, 33, 37, 43, 46, 49, 54, 55,
57, 59-61, 64, 66, 68, 70, 89-91.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Ederión: 48.
Egisto: 22.
Electra: 26.
Eros: 73, 80.
Esparta: 11, 19-22, 43.
Etolia: 10, 11.
Etra: 57.
Euritémide: 10.
Eurotas: 43, 45, 48, 69.

Febe: 12.
Fileo: 22.
Filónoe: 12.

Ganimedes: 84.
Gemelos (constelación): 18.
Glauco: 10.

Hades: 14, 90.


Hefesto: 66.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Helena: 9, 12, 14, 17, 18, 21-28, 30-43, 46-48, 51, 54, 55, 57-
62, 64-70, 76, 89-91.
Helios: 21.
Hera: 11, 14.
Heracles: 11, 41.
Hermes: 35, 60, 62, 63, 67.
Hipocoonte: 11.

Icario: 11.
Inmaculada Concepción: 85.

Júpiter: 49, 50.

Lacedemonia: 10, 11.


Laofonte: 10.
Leonté: 21.
Leucípides/hijas de Leucipo: 12, 19, 43.

Meleagro: 11.
Menelao: 22, 57, 59.
Mesenia: 11.
Micenas: 12.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Mnesinoe: 40.
Moliónidas: 39.
Momo: 28.
Musas: 15.

Némesis: 14, 25, 27, 28, 30-42, 46, 57-61, 64, 67-70, 72, 73.
Noche: 28.

Odiseo: 14, 57. 90.


Olimpo: 17, 19.
Orestes: 26.

Pan y Olimpo: 79.


Pandora: 40.
Pantidiya: 10.
Paris: 59.
Pefnos: 11, 16.
Peleo: 39.
Peloponeso: 35.
Pericles: 35.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

Perséfone: 32.
Pirro: 59.
Pleurón: 10, 11.
Pólux/Polideuces: 13-18, 20, 30, 46, 48, 49, 51, 54, 57, 68-70,
91.
Posidón: 39.

Ramnunte: 28, 36, 37, 57-59, 64.

Sísifo: 10.
Sueño: 73.

Taigeto: 15, 43.


Talamas: 11.
Terapna: 19.
Teseo: 55, 57.
Testio: 10, 11.
Tetis: 28, 39.
Tifón: 39.
Timandra: 12, 22.
Tindáreo: 9, 11-13, 16, 17, 20-26, 30, 36, 37, 46, 52, 54, 55, 57-
61, 63, 64, 66.

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

Tindáridas: 13, 15, 16, 20, 24.


Troya: 28, 59.

Venus: 49.
Virgen (María): 85.

Zagreo: 32.

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

ÍNDICE GENERAL

PREFACIO de Aurelio Pérez Jiménez..................................1

INTRODUCCIÓN................................................................5

PRIMERA PARTE:
EL MITO DE LEDA SEGÚN LAS FUENTES LITERA-
RIAS...........................................................................................9
1. Genealogía.......................................................................10
2. Matrimonio......................................................................11
3. Descendencia...................................................................12
1. Los Dioscuros..........................................................12
2. Helena......................................................................21
4. ¿Némesis o Leda?............................................................27
5. Leda y el cisne.................................................................43

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CARLOS ALCALDE MARTÍN

6. Otras versiones e interpretaciones...................................47


7. Versiones perdidas...........................................................51

SEGUNDA PARTE:
EL MITO DE LA LEDA EN LAS REPRESENTACIONES
ARTÍSTICAS DE LA ANTIGÜEDAD...................................53
1. Leda y Tindáreo con sus hijos.........................................54
1. Los Dioscuros..........................................................54
2. Helena......................................................................55
2. Leda en el nacimiento de Helena....................................58
3. El nacimiento de los Dioscuros y de Helena..................68
4. Leda y el cisne.................................................................70
1. Cerámica..................................................................71
2. Escultura (y otras artes)...........................................73

EPÍLOGO............................................................................89

BIBLIOGRAFÍA................................................................92
ÍNDICE DE AUTORES Y ARTISTAS ANTIGUOS Y
MODERNOS CITADOS.........................................................96
ÍNDICE DE PERSONAJES MITOLÓGICOS E
HISTÓRICOS CITADOS......................................................104

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EL MITO DE LEDA EN LA ANTIGÜEDAD

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