Características Del Código Agrario de 1934
Características Del Código Agrario de 1934
Características Del Código Agrario de 1934
ASIGNATURA
DERECHO AGRARIO
TITULAR
LIC. RODOLFO RAFAEL CARRILLO OLEA
ALUMNO
RAMIRO JESUS MORENO CASTRO
MATRICULA
351725
Introducción
La segunda vez, las propiedades que se habían fraccionado al paso de los años, fueron
“acaparadas por los banqueros de la época o el clero; cuyos bienes fueron tan cuantiosos
que el Barón de Humboldt estimó que ascendían a las 4/5 partes de la propiedad territorial,
y posteriormente, Lucas Alamán juzgaba que no representaban menos de la mitad del total
de los bienes raíces del país”.
Para el ser humano, desde siempre la tierra ha sido un factor de disputa; y, de hecho,
muchas de las guerras y revoluciones han sido para posesionarse o defender regiones, y los
pueblos americanos no fueron la excepción, ya que con la conquista los colonizadores
buscaban apropiarse de las riquezas descubiertas, incluyendo la tierra, y por su parte los
pueblos sometidos buscaban defender sus territorios. En el transcurso de los siglos, no sólo
se dio un proceso de monopolización de la tierra, sino también del aprovechamiento de los
recursos naturales: maderas, resinas, gomas, aguas, y mediante las actividades de caza,
pesca y minería, principalmente. En los años previos a la Revolución de 1910, hubo muchos
decretos y leyes relacionados con el tratamiento que debía darse a la propiedad y uso de
las tierras, iniciativas promovidas por los presidentes en turno.
A principios del siglo XX, la concentración de la tierra se dio mediante la figura de la hacienda
o el rancho, los cuales fueron las principales formas de explotación agropecuaria. Para el
año de 1910, existían 8431 haciendas y 48 633 ranchos, es decir, 57 064 propiedades; pero
96 por ciento de los jefes de las familias rurales no poseían tierra alguna. Para que alguien
se considerara acreedor al título de hacendado, debía poseer una finca de cientos de
kilómetros cuadrados; si no, era apenas un ranchero. Una propiedad de 1000 o 2000
hectáreas se llamaba rancho, mientras que la designación de hacienda correspondía a
extensiones mucho mayores.
La Ley Agraria
El 6 de enero de 1915, Venustiano Carranza expide la Ley Agraria, redactada por Luis
Cabrera, con la cual se trata de dar solución a la carencia de tierras reconstituyendo los
ejidos. Consta de nueve considerandos, doce artículos y un transitorio. El primer
considerando señala:
“Que una de las causas más generales del malestar y descontento de las poblaciones
agrícolas del país, ha sido el despojo de los terrenos, de propiedad comunal o de
repartimiento, que les habían sido concedidos por el gobierno colonial como medio
de asegurar la existencia de la clase indígena, y que […] quedaron en unos cuantos
especuladores.”
En ese sentido, el sexto considerando apunta que “es palpable la necesidad de devolver a
los pueblos los terrenos de que han sido despojados, como un acto de elemental justicia y
como la única forma efectiva de asegurar la paz y de promover el bienestar y mejoramiento
de nuestras clases pobres”.
Para tal fin, como se menciona en el artículo 4º de la Ley Agraria, se creó la Comisión
Nacional Agraria, que tenía como misión organizar comisiones locales estatales integradas
por comités particulares ejecutivos, de manera que las solicitudes de restitución y dotación
serían presentadas a las autoridades políticas o militares, mismas que las turnarían a las
comisiones locales y éstas a los comités para que procediera la entrega. También
dictaminaría sobre la legitimidad y pertinencia de los casos, para que el Ejecutivo sancionara
las dotaciones y expidiera los títulos respectivos.
Tras la expedición de la Ley Agraria, y una vez que Álvaro Obregón derrota, primero, a las
tropas convencionistas y luego a las villistas, el primer jefe del Ejército Constitucionalista
retorna a la ciudad de México y convoca desde ahí, el 14 de septiembre de 1916, a un
Congreso Constituyente a realizarse en Querétaro, que tendría la encomienda de modificar
la Constitución de 1857. El Congreso quedó formalmente instalado el primero de diciembre
de 1916, y la nueva Constitución se expediría dos meses más adelante, a diferencia de su
predecesora.
El artículo 27 constitucional, en su texto hoy vigente, aborda los temas relacionados con la
propiedad de la tierra y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional.
Asimismo, establece que:
“La nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las
modalidades que dicte el interés público, así como el de regular, en beneficio social, el
aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, con objeto de
hacer una distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su conservación, lograr el
desarrollo equilibrado del país y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población
rural y urbana.”
También estipula que se dictarán las medidas necesarias para fraccionar los latifundios;
para desarrollar la pequeña propiedad rural; para disponer la organización y explotación
colectiva; para fomentar las actividades económicas en el sector rural; y para evitar la
destrucción o sobreexplotación de los recursos naturales.
Además, afirma que la Ley “protegerá la tierra para el asentamiento humano y regulará el
aprovechamiento de tierras, bosques y aguas de uso común y la provisión de acciones de
fomento necesarias para elevar el nivel de vida de sus pobladores” y que “dentro de un
mismo núcleo de población, ningún ejidatario podrá ser titular de más tierra que la
equivalente al 5 por ciento del total de las tierras ejidales”.
También será considerada como pequeña propiedad, “la superficie que no exceda por
individuo de ciento cincuenta hectáreas cuando las tierras se dediquen al cultivo de
algodón, si reciben riego; y de trescientas, cuando se destinen al cultivo del plátano, caña
de azúcar, café, henequén, hule, palma, vid, olivo, quina, vainilla, cacao, agave, nopal o
árboles frutales”.
Es importante señalar que el Estado no sólo hizo un ejercicio de dotación de tierras, sino
que, en la fracción XX del artículo 27 constitucional, se determinó como asunto de interés
público que aquél:
En los años siguientes, se expidieron diversas leyes de restitución y dotación de tierras. Sin
embargo, en 1934, de forma paralela a la primera reforma al artículo 27 constitucional en
la materia, el presidente Abelardo L. Rodríguez expidió el Código Agrario de 1934;
posteriormente hubo dos códigos más, el de 1940 y 1942. Cabe mencionar que su nombre
lo adquieren por el año de su expedición, y no necesariamente por el de su entrada en vigor.
La Codificación agraria
La reforma al Artículo 27 fue promovida por el presidente interino Abelardo Rodríguez Luján
(1932-1934), quien se apegó al Plan Sexenal delineado por el Partido Nacional
Revolucionario,39 para incentivar, fomentar y fortalecer la reforma agraria en el país. El
decreto fue firmado el 30 de diciembre de 1933 y publicado en el Diario Oficial el 10 de
enero de 1934.
El Código Agrario del 22 de marzo de 1934, promulgado por el presidente sustituto Abelardo
L. Rodríguez, en Durango, era en estricto apego al llamado Plan Sexenal establecido por el
PNR (Partido Nacional Revolucionario). En el documento compuesto por 178 artículos, más
siete transitorios, distribuidos en 12 títulos y 22 capítulos, pretendían compilarse,
enmendarse y completarse todas las disposiciones jurídicas que, en materia agraria estaban
vigentes, sobre todo en lo concerniente a las recientes enmiendas al Artículo 27
constitucional.
En el caso de los fraccionamientos simulados de las haciendas, argucia legal muy socorrida,
serían declarados simulados e inexistentes si dos o más fracciones seguían en propiedad del
mismo dueño, si dos o más fracciones eran administradas por una misma persona, cuando
no hubiese deslinde y señalamiento de divisiones claramente señalados, y cuando los
fraccionamientos se hicieran en fecha posterior a la solicitud de dotación de algún núcleo
de población. Estos argumentos fueron claves a la hora de los repartos, pues casi todos los
hacendados recurrieron a estos fraccionamientos que, tras las investigaciones, las
autoridades terminaron calificándolos de simulados y procedía el reparto real.
Se declararon inafectables las fincas menores de 150 hectáreas de terrenos de riego, o sus
equivalentes (300 de temporal, que se reducirían a 200 o 100 si había núcleos de población
peticionaria en el radio de siete kilómetros y no hubiese más tierras), y las fincas de 300
hectáreas ocupadas en plantaciones como plátano, café, cacao, árboles frutales y henequén
(con opción de 150 hectáreas plantadas y 150 para posibles ampliaciones). Por solicitud
expresa, el presidente de la República, previa consulta con la Secretaría de Agricultura y del
Departamento Agrario, podía conceder el beneficio de la inafectación a fincas destinadas a
la ganadería por un término de hasta 25 años.
El Código concluía derogando “todas las leyes, decretos, circulares y demás disposiciones
expedidas en materia agraria con anterioridad a este Código, así como las que se opongan
a su aplicación”. Con ello se daba carpetazo a las innumerables y enredosas disposiciones
que existieron entre 1915 y 1934, muchas de las cuales se contraponían, pero eran
aplicables y estuvieron vigentes de forma paralela, o al cúmulo de circulares de la Comisión
Nacional Agraria que pretendía enmendar errores detectados en leyes, decretos y
reglamentos. En lo sucesivo, todo dependería del Código Agrario: una sola ley para regir los
destinos del campo mexicano.
El Código Agrario de los Estados Unidos Mexicanos expedido por el presidente Abelardo L.
Rodríguez, el 22 de marzo de 1934, publicado el 12 de abril del mismo año, establece como
autoridades agrarias al presidente de la República; al Departamento Agrario, que sustituyó
a la Comisión Nacional Agraria; a los gobernadores de las entidades federativas; a las
comisiones agrarias mixtas, antes comisiones locales agrarias; a los comités ejecutivos
agrarios, antes comités particulares ejecutivos, y a los Comisariados Ejidales.
Introduce como nueva vía de reparto agrario la creación de nuevos centros de población
agrícola, un procedimiento uninstancial, pues sólo requería de la opinión de las comisiones
agrarias mixtas y de los gobernadores de los estados, y previo dictamen del Cuerpo
Consultivo Agrario, elevado éste a resolución del presidente de la República. Reglamenta la
operación del Registro Agrario Nacional y establece que las inscripciones realizadas en esta
institución y las constancias que expidiera funcionarían como prueba plena en juicio y fuera
de él.
Declara imprescriptibles e inalienables los derechos sobre los bienes agrarios de los núcleos
de población, calificando de inexistentes las operaciones, actos o contratos que se
pretendieran llevar a cabo en contravención a dicho precepto; la integración, elección,
remoción y funciones de los comisariados y consejos de vigilancia de los núcleos agrarios;
el fraccionamiento y adjudicación de las tierras de uso individual, así como el orden de
preferencia para la asignación de parcelas; las modalidades de la propiedad de los bienes
agrarios; los casos y causales para la expropiación de tierras de propiedad social; la
suspensión y privación de derechos de los ejidatarios, y la organización de los mismos para
el mejor aprovechamiento de sus recursos, del fondo común y de los productos de las
expropiaciones.
Fue el primer Código Agrario en México, creado en marzo de 1934, durante el gobierno de
Abelardo L. Rodríguez, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 12 de abril del
mismo año, mediante el cual se reúne en forma ordenada y coherente los antecedentes de
los diversos ordenamientos agrarios expedidos a la fecha, eliminado con ello, la dispersión
de las disposiciones agrarias, facilitando su aplicación. Se conservo, en parte, la estructura,
el espíritu, y la letra de la Ley de Dotaciones y Restituciones de tierras y aguas, a la cual
derogo este código de 1934 y se consideraron los puntos esenciales de las Leyes y Decretos
que, a partir de la reforma de la Ley de enero de 1915, modificaron profundamente la
legislación y la política agraria.
Opinión personal.
Se distingue este código de 1934 por la creación los distritos ejidales, puesto que señaló en
ellos la posibilidad de resolver el problema agrario con un criterio económico. Permite la
aportación de pruebas en el procedimiento agrario; la vinculación entre los programas de
colonización y las acciones dotatorias; el reconocimiento de los peones como sujetos de la
dotación de tierras, y la división de las tierras ejidales en parceladas y de uso común.
Aunque no es producto se un a depurada técnica legislativa e históricamente proviene por
la necesidad de evitar los brotes de levantamientos cristeros contrarios a las reformas
agrarias, considero este código como una excelente pieza legislativa que respondió en
buena manera a solventar los problemas agrarios de la época.