Comunicado. María Corina-Operación de Fuerzas Concertadas
Comunicado. María Corina-Operación de Fuerzas Concertadas
Comunicado. María Corina-Operación de Fuerzas Concertadas
Por cada minuto que pasa, Venezuela profundiza dramáticamente su ya agobiante condición
de Estado fallido: ausencia total de Estado de Derecho, pérdida incremental del control sobre el
territorio y la imposibilidad absoluta de garantizar un mínimo de seguridad humana en cualquiera de
sus dimensiones.
Nuestra nación atraviesa horas tan oscuras como peligrosas. El efecto acertado de las
sanciones internacionales ha reducido las fuentes de financiamiento a las operaciones criminales de
narcotráfico, contrabando de combustible y oro, lo cual ha exacerbado la lucha por el control territorial
de las zonas donde se desarrollan estas actividades. En distintas zonas del país, bandas criminales
se valen de los momentos de incertidumbre y de conmoción para consolidarse.
Estos grupos aprovechan al máximo las dificultades por las que atraviesa el régimen que
otrora los incentivó y los protegió. Aunado a las profundas carencias de los venezolanos y a las
vicisitudes acrecentadas por la pandemia y el confinamiento, toman ventaja de la descomposición
del régimen para someter a la población civil, para desafiar su autoridad y asumirse como tal en sus
respectivas zonas. En medio de una carrera armamentista entre bandas, se desarrolla una demencial
guerra a muerte por la expansión de sus territorios, con el consecuente riesgo a la vida de miles de
ciudadanos inocentes.
En el caso de las áreas urbanas, como Caracas, estamos viendo una batalla campal en
varias zonas populares. En Petare, uno de los barrios más grandes de Latinoamérica, con más de
medio millón de habitantes y cientos de barriadas, desde finales de abril los ciudadanos viven en
absoluta zozobra por el enfrentamiento entre bandas delictivas que han tomado el control de la zona
ante la ausencia de gobierno y con unas fuerzas represoras del régimen que se han visto
sobrepasadas en su intento de frenar a estos grupos, trayendo como resultado la profundización de
las violaciones a los derechos humanos al caer inocentes en estas operaciones. Esta dinámica se
repite en otras ciudades de Venezuela, donde dichos grupos operan a sus anchas.
Mientras el régimen hace creer que puede contener a estas bandas, genera el efecto
contrario, porque éstas saben que el mismo no posee las herramientas para frenarlas, no sólo porque
por años les permitieron actuar sin límite, sino porque las fuerzas del régimen hoy no representan
una amenaza para ellas. Más grave aún, los colectivos armados (grupos paramilitares creados por
el régimen con fines de represión política) han comenzado a asociarse con sectores militares para
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hacerse del contrabando de combustible, ampliar sus zonas de control y, en el camino, aterrorizar y
matar ciudadanos que hoy protestan en las calles por el hambre y la falta de servicios.
Los Estados miembros del TIAR cuentan con la legitimidad para actuar con la urgencia que
este caso amerita y articular los aspectos de seguridad, control del territorio y desarme en una
operación de paz, que podría contar con la OEA, la ONU y el resto del Sistema Interamericano para
lo concerniente a salud, alimentación, reconstrucción de la infraestructura, vigilancia de los derechos
humanos, asesoría y observación electoral. Los venezolanos hemos apelado y seguiremos apelando
a todos los medios de lucha para rescatar nuestra soberanía, nuestra libertad y el Estado de
Derecho.