Texto 1
Texto 1
El gobierno liberal restableció gran parte de las reformas de Cádiz: la supresión de señoríos
jurisdiccionales y mayorazgos, de los gremios, de las aduanas interiores, desamortizaciones de
tierras de monasterios, abolición de la Inquisición… También crearon la Milicia Nacional,
cuerpo de voluntarios de clases medias urbanas que garantizaban el orden y defendían las
reformas constitucionales.
Todo esto llevo a que los liberales se enfrentaran entre ellos dividiéndose. El sector de los
moderados (Martínez de la Rosa, Argüelles, ...) fueron partidarios de reformas prudentes y de
no tener la oposición del rey y la nobleza. Pero el sector de los exaltados (Riego) querían
acelerar las reformas y eran partidarios del enfrentamiento.
Europa estaban en contra del liberalismo, y habían creado la Santa Alianza en 1815 para evitar
su extensión y en el Congreso de Verona de 1822 se acordó la intervención en España de un
ejército francés para restaurar a Fernando VII en el poder absoluto. En abril de 1823 se produjo
la invasión del ejército “Los Cien Mil Hijos de San Luis” que logro restaurar el absolutismo.
Entonces volvió la represión y el exilio de los liberales, pero se llevó a cabo una política más
moderada, sin el restablecimiento de la Inquisición y con reformas de hacienda ante las
dificultades económicas.
El régimen tuvo dos oposiciones. Por un lado, los liberales, con pronunciamientos fallidos y por
otro, la de los intransigentes dentro del grupo absolutistas que se agrupó en torno a Carlos
María Isidro, hermano de Fernando VII.
En 1830 con la enfermedad de Fernando VII se planteó el problema de la sucesión al trono. Por
la Ley Sálica, no podía acceder al trono una mujer. El rey publicó la Pragmática Sanción, que
Carlos IV había promulgado, pero no había llegado a publicar, por lo que no tenía valor jurídico.
Carlos María Isidro no reconoció su validez y se proclama heredero al trono.
Antes de morir Fernando VII proclamó heredera a su hija Isabel, bajo la regencia de la reina
Gobernadora Mª Cristina. Los liberales apoyaron esta decisión (isabelinos). Carlos María Isidro
contaba con el apoyo de los sectores más absolutistas (carlistas). Da comienzo la I guerra
carlista (1833-1837)