Cinco Solas Importantes en Apologética
Cinco Solas Importantes en Apologética
Cinco Solas Importantes en Apologética
Los protestantes originales no fueron así. Ellos no eran guiados por la cultura de la
época. Se pusieron bajo la autoridad de las Escrituras y se ajustaron a sus
mandatos. Se apoyaron en las promesas de Dios y se dedicaron a conocer,
obedecer y predicar la verdad. Así lograron que la iglesia influyese sobre la
sociedad en lugar de que la sociedad influyeran sobre la iglesia.
Siempre han habido, aun entre los protestantes más puros, algunas divisiones y
controversias. Sin embargo, entre los verdaderos protestantes, estas controversias
han girado alrededor de cosas no-esenciales. Pero en las cosas esenciales ha
habido unidad.
Estas cinco "solas" expresan los principios que guían al verdadero protestantismo.
(Estos lemas eran expresados en Latín pues este era el lenguaje académico de la
época; por eso se les conoce históricamente como las "Solas=Sólo").
Del mismo modo, la Confesión Belga (1561) estableció: “Creemos, que esta Santa
Escritura contiene de un modo completo la voluntad de Dios, y que todo lo que el
hombre está obligado a creer para ser salvo se enseña suficientemente en ella…
Tampoco está permitido igualar los escritos de ningún hombre (a pesar de lo
santos que hayan sido) con las Divinas Escrituras, ni la costumbre con la verdad de
Dios (pues la verdad está sobre todas las cosas), ni el gran número, antigüedad y
sucesión de edades o de personas, ni los concilios, decretos o resoluciones;
porque todos los hombres son de suyo mentirosos y más vanos que la misma
vanidad. Por tanto, rechazamos de todo corazón todo lo que no concuerda con esta
regla infalible…” (VII).
En lugar de adaptar la fe cristiana para satisfacer las necesidades que sienten los
consumidores, debemos proclamar la Palabra de Dios como única medida de
verdadera virtud y el evangelio como el único mensaje de verdad salvadora. La
verdad bíblica es indispensable para el entendimiento, alimento y disciplina de la
Iglesia.
Salmo 119:18; Salmo 138:2; 2 Timoteo 3:16-17; Hechos 17:11; Gálatas 1:8; 2
Corintios 4:2; Romanos 1:16; 2 Timoteo 4:2-4; 2 Timoteo 2:15; 1 Timoteo 6:3,4.
Este lema define el origen y el objeto central de la fe cristiana. Los protestantes
se opusieron a exaltar cualquier cosa que no fuera la suficiencia de Cristo.
Ningún ritual. institución o individuo puede ni debe ser motivo de confianza
sino Cristo. Ningún proyecto, visión o necesidad debe competir por el lugar
primario de Cristo en la iglesia. Ninguna filosofía, ideal o argumento debe ser
predicado en la iglesia que no exalte a Cristo y su muerte en la cruz por el pecado
de los hombres. Tenemos fe en Cristo, no fe en la fe, o en las oraciones, o en la
iglesia, en los lideres o en las instituciones. Solo Cristo es digno de confianza
pues Él es el único salvador y el autor y consumador de nuestra fe. Solo en Él
estamos completos.
1 Timoteo 2:5,6; Colosenses 1:13-120; 1 Corintios 1:13, 30, 31; Gálatas 1:9; Gálatas
5:4; Romanos 1:16; Colosenses 2:10; 1 Juan 1:7.
Este lema define el fundamento sobre el cual Dios acepta a los hombres. La gracia
es lo contrario a salario o compensación. Cualquier cosa que una persona
merezca o se haya ganado por su mérito o esfuerzo es compensación. Pero la
gracia no tiene que ver nada con méritos personales.
La gracia solo la puede disfrutar gente indigna. Esto es la esencia del Evangelio:
Porque por gracia sois salvos…no por obras para que nadie se gloríe.
Por la exaltación de esa gracia, que es lo único que ha movido a Dios a salvar a
los pecadores, los protestantes abandonaron la confianza en sí mismos y en las
promesas de las doctrinas romanas. No hay obra humana que pueda ser base de
salvación. No hay método, técnica o estrategia que pueda transformar al hombre.
La fe que salva no puede ser producida por el corazón humano, Dios la da sólo
por gracia.
Un clamor central de la Reforma fue la “salvación por gracia”. Aunque la iglesia
romana enseña que la misa es un “sacrificio [que] es verdaderamente
propiciatorio”, y que por medio de la misa “Dios…. nos otorga la gracia y el don de
la penitencia, remite nuestras faltas e incluso nuestros enormes pecados”, los
reformadores regresaron a la doctrina bíblica de la salvación por gracia mediante
la fe.
Nuestra postura justificada ante Dios es imputada por la gracia a causa de la obra
de Jesucristo, nuestro Señor. En contraste con las doctrinas de mérito personal
impartido por Roma, sola gratia y las doctrinas de la gracia, (depravación total,
elección incondicional, redención particular, llamamiento eficaz y la perseverancia
de los santos) fueron predicadas por todos los reformadores protestantes en todo
el movimiento protestante.
Efesios 1:3-8; Efesios 2:8-10; Romanos 4:4,5; Romanos 11:6; Juan 6:44; Juan
6:64,65; 1 Corintios 2:14, Juan 3:3; Hechos 16:14,15; Hechos 11:18; 2 Timoteo
2:25,26; Hechos 13:48; Filipenses 1:6.
Este lema define cuál es el medio único por el cual se puede alcanzar la
salvación. Dios por su gracia da fe al pecador para creer en Cristo y ser salvo.
Esa fe es el medio. Dios no salva a alguien automáticamente si no cree.
Nadie nace salvo, nadie hereda la salvación, ni nadie puede salvarse a sí mismo o
salvar a otros. Sólo la fe puede conducir a la salvación, y esa fe es en Cristo, y
esa fe nos es dada por gracia.
Este fue el aspecto crucial de la Reforma Protestante. Martín Lutero fue liberado
de sus tormentos de conciencia en el convento donde se auto-laceraba buscando
justificación cuando leyó: El Justo por la fe vivirá (Romanos 1:17).
Debido a que Cristo recibió el juicio que nosotros merecíamos, por esto nosotros
ahora caminamos en su gracia, como aquellos que han sido perdonados para
siempre, aceptados y adoptados como hijos de Dios. No hay ninguna base para ser
aceptados frente al Santísimo Dios, excepto el trabajo salvífico de Cristo.
Gálatas 3:6-11; Romanos 3:28; Romanos 5:1; Gálatas 5:6; Romanos 5:8-10,19;
Hebreos 10:10,14; 2 Corintios 5:21.
Este lema define la esencia de la adoración a Dios. Una de los grandes logros
protestantes fue rescatar la adoración espiritual de la contaminación ritual,
idolátrica y supersticiosa en que se encontraba. Más tarde, el movimiento
Puritano terminó de purificar lo que aún restaba. Los puritanos fueron llamadas
así por su protesta contra la conservación de rituales romanistas en la iglesia de
Inglaterra (Anglicana) y por que reclamaban una adoración más pura para Dios.
En esencia la adoración debe tener a Dios como el centro. Toda adición no
sancionada por la Escritura fue desechada por los verdaderos Protestantes. El
entretenimiento así como el gusto y la complacencia personal no tienen lugar en
la adoración a Dios.
Hoy día la protesta no es contra poderes estatales como los que querían detener
la Reforma en el siglo dieciséis. La protesta hoy debe ser contra la degradación
del cristianismo bíblico. Y esa degradación ha venido en la medida en que la
iglesia ha abandonado o ha violado los principios expresados en las
"cinco solas".
Reafirmamos que debido a que la salvación viene de Dios y ha sido obtenida por
Dios, ésta es para la gloria de Dios y que debemos glorificarlo a El siempre.
Debemos vivir nuestra vida completa en la presencia de Dios, bajo la autoridad de
Dios y solamente para su gloria.
Negamos que nosotros podemos propiamente glorificar a Dios si nuestra adoración
es confundida con entretenimiento, si descuidamos la LEY o el EVANGELIO en la
predicación, o si auto-superación, auto-estima o satisfacción propia se han
convertido en alternativas para el evangelio.