Ramiro de Maeztu Un Intelectual Ingles
Ramiro de Maeztu Un Intelectual Ingles
Ramiro de Maeztu Un Intelectual Ingles
University of Cambridge
Este trabajo se enmarca dentro de la investigación de mi tesis doctoral, realizada en la University of
Cambridge bajo la dirección de Alison Sinclair. Quiero agradecer el generoso apoyo de la Fundación
Gates Cambridge Scholars en este proyecto.
vibre el viento de la calle”1. Lo que interesa es saber hasta qué punto la cuerda que
vibraba en tierra española lo hacía movida, aún, por aires ingleses.
1
“Menéndez y Pelayo”, La Prensa (Buenos Aires), 10 de julio de 1932
2
Stefan COLLINI: Absent Minds: Intellectuals in Britain, Oxford, Oxford University Press, 2006.
3
“Cómo muere un superhombre”, La Correspondencia de España, 19 de enero de 1902.
4
“Juventud menguante”, Alma española, 18 de marzo de 1904.
estudios realizados por expertos, los Fabian Tracts.5 Recurriendo a un anacronismo,
podríamos definir la Sociedad Fabiana como un think-tank socialista de principios del
siglo XX, con un componente importante de divulgación y de propaganda. Los
fabianos eran revisionistas alejados de la rigidez doctrinal que Maeztu deploraba en el
socialismo español, y mantenían contactos tanto con el Partido Laborista como con el
ala izquierda del Partido Liberal, e incluso con los elementos reformistas del Partido
Conservador. Estaban dirigidos principalmente por el matrimonio Webb (Sidney y
Beatrice), pero su figura más popular era George Bernard Shaw, irlandés residente en
Londres que por aquellos años se confirmaba como el dramaturgo de mayor éxito del
Reino Unido. Bernard Shaw participaba activamente tanto en la dirección interna de
la Sociedad Fabiana como en su contacto con la sociedad inglesa, participando en
numerosos mítines y redactando un buen número de los Fabian Tracts6.
5
A. M. McBRIAR: Fabian socialism and English politics, 1884 – 1918, Cambridge, Cambridge
University Press, 1966; I. BRITAIN: Fabianism and culture: a study in British socialism and the arts
1884-1918, Cambridge, Cambridge University Press, 1982.
6
A. M. GIBBS: Bernard Shaw: A Life, Gainesville, University Press of Florida, 2005; C. A.
CARPENTER, Bernard Shaw as Artist-Fabian, Gainesville, University Press of Florida, 2009.
7
“En torno a Shakespeare”, La Correspondencia de España, 30 de abril de 1905.
8
“Balance teatral”, La Correspondencia de España, 29 de julio de 1905.
9
“Don Juan en el infierno” La Correspondencia de España, 12 de junio de 1907.
10
Referencia de F. Aznar Navarro en La Correspondencia de España, 10 de febrero de 1920.
11
“Trabajo y descontentamiento”, Nuevo Mundo, 19 de diciembre de 1907.
irlandés12. Importa recalcar que esta propaganda que Maeztu hacía de Shaw en los
periódicos españoles se producía en un momento en que Shaw era relativamente
desconocido en nuestro país. Jacinto Benavente confirmó años después que Maeztu
había sido, junto a Manuel Bueno, el primer punto de entrada de Shaw en España,
frente a las pretensiones de Pérez de Ayala de haber sido él el primer español
conocedor de su obra13. Efectivamente, el proselitismo de Maeztu en favor de Shaw
se adelantó en un par de años a las primeras traducciones al castellano que hizo Julio
Broutá del dramaturgo irlandés.14
La segunda consecuencia que parece derivarse del interés de Maeztu por los
dramas de Shaw es su propósito, durante algunos años, de meterse a dramaturgo. En
1908 dijo a Ortega que tenía “obras de teatro entre manos” que, junto con los
periódicos, le producían “neuralgias”, y en 1911 anunció a su hermana que una vez
finalizado su aprendizaje de Kant, su plan era aprender “latín, griego, castellano,
técnica e historia del teatro, y a hacer dramas”17. Sabemos que, lejos de ser un mero
proyecto de futuro, Maeztu escribió durante aquellos años algunas obras de las cuales
sólo una, El sindicato de las esmeraldas, nos ha llegado18. Y aunque en ninguna de
12
“La ‘Cándida’ de Shaw”, Nuevo Mundo, 14 de mayo de 1908.
13
Jacinto BENAVENTE, “El teatro de Bernardo Shaw”, Heraldo de Madrid, 29 de junio de 1907.
14
El catálogo de la Biblioteca Nacional lista como más antiguas De armas tomar y Trata de blancas,
ambas de 1907, a cargo de Broutá y publicadas en R. Velasco.
15
Ver nota 9.
16
“Don Juan y el donjuanismo”, Nuevo Mundo, 10 de marzo de 1910.
17
Carta a Ortega de 2 de julio de 1908, Fundación Ortega y Gasset. Carta a María de Maeztu de 21 de
julio de 1911, en María Josefa LASTAGARAY ROSALES, Los Maeztu: una familia de artistas e
intelectuales, Tesis Doctoral, Universidad Autónoma de Madrid, 2010.
18
Emilio PALACIOS FERNÁNDEZ (ed.): Ramiro de Maeztu: Obra literaria olvidada (1897-1910),
Madrid, Biblioteca Nueva, 2010.
estas misivas decía explícitamente que el ejemplo de Shaw le hubiera impulsado a
dedicarse al teatro, hay indicios suficientes para pensar que el irlandés habría supuesto
un acicate para Maeztu en este sentido. Al fin y al cabo, Shaw es el dramaturgo que
Maeztu cita con mayor frecuencia durante sus años londinenses, y en una carta a su
amigo Ricardo Rojas declaró que él quería hacer un teatro tan “realista y veraz” como
el de (entre otros) Shaw, aunque también más optimista19. Y como ha apuntado
González Cuevas, El sindicato de las esmeraldas muestra importantes coincidencias
en temática y mecanismos dramáticos con las obras de Shaw20. La carga ideológica de
esta obra, que nunca llegó a representarse, también nos recuerda aquello que Maeztu
más apreciaba en los dramas de Shaw, esto es, su recurso a personajes que encarnaban
ideas y conflictos como forma de invitar al espectador a la reflexión.
Por último, hay que precisar que Maeztu no sólo gustaba de los dramas de
Shaw, sino que también admiraba su manera de entender la labor intelectual. Los
fabianos, tal y como demostraba el irlandés, eran intelectuales responsables y
trabajadores, alejados de la bohemia que Maeztu había acabado rechazando en Madrid,
y de la egolatría que tanto le había decepcionado en Unamuno. Los fabianos eran
expertos, líderes cualificados de la masa. En una conferencia que dio en el Ateneo de
Madrid en 1910, Maeztu explicó que Shaw era ejemplo de todo un modus operandi:
19
Ricardo ROJAS: Retablo español, Buenos Aires, Losada, 1938, pp. 288-289.
20
Pedro Carlos GONZÁLEZ CUEVAS: Maeztu: Biografía de un nacionalista español, Madrid,
Marcial Pons, 2003.
21
Ramiro de MAEZTU: La revolución y los intelectuales, Madrid, Bernardo Rodríguez, 1911, p. 28.
22
Ramiro de MAEZTU, ‘Obreros e intelectuales’ en E. Inman FOX (ed.): Liberalismo y socialismo:
textos fabianos de 1909-1911, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1984.
Vale resaltar que en las ideas de Maeztu de estos años encontramos algunas de
las que iban a ser más caras a Ortega y a la llamada ‘generación del 14’,
principalmente la de la ‘competencia’ del intelectual. Efectivamente, en 1910 Maeztu
ya llevaba dos años bajo la órbita de Ortega; pero las coincidencias entre el ideal
fabiano que Maeztu llevaba difundiendo desde 1905, y el ideal de ciencia y de la
minoría responsable que defendería Ortega, demuestran que la influencia entre estos
pensadores transcurría en ambas direcciones. Para Maeztu los fabianos e Inglaterra
representan lo mismo que para Ortega Europa y Alemania: es la ciencia aplicada a la
sociedad. En ambos sistemas, los intelectuales son una mediación entre el poder de la
masa y el ejercicio del poder político: son la garantía de que la democracia no
desembocará en el caos. Visto de esta forma, podemos comprender por qué Maeztu
aceptó a Ortega como guía de manera tan fervorosa: precisamente porque sus
proyectos eran muy parecidos a los suyos. No por casualidad Maeztu había sido de los
primeros mentores de Ortega, un aliado en las frustraciones que ambos sentían hacia
la egolatría de Unamuno. Este contexto de pupilaje puede explicar la participación de
Ortega en 1907 en el intento de formar una ‘Fabian Society’ española23. Intento
efímero, pero que demuestra su acuerdo con las ideas que Maeztu defendía desde sus
artículos ingleses, y que aún duraría algún tiempo: E. Inman Fox ha escrito que la
influencia del fabianismo de Maeztu es evidente en el prospecto de la Liga de
Educación Política24. Visto todo esto, no sorprende que un artículo de 1910 llamara a
Maeztu “el precursor de una España disciplinada y sabia”25.
Maeztu criticó aquel panfleto, declarando además que la obra entera de Shaw
era un compendio de silogismos y paradojas26. Un año después decía que con sus
pronunciamientos sobre la guerra, Bernard Shaw había firmado “su acta de defunción
como pensador. Nunca más se volverá a creer en Bernard Shaw”27. Las posturas de
Maeztu y Shaw parecían irreconciliables, puesto que Maeztu, militarista convencido,
creía que los pacifistas habían impedido que Inglaterra se preparase adecuadamente
para la guerra. La culminación de aquel enfrentamiento fue una polémica directa en el
semanario The New Age, en la que Shaw contestó a las críticas de Maeztu con un
23
El Socialista, 18 de diciembre de 1913.
24
E. Inman FOX, Liberalismo y socialismo, Introducción.
25
Ver nota 16.
26
“La extinción del lujo”, Heraldo de Madrid, 14 de diciembre de 1914.
27
“El fin del pacifismo”, Heraldo de Madrid, 31 de enero de 1916.
respeto y comedimiento que sorprendieron a otro español residente en Londres,
Salvador de Madariaga28. Maeztu se sintió halagado por que una figura tan célebre se
dignase a responder a sus acusaciones, pero su enemistad hacia Shaw duraría ya el
resto de su vida, sin que la impresión favorable que le causó su obra Saint Joan le
hiciera cambiar de opinión29. En Don Quijote, Don Juan y la Celestina, Maeztu
escribió que “en medio de la contienda europea soñé más de una vez ante las líneas
enemigas con que los buenos soldados del otro lado de la loma se unieran a los de éste,
y todos juntos, ingleses, franceses, alemanes y belgas se volvieran contra los
pacifistas y aprovechadores de la retaguardia”30. La enemistad de Maeztu hacia los
que no habían apoyado el esfuerzo bélico seguía, por lo tanto, muy vigente aún en
1925; y como ya he apuntado, quizá sea esto lo que explique la falta de referencias a
Shaw en el ensayo de Maeztu sobre Don Juan. Por si quedaba alguna duda de lo
irreversible de su juicio, Maeztu declaraba en uno de sus últimos escritos que la
reciente labor de los intelectuales católicos ingleses no dejaba “carta sobre carta en los
castillos de naipes que habían fabricado los escritores ingleses que se llaman de ideas
avanzadas, como Wells, Bernard Shaw y Bertrand Russell”31.
Esta mención de los intelectuales católicos ingleses nos lleva a dos de ellos
que sí apoyaron la causa de los Aliados: Hilaire Belloc y G. K. Chesterton. Ambos
eran literatos polifacéticos, columnistas de éxito que además producían una cantidad
incesante de novelas, poemas y ensayos. Su relación era muy estrecha: Belloc ejercía
de mentor de Chesterton, si bien éste gozaba de mayor éxito de público. Y como parte
de esta alianza intelectual ambos polemizaban de forma constante con Shaw, hasta el
punto de que éste los satirizó en un famoso artículo, motejándolos de “el
Chesterbelloc”32. Efectivamente, casi parecía que ambos autores se definían en
oposición a las ideas o tácticas de Shaw. Donde éste estaba vinculado fuertemente a
instituciones como la Fabian Society, Chesterton y Belloc permanecían libres de
ataduras institucionales más allá de las cabeceras que dirigían o donde publicaban
(aparte de su colaboración con la Liga Distributista a finales de los años 20). Donde
Shaw era socialista declarado, Chesterton y Belloc rechazaban tanto el socialismo
como el liberalismo, defendiendo una especie de ‘tercera vía’, el distributismo, que
abogaba por una sociedad de pequeños propietarios y una organización gremial
similar a las de la Edad Media. Además, donde Shaw creía en la tecnocracia fabiana,
Chesterton y Belloc eran enemigos de las élites y defensores del ‘hombre de la calle’.
Y si bien Shaw había intentado articular una nueva religión entre el misticismo y el
panteísmo, Belloc era un católico de toda la vida y Chesterton fue afirmando cada vez
más su cercanía a la ortodoxia de la Iglesia, hasta ser bautizado finalmente en 1922.
Por último, frente al panfleto pacifista de Shaw durante la Primera Guerra Mundial,
Chesterton y Belloc hicieron apología constante de la causa Aliada33.
28
“The Confusions of Mr. Bernard Shaw”, The New Age, 15 de junio de 1916. “The Alleged
Confusions of Mr. Bernard Shaw”, The New Age, 20 de junio de 1916. “Mr. Shaw and the German
Republic”, The New Age, 27 de julio de 1916. Salvador de MADARIAGA: Españoles de mi tiempo,
Barcelona, Planeta, 1974, p. 148.
29
El Mundo (La Habana), 14 de enero de 1924.
30
Ramiro de MAEZTU, Don Quijote, don Juan y la Celestina: ensayos en simpatía, Madrid, Visor
Libros, 2004.
31
Ramiro de MAEZTU, Defensa del Espíritu, Madrid, Rialp, 1958, p. 60.
32
George Bernard SHAW, “Belloc and Chesterton”, The New Age, 15 de febrero de 1908.
33
Ian KER: G. K. Chesterton: A Biography, Oxford, Oxford University Press, 2011. Joseph PEARCE:
Old Thunder: A Life of Hilaire Belloc, London, Harper Collins, 2002. Hacia el final de la guerra
Como hemos visto, Maeztu había entrado en contacto con la figura de
Chesterton a escasos meses de aterrizar en Inglaterra, debido a la polémica que Shaw
y él habían tenido a propósito de Shakespeare. Pero si bien Maeztu se había decantado
por Shaw en aquel primer enfrentamiento, pronto empezó a apreciar también las
cualidades de Chesterton. En un artículo de 1907 lo llamaba “el más brillante de los
cronistas ingleses”, y en 1909 reiteraba que “se trata sencillamente del mejor
articulista de la prensa inglesa. Y no sé de ningún otro en país alguno que pueda
comparársele”34. Sin embargo, estas referencias a Chesterton son siempre con
respecto a ideas puntuales esbozadas en alguno de sus artículos, y no a la totalidad de
su figura. Lo mismo podríamos decir de Belloc, a quien llamó en 1908 “un escritor
brillantísimo”35. Maeztu ve en estos primeros años a Chesterton y a Belloc como
observadores inteligentes de la actualidad y de la cultura, pero no como modelos.
Maeztu citará con admiración un artículo de Chesterton sobre la relación entre el heroísmo y el
cristianismo: “El sentido del deber”, La Correspondencia de España, 12 de julio de 1918.
34
“La censura en los teatros”, Nuevo Mundo, 24 de octubre de 1907. “Un cuento de hadas”, Nuevo
Mundo, 15 de abril de 1909.
35
“Los fondos secretos”, La Correspondencia de España, 25 de febrero de 1908.
36
James LOTHIAN: The Making and Unmaking of the English Catholic Intellectual Community
(1910-1950), Notre Dame, University of Notre Dame Press, 2009, pp. 22-43.
37
Pedro Carlos GONZÁLEZ CUEVAS: Maeztu... pp 160-161.
38
“Romanticismo”, Heraldo de Madrid, 7 de agosto de 1913.
Maeztu atemperaría un poco su propaganda del gremialismo tras su regreso a España,
lo que parece fundamental a todas luces es que tras el contacto con el
gremialismo/distributismo, y ya para el resto de su vida, Maeztu creerá en la
bancarrota del sistema parlamentario y en la necesidad de reorganizar el Estado
siguiendo pautas corporativistas. Maeztu presentó precisamente a Belloc en 1923
como el profeta de “la única alternativa democrática que puede ofrecerse al
colectivismo”, en una conferencia que el inglés dio en la Residencia de Estudiantes de
Madrid39. Además, a partir de su fase gremialista Maeztu coincidirá con Belloc y
Chesterton en la idea de que al futuro sólo se podía llegar por el pasado, esto es, que
el mundo moderno iba por mal camino y que sólo podía alcanzar la dicha y la
estabilidad reviviendo antiguas ideas o instituciones. El contacto con el tándem
Chesterton-Belloc fue, por tanto, fundamental en la evolución del Maeztu socialista al
Maeztu contrarrevolucionario. Precisamente los tres autores coincidieron en su
rechazo temprano de la Revolución Rusa, y en su fervoroso anticomunismo de los
años 20. No es casualidad que Maeztu cite a Belloc en su Defensa de la Hispanidad, y
a Chesterton en la inacabada Defensa del espíritu40. Por no contar la coincidencia de
los tres autores en cuestiones como el rechazo del feminismo, la ambivalencia hacia
los judíos, la valoración positiva de la monarquía…41
39
“Belloc en la Residencia”, Residencia, 1 (1926).
40
Ramiro de MAEZTU: Defensa de la Hispanidad, Madrid, Homo Legens, 2006, p. 48. Ramiro de
MAEZTU: Defensa del espíritu, p. 120.
41
El monarquismo de Belloc, expuesto sobre todo en The House of Commons and Monarchy (1920),
guarda interesantes paralelos con el de Maeztu; más, por ejemplo, que el de Maurras, con el que
Maeztu nunca acabó de comulgar. Ver Victor FESKE: From Belloc to Churchill, Chapel Hill,
University of North Carolina Press, 1996, p. 51, y GONZÁLEZ CUEVAS: Maeztu... p. 233.
42
“Mister Gilbert Keith Chesterton”, Residencia, 1 (1926).
El catolicismo de Chesterton y Belloc era bastante peculiar, y fueron algunos
de sus aspectos más originales, al menos en el contexto inglés, los que más influirían
en Maeztu. Por una parte está el uso que hacían del catolicismo como herramienta
para la interpretación de la historia. Belloc había elaborado en los primeros años del
siglo una lectura de la Historia bastante original para el contexto inglés, dominado aún
por la triunfalista interpretación Whig; según Belloc, la Edad Media habría sido la
época de mayor libertad y felicidad humanas, mientras que la Reforma habría
inaugurado una etapa de explotación de los ciudadanos por parte de las élites que
duraba hasta el presente. Lo que diferenciaba este relato de otras glorificaciones de la
Edad Media (como las de William Morris) era el papel central que se otorgaba al
catolicismo, ya que, según Belloc, la unidad católica de Europa en la Edad Media
habría permitido el florecimiento de aquella presunta Edad de Oro, mientras que el
cisma de Occidente le habría puesto fin. Esto daba la vuelta por completo a la
historiografía tradicional británica, que había visto la emancipación del país de la
religión católica como un gran paso adelante en su camino hacia la libertad.
Chesterton se había apuntado a aquella visión católico-céntrica de la historia, y ambos
escritores la reforzaron con obras como A Short History of England (Chesterton, 1916)
y Europe and the Faith (Belloc, 1920). La influencia sobre Maeztu de esta
interpretación de la Historia en clave católica resulta bastante evidente, puesto que sus
supuestos principales ocupan un papel central en La crisis del humanismo; en realidad,
las tesis historiográficas del ‘Chesterbelloc’ subyacen en toda su producción posterior
a los años londinenses. Por ejemplo, Maeztu citará a menudo el argumento de
Chesterton contra La decadencia de Occidente de Spengler: que una nación no se
podía quedar calva ni se le podían caer los dientes, y que su primera generación podía
ser decadente, y la milésima esplendorosa43.
43
Ramiro de MAEZTU, Defensa del espíritu, p. 164.
44
“La actualidad. Un día echado a los perros”, Juventud, 15 de marzo de 1902.
45
Ramiro de MAEZTU: Defensa de la Hispanidad, p. 11.
Aparte de ideas o criterios concretos, Belloc y Chesterton supusieron para
Maeztu sendos ejemplos del intelectual católico moderno. En The Servile State,
Belloc hacía gala de un catolicismo abiertamente combativo, menos preocupado por
cuestiones teologales que por asuntos sociales y políticos. Como ha apuntado Victor
Feske, la fe católica de Belloc representaba el principio central de su pensamiento,
pero su estrategia era lograr una conversión política de sus lectores, antes que una
conversión moral o teológica46. Chesterton había ayudado a popularizar esta forma de
acción intelectual católica, que manifestaba ruidosamente la propia fe y recurría a ella
para interpretar la actualidad. Parte indisoluble de este catolicismo combativo era el
hecho de que Chesterton y Belloc publicaban en las grandes cabeceras del periodismo
inglés, en vez de limitarse al ámbito de las revistas eclesiásticas. El ‘Chesterbelloc’
planteaba, por tanto, el modelo del polemista católico moderno, una figura que
batallaba en nombre de la Iglesia y de la fe pero sin ceder su posición en la esfera
pública moderna.
Parece evidente que Maeztu simpatizó con este tipo de catolicismo combativo
y periodístico. En su presentación de Belloc en 1923 dijo que “la obra importante de
mister Belloc es la que tiene realizada y sigue realizando como hombre de polémica”,
y en 1926 dijo de Chesterton: “el filósofo necesitará gruesos volúmenes para
mostrarnos su sistema, en tanto que a mister Chesterton le bastan mil palabras, y a
veces menos, para dejar patas arriba la más asentada de nuestras conclusiones”47. No
deja de parecer relevante que Maeztu prefiriera los artículos y ensayos de Chesterton
a sus novelas y poesía; precisamente aquella era la parte de su producción que
Chesterton consideraba más “seria”48. Y no nos es difícil ver que Maeztu, tras la
pesada labor doctrinal de sus años neokantianos, entre 1910 y 1919, se acercó al
modelo de Belloc y de Chesterton durante los años 20; una evolución que resulta
evidente si comparamos La crisis del humanismo con Don Quijote, Don Juan y la
Celestina. Precisamente Jaime Ibarra comparó a Maeztu con Belloc en un artículo de
1928 49. Y es de notar lo mucho que aquello que Maeztu diría a la muerte de
Chesterton podría aplicarse a él mismo: “Chesterton no era solamente selección, sino
uno o dos o tres artículos al día, desperdigados por toda clase de diarios, semanarios y
revistas”50.
46
Victor FESKE: From Belloc....
47
Ambos textos en Residencia, 1 (1926).
48
Ian KER: Chesterton, p. 126.
49
Jaime IBARRA, “Chesterton y Belloc”, La Gaceta literaria, 1 de abril de 1928
50
“G.K. Chesterton”, El Diario Vasco, 18 de junio de 1936.
inteligencia honrada”51. Y en el artículo que dedicó a la muerte de Chesterton, en
1936, escribía:
Como vemos, la idea del catolicismo como empresa intelectual iba unida a la de una
próxima resurrección del catolicismo como ideología hegemónica. Aquella había sido
precisamente la profecía de Belloc en su conferencia en la Residencia de Estudiantes
de 1923: Europa estaba a punto de presenciar un resurgir del catolicismo. Y Maeztu
intentaría participar en este proceso durante los años 30 a través del grupo de ‘Acción
española’. Como escribía en la revista del mismo nombre, “hay que alistar a los
intelectuales para ganar después el mundo”53.
51
Ramiro de MAEZTU, Defensa de la Hispanidad, p. 163.
52
Ver nota 50.
53
Ramiro de MAEZTU, Defensa del espíritu, p. 62.