Evolutiva Parcial 2 .
Evolutiva Parcial 2 .
Evolutiva Parcial 2 .
POSICIÓN Para destacar el fenómeno que no es una siempre etapa o fase transitoria, sino que implica
una configuración específica de relaciones objetales, ansiedades y defensas, persistente a lo largo de la
vida. La posición esquizoparanoide y la posición depresiva son fases del desarrollo. Podrían
considerarse como subdivisiones de la etapa oral, ocupando la primera los 3 o 4 primeros meses siendo
seguida por la última en la segunda mitad del primer año. La posición esquizoparanoide se caracteriza
por el hecho de que el bebé no reconoce personas sino que se relaciona con objetos parciales y por el
predominio de la asiedad paranoide y de procesos de escisión. El reconocimiento de la madre como
objeto total marca el comienzo de la posición depresiva que se caracteriza por la relación con objetos
reales y por el predominio de integración, ambivalencia, asiedad depresiva y culpa. La posición depresiva
nunca llega a anular por completo a la paranoide y la integración lograda nunca es total. El individuo
puede oscilar entre ambas posiciones. La forma de integración de las relaciones objetales durante la
posición depresiva queda como base de la estructura de la personalidad. Lo que sucede luego es que las
ansiedades depresivas se modifican y atemperan gradualmente.Ciertas ansiedades paranoides y
depresivas siguen siempre activas en la personalidad, pero cuando el yo está lo suficientemente
integrado y durante la posición depresiva ha establecido una relación relativamente firme con la realidad,
los mecanismos neuróticos van sustituyendo poco a poco a los psicóticos. Así según Klein, la neurosis
infantil es una DEFENSA contra las ansiedades paranoides y depresivas subyacentes y una forma de
ligarlas y elaborarlas. La sublimación y la creatividad reemplazan en gran parte a los mecanismos de
defensa tanto psicóticos como neuróticos.
LA POSICIÓN ESQUIZOPARANOIDE Hay suficiente yo al nacer como para sentir ansiedad, utilizar
mecanismos de defensa y establecer primitivas relaciones objetales en la fantasía y en la realidad. Al
principio son embargo, el yo está muy desorganizado, tiene desde el comienzo la tendencia a integrarse.
A veces, bajo el impacto del instinto de muerte y de una ansiedad intolerable esta tendencia pierde
efectividad y se produce una desintegración defensiva. Durante las primeras etapas del desarrollo el yo
es lábil, está en constante fluencia. El yo del bebé está expuesto a la ansiedad provocada por la innata
polaridad de instintos, también bajo el impacto de la realidad externa. Cuando se va enfrentando a la
ansiedad que le produce el instinto de muerte, el yo lo deflexiona. Consiste en parte en una proyección,
en otra en la conversión del instinto de muerte en agresión. El yo se ESCINDE y proyecta fuera su parte
que contiene el instinto de muerte poniendola en el objeto original: EL PECHO. El miedo original al
instinto de muerte se transforma en miedo a un perseguidor, parte del instinto queda en el yo y se
convierte en agresión y se dirige a los agresores. Al mismo tiempo se establece una relación con el
objeto ideal y se proyecta la libido a fin de crear un objeto que satisfaga el impulso instintivo del yo a
conservar la vida. El yo proyecta parte de ella afuera y la restante la utiliza para establecer una relación
libidinal con ese objeto ideal. Así muy pronto el yo tiene relación con dos objetos, el primario: el pecho
que está en esta etapa disociado en dos partes: el pecho ideal y el persecutorio. Hay entonces una
fantasía del objeto ideal y una fantasía de persecución. Así la gratificación no solo satisface la necesidad
de amor y bienestar sino se la necesita para mantener a raya la aterradora persecusión.El objetivo del
bebé es tratar de adquirir y guardar dentro de sí al objeto ideal e identificádose con este que es el que le
da vida y lo protege, mantener afuera el objeto malo y las partes del yo que contienen el instinto de
muerte. La ANSIEDAD predominante es que el objeto o los objetos persecutorios se introduzcan en el yo
y avasallen tanto al objeto ideal como al yo. Se llama así porque la ansiedad predominante es paranoide
y el estado del yo y sus objetos se caracteriza por la escisión que es esquizoide.
Contra la ansiedad de ser aniquilado el yo desarrolla una serie de MECANISMOS DE DEFENSA, siendo
el primero el uso defensivo de la introyección y la proyección. El yo se esfuerza por introyectar lo bueno y
proyectar lo malo. Pero hay situaciones en las que se proyecta lo bueno para mantenerlo a salvo de lo
que se siente como una maldad interna. El rasgo constante es que en situaciones de ansiedad aumenta
la disociación y se usan la proyección e introyección para mantener los objetos persecutorios tan
alejados como sea posible de los ideales a la vez que se los mantiene a ambos bajo control. La
identificación proyectiva es otro mecanismo, mediante el cual se escinden y apartar partes del yo y
objetos internos y se los proyecta en el objeto externo que queda controlado por esas partes e
identificado con ellas.Cuando la persecución es tan intensa que se hace insoportable se la puede negar
completamente. Esta es la negación mágica. Otra forma de utilizarla es idealizar al objeto perseguidor
mismo y tratarlo como ideal. A veces el yo de identifica con este objeto pseudo-ideal. En la vida adulta
estos mecanismos conducen a la falta de discrimación entre lo bueno y lo malo y a fijaciones en objetos
malos que deben ser idealizados.Cuando estos mecanismos no alcanzan a dominar la ansiedad y esta
invade al yo, puede surgir la DESINTEGRACIÓN DEL YO como medida defensiva. El yo se fragmenta y
escinde en partes para evitar la experiencia de la ansiedad. Este mecanismo es muy dañino para el yo y
gralmente. aparece combinado con la identificación proyectiva. A fin de no sufrir la ansiedad el yo hace lo
que puede para no existir, intento que origina una aguda ansiedad específica: la de hacerse pedazos y
quedar pulverizado.
Así vemos que el bebé utiliza mecanismos de defensa, pero estos originan a su vez ansiedades propias,
la proyección hacia afuera de partes buenas le produce la ansiedad de quedar vacío de bondad e
invadido por perseguidores. La identificación proyectiva origina el miedo a que el objeto atacado proyecte
sobre uno y la ansiedad de tener partes de uno aprisionadas y controladas por el objeto en que se ha
proyectado. Es necesario recordar que el bebé normal no pasa la mayor parte del tiempo en estado de
ansiedad, sino que la pasa durmiendo. Pero los períodos de ansiedad en el bebé y las ansiedades y
defensas que constituyen el núcleo de la posición esquizoparanoide son parte del desarrollo normal del
humano. Además de una personalidad bien desarrollada, todas las etapas del desarrollo quedan
incluidas, ninguna está apartada o rechazada.
ESCISIÓN La escisión es lo que le permite al yo emerger del caos y ordenar sus experiencias. Sirve
también para ordenar el universo de las impresiones sensoriales y emocionales del niño y es una
condición para la integración posterior, es la base de la capacidad de discriminar entre lo bueno y lo malo
y para prestar atención. Es la base de lo que mas tarde llegará a ser la represión. Si la escisión temprana
ha sido excesiva la represión posterior será probablemente la excesiva rigidez neurótica. Si ha sido
menos severa la represión lesionará menos al sujeto y el inconsciente estará en mejor comunicación con
la conciencia.La escisión es un mecanismo de defensa muy importante que sigue funcionando en forma
atemperada a lo largo de toda la vida. Con ella se relacionan la ansiedad persecutoria y la idealización la
cuales están presentes en la vida aunque mas atemperadas. Son necesarias para poder reconocer,
evaluar y reaccionar ante situaciones externas extremadamente peligrosas. La identificación proyectiva
también tiene objetos valiosos: es la forma más temprana de la empatía: ponerse en el lugar del otro. Así
vemos que los mecanismos de defensa no son solo protecciones del yo de ansiedades sino también
etapas progesivas del desarrollo.
POSICIÓN DEPRESIVA Surge cuando los procesos integrados se hacen más estables y continuos. Es la
fase del desarrollo en la que el bebé reconoce un objeto total y se relaciona con dicho objeto. Ahora el
bebé reconoce a la madre, lo que es crucial para el desarrollo infantil. Enseguida comienza a reconocer
también a otras personas de su ambiente. Se va relacionando así, no solo con el pecho, manos, rostro,
ojos de la madre como objetos diferenciados sino con la madre como persona total que puede ser a
veces mala o buena, presente o ausente. Comienza a percatarse de que sus experiencias buenas y
malas vienen de una misma fuente: su madre. Significa también reconocerla como individuo con una vida
propia y con sus propias relaciones con otras personas. El bebé descubre cuan desamparado está y
como depende totalmente de ella y los celos que le provocan los demás.
La INTEGRACIÓN del yo, que es el mecanismo que aquí predomina, y del objeto prosiguen
simultáneamente. Al percibir a la madre como objeto total el bebé ya puede recordarla es decir recordar
gratificaciones anteriores. El bebé reconoce más claramente que es una misma persona, que él odia y
ama a la misma persona: su madre. Se enfrenta entonces con los conflictos vinculados con su propia
ambivalencia.
Hay un cambio en las ansiedades, en la posición anterior el motivo principal de la ansiedad es que el
objeto o los objetos malos lleguen a destruir al yo. En la posición depresiva, las ansiedades brotan de la
ambivalencia y el motivo principal de la ansiedad es que sus propios impulsos destructivos hayan
destruido o lleguen a destruir al objeto amado de quien depende totalmente. En esta posición se
intensifican los procesos de INTROYECCION. El descubrir cuanto depende del objeto y cuan
independiente es ese objeto de él hace que necesite poseer ese objeto y si es posible protegerlo contra
su propia destructividad. Esta posición comienza en la fase oral del desarrolloen que el amor y la
necesidad provocan el deseo de devorar. Surge la ansiedad de que los poderosos impulsos destructivos
destruyan no solo al objeto bueno externo sino también al objeto bueno introyectado: la completa
destrucción de su mundo interno.El bebé bien integrado está expuesto a nuevos sentimientos: el DUELO
y la NOSTALGIA por el objeto bueno al que se siente perdido y destruido, y la CULPA, provocada por el
sentimiento de que perdió a su objeto bueno por su propia destructividad. En la cúspide de su
ambivalencia puede sobrevenirle la desesperación depresiva. Para él su mundo interno, identificado con
el objeto bueno, esta hecho pedazos. Y además de sufrir por sí mismo sufre por su madre. Sus
padecimientos se acrecientan porque se siente perseguido, esto se debe a que en la cúspide de los
sentimientos depresivos aparece cierta regresión por la cual nuevamente se proyectan los malos
sentimientos y se los identifica con perseguidores internos, y en cierta medida se vuelve a sentir como
perseguidor al objeto bueno. La depresión moviliza en el bebé el deseo de REPARAR (otro mecanismo)
a su objeto u objetos destruidos. Anhela compensar los daños que les ocasionó en sus fantasías
onmipotentes. Así como cree que su destrucción se debe a sus ataques, cree que su propio amor y
cuidados podrán deshacer los efectos de la agresión. El conflicto depresivo es una lucha constante entre
la destructividad del bebé y sus impulsos amorosos y reparatorios. El facaso en la reparación conduce a
la desesperación, el éxito a la esperanza. El bebé resuelve gradualmente las ansiedades depresivas y
recupera externa e internamente sus objetos buenos al reparar a sus objetos externos e internos en la
realidad de sus fantasías omnipotentes. La posición depresiva cambia radicalmente su concepción de la
realidad, al integrarse más su yo descubre su propia realidad psíquica. El desarrollo del sentido de
realidad psíquica está ligado al creciente sentido de realidad externa y el bebé comienza a diferenciar
ambas realidades. En circunstancias favorables, la reaparición de la madre tras su ausencia, su atención
y sus cuidados reducen gradualmente la creencia del bebé en la omnipotencia de sus impulsos
destructivos. El fracaso de su reaparición disminuye su creencia en la omnipotencia de su amor.
El dolor del duelo vivenciado y los impulsos reparatorios que se desarrollan para restaurar objetos
internos y externos amados, constituyen las bases de la creatividad y la sublimación. Estas actividades
se dirigen tanto al objeto como al yo. Se realizan en parte por preocupación y culpa por el objeto, con el
deseo de restaurarlo y preservarlo, y en parte por el interés de la autoconservación. Así la preocupación
por el objeto cambia sus fines instintivos y se produce una inhibición de estos impulsos. La REPRESIÓN
reemplaza a la escisión. Los mecanismos psicóticos gradualmente ceden su lugar a los neuróticos:
inhibición, represión, desplazamiento. Para proteger al objeto el bebé inhibe en parte sus instintos y los
desplaza sobre sustitutos y quí comienza la formación de SIMBOLOS. De este modo, cambia
enteramente el clima del pensamiento. Se desarrolla la capacidad de establecer vinculaciones y la de
abstraer. Aumenta la confianza en su capacidad de conservar o recuperar objetos buenos y su creencia
en su propio amor y posibilidades. La posición depresiva nunca se elabora completamente, siempre
tenemos ansiedades relacionadas con la ambivalencia y la culpa y situaciones de pérdida que reavivan
experiencias depresivas. Cualquier pérdida de la vida posterior reaviva la ansiedad de perder el objeto
bueno itnerno y con ella todas las ansiedades sentidas originalmente durante la posición depresiva. Si
durante esta posición el bebé ha podido establecer un objeto bueno interno lo suficientemente afianzado,
las situaciones anteriores de ansiedad depresiva no le conducirán a la enfermedad sino a una
elaboración fructífera. Cuando no se ha elaborado el desarrollo posterior es mucho menos favorable, el
yo se siente acosado por la ansiedad constante de perder totalmente las situaciones internas buenas,
está empobrecido y debilitado y su relación con la realidad es frágil, hay un perpetuo temor y a veces una
verdadera amenaza de hacer una regresión a la psicosis.
Melanie Klein piensa que los celos se basan en la envidia, pero que de todos modos son muy diferentes
de ella. La distinción que ella establece entre ambos es similar a la que planteamos aquí: "La envidia es
el sentimiento de enfado porque otra persona posee y disfruta algo deseable, y el impulso envidioso
apunta a despojarla de ese algo o echarlo a perder". Los celos, por su parte, conciernen a la relación de
la persona con por lo menos otras dos personas, "y se relacionan principalmente con un amor que el
individuo siente que le corresponde y le ha sido arrebatado, o bien está a punto de serle arrebatado". La
envidia, según la describe Melanie Klein, es una emoción anterior, más primitiva y más destructiva que
los celos. Es diferente del deseo que impulsa a los celos, en el que se trata de proteger la relación o de
recuperar al ser amado. Cuando en una situación de celos hay un componente de envidia éste se
manifiesta como impulso de destruir a la persona que goza de la ventaja envidiada, sea ésta el rival o el
amado, que tiene el poder de hacernos felices y prefiere no ejercerlo.
Avidez:
Emoción oral que consiste en un deseo vehemente, impetuoso e insaciable, que excede lo que el sujeto
necesita y lo que el objeto es capaz de dar. Siempre hay cierto nivel de avidez, que aumenta con la
ansiedad persecutoria y varía con cada niño. Introyección destructiva.
Las fantasías inconscientes siempre se encuentran presentes y activas en todos los individuos, por lo
tanto, dice ella, que la presencia de estas fantasías inconscientes no son índices ni de enfermedad, ni de
falta de sentido de la realidad; es la naturaleza de esas fantasías y su relación con el mundo externo (los
objetos) lo que determinará si se trata de una enfermedad o no. Las fantasías inconscientes son las
expresiones mentales de los instintos y que estos por definición están desde el momento de nacer. Como
se sabe los instintos son buscadores-de-objetos.Crear fantasías es función de Yo. Supone que desde el
nacimiento el Yo es capaz de establecer relaciones objetales primitivas en la fantasía y en la realidad. Así
mismo, plantea que la fantasía no es tan sólo una fuga de la realidad, sino más bien es una concomitante
constante e inevitable de las experiencias reales, en constante interacción con ellas. Como el objetivo de
la fantasía es satisfacer impulsos instintivos, prescindiendo de la realidad externa, se puede considerar
que la gratificación proveniente de la fantasía es una defensa contra la realidad externa de la privación,
sin embargo es más que eso, es una defensa contra la realidad interna.El Yo se identifica con algunos de
estos objetos: identificación introyectiva. Estos objetos son asimilados por el yo y contribuyen a su
desarrollo y características. Otros permanecen como objetos internos separados y el yo mantiene
relación con ellos (el superyó es uno de estos objetos).El hecho de que haya tan estrecha relación entre
estructura y fantasía inconsciente es importantísimo: es esto lo que hace posible influir en la estructura
del Yo y del superyó mediante el análisis. Pues justamente al analizar las relaciones del Yo con los
objetos internos y externos, es que podemos influir esencialmente sobre la estructura más permanente
del Yo.
Lenguaje : Lacan.
· En las tradiciones.
Importancia del vínculo primario durante los primeros años de vida. Noción de objeto transicional. Donald
Winnicot
LA PRIMERA POSESIÓN
La primera posesión es la de no-yo. Los fenómenos u objetos transicionales son la zona intermedia de
experiencia entre el pulgar y el osito, entre el erotismo oral y la verdadera relación de objeto, entre la
creatividad primaria y la proyección de lo que se ha introyectado, entre el desconocimiento primario de la
deuda y el reconocimiento de la deuda y el reconocimiento de esta (deuda con los que nos dieron la vida
que nunca se paga y nos genera angustia). Así el parloteo del bebé y la manera en la que el niño mayor
repite un repertorio de canciones mientras se prepara para dormir, se ubican dentro de la zona
intermedia como fenómenos transicionales, junto con el uso de objetos que no forman parte del cuerpo
del niño aunque todavía no se los reconozca del todo como pertenecientes a la realidad exterior.
De cada individuo que ha llegado a ser una unidad, con una membrana limitante, y un exterior y un
interior, puede decirse que posee una realidad interna, un mundo interior que puede ser rico o pobre,
encontrarse en paz o en guerra. La tercera parte de la vida de un ser humano es una zona intermedia de
experiencia a la cual contribuyen la realidad interior y la vida exterior. A esta zona no se le presentan
exigencias. Existe así, un estado intermedio entre la incapacidad del bebé para reconocer y aceptar la
realidad y su creciente capacidad para ello. Es la sustancia de la ilusión. El enfoque tiene que ver con la
primera posesión y con la zona intermedia entre lo subjetivo y lo que se percibe objetivamente. En el
desarrollo de un niño pequeño aparece, tarde o temprano, una tendencia a entretejer en la trama
personal objetos distintos que yo. En cierta medida estos objetos representan al pecho materno. Pero
hay casos en los que se ve, por ejemplo, la experiencia autoerótica de la succión del pulgar. Se puede
suponer que estas experiencias funcionales van acompañadas por la formación de fantasías o
pensamientos. Estas son los fenómenos transicionales. Son defensas contra la ansiedad, en especial
contra la de tipo depresivo. Puede que el niño haya encontrado algún objeto blando o de otra clase y lo
use. La pauta de los fenómenos transicionales empieza a aparecer desde los 4 a 6 meses hasta los 8 a
12 meses. Sin embargo algunas pautas pueden persistir en la niñez o puede reaparecer cuando se
presente la amenaza de una privación.No existe una diferencia apreciable entre los varones y las niñas,
en su uso de la primera posesión no-yo que se denomina objeto transicional. Cuando el bebé empieza a
usar sonidos organizados puede aparecer una palabra para nombrar al objeto transicional. A veces no
existe un objeto transicional aparte de la madre misma o el bebé se siente tan perturbado
emocionalmente que no puede gozar del estado de trasición o puede también quebrarse la secuencia de
objetos usados.
7. Se permite que su destino sufra una descarga gradual. En un estado de buena salud el objeto no
entra ni es forzoso que el sentimiento relacionado con él sea reprimido. No se lo olvida ni llora
sino que pierde significación con el tiempo.
Un objeto como una frazada simboliza un objeto parcial, como el pecho materno. Pero lo que importa no
es tanto su valor simbólico como su realidad. Cuando se emplea el simbolismo el niño ya distingue con
claridad entre la fantasía y los hechos, entre objetos internos y externos. Pero el objeto transicional deja
lugar para el proceso de adquisición de la capacidad para aceptar diferencias y semejazas.
ESTUDIO TEÓRICO
11. A la larga el objeto transicional puede convertirse en un objeto fetiche y por lo tanto persistir
como característica de la vida sexual adulta.
12. A consecuencia de la organización erótica anal, el objeto transicional puede representar las
heces.
Es interesante comparar el objeto transicional con el objeto interno de M. Klein. El objeto transicional NO
ES un objeto interno, el cual constituye un concepto mental, es una POSESIÓN. Pero para el bebé
tampoco es un objeto exterior.
El bebé puede emplear un objeto transicional cuando el objeto interno está vivo, es real, y lo bastante
bueno. Pero este objeto interno depende en lo referente a sus cualidades, de la existencia, vivacidad y
conducta del objeto exterior. El fracaso de este último en el cumplimiento de alguna funciónn esencial
lleva al carácter inerte o persecutorio del objeto interno. Cuando subsiste la carcaterística de insuficiencia
del objeto exterior, el interno deja de tener significado para el bebé y solo entonces, el objeto transicional
se vuelve también carente de sentido.
Un niño no tiene la menor posibilidad de pasar del principio del placer al de realidad o a la identificación
primaria más allá de ella, si no existe una madre lo bastante buena. La madre lo bastante buena es la
que lleva a cabo la adaptación activa a las necesidades de este y la que disminuye poco a poco, según
la creciente capacidad del niño para hacer frente al fracaso en la adaptación, los resultados de la
frustración.
Entre los medios con que cuenta el bebé para enfrentar ese retiro materno se encuentran:
Al comienzo, gracias a una adaptación casi perfecta, la madre ofrece al bebé la oportunidad de crearse
la ilusión de que su pecho es parte de él. La tarea posterior de la madre consiste en desilusionar al niño
en forma gradual, pero no lo logrará si al principio no le ofreció suficientes oportunidades de ilusión . Así
el bebé crea el pecho una y otra vez por su capacidad de amor o su necesidad. Se desarrolla en él un
fenómeno subjetivo que llamamos pecho materno. La zona inmediata es la que se ofrece al bebé entre la
creatividad primaria y la percepción objetiva basada en la prueba de realidad. Los fenómenos
transicionales representan las primeras etapas del uso de la ilusión.
La tarea principal de la madre, aparte de ofrecer la oportunidad para una ilusión, es desilusionar al niño.
Esto es previo a la tarea del destete y además sigue siendo una de las obligaciones de los padres y
educadores. Si las cosas salen bien en ese proceso de desilusión gradual, queda preparado el escenario
para las frustraciones que reunimos bajo la denominación de destete.
TEORÍA DE LA ILUSIÓN-DESILUSIÓN
Aquí se da por supuesto que la tarea de adaptación de la realidad nunca queda terminada, ningún ser
humano se encuentra libre de la tensión de vincular la realidad interna con la exterior y el alivio de esta
tensión lo proporciona una zona intermedia de experiencia que no es objeto de ataques (artes,
religión,etc.). En la infancia la zona intermedia es necesaria para la iniciación del niño con el mundo.
Para ello es necesaria la continuidad en el tiempo del ambiente emocional exterior y de determinados
objetos como los transicionales.
Si un adulto nos exige nuestra aceptación de la objetividad de sus fenómenos subjetivos, discernimos o
diagnosticamos locura. Pero si se las arregla para disfrutar de su zona intermedia sino presentar
exigencias, podemos reconocer nuestra correspondientes zonas intermedias y nos complacemos en
encontrar cierta medida de superposición, es decir de experiencia común entre los miembros de un
grupo de arte, religión y filosofía.
En resumen, los objetos y fenómenos transicionales pertenecen al reino de la ilusión que constituye la
base de iniciación de la experiencia. Esa primera etapa del desarrollo es posibilitada por la capacidad
especial de la madre para adaptarse a las necesidades del niño, con lo cual le permite forjarse la ilusión
de que lo que él cree existe en realidad.
La zona intermedia de experiencia que comparte en realidad externa e interna, constituye la mayor parte
de la experiencia del bebé y se conserva a lo largo de la vida en las intensas experiencias que
corresponden a las artes, religión, vida imaginativa y labor científica creadora.
Por lo general el objeto transicional del bebé se descarga poco a poco, en especial a medida que se
desarrollan los intereses culturales. Es claro que lo transicional no es el objeto sino el cambio de un
estado en que el bebé se encuentra fusionado a la madre a uno en el que se encuentra separado y en el
exterior. Así el bebé sale de una relación de objeto narcisista.
PSICOPATOLOGÍA
FASES DE LA ADOLESCENCIA
Se encuentran mecanismos adaptativos y defensivos entretejidos y la duración de cada una de las fases
no puede fijarse por un tiempo determinado o por una referencia a la edad cronológica. El adolescente
de ninguna manera puede desviarse de las transformaciones psíquicas esenciales de las diferentes
fases, su elaboración resulta en una estructura compleja de la personalidad. Por medio de este proceso
de integración se preserva la continuidad en la experiencia del yo que facilita la emergencia de una
sensación de estabilidad en el ser o sentido de identidad.
PERÍODO DE LATENCIA
Proporciona al niño los instrumentos que le preparan para enfrentarse al incremento de los impulsos en
la pubertad. El niño puber esta listo para distribuir el influjo de energía en todos los niveles del
funcionamiento de la personalidad, desviar la energía instintiva a las estructuras físicas diferenciadas y a
diferentes actividades psicológicas, en lugar de experimentar solo como esto como un aumento de la
tensión sexual y agresiva. Los sentimientos sexuales expresados en la masturbación, voyeurismo,
exhibicionismo y sadomasoquismo no cesan pero no aparecen nuevas metas instintivas. Lo que en
verdad cambia durante el período de latencia es el incremento del control del yo y el superyo sobre la
vida instintiva. Surge una variedad de actividades del yo, sublimatorias, adaptativas y defensivas por
naturaleza. Las relaciones de objeto se abandonan y son sustituidas por identificaciones. Las
necesidades sexuales se fusionan con otras más complejas o están mantenidas en suspenso por
defensas entre las cuales son típicas en este período las obsesivo compulsivas.
La dependecia de los padres para los sentimientos de valía es reemplazado por un sentido de
autovaloración derivado de los logros y el control que ganan aprobación social. Con el superyo el niño es
capaz de mantener el balance narcisista en una forma más independiente. Las funciones del yo
adquieren mayor resistencia a la regresión y la precepción, aprendizaje, memoria y pensamiento se
consolidan, así tiene actitudes que estan motivadas por la lógica y hacia los valores y reduce en forma
decisiva el empleo del cuerpo como instrumento de expresión. Separa su pensamiento racional y su
fantasía con lo cual también separa su conducta pública y la privada.
El hecho de que el muchacho abandone la fase edípica en forma más definitiva que la muchacha hace
que la primera parte de su período de latencia sea tormentosa. La niña entra a este período con menos
conflicto. Cierto grado de identificación bisexual ocurre en la mayoría de las niñas durante alguna epoca
de la latencia, la niña entra en una situación más conflictiva durante los últimos años de su latencia,
cuando sus impulsos instintivos aparecen y su superyo es inadecuado para hacer frente a la primera
pubertad.
· la inteligencia debe desarrollarse por una franca diferenciación entre el proceso primera y
secundario del pensamiento y a través del empleo del juicio y la lógica.
· las funciones del yo deben haber adquirido una mayor resistencia a la regresión y
desintegración.
· la capacidad sintética del yo debe ser efectiva y compleja.
· el yo debe ser capaz de defender su integridad con menos ayuda del mundo externo.
Estos logros deben dar paso al aumento puberal en la energía instintiva.
Los muchachos son hostiles con las muchachas y las atacan, tratan de evitarlas, cuando estan en su
presencia se vuelven presumidos y burlones. En realidad tratan de negar su angustia en lugar de
establecer una relación con ellas. La angustia de castración reaparece y conduce al muchacho a llevarse
exclusivamente con los compañeros del mismo sexo. En la niña esta fase esta caracterizada por una
actividad intesa en donde la actuación y el portarse como marimacha alcanza su clímax. En esta
negación de la femenidad puede verse el conflicto no resuelto en la niñez sobre la envidia del pene que
es el conflicto central de la jocen preadolescente.
El desarrollo psicológico en esta etapa es diferente entre los dos sexos. El muchacho toma una ruta
hacia la orientación genital a través de la catexis de sus impulsos pregenitales, por el contrario la
muchacha se dirige en forma más directa hacia el sexo opuesto. El resurgimiento de la pregenitalidad
marca la terminación de la latencia para el hombre. En esta epoca este muestra un aumento difuso de la
motilidad, voracidad, actitudes sádicas y anales y juegos fálicos exhibicionistas. El conflicto
preadolescente típico del muchacho es el miedo y envidia por la mujer. Su tendencia a identificarse con
la madre fálica le alivia la angustia de castración en relación con ella, normalmente se construye una
organización defensiva en contra de esta tendencia. En esencia tiene que resolver una identificación
bisexual. En esta fase el muchacho tiene que renunciar nuevamente y ahora definitivamente a sus
deseos de tener un niño (pasividad) y completar la tarea del período edípico. Los obstáculos que tiene
que resolver son sentimientos de coraje, envidia, rivalidad, y sobre todo la impotencia y la destrucción
agresiva que acompaña. En la niñez temprana tener hijos es vivido como un logro, una competencia con
la madre activa y productora. La angustia de castración en relación con la madre fálica no es solo una
ocurrencia universal de la adolescencia masculina sino que puede considerársela como el tema central.
La angustia de castración puberal del hombre esta relacionada en su fase inicial a la madre activa,
poderosa y procreadora. La fase típica de la preadolescencia en el hombre, antes de que efectúe con
éxito el cambio hacia la masculinidad, recibe su cualidad característica del empleo de una angustia
homosexual en contra de la angustia de castración.
En la fase homosexual del preadolescente masculino, un cambio hacia el mismo sexo es una conducta
defensiva, en la segunda fase homosexual un objeto narcisista se elige así mismo. La diferencia en la
conducta de esta etapa entre los sexos está dada por la represión masiva de la genitalidad que la
muchacha hubo de establecer antes de poder pasar a la fase edípica. Cuando la muchacha se separa de
su madre, debido a una decepción narcisista de sí misma como mujer castrada, reprime también sus
impulsos instintivos que estaban íntimamente relacionados con el cuidado materno y los cuidados
corporales, fundamentalmente la amplitud de la genitalidad.
El muchacho preadolescente lucha con la angustia de castración, temor y deseo, en relación con la
madre arcaica, de acuerdo a esto se separa del sexo opuesto, por otro lado la muchacha se defiendo en
contra de la fuerza represiva hacia la madre preedípica por una orientación franca y decisiva hacia la
heterosexualidad. En las muchachas prepuberales el apego hacia la madre representa así un mayor
peligro que el apego hacia el padre.
El estado mental y físico que se asocia con la adolescencia (temprana y propiamente dicha) tiene
cualidades muy diferentes a la fase preadolescente. La diferencia se muestra en un vida emocional
mucho más rica, en una orientación dirigida a crecer, en un intento invencible para autodefinirse en
respuesta a la pregunta quién soy. El problema de relaciones de objeto pasa a primer plano como tema
central. Lo que diferencia a este período de la preadolescencia es el cambio meramente cuantitativo de
los impulsos con la aparición de una nueva cualidad de impulsos. Es muy notorio el abandono de la
posición regresiva preadolescente. La pregenitalidad pierda cada vez mas el papel de una función
satisfactoria siendo relegada a una actividad de iniciación mental y física, y da lugar a un nuevo
compenente instintivo: la anticipación del placer. Este cambio en la organización de impulsos da a la
genitalidad un lugar de primer orden.
El yo toma sus señales de estos cambios en la organización instintiva y elabora en su estructura una
organización jerárquica en sus funciones y en sus pautas defensivas. Ambos adquieren al final de la
adolescencia una fijación irreversible llamada carácter, esta estructura firme que emerge de las fases, en
verdad está constituida sobre los logros del período de latencia y no se completará sino hasta la fase de
la postadolescencia.
Lo que unifica a las dos fases, adolescencia temprana y propiamente dicha, es el separarse del objeto y
la búsqueda de otro, el cambio definitivo hacia una separación de la familia y la organización jerárquica
de los impulsos y funciones del yo. El ingrediente esencial de ambas fases es el darse cuenta de la
situación social con angustia y culpa. Durante estas fases ocurre una profunda reorganización de la vida
emocional con un estado de caos. La elaboración de defensas con frecuencia extremas y transitorias
mantiene la integridad del yo. El ensamble estable de todas las tendencias es el requisito para la vida
adulta en la sociedad.
No es sino hasta la terminación del desarrollo durante la pubertad que la polaridad del sexo coincide con
lo masculino y lo femenino. En lo masculino se concentra la actividad y posesión del pene y lo femenino
lleva como objeto la pasividad. La vagina se valora como un asilo para el pene, es una herencia de la
matriz materna. La temprana dependencia pasiva de la madre posee una atracción innegable para el
adolescente de ambos sexos. La polaridad de los impulsos de actividad y pasividad se ejercita en
relación con el yo, con el objeto y con el mundo externo.
Durante la adolescencia temprana y la propiamente dicha debe lograrse la renunciación de los objetos
primarios de amor, los padres como objetos sexuales, los hermanos y substituos paternos deben ser
incluidos en este proceso de renunciación. Esto lleva a la búsqueda de otros. Los impulsos cambian
hacia la genitalidad, los objetos libidinales cambian de preedípicos y edípicos a objetos heterosexuales
no incestuosos. El yo guarda su integridad por medio de operaciones defensivas, algunos de carácter
restrictivo para el yo y que requieren de una energía catéctica para su permanencia mientras que otros
son de caracter adaptativo para permitir la descarga de impulsos inhibidos (sublimación), las que llegan a
ser los reguladores permanentes de la autoestimación.
ADOLESCENCIA TEMPRANA
Los muchachos y las muchachas buscan en forma más intensa objetos libidinales extrafamiliares. Este
proceso atraviesa por varios estadios hasta que se establecen las relaciones maduras de objeto. La
característica distintiva de la adolescencia temprana radica en la falta de catexis en los objetos de amor
incestuoso y como consecuencia una libido que flota libremente y que clama por acomodarse. El superyo
disminuye su eficiencia, esto deja al yo sin la dirección simple y presionante de la conciencia. El yo ahora
depende de sus propios esfuerzos para mediar entre los impulsos y el mundo externos, los cuales son
torpes e ineficaces. En veradad el superyo se convierte en un adversario por lo que el yo queda
debilitado.
En esta edad los valores, reglas, y leyes morales han adquirido una independencia apreciable de la
autoridad parental. A pesar de esto el autocontrol amenaza con romperse y en algunos extremos surge la
delincuencia. Normalmente este tipo de actuación puede detenerse recurriendo a la fantasía, al
autoerotismo, a las alteraciones en el yo como una vuelta al narcisismo. El retiro de la catexis de objeto y
la ampliación entre el yo y el superyo dan como resultado un empobrecimiento del yo. Este es sentido
como un sentimiento de vacío de tormento interno y puede dirigirse a buscar ayuda. El adolescente joven
se dirige hacia el amigo que adquiere una gran importancia, la elección de objeto en la adolescencia
temprana sigue el modelo narcisista. El muchacho hace amistades que exigen una idealización del
amigo, algunas características del cual son admiradas y amadas porque constituyen algo que el sujeto
mismo quisiera tener y en la amistad él se apodera de ellos.
Esta etapa de expansión en la vida amorosa del individuo conduce a la formación del yo ideal, por lo que
internaliza una relación de objeto que en otra forma podría conducir a la homosexualidad manifiesta o
latente. El yo ideal como formación psíquica dentro del to no solo remueve al superyo de la posición tan
segura que había tenido sino que también absorbe la libido narcisista y homosexual.
Cuando este ideal no se ha formado, la tendencia sexual aparece sin cambiar en la personalidad en la
forma de una perversión. La nueva distribución de la libido favorece la búsqueda del objeto heterosexual
y sirve para mantener relaciones estables.
El yo ideal que representa al amigo puede ceder bajo el deseo sexual y llevar a un estado de
homosexualidad con voyeurismo, exhibicionismo y masturbación mutua. Los sentimientos eróticos que
muchas veces acompañan a las amistades constituyen una explicación parcial de la ruptura repentina de
estas relaciones. Otros factores radican en la inevitable frustración que implica una amistad exclusiva.
En la muchacha la amistad juega un papel igualmente importante en su vida, la falta de una amiga puede
llevarla a una gran desesperación y su pérdida puede precipitar una depresión y la falta de interés en la
vida. Se ve la aparición de psicosis en algunas muchachas que han perdido a sus amigas y no han
podido encontrar compensación en sus madres.
Una forma típica de idealización entre las muchachas es el flechazo. Esta idealización y unión erotizada
se extiende tanto a hombres como a mujeres. Los objetos escogidos tienen cierta similtud o son
totalmente diferentes de los padres. El objeto del flechazo es amado en forma pasiva con el deseo de
obtener atención oafecto o también el sentirse invadido por toda clase de afectos eróticos y
sexualizados. Las cualidades masoquistas pasivas del flechazo son un estadio intermedio entre la
posición fálica de la preadolescencia y la progresión hacia la feminidad. Es el estadio intermedio
bisexual. La presencia de una tendencia bisexual intensa un poco antes de los conflictos de la
adolescencia, esta menos reprimida en las muchachas que en los muchachos. La muchacha esta
concientemente preocupada por la idea de si es un hombre o es una mujer.
Las jovenes experimentan una sensación de vaguedad en relación al tiempo y al espacio, esta vaguedad
hacia la realidad y la percepción yoica es un aspecto concomitante de la ambigüedad sexual.
La posición bisexual de la muchacha en esta etapa, esta relacionada con el problema del narcisismo. En
la adolescencia temprana la elección de objeto narcisista es prevalente mientras que en la propiamente
dicha las defensas narcisistas ganan amplitud. El pene ilusorio se mantiene como una realidad psíquica
para protegerla en contra de la vaciedad narcisista, ser idual a los muchachos es todavía una cuestión de
vida o muerte. Esto continúa existiendo hasta que vacía en todo su cuerpo aquella parte de la libido
narcisista que ha estado ligada con la imagen corporal bisexual y busca completarse no en sí misma sino
en el amor heterosexual.
El hallazgo de un objeto heterosexual se hace posible por el abandono de las posiciones bisexual y
narcisista. Hay una afirmación gradual del impulso sexual adecuado que gana ascendencia y que
produce una angustia conflictiva en el yo. Los mecanismos defensivos y adaptativos en toda su compleja
variedad pasan a primer plano en la vida mental. La vida emocional es más intensa y con mayores
horizontes. El adolescente por fin de desprende de los objetos infantiles de amor. Los deseos edípicos y
sus conflictos surgen nuevamente. La finalidad de esta ruptura interna con el pasado agita y centra la
vida emocional del adolescente. Los conflictos internos han alcanzado un punto de evolvimiento
irrevocable pero al final aun no puede predecirse. Solamente la adolescencia tardía nos podrá decir si
vislumbramos correctamente el resultado.
Los cambios internos son esenciales y precondicionales para el avance a la heterosexualidad. Los
adolescentes que en esta fase entran rápidamente en una actividad heterosexual no alcanza las
precondiciones para el amor heterosexual. El problema principal reside en la naturaleza de los cambios
catécticos relacionados a los objetos internos y al ser más que en expresiones de la conducta como
índices importantes del cambio o de la progresión psicológica.
El retiro de la catexis hacia los padres o la representación de los objetos en el yo, produce una
disminución de la energía catéctica en el ser. En el muchacho este cambio lleva a una elección narcisista
de objeto basada en el yo ideal. En la muchacha hay una perseverancia en la posición bisexual con una
sobrevaloración del componente fálico. La formación de la identidad sexual es el logro final de la
diferenciación del impulso adolescente en esta fase.
Este estadio permite la preocupación mental con ideas que llevan a selecciones inventidas o a
construcciones mentales últiles, como la intelectualización.
El retiro de la catexis de objeto lleva a una sobrevaloración del ser, a un aumento de la autopercepción a
expensas de la percepción de la realidad, a una sensibilidad extraordinaria y un engrandecimiento.
La vida de fantasía y creatividad estan en su esplendor por lo que también lo estan las expresiones
artísticas e ideacionales, frecuentemente las fantasías privadas son preparaciones para iniciar
transacciones interpersonales.
Los acontecimientos internos son experimentados como experiencias externas debido al cambio
catéctico y la hipercatexis de los órganos de los sentidos. Esto es una forma que ayuda al yo a agarrarse
al mundo de los objetos que esta constantemente en peligro de perder. Hay sentimientos de alejamiento,
irrealidad y despersonalización que amenazan con romper la continuidad de los sentimientos del yo, el
adolescente piensa que su forma de experimentar el mundo externo es totalmente distinta que la de los
demás. Esta hipersensibilidad esta particularmente presente en relación con el abrumador deseo de
amor.
El adolescente que esta impulsado por la necesidad de amar regresa a la costumbre infantil de
incorporar objetos por destrucción para reproducirlos en alucinaciones o fantasías como una realidad
exterior que ahora es idéntica a su yo. Este fenómeno parte de la doctrina del adolescente que sostiene
que el yo es lo único existente. La realización (fantasías en diarios) acerca siempre el contenido mental a
la calidad de la realidad.
Debido a que la niña esta mas preparada para la heterosexualidad su diario tiene la función de prevenir
una actuación heterosexual prematura a través de la experimentación y la actuación de un papel en la
fantasía. El diario así permite actuar un rol sin evolver la acción en la realidad, esta primero al servicio del
proceso de identificación y finalmente proporciona un mayor conocimiento de la vida interna.
Anna Freud describió el rol que juega la identificación en la vida amorosa del adolescente: es usada para
preservar el dominio sobre las relaciones objetales en el tiempo del retiro del narcisismo. Estas fijaciones
de amor no son en absoluto relaciones de objeto en el sentido que damos a los adultos, son
identificaciones sumamente primitivas. Los enamoramientos y amistades devotas y apasionadas pueden
ser entendidos como un fenómeno de restitución, provienen de una regresión libidinal total al narcisismo
por medio de la asimilación del objeto. Es esta relación de como si, el adolescente enriquece su yo
empobrecido (por el alejamiento de los padres actuales y del superyo), este componente se podría llamar
adaptativo. Todas estas relaciones ocasionan una sobreevaluación del amigo para gratificar necesidades
narcisistas.
También vemos estados voluntariosos del yo como una experiencia exaltada del mismo, es un fenómeno
de restitución del yo al que pertenecen los estados autoprovocados de esfuerzo, dolor y agotamiento que
son típicos del adolescente. Estos estados autoinducidos de intensidad afectiva y emocional permiten al
yo experimentar un autosentimiento y así protegen la integridad de sus límites y cohesión, promueven la
vigilancia del yo sobre la tensión instintiva. Estas tensiones son aliviadas por procesos de descarga
exterior por expresión motora, o hacia el interior y son la causa de tantos problemas fisiológicos.
La oscilación entre las formas en que el yo y el impulso instintivo llegan a un acuerdo es la regla durante
esta fase de la adolescencia. Como una etapa intermedia el yo se convierte en el recipiente de la libido
separado de representaciones de objeto, esta circunstancia le da al individuo un falso sentido de poder.
La debilidad relativa del yo en contra de las demandas del instinto mejora durante esta fase cuando el yo
cede en su aceptación de los impulsos.
La fase de la adolescencia propiamente dicha tiene dos temas dominantes: el revivir del complejo de
Edipo y la desconexión de los primeros objetos de amor. Hay dos amplios estados afectivos en esta fase:
duelo, y estar enamorado. El adolescente sufre una pérdida verdadera con la renunciación de sus padres
edípicos y experimenta un vacío interno. La elaboración del proceso del duelo es esencial para el logro
gradual de la liberación del objeto perdido, requiere tiempo y repetición
El estar enamorado señala el acercamiento de la libido a nuevos objetos, este estado se caracteriza por
un sentimiento de estar completo, acoplado con un singular abandono. El amor heterosexual a un objeto
implica el fin de la posición bisexual. Es el fenómeno de resonancia: el hecho de enamorarse hace que
se aumenten marcadamente los rasgos femeninos o masculinos, significa que las tendencias ajenas al
sexo han sido concedidas al sexo opuesto y pueden ser compartidas en el mutuo pertenecer de los
compañeros. El amor tierno: comúnmente precede a la experimentación heterosexual, predominan la
preocupación por conservar el objeto de amor, el deseo de pertenerce exclusivamente, aunque solo sea
espiritualmente el uno al otro. La pareja no representa solamente una fuente de placer sexual, significa
un conglomerado de atributos sagrados y preciosos que llenan al joven de admiración. Este sentimiento
al principio es experimentado por el muchacho como la amenaza de una nueva dependecia, así la unión
en sí despierta miedo de sumisión y rendición emocional. El sentimiento de amor tierno puede lograrse
solo cuando las posiciones narcisistas y bisexuales son cambiadas hacia la rendición final del
componente dominante sexual a un miembro del sexo opuesto. La catexis del objeto de amor con la
libido narcisista es responsable de su idealización. La intensidad y calidad de la idealización del objeto de
amor deriva de un grado normal de fijación materna en el muchacho.
La primera elección de un objeto de amor heterosexual esta comunmente determinada por algun
parecido físico o mental con el padre del sexo opuesto, o por algunas disimilitudes chocantes. Estos
primeros amores no son relaciones maduras sino intentos rudimentarios de desplazamiento que
adquirirían madurez solo con la resolución progresiva del complejo de Edipo.
Siempre que no pueda ser abandonada la organización de impulsos de la primera adolescencia, puede
ocurrir la precipitación hacia un matrimonio prematuro o relaciones sexuales transitorias como un intento
de saltarse una fase típica de la adolescencia en sí. Frecuentemente ocurren en esta fase episodios
homosexuales en muchachas y muchachos. En la joven dos predicciones favorecen la elección del
objeto homosexual: una es la envidia del pene que se compensa con el desdén por el macho en donde la
joven actua como un hombre, otra es una fijación temprana con la madre, la joven actúa como una niña
dependiente muy obediente y confiada, sobrecogida por sentimientos de felicidad y contento en su
presencia de la madre.
En el joven tres condiciones favorecen la elección de objeto homosexual: uno es el miedo a la vagina
como órgano devorador y castrante, reconocemos derivados del sadismo oral proyectado, otro reside en
la identifiación del joven con su madre cuando la madre fue inconsistente o frustrante mientras el padre
fue maternal o rechazante, una tercera se ramifica del complejo de Edipo que asume la forma de una
inhibición o restricción en que equipara a todas las mujeres con su madre y considera que la introyección
es una prerrogativa del padre.
El desarrollo emocional debe tender en dirección a relaciones de objeto estables con ambos sexos, fuera
de la familia y hacia la formación de una identidad sexual irreversible.
Es imprescindible el alejamiento decisivo del padre edípico antes de que pueda hacerse la elección de
un objeto no incestuoso. Durante las etapas previas a este alejamiento hay rasgos de venganza y rencor
que son destinados a herir al padre, que no pueden satisfacer por mas tiempo las necesidades del niño.
Esta relación edípica se hace presente en la actitud crítica del adolescente hacia uno de sus padres, en
la joven casi siempre es la madre y generalmente se da cuenta del aspecto negativo de sus sentimientos
hacia su madre, el lado positivo esta disfrazado en fantasías, sueños diurnos. La elección de la
muchacha de un objeto de amor no aceptable para sus padres sigue el patrón edípico de competencia y
venganza, los sentimientos de culpa que le siguen son aplacados con autocastigo, ascetismo y estados
de depresión.
La resolución de la fase edípica nunca es llevada a cabo por una joven con la misma rigidez y severidad
con la que lo hace un muchacho. El cambio de la joven hacia la heterosexualidad en la adolescencia en
sí y su uso defensivo en la preadolescencia se efectúa solo con sus asias edípicas ligeramente
reprimidas, como la represión de las fantasías edípicas del joven es mas severa su resurgimiento es
lento y resistente a la estimulación puberal. La joven llega a la adolescencia en sí con un amplio
procedente emocional expresado en fantasía, intuiciones y empatía. Estos origenes de la vida interna le
permiten tolerar el aplazamiento de la gratificación genital. La joven facilmente disocia la urgencia sexual
y su gratificación masturbadora. La anatomía de la joven permite la estimulación y excitación por medio
de presión muscular y posiciones posturales resultantes en descargas tensionales que van desde el
orgasmo hasta simples sensaciones. Al contrario en el joven el organo sexual es exterior, visible y
palpable, y cualquier excitación sexual es muy perceptible por eso la masturbación masculina es
eyaculatoria.
Existen dos fuentes de peligro interno durante la adolescencia: una es el empobrecimiento del yo que
lleva a los estados anormales del yo respecto al mantenimiento del contacto con la realidad y continuidad
en los sentimientos del yo. La otra fuente es la ansiedad instintiva despertada durante el movimiento
progresivo de la libido hacia la heterosexualidad. Para evitar el peligro el yo toma medidas defensivas
cuya elección esta de acuerdo con el surgimiento progresivo del carácter. Estas defensas eventualmente
abrirán el camino a procesos adaptativos.
Los mecanismos de defensa de la adolescencia fueron descritos por Anna Freud. El ascetismo y la
intelectualización. El ascetismo prohíbe la expresión del instinto y fácilmente cae en tendencias
masoquistas. La tendencia de la intelectualización es la de vincular los procesos instintivos con los
contenidos ideacionales y así hacerlos accesibles a la conciencia y sujetos a control. En cierto modo
anuncian el surgimiento del carácter y de los intereses especiales. Aparentemente la intelectualización
contiene más potencial positivo, mientras que el ascetismo es esencialmente restrictivo del yo.
La resolución de las fijaciones edípicas produce crudas fantasías sexuales y acciones que son
compulsivas y desafiantes al igual que sentimientos sublimes de amor tierno. Existe una disociación
durante la etapa de experimentación sexual entre la actividad física y la sensación por un lado, y por otro
lado el contenido ideacional. La experimentación sexual sirve como introducción a las sensaciones
sexuales de la pubertad, el acto de la disociación les permite estar menos cargados de culpa edípica.
El impulso parece perder su peligro al ser desviado en una ejecución competitiva y uniforme, que
favorece al narcisismo debido al fluir inhibido de libido objetal. La formación del grupo es regulada por el
hecho de que la mayor fuente de seguridad esta en el código compartido de lo que constituye una
conducta adecuada y en la dependencia de mutuo reconocimiento de igualdad. Es el uniformismo. Es un
fenómeno de grupo que protege al individuo dentro del mismo en contra de la ansiedad proveniente de
cualquier lado. El joven o la joven que no encaja dentro del uniformismo es generalmente considerado
como una amenaza y como tal es evitado, ridiculizado, desterrado o tolerado compasivamente. Varios
mecanismos de defensa son reconocidos en el uniformismo tales como la identificación, la negación y el
aislamiento. Esta carrera hacia el comportamiento precoz estandarizado hace cortocircuito con la
diferenciación e individualidad y prepara así el terreno para los problemas de identidad.
Durante la pubertad cualquier realidad que pudiera gratificar los deseos sexuales puede parecer
peligrosa y se lleva a cabo una regresión a la fantasía y la pseudología. La pseudología es usada como
defensa, la joven adolescente toma su fantasía por realidad para renunciar a una realidad que considera
quizá mas peligrosa.
Las medidas defensivas tomadas en esta época son medidas temporales de emergencia en
circunstancias normales. Son desechadas tan pronto como el yo ha ganado resistencia al unir sus
fuerzas con el movimiento progresivo de la libido hacia la heterosexualidad, tan pronto como la ansiedad
y la culpa han disminuido a través de cambios catécticos internos.
Aparece una organización jerárquica de funciones del yo y un ordenamiento superior del pensamiento,
es el asumir roles del adulto lo que implica una total reestructuración de la personalidad en la que las
transformaciones intelectuales son paralelas o complementarias a las afectivas. El adolescente es el
individuo que empieza a construir sistemas o teorías, tiene ese poder de reflexión. El pensamiento es
constantemente interferido por la propensión a la acción y el acting out, actuación, el alcance del ensayo
y el error se amplifica en el pensamiento abstracto. En el desarrollo del pensamiento, el adolescente
recapitula los diferentes estadios del desarrollo infantil, va del egocentrismo al descentramiento, el que
promueve la objetividad y así las nuevas relaciones de objeto. La entrada del adolescente en el mundo
ocupaciones representa el punto principal, el trabajo conduce al pensamiento lejos de los peligros del
formalismo hasta regresar a la realidad.
La alta introspección o la intimidad psicológica hacia los procesos internos permiten una mayor
creatividad artística por sentimientos que promueven la sensibilidad y la percepción. Las producciones
artísticas de los adolescentes son con frecuencia autobiográficas. Es un esfuerzo por completar tareas
urgentes de transformaciones internas.
La actividad creadora sublimada puede ser descrita por: narcisista, subordinada a las limitaciones de un
medio artístico y orientadas a la realidad, para da una nueva existencia al ser, una comunidad con el
medio ambiente por lo que esta relacionada parcialmente con objetos. La creatividad puede gratificar
necesidades narcisistas, alcanzar un apoyo en la realidad, reemplazar objetos de amor o preparar la
canalización de un don innato en un modo de vida perdurable.
ADOLESCENCIA TARDÍA
La adolescencia tardía es una fase de consolidación, constituye la elaboración de: un arreglo estable y
altamente ideosincrático de funciones e intereses del yo, una extensión de la esfera lubre de conflictos
del yo, una posición sexual irreversible resumida como primacía genital, una catexis de representaciones
del yo y del objeto relativamente constante, la estabilización de aparatos mentales que automáticamente
salvaguarden la identidad del mecanismo psíquico.
Vemos las diferencias individuales ya que la tolerancia al conflicto y la ansiedad varían enormemente.
Posiblemente haya un grado de ansiedad óptimo que varía de individuo a individuo que favorece el
desarrollo, da tonicidad a la personalidad. El logro de la adolescencia tardía es de una relativa madurez,
los cambios que se suceden son unicamente parciales.
La adolescencia tardía es un tiempo de crisis que prueba la capacidad integrativa del sujeto y resulta en
fracasos de adaptación, deformaciones yoicas, maniobras defensivas y psicopatología severa. Erikson
las llama crisis de identidad a partir de las cuales se establece la identidad.
A lo largo del camino el yo ha llegado selectivamente a buen término con la intensidad de los impulsos,
sus objetos y sus metas. Pero quedan fenómenos residuales que retienen una animación inquebrantable.
El aparato psíquico que sintetiza los diversos procesos adolescentes específicos de la fase, los convierte
en estables, irreversibles y les da un potencial adaptativo, la fuente de residuos específicos contribuye a
la formación del carácter y la fuente de energía que implica ciertas soluciones hacia un primer plano y
deja otras en estado latente, presta al proceso de consolidación una calidad de decisión e individualidad.
Dentro del problema de consolidación del carácter en esta etapa debemos incluir el del trauma como
parte del proceso total. El aspecto positivo del trauma intenta llegar a un acuerdo con sus residuos
nocivos a través de la reactivación constante en el medio ambiente para el eventual dominio o
integración al yo del trauma. La dirección que tome este proceso es controlada en gran parte por las
influencias del yo ideal y del superyo y es influida por el medio ambiente. Los conflictos infantiles no son
eliminados sino que se restituyen y se tornan yo sintónicos, cualquier intento de dominio del yo sintónico
de un trauma residual incrementa la autoestimación. La estabilización de la autoestimación es uno de los
mayores logros de la edad adulta.
Durante la adolescencia tardía la identidad sexual toma su forma final, de los 18 a los 20 años parece ser
que la selección sexual evidente se efectúa. Durante la adolescencia tardía la predisposición a tipos
específicos de relaciones amorosas se consolida. Con mucha frecuencia estos contienen mezclas de
compromisos entre fijaciones edípicas positivas y negativas.
Se realiza una función sintética del yo: es una aceptación final y el establecimiento de las tres antítesis
en la vida mental llamadas: sujeto-objeto, activo-pasivo, placer-dolor. Una posición estable entre ellas se
manifiesta subjetivamente a sí misma como un sentido de identidad. La fijación de roles y la necesidad
específica de gratifiación de estos roles en la relación del sujeto con el ambiente es una realización
esencial de los procesos mentales adaptativos.
POSTADOLESCENCIA
Es la transición de la adolescencia a la edad adulta. El sujeto que se describe es referido como un adulto
joven. Aun despues de todas estas fases anteriores y a pesar de que sean atravesadas con éxito le falta
armonía a la realización total. La estructura psíquica ha adquirido al final de la adolescencia tardía una
fijación que permite al postadolescente volver al problema de armonizar las partes componentes de la
personalidad, integración que surge gradualmente. Va de la mano con la actividad del rol social, con el
enamoramiento, la paternidad y la maternidad. La apariencia del rol manifiesto (teniendo un empleo,
preparandose para tener un hijo, una carrera, etc.) facilmente empaña el estado incompleto de formación
de la personalidad. Todo esto se completa si el yo tiene éxito en su función sintética. El proceso puede
ser llamado el logro del desarrollo en la organización de la personalidad que es específica para la
postadolescencia. Al fin de la adolescencia la organización del impulso había alcanzado normalmente un
estado de permanencia y fijación.