José Mujica

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Nombre: Mateo Astudillo

Curso: 3º BGU “B”


Fecha: 14/04/2016
Ensayo sobre José Mujica
La humanidad crece cada día un poco más y éste crecimiento va acompañado de
conflictos y diferencias en varios aspectos, uno de ellos es el económico. Al momento
que un grupo social crece, necesita cada vez de más recursos económicos para subsistir
y debido a las diferencias de capacidades y de accesibilidad, se genera un desequilibrio
que conlleva a la acumulación de riquezas en ciertos sectores; mientras que otros van
perdiendo éstos recursos y necesitándolos cada día más, esto podemos observarlo en
niños que mueren de hambre o en familias que no tienen dinero para comer. Es un
desequilibrio inevitable; las personas ricas pueden quedar como los “malos de la
película”, todos estamos acostumbrados a escuchar que las personas luchan por ahorrar
cada vez mayor cantidad de dinero, pero aquí es donde la humildad hace la diferencia; y
es que al escuchar hablar de un político, en la actual sociedad es común escuchar que
salen de sus gobiernos enriquecidos con dinero que saquearon al pueblo silenciosamente
y en algunos casos huyendo de esta región para buscar un mejor lugar de vida; sin
embargo, existen contadas excepciones, una de éstas es la vida del ex presidente
uruguayo José Mujica.

José Mujica, durante su periodo de mandato, fue considerado el “presidente más pobre
del mundo”; su vida era especial. Al parecer, Es de conocimiento común que en todas
las naciones del mundo se busca brindar al presidente una vida llena de lujos, se
invierten grandes cantidades de dinero en construir palacios presidenciales; dinero
obtenido de impuestos del propio pueblo, para dar una calidad de vida económicamente
millonaria a quienes los gobiernan; pero, en Uruguay, cuando José Mujica llegó a la
presidencia, rechazó todos los “lujos” que se le ofrecieron; decidió mantener su hogar
en un campo por las afueras de la ciudad, un hogar muy sencillo formado básicamente
por una pequeña granja; rechazó el uso del carro presidencial para mantenerse en su
pequeño Pichirilo antiguo para movilizarse; comprendió que un presidente no necesita
de cientos de policías que lo rodeen para que la gente no se les acercara, pensaba que
era otro gasto en vano, ya que un presidente necesita estar cerca del pueblo, en contacto
directo con los ciudadanos, así que rechazó este resguardo militar; no aceptó ningún tipo
de empleado privado para que lo ayudara en su vida o a organizar sus asuntos. El sueldo
de un presidente es generalmente muy alto; por lo que muchos gobernantes nuevos al
toparse con esto deciden rebajárselo con la simple intención de quedar bien ante el
pueblo; José Mujica no se rebajó absolutamente nada de su sueldo, pero hizo algo aún
mejor: decidió donar el noventa por ciento del mismo a diversas fundaciones para los
niños, las mujeres y los pobres; mientras que el diez por ciento que le quedaba, usaba
una mínima parte en sus gastos y la gran mayoría lo ahorró durante sus cuatro años de
gobierno; dinero ahorrado para cumplir con su sueño al final de su mandato: construir
una escuela de campo cerca de si hacienda.
A José Mujica no le bastaba con ser un claro ejemplo para las personas del mundo;
también comparte sus vivencias con quienes los visita y caracteriza sus discursos porque
siempre termina con un consejo, generalmente dirigido a los jóvenes, pobres y ancianos,
que deja pensando a muchos sobre la forma en la que se está afrontando la vida. Para
éste señor, no te sirve de nada ahorrar dinero, ya que cuando te mueras todo va a quedar
ahí, no te llevarás nada a tu tumba y lo único que haces al tratar de hacerte millonario es
gastar tu tiempo, tiempo de tu vida que jamás podrás recuperarlo porque según él;
puedes comprar todo lo que quieras, pero no puedes ir a la tienda a comprar tiempo de
vida, así que es inevitable que tu tiempo termine.

En la entrevista observada le preguntan el por qué no aceptó ninguno de los “lujos”


presidenciales y su respuesta fue severa: “¿Para qué me sirve enriquecerme con dinero
del pueblo? Si miles de personas necesitan de él; ¿Para qué me sirve acumular dinero?
Tal vez tú, que eres un joven a quien le queda mucho por vivir necesites buscar un
mejor hogar para ti mismo; pero, ¿A mí para qué mi serviría hacerlo? Es irónico que a
mi edad busca hacerlo”.

La fortaleza de Mujica es realmente asombrosa, él conoció al sufrimiento y a la


injusticia de muy cerca, fue un guerrillero en su país que luchaba por sus derechos y los
derechos de muchas personas, le detuvieron preso muchas veces, la última por más de
trece años bajo el sometimiento de policías autoritarios que lo único que buscaban era
hacerle daño mientras violaban sus derechos; cuenta que en ocasiones le enviaron a la
celda de castigo, un pequeño cuarte de un metro por dos, donde hasta un animal se
suicidaría de la desesperación.

La gente lo considera como “un tipo que vive de acuerdo a lo que piensa”, “un
presidente más filósofo que político”; mientras que otros consideran que es una gran
persona, pero no un buen gobernante y que vestir con sus ropas viejas y vivir en una
chacra es simplemente una estrategia de marketing. José Mujica, como todo ser humano
debe tener sus falencias y sus errores; no podemos estar seguros que fue un presidente
que evolucionó Uruguay; pero de lo que sí es testigo todo el mundo es que él tiene un
corazón enorme; vivió momentos muy duros durante su vida en prisión, momentos que
borrarían la sensibilidad de cualquier ser humano; mientras que él, por el contrario, usó
éstos difíciles recuerdos para tratar de transmitir un mensaje a todo el mundo, el
mensaje de la humildad y la justicia. En más de una ocasión se dirigió a los jóvenes
pidiéndoles que no pierdan el tiempo, que no desperdicien su vida y que luchen cada día
por un mundo mejor.

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