Este documento resume la mariología presentada en el documento de la III Conferencia Episcopal de América Latina en Puebla a los 25 años. Describe cómo Puebla presenta a María en una relación profunda con Cristo como cabeza de la Iglesia y como madre de la Iglesia y del Pueblo de Dios. También analiza las influencias de otros documentos magisteriales en la mariología de Puebla y la influencia recíproca entre Puebla y el pensamiento mariológico de Juan Pablo II.
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Este documento resume la mariología presentada en el documento de la III Conferencia Episcopal de América Latina en Puebla a los 25 años. Describe cómo Puebla presenta a María en una relación profunda con Cristo como cabeza de la Iglesia y como madre de la Iglesia y del Pueblo de Dios. También analiza las influencias de otros documentos magisteriales en la mariología de Puebla y la influencia recíproca entre Puebla y el pensamiento mariológico de Juan Pablo II.
Descripción original:
teologia
Título original
La Mariología del Documento de la III Conferencia Episcopal de Latino América
Este documento resume la mariología presentada en el documento de la III Conferencia Episcopal de América Latina en Puebla a los 25 años. Describe cómo Puebla presenta a María en una relación profunda con Cristo como cabeza de la Iglesia y como madre de la Iglesia y del Pueblo de Dios. También analiza las influencias de otros documentos magisteriales en la mariología de Puebla y la influencia recíproca entre Puebla y el pensamiento mariológico de Juan Pablo II.
Este documento resume la mariología presentada en el documento de la III Conferencia Episcopal de América Latina en Puebla a los 25 años. Describe cómo Puebla presenta a María en una relación profunda con Cristo como cabeza de la Iglesia y como madre de la Iglesia y del Pueblo de Dios. También analiza las influencias de otros documentos magisteriales en la mariología de Puebla y la influencia recíproca entre Puebla y el pensamiento mariológico de Juan Pablo II.
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“La Mariología del Documento de la III Conferencia Episcopal de Latino América,
Puebla a los 25 años.”
P. Antonio Larocca SMC
Ponencia de formación General en el Decanato de Teología del Seminario Arquidiocesano de Barquisimeto, Divina Pastora, 9 de junio 2004
Introducción:
Los días 14 y 15 de febrero del presente año el Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM) organizó un encuentro por los XXV años de la III Conferencia general que se celebró en Puebla de los Ángeles (México). Tanto esta conferencia (1979) como la posterior en Santo Domingo (1992) fueron presenciadas por Juan Pablo II. L´ Osservatore Romano n. 10 del 5 de marzo del 2004, Pág. 8 (120), reporta el acontecimiento y publica el mensaje del Santo Padre enviada al Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, Arzobispo de Santiago de Chile y Presidente del Consejo episcopal latinoamericano en ocasión de dicha celebración conmemorativa. "La Conferencia de Puebla fue, indudablemente, un gran acontecimiento eclesial, y estaba llamada a servir de luz y estímulo permanente para la evangelización de América Latina. Así lo expresaba su tema: "La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina". Este sigue siendo el gran desafío para el continente de la esperanza: evangelizar, anunciar a Cristo vivo.". En el acto académico, entre otros invitados, el cardenal López Trujillo, presidente del Consejo pontificio para la familia, pronunció la conferencia "El desafío de Puebla" donde puso en evidencia la relación de fondo entre las enseñanzas de la anterior conferencia celebrada en Medellín (1968) y sobre todo de la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi de Pablo VI (1975). Este último no presenta una clara evidencia mariológica, sólo en el numeral 82: María Estrella de evangelización, pero se detecta su influencia en el tema de María, Iglesia Pueblo de Dios en Puebla. Se evidencia una relación intrínseca entre los dos documentos sobretodo en el aspecto del Cristo evangelizador y de la Iglesia evangelizadora, comprometida en el anuncio de la salvación. Cristo a través de la Historia, ayuda al hombre a liberarse del pecado y del Maligno dentro de la alegría de conocer a Dios de ser conocido por Él, de verlo y de entregarse a Él (EN n.9).
María en Puebla es descrita en la relación profunda femenina, maternal y creyente entre Cristo cabeza del cuerpo Místico y el Pueblo de Dios como Familia de Dios. Ella es madre de Cristo y madre de la Iglesia, Pueblo de Dios, la familia de Dios "El pueblo creyente reconoce en la Iglesia la familia que tiene por madre a la Madre de Dios", (P n.285).
Cada vez que se evangeliza abriéndose a los nuevos contextos históricos, culturales y sociales, se pone en evidencia los vínculos recíprocos entre Iglesia y Evangelización. Está claro, que en una reflexión teológica de tipo transversal es importante ver como el magisterio contemporáneo influenció el desarrollo mariológico de Puebla y a su vez como ese mismo documento fue utilizado para otros del magisterio posterior. En el aspecto mariológico además consideramos el aporte teológico de Pablo VI con la Carta Encíclica Mense Maio (1965) de la publicación de la Exhortación Apostólica Signum Magnum (1967), y de la Exhortación Apostólica Marialis Cultus (1974). A parte se analizará la recíproca influencia entre Puebla y el pensamiento mariológico de Juan Pablo II.
La posible relación metodológica entre la encarnación, evangelización, inculturación de la mariología de Puebla presenta una connotación esquemática esencialmente cristológica, eclesiológica y antropológica (según el esquema de la Lumen Gentium y Marialis Cultus), donde se desarrolla un anuncio kerigmático, compendio bíblico de los dogmas marianos a la luz de la fe y de la historia de salvación, dentro del marco de la evangelización del continente latinoamericano (ver Nuestra Señora de Guadalupe), ofrecido de manera comprensible para una catequesis de iniciación y de adultos y para la formación de los agentes pastorales (laicos, consagrados y sacerdotes).
Dentro del culto mariano el documento de Puebla marca una pauta entre la devoción mariana, tan fuertemente presente en nuestra realidad eclesial, la religiosidad popular y el proceso de inculturación del Evangelio. En este sentido las mariofanías tradicionales como Guadalupe y Coromoto, aunque no está directamente mencionada como tal, y las distintas advocaciones marianas, adquieren se verdadera comprensión, significación y trascendencia eclesial y pastoral.
También emerge una línea eclesiológica-mariologica que se puede considerar un aporte específico de Puebla: la Iglesia pueblo familia de Dios y María madre de la familia de Dios. Por último es importante reflexionar el binomio Guadalupe-Czestochowa (Las llamadas vírgenes morenas) y Juan Pablo II, que a partir de Puebla se fue desarrollando en su ministerio Apostólico y en la Iglesia de América Latina, a lo largo de sus distintas visitas y encuentros con los católicos de este continente. En fin, la figura reconciliadora y liberadora de María, como promotora de la dignidad de la mujer y del hombre, del proceso de comunión y participación, surge de manera sencilla, profunda y renovadora para todo el Pueblo de Dios.
Puebla, más que considerarse como el documento final de la III Conferencia Episcopal Latinoamericana, se pudiera entender como parte del Kairós de la Iglesia en Latino América ubicado en su contexto histórico: entre Medellín y Santo Domingo, entre el Marialis Cultus (1974) y el Redemptoris Mater (1987), entre el Concilio Vaticano II (1965) y el Sínodo de América (1999), de cara al la próxima Conferencia del CELAM 2007.
Presentación general del Documento:
“La mariología fue pensada y enfocada por los santos Padres (en el Concilio Vaticano II) como eclesiología”[1]. Dentro de este contexto se desarrolla el magisterio de la Iglesia en Latinoamérica como continuación directa del Lumen Gentium cap. 8 y a partir del cual se desarrolla el gran aporte mariologico de Puebla con su visión inculturada.
Dentro de las tendencias de cristologías recientes y en correlación con la mariología, Juan Luis Bastero, en su reciente publicación "Virgen Singular" (Bastero J.L., Virgen Singular, Ed. Rialp, 2001, pp. 35-67) cita el trabajo de Amato A. Rassegna delle principali cristologie contemporanee nella loro implicazioni mariologiche. Il mondo católico. El autor presenta la cristología religioso-popular de Puebla que ofrece una visión teológica que toma en cuenta los aportes contextuales históricos-sociales de la teología de la liberación, madura su reduccionismo trascendente, muestra al Cristo histórico, salvífico, inculturado, con toda su centralidad ontológica y soteriológica y al mismo tiempo presenta a María en su densidad bíblica y eclesial. Según Amato en Puebla "María es madre y modelo del hombre latino americano y de liberación integral y los dogmas marianos subrayan la verdadera dignidad del hombre redimido por Cristo y ponen de manifiesto por contraste la situación de no salvación y de no liberación que padece el hombre y la mujer latinoamericana" (Ibidem p. 53)
A partir de este trasfondo cristológico se profundiza la discusión mariológica con un sentido eclesiológico desde Latino América. El paulatino aporte desde Medellín hasta Puebla, después en Santo Domingo, define la línea unidireccional que el Magisterio desarrolla desde los documentos de las conferencias del CELAM.
Medellín presenta, con una acentuación antropológica y eclesiológica, una cristología contextual de las situaciones eclesiales y sociales del continente, que se puede ver como respuesta a la necesidad del "aggiornamento" de la Iglesia post-conciliar en la fase de cambio que Puebla (1979) y Santo Domingo (1992) explicitarán cada vez más claramente en sus documentos: Promoción Humana, Evangelización e Inculturación. Es en la Iglesia visible y en sus estructuras, donde entre sí se fusionan las prioridades de acción pastoral y allí tienen cabida todas las iniciativas societarias y las iniciativas cristianas en la construcción histórica del plan de salvación. El texto de Jon Sobrino ”Jesucristo Liberador, Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazareth" afirma[2]: “Es muy importante resaltar este hecho, Medellín y Puebla son la expresión mejor y más original de la tradición eclesial latinoamericana. Expresan la novedad de esa Iglesia con relación a su propio pasado y con relación a otras Iglesias en el presente. Y dado que la realidad del continente latinoamericano no ha cambiado en lo sustancial con respecto al tiempo de Medellín y Puebla, ambos tienen que seguir siendo punto de referencia obligado. Son nuestra tradición fundante"; está claro, que la visión eclesiológica y antropológica en Medellín priva sobre la visión unitaria de conjunto y la cristología amerita una recuperación apoyada en la visión compensatoria mariologico-eclesial, como ocurre después en el documento de Puebla. Sobrino en el 3.1 del mismo estudio afirma: "Medellín no elaboró ningún documento sobre Cristo -como tampoco lo hizo el Vaticano II- ni presentó ningún esbozo de cristología en sentido estricto, y por ello hablamos de imagen más que de cristología... Medellín aborda la figura de Cristo desde el interés salvífico... pero lo expresa en términos de liberación, lo cual va más allá de los tradicionales términos de salvación o redención.”.
A partir de la reflexión de la liberación se recupera más el sentido de redención-rescate- pecado-pueblo-opresión que enfatiza la eficacia de la salvación a partir la etapa pre- pascual, frente al escándalo del sufrimiento del oprimido; en Puebla la redención es presentada en relación al misterio de la Encarnación que abarca lo pascual y lo pentecostal[3], tal como aparece también en la Carta Apostólica TERTIO MILLENNIO ADVENIENTE de Juan Pablo II (1994), con ocasión del gran Jubileo 2000. El memorial de la historia de la salvación permite sumergirnos en nuestra real historia personal y ser salvados, liberados, rescatados por el Cristo total, renovador y recreador del ser humano en su integridad ético-moral, desde adentro del mismo misterio celebrado, vivido e inculturado.
El documento de Puebla, además de reconocer el aporte de Medellín de una búsqueda del rostro nuevo de Cristo que llena la legítima aspiración a una liberación integral (n.173), recupera teológicamente la finalidad de la realidad divina-humana de Jesús que evangeliza a los pobres. Se plantea el principio, que la causa en sí de la acción liberadora, no son sólo los pobres como tales (porque están desposeídos de sí mismos y sujetos a la acción amoral del otro), sino el mismo Jesús pobre (que es el verdadero sujeto ontológico-moral del Verbo en acción, que vino a transformarnos en sujetos de amor recíproco): “El Hijo de Dios... se identificó con los hombres haciéndose uno de ellos... asumiendo la situación en que se encuentran, en su nacimiento, en su vida y, sobre todo, en su pasión y muerte donde llegó a la máxima expresión de la pobreza (cfr. 3 del n. 1741, Fil. 2, 5-2; LG 8; EN 30; Med, Justicia 1,3).
La segunda dimensión, la antropológica-eclesiológica planteada en el texto “El compromiso evangélico de la Iglesia” es asumida en María, que, en el mismo sub-capitulo 1.2 (n. 1144) de reflexión doctrinal, es presentada como aquella que cantando el Magnificat “proclama que la salvación de Dios tiene que ver con la justicia hacia los pobres y desde Ella parte el compromiso auténtico con los demás hombres... especialmente los más pobres”. El texto fue tomado de una homilía de Juan Pablo II[4], documento que además de presentar la relación entre María y los pobres también lo hace con el sucesor de Pedro, garante de la vicariedad de Cristo: “...porque siendo pobres tenéis derecho a mis particulares desvelos... el Papa os ama porque sois predilectos de Dios...”, [5]. Aquí se expresa la conjugación del principio mariano con el principio petrino[6].
Las figuras en relación de Pedro y María se unen en la imagen histórico-temporal del Jesús de Nazaret y se ubican en el contexto histórico-salvífico del Jesús de la fe, manifestando el aspecto eclesiológico resultante. Por lo tanto, la eclesialidad cristotípica de María es determinante en el documento de Puebla para presentar a Jesús como el único mediador dado a los hombres que da razón de nuestra libertad (Gal. 5,1).
La mariología de Puebla encuentra su explicación en este giro eclesiológico, partiendo desde una especifica dimensión cristológica integral, dentro de un contexto antropológico y cultural, que hace de María Madre de Dios y de la Iglesia como la pobre de Yahvé, la mujer entre las mujeres, la de Pentecostés, la hija de Sión, la madre compasiva y misericordiosa, la cooperadora, el signo de rostro maternal en la Guadalupe, la estrella de nueva evangelización perfectamente inculturada en la religiosidad del Pueblo de Dios. Sobre todo es interesante en el documento el concepto de la intercesión de María desde el Misterio Trinitario, en comunión y participación (P.293), concepto que reafirma la presencia del elemento pneumatológico mariano dentro del discurso cristológico-eclesiológico.
El papel del Mediador histórico que libera a los pobres, toma en cuenta la postura de fe del creyente que coopera por obra del Espíritu Santo (GS 22), y al mismo tiempo se fundamenta en la misma naturaleza divina y humana de Cristo que opera en María, por obra del Espíritu Santo “a partir de la humillación de su esclava... enalteciendo a los pobres y rebajando a los ricos”. Recordaremos el análisis de A. Amato[7], que presenta la opción eclesiológica de la mariología en Puebla después de un cierto silencio mariológico en Medellín. Junto a Puebla la mariología en el contexto latino americano se desarrolla según S. De Fiores [8] de la siguiente manera:
1-María en la teología de la liberación: a) El cántico revolucionario de María (A. Paoli, J. Moltmann) b) María profética y liberadora (L. Boff) 2-María en la pastoral latinoamericana (Puebla): a) El rostro mestizo de María y la primera evangelización b) Mariología y aculturación latinoamericana.
A parte, se trata el tema de María y la devoción y religiosidad popular [9] y la propuesta de L. Boff acerca de María rostro maternal de Dios y de su unión hipostática con el Espíritu Santo[10]. Carlos Ignacio González, s.j., desarrolla un capitulo muy bien orientado teológicamente, por su equidistancia metodológica, en el tratado de mariología [11], donde presenta, en el cap. 5 de la parte III, el aporte de Puebla “María en la liberación de los pueblos” (RM 37; MC 37); María es presentada, según lo que el autor asume del documento magisterial, como modelo de la Iglesia, espiritualidad de los pequeños (P.297), mujer sencilla pero no pasiva (P 287,297,302), compañera de camino en las tristezas y alegrías (P. 293, 298), María liberadora de los ídolos (P. 281, 294, 405, 491, 493, 500), la llena de gracia, camino de liberación (P 301). El mismo Juan Pablo II, afirma, en la Homilía en la Basílica de Guadalupe, México, el 27 de enero de 1979:
“Que tu maternal presencia en el misterio de Cristo y de la Iglesia se convierta en fuente de alegría y de libertad para cada uno y para todos”.
Subdivisión del Documento:
En Medellín, el documento anterior a Puebla, se encuentra en la Introducción la presencia de la Iglesia en la actual transformación de América Latina, en el numeral 8 se presenta a María, Madre de la Iglesia, rodeada de los apóstoles en el nuevo Pentecostés del Episcopado Latinoamericano implorando el Espíritu Santo y perseverando en la oración. Sobre 395 numerales de todo el documento el único numeral mariológico es el n.8 que representa el 0,2 % del total.[12]
El documento de Puebla establece un criterio de continuidad en específico “la Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina”. La subdivide en cinco partes. La Primera Parte toca la visión pastoral de la realidad de Latinoamérica. Encontramos el núcleo esencialmente mariológico en la Segunda Parte del documento: Designios de Dios sobre la realidad de Latinoamérica, en el Capítulo I dedicado al Contenido de la Evangelización: La verdad sobre Jesucristo el Salvador que anunciamos, primero en los contenidos de la Evangelización donde María es incluida con Cristo, la Iglesia y el hombre en el numeral 168 y en el numeral 281 donde María es presentada en la Iglesia instrumento de comunión como la intercesora que permitirá superar las estructuras de pecado en la vida personal y social y le obtendrá la verdadera liberación que viene de Cristo Jesús ( Juan Pablo II, Zapopán 11), y después en específico La verdad sobre la Iglesia (María Madre y Modelo de la Iglesia) desde 282 hasta 303. El documento después sigue en el final de esta parte con el punto de la verdad sobre el Hombre.
En el Capítulo II de la misma parte del documento se sigue con el tema: ¿Qué es Evangelizar?, que toca la relación entre Evangelización, religiosidad popular 454, Cultura, Liberación, Promoción Humana, Ideologías y Política. En este capitulo se vuelve a evidenciar la presencia de María en la cultura, en el culto y la devoción de Latino América.
También en la Tercera Parte: La Evangelización en la Iglesia de América Latina. Comunión y participación hay dos puntos de referencia mariológica, a parte del numeral de la parte anterior 293 que específica la presencia de María en el misterio trinitario en comunión y participación (Puebla-María modelo de vida consagrada n.745, y en la piedad popular n. 844).
En la cuarta parte: Iglesia Misionera al Servicio de la Evangelización en América Latina, en el capítulo Iº: Opción Preferencial por los Pobres en la reflexión doctrinal Jesús evangeliza a los pobres María es presentada desde el Magnificat en el compromiso hacia los hermanos pobres (P n. 1144, Juan Pablo II , Homilía Zapopán 4, AAS LXXI p. 230). En el capítulo IIº: Opción Preferencial por los Jóvenes, se menciona a María en la formación y participación de los jóvenes para que crezca en una espiritualidad auténtica y apostólica (P n.1195). En la quinta parte: Bajo el Dinamismo del Espíritu, en los signos de esperanza y alegría por la vitalidad evangelizadora en el continente se habla de la sed de Dios y su búsqueda en la oración y contemplación a imitación de María que guardaba en su corazón las palabras y hechos de su Hijo (P n. 1309).
En especifico, la parte mariológica propiamente dicha aparece en el capítulo I: Contenido de la Evangelización, en el número 2: La verdad sobre la Iglesia: el Pueblo de Dios signo y servicio de comunión; en 2.4 se encuentra como:
Esta agrupación de citas del documento se pudiera definir como el “Núcleo Mariológico directo”, y se subdivide en:
“María, Madre y Modelo de la Iglesia” desde el numeral 282 al 285:
n. 282: El anuncio de la Salvación, en Latinoamérica, ha presentado a María desde los comienzos de la evangelización como su realización más alta y su aparición de Guadalupe ha sido el signo del rostro maternal de la comunión entre el Padre el Hijo y nosotros. A su vez los santuarios marianos son lugar de encuentro de la fe de la Iglesia con la historia del continente.
n. 283: Pablo VI define María como elemento cualificador, intrínseco de la piedad y del culto (MC 56) y Juan Pablo II lo señala como identidad propia de estos pueblos[13].
n. 284: La piedad mariana ha sido el vínculo de resistencia en aquellos lugares carentes de atención pastoral.
n. 285: El pueblo reconoce a la Iglesia por su vinculo con María, y al mismo tiempo reconoce en María el modelo perfecto del cristiano.
“María, Madre de la Iglesia” desde el numeral 286 al 291,
n. 286: La Iglesia venera a María como Madre con afecto de piedad filial (LG 13), por eso Pablo VI la proclama como Madre de la Iglesia[14].
n. 287: María es madre de Dios en la Anunciación por el Espíritu, es Madre de la Iglesia por ser Madre de Cristo, es madre de todos por “haber cooperado con su amor” (LG 53), Madre en orden a la gracia (LG 61), y en Pentecostés por su oración de invocación al Espíritu.
n. 288: La Iglesia engendra hijos en la evangelización en un proceso de transformar desde adentro, renovando la misma humanidad (EN 18), en un parto donde María, participe del Señorío de Cristo, es nuestra madre y nos cuida como hermanos de su Hijo que todavía peregrinan (LG 62) hasta la plenitud (Jn. 10, 10; Ef. 4, 13).
n. 289: María es reina maternal de todos los pueblos.
n. 290: María madre educadora de la fe (LG 63), pedagoga del Evangelio en América Latina.
n.291: “ No se puede hablar de la Iglesia si no está presente María (MC 28). Es la presencia sacramental de los rasgos maternales de Dios.
“María, modelo de la Iglesia” desde el numeral 292 al 293,
n. 292: En María todo se refiere a Cristo (MC 25) y ella estuvo en plena comunión con su Hijo desde la Anunciación hasta el martirio del Gólgota. Una historia de amor a Cristo íntima, santa y única.
n. 293: María vivió una participación máxima con Cristo, como colaboradora a la obra. No fue una mujer pasiva (MC 37) sino cooperadora activa, asociada a Cristo, desarrolla sus capacidades y responsabilidades hasta ser nueva Eva junto al nuevo Adán. Por esta comunión y participación Ella vive en el misterio trinitario alabando e intercediendo.
“Modelo para la vida de la Iglesia y de los hombres”desde el numeral 294 al 297,
n. 294: La virginidad maternal de María en la Iglesia es toda de Cristo y con Él, y es toda servidora de los hombres.
n. 295: María por su carisma maternal despierta la filialidad en cada hombre para desarrollar la vida del bautismo en la fraternidad.
n. 296: María es modelo en orden a la fe (Mc 3, 31-34), perfecta discípula frente a la palabra (Lc. 2,51) aun frente al rechazo inicial de su hijo en Caná (Jn 2,4). Fe de la aceptación del Calvario y de asociación a la cruz árbol de vida por lo cual se diga: “Dichosa tu que has creído.” (Lc 1,45).
n. 297: El Magnificat es el profetismo de María es el canto de Dios que con Ella “ensalza a los humildes...y si es necesario, derriba a los potentados”[15].
“Bendita entre todas las mujeres” el 298 y 299,
n. 298: La Inmaculada Concepción es el rostro de la recreación del proyecto del Paraíso (Colecta de Navidad). El cuerpo glorioso de María Asunta representa la dignificación completa del ser humano.
n. 299: En María la mujer quedó valorada plenamente donde ella es vocación de ser alma, entrega que espiritualice la carne y encarne el espíritu.
“Modelo del servicio eclesial en América Latina” desde el numeral 300 al 303.
n. 300: María es sierva del Señor intercediendo por los hombres e invitándolos a su obediencia (Jn 2,5) y provocando la fe de los discípulos (Jn 2,11).
n. 301: Por medio de María Dios se hizo carne, sin Ella el Evangelio se desencarna, se desfigura, se transforma en ideología, en racionalismo espiritualista.
n. 302: Pablo VI dijo: “María es la mujer fuerte que conoció la pobreza, el sufrimiento, la huida, el exilio” (Mt. 2, 13-23), ayudó la fe en Cristo de la comunidad apostólica (Jn 2,1-12) y cuya maternidad se dilató funciones universales en el calvario (MC 37)
n. 303: La evangelización en América Latina se vuelve más carne y corazón con María y no se queda como un barniz superficial en la cultura del pueblo (EN 20); esta es la hora de María y es tiempo de un nuevo Pentecostés junto con Ella en oración, para recorrer el tramo de un nuevo peregrinar. María es la estrella de la Evangelización siempre renovada que sigue guiando la Iglesia en su camino (EN 81).
Además la Virgen María aparece en otros puntos del documento según la ubicación cristológica, eclesiológica ó antropológica que corresponda:
1: En el capitulo I de la segunda parte “Contenido de la Evangelización” tenemos el n. 168, donde María es celebrada como estrella de la Evangelización y como Madre de todos los pueblos de América Latina. En el mismo capitulo son anunciadas las verdades centrales de la Evangelización: Cristo, La Iglesia (que celebra a María) y El Hombre (ver SD, el discurso inaugural del Papa, n.5, coincide sustancialmente con los criterios cristológicos, eclesiológico, antropológico allí presentados como directrices de la nueva evangelización, y también ver que en el n. 168 hay un cf. EN n.82 que se refiere a este punto).
2: Del mismo capitulo I, en el párrafo 1, dedicado a la verdad sobre Jesucristo, en el punto 1.5 “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14): La Encarnación, el numeral 188 presenta a Jesucristo el Hijo, como verdadero Dios y Señor, enviado por el Padre en la plenitud de los tiempos (Gal. 4), nacido del Padre antes de todos los siglos y como verdadero Hombre, nacido de María la Virgen por obra del Espíritu Santo. El Hijo de Dios asume lo humano y lo creado, restablece la comunión entre su Padre y los hombres.
3: En el capitulo I aparece, en el párrafo 1 dedicado a la verdad sobre Jesucristo, en el punto 1.12 Comunión y Participación, el numeral 217 muy interesante que relaciona la comunión trinitaria del pueblo y familia de Dios con el culto, (veneración, intercesión), a la Virgen María y a todos los santos, dada la unión existente entre los bienaventurados y Cristo y de Él con Dios (LG 50).
4: En el numeral 281 del párrafo La Iglesia instrumento de comunión, del punto 2.2, del capitulo primero de la segunda parte del Designo de Dios sobre la realidad de América Latina, María es presentada como protectora e intercesora para la Iglesia que ayuda a superar las estructuras del pecado en la vida personal y social y a obtener la “verdadera liberación que viene de Cristo Jesús[16].
5: El numeral 334, del punto 2.3 El hombre renovado en Jesucristo, del párrafo 3 dedicado a la Verdad sobre el Hombre: la Dignidad Humana, del Capitulo I de la segunda parte, recuerda que ante Cristo y María deben revalorizarse en América Latina los grandes rasgos de la verdadera imagen del hombre y de la mujer.
6: En el capitulo II, en el párrafo 3, punto 3.1, recordaremos el numeral 446 que presenta a María que con su rostro mestizo de Guadalupe identifica y simboliza el Evangelio Encarnado de Latino América.
7: El numeral 454 del punto 3.2 descripción de la religiosidad popular dentro del párrafo 3 dedicado a la evangelización y religiosidad popular, del capitulo II ¿Qué es evangelizar? Se cita el amor a María como parte de la devoción “Ella y sus misterios pertenecen a la identidad propia de estos pueblos y caracterizan su piedad popular”[17].
8: Otro numeral de contenido mariológico es el 745 donde María es presentada como modelo de consagración y como intercesora, en el encarnar la Palabra en su vida y como Ella y con Ella ofrecer a los hombres en una continua evangelización. Este numeral está contenido en punto B del 2.2 de los Criterios de la Vida Consagrada, capitulo II N.2 del documento.
9: También en el capitulo II de la tercera parte, en el párrafo 3 dedicado a los Laicos, en el punto 3.6 dedicado a la mujer, el numero 844 presenta a Maria como mujer que acepta la palabra de Dios, sirve y anuncia la presencia del Señor, canta proféticamente la libertad de los hijos de Dios y el cumplimiento de las promesas, presenta al Verbo encarnado y nacido de Ella a todo tipo de persona, acepta las consecuencias de la sospecha y de la persecución, guarda en el corazón la impresión de los acontecimientos, en una presencia atenta a las necesidades de los hombres provoca el “signo mesiánico”, fuerte en la cruz, fiel y abierta a la acogida maternal universal, en la espera ardiente con la Iglesia de la plenitud del Espíritu en la Asunción celebrada en la liturgia por la Mujer, símbolo de la Iglesia del Apocalipsis. Este numeral sorprende por su contenido concentrada altamente mariológico, dentro de la visión histórico salvífica, que es recogida a partir de la LG y la MC de Pablo VI, es reutilizada por la RM y MD de Juan Pablo II. La misma citas bíblicas utilizadas desde el pie de pagina 63 hasta el 72, aparece concentrado todo lo básico de María Lc, 1,26; Lc, 2, 39-45; Lc 2, 46 ss; Lc 2, 1-8; Mt. 2 13-15; Lc 2, 52; Jn 2, 1-11; Jn 19 25-27; Hech. 1-2; Ap. 12.
10: El numeral 963 del punto c), perteneciente a las conclusiones 1.3, sobre piedad popular, del párrafo 1 del Capitulo III Medios para la comunión y la participación de la Tercera Parte, presenta la devoción a María y a los Santos como la realización en ellos de la Pascua de Cristo (SC 104) y que debe llevar al cristiano hacia la vivencia de la Palabra y al testimonio de vida.
11: En la Cuarta Parte “Iglesia Misionera al servicio de la Evangelización, Capitulo I: Opción preferencial por los pobres, en la reflexión doctrinal “Jesús evangeliza a los pobres”, el numeral 1144 presenta a María que proclama en el Magnificat que la salvación de Dios tiene que ver con la Justicia a los pobres y “el compromiso con los demás hombres, especialmente los pobres y los desdichados....para la necesaria transformación de la sociedad [18].
12: El numeral 1195 del punto Formación y Participación, del Capitulo II “Opción para el joven”, de la cuarta parte del documento dedicado a la Iglesia Misionera, recomienda el la pastoral juvenil buscar que el joven crezca en espíritu de oración, conocimiento de la Palabra de Dios, y el amor filial a María Santísima, que al unirlo con Cristo lo hace solidario con sus hermanos.
En todo el documento hay 1310 numerales y mariológicos hay 33 numerales, lo que representa el 2,5 % del total. Como referencia, podemos decir que en el documento de Santo Domingo sobre 301 numerales, existen 14 mariológicos, lo que representa el 4, 65 % del total. Si se quiere tener una visión mariológica de conjunto desde Medellín hasta Ecclesia in America se puede observar que sobre 76 numerales del documento tenemos 6 numerales con elementos mariológicos, lo cual da un resultado del 7,8 % sobre el total.
Haciendo un calculo entre los numerales mariológicos de todos los documentos (54) y todos los numerales sumados de los cuatros textos (2082), tenemos que el porcentaje correspondiente global es de 2,5%, igualando coincidencialmente al valor correspondiente a Puebla que es de 2,5%. Esto confirmaría lo que siempre se ha dicho con respecto a la mariología latinoamericana, que el momento de mayor expansión, expresión y sistematización corresponde al documento de Puebla. La media entre los % es dada por la división de la sumatoria total (15.15%) y el numero de documentos (4). El resultado se ubica entre Puebla y Santo Domingo. Lo que implica es que entre los dos textos se ubica el actual centro del magisterio mariológico en Latinoamérica. Sería un modelo teológico“in crescendo”, y este dato puede revelar la posibilidad de un futuro magisterio mariológico cada vez mayor que, en un intervalo de máximo de 10-15 años, duplique o triplique el actual. Esto se podría interpretar como la posibilidad de una evolución mariológica promovida desde Latinoamérica ó la expresión teológica de un contenido mariológico en un nivel magisterial, ó ambas cosas.
Juan Pablo II y María en Puebla:
El Documento de Puebla expone una eclesiogénesis mariológica marcada por una visión de la Iglesia desde la evangelización, una reflexión más ponderada y abierta a la comunión y participación pero reorientada a una definición de perfiles, contenidos, criterios y opciones pastorales que de una manera mediatizada respondiera a las exigencias de cambio de un Continente crisol de razas, culturas y tradiciones pero en un abierto desafío tercer mundista a la búsqueda de unidad, solidaridad y alternativas más justas a nivel personal y colectivo.
Indudablemente la personalidad de Juan Pablo II con el comienzo de su pontificado en el 1978 irrumpe en el escenario latinoamericano que ha sufrido un proceso histórico bajo un mismo signo de fe. Por eso Puebla, que se celebró en el 1979 con la participación del pontífice, no es solo el resultado que encausó las conclusiones de Medellín, con todo lo que tiene de positivo, sino que fue el fruto del discernimiento magisterial ponderado, oportuno, crítico y con claras tomas de posición, que profundizaron el alcance mariológico y eclesiológico del mismo documento.[19]
La homilía pronunciada en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe durante la concelebración con los participantes (27/1/79), pone de manifiesto la sencilla respuesta del Espíritu que toma bajo el signo de María de Guadalupe, en el camino de la metodología teológico-pastoral de la renovación del culto mariano, motivado en el LG y expresado en el MC; el camino de desarrollo y profundización de la veneración a María en la Iglesia y viceversa se establece así el camino de transformación de la Iglesia Latinoamericana a partir del culto mariano renovado.
Se podría decir que entre Polonia y Guadalupe se forjó el gran mensaje mariano “Totus Tuus” de Juan Pablo II que bajo su Pontificado ha logrado el proceso de aggiornamiento pastoral [20] “El Papa que viene de un país en que tus imágenes, específicamente una, la de Jasnagora también signo de tu presencia en la vida de la nación, en su azarosa historia”... es particularmente sensible a este signo de tu presencia en la vida del Pueblo de Dios, en México, en su historia. “El Papa enlaza este cause de la evolución del culto mariano con lo que dice MD en el capítulo “El Don de la Esposa” n. 27 cuando afirma: “En este sentido se puede decir que la Iglesia es, a la vez mariana y apostólica petrina”.
Este perfil mariano es igualmente –sino lo es mucho más- fundamental y característico para la Iglesia, que el perfil apostólico y petrino al que está unido. Como bien lo ha dicho un teólogo contemporáneo, María es Reina de los Apóstoles sin pretender por esto los poderes apostólicos: "Ella tiene otra cosa y más"[21]. Seguramente este fue el sentido moral y espiritual que interpretó Juan Pablo II a la luz del acontecimiento Puebla cuando reafirmó el giro filosófico y teológico de María, mujer, persona en la Iglesia, Pueblo Familia de Dios para valorar el desarrollo de la dignidad del ser humano en la realidad de Latino América (MD n.11).
De este modo se inserta en Puebla el elemento de liberación en el núcleo mariológico del Magisterio. María es presentada como la que depende totalmente de Dios y está plenamente orientada hacia Él por el empuje de su fe. La Madre al lado de su Hijo es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos. La Iglesia debe mirar hacia Ella, Madre y Modelo, para comprender en su integridad el sentido de su misión[22]. El método teológico pastoral de la Encarnación, Inculturación y Evangelización se perfila como la posible lectura desde adentro de María persona, icono, presencia, figura, modelo y conciencia de la Iglesia asociada en el Misterio de la Encarnación y Pascual, a la memoria activa de un ejercicio piadoso sin sacrificio, que equivale al culto mariano, y que en definitivo no es un hecho litúrgico, pero que se podría interpretar por algún otro como una noción litúrgica del Pueblo de Dios (307). Así también en las plegarias I y II se “expresa con intenso anhelo, el deseo de los santos de compartir con la Madre la herencia de los hijos (MC 10).
Límites y aportes mariológicos del Documento de Puebla:
Lo que emerge de esta lectura de evaluación de Puebla a los 25 años de su publicación es lo siguiente: La mariología de Puebla en el contexto de la Iglesia Latino Americana presenta elementos de contextura metodológica de tipo "relación mediática inculturada" entre lo cristológico, lo eclesiológico y lo antropológico,
El documento de Puebla muestra una interesante combinación teológica (utilizando los criterios del Marialis Cultus para la renovación de la devoción mariana: bíblico, antropológico, litúrgico, ecuménico pastoral y al mismo tiempo la orientación cristológica, eclesiológica, soteriológica, pneumatológica y trinitaria) con el anuncio del Kerigma, los Dogmas, la Catequesis, las Pastorales, el Culto y la verdadera devoción, la Nueva Evangelización, la Cultura, la Promoción Humana.
Pareciera, con respecto al tema de la religiosidad popular, que los problemas de devocionismo y de sincretismo en el culto a María no son detallados exhaustivamente; también no se aprecia una mayor investigación del tema arquetipal entre las distintas mitologías indígenas y la figura de la gran Madre Tierra y su relación con las mariofanias tradicionales y las devociones locales marianas. Consideramos que se pudiera haber logrado un mayor desarrollo del aspecto pneumatológico relacionado con la participación de María en el misterio de salvación.
Se ha observado un limitado desarrollo mariológico en los desafíos o propuestas pastorales del documento de Puebla sobre la posible utilización de la presencia Mariana en el Ecumenismo, sobretodo en la metodología y lenguaje en la presentación de María y de su rol en la salvación. Se nota una cierta pobreza del aporte patrístico directo a pesar del uso bíblico en las referencias y también con respecto a una especifica respuesta apologética frente a los errores de interpretación de las Sectas Evangélicas, una orientación pastoral de los fenómenos asociados al culto popular a la Virgen, mensajes apariciones, lágrimas, escarchas, etc. (C.E.V., Carta Pastoral Colectiva en la Clausura del Año Jubilar de la Aparición y de la Coronación de Nuestra Señora de Coromoto, de la Conferencia Episcopal Venezolana, Caracas, 2003, n. 16), y por último una no detallada mistagógia de la fe en María para poder contestar a las derivaciones neo gnósticas y espiritualistas como el New Age. Se podría desarrollar este punto en el tema María educadora de la fe para un próximo documento.
Aunque el documento de Puebla no lo mencione, se ha constatado la necesidad de una mayor producción teológico-pastoral (con centros de investigación mariológica) que interprete los continuos movimientos de renovación de la devoción mariana y de su inculturación, para reforzar la respuesta a las sectas evangélicas y el fenómeno del secularismo y del impacto turístico religioso en la pastoral de santuarios.
Por otro lado se puede considerar como aporte sustancial de Puebla la sistematización de la Mariología, sobretodo María y la dignidad de la mujer, María y el sufrimiento humano de nuestro Continente, María y la Familia, María y la fe del Pueblo y la identidad del católico, María y la Inculturación y la religiosidad popular: todo esto abriendo brechas hacia proyecciones y acciones pastorales para la renovación de la devoción mariana[23].
Proyección del Documento:
El uso del documento de Puebla a nivel mariológico es extenso en el magisterio posterior. Se citarán los de mayor relevancia:
-Nuevo Diccionario de Mariología: S. De Fiores, voz Mariología, Pág.1298, cf. 78: n. 301 de Puebla, V. Maccagnan, voz Guadalupe: pp. 818: cf. 32: Puebla n. 26, 189, 282-303, 351- 354, 491 ss; AA.VV., María en el acontecer de América Latina, Ed. Paulinas, 1979, 38-63, voz Jesucristo: La interpretación religiosa popular de Puebla: Pág. 979-983, Puebla: n. 444, 448, 446, 452, 166, 175, 178, 1310, 283, 282, 284, 446, 287, 297, 303, 333, 298, 334, 299, 843-844; R. Laurentin, o.c. 83, 843-844.
-Documento de la Congregación para la Educación Católica, La Virgen María en la formación intelectual y espiritual, 1987, n. 15: "Por la convergencia entre los datos de la fe y los datos de las ciencias antropológicas, cuando éstas han dirigido su atención a María de Nazaret, se ha comprendido más claramente que la Virgen es, al mismo tiempo, la más alta realización histórica del Evangelio (cf. 38: Puebla n. 282), y la mujer que por el dominio de sí misma, por el sentido de responsabilidad, la apertura a los otros y el espíritu de servicio, por la fortaleza y por el amor, se ha realizado, de modo más completo en el plan humano". Este documento propone enseguida líneas de acción como el acercar la figura de la Virgen a los hombres de nuestro tiempo poniendo en relieve su imagen histórica de humilde mujer hebrea, de mostrar los valores humanos de María, de manera que el estudio sobre Ella ilumine el estudio sobre el hombre, sobre todo el tema María y la mujer.
-Documento de Santo Domingo: El numeral 85, del párrafo 1.3.3, del cap. I sobre la Nueva Evangelización, dedicado a la vida consagrada, presenta a la Virgen María , identidad profunda de los pueblos latino americanos (DP 283), como modelo de vida para los consagrados y su apoyo. Del mismo capitulo, pero en el párrafo 1.3.5. Las mujeres, el numeral 104, propone a María que procede a la Iglesia en el modelo de la Virgen y de la Madre (LG 63) y como la protagonista de la historia, por su cooperación libre, llevada a la máxima participación con Cristo (DP 293). María tiene un papel muy activo en la evangelización de las mujeres latinoamericanas.
-Documento del Sínodo de América Ecclesia in América el numeral 11 “Por medio de María encontramos a Jesús” está en el Capitulo primero “El encuentro con Jesucristo vivo”, y es prácticamente el numeral que le corresponde a María, y es el núcleo mariológico del documento. Presenta muchos elementos condensados: La Madre es signo del Hijo (ó mejor dicho el Hijo es signo de la Madre, Mt 2,21) y es portavoz de la voluntad del Hijo, indicadora de las exigencias necesarias para la manifestación del poder salvífico del Mesías. Por eso María es camino seguro para encontrar a Jesús. También la Virgen María tiene un papel con respecto al nacimiento de la Iglesia en Latinoamérica por la predicación de los misioneros. María-Guadalupe es el “gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo, con quienes ella nos invita a entrar en comunión... el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac... un gran ejemplo de evangelización perfectamente inculturada”, Patrona y estrella de la primera y nueva evangelización en su intercesión para alcanzar la efusión del Espíritu Santo en el Continente. Ecclesia in America, aunque no pertenezca a la producción relacionada directamente al CELAM, es un documento que representa y expresa el Sínodo de todos los Obispos del Continente Americano sea del Norte como del Centro y del Sur y su contenido mariológico sigue manteniendo la orientación eclesiológica de los anteriores documentos y en específico de Puebla y dedica este párrafo completo, (el n.11). Sobresale el elemento de Mariología en contexto para la inculturación y nueva evangelización; también aparece el elemento de la mediación que cita el titulo “por medio de María”, lo que da un seguimiento al trabajo teológico de Puebla y Santo Domingo sobre el tema y por ultimo presenta las conexiones pastorales posibles con la mariología como la familia, la mujer, la vida y la eclesialidad. Por ultimo presenta la interesante conexión entre los documentos del CELAM y el documento “Behold Your Mather Woman of Faith” de la Conferencia Episcopal Norteamericana del 1973, en los pie de pagina n. 19 y 22 en el párrafo dedicado a María, evidente esfuerzo de lograr por María el puente teológico-pastoral entre el Norte y el sur del continente: un mensaje de esperanza y futuro para la integración espiritual de todos.
-Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, Congregación para el Culto Divino, 2001: Los valores de la piedad popular: n. 62 y 63.
-Documento PAMI, La Madre del Signore, Memoria Presenza Speranza, Cittá del Vaticano 2000: n. 51: cf. 173, p.78; n.62: cf. 232, p.103, cf. 237, p.104; n. 64: cf. 244, p.108; n. 66: cf. 252, p.111.
La Eclesiología mariológica emergente en Puebla: María y la Familia de Dios:
El pueblo latino americano llama a la Iglesia “Casa de Dios” porque intuye que allí se congrega la Iglesia como Familia de Dios, se encuentra esa misma expresión en la Biblia y en el Concilio para expresar la realidad más profunda e intima del Pueblo de Dios (Sa. 60,8; Dt. 32, 8 ss; Ef. 2, 19; Rom. 8,29), (P. 238), (Voz: Familia de Dios, p. 228-229, María, madre de la familia, p. 229). P. 239, La Iglesia es donde los hombres se sienten familia de Dios, y se hacen, ontológicamente, Familia de Dios. La Iglesia Familia de Dios es el hogar donde cada hijo y hermano es también señor, destinado a participar del señorío de Cristo sobre la creación y la historia por el proceso continuo de conversión y asimilación al Señor (P. 242). El Espíritu Santo es el fuego que vivifica la Familia de Dios, suscita la comunión de fe, esperanza y caridad que constituye su invisible, la dimensión más profunda de la comunión interior que se expresa en el compartir. Cristo convierte a los hombres en su familia (P. 243). La voluntad de unidad, la coincidencia en la verdad de Jesucristo y la vivencia de los sacramentos, la Eucaristía en especial se realiza el Pueblo de Dios como familia (P. 246). La acentuación del rasgo histórico y social del Pueblo de Dios como familia, destaca la necesidad de expresar dicha realidad como institución (P 255). El esfuerzo pastoral de la Iglesia debe orientarse a la transformación de las comunidades de Base en familia de Dios (M 15, 10).
El pueblo creyente reconoce en la familia la Iglesia que tiene por madre a la Madre de Dios por ser María modelo perfecto imagen de la Iglesia (P. 285). María es madre por haber cooperado con su amor (LG 53) en el momento de la cruz cuando nació la familia de los redimidos y por eso es nuestra madre en el orden de la gracia (LG 61), (P. 287). No se puede hablar de la Iglesia si no está presente María (MC 28). Voluntad de acogida, amor y respeto por la vida (P 291), (P. 293)[24].
El estudio del autor dentro de las publicaciones de estudios del CELAM sobre Puebla y su eclesiología[25], propone la lectura familia-María-Iglesia: "El tema de Iglesia como "Familia de Dios" debe verse en íntima relación con los textos mariológicos que destacan el rol y presencia maternal de la Virgen en la Iglesia de nuestro continente." (Ibidem, p. 134)
"María Madre despierta el corazón filial que duerme en cada hombre. En ésta forma Ella nos lleva a desarrollar la vida del Bautismo por el cual fuimos hechos hijos. Y simultáneamente, ese carisma maternal hace crecer en nosotros la fraternidad, Así, María hace que la Iglesia se experimente (a sí misma) como familia (P. n. 295)".
"El pueblo creyente reconoce en la Iglesia la familia que tiene por madre a la Madre de Dios. En la Iglesia confirma su instinto evangélico (sentido de la inculturación de la fe) según el cual María es el modelo perfecto del cristiano, la imagen ideal de la Iglesia. (P. n. 285)".
En el documento de Puebla el modelo eclesiológico es la Iglesia Pueblo de Dios. Pero se profundizan los aspectos relacionales del mismo concepto partiendo de la definición de Lumen Gentium 13 que a su vez se desarrolla en el capitulo posterior sobre la evangelización de la cultura que, a su vez, hace emerger el aspecto de trasmisión familiar- comunitario representante de lo tradicional popular.
El Pueblo de Dios es presentado muestra en el Documento como Pueblo Universal. Pueblo que es Familia de Dios, Pueblo Santo, Pueblo peregrino y Pueblo enviado (136). El tema Pueblo universal trasciende toda cultura, raza o particularidad humana dado que se origina de Dios por la fe en Jesucristo. La acentuación que tiene del carácter de "Familia" en el pueblo de Dios (que en el sentido exegético sería su sentido primordial) es tratado de forma extensa y novedosa afirma el autor (Ibíd. p. 132).
Ya Medellín había puesto en evidencia el tema Familia (n. 12) tomando en cuenta la situación peculiar que atraviesa la familia en la realidad de Latino América, que por un lado resalta los valores tradicionales afectivos y por el otro atraviesa una crisis de valores en la cultura conyugal y en la paternidad responsable. Por esto la respuesta de interés común sobre la Familia se acentúa en Puebla y es asociada con la figura Pueblo Familia de Dios que expresa mejor las relaciones de los miembros unos con otros del perfil eclesiológico Cuerpo Místico. A mi parecer la imagen de Iglesia como Pueblo Familia de Dios logra un parentesco analógico entre lo relacional intergrupal que expresa la familia pueblo de Dios y la figura eclesial del Cuerpo Místico que expresa el sentido de la relaciones con los roles correspondientes a nivel funcional de los miembros del mismo cuerpo. De hecho "…la relación vital de unos miembros con otros -incluido el tema de la unidad en torno a la jerarquía se trata al hablar de la Familia de Dios. La relación Cabeza-miembros, en lo que se refiere más bien a la conducción de la Iglesia, forma parte del tema "Pueblo peregrino", (ibdm. p. 133). Se pudiera decir que la figura Iglesia, Pueblo familia de Dios, se encuentra a medio camino entre el polo Iglesia Pueblo de Dios (Gaudium et Spes) y el polo Iglesia Cuerpo Místico (Lumen Gentium).
El documento de Puebla resalta en este aspecto el uso de la imagen eclesial Familia de Dios como una respuesta ante la creciente frialdad del mundo moderno (139). Al acentuar el carácter de la pastoral familiar en la vida de la iglesia en sus necesidades y valores, el documento final apela conscientemente a un modelo de vida cotidiano familiar en la diócesis, parroquias, comunidades y grupos que "ofrece un camino y fermento evangélico para dar alma que humanice y personalice, la adveniente cultura urbana-industrial.", (Ibidem.). La Iglesia en esta perspectiva no es solo el lugar teológico contextual sino el lugar donde "los hombres se sienten y se hacen ontológicamente Familia de Dios. Se convierten verdaderamente en hijos del Padre en Jesucristo (1Jn. 3,1), quien les participa su vida por el poder del Espíritu Santo, mediante el Bautismo. Esta gracia de la filiación divina es el gran tesoro que la Iglesia debe ofrecer a los hombres de nuestro continente." , (Ibidem).
En el párrafo especialmente logrado fue: “De la filiación en Cristo nace la fraternidad cristiana”. El hombre Moderno no ha logrado construir una fraternidad universal sobre la tierra. Porque busca una fraternidad sin centro ni origen común. Ha olvidado que la única forma de ser hermanos es proceder de un mismo Padre (141). "La Iglesia el hogar donde cada hijo y hermano es también Señor, destinado a participar del señorío de Cristo sobre la creación y la historia (142)".
La imagen de Iglesia Familia de Dios se convierte así en el punto crucial entre la realidad trinitaria con sus relaciones interpersonales y procesos (pericorésis), y la realidad de las personas humanas en sus relaciones dinámicas intra y extra familiares que constituyen el entramado de coyunturas y tejidos que constituyen el pueblo Familia de Dios en su realidad macroscópica y mística como cuerpo de Cristo. El aporte subyacente de la figura de María Madre de Dios y Madre nuestra emerge paulatinamente en la filigrana del cuadro sinóptico propuesto por Puebla y se vuelve bisagra teológica entre el misterio trinitario Dios Familia y el misterio Eclesial Familia de Dios dentro de la singularidad virgen-madre-creyente que la caracteriza. María se configura madre espiritual dentro de la revelación y de la tradición por la gracia del bautismo que hermana a los hijos de Dios con Cristo el Hijo de Dios por naturaleza, Primogénito entre muchos hermanos (Rom.; Puebla n. 285).
"El fuego que vivifica la Familia de Dios es el Espíritu Santo. El suscita la comunión de fe, esperanza y caridad que constituye como su alma invisible, su dimensión más profunda, raíz del todo compartir cristiano a otros niveles" (143). La Maternidad espiritual de María está presente como subyacente entre Cristo el Espíritu y la Iglesia.
Del Equipo de reflexión teológico-Pastoral, La Familia a la luz de Puebla, Consejo Episcopal Latino Americano CELAM Aporte del CELAM para el Sínodo Episcopal del 1980, Ediciones Trípodes, Venezuela, numeral 4.6 se ha tomado La misión de la familia y María, pp. 58-59. La proyección social y eclesial de la familia cristiana descansa y se juega, en definitiva, en su misión educadora. Para cumplir con éxito dicha tarea, la familia necesita volverse a María (encuentra en María) no sólo para contemplarla como modelo de la Iglesia y de los cristianos (Puebla 292-299) como modelo de servicio a los hombres y a Dios (Puebla 300-303), sino porque Ella es también "la madre educadora de la fe" (Puebla 209) y la pedagoga del Evangelio en América Latina" (ib). Donde María llega "crea ambiente familiar de comunión (Puebla 292) hecho interactuante entre el Espíritu Santo, María y la Iglesia, pues posee un carisma especial para despertar "el corazón filial que duerme en cada hombre" (ib). Al hacernos hijos ante Dios hace crecer en nosotros la fraternidad (ib) porque tiene un corazón tan amplio como el mundo (Puebla 289) María es capaz de abrir la familia cristiana a una solidariedad con los pobres, como la que Ella cantó en el Magnificat (Puebla 291). María que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio (Puebla 302), como tantas familias de nuestros continente, pero que fue algo del todo distinto de una mujer pasivamente remisiva o de religiosidad alienante (Puebla 293) nos impulsa a ser, como Ella, protagonista de la historia junto a Cristo (Puebla 293). Su intercesión poderosa nos permite, dice Juan Pablo II, superar las múltiples estructuras de pecado en que está envuelta nuestra vida personal, familiar y social (Zopopan, 3; Cf. Puebla 281), para que así podamos construir una sociedad más libre, fraterna y llena de Dios. Sólo Ella, la madre de la familia de Nazaret y de la Iglesia del Cenáculo, puede ayudar a la Iglesia doméstica y a la Familia de Dios a la plena realización de su vocación en nuestro continente. Porque en América Latina "esta es la hora de María, tiempo de un nuevo Pentecostés que Ella preside con su oración" (Puebla 303).
Stefano de Fiores en, Maria en la Teología contemporánea, Ed. Sígueme, 1991, pp. 399- 401, afirma que el pueblo latino americano no puede llegar a aceptar una Iglesia que no sea familia, porque reconoce en la Iglesia la familia que tiene por madre a la Madre de Dios (285). El pueblo sabe que encuentra a María en la Iglesia católica. La piedad mariana ha sido, a menudo, el vínculo resistente que ha mantenido fieles a la Iglesia sectores que carecían de atención pastoral adecuada (Puebla 284). La presencia de María en la Iglesia no está bajo el signo del anonimato; suscita en los fieles una experiencia personal, que se traduce en diálogo y oración a partir de la vida (291). En vez de detenerse en una relación afectiva, la maternidad de María está comprometida en la formación de los hijos de Dios, que lleven a su madurez la gracia del bautismo y vivan como verdaderos hermanos (295) J. Mejias, Il ruolo materno di María nella teologia e nella missione della Chiesa latino- americana, en Varios, Il ruolo di María nell'oggi della chiesa e del mondo. Simposio mariologico, Roma ottobre 1978, Roma-Bologna 1979, 145; allí el autor remite a su artículo La familia de Dios: Criterio 48 (1976) 743-750.
Conclusión:
La mariología de Puebla sigue siendo un éxito y un reto para la próxima teología: el misterio de María es parte del kerigma ubicado entre el misterio de Cristo y de la Iglesia como en Lumen Gentium: fundamentación bíblica, fundamentación patrística (segunda fuente) y fundamentación magisterial con un efecto tipo cascada: Río de Janeiro Medellín, Puebla Santo Domingo, Ecclesia in América.
María mujer, madre, creyente es presentada como modelo equidistante que teológicamente acoge la línea liberacionista, con una fuerte acentuación soteriológica y escatológica, dentro de una teología de comunión y participación del misterio trinitario en el contexto de la historia de salvación en la Iglesia de este continente. De esta manera la mariología de Puebla queda encaminada hacia la línea eclesiologica, de donde emerge su configuración inculturada, antropológica, evangelizadora y pastoralista, donde María queda, de manera significativa, como madre y modelo de la Iglesia Pueblo-Familia de Dios. Un futuro lleno de cambios, crecimientos y maduración cristiana en el mundo actual de Latino América junto a Ella para que "María, Madre, despierte el corazón filial que duerme en cada hombre. En esta forma, nos lleva a desarrollar la vida del bautismo por el cual fuimos hechos hijos. Simultáneamente, ese carisma maternal hace crecer en nosotros la fraternidad. Así María hace que la Iglesia se sienta familia." (Puebla n. 295). "Nuestra Señora de Coromoto madre de la Iglesia familia Venezolana, ruega por nosotros. ¡Amén!"
[1] Cardenal Ratzinger, citando Hugo Rahner, en el Osservatore Romano, n.34, 25 de agosto del 2000. [2] Jon Sobrino ”Jesucristo Liberador”, Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret, Editorial, Vozes Ltda., 1991, Petrópolis, RJ, Brasil, 33-39, cap. 3 y cfr. 16. [3] ST, Sobre la conveniencia de la Encarnación, Cuestión 1, artículos 1-6. [4] Juan Pablo II, Homilía Zopopán 4, AAS LXXI, 230. [5] Juan Pablo II, la misma reflexión doctrinal. [6] Brendan Leahy, El principio mariano en la eclesiología de H.U. V. Baltasar, Ciudad Nueva 2002, 130-182. [7] A. Amato,en “Mariología en contexto”, del Marianum XLII, 1980, 421-469, y en especifico 446-448. [8] S. De Fiores en Maria en la teologia contemporánea, Verdad y vida, Sígueme 1991, 386-403. [9] S.De Fiores , 349-362. [10] S. De Fiores, p.440. [11] Carlos Ignacio González s.j., “ Maria evangelizada y evangelizadora”, CELAM, Bogotá, 1981, 411-420. [12] Antonio Larocca, SMC, Magisterio y Sentido de la fe, estudio de la relación entre textos mariológicos del Magisterio y la devoción mariana en: Latino América, Venezuela y la Arquidiócesis de Barquisimeto, Tesis de Licenciatura, Marian Library, Dayton, 2001, págs. 59-108 [13] Juan Pablo II, Homilía Zopopán 2, ASS LXXI. [14] Pablo VI, AAS, 1964, 1007. [15] Juan Pablo II, Homilía Zapopán 4. ASS LXXI p.230. [16] Juan Pablo II, Zapopán 11. [17] Juan Pablo II, Homilía Zapopán 2.ASS LXXI p.228. [18] Juan Pablo II, Homilía Zapopán 4. AAS LXXI p. 230. [19] Juan Pablo II, Discurso Inaugural pronunciado en el Seminario Palofoxiano de Puebla, México, 28/1/79. [20] Juan Pablo II, n. 3 de la Homilía en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. [21] H.U . Balthasar, Milano 1980, en la alocución a los Cardenales y Prelados de la Curia Romana, 22/12/1987, L´Osservatore Romano 23/12/1987. [22] Cfr. 93 de RM n. 37, para la doctrina de la fe, Instrucción sobre libertad Cristiana y Liberación, 22/3/86, n. 97. [23] Víctor Colina en “La Evangelización desde Latinoamérica”, Edit. Verbo Divino, 1990, 113-116, propone los siguientes elementos para la renovación de la devoción mariana: Nuevos carismas laicales (y consagrados). Nueva figura de Obispos y Sacerdotes. Renovación de la vida religiosa. Nuevo ecumenismo. Integración de la religiosidad popular en la Iglesia. El martirio.
[24] Iglesia Doméstica (Germán Doig K., Diccionario Río, Medellín, Puebla, VE Lima 1990,p. 288). Familia de Dios: La Iglesia P. 238 ss; La filiación divina en la Iglesia P 240; La fraternidad cristiana P 241-242; Vivificada por el Espíritu Santo P 243; Tiene en María su Madre P 285.(CELAM, Río de Janeiro, Medellín, Puebla, Santo Domingo, Bogotá, 1994).
[25] Puebla, Grandes Temas, 1ª parte, 38/ Consejo Episcopal Latino Americano-CELAM, Un Pueblo-Familia, pp. 132-134. Hosted by www.Geocities.ws
Consecuencias eclesiológicas y canónicas de la naturaleza sacramental de la Iglesia. Comunión eclesial, conciliaridad y autoridad - Comisión Mixta Internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas bizantinas (Documento de Rávena 13 de octubre de 2007)